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H. Frankfort.
Reyes y dioses: estudio de la religión del Oriente Próximo en la antigüedad en tanto que la integración de la sociedad y la naturaleza. El Oriente próximo considera la realeza como la base misma de la civilización. civilización. La seguridad la paz y la !usticia no pod"an pod"an prevalecer prevalecer sin un gobernante gobernante que los de#endiera. de#endiera. $i alguna alguna vez una institución institución pol"tica #unciono con el consentimiento de los gobernados #ue la monarqu"a. Pero si nos re#erimos a la realeza en cuanto institución pol"tica asumimos un punto de vista que %ubiese sido incomprensible para los antiguos ya que consideramos que la #orma de gobierno %umana puede ser considerada por s" misma. Los antiguos sin embargo experimentaban experimentaban la vida %umana como parte de una amplia red de conexiones que llegaba %asta las pro#undidades ocultas de la naturaleza y de los poderes que gobiernan la naturaleza. Lo estrictamente secular secular era lo puramente trivial& cualquier cosa signi#icativa estaba inmersa en la vida del cosmos y la #unción del rey era presisamente mantener la armon"a de la integración. Pero cuando queremos ser m's espec"#icos encontramos que existe un contraste entre los dos centros de la civilización antigua ya que Egipto y (esopotamia mantuvieron unos criterios totalmente di#erentes di#erentes respecto a la naturaleza de su rey y el temple del universo en que el se mov"a. La sociedad mesopot'mica estaba enteramente adaptada adaptada a la sucesión c"clica de las estaciones. La sociedad se mov"a en armon"a con la naturaleza a trav)s de una secuencia recurrente de #estivales religiosos al celebrarlos la comunidad %umana participaba activamente en la crisis cósmica que los cambios de estación representaban: en esa #ase de la evolución la idea de naturaleza y de las leyes naturales no %ab"an %ec%o su aparición y su lugar lo ocupaba un concepto dram'tico que en todas partes cre"a ver una luc%a entre lo divino y lo demonico las #uerzas cósmicas y las del caos. *ing+n %ombre era capaz de prever en resultado de este con#licto pero por esa misma razón la comunidad no pod"a permanecer pasiva ya que en tal con#licto estaba implicada su propia vida: ten"a que participar de alg+n modo. , en la atmos#era marcadamente emocional de los #estivales religiosos la gente pasaba de la pro#unda incertidumb incertidumbre re en las #ases de inauguración a trav)s de la ansiedad %asta el !+bilo #inal de la victoria. En (esopotamia las celebraciones de las estaciones m's importantes se celebraban en una deidad a la que adoraban ba!o una gran variedad de nombres. Pero la #unción estatal m's sobresaliente era el #estival de a-o nuevo cuando se celebraban la resurrección del dios su victoria sobre los poderes del mal y su matrimonio sagrado con la diosamadre. diosamadre. /ambi)n Egipto re#le!a el ritmo natural de las estaciones a lo largo de a-o o#icial. 0ab"a #estivales anuales en conexión con la crecida del *ilo y al t)rmino de la inundación con la resurrección de Osiris y la terminación de la cosec%a. Pero estas celebraciones di#ieren pro#undamente en su esp"ritu de las correspondientes correspondientes en (esopotamia. En la llanura de los 1os R"os los #estivales nunca se ve"an libres de inquietudes y los que conocemos me!or muestran el cambio que va desde un pro#undo abatimiento a la exaltación como meta y resultado de las solemnidades. solemnidades. Pero por otra parte en Egipto los #estivales #acilitaban la ocasión de rea#irmar que todo estaba bien porque se consideraba el universo como algo esencialmente esencialmente est'tico y se manten"a que %ab"a un orden cósmico establecido de una vez y para siempre en el periodo de la creación. Este orden podr"a ser t rastocado en ocasiones aunque las #uerzas del caos no eran nunca aniquiladas sino simplemente dominadas. El sentimiento de inseguridad de la #ragilidad %umana que impregna toda mani#estación de la cultura mesopot'mica no se encuentra en Egipto. Este contraste de actitudes guarda relación con las di#erencias geogr'#icas entre los dos pueblos. El rico 2alle del *ilo se encuentra aislado y protegido entre los desiertos casi vacios de ambos lados mientras que (esopotamia carece de l"mites claros y periódicamente era pillada y saqueada por los monta-eses de Este o por los nómadas del Oeste. Egipto obtiene su prosperidad de la inundación anual del *ilo que
nunca de!a de crecer. Pero (esopotamia depende para la mayor parte de sus pastos de una precipitación lluviosa insegura y posee un rio el /igris incierto turbulento y muy peligroso. /anto en (esopotamia como en Egipto la religión se centro en torno al problema de sustentar la vida. Pero en (esopotamia lo que importaba no era la inmortalidad del individuo se aceptaba la inevitabilidad de la muerte. Pero era la vida en la tierra la vida en #amilia y las cosec%as y ganados de que esta depende la que la religión intentaba mantener armonizados la vida de la comunidad con la naturaleza a trav)s de los #estivales. En el contexto m's amplio se aceptaba tambi)n la ineludible muerte pero contrapesada por el contraste milagro de la resurrección. Egipto de acuerdo con la interpretación art"stica del cosmos pensaba que la vida era eterna y paradó!icamente negaba la realidad de la muerte. El cuerpo de!aba de #uncionar pero el %ombre sobreviv"a& se un"a al diossol en una barca que via!aba por el cielo durante el d"a y ba!o la tierra por la noc%e. Para obtener la vida eterna la parte que sobreviv"a del %ombre no deb"a disociarse por entero de la sede de su identidad: el cuerpo. 1e a%" el desarrollo tan rico de la escultura egipcia de a%" la modi#icación& de a%" tambi)n el %ec%o de equipar la tumba con cosas necesarias para la vida cotidiana. Pero la parado!a #inal de todas estas creencias es el %ec%o de que nos encontramos con ellas por primera vez en los textos de las pir'mides re#erentes al rey. , el #araón no era un mortal sino un dios. Este era en concepto #undamental de la realeza egipcia& que el 3araón era de esencia divina un dios encarnado& y esta idea se puede rastrear %asta donde nos llevan los textos i los s"mbolos. Es erróneo %ablar de una dei#icación del 3araón& su coronación no era una apoteosis sino una epi#an"a. 4 este respecto tambi)n %ay un contraste total entre Egipto y (esopotamia. 4l rey mesopot'mico se le encomendaba como al #araón el mantenimiento de las armoniosas relaciones entre la sociedad %umana y los poderes sobrenaturales pero sin embargo se subraya que )l no era uno de estos sino un miembro de la comunidad. En Egipto por el contrario uno de los dioses %ab"a descendido entre los %ombres. Est' claro el signi#icado de esta divergencia: en Egipto la comunidad se %ab"a liberado del miedo y de la incertidumbre al considerar a su gobernante un dios& sacri#ico toda la libertad en aras de una integración inmutable de sociedad y naturaleza. En (esopotamia la comunidad conservo una independencia considerable puesto que su gobernante no era m's que un %ombre y se aceptaba como correlato de ello la incesante preocupación de que la voluntad de los dioses pudiera malinterpretarse y que una cat'stro#e trastornase la inevitable armon"a entre las es#eras %umana y divina. El otro camino para el entendimiento m's directo y vivo del pensamiento antiguo lo en#oca no en su expresión conceptual sino pictórica o pl'stica. El arte es expresión directa que el espectador capta directamente. 2amos a considerar por consiguiente como se expresaron en el arte del Próximo Oriente antiguo los varios conceptos de realeza. En Egipto durante el periodo predin'stico no se pintó a los reyes ni a los !e#es. $e pinta su luc%a como una re#riega de #iguras equivalentes. Pero con la uni#icación de Egipto ba!o el primer 3araón este m)todo de representación cambio repentinamente. El rey apareció a%ora como representante de la comunidad. 0ay una gradación en la escala de acuerdo con la importancia de las personas: el rey es la #igura dominante. 5on el primer rey de la Primera 1inast"a nació la realeza. El %ec%o de que todo el con#licto )ste representado como si #uera sólo entre el rey y el !e#e enemigo. Esto representa una ruptura completa con el uso predin'stico y el cambio #ue irreversible. 4 partir de entonces ya no se representara m's a la comunidad por medio de un conglomerado de #iguras: el arte egipcio proclama rotundamente que son los actos del 3araón y no los del pueblo los que son e#icaces. Es revelador que las representaciones de la comunidad por la sola #igura simbólica de un gobernante se aplique constante y +nicamente a Egipto. 4l enemigo se lo representa con #recuencia por una pluralidad. El rey de (esopotamia encabeza a su pueblo pero no se le representa como algo esencialmente di#erente de sus s+bditos sino que es el dios quien pertenece a un orden di#erente de ser. El dios 4sur respalda al rey.
Pero el 3araón necesita menos asistencia que el asirio porque no %ay enemigo que se atreva a amenazarle. $ólo cuentan los actos del rey& )l es invencible& m's a+n inatacable intangible. Los enemigos representan en el dibu!o un elemento caótico. La victoria no es una simple a#irmación del poder& es la reducción del caos al orden. El rey est' equilibrado por los dioses con los que se con#ronta& se reivindica pues un orden divino. El #araón no act+a arbitrariamente sino que mantiene un orden establecido 6el ma7at es el elemento esencial8 en contra de la embestida #uriosa de las #uerzas del caos. Esta #unción es independiente de los accidentes de la %istoria es una verdad eterna. (uc%os textos que consideramos inscripciones %istóricas nos exasperan por el predominio de generalidades y clic%)s y la escasez de una in#ormación en la que consten datos& pero es que )stos ten"an poco signi#icado para el egipcio en comparación con la satis#acción que sent"a al comprobar que el orden est'tico de#endido por el 3araón estaba de nuevo #irmemente establecido. El arte antiguo no tiene por qu) representar simplemente lo que la vista pude ver. En Egipto y (esopotamia las cacer"as de leones se pintaba para proclamar el valor del rey en un deporte peligroso pero en (esopotamia aparece en esas escenas como un %ombre %eroico y el Egipto como un dios que destruye a sus v"ctimas en la per#ección de su poder como !ugando. /engamos en cuenta que las escenas de caza re#le!an el mismo punto de vista con respecto al rey que las escenas b)licas. Los dibu!os egipcios muestran al 3araón decidiendo el resultado de la batalla pero sin que el combate le ponga en peligro mientras que en (esopotamia el rey aparece a la cabeza de sus tropas arriesgando su vida como sus soldados. El #araón no pertenece al g)nero %umano sino al de los dioses& no tenemos que sorprendernos al encontrarle asumiendo esa curiosa mescla de rasgos animales y %umanos que es caracter"stica de los dioses de Egipto. 4l comentar las obras de arte como la personi#icación de los conceptos distintos de realeza podemos %aber dado la impresión de que las consideramos productos de un pensamiento premeditado. Este no es el caso naturalmente y en#rentados con los originales se reconocer' sin vacilar que son el resultado de la inspiración art"stica. El artista antiguo no se preguntaba 95ómo representar"a yo al rey como dios o como %)roe $implemente pensaba: ;a%ora tengo que pintar a $u (a!estad< y seg+n #uese un Egipto o u asirio el resultado era tal como lo %emos visto. El acercamiento por medio del arte tiene la gran venta!a de que por encima de nuestro an'lisis intelectual podemos captar directamente las =expresionesenla #orma> en que los antiguos expresaban lo que ellos cre"an que era la verdad acerca de su rey. $u experiencia sin embargo. Era en primer lugar emocional puesto que la verdad acerca de su rey a#ectaba a sus vidas en todos los aspectos incluso los m's personales porque la armon"a entre la existencia %umana y el orden sobrenatural se mantiene a trav)s del rey.