UNA APROXIMACIÓN AL SIGNIFICADO DE HYBRIS La conducta del hombre respecto de sus semejantes normalmente hunde sus raíces en una postura que promueve o destruye la solidaridad mutua. Entre los muchos términos descriptivos que aparecen en la literatura griega, se encuentra el término Hybris y sus derivados:
Hybris: Es un nombre que puede traducirse como arrogancia, insolencia, ultraje. Hybristes: Sustantivo, uno que actúa con insolencia (-tes: agente que ejecuta la
hybris). Hybrizo: verbo, tratar con insolencia, afrentar, insultar, ultrajar.
En la literatura griega la arrogancia en el modo de pensar y obrar es algo de lo que debe evitarse. Por ejemplo hyperephanos se fija más en la actitud interior del orgullo y de autovaloración desmedida; mientras que hybrizo y derivados indican más la postura de desprecio consciente del otro, normalmente violento y falto de consideración. Hybris es una formación sumamente antigua (Eschwyzer, Grammatik I, 1953, 495) de y (en dialecto chipriota y rodio = epí ) y bri (cf. briarós , brioso; brizo , pesar, ser pesado), cuyo sentido originario es exceso de peso, exceso de
fuerza; un poco más concreto: ultraje, injuria, ofensa; o más en abstracto: arrogancia, desvergüenza, violencia. La raíz indica la idea de sobrepasar los límites, la insolencia y el orgullo de la vida que pisotea las leyes tradicionales de los dioses y de los hombres. En muchas ocasiones representa la expresión del supremo pecado, que producía destrucción y absoluta ruina. Puede referirse tanto a un hombre, como a una nación, donde una insaciable sed de poder (como poseídos por un demonio), lleva a una la senda desenfrenada de la autoafirmación. Podríamos definirla como una pasión segadora que atropella la libertad y ley pública, que atrae a la víctima frenética de confianza en sí misma hacia la destrucción. Aquel hombre llevado por hybris olvida su humanidad y lo lleva a igualarse a los dioses. Esto provoca nemesis , el sentimiento de justa indignación en los dioses.
Es comprendida como el resultado de permitir que las pasiones gobiernen y el hombre que comete hybris es culpable de querer más de lo que en parte le fue asignado en la división del destino. La tragedia clásica contrapone a la hybris la sophrosyne , esto es, la moderación que respeta los límites que se imponen al hombre.
Esta pasión no se dirige propiamente y de modo directo contra los dioses: lo que el hombre violento quebranta es el orden legal. Por tanto, se comete hybris contra los dioses como un desafió a sus leyes y contra contra los hombres como un orgullo que hace olvidar el orden establecido y/o la arrogante soberbia que le induce a pisotear a los demás.
USO DEL TÉRMINO EN LA LITERATURA GRIEGA Homero (c. siglo VIII a.C.) en la Iliada caracteriza la hybris en la falta de Agamenón al desposeer a Aquiles de la parte del botín que debería corresponderle en justicia. En la Odisea el término sirve para caracterizar a los pretendientes y cuya actitud es expiada con la muerte. hybris aparece objetivamente como violación del orden legal, orden que en definitiva, hace posible la vida comunitaria en la polis. En este sentido la hybris se opone a la eunomí a, al buen orden (regulado por la ley), de cuya conservación cuidan los dioses (Homero, Od.17, 487), y al nóos theoúdes , sentimiento de temor de los dioses.
En la terminología homérica encontramos ya varios derivados: hybrizo, insolentarse, maltratar, ofender (en la época posthomérica) se aplica también a animales: ser indómito, estar en estado salvaje; a la vegetación a la que se califica de exuberante o frondosa. También se utiliza en el lenguaje legal: cometer un atentado); ephybrizo , ofender; hybristes, hombre violento, desenfrenado, descarado. De entre las numerosas formaciones recientes tiene su importancia el adjetivo hybristikos , insolente, petulante, desvergonzado (desde Platón).
Desde el principio hasta el fin, la literatura clásica está penetrada del temor a la envidia de los dioses y de la concepción de que el mayor mal hybris es olvidar que sólo sé es hombre.
Píndaro (518 438 a.C.), compositor de cantos corales en honor de los vencedores en los certámenes deportivos, creía que los dioses eran envidiosos. En el reverso de la vida, para el griego, estaba el terror al triunfo, ya que el triunfo despertaba la envidia de los dioses. Tener demasiado éxito, tener demasiada buena suerte, triunfar más de la cuenta, era hacer la corte al desastre, pues se incurría en la inevitable animadversión de las divinidades. Procura no hacerte Zeus. Lo mortal es lo apropiado para los mortales (Píndaro, Istmicas 5.14). Si un hombre posee riquezas y supera a los otros en hermosura, y si además ha ganado distinción en los juegos, procure no olvidar que sus vestiduras están sobre miembros mortales y que la tierra será su último ropaje (Píndaro, Nemeas 11.13).
Cuando canta su alabanza a Corinto, añade la oración al soberano señor de Olimpia para no despertar su envidia (Píndaro, Olímpicas 13.24). En las Píticas, ora para que pueda continuar yéndole bien a la familia de los Aleuadas: De las cosas felices de Grecia, han recibido no pequeña porción; yo oro para que no tropiecen con las reservas de los dioses envidiosos (Píndaro, Píticas 10.19). El tema se repite en las Istmas: Pondré una guirnalda sobre mi cabeza y cantaré. Espero que la envidia de los dioses inmortales no traiga confusión sobre mí (Píndaro, Istmicas 7.39). Los griegos estaban obsesionados por la idea de la envidia de los dioses.
Ahora bien, suponiendo que todo este asunto fuera cierto (y para un griego era la cosa más verdadera del mundo), entonces, si el éxito es peligroso, el orgullo que viene del éxito es fatal. Y hybris significa ese orgullo insolente que olvida a los dioses. Ciertamente, dijo Esquilo, la insolencia, hybris , es hija del ateísmo (Esquilo, Eumenides 533). Agrega Zeus es castigador del orgullo presuntuoso, y corrige con mano dura. Por tanto, ahora que mi hijo ha sido advertido por la voz de dios para que
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siga la prudencia, os ruego que lo instruyáis, con admoniciones razonables, para que deje de atraer sobre si el castigo de los cielos por su jactanciosa temeridad (Esquilo, Persae 827-831).
Darío comentó a su hijo Jerjes y de la desastrosa expedición de éste contra Grecia: Siendo mortal, en su desatino pensó que llegaría a ser señor hasta de los mismos dioses (Ibid. 794).
Lo inquietante de este orgullo es que se desarrolla más y más a medida que un hombre avanza en años: Un viejo hybris siempre engendra otro hybris que añadir a las calamidades humanas (Esquilo, Agamenón 760); y esta es la razón por la que de la buena fortuna brota una insaciable calamidad para la posteridad .
Eurípides (480 - 406 a.C.) dice: Si tienes más de bueno que de malo, cuando seas hombre obrarás rectamente y bien. Pero, querido niño, abstente de malos pensamientos; apártate de la hybris ese orgullo presuntuoso, pues desear ser más grande que dios no es otra cosa que hybris (Eurípides, Hipólito 472-474). Esforzarse en seguir el propio camino por resistir a la voluntad de los dioses, pensar que se es más sabio que los dioses, es hybris , el insolente, petulante y presuntuoso orgullo.
Platón (c. 427 - 347 a.C.) dice: Cuando la opinión conquista y por la ayuda de la razón, nos conduce a lo mejor, el principio conquistador es llamado templanza sophrosune ; pero cuando el deseo, que carece de razón nos gobierna y nos arrastra al placer, ese poder de desgobierno es llamado hybris (Platón, Protágoras 238a). El hombre que es dirigido por hybris , es dirigido por la pasión y la sinrazón, por lo tanto, se comprende como el resultado de permitir a las pasiones que gobiernen.
Aristóteles (384 322 a.C) por otro lado, distingue entre el hombre atemperado sophron , que se rige por la ley y la razón, y el hombre que ultraja hubrizein , que obedece los dictados de la pasión. Para los griegos lo realmente terrible de la hybris consistía en que, por una parte, producía un tipo de insolencia mezclada con desprecio, y por otra, un puro deseo de herir a los demás. Se comete hybris cuando se desprecia a los otros (Aristóteles, Ética a Nicómaco 1144b 22). Hablar con deliberada intención de insultar y vejar es Hybris (Ibid. 1125a 9). Er a esa forma de menospreciar que engendra odio y rencor (Ibid. 1149a 32). Es fundamentalmente algo perverso y mórbido (Ibid. 1148b 30), puesto que siente placer cuando ultraja. Es simplemente, la extrema insolencia en función del placer que proporciona el ver sufrir a alguien (Ibid. 1149b 22).
TRAGEDIA Y HYBRIS Los griegos en efecto, fueron los creadores de la tragedia. En un principio le confirieron un profundo sentido religioso, puesto que la obra trágica nació como representación del sacrificio de Dionisios (Baco) y formaba parte del culto público. Las
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ofrendas del público consistían generalmente en un macho cabrío que era consagrado a Dionisios. Etimológicamente, la palabra "tragedia" tiene mucho que ver con este ritual. El nombre deriva de "trago día" (del griego "tragos", que significa macho cabrío y de "oda", que significa canto). La tragedia se desenvuelve entre dos polos opuestos: la templanza y el exceso como una suerte de hybris . Su propósito es lograr la catarsis del espectador. Aristóteles postuló que se desarrolla mediante una serie de circunstancias que suscitan piedad o terror y es capaz de lograr que el alma se eleve y se purifique de sus pasiones. Este proceso de purificación interior se logra en el espectador a la vista de las miserias humanas. El fondo común de lo trágico será la lucha contra un destino inexorable que determina la vida de los mortales; y el conflicto que se abre entre el hombre, el poder, las pasiones y los dioses. Las tragedias han de acabar generalmente en la muerte o en la destrucción física, social, intelectual o moral del personaje principal para generar la catarsis en el público.
Cabe notar que siempre se puede verificar la presencia actuante de una deidad, como Afrodita en el Hipólito de Eurípides, y Hades en la Antígona. Y este numen marca el hecho simbólico "el imaginario" -según se dice actualmente- en que se desarrolla el hecho trágico. Apolo, el dios délfico del "Conócete a ti mismo", es la presencia numinosa del Edipo Rey. Por eso, si Edipo cometió una hybris, una desmesura , fue con respecto del dominio de Apolo. Edipo quiso saber más y más. Por eso dijo Holderlin: "quizás el viejo Edipo tenga un ojo de más".
Los héroes trágicos están por encima de lo humano; la tragedia los expone como reflexión sobre los límites de la naturaleza humana. Por ejemplo, Antígona es la tragedia máxima de la libertad, la familia y el derecho natural frente al despotismo. Representa el encuentro entre dos maneras de atenerse a las leyes divinas o humanas; un choque de las viejas normas religiosas y familiares con la innovadora razón del Estado. Desde el punto de vista de los trágicos, podemos observar que su forma más elevada era una imitación de hechos y emociones verosímiles, cuyo objetivo apunta a una purificación o mejor aún, a una moderación de algún tipo de pasión. Todo mortal debe cuidarse de ser enceguecido por alguna hybris que provocará un justo castigo, especialmente los héroes o personajes cuya virtud podría desencadenar la envidia de los dioses o simplemente su misma grandeza puede llevarlos por una trágica senda.
La acción se desenvuelve a lo largo de una serie de peripecias o cambios de situación, hasta culminar en el desenlace. Cabe notar que según Aristóteles, el personaje trágico debía exceder las cualidades del hombre común; a causa de ello un criminal o un usurpador deliberado no podía ser protagonista satisfactorio. Además el célebre filósofo destaca que la tragedia es más verdadera que la historia, por cuanto presenta situaciones concretas vinculadas causalmente para ilustrar principios universales. De algún modo el destino está envuelto en la situación trágica y puede observarse como fuerzas opuestas que se levantan unas contra otras. Es aquí donde el ser humano no logra dar salida a su conflicto, observa inmóvil como su vida sigue sin poder dar pie atrás, avanzando hacia un camino de destrucción. El héroe se 4
cuestiona y se atormenta, desesperado trata de dar salida a su conflicto, pero sólo logra experimentar dolorosamente el peso de la responsabilidad de su culpa.
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