ÍNDICE DEL VOLUMEN 4 El arte moderno y contemporáneo El Neoclasicismo Del Romanticismo al Realismo Los impresionistas Los postimpresionistas Simbolismo y Modernismo Fauvistas y cubistas Los futuristas y la pintura italiana El Expresionismo El racionalismo arquitectónico El Surrealismo El arte abstracto El arte informal
406 420 428 447 459 472 484 490 501 514 524 530
EL ARTE MODERNO Y CONTEMPORÁNEO
EL NEOCLASICISMO
La transformación tecnológica que caracteriza la época en que vivimos ha originado uno de los cambios más profundos de la humanidad en su larga historia. Un progreso tecnológico lo ha habido siempre y ciertamente conquistas como las que distinguieron las varias etapas de la prehistoria o como la introducción de la escritura, constituyeron etapas fundamentales en la evolución de la vida humana; pero mientras estas transformaciones fueron muy lentas al principio y paso a paso después, sólo en la última etapa han adquirido una rápida y decisiva aceleración. Repasando la historia de la tecnología, de la época romana al siglo XVIII por ejemplo, se advierte una continua y lenta evolución. En muchos sectores, como el de la navegación, los progresos fueron brillantes, sin embargo-no pueden compararse ni remotamente con los realizados desde 1700 hasta nuestros días. Por consiguiente la verdadera época de la revolución tecnológica es la nuestra y ello ha traído consigo consecuencias enormes en todos los campos de nuestra cultura e inevitablemente también en el de las artes figurativas. Por eso parece lógico comenzar la historia contemporánea del arte precisamente en el momento en que se inicia esa aceleración en sentido moderno de la revolución tecnológica, es decir a partir del siglo XVIII. Aunque los fenómenos se hallan ligados siempre entre sí, existe un cierto retraso de las artes figurativas respecto a los fenómenos sociales y económicos contemporáneos, retraso que es debido a varias razones, como si el mundo de la cultura hubiese encontrado dificultades en adaptarse con rapidez a las transformaciones habidas en otros aspectos de la vida. Sin embargo, a pesar de este retraso es propio del siglo XVIII que la historia del arte asuma un curso que la aparta de los siglos precedentes. En lo que concierne a las artes figurativas el siglo XVIII presenta dos aspectos: al principio asimilando la tradición barroca al rococó prosigue como una continuación natural. Con el rococó el arte se adapta a una situación político-social dominada por el absolutismo iluminado y por una aristocracia que cae en un refinamiento mundano. Pero bajo otro aspecto y ya en la segunda mitad, el arte aparece cada vez más sensible hacia los presupuestos ideológicos del Iluminismo y tiende a hacerse intérprete de las exigencias de una nueva clase social: la burguesía. Este movimiento se afirma en unas teorías que, en los últimos decenios del siglo y en los primeros del siguiente, dominan casi todo el arte europeo y que adopta el nombre de Neoclasicismo. Como su mismo nombre indica el Neoclasicismo miraba hacia la antigüedad clásica en la que buscaba los propios modelos. No era la primera vez en la historia que el arte europeo se volvía hacia el clasicismo; especialmente durante el Humanismo y el Renacimiento italiano el mundo antiguo había sido objeto de atención y se había mostrado como una fuente inigualable de inspiración. Pero ahora la aproximación hacia él era muy distinta, ya que se hacía con la voluntad teórica y la confianza utópica propia de los iluministas. El Iluminismo representaba, aunque de un modo todavía general y embrionario, la afirmación de la razón, del racionalismo como base de nuestro conocimiento; llevaba a cabo, en suma, un método de investigación científica en todos los sectores de la vida, en neta oposición a los axiomas más tradicionales que basaban el conocimiento en la teología, es decir en la verdad revelada. Los presupuestos científicos del Iluminismo adoptaban como propias las teorías que ya estaban vivas en las ideas del Renacimiento y que ahora asumían una formulación más 406
EL NEOCLASICISMO
Antonio Canova, (1757-1822), Amor y Psiquis (París, Louvre). Canova fue el mayor representante de la escultura neoclásica. La elegancia y la sensualidad de la tradición veneciana del dieciocho se funden en su arte con la pureza del neoclasicismo.
consciente. Encontraron el terreno más propicio para afirmarse en las ciencias exactas y en el campo social, donde contribuyeron fuertemente a la evolución en sentido laico y liberal de los gobiernos más progresistas como el británico y el americano y donde se preparó la revolución francesa. Pero el arte es uno de los aspectos que no pueden caer en racionalización y ante el cual los más atrevidos teorizantes han tenido que declarar su impotencia; no debe extrañar por consiguiente que el Iluminismo tuviera que recurrir también ante él a un compromiso. Inmaduro todavía para comprender las peculiaridades del hecho estético confió a una simple y pura hipótesis histórica la definición de la belleza, atribuyéndole las prerrogativas del arte greco-romano. No es éste lugar de discutir cómo un movimiento que se oponía tan radicalmente a todo principio de autoridad tuvo que recurrir, en la definición de su concepto de la estética,
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