Signos yp yparábolas pa para contemplar la histori historia a
te n L
Vi
W
1 i f s
t FI j VV
Colección «EL POZO DE SIQUEM» 55
Benjamín González Buelta, SJ
Colección «EL POZO DE SIQUEM» 55
Benjamín González Buelta, SJ
Benjamín González Buelta, SJ
SIGNOS Y PARÁBOLAS PARA CONTEMPLAR LA HISTORIA Más allá de las utopías
Editorial SAL TERRAE Santander
© 1992 by Editorial Sal Terrae Guevara, 20 39001 Santander Con las debidas licencias Im preso en España. Prin ted in Spah
ISBN: 84-293-1066-5 Dep. Legal: BI: 898-92 Fotocomposición: Didot, S.A. - Bilbao Impresión y encuadernación: Grafo, S.A. - Bilbao
Indice ...........................................................................
7
1. Liberar la mirada cautiva ...........................................
9
2. Corazón petrificado y cegueras de la historia ....
17
3. Jesús, «parábola de Dios» .........................................
33
4. Moisés: encuentro en la periferia con el Señor de la historia .........................................
51
5. Los signos no bajan del cielo; nacen de la periferia
61
6. Las parábolas: aroma y color del Reino
...............
73
7. La conversión al Reino: de la soledad oprimida a la comunidad en fiesta ............................................
85
8. El misterio del Reino: confianza en la fuerza que asoma en lo pequeño ..........................................
95
9. Lo nuevo del Reino: vigilancia para discernirlo y acogerlo
....................
101
10. La creatividad del Reino: inventar caminos para lo nunca visto
....................
109
11. La conflictividad del Reino: vivir el conflicto creando vida nueva ....................
119
In troducción
6
SIGNOS Y PARÁBOLAS PARA CONTEMPLAR LA HISTORIA
6
SIGNOS Y PARÁBOLAS PARA CONTEMPLAR LA HISTORIA
12. El juicio del Reino: la confrontación con los últimos como norma definitiva ................................
131
13. La celebración del Reino: los cantos de la fiesta final en medio de la dureza del camino ............... 139 14. La oración del Reino: el Padre de bondad en el centro de toda situación .................................. 15. Rasgos de la experiencia contemplativa de la historia ..................................................................
149 157
Introducción
Un cierto desaliento paraliza hoy a muchos cristianos comprometidos con los empobrecidos. Se extiende un discurso que ha decretado el fin de las grandes utopías sociales. Esta afirmación se alimenta desde situaciones sociales y personales diferentes: la experiencia del hun dimiento progresivo en la miseria de las periferias del mundo que padecen las políticas económicas neolibe rales; el desencanto postmodemo frente a las utopías; la caída de modelos concretos de socialismo en grandes y pequeñas naciones; los procesos personales de desgaste ante el desafío tan largo y duro de comprometer la vida con los empobrecidos... En esta situación es más necesario que nunca poner nítidamente el fundamento de la opción preferencial por los pobres en la roca firme que es Jesús de Nazaret. Jesús, en su encamación, bajó antes que nosotros a las periferias marginadas y contempló la historia desde el revés del mundo. Allí descubrió vida sorprendente que brotaba desde los descalificados y anunció la irrup ción del Reino de Dios. Desde su reducida geografía de pobre galileo, él es la palabra definitiva de Dios para todos los tiempos y lugares. Más allá de grandes utopías o pequeños proyectos que aparecen y desaparecen con sus luces y sombras relativas, nos queda Jesús, el servidor de la utopía que atraviesa la historia. «Más allá de las utopías», no se abre el vacío estéril de una esperanza agotada, sino la dimensión más profunda de lo real, donde podemos encontramos con el Señor de la historia comprometido 8
SIGNOS Y PARÁBOLAS PARA CONTEM PLAR LA HISTORIA
8
SIGNOS Y PARÁBOLAS PARA CONTEM PLAR LA HISTORIA
con nosotros. Desde esta experiencia, es posible encon trar la consistencia personal necesaria para discernir y rehacer constantemente nuestras utopías al confrontarlas con la utopía de Jesús, y recibir el aliento de su Espíri tu, que no nos deja estancarnos en ninguna situación cerrada. La vida de Jesús está llena de signos y parábolas nacidos en medio de su compromiso por el Reino, sa cados de situaciones remansadas en su espíritu contem plativo, que percibió, vivió y formuló de manera única el dinamismo último de la realidad como don del Padre de la vida. Acercamos a los signos y parábolas de Jesús y, sobre todo, a su persona como «parábola de Dios», nos puede ayudar a percibir hoy, en nuestras situaciones difíciles, signos parecidos a los suyos, y a formular en el lenguaje simbólico de comparaciones y parábolas la vida sorprendente del Reino que crece en medio de nosotros. La contemplación es una actividad de toda la per sona. Ser contemplativo es una manera de existir que impregna todos los instantes. Contemplar la historia es acercarse con respeto a toda la realidad sin excluir ab solutamente a nadie. Contemplar es una experiencia de totalidad que descubre la dimensión mística como la última verdad de lo real, para comprometer con ella toda la persona. En estas páginas sólo pretendemos apuntar en esa dirección, recogiendo algo de la sabiduría contemplativa que viven nuestras comunidades marginadas. Sin duda que se encontrarán con otras experiencias más honda mente vividas y mejor formuladas. Por esta posibilidad de encuentro y diálogo, gracias.
Liberar la mirada cautiva «Por más que miran, no ven, por más que oyen, no entienden» (Me 8,12)
1. Ver la realidad desde el ojo del amo De muchas maneras tratan de adueñarse de nuestra mi rada, para que veamos la realidad con los ojos de los que dominan la sociedad. Si lo logran, se han adueñado en gran parte de nuestra vida. Una mirada cautiva es una persona esclava. Si la realidad se nos presenta atrac tiva, la acogemos; si la percibimos amenazante, levan tamos nuestras defensas. Hoy se lucha con imágenes, como en otros tiempos con espadas o con balas. En el ranchito miserable de un barrio marginado latinoamericano se apretujan la familia numerosa y los niños de los vecinos sentados sobre el suelo de tierra, «adivinando» imágenes defectuosas en un televisor de segunda mano. El abismo inmenso que separa los países del Norte y del Sur, las clases ricas y las pobres, no es fácilmente atravesado por alimentos y medicinas, pero sí es asaltado por imágenes que van adentrándose en la intimidad de los más pobres de este mundo, creando en ellos una identidad llena de confusión entre la pantalla de un inun do deslumbrante y su realidad demoledora. 10
SIGNOS Y PARÁBOLAS PARA CONTEMPLAR LA HISTORIA
10
SIGNOS Y PARÁBOLAS PARA CONTEMPLAR LA HISTORIA
Los comunicadores, con toda la seducción de co lores y modelos, intentan impactarnos, convertimos en mendigos de sus imágenes y, consiguientemente, en clientes de sus productos, seguidores de sus ideas y fanáticos de su espectáculo. Los creadores de imágenes, en esta cultura con sumista y superficial, hacen sus grandes negocios tra bajando las fachadas de las personas. Se remodela un rostro ante un nuevo trabajo, como se remodela un local para un nuevo negocio. El espejo de gimnasios públicos y de baños privados se ha convertido en el confesor exigente de esta nueva religión de la apariencia, escucha las confidencias angustiadas de arrugas y grasas, de excesos alimenticios, e impone severas penitencias die téticas y contorsiones corporales. La mirada se concentra en la cáscara, en la apariencia. Las personas tienen que amoldarse, y en gran parte reducirse, al personaje que deben representar en sus funciones sociales. La publicidad astuta se infiltra como un ladrón en la intimidad de un hogar y asalta a un espectador in defenso, derrumbado en su asiento al final de un día de tensiones y competencia. Le roba su cuenta bancaria y le va minando su identidad, convirtiéndolo en un «con sumidor transnacional». Los expertos del espectáculo, con rayos láser y decibelios calculados, pretenden convertimos en adictos de sus artistas, personajes que en gran parte son ficción de la técnica y la fantasía. Tienden a eternizarlos con la repetición obsesiva de «videoclips» y vallas publi citarias. Las grandes agencias informativas tratan de hacer nos ver nuestra propia realidad más cercana, desde sus lejanas conveniencias políticas y cuentas bancarias. Fil LIBERAR LA MIRADA CAUTIVA
LIBERAR LA MIRADA CAUTIVA
tran, maquillan, secuestran y deciden si una noticia debe nacer o morir, y la bautizan con el nombre de sus in tereses. Esta cultura de la imagen, elaborada en los centros del mundo, está movida por poderosos intereses de todo tipo. Dentro del neoliberalismo moderno, en una socie dad de consumo, llega hasta el más humilde de nuestros ranchos, hasta el ojo más simple e indefenso, y nos va robando nuestra identidad más profunda, pretendiendo que veamos la realidad desde el ojo de sus camarógrafos. Esta «cultura adveniente» pretende invadimos a todos.
2. Nuestra realidad se endurece cada día La CEPAL decía en julio de 1991 que en América Latina existen actualmente 446 millones de habitantes. 81,4 millones son «indigentes» en situación de miseria ex trema. Unos 183 millones, los llamados «nuevos po bres», creados por el proceso de movilidad descendente que va incorporando nuevas familias a la pobreza. Los «nuevos pobres», aunque tienen lo necesario para cubrir las necesidades de subsistencia, no pueden llevar una vida digna ni aspirar a un crecimiento social. Los que vivimos entre las grandes mayorías em pobrecidas del mundo, saqueados por mecanismos eco nómicos capitalistas, ¿hacia dónde dirigir la mirada? Mientras la pobreza va trepando sociedad arriba, y la clase media la siente ya quemándole los pies, ¿qué hacer? Muchos huyen hacia los paraísos de la abundan cia, en la emigración legal de los cualificados con títulos y habilidades, y otros se arriesgan en la emigración clandestina. 12
SIGNOS Y PARÁBOLAS PARA CONTEMPLAR LA HISTORIA
Otros prefieren huir hacia paraísos artificiales del
12
SIGNOS Y PARÁBOLAS PARA CONTEMPLAR LA HISTORIA
Otros prefieren huir hacia paraísos artificiales del espíritu, en cantos y certezas inapelables de salvación, en sectas fundamentalistas o espiritualidades sin prójimo ni historia. También existen los que pretenden luchar. Poco a poco, los poderosos mecanismos estructurales, la poca consistencia personal y las incoherencias institucionales de las propuestas alternativas van recortando los hori zontes y reduciendo las inquietudes al conformismo y la resignación. Nos encontramos ante un desafío sin precedentes. Muchas veces no se ve siquiera dónde apoyar los pies, en este deslizamiento colectivo hacia la pobreza que introduce dinamismos destructores en las familias, mar ca Jas recientes generaciones para toda Ja vida e inclu so afecta a la herencia genética para las generaciones futuras.
3. «Donde está el corazón, está la mirada» Jesús se encamó en una realidad bien dura, en el fondo galileo del imperio y de la sociedad judía ensombrecida por un sistema social y religioso que Juan llamaba «la tiniebla» (Jn 1,5). Allí puso su corazón. Se encarnó por amor a todos. Mirando la realidad desde este revés de la historia, y desde una cercanía con el Padre sin fisura alguna, descubrió dimensiones de vida sorprendente, emergien do como una primavera inesperada al final de un «in vierno» lleno de frío y de «noches oscuras», donde toda vida nueva parecía imposible y congelada. Bajo apa riencias de muerte, como las ramas color ceniza de las LIBERAR LA MIRADA CAUTIVA
13
LIBERAR LA MIRADA CAUTIVA
13
higueras de Palestina, descubrió en las ramas más pequeñas y frágiles los brotes de la vida nueva (Le 21, 29-30). Su intento fue enseñar a ver, liberar la mirada y el oído del pueblo para que viesen y oyesen la nueva jus ticia del Reino brotando en medio de ellos mismos, en su propia fragilidad, en la tierra que no era de profetas, en los descalificados por justos, ricos y maestros, entre los declarados oficialmente malditos y pecadores. Si el corazón está puesto en el fondo del pueblo, la mirada podrá descubrir las insospechadas ofertas de vida que irrumpen como gracia del Señor de la Historia. Esa vida nueva es la que Jesús quiso enseñarnos a ver. ¿No es éste hoy también nuestro desafío? ¿Cómo descubrir «vida nueva» en el abismo del que todos hu yen? Y si la descubrimos, ¿cómo ser fieles a ella? El gran desafío es la contemplación de la historia; cómo liberar la mirada, el oído y la sensibilidad entera para percibir la realidad de otro modo. Hay demonios que sólo se echan fuera con oración y ayuno. Necesi tamos un ayuno de imágenes y de símbolos que se in filtran dentro de nosotros y nos cazan por todas partes en nuestra vida cotidiana, llegados desde los amos de este mundo con su tecnología omnipresente. Hoy, la vida nueva también se estrena en las pe riferias marginadas. Pero esta vida no es sólo «desig nio», «proyecto» que hay que realizar. Es también «pre sencia» de Dios que hay que encontrar, pues Jesús se encarnó en estas marginalidades para siempre. Proyecto de liberación y presencia del encuentro se unen en lo que nosotros llamamos «experiencia fundante». Sólo en el encuentro de tú a tú con el Señor de la Historia, 14
SIGNOS Y PARÁBOLAS PARA CONTEMPLAR LA HISTORIA
podremos poner aquí definitivamente el corazón y lim
14
SIGNOS Y PARÁBOLAS PARA CONTEMPLAR LA HISTORIA
podremos poner aquí definitivamente el corazón y lim piar la mirada para descubrir el Reino de Dios y entre gamos a Dios y su Reino. La dimensión mística es la dimensión más profunda de la realidad, puesto que Dios se ha encamado en nuestra historia. Sólo se respeta lo real cuando se lo encuentra. Jesús fue un artista en la elaboración de símbolos y parábolas. No sólo reflejará la realidad como un es pejo, sino que ayudará a ver en el centro de la realidad «lo que el ojo no vio, ni el oido oyó, ni hombre alguno ha imaginado» (1 Cor 2,9), la novedad impensable del Reino de Dios en medio de nosotros, emergiendo como don, proyecto y presencia de Dios, desde los descali ficados de la historia. Muchos pasaron al lado de Jesús, pero no vieron los signos del Reino. Él mismo lo dirá llorando delante de Jerusalén: «No tienes ojos para verlo» (Le 19,41). Toda situación y persona ha sido asumida por Jesús en la encamación. Pero para descubrirlo hay que sanar an tes el «corazón rebelde» (Ez 12,2). Sólo el que «pone el corazón» entero en la realidad marginada, amándola, tendrá la mirada limpia del contemplativo para descubrir el don de Dios.
4. Signos y parábolas Estas reflexiones están orientadas principalmente a todos los que viven el compromiso por el Reino desde la cercanía con los empobrecidos, ya sea en comunidades de inserción o con las personas marcadas por cualquier forma de marginalidad. También pretenden comunicarse LIBERAR LA MIRADA CAUTIVA
15
LIBERAR LA MIRADA CAUTIVA
15
con todos los que, desde otras instancias eclesiales y sociales, viven su opción preferencial por los pobres en un compromiso solidario con todos sus esfuerzos de liberación. Siguiendo el ejemplo de Jesús, pretendemos hablar de Dios y su Reino a partir de símbolos y parábolas vividos y elaborados por él mismo y por los pobres que nos rodean hoy como un océano de gracia en el que estamos inmersos. En el lenguaje gráfico, simbólico y narrativo de la cultura popular, nos ayudan a ver la acción de Dios en la historia como la dimensión última de lo real. «Hablaré con parábolas, daré a conocer co sas que estaban ocultas desde la creación del mundo» (Mt 13,35).
Corazón petrificado y cegueras de la historia «Los rebeldes a la luz no reconocen sus caminos ni se acostumbran a sus sendas». (Job 24,13).
Tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo, se utiliza el símbolo de la ceguera para expresar la cerrazón ante la acción nueva de Dios en la historia y ante la propia realidad. Las cegueras no tienen su origen en los ojos, sino en el corazón, entendido en sentido bíblico como el centro de la persona. Lo que impide ver la obra de Dios, sus signos en la historia, es el corazón rebelde. «Este pueblo tiene ojos y no ve, tiene oídos y no oye» (Jr 5,21), porque «es duro y rebelde de corazón» (Jr 5,23). El cambio del pueblo llegará cuando el Señor cumpla su promesa: «Les daré un corazón nuevo y les infundiré un espíritu nuevo; arrancaré de su carne su corazón de piedra y les daré un corazón de carne» (Ez 36,26). Jesús mismo lo expresa en el sermón de la montaña: sólo los limpios de corazón van a ver a Dios (Mt 6,8), tanto en sus manifestaciones en la historia como en la plenitud escatológica del Reino. 18
SIGNOS Y PARÁBOLAS PARA CONTEMPLAR LA HISTORIA
Los «rebeldes», los que tienen un corazón obce cado, no pueden ver los caminos siempre nuevos del
18
SIGNOS Y PARÁBOLAS PARA CONTEMPLAR LA HISTORIA
Los «rebeldes», los que tienen un corazón obce cado, no pueden ver los caminos siempre nuevos del Dios de la vida.
1. La tiniebla «Al pasar vio Jesús a un hombre ciego de nacimiento» (Jn 9,1).
En el evangelio de Juan aparece una confrontación, des de el primer capítulo, entre «la luz», que es Jesús, y «la tiniebla» (Jn 1,1-11), que es la ideología del sistema social y religioso judío. Entre los numerosos ciegos curados por Jesús, uno era «ciego de nacimiento» (Jn 9,1-38). El hecho de que sea ciego de nacimiento significa que «ha vivido en un ambiente donde el influjo de la ideología opresora ha sido tan fuerte e indiscutido que nunca se le ha podido ocurrir que fuera posible otro modo de pensar» (J. Ma teos). Además de ciego, es mendigo (9,8). Es un «per sonaje representativo» del pueblo pobre que ha vivido sometido siempre bajo la ideología dominante. «Ni pecó él ni pecaron sus padres» (9,3). Tanto él como sus padres han crecido bajo una ideología ela borada durante generaciones y que impide reconocer ahora los signos del Reino. Al curarlo con barro, hecho de tierra y de su propia saliva, Jesús quiere expresar que una nueva creación se está realizando, pues la saliva era un principio vital para CORAZÓN PETRIFICADO Y CEGUERAS DE LA HISTORIA
19
los judíos. También el primer hombre había sido creado
CORAZÓN PETRIFICADO Y CEGUERAS DE LA HISTORIA
19
los judíos. También el primer hombre había sido creado con el lodo de la tierra y el soplo del Espíritu (Gn 2,7). Si el pueblo pobre y ciego es curado por Jesús, podrá ver en medio de la «noche» (9,5) al prim er hombre de la nueva creación, Jesús mismo, la «luz» que vence «la tiniebla». En otra situación bien diferente, el profeta Ezequiel enfrenta también la ceguera colectiva provocada por di namismos estructurales que engendran opresión e ido latría. Falsos razonamientos religiosos encubren la si tuación. Injusticia y falsa religión forman un conjunto cerrado que impide ver la desintegración del pueblo, que lo arrastrará al exterminio. «Tienen ojos para ver y no ven, tienen oídos para oir y no oyen, pues son casa rebelde» (Ez 12,2).
Con pedagogía profética, Dios le dice a Ezequiel: «Hago de ti una señal para la casa de Israel» (Ez 12,6). Lo que está formándose en la oscuridad de la incons ciencia colectiva va a sorprender de repente, golpeando a todo el pueblo como un asaltante que ataca por sor presa. En un gesto simbólico, Ezequiel rompe un boquete en el muro y sale de la ciudad al atardecer, a la vista de todos, cargando al hombro el hatillo con el ajuar escaso del destierro y con la cara tapada como un em bozo clandestino (Ez 12,3-12). El pueblo debería ver en Ezequiel su propio futuro que se gesta cada día, «pues es una ciudad que se en camina a su término derramando sangre dentro de sí y que se ha contaminado fabricándose ídolos» (Ez 22,3). La sangre de los pobres y los rituales idolátricos, en cubridores de la situación, van socavando el futuro bajo 20
SIGNOS Y PARÁBOLAS PARA CONTEMPLAR LA HISTORIA
20
SIGNOS Y PARÁBOLAS PARA CONTEMPLAR LA HISTORIA
apariencias religiosas y de bienestar para los grupos instalados. A pesar de la palabra de Ezequiel, todo sigue igual. «Los príncipes devoraban a la gente... Los sacerdotes violaban mi ley y profanaban mis cosas santas... Sus nobles dentro de ella eran lobos que desgarraban la pre sa... Sus profetas les ofrecían visiones falsas y les va ticinaban embustes... Los terratenientes cometían atro pellos y robos» (Ez 22,25-29). Los grupos dirigentes no hacen caso de la predicación de Ezequiel ni ven sus signos proféticos. Se endurecen más. Elaboran su propio discurso y se ríen del profeta. «Pasan días y días, y no se cumple su visión» (12,22). También hoy la tiniebla es generada principalmente desde el poder, por los dirigentes del pueblo que jus tifican y promueven el círculo estructural de opresión. A través de todos los mecanismos a su alcance, la ti niebla va llegando, como una atmósfera que se respira, a todos los espacios sociales, hasta la intimidad de los más pequeños. Los creadores constantes de tiniebla, los fundamentales beneficiados del sistema, crean también los mecanismos para propagarla y defenderla. Hasta lle gan a bautizarla con signos religiosos de transcendencia. A estos dirigentes, Jesús los llama «ciegos, guías de ciegos» (Mt 15,14). Con los ojos invadidos por la tiniebla de la ideología dominante, es imposible reco nocer al Mesías en Jesús, porque aparece en los már genes del pueblo con un mensaje contradictorio al sis tema. Los signos de Jesús no son percibidos como ama necer del Reino, sino como obra de Belcebú, príncipe de los demonios (Me 3,22), como agitación del pueblo y amenaza para el sistema establecido. En este mismo lenguaje simbólico se expresaba una madre pobre: «En mi casa ha entrado una oscuridad muy CORAZÓN PETRIFICADO Y CEGUERAS DE LA HISTORIA
21
grande, una cosa terrible, una oscuridad como antes
CORAZÓN PETRIFICADO Y CEGUERAS DE LA HISTORIA
21
grande, una cosa terrible, una oscuridad como antes nunca habíamos sentido. No vemos nada. Mi esposo no tiene trabajo. No tenemos comida. Estamos tristes, lle nos de oscuridad. Ayer por la noche, nos acostamos todos sin comer ñada durante el día. A los niños les hice un agua con limón y un poquito de sal, pues no había azúcar. El más pequeño se pasó la noche llorando de hambre. Yo lo consolaba diciéndole: “ Duérmete; ma ñana, cuando salga el sol, te voy a comprar leche. Ahora es de noche y no se puede encontrar nada” . Y a mi esposo le digo: ‘No te preocupes, Dios no le falta a nadie’».
2. La instalación «Jesús ios miró, enojado y apenado por su ceguera». (Me 3,5).
La ceguera nos puede llegar desde nuestros éxitos pa sados, colectivos o personales. Creaciones que brillaron en otro tiempo con la fascinación del estreno han sido invadidas lentamente por una oscura fuerza paralizante. Naciendo desde nuestro «instinto de muerte», se ha ido apoderando poco a poco de esas creaciones luminosas del pasado. Empezamos a crear lo nuevo dejándonos sorpren der justamente por la intuición que cruza nuestro fir mamento interior. La asumimos, nos comprometemos con ella, la llevamos a su plena estatura en nuestra tierra y la consolidamos. Después instalamos cercas para defenderla y ojos electrónicos para controlar la identidad de todo lo des conocido y nuevo que pueda amenazar nuestra creación. 22
SIGNOS Y PARÁBOLAS PARA CONTEMPLAR LA HISTORIA
22
SIGNOS Y PARÁBOLAS PARA CONTEMPLAR LA HISTORIA
Las normas y las leyes aseguran el funcionamiento armonioso. En cada rincón de nuestra persona y de nues tra obra, colocamos letreros y flechas que regulan cada paso. El éxito reconocido y la eficacia probada provocan la admiración y el aplauso. Unos alaban con sinceridad a otros, porque a su sombra pueden hacer sus pequeños negocios. Cuando se encuentran el «instinto de muerte» — na cido de dentro y paralizándolo todo— y el reconoci miento, que aplaude y recompensa desde fuera, nace la costumbre instalada, una hija única que no quiere pro blemas y que busca defender su herencia de todos los advenedizos que amenazan desde fuera su situación pri vilegiada. Lo que un día nació como fruto del amor arriesgado y abierto al futuro, ya se ha convertido en costumbre y en orden, capaz de defenderse a sí mismo y de perpe tuarse en ritos traídos puntualmente por la hoja del ca lendario. Sus leyes fijan en el pasado, y sus ritos no tienen apertura a la trascendencia que camina con nos otros en la historia en busca del futuro. En su casa no cabe ninguna propuesta nueva que obligue a ensanchar sus paredes. La instalación nos ha hecho ciegos. Nuevas posi bilidades brillan con la fugacidad de las instituciones inéditas, pero ya no las vemos. Nuevos cantos estrenan sus melodías, nacidas desde las aspiraciones de un dolor esperanzado; pero nos parecen ruidos estridentes para nuestra sensibilidad acolchada. Ya no podemos «ver con buenos ojos» la novedad que no cabe en nuestras cer tezas bien trabadas. CORAZÓN PETRIFICADO Y CEGUERAS DE LA HISTORIA
N
he
tido
rd
ci
23
L in
CORAZÓN PETRIFICADO Y CEGUERAS DE LA HISTORIA
23
Nos hemos convertido en sordos y ciegos. La ins talación nos ha invadido y nos va reduciendo lentamente a costumbre, norma, prestigio y rito. Somos programas hechos. En nuestros circuitos y pantallas sólo pueden penetrar los personajes que se presenten con la tarjeta cifrada que nosotros mismos les hemos firmado previa mente. Nos hemos cerrado al futuro, que tiene que llegar inédito desde los demás y desde la inagotable origina lidad del corazón de Dios asomándose a nuestra propia intimidad. Los judíos de la sinagoga (Me 3,1-7) tenían delante de los ojos al hombre del brazo paralizado que acababa de ser curado por Jesús. Pero, como estaban inamovi blemente instalados en su interpretación del sábado, no podían ver como signo de vida la curación de este en fermo. «Jesús los miró, enojado y apenado por su ce guera» (Me 3,5). Los judíos del tiempo de Jesús, a fuerza de querer ser fieles al pasado instalándose en él, multiplicando leyes y seguridades, se hicieron incapaces de ser fieles al futuro. Se consideraban hijos de Abraham (Jn 8,33) y seguidores de Moisés, pero eran hijos de la tiniebla «del sistema» (8,31), del «Enemigo» (8,44). Jesús los llama «esclavos» (Jn 8,33-34), incapaces de acoger el futuro hacia el que caminaron Abraham y Moisés, con el que soñaron, el que estaba en el horizonte de todos sus pasos. «Abraham, vuestro Padre, saltó de gozo, porque iba a ver este día mío, lo vio y se llenó de alegría» (Jn 8,56). Los caminos desinstalados de Abraham, a la bús queda de la tierra nueva de «justicia y derecho» ((¡n 18,19), y la travesía de Moisés por el desierto hacia la tierra prometida se han enquistado ahora en caminos 24
SIGNOS Y PARÁBOLAS PARA CONTEMPLAR LA HISTORIA
24
SIGNOS Y PARÁBOLAS PARA CONTEMPLAR LA HISTORIA
conocidos, leyes minuciosas que contaban el número de pasos y nubes de incienso protegido bajo la bóveda del templo. Cuando llegó el esperado, no pudo ser reconocido. No cabía dentro del sistema judío, de sus leyes y su culto. Por eso se volvieron contra Jesús y «tomaron piedras para tirárselas» (Jn 8,55). Nos podemos instalar en las grandes creaciones reconocidas por su eficacia y significado. Pero nos po demos instalar también en los pequeños proyectos de una mediocridad aceptada, cementerio de posibilidades nuestras que nunca van a ver la luz, al no aceptar el don de Dios en el desafío de la historia.
3. La decepción «Pero a él no lo vieron» (Le 24,24)
En algunas ocasiones, los propios proyectos de justicia han quedado triturados por los mecanismos del poder o se han atascado en el lodo de una realidad inerte. Falsos discernimientos nos han estrellado contra nuestras am bigüedades personales. La utopía estalló de repente como un cohete y se desintegró en el espacio. De cualquier forma, ya estamos demasiado gol peados para atrevernos a ver y oir lo nuevo que Dios nos propone en la historia. Parece más sensato confor marse con los callejones estrechos pero conocidos, los trabajos mal pagados pero seguros, el agua contaminada de cisternas descompuestas pero accesibles. No vale la pena volver a invertir energías en proyectos que acaban por fortalecer a los poderosos, dejándonos a nosotros más saqueados. La decepción golpeada se ha adueñado CORAZÓN PETRIFICADO Y CEGUERAS DE LA HISTORIA
25
del centro de nuestra persona, y es ella quien manda,
CORAZÓN PETRIFICADO Y CEGUERAS DE LA HISTORIA
25
del centro de nuestra persona, y es ella quien manda, poda po dand ndoo c ua ualq lquu ier ie r brot br otee de sueñ su eñoo impo im posi sibl ble. e. Los discípulos de Emaús «esperaban» que Jesús fuese el «liberador de Israel» (Le 24,21). Pero la de cepción de la muerte de Jesús les impide ver las señales de la resurrección. Han escuchado el testimonio de las mujeres, que fueron al sepulcro con la certeza de ungir a un un muerto mu erto y regresaron con el alborozo alboroz o de unas señales señales que hablan de una vida nueva que comienza. El mismo Pedro fue al sepulcro y lo confirma. Pero esos signos nacientes y pequeños vienen a reafirmarles en su de cepción: «Pero a él no lo vieron» (Le 24,24). Precisamente cuando todo recomienza, cuando la oferta definitiva de Dios alborea en la historia, estos dos discípulos, que durante la vida de Jesús habían llegado a un grado muy alto de comprensión, ahora le dan la espalda a la comunidad de Jerusalén. La decepción im pone po ne la ruta ru ta de E m aú aús. s. Ni siqu si quie iera ra será se ránn c ap apaa c es d e rec re c o n oc ocee r a Jesú Je súss en el misterioso acompañante que también camina hacia Emaús. Pero el caminante, el extraño, dialoga y con fronta. Pregunta, escucha largamente y ofrece su visión de la realidad. Sólo al final, después de compartir el camino, la palabra y el pan, «se les abrieron los ojos» (Le 24,31). Una situación parecida aparece en el Antiguo Tes tamento referida a toda una parte del pueblo esclavizada en Babilonia. «Sordos, escuchad y oid; ciegos, mirad y ved» (Is 42 42,1 ,18) 8).. El pueblo es sordo y ciego. Es un un pueblo «saqueado y despojado, atrapados todos en cuevas, en cerrados en mazmorras. Lo saqueaban, y nadie lo li brab br aba; a; lo saqu sa quee ab aban an,, y na nadi diee decía: dec ía: D ev evué uélv lvel elo» o» (Is 42,22). 26
SIGNOS Y PARÁBOLAS PARA CONTEMPLAR LA HISTORIA
26
SIGNOS Y PARÁBOLAS PARA CONTEMPLAR LA HISTORIA
«¿Quién de vosotros prestará oído a esto y atento escuchará el futuro?» (Is 42,23). Éste es el desafío que el profeta lanza al pueblo desterrado cuando la sombra del imperio llena de parálisis y miedo hasta el último rincón. El profeta invita a dirigir primero la mirada hacia las intervenciones de Dios en el pasado, más fáciles de ver, memoria del pasado que abre las puertas del futuro, cuando el Señor «abrió caminos en el mar y sendas en las aguas impetuosas» (Is 43,16). Ahora hay que dar el salto hacia el futuro: «No recordéis lo de antaño, no pens pe nséi éiss en lo an anti tigu guo; o; m irad ir ad qu quee real re aliz izoo algo al go n ue uevo vo;; ya está brotando, ¿no lo notáis?» (Is 43,18-19). Atreverse a mirar los brotes de lo nuevo con unos ojos acostum brad br ados os a no ve v e r m ás qu quee el de d e spo sp o jo co c o tid ti d ian ia n o , es em e m p ezar ez ar a curarse curarse de la ceguera, romper romp er el círculo círculo de un horizonte limitado. La decepción puede tener su historia, sus golpes y sus razones. Pero tiene también su sinrazón. Las ideo logías que lo prometen todo pretenden saber demasiado de la historia. Las apuestas absolutas en proyectos y per p erso sona nass p ue uedd en ser se r sólo só lo el co com m p rom ro m iso is o co conn nu nues estr tras as falsas falsas expectativas, la proyección proyec ción de deseos nuestros que no respetan la realidad. Nos N osot otro ross som so m os los serv se rvid idor ores es de dell S e ño ñorr d e la h is is toria, ante el que tenemos que exclamar: «¡Qué impe netrables sus decisiones y qué incomprensibles sus ca minos!» (Rm 11,33). «Mis planes no son vuestros pla nes, vuestros caminos no son mis caminos... Como el cielo está por encima de la tierra, mis caminos están po p o r e n cim ci m a de los vu vuee stro st ros, s, y m is plan pl anes es de vu vues estr tros os pla p lane nes» s» (Is 5 5 ,8-9 ,8 -9)) . CORAZÓN PETRIFICADO Y CEGUERAS DE LA HISTORIA
27
CORAZÓN PETRIFICADO Y CEGUERAS DE LA HISTORIA
27
La mirada del contemplativo tiene que taladrar la historia hasta descubrir, más allá de los episodios con creto cretoss fracasados, fraca sados, la presencia activa del que es «origen, camino y meta del universo» (Rm 11,36). Sólo en él se pued pu edee ha hacc e r u n a a pu puee sta st a ab abso solu luta ta.. D esde es de e sta st a co conn sis si s tencia, en la que se hace fuerte el centro de la persona, se abren los ojos lo suficiente para ver el límite de todo proy pr oyee cto, ct o, y p o r e sa m ism is m a b rec re c h a m ira ir a r ya el ho hori rizz on onte te de las nuevas ofertas. Como el campesino que ve cómo por po r la m añ añaa n a a rra rr a sa el cicl ci clóó n tod to d a su c o sec se c h a, pe pero ro po porr la tarde, restablecida re stablecida la calma, calm a, cuando toda la superfici superficiee queda golpeada, él empieza a sembrar de nuevo en la tierra húmeda.
4. La seducción «Desde la azotea vio a una mujer bañán dose, una mujer muy bella». (1 Samuel, 11,2) También un exceso de luz puede cegamos cuando te nemos los ojos acostumbrados a una penumbra de me diocridad y monotonía. La luz hace brillar la realidad como un paraíso. El rey David, deslumbrado por la belleza de Betsabé, esposa de su amigo Urías, la llevó a palacio y la dejó embarazada, precisamente mientras Urías arries gaba la vida por el rey y por su pueblo en el campo de bata ba tall lla. a. P a ra res re s o lve lv e r la situ si tuac ació ión, n, logr lo graa qu quee su amig am igoo muera en la lucha, y se queda con Betsabé (2 Samuel 11- 12) . David, tan cercano a Dios desde la juventud juven tud cuando fue ungido como futuro Rey de Israel, que ha sentido su protección a lo largo de su ascendente carrera ca rrera política, es ahora ciego para percibir su situación personal. Es el 28
SIGNOS Y PARÁBOLAS PARA CONTEMPLAR LA HISTORIA
28
SIGNOS Y PARÁBOLAS PARA CONTEMPLAR LA HISTORIA
«pecado del mediodía» de una vida instalada en la cús pide del poder, seducida por la belleza de Betsabé. Es necesario que Dios envíe a su profeta Natán para curar la ceguera de David. Ante la parábola del hombre pobre que cuidaba de su única oveja como de una hija, David condena al rico potentado que se la robó para invitar a un huesped: «Ese hombre eres tú» (12,2). David es ese hombre ladrón y asesino. Cuando uno está seducido, es más fácil ver la propia realidad juzgando una vida ajena. «No morirás» (12,13). Al ver el pecado, se rompe la ceguera y existe la posibilidad de ver tam bién la salvación que se ofrece. La seducción absorbe a la persona de tal manera que la víctima sólo tiene ojos para la realidad seductora. Las cosas más evidentes pasan desapercibidas, las cer tezas de toda la vida se desmoronan, los nombres de las personas más queridas no tienen resonancia ninguna. Todo queda ignorado y pisoteado en el correr de la persona seducida. El objeto seductor brilla con una luz tan fascinante que todo lo demás desaparece en una sombra abismal que se lo traga. El objeto seductor puede presentarse como el ne gocio de la vida, que promete el paraíso de la seguridad económica a cambio de olvidar por un tiempo las con vicciones profundas, la pequeña seguridad familiar, los derechos de los obreros, la lealtad a los amigos, la pa labra dada... Para otros llega la seducción como un puesto de prestigio en la cambiante pantalla de la popularidad co tidiana, prometiendo salvar la existencia de los circuitos comunes de una existencia sin relieve. Como en el caso de David, puede ser una persona sexualmente atractiva. Todo el tejido de relaciones afeeCORAZÓN PETRIFICADO Y CEGUERAS DE LA HISTORIA
29
tivas anteriores se desvanece como un sueño ante esta
CORAZÓN PETRIFICADO Y CEGUERAS DE LA HISTORIA
29
tivas anteriores se desvanece como un sueño ante esta nueva promesa de plenitud. El corazón seducido apresa la mirada. No hay ojos ni oídos para percibirse a sí mismo ni para percibir la novedad del Reino que se acerca en los gestos cotidianos de existencias comunes, como la de Jesús de Nazaret. En el desierto sin caminos, el oro del becerro brilla como un dios iluminado por el sol intenso, prometiendo la tierra prometida (Ex 32,4). Muchos ídolos de la so ciedad moderna brillan como dioses ofreciendo el pa raíso. Ideologías, drogas, fusiles... seducen en medio del desconcierto. Pero Jesús rechazó arrojarse desde el alero del templo en un gesto seductor. En la cercanía del encuentro humano, reveló la presencia salvadora de Dios en la vida común del pueblo.
5. La oscuridad del justo «Ésta es vuestra hora, cuando mandan las tinieblas» (Le 22,53).
El camino del justo es inevitablemente oscuro en muchas situaciones. Entonces surgen preguntas como las de Job, cuando contempla la opresión del pueblo desde su propia ruina personal y desde todos sus esquemas teológicos destrozados: «¿Por qué el Todopoderoso no señala pla zos para que sus amigos puedan ver sus intervenciones?» (Job 24,12) «¿Y Dios no va a hacer caso de sus súpli cas?» (Job 24,12). Son preguntas marcadas por la noche de la historia, por el insomnio de corazones que no tienen respuestas para conciliar el sueño. «¿Por qué te quedas lejos, Señor, y te escondes en el momento del aprieto? La soberbia del malvado oprime al infeliz», y dice; «No 30
SIGNOS Y PARÁBOLAS PARA CONTEMPLAR LA HISTORIA
30
SIGNOS Y PARÁBOLAS PARA CONTEMPLAR LA HISTORIA
hay Dios que me pida cuentas» (Salmo 10,1-4), «Dios se olvida, se tapa la cara, nunca se enterará» (10,11). Puede ser también la oscuridad personal ante el acoso del enemigo fuerte. «¿Hasta cuándo, Señor, se guirás olvidándome; hasta cuándo esconderás tu rostro?» (Salmo 13,2). La comunidad entera llora su opresión, porque el curso de la historia es idescifrable como un pergamino enrollado que nadie puede abrir ni interpretar. Así llo raba el profeta (Apoc 5,4), y el pueblo de Dios bajo la persecución del imperio. Sólo el cordero degollado, pero vivo y resucitado, puede recibir el rollo y soltar sus sellos (5,9). Sólo él puede ir revelando al profeta el sentido de la historia, el porqué de la persecución y muerte del pueblo. El profeta iluminado puede anunciar la verdad úl tima de la historia, en la que ahora el imperio y sus dioses son los únicos triunfadores. El que «ha visto» el triunfo de los justos y ha escuchado el «cántico nuevo» (14,3) puede orientarse en medio de la noche persegui da. El que ha visto «el cielo nuevo y la tierra nueva» (21,1) sabe hacia dónde camina la noche, y puede su marse a esa obra creadora del Señor de la historia, que ya está presente en medio de la comunidad, como el dinamismo más hondo y puro de toda la realidad. Sabe que el imperio, «la fiera», y su servicio de propaganda, «el falso profeta», acabarán en el lago de azufre ardiente (19,20-21), puesto que fuego destructor es lo que son y generan. Las cegueras del justo son un paso inevitable en el seguimiento de Jesús construyendo su Reino. Es nece sario aprender a contemplar en medio de la noche, cuan do la oscuridad empieza a brotar de todas las cosas bellas y todo parece inundado de tiniebla. CORAZÓN PETRIFICADO Y CEGUERAS DE LA HISTORIA
31
CORAZÓN PETRIFICADO Y CEGUERAS DE LA HISTORIA
31
El ciego Bartimeo (Me 10,46-52) es un «personaje representativo» del justo que se queda ciego en el se guimiento de Jesús. Antes veía, como los demás dis cípulos, en medio de los triunfos de Galilea, entre las multitudes y los signos prodigiosos. Ahora que Jesús sube a la Jerusalén del conflicto y de la muerte, se queda completamente ciego, y se sienta al borde del camino. Pero está atento al rumor de los pasos. Cuando sabe que es Jesús el que va caminando, grita insisten temente: «¡Hijo de David, ten compasión de mí!» (10,48). Quiere recuperar la visión en esta hora difícil. «Maestro, que vea otra vez» (10,51). Es curado para subir a la Jerusalén del conflicto y de la muerte, en seguimiento del verdadero Mesías, el Hijo de David, que va a ser fiel al Reino en el centro mismo del poder de las tinieblas. Las cegueras del justo son inevitables en su lucha contra latiniebla, encarnada en instituciones, estructuras y personas que en muchas ocasiones actúan con una fuerza demoledora. Además, estas fuerzas que llegan desde fuera, encuentran muchas veces en nosotros una cómplice ambigüedad alojada en lo más secreto de nues tra intimidad, desde donde también somos confundidos. Pero, en medio de la ambigüedad personal y de la noche de la historia, es posible atravesar con la mirada la tiniebla y decir con el mismo Job: «Te conocía sólo de oídas; ahora te han visto mis ojos» (Job 42,5). La realidad no ha cambiado, pero Job ha descubierto una nueva dimensión de la realidad: al Señor de la historia comprometido ya ahora con nosotros. Ya no dice: «Ojalá me desvaneciera en las tinieblas y velara mi rostro la oscuridad» (23,17). En el fondo de la realidad, Job lia descubierto el proyecto de Dios y su presencia.
Jesús, «parábola de Dios» «Al venir a la historia, Cristo trajo toda la novedad trayéndose a sí mismo» (San Ireneo)
Llegada la plenitud de los tiempos, Dios dijo su palabra definitiva e insuperable en Jesús. Esta revelación, hecha carne, existencia humana, sigue siendo nueva e inago table al contemplarla cada día. Lo sorprendente es que, en Jesús, Dios no sólo se hizo hombre, sino hombre pobre. Todos tenían los ojos dirigidos hacia el centro. En el templo de Jerusalén, morada de Dios en medio de su pueblo, se elaboraba el saber que iba bajando hasta la más pequeña sinagoga. Pero, en Jesús, el Reino de Dios anunciado se mueve en dirección contraria: sube desde la más baja periferia hasta el centro. Jesús empieza a hablar desde el margen geográfico, cultural, religioso y económico. Jesús mismo es margen. Belén y el calvario de Jerusalén son los dos extremos periféricos — comienzo y punto final— de toda una vida desinteresada y pobre. Jesús rompe, con su vida y su palabra, el discurso de los expertos sobre Dios. Las expectativas de tantas corrientes de pensamiento que habían preparado el ca mino ancho al Mesías, se quedaron desoladas y vacías. 34
SIGNOS Y PARÁBOLAS PARA CONTEMPLAR LA HISTORIA
Por allí no llegó. Todos tuvieron que volver la cabeza hacia el galileo de Nazaret.
34
SIGNOS Y PARÁBOLAS PARA CONTEMPLAR LA HISTORIA
Por allí no llegó. Todos tuvieron que volver la cabeza hacia el galileo de Nazaret. La sorpresa, el desconcierto y el conflicto que pro vocó Jesús estrenan cada día nuevas palabras y gestos. Encamado para siempre en las periferias del mun do, porque quiere asumir toda la historia desde ahí, hay que volver constantemente la mirada hacia las nuevas fronteras, desde donde nos sigue inquietando. Para unos sigue siendo una provocación; para otros, una liberación. Para situar la persona de Jesús, vamos a utilizar las categorías de «centro»/«periferia». Por «centro» entien do las mayorías de los países ricos y las minorías pri vilegiadas de las naciones pobres, que estructuralmente oprimen y marginan al pueblo pobre y excluido. «Periferia» son las minorías pobres del primer mun do y las grandes mayorías del tercer mundo. De una manera más simbólica, constituyen la periferia todas las personas que, por diferentes razones se sienten despo jadas de derechos fundamentales, o heridas de tal ma nera en su cuerpo o en su espíritu que se sienten des plazadas a la sombra en esta sociedad de competencia desenfrenada.
1. Jesús des-centra el mundo desde la periferia «Se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo haciéndose uno de tantos... Se abajó hasta la muerte, y muerte de cruz» (Filipenses 2,7-8)
Estas palabras de la carta a los Filipenses, las escribe Pablo desde la cárcel, entre la incertidumbre de la muerte JESÚS. «PARÁBOLA DE DIOS»
35
o la vida, sobre la decisión de Dios de encarnarse en la
JESÚS. «PARÁBOLA DE DIOS»
35
o la vida, sobre la decisión de Dios de encarnarse en la marginalidad de los esclavos y la muerte en la cruz. La palabra del himno cristológico endurece el texto de Be lén en los evangelios de la infancia, pero está cargada con toda la densidad de la vida de los esclavos en las primeras comunidades cristianas. Jesús nace fuera de la pequeña Belén, «en las cer canías» (Le 2,28), pues para aquella familia desplazada por los mecanismos del imperio no había sitio en el centro. Jesús murió «fuera de las murallas» (Hb 13,12) echado fuera de Jerusalén por las fuerzas del imperio, que lo escoltan hasta el Calvario y lo expulsan de este mundo, lo arrojan fuera de la vida. Sin embargo, Jesús es el «centro» de la historia. El Padre «nos eligió con él antes de crear el mundo» (Ef 4,1). Y «su designio secreto» es llevar la historia a su plenitud; «hacer la unidad del universo por medio del Mesías, de lo terrestre y de lo celeste» (Ef 1,9-11). Esto quiere decir que el «centro» de la historia ha aparecido en la periferia. Jesús, por tanto, des-centra la historia para siempre y sitúa el brotar de la salvación en las tierras excluidas. La conducta de Dios provoca un desplazamiento geográfico y social. El centro de la his toria ya no está en Roma ni en Jerusalén, sino en el margen. Todo el que quiera encontrarse con Jesús tiene que volver la cabeza y peregrinar hacia los márgenes, de donde todo el mundo trata de escapar. La vida de Jesús aparece como ex-céntrica, porque no se ajusta a la construcción social de todos los que controlan el mundo desde el centro transformando la 36
SIGNOS Y PARÁBOLAS PARA CONTEMPLAR LA HISTORIA
36
SIGNOS Y PARÁBOLAS PARA CONTEMPLAR LA HISTORIA
opresión en orden, y la exclusión en costumbre razo nable. «A Dios nadie lo ha visto nunca» (Jn 4,12), pero hemos visto su palabra encarnada, la parábola ex-céntrica y perfecta que nos habla de manera inagotable mente sugerente de Dios y de su Reino en medio de nosotros. Todas las parábolas del Reino van reflejando diferentes aspectos de esa parábola única que es Jesús mismo, su servicio al Reino y su persona. Como en otras ocasiones, a lo largo de la historia, en que los cristianos peregrinaron al desierto, a los men digos de la sociedad, también hoy se ha producido un éxodo de laicos y religiosos hacia las periferias exclui das. Es una tierra privilegiada para contemplar desde ahí la historia y la propia persona. Pero la razón última de todo este camino es unirse al movimiento encamatorio de Jesús decidido por Dios como camino privilegiado para realizar su proyecto. Más allá de cualquier razón ideológica o de estrategia pas toral, quedará clavado por los siglos en la marginalidad el Jesús pobre y humilde de Nazaret. Cada paso hacia las periferias del mundo es también un paso contemplativo hacia el encuentro con el Señor de la Historia, que nos llama desde abajo y desde fuera. El contemplativo aprende a ver a Dios y al marginado en una misma mirada, y a oírlos a los dos en una misma palabra.
JESÚS, «PARÁBOLA DE DIOS»
37
JESÚS, «PARÁBOLA DE DIOS»
37
2. Jesús des-concierta la «sabiduría» del centro desde la «locura» de la periferia «La locura de Dios es más sabia que los hombres» (1 Cor 1,25) «Lo necio del mundo se escogió Dios para humillar a lo sabio» (1 Cor 1,27)
Por su nacimiento en una familia sencilla del pueblo, Jesús queda marcado para toda la vida por el acento de la cultura que no está sancionada por el saber académico que confiere autoridad titulada y prestigio reconocido. Jesús pertenece al mundo de los que «no saben». La enseñanza de Jesús era motivo de asombro hasta para sus mismos vecinos: «¿De dónde le viene eso?» (Me 6,2). «Aquello les resultaba escandaloso» (Me 6,3). Los maestros del pueblo se acercan en muchas ocasiones a Jesús y le preguntan con qué autoridad enseña. Muchas veces empuñan contra él las piedras que merecen los blasfemos. Inevitablemente, Jesús rompe el lenguaje y el con tenido sobre Dios con sus parábolas y sus signos. Su enseñanza llena de «autoridad» (Mt 7,29), por contra posición a la enseñanza oficial, introduce una perspec tiva nunca oída. No sólo rompe la lógica de los maestros judíos, sino que presenta una alternativa que los sen cillos del pueblo entienden como revelación del Padre a los pequeños (Le 10,21) y como dinamismos sor prendentes de vida que se mueven en la intimidad de los que la acogen: «Señor, tú tienes palabras de vida eterna» (Jn 6,68). Jesús «se hizo para nosotros saber que viene de Dios» (1 Cor 1,30) des-concertando la sabiduría de este 38
SIGNOS Y PARÁBOLAS PARA CONTEMPLAR LA HISTORIA