C O M P R E N SI ÓN ÓN
D E V EN EZU EL A
1
Los textos utilizados en esta guía son para uso estrictamente académico
2
Los textos utilizados en esta guía son para uso estrictamente académico
2
Índice
pág.
Repúblic a Bolivariana: Bolivar iana: su exclusivismo exclusivi smo nominal y la historia. Karl Krispin La República
4
Vene zuela 1937 Ramón Díaz Sánchez Transición, política y realidad en Venezuela
12
GOBIERNO O DE JUAN JUAN VICENT VICENTE E G MEZ, MEZ, 19081908 Napoleón Franceschi González: González: EL GOBIERN 1914
15
Andrés Stambouli 1945 La paradoja
24
El Pacto de Punto Fijo
36
Andrés Stambouli LA DEMOCRACIA estabilidad a las exigencias de eficacia
VENEZOLANA: De los requisitos de
41
Manuel Feo La Cruz P. Actores políticos, económicos y sociales en la superación de la crisis y la construcción de un nuevo modelo de gobierno
49
LAS CARAS DEL PROYECTO DE HUGO
54
Alberto Garrido y Agustín Blanco Muñoz,
CHAVEZ Mariana Pereyra y Lucía Pinto La construcción de lo real: Medios y democracia: El caso Venezuela Inés Quintero Bolívar de izquierda – Bolívar de derecha
58 67
Luis Ugalde SJ. DESNACIONALIZACIÓN
83
Luis Ugalde SJ. ¿CAPITALISMO ANTIHUMANO?
85
Luis Ugalde SJ. CONTRA LA TOLERANCIA
87
ANEXOS
89
Tomas del Poder
90
Yo también soy Orinoco
110
3
La Repúbli República ca Boli Bolivar variiana: su exclusivi exclusivism smo nominal nal y la historia K a r l K r i sp i n
Parte de la discusión no solventada en los países hispanoamericanos es no haber resuelto lo que culturalmente somos. Razón tiene Carlos Fuentes en haber llamado El espejo enterrado enterrado a su ensayo sobre una interpretación hispanoamericana. Hemos enterrado el espejo y nos hemos condenado a no vernos, a negar nuestra propia especificidad y a importar modelos cuando no a copiarlos textualmente. Somos una comunidad que se alimentó de la cultura europea, específicamente española, enriquecida por el mestizaje nacido de su juntura con el componente indígena y africano. Esta comunidad tiene en un primerísimo lugar la herencia española que se tradujo en la fragua institucional reguladora de las relaciones políticas, económicas y sociales. Las líneas indígenas y africanas delinearon un perfil cultural integralmente hablando, pero no sobrevivieron, merced a la imposición española, a contribuir al mapa institucional y a la regulación jurídica que fue monopolizada por lo español. Ni siquiera las altas culturas indígenas de Mesoamérica lograron mantener su sistema institucional luego de la llegada del hombre europeo. Ello no quiere decir que seamos un calco de lo europeo ya que la nueva sociedad plantada en América definió rasgos particulares que crearon un nuevo tipo de comunidad cultural, fundada, eso sí, con los haberes del patrimonio institucional y jurídico que dictó la corona española. Probablemente un limeño del siglo XVIII, un bogotano o un caraqueño de la misma época no tuviesen mayores problemas en definirse culturalmente. A pesar de las diferencias se consideraban una extensión europea con los rasgos que el mestizaje cultural labró en el hombre americano. Se sentían diferentes, alineados con una sociedad que miraba con recelo sus parientes ultramarinos sin una especial lealtad o convicción en las instituciones de la corona, pero acostumbrados a ellas, especialmente por aquello de que a la hora de no convenir una orden se obedece pero no se cumple.
El quiebre trágico con nuestra especificidad cultural vino con la Independencia, cuando la generación que la llevó a cabo trasladó enteramente las culpas políticas, sociales, culturales y económicas a lo español. En ese momento nació por vez primera la sonora y reiterada culpa del gobierno anterior. Para crear, para refundar, refundar, se marcaron distancias. Se anunció a todos que habíamos dejado de tener ascendientes y muy orgullosamente se proclamó que miraríamos siempre hacia delante y nunca hacia el pasado. Como Lot empezamos a dejar todo atrás y lo español se transfiguró en una Sodoma y Gomorra, a las cuales quienes osaran contemplarlas se transformarían inevitablemente en estatuas de sal. Comenzamos
4
nuestra personalidad adánica con la convicción de que nos generamos a nosotros mismos mismos sin genes intrusos emparentados con los sellos de Castilla.
Ante tanta abjuración, la nueva sociedad que tomó al presidencialismo norteamericano y a la división de los poderes del barón de Montesquieu como modelos a seguir, aleccionó a todos con una frontera absoluta e irreconciliable con la historia. La prueba de que la negación no surtió efecto fue, en primer lugar, el nacimiento del caudillismo como instancia de intermediación hacia un nuevo modelo de sociedad que no cuajaba, en la que el caudillo resolvió mediar entre deseo y realidad y erigirse simplemente en el factor jurídico, pseudoinstitucional y fundado en la convicción personal, de la función estatal. Por otra parte la hemorragia de constituciones fue la demostración valedera de que el deseo institucional de nueva sociedad no arraigaba, no echaba raíces. Redactar una constitución, regular nuevos mecanismos de entendimiento social equivalía a regresar al estado de la naturaleza y fue lo que hicimos por casi doscientos años y por lo demás seguimos haciendo aún en este actualísimo momento. La Corona había muerto. La nueva patria se inventó su propio genoma, sólo que nunca se terminó de ultimar, por el jactancioso afán de no desenterrar el espejo condenado al olvido.
Para gloria y detenimiento de nuestra historia nació Simón Bolívar. La figura del Libertador explica brillantemente la transición del imperio a la república. Con la estrategia, los mapas de la batalla y el discurso político de la nueva patria, selló la suerte de los territorios apegados a su verbo y a su espada. Definió países, creó espacios, urdió leyes, figuró nuevas instituciones, compuso posibilidades y legó documentos que pronto lo acompañarían al sepulcro cuando desapareció en su corta pero fulgurante vida. Quienes le sucedieron idearon la solución de continuidad para olvidarlo y a la vez recordarlo: lo elevaron a la categoría del mito y teologizaron su pensamiento para repartir indulgencias colectivas bajo el solio de la fe laica. Bolívar pronto se convirtió en dios para ser adorado en el panteón republicano. Solo que los dioses fueron creados para ser invocados y raras veces regresan al mundo real. En lugar de iglesias se erigieron plazas y monumentos. En vez de estampas divinas su rostro comenzó a dibujarse en las monedas, en los recintos oficiales, en las escuelas, en los libros de texto, en el preámbulo de las constituciones. Se le confinó al altar previniendo que qu e ocupara o cupara un u n lugar terrenal. t errenal. Su espacio fue el de la oración republicana; sus su s gracias: las de iluminarnos desde la eternidad. Eso sí: había que mantener el cirio encendido, con la precaución de que sus flamas no incendiaran.
El pensamiento bolivariano fue durante años una liturgia acostumbrada, una vocación coránica o bíblica restringida a los oficios de la religión civil. El dios estaba allí pero nadie
5
se atrevía a decirle que resucitara. Como a Cristo lo adoramos, a diferencia de que no confundimos la plegaria con la realidad. Bolívar fue siempre la posibilidad de un sueño sin posibilidad de despertar. La inveterada costumbre de una sociedad apegada inconscientemente a la citada fórmula colonial de “se acata pero no se cumple”. A Bolívar se le obedecía, pero no se le cumplía. No hubo gobernante que no colocase ofrendas florales ante su sepulcro. No hubo pueblo que dejara de construir la plaza y el busto en su memoria. El culto a su personalidad fue sin equívocos el recurso con que históricamente terminamos por agradecerle lo que hizo por nosotros, sin pasearnos por el análisis de lo que hizo por nosotros. Bolívar mismo se convirtió en el futuro. La añorada posibilidad de la patria grande que nunca llegó pero que era inminente su llegada. Bolívar siempre permaneció como síntesis de la representación estatuaria e statuaria de la historia. Bajarlo del pedestal pede stal y ponerlo a circular entre nosotros, como apunta Manuel Caballero, era el pecado más mortal del talmud republicano.
Luego de trasladados los restos de Bolívar a Caracas, años más tarde se daría comienzo a su endiosamiento en un proceso verdaderamente comenzado por Guzmán Blanco, quien para justificar su propio pro pio culto a la personalidad, tuvo t uvo que inventarse la compañía del Libertador. L ibertador. No olvidemos que acuñó monedas donde aparecían tanto él como Simón Bolívar. Este proceso arranca con co n él a raíz de la desaparición desapar ición en el plano político de la llamada oligarquía o ligarquía conservadora, que fue la de los propietarios y comerciantes que se aliaron con Páez para desdecir el proyecto bolivariano y echar a andar un país al que creían enteramente suyo, como presupuesto de toda oligarquía. Es esta misma gente, la de la Constituyente de Valencia, que abjura del proyecto grancolombino y que no en balde eran llamados godos, por su adscripción a la causa del rey durante la Independencia. Estos godos que se mantuvieron en el centro del país, hasta la víspera de Carabobo (Caracas fue realista hasta 1821) encontraron en Páez y su república censitaria, el modo de volver y mantener su estatus privilegiado luego de 1830 y construir una república, con celo y escrúpulos administrativos hay que señalarlo, a la medida de sus propios intereses de casta. Esta generación fue barrida por la Guerra Federal y sus intereses depuestos, en un cambio de manos que traspuso liberales amarillos por conservadores, bajo el férreo timón de Guzmán Blanco, quien reivindica el tema de Simón Bolívar –inconscientemente para anotarse él mismo en e n la comparsa co mparsa estatuaria, a pesar de que por el lado materno, debe recordarse que estaba emparentado con el Libertador– e inicia propiamente la escalada del culto bolivariano. Tal vez sucedía con Guzmán que era un godo a medias. Su padre, Antonio Leocadio, era acusado de ser hijo de una fregona. Guzmán resuelve su reclasificación social por el lado materno y un matrimonio linajudo con una Ibarra, igualmente pariente de don Simón, aunque estos aspectos no lo hicieron sentirse enteramente seguro de su condición, al punto que prometió acabar con la oligarquía hasta como clase social. Quizá atesoró odios y resentimientos por esta misma clase que en
6
el fondo no lo reconocía como un igual. Se comenta que cuando fue a pedir la mano de su esposa, Ana Teresa Ibarra, fue sometido a una espera de dos años ya que su futura familia política no lo veía con buenos ojos. No olvidemos el carácter populista de su padre con la fundación del Partido Liberal y los dardos que continuamente lanzó contra la oligarquía desde las páginas de El Venezolano. Probablemente el ejemplo del propio Bolívar, desdeñado por los godos, lo hizo tomar parte por él para de ese modo, reivindicarse histórica, social y políticamente, a través del escudo protector del Bolívar acusado y puesto a un lado por los oligarcas. El Ilustre en 1870 quiere construir otra patria, distinta al pasado, y es en esa fragua cuando recurre al carácter originario y fundacional de la Independencia. Si Bolívar consiguió la Independencia, Guzmán se plantearía otro modo de independencia, muy propio del pensamiento utopista: elevar a Venezuela al rango de una nación inserta en el contexto internacional, o que recibiera el influjo de un capitalismo europeo en ciernes. Guzmán busca la civilidad, potenciar la educación, construir ferrocarriles, remozar las ciudades. Sus intenciones de modernización, en las que obtuvo a la vez beneficio personal, se tradujeron en una suerte de progreso de fachada ya que el país no podía sustentar económicamente, habida cuenta de una pobreza generalizada, su salto al rango de una nación elevada. No sería sino años más tarde, y en un nuevo contexto económico con la aparición del petróleo, que Venezuela revolucionaría su carácter productivo y su entrada a la modernidad.
Volvamos a Bolívar. Los siguientes gobernantes que sucedieron a Guzmán y muy especialmente con la llegada de los andinos al poder, a cargo de Cipriano Castro, supusieron la entronización, ya como religión republicana, del culto a Bolívar. Castro venía al poder con una indigestión entre Eduardo Blanco y Rodó, con los textos frescos de la Venezuela heroica como ha apuntado Domingo Alberto Rangel y su escudero Gómez, con el cándido deseo de conocer el Samán de Güere bajo cuya centenaria sombra descansaron las tropas del Libertador. El mismo Gómez refacciona la vieja iglesia de la Trinidad para convertirla en un digno panteón para el héroe y se propone en atención al centenario de la muerte del Padre de la Patria en 1930, que la nación hubiese saldado sus deudas con el exterior en una nueva independencia, esta vez económica. La consolidación totémica de Bolívar, como faro de la historia de Venezuela es referencia que han invocado tanto dictadores como demócratas. A la muerte de Gómez, Eleazar López Contreras persiste en el culto. Ya en el gobierno de Medina Angarita y jugando con la posibilidad de su vuelta al poder, López funda las Cívicas Bolivarianas, suerte de plataforma política inspirada en la figura de Bolívar. Los sucesivos gobiernos del siglo XX siguieron ligados a un bolivarianismo estrictamente discursivo, porque una cosa era invocar al dios republicano y otra, muy distinta, reproducir su pensamiento y llevarlo a la realidad.
7
El tema que ha pervivido como telón de fondo ha sido estrictamente encender cirios en el panteón republicano, invocar su presencia y se acabó; más allá nunca se pasó. La Constitución de 1961 cita a Bolívar en el preámbulo y ello lo lleva a un estadio de exigibilidad jurídica, huelga decir irrealizado en nuestra historia. Todo el discurso utópico venezolano, y de pretensión latinoamericanista a la postre, con que nuestros presidentes inventaron planes de la nación o prometieron la llegada de la felicidad en sus discursos de toma de posesión, se amparan en la figura del héroe. No sólo jalonamos de plazas toda la geografía nacional: comenzamos a exportar bronces allende nuestras fronteras. La pretensión integradora latinoamericanista también hizo causa común con las prédicas del héroe. No sólo el Pacto Andino sería un sueño de Bolívar sino hasta los juegos deportivos bolivarianos. Simón Bolívar ha sido un comodín utilizado a la par por la dictadura de Pérez Jiménez como por los gobiernos que se sucedieron luego del 23 de enero de 1958.
En medio de esto, el proyecto político del Libertador que podría concretarse en fórmulas constitucionales que incorporaran el Poder Moral o urdieran una nueva integración política al estilo de la Gran Colombia, o una comunidad de naciones hispanoamericanas, nunca se realizó. Por otra parte, la gran prédica de Bolívar como lo fue la consolidación de un estado liberal, donde el imperio de la ley fuese la norma y donde se patrocinase una auténtica libertad de comercio, tampoco fue seguida a pie juntillas. Ni hablar de su rechazo a la acumulación de los poderes en una misma persona, que ha sido y sigue siendo letra muerta de su pensamiento. De pronto hay que destacar que la figura del Libertador ha servido verdaderamente como inspiradora moral, ya que en última instancia Bolívar miró a América con el libreto de un hombre del siglo XIX, un cultor de la libertad influenciado por el enciclopedismo francés, un lector de los clásicos griegos y romanos, un hombre que trascendió a su tiempo pero un hombre de su tiempo que por mayor ilustración que haya tenido, sigue siendo un hombre del XIX por lo que difícilmente podría su pensamiento convertirse en una ortodoxia para los tiempos actuales. En todo caso, lo rescatable del Libertador es su lección ética, la del empecinado romántico que vence las dificultades pero cuya doctrina –si es que la misma existe como tal– sería claramente inaplicable en nuestros días. Basta leerse la Constitución de Bolivia, cuerpo legal que tampoco se llevó a cabo en su tiempo, para concluir que los hombres pasan y la historia se renueva. Con el nombre de Bolivia sucede algo diferente. Si bien el Alto Perú que pasó a ser Bolivia, fue creado como un estado de contención entre el Sur y los países liberados por el Libertador, su nombre, más allá del narcisismo político que supuso, fue un homenaje a Bolívar (como se hizo con Colombia respecto al Almirante), sin necesidad de la imposición del bolivarianismo. Este hecho trasciende al hecho mismo de que su Constitución inicial recogiera las ideas de Simón Bolívar.
8
En virtud de que hemos vivido los últimos doscientos años con el espejo enterrado, no es difícil concluir que hemos construido una historia hecha de jirones y con no pocas distorsiones. Recapitulando, tenemos lo siguiente: nuestra negación de España, nuestro empeño en buscar modelos extraños para legitimar nuestra negación a España, la inoperatividad a la postre de esos modelos por no existir cultura política que los sustentara, el obcecado leit-motiv invocatorio de Bolívar como futuro realizable, la perversión del rentismo de la historia (Vale decir que somos un pueblo con una historia gloriosa llena de próceres que finalmente han inmovilizado el presente). Toda esta ensalada anterior reafirma el carácter estático de nuestra personalidad colectiva que no ha sido capaz de simplemente lograr un sistema político (y económico) que le dé la mayor suma de felicidad posible a nuestros pueblos. Frase esta última del Discurso de Angostura, que por cierto toma Bolívar de Aristóteles. Todas estas contradicciones históricas nos condenan a una suerte de inmovilización en un callejón sin salida. Mientras no desenterremos el espejo seguiremos sin vernos.
El bolivarianismo de Hugo Chávez no es un fast-track de sus días de Yare. No es el producto de una conclusión apresurada para ofrecer una plataforma ideológica. Chávez no es que le dio por confeccionar un modelo emparentado con el Libertador. Chávez es el producto de un medio y de un imaginario colectivo que tiene años escuchando y cocinando una receta histórica, cuyo platillo algún día alguien serviría en la mesa. Se equivocan de medio a medio quienes avecindan este culto con una versión del orden de las cosas inventado por el teniente coronel. Hugo Chávez en su concepción histórica no ha hecho sino seguir y llevar a cabo lo que siempre escuchó, vio y leyó como venezolano bombardeado por el culto a Bolívar. En la presentación del libro Bolívar hoy, su autor Rafael Caldera, a la sazón Presidente de Venezuela, declaró que cada venezolano debía alimentar su propio culto a Bolívar. José Ignacio Cabrujas puso al Libertador en el banquillo de los acusados. Ello le valió, independientemente del modo como formuló sus críticas, que un ciudadano con rango militar le ofreciera públicamente unos tiros. Augusto Mijares mandó a quemar una edición entera de las Memorias de Boussingault, porque dejaban maltrecha la imagen de Manuela Sáenz. En tiempos de Marcos Evangelista, el dictador le propuso a Carlos Raúl Villanueva erigir un gigantesco Bolívar, tipo Coloso de Rodas, en medio del Ávila. El arquitecto le respondió sabiamente que no se podía edificar un monumento sobre otro monumento. Cuando Denzil Romero publica La esposa del doctor Thorne, no fueron pocas las reacciones adversas ni los diretes públicos a que fue sometido por académicos de toda laya. Qué decir de aquel Carlos Andrés Pérez cuando en su primera presidencia ostentaba patillas que imitaban las del Libertador y prometía la Gran Venezuela, como una recurrencia de nueva independencia ante los países del norte con el petróleo como arma. De modo que alguien que crece escuchando la música celestial del canto bolivariano, que se encuentra con frases del héroe en cada esquina de su ciudad, que
9
atestigua sus cientos de plazas, que se forma en la religión republicana que sentencia que nuestro error fue no haber puesto en práctica el bolivarianismo, tiene que llegar a la conclusión en un momento (máxime si ese momento puede estar bajo su control) en que decida dar el paso entre la ilusión y la realidad con el fin cerrar la brecha entre la utopía prometida y lo conquistable. Ese momento histórico se da supuestamente en Venezuela al momento de cambiarle el nombre a la República y prometer adelantar un modelo bolivariano de acción política.
El hecho de que se haya llevado a cabo en el papel y en la promesa no quiere decir que sea lo más sensato del caso ni que finalmente se pueda concretar un modelo político que tiene casi dos siglos. Seguimos en la misma calle ciega, profundizando una interpretación distorsionada de la historia. El nombre de la República Bolivariana de Venezuela, más allá del hecho de que haya sido refrendado por los votantes, es a todas luces impropio de nuestra condición porque legitima que un hombre pueda convertirse en la máquina de la historia y que un pensamiento desfasado de nuestras actuales circunstancias constituya la fuente delineadora para un país que entra en el tercer milenio. Por otra parte ideologiza la ciudadanía e insta a todos los venezolanos a un inapelable seguimiento a las ideas del Libertador, imposición contraria a la democracia por donde se le vea. Por lo demás seguimos debatiéndonos en las sombras y no en los claros porque, como apuntaba anteriormente, no tengo la certeza de que exista una verdadera doctrina bolivariana, como cuerpo extraíble y verificable desde el punto de vista político. Tenemos el Discurso de Angostura, la Constitución de Bolivia y un legado epistolar en el que se consigue de todo, según el gusto de cada lector. Ni siquiera nuestra actual constitución es verdaderamente bolivariana, más allá del nombre de nuestro país y en la tímida articulación que consagró el Poder Ciudadano, herencia del Poder Moral. Lo que significa que una vez más Bolívar sigue siendo una aspiración y no una realización. Creo por lo demás que nuestros constituyentistas consultaron la hora actual y no la de hace doscientos años. No sería herejía acotar que afortunadamente.
Todo lo anterior revela que imitamos al perro que persigue su cola sin alcanzarla. Seguimos siendo rentistas de la historia y ello detendrá nuestra capacidad de consumar una capacidad de futuro, si admitimos que algún progreso nos empuja a querer fraguar una sociedad menos exclusiva. Y cuando se proclama una revolución y unos supuestos círculos bolivarianos para defenderla, y se emparenta todo esto además con el pensamiento de Simón Rodríguez y Ezequiel Zamora en la neobotánica política de un árbol de tres raíces , se descubren las fisuras y las contradicciones de un cuestionable proceso, que en este particular desdice a todas luces el pensamiento conservador del Libertador, amante del liberalismo como fórmula legal de entendimiento socio-político. A la historia y su
10
interpretación suele subestimársele en importancia. Pero de tanto negar y poner a un lado nuestra verdadera carta de identidad, permanecemos al margen de siquiera entender quienes verdaderamente somos.
La insistencia en un proyecto bolivariano que sentencia que se está con él o contra él contradice el pensamiento de Bolívar respecto a su defensa de la libertad y su desprecio por la tiranía. Estas nada sutiles y cínicas interpretaciones de lo bolivariano tienden a enrarecer la bitácora política del futuro porque nos embarcamos en un proyecto inverificable y confuso en la que su exégesis es tan difusa como arbitraria. Nos inmoviliza porque vivimos de la ilusión que aparezcan semidioses o mesías para nuestros días. Estamos a la espera de una salvación inaugurada por Bolívar y ambicionada por sus sucesores. Al Libertador, como a todo, hay que tomarlo a beneficio de inventario. Tiene sentido, acaso, no cuestionar sus posturas que lucen impensables hoy como su rechazo al federalismo, su prevención frente a lo eleccionario y su prueba triunfante de que un Presidente Vitalicio, con derecho a elegir su sucesor, es la inspiración más sublime en el orden republicano . La tragedia de pretender convertir los sucesos históricos como incuestionables y darles el rango de verdades de fe, a la postre logra fatalmente condenar a los pueblos a la propia muerte de su historia.
Cuando la República lleva incorporado el cognomento de Bolivariana, surge el tema de la exclusión para quienes no se sientan identificados con los postulados del bolivarianismo y lo que es aún peor, con el bolivarianismo de sus intérpretes. Resulta francamente insensato que un Estado descanse en el pensamiento determinado de uno de sus hijos, independientemente de la genialidad o no de su cuerpo de ideas. La República adjetivada sólo identifica a quienes han manejado fraudulentamente la gramática de la historia. En nuestro país la discusión de lo bolivariano, incorporado a nuestro nombre como nación y como teórico proyecto nacional, no se ha realizado al menos desde el punto de vista ideológico. En algún futuro, en beneficio de incluir y no de poner a un lado, volver a nuestro antiguo nombre, República de Venezuela, será un paso firme para sentirnos pasajeros del mismo destino, sin compartimientos de primera o de segunda. Sin la necesidad de una etiqueta a la entrada que nos juzgue si estamos a favor o en contra. Con inclusión de todos.
Ensayo publicado en: ¿Cabemos todos? Los desafíos de la inclusión , Informe del Capítulo Venezolano del Club de Roma, Caracas 2004.
11
Transición, Política y Realidad en Venezuela 1937 Ramón Díaz Sánchez ¿Se han planteado alguna vez esta pregunta los que viven arremetiendo sentimentalmente contra el fenómeno del imperialismo extranjero en nuestros países de América? ¿Se han ensayado alguna vez este diagnóstico? No. Se va contra él o se le acepta de un modo empírico y externo: por antipatía o por interés; El imperialismo es una fuerza expansiva que se produce por una fatalidad económica. Frente a pequeños pueblos perezosos e ignorantes, las potencias industriales no pueden permanecer indiferentes. España fue en su época violentamente imperialista; sus métodos de penetración fue-ron más rudos que los de cualquier otro país y su influencia mucho menos eficaz en la determinación del desarrollo de los pueblos por ella intervenidos. De haber sido como la de Inglaterra en Norteamérica quizá no nos viésemos hoy expuestos a seguir sufriendo la intervención imperialista. Nos bastaríamos a nosotros mismos sin constituir una rémora para la civilización. Pero España nos dio solo aquello que tenía su misticismo crucial, su fanatismo y su feroz individualismo. Inglaterra, por el contrario, infundió en el espíritu de los hombres del Norte su amor a las ciencias exactas, su sentido práctico de la vida y su espíritu colectivista. Fue la herramienta de que habla Waldo Frank, el elemento que habría de amalgamar el vasto país norteño bajo un solo sentimiento nacional. La carencia de ese elemento había de reflejarse en el fracaso del magno ideal de unión que alentó el Libertador. Hoy, en medio de los trenos de nuestros jeremías tropicales vuelve a hablarse de una América unida. Pero esto ha pasado a la categoría de utopía. No se logrará mientras el hispanoamericano no se haga apto para el uso de la herramienta Particularmente que el trabajo propio puede producir. Es un ser económicamente estéril. Más no porque carezca, como se ha supuesto acaso, de capacidades potenciales para la industria, sino porque tales capacidades permanecen soterradas en el subconsciente, ajenas a ese primer impulso indispensable que la haría pasar al primer plano de lo consciente y entrar en función constante. No de otro modo se explicaría el contraste de su pueril incompetencia operativa con su desconcertante potencia imaginativa. “ Es realmente curiosa esta lucha entre los impulsos mentales y la inhibición física de este ser desconcertado y descentrado, que a fuerza de chocar con la realidad llega formar la atmósfera de su vida en un limbo de quimeras desenfrenadas, en un cielo dialéctico, en un mundo al revés poblado de metáforas que se le antojan hechos y que él esgrime como rayos arcangélicos. ¡Drama tremendo¡ Es en esta peculiar manera, que a fuerza de prolongarse llega a dar carácter a su vida, donde podemos hallar la clave de la anarquía mental del venezolano. Naturalmente no podría ser de otro modo. La vida de un ser semejante -esta
12
vida limbal- solo puede expresarse en palabras. Toda su fuerza se escapa por la válvula del verbo. Y ya sabemos que la palabra, por perfecta, por nítida, por sugestiva que sea cuando llega al exceso es capaz de producir confusión. La armonía vital solo puede buscarse en los actos. Con razón afirmó Goethe: “Primero fue la acción” para replicar a aquel que dijo: “Primero fue el verbo” Si quienes enrostran al venezolano su pereza, su incapacidad productiva, su indolencia contradictoria, su elocuencia innocua y su afición a la riqueza sin trabajo, se detuviesen a reflexionar en todas estas circunstancias, no sufrirían la perplejidad consecuente con la confrontación de cualidades antípodas cuya teoría, enfocada como resumen fenoménico, escapa a las especulaciones superficiales. He aquí, en efecto, un pueblo bravo, laborioso, abnegado, sobrio, ingenuo, hospitalario y a la vez cazurro, triste, indolente, fatalista. ¿Dónde hemos de buscar la explicación de esta disparidad? En la virginidad del pueblo venezolano. En la ausencia de un estímulo externo, fuerte y sabio, que venga a descubrir y a colonizar su espíritu nuevo. Venezuela es potencialmente rica. No sólo tiene el petróleo. También hay oro bajo su suelo y frutos maravillosos sobre él Discursos grandilocuentes, gestos ampulosos señalan esta riqueza estática, denuncian su presencia inútil sobre la cual el venezolano muere de hambre y de fiebre. Pero es menester que vengan hombres extraños, de razas activas y silenciosas, parcos en frases pero fecundos en acción, a dar vida al tesoro. Y naturalmente, esos hombres extraños cobran el precio de su trabajo, cargan consigo el producto mejor y dejan apenas sobre la tierra matriz un mísero residuo para satisfacer la gula de los expoliadores nativos. El alarido se alza entonces y señala a los que han explotado la riqueza sin tener en cuenta que de no ser por ellos esa riqueza seguiría escondida por los siglos de los siglos. Muchos razonamientos, especiosos todos, se han urdido para explicar, por ejemplo, la medrosidad del escuálido capitalismo venezolano, amodorrado como una boa sobre la fácil presa de las especulaciones prendarias. Razones de técnica superficial aluden a la reserva que nuestra azarosa vida política impone al capital. ¿Quién sería, en efecto, bastante ingenuo para exponer su oro en alguna empresa de alientos como la del fomento agrícola e industrial, la fundación de ferrocarriles, etc., si esa empresa estará supeditada a la dudosa garantía de gobiernos empíricos, pendientes de la frágil existencia de un hombre y asfixiada por el dragón de la burocracia? ¿Quién confiaría el porvenir de su fortuna a los vaivenes de una administración ayuna de toda técnica hacendaria, donde los déficits, producidos casi siempre por el peculado y por los errores de los profetas improvisados se subsanan con contribuciones sorpresivas y empíricas, y donde un capricho dictatorial puede, de un día para otro, producir catástrofes irreparables? Y allí se queda la teoría pretendiendo rectificar esta defectuosa tónica vital por medios políticos, sin comprender
13
que el mal es más hondo y que si nuestra política es defectuosa es porque toda nuestra vida es un vivo defecto. Así pasa el tiempo y se acumulan las etapas históricas. Tal es el drama social de este país en pleno siglo XX, siglo de la técnica y de las doctrinas sociales. Tal es el drama que algunos pretenden reformar con teorías exóticas. Hay que realizar una tournée penetrante y sincera por esta realidad venezolana, deteniéndose en cada uno de sus particulares paisajes para llegar a la conclusión de que en ese país donde “todo esta por hacer” no se trata de reformar o de innovar (se reforma y se innova donde existe algo formado y en marcha) sino de conformar, de iniciar, de estructurar. Yo creo indispensable la creación de un partido nacional que venga a asumir esta ingente tarea.
14
15
EL GOBIERNO DE JUAN VICENTE GÓMEZ, 1908-1914 Napoleón Franceschi González Escribir sobre Juan Vicente Gómez y su tiempo, y especialmente sobre esos “años iniciales” de su régimen, es, en estos días, una tarea que pudiese parecer no pertinente, pues la abundante literatura sobre el tema, aparecida en los últimos años, hace difícil conseguir un aspecto que ya no esté explorado y analizado. No obstante, un balance de las innumerables publicaciones sobre Gómez y su época nos lleva a esta reflexión: Todavía queda espacio para la investigación, si sometemos la amplia bibliografía, los materiales hemerográficos y documentales y otros testimonios a un nuevo interrogatorio que nos aporte inéditas respuestas a nuestras preguntas. La mayor parte de los escritos publicados, y que están referidos al tema en cuestión, están centrados en aspectos tales como los rasgos biográfico-anecdóticos del personaje y su familia, la represión (cárcel, exilio o muerte) de los opositores y una amplia gama de materiales cuyo propósito fundamental es casi siempre presentar un cuadro de la barbarie gomecista (cárceles, torturas) o una brillante era de orden, progreso, paz, solvencia fiscal y otras supuestas bendiciones para el país. ………………………………………………………………………………………………
Antecedentes y Consecuencias del Golpe de Estado del 19 de diciembre de 1908. Este movimiento - que puso fin al gobierno de Cipriano Castro – ocurrió, como sabemos, una vez que el jefe del gobierno liberal-restaurador se ausentó del país para someterse a urgente tratamiento médico en Alemania. Castro viajó a Europa el 24 de noviembre de ese mismo año 1908 y de inmediato en Caracas se aceleró la marcha de un movimiento o reacción en su contra que se venía incubando en medio de las rivalidades entre los máximos jefes andinos y los temores de los que aspiraban a heredar el poder que usufructuaba Cipriano Castro desde 1899. Existen sobrados indicios de que la reacción anti castrista venía preparándose en medio de gran secreto y que sólo se esperaba el momento más propicio para llevarla a cabo.
16
Juan Vicente Gómez, en su carácter de Vicepresidente de la República, ocupaba la Presidencia y desde esa alta posición política pudo moverse a su antojo, simulando una total adhesión al presidente titular y jefe de la causa Restauradora Liberal. El perfecto disimulo del jefe máximo de dicha reacción anti castrista, Gómez por supuesto, hizo que una personalidad de la época, el doctor y general Leopoldo Baptista llegara a decir que conoció verdaderamente a Juan Vicente Gómez el día mismo del golpe o reacción contra Castro. Con eso quiso decir, que a pesar de haber tratado por mucho tiempo a este general él nunca no le había hecho conocer sus verdaderos sentimientos y opiniones. Baptista, al igual que muchos otros, empezando por Cipriano Castro y sus más allegados, creía en la fidelidad del vicepresidente pues éste se negaba a aceptar la posibilidad de tomar el poder para sí mismo. Esa conjura palaciega del 19 de diciembre de 1908, denominada “una evolución dentro de la misma causa ”
fue un nuevo jalón en ese proceso de liquidación del viejo engranaje de
dominación simbolizado en el binomio “ partido-ejército” propio de los regímenes liberales amarillos. A esto se le sustituye con el nuevo esquema: “ jefe-ejército administración ”. En los días previos a la reacción del 19 de diciembre, se habían venido desarrollando manifestaciones de protesta con la participación de estudiantes universitarios, periodistas y grupos populares. Narra Pocaterra en sus Memorias, que desde el 13 de diciembre, día de la manifestación motivada aparentemente por la agresión de Holanda a nuestra soberanía, el pueblo de Caracas y los oradores que arengaban la protesta en la Plaza Bolívar fueron testigos de la actitud de Gómez, asomado, lleno de miedo, en el balcón de la Casa Amarilla, mientras el pueblo ya gritaba "mueras" a Castro. Ante la actitud de Gómez, el Dr. Juan Pietri tomó por el brazo a Gómez y gritó a su lado mueras a Castro que enardecieron aún más a la multitud ya resuelta a lanzarse al saqueo y la protesta callejera, hecho que tuvo como corolario un primer muerto a balazos, el joven José de Jesús Marcano Rojas. (2) En definitiva, el derrocamiento de Cipriano Castro y el ascenso de Gómez al poder fueron actos de fuerza militar consentidos y apoyados por el pueblo de Caracas que también reaccionó contra el
17
despotismo. (3) Gómez tenía ante sí dos opciones: Una fue la sostenida - entre otros - por Leopoldo Baptista. Según esta tesis, Gómez debía convertir la reacción contra Castro en un movimiento revolucionario, alegando un supuesto complot del presidente Castro quien había telegrafiado un mensaje de clave: “la culebra se mata por la cabeza ”. De acuerdo con eso, Castro ordenaba a sus seguidores en el país la liquidación física de Gómez. Aunque esta idea del complot castrista se siguió manejando un tiempo más como justificación del Golpe de Estado, al final predominó la posición de Francisco González Guinán, quien realmente “interpretó” el sentir del vicepresidente Gómez, tal como este mismo lo señaló en su momento. González Guinán y el tío de Juan Vicente Gómez, José Rosario García, convencieron a éste de las ventajas de respetar el “hilo constitucional”. El golpe de mano del día 19 de diciembre se redujo a una rápida secuencia de movimientos que puso fin a una semana de vacilaciones. Una vez hechos presos y destituidos los escasos jefes castristas en el gabinete, la gobernación y los cuarteles, Gómez organizó su primer gabinete ministerial.
NUEVAS BASES JURÍDICAS DEL RÉGIMEN La Reforma Constitucional de 1909. La Constitución de 1909 El Consejo de Gobierno Estructura del Consejo de Gobierno Actuación del Consejo de Gobierno: 1909-1913
LA ELECCION DE JUAN VICENTE GOMEZ El proceso de reforma constitucional que culminó el 5 de agosto de 1909 dio bases jurídicas más sólidas al régimen gomecista pues permitió a éste abandonar definitivamente el cascarón legal castrista.
18
La elección de Gómez, primero como Presidente Provisional (agosto, 1909) y el año subsiguiente Presidente de la República para el período constitucional 1910-1914, fue producto de un tácito acuerdo nacional entre los partidos históricos (el Liberal Amarillo y el Liberal Nacionalista) y los grandes caudillos y personalidades del país que vieron en tal transacción una posibilidad de paz y estabilidad, garantizada por alguien que para entonces no era visto como una figura avasallante o peligrosa.
PODER POLÍTICO Y PODER MILITAR. BASES DEL REGIMEN Juan Vicente Gómez construyó gradualmente una máquina de poder absolutista, utilizando diversos medios. Con la ayuda de los “doctores”, su extensa familia, los compadres y una burocracia eficiente, formada por jefes político-militares leales incondicionalmente a su persona, fue, paso a paso, echando las bases de su poder absoluto. En resumen, todas las mejoras en las comunicaciones y la vialidad, junto con ese nuevo ejército que respondía a una jerarquía de carácter nacional y que además del “concepto patria” se le había inculcado el “concepto Gómez”, será la principal base del nuevo poder que exhibirá Juan Vicente Gómez cuando se decida a dar el zarpazo final contra sus adversarios que creyeron poder manejarlo o neutralizarlo con halagos e intrigas. Al final, fue el Benemérito quien liquidó políticamente a los “amigos caudillos”, que fueron apartados del poder porque ya no eran necesarios para sus planes continuistas y absolutistas.
CONCLUSIONES. El estudio del proceso histórico-político venezolano entre 1908-1914, arroja ciertas sorpresas, para los que suponen que los 27 años de régimen gomecista, fueron de continua tiranía y represión generalizada. Del examen del período inicial del régimen gomecista, es decir, del lapso 1908-1914, se desprenden interesantes conclusiones: 1. El ascenso de Juan Vicente Gómez al poder, el 19 de diciembre de 1908, fue producto de un Golpe de Estado o conspiración organizada desde
19
el seno mismo de un sector del gobierno castrista de entonces, organizado alrededor del propio Gómez y con la asesoría de Leopoldo Baptista, entre otros. 2. La mayoría de los aliados de Juan Vicente Gómez en la empresa de tomar el poder en diciembre de 1908, habían sido sus adversarios en el pasado, bien en conflictos político-militares como fue la Revolución Libertadora (Liberales amarillos y Nacionalistas) o en las luchas por el poder en el seno del régimen castrista (participes en movimientos como la Aclamación y el de la Conjura) 3. La conspiración encabezada por Gómez a finales de 1908 trató de justificar su acción acusando al ausente Castro de organizar un complot contra la vida del presidente Gómez. De esa manera se inhabilitaba legalmente a Castro para ejercer el cargo. A ese cambio, que no rompía el “hilo constitucional”, se le denominó “una evolución en el seno de la misma causa”. 4. Una vez logrado el objetivo inicial de obtener el poder en Caracas y asegurarlo también en el interior del país, se motorizó, con mucha cautela, una reforma constitucional a mediados de 1909. Así se abandonaba el cascarón jurídico-político del castrismo, estableciendo poderes públicos que ya no estaban atados a la validez de la elección de Castro. Por tanto ya no se tenía que seguir dependiendo de la inhabilitación de éste para legitimar el poder de Gómez. 5. Junto con el nuevo régimen, se abre un paréntesis de libertades públicas y grandes expectativas. Surgen movimientos como La Alborada, aunque al poco tiempo se sintió que la tiranía no había desaparecido del todo. Testigos de ello fueron los 70 periodistas llevados a prisión y los tempranos atropellos a jueces, intelectuales y opositores. No obstante, aún no existía terror generalizado o represión sistemática y permanente. 6. La estructuración del Consejo de Gobierno (Constitución de 1909), permitió que antiguos adversarios participasen en la estructura del nuevo régimen. De esa manera, quedaban comprometidos con su estabilidad y adecuado funcionamiento. Por encima de las calificaciones de “potrero” o nicho legal, ese Consejo permitió que los más importantes caudillos del país, colaboraran en el esfuerzo común de administrar la República, y fueron, de alguna manera, un freno a las tendencias absolutistas del régimen hasta 1913. 7. La labor político-administrativa del Consejo de Gobierno durante su período de vigencia se caracterizó por la seriedad institucional. Sus comisiones trabajaban intensamente
20
elaborando expedientes sobre los diferentes asuntos que se sometían a su consideración, siendo sus dictámenes casi siempre afirmativos y de carácter unánime. Una mancha que si podemos observar en la conducta de estos consejeros fue la actitud tomada contra su colega José Manuel Hernández en 1911. 8. La elección unánime de Juan Vicente Gómez para el período constitucional 1910-1914, respondió a un compromiso de carácter nacional entre los dos partidos históricos, Liberales Amarillos y Nacionalistas. Ambos a su vez aspiraban a influir en forma determinante sobre el electo, y para ello, apelaron a las intrigas y maniobras para minimizar al contrario. En esto llevaron la delantera los Liberales Amarillos. 9. Los sistemáticos cambios de gabinete reflejaban en cierta forma los reacomodos y correlaciones de fuerza en el seno del régimen. Entre 1908 y 1911, los reajustes ministeriales tomaron en cuenta a los Nacionalistas. Pero a partir del rompimiento con el General Hernández (Octubre de 1911), serán los Amarillos los que monopolicen el favor político, reinado que culmina en 1912 con la caída final del poderoso Secretario General González Guinán. 10. Los proyectos y contratos de 1911 negociados por Román Delgado Chalbaud y enfrentados por el Mocho Hernández, determinaron la conformación de un frente de opinión, que unía las objeciones de intelectuales como Abel Santos y D. B. Castillo y los argumentos que reflejaban la posición de los banqueros y otros prestamistas que se veían afectados en sus privilegios tradicionales. 11. Los temores políticos de Juan Vicente Gómez, al comprender finalmente, cuanto poder iban a tener no sólo los gobiernos de Francia e Inglaterra sino también los individuos que adelantaban o dirigían el proyecto (todos menos uno, partícipes en el movimiento de la Conjura), le llevaron, sin duda alguna, a replantear el proyecto y luego a cancelarlo definitivamente. 12. Aunque, aparentemente, el rompimiento con Hernández en 1911, tenía como razón la oposición de éste a los contratos con el capital extranjero, puede verse que habían otros problemas más profundos entre José Manuel Hernández y el régimen gomecista. El principal, los atropellos que venía cometiendo el gobierno: La liberación de Eustoquio Gómez y su nombramiento en altos destinos oficiales, la persecución del juez de prisioneros, encarcelamiento de periodistas, prisión de Rufino Blanco Fombona, José Rafael Pocaterra y otras figuras políticas y literarias. Todo eso significaba no cumplir el programa de diciembre de 1908 que tantas esperanzas había
21
despertado. 13. El desarrollo de un nuevo ejército moderno y homogéneo, y sobre todo leal a Juan Vicente Gómez como expresión del poder central o nacional, fue uno de los pilares de sustentación del régimen que buscará incluso ir más allá del límite que la constitución vigente le imponía. Tal fuerza militar se vio complementada con una mejoría sustancial de las comunicaciones, especialmente, de la red de carreteras y caminos. 14. La liquidación de la voluntad política del Consejo de Gobierno a partir de 1913 fue una necesidad para llevar adelante el plan continuista, pues se partía de la base cierta que aquella corporación, donde existía una mayoría de personalidades con intereses políticos definidos, obstaculizaría la maniobra. Por ello se provocó el incidente del Protocolo Franco-Venezolano, la persecución de los consejeros y la ruptura del quórum; todo con el objetivo de reestructurarlo primero y finalmente eliminarlo. 15. El lanzamiento de la candidatura del Dr. Félix Montes creó una crisis no prevista para los que estaban partiendo de un escenario electoral sin contendores. Es decir, el esquema ¡Gómez Único! que su creador (E. Vivas) reforzaba afirmando que el Gral. Gómez mandaría hasta que quisiera, pues los políticos del centro no podían impedirlo, 72 ya que ni vergüenza tenían. La torpe respuesta del régimen: La persecución al candidato presidencial y al periodista que lo lanzó, sólo demostraban la confusión momentánea de un gobierno que se vio acorralado por ese inesperado gesto de opinión política. 16. La supuesta invasión de Cipriano Castro en 1913, fue sólo la manera de justificar la suspensión de las garantías ciudadanas y así impedir la celebración de las elecciones. Tal maniobra originó una cadena lógica de acontecimientos: Reunión de un Congreso de Plenipotenciarios, promulgación de un nuevo marco constitucional y nueva elección de Juan Vicente Gómez. 17. El objetivo final que se proponían los continuistas fue logrado a través de un sutil esquema jurídico. Primero, de acuerdo con un Estatuto Constitucional Provisorio se eligió a Gómez, Comandante en Jefe del Ejército y al Dr. Victorino Márquez Bustillos, presidente provisional. Posteriormente se elige a Gómez Presidente Constitucional, sin embargo, al no hacer efectiva su elección, la Constitución de 1914 quedó convertida en letra muerta, pues seguía el país bajo la provisionalidad más larga de nuestra historia. Los siete años del régimen de los “dos presidentes” permitieron a Gómez ejercer su hegemonía políticomilitar sin necesidad de ocupar formalmente el poder. 18. El asalto final de las fuerzas del
22
continuismo permitió a Juan Vicente Gómez convertirse en un gobernante absoluto. De allí en adelante (1913-1914) su palabra será la ley y sólo su voluntad el límite para su acción política. Finalmente, es necesario reiterar que tal nueva evolución fue posible, no solamente por el poder de su moderna máquina militar o por la liquidación de la oposición de los liberales amarillos y los nacionalistas, usando la astucia y las intrigas. Hubo fuerzas fundamentales que también coadyuvaron al éxito de ese proceso. Nos referimos básicamente al apoyo entusiasta que brindaron las llamadas “fuerzas vivas” (terratenientes, comerciantes, industriales), que habiendo logrado un ambiente de paz y altamente propicio para los negocios de todo tipo, no quisieron arriesgar todo eso, en nombre de una democracia formal en la que no creían mucho. Y además, la opinión más que favorable de las llamadas “potencias” hacia Gómez y su sumiso gobierno, de bajo perfil y diametralmente diferente al de Cipriano Castro, le ganó la bendición y el soporte sistemático de tales gobiernos, tanto en sus metrópolis como en sus colonias del Caribe. Nota: Expresamos nuestro agradecimiento al Prof. Franceschi por permitirnos extraer de su obra los puntos más resaltantes para ser utilizados en la Cátedra Comprensión de Venezuela
23
1945: La paradoja Andrés Stambouli
Hasta el momento en que comenzaron a configurarse las circunstancias que aceleradamente conducirían al golpe de Estado del 18 de Octubre de 1945, Venezuela conoció bajo la presidencia de Isaías Medina Angarita una época de paz política y reformas democráticas, sustentada en el proyecto democratizador del gobierno y en las relaciones que cultivó con la oposición, fundamentalmente con Acción Democrática, en relación al mismo. Gobierno y oposición dieron muestra de madurez política, traducida en convivencia civilizada, dialogada y pacífica, en función del logro de las reformas políticas necesarias al establecimiento pleno de la democracia representativa y sus instituciones consustanciales. Aunque diferían, gobierno y oposición, acerca del ritmo y velocidad de los cambios, éstos lucían concertados y bien encaminados, hasta que se precipitaron los sucesos que desembocarían en el 18 de Octubre, torciendo el rumbo de una historia que se prefiguraba libre de sobresaltos divisores. Los límites de la historia oficial
( Cierta especie de…..) Narración suele simplificar, reducir, omitir o distorsionar la historia; exalta la posición propia, minimiza la contribución del adversario, se autoglorifica con sonoridad y grandilocuencia. Razón tiene Uslar cuando, refiriéndose al golpe del 18 de octubre, afirmaba que: “Hay que tomar en cuenta la deformación acumulada durante largos años de poder dominante, la falsificación de la historia con fines políticos y de mitología partidista, que han logrado desfigurar y desnaturalizar el significado de ese determinante suceso. Conviene, por lo tanto, restituir algunos aspectos a su verdadera significación histórica.” ( Golpe y Estado en Venezuela. 1992Uslar Pietri, p.22)
En efecto, en el caso de ciertas narraciones e interpretaciones de los acontecimientos y procesos que condujeron al golpe del 18 de octubre de 1945, etiquetas, distorsiones, simplificaciones y omisiones se combinan para diluir el aporte del gobierno de Isaías Medina Angarita a la democratización del país, quizás para justificar la propia participación en su derrocamiento.
24
Sólo así, a los fines de poder calificar con propiedad de Revolución a lo sucedido tras el golpe del 18 de octubre y de Revolucionaria a la Junta de Gobierno que se instauró en el poder, cabría afirmar, como lo hiciera Betancourt en extremo, que el gobierno de Medina “...estaba decidido a negarle al ciudadano acceso a las urnas electorales...”, (Betancourt, 1969), lo cual en términos de objetividad histórica es insostenible, aunque comprensible desde una posición de lucha y confrontación política. O como afirmara más recientemente Simón Alberto Consalvi, que “El régimen de Medina asumió la reforma agraria y la reforma petrolera, no la política.” ( Arturo Uslar Pietri, 1945 2001, Consalvi,p.H/3) No se trata de negar la eventual conveniencia o deseabilidad de los cambios introducidos en la vida política venezolana por Acción Democrática entre 1945 y 1948, referidos a la ampliación de la ciudadanía democrática, sino de reconocer que dichos cambios se iniciaron durante y por iniciativa del Gobierno de Medina y que por un accidente personal, la enfermedad del candidato a la Presidencia acordado entre el gobierno, el PDV y AD, y el consecuente y acelerado deterioro de la convivencia política que el régimen no supo sortear, los ritmos pautados para la marcha institucionalizada y concertada hacia la ampliación de la democracia se trastocaron e interrumpieron.
Dentro de la misma línea argumental de la historiografía referida, suele sostenerse también que con el golpe del 18 de Octubre se liquidó al gomecismo, cuando en verdad y de una manera muy significativa, el gomecismo fue enterrado junto con Gómez. Tanto López Contreras como Medina fungieron de sepultureros. El primero, a pesar de haber reprimido la manifestación abierta de las nuevas organizaciones y fuerzas políticas emergentes, sin embargo modificó sustancialmente la orientación de la acción de gobierno, en relación a su predecesor. La modernización y ampliación de las instituciones del Estado para servir a nuevos fines sociales, culturales, educativos y económicos, y la despersonalización del poder mediante la reforma constitucional de 1936, se inició con López Contreras. Medina, pues, no fue derrocado por oponerse a las reformas; é1 mismo fue un gran reformador. Fue derrocado por la decisión de jóvenes militares, dada la confusión política del momento y Acción Democrática optó por el camino riesgoso, escabroso y contradictorio, de acompañar el golpe, como medio para hacer efectivas sus consignas democratizadoras, no sin antes participar activamente en la transición pacífica propuesta por el gobierno, convenciendo de ello a los jóvenes militares descontentos.
25
El proyecto político del medinismo
El desarrollo político y económico social de la sociedad, produce la formación y movilización de nuevas fuerzas, grupos y organizaciones que optan por ocupar un espacio en la estructura de participación política prevaleciente; si la comunidad política dominante se muestra renuente o incapaz de modificar las instituciones de la participación, a fin de responder a tal demanda, inevitablemente dicho orden político se verá sometido a situaciones de inestabilidad y conflictividad que, eventualmente, conducirían a su crisis y quiebra, o al ejercicio de la represión. En este sentido, el desarrollo político democrático podrá ser entendido como el desarrollo de las instituciones políticas que, como respuesta a los cambios económicos, sociales, culturales y propiamente políticos, es capaz de generar una comunidad política para incorporar a las fuerzas y organizaciones emergentes. La comunidad política dominante a partir de 1941, presidida por el Gral. Isaías Medina Angarita, sucesor de López Contreras, también coterráneo y Ministro de Guerra y Marina, se mostró dispuesta a responder a las demandas de modificación de las instituciones políticas, generando la posibilidad de nuevos canales de participación, para una sociedad más compleja y plural, que demostraba mucha mayor voluntad de organización y presencia activa, orientada al establecimiento de un orden político plenamente democrático, plural y representativo. Mayor tolerancia hacia las libertades públicas, la legalización de los partidos políticos anteriormente reprimidos, así como una reforma constitucional que establecía la elección directa de los diputados al Congreso de la República, el derecho al voto para las mujeres en la elección de concejales, el sistema de representación proporcional de las minorías en los cuerpos deliberantes, la elección del Presidente de la República en comicios de segundo grado, constituyeron, entre otras, las reformas más significativas orientadas a la extensión de la participación ciudadana. Sin embargo, continuarían en lo inmediato, absolutamente excluidos de la posibilidad de sufragar -de la ciudadanía política- los analfabetas, quienes representaban aún la amplia mayoría de la población; los comprendidos entre los dieciocho y veintiún años de edad y las mujeres, tampoco participarían en la elección de los diputados al Congreso. El régimen de Medina impulsó un avance significativo en la democratización política de la sociedad venezolana, desde el mismo momento de su llegada a la Presidencia. Legaliza a AD en 1941, institucionalizando así la vida partidista y en una importante reforma constitucional, se elimina el famoso inciso sexto introducido por López, que daba pie a la persecución de los opositores, establece la elección directa de los diputados, y la
26
representación proporcional de las minorías a los cuerpos deliberantes, le otorga el voto a las mujeres en la elección de concejales y crea su propia organización partidista, el Partido Democrático Venezolano, PDV, señalando que "...no puede haber vida democrática sin organización de partidos..." (Congreso de la República, 33, p.202) afirmación insólita de un presidente que supuestamente prolongaba el gomecismo.
La democratización gradual En su discurso de toma de posesión de la Presidencia de la República, el cinco de Mayo de 1941, Medina anunciaba la “…orientación progresiva hacia la consolidación de los principios liberales que nos han regido constitucionalmente y (el) firme propósito de conquistar definitivamente todas las normas de la democracia verdadera…” (Congreso de la República, 33, p. 74) Así mismo, en la Exposición de la Dirección de Política del Ministerio de Relaciones Interiores, contenida en la Memoria del Ministerio de 1941, se decía que
“La formación de un electorado numeroso y consciente, si se consideran y analizan las causas históricas principales y accesorias que han influido en n uestro desarrollo político, no es cuestión que se resuelve en cortos días, y es en esta labor de educación ciudadana en la que ha venido trabajándose con especial cuidado y consagración, a fin de preparar en la República el gran bloque que, en tiempo no lejano, irá a las urnas electorales … (Congreso de la República, 33, p. 87)
En entrevista del periodista Luis Enrique Osorio a Medina, éste decía: “Hay gentes que quieren que las cosas vayan a la carrera, sin tener en cuenta a otros cuyo modo
de pensar es distinto, pero que constituyen una fuerza viva del país. A estos últimos hay que convencerlos de la idea nueva o hay que irlos apartando poco a poco; pero sin violentarlos, porque forman parte de Venezuela y son, de todos modos, una energía nacional. Por eso creo que más vale no volar, no correr, sino afianzar lo que se vaya logrando… …nadie reclama cosa exageradas, y nuestras masas son buenas, sanas y fáciles de conducir. A veces los líderes las extravían por el mismo afán de servirlas; pero esto ha de solucionarse con la formación y madurez de los nuevos partidos políticos, que soy el primero en propiciar.” (Congreso de la República, 33, pp. 96 y 97)
El proyecto político de Medina representaba un avance significativo respecto al pasado, en el camino de la creación de un orden político institucional democrático. Pero, más allá de los arreglos institucionales del orden político, es importante considerar el
27
nivel de comunidad política alcanzado, referido a la relación entre las fuerzas sociales plurales y divergentes que la conformaban; es decir, la medida en la que se intentó establecer una asociación entre diferentes para la acción conjunta y concertada, dialogada, a pesar del desacuerdo significativo entre las partes, y sin la imposición por la fuerza de la voluntad de una de ellas sobre la otra.
El compromiso sucesoral El problema político en torno al cual se conformó por primera vez una prometedora comunidad política heterogénea, al menos durante el siglo XX, fue el de la sucesión presidencial y el compromiso pactado para profundizar el orden político democrático, entre el partido de gobierno y la mayor fuerza de oposición emergente del momento, el partido Acción Democrática. Este no postularía candidato presidencial, y de surgir una candidatura viable “...en la que se pueda depositar toda la fe que se tenga y que permita abrigar muchas esperanzas de que serán llevadas a la vida institucional del país los principios democráticos por los que lucha, el Partido del Pueblo, Acción Democrática no le regateará su apoyo y movilizará una fuerte corriente de opinión en torno a ese candidato...”. ( Historia Gráfica de Venezuela1972 Rivas
pp. 205 y ss.) A lo que el partido de gobierno, el Partido Democrático Venezolano, replicaba:
“...ningún partido por grande y poderoso que sea, puede pretender, sin grave desacato del interés nacional, imponer una solución sectaria, beligerante y agresiva a un problema que para resolverse bien debe ser resuelto en beneficio de todos los venezolanos, dentro de la más amplia forma posible, dando cabida y satisfacción a todas las aspiraciones legítimas...con un candidato que asegure que no habrá de darse ni un solo paso atrás para la democracia y para el progreso de Venezuela.” ( Historia Gráfica de Venezuela1972. Rivas, pp. 209-210)
Se había logrado establecer una significativa aunque delicada comunidad, en torno a los fines y procedimientos para la democratización del orden político venezolano, cristalizada en el consenso alrededor de una candidatura presidencial que fue acogida por todos los factores de poder y de influencia de una sociedad crecida en complejidad y diversidad contradictoria: la jerarquía militar, la joven oficialidad descontenta con la política militar del régimen y sus precarias condiciones de vida, los estratos más conservadores representados en el lopecismo, recelosos del proceso de apertura a la participación promovido por el proyecto vigente, el partido de gobierno y, por supuesto, el principal de oposición.
28
Dicha alianza revelaría su fragilidad al enfermar su personaje aglutinador, provocando la crisis y quiebra de la comunidad política incipiente y la consecuente caída del régimen mediante el golpe cívico-militar del 18 de Octubre de 1945 que llevaría al poder al partido Acción Democrática y a sus aliados militares, los jóvenes oficiales de la Unión Militar Patriótica. Estos procederían de inmediato a excluir radicalmente del nuevo orden político a todo vestigio de los regímenes precedentes, incluso a aquellos con los que se habían entendido.
A propósito de los motivos del golpe del 18 de Octubre, Uslar diría: “El pretexto que se dio ex post facto fue de que no había elección popular directa del Presidente de la República, y, por lo tanto, de que el régimen no era genuinamente democrático. Ese argumento queda sin valor, porque el Partido Democrático Venezolano, P.D.V., el de gobierno, del cual fui secretario general y fundador -y que venía ganando, de man era aplastante, todos los comicios- tenía en su programa la elección directa, popular y secreta, y a eso se iría en la consulta electoral siguiente. Además, los que lo derrocaron apoyaban la candidatura de Escalante, que iba a ser un Presidente electo por el Congreso, y Acción Democrática lo apoyaba abierta y públicamente. ¿Porqué el mecanismo de elegir al Presidente por medio del Congreso resultó aceptable un día, e inadmisible al siguiente? El sistema era bueno para elegir a Escalante, pero malo para determinar el triunfo de Biaggini.” ( Conversaciones con Uslar Pietri197Peña, p. 46)
Hacia el 18 de Octubre A partir de la muerte de Juan Vicente Gómez en 1935, y durante la presidencia de su sucesor, el general Eleazar López Contreras, se empieza a gestar en Venezuela un proceso de movilización política propiciado por una serie de organizaciones, cuyo propósito era el de lograr la ampliación de la participación política de la sociedad en sus distintos planos de actividad. Ejemplo de estas organizaciones fueron la Federación de Estudiantes de Venezuela, el Movimiento de Organización Venezolano, ORVE, y el Partido Republicano Progresista, estos últimos, gérmenes de los futuros partidos Acción Democrática y del Partido Comunista de Venezuela.
La actividad de estos movimientos se dirigió fundamentalmente a la organización de las primeras formaciones sindicales, al logro de mayores niveles de liberalización política y a la institucionalización del sistema de partidos. Dicha actividad se realizó en un ambiente de enfrentamiento y conflicto abierto con el gobierno de López Contreras. Mencionábamos el
29
inciso sexto del artículo 32 de la Constitución de 1936, que declaraba traidores a la patria, a quienes proclamasen, enseñaran o predicaran las doctrinas anarquista o comunista, y la facultad ejercida para expulsar del país a sus adherentes, aunque fuesen venezolanos, cuando se estimara peligrosa su presencia. Este inciso daba pie para contener el proceso de movilización política que se iniciaba y "... colocaba a sólidos grupos y personalidades extraños, y aún opuestos a la doctrina comunista..." ( La Nueva Constitución venezolana Imprenta Nacional, Caracas, 1969 Oropeza, p. 76) en una posición de marginamiento de la actividad política, represión y persecución por parte del gobierno. En 1941 accede a la Presidencia de la República, por votación de tercer grado, el General Isaías Medina Angarita. Bajo su gobierno, y por su iniciativa, se relajaron las tensiones políticas en una atmósfera de tolerancia hacia las libertades públicas y se legalizaron los partidos AD y PCV, cuyos líderes y dirigentes habían sido reprimidos, perseguidos y exiliados anteriormente. En la reforma constitucional de 1944 se eliminó el inciso sexto ya citado, se estableció la elección directa de los diputados, se le otorgó el voto a las mujeres para la elección de concejales municipales y se adoptó el sistema de representación proporcional de las minorías para la conformación de los cuerpos deliberantes. Así, el Presidente se elegiría ahora en 2° grado, aunque del sufragio seguirían excluidos los analfabetas y las mujeres aún no participarían en la elección de diputados al Congreso Nacional. Acción Democrática obtiene su legalización en 1941. A partir de ese momento la dirección del partido, bajo la consigna de “Ni un solo distrito, ni un solo municipio sin su organismo de Partido” ( Revista Resumen N° 103, 1975, Betancourt, ) Betancourt, p. 163), se dedica con éxito, a extender su red organizativa por todo el territorio nacional. Los objetivos programáticos que se proponía inicialmente el partido, podrían resumirse de la siguiente manera:
Ampliación radical de la base social del gobierno proponiendo la reforma del sistema electoral "Exigíamos la provisión del cargo de: Presidente de la República y de los cargos parlamentarios, en todos sus escalones, por el sistema de sufragio directo, universal y secreto". ( Revista Resumen N° 103,Betancourt, p. 166) Acción eficaz contra el peculado y el enriquecimiento ilícito de los funcionarios públicos. Mayor participación del Estado en los beneficios de las empresas petroleras.( Revista Resumen N° 1031975 Betancourt, p. 167-168)
30
Al proponer como mecanismo de obtención y de legitimación del poder al consentimiento popular, Acción Democrática confrontaba al sistema institucional que regía la vida política del momento y a la élite de poder tradicional que lo sustentaba. Fue esta meta, tan claramente definida, la que orientó el trabajo político organizativo del partido a partir de 1941, estableciéndose así en único punto de referencia obligado distinto del gobierno y de las fuerzas tradicionales de la sociedad venezolana. De esta manera, Acción Democrática sería la única organización política cuyo apoyo y alianza buscarían los jóvenes oficiales del ejército, descontentos con el régimen de Medina.
La Oficialidad descontenta La profesionalización y tecnificación del ejército, que se había iniciado bajo la presidencia de López Contreras, y que continuaría con Medina Angarita, tuvo consecuencias contradictorias. En efecto, un grupo importante de oficiales, que se había beneficiado directamente de este proceso, sería el principal promotor del golpe de Estado del 18 de octubre. Como lo sostiene Silva Michelena,
“...se había creado una heterogeneidad básica dentro de la institución armada pero, al mismo tiempo, no se habían previsto los medios adecuados para contrarrestar sus efectos disociadores" (Crisis de la Democracia 1970Silva M., p. 101).
La profesionalización del ejército provocó un proceso de diferenciación que dió origen a dos tendencias con intereses contrapuestos en las Fuerzas Armadas. Una, formada por el sector tradicional gomecista que todavía bajo la presidencia de Medina, ocupaba las principales posiciones de mando, aun cuando su preparación técnica dejara mucho que desear. A esta situación se refiere Rómulo Betancourt cuando afirma que
“Detrás de los cuarteles se mantenía inmodificada, en lo fundamental, la estructura gomecista... …La mayoría de los generales y de oficiales de alto rango eran militares “chopo de piedra”, quienes nunca habían pasado por aulas castrenses; algunos eran analfabetos”. ( Revista Resumen N° 103, Betancourt, 1975)
La otra tendencia estaba constituida por las nuevas promociones de jóvenes oficiales, beneficiarios de la profesionalización del ejército. Los principales motivos de descontento de este sector se referían a la rígida estructura institucional que bloqueaba el
31
ascenso de las nuevas promociones, por lo que éstas consideraban a la alta jerarquía como un obstáculo en su carrera profesional.
Por otro lado denunciaban las precarias condiciones de vida de la joven oficialidad y de la tropa, que se hacían aún más intolerante al contrarrestarlas con el opulento estilo de vida de la alta jerarquía, que era acusada de malversaciones en gran escala.
El encuentro de la oposición cívico militar El 6 de julio de 1945 se realizó el primer contacto entre la UMP y AD. Los jóvenes oficiales enteran a los dirigentes políticos del malestar existente en el ejército y expresan que, a su parecer, Rómulo Betancourt, debería encargarse del Gobierno (Betancourt, pp. 222 y ss.). El trabajo conjunto entre estos dos grupos descontentos con el status medinista, proseguiría y culminaría con el golpe del 18 de octubre. Sin embargo, como se verá más adelante, entre el 6 de julio y el 18 de octubre, no todo fue conspiración. ¿Por qué este grupo de oficiales busca el apoyo de AD para sus propósitos y cuáles eran sus objetivos, al menos los proclamados? La alianza con AD era un paso hacia la consecución de apoyos significativos destinados a reforzar la legitimidad del movimiento. En este sentido, el proceso político del momento, caracterizado por la organización de grandes masas, aunque bloqueadas en su participación y movilización por el sistema institucional vigente, había avanzado lo suficiente, como para que un partido político importante pudiera servir, con su respaldo, de importante factor de legitimación para una eventual toma del poder. Es en este sentido que deben interpretarse, por ejemplo, las declaraciones de uno de los oficiales participantes en el golpe del 45:
“En realidad era el único partido con el que podíamos aliarnos, en la seguridad de que constituía la voz del pueblo...queríamos evitar a toda costa que se nos tachara de fascistas o de inclinados a una dictadura militar” ( La Verdad Inédita1975 Pérez, p. 107-108)
Con respecto a los objetivos proclamados por la UMP, en su acta constitutiva aparecen lo suficientemente claros dos bloques de demandas que servirán para unificar en un propósito común a los militares y a AD:
“... propiciamos la formación de un gobierno que tenga por base el voto universal y directo de la ciudadanía venezolana... y la creación de un ejército verdaderamente profesional, limpio de
32
todos aquellos elementos que por senectud o incompetencia constituyen causa de atraso...”. ( La Verdad Inédita1975 Pérez, p. 98
Del reclamo militar Medina no se enteró y al parecer de algunas de sus declaraciones posteriores, no había percibido la importancia del malestar de los jóvenes oficiales. Al respecto, relata Rómulo Betancourt que en conversación sostenida con Medina y con Rómulo Gallegos, a propósito de la sucesión presidencial, ante su pregunta “Señor Presidente ¿tiene usted seguridad en que no hay síntomas de descontento entre los hombres en uniforme?”, el Presidente Medina habría contestado: “Esos son rumores, Betancourt, sin fundamento de ninguna clase”. ( Revista Resumen N° 103, Betancourt, 1975) El entendimiento AD-PDV: una solución frustrada
El asunto político mas relevante, configurador de las relaciones entre la oposición y el gobierno de Medina, fue el de la sucesión presidencial para el período de 1946 a 1951. En efecto, el régimen tenía que maniobrar en el marco de presiones antagónicas. Los factores más conservadores de la sociedad veían con preocupación el proceso de liberalización política emprendido por el Gobierno; la legalización de AD, la alianza del régimen con los comunistas para las elecciones municipales de 1944, la modificación del sistema electoral ampliando la participación ciudadana en el proceso, la reforma constitucional de mayo de 1944 y la legalización del Partido Comunista de Venezuela, eran decisiones que inevitablemente los incomodaban. Los conservadores se agruparon en torno al ex-presidente López Contreras y “... acusaban al medinismo por su peligrosa alianza con el Partido Comunista, mientras los líderes... del PDV recordaban el pasado gomecista de López Contreras, y lo acusaban de ser enemigo de las libertades públicas y de representar la reacción...” (Evolución Aspectos de la Política en Venezuela en el ultimo medio siglo, Velázquez p. 68)
El Presidente Medina se mostraba dispuesto a renunciar a estos apoyos con tal de asegurarse otros nuevos y significativos, concordantes con su visión democratizadora. Los nuevos aliados serían los partidos políticos en ascenso en la sociedad venezolana. El régimen de Medina, ante el auge popular de AD, pero también porque así lo requería su proyecto político de democratización progresista, crea su propia organización partidista en septiembre de 1944, el PDV, Partido Democrático Venezolano. Este, luego de
33
participar exitosamente, en alianza con los comunistas de la UPV, en las elecciones municipales del Distrito Federal, en octubre de 1944, se preparaba en, 1945, para enfrentar al problema de la sucesión presidencial. ( Los Partidos políticos en la Evolución Histórica Venezolana. 1973Magallanes, pp. 347-352)
El 25 de mayo de 1945 se instalaba la Tercera Convención Nacional de AD; el partido tomó posición ante el tema de la sucesión presidencial, sintetizada por Rómulo Gallegos en el acto en cuestión, de la siguiente manera:
Acción Democrática no lanzaría un candidato propio a la Presidencia de la República, por cuanto el mismo sería electo por el Congreso Nacional y AD sólo tenía a un representante en el mismo. AD esperaba que el ex-presidente, General Eleazar López Contreras, no lanzaría ni permitiría que lanzaran su candidatura y que en caso que así fuera, AD no la apoyaría. De surgir una candidatura viable, “..en la que se pueda depositar toda la fe que se tenga y que permita abrigar muchas esperanzas de que serán llevadas a la vida institucional del país los principios democráticos por los que lucha el Partido del Pueblo, Acción Democrática no le regateará su apoyo y movilizará una fuerte corriente de opinión en torno a ese candidato...”
( Historia Gráfica de Venezuela1972Rivas, , pp. 205 y ss.)
De esta manera, Acción Democrática abría una posibilidad de entendimiento con el PDV y le solicitaba que evitara el lanzamiento de la candidatura de López Contreras. A su vez, el PDV no tardaría en responder al ofrecimiento. En términos por demás conciliatorios, el 5 de Junio de 1945, el Directorio Nacional del PDV le contestaba a AD. En una clara referencia a su propia situación, el documento del PDV decía:
"...ningún partido por grande y poderoso que sea, puede pretender, sin grave desacato del interés nacional, imponer una solución sectaria, beligerante y agresiva a un problema que para resolverse bien debe ser resuelto en beneficio de todos los venezolanos, dentro de la más amplia forma posible, dando cabida
34
y satisfacción a todas las aspiraciones legítimas...” en consecuencia, el PDV recomendaba a sus miembros, que concurrirían a la Asamblea Nacional para designar a su candidato, que escogieran “un candidato solidario de nuestro Movimiento, que asegure además la continuidad de la política que hoy caracteriza al gobierno y al Partido y que garantice ampliamente... que no habrá de darse ni un solo paso atrás para la Democracia y para el progreso de Venezuela”. ( Historia Gráfica de Venezuela1972Rivas, pp 209-210)
Con respecto a la posición asumida por AD hacia López Contreras, el documento del PDV terminaba señalando:
"...queremos manifestarles…que deseamos confiar, en que ese ilustre compatriota no habrá de encabezar fuerzas contrarias al PDV y a la democracia venezolana, sino que habrá de considerar con consecuente simpatía al candidato de nuestro Movimiento”. ( Historia Gráfica de Venezuela1972Rivas, p. 211)
En cualquier caso lo que queda, paradoja de la historia, es que los hombres que se propusieron y empeñaron en construir pacíficamente, con amplitud, un régimen político democrático, y entre ellos, de modo destacado Arturo Uslar Pietri, fueron excluidos por medios violentos del orden político y, mas terrible aún, exiliados, extrañados de sus hogares, en nombre de la democracia.
(Se han tomado los puntos más resaltantes del artículo para ser utilización en la materia Comprensión de Venezuela)
35
El Pacto de Punto Fijo Los partidos Acción Democrática, Social Cristiano Copei y Unión Republicana Democrática, previa detenida y ponderada consideración de todos los elementos que integran la realidad histórica nacional y la problemática electoral del país, y ante la responsabilidad de orientar la opinión pública para la consolidación de los principios democráticos, han llegado a un pleno acuerdo de unidad y cooperación sobre las bases y mediante las consideraciones siguientes:
1 Como es del conocimiento público, durante varios meses las distintas fuerzas políticas que han participado en las acciones unitarias para la defensa del régimen democrático han mantenido conversaciones destinadas a asegurar la inteligencia, mutuo respeto y cooperación entre ellas, interesadas por igual en la consolidación de la unidad y la garantía de la tregua política, sin perjuicio de la autonomía organizativa y caracterización ideológica de cada uno, conforme se declaró expresamente en el acta de ampliación de la Junta Patriótica firmada el 25 de enero de 1958 por los partidos políticos que la integraban inicialmente. El resultado obtenido es favorable, toda vez que las naturales divergencias entre los partidos, tan distintas de unanimismo impuesto por el despotismo, se han canalizado dentro de pautas de convivencia que hoy más que nunca es menester ampliar y garantizar. El análisis cabal de los antecedentes, de las características actuales y de las perspectivas de nuestro movimiento democrático, la ponderación comprensiva de los intereses legítimamente representados por los partidos a nombre de los centenares de miles de sus militantes; el reconocimiento de la existencia de amplios sectores independientes que constituyen factor importante de la vida nacional; el respaldo de las Fuerzas Armadas al proceso de afirmación de la República como elemento institucional del Estado sometido al control de las autoridades constitucionales, y el firme propósito de auspiciar la unión de todas las fuerzas ciudadanas en el esfuerzo de lograr la organización de la Nación venezolana, han estado presentes en el estudio de las diferentes fórmulas propuestas. La sincera definición y defensa de los derechos que asisten a los partidos como representantes de grandes núcleos nacionales y la preocupación común de atender en conjunto a los intereses perdurables de la Nación, si bien han podido en forma ocasional provocar la generosa impaciencia de calificados valores de la opinión, son la garantía de que las deliberaciones han respondido a un serio y responsable enfoque de las urgencias del país. 2 Las minuciosas y largas conversaciones han servido para comprometer a las organizaciones unitarias en una política nacional de largo alcance, cuyos dos polos podemos definir así: a) seguridad de que el proceso electoral y los Poderes Públicos que de él van a surgir respondan a las pautas democráticas de la libertad efectiva del sufragio; y b)
36
garantía de que el proceso electoral no solamente evite la ruptura del frente unitario, sino que lo fortalezca mediante la prolongación de la tregua política, la despersonalización del debate, la erradicación de la violencia interpartidista y la definición de normas que faciliten la formación del Gobierno y de los cuerpos deliberantes de modo que ambos agrupen equitativamente a todos los sectores de la sociedad venezolana interesados en la estabilidad de la República como sistema popular de Gobierno.
3 Establecidos esos principios de carácter general, COPEI, AD y URD comprometen su acción y responsabilidad en los términos siguientes: a) Defensa de la constitucionalidad y del derecho a gobernar conforme al resultado electoral. Las elecciones determinarán la responsabilidad en el ejercicio de los Poderes Públicos, durante el periodo constitucional 1959-1964; intervención de la Fuerza contra las autoridades surgidas de las votaciones es delito contra la Patria. Todas las organizaciones políticas están obligadas a actuar en defensa de las autoridades constitucionales en caso de intentarse o producirse un golpe de Estado, aun cuando durante el transcurso de los cinco años las circunstancias de la autonomía que se reservan dichas organizaciones hayan podido colocar a cualquiera de ellas en la oposición legal y democrática al Gobierno. Se declara el cumplimiento de un deber patriótico la resistencia permanente contra cualquier situación de fuerza que pudiese surgir de un hecho subversivo y su colaboración con ella también como delito de lesa patria. b) Gobierno de Unidad Nacional. Si bien el ejercicio del Poder por un partido es consecuencia legítima de una mayoría electoral, la suerte de la democracia venezolana y la estabilidad del Estado de derecho entre nosotros imponen convertir la unidad popular defensiva en gobierno unitario cuando menos por tanto tiempo como perduren los factores que amenazan el ensayo republicano iniciado el 23 de enero; el gobierno de Unidad Nacional es el camino para canalizar las energías partidistas y evitar una oposición sistemática que debilitaría el movimiento democrático. Se deja claramente sentado que ninguna de las organizaciones signatarias aspira ni acepta hegemonía en el Gabinete Ejecutivo, en el cual deben estar representadas las corrientes políticas nacionales y los sectores independientes del país, mediante una leal selección de capacidades. c) Programa mínimo común. Para facilitar la cooperación entre las organizaciones políticas durante el proceso electoral y su colaboración en el Gobierno Constitucional los partidos signatarios acuerdan concurrir a dicho proceso sosteniendo un programa mínimo común, cuya ejecución sea el punto de partida de una administración nacional patriótica y del afianzamiento de la democracia como sistema. Dicho programa se redactará por separado, sobre las bases generales, ya convenidas, y se considerará un anexo del presente acuerdo. Como este programa no excluye el derecho de las organizaciones políticas a defender otros puntos no comprendidos en él, se acuerda para estos casos la norma siguiente: ningún partido unitario incluirá en su programa particular puntos contrarios a los comunes del
37
programa mínimo y, en todo caso, la discusión pública en los puntos no comunes se mantendrá dentro de los límites de la tolerancia y del mutuo respeto a que obligan los intereses superiores de la unidad popular y de la tregua política.
4 El ideal de la unidad como instrumento de lucha contra la tiranía y contra las fuerzas en aptitud de reagruparse para auspiciar otra aventura despótica, sería la selección de un candidato presidencial democrático único, la formación de planchas únicas para los cuerpos colegiados y la formación de un frente único a base de un solo programa integral de Gobierno. En la práctica se ha evidenciado que diversos factores reales contradicen esa perspectiva histórica, mas, afortunadamente, hay otros medios idóneos de preservar la Unidad Nacional. Por consiguiente, lejos de considerar comprometida la unidad por la comprobación de naturales contradicciones interpartidistas que se corresponden con la esencia de la actividad democrática, las organizaciones signatarias después de confrontar sus distintas opiniones entre sí y con las emitidas por voceros independientes autorizados, de la prensa y de otros factores nacionales define: 1) Los requerimientos de la unidad son compatibles con la eventualidad de diversas candidaturas y planchas legislativas. 2 ) Para que la presentación de varias candidaturas presidenciales y diversas planchas legislativas pueda verificarse sin menoscabo de la unidad y sin ruptura de la tregua interpartidista, es indispensable fortalecer el sentimiento de común interés patriótico y la tolerancia y mutuo respeto entre las fuerzas unitarias, base de lo cual debe ser la sincera y solemne adhesión de todas las fuerzas democráticas a los puntos contenidos en esta declaración y al espíritu que la anima, tal como hoy se consagra con la firma de este documento. 3) Para garantizar la tregua política y la convivencia unitaria de las organizaciones democráticas, se crea una Comisión Interpartidista de Unidad encargada de vigilar el cumplimiento de este acuerdo. Dicha Comisión estará encargada de orientar la convivencia interpartidista, de conocer las quejas que se produzcan contra las desviaciones personalistas o sectarias en la campana electoral y de diligenciar ante cualquiera de los signatarios, y a nombre de todos, la morigeración y control en lo que pudiera comprometer la convivencia democrática.
5 Para garantizar que varias postulaciones presidenciales y varias planchas legislativas sean en todo momento expresiones de la voluntad nacional de celebrar elecciones que en definitiva se traduzcan en fortalecimiento de la democracia, se proclama: I. Cada organización queda en libertad de sustentar su propio candidato presidencial y sus propias planchas para los cuerpos colegiados dentro del concepto de unidad aquí consagrado y en el sentido de que garanticen la tolerancia mutua durante la campaña y el
38
cumplimiento de los compromisos generales convenidos en esta declaración cualquiera que sea la candidatura o plancha que obtuviera mayor número de votos. II. Todos los votos emitidos a favor de las diversas candidaturas democráticas, serán considerados como votos unitarios y la suma de los votos por los distintos colores como una afirmación de la voluntad popular a favor del régimen constitucional y de la consolidación del Estado de derecho. III. La postulación de los candidatos presidenciales y de las planchas legislativas es de la responsabilidad de cada partido o coalición. Será el pueblo elector a quien le corresponda calificar con el voto cualquier postulación. Los partidos que suscriben este documento garantizan la adhesión de los principios y normas aquí consagrados de sus respectivos candidatos a la Presidencia de la República. IV. Los partidos signatarios se comprometen a realizar una campaña positiva de afirmación de sus candidatos y programas dentro del espíritu de la unidad, evitando planteamientos y discusiones que pueden precipitar la pugna interpartidista, la desviación personalista del debate y divisiones profundas que luego pudieran comprometer la formación del Gobierno de Unidad Nacional. V. Después de publicado el resultado oficial de las elecciones, tendrá lugar en Caracas un gran acto popular encargado de ratificar los siguientes principios: a) Pública adhesión de todas las organizaciones y candidatos participantes al resultado de las elecciones, como expresión de la soberana voluntad popular. b) Ratificación por parte de las organizaciones signatarias de su sincero propósito de respaldar al Gobierno de Unidad Nacional, al cual prestarán leal y democrática colaboración.
Consideran las organizaciones signatarias que la adhesión de todas las fuerzas políticas a los principios y puntos fijados en esta declaración es una garantía eficaz para el ejercicio del derecho electoral democrático dentro de un clima de unidad. La cooperación de los organismos profesionales gremiales, cívicos y culturales, de la prensa y de personalidades independientes, con los fines así precisados, consolidarán la convivencia nacional y permitirán el desarrollo de una constitucionalidad estable que tenga en sus bases la sinceridad política, el equilibrio democrático, la honestidad administrativa y la norma institucional que son la esencia de la voluntad patriótica del pueblo venezolano. Como este acuerdo no fija principio o condición contrarios al derecho de las otras organizaciones existentes en el país, y su leal cumplimiento no limita ni condiciona el natural ejercicio por ellas de cuantas facultades pueden y quieren poner al servicio de las altas finalidades perseguidas, se invita a todos los organismos democráticos a respaldar, sin perjuicio de sus
39
concepciones específicas, el esfuerzo comprometido en pro de la celebración del proceso electoral en un clima que demuestre la aptitud de Venezuela para la práctica ordenada y pacífica de la democracia. Caracas, 31 de octubre de 1958 (Firmado) Por Unión Republicana Democrática, Jóvito Villalba. Ignacio Luis Arcaya. Manuel López Rivas. (Firmado) Por el Partido Social Cristiano Copei, Rafael Caldera. Pedro del Corral. Lorenzo Fernández. Firmado) Por Acción Democrática, Rómulo Betancourt. Raúl Leoni. Gonzalo Barrios.
40
LA DEMOCRACIA VENEZOLANA De los requisitos de estabilidad a las exigencias de eficacia Andrés Stambouli (1982) Venezuela representa hoy en día uno de los pocos casos de sociedad latinoamericana de régimen democrático, con sistema de partidos competitivo, en la cual, la manifestación verbal, escrita y práctica de opciones ideológico-políticas plurales y contradictorias se realiza de modo bastante, inusual dentro del contexto latinoamericano.
Conocer los procesos que han conducido a la institucionalización de la democracia representativa -institucionalización bastante lograda, a pesar de todas sus limitaciones y contradicciones-, comporta una utilidad cognitiva y práctica indudable.
Desde el punto de vista del conocimiento científico, el caso venezolano puede contribuir significativamente al análisis comparado de los procesos políticos y sociales en América Latina, a fin de establecer generalizaciones más válidas concernientes a los prerrequisitos que condicionan las opciones entre democracia y autoritarismo.
En cuanto a su utilidad práctica, no se trata, naturalmente, de pretender que «el modelo venezolano» pueda o deba ser adoptado por otras sociedades latinoamericanas en su búsqueda democrática; se trata, más bien, de ofrecer el conocimiento de este modelo, en tanto que experiencia válida, con sus defectos y virtudes, como factor retroalimentante o de aprendizaje, que contribuya a orientar a los movimientos y los grupos en sus acciones democratizadoras, originales y específicas.
El estado actual de la sociedad venezolana pudiera caracterizarse por dos rasgos fundamentales; por un lado, un apreciable nivel de estabilidad de sus instancias políticas, basado en una amplia difusión y aceptación de las reglas de juego de la democracia representativa, al menos por parte de las colectividades más activas, significativas y organizadas. Por otro lado, una especial relación paterno-filial entre el Estado y la sociedad, que, si bien, en determinado momento de su desarrollo histórico, cumplió un papel estabilizador fundamental de la democracia, ahora se encuentra en crisis, y de perdurar, puede incluso amenazar a aquello que contribuyó a establecer.
41
Así definida nuestra problemática, una forma de abordarla es la de empezar por establecer el modo en que se estructuraron históricamente las relaciones entre el Estado y la sociedad venezolana a partir de 1958, luego de la caída de la dictadura. Dichas relaciones se conformaron, en gran medida, como respuesta a las exigencias de diversas agencias sociales -la Iglesia, el empresariado, los partidos políticos, los intelectuales, fracciones del ejército, etcétera-, que no encontraban entrada ni respuestas en el gobierno dictatorial, el cual se tornaba cada vez más sordomudo ante la sociedad que pretendía dirigir. El proceso de autocratización acelerado del gobierno de Pérez Jiménez, que se originó en la combinación de factores tales como sus propios proyectos y las peculiaridades políticointelectuales de sus más prominentes representantes, desembocó en una situación de radical divorcio entre el Estado y la sociedad. Esta logró organizarse de tal manera que logró producir la quiebra y disolución del primero. Caída la dictadura, el reto político mayor era entonces el de buscar fórmulas que significaran la reinserción de la sociedad en el Estado, y que implicaran algún modo de funcionamiento más o menos armónico del sistema político. Se trataba de establecer mecanismos políticos e institucionales tendentes a lograr un complejo público-privado legítimo y, por ende, estable. Ahora bien, las opciones o alternativas para establecer dicho orden sociopolítico legítimo y estable no podían ser cualesquiera ni las que más le gustaran a tal o cual colectividad social o política. La viabilidad de una opción dependía de los proyectos, ideas y actuaciones de cada una de las fuerzas sociales partícipes del proceso antidictatorial y de la capacidad política que cada una de estas fuerzas poseía, a partir de los recursos que le eran propios y que dichas fuerzas estaban en capacidad y disposición de movilizar.
Tomando en consideración estos aspectos, los partidos políticos, el empresariado privado nacional, la Iglesia y el Ejército, en un acto de voluntad política negociadora, lograron concertar sus peculiares puntos de vista en función de la construcción de un consenso político nacional básico, que permitiera estabilizar la democracia representativa en un plazo inmediato. El Pacto de Punto Fijo fue la expresión más visible de dicha alianza nacional. Este significó el reconocimiento mutuo de la presencia, actuación e intereses de todos los sectores participantes como legítimos.
De tal manera, se conformó un sistema político de conciliación y compromiso entre distintas fuerzas sociales heterogéneas, encargado de mantener la cohesión social y
42
asegurar la estabilidad de la forma política naciente. Este proceso no estuvo libre de contradicciones, que tuvieron su momento de más alta tensión en la alienación radical del sistema por parte del Partido Comunista de Venezuela, y del Movimiento de Izquierda Revolucionaria, producto de la primera división de Acción Democrática. Esa alienación culminó en la lucha armada. A pesar de ello, el modelo logró funcionar, y una vez fracasado el movimiento guerrillero y reincorporados sus protagonistas a la vida política legal, siguió funcionando de modo aún más vigoroso, en cuanto a juego pluralista. Sin embargo, conoció cambios importantes, relativos a su implantación, en lo que concierne a sus modalidades decisorias: de los dos primeros gobiernos pluripartidistas, se pasó a gobiernos monopartidistas, sin que por ello se pusiera en juego la estabilidad democrática.
Este andamiaje político, sobre el cual se hizo viable la democracia representativa y el sistema de partidos, habría de operar en el contexto de una sociedad civil, histórica y estructuralmente dependiente de la acción de un Estado, que había comenzado su proceso de hipertrofia a partir de la aparición del petróleo como factor estratégico. El conjunto de políticas públicas adoptadas por el Estado venezolano a partir de 1958, fecha de la reinstauración del ensayo democrático, se insertaron en la característica mencionada.
Como sugeríamos anteriormente, el objetivo nacional prioritario que se plantearon los sectores dirigentes, a partir de la evaluación del fracaso de la primera experiencia democrática, entre 1945 y 1948, fue el de lograr la estabilización a corto plazo del nuevo régimen. Esto puede parecer en principio una afirmación perogrullesca, dado que todo régimen debería tender a su auto preservación como un objetivo fundamental. Sin embargo, al revisar las peculiaridades de la primera experiencia democrática, nos damos cuenta que no es totalmente perogrullesco el que identifiquemos a la estabilidad como objetivo prioritario y consciente del sistema que nacía en 1958. En 1945, el objetivo prioritario fue la aplicación de un programa partidista de reformas institucionales, políticas y sociales, sin concesiones, sin una clara idea de que podía ser un programa auto desestabilizador, dado el tipo de sociedad en la cual se estaba aplicando.
En cambio, cuando la estabilidad se tuvo como un objetivo prioritario de manera consciente, todos los demás objetivos se subordinaron a él. En este sentido, a partir de 1958, el objetivo «estabilidad política» definió los parámetros de la formación y ejecución de las políticas públicas fundamentales que se iban a adoptar. Lo mismo suponía entonces que las políticas más cruciales se ejecutaran con una alta dosis de conciliación y concesiones mutuas.
43
Dentro de este marco, la dimensión socio-económica de la democracia venezolana se fundamentó básicamente en dos conjuntos de políticas públicas: el modelo de industrialización por la vía de la sustitución de importaciones y una sustancial inversión del Estado con gastos sociales.
Mucho se ha escrito ya sobre las limitaciones estructurales de tal modelo de industrialización para producir la situación de bienestar generalizado. También se ha escrito mucho sobre el fenómeno de la agudización de la marginalidad social y económica como consecuencia inevitable de este modelo de crecimiento. Pero, dada la conformación política de la democracia antes reseñada; dadas las peculiaridades ideológicas y sociales de índole reformista de los principales partidos políticos -AD y COPEI-; dada la incapacidad del empresariado venezolano por desatar un proceso intenso de acumulación de capital, tecnología y organización eficiente de un modo autónomo del Estado, y dado el tipo de relaciones políticas que necesariamente tenía que vincular a partidos y empresarios, en función de la estabilidad política, el modelo de desarrollo industrial difícilmente habría podido ser otro. Difícilmente, aunque tuvieran conciencia de sus limitaciones importantes sectores intelectuales del país, y por más que advirtieran acerca de su fracaso. Era uno de los precios a pagar para institucionalizar exitosamente a la naciente democracia. Para aquel entonces se tenía con qué pagarlo y luego ya se vería.
A1 mismo tiempo, el Estado asumió un vigoroso carácter social al promover inversiones intensivas en educación, seguridad social, vivienda, servicios públicos y dotaciones infraestructurales para las capas más desfavorecidas de la población. Con todo lo deficiente que podía ser, el resultado de este gasto social permitía atender las necesidades de una población que habían sido completamente relegadas durante los diez años previos de la dictadura y eso ya era algo.
Los partidos del status, como se les llama en Venezuela, AD y COPEI, se constituyeron en importantes canales de transmisión clientelar de este gasto social, entre el Estado y la población. Desplegaron sus redes organizativas, fundamentalmente en los núcleos sociales urbanos más deprimidos y en el campo, operando como importantes mediadores entre la población y las distintas instancias gubernamentales a los fines de lograr para su clientela bienes y servicios, así como prebendas de la más variada índole: empleos en la administración pública, becas, materiales de construcción, etc. En este sentido, los partidos no sólo significaron maquinarias para la lucha por el poder, sino
44
también importantes agencias de control social de una población obligada estructuralmente a transitar sus canales.
En síntesis, el sistema sociopolítico venezolano, conformado a partir de un pacto suscrito entre las élites con mayor capacidad política, supo combinar la represión con mecanismos clientelares macrosociales, políticas públicas de contenido social y el mantenimiento de niveles de ingresos decorosos para las clases medias, todo ello, gracias a los recursos provenientes del petróleo, en función de la estabilización de la democracia. En otras palabras, la Venezuela de hoy, en sus grandes lineamientos, es producto del programa político económico que le trazó Acción Democrática desde su fundación en 1941; una institucionalidad política democrático-representativa, con un sistema electoral de representación proporcional de las minorías, combinada con un Estado social, empresario, dinamizador y regulador de la empresa privada. Los gobiernos del trienio 1945-48 y los que a partir de 1958 se sucedieron, matices más, matices menos, no se apartaron de manera sensible de ese programa. Los gobiernos de AD y de COPEI se desplegaron sobre la convicción de que, a partir de las bases de una economía capitalista y sin pasar traumas revolucionarios, se podían ampliar los niveles de consumo de la población, reducir las tasas de desempleo, proporcionar servicios cada vez mejores de salud, educación y vivienda, etc.
Sin lograr en este respecto resultados espectaculares, la ejecución de tales objetivos, sin presiones inflacionarias ni déficit fiscal del Estado, se vio favorecida por la expansión del negocio petrolero y por el crecimiento económico producto de la fase eufórica del proceso de industrialización, iniciado en los años sesenta.
En 1973, cuando este modelo político, económico y social parecía haber llegado a ciertos límites que señalaban su agotamiento, y cuando la inflación asomaba sus primeros síntomas, haciendo que la población marginal y las clases medias expresaran cierta intranquilidad, Carlos Andrés Pérez, de AD, ganaba la presidencia de la República. Lo hacía luego de una campaña electoral brillante, novedosa y llena de expectativas. Se trataba de la guerra a la pobreza, de la democracia con energía, de la última oportunidad de la democracia y de la necesidad impostergable de llenarla de contenido social mediante la reformulación del modelo de desarrollo capitalista, a fin de enfrentar sus injusticias y modernizarlo.
45
Carlos Andrés Pérez inaugura su período bajo el efecto del aumento de los precios del petróleo en 1973-74, situación que hace que el presupuesto nacional pase de un momento a otro de 25 mil millones a casi 50 mil millones.
Tales ingresos extraordinarios podían haber servido a los cines proclamados por Carlos Andrés Pérez, pero, ante una sociedad y un Estado impreparados para hacer uso productivo de ellos, y ante una dirigencia política que no se atrevió a modificar la estructura socioeconómica y política que los iba a recibir, el resultado fue, globalmente, la acentuación de las tendencias que ya venían operando: la concentración aún más fuerte de la riqueza; la ineficacia de los aparatos públicos y privados, que ahora se hacía más visible; el enriquecimiento aún más fácil para ciertos sectores; la corrupción no tanto como fenómeno novedoso cuanto escandaloso por sus nuevas magnitudes y manifestaciones. Finalmente, a pesar del consumismo desenfrenado, la aparición y toma de conciencia de la afectación de los standard de vida de las clases medias urbanas, debido a la inflación y a la especulación en renglones básicos y hasta vitales de consumo, unido al deterioro de la calidad de la vida cotidiana por congestión generalizada.
El Estado mismo aparecía también como un ente congestionado por responsabilidades y cargas que lo desbordaban.
En 1979, AD le entregaba el gobierno a COPEI, su principal opositor, en una situación de estancamiento económico, inflación y con una deuda pública que superaba los 25 mil millones de dólares. A casi tres años de gobierno irresolutamente neoliberal en lo económico -sus primeras medidas de gobierno fueron eliminar los subsidios, liberar los precios y enfriar el circulante en aras de «sincerar» la economía-, la inflación ha alcanzado el 20 por 100, el desempleo y el cierre de empresas ha aumentado y el tema de la reactivación de la economía aún sigue siendo una demanda que a diario se expresa frente a un gobierno que no halla cómo efectuarla.
Pero la crisis actual no es sólo la de la esfera económica. La crisis afecta todo el modelo de desarrollo y afecta a varios de sus componentes. El Estado ya no tiene la capacidad de seguir protegiendo y subsidiando a un aparato productivo deficitario e inflacionario. El peculiar carácter social del Estado venezolano se ha visto peligrosamente disminuido, empujando a las organizaciones sindicales a tomar la calle por primera vez desde 1958. El acuerdo básico entre las élites dirigentes de los dos grandes partidos ha conocido momentos de alta tensión por desacuerdos importantes en materia de política
46
exterior y de política económica, unido a ello a pases de factura entre líderes de los dos partidos por cargos de corrupción.
Estos elementos, que han constituido un cuadro de crisis generalizada del modelo de desarrollo sociopolítico iniciado en 1958, pudiera explicarse por la modificación ocurrida en la ecuación recursos del Estado-exigencias sociales.
En efecto, hasta tanto el rico Estado venezolano no se vio desbordado por las demandas de la sociedad en todos sus niveles, éste podía permitirse operar con altos niveles de ineficacia y derroche; la escasez no constituía un reto. Ahora, la situación ha cambiado; el Estado confronta una importante crisis fiscal, que no permite seguir atendiendo a manos llenas todo lo que la sociedad le está pidiendo. Pero ni el Estado está entrenado en diseñar políticas que tengan por parámetro la escasez y, por ende, la eficiencia en el uso de los recursos, ni la sociedad ha sido acostumbrada a adaptarse a tal tipo de políticas.
En la década de los cuarenta y reiniciada la democracia en 1958, el modelo reformista tuvo una identidad, unos principios y unos objetivos precisos que encontraron viabilidad histórica. Hoy, administrando la confusión social y económica que la evolución de sus propias políticas ha generado, los reformistas venezolanos parecieran haber perdido la brújula. En efecto, saben que hay crisis, saben que el próximo gobierno deberá ser heroico, pero no parecieran tener objetivos ni programas.
Lo único que hasta el momento parecieran saber, tanto adecos como copeyanos, es que rechazan cualquier salida neoliberal, a la vez que saben que quienes la propugnan no dejan de tener cierta dosis de razón cuando les reprochan a ambos el haber privilegiado los problemas de distribución del ingreso y el haber descuidado las exigencias de la eficacia económica, aunque podrían responder que es fácil y erróneo olvidar que tal fue el requisito para estabilizar a la democracia, objetivo nada deleznable.
El reto planteado de la democracia venezolana actual es el de la eficacia en la gestión del Estado y el de la autonomización de la sociedad de la acción de éste. Sin embargo, como decíamos antes, los reformistas, AD y COPEI, que son los que más probablemente ganarán las próximas elecciones de 1983, aún no tienen programas. Tan sólo han identificado situaciones futuras y ofrecido modalidades decisorias
47
concertacionistas: «... el próximo período de gobierno será muy difícil y habremos de estar dispuestos a saborear muchas amarguras.» (Rafael Caldera, candidato de COPEI), o bien «...Nuestro capitalismo de Estado no ha sido exitoso y tenemos que rectificarlo... El gigantismo es peligroso hasta para los gigantes y con mucha más razón tiene que serlo para los enanos, como nosotros, desde el punto de vista de entidad económica y productiva.» (Gonzalo Barrios, presidente de AD.)
En cuanto a las modalidades decisorias, se da por descontado que el próximo gobierno, gane AD o gane COPEI, será un gobierno de coalición, por lo menos entre estas dos fuerzas, a fin de «... compartir los costes políticos de decisiones difíciles, pero necesarias...» (Gonzalo Barrios.)
A nuestra manera de ver, pues, en Venezuela hoy en día predomina la incertidumbre. Nuestra sociedad subsidiaria, financiada, regulada, protegida, que espera cada vez más de un Estado que le puede dar cada vez menos, se ha desincentivado y emprobrecido en iniciativas creadoras. Constatar este hecho macro-societal debería conducir a los partidos a convertirlo en prioridad nacional, en estos momentos, en los cuales tanto se proclama la necesidad de un nuevo modelo de desarrollo que profundice la democracia y la convierta en régimen eficaz.
Porque un régimen democrático es más efectivo en la medida en que logra que la sociedad dependa menos del Estado en su funcionamiento cotidiano, y en esto coinciden tanto marxistas como liberales, con tal de que sean demócratas. El descongestionamiento de un Estado paternalista e hipertrofiado y la activación de una sociedad filial y facilista, en una situación de recursos escasos, constituye el reto de la democracia venezolana.
En Acción Democrática, la toma del poder del partido por parte de su sector sindical el año pasado, no debería significar tan sólo la culminación de una lucha burocrática, sino, fundamentalmente, el punto de partida de una renovación ideológica y programática. Su tesis de la cogestión parecería contener el germen de una identidad renovada. También hay posturas democrático-participativas en algunos sectores del COPEI, social cristiano, que hoy apoyan la candidatura de Rafael Caldera. En caso de que ambos partidos resolvieran con voluntad sacarlas del cajón de la retórica esteticista, para convertirlas en documentos para la acción institucional, muy bien pudiera entreverse el segundo aire o programa para la democracia venezolana
48
Actores políticos, económicos y sociales en la superación de la crisis y la construcción de un nuevo modelo de gobierno Manuel Feo La Cruz P.
No se puede hacer una separación entre las llamadas Cuarta República y Quinta República; no comparto esa división, creo que no se puede establecer una separación tajante históricamente entre “estas dos Repúblicas”, sino que es conveniente que se proceda a realizar un análisis de las razones de la perdida de gobernabilidad y legitimidad del sistema político que surgió del Pacto de Punto Fijo para dar respuesta a los problemas de gobernabilidad que nos siguen afectando en la actualidad. Cuando se analiza la crisis que tuvo el sistema surgido del pacto de Punto Fijo, que Juan Carlos Rey llamó Sistema Populista de Conciliación de elites, la cual considero una definición acertada, cuando se valoran los importantes esfuerzos de investigadores, en procura de respuestas a las causas y soluciones propuestas para darle solución a ese problema, se tuvieron en consideración varios elementos que, en un apretado resumen, podríamos mencionar: entre otros aspectos cabe señalar que el sistema referido se basaba en una relación paternalista con la sociedad, la cual se nutría gracias a un aumento constante de los recursos de la renta petrolera, que permitía satisfacer quizás de manera desordenada, de manera irracional las demandas y las exigencias sociales, circunstancia que aseguró una cierta estabilidad. Sin embargo, ese sistema tenía unos defectos muy serios, muy graves que provocarían precisamente su perdida de legitimidad, al disminuir los recursos que provenían de la renta petrolera y no poder responder a las demandas de la manera como eran usual y al existir una relación utilitaria con la sociedad, que generaba sólo, lo que David Easton en su análisis sistémico, denomina apoyos específicos, sin que existieran apoyos difusos, es decir, la identificación del ciudadano venezolano con el sistema de valores y principios democráticos. Al ocurrir el problema de la crisis debido a la abrupta disminución de la renta petrolera, evidentemente en este cuadro sólo sustentado por esa relación paternalista, iba a sobrevenir una crisis general de gobernabilidad y de perdida de legitimidad del sistema, eso es algo que no podemos perder de vista en la actualidad; ese sistema político surgido del pacto de Punto Fijo se basaba, en un sistema de partidos, con partidos cupulares, sólo los partidos hegemonizaban la vida política venezolana, la relación con la sociedad era muy lejana, había una democracia representativa, donde la distancia con la sociedad era muy grande y, al surgir la crisis viene la presión para cambiar ese modelo, para que pudiera responderse a las nuevas realidades. Esto coincide también con la crisis general del modelo del Estado de Bienestar y a su vez el modelo del Estado Burocrático de Organización, para poder responder a esta situación comienzan las presiones por modificar el modelo y ahí es donde se introduce, como la respuesta a la problemática de la gobernabilidad, el tema de la participación ciudadana y la democracia participativa.
49
Evidentemente en el llamado dilema Estado-Mercado, que se planteó con la crisis del Estado de Bienestar, algunos proponían la solución neoliberal donde el mercado asumiría funciones que había tenido el Estado, y el Estado quedaría reducido a su mínima expresión, sin embargo, ese modelo no ha funcionado adecuadamente. En Latinoamérica se ven resultados muy negativos en la aplicación de ese modelo neoliberal, de allí surgen posiciones dentro de la teoría política a nivel mundial, posiciones que consideran que es necesario la modificación del concepto de lo público, y que es necesario que el Estado no tenga el absoluto dominio de lo público, sino que se debe transferir a otro sector, que es llamado tercer sector, constituido por la sociedad civil, las organizaciones no gubernamentales, las asociaciones vecinales, etc.; lo público sería un área compartida entre el Estado y la sociedad. De allí que se vea la necesidad de estimular el desarrollo de mecanismos participativos para lograr que este tercer sector aporte las soluciones que ni el Estado, ni el mercado pueden ofrecer. ¿Qué es lo que ha ocurrido en el caso venezolano actual frente a la crisis del Sistema Populista de Conciliación de élites del sistema surgido del pacto de Punto Fijo? La sustitución por vía electoral y por vía de Asamblea Constituyente trajo como resultado la asunción de este gobierno del Presidente Chávez y la Constitución del 99; en esa Constitución con todo los defectos que uno pueda verle, está planteada claramente una Democracia Participativa, enmarcada dentro de estos conceptos modernos de participación ciudadana. La inclusión del principio de la corresponsabilidad Estado-sociedad es una pieza clave que implica que la sociedad es tan responsable como el Estado en todo el desarrollo de la vida política y social de Venezuela, lo que nos lleva a afirmar que la gobernabilidad no es responsabilidad exclusiva del gobernante, sino que es compartida con la sociedad y todos sus actores políticos, económicos y sociales. Todos los actores deben asumir su cuota de responsabilidad en la crisis de gobernabilidad que nos aqueja. Una vez consagrado el modelo participativo en la Constitución, lo que habría que analizar y evaluar es la manera como se ha aplicado y se ha usado el concepto de participación y si en ello realmente se ha sido fiel a la letra de la Constitución y ahí es donde creo que se puede hacer la crítica más fuerte, y tales críticas estarían dirigidas tanto al gobierno como a la oposición, así como otros actores sociales y económicos que han asumido el protagonismo dentro del conflicto nacional, porque creo que el discurso político que hemos vivido especialmente en medio de esta polarización, en medio de esta confrontación, ha afectado la aplicación adecuada del modelo participativo. En este sentido la palabra participación, a mi entender, se la utiliza con un significado muy restringido, un concepto muy precario y muy deficiente que no tiene nada que ver con el concepto de participación que está planteado en la Constitución y también en los ideales a desarrollar en la sociedad venezolana, ¿por qué?, porque cuando se habla de participación simplemente se habla de la movilización de actores sociales para apoyar bien sea la revocación del mandato del Presidente, o bien sea para mantener en el poder al Presidente, bien para participar en manifestaciones de aceptación de este proceso o su rechazo más categórico. ¿Podemos llamar a esas acciones “participación ciudadana”?
50
En todo caso se trataría de un nivel muy precario de participación ciudadana el que se plantea, en buena medida sigue existiendo un predominio partidocrático en ese concepto, en esa idea se mantiene el predominio de la democracia representativa porque, en definitiva, se llama a la gente a participar simplemente para decidir quien va a ser el nuevo presidente o a quien se le va a revocar el mandato a tal presidente o a tal gobernador, pero no se le llama para los asuntos en los cuales la participación de la sociedad va a garantizar el mejoramiento y la recuperación de los niveles de bienestar en la sociedad, que sería precisamente el concepto claro de participación referido a todo el proceso de creación, formulación, ejecución y control de la gestión pública. (Véase el Artículo 62 de la Constitución del 99), allí es donde debe insistirse en la participación, allí es donde se puede medir realmente si la participación de la ciudadanía aumenta los niveles de eficacia del sistema político. En este sentido, se puede afirmar que los dirigentes políticos en general, las organizaciones políticas se mantienen en el modelo cupular, inclusive los nuevos actores, los actores que se han convertido en políticos, han seguido un lineamiento que no tiene que ver con la participación o que han actuado cupularmente. Actuar de esta manera y no teniendo nada que ver con la adecuada noción de la participación, es por ejemplo crear una cantidad de leyes sin que las personas involucradas, interesadas, participen en el proceso de redacción de la ley, eso es violar la Constitución y los principios de participación, igualmente, actuar cupularmente es llamar a paro, llamar a una serie de acciones donde no se están consultando las bases, simplemente se les están llamando a apoyar o a no apoyar una acción determinada. ¿Cómo seria la participación en su sentido pleno?, podríamos describirlo de la siguiente manera: la participación tiene que ver con una actividad cotidiana, espontánea, independiente y crítica, en sentido constructivo, de las ejecuciones de los distintos niveles de gobierno; una actividad de todos los días, que implica cambiar la cultura política del ciudadano para que adquiera conciencia de que su participación y el aporte que pueda dar, va a crear soluciones y va a resolver problemas o, al menos va a dejar establecida cual es la posición de cada quien, de cada uno de los sectores implicados en el respectivo problema. Esto, por supuesto, implica privilegiar una participación organizada y colectiva, ante las participaciones individuales, como las de los procesos electorales, sean las elecciones ordinarias o los distintos tipos de referendos establecidos en la Constitución, o las movilizaciones (marchas) convocadas para apoyar o rechazar a determinado nivel de gobierno. Bernardo Kliksberg en su libro “El Capital Social” hace referencia a la situación de los pobres, en cuanto se les considera discriminados en lo que se relaciona con su capacidad participativa, según ello no son capaces de plantear, no tienen la preparación cultural necesaria para aportar respuestas que permitan la solución de sus problemas, cosa que para él eso esta totalmente equivocado y demostrado en las experiencias concretas en las que se ha llamado a participar a los pobres y en general cada quien en su ramo debe ser llamado a participar cuando se van a tratar temas relacionados con el asunto en cuestión; sin embargo decía que las élites políticas le niegan esa importancia a la participación y alegan siempre argumentos, por ejemplo, se dice que la participación genera mayor lentitud en la toma de decisiones , la participación hace más costoso el proceso de tomas de decisiones, no produce una mejora en la calidad de la decisiones, igualmente, dice que se descuidan las
51
perspectivas de mediano y largo plazo, debilita las instituciones de los Estados y los partidos, pero si hacemos un balance de las desventajas y las ventajas, de las fortalezas y debilidades del modelo participativo, creo que llegaríamos a la conclusión de que realmente el modelo ideal que se puede crear en la sociedad tendría que conciliar a la representación con la participación, y en este sentido difiero de los que los ven como modelos absolutamente contradictorios, yo creo que la representación existe porque es imposible que haya una democracia directa, porque siempre tiene que haber representantes pero es necesario que haya una relación mucho más cercana entre representante y representado, es necesario que haya mecanismos de control social de los representantes, que la persona que es electa no se sienta desligada de quien voto por él, sino que realmente responda ante ese electorado y que el que elige igualmente sienta que puede exigir, que no se trata simplemente de votar o no votar por “x” persona. En definitiva, lo que quiero señalar entonces frente a un modelo de Estado paternalista, un modelo autoritario, un modelo en el que siempre hay una relación de subordinación de la sociedad frente al Estado, donde al liderazgo político le cuesta mucho entregar ese poder de decisión, compartir la decisión, contar con otros actores, frente a eso es necesario sustituir ese modelo y por eso en textos modernos como el de David Osborne y Ted Gaebler (La reinvención del gobierno, Paidós, 1997) que trata de aplicar la experiencia empresarial en las empresas públicas, es necesario para lograr la eficacia, para lograr la gobernabilidad, para responder las exigencias de la sociedad que se involucre siempre a la persona a quien va dirigida la política pública, a la persona a quien va dirigida una medida determinada. El afectado o beneficiado de una medida determinada, no puede estar desligado del proceso de producción de la misma, para que de esta manera no se vea como impuesta sino que realmente se discutió, se llamó a los interesados, se les pidió opinión, se les escuchó y se tomaron en cuenta sus consideraciones. En realidad pienso que el modelo ideal que queremos, debería ser un modelo en el cual el Estado, en buena parte, se constituiría en un mediador, un intermediario entre distintos actores sociales y económicos, la burocracia y las élites políticas se sentarían siempre a discutir y a analizar con ellos y de ese proceso de negociación surgirían las leyes, los reglamentos, las políticas públicas aplicables para satisfacer las demandas sociales. Siempre partiendo previamente de esa discusión, de ese conocimiento de lo que en concreto piensan los afectados y no aplicando el modelo que todavía persiste en la experiencia actual, en la que se mantiene una relación vertical con la sociedad, predominando la imposición desde arriba de políticas, de medidas, de leyes que lo que generan es mucha más conflictividad, un ejemplo concreto, el caso una ley como la Ley de Contenido que ha generado tantas reacciones (claro que están involucrados los medios de comunicación hoy convertidos en actores políticos), el conflicto que genera esta ley podría resolverse sentando a distintas partes allí a discutir de manera pública, que no se vea como una imposición exclusivamente, que se sepan las razones por las cuales cada uno esta ahí y que no se trata simplemente de una retaliación, como una venganza porque ha sido agredido el gobierno, porque se sienta afectado por las opiniones que se emitan o por la manera como se manejan los medios de comunicación, creo que ese es el modelo hacia el que tenemos que tender. En ese modelo debemos tener un estado descentralizado, no puede ser ese estado centralizado que se tuvo y hay que desarrollar enérgicamente la descentralización que se ha
52
paralizado en este período, debemos tender a eso, la descentralización no puede quedar estancada o incluso absorbida exclusivamente por niveles estatales, sino que debe extenderse también a la sociedad civil. Si queremos materializar una democracia en la que lo público no es exclusivo del Estado, y existan áreas públicas compartidas entre el Estado y la sociedad, y, en un nivel más desarrollado, áreas públicas sociales sin mediación estatal, hay que proceder a transferirle funciones a la sociedad civil como lo plantea la misma Constitución (Véase el Artículo 184). Así mismo, para adaptarse a la Constitución los partidos políticos deben democratizarse eso es algo que también consagra nuestro texto fundamental, pero que nadie parece respetar. ¿Cómo podemos hablar de cultura democrática y participativa, si en los propios partidos tales cosas no existen? Sólo el predominio en la toma de decisiones de lo que en lenguaje criollo conocemos como “cogollos”.
Hay que superar, igualmente, el modelo burocrático, sustituirlo por el modelo que ha sido denominado en teoría, el modelo de la gerencia pública. Ese modelo de la gerencia pública implica lo que les acabo de comentar, es necesario cambiar las estructuras administrativas, la manera de comunicarse entre el superior y el subordinado, buscando soluciones efectivas y eficaces, y por supuesto en este modelo, y es otro defecto que veo en la actual experiencia, no puede ser excluyente de nadie. Si uno habla de participación ciudadana, la participación ciudadana no es solamente un derecho de los que me apoyan y excluyente de los que no me apoyan; la participación ciudadana tiene que ser dirigida a todos los sectores, a todos los factores sociales, económicos y políticos que tienen que intervenir en el proceso de tomas de decisiones, porque si uno realmente quiere abrir la toma de decisiones y permitirle a otro participar en ello es necesario que sea un proceso incluyente no excluyente. Un proceso político en el que de antemano le digan a alguien que no está con el proceso, que si usted no está con el proceso no participa, no tiene derecho a participar, es inadmisible. Creo que la participación ciudadana tiene que ser espontánea e independiente de los partidos políticos de gobierno o de la oposición, no puede ser una participación mediatizada por organizaciones políticas, porque se pierde el aporte a la eficacia de la toma de decisiones. Todo lo positivo de la experiencia participativa se pierde si las élites políticas sólo se preocupan por la adhesión pasiva de los ciudadanos a sus proyectos políticos. El sí o el no ante los proyectos políticos de los diversos actores políticos, son manifestaciones deficitarias de lo que debe significar la verdadera aplicación de la democracia participativa. Sólo estaríamos enclaustrados en una democracia representativa con algunos mecanismos adicionales de participación, como por ejemplo el referendo revocatorio, pero limitada a la mejora de la representatividad y nada más. Con ello no estaríamos alcanzando los objetivos y metas propuestas cuando se planteó la idea revolucionaria del protagonismo popular y su papel activo en la producción de soluciones y respuestas a las crisis de gobernabilidad del sistema político.
53
LAS CARAS DEL PROYECTO DE HUGO CHAVEZ Alberto Garrido y Agustín Blanco Muñoz, con diferentes métodos, han estudiado el período de la historia en el cual Hugo Chávez alcanzó la Presidencia de la República. Han tenido acceso a fuentes vivas y a documentación original en el riesgoso ejercicio de construir conocimiento sobre hechos cuyas consecuencias aún experimentan en carne propia. Sus conclusiones no son afines. Garrido ha avanzado en una tesis que permite identificar con nitidez cómo se plasmó el proyecto político del jefe del Estado. Blanco Muñoz cuestiona ese planteamiento y formula preguntas de fondo para las que todavía no existen respuestas definitivas sino hipótesis de trabajo
El Nacional, A2, 28 de enero de 2007 Garrido: un proceso de medio siglo Penetración Militar
Garrido piensa que Chávez representa la etapa final de un proceso de medio siglo. El origen, de acuerdo con sus investigaciones, está ligado a la decisión de la guerrilla de ejecutar una penetración sistemática de la Fuerza Armada Nacional. El objetivo era captar oficiales afines con la causa revolucionaria. La "fusión cívico militar" formaba parte de una estrategia para la lucha política. Garrido se apoya, entre otros documentos, en el "Informe del Comité Regional de la Montaña aprobado por el Frente de Liberación Nacional y por la Comandancia General del Frente Guerrillero José Leonardo Chirinos". El texto es atribuido a Douglas Bravo y fue escrito en 1965. El guerrillero señalaba que la FAN tenía una estructura social que permitiría nutrir un "ejército de liberación": "Existen numerosos oficiales y suboficiales de mentalidad democrática y patriótica que comparten las ideas del programa amplio del FLN". Bravo y Chávez
La tesis de Garrido señala que Chávez construyó un proyecto político que se ha nutrido de distintas fuentes a lo largo del tiempo. El investigador considera esencial la relación que tuvo Chávez con Douglas Bravo, cuyo Partido de la Revolución de Venezuela (PRV) mantenía en la década de 1970 el trabajo de penetración en la FAN. Adán Chávez, militante de la organización, incorpora a su hermano Hugo en el trabajo. La concepción de PRV partía de una "ruptura parcial" con el marxismo-leninismo y mantenía una interpretación de Bolívar como fuente revolucionaria. Concluían que Simón Rodríguez era inspiración para la originalidad en la construcción de un modelo alternativo y Ezequiel Zamora alimentaba la idea de la igualdad y de la lucha contra la oligarquía. El partido también desarrollaba,
54
entre otras, la tesis de la construcción de una nueva civilización y de la alianza cívico militar. Ceresole
Garrido le concede importancia al aporte del sociólogo argentino Norberto Ceresole. Hay dos ideas centrales que, según el investigador, asumió el jefe del Estado. Una derivó de la comprensión de la fórmula "Caudillo-Pueblo-Ejército". Esta plantea la conexión del líder y la masa y la actuación de la organización militar como un partido. Garrido cree que el Presidente sólo alteró la parte final de la ecuación y sustituyó al último actor. En lugar del Ejército, optó por la organización nacida de la fusión cívico-militar. Ceresole señaló en un documento de 1999 que había recorrido el país con Chávez y que había testificado de manera presencial el fenómeno del carismo, algo que había estudiado en libros. Un segundo concepto está relacionado con la idea de Ceresole de la construcción de un mundo multipolar, y la proyección internacional, de la revolución bolivariana como un requisito de supervivencia. Etapa robinsoniana
El investigador no está de acuerdo con los análisis que presentan a Chávez y la propuesta del socialismo del siglo XXI como el resultado de un capricho. "Lo han visto como el resultado, en el mejor de los casos, de decisiones tomadas a la ligera". El investigador cree que esa óptica ha impedido abordar la evolución de la propuesta y acciones del Presidente que, en buena medida, son el resultado de ideas maduradas por años. Garrido ha identificado a Fidel Castro como la influencia principal del "Chávez socialista". Sin embargo, considera que el presidente se encuentra en la etapa creativa para la construcción del socialismo del siglo XXI o de un "socialismo a la venezolana". En esta fase observa la expresión de la raíz "robinsoniana", que obliga a elaborar propuestas originales por lo que el futuro inmediato es difícil de predecir. Un aspecto fundamental podrá ser el reforzamiento de la entrega de poder real al pueblo
Blanco Muñoz: continuación de lo mismo Sin formación
El profesor entrevistó en varias ocasiones a Hugo Chávez, entre 1995 y 1998, y publicó los resultados de esas conversaciones en el libro Habla el Comandante. El académico, siete años después de esos diálogos, asegura haber encontrado entonces a una persona que carecía de formación política e ideológica y que confesó que no había estudiado el marxismo con profundidad. Esto ha hecho a Blanco Muñoz cuestionar las interpretaciones que le atribuyen a Chávez un proceso formativo que le permitió estructurar un proyecto de transformación para el país. Cree que hay intenciones de sublimar la vida del Presidente, de hacer propaganda, o de crear un mito. Chávez, sin embargo, se definió en esas conversaciones con Blanco Muñoz como revolucionario y bolivariano; dijo que no era marxista ni antimarxista e hizo críticas a la socialdemocracia y aseguró que la democracia liberal estaba en crisis.
55
La Conspiración
El investigador cree que hay razones para considerar que la conspiración encabezada por Chávez fue permitida. Herma Marksman le habló a Blanco Muñoz sobre las delaciones ocurridas a partir de 1985 y que, sin embargo, no decapitaron definitivamente el movimiento. El actual presidente y sus compañeros –a pesar de todas las sospechas– fueron designados en puestos de comando de la FAN y esto les facilitó el trabajo del 4 de febrero de 1992. Igualmente cree que el ahora jefe del Estado negoció la entrega del movimiento en el Museo Militar antes de salir frente a las cámaras de televisión para pronunciar la frase "por ahora". Blanco Muñoz enumera los anteriores hechos, entre otras, para delinear la conclusión de que la conspiración seguramente abarcaba a otros factores de poder. A pesar del tiempo de preparación y del número de personas involucradas, Blanco Muñoz dijo que no fue creada una estructura orgánica y un programa más allá del deseo de acabar con la corrupción. Bolivarianismo
Blanco Muñoz cree que la etiqueta de bolivariano no expresó en el caso de Chávez y su movimiento un programa político o un plan de acción para la transformación del país. El académico recordó que el nombre de Bolívar y el culto a su figura han sido utilizados históricamente por los políticos como un factor de propaganda y de adhesión. El investigador ha reunido documentación que avala la hipótesis de que Chávez manifestó ambición de poder desde muy temprano. Apenas al llegar a la Academia Militar, en 1970, escribió en su diario que echaba de menos la suerte de sus compañeros de Barinas que se encontraban alejados del cuartel. Pero se consolaba con la idea de que se estaba preparando para ocupar un destino trascendente en Venezuela. En 1974, en Cumaná, vio bajar de un avión a Carlos Andrés Pérez y manifestó que también quería alguna vez regir los destinos del país. El disfraz
Está convencido de que Chávez tiene una propuesta "disfraz" orientada básicamente a causar confusión ideológica y política. El socialismo del siglo XXI sería, en ese sentido, una suerte de referente vacío que en realidad constituiría una continuación del capitalismo por otros medios, más allá de que reconoce la influencia de Fidel Castro en el gobierno, especialmente después del referéndum revocatorio de 2004 cuando anunció que Venezuela había cambiado para siempre. Por ello descarta que haya existido período alguno de transición y que el país se desplace a la implantación de los cambios que requiere. Blanco Muñoz defiende la tesis de que no ha habido "ruptura histórica", dado que la explotación del pueblo y los modos de producción tradicionales se mantienen en pie. De modo tal que aún se mantienen en completa vigencia las condiciones que permiten la desigualidad y la lucha de clases. Autoritario
Rechaza los trabajos que han intentado mostrar a Chávez como un predestinado con una propuesta modelada gracias a "grandes maestros". Tiene la perspectiva de que el presidente
56
ha representado una continuación del sistema creado con el Pacto de Punto Fijo. No cree que el jefe del Estado persiga la transformación del país. Califica el modelo presidencial con dos términos: populista y autoritario. El elemento populista refiere al pago de lealtades políticas para sustituir la voluntad constituyente. Blanco Muñoz ha delineado una hipótesis de trabajo según la cual Chávez ha sido una pieza utilizada por Estados Unidos para administrar los recursos petrolíferos venezolanos. Según esa perspectiva, la planificación estadounidense advirtió que los viejos actores punto-fijistas habían perdido el control de la situación política y que debían incorporar a una figura en medio del vacío que se produjo después de los sucesos del 27 de febrero de 1989.
57
La construcción de lo real: Medios y democracia El caso Venezuela Mariana Pereyra y Lucía Pinto
[email protected] y
[email protected] • Introducción El golpe de Estado que intentó derrocar al gobierno de Hugo Chávez en Abril de 2002 no ha sido, pues, una elección azarosa, este nos proporciona, por el contrario, más de una clave para echar luz sobre la controvertida relación entre democracia y medios de comunicación. Para ello hemos considerado necesario articular el trabajo en dos momentos. En el primero, se analizarán las causas sociales, políticas y económicas que dieron lugar al golpe de Estado y la forma en que este fue llevado a cabo, teniendo en cuenta los ejes que, a nuestro entender, resultan cruciales a la hora de abordar el acontecimiento histórico. En un segundo momento, se esbozará un análisis teórico, que tendrá a los medios de comunicación como protagonistas y a la opinión pública como complemento para el análisis, ambos examinados desde su relación con el devenir democrático venezolano. Para esto nos centraremos fundamentalmente en dos autores: Monzón Arribas y Eliseo Verón. ¿Pueden los medios de comunicación brindar noticias completamente objetivas?, ¿es la neutralidad un valor a alcanzar? Estamos convencidas que la completa objetividad es imposible, siendo que siempre existe una toma de postura de los medios de comunicación respecto de las diversas cuestiones que informan. Sin embargo, esto no equivale a aceptar que los intereses políticos de un grupo determinado se resguarden bajo la bandera de la subjetividad. El abordaje periodístico del Golpe de Estado de 2002, lejos de haber expresado una mera interpretación de los sucesos acontecidos, ha llevado a cabo una deformación de los mismos, creando así una realidad social que no ha hecho más que engañar a la ciudadanía venezolana, atacando de forma perversa a la democracia. Es en repudio a los acontecimientos sucedidos entre el 11 y el 13 de abril de 2002 que se redacta este artículo. • Antecedentes al Golpe de Estado de 2002 América del Sur está atravesando una etapa de profundas transformaciones, y Venezuela, sin duda, es protagonista y precursora de este proceso, ya que la aparición de Hugo Chávez Frías en el escenario político marca un punto de partida respecto de la aparición de los “nuevos líderes políticos”. Visiblemente el modelo neoliberal característico de la década de los ´90 está en plena decadencia, y en lugar de gobiernos que apuestan a una economía basada en el mercado, nos encontramos con un retorno del estado al centro de la escena. Una característica que distingue a esta nueva etapa es la caída de los partidos políticos tradicionales que gobernaron estos países en las últimas décadas del siglo pasado. En
58
Venezuela, estos partidos tradicionales eran AD (Acción Democrática) y COPEI (Partido Demócrata Cristiano) los cuales se vieron desplazados del escenario político por una nueva fuerza, “La V República” que cambió radicalmente su interlocutor, no teniendo ya como objetivo beneficiar al empresariado, sino que su discurso se dirigiría directamente al pueblo. El establishment tradicional colmó de corrupción al gobierno y generó un alejamiento de la ciudadanía respecto de la política, quedando ésta únicamente al servicio de los negocios sucios de unos pocos. Inestabilidad, corrupción, pactos políticos y económicos que no hacían más que enriquecer a unos pocos y empobrecer a unos muchos, llevaron al pueblo al hartazgo, el cual se materializo en el famoso “Caracazo” (1989), una manifestación popular en rechazo al “paquete económico” neoliberal impuesto por el presidente Carlos Andrés Pérez, la cual terminó en intentos de saqueo, represión militar y una gran ola de violencia. El contundente “basta” del pueblo que recreó el Caracazo, marcó el comienzo de una nueva etapa en Venezuela. El agotamiento y declive del típico mecanismo partidario se produjo primero, por un deterioro al interior de los mismos, lo cual generó luego, una desconexión y cierta desvinculación entre los partidos, el pueblo y la propia opinión pública. Una serie de transformaciones sociales y económicas y el surgimiento de nuevos sectores sociales, han afectado los partidos políticos tradicionales, quienes no sabiendo como adaptarse a esto, generaron su propio deterioro llevando a una disminución de la identificación partidaria. El surgimiento de nuevas formas de acción colectiva se articula con el fin de subsanar los problemas de representatividad y canalización de ciertos intereses y demandas de un colectivo insatisfecho que ha comenzado a cuestionar la política tradicional. Los partidos políticos en Venezuela, desde la instauración del llamado “Pacto de Punto Fijo”1 hasta la segunda victoria de Caldera, en 1993, demostraron tener durante casi cuatro décadas el monopolio y la alternancia en el poder. Sin embargo, en 1998, con la llegada a la presidencia de Chávez, se produjeron cambios significativos en el sistema de partidos y en la correlación de fuerzas. Los partidos tradicionales, completamente debilitados, perdieron su estabilidad política garantizada por ese nefasto pacto, resultando triunfadora de las elecciones una fuerza nueva que vino a representar a las clases más pobres de Venezuela. Con el gobierno de Chávez acontece una explosión de la actividad política en todos los sectores de la sociedad. Este fenómeno sería caracterizado por Monzón Arribas como un ensanchamiento del público político, entendiendo como público a aquella parte del pueblo preocupada por los asuntos comunes, que hace públicos, visibles sus pensamientos al resto de la sociedad. Hugo Chávez fue generando, progresivamente, un crecimiento de la actividad política entre las clases más pobres, antes sumamente desinformadas y desinteresadas acerca de los devenires del poder. Comprender este proceso, el cual fue extremadamente resumido en las líneas anteriores, es determinante para comprender las causas y los motivos que llevaron a la oposición a realizar un Golpe de Estado al presidente constitucional Hugo Chávez en el año 2002. Estas transformaciones en el campo político, que generaron el traspaso de poder de un grupo a otro, dejaron como resultado ganadores y perdedores. Los típicos partidos políticos que caracterizaron la historia de este país se encontraron en ruinas, sin legitimidad ni ningún tipo de respaldo. El pueblo pedía a gritos nuevas alternativas y en este contexto surge Chávez, en explícita oposición al resto. Por lo tanto, estos actores políticos que resultaron “perdedores” en esta redistribución del poder, se encuentran constantemente operando por lo bajo contra el nuevo gobierno para
59
deslegitimarlo, debilitarlo y encontrar el momento justo para destituirlo. • El Golpe Los sucesivos intentos para derrocar al Gobierno Bolivariano, tuvieron su punto álgido el 11 de abril de 2002. El golpe de Estado, llevado a cabo gracias a la complicidad de los medios de comunicación, fue orquestado por la oposición política y sectores oligárquicos de Venezuela. Los protagonistas de la vida política, que gozaron durante años de los beneficios de la corrupción y de los acomodos políticos, no podían permitir esta sucesión de cambios que venía a traer el proceso revolucionario. Por primera vez, ellos no eran los destinatarios de los beneficios económicos del proyecto político, por primera vez ellos estaban perdiendo el poder que tantos años les costó alcanzar y con tal de revertir la situación, estaban dispuestos a todo. Así fue como con el respaldo y apoyo del gobierno de EE. UU y la CIA planearon sigilosamente este plan de ataque a la democracia. El 11 de abril la oposición llamó, mediante los canales de televisión privados, a una manifestación a las puertas de PDVSA, en repudio a los despidos de altos funcionarios de la empresa, mientras tanto, los grupos afines al gobierno organizaban una contramarcha en el Palacio de Miraflores, sede del Gobierno Nacional, para defender el proceso revolucionario. En un momento determinado, en la marcha opositora, se les comunica a los manifestantes que caminaban rumbo a PDVSA que había un cambio de planes y que irían al Palacio de Gobierno. Se descubriría, tiempo más tarde, que este cambio de rumbo no fue de improviso, sino que formaba parte del plan golpista. El objetivo era que las manifestaciones se crucen y comiencen los típicos enfrentamientos, los cuales se agudizarían, sin duda, con la ayuda de los francotiradores que estaban escondidos en lo alto de algunos edificios. Entretanto, Chávez se encontraba en el Palacio de Miraflores, desde donde se dirigió al país en Cadena nacional. Es en este momento cuando el ataque mediático cobra un protagonismo inimaginable: la lucha por crear la realidad se hace presente. Todas las estaciones de televisión privadas dividieron las pantallas: de un lado se encontraba la imagen de Chávez y del otro las imágenes de los enfrentamientos en Caracas, intentando así, que el espectador relacione inevitable e inmediatamente el conflicto con el Presidente de la República. El gobierno, ante esto, respondió mandando a sacar del aire a dichas televisoras pero éstas, con un plan alterno, lograron, cinco minutos después, seguir transmitiendo aunque con una imagen de menor calidad. Es entonces que se suceden en los canales de televisión privados constantes llamamientos de opositores, civiles y militares a la renuncia del presidente, mientras la señal estatal VTV-Canal 8 es tumbada y ocupada militarmente. El alto mando militar ingresa al Palacio de Miraflores y amenaza con bombardearlo si Chávez no presenta su renuncia, a lo cual este se niega, siendo entonces llevado preso. Al día siguiente Venezuela amanece sin señal de televisión estatal, y con señales privadas en las cuales se sigue legitimando y reivindicando el carácter democrático del golpe. Los medios mantienen en conjunto la versión de la renuncia del presidente, cuando en verdad se trató de un secuestro. Esa misma tarde asume el Presidente provisional, Pedro Francisco Carmona Estanca, quien anuncia la destitución de gobernadores y alcaldes; clausura la
60
Asamblea Nacional; elimina un paquete de leyes; anula las relaciones con Cuba; y hasta cambia el nombre de la República aprobado por la Constitución de 1999: Venezuela ya no era más “Bolivariana” (Bilbao, Luis; 2003: 11). El 13 de abril llega a Venezuela, gracias a los canales extranjeros que se transmiten por señal de cable, otra información, otro “modelo” de realidad, radicalmente diferente a la monopolizada por los canales locales: Chávez estaba secuestrado. La respuesta de la ciudadanía ante esto fue volcarse hacia las calles del país clamando la vuelta del líder, dejando de atender a la cobertura brindada por los medios locales. Mientras el Palacio de Miraflores es rodeado por las personas que piden por la restitución del gobierno depuesto, la guardia de honor que permanecía leal a Chávez, actúa de espaldas al gobierno de facto, retomando así el control del Palacio. Este respeto y lealtad del ejercito al presidente fue uno de los hechos más significativos de la jornada. En esta oportunidad, el golpe de Estado no fue organizado por la Fuerza Armada, sino que sólo un puñado de altos mandos militares se sumó a la conspiración, la cual fue encabezada por la cámara empresarial Fedecámaras y la cúpula de la Central de Trabajadores de Venezuela (CTV), en estrecha relación con la oposición política partidaria del país. Una vez que arriban a la casa de gobierno los funcionarios que habían sido desplazados del poder, se vuelve primordial la tarea de restituir la señal de televisión pública, a los fines de informar a la población lo que estaba sucediendo, y no aquello que un grupo minoritario quería comunicar. Los medios de comunicación tradicionales pertenecen en su mayoría al establishment venezolano y su campaña es en contra de las políticas de carácter popular y participativo de Venezuela. En base a esto, se comprende su complicidad en el intento golpista, durante el cual, con vistas a la satisfacción de sus propios intereses y los de sus aliados, han ocultado información, han tergiversado imágenes, han mentido y le han faltado el respeto a toda la ciudadanía venezolana. Estos medios lo que han hecho es crear una perfecta ficción, haciendo de ella una realidad. Posteriormente, el nuevo Presidente provisional (ex vicepresidente constitucional) emite la orden de salir a rescatar a Chávez de la isla en donde estaba secuestrado. Esa misma madrugada, éste es recibido por una multitud en el Palacio de Miraflores, restableciéndose así la democracia. • El conflicto con PDVSA A lo largo del S. XX el petróleo ha sido el elemento estructural que explica la configuración de la sociedad venezolana, ya que en Venezuela todo, o casi todo, se encuentra en relación, directa o indirecta con él. Es la segunda potencia hidrocarburífera del mundo, ha sido uno de los principales proveedores de hidrocarburos de occidente y su principal cliente es EE.UU. Por ello es indispensable evaluar las incidencias que el petróleo haya podido tener en el golpe de estado del 11 de abril. Petróleos de Venezuela S.A. (PDVSA) es la corporación estatal de la República de Venezuela que se encarga de la exploración, producción, manufactura, transporte y
61
mercadeo de los hidrocarburos. En el año 2002 el petróleo representaba 27% del PBI y el 80% del total de las exportaciones, (www.minec.gob.ve consultado el 23/07/2008) estas cifras no son menores, ya que revelan la dependencia de la economía respecto de la producción hidrocarburífera y las luchas que su posesión puede desatar. Si bien PDVSA no fue privatizada durante los gobiernos neoliberales, el poder ejecutivo no mantuvo el completo control de la misma. Poco a poco, estos gobiernos fueron terciarizando sectores de la empresa, otorgándoles así cierta autonomía e independencia en la toma de decisiones a actores que eran externos a ella. Lo que comienza es una especie de “privatización encubierta”, de forma tal que, paulatinamente, los nuevos actores pasaron a controlar la totalidad del circuito y así PDVSA fue desmembrándose cada vez más. Se observó entonces, como ésta dejó de atender a las directivas del Poder Ejecutivo y del Ministerio de Energía para comenzar a guiarse por una lógica de mercado. Con la llegada de Chávez todo esto se pretendió cambiar. La renta petrolera, la cual antes era apropiada por una elite económico-política, fue luego redistribuida a diferentes sectores del país, gracias a la reforma en la política petrolera que el presidente llevó a cabo. Ésta se propuso recuperar el papel protagónico del Poder Ejecutivo para frenar la tendencia a la “privatización encubierta”, lo cual no significó necesariamente negar la participación de capitales privados en determinados sectores de la empresa. Todas estas transformaciones, las cuales apenas comenzaban a gestarse al momento del golpe, generaban innegable malestar en ciertos sectores que habían sido beneficiados durante años por el negocio petrolero. La alta gerencia de la empresa se mostró reacia a perder las cuotas de poder alcanzadas y se encontró con grandes problemas a la hora de la rendición de cuentas, ya que la administración durante todos esos años no había sido del todo transparente. El hecho de que el Estado recupere el mando de la empresa sin duda generaba rechazo, por lo que estos perjudicados se vieron alentados a organizar el ataque a la democracia, en el que PDVSA tuvo un rol protagónico. No es casual que el 7 de abril, cuando el presidente Chávez anuncia por televisión el despido de altos gerentes de la empresa PDVSA, se genere un gran revuelo y el día 11, solo 4 días después, se de el golpe. El intento fallido de derrocar a Hugo Chávez del poder en abril de 2002 no ha sido la última tentativa, ya que en diciembre de ese mismo año comenzó un sabotaje petrolero que perduró hasta enero del año siguiente. Este paro general e indefinido fue suscitado por exactamente los mismos actores que protagonizaron el golpe de Estado. Las pérdidas no fueron menores: 14.430 millones de dólares fue el monto de los daños ocasionados a la industria petrolera venezolana por concepto de ventas no realizadas durante el sabotaje (www.minec.gob.ve consultado el 27/07/2008). Ambos intentos, lejos de lograr sus objetivos de terminar con el proceso revolucionario, lo han consolidado aún más. El líder no sólo ha adquirido más apoyo popular, sino que ha contado con los medios necesarios para fortalecer las instituciones reestableciendo así al pueblo su soberanía petrolera. Luego de estos episodios Chávez determina que “Por mandato de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, la totalidad de las acciones de Petróleos de Venezuela S.A. pertenecen al Estado Venezolano, en razón de la estrategia nacional y la
62
soberanía económica y política, ejercida por el pueblo venezolano” (www.minec.gob.ve consultado el 27/07/2008). Esto establece que PDVSA esté subordinada al Estado y que de esta manera actúe en concordancia con las políticas del Poder Ejecutivo. La nueva PDVSA, denominada así a partir de la aplicación de la reforma Chavista, es una empresa profundamente comprometida con el auténtico dueño del petróleo: el pueblo venezolano. • La construcción del acontecimiento Analizaremos ahora, a partir de las reflexiones de Eliseo Verón, cuál es el rol que les toca a los medios de comunicación en nuestras sociedades contemporáneas, es decir, dónde se funda su afamado protagonismo y cuáles son sus alcances. Consideramos que el autor plantea cierta radicalidad al abordar este tema, superando la discusión acerca de la existencia o inexistencia de objetivad en los medios, de la bondad o maldad que a estos se les suele atribuir, y es en este sentido que lo hemos recuperado para el estudio de caso que nos convoca. Verón distingue entre sociedades mediáticas y sociedades mediatizadas . En las primeras prima una concepción representacional , según la cual los medios son concebidos como una clase de espejo de la realidad, como representantes de ella. “Lo esencial de este imaginario es que marca una frontera entre un orden que es el de lo “real” de la sociedad (su historia, sus practicas, sus instituciones, sus recursos, sus conflictos, su cultura) y otro orden, que es el de la representación, de la re-producción y que progresivamente han tomado a su cargo los medios” (Verón, 2001; 14). Estas sociedades mediáticas cambian debido a la complejización de las tecnologías de la comunicación, y se transforman poco a poco en sociedades mediatizadas, en las que estalla la frontera entre lo real de la sociedad y sus reproducciones. Los medios no se limitan ya a reproducir ese real de tal o cual manera, sino que son ahora las prácticas, las instituciones, la cultura de la sociedad lo que comienza a estructurarse en función de la existencia de ellos. He aquí lo que nos plantea Verón de novedoso. Se trata de como la sociedad comienza a girar en torno a los medios, principalmente a la televisión, y no ya a la viceversa, lo que quedara de manifiesto en el golpe de Estado que analizamos. Verón nos propone entender a los medios de comunicación como una industria que, al igual que la industria automotriz, fabrica objetos. La industria de la información se dedica a la producción de ese objeto cultural llamado actualidad , entendida como realidad social en devenir. He aquí la segunda gran novedad que introduce su pensamiento en el campo de estudio de los medios de comunicación. La realidad es concebida por el autor como acontecimiento, como hecho social, por lo cual nada tiene que ver con la experiencia individual personal de cada uno. Los medios producen esa realidad, aquella que compartimos todos a partir del momento que ellos nos la muestran, y no antes. El “hecho” y la “experiencia” son dos órdenes entre los que existe una distancia absoluta, siendo el primero de carácter colectivo, mientras que el segundo es
63
de carácter individual. Se trata pues de alejarse completamente de la idea que concibe a los medios de comunicación como aquellos que intentan copiar la realidad, recortándola de cierto modo para que sea representada de tal o cual manera a través de ellos. Pero sucede que, al igual que otras industrias, la industria de la información no produce un solo modelo de su producto: así como hay varios modelos de autos para los distintos compradores, habrá varios “modelos” de actualidad para las distintas audiencias y de aquí que “… ese “real” esté totalmente fragmentado: hay tantos “reales” como discursos que se enuncian” (Verón, 2001: 77) Carecemos de una experiencia personal de esos hechos que nos muestra la televisión, sin embargo les damos crédito porque algún discurso informativo engendró nuestra creencia, haciendo que depositemos nuestra confianza en él. De este modo, es la creencia en el discurso lo que vuelve a éste verdadero para nosotros, pues no hemos tenido experiencia alguna de lo que se nos está contando. Verón, para explicar en qué se funda esa creencia a través de la cual el espectador considera verdadero ese “real”, toma de la semiótica de Charles Sanders Peirce los distintos órdenes posibles de funcionamiento del sentido. Un primer orden es el simbólico , que es aquel que predomina en la actividad lingüística. Otro orden es el icónico , el de la imagen, aquel que se sostiene en la semejanza, y un tercer orden es el indicial , al cual Verón llama el orden del contacto, que funciona por contigüidad, siendo, por ejemplo, el humo índice del fuego. En el espacio de la información, el orden del contacto surge a partir de la aparición de lo que Verón llama el conductor moderno, cuyo cuerpo, desde que comenzamos a ver sus manos, sus brazos, sus gestos, se construye como un cuerpo significante. La credibilidad en el discurso surge aquí a partir del eje de la mirada que se establece entre el conductor y el espectador. “En el fondo, lo esencial no es tanto lo que me dice o las imágenes que me muestra (que recibo frecuentemente de una manera distraída); lo esencial es que él esté allí en el lugar de la cita, todas las noches, y que me mire a los ojos” (Verón, 2001; 23). Son por esto los periodistas quienes logran un acceso privilegiado al contacto con el telespectador. Consideramos que la sociedad venezolana forma parte de estas sociedades en vías de mediatización que nos describe Verón, en las que estalla la frontera entre lo real de la sociedad y sus reproducciones. De manera, los medios se vuelven dispositivos de producción de sentido, viéndose las distintas prácticas sociales estructuradas en función de su existencia. Podemos observar la originalidad que presenta el golpe de Estado al gobierno de Hugo Chávez ideado por la oposición, la cual tuvo siempre presente, al momento de planificarlo, a los medios de comunicación como productores de realidad social. Por ello se volvió imperiosa, para hacer realidad el golpe, tanto una alianza entre la oposición y los canales privados, como la interrupción de la señal publica. En la televisión de Venezuela existían por entonces dos modelos de realidad social. Uno era el de los canales privados, liderados por Globovisión, Venevisión, Televen y Radio Caracas Televisión (RCTV), opuestos al régimen chavista, y el otro era el de la emisora pública,
64
VTV-Canal 8, canal oficialista. Como mencionáramos anteriormente, cada modelo era construido para una audiencia en particular, y este caso las audiencias estaban muy delimitadas y polarizadas entre sí, esto es, el público pro chavista, y el público anti chavista. Dice Verón, “La actualidad como realidad social en devenir existe en y por los medios informativos. Esto quiere decir que los hechos que componen esta realidad social no existen en tanto tales (en tanto hechos sociales) antes de que los medios los construyan. Después que los medios los han producido, en cambio, estos hechos tienen todo tipo de efectos” (Verón, 1987: IV) Resulta fundamental para un análisis preciso de los sucesos que se inician el 11 de Abril el comprender esta función de los medios como constructores de realidad social. Sin esto, no se entiende el por qué de la necesidad, por parte de quienes dan el golpe, de tumbar la señal de Canal 8 antes del derrocamiento de Hugo Chávez. Como hemos visto, uno de los primeros objetivos de los golpistas era derribar el canal oficialista, esto le otorgaba a ciertos medios, el monopolio de creación de la realidad. La existencia de una sola versión de los hechos les permitió a los golpistas llevar a cabo su plan y hacer declaraciones impunes como “Chávez renunció” o celebrar el ataque a la democracia sin tapujos. El golpe no hubiera sido el mismo sin la existencia y participación activa de los medios. Esto se observa claramente, también, en la urgencia de los funcionarios chavistas depuestos por comunicarse con canales extranjeros que integran el sistema de televisión por cable de Venezuela. Pretendían que el pueblo venezolano se entere de que estaban viviendo un golpe de Estado, que Chávez no había renunciado, sino que había sido derrocado y más tarde secuestrado. Estaban convencidos de que esta noticia llevaría al pueblo a las calles a defender su democracia, y de hecho, así fue. Se comprende también así que la primera preocupación una vez restituidos los funcionarios depuestos, era restablecer esta misma señal publica, incluso antes de dar la orden de ir a rescatar a Chávez. De lo que estos sucesos dan cuenta, pues, es de que la realidad social no tiene existencia por fuera de los medios. La preocupación de la oposición y de los funcionarios chavistas por lo que la televisión transmitía a los ciudadanos venezolanos ha sido una constante en todo este proceso, desde los momentos inmediatos al golpe hasta la restitución del presidente. Si Canal 8 no hubiera sido tumbada por la oposición, y hubiera transmitido el golpe, ¿habría sido tan fácil para los golpistas concretarlo? Si los canales de cable no hubieran dado a conocer que Chávez no había renunciado, sino que estaba secuestrado, ¿hubieran las masas salido a las calles, hasta a llegar al Palacio de Miraflores a exigir que vuelva Chávez? La realidad nos viene por los medios, y es en base a ella que actuamos: el público pro chavista se manifiesta por la vuelta de su líder una vez que percibe esa “otra realidad”. Es a partir de estas claves interpretativas que nos ha proporcionado el pensamiento de Eliseo Verón, desde donde, luego del golpe de Estado al gobierno de Chávez, resulta interesante y fructífero volver a repensar la relación entre medios de comunicación y democracia. Comprender que los medios de comunicación son hoy los creadores de la realidad social, y que la verdad de sus discursos depende enteramente de nuestra creencia, dado que no tenemos experiencia alguna de los hechos que no muestran, debe llevarnos a
65
reflexionar acerca de la importancia, que adquiere hoy, para el porvenir de nuestras democracias, la pluralidad de estos discursos. Lo que hizo posible el derrocamiento del gobierno constitucional de Hugo Chávez, quien había llegado al poder por elecciones legitimas y por una amplia mayoría fue la monopolización del discurso de lo real por parte de los canales privados, siendo que la oposición había tumbado el canal publico para poder de esta manera concretar el golpe. Fue de esta manera que se pudo construir una realidad en la que el presidente había renunciado, sin posibilidad, para los espectadores, de confrontarla con otro modelo de realidad. No fue sin la transmisión de canales extranjeros que los simpatizantes chavistas salieron a la calle, para finalmente convocarse ante el Palacio de Miraflores clamando por la vuelta del líder. La madrugada del 14 de abril, luego de la restitución de la señal pública VTVCanal 8 Chávez fue finalmente liberado y puesto nuevamente en funciones. La democracia retorna de la mano de la aparición de un nuevo discurso que había permanecido oculto hasta ese momento. La sociedad venezolana ha sido testigo de los riesgos que conlleva la existencia de un único discurso de lo real para las instituciones democráticas.
66
Bolívar de izquierda – Bolívar de derecha Inés Quintero
"…Si algunas personas y en el apoyan pero inevitable; con en Colombia el bien como el texto de sus disparates"
interpretan mi errores, me mi nombre y el mal, y
sus
modo de es bien se quiere muchos lo
pensar sensible, hacer invocan
Simón Bolívar [1]
Introducción El 4 de febrero ocurrió un intento de golpe de estado en Venezuela. Ese día los venezolanos nos enteramos de la existencia en nuestras Fuerzas Armadas de una agrupación que llevaba por nombre Movimiento Bolivariano Revolucionario 200 (MBR-200). Sus integrantes, hasta ese momento absolutamente desconocidos, asumían la responsabilidad de la asonada. Según manifestaban los promotores de la rebelión, la matriz ideológica del movimiento tenía su origen en el pensamiento de Bolívar y se proponía rescatar su nombre de las manipulaciones terribles de la historiografía y devolverle su verdadero carácter revolucionario. El golpe fracasó y sus dirigentes fueron sometidos a prisión.[2] Dos años más tarde, el 5 de diciembre de 1993, triunfaba en las elecciones presidenciales el Dr. Rafael Caldera. Una de sus primeras resoluciones fue adelantar el sobreseimiento de la causa a los comprometidos en la insurgencia del 4 de febrero. En marzo de 1994 ya no se encontraba en prisión ninguno de ellos. Transcurridos seis años del golpe, el 6 de diciembre de 1998, el comandante Hugo Chávez Frías, fundador del Movimiento Bolivariano Revolucionario 200, se convertía en Presidente de la República. Su candidatura había sido lanzada por el Movimiento Quinta República, organización política surgida del MBR-200, y apoyada por diferentes partidos, en su mayoría de la vieja izquierda venezolana. El 2 de febrero, día de su toma de posesión convocó a un acto de masas en el Paseo de los Próceres. Allí volvió sobre uno de los temas recurrentes de su campaña electoral: la recuperación del ideario bolivariano para ponerlo al servicio de la revolución. Manifestaba ante la concurrencia que había llegado la hora de la resurrección de la patria de Simón Bolívar y que, a partir de esa fecha, se ponía en marcha un proceso revolucionario el cual llevaba en sus entrañas el mismo signo de la gesta independentista de 1810 [3]. Pocos minutos más tarde en el discurso oficial de toma de posesión iniciaba sus palabras citando a Bolívar en su Discurso de Angostura: “…«Dichoso el ciudadano que bajo el escudo de las armas de su mando convoca a la soberanía nacional para que ejerza su voluntad absoluta». Por mil pueblos, por mil caminos, durante miles de días recorriendo el país durante estos últimos casi cinco años, yo repetí delante de muchísimos venezolanos esta frase pronunciada por nuestro Padre infinito, El Libertador”.[4] En el mismo acto anunciaba a los venezolanos la necesidad de “revolucionarnos”. Había llegado “…la hora de oír a Bolívar de nuevo”. Acto seguido insistía sobre lo mismo: “… ahora es cuando los venezolanos van a
67
oírme hablar de Bolívar, porque ese es el faro”. En ese discurso hubo, aproximadamente, veinticuatro menciones al ideario del Libertador, guía fundamental de la revolución que adelantaría desde la primera magistratura. Desde ese día hasta el presente no ha faltado la mención a Bolívar en los discursos oficiales y en los actos públicos de masas convocados por el Presidente. Desde la óptica de Chávez, el pensamiento y la figura del héroe constituyen el soporte ideológico fundamental de los propósitos revolucionarios de su gobierno. En su afán de colocar a su régimen y a la patria entera bajo la tutela del Libertador se le cambió el nombre a la República. En una acción sin precedentes, la Asamblea Nacional Constituyente, integrada mayoritariamente por representantes afectos al gobierno y obsecuentes a los designios de Chávez, después de haberse manifestado reacia a complacer al Presidente en su deseo de modificarle el nombre del país, le añadió el adjetivo de “bolivariana” a la República de Venezuela y sancionó el nuevo nombre en el texto constitucional. Nos encontramos, entonces, ante un gobierno presidido por un hombre que se propuso llevar a cabo un golpe de estado inspirado en el ideario revolucionario de Bolívar y que, desde su condición de Jefe de Estado, se conduce de manera declarativa como el líder de un proceso bolivariano, revolucionario, nacionalista y de izquierda. Luego de tres años de gobierno, el “bolivarianismo” presidencial no ha disminuido. Por el contrario, se recurre de manera insistente al ideario de Bolívar como soporte de la revolución, en sucesivas declaraciones el presidente ha manifestado su interés en resucitar el Movimiento Bolivariano 200 y en atención a su llamado, se han organizado en todo el país los llamados “Círculos Bolivarianos” cuyo móvil político es la defensa de la revolución. Lo llamativo del asunto es que, en Venezuela, no es la primera vez que un Jefe de Estado se ha empeñado en promoverse y presentarse ante los venezolanos como el genuino y consecuente seguidor del ideario bolivariano, con la única diferencia de que, cuando esto ocurrió, la orientación que se le dio al pensamiento de Bolívar fue de signo absolutamente contrario. El precedente más cercano de Chávez en su entusiasmo bolivariano es el General Juan Vicente Gómez, también proveniente de nuestras Fuerzas Armadas, fundador del Ejército Nacional, Presidente de la República y Comandante en Jefe del Ejército desde el 19 de diciembre de 1908 hasta el 17 de diciembre de 1935, fecha de su muerte. Antes que Gómez, ya lo había hecho otro autócrata, pero en el siglo pasado: el general Antonio Guzmán Blanco. Desde el comienzo de su mandato asoció su gobierno a la hazaña libertadora y a la figura de su máximo héroe, el Libertador [5]. Durante su segundo mandato, conocido como el Quinquenio (1779-1884), se celebró la primera gran apoteosis bolivariana al conmemorarse el primer centenario del natalicio del Libertador, las analogías entre el prócer de la Patria y el “Ilustre Americano”, título concedido por el Congreso al Presidente, fueron ingrediente frecuente en el festejo y en los discursos, una amplia documentación da cuenta de ello[6] Tres décadas más tarde, en tiempos del General Gómez, se estableció un paralelo entre su ascenso al poder y el “..resurgimiento definitivo de la Patria”; momento de ruptura con un pasado que había puesto “…al borde de la ruina la obra misma de los libertadores” [7]. Otra fecha centenaria fue propicia para vincular de manera directa la administración “Rehabilitadora” que recién comenzaba con el aniversario de la Independencia en 1910. Parco en el discurso pero pragmático en el accionar, su régimen se presenta como la continuación
68
efectiva de las conquistas alcanzadas cien años atrás y como expresión de la doctrina política de su figura máxima: Simón Bolívar. La diferencia con la época de Guzmán radica en que la recuperación y utilización de la emancipación y de Bolívar se hace a partir de una argumentación que justifica y refrenda la figura de un gobierno autoritario y personalista como instrumento necesario para la consecución del orden y el progreso. En ello se funda la ruptura con épocas pretéritas[8]. Durante el régimen de Gómez se difundió y popularizó la tesis del “gendarme necesario” según la cual, un gobierno fuerte y sujeto a los designios de un solo hombre era el único que podía conducir a la felicidad de la nación. El fundamento de tal argumentación se extraía, ni más ni menos, que del pensamiento de Simón Bolívar y el artífice de la operación fue Laureano Vallenilla Lanz, sobre ello volveremos más adelante. Gómez, al erigirse en el “dictador necesario” de los venezolanos según expresaban sus acólitos, no hacía otra cosa que seguir y ejecutar de manera fiel el pensamiento y la doctrina de Bolívar. Además, quiso la naturaleza dar una contundente demostración de la afinidad entre ambos: el General Gómez, al igual que Bolívar, nació un 24 de julio y murió un 17 de diciembre, también el mismo día que el Libertador. La feliz coincidencia favoreció la elaboración de apologías y semblanzas de ambos personajes en las cuales se hacía alusión a las afinidades entre el creador de la nacionalidad y su más fiel seguidor, el General Gómez, quien nació y falleció en las mismas fechas de aquel que había servido de inspiración y guía al régimen “rehabilitador”. Coinciden, pues en el siglo XX, dos regímenes de orientación política absolutamente opuestas, cuyos jefes uno en el pasado y otro en el presente-, se han erigido ante los venezolanos como continuadores de la gesta emancipadora y como fieles seguidores del pensamiento de Bolívar. La paradoja es el resultado de un fenómeno tempranamente vislumbrado por el propio Bolívar: el de los usos equívocos e interesados de su nombre y sus ideas. Según advertía Bolívar en una carta escrita un año antes de morir y dirigida a Antonio Leocadio Guzmán, con su nombre se haría en Colombia "el bien y el mal"; y muchos lo invocarían "como el texto de sus disparates"[9]. No andaba descaminado en esto el Libertador. En vida, sus detractores utilizaron sus palabras e iniciativas para condenarlo; sus aliados hicieron lo mismo, pero para avalarlo. Después de muerto, el asunto adquirió proporciones dramáticas. No han sido, pues, Chávez y Gómez los únicos en apropiarse de las palabras de Bolívar para validar sus designios políticos, los más variados disparates se han cometido en su nombre y a partir de sus discursos. Una síntesis elocuente la registra el folleto titulado Bolívar Polifacético Su autor, el Capitán de Navío Bernardo Jurado Toro, nos lo presenta desde "…las múltiples aristas de su personalidad, cual caleidoscopio fulgurante"[10]. Del registro pormenorizado que realiza se desprende, no solamente lo que es consustancial a su trayectoria de hombre público y figura estelar de la épica americana, esto es, su condición de político, estadista y militar, sino toda una suerte de curiosas virtudes y versátiles iniciativas. Así, junto al Bolívar militar y político, está el Bolívar turista, periodista, internacionalista, hacendista, conservacionista, promotor de la agricultura, defensor de la industria textil, pionero de la zona franca de Margarita, enemigo de los reposeros, adalid en la lucha contra la corrupción y defensor de los
69
huérfanos. Según los hagiógrafos, nada escapa a la visión planetaria del grande hombre de América. Al punto que uno de sus más conspicuos panegiristas contemporáneos, el doctor Vinicio Romero, con el fin de hacer viable la masiva utilización del mensaje "polifacético" e imperecedero del Libertador, elaboró un Diccionario del [11] Pensamiento Bolivariano del cual se puede extraer casi cualquier palabra y establecer su asociación con alguna de las frases presentes en la vastísima correspondencia de Bolívar o en cualquiera de sus numerosos discursos y proclamas, verbigracia: Amistad: "La amistad es mi pasión" Bien: "Hacer bien no cuesta nada y vale mucho" Casabe: "Ha durado tanto como casabe en caldo caliente" Dios: "Dios es el autor de todos nuestros sucesos" Invencibles: "Unámonos y seremos invencibles" Malvados: "Sólo los malvados pueden profesar odio a la virtud". Estamos, pues, frente a una práctica que nos ofrece a Bolívar desde las más variadas y extravagantes interpretaciones. Este tipo de ejercicio no es exclusivo de una peculiar idiosincracia venezolana, propia de quienes tuvimos la fortuna de ver nacer en estas tierras al padre de la independencia. En Colombia también se han hecho esfuerzos por popularizar el pensamiento del padre de la patria. En el año 2000 bajo el sello editorial Planeta salió una obra preparada por dos colombianos, tan bolivarianos como el doctor Vinicio Romero, son ellos el abogado Octavio Arizmendi Posada y el químico Carlos Gómez Botero. De la misma manera que lo hizo el diligente autor venezolano, los colombianos ofrecen a sus lectores una selección de palabras y temas ordenados alfabéticamente que nos remiten directamente al ideario de Bolívar. Así se puede identificar con extraordinaria rapidez qué pensaba el fundador de Colombia sobre la “ambición”, el “amor”, la “audacia”, el “bien y el mal”; la “confianza en Dios”, la “crisis social”, el “decoro”, el “desprendimiento”, la “gratitud”, la “hipocresía”, la “laboriosidad”, la “moderación”, la “paz”, la “religión”, Etc. Etc. Etc. El interesado en hacer uso del sugerente acopio de referencias que ofrece el pensamiento de Bolívar no tiene sino que buscar la palabra de su interés y conocer inmediatamente el sentido que tenía ésta para el Libertador.[12] Pero, sin lugar a dudas que, de toda la gama de posibilidades que nos plantea el tema de los usos y abusos del nombre y la palabra de Bolívar, dos de los más significativos por su contenido polarizador y excluyente han sido, uno: convertirlo en ideólogo de la derecha; el otro, asimilarlo al ideario revolucionario de la izquierda. Si bien la derecha lo vio primero y desde el siglo XIX se dio a la tarea de elaborar una interpretación de Bolívar que se acomodara a sus propósitos políticos, la izquierda, aunque mucho más tarde, no se quedó atr ás y se ocupó de hacer ingresar a Bolívar al inventario de los adalides revolucionarios y de izquierda de América
70
Latina. En ambos casos los forjadores de los dos Bolívar, uno de derecha y otro de izquierda, desarrollaron el mismo método: la arbitraria e interesada selección de sus palabras con el fin de armar la visión que se ajustaba a sus propósitos políticos. El resultado del ejercicio fue la construcción de dos versiones absolutamente contrarias de quien fuera un solo e indivisible individuo. El Bolívar de Derecha se nos presenta como un individuo autoritario, dictatorial, personalista y con profundas reservas frente a la igualdad; mientras que el Bolívar de Izquierda es un revolucionario, demócrata, popular, integracionista, adalid de la igualdad y antimperialista. A la luz de los acontecimientos recientes el asunto merece atención especial. No solamente el presidente venezolano se ha convertido en el mayor propagandista de un Bolívar revolucionario y de izquierda, sino que en la vecina Colombia, las FARC lanzaron el 29 de abril del año 2000 el llamado Movimiento Bolivariano como instrumento político de la organización armada. La finalidad de esta agrupación es “….recoger los intereses y aspiraciones de los sectores populares y darle a sus luchas un carácter más organizado”. En opinión de uno de los voceros de la FARC, Alfonso Cano, miembro del secretario que se encuentra al frente del clandestino Movimiento Bolivariano, se trata de ofrecer a los colombianos una nueva concepción del Estado, democrática, que permita avanzar hacia formas de colectivización socialista, con el auxilio de un a organización policlasista. En ello consiste el movimiento político de la FARC que se define a sí mismo como bolivariano.[13] Si bien la utilización de Bolívar ha sido una práctica común entre nosotros desde el siglo pasado y en el presente, otorgándole las más diversas connotaciones -tal como lo señalara el propio Bolívar-, nos enfrentamos a una situación en la cual la figura de Bolívar ha sido incorporada al debate político de ambos países de manera interesada y con propósitos excluyentes y polarizadores en lo político y lo social. Lo delicado del asunto no es que se utilice de manera equívoca e interesada la palabra del Libertador con el propósito de convencernos de que ella encierra una temprana vocación izquierdista y revolucionaria, sino que, exactamente de la misma manera, puede realizarse el ejercicio contrario con el fin de adelantar y justificar desviaciones de clara orientación autoritaria, personalistas y de derecha argumentando, como se hizo en el pasado, que se trata de la verdadera y fidedigna interpretación del ideario bolivariano. En ambos casos se trata del mismo acto arbitrario y manipulador del pensamiento de Bolívar y ninguna de las dos atiende a las circunstancias históricas, ni a las delimitadas y específicas condiciones en las cuales actuó Bolívar, fundamentales a la hora de analizar y comprender el contenido, la orientación y la originalidad de la vasta y compleja producción intelectual y política del Libertador En las páginas que siguen se ofrece una breve relación histórica del origen y la trayectoria de ambas interpretaciones a fin de que el lector pueda conocer cómo se gestó en cada caso la idea de un “Bolívar de Derecha” y de un “Bolívar de Izquierda” y cuáles han sido sus expresiones en Venezuela y más allá de nuestras fronteras.
La derecha lo vio primero Indiscutiblemente, el autor que elaboró la más importante y popular interpretación de un Bolívar de derecha,
71
conservador, autoritario y personalista fue el venezolano Laureano Vallenilla Lanz. Nació Vallenilla Lanz en 1870 en Barcelona y se inició en la vida pública como diplomático en el gobierno de Cipriano Castro. Sin embargo, su figuración política e intelectual tiene lugar durante el gobierno de Juan Vicente Gómez. En 1911 se encarga por breves meses de la Superintendencia de Instrucción y luego es nombrado Director del Archivo General de la Nación. En 1915 acepta la dirección de El Nuevo Diario, periódico oficial del gomecismo. Luego de dieciséis años de activa labor como editorialista y publicista del régimen, es nombrado Ministro Plenipotenciario del gobierno venezolano en París. En diciembre de 1919 se editaba por primera vez su obra más controversial titulada Cesarismo Democrático. El libro recogía diversos ensayos del autor publicados originalmente en El Cojo Ilustrado, El Nuevo Diario y la Revista Cultura Venezolana entre los años 1905 y 1919. En octubre de 1911, ocho años antes de que apareciera su libro Cesarismo Democrático, Vallenilla había dado a conocer en las páginas de El Cojo Ilustrado la primera versión de "El gendarme necesario", polémico artículo en el cual exponía por primera vez su tesis acerca de la inevitabilidad del hombre fuerte en las sociedades de Hispanoamérica. Según argumentaba Vallenilla en las naciones hispanoamericanas "…condenadas por causas complejas a una vida turbulenta, el caudillo ha constituido la única fuerza de conservación social"[14]. En el mismo artículo alegaba que, en el caso particular de Venezuela, la preservación social no podía en ningún caso encomendarse a las leyes sino a los caudillos más prestigiosos y temibles, tal como había ocurrido en los campamentos. Apuntalaba su argumentación con citas de la teoría sociológica europea. Hippolyte Taine y Herbert Spencer lo expresaban claramente en sus tratados. El primero hablaba de la necesidad fatal del gendarme electivo o hereditario, de ojo avizor y mano dura, que por las vías de hecho inspira el temor y que por el temor mantiene la paz; el segundo establecía que en los estados guerreros la preservación de la vida social contra las agresiones incesantes, exigía la subordinación obligatoria a un jefe. Una mirada a la realidad hispanoamericana de su época no hacía sino refrendar las afirmaciones elaboradas por los estudiosos en el Viejo Mundo. La situación de Venezuela, concluida la guerra, era desastrosa: miseria, desaparición física de las clases elevadas e ilustradas, una masa en desbandada que asolaba los campos, saqueaba, vejaba a las autoridades y asesinaba a los blancos. No era, pues, difícil admitir la inevitable supremacía de los más valientes, de los más temidos, del más fuerte, apuntaba Vallenilla. Para demostrar su aseveración recurría a la palabra del Libertador. Frente al desafuero, ante la anarquía desbordada, no podía Bolívar responder con lenidad. Por el contrario, tal como expresaba en su correspondencia a José Antonio Páez y a Rafael Urdaneta, Bolívar estaba convencido de que era necesario desplegar una "energía cruel para entonar el Gobierno". Si por libertar a su patria había declarado la guerra a muerte, de ninguna manera podía abandonar a Venezuela al cuchillo de la anarquía [15]. La represión y el castigo, la imposición de la fuerza, eran una exigencia del momento. Si hasta 1824 la necesidad primordial de Bolívar había sido obtener la Independencia, a partir de esa fecha lo que prevalece en su pensamiento, según señala Vallenilla, es la reorganización social, la necesidad de refrenar la anarquía, establecer el orden e imponer el respeto a la autoridad, aun cuando ello tuviese como
72
contrapartida la pérdida irremediable de su popularidad.[16] Será precisamente de esta convicción acerca de la necesidad de contener la disolución social y la anarquía de la cual nace su proyecto constitucional para Bolivia. Es este texto constitucional el que le sirve a Vallenilla para completar su argumentación respecto a la inevitabilidad del hombre fuerte como una premisa y cuyo propiciador más destacado es el propio Bolívar. En 1917, en un artículo publicado en El Nuevo Diario y que también forma parte de su obra Cesarismo Democrático, se refiere a los principios constitucionales de Bolívar expuestos en su Constitución Boliviana. Del conjunto extrae Vallenilla solamente la figura del presidente vitalicio, de un Ejecutivo fuerte y lo sintetiza en su propuesta del “Presidente Boliviano" . De acuerdo a la interpretación de Vallenilla, en ninguno de los componentes de nuestra sociedad política había encontrado Bolívar los instintos que pudiesen conducir a los legisladores a adoptar los principios republicanos [17]. De allí la necesidad imperiosa de la institución del Presidente Boliviano, piedra angular de su proyecto para Bolivia, expresada tempranamente como "gobierno tutelar" en la Carta de Jamaica y de manera más clara en el discurso de Angostura con la figura del Presidente Vitalicio. La historia de hispanoamérica, insiste Vallenilla, es la comprobación más elocuente del cumplimiento de esta ley; ninguna de nuestras democracias logró librarse de la anarquía sino bajo la autoridad de un hombre representativo, capaz de imponer su voluntad, dominar todos los egoísmos rivales y de ser, el dictador necesario, como también lo vio el peruano Francisco García Calderón. Los ejemplos sobraban. En México, Porfirio Díaz; en Argentina, Juan Manuel de Rosas; en Paraguay, el Doctor Francia; en Chile, Diego Portales; en Perú, el general Ramón Castilla; en Ecuador, García Moreno; en Colombia Rafael Núñez; en Venezuela, el general José Antonio Páez. En cada caso, el orden social, la estabilidad política, el progreso y la prosperidad económica no fueron efectivas sino cuando preponderó por largos años un hombre prestigioso, consciente de las necesidades de su pueblo, fundador de la paz y sostenido por la voluntad de la mayoría, a despecho del principio alternativo[18]. La génesis del ineludible mandato, insiste Vallenilla, se encuentra en el genio penetrante de Bolívar quien solicitó en su Constitución Boliviana la presidencia vitalicia con facultad de elegir sucesor, una monarquía sin corona, como el único recurso para alcanzar el orden y la estabilidad. La tesis esgrimida en su libro Cesarismo Democrático fue defendida en más de una ocasión frente a las críticas que desataron sus planteamientos entre políticos e intelectuales hispanoamericanos. En cada una de sus respuestas Vallenilla insistió en su argumentación y expuso su entusiasta defensa del régimen de Juan Vicente Gómez como el único que convenía a la evolución de Venezuela. Insistía, entonces, en la pertinencia que seguía teniendo la palabra de Bolívar: "…las palabras del Libertador, debieran estar grabadas en el cerebro de todos los hombres políticos de Hispano-América; el discurso de Angostura, debiera ser el credo constitucional de todas estas democracias en agraz [19]", era su respuesta a Eduardo Santos,
73
director del periódico El Tiempo, de Bogotá. En términos similares le replicaba al doctor Laureano Gómez quien lo había calificado como "el inescrupuloso apologista y filósofo de la Dictadura": "Todavía es un gran pecado en América profesar los principios políticos del Libertador Simón Bolívar. Pero yo continúo imperturbable mi camino, porque tengo una fe absoluta que a medida que la cultura científica vaya generalizándose en nuestros países y fortaleciéndose por medio de la inmigración europea y el fomento de la riqueza los órganos de selección democrática, las bases fundamentales del Código Boliviano, serán un día las del Derecho Constitucional en Hispanoamérica [20] " De esta manera, Bolívar, a partir de la interpretación selectiva elaborada por el director de El Nuevo Diario, vendría a ser el propiciador teórico de la tesis del "gendarme necesario" y en el mismo acto era convertido, por obra y gracia de la pluma de Vallenilla, en el más calificado aval de la dictadura gomecista. Esta interpretación era la misma que esgrimían los sectores más recalcitrantes de la derecha colombiana. En 1937 salía publicado en el vecino país un libro titulado No hay enemigos da la derecha [21] , su autor era Silvio Villegas, polémica figura del conservadurismo colombiano, defensor del fascismo de Mussolini y del Nacional Socialismo de Hitler, promotor de un frente nacional de la reacción y fundador de la organización Acción Nacionalista Popular, expresión criolla del fascismo colombiano. Villegas, de la misma manera que lo había hecho Vallenilla, defendía y utilizaba los principios contenidos en la obra de Bolívar para justificar la necesidad de adelantar un gobierno fuerte que permitiese “reconstruir el orden y la autoridad”. No se trataba de instaurar en Colombia una dictadura de tipo fascista como la de Italia o la de Alemania, bastaba con recurrir directamente a las ideas de Bolívar quien, sin lugar a dudas, era el fundador y el maestro de la doctrina conservadora colombiana. Las principales figuras del partido conservador así lo habían interpretado y habían sido sus fieles seguidores: Sergio Arboleda al erigirse en defensor de la religión, el orden, la autoridad, la jerarquía y la disciplina daba continuidad al ideario bolivariano; Rafael Núñez había sido ferviente promotor de los principios contemplados en la Constitución Boliviana; Miguel Antonio Caro, de inspiración monarquista y cultor del ideal bolivariano y, por último, Marco Fidel Suárez, autoritario y republicano. Cada uno en su momento había dado muestras de su bolivarianismo, argumentaba el señor Villegas. Era esa herencia bolivariana del partido conservador la que había que rescatar para sacar a Colombia del caos inspirándose en la palabra del Libertador quien había procurado establecer en América una “república lacedemónica, atemperada y autoritaria”. La relación entre el fascismo y la doctrina de Bolívar no fue una ocurrencia exclusiva del exaltado bolivarianismo de derecha propugnado por Villegas. Unos años antes de que saliera el folleto del colombiano se conmemoraba en Italia el primer centenario de la muerte del Libertador. En la sesión solemne de la Cámara de Diputados, Ezio Garibaldi, nieto del gran héroe italiano y ministro plenipotenciario del Rey, pronunciaba el discurso de orden. Afirmaba Garibaldi que el Duce Mussolini era “…la encarnación histórica” en la cual podían verse reproducidos “…algunos aspectos del espíritu bolivariano”.[22]
74
Pocos años más tarde, en 1933, se publicaba la primera traducción italiana de la obra de Vallenilla. En el prólogo a la edición se saludaba al autor y al contenido de su libro por su “…..espíritu exquisitamente fascista”. A los italianos les resultaba útil y oportuna la versión que ofrecía Vallenilla de Simón Bolívar; de esta manera podían colocar al prócer de la libertad americana como fundador remoto del fascismo y convertir a Mussolini en émulo y continuador de la doctrina del Libertador. En España, ocurrió algo similar, aunque décadas más tarde. Al comienzo de los setenta se promovió una especie de reconciliación del espíritu hispano con el pensamiento bolivariano. Hubo develación de estatua ecuestre del Libertador, actos protocolares, ceremonias oficiales, discursos y banquetes y no falto quien hiciera el “parangón entre Bolívar y Franco”. Francisco Franco en palabras de uno de sus apologistas era el “…auténtico intérprete del pensamiento bolivariano, el cual no había sido realizado ni siquiera por el propio Bolívar, sino por Franco, gran lector y meditador sobre esa auroral y precursora figura hispanoamericana”[23] Franco no había hecho otra cosa que seguir al pie de la letra el pensamiento de Bolívar. La figura del Jefe de Estado vitalicio y la creación de un Senado o Cortes Orgánicas llevados adelante por el “Caudillo de España” constituían la materialización en tierra española del presidente vitalicio y el senado hereditario, propuestos por Bolívar en el siglo XIX. Bolívar, por obra de la interpretación elaborada por Vallenilla, la derecha colombiana, los fascitas italianos y los franquistas españoles, terminó convertido en soporte ideológico de las más aberrantes expresiones del autoritarismo del siglo XX, y en defensor entusiasta de los gobiernos de Gómez, Mussolini y Franco, quienes aparecían como los continuadores directos del ideario del Libertador y cuyos regímenes eran justificados como la vía necesaria para alcanzar el orden y la estabilidad política, tal como, según Vallenilla, lo había preconizado Bolívar, cien años atrás. Pero si esto resulta disparatado y absolutamente ajeno a la especificidad histórica de la acción y el pensamiento del Libertador, no menos descabellado y distorsionador ha sido el ejercicio contrario.
Bolívar marxista-leninista y revolucionario La interpretación autoritaria del Libertador elaborada por Vallenilla Lanz generó una respuesta proveniente de la izquierda Uno de los primeros marxistas en levantarse contra la tesis del “gendarme necesario” fue Carlos Irazábal, miembro de la generación del 28, activista en las luchas políticas del año 36 y primer autor venezolano en realizar un análisis de la historia de Venezuela inspirado en el marxismo. En su obra Hacia la Democracia, publicada en 1939, expuso argumentadamente su rechazo a lo que calificó como una tergiversación histórica de la palabra del Libertador para quien la democracia era la forma ideal de gobierno, aun cuando hubiese propiciado un ejecutivo fuerte y vitalicio [24]. El problema de las dictaduras hispanoamericanas, insistía Irazábal, se debía fundamentalmente a la pervivencia de una economía semifeudal. Había sido la “intangibilidad de las relaciones de producción” reforzadas por la “penetración imperialista” la clave efectiva, la razón última de nuestros despotismos. Por
75
tanto, era una absurda mixtificación pretender invocar el ideario de Bolívar para justificar los despotismos presentes en Hispanoamérica. Los dictadores y gendarmes necesarios de nuestra América no han podido ser más perniciosos, no podía ser eso el ideal del Libertador, afirmaba Irazábal. Cuando en uno de sus escritos Bolívar había asentado que "los estados americanos han de menester de los cuidados de gobiernos paternales que curen las llagas y las heridas del despotismo y de la guerra", se refería al despotismo español y a la guerra de independencia. Era, pues, una monstruosa interpretación invocarlo para dar base teórica al despotismo [25]. Sin embargo, no era suficiente desmentir y denunciar la equívoca interpretación del funesto intelectual y apologista de la dictadura; era preciso elaborar una argumentación que desmontase la que había fraguado la derecha y que permitiese convertir a Bolívar en figura de signo contrario, en símbolo de las luchas por la democracia, en el vocero primigenio de los oprimidos, en indoblegable combatiente contra el imperialismo y la injusticia. Había, pues, que arrebatárselo a la derecha para que sus palabras y su trayectoria política estuviesen al servicio de los revolucionarios de izquierda. Pero no fue Irazábal el responsable de la tarea. Le correspondió a la izquierda marxista latinoamericana difundir y popularizar el “genio revolucionario” de Bolívar. El luchador cubano Julio Antonio Mella tempranamente, en 1923, invocó el ideal del Libertador como fuente inspiradora de las luchas redentoras del continente americano. También el peruano José Carlos Mariátegui alcanzó a entender "la actualidad revolucionaria del genio de Bolívar", y el poeta chileno Pablo Neruda, en su célebre poema Un Canto a Bolívar, llamó a todos los pueblos del continente a "..tomar inspiración para sus luchas en la ejemplar figura del Libertador” En Colombia aparecía, finales de la década del treinta, un opúsculo titulado “Sobre la estela del Libertador. El criterio marxista acerca de Bolívar” escrito por Gilberto Vieira, secretario general del Partido Comunista colombiano. Pretendía el camarada Vieira recuperar para los latinoamericanos el legado democrático de Bolívar y su condición de revolucionario efectivo ya que, no solamente había llevado adelante la independencia, sino la destrucción de todos los moldes coloniales; convirtiéndose así en adalid de la revolución anti-colonial[26]. El folleto también perseguía salirle al paso al funesto precedente que constituían los juicios emitidos por Carlos Marx sobre Simón Bolívar cuando escribió su biografía para The New American Cyclopaedia en 1858. En la citada entrega Carlos Marx se hacía eco de todas aquellas opiniones contrarias a Bolívar escritas por sus adversarios. El resultado fue la elaboración de una interpretación profundamente sesgada en la cual Marx daba muestras de una especial animadversión hacia el Libertador. El autor de El Capital en la polémica biografía sobre el héroe de la independencia americana, afirmaba que Bolívar era un hombre “incapaz de todo esfuerzo de largo aliento”, lo acusaba de haber huido de Ocumare en 1816, exponía que en Bolivia había dado curso libre a sus tendencias al despotismo, calificaba a la Constitución Boliviana de ser un remedo del Código Napoleónico y sostenía que la convocatoria del Congreso Anfictiónico de Panamá había tenido como propósito unificar a toda América del Sur en una república federal cuyo dictador quería ser el propio Bolívar. Un fragmento de las primeras páginas puede dar
76
una idea al lector del tono utilizado por Marx: “…como la mayoría de sus compatriotas, era incapaz de todo esfuerzo de largo aliento y su dictadura degeneró pronto en una anarquía militar, en la cual los asuntos más importantes quedaban en manos de favoritos que arruinaban las finanzas públicas y recurrían luego a medios odiosos para reorganizarlas” [27] En otro párrafo recurre a un testigo ocular para descalificar al Libertador quien en 1816 en la zona de Ocumare, según decía el testigo citado “….perdió toda presencia de ánimo y sin pronunciar palabra, en un santiamén volvió grupas y huyó a rienda sueltas hacia Ocumare, atravesó el pueblo a toda carrera, llegó a la bahía cercana, saltó del caballo, se introdujo en un bote, subió a bordo del Diana dando orden a toda la escuadra de que lo siguiera a la pequeña isla de Bonaire y dejando a todos sus compañeros privados del menor auxilio” Todos estos juicios concluían con una larga cita tomada de uno de los más fervientes detractores de Bolívar el alemán Ducoudray Holstein quien participó en la contienda americana y escribió un libro titulado Memoirs o Simon Bolivar , publicado en 1829 y cuyo contenido era abiertamente desafecto al Libertador. Los comentarios hechos por el propio Marx eran una calamidad para los marxistas de América Latina, ya que les dificultaba apropiarse limpiamente de un personaje sobre el cual su principal ideólogo había hecho juicios tan severos y contundentes, enajenándoles cualquier posibilidad de incorporarlo al panteón de los verdaderos revolucionarios. Incluso, para complicar aún más el asunto, había algunos latinoamericanos marxistas que secundaban fielmente las opiniones de Marx. Uno de ellos era el argentino Anibal Ponce, quien, según señala José Aricó, fue el primero en publicar la biografía de Marx en español el año 1936 en la revista Dialéctica de Buenos Aires[28]. En esa ocasión, Ponce, no solamente ratificaba la interpretación hecha por Marx en 1858 sino que le añadía juicios aún más severos. Decía Ponce que los documentos de Bolívar confirmaban ampliamente la opinión de Marx “…’ampulosa fraseología’, enciclopedista o federalista, encubriendo a duras penas un despotismo aristocrático. Desprecio de las masas populares, senado hereditario, presidente vitalicios…Cuando al final de su vida Bolívar prohibió en las cátedras de Bogotá la enseñanza de Bentham e impuso a los estudiantes la obligación de asistir uno o dos años a un curso de fundamentos y apología de la religión católica, ‘el Libertador’ no traicionaba sus convicciones más íntimas. Para asegurar ‘la tranquilidad de los pueblos’ y defenderla de los ‘sofismas de los impíos’ nada mejor sin duda que la religión unida al despotismo” [29] Gilberto Vieira si bien no hace alusión alguna a los comentarios del argentino, sí le sale al paso a la terrible disyuntiva que constituía los feroces juicios de Marx sobre el Libertador. Su respuesta fue categórica, el camarada Marx, en este tema absolutamente específico de Simón Bolívar, se había equivocado. El Marx que había escrito esas líneas “…no estaba en condiciones de juzgar acertadamente al Libertador, porque a mediados del siglo pasado en Europa se tenía el concepto más confuso y equívoco sobre el h éroe americano”. Además, argumentaba a su favor: ¡ningún marxista verdadero acudiría nunca a una simple opinión de Marx para juzgar a una personalidad histórica![30]. Quedaba así subsanado el error y recuperado Bolívar como modelo y ejemplo para los comunistas, marxistas y revolucionarios de América Latina. Las cosas no habían ocurrido como decía Marx, sino en dirección absolutamente contraria. Más adelante en la edición rusa del año 1959 de las Obras completas de Marx y Engels se hacía una
77
aclaratoria que pretendía subsanar en parte, la tendenciosa opinión de Marx, el argumento esgrimido en esta ocasión era que los errores del padre del marxismo se debían a la escasa disponibilidad de fuentes y a la parcialidad de los autores a quienes había recurrido, lo cual “…no pudo dejar de influir en la actitud de Marx hacia Bolívar”[31] Unas décadas más tarde, en la obra Bolívar: pensamiento precursor del antimperialismo, Premio Casa de las Américas 1977, el historiador y diplomático cubano, Francisco Pividal, reivindicaba el significado revolucionario del pensamiento y acción de Bolívar como propulsor de la unidad americana contra las tendencias expansionistas y hegemónicas de los Estados Unidos. Como el título lo indica, en la tradición de las luchas anticolonialistas de América, Bolívar fue el iniciador del antimperialismo. En Venezuela, luego de la obra pionera de Carlos Irazábal, se editó casi medio siglo más tarde, en 1986, un libro titulado Bolívar visto por Marxistas. La obra la preparó Jerónimo Carrera, miembro del Comité Central del Partido Comunista de Venezuela. En el prólogo, Carrera advertía que su iniciativa no debía interpretarse como un gesto con evidente dosis de intencionalidad política, sino como una obra cuyo objetivo primordial era promover el estudio y la discusión del pensamiento bolivariano en el seno de todos los movimientos de carácter revolucionario del continente [32] . Se trataba, pues, de dar a conocer una serie de textos interpretativos de las ideas y acciones de Bolívar, en su condición de "primer protagonista en las luchas revolucionarias independentistas, a comienzos del siglo XIX, y de inspirador fundamental, junto con los grandes teóricos del marxismo -leninismo, de toda lucha antimperialista surgida en suelos de América en el curso del siglo XX" [33] Recuperaba así, para los luchadores revolucionarios de Hispanoamérica, las interpretaciones que permitían invocar la palabra de Bolívar a favor de la empresa revolucionaria de sus efectivos herederos ideológicos: la izquierda marxista-leninista. Al igual que lo había hecho Vieira en Colombia, el camarada venezolano desestimaba el “lamentable y absurdo” escrito de Marx, consecuencia, sin embargo, de una explicable desinformación. Felizmente, estos desacertados juicios del economista alemán sobre el Libertador habían sido subsanados por todos aquellos marxistas que después de Marx sí supieron aquilatar el sentido revolucionario de Bolívar. En esta valoración marxista de Bolívar, según apuntaba Carrera, ha ocupado un lugar fundamental el riguroso análisis de los latinoamericanistas soviéticos quienes, armados de los principios del materialismo histórico, han evolucionado positivamente en la interpretación del papel histórico de Bolívar, dejando atrás para siempre los equívocos que cometiera el autor de El Capital. Del conjunto destaca especialmente el esfuerzo realizado por Anatoli Shulgovski, historiador soviético, profesor del Instituto de Relaciones Exteriores y quien en 1983 se desempeñaba como jefe de la Sección de Problemas Políticos y Sociales del Instituto de América Latina de la Academia de Ciencias de la URSS. En ocasión de la conmemoración del Bicentenario del Nacimiento del Libertador, el historiador soviético publicó en Moscú un artículo en el cual hacía explícita la validez y actualidad del pensamiento de Bolívar para los luchadores marxistas leninistas de América Latina [34]. La acción revolucionaria, democrática y reformadora de Bolívar constituye, según Shulgovski, una
78
valiosísima herencia espiritual para los comunistas y la colectividad progresista latinoamericana en su lucha contra el imperialismo y por el progreso social. De la obra del Libertador el historiador soviético recuperaba su lucha por la liberación política de los pueblos de América Latina, la importancia de sus reformas sociales a favor de las masas explotadas y desheredadas y su condición de fiel aliado de los luchadores por la libertad y la justicia de todas las generaciones posteriores. Su empeño por alcanzar la liberación de los esclavos y sus constantes medidas a favor de los indígenas, serían la más fehaciente demostración de ello. En su concepto, el Ejército Bolivariano fue un "ejército popular", expresión de protesta de las grandes masas que aspiraban a la justicia social y a la igualdad. Su concepción del Estado se encontraba sostenida sobre el reconocimiento del principio de la igualdad en la sociedad como prioridad absoluta. Era, pues Bolívar, desde la óptica del marxismo leninismo soviético, símbolo y guía para los revolucionarios de América Latina. Para el venezolano Jerónimo Carrera, la trascendencia política de Bolívar iba más allá de lo contemplado por el camarada soviético. Bolívar, durante gran parte de su vida fue un revolucionario que se situó siempre en posiciones de "extrema izquierda"[35]; baluarte indiscutible de las luchas de los oprimidos contra los opresores. Tal condición "izquierdista" de Bolívar la fundamenta Carrera al invocar ejemplos de su actuación pública. Desde la Sociedad Patriótica fue uno de los jóvenes que se lanzó a la calle para agitar al pueblo a favor de la plena independencia; en el terremoto de 1812 con su arenga de "si la naturaleza se opone, lucharemos contra ella" puso de manifiesto su inspiración extremista; su cabal comprensión de los principios que rigen los procesos revolucionarios quedó demostrada al decretar la guerra a muerte. Dos de sus más importantes documentos, la Carta de Jamaica y el Discurso de Angostura, constituyen lo más notable de su producción ideológica revolucionaria y la concepción bolivariana de la lucha armada, de la lucha revolucionaria en general, pasa a ser la de la lucha de masas en el sentido más amplio, "…tal como la concebimos en América Latina quienes creemos en el marxismo-leninismo como teoría revolucionaria"[36] Su vocación de unir a los pueblos de América Latina en una gran nación como piedra angular de su fortaleza frente a las agresiones foráneas, a los ojos de Carrera, era similar en muchos rasgos a la unión de pueblos que un siglo más tarde logró el partido comunista de Lenin en la Unión Soviética. Bolívar, desde la mirada del marxismo leninismo, constituye, en síntesis, una fuente de inspiración fundamental para las luchas revolucionarias hispanoamericanas. Es esta perspectiva revolucionaria, esgrimida por el marxismo leninismo, la misma que invocan quienes han pretendido en el pasado y en presente erigirse en continuadores de una gesta bolivariana de izquierda. Es esa exactamente la misma utilización que hicieron los hombres del M-19 en Colombia cuando hurtaron la espada del Libertador en abril de 1974. Según decían en su proclama, la espada de Bolívar en manos del M19, salía de las telarañas del Museo para lanzarse al “…combate del presente contra los explotadores del pueblo, contra los amos nacionales y extranjeros, contra los que deformaron las ideas del Libertador. …¡Por una Colombia socialista!. ¡Bolívar tu espada vuelve a la lucha, con el pueblo con las armas!” De la misma manera que pretende hacerlo Chávez con su verbo bolivariano cuando se levantó en armas el 4-F invocando al padre de la Patria, cuando recurrió a las palabras de Bolívar en los actos de su toma de posesión,
79
cuando al igual que los del M-19 empuñó la espada del Libertador en el Panteón Nacional en el 217 aniversario del nacimiento de Bolívar para ofrecerse como continuador de las luchas de los oprimidos y cada vez que recurre a la palabra del Libertador para mostrarse como el más fiel seguidor de su condición revolucionaria. Si desde la derecha se pretendió convertirlo en fundamento del autoritarismo, el ejercicio realizado por la izquierda nos lo ofrece como el más genuino revolucionario del continente americano. En ambos casos, tanto la derecha como la izquierda, no hacen otra cosa que violentar la unidad de su pensamiento, desconocer las condiciones variables y exigentes de su práctica política y desvirtuar su originalidad y audacia con el fin de elaborar un modelo rígido y tergiversado de sus ideas, ajeno por completo a la complejidad e ineludible historicidad de su acción política. Bolívar fue un hombre que actuó y respondió a las exigencias de su tiempo. Su mayor valor reside, precisamente, en su creatividad para enfrentar su propia circunstancia política. Pretender otorgarle a sus palabras motivaciones y contenidos ajenos a su momento histórico, extraer del conjunto los fragmentos que se adecuan a intencionalidades políticas absolutamente diferentes a las de su tiempo, constituye una práctica que no favorece en absoluto la ajustada valoración de su relevancia histórica sino que, por el contrario, se traduce en la inconducente construcción de disparates, tal como Bolívar pronosticó que ocurriría.
80
[1]
Carta de Simón Bolívar a Antonio Leocadio Guzmán, Popayán, 6 de diciembre de 1829. En Obras Completas, Tomo II, pp. 836-837. [2]
La información sobre el movimiento y los planteamientos originales del MBR-200 pueden verse en el reportaje realizado por Angela Zago y publicado bajo el título La Rebelión de los Angeles. Reportaje. Los documentos del Movimiento. Caracas, WARP ediciones, 1998 (4ta edición) [3]
Discurso en el Paseo de los Próceres, Caracas, 2 de febrero de 1999
[4]
Discurso de Toma de Posesión ante el Congreso de la República, 2 de febrero de 1999
[5]
Sobre este aspecto puede verse el artículo de Pedro Calzadilla “El olor de la pólvora. Fiestas patrias, memoria y Nación en la Venezuela guzmancista” en C.M.H.L.B. Caravelle, No. 73, Toulouse, 1999, pp. 111-130 [6]
Véase: Ramón Hurtado Sánchez. Las fiestas del primer centenario del Libertador Simón Bolívar , Caracas, Imp. Editorial, 1883. Heraclio Martín de la Guardia. El primer centenario del Libertador en Caracas, Caracas, Imp. Editorial, 1883 y Pedro Pablo Cervante. Homenaje para le centenario del Libertador que se celebra en Caracas , Caracas, Imprenta Bolívar, s.f. [7]
Laureano Vallenilla Lanz. La Rehabilitación Nacional. Campañas Políticas de El Nuevo Diario, Caracas, Litografía y Tipografía Vargas, 1926 [8]
Este argumento está desarrollado en mi artículo “ Bolivarismo y Gomecismo. La primera conmemoración de la muerte del Libertador en Europa” en Alberto Filippi (coord) Bolívar y Europa en las crónicas, el pensamiento político y la historiografía siglos XIX y XX , Caracas, Ediciones de la Presidencia de la República, y Comité Ejecutivo del Bicentenario de Simón Bolívar, 1992, Vol. II, pp. 768-782. [9]
Simón Bolívar a Antonio Leocadio Guzmán, Popayán, 6 de diciembre de 1829. En Obras Completas, Tomo II, pp. 836-837. [10]
Bernardo Jurado Toro. Bolívar el Polifacético, Caracas, Dirección de Geografía y Cartografía de las Fuerzas Armadas, 1994, p. 12 [11]
Vinicio Romero. Diccionario del pensamiento bolivariano. Ideas, frases y expresiones del Libertador. Caracas, Editorial Panapo, 1995 [12]
Véase: Octavio Arizmendi Posada y Carlos Gómez Botero. Así pensaba Bolívar. Las mejores frases del Libertador presentadas por temas. Bogotá, Planeta Colombiana, 2000, pp. 303 [13]
Declaración de Alfonso Cano, El Tiempo, Bogotá, 5 de junio del 2000
[14]
Laureano Vallenilla Lanz. "El Gendarme Necesario", en Obras Completas, Caracas, Centro de Investigaciones Históricas Universidad Santa María, 1983, p. 79. [15]
[16]
Vallenilla, Ob.Cit , p. 85 Ibidem, p. 88
[17]
Vallenilla "Los principios constitucionales del Libertador" en Obras Completas, p. 97.
[18]
Vallenilla, Ob.Cit , p. 107
[19]
Laureano Vallenilla Lanz, "Cesarismo democrático y Cesarismo teocrático" El Nuevo Diario, 4 de noviembre de 1920, en Obras Completas, p. 283. [20]
Laureano Vallenilla Lanz. "Tengo Fe" El Nuevo Diario, 21 de febrero de 1922, en Ob.cit , p. 334.
81
[21]
Silvio Villegas. No hay enemigos a la derecha (materiales para una teoría nacionalista), Manizales, Casa Editorial y Talleres Gráficos Artuto Zapata, 1937. [22]
Discurso de orden de Ezio Garibaldi, 12 de diciembre de 1930, citado por Alberto Filippi en El Libertador en la historia italiana: Ilustración, “Risorgimento”, Fascismo, , Caracas, Academia Nacional de la Historia, 1987, p. 171 [23]
Ernesto Giménez Caballero “El parangón entre Bolívar y Franco” en Bolívar regresa a España. Crónica de una jornada histórica, Madrid, 1971. [24]
Carlos Irazábal, "El 'Gendarme necesario' una tergiversación histórica", en Hacia la Democracia, Caracas, Editorial Ateneo de Caracas, 1979, pp. 156-157. [25]
Carlos Irazábal, Ob. Cit, p. 160.
[26]
Gilberto Vieira. Sobre la estela del Libertador. El criterio marxista acerca de Bolívar , Bogotá, Ediciones Sociales, s.f., pp. 12-13 [27]
Karl Marx. Simón Bolívar. Madrid, Editorial Sequitur, 2001, p. 46. Del texto de Marx se han hecho numerosas ediciones, aquí se ha utilizado una muy reciente publicada en España con comentario de José Aricó y epilogo de Marcos Roitman Rosenmann y Sara Ma rtínez Cuadrado. [28]
Introducción de José Aricó en la obra citada.
[29]
Anibal Ponce, citado por Oscar Terán en su antología de Ponce titulada Aníbal Ponce:¿el marxismo sin nación? , Buenos Aires, Cuadernos Pasado y Presente, 1983, pp. 224. [30]
Gilberto Vieira. Ob. Cit , pp. 9 y 10
[31]
José Aricó “Introducción: el Bolívar de Marx” en Karl Marx. Simón Bolívar , Madrid, 2001, p. 10
[32]
Jerónimo Carrera. Bolívar visto por Marxistas, Caracas, Editorial Carlos Aponte, 1987, p. 13
[33]
Idem.
[34]
Anatoli Shulgowski. "La lucha por los ideales avanzados y la actualidad" publicado en la revista La Economía Mundial y las Relaciones Internacionales, Moscú, 1983, pp. 102-111. Reproducido en Alberto Filippi. Bolívar y Europa en las crónicas, el pensamiento político y la historiografía. Volumen. II. Ediciones de la Presidencia de la República. Caracas, 1992, pp. 331-341. [35]
Jerónimo Carrera. "Bolívar revolucionario", Interpretaciones y ensayos marxistas acerca de Simón Bolívar , Akademie-Verlag, Berlín 1985, en Jerónimo Carrera, Bolívar visto por Marxistas, Caracas, Editorial Carlos Aponte, 1987, p. 208. [36]
Ibidem, p. 211.
82
DESNACIONALIZACIÓN 02-11-2010 15:41
LUIS UGALDE SJ
Vivimos una acelerada desnacionalización. Importamos más leche, azúcar, arroz, carne, queso, café y otros alimentos que se pueden producir aquí. Importamos como nunca productos manufacturados, ahora también para suplir a las industrias básicas estatizadas y arruinadas. Para el desastre nacional en la construcción de vivienda-hábitat el Presidente anuncia que en su gira ha comprado 20 ó 30 mil casas en Bielorrusia, en Portugal o en Irán, cuando el remedio es construir unas 120.000 nuevas por año y un plan audaz de apoyo a sus dueños en la transformación de rancho en casa, al menos 100.000 al año. Todo hecho en Venezuela y por venezolanos. Se anuncia triunfalmente la compra de decenas de tanques, aviones y misiles, se entregan a los cubanos los sistemas de identificación, de puertos y aduanas, de seguridad y de salud. A paso de vencedores-vencidos vamos desbocadamente a la desnacionalización. La producción de todos esos rubros por venezolanos daría vida y empleo directo e indirecto a más de un millón de trabajadores. Brasil es nacionalista y con sueños de expansión imperial. Por eso mismo, no estatiza ni arruina fábricas, sino que atrae capitales, tecnología y empresas, que generan en casa empleo productivo y bonanza nacional. Igual hace el nacionalismo chino, que es del siglo XXI y no del XIX como el de nuestra “revolución”. Lo peor de todo es el éxodo de cientos de miles de nuestra gente más preparada: expertos petroleros, empresarios y sus capitales, médicos y otros profesionales recién graduados, son empujados a irse, llevándose a Colombia, Panamá, Costa Rica, Canadá, Australia, USA , España, la inmensa riqueza humana e inversión que hizo Venezuela (ellos, sus familias y el presupuesto público) en formarlos. La fuga de talentos es particularmente dolorosa en un país que durante más de medio siglo desarrolló su potencial humano y se benefició con cientos de miles de trabajadores emprendedores venidos de diversas latitudes. La expulsión de venezolanos empezó con el repudio y destierro de El Libertador, luego otros presidentes (excluyentes excluidos) murieron en el exilio: Páez, Guzmán Blanco, Castro y Pérez Jiménez, pues quien no está conmigo es enemigo de la patria. Medina y Carlos Andrés Pérez pasaron su ancianidad en el destierro. Desde la primera hora perdimos figuras civiles de la talla de Andrés Bello, Luis María Baralt y José María Vargas por sólo nombrar a unos pocos, por no valorar el talento de nuestros hijos. Intolerancia lamentable en el siglo XIX, estúpida y suicida en el XXI. La riqueza de Venezuela se basa en el talento de sus gentes, no en si tenemos o no las mayores reservas petroleras del mundo. Hoy 90% del potencial talento de millones de
83
adultos permanece muerto por falta de formación y de capacitación productiva, y un alto porcentaje de los mejor formados es empujado fuera, regalo para otros países a quienes también les regalamos nuestras oportunidades y les compramos sus productos. ¡Una sustitución de importaciones a la inversa! Contra esta triste evidencia no hay argumentos. Para darle un vuelco a este absurdo es muy oportuna la reciente reflexión postelectoral de la Conferencia Episcopal Venezolana: -El proceso electoral y su resultado “es un claro indicio de su [el pueblo] anhelo de buscar soluciones a los problemas sociales por caminos de mutuo respeto, de diálogo y de solidaridad sin exclusiones.” -“De quienes han sido elegidos diputados se espera que promuevan un modelo de país que supere la polarización y el enfrentamiento. Estamos ante el reto de asumir un proyecto democrático común que favorezca una cultura política de cooperación mutua y no de eliminación del adversario”. -“La democracia se consolida en pluralidad y respeto. No se puede desmantelar la herencia acumulada a lo largo de décadas o imponer una dirección ideológica única. Un genuino humanismo debe exaltar la libertad y la responsabilidad, apoyar la pluralidad para encontrar afanosamente la verdad compartida por la mayoría”.
El futuro de nuestros éxitos nacionales pasa por reconocer a los otros, a los rivales políticos, a los trabajadores y empresarios, a los capitales productivos y por la “vuelta a la patria” de los ahuyentados. Frenar los instintos destructivos, desterrar el autoritarismo que excluye y elimina al otro y hacer alianzas entre los diversos. Artículo publicado en El Nacional del jueves 4 de noviembre de 2010
84
¿CAPITALISMO ANTIHUMANO? 04-06-2009 08:36
LUIS UGALDE SJ La economía capitalista es extraordinariamente eficaz para producir bienes en abundancia; con ella miles de millones se han liberado de la pobreza tradicional. En China y en la India, en la próxima década cientos de millones saldrán de la pobreza económica, gracias a los avances del capitalismo que aplica con éxito la tecnología a la revolución productiva. Pero la economía no es la sociedad, apenas una parte de ella, y reducir a la persona al “homo economicus” nos lleva a una humanidad profundamente enferma, aunque materialmente menos pobre. La persona humana no se reduce a un animal que produce y consume para alimentar el mercado capitalista en carrera continua. La economía capitalista utiliza el individualismo y la búsqueda del “interés propio” como una poderosa fuerza motora creativa, pero el ser humano no es puro individualismo y egoísmo, sino también solidaridad y amor. No somos sólo lobos unos contra otros, sino también hermanos unos con otros. Dos fuentes irreductibles de identidad humana, que requieren fuerza suficiente para complementarse, hacerse contrapeso y corregirse mutuamente; con uno solo de estos motores los humanos no levantamos vuelo. La economía tiene sentido como base e instrumento para la libertad y la dignidad de todos en un mundo en paz. El mercado sólo no pone la economía próspera al alcance de todos los pueblos; se requiere desarro llo espiritual, con convicciones éticas vigorosas que inspiren y modelen la conducta humana, le den valor y sentido a la vida y a la economía y desarrollen leyes e instituciones fuertes y eficaces. El capitalismo exitoso trae otros problemas: salimos de la economía ancestral con escasez, hambrunas, enfermedades, guerras y limitaciones y ahora la abundancia nos lleva a otra escasez: destrucción del medio ambiente, de las condiciones de vida para animales y vegetales, e insuficiencia de fuentes de energía y algunas materias primas. El capitalismo tiene tanta fuerza productiva que su capacidad destructiva es monstruosa e imparable por sí misma. La ley del más fuerte en la competencia trae la exclusión de los más débiles y la guerra; la exclusiva de la lógica del mercado lleva aceleradamente a la destrucción de la tierra como casa acogedora y al enfrentamiento social. Vivimos una crisis de civilización. Las empresas más exitosas planifican, calculan, hacen alianzas y fusiones… es decir, ordenan las fuerzas (no las dejan al ciego mercado) para sus fines. En tiempo de crisis hasta los más liberales piden la intervención del Estado y de las leyes. La vida digna requiere defender la tierra como hábitat adecuado, el diálogo y convivencia entre pueblos, razas, culturas diversas que se reconocen y aprecian. No sólo se requieren estados nacionales, sino autoridad, instituciones y ciudadanía mundiales, cuyo objetivo es que a todos lleguen aquellos bienes y posibilidades humanas que hoy son técnicamente alcanzables, pero no asequibles con sólo el interés económico sin el humanismo solidario. El capitalismo es unilateral, antihumano y destructivo, si no va acompañado del otro principio de la dignidad humana, del amor y de la solidaridad; pero es una necesidad y
85
bendición si el interés propio y las fuerzas del mercado son orientadas por leyes e instituciones hacia un nuevo humanismo, que afirma la dignidad y ofrece oportunidades para la creatividad de todos. No hay ley económica, ni marxista, ni capitalista, que pueda evitar el desastre, sino la conciencia humana con sus valores, de amor y solidaridad, y del instinto de conservación inteligente, que ordenan la economía como parte de una civilización para la vida humana global y personal. Cuanto más exitoso el capitalismo, más eficaz la destrucción de las formas tradicionales de solidaridad, de religión, de ética, de expresiones no económicas de la vida y de la dignidad humanas. No se puede esperar del capitalismo económico que las reponga con nuevas formas de espiritualidad, de solidaridad y de sentido trascendente de la vida; éstas tienen otras raíces no económicas y hay que cultivarlas para que crezcan vigorosas y se expresen en relaciones sociales, instituciones, prácticas sociales, organizaciones y leyes no reducibles a la economía y con una lógica distinta y complementaria a la del mercado.
Artículo elaborado por el Rector de la UCAB, Luis Ugalde SJ y publicado en el diario El Nacional, el 4 de junio de 2009
86
CONTRA LA TOLERANCIA 16-11-2010 16:50
Luis Ugalde Hasta hace pocos años la tolerancia me parecía maravillosa, su expansión derrotaría la barbarie que excluye al otro, a causa de su distinta raza, religión, nación, sexo, pertenencia tribal, entre otros. Sólo nosotros somos hombres; a los otros, luego de vencerlos, les toleramos la vida y los podremos esclavizar o utilizarlos como instrumentos. Esto ocurría en toda la geografía humana, en Europa, en Asia o en las tribus del Amazonas y los altiplanos de América. El “Edicto de Nantes” de 1598 fue una ley de tolerancia muy celebrada, porque antes de él en Francia sólo los católicos tenían plenos derechos. Así era en España, mientras que en reinos luteranos, anglicanos o calvinistas lo normal era la intolerancia contra los católicos. Viniendo de la barbarie excluyente, la tolerancia fue un enorme avance. Pero en estos tiempos me parece insuficiente y necesaria su superación con la afirmación del otro en su identidad y dignidad propias y no porque yo le “perdone la vida” pudiendo quitársela. No es que ya la tolerancia sea una batalla ganada en este mundo todavía con estados confesionales de fundamentalismos religiosos excluyentes, de racismos, de odios tribales y otras mil formas de negación de la identidad y dignidad del otro, pero la palabra tolerancia tiene un tono de permisión de algo que no está bien, de algo desagradable, pero que lo aguantamos: toleramos el calor o el frío que nos molesta, o el ruido de los vecinos. Por ejemplo, en una España de sólo católicos, era un avance la admisión de judíos, musulmanes y protestantes como extraños y no deseados, pero sí tolerados de manera condicional y con restricciones. En otras sociedades eran reducidos a guetos. Los límites de la tolerancia quedan en evidencia con la resistencia a la elección de un presidente católico en los EEUU, o de un primer ministro de esa religión en Gran Bretaña o en Rusia. La afirmación del otro no es tolerancia, sino reconocerlo en su propia identidad y dignidad. No “sólo nosotros somos hombres”, sino que la humanidad es un mosaico diverso y rico en su variedad de dignidades fundamentales. Negar una parte es negarla entera. Venezuela en el siglo XX llegó a ser un país tolerante y acogedor, santuario de refugio para mucha gente que huía de persecuciones, y tierra de promisión con libertad y oportunidades de vida sin tener que renunciar a su identidad. Por eso hoy es lamentable, inaceptable e inconstitucional, aquella tolerancia de perdonavidas que lleva a un presidente a amenazar a un empresario exigiéndole un comportamiento servil, pues de lo contrario “vas a perder el chivo y el mecate”. Lenguaje de secuestrador armado que pone contra la pared al asaltado: si te quedas quieto y te dejas robar, saldrás con vida. Tu vida y tus bienes dependen de mi benevolencia, te tolero si te portas a mi gusto y no me molestas. Nuestra Constitución no acepta este tipo de tolerancia, sino que reconoce y afirma la dignidad y derechos iguales del presidente y del empresario. Según ella, el Estado reconoce “la preeminencia de los derechos humanos, la ética y el pluralismo político” y “tiene como fines esenciales la defensa y el desarrollo de la persona y el respeto de su dignidad” (art. 2 y 3).
87
El reconocimiento del otro, del distinto a nosotros, en su dignidad fundamental es un magnífico don espiritual, clave para la convivencia humana más constructiva. Don frágil y amenazado. Basta mirar la historia de la intolerancia cristiana tan contraria a su fundador. No queremos juzgar con criterios de hoy conductas de ayer, sino seguir hoy a Jesús y no a los que ayer persiguieron en su nombre. Él recibía por igual al samaritano, al judío y al gentil, al leproso, a la mujer, al pobre y al fariseo. La radicalidad del amor de Dios sólo se hace real cuando -más allá de toda tolerancia- afirma al otro en su identidad. Es doloroso ver aquí a luchadores humanistas de ayer convertidos en perseguidores que desde el poder condenan al otro a la sumisión, exilio o cárcel; luchadores contra toda forma de dominación, transformados en discriminadores y perseguidores de los que no ostentan su color. Sigue siendo importante la tolerancia, pero muy por debajo de la Constitución y de la afirmación espiritual del otro en su identidad y dignidad sin rebajas. Artículo publicado en El Nacional del jueves 17 de noviembre de 2010
88
ANEXOS
89
Tomas del Poder A continuación se presentan, en forma resumida, las formas en que cada uno de los Presidentes de Venezuela llegó al poder, las fue por elecciones, se muestra la fecha y los resultados. Io es de alguna otra forma, se describen brevemente los hechos.
Páez, José Antonio: 25/11/1829 - Es nombrado Jefe Supremo de la República al declararse ésta independiente de Colombia
13/1/1830 - Convocatoria a elecciones para el Congreso constituyente. 24/3/1831- Elecciones en el congreso. Resultados: Páez 136 86,1% Otros 22
13,9%
Total 158
José Antonio Páez es elegido en la primera vuelta (más del 75% de Los votos).
Vargas, José María: 6/2/1835 - Elecciones en el congreso. Resultados
Vargas
103 51,0%
Soublette 45
22,5%
Mariño
13,4%
27
Urbaneja 10
3,1%
Salom
10
3,1%
Gómez
5
1,6%
90
Narvarte 1
0,3%
Heres
1
0,3%
Total
319
Como nadie obtiene el necesario 75% se realiza una segunda vuelta:
Vargas
26
45,6%
Soublette 16
28,1%
Mariño
15
26,3%
Total
57
Tercera vuelta: Vargas
35
61,4%
Soublette 22
38,6%
Total
57
Cuarta vuelta: Vargas 43 Total
100,0%
43
Andrés Narvarte, Gral. José Ma. Carreño y Gral. Carlos Soublette: 14/4/1836- Vargas renuncia definitivamente. El vicepresidente Narvarte ocupa e l cargo. 20/1/1836- El General Carreño se encarga de la presidencia.
91
20/5/1836- El General Carlos Soublette, como vicepresidente en turno, se encarga de la presidencia y termina el período.
Páez, José Antonio: 1/2/1839- Elecciones en el congreso. Resultados
Páez
212
95,5%
Otros
10
4,5%
Total
222
Soublette, Carlos: 26/1/1843- Elecciones en el congreso. Soublette obtiene una mayoría "superior a Las dos terceras partes que requiere el artículo 105 de la Constitución, y en consecuencia se ha declarado que está constitucionalmente elegido Presidente de la República en el presente período".
Monagas, José Tadeo: 23/1/1847 - Elecciones en el congreso. Resultados
Monagas
J.
T. Salom Guzmán
A.
L. Blanco Monagas
J.
107 33,5%
97
30,4%
57
17,1%
46
14,4%
6
1,9%
92
G. Páez
2
0,6%
Tovar M. F.
2
0,6%
Michelena
1
0,3%
Mariño
1
0,3%
Total
319
José Tadeo Monagas es elegido presidente.
Monagas, José Gregorio: ?/?/1850 - Elecciones en el congreso. Resultados
Monagas,
José
203
63,2%
64
19,9%
Rondón, Estanislao
30
9,3%
Ruiz, José Angel
20
6,2%
Toro, Fermín
2
0,6%
Vargas, José María
1
0,3%
Narvarte, Andrés
1
0,3%
Gregorio Guzmán,
Antonio
Leocadio
Total
312
José Gregorio Monagas es elegido presidente.
Monagas, José Tadeo:
93
20/2/1855- Elecciones en el congreso. Resultados
José Tadeo Monagas 397 99,7% Fermín Toro
1
Total
398
0,3%
José Tadeo Monagas es elegido presidente por segunda vez.
Castro, Julián: 6/3/1857- El Concejo Municipal del Cantón de Valencia se reúne en cabildo abierto y proclama la convocatoria de una Convención de Diputados para replantear el estado. Nombra al General Julián Castro (hasta ese momento gobernador de Carabobo) encargado de la organización provisional de la República.
10/3/1857- Se publica una proclama de "Julián Castro, Jefe del Ejército Libertador..." 14/3/1857- El Ejército Libertador, con 5.000 hombres, llega a La Victoria. 15/3/1857- El Presidente J. T. Monagas renuncia 18/3/1857- Castro y su ejército llegan a Caracas. 9/7/1858- La Convención de Valencia elige a Castro como Presidente Provisional. Julián Castro
92
86,0%
Pedro Gual
10
9,3%
Manuel Felipe Tovar 3
2,8%
Fermín Toro
2
1,9%
Total
108
4/1/1859- La Convención de Valencia nombra a Castro Presidente interino hasta que se realicen elecciones.
94
Tovar, Manuel Felipe: 20/2/1859- Comienza la guerra federal. 7/6/1859- Castro deja encargado al vicepresidente Tovar de la presidencia. 21/6/1859- Castro regresa y nombra un gabinete liberal. 1/8/1859- Los conservadores al ver el cambio de Castro lo derrocan con la sublevación del Comandante de Armas Manuel Vicente de las Casas, el Gobernador de Caracas Nicomedes Zuluaga y otras personalidades.
2/8/1859- Castro es destituido, enjuiciado por traición y expulsado del país. Pedro Gual es designado presidente por la ausencia de Tovar.
29/9/1859- Manuel Felipe Tovar se encarga de la presidencia. 10/4/1860- Elecciones nacionales, en medio de la guerra se hacen las primeras elecciones directas y secretas del país, en la que votan todos los venezolanos mayores de 20 años, así como aquellos que estén casados: Presidente Manuel
Felipe
Tovar Pedro Gual José
Antonio
Páez Total
35.010 87,2%
4.389
10,9%
746
1,9%
40.145
Vicepresidente Pedro Gual José
26.269 70,2%
Aniceto
Serrano Manuel Tovar Total
Felipe
8.275
22,1%
2.850
7,6%
37.394
Manuel Felipe Tovar es elegido presidente y Pedro Gual vicepresidente.
95
Páez, José Antonio: 20/5/1861- Renuncia Tovar, lo sustituye temporalmente Pedro Gua l. 5/9/1861- José Antonio Páez asume la presidencia como Jefe Supremo Civil y Militar de Venezuela.
Falcón, J uan Crisóstomo: 15 al 17/6/1863- Se convoca una Asamblea de Plenipotenciarios en La Victoria entre los representantes de Páez, Presidente de la República, y Falcón, Jefe Supremo de la Revolución Federal, donde se acuerda la salida de Páez y el nombramiento de Falcón como Presidente Provisional de la República.
24/12/1863- Elegido Presidente Provisional por la Asamblea Federal, asume el poder el 21/1/1864.
18/3/1865- Elegido Presidente Constitucional por el Congreso.
Monagas, José Ruperto: 20/5/1868- Se alza José Tadeo Monagas en Barcelona contra el gobierno de Falcón. 25/6/1868- José Tadeo Monagas toma Caracas. Guillermo Tell Villegas es nombrado Jefe del Ejecutivo mientras los Estados Federales eligen a Monagas, pero éste muere el 18/11/1868.
1/8/1869- José Ruperto Monagas, hijo de José Tadeo asume la presidencia. Apenas posesionados se alza Domingo Monagas, hijo de José Gregorio, quién también aspiraba a la presidencia.
Guzmán Blanco, Anton io: 14/2/1870- Guzmán invade por Curamichate iniciando la "Revolución Liberal". 27/4/1870- Guzmán toma Caracas y asume el poder. Es nombrado Presidente Provisional.
Guzmán Blanco, Anton io: 1/10/1872- Elecciones:
96
Guzmán Blanco, A.
239.961 100,0%
Otros (4)
9
Total
239.970
0,0%
20/2/1873- Guzmán Presidente Constitucional.
Linares Alcántara, Francisco: 2/3/1877- El Congreso elige a Linares luego de un pacto con el otro candidato Gral. Hermenegildo G. Zavarce de mútuo apoyo en caso de que el otro sea elegido.
2/3/1873- Linares es juramentado como Presidente Constitucional.
Guzmán Blanco, Anton io: 30/9/1878- Linares muere en La Guaira de una afección pulmonar. 30/9/1878- Queda encargado del poder el Presidente de la Alta Corte Federal, Jacinto Gutiérrez. Una Asamblea Constituyente nombra encargado a José Gregorio Valero. Gregorio Cedeño, Presidente de Carabobo se levanta en armas al mando de la "Revolución Reivindicadora", la cual toma el poder y nombra a Guzmán Dictador Supremo de la República (Guzmán se hallaba en París).
25/2/1879- Guzmán llega de París y se encarga del gobierno con poderes dictatoriales.
Guzmán Blanco, Anton io: 27/4/1880- Congreso de Plenipotenciarios de los 20 estados que formaban la República. El número de estados se reduce a siete. Un senador dos diputados por cada estado elegirán al Presidente de la República.
12/5/1880- Guzmán es elegido Presidente por unanimidad.
Guzmán Blanco, Anton io: ?/?/1882- Presidente Constitucional.
97
Crespo, Joaquín: 14/4/1884- El Gral. Crespo es elegido Presidente Constitucional por el Consejo Federal. 27/4/1884- Joaquín Crespo Presidente Constitucional.
Guzmán Blanco, Anton io: 26/4/1886- Guzmán, viviendo en París, es elegido nuevamente Presidente Constitucional por el Consejo Federal, previa aclamación popular. Al aceptar le pide al Congreso que nombre a Crespo presidente encargado hasta su regreso.
27/8/1886- Guzmán llega al país. 15/9/1886- Se encarga de la presidencia. ?/8/1887- Deja la presidencia en manos del Gral. Hermógenes L ópez y se va a París.
Rojas Paúl, Juan Pablo: 2/7/1888- El Gral. Rojas Paúl es elegido Presidente Constitucional por el Consejo Federal. 5/7/1888- Rojas Paúl asume la Presidencia.
Andueza Palacios, Raimu ndo: 7/3/1890- Es elegido Presidente Constitucional por el Consejo Federal. 20/3/1890- Andueza toma posesión.
Crespo, Joaquín: 20/2/1892- El período de Andueza termina pero él no entrega en un intento de prolongar el período por dos años más.
20/2/1892- Crespo se manifiesta contra Andueza y se levanta en armas (Revolución Legalista).
17/6/1892- Andueza es obligado a renunciar y se encarga de la presidencia Guillermo Tell Villegas, que era el Presidente del Consejo Federal.
31/8/1892- Villegas deja encargado a su sobrino Guillermo Tell Villegas Pulido.
98
7/10/1892- Crespo entra a Caracas y ocupa la Jefatura del Poder Ejecutivo. Se convoca a elecciones para una Asamblea Constituyente que lo designa Presidente Provisional.
21/6/1893- Nueva Constitución que restablece el voto directo y secreto y el período presidencial de cuatro años.
?/2/1894- Elecciones: Crespo, Joaquín Hernández,
349.447 ?
José
Manuel (El Mocho) Total
?
?
?
14/3/1894- Crespo juramentado como Presidente Con stitucional.
Andrad e, Ignac io: 1/9/1897- Elecciones, se presentan 27 candidatos, 20 genera les y 7 civiles. Andrade, Ignacio 406.610 99,3% El
Mocho
2.203
0,5%
Rójas Paul
200
0,0%
Guzmán Blanco
152
0,0%
Hernández
Arismendi, Pedro 47
0,0%
Rodríguez, Víctor 37
0,0%
Velutini, José A.
11
0,0%
?
8
0,0%
?
6
0,0%
5
0,0%
Dos con
candidatos
99
Dos
candidatos
con Once candidatos con Total
4
0,0%
1
0,0%
409.303
20/2/1898- Andrade asume la presidencia
Castro, Cipriano: 23/5/1899- El general Cipriano Castro cruza el río Táchira al mando de la "Revolución Liberal Restauradora".
12/9/1899- Triunfa con 2.000 hombres en la batalla de Tocuyito, contra el ejército del gobierno con 5.000.
19/10/1899- El Presidente Andrade sale de Caracas, se encarga el General Víctor Rodríguez.
23/10/1899- Castro recibe el poder de manos del General Rodríguez. ?/3/1901- Se modifica la constitución por parte de una Asamblea Nacional Constituyente. El presidente será elegido por los Concejos Municipales. Castro es elegido Presidente por unanimidad.
?/?/1904- Se modifica de nuevo la constitución y Castro es nuevamente elegido para presidente.
Gómez, Juan Vicente: 24/11/1908- El general Castro sale del país con destino a Europa, dejando encargado al Vicepresidente, General Juan Vicente Gómez.
19/12/1908- Encargado como Vicepresidente de la República. 11/8/1909- Presidente Provisional, nombrado por el Congreso. 5/8/1913- José Gil Fortoul queda encargado de la Presidencia. Gómez se retira a Maracay.
19/4/1914- Congreso de Plenipotenciarios redacta un Estatuto Constitucional Provisorio y nombra Presidente Provisional al Dr. Victorino Márquez Bustillos.
100
?/?/1915- El Congreso elige al General Gómez como Presidente, pero éste se queda en Maracay, mientras en Márquez Bustillos continua encargado. Gómez es Presidente Electo y Comandante en Jefe del Ejército.
?/?/1922- El Congreso elige de nuevo al Gral. Gómez, quién esta vez sí ejerce oficialmente el cargo.
?/?/1929- Es nombrado presidente el Dr. Juan Bautista Pérez. 13/7/1931- El Gral. Gómez asume nuevamente la Presidencia.
López Cont reras, Eleazar: 18/12/1935- A la muerte de Gómez, ocurrida el día antes, el Gral. López Contreras, Ministro de Guerra, asume como Presidente Encargado.
31/12/1935- El Congreso nombra a López Contreras Presidente Constitucional para terminar el período de Gómez (19/4/1936).
30/6/1936- El Congreso elige nuevamente a López Contreras para el siguiente período constitucional.
Medina Angarita, Isaías: 28/4/1941- Elecciones en el Congreso Nacional para determinar el próximo presidente: Medina A., Isaías
120
Gallegos, Rómulo 13 Escalante,
87,6% 9,5%
2
1,5%
1
0,7%
Izquierdo, José
1
0,7%
Total
137
Diógenes Pietri,
Luis
Gerónimo
5/5/1941- El General Isaías Medina asume la Presidencia de la República.
101
Betancour t, Rómulo: 18/10/1945- Un Golpe de Estado derroca al Presidente Medina, Rómulo Betancourt es nombrado Presidente de la Junta Revolucionaria de Gobierno.
Gallegos, Rómulo: 14/12/1947- Elecciones directas y secretas nuevamente: Gallegos,
871.752
53,8%
Caldera, Rafael 267.204
16,5%
Rómulo
Machado, Gustavo ¿Otros?, ¿nulos? Total
36.584
2,3%
446.067
27,5%
1.621.607
15/2/1948- Rómulo Gallegos toma posesión como Presidente Constitucional.
Delgado Chalbaud, Carlos: 24/11/1948- Escasos nueve meses después del inicio del gobierno de Gallegos, los militares dan un Golpe de Estado e instauran una Junta Militar de Gobierno, presidida por el Tte. Coronel Carlos Delgado Chalbaud y constituida, además, por los también Tte. Coronel Marcos Pérez Jiménez y Luis Felipe Llovera Páez.
Suárez Flameric h, Germán: 13/11/1950- Carlos Delgado Chalbaud es secuestrado y asesinado. A raíz de su desaparición se nombra presidente de la junta a Germán Suárez Flamerich, mientras la junta pasa a llamarse Junta de Gobierno de los Estados Unidos de Venezuela.
102
Pérez Jiménez, Marcos: 30/11/1952- Elecciones para el nombramiento de una Asamblea Constituyente. Los tres partidos políticos más importantes que se presentan son: Copei, FEI (apoyado por la Junta de Gobierno) y URD (apoyado por AD y el Partido Comunista que habían sido ilegalizados). Al suspenderse la publicación de los resultados, se sospecha un fraude electoral, por lo que renuncian los miembros del Consejo Supremo Electoral.
Los resultados de las elecciones, según el gobierno son: Partido Partido
Diputados Diputados Porc. Porc.
FEI
60
58,3%
URD
29
28,2%
COPEI
14
13,6%
Total
103
Los resultados, según la oposición opo sición son: Partido Partido
Diputados Diputados Porc. Porc.
URD
67
65,0%
COPEI
19
18,4%
FEI
17
16,5%
Total
103
2/12/1952- Marcos Pérez Jiménez asume la Presidencia Provisional. 17/4/1958-
La Constitucional.
Asamblea
Constituyente
nombra
a
Pérez
Jiménez
Presidente
103
Larrazábal, Wolfg Wolfgang: ang: 15/12/1957- El Gobierno convoca a un Plebiscito para decidir la reelección de Pérez Jiménez. El plebiscito aprueba la reelección por cinco años más, en medio de denuncias de fraude.
23/1/1958- Luego de varias insurrecciones civiles y militares es derrocado el gobierno de Pérez Jiménez. El Contralmirante Larrazábal es nombrado Presidente de la Junta de Gobierno, formada ademas por Eugenio Mendoza y Blas Lamberti. Estos renuncian al poco tiempo, siendo sustituidos por Arturo Sosa y Edgard Sanabria.
14/11/1958- Larrazábal renuncia para ser candidato en las elecciones y Edgard Sanabria queda como Presidente Provisional.
Betancour Betancour t, Rómulo: 7/12/1958- Elecciones generales: Betancourt,
1.28 1.284. 4.09 092 2
Rómulo Larrazábal,
903.498
Wolfgang Caldera, Rafael
425.262
Total
13/2/1959- Rómulo Betancourt Presidente Constitucional.
Leoni, Raúl: 1/12/1963- Elecciones generales: Leoni, Raúl
957.574
30,8%
Caldera, Rafael
589.177
19,0%
Otros Otros
1.109.75 1.109.757 7 35,7%
Nulos abstensiones
y
451.055
14,5%
104
Total Total
3.107.563 3.107 .563
11/3/1964- Raúl Leoni Presidente Constitucional.
Caldera, Rafael: 1/12/1968- Elecciones generales: Caldera, Rafael
1.082.941 1.082 .941 29,13 29,13% %
Barrios, Barrios, Gonzalo Gonzalo
1.050.714 1.050 .714 28,24 28,24% %
Burelli,
Miguel
Angel Prieto,
Luis
Beltrán Hernández, Alejandro Borregales, Germán Total Total (Válidos) (Válidos)
826.730
22,22%
719.576
19,34%
27.161
0,73%
12.650
0,34%
3.107.563 3.107 .563
11/3/1969- Rafael Caldera Presidente Constitucional.
Pérez, Pérez, Carlos Carlos Andrés: 9/12/1973- Elecciones generales: Pérez,
Carlos
Andrés Fernández, Lorenzo Paz Jesús
Galarraga,
2.130.743 2.130 .743 48,7 48,70% 0%
1.598.720 1.598 .720 36,7 36,74% 4%
221.489
5,09%
105
Rangel,
José
183.196
4,21%
Villalba, Jóvito
132.720
3,05%
Otros
93.121
2,14%
Total (Válidos)
4.351.444
Vicente
12/3/1974- Carlos Andrés Pérez Presidente Constitucional.
Herrera Campins, Luis: 3/12/1978- Elecciones generales: Herrera C., Luis Piñerúa O., Luis
2.487.318 46,7% 2.399.577
Otros
437.839
Total (Válidos)
5.324.734
45,1% 8,2%
12/3/1979- Luis Herrera Presidente Constitucional.
Lusinchi, J aime: 4/12/1983- Elecciones generales: Lusinchi, Jaime Caldera, Rafael
3.775.341 57% 2.298.176
35%
Petkoff, Teodoro 277.498
4%
Rangel, José V.
221.918
3%
Otros
65.948
1%
Total (Válidos)
6.594.811
2/2/1984- Jaime Lusinchi Presidente Constitucional.
106
Pérez, Carlos Andrés: 4/12/1988- Elecciones generales: Pérez,
Carlos
Andrés Fernández,
3.869.733 52,9%
2.955.335 40,4%
Eduardo
Petkoff, Teodoro 197.510 Otros
(21
candidatos) Total (Válidos)
292.607
2,7%
4,0%
7.315.186
2/2/1989- Carlos Andrés Pérez Presidente Constitucional por segunda vez.
Velásquez, Ramón J.: 11/3/1992- El Fiscal General de la República, Ramón Escobar Salom, presenta ante la Corte Suprema de Justicia una acusación formal contra el Presidente Pérez y dos de sus ministros por malversación y peculado.
20/5/1992- La Corte Suprema de Justicia encuentra que hay mérito suficiente para acusar al Presidente Pérez.
21/5/1992- El Congreso de la República autoriza el enjuiciamiento de Carlos Andrés Pérez y lo suspende de sus funciones. Se nombra a Octavio Lepage (para ese momento Presidente del Congreso) Presidente Encargado.
15/6/1992- El Congreso elige a Ramón J. Velásquez, Presidente Constitucional. 31/8/1993- Se declara la ausencia absoluta del Presidente suspendido, Carlos Andrés Pérez y se ratifica Ramón J. Velásquez para terminar el período constitucional.
Caldera, Rafael: 5/12/1993- Elecciones generales:
107
Caldera, Rafael
?
30,26%
Fermín, Claudio
?
24,22%
?
23,47%
Velásquez, Andrés ?
20,80%
Alvarez
Paz,
Oswaldo
Total (Válidos)
?
2/2/1994- Rafael Caldera Presidente Constitucional por segunda vez.
Chávez Frías, Hugo Rafael: 6/12/1998- Elecciones generales: Chávez, Hugo Salas
3.673.685 R.,
Henrique
56,20%
2.613.161 39,97%
Sáez, Irene
184.568
2,82%
Alfaro U, Luis
27.586
0,42%
19.629
0,30%
7.275
0,11%
2.919
0,04%
2.901
0,04%
2.424
0,04%
1.900
0,03%
Rodríguez, Miguel Ramos, Alfredo Muñoz
L.,
Radamés Sujo, Rafo Peña Alejandro
E.
Tanzi, Doménico
108
Quintana, Ignacio Abstenciones Nulos Total Válidos
1.256
0,02%
3.971.239 36,24% 450.987
6,45%
6.537.304 93,55%
2/2/1999- Hugo Chávez Frías Presidente Constitucional.
109