Intervención Sociocomunitaria Gloria Pérez Serrano (Coord.)
COLECCIÓN MÁSTER
Intervención Sociocomunitaria
GLORIA PÉREZ SERRANO (Coordinadora)
UNIVERSIDAD NACIONAL DE EDUCACIÓN A DISTANCIA
INTERVENCIÓN SOCIOCOMUNITARIA 2330437MR01A01
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© D.a Gloria Pérez Serrano D.a Inés Gil Jaurena, D.a Isabel María Ortega Sánchez, D.a María José Albert Gómez, D. Juan García Gutiérrez, D. Miguel Melendro Estefanía, D. Elías Ramírez Aísa, D. Ángel de Juanas Oliva, D.a María Luisa Sarrate Capdevila, D.a María del Pilar Quicios García, D.a Nieves Almenar Ibarra, D.a Elisa Gavari Starkie, D.a María García Amilburu, D.a María José Bautista-Cerro Ruiz y D. Daniel Domiínguez Figaredo. Todas nuestras publicaciones han sido sometidas a un sistema de evaluación antes de ser editadas. ISBN: 978-84-362-6143-1 Depósito legal: M. 4.309-2011 Primera edición: febrero de 2011 Impreso en España - Printed in Spain Imprime y encuaderna: CLOSAS-ORCOYEN, S. L. Polígono Igarsa. Paracuellos de Jarama (Madrid) Auxiliar de edición: Ángel de Juanas Oliva
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Presentación ......................................................................................................
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I INTERVENCIÓN SOCIOCOMUNITARIA: FUNDAMENTOS Y CONTEXTOS Gloria Pérez Serrano e Inés Gil Jaurena Tema 1. Concepto, fundamentos y evolución histórica de la Intervención Sociocomunitaria. María del Pilar Quicios García ........................... 1. Introducción ................................................................................... 2. Hacia una definición de intervención sociocomunitaria ............ 3. Fundamentos de la intervención sociocomunitaria .................... 4. Evolución histórica de la intervención sociocomunitaria ........... Bibliografía ......................................................................................... Tema 2. La comunidad como eje de intervención. Inés Gil Jaurena ............. 1. Comunidad y comunidades. Evolución del término y significado actual .............................................................................................. 1.1. Definiciones de «comunidad» ............................................... 1.2. Evolución del concepto «comunidad» .................................. 1.3. Rasgos y características de la comunidad ............................ 1.4. Síntesis sobre el concepto «comunidad» .............................. 2. La intervención comunitaria: del desarrollo comunitario a la acción comunitaria ............................................................................ 2.1. El desarrollo comunitario ...................................................... 2.2. El trabajo social comunitario ................................................ 2.3. La psicología comunitaria ..................................................... 2.4. La acción comunitaria ........................................................... 3. La comunidad como eje de la intervención sociocomunitaria ... 3.1. La comunidad como principio ..............................................
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3.2. La comunidad como medio ................................................... 3.3. La comunidad como fin ......................................................... 4. Síntesis: elementos destacables de la comunidad como eje de intervención .................................................................................... Bibliografía ......................................................................................... Tema 3. Principios y valores en la Intervención Sociocomunitaria. María García Amilburu, Marta Ruiz Corbella, Juan García Gutiérrez ........ 1. Principios y valores en la intervención sociocomunitaria ........... 1.1. La intervención sociocomunitaria como intervención educativa especializada en el ámbito social ................................ 1.2. Calidad de vida y necesidades humanas básicas. Las necesidades básicas de aprendizaje ................................................. 1.3. Principios y valores. La cuestión del relativismo cultural ... 1.4. Principios en la intervención sociocomunitaria ................... Bibliografía ......................................................................................... Tema 4. Derechos y deberes del ciudadano en la sociedad global. María García Amilburu, Marta Ruiz Corbella, Juan García Gutiérrez ............... 1. Introducción. Los derechos de la comunidad educativa ............. 2. La vida en un sistema político democrático ................................. 2.1. Características y modelos de democracia ............................. 2.2. Configuración de una cultura democrática .......................... 3. La educación cívica ........................................................................ 3.1. Ciudadanía y educación ......................................................... 3.2. Ámbitos y recursos en la educación cívica ........................... 4. El horizonte humanizador que representan los derechos humanos ................................................................................................... 4.1. Fundamentos de los derechos humanos ............................... 4.2. Características de los derechos humanos ............................. 4.3. Las generaciones de derechos humanos ............................... 5. Educación y formación relativa a los derechos humanos ........... 5.1. Desarrollo de una educación relativa a los derechos humanos ........................................................................................... 5.2. El programa mundial para la educación en los derechos humanos (2005-2009) ................................................................. 6. Democracia y derechos humanos en un mundo global ............... Bibliografía .........................................................................................
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Tema 5. Presupuestos de la Intervención Sociocomunitaria. Contextos generales y desafíos. Inés Gil Jaurena .............................................................. 1. Presupuestos de la intervención sociocomunitaria ..................... 1.1. La participación como presupuesto de la intervención sociocomunitaria ....................................................................... 1.2. Los presupuestos teóricos en la intervención sociocomunitaria ......................................................................................... 2. Contextos generales de la intervención sociocomunitaria .......... 3. Desafíos de la intervención sociocomunitaria ............................. 3.1. Desafíos de la intervención sociocomunitaria en el momento actual .................................................................................. 3.2. Desafíos de la intervención sociocomunitaria como disciplina . Bibliografía ......................................................................................... Tema 6. ISC con infancia y otros colectivos en riesgo y dificultad social. María del Pilar Quicios García ........................................................... 1. Introducción ................................................................................... 1.1. Clarificación de conceptos: Dificultad social o desamparo, vulnerabilidad, exclusión social ............................................ 2. La infancia en riesgo y dificultad social ....................................... 3. Estructura y características del sistema de atención social a la infancia y adolescencia en riesgo y dificultad social ................... 4. Programas de políticas sociales dirigidos. Poblaciones en riesgo y dificultad social ........................................................................... 4.1. Programa de Intervención social integral para la erradicación de la pobreza .................................................................. 4.2. Proyectos de Intervención social integral para la atención, prevención de la marginación e inserción del pueblo gitano ......... 4.3. Programas experimentales sobre malos tratos ..................... 4.4. Programas de atención a familias desfavorecidas y en situación de riesgo .......................................................................... 5. Plan nacional integral de apoyo a la familia ................................ 6. Programas de ejecución de medidas para menores infractores .. 7. Proyecto políticas integrales de infancia ........................................ 8. Proyecto de la Cruz Roja: infancia y jóvenes en dificultad social .. 8.1. Programa de la Cruz Roja: Menores extranjeros no acompañados ....................................................................................... 9. Programa ciudades amigas de la infancia ....................................
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10. Programa de apoyo y respiro familiar ........................................ 11. Programa de la fundación ANAR: un techo solo, no es un hogar ... Conclusiones ....................................................................................... Bibliografía .........................................................................................
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Tema 7. Competencias y profesionalización. Interdisciplinariedad y trabajo en equipo. María José Bautista-Cerro Ruiz ....................................... 1. Evolución de la sociedad y de las profesiones ............................. 2. Perfil profesional y competencias ................................................. 3. Competencias para la intervención sociocomunitaria ................ 4. Interdisciplinariedad y trabajo en equipo .................................... 4.1. Interdisciplinariedad .............................................................. 4.2. Trabajo en equipo ................................................................... Actividades complementarias ............................................................ Bibliografía .........................................................................................
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Tema 8. El Open & Social Learning y su potencial de transformación socieducativa. Daniel Domínguez Figaredo ............................................... Introducción ....................................................................................... 1. Contextualización y caracterización de Open Social Learning .......... 2. Experiencias de Open Social Learning en España y en el mundo .... 3. El rol de la tecnología ............................................................................... 4. El contexto de educación superior ante el OSL ............................ Actividades complementarias ............................................................ Bibliografía .........................................................................................
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II SOCIEDAD, TRABAJO Y CALIDAD DE VIDA M.ª José Albert Gómez e Isabel Ortega Sánchez Tema 1. El trabajo como fenómeno social. María José Albert Gómez ........... 1. Concepto de trabajo y perspectivas .............................................. 1.1. Perspectiva interdisciplinar del trabajo ................................ 1.2. Perspectiva cultural del trabajo ............................................. 1.3. perspectiva humana y social .................................................. 1.4. Perspectiva psicológica-industrial ......................................... 2. Cambios en el entorno socioeconómico y sus implicaciones en el trabajo .............................................................................................
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2.1. Cambios económicos, tecnológicos y sociales ...................... 2.2. Cambios empresariales .......................................................... 2.3. Cambios en la organización y en la producción ................... 2.4. Cambios en el trabajo ............................................................ 2.5. Nuevos trabajadores ............................................................... 3. Socialización y trabajo .................................................................. 3.1. La cultura organizacional ...................................................... 3.2 El clima organizacional .......................................................... 3.3. Socialización laboral .............................................................. Bibliografía .........................................................................................
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Tema 2. La formación profesional. Elías Ramírez Aísa .................................. 1. Antecedentes Históricos ................................................................ 2. Rasgos y tipos de formación profesional ...................................... 3. Marco jurídico de la formación profesional en España .............. 3.1. Fuentes jurídicas .................................................................... 3.2. El Estado y las Autonomías ................................................... 3.3. La Unión Europea .................................................................. 4. Estructura de la Formación Profesional: El Sistema Nacional de Cualificaciones Profesionales ........................................................ 4.1. ¿Qué es el Sistema Nacional de Cualificaciones y Formación Profesional (SNCFP)? .................................................... 4.2. La formación profesional en el sistema educativo ............... 4.3. Los certificados de profesionalidad ...................................... 4.4. Tipos de centros ...................................................................... 5. La Formación Profesional a medio plazo ..................................... Bibliografía .........................................................................................
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Tema 3. La formación profesional en el ámbito de la intervención sociocomunitaria: salidas laborales. Isabel Ortega Sánchez ......................... 1. Educación social: formación universitaria para la intervención sociocomunitaria ........................................................................... 1.1. La asociación estatal de educación social (ASEDES) .......... 1.2. Código deontológico del educador/a social .......................... 1.3. Catálogo de funciones y competencias del educador/a social ........................................................................................... 2. Formación en intervención sociocomunitaria para el profesorado de secundaria ............................................................................
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3. La formación profesional en intervención sociocomunitaria (FP) .. Bibliografía ......................................................................................... Tema 4. Competencias, certificaciones y acreditaciones en la formación laboral. Elías Ramírez Aísa ................................................................... 1. El concepto de competencia profesional ...................................... 2. Modelos de identificación de competencias ................................. 2.1. Modelo ocupacional o conductista ........................................ 2.2. Modelo constructivista ........................................................... 2.3 Modelo Funcional ................................................................... 3. La Unidad de Competencia: su estructura ................................... 4. Dispositivos de adquisición, reconocimiento y acreditación de competencias .................................................................................. 4.1. El valor de la experiencia ....................................................... 4.2. Reconocimiento de la experiencia en distintos países ......... 4.3. El modelo de reconocimiento y acreditación español ......... 5. Sobre la formación profesional basada en competencias: Bondades y límites .................................................................................... Bibliografía .........................................................................................
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Tema 5. La formación en un entorno laboral cambiante. María José Albert Gómez 1. La formación como bien social en un contexto global ................ 1.1. Interés y valor social de la formación ................................... 1.2. Nuevo sentido y concepción de la formación ....................... 2. El nuevo paradigma formativo ..................................................... 2.1. Nuevos contenidos formativos: Formar en competencias ... 2.2. Nuevos escenarios y modalidades de formación: la formación en la empresa .................................................................. 2.3. Formación e innovación en su dimensión social ................. 3. Empleos del futuro ........................................................................ 3.1. Nuevos yacimientos de empleo ............................................. 3.2. El nuevo trabajador. Los perfiles más buscados .................. Bibliografía .........................................................................................
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Tema 6. Las TIC, sociedad y trabajo. Isabel Ortega Sánchez .......................... 1. Las tecnologías y su impacto en la sociedad ................................ 1.1. eEurope ................................................................................... 1.2. Las tecnologías y la educación (eLearning) ..........................
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2. Tecnologías y calidad de vida: su influencia en el mundo laboral ... 2.1. Mejorar la competitividad y transformar el mundo del trabajo .......................................................................................... 2.2. El negocio electrónico en Europa ......................................... 2.3. Tecnologías y PYMES ............................................................ 3. El teletrabajo: la virtualización de los procesos laborales ........... 3.1. Programa marco para la innovación y la competitividad (CIP) (2007-2013) ................................................................... 3.2. Cibercapacidades para el siglo XXI: estimular la competitividad, el crecimiento y el empleo ............................................. 3.3. Teletrabajo .............................................................................. Bibliografía ......................................................................................... Tema 7. El autoempleo y apoyo a emprendedores. María José Albert Gómez .. 1. El emprendedor. Concepto y tipos ................................................ 1.1. Capacidades cualidades y atributos ...................................... 1.2. Fomento de la cultura emprendedora ................................... 1.3. El emprendedor como motor del desarrollo social económico y personal ........................................................................... 2. El autoempleo ................................................................................ 2.1. El Espíritu empresarial .......................................................... 2.2. Manifestaciones del emprendimiento ................................... 2.3. El proceso emprendedor ........................................................ 3. La formación y el autoempleo ...................................................... 3.1. Recursos iniciativas y estrategias para la formación y el autoempleo ................................................................................. Bibliografía ......................................................................................... Tema 8. Prevención de riesgos laborales y calidad de vida laboral. María José Albert Gómez ............................................................................... 1. Marco contextual de la prevención de riesgos laborales ............. 1.1. Marco legal de la prevención de riesgos ............................... 1.2. De la formación a la adquisición de una cultura preventiva .... 2. Seguridad y salud en el trabajo: Enfermedad profesional. Accidente de trabajo ............................................................................. 2.1. Enfermedad profesional y accidentes de trabajo ................. 2.2. Factores de riesgo y técnicas preventivas en el trabajo ....... 3. Calidad de vida laboral ..................................................................
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3.1. Definición y modelos .............................................................. 3.2. Determinantes de la calidad de vida laboral ......................... Bibliografía .........................................................................................
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III ANIMACIÓN E INTERVENCIÓN SOCIOCOMUNITARIA María Luisa Sarrate Capdevila y M. Melendro Estefanía Tema 1. Políticas y modelos de la ISC. Elisa Gavari Starkie .......................... 1. Introducción ................................................................................... 2. Las Políticas de Intervención sociocomunitaria .......................... 2.1. Los Programas de la Unión Europea .................................... 2.2. El Estado ................................................................................. 2.3. La descentralización del Estado: el nuevo papel de los gobiernos locales en la educación ............................................. 2.4. Los centros escolares ............................................................. 3. Modelos de intervención sociocomunitario ................................. 4. Ejemplos de buenas prácticas ....................................................... Conclusiones ....................................................................................... Bibliografía ......................................................................................... Tema 2. Ética y deontología profesional en ISC. María García Amilburu, Marta Ruiz Corbella, Juan García Gutiérrez ...................................... 1. La dimensión ética de la acción educativa ................................... 1.1. La índole ética de la relación educativa ................................ 1.2. La noción de plenitud humana .............................................. 2. El carácter normativo de la intervención socioeducativa: el ethos profesional ...................................................................................... 3. Los códigos deontológicos en las profesiones educativas ........... 3.1. ¿Qué es un código deontológico? .......................................... 3.2. La deontología profesional en el ámbito educativo ............. 4. Más allá de los códigos deontológicos. Los retos de las profesiones educativas ................................................................................ Bibliografía ......................................................................................... Tema 3. La animación sociocultural en la sociedad actual. María Luisa Sarrate Capdevila ................................................................................ 1. Introducción ...................................................................................
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2. Antecedentes y desarrollo .............................................................. 2.1. Perspectiva histórica .............................................................. 2.2. Evolución y situación actual .................................................. 3. Significado de animación sociocultural ....................................... 3.1. Concepto y señas de identidad .............................................. 3.2. Principios que sustenta y promueve ..................................... 4. Animación sociocultural y educación ........................................... 4.1. La dimensión educativa de la animación ............................. 4.2. Animación en centros educativos .......................................... 4.3. El profesor como animador ................................................... Bibliografía .........................................................................................
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Tema 4. Desarrollo comunitario y cooperación internacional. Gloria Pérez Serrano ................................................................................................ 1. Desarrollo comunitario ................................................................. 1.1. Aproximación histórica .......................................................... 1.2. Concepto y objetivos .............................................................. 1.3. Metodología ............................................................................ 2. Cooperación internacional ............................................................ 2.1. Concepto de cooperación de internacional .......................... 2.2. Tipos de cooperación internacional ...................................... 2.3. Cooperación Educativa Internacional .................................. Bibliografía ......................................................................................... Actividades .......................................................................................... Autoevaluación ...................................................................................
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Tema 5. Agentes de intervención sociocomunitaria. Ángel de Juanas Oliva .... 1. Introducción ................................................................................. 2. Contexto y concepto de intervención sociocomunitaria ............. 3. Funciones de los agentes de ISC ................................................... 3.1. Tipos de actuaciones en la intervención sociocomunitaria . 3.2. Roles ........................................................................................ 4. Ámbitos de actuación de los agentes de intervención sociocomunitaria ............................................................................................. 5. Formación de los agentes de intervención social y desarrollo comunitario ........................................................................................ 6. Competencias de los agentes de ISC ............................................. 7. El animador sociocultural y el educador social ...........................
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Conclusiones ....................................................................................... Bibliografía .........................................................................................
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Tema 6. El tránsito a la vida adulta. Miguel Melendro Estefanía ................... 1. Transitar a la vida adulta en la sociedad de la globalización: jóvenes adultos y jóvenes vulnerables .............................................. 2. Transiciones lineales y trayectorias fallidas ................................. 3. Políticas sociales, investigación e intervención sociocomunitaria sobre el tránsito a la vida adulta ................................................... Bibliografía .........................................................................................
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Tema 7. Metodología de la intervención: procesos y estrategias. Miguel Melendro Estefanía .................................................................................. 1. La metodología de la intervención sociocomunitaria en el contexto de los ciclos formativos ........................................................ 2. Enfoques metodológicos en intervención sociocomunitaria ...... 3. Una visión de síntesis: dimensiones metodológicas básicas en intervención sociocomunitaria ..................................................... 4. El proceso de intervención ............................................................ 5. Programas y estrategias ................................................................. Bibliografía .........................................................................................
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Tema 8. Dinámica de grupos y técnicas. Resolución de conflictos. María Luisa Sarrate Capdevila ...................................................................... 1. La Dinámica de Grupos ................................................................. 1.1. El grupo: concepto y naturaleza ............................................ 1.2. Fases del proceso grupal ........................................................ 2. Técnicas de Grupo: aplicaciones a la educación .......................... 2.1. Algunas Técnicas de Grupo ................................................... 3. La resolución de conflictos ............................................................ 3.1. La mediación: técnica para la resolución de conflictos ....... 3.2. Técnicas de resolución de conflictos ..................................... Bibliografía .........................................................................................
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Tema 9. Organización, planificación y gestión de acciones culturales. Nieves Almenar Ibarra y María García Pérez ........................................... 1. Concepto de acciones culturales ................................................... 2. Algunas acciones culturales. Características ................................ 2.1. Organización, planificación y gestión de bibliotecas ...........
611 611 612 613
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2.2. Organización, planificación y gestión del teatro y del cine . 2.3. Organización, planificación y gestión en museos ................ 2.4. Organización, planificación y gestión de ludotecas ............. 2.5. Acercamiento cultural a través de las TIC ............................ 3. Requisitos para trabajar en estos contextos educativos .............. 4. Directrices de la Comunidad Europea sobre la gestión cultural 4.1. Directrices de la CE ................................................................ 4.2. Capital Europea de la Cultura ............................................... 4.3. Sociedad Estatal para la Acción Cultural Exterior (SEACEX) ... 5. Conclusión ...................................................................................... 6. Recursos ......................................................................................... 6.1. Algunas Instituciones Españolas relacionadas con la Cultura en los ámbitos analizados ................................................. 6.2. Direcciones de interés ............................................................ Bibliografía .........................................................................................
614 617 618 620 622 623 623 625 625 626 626 626 627 628
IV INVESTIGACIÓN Y ESTRATEGIAS INNOVADORAS DE INTERVENCIÓN SOCIOCOMUNITARIA Nieves Almenar Ibarra y Ángel de Juanas Oliva Tema 1. Investigación cualitativa: aplicaciones a la educación. Gloria Pérez Serrano ................................................................................................ Introducción ....................................................................................... 1. Investigación cualitativa. Perspectivas ......................................... 1.1. ¿Qué se entiende por investigación cualitativa? ................... 1.2. Perspectivas: EMT .................................................................. 2. Aplicaciones a la educación .......................................................... 2.1. Clarificación terminológica: RIC (Renovación, Innovación y Cambio) ................................................................................ 2.2. Investigación aplicada como instrumento de innovación ... 3. Retos y nuevos enfoques en investigación cualitativa ................. Bibliografía ......................................................................................... Actividad .............................................................................................. Tema 2. Investigación-acción, innovación y formación del profesorado. Gloria Pérez Serrano ........................................................................... 1. Introducción ...................................................................................
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2. Origen y desarrollo histórico ......................................................... 3. Concepto y características de la investigación-acción ................. 4. Proceso para la realización de la investigación-acción ............... 4.1. Primer paso: Diagnosticar y descubrir una preocupación temática («problema») .............................................................. 4.2. Segundo Paso. Construcción del plan ................................... 4.3. Tercer Paso. Puesta en práctica del plan y observación de su funcionamiento ...................................................................... 4.4. Cuarto Paso. Reflexión e integración de resultados. Replanificación ................................................................................ 5. Protagonismo de los profesores en la investigación-acción ........ 5.1. Papel del experto .................................................................... 5.2. Experto y práctico. Relación de completariedad ................. 5.3. El aprendizaje permanente del profesorado ......................... 5.4. Aplicaciones de la IA al perfeccionamiento del profesorado .... 6. Áreas de aplicación en el campo educativo .................................. Bibliografía ......................................................................................... Actividad ..............................................................................................
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Tema 3. La planificación estratégica y su incidencia en la calidad. Ángel de Juanas Oliva ....................................................................................... 1. Introducción ................................................................................... 2. ¿Qué es la planificación? ............................................................... 2.1. Niveles de planificación ......................................................... 2.2. Fases de la planificación ........................................................ 3. Planificación estratégica ................................................................ 3.1. Concepto ................................................................................. 3.2. Ventajas y limitaciones de la planificación estratégica ........ 3.3. Elaboración del plan estratégico ........................................... 3.4. La técnica DAFO .................................................................... Conclusiones ....................................................................................... Bibliografía .........................................................................................
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Tema 4. Diseño e implementación de proyectos de intervención. Gloria Pérez Serrano .......................................................................................... 1. Análisis conceptual de términos ................................................... 2. Análisis de proyectos de intervención siocioeducativa ................ 2.1. Elementos configuradores del proyecto ...............................
693 693 697 699
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2.2. Proceso de elaboración del proyecto ..................................... 3. A modo de conclusión ................................................................... Bibliografía ......................................................................................... Actividad .............................................................................................. Tema 5. Recursos prácticos para una evaluación de calidad en intervención sociocomunitaria. Nieves Almenar Ibarra y Mónica Rodríguez García .............................................................................................. 1. Concepto de evaluación de calidad ............................................... 1.1. Origen, tipos y destinatarios .................................................. 2. Recursos prácticos para una evaluación de calidad .................... 2.1. Fundación Europea de Gestión de Calidad (European Foundation of Quality Management – EFQM) ............................. 2.2. Asociación Española de Normalización y Certificación (AENOR) ................................................................................. 2.3. Marca AENOR ........................................................................ 2.4. Certificación de la calidad ..................................................... 3. Características de una evaluación de calidad ............................... 4. Pautas de Evaluación ..................................................................... 4.1. Evaluación diagnóstica (inicial) ............................................ 4.2. Evaluación procesual (continua) ........................................... 4.3. Evaluación sumativa (final) ................................................... 4.4. Técnicas de evaluación .......................................................... Bibliografía .........................................................................................
700 713 714 714
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PRESENTACIÓN
La Comisión de las Comunidades Europeas (2007, 1) indica que la Unión: Debe garantizar que los sistemas sean eficientes a la hora de producir altos niveles de excelencia y (también) a la hora de aumentar el nivel general de habilidades. Dentro de este marco, algunos de los retos más importantes, que tienen la máxima pertinencia para el bienestar de las personas y el bien de la sociedad, están relacionados con la calidad de la educación y la formación iniciales, que empiezan a partir del aprendizaje precoz y la educación preescolar.
La mejor manera de preparar para el futuro consiste en diseñar una educación, que sea capaz de ofrecer a las nuevas generaciones un mensaje atrayente. Ésta, no sólo debe preparar en aspectos que favorezcan el desarrollo pleno del ser —individual y socialmente considerado—, sino que también afecte a sus opciones culturales, de inserción laboral y de participación social, con el objeto de que mejore su vida, se forme como ciudadanos responsables, con el fin de provocar el compromiso de la transformación de la sociedad. A la escuela le resulta cada vez más difícil retener a los jóvenes y seguir desempeñando su labor educadora. Los sistemas educativos tienden a priorizar la perspectiva sistémica (educación formal), alejándose de los intereses de los sujetos, y de aquellos aprendizajes relevantes que mejor responden a las demandas de un mercado laboral en continua transformación. Esto significa que se hace necesario arbitrar medidas compensatorias, con el fin de afrontar los problemas y dificultades con los que se encuentran los jóvenes que fracasan en el sistema educativo formal. Conllevaría, además, la aceptación de formas y configuraciones diversas, ofertadas desde una educación «no formal» que, por su flexibilidad, pudiera facilitar la adquisición de competencias nuevas, en interacción constante entre el sistema educativo y el mercado laboral.
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Los retos que nos presenta la sociedad actual exigen agudizar la mirada para traspasar los velos que nos impiden ver con claridad la realidad concreta, a fin de buscar nuevas y adecuadas respuestas: educar para formar ciudadanos, interculturalidad en la escuela, igualdad de las diferencias, roles y competencias del profesor del futuro, conflicto y violencia en las aulas, y búsqueda de nuevos espacios para evitar el fracaso escolar. Somos conscientes de que el mundo actual se halla en profunda transformación. Estamos asistiendo a cambios relevantes, rápidos y constantes, que se manifiestan en todas las esferas de la vida, desde donde puede emerger una sociedad nueva. En este mientras tanto, complejo y difícil, la Escuela, siente el desafío de una sociedad expectante que precisa de respuestas nuevas a sus demandas y necesidades, en una dialéctica entre lo nuevo y lo persistente, lo que emerge y lo duradero. El mundo hacia el que avanzamos es nuevo, inexplorado y desconcertante para nosotros, pero la fuerza de la historia y de la convicción siguen siendo muy fuertes. Es necesario tratar de captar esta relación dialéctica para comprender el mundo contemporáneo. El primer principio del análisis social debería ser siempre «pensar dialécticamente» porque el futuro no es lineal, no es más de lo mismo. Vayan como vayan las cosas, lo contrario también puede suceder (Giddens, 2002:47-48).
Estamos convencidos de que una nueva conciencia empieza a surgir. Con E. Morin (1999:46) se puede afirmar que hay que aprender a enfrentar la incertidumbre puesto que vivimos una época cambiante donde los valores son ambivalentes, donde todo está ligado. Es por eso que la educación del futuro debe volver sobre las incertidumbres ligadas al conocimiento.
Una característica de nuestro mundo actual es el presentismo, la cultura de la inmediatez y por tanto la dificultad de pensar el futuro. La Humanidad es llevada hacia una aventura incierta y desconocida. Sabemos lo que hemos dejado atrás, pero, ¿sabemos adónde vamos? En este contexto, a la Escuela se le presentan nuevos desafíos, a los que está obligada a responder a los requerimientos que precisan las nuevas generaciones. Estas han de adquirir un alto nivel educativo, no sólo de conocimientos, sino también de una gran adaptabilidad. Han de ser perso-
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nas con habilidades y destrezas relevantes, a la vez que con ideas. Han de adquirir, también, normas, actitudes y valores fundamentales que orientarán sus vidas hacia un horizonte de sentido personal y social. Esta Escuela potenciará el desarrollo de la autonomía, la creatividad, la relación diálogica y la innovación, entre otros. Al finalizar la primera década del s. XXI, encontramos que las nuevas generaciones viven inmersas en la sociedad de la información y del uso de internet. Es lo que se denomina, desde el mundo de la informática, «generación i», generación que siente que todo «lo puede hacer vía online». La utilización generalizada de las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación es una pieza clave del proceso de cambio que se está produciendo y que incide directamente en la institución escolar. Las aplicaciones múltiples de las nuevas tecnologías que empiezan a introducirse en las aulas, están cambiando radicalmente la forma de aprender y de enseñar. Siguiendo, a este respecto, la opinión de Manuel Castells (1999), la Escuela puede lograr, en la formación de las nuevas generaciones, que los sujetos que a ella asistan, estén desinformados, sobreinformados e informados. Desinformados, cuando sólo entiendan de imágenes; sobreinformados, cuando el exceso de información no les permita hacer una selección adecuada, ni una comprensión personalizada; y por último, sujetos informados, que serán aquellos que aprenden a seleccionar, ordenar, comprender y usar la información que reciben. Si en otros tiempos el elemento limitador del desarrollo pudo ser la carencia del conocimiento científico o tecnológico, en el momento actual, el elemento que frena la creatividad del sujeto puede ser la falta de imaginación para idear las avanzadas aplicaciones que ofrecen los conocimientos existentes. El aprendizaje se está convirtiendo en un contínuum, produciéndose un cambio en las etapas y edades del aprendizaje. Así mismo, se van desdibujando cada vez más las fronteras entre la educación formal, no formal, e informal, caminando cada vez más hacia la ciudad educativa. Los contenidos serán más prácticos e interrelacionados. Primará el conocimiento sobre la información y cobrará relevancia la creatividad del sujeto, la interpretación de la información y la capacidad de trabajo en equipo, para lograr consenso en los acuerdos y cooperación en las respon-
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sabilidades. Para todo ello, se requerirán competencias y habilidades sociales, en orden a desarrollar un buen clima de convivencia. Al mismo tiempo se está produciendo una ruptura de fronteras culturales y lingüísticas. El incremento de alumnado de distintos países aporta a las aulas una gran diversidad. Por otra parte, la movilidad real y virtual de los estudiantes se está convirtiendo en un fenómeno que se va incrementando día a día. La interculturalidad exige una actitud de enriquecimiento social y cultural basada en el respeto y aprendizaje mutuos, todavía por descubrir y valorar convenientemente. Su finalidad se orienta hacia la construcción de una base cultural nueva, que parta del principio de, «la igualdad de las diferencias». ¿Somos conscientes de que existe una igualdad básica que no es otra que la diferencia? La vida cotidiana debe construirse a través de la interacción y el diálogo constante, entre individuos —cada uno es un ser único e irrepetible—, y grupos de diferentes culturas. La diversidad cultural es creciente tanto en Europa como en España. Se ha creado un nuevo contexto social en el que convive un mosaico de culturas diferentes y cuyo reflejo más fiel son las instituciones escolares. La nueva sociedad, denominada de múltiples formas: global, tecnológica, del conocimiento, de la multiculturalidad, etc., demanda nuevas exigencias a la educación. Es obvio que está naciendo una nueva Escuela, más abierta al contexto sociocultural en el que está inserta, capaz de irradiar cultura en su zona de influencia. La Educación Social, como profesión social y educativa emergente, visibiliza su acción a través de los profesionales que intentan dar respuesta a las demandas y necesidades socioeducativas del conjunto de la ciudadanía, allí donde éstas se manifiesten. Los profesionales de la acción social deben preguntarse por la finalidad de sus acciones y por la metodología de intervención más adecuada a cada situación, puesto que ningún método es aséptico. Dada la complejidad del campo social es imprescindible trabajar en equipos interdisciplinares. Su primera respuesta será aprender a mirar la realidad y perforar sus velos. El modo de mirarla y situarse ante ella propiciará la inserción afectiva y efectiva que precisa, para conocerla mejor. Este es un trabajo que se realiza en
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conjunto, entre profesionales teóricos y prácticos, reflexivos y agentes de intervención. En este contexto, los profesores se ven abocados a redefinir sus funciones: dejar de ser meros transmisores del conocimiento para convertirse en guías y mediadores. Enseñarán a seleccionar los contenidos relevantes, cómo asimilarlos e interrelacionarlos y ponerlos en práctica. Esto exige que se prioricen, cada vez más, aquellas habilidades y competencias que se precisan fuera de la Escuela. La lenta y progresiva incorporación de profesores expertos en intervención sociocomunitaria en las instituciones educativas es una muestra del dinamismo de la educación, así como de los nuevos ámbitos de intervención de sus profesionales. La presencia de este tipo de educadores surge como respuesta a una problemática vivida por la escuela, la cual en ocasiones se ve incapaz por sí sola de gestionar las dificultades de convivencia que se dan en su seno y, en el mejor de los casos, encuentra límites normativos y de concepción cuando pretende extender su acción más allá del entorno escolar (Parcerisa, 2007:16).
El lector encontrará, en las páginas que siguen, diferentes aspectos en los que la Intervención Sociocomunitaria está llamada a desempeñar un papel significativo. Entre estos aspectos se analizarán cuatro grandes bloques que hacen referencia a: 1. Intervención sociocomunitaria: fundamentos y contextos. 2. Sociedad, trabajo y calidad de vida. 3. Animación e intervención sociocomunitaria. 4. Investigación y estrategias innovadoras de intervención sociocomunitaria El primer bloque, de Intervención sociocomunitaria (ISC): fundamentos y contextos, es un conjunto de contenidos coordinado por las doctoras, Gloria Pérez Serrano e Inés Gil Jaurena, que hace referencia a temáticas de carácter conceptual y de fundamentación teórica de la especialidad de Intervención Sociocomunitaria, tales como: análisis del concepto, su fundamento y evolución histórica; la comunidad como ámbito de intervención; principios, valores, derechos y deberes. Aborda también, los desafíos que la
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ISC tiene planteados con la infancia-adolescencia-juventud y otros colectivos en riesgo y dificultad social. Se resalta también la necesidad de trabajar en equipos interdisciplinares y multiprofesionales, para lo que se requiere una especialización adecua y una formación precisa en las competencias y funciones que demanda la profesión. Las competencias claves representan un paquete multifuncional y transferible de conocimientos, destrezas y actitudes, que todos los individuos necesitan para su realización y desarrollo personal, inclusión y empleo. La metodología de Educación a Distancia ofrece nuevas posibilidades de formación online. El segundo bloque, titulado, Sociedad, trabajo y calidad de vida, coordinado por las Dras. M.ª José Albert Gómez e Isabel Ortega Sánchez, desarrolla contenidos que hacen alusión al trabajo, la formación profesional, el entorno laboral, las TICs; aspectos todos ellos necesarios para esta nueva sociedad denominada de múltiples formas, que demanda nuevas modalidades de preparación para el empleo en general y de modo más concreto para el autoempleo y apoyo a los emprendedores. En el horizonte de todo ello se encuentra el bienestar personal y sociolaboral para lo que es preciso prestar una especial atención a la prevención de todo tipo de riesgos en el trabajo. El tercer bloque, coordinado por la Dra. M.ª Luisa Sarrate Capdevila y el Dr. Miguel Melendro Estefanía, versa sobre Animación e Intervención Sociocomunitaria. Los contenidos principales de este módulo tratan temas relacionados con los modelos de ISC y sus políticas; la metodología, procesos y estrategias de intervención; las dinámicas de grupo y sus técnicas, prestando una singular atención a la resolución de conflictos. No podemos ignorar las conductas disruptivas y violentas a las que no se puede cerrar los ojos y a las que la escuela debería dar una respuesta educativa. El conflicto es un fenómeno natural, inherente a la condición humana. Conviene partir de la base de que el conflicto es inevitable. La posición que adoptemos ante el mismo determinará la forma de resolverlo. Cualquier agente, tanto en la educación formal como no formal, habrá de tener en cuenta el nuevo escenario de esta sociedad en cambio, comple-
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ja e interdependiente, donde los diferentes agentes educativos están llamados a desempeñar las funciones que reclama dicha sociedad. Pero sobre todo, deberán sentirse llamados a reflexionar y tomar conciencia sobre los nuevos desafíos, que dicha sociedad demanda. De ahí que es importante contar con temas deontológicos y éticos de los profesionales que trabajan en el ámbito de la ISC. Otros contenidos de singular interés son los que se refieren a la animación sociocultural, el desarrollo comunitario y la cooperación internacional, así como elementos de organización, planificación y gestión, tan necesarios en cualquier acción de carácter sociocultural. El cuarto y último bloque titulado, Investigación y estrategias innovadoras de ISC, está coordinado por la Dra. Nieves Almenar Ibarra y el Dr. Angel de Juanas Oliva. En este bloque se plantean contenidos vinculados con la investigación cualitativa, referida fundamentalmente al aula, al profesor, la investigación-acción orientada a la mejora y al desarrollo profesional de los objetivos propuestos para llevar a cabo la planificación estratégica y detectar su incidencia en la calidad. Los profesores aceptan la responsabilidad de reflexionar sobre su propia actividad con el fin de mejorarla. Lo que interesa es cómo mejorar las prácticas educativas, al tiempo que se comprenden mejor y se descubren las condiciones en que se llevan a cabo. La innovación se halla en el horizonte que siempre persigue la investigación vinculada a la práctica. En el lenguaje corriente el término «innovar» resulta sinónimo de renovar, regenerar o cambiar. La innovación en educación implica introducir cambios y mejoras a escala reducida. Como notas básicas para identificar la innovación es preciso tener en cuenta que el proceso sea evaluable, deliberado y constante. Muchas veces la investigación educativa tiene como objetivo provocar estrategias de innovación. En este sentido podríamos afirmar que la investigación es en sí misma innovadora. Llegados a este punto, conviene precisar que no tratamos de identificar «investigación» con «innovación». Existen innovaciones que no son fruto de la investigación, como las ideas nuevas basadas en intuiciones jamás probadas. Y hay investigación sin innovación, estudios académicos que carecen de impacto y sólo son conocidos por otros investigadores.
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Se está dibujando un nuevo horizonte en la educación del s. XXI en la que los sujetos presentan nuevas necesidades y demandas de formación que sean flexibles y capaces de responder a lo que requiere una sociedad en cambio constante. Aquella, será exitosa si se les forma en las competencias que se consideran vitales para su participación e integración en la sociedad que les toca vivir. En épocas anteriores era posible predecir con cierta probabilidad los conocimientos y habilidades que los alumnos podían necesitar en su futuro profesional. Hoy, por el contrario, los educadores no pueden presuponer las exigencias de la sociedad del futuro. En cambio, deberán tener en cuenta que el mundo es cada vez más complejo y cambiante. Deberán formarles en las competencias que se consideran vitales para que su participación e integración sea exitosa en la sociedad que les toca vivir. Los agentes educativos, ante estos desafíos, deberán penetrar en la realidad con el fin de ir buscando respuestas a cada situación en la que nada se halla preestablecido. Deberán de prestar atención al diálogo, la comunicación, y la interacción, como elementos que ayudan a transformar esta sociedad. Crearán espacios nuevos donde las interacciones puedan propiciarse. Ayudarán a desarrollar la identidad en contacto con la diversidad. En definitiva, adecuarán el proceso de enseñanza-aprendizaje a las necesidades de cada sujeto, teniendo en cuenta tanto las circunstancias individuales como las familiares y culturales. Antes de finalizar esta Presentación y como coordinadora de la obra, quiero manifestar mi reconocimiento a todos y cada uno de los expertos que han colaborado en la misma. Este libro es fruto del esfuerzo realizado por profesores comprometidos en la mejora de la educación, que, renunciando a puntos de vista particulares y ofreciendo su singular perspectiva, han contribuido a enriquecer la visión global de la Intervención Sociocomunitaria tal y como se presenta en esta obra. Gloria Pérez Serrano
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I INTERVENCIÓN SOCIOCOMUNITARIA: FUNDAMENTOS Y CONTEXTOS Gloria Pérez Serrano Inés Gil Jaurena
Tema 1. Concepto, fundamentos y evolución histórica de la ISC. María del Pilar Quicios García Tema 2. La comunidad como eje de intervención. Inés Gil Jaurena Tema 3. Principios y valores en la ISC. María García Amilburu, Marta Ruiz Corbella, Juan García Gutiérrez Tema 4. Derechos y deberes del ciudadano en la sociedad global. María García Amilburu, Marta Ruiz Corbella, Juan García Gutiérrez Tema 5. Presupuestos de la ISC. Contextos generales y desafíos. Inés Gil Jaurena Tema 6. ISC con infancia y otros colectivos en riesgo y dificultad social. María del Pilar Quicios García Tema 7. Competencias y profesionalización. Interdisciplinariedad y trabajo en equipo. María José Bautista-Cerro Ruiz Tema 8. El Open & Social Learning y su potencial de transformación socieducativa. Daniel Domínguez Figaredo
TEMA 1 CONCEPTO, FUNDAMENTOS Y EVOLUCIÓN HISTÓRICA DE LA INTERVENCIÓN SOCIOCOMUNITARIA M.ª del Pilar Quicios García
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RESUMEN: En los últimos tiempos se acostumbra a utilizar la locución intervención sociocomunitaria para designar la mediación técnica de un experto en el devenir relacional de los ciudadanos que conforman una colectividad. La expresión intervención sociocomunitaria puede resultar novedosa. El concepto en absoluto. Este tipo de mediación —con una u otra denominación— ha existido, continuamente, a lo largo de la historia de la humanidad y se ha ejercitado, invariablemente, desde la autoridad organizativa de cada agrupación humana que aspirara a alcanzar cierta calidad de vida. Sus formas externas han ido acomodándose a las demandas de los nuevos tiempos pero su objetivo intrínseco ha permanecido invariable buscando una doble riqueza tanto individual como colectiva. Esto es, por un lado la intervención sociocomunitaria ha perseguido y persigue (usando una terminología aristotélica) el mayor bien común posible y, por otro lado, lucha por desencadenar el mayor bien individual para cada miembro de la colectividad. PALABRAS CLAVE: mediación, calidad de vida, bien común, autoridad, presencia técnica
1. INTRODUCCIÓN Con el término intervención sociocomunitaria se ha querido designar la mediación técnica de un experto en el devenir relacional de los ciudadanos que conforman una determinada colectividad. Para designar esta mediación técnica se han buscado múltiples denominaciones que denotaran una acción constructiva y una connotación positiva hacia la presencia activa de un técnico educativo en la vida de la colectividad. Es comprensible esta preocupación lingüística puesto que, la interposición, intrusión o ingerencia de un ser ajeno —en la cotidianeidad de una determinada ciudadanía— siempre ha generado duda o sospecha. La intervención sociocomunitaria no produce ese sentimiento de desazón puesto que el objetivo de sus acciones —de naturaleza social, génesis
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organizativa y finalidad equitativa— gira en torno a la búsqueda del mayor bien posible, tanto del individuo como de la colectividad sabiendo que la suma de este amplio bienestar desemboca en una cierta calidad de vida para todos los ciudadanos.
2. HACIA UNA DEFINICIÓN DE INTERVENCIÓN SOCIOCOMUNITARIA Generar una definición propia y completa de una realidad social resulta siempre difícil y comprometedor. Difícil por las connotaciones que encierran las palabras utilizadas, es decir, dependiendo de la terminología utilizada en una definición pueden sugerirse —de manera totalmente inconsciente— unos significados u otros. Comprometedor por la cantidad de aspectos interrelacionados en los que se debe incidir para construir una definición unívoca y completa. Aún así, desde estas páginas se va a intentar construir una definición propia de intervención sociocomunitaria siguiendo el proceso lógico para llevarlo a efecto. Este proceso, en un primer momento, atiende exclusivamente a la significación primaria de las palabras encerradas en la expresión. Según este criterio, se ha divido la locución intervención sociocomunitaria en las tres partes que la conforman, a saber: intervención, social, comunitaria. Centrándose en la primera palabra, es decir, en la intervención es preciso reseñar que esta acción se caracterizaría en primer lugar por: tomar parte en, interceder por, interponer la autoridad en, mediar por, interponerse entre dos o más, dirigir, limitar, o suspender una autoridad el libre ejercicio de actividades o funciones (RAE, 2002). Delimitada conceptualmente, de forma general, la primera parte de la expresión, se observa que la definición dada resulta incompleta para describir la función de intervención en el campo humanístico. Ante esta deficiencia se busca una definición más afín en el trabajo de Gil (1997). En él, se afirma que con la palabra intervención se quiere indicar la acción intencional y sistematizada de influir en un proceso o en alguno de los elementos en orden a inducir determinados efectos en las personas que participan en el mismo.
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Igualmente, en líneas sucesivas se afirma que ... cuando se recurre al término intervención […] se está indicando, en cualquier caso, un tipo de influencia intencional a través de secuencias de acción sistematizadas, esto es, acotadas espacial y temporalmente y elaboradas partiendo de los saberse necesarios (Gil, 1997: 18).
En el proceso de generar una definición propia se agrupan las palabras claves utilizadas en las definiciones que han servido de base atendiendo a su sintaxis y se observa que un primer conjunto de palabras claves se expresan en forma de infinitivos verbales. Estas formas verbales, lingüísticamente, denotan acción. La acción en Ciencias de la Educación se relaciona con la práctica, luego la intervención va directamente dirigida a la acción como demuestran las siguientes voces: • Tomar parte en
•
Interponer la autoridad
•
Mediar por
• Influir
•
Inducir efectos
•
Dirigir
Otro conjunto de palabras claves utilizadas en las denominaciones son agrupadas atendiendo a su semántica. Estas expresiones indican preparación y reflexión para esa acción • Acción intencional
•
Acción sistematizada
El tercer conjunto de palabras claves señalan las coordenadas de la acción, es decir, el modo como se realizará la acción. En este caso, las acciones se realizarán de manera ordenada, secuenciada y referenciadas a un espacio y a un tiempo. • Secuencias
•
Acotada espacialmente
•
Acotada temporalmente
Por último, se incide en todo aquello que puede enriquecer la descripción. En este caso en uno de los epígrafes definitorios aparece la palabra saberes, es decir ciencia, conocimiento. Al añadirse esta condición a todas las anteriores, es fácil de entender que en la intervención se fusionan la teoría con la práctica, y el conocimiento con la acción. Es lógico que así sea puesto que en todos los saberes, y más todavía en las ciencias sociales, el hacer por hacer sin reflexión y sin conocimiento
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se convierte en un estéril activismo y la reflexión por la reflexión, sin acción concatenada, puede confundirse con una simple y pura elucubración. Analizado el primer término de la locución, se pasa a seguir un proceso similar con el segundo y tercero. Llega el momento de definir el campo de actuación de esta presencia externa, es decir, hay que concretar su escenario de acción y ver qué se entiende por el adjetivo calificativo sociocomunitario. Ahora se puede actuar de dos formas: s ! CUDIENDO NUEVAMENTE A LA SIGNIlCACIØN ORIGINARIA DE LAS PALABRAS que conforman la expresión, es decir, definir qué es lo social y qué se entiende por comunitario en el Diccionario de la Lengua Española s ) R A LA VOZ NATURAL QUE HASTA FUE COMÞN PARA LAS DENOMINACIOnes social y comunitario como se verá más adelante. Para guardar la sistematización en la exposición se va a acudir a la definición generalista que ofrece el diccionario de la lengua y así social será lo relativo a la sociedad entendida como «agrupación natural o pactada de personas, que constituyen unidad distinta de cada uno de sus individuos, con el fin de cumplir, mediante la mutua cooperación, todos o algunos de los fines de la vida» (RAE, 2002, 1894). Nuevamente esta definición resulta incompleta por lo que se va a acudir a Fermoso (1997) para hacerse eco de varias definiciones de sociedad que complementan y enriquecen la definición del Diccionario de la Lengua española. Citando a Fichter (1969: 147), Fermoso afirma (1997: 522): «La sociedad es una estructura formada por los grupos mayores interconectados entre sí, considerados como una unidad y participando todos de una cultura común». Para proponer su propia definición de sociedad, Fermoso consultó numerosas definiciones y de ellas extrajo los siguientes aspectos que servían para significarla. Así señaló que la sociedad presentaba las siguientes características: s 5 NIDAD DEMOGRÉlCA ES DECIR TODOS LOS MIEMBROS CONSTITUYEN UNA población total dividida en clases sociales. s 4ERRITORIO COMÞN SE×ALIZADO POR LÓMITES GEOGRÉlCOS
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s % XISTENCIA DE GRANDES GRUPOS DIFERENCIADOS POR SUS FUNCIONES SOCIAles. Estos grupos son, la familia, la escuela, la economía, la política, la religión y el ocio. s # ULTURA SEMEJANTE TEØRICAMENTE POSEN LA MISMA LENGUA UNA ESCALA de valores parecida, comparten el mismo código ético y han recibido con orgullo el mismo legado transmitido por sus antepasados. Por lo tanto, el adjetivo social de la locución sociocomunitario podría hacer referencia, cuando menos, a cada uno de los grupos diferenciados que viven en una misma zona compartiendo una cultura semejante. Llega, ahora, el momento de determinar qué se entiende por comunitario o relativo a la comunidad. Para ello no se va a acudir, como en las palabras anteriores a la definición generalista. En este caso, ya se sabe que aportaría pocos datos valiosos. Para elaborar la definición de comunitario, o relativo a la comunidad, se va a acudir al estudio de Bárcena (1997) quien afirma que sociológicamente, la comunidad es una forma peculiar de agrupamiento social y que fue el sociólogo alemán F. Tönnies quien hizo la distinción entre comunidad —Gemeinschaft— y sociedad —Gesselschaft— partiendo de un vocablo, hasta ese momento unitario. Bárcena siguiendo a Tönnies afirma que la sociedad es «una forma artificial de agrupación humana en la que predomina el carácter funcional e institucional y en la que, debido a la concurrencia económica y a los conflictos sociales, los hombre tienden a estar desunidos» Bárcena (1997: 112). En el mismo trabajo continúa afirmando que las relaciones en la sociedad forman asociaciones con vistas a conseguir un propósito concreto y que los lazos sociales están sujetos a una limitación temporal orientándose a la consecución de un objetivo específico. Nuevamente, siguiendo a Tönnies define la comunidad como: ... [la comunidad es] un producto de la naturaleza y constituye una forma orgánica o espiritual de convivencia fundada en unas costumbres, una lengua, unas tradiciones y en relaciones de parentesco y amistad, elementos que pasan a tener una fuerte significación moral. En definitiva, la comunidad es una forma de agrupación social basada en relaciones naturales y constituye una forma orgánica de existencia social. En ellas, las relaciones más importantes son las familiares, y los vínculos paradigmáticos son los
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que se establecen entre madre e hijo, entre padre e hijo, es decir, los vínculos basados en el instinto, la emoción, la autoridad y el respeto. La relación de los miembros de la comunidad es debida, fundamentalmente, a un sentimiento de solidaridad y de unidad, y descansa en unas raíces sentimentales muy profundas.
Como se está comprobando, la forma de enriquecer el conocimiento pasa por la adquisición de información, el proceso de esa información y la reelaboración personal de la información adquirida. ¡Anímese a construir su propia definición de intervención sociocomunitaria como actividad uno de esta unidad introductoria! Para que le sea más fácil realizar esta tarea de síntesis conceptual y enriquecimiento documental parta de la siguiente definición, a propósito incompleta: «la intervención sociocomunitaria es una forma de dirigir la vida social de una colectividad con el objetivo de aumentar el bienestar de la población uniendo para ello teoría y práctica». No olvide utilizar las palabras claves reseñadas, incidir en la intencionalidad que conlleva y distinguir oportunamente entre social (proveniente de la sociedad) y comunitario (originario de la comunidad).
3. FUNDAMENTOS DE LA INTERVENCIÓN SOCIOCOMUNITARIA Con el objetivo de dar una visión lo más cercana y clara posible de los principios sobre los que se asienta la intervención sociocomunitaria se va a ofrecer un decálogo de fundamentos fruto de la investigación y de la práctica profesional. Así, y desde esta doble perspectiva se ha concluido que una de las características fundamentales de la intervención sociocomunitaria es que debe adaptarse totalmente a las coordenadas en las que se va a producir su acción. Es decir, grosso modo, la intervención sociocomunitaria debe fundamentarse para •
Un lugar
•
Un momento
•
Una acción
•
Unos elementos
•
Unos destinatarios
•
Una cicunstancia
Esto es, obligatoriamente debe contextualizarse. Con un ejemplo puede entenderse más fácilmente:
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La intervención sociocomunitaria que pretenda ponerse en marcha en territorio español en la primera década del siglo XXI ha de clavar sus raíces en las notas distintivas de esta sociedad caracterizada por el cambio constante y el desigual acceso a las oportunidades que ofrece la vida. Sobre estos dos principios ha de diseñar su labor atendiendo a: s , A PREVENCIØN DEL RIESGO SOCIAL TANTO DE FORMA INDIVIDUAL COMO COLECtiva. s , A ACTIVACIØN DE UN NIVEL SUlCIENTE DE CALIDAD DE VIDA EN CADA MOMENto o circunstancia. s ,A PROMOCIØN DEL BIENESTAR COMUNITARIO EN UNA SOCIEDAD CAMBIANTE Como segundo fundamento, la intervención sociocomunitaria debe realizarse dentro de la mayor normalidad posible. Igualmente un tercer fundamento aconseja que debe unificar teoría y práctica, es decir, tiene que caracterizarse por ser una acción meditada y sopesada tanto desde el mundo de la ciencia como el de la experiencia en la acción por lo que el trabajo en equipo multidisciplinar resulta herramienta más efectiva. El cuarto fundamento de la intervención sociocomunitaria se basa en la obligatoriedad estatal de intervenir ante los múltiples factores desencadenante de riesgo social. Complementa este cuarto fundamento un quinto que afirma que el sujeto receptor de la intervención tiene libertad para aceptarla y colaborar en ella o para rechazarla. Un ejemplo puede ayudar a comprender esta dualidad complementaria. Suponga que en las noches gélidas de invierno, la Policía municipal recorre las calles de las ciudades ofreciendo cobijo, mantas o alimento caliente a los sin techo. Los grupos a los que se dirigen invariablemente están formados, siempre, por las mismas personas. Los destinatarios de la intervención tienen la libertad de aceptar cualquiera de las opciones ofrecidas por la Policía municipal o rechazarlas, sin embargo, la administración está obligada a ofrecer ese servicio cada vez que se repita la misma situación aunque sepan de antemano que va a ser rechazada. El sexto fundamento de la intervención sociocomunitaria es el aceptar, asumir y desplegar el código deontológico de todo educador y un elenco de buenas prácticas en su actuación.
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El séptimo fundamento se caracteriza por la relación de mediación que se debe establecer en la intervención aclarando que: s $ EBE RESPETARSE LA RELACIØN DESIGUAL O JERÉRQUICA EN LA QUE SE FUNDAmenta. s $EBE RECONOCERSE LA AUTORIDAD QUE TIENE EL MEDIADOR s $ EBE SABERSE QUE EL MEDIADOR ACTÞA CON UNA INTENCIONALIDAD CLARA producto de su profesionalización. s $EBE ASUMIRSE LA IMPARCIALIDAD DEL MEDIADOR El mediador, por su parte debe buscar desencadenar resiliencia en el usuario de la acción pero alejándose afectivamente tanto del destinatario como de la acción en la que intervenga. Si no puede llevar a efecto este compromiso deberá alejarse del caso y ponerlo en manos de otro profesional menos sensible. El octavo fundamento incide en el objetivo de la intervención sociocomunitaria. Este fundamento no contradice al quinto sino que lo amplia y enrique al considerar que el campo de actuación de la intervención sociocomunitaria no es solamente de carácter reparador o terapéutico, sino que su campo de acción puede también centrarse en: s 2EDUCIR LOS EFECTOS DE UN HECHO YA CRISTALIZADO s 0REVENIR QUE SE PRODUZCA ALGÞN CONmICTO s #ONSOLIDAR ALGUNA SITUACIØN POSITIVA s )MPULSAR LA CALIDAD DE VIDA Esto es, la intervención sociocomunitaria no existe solamente para remediar acciones negativas sino también —y con mucha actividad— para impulsar y garantizar la mayor estabilidad, el mayor bienestar posible y la máxima calidad de vida. Un ejemplo puede ayudar a comprender este abanico de actuaciones. En muchos lugares de nuestras ciudades y pueblos junto a las instalaciones de los parques infantiles se están ubicando aparatos gimnásticos pensados y diseñados para las personas mayores. Esta acción sociocomunitaria no se encamina ni a reducir los efectos de un hecho desgraciado, ni
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a prevenir ningún tipo de conflicto ni siquiera a consolidar una situación positiva. Exclusivamente se dirige a impulsar la máxima calidad de vida en las personas mayores. El noveno fundamento recalca que toda intervención sociocomunitaria produce cambio y el cambio puede desencadenar conflicto. El décimo fundamento de la intervención sociocomunitaria asegura que su efecto será tanto mayor cuanto más profunda y sincera sea la implicación y colaboración del destinatario.
4. EVOLUCIÓN HISTÓRICA DE LA INTERVENCIÓN SOCIOCOMUNITARIA Se está afirmando que la intervención sociocomunitaria es una realidad atemporal presente en todas las relaciones convivenciales y que su objetivo es buscar la máxima calidad de vida tanto de forma individual como colectiva. También se ha afirmado, en líneas precedentes, que una manera eficaz de conseguir un cierto estado de bienestar pasa por acotar, lo máximo posible, los factores que pueden desencadenar cualquier atisbo de riesgo social. Buscando la evolución histórica de la intervención sociocomunitaria se va a fijar la mirada en dos de las civilizaciones cuna de la cultura actual, Grecia y Roma. En la Grecia del siglo III a d. C. se encuentran algunos ejemplos de intervención sociocomunitaria dentro de los hogares de algunos ciudadanos griegos puesto que en el ámbito de la casa griega vivían además de los padres y los hijos otros miembros denominados no familiares o ajenos. Los ajenos eran niños adoptados, hijos de otras familias amigas del mismo estatus social, que en época de crisis o en caso de fallecimiento por muerte natural o accidente de uno de sus padres eran atendidos y educados por otros miembros de la colectividad como muestra de amistad. Esta norma general de auxilio mutuo no puede ocultar la existencia de un modo de intervención sociocomunitaria específica para algunas viudas y huérfanos como recogen Gutiérrez y Pernil (2004: 45) En el caso de que los padres murieran en el campo de batalla, los niños resultaban favorecidos ya que el Estado ateniense premiaba este acto de servicio a la patria ayudando especialmente a su familia, potenciando su
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bienestar de manera que tal muerte favorecería a su familia, evitando que fueran a la ruina. Se asignaba un magistrado que velara por estos derechos, que se extendían hasta los 13 años para la niña y 18 del niño. Tenían la asignación de un óbolo diario por niño.
Pero tampoco esta ayuda asistencial ceñida a casos muy concretos puede crear la sensación de que la infancia estaba protegida socialmente en el mundo griego. Nuevamente Gutiérrez y Pernil (2004: 43-44) denuncian: La infancia ateniense estaba muy poco protegida por la ley ya que no existía un acusador público, defensor de sus derechos inexistentes, ni ellos podían acceder a los tribunales, por ser menores. El niño estaba bajo el control de sus padres o guardián legal y, al menos, hasta la época de Solón, al comienzo del s. IV a. C., podían ser vendidos en esclavitud. …/… Si un niño era objeto de un abuso sexual o daño físico, dentro de la propia familia, no tenía ninguna protección legal que le diera amparo. Sin embargo si se cometía una injusticia civil, por ejemplo, el despilfarro o venta de su herencia por parte de su tutor, en este caso podía ser defendido por un ciudadano adulto varón. El único recurso eficaz para una atención legal era esperar la mayoría de edad a los 18 años.
La mujer tampoco estaba socialmente protegida puesto que al quedar viuda una mujer griega, igual que el niño huérfano perdía su estatus social, polités o ciudadanía de pleno derecho teniendo que ser auxiliada por la familia, los amigos o un nuevo esposo. Vallés (2009) refiriéndose a la vida en Roma hace un rápido recorrido histórico de la atención sociocomunitaria a las poblaciones desfavorecidas señalando que hasta el siglo IV a. C. en Roma el infanticidio era un práctica normalizada —Plinio, Plauto y Terencio indican en sus escritos que el abandono de niños no deseados era una práctica muy extendida en Roma— a la que el emperador Trajano entre los años 98 y 117 puso freno abriendo un asilo para niños alimentarios evitando así que estos niños fueran arrojados al Tíber. El Cristianismo extendido por Roma también ayudó a que en el año 374 d. C. emperadores como Valerio y Graciano cuidaran de que se cumpliera
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la norma que prohibía el asesinato de niños y niñas en Roma. En el siglo III d. C. la legislación romana consideraba asesino a quien indujera al aborto o a quien abandonara a un niño o no lo mantuviera. En el siglo II d. C. el emperador Adriano dictó pena de destierro para los padres que mataran a sus hijos. Entre unas medidas y otras y la influencia del cristianismo parece ser que en el año 374 d. C. el infanticidio en Roma cesó. Aún así, dando un paso más, en el año 442 d. C., se convocó y celebró el Concilio de Vaison en el que se acordó proteger a la infancia a través de la comunicación y la recogida de niños abandonados (Vallés, 2009). Como se está observando, en la Edad Antigua, la intervención sociocomunitaria se desarrollaba, mayoritariamente, desde la familia, la vecindad o la iglesia. En la Edad Media nacen los primeros hospicios, creándose por iniciativa del papa Inocencio III en el año 1198 los primeros tornos para entregar a los niños que se abandonaban. Navajo (2004), en un breve pero sistemático estudio, señala que en la Edad Media existía otra forma de intervención sociocomunitaria basada en relaciones de buena vecindad, la ejercida por los señores feudales. Estos, a cambio de explotar a sus vasallos, les ofrecían cierta protección social totalmente graciable siempre que los vasallos mantuvieran una relación de absoluta sumisión. Los gremios ofrecían otra forma de intervención sociocomunitaria no basada ni en la familiaridad ni en la buena vecindad. Según Navajo (2004), los gremios eran corporaciones formadas por maestros, oficiales y aprendices de una misma profesión u oficio que se regían por unos estatutos u ordenanzas especiales para, entre otras acciones, establecer mecanismos de protección para sus afiliados ante situaciones de necesidad. Estas acciones de socorro podían llevarla a cabo utilizando para ello el dinero recaudado a través de las cuotas aportadas por los miembros. De entre toda las formas de intervención sociocomunitaria presentadas, deben destacarse, especialmente, las acciones caritativas cuyos beneficiarios no eran los miembros de una familia, un feudo o un gremio, sino las poblaciones desfavorecidas que no estaban sujetas a la protección de los sistemas anteriores. En la Edad Media, la intervención sociocomunitaria se desarrollaba a través de la caridad de los ciudadanos que daban limosna, los ayuntamientos que abrían y mantenían albergues y casas de misericordia, o las organizaciones religiosas que atendían sus hospitales eclesiásticos.
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Estas formas de caridad estaban ligadas a sentimientos religiosos y piadosos, siendo fundamentalmente la Iglesia quien se ocupaba de la atención de pobres y marginados ayudada en su labor por algunos nobles bienhechores. También de esta época son las primeras leyes respecto a la pobreza, realidad molesta para la colectividad por lo que se intentaba erradicarla, castigando al pobre inactivo que pedía limosna. La legislación, igualmente, se centró en la infancia desatendida mereciendo la pena destacar la labor proteccionista de Ramón Llull (1232-1315) y de Alfonso X el sabio (12321315). Gutiérrez y Pernil (2004: 149) centrándose en la infancia abandonada afirman. Desde los primeros años de la Edad Media, la Iglesia hizo grandes esfuerzos para procurar mantener con vida a los huérfanos y a los niños abandonados, pero los datos que nos llegan a partir del siglo XII, proceden de hospitales que acogían a expósitos, que eran fundados por instituciones eclesiásticas y también seculares. La preocupación por los huérfanos y abandonados llevó a la creación de instituciones, en cuyos estatutos se contempla lo relativo a la acogida y crianza e instrucción de los niños. En hospitales de Francia e Inglaterra se contempla, en los estatutos, que si una mujer moría en el parto, o si el hijo que dejaba, era bastardo, el niño que nacía se quedaba en el hospital, si el padre no podía ser localizado pero la madre revelaba su nombre y era localizado, tenía que pagar la crianza del niño. Las autoridades del hospital eran responsables de la crianza del niño hasta los 7 años, y de darles un oficio con un artesano que garantizaría su futuro. .../… Como el número de niños expósitos era muy grande, los recursos no llegaban para cubrir tantos gastos y tanto las parroquias como las autoridades municipales tuvieron que involucrarse y buscar soluciones para asumir la atención de niños abandonados.
En cuadro adjunto se facilita un resumen de las acciones de intervención sociocomunitaria desplegadas durante la Edad Media.
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Cuadro 1 Edad Media
AYUDA MUTUA
–Entronca con el origen del cristianismo. –Se basa en la familia y en las relaciones vecinales. –Da lugar a hermandades y cofradías.
FEUDALISMO
–Explotación económica. –Relaciones de sumisión y vasallaje. –Protección militar. –Débil y precaria protección social a los siervos.
PREVISIÓN
–Surge con el fortalecimiento de los gremios. –Los miembros aportan una cantidad para infortunios futuros. –Es exclusivo de los artesanos.
CARIDAD
–Raíces cristianas. –Particulares: limosna. –Ayuntamientos: alberges y casas de misericordia. –Religiosos: hospitales eclesiásticos.
REPRESIÓN
–Leyes de represión de la mendicidad.
Fuente: Navajo (2004). Disponible en www.iniciativasocial.net.
En la Edad Moderna, se va reduciendo la protección feudal y eclesiástica comenzando a tomar cuerpo la beneficencia pública. Esta implicación pública tiene dos caras, por un lado trata de reprimir la pobreza y la mendicidad —ampliándose la legislación represora de épocas anteriores— y por otro lado comienza a considerarse la necesidad de establecer una ayuda social pública que pueda cubrir las situaciones de necesidad. Este interés cristaliza en las leyes de beneficencia, siendo el ayuntamiento de Brujas en 1526 el primer organismo público que convierte la asistencia caritativa a los pobres en el primer plan municipal de beneficencia pública. Erasmo de Rótterdam (1469-1536) y Juan Luis Vives se mueven por esta preocupación. Vives (en Vallés, 2009) defiende que los mendigos inválidos se establezcan en una casa o en muchas, las que hicieran falta y que fuesen allí recogidos y atendidos de médicos, boticarios, criados y criadas. Los niños expósitos, indica, deberían tener su hospital en donde se alimenten. En definitiva, en esta época, la beneficencia supone una forma de superación de la caridad basada en el simple altruismo o generosidad del benefactor. Su carácter altruista implica discrecionalidad de la ayuda solicitada sin ser un derecho propio del ciudadano y manteniéndose como una acción graciable.
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España asume tardíamente la beneficencia y no es hasta 1849 cuando se decreta la Ley General de Beneficencia. En cuadro adjunto se facilita un resumen de las acciones de intervención sociocomunitaria desplegadas durante la Edad Moderna. Cuadro 2 Edad Moderna
BENEFICENCIA
–Comienza la acción social pública. –Se seculariza la asistencia.
CARIDAD
–Mantenimiento de la caridad.
PREVISION
–Mantenimiento de las formas de previsión.
REPRESIÓN
–Intolerancia hacia el modo de vida marginal. –Endurecimiento de las medidas represivas. –Criminalización de la pobreza.
Fuente: Navajo (2004). Disponible en www.iniciativasocial.net.
A partir de la Revolución Francesa comienza a considerarse al marginado como un ciudadano más con derechos y deberes. Aparece la Asistencia Social como segundo sistema de protección social. El Estado empieza a ocuparse de los problemas de los pobres y marginados como una obligación inherente a su propia concepción y no como una tarea residual, esto provoca que progresivamente se vaya desplazando la acción de la Iglesia en beneficio de la acción pública (España no se incorpora a esta forma pública de acción social hasta 1934). La asistencia social aparece como un conjunto, más o menos sistematizado, de principios, normas y procedimientos para ayudar a individuos, grupos y comunidades a satisfacer sus necesidades y resolver sus problemas. La consolidación del concepto de asistencia social va parejo al nacimiento del Estado liberal y a la introducción del capitalismo industrial, y plasma el inicio de la preocupación de los poderes públicos por la acción social.
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El desarrollo industrial de la segunda mitad del XIX provocó un agravamiento de la marginación, sobre todo en los cinturones de las grandes ciudades pudiéndose, en este momento, considerar la intervención como filantrópico-asistencial. Continúa afirmando Navajo que estas asociaciones filantrópicas crean colegios, orfanatos, comedores, etc. Gran parte de estas estructuras, creadas al final del XIX fueron recogidas por la Administración y han sentado las bases de la política de asistencia social en España. En definitiva, es un medio de control y de asegurar la dependencia de aquellos a los que se da asistencia, pero, si el sujeto que recibe asistencia desarrolla un comportamiento que no sigue aquel que le es puesto como modelo a imitar, dejará de recibir asistencia y se tomarán medias represivas para reconducir su comportamiento. A pesar de sus limitaciones, este tipo de acciones palió en alguna medida el abandono y miseria que sufrían grandes sectores de población. Es cierto que su filosofía hoy no es aceptable, pero sin embargo, sirvió para humanizar la situación de grupos marginados, aunque sin atacar las raíces de sus problemas. En cuadro adjunto se facilita un resumen de las acciones de intervención sociocomunitaria desplegadas durante la Edad Contemporánea. Cuadro 3
Edad Contemporánea
ASISTENCIA SOCIAL
–El marginado es considerado ciudadano. –Secularización de la asistencia. –El estado se hace cargo de la asistencia básica.
SEGUROS SOCIALES
–El movimiento obrero genera los seguros sociales. –Son el origen de la seguridad social.
Fuente: Navajo (2004). Disponible en www.iniciativasocial.net.
Vallés (2009) dibuja sucintamente el momento actual de la intervención sociocomunitaria afirmando que en la década de los años 70 se comenzó a desinstitucionalizar los procesos de atención y se trabajó desde la pedago-
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gía de lo cotidiano a través de una metodología de intervención específica como es la animación sociocultural ejercida por los educadores de calle. Estos nuevos aires cimentaron procesos de desarrollo comunitario a través de los que una comunidad toma conciencia de su propia situación, la analiza y busca soluciones a sus propios problemas. Siguiendo esta línea se comenzó a trabajar en la labor preventiva, la detección de niños y adolescentes con dificultad, el trabajo de calle, el educador familiar, el animador de personas mayores, el educador de adultos, el animador de escuelas de padres, el educador de personas con minusvalía, el promotor de iniciativas comunitarias, el promotor de empleo, el educador de prevención de drogodependencias, el educador de la comunidad terapéutica, el educador sociolaboral. Muchos perfiles para un mismo objetivo, dar respuestas a las necesidades que se detectan en la comunidad desde una misma dirección, la dirección de intervenir con la comunidad, desde la comunidad y para la comunidad.
BIBLIOGRAFÍA BARCENA, F. (1997): «Comunidad» en GIL, R. (ed.) Filosofía de la educación hoy. Diccionario (Madrid, Dykinson) pp. 112-113. FERMOSO, P. (1997): «Sociedad» en GIL, R. (ed.) Filosofía de la educación hoy. Diccionario (Madrid, Dykinson) pp. 522. GIL, F. (1997): «Intervención educativa», en GIL, R. (ed.) Filosofía de la educación hoy. Diccionario (Madrid, Dykinson) pp. 337-338. GUTIÉRREZ, A. y PERNIL, P. (2004): Historia de la infancia. Itinerarios educativos (Madrid, Ediciones UNED). HOMBRADOS, I.; GARCÍA, M. Á.; LÓPEZ, T. (Coords.) (2006): Intervención Social y Comunitaria (Madrid, Aljibe). NAVAJO, P. (2004): De la caridad al Estado de bienestar en www.iniciativasocial.net. QUICIOS, M.ª del P. (2002): Fundamentos filosóficos de la pedagogía antigua. La educación griega, romana y judeocristiana (Madrid, Ediciones UNED). VALLÉS, J. (2009): Manual del educador social. Intervención en Servicios Sociales (Madrid, Pirámide).
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TEMA 2 LA COMUNIDAD COMO EJE DE INTERVENCIÓN Inés Gil Jaurena
RESUMEN: En palabras de Marco Marchioni (2002), la comunidad es el principal recurso del desarrollo comunitario. Esta afirmación sitúa a la comunidad como eje de la intervención, otorgándole un papel preeminente en los procesos de intervención desde, con, para la comunidad. En este capítulo se analiza el rol de la comunidad en la intervención sociocomunitaria, partiendo de la delimitación del propio concepto de comunidad. En el primer apartado se revisa la comunidad como sustantivo, su entidad conceptual y evolución en el ámbito de las ciencias sociales. En el segundo apartado se presentan diferentes enfoques o modelos de intervención social que utilizan lo comunitario como adjetivo. El tercer apartado se centra en la comunidad como eje de la intervención sociocomunitaria, desglosando diferentes aproximaciones al papel que la comunidad desempeña en este tipo de intervención social. El cuarto apartado supone una síntesis de las ideas más relevantes del capítulo. PALABRAS CLAVE: Comunidad, desarrollo comunitario, acción comunitaria, intervención sociocomunitaria, participación, empowerment, autogestión
1. COMUNIDAD Y COMUNIDADES. EVOLUCIÓN DEL TÉRMINO Y SIGNIFICADO ACTUAL 1.1. Definiciones de «comunidad» La comunidad como concepto relevante en ciencias sociales ha sido definida desde diferentes disciplinas, resaltando diversos matices y elementos característicos del término. Se retoman aquí tres aproximaciones de interés para la intervención sociocomunitaria, realizadas desde la psicología comunitaria (Montero, 1998; Montenegro, 2004), el trabajo social comunitario (Marchioni, 2002) y la sociología (Delanty, 2003).
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a) Maritza Montero define la comunidad como «un grupo social dinámico, histórico y culturalmente constituido y desarrollado, preexistente a la presencia de los investigadores o de los interventores sociales, que comparte intereses, objetivos, necesidades y problemas, en un espacio y un tiempo determinados y que genera colectivamente una identidad, así como formas organizativas, desarrollando y empleando recursos para lograr sus fines» (Montero, 1998: 212). También desde la psicología comunitaria, Marisela Montenegro plantea cómo esta disciplina entiende la comunidad como «un espacio social donde se pueden desarrollar acciones colectivas organizadas hacia la transformación social y, por tanto, constituye un espacio empírico de investigación y acción» (Montenegro, 2004: 20). b) Desde el trabajo social comunitario, Marco Marchioni, autor de referencia en España en el ámbito del desarrollo comunitario, entiende por comunidad «un territorio concreto, con una población determinada, que dispone de determinados recursos y que tienen determinadas demandas» (Marchioni, 2002: 456). Según indica este autor, «una comunidad siempre es el conjunto de estos cuatro factores (territorio, población, recursos y demandas) y sus mutuas, constantes y mutantes interrelaciones». c) Por su parte, Gerard Delanty (2006) realiza una exhaustiva revisión del concepto comunidad en las ciencias sociales; desde una perspectiva sociológica, habla de la comunidad local y la relevancia de los aspectos comunicativos en este concepto: «la comunidad es comunicativa en el sentido de que se crea a partir de una acción colectiva basada en el lugar, y no es una mera expresión de una identidad cultural subyacente. (…) El concepto de comunidad al que se quiere llegar es al de una comunidad constructivista, en la que la comunidad se construye socialmente gracias a la sociedad, en oposición a la que sencillamente se identifica con una localidad» (Delanty, 2006: 94-95). Este autor sostiene que ... la comunidad contemporánea podría considerarse como una comunidad comunicativa basada en nuevas clases de pertenencia; (...) los lazos comunicativos y las estructuras culturales de las sociedades contemporáneas de la era global han ofrecido múltiples posibilidades de pertenencia, basadas
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en la religión, el nacionalismo, la etnicidad, el estilo de vida y el género. Las nueva clases de comunidad surgen más en este mundo de pluralidad que en un mundo de cierre (Delanty, 2006: 229-230).
Considerando la definición de Marchioni, que entiende la comunidad como el conjunto de los elementos territorio, población, demandas y recursos, es preciso matizar a qué se refiere con cada uno de ellos: s %L territorio es, según Marchioni (2002: 460), el primer elemento a conocer en el trabajo comunitario, e incluye aspectos como la conformación urbanística de la comunidad, su emplazamiento (rural, urbano, extrarradio), las comunicaciones, el tipo de vivienda, barreras físicas —que condicionan barreras sociales—, diferencias sociales de la población (económicas, culturales, etc.). Estos aspectos referidos al territorio y reflejados en el mismo condicionan las relaciones en la comunidad. s %N CUANTO A LA población, es preciso conocer sus características sociológicas y estadístico-demográficas, además de conocer las organizaciones sociales, los grupos y asociaciones existentes, las personas que desempeñan un papel de administrador o responsable, así como aquéllas que trabajan en los diferentes recursos. Marchioni (2002: 456) habla de tres protagonistas de la comunidad: las administraciones (situando en primer lugar la administración local), los recursos técnicos y profesionales (públicos, privados no lucrativos y voluntarios) y la población. Es a todos ellos a los que hay que conocer e implicar en el proceso comunitario. s %NTRE LOS recursos, el principal es la propia comunidad. Marchioni identifica tres tipos de recursos: públicos (municipales y no), privados no especulativos y voluntarios (ONGs y otros). Los diferentes recursos actúan en ámbitos determinados que conviene identificar: educativo, sanitario, de trabajo y empleo, de cultura, deporte, ocio y tiempo libre, sociales (Marchioni, 2002: 460). Es preciso conocer todos ellos. s 0OR ÞLTIMO LAS demandas se refieren a las necesidades, aspiraciones, problemas, temas de interés de la comunidad, etc., que se encuentran en el origen del proceso comunitario y que éste tiende a satisfacer. Las demandas pueden ser más o menos explícitas, y es preciso identificarlas para poner en marcha los procesos comunitarios (Marchioni, 2002: 461).
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De la mezcla e interrelación de estos cuatro factores y de lo que cada uno de ellos significa, nace la intervención comunitaria y se alimenta el proceso de modificación de la realidad (Marchioni, 2002: 461).
1.2. Evolución del concepto «comunidad» Desde el ámbito de la Psicología comunitaria, Montenegro (2004: 19) señala cómo en los inicios de esta subdisciplina «la comunidad era definida como el espacio geográfico (un barrio o zona) en el que vive un grupo de personas y en el que se comparten ciertos problemas y se desarrollan distintos tipos de relaciones (vecinos, amigos, familiares, entre otras)». Tal definición de comunidad se limitaba a la idea de ámbito geográfico; fue posteriormente cuando empezaron a tenerse en cuenta, además del factor geográfico, otro tipo de factores psicosociales al caracterizar la comunidad: factores intersubjetivos, de memoria histórica y formas de vida que caracterizaban a dichas comunidades. Siguiendo a esta autora, en la actualidad los conceptos de comunidad utilizados hacen referencia a los elementos que conforman la comunidad (individuos y contexto físico que definen su naturaleza: residencial, laboral, recreativa, política, religiosa, etc.) y a los procesos que se desarrollan en estos componentes (psicológicos, sociales, culturales). Montenegro (2004) menciona también la definición de la comunidad por exclusión: ... el concepto de comunidad hace alusión a agrupaciones de personas que comparten ciertas características en común y que desarrollan diferentes tipos de prácticas conjuntamente. Se crea, a partir de estas agrupaciones, un nosotros que se conforma en contraste con un otros definido en función de las personas que no forman parte de esa comunidad. Se dan, por tanto, unos procesos de categorización social donde cada grupo se define como semejante a los elementos presentes en el endogrupo y diferente a los elementos del exogrupo (Montenegro, 2004: 19).
Sin embargo, esta definición por exclusión resulta controvertida y peligrosa desde un punto de vista socioeducativo. Si partimos de un enfoque transformador, el énfasis no ha de estar únicamente en lo que diferencia a
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los grupos, sino en los elementos que los pueden unir, y en la conceptualización de la comunidad como una agrupación dinámica y de límites difusos, tanto temporal como espacialmente y con relación a su propia composición humana. En este sentido, tal y como se recoge en el título de este epígrafe, es posible hablar de comunidad y de comunidades. Al igual que sucede con el término cultura, sobre el cual desde la antropología se recomienda sustituirlo por el plural culturas (Grupo INTER, 2007: 188), en el caso de la comunidad también parece más adecuado hablar de comunidades, en plural, haciendo hincapié en el carácter dinámico del término, en su polimorfismo, en lugar de en una definición cerrada, exclusiva y excluyente de la comunidad. Un concepto contemporáneo de comunidad significa que «el individuo no está unido únicamente a una comunidad, sino que puede tener múltiples vínculos solapados» (Delanty, 2006: 231). Esta reflexión alude indirectamente a las nociones de identidad y pertenencia, igualmente controvertidas, que desde la intervención sociocomunitaria han de ser tenidas en cuenta y conceptualizadas desde en enfoque abierto, flexible y no excluyente, al igual que las culturas y las comunidades. Las identidades múltiples propias de la sociedad contemporánea en la que estamos inmersos dan lugar a la potencial identificación y desarrollo del sentido de pertenencia con comunidades y grupos muy diversos, de carácter más o menos local, y variados tanto en su referencia geográfica (pueden ser comunidades localizadas o deslocalizadas, físicas o virtuales), como en sus elementos de unión (estructuras organizativas más o menos rígidas, lazos y relaciones más o menos intensas), o en los fines e intereses que las mueven.
1.3. Rasgos y características de la comunidad Maritza Montero (1998), citada por Montenegro (2004: 19-20) enumera las principales características de una comunidad como grupo social (aunque cabe aclarar que una comunidad no tiene por qué presentar todas estas características al mismo tiempo para ser definida como tal): s /CUPACIØN DE UN ÉREA GEOGRÉlCA ESPECÓlCA DE UN LUGAR QUE MUCHAS veces presta su nombre a la comunidad.
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s 2ELACIONES SOCIALES FRECUENTES HABITUALES MUCHAS VECES CARA A CARA s 3E COMPARTEN TANTO VENTAJAS Y BENElCIOS CUANTO INTERESES OBJETIVOS necesidades y problemas, por el hecho de que sus miembros están inmersos en particulares situaciones sociales, históricas, culturales y económicas. s 0RESENCIA DE ALGUNA FORMA DE ORGANIZACIØN EN FUNCIØN DE LO ANTErior, que conduce a modos de acción colectiva para alcanzar algunos fines. s 5NA IDENTIDAD Y UN SENTIMIENTO DE PERTENENCIA EN LAS PERSONAS QUE LA integran y que contribuyen a desarrollar un sentido de comunidad. s #ARÉCTER HISTØRICO Y DINÉMICO s #ONSTITUYE UN NIVEL DE INTEGRACIØN MUCHO MÉS CONCRETO QUE EL DE OTRAS formas colectivas tales como la clase social, la región, la denominación religiosa o la nación, y a la vez más amplia que un grupo primario. s %XISTENCIA DE UNA CULTURA COMPARTIDA ASÓ COMO DE HABILIDADES Y RECURsos que son derivados, a la vez que generadores, de esa cultura.
1.4. Síntesis sobre el concepto «comunidad» Teniendo en cuenta las aportaciones revisadas en apartados anteriores, es posible sintetizar algunos elementos con relación al concepto comunidad y a su papel en la intervención sociomunitaria. Se resaltan los siguientes: s ,A COMUNIDAD ALUDE A UN GRUPO SOCIAL A UN GRUPO DE PERSONAS A UNA población, que comparte cierta demanda o interés y se percibe como parte de dicho grupo (sentido de pertenencia). s ,A COMUNIDAD SE VINCULA A UN territorio, que tradicionalmente ha sido un lugar físico acotado, y que actualmente puede entenderse también como un territorio en parte virtual, con límites más difusos o abiertos que las comunidades tradicionales. s ,A COMUNIDAD DISPONE DE recursos, el principal de los cuales es la propia comunidad (sus miembros, motivaciones, capacidades, conocimientos, capital social comunitario, etc.).
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s ,A COMUNIDAD SE COMPONE DE elementos (componentes, recursos, etc.) y de procesos (relaciones, acciones, etc.). s ,A IDEA DE red, tanto a nivel intra como intercomunitario, se impone cada vez más en el escenario social actual. Redes sociales, comunidades de aprendizaje, intervención en red, se convierten en términos habituales y llenos de sentido en las ciencias sociales. s 0ARECE RAZONABLE HABLAR DE comunidades, resaltando la flexibilidad del concepto y la multiplicidad de grupos a los que se puede pertenecer.
2. LA INTERVENCIÓN COMUNITARIA: DEL DESARROLLO COMUNITARIO A LA ACCIÓN COMUNITARIA Lo comunitario como adjetivo de la intervención sociocomunitaria acentúa el carácter de este tipo de intervención, cuyo componente definitorio es su realización en el ámbito comunitario, con las implicaciones que ello conlleva y que se analizarán en el apartado siguiente: la intervención desde la comunidad, con la comunidad, para la comunidad. Lo comunitario, ademas de a la intervención sociocomunitaria, adjetiva además otros tipos de acciones sociales, que se revisan brevemente en este apartado. Su uso refleja la evolución del concepto mismo de comunidad y de su papel en el ámbito social.
2.1. El desarrollo comunitario Escarbajal (1992) recoge una definición de Ander-Egg1 (1987) en la que se entiende el desarrollo comunitario como «un proceso destinado a crear condiciones de progreso económico y social para toda la comunidad, con la participación activa de ésta y la mayor confianza posible en su iniciativa» (Escarbajal, 1992: 8). Este concepto incluye un término, desarrollo, que ha sido objetivo de críticas diversas. Según señala Montenegro (2004: 34), el concepto de desarrollo alude a las formas de orden social tomadas por los diferentes países 1
Ander-Egg, E. (1987). Metodología y práctica del Desarrollo Comunitario. (México: El Ateneo).
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hacia aquello que es definido como una forma de progreso social en que se privilegia la modernización, entendida ésta como el fomento de formas de producción industrializadas, la introducción de sistemas tecnológicos para la producción, la libre circulación de bienes y dinero, etc. La crítica al desarrollo es doble: s 0OR UN LADO EL CUESTIONAMIENTO DE LA PROPUESTA DE PROGRESO Y CREcimiento ilimitado implícita en el mismo. De esta crítica ha surgido más recientemente (finales de los años 80 del siglo XX) el concepto de desarrollo sostenible, que se refiere a las maneras como se puede conseguir la modernización manteniendo un equilibrio con los recursos naturales y el medio ambiente. s 0OR OTRO LADO LA CRÓTICA A LA PROPIA IDEA DE progreso y desarrollo, por los efectos de opresión que puede tener sobre formas de vida no occidentales, basadas en modos de producción y de relaciones distintas a las establecidas por el sistema capitalista industrializado, enfatizando los efectos perversos de dicho sistema sobre el medio ambiente y sobre las formas de organización de ciertas comunidades, sobre todo en el denominado Tercer Mundo (Montenegro, 2004: 34). Tal y como recoge Marchioni, la aplicación del desarrollo comunitario en su mayoría ha coincidido con zonas urbanas periféricas y marginales y con zonas rurales con baja productividad, escasez de recursos, rentas precarias y sin la colaboración necesaria de las administraciones (Hernández Correa, 2007: 293). Es decir, que desde un modelo de desarrollo occidental se han realizado acciones de desarrollo comunitario en contextos desfavorecidos y, en ocasiones, en escenarios no occidentales. Para salvar este escollo, se plantean dos matizaciones del concepto desarrollo comunitario: s -ARCHIONI PROPONE HABLAR DE planificación social y organización de la comunidad, concepto que parte de una concepción amplia de la comunidad y no sólo referida a realidades sociales y económicas desfavorecidas; s INCLUIR LA PERSPECTIVA DEL desarrollo sostenible, a través de políticas que puedan paliar los efectos negativos de los procesos de modernización, en relación con la calidad de vida, el bienestar de la población y el cuidado del medio ambiente (Montenegro, 2004: 34).
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En esta línea, Montenegro (2004) indica que ... el desarrollo comunitario se refiere a las diferentes acciones comunitarias que puedan llevar a cabo los miembros de una comunidad dada, acompañados o no por equipos profesionales, para conseguir niveles más altos de calidad de vida y bienestar, y de este modo paliar las necesidades que perciben y los problemas sociales que puedan tener. (…) Mediante el desarrollo comunitario se pretende generar grados crecientes de bienestar por medio de la participación de los miembros de la comunidad y del fortalecimiento de las redes sociales que permiten la integración de las personas al ámbito comunitario (Montenegro, 2004: 35).
En todo caso, y referido a cualquier comunidad en general y a comunidades occidentales especialmente, las críticas al concepto de desarrollo (insostenibilidad, deslegitimación de formas de vida no occidentales/capitalistas) han conducido a la propuesta por parte de varios pensadores, como Carlos Taibo o Serge Latouche, de un modelo de decrecimiento que contrarreste los desmanes producidos hasta la actualidad por el ser humano.
2.2. El trabajo social comunitario De las tres estrategias de abordaje del trabajo social (individual, grupal y comunitario), el tercero, según Barbero2 (2002: 37-48, citado por Ahmed Mohamed, 2006), de lo que trata es de «la constitución y mantenimiento de un grupo amplio en torno a un proyecto colectivo de mejora social». El trabajo social comunitario se concentraría en las relaciones funcionales del propio grupo y en las relaciones de éste con la sociedad. En este nivel comunitario se verían afectadas diversas e importantes dimensiones: construcción de interpretaciones y visiones comunes de las problemáticas y necesidades sociales; creación de identidades colectivas; conexión de los problemas particulares con su dimensión social; ruptura del aislamiento individual y colectivo; instrumento para multiplicar la participación; fuente de poder necesario para la resolución de problemas, etcétera (Ahmed Mohamed, 2006).
2
Barbero, J.M. (2002). El Trabajo Social en España. (Zaragoza: Mira Editores).
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Según Rubin y Rubin3 (1992: 16-19, citado por Ahmed Mohamed, 2006), el trabajo social comunitario «tiene como fin desarrollar comunidades de interés, y esa misión se orienta hacia cuatro objetivos esenciales: el enriquecimiento del potencial de los individuos, la solución de problemas, el fortalecimiento de la democracia y el logro de una mejor distribución de la riqueza y del poder en la sociedad». Ahmed Mohamed (2006) presenta una síntesis de los tres modelos de trabajo social comunitario que propuso Jack Rotham4, y que pueden entenderse no solo como modelos sino como fases consecutivas: 1) El modelo o fase de desarrollo de localidades: consiste en un proceso de comunitarización, en convertir un vecindario o un sector geográfico dado en una comunidad (entendida ésta en el sentido que se ha comentado previamente en este capítulo). En este modelo la labor del profesional se relaciona con la función de fortalecer unos sectores geográficos y comunidades mediante la educación de sus residentes, de manera que estos se constituyan en grupos de trabajo tratando de resolver los problemas inherentes a ese sector. El profesional motiva y estimula a los miembros del grupo a que se reúnan, discutan los problemas del vecindario y traten de buscar maneras de enfrentarse a ellos. Esta conciencia ciudadana involucra a los residentes en un proceso de participación que los aleja de la idea tradicional de comunidad estática, anómica, carente de relaciones y capacidades para la solución de problemas. 2) El modelo o fase de planificación social: se refiere a la creación, desarrollo y evaluación de servicios sociales, dirigidos a satisfacer necesidades humanas básicas. El profesional, generalmente desde la estructura administrativa de una institución, estudia las necesidades de los consumidores de servicios y, a partir de este análisis y de la información de que dispone, planifica, implementa, evalúa, los servicios. Este modelo, con 3
Rubin, H. y Rubin, I. (1992). Community Organizing & Development. (Toronto: Allyn and Ba-
con). 4 Rotham, J. (1979) Three Models of Community Organization Practice, Their Mixing and Matching, en Cox et al. (eds.) Strategies of Communities. (Illinois: Peacock Publishers).
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la connotación relevante de la participación (planificación social participativa) es el que Marchioni (2004) entiende como intervención comunitaria. Para este autor, instituciones, profesionales y ciudadanos organizados trabajan en común para satisfacer las necesidades sociales. Este proceso se articula en proyectos, programas, iniciativas, actividades, áreas de intervención, etc., cada uno de ellos con sus características específicas y sus finalidades particulares, pero todos fundamentados en la principal característica de este tipo de intervención: la integración del conjunto de la población con las diferentes administraciones y los recursos y servicios disponibles. La iniciativa de intervención puede partir, según Marchioni, de las instituciones, los profesionales o la población. Este optimismo institucional es cuestionado por Ahmed Mohamed (2006), que plantea cómo en ocasiones los intereses de la población y de las instituciones no van de la mano y se puede apreciar cierta reticencia de las administraciones a ceder cuotas reales de poder a los ciudadanos. 3) El modelo o fase de acción social: Ahmed Mohamed (2006) lo presenta como el modelo más controvertido en el trabajo social, al situar al profesional en un rol de provocador de cambios frente a instituciones y estructuras de poder. El trabajador social se convierte en un activista que canaliza procesos de movilización de los usuarios, visualizados estos como víctimas de una situación de injusticia o desigualdad social. La implicación del profesional en favor de los usuarios (y en algunos casos en contra de su propia institución) es evidente; el fin es incidir de manera directa en el proceso de toma de decisiones que afecta al grupo oprimido. La secuencia establecida por Rotham y planteada por Ahmed Mohamed (2006) incluye un primer momento de «hacer comunidad», un proceso de comunitarización (desarrollo de localidades), de implicación de la gente respecto a un proyecto común de mejora social. Tal y como señala Ahmed Mohamed (2006): «Marchioni parte de la preexistencia de grupos comunitarios formados en la forma de clubes deportivos, asociaciones de padres y madres, peñas recreativas, etc. Nosotros
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pensamos, sin embargo, que a pesar de que la existencia de estos grupos comunitarios hace más fácil el trabajo posterior, esto no quita el que haya que realizar un trabajo específico de comunitarización con ellos». Por tanto, el primer paso resulta ser la toma de conciencia comunitaria de una población sobre su situación y sus problemas. Una vez existe esta conciencia de grupo y unos objetivos comunes, es cuando comienza una fase más concreta de actuación sobre las situaciones y problemas detectados. Esta actuación puede darse con forma de planificación social participativa, y se realizaría, tal y como formula Marchioni, con la conjunción de la población (entendida ya como comunidad), las administraciones y los profesionales (que elaboran planes, proyectos, identifican recursos, actividades, etc.); o puede darse directamente como acción social, contando con los profesionales como facilitadores. 2.3. La psicología comunitaria La Psicología comunitaria es «una disciplina que trata de analizar e intervenir en los contextos en los que se desarrolla la persona, intentando comprender cómo percibe ésta los contextos y tratando de identificar recursos, tanto de la propia persona como de los contextos en los que interacciona, con el objeto de potenciar su desarrollo» (Musitu Ochoa, 2004: 4). Desde la psicología comunitaria latinoamericana, según recoge Alfaro (1993) ... las problemáticas sociales tienen su origen en las estructuras sociales injustas. (...) La vía del cambio social es a través de la modificación de los factores estructurales y/o actuando sobre los sujetos de manera que ellos adquieran mayor control sobre su medio ambiente. (…) La meta principal de la intervención comunitaria sería que los individuos logren control sobre los esfuerzos y las contingencias de la vida cotidiana, de manera tal que ellos sean autogestores de su transformación y de la de su ambiente (Alfaro, 1993: 1).
Se destacan en esta definición dos conceptos relevantes con relación a la ISC: empowerment y autogestión, que se comentarán más adelante en este capítulo.
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2.4. La acción comunitaria Por último, se describe este concepto, ya mencionado en el epígrafe 2.2 con relación a la tercera etapa o modelo de trabajo social comunitario: el modelo de acción social. Ricard Gomá (2008) indica que ... la acción comunitaria adquiere sentido cuando se desarrolla a partir de un colectivo humano que comparte un espacio y una conciencia de pertenencia, que genera procesos de vinculación y apoyo mutuo, y que activa voluntades de protagonismo en la mejora de su propia realidad.
Es decir, cuando surge de e implica a una comunidad, tal y como ha quedado definida anteriormente. Según señala Montenegro (2004), la acción comunitaria se entiende como ... todas aquellas reflexiones y actividades que se llevan a cabo por parte de los miembros de la comunidad a partir de una organización o grupo comunitario, y que buscan la transformación de situaciones que ellos ven como problemáticas. Ésta puede ser motivada por parte de profesionales de la intervención social o no (Montenegro, 2004: 23).
La clave de la acción comunitaria, y que la diferencia de la intervención sociocomunitaria tradicional, está en el último elemento destacado por Montenegro: la intervención, o no, de profesionales. En todo caso, el rol del profesional cambia con respecto al desarrollo comunitario o la planificación social: se presupone un grupo ya comunitarizado, una comunidad en su sentido más pleno, un grupo maduro, que puede requerir la labor del profesional de manera menos intervencionista y en un rol más propio del acompañamiento. Algunas ideas que se comentarán más adelante en este capítulo, como el empowerment o la autogestión, toman la acción comunitaria como fin, y tienden por tanto a la capacitación de la propia comunidad para que el papel del profesional, como en todo proceso socioeducativo, sea cada vez menos necesario.
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3. LA COMUNIDAD COMO EJE DE LA INTERVENCIÓN SOCIOCOMUNITARIA Una vez delimitado el concepto de comunidad, este apartado se centra en desglosar los diferentes roles que ésta desarrolla en los procesos de intervención sociocomunitaria. Se distingue para ello entre tres caracterizaciones de la comunidad: concebirla como principio, como medio y como fin de la intervención sociocomunitaria.
3.1. La comunidad como principio La comunidad, en este sentido, es el presupuesto fundamental de la intervención: sin comunidad no existe intervención sociocomunitaria, puesto que la comunidad es a la vez objetivo y sujeto de la intervención social, como bien señala Maritza Montero (1998). Este punto se retomará en el tema dedicado a los presupuestos de la intervención sociocomunitaria (tema 5, elaborado por Inés Gil Jaurena). Concebir la comunidad como principio recoge la intervención en y desde la comunidad. s ,A INTERVENCIØN en la comunidad, en tanto la intervención sociocomunitaria se da, por principio, en el marco de una comunidad determinada. s ,A INTERVENCIØN desde la comunidad, en tanto la intervención sociocomunitaria ha de partir de las necesidades, demandas, intereses, planteamientos surgidos desde la propia comunidad, ya sea desde un modelo de planificación social participativa o desde un modelo de acción social (ver apartado 2.2 en este tema). En este marco que entiende la comunidad como principio de la intervención sociocomunitaria, destacan algunos elementos que se convierten en presupuestos básicos de este tipo de intervención, a saber: s ,A participación de la comunidad en todos los momentos del proceso. El uso de metodologías participativas de intervención implica la participación de la comunidad en el diagnóstico, el diseño, el desarrollo, la evaluación, etc. del proyecto o acción desarrollada. Enfoques de
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acción-reflexión-acción o de IAP (investigación acción participativa) (Basagoiti, Bru y Lorenzana, 2001) tienen todo el sentido. Otros enfoques utilizados en la actualidad para el diseño y gestión de proyectos, como el enfoque del marco lógico (Gómez y Sainz, 2008), parten igualmente de la participación como principio de intervención. s ,A responsabilidad de la comunidad, el compromiso adquirido, la implicación en los procesos de cambio. Más allá de la participación, la comunidad es corresponsable en los procesos generados. s %L rol del profesional de la intervención, que oscila desde un rol más técnico (planificación, evaluación, diseño, etc.) hasta un rol más relacional, como acompañante del proceso (acompañamiento profesional, dinamización, motivación a la población).
3.2. La comunidad como medio Concebir la comunidad como medio resalta su carácter de recurso principal en intervención sociocomunitaria, ya identificado por Marchioni (2002: 460). La palabra «recurso» no parece la más apropiada, por ello no está de más insistir en que se trata de destacar el potencial de la propia comunidad para conseguir los objetivos transformadores de la intervención sociocomunitaria, resaltar la participación de la comunidad en los procesos, así como la capacitación y responsabilización de la comunidad. Es por ello que concebir la comunidad como medio recoge la idea de intervención con la comunidad, con la carga que esto conlleva en cuanto a la participación auténtica de la comunidad, a la cual se ha aludido previamente. Esta conceptualización recoge también los diversos roles que el profesional de la intervención sociocomunitaria puede desempeñar, en función del tipo de intervención en marcha. La intervención con la comunidad puede comenzar por un proceso de comunitarización (ya comentado en el apartado 2.2) si la comunidad como tal aún no existe y es precisa una toma de conciencia previa; puede continuar con un papel técnico y/o de acompañamiento a la población. En todo caso, el estatus de la comunidad es el de un elemento fundamental en todo el proceso. Se trata de poner en valor el capital social comunitario y su relevancia para la mejora de la comunidad.
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3.3. La comunidad como fin Por último, entender la comunidad como fin de la intervención sociocomunitaria destaca el hecho de intervenir para la comunidad, y pone el énfasis en tres elementos interrelacionados: s 0OR UNA PARTE LA IDEA DE empowerment, traducida por términos como empoderamiento, fortalecimiento, capacitación o potenciación. s 0OR OTRA PARTE LA IDEA DE autogestión como fin de la intervención sociocomunitaria, lograda a partir de la capacitación de la comunidad para la acción sociocomunitaria autónoma. s 0OR ÞLTIMO EN CUANTO AL rol del profesional, su desaparición progresiva a medida que capacita a la comunidad para la autogestión y la acción social. Sobre el concepto de empowerment, en este texto se utiliza esta denominación a pesar de las reticencias de diversos autores y de la incomodidad que en la autora del mismo genera el término (a falta de un consenso acerca de qué traducción utilizar). Maritza Montero (2003) habla de fortalecimiento y lo define, desde la perspectiva comunitaria, como «el proceso mediante el cual los miembros de una comunidad (individuos interesados y grupos organizados) desarrollan conjuntamente capacidades y recursos para controlar su situación de vida, actuando de manera comprometida, consciente y crítica, para lograr la transformación de su entorno según sus necesidades y aspiraciones, transformándose al mismo tiempo a sí mismos» (Montero, 2003: 72). Musitu y Huelga (2004: 98) hablan de potenciación o de empowerment, y recalcan cómo este concepto «refleja el interés por proporcionar protagonismo en la vida social, tanto de los individuos como de las organizaciones y las comunidades». Para ellos, «determinación individual —sentido de control personal y participación— e influencia social son los elementos clave sobre los que se fundamenta el empowerment» (Musitu y Huelga, 2004: 104). Una definición clásica del concepto, del autor del mismo (Rappaport5, 1981, citado por Musitu y Huelga, 2004: 103), entiende el empowerment como «el proceso por el que las personas, organizaciones y comunidades adquieren control y dominio (mastery) de sus vidas». 5 Rappaport, J. (1981). In praise of paradox: a social policy of empowerment over prevention. American Journal of Community Psychology, 9, 1-25.
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Hombrados y Gómez (2001: 56) se refieren a este concepto como potenciación o incremento de poder, y lo entienden como un constructo multinivel aplicable tanto a individuos como a organizaciones, llamado a ser la teoría guía para la intervención comunitaria. Es importante señalar que la noción de empowerment lleva implícito que «el poder es un logro de la reflexión, conciencia y acción de las personas interesadas, y no un regalo o donación de un otro poderoso (…); supone un hacerse fuerte, pero un hacerse fuerte para transformar un entorno, transformándose a sí mismos» (Montero, 2003: 62).
4. SÍNTESIS: ELEMENTOS DESTACABLES DE LA COMUNIDAD COMO EJE DE INTERVENCIÓN En este capítulo se ha revisado el rol de la comunidad en la intervención sociocomunitaria. Es de destacar la propia idea de comunidad, la opción por hablar de comunidades, en plural, y la caracterización contemporánea de la comunidad que realiza Delanty (2006). Teniendo en cuenta diferentes aproximaciones a lo comunitario, realizadas desde la psicología social, el desarrollo comunitario, o el más englobador y desgranado en este capítulo trabajo social comunitario, es clara la relevancia de la comunidad en todo el proceso de intervención sociocomunitaria. Resulta de interés didáctico el acercamiento que presenta Ahmed Mohamed (2006) vinculando las propuestas de Rotham y Marchioni y que plantea escuetamente que la comunidad, en primer lugar, ha de constituirse como tal, con un trabajo mayor o menor del profesional según el caso. Es el proceso de comunitarización. Una vez existe la comunidad (el grupo social autoidentificado como tal, con intereses y demandas compartidas), es posible y viable plantear la intervención para la mejora, que puede ser tanto conjunta con las instituciones (planificación social participativa) como autogestionada (acción social). Estas dos formas de intervención pueden concebirse asimismo como fases, siendo la acción social el fin de la intervención, que implica la capacitación (empowerment) de la comunidad.
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Como trasfondo a todo el texto, está la concepción de la comunidad como protagonista de la intervención; protagonismo reflejado en diferentes aproximaciones al tema: s PROTAGONISMO DE ORIGEN DE BASE COMO PRESUPUESTO O PRINCIPIO DE la intervención en y desde la comunidad, que implica participación y responsabilización de la misma; s PROTAGONISMO DE LA COMUNIDAD COMO iRECURSOw O COMO MEDIO COMO elemento fundamental de todo el proceso de intervención con la comunidad; s Y PROTAGONISMO DE LA COMUNIDAD COMO lN DE LA INTERVENCIØN COMO destinataria de todos los esfuerzos puestos en marcha, de las mejoras logradas, incluida la mejora de la propia comunidad, en el sentido de fortalecimiento o capacitación (empowerment) y posibilidad de autogestión para el desarrollo de futuros proyectos o acciones comunitarias. La intervención comunitaria entendida como intervención para la comunidad. El hecho de dotar de protagonismo a la comunidad invita a plantearse cuál es el rol del profesional, aspecto que también se ha tratado en el texto. Destaca el rol técnico, habitual en España donde los planteamientos de Marchioni (2004) han sido los más referidos y el modelo de planificación social (participativa) el más utilizado (Ahmed Mohamed, 2006); se resalta también el rol de acompañamiento que ejerce el profesional, propio de planteamientos que, como éste que se presenta, perciben la necesidad de motivar, dinamizar, ayudar a la población a tomar conciencia de su papel como agente activo en el cambio y mejora de su comunidad. La puesta en valor del capital social comunitario y el planteamiento de la capacitación y la autogestión como fines de la intervención dan lugar a situar al profesional como un catalizador de los procesos de cambio, quien ha de realizar una labor muy relevante en lo que Rotham denominó desarrollo de localidades (el proceso de comunitarización), además de en los más habitualmente llamados procesos de planificación social y/o intervención comunitaria. A continuación se relacionan las referencias bibliográficas utilizadas, de entre las cuales se recomienda especialmente consultar el manual de Gonzalo Musitu y otros (2004), y los diversos textos de Marco Marchioni y de Maritza Montero. Se sugiere también la lectura del artículo de Karim Ahmed (2006).
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TEMA 3 PRINCIPIOS Y VALORES EN LA INTERVENCIÓN SOCIOCOMUNITARIA María García Amilburu, Marta Ruiz Corbella, Juan García Gutiérrez Facultad de Educación, UNED
RESUMEN: Este capítulo tiene como objetivo principal exponer aquellos valores y principios que conforman la intervención sociocomunitaria. Tanto la ética y deontología profesional, como los principios y valores de la intervención sociocomunitaria conforman un espacio dedicado a contribuir a establecer las bases éticas que complementen la formación técnica adecuada para lograr profesionales realmente competentes. Por último, no tratamos de definir qué principios y qué valores deben formar parte de la intervención sociocomunitaria sino ofrecer criterios y propuestas para que desde un enfoque pedagógico sean los profesionales en el ejercicio de su labor quienes puedan definirlos. PALABRAS CLAVE: intervención educativa, principios, valores, necesidades básicas, calidad de vida, derechos humanos
1. PRINCIPIOS Y VALORES EN LA INTERVENCIÓN SOCIOCOMUNITARIA 1.1. La intervención sociocomunitaria como intervención educativa especializada en el ámbito social Vamos a comenzar este capítulo por analizar semánticamente el término intervención, para comprender mejor el papel y el sentido que tiene hablar, justamente, de principios y valores en la intervención sociocomunitaria. Entenderemos la intervención sociocomunitaria como un tipo específico de intervención educativa en el ámbito social. De ahí que una de las fuentes principales para definir principios y valores en el ámbito social venga determinado por las leyes que se ha elaborado para regular y facilitar intervenciones sociales con diversos colectivos como mayores, mujeres y niños y jóvenes (en muchos casos se trata de poblaciones que además corren el riesgo de marginación y exclusión social). Según el diccionario de la RAE se entiende el término intervención como «tomar parte en un asunto (décima acepción)», o bien, «dicho de una
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persona: interponer su autoridad (undécima acepción)»; también nos interesan otras acepciones tales como, «interceder o mediar por alguien (duodécima)»; o bien, «dicho de una autoridad: dirigir, limitar o suspender el libre ejercicio de actividades o funciones (cuarta acepción). De esta primera aproximación podemos extrae algunas ideas. En primer lugar, cuando utilizamos el término intervención presuponemos dos cosas. Que en la parte intervenida lo es por la situación en la que se encuentra; que la parte interviniente tiene una competencia tal, o una autoridad suficiente para cambiar, modificar o transformar la situación que demanda la intervención. Esto es, la intervención reclama una valoración previa de la situación. En segundo lugar, una intervención es un tipo de acción. Por tanto, necesariamente vinculada a valores. Aristóteles, en su ética a Nicómaco, afirmaba que «toda acción y toda deliberación consciente, tienen al parecer hacia algún bien. Por eso se ha dicho que el bien es aquello a lo que tienden todas las cosas». Determinar el bien de una situación o de una comunidad que reclama intervención constituye un proceso complejo en el que necesariamente intervienen diversos actores y confluyen distintos planos (económico, cultural, social, educativo, etc.). Dirigir la acción educativa hacia ese bien constituye el reto de toda intervención sociocomunitaria. La intervención sociocomunitaria refleja la preocupación social por mejorar la calidad de vida de un determinado colectivo, comunidad o población que, en la mayoría de los casos, se encuentra en situación de déficit. Este déficit se debe principalmente a motivos económicos, culturales, educativos, raciales o étnicos, o a razones de salud (como el caso de personas con algún tipo de minusvalía, enfermedades, etc.), además suele aparecer vinculado con formas de marginación y de exclusión social. Desde este horizonte, podemos entender la intervención sociocomunitaria como un tipo de intervención educativa en el espacio social, que implica una serie de actuaciones de carácter pedagógico (formativas, de mediación, etc.) tendentes a mejorar la calidad de vida de un determinado colectivo o comunidad, así como los recursos de las personas que los integran. En este sentido, la noción de calidad de vida se nos revela fundamental para situar adecuadamente los principios y los valores en el amplio marco de la intervención sociocomunitaria. A continuación pasamos a exponer en forma de cuadro sinóptico, recogiendo aquellos ámbitos de intervención en los que confluyen los diversos
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profesionales de la educación. Si bien durante mucho tiempo la acción profesional de los educadores se limitaba al sistema educativo y a la familia, actualmente los nuevos educadores han ampliado el radio de su intervención. Efectivamente, la complejidad de la sociedad actual demanda múltiples y diversas formas de intervención educativa especializada. Cuadro 1. Ámbitos de intervención de los diferentes profesionales de la educación Pedagogía
Educación social
Psicopedagogía/ orientación educativa
Magisterio/ profesor de secundaria
Desarrollo comunitario y generación de redes sociales.
Sistema educativo; centros, profesorado, alumnado, familia y comunidad. Las organizaciones y servicios sociales, educativos y comunitarios; Los departamentos de recursos humanos, formación y orientación profesional laboral; Los entornos presenciales y virtuales de formación y comunicación;
Animación sociocultural y gestión cultural. Intervención socioeducativa en contexto familiar, escolar y laboral. Educación para el ocio y el tiempo libre. Intervención socioeducativa en educación ciudadana (educación ambiental, salud, género, vial, intercultural, cooperación internacional, etc.) Educación de adultos y personas mayores.
Apoyo al proceso de enseñanzaaprendizaje. Orientación escolar. Orientación académica. Orientación profesional. Orientación para la carrera. Orientación familiar. Acción tutorial.
Docente en las distintas áreas del currículo. Desarrollo del proceso de enseñanza aprendizaje. Atención a la diversidad.
Desarrollo de programas de atención a la diversidad.
Acción socioeducativa con minorías y grupos sociales desfavorecidos. Fuente: García Aretio, Ruiz Corbella, y García Blanco (2009, 123).
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1.2. Calidad de vida y necesidades humanas básicas. Las necesidades básicas de aprendizaje Desde el punto de vista de la intervención sociocomunitaria, la calidad de vida de una determinada población o colectivo aparecerá definida por la manera o el grado en que se hallan cubiertas las denominadas necesidades humanas básicas. Ahora bien, qué podemos entender por calidad de vida, y qué significa la noción de necesidades humanas básicas. En general, podemos señalar que el término calidad de vida hace referencia a algo más que a aspectos económicos y además se trata de un concepto universalmente aceptado (Peña Calvo, García del Dujo, Sánchez Valle, Vera Vila, 2001: 44). En el texto a continuación se citan algunas claves para comprender la noción de calidad de vida. La calidad de vida no puede entenderse sin hacer referencia a un amplio conjunto de factores psicológicos, socioeconómicos y ambientales que configuran las condiciones reales donde la vida se desarrolla. Sólo cuando la vida ya no depende de su estrategia de subsistencia y la capacidad de carga del territorio, sólo cuando los individuos son capaces de sobreponerse al ethos de la seguridad física y los principios materiales básicos están cubiertos, puede aparecer la idea de calidad de vida como un elemento más en la evolución y el cambio cultural. Por ello, sociológicamente, la idea de calidad de vida se desarrolla en el entorno de las llamadas sociedades avanzadas y, concretamente en los años sesenta, vinculada a la idea de desarrollo y cambio social. En esos años en EEUU concurren una multitud de factores, que cuestionan seriamente si el bienestar social (marchar bien) implica realmente que los individuos perciban un bienestar social (estar bien). Son los años en que se redescubre la pobreza y se evidencian la degradación del medio ambiente, la marginación de amplios grupos sociales y el llamado malestar de la abundancia (Colom, Pérez Alonso-Geta, y Vázquez Gómez, 2001: 1).
Desde esta perspectiva podemos ya vincular la noción de necesidades básicas con los derechos humanos, como distintas partes que configuran y reflejan el grado de desarrollo de sociedades, comunidades y colectivos. Efectivamente, el ser humano desde siempre necesita satisfacer unas necesidades básicas que le hagan la existencia no sólo posible, sino también placentera. Esas necesidades básicas, que evoluciona al ritmo de los tiempos y
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del avance de las ciencias, se reconocen al ser humano por éste portador de unos valores que le son inherentes y que dimanan de una idea fuerza que ha sido aceptada por todas las culturas del mundo: la dignidad de la persona humana (Villán Durán, 2006: 71). En este mismo sentido se manifiesta Murga Menoyo (2009), destacando su carácter universal e irreversible cuando señala que ... existe cierto acuerdo sobre las necesidades básicas, que nos constituyen como humanos y nos vienen dadas fundamentalmente, de manera similar a nuestros subsistemas biológicos; son, por tanto, universales, es decir, las mismas para todos los pueblos, en todos los tiempos y culturas. Planteamiento que justifica el reconocimiento de los derechos humanos universales, una de las conquistas civilizadoras del siglo XX, y que se encuentra en la base de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (p. 6).
A este punto, los derechos humanos reconocidos en los instrumentos internacionales de derechos humanos se nos revelan como referencia a la hora de establecer los principios y valores que pueden servir para contextualizar y dirigir la intervención sociocomunitaria. Además de los textos internacionales, también la legislación educativo-social de los Estados facilita esta definición de valores y principios. Concretamente y como aparece recogido en el cuadro proponemos como referencia los siguientes textos jurídicos tanto nacionales como internacionales (en estos últimos sólo hemos hecho referencia a los textos universales, sin entrar a recoger aquellos generados en el ámbito europeo). Entre las necesidades humanas básicas y dado nuestro enfoque pedagógico será necesario no pasar sin detenernos si quiera brevemente, sobre la noción de necesidades básicas de aprendizaje. El movimiento de «Educación para Todos» (EPT-EFA) ha tenido un especial impacto en la comprensión del derecho a la educación. A través de las sucesivas cumbres internacionales realizadas se ha conseguido introducir la noción de necesidades básicas de aprendizaje como contenido esencial del derecho a la educación. En este sentido, La Relatora Especial para el Derecho a la Educación señala que se identifican con la educación básica, constituyendo así una «obligación de resultado», que compromete al Estado en su satisfacción (Tomasevski, 2002; 2003).
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Cuadro 2. Textos jurídicos de referencia para la intervención sociocomunitaria Textos nacionales Constitución española, 1978. Ley Orgánica 1/1996, de 15 de enero, de Protección Jurídica del Menor, de modificación parcial del Código Civil y de la Ley de Enjuiciamiento Civil.
Textos internacionales (Ámbito universal) Declaración Universal de los Derechos Humanos, 1948. Convención relativa a la lucha contra las discriminaciones en la esfera de la enseñanza, 1960.
Ley Orgánica 1/2004, de 28 de diciembre, de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género.
Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial, 1965.
Ley Orgánica 2/2006, de 3 de mayo, de Educación.
Pacto Internacional de derechos Civiles y Políticos, 1966.
Ley 39/2006, de 14 de diciembre, de Promoción de la Autonomía Personal y Atención a las personas en situación de dependencia.
Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y culturales, 1966. Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer, 1981. Convención de los derechos del niño, 1989. Convención sobre los derechos de las personas con discapacidad y Protocolo Facultativo, 2006
Las necesidades básicas de aprendizaje es una noción que aparece en la década de los noventa con la Conferencia Mundial de Educación para Todos (1990), cuya Declaración llevaba por título, precisamente, «satisfacción de las necesidades básicas de aprendizaje». Su continuación en el Foro Mundial sobre Educación para Todos reunido en Dakar (Senegal) en 2000 para examinar los logros realizados y proponer objetivos en el horizonte del 2015, reitera el derecho a beneficiarse de una educación que satisfaga las necesidades básicas de aprendizaje, «en la acepción más noble y más plena del término», una educación que comprenda aprender a asimilar conocimientos, a hacer, a vivir con los demás y a ser (art. 3)», tal y como también señalaba el Informe Delors en 1996.
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Sin embargo, la meta de terminar con el analfabetismo que se habían propuesto en estas Cumbres internacionales no se consiguió. En este sentido, tenemos que mencionar reunión celebrada en septiembre del año 2000, donde líderes de 189 países se reunieron en la sede de Naciones Unidas y aprobaron la «Declaración del Milenio». Se trata de un acuerdo para trabajar de manera conjunta para construir un mundo más seguro, más próspero y más equitativo. La declaración se tradujo en un plan de acción que definió 8 objetivos mensurables y con límite de tiempo que debían alcanzarse para el año 2015, conocidos como los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM). Por lo que se refiere a la enseñanza el objetivo es lograr la enseñanza primaria universal, esto es, asegurar que todos los niños y niñas completen un ciclo completo de enseñanza primaria. De esta forma, se continúa el trabajo para erradicar el analfabetismo.
1.3. Principios y valores. La cuestión del relativismo cultural 1.3.1. Valores. Definición, fundamentos y clasificaciones El Diccionario de la Real Academia aparecen distintas acepciones para el término valor. En primer lugar, se define como el grado de utilidad o aptitud de las cosas, para satisfacer las necesidades o proporcionar bienestar o deleite. Una segunda acepción viene a destacar la cualidad de las cosas, en virtud de la cual se da por poseerlas cierta suma de dinero o equivalente. Destacamos una tercera acepción, que viene a subrayar el alcance de la significación o importancia de una cosa, acción, palabra o frase. Por último, la Real Academia incluye una definición filosófica, según la cual el valor es la cualidad que poseen algunas realidades, consideradas bienes, por lo cual son estimables. Los valores tienen polaridad en cuanto son positivos o negativos, y jerarquía en cuanto son superiores o inferiores. A palabra valor es uno de los términos más invocados y más imprecisamente definidos en el campo educativo, por lo que no es superfluo proceder a su clarificación. Retomaremos así algunas consideraciones sobre los valores ya realizadas al hablar del influjo de los afectos en la educación en valores (García Amilburu, 2009).
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En su acepción primitiva, evoca una relación entre algunas realidades y el sujeto humano según la cual éstas aparecen dotadas de alguna «importancia», o «significación positiva». El valor es así: a) la cualidad de una cosa (objeto, situación o persona), b) que la hace buena, c) y por lo tanto, estimada, deseable y digna de que se realice. Persiste, sin embargo en algunos ambientes la vieja polémica acerca de la fundamentación de los valores, que podría sintetizarse en estas preguntas: ¿Son los valores realidades valiosas por sí mismas, o lo son porque el sujeto les atribuye algún valor? ¿Valen las cosas porque las deseamos, o las deseamos porque valen? ¿Es el agrado o el interés lo que confiere valor a una cosa o, por el contrario, experimentamos tales preferencias debido a que esos poseen un valor que es previo e independiente de nuestras reacciones psicológicas u orgánicas? Se trata, en definitiva, de la disputa entre las teorías objetivistas (o realistas) y las subjetivistas de la fundamentación de los valores. No es posible entrar aquí en una discusión detallada del asunto, pero para poder avanzar en la argumentación es necesario señalar que nos adherimos a la postura que define el valor «como cualquier cualidad real o ideal de las cosas, deseable o deseada por su bondad, que tiene fuerza necesaria para orientar la vida humana». Los valores tienen un fundamento real en la bondad de las cosas, pero sólo aparecen como valiosos a una subjetividad que es capaz de descubrir esta cualidad. Los dos elementos (objetivo y subjetivo) son esenciales para la consideración del valor, porque aunque éste no pueda reducirse a su efectiva valoración por un sujeto, sólo se constituye como un valor al relacionarse con una persona que lo evalúa. Por ejemplo, la generosidad constituye un valor no porque haya personas que la realicen en sus vidas, o porque la deseen o añoren; sino que seguiría siendo una cualidad buena, valiosa, positiva, aunque no se diera existencialmente ni el más mínimo gesto de generosidad sobre la tierra, ni hubiera nadie que deseara ser generoso. Los valores admiten ser clasificados de acuerdo con diferentes criterios. Por ejemplo, Ortega y Gasset distinguía entre valores útiles, vitales, espirituales —entre los que incluía los valores intelectuales, morales y estéticos—
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y valores religiosos. Desde otro punto de vista, tomando como criterio de clasificación las dimensiones humanas a las que hacen referencia, podemos considerar que existen valores corporales, emocionales, intelectuales, estéticos y volitivos, llamados también morales. En este sentido, dejaba escrito Marín Ibáñez (1991), ... desde el punto de vista de la significación del término valor como estimación personal, podremos registrar tantos sentidos como dimensiones encierra la persona (…) valoramos positivamente todos los estímulos que nos producen una impresión grata y huimos de las impresiones ingratas. Todo cuanto nos hace sentirnos bien lo calificamos de bueno, de valioso. A veces designamos como valioso no lo que coincide con nuestra experiencia grata sino con nuestras ideas y creencias, juicios y convicciones. En este es el sentido que recogen las escuelas subjetivistas o relativistas radicales. En ocasiones se amplía, y del sujeto individual se pasa al colectivo. Valor para éstos es lo preferido por un pueblo, época o cultura (p. 170).
Si bien en el ámbito individual los valores aparecen dentro de la esfera privada, y son definidos desde la autonomía del individuo, en el ámbito social la cosa es más compleja, incluso problemática. Ello es debido a las diversas valoraciones, y legitimidad de las mismas para afirmarse en el espacio público. En las sociedades más avanzadas existe un consenso explícito o implícito sobre aquellos valores que definen el espacio público, el espacio común a cada individuo. Valores que provienen desde instancias políticas, religiosas, económicas, etc. Este consenso en las sociedades democráticas es el que definen las constituciones políticas. Por ejemplo, en nuestro caso, en la Constitución se afirman numerosos valores. Primeramente en el propio Preámbulo: «deseando establecer la justicia, la libertad y la seguridad y promover el bien de cuantos la integran», y después en su primer artículo: «(…) que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político».
1.3.2. Principios. Delimitaciones conceptuales En la «Aquinas Lecture» (Marquette University) de 1990, A. MacIntyre (2003) dictó una conferencia sobre los «Primeros principios, fines últi-
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mos» y cuestiones filosóficas contemporáneas». Como él mismo expresa, la exclusión del concepto de telos/finis está estrechamente relacionada con la de exclusión del concepto de archê/principium. En este sentido, una de las características más importantes del proceso de modernización ha sido, como señala Tedesco (1995: 124), su antifinalismo. Es decir, la ruptura con la idea de fines últimos que toda actuación humana debía alcanzar. En su lugar, la modernidad enfatizó las funciones (educación para). El bien fue así concebido como toda acción de utilidad social, y la educación se organizó para cumplir con su función de integración social. Frente a esta idea, realmente importante, la Comisión de Derechos humanos de Naciones Unidas insiste en que hay que apostar por el desarrollo personal como objetivo primordial de la educación, otorgándole primacía sobre las finalidades sociales o comunitarias (Mehedi, 1999: 7). Efectivamente, tal y como han subrayado García Aretio, Ruiz Corbella y García Blanco (2009: 44) en todo proceso educativo debe darse un equilibrio constante entre el desarrollo de las aptitudes propias de cada persona, con su integración óptima en el contexto en el que habita. La interacción positiva de estos dos elementos es uno de los factores clave para el logro de la educación. Para Gil Colomer (1997: 475), el principio adquiere un carácter de fundamentación sistemática de la acción educativa. Podemos afirmar que, en tanto que acción, la educación es un asunto eminentemente práctico (pero no en un sentido técnico —como producción— cuanto ético). La dimensión esencialmente práxica de la educación supone ocuparse de las condiciones de sentido de las acciones educativas como propuestas humanizadoras, en vistas a mostrar los valores susceptibles de llevar al sujeto a su máxima plenitud como persona desde su libre y voluntaria adhesión a los mismos (Gil, 2003: 120). Lo que es educativo está en función del grado en que contribuye al desarrollo de alguien como persona ya que lo que se aprende es algo valioso que contribuye al perfeccionamiento personal (Pring, 2000). Otra cuestión que hay que plantearse a la hora de reflexionar sobre los principios en educación es el tipo de conocimiento que sustenta tales principios. Como se cuestiona Touriñán (1988), ¿utilizar principios de otras disciplinas en la educación o desarrollar principios de intervención pedagógica? Si no atendemos a esta distinción, afirmamos implícitamente un error: que por ejemplo, «psicológicamente probado» equivale a «pedagógicamente probado». Touriñán, al tratar el tema de la subalternación del conocimiento
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de la educación distingue entre principios de disciplinas generadoras en la intervención pedagógica y principios de intervención pedagógica; son estos últimos sobre los que centraremos las posibilidades. En la acción educativa, las finalidades, en tanto que educativas, no podemos olvidar que no son metas externas que una vez propuestas, consensuadas y aceptadas, podamos desentendernos de ellas (Gil, 2003: 121), actúan como verdaderos principios, lo que R. S. Peters (1979: 38 y ss.) denomina principios de procedimiento que están ligados según él al concepto de persona educada. Tanto el fin como los medios con los que contamos para conducirnos hacia tal fin son susceptibles de una calificación ética. Para Aristóteles (2000) el principio no es sólo el origen de una realidad, sino su mejor punto de partida. Una primera característica de los principios educativos es que deben «dar razón de ser» del hecho educativo, de la acción educativa. Marín Ibáñez (1982: 12) en un libro titulado «Principios de la educación contemporánea», señala que un principio educativo es aquello a partir de lo cual se pueden configurar instituciones y métodos, programas y material escolar, legislación y hasta una nueva mentalidad del profesorado. Por tanto también podríamos añadir, en nuestro caso, aquello a partir de lo cual puede configurar una determinada intervención sociocomunitaria.
1.3.3. La cuestión del relativismo ético-cultural En el discurso hacia el relativismo cultural y ético podemos resumirlo en siete enunciados (García Amilburu, 2009b) que constituyen otras tantas etapas de un proceso discursivo que, partiendo de afirmaciones verdaderas, constituye en su conjunto un sofisma. Estos enunciados son los siguientes: a) El hombre carece de instintos y no está determinado biológicamente hacia ningún tipo particular de cultura, ya que desde el punto de vista biológico la característica más notable del hombre es la plasticidad. Por lo tanto, no hay ninguna cultura concreta que pueda reclamar para sí la prerrogativa de ser la auténtica cultura humana. b) Como consecuencia, todas las culturas tienen en principio la misma carta de legitimidad, por lo que cualquiera de ellas es digna de ser respetada.
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c) Cada cultura particular no sólo es digna de respeto, sino que se cometería una grave injusticia si se juzgaran sus peculiaridades manifestaciones utilizando criterios de valoración pertenecientes a otra cultura. Dicho de otro modo, no es justo enjuiciar una cultura desde fuera de ella misma, y mucho menos imponer por la fuerza formas culturales ajenas o impedir el desarrollo de las propias: sería como un acto de colonialismo cultural. Hasta aquí, el planteamiento es correcto, pero los problemas empiezan a aflorar cuando se va más allá, y se afirma que: a) En último extremo, no es posible llegar a comprender una cultura cuando se pertenece a otra. En el diálogo intercultural no se puede alcanzar una plena comunicación, pues la mentalidad de cada individuo está configurada inconscientemente por los presupuestos de su propia cultura. Esto hace imposible situarse en un plano objetivo. b) Esto conduce a considerar cada cultura como un absoluto, que constituye un universo autosuficiente, clausurado sobre sí mismo, que se autojustifica. c) Como consecuencia, se afirma que no hay un único criterio en relación con el cual se puedan emitir juicios de validez universal acerca de la bondad o maldad de las manifestaciones culturales de los diversos grupos humanos. d) Y se concluye que cada cultura deberá darse a sí misma los criterios acerca de los bueno y lo malo; criterios que podrán basarse en la tradición, la autoridad o el consenso entre los miembros del grupo social, pero nunca en instancias objetivas, externas al propio ámbito cultural. Cada cultura tendrá su propio código de valores sociales, estéticos y éticos, que pueden coincidir o no con los códigos de otras culturas, pero que serán buenos para ella, precisamente porque son los suyos. Se ha llegado, como puede apreciarse, a un planteamiento relativista en el terreno ético. Si bien el relativismo cultural sólo pretendía contrarrestar los excesos del etnocentrismo, lo cierto es que la consideración de cada grupo humano y sus divergencias como un absoluto hizo resquebrajarse la idea de que puede haber algo universalmente válido para todos los hombres.
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Sin embargo, en la vida práctica, muchas veces formulamos juicios de valor a los que nosotros reconocemos implícitamente un alcance universal. Y así, personas con un mínimo de sensibilidad, aunque pertenezcan a áreas culturales muy dispares, emiten los mismos juicios condenatorios sobre cuestiones tales como el genocidio nazi, el appartheid, la destrucción del medio ambiente, la esclavitud, el abuso de menores, etc. Este tipo de cuestiones se consideran malas en sí mismas, y en consecuencia, malas para todos. Es pues el momento de preguntarnos: ¿Es posible hallar un fundamento de alcance universal para estos juicios que se acaban de mencionar? Esa pregunta puede formularse también de la siguiente manera: ¿Es posible sostener que hay puntos de referencia válidos para cualquier cultura sin que ello suponga atentar contra la legítima pluralidad cultural, que es consecuencia de la libertad del hombre? La respuesta a estas preguntas es afirmativa, y se puede sostener la validez universal de los principios éticos a la vez que se defiende la legítima divergencia cultural. Pero para ello es preciso tener en cuenta la noción de naturaleza humana en sentido teleológico. En este sentido, la naturaleza humana se equipara con la esencia en cuanto principio de operaciones, y lo natural es lo que brota desde sí mismo en armonía con el propio modo de ser. Lo natural es en consecuencia bueno y conveniente, porque se orienta a la consecución de la propia plenitud; perfección que no está ya dada desde el principio, sino que debe adquirirse por medio de la acción. El principio de operaciones, que tiende de suyo a alcanzar la plenitud que le es propia por medio de la acción, tiene en todos los hombres el estatuto ontológico. Este estatuto ontológico constituye el fundamento de la radical dignidad del ser humano: la de un ser personal, y por tanto libre. Y esta misma naturaleza tiene como característica específica y distintiva la plasticidad, es decir, la posibilidad de desplegarse en una multiplicidad de direcciones. De acuerdo con este criterio de juicio pueden considerarse buenas las manifestaciones culturales que estén en armonía con el pleno desarrollo de la naturaleza humana, las que facilitan alcanzar la perfección que le es propia; y son en cambio malas aquellas que impidan o entorpezcan su consecución.
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Dado que la ética es la ciencia práctica que estudia el orden de los actos humanos de cara a la consecución de su fin, se comprende por qué es posible sostener que hay unos principios éticos válidos siempre y para cualquier hombre, pertenezca éste a la cultura que pertenezca. Ahora bien, la permanencia de los principios éticos respecto de los cuales es conveniente dirigir la vida humana, no está disociada de los procesos de innovación y desarrollo, porque al ser libre, el hombre es un ser esencialmente histórico. Cómo puede llevarse a cabo la articulación entre estos dos factores, entre la constancia y la innovación en los diversos planos culturales, es otra cuestión, y sin duda un tema difícil que merece ser estudiado a fondo, pero que excede los límites de este trabajo.
1.3.4. Principios y fines educativos Siguiendo a García Aretio, Ruiz Corbella y García Blanco (2009) vamos exponer cuáles son las funciones más relevantes que tienen los principios educativos, en relación con los fines de la educación. Si en el ámbito educativo la coincidencia entre fines y principios de la educación es algo que conocemos con la denominación de «principios de procedimiento», las funciones de los fines podemos identificarlas también con las funciones de los principios educativos. Así, los principios educativos cumplen con cuatro funciones principales. s R eferencial. Los principios van a constituir una referencia para la intervención sociocomunitaria; esto es, constituye la base o un apoyo determinado para los proyectos de intervención que se desarrollen; s O rganizadora. Los principios modularán el tipo de intervención más apropiada y proporcionada a las circunstancias y sujetos concretos; s I ntegradora. Los principios ofrecen coherencia en la intervención, dirigiendo las acciones hacia los objetivos marcados; s N ormativa. Los principios delimitan las posibles acciones que integran los proyectos o programas de intervención. No todas las acciones son igualmente validas en el ámbito de la intervención. Los criterios que nos mostraran sus posibilidades vendrán definidos por los principios que tengamos (y éstos provienen en muchos casos de los códigos deontológicos, como veremos).
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1.4. Principios en la intervención sociocomunitaria 1.4.1. Principios generales Tal y como afirma Marín Ibáñez citando a Millán Arroyo (1991, 168), la acción educativa implica alguna conciencia, explícita o implícita, de un valor digno de realizarse, que se convierta en fin o término del proceso educativo. Así podemos señalar que los principios en el ámbito educativo constituyen una afirmación contundente de determinados valores. Efectivamente, toda intervención es un asunto eminentemente práctico, y ligado así a las características concretas en que esta se realice. Sin embargo, bien podemos indicar de manera genérica qué principios se deberían considerar en el ámbito de la intervención sociocomunitaria. a) Principio de interés superior del niño. El valor de la autonomía individual junto al valor del cuidado constituyen dos valores de referencia en la Convención de Derechos del Niño. La Convención de Derechos del Niño (1989) define el ISN en los siguientes términos: En todas las medidas concernientes a los niños que tomen las instituciones públicas o privadas de bienestar social, los tribunales, las autoridades administrativas o los órganos legislativos, una consideración primordial a que se atenderá será el interés superior del niño (art. 3.1).
Sin embargo, la conceptualización más clara (aunque sin valor jurídico) y pedagógicamente más comprometida es la que aparece en a Declaración de Derechos del Niño (1959), ... el niño gozará de una protección especial y dispondrá de oportunidades y servicios, dispensado todo ello por la ley y por otros medios, para que pueda desarrollarse física, mental, moral, espiritual y socialmente en forma saludable y normal, así como en condiciones de libertad y dignidad. Al promulgar leyes con este fin, la consideración fundamental a que se atenderá será el interés superior del niño (Principio II).
Esta definición del ISN nos ofrece una determinada definición de las diferentes dimensiones del desarrollo («físico, mental, moral, y espiritual»), dimensiones a tener en cuenta en toda intervención sociocomunitaria. Así, también el ISN se sitúa como un principio infranqueable de todo tipo de intervención sociocomunitaria.
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b) Principio de no discriminación (valor de la integración). La discriminación es una de las circunstancias más importantes que demandan una intervención social. El principio de no discriminación tiene por objeto garantizar una igualdad de trato entre todas las personas cualquiera que sea su condición, nacionalidad, sexo, raza u origen étnico, su religión o sus creencias, discapacidad o cualquier otra circunstancia. — Discriminación positiva. Este concepto se atribuye sobre todo al objetivo de lograr la igualdad entre hombres y mujeres. Concretamente en la Carta de Derechos Fundamentales de la Unión Europea (2000, incluida actualmente en el Tratado de Lisboa, 2008) se incluye la igualdad entre hombres y mujeres, que será garantizada en todos los ámbitos, inclusive en materia de empleo, trabajo y retribución. Este principio de igualdad no impide el mantenimiento o la adopción de medidas que ofrezcan ventajas concretas en favor del sexo menos representado (art. 23). — Igualdad de oportunidades. El valor de la igualdad constituye la base de éste principio. El sistema educativo es convertido por el Estado en un gran aparato para luchar contra las desigualdades sociales, y por tanto garantizar la igualdad de oportunidades entre todos los ciudadanos. Bobbio (1993: 78) planteará la igualdad de oportunidades como la aplicación de una regla de justicia; según él, se trata de un principio que apunta a situar a todos los miembros de una sociedad en el mismo punto de partida para la competición de la vida. Además este principio de igualdad de oportunidades, como una forma de equidad constituye uno de los principios (junto con la calidad) sobre los que se asienta la nueva estructura del sistema educativo tras la LOE (2006). c) Principio de subsidiariedad. Una forma de enunciar este principio en el ámbito de la intervención sería como «no suplantación» de los sujetos de la intervención. El principio de subsidiariedad refleja la centralidad de la persona humana en el ámbito social y político. Protege así las pequeñas comunidades en que se organizan los seres humanos (familia, asociaciones, etc.) sobre las grandes macroestructuras políticas y administrativas. Podemos distinguir dos ámbitos de aplicación. Uno macro, referido al desarrollo de las políticas sociales; otro que podemos caracterizar como micro, centrado en el ámbito concreto de la intervención. En el ámbito político, se trata de un principio consolidado en nuestro contexto europeo. Reconocido como tal en los Tratados europeos. Concre-
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tamente, el principio de subsidiariedad se define en el artículo 5 del Tratado constitutivo de la Comunidad Europea. Tiene por objeto garantizar que las decisiones se tomen lo más cerca posible del ciudadano, comprobándose constantemente que la acción que vaya a emprenderse en un nivel superior se justifica en relación con las posibilidades de solución que ofrecen los niveles inferiores. Esto es, que la autoridad debe ejercerse en el nivel más adecuado para la más eficiente aplicación de las medidas de que se trate (Gómez Pérez, 1992). Podemos aplicar también el principio de subsidiariedad al ámbito concreto de la intervención social. Subsidiariedad y suplencia son dos cosas distintas, ya que se trata de promover la responsabilidad en su propio desarrollo que les corresponde a los propios sujetos, las familias y las comunidades. La subsidiariedad pone de manifiesto la oportunidad de la intervención cuando las circunstancias así lo aconsejan, mientras que también supone un límite cuando la intervención comienza a convertirse en suplantación de la propia autonomía de los sujetos y las comunidades. d) Principio de participación. La participación sólo es posible desde una adecuada articulación del principio de subsidiariedad. A participación lleva a integrar en los programas o proyectos de intervención a los sujetos destinatarios de la misma. Como vemos, subsidiariedad y participación parten del reconocimiento de la centralidad de la persona en el ámbito de la intervención, reconociendo su valía y reconociendo que, en la mayor parte de los casos, nadie como uno mismo sabe lo que le conviene; nadie como la propia comunidad conoce sus recursos para un progreso y desarrollo sostenible.
1.4.2. Principios deontológicos en la intervención sociocomunitaria A pesar de que la intervención sociocomunitaria tenga por objeto poblaciones o colectivos, si hablamos de valores y principios de la intervención es porque hemos adoptado un enfoque personalista en la intervención. Esto es, consideramos a la persona como centro y fin de la intervención. Efectivamente, la persona es el principio, el sujeto y el fin de todas las instituciones sociales. De ahí que ésta no pueda sino realizarse de una manera acorde con la dignidad de las personas con las que trabajamos (bien del equipo, o bien porque son los sujetos de nuestra acción).
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De esta forma, al situar a la persona en el centro del desarrollo comunitario necesariamente aparecen una serie de obligaciones morales implícitas en toda intervención que necesariamente deben ser sopesadas. Así y siguiendo las indicaciones del Código deontológico de educadoras/os sociales podemos destacar los siguientes principios deontológicos generales. a) Principio de la profesionalidad. La profesionalidad del educador/a social es un principio ético primordial dentro de la profesión denominada Educación Social y supone que el educador/a trabajará con respeto a la persona, protección de los derechos humanos, sentido de la responsabilidad, competencia profesional y prudencia en la utilización de herramientas y técnicas educativas. La autoridad profesional del educador/a social se fundamenta en su competencia, su capacitación, su cualificación para las acciones que desempeña y su capacidad de autocontrol. Ha de estar profesionalmente preparado/a para la utilización de métodos, herramientas educativas y tareas que utilice en su práctica profesional, así como para identificar los momentos críticos en los que su presencia pueda limitar la acción socioeducativa. b) Principio de la acción socioeducativa. El educador/a social es un profesional de la educación que tiene como función básica la creación de una relación educativa que facilite a la persona ser sujeto y protagonista de su propia vida. Además, el educador/a social en todas sus acciones socioeducativas, ha de partir del convencimiento y responsabilidad de que su tarea profesional sea la de acompañar a la persona y a la comunidad a que resuelvan sus necesidades o problemas, de manera que salvo excepciones no le corresponde el papel de protagonista en la relación socioeducativa, suplantando a los sujetos, grupos o comunidades afectadas. Por esto en sus acciones socioeducativas debe procurar siempre su aproximación directa hacia las personas con las que trabaja, favoreciendo en ellas aquellos procesos educativos que les permitan un crecimiento personal positivo y una integración crítica en la comunidad a la que pertenecen. c) Principio de justicia social. La actuación del educador/a social debe basarse en el derecho al acceso, que tiene todo ciudadano, al uso y disfrute de los servicios sociales y educativos en un marco del Estado Social Democrático de Derecho y no en razones de beneficencia
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o caridad. Esto exige, además, que desde el proceso de la acción socioeducativa, actúe siempre en favor del pleno e integral desarrollo y bienestar de las personas y los grupos, actuando no sólo en las situaciones problemáticas sino en la globalidad y la vida cotidiana en general. De acuerdo con este principio, para el educador/a social es un imperativo actuar siempre en el marco de los derechos fundamentales, y en virtud de los derechos humanos enunciados en la Declaración Universal de los Derechos Humanos. d) Principio de la información responsable y de la confidencialidad. En consonancia con éste y el anterior principio, constituye una obligación ineludible para el educador/a social guardar el secreto profesional en relación a todas aquellas informaciones obtenidas directa o indirectamente acerca de los sujetos. En aquellos casos en que por necesidad profesional se haya de trasladar información entre profesionales o instituciones, siempre ha de tenerse en cuenta este principio. e) Principio de la formación permanente. El educador/a social tiene el deber y el derecho de formarse de manera permanente y continua, e ir avanzando, no sólo en cuanto a conocimientos, sino también en referencia a la calidad de la acción educativa a través del análisis crítico de su experiencia. Esto significa, un proceso continuo de aprendizaje que permita el desarrollo de recursos personales que favorezcan la actividad profesional. Principio de la solidaridad profesional. El educador/a social debe mantener una postura activa, constructiva y solidaria en lo referente a la práctica de su profesión y a la autoorganización de los profesionales de la educación social en las estructuras organizativas de referencia. f) Principio de respeto a los sujetos de la acción socioeducativa. El educador/a social debe respetar la autonomía y la libertad de los sujetos con los que trabaja, fundamentándose tal principio en el respeto a la dignidad de la persona y en el principio de profesionalidad descrito en este Código. g) Principio de la coherencia institucional. El educador/a social debe conocer y respetar el proyecto educativo y reglamento de régimen interno de la institución donde trabaja. En caso de que éstos contra-
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digan los principios básicos de la profesión deberá actuar comunicándolo al Colegio Profesional. h) Principio de la participación comunitaria. El educador/a social debe promover la participación de las personas y de la comunidad en la labor educativa, intentando conseguir que sea la propia comunidad con la que interviene, la que busque y genere los recursos y capacidades para transformar y mejorar la calidad de vida de las personas. i) Principio de complementariedad de funciones y coordinación. El educador/a social trabajará siempre inserto en equipos y en redes, de una forma coordinada, para enriquecer su trabajo. Ha de ser consciente de su función dentro del equipo, así como la posición que ocupa dentro de la red y saber en qué medida su actuación puede influir en el trabajo del resto de los miembros, del propio equipo y de los profesionales o servicios que, dentro de una red, estarán presentes más adelante. Se debe plantear una actuación interdisciplinar teniendo en cuenta los criterios, conocimientos y competencias de los compañeros. Toda actuación de un profesional de la Educación Social debe estar definida por una actitud constante y sistemática de coordinación con el fin de que el resultado de las diferentes acciones socioeducativas con la persona sea coherente y constructivo. En este sentido, el educador/a realizará el acompañamiento y la derivación correspondiente de los sujetos, cuando las necesidades requieran de la acción de otras prácticas profesionales.
1.4.3. Principios del sistema educativo Con la LOE se afirman de manera tres principios generales del sistema educativo. El primero de ellos es el principio de calidad y equidad; en segundo lugar, el principio del esfuerzo compartido; y por último, el acercamiento y convergencia en torno a los objetivos de aprendizaje comunes en la UE. Si gran parte de la intervención que llevarán a cabo los profesionales se desarrollará en el espacio escolar, conviene tener en cuenta aquellos principios que actualmente son la base de nuestro sistema educativo. Concretamente, en el artículo primero de la LOE se afirma como el sistema educativo, configurado de acuerdo con los valores de la Constitución
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y asentado en el respeto a los derechos y libertades reconocidos en ella, se inspira en los siguientes principios: 1. La calidad de la educación para todo el alumnado, independientemente de sus condiciones y circunstancias. 2. La equidad, que garantice la igualdad de oportunidades, la inclusión educativa y la no discriminación y actúe como elemento compensador de las desigualdades personales, culturales, económicas y sociales, con especial atención a las que deriven de discapacidad. 3. La transmisión y puesta en práctica de valores que favorezcan la libertad personal, la responsabilidad, la ciudadanía democrática, la solidaridad, la tolerancia, la igualdad, el respeto y la justicia, así como que ayuden a superar cualquier tipo de discriminación. 4. La concepción de la educación como un aprendizaje permanente, que se desarrolla a lo largo de toda la vida. 5. La flexibilidad para adecuar la educación a la diversidad de aptitudes, intereses, expectativas y necesidades del alumnado, así como a los cambios que experimentan el alumnado y la sociedad. 6. La orientación educativa y profesional de los estudiantes, como medio necesario para el logro de una formación personalizada, que propicie una educación integral en conocimientos, destrezas y valores. 7. El esfuerzo individual y la motivación del alumnado. 8. El esfuerzo compartido por alumnado, familias, profesores, centros, Administraciones, instituciones y el conjunto de la sociedad. 9. La autonomía para establecer y adecuar las actuaciones organizativas y curriculares en el marco de las competencias y responsabilidades que corresponden al Estado, a las Comunidades Autónomas, a las corporaciones locales y a los centros educativos. 10. La participación de la comunidad educativa en la organización, gobierno y funcionamiento de los centros docentes. 11. La educación para la prevención de conflictos y para la resolución pacífica de los mismos, así como la no violencia en todos los ámbitos de la vida personal, familiar y social.
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12. El desarrollo de la igualdad de derechos y oportunidades y el fomento de la igualdad efectiva entre hombres y mujeres. 13. La consideración de la función docente como factor esencial de la calidad de la educación, el reconocimiento social del profesorado y el apoyo a su tarea. 14. El fomento y la promoción de la investigación, la experimentación y la innovación educativa. 15. La evaluación del conjunto del sistema educativo, tanto en su programación y organización y en los procesos de enseñanza y aprendizaje como en sus resultados. 16. La cooperación entre el Estado y las Comunidades Autónomas en la definición, aplicación y evaluación de las políticas educativas. 17. La cooperación y colaboración de las Administraciones educativas con las corporaciones locales en la planificación e implementación de la política educativa.
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TEMA 4 DERECHOS Y DEBERES DEL CIUDADANO EN LA SOCIEDAD GLOBAL María García Amilburu, Marta Ruiz Corbella, Juan García Gutiérrez Facultad de Educación, UNED
RESUMEN: Una de las características actuales más relevantes de la educación es que se desarrolla en el seno de una sociedad global. La globalización como fenómeno político, económico y cultural implica también al ámbito educativo. Efectivamente, el carácter humanizador de la acción educativa juega un papel decisivo en la marcha de la globalización, ya que es considerada un instrumento capital en la transmisión de los derechos humanos y la cultura democrática. Elementos estos sin los que la globalización quedaría reducida a mero intercambio económico global. En este contexto, la fraternidad se nos revela como valor educativo de primer orden en los discursos pedagógicos relacionados con la enseñanza en los derechos humanos y la formación de una cultura democrática. PALABRAS CLAVE: educación cívica, democracia, derechos humanos, educación en los derechos humanos, globalización, deber de fraternidad
1. INTRODUCCIÓN. LOS DERECHOS DE LA COMUNIDAD EDUCATIVA En este capítulo trataremos pedagógicamente dos ámbitos jurídico-políticos interdependientes entre sí, como son la democracia y los derechos humanos. Aunque podemos decir que ambos son coesenciales a las sociedades modernas, pedagógicamente las trataremos de manera diferenciada por entender que se trata de espacios formativos distintos. La transmisión de una cultura democrática está íntimamente relacionada con la propia tradición jurídica del Estado; en nuestro caso, con los valores y principios que emanan de la Constitución de 1978 y que definen una concreta imagen ciudadana. Por su parte, los derechos humanos por tener carácter universal, no están limitados a un determinado territorio sino que pertenecen a la esfera de la propia condición humana. Aunque interactúen y puedan desarrollarse de manera conjunta, se trata de espacios pedagógicos diversos. Podemos decir que mientras uno apela a la particular consideración de ciudadanía existente en un Estado concreto (unidos por lazos
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territoriales), el otro apela a la condición de los seres humanos (unidos por lazos de fraternidad, dado que compartimos una naturaleza común). La educación cívica sería un referente local, mientras que la educación para los derechos humanos es más universalista. Mientras la noción de «ciudadanía» tiene evocación de índole local (ciudadanía española, catalana, o incluso europea), los derechos humanos ayudan a un horizonte de humanización más amplio, una «ciudadanía cosmopolita» (Nussbaum, 1999; 2001). Uno de los primeros ámbitos donde los educandos van a aprender el significado de sus derechos será el espacio escolar (Ruiz Corbella, 2004). En el espacio escolar los propios alumnos tienen tanto derechos como deberes específicos1. En el siguiente cuadro se recogen de forma sistemática. Cuadro 1. Derechos y deberes de los miembros de la comunidad educativa DOCENTES • Los profesores, en el marco de la Constitución, tienen garantizada la libertad de cátedra. Su ejercicio se orientará a la realización de los fines educativos PADRES • Derecho a que sus hijos o pupilos reciban una educación conforme a los fines establecidos en la Constitución y en la presente Ley. • Derecho a escoger centro docente distinto de los creados por los poderes públicos. • Derecho a que sus hijos o pupilos reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones. • Derecho a la libertad de asociación en el ámbito educativo. ALUMNOS Derechos de los alumnos • Derecho a recibir una formación que asegure el pleno desarrollo de su personalidad. El pleno desarrollo de la personalidad del alumno exige una jornada de trabajo escolar acomodada a su edad y una planificación equilibrada de sus actividades de estudio;
Deberes de los alumnos • El estudio constituye un deber básico de los alumnos y se concreta en las siguientes obligaciones: a) Asistir a clase con puntualidad y participar en las actividades orientadas al desarrollo de los planes de estudio.
1 Vid. Ley Orgánica 2/2006, de 3 de mayo, de Educación; Real Decreto 732/1995, de 5 de mayo por el que se establecen los derechos y deberes de los alumnos y las normas de convivencia en los centros.
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• Derecho a que su rendimiento escolar sea valorado conforme a criterios de plena objetividad. Los alumnos o sus padres o tutores podrán reclamar contra las decisiones y calificaciones que, como resultado del proceso de evaluación, se adopten al finalizar un ciclo o curso. • Derecho a que se respete su libertad de conciencia, sus convicciones religiosas, morales o ideológicas, así como su intimidad en lo que respecta a tales creencias o convicciones de conformidad con la Constitución. • Derecho a que se respete su integridad física y moral y su dignidad personal, no pudiendo ser objeto, en ningún caso, de tratos vejatorios o degradantes. • Derecho a participar en el funcionamiento y en la vida del centro, de conformidad con lo dispuesto en la presente Ley. • Derecho a recibir orientación escolar y profesional. • Derecho a recibir las ayudas precisas para compensar posibles carencias de tipo familiar, económico y sociocultural. • Derecho a protección social en los casos de infortunio familiar o accidente. • Constituye un deber básico de los alumnos, además del estudio, el respeto a las normas de convivencia dentro del centro docente.
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b) Cumplir y respetar los horarios lectivos aprobados por la Jefatura de estudios para el desarrollo de las actividades del centro. c) Seguir las orientaciones del profesorado respecto de su aprendizaje y mostrarle el debido respeto y consideración. d) Respetar el ejercicio del derecho al estudio de sus compañeros. e) Acudir a clase debidamente aseado. f) Transitar por pasillos y escaleras con orden y compostura permaneciendo exclusivamente el tiempo necesario para el cambio de clase o aula. g) Aportar a las clases teóricas y prácticas los libros y el material escolar que sean precisos. h) Entregar los justificantes de las faltas de asistencia formulados por sus padres, y/o por ellos mismos si son mayores de edad. i) Devolver los boletines de evaluación, debidamente firmados, por sus padres o por ellos mismos si son mayores de edad, dentro de la semana siguiente a la entrega de los mismos. j) No fumar en clases, pasillos, ni en otras dependencias. k) Admitir cualquier sanción siempre que haya sido supervisada por los órganos correspondientes.
• Los alumnos podrán asociarse, en función de su edad, creando organizaciones de acuerdo con la Ley y con las normas que, en su caso, reglamentariamente se establezcan.
• Estudiar y esforzarse para conseguir el máximo desarrollo según sus capacidades.
• Todos los alumnos tienen derecho a las mismas oportunidades de acceso a los distintos niveles de enseñanza.
• Los alumnos deben respetar la libertad de conciencia y las convicciones religiosas y morales, así como la
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• Los alumnos tienen derecho a elegir, mediante sufragio directo y secreto, a sus representantes en el Consejo Escolar y a los delegados de grupo en los términos establecidos en los correspondientes Reglamentos orgánicos de los centros. • Todos los alumnos tienen el derecho y el deber de conocer la Constitución Española y el respectivo Estatuto de Autonomía, con el fi n de formarse en los valores y principios reconocidos en ellos • Todos los alumnos tienen los mismos derechos y deberes, sin más limitaciones que las derivadas de su edad y del nivel que estén cursando.
dignidad, integridad e intimidad de todos los miembros de la comunidad educativa. • Constituye un deber de los alumnos la no discriminación de ningún miembro de la comunidad educativa por razón de nacimiento, raza, sexo o por cualquier otra circunstancia personal o social. • Participar y colaborar en la mejora de la convivencia escolar y en la consecución de un adecuado clima de estudio en el centro, respetando el derecho de sus compañeros a la educación y la autoridad y orientaciones del profesorado. • Los alumnos deben respetar el proyecto educativo o el carácter propio del centro, de acuerdo con la legislación vigente. conservar y hacer un buen uso de las instalaciones del centro y materiales didácticos.
La vida humana no se desarrolla en el vacío, en abstracto, sino que tiene lugar en el contexto de una sociedad particular, que tiene sus tradiciones, su cultura y su sistema político concretos. Lo mismo sucede con la educación. Por ello no podemos hacer frente a las demandas educativas que plantean las sociedades actuales sin conocer, sus características más relevantes. Por un lado, el reconocimiento, ya consolidado históricamente, en las sociedades desarrolladas de un sistema de derechos humanos; por otro lado, la idea comúnmente aceptada de que la democracia constituye, hoy por hoy, el mejor modelo de organización política y el único capaz de salvaguardar la dignidad humana.
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2. LA VIDA EN UN SISTEMA POLÍTICO DEMOCRÁTICO 2.1. Características y modelos de democracia Antes de analizar las implicaciones y los retos que suponen las democracias para la educación y los sistemas educativos, resulta necesario una serie de puntualizaciones en torno a este particular modo de organización política. Se trata de destacar aquellos aspectos más relevantes de cara a una mejor comprensión de las implicaciones educativas. ¿Cuándo podemos establecer que un sistema político es democrático?. Parece existir un amplio consenso sobre la no existencia de un único modelo de democracia; el ideal democrático ha sido puesto en práctica de manera diversa en función de la idiosincrasia de cada pueblo; por lo tanto sus posibilidades y límites dependen en gran medida de las estructuras sociales y la conciencia social existentes o en formación (Dahl, 1992: 374). Así podemos considerar que la democracia es una cuestión que admite grados, por lo que la democratización es un proceso permanentemente inacabado (Beetham & Boyle, 1995: 10); constituye una tensión permanente entre el sentido ideal, normativo de la democracia y las aplicaciones reales del principio democrático. De esto se deriva que la democracia es un proceso que exige un esfuerzo constante; y de ahí también, las necesidades educativas que requiere la pervivencia de un sistema político tan frágil. Aun siendo una cuestión de proceso y que admite grados, podemos establecer un mínimo al cual deben llegar aquellos sistemas que se quieran ser llamados democráticos. Efectivamente, para que un sistema político merezca dicho calificativo, debe alcanzar un mínimo que lo distinga de aquellos modos de organización política que no lo son. Según Jauregui (1994: 30), deben darse al mismo tiempo y de modo continuo las siguientes condiciones: la existencia de unas libertades sustanciales (libertad de expresión, libertad de asociación, libertad e igualdad de información); la selección del poder político (elecciones libres y frecuentes, derecho a sufragio universal activo y pasivo, igualdad de voto, igualdad de representación); en cuanto a su organización y funcionamiento tienen que existir una distribución horizontal y vertical del poder, equilibrio y separación de poderes.
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Se podría resumir lo anterior afirmando que a un estado democrático se le exige la garantía del respeto de los derechos humanos (tanto civiles y políticos, como económicos, sociales y culturales) como condición indispensable para calificarlo como tal. Una vez definido este criterio, podemos pasar a analizar algunos de los modelos de democracia, según los argumentos empleados por diversos autores. Tales modelos tendrán incidencia, a su vez, en la consideración de la noción de ciudadanía; y por ende, en la orientación que se dé a la educación cívica. Para Carr (1990) se podrían distinguir básicamente dos modelos de democracia: un modelo moral de democracia, en contraposición a un modelo de mercado. Por su parte, y ésta nos parece una tipología mas completa, Jauregui (1994) indica, como modelos significativos los siguientes: s -ODELO COMPETITIVO %STE MODELO RESALTA QUE LA DEMOCRACIA DEBE LLEvarse a cabo por una élite preparada, por expertos; también debe darse una despreocupación por parte de la sociedad, para que la élite gobierne con un aparato burocrático y tecnológico fuerte. s -ODELO PLURALISTA 3E TRATA DE UNA CONTINUACIØN DEL MODELO ANTERIOR con ciertas modificaciones en el que las sociedades están basadas en el principio del pluralismo, respetando la igualdad de posibilidades de participar y decidir en el poder. s -ODELO PARTICIPATIVO %STÉ INSPIRADO EN LA TRADICIØN CLÉSICA DEL REPUblicanismo cívico americano; se basa en la doctrina de la importancia del desarrollo de la actitud cívica del ciudadano como un factor esencial para el interés común; en este sentido desarrollar la actitud cívica quiere decir poner el interés público por encima del interés privado. En el contexto sociopolítico europeo, la democracia puede entenderse como la adhesión a los valores espirituales y morales que son patrimonio común de sus pueblos y la verdadera fuente de la libertad individual, la libertad política y el imperio del Derecho (Preámbulo, Estatuto del Consejo de Europa, 1949).
2.2. Configuración de una cultura democrática Según la definición de democracia que hace el Consejo de Europa, ésta no se reduce un proceso de elección de gobernantes, sino que implica aspec-
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tos como los valores morales, espirituales, una tradición común, etc. Se trata, sin lugar a dudas, de ámbitos y aspectos que trascienden el marco puramente político. Como veremos, también diversos autores subrayan la dimensión «inmaterial» de la democracia; esto es, los valores y tradiciones que también forman parte constitutiva del sistema. Jauregui, citando a S. P. Huntington (1994: 23 y ss.), señala cinco componentes fundamentales del régimen democrático: s ,A ESTRUCTURA O CONJUNTO DE ORGANIZACIONES FORMALES PARTIDOS POLÓticos, burocracias, asambleas legislativas, ejecutivas) a través de las cuales se toman las decisiones de autoridad. s ,OS GRUPOS O FORMACIONES SOCIALES Y ECONØMICAS QUE PARTICIPAN EN LA política y plantean las demandas a las estructuras políticas. s %L LIDERAZGO EL CONJUNTO DE INDIVIDUOS Y GRUPOS QUE EJERCEN MÉS influencia en la distribución de los valores. s ,A CULTURA LOS VALORES ACTITUDES ORIENTACIONES CREENCIAS ETC RELEvantes para la política y dominantes en una sociedad. Por su parte, Beetham & Boyle (1996: 37-38) fijan cuatro componentes necesarios para que una democracia funcione: s 5N GOBIERNO ABIERTO Y RESPONSABLE LA RESPONSABILIDAD ES JURÓDICA ante los tribunales y política ante el parlamento y el público por su política). s 5N CONJUNTO DE DERECHOS CIVILES Y POLÓTICOS s 5NAS ELECCIONES LIBRES Y LIMPIAS s 5N DETERMINADO TIPO DE INTERVENCIØN EDUCATIVA QUE TRANSMITA LOS VALOres democráticos, en toda su amplitud, atendiendo a los ámbitos formal y no formal. Lo que los dos autores destacan es la necesidad de un factor social y cultural que sostenga el desarrollo de la democracia. Este componente «inmaterial» de la democracia es lo que el ex director general de la Unesco, Federico Mayor Zaragoza denomina «cultura democrática». Por este motivo cobra sentido una educación cívica.
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Mayor Zaragoza (1992, 49) afirma que no hay democracia posible sin una auténtica cultura de la democracia. Una cultura democrática surge de una comunidad de valores y de una conducta coherente con esos valores comunes (Masini Barbieri, 1992; Gómez Pérez, 2007). Dicha cultura debe asentarse sobre dos pilares interrelacionados: la vivencia de unos determinados valores y la educación. Efectivamente, la cultura democrática que define al hombre como ser capaz de elegir, no puede arraigarse en el terreno de la ignorancia. La educación es la médula misma de la cultura democrática (Mayor Zaragoza, 1992: 49). La cuestión de definir aquellos valores que conformarían una cultura democrática es un tema controvertido por sus implicaciones morales. Controvertido tanto en su definición, como en lo que se refiere a la transmisión educativa. Por lo que se refiere a la transmisión de una cultura democrática, un valor básico es el pluralismo. Esto significa que en las sociedades democráticas no exista una única forma de realizarse cívica y moralmente. Esto da lugar a tensiones entre diversas instituciones sociales, organizaciones cívicas, partidos políticos, etc., porque cada organización tenderá a transmitir aquellos valores-ideología que considera más congruentes con la idea de plenitud humana que defiende. El problema comienza cuando el Estado —neutral, desde posiciones liberales— toma partido o asume para toda la sociedad los valores o creencias de una parte de las organizaciones o instituciones sociales (Naval y Herrero, 2006). Además del pluralismo, podemos citar una serie de valores que conformarían esa cultura democrática. Dichos valores aparecerían vinculados a los textos jurídicos (constitución) que define políticamente los Estados. Así, algunos valores2 [2] que formarían esa cultura democrática son, como indica A. Cortina (1993, 1995, 1996, 2007) los de libertad, igualdad, respeto activo, solidaridad, diálogo, y justicia. Veamos. s L ibertad. Tiene distintos significados. En primer lugar, Libertad como participación, que significa participación en los asuntos públicos, dere2 No intentamos definir aquellos valores específicamente democráticos como señala Jauregui (1996: 36-45) sino los que formarían, a nuestro juicio, una cultura democrática. Jauregui distingue entre valores que son fines en si mismos, como la libertad y la igualdad de aquellos que constituyen ayudas o medios para lograr dichos fines, como por ejemplo la tolerancia. Los valores que propugnamos tienen más que ver con los llamados «principios de procedimiento».
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cho a tomar parte en las decisiones comunes, después de haber deliberado conjuntamente sobre todas las opciones. Benjamin Constant la denomino «libertad de los antiguos». En segundo lugar, Libertad como independencia, que consiste en garantizar un ámbito en el que nadie puede interferir, es a lo que Constant llamó «libertad de los modernos». Esta libertad que nace en los siglos XVI y XVII, tiene que ver con las libertades de expresión, asociación, de conciencia, de desplazamiento por un territorio. Este tipo de libertad es la que nos permite disfrutar de la vida privada. Entender por libertad exclusivamente este tipo de independencia da luga a un individualismo que cierra a cada uno en sus propios intereses. En tercer lugar, Libertad como autonomía. En este sentido, libre será aquella persona capaz de darse sus propias leyes, lo que significa que los seres humanos nos percatamos de que existen un tipo de acciones que nos humanizan y otras que nos deshumanizan, y también advertimos que esas acciones merece la pena hacerlas u omitirlas y no por que otros nos ordenen hacerlas o nos las prohíban. s I gualdad. Abarca la igualdad ante la ley; de oportunidades; a recibir ciertas prestaciones sociales; de índole político o económico. Hunde sus raíces en la idea de que todas las personas tienen la misma dignidad por ser humanos;, hecho por el que todas merecen consideración y respeto. En este punto se fundamenta también el principio de no discriminación. s R espeto activo y tolerancia. Se trata de dos valores sin los que no hay convivencia posible (J. M.ª Barrio, 2003). Consiste en el interés por comprender a otros y por ayudarles a llevar adelante sus planes de vida. Como afirma Mayor Zaragoza (1992: 49) la tolerancia es la voluntad de vivir con el otro; la verdadera riqueza de una nación no radica en el poderío tecnológico o económico, sino en la capacidad de sus ciudadanos de coincidir en ciertos ideales y principios que les permiten convivir. El respeto activo por los otros normalmente desemboca en la solidaridad. s S olidaridad. Constituye la versión secular del valor de la fraternidad. Podemos entender por solidaridad el reconocimiento práctico de la obligación natural que tienen los individuos y los grupos humanos de contribuir al bienestar de los que tienen que ver con ellos, especialmente de los que tienen mayor necesidad (Sebastián, 1996: 16).
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s Diálogo. Que se orienta al consenso sobre los temas que afectan a la comunidad. Un requisito imprescindible para construir un auténtico diálogo es estar dispuesto a escuchar porque el diálogo es bilateral; quien dialoga en serio está abierto a escuchar para mantener su posición si no le convencen los argumentos del otro, o para si le convencen modificar su postura; está preocupado por una solución correcta del problema, por tanto quiere entenderse con su interlocutor. Entenderse significa descubrir lo que ya se tiene en común; la decisión final para ser correcta debe atender a intereses universalizables. s J usticia. Es un valor que articula los restantes: el respeto a la libertad y su potenciación, el fomento de la igualdad, la realización de la solidaridad, como también tomar las decisiones comunes dialogando, teniendo por interlocutores a todos los afectados por ellas.
3. LA EDUCACIÓN CÍVICA 3.1. Ciudadanía y educación Existen diferentes sentidos y formas de entender la educación cívica (S. Valdivieso y A. S. Almeida, 2008); por eso, en primer lugar, comenzaremos por indicar lo que a nuestro juicio expresa mejor esta particular forma de transmisión de una cultura democrática. Como señalaba Ibáñez-Martín (1988, 446) en un estudio ya clásico sobre la formación cívica, podemos decir que este tipo particular de intervención educativa denominado educación cívica está llamada a ayudarnos a conocer cuál sea la mejor configuración de la sociedad civil y cuales serán los modos de nuestra colaboración en la gran tarea colectiva de conseguir que tal configuración se implante. En esta misma línea se encuentran Bárcena, Gil y Jover (1999: 159), para quienes parte de los objetivos de la educación cívica consisten en ayudar a los individuos a determinar qué papel cívico desean jugar en su sociedad y capacitarles para discernir entre diversos conceptos de ciudadanía de acuerdo con las diversas tradiciones de pensamiento. Puig Rovira (1997) sostiene que
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... la ciudadanía se construye en dos fases. La primera, coincide con la socialización que se produce en el seno de los grupos primarios (protociudadanía); mientras que la segunda tiene que ver con la apertura e integración al conjunto de la realidad social, cultural y política en su sentido más amplio y universal (p. 32).
De este modo, la necesidad de una educación cívica viene determinada principalmente por tres tipos de razones: a) Cuando la diversidad nacional, cultural y religiosa de una sociedad se hace evidente, es necesaria una educación cívica para conseguir la armonía, introduciendo a los niños, de acuerdo con su edad, en el discurso de los derechos, de la racionalidad (Naval, 1996), respondiendo al déficit de socialización y a la necesidad de construir una cultura democrática. Efectivamente, la función de homogeneización cultural se ha quebrado, produciendo una erosión en la capacidad socializadora, no sólo en las instituciones escolares sino en el conjunto de las instituciones clásicamente responsables de dicha función (Tedesco, 1996; Duch, 1997). b) Resulta inexcusable enseñar a los jóvenes tanto las razones de la dignidad humana como las acciones que de ellas se deducen, también en nuestras relaciones con los demás. (Ibáñez-Martín, 1988: 445). c) Es imposible construir una sociedad auténticamente democrática contando únicamente con individuos técnicamente diestros, porque tal sociedad ha de sustentarse en valores para los que la razón instrumental es ciega, valores como la autonomía y la solidaridad, que componen de forma inevitable la conciencia racional de las instituciones democráticas (Cortina, 1993). La problemática con que en ocasiones se presenta socialmente la educación cívica tiene mucho que ver con la imagen de ciudadanía que se pretende transmitir a través del sistema educativo. Efectivamente, la educación cívica en tanto que educación tiene una dimensión moral difícilmente soslayable (Ruiz Corbella, 2003).
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Educación moral
Educación cívica
Educación política
Figura 1: Interacción entre educación moral, educación cívica y educación política.
Tal y como muestra la Figura 1, la educación cívica aparece como un espacio híbrido entre lo ético y lo político. Este carácter hace que el discurso educativo pueda desplazarse más hacia cuestiones políticas o bien se escurra hacia cuestiones éticas o morales (Jover y Gil, 2003). En el siguiente cuadro se representan los distintos niveles de ciudadanía, sus características y la implicación educativa que suponen. De esta forma se comprenderá mejor el porqué de las tensiones que en ocasiones aparecen en la sociedad, en cuanto a la educación según unos tipos u otros de ciudadanía. La investigación histórica en relación con el ideal de la ciudadanía nos muestra la existencia de dos interpretaciones rivales de ciudadanía que a veces se confunden o se presentan con poca claridad: la ciudadanía como estatus legal y la ciudadanía como práctica o actividad moralmente deseable (Barcena, 1996: 91). Así, el objetivo fundamental de la educación cívica se puede resumirse en la idea del incremento de la competencia del hombre en tanto que ciudadano, en su papel de agente cívico, es lo que Barcena denomina «competencia cívica relativa»: Que sea relativa no significa que la competencia o la habilidad cívica implique acciones limitadas o que la actuación del ciudadano se reduzca a ámbitos estrechos de participación política. Significa más bien que tal competencia es relativa —técnicamente menos exigente— por comparación a la competencia que generalmente se le exige a un líder político o político profesional, pero, desde el punto moral, esto es, desde la óptica del compromiso ético que entraña el ejercicio de la ciudadanía muy exigente (p. 92).
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Cuadro 2. Niveles de ciudadanía e implicaciones educativas Niveles de ciudadanía
Ciudadano/a
Características
Educación
A. Ciudadanía como condición legal
La persona como su- Para acceder a este jeto de los derechos y nivel la educación no deberes establecidos es, salvo excepciones, necesaria
B. Ciudadanía consciente y responsable
Ciudadano que conoce sus derechos, que se encuentra capacitado para ejercer y defender sus derechos y que cumple con sus deberes
Debe ser universal en cuanto a destinatarios y compartida en cuanto a contenidos
C. Ciudadanía participativa, crítica y comprometida
Ciudadano comprometido con la mejora de la ciudadanía de los demás (ciudadanos solidario) y/o del propio «sistema» de ciudadanía establecido (ciudadano transformador)
Debe ser universal en cuanto a destinatarios, pero sólo puede ser parcialmente compartida en cuanto a contenidos
Buen/a ciudadano/a
Fuente: A Ayuste, M.ª del Mar Lorenzo, M. Payá y J. Trilla (2008)
En suma, podemos entender la educación cívica como formación de los miembros de una comunidad humana en una conciencia viva de pertenencia a la misma, en un conjunto de habilidades y actitudes para participar autónoma y activamente en su dinámica; así como el compromiso profundo por superarla, desde una visión crítica hasta una implicación personal (Jordán, 1995).
3.2. Ámbitos y recursos en la educación cívica Tomaremos como referencia el trabajo de Ayuste, Lorenzo, Payá y Trilla (2008) para desarrollar lo que consideramos las vías principales, y recursos más relevantes en el desarrollo de la educación cívica.
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Por lo que respecta a los ámbitos o vías principales en el desarrollo de la educación cívica podemos destacar tres vías: s 0ODEMOS DESTACAR UNA VÓA INSTITUCIONAL EN PRIMER LUGAR %STA AFECTA A la organización de los centros educativos, es decir, a la manera como todos los elementos que los ponen se disponen, funcionan y se relacionan, generando lo que se denomina ambiente moral de la institución, cultura democrática o valores de la comunidad educativa. Efectivamente, se aprende haciendo y se aprende de lo que se vive. Este ámbito estaría delimitado tanto por el proyecto como el ideario educativo de las instituciones. s ,A VÓA CURRICULAR EN SEGUNDO LUGAR ENCUENTRA SU FUNDAMENTO EN LOS objetivos definidos por la Ley Orgánica 2/2006 de Educación, que promueven la creación de un espacio curricular concreto: la asignatura de «educación para la ciudadanía y los derechos humanos». Junto a la creación de una asignatura concreta, también desde esta vía puede desarrollarse la educación cívica de manera transversal. s % N TERCER LUGAR LA VÓA DE LA ACCIØN COMUNITARIA CONSISTE EN LA IMPLICAción del centro educativo en proyectos cívicos de la comunidad, creando entornos de participación desde el nivel máximo, de la implicación, el compromiso y la acción. Este enfoque, según indican estos autores, se corresponde con el enfoque ecoterritorial en el que la ciudadanía es global en su sentido y local en su práctica. Entre los recursos metodológicos específicos más destacados actualmente en el ámbito de la educación cívica se deben proponer principalmente dos: por un lado, la utilización pedagógica del cine, y por otro el sistema del Aprendizaje-Servicio (Ap-S). Las narraciones siempre han sido un modo en que las nuevas generaciones se apropiaban o se iniciaban en el mundo de los adultos. La narración posee en sí misma una estructura que facilita la apropiación cultural por parte de las nuevas generaciones. Tradicionalmente las narraciones eran de tipo oral y escrito, actualmente priman las narraciones audiovisuales, sobre todo el cine y la televisión. ... la gran potencia que tiene el cine de cara a la configuración de la subjetividad humana reside en que posee una fuerza vivencial que no tienen otros
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medios, porque afecta a nuestra psique a un nivel sensual e imaginativo a un tiempo. Por eso las imágenes cinematográficas se adhieren a nuestra memoria y son capaces de interpelar nuestra conciencia mucho tiempo después de que las explicaciones sistemáticas hayan sido difuminadas por los avatares de la vida ordinaria (García Amilburu y Ruiz Corbella, 2005: 184).
Por otra parte, el aprendizaje servicio constituye una de las fórmulas actuales más potentes en ámbito de la educación cívica. Como han puesto de manifiesto Sánchez y Puig Rovira (2006), La acción educativa debe asumir que si en general la relación de la escuela con su entorno socioespacial más inmediato es una necesidad para mejorar el éxito de la misma institución escolar, hacerlo cuando hablamos de promover la educación para la ciudadanía es una obligación. No se trata de cultivar los valores de ciudadanía desde la escuela o desde otros espacios educativos sólo con el discurso, la teoría y la reflexión deliberativa. Afortunadamente hay experiencias que nos indican que nada más oportuno que programas educativos que tengan como criterio situar en el epicentro de los mismos la acción de servicio (p. 56).
Desde esta perspectiva, podemos entender los programas de Ap-S como una propuesta educativa que combina los procesos aprendizaje y de servicio a la comunidad en un solo proyecto. Los participantes se forman al trabajar sobre las necesidades reales del entorno con el objetivo de mejorarlo. Se definen unas características del aprendizaje-servicio: es un método apropiado para la educación formal y no formal, válido para todas las edades y aplicable en distintos espacios temporales; se propone llevar a cabo un auténtico servicio a la comunidad que permita aprender y colaborar en un marco de reciprocidad (Puig Rovira y Palos Rodríguez, 2006).
4. EL HORIZONTE HUMANIZADOR QUE REPRESENTAN LOS DERECHOS HUMANOS 4.1. Fundamentos de los derechos humanos La fundamentación de los derechos humanos ha sido una preocupación tradicional, tanto para la Filosofía del Derecho como para el Derecho Internacional. Así, a priori, la reflexión educativa parecería fuera de lugar en este
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campo. Sin embargo, la preocupación pedagógica por la fundamentación de los DD.HH. responde a dos motivos. Por un lado, los derechos humanos constituyen desde su proclamación un espacio pedagógico de primer orden; y en este sentido, la fundamentación caería dentro de lo que el Gil (2003) traza como una «teoría pedagógica de los derechos humanos», ya que la misma dinámica de su transmisión nos obliga como pedagogos y educadores a elaborar y reelaborar las razones que justifiquen y den sentido a esa transmisión. En segundo lugar, se encuentra la propia y específica índole pedagógica del derecho a la educación, que no puede ser abarcada por otros ámbitos (político, jurídico, o filosófico), si no es teniendo también en cuenta, lo específico de la reflexión pedagógica. Porque la labor de la pedagogía no sólo tiene que ver con la transmisión, sino que contribuye a la reflexión sobre sus fundamentos, y sobre la su propia naturaleza educativa. En general, las tesis relativas a la fundamentación de los derechos humanos oscilan entre los autores más cercanos a posiciones iusnaturalistas y aquellos más propicios a las tesis positivistas. Para los primeros los derechos humanos se fundamentan en la existencia de un orden natural, común a todos los seres humanos. Los segundos, apoyan el fundamento en el derecho positivo, esto es, en las normas jurídicas en vigor que todos reconocen.
4.2. Características de los derechos humanos Quizá la Conferencia Mundial de derechos Humanos, conocida como Conferencia de Viena (1993), haya sido el momento histórico en el que mejor se han definido las características de los derechos humanos. Así, en la Declaración y Programa de Acción de Viena se sostiene que: Todos los derechos humanos son universales, indivisibles, interdependientes y están relacionados entre sí. La comunidad internacional debe tratar los derechos humanos en general de manera justa y equitativa, en pie de igualdad y dándoles a todos el mismo énfasis. Debe tenerse en cuenta la importancia de las particularidades nacionales y regionales, así como los diversos patrimonios históricos, culturales y religiosos, pero los Estados tienen el deber, sean cuales fueren sus sistemas políticos, económicos y
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culturales, de promover y proteger todos los derechos humanos y las libertades fundamentales (art. 5).
En relación con estas características que definen y clarifican qué son los derechos humanos, puede ser oportuno citar también unas palabras del ex Secretario General de las Naciones Unidas, Boutros-Ghali (2003) donde señalaba que, Si bien los derechos humanos son comunes a todos los miembros de la sociedad internacional y todo el mundo se reconoce en su naturaleza, cada era cultural puede tener su forma particular de contribuir a la aplicación de esos derechos. Los derechos humanos, vistos a escala universal, nos plantean la dialéctica más exigente: la dialéctica de la identidad y de la alteridad, del «yo» y del «otro». Nos enseñan que somos a la vez idénticos y diferentes... Como proceso de síntesis, los derechos humanos son, por su misma naturaleza, derechos en evolución. Quiero decir con esto que tienen a la vez por objeto expresar mandamientos inmutables y enunciar un momento de la conciencia histórica. Así pues, son, a un tiempo, absolutos y puntuales.
De manear sintética se podrían resumir las características propias de los derechos Humanos de esta manera como: s El principio de la universalidad de los derechos humanos es la piedra angular del derecho internacional de los derechos humanos. Se extienden a todo el género humano en todo tiempo y lugar; por tanto, no pueden invocarse diferencias culturales, sociales o políticas como excusa para su desconocimiento o aplicación parcial. s Todos los derechos humanos, sean éstos los derechos civiles y políticos (como el derecho a la vida, la igualdad ante la ley y la libertad de expresión); o derechos económicos, sociales y culturales (como el derecho al trabajo, la seguridad social y la educación); o bien, derechos de solidaridad (como los derechos al desarrollo, la libre determinación, la paz, etc.) todos ellos son derechos indivisibles, interrelacionados e interdependientes. El avance de uno facilita el avance de los demás. De la misma manera, la privación de un derecho afecta negativamente al disfrute y ejercicio de los demás. s S e trata de derechos inherentes, inalienables e imprescriptibles. Son innatos a todos los seres humanos sin distinción alguna, en tanto que pertenecientes a la misma humanidad. Por tanto, estos derechos no
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dependen de un reconocimiento por parte del Estado. Por otra parte, al pertenecer en forma indisoluble a la esencia misma del ser humano no pueden ni deben separarse de la persona y, en tal virtud, no pueden trasmitirse ni se puede renunciar a ellos, bajo ningún título. Por último, hay que señalar que tampoco dependen del tiempo, así no se pierden por el transcurso del tiempo, independientemente de sí se hace uso de ellos o no.
4.3. Las generaciones de derechos humanos Según se ponga el acento en unas u otras dimensiones de los derechos humanos podemos clasificarlos en diferentes generaciones. Para muchos, estas generaciones también hacen referencia al proceso histórico en que tales derechos se han ido reconociendo y positivizando en distintos instrumentos jurídicos. Los principios que sostienen esta clasificación aparecen expresados en el primer artículo de la Declaración Universal de los Derechos Humanos: «Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros». En este sentido, el principio de libertad identificaría la «primera generación» de derechos humanos; el principio de igualdad, la «segunda generación»; mientras que el deber de fraternidad serviría para identificar aquellos derechos de solidaridad, conocidos como «tercera generación». Sin embargo, y aunque conceptualmente podamos establecer este tipo de clasificación no podemos olvidar que los derechos humanos son universales, indivisibles, interdependientes y están relacionados entre sí. Recientemente, esta clasificación ha sido la empleada en parte en la división de capítulos que componen la Carta de Derechos Fundamentales de la Unión Europea (2000). En relación a las distintas generaciones de derechos humanos, tenemos que prestar atención a los siguientes puntos. s ,OS DERECHOS QUE PARTEN DEL PRINCIPIO DE LIBERTAD HACEN REFERENCIA A los derechos de naturaleza política, e históricamente han sido los primeros en reconocerse. El elenco de estos derechos es recogido por el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (1966). Se trata de una serie de libertades fundamentales, mediante las cuales la persona
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contribuye a la formación de la comunidad política (Medina Rubio, 2000), a la vez que limitan la acción expansiva del Estado. Estos derechos son impuestos al Estado para respetar la autonomía de los individuos. El derecho al voto, o la libertad religiosa son buenos ejemplo de este tipo de derechos. s ,OS DERECHOS ECONØMICOS SOCIALES Y CULTURALES SE ENTIENDEN VINCULAdos al principio de igualdad, y aparecen reconocidos en el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (1966). Este tipo de derechos hace referencia a la persona en comunidad. En la mayor parte de los casos implican una acción positiva de los Estados para su promoción y disfrute. De ahí que también hayan sido reconocidos como «derechos sociales», o como «prestaciones del Estado». El derecho al trabajo, la libertad de asociación, o la posibilidad de tomar parte de la vida cultural de la comunidad son ejemplos de derechos de segunda generación o derechos sociales. s -ÉS RECIENTEMENTE SE APELA A UNA SERIE DE DERECHOS QUE PARTEN DE LA comprensión y desarrollo del valor de la fraternidad, y son conocidos como «derechos de solidaridad», porque implican a la humanidad en su conjunto (tanto a las generaciones presentes como a las futuras). Algunos ejemplos de estos derechos, reconocidos a la persona en tanto miembro de la familia humana, son el derecho al desarrollo, a la paz, la inviolabilidad del patrimonio genético, o a las nuevas tecnologías.
5. EDUCACIÓN Y FORMACIÓN RELATIVA A LOS DERECHOS HUMANOS 5.1. Desarrollo de una educación relativa a los derechos humanos Uno de los aspectos más relevantes a subrayar respecto a la educación y formación en derechos humanos es que la reflexión internacional la incluye como elemento constitutivo dentro del derecho a la educación. Así lo entiende el Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales cuando afirma en su Comentario n.º 13 del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales que
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La educación es un derecho humano intrínseco y un medio indispensable de realizar otros derechos humanos. Como derecho del ámbito de la autonomía de la persona, la educación es el principal medio que permite a adultos y menores marginados económica y socialmente salir de la pobreza y participar plenamente en sus comunidades. La educación desempeña un papel decisivo en la emancipación de la mujer, la protección de los niños contra la explotación laboral, el trabajo peligroso y la explotación sexual, la promoción de los derechos humanos y la democracia, la protección del medio ambiente y el control del crecimiento demográfico (párr. 1).
En 1969, la Unesco ofrece por primera vez una recomendación de cómo llevar a cabo la enseñanza relativa a los derechos humanos. En esta ocasión se destacan como «contenidos» propios de una instrucción acerca de los derechos humanos: a) La historia de la lucha de los derechos y libertades. b) El examen de las Declaraciones y Pactos aprobados por las Naciones Unidas y por los organismos especialidades. c) La práctica de los derechos en la vida de las escuelas a partir de la participación, la representación de servicios sociales y el interés en asuntos cívicos. Años más tarde, en 1974 se aprueba la «Recomendación sobre la educación para los derechos humanos, la cooperación, la paz internacionales y la educación relativa a los derechos humanos y las libertades fundamentales», texto que servirá de guía para todos los documentos posteriores. En él se señalan cuatro objetivos básicos de toda educación en Derechos Humanos, a) Reconocer la necesidad universal de los derechos humanos. b) Promover el conocimiento básico de los organismos internacionales que los protegen. c) Desarrollar un pensamiento crítico ante estos temas y su aplicación. d) Estimular el interés e identificación con las personas que sufren violaciones de sus derechos. A su vez, cifra como principios rectores de esta política educativa los siguientes:
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a) Una dimensión internacional y una perspectiva mundial de la educación para todos los niveles y bajo todas sus formas. b) La comprensión y el respeto de todos los pueblos, de sus civilizaciones, de sus valores y de sus modos de vida, incluidas las culturas de las étnias nacionales y de las de otras naciones. c) La conciencia de la creciente interdependencia mundial de los pueblos y de las naciones. d) La capacidad de comunicar con los demás. e) La conciencia no sólo de los derechos, sino también de los deberes que los individuos, los grupos sociales y las naciones tienen los unos en relación a los otros. f) La comprensión de la necesidad de la solidaridad y de la cooperación internacionales. g) La voluntad de los individuos para contribuir a resolver los problemas de sus comunidades, de sus países y del mundo. Más recientemente, cabe destacar la celebración del «Decenio internacional de una cultura de paz y no violencia para los niños del mundo»; y en este mismo sentido, la aprobación por la Asamblea General de las Naciones Unidas (1999) de la «Declaración y Programa de acción para una cultura de paz» donde se afirma que «la educación a todos los niveles es uno de los medios fundamentales para edificar una cultura de paz. Además, en ese contexto, es de particular importancia la educación en la esfera de los derechos humanos (art. 4)». Podemos señalar también la celebración del Decenio de las Naciones Unidas para la educación en la esfera de los derechos humanos (1994-2004) como un punto de inflexión en esta consideración. En efecto, esta Resolución proclamando el Decenio fue uno de los frutos más relevantes del Congreso Internacional sobre la Enseñanza de los Derechos Humanos y la Democracia convocado por la Unesco en Montreal (Canadá) en 1993. Precisamente, también en 1993 la Declaración y Programa de Acción de Viena dedicaba un punto entero (punto D) a la educación en materia de derechos humanos, vinculando derecho a la educación y educación en materia de derechos humanos, estableciendo a su vez que
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... la educación en materia de derechos humanos debe abarcar la paz, la democracia, el desarrollo y la justicia social, tal como se dispone en los instrumentos internacionales y regionales de derechos humanos, a fin de lograr la comprensión y sensibilización de todos acerca de los derechos humanos con objeto de afianzar la voluntad de lograr su aplicación a nivel universal (párr. 80).
5.2. El programa mundial para la educación en los derechos humanos (2005-2009) Tanto desde la Unesco como desde el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos se ha desarrollado un Plan de Acción para la educación en derechos humanos como respuesta a la Resolución 59/113A de la Asamblea General. En esta Resolución se afirma que la educación en la esfera de los derechos humanos constituye un proceso a largo plazo que se prolonga durante toda la vida, en el cual todas las personas aprenden a ser tolerantes, a respetar la dignidad de los demás y los medios y arbitrios de asegurar ese respeto en todas las sociedades. A diferencia del Decenio de las Naciones Unidas para la educación en materia de derechos humanos (1995-2004), de duración limitada, el Programa Mundial consiste en una serie de etapas, la primera de las cuales abarca el periodo 2005-2009 y se centra en los sistemas de enseñanza primaria y secundaria. Uno de los aspectos más relevantes de este Plan es la concreción que hace en cuanto a la definición y delimitación de lo que es la educación en derechos humanos. Así en este plan encontramos tanto una definición, como el establecimiento de unas finalidades concretas, ... la educación en derechos humanos puede definirse como el conjunto de actividades de capacitación y difusión de información orientadas a crear una cultura universal en la esfera de los derechos humanos mediante la transmisión de conocimientos, la enseñanza de técnicas y la formación de actitudes, con la finalidad de: a) Fortalecer el respeto de los derechos humanos y las libertades fundamentales; b) Desarrollar plenamente la personalidad humana y el sentido de la dignidad del ser humano; c) Promover la comprensión, la tolerancia, la igualdad entre los sexos y la amistad entre todas las naciones, los pueblos indígenas y los grupos raciales, nacionales, étnicos, religiosos y lingüísticos; d) Facilitar la participa-
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ción efectiva de todas las personas en una sociedad libre y democrática en la que impere el Estado de derecho; e) Fomentar y mantener la paz; f) Promover un desarrollo sostenible centrado en las personas y la justicia social (n.º 3).
Además las actividades que se realicen en la órbita de la educación en derechos humanos deben transmitir los principios fundamentales de los derechos humanos, así como tener en cuenta sus características. Concretamente se indican una serie de ámbitos o aspectos que delimitan la educación en derechos, tales como: Conocimientos y técnicas: aprender acerca de los derechos humanos y los mecanismos para su protección, así como adquirir la capacidad de aplicarlos en la vida cotidiana; Valores, actitudes y comportamientos: promoción de valores y afianzamiento de actitudes y comportamientos que respeten los derechos humanos; Adopción de medidas: fomentar la adopción de medidas para defender y promover los derechos humanos (n.º 4).
Por último, tenemos que destacar también los denominados «Principios rectores de las actividades de educación en derechos humanos», que deben tenerse en cuenta en la planificación y desarrollo de todas aquellas intervenciones educativas que tengan como objeto la enseñanza de los derechos humanos. Así en el Plan se afirman los siguientes: a) Promover la interdependencia, la indivisibilidad, y la universalidad de los derechos humanos, incluso los derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales, así como el derecho al desarrollo. b) Fomentar el respeto y la valoración de las diferencias, así como la oposición a la discriminación por motivos de raza, sexo, idioma, religión, opinión política o de otra índole, origen nacional, étnico o social, condición física o mental, o por otros motivos. c) Alentar el análisis de problemas crónicos e incipientes en materia de derechos humanos, en particular la pobreza, los conflictos violentos y la discriminación, para encontrar soluciones compatibles con las normas relativas a los derechos humanos. d) Dotar a las comunidades y a las personas de los medios necesarios para determinar sus necesidades en materia de derechos humanos y velar por su satisfacción.
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e) Inspirarse en los principios de derechos humanos consagrados en los distintos contextos culturales, y tener en cuenta los acontecimientos históricos y sociales de cada país. f) Fomentar los conocimientos sobre instrumentos y mecanismos para la protección de los derechos humanos y la capacidad de aplicarlos a nivel mundial, local, nacional y regional. g) Utilizar métodos pedagógicos participativos que incluyan conocimientos, análisis críticos y técnicas para promover los derechos humanos. h) Fomentar entornos de aprendizaje y enseñanza sin temores ni carencias, que estimulen la participación, el goce de los derechos humanos y el desarrollo pleno de la personalidad humana. i) Ser pertinentes en la vida cotidiana de los educandos, haciendo que éstos participen en un diálogo sobre los medios de transformar los derechos humanos de la expresión de normas abstractas a la realidad de sus condiciones sociales, económicas, culturales y políticas.
6. DEMOCRACIA Y DERECHOS HUMANOS EN UN MUNDO GLOBAL No podemos terminar este capítulo sin analizar, siquiera brevemente, la noción de globalización que impregna realidades políticas, como la democracia, o jurídico-políticas, como es el caso de los derechos humanos En lo que sigue vamos a realizar un esbozo, sobre todo de tipo conceptual, en el que trazaremos una panorámica actual del mundo global en el que vivimos. Para ello seguiremos, en líneas generales el análisis de García Amilburu (2003). Los términos globalización o mundialización se emplean indistintamente para designar la interdependencia de las sociedades humanas. En un intento de definir la globalización del modo más genérico y abarcante posible, se la puede caracterizar como un proceso por el que se crean vínculos y espacios sociales transnacionales. Entendida de esta manera, la globalización no sería un fenómeno exclusivo de nuestra época, porque a lo largo de la historia del género humano se han dado estas tendencias de manera más o menos constante.
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Hay una serie de procesos de globalización espontáneos, porque los grupos humanos tienden a ponerse en contacto entre sí para atender a sus necesidades mínimas de subsistencia (conseguir alimentos y disponer de un territorio para vivir). Así, las actividades bélicas y el comercio, en sus muy diversas formas, están presentes en la misma entraña del desarrollo histórico. Además, es posible reconocer otro tipo de procesos globalizadores que no son de índole espontánea sino intencionada: cuando un determinado grupo humano tiende positivamente a desarrollar un proyecto globalizador. Por mencionar sólo algunos ejemplos podemos citar tres, de carácter político, religioso y económico respectivamente (González, 2000). En primer lugar, podemos citar los antiguos Reinos del Oriente Medio (Babilonia y Persia), o Roma aspiraron a construir un Imperio Universal, y ellos mismos se sintieron universales. Contemplados desde una perspectiva histórica, fueron intentos frustrados, y desde una perspectiva geográfica pueden incluso resultarnos ridículos. Pero constituyeron, sin duda, movimientos globalizadores en el sentido que hemos señalado. En segundo lugar, un caso diferente, en el ámbito religioso, lo constituye el cristianismo, que nace (por designio explícito de su Fundador) no sólo con una voluntad genérica de propagarse, sino con la clara misión de extenderse hasta los confines de la tierra. El cristianismo siempre ha intentado dar cumplimiento a ese mandato evangelizador y es en la actualidad una religión extendida universalmente, inculturada en las más diversas tradiciones humanas. Por último, un tercer proyecto explícito de globalización, más reciente, ha sido el marxismo, caracterizado también por su voluntad universalista concretada en el llamamiento a la unión de los proletarios de todo el mundo. En la actualidad, el colapso (primero económico y más tarde Ideológico) del marxismo ha reducido este intento a un simple objeto de estudio sin el que, ciertamente, no se puede comprender la historia de los últimos siglos. Así pues, ha habido diversos intentos globalizadores a lo largo de la historia. ¿Qué es, entonces, lo que tiene de característico el proceso de globalización actual para que lo consideremos uno de los rasgos distintivos del final del siglo XX y principios del XXI? Concretando algo más, podemos definir los procesos de globalización como
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... la progresiva integración de las economías y, en general, de las sociedades (nacionales) del mundo (...) que va permitiendo, junto con el surgimiento y amplia difusión de enormes progresos en las tecnologías de tratamiento y difusión de la información, la paulatina construcción de una nueva cultura y una nueva sociedad globales, cuya organización institucional puede y debe, apartir de ahora, ir siendo definida (Rubio de Urquía, 2001: 62).
También tenemos que mencionar otra definición de globalización como la constitución de sistemas que descansan sobre la creciente interdependencia e internacionalización de instituciones formales (los mercados financieros, los negocios, las naciones, los medios de comunicación y el Internet) mientras que, al mismo tiempo, descansan en las dimensiones más locales, incluyendo la identidad personal y la afiliación étnica (Fitzsimons, 2000). Así tenemos que el proceso de globalización es un fenómeno multidimensional pues abarca diferentes aspectos de la vida humana, afectando principalmente a las esferas económica, política y cultural. Por globalización económica se entiende la integración de las economías y de los sistemas financieros a nivel internacional, de acuerdo con la creciente mundialización del mercado, el capital, el trabajo, la fabricación y distribución de bienes y servicios, etc. Las compañías multinacionales, así como la eliminación de las barreras comerciales, han contribuido enormemente a esta globalización económica. La globalización cultural hace referencia al incremento de las relaciones interculturales debidas, en parte, a la movilidad facilitada por los modernos medios de transporte que favorecen el contacto con otras culturas a través de los viajes realizados por diversos motivos (estudio, trabajo, turismo, inmigración, etc.). Asimismo, la información acerca de la diversidad cultural humana disponible a través de los medios de comunicación y las nuevas tecnologías es superabundante. La globalización política consiste fundamentalmente en la extensión del régimen de gobierno democrático. En la actualidad, somos testigos de un movimiento bipolar que, en su dimensión centrífuga tiende a provocar la ruptura de grandes conglomerados políticos (tales como las antiguas URSS o Yugoslavia) en unidades más pequeñas, mientras que al mismo tiempo ejerce una fuerza centrípeta que tiende a unir a los Estados en organizaciones supranacionales, como es el caso de la Unión Europea (López Rupérez, 2001).
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Lógicamente, estas tres dimensiones económica, cultural y política están interconectadas y, aunque aquí nos interese especialmente el aspecto cultural, es opinión común considerar que la globalización económica ha sido la causa, o al menos el motor, de las otras dimensiones; y no es infrecuente que, cuando se habla del proceso de globalización, se limite exclusivamente a sus aspectos económicos. Efectivamente, el papel de la educación en un contexto de un mundo global pasa necesariamente por aparecer vinculado a los dos ámbitos ya citados, y que constituyen actualmente una garantía para poder articular discursos socioculturales compatibles con la dignidad humana. Tales ámbitos son la extensión de la democracia como sistema político que se basa en la libertad individual, y la protección y promoción de los derechos humanos tanto a nivel local como universal, por encima de particularismos regionales y culturales. Tal y como señalaba el Sr. F. Mayor Zaragoza (1999), ... de los principios que en 1789 proclamó la Revolución Francesa —libertad, igualdad, fraternidad—, el primero inspiró las grandes transformaciones políticas y sociales del siglo XIX; el segundo —el ideal igualitario— dominó el siglo XX, a partir de la Revolución Rusa. Pero la cultura bélica en la que se desarrollaron impidió que dieran todo el fruto esperado. Ahora debemos trabajar para que el tercero de esos principios, la fraternidad, llegue a ser el motor histórico del siglo XXI, el ideal movilizador de una cultura de paz, cuya primera página espera, impaciente, que tracemos conjuntamente los rasgos, en todos los lugares del mundo, de la más novedosa y antigua solución de todos los tiempos, la única por la que «seremos juzgados al atardecer: el amor (p. 107).
Así, un discurso educativo a la altura de un mundo globalizado e interdependiente (centrado en la promoción de los derechos humanos y la cultura democrática) pasa por articular pedagógicamente el valor de la fraternidad, presente en la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Promover educativamente una globalización a escala humana pasa por articular pedagógicamente el deber de fraternidad, tal y como reza el primero de los artículos con que se abre la Declaración Universal: «Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están
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de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros».
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TEMA 5 PRESUPUESTOS DE LA INTERVENCIÓN SOCIOCOMUNITARIA. CONTEXTOS GENERALES Y DESAFÍOS Inés Gil Jaurena
RESUMEN: En este capítulo se presentan tres elementos relativos a la intervención sociocomunitaria: los presupuestos que tiene en cuenta, los contextos generales en que se desarrolla, y los desafíos a los que se enfrenta. En el primer apartado se revisan los presupuestos de la intervención sociocomunitaria, siguiendo lo comentado en temas anteriores y las propuestas de Marchioni (2002), y dedicando una especial atención a la participación como presupuesto de la intervención sociocomunitaria y a los presupuestos teóricos de esta disciplina. En el segundo apartado se relacionan los contextos generales de intervención sociocomunitaria tal y como se recogen en diferentes convenios colectivos del ámbito de la intervención social. El tercer apartado se centra en los desafíos a los que se enfrenta la intervención sociocomunitaria, referidos tanto a los retos que plantea el contexto actual en el que se desarrolla esta disciplina, como a los retos de la propia evolución de la misma. PALABRAS CLAVE: presupuestos teóricos, participación, contextos de intervención sociocomunitaria, servicios sociales, autogestión, investigación acción participativa
1. PRESUPUESTOS DE LA INTERVENCIÓN SOCIOCOMUNITARIA La intervención sociocomunitaria como disciplina y como medio de actuación considera una serie de presupuestos; en temas anteriores se han analizado los fundamentos y principios de la intervención sociocomunitaria. En este apartado se revisan los presupuestos de la intervención sociocomunitaria, en un intento de sintetizar y/o resaltar lo mencionado con relación a las bases de esta metodología en otros temas, y de dotar de un carácter global a la visión sobre esta disciplina. En el tema titulado La comunidad como eje de intervención (apartado 3.1) se habla de que «la comunidad es el presupuesto fundamental de la intervención: sin comunidad no existe intervención sociocomunitaria, puesto que la comunidad es a la vez objetivo y sujeto de la intervención social». Se defiende esta idea
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de la comunidad como principio, dado que la intervención sociocomunitaria se da en el marco de una comunidad determinada; y en tanto que la intervención sociocomunitaria ha de partir de las necesidades, demandas, intereses, planteamientos, etc. surgidos desde la propia comunidad. En dicho capítulo se mencionan tres elementos con relación a la comunidad, que son presupuestos básicos de la intervención sociocomunitaria: s ,A participación de la comunidad en todos los momentos del proceso. s ,A responsabilidad de la comunidad, el compromiso adquirido, la implicación en los procesos de cambio. s %L rol del profesional de la intervención, que oscila desde un rol más técnico hasta un rol más relacional, como acompañante del proceso. Retomando a un autor de referencia, Marco Marchioni (2002) señala que pueden ser considerados principios básicos de la intervención social comunitaria, sin un orden de prioridad sino entendidos como un conjunto, los siguientes: s 3E TRATA DE PROCESOS A MEDIOLARGO PLAZO NO DE PROYECTOS CON OBJETIvos inmediatos a conseguir en 8 ó 10 meses; y de procesos de tipo global en los que se dan y se interrelacionan, como en la vida, diferentes aspectos / problemas / necesidades / aspiraciones ... de tipo social, económico, cultural, educativo, psicológico, antropológico, etc. «Intentar dividir la realidad y la vida (las comunidades están integradas por personas y por las relaciones entre ellas) en apartados, sectores, temas/ problemas puntuales, etc. es un artificio» (Marchioni, 2002: 456). s %L PROCESO TIENE SU EJE CENTRAL EN UNA comunidad concreta. Los modelos rígidos y únicos no son válidos, dado que cada comunidad tiene que seguir su propio proceso particular. Otras experiencias de otros contextos y comunidades pueden resultar útiles, pero no como esquema a seguir de manera rígida, dada la particularidad de cada comunidad foco del proceso de intervención sociocomunitaria. s 3E ENTIENDE POR COMUNIDAD iUN TERRITORIO CONCRETO CON UNA POBLAción determinada, que dispone de determinados recursos y que tienen determinadas demandas» (Marchioni, 2002: 456). Una comunidad siempre es el conjunto de estos cuatro factores (territorio, población,
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recursos y demandas) y sus mutuas, constantes y mutantes interrelaciones. Aislar el proceso en uno solo de estos elementos sería un error conducente al fracaso. s i%N UN SISTEMA FORMALMENTE DEMOCRÉTICO Y FUERTEMENTE ESTRUCTURADO a nivel institucional y legal, una comunidad coincide con la dimensión del municipio y, por lo tanto, con el gobierno de este municipio que es el ayuntamiento» (Marchioni, 2002: 456). Esta afirmación, sin embargo, es conveniente mantenerla entrecomillada, ya que la comunidad, tal y como se ha señalado en el capítulo 2 dedicado a este tema, puede entenderse de diferentes maneras, no necesariamente vinculada a la administración ni a un territorio de un modo rígido. s %L PROCESO SEGÞN -ARCHIONI TIENE SIEMPRE tres protagonistas (que son los protagonistas de la vida organizada de un sistema democrático) que tienen que ver directamente con los temas de la intervención comunitaria: las administraciones (en primer lugar la administración local), los recursos técnicos y profesionales que operan en/con esa comunidad (públicos, privados no lucrativos y voluntarios) y la población. Los tres protagonistas deben implicarse correctamente en el proceso, jugando cada uno su papel y respetando y asumiendo el papel de los demás. Marchioni resalta la dificultad de lograr esta implicación coordinada, en gran parte debido a la falta de experiencia en este sentido. s 0OR ESE MOTIVO LA CORRECTA IMPLICACIØN DE LOS TRES PROTAGONISTAS ES un punto de llegada del proceso y no un punto de partida. El proceso comunitario puede verse, desde este planteamiento, como un proceso de carácter educativo de todos sus protagonistas; un proceso en el que, si la metodología utilizada es apropiada, todos/as los implicados/as adquieren aprendizajes de la propia experiencia. s ,A participación es, de ese modo, «la estrella» del proceso. Sin participación de los tres protagonistas no hay proceso de construcción de la comunidad, de su futuro y de su capacidad de enfrentarse a las situaciones que van surgiendo y que le afectan directa o indirectamente. Sin participación «hay cosas, hay actividades, hay proyectos, pero todo será provisional, puntual, inmediato» (Marchioni, 2002: 457). s ,A INTERVENCIØN COMUNITARIA NO HA DE SIMPLIlCARSE CONFUNDIÏNDOLA con «localismo», con la tendencia a identificar mi comunidad de vida
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con el centro exclusivo del mundo. En un mundo cada vez más globalizado, la cuestión es ver cómo mi comunidad es capaz de relacionarse con la «aldea global». s 0OR ÞLTIMO -ARCHIONI SE×ALA QUE LA INTERVENCIØN COMUNITARIA NO TIENE que identificarse (como demasiado a menudo se ha hecho) con población marginal y con comunidades territoriales particulares. Identifica Marchioni, de ese modo, varios aspectos de gran relevancia en la instauración de los presupuestos de la intervención sociocomunitaria: el carácter global, el papel de la comunidad, el papel de la administración, la contextualización de la intervención, el carácter procesual, la participación, etc. A un nivel más operativo, Marchioni (2002: 466) destaca dos conceptos fundamentales en los que se inspiran las actuaciones concretas en la metodología comunitaria: participación y organización de y en el equipo comunitario y sus eventuales colaboradores (técnicos y profesionales que intervienen en el proceso). Las diferentes conceptualizaciones sobre los presupuestos, principios o fundamentos de la intervención sociocomunitaria resultan coincidentes en el fondo, y cada una de ellas resalta diferentes matices, ya sean de tipo general, metodológico, operativo, teórico, etc. Si se intentan extraer los presupuestos fundamentales, resulta especialmente relevante uno de ellos: la participación. Este principio es mencionado por multitud de autores, y juega un papel relevante en intervención sociocomunitaria, en el aprendizaje de la ciudadanía, en el desarrollo personal, social y cultural, etc. El siguiente epígrafe se dedica específicamente a la participación.
1.1. La participación como presupuesto de la intervención sociocomunitaria Siguiendo la reflexión de Carlos Giménez1 (2002, citado en Migallón, 2005), la participación es, al menos: 1 Giménez, C. (2002) «La dinamización comunitaria en el ámbito de la inmigración. Apuntes y propuestas sobre participación, mediación y codesarrollo», en M.ª José Rubio y Silvina Monteros (coords.) La Exclusión Social. Teoría y práctica de la intervención. (Madrid: Editorial CCS).
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s 5N derecho. La relevancia de la participación ha sido recogida en innumerables pactos, tratados, recomendaciones, etc. s 5NA necesidad humana. Manfred Max-Neef (1993) incluye la participación en su listado de necesidades humanas fundamentales. s 5N requisito. La participación es una condición sine qua non para la aplicación e implementación de las políticas públicas y los programas de intervención comunitaria. s ! ESTAS TRES CARACTERÓSTICAS -IGALLØN A×ADE UNA MÉS LA PARTIcipación es un compromiso entre las distintas partes (carácter relacional) implicadas en el proceso. Por esta razón, es fundamental el incremento del grado de precisión y de implicación de cada una de las partes. Jesús M. Migallón (2005) recoge tres principios orientadores de la participación: a) Protagonismo real de las personas Este principio (…) es un requisito para la realización de políticas y programas de desarrollo que incorporaran la visión de los destinatarios y se superará de esta manera la mera percepción de estos como beneficiarios y receptores de las actuaciones de desarrollo y no como protagonistas de estos procesos. (…) Dar la primacía a las personas, reconocer el protagonismo de la gente, implica superar la visión y percepción de las personas (...) como objetos y considerarlos como sujetos activos, lo que exige reconocimiento, la legitimación y la superación de la visión y de las actitudes asistencialistas (Migallón, 2005: 29).
b) Participación como incremento de las capacidades humanas Se plantea que la participación ha de contribuir al ... desarrollo, concebido como un proceso de expansión de las libertades que disfrutan las personas, libertad entendida fundamentalmente como «capacidad humana para llevar el tipo de vida que las personas consideran valiosa y para incrementar las posibilidades reales de tipos de vida» (Sen2, 1999, citado por Migallón, 2005). (…) La perspectiva de las capacidades 2
Sen, Amartya. (1999). Desarrollo y Libertad. (Madrid: Editorial Planeta).
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humanas pone el énfasis en la expansión de la libertad del tipo de vida que la persona considera como válido. (…) El incremento de las capacidades y libertades humanas está en relación con otros factores que Sen considera determinantes como son los derechos civiles y políticos, entendidos como posibilidad de participar en el diálogo, reflexión y crítica pública (Migallón, 2005: 31).
c) Profundización democrática No es posible un mayor protagonismo de las personas o un incremento de las capacidades humanas en un contexto no democrático. (…) Las convicciones democráticas y el reconocimiento de derechos y libertades cívicas y políticas son la base para la promoción del diálogo social como fundamento del desarrollo de una sociedad cohesionada (Migallón, 2005: 31-32).
Con relación a la puesta en práctica de estos principios de la participación y a la introducción de procesos participativos en la comunidad, Migallón (2005) postula que ésta de ir acompañada de, al menos, dos acciones complementarias: s %L empoderamiento de los sectores sociales más débiles y desfavorecidos para la expresión de sus ideas y sugerencias. s %L fortalecimiento asociativo, que no es más que el fortalecimiento organizativo de estos sectores. En referencia a la participación comunitaria en particular, Marisela Montenegro (2004) señala que: ... es aquella que se realiza en el seno de comunidades concretas. El origen de este tipo de participación está casi siempre asociado a la acción de profesionales de la intervención comunitaria (…) que desarrollan su acción en conjunto con miembros de una comunidad. (…) en este contexto la participación es concebida como un espacio dinámico en el que se reflexiona y actúa colectivamente para la mejora de las condiciones de vida de los miembros de una comunidad, en relación con asuntos que éstos han definido que son de su interés o que les afectan (Montenegro, 2004: 85).
Se entiende que el sentimiento de pertenencia de las personas a la comunidad les motiva a la participación para lograr objetivos comunes.
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Montenegro (2004: 86) recoge una serie de características de la participación comunitaria: s No es un estado estable, sino un proceso constituido en varios momentos, durante los cuales los sujetos involucrados se forman y forman a otras personas en el manejo de conocimientos y destrezas que dependen de la naturaleza de la experiencia participativa. s %S UN proceso educativo no formal que se desarrolla en las relaciones interpersonales establecidas durante la práctica misma de la participación. s %S inclusiva: requiere que se involucren todos los integrantes del grupo, independientemente del género o la edad. s /CURRE COMO UNA decisión voluntaria de las personas, que se adopta en función de la calificación que el participante le atribuye al proyecto respectivo, pero también por el sentimiento de incomodidad que le genera la no participación. s 3U eficacia está en función no sólo de la unión de la comunidad, sino también de su organización, en la que se distingue el papel que desempeñan los líderes del grupo. s 3E MUEVE HACIA EL logro de las metas compartidas, lo cual funciona como fines que la orientan. s %STÉ VINCULADA A LA CREACIØN DE UN CLIMA DE democracia participativa en la organización que promueva la accesibilidad a los líderes y su control por parte de los participantes. Estos breves apuntes sobre el significado de la participación como presupuesto de la intervención sociocomunitaria recalcan su caracterización como prerrequisito para el éxito de los procesos de intervención que se desarrollen en un contexto determinado.
1.2. Los presupuestos teóricos en la intervención sociocomunitaria Otro aspecto a mencionar con relación a los presupuestos de la intervención sociocomunitaria es el referente a los presupuestos teóricos en los que se basa esta disciplina. Si bien la profundización en las bases teóricas
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es uno de los retos pendientes (tal y como se recoge en el apartado 3 en este tema), se han apuntado varias de las teorías que sustentan el trabajo social comunitario. Miranda3 (2000, citada por Amhed, 2006) fija los siguientes referentes teóricos del trabajo con grupos comunitarios: 1) La teoría sobre la construcción social y los grupos vulnerables. Las personas construyen activamente y crean significados a través del tiempo mediante la interacción con otras personas y por efectos del ambiente (i.e. las culturas). Es a través de los «ojos» del significado construido por cada persona, que el ser humano se ve a sí y al mundo. (…) Basadas en estos significados y en las diferencias percibidas, la persona y los grupos toman decisiones y actúan. No tener o perder este sistema de significados tiene un efecto nefasto en la gente afectando negativamente su identidad. 2) La Teoría de Conflicto. En cualquier grupo humano ya sea la familia, la organización, la comunidad o la sociedad, existe un acceso desigual a los recursos y por lo tanto al poder. El acceso es diferente por razones de clase, género, edad, posición social o étnica, u otras. Los intereses y objetivos son conflictivos debido a que la realidad social es diferente para cada grupo poblacional. Sin embargo, el conflicto es visto como positivo ya que la lucha entre las diversas partes por alcanzar sus respectivos objetivos, conduce al cambio social. 3) Teoría de Aprendizaje Social y autopercepción individual y colectiva. La capacidad de poder y control sobre la dirección de la propia vida es aprendida. El concepto de percepción de la eficacia propia, formulado por Bandura, resulta de la evaluación de las capacidades propias para organizar y ejecutar las acciones necesarias para alcanzar un objetivo prescrito. (...) Como resultado, la gente que piensa que su eficacia es baja, casi siempre evita ciertas actividades para la solución de problemas, aunque tenga las destrezas para aceptar el reto. Cuando la percepción personal de eficacia es alta, la gente está más dispuesta a actuar. Se transforma su percepción de falta de poder o ineficacia personal en expectativas y deseos asociados con motiva3 Miranda, Elizabeth. (2000). El trabajo con grupos comunitarios: protagonistas del proceso de transformación. (Hato Rey, Puerto Rico: Publicaciones Puertorriqueñas).
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ción hacia la acción social. El concepto de eficacia colectiva deriva del de eficacia personal. 4) Perspectiva de Fortalezas y Teoría de Poder. Cuando las personas sienten que sus capacidades tienen el apoyo de otras, tienden a utilizarlas y a actuar con sus fortalezas. El proceso de transformación requiere que los técnicos facilitadores conozcan las aspiraciones, percepciones y fortalezas de la gente con la cual trabajan. Es importante creer en la gente, no sólo expresarlo verbalmente en el discurso sino demostrarlo en la acción y en la relación con ella. El profesional no impone su versión o la de la institución para la cual trabaja. El diálogo debe romper con el mito del profesional como un experto y desarrollarse dentro de una transacción igualitaria, dispuesto a la apertura y al intercambio de conocimientos. (…) Es importante identificar y fomentar el uso de recursos que naturalmente ocurren en el contexto del participante. Los recursos de la «comunidad social natural» son preferibles, antes que descansar en aquellos que proceden de la red de instituciones de los servicios sociales. Ahmed (2006) propone añadir a las teorías anteriores las críticas a la función del trabajador social realizadas desde teorías radicales y marxistas. 5) Teorías radicales y marxistas. Según Alayón4 (1985, citado por Ahmed, 2006), estas teorías nos ofrecen la visión de que el asistencialismo es una de las actividades sociales que históricamente han implementado las clases dominantes para paliar mínimamente la miseria que generaban y para perpetuar el sistema de explotación. La desigualdad social se asumía como una suerte de hecho natural o patológico y, por tanto, desde esta perspectiva se condenaba a las víctimas de un orden social y no a este orden mismo. Con el desarrollo de la profesión se vio la necesidad de recurrir a corrientes «científicas» que sustentaran este tipo de prácticas y así se produjo un acercamiento a las distintas Ciencias Sociales, las cuales aportaron distintas teorías funcionales con el sistema que legitimaban a éste. El Trabajo Social radical y el marxista en sus distintas variantes aparecen como contrapunto a estas teorías funcionalistas.
4
Alayón, Norberto. (1985). Perspectivas del Trabajo Social. (Buenos Aires: Humanitas).
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2. CONTEXTOS GENERALES DE LA INTERVENCIÓN SOCIOCOMUNITARIA Para conocer los ámbitos y contextos generales en los que se desarrolla la intervención sociocomunitaria, recurrimos al I Convenio colectivo marco estatal de acción e intervención social, de junio 20075. Este documento legal suponía el primer intento de regular de manera específica y a nivel estatal la actividad laboral de profesionales y entidades del sector de la intervención social en nuestro país. Otros convenios de carácter autonómico, como el de Madrid, de julio 2007, recogen estas mismas definiciones, ámbitos y actividades. En el I Convenio colectivo marco estatal de acción e intervención social (art. 2) por Acción e Intervención Social, ... se entienden las actividades o acciones, que se realizan de manera formal u organizada, que responden a necesidades sociales, que su propósito puede ser tanto prevenir, paliar o corregir procesos de exclusión social, como promover procesos de inclusión o participación social.
Entre ellos, el convenio establece que se incluyen los ... ámbitos de la acción social, así como el sociolaboral o el sociosanitario, pasando por lo sociocultural y lo socioeducativo, psicosocial, asistencial, intervención sociocomunitaria y sociocultural y las áreas de diseño y evaluación de programas sociales.
El convenio establece 5 áreas: 1. Área de intervención psicosocial y socioeducativa. 2. Área de intervención sociolaboral. 3. Área de intervención sociosanitaria y asistencial. 4. Área de intervención sociocomunitaria y sociocultural. 5. Área de gestión, diseño y evaluación de programas sociales. 5 La aplicación del I Convenio colectivo marco estatal de acción e intervención social tendría una vigencia inicial que abarcaría desde el 1 de enero de 2007 hasta el 31 de diciembre de 2008, estableciéndose en este texto las condiciones laborales mínimas de obligado cumplimiento por parte de empresas y entidades del sector de la intervención social. Este convenio fue impugnado por varias organizaciones por la falta de representatividad negociadora de AESAP, la patronal firmante, y finalmente declarado nulo por la Audiencia Nacional en diciembre de 2008.
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En el marco del área 4, de intervención sociocomunitaria y sociocultural, se especifica el siguiente catálogo de actividades: Conjunto de servicios, centros, equipos y programas dirigidos a mejorar la calidad de vida de un grupo o una comunidad con el fin de mejorar la situación social de sus componentes mediante, por un lado, procesos de estructuración y cohesión, de sensibilización ante la desigualdad y de mejora de la convivencia y por otro, a través de la articulación de procesos de participación del colectivo en su propia transformación y desarrollo humano, social y cultural fomentando la educación en valores a través de actividades culturales, lúdicas, sociales y medioambientales.
En este ámbito de intervención sociocomunitaria y sociocultural quedan comprendidas, entre otras, las siguientes actuaciones y actividades: s 0ROGRAMAS DE ANIMACIØN SOCIOCULTURAL ACTIVIDADES SOCIOCULTURALES DE ocio y tiempo libre educativo en centros culturales/casas de la cultura, centros cívicos, escuelas de personas adultas, centro de mayores u otras entidades y asociaciones (colonias urbanas, campamentos, ludotecas, ocio nocturno, intercambios culturales, campos de trabajo, salidas culturales o deportivas, etcétera). s 0ROGRAMAS Y SERVICIOS DE PROMOCIØN GRUPAL Y COMUNITARIA DE LA PARTIcipación y del asociacionismo. — Servicios de mediación (vecinal, cultural, jurídica, familiar). — Programas de desarrollo local. — Programas de sensibilización para la convivencia intercultural, educación para la paz, y cooperación para el desarrollo. — Programas de educación medioambiental (aulas de naturaleza, granjas escuela...). — Servicios de fomento de los derechos civiles y sociales y sensibilización de la igualdad de oportunidades. — Servicios de conciliación de la vida familiar y laboral. — Servicios de promoción grupal y comunitaria. — Programas de sensibilización, educación comunitaria y concienciación social.
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3. DESAFÍOS DE LA INTERVENCIÓN SOCIOCOMUNITARIA La intervención sociocomunitaria se enfrenta en la actualidad a varios desafíos, tanto por el momento histórico en que se desarrolla como por la propia evolución de la disciplina. Con relación a la primera de las vertientes mencionadas, referente a los retos de la intervención sociocomunitaria en el momento actual, se resaltan dos aportaciones realizadas en el contexto español: el análisis sobre la situación y los retos de la intervención sociocomunitaria planteado por Marchioni (2006), y los análisis de la Fundación Luis Vives (2007a y 2007b) en favor de la inclusión social y para superar la pobreza y la exclusión social. En cuanto a la evolución de la propia disciplina, son dos los desafíos fundamentales en los que la intervención sociocomunitaria ha de profundizar: los aspectos teóricos y los aspectos metodológicos (incluida la evaluación). En los epígrafes que siguen se tratan estas dos vertientes prospectivas de la intervención sociocomunitaria.
3.1. Desafíos de la intervención sociocomunitaria en el momento actual a) Análisis y propuestas de Marco Marchioni Marchioni (2006) dibuja el escenario en el que se desarrolla actualmente la intervención sociocomunitaria. Se resume en los siguientes elementos: s ,A APARENTEMENTE IRREVERSIBLE DERIVA DEL %STADO 3OCIAL EN Estado Asistencial con la consiguiente deriva de las políticas sociales (y de las prácticas sociales) en asistenciales. Desaparecen las demandas colectivas y las causas de las necesidades sociales: sólo existen «personas con problemas» para las que hay que hacer algo. Ya no existen ciudadanos y ciudadanas (individual y/o colectivamente considerados) con los que trabajar para conseguir o mantener en su derecho de ciudadanía, sino «usuarios, clientes o pacientes (...). s ,A CRECIENTE privatización de las prestaciones y servicios sociales (en sentido amplio) (...) La gestión predomina sobre la finalidad y el contenido
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de la acción social y la intervención social pública queda difuminada en un panorama confuso y fragmentado en múltiples facetas, acciones, planteamientos, etc. s ,A CRECIENTE precarización del trabajo y de las relaciones laborales (...) determina un ambiente social de competitividad, la ausencia de búsqueda colectiva y solidaria de soluciones comunes, haciendo ver una moderna «guerra entre los pobres», que afecta muy negativamente sobre todo a los sectores más débiles de la población. s ,A OBSOLESCENCIA O LA ausencia de referentes políticos, sindicales en los territorios (los partidos y los sindicatos no están allí y las organizaciones vecinales han perdido en gran medida su papel) empuja a la población hacia la búsqueda de «soluciones» individuales o, como máximo, gremiales y corporativas (Marchioni, 2006: 222).
En este escenario de «extrema dificultad objetiva», en palabras de Marchioni (2006), se vislumbran unas serie de elementos y retos que posibilitan la intervención sociocomunitaria tal y como se ha ido definiendo en los diferentes capítulos. Las comunidades locales cuentan hoy, potencialmente, con recursos en su mismo territorio como nunca antes históricamente. Lo que hay que cambiar es el uso distorsionado de estos recursos y crear procesos sinérgicos entre ellos en contra de la atomización existente (Marchioni, 2006: 223).
Tomando como ejemplo los Planes Comunitarios, Marchioni (2006) expone cómo, frente a situaciones dadas, se plantean acciones encaminadas a que los mismos resulten eficaces: s 3E DA IMPORTANCIA A LA coordinación técnica, realizada de forma permanente y orgánica en los territorios. Así se puede construir con la población una relación correcta y válida, superar los sectorialismos existentes y contribuir a una hipótesis de desarrollo. s 3 E PLANTEA A LAS DIFERENTES ADMINISTRACIONES EN PRIMER LUGAR LA LOCAL la necesidad de asumir realmente el territorio como referente clave de la programación y de la intervención pública, integrando las aportaciones de las diferentes administraciones; intentando superar así la actual jungla programatoria, sectorial y/o competencial de los diferentes niveles del Estado en sus diferentes articulaciones.
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s 3E PLANTEA A LA POBLACIØN LA NECESIDAD DE SUPERAR LA ACTUAL FRAGMENtación social buscando puntos, intereses y proyectos comunes, sin por ello despreciar proyectos e intereses particulares. Sobre estos temas y proyectos comunes es posible avanzar hacia nuevas formas de agregación social centradas en la participación directa no sólo de los grupos, asociaciones y organizaciones existentes, sino también y sobre todo de personas que quieren participar a título individual. Para nosotros la participación es la política o la nueva política que necesitamos hoy, en el territorio o comunidad local, sin por ello dejar de contar con los partidos, los sindicatos y las organizaciones sociales existentes, pero al mismo tiempo sin delegar pasivamente en ellos la representación de la población, el análisis de la realidad y la consiguiente búsqueda de soluciones. Entre los retos metodológicos que Marchioni (2006) destaca especialmente para desarrollar las ideas anteriores se encuentran los siguientes: — La existencia de un equipo profesional (equipo comunitario) que no atiende a demandas particulares, sino al proceso y a su articulación dialéctica y dinámica entre los tres protagonistas (administración, recursos técnicas y población). — La construcción de un diagnóstico comunitario (a la vez global y sectorial) de la realidad de la comunidad, de sus necesidades colectivas y de sus posibles mejoras. Este diagnóstico tiene que estar hecho con la participación directa de los tres protagonistas y no es, por lo tanto, un producto técnico externo. — La directa implicación y participación de todas las personas, organizaciones y asociaciones existentes, constituyendo formas de organización comunitaria nuevas, abiertas y democráticas que dirigen el proceso por la parte que corresponde a la ciudadanía. (...) Finaliza Marchioni (2006) con un alegato en favor de la participación, elemento que, como ya se ha comentado, es un presupuesto fundamental de la intervención sociocomunitaria. En este contexto y en este proceso las redes sociales existentes (...) pueden colaborar aportando elementos reales y concretos muy importantes para que las comunidades locales puedan llevar adelante su propio proyec-
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to de «mejora de las condiciones de vida». Sin embargo pensamos que las redes nunca podrán sustituir la participación directa de la ciudadanía de un territorio cuya organización, nueva, profundamente abierta y democrática, representa para nosotros la alternativa al modelo dominante de sociedad que nos quieren presentar como única y sin alternativas. Pensamos que sí hay alternativas. (...) (Marchioni, 2006: 224).
b) Análisis y propuestas de la Fundación Luis Vives Uno de los retos de las sociedades democráticas es favorecer la inclusión social y prevenir o eliminar por tanto la exclusión social. La Fundación Luis Vives (2007a) se pregunta qué se puede hacer para romper o prevenir el proceso de la exclusión social. Ante esta pregunta prospectiva, afirman que la exclusión social «se puede disminuir o prevenir, siempre y cuando todos los actores se impliquen de manera activa y se tomen las medidas adecuadas» Fundación Luis Vives (2007a: 24). Esta organización plantea que, para garantizar la inclusión social se requiere de la participación y cooperación activa de: s ,OS GOBIERNOS QUE TIENEN LA RESPONSABILIDAD ÞLTIMA DE GARANTIZAR QUE la inclusión social de todos los ciudadanos sea una realidad. s ,AS ORGANIZACIONES Y AGENTES SOCIALES /.' SINDICATOS EMPRESAS medios de comunicación). s %L ENTORNO FAMILIAR Y RELACIONAL s ,AS PERSONAS QUE SE ENCUENTRAN EN SITUACIØN YO RIESGO DE EXCLUSIØN s 4ODAS LAS PERSONAS QUE FORMAN PARTE DE LA SOCIEDAD A TRAVÏS DE UN compromiso solidario y un sentido cívico. Ante la cuestión de qué características debe reunir el entorno para prevenir la exclusión social, cita las siguientes (elementos a tener en cuenta al plantear la intervención sociocomunitaria): s ,AS RELACIONES E INTERCAMBIOS SOCIALES ECONØMICOS Y POLÓTICOS DE ESTE entorno deberán basarse en el respeto a los Derechos Humanos y regirse por principios y valores jurídicos, sociales y democráticos. s %L ENTORNO DEBE CONTAR CON MECANISMOS QUE PERMITAN APLICAR LOS derechos además de contar con un sistema de protección social inte-
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gral y accesible para todos que garantice una educación, una sanidad y unos servicios sociales de calidad, así como un sistema de pensiones contributivas y rentas mínimas. s 3ERÉ IMPRESCINDIBLE QUE EXISTAN UNAS INSTITUCIONES PÞBLICAS ACTIVAS QUE s 2EDISTRIBUYAN LA RIQUEZA DE MANERA EQUITATIVA s %STABLEZCAN MEDIDAS Y ACCIONES QUE FOMENTEN LA INCLUSIØN SOCIAL y la igualdad de oportunidades, y que velen por la implementación de las mismas. s 0ROMUEVAN LA PARTICIPACIØN POLÓTICA DE TODOS s )MPLEMENTEN CAMPA×AS DE SENSIBILIZACIØN s &AVOREZCAN