Alfonso González Sánchez
Huércal y Overa un espacio fronterizo (Siglos XIII al XV)
Huércal-Overa 2010
Portada María González Teruel. Fotografía Salvador Gómez Sánchez. Edita Excmo. Ayuntamiento de Huércal-Overa. Imprime Industria Gráfica Huércal-Overa, S.L. C/. Era, nº 1 - Tlf.: 950 47 16 16 04600 HUÉRCAL-OVERA (Almería) Depósito Legal: AL 1062-2010 ISSBN: 978-84-606-5100-0 PROHIBIDA LA REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL DE ESTE LIBRO SIN AUTORIZACIÓN POR ESCRITO DEL AUTOR.
A la memoria de José “El Ponces”: mi padre.
ÍNDICE
PRÓLOGO INTRODUCCIÓN
Página 11 15
CAPÍTULO I TOPONIMIA ANTECEDENTES HISTÓRICOS LA FORTALEZA DE NIEVA HUÉRCAL LA VIEJA RECORDANDO A GARCÍA ASENSIO LA RÁBITA OVERA HUÉRCAL
19 27 35 41 45 47 51 65
CAPÍTULO II LOS TÉRMINOS DE LAS VILLAS LOS ALCAIDES LOS CADÍES
75 87 101
CAPÍTULO III LOS ENCARGADOS DE LA DEFENSA: LOS HOMICIANOS LOS SOLDADOS DE REEMPLAZO LOS SOLDADOS DE REFUERZO
103 115 119
Página CAPÍTULO IV VERA, CIUDAD NODRIZA TIEMPO DE GUERRA Y TIEMPO DE PAZ EL SISTEMA DEFENSIVO BÁSICO: FORTALEZAS, CASAS FUERTE Y ATAJADORES
121 129 143
CAPÍTULO V LA FUENTE DE LA HIGUERA LOS CAUTIVOS LOS RESCATES DE CAUTIVOS RELACIONES COMERCIALES ENTRE MUSULMANES Y CRISTIANOS
149 151 163 169
CAPÍTULO VI LAS CONVERSIONES RELIGIOSAS EL TÁYBIX EL FIN DEL DOMINIO MUSULMÁN
171 177 185
CAPÍTULO VII LA FUNDACIÓN DE LA ACTUAL HUÉRCAL FINALIZA LA CAMPAÑA CONTRA GRANADA LA CONVERSIÓN DE LOS MUDÉJARES EL FIN DE LA GUERRA
199 205 209 213
Página CAPÍTULO VIII TOPÓNIMOS ÍNDICE ONOMÁSTICO ÍNDICE TOPONÍMICO EPÍLOGO BIBLIOGRAFÍA ABREVIATURAS
215 227 228 231 235 239
PRÓLOGO Este libro, que tengo el privilegio de prologar, nace de la pasión de Alfonso González por la historia de su pueblo. Pero no hablamos de un entusiasmo momentáneo que desemboca en algo inconsistente: no se trata de un hobby, de un pasatiempo más o menos prestigioso. Estamos ante la primera de una serie de publicaciones de un proyecto meditado y sistemático. Y aquí tienen ustedes la primera recompensa a su trabajo: Huércal y Overa, un espacio fronterizo (siglos XIII al XV). Trata sobre el Campo de Huércal como frontera entre un estado musulmán ya a la defensiva y una expansión cristiana que vista desde hoy resultaba imparable. La consecuencia será afianzamiento de una demarcación diferenciada del resto de la región. A partir de este momento, Huércal y Overa configurarán una mancomunidad destinada a pervivir hasta nuestros días. El Campo de Huércal se integrará algo más de doscientos cincuenta años en el fortificado e inestable sistema defensivo del Reino Nazarí de Granada (1238-1492). Durante los primeros siglos de la Reconquista, los diferentes espacios que marquen la divisoria entre cristianos y musulmanes no constituirán fronteras tal como nosotros las entendemos. Los escritores de al-Andalus utilizaban la palabra tagr, que se puede traducir por “marca”, para referirse a un lugar casi deshabitado y cuyos escasos y sufridos pobladores se caracterizaron por disfrutar de cierta autonomía respecto al centro decisorio. Hablamos de la “tierra de nadie”. El concepto adquirirá su pleno sentido tras la derrota almohade en las Navas de Tolosa (1212) y la aparición de las Terceras Taifas. Se escribirá entonces en los textos andalusíes la palabra al-farantîra, derivada del romance, pues los cristianos supieron desde el primer momento que su avance conquistador se tenía que basar en una línea defensiva/ofensiva encastillada y guarnecida. Así, los emires granadinos ralentizarán el avance castellano con la reparación y creación de fortalezas en lugares altos y de difícil acceso pero que dominen el mayor territorio posible. En este programa se inscriben en la zona norte almeriense los castillos de los Vélez y el de Huércal. El más inmediato cometido de este último será la defensa de la taha (distrito) de la ciudad de Vera, de la cual dependía administrativamente. El “castillo” (hisn) fronterizo es a la vez refugio ocasional para la población, torre de vigilancia sobre el campo y las vías de comunicación, e impulsor de razzias en tierras enemigas. Este sistema defensivo conformará un poblamiento nuevo formado por gente combativa casi siempre llegada de la marginalidad (“no avia en ellos mas que rrufianes 11
y mozos traviesos”, se dirá en el texto) y que era mantenida con los impuestos que se pagaban en los pueblos de la zona. Homicianos, delincuentes retraídos y jóvenes soldados de leva se encargarán de mantener en zona musulmana unos pastos y regadíos muy fértiles deseados por las poblaciones de la otra parte de la frontera. La importancia económica del Campo de Huércal no se reducirá sólo a la comarca: hasta aquí llegarán los ganados desde la hoya de Baza para herbajear en invierno. No estamos, pues, ante un entorno que propicie una vida cómoda. En una zona de guerra nada ni nadie puede estar seguro. Los lorquinos no cejarán en arrasar huertas, robar animales y cautivar personas. Es una tierra áspera pero con una gran fuerza de atracción para los que no teman al peligro y quieran hacer fortuna -la tierra era barata y había exención de impuestos-. Porque hay que tener una cosa clara: aquí se lucha y se expolia, pero no siempre es posible. Las treguas, más o menos respetadas, fueron tan abundantes como los enfrentamientos. Por lo tanto, se necesitaba para la propia supervivencia del grupo no aniquilar al adversario. La frontera nazarí es, como escribiera el hispanista francés André Bazzana, “una membrana viva”, lo mismo segrega que absorbe. El otro es el enemigo y también aquel con el que se puede comerciar y al que se debe convertir. Trajinantes cristianos, almayares musulmanes y mercaderes judíos, unidos a los que tenían como fin la redención de cautivos (egeas y alfaqueques) harán de Fuente la Higuera, lugar de soberanía incierta en el límite con Lorca, un frecuentado punto de intercambio, donde incluso los preceptos religiosos se relajaban: se llegó a comerciar con vino. Cómo no comparar este relato con el ejemplo universalmente más conocido de “sociedad de frontera en marcha”, con el del Far West norteamericano, tantas veces reflejados en la literatura y el cine. Lugares donde las ansias expansivas chocan, donde todo el mundo va armado, donde los mecanismos de control social se debilitan, donde las posibilidades de enriquecimiento rápido se multiplican por la baratura de la tierra y donde, junto a gente sencilla que quiere empezar una nueva vida, aparecen personajes de moralidad oscura: asesinos, expoliadores, renegados. Singularidades de grupo como cierta tendencia al orgullo hidalgo, el sentimiento igualitario y el carácter emprendedor, han sido seña de identidad de pueblos y ciudades nacidas en este ambiente. Es fácil distinguir para aquellos que hayan leído la obra de García Asensio estas peculiaridades en la idiosincrasia de los huercalenses a través de los siglos. La otra enseñanza valiosa que sacamos de la lectura del libro es la explicación del estrecho vínculo entre Huércal y Overa que ha perdurado 12
en el tiempo. Estos enclaves y sus anejos seguirán siendo un todo cuando los Reyes Católicos los donen a la ciudad de Lorca. Sin embargo, su adscripción administrativa será peculiar, lo que tendrá consecuencias posteriores: no pertenecerán al Reino de Murcia, sino al de Granada. Además, Vera anheló desde el primer momento el disfrute de la vega huercalense, territorio privilegiado para la agricultura y la ganadería. Alegaban los veratenses que siempre había pertenecido a su taha, aunque admitirán la propiedad lorquina de los dos núcleos importantes. El largo pleito entre Lorca y Vera por la posesión legal del Campo de Huércal comenzó en 1511. Las primeras referencias escritas a las dos localidades datan del periodo de asentamiento del poder granadino: Warkal, en 1264, y Overa, en 1304. El Campo de Huércal se consolida ya como espacio fronterizo, aunque sus límites no estén definidos y sean constantemente impugnados. Las escasas familias existentes en este periodo se instalarán, sobre todo, alrededor de la casi inexpugnable casa fuerte de Overa, situada donde en la actualidad se asienta la pedanía de Santa Bárbara. Por el contrario, la misión defensiva distingue a la limitada y específicamente militar población de Huércal, la que se radicaba en el paraje conocido como el Castillo, cuyo único vestigio en pie, la Torre, es emblema de la villa. Nos referimos a la segunda Huércal. El autor nos descubre los tres emplazamientos distintos que han recibido el topónimo Huércal dentro del actual término municipal, que las diferentes explicaciones etimológicas concuerdan en referirse a un lugar de suelo fértil. No quisiera terminar esta breve presentación sin manifestar la admiración con que los huercalenses debemos acoger el desinteresado y serio compromiso que personas como Alfonso González adquieren con el estudio y revelación de nuestro pasado. He sido testigo de su búsqueda de fuentes, que le ha llevado a una peregrinación archivística; de sus progresos en paleografía; de sus conocimientos sobre la arqueología del término municipal, y sobre todo he gozado de su conversación siempre entusiasta y estimulante. Pero también conozco el reverso de este tipo de empeños: las dificultades para armonizar vida familiar y laboral con un proyecto intelectual tan absorbente, el pesar por el poco cuidado con que en nuestra zona se ha tratado el patrimonio arqueológico y documental, la resignación ante las puertas que se cierran, la perplejidad por lo irregular de la producción historiográfica huercalense. ¡Qué lejos queda D. Enrique García Asensio! Esperemos que los editores, con el impulso de los lectores, aprecien y den continuidad a esta publicación. El autor y la obra lo merecen. José Luis Cuadrado Beltrán 13
INTRODUCCIÓN Antes que nada permítaseme una licencia literaria para señalar que Huércal-Overa es un edificio nuevo construido en un solar antiguo. La razón que mueve a expresarme de esta manera es la de hacer constar que si bien la Huércal que hoy conocemos es una villa relativamente joven, ya que fue fundada a finales del siglo XV, su nombre desde siglos antes se ha venido perpetuando en el tiempo a través de distintas localizaciones geográficas. Una vez concluyó la conquista del reino de Granada por los Reyes Católicos, los vecinos musulmanes del lugar, dejadas atrás las guerras y con ellas el peligro que les obligaba a permanecer encastillados en su fortaleza, comenzaron a edificar sus casas donde con el tiempo se ha formado la villa actual, en busca de una mayor comodidad, al estar el nuevo emplazamiento más próximo a las vías de comunicación, tierras de labor, huertos y fuentes. No obstante, aunque fundaron una nueva población, siguieron llamándola con el mismo nombre que tenía la que abandonaron, y para diferenciarlas, a la antigua la llamaron Huércal la Vieja, repitiendo la fórmula que ya con anterioridad habían empleado cuando los vecinos de la otra Huércal, situada junto a la Rábita, la abandonaron para fundar una nueva Huércal sobre la rambla del Saltador, a la que de igual forma para diferenciarla pasaron a llamarla Huércal la Vieja, nombre por el que aún se conoce. De esta manera hay reconocidos en el término municipal tres lugares que han sido portadores del nombre de la villa, aunque no son los únicos, ya que desde mucho tiempo antes ya se conocía y se llamaba así a todo su campo, con las lógicas variaciones o adaptaciones fonéticas que con el paso de los años las distintas culturas le han debido imprimir. A fin de hacer lo más completa posible la historia de las villas me voy a remontar todo lo atrás que las referencias documentales permitan, que dicho sea de paso y al objeto de no albergar falsas esperanzas son escasas, quizá porque la importancia de la villa no dio lugar a que fuese de otra manera. Y para mal de males mucha información de la que había constancia escrita, (libros de apeo, pleitos y otros documentos) que podían haber arrojado algo de luz a estos efectos, ha sido destruida o está en paradero desconocido. Las referencias documentales a las que me refiero son únicamente las escritas, por tanto no voy a incluir en este trabajo comentario alguno sobre las huellas que el paso de distintas culturas han dejado por todo 15
el término municipal a lo largo de miles de años. Así pues adelanto que el periodo sobre el que voy a escribir se circunscribe a su pasado islámico, incluyendo escasas y breves referencias a hechos que tuvieron lugar poco tiempo después de su conquista, a fin de que la comprensión contextual sea más precisa. Vaya por delante que yo no tengo ninguna notoriedad en el campo de la investigación histórica, así es que mi reputación no va a quedar en entredicho en caso de que mis opiniones sean contrastadas y corregidas por otras más autorizadas. Por lo cual me permitiré, desde la libertad que ello me ofrece y que sólo el sentimiento de responsabilidad limita, el hacer breves incursiones por el campo de la hipótesis, pero únicamente cuando éstas sean fruto de una profunda reflexión. A todos aquéllos que sean condescendientes y sepan disculpar los errores de mi osada ignorancia, desde este mismo instante, les doy las gracias por su comprensión. A los críticos intolerantes mis disculpas, consciente de que es a través de la exigencia como se llega a la perfección, en la confianza de saber aprender de mis errores. Tanto a unos como a otros espero que el balance tras la lectura de este trabajo le sea positivo y sirva para seguir ampliando el conocimiento de la historia de las villas. En fin, trataré de dar una idea lo más clara y acertada posible de lo que eran las villas de Huércal y Overa en la época referida, de su territorio, sistema de gobierno y administración, de la ocupación y forma de vida de sus gentes, de su situación social y económica, de cómo era la vida en la frontera y las relaciones de las villas, tanto con Vera como con Lorca, de las guerras, treguas y paces, de los cautiverios, de las prendas que se tomaban a los ganados forasteros que entraban sin pagar los derechos, de topónimos documentados, tanto de los que perviven como de los que ya han desaparecido y de todo lo que en relación con las villas pueda tener algún interés. Y todo ello con el único fin de poder disfrutar de la satisfacción que me produce el saber que muchos de mis convecinos, a través de su lectura, van a encontrar respuesta a algunas preguntas que las familias han ido heredando sin contestación a lo largo de muchas generaciones. Por lo menos eso espero. Huércal-Overa, a 9 de febrero del 2010.
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“(...) si saven que todo el termino de las dichas villas de Guercal y de Obera a estado siempre junto y sin partircion ni dibision, teniendose todo por un termino baxo del nombre del Campo de Guercal, y esto a sydo nombre comun y propio de todo el dicho termino de las dichas villas, y todo el se a entendido siempre de Campo de Guercal, y ansi lo an visto ser y pasar los testigos de diez, de beynte, treynta, quarenta y cinquenta años a esta parte y de tanto tiempo aca que memoria de hombre no es en conttrario.(...)” 1
1 A.M.L.
Monográfico Siglo XVI. Varios. S/n. 4ª pregunta para formular a los testigos propuestos por Lorca, en el juicio que trataba contra Vera sobre la jurisdicción del campo y términos de las villas de Huércal y Overa. 17
CAPITULO I Toponimia. Antecedentes históricos. La Fortaleza de Nieva. Huércal la Vieja. Recordando a García Asensio. La Rábita. Overa. Huércal.
TOPONIMIA Como punto de partida, estableciendo un lógico orden cronológico, la primera de las muchas cuestiones a plantearse en relación con HuércalOvera es por el origen de la villa y el momento en que su nombre o cualquier otro que dio lugar a él comenzó a usarse y por quién. Apenas comenzar y ya se ha presentado la primera contrariedad: la falta de documentación al respecto se antepone como un muro, aparentemente infranqueable, entre la pregunta y su respuesta. Pero no por ello voy a salir por la tangente y pretender averiguarlo a través de su analisis toponímico, aunque tampoco estará de más hacer una breve incursión por este campo si ha de resultar ilustrativo. La Real Academia Española, en su diccionario, define la toponimia como el estudio del origen y significación de los nombres propios. En este sentido poco es lo publicado respecto a Huércal, y las conclusiones a las que han llegado sus autores no siempre son coincidentes. Así pues, mientras Elena Pezzi ve un posible origen beréber,2 Julia Miranda lo considera celta,3 en 2
E. PEZZI MARTÍNEZ: “Sobre el posible origen beréber del topónimo almeriense Huércal (Aportaciones para un estudio semántico)”. Revista Anales del Colegio Universitario de Almería 1982, pág. 7 y suc. 3 J. MIRANDA PÉREZ-SEOANE: “De toponimia: Uerruga y Brugos”. Contextos. Centro de Estudios Metodológicos e interdisciplinares de la universidad de León. 29-30. 1997, pág. 135 y suc. 19
coincidencia con Joan Coromines 4 y con Menéndez Pidal 5, García Asensio publicó distintos pareceres que, por carecer de una base sólida, no llegan a aportar nada evidente 6. De entre todas estas propuestas voy a referirme solamente a las que atribuyen al topónimo Huércal un origen celta, por resultarme la opción más convincente. Tengo que matizar que para llegar a esta opinión, que más adelante justificaré, solamente he tenido en cuenta las conclusiones de diferentes estudios, sin llegar a valorar los planteamientos y desarrollos barajados por sus autores. En el caso de Julia Miranda, ésta realiza su trabajo básicamente sobre el origen del topónimo Uérruga, en el valle de Fenar (León), cuya primera cita está recogida en un Fuero otorgado por Fernando I en 1042. La investigación de éste le lleva hasta el de Huércal, deduciendo que los dos topónimos derivan del mismo vocablo. Se basa fundamentalmente para ello en el Cartulario de Santo Toribio de Liébana (documento 249 del Patronato Nacional de Archivos Históricos de Madrid) en el que se puede leer “Item en el uerecal de Monteio Iª terra”, lo que, sin lugar a dudas, considera que es uercal, siendo éste un abundancial de huerga. El topónimo Huerga es muy frecuente en Asturias y León, cuyo étimo asegura es la voz céltica OLCA, que tiene significado de “vega, campo feraz”. Coromines ve en Huércal el mismo origen y lo traduce como “tierra fértil”, encontrando un paralelo provincial en una aldea de Sorbas llamada La Huelga, en la sierra de Cabrera, próxima al término de Turre. Menéndez Pidal también coincide con éstos sobre el origen celta del topónimo, pero lo deriva de ORCA, que tiene el significado de vasija, cavidad, lo que en relación con esta villa dice bien poco. Hace constar en su estudio Julia Miranda que la toponimia es muy persistente, y que pocas veces se pierden los topónimos. Y es precisamente por coincidir con esta afirmación y ser del todo aplicable el significado del vocablo OLCA a unas condiciones que se identifican con Huércal, por lo que pienso que su origen puede ir por estos derroteros. “Campo Feraz”. Tengamos presente que a los términos de esta villa, desde tiempos inmemoriales, se conocían por “Campo de Huércal”, tal y como ha quedado acreditado en la cita que da comienzo a este trabajo. En cuanto a su feracidad, aunque no cabe duda de que hay en la villa lugares fértiles, muy aptos para la agricultura, no considero que fuera esta la verdadera riqueza a que se refiere su significado, sino a la de sus extensos pastizales, 4 J.
COROMINES: Estudios sobre los antiguos dialectos, el substrato y la toponimia. Gredos. Madrid 1972, pág. 48 y 49. 5 MENÉNDEZ PIDAL: Toponimia prerromana hispánica. Gredos. 1968, pág. 56 y 62. 6 E. GARCÍA ASENSIO: Historia de Huércal Overa y su comarca. Tomo I. 19081909, pág. 167 a 181. (Opiniones de Alfonso Manuel Cano, Ginés de Mena y Márquez, Francisco Javier Simonet, Francisco Codera, Cáceres Plá y Pedro Díaz Cassou). 20
en los que desarrollar la principal actividad económica de la época: la ganadería. Donde los lugares para abrevar los animales son abundantes y los beneficios que su clima benigno ofrece a lo largo de todo el año a los rebaños son de sobra conocidos. No obstante la etimología, por si sola, estimo que no ofrece la suficiente garantía para poder evidenciar el origen de la villa, por entender que aunque se lograra vincular de manera correcta su nombre a una determinada lengua, no sería tan indiscutible como para atribuir su fundación a quienes la hablaban, ya que todos los idiomas a lo largo de la historia han contenido voces de otros, y por esta razón se podría errar en el diagnóstico. La única pretensión de este trabajo es hacer una exposición de circunstancias, para que cada cual se forme su propio juicio. En razón de lo dicho, a modo de recapitulación, tengo que hacer constar cómo la primera referencia conocida de Huércal data de 1264, bajo la forma de Walkal. En 1304, otra crónica la nombra por Huércal y Overa, ignorando si ésta es una cita literal ya que no he manejado el original. En 1407 para referirse a Huércal lo hacen como Faertal, Huertal, Guertal y Hurtal y a partir de la reconquista como Huércal o Guércal y Overa u Obera, indistintamente. A todas ellas me referiré más adelante en su lugar correspondiente. Respecto al topónimo Overa, no sé de ningún estudio publicado, con el mínimo de rigor exigible, en el que evidencien su origen. Una pronta reflexión, por otro lado inevitable, es si no tendrá el mismo origen que Vera, la sucesora de la Bayra o Bîra islámica, heredera ésta a su vez de la Baria fundada por los fenicios en el siglo VIII A.C. Asentada sobre un monte desde donde se domina el mar y que era llamada así por los romanos, aunque su origen podría ser púnico 7. De ser así tampoco aportaría gran cosa acerca de su origen, antes bien, por el contrario arrojaría más duda, ya que la villa de Overa tuvo una fundación musulmana y por las inmediaciones no hay vestigios de ningún yacimiento anterior a esta época del que pudiera haber heredado el nombre. El más próximo es el tardorromano de los Oribes, sobre un monte en la margen derecha del Almanzora y próximo al término de Cuevas, del que al día de hoy se desconoce el nombre que le dieron sus fundadores. Tampoco están muy distantes los yacimientos romanos de Palacés, río arriba en el término de Zurgena y el de la Ballabona, por donde parten términos 7 F. TORRES MONTES: “Topónimos mozárabes en el oriente de la provincia de Almería”. Actas
del Congreso internacional de historia de la lengua española. Volumen II. 1992 pág. 1060. 21
Huércal-Overa y Antas, topónimo que según Francisco Torres Montes puede proceder del mozárabe “Vallis Bona” por lo feraz de su tierra 8. En España, con el nombre de Huércal solamente hay dos poblaciones, independientemente de que haya otras que toponímicamente puedan tener el mismo origen. Las dos se encuentran en la misma provincia, son Huércal de Almería y Huércal-Overa, la que algunos testigos en el juicio posesorio entre Vera y Lorca decían haberse llamado en tiempo de moros Huércal de Vera. Para averiguar el origen del topónimo “Huércal” creo que el mejor sistema a seguir es someter a estas villas homónimas a un análisis comparativo y entre sus coincidencias tratar de hallar la respuesta. En el caso de Overa el método se complica, pues es la única población que hay en España con este nombre, y aunque en otro tiempo hubo otra, dejó de existir en el siglo XIII, al quedar despoblada junto con Butarque, ambas en tierras de Madrid, cuando la abandonaron sus habitantes para poblar la villa de Leganés 9. La palabra “overa” no es desconocida a nuestro diccionario, en el que está registrada como derivada del latín “fulvus varius” (amarillento de varios colores). Con significado: “Dicho de un animal, especialmente de un caballo: De color parecido al del melocotón”10. En otro tiempo el empleo de esta palabra era frecuente, pero con el tiempo cayó en desuso, siendo habitual al día de hoy el utilizar en su lugar el término bayo. Está claro que los musulmanes no iban a bautizar a una villa fundada por ellos con un nombre en latín, a no ser que al igual que ocurrió con Vera, se trate del traslado de una villa antigua a un nuevo emplazamiento, en cuyo caso habría conservado el topónimo. También puede darse el caso de que la villa no se llamara Overa, si no que los castellanos, por semejanza, cambiaran su nombre árabe al adaptarlo al castellano, sin tener por ello el mismo origen etimológico. Para concluir este apartado voy a referirme a un documento de 1539, que aún estando esta fecha fuera del periodo que he pretendido estudiar, resulta excepcional por cuanto se hace constar en él algo inédito, que abre por tanto una nueva línea de investigación respecto a la toponimia de Overa. En 1527 por mandato de Carlos V comenzó a construirse la “Casa Real de la Alhambra”, siendo costeada en parte por los vecinos nuevamente convertidos del reino de Granada. En 1533 se repartió a su comunidad 8
F. TORRES MONTES: op. cit. pág. 1063. F. JIMÉNEZ DE GREGORIO: “Apuntes para una geografía del sur de Madrid”, Anales del Instituto de estudios históricos del sur de Madrid. Tomo V. Madrid 2005 pág. 22. 10 Diccionario de la Real Academia de España. 9
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morisca 60.000 ducados a tal fin, los cuales habían de pagar en seis anualidades, a razón de 10.000 ducados cada una. A su finalización, en 1539 se le volvió a repartir otros 60.000 ducados, con idéntica condición. A estos efectos, el día 25 de febrero de 1539 recibió Vera un repartimiento, que le fue hecho desde Granada por D. Íñigo López de Mendoza, de lo que debían de pagar los vecinos de su tierra, y que ascendía a 4.544 pesantes y 9 dineros.11 Las poblaciones afectadas por el impuesto eran las siguientes: “Antas, Bédar, Serena, Hueridal, Turre, Huercal de Vera, Cabrera, Zurgena y Teresa”. Villas todas que históricamente habían pertenecido a la taha de Vera. No están incluidas, al haber sido desmembradas de ella por los Reyes Católicos cuando las entregaron en señorío: Cuevas, Portilla, Sorbas, Lubrín y Arboleas. Las dos primeras las permutaron los monarcas junto con Vélez Blanco y Vélez Rubio a D. Pedro Fajardo y Chacón por Cartagena, quien pasó a ser el primer marqués de los Vélez. Sorbas y Lubrín las donaron al condestable de Castilla D. Pedro Fernández de Velasco que, al poco, tras su fallecimiento, heredándolas su hijo Bernardino las cedió mediante permuta a D. Diego López de Haro, marqués del Carpio. Arboleas fue entregada a D. Pedro Manrique de Lara, duque de Nájera, quien posteriormente la vendió al marqués de los Vélez. Huércal y Overa a diferencia de éstas quedaron como villas realengas. Tampoco figuran en la relación las ciudades de Vera y Mojácar, ya que tras su conquista, siendo expulsados sus vecinos, se repoblaron con cristianos viejos, los cuales no estaban obligados a contribuir en el repartimiento aludido. Si reparamos, observaremos que no está contenida Overa, a pesar de estar fuera de duda su pertenencia a la taha de Vera, por el contrario si lo está “Hueridal”, cuando no hay constancia de ningún lugar que con ese nombre hubiera formado parte de ella. La deducción es inequívoca: se están refiriendo a la misma villa. No cabe pensar que se trate de una mala trascripción de Huércal, ya que la identificación de esta villa no ofrece ninguna duda en la relación. Huércal y Huéridal son dos villas diferentes, como queda confirmado por dos liquidaciones que se practicaron en Granada el día primero de septiembre de 1543 por Alonso Suárez, independientes la una de la otra y anotadas en un único folio en el que no se refleja ningún otro apunte. Por una de ellas da fe de haber recibido, de un cristiano nuevo vecino de Zurgena llamado Juan Berrío, 11.556 maravedíes por el lugar de Guercal de Vera, de lo que le cupo 11
A.M.L. Monográfico Moriscos. S/n. 23
pagar por los dos servicios de Su Majestad de ese año12, y por la otra consta cómo recibió de manos del referido vecino 9.747 maravedíes, de lo que por el mismo concepto le correspondía pagar a “Gueyral de Vera” 13. Por si no estaba clara su localización, en esta ocasión sí hacen constar explícitamente su pertenencia a la taha de Vera, y aunque el topónimo presenta distinta ortografía respecto a Huéridal no plantea duda en cuanto a que se trata de la misma villa 14. No es de extrañar encontrarse el nombre de Huércal escrito indistintamente con H y con G, pero si resulta curioso el ver cómo han aplicado la misma regla para referirse a las dos villas, haciéndola coincidir en ambas a un mismo tiempo, al escribir una vez las dos con hache y en otra ocasión las dos con ge. La pronunciación árabe de esta “Hueridal” o “Gueyral”, quizá fuese tan parecida a la castellana Overa que los cristianos la sustituyeran sin más. De estar en lo cierto, esta variación se tuvo que llevar a efecto mucho antes de su conquista. En el documento de 1488, por el que los Reyes Católicos hacían donación de estas villas a Lorca, figura escrita como Overa. Ello explicaría el que no se recoja explícitamente ese topónimo en otros documentos de la época, habida cuenta que la mayor parte de las fuentes escritas donde se cita son cristianas. Por tanto considero que, para estudiar el origen del topónimo de la castellanizada Overa, se ha de partir de la voz Gueyral, por ser así como pienso que la llamaban sus últimos pobladores musulmanes. Tiene este vocablo una connotación que lo asemeja tanto al de Guercal, que bien pudiera tratarse de una derivación de él. Desde el momento que me planteé esta hipótesis, hasta el día de la fecha, la documentación que he ido consultando, lejos de contradecirla, 12
Uno de los servicios aludidos era la contribución para la construcción de la Casa Real de la Alhambra. El otro un impuesto ordinario de 20.000 ducados, que anualmente pagaban los moriscos del reino de Granada para la defensa de la costa, conocido como “farda del mar”. 13 A.M.L. Monográfico Moriscos. S/n. 14 A los efectos pretendidos considero suficientes las razones expuestas, no obstante quiero dejar constancia de la existencia documentada de los repartimientos ordinarios que se hicieron a la comunidad morisca del partido de Vera en los años 1513, 1516, 1518, 1519, 1520, 1530 y 1531. Al respecto quiero también dejar razón de que las poblaciones, con alguna salvedad que no alteran el resultado, son las mismas, y siempre siguen el mismo orden en los padrones anuales. En las cinco primeras, Gueyral, que como he manifestado considero una inequívoca referencia a Overa, figura así escrita en cuatro ocasiones y Gueiral en una. Dicho sea en apoyo y a mayor abundamiento de esta conclusión. A.M.L. Caja 217 Bis 3. Sala II. Fol. 715 a 746 v. 24
la ha ido confirmando. Quizá el único resquicio, por donde filtrarse la duda, sería el no quedar ubicada exactamente Gueyral, de manera que irrefutablemente se la identifique con Overa. Por una carta fechada en la Alhambra de Granada el día 22 de abril del año 1516, firmada por el marqués de Tendilla (sic), dirigida al Concejo, Justicia y Regimiento de la ciudad de Vera, esa posibilidad queda excluida, por cuanto viene a reafirmar aún más lo ya expuesto. En ella se hace constar cómo: “el alguacil y vecinos de Gueyrar, que es del término de Lorca” se habían quejado de que Vera les había hecho pagar ese año y el anterior 20 pesantes más de lo que estaban obligados. En base a un repartimiento que le fue hecho en 1512, para la paga de la guarda de la costa del Reino de Granada, tenía que pagar sólo 1.500 maravedíes, y no los 2.100 exigidos. En el documento consta que habían de pagar 23.000 maravedíes entre la ciudad de Vera, Mojácar y los lugares de su tierra, de los que cita: Antas, Bédar, Serena, Gueyral 15 , Turre, Cabrera y Teresa. Como curiosidad, finaliza ordenado a Vera cumplir conforme al reparto que inicialmente se le había hecho a la villa.16
15
Repárese cómo en el mismo documento, el mismo escribano, escribe primero Gueyrar y a continuación Gueyral. 16 A.M.V. Caja 433, exte. 10. Folio único. 25
ANTECEDENTES HISTÓRICOS Para continuar con nuestro propósito sobre a quién atribuir la fundación de Huércal y Overa, hemos de volver la vista atrás para detenernos en el periodo en que los musulmanes dominaban la mayor parte de la península Ibérica. Pues aunque hay constancia de que han sido distintas las culturas, anteriores a la islámica, las que se establecieron consecutivamente desde la prehistoria en nuestro término 17, dejando velados vestigios tras de sí, no fueron éstas el germen de lo que con el paso del tiempo ha dado origen a la actual villa de Huércal-Overa. La primera referencia documental conocida donde aparece el nombre de Huércal, aunque de manera distinta a como hoy se conoce, la aporta el historiador marroquí Ibn Idari a mediados del siglo XIII, es la que sigue: “(...) los traicionaron a todos en el camino, en el lugar conocido por Walkal; robaron los cristianos a mujeres y a los niños, y mataron a todos los hombres, después de sacarlos por capitulación y sin armas, disponiendo de ellos como quisieron con las espadas y las lanzas.” 18
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Dólmenes del neolítico por las inmediaciones del Castillo, la cultura Argárica tiene su máximo exponente en el Cerro del Corral, la Romana en El Saltador, Las Norias, Úrcal, la Tardorromana en Los Oribes, etc. Yacimientos todos ellos de notable importancia. 18 J. TORRES FONTES: Repartimiento de Lorca. Real Academia Alfonso X el Sabio, 1994. pág. 70. 27
A este mismo hecho se refirió el historiador catalán Bernardo Desbots, autor de la crónica más antigua de la Corona de Aragón, donde además detalla los sucesos que lo originaron. Al objeto de tener un mayor y mejor conocimiento de lo acaecido, no estará de más hacer un poco de historia y remontarnos hasta comienzos del año 1243, en que el rey de Murcia Ibn Hud, ante el temor de que su reino fuese conquistado por aragoneses o granadinos, lo ofreció por capitulación a Fernando III, rey de Castilla, poniéndose bajo su protección. Con condición de que a sus vecinos le respetasen y garantizasen sus costumbres, tradiciones, propiedades, religión, etc., a lo que en contrapartida le haría entrega de la mitad de las rentas públicas del reino. A este acuerdo, firmado el día 2 de abril de ese mismo año, se le conoció por Tratado de Alcaraz. En 1252 Alfonso X sucedió a su padre en el trono de Castilla, y el tratado se mantuvo vigente con sus más y sus menos, hasta que en 1264 19 los vecinos mudéjares, con el apoyo del rey de Granada, se sublevaron en respuesta al reiterado incumplimiento que el monarca hacía de él. Relata Desbot en su crónica cómo en el momento en que se produjo la rebelión, se encontraba el rey Alfonso X en Sevilla combatiendo al rey de Granada, al que le llegaban en apoyo gran número de sarracenos de berbería. Su suegro D. Jaime I, rey de Aragón, le envió comunicación para que siguiese la guerra en Sevilla, que él la hacía en Murcia a los sublevados. A este propósito su hijo, el infante Pedro, con gente a caballo y a pie sitió Murcia, destruyó toda su huerta y arbolado y quemó villas, aldeas y todo lo que estaba en torno a la capital, combatiéndola muy activamente, tanto de día como de noche. Teniendo conocimiento el rey de Aragón que llegaban a Murcia más de 4.000 sarracenos a caballo, con bastimentos de trigo y harina, juntó sus tropas de Alicante, de Cataluña y del reino de Valencia al objeto de no permitir que entrase o saliese nadie de ella si no estaba muerto o preso. Tal fue el aislamiento impuesto a los sitiados que éstos, acuciados por el hambre, llegaron a comerse a los perros y gatos, y hasta a sus propios muertos. Finalmente acabaron por negociar su rendición ante el rey de Aragón, quien les perdonó la vida y les permitió salir de la ciudad con todo lo que pudiesen portar a sus espaldas. Para llegar 19
Si esta fecha es correcta, cosa que es muy probable ya que son innumerables las fuentes coincidentes, el manuscrito que manejo tiene la fecha errada, ya que la sitúa en el año 1256.
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a este acuerdo le tuvieron que entregar a cambio mucho oro y plata. Y con estas condiciones les obligó a dejar la ciudad libre en ocho días, comprometiéndose a guiarles la marcha hacia el reino de Granada durante una jornada. Pero los almogávares, teniendo conocimiento del éxodo de los vencidos, se emboscaron diez leguas antes de llegar al reino de Granada y a dos jornadas de Murcia para salirles al encuentro. Y ya refiriéndose concretamente a los hechos narrados por Ibn Idari, transcritos anteriormente, dice: “Eran casi 30.000, entre hombres, mujeres y niños, y los almogávares los asaltaron y mataron a muchos e hicieron a los otros cautivos, robándoles todo lo que portaban, y volviendo a Murcia, Alicante y Valencia los vendieron”. Una vez rendidos los mudéjares de Murcia, el rey de Aragón proclamó la tierra liberada y fue conquistando todos los castillos y villas del reino, sin permitir que quedara en todo él musulmán que tuviese poder alguno, sólo artesanos y labradores. Y esto fue en 1261, a 17 días del mes de febrero 20. Tras lo cual, y dicho sea de paso, al ver el rey de Granada que el rey de Aragón, contrariamente a lo esperado, había acudido en apoyo del de Castilla, concluyó la guerra que mantenía con éste y firmó la paz 21. A diferencia de Ibn Idari, no cita Desbots por su nombre el lugar donde ocurrieron los hechos, quizá por desconocimiento de la zona, pero sí nos ofrece dos puntos de referencia para situarlo: uno desde Murcia hacia el reino de Granada, y el otro a la inversa, al relatar que los almogávares se emboscaron a dos jornadas de Murcia, y a diez leguas del reino de Granada. Para la primera de ellas, el establecer una medición exacta a esas dos jornadas es imposible, pues la distancia recorrida en un día depende de las horas que se dediquen a la marcha, la velocidad y la orografía del terreno por el que se viaja. No obstante, con un mínimo de error, se pueden estimar en alrededor de cien kilómetros, lo cual sitúa el asalto dentro del término municipal de Huércal. 20 Si la sublevación mudéjar tuvo lugar en 1264, esta fecha evidentemente está equivocada. Los sucesos narrados tuvieron lugar en el año 1266, ya que fue el día 2 de febrero de ese año cuando el rey de Aragón entró en Murcia de manera oficial. 21 B. DESBOTS: Historia del rey D. Pedro de Aragón y sus antecesores. Tomo I, pág. 437 y sig.
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La segunda, aunque permite fijar la distancia de manera más concreta a unos cincuenta y seis kilómetros desde el reino de Granada, la ubicación del lugar tampoco se puede realizar con exactitud, en base a que la frontera con el reino de Granada en ese tiempo no estaba muy definida, además de ofrecer el cronista la distancia de manera aproximada. Para exponer con mayor claridad la anterior afirmación haré un breve repaso a la Historia, lo que además de contribuir a este objetivo permitirá que vayamos formando una situación de conjunto. Los geógrafos árabes denominaron Tudmir a las tierras del sureste peninsular, el solar del reino de Teodomiro, Orihuela. Estaba formado por las actuales provincias de Alicante, Murcia, sur de Albacete y norte de Almería. Más adelante pasaría a formar la Küra de Tudmir, cuya capital sería Murcia, a cuyos efectos la mandó crear Abd al-Rahman II en el año 825. Delimitar ajustadamente sus fronteras es algo en lo que los investigadores no llegan a ponerse de acuerdo. Entre las propuestas sugeridas por éstos, hay prácticamente coincidencia en situar su frontera sur incluyendo los términos de Vera 22, la que según al-Udri formaba parte del iqlim de Lorca, quedando éste integrado en la Cora de Tudmir 23 , siendo por consiguiente esta circunstancia extensiva a las villas de Huércal y Overa. En 1243, tal y como ha quedado dicho, por parte de Ibn Hud, rey musulmán de Murcia y del infante Alfonso, hijo de Fernando III, rey de Castilla se firma el tratado de Alcaraz, por el cual quedó establecida la frontera entre los reinos de Murcia y Granada en el río Almanzora, pasando el territorio entre éste y Lorca a constituir un donadío, que Alfonso X concedió a su hermano Felipe. Tras la sublevación y su posterior represión, en 1266 finalizó el vasallaje que los mudéjares rendían a Castilla, y los vecinos que habitaban esta franja de tierra se marcharon, quedando la zona despoblada. Esto obligó al monarca, por cuestiones de seguridad, a retraer la frontera desde el río Almanzora hasta Lorca, quedando a partir de entonces este amplio espacio sin ocupar, como una “tierra de nadie” entre Lorca y Vera 24. Para Desbots, posiblemente la frontera del reino de Granada 22
S. GUTIÉRREZ: La Cora de Tudmir, de la antigüedad tardía al mundo islámico. Poblamiento y cultura material. Casa de Velázquez 1996, pág. 28. 23 J.A. TAPIA GARRIDO: Historia de la vieja Vera. Pág. 199. 24 J. TORRES FONTES: “Dualidad fronteriza: Guerra y paz”. Actas del congreso La frontera oriental nazarí como sujeto histórico. Instituto de Estudios Almerienses, 1997, pág. 66. 30
comenzaría a partir de los límites del antiguo reino de Tudmir, por debajo de la ciudad de Vera, por lo que a partir de allí contarían las diez leguas aludidas antes de llegar al reino de Granada, donde se produjo el asalto de los almogávares, y que aunque sobrepasa en poco la extensión del término municipal, hay que tener presente que su medición es aproximada. Por todo lo cual, sin poderse precisar el lugar exacto, los hechos relatados pudieron tener lugar hacia el norte de la población, en algún punto del Camino Viejo a Lorca, dentro del término de Huércal. Los almogávares se emboscarían tras la sierra de Enmedio, hacia la Fuente de la Higuera, lugar que además de impedir que fueran vistos les ofrecía una ventaja añadida: no tener que desplazarse para proveerse de agua durante la espera. Sin hacer mención expresa a Huércal ni a Overa, otro escritor, el granadino Ibn al-Jatib, en 1347 con ocasión de acompañar al sultán Yusuf I en un viaje por la zona oriental del reino, al escribir la impresión que le causaban las poblaciones por las que iba pasando, aporta una información lo suficientemente explícita para que, por razón de proximidad, se pueda hacer extensiva a estos lugares, a los que no se refirió posiblemente porque no pasó por ellos. En su obra Al-Ihata fi ajbar Garnata, (en castellano: “Conocimiento exhaustivo de la historia de Granada”) escribió de Vera: “(…) es plaza fronteriza y lugar de rebato, cuyos defensores tienen innumerables méritos; es una villa donde el enemigo ataca sin cesar, donde la gente vive en constante temor y alarma (…)” Y refiriéndose a Vélez Rubio indicó que se trataba de “(…) una zona separada del resto del reino, rodeada por adversarios, una frontera que estaba demasiado lejana para ser segura; los caminos eran muy peligrosos y se encontraban desamparados, la muerte tenía en todas estas tierras una gran cabida ya que en los confines del territorio, hacia Lorca, había lugares que se habían hecho célebres por el martirio de musulmanes (…) 25 Leído esto último, a pesar del tiempo transcurrido, da la sensación de que se está refiriendo al dramático suceso de los almogávares 25
E. GOZALVES GRAVIOTO: “La frontera oriental nazarí en cuatro autores (S. XIV al XVI)” Actas del congreso La frontera oriental nazarí como sujeto histórico. Instituto de estudios almerienses, 1997, pág. 542 y 543. 31
anteriormente relatado. De cualquier forma, Ibn al-Jatib resulta tan explícito al definir la situación de la frontera que no deja lugar a la interpretación. Aunque Walkal es la referencia más antigua en relación con la villa de Huércal, existe otra que se remonta aún más atrás en el tiempo, si bien la cita con un nombre diferente. Josef Antonio Conde tradujo la obra “Geografía de España”, escrita en el año 1153 por Sheriff Aledris, donde dejó constancia de ella al escribir: “(...) y quien quisiere ir de Mursia á Almería, caminará de Mursia á Cantarat-Axkeya 26, á Hisn-Liberila 27 , á Hins-Alhama, á Medina Lorca; y desde Hins-Lorca á Mursia quarenta millas: luego de Lorca á Aber-Artebat, á Hins-Beria una jornada.” 28 Repárese en la llamada Aber-Artebât, entre Lorca e Hins-Beria porque seguramente se está refiriendo a algún lugar que se encontraba dentro del término municipal de esta villa. La imprecisión del geógrafo al no especificar la distancia desde Lorca a Aber-Artebât y de ésta a Vera, deja en la duda el emplazamiento exacto de este lugar. García Asensio, al realizar una exposición sobre la geografía hispano-árabe regional, con la intención de presentar todas las citas antiguas conocidas en relación con las villas, se hace eco en su obra de lo anteriormente expuesto y además cita una publicación de Eduardo Saavedra, en la que traduce a Mohamed Edrissi y que lleva por título “Geografía de España del Edrisi”, en la que sitúa a Vera, Mojácar y Dalias en el camino paralelo a la costa y más al interior a Aber-Arráteba, que es traducida por Pozos de la Cuesta y los relaciona con Overa. 29 Mi admirado paisano me disculparía si advierto del error que comete quien no identifica a Xerif Aledris con Mohamed Edrissi y se refieren a ellos como si de escritores distintos se tratase, cuando en realidad son el mismo: Abú Abd Allah Mohamed Al-Idrissi, conocido por Sherif Al Edrissi (el noble Edrissi), que escribió “Nuzhat al mushtaq fiijtiraq al afaq”, siendo por tanto ambas obras referidas la misma: su Geografía de España, eso sí, traducida en este caso por arabistas distintos. 26
Puente de Axkeya.
27 Librilla. 28
XERIF ALEDRIS: Geografía de España. Traducción de Josef Antonio Conde, Madrid, 1799, pág. 81. 29 E. GARCÍA ASENSIO: op. cit. Tomo I, pág. 313 y sucesivas. 32
Pero no es esta insignificante circunstancia la que ha requerido mi atención, sino la distinta interpretación que han hecho ambos traductores del mismo vocablo para referirse al mismo lugar, especialmente cuando ambos se han servido de la misma fuente documental, y si el primero, que la traduce por “la Atalaya” podía tener algún sentido, al existir y haber existido en este término algunas de ellas, carece totalmente de él en la interpretación del segundo: “Pozos de la Cuesta”, siendo este un topónimo que no se ha vuelto a citar en ningún documento. Menos lógico resulta el identificarlo con Overa, habida cuenta que este lugar, desde su fundación, no ha cambiado nunca de nombre, a pesar de que a veces se han referido a él con ligeras diferencias ortográficas 30, y fundamentalmente por la razón de que en este tiempo no existía como villa. García Asensio opina que estos Pozos de la Cuesta pudieran ser los pozos del Cerro Minado 31, los cuales se encuentran en una pronunciada cuesta que formaba el camino, hoy carretera, entre Huércal y Vera. De estar en lo cierto, y aún no habiendo ningún tipo de indicio que los identifique con Overa, no sería descartable, en tanto que la Vera que se cita fuese la que hoy conocemos, por encontrarse estos pozos en la ruta entre Lorca y esa ciudad; pero no es esa la conclusión que se obtiene al leer la traducción de José Antonio Conde: “(...) Medina Cartagena es puerto de Medina Mursia, que es ciudad antigua; y de Medina Cartagena por la costa hasta Segena 32 veinte y quatro millas, y es puerto hermoso, y en sus cercanías alquerías; y de ella á Hins-Ecla 33 doce millas, y es fuerte pequeño sobre el mar, y es puerto de Lorca; y entre ambas por tierra veinte y cinco millas; y de Hins-Ecla á Wadi-Beira por mar quarenta y dos millas; y sobre la caída del rio hay un gran monte, y sobre él Hins-Beira 34, que sobresale al mar (...)” 35 30 A.
MERINO ALVAREZ: Geografía Histórica de la Provincia de Murcia. Madrid 1915, pág. 150. Repetidas veces a lo largo de su obra refiere que el nombre del lugar que está a orillas del río Almanzora no es Overa sino Olvera, sin aportar ninguna razón que lo justifique. He tenido ocasión de ver escrito Olvera y también Holvera en documentos del pleito entre Vera y Lorca por la jurisdicción del campo de Huércal, pero ésto ha debido de obedecer más a un desconocimiento del escribano que a su correcta trascripción. Por el contrario figura multitud de veces escrita como de ordinario se conoce, eso sí, escrito unas veces con uve y otras con be. 31 E. GARCÍA ASENSIO: op.cit. Tomo I. Pág. 313 32 San Ginés. 33 Fuerte de Águila. (Águilas). 34 Montroy. 35 Descripción de España de Xerif Aledris. Madrid 1799, pág. 73 33
Obsérvese como tanto en la anterior ruta por la costa, como por la del interior, se refiere de igual forma a Vera: “Hins-Beira”, por lo tanto, si el traductor no ha errado en su cometido, y hasta considerando que para esa época ya se había producido el traslado de medina Baria o Beira hasta el cerro del Espíritu Santo, donde sus vecinos edificaron una nueva población, a cuyo pie hoy se asienta Vera, Ibn Idrisi, por la razón que fuese, no incluyó en esta ruta ese nuevo emplazamiento, sino el castillo (hins) de Baria, en cuyo caso, de estar correctamente traducido los Pozos de la Cuesta no son los pozos del Cerro Minado. José Antonio Conde, en su obra, ha traducido Aber Artebât 36 además de como “atalaya”, como “fuerte de frontera”, que si bien ambas instalaciones militares realizan funciones defensivas, la segunda acepción está revestida de una mayor entidad, y precisamente dentro de este apelativo se podría encuadrar la fortaleza de Nieva, la cual se encontraba entre Lorca y Vera.
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XERIF ALEDRIS: Geografía de España. Traducción de Josef Antonio Conde, Madrid 1799 Pág. 225
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LA FORTALEZA DE NIEVA
Situada estratégicamente, controlando tres vías importantes de comunicación como son el camino a Los Vélez por Nieva, el de Lorca a Huércal por la hoya de Lorita y el que une estos dos caminos por la depresión entre la sierra de Las Estancias y la Sierrecica de Nieva. Encumbrada en una escarpada montaña al norte de la población de Huércal, en el lugar llamado Los Manueles, es conocida entre los vecinos por El Castillico y en las crónicas ha sido citada como Húrtal, Huértal, Faértal, Guértal... Son muy abundantes los restos cerámicos que se encuentran esparcidos por ella y que, atendiendo a sus formas y particularidades, fácilmente se llega a la conclusión de que su ocupación se remonta mucho tiempo atrás 37. De entre estos restos sorprende el elevado número de fragmentos de vasijas de gran tamaño destinadas a la contención de líquidos, identificables por el menor diámetro de boca en relación con las destinadas a la contención de alimentos, habida cuenta que la fortaleza contaba con, al menos, un gran aljibe. Lo que pudiera dar a entender que el suministro de agua no estaba garantizado solamente con las precipitaciones. Se observa un gran abanico de formas y estilos que denotan que a lo largo del tiempo ha habido, de manera constante, una presencia humana en ella, al menos hasta el final del periodo almorávide 38. A partir de éste se prevé su despoblación, debido a que los restos que se pueden datar 37 Me
refiero exclusivamente a la cerámica islámica, y hago esta aclaración porque en esta fortaleza, así como en sus inmediaciones, se encuentran restos cerámicos de la cultura argárica, y sobre todo fragmentos de molinos barquiformes. 38 Los almorávides llegaron a la península en 1085 a requerimiento de los reyes de las taifas, ante el temor de que la presión cristiana acabara con sus soberanías. No solamente frenaron la conquista castellana, sino que se adueñaron de todo Al-Andalus, gobernándolo hasta 1145, en que comenzó su decadencia por la llegada de los almohades. 35
como de época posterior, por ser tan escasos, hacen pronosticar una circunstancial temporalidad en su ocupación. Es el único yacimiento de todos los conocidos en el término donde aparece cerámica a la cuerda seca 39, tanto total como parcial, siendo ésta una técnica decorativa que tuvo su máximo apogeo en época almorávide. Por contra no hay representación de la cerámica estampillada, la cual está identificada con el periodo que le sucedió: el almohade. Los restos cerámicos islámicos más antiguos que he podido datar pertenecen a vasijas tipo olla o marmita, de cuerpo abombado, sin cuello y con borde entrante, realizadas a mano y a torneta, unas con cuatro asas verticales de cinta y otras con orejetas. Una presenta decoración incisa realizada con peine, en bandas horizontales en zig-zag que unen las asas, las otras carecen de ella y cronológicamente pudieran corresponder a la época califal o incluso anterior (siglo X). Por tanto este es el yacimiento islámico más antiguo de los existentes en Huércal-Overa. En cuanto a hallazgos monetarios en esta fortaleza hay documentados los siguientes: - Dos monedas de Felús, ceca de Al-Andalus, de diferente diámetro y peso, de época emiral, bajo la dependencia de Damasco 40. (711-756) - Un Felús, ceca de Abd Al-Bar (Pechina), de época del emirato de Córdoba 41 (756-929) - Dos monedas de Dineral de medio dinar, del periodo califal de Córdoba (929-1014) 42 - Un Dirhem, periodo de las taifas del califato, del rey de Almería Sumadih (1041-1050), ceca de al-Andalus (Almería) 43 - Siete monedas de fracción de Dirhem, ceca y fecha frustras, de distinto diámetro y peso, del periodo Almorávide, de las cuales 6 se acuñaron bajo el reinado de Ali ben Yusuf (1016-1143). 44 Como se puede apreciar, la datación de estas monedas abarca un periodo continuado de tiempo que va desde la llegada de los árabes a la península hasta el fin del dominio de los almorávides. Esto confirma 39 El
proceso de la cuerda seca es muy laborioso y por él las piezas pueden ser vidriadas de distintos colores y formar incluso dibujos. 40 S. FONTENLA BALLESTA: La circulación monetaria en el valle del Almanzora (Almería): Edades Antigua y Media, Editorial Fajardo el Bravo Lorca, 2007., pág. 154. 41 S. FONTENLA BALLESTA, op.cit. pág. 156. 42 S. FONTENLA BALLESTA, op.cit. pág. 157. 43 S. FONTENLA BALLESTA, op.cit. pág. 161. 44 S. FONTENLA BALLESTA, op.cit. pág. 336. 36
los datos expuestos anteriormente en relación con la antigüedad del material cerámico y se evidencia, por el mayor número de monedas, que el momento de máxima ocupación de la fortaleza se corresponde con la época almorávide. Por el contrario, el no existir inventariada ninguna moneda de fecha posterior, demostraría que la fortaleza fue abandonada sin llegar a poblarse posteriormente. No obstante siguió siendo usada por los vecinos como lugar de refugio ante las cabalgadas cristianas, y quizá también, en determinados momentos, por un pequeño destacamento de soldados. La primera referencia conocida de esta fortaleza es del mes de abril de 1407, por una crónica en la que se narra su asalto y toma por los cristianos de Lorca, y su posterior pérdida. Las cabalgadas en campo enemigo eran algo habitual entre moros y cristianos cuando no había pactadas treguas entre ellos, y a veces aún habiéndolas. Se saqueaban los lugares, se robaba el ganado, se talaban las huertas y se cautivaba a los vecinos. Lo que no resultaba frecuente era el asaltar una fortaleza, mucho menos con intención de ocuparla, como ocurrió en este caso. Los hechos que la motivaron tuvieron lugar encontrándose en Lorca mosén Pedro Marradas, caballero de Aragón que había llegado con intención de luchar contra los moros. Junto con Martín Fernández Piñeiro acordaron asaltar un castillo de moros que estaba cerca de esa ciudad llamado Huertal 45 y el día 16 de abril de 1407 salieron de Lorca con gente de caballo y de pie, con escalas y pertrechos. Al llegar a las proximidades de la fortaleza se detuvieron y aguardaron la llegada de la noche para caer sobre ella por sorpresa. La operación se llevó a cabo con total éxito para los lorquinos, que no acusaron baja alguna en sus fuerzas. Por parte de los defensores, los que no murieron en el asalto fueron hechos prisioneros. Tras tomar posesión de ella mandaron una comisión al mariscal Fernand García de Ferreira para comunicarle las buenas nuevas y solicitar el envío de bastimentos para poder quedarse a defenderla. El día 28 llegó a la fortaleza una recua con los víveres solicitados custodiada por 60 hombres de caballo, a cuyo mando se
45
En el manuscrito de la Real Academia de la Historia figura escrito como Faertal, leyéndose al margen Guertal. El cronista Galíndez la cita por Húrtal (Cronica de Juan II de Castilla. Edición de Juan de Mata Carriazo y Arroquia. Madrid 1982, pág. 94). 37
encontraba Rodrigo Rodríguez de Avilés 46. Refiere la crónica cómo al día siguiente, los recién llegados, habiendo salido a campo abierto a correr la tierra para hacer todo el daño posible, observaron muchos moros que venían sobre el castillo, por lo que regresaron a él. Enviaron al adalid Juan Rubio con 30 caballeros a informar de ello al mariscal y a Lorca, quedándose el resto para defenderla. Con el nuevo día vieron llegar hasta 3.000 hombres de caballo y entre 25.000 y 30.000 peones, ballesteros y lanceros. Combatiendo a los que se iban aproximando al castillo consiguieron hacerles retroceder por un recuesto abajo, pero como cada vez los moros les producían más bajas se vieron obligados a ampararse en él, y defenderlo desde la parte superior del muro. Los atacantes, que habían asentado su real cerca de la fortaleza, cortaron maderos de un soto cercano para construir unas mantas, bajo las que se aproximaron para arremeter contra un lienzo del adarve, entre torre y torre, que al caer mató a muchos de los que lo cavaban. Una vez franqueada la entrada, los cristianos se refugiaron en dos torres para salvar sus vidas, pero poco después, cuando derribaron parte de una de ellas, viéndose perdidos se entregaron al alcaide moro. Éste, ante el temor de no poder controlar a su gente, mandó aflojar el combate y aguardó hasta la noche para hacer prisioneros a los 125 cristianos que permanecían con vida. Entre los cautivos se encontraban Pedro Marradas, Rodrigo Rodríguez de Avilés, Martín Fernández Piñeiro, Diego Gómez Dávalos, Juan de Salazar y otros escuderos del mariscal Fernán García y de Diego Hurtado de Mendoza, a los que permitieron hacer el viaje hasta Granada a caballo y con sus armas, al resto los condujeron atados y a pié. Los moros repararon los desperfectos que se habían producido en el castillo, y antes de marcharse dejaron una guarnición de hombres. El número de muertos por parte de los cristianos ascendió hasta 30, entre hombres de armas y peones 47. Dejando a un lado el elevado número de moros que según el cronista formaban el ejército, a todas luces desorbitado, aun habiendo siendo veinte veces menor, el hecho de haberlo movilizado tan prontamente el de Granada, con el propósito de reconquistar esta fortaleza, viene a 46 J. A. TAPIA GARRIDO: Historia de la Vera antigua, pág. 232, remitiéndose a las Crónicas del Rey don Juan II. Refiere cómo Torres Fontes encontró la relación de los víveres que por parte del mariscal se les enviaron y el importe de ellos, inventariándose: 25 cántaras de vinagre que costaron 8 maravedís la cántara, 50 cahices de trigo a 80 maravedís el cahíz, 32 tocinos a 70 maravedís la pieza, 4 cahices de garbanzos a 112 maravedís el cahíz, 15 fanegas de sal a 36 maravedís la fanega, 20 docenas de pescadas a 80 maravedís la docena. Incluye el gasto de 80 acémilas que se utilizaron para su transporte, a razón de 30 maravedís el alquiler de cada una de ellas. 47 A. GARCÍA DE SANTAMARIA: Crónica de Juan II de Castilla. Edición de Juan de Mata Carriazo y Arroquia. Real Academia de la Historia. Madrid 1982. Pág. 94 a 97.
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evidenciar su firme interés por no perder esta plaza. Otra cuestión aparte, es a cuál de los dos bandos contendientes le beneficiaba más tenerla bajo su dominio. Por mi parte tengo claro que en los moros no era mayor el interés por poseerla que el que podían tener porque no la poseyeran los cristianos. Y esto era así debido a que la punta de lanza en este lado de la frontera del reino de Granada la constituían Huércal y Overa, Nieva en ese tiempo no formaba parte activa del organigrama defensivo del reino. Sin embargo para los cristianos hubiera supuesto un doble logro estratégico: Por un lado, al poder servirse de ella como plataforma desde la que lanzar sus incursiones al reino de Granada, ofreciéndoles además refugio en caso de necesidad. Por otro, al controlar dos importantes vías de comunicación, podían hostigar desde ella los desplazamientos de tropas musulmanas, tanto a las que desde los Vélez se dirigieran a auxiliar a esta parte de la comarca, como a las que pretendían entrar al reino murciano por la Hoya de Lorita. Varios autores 48,al referirse a este acontecimiento, han contribuido a difundir Húrtal como nombre de esta fortaleza, cuando según otros se ha producido una errónea trascripción de Huértal. También hay quien llega más lejos y considera que Húrtal es una deformación de Úrcal, convenciéndoles de ello su cercanía a la pedanía de este nombre. Salvador Fontenla Ballesta es de la opinión de que erróneamente se la ha llamado Húrtal y está convencido de que se trata de la fortaleza de Huércal. Apoya su conclusión en una crónica de la batalla de la Real Academia de la Historia, donde por ser citada como Faértal y Guértal le resulta inequívoca la identificación 49. Por mi parte, aunque pueda resultar paradójico, estoy de acuerdo con él en cuanto a que se están refiriendo a Huércal, independientemente de cual de los nombres mencionados sea el correcto. Aunque difiero de la ubicación. En la introducción ha quedado demostrado documentalmente como tras la conquista existían en el término tres lugares conocidos por Huércal, dejando a un lado su Campo, al que también se conocía por este nombre. Esto era así porque cuando la gente abandonaba un lugar para establecerse en otro, a la nueva villa la volvían a llamar Huércal, como a la que se 48
E. GARCÍA ASENSIO: op.cit. Tomo I, pág. 229 a 333. Narró la toma y posterior pérdida de Húrtal basándose en Fernando Pérez de Guzmán, cronista de don Juan II, capítulo XXII. Biblioteca de Autores españoles, de don Cayetano Rosel, Tomo 68, 2º de Crónicas de reyes de Castilla. ORTIZ DE LA VEGA: Anales de España, 1858, pág. 114. A. CAVANILLAS: Historia de España, 1862, pág. 127. A. LÓPEZ DE HARO: 2ª parte del Nobiliario Genealógico de los reyes y Títulos de España. Madrid 1662, pág. 290. 49 S. FONTENLA BALLESTA: Huércal y Overa medievales. Ayuntamiento de Huércal-Overa, 2000, pág. 29. 39
había despoblado, pero para diferenciarlas, a la que quedaba despoblada la llamaban la Vieja. Esta circunstancia pienso que de igual manera se aplicó a la fortaleza de Nieva. Por lo tanto, repito, coincido con Fontenla en que se trata de la fortaleza de Huércal, pero considero que no se están refiriendo a la que se levantaba al este de la actual villa sobre la rambla del Saltador, donde al presente únicamente queda su torre. Podría expresar algunas consideraciones al respecto, pero las voy a omitir por no alargar demasiado este apartado. No obstante si me voy a referir a una, no por ser la principal razón, sino la más determinante: La fortaleza de la crónica había de tener al menos dos torres, en las que se refugiaron los cristianos. La que está en la sierra de Almagro solamente tiene una y no hay constancia de que haya tenido más. Ya en 1304 se hace constar esta circunstancia en la crónica de una expedición de Berenguer de Cardona por esta comarca, donde se narra el ataque a la fortaleza de Huércal y describe cómo los defensores se refugiaron “en su torre” 50. Careciendo de información más precisa, y a resultas de lo expuesto, no se puede afirmar ni desmentir que esta fortaleza de Nieva sea el lugar citado en 1153 por Sheriff Aledris como Aber Artebât o Aber Arráteba. Para responder afirmativamente a esta hipótesis se tendrá antes que aclarar porqué el geógrafo no la llamó por cualquiera de los nombres que se han mencionado. Aunque quizá entre los moros no fuera conocida por ninguno de ellos, siendo llamada así solamente por los cristianos.
Fortaleza de Nieva 50 J.A.
TAPIA GARIDO: Historia de la Vera antigua, pág. 215. Curiosamente recoge esta cita Fontenla en su obra Huércal y Overa medievales, página 28. 40
HUÉRCAL LA VIEJA Otra opción a tener en cuenta respecto a la identificación de la referida Aber Artebât, citada por el geógrafo Sheriff Aledris, es Huércal la Vieja, fortaleza en la sierra de Almagro que ya debía de existir por aquella época, entre Lorca y la antigua Baria del cerro de Montroy, de la que hoy sus ruinas dan fe de su antigua grandiosidad, a unos cinco kilómetros al este de la población y frente al cabezo de la Rábita, de la que García Asensio en su obra dejó una detallada descripción51. Huércal la Vieja está construida sobre uno de los montes más altos e inaccesibles de toda la sierra, en el que sus fundadores, tras amesetar su cima, amurallaron todo su perímetro con mampuestos de mediano tamaño trabados con yeso, distribuyendo distintas dependencias en el interior, y dejando espacios libres para andar por ella, de las que difícilmente se podría dibujar su trazado debido a la gran cantidad de escombros que la cubren. Su porte es colosal, y simplemente haberla contemplado cuando estaba en todo su esplendor, desde la distancia, debió de causar cualquier tipo de sensación menos indiferencia. Al observarla no pasa desapercibido el gran esfuerzo que para su construcción supuso trasladar hasta allí las miles de toneladas de piedra que se emplearon, el yeso, el agua, de la que la zona inmediata carece, sin dejar de lado la dificultad añadida que implica trabajar en un lugar tan enriscado, por el que simplemente pasar andando supone un ejercicio de equilibrio. Es tan soberbia esta construcción que, al contemplarla, inevitablemente uno se tiene que cuestionar si se mandó levantar para proteger un valioso contenido o para proteger a sus moradores de un enemigo muy temido, o ambas cosas a la vez. 51
E. GARCÍA ASENSIO: op.cit. Tomo I, pág. 269. 41
Continúan los interrogantes, y a una gran duda le sucede otra mayor, ¿porqué se construyó precisamente en ese lugar, en medio de ningún sitio?, ¿cuándo se construyó?, ¿quién la habitó y por cuánto tiempo?, ¿cuál fue su función? Por desgracia la respuesta a estas preguntas yace bajo los escombros que la cubren. Quizá algún día se realice en ella una excavación arqueológica que permitirá conocer lo que en la historia escrita hasta ahora no se ha podido desvelar. Otra circunstancia, que el tiempo confirmará o desmentirá, es que sus ruinas no delatan señal alguna de que el lugar hubiera sido destruido violentamente. Cosa distinta es responder acertadamente a por qué los vecinos no la destruyeron cuando se marcharon. La razón que motivó su abandono pudiera ser tan simple como decir que en ese momento ya no se daban las causas que dieron lugar a su construcción, sea cual fuere la naturaleza de las mismas. Mientras tanto, se puede hablar con propiedad al afirmar que ya en tiempo de moros a estas ruinas se las conocía por Huércal la Vieja, aunque también es cierto que hacia mediados del siglo XV el conocimiento que los vecinos de la zona tenían de ella era escaso, lo que induce a pensar que dicho lugar no se despobló progresivamente a lo largo de años, ya que de ser así le hubiera permitido permanecer viva por más tiempo en la memoria histórica. De la misma manera los vecinos de Huércal pasaron a llamar al “castillo”, cuando lo abandonaron para establecerse en el lugar que hoy ocupa la población52. A tenor de lo manifestado observamos que tras la reconquista había tres lugares en esta jurisdicción que ostentaban el nombre de Huércal, eso sí, sin llegar a ser contemporáneos, por cuanto la construcción de cada Huércal nueva supuso el abandono de la Huércal vieja. Conociendo sobradamente que la actual, es y fue desde el momento de su fundación una villa, podríamos caer fácilmente en la tentación de deducir que por 52 A.M.V.
Legajo 252. Amojonamiento efectuado con fecha 03/08/1519. “...la cual Rabita afrenta con Guercal la Bieja e la tiene hacia la parte de poniente que puede aber del dicho cavezo e moxon de la rrapita al dicho lugar de Guercal la Bieja un quarto de media legua...” A.M.L. Legajo 20. Sala II. Pintura de mojones de fecha 12/11/1550. “...y que ansimismo se pintase otra billa antigua de Huercal que esta una legua a poco mas o menos de la que aora es de Huercal la via del medio dia que se llama Huercal la Vieja donde oy estan los dichos edificios de torres y adarbes y casas aunque mal paradas...” A.M.L. Ibídem. Amojonamiento que se hizo el día 20/07/1519 de la villa de Huércal: “...se hizo el dicho mojón de tierra a la parte de las guertas y de Guercal la Vieja en de esta el castillo...” 42
haber sido cada una de ellas heredera de la anterior todas fueron villas, llegando a compartir y tener en común algo más que el nombre, pero no fue así. Es obvio que Huércal la Vieja de la sierra de Almagro no fue una villa, tanto que basta echar un vistazo al lugar para darse cuenta de que la zona no reúne las condiciones mínimas para garantizar la subsistencia a sus moradores. Principalmente por cuanto en las inmediaciones no ha habido jamás manantial de agua conocido y las precipitaciones son muy escasas. Situación que se ve agravada por el hecho de estar enclavada en plena sierra, sin disposición de espacios para la agricultura, donde únicamente el pastoreo se podía haber realizado con relativo provecho, pero nunca hasta el punto de haber constituido por si solo la base económica que permitiera el sustento de su población. Tampoco la considero una fortaleza en el sentido estricto de la palabra, que de haber estado ubicada más próxima a la costa, junto a un camino importante, o una población, próxima a una frontera, o a una zona especial sobre la que justificar su protección, cobraría sentido que la hubiera sido, pero ninguna de estas circunstancias se dan en ella, al menos que se conozca. Una conclusión, tras realizar un ligero análisis a los restos cerámicos que aparecen por su superficie e inmediaciones, es que sus moradores debían de gozar de una posición social media-alta, la cual les permitía vivir con cierto lujo; dicho esto con reservas. Se observa en ellos que las vasijas a las que pertenecen, sin llegar a calificarse de lujo, no son de uso común entre la gente más humilde, ni mucho menos toscas, pues la cerámica de mesa, en sus formas abiertas, casi toda está vidriada, en color melado al exterior y verde por el interior, mayormente, algunas con molduras, y muchas de las cerradas lo están también por el exterior. A otros fragmentos amorfos se les supone un uso más decorativo que práctico. Por otro lado, aparecen fragmentos, pocos, de tinaja con decoración estampillada, de motivos epigráficos y fitomorfos, adorno cuyo uso fue frecuente entre los siglos XII y XIII y ninguno de cerámica a la cuerda seca, que dejó de ser usual antes de acabar el siglo XII. Es característica común de la cerámica lo repetitivo de las formas y su decoración, lo que induce a pensar que el lugar no estuvo ocupado durante un largo periodo de tiempo. Mi juicio al respecto es que su época de esplendor fue durante la dominación almohade53, quienes la edificaron 53
Los almohades llegaron a la península en el año 1145, y dominaron todo Al-Andalus tras vencer a los almorávides. En 1212 fueron derrotados por los cristianos en la batalla de las Navas de Tolosa. En 1238, ya desaparecido su dominio, se fundó el reino nazarí de Granada. 43
al derrotar o para derrotar a los almorávides, siendo abandonada tras decaer su poder, al tiempo que se creaba el reino nazarí de Granada. Curioso resulta el hecho de no aparecer restos de vasijas de gran tamaño, o ser muy escasos, lo que evidenciaría la existencia de un aljibe, el cual debe de estar oculto bajo los escombros. Respecto a las monedas encontradas en este yacimiento están catalogadas 4 piezas, todas de época almohade 54: - Tres Dirhem (dos de ellos con grafía nesjí), sin ceca. - Un medio Dirhem de cobre forrado, sin ceca. La datación de las monedas es compatible con la propuesta para la cerámica, lo que confirmaría que este lugar fue ocupado solamente durante el periodo de dominación almohade.
Huércal La Vieja. A la derecha Huércal-Overa.
54 S.
FONTENLA BALLESTA: La circulación monetaria en el valle del Almanzora (Almería): Edades Antigua y Media. Fajardo el Bravo, Lorca, 2007, pág.159 y 160.
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RECORDANDO A GARCÍA ASENSIO Llegado a este punto quiero hacer un inciso, por considerar que este es buen momento para volver la vista atrás y recordar al mayor valedor, altruista investigador y reconocido historiador de esta población, D. Enrique García Asensio, autor de la “Historia de Huércal Overa y su comarca”, la cual, después de más de un siglo de su publicación sigue estando viva, por ser referencia obligada para los analistas contemporáneos que quieran informarse acerca de algún detalle de su pasado. Pero ésta es una circunstancia que además de orgullo me hace sentir gran pesar, como creo que lo sentiría mi ilustre paisano de seguir entre nosotros. Después de este siglo transcurrido, habiendo dejado tan profusamente abonando y con tanto esmero el terreno historiográfico, considerando evidente la continuación de su obra por futuros relevistas, éstos no han llegado. Por lo tanto, lamentablemente, la mayor fuente de información y casi la única en relación con la historia de las villas sigue siendo la que éste nos dejó escrita. Algo ha fallado al respecto. No es cuestión el buscar responsables, ni mucho menos atribuir el fracaso a alguien en concreto, porque todos tenemos un poco de culpa, unos por no ofrecer y otros por no demandar: Poderes públicos, profesionales de la educación, ciudadanos, expoliadores de yacimientos, de documentos; de patrimonio en fin, unas veces por acción y otras por omisión, cada uno en la medida que nos corresponde. No conozco un solo yacimiento en todo el término que no haya sido expoliado, otros siguen saqueándose con la indiferencia de los vecinos y la impasibilidad de la Administración, como si el hecho resultara ajeno a nuestros intereses. En los tiempos que corren que un pueblo no conozca su historia por desinterés dice mucho respecto a sus habitantes y no precisamente bueno, siendo algo de lo que algún día tendremos que dar cuenta a nuestros hijos. 45
Saquear los yacimientos o permitir que otros lo hagan, con el daño irreparable que la desaparición de un solo eslabón produce a la cadena de la historia; que la Administración no se implique, destinando presupuesto y esfuerzos a labores de conservación, restauración y puesta en valor de nuestros yacimientos, permitiendo por el contrario que nuestro mermado patrimonio histórico siga deteriorándose día tras día, demuestra a todas luces que no tenemos un concepto claro de lo que es el patrimonio cultural. Hoy, los aparentemente pocos que se sienten atraídos por nuestro pasado, siguen enfrentándose a las mismas mentes indolentes y retrógradas con las que se tuvo que batir nuestro popular paisano hace ya más de un siglo. Lamentablemente esta no es una queja infundada, los expoliadores, que no son pocos, lo saben perfectamente. No voy a entrar a enumerar cada uno de los yacimientos que al día de hoy han sido saqueados, privándonos para siempre de parte o de toda su información contenida, pero sí voy a referirme a uno de ellos en concreto, por la relación que pudo tener con el que se está tratando de Huércal la Vieja: la Rábita.
La Rábita al fondo izquierda, a la derecha Huércal La Vieja. 46
LA RÁBITA Cualquier vecino de Huércal-Overa al que se le pregunte por la Rábita, seguramente no tendrá dudas acerca de su localización y para dar respuesta dirigirá su vista a la sierra de Almagro y señalará su cima más alta, que curiosamente tiene forma de cono volcánico. A lo que quizá le cueste más responder es al porqué de su nombre. El topónimo “rábita” tiene un origen árabe y refiriéndose a su función, Fernando Albeiteri, cristiano nuevo, testigo en el juicio posesorio entre Vera y Lorca, dijo que la rábita es una mezquita de moros 55. Como casa de oración la definió en el mismo juicio el cristiano nuevo Francisco de Lisón Amino Frimançor 56. Estas son edificaciones de reducidas dimensiones y el uso al que se destinaban era el espiritual. Son el paralelo a las ermitas cristianas, situadas más o menos próximas a los caminos, donde los transeúntes haciendo un alto en su desplazamiento entraban para orar. A diferencia de lo que ocurría con las iglesias, a donde la gente acudía expresamente para la celebración de la liturgia. Torres Balbás apuntó que la denominación de rábita se ha aplicado indistintamente para designar a diferentes instituciones semejantes, como el ribat y la zawiya, atribuyendo su correcta denominación a la ermita donde ha sido enterrado el santón que vivió en ella, distinguiéndola del ribat, que era un convento fortificado, donde vivían devotos dedicados a la guerra y la plegaria 57. 55 A.M.L.
Caja 217 Bis 2. Tomo I. Sala II. Fol. 4. Ibídem. Fol. 108 v. 57 L. PADILLA MELLADO: El Ribat: institución espiritual y militar. http://www.arqueologiamedieval.com 56 A.M.L.
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Azuar Ruiz expone cómo con la llegada de los almorávides y posteriormente con la de los almohades se potenció la fundación de rábitas (a esto se refería Torres Balbás sobre el error en no diferenciar rábita de ribat) como elemento específico de vigilancia y defensa de la costa, debido a la carencia de una flota militar bien organizada y suficiente para su defensa.58 El edificio que coronaba el cabezo que nos ocupa es una rábita, pero la declaración de Diego de Castilla pone de manifiesto otra función, de índole muy distinto al religioso y quizá paralelo, que se desarrollaba en ellas, concretamente en la del Cabezo de la Jara, al manifestar que los atajadores de Huércal cuando hallaban el rastro de cristianos que habían entrado en su campo, desde su rábita echaban fuego y avisaban a la comarca, por encontrarse a la vista todas sus torres. 59 Este edificio debió de ser abandonado a la vez que Huércal la Vieja, con la que sin lugar a duda tenía relación, y que el día 3 de agosto de 1519 ya se encontraba arruinada, tal y como se puso de manifiesto en el amojonamiento que llevó a efecto el juez ejecutor encargado, en aplicación del fallo en sentencia de vista de la Chancillería de Granada en el juicio posesorio entre Vera y Lorca, tal y como registró el escribano: “(…) atravesando la sierra que dicen de Almagro señalavan y señalaron por moxon de la rrapita el cavezo que se dize y nombra de la dicha rrapita ençima del qual avia unas paredes de tapia de aljez que era en tiempo de moros atalaya el cual dicho caveço y paredes de tapia yo el dicho juez ejecutor dije que señalava y señale por mojonera de la dicha rrapita conforme a la dicha sentençia de vista declaración de testigos la cual Rapita afrenta con Guercal la Bieja e la tiene hacçia la parte de poniente que puede aber del dicho cabezo e moxon de la rrapita al dicho lugar de Guercal la Bieja un cuarto de media legua según los testigos dixeron(…)” 60 Las ruinas de esta rábita al día de hoy son casi inexistentes, siendo la única evidencia de haber estado allí levantada las piedras que formaron parte del aterrazamiento de la cima, sobre la que estaba edificada. (Figura 1). Todo su interior ha sido excavado de forma ilegal por expoliadores, con ignorado resultado. Buscando concienzudamente no 58 L.
PADILLA MELLADO: op.cit. Caja 217 Bis 2. Tomo I. Sala II. Fol. 146 v. 60 A.M.V. Legajo 252. S/n. 59 A.M.L.
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he encontrando trozo de cerámica alguno, por pequeño que fuese. En el exterior sólo unos pocos e informes, algunos de ellos vidriados al interior, pero no válidos para una datación. Se puede deducir que desde esta rábita también se dieron señales a la comarca con almenaras y ahumadas, muestra de ello es la gran cantidad de cenizas que aparecen revueltas con tierra en su interior, al suroeste, correspondiendo con la parte del terrado desde donde se hacían, quedando depositadas en este punto tras su derrumbe. El interior además está cubierto por tierra revuelta con yeso proveniente del desplome de sus paredes, que tal y como dijo el dicho juez ejecutor eran de aljez, presentando un pequeño espacio inalterado por el que se descubre que su piso era también de yeso. Estar construida con materiales deleznables ha contribuido a que no se levanten sus ruinas ni tan siquiera un centímetro de sus cimientos. Tampoco se observa división alguna en su interior, lo cual no quiere decir que no la hubiese, pero que dada su reducida superficie no es probable, a excepción quizá de un pequeño espacio descubierto por el que se accedía a ella. Su entrada está orientada al noroeste, evidenciándolo el hecho de ser el único sitio de todo su contorno por el que se puede franquear. Los pocos restos que han quedado de ella son precisamente los que confirman que se trata de una rábita, distinguiéndose perfectamente el muro de la quibla, y abierto en ésta el mihrab, orientado al sureste, en dirección a la Meca, tal y como marcan los cánones respecto a la orientación y forma en que se debían de construir los edificios religiosos. Los excavadores ilegales, al sustraer todo el material arqueológico de su interior, han imposibilitado que se pueda determinar si esta rábita estuvo ocupada por algún morabito, aunque lo más probable sea lo contrario, al encontrarse tan pocos restos materiales por las inmediaciones, a no ser que también se los hayan llevado. Por la misma razón tampoco se podrá datar ya por este sistema su antigüedad.
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b a
Figura 1.- Reconstrucción aproximada de la planta de la rábita. En ella se pueden observar perfectamente el muro de la quibla (a) y el mihrab (b). (Elaboración própia)
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OVERA 61 En 1301 el monarca de Aragón se había hecho con el último reducto del reino de Murcia que le quedaba por conquistar, que era Lorca, y al año siguiente el sultán de Granada, Muhammad II, le reconoció su soberanía sobre esos territorios. Pero a su muerte su sucesor al trono, Muhammad III, firmó la paz con Castilla volviendo a su vasallaje, en contra de los intereses de Aragón. En mayo de 1304, estando negociándose la paz entre Castilla y Aragón, se produjeron unos hechos gracias a los cuales tenemos la primera referencia conocida respecto a Overa. El aragonés Berenguer de Cardona, maestre del Temple, Pedro de Monteagudo, procurador general de Murcia y Alabbas ben Rahu, jefe africano al servicio de Jaime II, con una columna de 400 jinetes y 150 peones entraron a razziar los lugares fronterizos de esta comarca. La mañana del sábado, vísperas de Pentecostés, llegan a Zurgena, queman sus campos y recorren los montes vecinos sin hallar ganados ni gente alguna en ellos, ya que se encontraban amparados en castillos y casas fuerte. A continuación se dirigen a Vera, de donde les salieron al encuentro 400 jinetes, se baten en campo abierto y acusando los de esa ciudad la baja de 14 caballeros y de 25 peones se replegaron en busca del refugio de sus murallas, desde donde observaron como los cristianos talaban su huerta. Abandonan Vera y continúan camino hacia Cuevas sin encontrar resistencia por parte de sus vecinos, que 61 En
las crónicas antiguas siempre que se cita a Overa se están refiriendo a la actual barriada de Santa Bárbara, y más concretamente al monte sobre el que, de presente, se encuentran arruinadas su fortaleza y viviendas. Así pues, hecha esta aclaración, en lo sucesivo, todas las referencias a Overa lo serán al emplazamiento aludido. 51
contemplaban impasibles, refugiados en su torre, cómo los cristianos arrasaban la huerta y quemaban las casas de su arrabal. Después de pasar la noche en Cuevas, al amanecer del día siguiente suben por el Almanzora hasta Overa y también talan su huerta, marchando a continuación hacia Huércal. 62 No refiere la crónica si hubo oposición a las huestes aragonesas por parte de los pobladores de Overa, pero teniendo en cuenta el número tan considerable de adversarios no resulta probable que lo hicieran, máxime cuando no lo hicieron en Cuevas que era villa mucho más grande. El hecho de que no trataran de asaltarla, es un indicador relevante que pone de manifiesto lo complicado que hubiera resultado su ejecución, dado lo bien protegida que estaba la villa, gracias a su arriscado emplazamiento y su perímetro amurallado, que la hacían prácticamente infranqueable. No hay que ignorar que el principal objetivo de este tipo de escaramuzas tenía una doble finalidad: Por un lado obtener un botín, bien en ganado o cautivando moros, y por otro extender la desolación entre sus pobladores a través del miedo y la inseguridad. Asaltar una fortaleza para ocuparla era un hecho excepcional, siendo lo más habitual hacerlo con la única intención de saquearla. Siempre a condición de que la previsión del número de bajas por parte de los atacantes obviamente fuese mínima. Desde 1304, en que ocurrieron los hechos narrados, hemos de dejar pasar más de cien años para volver a tener noticias de Overa. El suceso que las aporta tuvo lugar en el año 1410, tras la finalización de una tregua entre cristianos y musulmanes. Desde Lorca el Capitán General de la frontera, Pedro Rui Dávalos, con un ejército a su mando, entró por el río Almanzora y asaltó Oria, saqueándola y haciendo numerosos cautivos. Tras lo cual y juntamente con Alonso Yánez Fajardo, que había venido con tropas de Murcia, cayeron sobre Cantoria, Zurgena y otros pueblos de la comarca, saqueándolos igualmente. De regreso a Lorca, cargados con todo el botín, pasaron por Overa y Huércal sin contrariedad alguna por parte de sus moradores. 63 Las crónicas de los historiadores antiguos hay que juzgarlas siempre con ciertas reservas, ya que están escritas con altas dosis de exaltación patriótica y adornadas para que los hechos resulten grandiosos y dignos de elogio. 62 J. 63 E.
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A. TAPIA GARRIDO: Historia de la Vera antigua, pág. 215. GARCÍA ASENSIO: op.cit. Tomo I, pág. 335 y suc.
No es de extrañar que los vecinos de Overa ni los de Huércal osaran salir al encuentro de las tropas cristianas, dado la desproporción de las fuerzas. Por contra si llama la atención que no lo hicieran las tropas de Vera y Mojácar, máxime después de haber dispuesto éstas para organizarse de todo el tiempo que los murcianos emplearon en asaltar los pueblos referidos, plazas fuertes de la frontera oriental nazarí, con castillo todas ellas. Tal vez esta acción resultara tan imprevista para Vera que no dispuso de tiempo suficiente para organizar la contraofensiva, o tal vez no pudiera reunir las suficientes fuerzas para hacer frente al ejército del Capitán General, ante lo que todos los lugares quedaron encastillados a su suerte, ejerciendo su defensa de manera independiente. Resulta llamativo el hecho de que los cristianos, de regreso a Lorca, pasaran por Overa y por Huércal sin atacarlas, y particularmente no llego a compender la razón por la que ni tan siquiera arrasaran la huerta de Overa. Otra nueva crónica vuelve a sacar a este lugar del pozo del olvido, los hechos que relata tuvieron lugar en 1439, cuando el Adelantado de Murcia Alonso Yáñez Fajardo, con tropas de esa ciudad, en compañía del alcaide de Lorca, Fernández Piñero y su gente de armas, por sorpresa se apoderaron entre otras poblaciones de Cúllar, Oria, Cantoria, Albox, Arboleas y Zurgena, quedando sometidas a vasallaje. Esta vez los murcianos no pasaron de largo por Overa sino que, tras asaltar Zurgena, se dirigieron a ella con la firme voluntad de rendirla, al igual que a los otros lugares fronterizos. García Asensio al referirse a la toma de Overa, datándola erróneamente en 1436, una vez más evidencia las buenas defensas con las que contaba la villa, al narrar cómo el Adelantado murciano, después de haber rendido tan importantes plazas, se quejaba de no haber hallado hasta entonces resistencia tan tenaz. En esta memoria se detalla su asalto por parte del lorquino Tomás de Morata, quien “(...) habiendo prevenido una escala formada de fuertes cuerdas y acerados garfios y acompañado de un esforzado soldado de su compañía, por lo áspero de la montaña, se arrimó a la parte mas flaca del castillo y favorecido de los silencios de la noche, con mano firme arrojó la escala, que quedó pendiente del muro y embrazando su escudo y con la espada pendiente de su mano, asaltó con singular esfuerzo la fortaleza, en cuya garita, descuidado del asalto, estaba el centinela, que salió al oír el ruido, pero fue 53
atravesado su pecho por la espada de Morata, y cogiéndolo lo arrojó desde las almenas al despeñadero. Con valeroso esfuerzo asaltó la torre principal, en la que apellidando a Lorca hizo llamada al cristiano bando, y veloces como un rayo acudieron sus paisanos, que así mismo escalaron el muro entrando en la fortaleza, admirados del suceso referido. Los moros, no menos admirados en ver asaltada su fortaleza por el valor cristiano, acudieron a recuperarla y hallándola ocupada por los mejores caballeros del cristiano bando, se trabó una batalla muy reñida, en la que cedieron los moros, bajándose de la fortaleza y reuniéronse sus fuerzas en la villa. El alcaide de Lorca, con el valiente Adelantado, se halló el primero, después del capitán Morata, en la fortaleza, y enarboló el estandarte de Lorca en sus más elevadas almenas. Viéndose los moros sitiados por todas partes y el castillo en poder de los cristianos, cedieron a su valor, y rindiendo armas, quedaron de vasallos o tributarios del rey de Castilla (...)”64 El historiador local al remitirse a su fuente cita a Pérez de Hita, Morote, Cánovas y Acero, sin concretar su referencia, pero en mi opinión, su crónica es la narración de un poema de Ginés Pérez de Hita sobre el referido asalto, posiblemente los otros autores se basen en la misma fuente, por ser la más antigua de ellas. De cualquier forma lo verdaderamente importante a tener en cuenta es el hecho de su asalto y no la forma en que se produjo, que por presentarse de esta manera tan extraordinaria puede hacer dudar de su veracidad. La toma de Overa fue una hazaña de la que se sintieron muy ufanos los vecinos lorquinos, cuyo eco se propagó a través de los años hasta el siglo XX, generalmente gracias a la literatura. Además del canto mencionado de Pérez de Hita, Jacobo Rovira escribió un romance sobre la toma de Overa65 que recibió mención honorífica en un certamen celebrado por la Real Sociedad Económica Lorquina. Asimismo la citada sociedad en un certamen celebrado en 1877 premió con flor de plata y título de socio mérito del “Ateneo” una obra presentada por el pintor local Salvador Zamora, que tenía por título “Overa por Lorca”, que representaba “el asalto del castillo de Overa por solo el capitán lorquino Morata, defendido por los moros que acuden presurosos en tumulto, y de los cristianos que corren al socorro de su arrojado caudillo desde el 64 E. 65 E.
54
GARCÍA ASENSIO: op.cit. Tomo I, pág. 335 y sucesivas. GARCÍA ASENSIO: op.cit. Tomo I, pág. 339 y sucesivas.
campamento. La escena de composición convencional y arbitraria pretende estar iluminada por la luna que aparece entre nubarrones”.66 También en ese mismo año, el huercalense Ginés de Mena publicó en “El diario de Murcia” un poema inspirado en dicha toma de Overa.67 En 1443 Granada reconoció la posesión a Castilla de las villas que había conquistado durante los últimos seis años, entre las que hay que incluir además de las anteriormente referidas Castillejar, Galera, Huéscar, Bédar, Cuevas, Albanchez, Partaloa y Cabrera.68 Albox se incorporó al adelantamiento murciano y la población musulmana tuvo que convivir con una guarnición militar cristiana, siendo abastecida por Murcia 69. Entre 1445 y 1446 Albox, Albanchez, Arboleas, Zurgena, Overa y Cuevas vuelven a poder de los granadinos, no habiendo constancia de lo que supuso para la vida de los vecinos el corto espacio de tiempo en que fueron vasallos del rey cristiano. En el mes de diciembre de 1483 se extendió por Lorca el falso rumor de que Overa había sido tomada por el capitán Juan de Benavides y el Corregidor. Esto que en sí tiene la nula validez de una falsa noticia, contrasta con la importancia que de haber sido verdad hubiera tenido sus consecuencias. De ella se pueden obtener interesantes conclusiones, que una vez más vuelven a incidir en la importancia estratégica de la villa dentro del sistema defensivo de la frontera oriental del reino nazarí de Granada. Ocurrió que estando convencido el concejo de Lorca de la veracidad de lo que era pública voz entre sus vecinos, dirigió carta al de Murcia, informando cómo “el jueves día cuatro de diciembre el capitán Juan de Benavides y el Corregidor salieron a tierra de moros y habían tomado Overa. Recelándose que cargaría sobre el lugar todo el reino de Granada pedía ayuda para su provisión y socorro. Murcia escribió a todos los pueblos comarcanos y a Orihuela, ordenando que a esos efectos saliese toda la gente, bajo pena de muerte. (…) Cuando todo estaba dispuesto para la partida, avisó Lorca que habían tenido un error y era falsa la toma de Overa.” 70 66 J.
ESPÍN RAEL: Artistas y artífices levantinos. Academia Alfonso X el Sabio 1986, pág. 415. GARCÍA ASENSIO: op.cit. Tomo I, pág. 345 y sucesivas. 68 J. A. TAPIA GARRIDO: Historia de la Vera antigua, pág. 240 69 Una información más detallada en: Murcia, la guerra de Granada y otros estudios (Siglos XIV-XVI) “Notas documentales sobre el abastecimiento de Albox (1436-1445)” de Juan Abellán Pérez. Pág. 63 y sucesivas. Real Academia Alfonso X el Sabio. 2001. 70 L. LISÓN HERNÁNDEZ: “La enseña concejil murciana a finales de la edad media (1475-1550)”. Comunicaciones IV congreso nacional de Vexilología. Alcalá de Henares 1989, pág. 10. 55 67 E.
En tiempo de moros todas las villas, dependiendo de su importancia, tenían fortaleza o casa-fuerte. Overa tenía una casa-fuerte, siendo lugar de menor entidad que las villas de su entorno inmediato de Cuevas, Zurgena, Cantoria, Albox, Lubrín... La silueta de la villa estaba recortada por una muralla, hoy desaparecida casi en su totalidad, que circundaba el promontorio sobre el que se asentaba. Entre sus estructuras interiores se distinguen dos zonas claramente diferenciadas la una de la otra: La parte más alta, que es la que se encuentra orientada al Este, estaba destinada a uso exclusivamente militar. Alrededor de su maltrecha torre se observa entre sus ruinas la distribución de las pequeñas habitaciones reservadas a la gente de guerra que la defendían y junto a éstas un aljibe con su bóveda derribada, cubierto casi en su totalidad por sus escombros. En la otra mitad, destinada a la población civil, se observan estrechos pasillos y los restos de pequeñas y apiñadas viviendas, que se deslizan ladera abajo hacia el barranco que por tal motivo los vecinos llaman de “Las Casas” y el viejo camino de Lorca a Vera. Los restos de cerámica son muy abundantes por todo el yacimiento, en mayor medida por la zona de las viviendas. Por ellos se confirma que su ocupación ha sido muy prolongada en el tiempo. Presentan gran variedad de formas y decoraciones, todas ellas encuadradas dentro del estilo nazarí. Así se muestra evidente a través de los hallazgos monetarios:71 - Un Dirhem. - Dos medio Dirhem. - Un Felús. Todas ellas fueron acuñadas en Granada y son de época nazarí. Está inventariado también un Semis, acuñado en Ilici, el cual muestra por su anverso cabeza laureada de Augusto a derecha y por el reverso un templo tetrástilo. Su fecha entre el 27 A.C. y el 14 D.C. La existencia de esta moneda no es determinante para afirmar que haya existido una ocupación romana del lugar. Es más factible que esté descontextualizada, ya que en un amplio radio no se observa ni un solo fragmento de cerámica de ese periodo que lo pueda avalar. Con el propósito de dibujar un boceto que contribuya a formar una idea lo más acertada posible de lo que fue esta villa, considero que lo mejor es servirse de los testimonios de las personas que bien la conocían. Gómez Fajardo, un cristiano nuevo que fue vecino de Huércal, y que con 80 años de edad declaró como testigo en el juicio sobre términos y 71
S. FONTENLA BALLESTA: La circulación monetaria en el valle del Almanzora (Almería): Edades Antigua y Media. Fajardo el Bravo, Lorca, 2007, pág. 62 y 183.
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jurisdicción entre Lorca y Vera, la describió de la siguiente manera: “(...) en la dicha villa de Overa no hay fortaleza porque la misma villa es tan fuerte como si fuese fortaleza e aun se comenzó a hacer en ella fortaleza y que no se acavo y que alli no avia alcaide mas de quanto el alguacil de la dicha villa hera alguacil y alcaide pero que dicho alguacil e la dicha villa hera todo suxeto a la dicha villa de Guercal y al dicho alcaide de ella. (…)” 72 Esta manifestación es de por sí tan explícita que no precisa comentario alguno. Sí quiero hacer hincapié en mi extrañeza ante la pretensión de transformar una casa-fuerte en fortaleza ¿Sería tal vez porque su importancia había ido en aumento elevando la categoría de la villa? Por otro lado, también me resulta insólito que se paralizara el proyecto e ignorados los motivos que dieron lugar a ello. Otro testigo, cristiano nuevo, aporta otro detalle al referirse al momento en que se inició la transformación, al deponer en el mismo juicio que: “(...) en la dicha villa de Obera no ai fortaleza salbo que antes que se comenzasen las guerras del Reyno de Granada se comenzo a hacer como agora esta e nunca se acavo (...)”73 Pero mucho más interesante que las anteriores, resulta la declaración del vecino de las Cuevas Alonso Moçaquid, también cristiano nuevo, al manifestar que... “(...) vido que el xeque Zeye que al dicho tiempo hera alcaide de Vera hizo edificar la torre que agora tiene Obera y la torre que llaman de la Ballabona ques zerca del dicho lugar de Obera e ziertas personas por mandado del dicho xeque e de la dicha ciudad de Vera cogian gente para yr a labrar y edificar las dichas torres y este testigo fue por peon a ayudar a hacer la dicha torre e lo ayudo a hacer por mandado del dicho jeque como fueron otros muchos (...)” 74 72
A.M.L. Caja 217 Bis 2. Tomo I. Sala II. Fol. 33. Ibídem. Fol. 34. Testimonio del cristiano nuevo Alonso García. 74 A.M.L. Caja 217 bis 2. Tomo II. Sala II. Fol.137 v. 73 A.M.L.
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Por su declaración se podía haber resuelto, de manera bastante aproximada, la fecha en que se construyó la torre de la Ballabona y comenzó a levantarse la de Overa, al referir que fue el jeque Zeye quien la hizo edificar. Desafortunadamente este personaje me resulta totalmente desconocido. Su nombre debe de ser una mala trascripción de Zeyyád, que repetidas veces en documentación sin relación con el caso he visto escrito Zeyed. El hecho de ser un jeque lo eleva a los peldaños más altos de la escala social, lo cual plantea otra duda: ¿por qué no la mandó construir el infante de Almería Aben Celín Abrahen Alnayar -al que me referiré más adelante- siendo como era la máxima autoridad en la ciudad de Vera tras el sultán?
Torre de la Ballabona
La defensa de la frontera era algo que afectaba a todos los habitantes del reino de Granada, independientemente de su situación territorial, atendiendo claro está a un criterio de proximidad geográfica. La forma en que se realizaba no era solamente sirviendo como soldado, tal y como se puede constatar en la manifestación de Francisco el Pupa, vecino de Tabernas, quien además fue más preciso que el anterior al declarar que el obrar la fortaleza fue por mandato del rey. 58
“(...) que el rey moro envio a mandar a los lugares del rrio de Almeria que fuesen a lavrar la fortaleca de Overa75 y que uno de los travajadores dijo a los otros que se fuesen e no lavrasen mas y asi todos se fueron y çerca el alxibe la Ballabona los alcanço un criado del alcaide de Overa y diciendole la causa por que se yban (...)” 76 Por desgracia no refiere este testigo el nombre del rey moro, lo que también hubiera hecho posible el situar cronológicamente los hechos. A modo de curiosidad hubiera sido interesante que hubiese manifestado los motivos por los que se interrumpió la construcción de la torre en Overa. La obligación de los vecinos para con los lugares fronterizos, tal y como se ha visto, se hacía extensiva a la conservación de sus fortalezas, acudiendo con carácter obligatorio a todos los llamamientos que se les hacían en pro de su mantenimiento. Vera, por su carácter de cabeza de taha, era quien más se implicaba en estas cuestiones, aportando de entre sus vecinos la mayor parte de la mano de obra que se precisaba al efecto, tal y como ocurrió en el año 1478 aproximadamente, cuando esta ciudad… “(...) hizo reparar cierta parte del adarbe en la muralla de la dicha Overa y este testigo al tiempo suso dicho obro e travajo algunos dias en el reparo del dicho adarve e que lo que dicho tiene ansi lo vio en el dicho tiempo e oya e oyo decir a sus mayores e mas anzianos que en sus tiempos siempre vieron ser e passar ansi (...)” 77 Y para concretar más acerca del periodo en que se construyó la torre de la Ballabona y se inició la de Overa, añadir el testimonio de Juan Chacón, cristiano nuevo, que en el año 1512 declaró a favor de Lorca en el juicio posesorio contra Vera y dijo que: “(...) en Overa no ay ni avido fortalezas salbo una que se comenzo a hacer en el tiempo de las guerras del dicho reino de Granada e nunca se acavo de hazer (...)” 78 75 En el original, quizá por un error del escribano, viene escrito Vera, pero sin duda se refería a Overa. 76 Testigo presentado por Lorca en 1550 en el juicio por la propiedad contra Vera. A.M.V. Libro 2121. 77 Testigo
Alonso Arca, en la probanza que hizo Vera en el juicio contra Lorca por la propiedad en 1518. A.M.V. Legajo 252. Fol. 10. 78 Juicio posesorio entre Lorca y Vera. Testigo presentado por Lorca en 1512. A.M.L. Caja 217 Bis 2, Sala II, Tomo I. Fol. 34. 59
La impresión que a uno le causa la lectura de las anteriores manifestaciones es la de la poca precisión de los manifestantes a la hora de referirse a hechos concretos, tales como las fechas de construcción o el nombre del rey que las ordenó hacer, existiendo incluso contradicción entre quien manifiesta que se construyeron durante las guerras del reino de Granada y quien dijo que fue con anterioridad a ellas. Lo que resulta meridianamente claro es que se están refiriendo a las guerras civiles de Granada y no a las guerras contra los cristianos. Respecto a su datación es probable que ambos declarantes, aunque resulte paradójico, se estén remitiendo al mismo tiempo y que teniendo en cuenta la edad que manifestaron tener, no es mucho antes a cuando la tierra fue ganada por los cristianos. Durante los veinte últimos años del dominio musulmán, el reino de Granada fue escenario de dos tipos distintos de conflictos bélicos, por un lado se produjeron luchas internas por el poder y por otro se continuaba la guerra contra los cristianos. Ateniéndonos a sus guerras civiles, en la época que nos ocupa hay que distinguir en ellas dos periodos. Uno que se inició hacia 1470 como consecuencia de la rebelión del alcaide de Málaga Muhammad Sad al Zagal contra su hermano el sultán de Granada Muley Abul Hacén, en el que las guerras fraticidas duraron más de cuatro años, hasta que finalmente el rebelde se sometió a la autoridad del legítimo rey. El otro a partir del año 1482, cuando Muley Baudili se reveló también contra el sultán de Granada, su padre Muley Abul Hacén, proclamándose rey, contando a partir de entonces el reino de Granada con dos reyes, situación que no varió cuando en el año 1485 Muley Hacén abdicó, o fue depuesto según fuentes, en favor de su hermano el Zagal. Éste permaneció como rey hasta que en 1490 emigró a África, tras negociar con los Reyes Católicos la entrega de las plazas que estaban en su poder. Lo que interpreto respecto a la declaración de los anteriores testigos, es que mientras el primero se refería a ambos periodos como a uno solo, el otro testigo lo hacía concretamente al segundo, diferenciando el uno del otro. Por lo dicho, vemos que en la última década de dominio musulmán, el reino de Granada contó con tres reyes, lo que en caso de ser este el periodo acertado, complicaría resolver quién fue el monarca que ordenó la construcción de las torres de Overa y de la Ballabona. Sin embargo, de ser en la década anterior, el único monarca que tuvo el reino fue Muley Hacén, y considero, a tenor de los hechos que se narran a continuación, que efectivamente fue este el sultán que las mandó construir. 60
Doy por seguro que el motivo de construir una torre en Overa y otra en su entremedio con Vera, en el paraje de la Ballabona, fue el de proteger el reino por esta parte de su frontera con Murcia, ante una hipotética entrada del ejercito cristiano. No tiene sentido pensar que la torre de la Ballabona se construyó para proteger a Overa, trasmitiendo los avisos de peligro que pudiera dar Vera ante un ataque desde el interior del reino con ocasión de su guerra civil. La razón por la que Muley Hacén temía un ataque de los cristianos está justificada, consciente de la debilidad que a su reinado estaba produciendo la rebelión de su hermano el Zagal. Circunstancia que resulta mucho más grave contemplada desde el siguiente punto de vista: Por un lado, de los tres personajes más influyentes que en aquel tiempo había en el reino de Granada, dos de ellos, el Zagal y el cuñado de éste Abén Celín, habían conspirado contra el tercero para derrocarle, para lo que contaban además con el apoyo del enemigo de Granada por antonomasia, el rey de Castilla. Cuando a Muley Hacén llegó la noticia de la rebelión de su hermano, el alcaide de Málaga, inmediatamente puso por alcaide de esa ciudad a un pariente suyo, a quien mandó con tropas escogidas a privarle de su alcaidía. El Zagal, hacia el año 1469, con el fin de llevar a buen puerto su empresa, encontrándose el rey don Enrique en Archidona le visitó obsequiándole con ricos presentes, y poniéndose bajo su amparo le solicitó su ayuda para derrocar a su hermano, a lo que el monarca le respondió afirmativamente. El sultán que supo del acuerdo contra él reaccionó saliendo a correr territorios cristianos. Provocó grandes daños por toda Córdoba y Sevilla durante más de dos años consecutivos, dedicando a continuación sus esfuerzos a combatir a su hermano.79 Finalmente el Zagal fue hecho prisionero por su hermano y gracias a la ayuda de su guardián cruzó la frontera y se puso bajo la protección del Adelantado de Murcia, don Pedro Fajardo. Hay constancia de que permaneciendo en esta situación, el Adelantado recibió importantes ofertas, por parte de la madre del evadido, para que no lo entregase a Muley Hacén, y también por parte de éste en sentido contrario. Por la razón que fuese el Zagal fue liberado sin recompensa alguna, al menos económica. De esta entrega, corriendo el año 1512, el cristiano nuevo Luis de Viamonte, en el susodicho juicio entre Lorca y Vera, relató recordar cómo: 79 J. A. CONDE: Historia de la dominación de los árabes en España. Paris 1840, pág. 640 y siguientes.
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“(...) puede aver quarenta años poco mas o menos que este testigo en compañia de los caudillos de Vera y de las Cuevas y de Granada y de todo el reino yban a rrecivir a el rrei Moulen Audali que hera hermano del rrei Moulli Abulehacen que esta(ba) en Armeria en poder del caudillo que se llamava Aben cadi que lo tenia el dicho alcaide en encomyenda por el dicho su hermano y el dicho caudillo lo entrego a el Adelantado don Pedro Faxardo en la ciudad de Lorca y quando llegaron al Saladar de Pulpi (...) alli avia de venir el dicho Adelantado a entregar a los dichos cavalleros al dicho rrei Mulli Audalid y que el dicho Adelantado don Pedro Faxardo con su gente y con la xente que traia el dicho rrei lo entrego a los dichos caudillos (...)” 80 La fecha, aunque la refiere de manera imprecisa, perfectamente puede coincidir con el año 1474. De su manifestación se deducen varias cosas interesantes: Que el Zagal había sido reconocido como rey de Granada por una parte de los granadinos, pues el testigo se refiere a él como rey. Otra, que a pesar de que el legítimo rey Muley Hacén tenía en Almería a su hermano bajo la custodia de uno de sus caudillos, la rebelión aún no estaba sofocada, ya que no había derrotado a su cuñado Aben Celín, del que nada dice en su declaración y que además, el rebelde debía de contar con muchos afectos a su causa. Baste como ejemplo que fue uno de los caudillos de Muley Hacén, quien teniéndole bajo su custodia lo fue a poner bajo la protección de los cristianos. Habría que considerar si el hecho de haberle respetado la vida obedecía a un sentimiento fraternal, lo cual no creo, o fue para no perder popularidad ni volver contra él a muchos granadinos. También pudiera ser que llegado el caso hubiera obtenido con su liberación alguna condición ventajosa a sus intereses. Y por último, resulta también significativo que no partiera en solitario a buscar refugio, sino que lo hiciera con su escolta. Para tratar de establecer si hay coincidencias o diferencias, dependiendo de si el manifestante es cristiano o morisco, a continuación transcribo la declaración hecha en 1512 por un cristiano viejo de Lorca llamado Bartolomé de Requena, refiriéndose a estos hechos que según él tuvieron lugar hacía unos treinta y cinco años: “(...) en aquel tiempo dos años mas o dos años menos obieron 80 A.M.L.
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Caja 217 Bis 2. Tomo I. Sala II. Fol. 45 v.
zietas quistiones en Granada el Rey moro viejo con su hermano el rey Zagal y el rey Zagal vinose fuyendo del dicho rrey su hermano a Lorca y el dicho rrey su hermano envio a decir a Alfonso Faxardo Adelantado de Murcia que se lo entregase e no se lo quiso entregar por que si no lo matase Pero que sobre tratos y conciertos que obo entre hellos unos y los otros el dicho Adelantado trujo consigo al dicho rrey Zagal al mismo mojon de la Fuente de la Higuera y alli entrego a los abencerraxes que vinieron (...)”81 Fue también por el año 1474, cuando el principal aliado de el Zagal, su cuñado Abén Celín, infante de Almería, hizo llegar una carta suya a Fernando, príncipe de Castilla y de León, rey de Sicilia y primogénito de Aragón. En ella le expresa su deseo de amistad y de formar una alianza con él, según la hubo entre el rey Juzaf y D. Juan, rey de Castilla82 en este caso para derrocar al rey Muley Hacén. El primogénito de Aragón respondió a ella, y tras dar las gracias por los ricos presentes que la acompañaban, declinó cortésmente la solicitud que le hacía, debido a la precaria situación en la que se encontraba. Se había casado recientemente con Isabel, cuyos derechos a la sucesión le estaban siendo disputados y además su hermanastro Enrique IV no había visto con buenos ojos el matrimonio, ya que tenía otros planes de boda para ella. Le jura que nada deseaba más que entrar en tratos con él para llevar a cabo amistades firmes y valederas y sobre todo para hostilizar al rey de Granada Muley Hacén. Concluye diciéndole que si, tal y como teme, la guerra contra su adversario Muley Hacén fuese en aumento, suplicaría a su padre que desde Valencia enviase en su ayuda gente de guerra por mar a Almería. La carta está fechada en Tordesillas el día 27 de junio de 1474.83 Esto debió de ser antes de que el Adelantado de Murcia hiciera entrega de el Zagal a los abencerrajes, ya que para hacerlo hubo avenencias entre Muley Hacén y su hermano el Zagal, lo que supuso el fin de la guerra civil y la concertación de una nueva tregua entre moros 81 A.M.L.
Caja 217 Bis 2. Tomo II. Sala II. Fol. 39 v. rey Juzaf fue padre de Abén Celín. Con la ayuda de Juan II de Castilla llegó al trono de Granada el 27/01/1432, tras derrocar a Mohamed IX. Reinó con el nombre de Yusuf IV. Por la alianza referida se declaró vasallo del monarca cristiano de por vida, obgligándose a pagar 20.000 doblas anuales y a defenderle; entre otras condiciones. El acuerdo no fue bien visto por los suyos y seis meses después fue depuesto y degollado. 83 A. BENAVIDES: Memorias de la Real Academia de la Historia. Tomo VIII. “Memoria sobre las guerras del reino de Granada y los tratos y conciertos que precedieron a las capitulaciones de la ciudad.” Madrid 1832. Apéndice II Pág. 45 y sucesivas. 82 El
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y cristianos, 84 todo lo cual, sin lugar a dudas, había sido ya pactado con anterioridad. Llegado hasta aquí, si he ordenado bien las ideas y sabido expresarlas correctamente al escribirlas, cualquiera que las lea coincidirá conmigo en que la situación era especialmente delicada para el monarca granadino, teniendo a tan grandes enemigos aunando sus fuerzas contra las suyas. Esto constituiría sobrada razón para mandar reforzar el sistema defensivo por aquel lugar por donde consideró que más amenazado estaba, el mismo por el que pocos años después entró la perdición al reino de Granada: Vera. La forma en que la llevó a efecto fue fortaleciendo a Huércal y a Overa, las villas que le servían de punta de lanza. Además, con el fin de que los avisos de peligro que enviara Overa fuesen recibidos con seguridad y prontitud ordenó edificar la torre de la Ballabona. El motivo de construir en Overa la torre fue para dificultar su toma por parte de sus enemigos. También por ese tiempo fue reforzada su muralla al igual que la de Huércal, y si no se acabó se debió a que llegó antes el sultán a un acuerdo con su hermano y con los cristianos, desapareciendo por tanto los motivos que originaron su construcción. Para concluir, se puede resumir que dichas torres fueron mandadas construir por el rey de Granada Muley Hacén, en el primer lustro de la década de los setenta, y su construcción estuvo a cargo del jeque Zeye, que era alcaide de Vera, seguramente puesto por dicho sultán en sustitución del infante Abén Celín, después de haberse revelado contra él posicionándose a favor de su hermano el Zagal.
Fortaleza de Overa 84 J.
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A. CONDE: op.cit. Pág. 41.
HUÉRCAL De entre las crónicas conocidas de batallas, asaltos, etc., sólo hay una en la que Huércal es protagonista de los hechos, y es continuación de la que narró la tala de Overa. Los hechos ocurrieron en 1304, (esta fecha hay que tenerla muy en cuenta ya que es la primera vez que las crónicas hacen mención del castillo de Huércal)85 cuando Berenguer de Cardona, maestre del Temple, en compañía de Pedro de Monteagudo, procurador general de Murcia y de Alabbas ben Rahu, jefe africano al servicio de Jaime II de Aragón, entraron en el reino de Granada para razziar los lugares fronterizos. Tras realizar diversos asaltos por los lugares comarcanos, habiendo quemado la huerta de Overa se dirigieron a Huércal, a la que después de realizar un primer asalto pusieron fuego a las puertas de su fortaleza. Refiere la crónica cómo los atacantes encontraron un adversario inesperado, que eran las muchas abejas que allí había, las cuales les causaron verdaderas molestias. Cuando la fortaleza estaba a punto de ser rendida advirtieron que llegaban fuerzas en su socorro, acordando prepararles una celada. El africano Alabbas y el procurador se pusieron con sus hombres en un llano a una legua de Huércal, por donde había de llegar la ayuda; las acémilas con los peones se situaron en un cerro y los caballeros templarios se ocultaron en un barranco. La artimaña dio resultado, al aproximarse la caballería granadina cargó sobre quienes estaban esperándolos, los cuales, siguiendo un plan establecido, se batieron en retirada hacia donde se encontraban escondidos los templarios. En el momento oportuno, las tropas cristianas con su aliado acosaron a las musulmanas por los cuatro costados produciéndoles 85 Resulta
curioso que la primera referencia histórica conocida de los lugares de Huércal y Overa, gérmenes de la actual población, coincidan en fecha y en documento. 65
más de cien bajas, en contraste con las cuatro o seis de los africanos y de algunos templarios heridos. Los que quedaron con vida huyeron a refugiarse en la torre, y extrañamente sin volver a acometer la fortaleza, los cristianos se retiraron a pasar la noche en la rambla de Nogalte para regresar al día siguiente a Lorca.86 Que la gente de guerra del castillo no saliese a hacerles frente es fácilmente comprensible por la diferencia de fuerzas entre los bandos. Pero es de suponer que aquéllos en primera instancia hicieran desde las murallas una defensa del castillo, interrumpiéndola cuando estaba a punto de ser asaltado para buscar refugio en su torre, donde sus vidas estarían a salvo en espera de la llegada de refuerzos. Y este es un dato significativo, por cuanto pone de manifiesto que también en esa época la fortaleza solamente tenía una torre, lo que induce a pensar que posiblemente a lo largo de su existencia no haya tenido más. Lo que no resulta tan evidente es que se trate de la misma que se ha conservado hasta nuestros días. La llegada del socorro, refiere el cronista, fue advertida por los cristianos desde un altozano próximo al castillo, y ya que desde esa situación sólo se ve un corto tramo del camino de Vera, el que encumbra la sierra, los refuerzos tuvieron que verlos aparecer a larga distancia viniendo desde Los Vélez a través de la hoya de Lorita, por el camino viejo de Lorca, pues de otro modo no les habría dado tiempo a recorrer una legua para prepararles la emboscada. Atendiendo a algunos detalles que se refieren en la crónica, se puede identificar el barranco donde se emboscaron los templarios con la rambla de Limpias y el cerro donde se pusieron a resguardo las acémilas y peones con el que los moros conocían por Albotoya, entre la rambla del Saltador y el camino viejo, próximo a la rambla de Limpias, siendo el escenario de la batalla los llanos que atraviesa el camino viejo a la altura del pago de los Cabecicos. Se da la circunstancia de que en un amojonamiento realizado en 1519 se refirieron a ellos como los cabezos del Temple.87 La seguridad inmediata a la gente del castillo se la ofrecía la torre de su fortaleza, la cual era infranqueable, de ser la misma que hoy existe, el socorro la ciudad de Vera, que salvo imprevistos, prontamente solía mandar gente en su auxilio. Respecto a lo primero así lo puso de manifiesto Francisco Medrano en su declaración como testigo en el juicio posesorio 86 J.A.
TAPIA GARRIDO: Historia de la Vera Antigua, pág. 215 Legajo 20. Sala II
87 A.M.L.
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entre Lorca y Vera en 1559: “(...) en la dicha torre se recoxian los moros quando los cristianos los seguian y ansi estubo este testigo alli por soldado y como dicho tiene de donde davan aviso a la ciudad de Vera y su comarca...”88 De la misma manera, la ciudad mandaba reparar cualquier daño que sufría la fortaleza, porque su importancia dentro del sistema defensivo era tal que, tanto o más que a sus propios vecinos, debía de garantizar la seguridad de la gente de guerra que la servía. Un lustro antes de la reconquista, en tiempo de guerra, se cayó un adarve de la fortaleza de Huércal y el alcaide de Vera mandó a muchos vecinos a caballo con media fanega de yeso cada uno para su reparo.89 Aunque ésta era una obligación compartida por todos los lugares de la comarca, ya que todos se beneficiaban de los servicios que desde Huércal se hacía en defensa de la frontera cuando entraban los cristianos. Cuando era menester hasta de Purchena venían vecinos a reparar la fortaleza, a pesar de la distancia y el ser esa ciudad cabeza de otra taha90, sin ser esta una situación excepcional, como ya dije anteriormente, por ser la defensa de la frontera una obligación de todos los que vivían en el reino. Por mandado del rey moro incluso de Urrácal vinieron unos vecinos a obrar en la fortaleza91. Además, conocido por los vecinos era que el rey de Granada Muley Hacén tenía en mucho aprecio a Huércal y Overa.92 En el siglo XIII, durante el periodo nazarí, fue construido por los árabes un castillo al que pusieron por nombre Xiquena, que fue conocido por el explícito apelativo de “castillo del infierno”, como punto fronterizo avanzado de la comarca de los Vélez, al oeste de Lorca y dentro de lo que hoy es su término municipal. Dado su estratégico emplazamiento dominaba el valle del río Corneros, lo que dificultaba en extremo las cabalgadas castellanas hacia los Vélez por ese lugar, circunstancia que dejó de producirse a partir de 1433, que pasó a manos cristianas tras ser conquistado por el Adelantado murciano Alonso Yáñez Fajardo93. 88 A.M.L.
Caja 217 Bis 2. Tomo II. Sala II. Fol. 329 v.
89 Declaración de Pedro de Guevara, cristiano nuevo que manifestó en el juicio posesorio
entre Lorca y Vera en el año 1534. A.M.L. Ibídem. Fol. 136. Diego Hernández Veragui. A.M.L. Caja 217 Bis 2. Tomo I. Sala II. Fol.118. 91 Íñigo López de Mendoza Aben Audalla. A.M.L. Ibídem Fol.138. 92 Francisco Alnayar. A.M.L. Ibídem. Fol. 142. 93 Con más detalle en J. TORRES FONTES: Xiquena, castillo de la frontera. Murcia 1960. 90
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En 1463 el Adelantado murciano, acompañado por gente de esa ciudad y de Lorca, realizó un asalto al castillo de Huércal supuestamente con intención de apoderarse de él. De cualquier forma, ésta fue una acción de desquite a un ataque que tropas nazaríes realizaron días antes al de Xiquena tratando de recuperarlo. Los hechos citados se produjeron en un tiempo en que se encontraba en vigor una tregua entre Granada y Castilla. No obstante se realizó dentro de las condiciones pactadas en ella de no agresión, que solamente afectaba a los lugares descampados, no así a los lugares poblados, fortalezas o castillos, los cuales quedaban a su suerte. No hay constancia de los detalles de la expedición, salvo que tuvo lugar a mediados del mes de noviembre y que el intento del Adelantado resultó infructuoso, según el concejo de Lorca “(...) por que a Dios non le plugo.” Sin embargo, la realización de esta acción bélica, no alteró la situación anterior, al menos por parte del concejo de Lorca, que se reafirmó en su intención de guardar la tregua. Aunque temiendo represalias por parte de los moros, reforzaron la defensa de los castillos y de los lugares, tanto de día como de noche. 94 Al objeto de interpretar dentro de su contexto el intento de tomar las fortalezas de Xiquena y de Huércal por parte de los granadinos y de los murcianos respectivamente, para no ser visto como una ruptura de la tregua y entender la reacción del concejo de Lorca tras los sucesos, quiero recurrir a Alonso de Palencia, para describir aspectos que recogían las treguas que se pactaban en aquellos tiempos entre cristianos y musulmanes. Las cláusulas son de aplicación general a todas las treguas que se negociaban, no solamente a la que en este tiempo estaba vigente: “Por antiguas leyes de guerra, (…) cuando dentro del plazo de las treguas se apoderaban por sorpresa de alguna villa o castillo,
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A.M.L. Cartulario 1463-64, fol. 13 v.: “(...) el adelantado con alguna gente de Murçia e de aqui, fue por tomar el castillo e villa de Uerecal, que segun las condiciones e capitulos que son entre los Reyes e son puestos entre nos e los moros se pudo bien facer (...) que todavia la tregua queda firme en los canpos e fuera de poblados e fortalezas, e que los lugares e castillos e fortalezas quedan a su arrisco, que cualquiera de las partes los pueda tomar, segun que los dichos capitulos que alla teneis se continen.” Trascripción de J. F. JIMÉNEZ ALCAZAR: Huércal y Overa: De enclaves nazaríes a villas cristianas (1244-1571) 1996, pág. 124. 68
siendo convenido de antiguo, observado entre andaluces y granadinos y aprobado por sus respectivos reyes, que dentro de los tres días fuera lícito a uno y a otro atacar los lugares de que creyeran fácil apoderarse. A los moros y cristianos de esta región, por inveteradas leyes de guerra, le es permitido represalias de cualquier violencia cometida por el contrario, siempre que los adalides no ostenten insignias bélicas, que no convoquen a la hueste a son de trompeta y que no armen tiendas, sino que todo se haga tumultuaria y repentinamente” 95 Este suceso, junto a que no existe referencia alguna a su ocupación por fuerzas cristianas con anterioridad a 1488, en que voluntariamente se entregó a los Reyes Católicos, viene a abundar más en mi convencimiento de que tomar por la fuerza este castillo resultaba una tarea muy complicada. Tanto por la solidez de sus defensas, como por la prontitud con que toda la comarca acudía en su socorro. Una situación interesante por conocer es el estado en el que quedó Huércal a partir de 1439, después de que fueran conquistadas por los cristianos, entre otras, las villas de Cúllar, Oria, Cantoria, Albox, Arboleas, Zurgena, Cuevas, Bédar, Cabrera e incluso la de Overa, lo que supuso un desplazamiento de la frontera más allá del río Almanzora 96. Las crónicas no refieren que la llegaran a tomar, ni por fuerza ni por capitulación, por lo que habría quedado aislada dentro del reino de Murcia. Dado que la villa dependía totalmente de Vera para su abastecimiento, resulta poco probable que ésta, reiteradamente, pudiera eludir durante años a sus enemigos para entrar bastimentos a la fortaleza. La respuesta a esta incógnita, a falta de documentación para cotejarla, de momento queda sin resolver. Pero no todo iba a ser desierto en el campo documental de la historia local pues, frente a siglos de esterilidad, a partir de la segunda mitad del siglo XV, se invierte esta tendencia provocando un torrente de información, unas veces de forma directa y otras indirecta, pero lo suficientemente 95 Crónica
de Enrique IV. Paz y Meliá, B.A.E. Tomo CCLVII. Madrid 1975. Vol. 2. Pág. 88. Citado por M. ROJAS GABRIEL: “La Nobleza como élite militar en la frontera con Granada. Una reflexión”. Actas del congreso La frontera oriental nazarí como sujeto histórico (S. XIII-XVI) Instituto de estudios almerienses 1997, pág. 185. 96 Estos hechos están referidos con más detalles en el monográfico de Overa, donde se describe su toma. 69
explícita como para dar una visión de las villas hasta su reconquista por los cristianos. La mayor fuente de información, en relación con lo expuesto, generalmente la ofrecen los muchos testigos que manifestaron durante la instrucción de distintos sumarios y concretamente los que lo hicieron en el pleito que mantuvieron Vera y Lorca por sus diferencias en cuanto a la propiedad del campo que llamaban de “Guércal”, en el que ambas se adjudicaban su posesión. Para evitar malentendidos en cuanto a la demanda de Vera, hay que aclarar que esta ciudad reconocía la propiedad de Lorca sobre las villas de Huércal y Overa, por merced que los Reyes Católicos le hicieron tras su conquista. Lo que reclamaba como suyo, en contra de los intereses de Lorca y de las villas, era el término, lo que se conocía como Campo de Huércal. Se inició este pleito en 1511 y se fue dilatando en el tiempo mediante apelaciones que por una y otra parte se presentaban a las sentencias dictadas por la Audiencia de la Real Chancillería de Granada. Tratando de demostrar de parte de quién estaba la razón, ambas ciudades presentaban sus testigos, mayoritariamente cristianos nuevos -musulmanes convertidos al cristianismo-, vecinos que eran o habían sido de las poblaciones comarcanas e incluso de estas villas. Sus declaraciones iban dejando para la historia pequeños detalles -o grandes según se mire- que en conjunto nos dan unas nociones, mínimas, pero suficientes, para conocer y comprender la situación de las dos villas y de sus vecinos durante la época que nos ocupa. Estos testimonios constituyen mayoritariamente la fuente documental inspiradora de todo cuanto aquí se describe 97. En 1559 Vera, encontrándose el juicio en grado de revista, presentó una pregunta para interrogar a sus testigos, reseñada con el número 10 del cuestionario, la cual en sí, como por las respuestas que a ella dieron los distintos testigos, nos va a acercar un poco a la realidad de las villas. La pregunta está redactada de la siguiente manera: “Yten si saven que el dicho lugar que agora es Guercal en tiempo q fue de moros no hera ni fue lugar sino una torre y atalaya de donde se dava aviso quando entravan cristianos a hacer mal a este Reyno de Granada espezialmente a la dicha ciudad de Vera 97 Esta
documentación está a disposición de cualquier persona que quiera consultarla tanto en el Archivo Municipal de Lorca como en el de Vera. Asimismo se encuentra en los fondos del Archivo de la Real Chancillería de Granada. 70
por estar la dicha torre y el lugar de Overa ynclusos en los terminos de la dicha ziudad de Vera suxetos a su Jurisdiccion digan lo que saven”. 98 Huércal en esa época se encontraba en lo alto del cerro, no en el llano como ahora. No era una villa propiamente dicha, sino una fortaleza que estaba formada por una torre, que es la que hoy se observa en las estribaciones de la sierra de Almagro, sobre la rambla del Saltador, protegida por un perímetro amurallado, y en su interior, alrededor de la torre, unas veinte “casuchas,” donde se podían alojar unos cuarenta hombres de guerra que formaban su guarnición, cobraban sueldo del rey y eran sus únicos habitantes, ya que no residían con sus familias, si bien podían coincidir a un tiempo padres e hijos. 99 Fernando Elnajal lo declaró así: “(...) en el dicho tiempo de moros este testigo muchas veces en el dicho lugar de Guercal bio que no abia en el mas que una torre y atalaya ques la misma que agora esta en un cabezo donde no ay poblacion y que vio que avia unas cassillas a la rredonda de la dicha torre y que no morava nadie en ellas y que en la dicha torre dixo este testigo q avia hasta 40, 50 moros que guardavan la dicha torre y la defendian de los Xpianos100 y miraban quando entravan Xpianos en el rreyno de Granada y daban avisso y quando en el rreyno de Granada hacian algun delito algun moro lo ymbiavan a la torre para que estuviesse en ella. (…)” 101 Curiosa también resulta la declaración que hizo en 1550, como testigo propuesto por Lorca en el referido juicio, el cristiano nuevo Francisco de Alicante, la cual viene a abundar más en lo anteriormente declarado aportando algunos detalles nuevos: “(...) siendo el dicho Reino de Granada e las dichas villas de Huercal y Obera de moros este testigo sabe e vio que la dicha villa de Huercal hera un lugar muy fuerte e lugar de fronteria y 98 A.M.L.
Caja 217 Bis 2.Tomo II. Sala II. Fol. 327. Así lo manifestó Alí Franci, cristiano nuevo en el referido juicio. A.M.L.Ibídem. Fol. 214 v. También Alonso Haquen. Ibídem. Fol. 2. 100 Fórmula usada por los escribanos para abreviar cristiano. 101 A.M.L. Ibídem. Fol. 215. 99
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de hordinario el rrei moro de Granada tenia en el dicho lugar de Guercal gente de guerra el qual dicho lugar hera el mas cercano a los Xpianos y a la ciudad de Lorca que a otro pueblo ninguno del dicho rreino de Granada porque la dicha ciudad de lorca esta mas metida en el dicho rreyno de Granada quatro leguas poco mas o menos apartada de la fronteria / y que en la dicha villa de Huercal este testigo vio que avia ataxadores que ataxaban la tierra y termino de la dicha villa de Huercal que la yban ataxando hasta la dicha torre que llaman de la Vahavona y cuando abian nuevas que abia Xpianos dentro del dicho termino de la dicha villa de Huercal daban avisso los dichos ataxadores de Huercal en la dicha torre de la Vayabona y desta manera se abisaba la tierra (...)” 102 Como hemos tenido ocasión de ver, casi todas las declaraciones que se han recogido hasta aquí son de cristianos nuevos, que eran quienes mejor y mayor conocimiento tenían de la tierra antes de que ésta se ganase por los cristianos y por tanto quienes más convincentemente podían dar detalles de ella. Pero, ¿qué conocimiento tendrían de estos lugares por aquel tiempo los enemigos vecinos, que desde Lorca entraban de correría? ¿Qué opinión les merecía los lugares de Huércal y Overa? De las pocas referencias que existen en este sentido recojo la manifestación de Martín Álvarez, natural del valle del Segura, que con treinta años se domicilió en Lorca. No es una declaración detallada, como sería de desear, pero cuando se dispone de tan poca información cualquier detalle resulta valioso. El periodo a que se refiere es a partir del año 1485, y para no alterar el sentido de su testimonio la reproduzco parcialmente a continuación: “(...) en el dicho tiempo este testigo como peon que hera e honvre de guerra venia e vino algunas veces desde la dicha ciudad de Lorca en su compañia de otros a correr la tierra de Vera e llegavan junto al dicho lugar de Huercal e veya e vido este testigo que Huercal hera una torre çercada en la qual rresidian algunos moros hombres de guerra e que entonçes este testigo no entro para poder ver si avia en ella alguna veçindad mas de ver algunos moros en ella (...) siendo la tierra de moros el dicho lugar de 102 A.M.L.
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Caja 217 Bis 2.Tomo I. Sala II. Fol. 147.
Huercal hera tenido por torre e atalaya de la dicha ciudad de Vera e se deçia por cosa çierta que los del dicho lugar y torre de Huercal benian a dar aviso a la dicha ciudad de Vera si entraban xptianos en la tierra (...)” 103
Fortaleza de Huércal
103 A.M.L.
Caja 217 Bis 2. Tomo II. Sala II. Fol. 258. 73
CAPITULO II Los términos de las villas. Los Alcaides y los Cadíes.
LOS TÉRMINOS DE LAS VILLAS Para dar sentido a este enunciado lo procedente es definir el espacio físico en el que se asentaban las villas y el territorio sobre el que ejercían jurisdicción.104 Para ello voy a retroceder en el tiempo y detenerme en un periodo en que a algún lugar del actual término municipal se conoció por Walkal. Este topónimo no tiene porqué responder necesariamente al nombre de una villa u otro lugar poblado. Perfectamente se podía corresponder a un espacio geográfico mucho más amplio, con unas características específicas acordes a su significado. Este Walkal, pertenecía a la cora de Tudmir, que fue el nombre que por deformación dieron los árabes tras su conquista al reino gobernado por el noble visigodo Teodomiro y que con el paso del tiempo, tras distintas vicisitudes y sufrir distintas alteraciones, particularmente en su frontera norte, se transformó en el reino de Murcia. Estaba Walkal situada en el extremo sur de dicho reino, junto con los partidos de Vélez Rubio (Balis), Cuevas del Almanzora
104 Lo que se vaya comentando a este respecto, será mejor ubicado si se consulta al final del apartado la Figura 3.
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(Al-mansura) 105 y Vera (Bira o Bayra) con sus correspondientes partidos. El rey musulmán de Murcia en 1243 pasó a rendir vasallaje al de Castilla, firmando ambos monarcas el tratado de Alcaraz, acuerdo por el que quedó fijada la frontera sur del reino de Tudmir en el Almanzora,106 por donde limitaba con el reino nazarí de Granada. Por virtud de este tratado los pobladores del reino quedaron por mudéjares siéndoles respetadas sus costumbres y forma de vida, por lo que éstos siguieron conservando sus propiedades, habitando sus casas, cultivando sus tierras, practicando su religión. Hasta que en 1266 se revelaron, siendo aplastados con contundencia por los cristianos, y entre otras consecuencias la zona comprendida entre Lorca y el río Almanzora quedó despoblada al marcharse sus vecinos. Esta circunstancia motivó una situación de inseguridad en la zona, que fue la responsable de que su repoblación con cristianos viejos fuera imposible. Ante estos hechos, por razones tácticas se retrajo la frontera hasta Lorca, quedando toda esta franja entre reinos por tierra de nadie. Pero alguien en algún momento debió de reclamar su propiedad, sin que exista de ello documento alguno que evidencie los motivos y la forma, ya que con posterioridad, la frontera entre el reino de Granada y el de Murcia se dibujaba por los mismos límites, poco más o menos, que son al día hoy. Esto pudo haberse debido a algún acuerdo, tácito o implícito de partición entre Lorca y Vera, por ser las ciudades interesadas más próximas, o bien entre los propios monarcas, aplicando sobre dicha franja territorial una solución salomónica, adjudicándose la propiedad por mitades. Los límites fueron evidenciados, entre otros, por Alonso de Chinchilla, cristiano nuevo, en el pleito entre Vera y Lorca por la posesión en 1512 al manifestar: “(...) que siendo la ciudad de Vera e villa de las Cuevas e toda su comarca de moros e poseyendolas los moros e la ciudad de Lorca vecinos e moradores della tenian sus terminos apartados e divididos e apartados de los terminos de la ciudad de Vera e villa de las Cuevas e Guercal por los limites e partes siguientes = desde la mar ques por Amarguera a el saladar de Pulpi a la zelada de Enrrique y al torrexon de Guercal y a dar a la Caveza de la Xara y que en esta Cabeza la Xara parte terminos la ciudad de Lorca 105
El cristiano nuevo Antón Miras, testigo en 1559 en el juicio entre Vera y Lorca sobre términos y jurisdicción, manifestó que el nombre que los árabes daban a esta villa era el de Aynalguid. A.M.L., Caja 217 Bis 2. Tomo II. Sala II. Fol. 241. 106 J. VALLVÉ: “La división territorial de la España musulmana”, 1986, pág. 286. 76
e villas de Guercal e Velez el Rubio e que aqui se fenecian e acavaban.” 107 Sin embargo en este acuerdo de partición debió de fallar algo para que entre Vera y Lorca se mantuvieran constantes disputas sobre dónde ubicar exactamente sus mojones, así, mientras Vera decía partir términos por Fuente la Higuera, Lorca aseguraba que por el charco de Pulpí.108 Esta postura la seguirían manteniendo bastante tiempo después de conquistada la tierra por los Reyes Católicos, hasta que por parte de la Real Chancillería de Granada se dictó sentencia definitiva al respecto. La importancia para las dos ciudades de fijar sus límites no debía de ser algo baladí, atendiendo a que desde Almería, apenas dos décadas antes de ser conquistada la zona, al objeto de llevar a efecto la partición de términos entre ellas vino “un adalid que se desçia alfacan que era alcayde”. Dato a tener más en cuenta por cuanto en ese tiempo se daba la circunstancia de que, aunque Vera y Lorca se encontraban en paz, Almería y Lorca estaban en guerra. 109 Quizá la principal razón por la que había tanto interés en asentar mojones entre las dos ciudades, de forma que los términos quedasen claramente definidos, se debiera al aprecio por vivir en libertad que tenían sus vecinos. Si una ciudad sorprendía sin licencia a vecinos del otro lado de la frontera dentro de lo que consideraba su término los prendaba, según condición que había entre ambas partes en tiempos de paz. Se exigía el pago de un rescate a los familiares para su liberación o en otros casos se vendían en pública subasta; en Vera los cristianos que eran sorprendidos dentro de los límites del reino de Granada o en Lorca los musulmanes que entraban al reino de Murcia. Esto entiéndase estando en tiempos de paz,110 que siendo en tiempo de guerra había otras 107 A.M.L.
Caja 217 Bis 2. Tomo I. Sala II. Fol. 12 v. Legajo 434-001. Prueba testifical en el pleito entre Vera y Lorca por la jurisdicción de Huércal y Overa. Declaración de Francisco el Beyri, año 1528. “(...) que en el dicho tiempo de moros beya algunas veces que Lorca e Vera tenian debates sobre partimiento de los dichos terminos, que Vera deçia que partia por la dicha fuente la higuera e Lorca despues que por el charco de pulpi ques mas adelante hacia Vera (...)”. 109 A.M.L. Juicio por la posesión entre Vera y Lorca. A.M.L. Caja 217 Bis 2. Tomo II. Sala II. Fol. 109 110 A.M.V. Legajo 252. Juicio posesorio entre Vera y Lorca. Testimonio de Juan Rael en 1511: “(...) abia en tiempos de pazes condicion entre los de Lorca e Vera que los moros que pasasen de los dichos limites a la parte de Lorca y los Xpianos q passasen de los dichos limites a la parte de Vera sin licencia que fuesen prendados // Y que puede aver 50 años o poco mas / o menos q este testigo vido vender 3 Xpianos en la plaza de Vera y estos Xpianos avian tomado los de Guercal en el campo de Guercal que venian perdidos (...)” 77 108 A.M.V.
condiciones establecidas que a su debido tiempo serán referidas. De esta circunstancia fue perfecto conocedor el cristiano nuevo Francisco Soler, vecino de Vera, que estuvo en Lorca a protestar por el cautiverio que vecinos de esa ciudad habían hecho en la sierra de Almozmar, del alguacil y otros dos vecinos de Huércal, quienes fueron liberados al poder demostrar que la zona donde los cogieron pertenecía a Vera.111 Menos suerte tuvieron dos vecinos de Overa cuando hacia el año 1460, conscientes o no, entraron dentro de los límites de Lorca a coger hornos de miel. Fueron descubiertos por cuatro vecinos de Lorca y les quitaron sus herramientas, la miel, los cueros en que la llevaban y sus ballestas y no las volvieron a ver más. 112 En este caso por ignoradas circunstancias no los hicieron a ellos cautivos. Cuando ocurrieron los hechos la tierra estaba en paz con Lorca y posiblemente una de sus condiciones sería la de no hacer cautivos, sino solamente tomar prendas en castigo. La defensa de la inviolabilidad del término llegaba a extremos de verdadera crudeza, muestra de ello es el suceso que protagonizaron por ese mismo tiempo unos lorquinos, los cuales tras observar que unos vecinos de Vera habían entrado a caballo por Amarguera al término de Lorca a coger hornos, siguieron su rastro y al alcanzarlos dieron dos o tres lanzadas a uno de los caballos, saliendo huyendo todos los de Vera hasta cruzar sus límites por temor a que los prendasen. Pero nada comparado con lo que les sucedió, también por ese tiempo, a otros vecinos de Vera que entraron mojones adentro en el término de Lorca, y sorprendiéndoles los lugareños mataron a dos y pusieron en desbandada a los demás. 113 Y si alguien pensase que estos podían ser casos aislados y que no se correspondían con la realidad del momento, el cristiano nuevo Maestre Rodríguez Alcaravaqui, con su testimonio revela el temor que generaba esta línea fronteriza. Relató cómo un día en que salió a cazar con un ballestero de monte de Huércal llamado Ynz al Bafin, hirieron un venado en el término de Huércal y salieron tras él hasta que éste, huyendo, cruzó 111 Almoxmar
era como los árabes llamaban a la sierra de Enmedio y si hace constar que pertenecía a Vera y no a Huércal, es porque esta ciudad afirmaba que Huércal había sido antes de la conquista aldea suya. 112 A.M.L. Caja 217 Bis 2. Tomo I. Sala II. Fol. 18 v. 113 A.M.L. Ibídem. Fol. 19 78
los mojones de los términos de la ciudad de Lorca, ante los que se detuvo el ballestero, y al preguntarle que por qué no lo seguía le contestó que prefería guardar su cabeza a tomar el venado.114 Hasta la conquista del reino de Murcia por los cristianos, los problemas jurisdiccionales derivados de la propiedad de la tierra y de su amojonamiento era prácticamente inexistente para las aljamias musulmanas, y no por deferencia de unos vecinos a otros al ser de su misma raza o religión, sino por su sistema de división territorial que era distinto al modelo castellano. A modo anecdótico, quiero dejar constancia de lo que era práctica habitual entre los vecinos de Lorca y Vera en tiempos de moros en Mahoma Santiago: Mahoma Santiago era un mojón que se encontraba en la costa, por donde partían términos Lorca y Vera. Cada ciudad ponía su mojón donde consideraba que partían términos. Si lo ponía Lorca, los vecinos hacían un montón de piedras y fijaban sobre el una cruz, llamándole el mojón de Santiago, después los de Vera lo derribaban, lo volvían a hacer en un sitio próximo y le llamaban el mojón de Mahoma, que a su vez era derribado por los lorquinos y así sucesivamente.115 Tras la reconquista, los cristianos no acababan de comprender los usos y costumbres de los musulmanes y al efecto que nos ocupa, particularmente, en cuanto a la división que éstos hacían de su territorio. No pocas veces, al pretender equipararla con el modelo usado en Castilla dio lugar a grandes equívocos. ¡El ingenio del que debieron de valerse los intérpretes al traducir las manifestaciones de los testigos musulmanes, con ocasión de los muchos sumarios que se instruyeron por cuestiones territoriales una vez conquistada la tierra por los Reyes Católicos! ¿De qué forma convincente al traducir del árabe podía explicar un intérprete al juez que en los lugares, villas y ciudades del reino de Granada no había mojones, que sólo había límites? ¿Cómo que todos los lugares eran por sí y sobre sí, con términos y jurisdicción, y a su vez que éstos no tenían nada, pues todo era del rey de Granada? ¿De qué manera, según manifestaban los testigos, el intérprete podía traducir 114 A.M.L.
Ibídem. Fol. 12 Legajo 252. S/n. Testimonio de Andrés García, en el juicio posesorio entre Vera y Lorca. 115 A.M.V.
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para el tribunal que los lugares de Huércal y Overa estaban sujetos a Vera pero que no estaban bajo su gobierno, sin generar la desconfianza de los presentes ni ser sustituido por otro? Decía un testigo, cristiano nuevo, que todas las ciudades, villas y lugares del reino de Granada eran de los reyes moros, que aun siendo en sí propias no tenían ninguna jurisdicción, ya que esta la ejercían dichos reyes o las personas que ellos designaban. De ésta manera les podía dar la gobernación de uno o de varios lugares, poniendo en cada pueblo grande un alcaide y en los pequeños un alguacil, quitándolos cuando quería, todo a su voluntad. 116 Todos los lugares por pequeños que fuesen tenían sus términos, distintos de los demás y estaban repartidos en tahas. Vera tenía en su taha muchos lugares, siendo ella la cabeza. De la misma forma que lo eran Baza, Purchena, Guadix y Almería. No obstante, aunque tenían villas por debajo no eran sus aldeas. 117 Pertenecían a la taha de Vera los lugares de Huércal, Overa, Sorbas, Lubrín, Teresa, Cabrera, Bédar, Serena y Zurgena. 118 Las villas de Huércal y Overa, antes de ser donadas por los Reyes Católicos a la ciudad de Lorca, poseían términos, con sus prados, pastos, labores, abrevaderos, corrales y colmenares y usaban de ellos los vecinos sembrando la tierra, rozando, panificando, cazando…119 Por ser términos propios los vecinos de otros lugares no podían entrar a hacer aprovechamiento alguno salvo en los pastos que eran comunales. 120 A esta afirmación habría que hacer una observación, y es que los lugares de Huércal y Overa disponían de una dehesa, que se extendía media legua alrededor de ellas, que aunque era de uso exclusivo para sus vecinos también entraban a pastar ganados de otros lugares, si con antelación solicitaban la oportuna licencia al alcaide y le pagaban el correspondiente derecho. Cumplida información de los límites de esta dehesa la aporta un cristiano nuevo octogenario, al testificar en el juicio que presentó Huércal contra Vera en el año 1545 por haber construido esta ciudad un mesón dentro de su dehesa. Se refiere a ellos de la siguiente manera. “(...) la dicha dehesa dividia y apartaba de los terminos de la dicha villa de Guercal que por todas partes la cerca por los limites 116 Diego
Sebastián. A.M.L. Ibídem. Fol. 158 v. Ibídem. Fol. 235 118 A.M.V. Legajo 434-003. S/n. 119 A.M.V. Libro 345. Memorial Ajustado. Fol. 159 v. 120 A.M.L. Legajo 217. Fol. 47 117 A.M.L.
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y mojones y señales siguientes. Primeramente por un mojon que esta donde llaman el Bobar a la mano derecha como van por el camino que viene de las Cuevas a la dicha villa de Guercal e de alli a otro mojon que esta en el cabezo q llaman del Palo e en arabigo le dizen Alcudie Almacra e de alli a otro questa donde llaman el Saltador que en aravigo se llaman Almyzca e de alli a otro mojon que sta donde dizen Cranoba e a dar donde esta otro donde llaman Alcudeyd que se llama en aljamya los Cabeços Bermejos e otro en Tamache e otro donde dizen el Guyd Azeytuna donde esta una fuente e de alli a otro mojon questa en Albeydcud a la mano derecha del camino q ban desde la villa de Zurgena a la villa de Guercal los cuales dichos mojones estan hechos de cal y canto de altura de un ombre (...)” 121 Si la indicación de estos mojones nos sirve para situar a la villa dentro de un espacio, bien es verdad que no define el término en toda su extensión. A esos efectos una visita de mojones entre Overa, las Cuevas y Zurgena que realizó Gil Rodríguez Noguerol, alcalde lugarteniente del Corregidor Lope Zapata, juntamente con regidores de la ciudad de Lorca el 23 de septiembre del año 1510, detalla minuciosamente los mojones divisorios antes de su conquista por los cristianos. Posteriormente, con fecha 20 de julio de 1511, el mismo lugarteniente del Corregidor visitó los mojones de la rambla de las Carrascas. “(...) visitando los dichos terminos de los dichos lugares de Huercal y Overa tierra y jurisdiccion de la dicha ciudad de Lorca e la villa de Zurgena tierra e jurisdiccion de la ciudad de Vera estando en un cerro junto a la dicha rambla de las Carrascas de donde a ojo se veian los dichos terminos (...) tomo juramento de los dichos Pedro de Alloça alguacil e de Juan Vallestero e de Pedro de Alloça e de Juan de Montealegre e de Fernando Pardo (...) digan e declaren por donde antiguamente parten terminos los dichos lugares de Overa y Huercal y el lugar de Zurgena los cuales dichos testigos declararon por virtud del dicho juramento que hicieron que la dicha particion de terminos va e se parte entre los dichos lugares de Huercal Overa y Zurgena por la boquera de la rambla del Almarxalejo donde la dicha rambla se junta con el rio de Almanzora y la dicha rambla arriba (...) hasta el cabezo del Mortero que en arabigo diçen Almehez que es donde parten terminos Huercal y Overa y Zurgena e la villa de Albox y que de 121 A.R.A.Ch.G.
Caja 1935. Pieza 016. S/n.
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alli va el dicho termino a la atalaya de Toscanis que se dice de la Rexaca donde parten terminos Huercal e Overa e Velez el Rubio e de ay a la rambla de la Carrasca e de ay a la atalaya de Dalahacifa que quiere decir en arabigo Escudilla e de ay fasta donde en tiempo de moros partian terminos Lorca y Huercal (...) (...) e por tales terminos los han siempre tenido e posseido como vecinos de Huercal e ansi lo han visto y oido decir a los viejos vecinos de los dichos lugares e que por los dichos terminos siempre los han visitado por sus terminos e los han guardado e usado de ellos (...)” 122 Para ir cerrando el perímetro del término de Huércal Overa atenderemos a la manifestación de un testigo que había vivido en Vera, que en el juicio posesorio entre Vera y Lorca se refirió a sus límites antes de su conquista por los cristianos: “(...) en rrededor de los dichos lugares comenzando desde el Terrero Blanco que se llama en algarabia Golfe Alcano y de ai la cueva que dicen de los Ballesteros que se llamava en algaravia Quinfarromo y de alli a do dicen la Ravita y de alli al algive la Vallavona (...)” 123
Aljibe de la Ballabona. A la izquierda el mojón divisorio.
Y es también otro testigo del referido pleito quien manifiesta los últimos mojones con los que se concluye el amojonamiento, quedando 122 A.M.L. 123 A.M.L.
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Caja 217 Bis 2. Sala II. S/n. Caja 217 Bis 2. Tomo I. Sala II. Fol. 82 v.
tras lo cual todo el término de Huércal Overa perfectamente deslindado. “(...) tomando desde Xebel alhaxevel que llaman en castellano Sierra de los Maderos y de alli yban a dar a Gebel almozmar que llaman en castellano Sierra del Clavo y de alli a la Fuente la Higuera que llaman en arabigo Ayn alaxara (...)” 124 Estos topónimos ponen de manifiesto la manera en que los árabes que vivían en las villas se referían y nombraban a estos accidentes geográficos. Es de suponer que no sería por capricho y obedecería a alguna razón en particular, hoy desconocida en su mayor parte. De estos y de otros nombres, en la medida que la documentación existente lo permita se dará cumplida información en el apartado correspondiente. Cuando aparecen en los documentos nombres árabes con frecuencia suelen estar escritos de diferente manera, si bien son ligeras variaciones y prontamente se advierte que se refieren al mismo apelativo. Y esto era así por la dificultad que suponía para el escribano dejar constancia en castellano de las palabras que el intérprete iba traduciendo de los testigos árabes, siendo éstos por lo general personas analfabetas y por lo tanto sin posibilidad de deletrearle lo que a viva voz pronunciaban. Si el testigo era cristiano viejo, para referirse a la misma mojonera, lo hace de forma distinta a cómo lo hacen los musulmanes, tanto que no parece estar citando los mismos mojones. Así Andrés García de Cabezas, que fue natural de Lorca, al referirse a los límites entre Lorca y Vera cita que estos iban: “(...) desde la dicha Fuente a la punta de la sierra de Enmedio y desde la dicha punta hasta la caveza de la Jara donde avia y ay una rravita hecha segun parece de tiempo antiguo y señal de una alqueria que alli avaxo paresçia que avia sido poblada y los antiguos desçian que se solia dezir Abexuela y en el haldar de la dicha caveça alcanço a ver este testigo corrales de ganado (...)”125 Esto lo manifestaba este testigo en el año 1518 y como su declaración no da lugar a interpretación, da fe de que por el tiempo al que se refiere Abejuela estaba despoblada desde hacía mucho. Quizá no resulte desacertado suponer que llevara así desde el siglo XIII, por la razón a 124 A.M.L. 125 A.M.L.
Caja 217 Bis 2. Tomo II. Sala II. Fol. 270. Ibídem. Fol. 67. 83
la que con anterioridad me he referido, respecto a que los vecinos abandonaron la franja que abarca desde el río Almanzora hasta Lorca tras la firma del tratado de Alcaraz. Los hallazgos de monedas inventariadas en este lugar son: 126 - Un Dirhem zirí a nombre de Idris II (1041-1047), de la ceca de Granada. - Un Dirhem amirí de Abd Al-Aziz (1021-1061), de la ceca de Valencia. - Un Dirhem. - Fracción de Dirhem, de la ceca de Granada. - Un Quirate. - Medio Quirate. Las 4 últimas fueron acuñadas bajo la regencia de Ali Ibn Yusuf, segundo emir almorávide (1106-1143) - Un cuarto de Dirhem almohade. (1145-1232). Sin inventariar. (Figura 2)
Anverso
Reverso
Figura 2.- Esta moneda es de plata y su tamaño es insignificante, pues apenas mide 9mm. de lado y escásamente 0.5 mm. de grosor. Fue hallada en el cementerio musulmán de Abejuela. (Fotografía del autor) Respecto a sus leyendas, la del anverso, por ser al parecer una cita textual del Corán, su traducción es prácticamente coincidente entre los especialistas: “La guia de Dios es la buena guia”, mientras que la del reverso ha sido interpretada de forma diferente por éstos,” 127
Atendiendo a las fechas referidas vemos que la ocupación de esta alquería, grosso modo, abarca desde comienzos del siglo XI hasta mediados del XIII, desde finales del califato omeya hasta el periodo almohade. El hecho de no haber aparecido otras con fecha posterior va 126 S.
FONTENLA BALLESTA: La circulación monetaria en el valle del Almanzora (Almería): Edades Antigua y Media. Fajardo el Bravo. Lorca 2007, pág. 164 127 S. PEÑA MARTÍN y M. VEGA MARTÍN: “Con la guía delCorán: Crisis y evolución del discurso numismático almohade” Revista Alcántara, volumen 27. 2006, pág. 492. 84
en apoyo del testimonio del testigo al dar a entender que la alquería llevaba despoblada desde hacía muchos años. También se encontraban en la falda del Cabezo de la Jara la alquería de Polopos, de ignorada localización al día de hoy, y la de Herri, las cuales igualmente se encontrarían por esa época despobladas, independientemente de que los vecinos de Huércal se solían aprovechar estando la tierra en paz de estas alquerías y sus alrededores. Existía por encima de Abejuela una pequeña torre-castillo, de la que hoy no quedan ni los cimientos, (a lo que ha contribuido la actividad de la cantera con la que compartía espacio) que fue protagonista de unos hechos que se produjeron hacia el año 1450, cuando los vecinos de Huércal Alvaçal, Baçelemin, Alí Alfalixe y el testigo que relata la historia se fueron a cazar por los montes hacia los términos de la ciudad de Lorca, siendo tiempo de paz. Al llegar a esta torre, a la que se refiere como una atalaya que está junto a Abejuela y próxima a los límites, no quisieron pasar por si había gente de Lorca que los prendase y acordaron que uno de ellos se subiera a ella a vigilar mientras los demás seguían monteando. Encontrándose en el término de Lorca escucharon voces del que estaba vigilando para que se saliesen, por advertir la llegada de gente de esa parte de la frontera. Cuando estaban ya dentro de los términos de Huércal vieron llegar un ballestero de monte vecino de Lorca llamado Zapata, que al aproximarse a ellos, sin cruzar los mojones, les propuso amigablemente juntarse a comer y entrar de un término a otro a cazar, pero que por desconfianza no aceptaron. Se marcharon del lugar sin llegar a salir de sus términos respectivos por temor los unos de los otros. Concluye su relato manifestando que esos términos habían sido siempre respetados por los de Lorca, según oyó decir el testigo a los vecinos de Huércal Alfarrax Albaçal y a Mahoma Haçen, personas ancianas que ya habían fallecido y a otros viejos de la villa. 128 Por la misma razón estaban despoblados Almajalejo, el Saltador, y otros pequeños núcleos de población y viviendas aisladas que se encontraban diseminadas por el campo de Huércal, que era así como llamaban y se conocía a toda la tierra de su jurisdicción. El ser Huércal punta de lanza del reino de Granada por su frontera oriental, con el consecuente y evidente riesgo que entrañaba para las familias que se encontraban dispersas por toda la zona, motivó que sus vecinos abandonaran sus hogares para acogerse en busca de protección, ya en la cabeza de taha, ya en otras villas de la cuenca del Almanzora, más alejadas de la frontera y por tanto menos expuestas al peligro, o ¿por qué no?, llegaran a formar el germen de lo que posteriormente fue la villa de Overa. 128 A.M.L.
Caja 217 Bis 2. Tomo I. Sala II. Fol. 19 85
Figura 3.- Mapa del término de Huércal y Overa con anterioridad a su reconquista. Como se puede apreciar algunos nombres están castellanizados. (Recreación de elaboración própia).
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LOS ALCAIDES Es poco lo que se sabe del origen de las villas y por tanto es poco lo que se conoce de su pasado islámico. Dos lugares, pequeños en cuanto a número de vecinos, pero grandes por lo que para la defensa de este lado de la frontera del reino de Granada significaban. La escasa información que existe hace necesario que para descubrir detalles de su pasado, se tenga que recurrir casi exclusivamente a la que aportan los testigos que manifestaron en los pleitos que mantuvieron Vera y Lorca. De estos testimonios, entresaco el de Gonzalo Yaçid, un cristiano nuevo vecino de Granada que estuvo residiendo en Vera durante dos años, antes de la victoria de los Reyes Católicos, el cual manifestó en relación con las villas: “(...) Guercal y Overa heran aldeas de la dicha ciudad de Vera (...) no avia alcayde ni justicia ninguna por que los lugares no heran mas que dos castillos como atalayas que no avia en ellos mas que rrufianes y mozos traviessos y todo el bastimento que se gastaba en los dichos lugares de Guercal y Overa todo se llebava de la dicha ciudad de Vera de los diezmos de los lugares de la sierra de Filabres y del rio de Almeria que los dichos diezmos heran y pertenecian al rrey moro y se rrecoxian en la dicha ciudad de Vera y de alli les llebavan bastimentos a los dichos lugares a los mozos que alli estavan y rresidian en los dichos castillos y ansi beia que los dichos lugares se llamaban y nombraban Guercal de Vera y Overa de Vera (...) y su padre que se llamaba Habraen Aben Yacid era cadi y estava y rresidia en la dicha ciudad de Vera (...) y veya que quando subcedian algunos pleytos civiles en los 87
dichos lugares de Guercal y Overa entre la gente questava en los dichos lugares yban con los tales pleytos ante el dicho su padre como cadi el qual oya de los tales pleytos en la dicha çiudad de Vera y los sentençiaba y determinava y quando se avian de hazer alguna escriptura y cartas de docte en los dichos lugares de Guercal y Overa el dicho su padre hera llamado para ello y luego yba a los dichos lugare y (...) las haçia en los dichos lugares (...)”129 Este testigo fue presentado por Vera y se percibe claramente en su declaración una marcada parcialidad, además de una manifiesta animadversión hacia las villas, pues malintencionadamente mezcla verdades a medias con mentiras, como se tendrá ocasión de comprobar. Y si se tuvo en cuenta la declaración de este testigo, ¿por qué no tener en cuenta la de los testigos propuestos por Lorca? Así, en la declaración de Maestre Rodrigo, en contradicción con el anterior, juró que: “(...) a visto en la dicha villa de Guercal su fortaleza como agora esta y ansi mismo estaba en la dicha villa de Overa una casa que era del rrey de Granada con un torrexon e que en el tiempo de los rreyes moros siendo la tierra de los dichos moros vido que ansi en la dicha casa del dicho rrei de Granada como en la dicha fortaleza de la dicha villa de Guercal estaban de continuo alcaides puestos por el dicho rrei de Granada que los enviavan desde la dicha ciudad de Granada con sus cartas de papel vermexo y por virtud de las dichas cartas les entregavan las dichas fortalezas y las tenian de mano del Rey de Granada y con su licencia porque de otra manera ningunos podian poner alcaides en las dichas fortalezas del dicho rrei de Granada sino el dicho rrei de Granada.” 130 Por las manifestaciones generalmente partidistas de los testigos se adivina claramente la ciudad que los ha presentado, no obstante algunos por ser más convincentes desmienten a otros que lo son menos. La afirmación que hace este último no se ajusta a la realidad cuando afirma haber visto alcaide en Overa, haciéndolo quizá más por desconocimiento que maliciosamente, ya que en este lugar no había alcaide de ordinario, si bien lo pudo haber temporalmente en tiempo de guerra. 129 A.M.L. 130 A.M.L.
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Caja 217 Bis 2. Sala II. Tomo II. Fol. 203 y 203 v. Legajo 217 Bis 2. Tomo I. Sala II. Fol. 33.
En 1549 Lorca volvió a presentar una demanda contra Vera por la propiedad del campo de Huércal, y dos años después aportó al proceso, como prueba a su favor, unas cartas con diferentes fechas, en las que distintos sultanes de Granada nombraban alcaides para la fortaleza de Huércal y otras relacionadas con los bastimentos que se le debían de entregar para el mantenimiento de su gente de guerra. Este hecho debió de causar gran extrañeza, tanto a Vera como al alto tribunal de Granada, por cuanto en un memorial del pleito queda constancia de ello al referir: “(...) estas escrituras no se sabe donde estaban ni se sacaron con anterioridad de donde ubiessen estado (...)” 131 Y en cierto modo no es de extrañar esa reacción, después de cuarenta años de litigio sin haberlas presentado antes. Cualquier desconfiado, como en el documento se aprecia que los hubo, podría haber pensado que no eran originales. En relación con esta cuestión hay que hacer constar cómo con fecha 21 de junio de 1550 el concejo de Lorca procedió a tomar cuentas a Gonzalo Giner, escribano de esa ciudad, del gasto que había hecho con ocasión de un viaje que realizó a Granada, concretamente a la Audiencia de la Real Chancillería, para hacer una probanza ante el receptor Luis Pérez en favor de Lorca, en el pleito referido. Entre otras partidas se registraron las siguientes: “(…) Mas que pago a un morisco en cuyo poder se halló una carta vermeja tres reales.” “Mas a otro morisco por buscar siete cartas vermejas en Purchena las quales estavan en su poder dos rreales (...)”. 132 Este detalle es significativo por cuanto pone de relieve la autenticidad de las cartas; a no ser que hubiesen sido falsificadas por los moriscos que se las vendieron al escribano, lo cual resulta bastante improbable, habida cuenta que no fueron las únicas “cartas bermejas” que se presentaron en otros juicios sobre términos que no afectaban a estas villas. En una demanda que presentó Vera en 1537 contra D. Diego López de Haro, marqués del Carpio, Señor de las villas de Sorbas y de Lubrín, por cuestiones territoriales, el demandado alegaba a su favor las mismas razones que la ciudad de Lorca: que sus villas no pertenecieron nunca a Vera, expresándose de la siguiente forma: 131 A.M.V. Legajo 250, fol. 12 v. 132 A.M.L. Monográfico Moriscos.
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“(...) de tiempo inmemorial las dichas sus villas ansi en tiempo de moros como de xpianos an tenido terminos distintos de por si de la ciudad de Vera y que en tiempo de moros toda la jurisdiccion deste rreyno hera del rrey moro ansi en las ciudades como en los lugares y villas el cual por si y sus oficiales usaba de juridicion en tiempo que queria y que en el dicho tiempo ninguna ciudad villa ni lugar tenia jurisdiccion en poca ni en mucha cantidad ni ofiçiales ni personas que rrepresentassen unibersidad ni ninguna ciudad tubo aldea sujeta a la tal ciudad ni villa todos heran sujetos ynmediatamente al rrey moro que todos los lugares chicos y grandes tubieron termino distinto de las ciudades y villas =” 133 Y en apoyo de esta postura presentó el marqués una carta bermeja por la que Çaad nombra alcaide para Zurgena y señala se cumpla, según la costumbre, con el mantenimiento en los diezmos de la fortaleza de Ulela. La carta está fechada a cuatro días de la luna de Xaabem del año 876. 134 Volviendo a la manifestación del testigo Gonzalo Yaçid, éste tenía razón al declarar que en Overa no había alcaide, pero mentía al afirmar que tampoco lo había en Huércal, tal y como es evidente por el contenido de algunas de estas “cartas bermejas”, las cuales con fecha 3 de marzo del año1551, Luis Pérez, escribano receptor del número de la Corte y Chancillería de Su Majestad en Granada, por provisión de los señores Presidente y Oidores, encargó su traducción a Juan Rodríguez, escribano romanceador de escrituras arábigas del reino de Granada, en las que, una vez traducidas al castellano, se puede apreciar distintos nombramientos de alcaides para Huércal hechos por del sultán granadino, tal y como se puede comprobar: “Con el nonbre de Dios piadoso e misericordioso por el mandado alto del rrei venturoso vencedor Mahomad de los de Nacre jure Dios su alteza e haga venturosa su seña sea puesta con el ayuda de Dios esta zedula rreal en manos del biejo honrrado i acatado guerreador y loado Abrahen hijo de Yuçaz el Baguil jure Dios su onrra y estado zedula rreal que por ella sea llevado en honrra pribanza y acatamiento e se gratifique la memoria que se tiene de su dilixencia e fidelidad como bastante criado e por virtud della sencarga de caudillo e alguaçil en su lugar y fortaleza de Huercal 133 A.M.V.
Legajo 439-008. S/n. Ibídem. S/n. El sultán que realizó el nombramiento fue Abú Nasr Sad, el rey Ciriza para los cristianos, y la fecha se corresponde con el día 3 de mayo de 1462. 134 A.M.V.
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que Dios defienda cargo de onrra por la loa de sus obras encarguese de lo que dicho es como sea loado e por rraçon dello alcanze merzedes los que la presente vieren cumplan la provision que tiene Dios quiriendo E fue escripta a ocho dias de la luna de Dulqueda ano de ochozientos e uno Dios nos participe sus bienes y estava al pie firmada de unas letras gordas que pareszen ser de mano del dicho rrei que dize en ellas apruebase esto Conquerda la ffecha de la dicha escriptura de suso rromazçada con veinte e siete dias del mes de abril del ano de mill y quatrocientos e treynta e ocho del nazimiento de Nuestro Salvador Jesupxto” 135 El sultán que firmó el anterior nombramiento fue Muhammad IX, “El Zurdo”, quien subió por tercera vez al trono en el periodo comprendido entre los años 1432 y 1445. Otra de las cartas presentadas en las que se nombra alcaide para Huércal es la siguiente: “ Con el nonbre de Dios piadoso e misericordioso del siervo de Dios enperador de los moros Mahomad el vitorioso con Dios hixo del emperador de loss moros Abaudali hixo del enperador de los moros Abul Hagex hixo del enperador de los moros Abul Hagex hixo del emperador de los moros Abaudali hixo del enperador de los moros Abul Hagex hixo del enpreador de los moros Abul Gualid de los de Nacre guie Dios su rreinado y asegure sus belicosas ciudades e probincias a los alguaziles e biexos e gente comun vezinos de la fortaleza de Huercal honrrados nobles loados acatados guerreadores cumplidos jure Dios sus honrras memorias y ensalzamiento la salvacion vendicion e piedad de Dios aquel a quien nos encomendamos en todas las cosas e de quien alcanzamos de su piedad lo que nos prometio y copiosas merzedes esta os escrivimoss escriva Dios vuestra guarda e gratifique de bienes vuestra parte de nuestro benturoso alcazar de la ciudad de Malaga que Dios guarde e defienda por que sus merzedes son copiosas e sus piedades ocultas linpias y los loores a Dios por que nos honrramos de Vos por vuestro guerrear e miramoss sienpre el vien que os conbiene escoxemos para la alcaidia de vuestra 135 A.M.L.
Caja 217 Bis 3. Sala II. Fol. 631 v. a 632 v. 91
fortaleza quien vemos ser vastante para vuestro cargo a quien se debe honrrar y ensalzar de quien tenemos savida su berdadera probidencia en lo presente e por venir por lo qual obliga a nuestro rreal estado para le onrrar y ensalzar y es el alcaide ensalzado guerreador noble acatado amado Galib Aben Abuguaquil jure Dios su honrra e conserve su estado al qual os encargamos para ser alcaide honrrado y servidor loado asi que de que llegare a bosotros le onrrad y obedezed sus mandamientos e sed con el una mesma mano e boluntad en el gobierno y la salvazion bendicion e piedad de Dios sea sobre vosotros E fue scripta en veinte e cinco dias de la luna de Zafar ano de ochozientos e cinquenta e nuebe y esta al pie firmada de unas letras gordas que pareszen ser de mano del dicho rrei que dize en ellas apruebase esto. Conquerda la fecha de la dicha zedula de suso rromanzada con treze dias del mes de febrero del ano de mill y quatrocientos e cinquenta e cinco del naçimiento de Nuestro Salvador Jesupxto.136 Muhammad XI, “El Chiquito,” es quien firmó este nombramiento, que fue sultán del reino de Granada entre los años 1451 y 1455, asociado desde 1451 a 1454 con Muhammad IX y con Sa´d Ciriza de 1454 a 1455. El nombramiento que se trascribe a continuación está hecho por Abú Abd Allah, Muhammad XII, más conocido por Boabdil el Chico, que gobernó el reino desde 1482, año en que con la ayuda de los abencerrajes se proclamó sultán en Guadix, tras sublevarse contra el legítimo rey de Granada, su padre Muley Hacén. Estuvo gobernando el reino hasta que lo entregó a los Reyes Católicos en 1492, si bien hasta 1489 Granada fue un reino con dos reyes, ya que no consiguió destronar a su padre, quien en 1485 abdicó en su hermano Abú Allah, “el Zagal”. “Con el nonbre de Dios piadoso e misericordioso del siervo de Dios enperador de los moros el venzedor con Dios Mahomad hixo de nuestro senor el enperador de los moros Abul Nacre hixo del ynfante difunto Abul Hazen hixo del enperador de los moros Abul Hagex hixo del enperador de los moros Abo Abdali hixo del emperador de los moros Abul Hagexhixo del enperador de los moros Abul Gualid de los de Nacre guie Dios su estado y haga 136 A.M.L.
Ibídem. Fol. 612 v. a 614 v. Refiere el traductor que el original presenta tres partes rotas que impiden su lectura. 92
vitoriosas sus senas A los alguaziles e viexos e xente comun grandes ensalzçados nobles guerreadores cumplidos vezinos de la fortaleza de Huercal jure Dios su honrra y defienda sus terminos la salvacion vendicion e piedad de Dios sea sobre Voss despues de loar a Dios con el qual se comienza toda buena obra y de quien prozeden todas las noblezas y bienes esta os escrivimos de nuestro venturoso alcanzar de la alcazava antigua de Granada que Dios guarde e las merzedes de Dios excluyen la maldad e su oculta piedad junta sus ffines e sea Dios loado segun le conviene por que no ay otra nobleza sino la suya e de mas desto convino probeer esto e lo rrenovar e que se guarde el tenor dello por el amor que os tenemos y por que nos onrramos con vos en nuestro rreal estado no dexa siempre pensar vuestros casos y os gratificar con honrra en particular y general y a todo el comun y os encargar de los governadores quien os lleve por via de justicia e que tenga rrespeto a la obligacion que tiene a quienes de hermosa demostraçion y loable suzeso y os escoximos desta suerte guerrera quien se aventure en vuestra defensa e tenga cargo de vuestra guarda e gobierno y es el escudero amado guerreador acatado noble cumplido Adul Gani hixo del viexo escudero guerreador e defensor noble difunto Galib Avuguaquil jure Dios su honrra y ensalzamiento el qual es vuestro alcaide a quien al presente os encargamos en acompanamiento del vixjo alcaide Hamo el Mozagua que onrrelo Dios ansi que sed con ellos una mano e voluntad en la governacion e Dioss os guarde y anpare y os haga venturosos e sea rreiterada sobre vosotros la salvacion vendicion e piedad de Dios E fue scripta a treze dias de la luna de Xaaguel ano de ochozientos e noventa Dios nos partizipe su bendicion y estaba al pie firmada de unas letras gordas que paresce ser scriptas de mano del dicho rrei apruebase esto Conquerda la fecha de la dicha zedula de suso romanzada con veinte e cinco dias del mes de otubre del ano de mill e quatrocientos y ochenta e çinco del nacimiento de nuestro salvador Jesupxto.137 Resulta doblemente curioso, atendiendo a la declaración del cristiano nuevo Juan Chacón, ver por un lado cómo las mezquitas cumplían además de las propias funciones religiosas otras de tipo social, al ser lugar de reunión de los vecinos para tratar y debatir asuntos de distinta índole, cosa que no es de extrañar ya que también era práctica entre los 137 A.M.L.
Ibídem. Fol. 617 a 619 93
cristianos hacerlo en las iglesias, y por otro descubrir que en el interior de la fortaleza de Huércal existía una mezquita; tal y como se aprecia a continuación: “(...) estubo en la dicha Huercal quatro años en la fortaleza de la dicha Huercal y al dicho tiempo bido que el alcayde de la dicha fortaleza estava puesto de mano del Rey de Granada y por carta del dicho Rei que este testigo oyo leer que se la mosttro el dicho alcaide q hera bermejada colorada y el dicho alcaide bido que conocia de la justicia toda de la dicha villa y en el dicho tiempo de los dichos quatro años no vido ni supo que la dicha ciudad de Vera pusiese justicia en la dicha Huercal y aunque este testigo alli en Guercal en el dicho tiempo vido que bino otro alcaide de Granada que hera natural de Loxa y bido que trujo carta del Rey de Granada para ser alcayde y la mostro a las gentes del dicho lugar en la mezquita (...)” 138 Multitud de declaraciones dan fe de que en estos tiempos había alcaide en la fortaleza de Huércal y de que su nombramiento lo hacía directamente el sultán de Granada. Esta es una afirmación que podía tener sus excepciones. Granada estaba muy lejos de estos lugares, y la cercanía con Lorca y los peligros de la frontera imponían que ante determinados contratiempos se adoptasen soluciones urgentes, y siempre bajo la posterior confirmación del monarca. El alcaide de Vera, como gobernador que era de una plaza más importante y cabeza de taha, proveía a su criterio de lo necesario. Así pues, si por la razón que fuese, faltaba alcaide en Huércal eventualmente nombraba a uno de su conveniencia. El alcaide era la máxima autoridad en las villas y desde la fortaleza de Huércal la ejercía sobre todo el término. Se encargaba del mantenimiento del orden, imponiendo penas a los que cometían delitos, de cobrar el táybix de los ganados forasteros que entraban a herbajear al término, del abastecimiento y aprovisionamiento de la gente de guerra, de que los sistemas defensivos estuviesen bien guarnecidos, de vigilar la zona, dando aviso a todos los lugares de la comarca cuando observaban el rastro de cristianos que habían cruzado la frontera, y de otras funciones que trataremos de enumerar con la ayuda de las declaraciones de los protagonistas de esta historia: sus vecinos árabes y algunos cristianos, como testigos de primer orden de los hechos analizados. 138 A.M.L.
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Caja 217 Bis 2. Sala II. Fol. 67.
Pero estas funciones que ejercían los alcaides no les eran propias, sino que les estaban delegadas por el rey, tal y como hace constar un testigo del que su padre y su tío habían sido vecinos de las villas, al decir que el alcaide de Huércal “(...) mandava aquella tierra por el rrey de Granada (...)” 139 Y es que no hay nadie más acreditado que alguien de la tierra para informar de lo que pasaba en las villas durante aquellos años. Así se manifestó Gómez Fajardo el viejo, natural de Huércal, que adoptó este nombre tras su conversión al cristianismo: “(...) sienpre vido en la fortaleza de la dicha villa de Guercal alcaides puestos por las manos del rrey de Granada y aun el mexor cavallero de Granada ponian por alcaide a causa destar frontera de la dicha ciudad de Lorca (...) y todos los derechos que se llevaban en la dicha villa de Overa de los ganados que entravan a ervaxar e prendas e penas que se tomavan algunas personas por entrar en los dichos terminos todo lo llevaba el que era alcayde de la dicha villa de Huercal (...)” 140 También en contradicción con la polémica declaración del testigo Gonzalo Yaçid se encuentra la de Alonso Peñafiel, quien manifestó cómo en tiempos de moros era público y notorio que tanto en la villa de Huércal, como en cualquier otra parte del reino de Granada donde había alcaide, éstos eran quienes ejercían la justicia y en cumplimiento de ella ahorcaban y degollaban. 141 Ilustrativa al respecto resulta la declaración del cristiano nuevo Andrés de Velasco, que vivió durante ocho o diez años en Overa, reinando Muley Hacén, confirmó que el alcalde ejercía la jurisdicción en las villas, prendiendo delincuentes, sentenciándolos y castigándolos públicamente, sin contradicción alguna por parte de Vera. Y además refiere un hecho concreto, del que fue testigo, de esta manera: “(...) un esclavo y un alguacil de la dicha villa de Overa que se llamaba Alhali hiço cierto delito en el dicho campo de Huercal y que no se acuerda que delito hera mas que vio este testigo que el alcaide que a la saçon era en la dicha villa de Huercal donde 139 A.M.L. 140 A.M.L. 141 A.M.L.
Caja 217 Bis 2. Sala II. Tomo I. Fol. 67. Ibídem. Fol. 33 v. Ibídem. Fol. 68 v. 95
residia e prendio el dicho esclavo e lo llevo presso a la dicha villa de Overa donde este testigo bio que lo mando ahorcar y fue ahorcado (...)” 142 Y éste no es el único ejemplo sobre el ejercicio de funciones judiciales por parte del alcaide, si bien todas las sentencias no tienen tan dramático resultado. Relató Luis Hidalgo Quirar, un cristiano nuevo vecino de “Venajaunil” que venía muchas veces a Huércal a ver a un tío suyo llamado el Tahelch y anduvo por sus campos guardando ganados de otro vecino de Huércal llamado el Çaguid y así lo narra: “(...) que andando con el dicho ganado por el dicho canpo de Huercal este testigo y un compañero suio trayan en su hato una perra y estava cachonda y cerca del hato en el mismo campo andava otro pastor con otra manada de ganado y traia un perro y el pastor que lo guardava era mas hombre que este testigo e su compañero e los tenia en poco. y como el perro dexaba el ganado solo e se yba tras la perra el pastor se atravesso a palabras con este testigo y su compañero y el dicho pastor descalabro a su compañero deste testigo el cual se fue a quexar al alcaide que a la saçon hera en las dichas villas de Huercal y Obera que no save este testigo como se llamava mas que vien sabia que era natural de Granada y desde la dicha ciudad fue a residir a la dicha alcaidia por mandado del rrei moro que en aquella saçon reynava que se llamava Muhal Bulhaçen el qual dicho alcaide este testigo bio que fue al dicho campo de Huercal con el dicho herido y prendio al dicho pastor que lo hirio y ansi mismo prendio a este testigo y al herido y a todos tres los llevo presos a la dicha villa de Huercal e despues solto a este testigo y a su compañero y se quedo el dicho pastor preso e proçedio contra el y lo condeno en un ducado o en dos ducados (...)” 143 En aparente contradicción con lo que se ha tratado de demostrar en cuanto a que el alcaide de Huércal ejercía como juez, Francisco López de Cárdenas, cristiano nuevo, manifestó cómo llegó a ver que la justicia y el cadí de Vera llevaron preso a esa ciudad a un ladrón vecino de Huércal y que le sentenciaron a la pena de cien azotes144. Precisa que fue en un momento en que la tierra se encontraba en guerra, pero no 142 A.M.L. 143 A.M.L. 144 A.M.L.
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Ibídem. Fol. 114. Ibídem. Fol. 112 a 113. Caja 217 Bis 2. Sala II. Tomo II. Fol. 310 v.
refiere ninguna otra circunstancia que contextualice el hecho, tal como si el delito lo cometió en Vera o en Huércal o si por aquel tiempo había o no alcaide en la villa. Como se puede observar en la aplicación del derecho penal musulmán no siempre se castigaba al ladrón con la amputación de su mano, haciéndolo sólo en determinados casos, siempre en función del valor y el lugar donde se encontrara lo sustraído. Aunque también hay que advertir que en este tiempo dicha práctica ya había caído en desuso en al- Ándalus, siendo rara la vez que se aplicaba. 145 Como hemos tenido ocasión de comprobar, en las villas solamente había un alcaide que residía en la fortaleza de Huércal y que ejercía la jurisdicción desde esta villa en los términos que le eran propios, teniendo por lo tanto autoridad sobre Overa. En este sentido se ratificó el testigo Francisco Morales Avenjamí, cristiano nuevo vecino de Lijar, que dijo que conoció a un alcaide llamado el Uena que fue vecino y natural de Huércal. 146 Otra actuación ejerciendo funciones judiciales por parte del alcaide de Huércal la refiere el cristiano nuevo Diego Méndez Tarte, de Purchena, al narrar cómo un vecino de esa ciudad llamado Dorduma, que se encontraba retraído en la villa, trató de forzar a una mujer y que teniendo conocimiento el alcaide llamado Mahoma, salió tras él por el campo de Huércal y dándole alcancé lo llevó a la villa y condenó al destierro. 1 4 7 Después de todo lo expuesto no debe quedar ninguna duda acerca de que afirmativamente en la villa de Huércal había alcaide y a quién competía su nombramiento. Pero el que dicho alcaide residiera en Huércal deja en el aire la forma en que Overa era gobernada. Los testigos, una vez más, con mayor o menor descripción, dan respuesta a muchas incógnitas, y en esta ocasión fue Francisco el Naiar, vecino de Armuña, el que arrojó algo de luz a esta cuestión, al expresarse de la siguiente manera: “(...) en las dichas villas este testigo conocio un alcaide puesto e nombrado por el rrei moro de Granada que rreinava en aquella sazon que se llamava Muley al Huacen y el alcaide que este testigo conoçio en la dicha villa de Huercal se llamava el Haze que este 145 Una detallada información sobre este delito, tipos y penas en “El delito de robo en el derecho penal Hispano-Musulmán”, de L. EL OUAZZANI CHAHDI. Cuadernos de Historia del Derecho. Vol 12. Madrid 2005. Pág. 285 a 304. 146 A.M.L. Caja 217 Bis 2. Sala II. Tomo I. Fol. 128. 147 A.M.L. Ibídem. Fol. 141.
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hera puesto por el dicho rrei el qual ansimysmo tenia governacion de la dicha villa de Overa y de su mano tenia puesto en la dicha villa un alcaide que se llamava el Moratali (...)” 148 Si esta afirmación se puede generalizar está resuelta la incógnita: era el alcaide de Huércal quién ponía alcaide en Overa -por llamarlo con más propiedad alguacil- quedando éste sujeto a su autoridad. Como toda regla tiene su excepción, quiero dejar constancia del testimonio de Juan el Beyri, que manifestó haber conocido durante el tiempo que vivió en Vera a un alcaide de Huércal llamado el Rami Alpanox, que fue puesto por Vera, e hicieron cautivo los cristianos. Y asimismo conoció a otro llamado Hamete Guaçine que fue puesto por el alguacil de Vera.149 Este testigo se refiere a estos dos hechos sin aclarar si el nombramiento del segundo fue como consecuencia de lo que le ocurrió al primero, tampoco concreta si fue en tiempo de guerra o de paz. García Almanzor, cristiano nuevo vecino de Cantoria, refirió un hecho que tuvo lugar en las postrimerías del dominio musulmán, que resulta muy ilustrativo por cuanto informa de una situación en concreto en la que Vera procedió a nombrar alcaide para la fortaleza de Huércal, sin menoscabo de la competencia del sultán y la independencia de las villas respecto a esa ciudad. Así fue su declaración: “(...) viviendo este testigo en la dicha ciudad de Vera se dijo e publico en la dicha ciudad como un alcayde que estava en la fortaleza y torre de Guercal que se desçcia Mezicar que se avia alzado con la dicha fortaleza y torre y que avian ydo gente de la dicha ciudad de Vera los escuderos della a Guercal y que de que bolvieron a la dicha ciudad les oyo descir que avian dicho al alcayde que le darian lo que quisiese y que con aquello lo avian asegurado y sacado de la dicha torre y que lo avian quitado y puesto otro (...)” 150 Supongamos ante este hecho que Vera no hubiese puesto alcaide en Huércal, limitándose a informar de él al rey de Granada para que nombrase a otro. Calcúlese, teniendo presente la distancia a la que se encuentra 148 A.M.L.
Ibídem. Fol. 142. Caja 217 Bis 2. Sala II. Tomo II. Fol. 107. 150 A.M.L. Ibídem. Fol. 106. 149 A.M.L.
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esa ciudad, los días que un correo hubiera tardado en ponerlo en conocimiento del monarca y los días que habría que añadir hasta que el designado por éste hubiera tomado posesión del cargo, tras lo cual, fácilmente se comprende que no se puede dejar durante tanto tiempo una fortaleza en primera línea fronteriza sin nadie que la gobierne. La ocasión exigía actuar con prontitud y así se hizo, pero entiéndase, aunque el testigo no lo haga constar, que esta fue una medida provisional. Una situación que así lo avala se produjo en Vera cuando, ante la carencia de alcaide en su fortaleza, el cadí mandó a un vecino ocupar dicho cargo hasta tanto el rey no proveyese al respecto. 151 Que las villas no perteneciesen a la jurisdicción de Vera no es obstáculo para que esta ciudad ejerciese un cierto control sobre ellas, no en vano, en gran medida su seguridad dependía de la eficiencia de la gente de guerra destacada en sus fortalezas, particularmente en la de Huércal, por tener una posición más adelantada hacia la frontera lorquina. Mejor se comprende lo expuesto atendiendo a la manifestación transcrita a continuación de Luis Alcamayno, cristiano nuevo vecino de Portilla: “(...) un moro de Baza se torno xpiano en Lorca y que tornado xpiano que avia sacado consigo dos xpianos de Lorca diciendo que yban a tomar moros y a cautiballos y traellos a Lorca y que el dicho tornadiço avia dicho yendo por el campo al uno de ellos que se estuviese en una parte y que le esperase alli y que se avia ydo con el otro y que lo avia llevado presso a los de Guercal y que les avia dicho que el dexaba otro xpiano alli zerca que fuesen por el y que los de Vera lo avian savido y que avian reñido con los de Guercal y dicho que si otra vez rrecivian xente de aquella manera que los castigarian por que podian venir con cautela (...)” 152 Este hecho, que ocurrió en la última década del dominio musulmán, debió de haberse producido en un momento en que se estaba en guerra, ya que en caso contrario no se comprende la reacción de Vera.
151 A.M.V.
Legajo 250. S/n. Caja 217 Bis 2.Tomo II. Sala II. Fol. 121. Cuando cita el campo se refiere al de Huércal, a todo su término.
152 A.M.L.
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LOS CADÍES Hubo testigos en este pleito que declararon que los alcaides ejercían la jurisdicción criminal y la civil, mas no estaban en lo cierto. Y no es que estuvieran expresando una opinión interesada, dado lo intrascendente de la afirmación para el caso, aunque resulta desconcertante que así lo manifiesten, cuando era de conocimiento general que la jurisdicción civil la profesaban los cadíes, tal y como se evidenció en el juicio que Vera trató contra el marqués del Carpio por los términos de sus villas de Sorbas y Lubrín, donde se aseguró que tanto los cadíes como los alcaides: “(...) eran puestos por el rey moro y en su nombre juzgaban y usaban la jurisdiccion los cadis en lo çivil y los alcaydes en lo criminal y caudillos en tiempo de guerra, de que se concluye ser la jurisdiccion del rey y no de los lugares ni de sus aldeas. Los cadis en tiempo de moros y alcaydes no tenian lugar ni provincia cierta que el rey moro libremente y a su voluntad los criaba para muchos o pocos lugares y assi el cadi de Vera que conocia de civil y matrimonios a las veces conocia en vecinos de Sorbas y Lubrin y otras veçes lo era el cadi que residia en Almeria y se variaba esto a voluntad del Rey y en el caudillo de guerra era lo mismo y si iban a pleytos a Vera los vecinos de Sorbas y Lubrin iban por los dichos respetos y no por ser sujetas ni aldeas. Que los Alcaydes que nombraba y ponia el Rey de Granada que eran jueces en lo criminal siempre ponia en lugares y villas principales y que tenian terminos (...)” 153 153 A.M.L.
Caja 217. Bis 2. Sala II. Fol. 46. 101
Una información más detallada acerca de la figura del cadí y sus funciones la ofreció el cristiano nuevo vecino de Purchena García el Forruchel, testigo en el juicio posesorio, al manifestar que: “(...) conoció y vio en el dicho reino de Granada avia cadí general que rresidia en la ciudad de Granada y estos cadis este testigo dixo que save e vio que heran hombres savios en su ley e ante los dichos cadis los vecinos del dicho rreino de Granada hacian cartas de almehar que son las cartas de docte de los que se casavan y los dichos cadis hacian particiones de las haciendas que dexavan los moros que se morian y que los dichos cadis este testigo dixo que save y vio que yban por las ciudades villas e lugares del dicho rreino de Granada a usar los dichos sus oficios pero que ninguna ciudad villa ni lugar del dicho rreino de Granada en el dicho tiempo de moros podian ni pudo nombrar cadi ni alcaide ni caudillo ni alguacil mas de solamente el dicho rrei moro (...)” 154 Gonzalo Yaçid recuerda en su manifestación cómo desde Vera, donde residía, iba muchas veces a Huércal y a Overa con su padre Habrahen Aben Yaçid, que era cadí y alfaquí, a hacer escrituras cuando le requerían los vecinos y que en Vera les escuchaba y sentenciaba los pleitos civiles155. Pero el motivo de ir a este cadí los vecinos de las villas en demanda de sus servicios, se debía a la costumbre que había en aquel tiempo, usada y guardada entre los moros del reino, por la cual solían acudir al cadí más cercano 156. Y en caso de que los demandantes no estuviesen conformes con la sentencia de un determinado cadí, por considerar que no les había hecho justicia, podían apelar al cadí mayor de Granada157. Este cadí mayor, en palabras del testigo Gonzalo Hernández Axir estaba por encima de todos los cadíes del reino y era como “padre santo”, el cual cuando quería salía a visitar todo el reino158.
154 A.M.L.
Caja 217. Bis 2. Tomo I. Sala II. Fol. 234. Caja 217. Bis 2. Tomo II. Sala II. Fol. 161 Y 203 v. 156 A.M.L. Ibídem. Fol. 206 v. Testimonio de Alonso el Taberna. 157 A.M.L. Ibídem. Fol. 208. Testimonio de Fernando el Hadid. 158 A.M.L. Caja 217 Bis 2. Tomo I. Sala II. Fol. 234. 155 A.M.L.
102
CAPITULO III LOS ENCARGADOS DE LA DEFENSA: Los homicianos. Los soldados de reemplazo. Los soldados de refuerzo.
LOS HOMICIANOS Hay una triste realidad en la descripción que Gonzalo Yaçid hace de los habitantes de las villas cuando dice que en ellas no había más que rufianes y mozos traviesos. Pero ¿qué clase de gente se puede esperar que habite en un lugar donde el peligro a morir o ser cautivado resultaba tan evidente como en Huércal? Como ya quedó expuesto, la fortaleza de Huércal solamente estaba habitada por gente de guerra, no así la casa fuerte de Overa, donde el personal de guerra convivía junto a las familias de la villa, dentro de su perímetro amurallado. En ambas villas los soldados constituían un grupo heterogéneo de individuos formado, además de por homicianos y delincuentes en general, por levas de jóvenes mancebos, que al cumplir los quince años de edad, por periodos anuales de alrededor de un mes y hasta cumplir los dieciocho, eran reclutados en los lugares de la comarca para compartir juntos un objetivo común: la defensa de la frontera. La afirmación de Gonzalo Yaçid se ajusta más a la situación en la que se encontraba Huércal que a la de Overa, y aun a pesar de lo 103
peyorativo que resulta llamar rufianes a sus pobladores este testigo ha sido muy comedido en su calificación, ya que se podía haber expresado en términos más despectivos, habiendo estado más cercano a la realidad. Francisco de Morales, cristiano nuevo vecino de Líjar, estuvo más acertado en su manifestación al decir que en Huércal había muchos delincuentes, los cuales se encontraban retraídos, tal y como lo hizo su padre después de huir de la justicia por haber matado a un hombre. 159 Fernando Merín Herrero corrobora el hecho de que se acogieran delincuentes en la villa al testificar que… “(…) vido que avia en la dicha Huercal quatro o cinco hombres que abian muerto hombres en Vera e que estavan halli seguros por que avia carta del rrei moro para que sirbiendo en Huercal ciertos años los perdonaba (…)” 160 A las personas que se encontraban “retraídas” por haber matado a alguien se les conocía por homicianos, los cuales se refugiaban en las villas para evadirse de la justicia, al no tener que rendir cuentas de sus delitos, por virtud de una gracia concedida a estas villas por el sultán de Granada, a fin de poder contar con gente para la defensa de la frontera. El entrar a servir como soldado fronterizo era algo que, excepto los profesionales de la guerra, ningún vecino asumía de buen grado. Y si para ellos era mayor el peligro durante los periodos de guerra, no lo era mucho menos durante la vigencia de alguna tregua -a las que más adelante dedicaremos unas líneas- las cuales por razón de sus características, amén de la frecuencia con que solían quebrantarse sin previo aviso, hacían que el concepto de paz fuese relativo y el peligro casi constante. Hay un detalle en la declaración de otro testigo que por su singularidad pone de relieve la importancia que para el sistema defensivo del reino de Granada tenían las villas de Huércal y Overa, que las hace destacar de entre otros lugares del reino, que igualmente formaban parte de él y también estaban situados a lo largo de su frontera. Lo evidencia García Forruchel, cristiano nuevo que fue vecino de Huércal durante dos años, al manifestar que:
159 A.M.L. 160 A.M.L.
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Ibídem. Fol. 123. Ibídem. Fol. 67 v.
“(...) en el rreyno de Granada no avia pueblos ningunos donde se acogian delinquentes e los favorecian si no en las dichas villas de Huercal y Overa y en la villa de Castril (...)” 161 De ser esto así, por su número, contrasta con otros lugares fronterizos de la zona cristiana que tenían reconocidos también por su monarca el privilegio para acoger homicianos, entre los que se encontraban Antequera, Tébar, Ardales, Tarifa, Ximena, Alcalá la Real, Lorca, Xiquena, Olvera, Archidona, etc. 162 La concesión del privilegio a determinados lugares fronterizos para poder acoger delincuentes era competencia exclusiva del monarca, y como hemos tenido ocasión de comprobar era práctica común en ambos reinos. Las razones que lo justificaban era la imperante necesidad de tener bien atendida una plaza de gran valor estratégico, que de otro modo hubiese sido difícil de conseguir. Gonzalo Hernández, un cristiano nuevo que debía tener perfecto conocimiento de causa por haber residido en Huércal durante los últimos seis años del dominio musulmán, y que para mayor criterio debió de ser bien informado al respecto por su tío Cacid Azlala, que fue alcaide de su fortaleza, manifestó en relación con dicho privilegio: “(...) el dicho alcaide de Guercal este testigo vio que en la dicha villa de Huercal y Overa y en sus terminos acogia delinquentes que abian hecho delitos en el rreino de Granada y alli los tenia e favorescia que despues de estar en las dichas villas y en los dichos sus terminos ninguna justicia los podia prender ni prendia por que ansi lo tenia mandado el rrei moro de Granada que los delinquentes del dicho rreino de Granada se favoreciessen en la dichas dos villas y en sus terminos no los podian prender ni les prendian por ser las dichas villas de Huercal y Castrill fronteras (…)” 163 Hay otros testimonios en este sentido igualmente explícitos, como el de Alonso Cadani el Rahi, cristiano nuevo vecino de Armuña, quien relató cómo un día encontrándose en la fortaleza de Huércal... 161 A.M.L.
Ibídem. Fol. 205. J. AGUADO GONZÁLEZ: “Repoblación de las fortalezas fronterizas con el reino de Granada”. Homenaje al profesor Torres Fontes. Tomo I, Murcia 1987, pág. 27. 163 A.M.L. Ibídem. Fol. 205 v. 162 F.
105
“(...) oyo voces que daban en el campo que heran a manera de rrevato y luego vio este testigo que de la fortaleza de la dicha villa de Huercal salieron ocho o nueve moros de a caballo y este testigo creyendo que hera rrevato de xpianos no oso salir con ellos y que estubo en la dicha fortaleça y que dende a buen rrato bio que tornaron los dichos moros de a cavallo y con ellos venia un moro con una ballesta en el hombro que deçia que hera de la ciudad de Vera a el cual este testigo le oyo deçir como en la dicha ciudad avia muerto un hombre y que se avia salido huiendo de la dicha ciudad y que la justicia de la dicha ciudad avia venido tras del hasta los limites donde partia sus terminos la dicha ciudad de Vera con las dichas villas de Huercal y Overa (...) y que en llegando que llego la dicha justicia a los dichos limites que se volvio a la dicha ciudad de Vera y que no pasaron adelante (...)” 164 Era condición conocida por todos que ni la justicia de Vera ni de ningún otro lugar podía entrar a los términos de otro. No obstante no hay regla sin excepción y ésta se producía cuando los cristianos entraban a realizar alguna cabalgada por la comarca, en cuyo caso, excepcionalmente, se salía tras ellos pasando en su persecución de un lugar a otro sin reparar en términos. 165 El suceso anterior viene a poner de manifiesto el eficiente sistema de avisos de que se servía esta gente para comunicar a la fortaleza las novedades que tenían lugar en su campo. Repárese en el hecho de que antes de que la justicia de Vera llegase a los llanos de la Ballabona, donde partía términos con la villa de Overa, ya les habían salido al encuentro desde la fortaleza de Huércal. Francisco de Morales Abenzami, cristiano nuevo, refiere un hecho en el que la justicia de Purchena vulneró las dos normas precedentes y la disposición con la que el rey resolvió el caso: “(...) un vecino de la villa de Uluyla que se llamaba Haz mato un hombre en la dicha villa que se llamava Uley y el dicho Az labie se fue a rretraer a la dicha villa de Huercal y que alli se dixo publicamente como la justicia de la ciudad de Purchena avia hido tras del y que avia pasado de los dichos limites que tiene declarados adentro por prendello hacia las dichas villas de Huercal y Overa 164 A.M.L. 165 A.M.L.
106
Ibídem . S/n. Ibídem . Fol. 128.
y que desto se avia quexado al rrei moro el dicho Azla y quen pago desto el dicho rrey moro que en aquella sazon rreinaba que se llamaba Mulacen le proveio por alcaide de las dichas villas de Huercal y Overa e para ello le dio una carta bermexa y ansi le vio usar el dicho oficio de alcaide ( ...)” 166 Alonso Cadani el Rahi en un mes que pasó en Huércal acompañando a un vecino de Purchena de nombre Abaquil llegó a conocer a este alcaide homiciano llamado Hazla, y narró en relación con él: “(...) que estando el dicho alcaide en la dicha fortaleça de la dicha villa de Huercal vio que estaba hablando con otro moro que estaba rretraido en la dicha villa de Huercal que era natural del lugar de Ulula que se llamava Hazla que hera ballestero el dicho alcaide y ansimismo estava hablando con otros moros que estaban rretraidos por delictos en la dicha villa el dicho alcayde les dixo amigos mirad que os rruego que no paseis del algive de la Vaiavona aquel cavo y del rrio de Guid Alfarax aquella parte por que si pasais entrais en el termino de la ciudad de Vera yo no os podre baler y el dicho Hazla y los demas le dixeron a el dicho alcaide que Dios le diese vida con bien pues que les avisava que ellos ansi lo harian como se lo mandaba el dicho alcaide pues estaban en la dicha villa devajo de su anparo y en servicio del rrei (...)”167 En otras circunstancias resultaría tremendamente injustificado el hecho de que una persona que acaba con la vida de otra quede impune sólo por retraerse en Huércal. Más incomprensible resultaría el que este recogimiento sea solo por espacio de tres años, tras los que su delito quedaría legalmente redimido. Tres años era el plazo que había de transcurrir para que los homicianos expiasen su culpa, lo que queda suficientemente probado por las declaraciones de tres testigos que así lo afirmaron en el juicio posesorio entre Vera y Lorca. 168 Mucho más sorprendente resulta en el caso de la Xiquena cristiana, según el privilegio que Enrique IV le concedió fechado en Segovia el día 20 de diciembre de 1471, y confirmado por los Reyes Católicos en Madrid con fecha 10 de abril de 1477, el cual a efectos comparativos se reproduce parcialmente a continuación: 166 A.M.L.
Ibídem. Fol. 128. Ibídem. Fol. 127 v. 168 A.M.V. Libro 2121. S/n. 167 A.M.L.
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“Don Enrique, por la gracia de dios, rey de Castilla, de Leon, de Toledo, de Gallizia, de Sevilla, de Cordova, de Murçia de Jahen,(…) sepades que yo entiendo ser asy conplidero a serviçio de Dios e mio e bien de mis regnos, e porque he gran voluntad de poblar la villa e castillo de Xiquena que esta en frontera de moros, enemigos de nuestra santa fe catolica, e por la dicha villa ser tanto metida en tierra de moros, e otrosi, por fazer merced a todas las personas, asy omes como mugeres, que en dicha villa fueren a poblar e morar por sus cuerpos año e dia, mostrando carta del alcayde de la dicha villa e castillo de Xiquena o del conçejo de la dicha villa, selladas con sus sellos, de cómo son vecinos e moradores de la dicha villa año e dia con sus cuerpos continuamente a sus costas, que por muerte de ome o de omes ni otro maleficio que finieren e ovieren fecho en cualquier manera, que no fueren presos ni acusados ni demandados ni entrados ni tomados sus bienes, e les quitava los omezilios e les perdonava la mi justiçia por ello, salvo al traydor alevoso que vendiere castillo o mate a su señor o yaciere con la muger de sus señor o quebrantase tregua que yo oviere fecho con los moros (…) Porque vos mando a todos e a cada uno de vos que guardedes e cunplades e fagades guardar e conplir a todos los dichos omizianos que se ayan acaecido o acaecieren en cualquier muertes, de cómo la dicha mi carta de previlegio que yo asy mande dar, e asy mesmo esta dicha mi cata e todo lo en ellas contenido, mostrandovos por fe del dicho alcayde o del conçejo de la dicha villa de cómo ovieron servido e syrvieren de aquí adelante en la dicha villa, e de cómo continuaron en ella por sus personas a sus costas el dicho año e dia, como suso es dicho, e que guardandolas e cumpliéndolas vos no prendades los cuerpos, ni ferades, ni matades, ni lisyedes, ni detengades, ni enbarguedes, ni mandedes, ni consyntades prender, ni ferir ni matar, ni lisiar, ni embargar, ni les fagades, ni mandedes fazer otro mal, ni daño, ni desaguisado alguno en sus personas, ni en sus bienes, ni en cosa alguna de lo suyo de vuestros oficios, ni a petición de parte, ni del mi procurador fiscal o promotor de la mi justiçia, ni de otra persona alguna publica ni privada; sy algunos de sus bienes les fueren tomados o prendados o enbargados por razon de las dichas muertes, dedes e tornedes fagades dar e tornar libres e desenbargadamente. Ca yo los restituyo a todos e a cada uno dellos, asy en general como en espeçial, en sus buenos estados e famas en que heran e estarian antes de las dichas muertes. E alço e quito de ellos e de cada uno de ellos, toda mancha e infamia 108
en que ayan caydo e yncurrido por la dicha razon, e que lo asy fagades e cunplades no enbargante que no ayan seydo ni sean perdonados de los dichos sus enemigos como susodicho es.” 169 Hay además otra disposición real, aprobada con la misma finalidad que la anterior, que es la exención de impuestos a sus vecinos, siendo esta una medida muy generalizada en los lugares fronterizos. Reproduzco parcialmente una carta del monarca en alusión a ello y a modo de curiosidad, por cuanto se detallan los impuestos que en aquel tiempo pagaban los vecinos del otro lado de la frontera. “(…) desde primero dia de henero del año de mill e quatroçientos e setenta e un años en adelante en cada un año para syenpre jamas, segund que su señoria por ello lo manda, con tanto que todos aquellos que en la dicha villa de Xiquena continuamente moraren que sean francos e quitos, que no paguen monedas ni fonsaderas, ni serviçio, ni barcaje ni roda ni portadgo, ni peaje, ni pontaje, ni alcabala, ni almoxarifadgo, ni otro pecho ni derecho alguno de todas las cosas que vendieren que sean de la su labranza, e crianza e de las que llevaren para provisiones e mantenimiento del alcayde de la dicha villa e de los vecinos e moradores que en ella moran e moraren, segund e en la manera que son francos los otros vecinos e moradores que viben e moran en las otras çibdades e villas e logares frontera de moros que tienen semejantes franquezas (…)” 170 Hacia 1481 ocurrieron unos sucesos, que como testigo narró Diego de Castilla, cristiano nuevo vecino de Olula, cuyos protagonistas fueron su padre Hamete Hazla Alí y su tío Cataha al Hazli, cuando por ese año siendo vecinos de Olula mataron a una persona en la villa y huyeron a retraerse a Vera. En esta ciudad no los quisieron amparar y se vinieron a Huércal. Ocurrió, contra todo pronóstico, que tampoco los acogieron, manifestando el testigo que “en la villa no los querían recibir ni consentir que estuviesen”. Éstos, en su desesperación, quisieron pasarse a tierra de cristianos y un moro llamado Dondoma que se encontraba allí retraído por haber matado a otra persona los hizo detener. Continua narrando el declarante cómo días después, el rey moro de 169
A. MORATALLA COLLADO: Colección de documentos para la historia del Reino de Murcia. Documentos de los Reyes Católicos (1475-1491) Academia Alfonso X el Sabio. Murcia 2003. Documento íntegro desde la pág. 233 a la 241. 170 A. MORATALLA COLLADO: op.cit. pág. 233 a 241. 109
Granada, conocedor de lo sucedido, mandó al alcaide de la villa de Huércal que les cediese su cargo y entregase la fortaleza a los referidos. Y no hay duda de que así lo cumplió, ya que otros testigos manifestaron haberlos conocido siendo alcaides de las villas. Sin opciones éstos de poder abandonar la villa, trasladaron sus casas, mujeres e hijos a Huércal, donde estuvieron ocupando conjuntamente el cargo de alcaide hasta que entregaron la fortaleza a los cristianos.171 Esta situación, por su particularidad, plantea una pregunta para la que no tengo respuesta: ¿a quién mataron estos hermanos y en qué circunstancias para que en Huércal, donde gran parte de sus moradores eran también criminales, no les quisieron dar asilo, llegando incluso a detenerlos? Es muy variada la lectura que se puede hacer de este relato y curiosas las reflexiones a las que conlleva. Primera: Que la voluntad del rey es indiscutible y cuando otorgaba a un lugar el derecho de acogida se podían beneficiar de el todos los criminales, independientemente del delito cometido. Segunda: No a todos los homicianos se les perdonaba su pena después de servir los referidos tres años, ya que en el caso aludido estuvieron sirviendo durante siete y posiblemente, atendiendo a los hechos, pudiera haber sido una reclusión de por vida. Tercera: En contradicción a las numerosas manifestaciones en el sentido de que en Huércal sólo residía personal de guerra, quizá excepcionalmente podrían vivir algunas familias. Salvo que el testigo aun citando solamente a Huércal se esté refiriéndo también a la villa de Overa, donde se podrían haber avecindado las familias de los homicianos. Cuarta: Que fueron estos hermanos, compartiendo la alcaidía de Huércal, los que hicieron entrega en 1488 de su fortaleza a los Reyes Católicos. Esta afirmación estaría en contradicción con el contenido de una carta bermeja del año 1485, anteriormente transcrita, por la cual Muhammad XII nombra alcaide de Huércal a Abdul Gani, para que ayude en tal desempeño al alcaide Hamo Mozaguaque. Yo, que pienso que para todo hay una explicación, me pregunto si entre los moros, respecto a los alcaides, no ocurrirá en la práctica al igual que ocurría no pocas veces entre los cristianos: que el alcaide titular no residía en la fortaleza y en su lugar designaba a un delegado. El cristiano nuevo Juan Ballestero, tras la conquista por los Reyes Católicos, estuvo veinte años y medio de alcaide en la fortaleza de Huércal por Martín Fernández Fajardo, que era su legítimo titular. 172 171 A.M.L. 172 A.M.L.
110
Caja 217 Bis 2.Tomo I. Sala II. Fol. 186. Ibídem. Fol. 27 v.
De la misma manera que el sultán otorgaba privilegios a los homicianos que se amparaban en estas villas, también los concedía a los alcaides que servían en ellas. Según Ramón de Herbás, cristiano viejo de Lorca, “el alcaide que sufría estar tres años en ellas, el rey de Granada le hacía caudillo en una ciudad principal del reino”. 173 Difícilmente se puede hacer una aproximación acerca del número de homicianos que servían en Huércal y en Overa, y su proporción respecto al número total de los que en ellas se encontraban sirviéndolas. Sí se dispone de información parcial de algunos de los que aquí se retrajeron, con indicación de su vecindad y los motivos que lo originaron. Tal y como se puede observar en la siguiente relación, elaborada con las declaraciones de distintos testigos del pleito tan referido; estuvieron en esta situación sirviendo en Huércal: El Parchi, de Cuevas, que mató a otro vecino de esa villa. Dorduma, de Purchena, que mató en esa ciudad a un vecino llamado el Cuerxi 174. Se da la circunstancia de que este homiciano hacia 1486, encontrándose retraído, trató de forzar a una mujer y el alcaide, que en aquel tiempo era un tal Mahoma, salió en su persecución por el campo de Huércal y tras alcanzarlo lo llevó preso a la fortaleza. Fue sentenciado al destierro. 175 Lope el Herrero, llamado así tras su conversión, vino huyendo desde Sorbas por haber matado a un vecino, permaneciendo en la villa desde 1478 hasta 1483. 176 Vozmar y un tío suyo, vinieron desde Vera tras haber matado el primero a dos vecinos de dicha ciudad, llamados el uno Halia Bulozi y el otro Hali Chacon. 177 Francisco el Nayar, manifestó haber tenido a un pariente acogido en esta villa por haber matado a un hombre en Suflí. 178 Mazuz estuvo retraído durante catorce años, desde 1474 hasta 1488, sin figurar su vecindad ni el delito cometido. 179 Mohammad al Quirate, vino de Purchena en 1486, por tener armas.180 Hamet Zamo y Al Hazar, vecinos de Vera, mataron a un hombre en esa ciudad llamado Mahoma de Camyrl. 181 173 A.M.L.
Ibídem. Fol. 68. Ibídem. Fol. 108. 175 A.M.L. Ibídem. Fol. 299. 176 A.M.L. Ibídem. Fol. 73 v. 177 A.M.L. Ibídem. Fol. 77. 178 A.M.L Ibídem. Fol. 150. 179 A.M.L. Ibídem. Fol. 150. 180 A.M.L. Ibídem. Fol. 187. 181 A.M.L. Ibídem. Fol. 77 v. 174 A.M.L.
111
El Hazmi, de Vera, mató a otro por el mismo tiempo.182 Çeda Falcaxi, de Vera, por los mismos años mató a otro hombre.183 El Dayari, vecino de Vera, mató al criado de Jaixemen, caudillo de Vera y Cuevas. 184 Mahoma Forruchel, de Purchena, vino huyendo tras herir a un hombre en esa ciudad, y permaneció durante dos años, hasta que se concertó con él. 185 Abrahen, vecino de Purchena, que se vino con un hijo de siete años por haber matado a otro. Estuvo retraído desde 1480 hasta que entregaron la fortaleza y durante este tiempo fue adalid de los moros del lugar. 186 Francisco del Castillo, llamado así tras su conversión, mató a un hombre en Olula. Refiere cómo durante el tiempo que estuvo retraído Vera le pagaba 25 cadahes de pan y 25 pesantes al año.187 De los acogidos en Overa hay constancia de uno llamado “el Chiquillo”, que viviendo en Tabernas mató a otra persona en la villa, y otro de Serena llamado Doncayla, que por matar a un vecino estuvo retraído hasta que la familia le perdonó. 188 Salta a la vista que el delito que con mayor frecuencia han cometido estos personajes es el de homicidio y prácticamente todos están acogidos en Huércal. Llama la atención los cinco años que permaneció sirviendo Lope el Herrero, del que no consta su nombre musulmán; y en mayor medida los catorce del llamado Maduz, que posiblemente hubieran sido más de no haberse entregado la fortaleza a los cristianos. La razón que encuentro más convincente para justificar estos casos tan prolongados de acogimiento, es que les han conmutado la pena de muerte por un retraimiento de por vida, o bien por un periodo de tiempo muy amplio. Había una salvedad para esta gente en relación con el imperativo de tener que servir los dichos tres años en las villas para redimir su delito: Quedaban exentos de dicha prestación mediante el perdón del perjudicado, o el de los familiares, como en el caso anteriormente recogido del homiciano de Serena retraído en Overa. El testigo Juan Martínez Cahecil informó de algunos aspectos de la 182 A.M.L.
Ibídem. Fol. 138. Ibídem. Fol. 138. 184 A.M.L. Ibídem. Fol. 136 v. 185 A.M.L Ibídem. Fol. 205. 186 A.M.L. Ibídem. Fol. 194 v. 187 A.M.L. Caja 217 Bis 2. Tomo II. Sala II. Fol. 47 v. 188 A.M.L. Ibídem. Fol. 126. 183 A.M.L.
112
vida de los homicianos que se encontraban en las villas, además de los propios de la defensa: “(...) veia que ansi en la dicha ciudad de Vera como en el lugar de Serena y billa de las Cuevas se comentian delitos ansi de muertes de hombres como otros y los tales deliquentes se yban a rretraer y se rretrayan a las dichas villas de Huercal y Obera y en las dichas villas se estaban y avecindavan e tenian sus ganados e colmenas por los terminos de las dichas villas de Huercal y Obera e andavan por los dichos terminos publicamente por que bien savian que los dichos limites adentro no podian entrar ni entravan la justicia de la dicha çiudad de Vera ni de otra ninguna parte a prenderlos y estavan debaxo del amparo del alcayde que estaba e rresidia en la dicha villa de Huercal (...)” 189 A este grupo de delincuentes, que voluntariamente se retraían en las villas, hay que sumarle otro grupo de defensores formado por gente que tras cometer algún delito en el reino de Granada se les castigaba con la pena de servir en la fortaleza de Huércal, como lo manifestó Fernando el Najal: “(...) en la dicha torre dixo este testigo q avia hasta 40 o 50 moros que guardavan la dicha torre y la defendian de los xpianos y miraban quando entravan xpianos en el rreyno de Granada y daban aviso y quando en el rreyno de Granada haçian algun delito algun moro lo ymbiavan a la torre para que estuviesse en ella (...)”
189 A.M.L.
Caja 217 Bis 2, Tomo I. Sala II. Fol. 126. 113
SOLDADOS DE REEMPLAZO El manifestado contingente defensivo se veía reforzado, durante los periodos de guerras contra los cristianos, por un tercer grupo a quienes Gonzalo Yaçid definió como “mozos traviesos”. Lo componían jóvenes de todas las condiciones y categorías sociales. Jóvenes que, como anteriormente quedó expresado, estaban obligados a participar personalmente en la defensa de la frontera, causándoles verdadero pánico tener que hacerlo en Huércal, a juzgar por la declaración del testigo Francisco Ortiz, cristiano nuevo vecino de Instinción, en la taha de Marchena. Con quince años, salió de su casa y se dirigió a Vera, donde coincidió con otros jóvenes llegados de distintos lugares para cumplir con este deber, narró ese momento de la siguiente manera: “(…) quando este testigo salio del lugar de Instinzion para yr a la guerra fue derecho a Bera este testigo y otros muchos soldados e llegados a la dicha ciudad de Vera estando alli por alcaide de la dicha ciudad el aguelo de Don Pedro Benegas que se llamaba Yaya Almayar querian enviar gente a Huercal e algunos rehusaron de yr al dicho lugar de Huércal e Obera para lo guardar y el dicho alcaide Yaya Almayar aguelo del dicho Don Pedro porque no se amotinasen tomo de esparto como una cebaderita e alli hecho muchas zedulas de los nombres de los soldados e los nombres de la dicha ciudad de Vera de los que en ella se avian de quedar e los que avian de yr a Huercal e Obera e ansi sacavan las dichas çedulas por suerte y el soldado que salia con çedula q deçia ciudad de Vera se quedava en ella y el soldado que salia çedula con Huercal iba a Huercal y en lo de Overa ni mas ni menos e ansi 115
le cupo a este testigo çedula del dicho lugar de Huercal e fue a ser soldado e guardar el dicho lugar y ansi estando alli en el dicho mes en beçes que estubo en la dicha guerra salian cada dia por la tierra a correr e a ballestear e andar por las partes y lugares (…) que partian y dividian los terminos de las dichas ciudades de Lorca e Vera (…)” 190 Testimonios de jóvenes que cumplieron con esta obligación hay bastantes de entre los testigos que manifestaron en el pleito susodicho, los que son identificados únicamente por los nombres que se pusieron tras su conversión. Por ellos se tiene conocimiento de cómo con quince años, en 1479, Alonso de Baeza vino a servir como soldado a Huércal, durante un mes y medio, repitiendo los dos años siguientes. 191 Francisco de Medrano durante los años 1479 y 1480 lo hizo en Huércal, Overa y Vera, durante un mes en cada lugar, y relató cómo junto con un viejo de Huércal llamado Delia de Meteni entraba muchas veces en tierra de cristianos a hacer cabalgadas. 192 Francisco de Vargas, estuvo también a Huércal durante un mes en el año 1479, al siguiente lo hizo en Overa durante dos meses y al otro en Vera durante casi otro mes. 193 Alonso de Baeza vino en los años 1479, 1480 y 1481 como soldado ballestero a Vera y a Huércal. Manifiesta éste que le pagaban dos ducados y medio por mes. 194 Fernando de Guzmán, en el año 1484, al cumplir quince años, sirvió como soldado en Huércal durante un mes, haciéndolo juntamente con su padre Reduán Alaroz y su tío Chucay Canreduán. 195 Diego el Caxobri, fue ballestero en Huércal y en Overa, por periodos, en 1484, 1485 y 1486. 196 Y esto era así porque la defensa era una obligación inexcusable por parte de todos los jóvenes, tal y como lo afirmó el cristiano nuevo Bartolomé de Ayala, quien estuvo desterrado en Vera sirviendo como hombre de guerra, por haber matado cuando aún no tenía veinte años a un “negro de avenamar” en Baza: 190 A.M.L.
Caja 217 Bis 2. Tomo II. Sala II. Fol. 270 v. Ibídem. Fol. 273. 192 A.M.L. Ibídem. Fol. 277. 193 A.M.L .Ibídem. Fol. 278. 194 A.M.L .Ibídem. Fol. 318. 195 A.M.L .Ibídem. Fol. 271. 196 A.M.L .Ibídem. Fol. 274. 191 A.M.L.
116
“(...) algunas veces en tiempo de guerra faltava alguna gente para la guarda de los dichos lugares de Overa y Guercal la ciudad de Vera y la justicia della sacava mancebos hijos de vecinos de la dicha ciudad y los hacian yr aunque no querian a velar y guardar los dichos lugares porque estavan en frontera especialmente a Guercal que estaba en mas peligro y este testigo fue algunas vezes en llevar a los dichos lugares la dicha gente (...)” 197 Acerca de la situación económica en la que se encontraban estas personas, a las que el rey obligaba a formar parte de la guarnición de las villas, se refirió también Francisco López de Cárdenas, al afirmar que él, desde Vera, acudió a servir como ballestero a Huércal y a Overa, desde 1486 hasta que se entregó la villa a los Reyes Católicos, por espacio de uno o dos meses al año, hasta que viendo segura la tierra se retiraban, “por lo que llevaba sueldo”. 198 Que duda cabe que aunque era el rey el que disponía que se enviase gente a servir como soldado en la frontera, no era éste quien la designaba, al igual que tampoco era directamente él quien les pagaba. Era Vera, como cabeza de taha quien se ocupaba de ello, si bien posteriormente se resarcía de los gastos deduciéndolos de los derechos y diezmos que esta ciudad cobraba para las arcas reales granadinas.
197 A.M.L. 198 A.M.L.
Ibídem. Fol. 53 v. Ibídem. Fol. 319. 117
SOLDADOS DE REFUERZO Se podría hablar incluso de un cuarto grupo de soldados de entre los que prestaban servicio en estos lugares, si bien éstos eran enviados para acciones muy concretas y por periodos muy limitados. A esta situación se refiere el cristiano nuevo llamado Sebastián Marín, quien en el año 1545, en el pleito que el concejo de Huércal trataba contra la ciudad de Vera, reclamándole la propiedad del terreno sobre el que esa ciudad había construido un mesón, manifestó que: “(...) este testigo y otros muchos vezinos de la dicha ciudad de Baça gente de guerra de a pie e de a cavallo por mandado del rrey moro de Granada e del caudillo de la dicha ciudad de Baça yvan a guardar en tiempo de los agostos e quando se avian de segar los panes a los segadores e pan que se cogia y este testigo estuvo en esto en diversos tiempos y tiempo de dos agostos guardando los segadores muchos lugares de moros entre los quales este testigo se acuerda que fue con otra mucha gente dos agostos a guardar el lugar y segadores que andavan segando por los campos por que los xpianos de Lorca corrian en el campo de Huercal e Vera e cautivan muchos moros e que thenyendo alli que la guarnicion durante el tiempo de la segada no venian tan a menudo a correr la tierra e que durante aquel dicho tiempo de los dichos dos agostos que este testigo en la dicha villa de Huercal estuvo en aquella guarnicion en guarda de la dicha villa (...)” 199 Pero entre todas las manifestaciones a una hay que prestar atención especial, por cuanto el testigo es natural de Huércal y supuestamente 199 A.R.Ch.
G. Caja 1953. Pieza 016. S/n. 119
buen conocedor de la situación de la villa, quien al hilo de lo que se está exponiendo declaró: “(...) que siendo la tierra de moros este testigo save e vido que el dicho lugar de Huercal hera de hasta veinte vecinos poco mas o menos y todos los vecinos que en el dicho lugar estavan ganavan sueldo del rrey como gente que estaba en el dicho lugar para su guarda en el qual dicho lugar avia una torre e atalaya y quando entravan xptianos luego desde el dicho lugar de Guercal davan aviso a la dicha ciudad de Vera (...)” 200 Vaya por delante la credibilidad del testigo y por tanto la veracidad de su manifestación. No obstante quiero hacer una observación que está en contra de lo que expone: La torre del castillo de Huércal no tiene enlace visual con Vera, ni directa ni a través de los lugares intermedios de Overa y la Ballabona. Por lo tanto si se daban avisos desde ella serían los atajadores, desde las atalayas, quienes los transmitían a esa ciudad. Esto evidenciaría que su misión de correr la tierra era una obligación que llevaban a cabo de manera ininterrumpida.
200 A.M.L.
120
Caja 217 Bis 2. Tomo II. Sala II. Fol. 257 v.
CAPITULO IV Vera, ciudad nodriza. Tiempo de guerra y tiempo de paz. El sistema defensivo básico: fortalezas, casas fuerte y atajadores.
VERA, CIUDAD NODRIZA Se puede afirmar sin lugar a dudas que la dependencia de las villas de Huércal y Overa era total respecto a la ciudad de Vera, que las abastecía de todo lo que precisaban. Les enviaba mantenimientos y gente para la defensa, reparaba sus adarves, ponía alcaides de manera provisional, pagaba a su personal de guerra... No obstante si ejercía esta tutela no era por ser su dueña, sino porque como lugar principal de entre todos los de la comarca era cabeza de taha, y al margen de esto su seguridad dependía directamente de ellas. Un testigo, natural de Vera, llamado tras su bautismo Juan Marzo, manifestó cómo recordaba haber visto durante toda su vida que Vera cobraba todos los provechos del campo de Huércal, tanto los derechos por herbajes de los ganados que venían a pastar de fuera, como el quinto que se pagaba del valor de lo que se aprehendía a los cristianos en las cabalgadas. 201 En el mismo sentido se expresó Gómez Alhazar, también natural de Vera, añadiendo que era así en tiempos de paz, y que además la ciudad recaudaba los diezmos de cuanto cogían los vecinos de lo que sembraban alrededor de Huércal y Overa, dejándoselos a cuenta del sueldo que 201 A.M.L.
Caja 217 Bis 2. Tomo II. Sala II. Fol. 12. 121
cobraban todos los varones mayores de 15 años que se encontraban en ambas villas, los cuales tenían obligación de no salir de muros hacia fuera cuando estaban en guerra. 202 Ilustrativa resulta la declaración de Fernando de Guzmán, cristiano nuevo, al manifestar que: “(...) la ciudad de Vera (...) enviavan al dicho lugar de Huercal gente de guerra e asi fue este testigo e vio yr otros muchos questuvieron juntos con este testigo e alli la dicha ciudad les ynviaba bastimentos e lo que avia menester e munizion para los soldados y este testigo llevava una lança con que alli servia a la dicha ciudad lo qual la dicha ciudad hazia para guardar el dicho lugar de Huercal e defendello de los cristianos de que no lo tomasen e que este testigo oyo alli dezir a muchos vezinos de la dicha ciudad de Vera que ansi se hazia e guardava en sus tiempos (...)” 203 Al referirse el testigo al abastecimiento de munición a los soldados no se entienda que se trata de aprovisionamiento para el uso de armas de fuego, sino a los víveres y pertrechos de los que servían como ballesteros o lanceros, dependiendo del arma que portaran. Y, tratando de plasmar lo más fielmente posible la realidad de las villas, me voy a remitir a lo manifestado por Antón de Raya el Rami, quien con quince años partió de Baza a Vera, donde estuvo cuatro años como caballero sirviendo a su alcaide Xes Hined, desde 1479 hasta 1482. Transcribo a continuación unos hechos de los que fue testigo presencial: “(...) por estar los lugares de Guercal y Obera cerca de los cristianos la gente que en ellos estava por ser pocos no sembravan ni coxian e por no poder salir de los dichos lugares envio a le facer saver al dicho alcaide amo deste testigo y como el lo supo mando q porque los dichos lugares fuesen mejor guardados dar a cada hombre q estuviese en ellos una fanega de trigo e cinco pesantes cada un mes e demas desto ofreciose que por la guerra que daban los cristianos no les podia entrar bastimentos a los dichos lugares e padezian fambre y los dichos vezinos de Guercal 202 A.M.L. 203 A.M.L.
122
Ibídem. Fol. 12 v. Ibídem. Fol. 322.
y Obera enviaron gente a lo facer saver a Vera diziendo q les enviasen bastimentos q estavan en gran nezesidad donde no que hellos dexarian el lugar e tomase la llaves e que hiziese lo que Dios le ayudase dellas e visto lo susodicho por el dicho alcayde amo de este testigo mando que se fuese a buscar trigo a Baça e a otras partes a buscar trigo e bastimento y lo trujeron y traisdo el dicho alcayde de Vera mando que ciertos cavalleros en sus cavallos cada uno tomasen tanta cantidad de pan y lo metiesen en los lugares e lo llevaron y le dieron bastimento (...)” 204 De entre la gente de Huércal y Overa que fue a Vera a pedir que se les abasteciera, a la cabeza se encontraba Albahuer, que en aquel tiempo era alguacil de Huércal, tal y como recordó Rodrigo de Vera, el Cabezón.205 El lugar en donde formularon la solicitud fue en la mezquita de Vera, donde se encontraba la gente reunida, según Luis Alcamayni,206 sin llegar a precisar si estaba reunida para la ocasión o si ya lo estaba por otro menester. La tutela de Vera sobre las villas no era algo reciente, según se deduce de la declaración de Gómez Fajardo, pues su padre Mofadad al Mazlot, vecino de Huércal que nació hacia 1358, le comentaba que siempre lo había visto ser así. Además hace constar cómo Vera recibía a la gente que había de servir como soldado en Huércal y Overa y la despedía cuando quería, pagándoles su sueldo de la nómina que recibía del rey de Granada, de la cantidad que éste entregaba para la gente de guerra de su reino. 207 Más puntual resultó en su declaración Alonso Durgani, al fijar los hechos narrados 49 años antes de 1534, año en que se llevó a efecto su interrogatorio, esto es: en 1485. Lo que difiere algo del periodo en que los situó Antón de Raya en la suya, sin llegar a desvirtuarlos por ello, añadiendo que los vecinos de Huércal y Overa que se presentaron en Vera a solicitar bastimentos eran de los más distinguidos de dichos lugares. 208 Y precisando aún más en la cuestión, quiero dejar constancia de la manifestación de un natural de Vera llamado Martín de Haro, quien por ella identifica a esas personas distinguidas como Xiber, Zaxiber, el Rami y otros de los Hazen. 209 204 A.M.L.
Ibídem. Fol. 134 v. Ibídem. Fol. 123. 206 A.M.L. Ibídem. Fol. 132. 207 A.M.L. Ibídem. Fol. 140. 208 A.M.L. Ibídem. Fol. 144 v. 209 A.M.L. Ibídem. Fol. 2. 205 A.M.L.
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La petición que los vecinos de las villas hicieron a Vera era de lo más justificada, ya que en ese tiempo se estaba en guerra con los cristianos, y como ya se ha hecho constar, era habitual que durante estos periodos los soldados no saliesen de su fortaleza, quedando en estado de guardia permanente, lo cual corroboró Mahomet Aboaque, que fue alcaide. Desde la credibilidad que tal condición le confiere, declaró que los vecinos de Huércal y Overa sembraban y cazaban y se aprovechaban en aquellos campos en tiempos de paces, no así en tiempos de guerra, que no osaban salir a ellos.210 Esta situación improductiva originaba el que forzosamente los vecinos tenían que ser provistos de alimentos desde el exterior. Pero si este abastecimiento lo recibían las villas directamente de Vera, su contribución era una obligación compartida entre los lugares comarcanos. Así lo manifestó el testigo Alonso Arca, cristiano nuevo, al afirmar que de toda la jurisdicción de Vera, por mandato de dicha ciudad, llevaban provisiones y todas las cosas necesarias a los lugares de Huércal y Overa. Hay otros testimonios con los que hacer más completo lo referido anteriormente, de entre los cuales, por su concreción, destaca el del cristiano nuevo llamado Diego Albolote al facilitar detalles como que: “(…) de Tavernas y del rrio de Almeria y del Buluday le ynviavan al dicho alcayde de Vera harina y trigo para el mantenimiento de los dichos lugares [Huércal y Overa] y se lo davan de gracia porque le querian servir con ello por ser como la dicha ciudad y los dichos lugares eran frontera (…)” 211 Dicho de esta manera da la sensación de que los pueblos efectuaran la donación de forma altruista, cuando nada más lejos de la realidad. Llama la atención comprobar cómo de lugares tan distantes como los del río de Almería y de la Alpujarra se mandasen abastos a las villas. De esta circunstancia, por si se llegara a dudar de la veracidad de lo manifestado, se tiene conocimiento directamente nada menos que a través del sultán de Granada, que así lo ordenaba por medio de sus “cartas bermejas.” Una de ellas está fechada el día 26 de noviembre del año 1468, y se ordena que los derechos y magrames 212de Ohanes se repartan y entreguen a Huércal, y transcrita es la que sigue: “Con el nonbre de Dios piadoso e misericordioso por el mandado 210 A.M.V.
Legajo 252. Fol. 5. Libro 212. S/n. 212 Plural de magram. Impuesto sobre la propiedad de la tierra. 211 A.M.V.
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alto del rrei venturoso venzedor con Dioss Ali de los de nacre guie Dios su alteza e haga venturosos sus tiempos e dias sea puesta esta zedula rreal con el ayuda de Dios en manos del que pareszire con ella por nuestro mandado e que por virtud della los derechos e magrames de Ohanez se rrepartan e hagan sigun e de la manera que se a hecho por quanto son para Huercal y es justicia que determinamos e parezer de que nos contentamos ansi que no se vaya contra ello ni pase de lo en ello contenido con el ayuda de Dios esto se cumpla y lo en ella contenido se execute e fue scripta en los diez dias de enmedio de la luna de Jumididula ano de ochozientos e setenta e tres Dios altisimo nos partizipe sus bienes por su poder (...)” 213 Otra de las cartas está fechada el día 20 de agosto de 1453 y por ella el rey ordena que los diezmos de Teresa y Cabrera, lugares hoy desaparecidos que pertenecían a la taha de Vera, fueran íntegros para Huércal: “Con el nonbre Dios piadoso y misericordioso por el mandado alto guiado por Dios del rrei vitorioso con Dios de los de Nacre guie Dios su alteza e jure su mandado sea puesta con el ayuda de Dios esta zedula rreal en manos del alguazi e viexos e gente comun vezinos de Huercal e ser los onrrados loados jure Dios sus honrras zedula rreal que por ella se manda que los diezmos de Cabrera e Teresa sean enteramente situados y senalados para ellos e para su sustento que no se entremeta con elloso entre ellos en cosa alguna en poco ni en mucho esto se guarde e cumpla E fue escripta mediada la luna de Xaaben ano de ochocientos e cinquenta y siete Dios nos participe su bendicion (...)”214 Al siguiente año, el monarca confirma este privilegio a las villas por medio de otra nueva carta, fechada el día 2 de septiembre de 1454, en la que manda que nadie ose tomar nada de los diezmos de Teresa y Cabrera, los cuales habían de ser para Huércal. Tal y como se puede observar: “ Con el nonbre de Dios piadoso e misericordioso por el mandado alto guiado por Dios del rrey venturoso guerreador Zaid de los de Nacre jure Dios su alteza e aga vitoriosas su seña cumplase 213 A.M.L.
Caja 217 Bis 3. Sala II. Fol 609 v. y 610. Presentada por Lorca en el pleito contra Vera por la posesión del campo de Huércal en 1551. 214 A.M.L. Ibídem. Fol. 625 125
con el poder y esfuerzo de Dios por este mandamiento rreal que los diezmos que se obieren en Cabrera e Teresa sean enteramente dedicados para Huercal segun lo heran que persona alguna no sea osado a tomar cosa alguna dellos por que an de ser para Huercal segun esta dicho y este mandamiento rreal es conformacion del mandamiento rreal questa dado en este caso el qual se guarde e cumpla e se haga conforme a ello con el ayuda de Dios fue escripta a diez dias de la luna de rramadan ano de ochocientos e cinquenta e ocho (...)” 215 La última de estas “cartas bermejas” está dirigida al almojarife de Purchena, al que se le ordena que entregue a Huércal lo que le corresponde de los libramientos. El que la carta no esté dirigida al alcaide de Purchena sino a su almojarife, como persona encargada de recaudar los impuestos y rentas reales, hace que indirectamente la contribución para el mantenimiento de los vecinos de Huércal, además de obligar a la ciudad, sea extensiva para todos los lugares de su taha. Está fechada el día 28 de mayo del año 1409, y transcrita es la que sigue: “Con el nonbre de Dios piadoso e misericordioso por el mandado alto del rrei benturoso guiado por Dios Yuçaf de los de Nacre jure Dios su alteza e loe sus dadibas sea puesta con el ayuda de Dios esta zedula rreal en manos del honrrado comun e guerreadores vecinos de Huercal que Dios defienda e loss ensalze zedula rreal que por ella se manda al almoxarife de Purchena sea quien fuere que les acuda con lo que adaber por los libramientos entregamiento cumplido sin que se pueda tocar en cosa alguna dello para siempre y si tomare cosa alguna de lo que esta senalado que el teniente de alcaide se lo defienda esto se guarde e conforme a ello se haga fue escripto a catorce dias de la luna de Moharam principio del ano de ochozientos y doce (...)” 216 El interés del monarca porque las villas no quedasen desatendidas debía de ser grande, cuando al margen del mandato que impone al almojarife, responsabiliza al teniente de alcaide para que se cumpla lo que manda. La relación de lugares desde los que se enviaban bastimentos a estas villas la amplía el cristiano nuevo Iñigo López Mendoza Abén Audalá, 215 A.M.L. 216 A.M.L.
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Ibídem. Fol. 628 a 629 Ibídem. Fol. 634 v. a 635 v.
al manifestar que él los había llevado desde Urrácal por mandado del rey de Granada. 217 E igualmente el también cristiano nuevo Juan de Velasco añade otro lugar más a la lista, al declarar que estando recogiendo los diezmos en Sorbas por mandado de un caudillo de Vera, se le presentó el alguacil de Huércal y entregó los bastimentos que por una cédula del concejo de Vera se le ordenaba dar. 218 Tras lo referido en relación con la forma de abastecimiento de estas villas, ha quedado patente que no solamente los lugares comarcanos, sino también los del río de Almería, los de la Alpujarra y los del valle del Almanzora estaban comprometidos con el mantenimiento de sus hombres de guerra. Pertenecían al río de Almería, según Ginés Pérez de Hita hizo constar en sus “Guerras Civiles de Granada” los lugares siguientes: Almería, Vícar, Ténix, Guércal (de Almería), Fénix, Pichona, Alhamalasec, Santa Cruz, Turpe, Rioja, Rágol, Meles, Cucija, Ochovez, Santa Fe, Ilar, Efición, Marcena, Guenlejas, Almaneata, Abiatar, Lacumbre y Catiyar.
217 A.M.L. 218 A.M.L.
Caja 217 Bis 2. Tomo I. Sala II. Fol. 138 v. Caja 217 Bis 2. Tomo II. Sala II. Fol. 20 v. 127
TIEMPO DE GUERRA Y TIEMPO DE PAZ Cualquier aspecto de la vida cotidiana en las villas, como no podía ser de otro modo, estaba sujeto a periodos alternativos de guerra y de paz. No solamente las relaciones con los cristianos eran determinantes a este respecto, pues también dependía de la existencia de las luchas internas por el trono de Granada, las cuales tenían lugar con cierta regularidad. Estas contiendas que normalmente no daban lugar a una participación activa por parte de los vecinos, sí hacían que padeciesen sus consecuencias. A estos efectos, téngase presente la dependencia casi total de las villas de los presupuestos reales, en un momento en que el reino está gobernado por dos reyes, con el consecuente incremento del gasto militar, por tenerse que luchar con distintos contendientes a la vez, musulmanes y cristianos. Las consecuencias inmediatas del aumento del gasto era la subida de los impuestos, en perjuicio de la economía local, muy maltrecha por efecto de las luchas contra los cristianos, la tala de sus huertas, la devastación de sus campos y el robo de sus ganados. Esto debió de generar en el ánimo de los vecinos comarcanos tal situación, que estoy convencido llegó a ser determinante para que, sin llegar a plantearse el enfrentamiento, a su momento entregaran sus fortalezas a los Reyes Católicos una villa tras otra. Guerra y paz. La vida en las villas en cualquier tiempo y bajo cualquiera de estos dos estados, era de peligro permanente. En periodos de guerra existía un riesgo evidente para la integridad de sus vecinos, viéndose además abocados a atravesar por situaciones angustiosas, originadas por la escasez de alimentos y de menoscabo en sus economías 129
ante la imposibilidad de poder desarrollar actividad productiva alguna. En periodos de paz también se vivían situaciones que en poco diferían de cuando se estaba en guerra, unas veces porque había salteadores que a través de su frontera con Lorca entraban a llevarse el mayor número de vecinos cautivos y a robarles su ganado, otras porque de forma temporal o definitivamente se rompía sin aviso previo la tregua sorprendiendo a los habitantes, con trágico resultado para ellos. La última década del domino musulmán de Granada fue especialmente convulsa, porque, como anteriormente he comentado, a las consecuencias de la guerra contra los cristianos hubo que añadir las ocasionadas por una confrontación civil, a la que desembocó las aspiraciones de dos candidatos al trono del reino. En 1476, el sultán de Granada, estando próxima la finalización de una tregua pactada con Castilla, al objeto de tratar su prorrogación envió embajadores al monarca cristiano, quien en respuesta envió a Granada a los suyos para solicitar al rey Abul Hacén como condición el pago de parias. Pero éste les respondió: “Id y decid a vuestros soberanos que ya murieron los reyes de Granada que pagaban tributo a los cristianos, y que en Granada no se labra sino alfanjes y hierros de lanza contra nuestros enemigos.” Castilla debía estar abiertamente a favor de la paz cuando a pesar de lo dicho concertó la prórroga de la tregua sin condición económica alguna.219Al año siguiente, el sultán, junto con el alcaide de Almería Malique Alabez, entró por Vera al reino de Murcia con 1.500 lanzas y estuvo saqueando los lugares abiertos, lo que suponía un claro quebrantamiento de la tregua, ya que los lugares que gozaban de mayor amparo durante las treguas eran precisamente los despoblados. El resentimiento del sultán hacia los cristianos debía de ser grande cuando en abril del mismo año, saliendo desde Vélez Blanco con 4.000 caballos y 30.000 peones, entró en Cieza, la saqueó, mató a 80 vecinos e hizo cautivos al resto, que ascendían a 500. En su justificación, dio como argumento a los Reyes Católicos que respondía así al apresamiento de moros hecho por el Adelantado de Murcia. Siguieron realizándose por parte del de Granada entradas al reino de Murcia y en una, que tuvo lugar el día 25 de junio de ese mismo año, se llevó con él a un número elevado de mudéjares que fue encontrándose al paso. Posteriormente muchos de ellos solicitaron al monarca castellano volver a sus hogares, a lo que éste, acuciado por los problemas derivados 219 J.
A. CONDE: Historia de la dominación de los árabes en España. Sacada de varios manuscritos y memorias arábigas. Tomo III. Madrid 1821, pág. 210. 130
de la despoblación de aquellos lugares, accedió de sumo grado. No obstante, los Reyes, haciendo acopio de prudencia, ordenan no hacer la guerra a Granada hasta recibir la respuesta que su rey daría a la tregua que se le había propuesto. Su respuesta fue favorable, firmándose la paz por un periodo de tres años. El año 1482 comenzó de forma nefasta para los intereses del monarca granadino, pues si por un lado el 28 de febrero los cristianos logran conquistar Alhama de Granada, plaza importante del reino, por otro lado se estaba fraguando contra él una conspiración para arrebatarle el trono, siendo promotor de ella su hijo Abú Abdalah, más conocido por Boabdil. La toma de Alhama supuso el principio del fin del reino de Granada. A partir de aquí la conquista del reino fue contemplada por los Reyes Católicos como un firme propósito. También fue el comienzo de una guerra fraticida, motivada por la autoproclamación de Boabdil como sultán del reino de Granada, con el apoyo de su hermano Yusuf y de los Abencerrajes. En el bando contrario, su padre y legitimo monarca, Muley Hacén, que contaba con los apoyos de su hermano el Zagal y de su cuñado, Cidi Yahya Alnayar, miembro de una de las familias más importantes del momento. Este último fue un personaje muy influyente, del que en gran parte dependió el desenlace de la conquista del reino de Granada y particularmente la entrega de las fortalezas de la frontera oriental, al que nos volveremos a referir en lugar oportuno. Muley Hacén encerró a Boabdil en la Torre de Comares, pero con la ayuda de sus seguidores logró evadirse. Tras levantar a la ciudad contra su padre se dirige al Albaicín donde se fortifica. Se producen desde entonces continuos enfrentamientos entre partidarios de uno y de otro bando, y en el mes de julio en Guadix se proclamó rey de Granada. En 1483 los Reyes Católicos reconocen a Boabdil como rey de Granada, a cambio éste se compromete a rendirles vasallaje y pagarles 12.000 doblas anuales, a hacerles entrega de 700 cautivos cristianos de los que estaban en Granada y a reconocerles la posesión de Alhama. Asimismo se compromete a ganar y entregarles Loja. Los Reyes como contrapartida, para facilitarle la adhesión de adeptos, otorgan una tregua por dos años a todos los lugares que le reconozcan como rey. En abril de este mismo año, el Adelantado de Murcia, Juan Chacón, cruzó la frontera con 200 caballeros y 1.000 peones y taló Vera, posiblemente por no haber reconocido a Boabdil como rey de Granada. El día 23 de abril, incumpliendo el acuerdo con los Reyes Católicos, Boabdil realiza una fuerte defensa de Lucena, siendo derrotado y hecho prisionero, ante lo cual Muley Hacén se vuelve a hacer con el control 131
de la ciudad de Granada y los territorios que estaban bajo el dominio de su hijo. Tras unas nuevas negociaciones con Boabdil, los Reyes Católicos, con fecha 5 de julio de 1483, vuelven a otorgar otra tregua a los lugares que le apoyen y le ponen en libertad, dirigiéndose a Vélez Blanco donde le reciben por rey. En 1484 Boabdil, “el rey Chico,” se apodera de Almería, hasta que al año siguiente la vuelve a tomar El Zagal para su hermano. En mayo del mismo año los Reyes Católicos ordenan a Murcia y a Lorca talar 220 Huéscar y otros lugares fronterizos del reino de Granada por no reconocer a Boabdil por rey. Con posterioridad sustituyen este objetivo por Baza y su hoya, al ser tierra muy fértil y de esa manera hacer más daño. También se tala la vega de Málaga. Al mes siguiente Juan Chacón vuelve a entrar en Vera y los Vélez y se toma Álora, junto con otros pueblos comarcanos. Poco después tala la vega de Granada, en agosto se toma Setenil y al siguiente mes se talan los campos de Ronda. Viejo y habiendo perdido la confianza de su pueblo, Muley Hacén, abdica en favor de su hermano Abdalah, “el Zagal” ese mismo año de 1484. Al siguiente año los ejércitos cristianos rindieron la fortaleza de Cohín, el día 27 de abril, y el 28 Cartama. Caen el 23 de mayo Ronda y poco después Marbella. En septiembre Boabdil se fortifica en Huéscar de regreso de Castilla a donde había huido. Por Pascua florida, Juan de Benavides vuelve a arrasar los campos de Vera y Cuevas. En octubre los Abduladines de los Vélez pactan con los Reyes Católicos y protegen a Boabdil en su demarcación. Al año siguiente está en su poder la mayor parte de la zona oriental del reino, mientras que el Zagal domina la occidental. En marzo de 1486 el Zagal y Boabdil llegan a un acuerdo para repartirse el reino, por el cual el primero se queda con Granada, Almería y Málaga y el segundo con la Axarquía Almeriense. Caen rendidas a los cristianos Íllora, Moclín, Colomera y Montefrío. Con fecha 25 de mayo, la reina Isabel ordenó hacer la guerra a toda la frontera, tanto a los lugares que se habían acogido a la tregua como 220 Lo que los monarcas están ordenando a Lorca con esta acción es cortar, quemar, arrasar, destruir por cualquier vía el mayor número de árboles posible de estos territorios, principalmente los más productivos, a fín de que su pérdida repercuta negativamente en la economía local. Esta era una acción que se solía realizar juntamente con la destrucción de las huertas y sembrados.
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a los que no. El 29 de Mayo, Loja, defendida por Boabdil, se entrega a los cristianos, y es hecho nuevamente prisionero. Con fecha 30 de mayo vuelve a pactar un nuevo tratado con los Reyes Católicos por el que se compromete a tomar para ellos Guadix, Baza, Los Vélez y Mojácar, que estaban por el Zagal a cambio de ser nombrado conde o duque de ese territorio. Igual que en ocasiones anteriores, se otorga una tregua a los pueblos que respaldan a Boabdil, esta vez por tres años. En Junio los murcianos talan la comarca de los Vélez por dejar de apoyar a Boabdil. El 27 de abril de 1487 se rinde Vélez Málaga y el 4 de septiembre lo hace Málaga. En mayo del siguiente año, el Zagal llegó hasta Cantoria con un ejército de 1.000 lanzas y 10.000 peones con el propósito de defender Vera. Pero al mes siguiente partió hacia Almería para defenderla, dándose la ocasión oportuna para que el día 10 de junio Vera se entregara a los Reyes Católicos por manos del noble Yuça Cordela, junto con numerosas fortalezas y lugares comarcanos, entre los que se incluyen Huércal y Overa. El día 4 de diciembre se entregaban Baza y Purchena y el 22 Almería, y así uno tras otro fueron cayendo todos los lugares del reino de Ganada que estaban en poder de los dos pretendientes al trono, hasta concluir la plena reconquista del reino tras la entrega de Granada por Boabdil, el 2 de enero de 1492. 221 Si me he permitido hacer este breve repaso a la historia ha sido para tratar de ubicar en la medida de lo posible a las villas dentro de un contexto. He recogido principalmente los sucesos protagonizados por el ejército cristiano, aunque las escaramuzas, durante las dos décadas de guerra civil, fueron igualmente constantes, contribuyendo a multiplicar por dos los estragos de la lucha en la comarca. Aunque no hay constancia de que la contienda afectara directamente a las poblaciones de Huércal y Overa, no cabe duda de que sí que llegarían a experimentar sus consecuencias indirectas. En los lugares principales del reino fue donde se produjeron las mayores luchas fratricidas entre partidarios de los dos bandos. No hay constancia documental de que estas villas fueran atacadas por los cristianos tras la tregua concedida por los Reyes Católicos a los lugares que reconocieron a Boabdil como legítimo heredero al trono del 221 Estas citas figuran en cualquier libro de historia, si bien la mayor parte de ellas están recogidas de la Historia de la Vera Antigua, de J. A. TAPIA GARRIDO y de la Historia de la dominación de los árabes en España, de J. A. CONDE. París, 1840.
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reino de Granada, lo que induce a pensar que se posicionaron a su favor. Esta hipótesis se contrapone frontalmente con una realidad histórica, condicionada por la ya referida dependencia de Huércal y Overa a la ciudad de Vera, y a los intereses particulares del que era su alcaide Aben Celín, infante de Almería, y a los de su hijo Cidi Yahya Alnayar, que abiertamente prestaron su apoyo en la última confrontación civil a su cuñado Abú Abd Allah, el Zagal, el otro sultán de Granada, en contra de Boabdil. En 1480 Aben Celín Alnayar fue nombrado, por quien también era su cuñado Muley Hacén, Visorrey de Almería y de la mar de Alborán, cargo que desempeñaría hasta su fallecimiento, que tuvo lugar entre 1488 y 1489. 222 En función del cargo ejercía su autoridad sobre Baza, Los Vélez, la taha de Marchena, Vera y Mojácar. Era hijo del que fue sultán de Granada Yusuf IV y nunca renunció a sus derechos sucesorios al trono de Granada. El apoyo de Alnayar a el Zagal no era desinteresado, pues se estuvo sirviendo de él como la mejor opción en provecho de su patrimonio. Pero probablemente, ante la posibilidad de ver frustradas sus ambiciones en caso de ser Boabdil quien ocupase el trono del reino de Granada, secretamente establece contactos con Castilla para entregarles las plazas bajo su dominio. A cambio pide que le concedan diferentes mercedes, tal y como se recoge en un documento firmado en Alcalá de Henares por los Reyes Católicos con fecha 23 de diciembre de 1485, en el que se puede leer: “Don Fernando e doña Ysabel, Rey e Reyna de Castilla, de León, de Aragón, (...) Por tanto a vos Çidi Aya Alnayar, alcayde de Almería y Vera, y Alnayar, vuestro fijo, por servicio de Dios e alunbrados por el Espiritu Santo, conosçiendo quanto bien aventurados son los que biven e umgen en nuestra santa fe cristiana, en la qual vuestro padre e agüelos bivieron y murieron, porque vosotros desçendeys de linaje de vasallos cristianos, e deseando convertir vos a la nuestra santa fe catholica, e ensalçar el nombre de Nuestro Señor Redentor Jesucristo, teneys en voluntad de vos facer cristianos e rescebir el agua de bautismo e venid al servicio de Dios e nuestro, e junto con esto entregarnos las dichas çiudades con sus fortalezas. Rodeada por esta presente escriptura, e sellada con nuestro sello, 222 J.A.
TAPIA GARRIDO: Historia general de Almería y su provincia. Tomo IV. “Almería musulmana II (1172/1492)”. Almería 1991, pág. 394. 134
acatando quand justa e razonable cosa es que personas que tan grande e tan señalado serviçio entienden fazer a Dios e a nos no queden syn con digna remuneraçión. Nos prometemos a vos, el dicho alcayde, para vos e para vuestros desçendiente, e juramos por nuestra buena fe e palabra real, que faziendo e agoliendo vosotros realmente e de fecho las cosas sobre dichas, en tal caso vos faremos merçed para vos e para vuestros desçendientes de la villa de Gandia, con todos sus vasallos, cristianos, moros e judios (...) Otrosy prometemos e juramos por la dicha nuesta fe e palabra real que junto con lo sobredicho vos daremos e faremos merçedes para vos e para vuestros desçendientes, e para quien vos quisieredes, del partido e tierra que se di Bolydod (...) E otrosy vos faremos merçed de treynta faziendas de moros vezinos e moradores del dicho reyno de Granada, quales vos quisyeredes escoger y nombrar. E otrosy vos faremos merced de dos terçias partes de la presa que en la toma e socorro de las dichas çibdades se tomaren. E otrosy vos prometemos que en todo quanto en el dicho reyno paresçiere ser vuestro asy se vos dara libremente (...) Mandaremos a Juan de Benavides, en manera que se hara que se case un hijo suyo con una fija vuestra, e una fija suya con un fijo vuestro. E que el dicho Juan de Benavides e sus desçendientes tenga por nosotros las fortalezas e governaçion de las dichas Almeria y Vera e de sus tierras. Otrosy prometemos e juramos por nuestra fe e palabra real a vos el dicho Cidi Alnayar, fijo del dicho alcaide, que vos daremos e faremos merçed de Aynix e Fenix (...) Otrosy guardaremos e miraremos por vuestras vidas e por vuestras honras, e por vuestras faziendas, e non consentiremos agravio ni desaguisado alguno se vos faga a vosotros ni a vuestros desçendientes, lo qual todo quanto dicho es prometemos e juramos por nuestra fe e palabra real, por nos e por nuestros desçendientes (...)” 223 De esta forma el alcaide de Vera se aseguraba un buen futuro para él y su familia, tanto si su cuñado llegaba a gobernar el reino en solitario, como si era conquistado por los Reyes Católicos. 223
J. GRIMA CERVANTES: Almería y el reino de Granada en los inicios de la modernidad (S. XV-XVI) “Un personaje almeriense en las crónicas musulmanas y cristianas. El infante Cidi Yahya Alnayar (1435?-1506) Su papel en la Guerra de Granada”. Arráez Editores 1993 135
No es necesario advertir las consecuencias negativas que le sobrevendrían en caso de que contrariamente a esas dos posibilidades fuese Boabdil el que llegase a reinar en solitario el reino de Granada. Pero para su desgracia, los Reyes Católicos también jugaban con doble baraja y pocos meses después de acordar el pacto anterior, negociaron con Boabdil la entrega del reino de Granada, reconociéndolo a partir de entonces como legítimo y único heredero del trono. Para facilitar el buen fin de lo negociado, los reyes cristianos, concedieron a todos los pueblos que tomasen partido por el Rey Chico una tregua por dos años; y al objeto de influir sobre la decisión de los pueblos de manera favorable a sus intereses ordenaron atacar a los que no lo hicieran. En la memoria reciente de los reyes cristianos estaría patente el valor de la palabra de Boabdil, que había faltado a ella en repetidas ocasiones, razón por la cual no resulta lógico que este pacto supusiera una ruptura del acuerdo con Yahya Alnayar, aún a pesar de que el bocado que éste les ofrecía era menor, pero del que por el contrario su palabra ofrecía total garantía, tal y como durante la conquista del reino hizo ostensible demostración. Por lo que, salvo prueba en contra, este nuevo pacto de los Reyes Católicos con Boabdil obedecería a una estrategia de la que se sirvieron los monarcas para concluir la conquista, de cuya elaboración no debió de ser totalmente ajeno el aludido alcaide de Vera y Almería. Atendiendo a los resultados finales, los Alnayar supieron jugar mejor sus cartas que Boabdil y que el Zagal, y en gran medida a ellos se debió que en 1488 se entregaran en cascada más de cincuenta villas de la frontera oriental, entre las que se encontraban Vera, Huércal y Overa, tras lo cual fueron cayendo distintos lugares del reino de Granada, hasta concluir su reconquista con la toma de la ciudad el día 2 de enero de 1492. En 1489 el Zagal capituló, entregando sus dominios de Baza, Almería y Guadix a los Reyes Católicos y al año siguiente marchó a África, donde murió poco después. Boabdil, último rey de Granada, al año siguiente de perder el reino también marchó a África y allí murió en 1527. Yahya Alnayar convertido al cristianismo fue bautizado con el nombre de Pedro de Granada Venegas y murió en Lanjarón en 1506, habiéndosele respetado todo su patrimonio familiar, que incluso fue incrementado por los Reyes Católicos, conforme lo pactado por su participación activa en la conquista del reino. La toma de posición en la contienda por parte de Huércal y Overa a favor de Boabdil, a pesar de lo referido, es evidente a tenor de la 136
manifestación del testigo Fernando López de Bonaque, cristiano viejo vecino de Lorca, al jurar que: “(...) en tiempo de la guerra la çiudad de Lorca hiço paces con las villas de Huercal e Overa por escriptura por el rey Chico e facian guerra a los de Vera que estavan por el otro rrei moro e por que este testigo tomo algunos moros en la tierra de la paz que fue cave el Almarxalexo la ciudad de Lorca se los hiço bolver luego e pasavan a correr a Vera q estava por el otro rrei moro e que en el dicho tienpo que tenia la paz la dicha villa de Huercal se avia alçado por el rei chico y contra Vera que tenia el partido del otro rrei este testigo y otros vezinos de Lorca pasavan e rreposavan en la guerta de Huercal y alli comio e les davan pan a los de Huercal e de alli yba a correr a Vera (...)” 224 Esto era así al menos los años previos a la entrega de las fortalezas a los Reyes Católicos, lo que plantea una gran incógnita: Si las villas, contrariamente a la posición e intereses de Vera, reconocieron a Boabdil, el “Rey Chico,” como rey de Granada, llegando a consentir que las tropas de Lorca cruzasen libremente su territorio para acometerla y que su huerta les sirviera como lugar de reposo, ¿cómo se abastecían? o por concretar más, ¿quién las abastecía? Vera está claro que no. La respuesta hay que buscarla en Lorca. Esta ciudad estuvo abasteciendo a Huércal, al menos durante la tregua de 1485.225Además si reparamos en el detalle de la manifestación anterior, el testigo así lo evidencia al decir que les daban pan a los de Huércal, refiriéndose implícitamente a que era Lorca quien se lo enviaba; lo que posiblemente fuera así en los años sucesivos. Cabe plantearse otra cuestión al respecto, y es la forma en que las villas tomaron partido por Boabdil, ¿serían sus vecinos los que unilateralmente acordaron desvincularse de Vera para verse favorecidos por la tregua prometida por los Reyes Católicos, hartos ya de tanta guerra?, u ¿obedecería quizá a una estrategia negociada entre los monarcas y el alcaide Alnayar? Por otro lado, resulta contradictorio que Lorca ataque la ciudad de Vera, estando negociada su entrega por parte de su alcaide a los monarcas castellanos. A este respecto, no se si será aventurado pensar que todo 224 A.M.L.
Caja 217 Bis 2. Tomo I. Sala II. Fol. 6. J. CASTILLA GARCÍA: Relaciones fronterizas entre los reinos de Murcia y Granada en los finales del siglo XV. Aspectos militares. Citado por J. F. Jiménez Alcázar: Huércal y Overa: Entre dos reinos.
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era teatro. Los actores tenían que representar sus papeles tras el acuerdo alcanzado: por un lado Cidi Yayha tenía que fingir ante su cuñado el Zagal y los vecinos de los lugares bajo su influencia que nada había cambiado, y los Reyes Católicos debían aparentar ante Boabdil que el compromiso que habían tratado con él era el único vigente. A tenor del contenido de unas cartas bermejas fechadas con posterioridad, se puede deducir que los Reyes Católicos interpretaron bien su papel, pues hasta el último momento Boabdil no fue consciente de que estaba siendo un títere en sus manos. Por una de ellas se puede comprobar que las villas en ese tiempo seguían reconociendo a Boabdil como rey de Granada, razón por lo que se mantendrían las condiciones de la tregua pactada con los Reyes Católicos. Está fechada el 23 de abril de 1486 y por ella el monarca otorga al alcaide de Huércal el sueldo de tres escuderos que faltaban en su fortaleza; en un momento en que el reino de Granada contaba con dos reyes. Las causas que movieron a Boabdil a reforzar la guarnición de esta plaza no obedecía a cuestiones tácticas frente a los cristianos, sino frente a los ejércitos musulmanes de su antagonista el Zagal, el otro rey de Granada. Días antes a esta fecha, el 3 del mes de Rabí primero, se produjo el levantamiento del Albaicín en favor de Boabdil, situación descrita por un anónimo árabe que tradujo Gaspar Remiro, haciendo constar que tras reconocer los vecinos de ese barrio de Granada a Boabdil como rey de Granada “(…) se agregó pronto la mayor parte de la población del arrabal, ansiosa de paz, pues estaba constituida por negociantes y labradores. Todos se alzaron a favor del emir Mohamed, hijo de Alí, (Boabdil) y se encendió la guerra fraticida entre el arrabal del Albaicín y la ciudad de Granada con su emir Mohamed, hijo de Sad (el Zagal) y hubo entre ellos choques y peleas (…)” Esta violenta situación se mantendría hasta mediados del mes de mayo en que ambos monarcas llegaron a un acuerdo por el que se repartían el reino, de forma que Boabdil se quedaba con Guadix, Baza, el Almanzora y la Axarquia almeriense y su tío el Zagal con el resto. 226 El tenor de la carta referida es el siguiente: “Los loores a Dios manda el rrei Mahomad el Vencedor de los de Nacre jure Dios su alteza y conserve su mando quel alcaide de la fortaleza de Huercal Ay Dulgani hijo de Galis Abe Abuguaquil honrrelo Dios Resciva con sueltas manos el sueldo de los tres 226 J. A. TAPIA GARRIDO: Historia general de Almería y su provincia. Tomo IV “Almería musulmana II (1172/1492)” Almería 1991, pág.410-411.
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escuderos que faltaron de la dicha fortaleza y se ayude con ello para la poblacion del alcaçaba de donde dicho es con el ayuda de Dioss Y fue escripta a diez y nuebe dias de la luna de rravealahir ano de ochocientos y noventa e uno ( ...)” 227 Por otra carta queda patente que la situación de las villas a los ojos del sultán no había cambiado respecto a la anterior, ignorando cuando la hizo escribir que ya se había rendido a los monarcas cristianos Vera y las fortalezas comarcanas. En ella nombra a Yuçaf como veedor de las armas de la fortaleza de Huércal. Está fechada en doce días de Rajabd del año 853 del calendario musulmán, y la conversión que de esta fecha ha hecho el traductor la sitúa en el primer día de febrero del año 1489, si bien debe de tratarse de un error, ya que si no estoy equivocado se corresponde con el día 21 de junio de 1488. 228 “Con el nonbre de Dios piadoso y misericordiosso por el mandado alto guiado por Dios del rrei venzedor Mahomad de los Nacre guie Dios su alteza e loe sus dadibas sea puesta con el ayuda de Dios e su esfuerzo esta zedula rreal en mano del honrrado acatado loado privado Yaçof hixo de Mahomad el Vaguel jure Dios su onrra y conserve su estado zedula rreal por la honrra e probanza que tiene por el saber e solizitud que tiene e le basta a la honrra que lebanta la guia derecha e por birtud desta e de su rreal tenor sea beedor de las armas e lanzas y otras cosas que ay en la calahorra de la fortaleza de Huercal que Dios defienda poder que por el sea loado y tenido e que su acostamiento por lo que dicho es sea comjo los de la fuerza e su mandamiento ansimismo e se le crezca demas de lo que dicho es treinta dineros cada mes e quien biere esta zedula real sepa lo que contiene e cumpla lo que por ella se manda con el ayuda de Dios E fue escripta a doze dias de la luna de Arrayab ano de ochozientos e cinquenta e tres ( ...)” 229 Como se puede observar, el monarca que las firma es Mahamad, el Vencedor, siendo este el nombre con el que gobernó siendo rey de Granada Abú Abd Allah, Muhammad XII, llamado por los cristianos 227 A.M.L.
Caja 217 Bis 3. Sala II. Fol. 638. en el legajo 20. Sala II. S/n. se puede leer Urracal en vez de Huércal, lo que debe ser un error del escribano. 228 A la misma conclusión debió de llegar Juan Grima Cervantes: “Cartas de los reyes nazaríes a los habitantes de Huércal”, donde según él se corresponde con el día 22 de junio de 1488, (una diferencia insignificante). 229 A.M.L. Ibídem. Fol. 621 v. a 622 v. 139
Boabdil, el rey Chico, aunque el pueblo también lo conoció por AlZugabi (el Desdichado). En 1486 se produjeron unos hechos que la reina Isabel puso en conocimiento de Murcia a través de una carta fechada en Córdoba el día 25 de mayo, por la que informaba a esa ciudad que Boabdil había roto la tregua pactada, y que habiéndose concertado con el Zagal estaba defendiendo Loja. Por ella previene a esa ciudad ante un hipotético ataque por parte de los lugares de la frontera que estaban a su favor, y manda hacer la guerra y todo el daño que se pueda a los lugares de la frontera, tanto a los partidarios como a los que no.230 Boabdil entregó Loja a los Reyes Católicos el día 29 de ese mismo mes y firmaron una nueva tregua al día siguiente, por lo que quizá dado el poco tiempo transcurrido entre la fecha de la carta y el anuncio de la nueva tregua no se llevase a efecto ninguna acción militar, ni sobre estas villas ni en las inmediatas. No fue así en los Vélez donde por contra sí fueron taladas sus huertas. 231 Un hecho extraordinario se produjo en Vera en el año 1487: los Reyes Católicos permitieron que los murcianos les llevasen provisiones y que se establecieran relaciones comerciales con ella. 232Aparentemente este es un hecho inexplicable por cuanto esta ciudad estaba bajo la autoridad de Cidi Yayha Alnayar, cuyos intereses eran contrarios a los de Boabdil, a menos que concretamente en ese tiempo le hubiera reconocido también como rey de Granada, beneficiándose de la tregua pactada. En 1488 el posicionamiento de Vera estaba a favor de El Zagal, sin duda gracias a la personalidad de su alcaide Yayha, de cuyo poder debía Boabdil de estar en esos momentos más temeroso que de los reyes cristianos. Pues para defenderse de él, unos meses antes de que finalizara 1487, envió desde el lugar de Castro quince ballesteros, como refuerzo de la gente que defendía las fortalezas de las villas, a los que mantuvo en ellas hasta el momento mismo en que sus máximas autoridades, al tiempo que las de Vera, las entregaron a los Reyes Católicos.233 Se evidencia de esta manera que la influencia del alcaide de Vera sobre Huércal y Overa era mayor que la que el rey Chico ejercía en ellas. 230 A.M.M.
C.R. 1478-88. Fol. 172 v. Referido por A. MORATALLA COLLADO en Colección de documentos para la historia del reino de Murcia, Academia Alfonso X el Sabio, Murcia 2003, pág. 559. 231 J. A. TAPIA GARRIDO: Historia de la Vera antigua. 232 J. A. TAPIA GARRIDO: op.cit. pág. 260. 233 A.M.L. Caja 217 Bis 2. Sala II. Tomo I. Fol. 86. 140
Hay un dato que conviene añadir, por cuanto evidencia que el temor que tenían los vecinos de los lugares comarcanos a los cristianos era mucho mayor que la confianza que depositaban en sus gobernantes. Me refiero a un momento en que mientras Vera y Cuevas estaban en guerra con Lorca, Vélez el Rubio, Huércal, Zurgena y otros lugares del río Almanzora estaban en paz con esta ciudad. Aunque no se especifica debió de ser así por haberse acogido estos últimos lugares a la tregua otorgada por los Reyes Católicos a los que tomaron partido por Boabdil.234 Sus vecinos debían pensar que sus dos reyes se encontraban tan ocupados luchando entre ellos por el trono de Granada, que ante un hipotético ataque de sus enemigos del otro lado de la frontera no habría quien les defendiese. Y abundando más en los motivos por los que tomaron partido por el rey que convenía a los Reyes Católicos, añádase a lo dicho el temor que suponía la desproporción en cuanto al número de vecinos, soldados potenciales, que había entre ellos y sus enemigos. En alusión a Vera, que era la población más importante de la comarca, manifestó un testigo del juicio tantas veces referido entre Vera y Lorca: “(...) que sabe y a visto que la dicha ciudad de Vera a sido siempre un pueblo pequeño de hasta treçientos vecinos a su parecer deste testigo y la dicha ciudad de Lorca a sido mayor pueblo y lo es por que sera de hasta dos mill y quinientos vecinos (...)” 235 No lo refiere el testigo, pero hay que tener en cuenta que existían poblaciones próximas a Lorca que, aun con menos vecinos que ella, eran de más entidad y con más vecindad que los pertenecientes a la taha de Vera.
234 A.M.L.
Ibídem. Fol. 38 v. Ibídem. Fol. 230 v. Testigo Hernando Rodríguez, el mozo, cristiano nuevo vecino de Sierro. 235 A.M.L.
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EL SISTEMA DEFENSIVO BÁSICO: Fortalezas. Casas fuerte. Atajadores. Hasta ahora se han expuesto distintas situaciones vividas por vecinos de la comarca y particularmente de estas villas, que han evidenciado la forma de vivir en la frontera. Igualmente ha quedado patente cómo poblaciones vecinas entre sí, ante el mismo problema, adoptaban diferentes soluciones, demostrando no estar dirigidas por una sola mano que las guiase unidas. También se ha hecho notoria la desproporción de fuerzas entre un lado y otro de la frontera, debida a la diferencia poblacional, en perjuicio de la seguridad de los vecinos de esta parte. A mayor conocimiento de causa, describiré el significado y la diferencia que en la práctica existía entre la guerra y la paz. Lo voy a hacer con hechos concretos acaecidos durante estos periodos, relatados por testigos del pleito entre Vera y Lorca. Descubriremos que entre ambos estados lo único que cambia es la forma de producirse el daño. No creo estar equivocado al afirmar que el éxito o el fracaso de una acción de hostigamiento por parte de los ejércitos cristianos a esta comarca, y por extensión a todo el reino de Granada, dependía del tiempo que se empleara en repelerla. Para esto lo primordial era el anticiparse a ella, interceptándola en su estado inicial para dar aviso a la comarca, de modo que estuviesen prevenidas sus fuerzas para defenderse. Y cuando digo defensa no me estoy refiriendo exclusivamente al enfrentamiento cuerpo a cuerpo, que no era fácil que se llegase a producir de no estar equilibradas las fuerzas. La buena defensa tenía lugar cuando los vecinos de los distintos lugares de la comarca disponían del tiempo suficiente para poderse acoger a la seguridad de los recintos amurallados de que 143
disponían todos los lugares y sólo pelear por sus vidas y sus hogares si se producía el asalto. Por esta razón todas las villas tenían fortalezas o en su caso, si el lugar era pequeño, un muro perimetral que cumpliera este objetivo. Así lo manifestó García el Forruchel cuando dijo: “(...) los lugares del rreino de Granada tenian fortaleças e donde el rrei moro ponia alcaides (...) como este testigo vio que heran las villas de Ceron e Tijola y Almuña e villas de Oria e Cantoria y el Vox y Alvoreas (...)” 236 Y para hacer más completa la relación citaré la manifestación de Diego Tajo, también cristiano nuevo: “(...) las villas de Ceron e Tijola e Almunia tenian fortaleças e la dicha villa de Lucar tenia una casa fuerte e la dicha villa de Sierro tenia otra casa fuerte y el lugar de Somontin tenia otra casa fuerte (...)” 237 En la parte que a las villas afecta, como anteriormente quedó dicho, Huércal era una fortaleza y Overa una casa fuerte. Así pues, la vida de los vecinos de la comarca dependía en gran medida de no ser sorprendidos por los cristianos cuando cruzaban la frontera a correr sus términos, y esta es la razón por la que se edificó el castillo de Huércal: Alertar a los lugares de la comarca mediante avisos, principalmente a la ciudad de Vera, por ser cabeza de taha y la encargada por tanto de organizar el contraataque. Los testimonios que lo evidencian son varios y de entre ellos reproduzco el de Diego el Dozayar, cristiano nuevo: “(...) el dicho lugar de Guercal en tiempo de moros que no fue lugar sino solamente una atalaya y que la gente que alli estava que la proveya la ciudad de Vera de todo lo que avia menester y que estava alli para dar avisso a la ciudad de Vera quando entravan xpianos a correr la tierra (...)” 238 Está claro que Huércal no tenía como misión defender a Vera de los ataques cristianos, este extremo no ha sido referido por ningún testigo, 236 A.M.L.
Caja 217 Bis 2. Tomo I. Sala II. Fol. 222. Ibídem. Fol. 223. 238 A.M.L. Caja 217 Bis 2. Tomo II. Sala II. Fol. 245 v. 237 A.M.L.
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ni recogido en documento alguno, tampoco resulta lógico. Su único cometido era avisar a la comarca de la presencia de cristianos en ella. Pero la forma de realizar esta función no se limitaba solamente a observar desde la fortaleza si entraban los cristianos en sus términos, ya que si bien es magnífico el control visual que desde la fortaleza se ejerce sobre la hoya de Lorita, por donde discurre el camino viejo entre esa ciudad y las villas, había que contemplar otras posibles entradas por otros lugares. Para llevar a efecto ese control existían los llamados atajadores, los cuales recorrían la tierra en busca de algún rastro que evidenciara la presencia de cristianos. En este caso desde una atalaya daban aviso inmediato por medio de almenaras o ahumadas, según fuese de noche o de día, el cual se iba trasmitiendo sucesivamente hasta poner en alerta a toda la comarca. Las referidas atalayas eran puntos estratégicos situados en las montañas más altas del término. De esta forma, los avisos al localizar algún rastro de cristianos se podía dar con prontitud. Hay que aclarar que para la ocasión el vocablo atalaya no se corresponde estrictamente con una torre física, sino que define a un lugar que por su ubicación, al gozar de mayor visión, resultaba más idóneo que los colindantes para enviar las señales, independientemente de que existiera en dicho punto edificio alguno o no. Esto es extensivo a todos los casos en que se hace mención a una atalaya, por lo tanto así habrá que aplicarlo. Otra cosa distinta es cuando directamente se alude a una torre o torrejón, que es un topónimo muy frecuente, en cuyo caso sí existieron físicamente. Así se refirió a los atajadores Diego de Castilla Hazla: “(...) los ataxadores de la villa de Huercal yban ataxando la tierra y terminos de la dicha villa de Huercal hasta una sierra que llaman Gibrahalcen que quiere decir la sierra de la madera que agora llaman la caveça de la Xara que esta hera y avida e tenida por limyte e partimiento de terminos entre las dichas villas de Huercal con la dicha ciudad de Lorca e del dicho limite adentro facia la dicha villa de Huercal esta e se comprehende el dicho campo que llaman de Huercal y que quando hallavan rrastro los dichos ataxadores que avian entrado cristianos se salian a la dicha caveza de la Xara donde dixo este testigo que solia estar y esta agora una rrabita y que alli hechavan fuego y se avisaba la tierra de toda la comarca por que desde alli se paresçian todas las torres (...)” 239 Otro testigo, el cristiano nuevo Francisco de Alicante, también aportó detalles al respecto: 239 A.M.L.
Caja 217 Bis 2. Tomo I. Sala II. Fol. 146 v. 145
“(...) vio que avia ataxadores que ataxaban la tierra e termino de la dicha villa de Huercal que la yban ataxando hasta la dicha torre que llaman de la Vayavona y quando abia nuevas que abia xpianos dentro del dicho termino de la dicha villa de Huercal daban avisso los dichos ataxadores de Huercal en la dicha torre de la Bayabona y desta manera se abisava la tierra (...)” 240 Atajadores había en todos los lugares de la frontera, a uno y otro lado de ella. Cuando los de Huércal localizaban un rastro, independientemente de lo ya manifestado, lo seguían y si éste les llevaba hasta el límite de sus términos, daban el rastro a los atajadores de las villas por donde los cristianos habían entrado para que éstos lo continuaran. Tal y como lo manifestó Gonzalo de Hayas: “(...) vio este testigo que en la dicha villa de Huercal avia ataxadores que ataxavan la tierra e termino de la dicha villa de Huercal y que quando hallavan rrastro que en el dicho termino de Huercal avia xpianos seguian el rrastro los dichos ataxadores hasta los limites donde partian terminos la dicha villa con la dicha ciudad de Vera y con los otros pueblos comarcanos y daba el aviso a los otros ataxadores e desta manera se avisaba la tierra (...)” 241 Pero salir a atajar la tierra no era la única ocupación de los servidores de la fortaleza, pues como indicó el cristiano nuevo Alonso de Baeza en el año 1479, siendo mozo de quince años de edad vino a Huércal a servir como soldado durante mes y medio, volviendo de igual manera en los dos años siguientes. Estaban por aquel tiempo en guerra con los castellanos, y salía muchas veces en compañía de otros a hacer cabalgadas, para cautivar cristianos y quitarles todo el ganado que pudieran.242 La toma de cautivos como botín de guerra era algo habitual por parte de ambos bandos, actividad que reportaba importantes beneficios, tanto si eran vendidos como si los familiares pagaban su rescate. Resultaba mucho más rentable un cristiano cautivo que muerto. De las entradas que se realizaban de un lado a otro de la frontera, a los efectos referidos, cabe diferenciar entre las que hacían los soldados, las cuales quedaban encuadradas dentro de acciones propias de hostigamiento, realizadas exclusivamente en tiempos de guerra y las que 240 A.M.L.
Ibídem. Fol. 147. Ibídem. Fol. 147 v. 242 A.M.L. Caja 217 Bis 2. Tomo II. Sala II. Fol. 274. 241 A.M.L.
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libremente hacían grupos de personas, en las que el lucro personal de los que formaban el grupo era su principal y casi único objetivo. A estos asaltantes se les conocía como almogávares, los cuales a la hora de realizar acciones de rapiña, a diferencia de los soldados, lo hacían sin distinguir entre periodos de guerra o de tregua, siendo su existencia habitual, bajo la misma denominación y motivos, tanto en el reino murciano como en el granadino. Por parte de los granadinos, exite referencia de cómo, desde Baza, vino a Huércal Pedro el Antequeyre en tiempo de guerra, en fecha que no se precisa, para rapiñar junto con otros en tierra de cristianos.243 También Pedro de Aledo, un esclavo negro, vino muchas veces desde Purchena con otros moros a hacer entradas en Lorca.244 Francisco de Medrano manifestó que siendo musulmán estuvo sirviendo como soldado en 1479, cuando contaba quince años de edad y también en 1480, refirió que a veces en las numerosas correrías que hacían por Lorca coincidía con otros moros que se aventuraban a acompañarles para cautivar cristianos. 245 También cruzó muchas veces por Huércal a tierra de cristianos Alonso el Taberna, llegando incluso a adentrarse más allá de los límites de Lorca. Relata en su declaración cómo cuando eran sorprendidos por los cristianos volvían a Vera por la sierra de Enmedio y por la Cabeza de la Jara, por temor a ser alcanzados por la gente a caballo de esa ciudad, y en caso de pasar desapercibidos regresaban por el camino real. 246 Cruzando las sierras aludidas, Alonso Arca también manifestó haber entrado como almogávar a la tierra de los cristianos. 247 Referencias hay muchas, gracias a testimónios de diferentes vecinos de la comarca, que revelan que continuamente, ambos contendientes, cruzaban la frontera por el campo de Huércal, unas veces como soldados y otras como almogávares. De la parte contraria, el cristiano viejo Juan Ibáñez, testigo de Lorca, también manifestó haber entrado por Huércal al reino de Granada a correr la tierra de moros. 248 Por tal razón los vecinos de Huércal y Overa solían llevar sus ganados a los campos de Vera 249, para evitar que se los robasen los cristianos en alguna de sus numerosas cabalgadas. Por otro lado, cuando Vera 243 A.M.L.
Ibídem. Sala II. Fol. 56. Caja 217 Bis 2. Tomo I. Sala II. Fol. 117 v. 245 A.M.L. Caja 217 Bis 2. Tomo II. Sala II. Fol. 277. 246 A.M.L. Ibídem. Fol. 172. 247A.M.L. Ibídem. Fol. 61 v. 248 A.M.V. Legajo 252. Fol. 12. 249 A.M.L. Caja 217 Bis 2. Tomo II. Sala II. Fol. 286 v. Testigo Francisco de Medrano. 244 A.M.L.
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estaba en guerra con Lorca y Huércal en paz con ella, sus vecinos traían los ganados al campo de la villa, para que los cristianos no se los robasen en aplicación de la tregua. 250 Habida cuenta que todos los lugares del reino de Granada tenían términos propios, distintos unos de otros, al no existir mojones divisorios entre ellos, cabe preguntarse por la regla que aplicaban los cristianos cuando corriendo la tierra se encontraban con algún vecino o ganado. Si no existían mojones divisorios entre las villas, cuando tenían negociada una tregua con un lugar y estaban en guerra con el vecino, ¿cómo sabían si estaban dentro de un término u otro para podérselos llevar o no? Mahomad el Vegeri refirió en su manifestación un curioso recurso que se aplicaba en Cuevas, de donde era vecino, en periodos en que Lorca estaba en paz con esa villa y en guerra con Vera. Consistía en colocar una piedra en medio del camino entre ambas poblaciones, así los vecinos sabían hasta donde podían llegar sin ser cautivados por los cristianos. Los que osaban rebasarlos se arriesgaban a ser hechos cautivos de “buena guerra”. 251
250 A.M.L. 251 A.M.L.
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Caja 217 Bis 2. Tomo I. Sala II. Fol. 33. Ibídem. Fol. 8.
CAPITULO V La Fuente de la Higuera. Los cautivos. Los rescates de cautivos. Relaciones comerciales entre musulmanes y cristianos.
LA FUENTE DE LA HIGUERA La situación recíproca de inseguridad que vivían los vecinos de ambos lados de la frontera en tiempos de guerra, cambiaba de manera sustancial cuando se negociaban acuerdos de paz entre ellos. Estas treguas permitían una cierta relajación y vuelta a la normalidad, además de una recuperación de las maltrechas economías, tanto de los administradores como de los administrados, al permitir la vuelta a las faenas agrícolas y al pastoreo. Se practicaba la caza, el comercio volvía a generar un flujo de ida y vuelta a través de la frontera, si bien bajo la observación de condiciones antiguas que eran de obligado cumplimiento. Lorca no entraba en tierra de moros respetando sus límites y de igual forma tampoco éstos pasaban a sus términos, si no era con el consentimiento expreso de los gobernantes de los lugares a los que pretendieran entrar. Pero ésta era una situación que se evitaba en lo posible, y cuando era necesario un encuentro entre ambas partes por el motivo que fuere, las más de las veces se recurría a la costumbre de reunirse en la Fuente de la Higuera, y ni aun en dicho lugar se traspasaban los límites. Durante la entrevista cada cual se quedaba a una parte del pozo que allí había y que servía de mojón. Y esto era así porque ni tan siquiera en tiempo de 149
paz estaba garantizada la integridad física del que se adentraba en el territorio del vecino, corriendo el riesgo de ser muerto o cautivado. La Fuente de la Higuera, sin poder precisar su situación exacta, era un paraje próximo al camino real entre Lorca y Vera, situado a corta distancia hacia levante de la sierra de Enmedio, y mojón divisorio entre Vera y Lorca, además de serlo también de los reinos de Granada y Murcia. En 1519 testigos presentados por Vera, ante un receptor enviado por la Chancillería para amojonar los términos entre Lorca y Vera, juraron que este lugar era uno de los mojones del llamado “Campo de Huércal” 252. Allí se realizaban distintos tratos entre vecinos de uno y otro lado de la frontera: Igual se negociaban los pagos por los rescates, que se daban los rastros de los asaltos cometidos, se comerciaba y se realizaban todo tipo de negocios, legales e ilegales, tanto en tiempo de guerra como de paz. Sobre la incomprensible forma en que los vecinos, en este caso de Lorca, llevaban a la práctica la defensa del territorio se manifestó un cristiano nuevo llamado Alonso Ponce, al recordar cómo a comienzos del año 1470, viviendo en Vera vio llegar a caballo a un vecino de los que se decían Alvaguer con diversas heridas, que según dijo se las habían producido unos lorquinos al sorprenderlo dentro de sus términos, cuando en compañía de otros iba a buscar a un vecino al que se había echado en falta en la ciudad. En este caso, dentro de la gravedad, el jinete salvó su vida, contrariamente a lo que le ocurrió a un tal Vaquila, que siendo sorprendido por vecinos de Lorca le dieron muerte, por haber cometido el crimen de entrar al término de esa ciudad mientras buscaba enjambres de abejas, hornos de miel que les llamaban, para recolectarlos. Refirió también este testigo cómo, unos años antes, los cirstianos mataron por la zona de Pulpí a dos negros de Vera que estaban cazando en su término y que un tercero que los acompañaba salvó la vida porque pudo regresar huyendo. Tras informar de lo ocurrido acudió gente de esa ciudad al lugar y les dieron sepultura donde mismo les habían matado.253
252 A.M.L. 253 A.M.L.
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Caja 217 Bis 3. Fol. 234 a 247 Caja 217 Bis 2. Tomo I. Sala II. Fol.15 v.
LOS CAUTIVOS El cautiverio fue una de las más dramáticas consecuencias del enfrentamiento que cristianos y musulmanes mantuvieron durante siglos por el dominio de la península, prolongándose incluso bastante tiempo después de la expulsión de los moriscos. Si bien la razón del cautiverio era fundamentalmente de tipo económica, indirectamente se solía acompañar de otras de tipo social, político o religioso, como tendremos ocasión de deducir por los testimonios que se narran a continuación. Por ellos veremos cómo el cautivar no equivale a hacer prisioneros, que una vez concluida la contienda eran puestos en libertad, sino que lejos de ello, serían vendidos en subasta, condenándoles a servir de por vida a sus dueños en condiciones de esclavitud. Esta práctica incruenta no era propia de ninguna de las partes, siendo su uso común y generalizado. No debían de ser ajenas a lo desgarrador que para las familias resultaba la medida, cuando cada cual nombraba representantes para negociar la liberación de los suyos. A estas personas se les llamaba egeas y también alfaqueques, y en torno a ellos surgieron organizaciones, fundamentalmente de tipo religioso, que mediante colectas de limosnas pagaban el rescate por las familias de los cautivos que no lo podían afrontar. A tal efecto se fundó la Orden Trinitaria a finales del siglo XII, llegando a liberar incluso a cautivos que fueron distribuidos como esclavos por ciudades del norte de África. Para que nadie se llame a engaño será conveniente advertir que durante una tregua la tranquilidad que disfrutaban las villas era relativa, incompleta, por más que la mano de los inflexibles monarcas que la 151
habían acordado descargara con fuerza el peso de su poder sobre los que no la respetasen, como muestra de su firme propósito porque se cumpliera lo pactado. A pesar de las graves penas que se imponían a los infractores, no pocas veces la muerte, había moros que tenían como medio de vida saltear y robar como corsarios, y entraban a tierra de cristianos y cautivaban a cuantos vecinos hallaban a su paso, que descuidados se encontraban dedicados a tareas agrícolas o pastoreando el ganado, en cuyo caso también éste era robado. Aunque en tiempos de paz o tregua sufrían las consecuencias de estas correrías indistintamente los vecinos de una y otra parte de la frontera, también es verdad que los granadinos eran más expertos y asiduos practicantes. Llegaban a ocasionar graves y continuos perjuicios a Lorca, en claro desquite y revancha por los daños que la superioridad militar lorquina en tiempos de guerra les infligía. Al ser cautivado un vecino en tiempo de paz, ya fuese de cualquier reino, el único consuelo que podía albergar era que los suyos tuvieran conocimiento prontamente y lo comunicasen a los rastreadores. Siendo así, saldrían tras sus captores y con suerte podrían abortar su secuestro antes de cruzar la frontera. En caso de que ya la hubieran cruzado, darían conocimiento a sus homólogos de la otra parte, para que se averiguase su paradero y se entregase a su familia. En caso contrario, al haber sido cautivado de forma ilegal, sería llevado furtivamente por sus captores lejos del alcance de la justicia para ser vendido. En estos casos los destinos probables serían las ciudades mediterráneas de África, si el cautivo era cristiano, o las islas Baleares si era musulmán, de donde pasarían a otros paises de Europa. En ambos casos el retorno del esclavo a su tierra resultaba sumamente complicado. Y esto por estar la tierra en paz. Cuando estaba en guerra, a los cautivos les quedaba el consuelo de que serían vendidos en un lugar próximo, al no tener que eludir sus captores la acción de la justicia, por haber sido hechos en “buena guerra”. Se quedaban con toda probabilidad en la comarca, lo que posibilitaba a los familiares que su rescate resultase más factible. Igual suerte podían correr los vecinos que en tiempos de paces voluntariamente pasaran sin licencia a la otra parte de la frontera, siempre y cuando las condiciones de la tregua no recogiesen otra cosa, en cuyo caso su cautiverio también resultaba legal. Así lo confirmó Juan Rael, cristiano nuevo, al manifestar que en 1468, estando la tierra en paz, vio vender en la plaza pública de Vera a 152
tres cristianos, que unos vecinos de Huércal habían tomado andando perdidos por su campo. 254 Condiciones distintas estarían establecidas en 1487 atendiendo a la manifestación del lorquino Pedro León, quien refirió cómo estando Lorca en paz con Huércal entraron ciertos vecinos a cazar en “almogavaxin” a la sierra de Filabres, y que siendo allí sorprendidos por los moros salieron huyendo cada uno por su lado. De regreso a Lorca por la vereda de Almajalejo a uno de ellos llamado Godoy lo cautivaron unos vecinos de Zurgena y, tras tenerlo mucho tiempo escondido, finalmente lo vendieron en Purchena. Termina su narración diciendo que una vez fue público donde había sido cautivado, los mismos que lo vendieron lo devolvieron a Lorca. 255 En paz se estaba también hacia 1477, cuando ciertos moros de Vera fueron a Lorca a quejarse de que se le habían “hurtado” unos vecinos de manera ilegal, ya que el hecho tuvo lugar dentro de su término. Para averiguar la veracidad de lo denunciado se trasladaron hasta la Fuente de Pulpí Martín de Molina, Merino de Pedro Fajardo, Adelantado de Murcia, junto con unos ballesteros entre los que se encontraba un tal Íñigo de Sevilla. Allí les esperaban los de Vera y siguiendo el rastro comprobaron que entraba al término de Lorca, conduciéndoles hasta la costa, donde en una cala hallaron una embarcación vacía. Quien piense que en la cala acabó la búsqueda de los moros hurtados está muy lejos de la realidad, pues tiempo después los encontraron en Orihuela. Así lo refirió Juan de Buendía, vecino de Moratalla, que formaba parte de la comitiva que fue a tomar dicho rastro. 256 Alonso Fajardo el caballero, cristiano nuevo vecino de Cuevas, manifestó estar acostumbrado a ver que cuando en tiempo de paz los cristianos entraban al reino de Granada a hacer algún asalto, desde el lugar por donde cruzaban se les seguía el rastro, y que cuando les llevaba al término de Lorca, no entraban, sino que lo hacían saber a esa ciudad para que se ocupasen sus caballeros de monte. Éstos a su vez si veían que traspasaba su término, lo volvían a pasar para que se continuase. Todos los lugares estaban obligados a hacerlo así y a informar de los resultados. 257 El anterior testigo no exageraba al afirmar que la parte a la que se le entregaba el rastro estaba obligada a seguirlo, informando del resultado a la parte perjudicada, y esto sucedía así porque la paz era una situación 254 A.M.L.
Caja 217 Bis 2. Tomo II. Sala II. Fol. 63. Caja 217 Bis 3. Fol. 166. 256 A.M.L. Caja 217 Bis 2. Tomo I. Sala II. Fol. 65. 257 A.M.L. Ibídem. Fol. 12. 255 A.M.L.
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muy frágil y el desinterés por parte de cualquier bando en seguir algún rastro, y aún habiéndolo seguido si no se devolvía lo hurtado, podía suponer el retorno a la guerra. Buena prueba de ello la ofreció el testigo Pedro Cervera, vecino de Lorca al manifestar: “(...) un xpiano veçino de Lorca que se deçia Juan Mellado hurto un moro que hera natural de Vera y los de Vera lo pidieron a Lorca y los de Lorca dixeron que se les diesse el rrastro del en termino de la dicha ziudad de Lorca y que se lo pagarian o darian.y que luego vido que fueron de la dicha ziudad de Lorca Martin de Molina regidor y Pedro Leones ansimismo rregidor de la dicha çiudad de Lorca e llevaron quatro o cinco mozos y este testigo con ellos para que tubiesen noticia de los terminos.y vido que de Vera vinieron ciertos moros a entregar el rrastro del dicho moro a el termino de la ciudad de Lorca.y el uno dellos se acuerda que se deçia Abencada y otro Amote alcaide. durmieron una noche todos los xpianos e los moros juntos con la fuente de Pulpi debajo de un acebuche que esta junto con la dicha fuente y otro dia de mañana entregaron sigun vido los dichos moros de Vera el dicho rrastro de los cristianos que llevaban el moro a los cristianos de Lorca que dicho tiene en la halda del dicho caveço pequeño questa çerca de la dicha fuente al Pulpi que hera y es limite que partia e parte los dichos terminos de las dichas çiudades de Vera y Lorca e de alli fueron los moros y los dichos xpianos juntos por el rrastro hasta dar en la rrambla de las Posadas junto con la dicha isleta de Amarguera y alli les dieron otro rrastro donde los xpianos paresçia segun dezia avian envarcado y de alli los moros se bolbieron y los xpianos a Lorca y despues la dicha çiudad supo que el moro se avia llevado a vender a Ybiça y de alli fue notorio q lo traxeron y lo dieron a Vera y despues prendieron a el dicho Juan Mellado que avia sido en el hurto y vido que en la dicha çiudad lo aorcaron por que abia quebrantado las paçes” 258 Aunque pudiera resultar paradójico, había verdadero interés en encontrar a los cautivados de forma ilegal para devolverlos a su estado anterior, tal y como ha quedado demostrado. En cuanto a lo que les sucedía a los que vulneraban la paz acordada no hace falta añadir nada más, ni dudar de la veracidad del testigo, puesto que fue uno de los que 258 A.M.L.
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Caja 217 Bis 2. Tomo II. Sala II. Fol. 13 v.
formaban el grupo a quienes los egeas de Vera les dieron el rastro de ese rapto y por tanto debía de estar bien informado. Además, su narración está avalada por la manifestación de Miguel Díaz Serrano, que fue otro de los que integraban ese grupo, quien se refirió a este suceso en idénticos términos. 259 Si tras leer la anterior narración se llegara a la conclusión de que las relaciones entre vecinos de uno otro lado de la frontera no eran tan malas como cabría esperar, hágase esa reflexión desde la prudencia, sin obviar que esto ocurría entre los egeas, a quienes los moros llamaban alfaqueques. Dado la misión que desempeñaban gozaban de salvoconductos para poder viajar de una ciudad a otra, y por la importante labor que realizaban eran muy respetados por la población. El prestigio personal que le reportaba a los egeas llevar a buen fin el rescate de algún vecino cautivo era motivo de satisfacción suficiente como para que las relaciones entre los de una y otra ciudad fuesen de forzoso entendimiento y colaboración. A modo de contraste, paso a transcribir la manifestación de García Alexponi, un cristiano nuevo que fue vecino de Vera, y testigo de los hechos que en ella se narran: “(...) andavan cazando zerca de la Fuente la Higuera susodicha en el termino de Vera vino un axea xpiano de Lorca que se deçia Pardo y otro que se deçia Antolino que ansi mismo hera axea y dixeron a este testigo y a los otros que con el estavan que çiertos moros avian salteado a ziertos xpianos de Lorca que se deçian los Moratas adelante de la dicha Fuente la Higuera hazia Lorca y que si alli estuviesen este testigo y los otros que los de Lorca vendrian y les harian daño y este testigo se bolvio a Vera con los dichos axeas que yban alla y luego vido y supo que los de Lorca se quexaron a Vera de aquello por que en aquel tiempo avia entre las dichas çiudades pazes y luego el dicho tiempo el caudillo Ayne de la dicha çiudad de Vera ymbio al rrey moro de Granada azerlo saver y escrivio sobre ello al rrey al dicho caudillo la rrespuesta dello y por todo el pueblo se dixo que el dicho rrey mandava por su carta que si los moros avian herido a los dichos xpianos en el termino de Lorca de aquella parte de la dicha Fuente que hera partimiento de los dichos terminos que los ahorcassen por que no avian de quebrar las paces y que si lo avian hecho de la otra parte de la dicha Fuente haçia Vera que guardavan sus terminos y avian 259 A.M.L.
Legajo 1. Sala II. S/n. 155
fecho bien y que antes que viniesen la dicha carta los de Lorca avian entrado en el termino de Vera y avian muerto dos moros negros y prendieron tres moros de Vera passado el dicho limite de la dicha Fuente la Higuera y los de Vera prendieron despues dello a un xpiano de Lorca de aquella parte de la dicha Fuente hazia Lorca y de que el dicho caudillo vido el desconcierto solto a los moros que hirieron a los dichos Moratas por quien los avian prendido al tiempo que lo hiço saver al dicho Rey moro (...)” 260 En ella se puede observar que, efectivamente, por parte de los de Granada existía reciprocidad con los de Lorca a la hora de aplicar los castigos a los infractores, siendo asimismo proporcional la contundencia empleada para controlar este tipo de acciones contrarias a la naturaleza de lo pactado. Contundencia suficientemente justificada a tenor de la facilidad con la que se podía romper la paz por acciones incontroladas de los vecinos, tal y como de este relato se deduce. Hasta ahora hemos tenido ocasión de comprobar cómo tras localizar al cautivo se devolvía a su familia, pero, ¿qué ocurría cuando no se encontraba al cautivo o una propiedad hurtada? Pedro Aboquedar, siendo vecino de Vera, vio como estando su ciudad en paz con Lorca, vino desde Almería, con la que estaba en guerra, un adalid que se decía Alfacán. Encontrándose éste a unas tres leguas pasada Huércal, dio con unos judíos lorquinos que viajaban a Vera con mercaduría, y tomándolos por cautivos se los llevó a Almería. Lorca le reclamó a Vera los judíos y el género, y ésta para pagarles el valor de la mercancía hizo derrama entre los vecinos 261. No hace mención a los judíos, por lo que es de suponer que los devolviesen, bien por que Almería se los entregase sin más, o bien por que se pagó por su rescate. El relato referido por Gonzalo Busto en su declaración, por contra, sí expresa claramente cómo en el año 1487, encontrándose la tierra en paz, Vera compró un cautivo cristiano de Lorca llamado Ginés, después de haber sido vendido en Purchena por unos vecinos de esa ciudad que lo habían secuestrado en la rambla de Rasca, que está en el mismo río de Huércal, y cómo después lo devolvieron en la Fuente de la Higuera.262 Repárese en que, una vez más, Vera es quien se encarga de recuperar al cautivo, lo que irremediablemente evidencia la tutela que esa ciudad 260 A.M.L.
Caja 217 Bis 2. Tomo II. Sala II. Fol. 85 v. Ibídem. Fol. 109. 262 A.M.L. Ibídem. Fol. 36. 261 A.M.L.
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ejercía sobre los lugares que formaban parte de su taha. De otro modo habrían sido los vecinos de Huércal quienes lo hubieran tenido que devolver, habida cuenta que el suceso tuvo lugar dentro de sus términos. Al negociar los monarcas de ambos reinos los tratados de paz, conscientes de que las relaciones entre vecinos de uno y otro lado de la frontera no serían fáciles y podían degenerar en escenas violentas entre ellos que rompieran con lo pactado, establecían condiciones a las que ambas partes se comprometían a dar estricto cumplimiento. De una de estas treguas, de la que no se recoge el año de su firma, se hace eco J. de Mata Carriazo en su “Crónica de Juan II de Castilla”, la cual, por considerar que encierra valiosos detalles, que sirven tanto para entender mejor lo que con antelación han referido algunos testigos, como para lo que dirán otros más adelante, la reproduzco a continuación: “Que sean puestos juezes para ello en las villas e señorios de anbas las partes, en los lugares de los cristianos e de los moros, a do acaeciere, para que sean juezes e fieles para que provean en las querellas e continuen los juycios dellas, e fagan pagar los daños. E quando acaecieren las tales querellas de la vna parte a la otra, en los averes o en las personas e otras cosas que pueden acaeçer semejantes, que vayan por el rastro, e den el rastro a do fuere fallado, que fue el mal fecho; e a la parte donde fuere, que sean tenudos a lo reçeuir. E si non lo quisieren tomar, que lo tomen por testimonio e sean tenudos de pechar el daño o lo que perdió. E el testimonio a que se deva reçevir que sea del dia que acaeçiere fasta diez dias; e alegue la demanda sobre los fechos, e espere sobre la parte donde se detouiere el rastro, plazo de cincuenta dias. E si fallare lo que fuere tomado, tórnese a sus dueños. E si no dieren la paga al dicho plazo, sean tenudos los juezes de las querellas en la parte que fueren, de fazer pechar el daño a los querellosos de lo que se perdió a ellos. E si se detouiere el juez de las querellas en delibrar el dicho plazo, fagan soplicaçion para ante los reyes, cada vno para con el que fuere, si el pleito fuere ante juez cristiano, suplique ante el rey cristiano e si fuera moro, en semejant ante el moro, o para ante el que lo ouiere de ver por ellos e por cualquiera de ellos. E quel rey ante quien suplicaren, o el que por él ouiere de ver, sea tenudo de fazer derecho al agrauiado; e que dé pena al juez que no libró. E que las personas sean tornadas ante el plazo, después dél en toda 157
manera, e mate a los fechores. E si toparen con las personas después de la muerte de los fechores, que todavía sean tornadas; e sy no pudieren ser falladas, sean pechadas por cada persona quarenta doblas de oro. E los averes e los ganados e otras cosas, si no podieren ser fallados ni pudiesen ser tomados, que sea pechado en cada cosa su valor, según que lo determinaren los juezes. E sea este perjuicio ygual, asi a los cristianos como a los moros” 263 Pero por tratar un abanico amplio de situaciones que se podían producir con los cautivos, vamos a dar razón de lo que ocurría cuando, si tras dar el rastro de unos cautivos, la otra parte no quería devolverlos. Jerónimo Omar se remitió en su declaración al tiempo en que vecinos de Lorca hurtaron dos moros de Mojácar y el caudillo Ayne requirió por dos o tres veces a Lorca que los devolviesen, y ante su negativa envió a un adalid llamado Abenzada a hacer prenda entre los cristianos de Lorca, regresando con tres pastores cautivos, que fueron canjeados en Fuente la Higuera por los dos moros de Mojácar. 264 Año y medio antes de que se conquistara la zona por los Reyes Católicos, se produjo un hecho atípico en cuanto a la costumbre imperante por aquel tiempo. Oficiales del concejo de Lorca se trasladaron hasta Vera para tratar sobre ciertos cautivos. Bajaban por el camino real, y al llegar a la Fuente de la Higuera, Juan Pardo, egea de Lorca que les acompañaba, les dijo que esperasen allí porque había concertado con Hamete, caudillo de Vera, que vendría a dicho lugar para ampararles hasta Vera. Cuando éste llegó acompañado por ciertos caballeros y peones, marcharon todos hasta esa ciudad. 265 A mí, esta narración que hizo el vecino de Lorca Hernando Caparrós, uno de los que acompañaba a los oficiales de Lorca, me crea una serie de dudas: Si verdaderamente se dirigieron a Vera a tratar sobre unos cautivos, ¿de quiénes se trataba para que los oficiales del concejo de Lorca negociaran directamente su liberación. En un tiempo en el que viajar entrañaba gran riesgo, razón por la que el caudillo de Vera les ofreció protección hasta su ciudad?, ¿Por qué no se encargó directamente el egea Juan Pardo de la negociación, a lo que estaba acostumbrado? 263 J.
RODRÍGUEZ MOLINA: “Relaciones pacíficas en la frontera con el reino de Granada” Actas del congreso La frontera oriental nazarí como sujeto histórico (S. XIII-XVI). Instituto de estudios almerienses. Diputación provincial, 1997, pág. 287 264 A.M.L. Caja 217. Bis 2. Tomo II. Sala II. Fol. 74. 265 A.M.V. Legajo 252. S/n. 158
Una vez que coincidieron en la Fuente de la Higuera los oficiales de Lorca y el caudillo de Vera, ¿por qué no negociaron allí mismo el rescate de esos cautivos? Pienso que quizá ese no fue el verdadero cometido del viaje de los oficiales lorquinos. Al tener lugar año y medio antes de que Vera se entregase a los Reyes Católicos, me pregunto si la verdadera razón no habría que buscarla en esa dirección, y si el rescate de los cautivos no fue el pretexto para justificar un encuentro negociador, habida cuenta del secreto con que se llevaba ante el pueblo el acuerdo entre los monarcas y su alcaide sobre la rendición de esa plaza. Siguiendo con los cautiverios, el lorquino Maestre Guillén, relató como vecinos de Huércal, tras cautivar en el campo de Huércal a Pedro de Perea lo llevaron a Vera 266, seguramente para venderlo allí. Un moro de las Cuevas vio, corriendo el año 1467, cómo unos vecinos de Huércal cautivaron a dos cristianos que se habían adentrado en su término y los llevaron a Vera donde los vendieron, añadiendo que abonaron por ello los derechos correspondientes a su alcaide, que suponía el quinto de lo que les pagaron por ellos. 267 La principal finalidad de hacer cautivos era la de obtener dinero por ellos, y si el provecho no era inmediato, mientras no se pagaba el dinero de su rescate los ponían a trabajar en tareas diversas y generalmente en duras condiciones, lo que significaba un beneficio añadido para sus dueños. Cuando el cautivo no pertenecía a una familia pudiente y a su vez éste era el cabeza de familia, las expectativas de su redención eran escasas. Pero como la razón del cautiverio no era la de poseer un esclavo de por vida, generalmente porque sus captores tampoco gozaban de una situación desahogada, se recurría a una formula bastante común: la de la permuta. El cautivo podía marcharse dejando a otra persona en su lugar, con el fin de poder trabajar y reunir el dinero para pagar su rescate. La persona por la que solían canjearse normalmente era por un hijo, el menor de ellos, con el fin de que sus hermanos mayores con su trabajo, juntamente con el padre, pudieran reunir la cantidad exigida por la liberación. Una experiencia en este sentido la vivió un vecino de Lorca llamado Gonzalo de Sitiel, quien dejó constancia de cómo en 1449, cuando contaba diez años de edad, estando su padre cautivo en Vera y tras acordar su cambio por él, un egea de Lorca llamado Hernando de Henares le llevó a la Fuente de Pulpí, a donde llevarían a su padre para hacer el canje. Refirió que encontrándose en dicho lugar se personó un egea de 266 A.M.L. 267 A.M.L.
Caja 217. Bis 2. Tomo II. Fol. 1v. Ibídem. Fol. 45 v. 159
Vera llamado Albellaçid el viejo y le dijo al lorquino que el padre del muchacho no quería venir a cambiarse por su hijo por temer que los moros le hicieran cambiar de religión, por lo que volvió a Lorca.268 Andrés Rodríguez manifestó que estuvo cinco años y medio cautivo en Vera, con un egea que cobraba para el rey de Granada los pechos y rentas en ella y su jurisdicción, desde mediados de 1482 en que lo permutaron en la Fuente de la Higuera por su padre, que estaba cautivo en esa ciudad, hasta que los Reyes Católicos ganaron la tierra y lo liberaron.269 Otro testimonio, de un vecino del bando contrario llamado Juan Zapata, cristiano nuevo, refiere cómo hacia el año 1470, estando su padre cautivo en Lorca le entregaron a cambio de él en la Fuente de la Higuera, marchando después a Lorca y su padre a Vera. 270 Son testimonios que resultan estremecedores, sobre los que no me atrevo a hacer un juicio de valor dado que, desde la perspectiva actual, resultaría complejo hacer una crítica ajustada, por lo mucho que la sociedad y las circunstancias han cambiado a lo largo del tiempo transcurrido. De cualquier forma lo que no se puede obviar es el tormento por el que atravesaría la familia a la hora de tener que entregar un hijo de corta edad a un desconocido, enemigo y de distinta cultura y religión, resultando en algunos casos aun mucho más desgarrador el hecho de que lo hacían siendo conscientes de que difícilmente podrían pagar su rescate. La pobreza casi generalizada entre la gente de la frontera, hacía que en muchas ocasiones el periodo transcurrido entre el cautiverio y la libertad se prolongase inevitablemente en el tiempo, por no poder pagar el rescate. Esta situación no debía de ser desconocida por el cautivo, por lo que entre las opciones más inmediatas para recobrar la libertad tenía que contemplarse la evasión. Por haber sido “público y notorio” en Vera, García Alexponi narró la fuga de un cristiano en 1468, que estaba cautivo en poder de un moro del lugar llamado Mahed Xibir, y que saliendo en su persecución logró darle alcance después de cruzar la frontera por la Fuente de la Higuera, cuando se encontraba a más de una milla de ella. Como por entonces entre Lorca y Vera había paces, el cristiano trató de convencerle para que no le hiciera volver, diciéndole que si le obligaba a volver quebrantaría las paces y sería castigado por ello. Ambos sabían ciertamente que esa 268 A.M.L.
Caja 217 Bis 2. Tomo I. Sala II. Fol. 54. Monográfico sobre Términos. Pleito entre Cuevas y Portilla contra Lorca. S/n. 270 A.M.L. Ibídem. S/n 269 A.M.L.
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era la situación, por lo que el moro no sólo le permitió concluir su evasión, sino que además ni le recogió su cabalgadura 271. Pero los de Lorca, fieles con el espíritu de la tregua, posteriormente se la devolvieron a su dueño, ya que de otro modo los que habrían quebrantado las paces hubieran sido ellos, al quedarse con un animal que se había sacado de Vera de forma ilegal. En el susodicho pleito entre Vera y Lorca sobre la propiedad del término, principal fuente documental del presente trabajo, también se llegaron a narrar escenas tan pintorescas como la relatada por Francisco de Tufa, cristiano nuevo, que se la oyó contar a su abuelo el adalid Xauf, vecino de Cuevas, en la que un moro de ese lugar llamado Mahomat Omar tenía la costumbre de pasar todos los años al término de Lorca para entrar al colmenar de un cristiano viejo de esa ciudad, al que descabezaba las colmenas y se llevaba la miel. Pero el dueño un día, harto ya de que todos los años por el mismo tiempo le robasen la miel, armado con una ballesta le hizo el aguardo. Al sorprender al ladrón le puso la ballesta en el pecho con intención de matarle, pero éste fue rápido y hábilmente le convenció para que no lo hiciera y en su lugar lo cautivase. El cristiano atendiendo al beneficio que le podía reportar, dejó su arma en el suelo y se echó la mano al pecho para coger una cuerda con la que atarlo, momento que aprovechó el moro para darle un puñetazo en la cara que lo dejó aturdido y sangrando por la herida que le produjo con un anillo de latón que llevaba en la mano. Al ladrón le resultó doblemente fructífera su incursión en territorio lorquino, pues se llevó al cristiano atado a Cuevas, junto con las siete u ocho arrobas de panales de sus colmenas. Lorca al echarlo en falta siguió su rastro, que le llevó hasta la Fuente de la Higuera, y como por aquel tiempo estaban en paces, dieron su rastro a Hamete, cadí de Vera, para que lo devolvieran o por lo menos dieran cuenta de él. Llamado todo el pueblo de Vera y el de las Cuevas y preguntados por el cristiano robado no hubo quien diese razón de él. El cadí, ante la presión de Lorca, directamente se dirigió con amenazas a la gente que consideraba que podían haber sido los autores del hurto y logró que se lo dejaran anónimamente junto a la puerta de su vivienda, pudiendo al fin devolverlo a su familia. 272 Pese a las graves penas con que se castigaba a los que quebrantaban las paces entrando a saltear, tal y como ha quedado demostrado, lo cierto es que estas acciones, bien por despecho, odio, o quizá en mayor medida por necesidades económicas, se producían con relativa frecuencia; y no 271 A.M.L. 272 A.M.L.
Caja 217 Bis 2. Tomo II. Sala II. Fol. 87. Ibídem. Fol. 169
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tan sólo con el único fin de tomar cautivos, como hasta ahora hemos hecho constar, pues también resultaba lucrativo el robo de ganado, siendo además mucho más fácil de vender por razones obvias. En su declaración Alonso Zaxex, vecino de Vera, relató cómo cierto día en que estaba la tierra en paz, entraron unos cristianos a los prados de Vera y robaron cuatro caballos - cuando los testigos se refieren al término de Vera, particularmente los presentados por esa ciudad, incluyen en él todo el término de Huércal, desde la misma frontera del reino, ya que precisamente, lo que trataba de demostrar era que Huércal y Overa habían sido aldeas suyas en tiempos de moros- Los dueños de los caballos fueron a la Fuente de la Higuera y dieron el rastro de ellos a un hombre de campo que les envió Lorca llamado Fernando Julián y después de dar con el paradero de dos de ellos en Lorca los devolvió a sus dueños. Y como no aparecieron los dos restantes, la ciudad pagó su valor a los dueños, recibiendo el testigo, como dueño que era de uno de ellos, siete mil quinientos maravedíes. Para darse los rastros entre Vera y Lorca los vecinos tenían una forma de proceder, aunque quizá no fuese la única, que consistía en que el perjudicado, tras tener conocimiento del hurto, ya fuese de algún familiar, ganado o de otra propiedad, se dirigía a Fuente la Higuera a denunciarlo. Como aquello era un lugar descampado, lo habitual es que no encontraran a nadie de la otra ciudad para recibir el rastro, por lo que seguidamente, sin demora, para una pronta recuperación de lo ilegalmente tomado, los interesados acudían a la ciudad en la que habían entrado los asaltantes para dar aviso de los hechos a sus gobernantes. Al adentrarse en los términos de la ciudad vecina sin permiso se arriesgaban a ser cautivados, prendados o a que los matasen, pero para evitarlo se valían de un salvoconducto: al llegar a la Fuente de la Higuera, dejaban constancia de su paso colocando alguna señal, la cual evidenciaba el motivo por el que había cruzado la frontera, descartando cualquier otro propósito. 273
273 A.M.L.
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Ibídem. Fol. 38
LOS RESCATES DE CAUTIVOS Generalizadamente los testigos coinciden en que la Fuente de la Higuera era el sitio donde tenía lugar toda clase de transacciones entre Lorca y Vera, y porqué era así lo descubre el cristiano nuevo García Forruchel al manifestar que, en casi todo el reino de Granada, siempre que se iba a negociar el rescate de algún cautivo entre cristianos y moros se hacía en lugares donde había agua, ya que a veces podían estar concertándolo durante cinco o seis días. 274 Pedro el Terci, estando como soldado en Vera, fue testigo del rescate de un moro que los de Lorca tenían cautivo y recordó cómo desde Vera fue mucha gente hasta la Fuente de la Higuera -¿sería por curiosidad o por si las cosas no salían bien?- manifestando cómo era costumbre al tratar el rescate de un cautivo el alzar una bandera blanca en el lugar.275 El cristiano nuevo Francisco de Alicante dijo que era costumbre tratar los rescates de los cautivos que estaban en Huércal en sus límites, junto al torrejón de “Parcel”, que es un olivar que está entre la villa de Zurgena y la de Overa.” 276 Bastante más inverosímil resulta la afirmación de Gonzalo Xumaini, cristiano nuevo, al referir que era de dominio público en Vera, donde lo escuchó durante los dos años que residió en ella, que la entrega de los cautivos que se hacían en tiempos de paz, tanto por Lorca como por Vera, tenía lugar en la rábita de la Cabeza de la Jara. 277 No obstante, aún sin tener motivos justificados para dudar de las 274 A.M.L.
Caja 217 Bis 2. Tomo I. Sala II. Fol. 237 v. Caja 217 Bis 2. Tomo II. Sala II. Fol. 299. 276 A.M.L. Caja 217 Bis 2. Tomo I. Sala II. Fol. 130. De este torrejón hoy quedan solo sus ruinas junto a la pedanía de Palacés. 277 A.M.L. Caja 217 Bis 2. Tomo II. Sala II. Fol. 191. 275 A.M.L.
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excepciones manifestadas por los dos anteriores testigos, se puede afirmar que el lugar “oficial” para hacer los rescates de cautivos fue en la Fuente de la Higuera. Así lo confirmaron innumerables testigos, lo que no es obstáculo para que ocasionalmente por conveniencia o cualquier razón particular se realizaran en distinto lugar. Otra ubicación en relación con el lugar donde se realizaban los rescates la ofrece Adrián Leones Aldoayaz, al decir que viviendo en Huércal veía que éstos se realizaban en el río Guid al Harax, lo que no debe dar lugar a confusión, ya que se trata de la rambla que los castellanos llamaron de Guazamara, y ésta pasa muy cerca de la Fuente de la Higuera, por lo que sin duda se está refiriendo al mismo lugar, más aún cuando la cita como límite entre “Lorca y Huércal y Overa”. Ofrece este cristiano nuevo el testimonio de una penosa experiencia que vivió en primera persona, al narrar cómo fue rescatado por unos parientes después de permanecer cautivo en Lorca durante más de trece años en poder de Adrián Leonés, siendo devuelto en el susodicho río. 278 Analizando esta manifestación hay tres cuestiones que me llaman la atención: La primera: que nombre conjuntamente a Huércal y a Overa como villa con quien parte límites Lorca y, aunque diferencia por sus nombres a la una de la otra, no se refiere a ellas como si se tratasen de dos villas distintas. Este es un detalle que no debe pasar desapercibido, sobre el que habría que hacer un análisis en profundidad. Ya para este tiempo, y posiblemente remontándose a sus orígenes, estas dos villas islámicas iniciaron una andadura conjunta, que ni el tiempo ni las circunstancias han logrado cambiar hasta la fecha. La segunda: el hecho atípico de que se lleve a efecto un rescate después de tantos años de cautividad. La tercera, por lo paradójico que resulta, es que esta persona, tras convertirse al cristianismo y ser bautizado, se ponga por nombre el mismo que tenía quien durante tanto tiempo fue su dueño. Hay que dejar claro una circunstancia que se daba en este tiempo, de la misma manera que en época anterior, y es que de los rescates solamente se encargaban las personas autorizadas, quienes en posesión de un salvoconducto circulaban libremente por el reino enemigo tratando la liberación de los cautivos, islámicos o cristianos según el caso, así de día como de noche y tanto en periodos de paz como de guerra, tal y como consta en la solicitud de salvoconducto que el concejo de Murcia hace al rey de Granada para su alfaqueque Berenguer Sarañana. Su fecha 278 A.M.L.
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Caja 217 Bis 2. Tomo I. Sala II. Fol. 133 v.
en el documento consultado podría estar equivocada, siendo la más probable a comienzos del año 1413: “Señor, Nos el conçeio e omnes buenos e ofiçiales de la noble çibdat de Murcia vos besamos las manos e nos encomendamos en la vuestra merced como señor a quien de buena mente seriamos mandados guardando todavía serviçio del rey nuestro señor. Señor. Berenguer Sarañana, nuestro vezino e nuestro alfaqueque que es de los cautivos cristianos que son en el vuestro señorio, nos dixo que como quier quel tenia carta de asegurança de los alcaides e aljamas e viejos de los vuestros lugares de Vera e de Veliz que son en esta frontera, e avia ydo alla so fiuza de la dicha asegurança algunas vezes por fecho de los dichos catiuos, que por todo eso que no osaua yr alla bien seguro sy no ouiese vuestra carta de asegurança eso mesmo. E pidionos que vos enbiasemos pedir por merced que le mandasedes dar una vuestra carta de asegurança porquel pudiese yr e venir por todo el vuestro señorio e estar y por fecho de los catiuos saluo e seguro asi en guerra como en paz. Porque vos pedimos por merced que sea la vuestra merced de mandar dar vna vuestra carta para el dicho Berenguer Sarañana de asegurança para que pueda yr e venir por todo el vuestro señorio en fecho de los catiuos el e otro omne con el con todo lo que lleuare e troxiere saluo e seguro de dia e de noche por caminos e por las villas tan bien en guerra como en paz segunt vso de alfaqueques. E si es la vuesra merced que nos demos otra carta de asegurança para cualquier otro alfaqueque del vuestro señorio qual vos quisieredes somos prestos de lo fazer. E señor, mantenga vos Dios.” 279 Por la lectura de la anterior se deduce que frente a la inmunidad que representaba para los alfaqueques la posesión de estos salvoconductos había una realidad completamente distinta para los que no gozasen de ellos. Así lo evidencia el hecho de que incluso teniendo el alfaqueque murciano autorización de las aljamas de Vera y Vélez, por temor y al efecto de asegurar más sus desplazamientos, el concejo de Murcia solicitó para él otro salvoconducto al rey de Granada. Diego de Albolote, cristiano nuevo, aporta otro dato acerca del 279 F. VEAS ARTESEROS: Colección de documentos para la historia del reino de Murcia. Documentos del siglo XIV. Academia Alfonso X el Sabio. Murcia 1985, pág. 68.
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proceso que seguía el concierto de los rescates. Dice, porque así lo vio, que cuando se iba a realizar un rescate acudía mucha gente de Vera a la Fuente de la Higuera, junto con el alfaqueque, que en aquella ocasión fue el llamado “el Beliçi.” Llegados al lugar sólo el alfaqueque pasaba a Lorca y volvía con el cautivo y su dueño, tras lo cual, juntos trataban el rescate. Con el mismo conocimiento de causa manifestó que si llegaban a un acuerdo respecto al precio que se tenía que abonar, éste se pagaba en seda, nunca en dinero ni otra especie. 280 Difiere ligeramente de la afirmación anterior en cuanto a la forma de pago, el cristiano viejo Juan Yáñez, vecino de Lorca, al manifestar que siendo niño vivió con un regidor de Lorca llamado Juan Bernal, quien tenía cautivo un moro del campo de Dalías y que después de tratar su rescate lo llevó a la Fuente de la Higuera junto con otros vecinos, entre los que se encontraba este testigo, donde se lo debían de pagar. Cuenta cómo llegando a dicho lugar vio que había ciertos moros esperando y que allí acabaron de concertar su precio, el cual pagaron en seda y dinero. 281 Juan García, cristiano nuevo, juró haber visto muchas veces llevar hasta la Fuente de la Higuera pesos para la seda con la que se había de pagar los rescates de los cautivos, y que oyó decir a sus mayores que así lo habían visto ellos desde siempre. 282 Diego Laudaque concretó que había pagado a los de Lorca sesenta libras de seda por el rescate de su hermano y pone de relieve otra actividad que se desarrollaba en el referido mojón de la Fuente de la Higuera. El testigo evidencia la existencia de un flujo mercantil entre Lorca y Vera y a la inversa, si bien estaba sujeto a ciertas condiciones, tal y como lo refiere en su declaración. Dijo que muchas veces fue contratado por mercaderes judíos de Vera que iban a comprar paños a tierra de cristianos, para llevarlos hasta la Fuente de la Higuera, donde los recogían almayares o trajineros cristianos para continuar el viaje, y volviendo con lo comprado a la Fuente de la Higuera, el testigo nuevamente se hacía cargo de ellos y de la mercancía y los llevaba a Vera cobrándoles por su trabajo.283 Y si el anterior testigo pagó el rescate de su hermano en seda, Alonso Venegas manifestó que siendo egea de Vera era él quien estaba a cargo de pesarla y entregarla a los de Lorca, y también manifestó cómo hasta dicho lugar llegaban mercaderes de Valencia a vender paños y allí se los entregaban como si lo hicieran en la misma ciudad de Vera.284 280 A.M.L.
Caja 217 Bis 2. Tomo II. Sala II. Fol. 243 v. Ibídem. Fol. 244. 282 A.M.L. Ibídem. Fol. 41. 283 A.M.L. Ibídem. Fol. 88. 284 A.M.L. Ibídem. Fol. 13. 281 A.M.L.
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Que el pago del importe del rescate de cautivos se efectuase en seda no debió de ser condición generalizada, sino un acuerdo de conveniencia entre cristianos y musulmanes y llevado a la práctica de esta manera solamente por los segundos, como grandes productores de ella que eran. En el Archivo de Simancas, en la sección de Mercedes y Privilegios, existe un legajo con la lista de lo que se pagaba por el rescate de los cautivos moros en el año 1492, en la que el importe figura sólo en maravedíes. En ella consta que el cautivo, hasta los nueve años de edad tenía de precio cinco mil maravedíes, de quince a veinte años once mil maravedíes, con ligera diferencia de precio hasta los treinta, de esta edad hasta los cincuenta bajaba a los ocho mil y los cautivos mayores de sesenta y menores de tres años se rescataban por tres mil maravedíes.285
285
M.A. LADERO QUESADA: Los mudéjares de Castilla en tiempos de Isabel I. 1969, pag. 46, nota 36. Citado por J.A. TAPIA GARRIDO: Historia general de Almería y su provincia. Tomo IV. “Almería musulmana II (1172/1492)”. Almería 1991. 167
RELACIONES COMERCIALES ENTRE CRISTIANOS Y MUSULMANES Atendiendo a distintas manifestaciones de testigos, da la sensación de que el odio que existía entre cristianos y musulmanes en tiempo de guerra, y que supuestamente sería invariable bajo cualquier circunstancia, en tiempos de paz quedaba en aparente letargo. Los vecinos de ambos lados de la frontera se relacionaban entre ellos a pesar de resentimientos pasados, produciéndose situaciones que sobrepasaban en mucho las condiciones tratadas en los acuerdos de paz. Todo ello sin dejar de lado la creencia personal de que es muy difícil que se produzca una verdadera reconciliación entre los miembros de una familia que ha perdido a uno o a varios de sus miembros y los vecinos del otro lado de la frontera que la han ocasionado. Un vecino de Lorca llamado Bartolomé Requena relató cómo hacia 1477 se padeció hambre en esa ciudad a consecuencia de una mala y menguada cosecha de trigo y junto con otros trató con Vera sobre llevar un ganado a la Fuente de la Higuera para cambiarlo por trigo. Estando en dicho lugar ocurrió un imprevisto que pudo tener fatales consecuencias, tanto a nivel personal como para la continuidad de la tregua vigente. Narró en su declaración cómo poco antes unos vecinos de Lorca prendaron unas vacas a los de Vera y, justo el día en que fueron a la Fuente de la Higuera para hacer el trato, llegaron al lugar ciertos peones moros con un caballero, pretendiendo llevarse a Vera a todos los lorquinos que allí acudieron, en respuesta a no habérselas querido devolver. Tan fea se puso la cosa que estuvieron a punto de entrar en pelea, lo que sin duda, refiere, se habría producido de no haber sido porque en ese momento 169
vieron que traían las vacas para devolverlas.286 El objetivo de querer llevarse a los cristianos a Vera no es otro que el de presionar a la ciudad de Lorca para que obligase a entregar las vacas prendadas. Sin lugar a dudas las debieron de tomar de manera ilegal, ya que de otro modo no las habrían devuelto. También se llegaron a producir anécdotas al más puro estilo picaresco, como la que relató García Alexponi, que tuvo lugar en tiempo de paz. Salió éste de caza en compañía de escuderos y peones de Vera, vino la noche y se fueron a dormir a la Fuente de la Higuera. Estando allí vieron llegar a un escudero cristiano con un almayar que le traía una carga de paños y le dijo al egea de Vera llamado el Belezin que si venía de noche era para no pagar los derechos, para lo que ya se había concertado con otro egea de Vera llamado el Pahiji, y cuando este llegó por la mañana le entregó su carga de paños. 287 Las hubo también con calado temerario, como la narrada por el cristiano nuevo Alonso Xoray: Durante una tregua, él y otros vecinos de Vera, fueron a escondidas a la Fuente de la Higuera con trigo, para cambiarlo por vino a unos cristianos que con anterioridad habían mandado decir en la ciudad que quien estuviese interesado fuese con el trigo a dicho lugar. No es ignorante el testigo del castigo que le pudo sobrevenir de haber sido descubierto, y así refiere que el hecho de ir a escondidas era porque había pena de cien azotes al moro que bebiese vino, no obstante la transacción se realizó 288. Esto quizá viene a demostrar que, en esa época, entre los vecinos y quizá también entre los gobernantes, existía cierta relajación en el cumplimiento de los preceptos que la religión islámica les imponía. Las necesidades de los vecinos de ambos lados allanaban las diferencias entre ellos, de manera que ni tan siquiera la guerra supusiera un obstáculo insalvable a la hora de intercambiar sus productos. A este respecto contundente fue Diego López, un cristiano nuevo, al manifestar haber visto durante sesenta años cómo vecinos de Vera y de Lorca iban hasta la Fuente de la Higuera a vender sus mercadurías, tanto en tiempo de guerra como de paz. 289
286 A.M.L.
Ibídem. Fol. 39 v. Ibídem. Fol. 86. 288 A.M.L. Ibídem. Fol. 93. 289 A.M.L. Ibídem. Fol. 4 v. 287 A.M.L.
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CAPITULO VI Las conversiones religiosas. El táybix. El fin del dominio musulmán.
LAS CONVERSIONES RELIGIOSAS No todos los que cruzaban la frontera lo hacían con el único fin de saltear la tierra. De entre todas las razones que podían motivar estas incursiones, una de las más disparatadas fue la alegada por un labrador vecino de Lorca llamado Pedro de San Mateo. Hacia 1477 entró cabalgando en solitario al campo de Huércal y siendo descubierto por vecinos del lugar, al preguntarle si el motivo de haber cruzado la frontera era hacerse moro les respondió que no, que lo había hecho para quemar los campos de Lorca, lo que les debió de agradar mucho más. Lo hicieron cautivo y llevaron a presencia del caudillo de Vera. Fue rescatado días después por cuarenta mil maravedíes. 290 Repárese en la pregunta que los vecinos de Huércal hicieron a este cristiano: si venía a hacerse moro. Se advierte en la narración que lo preguntaron con naturalidad, y es que paradójicamente cruzar la frontera para cambiar de religión era relativamente frecuente entre los vecinos de ambos reinos, si bien las circunstancias no siempre eran las mismas. En alguno de estos casos se puede sospechar que el cambio es por 290 A.M.L.
Ibídem. Fol. 35. 171
conveniencia: mejor converso que cautivo. Tal pudiera haber sido el caso de un cristiano que vecinos de Overa sorprendieron escondido en un cañaveral, y manifestó haber venido a “tornarse moro”. Tras llevarlo ante la justicia deVera lo dejaron en libertad, ya que si su deseo era convertirse no lo podían tomar por cautivo, les dijo el cadí a sus captores. Igual ocurrió cuando unos vecinos de Huércal apresaron a un vecino de Lorca llamado Gaytán, y a pesar de decirles que venía a hacerse moro lo llevaron maniatado a Vera con intención de venderlo, pero la venta fue impedida por el cadí Hamete, que era justicia principal en la ciudad, y “por otros buenos hombres viejos”, siendo puesto en libertad.291 Alonso de Mendoza, cristiano nuevo, manifestó que viviendo en Vera, en tiempos de paz, llegó huyendo un moro que se había escapado de Lorca donde estaba cautivo, haciéndolo en compañía de una cristiana que era vecina de esa ciudad. Al poco tiempo de estar viviendo en Vera la cristiana cambió de religión y se casó con el evadido. Este hecho debió de ser muy embarazoso para la justicia de Vera, no tanto por la fuga del cautivo, que a este respecto Lorca no iba a reclamar nada, sino por haberse llevado con él a una de sus vecinas, robada a los ojos de esa ciudad. En este sentido Lorca sí exigiría su devolución y el castigo del infractor. Como éste no era un caso excepcional, al igual que otras veces, para salir del contratiempo el caudillo de Vera, que por aquel tiempo era un tal Ayne, recurrió a una socorrida solución: Citó a Lorca para que compareciese en la Fuente de la Higuera, a donde llevaron a la cristiana. Quedaron por una parte los caballeros de la ciudad de Lorca, por la otra los de Vera, y dejaron a la cristiana en la fuente que quedaba entre ellos para que marchase con quien quisiese. Se decidió por volver con los de Vera, lo que puso fin a la contienda. 292 Otro cristiano nuevo llamado Juan Rael, relató cómo tuvo conocimiento, estando la tierra en paz, que un vecino de Lorca se fue a Vera con un hijo y una hija y se tornaron moros. En este caso Lorca no reclamó a Vera nada en relación con el padre, al haber actuado de manera voluntaria, pero si exigió la devolución de los hijos a su madre, que se había quedado en Lorca, ya que al ser menores de edad no se les podía imponer el cambio de religión. La respuesta que dio Vera fue que no podía devolver sin más a los muchachos a su madre, no obstante dispusieron, al igual que en el relato anterior, que se llevasen a la Fuente de la Higuera y que allí se acordaría lo que conviniese. Una vez en el lugar, los de Lorca, entre los que se encontraba la madre de los jóvenes, 291 A.M.L. 292 A.M.L.
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Ibídem. 109. Ibídem. 88 v.
se quedaron a un lado de la fuente, en frente los de Vera y en medio la fuente y los hijos, y dándoles a escoger se decidieron por volver a Vera con su padre. 293 Martín Alfacán relató como hacia el año 1480 un cristiano de Lorca cautivo en Vera dio por rehén a una hija suya. Al cabo de cierto tiempo la hija cambió de religión y se casó con un moro. El padre apeló al concejo de Lorca para que la reclamase a Vera, ya que según él lo había hecho forzada.Resolvieron entre ambas ciudades que se llevase a la joven hasta la Fuente de la Higuera y que allí decidiese ella libremente con quién quería marchar. Finalmente optó por regresar a Vera con su marido.294 Si por el contrario la joven hubiese decidido ir con los de Lorca posiblemente, en caso de no pagar el padre el importe de su rescate, habría tenido que haber marchado él como cautivo a Vera, o haber vuelto a enviar en su lugar a otro rehén. Se daba también a veces la circunstancia que tras la conversión venía el arrepentimiento, en este sentido refirió Jerónimo Omar el caso de un padre que se fue con una hija moza desde Lorca a vivir a Vera, donde se convirtieron los dos. Después de llevar residiendo en la ciudad un tiempo, la hija casó con un vecino llamado Venjoar y más adelante el padre regresó a Lorca, desde donde reclamó a su hija a través del concejo de esa ciudad, basándose en que no podía cambiar de religión por ser moza. Vera procedió como solía: la llevaron a la Fuente de la Higuera y dándole a escoger se volvió con su marido a Vera. 295 Las conversiones se daban en un sentido y en otro. Si hasta aquí las referidas han sido de cristianos a musulmanes, a la inversa también las hubo. Una de ellas la vivió de cerca el cristiano nuevo bautizado como Alonso Abenzada -como se viene observando, los musulmanes tras ser bautizados cambiaron su nombre, pero generalmente conservaron alguno de sus apellidos-. Éste manifestó cómo estando cautivo en Lorca un pariente suyo llamado Lubreyni, de la rama de los Abenzadas, dio por rehén a un hijo, y después de acordar su rescate el muchacho dijo que no se iba por haberse convertido en cristiano. Tal era la insistencia de la familia por recuperarle que vecinos de Vera, entre los que se encontraba este testigo, acompañaron a la madre hasta Fuente la Higuera donde se juntaron con los de Lorca, cada cual a su lado y haciendo una raya entre unos y otros pusieron sobre ella al joven, y dándole a escoger con quien marchar, 293 A.M.L.
Ibídem. Fol. 91. Legajo 303. Sala II. Fol. 29. 295 A.M.L. Caja 217 Bis 2. Tomo II. Sala II. Fol. 74 v. 294 A.M.L.
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“(...) dio una higa a los moros y dixo tomad los de Vera que no quiero si no ser xpiano y yrme con los de Lorca que esa que ay esta no es mi madre que en Lorca tengo madre y padre que yo no estoy moro (...)” 296 En este caso la conversión se produciría por la convergencia de varios factores, cuales son: la corta edad del muchacho, el largo tiempo transcurrido desde que lo dejaron como rehén hasta que su familia estuvo en condiciones de pagar el rescate y el buen trato y habilidad de convicción que le dispensó la familia que ejercía su custodia. El cristiano nuevo Sebastián Avençada recordaba cómo por 1486 un vecino de Vera llamado Almibre Ynes se fue a tornar cristiano a Lorca con su hijo mancebo y que los parientes lo reclamaron a Lorca alegando que el padre se lo había llevado engañado. El concejo de Lorca resolvió el conflicto como era habitual: llevaron al joven hasta la Fuente de la Higuera y dándole a elegir entre marchar con los de Lorca o con los de Vera optó por hacerlo con los segundos. 297 Otro testigo llamado Juan Avençada se refirió a otra conversión de características muy similares a la anterior, que tuvo lugar poco tiempo antes, pero con distinto resultado, ya que en esta ocasión el hijo se volvió a Lorca con su padre. 298 Aunque no hay constancia del trato que los vecinos de un reino dispensaban a los conversos del otro, no alcanzo a contemplar otra posibilidad distinta a la del correcto, por considerar que en caso de ocasionarles molestias, vejaciones, ofensas o humillaciones seguramente bajo tales circunstancias nadie hubiera cambiado de religión, y además sustraer un fiel a la otra religión para convertirlo a la propia debía de tener unas connotaciones sociales que sobrepasarían el plano religioso, por lo que considero que al convertido se le había de dispensar un trato de concordia y hermandad, promoviendo con el ejemplo el cambio de religión entre los vecinos de la otra confesión. Y eso era lo que más diferenciaba a los dos bandos: la religión. Entre los cristianos y los musulmanes se levantaba una infranqueable barrera, que salvo casos concretos, hacía imposible el entendimiento entre ellos, y no era consecuencia de siglos de conflicto, que si bien es verdad que la guerra genera odios no es menos cierto que las guerras civiles, tanto entre cristianos como entre musulmanes, también fueron una constante 296 A.M.L.
Ibídem. Fol. 70. Legajo 303. Sala II. Fol. 15. 298 A.M.L. Ibídem. Fol. 23. 297 A.M.L.
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a lo largo de la historia y no por ello el sentimiento de la población era el mismo cuando se combatía entre ellos que contra los otros. Se podría tratar de justificar esta falta de entendimiento alegando razones derivadas de la cultura, costumbres, idioma, raza,... diferencias que eran evidentes, pero ninguna con el poder antagónico de la religión. Todos los demás motivos que se puedan alegar para justificar el que los cristianos y los musulmanes fueran dos mundos distintos e irreconciliables, quedan invalidados a tenor de las manifestaciones anteriores de conversiones de cristiano a musulmán y de musulmán a cristiano, donde cada uno de ellos, a la vez que franqueaba la barrera de la religión estaba salvando todos los obstáculos que su situación anterior le impedía el entendimiento con su sociedad de adopción, sin mayor inconveniente.
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EL TÁYBIX Pasar de un estado de guerra a otro de paz, además de traer consigo una relativa tranquilidad, significaba para las villas de Huércal y Overa poder gozar de cierta prosperidad; por un lado sus vecinos podían volver a cultivar sus huertas sin que los cristianos se las arrasasen y sacar a pastar su escaso ganado sin riesgo de que se lo robasen, con el consiguiente beneficio para las maltrechas economías familiares. Significaba un gran cambio en el paisaje, que dejaba de ser un páramo desolado para convertirse en un extenso pastizal donde ganados, venidos tanto de uno como del otro lado de la frontera, llenaban de vida todos sus rincones. Se recuperaba la actividad cotidiana que la guerra había interrumpido, desarrollándose todo tipo de actividades: Se volvía a salir de caza, los vecinos andaban por el campo haciendo todo tipo de aprovechamientos en él, ya labrándolo, ya cortando madera. Se reparaban y habitaban alquerías casi arruinadas por su abandono durante la guerra. Se distribuían colmenas por toda su geografía para su explotación, etc. Las relaciones comerciales entre ambos lados eran mucho más intensas, y en ellas los almayares musulmanes y los trajineros cristianos eran los verdaderos protagonistas, compartiendo escenario con los mercaderes judíos. El carácter militar del alcaide de Huércal era sustituido por el de gobernante y administrador de las villas, ejerciendo y aplicando justicia, concediendo permisos y licencias, como máxima autoridad en ellas. Un vecino de Huércal llamado Pedro Alloça manifestó cómo desde la Hoya de Baza venía cada año gente con ganado al campo de Huércal, para herbajear durante el invierno y que para ello, antes de traerlo, sus dueños pedían licencia al alcaide de la fortaleza, pagándole una cabeza 177
por cada cien animales que traían. Cuando el ganado sólo iba de paso al dirigirse a otros lugares, por cruzar por sus términos le pagaban una sola cabeza por todo el rebaño. 299 Los vecinos de estas villas estaban exentos de pagar este impuesto que llamaban táybix, que sólo estaban obligados a pagar los de otros lugares, a los que de ser sorprendidos sin haberla pedido el alcaide en castigo les prendaba una cabeza de cada diez. El pago de este impuesto era ineludible y no valían razones para hacer excepciones. El testigo anterior narró cómo encontrándose un vecino de Serón con unas vacas en el término de Zurgena se le escaparon durante la noche, entrando al de Huércal, y el alcaide por ello le tomó una ternera. De igual manera, a un vecino de Vélez que entró un ganado cabrío sin pedir licencia, el alcaide le prendó tres cabrones, una capa y un caldero. Tampoco le hubo trato de favor a un vecino de Baza llamado el Jaudari, cuando encontrándose en el campo de Huércal herbajeando su ganado le salió al encuentro el alcaide de la villa, que en aquél tiempo lo era Albuhaca, en compañía de otros vecinos viejos y le prendaron ciertas cabezas. Al preguntar el dueño por el motivo, le contestó que por haberlo entrado sin su licencia, a lo que éste se justificó diciéndole que el no hacerlo fue porque creía que estaba aún por alcaide su amigo el moro Atalid, a quien no tenía necesidad de pedírsela. De nada le valieron las súplicas para que lo perdonase, aunque gracias a su insistencia consiguió que le devolviera parte de lo que le había tomado 300. Así lo manifestó Pedro Avoxalvi que acompañaba como pastor al ganado, por ser su padre amigo de su dueño. Otro testigo amplió la manifestación anterior al decir que fueron tres carneros y seis machos los que primeramente le prendó y que finalmente le devolvió dos o tres cabezas y el resto las repartió el alcaide entre los hombres de su fortaleza. 301 Ginés Fajardo manifestó que había cobrado junto con un alcaide de Huércal llamado Moratali302 el derecho del táybix, llegando a juntar más de cien cabezas303. Lo que no manifestó es si este derecho lo cobraba el alcaide en su propio beneficio, aunque Pedro Luxán parece aclarar, en parte el destino del impuesto, al decir que lo que se cobraba en Vera 299 A.M.L.
Caja 217 Bis 2. Tomo I. Fol. 29. Ibídem. Fol. 88. 301 A.M.L. Ibídem. Fol. 87 v. 302 Más adelante se hace referencia a un alcaide de Huércal al que se cita por moro Atali, siendo probable que se trate del mismo. 303A.M.L. Ibídem. Fol. 6. 300 A.M.L.
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por este impuesto era para el rey de Granada y se repartía entre la gente de guerra de a caballo y atajadores de esa ciudad. 304 El testigo, implícitamente, expresa la sumisión de los dirigentes locales y la población hacia la figura del monarca, al advertir que el ganado cobrado del táybix y que se repartía entre la gente de guerra se recaudaba en su nombre, es una forma de reconocer que éste era el dueño y poseedor absoluto de toda la tierra y que en el reino no se hacía nada que no estuviese sujeto a su autoridad. De manera menos protocolaria se expresó el vecino del lugar de Cabrera Francisco Albenacín, testigo en un pleito que Lorca trató en 1525 contra Cuevas y Portilla sobre límites territoriales, al expresar directamente que el táybix lo pagaban todos los vecinos del reino de Granada que salían con ganados de su término a herbajear a otro distinto, y que consistía en el pago al alcaide del lugar de una cabeza por manada, para que les guardase de los malos hombres y rufianes, que en arábigo se les llamaba “gandires”. Por esta razón no lo consideraba como un impuesto, sino como el pago de un servicio.305 De manera análoga se expresó el soldado Antonio de Raya, un cristiano nuevo vecino de Cuevas, al narrar que fue testigo de cómo los vecinos de Baza llamados El Cazar, El Herrur, Hamo y Alcatarruz llevaron sus ganados a pastar al campo de Huércal, y vio que cada uno de ellos pagó a su alcaide, que en ese tiempo era Abén Verramy, una cabeza por el táybix, que era un derecho que cobraban los alcaides de los lugares donde se encontraban los ganados herbajeando, para protegerlos de ladrones y hombres de “mal haber”. 306 Como en su correspondiente lugar ya quedó expresado, el alcaide de Huércal además de en esa villa ejercía su poder también sobre la de Overa, en la que bajo su autoridad existía un alguacil. Por ello, cuando los ganados pastaban sus términos, los cuales eran comunes con los de Huércal, el derecho del táybix lo cobraba dicho alcaide y de la misma manera realizaba las prendas a los ganados que entraban sin su licencia, imponiéndoles a sus dueños penas según su criterio. Alonso Fajardo, otro cristiano nuevo, testigo en el tan reiterado juicio posesorio, se manifestó de manera distinta aunque no contraria, por cuanto dijo que se cobraba el táybix como compensación por el daño que el ganado ocasionaba al campo. Yo opino que el verdadero motivo de su cobro es el resultado de una suma de factores entre los que además de los referidos hay que añadir 304 A.M.L.
Caja 217 Bis 2. Tomo II. Fol.125 Legajo 303. Sala II. Fol. 17. 306 A.M.L. Caja 217 Bis 2. Tomo I. Sala II. Fol. 125. 305 A.M.L.
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quizá el más importante, aunque ningún testigo lo haya expresado: el de la contribución al mantenimiento de la gente de armas que prestaba servicio en las villas. Está claro que el que administraba lo recaudado por este concepto era el alcaide de la fortaleza de Huércal, disponiendo de él a su antojo. Y si como anteriormente ha quedado dicho, había alcaides que lo repartían entre los soldados que estaban bajo sus órdenes, también había otros que hacían un uso más restrictivo de su fruto. Tal fue el caso del alcaide Moratailiz, que compró un caballo a un vecino de Vélez el Rubio llamado Abembez y se lo pagó con ganado de lo que llevaba por el táybix,307si bien hay que reconocer que dicho caballo le serviría para desarrollar las ocupaciones propias de su cargo. También en relación con este alcaide, Ginés Fajardo, cristiano nuevo vecino de Huércal, manifestó que en un tiempo había cobrado los derechos del herbaje para él, habiendo llegado a recoger más de cien cabezas de ganado.308 Este es un dato significativo, por cuanto da a entender la elevada cantidad de ganado que entraba a pastar a los campos de las villas. Añadió además este testigo que la cabeza que se pagaba por cada rebaño que cruzaba el término era, de entre todas, la que quería el alcaide, a condición de no estar encencerrada. Hasta ahora todas las manifestaciones han coincidido en que el pago de este impuesto, derecho o servicio llamado táybix se realizaba en especie, lo que quizá haya dado lugar a que alguien se pregunte porqué no se pagaba en dinero. La respuesta a este interrogante está condicionada por un precepto religioso por el que el haberlo cobrado en dinero hubiera sido pecado. 309 No obstante algunos alcaides debían de ser menos religiosos que otros y aun a riesgo de caer en pecado no le hacían desprecios al dinero. Así lo advirtió un testigo de Lubrín, al manifestar que mientras guardaba los ganados de un tío suyo llamado Adulcaril, para poder llevarlos a pastar al campo de Huércal pagó a su alcaide tres maravedíes por cabeza.310 Siempre en todo hay excepciones que confirman la regla, por las que se puede comprobar que no se era tan estricto con su cumplimiento. A modo de conclusión, con el fin de despejar posibles dudas en relación con los impuestos que se pagaban por entrar ganados de un término a otro, hay que manifestar que eran de dos tipos, dependiendo 307 A.M.L.
Ibídem. Fol. 5 v. Ibídem. Fol. 6. 309 A.M.L. Ibídem. Fol. 36. 310 A.M.L. Ibídem. Fol. 115. 308 A.M.L.
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de que el ganado fuese de paso hacia un tercer lugar, en cuyo caso se pagaba una sola cabeza por rebaño, o de que se llevase a un término concreto a herbajar durante el invierno, en cuyo caso pagaban a razón de una cabeza por cada cien. O también, si tenemos en cuenta lo manifestado por el anterior testigo, tres maravedíes por animal. Lo que le confiere a una cabra o a una oveja un precio de trescientos maravedíes (dicho sea cómo valor de referencia, para poder contrastar con otros importes que se han ido refiriendo). Volviendo de nuevo al pleito sobre la posesión, mucho insistió Vera a través de sus testigos en demostrar a los Señores Presidente y Oidores de la Real Chancillería de Granada que, en tiempo de moros, esa ciudad extendía su jurisdicción sobre las villas de Huércal y Overa, y en su ejercicio cobraba los derechos del herbaje a los ganados que entraban en ellas. Pero manifestaciones como las de Martín Hernández, cristiano nuevo, nacido en Huércal en 1447 y vecino de ella, evidencian que Vera en la demanda anteponía su propio interés a la veracidad de los hechos. Refiere este testigo cómo los vecinos y moradores de Huércal y Overa estaban en posesión y costumbre de guardar y defender sus términos, vedando que vecinos de otras partes entrasen en ellos con sus ganados, a cazar, a cortar leña, a labrar o a hacer cualquier otro aprovechamiento, y si entraban sin licencia de su alcaide los prendaban y penaban. Y a mayor abundamiento de ello, narró como cierto día entró a los términos de las villas un ganado de la carnicería de la ciudad de Vera y fue prendado por mandato del alcaide de Huércal, quintándolo, es decir, le tomaron una cabeza de cada cinco. Procedieron de la misma manera con todo el ganado forastero que era sorprendido pastando sin licencia del alcaide, fuere de donde fuere. Pero lo verdaderamente sorprendente de su manifestación es la afirmación de que el alcaide de Huércal, estando la tierra en paz, llegó a arrendar los pastos a un cristiano vecino de la ciudad de Lorca llamado Juan de Otón, para el aprovechamiento de su ganado. Añade que del arrendamiento, lo que pagó en dinero fue para el alcaide y una cabeza en especie se la repartieron los vecinos. 311 Resulta paradójico que aun en tiempos de paz se establecieran este tipo de relaciones entre cristianos y musulmanes, que no por sorprendentes eran excepcionales. Antes bien, por el contrario, eran bastantes comunes, tal y como informó el testigo Pedro de Morata, un cristiano nuevo, que aseguró que siendo alcaide de Huércal el moro Atali, vio acoger en su campo ganados de cristianos viejos, y en particular citó a una viuda de 311 A.M.L.
Ibídem. Fol. 77. 181
Lorca, y que con el dinero que le pagó se compró un muleto.312 Aún más asombrosa resulta la declaración de otro vecino de Huércal, cristiano nuevo bautizado como Gómez Fajardo, al referir como un amigo suyo, cristiano viejo de Lorca llamado Domingo Teruel, vino cierto día en tiempos de paz a buscarle para que lo acompañase a Vera. Quería solicitar licencia a su cadí, que era por aquel entonces Hamete, para poder pasar con su ganado a herbajar al campo de Huércal. Tras la entrevista, habiendo llegado a un acuerdo, el cadí envió a su criado llamado Fomat el zapatero a contar las cabezas de su ganado, que se encontraba próximo al campo de Huércal, y pagó por la licencia a razón de una cabeza por cada cien. Tras lo cual estuvo durante una temporada con su ganado herbajeando por todo el campo de Huércal sin contrariedad alguna. 313 Si ésta no es una afirmación maliciosamente interesada, pone de manifiesto que Vera ejercía más jurisdicción sobre las villas que la que por parte de Lorca se pretendía justificar, aunque lo verdaderamente extraordinario de la narración es que entre cristianos y musulmanes pudiera haber este tipo de relaciones: de amistad, según la califica y justifica este testigo. Por otro lado, frente a los cristianos que registraban su ganado y pagaban para que sus ganados pudieran pastar a este lado de la frontera, hecho que no sucedía a la inversa, ya que la falta de pastos era directamente proporcional al ganado que cada uno poseía, se encontraban los que por exceso de confianza no lo hacían. Así lo manifestó Pedro de Alloça, vecino de Huércal, al relatar cómo hacia el año 1487, en un tiempo sin guerra, un vecino de Lorca entró con un rebaño de ovejas por la rambla de Guazamara hacia las villas sin haberlo registrado y el alcaide lo prendó tomándole en pena siete ovejas. 314 Narró asimismo Alonso Xoray que hacia 1460, viviendo en Vera, junto con otros caballeros prendaron el ganado de un vecino de Lorca que se encontraba dentro de sus términos, a media legua de la Fuente de la Higuera, quitándole ovejas y cabras que llevaron a Vera. Al poco tiempo dicho ganadero, tras pagar cierta cuantía de dinero en pena, se pudo llevar su ganado. 315 Siendo alcaide de Vera el Xe Aynen, en una fecha imprecisa, pero que bien se puede situar a comienzos de la última década de dominio musulmán en la comarca, se produjeron unos hechos, en los que coincidieron al menos dos testigos, cuyas consecuencias fueron 312 A.M.L.
Ibídem. Fol. 78. Ibídem. Fol. 151 v. 304 A.M.L. Ibídem. Fol. 29 v. 315 A.M.V. Legajo 252. 313 A.M.L.
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atribuidas a un castigo del poder divino: Tuvieron lugar un año en que hubo gran esterilidad por el reino de Granada, con la consecuente falta de pastos. En el campo de Huércal se encontraban herbajeando gran cantidad de ganados de todos los lugares próximos y de otros no tan próximos, cómo Huéscar y la Hoya de Baza. Tan elevado debió de ser su número que los vecinos de Vera, viendo peligrar el futuro de los suyos por el agotamiento de pastizales, se quejaron a su gobernante. El alcaide, en remedio de la situación, dio ordenes para que los forasteros sacasen sus ganados del campo de Huércal. Como no lo hicieron con la presteza que éste esperaba, en compañía de ciertos escuderos del caudillo de la ciudad, corrió todo el campo, y donde encontró ganados que aún no habían salido mandó quemar las cabañas de los pastores y chivitiles, sin tan siquiera dejar salir los cabritos que contenían. A partir de entonces, durante cuatro o cinco años consecutivos no llovió en la zona, por lo que en el campo se llegaron a secar “hasta las atochas”, lo que fue considerado por los vecinos como un castigo a la soberbia del alcaide.316 Esto, a todas luces fue un abuso de autoridad por parte de dicho alcaide, no tan sólo por la manera arbitraria de resolver el problema, sino porque además los ganados que arrojó fuera del campo de Huércal habían sido registrados por sus dueños, pagando los derechos, sin que fuesen resarcidos por ello. Cuando los vecinos forasteros querían entrar al campo de Huércal a cazar también debían de pedir licencia al alcaide, si bien su concesión no estaba sujeta al pago de derecho alguno, en caso contrario, si eran sorprendidos los despojaban de las piezas cazadas y los útiles de caza. Claro que, el hecho de que el alcaide no cobrase derecho alguno por otorgar licencia para cazar, no era obstáculo para que los cazadores no fuesen agradecidos y le obsequiasen con algunos higos en aceite u otras propinas, por lo que era costumbre entre los cazadores no presentarse con las manos vacías cuando iban a pedirle autorización.317 Hasta aquí lo dicho resulta fácilmente comprensible, no tanto cuando los vecinos que solicitan la licencia son cristianos. A esta cuestión se refirió Pedro León, al manifestar que había escuchado decir a hombres viejos de Lorca que cuando Huércal estaba aún en poder de moros, estando en paz con ellos, pedían licencia a los alcaides de la fortaleza para entrar a cazar perdices a su término. 318 316 A.M.L.
Caja 217 Bis 2. Tomo II. Sala II. Fol. 198 v. También. 210 v. Caja 217 Bis 2. Tomo I. Sala II. Fol. 32 v. 318 A.M.L. Caja 217 Bis 3. Sala II. Fol. 166. 317 A.M.L.
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Aprovecho para hacer un breve paréntesis y abundar, por medio de otro testimonio, en las relaciones entre vecinos de uno y otro lado de la frontera, que con reservas se podrían calificar de amistad. De no tratarse de casos excepcionales, dar por hecho que los vecinos de ambos lados vivían enfrentados en tiempo de guerra y de espalda en tiempos de paz, no se ajustaría del todo a la realidad de aquel entonces. Me refiero a la declaración de Alonso Zaxex, quien recordó cómo un vecino de Lorca llamado Montesinos tenía un amigo moro en Vera que se llamaba Abrahén Abençada, al que le pidió que le recaudase licencia para poder cazar perdices en los términos de esa ciudad. Cuando la consiguió, este testigo la remitió al de Lorca, que halló en compañía de otras tres personas en el mojón de la Fuente de la Higuera, quienes con ella en su poder cruzaron la frontera para cazar. 319 No da a entender que pagase derecho alguno por ella, coincidiendo con la anterior manifestación, lo que pudiera llevar a plantear lo estéril de la medida, -si no se paga nada, ¿para qué tener que pedir licencia?La razón hay que buscarla en el plano jurisdiccional. Lo que se pretendía era simplemente hacer demostración a los forasteros de que el término era inviolable y que no podían entrar a hacer algún aprovechamiento sin autorización del encargado de su administración y gobierno. ¿Cómo se entendían cristianos y musulmanes? Responder acertadamente en la justa medida a esta pregunta es más complicado de lo que parece. Por un lado está suficientemente documentado que cuando se realizaba un acto institucional entre ellos, las partes se servían de intérprete, lo que claramente evidencia un desconocimiento general del idioma del otro. Aún era así después de la conquista, en los innumerables pleitos, amojonamientos, informaciones, etc., siempre que se veían implicados musulmanes había un traductor. Por el contrario también ha quedado documentado, gracias a diferentes hechos narrados, que en muchos encuentros casuales entre cristianos y musulmanes, sin necesidad de intérprete, se llegaban a entender. La lectura que pudiera hacerse de lo expuesto es que si bien el conocimiento del idioma no estaba al nivel mínimo exigible en intervenciones oficiales, básicamente sí les podría permitir entenderse con los vecinos del otro lado de la frontera de manera coloquial. Los muchos años de relaciones entre unos y otros pudo haber contribuido a que desarrollaran esa facultad. Otra cosa es la proporción que la fórmula se prodigaba entre la población.
319 A.M.L.
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Caja 217 Bis 2. Tomo II. Sala II. Fol. 37.
EL FIN DEL DOMINIO MUSULMÁN Aunque la suerte del levante almeriense hacía tiempo que estaba ya decidida, no fue hasta el mes de junio del año 1488 cuando los Reyes Católicos iniciaron la campaña militar con el propósito de conquistarlo. Ésta tuvo su punto de partida en la ciudad de Lorca, a donde el rey don Fernando llegó con un numeroso ejército el sábado día 7, después de haber partido desde Murcia, donde dejó a la reina doña Isabel con la misión de prestarle ayuda logística. Se encontraba ya con su ejército en dicha ciudad esperando su llegada su primo político, Rodrigo Ponce de León, marqués de Cádiz, a cuyo talante negociador en parte se debió la rápida entrega de muchas de las plazas fronterizas. De lo cual y de otros aspectos no menos interesantes dejó testimonio veraz de la manera en que se iba produciendo. La reina, interesada por la forma en que se desarrollaba la campaña, encargó al marqués de Cádiz que le escribiese diariamente informándole de cuanto aconteciera. Éste, en cumplimiento de lo solicitado le dirigió la primera carta el mismo día de la llegada del rey a Lorca, comunicándole que su marido le había ordenado que al día siguiente se pusiese sobre Vera, con dos mil lanzas y cuatro mil peones y que él lo haría el domingo. Por la segunda carta, con fecha del día 8, informa que de camino a Vera pasó la noche en la Fuente de la Higuera, de donde salió de madrugada para coger por sorpresa a los vecinos de esa ciudad, poniendo en sus proximidades el real. La ciudad se la describe a la reina diciendo que está en llano y bien cercada de muros y torres, sin barbacana ni foso, presentando muy buena disposición para atacarla con la artillería. El marqués, tras instalar su campamento, citó a los notables de Vera, 185
a los que trató de hacerles ver las ventajas de entregar la ciudad por capitulación, frente a los inconvenientes de ser asaltada en caso contrario. Al escribir a la reina, le deja a entrever que Vera capitularía, ya que sus gobernantes habían salido muy impresionados de la reunión. Aprovecha el marqués la misma carta para describir la situación en que se encontraba Vera, informando a la reina de que: “En la cibdad hay muy poca gente; dícese que mucha della es ida al rey viejo, e la que aquí está muestra tanto temor, que hoy hasta puesto el sol nos ha entretenido de no escribir a vuestra alteza ni al rey, nuestro señor, porque unos nos quieren luego entregar la fortaleza e otros lo contradicen, e todavía están en su confusión en tal manera que no será maravilla (que) mañana, antes que su alteza venga, nos entreguen la fortaleza. Vuestra Alteza haya mucho placer que esto está fecho e así se fará todo lo otro deste reyno de Granada, como vuestra alteza desea. Con otra villa, que está aquí cerca, que se dice las Cuevas, tenemos concierto con el alcaide e vecinos della que, entregándose la fortaleza de esta cibdad, luego entregarán aquella. Es villa muy fuerte e de mucho provecho en esta tierra, a una legua de esta cibdad.” “Muy poderosa reyna e señora. Después deescrita esta, salió el alcaide moro e asentó con nosotros que daría esta noche cuatro rehenes para entregar mañana la fortaleza, porque era ya tarde e no había tiempo para ello. E así se dará la de las Cuevas, según más largo a vuestra alteza fará relación Martín Fernández Fajardo. Vuestra alteza habrá menester, según nuestro Señor lo face, mandar buscar muchos alcaides.” A la tarde siguiente, día 10, se entregaron las fortalezas de Vera y las Cuevas, lo que fue objeto de una nueva carta remitida a la reina por su primo el marqués, en la que le escribe: “Muy alta e muy poderosa, esclarecida reyna e señora. Vuestra alteza habrá visto lo que le escribimos ayer lunes, que teníamos asentado con el alcaide e moros desta cibdad de Vera, do el Rey, nuestro señor, llegó hoy martes a hora de comer. E levamos el alcaide a besar las manos a su alteza, e después, a la hora de vísperas, salieron todos los moros principales de la cibdad, a los cuales su alteza mandó nos entregasen la fortaleza e se fizo así. E cierta gente nuestra está apoderada en ella. Muy poderosa reyna 186
e señora, damos muchas gracias a nuestro Señor por las grandes victorias e tan continuadas, que da a vuestra alteza e al rey, nuestro señor. A él placerá siempre de las continuar, como vuestras altezas las desean e las merecen. Asimismo se entregó la fortaleza e villa de Las Cuevas e su alteza mandó a Juan de Benavides la fuese a rescebir. E mañana, Dios queriendo, se han de entregar otras cinco o seis fortalezas desta comarca, que ya está asentado. Y en lo que agora su alteza está mas en voluntad de tomar es la fortaleza e villa de Moxacar. Es fuerte por estar en una sierra fragosa; mas mediante nuestro Señor, se tomará, como se han tomado otras cosas mas fuertes. Vuestra alteza haya mucho placer, que todo lo restante deste reyno de Granada muy presto gelo dará Nuestro Señor. El partido que su alteza mando asentar con los moros fue que queden por mudéjares, e los que de aquí mes y medio quisieren pasar allende con sus mugeres e fijos, que vuestras altezas los mandarán pasar. (...)” El día 12 vuelve a dirigir una nueva carta a la reina con las novedades del día anterior, siendo su contenido el siguiente: “Muy alta e muy poderosa, esclarecida reyna e señora. Ya escrebimos a vuestra alteza como esta cibdad de Vera se había entregado, e así la villa de Las Cuevas e otros cinco o seis lugares cercanos a ella, e la voluntad que tenía el rey, nuestro señor, de tomar la villa de Moxacar, e su alteza tenía mucha razón por ser aquel el puerto para Almería. E ayer vino el alcaide e los principales moros de la villa e dieron la obediencia a vuestras altezas, e por ser tarde no fueron a entregar la fortaleza fasta hoy jueves. Es muy buena e fuerte e sojudga mucho la villa. Crea vuestra alteza tan provechoso ha seydo tomar aquella villa como esta cibdad. A Nuestro Señor gracias, lo alto e lo baxo, todo se omilla al servicio de vuestras altezas. Todos estos lugares del río de Almanzora, que son más de cuasenta, han de ir a requerir. Con esto que se ha ganado, todos vernan a dar la obediencia e las fortalezas. (...)” Cuando se refiere, además de Cuevas a la entrega de cinco o seis lugares cercanos a Vera, a los que no llama por sus nombres, sin duda está incluyendo en ellos a Huércal y a Overa, por lo que posiblemente a la hora de fijar la fecha de la entrega de sus fortalezas habría que remitirse al día 11 de junio del año 1488. Para finalizar con las aludidas cartas, me voy a referir a la fechada 187
el día diecisiete, por la que informa a la reina cómo..
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“(...) el rey, nuestro señor, mandó ir a requerir las villas e lugares del río Almanzora, de la sierra de Filabres y la fortaleza de Nixar, que es a cinco leguas de Almería, e otros de la comarca, e los alcaides dellas han venido a dar la obediencia, como vuestra alteza a sabido, e hoy vinieron los alcaides de Vélez el Blanco e Vélez el Rubio a dar la obediencia a vuestras altezas e entregar las fortalezas, las cuales mañana, dios queriendo, iran a rescibir. Asimismo dicen que, por servir a vuestras altezas, trabajaran e ternán manera cómo den la obediencia e entreguen las villas e fortalezas de Huéscar e Orce e Galera e Benamaurel, que son en la hoya de Baza. (...)” 320 Las condiciones que se convinieron en la capitulación de Vera, aunque no hay hasta el momento constancia documental de ellas, serían las mismas que para los lugares comarcanos, no debiendo de diferir demasiado de las recogidas, por ejemplo, en la capitulación de Baza. A ellas se refirió de forma muy breve y concreta el testigo Alonso el Hanse, cristiano nuevo, al manifestar que los Reyes Católicos ganaron el reino de la misma manera y con las mismas condiciones que lo tenía el rey moro. 321 Presentó Vera en el aludido pleito contra Lorca lo que el escribano de la Real Audiencia y Chancillería de Granada asentó como: “la capitulación que se hizo por los moros al tiempo que Purchena se entregó a los señores Reyes Católicos”, lo que se puede interpretar como que no hubo una capitulación concreta para Vera y su tierra, pero que las condiciones de su rendición fueron las mismas que para Purchena322. Deja constancia dicho escribano de cómo “(...) en ella ay un capitulo por el cual los dichos señores rreyes dizen: Yten que les mandaremos guardar sus bienes en su ley y les mandaremos dexar seis almudanes y alxamias y alfaquies y 320 J.A. TAPIA GARRIDO: Historia general de Almería y su provincia. Tomo IV “Almería musulmana II (1172/1492)”. Almería 1991, pág. 427 a 431. Todas las cartas referidas están publicadas por éste. 321 A.M.L. Monográfico Términos. Legajo 303. Juicio entre Lorca y Cuevas y Portilla sobre términos, año 1525. Sala II. S/n. 322 Las capitulaciones de los Reyes Católicos con los moros de Purchena se encuentran en el A.G.S. Patronato Real, Caja 11. Doc. 10 y están fechadas el día 07/12/1489. También García Asensio da cuenta de ellas en “Historia de Huércal Overa y su comarca”, Tomo I. Pág. 364 a 370.
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seran juzgados por su ley y la rrazon con conçexo de sus alcadis sigun costunvre de los moros” 323 El rey estuvo en Vera hasta el día 20 de junio, en que salió con dirección a Almería para ver si se podía sitiar, dejando guarnición en Vera, Las Cuevas, Mojácar, Teresa, Níjar, Sorbas, Overa, Cantoria, Oria, Benamaurel, Cúllar y Huéscar. Además dispuso lo necesario para su abastecimiento, tanto para la gente de guerra como para la población civil. El día 24 el monarca levantó el Real de Almería trasladándose nuevamente a Vera. El día 7 de julio acampó en la boca del río Almanzora, en un punto que Tapia Garrido sitúa entre Overa y Zurgena, donde para musulmanes y cristianos terminaba el río Almanzora y comenzaba el de Vera, lo cual tiene sentido, ya que teniendo intención de dirigirse a Baza para cercarla, es más lógico acampar en este punto que no en Villaricos por el rodeo que ello supone, habida cuenta que el viaje lo hizo subiendo por la cuenca del Almanzora. El monarca dejó la hoya de Baza dirigiéndose a Murcia para encontrarse con la reina, donde estuvieron hasta el día 29 de ese mismo mes, que marcharon a Orihuela. El primero de agosto están en Elche y el día 2 en Villena, donde firman una cédula por la que hacen merced a Lorca de las villas de Huércal y Overa,324 su tenor es el siguiente: “Don Fernando y doña Isabel (…) por hacer bien y merçed a bos el concexo alcaldes y alguaciles regidores y caballeros y escuderos oficiales y onbres buenos de la ciudad de Lorca, asi a los que agora soys como a los que fueredes de aquí adelante, acatando los munchos y buenos y leales serbicios que nos aveis hecho y nos hazeis de cada dia y en alguna equivalencia y enmienda de algunos daños y rrovos y talas muertes y cativerios que abeis recibido de los moros del rreyno de Granada en los tienpos pasados, e ansimismo de los destroços y peleas que a los dchos ynfieles, espeçialmente quando salisteis con Alfonso Fajardo que a la sazon hera alcalde y capitan de la gente del rrey don Juan nuestro señor y padre, de clarecida memoria que santa gloria aya, peleasteis con la casa de Granada y la bensistes y desbarastaistes, e porquesta dcha ciudad se pueble y ennoblesca mas, por la presente Vos hazemos graçia y merced y donación propia e pura e no revocable que es echa entre vibos de los lugares de Huercal y Overa, que hasta aqui heran de los dchos moros e nos con el 323 A.M.V. 324 J.A.
Libro 251. S/n. TAPIA GARRIDO: op.cit. pág. 436 a 444. 189
ayuda de Dios los ganamos de los dichos ynfieles este presente año de mill e cuatrocientos y ochenta y ocho años, abueltas de otras çiudades y villas y lugares que ganamos a ellos dichos moros, para que de aquí adelante para sienpre xamas los dchos lugares con sus castillos y con sus entradas y salidas y pertenencias, con sus prados y pastos y montes y exidos y avrebaderos y aguas, corrientes, estantes y manantes, con la justicias e jurisdiccion alta e vaxa, cibil y criminal, mero mixto ynperio y con todos sus terminos y territorios y con todas las otras cosas que le perteneçen de fecho y de derecho en qualquier manera, sean buestros para que podais paçer las yervas y bever las aguas y rroçar y cortar y plantar y labrar y usar en los dchos lugares y en sus terminos como en lugares y terminos de la dcha çiudad y para que el corregidor y alcaldes y justiçias de la dcha çiudad e no otro alguno puedan usar y usen en los dchos lugares e sus terminos en cada uno de ellos de la justiçia y jurisdiccion, alta e vaxa çibil e criminal, oyendo y librando los pleitos y causas que en los dchos lugares y sus terminos se comensasen y mobiesen y librandolos y determinandolos por derecho y por justiçia, castigando a los delinquentes, segun que lo aconstunbran y hazen las otras çiudades y billas de nuestros reynos, en los lugares de su tierra y nos, por la presente, çedemos y traspasamos en bosotros todo el derecho y accion y rrecurso que avemos y tenemos y nos conpete a los dchos lugares y castillos, cada uno de ellos y a sus terminos y cosas susodchas e lo enbestimos en bosotros para que los dichos lugares con todo lo susodcho sea tierra, termino, juridicçion de la dcha ciudad de Lorca y bos damos poder cunplido para que podais entrar y tomar y tener e poseer los dchos lugares y cada uno dellos con sus terminos y juridiçion, alta e vaxa, zibil e criminal e lo defender en juiçio y fuera del, y para ello Vos hazemos y constituimos procurados autores en nuestra causa propia y por esta nuestra causa propia y por esta nuestra carta y por su traslado, signado de escrivano publico a el alxamia alguazil e biexos y honbres buenos, moros de los dchos lugares, que de aqui adelante se ayan y tengan por tierra y termino y juridiçion de la dcha çiudad de Lorca y bos dexen paçer en los dchos terminos y rroçar y cortar y beber las aguas y usar de los dchos terminos como buestra y termino de la dcha çiudad y que cunplan y obedescan nuestras cartas e mandamientos como lugares de buestra tierra y juridicion. La qual dcha merçed bos hazemos contanto que tengais a cargo de guardar y pagar agora y de aqui adelante los castillos y fortalezas de los dchos lugares, a buestra 190
costa e minsion. Otro si, por esta dcha nuestra carta o su traslado signado de escribano publico mandamos al principe don Juan nuestro muy caro y muy amado hijo y a los ynfantes prelados e duques, condes marqueses, rricos honbres, maestres de las hordenes priores, comendadores y a los del nuestro conçejo y oidores de la nuestra audiencia y chancilleria y a todos los concexos alcaldes, rregidores, caballeros, escuderos, ofiçiales, onbres buenos de todas las çiudades y billas y lugares de nuestros rreynos y señorios y cada uno dellos que agora son y seran de aqui adelante, que bos defiendan y anparen en esta merçed que nos vos hazemos y que no bos vayan ni pasen ni consientan yr ni pasar contra ello agora ni en ningun tienpo y aseguramos y prometemos por nos y por los rreyes que despues de nos subçedieren en estos nuestros rreynos, que nos ni ellos no dibidiremos ni dibidiran ni partiran de la dcha çiudad ni del uso comun della los dchos lugares ni ninguno dellos, agora ni en ningun tiempo, y que si de fecho lo hizieremos y fiçieren que la tal dibision o partamiento no balga aunque se dispense en esta clausula con las leyes de nuestros rreynos que çerca desto hablan, mas que todabia a los dchos lugares con sus terminos y juridiçion que den finquen con la dcha çiudad segun dcho es sobre todo lo qual todos sy neçesario Vos fuere bosotros se lo pedieredes, mandamos a el nuestro chançiller o notarios y a los otros ofiçiales questan a la tabla de los nuestros sellos, que bos den y libren y pasen y sellen nuestras cartas de prebilegio, la mas fuerte e bastante que les pidieredes y menester obieredes, y los unos ni los otros no fagades ni fagan en de al por ninguna manera, so pena de la nuestra merçed y de diez mil maravedis para la nuestra camara, y demas mandamos al onbre que bos esta carta mostrare que bos enplaçe que padescades ante nos en la nuestra corte doquier que nos beamos, del dia que bos enplaçe en quiçe dias primeros syguientes, so la dcha pena, so la qual merçed a qualquier escribano publico que para esto fuere llamado que den fe que bos la mostrare testimonio signado con su signo, por que nos sepamos como se cumple nuestro mandato. Dada en la villa de Villena a dos dias del mes de agosto año del naçimiento de nuestro salvador Xesucristo de mill e quatroçientos y ochenta y ocho años. Yo el rrey, yo la rreyna, yo Juan de Coloma secretario del rrey y de la rreyna nuestros señores la fize escribir por su mandado.” 325 325
A.M.V. Legajo 251. Fol. 17 a 19. Traslado (cópia legalizada de un documento original realizada por un escribano) presentado por Lorca en 1511 con ocasión del pleito que mantenía contra Vera sobre la posesión del campo de Huércal. 191
Fue práctica habitual por parte de los Reyes Católicos agradecer los favores de quienes con su ejército, combatiendo a los moros, les ayudaron a ganar el reino, haciéndoles pago en forma de donación de algún lugar o lugares de los conquistados. El testigo Diego el Valenz, además de confirmar que el Rey don Fernando ganó la tierra con las mismas condiciones que las tenía el rey moro, añade en su declaración que después éste hizo lo que quiso con el reino, dando lugares y villas a doña María de Luna, a don Diego de Haro y al marqués del Zenete, al cual oyó decir que le habían cambiado Cartagena por los Vélez, Cuevas y Portilla. 326 Poco antes de que los Reyes Católicos hiciesen merced de las villas a Lorca, el rey don Fernando desmembró una pequeña parte del término de Huércal para hacer merced de ella a un vecino de dicha ciudad, como forma de agradecimiento por sus servicios en la guerra. Tuvo lugar el día 9 de julio y fue hecha en el Real de Vera al Comendador Gómez Fajardo. Consistía esta donación en “25 yuntas de tierras, para labrar con 25 pares, año, y vez, en el Sermidal, y Retamar de Goñar, que es entre la Ciudad de Lorca, y villa de Huercal para si, y sus herederos, y successores, y con facultad de poderlas vender, y enagenar.” 327 Pero volviendo a la donación de estas villas de Huércal y Overa, sin poder extender por desconocimiento esta conclusión más allá del ámbito comarcal, se da en ella la circunstancia de que no se hizo a título personal, sino a una ciudad. Los motivos que dieron lugar a la donación no es necesario referirlos, ya que han quedado suficientemente expresados y justificados, pero sí conviene hacer una reflexión acerca de lo que para esa ciudad supuso dicha merced, teniendo en cuenta que Lorca era una ciudad ganadera por excelencia, a la que su gran cabaña exigía una mayor extensión de pastos. La ganadería era la base económica de la ciudad de Lorca, muy por encima de cualquier otra actividad productiva, cuyo desarrollo se produjo como consecuencia de su conquista en el siglo XIII, ya que a raíz de ésta los campos se despoblaron quedando amplias zonas desiertas, situación que propició que los pastizales y el monte ganaran la partida a las tierras de labor. 328 La cabaña lorquina estaba formada por grandes manadas, propiedad 326 A.M.L.
Monográfico Términos. Legajo 303. Sala II. S/n. Juicio entre Lorca, Cuevas y Portilla sobre términos, año 1525. 327 A.M.V. Libro 345. Memorial Ajustado. Fol. 105. 328 J. F. JIMÉNEZ ALCAZAR: Un concejo de Castilla en la frontera de Granada: Lorca 1460-1521. Granada 1997, pág. 56. 192
de unos pocos, a los que se conocían como “los señores de ganado,” y por numerosos rebaños de pequeños ganaderos. Apellidos muy conocidos, que ocupaban alguna de las regidurías de su concejo tenían intereses ganaderos. Así se evidencia en el acta capitular de la sesión del 17-III1509, por la que se da cuenta de que estando la armada en Cartagena, preparando la conquista de Orán, el Cardenal envió a Lorca a buscar provisiones. Los escribanos, bajo juramento, al ser preguntados por los mayores propietarios de ganado manifestaron que eran Alonso Ponce, Martín Bravo de Morata, Adrián Leonés, Gonzalo Pérez, Pedro Martínez de la Junta y los Grimaldos. (Regidores, Mayordomos o parientes de ellos).329 Significativo al respecto puede resultar que después de repartir los ejidos entre la cabaña local, entraban a herbajear a los términos de Lorca más de 50.000 cabezas de ganado forastero, según se evidenció en una reunión del concejo de esa ciudad de fecha 20-IX-1505, en la que el regidor Martín Fernández Fajardo se mostraba favorable a arrendar el campo de Huércal.330 Si la intención de los Reyes Católicos al donar las villas de Huércal y Overa a Lorca fue recompensar a los vecinos por su contribución permanente a la defensa de la frontera y su participación en la guerra contra los moros, posiblemente los únicos que verdaderamente se beneficiaron fueron los “señores de ganado” aludidos, que eran quienes estaban en mejores condiciones de pagar por los ejidos, en contra de los intereses de los pequeños ganaderos, a los que les resultaba imposible el hacerlo. En una petición al concejo de Lorca, fechada el 12 de noviembre de 1513, el vecino Fernando de Alcázar se quejaba de ello diciendo: “... todo esta hecho exidos para los vecinos de esta çibdad señores de ganados que a esta dicha çibdad e a sus terminos son venidos de forasteros...” 331 Por la manifestación de Bartolomé de Morata, se sabe que Lorca en el campo de Huércal hizo dos ejidos, uno para los ganados de esa ciudad y el otro para los de la villa. 332 El hecho concreto de que los monarcas gratificaran a Lorca haciéndole donación de Huércal y Overa y no de otra manera, ni con otros lugares, se puede explicar atendiendo a la declaración de Martín Álvarez, vecino del valle del Segura, testigo presentado por Vera en el juicio contra Lorca sobre la propiedad. De estar éste en lo cierto evidenciaría que los que 329 J.
F. JIMÉNEZ ALCAZAR: op.cit. pág.270-272. Caja 217 Bis 3. Sala II. Fol. 40 v. 331 J. F. JIMÉNEZ ALCAZAR: op.cit. pág. 273. 332 A.M.L. Caja 217 Bis 2. Tomo I. Sala II. Fol. 7. 330 A.M.L.
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eran oficiales del concejo de Lorca en aquel tiempo pudieron obrar de mala fe, al anteponer sus intereses particulares a los generales. Su manifestación, la cual transcribo a continuación, hay que contemplarla con cierta reserva, ya que es el único testigo que así se ha expresado: “(...) dixo este testigo que luego que la dicha ciudad de Vera se gano por los xpianos oyo este testigo deçir en la dicha çiudad de Lorca e se dixo por cosa çierta e publica que el rrey don Fernando avia dicho a la çiudad de Lorca que se coxese de dos cosas, la una que le daria un mercado franco o que le darian por sus aldeas los lugares de Guercal e Overa e que la dicha çiudad de Lorca avia descoxido a los dichos lugares por sus aldeas e que el rrey se las avia dado e que esto oyo deçir por cosa çierta (...)” 333 En aparente contradicción con lo manifestado por este testigo está el albalá enviado a Lorca por los Reyes Católicos de fecha 28 de diciembre de 1474, por el que confirmaban el privilegio otorgado a esa ciudad por Enrique IV en 1465, ratificado a su vez por el príncipe intitulado como Alfonso XII al año siguiente, por el que se le concedía la celebración de un mercado franco los jueves de cada semana. 334Aunque pudiera haberse dado el caso de que en el momento de la donación dicha concesión ya no estuviera en vigor. A favor, que el testigo, de treinta y tres años, como cristiano viejo y vecino que era de Lorca cuando se hizo la donación, debía de tener perfecto conocimiento de causa. Por otro lado, la veracidad o no de lo manifestado resultaba irrelevante para el resultado del proceso judicial, por lo que no tenía sentido el que mintiera deliberadamente. En otro orden de cosas, hay constancia de que el primer ganado que entró a herbajear al campo de Huércal, después de la reconquista, fue el del vecino de Lorca Gonzalo Sitiel, según él mismo manifestó en el susodicho juicio, dejando de ello constancia en la manera siguiente: “(...) luego que las dichas villas de Huercal e Overa se dieron a la dicha ziudad de Lorca el primero ganadero que enttro en Lorca a tener cavaña en el campo de Huercal fue el ganado deste testigo el qual pastava hasta el Almarjalexo en la rambla de las Carrascas e asta la Balsilla que esta a la rranbla arriva yendo hacia los caveços Toscanys y que pastava sin ninguna contradiçion todo el tiempo que alli andubo por termino de la dicha ziudad e villas de Huercal y Overa y andubo alli por tiempo de tres años y que este 333 A.M.L. 334 J.
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Caja 217 Bis 2. Tomo II. Sala II. Fol. 258 F. JIMÉNEZ ALCAZAR: op.cit. pág.189.
testigo cobro de serranos que benian a hervajar por termino de Lorca a el campo de Huercal la vorra y asadura por los jurados que estonçes heran en la dicha ziudad (...) 335 El primer contratiempo de los muchos que acuciarían a Lorca, como dueña de Huércal y Overa, tuvo lugar el mismo día en que fue a tomar posesión de ellas. El día 16 de septiembre de 1488, una comisión formada por el alcalde de Lorca, Lázaro de Burgos Marín, el bachiller Albar Pérez, regidor y procurador síndico de esa ciudad, Alonso Mateo, Juan Navarro, Ginés López, asimismo regidores, Pedro León, jurado y Alfonso García de Alcázar, se presentaron en la fortaleza y villa de Huércal y requirieron a su alcaide, el Adelantado Martín Fernández Fajardo, para que la entregase, en virtud a la carta de donación que de ella tenían hecha por los Reyes Católicos. Sin embargo, el alcaide les respondió que de buen grado abriría las puertas de la fortaleza, pero que los Reyes Católicos le habían dado su tenencia, rindiéndoles por ello pleito homenaje, por lo que mientras los monarcas no le alzasen el dicho pleito homenaje y ordenasen que la entregue no les abría las puertas. El Adelantado persistió en su negativa por mucho que los de Lorca insistieron en ello, amenazándolo con las penas contenidas en la carta real, en las que incurría quien no la obedeciese, a lo que les respondió que en ese caso apelaría la pena por las razones que había expuesto. La intención de Lorca era poner por alcaides, tanto en la fortaleza de Huércal como en la de Overa, a unos vecinos llanos que fuesen de su conveniencia, muy lejos de personajes de la relevancia del Adelantado de Murcia. Al día siguiente, lastrando con la negativa del alcaide de Huércal a entregarles su fortaleza, se dirigen a Overa a requerir a su alcaide, que a la sazón era Tomás de Morata, hijo del otro Tomás de Morata que años atrás cometiera la proeza de escalar sus murallas, facilitando a los lorquinos su asalto. Encontrándolo en compañía de la aljama, del alguacil Mahomad Almuxami, del alfaquí Mahomad y de los viejos hombres, y otros buenos moros del lugar, llamados: Mahomad Algali y Alemigi, Mahomad Gebel, Mahomad Almudejar, Ali Xibir, Mahomad Gimas y Omad Cahelel, le requieren para que entregue su fortaleza y villa. Tomas de Morata, de manera contraria a Martín Fernández Fajardo, abriendo las puertas del lugar y fortaleza les hizo entrega de ellas. La manera en que la comisión lorquina tomó posesión del lugar, por curiosa, la transcribo a continuación: 335 A.M.L.
Caja 217 Bis 2. Tomo I. Sala II. Fol. 58. 195
“(...) abrieron las dichas puertas del dicho lugar de Overa que tenian zerradas e se salieron el dicho alcayde e alxama moros del dicho lugar afuera del dicho lugar y su fortaleça y (...) pusieron a los dichos señores del dicho concexo e justicia de la dicha ciudad y en nombre de aquella dentro del dicho lugar de Overa y en su fortaleça y en sus terminos e territorio e ansi como en tierra e lugar e aldea que es de la dicha ciudad de Lorca (...) en señal de posesion çerraron las dichas puertas del dicho lugar y fortaleça por de partes de dentro y hecharon fuera al dicho alcayde e moros del dicho lugar e dixeron que se tenian y tuvieron por contentos y entregados en nombre de la dicha ciudad e concexo della de la general posesion (...) e tornaron a avrir las dichas puertas e por sus manos pusieron a el dicho alcayde y aljama e moros dentro del dicho lugar y fortaleça (...)” La comisión dejó por alcaide a Tomas de Morata hasta tanto la ciudad no proveyese otra cosa, y mandó a los vecinos del lugar poner vigilancia en la fortaleza, tanto de día como de noche y guardas a sus puertas. Pasan la noche en Overa, marchando de mañana a Huércal. Ante su fortaleza vuelven a requerir a su alcaide con la real provisión para que haga entrega de ella, accediendo finalmente su alcaide, a condición de que le tenían que entregar carta de los Reyes Católicos por la que le alzasen del pleito homenaje que les había hecho. Mientras tanto siguió como alcaide, pero ya por Lorca, a la que como caballero e hidalgo rindió pleito homenaje. La real provisión de los Reyes Católicos se hizo de esperar y no fue hasta el día 23 de abril de 1490 cuando la ordenaron escribir estando en Sevilla. Por ella alzaron a Martín Fernández Fajardo del pleito homenaje que les había hecho, mandándole rendirlo a la ciudad de Lorca, pero no le destituyen del cargo, sino que por contra le confirman en él, al ordenarle seguir teniendo la fortaleza como la tenía por ellos. 336 Por dejar constancia de la toma de posesión de Overa, contemplada desde otro punto de vista, a continuación transcribo lo que en relación con ella manifestó el cristiano nuevo Juan Martínez Cahelil, quien fue testigo presencial: “(...) despues de hecha merçed por los dichos señores rreies de las dichas villas de Huercal e Overa a la dicha ciudad de Lorca este testigo vio que los de Lorca fueron a la dicha villa de Overa a tomar la posesion de la dicha villa y quando llegaron los becinos 336 A.M.L.
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Caja 217. Sala II. Fol. 687 a 711.
de la dicha villa e no los querian dexar entrar a tomar la dicha posesion e despues de todo esto le abrieron las puertas y entraron e tomaron la dicha posesion de la dicha villa de Overa e que despues de tomada bio que les dixeron los de Lorca a los de Overa que pues ya tenyan la posesion de la dicha villa que les mostrasen por donde se partian los terminos de la dicha villa de Huercal e Overa e vio que de la dicha villa de Overa salieron çiertos viejos que el uno dellos se llamaba el alguaçil Xali y otro se llamaba Fortaiaha y otro le llamavan el Bermejo que todos estos heran viejos e como entonçes este testigo hera mozo no fue con ellos (...)” 337 El destino de las villas de Huércal y Overa desde sus orígenes había transcurrido paralelamente, en singular, caminando por la historia con un solo paso y una única voz. Tras la conquista, la nueva situación provocó en las vidas de sus vecinos una inevitable serie de cambios, que si bien fueron generalizados en todos los lugares del reino de Granada, en particular tuvo consecuencias añadidas en estas villas, fruto de la atípica situación en las que quedaron: A caballo entre dos reinos. Dos villas lorquinas que no pertenecían al reino de Murcia y siguieron formando parte del de Granada, lo que acarreó más de un problema, tanto a la ciudad de Lorca como al concejo local. Después de haber transcurrido diez años desde que los vecinos entregaran sus fortalezas a los Reyes Católicos y haber pasado por un proceso de cambios, difíciles de asimilar en tan corto espacio de tiempo, se iba a producir una situación que habría llevado a las villas por primera vez en su historia a tomar caminos diferentes. El día 26 de mayo de 1505 la reina doña Juana I confirma una merced concedida por su padre, el rey don Fernando, a la ciudad de Lorca en septiembre del año anterior, autorizando el acuerdo alcanzado entre esa ciudad y el marqués de Villena, por el cual Lorca entregaba Overa y 20.000 maravedíes de juro de heredad a don Diego López Pacheco, marqués de Villena, a cambio de Xiquena y Tirieza. Fundamenta Lorca su petición de permuta en evitar los inconvenientes del pleito que trata contra el marqués, por el perjuicio que a sus regadíos le podía ocasionar no disponer del agua del lugar de Xiquena. 338 337 A.M.L.
Caja 217 Bis 2. Tomo I. Sala II. Fol. 106. Es posible que el declarante sea el mismo que en la relación que hicieron los de Lorca de los vecinos de Overa que estaban presentes citan como Omad Cahelel. 338 A.M.L. Armario III. Caja 2. Libro copiador de privilegios II. Fol. 270 a 274 v.) Publicada por A. GOMARIZ MARÍN en Colección de documentos para la historia de Murcia. Documentos de Juana I (1505-1510). Real academia Alfonso X el Sabio. Murcia 2006, pág. 79 a 83. 197
Aunque la aprobación de la permuta por parte de la Corona tuvo lugar en 1505, en 1498 ya estaba firmado el acuerdo entre ambos propietarios, no obstante, el trueque nunca llegó a hacerse efectivo. 339 Este fue el primer proyecto, aunque no el único, para separar a estas dos hermanas siamesas que eran las villas de Huércal y Overa. El valorar los efectos que la medida hubiera producido en ellas es una incógnita, a la que únicamente, por razones obvias, sólo se puede dar respuesta desde el campo de la hipótesis. Tantas opiniones como formas de pensar haya, y entre ellas la que vaticinara la desaparición de Overa, de la misma forma y por la misma razón que ocurrió con los lugares próximos de Portilla, Teresa, Serena y Cabrera.
339 J.F. JIMÉNEZ ALCAZAR: Huércal y Overa: de enclaves nazaríes a villas cristianas
(1244-1571) Ayuntamiento de Huércal Overa 1996. pág. 53 y 54. 198
CAPITULO VII La fundación de la actual Huércal. Finaliza la campaña contra Granada. La conversión de los mudéjares. El fin de la guerra.
LA FUNDACIÓN DE LA ACTUAL HUÉRCAL En 1558, Lorca, con ocasión del pleito que aún trataba contra Vera por la propiedad del campo de Huércal, presentó una relación de preguntas para que por ellas se examinara a sus testigos. La que figura reseñada como la undécima es de gran interés por cuanto, además de hacer alguna referencia curiosa, descubre los orígenes de la actual villa de Huércal. Dice así: “Yten si saven que la dicha villa de Huercal en tiempo de moros estava en un cavezo donde oy dia esta una torre y otros edificios e despues que se gano de los moros los vecinos hicieron sus casas en lo llano y esta apartado buena distancia del dicho lugar y sin estos dichos sitios de lugares ay otro que llaman Huercal la Vieja apartado destos lugares cantidad de una legua poco mas o menos.”340 A esta pregunta contestó Gonzalo Hernández Axir, y su respuesta no fue menos interesante: 340 A.M.L.
Caja 217 Bis 2. Tomo I. Sala II. Fol. 207 v. 199
“(...) siendo de moros la dicha villa de Huercal este testigo bivio e moro antes que la tomasen los señores rreies catholicos de gloriosa memoria a tiempo de seis años poco mas o menos y que save e vio este testigo en el dicho tiempo la dicha villa de Huercal estava hecha y poblada en un cavezo de un çerro donde al presente esta hecha una torre que esta buena distançia de tierra de donde a el presente esta hecha la dicha villa de Huercal e desta manera estuvo la dicha villa de Huercal en el dicho caveço hasta tanto que los dichos señores rreies catholicos de gloriosa memoria ganaron el rreino de Granada e las dichas villas y que despues que lo ganaron este testigo vio que los vecinos de la dicha villa de Huercal dexaron el dicho lugar e lo despoblaron e se bajaron a lo llano a donde tornaron a edificar el dicho lugar y esta edificado a el presente por que ansi lo a visto este testigo sigun e de la manera que lo tiene dicho declarado desuso y que demas y saliendo destos dos sitios de lugares este testigo que a visto desde lejos unos edificios que le dixeron a este testigo que solia ser Huercal y se decia que le llamavan Huercal la Vieja (...)” 341 Las declaraciones de los testigos en este sentido fueron unánimes, respondiendo afirmativamente a la pregunta formulada por Lorca, de la misma manera que lo hicieron los testigos propuestos por Vera en el año 1550 ante una pregunta similar, por lo que no dejan lugar alguno para la duda y confirman que el emplazamiento de la actual villa de Huércal tuvo su origen tras la conquista del reino. El cuándo, con la respuesta del anterior testigo ha quedado aclarado, para averiguar el quién hay que retroceder hasta el día 14 del mes de agosto de 1511, en que Antón de Galve, procurador de la ciudad de Vera, presentó al juez pesquisidor como prueba a favor en el tan referido juicio, un cuaderno de contabilidad de los derechos ordinarios de Huércal del año 1495 - repárese en la fecha, sólo tres años después de la conquista del reino- en el cual vienen recogidos, indirectamente, los nombres de los vecinos que fundaron la villa. Así dice el documento en cuestión: “Libro de los derechos hordinarios de la villa de Huercal de año de noventa y cinco años segund lo hizo Cide Bulcacin Alcomony e Mahomad Alcomarexi. Al alguacyl Mahamad Hacin Abulcacin Albeguyb 341 A.M.L.
200
Ibídem. Fol. 207 v.
Hamed Galib Hamed Zulayman Abrahín Aborrohay Mahamad Fartu Mahamad Zulaymyn Mahamad Hacin Mahamad Alfaraz Mahamad Albohayre Aladbar Mahamad Albohayre Alazgir Mahamad Alazri Mahamad Almudaguar Ali Alazari Yahi Hacin Fatima Benchabo Rohay Yuzaf Gibir Zuleyman Aben Hacin Hacin Alazri Zeuchad Zulaymy Mahamad Almohade Hacin Aben Mahamad Hacin Arramy Alamax Ali Almorayda Abraen Almainun” 342 Las veinticinco personas que figuran en la anterior relación se entiende que no son el total de vecinos que poblaban la villa, sino sólo los contribuyentes, generalmente los cabezas de familia. La mujer que en ella consta debió de ser una viuda que vivía sola o con hijos menores de edad. Omito por inoportuna la cantidad de dinero que cada una de ellas había pagado o tenía que pagar. Gracias a que en esta época los vecinos no se habían convertido aún al cristianismo se les puede identificar por sus nombres árabes. Circunstancia que hubiera sido imposible de haberse confeccionado tras su bautismo, por haber figurado en él sus nuevos nombres cristianos. Overa siguió estando en el mismo lugar, ya que al contrario que sucedía con Huércal, no había razones para buscarle un nuevo emplazamiento. Y puesto que en el cuaderno aludido anteriormente también hay un apartado para esta villa, ¿por qué no caer en la tentación y dejar constancia asimismo de los vecinos que la habitaban en el mismo año? 342 A.M.V.
Caja 251. S/n. 201
“Libro de los derechos ordinarios de la villa de Overa de este año de XCV años, hecho por el Camonix Alcomarexi: Abraen Abuzayte Abraen Alhaje Abraen Alcada Hamed Forayad Alfaque Mohamad Abraen Alpugi Hamed Alpugi Hamed Alverala Abulfa Abenceur Alguacyl Almoxiny Abraen Alfoayque Hamed Aben Zuleymen Abraen Aburruhay Hamed Jafar Hamed Alahal Ubecar Axarque Abraen Abul Hacin Alfaque Omar Ahalal Abrain Arricotí Hamed Farax Abraen Albaguyd Abrayn Abohadar Hamed Abenzada Alfaque Abulcacin Farax Hamed Ay Abrayn Cacin Habed Albejari Mahamad Abencibí Mahamad Cahalal Mahamad Galed Mofada Alfarax Mahamad Alfuliny Mofadal Abenynçi Farax Mahamed Audala Mahamad Almudejar Mahamed Adulgi Mahamad Zay 202
Mahamed Hazus Mahamad Alanzulí Mahamed Guna Mahamad del Fartu Mahamed Hacin Mahamad Bareque Mahomad Alhaje Hamet Mahamad Ubeire Mazod Arrondí Mohamed Abenayud Mahamed Alfaraz Mahamed Adul Guahed Mahamed Farax Mahamad Alhaje Hamet Mahamed Abramor Mohamad Aboamer Hamet Adulasys Mahamad Aljorayque Abdul Alique Ali Horaca Ali Alpugi Ali Alaciri Ali Nygi Ali Alharraque Ali el Moxeny Ali Ben Cuhalis Audala Alfaque Yuzaf Giber Zeujed Mahamad Cahalil Yucaf Cahalde Yahaya el Belizí Yalí Aben Mahomad Alfaque Abraen Aurny Mahamad Horaca Abrayn Abenhebil Usear Alatarexi Ali Abejarí Yahí Arrany.” 343 Como se puede comprobar son en total 75 contribuyentes cifra que, 343 A.M.V.
Ibídem. S/n. 203
al contrastarla con los 25 de Huércal, pone de relieve que tras la conquista la diferencia poblacional entre ellas sigue estando a favor de Overa. Información esta que no aportaría gran cosa en relación con la entidad de las villas si no se contrasta con los contribuyentes de otros lugares de su entorno, para poder saber de su importancia a través del número de ellos. A ese respecto, remitiéndome de nuevo al susodicho cuaderno, quiero dejar constancia de que en el mismo año Bédar contaba con 52 contribuyentes, Cabrera 157, Teresa 151, Antas 125, Serena 69, Zurgena 63, Cuevas 315 y Portilla con 50. 344
344 A.M.V.
204
Ibídem. S/n.
FINALIZA LA CAMPAÑA CONTRA GRANADA El 4 de diciembre de 1489, después de meses de asedio, Cidi Yahya entrega Baza convenido con los Reyes Católicos, recuperando la libertad 510 cristianos que allí se encontraban cautivos. A los pocos días capituló Purchena y Serón. El Zagal, por influencia de su sobrino Cidi Yahya entrega a los monarcas cristianos Guadix, Almería, el Alpujarra y todos los lugares que estaban bajo su dominio. Tras lo cual, fuera de escena uno de los dos reyes que gobernaban el reino de Granada, el único enemigo a vencer por parte de los monarcas cristianos era Boabdil, que ejercía su dominio sobre la capital del reino.345 El día 2 de enero de 1492 Granada se rinde a los Reyes Católicos con todos los castillos, fortalezas y pueblos del reino que quedaban por tomar, poniendo fin a ocho siglos de dominio musulmán en España, que si bien no supuso el cese de hostilidades entre musulmanes y cristianos, si sirvió a estos últimos para que a partir de entonces esas diferencias se contemplasen desde otro punto de vista, infinitamente más ventajoso. La conquista de Granada, en una doble vertiente, no sólo significó un logro para la monarquía española, sino también para toda la cristiandad. Por un lado supuso el fin de una larga reconquista y por otro la supremacía de la religión cristiana sobre la musulmana. De la forma en que la campaña se iba desarrollando, escritores de la época como el judío converso Alonso de Palencia, Andrés Bernáldez (el Cura de los Palacios), Diego de Valera, Hernando del Pulgar y otros, dejaron cumplida información en sus crónicas. Inusual resultó la forma en que el Arzobispo de Toledo, don Pedro González de Mendoza, 345 J.A.
TAPIA GARRIDO: Historia general de Almería y su provincia. Tomo IV “Almería musulmana II (1172/1492)” Almería 1991. 205
cardenal de España, dejó constancia de cómo una tras otra iban cayendo las principales plazas granadinas, bien por asalto, o por capitulación y de su posterior toma de posesión por parte de los conquistadores. Las obras de la catedral de Toledo (1226-1493) estaban próximas a su conclusión al tiempo que finalizaba la conquista de Granada. Una vez los Reyes Católicos tomaron la firme decisión de acabar con el reino nazarí y tras la consecuente rendición de plazas que se estaba desencadenado, en 1489 el Arzobispo de la catedral toledana, que había asistido personalmente a la entrega de distintos lugares, realizó a un tallador de la Baja Alemania, conocido por maese Rodrigo, el encargo de labrar la sillería baja del coro de la catedral. En total fueron 54 los respaldos que este artesano decoró, con escenas que inmortalizaban la toma de esos lugares y fortalezas; obra que fue finalizada en 1495. La talla que el artista realiza de las plazas representadas es figurada, advirtiéndose en éste un desconocimiento de ellas, así como que realiza su diseño con la escasa información que le es facilitada, posiblemente por quien le ha encomendado el trabajo, cuyo interés, más que por la fidelidad de los detalles, radicaba en la constatación en sí de la victoria, como una exaltación religiosa, en la que se representa en un mismo plano la cruz y el pendón real e incluso el dicho cardenal junto con el monarca. Los motivos simbolizados constituyen una narración visual de la conquista, que es mucho más divulgativa que su relación escrita, por cuanto no hace falta saber leer para ser comprensible a todo aquel que la contemple. No obstante, en ellas figuran escritos con caracteres góticos los nombres de 43 lugares diferentes, entre los que se encuentra el de Huércal. Ortográficamente se observa su nombre bastante distorsionado, pues reza como Gurarca, pero esta alteración es algo que a estas alturas ya no va a impresionar a nadie. Suponiendo que los lugares representados fuesen los de mayor importancia, esta villa ostentaría esa calificación dentro de los de la comarca, junto con Cabrera, Mojácar, Cantoria, que se ha escrito como Camoria, y Vera, todos ellos tomados por capitulación en 1488. No figura ninguna otra de las plazas inmediatas, resultando muy extraño la ausencia de Cuevas. La silla que representa la toma de posesión de Huércal se encuentra en el lado del Evangelio, esto es, a la derecha entrando al coro, la quinta silla en orden, entre las de Vélez Rubio y Vélez Blanco. (Figura 4)
206
Figura 4.- Respaldo tallado de la silla del coro de la Catedral de Toledo, donde se representa la toma de la fotaleza de Huércal. (Fotografía anónima).
Una descripción de su escenificación la hizo Juan de Mata Carriazo de la forma siguiente: “(…) Una ciudad de doble recinto, en paisaje accidentado, con árboles. Sobre las murallas destaca un alto edificio con techo de mucha pendiente, espadaña y ventanas en arco de medio punto. Dos moros colocados sobre la puerta ven entrar al ejército cristiano. Pasa bajo el rastrillo un caballero con adarga a la espalda y otro con una especie de antorcha. En primer término, el rey don Fernando, sobre la armadura completa, una ropa corta, jubón o capellar, de cenefa labrada, collar y rico sombrero, cambia algo con un paje que se acerca destocado. Detrás, un personaje eclesiástico que querrá ser el cardenal Mendoza. Al fondo, caballeros con lanzas, la cruz del cardenal y estandarte. En las enjutas, dos personajes grotescos; el uno embraza un escudo en forma de tarja y se dispone a tirar una lanza corta o azagaya; el otro apunta una ballesta cargada. El cardenal Mendoza no asistió a la campaña de 1488.” 346 346 J.
DE MATA CARRIAZO Y ARROQUIA: Los Relieves de la guerra de Granada en la sillería del coro de la catedral de Toledo. Granada, 1985, Pág. 84. 207
Evidentemente si el cardenal no asistió a la campaña de 1488 tampoco pudo estar presente en la toma de posesión de la fortaleza de Huércal. Contrariamente, el rey si participó personalmente en la campaña, aunque coincidieron en cuanto a que tampoco estuvo presente en su entrega. Por tanto, ambas representaciones se ha de entender que son simbólicas. En su descripción, lo que a este historiador le ha parecido una “especie de antorcha”, para mí no presenta duda alguna su identificación, y creo que debía de haberlo afirmado con propiedad, así como que no portan sólo una, ya que se distinguen hasta dos. Ésta es la única silla del coro en la que se representa este tipo de iluminación artificial, lo que evidencia que el artista pretende dar a entender que Huércal se tomó siendo de noche. Y esta circunstancia, lejos de ser fruto de la arbitrariedad del autor, viene a demostrar que éste tenía perfecto conocimiento de las circunstancias en que se negoció la rendición de Vera y otras plazas de la comarca. Con anterioridad quedó constatado cómo el día 9 de junio de 1488 el marqués de Cádiz con su ejército se instaló en las inmediaciones de esa ciudad y negoció con sus gobernantes la entrega de esa plaza. Pero no fue hasta puesto el sol cuando los granadinos mostraron su intención de rendirla, pero como “era tarde para ello” los cristianos no llegaron a tomar su posesión. Es perfectamente comprensible que el marqués, ante la llegada de la noche, aplazara la toma para el día siguiente en evitación de riesgos innecesarios. Pero la inseguridad que se podía observar ante una inmediata toma de Vera no se manifestaba en el castillo de Huércal, donde únicamente residían unos pocos soldados que facilmente pudieron abandonarlo. Quizá por asegurarse el lugar ante un hipotético cambio de planes por parte de los de Vera, los cristianos llevasen a efecto su toma aquella tarde-noche. Y abundando más en el campo de la hipótesis, también pudo influir que el adelantado murciano, Martín Fernández Fajardo, contemplara el que con esta acción los Reyes Católicos le otorgaran la alcaidía de dicha fortaleza, como posteriormente sucedió por la razón que fuese, y él mismo con su gente, alumbrándose con antorchas, tomara posesión de ella en nombre de los monarcas, sin esperar al día siguiente.
208
LA CONVERSIÓN DE LOS MUDÉJARES A finales de 1499 tuvo lugar una revuelta en el Albaicín que, aunque duró sólo tres días, sirvió de detonante para producir una reacción en cadena que provocó unos inesperados resultados. Dicha rebelión fue sofocada bajo la promesa de que se castigaría sólo a sus responsables directos, y la oferta de amnistía para todos los que se bautizasen. Esto desembocó en la cristianización masiva de los vecinos musulmanes de Granada y sus alquerías próximas, lo que ocasionó gran malestar en la comunidad mudéjar del reino. En enero de 1500 se alzó en armas la Alpujarra, a la que costó tres meses someterla, e igualmente se le otorgó el perdón a cambio de su conversión. En octubre de ese mismo año fueron Níjar y Velefique las que se alzaron, siendo rendidas por las armas, y tras éstas, como últimos relevistas, le sucedieron las Serranías de Ronda y Villaluenga en 1501. Finalizadas las revueltas, los bautizos de musulmanes siguieron produciéndose por todo el reino, estableciéndose nuevas capitulaciones con la Corona para regular su nueva situación. Y siendo ya cristianos todos los vecinos mudéjares del reino de Granada, en febrero de 1502 los del resto de Castilla hubieron de elegir entre el bautismo o el exilio, optando prácticamente todos por la primera opción. En esta zona oriental del reino, se dio la circunstancia de que las poblaciones, sin ningún requerimiento, ni mediar acción violenta alguna, optaron por su conversión al cristianismo favorecida por unas nuevas capitulaciones. 347 347 M.A.
LADERO QUESADA: Mudéjares y repobladores en el Reino de Granada (1485-1501) pág. 65 a 69. 209
Sin entrar a valorar la sinceridad de este cambio de religión, quiero hacer un breve comentario en relación con él. Primeramente referir que los musulmanes, al ser bautizados cambiaron su nombre por otro cristiano, aunque muchos conservaron su apellido en primer o segundo lugar, a veces castellanizado. Esto, que pudiera resultar intranscendente, cuando no existan los libros donde quedó registrado el nombre musulmán junto con el nuevo del bautizado, impide que se pueda identificar con garantía al vecino de “antes con el de después”, con los inconvenientes que para el estudio de la historia local supone. Sirve también de obstáculo para diferenciar en un padrón los vecinos naturales de origen musulmán de los repobladores cristianos, dificultando conocer cuáles de ellos fueron los protagonistas y su participación en la vida social de las villas. Pero esta ya es una cuestión que excede los límites que me marqué al comenzar este trabajo, por lo que habrá que dejarla pendiente para un futuro estudio, en el que para referirse a sus vecinos ya no se hable de musulmanes ni mudéjares, sino de moriscos. El hecho de que Vera y Mojácar, las dos ciudades más importantes de la comarca, fueron desde su conquista repobladas con cristianos viejos, quedando los mudéjares que no marcharon a otros lugares relegados a vivir en las zonas rurales, supuso para Huércal y Overa perder parcialmente el referente que en particular la primera ciudad les había ofrecido a lo largo de su historia. No obstante, la decisión de los vecinos de la tierra de Vera de convertirse al cristianismo debió de influir en gran medida sobre los vecinos de estas villas para seguir su estela. La fecha en que esta ciudad optó por su conversión no la he visto recogida en ninguno de los documentos consultados, si bien, pienso que no sería mucho tiempo antes que cuando lo hicieron los vecinos de Huércal y Overa. Los habitantes de estas villas dejaron de ser musulmanes, en teoría, antes de la conversión general de 1502. Sin embargo, fuera de toda lógica, una carta real de fecha 29 de enero de 1509 parece indicar que no fue así, sino a partir de su data, tal y como se puede comprobar: “(...) por quanto al tiempo q los moros de la cibdad de Vera e su tierra se convirtieron a nuestra Santa Fe Catholica mandamos asentar con ellos que no oviesen de pagarnos los derechos moriscos e que fuese francos dellos contanto que nos pagasen todos los derechos e servicios e alcavalas e otras cossas segund que los otros xpianos de nuestros reynos pagan e por parte de los alguaziles de Guercal e Overa nos fue suplicado e pedido por merced mandasemos que aquello que con los vecinos de la cibdad de Vera e su tierra mandamos asentar al tiempo de su conversión les fuese 210
guardado pues ellos se convertian a nuestra Santa Fe. E nos tovimoslo por bien pedido dandole nuestra merced e mandamos q agora y de aqui adelante no les sean pedidos ny demandados ny llebados a los dichos vecinos de Huecar (sic) e Overa mas derechos de aquellos que los vecinos xpianos nuevos de la cibdad de Vera e su tierra nos an de dar e pagar.” 348 La única explicación lógica a esta contradictoria situación es que se trata de un error del escribano al fechar el escrito, lo que lamentablemente evita que se conozca la fecha en que se produjo dicha conversión aunque, prácticamente sin lugar a equivocación, se podría corresponder con la del 29 de enero de 1501, suponiendo que el error sólo esté en el año. La razón por la que los Reyes Católicos dispusieron que Vera y Mojácar se repoblasen con cristianos viejos fue por evitar el riesgo que suponía dejar estas dos importantes plazas en manos de mudéjares, por el apoyo que éstos podían ofrecer a los monfíes, que por mar llegaran a sus costas a saquear la comarca. Esto supuso para Huércal y Overa el verse en medio de un fuego cruzado: por un lado Lorca, su eterna enemiga, ahora su dueña y señora, que solamente mostraba interés por su explotación económica, y por otro Vera, su ciudad nodriza en otro tiempo, ahora poblada por resentidos cristianos, en feroz disputa con los de Lorca por la propiedad de sus términos, y ellos, los vencidos, en medio. El mayor interés, si no el único, que Lorca tenía por las dos villas residía en sus pastos, viendo sólo en ellas un gran pastizal donde llevar a herbajar su cabaña ganadera. Y así lo estuvo haciendo libremente sin contradicción alguna hasta que sus vecinos, hartos de aguantar arbitrariedades por parte de los lorquinos, que entraban impunemente con los ganados hasta sus huertas, se quejaron a los monarcas, apelando al derecho que sobre su dehesa tenían en tiempos de moros. Esto en razón a que las villas se entregaron con la condición de que todo seguiría igual que con el rey de Granada. Los monarcas por real cédula fechada en primero de enero de 1501 hicieron justicia a los vecinos, ordenando a Lorca que guardase el derecho de uso que estos tenían de su dehesa.349 Si en algún momento Lorca llegó a pensar que los Reyes Católicos, al hacerle donación de Huércal y de Overa, en justicia le habían pagado por los servicios prestados, muy pronto se daría cuenta de que estaba equivocada. El beneficio que la ciudad pudo obtener de las villas no le 348 A.M.L. 349 A.M.V.
Monográfico Moriscos. S/n. Libro 345. Memorial Ajustado. Fol 163 v. 211
compensaría, ni de lejos, los perjuicios y el dinero gastado en costosos e interminables pleitos a lo largo de todo el tiempo que estuvieron bajo su jurisdicción, y aún bastante después.
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EL FIN DE LA GUERRA Concluida la reconquista el círculo se había cerrado y la profecía al fin se había cumplido, tal y como en el siglo XI el conde mozárabe Sisnando Davídiz advirtió al rey de la taifa de Granada Abd Allâh: “al-Andalus era en principio de los cristianos, hasta que los árabes los vencieron y los arrinconaron en Galicia... Por eso, ahora que pueden, desean recobrar lo que les fue arrebatado, cosa que no lograrán sino debilitándoos y con el transcurso del tiempo, pues, cuando no tengáis dinero ni soldados nos apoderaremos del país sin ningún esfuerzo” 350 Los vecinos de la frontera, tanto los de un lado como los de otro, fueron gentes que a lo largo de siglos se habían curtido en mil y una batallas, que habían adaptado su forma de vida a las duras condiciones fronterizas, sin haber llegado a conocer durante muchas generaciones otro estado distinto al derivado del hecho de tener que vivir en continuo estado de alarma, siempre a la defensiva y a la vez prevenidos y preparados para entrar en combate, situación en la que no pocos habían encontrado su medio de vida y en la que otros buscaban arrojadamente el prestigio social. Tanto influyeron los siglos de guerras en la manera de pensar del 350 El Siglo XI en 1º persona: Las Memorias de Ábd allâh, último rey zîri de Granada, destronado por los almorávides, traducidas con introducción y notas por E. LÈVIPROVENÇAL 1956 y E. GARCÍA GÓMEZ, Madrid 1981, nº 36. Texto citado por M. J. VIGUERAS MOLINS: “Guerra y paz en la frontera nazarí desde las fuentes árabes”. Actas del congreso La frontera oriental nazarí como sujeto histórico (S. XIIIXVI) Instituto de estudios almerienses.1997. Pág. 86.
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momento que, paradójicamente, en el siglo XVI el predicador de Felipe II, fray Alonso de Cabrera, ya concluido el proceso de reconquista y finalizadas por tanto las guerras con el moro, en un sermón pronunciaba: “Nuestros abuelos, señores, se lamentaban de que Granada se hubiese ganado a los moros, porque ese día se mancaron los caballos y enmohecieron las corazas y lanzas, y se pudrieron las adargas, y se acabó la caballería tan señalada de Andalucía, y mancó la juventud y sus gentilezas tan valerosas y conocidas” 351 Pero por extravagante que esto pueda resultar, por el mismo tiempo, además de la anterior surgieron otras voces que se manifestaban con idéntico sentimiento. Por referir una, la del eclesiástico humanista Juan Ginés de Sepúlveda, que escribió: “(…) a veces me vienen dudas de si no habría sido mejor para nosotros que se mantuviera el reino moro de Granada, en lugar de hundirse completamente. Pues si bien es cierto que extendimos el reino, también echamos al enemigo mas allá del mar, privamos a los españoles de la ocasión de ejercitar su valor, y destruimos el motivo magnífico de sus triunfos. De ahí que tema un poco que, con tanto ocio y seguridad, el valor de muchos se debilite.” 352
Ambos estaban equivocados, los hombres beligerantes siguieron teniendo ocasión para demostrar su valor y continuar ejercitándose en otras batallas y otros campos. Las guerras en distintos lugares de Europa, África y América, así como contra moriscos y monfíes en nuestra casa, seguirían por muchos años brindando razones para ello, pero éstas ya eran otras guerras y la que algunos recordaban con añoranza, como todo lo que pasa, nunca más volvería.
351 Citado por A. CASTRO: España en su historia. Cristianos, moros y judíos. Barcelona
1983, pág. 569 y 570. Referido por M. ROJAS GABRIEL: “La nobleza como élite militar en la frontera con Granada. Una reflexión”, en Actas del congreso La Frontera oriental nazarí como sujeto histórico. (S.XIII-XVI). Instituto de estudios almerienses. 1997. Pág. 189 y 190. 352 Citado por A. CASTRO: op.cit. 214
CAPITULO VIII
TOPÓNIMOS El sentido de este apartado no es analizar los topónimos locales que en la variada documentación consultada han ido apareciendo, para tratar de determinar su origen y significado, sino solamente dejar constancia de ellos. Como se podrá observar algunos de ellos han perdurado a través del tiempo, llegando hasta nuestros días, mientras que otros han sido sustituidos o yacen en el rincón del olvido, quedando la situación geográfica de algunos, a pesar de ello, perfectamente localizada, a diferencia de los que solamente se conoce por aproximación. De cada uno de ellos dejo constancia de la referencia más antigua que he encontrado, haciendo una breve descripción, para finalizar citando su origen, a cualquier efecto. Mi opinión es que gran parte de ellos tienen un origen islámico, habida cuenta que las primeras alusiones a ellos proceden de un tiempo en que las villas estaban habitadas solamente por musulmanes, entre los que excepcionalmente se podía haber encontrado algún cristiano. Que los nombres de muchos de los lugares citados parezcan castellanos puede deberse a dos factores: A que su origen sea mozárabe o incluso siendo anterior haya sido transmitido por éstos, o bien que al estar estos nombres recogidos de distintos amojonamientos, como la persona a quien se le encomendaba solía acompañarse de vecinos de las villas para que, como buenos conocedores de la tierra, le fueran conduciendo e 215
informando, al referirse éstos a algún lugar en concreto lo manifestaran con su nombre ya traducido al castellano, o bien que lo hiciera el intérprete del que a veces solían también acompañarse. Como se suele decir, “no están todos los que son” muchos de ellos por desgracia ya están perdidos para siempre, y otros que han perdurado no vienen recogidos porque no los he encontrado escritos en ningún documento, aun a pesar de que existían en aquel tiempo. Por último, hay otros topónimos que tienen un indiscutible origen árabe que no los incluyo en la relación, por sospechar que su origen sea posterior a la conquista. De cualquier forma, entiéndase que esto es simplemente una relación de lugares y los nombres por los que, salvo error, se conocían cuando la tierra aún no había sido ganada por los cristianos. ABEJUELA: Alquería en la falda del Cabezo de la Jara, en 1509 la tenía a censo Pedro de Rubellas por 13 maravedíes al año. (A.M.L Monográfico Siglo XVI. Varios. S/n.) ABER ARTEBÂT: Lugar de localización imprecisa citado por el geógrafo árabe Sheriff Edrissi en 1153, entre Hins Lorca e Hins Beria, pudiendo corresponder a algún lugar dentro del término municipal de Huércal. (Josef Antonio Conde: Geografía de España. Madrid 1799. Pág. 225) ALBEYDCUN: A mano derecha del camino que viene de Zurgena a Huércal. Había en él un mojón de la dehesa de Huércal. Citado en 1545. (A.R.Ch. G. Caja 1953. Pieza 016 /n.) ALBOLOTE, Cabezo de: También llamado de Albotoya, junto al vigésimo segundo mojón del Campo de Huércal, por el camino de Lorca a Huércal, (cerca del club de Tenis) Citado en la visita de mojones de 1519. (A.M.L. Legajo 20. Sala II, S/n.) ALCUDEY: En aljamia los Cabezos Bermejos, los actuales Cabecicos. Con posterioridad se les llamaron también los Cabezos del Temple. Había en el un mojón de la dehesa de Huércal. Citado en 1545. (A.R.Ch. G. Caja 1953. Pieza 016 S/n.) ALGARROBO, Aljibe del: Citado en un amojonamiento de 1510. Se encontraba a la izquierda del camino que va de Overa a las Cuevas, el cual estaba “dentro de una cañadilla como ramblizo junto a unos 216
algarrobos junto al dicho camino y tiene encima una mata de lentisco e tiene junto a la boca del dicho aljibe cerca del dicho lentisco una piedra hecha pila para echar el agua para abrevar”. Dicho aljibe es mojón divisorio de términos. (A.M.L. Legajo 217. Sala II, Fol. 31 v.) Esta cerca de la torre de la Ballabona. (A.M.L. Caja 217 Bis 2. Tomo I. Sala II. Fol. 58) ALGUALEJA: Por Overa. En 1537 Vera hizo merced a Ginés de Campos de 8 fanegas de tierra en este lugar. (A.M.V. Acta de la sesión capitular del día 08/12/1537). Es nombre común derivado del árabe alwalaÿa, que se refiere a la planicie que se forma en el interior del recodo de un río. ALMAGRO, Molino de: Citado en 1510, junto al río de las Cuevas, en línea recta entre la Rábita y el Aljibe del Algarrobo. Frente a éste, en el cabezo de Almagro había otro mojón que dividía términos entre Huércal y Cuevas. (A.M.L. Legajo 217. sala II, Fol. 32.) ALMAGRO, Sierra de: Citada en el amojonamiento de 1510 (A.M.L. Legajo 217. Sala II, Fol. 31) ALMAJALEJO: En 1509 mediante acuerdo entre Lorca y Vera dejaron por indivisa y de uso común de los vecinos de Huércal, Overa y Zurgena la cañada de este nombre, desde la boquera de la Parata hasta donde se toma el agua del Almajalejo. (A.M.V. Libro 345) Los árabes le llamaban Fimixiar y Arme Xemitari (A.M.L. Caja 217 Bis 2. Tomo I. Sala II. Fol. 83) También aparece citado como Almajalejo de Giar y Majalejo. ALMEHEZ, Cabezo del: Voz árabe que se traduce por Mortero, mojón donde parten términos la villa de Huércal, Overa, Zurgena y Albox, entre el mojón de Almajalejo y el de Toscanis. Citado en 1510 en una visita de términos. (A.M.L. Legajo 217. Sala II, Fol. 34.) ALMIZCA: Voz árabe con la que se referían a El Saltador, aunque no es su traducción. Había en él un mojón de la dehesa de Huércal. Citado en 1545. (A.R.Ch. G. Caja 1953. Pieza 016 S/n.) ALMORÁN: Posiblemente se trate de un monte. Haciendo línea entre Erre y el Cabezo de la Jara. Citado con ocasión del juicio sobre términos entre Vera y Lorca. (A.M.V. Caja 252. Cuaderno de la probanza, S/n.) 217
AYNACIXARA: Así llamaban los árabes a la Fuente de la Higuera. (A.M.L. Caja 217 Bis 2. Tomo II. Sala II. Fol. 272) BABALUNCA, Rambla de: En un cerro junto a ésta pusieron en 1519 el cuarto mojón del Campo de Huércal. Está a dos tiros de ballesta de la rambla del Pozo, el anterior mojón. (A.M.L. Monográfico Términos. S/n.) BALLABONA, Torre de la: Fue visitada en amojonamiento del año 1510, parte términos entre Overa y Vera (A.M.L. Legajo 217. Sala II, Fol. 32.) BALLESTEROS, Cueva de los: Citada en la visita de mojones de 1519. Está a la orilla de una rambla, a la parte de la Sierra de Almagro, con la boca orientada a poniente. Es mojón divisorio de términos, entre el de Terrero Blanco y el de la Rábita. (A.M.L. Legajo 20. Sala II, S/n.) En arábigo le llamaban Quinfarroma, cuya traducción es Cueva de la Higuera. (A.M.L. Caja 217 Bis 2. Tomo I, Sala II. Fol. 83) BERMEJOS, Los Cabezos: Para los árabes Alcudey. Había en él un mojón de la dehesa de Huércal. Citado en 1545. (A.R.Ch. G. Caja 1953. Pieza 016 S/n.) BOBAR, El: Está a la derecha del camino, conforme se viene de las Cuevas. No es palabra de origen árabe sino latina. Había en él un mojón de la dehesa de Huércal. Citado en un juicio en 1545. (A.R.Ch. G. Caja 1953. Pieza 016 S/n.) CABEZO DE LA JARA: En 1550 citan su nombre en arábigo como Gibrahalcen, que traducido quiere decir Sierra de la Madera. (A.M.L. Caja 217 Bis 2. tomo I. Sala II. Fol. 146 v.) También se refieren a ella como Xebel al Haxebel, traduciéndola por Cabezo de los Maderos. (A.M.L. Caja 217 Bis 2. Tomo II. Sala II. Fol. 272) CAMBUXA, Rambla de: Citada en el amojonamiento del campo de Huércal de 1519. Posiblemente se trata de la rambla de Limpias. (A.M.L. Caja 217 Bis 3. Fol. 274) CARRASCA, Atalaya de la: En arábigo Toscanis, también llamada de la Rejaca. Visitada en 1510 por mojón divisorio entre Huércal y Vélez Rubio, (A.M.L. Legajo 217. Sala II, Fol. 33.) También se cita la rambla 218
de las Carrascas (A.M.L. Caja 217 Bis 2. Tomo I. Sala II. Fol.2) Hay una referencia del mismo año a la rambla de la madera y es posible que se trate de la misma rambla. (A.M.L. Caja 217 Bis 2. Tomo I. Sala II. Fol.30) CARRILEAR: Sitio de quebradas y labores junto a la sierra de Almagro. Por él pasa una rambla que recibe el mismo nombre. Citado en 1515 como sitio donde colocaron el quinto mojón del Campo de Huércal. (A.M.L. Monográfico Términos. S/n.) CARTANOVA: Lugar de localización aproximada entre las ramblas del Baladrar y del Alcauzón, según el Catastro de Ensenada. Había en el un mojón de la dehesa de Huércal. Citado en 1545. (A.R.Ch. G. Caja 1953. Pieza 016 S/n.) También este lugar ha sido nombrado como Cartaloba. Citado en 1545. (A.R.Ch. G. Caja 1953. Pieza 016 S/n) CERRILLAR, Rambla del: Hacia saliente, en un campo llano junto a ésta estaba el sexto mojón del Campo de Huércal. Citada en 1519 (A.M.L. Legajo 20. Sala II, S/n.) COQUE, Cañada del Albar: Citada en 1512. En dicho lugar un alcaide de Huércal prendó a los pastores de un ganado de Vera, que entraron sin su licencia, un caldero y un azadón. (A.M.L. Caja 217 Bis 2. Tomo I. Sala II. Fol. 28) CUDIE ALMACRA: Voz árabe que significa Cabezo del Palo. Había en él un mojón de la dehesa de Huércal. Citado en 1545. (A.R.Ch. G. Caja 1953. Pieza 016 S/n.) ENMEDIO, Sierra de: En 1519 la conocían por este nombre. (A.M.L. Monográfico Términos. S/n.). En arábigo Xebel al Mozmar, que traducen por Sierra del Clavo. (A.M.L. Caja 217 Bis 2. Tomo II. Sala II. Fol. 272) ERRI: Alquería en la falda del Cabezo de la Jara., citada en 1530, que la tenía como bien propio Pedro López hasta que Vera se la quitó. (A.M.L. Acta Capitular del 21 de abril) En 1573 tenía una fanega de sembradura con una fuente que por tiempo estaba viva y algunos árboles frutales. (A.M.V. Memorial Ajustado. Fol. 677) También se cita la fuente de Erri (A.M.L. Caja 217 Bis 2, Tomo I. Sala II. Fol. 7) ESCUDILLA, Atalaya de la: En arábigo de Halacifa. Mojón en la 219
sierra de las Estancias visitado en 1511 que parte términos entre Huércal y Lorca (A.M.L. Legajo 217. Sala II, Fol. 34.) FAÉRTAL: En Crónica de Juan II de Castilla se hace constar la toma y posterior pérdida de este castillo por los cristianos en 1407, también se cita por Guértal y Huértal en el mismo documento. Otros autores se han referido a él como Húrtal. FUENTE DE LA HIGUERA: Lugar próximo a la Sierra de Enmedio donde cristianos y musulmanes, tanto en guerra como en paz, iban a negociar los rescates de cautivos y a comerciar. Los árabes la llamaban Aynaçixara. (A.M.L. Caja 217 Bis 2. Tomo II. Sala II. Fol. 272) GEBEL ALQUIAL: Mojón visitado en 1510, es un cerro agudo riscoso, “a la derecha de donde va la rambla del Almajalejo al río”, donde parten términos Overa y Zurgena. (A.M.L. Legajo 217. Sala II, Fol. 32.) GEBLE ARRAYHANA: Nombre arábigo que en aljamia quiere decir sierra Arrahyana (Aquí tradujeron el nombre común pero no el propio) En ella colocaron un mojón en una visita que hicieron en 1538. (A.M.V. 432-5) GIBRAHALCÉN: Traducido del árabe quiere decir Sierra de la Madera. Refieren que se trata del Cabezo de la Jara. Citada en 1550. (A.M.L. Caja 217 Bis 2. Tomo I. Sala II. Fol. 146 v.) GIBRALCAMPOS: En 1550 se refieren a ella para citar la sierra donde se encuentra la Rábita, diferenciándola de la sierra de Almagro, que la sitúan más hacia el río. (A.M.L. Caja 217 Bis 2. Tomo I. Sala II. Fol. 106 v.) GÓÑAR: Alquería en la falda del Cabezo de la Jara. En 1509 la tenía arrendada Luis Ponce de León por 17 maravedíes al año. (A.M.L. Monográfico siglo XVI. Varios. S/n.). En 1488 los Reyes Católicos hicieron merced a Gómez Fajardo de 25 yuntas de tierra para labrar en el Sermidal de Góñar, entre la ciudad de Lorca y la villa de Huércal (A.M.V. Libro 345. Memorial ajustado. Fol. 105) GOSMEDINA, Rambla de: En tiempo de moros conocida por Guyd Menina. Se cita en un documento sin fechar que puede datarse hacia la 220
primera mitad del siglo XVI. (A.M.V. 432-43 S/n.) GUAZAMARA, Rambla de: Citada en 1511. En la actualidad se nombra por rambla de las Norias o de Salas. Los árabes le llamaban Guid al Harax. GUÉRTAL: En Crónica de Juan II de Castilla se hace constar la toma y posterior pérdida de este castillo por los cristianos en 1407, también se cita por Faértal y Huértal en el mismo documento. Otros autores se han referido a él como Húrtal. GUÉYRAL: Así lo escriben para referirse a Overa en un recibo de pago de los impuestos moriscos de la Casa de la Alhambra y de la Farda del Mar del año 1543. (A.M.L. Monográfico Moriscos. S/n.) GUID AL HARAX: La que en otro tiempo fuera la rambla de Guazamara y en la actualidad es la de las Norias o de Salas. Citada en 1511. GURARCA: Nombre que figura en la silla del coro de la catedral de Toledo, donde se escenifica la toma de posesión de Huércal por los cristianos. Fue realizada la talla poco después de la entrega de su fortaleza a los cristianos. GUY MENINA, Rambla de: Topónimo árabe de la rambla que hoy se conoce por Gosmedina. El documento donde aparece no está fechado pero puede ser de la primera mitad del siglo XVI. Se refieren a ella como que está “a la parte de la rambla del Almarjalejo metida en el término de esta ciudad más de una legua” (se refiere hacia el campo de Huércal, ya que Vera lo tenía como propio) (A.M.V. 432-43) GUYD ACEITUNA: Sobre una rambla pequeña, donde hay una fuente. A mano derecha del camino que va de Huércal a Vélez. Había en él un mojón de la dehesa de Huércal. Citado en 1545. (A.R.Ch. G. Caja 1953. Pieza 016 S/n.) HALACIFA, Atalaya de: Nombre arábigo que se traduce por Escudilla. Mojón en la sierra de las Estancias visitado en 1511 que parte términos entre Huércal y Lorca (A.M.L. Legajo 217. Sala II, Fol. 34.) HERRI, Rambla de: A su altura, junto al camino de Lorca a Huércal 221
estaba el decimoctavo mojón del Campo de Huércal. Citado en la visita de mojones de 1519. (A.M.L. Legajo 20. Sala II, S/n.) HOBIA, también HOFAR ALCANDIA: En aljamia quiere decir Hoya Alcandía, puede corresponder con la actual barriada de la Hoya. Citada en 1538. Era un cerro blanco, alto y redondo. (A.M.V. 432-5 S/n.). El marqués de Los Vélez pretendía partir términos por este lugar en vez de por el cabezo de Toscanys. (A.M.L. Caja 217 Bis 3. Fol. 588). HUÉRCAL, Río de: Citado en 1519, se trata de la actual rambla del Bobar. (A.M.L. Legajo 20. Sala II, S/n.) HUÉRCAL: La primera referencia a este topónimo es del año 1304, en que el aragonés Berenguer de Cardona y otros trataron de asaltar su fortaleza. HUÉRTAL, HÚRTAL: En Crónica de Juan II de Castilla se hace constar la toma y posterior pérdida de este castillo por los cristianos en 1407, también se cita por Faértal y Guértal en el mismo documento. HUÉYRAL: Se está refiriendo a Overa, figura de esta manera en un repartimiento del año 1539 hecho desde Granada a los vecinos moriscos de Vera y su tierra, para la construcción de la Casa Real de la Alhambra y el impuesto de la Farda del Mar. (A.M.L. Monográfico Moriscos. S/n.) JARA, Cabezo de la: Visitado por mojón en 1519, donde había un edificio antiguo de casa que está en lo alto de la dicha sierra que se llama la Rábita en lengua arábiga. (A.M.L. Legajo 20. Sala II, S/n.) JAUTALARAVÍ: Citado en 1510. Monte alto peñascoso donde existía un mojón de cal y canto, cerca del camino de Lubrín, que tiene a un lado una boca como sima, en línea recta con la torre de la Ballabona, siendo el más alto que hay en su contorno. Su nombre en arábigo quiere decir monte alto del árabe (A.M.L. Monográfico Siglo XVI. Varios. S/n.) A mano derecha del camino que va de Overa a Lubrín, es un cabezo alto romeroso y de atocha que se dice el atalaya de Xacaelarabi. (A.M.L. Legajo 217. Sala II, Fol. 32.) Para los cristianos fue después el Romeral (A.M.L. Caja 217 Bis 2. Tomo I. sala II. Fol. 89 v.) LIMPIAS, Río de: Citado en una visita de mojones del Campo de Huércal en 1519, donde había un mojón del Campo junto a otro de la 222
dehesa de Huércal. (A.M.L. Legajo 20. Sala II, S/n.) LOSAR: Citado por mojón del Campo de Huércal en 1519, entre los Cabezos del Temple y la balsa grande del cubo del lugar. (A.M.L. Monográfico Términos. S/n.) MATACAR, Rambla de: Cruza el camino de Lorca a Huércal, por donde estaba el decimoséptimo mojón del Campo de Huércal. Citado en la visita de mojones de 1519. (A.M.L. Legajo 20. Sala II, S/n.) MAZALVINAR, Cabo de: Cabezo pequeño en el que estaba el décimo mojón del Campo de Huércal. Citado en la visita de mojones de 1519 (A.M.L. Legajo 20. Sala II, S/n.) MAZALVINAR: Voz árabe que hace alusión a un puerto, (en este caso de montaña). Citado en 1519, en él estaban el octavo y el noveno mojón del Campo de Huércal. (A.M.L. Legajo 20. Sala II, S/n.) Entre las sierras de Almagro y de Enmedio. MORTERO, Cabezo del: Llamado en arábigo Almehez, mojón donde parten términos la villa de Huércal, Overa, Zurgena y Albox, entre el mojón de Almajalejo y el de Toscanis. Citado en 1510 en una visita de términos. (A.M.L. Legajo 217. Sala II, Fol. 34.) MYNYNA, Río de: Citado en 1511, junto a la rambla de Santopétar, hacia 20 años que seis hombres junto con el manifestante estuvieron allí cortando madera durante un mes para enviar a Málaga. (A.M.L. Caja 217 Bis 2. Tomo I. Sala II. Fol. 1 v.) Este río se debe de corresponder con la actual rambla de Gosmedina también llamada de Guzmaina. Los moros la llamaban Guyd Menina. (A.M.V. 432-43, S/n.) NEGRO, Cabezo: Citado en 1511 como mojón divisorio de términos, por debajo del olivar de Paraçes, entre el mojón de Xautalaraví y la rambla de Almajalejo. (A.M.L. Caja 217 Bis 2. Tomo I. Sala II. Fol 3 v.) OVERA: La primera referencia a este topónimo es del año 1304, en que el aragonés Berenguer de Cardona y otros entrando a rafiar la comarca talaron su huerta. PALO, Cabezo del: En arábigo Cudie Almacra. Había en el un mojón 223
de la dehesa de Huércal. Citado en 1545. (A.R.Ch. G. Caja 1953. Pieza 016 S/n.) PARATA, La: En 1509 mediante acuerdo entre Lorca y Vera dejaron por indivisa y de uso común de los vecinos de Huércal, Overa y Zurgena la cañada de este nombre, desde la boquera de la Parata hasta donde se toma el agua del Almajalejo. (A.M.V. Libro 345. S/n.) POLOPOS: Alquería que había en la falda de la Cabeza de la Jara. Siempre que la nombran lo hacen entre Erri y Abejuela, ignorando si esta circunstancia responde a su emplazamiento. Citada en 1534. (A.M.L. Acta Capitular del 10 de marzo) POZO, Rambla del: Pasa junto a un cabezo que es el tercer mojón del Campo de Huércal. Citado en 1519 (A.M.L. Legajo 20. Sala II, S/n.) QUINFARROMA: Los árabes llamaban así a la Cueva de la Higuera, que es la misma que la de los Ballesteros. A.M.L. Caja 217 Bis 2. Tomo I, Sala II. Fol. 83) QUIXIPIAR, Cabezo de: Mojón del Campo de Huércal, citado en 1519, entre dos ramblas, frente a la Rambla del Campo, próximo al Saltador. (A.M.L. Legajo 20. Sala II, S/n.) RABITA, La: Cabezo en la sierra de Almagro, visitado por mojón en 1519, entre el de la Cueva de Los Ballesteros y el del Aljibe del Algarrobo. Encima de él había unas paredes de tapia de aljez que eran de tiempo de moros atalaya. (A.M.L. Legajo 20. Sala II, S/n.) RASCA, Rambla de: En el mismo río de Huércal. Citada en el año 1512 para referirse a unos hechos que tuvieron lugar en 1487, cuando unos almogávares de Purchena hurtaron a un cristiano de Lorca. (A.M.L. Legajo 217 Bis 2. Tomo II. Sala II. Fol. 36 v.) REJACA, Atalaya de la: También llamada de Toscanis y de la Carrasca, citada en 1511 con ocasión de una visita de términos. Fue mojón divisorio entre Huércal y Vélez Rubio, (A.M.L. Legajo 217. Sala II, Fol. 34.) RUCHETE, Rambla de: Citada en 1519. Cruza el camino de Huércal a Lorca. A esta rambla también la llaman de Rojales. (A.M.L. Monográfico 224
Términos. S/n.) SALTADOR, El: Los árabes le llamaron Almizca. Había en él un mojón de la dehesa de Huércal. Citado en 1545. (A.R.Ch. G. Caja 1953. Pieza 016 S/n.). Se conocían además un segundo Saltador en Góñar y un tercero en la rambla de Limpias. TABUJO, Rambla del: Citada en 1519 por ir por ella el límite del Campo de Huércal y en algún punto debe cruzar el camino de Lorca a Huércal. (A.M.L. Monográfico Términos. S/n.) TAMACHE: A mano izquierda del camino que va de Huércal a Lorca. Había en él un mojón de la dehesa de Huércal. Citado en 1545. (A.R.Ch. G. Caja 1953. Pieza 016 S/n.) TERRERO BLANCO: Mojón junto a la rambla de Guazamara, hacia la sierra de Enmedio, visitado en 1519. (A.M.L. Legajo 20. Sala II, S/n.) En arábigo le llamaban Gorxe Alçana. (A.M.L. Caja 217 Bis 2. Tomo I, Sala II. Fol. 83) También citado como Golfe Alçano (A.M.L. Caja 217 Bis 2. Tomo I, Sala II. Fol. 82 V.) TORREJÓN, Aljibe del: Junto al camino de Huércal a Lorca. Ya en 1502 lo hizo limpiar la ciudad de Lorca (A.M.V. Memorial ajustado. Libro 345, Fol. 164) TOSCANIS, Cabezo de: Voz árabe que traducen por Carrasca. Fue mojón divisorio entre Huércal y Vélez Rubio, citado en una visita de 1510. También llamado la atalaya de la Rejaca. (A.M.L. Legajo 217. Sala II, Fol. 33.) TUR, Cabo del: Loma que está junto a un colmenar de Bartolomé Ferrer, a dos tiros de ballesta del de Mazalvinar. Es el decimoprimer mojón del Campo de Huércal. Citado en la visita de mojones de 1519. (A.M.L. Legajo 20. Sala II, S/n.) A unos quinientos metros de la cabeza del Campo de Huércal. (A.M.L. Monográfico Términos. S/n.) VELERDA: Citado por mojón del Campo de Huércal en 1519, entre Huércal y Zomoha. (A.M.L. Monográfico Términos. S/n.) WALKAL: En una crónica del historiador marroquí Ibn Idari aparece por primera vez este topónimo, para referirse al lugar donde en el año 225
1261, los almogávares, asaltaron a una columna de casi 30.000 mudéjares que habían salido por capitulación de Murcia y se dirigían al reino de Granada, matando a muchos de ellos y haciendo cautivos a los demás. XEBEL AL HAXEBEL: Refieren que su traducción es Cabezo de los Maderos. Su nombre actual es el de Cabezo de la Jara. (A.M.L. Caja 217 Bis 2. Tomo II. Sala II. Fol. 272). También se han referido a él como Xebel Alhageb. XEBEL AL MOZMAR: Traducida por Sierra del Clavo. En la actualidad Sierra de Enmedio. (A.M.L. Caja 217 Bis 2. Tomo II. Sala II. Fol. 272) ZADA, Cabezo de: Citado en 1519 como uno de los mojones del Campo de Huércal, situado entre la Cueva de Los Ballesteros y el aljibe sotierra. Pasado el tiempo se referirán a él como de Juan Guirao (A.M.L. Caja 217 Bis 3. Fol. 274.) ZOMOHA: Citado por mojón del Campo de Huércal en 1519, entre Velerda y la Rábita [del Cabezo de la Jara]. (A.M.L. Monográfico Términos. S/n.)
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ÍNDICE ONOMÁSTICO Abén Celín Alnayar Abú Abd Allac Abú Nasr Sad Adrián Leonés Albar Pérez Alfonso Fajardo Alfonso García de Alcázar Alfonso X Alfonso XII Alonso Yáñez Fajardo Cidi Yahya Alnayar Enrique IV Fernán García Fernando III Gil Rodríguez Noguerol Gómez Fajardo Ibn al Jatib Ibn Hud Ibn Idari Juan Chacón Juan de Benavides Juan Pardo Lázaro de Burgos Marín Lope Zapata Martín Fernández Fajardo Martín Fernández Piñero Martín de Molina Muhammad II Muhammad III Muhammad IX, el Zurdo Muhammad XI, el Chiquito Muhammad XII, Boabdil Muhammad XIII, el Zagal Muley Baudili Muley Hacén Pedro Fajardo Pedro Rui Dávalos Sheriff Aledris Teodomiro Tomás de Morata Yuça Cordela Yusuf IV Zeye, jeque
58,135,136 92,131,134,139 90 164,193 195 63,189 195 28,30 194 52,53,67 131,134-136,140 63,107,108,194 38 28,30 81 192,220 31 28,30 27,29,225 131,132 55,132,135,187 158,159 195 81 110,186,193,195,196,208 37,38,53 153 51 51 91,92 92 92,110,139 60 60 60-64,67,92,95,131,132,134 23,60,153 52 32,40,41,216 30,75 53,195,196 133 63,134 57,58,64 227
ÍNDICE TOPONÍMICO Abejuela 83-85,216-223 Aber Artebât 32,34,40,41 Albanchez 55 Albeydcun 81,216 Albolote, Cabezo de 216 Albotoya, Cabezo de 66,216 Albox 53,55,56,69,82,217,223 Alcudey 81,216 Algarrobo, Aljibe del 216,217,224 Algualeja 217 Almagro. Sierra de 40,41,43,47,48,217-219,220,223,224 Almajalejo 85,153,217,220,223 Almehez, Cabezo del 82,217 Almizca 217 Almorán 217 Amarguera 76,78,154 Arboleas 23,53,55,69 Aynalguid 76 Ballabona 21,57-61,64,106,120,218,222 Ballesteros, Cueva de los 82,218,224,225 Balsilla, La 194 Baza 80,99,116,122,132-138,147,177-179,183,188,189,205 Bédar 23,25,55,69,80,204 Bermejos, Cabezos 81,216,218 Bobar 81,218,222 Butarque 22 Cabrera 20,23,25,55,69,80,125,126,198,204,206 Cantoria 52,53,56,69,98,133,144,189,206 Cartagena 23,33,192,193 Cartanova 219 Casas, Barranco de las 56 Castillico 35 Cerrillar, Rambla del 220 Coque, Cañada del albar 219 Corneros 67 Cudie Almacra 81,219,223 Cuevas 21,23,51,52,55,56,62,69,75,76,81,111-113,132 141,148,159,161,179,186,187,189,192,204,206 Cúllar 53,69,189 Dalías 32 Enmedio, Sierra de 31,83,125,147,150,219,220,223 Erri 85,217,219,221,223 228
Escudilla, Atalaya de la Estancias Faértal Galera Gebel Alquial Geble Arrayhana Gibrahalcen Gibralcampos Góñar Gosmedina Guadix Guazamara, Rambla de Guértal Guid al Harax Guy Menyna Guyd Aceituna Halacifa Hins Beria Hins Ecla Hins Lorca Hobia Alcandía Hoya de Lorita, La Huéscar Huértal Húrtal Instinción Jara, Cabezo de la Jautalaravi Limpias, Río de Losar Manueles Matacar, Rambla de Mazalvinar Mojácar Mortero, Cabezo del Negro, Cabezo Nieva, Fortaleza de Olca Orca Oria Oribes Parata, La Partaloa Polopos
82,219,221 35,219,221 21,37 55,188 220 220 145,218 220 192 220,221,223 80,92,131,133,136,138,205 164,182,220,221,225 21,37 164,220,221 220,223 81,221 219,221 32,216 33 32,216 221 35,39,66,145 55,132,183,188,189 35,39,220-222 35,37,39,220-222 115 48,83,85,147,163,216-220,222,223,225 222 66,218,222,224 222 35 222 223,225 23,25,32,53,133,134,158,189,206,210,211 82,217,223 223 34,35,39,40 20 20 52,53,69,144,189 21,27 217,223 55 85,223 229
23,160,179,192,198,204 Portilla 218,224 Pozo, Rambla del 67,80,89,97,106,111,112,126,133,147,153,156,188,205 Purchena 218,224 Quinfarroma 224 Quixipiar 218,224,225 Rejaca, Atalaya de la 224 Ruchete 15,27,40,66,71,81,85,217 Saltador 178,205 Serón 35,224 Sierrecica 224 Tabujo, Rambla del 81 Tamache 82,218,225 Terrero Blanco 82,217,218,223-225 Toscanis 27,39 Úrcal 225 Velerda 21,27,32,75,225 Walkal 67,68,105,107-109,197 Xiquena 21,23,51-53,55,56,69,80-82,90,141,153,163,178,189,204,217 Zurgena
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EPÍLOGO Decía la escritora chilena Isabel Allende: “Escribir es para mí como hacer ganchillo, siempre temo que se me vaya a escapar un punto”. Algo similar me sucede a mí con la tarea que emprendo por encargo de un buen amigo. Nunca ha sido “mi fuerte” la Historia. A pesar de todo, y agradeciendo de antemano la confianza depositada en mi persona, intentaré llevar a buen puerto el objetivo propuesto: por un lado, recapitular, resumir o concluir lo dicho a lo largo del discurso, y por otro, analizar, valorar y comentar la obra en cuestión. Puestos manos a la obra no descubro nada si afirmo que la dominación árabe fue total y absoluta durante casi ocho siglos de historia en buena parte de la Península Ibérica, por entonces denominada Al-Ándalus. Algo que parece tan remoto, y sin embargo, los musulmanes son parte fundamental de nuestro pasado que pervive a lo largo de la historia en la lengua, en las costumbres, en el arte, e incluso en nuestro propio modo de ser y de actuar. Mas, el autor de la obra desciende a un nivel mucho más concreto y se marca un objetivo muy claro desde el principio: delimitar la ubicación e historia de las villas de Huércal y Overa. Posteriormente, el discurso adquiere una dimensión bastante más amplia y profunda, como podremos apreciar en el breve compendio que me dispongo hacer a continuación. El libro se estructura en ocho capítulos de extensión variable dependiendo, lógicamente, del contenido tratado en cada uno de ellos. Quiero decir que no son partes uniformes ni en cuanto a la forma ni en cuanto al fondo. A saber: • En el Capítulo I, se habla del topónimo “Huércal” y sus variantes; de Overa y su toponimia desconocida; de los antecedentes históricos; de la fortaleza de Nieva; de Huércal la Vieja, de la 231
Rábita, como lugar de oración… • En el Capítulo II, se relata la delimitación de las villas con el llamado “amojonamiento” y la figura de los alcaides (poder criminal) y el papel de los cadíes (poder civil). • En el Capítulo III, se expone el rol que desempeñan tres figuras relevantes encargadas de la defensa: - Homicianos: Personas recluidas en un lugar por haber matado a alguien y cuya labor era la defensa de la frontera. - Soldados de reemplazo: “Mozos traviesos”, jóvenes de toda condición y categoría, que eran obligados a participar en la defensa de la frontera. - Soldados de refuerzo: Hombres de armas que también prestaban el servicio en estos lugares pero para acciones muy concretas y periodos muy limitados. • En el Capítulo IV, se cuenta cómo Vera ejerce la tutela sobre Huércal y Overa por su propia seguridad como ciudad nodriza; se describe el ambiente de inestabilidad reinante en la zona en esa época y las repercusiones de la misma; se comenta el sistema defensivo básico hablando de fortalezas, casas fuertes y atajadores. • En el Capítulo V, se hace referencia a la “Fuente de la Higuera”, lugar con una ubicación inexacta, con mojón divisorio entre Lorca y Vera, y entre Granada y Murcia, donde se negocian los pagos de rescates, se comercia, se dan rastros…; además se narra con pelos y señales cómo había moros y cristianos cuyo medio de vida era apresar a cuantos vecinos pudiesen para luego ser vendidos; y, finalmente se defiende cómo a pesar de los resentimientos pasados los vecinos se relacionan y comercian entre sí. • En el Capítulo VI, se detallan las conversiones religiosas que tienen lugar tanto en un bando como en el otro -antes converso que cautivo-; se explica “el taybix”, impuesto que se pagaba por pasar el ganado de un término a otro; y se hace mención al final del dominio musulmán, plasmando la cédula de cesión de Huércal 232
y Overa por parte de los Reyes Católicos a Lorca para agradecer la ayuda prestada. • En el Capítulo VII, aparece ya la actual Huércal y Overa: dónde, cuándo y quiénes la fundaron; la conquista de Granada, con la supremacía de la religión cristiana sobre la musulmana; la conversión de los mudéjares al cristianismo; y el fin de la guerra. • En el Capítulo VIII, se hace una rica y extensa recopilación de nombres de lugares empleados por entonces, denominados topónimos. Hecha esta recapitulación quizás demasiado exhaustiva del contenido de libro en orden a sintetizar sus aspectos básicos, paso seguidamente a abordar la segunda parte prevista desarrollar en este epílogo: un análisis “crítico y desenfadado” del manual. Dicho sea de paso, y para tranquilidad del autor, yo no soy un “crítico intolerante”, ni en absoluto quiero serlo. Sólo pretendo destacar, desde un punto de vista totalmente subjetivo y con criterios muy benevolentes, los aspectos más sobresalientes del libro y expresar mi opinión personal sobre él. Para empezar este comentario quiero partir de un hecho real que me ha sucedido con la lectura del libro: No me he aburrido y además me ha atraído de tal manera que estaba deseando tener un rato de ocio para poder continuar “divirtiéndome” con él. Eso ya es muy significativo, pues rara vez un libro de Historia me ha resultado interesante y mucho menos motivador. De partida, un punto a su favor. El libro se me antoja de tipo historiográfico en tanto que es una obra de un historiador posterior a los hechos, a los que trata con una finalidad investigadora y científica, como estudio o análisis del pasado histórico. Su encuadre espacio-temporal podríamos situarlo en la zona del levante almeriense, fundamentalmente en los términos de Lorca, Húercal, Overa y Vera. Los múltiples eventos, incidentes, acciones, peripecias, anécdotas, etc. que se relatan se desarrollan al final de la Reconquista, siglos XIV y XV, aunque hay muchas y diversas referencias a épocas anteriores. Obviamente, el tema es tremendamente importante en nuestro país. Infinidad de manuales, tratados, libros, revistas, investigaciones, artículos… abordan el tema del mundo musulmán. ¡Cuánta tinta derramada en pro de esclarecer los aconteceres de la Historia! Pero, Alfonso no se pierde en los vericuetos del pasado, sino que aterriza en un lugar y un tiempo concreto, con un fin predeterminado: La historia de su pueblo en ese periodo tan oscuro e insólito de relación entre árabes y cristianos. 233
Toda la obra en sí resulta interesante: por su prosa amena y sencilla, por el uso de un castellano premeditadamente antiguo, por algunas expresiones y giros en cierta medida extraños, por su léxico a veces sugerente y seductor, por el empleo de sinónimos inusuales, por determinadas construcciones sintácticas perifrásticas, por sus abundantes hipérbatos, etc., en definitiva, por una narrativa que “engancha” despertando el interés y la curiosidad del lector ante la avalancha de hechos, acontecimientos e intrigas que se precipitan en el discurso. La riqueza en detalles, en deducciones lógicas, en pequeñas y amenas historietas de aquel entonces, en innumerables lances de guerra, en infinidad de sucesos e incidentes… hacen del libro un manual de enorme valor histórico que se ve refrendado por la gran abundancia de citas documentales y autores que apoyan, justifican y esclarecen los diversos relatos novelescos narrados. En conclusión, considero que el trabajo de investigación y documentación realizado por Alfonso es digno de alabar y de ser puesto en valor. La gran recopilación de datos y la documentación aportada, la puesta en escena de multitud de acontecimientos históricos relevantes, la desnudez de su prosa, la prolijidad terminológica… hacen del texto una obra atractiva para el lector amante de los episodios novelescos y tradicionales. Es por ello por lo que desde estas líneas felicito al autor por el esfuerzo y la tarea desarrollada, y lo animo a seguir en esta dirección, trabajando e investigando en algo que además sé a ciencia cierta que le apasiona: LA HISTORIA, pues como dice el escritor y filósofo vasco Fernando Savater: “Si no somos corresponsables del pasado, tampoco tendremos derecho a reclamarnos legítimos propietarios del futuro”. ¡Enhorabuena Alfonso! VICENTE PARRA SÁNCHEZ. Maestro
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