Dion Fortune Me parece que este artículo trata de forma muy clara -como todos los escritos de Dion Fortune-, un tema complejo, motivo por el cual deseo compartirlo.
La gran mayoría de nuestros semejantes están siempre dispuestos a tomar el mundo tal como lo encuentran, y mientras éste no les trate demasiado mal, están contentos. Sin embargo, algunos quieren saber lo que se oculta tras el mundo que ven, y hasta que puedan saber la contestación a ese interrogante sufren de divino descontento, ese descontento que espolea continuamente al hombre a buscar más allá del horizonte donde parecen perderse los caminos. La mayoría de los seres humanos parecen aceptar como inevitable el sufrimiento, y salvo que se pongan en contacto personal con algún caso flagrante, o sean ellos mismos las victimas, no formulan siquiera una protesta. Otros, sin embargo, parecen estar ligados con la raza humana, que sufren con los sufrimientos de la humanidad y no pueden aceptar la felicidad o la paz para sí mismos mientras lo demás sufran y penen. En la antigüedad esos individuos eran rarísimos, pero actualmente ya son muchos, y cualquier observador verdadero de las cosas humanas no puede dejar de reconocer que existe este sentimiento de fraternidad incipiente con todas las cosas y que ese sentimiento va creciendo en intensidad.
Cuando consideramos a estas dos clases de seres humanos en relación con el problema de la Evolución, podemos ver que reaccionan diferentemente, aunque el resultado de su actividad sea fundamentalmente el mismo. Una clase trata de mejorar la Evolución mediante la aplicación de la ciencia, para apresurar los lentos procesos de la Naturaleza, mientras que la otra trata de disimular los sufrimientos que implican los planes de la Naturaleza, y tanto unos como otros tratan de adquirir conocimiento para servir más eficientemente a sus semejantes. Si estudiamos las vidas y los escritos de estos hombres y mujeres que trataron de adquirir el conocimiento, no meramente por el conocimiento mismo, sino para poder aplicar ese conocimiento para alivio del sufrimiento humano, nos llamará grandemente la atención constatar que estas vidas tienen muchísimos puntos en común, factores que los destacan de las vidas de otras personas eminentes de otros tiempos. Generalmente tienen, desde su infancia, el presentimiento de algún trabajo que tienen que hacer, y nunca desfallecen en su vocación. Tarde o temprano se les presenta la oportunidad de realizar y nunca vacila su devoción ni su dedicación al mismo. Y luego, sean agnósticos o creyentes (rarísimas veces se encuentran ateos entre ellos), tienen la sensación de estar en contacto con algo superior a ellos mismos y de que son utilizados como instrumentos para el servicio de sus semejantes. También podemos comprobar muchas veces que estas personas, aunque frecuentemente sean de cuerpo débil, poseen una especie de poder suprahumano de resistencia cuando se encuentran al servicio de esa Potestad, que ellos invariablemente atribuyen a una fuente exterior a ellos mismos. No puede dejar de llamarnos fuertemente la atención el hecho de que todas estas mujeres y hombres, cualquiera que sea la empresa en que se han embarcado, contemplan la vida desde el mismo punto de vista. El de la simpatía Universal. También, puede notarse, además, si los observamos muy de cerca, que algunos de ellos –no todos - comparten cierta fraseología que demuestra que tienen algo en común y que están familiarizados con algo cuya terminología está fuera de lo ordinario y que, aunque este punto no sea jamás mencionado directamente, su fraseología ha influenciado en tal forma su estilo literario que inconscientemente se desliza en sus éxitos. Entonces vemos que estos trabajadores por la humanidad tienen cierta comunidad de carácter, y que algunos de ellos deben tener también cierta comunidad de estudios. También podemos comprobar que ninguno de ellos está contento con dejarse llevar por el lento curso de la Evolución natural y que han comenzado a nadar por su cuenta. La conciencia de sí ha trascendido el impulso ciego que los arrastraba hacia otras cosas y entonces comienzan a presentir vagamente su meta, de la misma manera en que un caballo sediento siente la presencia del agua en la invisible lejanía. Y finalmente llegamos a notar que desde lejos viene una contestación y algún poder, de esos que la ciencia materialista no conoce, que parece cooperar con sus esfuerzos, guiándolos en
sus dudas y ayudándolos en sus dificultades. La historia de estos individuos da pie a la creencia de que este contacto con algo superior a ellos mismos no es una ficción de la fantasía, porque ellos logran realizar lo que los seres humanos rara vez logran y con sus frágiles cuerpos han soportado y realizado lo que hubiera deshecho a los demás. ¿Cuál es el poder con que se ponen en contacto estas grandes almas? La tradición esotérica afirma que han recibido la iniciación de una clase o de otra; porque hay dos clases: la física y la no física, que generalmente se reciben juntas, aunque a veces sólo se experimenta una y la otra no. La iniciación física admite al estudio de la sabiduría esotérica adquirida por generaciones de seres humanos que han investigado bajo la superficie de la existencia, que han buscado afanosamente el significado de las cosas más bien que sus formas externas. Admite al estudiante dentro de la fraternidad y confianza de estos hombres y los dispone discípulos.
La segunda forma de la iniciación es una experiencia espiritual, en la que el alma establece contacto con las Potencias superiores, siendo admitida en la Gran Fraternidad de las Almas en los Mundos Internos. De estas dos clases de iniciación, una u otra viene primero, a veces la física, la iniciación menor, es la primera, enseñándosele entonces al estudiante paulatinamente a prepararse para la experiencia espiritual. En otros casos viene primero la iniciación espiritual y entonces se coloca al estudiante, poco después, en situación de recibir la iniciación física, si así lo desea. Sin embargo, todos los Ocultistas están de acuerdo en que, aunque todos los individuos no reciban forzosamente ambas iniciaciones, la una lleva consigo siempre la oportunidad de la otra. Ahora podríamos preguntar. ¿Cómo puede un individuo adelantarse a la marcha de la Evolución? En primer lugar, observamos que sólo las personas de gran carácter pueden dar semejante paso. ¿Qué es lo que causa este desarrollo anormal del carácter?
La Ciencia Esotérica tiene también su explicación tradicional para este problema. Empieza por sentar la premisa de que la Evolución de la que formamos parte no es única, pues ha sido precedida por otras y será seguida por otras más. También declara que la Evolución no es un proceso ciego, mecánico y material, explicable en términos físicos-químicos, sino que constituye esencialmente un proceso mental, el advenimiento a la manifestación o corporización en forma concreta de una idea de la Mente Divina. La Ciencia Espiritual declara además que los sujetos de esta evolución pueden tomar parte y ayudar en la obra, porque tan pronto como nos volvemos conscientes de una idea que la Mente Divina está expresando, nosotros mismos nos ponemos a expresarla, le damos forma concreta y la incorporamos en nuestras vidas, tomando así sobre nosotros la obra de la Evolución. Entonces estamos cooperando conscientemente con Dios, porque es raro aquel que ha alcanzado una comprensión del objetivo mayor y que se quede pasivo. Esta gran idea fructifica dentro de uno mismo en forma tan vigorosa que se ve obligado a colonizar mentalmente, de la misma manera en que una nación fuerte y llena de vida coloniza físicamente. Es un hecho bien conocido que los similares se atraen y que tarde o temprano somos arrastrados hacia la sociedad de nuestros semejantes. Y esto es especialmente cierto entre aquellos que se han puesto en contacto con lo Divino: Las grandes corrientes mentales que circulan por el Cosmos, en la misma forma que las corrientes magnéticas que circulan por la tierra, lo arrastran indefectiblemente a su lugar adecuado. Por este motivo la Ciencia Espiritual no sale nunca a buscar sus discípulos, pues sabe que los discípulos vendrán a ella. Nunca vemos que las logias ocultas se anuncien en los pizarrones, pero sí podemos sentir cuando se establece una corriente determinada en la mente de los seres humanos. ¿De qué manera alcanza el ser humano el punto de madurez necesaria para obtener esta profunda experiencia espiritual? Ya hemos visto que sólo las personas de un carácter especial son las que reciben la iniciación.
¿Cómo se adquiere ese carácter? La Ciencia Espiritual da las explicaciones necesarias de acuerdo con la doctrina de la reencarnación, ó sea la teoría de que el alma inmortal toma muchos cuerpos, adquiriendo experiencia y desarrollando su carácter en cada uno de ellos, desechando cada uno de ellos cuando ha cumplido su fin, y tomando uno nuevo para proseguir el trabajo. La Ciencia Esotérica siempre habla en términos de Evolución, mientras que el ser humano piensa en términos de una encarnación, de una sola vida y esta diferencia de punto de vista influencia fundamentalmente su actitud hacia la vida. Para el uno la muerte significa el fin de todo; para el otro es sólo el final de un aspecto o de una fase. Para uno es un cataclismo; para el otro meramente una puesta de Sol. Si en el curso de las largas edades de la Evolución, un alma determinada demuestra aptitudes para ser educada y capacidad para aprovechar los frutos de la experiencia, en mucho mayor proporción que sus semejantes, esas Grandes Inteligencias, que son el fruto de las pasadas Evoluciones y que están cooperando conscientemente con la Mente Divina, concretando la idea abstracta del Bien, en la misma forma que lo hacemos Nosotros -cuando nos tornamos conscientes de lo Divino- , esas Grandes Inteligencias seleccionan al individuo de entre la masa de sus semejantes y comienzan a darle una enseñanza especial, no para su propio beneficio, sino porque ven en él a un futuro colaborador. Cuantos más colaboradores con la Divinidad existan para servir de levadura a la masa inerte de la vida evolucionante, tanto más rápido y fácil será el progreso de la evolución. La Tradición Esotérica declara que tan pronto como una mente está lo bastante adelantada como para captar y comprender su significado, se la pone en contacto con la teoría esotérica de la Evolución, de manera que, conociendo el plan, pueda cooperar con el trabajo. Pero muchísimo antes de que el individuo esté maduro para la realización consciente de esta gran obra, su mente va siendo adiestrada, disciplinada y preparada convenientemente, antes de que la consciencia individual se dé cuenta del proceso a que ha sido sometida, momento en que el individuo sigue el trabajo por su propia cuenta. Si se recupera la memoria de las vidas pasadas de esos individuos, mediante los procedimientos conocidos por la Ciencia Espiritual, puede verse claramente todo el proceso de la preparación y adiestramiento, mostrando las distintas vidas en su tipo particular de experiencia y siendo todo su curso muchísimo más lleno de acontecimientos y aventuras que el de sus semejantes. En pocas vidas se han condensado así muchísimas aventuras. Su educación es también mucho más penosa y dura, pero junto con el fardo más pesado viene también una fortaleza más grande. Vida tras Vida esta concentraci6n de experiencias sigue adelante hasta que finalmente el individuo es conducido hasta el punto en que recibe la iniciación física, generalmente en algún grado menor, pero que, sin embargo, sirve de punto de partida para la oportunidad. Al estudiar esas memorias suele llamar la atención el hecho de que ese individuo frecuentemente
aparece vinculado a algún templo u otro centro de conocimiento esotérico, en algún puesto de poca jerarquía, tal como el de cuidador auxiliar o funcionario en la rutina de los rituales. La primera cosa con la que traba conocimiento es con el ritual, la forma exterior. Pero eso basta para despertar la curiosidad, y si una mente puede ser estimulada a hacer alguna pregunta, ello demuestra que está pronta para recibir la respuesta. Si contemplamos la historia de este individuo, lo veremos avanzar y retroceder como las olas del mar, de acuerdo con el empleo que haga de sus oportunidades, pero si realmente es un triunfador y va a convertirse en uno de los iniciados mayores, lo vemos avanzar firmemente a pesar de todos los obstáculos, abriéndose el camino gradualmente hasta los conocimientos más profundos. Lo vemos encarnación tras encarnación, recibiendo las iniciaciones de los Misterios de su tiempo y raza, utilizando las experiencias de cada vida como punto de partida para la próxima. Es de interés notar que lo que se adquiere una vez no se pierde jamás. La capacidad y la aptitud subsisten aunque la memoria desaparezca y todo lo que se ha aprendido se almacena en la subconsciencia y va constituyendo los cimientos del carácter. En cada una de sus vidas vemos como recapitula rápidamente los progresos hechos en sus vidas anteriores, hasta llegar al punto en que lo dejó en la última, para comenzar inmediatamente el laborioso proceso de adquirir las nuevas experiencias. Este hecho explica los rápidos progresos logrados por algunas, mientras que otros tienen que abrirse el camino trabajosamente, pero recordemos siempre que el trozo de camino que hoy recorremos tan penosamente, será recapitulado rápidamente cuando la aurora de una nueva encarnación aparezca en nuestra existencia. Consideremos ahora lo que ocurre en nuestra vida actual si hemos seguido ese camino en el pasado. Para empezar tenemos que recapitular lo pasado. Tan pronto como empezamos a pensar por nosotros mismos nos encontramos en el punto en que quedamos al partir. Aunque no tengamos todavía los datos reales sobre los cuales podamos basar nuestras opiniones, encontramos que nuestra mente ya posee ciertas conclusiones, las cuales, para los que no ven las cosas desde nuestro punto de vista, parecen prejuicios irrazonables. Sin embargo, forman parte tan intrínseca de nuestro ser interno que ninguna prueba ni argumento nos puede hacer vacilar; sabemos en la misma forma que sabemos que tenemos pies y manos, porque este conocimiento ha sido infundido en nosotros por siglos de experiencia y la presión de una sola vida es insuficiente para obligarnos a salir de esas sendas tan grabadas. Así es como ocurre que una persona pueda pasarse toda la vida sin encontrar la menor simpatía o apoyo para sus puntos de vista, y, sin embargo, mantenerse firme. Pero tarde o temprano, quizás no sea antes que en el momento de morir, será atraído hacia la compañía de sus hermanos y compañeros.
Estas ideas parecen como si fueran inherentes a la mente y por eso se recuperan enseguida y cada vislumbre fugitivo que tenga relación con la materia se graba en la memoria, como si tuviera una fascinación peculiar propia. Todos recordamos, sin duda alguna, haber leído muchas novelas, cuyo argumento se nos ha olvidado por completo, pero que, si ha habido en ellas la menor referencia a los Misterios, esto si lo recordamos. Todos los estudios de esta naturaleza vienen con facilidad al estudiante, porque en realidad no está aprendiendo sino revisando; no está introduciendo nuevas ideas en su mente por primera vez, sino que está recordando conscientemente lo que yacía subconscientemente en él mismo. Una gran parte de nuestra subconsciencia persiste de vida en vida. La mente consciente es lo que tenemos que construir de nuevo en cada encarnación. El estudiante recuperará de su subconsciencia muchos recuerdos de cosas que ha aprendido en el pasado, los cuales él mismo está dispuesto a tomar por revelaciones, ya que son tan extrañas a su conciencia normal; no es probable, sin embargo, que el estudiante, en esta etapa de su carrera, se ponga a leer "Recuerdos Akashicos", sino más bien que esté explorando las profundidades de su propia mente subconsciente, cuyo contenido es muchísimo más grandioso de lo que él pudiera sospechar. Esta derivación o extracción de conocimientos de la subconsciencia puede ser tomado muchas veces por el estudiante como un auxilio o enseñanza proveniente del exterior, y, aunque este error sea común, no debe por ello colegirse que ese auxilio externo no se produzca también. En realidad, dicho auxilio está siempre presente y todo depende del poder que tengamos para aprovecharnos del mismo. El auxilio exterior siempre viene al estudiante cuando ha adelantado suficientemente para que pueda beneficiarse con ello, y muchos son los que podrían contar cómo la "casualidad" se presentó ante ellos tantas veces seguidas, que hubiera sido imposible negar que algo la motivaba. Sin embargo, debemos recordar que el poder de la mente sobre las circunstancias es tan grande, que nunca debiéramos cometer el error de mirar afuera antes de haber mirado adentro. Por lo demás, podemos hacer mucho para conseguir lo que deseemos utilizando el poder de la mente. Es muy difícil sobreestimar el poder de un deseo claramente formulado y continuado. Es así como el deseo formulado se lanza a la búsqueda del Maestro y no tiene que ir muy lejos. Si el estudiante es realmente digno, encontrará enseguida su recompensa mediante la sensación de que ha logrado establecer ese contacto mental o se encontrará con que la "casualidad" lo ha puesto en contacto con alguna fuente de información oculta y de adiestramiento, y que su trabajo consciente puede comenzar inmediatamente.
La Puerta Está Abierta: Puede Recorrer La Senda…….