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ISRAEL CAMPOS MÉNDEZ
Edita: MUSEO ARQUEOLÓGICO MUNICIPAL Delegación de Cultura y Educación AYUNTAMIENTO DE CABRA Autor: ISRAEL CAMPOS MÉNDEZ
[email protected] Las Palmas de G.C. Depósito Legal: CO-574-2010 I.S.B.N.: 978-84-936789-7-5 Imprime: C.E.A.G., s.l.® http://www.ceagsl.com CABRA (Córdoba) Encuadernación: Muñoz Hnos., C.B. - Jaén
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FUENTES PARA EL ESTUDIO DEL MITRAÍSMO ISRAEL CAMPOS MÉNDEZ
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CABRA (Córdoba)
PRÓLOGO
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A riqueza arqueológica de Cabra ha sido reconocida desde hace mucho tiempo. Inscripciones romanas de Igabrum aparecen en tratados del siglo XVI, y, desde entonces, son innumerables las noticias de hallazgos que han ido confirmando la importancia de Cabra a través de la historia, desde la ciudad ibérica, al municipio latino, a la diócesis visigoda, y a la cora andalusí.
Dentro de estos hallazgos destaca, sin ninguna duda, el que se realizó a comienzos de 1952 por la familia Castro, cuando labraban en una huerta de su propiedad cercana a la Fuente de las Piedras. La aparición de restos arqueológicos en estas huertas era un hecho frecuente, ya a comienzos de siglo XX Nicolás Albornoz describe la aparición de monedas, objetos de cerámica, piezas arquitectónicas y de algunas tumbas. El descubrimiento de la escultura de mármol del dios Mithra tuvo una enorme repercusión en los medios académicos ya que se trataba de la tercera representación del dios abatiendo al toro que se conocía; las otras dos estaban en el Museo Británico de Londres y en el Museo del Vaticano. A nivel local este hallazgo también fue un acontecimiento de gran importancia, estando en el origen de la realización de dos excavaciones arqueológicas, la primera con el objetivo de localizar el mithraeum, y la segunda para definir los espacios de la magnifica villa descubierta en los anteriores trabajos. Pero sobre todo, la aparición de la escultura de Mithra supuso la creación de un elemento de identidad colectiva para la ciudadanía egabrense. Desde su descubrimiento, la figura de este dios oriental se ha ido convirtiendo en el mejor referente de la riqueza arqueológica de Cabra. Este símbolo de nuestra ciudad, que en definitiva fue fruto de la casualidad, tiene que ser el estímulo que lleve a convertir el patrimonio
en un elemento de desarrollo socioeconómico. Nuestro pasado, los restos arqueológicos que dejaron nuestros antepasados, nuestros monumentos artísticos, e incluso nuestras manifestaciones etnográficas, nuestro paisaje, en definitiva, tienen que ser puestos en valor. El esfuerzo que supone la conservación de este patrimonio, la necesidad previa de su investigación y documentación, no puede explicarse sin que exista una utilidad social. Y esta utilidad no será solamente de carácter económico, sino que también tiene que ser educativa, tiene que servirnos para aprender, en definitiva tiene que hacernos mejores personas. Conseguir este objetivo, que nuestro patrimonio sea nuestra riqueza, tiene que ser una tarea de todos. Tenemos que saber valorarlo, tenemos que saber conservarlo, tenemos que saber exponerlo, y, como he dicho anteriormente, tenemos que aprenderlo. La edición de este libro, por parte del Ilmo. Ayuntamiento de Cabra, se encuadra dentro de esa labor divulgativa respecto a nuestro patrimonio. Poniendo a disposición de los historiadores, estudiantes, y personas interesadas en general, los textos antiguos que describen las características de la religión mitráica, magistralmente seleccionados por el profesor Israel Campos Mendez, ponemos en valor el patrimonio arqueológico egabrense. La celebración anual de la Jornadas Mitráicas, dentro de las cuales se presenta esta obra, es otro eslabón de este proceso de acercamiento de nuestro pasado a la ciudadanía. MARÍA DOLORES VILLATORO CARNERERO Alcaldesa de CABRA
PRESENTACIÓN
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O nos cabe ninguna duda sobre la importante contribución que supone la publicación de este libro para el conocimiento de la religión mitraica. El trabajo de selección de textos, además de los capítulos introductorios, que ha realizado el profesor Israel Campos Méndez es una aportación de primer orden a los estudios sobre Mithra. Lo oculto, lo secreto, algo intrínseco a las religiones mistéricas, es la causa principal del desconocimiento que tenemos sobre numerosos aspectos de las mismas; además hay que tener en cuenta la escasez y dispersión de las fuentes escritas que podrían esclarecer aspectos litúrgicos o rituales de estos cultos. Esta situación se ve acrecentada en lo que respeta al mitraismo, quizás por la competencia que existió con el cristianismo primitivo. Por estos motivos, el trabajo del profesor Campos Méndez tiene un enorme interés. Para la comunidad científica, ya que pone a disposición de los estudiosos de las religiones antiguas un corpus documental, ordenado y comentado, imprescindible para acometer nuevas investigaciones. Y para las personas interesadas, en general, ya que a través de la mera lectura de esos textos conseguirán tener un conocimiento bastante preciso del mitraismo; la riqueza de los contenidos y los matices que presentan los textos antiguos, si bien pueden causar cierta dificultad de comprensión, añaden también un atractivo a su lectura que no podemos encontrar en los relatos históricos actuales. Desde el Museo Arqueológico Municipal de Cabra tenemos que agradecer al profesor Campos que haya confiado en esta institución para la edición de este trabajo. Con motivo de la Primeras Jornadas Mitraicas, que celebramos en Cabra en mayo de 2009, tuvimos ocasión de conversar en diversas ocasiones sobre arqueología, sobre las religiones mistéricas, sobre el mitraismo, …; durante una de estas conversaciones, concretamente en la Fuente del Río,
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surgió la idea de publicar este libro. Que lo publicase el Museo Arqueológico Municipal de Cabra lo vimos como algo ineludible. La relación del dios Mithra con la ciudad de Cabra, desde la casualidad del hallazgo de la escultura en una de sus huertas hace más de cincuenta años, ha ido incrementándose a lo largo del tiempo hasta convertirse en un símbolo cultural. El primer libro que recoge de un modo tan completo las fuentes escritas en la antigüedad sobre la religión mitraica tenía que estar publicado en la ciudad donde apareció una las representaciones escultóricas de Mithra más notables que existen. Por otra parte, la edición de este libro por el Museo Arqueológico Municipal de Cabra, además de constituir un privilegio que nos permitirá estar presentes en numerosos centros de investigación, nacionales y extranjeros, constituye un ejemplo de la decidida apuesta que desde el museo se está realizando por la investigación y difusión de nuestro patrimonio arqueológico. ANTONIO MORENO ROSA Director del Museo Arqueológico Municipal de Cabra
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I NTRODU CCI Ó N El misterio del mitraísmo practicado en el Imperio Romano a partir del siglo I de nuestra era se mantiene aún vigente en nuestros días. La razón principal se encuentra en el hecho de que aún siguen sin poder ser resueltas diferentes incógnitas en relación tanto con el momento de su aparición y lugar de procedencia, sino también con su forma de organización, prácticas litúrgicas y ritos de iniciación. Algunas de estas lagunas se deben al propio carácter mistérico que se encuentra en la definición misma de esta modalidad religiosa desarrollada durante este periodo (cultos mistéricos), ya que sobre el secreto arcano se fundamenta buena parte de su praxis litúrgica y teológica. Mientras que el conocimiento parcial de otras cuestiones está motivado por la ausencia de un corpus literario amplio que se relacione de forma directa con esta práctica religiosa, más allá de referencias de autores clásicos y cristianos, quienes hacen menciones no muy extensas sobre aspectos particulares del culto mitraico. Por tanto, en el proceso de reconstrucción del mitraísmo, se hace necesario combinar la información parcial procedente de estas fuentes literarias, con la que proporciona la arqueología practicada en los lugares de culto mitraico (mitreos), además de las inscripciones relacionadas con Mitra y las representaciones estatuarias e iconográficas. Las fuentes escritas relacionadas con el mitraísmo tienen una procedencia variada, patente en su cronología, contexto cultural, en la diversidad de autores y motivaciones con las que fueron redactadas. Eso ha provocado una gran dificultad a la hora de acceder a la información que pueden proporcionar en relación con el culto de esta divinidad. Una buena parte de los autores realizaron sus referencias mitraicas de forma indirecta, como parte de un discurso más general. Un protagonismo particular se le debe dar a la serie de escritores cristianos que atendieron de forma especial a las características del culto mitraico, como parte de sus argumentos en contra de las religiones paganas.
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Lo que pretendemos con el presente libro es ofrecer una herramienta que permita acceder de forma completa y ordenada al conjunto significativo de fuentes escritas relacionadas con los misterios mitraicos desarrollados en el imperio romano. Han quedado, por tanto, excluidos el volumen de textos conservados que hacen referencia al dios Mitra en su contexto oriental (himnos védicos y avésticos, etc.) Junto con esta recopilación que alcanza el número de treinta y seis autores, también ofrecemos un estudio sobre la evolución de la historiografía mitraica, además de una breve síntesis sobre las características generales de los misterios mitraicos y una recopilación de bibliografía mitraica. Esperamos haber puesto a disposición de todos aquellos interesados en el estudio y conocimiento del culto del dios Mitra en la Antigüedad un instrumento útil para acceder el estado de los conocimientos disponibles en la actualidad sobre el mitraísmo, y poder consultar de forma conjunta a las fuentes escritas relacionadas con el dios Mitra. En Las Palmas de Gran Canaria a 25 de diciembre de 2009, día del Sol Invictus Mitra
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HISTORIOGRAFÍA DE LOS ESTUDIOS MITRAICOS
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HISTORIOGRAFÍA DE LOS ESTUDIOS MITRAICOS Al contemplar la bibliografía existente en relación con el estudio de la divinidad conocida como Mitra, encontramos que han existido una serie de condicionantes que han marcado de forma considerable la orientación que dichas investigaciones han llevado. Por una parte, los siglos de desconocimiento que se ha tenido sobre este dios y su culto; junto a este hecho, el propio carácter mistérico del culto condiciona aún hoy el poder desentrañar con plena seguridad el conjunto de elementos que conformaban esta religión, empezando por su propio inicio temporal como culto mistérico, hasta aspectos de la cotidianidad de los seguidores de este dios. Pero, además, debemos sumar un elemento que hemos apreciado que en la investigación se suele minusvalorar: la doble vertiente en la que se desarrolla su historia, la relacionada con las manifestaciones de Mitra dentro de los márgenes del Imperio Romano, que han ocupado un protagonismo incuestionable, y la que se refiere a su presencia en los contextos orientales en relación con la literatura védica y avéstica y la civilización india y persa antiguas. Dado el sentido de este libro, trataremos a continuación de hacer una exposición sobre la evolución de los estudios occidentales sobre el culto de Mitra, incidiendo sobre la vertiente mistérica, aunque no vamos a ignorar las aportaciones bibliográficas sobre la cuestión del Mitra oriental, por cuanto consideramos que muchas de las contribuciones procedentes de los estudios filológicos indo-europeos y de las Historia de las Religiones han favorecido de forma considerable, a la ampliación del conocimiento del culto de Mitra practicado en el Imperio Romano.
Inicio de los estudios mitraicos Como se podrá comprobar en las páginas de este libro, son varios los escritores antiguos que mostraron interés en su época sobre los misterios
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mitraicos, aunque sólo tenemos constancia a través de Porfirio (Sobre la abstinencia IV, 16) de la existencia, lamentablemente no conservada, de sendos tratados realizados por dos autores neoplatónicos, Eubólos y Palas sobre la figura del dios Mitra y la práctica mistérica desarrollada en el Imperio Romano durante el siglo II d.C. Las referencias a Mitra serán frecuentes durante el siglo III y IV d.C., pero el definitivo desplazamiento del mitraísmo y demás religiones paganas frente al triunfo del cristianismo en Occidente, llevó a que salvo por citas aisladas de autores tardíos, el conocimiento de esta religión quedara sumido en el olvido. A partir del Renacimiento, se constata la recuperación del nombre del dios Mitra, y aparecen publicados algunos ensayos donde sus autores tratan de ofrecer una explicación particular a la posible función de esta divinidad, tanto en la práctica mistérica como en el panteón antiguo de los persas. La obra de U. Aldrovandi, publicada en Venecia en 1562 titulada Delle statue antiche, che per tutta Roma, in diversi luoghi e case si veggono, supone el primer testimonio publicado, pues este autor realiza una descripción de una escena de la tauroctonía mitraica; aunque se percibe un completo desconocimiento de cuál era su significado simbólico-religioso. En 1564, A. Lafreri edita en Roma Speculum Romanae Magnificentiae, donde ofrece otra interpretación de la tauroctonía conocida como el monumento de Ottaviano Zeno, bajo la interpretación de una escena vinculada al simbolismo agrícola: Mitra se presenta como el modelo de los agricultores y su acción se interpreta como un acto de renovación de la fertilidad. Esta obra y esta pieza han recibido recientemente una revisión por parte de R. Gordon (“Interpreting Mithras in the Late Renaissance, 1: the ‘monument of Ottaviano Zeno’ (V. 335) in Antonio Lafreri’s Speculum Romanae Magnificentiae (1564)”, Electronic Journal of Mithraic Studies). Podemos apreciar en los demás trabajos publicados en este periodo que se mantiene un tono general de interpretación de los relieves mitraicos vinculados a aspectos de la tierra, aunque no se ignora que la identidad de este dios de la tiara se vincula directamente con la antigua Persia. En este sentido, podemos reseñar a J. Camerarius, De re rustica opusculla nonnulla. Noribergae, 1577; F.V. Cartari, Imagini delli dei degl’Antichi. Venetiae, 1674; L. Augustinus, Gemmae et sculpturae in latinum versae ab J. Gronovio. Amstelodami, 1685. El inicio del siglo XVIII va a estar definido por una mayor profundización en la interpretación de la documentación disponible, especialmente a partir la publicación del libro de F. della Torre, Monumenta Veteris Antii hoc est inscriptio M. Aquili et tabula Solis Mithrae variis figuris et symbolis exs-
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culpta hecha en Roma en 1700. De manera particular, este autor se detiene a revisar las concepciones establecidas por sus predecesores sobre esta divinidad, e introduce el planteamiento de los vínculos entre Mitra y el Sol, además de descartar de forma crítica la mención de Heródoto (I.131) donde identifica a este dios con Afrodita. De ese mismo año es el estudio de T. Hyde Veterum Persarum et Parthorum et Medorum religionis historia, editado en Oxford, y que se caracteriza por realizar una interpretación de la personalidad del culto iranio de Mitra en directa conexión con la figura de los reyes persas. En esta vertiente oriental, resulta relevante señalar que de finales de este siglo es también la primera traducción disponible en un idioma europeo de los textos sagrados de la India (los Vedas) y del Irán (el Avesta), realizados por el francés A. Anquetil-Duperron a partir de 1771. En la actualidad, ha quedado demostrada la insuficiente calidad de dichas traducciones, siendo muy profuso el debate que existe en el ámbito filológico en relación con las diferentes traducciones de los textos védicos y avésticos y su utilidad. No obstante, en aquel momento, el acceso a estos textos posibilitó la gestación de los estudios sobre la religión india e irania antiguas a partir de sus fuentes originales. Gracias al análisis de estos libros religiosos, se abría un nuevo campo de investigación en el que la figura del dios Mitra aparecía redibujada, puesto que no se limitaba a las menciones aisladas que aparecían en algunos autores clásicos (recogidas en este libro) o a la interpretación de los monumentos escultóricos, sino que se podía proceder al conocimiento del papel que Mitra ocupaba en la religión zoroastriana, donde disfrutaba de un protagonismo significativo.
El estudio científico sobre Mitra y el mitraísmo A partir de este hecho, las bases sobre las que avanzará el conocimiento de Mitra durante el siglo XIX serán mucho más sólidas que las que habían existido hasta ese momento. En 1814, aparecen las disertaciones pronunciadas en Gottingae, Alemania, por J.G. Eichhorn De Deo Sole Invicto Mithra. Su interpretación del significado de la escena tauroctona le lleva a ver en Mitra a un dios solar, que en el sacrificio del toro está protagonizando un acto creador y salvador de toda la naturaleza. Este autor influirá directamente sobre la gran figura de los estudios mitraicos que comienza su producción a fines de este siglo: Franz Cumont.
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A lo largo de este siglo se multiplican las publicaciones de temática mitraica, cada una de ellas tratando de puntualizar algún aspecto más del culto de Mitra. En este sentido podemos destacar: H. Seel, Die Mithrasgeheimnisse während der vor- und urchristliche Zeit. Aarau, 1823; J. de Hammer, Mithriaca ou les Mithriaques. Mémoire académique sur le culte solaire de Mithra publié par J. Spencer Smith. Paris. 1833; F. Windischmann, Mithra. Ein Beitrag zur Mythen geschichte des Orients. Leipzig, 1857 (Reimpr. Nendeln, 1966). El reconocimiento que va adquiriendo el mitraísmo dentro del conjunto de las religiones romanas antiguas lleva al propio E. Gibbon a dedicar un amplio apartado a la figura de Mitra en su obra, haciéndose eco las teorías de su momento con respecto a las conexiones que parecen establecerse con el mundo iranio. Para él, el culto mithraico parece que procedió de un hermanamiento entre el Zoroastrismo y el Caldeísmo, y la adoración siriaca del sol. (Gibbon, E. Historia de la Decadencia y Ruina del Imperio Romano. I, Madrid. 18421984, p. 235). Como acabamos de mencionar, el investigador belga Franz Cumont es considerado por la historiografía moderna como el fundador científico de los estudios relacionados con Mitra. Inaugura su vasta producción con un trabajo de recopilación de todas las fuentes epigráficas, literarias y artísticas en relación con Mitra que constituyen el principal referente de partida para cualquiera que pretenda acercarse a la historia de este dios: Textes et monuments figurés relatifs aux mystères de Mithra. Vol I. Brussels, 1896 y Vol. II. Brussels, 1899. En relación con el tema que nos ocupa en este libro, la primera parte del tomo I recopila las menciones mitraicas aparecidas en los autores clásicos, en griego o latín, aunque también se aventura a atribuir como mitraicos textos en los que no está totalmente claro –ausencia del nombre del dios– que estén haciendo referencia a Mitra. Su obra es tenida como el punto de partida para conocer las teorías difundidas en lo referente a la relación que se establece entre la forma de culto de Mitra en el contexto romano y el contexto iranio. En su libro de 1903, Les mystères de Mithra, Cumont planteaba su tesis fundamental, al entender que el mitraísmo era una forma de mazdeísmo romanizado. De tal manera que encontraba firmes conexiones entre un lugar y otro, confiriendo un protagonismo especial a la figura de los magos “helenizados” (J. Bidez et F. Cumont. Les Mages hellénisés: Zoroastre, Ostanès et Hystaspe d’après la tradition grecque. Paris. 1938), en la difusión de tales ideas. Con el desarrollo de esta tesis, se abría un arduo y profuso debate historiográfico, donde se verían enfrentadas las posturas partidarias de un continuismo y las opuestas a éste.
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Paralelamente se desarrollaron también los estudios en el campo de la religión védica y avéstica. Durante el siglo XIX, la investigación de ambas religiones estuvo directamente vinculada al desarrollo de los estudios indoeuropeos. La consecuencia fue que el campo de la religión comparada indoeuropea fue la que desarrolló en mayor medida sus teorías. De esta manera, encontramos las interpretaciones largamente aceptadas que veían a los dioses védicos como representaciones de poderes naturales, elementos de la naturaleza y con escasa capacidad de abstracción. En este sentido cabría mencionar las aportaciones de F. Max Müller (especialmente con el inicio de la colección Sacred Books of the East en 1875) y A. Kuhn (Die Herabkunft des Feuers und des Goettertranks. Berlin, 1859). Esta misma vía naturalista, aunque tratando de establecer mayores conexiones con la práctica ritual relatada en los himnos védicos, fue la que desarrollaron más adelante otros investigadores como A. Hillebrandt (Vedische Mythologie.Zweite Auflage. I-II. Brela, 1927-29) y H. Oldenberg (Die Religion des Veda. Stuttgart, 1917). Sin embargo, será la mejora en las traducciones realizada principalmente por K.F. Geldner, (realizada en 1951 y reeditada en 2003 por Harvard University Press) la que permita abrir un nuevo camino en las investigaciones. Gracias a estos avances, la interpretación de la figura del dios Mitra en el contexto indio se vio revisada, destacando ya en el siglo XX, las aportaciones realizadas por dos investigadores, P. Thieme y J. Gonda. Tanto uno como otro, a pesar de situarse en posturas enfrentadas, han tratado de profundizar en diversos aspectos relacionados con este dios: desde la consolidación de la denominada “teoría del contrato” fijada a comienzos del siglo XX por el lingüista A. Meillet (“Le dieu indo-iranien Mitra”, J.A. 10 (1907), 143-159), en su intento por precisar el significado de la palabra “mitra”; hasta el análisis de cada una de las funciones representadas por este dios a partir de las menciones en los textos védicos. Es en este contexto donde debemos destacar la única monografía dedicada al dios Mitra védico, The Vedic god Mitra publicada por J. Gonda en 1972. Constituye un análisis de los elementos que definen la figura de Mitra a partir de la información que proporcionan sus menciones en los himnos védicos y su relación con el panteón indio antiguo. Dentro de este apartado, ocupa también un lugar particular la nueva línea de investigación que supuso el hallazgo en 1907 en Turquía de las tablillas que recogían un
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tratado de paz entre un rey hitita y otro mitannio, datadas en el siglo XIV a.C., con la particularidad de ser el primer testimonio escrito en el que se mencionaba el nombre de Mitra. Este documento se convirtió en objeto de estudio por parte de indólogos e iranistas, interesados en interpretar el sentido de la presencia de cinco divinidades indo-iranias en ese tratado. Las publicaciones de S. Konow (The Aryan Gods of the Mitanni People, Chritiania, 1921), P. Thieme (“The ‘Aryan’ gods of the Mitanni Treaties” JAOS, 80(1960), 301-317) y T. Burrow (“The Proto-Indoaryans” JRAS 2(1973), 123-140) fueron importantes para intentar identificar a la población de origen ario que pudo introducir a tales divinidades; aunque mucho más significativo fue el descubrimiento hecho por G. Dumézil (Les dieux des Indo-européens, Paris, 1952, 9ss. y “Les ‘trois fonctions’ dans le Rgveda et les dieux indiens de Mitanni” Bulletin de la classe des lettres et des sciences morales et politiques, XLVII (1961), 265-298) al relacionar directamente estos cinco dioses con las fórmulas utilizadas en los himnos védicos. Paul Thieme (Mitra and Aryaman, New Haven, 1957) marca un hito importante también en el desarrollo de los estudios realizados principalmente desde la perspectiva filológica en relación con Mitra en el contexto iranio. Su estudio representa un análisis en profundidad de las características definitorias de esta divinidad a partir de la información transmitida por las fuentes avésticas. En esta misma línea estarían sus artículos posteriores “The Concept of Mitra in Aryan belief”, Mithraic Studies. I. Manchester, 1975, 15-25 y “Mithra in the Avesta”, Acta Iranica. 17 (1978), 502-517. Venía a superar de esta manera a los investigadores que se habían centrado de manera principal en los aspectos solares vinculados a Mitra, entre los que destacan L. Gray (The Foundations of Iranian Religions. Bombay, 1929) y J. Hertel (Die Sonne und Mithra im Avesta. Leipzig, 1927). Paralelamente a estos estudios, Mitra ocupó un protagonismo importante en su estudio de las divinidades indoeuropeas y en el desarrollo de las teorías tri-funcionalistas establecidas por G. Dumézil (Mitra-Varuna. Paris, 1948). El eco de este enfoque tri-funcional se deja sentir enormemente en el primer estudio que ha tratado de realizar un enfoque global. En 1979, J. Ries presentó Le culte de Mithra en Orient et en Occident, bajo el formato de memoria final de curso en la Universidad francesa de Louvain-la-Neuve, de ahí que su difusión haya sido escasa. Igual de escasa difusión ha tenido nuestro ensayo con un enfoque semejante, I. Campos, El Culto del dios Mithra en el Antiguo Irán y en el Imperio Romano: análisis y
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revisión de los elementos de continuidad. 2001. Sin embargo, este estudio dio paso a su artículo de 1985 para el tomo II, 18.4 del Aufstieg und Niedergang der Römischen Welt titulado “Le Culte de Mithra en Iran”, (2728-2775). En ambos trabajos de J. Ries, encontramos por vez primera un claro interés por recopilar la información relacionada con Mitra en el contexto indio y védico, sin limitarse de manera exclusiva a las avésticas o clásicas, sino tratando de ponerlas en relación. Sin embargo, consideramos que en ese momento J. Ries condicionó su interpretación tanto al presupuesto tri-funcional, por lo que su visión de Mitra quedaba parcial, como además dejó sin mencionar numerosas e importantes fuentes que permiten completar más rigurosamente un estudio global como se pretendía; a lo que se debe sumar también el importante volumen de descubrimientos y estudios que se han publicado después de 1985. Otro hito significativo en el desarrollo de las investigaciones concernientes al dios Mitra en relación con su culto en Oriente lo supuso la publicación en 1959 de la pormenorizada traducción del himno avéstico dedicado exclusivamente a esta divinidad. El libro de Ilya Gershevitch titulado The Avestan Hymn to Mithra, se ha convertido en la obra de referencia para cualquier estudio que quiera hacerse de Mitra iranio, puesto que no sólo ha proporcionado una muy útil traducción del Décimo Canto del Avesta, conocido como Mihr Yasht, sino que su introducción y aparato crítico establecen un punto de partida importante para entender tanto la personalidad del dios como su relación con el panteón avéstico y las funciones que desempeña. En otro artículo publicado posteriormente por este autor, (“Die Sonne das Beste”, Mithraic Studies, vol II, 1975, 73-87), profundizó en su percepción del carácter solar atribuido a Mitra o la significación de la re-incorporación del culto de esta divinidad tras la reforma zoroastriana. Los últimos treinta años del siglo XX han supuesto el momento fundamental para la definitiva consolidación de los estudios académicos relacionados con el dios Mitra, tanto en su vertiente oriental como oriental. En buena parte, porque la década de los setenta del pasado siglo, ofreció un periodo especialmente productivo en la investigación, la publicación, el avance en los descubrimientos arqueológicos y la difusión de todos estos hallazgos. Como aspecto coyuntural es ineludible destacar el papel ejercido por el sha de Persia M. Pahlevi, quien al amparo de la campaña de propaganda político-ideológica en que se convirtió la celebración del aniversario de la fundación de la monarquía irania, entroncándola con Ciro y la dinastía aqueménida, favoreció el estudio científico sobre la civilización persa antigua. En lo referente a los
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estudios mitraicos, esto se concretó tanto en la organización de congresos, como en el patrocinio de publicaciones específicas relacionadas con el culto de Mitra. En 1971, tuvo lugar en Manchester el First International Congress of Mithraic Studies, cuyo tema principal era la continuidad y discontinuidad entre el culto de Mitra en el mundo indo-iranio y el dios Mitra greco-romano. Sus actas editadas en Manchester por J.R. Hinnells aparecieron en dos volúmenes en 1975, bajo el título genérico de Mithraic Studies. Este libro suponía una puesta al día de los estudios mitraicos, donde tiene un lugar central el artículo de revisión bibliográfica realizado por R. Gordon “Franz Cumont and the doctrines of Mithraism”, (215-248) que suponía un escrutinio profundo de las diversas teorías sobre el mitraísmo después de la tesis de Cumont. El segundo congreso de la International Association of Mithraic Studies tuvo lugar en Teherán el mismo año 1975, bajo el patrocinio oficial del gobierno iraní. En las actas editadas bajo la dirección de J. Duchesne-Guillemin y tituladas Études Mithriaques, (Acta Iranica, vol. 17. Leiden) aparecidas en 1978, volvemos a encontrar un importante número de comunicaciones que abordaban tanto cuestiones relacionadas con el culto de Mitra en oriente como en occidente. De este volumen queremos destacar el artículo sobre el estado de la cuestión de los estudios sobre Mitra oriental realizado por H.P. Schmidt, titulado “Indo-Iranian Mitra Studies: The State of the Central Problem” (340-65). El tercer congreso internacional se desarrolló en Roma y Ostia en 1978, bajo el título “Religio-Historical Character of Roman Mithraism, with particular Reference to Roman and Ostian Sources”. En esta ocasión, sus actas fueron editadas un año más tarde en un solo volumen de la colección EPRO, bajo la edición de U. Bianchi, titulado Mysteria Mithrae. En este libro encontramos artículos fundamentales para la comprensión no sólo de la cuestión de los misterios mitraicos, sino también de los elementos que definen las características de Mitra en Oriente. En este sentido, destacamos el de G. Gnoli, “Sol Persice Mitra”, (725-740) o el de Scialpi, F. “Mitra nel Mondo Naturale” (811-844). Las actas de estos tres congresos se han convertido en las obras iniciales de referencia para cualquier estudio que quiera realizarse sobre la figura de Mitra en relación con su culto en Oriente como Occidente. A esto debemos sumar también los artículos aparecidos en una publicación surgida de ellos titulada Journal of Mithraic Studies, que entre los años 1975 a 1981 y editada por R. Gordon, potenció la difusión de los estudios mitraicos en ese periodo.
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Recientemente se ha puesto en marcha, aunque se ha quedado algo estancado, un proyecto que, aprovechando el medio difusor de internet, pretende recoger el espíritu de aquella publicación: Electronic Journal of Mithraic Studies (http://www.uhu.es/ejms/). A estas aportaciones, debemos añadir también los diferentes volúmenes aparecidos en la colección Acta Iranica (iniciada en 1974) y los monográficos de temática mitraica publicados por la editorial holandesa Brill, bajo la serie Études Préliminaires aux Religions Orientales dans l’Empire Romain (EPRO) – actualmente Religions in the GraecoRoman World – iniciada en los años sesenta por M.J. Vermaseren, discípulo de F. Cumont. Podemos destacar los siguientes títulos: R. Turcan, Mithras Platonicus, Recherches sur l’Hellénisation Philosphique de Mithra, (1975); L.R. Campbell, Mithraic Iconography and Ideology, (1976); W. Blawatsky, Le Culte de Mithra sur la côte septentrionale de la mer noire, (1968); M. Speidel, Mithras-Orion, greek hero and roman army god, (1980); V. Walters, The Cult of Mithras in the Provinces of Gaul, (1974). Vermaseren también elaboró una actualización del catálogo hecho por el belga, publicando sus dos volúmenes del Corpus inscriptionum et monumentorum religionis mithriacae (CIMRM), en 1956 y 1960. Además de una serie de cuatro estudios titulados Mithriaca (1971, 1974, 1978, 1982), donde difunde los informes de las excavaciones arqueológicas realizadas en cuatro mitreos significativos de Italia: Sta. Maria Capua Vetere, Ponza, Marino y Celio. Igual de productiva ha sido la década de los ochenta en cuanto a las publicaciones que se han realizado sobre el tema, tanto bajo el formato de artículos científicos, como de monografías. Abundan, principalmente, las relacionadas con los misterios occidentales, que combinan el carácter científico con el de divulgación de los conocimientos que se poseen sobre el mitraísmo. En este sentido, queremos destacar los libros de R. Merkelbach, (Mithras. Königstein, 1984 (reed., Mithras. Ein persisch-römischer Mysterienkult, Weinheim, 1994); el artículo revisionista de R. Beck (“Mithraism since Franz Cumont“, en Aufstieg und Niedergang der Römischen Welt 17.4 (1984), 20022117); el antes citado de J. Ries para la misma serie; o el novedoso estudio de D. Ulansey, (The Origins of the Mithraic Mysteries: Cosmology and Salvation in the Ancient World. New York, 1989), que trataba de profundizar sobre la intervención del elemento astrológico en la formación de los misterios. En los años noventa, se va a mantener esta misma línea de investigación. El libro de M. Clauss (Mithras: Kult und Mysterien, München, 1990. (The Roman Cult of Mithras: The God and his Mysteries. Trad. R. Gordon, New
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York, 2001) profundizó en los elementos que definen la práctica mistérica, mientras que la reedición del estudio de R. Turcan (Mithra et le Mithriacisme. Paris, 1993 (1ªed. 1981)), no deja de estar marcada por un claro interés de difusión, sin mayor intención innovadora. También es destacable la recopilación de los artículos sobre mitraísmo que ha realizado R. Gordon a lo largo de su vida editados en el libro Image and Value in the Graeco-Roman World. Studies in Mithraism and Religious Art, Aldershot, 1996. Mención aparte debemos hacer al libro de A.D. Bivar (The Personalities of Mithra in Archaeology and Literature. New York, 1998), marcado por la especulación y la lucubración, y que nos lleva a cuestionar muchas de sus afirmaciones. El avance más significativo en la investigación ha estado marcado por algunos artículos publicados en revistas científicas, encabezados algunos de ellos por los investigadores de mayor prestigio en la temática mitraica. Destaca la propuesta de R. Beck sobre el origen de los misterios (Beck, R. “The Mysteries of Mithras: A New Account of Their Genesis.” The Journal of Roman Studies, Vol. LXXXVIII (1998), 115-128) en relación con el reino de Comagene, y la crítica de M. Clauss a las tesis de D. Ulansey sobre la cuestión del papel de la astronomía en la práctica mistérica: M. Clauss, “Mithras und die Präzession.” Klio Beiträge zur Alten Geschichte, 83, 1(2001), 219-225. En esta década también contamos con un artículo de revisión de los estudios mitraicos realizado por A. Blomart (“Mithra: quoi de neuf en 1990”) publicado en el Journal of Roman Archaeology en 1996, y donde hace un repaso de las tendencias antes mencionadas, a partir de la recensión de la publicación del último congreso internacional mitraico, en esta ocasión bajo el amparo del XVIth Congress of International Association of History of Religions, realizado en Roma en 1990, y cuyas actas fueron editadas por J. Hinnells bajo el título Studies in Mithraism, en 1994. Un buen número de las intervenciones de este congreso estuvieron condicionadas por las aportaciones que había realizado un año antes D. Ulansey en su libro mencionado, por tanto la cuestión de las relaciones del mitraísmo con el elemento astrológico fueron centrales. Sin embargo, también podemos destacar algunos intentos por renovar las explicaciones del paso del culto de Mitra de oriente a occidente como el de J.R. Russell “On the Armeno-Iranian roots of Mithraism,” (pp. 183-93). La primera decena siglo XXI, ha estado marcada por la aparición de varias monografías que han consolidado el interés científico de los estudios mitraicos, y, lo que es más interesante, su vigencia y actualidad. En español, se ha contado con la publicación del estudio de J. Alvar, Los Misterios: reli-
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giones “orientales” en el Imperio Romano”, Barcelona, 2001 (recientemente traducido al inglés y publicado en la colección Religions in the Graeco-Roman World, bajo el título Romanising Oriental Gods. Myth, Salvation and Ethics in the Cults of Cybele, Isis and Mithras, Leiden, 2008), sobre los misterios orientales, con varios capítulos específicos dedicados al mitraísmo. A lo largo de su análisis, Alvar realiza un esfuerzo considerable por definir la especificidad del culto mitraico en el contexto de las religiones orientales instaladas dentro de las fronteras del Imperio romano, ofreciendo nuevas e interesantes reflexiones sobre las fuentes disponibles. En el marco internacional, R. Beck ha establecido la última y más novedosa aportación a la cuestión de los orígenes del culto mistérico mitraico en su comunicación “New thoughts on the genesis of the Mysteries of Mithras”, presentada en el transcurso de un Simposio realizado en Lyon bajo el tema “The cult of Mithras in Syria” y publicado en el número 11 de Topoï (2001, pp. 59-76.) donde establece claras conexiones con la familia real de Comagene y la visita a Roma del rey armenio Tirídates en época de Nerón. Con posterioridad han aparecido dos monografías suyas que suponen la más reciente y novedosa aportación a los estudios sobre mitraísmo en estos momentos. Un trabajo recopilatorio de sus estudios de los últimos veinte años (Beck on Mithraism: Collected Works With New Essays, Hampshire, 2004) y el libro The Religion of the Mithras Cult in the Roman Empire. Mysteries of the Unconquered Sun. Oxford, 2006. En este último estudio, el autor desarrolla su teoría sobre la formación de los misterios y reflejan el pensamiento maduro del autor sobre puntos aún oscuros sobre el mitraísmo: la interpretación de la iconografía, el lugar que se le debe dar a los mitreos, etc. En paralelo con lo que supuso el libro de J. Alvar, debemos señalar nuestras dos publicaciones: El culto al dios Mithra en la Persia Antigua, 2002 y más recientemente, Campos, I. El dios Mitra. Su culto anterior al Mitraísmo romano. Las Palmas de G.C., 2006. Ambos libros suponen el primer intento desde la historiografía española de abordar las características de esta divinidad en su vertiente irania, puesto que los estudios realizados en España sobre Mitra han estado centrados en analizar el mitraísmo romano, y de forma particular a través de la documentación disponible en la Península Ibérica. En este sentido, el inicio de la historiografía mitraica hispana está marcado por el libro de A. García y Bellido, Les religions orientales dans l’Espagne romaine, de 1967 en los primeros números de la serie EPRO. En los años ochenta, aparecieron el libro de M.A. de Francisco Casado, El culto de Mithra en Hispania, Catalogo
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de monumentos esculpidos e inscripciones, Granada, 1989 y la tesis doctoral de J. Muñoz García, El Culto de Mithra en Hispania: caracteres específicos (UNED, 1989). Además de un buen número de artículos publicados en revistas nacionales e internacionales sobre temática mitraica, protagonizados por investigadores españoles. Destacan los trabajos de J. Alvar, por ejemplo su capítulo “Los orígenes del mitraísmo romano” en Blázquez, J. (ed.) Persia y España en el diálogo de las civilizaciones. Madrid, 2002,173-184, como uno de los últimos esfuerzos por indagar sobre esta delicada cuestión. Pero además, otros autores como R. Rubio, S. Montero, P. Aguado, R. Sierra, I. Campos, M.R. García, S. Perea han publicado interesantes aportaciones al conocimiento de los misterios mitraicos, no sólo en lo referente al ámbito hispánico, sino a la configuración del culto mistérico en general. Lo que se puede comprobar a partir de esta aproximación a la historiografía de los estudios mitraicos, es que mientras las fuentes disponibles puedan seguir siendo revisadas y analizadas desde los parámetros científicos de cada momento, y a medida que la arqueología vaya aportando novedades en relación con los mitreos y el culto mitraico, la producción científica en relación con el mitraísmo seguirá siendo constante, fructífera y novedosa. Puesto que el objetivo final que mueve a los investigadores que nos acercamos al estudio de esta divinidad, es tratar de desvelar en lo posible el velo de misterio que definió el culto de Mitra.
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APROXIMACIÓN A LOS MISTERIOS MITRAICOS Una religión mistérica El primer testimonio fiable que disponemos para reconocer la presencia del culto de Mitra dentro de las fronteras del Imperio, es el que aparece en la obra de un poeta romano, Estacio (P. Papinius Statius), titulada la Tebaida. Hay distintas opiniones sobre la fecha de composición, aunque los autores parecen inclinarse hacia el período comprendido entre 80-82 d.C. como el momento en que pudo aparecer el libro primero. Los dos versos que nos interesan dicen: te llames Mitra, y con rigor eterno tuerzas del toro el indomable cuerno. (I, 719 ss.) Estacio hace referencia claramente al episodio central de los misterios mitraicos: el sacrificio del toro por parte de Mitra, dentro del contexto espacial de una cueva o antro. Este testimonio ha sido presentado como la conexión entre las prácticas que Plutarco (Pompeyo 24), describía en relación con los piratas cilicios y el momento en que supuestamente hacen su aparición en Roma. El poeta se hace eco de un fenómeno que está ya presente en la sociedad romana del último cuarto del siglo I d.C. Desconocemos el grado de implantación que en ese momento pudo haber tenido el culto al dios persa, ya que el primer testimonio arqueológico en relación con Mithra está datado en torno al año 102 d.C. Sin embargo, no debemos despreciar el poder propagador que pudo desempeñar esta referencia de Estacio. Sabemos que tuvo un cierto grado de acogida en los ambientes literarios y populares de la época flavia, tal y como nos cuenta Juvenal en una de sus sátiras: Vamos corriendo a la voz fascinante, al recital de la familiar Tebaida, cuando Estacio ha llenado la ciudad de gozo prometiendo un día para su lectura. ¡Con tanta dulzura penetra y cautiva los ánimos! ¡Tanto es el gusto con que le oye el pueblo! (Sátiras, VII, 82 ss). Podríamos pensar que estos dos versos de Estacio pudieron despertar en las conciencias de los ciudadanos que los oían, la atención hacia una nueva práctica religiosa que se estaba instalando dentro del Imperio, y que no renunciaba a evidenciar su origen pérsico.
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Debemos tener en cuenta cuál fue el contexto socio-religioso en el cual iba a instalarse el culto de Mitra. La práctica de cultos mistéricos era conocida en Roma desde antiguo. El contacto con el mundo helenístico (representado primero en la Magna Grecia y luego en la propia península helénica), les había dado a conocer los cultos realizados en Eleusis. Desde fines del siglo III a. C., los romanos habían instalado dentro de su ciudad a la diosa frigia Cibeles, construyéndole un templo, aunque limitando enormemente las manifestaciones externas practicadas por sus sacerdotes orientales, los galli. Las celebraciones en honor de Baco-Dionisos habían provocado una intervención directa del Estado en el año 186 a.C. También la diosa egipcia Isis, que había conocido la evolución de su culto hacia la práctica mistérica a partir de la conquista macedónica de Egipto, se instaló en Roma, aunque tuvo que esperar un tiempo hasta integrarse plenamente dentro de las estructuras religiosas romanas. El fenómeno de la aparición y propagación de las religiones mistéricas es un acontecimiento cuya comprensión se nos presenta, a primera vista, difícil de resumir. Por una parte tenemos la situación particular en la que se desarrollan las expectativas religiosas de la población (en este caso, romana o habitante del Imperio) y las respuestas que a éstas podían dar las prácticas religiosas tradicionales. La religión romana estaba basada en una rigurosa estructuración de los actos rituales, un vocabulario preciso y una especificación clara entre lo que se da y lo que se espera. El ciudadano nacía dentro de esta religión de estado y ella misma se convertía en un marco de referencia, en el cual los acontecimientos (cotidianos o excepcionales) recibían un fundamento religioso que integraba a la comunidad bajo un panteón común. Sin embargo, parece demostrado que en el tránsito de la República al Imperio, se produjo una importante transformación en lo referente a las inquietudes religiosas de los individuos. Situación en parte provocada por la vaciedad hallada en el ritualismo excesivo y la búsqueda de respuestas más ciertas a una serie de preguntas últimas, entre las que se encuentra la tan difícil y trascendente cuestión de cuál será el destino del alma humana tras la muerte. El estado de escepticismo respecto a las ideas tradicionales sobre el Hades o el Otro Mundo, tal y como lo narraban los autores tradicionales, es un elemento que debemos tener en cuenta. Un pasaje de Juvenal resumía esta situación: que haya Manes, un reino subterráneo, un Caronte armado de una pértiga y las ranas negras en las simas de la Estigia, y que tantos millares de hombres puedan atravesar la onda en una sola barca, eso no se lo creen ni los niños. (Juvenal, II). Mucho más sutil en su crítica a la religión tradicional fue Luciano de Samósata quien en sus Diálogos de los Muertos banaliza las
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ideas tradicionales sobre la otra vida. Cayo Petronio ofrece una imagen más desoladora aún sobre la decadencia de la religiosidad tradicional: ahora nadie cree en las divinidades, no se ayuna, no se hace caso de Júpiter, ni piensa nadie más que en el oro (Satiricón, XLIV). De ahí que pensemos que los intentos de Virgilio (Eneida VI) por presentarnos el clásico mundo de los muertos como un lugar idílico y justa recompensa para las almas no pasaron de ser un recurso literario que probablemente no impresionara más que a la población escasamente instruida y deseosa de recibir respuestas tranquilizantes. Es en esta situación cuando, por medio de los canales de comunicación que se iban creando a través de las conquistas romanas, los habitantes del Imperio entraron en contacto con otras modalidades de prácticas religiosas, provenientes principalmente de las regiones orientales y cuyas características podían dar respuesta al proceso de búsqueda en el cual se encontraban. Estos cultos procedentes de fuera del Imperio tenían la particularidad de dirigirse principalmente a la inteligencia y los sentidos, despertando en el creyente una identificación inmediata con la divinidad que presidía el culto. La nueva modalidad religiosa que experimenta un importante auge a partir de la implantación del Imperio, va a encontrar su manifestación en la oferta variada que hacen los diferentes grupos religiosos vinculados a los dioses Cibeles-Atis, Isis y Mitra. Varios son los elementos que en el ámbito general podrían resumir las características que definen a estos cultos. En primer lugar tendríamos que hablar de cuál fue su carácter religioso; es decir, si pueden ser considerados como religiones en sí mismas o, simplemente, presentarlas como cultos mistéricos integrados dentro de un marco religioso mayor, como sería el panteón romano. En este sentido se nos presenta la tesis de J. Alvar en la que propone varios niveles temáticos que actúan como definidores del carácter de “religión” que puede ser conferido a una práctica religiosa cualquiera. Él propone que un sistema religioso debe abarcar a través de su mito y sus prácticas los siguientes campos: a) el ordenamiento del cosmos; b) el ordenamiento del mundo; c) el ordenamiento del más allá; d) establecer un modelo de comportamiento; e) ofertar una liturgia y unos ritos. En su opinión, las prácticas mistéricas que estamos estudiando, responden a estos requisitos, constituyendo algo más que meros cultos. W. Burkert se cuestiona la posibilidad de aplicar el concepto de religión a estos cultos, ya que la iniciación en cada uno de ellos no lleva emparejada una adhesión como es el caso de las religiones excluyentes (cristianismo, judaísmo o islamismo). Sin embargo, si llevamos esta condición a su extremo, nos encontramos con
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que sólo podríamos hablar de religión en aquellos casos que hubiera un claro monoteísmo, pues el propio politeísmo implica que la sensibilidad religiosa está abierta a la devoción que puede inspirar tal o cual divinidad. El otro aspecto sobre el que debemos detener nuestra atención es el relacionado con el carácter mistérico que confiere la especificidad de estas nuevas formas religiosas con respecto a las otras que ya estaban presentes o que fueron apareciendo. El significado de la palabra “misterio” (mysterium o teletay) ha sido definido por diferentes autores en relación con las prácticas y el contenido de cada una de estas formas religiosas. En ellas se repiten continuamente las referencias a la iniciación, al secretismo, esoterismo, la identificación personal con la hazaña realizada por el dios, etc. Las religiones mistéricas de origen oriental presentan como elemento central y común en todas ellas, la oferta religiosa basada en la esperanza en una salvación o promesa de vida eterna (soteria), a la cual puede acceder el creyente, por medio de una iniciación que le permite participar en los conocimientos y prácticas rituales específicas para lograrlo; todo ello, a partir de una identificación personal con la hazaña o vicisitud experimentada por la divinidad correspondiente. A pesar de que el acceso a este tipo de culto parece responder a una vocación personal – como es el caso del asno Lucio, en la novela de Apuleyo (El Asno de Oro, XI.5), quien recibe la visita en sueños de la diosa Isis y le da a conocer el plan de salvación que tiene pensado para él, una vez que recupere su forma humana –, el modo en que se concreta el seguimiento es generalmente en grupo, formando comunidades en mayor o menor medida organizadas, pero unidas en torno a un interés común. El término de cofradía, en la manera que se conoce para el mundo latino, no parece que sea suficiente para designar a estas comunidades religiosas. Creemos más acertado escoger thiasos, aunque también haya que establecer algunas salvedades para poder aplicarlo a todos los cultos. La presencia de una comunidad de creyentes se convierte en un elemento importante a la hora de entender las manifestaciones externas que algunos de estos cultos mistéricos desarrollaron. En su proceso de integración dentro del entramado socio-religioso romano, estos sistemas religiosos practicaron diversas formas de dar a conocer al exterior algunas pinceladas de su mensaje soteriológico; hasta el punto de que llegaron a incorporarse al calendario festivo oficial, además de adecuarse a las exigencias mínimas que pedía el Estado para permitir su culto. Todas estas características generales se manifiestan en el culto particular dedicado al dios iranio Mitra, presente en Roma a fines del siglo I de
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nuestra Era. El carácter mistérico del Mitraísmo ha sido presentado como el elemento más significativo de este sistema religioso, por cuanto presenta la particularidad de haber sido el único que mantuvo el secretismo y ocultación que hemos indicado como propio de estas religiones. Sin embargo, el carácter fundamental de todo culto mistérico debe ser la presentación y promesa de una salvación para el alma humana; para lo cual se ofertan paralelamente una serie de mecanismos que van disponiendo al individuo a ser partícipe lo antes posible de este beneficio. En la raíz de estas religiones orientales se encuentra la práctica de un culto ctónico o de fertilidad vinculada con la renovación anual que experimentaba la creación y que se manifestaba en la producción agraria surgida de las entrañas de la tierra. El carácter de muerte y resurrección, es decir, el episodio agónico que está presente en el mito de estos dioses, ha sido interpretado como una evolución dentro del ambiente helénico-oriental. La salvación dentro del Mitraísmo presentaba sus propias peculiaridades. En primer lugar, hay autores que cuestionan en cierta medida el carácter mistérico en relación con Mitra puesto que según el mito de éste, nunca pasó por la condición de “muerto y resucitado” lo que se ha querido presentar como fundamental para la definición de religión mistérica. Pero la propia especificidad de Mitra se encuentra precisamente en eso: él no ha conocido el fracaso, al contrario, es Invictus. De ahí que la salvación en el Mitraísmo no resida en repetir en su iniciación la muerte del dios, sino que el mystai recibe la salvación al participar de la acción salvífica que hizo Mitra en el sacrificio del toro y que afecta a toda la Creación en su conjunto, que se ve liberada de las tinieblas y la muerte. El iniciado en los misterios de Mitra comprendía así que su vida – o su nueva vida tras la iniciación – se encontraba justificada (por utilizar un lenguaje teológico que permita dar mayor precisión a las ideas) por la “hazaña” hecha por el dios en un momento atemporal, pero que tenía implicaciones en el tiempo y en el espacio. En el aquí y ahora de cada creyente y cada comunidad.
Orígenes y difusión del Mitraísmo Debemos dirigirnos a la región anatólica para poder plantear las diferentes hipótesis que existen con relación al modo y momento en que un culto mistérico de Mitra pudo instalarse dentro del territorio romano. Plutarco (Pompeyo, 29) atribuyó a los piratas instalados en la costa de Cilicia un tipo
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de práctica religiosa vinculada con el dios Mitra. Cuando Pompeyo completó su campaña de limpieza de las flotas piratas que operaban en el Mediterráneo Oriental, envió a millares de estos piratas como esclavos a la Campania itálica. Este hecho ha sido presentado como un posible factor importante para plantear la llegada de Mitra a Italia; sin embargo, si este desplazamiento debió ocurrir en los años 60 a.C., no existe ningún documento que acredite la presencia del dios durante el siglo I a.C. También se ha planteado la posibilidad de que las tropas que tuvieron que combatir en Grecia y Asia Menor durante las Guerras Mitrádicas, pudieran haber conocido la práctica de este culto, aunque volvemos a encontrarnos con el mismo vacío documental. La teoría de F. Cumont da por sentado que fue durante este momento cuando se produjo la instalación de una comunidad mitraica en Roma, ya que hace coincidir a estos grupos de poblaciones de origen iranio (entre los que se habrían encontrado algunos magos), con la llegada de las primeras comunidades judías a Roma. Otra postura diferente es la que sostiene Beskow quien sugiere que el culto se desarrolló en el Ponto y en la región de Crimea, cruzó Moesia, donde fue romanizado, y que luego se bifurcó en dos corrientes: una se desarrolló en la zona del Danubio y Panonia; la otra bajó hasta Siria; así, el Mitraísmo de Roma, habría sido una mezcla de ambas corrientes. Ciertamente, no deja de ser sugestiva esta hipótesis, por cuanto confirma el origen de los misterios en la región anatólica, pero las zonas por las que hace discurrir la difusión del culto, habrían supuesto una mayor demora en el tiempo, con lo que no podría explicar los testimonios mitraicos que aparecen en Roma desde finales del siglo I. d.C. Más reciente es la hipótesis sostenida por R. Beck, quien ha vinculado los fundamentos de la religión mistérica en torno a Mitra en la familia real de Comagene y en la visita que hicieron a Roma en el s. I d.C. Dado el protagonismo que tuvo el culto de esta divinidad en este reino, debe tenerse en cuenta la mayor solidez de los argumentos presentados, aunque no por ello ha quedado resuelta la cuestión de los orígenes. Tal vez sea conveniente dirigir nuestra mirada hacia los que pudieron ser los protagonistas tanto de la llegada como de la posterior propagación del culto de Mitra. Tradicionalmente se ha querido dar un protagonismo muy marcado al papel que pudieron ejercer las legiones romanas dentro de este proceso. Las propias características del culto van a encontrar una aceptación especial dentro del estamento militar romano y, frecuentemente, serán los testimonios epigráficos dejados por muchos de estos soldados los que nos den algún tipo de información relacionada con el dios. Muy probablemente las tropas que tu-
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vieron que combatir contra los piratas cilicios pudieron conocer algo sobre las prácticas religiosas que éstos hacían en relación con el dios que consideraban su patrono en dicho enfrentamiento. Sin embargo, parece que fueron los veteranos que regresaron a Roma tras las campañas orientales de los Flavios, quienes, después de haber convivido con soldados reclutados en la zona, pudieron haber traído consigo el culto al dios. El papel de las legiones romanas como fuente difusora del Mitraísmo hacia diferentes zonas del Imperio se ha confirmado por la presencia de mitreos y referencias a Mitra en los campamentos del Limes y en asentamientos de claro carácter militar. Son las legiones romanas las que acompañan la expansión del Mitraísmo a zonas como Tracia y Crimea, norte de África, Gran Bretaña, Dacia, etc. El desarrollo del Mitraísmo en entornos militares nos habla de la especial interrelación que se produjo entre este dios y las legiones romanas. Por una parte, Mitra seguía haciendo referencia a su origen persa (actual enemigo de Roma); sin embargo, las características generales que acompañaban a su culto ofertaban suficientes elementos como para resultar sumamente atractivo al soldado romano. Si bien el protagonismo del estamento militar en la difusión del Mitraísmo en determinados lugares del Imperio parece innegable, sin embargo, debemos abrir nuestra mirada hacia la actuación de otros factores que también estuvieron presentes. En muchos medios urbanos (ya que la presencia del culto de Mitra fue escasa en las zonas rurales, a excepción de algún mitreo que se construyese en alguna villa), la presencia de mitreos y de inscripciones particulares, nos permiten ver qué otros grupos sociales pudieron intervenir tanto en el culto, como en la propagación hacia otras zonas. En este sentido, debemos tener en cuenta el papel que pudieron desempeñar los comerciantes que procedían de la región de Asia Menor, ya que su propia movilidad pudo potenciar la expansión del Mitraísmo a partir del siglo II d.C. Esta hipótesis se apoya en la abundancia de testimonios epigráficos donde la procedencia greco-oriental de los dedicantes es evidente. Esto ha llevado a pensar que en muchas ocasiones, pudieron ser estos comerciantes de origen oriental quienes trajeran consigo la práctica del culto y la introdujeran en aquellas zonas donde se instalaron para ejercer su actividad económica. Así se podría explicar la presencia de mitreos en zonas donde el elemento militar fue bastante débil o prácticamente nula. Por último, tampoco podemos olvidar la presencia abundante de libertos y esclavos, y el papel que éstos pudieron ejercer también en la propagación del culto.
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Elementos centrales del Mitraísmo Cualquier investigación que pretenda entrar en el interior de la religión mitraica se encuentra con una limitación inicial bastante grande: la ausencia de testimonios escritos procedentes del propio medio mitraico. Esto significa que la reconstrucción del culto se ha hecho a lo largo de los años a partir de las referencias que otros autores hacían (con el grado de parcialidad inherente a todo documento histórico y con el añadido, en el caso de los autores cristianos, de una intencionalidad polemista manifiesta) y la información que los descubrimientos arqueológicos ha ido aportando a lo largo de todo el siglo XX y en estos últimos años. Por tanto, la diversidad interpretativa respecto al Mitraísmo es abundante y en algunos casos, abiertamente contradictoria. Nuestra intención aquí va a consistir en hacer un recorrido por los diferentes elementos que constituyen el culto mistérico mitraico, tratando de sintetizar y consensuar las aportaciones hechas desde los diferentes posicionamientos metodológicos.
El relato mítico La reconstrucción del relato mítico que pudo estar presente en los misterios mitraicos se ha realizado a partir de las representaciones que han aparecido en algunos de los mitreos excavados; lo que significa que determinados elementos pueden quedar en el aire por desconocer su verdadero valor simbólico. No obstante, aunque ciertos episodios de la “vida” de Mitra varían de un sitio a otro, sí podemos centrarnos en aquellos que suelen repetirse en diferentes lugares de culto. En el mitreo hallado en Marino, existe una representación en diferentes paneles de algunos pasajes protagonizados por Mitra. En el nacimiento de Mitra, el dios sale vestido con una tiara y una toga manicata del interior de una piedra con forma de globo o huevo primigenio (petrogenitus). Sus manos están levantadas y lleva en ellas una antorcha y una daga. El mito del nacimiento del dios saliendo de una piedra, es un elemento que se ha relacionado con la tradición armenia. El decorado de este nacimiento es una cueva y un arco astral protege dicho nacimiento. En otro episodio, aparece Mitra con un arco, disparando una flecha hacia una roca, de la cual comienza a brotar agua. Esto puede interpretarse como un hecho milagroso, que potenciaría el carácter sagrado y benefactor del dios;
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así, Vermaseren lo vincula con un verso aparecido en el mitreo de Sta. Prisca: Fons concluse petris geminos qui aluisti nectare frates. Después, Mitra comienza su ciclo relacionado con la búsqueda, captura y posterior sacrificio del toro primigenio. Este último acontecimiento, es el que va a ocupar un papel fundamental dentro del culto mistérico. La Tauroctonía está presente en todo lugar de culto de Mitra, siendo representada tanto a modo de fresco en la pared, como grupo escultórico o relieve. Luego tendremos ocasión de volver sobre ella y repasar las múltiples interpretaciones que se le ha querido dar a este suceso. Después de matar al toro, Mitra celebra un banquete con el Sol; juntos comen la carne del animal y beben, dando a entender que entre ellos se está estableciendo una verdadera comunión. Otras representaciones concluyen el ciclo presentando al Sol arrodillado ante Mitra, para posteriormente darse la mano y finalmente marchar juntos hacia el cielo, montados ambos en un carro solar. La importancia que adquiere todo este conjunto mitológico reside en que algunos de estos pasajes encuentran posteriormente su expresión en las prácticas rituales que están presentes en el culto mitraico. A partir de este relato, de las representaciones que se tienen del dios, de la información que proporcionan algunas fuentes clásicas y de la interpretación que se ha ido haciendo del conjunto del culto mistérico, podríamos atrevernos a esbozar una breve descripción de lo que representaba el dios Mitra para los hombres que aceptaban iniciarse en sus misterios. Son varios los factores de atracción que podía ejercer este dios para llamar la atención de los espíritus inquietos de la época. Si nos fijamos en la nomenclatura con la que le nombran la mayoría de las inscripciones, podemos destacar de entrada dos aspectos: por un lado está la atribución de un carácter solar, por otro, el adjetivo de Invictus. El carácter solar o la interpretación de Mitra como un genio de la luz, es un elemento que está vinculado a esta divinidad desde sus orígenes en el contexto oriental. La vinculación con el sol se había reforzado a medida que el dios pasaba por el tamiz helenizante que había penetrado en Oriente desde el final de la época aqueménida. Debemos tener presente cuáles eran las connotaciones que subyacían en el aspecto solar de Mitra: larga vida, benefactor, restaurador, aparta el temor a la enfermedad... Igualmente, preside todas las actividades que se ejecutan durante la claridad del día, y se vincula a la primera luz de la mañana. No obstante, esta relación con el astro solar sigue siendo ambigua; Mitra se identifica con el sol, pero al mismo tiempo no es el sol. Pero además, Invictus es un título que en Roma no resultaba extraño
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y que a la vez estaba estrechamente ligado al astro solar. Las connotaciones de este título son manifiestas y está unido a una ideología de la victoria y el triunfo sobre las empresas, que ya estaba presente en el Mitra oriental. La particular evolución que experimentó el culto del Sol en el politeísmo romano, concedió un protagonismo especial al título Sol Invictus. Sin embargo, desde F. Cumont, queda demostrado que muchas de las inscripciones que tan sólo presentan este título (sin aparecer el nombre de Mitra), no están refiriéndose necesariamente a este dios, sino al ensayo henoteísta auspiciado por algunos emperadores de los siglos III y IV d.C. Otro aspecto a destacar de la figura de Mitra sería la relación que establece con sus seguidores. Por una parte, debemos fijarnos en las características con las que se la representa. Vemos a un dios joven, atlético, con una belleza clásica, vestido con ropas que hacen referencia a su origen persa (el gorro frigio y los pantalones anaxyrides). La simbología del color también tiene su importancia: el rojo, el dorado y el azul pueden interpretarse como indicativos del carácter poderoso del dios. Estos elementos confieren un atractivo personal que puede estar presente en la práctica mistérica. El fiel se identifica con la suerte y la persona de su dios. Mitra se presenta como un compañero cercano en los momentos de fragilidad, pero, también, encarna la fortaleza necesaria para poder superar las pruebas cotidianas contra las fuerzas de la oscuridad. Mitra estará presente también en ese momento último de la vida, para presidir el juicio al que han de acudir las almas de los fieles iniciados; en ese momento, serán pesadas en la balanza sus obras buenas y malas. En el caso de que haya llevado una vida acorde con los preceptos marcados por Mitra, el propio dios guiará al alma en su ascensión hacia la luz infinita y su total purificación. Un último punto que hay que destacar de las atribuciones de Mitra lo encontramos en un texto de Plutarco, cuando reflexiona sobre el dualismo presente en la religión irania. En De Iside et Osiride, 46-47, podemos leer: Y expuso, además, que el primero se parece especialmente, entre los objetos sensibles, a la luz, y el segundo, al contrario, a las tinieblas y a la ignorancia, y que en el medio de ambos está Mitra; por eso también, los Persas dan a Mitra el nombre de Mediador. La atribución del adjetivo mediador (mesites) a Mitra encierra una serie de connotaciones sobre las que conviene detenerse, aunque sea brevemente. En primer lugar, nos planteamos si Plutarco está traduciendo un apelativo de origen iranio o si, más bien, el autor está haciendo una interpretación desde sus parámetros neoplatónicos sobre el rol que ejerce
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el dios Mitra dentro del dualismo iranio; sin embargo, este carácter mediador se puede comprobar como una característica presente en el Mitra del Avesta. Habría que matizar el significado original que tiene la palabra “mediador” dentro del contexto grecolatino, limpiándola de las connotaciones cristianas que puede tener para nosotros actualmente. Mesites estaría haciendo referencia a una posición física (y en este sentido representa un papel importante la relación de Mitra con el sol). Mitra se encontraría en medio de la luz y la oscuridad, en relación con los equinoccios. Por otra parte, podría hablarnos de un carácter ético, vinculado al papel del dios en relación con su mediación entre los dioses y los hombres. Por último, también toma sentido la posibilidad de que Plutarco hubiese introducido este testimonio con la intención de fortalecer su teoría de una tercera naturaleza, que interviniese en medio de las dos fuerzas antagónicas que actúan en la creación. Este pasaje de Plutarco nos sitúa ante una realidad compleja, sobre la que podemos acceder a unos pocos testimonios de autores de la época que nos ofrecen información directa de cómo veían los contemporáneos el culto mistérico de Mitra. El culto no era estático, y desde algunos sectores se expresaron variantes interpretativas en consonancia con la escuela o corriente a la que se estaba adscrito. Nos han llegado principalmente aquellos que tenían una procedencia neoplatónica, pero seguramente también hubo interpretaciones desde otras corrientes filosóficas, astrológicas o éticas. Dentro del contexto neoplatónico también se desarrolló la visión de un Mitra con atribuciones de demiurgo. Porfirio en su libro La gruta de las Ninfas, 6, describe abiertamente a Mitra como autor y padre de todas las cosas y demiurgo. Este carácter demiúrgico sería un paso hacia adelante de la función de mediador. El acto de la tauroctonía representa la acción demiúrgica por la cual la creación se renueva y el cosmos recibe su ordenamiento. Este elemento se vincula otra vez en su relación con el sol generador y el fuego creador.
Iconografía Hay una escena que constituye el icono esencial y fundamental de todo el Mitraísmo occidental: la tauroctonía es ese momento crucial en que Mitra está clavando su espada en un costado del toro, rodeado de una serie de figuras: el perro que salta para lamer la herida, el escorpión que intenta pinchar los testículos del toro, la serpiente que se arrastra por el
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suelo, el cuervo que parece dirigirse a Mitra. También suele aparecer un león en la parte baja, junto con una crátera. A izquierda y derecha de la escena se sitúan dos personajes misteriosos: Cautes y Cautopates, cada uno portando una antorcha. Este motivo iconográfico ocupa el lugar central en todos los mitreos, bien sea un relieve en la pared, una pintura mural o un grupo escultórico. La ausencia de una literatura teológica o litúrgica en relación con esta escena ha llevado a los investigadores del Mitraísmo a lanzar hipótesis interpretativas desde diferentes posicionamientos y con definiciones bastante dispares. Las conclusiones de estos trabajos llevan a identificar dos grandes áreas para la interpretación de la tauroctonía mitraica: a) un significado naturalista, en conexión con el sacrificio de un animal y la simbolización de la regeneración de la creación. b) un significado astrológico. En ambos casos, la opción por un modelo interpretativo u otro está en estrecha conexión con la posición que cada uno de los investigadores tenga con respecto al origen de los misterios mitraicos. De tal forma, que aquellos que mantienen la opción de aceptar posibles conexiones entre el culto de Mitra en occidente con el dios oriental, ven en la tauroctonía una representación de un acontecimiento creador y regenerador, junto con un significado simbólico que hace referencia a un acontecimiento salvífico cosmológico. Estos autores son contrarios a conceder un protagonismo mayor a los elementos astrológicos presentes en el Mitraísmo. Sin embargo, aquéllos que postulan la interpretación de la tauroctonía como un mapa del cielo en un determinado momento del año, se posicionan en una visión del Mitraísmo surgido directamente del ambiente grecolatino de comienzos de era. En tal situación, se habría recurrido a adoptar a Mitra por una cuestión ajena a lo que representaba como dios en un contexto iranio, sino con la intención de conceder un cierto grado de atracción “exótica” al nuevo culto astronómico. Toda opción extrema – tanto por un lado como por otro – puede caer en el error de olvidar testimonios que no estén directamente relacionados con la hipótesis que están pretendiendo demostrar. La presencia e intervención de los astros en el culto mitraico no puede ser ignorada, y más adelante tendremos ocasión de volver sobre ellos. No obstante, pensamos que las explicaciones de la tauroctonía y con ella del conjunto de la práctica mistérica ha podido llevar a sus defensores hacia una visión limitada de todos los elementos que intervienen en el culto; complicando lo que, seguramente, para los hombres del momento, venía a ser algo más sencillo: la identificación del episodio del sacrificio del toro como
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un acontecimiento mítico que venía a significar una alegoría del ciclo vital, del comienzo de la regeneración y salvación de toda la Creación. Aunque para ello se adoptase un lenguaje simbólico astrológico que sería interpretado desde la clave que ofrecería el contexto mistérico. Sin abandonar aún la representación de la tauroctonía debemos detener un momento nuestra atención sobre dos personajes que ocupan un papel destacado dentro del conjunto iconográfico. Como decíamos antes, la escena en que Mitra sacrifica al toro se encuentra flanqueada por dos figuras vestidas de igual modo que el dios, pero con la característica principal de portar ambos una antorcha. Cautes, a la izquierda, sostiene la antorcha en alto; Cautopates, a la derecha, la mantiene hacia abajo. En algunos mitreos se han encontrado esculturas que representan a estos personajes, sin una relación directa con la tauroctonía. Las interpretaciones sobre el significado y papel de los dadóforos dentro del culto mitraico han sido variadas. Cumont los identificaba como dobles de Mitra, Cautes representaría al sol que se eleva o al día que crece; mientras que Cautopates hace referencia al sol que cae o al día que declina. Porfirio (La Gruta de las Ninfas, 24) parece situarles en la ruta que siguen las almas humanas en su génesis y apogénesis, controlado por Mitra que se sitúa en medio. Hansman ha querido ver en la representación con los pies cruzados de estos dos personajes una posible conexión con la cruz, símbolo solar. El trabajo más profundo en relación con los dadóforos ha sido el realizado por M. Schwartz, quien ha revisado las opiniones que se habían ido proponiendo con respecto al significado y origen de estos dos personajes. En su propuesta intenta rastrear el origen iranio de la raíz *kauta- (traduciéndola como pequeño). Para él, en origen sólo habría habido una expresión Cautopates que hacía referencia directa a Mitra (Pequeño Protector); sin embargo, la influencia helénica habría buscado su opuesto: Cautes. De igual modo, habría sido una deformación del significado de la palabra kauta (en griego, ‘arder’) lo que habría llevado a representarlos con antorchas. En cualquier caso, es poco lo que podemos saber acerca del papel que tuvieron estas dos representaciones en las creencias mitraicas. Tanto si eran imágenes de Mitra o bien protectores de las puertas de entrada y salida del cosmos, seguimos estando condicionados por la ausencia de otros testimonios que esclarezcan su papel dentro del culto. Otro aspecto de la iconografía de los misterios mitraicos retiene nuestra atención antes de continuar hacia demás cuestiones. En muchos mitreos se han encontrado representaciones de una extraña figura, caracterizada por presentar
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cuerpo humano, pero con cabeza de león. Además, una serie de elementos amplían su especificidad: unas llaves, una serpiente que da vueltas sobre su cuerpo, a menudo unas alas, etc. La identificación de esta figura leontocéfala ha suscitado un largo debate historiográfico, cuya solución resulta difícil encontrar. Tradicionalmente ha habido tres posturas a la hora de definir a este personaje. Cumont lo había identificado como una representación de Zurvan, el dios infinito del tiempo que, según la secta zurvanita surgida dentro del Zoroastrismo, era el padre de los dioses Ahura-Mazda y Ahrimán. También se le ha identificado con el Aión o Tiempo Eterno dentro de un contexto helénico. Bianchi ha querido ver en esta figura una conexión con el arconte gnóstico, aunque insiste en separarlo de la figura del Aión. Otros autores han centrado su atención sobre la inscripción que suele acompañar a algunas de estas representaciones, en ellas se puede leer: Deus Arimanius (CIMRM 1127, 883, 879). Esto abrió otra vía de posibles interpretaciones sobre la identidad de esta figura. Legge fue el primero que estableció la identificación del leontocéfalo con el dios zoroastriano Ahrimán, seguido luego por Zaehner y Duchesne-Guillemin. Más recientemente, Hinnells, partiendo de la aceptación de Arimanio como la manera de referirse al leontocéfalo, ha tratado de establecer cuál pudo ser la función que ejercería esta figura dentro de la práctica mitraica, él lo relaciona con el cuarto grado mitraico, el León. En cualquier caso, lo que se ha querido dejar claro es la diferencia que existe entre este Arimanio y el Ahrimán zoroástrico; principalmente, por el hecho de que las atribuciones son distintas y que el Mitraísmo le atribuyó un papel totalmente diferente a las connotaciones negativas que estaban presentes en el Avesta. Von Gall toma todas estas opiniones y las articula en torno a la idea de interpretar al leontocéfalo como un dios patrón del grado de los leones, que intervenía de alguna manera en sus ceremonias y que la simbología de las llaves hace referencia a su posición como guardián de las puertas y de los misterios. Sin embargo, en algunos mitreos la figura leontocéfala ha aparecido con una variante importante, la cabeza de león ha sido sustituida por una cabeza humana (CIMRM 777, 1350). Esto ha llevado a pensar si estamos ante un mismo personaje con diferentes representaciones o ante dos figuras diferentes. Las últimas investigaciones se inclinan más por la opción de identificarlos como dos entidades diferentes, siendo esta segunda una representación de Saturno identificado con Mitra. En conjunto, podemos deducir que la religión mitraica confería una gran importancia al papel que desempañaban las imágenes dentro de la práctica
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cultual. Los mitreos estaban todos decorados con imágenes estrechamente relacionadas con momentos o elementos del culto. Junto a la presencia ineludible del icono tauróctono, se han encontrado representaciones de otro momento crucial del Mitraísmo: el almuerzo sagrado. Mitra y el Sol se juntan para conmemorar el sacrificio del toro en un almuerzo. En las paredes aparecía la proyección mítica de la ceremonia que los iniciados realizaban en sus encuentros y en la que ocupaban un lugar destacado los representantes de los dos grados más altos. Junto a la tauroctonía, también se representaban diferentes escenas que se relacionan con la vida mítica del dios Mitra. Normalmente, había una composición en paneles, que rodeaba el cuadro principal. Muy interesantes resultan también las escenas que aparecen en algunas paredes y que pueden estar describiendo diferentes momentos de los ritos iniciáticos practicados por los seguidores de Mitra. Para algunas cuestiones, estas pinturas se convierten en el único testimonio directo para conocer cómo pudieron ser algunas de estas prácticas cultuales. Las pinturas, mosaicos y estatuas que decoran la mayoría de lo mitreos abarcan los diferentes aspectos que están presentes en el culto. Aparecen los animales que están relacionados con los grados iniciáticos, los planetas y elementos astrales que ocupan algún lugar dentro del Mitraísmo. Destaca principalmente, el papel que ocupa el zodiaco en algunos mitreos, cuya interpretación ha suscitado diversas controversias. Por otra parte, es significativo que desde los mitreos hallados en el Muro de Adriano, hasta el mitreo de Dura Europos en el Eufrates, exista una profunda coherencia iconográfica, especialmente en los motivos; esto ha hecho pensar en que, a pesar de la ausencia de libros o textos sagrados relacionados directamente con el Mitraísmo, debió existir un conjunto básico de ideas e imágenes que iban siendo transmitidas de una comunidad a otra, en el momento en que se erigía un nuevo mitreo. Las imágenes desarrollaban la función de catecismo iconográfico, aunque el estilo de ejecución se adaptaba a las características de la región donde era representado.
Lugar del culto Uno de los elementos que confieren un grado de peculiaridad al culto mitraico con respecto a otros cultos mistéricos, es el interés que siempre manifestaron los primeros por reservar la práctica de su religión en espacios
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cerrados. La mayor parte de la información que disponemos sobre Mitra y el Mitraísmo, como ya se habrá podido ir comprobando, se encuentra en aquellos espacios que fueron destinados de forma directa a la práctica cultual. El nombre con el que se definen estos espacios ha sido tradicionalmente el de mitreo (mithraeum), si bien otras fuentes han ofrecido una variedad de nombres para referirse a este lugar: speleum, antrum, crypta, templum, etc. El mitreo solía estar definido por una serie de elementos que intentaban adaptarse a las necesidades o condiciones del terreno donde era edificado. Generalmente eran construcciones bajo tierra, de tamaño no excesivamente grande y que se adecuaban en su estructura interna a las características peculiares del culto mitraico. Si repasamos el mito sobre Mitra reconocemos el protagonismo que desempeña la cueva en distintos episodios de su vida. Mitra había nacido en una cueva, había tenido que raptar al toro y conducirlo hasta otra cueva y en ese mismo lugar, tiene después que hacer el acto sacrificial. El speleum era una cueva mitraica, es decir, representaba para los seguidores el lugar mítico donde habían tenido lugar los diferentes momentos que constituían la “economía de salvación” protagonizada por Mitra. En muchos casos, estos edificios trataron de reproducir en la medida de lo posible la apariencia de una cueva, utilizando elementos arquitectónicos, decorativos o materiales de construcción que posibilitaran esta asimilación. La disposición interna de los mitreos estaba en función de la actividad que en él fuese a desarrollarse. La nave central constituía la parte fundamental del mitreo y presentaba generalmente una disposición a modo de rectángulo, a lo largo de la cual nos encontramos con dos filas enfrentadas de bancos, a menudo esculpidos y que servían para que los asistentes a los ritos pudieran permanecer recostados, frente a frente. Esta disposición ha hecho que el mitreo sea considerado como un comedor, donde tiene lugar el banquete ritual en el cual participan los iniciados superiores. Esta sala estaba presidida en su cabecera por la imagen central de la Tauroctonía, pudiendo ser ésta una escultura, un relieve o una pintura mural, como ya dijimos. Generalmente, los mitreos también se encontraban relacionados con algún tipo de fuente de agua, la cual parece que ocupaba un papel destacado tanto en las iniciaciones, como también con la práctica de sacrificios en su interior. La sala central podía estar acompañada de otras dependencias que eran utilizadas para funciones relacionadas con el culto. Antes de la nave central, había un pronaos (apparatorium o porticus) que evitaba que desde el exterior pudiera verse directamente el mitreo y donde los iniciados se revestían para el culto. También se ha plan-
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teado la posibilidad de que hubiese otras dependencias, donde se reuniesen los iniciados de un determinado grado para prácticas específicas. El elemento simbólico sigue estando presente en varios aspectos. Por un lado, en la propia orientación que parecen tener los mitreos con respecto al sol o los puntos cardinales y, también, en la división interna, según la cual se piensa que Mitra preside sobre el corredor central: Cautes sobre la zona derecha, considerada la favorable y Cautopates sobre la parte izquierda, vinculada con la oscuridad. Y, por último, muchos de los motivos decorativos incluidos en la decoración de los mitreos, como la presencia de elementos zodiacales o astrológicos refuerzan la identificación del lugar con una imagen simbólica del cosmos. Las dimensiones de los mitreos nos dan a entender que las comunidades que se reunían en ellos nunca llegaron a tener numerosos miembros. Cada speleum trataba de satisfacer las necesidades de la comunidad vinculada a él, en relación con el número de miembros y el lugar que ocupaba dentro de la ciudad. Cuando la comunidad crecía, se hacía necesaria la construcción de otro lugar para el culto, independiente del anterior; esto explica que en las grandes ciudades del Imperio, los mitreos proliferaran, en ocasiones bastante cercanos los unos de los otros. Coarelli ha calculado que en Ostia debió haber unos cuarenta mitreos, mientras que en Roma habrían sido más de cien, a pesar de que Vermaseren sólo ha logrado identificar cuarenta y cinco.
La práctica cultual, iniciación y grados Una vez que hemos intentado describir cuál era el marco en el cual tenía lugar el culto mistérico al dios Mitra, podemos hacer un acercamiento al conjunto de ceremonias y celebraciones que estaban presentes en esta religión. En tal sentido, podemos hacer una distinción primera entre lo que sería el cuerpo central del culto mitraico – es decir, la conmemoración del sacrificio tauróctono y el banquete sagrado –, frente al conjunto de prácticas rituales que se vinculaban con el proceso de iniciación que debía experimentar el mistes, tanto en su incorporación a la comunidad, como en el ascenso por las diferentes etapas o grados que conformaban a la comunidad mitraica. Ya hemos hablado arriba del papel que ocupaba la tauroctonía, no sólo con respecto al espacio y la iconografía sino también en lo referente al relato mítico sobre el
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que se articulan los misterios de Mitra. Centraremos pues, nuestra atención sobre la práctica del Banquete Ritual y los diferentes ritos de iniciación. Son varias las fuentes que nos informan de la existencia de un banquete ritual que encontraba su origen en un episodio mítico, en el cual Mitra y el Sol se juntaban para comer, antes de iniciar su viaje de ascensión a los cielos. Cumont interpretó este momento como una especie de Última Cena por la cual, Mitra celebraba el final de su misión en la tierra, antes de montar en su carro y marchar al cielo. Lo cierto es que para los participantes en los misterios, este banquete debió tener algún tipo de significado sacramental, no sólo en lo relacionado con la conmemoración del episodio mítico, sino también por el carácter integrador y cohesionador que está inherente en una práctica que implicaba compartir una misma comida. Utilizar la palabra “sacramento” para este almuerzo corre el riesgo de llevarnos a encontrar equiparaciones con la eucaristía cristiana. El propio Cumont no duda en hacerlo. Incluso, tenemos el testimonio de dos autores cristianos, contemporáneos a los misterios mitraicos, que en sus escritos se esforzaron por marcar las diferencias que existían entre ambas prácticas. Es en especial, la obra de Justino Mártir y Tertuliano la que polemiza más en esta línea. Justino (Apología I, 66), llega a presentar esta práctica mitraica como inspiración del demonio, para perjudicar al Cristianismo. La disposición misma de los mitreos nos da a entender que dicha ceremonia tuvo que ocupar un lugar destacado dentro de la liturgia mitraica. Otro aspecto a tener en cuenta sería el de intentar aclarar qué tipo de banquete era el que se realizaba en estas ceremonias; ya que se ha hablado de la realización de prácticas sacrificiales que pondrían en relación directa este acto con el acontecimiento de la tauroctonía. Los testimonios arqueológicos e iconográficos parecen confirmar esta postura. En algunos mitreos han aparecido restos óseos relacionados con animales, aunque todos ellos de tamaño no demasiado grande (gallinas, conejos, ciervos, etc.). No parece que se llegase, al menos de forma generalizada, al sacrificio de toros en los mitreos, en oposición a lo que sí se hacía en la práctica taurobólica del culto a Cibeles y Atis. Se acepta la posibilidad de que en el banquete sagrado hubiera un consumo real de carne y sangre del animal sacrificado, frente al carácter simbólico de la eucaristía cristiana. Los frescos que decoran algunas paredes nos muestran a algunos de los iniciados llevando animales para el sacrificio. Sin embargo, dos alimentos debieron desempeñar un papel central dentro de la simbología de esta liturgia; hemos mencionado cómo algunos autores cristianos hacen referencia al consumo de pan y agua (posteriormente
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sustituido por vino) bendecidos. De tal manera, el significado que podría estar actuando detrás de la práctica del Banquete Sagrado ha sido interpretado por Cumont como una repetición de las prácticas avésticas en relación con el sacrificio del toro y el consumo del haoma. Vermaseren ve esta comida entre los mitraístas como un acercamiento a la esperanza de salvación y la idea de renacimiento que ello implicaba. El Banquete Sagrado celebrado en los misterios mitraicos debió ser una reproducción del que realizaron Mitra y el Sol en un tiempo mítico. El papel de los dos dioses es ocupado por dos iniciados destacados de la comunidad y los demás iniciados representaban determinados papeles dentro de la escena. Por una parte, la comida tendría un significado o valor escatológico de unión con la divinidad por medio del consumo de las substancias sagradas, vinculadas simbólicamente con el toro primigenio. Pero también desempeñaba la función de ser un elemento central de la liturgia mitraica: la comunidad se reunía expresamente para celebrar dicho ceremonial, y también era el momento cumbre por el cual el nuevo iniciado era incorporado plenamente en la sociedad mistérica. Poco más podemos saber sobre las formas en que se desarrollaba el ritual. Junto a esta comida comunitaria también existe un episodio de la mitología de Mitra que se supone que debió encontrar algún tipo de expresión litúrgica. En algunos paneles aparece representado el momento en que tanto Mitra como el Sol formalizan un juramento o acuerdo por medio de la fórmula de juntar sus manos. Esta iunctio dextrarum o dexiôsis también fue representada por los mitraístas, posiblemente al finalizar la comida ritual por la cual se acogía a un nuevo iniciado en la comunidad. Por medio de esta unión de manos, el Pater que actuaba como representante terrenal de Mitra, acogía al neófito creando un vínculo de hermandad sólido, estarían unidos por medio de la syndexi. Vemos, pues, que la liturgia mitraica se articulaba en su mayor parte en torno a la celebración de determinadas ceremonias que estaban en estrecha conexión con los episodios o hazañas que había protagonizado el dios Mitra en su estancia en el mundo. Pero junto a estas celebraciones que, de alguna forma, tienen un carácter general para la comunidad, también debemos tener presente el otro aspecto fundamental de la religión mitraica. Hemos hecho referencia antes al aspecto mistérico que definía el culto de Mitra. Este carácter mistérico se concretó no sólo en el secretismo que marca cada una de las actividades que se realizan en el interior de los mitreos, sino también en el protagonismo que adquiere la iniciación como vehículo de incorporación
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de los aspirantes a seguir al dios. El creyente se vincula a la comunidad después de pasar por un proceso ineludible, por el cuál le son revelados los secretos y las ceremonias que representan esta transformación simbólica que está experimentando. El iniciado no sólo en el Mitraísmo, sino también en las demás religiones de carácter mistérico, entiende así el día de su iniciación como un nuevo cumpleaños, es decir, el mystes es natus et renatus. Frente a otras religiones mistéricas, parece que las iniciaciones mitraicas no se encontraban vinculadas a determinadas épocas del año, no había un momento preciso que emulase algún episodio relacionado con la divinidad. Al contrario, el iniciado iba reproduciendo las diferentes hazañas que había protagonizado Mitra, a lo largo de su período de iniciación. El conocimiento que tenemos de las diferentes ceremonias que se realizaban dentro de los mitreos nos ha llegado principalmente por dos fuentes diversas: por una parte, el descubrimiento de frescos que decoran las paredes de algunos de estos lugares de culto, cuya interpretación nos sitúa ante las representaciones de algunas de estas ceremonias; por otra, el testimonio escrito de autores cristianos que polemizaron sobre las prácticas iniciáticas que existían entre los mitraístas, tanto para condenar su vinculación con el “demonio”, como también para intentar presentar una imagen distorsionada de estos cultos. Tendremos ocasión de mencionar ambos testimonios cuando nos centremos un poco sobre cada uno de los grados que estructuraban la integración en los misterios mitraicos. No obstante, sí queremos adelantar una serie de elementos que parecen definir de manera general la manera en que debían realizarse estas ceremonias. Tanto en los frescos aparecidos en el mitreo de Capua, como en algunos textos de autores cristianos (Tertuliano, De Baptismo, 5; Gregorio Nacianceno, Oratio IV contra Julianum, 89; Fírmico Materno, De errore... IV. 3), podemos reconocer la escena que define las iniciaciones secretas: el candidato aparece desnudo, con los ojos vendados, con las manos atadas a la espalda y acompañado de un mystagogo, que es quien lo introduce en la comunidad. La incorporación del neófito a la comunidad vendrá acompañada por un conjunto de pruebas donde se alternen los elementos simbólicos con ejercicios físicos (la inmersión, carreras, combates rituales, luchas, etc.) al final de las cuales debe demostrar su idoneidad, pero también habrá roto con su existencia anterior, para comenzar su nueva vida identificado con Mitra y beneficiado de la Salvación que éste otorga a todo aquél que ha sido iniciado en sus misterios. Es importante aclarar que si bien la promesa fundamental de las Religiones Mistéricas reside en la convicción que se tiene de gozar de una
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bienaventurada Vida Eterna, sin embargo, existían una serie de beneficios que se comenzaban a experimentar en la Vida Terrena. La vida comunitaria y el espíritu de fraternidad implicaban una manera diferente de entender la situación personal del individuo en el conjunto de la sociedad en la cual vivía. La incorporación y participación en los Misterios Mitraicos se realiza en función de una estructura interna que se dispone en una escala de siete grados a los cuales va accediendo el iniciado progresivamente. El testimonio de Jerónimo (Epístola CVII, 2) sobre la jerarquía sacerdotal es confirmado a su vez por la información extraída de las inscripciones epigráficas y por la iconografía mitraica. A su vez, cada uno de estos grados iniciáticos se encuentra bajo la protección o patronazgo de un planeta. De menor a mayor tenemos: “Cuervo” (Corax) vinculado a Mercurio; “Novio” (Nymphus) con Venus como planeta; “Soldado” (Miles) unido a Marte; “León” (Leo) bajo el patronato de Júpiter; “Persa” (Perses) relacionado con La Luna; “Corredor del Sol” (Heliodromus) identificado con el Sol; por último “Padre” (Pater) que se relaciona con Saturno. La propia característica de la iniciación nos sitúa ante una estructura jerarquizada, a la cabeza de la cual se encuentra la autoridad máxima en cada comunidad que era representada por el Pater, el cual en algunos lugares podía llegar a ser denominado Pater Patrum, presentando así un cierto rango de preeminencia sobre el conjunto de comunidades instaladas en una determinada localidad. Los grados mitraicos se agrupaban en torno a dos categorías, por una parte los tres primeros desempañaban una función de servidores y colaboradores en las ceremonias que definían la liturgia mitraica, en especial en el Banquete Sagrado, mientras que los otros grados restantes desempañaban una función participativa en la liturgia. Junto con estos grados iniciáticos, también ha aparecido en las inscripciones otro conjunto de designaciones mitraicas, que pudieron marcar algún tipo de estructuración dentro de algunos grados: stéréôtes, sophistês, syndexios, petitôr (o postulante), melloléôn, antípater. El origen de esta estructuración en torno a siete grados parece responder a una progresiva evolución de los misterios llegados desde Asia Menor. Algunos de los grados nos pueden llevar a una concepción más antigua, especialmente por la correlación directa que manifiestan con respecto a la imagen tauróctona, (por ejemplo, los cuervos y los leones). Mientras que otros, pudieron responder a aspectos organizativos de toda comunidad o a elementos simbólicos relacionados con el propio mito o la teología mitraica.
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El Corax constituía el grado más bajo y es seguro que desempeñaría funciones relacionadas directamente con el servicio a todas las ceremonias litúrgicas que se realizaban en los mitreos. Su vinculación con Mercurio y el papel que ejerce en el icono tauróctono, – es el que parece transmitir la orden a Mithra de que sacrifique al toro – ha llevado a que se le interprete bajo la función de mensajero e intermediario dentro de las comunidades. El iniciado podía promocionar hasta el grado de Nymphus, cuya función dentro de la comunidad nos es desconocida. Este título ha sido interpretado en función de una referencia a un posible matrimonio sagrado entre el dios y el iniciado. La vinculación con el planeta Venus, los símbolos que lo acompañan en el fresco del mitreo de Felicissimus y una referencia del autor cristiano Fírmico Materno que menciona a un “joven esposo”, parecen confirmar esta interpretación. Vermaseren interpreta una figura que aparece en uno de los frescos del mitreo de Capua con el nymphus, que interviene en una ceremonia iniciática ofreciendo un beso de saludo (osculum) al iniciado. Sin embargo, no podemos dejar de señalar la definición que realizó Cumont sobre este grado. En su interpretación de las fuentes escritas, él se refiere a este segundo grado como (κρύφιος) “Oculto”; de ahí que concluya que estos individuos debieron de representar una función negativa, al margen de la comunidad. La información que disponemos del último de los grados inferiores es algo más extensa. Su nombre Miles puede estar relacionado con la práctica mistérica que realizaron los piratas cilicios o también puede hacer referencia a la vinculación que desde siempre tuvo el dios con los estamentos militares. Tertuliano (De Corona, 15) nos ha dejado varios párrafos donde hace referencia a algunas de las ceremonias que se vinculaban con la iniciación de este grado. El paso del iniciado a este grado debía implicar una profundización en su incorporación a la comunidad mitraica. El Miles reconocía su total disposición respecto a la voluntad de Mitra, y por ello, soportaba una serie de pruebas físicas, entre las que parece encontrarse combates simulados, así como juramentos de fidelidad exclusiva a Mitra. Gregorio Nacianceno (Oratio XXXIX, Ad Lumina, 5) se refiere a estas pruebas físicas relacionadas con las iniciaciones mitraicas. Respecto a los combates simulados, sabemos por la iniciación que recibió el emperador Cómodo (Lampridio, Historia Augusta, Cómodo, 9), que en el transcurso de uno de estos combates, debió de ocurrir un accidente y murió realmente una persona. Una cuestión que ha llamado mucho la atención con respecto a la iniciación del miles tiene que ver la mención que hace
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Tertuliano (De Praescriptione... 40; De Corona, 15) sobre la grabación de una marca (signat in frontibus milites suos), al final de la ceremonia. Este hecho se ha relacionado tradicionalmente con un relieve del emperador Hostiliano, donde aparece con una X marcada en su frente. Independientemente de que este argumento ha llevado a autores como Heintze a hablar del carácter mitraico de dicho emperador, el debate historiográfico ha versado sobre la práctica de la signatio en los misterios mitraicos. Cumont aceptó la información de Tertuliano y abrió el camino a aquellos autores que han hablado de la existencia de dicha marca en la frente de los iniciados al tercer grado. Dölger ha matizado sobre dicha marca, aclarando que en todo caso no debió ser una X (símbolo solar) sino una M, y, además, no se trataría de una impresión, sino de un tatuaje. Todas estas opiniones son revisadas luego por P. Beskow quien desmonta la teoría propuesta por Heintze y niega la posibilidad de plantear abiertamente la práctica de la signatio en el Mitraísmo a partir de las fuentes literarias e iconográficas. La práctica del tatuaje sí está confirmada para los mystes de Isis, Atis y Baco, al igual que los soldados romanos solían ser marcados en el brazo. El testimonio de Tertuliano está ahí, y no sería descabellado pensar que en consonancia con los ejemplos antes señalados, existiese algún tipo de gesto a modo de tatuaje que demostrase la total disposición del miles, una vez que había pasado a formar parte de la Militia Mithrae. Con el grado siguiente, el iniciado entraba en una categoría que le permitía participar más activamente en el conjunto de ceremonias mitraicas. Resulta significativo comprobar cómo el grado de Leo debió de representar en las comunidades mitraicas algún papel especial; la abundancia de testimonios epigráficos donde se hace mención de este grado, sólo es equiparada por las referencias al rango de Pater. La ceremonia de iniciación vinculada a los leones confería una gran importancia a la cuestión de la purificación, creemos que para marcar más abiertamente la ruptura entre una categoría y otra a los iniciados. Porfirio (La Gruta de las Ninfas, 15) nos cuenta: En los misterios leontinos se vierte miel en lugar de agua en las manos de los iniciados para purificarse, se les ordena que mantengan las manos limpias de todo lo que pueda causar pena, daño o mancha, y al ser el fuego purificador, ofrecen lustraciones especiales, como corresponde a un iniciado, rechazando el agua por considerarla enemiga del fuego. También le purifican con miel la lengua de todo pecado. El cuerpo de los leones debió desempeñar una función destacada, dentro de las comunidades:
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en las distintas representaciones del mitreo de Santa Prisca, nos aparecen representados con una túnica de color rojo y participan activamente en las ceremonias iniciáticas de otros grados, además de la figura del Leontocéfalo y su vinculación con los leones que ya hemos comentado antes. El Persa es el elemento que más directamente parece recordar el origen del dios que preside los misterios. En su ceremonia iniciática también intervenía la miel, aunque recibía en este grado una función protectora. La función del persa no acaba de quedar muy clara, aunque parece que se le puede relacionar con el elemento de renovación vegetal que está presente en la teología mitraica, en tanto que se le presenta como guardián de los frutos y vinculado con el grano, que es la base del pan de la celebración del banquete. En el relieve de Konjika, aparece vestido con traje oriental y gorro frigio, al modo como es representado el propio dios. El grado superior correspondía a aquellos que se vinculaban con el Sol, los Heliodromi. Recibía los atributos del Sol (la llama, la corona radiante y el látigo); si bien, se ha interpretado que no representarían propiamente al astro, sino que hacen referencia a aquél que hizo la carrera antes que ellos; es decir, fue Mitra quien en el carro solar ascendió a los cielos, haciendo dicha carrera. De tal manera, participa de la ambigüedad que existe en lo referente a la relación que se establece entre el propio Mitra y Helios; sin embargo, en la liturgia mitraica, los representantes de este grado ocuparían el lugar del Sol. Así lo vemos en el Banquete Sagrado, donde junto con el Pater ocuparía el otro lugar destacado. En la cúspide de esta escalera iniciática se encontraría el grado del Pater. Desempeñan la representación de Mitra dentro de cada comunidad, y, por tanto, sobre ellos reposa la máxima autoridad en relación con las decisiones tanto religiosas como terrenales que pudieran afectar a cada mitreo. La existencia de personajes con unas atribuciones superiores a las del simple Pater, (lo que habíamos denominado Pater Patrum) lleva a pensar en la existencia de algún tipo de relación en el ámbito urbano o regional, en el cual se reconociese la autoridad moral de un determinado individuo sobre las comunidades asentadas en dicha zona. Esto podría darnos una explicación de la relativa homogeneidad doctrinal, ceremonial e iconográfica, que existe desde un extremo a otro del mundo romano. El Pater presidía las ceremonias que se realizaban en los mitreos, especialmente en todas aquellos ritos que estuvieran vinculados con la incorporación de neófitos en la comunidad.
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Composición social y relaciones con el exterior de los misterios De alguna manera hemos intentado hasta ahora indagar en los elementos que por sí mismos componían la práctica mistérica del culto a Mitra. Pero tal vez sea conveniente plantear qué podía encontrar el individuo que acudía a ellos. Junto con las promesas de salvación y vida eterna que estaban inherentes a las religiones mistéricas que se desarrollan en Occidente en el comienzo de la Era, debemos reconocer el componente psicológico que encerraba el conjunto de prácticas rituales desarrolladas en un ambiente comunitario. Las promesas escatológicas que puede ofrecer Mitra tienen lugar en el transcurso de una experiencia social, en la cual, el hombre que es iniciado crea lazos de pertenencia a otro grupo, diferente al de la familia, la tribu, la Urbs o el Estado. La experiencia mitraica es una experiencia comunal, en la cual el mystes encuentra una nueva casa, una nueva gente y una nueva identidad. El conjunto de celebraciones y ceremonias que se realizaban en los mitreos iban encaminadas a reforzar la esperanza de cada iniciado y también le permitían dar un sentido a su vida cotidiana. Tradicionalmente se ha asumido la afirmación lanzada por Cumont sobre la amplia variedad en la extracción social de los seguidores del dios Mitra y el supuesto grado de “democratización” al que habría dado lugar la pertenencia a dicho culto. La presencia entre los grados mitraicos de representantes de todas las escalas sociales, desde esclavos hasta emperadores, ha sido un hecho que, por una parte ha permitido plantear el importante grado de implantación que en algunos momentos debió tener el culto mitraico; y también ha dado pie a que se plantee esta imagen de los mitreos como lugar de encuentro de la sociedad romana. Sin embargo, entre los estudiosos que han dedicado un interés especial por estudiar los aspectos sociales del Mitraísmo, hemos encontrado un cierto rechazo a estas generalizaciones en relación con la composición social y la supuesta igualdad entre los grupos sociales. El Mitraísmo es utilizado en el ámbito militar romano como un instrumento que refuerza la propia estructura jerárquica de las legiones y el espíritu de disciplina y sacrificio propio de la vida militar. Es destacable el papel que debieron representar en muchos mitreos de campamentos del Limes los oficiales, quienes tuvieron un especial protagonismo no sólo en la introducción del culto, sino posteriormente en los grados más altos de la escala iniciática. También habría que tener en cuenta una serie de factores que podrían matizar la imagen igualitaria que se tiene con respecto al acceso a los grados. Hemos mencionado la rígida estratificación que
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caracteriza a la comunidad mitraica, donde cada cuerpo y cada individuo tienen bien especificado su papel dentro de la liturgia, y donde existe una distinción global entre sirvientes y participantes. Esto lleva a suponer que debió existir algún tipo de discriminación con respecto al acceso a los grados superiores, estando estos reservados a los individuos que hubieran adquirido un determinado reconocimiento dentro del entramado social de cada localidad. El nivel cultural podría presentarse como otro factor diferenciador, ya que los componentes filosóficos y esotéricos presentes en la teología mitraica requerían un cierto grado formativo que lo convertía en inaccesible a iletrados o carentes de formación. Otro aspecto podría derivarse del derecho del presidente de la comunidad a decidir quién accedía a la iniciación, de ahí que pudiera marcar la pauta de composición social de cada mitreo. Un elemento que se ha convertido en fundamental, para cualquier intento de acercamiento a la composición social presente en las comunidades mitraicas, ha sido el testimonio epigráfico. A través de estos documentos, recogidos en las recopilaciones de Cumont y Vermaseren, comprobamos cómo los iniciados en los distintos grados mitraicos hacen pública confesión de su pertenencia a dicha comunidad, incluyéndolo como un rasgo distintivo o un elemento más de su cursus honorum. La composición social de los mitreos está formada por esclavos, libertos, comerciantes, caballeros, senadores e, incluso, algún emperador. Esto significaba que en muchos casos el criterio de ciudadanía romana no fuera el común entre estos hombres, sino, simplemente su atracción por la personalidad del dios Mitra. El protagonismo que en muchas comunidades debieron representar individuos de procedencia oriental – se trataría muy posiblemente de asiáticos de habla griega, relacionados con Asia Menor y Armenia – llevó a que en dichas comunidades durante cierto tiempo ostentasen los grados más altos. Otro aspecto singular que va a presentar el culto mitraico respecto a las otras religiones mistéricas que florecen en Roma durante este período va ser su postura con respecto a las mujeres. El Mitraísmo excluía, de entrada, a la población femenina que sí podía participar en el culto a los demás dioses mistéricos (Isis, Cibeles, etc.) Si bien, un texto de Porfirio (De Abstinentia, IV, 16) menciona la presencia de mujeres en un grado iniciático, recibiendo el nombre de hienas, hoy en día se ha desechado dicha información, atribuyéndolo a alguna confusión del autor neoplatónico. De igual manera, Cumont, ha querido explicar y compensar la ausencia de mujeres en el Mitraísmo, planteando la posibilidad de que dadas las relaciones estrechas entre Mitra y Cibeles en la región minorasiática, hubiese existido algún tipo de vínculo entre ambos cultos mistéricos
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en territorio romano y las mujeres habrían podido acudir a la Gran Madre para suplir su exclusión del Mitraísmo. Esta hipótesis es sugerente, aunque no existe la información que permita plantear con suficiente rigor esas “relaciones” que pudieron existir entre ambos cultos mistéricos. La ausencia de mujeres dentro de la práctica cultual mitraica no debe llevarnos a pensar, sin embargo, que el género femenino fuera totalmente ajeno al culto dedicado al dios Mitra. Aunque una de las condiciones intrínsecas a estas religiones es su carácter mistérico y, por tanto, debió existir un riguroso secreto en lo referente a la comunicación exterior de lo que se realizaba dentro de los mitreos; sin embargo, podemos conjeturar que muchas mujeres debieron conocer a través de sus maridos, padres o hermanos algunos de los conceptos relacionados con la religión mitraica. De tal manera, es posible encontrar la presencia de mujeres a la hora de erigir inscripciones o esculturas dedicadas a Mitra, e incluso haciendo donaciones. Un ejemplo de esto ha sido la inscripción conocida como la Oración de Cascelia, donde una mujer dirige sus ruegos a Mitra entre otros dioses. De igual manera, encontramos a mujeres como dedicantes de inscripciones a algún familiar y donde está presente el grado que ocupaba entre los iniciados mitraicos. Frente a las otras religiones mistéricas, que desde el momento de su implantación dentro de las fronteras del Imperio habían instrumentalizado un conjunto de prácticas y procesiones que permitieran vincular al conjunto de la ciudadanía (tanto la iniciada, como la no iniciada), la religión mitraica renunció siempre a cualquier tipo de ceremonia que pudiera tener un carácter público; más aún, los mitreos presentaban una estructura particular que impediría que desde el exterior pudiera verse en ningún momento qué ocurría en su cámara principal. En cierto sentido, esto fortalecía el vínculo de hermandad y secretismo que residía en cada comunidad, al mismo tiempo que, de cara al exterior, permitía mantener firme el espíritu de oferta alternativa frente a las formas religiosas tradicionales. En el origen, este carácter alternativo estaba presente en cada uno de estos cultos orientales. Sin embargo, progresivamente, el Estado fue interviniendo (de forma directa o indirecta) siempre alerta ante cualquier movimiento que pudiera poner en cuestión el orden social y político imperante. Aunque el carácter exótico e individualizante pervivió, todas estas formas religiosas alternativas quedaron “domesticadas” por los intereses generales del Poder romano. Esta situación nos lleva directamente a plantear cuál pudo ser la relación del culto mitraico con el poder político romano. La primera mención que se hace del dios relacionado con un emperador romano es aquella en que Nerón (Dión Casio, Historia de Roma, 62.1.7) era identificado por Tirídates como
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encarnación del Mitra iranio. No podemos hablar aquí ni de elementos mistéricos, ni de una relación de dicho emperador con el dios. En ningún momento, el culto de Mitra gozó del reconocimiento oficial por parte de los emperadores romanos. A pesar de que algunos de ellos llegaron a ser iniciados en sus prácticas (el caso de Cómodo como ya comentamos antes), e incluso otros permitieron la construcción de mitreos en espacios imperiales (Septimio Severo y Caracalla), la presencia de Mitra en documentos oficiales se ve reducida a una emisión monetaria por parte de Gordiano III en la ciudad de Tarso, y a la inscripción que hacen en Carnuntum los emperadores de la Tetrarquía, denominándole fautor imperii sui. Una vez que ya hemos aclarado que las referencias a Sol Invictus no tenían necesariamente una relación específica con el culto a Mithra, también debemos matizar que muchos de estos emperadores tuvieron tímidos acercamientos al Mitraísmo, motivados en gran medida por el espíritu sincretista que predominó durante el siglo III d.C., especialmente en torno al culto solar y que degeneró en el ensayo enoteísta de Heliogábalo. De igual manera, los emperadores fueron conscientes del peso que el Mitraísmo llegó a tener entre el estamento militar, de ahí que algunas dedicaciones o actuaciones pro-mitraicas estuviesen en la línea de asegurarse el apoyo de determinadas legiones. Se ha destacado la contraposición que existió entre el Mitra Oriental ecuménico y accesible a la identificación por parte de todo el pueblo, frente al Mitra Occidental mistérico, oculto y restringido. La explicación que sostenemos al respecto es que la clara vinculación de Mitra con su origen persa, estaba presente en la conciencia de los romanos. Esto significaba que la referencia inmediata a la que se unía este dios era a la de su relación con el país que desde la derrota de Carras se había constituido en el enemigo por antonomasia de los romanos (sustituyendo así a los cartagineses). Que el Imperio o el emperador declarasen públicamente su filiación o identificación con Mitra, implicaba algún tipo de reconocimiento de la superioridad por parte del enemigo tradicional. Desde el poder político, se debía tener muy en cuenta el sentimiento anti-persa o anti-parto que existía entre los ciudadanos del Imperio. Este mismo sentimiento es el que utiliza un autor cristiano, Fírmico Materno (De errore profanorum religionorum V, 2) para echar en cara a los romanos seguidores de Mitra, que están poniendo su fe en un dios enemigo: Entonces, ¿qué respetas? En sus templos (se observa) rigurosamente (la liturgia) de los magos según el rito pérsico, ¿por qué no alabas a los persas más que en sus prácticas? Si te juzgas digno del nombre romano, qué haces sirviendo así las liturgias de los persas, las leyes de los persas...
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TEXTOS CLÁSICOS SOBRE MITRA n HERÓDOTO (c. 484 – 425 a.C.) Escritor griego nacido en Halicarnaso, se le considera el Padre de la Historia, al narrar en sus nueve libros de “Historias” los acontecimientos relacionados con el enfrentamiento entre los griegos y los persas en las conocidas como “Guerras Médicas”. Sin embargo en su obra también dedica amplios pasajes a describir las costumbres de los pueblos vecinos de los griegos. HISTORIAS. LIB. I. 131. “Por cierto que he averiguado que los persas observan las siguientes costumbres: no tienen por norma erigir estaturas, templos ni altares; al contrario, tachan de locos a quienes lo hacen; y ello, porque, en mi opinión, no han llegado a pensar, como los griegos, que los dioses sean de naturaleza humana. En cambio, suelen subir a las cimas de las montañas para ofrecer sacrificios a Zeus, cuyo nombre aplican a toda la bóveda celeste. También ofrecen sacrificios al sol, a la luna, a la tierra, al fuego, al agua y a los vientos. Primitivamente sólo ofrecían sacrificios a esas divinidades, pero después han aprendido de los asirios y los árabes a ofrecer también sacrificios a Urania, si bien los asirios, a Afrodita, la llaman Milita, los árabes, Alilat y los persas, Mitra. 132. En los sacrificios a los dioses citados, los persas observan el siguiente ritual. Cuando se disponen a ofrecer un sacrificio, no levantan altares ni encienden fuego; tampoco se valen de libaciones, ni de flautas, cintas y granos de cebada. Y cuando alguien quiere ofrecer un sacrificio a uno de sus dioses, conduce la víctima a un lugar puro e invoca a la divinidad llevando en la tiara una corona, generalmente de mirto. Ahora bien, el que sacrifica no puede impetrar el favor de la divinidad para él solo exclusivamente, sino que ruega por la ventura de todos los persas y del rey, pues, como es natural, entre la totalidad de los persas está incluido el propio oferente. Después de hervir la carne, una vez descuartizada la víctima en trozos menudos, esparce en el suelo la yerba más tierna posible, generalmente trébol, y sobre ella coloca, por lo regular, todos los trozos de carne. Una vez que los ha depositado, un mago, presente al efecto, entona una teogonía (al menos ese es, según ellos, el contenido del canto en cuestión), pues ocurre que sin un mago no tienen por norma
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hacer sacrificios. Y, tras un breve instante de espera, el celebrante se lleva los trozos de carne y hace con ellos lo que le viene en gana”. Bibliog. - Schrader, C. (trad.) Heródoto, Historias. t. I. Biblioteca Clásica Gredos, Madrid, 1992. -Edwards, M.J., “Herodotus and Mithras: Histories I.131” AJP 111.1(1990), 1-4 -De Jong, A., Traditions of the Magi. Leiden. 1997, 103-110.
n CALÍSTENES DE OLINTO (c. 360 – 328 a.C.). Historiador personal de Alejandro Magno, sostuvo un talante crítico con algunos de los excesos del rey macedonio. Bajo su nombre se recogió un volumen considerable de tradiciones sobre Alejandro. La forma final se concretó en el s. III a.C. atribuida a un autor denominado Pseudo-Calístenes, aunque en la traducción latina del s. IV d.C. de Polemio, éste la atribuye a un tal Esopo. PSEUDO-CALÍSTENES. VIDA Y HAZAÑAS DE ALEJANDRO DE MACEDONIA. III, 33-34. “Mientras decía éstas y otras muchas cosas Alejandro, se extendió por el aire la tiniebla y apareció una gran estrella descendiente del cielo hasta el mar acompañada por un águila, y la estatua de Babilonia, que llaman de Zeus, se movió. La estrella ascendió de nuevo al cielo y la acompañó el águila. Y al ocultarse la estrella en el cielo, en ese momento durmióse Alejandro en un sueño eterno. Los persas se peleaban con los macedonios, porque querían llevarse consigo a Alejandro e invocarlo como Mitra. Los macedonios se oponían porque querían trasladarlo a Macedonia. Interviene, entonces, Ptolomeo con estas palabras: – aquí hay un oráculo de Zeus de Babilonia. Aceptaremos de él la sentencia sobre dónde depositaremos el cuerpo de Alejandro”. Bibliog. -García Gual, C. (trad.) Pseudo-Calístenes. Vida y Hazañas de Alejandro de Macedonia. Biblioteca Clásica Gredos, Madrid, 1977.
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n POLIENO (s. II d.C.) abogado macedonio que compuso un recopilatorio de anécdotas de temática militar en la época de Marco Aurelio. La intención del autor fue presentar de forma didáctica hazañas militares memorables. STRATAGEMATA. VII.11, 12. “Él [Darío] ascendió a una colina muy alta y, después de fijar su cetro en el suelo, colocó su tiara y la diadema real sobre su toga real. Era al amanecer. Oró a Apolo para que salvara a los persas y que les enviara agua desde el cielo. El dios le escuchó y cayó abundante agua”. Bibliog. -Vela, J. y Martín, F. (trads.) Eneas el Táctico, Polieno. Poliorcetica; Estratagemas. Biblioteca Clásica Gredos, Madrid, 1991. -Calmeyer, P., “Der ‘Apollon’ des Dareius” AMI 22(1989), 125-9
n PORFIRIO (232 – 304 d.C.) Discípulo del filósofo neo-platónico Plotino, se encargó de recopilar su obra y de redactar su biografía. Destaca por haber escrito también varios tratados sobre filosofía práctica. EL ANTRO DE LAS NINFAS. Cap. 6. “De manera que el exterior y su superficie son gratos, mientras que su interior y profundidad son tenebrosos. En este sentido, los persas, cuando celebran sus ceremonias de iniciación, representan al iniciado el ritual del descenso de las almas y su vuelta, llamando cueva al lugar. Como dice Eubulo, Zoroastro fue el primero que consagró, en los montes próximos a Persia, en honor de Mitra, autor y padre de todas las cosas, una cueva natural florida y con manantiales, porque ésta representaba para él la imagen del universo, del que Mitra era su demiurgo, mientras que lo que había en su interior representaba, en intervalos simétricos, los símbolos de los elementos y zonas del universo. Después de Zoroastro se consolidó la costumbre también entre los demás de celebrar los misterios en las grutas y cuevas, ya fueran naturales ya artificiales. Porque del mismo modo que se levantaron a las divinidades olímpicas templos, santuarios y altares; a los
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dioses infernales y héroes, hogares y a los subterráneos, hoyos y fosas; así también al universo se le consagran grutas y cuevas, pero igualmente a las ninfas, a causa de las aguas que corren y brotan en las grutas que presiden las ninfas Náyades, como expondremos en breve”. Cap. 15 “Por otra parte, ¿por qué motivo las ánforas no están llenas de agua sino de panales? Porque en ellas, dice, “las abejas elaboran sus panales”. Es evidente que el elaborar sus panales quiere decir colocar su alimento, y el alimento y nutrición para las abejas es la miel. Los teólogos usan la miel como símbolo para muchas y diferentes cosas por contener muchas propiedades, pues posee a la vez la virtud de purificar y la de conservar, porque “muchas cosas” permanecen incorruptas gracias a la miel y las heridas crónicas se limpian con miel; y es dulce al paladar y recolectada de flores por las abejas que, ocasionalmente, pueden nacer de las vacas. Por otra parte, siempre que en los misterios leontinos se vierte miel en lugar de agua en las manos a los iniciados para purificarse, se les ordena que mantengan las manos limpias de todo lo que pueda causar pena, daño y mancha, y al ser el fuego purificador, ofrecen lustraciones especiales, como corresponde a un iniciado, rechazando el agua por considerarla enemiga del fuego. También le purifican con miel la lengua de todo pecado”. Cap. 16. “Y cuando ofrecen miel al Persa, en función de guardián de los frutos, le atribuyen a aquélla, simbólicamente, una propiedad protectora. Por lo cual, algunos creían que el néctar y la ambrosía que el poeta instila, en sus narices, a los muertos para evitar su putrefacción, son posiblemente miel, siendo así que la miel es un alimento de los dioses. Por ello también habla, en algún lugar, del néctar rojo, pues tal es la miel de color, más o menos. Pero sobre el néctar, si hay que estimarlo como la miel, en otra ocasión lo investigaremos con mayor exactitud. En Orfeo, Crono sufre las acechanzas de Zeus gracias a la miel. En efecto, ahíto de miel, se embriaga y obnubila como por efecto del vino y se adormece como Poros en Platón, ahíto de néctar, porque aún no existía el vino. En Orfeo, la Noche propone a Zeus el engaño de la miel, en estos términos: “cuando lo veas bajo las encinas de altas frondas, embriagado con el producto de las zumbadoras abejas átalo”. Cap. 17. “Se emplea pues, la miel para la purificación, contra la podredumbre física y para el placer que lleva a la procreación; se le asigna, como símbolo propio, a las ninfas acuáticas en consideración a la pureza de las aguas que presiden, a su incontaminación y como coadyudante a la
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procreación, pues el agua coopera a esta función. Por lo cual, también las abejas fabrican sus panales en las cráteras y en las ánforas, dado que son, las cráteras, un símbolo de las fuentes –del mismo modo que en Mitra la crátera se ha instituido en lugar de la fuente- y las ánforas en las que sacamos el agua, de las fuentes”. Cap. 24. “El comienzo del año para los egipcios no es acuario, como para los romanos, sino Cáncer. Junto a Cáncer está Sotis, a quien los griegos llaman Estrella del Perro. Para ellos el comienzo de mes coincide con la salida de Sotis, que preside la encarnación que le trajo al mundo. Pues bien, no dedicó las entradas ni a levante ni a poniente, ni a los equinoccios, como Aries y Libra, sino al mediodía y al norte, porque la gruta estaba consagrada a las almas y las ninfas acuáticas, y para las almas son éstos los lugares apropiadas de su encarnación y su abandono de ella. A Mitra, por lo demás, le asignaron como morada propia la zona de los equinoccios; por ello lleva el puñal de Aries, signo zodiacal de Ares, y es transportado por el toro de Afrodita, pues, tal como el Toro es el demiurgo y señor de la procreación. Está situado en el círculo equinoccial con el norte a su derecha y el sur a su izquierda, y a su lado se encuentra, por la parte del sur, el hemisferio de este nombre, por ser caliente, y por la parte norte el hemisferio correspondiente por la frialdad el viento”. SOBRE LA ABSTINENCIA DE COMIDA ANIMAL. LIB. IV. CAP. 16. “Entre los persas, ciertamente, aquellos que son sabios en asuntos divinos, y en el culto de la divinidad, son llamados Magos; puesto que éste es el significado de Magus, en la lengua de los persas. Pero los persas consideran tan grandes y venerables a estos magos, que Darío, el hijo de Histaspes, había mandado escribir en su tumba que él había sido el Maestro de los Magos. Se dividen en tres géneros, como nos informó Eubolo, quien escribió la historia de Mitra en un tratado compuesto por varios libros. En este trabajo él dice que la primera y más preparada clase de magos no come ni mata ninguna cosa animada, sino que se adhiere a la antigua abstinencia de animales. La segunda clase sí usa algunos animales para comida, pero no mata a ninguna que haya sido domesticada. No hacen estas cosas los de la tercera clase, al igual que otros hombres, ponen sus manos sobre todos los animales. Por el dogma que todos ellos consideran como el primero, que existe una transmigración de las almas; y esto aparece indicado también en los misterios de Mitra. Por eso en los misterios, de manera confusa se cree tener alguna semejanza con las bestias, acostumbran a llamarse por los nombres de diferentes animales. Así
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ellos llaman “leones” a los hombres que participan en los mismos misterios, y a las mujeres “hienas”, y aquellos que sirven en estos ritos los llaman “cuervos”. Con respecto a sus padres además, adoptan el mismo modo. Pues ellos son denominados águilas o halcones. Y aquél que es iniciado en los misterios leoninos es envuelto con varias formas de animales; de este asunto, Pallas, en su tratado sobre Mitra, asignando la causa, dice, que la opinión común sobre estas cosas hacen referencia al círculo del Zodiaco, pero que hablando con precisión, ellas hacen referencia a algo perteneciente al alma humana, que según los persas, están revestidas de cuerpos de todas las formas. Los latinos, dice Eubolo, llaman también en su lengua a algunos hombres jabalíes y escorpiones, lagartos y mirlos. De igual manera los persas denominan a los dioses las causas demiúrgicas de estos: pues ellos llaman a Diana una loba; al sol, un toro, un león, un dragón y un halcón; y Hécate, un caballo, un toro, una leona y un perro. La mayoría de los teólogos dicen que el nombre de Proserpina se deriva de nutrir a una paloma, pues la paloma es sagrada para esta diosa. De ahí que los sacerdotes de Maia le dedican una paloma. Y Maia se iguala a Proserpina en la protección de los partos y como una enfermera. Esta diosa es terrestre, como también lo es Ceres. También se le consagra a esta diosa un gallo; y por esta razón, aquellos que son iniciados en sus misterios se abstienen de pájaros domésticos. En los misterios eleusinos, igualmente, se ordena los iniciados que se abstengan de pájaros domésticos, de peces y judías, de granadas y manzanas; cuyos frutos contaminan con el tacto, tanto como una mujer recién parida, y un cuerpo muerto. Pero cualquiera que conozca de las apariencias luminosas divinas sabe también lo importante que es abstenerse de todos los pájaros, y especialmente para quienes se apresuran por liberarse de los asuntos terrenales, y establecerse con los dioses celestiales. El vicio, sin embargo, como hemos dicho frecuentemente, es suficientemente capaz de defenderse, y especialmente cuando expone su causa entre los ignorantes. Por tanto, entre aquellos que son moderadamente viciosos, algunos creen que una exhortación de este tipo es un farfullo vano, y, de acuerdo con el proverbio, la esterilidad de las mujeres ancianas; y otros son de la opinión de que es superstición. Pero aquellos que han hecho grandes avances en la falta de escrúpulos, están preparados no sólo para blasfemar a aquellos que les exhortan, y demuestran la rectitud de esta abstinencia, sino calumnian la pureza misma como encantamiento y orgullo. Ellos, sin embargo, sufriendo el castigo de sus pecados, tanto desde los hombres como de los dioses, son, en primer lugar, castigados suficientemente por una disposición de este tipo.
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Seguiremos, por tanto, haciendo mención todavía de otra nación extranjera, renombrada y justa, y considerada piadosa en los asuntos divinos, para después pasar a otros temas”. Bibliog. -Periago, M. (trad.) Porfirio. Sobre la Abstinencia. Biblioteca Clásica Gredos, Madrid, 1984. -Ramos, E. (trad.) Porfirio, Sobre la vida y poesía de Homero. El antro de las ninfas de la Odisea. Sobre los dioses y el mundo. Biblioteca Clásica Gredos, Madrid, 1989. -Blomart, A. “Mithra et Porphyre: Quand sculpture et philosophie se rejoignent”, Revue de l’Histoire des Religions, CCXI-4 (1994), 419-441.
n PLUTARCO (50/46 – 120 d.C.) Autor polifacético, en sus obras ampliamente conservadas trató aspectos referentes a la moral, la filosofía, la religión y la historia. En sus “Vidas Paralelas”, no pretende profundizar en aspectos históricos, sino centrarse en la personalidad de los individuos retratados. SOBRE ISIS Y OSIRIS. 46. “Y esto es lo que piensan los más sabios y la mayoría: unos creen que existen dos dioses como rivales, uno el artesano de bienes y otro el de males. Otros al mejor lo llaman dios y demon al otro, como, por ejemplo, el mago Zoroastro, del que cuentan que vivió cinco mil años antes de la guerra de Troya. Este llamaba a uno Oromaces, y al otro Arimanio. Y expuso además que el primero se parece especialmente, entre los objetos sensibles, a la luz, y el segundo, al contrario, a las tinieblas y a la ignorancia, y que en el medio entre ambos está Mitra; por eso también, los persas dan a Mitra el nombre de Mediador. Y enseñaba que debían hacerse sacrificios votivos y de acción de gracias a Oromaces, en cambio a Arimanio lúgubres ceremonias que alejan el mal. Pues machacan cierta hierba llamada omomi en un mortero e invocan a Hades y a las tinieblas, y luego mezclándola con sangre de lobo degollado lo llevan a un lugar que no le da el sol y lo lanzan. De hecho creen que unas plantas pertenecen al dios bueno y otras al demon malo; y así entre los animales: los perros, los pájaros y los erizos
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terrestres pertenecen al dios bueno, pero los ratones de agua al malo, y por eso al que mata gran número de ellos lo consideran feliz. 47. Sin embargo, también ellos cuentan muchas historias míticas sobre sus dioses, como las siguientes: Oromaces, nacido de la más pura luz, y Arimanio, nacido de la oscuridad, están en guerra uno contra el otro. Oromaces creó seis dioses: primero el dios de la benevolencia, el segundo el dios de la verdad, el tercero el dios del buen orden; y del resto, uno de la sabiduría, otro de la riqueza, y otro el creador de placer en las cosas bellas. Arimanio creó un número igual como rivales a éstos. A continuación Oromaces aumentando su propia talla tres veces distó del sol tanto como el sol dista de la tierra, y adornó el cielo con estrellas, y a una estrella, Sirio, la estableció sobre todas como guardián y vigilante; y después de crear otros 24 dioses los colocó dentro de un huevo. Pero los dioses creados por Arimanio iguales en número agujerearon el huevo… A partir de entonces los males están mezclados con los bienes. Pero llegará un tiempo, marcado por el destino en el que Arimanio después de desencadenar la peste y el hambre, debe ser destruido totalmente por éstas y debe desaparecer; la tierra será plana y regular, y un solo modo de vida y una sola forma de gobierno surgirá de todos los hombres felices y que hablan una misma lengua. Teopompo dice que, según los magos, uno de los dioses, por turno, domina durante tres mil años, y el otro es dominado, y que durante otros tres mil años luchan, hacen la guerra y uno destruye las obras del otro; y finalmente Hades perecerá, y los hombres serán felices sin necesidad de alimento y sin proyectar sombra. Y el dios que ha provocado esto entra en reposo y descansa durante un tiempo, no mucho tiempo para un dios, sino como la medida ordinaria de dormir de un hombre. Tal es el carácter de la mitología de los magos”. VIDAS PARALELAS, POMPEYO, 24. “El poder de los piratas, que comenzó primero en la Cilicia, teniendo un principio extraño y oscuro, adquirió bríos y osadía en la Guerra Mitridática, empleado por el rey en lo que hubo menester. Después, cuando los romanos, con sus guerras civiles, se vinieron todos a las puertas de Roma, dejando el mar sin guardia ni custodia alguna, poco a poco se extendieron e hicieron progresos; de manera que ya no sólo eran molestos a los navegantes, sino que se atrevieron a las islas y ciudades litorales. Entonces, ya hombres poderosos por su caudal, ilustres en su origen y señalados por su prudencia, se entregaron a la piratería y quisieron sacar ganancia de ella, pareciéndoles ejercicio que llevaba consigo cierta gloria y vanidad. Se formaron en muchas partes apostaderos de piratas, y torres y
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vigías defendidas con murallas, y las armadas corrían los mares, no sólo bien equipadas con tripulaciones alentadas y valientes, con pilotos hábiles y con naves ligeras y prontas para aquel servicio, sino tales que más que lo terrible de ellas incomodaba lo soberbio y altanero, que se demostraba en los astiles dorados de popa, en las cortinas de púrpura y en las palas plateadas de los remos, como que hacían gala y se gloriaban de sus latrocinios. Sus músicas, sus cantos, sus festines en todas las costas, los robos de personas principales y los rescates de las ciudades entradas por fuerza eran el oprobio del imperio romano. Las naves piratas eran más de mil, y cuatrocientas las ciudades que habían tomado. Se habían atrevido a saquear de los templos, mirados antes como asilos inviolables, el Clario, el Didimeo, el de Samotracia, el templo de Démeter Ctonia en Hermíona, el de Asclepio en Epidauro, los de Posidón en el Istmo, en Ténaro y en Calauria; los de Apolo en Accio y en Léucade, y de Hera el de Samos, el de Argos y el de Lacinio. Hacían también sacrificios traídos de fuera, como los de Olimpia, y celebraban ciertos misterios indivulgables, de los cuales todavía se conservan hoy en el de Mitra, enseñado primero por aquellos. Insultaban de continuo a los romanos, y bajando a tierra rodaban en los caminos y saqueaban las inmediatas casas de campo. En una ocasión robaron a dos pretores, Sextilio y Belino, con sus togas pretextas, llevándose con ellos a los ministros y lictores. Cautivaron también a una hija de Antonio, varón que había alcanzado los honores del triunfo, en ocasión de ir al campo, y tuvo que rescatarse a costa de mucho dinero. Pero lo de mayor afrenta era que, cautivado alguno, si decía que era Romano y les daba el nombre, hacían como que se sobrecogían, y temblando se daban palmadas en los muslos, y se postraban ante él, diciéndole que perdonase. Creíalos, viéndolos consternados y reducidos a hacerle súplicas; pero luego, unos le ponían los zapatos, otros le envolvían en la toga, para que no dejase de ser conocido, y habiéndole así escarnecido y mofado por largo tiempo, echaban la escala al agua y le decían que bajara y se fuera contento; y al que se resistía le cogían y le sumergían en el mar”. VIDAS PARALELAS, ARTAJERJES, 4. “Había también una cierta indolencia en el carácter del rey, que ante los demás quería verse como templanza. En principio, parecía querer imitar lo más posible la benevolencia de su homónimo Artajerjes y así, se mostraba dulce al que se le acercaba, superando en su deseo de otorgar honores y conceder su gracia los límites de lo adecuado. Dispensaba de cualquier castigo lo que constituía un ultraje y se mostraba gustoso de recibir muestras de afecto, tanto de los que le daban
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regalos como de los que los tomaban de él. También le encantaba mostrarse generoso, porque, en efecto, no había nada que fuera excesivamente pequeño que no aceptara de buen grado; como cuando, al traerle un tal Omiso una granada de tamaño considerable, dijo: “por Mitra, este hombre convertiría incluso una ciudad pequeña en grande rápidamente, si se la confiara”. Bibliog. -Sánchez, J.P. y González, M. (trads.) Plutarco, Vidas Paralelas. VII. Biblioteca Clásica Gredos, Madrid, 2009. -Turcan, R. Mithras Platonicus. EPRO, Leiden, 1982. -Ulansey, D. The Origin of the Mithraic Misteries. Cosmology and Salvation in the Ancient World. Oxford, 1989. -García Valdés, M. (trad.) Obras morales y de costumbres, Plutarco. Akal, Madrid, 1987. - Francis, E.D., “Plutarch’s Mithraic Pirates,” en Hinnells, J. (ed.) Mithraic Studies, vol. 1, Manchester, 1975, 207-210.
n DION CASIO (155 – 229 d.C.) Senador de origen griego. Su obra central es una “Historia de Roma” que abarca desde la fundación de la ciudad hasta la dinastía de los gordianos. En ella deja constancia de su punto de vista senatorial a la hora de juzgar la labor de los emperadores y los demás grupos sociales en la evolución de los acontecimientos. HISTORIA DE ROMA. 62.1.7. “Después de este acontecimiento, Nerón le llevó hasta Roma y puso la diadema sobre su cabeza. La ciudad entera había sido decorada con luces y guirnaldas, y grandes muchedumbres de personas podían ser vistas por todas partes, el Foro, sin embargo, estaba particularmente lleno. El centro fue ocupado por civiles, distribuido según categorías, vestidos de blanco y portando ramas de laurel; por todas partes además había soldados, dispuestos con armaduras brillantes, sus armas y estandartes brillando como el relámpago. Los azulejos de las azoteas de todos los edificios en la vecindad desaparecieron de la vista por los espectadores que habían subido a los tejados. Todo había sido preparado así durante la noche; y al amanecer Nerón, llevando el traje triunfal y acompañado por el senado
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y los pretorianos, entró en el Foro. Él ascendió a la tribuna y se asentó sobre una silla de estado. Después Tirídates y su cortejo pasó entre las líneas de tropas fuertemente armadas dispuestas a cada lado, tomó su puesto cerca de la tribuna, e hizo la reverencia al emperador como ellos habían hecho antes. En esto, un gran jabalí apareció, lo cual alarmó a Tirídates, tanto que por un momento se quedó sin habla, temiendo por su vida. Entonces, habiendo proclamado silencio, recuperó su coraje y sobreponiéndose a su orgullo, se hizo sumiso para la ocasión y para su necesidad, pareciendo pequeño, como humillado, él habló, en vista del premio que esperaba conseguir. Estas fueron sus palabras: “Señores, yo soy el descendiente de Arsaces, hermano de los reyes Vologeses y Pacoro, y su esclavo. Y he venido ante ti, mi dios, para adorarte como a Mitra. El destino más espinoso para mí, será mío, porque tú eres mi Fortuna y mi Destino” Bibliog. -Plácido, D. et alii (trads.) Dion Casio. Historia Romana. Biblioteca Clásica Gredos, Madrid, 2004.
n CELSO (s. II d.C.) Filósofo griego que escribió un tratado sobre el Cristianismo (“Discurso Verdadero contra los Cristianos”), tratando de desmontar y ridiculizar las creencias cristianas. Fue contestado setenta años más tarde por Orígenes (“Contra Celso”), gracias al cual se ha conservado la obra de Celso. DISCURSO VERDADERO CONTRA LOS CRISTIANOS. 4. 71. “En suma, la doctrina de los cristianos es una doctrina secreta: en conservarla ponen una constancia indomable y no seré yo quien censure su firmeza. Con creces merece la verdad que suframos y nos expongamos que alguien deba renegar de su fe, o fingir abjurar de ella, para hurtarse a los peligros que pudieran acontecerle y seguir viviendo entre los hombres. Los que tienen el alma pura son elevados por un impulso natural hacia la divinidad, con la cual tienen afinidad, y nada desean más que elevar siempre hacia ella sus pensamientos y sus palabras. Es preciso incluso que las creencias profesadas se fundamenten también en la razón. Los que creen sin examen todo lo se les
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dice, se parecen a esos infelices, presas de los charlatanes, que corren detrás de los Metragirtos, los sacerdotes de Mitra, o de los Sabácios y los devotos de Hécate o de otras divinidades semejantes, con las cabezas impregnadas de sus extravagancias y fraudes. Lo mismo acontece a los cristianos. Ninguno de ellos quiere ofrecer o escrutar las razones de las creencias adoptadas. Dicen generalmente: “no examinéis, creed solamente, vuestra fe os salvará”; e incluso añaden: “la sabiduría de esta vida es un mal, y la locura un bien”. 72. Y, a lo que parece, partiendo de algunas de estas ideas de Platón, de las que tenían alguna vaga noción, ciertos cristianos proclaman al Dios que está en lo alto del cielo, y se elevan así por encima de los judíos. Platón enseñó que, para descender del cielo a la tierra, o para ascender de la tierra al cielo, las almas pasan por los planetas. Los persas representan la misma idea en los misterios de Mitra. Ellos tienen la figura que representa los dos movimientos que se realizan en el cielo, el de las estrellas fijas y el de los astros errantes, y otra figura análoga para simbolizar el viaje del alma a través de los cuerpos celestes. Esa figura es una alta escalera con siete puertas, y una octava puerta encima de todas. La primera puerta es de plomo, la segunda de estaño, la tercera de cobre, la cuarta de hierro, la quinta de una mezcla de metales, la sexta de plata, la séptima de oro. Atribuyen la primera a Cronos (Saturno), sugiriendo, por el plomo, la lentitud de este astro; la segunda la atribuye a Afrodita, que evoca el brillo y la maleabilidad del estaño; la tercera, hecha de cobre, que no puede dejar ser fuerte y sólida, la atribuyen a Zeus; la cuarta evoca a Hermes, reputado entre los hombres por la dureza en el esfuerzo y fecundidad en útiles trabajos, con el hierro; la quinta compuesta de diversos metales, es irregular y diversa, evoca a Ares; la sexta evoca a la Luna, que tiene la blancura de la plata; y la séptima al sol, cuyos rayos recuerdan el color del oro. Esta disposición de los astros no es obra del acaso, sino que obedece a las relaciones musicales (de la música celeste pitagórica). Si quisiéramos establecer un paralelo entre las enseñanzas de los hierofantes de Mitra y ciertas enseñanzas especiales y esotéricas de los cristianos y confrontarlas, veremos que no están sin ciertas analogías. ¿Será preciso citar la figura simbólica, a la que llaman “diagrama”, con una línea negra que la divide en dos secciones y a la que llaman la Gehena o el Tártaro, los diez círculos englobados en un círculo mayor, al que llaman “el alma del mundo” y el “sello”? Quien aplica el sello se denomina el “Padre” y quien lo recibe, el Hijo, quien responde: “Soy el ungido de la unción blanca cogida del árbol de la vida”. Ellos colocan junto a los que van a morir siete ángeles de luz, y del otro lado, siete ángeles inferiores, llamados arcónticos, cuyo jefe se lla-
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ma Dios Maldito. ¿Quién es ese Dios maldito? No es otro más que el autor del mundo, el Dios de Moisés, al que justamente denominan maldito, por él temen la serpiente portadora de la maldición, a la cual los primeros hombres debieron el conocimiento del bien y del mal”. Bibliog. -Bodelón, C. (trad.) Discurso verdadero contra los cristianos. Alianza, Madrid, 2009.
n CLAUDIO CLAUDIANO (c. s. IV – 404 d.C.) Poeta de la corte del emperador Honorio, destacó por su obra que ensalzó las actuaciones de este emperador y su general Estilicón. Es una fuente importante para conocer los acontecimientos de los últimos años del s. IV d.C. SOBRE EL CONSULADO DE ESTILICÓN. I.58ss. “Apenas tenías la flor de la edad, cuando fuiste enviado para hacer la paz en Asiria; pactar un tratado con un pueblo tan grande fue confiado a tu juventud. Tras cruzar el Tigris y el profundo Éufrates, te diriges a Babilonia. Quedaron estupefactos los rigurosos próceres de los partos; el pueblo armado de aljabas, ardió en deseos de contemplarte y las hijas de Persia, fijas en el hermoso huésped, suspiraron por un fuego secreto. Conciertan la paz los altares, fragantes por la abundancia de incienso y de mieses de Saba; sacaron el fuego sagrado de lo más profundo del santuario y los magos sacrificaron novillos según el rito caldeo. El rey mismo inclina la copa que brilla en su diestra y pone por testigos de sus juramentos a los misterios de Belo y a Mitra, que hace girar en el cielo los astros errantes. Si alguna vez iban contigo en una cacería común, ¿quién antes que Estilicón hendía su espada de cerca en los leones o hería de lejos a las tigresas de pieles rayadas? Te consideró superior el medo cuando tú regías fácilmente las riendas de un caballo; disparabas el arco en la huída y el parto se maravillaba”. Bibliog. - Castillo Bejarano, M. (trad.) Claudio Claudiano, Poemas. vol. 2. Biblioteca Clásica Gredos, Madrid, 1993.
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n PAULINO DE NOLA (Poncio Meropio Anicio Paulino, 355 – 431 d.C.) Obispo de la ciudad italiana de Nola, su obra conservada consiste en un amplio epistolario y sus Carmina, poemas representativos de la poesía cristiana del momento. POEMA 32.111 “¡Qué oscura es la mente humana! ¡Qué ciegos los corazones de los hombres! El objeto de su adoración no existe, aunque los sacrificios sangrientos son llevados a cabo. Por ejemplo, mantienen al Invicto oculto en una caverna oscura, y se atreven a llamarle el sol aunque se mantiene oculto en la oscuridad. ¿A quién se le puede ocurrir adorar a la luz en la oscuridad, o esconder a la estrella del cielo en el infierno, excepto al iniciado en la maldad? Además, también están los misterios de Isis, el repique y la cabeza de perro que ellos no tratan de ocultar, sino que la muestran en público. En cualquier momento, están buscando una cosa u otra, se regocijan cuando lo encuentran, lo vuelven a perder, ¡y así lo pueden volver a encontrar de nuevo! ¿Qué hombre con sentido podría aguantar en una mano a los seguidores de Mitra sepultando, como ellos dicen, al sol, y en la otra mano a los seguidores de Isis alardeando con los símbolos bárbaros de sus divinidades a la luz del día? ¿Cómo hizo Serapis para merecer ser golpeado como lo es por sus devotos en todos los nauseabundos sitios? De hecho, él siempre se está convirtiendo en una bestia o un perro o el cadáver putrefacto de un asno; ahora es un hombre vestido con harapos, o despreciado con un cuerpo enfermo. Cuando actúan de esta manera, están admitiendo que Serapis no tiene sentimientos”. Bibliog. -Cienfuegos, J. (trad.) Paulino de Nola. Poemas. Biblioteca Clásica Gredos, Madrid, 2005.
n PSEUDO-CLEMENTE. Bajo este nombre se sitúa un grupo de escritos cristianos antiguos falsamente atribuidos a Clemente de Roma (s. I-II d.C.) Se considera que recogen una tradición del Cristianismo de los primeros momentos, aunque existen opiniones enfrentadas con respecto a qué valor histórico se le debe dar a la información que proporcionan estos escritos.
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HOMILÍAS. VI. Cap. X. Todas las historias son alegóricas. “Y debo pedirte que pienses en todas estas historias como la personificación de algún tipo de alegoría. Toma a Apolo como el Sol que deambula, un hijo de Zeus, quien también es llamado Mitra, como quien completa el periodo de un año. Y todas las transformaciones atribuidas al todo poderoso Zeus deben ser consideradas como los numerosos cambios de las estaciones, mientras que sus innumerables esposas deben ser comprendidas como los años o las generaciones. O el poder que procede del éter y pasa por el aire unido con todos los años y generaciones por turno, y continuamente los transforma, y produce o destruye las cosechas. Y llaman a frutas maduras sus niños, la esterilidad de algunas estaciones son descritas como uniones ilegales”. Bibliog. -Ruíz Bueno, D. (trad.) Padres Apostólicos y apologistas griegos (s. II). BAC, Madrid, 2002. -Kelley, N. Knowledge and Religious Authority in the Pseudo-Clementines. DDB, Riehe, 2006.
n SOZOMENO (Hermias Sozomenus, c. 400 – c. 450 d.C.) Historiador cristiano procedente de Palestina. En su obra conservada (“Historia Eclesiástica”) ofrece una visión bastante completa de la evolución de la Iglesia desde la conversión de Constantino hasta el ascenso al trono de Valentiniano III. La información que proporciona sobre la Iglesia de Oriente es particularmente interesante por la abundancia y originalidad de los datos aportados. HISTORIA ECLESIÁSTICA, V. CAP. VII. Muerte violenta y triunfo de Jorge, obispo de Alejandría. El resultado de ciertos sucesos en el templo de Mitra. Carta de Juliano sobre estas graves circunstancias. “Después, Atanasio se había mantenido en su intención y apareció repentinamente en la iglesia, nadie sabía de dónde venía. El pueblo de Alejandría, sin embargo, se alegró de su regreso y le devolvió sus iglesias. Los arrianos, habiendo sido expulsados de sus iglesias, fueron compelidos a mantener sus asambleas en casas privadas, y nombraron a Lucio, en el lugar de Jorge,
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como obispo de su herejía. Jorge había sido asesinado; en el momento en que los magistrados habían anunciado en público la muerte de Constancio y que Juliano quedaba como único gobernante, los paganos de Alejandría se habían levantado en sedición. Atacaron a Jorge con gritos y reproches, como si quisieran matarlo al momento. Los protagonistas de este repentino ataque le llevaron a la prisión; un poco después, se precipitaron, temprano en la mañana, hacia la prisión, le mataron, colgaron su cuerpo sobre un camello, y le expusieron a insultos durante el día y le quemaron al anochecer. No ignoro que los heréticos arrianos afirman que Jorge recibió este trato cruel de parte de los seguidores de Atanasio; pero me parece más probable que los perpetradores de esos sucesos fueran los paganos; porque ellos tenían más que ningún otro grupo de hombres causas para odiarle, en especial en relación con los insultos infligidos a sus imágenes y templos; y habiéndoles, además, prohibido realizar sacrificios, o realizar sus ritos ancestrales. Más aún, la influencia que había adquirido en los palacios intensificó el odio hacia él; y como el pueblo tiene el hábito de sentir cosas hacia aquellos que están en el poder, le consideraron como insoportable. Una calamidad había tenido lugar también en un lugar llamado Mitreo; originalmente estaba abandonado, y Constancio lo había concedido a la iglesia de Alejandría. Mientras Jorge estaba limpiando el terreno, con vistas a construir una casa de oración, se descubrió un adytum. Dentro se encontraron ídolos y ciertos instrumentos para la iniciación o la perfección que parecieron extraños e irrisorios para quienes los contemplaban. Los cristianos los tomaron para su exhibición pública, e hicieron una procesión para molestar a los paganos; pero los paganos reunieron a una multitud y se abalanzaron y atacaron a los cristianos, después se armaron con espadas, piedras y cualquier arma que encontraron. Mataron a muchos cristianos en escarnio de su religión, crucificaron a otros y dejaron a muchos heridos. Esto llevó al abandono de los trabajos que habían sido iniciados por los cristianos, al mismo tiempo, los paganos mataron a Jorge, tan pronto como oyeron el ascenso de Juliano al imperio. Este hecho es admitido por el propio emperador, lo cual él no habría de confesar a no ser que estuviera compelido por la verdad, puesto que él podría, yo creo, haber inculpado los cristianos en lugar de los paganos como los asesinos de Jorge; pero eso no se puede disimular. Esto resulta evidente en la carta que escribió sobre el asunto a los habitantes de Alejandría, donde expresa opiniones severas. En esta carta él sólo censura y pasa por encima sobre el castigo; puesto que dice que toma
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a Serapis, su divinidad tutelar, y Alejandro su fundador, y Juliano, su propio tío, que antiguamente era gobernador de Egipto y Alejandría. Este fue después tan favorable al paganismo y odió al cristianismo tan profundamente, que contrariamente a los deseos del emperador, persiguió a los cristianos hasta la muerte”. Bibliog. -Bidez, J. (trad.) Sozomène. Histoire ecclésiastique : livres I-II. Les Editions du Cerf, Paris, 1983 -Martínez, C. “La destrucción del Serapeo de Alejandría como paradigma de la intervención cristiana”, ARYS 5(2002), 133-152 -Blázquez, J.M. “La violencia religiosa cristiana en la Historia Eclesiástica de Sócrates durante el gobierno de Teodosio II y en la Historia Eclesiástica de Teodoreto de Cirro”, Gerión 26.1(2008), 453-49.
n SÓCRATES (fin. s. IV d.C.) Historiador cristiano nacido en Constantinopla. Su “Historia Eclesiástica” abarca un amplio periodo comprendido entre el gobierno de Constantino hasta el de Teodosio II (439). Se centra en la Iglesia de Oriente y por eso es una fuente relevante para este periodo y esta zona, aunque no se limita exclusivamente a asuntos de historia de la Iglesia. HISTORIA ECLESIÁSTICA, III.2. CAPÍTULO II. De la sedición sucedida en Alejandría y cómo Jorge fue asesinado. “Es ahora propicio mencionar lo que tuvo lugar en las iglesias bajo el mismo emperador. Un gran disturbio ocurrió en Alejandría a consecuencia de la siguiente circunstancia. Había un sitio en la ciudad que llevaba mucho tiempo abandonado a la porquería y al descuido, donde los paganos anteriormente habían celebrado sus misterios, y sacrificado seres humanos a Mitra. Esto estando vacío y sin otro uso, Constancio lo había donado a la iglesia de los alejandrinos; y Jorge deseando erigir una iglesia en el lugar, dio instrucciones para que el lugar fuera limpiado. En el proceso de limpieza, se encontró un adytum de gran profundidad, el cual reveló la naturaleza de sus ritos paganos: puesto que se encontraron cráneos de varias personas de diversas edades, los cuales
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se supone que fueron inmolados por motivos adivinatorios y para la inspección de sus entrañas, cuando los paganos realizaban estas y otras artes casi mágicas por medio de las cuales encantaban las almas de los hombres. Al descubrir los cristianos estas abominaciones en el adytum del Mitreo, corrieron ansiosamente a exponerlos a la vista y execración de todos; y después acarrearon los cráneos a través de la ciudad, a modo de procesión triunfal, para la inspección de la gente. Cuando los paganos de Alejandría contemplaron esto, incapaces de soportar el carácter insultante del acto, se quedaron tan exasperados que ellos asaltaron a los cristianos con todo tipo de armas que tenían a mano, y en su furia destrozaron a muchos de ellos en diferentes maneras: algunos fueron asesinados por espadas, otros con mazas y piedras; otros estrangulados con cuerdas, otros fueron crucificados a propósito para infligir este último modo de muerte en desprecio a la cruz de Cristo: muchos fueron heridos; y como suele pasar en estos casos, ni amigos ni familiares fueron perdonados, sino que amigos, hermanos, padres y niños mancharon sus manos con la sangre de otros. Por lo tanto, los cristianos cesaron de limpiar el Mitreo: los paganos mientras tanto habiendo arrastrado a Jorge fuera de la iglesia, lo ataron a un camello y cuando ya se había partido en pedazos, lo quemaron junto con el camello”. Bibliog. -Hussey, R. (trad.) Socrates Scholasticus, Ecclesiastica historia, Hildesheim, New York, 1992. -Blázquez, J.M. “La violencia religiosa cristiana en la Historia Eclesiástica de Sócrates durante el gobierno de Teodosio II y en la Historia Eclesiástica de Teodoreto de Cirro”, Gerión 26.1(2008), 453-49 -Martínez, C. “La destrucción del Serapeo de Alejandría como paradigma de la intervención cristiana”, ARYS 5(2002), 133-152
n TERTULIANO (Quinto Septimo Florente Tertuliano, ca. 160 – ca. 220 d.C.) Autor y teólogo cristiano nacido en Cartago. En su obra combina tanto la reflexión teológica como la invectiva contra las ideas paganas y heréticas, reflejando un profundo conocimiento de la cultura greco-romana.
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SOBRE EL BAUTISMO, CAP. 5. “Pero, tú objetas, “los gentiles, ajenos al entendimiento de las cosas espirituales, atribuyen poder de igual eficacia a sus ídolos”. Ellos se mienten, porque sus aguas son estériles. En ciertos ritos sagrados son iniciados bajo el símbolo de un baño como es el caso de Isis tal vez, o Mitra. Además llevan a sus dioses en procesión para su lavado. Más aún, purifican ritualmente su país y sus casas, sus templos, todas las ciudades, transportando agua y rociándola. En verdad, en los juegos apolinarios y pelusios quedan bautizados en masa, y se supone que lo hacen con vistas a volver a nacer y quedar liberados de sus juramentos rotos. Entre los antiguos, aquel que había quedado infectado por medio del homicidio, buscaba aguas para su purificación. Así pues, si porque la limpieza es una característica particular del agua, ellos buscan favores de un ídolo como agente de purificación, ¿cuánto más verdadera se convertirá el agua que se beneficia de la autoridad de Dios, por quién se ha establecido cada uno de sus atributos? Si suponen que el agua recibe el poder sanador a partir del uso religioso, ¿qué uso religioso más efectivo será que el conocimiento del Dios vivo? Aquí también vemos el celo del demonio en su hostilidad hacia las cosas de Dios. Aunque qué diferencia. ¿Quedan limpios los sucios, el destructor queda libre, el condenado absuelto? Si es así, el demonio está echando abajo su propio trabajo, y limpiando los pecados que él mismo inspira. He señalado estos aspectos como testimonio contra aquellos que renuncian a la fe en aquellos que ponen poca creencia en las cosas de Dios, incluso aquellos que dan crédito a los intentos de reproducir aquello hecho por el enemigo de Dios. Además, aparte de esto, fuera de cualquier significado sagrado, espíritus impuros se asientan sobre las aguas, tratando de reproducir el descanso primordial del divino Espíritu sobre ellas; yo veo las fuentes sombreadas y todo tipo de arroyos tranquilos, piscinas en sitios de baño y canales y estanques en casas, y aquellos pozos llamados pozos perforados, obviamente han sido perforados por la violenta acción del espíritu maligno; por gente que todavía usa palabras como “esético” y “linfático”, para aquellos que se han ahogado o se han irritado con locura y miedo”. PRESCRIPCIÓN CONTRA LOS HEREJES. Cap. XL. “No hay diferencia en el Espíritu de Idolatría y de la Herejía. En los ritos de Idolatría, Satanás imita y tergiversa la institución divina de las Sagradas Escrituras. Las escrituras cristianas son corrompidas por él en las perversiones de varios heréticos. Pero se pregunta por quién es interpretado el significado de aquellos
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[textos] que favorecen las herejías. Naturalmente, por el diablo, cuya función es pervertir la verdad, que remeda con los misterios idolátricos incluso las realidades mismas de los sacramentos divinos. El también bautiza a algunos, obviamente a sus propios creyentes y seguidores fieles; promete la purificación de los pecados en virtud del baño; y si mi memoria todavía me sirve, Mitra deja una marca en la frente de sus soldados; celebra también la oblación del pan, e introduce una imagen de la resurrección, y bajo la espada, ciñe una corona”. SOBRE LA CORONA. IV. cap. XV. “Ruborizaos, sus compañeros soldados, no por ser condenados incluso por él, sino por cierto soldado de Mitra, quien, en su iniciación en la sombría cueva, en el campamento, que bien se podría decir, de la oscuridad, cuando en el instante de la espada se le presenta una corona, como una imitación del martirio, y acto seguido se la ponen sobre su cabeza, y es prevenido para resistir y apartarla, y, por así decirlo, ponerla en sus hombros, diciendo que Mitra es su corona. Y desde entonces ya no es coronado; y tiene una marca para demostrar quién es, por si tiene que ser sometido a prueba en cualquier lugar en relación con esta religión; y desde ese momento se le considera soldado de Mitra si rechaza la corona, y dice que él tiene su corona puesta en su dios. Tengamos en cuenta las artimañas del demonio, quien tiene costumbre de imitar algunas de las cosas de Dios sin ningún otro designio que, por la fidelidad de sus sirvientes, ponernos en vergüenza y condenarnos”. CONTRA MARCIÓN I.13. “Cuando quitamos de este rango un dios de quien no se han dado referencias previas por ninguna creación original tan propia de un dios como lo es el Creador, los Marcionitas mueven su nariz desvergonzadamente y emprenden la demolición del trabajo del Creador. “Un gran trabajo, incluso”, dicen, “y propio de un dios, es este mundo”. ¿Entonces es el Creador en sentido propio un dios? Claramente es un dios. Por consiguiente, el mundo no es digno de un dios. Puesto que Dios no hace nada que sea indigno de sí mismo, incluso haya hecho el mundo no por sí mismo sino por un hombre, y aunque cada trabajo es inferior al artífice que lo hace. Y además, si no es digno de Dios haber hecho tal o cual cosa, mucho más indigno lo es para tu dios, no haber hecho nada de nada, ni tan siquiera una cosa indigna – puesto que habría habido esperanza de haber sido el originador de cosas más dignas. Así que déjame hacer algunas observa-
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ciones sobre las presuntas indignidades de este mundo, el nombre que entre los griegos también significa adorno y cultura, no suciedad. Sus componentes indignos han sido declarados dios por muchos profesores de filosofía de quienes las más inteligentes herejías toman su vida –como el agua de Tales, el fuego de Heráclito, el aire de Anaximenes, de Anaximandro la combinación de todos los cuerpos celestes, de Estrato el cielo y la tierra, de Zenón el aire y el éter, y de Platón las constelaciones, que él describe como la raza feroz de los dioses – éste en su tratado Sobre el Mundo, donde pone bajo consideración su grandeza y poder, su majestad y dignidad y belleza, sus riquezas, su seguridad y la ley de sus muchos elementos, los cuales conspiran juntos para producir el nacimiento, la crianza, confección y refección del todo: así que un número de los filósofos de la naturaleza han sido reacios a pensar que el mundo tiene un principio y un final, por temor a que sus componentes que son tan grandes, se puedan proyectar sobre su deidad: puesto que estos componentes son adorados tanto por los magos persas como por los hierofantes egipcios y los gimnosofistas indios. Lo que es más, la superstición vulgar de la idolatría popular, cuando se avergüenza de sí misma por medio de las imágenes que recuerdan los nombres e historias de hombres muertos hace tiempo, toma refugio en una interpretación física, cubre con un velo su deshonor en la ingenuidad, y representa a Júpiter como la sustancia hirviendo y a su Juno como el aire –de acuerdo con el sonido de las palabras griegas – y a Vesta como el fuego, las Musas como las aguas, y la Gran Madre como la tierra con sus genitales cortados, sus miembros arados, ella misma regada por las lustraciones. Así también Osiris: que siempre está siendo enterrado, y arrojado a las aguas, y recuperado con alegrías, lo argumentan como una promesa del regreso de la semilla sembrada, de los elementos animados, y del año renacido: como también tienen una teoría por la que los leones de Mitra son indicaciones figurativas de la naturaleza seca y fiera. Me parece que sustancias más altas en posición y rango han sido tomadas más fácilmente por los dioses que aquello pensado impropio de Dios. ¿Puedo estar perdido con cosas pequeñas? ¿Puede una pequeña flor del seto, no digo del prado, una pequeña concha de cualquier mar que quieras –no digo el Mar Rojo – una pequeña pluma de gallo – no digo de un pavo real – permitirte juzgar al Creador como un artífice de baja categoría?” Bibliog. -Braun, R. (trad.)Tertuliano, Contre Marcion. Les Éditions du Cerf, Paris, 1994.
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-Vicastillo, S. (trad.) Tertuliano, “Prescripciones”, Contra todas las Herejías. Ciudad Nueva, Madrid, 2001. -Fontaine, J. (trad.) Tertuliano, De corona, Presses Universitaires de France, Paris, 1966. -Luiselli, B. (trad.) Tertuliano, De baptismo, G.B. Paravia, Torino, 1960. -Beskow, P. “Tertullian on Mithras”, en Hinnells, J. Studies in Mithraism, Roma, 1994, 51-60.
n ACTA ARQUELAO. Traducción latina de un libro griego de Hegemonio, que atribuyó a un tal Arquelao, obispo de Cascara en Mesopotamia. En él se plantea una disputa entre Mani y este obispo, sin embargo se trata de una ficción literaria del siglo IV d.C., que trata de distorsionar la figura de Mani. XXXIX.25. “[dirigido a Mani] Oh Sacerdote bárbaro y astuto coadjutor de Mitra, sólo serás un adorador del dios sol Mitra, quien es el iluminador de los lugares de los misterios, como opinas, y la deidad autoconsciente. Esto es, lo que tú practicas como sus adoradores, y celebrarás, aunque con menos elegancia como la debida, sus misterios”. LXIII.”Aquel discípulo, además, que había residido con él tuvo que escapar, e hizo su camino hacia Babilonia, una provincia que actualmente está en manos de los persas, y que ahora lleva un viaje de aproximadamente seis días y noches desde nuestro territorio. Al llegar a allí, Terebinthus triunfó al realizar una maravillosa presentación de sí mismo, declarando que estaba repleto de toda la sabiduría de los egipcios, y que él realmente era ahora llamado, no Terebinthus, sino otro Buda, y que esta designación le había sido impuesta. Él afirmó más aún, que era el hijo de una cierta virgen, y que él había sido criado por un ángel en las montañas. Un cierto profeta, sin embargo, de nombre Parcus, y Labdacus el hijo de Mitras, le acusaron de falsedad, y sin cesar, día tras día tenían discusiones profundas y elevadas sobre este sujeto”. Bibliog. -Bermejo, F. y Montserrat, J. El Maniqueísmo. Textos y Fuentes. Trotta, Madrid, 2008.
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-Scopello, M. “Vérités et contrevérités: la vie de Mani selon les Acta Archelai”, Apocrypha 6 (1995), 203-234.
n JERÓNIMO (Eusebio Sophronio Hieronimo, c. 340 – 420 d.C.) Padre de la Iglesia, experto latinista a quien se le encargó la tarea de realizar una traducción armonizada de la Biblia al latín: la Vulgata. Su obra conservada incluye también un amplio epistolario y varios tratados apologéticos. CONTRA JOVIANO I.7. “Entre otras cosas, los corintios le preguntaron en sus cartas si después de abrazar la fe en Cristo ellos debían permanecer sin casarse, y por la salvaguarda de la continencia debían apartar a sus esposas, y si creyéndose vírgenes se encontraban con libertad para el matrimonio. Y además, en el caso de que uno de los dos gentiles creyera en Cristo, si aquel que creía debía abandonar al que no creía. Y en el caso de que estuviera permitido tomar esposas, podría el Apóstol aclarar si sólo se podían tomar esposas cristianas, o también gentiles. Permítenos entonces, considerar las respuestas de Pablo a estas preguntas. Ahora en relación con las cosas que tu escribiste: “es bueno para un hombre no tocar a una mujer”. Pero, por culpa de la fornicación, que cada hombre tenga sólo a su propia esposa, y que cada mujer tenga su propio marido. La mujer no tiene poder sobre su propio cuerpo, sino el marido: y de la misma manera que el marido no tiene control sobre su propio cuerpo, sino su esposa. Que no se defrauden el uno al otro, a excepción que sea por consentimiento durante una estación, que se dediquen a la oración, y puedan luego volver a estar juntos, que Satanás no les tiente por causa de su incontinencia. Más aún, me gustaría que todos los hombres fueran como yo mismo. Sin embargo, cada hombre tiene su propio don dado por Dios, uno de este modo y otro de otro. Pero yo les digo a los solteros y las viudas, es bueno para ellos si se atienen así como yo. Pero si no pueden superar su continencia, que se les permita casarse: porque es mejor casarse que arder. Volvamos al principal punto de la evidencia: es bueno, dice Pablo, para un hombre no tocar a una mujer. Si es bueno no tocar a una mujer, es malo tocarla: puesto que no hay opuesto a bondad, sino la maldad. Pero si ser malo y el mal es perdonado,
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la razón para la concesión está en la prevención de un mal peor. Pero, seguramente, una cosa que sólo es permitida porque puede haber algo peor, tiene solamente un grado menor de bondad. Pablo nunca habría añadido el permiso de que cada hombre tenga su propia mujer, a menos que él antes hubiese utilizado las palabras “por causa de la fornicación”. Apartad la fornicación, y él nunca habría dicho que cada hombre tenga su propia esposa. Justo cuando queden liberados: es bueno alimentarse de pan de trigo, y comer la más fina harina de trigo, y prevenir que una persona pase hambre comiendo estiércol de vaca, yo le permitiría comer cebada. ¿Significa eso que el trigo no tendrá su pureza particular, porque alguno prefiera la cebada al excremento? Eso es naturalmente bueno que no admita comparación con lo que es malo, y no queda eclipsado porque algo sea preferido. Al mismo tiempo, debemos notar la prudencia del Apóstol. Él no dijo, es bueno tener una esposa: sino que es bueno no tocar a una mujer: como pensando que era peligroso incluso el toque: como si aquél que la tocara, no podría escapar de ella quien busca la vida preciosa, quien causa la pérdida de entendimiento del joven para viajar. (Prov. 6:27-28) ¿Puede un hombre tomar fuego en su seno sin que sus vestidos ardan? ¿O puede caminar sobre carbones calientes y sus pies no quemarse? Así como, quien toca el fuego se quema al momento, de igual manera es interpretado el simple roce de la peculiar naturaleza del hombre y la mujer, y se entiende la diferencia de sexos. Fábulas paganas cuentan cómo Mitra y Erictonio fueron creados del suelo, en piedra o tierra, por medio de rugidos de la lujuria. Así fue que nuestro José por culpa de la mujer egipcia que quiso tocarle, cayó de sus manos, y como si hubiera sido mordido por un perro loco y temiendo la propagación del veneno, arrojó el vestido que ella había tocado. Pero, por causa de la fornicación, se permite a cada hombre tener su propia mujer, y a cada mujer tener a su propio marido. Él no dijo, por la fornicación dejemos a cada hombre esposar a una esposa: de otra forma, por esta excusa habría sido cogido por las riendas de la lujuria, y cuando la esposa de un hombre muriese, él debería casarse de nuevo para prevenir la fornicación, si no tiene su esposa. Dejémosle, dice, tener su propia esposa, aquella que tenía antes de ser creyente, y a quien habría sido bueno que no tocara, y, cuando se convierta en seguidor de Cristo, que la conozca sólo como a una hermana, no como a una esposa, a menos que la fornicación haga inexcusable el que la toque. La esposa no tiene poder sobre su propio cuerpo, sino el marido: y, de igual manera, el marido no tiene control sobre su propio cuerpo, sino la esposa. Toda la cuestión concierne sobre aquellos
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que son hombres casados. ¿Es legal hacer lo que nuestro Señor prohíbe en las Escrituras, y expulsar a sus esposas?” CAP. II.14. “Josefo en el Segundo libro de la historia del cautiverio de los judíos, y en libro XVIII de las Antigüedades, y los dos tratados contra Apión, describe tres sectas de los judíos, los Fariseos, los Saduceos y los Esenios. Sobre la última de éstas, les otorga grandes alabanzas porque ellos practicaron la abstinencia perpetua de las esposas, vino y carne, habían interiorizado su ayuno diario. Filón, también, un hombre de gran conocimiento, publicó un tratado sobre su propio modo de vida. Neanto de Cizico y Asclepíades de Chipre, en la época en que Pigmalión gobernaba el Este, relatan que el consumo de carne era desconocido. Eubolo, incluso, quien escribió la historia de Mitra en varios volúmenes, relata que entre los persas existen tres tipos de magos, los primeros de ellos, aquellos del más grande conocimiento y elocuencia, no toman comida a excepción de la carne y los vegetales. En Eleusis, es costumbre abstenerse de aves de corral y de ciertos frutos. Bardesanes, un babilonio, divide a los gimnosofistas de la India en dos clases, unos llamados Brahmanes, los otros Samaneanos, quienes son tan rígidos en su auto-contención que se mantienen con el fruto de los árboles que crecen en las orillas del Ganges, o con comida corriente de arroz o harina, y cuando el rey les visita, que corren a adorarle, y piensan que la paz de su país depende de sus oraciones. Eurípides cuenta que los profetas de Júpiter en Creta no sólo se abstienen de la carne, sino también de la comida cocinada. Jenócrates el filósofo escribe que en Atenas por encima de todas las leyes de Triptolemo, sólo tres preceptos se mantienen en el templo de Ceres: el respeto a los padres, la reverencia por los dioses y la abstinencia de la carne. Orfeo en su canción denuncia totalmente el consumo de carne. Debo hablar de la frugalidad de Pitágoras, Sócrates y Antístenes para nuestra confusión: pero sería tedioso y me requiere un esfuerzo”. EPISTOLA, 107. 2. “Quede esto dicho, Leta mi piadosa hija en Cristo, para que no desesperes de la salvación de tu padre, y que por la misma fe con que has merecido a tu hija, ganes también a tu padre y goces de la plena felicidad en la familia; pues sabes que el Señor ha prometido: “lo que para los hombres es imposible, es posible para Dios”. La conversión nunca es tardía. El buen ladrón, de la cruz pasó al paraíso. Nabucodonosor, rey de Babilonia, después de haberse convertido en bestia de corazón y cuerpo, y haber convivido con las fieras en el desierto, recobró la mente humana. Y, dejado
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de lado lo antiguo, que pudiera parecer demasiado fabuloso a los incrédulos, hace pocos años vuestro pariente Graco, cuyo nombre honra a la nobleza patricia, cuando ostentaba el cargo de la prefectura urbana, ¿no derribó e hizo pedazos y quemó una cueva de Mitra con todos los objetos mágicos con que se inician sus devotos con los grados de: cuervo, el “oculto”, el soldado, el león, Perseo, el correo del sol, el padre? Y con esos objetos como prendas, ¿no recibió el bautismo de Cristo? En la urbe misma sufre el paganismo de soledad. Los que otro tiempo fueron dioses de las naciones se han quedado con los búhos y lechuzas de sus techos solitarios. Por todo estandarte, los soldados tienen los emblemas de la cruz. La púrpura de los reyes y las piedras brillantes de sus coronas están adornadas con la imagen del patíbulo salvador. Ya hasta el Serapis egipcio se ha hecho cristiano. Marnas llora encerrado en Gaza y tiembla de un momento a otro por la destrucción de su templo. De la India, de Persia y Etiopía recibimos diariamente turbas de monjes. El armenio ha dejado sus aljabas, los hunos aprenden el Salterio, los fríos de Escitia se templan con el calor de la fe, el ejército de los godos, rutilante y rubio, lleva consigo las tiendas de sus iglesias, y por eso quizá combaten contra nosotros con fuerzas igualadas, porque profesan la misma religión”. COMENTARIO SOBRE AMOS, I (Am 3). “Y como según las reglas de la interpretación simbólica Samaria representa a los herejes, que aseguran con falsedad ser los guardianes de los mandamientos de Dios, la palabra divina ordena que lo pregonen entre los pueblos que no tienen conocimiento de Dios y en cuya enseñanza hay un fuego abrasador y tribulación y angustia, para que contemplen a la falsa Samaria, suban hasta los montes de su soberbia y vean las muchas locuras que hay dentro de la ciudad, donde cada uno modela la figura que se le antoja y adora lo que ha modelado. Así modela Marción su Dios bueno y ocioso; así modela Valentino las treinta generaciones y el último Cristo, al que llama ektrôma, es decir, abortivo; así modela Basílides, quien designa a Dios todopoderoso con el asombroso nombre de abráxas (todopoderoso), en consonancia con la literatura griega, y dice que la medida del curso anual está contenida en el periplo solar, al que los gentiles, conservando la misma con letras distintas, llaman Μeíthra (Mitra) y quedan asombrados ante las necedades ibéricas en Balsa y en Barbelo. ¿No son locuras éstas y muchas locuras, cuando cada uno modela la figura que se le antoja?”. Bibliog. -Valero, J. (trad.) San Jerónimo, Epistolario t. II. BAC, Madrid, 1995.
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-Domínguez, A. (trad.) Obras Completas de San Jerónimo. IIIa. Comentarios a los Profetas Menores. BAC, Madrid, 2000. - Vermaseren, M.J. “The Miraculous Birth of Mithras”, Mnemosyne, Vol. 4, Fasc. 3/4 (1951), 285-301 - Metzger, B.C. “St. Jerome’s Testimony concerning the Second Grade of Mithraic Initiation”, The American Journal of Philology, Vol. 66, 3 (1945), 225-233
n DIONISIO EL AREOPAGITA (ss. V – VI d.C.) Bajo el nombre del supuesto primer griego convertido por San Pablo en Atenas, un teólogo bizantino del s. VI d.C. escribió varios tratados y epístolas, tratando de hacer creer que procedían de la época apostólica. Desde el s. XVI se suele reconocer a este autor como “Pseudo-Dionisio”. EPÍSTOLA 7.2. “Tú, en cambio, dices que me injuria el sofista Apolófanes, llamándome parricida con el pretexto de que me valgo de lo griego para atacar a los griegos. Sería más correcto responderle que son los griegos quienes abusan de lo divino para ir contra Dios. Tratan de acabar con la reverencia debida a Dios valiéndose de la misma sabiduría que Dios les da. No me refiero aquí a las creencias de la gente materialista y sensual, que siguen al pie de la letra y apasionados las ficciones de poetas adorando y sirviendo a las criaturas en lugar del Creador. Me refiero a Apolófanes, que impíamente abusa de lo divino para ir contra Dios. Este conocimiento del ser, que rectamente llaman Filosofía y que San Pablo denomina “sabiduría de Dios”, debía haber llevado a los verdaderos filósofos a elevarse hasta aquel que es causa no sólo de los seres, sino también del conocimiento que se pueda tener de los seres. Mas ahora no quiero ir contra mis propias convicciones refutando opiniones de otros o las propias de Apolófanes. Siendo un sabio, ha debido saber que nada sucede en el orden y movimiento de los cielos sin que sea un impulso de la misma causa que lo creó y lo conserva. Pues esta causa, como dice la Escritura, “es quien ordena los tiempos y las circunstancias”. ¿Por qué, pues no adora a aquel a quien todos reconocemos Dios del universo? ¿Por qué no se maravilla ante aquel que con su poder crea todas las cosas y a quien no podemos describir? Gracias a Él, el sol y la luna, obedientes a su admirable
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poder para interrumpir su curso, quedaron completamente inmóviles. Todos los astros se pararon por un día entero, como lo hizo el sol, y lo que es aún más admirable, las esferas superiores que cubren las otras, las siguieron en su movimiento circular. Otra maravilla fue aquel día que duró casi tres veces más de lo normal. Debido esto a que todo el mundo retrocedió forzosamente unas veinticuatro horas y luego volvió a su curso duplicando la marcha en la forma más prodigiosa. O si no, porque el sol en su carrera interrumpió cinco etapas de movimiento por diez horas y luego en espacio de otras diez volvió a recobrar la marcha plenamente. Este portento justamente dejó atónitos a los babilonios, que se retiraron sin luchar contra Ezequías, teniéndole por super-hombre como a un dios. Paso ahora por alto los milagros de Egipto, signos que Dios obró en otras circunstancias. Me limito a mencionar únicamente los prodigios celestiales que conoce el mundo entero. Cierto que Apolófanes está siempre diciendo que todas estas cosas no son verdad. Sin embargo, esto está consignado en los sagrados libros de los persas, y hasta este día, los Magos celebran los memoriales del triple Mitra (τριπλάσιος Μίθρας). Concedamos que por causa de su ignorancia y de su inexperiencia él se niegue a admitirlo. Pregúntale entonces: “¿Qué dirás del eclipse solar ocurrido cuando pusieron en cruz al Salvador?” Entonces estábamos los dos en Heliópolis y ambos presenciamos el fenómeno extraordinario de la luna ocultando al sol sin que hubiera llegado aún el tiempo para aquella coincidencia. Desde la hora nona hasta el atardecer estuvo portentosamente situada frente al sol”. Bibliog. -Martín, T. (ed.) Pseudo Dionisio Areopagita. Obras completas: Los nombres de Dios. Jerarquía celeste. Jerarquía eclesiástica. Teología mística. Cartas varias. Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, 2002 -Claus, M. The Roman Cult of Mithras. Routledge, New York, 2001, 96.
n GREGORIO DE NAZANCIO (329 – 389 d.C.) Teólogo cristiano de profunda formación retórica y filosófica, en sus escritos desarrolló ampliamente el pensamiento teológico del momento, además de comba-
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tir las diferentes herejías que afectaban el Imperio de Oriente. Destaca también por su oposición al emperador Juliano, tras su posicionamiento público en contra del Cristianismo. ORACIÓN, CONTRA JULIANO 4.70. “Todas estas maravillas que no respetas, sino que condenas, tú que admiras la pira funeraria de Hércules, el resultado de su infortunio y actos malos realizados por voluntad de las mujeres: y esa carnicería de Pélope por voluntad de la hospitalidad, o de la piedad, a consecuencia de la cual los descendientes de Pélope fueron marcados en sus hombros y la pieza de marfil; y la castración de los frigios, quienes fascinados por el ruido de la flauta, son abusados después de tocarla; y aquellos en los ritos del Rey Mitra, que pasan la prueba de la quemadura; y el sacrificio de extranjeros en Tauros, y el sacrificio de la dama real antes de la expedición a Troya; y la sangre de Menaeces vertida en Tebas, y la de las hijas de Cedasus por Leuctra; y los jóvenes laconios lacerados con azotes, y su sangre sobre el altar tan apreciada para las diosas vírgenes y puras; tú que ensalzas la cicuta de Sócrates, y la pierna de Epicteto, y la muerte de Anaxarco, personas cuya filosofía fue más el resultado de la compulsión más que de la elección; y el salto de Cleómbroto el Ambraciote, conocido por su tratado sobre las almas; y la prohibición de Pitágoras en relación con las alubias, y el desprecio a la muerte de Teano, y de los que desconozco cuántos de ellos estaban iniciados en sus propios ritos o seguían la misma filosofía”. ORACIÓN XXXIX. EN LA LUZ SANTA. C. 5. “¿Y dónde vas a colocar la carnicería de Pélope, quien agasajó a dioses hambrientos, esa amarga e inhumana hospitalidad? ¿dónde el horrible y oscuro espectro de Hecate, y las niñerías y trucos de Trofonio, o los farfullos de la oca de la Dodona, o los engaños del trípode de Delfos, o de la bebida profética de Castalia, que puede profetizar cualquier cosa, excepto su momento de silencio? Ni tampoco el arte sacrificial de los Magos y su búsqueda en las entrañas, ni la astronomía y los horóscopos de los caldeos, comparando nuestras vidas con los movimientos de los cuerpos celestiales, que no pueden saber quiénes son ellos mismos o podrán ser. Ni esas orgías tracias, de las cuales se dice que deriva la palabra “culto”; ni los ritos y misterios de Orfeo, a quien los griegos admiran tanto por su sabiduría que idearon una lira por la que puede dibujar todas las cosas con su música. Ni las torturas de Mitra que aquellos
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que aspiran a ser iniciados en este tipo cosas deben sufrir, ni los destrozos de Osiris, otra calamidad honrada por los egipcios; ni los infortunios de Isis y las cabras más veneradas que los Mendesios, y la caseta de Apis, el ternero que disfrutó con la locura de los menfitas, ni todos esos honores que le ofrecen al Nilo, mientras proclaman con cantos que es el dador de los frutos y el maíz y la medida de la felicidad por sus medidas”. Bibliog. -Moreschini, C. (trad.) Gregorio Nacianceno, Tutte le orazioni, Bompiani, Milano, 2000.
n JULIANO EL APOSTATA (Flavio Claudio Juliano, 332 – 363 d.C.) Emperador romano que protagonizó el último esfuerzo del paganismo romano por frenar la instalación del Cristianismo en todas las esferas del Imperio. Poseía una amplia formación literaria y de su obra se conservan varios discursos de temática filosófica y religiosa. DISCURSO X. EL BANQUETE O LAS SATURNALES (LOS CÉSARES), 37. “Restablecido el silencio, los dioses depositaron su voto secreto. La mayoría fue para Marco Aurelio. Y Zeus, tras intercambiar con su padre algunas palabras en privado, ordenó a Hermes hacer la proclamación, y éste la hizo así: “Hombres que habéis concurrido a este certamen, nuestras leyes y nuestros juicios son tales que el vencedor pueda alegrarse sin que tenga queja el vencido. Marchad, pues, adonde quiera cada uno para vivir allí bajo la tutela de los dioses; que cada uno elija para sí su propio presidente y guía”. Tras esta proclamación, Alejandro corrió hacia Heracles, Octaviano hacia Apolo, mientras que Marco Aurelio se mantenía inseparable de Zeus y Crono. De César, tras errar y dar muchas vueltas, se compadeció el gran Ares y Afrodita, que le llamaron a su lado. Trajano corrió hacia Alejandro para sentarse junto a él. 38. Pero Constantino, que no encontraba entre los dioses su modelo de vida, descubriendo cerca a la Molicie corrió hacia ella; ésta, recibiéndole dulcemente y acogiéndole en sus brazos, le vistió y le adornó con peplos de variados colores y lo llevó después hacia el Desenfreno, donde encontró también a Jesús, que andaba por allí y proclamaba a todos: “Cual-
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quier corruptor, cualquier criminal, cualquier maldito e infame venga con confianza; le bañaré con este agua y al instante lo purificaré y, si de nuevo vuelve a caer en los mismos crímenes, le concederé la purificación con tal de que se golpee el pecho y la cabeza”. Constantino se alegró mucho de este encuentro y sacó a sus hijos fuera de la asamblea de los dioses. Pero no por ello consiguió evitar que los dioses de la venganza le acosaran a él y a sus hijos por su ateísmo, exigiendo el castigo por la sangre de sus parientes hasta que Zeus les permitió recuperar el aliento, gracias a Claudio y a Constancio. “A tí – dijo Hermes dirigiéndose a mí – te he concedido conocer a tu padre Mitra; observa sus órdenes y te proporcionarán mientras vivas una amarra y un refugio seguro, y cuando tengas que salir de este mundo junto con la Buena Esperanza ese divino guía será benévolo contigo”. DISCURSO VI. SOBRE EL SOL SOBERANO. DIRIGIDO A SALUSTIO. 155b. “Me pides entonces que aduzca una prueba más sólida de que el fundador de nuestra ciudad no fue simplemente enviado de Marte, sino que la creación de su cuerpo fue ayudada por algún daemon generoso y marcial ---- aquél que según la leyenda, visitó a Silvia cuando ella llevaba el agua lustral a su diosa. Y para hacer una observación general, el alma del dios Quirino bajó desde el Sol. Por lo que de la misma manera que la exacta conjunción de esos cuerpos los cuales confieren soberanía, nominalmente, el Sol y la Luna, le enviaron sobre la tierra, así lo transportó de nuevo hacia el cielo esa alma que volvió de nuevo a la tierra; cuando se eliminó la parte mortal de su cuerpo por el fuego de los rayos. Y así manifiestamente, la diosa que es la creadora del fenómeno terrestre, que está subordinada al Sol en un sentido especial, tomó de vuelta a ese Quirino que fue enviado de nuevo a la tierra por medio de la actuación de Minerva ----Providencia; porque ella le devolvió, así despegó desde la tierra, hacia el Sol, soberano del Universo. ¿Quieres que te aduzca de la misma manera sobre la institución del rey Numa? El fuego procedente del Sol es conservado sin extinguirse por las vírgenes, en número de acuerdo con las diferentes Estaciones; las cuales realmente guardan en última instancia el fuego que fue producido por la Luna, alrededor de la tierra, por la influencia del Sol. Puedo mencionar incluso una prueba más firme sobre la existencia de esta divinidad; el verdadero cometido del soberano más divino. Los meses, como reconoce toda la humanidad, se consideran provenientes de la Luna; sólo nosotros, y los egipcios, contamos los días del año de acuerdo con los movimientos del Sol. Si después de esto
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yo hiciera mención que adoramos a Mitra y celebramos los juegos cuatrienales, estaría hablando de instituciones muy recientes; es mejor, sin embargo, que me limite a aquellos de fechas más antiguas en lo que voy a añadir. Las diferentes naciones calculan de manera diferente el comienzo del ciclo anual; algunas tomando el equinoccio de invierno, otras el punto intermedio del verano; otras también el final del otoño. En todas ellas celebran las más destacadas bendiciones de la deidad: en los primeros, la favorable apertura de la estación del trabajo, cuando la tierra florece y se recrea, con todos los cultivos a punto de salir”. Bibliog. -García, J. (trad.) Juliano. Discursos. VI-XII. Biblioteca Clásica Gredos, Madrid, 1982.
n FOCIO (ca. 820 – 893 d.C.) Patriarca de Constantinopla que protagonizó el primer cisma entre las Iglesias de Oriente y Occidente. De amplia formación intelectual, en su obra “Biblioteca” recoge un amplio número de epítomes que hacen referencia a autores antiguos. BIBLIOTECA, 483b lin.15. “En Alejandría había un templo pagano, ahora en ruinas, donde antes los paganos habían adorado a Mitras, sacrificando a hombres, mujeres y niños y usando sus entrañas para hacer profecías. Jorge decidió purificar el templo para construir una capilla sobre el sitio. Mientras se estaba realizando la purificación se encontraron muchos cráneos de las víctimas”. Bibliog. -Henry, R. (trad.) Photius. Bibliothéque, tome I. Les Belles Letres, Paris, 1959. -Perea, S. “Un trasfondo mithraico en los conflictos religiosos en Alejandría en tiempos del Emperador Juliano según la “Vida de Atanasio” en la “Biblioteca” de Focio”, Studia Historica, 24(2006), 83-107.
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n ESTACIO (Publio Papinio Estacio, c. 45 – 96 d.C.) Poeta romano que consiguió reconocimiento entre la alta sociedad de Roma durante el imperio de Domiciano. Su obra poética se centra en “la Tebaida”, donde narra la guerra de los Siete contra Tebas. TEBAIDA. LIBRO I, 700-719. “¡Oh tú, que de enemigos victorioso con flechas de tu aljaba siempre fuiste, y por favor el cielo piadoso de eternas flores tus mejillas viste; tú, que a pesar del hado, el fin dudoso presente ves cual lo pasado viste, y antes que vengan sabes sus efectos, y de Júpiter sabes los secretos; tú, que sabes del hilo de la vida cuándo han de echar las Parcas la tijera, cuál año es de cosecha más florida, cuál reino apunta la cometa fiera; no vio Marsias tu citara vencida, ni tu madre el castigo en Ticio espera que en su honor y en venganza del delito extiendes en la arena de Cocito; Tu siempre victoriosa armada mano dio la muerte a Pitón, y a la tebana soberbia madre, orgullecida en vano, castigo justo a su jactancia insana, porque abrasó tu templo soberano, Megera aflige, en tu venganza ufana, a Flegia, ayuno siempre en mesa llena, donde es mayor la hambre que su pena. Ten en memoria siempre, oh Sol piadoso, este palacio tuyo, que algún día te sirvió de hospedaje venturoso, honra que lo ennoblece todavía; con rostro alegre y con amor piadoso a estos campos de Juno amparo envía, flechero poderoso, Apolo santo que en tierra, infierno y cielo puedes tanto. O rosado Titán llamarte quieras, cual de Aquemenia te llamó la gente u Osiris, cual del Nilo en las riberas te llaman los que beben su corriente. O cual de Persia entre las gentes fieras que adoran por su dios tu llama ardiente, te llames Mitra, y con rigor eterno tuerzas del toro el indomable cuerno”. Bibliog. -Arjona, Juan de (trad.) La Tebaida por Publio Papino Estacio. Madrid, 1888. -Lesueur, R. (trad.) Stace. Thébaïde. Livres I-IV. Les Belles Letres, Paris, 1990. -Griffith, Al. «Mithras, Death, and Redemption in Statius, Thebaid I, 719-720”, Latomus Revue D’Études Latines, 60(2001), 108-123.
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n LACTANCIO PLÁCIDO (s. V d.C.) Gramático a quien se le atribuye la realización del Comentario a Estacio, aunque existen autores que plantean que se trata de una compilación. COMENTARIO A LA TEBAIDA DE ESTACIO, IV.717 a) “Él (Estacio) declara que las diferentes naciones dan a Apolo nombres diferentes. Los aqueménidas le llaman Titan, los egipcios Osiris, los persas Mitra y le adoran en una cueva. La expresión “resiste su control” hace referencia a la figura de Mitra retorciendo los cuernos del toro recalcitrante, a través del cual está indicado que el sol ilumina a la luna, cuando ésta recibe sus rayos.” b) “Los egipcios consideran a Osiris como el Sol, por quien creen que el éxito está asegurado para sus tropas… Estos ritos fueron observados por primera vez por los persas, de quienes los recibieron los frigios y de los frigios los romanos. Los persas dieron al Sol el nombre nativo de Mitra, como señala Ostanes”. c) “Los persas son conocidos como Aqueménidas a partir de Aquemenes, hijo de Perseo y Andrómeda, quien gobernó allí. Ellos llaman al Sol Apolo y se dice que han iniciado los ritos en su honor”. d) “Se dice que los persas fueron los primeros en adorar al Sol en cuevas. Por ello es representado en una caverna vestido con traje persa con un turbante, agarrando los cuernos del toro con las dos manos. La figura es una interpretación de la Luna; por su resistencia a seguir a su hermano, salió a su encuentro y su luz se oscureció. En estos versos se exponen los misterios de los ritos del Sol. Para probar que la Luna es inferior y con menos poder, el Sol es sentado sobre el toro y sujeta sus cuernos. Por tales palabras, Estacio pretendió que se entendiera a la luna con dos cuernos, no al animal que es cabalgado”. e) “El significado es como sigue: los persas adoran al Sol en cuevas, y este Sol es un su propio lenguaje conocido como Mitra, quien como si sufriera un eclipse es adorado dentro de una cueva. El propio Sol, además está representado con la cara de un león con turbante y con traje persa, con las dos manos sujetando los cuernos de un buey. Y esta figura se interpreta como la Luna, la cual se resiste a seguir a su hermano se encuentra completa y pierde su luz. Él ha revelado bastante de una parte de los misterios. El Sol ahí empuja al toro hacia abajo como tratando de mostrar que la Luna es
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inferior. Él ha puesto especial esfuerzo en los cuernos, para que la atención se centre más claramente en la Luna, y no sobre el animal sobre el que se la representa como cabalgando. Puesto que éste no es lugar para discutir los misterios de esos dioses sobre las líneas de un tratado de filosofía, añadiré unas pocas palabras en relación con el significado de los símbolos empleados. El Sol es supremo, y porque anda y controla la constelación jefe, la que se llama el León, él mismo es representado con esta cara; o la razón puede ser que él sobrepasa al resto de los dioses en poder y energía, como el león a las demás bestias, o por ser tan impetuoso. La Luna, sin embargo, estando cerca del toro lo controla y lo dirige y es representada como una vaca. Pero estos dioses de estatus real y divino tal y como aparecen en el mundo no tienen forma mortal como la tiene un hombre o una bestia, tampoco tienen principio ni fin, ni partes intermedias como otras divinidades menores, como él declara más abajo: “ahí viene la multitud de los semidioses vagabundos”. Bibliog. -Beck, R. Beck On Mithraism. Ashgate, Trowbridge, 2004, 286-7 -Lactancio Plácido, Lactantii Placidi, qui dicitur Commentarios in Statii Thebaida et Commentarium in Achilleida recensuit, Ricardus Jahnke, Leipzig, 1898.
n FIRMICO MATERNO (Julio Firmico Materno, s. IV d.C.) Senador de origen siciliano, convertido al Cristianismo escribió su tratado “Sobre los errores de las religiones paganas”, donde ataca duramente los fundamentos de las religiones no cristianas, aportando una valiosa información sobre los cultos mistéricos que gozan de gran aceptación entre la sociedad romana de su tiempo. SOBRE LOS ERRORES DE LAS RELIGIONES PAGANAS, cap. V. 1 “Los persas y todos los magos que habitan en el territorio de Persia dan su preferencia al fuego. Piensan que el fuego debe prevalecer sobre los demás elementos. Distinguen en el fuego dos “potencias”, y relacionan su naturaleza a cada uno de los dos sexos, asimilan la substancia ígnea a la imagen de un hombre y una mujer. Representan a la mujer con una triple cara y la encierran en los lazos de serpientes monstruosas (...) 2 En la deidad
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masculina, adoran un ladrón de bueyes y relacionan su culto a la potencia del fuego, como su profeta nos lo ha revelado al decir: ¡Oh! tú que eres el myste del toro robado / y que aprietas la diestra del Padre augusto. Ellos le llaman Mitra. En cuanto a sus ritos, encuentran la revelación en sus antros escondidos: todos sumergidos en la oscura desolación de las tinieblas, ellos huyen la gracia de una luz clara y serena ¡Digna consagración de un dios, en verdad! Tú crees en la divinidad de un hombre, pero reconoces sus crímenes. Entonces qué respetas, en sus templos (se observa) rigurosamente (la liturgia) de los magos según el rito pérsico, ¿por qué no alabas a los persas más que en sus prácticas? Si te juzgas digno del nombre romano, qué haces sirviendo así las liturgias de los persas, las leyes de los persas...” Cap. XX. Sobre Mitra la Roca y Cristo la Roca. “Otro sacramento pagano tiene el título de theos ek petras (dios de una roca = Mitra). ¿Por qué adulteras la fe y cedes este adquirido y adorado misterio hacia prácticas paganas? Diferente es la piedra que Dios prometió que proporcionaría para robustecer las fundaciones en la Jerusalén prometida. Cristo es el símbolo de la piedra adorada. ¿Por qué junto con la bellaquería de un ladrón transfieres hacia supersticiones estúpidas la dignidad de un nombre digno de adoración? Tu piedra es aquella a la que persigue la lluvia y que provoca el desastroso colapso de torres que se desmoronan; pero nuestra piedra, puesta por la mano de Dios, edifica, fortalece, levanta, fortifica y adorna la gracia del trabajo restaurado con el esplendor de la inmortalidad eterna”. Bibliog. -Turcan, R. (trad.) L’erreur des religions päiennes. Les Belles Letres, Paris, 1982. -Vermaseren, M.J. “The Miraculous Birth of Mithras”, Mnemosyne, Vol. 4, Fasc. 3/4 (1951), 285-301 -Campos, I. “Factors determining the outside projection of the Mithraic Mysteries”, Mithras Reader. Vol. 2. (2008), 1-15
n EUNAPIO de SARDES (347 – s. V d.C.) Historiador y sofista griego, recopiló en sus “Vidas de los Sofistas” los datos biográficos de veintitrés filósofos neoplatónicos, luciendo un tono de rechazo hacia el pensamiento cristiano.
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VIDA DE LOS FILÓSOFOS Y SOFISTAS. Máximo. “Al oír esto, Juliano no sólo no dejo ir entonces al filósofo, sino que durante la mayor parte del tiempo dedicó su atención a Eusebio y Crisantio. Ahora Crisantio tenía un alma semejante a la de Máximo, y como él estaba apasionadamente absorto trabajando maravillas, y se retiró al estudio de la ciencia de la adivinación, y en otros aspectos también tenía un carácter similar. Pero Eusebio, al menos cuando Máximo estaba presente, solía evitar disputas precisas y usaba artimañas dialécticas y sutilezas; aunque cuando Máximo no estaba solía resplandecer como una estrella brillante, con una luz como la del sol; tal era la facilidad y encantamiento que florecía en sus discursos. Crisantio también estaba allí para aplaudir y asentir, mientras Juliano en realidad admiraba a Eusebio. Al finalizar su exposición Eusebio solía añadir que esas eran sólo realidades ciertas, mientras que las imposturas de la brujería y la magia que engañan a los sentidos son los trabajos de los conjuradores quienes son hombres enfermos que se han extraviado en el ejercicio de los poderes materiales y terrenales. El santificado Juliano escuchaba frecuentemente las palabras cercanas, y finalmente tomó a su lado a Crisantio, y dijo: “¿si la verdad está en ti, querido Crisantio, dime directamente cuál es el significado del epílogo que sigue a su exposición?” Habiendo reflexionado profundamente y con prudencia, dijo: “lo más sabio que debes hacer es indagar esto no de mí, sino de él mismo”. Juliano escuchó, entendió la respuesta y actuó en consecuencia, y sintió estima de Crisantio como casi divino de acuerdo con lo que había dicho. Entonces cuando tuvo lugar la siguiente lectura, Eusebio terminó con las mismas palabras que antes, y Juliano audazmente le preguntó cuál era el sentido del epílogo que siempre recitaba. Acto seguido, Eusebio desplegó las velas de la elocuencia que poseía por naturaleza, y dando rienda suelta a su poder de palabra dijo: “Máximo es uno de los más antiguos y más aplicados estudiantes, quien, por su elevado genio y sobreabundante elocuencia despreció toda prueba lógica en estos sujetos e impetuosamente recurrió a los actos de un hombre loco. No mucho después, nos invitó al templo de Hecate y convocó a muchos testigos de su locura. Cuando había llegado y saludado a la diosa dijo: “Sentaos, mis bien amados amigos, y observad lo que va a ocurrir, y cómo voy a sobrepasar al rebaño común”. Cuando había dicho esto, todos nos habíamos sentado, quemó un grano de incienso y recitó completamente algunos himnos y estaba tan altamente satisfecho en su demostración que la imagen de la diosa comenzó a sonreír, incluso parecía reírse en voz alta. Todos estábamos muy inquietos con esta visión, pero dijo
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“no os aterroricéis por estas cosas, ahora incluso las antorchas que las diosas sostienen en sus manos arderán en llamas”. Y antes de que hubiera acabado de hablar las antorchas reventaron en una llamarada. En ese momento nos quedamos asombrados por ese trabajo teatral y milagroso. Pero no te debas maravillar por ninguna de estas cosas, pues yo no me maravillé, sino más bien creo que el asunto de mayor importancia es la purificación del alma que se consigue por medio de la razón”. Sin embargo, cuando el santificado Juliano oyó esto dijo “No, adiós y dedícate a tus libros. Tú me has mostrado al hombre que andaba buscando”. Después de decir esto besó la cabeza a Crisantio y partió hacia Éfeso. Allí habló con Máximo y se quedó con él para aprender todo lo que tenía que enseñarle. Máximo le persuadió para que llamara también al divino Crisantio, y cuando esto estuvo hecho, entre los dos apenas fueron suficientes para satisfacer la alta demanda del chico para adquirir este tipo de sabiduría. Ahora cuando prosperaron sus estudios con ellos, oyó que había una mayor sabiduría en Grecia, en manos del hierofante de la Diosa, y se apresuró hacia allí a toda velocidad. El nombre de quien en aquel tiempo era el hierofante no me está permitido decirlo; dado que él fue quien inició al autor de esta narración. Por nacimiento, descendía de los Eumólpidas. Él fue quien ante la presencia del autor de este libro contó la demolición de los templos y la ruina de toda Grecia, y abiertamente testificó que después de su muerte habría un hierofante que no tendría derecho a tocar el asiento de los hierofantes, porque había sido consagrado al servicio de otros dioses y había hecho juramentos de suma santidad por lo que no podría presidir otros templos sino los suyos. Sin embargo, el contó que este hombre presidiría aunque ni tan siquiera era ateniense. Tenía tal poder profético, que profetizó que en su propia vida los templos sagrados serían arrasados y dejados vacíos, que ese otro viviría para ver su ruina y sería despreciado por su arrogante ambición; que el culto de la Diosa llegaría a su fin antes de su propia muerte, y que desprovisto de su honor, su vida no sería más la de un hierofante, y que no alcanzaría la vejez. Así efectivamente sucedió. No mucho después fue nombrado hierofante un ciudadano de Tespia, él que apadrinó el ritual de Mitra, y sin demora muchos desastres inexplicables comenzaron con una inundación. Algunos de ellos han sido descritos de forma más detallada en mi Historia, otros, si me los permiten las autoridades, los relataré más adelante. Fue cuando Alarico invadió con sus bárbaros Grecia por el paso de las Termópilas, tan fácilmente como si estuviera entrando en un estadio abierto o en una llanura practicable para
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la caballería. Por esta puerta de Grecia penetró libremente por la impiedad de los hombres vestidos con ropa negra, que entraron en Grecia desprotegida sola con él, y por el hecho de que las leyes y restricciones de las ordenanzas hierofánticas habían sido rescindidas. Pero todo esto pasó en pocos días, y mi narración divagó porque mencioné la profecía”. Bibliog. -Samaranch, F. (trad.) Eunapio. Vida de Filósofos y Sofistas. Aguilar, Buenos Aires, 1975
n NONO DE PANÓPOLIS (ss. IV – V d.C.) Poeta de origen egipcio, escribió en griego un largo poema épico (“Las Dionisíacas”) donde relata el viaje de Dionisos a la India. En su obra introduce elementos de la tradición clásica, además de referencias interesantes al culto de Dionisos y demás religiones paganas. DIONISÍACAS. Canto XXI. 240-265. “Y tras hablar así, el portador del cetro repuso con voz furibunda: “¡Ay de mí, qué palabras más atrevidas ha pronunciado esta bestia con forma humana! Me avergüenza dar muerte con mi marcial puño a un heraldo que no está armado de lanza veloz, ni se resguarda tras el escudo bovino. Pero han llegado a mis oídos los apuros de tu general, y hasta el propio Ganges sabe de la debilidad de Bromio y del coraje de Licurgo. Conozco a tu rey, ese dios bastardo, y sé a ciencia cierta que ha huido a las profundidades del mar protector para evitar la muerte. Y si ése es tu deseo, vuelve los pies hacia la tierra limítrofe de los Medos, corre hacia allí y predica las danzas de Dionisio. Cruza a continuación hacia la tierra de Bactria donde Mitra, el Faetón asirio de los persas, es el dios, pues Deríades nunca aprendió el baile de los celestes bienaventurados, y ni siquiera honra a Helio o a Zeus y su carro de estrellas de hermoso brillo. Nunca aprendí nada sobre Crono, ni sobre el Crónida, que mató a su propio padre. No conozco a Crono, el de astuta mente, que devoró a sus propios hijos, y tampoco me preocupa Éter enjambre fecundo del amor. Desconozco tus dones y aquello que llamas “el fruto de la vendimia”. No acepto ninguna otra bebida que las aguas doradas del Hidaspes. Mi único vino es la lanza, y solamente bebo de mi es-
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cudo de piel de buey. A mí no me dio a luz Sémele después de unos himeneos incendiados con llamas, tras recibir en su tálamo el fuego homicida. Yo, por el contrario, soy descendiente de Enío, la de broncínea coraza, la que nunca se sacia de combatir. No me cuido de los bienaventurados hijos de Zeus, pues sólo hay para mí dos dioses a los que adorar, la Tierra y el Agua”. Bibliog. -Hernández, D. (trad.) Nono de Panópolis. Dionisiacas. Biblioteca Clásica Gredos, Madrid, 2001 - HJ Rose, ‘Mithra-Phaethon chez Nonnus’, Revue de I’Histoire des Religions 105(1932), 98-103.
n HIMERIO (315 – 386 d.C.) Filósofo griego que desarrolló una importante carrera política como secretario del emperador Juliano y como sofista muy reconocido. Su obra se centra en sus oraciones que abarcan temas relacionados con la política de la época. ORACIONES. VII.60. “A la llamada del Emperador Juliano fue al campamento del Emperador con el propósito de dar muestras de retórica en Constantinopla. Antes de la exposición fue iniciado en los misterios mitraicos, y pronunció su discurso ante la ciudad y el Emperador que había establecido el rito”. PANEGÍRICO. CAP. IX. 60c. “Con el corazón iluminado por Mitra el sol, y por la gracia divina admitió ahora a la amistad con el rey el amigo de los dioses, dígame qué discurso en lugar de una lámpara que debemos encender para el rey y de la ciudad. Según la ley de Atenas pides a los fieles que lleven una luz y gavillas de maíz a Eleusis, en razón de una vida intachable. Pero deja a nuestros fieles que presenten como su acción de gracias un discurso, si incluso estoy en lo cierto de que Apolo es el Sol y los discursos que son los hijos de Apolo”. Bibliog. -Barnes, T.D. “Himerius and the Fourth Century”, Classical Philology, Vol. 82,3 (Jul., 1987), 206-225
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n ELIO LAMPRIDIO. Uno de los autores a los que se le atribuye la composición de la Historia Augusta, obra de conjunto que relata la biografía de los emperadores y usurpadores durante el periodo comprendido entre el año 117 al 284 d.C., y cuya composición se ha datado a principios del s. IV d.C. HISTORIA AUGUSTA, CÓMODO, 9. “Hizo el simulacro también de que iba a ir a África, para hacer que le pagaran los gastos del viaje. Consiguió el dinero, pero lo invirtió en banquetes y jugando a los dados. Se quitó de en medio al prefecto del Pretorio Motileno dándole de comer higos envenenados. Aceptó estatuas suyas con el traje de Hércules y le ofrecieron sacrificios como a un dios. Había proyectado, además, el asesinato de un buen número de personas, proyecto que se descubrió gracias a un muchacho que sacó de la habitación de Cómodo una tablilla en la que figuraban los nombres de los que estaban destinados a la muerte. Practicó el culto a Isis hasta el punto de hacerse rapar la cabeza y de llevar en procesión la estatua de Anubis. Su tendencia a la crueldad le llevó a ordenar a los fieles de Belona que se cortaran realmente el brazo. También obligaba a los sacerdotes de Isis a golpear su pecho con piñas hasta la muerte. Cuando llevaba la estatua de Anubis, golpeaba con violencia las cabezas de los sacerdotes de Isis con el rostro del ídolo. Dio muerte a leones e incluso a multitud de hombres golpeándoles con una clava, vestido de mujer y cubierto con una piel de león. A los individuos que tenían sus pies enfermos y a los que estaban imposibilitados para andar, les hizo adquirir aspecto de gigantes envolviéndoles desde las rodillas hasta abajo con cintas de paño y lienzo como si fueran dragones, y al punto acabó con ellos a flechazos. Profanó con un homicidio real los misterios de Mitra, siendo así que en ellos solamente solían decirse o inventarse cosas que simulaban causar un gran temor”. Bibliog. -Picón, V. y Cascón, A. (trads.) Historia Augusta, Akal, Madrid, 1989. -Aguado, P. “El culto a Mitra en la época de Caracalla”, Gerión 19(2001), 559568.
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n COSMAS INDICOPLEUSTES (s. VI d.C.) Marino griego que tras realizar viajes por el océano Índico, escribió un tratado denominado “Topografía Cristiana”. En ella trata de acoplar el conocimiento geográfico de su momento a las referencias bíblicas. TOPOGRAFÍA CRISTIANA, lib. III. 165 A. “Algunos han dicho que hasta el día presente, los persas celebran un festival en honor de Mitra, es decir, el Sol, en conmemoración del signo en tiempos de Ezequías”. Bibliog. -Garzya, A. (trad.) Christianikē topographia, Radici, Naples, 1992.
n JUSTINO MÁRTIR (c. 110/114 – 162/168 d.C.) Apologista cristiano de origen palestino. Tras su conversión al Cristianismo, pasó a ser uno de los primeros de los defensores de esta religión a través de sus escritos polemicistas. APOLOGÍA, LIB. I. CAP. 66. De la Eucaristía. “Y este alimento se llama entre nosotros “Eucaristía”, de la que a nadie es lícito participar, sino al que cree ser verdaderas nuestras enseñanzas y se ha lavado en el baño que da la remisión de los pecados y la regeneración, y vive conforme a lo que Cristo nos enseño. Porque no tomamos estas cosas como pan común ni bebida ordinaria, sino que, a la manera que Jesucristo, nuestro Salvador, hecho carne por virtud del Verbo de Dios, tuvo carne y sangre por nuestra salvación; así se nos ha enseñado que por virtud de la oración al Verbo que de Dios procede, el alimento sobre el que fue dicha acción de gracias – alimento del que, por transformación, se nutren nuestra sangre y nuestras carnes – es la carne y la sangre de Aquel mismo Jesús encarnado. Y es así que los Apóstoles en los “Recuerdos”, por ellos escritos, que se llaman Evangelios, nos transmitieron que así fue a ellos mandado, cuando Jesús, tomando el pan y dando gracias, dijo: “Haced esto en memoria mía, éste es mi cuerpo”. E igualmente, tomando el cáliz y dando gracias, dijo: “Ésta es mi sangre”, y que sólo a ellos dio parte. Por cierto que también esto, por remedo, enseñaron los perversos demonios que se hiciera en los misterios de Mitra; pues que en los ritos de un nuevo iniciado se presenta pan y un vaso de agua con ciertas recitaciones, o lo sabéis o podéis de ello informaros”.
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DIALOGO CON TRIFON. CAPÍTULO LXX. Así también los misterios de Mitra están distorsionados a partir de las profecías de Daniel e Isaías. “Cuando los que enseñan los misterios de Mitra afirman haber nacido él de una piedra, y llaman “cueva” al lugar donde se inician sus creyentes, ¿cómo no reconocer aquí lo que dijo Daniel: “una piedra fue cortada sin mano alguna del monte grande (Dan. 2,34)”, y lo mismo lo de Isaías, cuyas palabras todas intentaron remedar? Y, en efecto, tuvieron arte de introducir entre ellos hasta palabras sobre la práctica de la justicia. Tendré por fuerza que citaros las palabras dichas por Isaías, a fin de que por ellas os deis cuenta que es así. Son como siguen: “Escuchad, los que estáis lejos, lo que he hecho; los que se acercan conocerán mi fuerza. Alejáronse los que en Sión eran inicuos; sobrecogerá el temblor a los impíos, ¿quién os anunciará el lugar eterno? El que camina en justica, el que anda camino recto, el que odia la iniquidad y la injusticia, el que guarda las manos limpias de regalos y agrava sus orejas para no oír el juicio injusto de sangre y cierra sus ojos para no ver la injusticia: ése habitará en la caverna elevada de una fuerte roca. Pan le será dado, y el agua suya, fiel. Veréis al rey con gloria y vuestros ojos verán lejos. Vuestra alma meditará el temor del Señor. ¿Dónde está el que cuenta a los que son alimentados, al pueblo menudo y grande? No tomaron con él consejo, no supieron las profundidades de las voces, hasta el punto de no oír. Pueblo envilecido y que no tiene inteligencia cuando oye (Is. 33,13-19)”. Ahora bien, es evidente que también habla en esta profecía acerca del pan que nuestro Cristo nos mandó celebrar en memoria de haberse hecho Él hombre por amor de los que creen en Él – por los que también se hizo pasible –, y del cáliz que en recuerdo de su sangre nos mandó igualmente consagrar con acción de gracias. La misma profecía pone de manifiesto que a este mismo le veremos como rey con gloria, y sus mismas palabras están diciendo a gritos que el pueblo que fue de antemano conocido como creyente suyo, fue también conocido como mediante el temor del Señor. Y también están clamando estas Escrituras que quienes se imaginan conocer la letra de las Escrituras, al oír las profecías, no alcanzan inteligencia de ellas. Cuando, pues, ¡oh Trifón! – concluí –, oigo hablar de que Perseo nació de una virgen, entenderé que también eso lo quiso remedar la serpiente engañosa. CAPÍTULO LXXVIII— Él prueba que esta profecía armoniza solo con Cristo, a partir de lo que es escrito después. “Porque este rey Herodes,
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informado por los ancianos de vuestro pueblo, cuando vinieron entonces a él unos magos de Arabia que decían haber descubierto por una estrella que había aparecido en el cielo que había nacido un rey en vuestra tierra y “hemos venido para adorarlo”, al decir los ancianos que está escrito por el profeta así: “Y tú, Belén, tierra de Judá, no serás menos entre las princesas de Judá, porque de ti saldrá el caudillo que alimentará a mi pueblo” (Mt. 2,2ss.). Yendo, pues, los magos de Arabia a Belén y adorando al niño y ofreciéndole los dones: oro, incienso y mirra, luego por una revelación, después de adorar al niño en Belén, se marcharon sin volver a Herodes. Es de saber que José, esposo de María, había querido antes echar de casa a su esposa, por creer que estaba encinta de trato con hombre, es decir, de adulterio; pero por una visión se le mandó que no arrojara a su mujer, diciéndolo el ángel que se le apareció cómo lo que ella llevaba en su seno era obra del Espíritu Santo. Temeroso, pues, no la arrojó de casa; más bien, con ocasión del primer censo de la Judea, en tiempo de Cirinio, subió a inscribirse desde Nazaret, donde vivía, a Belén, de donde era. Porque, en efecto, José procedía por linaje de la tribu de Judá, que había poblado aquella tierra. Y él, juntamente con María, recibe orden de salir para Egipto y permanecer allí con el niño hasta que nuevamente les sea revelado que pueden volver a la Judea. Mas antes, nacido que hubo el niño en Belén, como José no hallaba en aquella aldea dónde alojarse, se retiró a una cueva cercana, y entonces, estando allí los dos, María dio a luz a Cristo y lo puso sobre un pesebre, donde, llegando los magos de Arabia, lo encontraron. Ya os he citado –dije– las palabras en que Isaías profetizó sobre el símbolo de la cueva, y en gracia a los que hoy han acudido con vosotros–añadí– las voy nuevamente a recordar. Recité de nuevo el pasaje de Isaías, anteriormente transcrito, repitiéndoles que, por estas palabras de Isaías justamente, el diablo hizo que los maestros de las iniciaciones de Mitra digan que las practican en un lugar que ellos llaman “cueva”. Bibliog. -Ruíz Bueno, D. Padres Apostólicos y Apologistas Griegos (s. II). BAC, Madrid, 2002. -Vermasaren, M.J. “The Miraculous Birth of Mithras”, Mnemosyne, Vol. 4, Fasc. 3/4 (1951), 285-301
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n AGUSTÍN (Aurelio Agustin, 354 – 430 d.C.) Prolífico Padre de la Iglesia, su trayectoria literaria le llevó a escribir de una gran variedad de temas, donde abundan sus enfrentamientos contra el Paganismo y las herejías cristianas. TRATADO SOBRE EL EVANGELIO DE JUAN. CAP. VII. 6. “Si nos damos cuenta, hermanos míos, que nuestro precio es la sangre del Cordero, ¿qué clase de gente será esta que celebra hoy la festividad de la sangre de no sé qué mujer?¿Puede ser mayor su ingratitud? Se arrebató, dicen, el oro de los pendientes de una mujer y corrió la sangre, y, puesto el oro en una balanza, pesó mucho más a causa de la sangre. Si la sangre de una mujer tuvo peso suficiente para que se inclinara el platillo de la balanza en que estaba el oro, ¿qué peso no tendrá para inclinar el mundo la sangre del Cordero, por quien fue hecho el mundo? Y es que ciertamente aquel espíritu, no sé cual, se aplacó con la sangre para hacer presión en el peso. Los espíritus inmundos sabían que Jesucristo había de venir, y lo habían oído de los ángeles y de los profetas y esperaban su venida. Sin esta explicación, ¿cómo se explica este grito?: “¿qué tenemos que ver nosotros contigo? ¿Has venido antes de tiempo para perdernos? ¿Sabemos que tú eres el Santo de Dios?” Sabían que había de venir, pero ignoraban el tiempo de su venida. Pero ¿qué dice sobre Jerusalén el salmo que habéis oído? “Tus siervos se complacerán en sus piedras y los llorarán convertidos en polvo; pero te levantarás tú y tendrás piedad de Sión: y es que llega ya el tiempo de tu misericordia”. Cuando llegue el tiempo de la misericordia, vendrá el Cordero. ¿Qué Cordero es éste que temen los lobos y que, asesinado, dio muerte al león? El diablo lleva el nombre de león, que da vueltas buscando a quién estrangular. La sangre del Cordero triunfó del león. Mirad cómo son los espectáculos de los cristianos, y lo que es más todavía: aquéllos ven con los ojos de la carne la vanidad; nosotros, en cambio, vemos con los ojos del corazón la verdad. No se os ocurra pensar, hermanos, que nos dejó el Señor Dios nuestro sin espectáculos. Si no existen espectáculos, ¿cuál es la explicación de esta vuestra tan numerosa concurrencia de hoy? Os disteis cuenta de lo que dijimos y prorrumpisteis en exclamaciones, lo que no haríais si no lo hubiesen visto vuestros ojos. ¡Qué grande es ver vencido el león en todo el mundo y arrancados de los dientes de los leones los miembros de Cristo y hechos una unidad con el cuerpo de Cristo! No sé, pues, qué cosa parecida quiso imitar cierto espíritu, al querer que su simulacro fuera comprado con sangre; y es que sabía que con la sangre preciosa se
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redimiría un día a todo el género humano. Los espíritus malos se rodean a sí mismos de apariencias de honor y engañan así a los que siguen a Cristo. Hasta el punto, hermanos míos, que los mismos que engañan con amuletos, encantamientos y otros ardides diabólicos, mezclan en sus magias el nombre de Cristo. Y como ya les es imposible seducir a los cristianos, para darles el veneno lo mezclan en algo de miel, y así en lo dulce va oculto lo que es amargo y se lo beben para su perdición. Se llega a tal extremo que yo sé que una vez un sacerdote del dios con el gorro frigio (pileatus) solía decir “el dios mitrado también es cristiano”. ¿Por qué, hermano, a menos que no tuvieran otro medio para seducir a los cristianos?” QUAESTIONES VETERIS ET NOVI TESTAMENTI1. 113.11. “¿Qué parodia es esa que realizan en la cueva con sus caras veladas? dado que cubren sus ojos por miedo a que sus actos vergonzosos les den asco. Algunos como pájaros agitan sus alas imitando el lloro de los cuervos; otros rugen como leones; otros atan sus manos con entrañas de aves y se arrojan sobre estanques llenos de agua, y entonces otro a quien llaman el Liberador se les acerca con una espada y corta las ataduras. Hay otros ritos que son más deshonrosos. Qué vergonzosa farsa para hombres que se llaman a sí mismo sabios. Pero porque estas cosas han sido concebidas en la oscuridad, creen que así permanecerán desconocidas. Pero todo esto, la estratagema secreta e ingeniosa de demonios estúpidos y malignos, ha sido puesto a la luz y desvelado por la sagrada fe cristiana. En donde la fe es predicada, los oyentes de la excelente y sagrada verdad así proclamada han sido convertidos, y han abandonado estos ritos secretos y deshonrosos, confesando que habían sido engañados en su ignorancia.” Bibliog. -Prieto, T. (trad.) Obras de San Agustín. Tom. XIII. Tratados sobre el Evangelio de San Juan. BAC, Madrid, 1955. -Von Queis, D. [Ps. Ambrosius] Ambrosiaster. Quaestiones Veteri et Novi Testamenti. Basel, 1972.
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Sobre la autoría de este texto existen diferentes opiniones, algunos autores la atribuyen a Agustín o más bien a un Pseudo-Agustín, mientras que otros investigadores lo adscriben a Ambrosio o a un Pseudo-Ambrosio o Ambrosiaster.
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n COMODIANO (s. III d.C.) Poeta cristiano que en sus obras asumió la misión de instruir a los ignorantes en la verdad de la fe cristiana. Escribió dos extensos poemas en latín; las “Instrucciones” están compuestas por ochenta poemas que se caracterizan por ser acrósticos, y el “Carmen Apologeticum”. En ambos ataca a los judíos y los gentiles. INSTRUCCIONES. I. XIII. El Invencible. “Si el Invicto, nacido de una roca, debe ser tomado como un dios, ahora no voy a pronunciar un juicio. Ahora dinos, entonces, por otra parte, cuál fue primero de los dos. Si la roca precede al dios: ¿Quién es entonces el creador de la roca? Más aún, tú incluso le describes como un ladrón; aunque, si fuera un dios, no sería culpable del robo. Seguramente que nació de la tierra o de una naturaleza monstruosa. Y devolvía el buey de otras personas hacia sus cuevas; justo como hizo Caco, el hijo de Vulcano”. Bibliog. -Durel, J. (trad.) Les instructions de Commodian, Paris, 1907 -Vermaseren, M.J. “The Miraculous Birth of Mithras”, Mnemosyne, Vol. 4, Fasc. 3/4 (1951), 285-301
n COSMAS DE JERUSALEN (Cosmas de Maiuma, s. VIII d.C.) Obispo de la ciudad de Maiuma en Gaza, escribió importantes comentarios o “Scholia” sobre los poemas y sermones de Gregorio de Naciancio. Es considerado uno de los representantes más destacados de la himnografía tardía en griego. COMENTARIO SOBRE LOS POEMAS DE GREGORIO NAZIANCENO. “Se ha descrito que los grados disciplinarios de Mitra son ochenta en número, a través de los cuales debe pasar sucesivamente el candidato a la iniciación. Además de los que se han descrito existe la inmersión en agua por algunos días, el paso a través del fuego, soledad y hambre en un lugar aislado, y un gran número de otras hasta que se alcanza el fin de las ochenta pruebas. Y no permiten la participación en los ritos de Mitra a ninguno que no haya pasado por todos los grados y se haya probado como puro y con autocontrol”.
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Bibliog. -Von Christ, W. (ed.) Anthologia graeca carminum christianorum, Olms, Hildesheim, 1963.
n MARCIANO CAPELLA (Marciano Mineio Felix Capela, s. V d.C.) Abogado romano procedente del Norte de África, aunque fue tenido como autor cristiano, debe ser situado entre los pensadores filopaganos del s. V d.C. Su tratado “Sobre las bodas de Mercurio y Filología” versa sobre todas las artes liberales, utilizando la técnica literaria de la sátira menipea. SOBRE LAS BODAS DE MERCURIO Y FILOLOGÍA. Lib. II. 85. “Los latinos te llaman Sol, pues en tu esplendor solitario eres el más alto en rango después del Padre, y desde tu sagrada cabeza adornada con sus doce rayos dorados emites tu luz a todos lados, acomódanos, dicen los hombres, que el número de meses y estaciones son determinadas por ti. Cuatro corceles guiados por las riendas, por los que tú controlas el carro de la Naturaleza. Y por los que apartas la oscuridad, revelando el cielo brillante con su luz, también te llaman Febo, revelador de los secretos del futuro, o Lieo porque descubres las cosas escondidas en la luz. Tú el Nilo considerado como Serapis, Menfis como Osiris, otros te adoran como Mitra, o Dis, o el salvaje Tifón. También eres el rubio Atis, y el galante joven del arado torcido, también Ammon del desierto seco de Libia, y Adon de Biblos. Así bajo varios nombres todo el mundo te adora”. Bibliog. -Harris, W. & Johnson, R (trad.) Martianus Capella. De nuptiis Philologiae et Mercurii (The Marriage of Philology and Mercury), Columbia Univ. Press, New York, 1977.
n PSEUDO-NONO (s. VI d.C.) No se conserva el nombre del autor de los Comentarios a los Sermones de Gregorio Nacianceno. Se supone
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que provenía de la parte oriental del Imperio, y por su actitud de condena a las prácticas paganas, debía ser claramente cristiano. En el s. X se le añadió a esta colección una adición atribuida al abad Nono, identificado con Nono de Panópolis. En el s. XX, se adoptó el título de Pseudo-Nono para señalar las dudas que existen sobre la autoría de esta obra. COMENTARIO AL SERMON 4 DE GREGORIO NAZIANCENO CONTRA EL EMPERADOR JULIANO. “y los tormentos de Mitra… (Sermón 4.70)”. Sexto es la historia sobre Mitra. “Mitra, pues, es considerado por los persas como el sol, y le hacen sacrificios y realizan ciertos ritos en su honor. Nadie puede ser iniciado en sus ritos sin haber primero pasado por las etapas de los tormentos. Existen etapas en los tormentos, siendo ochenta de ellos, desde un grado inferior en ascenso. En el primero, sufren tormentos más ligeros, luego se hacen más drásticos, y después más drásticos aún. Luego, tras haber atravesado todos los tormentos de esta manera, inician al iniciado. Los tormentos consisten en pasar a través del fuego, atravesar el frío, soportar el hambre y la sed, superar viajes por tierra, por mar y, en una palabra, soportar todo tipo de cosas parecidas”. Bibliog. -Nimmo Smith, J. A Christian’s guide to Greek culture: the pseudo-nonnus commentaries. Liverpol, 2001 -Otkhmezuri, T. (trad.) Pseudo-Nonniani in IV orationes Gregorii Nazianzeni commentarii. Versio Iberica. Brepols, 2002.
n DÍDIMO ZENOBIO (s. II d.C.), Existe la duda de si Zenobio es el autor o simplemente el compilador de sus “Proverbios”, ya que éstos son atribuidos también a Ario Dídimo de Alejandría y a Lucilo de Tarrha (Tarrhaeo). Sobre Zenobio el Sofista, se cree que enseñaba Retórica en Roma en época de Adriano. PROVERBIOS. 5.78. “Evandro dice que los dioses que gobiernan sobre todas las cosas son ocho: Fuego, Agua, Tierra, Cielo, Luna, Sol, Mitra, Noche”.
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Bibliog. -Bühler, W. (trad.) Zenobius, Sophista. Proverbia, Gottingae Vandenhoeck & Ruprecht, München, 1999. -De Jong, A. Traditions of the Magi. EPRO, Leiden, 1998, 309-310.
n ESTRABÓN (64 a.C. - 19/24 d.C.) Historiador y geógrafo griego, que recorrió buena parte del Imperio Romano, dejando una descripción del mismo en los diecisiete libros que conforman su “Geografía”. GEOGRAFÍA XV.13. “Las costumbres persas son las mismas para estas gentes y para los medos y para otros pueblos; muchos autores han hecho comentarios sobre estos pueblos, pero nosotros debemos señalar las cosas relevantes. Ahora, los persas no erigen estatuas ni altares, sino que ofrecen sacrificios en un sitio elevado, dirigiéndose al cielo como a Zeus. Y también adoran al Sol, a quien llaman Mitra, y la Luna y Afrodita, y al fuego y a la tierra y a los vientos y al agua. Y hacen sacrificios después de dedicar oraciones en un lugar purificado, presentando a la víctima coronada. Y cuando el mago, que dirige la ceremonia, ha cortado la carne en piezas, el pueblo las toma y se marcha, no dejando ninguna porción a los dioses. Porque dicen que los dioses sólo necesitan el alma de la víctima y nada más. E incluso, según algunos, ponen una pieza pequeña de grasa en el fuego”.
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Bibliog. -Jones, H.L. (trad.) Strabo: Geography, Books 15-16, Loeb Classical Library, Harvard, 1930. -De Jong, A. Traditions of the Magi. EPRO, Leiden, 1998, 125-130
n ZÓSIMO DE PANÓPOLIS (s. IV d.C.) Filósofo y alquimista que vivió en Egipto. Fue discípulo de Porfirio, y se le atribuye haber sido el primero en distinguir entre los conceptos de Física y Química. COLECCIÓN DE ENCANTAMIENTOS MÁGICOS. “Pon a secar la sustancia al sol y guárdala como un misterio que no puede ser revelado, del cual ni los sabios se atreven a comunicarlo por palabras, sino por signos. Pues es una indicación de esto que en sus escritos esotéricos ellos usan la palabra “piedra” para lo que no es una piedra, lo desconocido lo describen como conocido, lo deshonroso como altamente honroso, lo escaso como divinamente abundante. Déjame pues también ensalzar el verdadero regalo del cielo, que permanece solitario sobre la materia en nuestra experiencia cotidiana; pues ésta es la medicina potente para sanar, el Misterio Mitraico”. Bibliog. -Livingstone, D. “Mithraism and Alchemy”, Mithras Reader, vol. I(2006), 50-53.
n CARMEN CONTRA PAGANOS (s. IV d.C.) Poema anónimo que proporciona importante información sobre las prácticas religiosas vigentes en el s. IV d.C. 34-52. Con todo, no hubo en la tierra nadie más sagrado que él a quien Numa Pompilio, de todos el primer arúspice, con el inútil y sangriento rito de examinar bestias, enseñó a mancillar (loco) los altares con malolientes fuegos. ¿No es éste el que una vez tiró el vino de la patria, el que deseaba, derribando antiguas casas y torres y las moradas de los antepasados, acarrear
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la ruina de la ciudad? ¿El que fue capaz de adornar con laurel las puertas, dar banquetes, poner panes contaminados por el incienso caliente con que los había impregnado buscando entre risas a quién entregar a la muerte habituado a rodear los miembros con correas, dispuesto siempre a mancillar con una nueva trampa a los miserables? Pregunto: ¿de qué sirvió a la ciudad vuestro consagrado? Él, que enseño a buscar bajo tierra al sacro sol y si un campesino por casualidad le tallara un peral diría que era un dios compañero y maestro de Baco, Él, adorador de Serapis, siempre amigo de los etruscos. Se dedicó a administrar a traición pócimas venenosas, buscando mil formas y otras tantas maneras de hacer daño. Bibliog. -Martínez, C. (trad.) Carmen contra Paganos. Univ. Huelva, Huelva, 2000 -Manganaro, G. “Il poemetto anonimo «Contra Paganos»”, Nuovo Didaskaleion 2(1961), 23-45.
n DRACONTIO (Blossio Emilio Draconcio, s. V d.C.). Poeta cristiano nacido cerca de Cartago, que escribió obras de temática religiosa y profana durante el reinado de los vándalos en territorio norteafricano. ROMULAE (X.537ss.) Entonces la madre sostuvo la furibunda mano y la espada y proclamó: Abuelo Sol testigo, Sol pérsico Mitra, Luna, adorno de la noche, Furias, Proserpina, Plutón oíd, Sol radiante, alma, cuerpo, Luna alimento del alma. Bibliog. - Díaz Bustamante, J.M., (trad.) Draconcio y sus Carmina profana, Santiago, 1978. - Bodelón, S. “Draconcio y el Reino Vándalo”, EPOS, XVII (2001), 29-53 - Wolff, E. (ed. and tr.), Dracontius: Oeuvres. Tome IV. Poèmes Profanes VI-X; Fragments. Paris, Les Belles Lettres, 1996.
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FUENTES PARA EL ESTUDIO DEL MITRAÍSMO
ÍNDICE DE AUTORES Acta Arquelao, XXXIX.25 --- 82 Agustín, Tratado sobre el Evangelio de Juan. Cap. VII. 6 --- 105-106 Quaestiones Veteris et Novi Testamenti. 113.11 --- 106 Calístenes de Olinto, Pseudo-Calístenes. Vida y Hazañas de Alejandro de Macedonia. III --- 62 Carmen Contra Paganos, 34-52 --- 111 Celso, Discurso Verdadero contra los cristianos 4. 71 --- 71-72 Claudio Claudiano, Sobre el Consulado de Estilicón. I.58ss. --- 73 Comodiano, Instrucciones. I. XIII --- 107 Cosmas de Jerusalen, Comentario sobre los poemas de Gregorio Nazianceno. --- 107 Cosmas Indicopleustes, Topografía Cristiana. lib. III. 165 A --- 102 Dídimo Zenobio, Proverbios. 5.78 --- 109 Dión Casio, Historia de Roma. 62.1.7 --- 70-71 Dionisio el Areopagita, Epístola. 7.2 --- 87-88 Dracontio, Romulae. X.537ss. --- 112
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Elio Lampridio, Historia Augusta. Cómodo. 9 --- 101 Estacio, Tebaida. Lib. I, 700-719 --- 93 Estrabón, Geografía. XV.13 --- 110 Eunapio de Sardes, Vida de los Filósofos y Sofistas. Máximo. --- 96-99 Fírmico Materno, Sobre los errores de las religiones profanas. cap. V. 1 --- 95-96 Focio, Biblioteca. 483b lin.15 --- 92 Gregorio de Nazancio, Oración XXXIX, En la Luz Santa. Cap. 5 – 89-90 Oración, Contra Juliano. 4.70 --- 89 Heródoto, Historias. Lib. I. 131 --- 61 Himerio, Oraciones. VII.60 --- 100 Panegírico. Cap. IX. 60c --- 100 Jerónimo, Comentario sobre Amós. I (Am 3) --- 86-87 Contra Joviano. I.7 --- 83-85 Epístola. 107. 2 --- 85-86 Juliano El Apóstata, Discurso VI. Sobre el Sol Soberano. Dirigido a Salustio. 155b --- 91-92 Discurso X. El Banquete o las Saturnales (Los Césares). 37 --- 90-91 Justino Mártir, Apología. LIB. I. CAP. 66 --- 102 Diálogo con Trifón, Cap. LXX --- 103 Cap. LXXVIII --- 103-104 Lactancio Plácido, Comentario a la Tebaida de Estacio. IV.717 --- 94-95
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Marciano Capella, Sobre las Bodas de Mercurio y Filología. Lib. II. 85 --- 108 Nono de Panópolis, Dionisíacas.Canto XXI. 240-265 --- 99 Paulino de Nola, Poema. 32.111 --- 74 Plutarco, Sobre Isis y Osiris. 46-47 --- 67 Vidas Paralelas, Artajerjes. 4 --- 69 Vidas Paralelas, Pompeyo. 24 -- 68 Polieno, Stratagemata. VII.11, 12 --- 63 Porfirio, El Antro de las Ninfas, Cap. 6 --- 63 Cap. 15-17 --- 64 Cap. 24 --- 65 Sobre la Abstinencia de comida animal. Lib. IV. Cap. 16 --- 65-66 Pseudo-Clemente, Homilías. VI. Cap. X --- 74-75 Pseudo-Nono, Comentario al Sermón 4 de Gregorio Nazianceno contra el Emperador Juliano, “y los tormentos de Mitra…” (Sermón 4.70) --- 108-109 Sócrates, Historia Eclesiástica. III.2. Cap. II --- 77 Sozomeno, Historia Eclesiástica. V. CAP. VII --- 75-78 Tertuliano, Contra Marción. I.13 --- 80-81 Prescripción contra los herejes. Cap. XL --- 79-80 Sobre el Bautismo. Cap. 5 --- 79 Sobre la Corona. IV. Cap. XV. --- 80 Zósimo de Panópolis, Colección de Encantamientos Mágicos --- 111
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FUENTES PARA EL ESTUDIO DEL MITRAÍSMO
INDICE
Historiografía de los Estudios Mitraicos . . . . . . . . .
15
Aproximación a los Misterios Mitraicos . . . . . . . . .
29
Textos Clásicos sobre Mitra . . . . . . . . . . . . . . . .
59
Bibliografía Mitraica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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Indice de autores . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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