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CON SAN JOSÉ HACIA LA FECUNDIDAD ESCONDIDA ITINERARIO DE UN RENACIMIENTO SIN FIN VISITA A LAS HABITACIONES DE LA CASA DE JOSÉ 1. Habitación del silencio 2. Habitación de la noche 3. Habitación del trabajo 4. Hab. del acompañamiento 5. Habitación del camino
en la que aprendemos a escuchar en la que se hace patente el sueño de Dios en la que el amor se hace creativo e ingenioso en la que nos convertimos en padres y madres de la vida en la que recuperamos la disponibilidad perdida
1. HABITACIÓN DEL SILENCIO 1.1. Silencio de palabras 1.2. Silencio interior 1.3. Don de Dios 1.4. Silencio de poder 1.5. Silencio para la escucha 2. HABITACIÓN DE LA NOCHE 2.1. En secreto 2.2. En los Sueños 2.3. En oscuridad 2.4. En la Sombra 2.5. Las estrellas 3. HABITACIÓN DEL TRABAJO 4. HABITACIÓN DEL ACOMPAÑAMIENTO 4.1. La confianza: no temas 4.2. El Espíritu: auténtico artífice 4.3. El nacimiento de Dios 4.4. Nombrar 4.5. Buscar 4.6. Saber marchar y dejar marchar 5. HABITACIÓN DEL CAMINO 5.1. Disponibilidad 5.2. Dinamismo y proceso PALABRAS DEL ÁNGEL en las que se descubre la movilidad y el dinamismo del Espíritu en el camino de José: Mt 2, 13-23 - Levántate PONTE EN PIE… - Toma contigo al niño y a su madre HAZTE CARGO, ASUME… - Huye PIÉRDETE… - Estate allí hasta que yo te diga PERMANECE, PERSEVERA… - Se levantó VUELVE A LEVANTARTE… - Se retiró a Egipto RETÍRATE - Ponte en camino SAL DE AQUÍ HACIA… - Entró ADÉNTRATE… - Tuvo miedo… RECONOCE TU MIEDO… - Fue a vivir VIVE…
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CON SAN JOSÉ HACIA LA FECUNDIDAD ESCONDIDA ITINERARIO DE UN RENACIMIENTO SIN FIN En este día de retiro os voy a proponer irnos de visita. Os invito a salir de vuestra propia casa para adentrarnos en otra, en la casa de José de Nazaret, y dejarnos introducir por él mismo en sus rincones y explorar la sabiduría de cada una de sus estancias, la vida que desprenden sus paredes. No es principalmente un edificio, y es más que una metáfora. La casa de José es su intimidad, su hondura, en la que él mismo, por extraño que parezca, nos quiere conducir a nuestras propias estancias interiores. Igual que el discípulo Juan recibió desde aquella hora a María en su casa (eis ta idia), es decir, como explica I. de la Potterie, como propia, como suya, en su interior.1 Nosotros también haremos un camino de la casa de José hacia nuestras propias estancias interiores, y le recibiremos ahí. Pasaremos el día de retiro no como un día de descanso o relajación, sino como un día para despertar, un día de verdad, de mirada y escucha renovada. Auscultaremos de José su silencio y su trabajo, su confianza y su cuidado de las cosas más pequeñas de la vida… Yo ya he estado allí, con él, en su casa, que es también la casa de María. No sabría recordar para ti las cosas concretas, los detalles que adornan el interior. Tuve la sensación de que los detalles no eran importantes, que no tenía que retener fotográficamente nada, y dejar que actuara en mí la fascinación de su presencia, la irradiación de su enseñar no enseñando, su decir no diciendo, su hacer no haciendo; en mi memoria y en mi ánimo dejó la huella de un viento tranquilo y removedor que ha puesto luz en mi propia casa. Pongo mi pie en el umbral y me siento invitado a un ámbito donde no se me fuerza a nada, y, sin embargo, como por extraña paradoja, tú mismo quisieras con urgencia y, sin demorar un minuto más, comenzar a resolver la crucial tarea de lo esencial, de lo simple. La sensación de la absoluta brillantez de lo simple y lo común. Como si por fin encontraras ese lugar buscado donde se aúnan la pobreza y la mejor poesía, la ausencia de sofisticación y la elegancia, el trabajo intenso y la mejor acogida. Voy entendiendo por qué no dice casi nada el evangelio acerca de José, porque no es importante, no da pie a una entrevista, y te vuelves de él mirándote avergonzado a ti mismo, desmontando tu curiosidad y tu afán de novedad, para hacerte mirar tu propia casa con algo más de verdad, de amabilidad. Reconoces en José, esa habilidad que tenía Jesús para curar la mirada de la gente herida, y devolverles a sí mismos con esa sensación inexplicable de sentirse por fin en casa, sin huir de su realidad; pues tal era el milagro que descubrían en sus ojos. 1
Al pie de la cruz Jesús pronuncia entre sus últimas palabras una recomendación que vale no sólo para Juan, sino para todos los discípulos, encomendando su madre al discípulo. El versículo 27b del capítulo 19 de Juan dice: “Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa”. “La tomó (digamos más bien la acogió) en su intimidad”, en su vida interior, en su vida de fe. Esta interioridad del discípulo no es otra cosa que su disponibilidad a abrirse en la fe a las últimas palabras de Jesús y a poner en práctica su testamento espiritual, haciéndose hijo de la madre de Jesús, acogiéndola como su propia madre, Ignacio de la Potterie, María en el misterio de la alianza, Madrid, BAC 1993, pp. 273-274. Explica también exegéticamente todo el pasaje en su anterior libro La verdad de Jesús. Estudios de cristología joanea, Madrid, BAC 1979.todo el capítulo 8.
3 Eso mismo encontré yo en la casa de José, nada que hiciera juego a un interés periodístico o superfluo de curiosidades inútiles. Dejo, por tanto, a un lado la grabadora y la cámara fotográfica, primer vaciamiento. No retener nada. La simplicidad de su figura te encara con tus superfluos intereses. Por tanto, voy a invitarte a recorrer las estancias de la casa de José, pero te advierto que no será una visita turística, que a la vez que entras en su casa notarás que, por increíble que parezca, estás reconociendo tu propia casa y verás como en un espejo tus tareas postergadas eternamente “para mañana”, y notarás, en algunos casos con dolor, que entrar en la casa de José y entrevistar a José no lo puede hacer quien no esté dispuesto a dejarse reconstruir. VISITA A LAS HABITACIONES DE LA CASA DE JOSÉ Visitaremos unas cuantas estancias que ya te indico para que no te resulten tan ajenas: 1. Habitación del silencio 2. Habitación de la noche 3. Habitación del trabajo 4. Hab. del acompañamiento 5. Habitación del camino
en la que aprendemos a escuchar en la que se hace patente el sueño de Dios en la que el amor se hace creativo e ingenioso en la que nos convertimos en padres y madres de la vida en la que recuperamos la disponibilidad perdida
1. HABITACIÓN DEL SILENCIO 1.6. Silencio de palabras 1.7. Silencio interior 1.8. Don de Dios 1.9. Silencio de poder 1.10. Silencio para la escucha 1.1. Silencio de palabras Lo primero que impacta al acercarnos a José es el silencio que lo envuelve, porque apenas dicen nada los evangelios de él, y porque no pronuncia palabras, actúa. La calidad de su silencio le hace respetar, no juzgar el misterio que germina en la entraña de María. Es el hombre que guarda el secreto y se echa discretamente a un lado. José es un recinto de silencio que nos invita a descalzarnos de palabras inútiles y protectoras, y adentrarnos en el silencio enfrentando el pánico a lo desconocido de nosotros mismos y de Dios. Encontramos aquí un silencio hondo y real, del cual podemos huir refugiados en lo sabido. Muy pocos se atreven con este silencio de José que des-centra: tenemos miedo a la verdad que nos des-ordena, que nos des-coloca des-plazándonos en otra dirección: la que Otro va sugiriendo. Si nos atrevemos a preguntarle a José por este silencio él mismo nos invitará a callar, parar y escuchar nuestro propio ruido interior y nuestra velocidad. Para esto se precisa un espacio suficiente y no camuflado de soledad. Por tanto, deja espacio, respira pausadamente.
4 Surgirán mil excusas para distraerte, pero no te desanimes, escucha tus ruidos y adéntrate en la atención amorosa a Él, a lo que Él es en ti en este momento, en medio de múltiples distracciones e interferencias, vuelve constantemente a esta verdad de su mirada y amor en ti. Cierto, tengo mil excusas contra el silencio del que me habla José en su casa, lo reconozco. Me doy cuenta de que mi servicialidad y disposición para ir y venir no siempre encierran una caridad y disponibilidad limpia, vacía de mí; con frecuencia esconde una aceleración y huída del silencio incómodo y despojador. Hay formas de pobreza interior que nos aterran y son condición de posibilidad real de volver a engendrar vida nueva, capacidad imaginativa, picardía, perspicacia creadora… Por todo ello, lo que está en juego en el silencio es de muy alto precio: la perla preciosa, el tesoro escondido. Surgirán mil tempestades de fuera y de dentro para disuadirte de hacer silencio. Santa Teresa dice: Ahora, tornando a los que quieren ir por él (este camino de oración) y no parar hasta el fin, que es llegar a beber de esta agua de vida, cómo han de comenzar, digo que importa mucho, y el todo, una grande y muy determinada determinación de no parar hasta llegar a ella, venga lo que viniere, suceda lo que sucediere, trabájese lo que se trabajare, murmure quien murmurare, siquiera llegue allá, siquiera se muera en el camino o no tenga corazón para los trabajos que hay en él, siquiera se hunda el mundo, como muchas veces acaece con decirnos: «hay peligros», «fulana por aquí se perdió», «el otro se engañó», «el otro, que rezaba mucho, cayó», «hacen daño a la virtud», «no es para mujeres, que les podrán venir ilusiones», «mejor será que hilen», «no han menester esas delicadeces», «basta el Paternóster y Avemaría».2
1.2. Silencio interior: tanto si era carpintero, como si realizaba otro oficio artesanal, no era el suyo un silencio idílico, carente de ruidos y chirriar de puertas. Precisamente lo que intuimos del silencio en la casa de José es que no se trata de un silencio monástico, con fondo de música gregoriana. Se parece más al silencio de una casa normal. Ruido en la cocina, ruido del niño, ruido en el trabajo, ruido en la calle, ruido de inquietudes e incertidumbres, pero en medio de todo eso, silencio atento, que escucha cómo la vida pasa y es Dios que pasa. 1.3. Don de Dios José hablaría muchas cosas en su vida, pero el evangelista deliberadamente le hace silencio. Un silencio que forma parte del plan de Dios y es don de Dios a su vida. Un silencio, como el de María, preñado de sentido y de dirección hacia una fecundidad más allá de sí. Silencio evocador y creador de posibilidades de vida entorno. Silencio que es espacio para la acogida de la vida y escucha del amor gratuito de Dios, de su iniciativa desbordante. El silencio que se ancla en la raíz de la existencia cristiana: el loco amor de Dios encarnándose: la gran palabra que deja en silencio a José y le hace a él mismo, en toda su vida, verbo silencioso. 1.4. Silencio de poder varonil, como se usaba entonces. José cede protagonismo a la iniciativa de Dios: ‘haz esto, haz aquello, vete, vuelve…’ José obedece. Este silencio del poder del hombre tiene que ver teológicamente con la maternidad virginal de María, ‘sin concurso de varón’. Se hace presente la gratuidad de Dios a través de una fuerza que no cuenta, ni resulta digna de atención para la mentalidad patriarcal de la época. La virginidad de María deja en silencio al poder del hombre, cuando pretende hacerse imprescindible y exclusivo, y revela la soberana fuerza de Dios que siempre cuenta con lo insignificante y humilde.
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Santa Teresa, Obras Completas, Camino de Perfección (Valladolid) 21, 2.
5 1.5. Es un silencio para la escucha… más allá del dolor, de la sequedad y del gusto. El silencio lleva a José siempre más allá, hacia el querer de Dios “más adentro en la espesura”, hacia una fuente que mana y corre, aunque sea de noche. 2. HABITACIÓN DE LA NOCHE Nos parece extraño que una habitación no tenga luz, ni ventanas, pero hemos aprendido en la habitación anterior a escuchar antes de juzgar, para comprender qué se aprende aquí. Y en la vida de todo creyente hay que verse en algún momento en estas estancias de tinieblas. Esta habitación oscura de la casa de José guarda un secreto que hay que descifrar, un secreto que tiene que ver con la inquebrantable fidelidad de Dios a José y la íntima fidelidad de José a Dios: el secreto del rey. En el santuario interior la noche envuelve un regalo de luz para el que sabe esperar y ver. 2.1. En secreto 2.2. En los Sueños 2.3. En oscuridad 2.4. En la Sombra 2.5. Las estrellas 2.1. En secreto: sin ser notado Noche Oscura (San Juan de la Cruz)3 3. En la noche dichosa en secreto, que nadie me veía, ni yo miraba cosa, sin otra luz y guía sino la que en el corazón ardía. José no hace juego a ‘orgullo herido’, no se deja llevar de ‘impulso egocéntrico’, mira hacia ella, hacia María su esposa y resuelve hacer algo sin juzgar, y tratando de evitar el juicio de las miradas ajenas. Decide echarse a un lado, para que la verdad salga a luz ella misma, para que el misterio se muestre en el tiempo que Dios quiera. No hay defensa, no hay excusa. El silencio exento de autoexculpación por parte de María, tiene como reflejo el silencio no enjuiciador de José. Dos silencios en complicidad que provocan el asombro de Dios y el nuestro. ¡Qué página tan delicada de profunda e incomprendida finura! 2.2. En los sueños (desvelamiento del profundo deseo de Dios y del hombre) Lo expresa bellamente el himno del Oficio Divino: La noche no interrumpe tu historia con el hombre. La noche es tiempo de salvación. De noche, por tres veces, oyó Samuel su nombre; de noche eran los sueños tu lengua más profunda. 3
Noche Oscura del alma, estrofa 3.
6 La noche es tiempo de salvación.
Hay un realismo necesario que nos enraíza en la vida, que nos compromete con la vida, pero hay un realismo ciego que mata los sueños, que condena a lo inmediato, que anula la capacidad de creer lo imposible. En este caso el realismo está enfrentado a la capacidad de soñar, el pragmatismo a la fantasía creadora. En los sueños todo es posible, las murallas de la suspicacia y de la racionalidad prudentemente equilibrada son derribadas, y lo inverosímil se hace verosímil. Y se comprende entonces que es cierto, que “para Dios nada hay imposible”. Entonces el sueño de Dios se hace presente en nuestro propio sueño, en forma de impulso potente, removedor, que arrostra dificultades en otro tiempo insalvables y que ahora, aun reconociendo los propios miedos, se presentan como vencibles y allanadas. Goliat sigue siendo Goliat, pero a David le ha nacido una confianza que hace insignificante la prepotencia de cualquier Goliat de turno. 2.3. En la oscuridad. Es el tiempo del no ver, del no saber: José, ‘peregrino de la fe’, como María, no tiene todas las claves del camino emprendido. Se fía. A oscuras. Da un paso en la noche. Sigue la voz de Dios y del ángel que le conduce donde, como y cuando él no sabe. Así avanza obedeciendo en oscuridad de fe desnuda.
2.4. En la sombra: en la insignificancia, la inapariencia, el ocultamiento voluntario. Se oculta a los ojos de los demás y se descubre y hace presente para lo que importa. Está allí donde se le necesita. San José se pierde en la sombra de la no ambición, desaparece a los ojos comerciales y publicitarios y se entrega en cuerpo y alma a una tarea, a una sola cosa.4. José vive la historia del grano de trigo.
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Aquí se puede leer el texto de Marta y María aplicado a José, pero leído desde el comentario de Santa Teresa: Marta y María han de andar juntas. Cf. Lc 10, 38-42. Cf. Santa Teresa, Libro de la Vida 17, 4; y, sobre todo, Séptimas Moradas, capítulo 4.
7 Reflexionar a la luz de San José el comentario de Juan de la Cruz de la canción 29 del Cántico Espiritual, una de esas páginas de sus escritos especialmente iluminadoras: CANCION 29. Pues ya si en el ejido de hoy más no fuere vista ni hallada, diréis que me he perdido; que, andando enamorada, me hice perdidiza, y fui ganada. 2. Donde es de notar que, en tanto que el alma no llega a este estado de unión de amor, le conviene ejercitar el amor así en la vida activa como en la contemplativa. Pero, cuando ya llegase a él, no le es conveniente ocuparse en otras obras y ejercicios exteriores que le puedan impedir un punto de aquella asistencia de amor en Dios, aunque sean de gran servicio de Dios, porque es más precioso delante de Dios y del alma un poquito de este puro amor y más provecho hace a la Iglesia, aunque parece que no hace nada, que todas esas otras obras juntas. Que, por eso, María Magdalena, aunque con su predicación hacía gran provecho y le hiciera muy grande después, por el grande deseo que tenía de agradar a su Esposo y aprovechar a la Iglesia, se escondió en el desierto treinta años para entregarse de veras a este amor, pareciéndole que en todas maneras ganaría mucho más de esta manera, por lo mucho que aprovecha e importa a la Iglesia un poquito de este amor. 3. De donde, cuando alguna alma tuviese algo de este grado de solitario amor, grande agravio se le hacía a ella y a la Iglesia si, aunque fuese por poco espacio, la quisiesen ocupar en cosas exteriores o activas, aunque fuesen de mucho caudal. Porque, pues Dios conjura que no la recuerden de este amor, ¿quién se atreverá y quedará sin reprensión? Al fin, para este fin de amor fuimos criados. Adviertan, pues, aquí los que son muy activos, que piensan ceñir al mundo con sus predicaciones y obras exteriores, que mucho más provecho harían a la Iglesia y mucho más agradarían a Dios, dejado aparte el buen ejemplo que de sí darían, si gastasen siquiera la mitad de ese tiempo en estarse con Dios en oración, aunque no hubiesen llegado a tan alta como ésta. Cierto, entonces harían más y con menos trabajo con una obra que con mil, mereciéndolo su oración, y habiendo cobrado fuerzas espirituales en ella; porque de otra manera todo es martillar y hacer poco más que nada, y a veces nada, y aun a veces daño. Porque Dios os libre que se comience a envanecer la sal (Mt. 5, 13), que, aunque más parezca que hace algo por de fuera, en sustancia no será nada, cuando está cierto que las obras buenas no se pueden hacer sino en virtud de Dios. 4. ¡Oh, cuánto se pudiera escribir aquí de esto!, mas no es de este lugar. Esto he dicho para dar a entender esta otra canción; porque en ella el alma responde por sí a todos aquellos que impugnan este santo ocio del alma y quieren que todo sea obrar, que luzca e hincha el ojo por de fuera, no entendiendo ellos la vena y raíz oculta de donde nace el agua y se hace todo fruto. También en este sentido, Edith Stein escribe en la Epifanía de 1940: “los acontecimientos decisivos
de la historia del mundo fueron esencialmente influenciados por almas sobre las cuales nada dicen los libros de historia. Y cuáles sean las almas a las que debemos agradecer los acontecimientos decisivos de nuestra vida personal, es algo que sólo experimentaremos en el día en que todo lo oculto será revelado”.5 De forma especial una de esas almas a las que se refiere Edith Stein sin nombrarle es San José. 5
Edith STEIN, Vida escondida y Epifanía, en Obras Completas, vol. V, p. 637, Burgos, Vitoria, Madrid, Coediciones. También: “La historiografía oficial calla acerca de estas fuerzas invisibles e incalculables (…) y nuestro tiempo se ve cada vez más obligado cuando todo lo demás falla, a esperar la última salvación de estos manantiales ocultos”, La Oración de la Iglesia, en Obras Completas, vol. V, p. 118.
8 2.5 Las estrellas: Esta habitación tiene una peculiaridad: a través de su techo se ven las estrellas. En toda noche hay estrellas que brillan y tintinean deslumbrantes. Hay estrellas en el firmamento de nuestros días que se convierten en modelos e ideales tan deseables como intocables. Estrellas fugaces, efímeras. No vale la pena dejar en ellas prendida la mirada. Otras, sin embargo, son decisivas para apuntar sendas que orientan más allá de sí mismas. Como la estrella de Belén, que habiendo conducido a los Magos hasta el portal desaparece, ha cumplido su cometido. José se compara a esas estrellas que no se quedan en su propio brillo, que conducen y desaparecen y, por eso, más que estrella nos parece sombra que arropa la vida que se le ha encomendado. Se pierde en la sombra para ganarse en el cuidado de otros, obedeciendo la voz del ángel: “Toma contigo al niño y a su madre”. (Mt 2, 13). Y siendo sombra en vida es convertido en estrella para la Iglesia de todos los tiempos. Deslumbra a base de ocultamiento. Esta vocación de escondimiento ha quedado plasmada en la espiritualidad de Nazaret, que es sinónimo de vida oculta y dedicada a las tareas sencillas de la vida cotidiana en la contemplación del paso de Dios. Carlos de Foucauld sería un claro exponente de esta espiritualidad. Isabel de la Trinidad también habla de este anhelo de escondimiento y abajamiento. Y se refiere a un lugar tan escondido que nadie irá allí a buscarla.6 Nos sobrecoge cómo Dios opera la irradiación misteriosa de estrellas que no brillan a los ojos de las gentes. La luz que viene de los que están ocultos y no necesitan exhibirse. De los que no esperan nada a cambio. Lo expresa bella y sabiamente siglos antes de Cristo Lao Tse, y son palabras que leemos referidas a José y que se convierten en espejo y pregunta para nosotros. … el Sabio abraza la Unidad, y se convierte en Modelo de todo cuanto se halla bajo el Cielo. No se vanagloria, y por eso brilla; no se justifica, y por eso es conocido; no proclama sus capacidades, y por ello merece confianza; no exhibe sus logros, y por eso permanece. No rivaliza con nadie, y por ello nadie compite con él. Ciertamente, no son palabras vanas el antiguo dicho: "Inclínate, y estarás completo." Más aún: si has alcanzado realmente la plenitud, todas las cosas acudirán en tropel a ti. 7 Quien se exhibe a sí mismo no brilla. Quien se justifica a sí mismo no obtiene honores. Quien ensalza sus propias capacidades no tiene mérito. Quien alaba sus propios logros no permanece.8
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Últimos Ejercicios, día 8, n 21. “Ellos se prosternan, adoran y arrojan sus coronas”... Primeramente el alma se debe “prosternar”, sumergirse en el abismo de su nada, zambullirse allí de tal modo que, según la maravillosa expresión de un místico, ella encuentre “la paz verdadera, inmutable y perfecta, porque se ha precipitado tan bajo que nadie irá a buscarla allí”. Entonces ella podrá “adorar”. La adoración, ¡ah!, es una palabra de cielo. Me parece que podría definírsela: el éxtasis del amor. Es el amor vencido por la belleza, la fuerza, la grandeza inmensa del Objeto amado, que "cae en una especie de desfallecimiento", en un silencio lleno, profundo; este silencio del que habla David al escribir: “¡El silencio es tu alabanza!”. Sí, es la más bella alabanza, ya que es la que se canta eternamente en el seno de la apacible Trinidad; y es también el último esfuerzo del alma que rebosa y no puede decir más... (Lacordaire). 7 Lao Tse, Tao Te Ching 22. 8 Ib., 24.
9 Salimos de esta habitación con la sensación de haber sido aleccionados fuertemente en el desprendimiento de nosotros, comprendiendo cuán torpes somos al pretender honores humanos y cuánto tiempo perdemos en la dirección equivocada de los aplausos huecos. José nos ha liberado también de esta sed de recompensas fáciles. Y nos ha invitado a recuperar la confianza del trabajo hecho sin esperar recompensa.
3. HABITACIÓN DEL TRABAJO José era conocido por sus conciudadanos como un hombre normal, un trabajador. Hay una representación muy conocida en la tradición del Budismo Zen que muestra en el 10º de esos cuadros al cuidador de un buey, ya sin buey, (sin guardar ganado, diría San Juan de la Cruz), vendiendo frutas en el mercado y sonriendo, sin hacer ninguna actividad especial. Es el ejemplo de la más alta mística para el budismo zen.
Al igual que en la mística cristiana, no es lo extraordinario lo que da valor a las acciones y a la vida del santo o del creyente, sino el amor callado. Estar aquí, no hacer nada especial. Amar. No oscilar, he ahí la santidad, vivir integrados y reconciliados en el presente haciendo desde lo que se es y siendo sin necesidad de hacer. La profundidad de todo lo humano se revela en el trabajo de José. En este sentido no es más importante un rato de oración que un rato de trabajo, la importancia no está en el tipo de actividad que llevamos a cabo, estar aquí o allí, en esto o en lo otro, sino en el cómo y desde dónde. La calidad del ser en cada momento y en cada acción, la calidad con la que vivimos las más insignificantes y ocultas acciones y las más visibles y llamativas. No es más digno ser ministro que albañil, ser obispo que monaguillo, las jerarquías humanas, también malnombradas dignidades, no responden a la verdadera dignidad de la persona, son categorías humanas equívocas. Según el evangelio lo que dignifica la vida es el amor, primero el que recibimos de Dios y el que somos.
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En esta habitación aprendemos que nuestro trabajo ha de ser fuente de humanidad y dignificación. José se santificó haciendo algo común, sin milagros, sin consuelos fáciles, sin brillo, escondido y amando su tarea cotidiana, acompañando a Dios en la nueva creación. 4. HABITACIÓN DEL ACOMPAÑAMIENTO 4.1. La confianza: no temas 4.2. El Espíritu: auténtico artífice 4.3. El nacimiento de Dios 4.4. Nombrar 4.5. Buscar 4.6. Saber marchar y dejar marchar 4.1. La confianza Nadie camina, ni da un paso en la vida sin una confianza básica. En esta habitación recuperamos la confianza fundamental en la mano que nos lleva y que siempre ha estado ahí. No se puede entender la vida de José si no es a la luz de esta clave de confianza. Y no se puede acompañar la vida si no se confía en Otro más fuerte. Porque el camino siempre es superior a nuestras fuerzas.9 José es también base de confianza para Jesús desde su paternidad que vela, sostiene, alienta. La confianza no se genera sin experiencias humanas de apoyo incondicional. De modo que la confianza de Jesús tiene algo que ver con la presencia invisible de José. El mismo José vive su propio proceso de confianza: “José, no temas tomar contigo a María…”10
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1 Re 19, 7. Mt, 1, 20.
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11 A semejanza y diferencia de Abrahán, José no sacrifica a su hijo único, sacrifica su propio modo de entender terrenal a favor de la novedad de Dios, una lógica diferente, paradójica. José sacrifica su apropiación de un hijo y asume cuidarlo como propio, sin ser suyo. De alguna forma ha sacrificado el hijo antes de tenerlo, se ha desprendido de él antes de hacerlo suyo. Y lo ha cuidado como si hubiera salido de sus entrañas. Confianza llena de paciencia, hasta que Él quiera, guardando también en su corazón todas aquellas cosas. Como el barco espera que suba la marea, José Sabe esperar, aguarda que la marea fluya —así en la costa un barco-, sin que el partir te inquiete. Todo el que aguarda sabe que la victoria es suya; porque la vida es larga y el arte es un juguete. Y si la vida es corta y no llega la mar a tu galera, aguarda sin partir y siempre espera, 11 que el arte es largo y, además, no importa.
4.2. El Espíritu Es el auténtico artesano de todo proceso de acompañamiento. José mismo se deja llevar por ese Espíritu y acoge su acción misteriosa en el seno de María. “Lo engendrado en ella viene del Espíritu Santo” (Mt 1, 20). Hay que escuchar de tal modo en las entrañas de cualquier otro que vislumbremos la acción del Espíritu, sin usurpar su papel director. Escuchar con la paciencia y maestría de quien sabe que incluso más al fondo de todo caos, de toda oscuridad el Espíritu aletea promoviendo una nueva creación. Con esta confianza José se pone en camino. 4.3. Nacimiento de Dios “Dará a luz un hijo” Mt 1, 21. El objetivo de este itinerario es el nacimiento de Jesús, el nacimiento de Dios en esta tierra, dirán algunos místicos; y a José le ha tocado cuidar, velar, sostener y, probablemente acompañar de cerca todo este alumbramiento. ¿Por qué no incluso haciendo las veces de matrona? Si reconstruimos la composición literaria de Lucas, lo más probable es pensar en José al lado de María en el mismo momento de dar a luz. Preciosa estampa que tal vez tengamos que rescatar para entender más plenamente todo este proceso de José como padre de la vida que nace. Podemos imaginar la incertidumbre compartida con María, tal vez la angustia vivida por el improbable y dudoso acomodo, la sorpresa, el llanto, el júbilo, la inmensa alegría, y a José lavando el cuerpo tiritando del recién nacido y envolviéndolo en pañales y entregándoselo a su madre. Nos convertimos, como José, en padres y madres de la vida cuando entendemos que esta es la más bella de las experiencias del ser humano, el nacimiento de Dios en su propia historia, nacimiento que no se da sin matrona, sin compañía, sin hermanos que me ayuden a alumbrarla en fidelidad al Espíritu Santo. 4.4. Nombrar. “Le pondrás por nombre Jesús” Mt 1, 21. Nombrar es hacer única a la persona, darle identidad. El nombre más importante es con el que Dios nombra mi vida, y quien acompaña tiene la hermosa tarea de vislumbrar y descubrir la identidad que, a la luz de Dios, define el camino del discípulo, del hermano, del hijo.
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Machado, Consejos.
12 Aprender a nombrar a las personas desde la escucha profunda del corazón, desde la escucha de la mirada con que Dios me mira. “Cuando se ama a alguien, se le da nacimiento, se le da confianza en sí mismo, se le muestra lo hermoso que es, se le revela al fuerza amorosa que hay en él y su capacidad de dar vida” (Jean Vanier)12 4.5. Buscar “Tu padre y yo te buscábamos angustiados” Lc 2, 48 Jesús, como todos los hijos no evitó la angustia de sus padres. Tener hijos es pasar por la incertidumbre y el desasosiego de vivir una prolongación de las propias entrañas más allá de sí arrojadas en el peligroso mundo. Y en todos los procesos de pérdida, de ruptura y oscuridad porque todo ser humano pasa, igual que José hizo, nos toca volver a buscar la oveja perdida con paciencia renovada una y otra vez, para ayudar a volver a casa, no la casa de la dependencia, sino la del crecimiento en libertad. 4.6. Saber marchar y dejar marchar Nunca es tan lúcido el maestro como cuando sabe echarse a un lado, nunca se es tan madre y padre como cuando se deja marchar, porque llegó el tiempo de echar a volar la vida. En un momento de la historia José desaparece, como había vivido, sin hacer ruido, sigiloso. Sencillamente no aparece más. Ha concluido su tarea. Es este uno de los momentos más delicados, difíciles y hermosos del acompañante, y José lo vuelve a hacer sin dejar rastro de sí. “Hay que aprender a amar como una hoguera bien encendida, sin dejar rastro ni huella de sí” (Shunryu Suzuki)13. Aprendemos en esta habitación a ser padres y madres de la vida acompañando al Espíritu Santo que actúa en cada criatura y es el verdadero artífice del crecimiento interior hasta el nacimiento de Dios, que acontece permanentemente en el camino de la vida.
5. HABITACIÓN DEL CAMINO En esta habitación terminará nuestra visita, pero termina abriéndonos a un camino sin fin. 5.1. Disponibilidad 5.2. Dinamismo y proceso 5.1. Disponibilidad, de cambiar planes ante sugerencias inesperadas de un ángel. Disponibilidad para la escucha de un ángel inesperado, para la acogida de una gestación insospechada en mi propia vida o en la vida de otro cercano. Esto supone capacidad de asombro y apertura a la sorpresa: No temas recibir a María y al niño en tu casa, y cuidar de ellos. Cf. Mt 1, 20. Invitación real a creer en los procesos de renacimiento en el corazón de los cercanos. Nunca nos conocemos suficientemente, aunque sabemos nuestros tics y manías, pero no nos es fácil sacar brillo y estrenar la fe en que otro cercano, incluso estéril, inútil, torpe, enfermo, duro de 12 13
La fuente de las lágrimas, Santander, Sal Terrae 2002, p. 86. Mente Zen, mente de principiante.
13 corazón, etc.… esté viviendo en sus entrañas un nuevo nacimiento de Dios. Igual que María precisó la cercanía protectora, en vela de José, hay quien necesita cuidadores de la vida que está para nacer, auscultadores en la noche, arropadores que caldeen el frío que amenaza con abortar la vida, que implacable y milagrosa es alumbrada hoy. Frente a la desconfianza y los resabios que pasan esquivando sin rozar la vida del otro, cuestionar nuestras vidas comunitarias en las que a veces nos respetamos hasta el punto de no rozarnos; viajes en paralelo, en distancia respetuosa, pero carente de complicidad. O al revés, cercanías asfixiantes, agobiantes que estropean la confianza y malogran la naturalidad y la sana autonomía. ¿Yo creo que Dios puede hacer emerger la vida nueva en las entrañas de cualquier otro que conmigo va? ¿Aplico esta fe para que sea posible ese calor que sostiene y favorece el milagro de la vida? Saturados como estamos de proyectos, que comprimen la agenda de actividades, todas ellas importantes e inexcusables… Agobiados por preocupaciones que se agarran como la hiedra a nuestra memoria, caemos en la trampa de lo accesorio y descuidamos la mirada al centro, la llama de amor viva, la simplicidad del corazón, la respiración del presente gratuito, la confianza audaz y, sobre todo, la disponibilidad para decirle a Dios: “Aquí me tienes, ¿en qué puedo ayudarte”. Aprendemos en esta habitación que no nos basta ninguno de los sí que dimos en el pasado y que la clave de los que aman de veras es la disponibilidad en el instante presente, no mañana ni ayer. Hemos visto a José atento en la noche para obrar el querer de Dios y ponerse en camino, ligero de equipaje. 5.2. Dinamismo y proceso. Hacemos nuestro el texto de Mateo, habitando y protagonizando la acción y el dinamismo de esos verbos que se señalan en negrita: MATEO 213 Después que ellos se retiraron, el Ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: “Levántate, toma contigo al niño y a su madre y huye a Egipto; y estate allí hasta que yo te diga. Porque Herodes va a buscar al niño para matarle.” 14 El se levantó, tomó de noche al niño y a su madre, y se retiró a Egipto; 15 y estuvo allí hasta la muerte de Herodes; para que se cumpliera el oráculo del Señor por medio del profeta: De Egipto llamé a mi hijo. 16 Entonces Herodes, al ver que había sido burlado por los magos, se enfureció terriblemente y envió a matar a todos los niños de Belén y de toda su comarca, de dos años para abajo, según el tiempo que había precisado por los magos. 17 Entonces se cumplió el oráculo del profeta Jeremías: 18 Un clamor se ha oído en Ramá, mucho llanto y lamento: es Raquel que llora a sus hijos, y no quiere consolarse, porque ya no existen. 19 Muerto Herodes, el Ángel del Señor se apareció en sueños a José en Egipto y le dijo: 20 “Levántate, toma contigo al niño y a su madre, y ponte en camino de la tierra de Israel; pues ya han muerto los que buscaban la vida del niño.” 21 El se levantó, tomó consigo al niño y a su madre, y entró en tierra de Israel.14 22 Pero al enterarse de que Arquelao reinaba en Judea en lugar de su padre Herodes, tuvo miedo de ir allí; y avisado en sueños, se retiró a la región de Galilea, 23 y fue a vivir en una ciudad llamada Nazaret; para que se cumpliese el oráculo de los profetas: Será llamado Nazoreo.
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Se repite el Éxodo y la tierra prometida ahora será el mismo Niño.
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PALABRAS DEL ÁNGEL en las que se descubre la movilidad y el dinamismo del Espíritu en el camino de José: -
Levántate
PONTE EN PIE…
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Toma contigo al niño y a su madre
HAZTE CARGO, ASUME…
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Huye
PIÉRDETE…
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Estate allí hasta que yo te diga
PERMANECE, PERSEVERA…
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Se levantó
VUELVE A LEVANTARTE…
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Se retiró a Egipto
RETÍRATE
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Ponte en camino
SAL DE AQUÍ HACIA…
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Entró
ADÉNTRATE…
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Tuvo miedo…
RECONOCE TU MIEDO…
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Fue a vivir
VIVE…
Comentar estos verbos que aquí no desarrollo y enlazarlos con el dinamismo del Espíritu en nuestro propio camino de búsqueda. Conectar con palabras claves de la Biblia o de los místicos o de otros autores espirituales en su propuesta de crecimiento y maduración interior.
15 SUGERENCIAS PRÁCTICAS PARA UN DÍA DE RETIRO EN CASA DE JOSÉ En cada una de las habitaciones se te propone una posibilidad, si aceptas adentrarte en ella y no simplemente pasar de largo: 1. Silencio:
Que haya silencio real, ausencia de arrimos y lecturas. Al menos durante dos horas.
2. Noche:
Repasa algunas de las noches de tu vida y recuerda qué luz, qué nacimiento ha brotado de ellas. Escríbelo.
3. Trabajo:
(Ésta tarea no es para hoy): procura mañana vivir tu trabajo con José, dándote cuenta de lo que haces, contemplando en medio de la actividad. Cuida detalles.
4. Acompañamiento: ¿Estoy acompañando la vida de los que tengo a mi lado, los tomo conmigo hacia Egipto, hacia Galilea o los dejo a su suerte? 5. Camino:
A) Da un paseo fuera o dentro de casa, y hazte consciente del paso que estás dando, de cada paso, deja que cada realidad te llegue y sea don y te sorprenda. B) Ejercicio de Lectio Divina con Mt 2, 13-23 Lee despacio el texto y entra en el significado de los verbos que aparecen en el texto. Conjúgalos aplicados a ti.
Por Fr. Miguel Márquez
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