LA CORRUPCIÓN EN VENEZUELA
La corrupción es considerada uno de los flagelos más nombrados en nuestro país y se ha convertido en una especie de conducta estandarizada que ha invadido los diferentes niveles de la administración pública y donde los principales actores políticos no encuentran los canales éticos y normativos para producir los cambios requeridos en el nivel institucional y donde la moral genera un valor agregado al individuo que en forma directa repercuta en el desarrollo de un país, estos con vistas a modernizar y activar el rendimiento de la administración pública sobre la base de algunos criterios aplicables a nuestra realidad de la nueva gestión pública como es la responsabilidad, la calidad, la eficiencia y la eficacia. La corrupción ha logrado penetrar no solo el estamento político, sus redes han penetrado en la esfera militar, sindical e incluso en el sector privado.
El sistema político venezolano se ha caracterizado por la persistencia de factores distorsionantes como el centralismo y el clientelismo que generan la corrupción y prevalecen en la toma de decisiones; lo
que ha permitido,
dependiendo a cual tolda política pertenezcan los diferentes actores políticos de cometer actos ilícitos en contra del estado venezolano. La corrupción tienes sus raíces en años atrás y nunca ha podido ser erradicada de ninguna forma; indudablemente esto depende de la actuación humana y de normas que van más allá de la costumbre y desenvolvimiento social, es pertinente del mundo que nos rodea y que va mas allá de ser o no funcionario público con valores y buenas costumbres para generar generar felicidad y de entender que es la soberanía nacional y sentido de permanencia, para dar un buen uso de los recursos que se manejan y para un buen ejercicio de la función pública que el país requiere, demostrando así que esta función de regir los destinos de los pueblos es una de las misiones más nobles de la vida democrática.
Para ello debe cuidársela como una delicada planta, deben implementarse políticas públicas adecuadas, buscando el desarrollo integral de los individuos que la integran, la concreción de los intereses comunitarios por sobre los propios o los sectoriales. Para obtener el afianzamiento del bien común debe replantearse su práctica, porque esta es la actividad donde más fuertemente se cobija la corrupción.
De acuerdo con Aristóteles la conducta individual ha de supeditarse a las exigencias comunitarias y que el actuar del hombre debe estar regido por la prudencia o regla recta. Asimismo Aristóteles da a la política un claro contenido ético donde la ciudad es una comunidad de hombres libres, que se orientan a la finalidad de vivir bien, tarea que constituye el bien individual y comunitario.
El estado debe crear condiciones para que los ciudadanos puedan gozar de una vida plena y perfecta; donde sean satisfechas sus necesidades primarias y materiales y velando para que la ciudad alcance la felicidad. Felicidad que para Aristóteles es algo perfecto, suficiente y es el fin de todo lo humano; para alcanzarla debemos comprender que el bien humano es una actividad del alma conforme a la virtud, es decir, que la acciones de los hombres son actividades pensadas y razonadas primorosamente, y que si las virtudes son numerosas estas acciones tienen que estar conforme a la mejor de todas ellas, y todo ello durante toda la vida.
El buen funcionamiento de una ciudad-estado no se asegura solamente por aunar voluntades hacia un mismo fin; se requiere también de leyes sensatas y apropiadas, que respeten las diferencias, y donde a los
ciudadanos se les eduque para la responsabilidad y para que tengan una conciencia clara en cuanto a los verdaderos valores en pugna y sustentarse en una fuerza moral para optar por lo correcto.
La burocracia y la corrupción son consecuencia una de la otra, diferenciándolas por tener la burocracia ciertas ventajas que jamás podrán ser emitidas en el contexto de todo lo que concierne a la corrupción y de allí el punto de partida para hacerle el daño a una nación y poner en riesgo el desempeño de un país en pro del bienestar de los ciudadanos donde la ética y la moral cumplen un papel muy importante en cuanto a la disminución de la corrupción donde un proyecto de país debe estar fundamentado en el bienestar de su pueblo .
Para Aristóteles, la corrupción aparece como lo opuesto a la virtud. Por lo tanto, la virtud es un hábito, una cualidad que depende de nuestra voluntad, consistiendo en este medio que hace relación a nosotros, y que está regulado por la razón en la forma que lo regularía el hombre verdaderamente sabio. La virtud es un medio entre dos vicios, que pecan, uno por exceso, otro por defecto; y como los vicios consisten en que los unos traspasan la medida que es preciso guardar, y los otros permanecen por bajo de esta medida, ya respecto de nuestras acciones, ya respecto de nuestros sentimientos, la virtud consiste, por lo contrario, en encontrar el medio para los unos y para los otros, y mantenerse en él dándole la preferencia. El que alguien busque la reproducción del dinero sin fin y que el gobierno no sea resultado de la relación entre ciudadanos -sujetos libres y racionales-, dice Aristóteles, son las formas específicas principales de desvirtuar el sentido de la política. La corrupción sería la desvirtuación del Bien mayor, esto es de la vida pública, porque ello compromete el sentido de la existencia propiamente
de los seres humanos. Aunque Aristóteles es consciente de los sentimientos encontrados de la condición humana.
En cuanto a La ética podemos decir que es una rama de la filosofía que abarca el estudio de la moral, la virtud, el deber, la felicidad y el buen vivir.
La palabra ética proviene del latín ethĭcus, y este del griego ἠθικός, o transcrito a nuestro alfabeto, "êthicos". Es preciso diferenciar al "êthos", que significa "carácter" del "ethos", que significa "costumbre", pues "ética" se sigue de aquel sentido, y no es éste[2] Desconocer tal diferencia deriva en la confusión de "ética" y "moral", pues esta última nace de la voz latina "mos", que significa costumbre, es decir, lo mismo que "ethos". Si bien algunos sostienen la equivalencia de ambas doctrinas en lo que a su objeto respecta, es crucial saber que se fundamentan en conceptos muy distintos.
La ética estudia qué es lo moral, cómo se justifica racionalmente un sistema moral, y cómo se ha de aplicar posteriormente a los distintos ámbitos de la vida personal y social. En la vida cotidiana constituye una reflexión sobre el hecho moral, busca las razones que justifican la utilización de un sistema moral u otro.
La Moral es una palabra de origen latino, que proviene del términos moris (“costumbre”). Se trata de un conjunto de creencias, costumbres, valores y normas de una persona o de un grupo social, que funciona como
una guía para obrar. Es decir, la moral orienta acerca de que acciones son correctas (buenas) y cuales son incorrectas (malas).
Según otra definición, la moral es la suma total del conocimiento que se adquiere sobre lo más alto y noble, y que una persona respeta en su conducta. Las creencias sobre la moralidad son generalizadas y codificadas en una cierta cultura o en un grupo social determinado, por lo que la moral regula el comportamiento de sus miembros. Por otra parte, la moral suele ser identificada con los principios religiosos y éticos que una comunidad acuerda respetar. La ética estudia la moral y determina como deben actuar los miembros de una sociedad.
Ética y política se refieren ambos al bien del hombre. Y el bien de la ciudad y el del individuo coinciden porque la felicidad de la comunidad, como un todo, es la suma de la felicidad de cada individuo que integre esa comunidad. El Estado, además, ha de dedicarse a educar a sus ciudadanos en la virtud y a permitir que los ciudadanos sean felices.
La Corrupción ¿Qué significa? Del latin “corruptio”, significa la acción y efecto de corromper o corromperse. En su acepción lingüística y siguiendo el diccionario de la lengua española se la define como: “soborno o cohechar al juez o a cualquier persona con dadivas o de otra manera”. O sea que en
una acepción amplia, podemos hablar de la influencia dañosa sobre la conciencia de un individuo a través de diversos medios. A veces se requiere de dos partes: quien promueve la acción y quien la acepta. Y otras veces es una autocomposición: se corrompe el individuo solo.
Por supuesto que pensamos que cuando afecta al individuo afecta también en la sociedad en la cual están contenidos. Los sujetos no son islas, están comprendidos en un grupo social en la cual se insertan y en el que desarrollan su actividad corrupta.
La corrupción no es propiedad de una época determinada, ni es propiedad estatal. Es un elemento subyacente en toda la instancia humana que en su presentación frente a un grupo social pareciera producir reacciones de
rechazo. Axiológicamente, es un elemento negativo y
destructivo.
Al referirnos sobre el tema de la corrupción podemos comentar su origen: “El poder tiende a Corromper y el poder absoluto corrompe absolutamente". La sentencia pertenece a lord Acton, y no deja espacio para la duda: desde que existe el poder existe la corrupción. Fatalmente, están ligados entre sí. Esta peste, de la que hoy tanto se habla, es casi tan vieja como el hombre; tuvo que haber aparecido unos días después de que nuestros primitivos abuelos abandonaran el sistema de hordas para constituirse en tribus. La historia parece darle la razón a lord Acton. El primer acto de corrupción documentado se remonta al antiguo Egipto. Así lo registra un papiro datado en la XX Dinastía, durante el reinado de Ramsés IX (11421123 a de C.). En ese documento se detallan las vicisitudes por las que atravesó Peser, funcionario del faraón, por haberse atrevido a denunciar los negocios sucios de Pewero, otro funcionario de alto rango. Pewero se había asociado con los profanadores de tumbas y haciendo la vista gorda a esos robos, obtenía suculentas ganancias. Además de ladrón, era astuto: en dos oportunidades pudo anular las pruebas presentadas por Peser y lo sometió a las peores burlas públicas. Finalmente, por lo que da cuenta el papiro, el bien
triunfó sobre el mal: Peser recuperó la honra perdida y Pewero fue duramente condenado.
Los sumerios también estaban preocupados por ese flagelo que se había incrustado en sus instituciones. Uno de los himnos religiosos dedicado a Nanshe, diosa de la ciudad de Lagash, habla de los "hombres imperfectos"; dice que son "los que siguen el camino del pecado y cometen arbitrariedades; los que violan las normas establecidas; los que violan los contratos; los que consideran favorablemente los lugares de perdición; los que sustituyen con un peso ligero uno más pesado; los que sustituyen con una medida pequeña una mayor..." Una cabal radiografía de muchos funcionarios corruptos que por éstos días gobiernan en distintos puntos del planeta. También Grecia, la cuna de la civilización occidental, tuvo que soportarlos. Aristóteles en su "Constitución de los atenienses" se refiere a cierto episodio que protagonizó Solón, uno de los siete sabios griegos. Dracón, su antecesor, había cometido algunos errores económicos; con el propósito de corregirlos, Solón decidió abolir las deudas contraídas hasta ese momento. Hubo quienes se enteraron de esa medida antes de que se pusiera en práctica y de inmediato solicitaron préstamos para comprar tierras. ¿Quién les dio la información que les permitió enriquecerse perversamente? Sin duda, alguien que estaba muy cerca de los altos mandos de la república. No es casual que los griegos hayan acuñado la palabra "cleptocracia" (de "kieptes" = ladrón, y "cratos" = poder) para definir a aquellos gobiernos ejercidos por delincuentes.
Acaso sea Roma el mejor ejemplo de cómo el poder absoluto degenera en la corrupción. La pequeña aldea que fundara Rómulo en el 753 antes de Cristo se convirtió tres siglos más tarde en el mayor centro de poder que tuvo la Tierra. Por entonces su grado de corrupción era tan grande que,
según señala Paul Veyne en "El Imperio Romano": "No había función pública que no fuese un robo organizado mediante el cual los que ejercían el mando esquilmaban a sus subordinados y todos juntos explotaban a los administrados (...) Los soldados pagaban sobornos a sus oficiales para quedar exentos de servicio, los titulares de las funciones públicas menores vendían su sucesión, los gobernadores provinciales exigían rentas ilegales y no había ningún funcionario que no se dejara sobornar para cumplimentar la menor exigencia ". El propio cargo de emperador llegó a comprarse por dinero, ése fue el punto más alto de la corrupción; después vendría la inevitable decadencia. Los más encumbrados héroes de la Roma Imperial desde Escipión, "el africano" hasta el propio Julio César- se vieron complicados en actos corruptos.
El general Escipión no vaciló en hacer quemar todas las pruebas que demostraban que su hermano Lucio había cometido una formidable estafa en perjuicio del estado romano; a consecuencia de esta actitud, y otras de parecido tenor, Escipión fue condenado a pasar sus últimos días en el destierro; ignorado por el pueblo que tanto lo había admirado. También Julio César cosechó ejércitos de admiradores, la gente de bien elogiaba su talento en los campos de batalla; los corruptos, las reiteradas estafas que había cometido en contra del Imperio. Julio César no tuvo que soportar el exilio, fue asesinado en las puertas del Foro. Durante la Edad Media se registraron cambios fundamentales en el orden social y político. Pequeños reinos y señoríos reemplazaron a los Estados fuertes que los habían precedido. Los vasallos se encomendaban al poderoso de la comarca y conseguían protección a cambio de trabajo.
Los derechos se restringieron al mínimo y los abusos aumentaron al máximo Felipe II, rey de Francia entre 1180 y 1223, que participó en la III
Cruzada junto a Ricardo Corazón de León, imponía feroces impuestos a sus súbditos y les obligaba a fuertes "donaciones". Estos ingresos no se destinaban a mejoras en el reino, iban directamente a las arcas privadas de Felipe II, llamado el Augusto.
La corrupción en Venezuela es un karma que ha hecho explosión en la era democrática. Para reducir la corrupción de manera significativa en Venezuela, sería necesario eliminar los motivos y las oportunidades y castigar a los responsables.
Podemos recordar que en la década de los 60, el Presidente Rómulo Betancourt gobierno
se eligió como ejemplo de lucha contra la corrupción de su y
en
un
discurso
eufórico
para
todo
el país,
dijo:
“Que se me quemen las manos si alguna vez las he metido en el tesoro público”.
Y accidentalmente se las quemaron, en un atentado en la Avenida los Próceres de Caracas. Después, surgió Carlos Andrés Pérez en la escena política durante 2 períodos de gobierno. La realidad de su discurso era totalmente contradictoria: por una parte expresaba la necesidad de luchar contra la corrupción y, por otra, ejecutaba operaciones administrativas poco transparentes mientras que sus aliados hacían realidad el sueño de enriquecerse de un día para otro con ilícitos. Decían: “no importa el sueldo, lo
importante es que me pongan donde hay ”. Y se presentó la explosión de la corrupción en forma exponencial, incontrolada y que ha socavado el desarrollo político y social de nuestro país y de muchos pueblos.
Después de esa explosión en los gobiernos de Carlos Andrés Pérez, la corrupción en Venezuela se ha transformado en una bola de nieve, aumentando progresivamente de tal manera que ha logrando escalar posiciones tan graves que los indicadores están encendidos en rojo. Y uno de los indicadores es el Índice de Percepción de la Corrupción (IPC). El IPC pertenece a la organización no gubernamental Transparencia Internacional, diseñado con encuestas compuestas que incluyen la percepción de empresarios y analistas venezolanos y extranjeros sobre la corrupción de funcionarios públicos y políticos en 158 países. Según el último informe emitido en Berlín y Londres el 18-10-05, Islandia, Finlandia y Nueva Zelanda ocupan las 3 primeras posiciones como menos corruptas, y Venezuela el lugar 130 junto con la República del Congo, Burundi, Camboya, Papua Nueva Guinea, Kirguistan y Georgia, como países con alta corrupción.
Si tomamos en cuenta que en 1998 nuestro país ocupó el puesto 77 y en 1999 el puesto 75, entre 99 países, observaremos que estamos ubicados 10 puestos por encima en el 2005, como 3er país más corrupto de toda América después de Haití y Paraguay. Por otra parte, si consideramos que la corrupción y la pobreza caminan juntos como hermanos, esta situación de alta corrupción se corrobora con el Índice de Desarrollo Humano (IDH) 2005, del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). EL IDH está alertando a nuestro país sobre su camino hacia la pobreza al ocupar el puesto 75 en el 2005 a cambio de la posición 68 en el 2004.
Por lo entendido anteriormente podemos decir que corrupción es un acto ilegal que ocurre cuando una persona abusa de su poder para obtener algún beneficio para sí mismo, para sus familiares o para sus amigos. Requiere de la participación de dos actores: uno que por su posición de poder pueda ofrecer algo valioso y otro que esté dispuesto a pagar para
obtenerlo. La corrupción consiste en un acuerdo ilegítimo entre un corruptor y un corrupto, en el cual abusan de su poder público para el logro de beneficios particulares, que no favorecen al bien común. Por eso causa malestar general, es cruel e inhumano que habiendo tanta gente necesitada existan personas egoístas a quienes no les importa a quiénes aplastar para estar en la cumbre y abusan de la confianza y poder que se les otorgan para ser instrumento de desarrollo.
Considero oportuno destacar que es obvio que la corrupción tiene costos y el país los paga, es claro que la corrupción debe ser combatida y castigada, pero es un síntoma de males más complejos y más difíciles de curar: instituciones débiles, rendición de cuentas inexistente, capitalismo rapaz. Indudablemente que para aliviar la pobreza no bastará con combatir a quienes se apropian indebidamente de la riqueza, para asegurar el progreso no es suficiente con tener un líder honesto. Se necesita un presidente con calidad moral, pero que además tenga la capacidad política suficiente para conducir a nuestro país por un mejor camino. Desgraciadamente la corrupción también daña indirectamente a la salud física y mental de la población.
Actos de corrupción los observamos diariamente desde que abordamos cualquier medio de transporte, en el mercado, al realizar trámites oficiales, etc.; pueden cometerse en los lugares menos pensados y ser cometidos por las personas menos esperadas.
La corrupción constituye un fenómeno político, social y económico a nivel mundial. Es un mal universal que corroe las sociedades y las culturas; se vincula con otras formas de injusticias e inmoralidades, provoca crímenes y asesinatos, violencia, muerte y toda clase de impunidad.
La corrupción lleva consigo inseguridad como la vivida actualmente y muchos aspectos sociales que pueden desencadenar un problema a nivel masivo por lo que es de gran importancia para todo ciudadano que habita en algún entorno social, distinguir claramente entre actuar conforme al deber y actuar por deber, que es una de las distinciones que hace Kant. Aunque para él las acciones contraria al deber pueden tener alguna utilidad, aunque sean inmorales; en este caso la utilidad serían los beneficios que obtiene para sí mismo el corrupto en detrimento de los ciudadanos y hasta de la misma sociedad. Nuestras acciones han de regirse por respeto al deber y nuestra voluntad sólo puede estar determinada por ese respeto, es decir, tiene que actual de acuerdo a la moral universal válida para todos. El fundamento último de la universalidad de la ley moral está en el carácter racional de nuestra voluntad, ya que si la razón que determina nuestra voluntad es universal, sus mandatos morales serán universales.
Ahora bien desde mi punto de vista la corrupción va del pueblo al gobierno y no al revés como siempre se ha visto, para cambiar es necesario empezar por uno mismo y no decir que primero cambie el gobierno y así justificar nuestro actuar ante la sociedad. Es importante resaltar que la acción individual de millones de conductas honestas lograría sin lugar a dudas un cambio en el mapeo de la localización de la corrupción, restringiendo significativamente su campo de acción.
En mi opinión, todas nuestras dificultades sociales, económicas, administrativas, etc. disminuirían considerablemente si se mejoraran nuestros niveles de educación y se añadiera educación moral, de igual manera implantando materias para promover el amor patrio, la dignidad y la honestidad de todo ser humano. Desde este punto de vista Aristóteles nos habla de la necesidad de legislar políticamente en el ámbito educativo ya
que, según él, la felicidad tiene su base última en una buena educación cultural donde fundamentalmente la familia juega un rol muy transcendental.
Todos hemos recurrido a la corrupción consiente e inconscientemente es algo por naturaleza común sin embargo el grado de repercusión que tiene en nuestro entorno es una justificación que muchas veces utilizamos para recurrir a ella.
No hay corrupción pequeña ni grande a fin de cuentas es corrupción y afecta a terceras personas por lo que debemos corregir este problema y empezar desde nosotros y así se verá un mejor resultado. Pero no podemos permanecer de brazos cruzados. Si los límites internos (fundados en valores teológicos, en el razonamiento, en la institución o en el consenso social) que los individuos se ponían así mismos para evitar realizar acciones corruptas ya no subsisten, hay que volver a recuperar los frenos, volver a colocar los límites al obrar humano. Hay que reavivar el interés. Debemos tomarnos muy en serio este tema desde el seno familiar inculcando valores y difundiendo la honestidad y responsabilidad
La corrupción debe considerarse como un efecto y no como una causa porque es el efecto de él actuar de cada uno de nosotros.
La genealogía de la moral: Un escrito polémico de Friedrich Nietzsche; obra que pueda parecer un anacronismo, la crítica y la meditación sobre conceptos como lo "bueno", lo "malo", la "culpa" y la "mala conciencia" valen tanto para la sociedad del siglo XIX como para la actual y en la cual todo lo que hay en el mundo se reduce a valores.
Es un libro crucial para entender no solo el surgimiento de la moral, la conciencia, el alma, los dioses, la culpa y el pecado, sino que constituye además una base sólida para arrojar la mirada hacia la nueva aventura del hombre y hacia el cuestionamiento legítimo de la verdad como supuesta meta. El hombre, según Nietzsche, está, pues, preso de la sociedad, y al no poder desahogar sus instintos hacia fuera los descarga hacia dentro: así se forma la interioridad humana, el alma, el origen de la mala conciencia y lo que conlleva a cometer actos no acordes a los valores morales establecidos.
Nietzsche convierte el problema moral en algo problemático, porque ve en la moral la fuerza terrible y engañadora que ha comprometido la humanidad entera en esta fase de corrupción, por eso declara la guerra a la moral, para subvertir todas las valoraciones morales recibidas y establecer una nueva tabla de valores. Su actitud fundamental es crítica.
Las soluciones para erradicar la corrupción que a mi entender deben implementarse son que los gobiernos deben rendir cuentas de sus actos en todos los niveles y brindar al pueblo la información sin restricciones ni censura. En consecuencia, del gobierno se requiere tolerancia; de la sociedad civil se exige participación y una actitud constructiva y propositiva porque yo pienso que para tener el país que queremos debemos querer al país que tenemos. Y no por no tener ese país y no lograr los cambios necesarios hay que ensuciarlo más con críticas que todos conocemos, es mucho mejor hacer propuestas y tratar de cambiar la situación vivida.
Los gobernantes deben dar muestras de voluntad para castigar ejemplarmente a los funcionarios involucrados en actos de corrupción, los
cuales deben ser castigados con más rudeza que un ciudadano común por cargar con mayor responsabilidad.
Se requiere fortalecer la educación de los pueblos, ya que es la única vía que contribuye a revitalizar los valores morales, cívicos y espirituales de la persona, como una necesidad para lograr las aspiraciones de un mundo mejor, más humano en donde se imponga la cultura de la transparencia y la honestidad.
Necesitamos que esta país avance, pero no puede solo; cada quien debe poner su granito de arena diariamente, manteniéndose informado para expresar disconformidades y alternativas de solución para éstas, pensando en el bienestar de todo su entorno social y no sólo en el suyo, luchando por superarse cada vez más, estando dentro de la ley.
Ahí es donde éste demuestra su falta de valores, tales como la responsabilidad, la lealtad, el respeto y la honestidad, y es una pena que personas con tan baja calidad representen a nuestro pueblo, legislen o vigilen nuestras leyes y puedan llegar a cargos importantes.
La clase política sufre las consecuencias de la corrupción en la falta de confianza de la gente hacia los partidos con la consecuencia de que se corrompan los demás, se genera de esta manera una situación de caos en la que se hace muy difícil identificar al culpable y darle su correspondiente castigo.
Nietzsche nos ha dejado grandes enseñanzas sobre formas diferentes y fuera de tradicionalismos sociales, culturales o religiosos de ver la vida de igual manera de los prejuicios morales de la sociedad de esa época pero que indiscutiblemente se presentan en la actualidad, coartando nuestros verdaderos valores encaminados hacia una moral religiosa y no a verdaderos caminos de serenidad, aceptación, cambio, valor o perdida del temor al cambio, sabiduría para reconocer con fundamento las verdaderas realidades y necesidades materiales generadas de nuestro propio ser y de nuestro entorno con probabilidades ciertas y no tan religiosas, que a veces limitan nuestro desarrollo personal. Donde la moral da origen a un desarrollo de las actitudes de sentimientos de culpa, muchas actitudes que no deberíamos tener; por eso hace énfasis en el concepto de lo bueno y lo malo, conceptos que siempre deberíamos tener presente a lo largo de nuestras vidas; ya que podríamos llevar una vida de buenas acciones, desarrollando
muestra
mentalidad y alimentándonos del conocimiento.
Para Aristóteles obrar éticamente, para llegar a la verdadera felicidad, el placer tiene que regirse por la actividad característica del ser humano. Así el hombre perverso encontrará placer en lo que no es un bien, mientras que el hombre bueno lo encontrará en el bien.
Al término de este análisis se puede concluir que en la actualidad la corrupción es un “cáncer” que invade y crece cada día más en las economías
de la mayoría de los países alrededor del mundo. Este hecho tiene gran impacto tanto en lo social como en lo económico, ya que debilita los valores éticos y morales en los sectores dirigentes, tanto del ámbito público como del privado y este debilitamiento lleva a aceptar como un costo inevitable de la transformación económica la creciente desigualdad social.
Es por esta razón que surge la necesidad de mejorar nuestro sistema educativo para combatir contra esta “enfermedad” que atenta contra los
planes de ajuste económico de nuestro organismo económico, esto porque con mayor nivel de educación, cultura, acceso a los medios de comunicación y al sistema judicial, los sectores sociales de nuestro país tendrán la capacidad de defenderse de la corrupción.
Es de suma importancia concluir que en cuanto al desarrollo en función de la corrupción, la variable decisiva es la educación. Cuanto mejor nivel educativo tiene una sociedad, menor es su tolerancia frente al fenómeno de la corrupción y, en consecuencia, su grado disminuye. Fomentar los valores así como la información que recibimos en caminarla hacia una cuestión positiva y benéfica para todos.
Los gobernantes deben informar de todas sus actividades al pueblo y así recuperar su credibilidad que genera cada vez más inquietud por la manera en que se maneja este tema.
Es prácticamente imposible erradicarla por completo pero puede ser disminuida de una manera en que todos ganen. Por lo pronto el actuar de cada persona cada día debe mejorar y no entrar en lo ilegal y corromper la ley. Para combatir la corrupción se necesita la participación de todos y no solamente de los gobernantes porque es común que las personas se quejen y reclamen sus derechos a éstos sin exigirse nada a sí mismos. Debemos tomarnos muy en serio este tema desde el seno familiar inculcando valores y difundiendo la honestidad y responsabilidad.
El corrupto y el corruptor es algo que debe desaparecer y que en el caso político y legal sea castigado con una sanción justa para el infractor y que la impunidad no se haga presente.
En fin para terminar quisiera recalcar que es un tema que para mi tiene mucha importancia y que este ensayo nos hace reflexionar en los cambios, consecuencias y en plantear nuevas soluciones que puedan ayudar al país.
Las soluciones contra la corrupción no pueden ser unívocas. Es verdad que algunos instrumentos pueden ser muy útiles como los referentes a la educación y la construcción de ciudadanía, pero no podría racionalmente señalarse que la corrupción se soluciona sólo con medidas preventivas; que basta introducir, por ejemplo, códigos de ética en las oficinas públicas y las empresas, que se resuelve con más y mejores mecanismos de rendición de cuentas, con reformas legales que incrementaran penas y sanciones a corruptos, con salarios más altos a los funcionarios o mediante el servicio profesional de carrera. El combate a la corrupción exige las medidas anteriores y muchísimas más, que reformulen tanto el tipo de democracia como la manera en la que se concibe hoy en día el Estado de derecho, uno más garante, que se base en el respeto pleno a los derechos humanos, los de libertad y los de igualdad, con el propósito de que la sociedad sea más libre e igualitaria, pues en condiciones de marginación y pobreza, es muy difícil que exista un clima propicio para enfrentar la corrupción.
Douglas A. Peña G. Sección A Gerencia General