IMPORTANCIA DE LA EPISTEMOLOGÍA PARA LA PSICOLOGÍA Coloquio estudiantes de Psicología
Juan Mansilla S. Quiero partir con un aforismo clásico no superado: la vida examinada es la única que merece ser vivida. Sócrates con su vida sencilla, su terno cuestionamiento, su tenaz búsqueda de la buena vida humana, llegó a exasperar a los atenienses. Uno de los campos fundamentales de la Psicología es la vida emocional humana, en particular la vida de Otros seres sufrientes (la palabra paciente proveniente de patior del latín, significa sufrir) que acuden al Psicólogo llenos de esperanza y aprehensión, con la esperanza de que una conexión humana pueda salvarlos, pero también con la aprehensión de que se les pueda fallar una vez más. Los psicólogos deben ser filósofos practicantes, de lo contrario se vive una vida no examinada, agarrados por presuposiciones filosóficas de las que no nos hemos percatado, ni en nuestras teorías, ni en nuestras prácticas. La pregunta clave aquí es la que nos propone el filósofo Martín Heidegger
¿Qué significa pensar? "En la Universidad -indica-, es particularmente grande el peligro de entender mal lo que se refiere al pensamiento, en especial cuando se habla en forma explícita de las ciencias. Pues ¿en qué otro lugar se nos pide que nos rompamos la cabeza tanto como en los centros de investigación y docencia relacionados con el trabajo científico" Refiriéndose a su propia meditación respecto de la ciencia hace esta aclaración: "Un pensador piensa solamente cuando persigue lo que habla a favor de una cosa. Todo hablar a la defensiva sólo tiene el sentido de proteger la cosa. En la medida en que en nuestro camino hemos de hablar de las ciencias, no nos pronunciamos contra ellas, sino a favor de ellas, a saber, en pro de la claridad acerca de su esencia. Y en ello está contenida ya la persuasión de que las ciencias son en sí algo esencialmente positivo. No obstante, su esencia no es tal como tiende a representarla la mentalidad de nuestras universidades". Hoy día hay demasiado pocos dolores de cabeza en el mundo y una gran falta de pensamiento que justamente va con el olvido del ser.
Y para pensar hay que meditar, y hoy hay orfandad de meditación. "Meditación leemos allí-, es la serenidad respecto de lo digno de ser preguntado". dice Heidegger: "Seguir el camino que un asunto ya ha tomado por sí mismo, se dice en alemán sinnan, sinnen. Introducirse en el sentido [Sinn] es la esencia de la meditación [Besinnung]"
La ciencia no piensa: En Serenidad entra en mayores detalles a propósito de la confrontación entre pensar calculante y pensar meditativo. Refiriéndose al primer tipo de pensar -el calculante-, dice: "Su peculiaridad consiste en que cuando planificamos, investigamos, organizamos una empresa, contamos ya siempre con circunstancias dadas. Las tomamos en cuenta con la calculada intención de unas finalidades determinadas. Contamos de antemano con determinados resultados. Este cálculo caracteriza a todo pensar planificador e investigador. Semejante pensar sigue siendo cálculo aun cuando no opere con números ni ponga en movimiento máquinas de sumar ni calculadoras electrónicas. El pensamiento que cuenta, calcula; calcula posibilidades continuamente nuevas, con perspectivas más ricas y a la vez más económicas. El pensamiento calculador no es un pensar meditativo". El pensar meditativo frente al calculador, se caracteriza por pensar "en pos del sentido [Sinn] que impera en todo cuanto es". La ciencia sería un modo del pensar calculador. No se trata, pues, de que en ella haya una ausencia absoluta de pensamiento. Lo que no hay en ella, en tanto ciencia, es un pensar meditativo. Luego la Psicología es una ciencia. Heidegger recuerda que "el «qué es» contiene desde Platón lo que habitualmente denominamos la esencia de una cosa. «Esencia» significa perdurar, permanecer. Con todo, la expresión es: es lo que perdura y permanece. Es quiere decir: esto «esencia» en presencia y perdurando, nos en-camina y nos de-manda. La esencia entendida de este modo nombra lo que perdura, lo que viene hacia nosotros y en todo nos concierne porque en-camina" (Heidegger 1990) Pero, ¿a qué nos referimos con despliegue? ¿Qué es lo que en última instancia se despliega? ¿Qué es lo que piensa el pensamiento cuando se dirige hacia lo esencial? Hay algo que, por así decirlo, ostenta de manera eminente los cuatro caracteres de la esencia, de lo que se despliega. Estos caracteres son: 1. Perdura. 2. Viene hacia nosotros desde nosotros (ese fondo insobornable). 3. Nos concierne en todo. 4. En-
camina. Lo que ostenta estos caracteres es lo que Heidegger llama el ser. El ser es lo que en primera y última instancia constituye la esencia.
La Unicuadridad, Cuaternidad, cuadrante o cuaterna nombra la reunión de los cuatro: cielo y tierra, mortales y divinos; o tierra y cielo, dios y hombre (Heidegger 1990, p. 192 /H. 1985, p. 202). Se trata probablemente de la destinación primordial y matriz del ser. Heidegger habla de las regiones de la cuaternidad del mundo, de las cuatro regiones del mundo o de la Cuaternidad del mundo (Heidegger 1990, pp. 189 s., 193 /H. 1985, p. 203). El juego del mundo es lo que perdura, viene hacia nosotros, nos concierne en todo, nos en-camina. Pensar lo esencial es pensar el ser, es dejarse interpelar por el juego del mundo, correspondiéndole. No se trata, pues, de captar intuitivamente algo, ni menos aún de capturar conceptualmente la Unicuadridad. Se trata, en otras palabras, de "retornar adonde (propiamente) ya nos hallamos". Por cierto, la ciencia como tal nada tiene que ver con el pensar así entendido, porque es un pensar técnico, si se le puede llamar pensar a lo técnico.
Para referirse al ser como la Unicuadridad, Heidegger escribe la palabra ser tachándola con un aspa o cruz de San Andrés. Con esa grafía quiere decir que no se refiere al ser tradicionalmente entendido; dicho en breve, no apunta en absoluto al ser como objeto. Pero hay más. "Esa tachadura en forma de aspa -explica-, en principio sólo trata de impedir la costumbre -casi imposible de erradicar- de representarnos al ser como algo que está y subsiste por sí mismo y de cuando en cuando aparece frente al hombre. De acuerdo con esta representación, parece como si el hombre estuviese excluido fuera del «ser». Pero no sólo no está fuera, es decir, no sólo está comprendido dentro del «ser», sino que, usando al ser humano, el «ser» se ve abocado a renunciar a la apariencia del para-sí, motivo por el que tiene otra esencia distinta de la que le gustaría a la representación de un tipo de compendio que abarca la relación sujeto-objeto. Después de lo dicho, el signo del aspa no puede ser un signo
meramente negativo de tachadura. Por el contrario, lo que hace es señalar las cuatro regiones del conjunto integrado por los cuatro y su reagrupamiento en el punto en que se cruza el aspa" (Heidegger 2000b, pp. 332 s. /H. 1976b, p. 411). A estas cuatro regiones se refiere más ampliamente en "Construir Habitar Pensar, hacer". Recojamos este planteo: el hombre como mortal, como el habitante, no está fuera del ser y frente a él -como el sujeto frente al objeto-, sino que se inscribe en el ser, habita en él.. En "El principio de identidad", Heidegger lo muestra. Allí indica, hablando de la im-posición, la esencia de la técnica moderna, que "el juego de propiación en que el hombre y el ser se transpropian recíprocamente". (Heidegger 1988a, pp. 84 ss.). En "El camino al habla" aborda también el asunto: " Tal como dejamos establecido, las cuatro regiones del ser están configuradas por la tierra, el cielo, los divinos y los mortales. Pensar lo cuadrante, la cuaterna, la cuaternidad o la Unicuadridad es el habitar al que Heidegger aspira y al que nos invita. "En el salvar a la Tierra, en el acoger al Cielo, en el esperar a los Divinos, en el guiar de los Mortales, se acontece el habitar en cuanto cuádruple proteger: cuidar, mirar lo cuadrante. Proteger [cuidar, mirar por] quiere decir: custodiar lo cuadrante en su esencia. Pero -pregunta Heidegger-, ¿dónde guarece [o guarda] el habitar, cuando protege lo cuadrante, la esencia de éste? (...) El habitar como proteger [cuidar, mirar por] guarece [o guarda] lo cuadrante en donde los mortales se mantienen: en las cosas" (Heidegger 2007a, p. 215/H. 1994a, p. 133/H. 2000, p. 153). Pensar el ser, por uno de sus lados-la palabra ser va en este caso tachada por un aspa-, y genuino habitar son lo mismo (aunque no lo igual).
La invitación a pensar el ser como la Unicuadridad o habitar genuinamente en su seno no deja fuera a nadie.
Pensar lo esencial no se agota en lo indicado. Implica también -y con esto tampoco se agota-, pensar la im-posición, esto es, como ya señalamos, la esencia de la técnica moderna. Aquí no hay un agarrar (greifen), sino algo completamente diferente. 3. La ciencia no
Algo ya hemos dicho sobre eso: 1. En la interpelación del ser en que nos encontramos sumidos es preciso "retornar adonde (propiamente) ya nos hallamos". 2. Hay que asumir como conviene la correspondencia en que ya estamos respecto de la interpelación del ser. ¿Dónde nos hallamos? Tal como propone Francois Fédier, nos encontramos en el reino soberano de la verdad, la que se manifiesta como desocultar pro-vocante (herausforderndes Entbergeri) -inherente al habitar técnico que se da bajo el predominio de la im-posición-, y como un desocultar respetuoso, protector, custodiante, cuidadoso, albergador -inherente a lo que podríamos llamar un genuino habitar. La tarea del pensar consistiría, por lo pronto -como indica Fédier interpretando a Heidegger-, en ductibilizarse, hacerse flexible y "apto para tomar su forma a partir del reino soberano de la verdad y del esfuerzo que requiere el hecho de tomarla en custodia" (Fédier 2008, p. 89). Asumir como conviene la correspondencia en que ya estamos dentro de la interpelación del ser como Gestell no consiste en obedecer pasiva y ciegamente la conminación de la im-posición o con-ducto, sino en adquirir esa ductibilización y flexibilización que nos permita ver la técnica como "verdad que nos atañe, es decir, que nos requiere -sin la menor conminación- que, en reciprocidad, la tomemos en custodia. Pero tomar en custodia, en la época en que estamos advierte Fédier-, no es posible de otro modo sino recomenzando cada día todo el itinerario de nuevo. Tal es la proeza de perseverancia que requiere de nosotros hoy día la comprensión de la técnica" (Fédier 2008, p. 90). El segundo punto que quiero tocar muy brevemente está emparentado con el anterior. Es el sentido. El pensar meditativo -que no es el científico-, va tras el sentido del acontecer. La determinación de que lo es sentido que hay en Ser y tiempo implica estar familiarizado con la terminología de todo ese libro. Por eso adujimos otra, de "Ciencia y Meditación". Recordemos el texto: "Seguir el camino que un asunto ya ha tomado por sí mismo, se dice en alemán sinnan, sinnen. Introducirse en el sentido [Sinn] es la esencia de la meditación [Besinnung]" (Heidegger 2007a, p. 184 /H. 1994a, p. 59 /H. 2000a, p. 63). Pero hay otra determinación en la que se dice aproximadamente lo mismo acerca de la palabra sinnan, y que nos ayuda a entender mejor el asunto. "«Sinnan» -señala Heidegger, explicando la palabra sentido {Sinn)-, significa originariamente: viajar, aspirar a..., tomar una dirección. La raíz indogermánica sent y set significa el camino" (Heidegger 1990, p. 50 /H. 1985, p. 49). Meditación sería, pues, pensar en la dirección del camino en el que el ser mismo nos ha encaminado, introduciéndose como conviene en ella -la dirección-, y en él -el
camino-. La meditación -pensar el sentido-, recae, pues, sobre el ser, sobre la esencia. No es algo diferente al pensar mismo, al pensar del ser, al pensar esencial, al corresponder como conviene a la interpelación del ser. De diversas maneras, Heidegger va confluyendo siempre sobre lo Mismo. Pero este desembocar en lo Mismo -que podría parecer simple monotonía-, confirma una de las grandes diferencias entre ciencia y pensamiento, a la que se refiere Heidegger en estos términos: "El investigador necesita siempre nuevos descubrimientos y ocurrencias, pues de otro modo la ciencia es presa del moho y de lo falso.
¿Por qué es importante pensar? Asumimos que no hay ninguna distinción entre sentir y pensar, porque pensar es la piedad del ser, hay al menos cinco razones para que la psicología se ocupe del pensar: 1. Deshacer la vergüenza de no saber 2. Resistir los cultos, lo que Nietzsche llamaba “bienvenido al ocaso de los ídolos”. 3. Ayudar a percatarnos 4. Mantenernos profesionalmente creativos 5. Aflojar el control de la automaticidad y la etiquetación fácil
1. Deshacer la vergüenza de no saber No debemos temer a la teoría, a la filosofía, a la lógica, a la epistemología, a los conceptos. Cada vez más el estudio puro de estas áreas se ha abandonado en las aulas universitarias. La filosofía en la universidad, ha tenido el mismo destino que su fundador. En este coloquio, como en otras jornadas, la invitación más importante es a pensar, esto nos permite organizar mejor, no sólo nuestras ideas, sino las prácticas cotidianas, lo “dado”, la “donación de realidad”, que no logramos ver porque vivimos inmersos en ella.
2. Resistir los cultos Necesitamos pensar y cuestionar cada vez que nos encantamos con un único pensador o escuela de pensamiento. Cada uno de los héroes o heroínas psicoanalíticos o psicoterapéuticos pueden llegar a convertirse en nuestro gurú, e incluso llegar a ser nuestro líder de culto. Seducidos por tales autoridades, mundiales o locales, podemos abandonar nuestra responsabilidad de pensar y cuestionar. Recordemos a Michel Foucault quien nos dice Hay que arriesgarse a cometer errores; hay que exponerse a decir cosas que, probablemente, son difíciles de expresar y en relación a las cuales, evidentemente, farfullamos aquí y allá. Foucault nos ofrece, por tanto, una actitud crítica y problematizadora que duda de lo indudable, cuestiona lo incuestionable, hace inseguro lo seguro y mira de forma distinta lo cotidiano, lo que nos permite romper con las evidencias establecidas. Actitud problematizadora que, al perturbar el momento presente (desestabilizando lo dado por supuesto y haciendo vulnerable lo que antes resultaba invulnerable), nos permite descubrir los puntos débiles de nuestra realidad, lo que resulta imprescindible para su transformación, pues “el “diagnóstico” del presente no tiene otro fin que erosionar la legitimidad del momento actual y abrir espacios para la transformación” . Foucault nos decía que “nunca había que dar nada por definitivo, que no había que dar nada por
sentado y que, cuando nos empezábamos a instalar cómodamente en la seguridad de que algo estaba por fin claro, en la seguridad de que algo era evidente, ese era, precisamente, el momento en el que nuestra capacidad misma de pensar estaba corriendo el mayor peligro . ”
Leer filosofía es el mejor antídoto para convertirnos en “principiantes perpetuos” como decía Husserl un par de años antes de morir.
3. Ayudar a percatarnos La epistemología nos ayuda a promover la vigilancia epistemológica, para así darnos cuenta de la fase intraparadigmática en la que nos encontramos, ¿cuándo se genera el auténtico conocimiento?,¿Cuándo se inicia el vuelo del búho?,¿Por qué decir y hacer lo que se me ha enseñado y en realidad no funciona?
4. Mantenernos profesionalmente creativos Pensar sustenta la creatividad. Pensar demasiado poco, el mero dejarse llevar por lo que siempre hemos pensado o con lo que enseñan las autoridades puede ser asfixiante. Uno no piensa más, sino que piensa mejor, somos una especie de homo sapiens todos pensamos del mismo modo, lo que sucede es que el desafío del pensar está en la ampliación de los campos de posibilidades para la razón.
5. Aflojar el control de la automaticidad y la etiquetación fácil Cuando funcionamos automáticamente, en lugar de respuestas reflexivas, respondemos reaccionando. Por el contrario, la filosofía, y la epistemología nos inquieta, nos obliga a pensar en la naturaleza de la cerca. El ajetreo, la prisa, la rutina. y otras trampas que tiende la vida, la sociedad y las organizaciones nos llevan a ocuparnos e incluso a obsesionarnos con cuestiones intrascendentes cuando no perjudiciales. Lo mismo se debe uno preguntar sobre la vida. ¿Qué es lo más importante?
Un león fue capturado y encerrado en un zoológico, se encontró con otros leones que llevaban allí muchos años. El león no tardó en familiarizarse con las actividades sociales de los restantes leones, los cuales estaban asociados en distintos grupos. Un grupo era el de los socializantes; otro el del mundo del espectáculo; incluso había un grupo cultural, cuyo objetivo era preservar las costumbres, la tradición en la que los leones eran libres; había también grupos religiosos, que solían reunirse para entonar canciones acerca de una futura selva en la que no habría vallas. Y había, finalmente, revolucionarios que se dedicaban a conspirar contra sus captores. Mientras lo observaba todo, el recién llegado reparó en la presencia de un león que parecía dormido, un solitario no perteneciente a ningún grupo. Al reparar en la presencia del novato, el veterano león dijo:- Ten cuidado. Esos pobres locos se ocupan de todo menos de lo esencial: estudiar la naturaleza de la cerca
Hasta aquí la historia. No hacen falta muchas disquisiciones para comprender que todos los grupos distraían al león recién llegado de la tarea fundamental que tenía que realizar en aquel lugar que le privaba de la libertad. Podía estar entretenido en
muchas actividades, incluso podría estar ajetreado con muchas ocupaciones. Todas le distraían y alejaban de su quehacer fundamental
Creo que hay dos finalidades fundamentales en la educación. Una tiene que ver con el desarrollo de la capacidad de pensar. Se refiere a esa dimensión crítica de la que hablaba Paulo Freire. Con sus palabras: pasar de la dimensión ingenua a la dimensión crítica. Una persona educada no se deja engañar fácilmente. Sabe que hay hilos ocultos que mueven las cosas, sabe que hay personas interesadas que mueven esos hilos, sabe que esos hilos no está fatalmente tendidos por fuerzas divinas, sabe que esos hilos se pueden romper…La persona educada no repite mecánicamente los conocimientos adquiridos como si la ciencia fuese neutra e indiscutible. Sabe que también el conocimiento (su producción, su difusión, su utilización) se puede manipular.
La persona educado en la esencial es consciente de que está ahí la cerca, de que hay quien está interesado en recrecerla con nuevas piedras y de fortalecerla con nuevas capas de hormigón. Lo hace a veces el poder que pretende hacernos meros súbditos. Lo hace el comercio que quiere convertirnos en meros clientes. Lo hace el mercado que pretende convertirnos en trabajadores eficaces,. Lo hace la publicidad que quiere persuadirnos de que sus intereses coinciden con los nuestros.
Lo esencial de la educación es que ayude a pensar a las personas, que las abra los ojos, que las libre de la asunción acrítica de estereotipos, creencias, mitos, trucos, trampas, leyendas y otras estrategias de dominación.
El asno de Buridán
Una de las fábulas más famosas de la historia de la filosofía es la fábula del asno de Buridán, falsamente atribuida a Jean Buridán, científico y filósofo del siglo XIV. La fábula dice así: «Érase un asno hambriento que tenía a su alcance dos haces de heno iguales y equidistantes. Indeciso, el asno miraba a la
izquierda y veía un montón de heno, miraba a la derecha y veía otro montón idéntico, y como los dos le atraían con idéntica fuerza no sabía inclinarse por ninguno de ellos. Finalmente, el asno acabó muriendo de inanición por no decidirse a comer de ninguno de los dos montones».