FIDES ET RATIO JUAN PABLO II 14 de septiembre de 1998
Introducción: << Conócete a ti mismo >> Capítulo 1 La revelación de la sabiduría de Dios •
Jesús revela al Padre
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La razón ante el misterio
Capítulo 2 Credo ut intellegam •
“La sabiduría todo lo sabe y entiende” (Sb 9. 11)
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“Adquiere la sabiduría, adquiere la inteligencia” (Pr4, 5)
Capítulo 3 Intellego ut credam •
Caminando en busca de la verdad
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Diversas facetas de la verdad del hombre
Capítulo 4 Relación entre la fe y la razón •
Etapas más significativas en el encuentro entre la fe y la razón.
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Novedad perenne del pensamiento de santo Tomás de Aquino
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El drama de la separación entre fe y razón
Capítulo 5 Intervenciones del Magisterio en cuestiones filosóficas •
El discernimiento del Magisterio como diaconía de la verdad
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El interés de la Iglesia por la filosofía
Capítulo 6 Interacción entre teología y filosofía •
La ciencia de la fe y las exigencias de la razón filosófica fi losófica
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Diferentes estados de la filosofía
Capítulo 7 Exigencias y cometidos actuales •
Exigencias irrenunciables de la palabra de Dios
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Cometidos actuales de la teología
CONCLUSIÓN
INTRODUCCIÓN <> Fe y Razón dos elementos necesarios y complementarios para alcanzar el conocimiento de la verdad
1. La búsqu búsqued edaa de la ve verd rdad ad y el sentid sentido o de la ex exis iste tenc ncia ia human humanaa factor común a todas las culturas y a todas las épocas. Necesidad de un auto conocimiento del hombre. 2. La Iglesia Iglesia es partícip partícipe e en es esta ta búsqued búsquedaa y respons responsabl ablee de hacer hacer llegar la verdad a la humanidad 3. La Filosofía como medio humano para progresar en el conocimiento de la verdad. 4. Distintas Distintas fases fases en la historia historia del del conocimi conocimiento. ento. a. El asom asombro bro ante ante la creac creación ión.. b. Importanci Importancia a de la capacidad capacidad especu especulativa lativa como como fundament fundamento o de un saber sistemático c. Peligros Peligros del del pensar pensar filosófic filosófico: o: “Soberbia “Soberbia filosó filosófica” fica” d. Principios universales del ser, comunes a tod todos los pensamientos, como punto de partida de la razón. 5. La igles iglesia ia consi consider dera a a la filos filosofí ofía: a: a. camino camino para conocer conocer verdad verdades es relacion relacionadas adas con con la existencia existencia humana b. Ayuda Ayuda para para prof profun undiz dizar ar en la la fe c. Medio Medio para para comunic comunicar ar la Verdad Verdad del evange evangelio lio a quien quien no la conoce. d. El agnosticismo y relativismo como resultado de la orientación de la Filosofía hacia el conocimiento humano. e. La Filosofí Filosofíaa modern modernaa como como respu respuest estaa a pregu pregunta ntass parcia parciales les alejada de las cuestiones fundamentales. 6. Objeti Objetivos vos de la encí encícli clica: ca: a. Reflexion Reflexionar ar sobre sobre como lograr lograr la verdad verdadera era sabidu sabiduría ría b. De Devo volv lver er al homb hombre re cont contem empo porá ráne neo o la conf confia ianz nzaa en su capacidad de conocimiento. c. Estimu Estimular lar a la filoso filosofía fía como gener generado adora ra de pensamie pensamiento nto y cultura.
Esta encíclica comienza haciendo una llamada al uso de la fe y de la razón para poder alcanzar la verdad, tanto sobre Dios como sobre el hombre mismo. Con esta introducción, se recupera uno de los postulados que promulgaba la Constitución Dogmática Dei Verbum en la que en varios apartados de la misma se hace referencia a que son necesarios los dos recursos, fe y razón, para poder alcanzar un conocimiento pleno de Dios. El conocimiento de Dios es un conocimiento que acarrea a su vez un conocimiento más profundo del ser humano. Dios ayuda al hombre a conocerse a sí mismo al mismo tiempo que lo invita a conocerlo. La respuesta a esta invitación que Dios le hace al hombre es la fe y el interés que el hombre demuestra por conocer la verdad que Dios nos quiere enseñar. La introducción está dividida en 6 puntos en los que expone lo que van a ser las tesis fundamentales que desarrollará a lo largo de este documento. En el primer punto se retoma el tema del “autoconocimiento del hombre” que aparece al principio. Este exhortación que se hace al hombre a conocerse a si mismo no es algo que surja en nuestro tiempo sino que ya aparece en la antigüedad clásica; en un dintel del templo de Delfos. Este interés que el hombre tiene por conocer sus orígenes, lo que lo rodea y todo aquello que le concierne surge en todas las culturas y aparece en todas las épocas. Muestra de todo esto son los escritos que aparecen en los distintos libros sagrados de cada una de esas civilizaciones. Son las mismas preguntas pero la respuestas irán en consonancia con las distintas orientaciones culturales. Sin llegar a conocerse a sí mismo el hombre no podrá distinguirse del resto de la humanidad y no podrá alcanzar de este modo ese rasgo de unicidad que nos distingue. Este autoconocimiento debe realizarse en conexión con el conocimiento de la realidad. Si el hombre no conoce el mundo, sino conoce la realidad que lo rodea no podrá descubrirse a si mismo y por lo tanto no podrá conocer la verdad que Dios le propone. En el segundo punto de esta introducción, se expone que la Iglesia debe ser participe de esta búsqueda. Ella es la depositaria de la verdad de Cristo y por lo tanto debe ayudar al hombre a conocerla. A su vez el hombre también puede avanzar en el conocimiento de dicha verdad con la ayuda de la filosofía. Hay que tener en cuenta que la filosofía nace como resultado de esas preguntas que el hombre se hace para conocerse a si mismo. El principal problema que hay es que el pensamiento filosófico suele esta influenciado por las distintas culturas en la que se manifiesta, aunque hay aspectos comunes de la filosofía que tienen una gran relevancia en las legislaciones de culturas tanto de occidente como de oriente. La filosofía no es un saber que se circunscriba solo al ámbito de occidente. El origen de todas las preguntas que se hace el hombre esta en el asombro que el hombre siente por todo lo que le rodea. El hombre se pasma ante la creación y se pregunta por el lugar que él ocupa en dicha creación. Este asombro y la capacidad racional de la que sólo es capaz el hombre lo lleva a elaborar una serie de sistemas de pensamientos que han ido avanzando al igual que lo ha hecho el hombre y que han estado condicionados por todo lo que rodea a los seres humanos.
El principal peligro que puede derivar es querer instituir un único sistema de pensamiento sin tener en cuenta otras opciones. Cada sistema filosófico nace como respuesta a una serie de factores como son la cultura de los pueblos, el momento histórico que viven, la situación socioeconómica que posean por lo que no sería aceptable esa unicidad que a veces se ha querido instaurar. Pero lo que si hay es una serie de principios que son comunes a todos las pensamientos filosóficos que en esta encíclica se mencionan como “filosofía implícita” y que debería ser el punto de partida de todas esas corriente filosóficas. En el punto 5 se destaca el valor de la razón para mejorar la existencia humana y la filosofía como herramienta para dar respuesta a aquellas preguntas fundamentales que todo hombre se hace. A su vez también se considera una herramienta para difundir la verdad del evangelio a aquellos que no la conocen y para que haciendo uso de ella puedan llegar a comprender esa verdad. El problema de la filosofía moderna es, sin embargo, que en ese afán por llegar a conocer al hombre lo ha puesto a él, única y exclusivamente, como objeto de su conocimiento. Este hecho ha provocado el avance en muchos ámbitos del saber pero ha obviado otros muchos. Se limita a analizar la situación del hombre en el mundo pero olvida todo lo que transciende al hombre. Se utiliza en cierto modo al hombre como “conejillo de indias” de un conocimiento empírico. Todo debe estar dominado por el saber, por la técnica. La razón pasa a ser algo primordial, indiscutible y todo debe estar sometido a ella. Esta forma de conocimiento no hace sino limitar al hombre. Resultado de esta orientación de la filosofía es un agnosticismo y relativismo que desconfía de la capacidad del hombre por llegar a conocer esa verdad que lo supera. La libertad del ser humano lo lleva en muchos casos a dar por válidas todas las doctrinas, y por no atentar contra el derecho a esta libertad de opinión el hombre se conforma con dar una respuesta superficial a las preguntas que legítimamente el hombre se debe hacer como son la verdad sobre su existencia y de Dios. En el último apartado de esta introducción, Juan Pablo II hace un llamamiento no solo a los obispos sino también a los teólogos y a los filósofos a investigar sobre los distintos aspectos de la verdad y a hacérsela llegar a los todos aquellos que la buscan. También hace una referencia explícita al Concilio Vaticano II y les recuerda a los obispos que en ellos recae la misión de testimoniar la verdad y de este modo ayudar al hombre en el pleno desarrollo de su capacidad de conocimiento lo que llevaría a la filosofía de vuelta a sus orígenes, a indagar sobre los aspectos más elevado del ser humano y así devolverle su dignidad.
CAPITULO I LA REVELACIÓN DE LA SABIDURÍA DE DIOS Jesús revela al Padre 7. La Iglesia es la depositaria de la Palabra de Dios. Encuentro personal y gratuito por parte de Dios para salvar al hombre 8. El Concilio Vaticano II como sintetizador de las distintas orientaciones sobre la revelación de Dios. 9. Ideas expuestas por el Concilio Vaticano I 10.Nueva orientación en torno a la revelación de Dios dada por el Concilio Vaticano II 11. La revelación se da en un marco temporal concreto y en la historia. 12.Dios viene al encuentro del hombre y adopta los rasgos que para el hombre son más comunes.
La razón ante el misterio
13.La fe como instrumento para completar la Revelación de Dios. La respuesta necesaria a la oferta del Dios revelador 14.La Revelación como propulsora de la razón 15.La Revelación respeta la libertad del individuo. Guía al hombre y lo ayuda a alcanzar el conocimiento pleno de la Verdad fundamental.
La Iglesia tiene la conciencia de ser la depositaria del mensaje que Dios quiere enviar a los hombres. No es un conocimiento basado en una conjetura suya sino que esta fundamentado en la propia palabra de Dios. La Iglesia es la depositaria del acto de amor y gratuito que Dios quiso hacerle al hombre El Concilio Vaticano II cierra el camino abierto por el Concilio Tridentino y seguido por el Concilio Vaticano I. En dichos concilios ya se hablaba del carácter sobrenatural de la revelación de Dios. Pero la época en la que dicho concilio tuvo lugar, llevó a que las afirmaciones que allí se expusieron chocaran de frente con las ideas racionalistas que imperaban en la época y que no aceptaban ningún tipo de conocimiento que no tuviese que ver con la fe. El Concilio Vaticano I enseña que tanto la verdad que proviene de la reflexión filosófica como la verdad que trae la Revelación no son excluyentes sino que deben compaginarse. La fe se basa en el testimonio de Dios y es guiada por el espíritu. El conocimiento filosófico se apoya en sobre la razón natural. Con el Concilio Vaticano II se da un giro a las tesis de la Revelación y centra la verdad de la misma y las tesis salvíficas en la figura de Cristo. Ahora la revelación aparece como un hecho en la historia y en tiempo. No es algo extraño o ajeno al hombre. En esta historia es donde Dios expone su acción a favor de la humanidad. Dios presenta su intención salvífica en un ámbito que el hombre conoce y domina. Es un movimiento de descenso. Dios se acerca al hombre. Este movimiento no puede circunscribirse a un ámbito territorial determinado. La revelación que Dios hace a través de Jesucristo es para todos los hombres y con ella se ofrece la verdad última sobre la propia vida del hombre así como la solución del misterio del “Verbo encarnado” Pero para entender el significado de la revelación del rostro del Padre hecha por Jesús tendremos que recurrir a la fe. Por medio de ella el hombre reconoce la divinidad , la trascendencia y la libertad suprema de Dios. Acepta la verdad de la revelación porque Dios mismo la avala. El acto por el que el hombre confía en Dios es un acto de plena libertad. El hombre es libre para aceptarla y no se ve forzado a ello. En la Revelación se encuentra la clave para comprender por medio de la razón del misterio. El conocimiento de fe no anula el misterio sino que lo complementa haciéndolo más evidente y mostrándolo como algo esencia en la vida del hombre. Con los dos concilios se abre también un nuevo camino para el saber filosófico. La Revelación introduce una verdad universal que produce que la mente humana amplíe su ámbito de conocimiento. Es la Revelación la última opción que Dios ofrece para conocer su proyecto de amor que Él inició con la creación. Aceptando la última opción que Dios ofrece el hombre recupera la relación auténtica con su vida. Es una Revelación gratuita por parte de Dios y muestra de su amor por el hombre. Anticipa la visión última y definitiva de Dios y une a la filosofía y a la teología al buscar ambas conocer el fin último de la existencia personal que es la contemplación del Dios Uno y Trino.
CAPÍTULO II CREDO UT INTELLIGAM 16.La Sagrada Escritura vincula el conocimiento entre fe y razón. La unión de ambos refuerza el conocimiento del hombre, mundo y Dios 17. Complementariedad de la fe y la razón
para alcanzar el
conocimiento de la verdad 18.El pueblo de Israel muestra el camino que la razón ha de seguir para entender el misterio. 19.Conocer la naturaleza es una forma de conocimiento de Dios 20.La fe complemento al conocimiento de la razón. 21. Observación del mundo + fe + contenidos de la Revelación = Conocimiento (Antiguo Testamento). El hombre ser “en relación” 22.Cristo liberador de la razón. 23.La Cruz puerta hacia la universalidad de la verdad.
La Sagrada Escritura es un vínculo que une al conocimiento que da la fe y al de la razón. En los Libros Sapienciales se muestra no sólo la fe del pueblo de Israel sino la cultura de civilizaciones ya desaparecidas como la Egipcia y la Mesopotámica. El autor sagrado describe al hombre sabio como aquel que ama y busca la verdad. Todos los hombres poseen la facultad de alcanzar el conocimiento de la verdad. Ahora bien la forma de lograr dicho conocimiento es muy distinta según la época y la cultura en la que el hombre viva. Lo que se logra con los textos bíblicos es el reconocimiento de la unidad existente entre el conocimiento de la fe y de la razón. Todo lo que acontece debe ser analizado con la herramientas que proporciona la razón pero si perder de vista a la fe. La fe lo que hace es mostrar que Dios se deja ver en los acontecimientos que rodean la historia del pueblo de Israel pero en ningún momento intenta desprestigiar a la razón. La unión de ambos recursos aumentan la posibilidad de que el hombre pueda conocerse a sí mismo, lo que lo rodea y a Dios. Son por tanto dos recursos complementarios, ninguno debe excluir al otro, ambos tienen su radio de acción. Dios es el origen, la plenitud y la gloria y el hombre investiga con su razón la verdad y en esto consiste su grandeza. El hombre desea conocer cada vez más incluso lo que está más allá de los límites de su conocimiento. Eso si, la razón debe respetar una serie de normas para expresar mejor su naturaleza a) El conocimiento del hombre no tiene descanso b) No se debe caer en el error de pensar que todo es fruto de una conquista personal c) La razón debe reconocer la trascendencia soberana de Dios y su amor en el gobierno del mundo. El alejamiento de estas reglas arrastra al hombre al fracaso pues se aleja del conocimiento de la verdad plena. Dios se da a conocer por medio de la naturaleza, puesto que es su creación. En el Libro de la Sabiduría se retoma el pensamiento de la filosofía griega. La naturaleza es un primer paso en la revelación divina. Intentando conocerla por medio de la razón se puede llegar a saber más de su creador. De este modo la razón se valora pero nunca debe sobrevalorarse puesto que debe ser complementada por el conocimiento que da la fe. Sin esta última el conocimiento logrado por la razón no tendría sentido. El principal descubrimiento del hombre bíblico es verse como un ser en relación con sí mismo, con el mundo y con Dios. Este descubrimiento es la llave que permite a la razón entrar en el ámbito de lo infinito. La llegada de Jesucristo significa la liberación de la razón que había quedado encerrada en sí misma a causa del pecado original. La muerte de Jesucristo en la Cruz significa un desafío para toda filosofía puesto que no se entiende como la muerte puede ser fuente de vida y amor. La Cruz obliga al hombre a abrirse a la universalidad de la verdad y es a la vez una crítica hacia aquellos que creen ser dueños de la verdad reduciéndola a un conjunto de leyes. Muestra la separación entre la fe y la razón pero también representa el espacio en el que ambas pueden unirse.
CAPITULO III INTELLEGO UT CREDAM 24.La filosofía medio de expresión del deseo humano de Dios. 25. La búsqueda de la verdad: medio de maduración humana 26. La verdad: un camino lleno de interrogantes. 27.La verdad: concepto universal 28.La razón y el corazón handicaps en la búsqueda de la verdad 29.El corazón del hombre necesita de la verdad para existir 30.Tipos de verdades: empíricas, filosóficas, religiosas 31.El hombre es un ser social que busca la verdad y se alimenta de creencias 32. La creencia implica confianza en otras personas. 33. La fe: llamada última para alcanzar el deseo de conocer la verdad. 34.Cristo: unidad de la verdad natural y revelada. 35.Necesidad de entender la Revelación por medio de la razón
La primera parte de este capítulo se inicia con como Pablo al llegar a Atenas centra sus predicaciones ante el altar al Dios desconocido, puesto que lo que ellos adoraban sin conocer el se lo iba a descubrir. Este relato sirve para introducir el tema de que el deseo y la nostalgia de Dios es algo propio del corazón humano. Este deseo ha sido interpretado de muchas maneras por los hombres y la más peculiar ha sido la filosofía. El deseo de conocimiento es algo inherente al género humano. Sólo el hombre sabe y quiere saber más. El saber distinguir entre lo que es verdadero y lo que es falso es un paso muy grande en el proceso de maduración humana. En este proceso es necesario que los valores que se eligen y se buscan sean verdaderos y para alcanzarlos el hombre no puede encerrarse en si mismo sino abrirse al mundo. Sólo de esta forma podrá desarrollarse como persona. La verdad está llena de interrogantes, siendo una de las más importantes ¿cuál es el sentido de nuestra existencia?. La certeza de la muerte ha llevado al pensamiento filosófico ha especular sobre si existirá o no vida posterior. Este interrogante se replantea una y otra vez junto con cuál es el sentido de la vida y si existe la inmortalidad. La respuesta a estas preguntas ha llevado a distintas interpretaciones de la verdad, pero es necesario buscar una verdad universal que no esté sometida a ningún tipo de duda Pero el alcanzar esta verdad que el hombre busca con ahínco se encuentra en un principio con dos escollos: La razón humana que está limitada La inconstancia del corazón Pero a pesar de estos dos obstáculos el hombre nunca podría fundamentar su existencia sobre una duda, o mentira. Una primera definición del hombre es por tanto: aquél que busca la verdad Para empezar esta búsqueda el hombre confía desde un primer momento es su capacidad para alcanzarla. Todos y cada uno de nosotros llevamos en nuestro interior el deseo de alcanzar dicha verdad a la que cada uno llegará a su manera, y aunque no se puede valorar toda verdad del mismo modo, del conjunto de todas se puede observar que el hombre tiene capacidad para alcanzar aquello que busca. Entre las distintas formas de verdad cabe destacar: Las verdades empíricas que se apoyan en evidencia inmediatas o experimentales Las verdades filosóficas a las que se llega mediante la capacidad especulativa Las verdades religiosas que aunque se relacionan con la filosofía están contenidas en las respuestas que las distintas religiones dan a las cuestiones últimas. Otra característica del hombre es que es un ser social que necesita de otros hombres para vivir. A través de su relación con otros seres humanos recibirá una serie de verdades de manera casi instintiva que el podrá o no poner en duda. Este tipo de verdades creídas son más numerosas que las que el alcanza por iniciativa personal. El hecho de que el hombre además de buscar la verdad sea un ser que vive de creencias implica en principio un gran nivel de confianza en otros seres humanos, pues parte de su conocimiento se fundamenta en lo que otros seres dijeron con anterioridad. Por lo tanto la adquisición de conocimiento es un proceso de entrega, confianza y fidelidad hacia los otros seres humanos.
El hombre + pensamiento + verdades de otros = Reconoce y encuentra la verdad. El hombre por tanto se encuentra inmerso en dos búsquedas: la de la verdad y la de alguien de quien fiarse. La fe cristiana ofrece al hombre por medio del misterio de Cristo conocer al verdadero Dios. La fe es por tanto la última llamada que recibe la humanidad para que el hombre sacie su deseo de verdad. Por lo tanto Jesucristo representa la unidad de la verdad revelada por Dios y la verdad natural. Pero esta verdad revelada ha de ser entendida por medio de la razón y no sólo a través de la fe.
CAPITULO IV RELACIÓN ENTRE LA FE Y LA RAZÓN 36.Los filósofos clásicos purificadores de la concepción de Dios 37.La filosofía distinta del conocimiento esotérico 38. El cristianismo propulsor de la igualdad humana ante Dios 39. Orígenes y la filosofía platónica primera forma de teología cristiana 40. San Agustín gran sintetizador del pensamiento filosófico y teológico. 41. Los Padres incorporan la riqueza de la revelación a la razón abierta al absoluto. 42. San Anselmo de Canterbury: La razón encuentra sentido y descubre razones para entender los contenidos de la fe. 43.Santo Tomás: La fe supone y perfecciona la razón 44.Santo Tomas: El apóstol de la verdad. 45. Edad Media: Separación nefasta entre filosofía y teología. 46.Alejamiento de la Revelación cristiana y aparición del nihilismo. 47.La filosofía relegada a un saber marginal. 48.Exhortación a la unidad de la fe y la razón.
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En este capítulo se da una rápida visión de cómo ha sido la relación histórica entre la fe y la razón: Los filósofos del pensamiento clásico: Purifican la visión de Dios. Apartan los mitos antiguos y fundamentan de forma racional su creencia en la divinidad. Se inicia un proceso de purificación de la religión. Acercamiento de la filosofía al pueblo y oposición a reducir la verdad de la Revelación a una mera interpretación filosófica. (San Pablo, San Ireneo y Tertuliano) Cristianismo supera el carácter elitista que existía en la búsqueda de la verdad y acerca este camino a todos los humanos. El cristianismo es considerado como la única filosofía segura y provechosa (San Justino) La verdadera filosofía (Clemente de Alejandría). Consideran a la filosofía griega una defensora de la fe contra los ataques de la sofística. Orígenes utiliza la filosofía platónica para elaborar una primera forma de teología cristiana. El nuevo pensamiento que se fraguaba en la época aunque hacía un uso de la filosofía tendía a distinguirse de ella. Aparecen grandes transformaciones en el tratamiento de la inmortalidad del alma, la divinización del hombre y el origen del mal. San Agustín tras analizar diversas escuela filosóficas se encuentra con el cristianismo y realiza una conversión radical. Sintetiza el pensamiento filosófico y teológico. El conocimiento bíblico se confirma y se sostiene por el pensamiento especulativo. Durante años la síntesis realizada por este pensador será considerada la forma más elevada de la especulación filosófica y teológica de Occidente. La innovación que los Padres realizan es que aceptan que la razón si se libra de las ataduras externas podría abrirse a la trascendencia. Incorporan a la razón la riqueza de la RevelaciónSan Anselmo de Canterbury no hay incompatibilidad entre la fe y la razón. Esta última se encargaría de encontrar sentido y de descubrir las razones que permitan a todos entender los contenidos de la fe. El intelecto debe ir en busca de lo que ama. La fe requiere que su objeto sea comprendido con la ayuda de la razón y la razón considera necesario lo que la fe le presenta. Santo Tomás destaca la armonía existente entre la razón y la fe. Según él ambas provenían de Dios por lo que no pueden contraponerse entre sí. La fe supone y perfecciona la razón Santo Tomás buscó la verdad allí en donde pudiera encontrarla y confecciona una filosofía que es la filosofía del ser y no la del parecer. En ésta el Espíritu Santo tiene un papel principal. Considera que la sabiduría es un don del Espíritu Santo y se diferencia de la que es virtud intelectual adquirida. Existen para él además dos formas de sabiduría complementarias: a. La filosófica: Se basa en la capacidad que el intelecto tiene para indagar en la realidad b. La teológica: Se fundamenta en la Revelación, examina los contenidos de la fe y llega al misterio de Dios. Aparición de las primera universidades y confrontación entre la filosofía y otros formas de conocimiento. En la baja Edad Media el excesivo racionalismo causa una separación radical entre la filosofía y las ciencias En el siglo XIX se impone una mentalidad positivista que pone en peligro la visión global del hombre a favor de una serie de valores mercantiles o de poder. El nihilismo aparece tras la crisis del racionalismo y con él la aparición de la investigación por la investigación. Es el origen de la falta de compromiso que se puede apreciar hoy en día. El papel de la filosofía ha cambiado de forma alarmante. De un saber universal ha pasado a ser un saber marginal. Las nuevas formas de racionalidad se orientan a la búsqueda de placer o poder. El hombre de esta época basa su existencia en lo que produce y vive inmerso en el miedo. Se abandona la búsqueda de la verdad por la búsqueda de utilidad práctica. Hoy en día existe un enorme empobrecimiento tanto en la fe como en la razón. La primera al apartársela de la razón corre el peligro de ser considerada una superstición o un
mito; mientras que la razón pierde de vista su meta final. Es necesario que la fe y la filosofía recuperen su unidad y coherencia.
CAPÍTULO V INTERVENCIONES DEL MAGISTERIO EN CUESTIONES FILOSÓFICAS 49. La filosofía respeta las evidencias de la verdad revelada, el magisterio respeta los razonamientos filosóficos. 50. La Iglesia debe preocuparse por aclarar aquellos razonamientos filosóficos que vayan en contra de la verdad revelada. 51. La Iglesia propulsora de un pensamiento que reconozca el misterio 52.Dei Filius punto de referencia para una correcta reflexión cristiana. 53. La razón y fe ambas necesarias para el conocimiento de Dios. (Concilio Vaticano I) 54. El Magisterio defensor en contra de los repetidos ataques a la Fe en el S.XX. 55. S.XX vuelta a los errores del pasado: racionalismo y fideismo. 56. La fe motor de la razón para salir de su aislamiento 57. Aeterni Patris defensora y propulsora del pensamiento filosófico. 58. Resurgimiento de la obra de Santo Tomás. 59. Aparición y descubrimiento de nuevas formas de unión entre la fe y la razón. 60. La formación filosófica esencial para los candidatos al sacerdocio 61. El conocimiento de las investigaciones científicas y el cultivo de la filosofía refuerzos para un correcto conocimiento del Evangelio. 62. La Iglesia compendio de formación filosófica y teológica 63. Magisterio unión entre filosofía y fe
La Iglesia no sugiere un planteamiento filosófico y rechaza otros. Esto es debido a que respeta la autonomía que la filosofía debe tener. Pero lo que si hace el Magisterio es reaccionar cuando alguna de las tesis promulgadas atentan directamente contra lo expuesto con el dato revelado y que engañan o confunden a la gente. Ante la cantidad de corrientes filosóficas que surgen la Iglesia debe dar su opinión sobre aquellos puntos filosóficos que estas escuelas tratan y cuyo planteamiento puede afectarles. Algunos de los planteamientos hechos por estas corrientes son incompatibles con la verdad que la Iglesia custodia y es su misión hacerlo ver. Pero que existan discrepancias no quiere decir que la Iglesia esté en contra de cualquier pensamiento filosófico al igual que ninguna de estas corrientes puede pretender abarcar toda la verdad. La Iglesia promueve un movimiento filosófico que abra el camino al reconocimiento del misterio A lo largo de la historia el Magisterio se pronunció ante diversas teorías filosóficas, pero fue en el S.XIX cuando algunos católicos sintieron la necesidad de defenderse de una serie de pensamientos filosóficos modernos. Este hecho provocó en la Iglesia la necesidad de estar alerta ante estos movimientos para evitar que se cayera en el fideísmo o el tradicionalismo radical por parte de unos y en el racionalismo y ontologismo por parte de otros. La Constitución Dogmática Dei Filius sirve aún hoy en día como base para una correcta reflexión cristiana. En varias ocasiones durante el S.XX fue necesario llamar la atención contra una serie de peligros que acechaban a la Iglesia tales como un exceso de racionalismo, algunas aserciones filosóficas que los teólogos y filósofos católicos deben conocer para poder defender a la verdad divina de sus ataques. Es además en este siglo cuando resurgen una serie de problemas del pasado. Aparecen rebrotes de racionalismo y de fideísmo y la identificación de la palabra de Dios únicamente en la Sagrada Escritura. Con respecto a esto último el Concilio Vaticano II consciente de este peligro ya afirmó que la Sagrada Tradición, la Sagrada Escritura y el Magisterio de la Iglesia constituyen los pilares básicos de la Iglesia, las tres son necesarias y no pueden subsistir una sin las otras. La fe debe ser el motor que ayude a la razón a salir de su aislamiento e estimularla hacia la búsqueda de la verdad última. La razón no debe conformarse con alcanzar objetivos modestos sino que su meta debe ser el conocimiento del sentido total y último de la vida. Anteriormente al Concilio Vaticano II el Papa León XIII en su Encíclica Aeterni Patris ya destacó la gran importancia que la filosofía debe tener en la fe y el conocimiento teológico. Con esta encíclica cobran gran importancia todo el pensamiento de Santo Tomás y de otros autores escolásticos bastante desconocidos en la época y que ya promulgaban una unión entre razón y fe en la que ambos mantuvieran su independencia pero que sirvieran de apoyo la una a la otra. El conocimiento de la filosofía es fundamental en aquellos que quieran dedicar su vida al sacerdocio. Pero a pesar de todos estos llamamientos al conocimiento filosófico, éste ha decaído en gran medida tanto en la escuelas católicas como entre los teólogos y su lugar es ocupado por el estudio de otras ciencias que ayudan a conocer más al hombre de una forma práctica desatendiendo su parte espiritual. Junto a esto hay también un resurgimiento de
expresiones de sabiduría popular que dan de lado a las especulaciones filosóficas creando un ambiente de incultura de la fe. Esta encíclica es un llamamiento a retomar la filosofía como un instrumento junto con la teología para alcanzar la verdad.
CAPÍTULO VI INTERACCIÓN ENTRE TEOLOGÍA Y FILOSOFÍA 64.La teología necesita de las distintas filosofías. 65.La teología ciencia de la fe. 66. La teología dogmática presupone una filosofía del mundo, del hombre fundada en la verdad objetiva 67. La teología fundamental justifica la relación entre la fe y la reflexión filosófica. 68. La teología moral debe basarse en conocimientos filosóficos del hombre y de la sociedad así como de los de una decisión ética. 69. La filosofía ayuda a la teología en su búsqueda de la verdad. 70. La Iglesia punto de encuentro y confrontación de distintas culturas 71. El Evangelio no anula la realidad cultural 72. El Evangelio debe abrirse a otras áreas culturales. 73. Relación circular entre teología y filosofía 74. Relación entre ambas disciplinas altamente fecunda. 75. Filosofía independiente de la revelación evangélica. 76.Filosofía íntimamente unida a la fe. “Filosofía cristiana” 77. Equilibrio entre la filosofía y la teología 78. Santo Tomás ejemplo de equilibrio entre ambas disciplinas. 79. La Revelación cristinas punto de referencia y confrontación entre ambos pensamientos.
La Palabra de Dios se dirige indistintamente a todos los hombre, en todos los tiempos y a todos los lugares. Si la teología es el conocimiento de dicha Palabra no puede prescindir de relacionarse con las filosofías elaboradas a lo largo de la historia. Como ciencia de la fe la teología tiene ante sí dos principios metodológicos. Con uno asume los contenidos de la Revelación tal y como se explican en la Sagrada Escritura y con el otro responde a las exigencias del pensamiento mediante la reflexión especulativa. En el primer caso,la filosofía aporta medios para entender, conocer y expresar dichos contenidos y por ello el teólogo debe saber utilizar estos recursos que la filosofía pone a su alcance. En el segundo caso, la filosofía ayuda a ilustrar ciertos contenidos teológicos y conseguir que se puedan comunicar universalmente. Por ello es necesario que la razón del creyente posea un conocimiento natural y verdadero de la realidad universal (cosas, mundo, hombre) y por lo tanto la teología dogmática especulativa tiene que implicar una filosofía sobre todos estos temas y a la vez debe estar fundada en la verdad objetiva. La teología fundamental, a su vez, debe dar razón de la fe y justificar la relación entre fe y filosofía. La fe debe guiar a la razón y ayudarla a encontrar la verdad. La fe necesita de la razón y ésta se fortalece con la fe. La teología moral necesita también de la filosofía para aplicar los principios generales de conducta cristiana expuestos por el Evangelio y los escritos apostólicos a las circunstancias particulares de cada uno de los cristianos. Últimamente se aboga por que los teólogos deben encaminarse más hacia otro tipo de ciencias que hacia la filosofía y aunque es cierto que estas ciencias son útiles porque permiten conocer mas completamente el objeto de estudio no es menos cierto que la filosofía es alcanzar la verdad y por lo tanto es la mejor ayuda de la teología. Ya desde el comienzo Jesucristo quiso transmitir la Verdad por Él revelada a todos los hombres. Esto indica el interés que tiene la Iglesia en llegar a todas las culturas respetando las diferencias que puedan existir. Es este encuentro con las diferentes culturas, por otra parte, ofrecen diversas formas de acercarse a la verdad. También los cristianos aportan a cada cultura la verdad inmutable de Dios revelada en la historia y en la cultura de un pueblo. El Evangelio acoge todas la culturas y las anima a abrirse a la verdad que en el se muestra. En las culturas en las que el cristianismo se está adentrando, han de buscarse elementos que sirvan para enriquecer al cristianismo. Para ellos se establecen varios criterios: 1. Universalidad del espíritu humano 2. Al entrar en contacto con nuevas culturas no olvidar lo aprendido hasta el momento 3. No confundir lo específico y original del pensamiento con la idear de que una cultura deba marcar las diferencias y oponerse a otras tradiciones. La relación por tanto entre la filosofía y la teología debe marcarse por la circularidad y de esta relación la filosofía sale enriquecida pues se anima a la razón a buscar nuevos horizontes. La fecunda relación entre filosofía y teología se demuestra a través de los escritos de autores a lo largo de la historia, desde los Padres de la Iglesia a pensadores más recientes con Edith Stein. A la hora de relacionar ambas doctrinas aparecen una serie de posturas de la filosofía con respecto a la fe cristiana: 1. Filosofía independientes de la revelación evangélica 2. La filosofía cristiana 3. Equilibrio entre la filosofía y la teología
Para concluir, la Revelación no puede menospreciar a la razón y ésta no debe erigirse en valor absoluto y exclusivo.
CAPITULO VII EXIGENCIAS Y COMETIDOS ACTUALES 80.Sagrada Escritura: gran visión filosófica del mundo y del hombre. 81. La filosofía como búsqueda del sentido último y global de la vida. 82. La filosofía saber auténtico que testimonie la capacidad del hombre para llegar al conocimiento de la verdad. 83. Una filosofía de carácter metafísico. 84. Utilidad de las ciencias hermenéuticas y del lenguaje para la compresión de la fe. 85. Capacidad humana para llegar al una visión unitaria y orgánica del saber. 86. Eclecticismo. 87.Historicismo 88.Cientifismo 89.Pragmatismo 90.Nihilismo 91. Posmodernidad 92. La teología hoy en día 93. Su objetivo 94. Interpretación de las fuentes de la Revelación y búsqueda de la verdad. 95. Carácter absoluto y universal de la verdad 96.Perenne validez del lenguaje conceptual 97.Comprensión de la verdad. 98. Recuperación de la filosofía para la comprensión de la fe
99. Labor teológica: anuncio de la fe y de la catequesis Una definición del hombre y del mundo con gran valor filosófico nos la podemos encontrar en la Sagrada Escritura. De ella se saca una visión del hombre como imagen de Dios con indicaciones precisas de todo lo que a él le afecta. Pero no se puede olvidar que el mundo creado y el hombre no son autosuficientes por lo que buscar una independencia de Dios puede llevar a una autodestrucción del hombre. La filosofía que aparece en la Biblia nos indica que tanto el mundo como la vida humana tienen un sentido y están orientados a Jesucristo. En esta época se da la llamada “crisis de sentido”. Existen infinidad de puntos de vista sobre temas tales como la vida y el mundo que han provocado una fragmentariedad del saber, de ahí que la búsqueda de un sentido sea en muchos casos algo prácticamente imposible. Esto lleva a que el ser humano se encierre cada vez más en sí mismo y no busque ninguna trascendencia. La filosofía que no tenga en cuenta el sentido de la existencia corre el peligro de convertirse en un mero instrumento sin ningún tipo de fin verdadero. Para que la filosofía pueda entrar en consonancia con la palabra de Dios se dan 3 exigencias: 1. Encontrar su dimensión sapiencial de búsqueda de sentido último y global de la vida. 2. Ser un saber auténtico y verdadero que de fe de que el hombre puede llegar al conocimiento de la verdad. 3. Que tenga un alcance metafísico que pueda trascender los datos empíricos y llegar a la búsqueda de la verdad. Además hoy en día no se pueden despreciar ni a las ciencias hermenéuticas ni a las del lenguaje fundamentales para la comprensión de la fe. Ambas ayudan a entender nuestro modo de pensar y de hablar y el sentido contenido en el lenguaje. El hombre puede a su vez alcanzar una visión unitaria y orgánica del saber con el fin de evitar un acercamiento parcial a la verdad que impida la unidad interior del hombre contemporáneo. Los filósofos contemporáneos deben tener en cuenta la visión de sus predecesores y elaborar un conocimiento coherente y continuista para seguir siendo fiel a la independencia del pensamiento filosófico. Esta continuidad evitaría el caer en una serie de riesgos para la actividad filosófica: 1. El eclecticismo: Adopción de ideas derivadas de diferentes filosofías. No distingue la parte de verdad de un pensamientos de lo que pueda ser erróneo. 2. El historicismo: basa la verdad de una filosofía en su adecuación a un determinado período y a un determinad objetivo histórico. Se niega la validez perenne de la verdad. 3. El cientificismo: solo admite como válidas las formas de conocimiento las ciencias positivas. Relega los valores a meros productos de la emotividad y la noción de ser se relega a los simplemente fáctico. 4. El pragmatismo: se evita las reflexiones teoréticas o valoraciones éticas. 5. El nihilismo: niega la humanidad del hombre y su misma identidad. Se pierde contacto con la verdad objetiva y con el fundamento de la dignidad humana. La posmodernidad es la aparición de factores nuevos que provocaron cambios duraderos y significativos. Este término se ha ido aplicando en distintos campos y por supuesto también en el ámbito del pensamiento. Algunas rechazan las certezas y entre ellas la certeza de la fe y la mentalidad positivista considera al hombre como autosuficiente. La teología debe afrontar las exigencias de las diferentes culturas y conciliar el contenido de la fe con una conceptualización coherente. Debe mirar hacia la verdad última . Su objetivo principal consiste en presentar la inteligencia de la Revelación y el contenido de la fe . Con la interpretación de la Revelación el teólogo debe reconocer la verdad profunda y genuina de los textos. La palabra de Dios es universal por lo que es misión del teólogo adecuar a los tiempos esa verdad universal que es válida para todos ellos
Al final de este capítulo se remarca la importancia que la catequesis tiene en la formación de la persona. A través de ella se da una relación entre enseñanza y vida.
CONCLUSIÓN 100.
Necesidad de relación entre filosofía y fe
101.
Teología: apertura para la filosofía
102.
La Iglesia anima a los hombres a conocer la verdad
103.
Filosofía: reflejo de la cultura de los pueblos
104.
Cristianismo: diálogo y entendimiento con todos los pueblos
105.
Relación entre teología y filosofía = riqueza cristianismo
106.
Filosofía: vuelta a la búsqueda de la verdad
107.
La verdad: grandeza del hombre
108.
Paralelismo entre la Santísima Virgen y la auténtica filosofía.
En el cierre de esta encíclica, Juan Pablo II justifica el porqué escribió esta encíclica y vuelve a hacer una llamada a que se mantenga una relación entre la filosofía y la fe. Dicha relación ha provocado un enriquecimiento de ambas doctrinas. La teología se hace más asequible a los hombres al explicarla más racionalmente y la filosofía se abre a nuevos caminos con la ayuda de la teología. El papel de la Iglesia es el de defensora de la dignidad del hombre y de difusora del mensaje evangélico. La Iglesia es consciente del poder que tiene el hombre para alcanzar la verdad y una de sus misiones debe ser ayudarlo a buscarla. El hombre con la ayuda de la filosofía y la de la Iglesia descubrirá que cuanto más conozca el Evangelio más conocerá su propia realidad. Ante la llegada del nuevo milenio debe abrirse un camino de diálogo entre los filósofos no cristianos y aquellos creyentes. Este diálogo debe llevar a la búsqueda de la verdad. Verdad que es única, igual para todos. Con una llamada a los teólogos, a los formadores del sacerdocio, a los filósofos y todos en general concluyen el Papa esta encíclica haciendo además un paralelismo entre la Santísima Virgen, Trono de Sabiduría, y la auténtica filosofía.