I.S.F I.S .F..D. D. N N| |21 “D “Dr r . Ric Rica ard rdo o Roj oja as” Mater ia: ia: Did idác áctic tica a II Pofe fessora ra:: Nor Nor ma Dia iazz Alu Al umnas: Bel Bele en B Ba ar reñ reña, Danie iela la Fa Faria riass y J y Jo oha hann nna a Silva Año: 201 2014 4 Cur so: so: 2° 2° 2 2°°
El humor en la literatura
a MODO de bienvenida... La finalidad de este cuadernillo es que accedas a la lectura de textos literarios de humor, que conozcas sus características caracte rísticas y los diferentes tipos de que hay. Y que puedas ver la utilización de este recurso recurso en diferentes géneros. Aquíí encontrarás Aqu encontrarás las lecturas lecturas que realizaremos en clase y actividades para su análisis y su puesta en práctica.
A disfrutar... disfrutar...
EL HUMOR
El humor forma parte de la actividad esencial y exclusiva del ser humano, al igual que el pensamiento. No hay humor si no hay pensamiento. Sin embargo, encerrarlo en una definición resulta prácticamente imposible, no solo en su concepto, sino en sus variedades. El sentido del humor es un término muy relativo, es casi indefinible e inabordable por naturaleza propia. Es compatible con gran variedad de argumentos y de actitudes. Depende de las culturas, de los momentos históricos, del nivel social, cultural y económico de cada persona. El humor ha sido estudiado por reconocidos escritores, que también lo han utilizado como recurso para contar sus increíbles historias. Uno de ellos es Cortázar y define al humor como la capacidad humana humana de trastocar la realidad, de crear una “visión en que las cosas dejan dejan de tener sus funciones establecidas para asumir muchas veces f unciones diferentes, funciones inventadas”. Esta es una de las las tantas definiciones sobre sobre humor, humor, pues podemos encontrar encontrar tantas como lectores y escritores hay hay,, ya que cada uno forma su definición a través de su experiencia personal. Por lo tanto vamos a poder encontrar innumerables definiciones pero lo que si podemos establecer son exactitud son los recursos r ecursos que esta posee. A continuación continuación enumeraremos algunas de ellas: ? La ridi ridicul culiza izació ción: n: exag exagera eració ción n desme desmedid dida. a. ? Lo inadecu inadecuado ado al contex contexto to que que se se opone opone al sentid sentido o común. común. ? El equívoc equívoco: o: situac situaciones iones confu confusas, sas, dese desencue ncuentros ntros o desenga desengaños. ños. ? El do dobl ble e sen sentitido do de la pa pala labr bra. a. ? Ju Jueg ego o de de pal palab abra ras: s: ri rima ma.. ? La repet repetici ición: ón: insi insiste stenci ncia a de alguna alguna frase frase o gest gestos. os. ? Lo so sorp rpre resi sivo vo o ine inesp sper erad ado. o. ? La ironía: ironía: figura figura retóri retórica ca que que supone supone una una inversi inversión ón del del significa significado. do. ? La paradoj paradoja: a: sucede sucede todo lo contrari contrario o de lo que que comúnme comúnmente nte pasa. pasa. ? Emp Empleo leo de per person sonaje ajess este estereo reotip tipado ados. s. ? Ca Cata tars rsis is:: lilibe bera raci ción ón.. Estas características se encuentran en diferentes formas de textos como la parodia, la sátira, alegoría, textos costumbristas, irónicos y grotescos. Estos irán siendo estudiados con profundidad en esta unidad.
La parodia La parodia realiza una superposición de textos, un texto o una convención de género, de estilo, se incorporan en otro texto que los parodia. Por eso decimos que la parodia es una modalidad de intertextualidad.
Lectura No comeré de la lechuga el verde petalo... (Vinicius de Moraes) No comeré de la lechuga el verde petalo Ni de la zanahoria sus hostias deslucidas Que queden los forrajes en boca del ganado Y de quien hace dieta en amor y comidas. Cajús he de chupar, y mango-espadas (Tal vez poco apropiados a un poeta) Mas peras y manzanas, al esteta Creyente del color en la ensalada. No he nacido rumiante como el buey Ni, cual conejo, roedor, naci omnívoro: Quiero porotos negros con arroz. Y un bife y queso fuerte y aguardiente Y moriré feliz, del corazón De vivir sin comer inútilmente.
Vinicius de Moraes: maestro de la bossa nova y uno de los más grandes escritores populares de Brasil. Escribió crónicas periodísticas en prosa , poesía, canciones. Murió en 1980
ACTIVIDAD
Escribir un poema en el que se opongan, como en el textos leído “No comeré de lechuga el verde pétalo” (que enfrenta la alimentación sana a sus propias preferencias), dos modos de vida: el urbano y el rural, el diurno y el nocturno, o incluso las preferencias alimenticias: la comida de mamá vs. la comida chatarra.
Actividades Analiza la siguiente imagen:
Investigá , pensá y redactá un texto respondiendo: ¿Por qué puede formar parte del género parodia? ¿Con qué obra se la está comparando? ¿En qué lugar lo posicionan a Matt Groening (creador de Los Simpsons) y con que fin?
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Lee los siguientes fragmentos: “Yo sabía que estaba condenada a entrar en un mundo
donde iba a tener que cambiar horas de mi vida para comprar lo que cuando nací, ya era propiedad de otro, y que a su vez era propiedad de otro, ¡y así sucesivamente hasta llegar al primero que inventó y organizó esta m… de trabajar para comer!”
"Los códigos de la belleza , son un montón de reglas con la que nos condenan y etiquetan a la gente según su aspecto y los hacen vivir pendiente de la mirada de los demás, y de esa manera tenerla como esclava de la moda, las fiestas, el gimnasio y todo eso; con lo que nos distraen para darnos cuenta ¡que llevamos una vida de m...!” Violencia Rivas (Capussotto y sus videos)
Respondé las siguientes preguntas: 1-Comentá con tu compañero y elaborá un texto breve con las ideas que surgen a partir de las ideas sobre los fragmentos leídos siguiendo estos ejes: ¿A qué / quiénes está parodiando este personaje?¿Qué similitudes o diferencias podes encontrar en cuanto forma de escritura del texto? Y de los temas que está criticando? 2- Elabora otro texto parecido en el que plantees una crítica paródica a la sociedad o a algo que prefieras, por ejemplo: un texto parodiando a un género musical, un deportista, etc. 3- Busca más información sobre este personaje, a que movimiento hace referencia, a quien se opone? 4- ¿Con qué otro personaje de ficción podes compararlo?
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LA SáTIRA Expresa indignación hacia alguien o algo, con propósito moralizador, lúdico o meramente burlesco. La sátira se suele valer del humor, de la anécdota y del ingenio para ridiculizar defectos sociales o individuales, efectuando así una crítica social Francisco de Quevedo abordó la sátira social en diversas Composiciones (sonetos, romances y letrillas). Sus mordaces ataques se dirigen a médicos (a los que consideraba unos "matasanos"), viejas que con cosméticos aparentan ser jóvenes, boticarios, pasteleros... para todos tiene una crítica burlona y satírica. Y archiconocida fue su enemistad con otro gran poeta del momento, Luis de Góngora al que dirigió las siguientes lindezas poéticas:
Lectura A un hombre de gran nariz de Quevedo Érase un hombre a una nariz pegado, Érase una nariz superlativa, Érase una alquitara medio viva, Érase un peje espada mal barbado; Era un reloj de sol mal encarado. Érase un elefante boca arriba, Érase una nariz sayón y escriba, Un Ovidio Nasón mal narigado. Érase el espolón de una galera, Érase una pirámide de Egito, Los doce tribus de narices era; Érase un naricísimo infinito, Frisón archinariz, caratulera, Sabañón garrafal morado y frito
Francisco de Quevedo Villegas (Madrid, 1580- Villanueva de los Infantes, 1645) fue uno de los escritores más relevantes de nuestro barroco, que manejaba de forma magistral el idioma castellano y un hombre de profundos contrastes como se refleja en su propia obra: sonetos amorosos sublimes y sátiras, poemas religiosos y otros humorísticos o mordaces. Los contrastes barrocos están muy presentes en su producción literaria amplísima, ya que cultivó todos los géneros en su época. Quevedo fue uno de los máximos representantes de la tendencia conceptista basada en la asociación ingeniosa de palabras e ideas.
Actividades
Seleccione un rasgo de los mencionados por Quevedo en el que puedas reconocer la crítica directa que le hace a Góngora sobre su literatura.
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Lectura
El camaleón que finalmente no sabía qué color ponerse de Augusto Monterroso En un país muy remoto, en plena Selva, se presentó hace muchos años un tiempo malo en el que el Camaleón, a quien le había dado por la política, entró en un estado de total desconcierto, pues los otros animales, asesorados por la Zorra, se habían enterado de sus artimañas y empezaron a contrarrestarlas llevando día y noche en los bolsillos juegos de diversos vidrios de colores para combatir su ambigüedad e hipocresía, de manera que cuando él estaba morado y por cualquier circunstancia del momento necesitaba volverse, digamos, azul, sacaban rápidamente un cristal rojo a través del cual lo veían, y para ellos continuaba siendo el mismo Camaleón morado, aunque se condujera como Camaleón azul; y cuando estaba rojo y por motivaciones especiales se volvía anaranjado, usaban el cristal correspondiente y lo seguían viendo tal cual.
Esto sólo en cuanto a los colores primarios, pues el método se generalizó tanto que con el tiempo no había ya quien no llevara consigo un equipo completo de cristales para aquellos casos en que el mañoso se tornaba simplemente grisáceo, o verde azul, o de cualquier color más o menos indefinido, para dar el cual eran necesarias tres, cuatro o cinco superposiciones de cristales. Pero lo bueno fue que el Camaleón, considerando que todos eran de su condición, adoptó también el sistema. Entonces era cosa de verlos a todos en las calles sacando y alternando cristales a medida que cambiaban de colores, según el clima político o las opiniones políticas prevalecientes ese día de la semana o a esa hora del día o de la noche. Como es fácil comprender, esto se convirtió en una especie de peligrosa confusión de l as lenguas; pero pronto los más listos se dieron cuenta de que aquello sería la ruina general si no se reglamentaba de alguna manera, a menos de que todos estuvieran dispuestos a ser cegados y perdidos definitivamente por los dioses, y restablecieron el orden. Además de lo estatuido por el Reglamento que se redactó con ese fin, el derecho consuetudinario fijó por su parte reglas de refinada urbanidad, según las cuales, si alguno carecía de un vidrio de determinado color urgente para disfrazarse o para descubrir el verdadero color de alguien, podía recurrir inclusive a sus propios enemigos para que se lo prestaran, de acuerdo con su necesidad del momento, como sucedía entre las naciones más civilizadas.
Augusto Monterroso de (1921 – 2003), fue un escritor hondureño que adopto la nacionalidad guatemalteca, conocido por sus relatos breves. Sus obras más importantes son: La oveja negra y demás fábulas (1969), Movimiento perpetuo (1972), la novela Lo demás es silencio (1978); Viaje al centro de la fábula (1981).
Sólo el León que por entonces era el Presidente de la Selva se reía de unos y de otros, aunque a veces socarronamente jugaba también un poco a lo suyo, por divertirse. De esa época viene el dicho de que todo Camaleón es según el color del cristal con que se mira.
Actividad A partir de la lectura escriban un texto breve cuyo protagonista sea un personaje ambicioso del poder y aparezca animalizado en su descripción y en la ejecución de sus acciones. El personaje atravesará por alguna de las siguientes situaciones: * Una noche oscura de invierno, encuentra un pasadizo secreto en la ciudad y desciende sin saberlo a lo que será su propio futuro. - Emprende un viaje y arriba a un lugar desconocido, donde habita una comunidad que posee elementos para beneficiar a los habitantes de su propio país o ciudad. Para obtener los elementos, deberá negociar con los poderosos de esa comunidad que le pedirán una gran renuncia de su parte para obtener lo que desea.
eL COSTUMBRISMO Hablamos de costumbrismo frente a las manifestaciones artísticas que pretenden reflejar hábitos sociales de un lugar y de una época.
Lectura
Nació en Rosario en 1944 y murió en 2007 Ha escrito libro de cuentos: Los trenes matan a los autos , El mundo ha vivido equivocado, No se si he sido claro ; historietas: Inodoro Pereyra, Boggie el aceitoso.
ULPIDIO VEGA Del libro:“El Mundo ha Vivido Equivocado”, Roberto Fontanarrosa. Ulpidio Vega, te nombro. Y de la apagada sombra de tu nombre rescato tu paso tardo por el empedrado desprolijo de Saladillo y la cierta fama de guapo sin doblez que te persiguió sumisa, como la silenciosa y tenaz fidelidad de un perro. Quien te vio alguna vez por el Bajo, no te olvida. De callada mesura, sombrío el porte, mezquinabas palabras como si fueran monedas caras. Negros los ojos, en la negrura misma que sobre la frente escasa te tiraba encima el ala apenas curva de tu sombrero gris, tan conocido. Ulpidio Vega, te nombro. Y de tu nombre exhala un aliento a kerosén barato, a bizcochito, a queso de rallar y vino tinto. Aroma de almacén, de cambalache, que tuvo tu pobre viejo laburante por calle San Martín, casi en Tablada. Aroma a jabón pinche, a mate amargo, el mismo aquél que te alcanzaba la mano cordial de doña Cata, tu pobre vieja, que se cansó de mirar por la ventana. Ulpidio Vega, te nombro. Y se santiguan las cuatro esquinas bravas de Ayolas y Convención, las que salieron tantas veces escrachadas en letra de molde cuando algún fiambre aparecía tirado en esa encrucijada. Rezan de apuro las jovatas de memoria larga al recordar tu estampa de figura fina, el caminar pesado, un gesto de disgusto en la cara aindiada y el cuerpo erguido por la faca que atrás, en la cintura, te entablillaba. Por trabajar en el Swift te habían llamado "El Matarife de Saladillo". ¡Qué te iba a impresionar a vos la sangre, Ulpidio Vega! Si día a día degollabas animales y la cuchilla te era tan natural como un anillo, como un zarzo sencillo en el meñique. Pero eran dos los Vega, Juan y Ulpidio. "El Vega chico" le decían al otro que también tr abajó en el frigorífico. Y por si fuera escaso el desmesurado coraje de Ulpidio en la pelea, el "Vega Chico" era también de púa veloz, y sin entrañas. De negro los dos, siempre, aun de mañana. Pero, como suele suceder en estas cosas, Ulpidio se metió con una mina que se levantó una noche de Carnaval en el Club Atlético Olegario Víctor Andrade. La mina era una reventada que hacía copas en el Panamerican Dancing, frente a Sunchales, y que ya le había borrado el estampadito floreado a las sábanas del Amenábar, de tanto frote. Pero una hembra que pasaba y dejaba el aire como embalsamado de perfume dulzón, y enardecido. Rosa se llamaba, y era justicia. Ulpidio Vega, te nombro. Y no me equivoco. Como se equivocó esa noche fatal la mina aquella cuando por llamarte "Ulpidio", "Juan" te dijo.
¡Qué oscura mano de destino cabrón los puso frente a frente, Ulpidio Vega! ¡Vos y tu hermano, inseparables siempre, enfrentados por el cariño falaz de una perdida! Tiempo estuvieron mordiéndose las ganas de agarrarse. De mirarse profundo, y sin palabras. De medirse con odio. Y de no hablarse. Todo el barrio sabía del bolonqui que rechinaba en los dientes de los Vega. Pero cuando más de una vez saltó la bronca, y la faca apareció brillando en ambas diestras, algo los amuraba al suelo y les clavaba la bronca a la vereda. Algo, que allá en la casa, desde chicos les acariciara la frente, les planchara los lompa y les dejara los botines bien brillosos cuando se iban de milonga a Central Córdoba. Algo. La vieja. "Si no te mato" se lo dijo bien clarito Ulpidio a Juan "sólo es por ella". "Si no te enfrío" le contestaba Juan, que no era lerdo "es por la vieja". Y así andaban los dos, encajetados, sin poder ni dormir, más que hechos bolsa. Y encima la reventada de la Rosa les metía la cizaña de su labia, de sus promesas vanas, de sus mañas. Y no se pudo más. Aquella noche Ulpidio y Juan llegaron puntualmente hasta el campito. Era un potrero de pura tierra y matorrales que los mocosos usaban para jugar al fulbo. Pero esa noche había luna. Y no era juego. Ulpidio peló una faca que tenía este largo. ¡Uy Dio, cómo brillaba la plata de la luna sobre el filo helado del acero! Y Juan, Juan peló también tremenda púa que de verla nomás, te entraba miedo. "¡Venite!" "¡Vení vos!" se supo después que se dijeron. Y fue cuando llegó doña Cata hasta el campito, de pálido rostro, ojos sufridos, de manos apretadas y pañuelo negro. Nunca se supo quién le pasó el dato. Tal vez, fue esa mágica intuición de madre la que la llevó hasta allí en ese momento. No se oyó de su boca, una palabra. Y tampoco en sus ojos lágrimas se vieron. Pero eso sí, sus manos agrietadas de lavar ropa ajena en el invierno, dibujaron en el aire asustado de la noche, un gesto: se agachó, se sacó una zapatilla y lo demás, frate mío, ni te cuento. A Juancito lo fajó hasta en el cogote, le deformó la sabiola a chancletazos, y le sacudió tantos palos por el lomo que lo dejó mormoso al pobrecito. Contaban los vecinos que lo oyeron, que tirado en el suelo, Juan rogaba y a la vieja pedía perdón a gritos. A Ulpidio, de las crenchas lo cazó la vieja aquella, y le arruinó la jeta a chancletazos porque le pegó media hora, de corrido.
Actividad Elegir un tipo “escolar” característico: el que siempre termina con veinticuatro faltas y media, el que rinde todo en marzo, el “traga”, el que siempre se queja (y más modelos), y redactar un relato costumbrista que lo tenga como protagonista.
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Lectura El día del arquero (Juan Sasturain) De pibe, uno es arquero por vocación o por descarte: "Atajo yo" o "Vos, gordo, andá al arco". Pero predomina el descarte o el negociando ir y venir de incesantes arqueros siempre renovados: "Viejo, un gol cada uno… Ahora te toca a vos". Es decir que la vocación pateadora es primeriza, natural, instintiva. La atajadora, no. La primera tiene que ver con la ardorosa actividad infantil, la participación directa sólo limitada por el grado de iniciativa para correr como un desaforado detrás de la pelota. La arqueridad, en cambio, se vincula a un cierto grado de madurez. El que ataja es porque ha vivido. Aunque sea un poquito. Y vivir es tener conciencia de la malaria –entre otras cosas–; trascender el juego y asumir que se puede perder: el arquero apuesta siempre y no tiene empate. Tanto el gordito que se banca las puteadas porque no le salió al habilidoso que venía con pelota dominada, como el vocacional que la perdió en un lujo y también es masacrado sin piedad, ambos aprenden de salida eso de "el puesto más ingrato". Como el referí, el arquero suele ser bueno cuando pasa inadvertido, cuando hace fácil lo difícil, cuando simplifica. Se repara en él cuando se equivoca y su error no es suyo solamente: todos los demás lo pagan por él y él paga por todos. Pobre, maneja culpas. La figura en el marco El arquero está bajo el arco de triunfo, bajo las maderas de la horca. Enmarcado, listo para el fusilamiento o el paspartout de la gloria, el arquero es el único protagonista trágico del fútbol. No tiene ninguno de los yeites que suministra el respiro, la borrada ocasional de tirarse un rato a la punta o devolverla rápido, como los volantes y delanteros. El arquero, no: los postes son muy finos para esconderse, la red es transparente… No es casual que en los "Grafodramas" de Medrano –aquella memorable tira gráfica unitaria de "La Nación"– los motivos deportivos fueran casi siempre protagonizados –agonizados– por el arquero: balinazo en el travesaño, pique en falso, fogonazo de fotógrafo enceguecedor. Porque hay una verdad espantosa: los goles se los hacen al equipo, pero el vencido es el arquero. Y fíjense si no: hay un premio para el goleador pero no para el hombre del arco… Los goles los hace uno, la valla menos vencida la defienden todos. Que el arquero suele ser el hijo de la pavota está demostrado por la iconografía deportiva de todos los tiempos: los suplementos de los lunes se ufanan en mostrarlos en posición botella de jardín, abrazados a un palo como a un rencor, tomándose medidas para hacerse gorras… Alguna vez, si no es cuando atajan un penal definitivo, ¿se ve a un guardavalla abrazado, abrazador, sonriente o colgado del alambrado? Never, never. El arquero, masoca vocacional, listo para la crucifixión, es –además– el "culpable" del no gol y, casi siempre, el sospechable responsable del gol convertido. Como a Pascual Angulo, la rima; el arquero la culpa lo persigue. Nomenclaturas La cosa empieza ya en el nombre que describe su oficio, ambiguo si los hay: arquero. ¿Arquero de qué arco? Cualquier abombado sabe que en el fútbol no hay arcos sino, cuanto mucho, marcos… Los misterios de la semántica futbolera convirtieron un rectángulo en arco, transmutaron el receptor de los envíos en sinónimo de prodigador de dardos… El arquero nace ya con esa contradicción. Hay otros nombres, claro. Como el Dios de Abraham, yo sospecho que tras tantas denominaciones no se pretende hallar la precisa sino ocultar el verdadero, el innombrable: cuidapalos –que no guardabosques–, guardavalla, el imbécil e incontrastablemente galaico de portero, el cajetilla guardameta, el vetusto goalkeeper, el insólito golero –¿por qué, dioses del Alumni, por qué?–, más todos los circunloquios de "el número uno" que se le ocurran al relator de turno, pasando por todos los epítetos de la tribuna. Tanta variedad sólo esconde la pobreza: nadie puede abarcar la singularidad total del que empilcha distinto, la maneja con la mano y, en el fondo,
ni siquiera juega al fútbol: juega de arquero. Y el arquero es el último en salir/entrar, al túnel y a la cancha. Papelitos y puteadas, sobre sus espaldas cargadas… Sobrelleva esas responsabilidades con la misma estoica entereza con que asimila sin onomatopeyas los apodos animales de los bichos que lo remedan: hay innumerables arqueros a los que llamaron "mono", como Blazina o Guibaudo, "oso", como Díaz o el actual Ferrero, o "araña" como Lev Yashin. Pero los arqueros han sido habitualmente "gatos", a lo Mussimessi o a la manera de Andrada. Ágiles, grandotes o de brazos largos, la red y los postes invitan a adivinar la jaula a su alrededor. Y en esa especie de los arquéridos hay dos géneros, en las clasificaciones más difundidas: los atajadores y los jugadores. El primero, ataja; el segundo ataja y juega. Por la función redundante, al primer grupo suele denominárselo de los arqueros-arqueros, algo ya decididamente surrealista que a Linneo hubiera espantado. Pero a los arqueros, bichos de dura caparazón, no. Por todas estas razones creo que ha llegado el momento de darle al arquero el lugar y la importancia que se merece: nos sacamos guantes y rodilleras del alma y, con el corazón y la pelota en la mano, instituimos el 27 de octubre "Día del Arquero". Nunca más chanzas con la celebración que hasta ahora remitía al infinito. Que de aquí en más, de Ormeño a Camarattam del "Pato" Filliol al goleado goalkeeper de San Lorenzo de Mar del Plata, todos se encuentran bajo los palos del afecto en este día glorioso: no en vano, hace muchos años ya, ese día de octubre perdí dos dientes contra el poste de la canchita municipal de mi pueblo, pero la saqué. Sí señor, la saqué. Y ganamos. Suena el silbato, señoras y señores…
Actividades Hacé una lista caracterizando a los personajes de “El día del arquero”
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LA ALEGORIA La noción permite hacer mención a aquella ficción en la cual una idea, frase, expresión u oración posee un significado distinto al que se expone.La Alegoría es una Figura Retórica que consiste en representar una idea figuradamente a través de formas humanas, animales o seres inanimados:
Lectura
Nació en la India durante el periodo colonial británico, Orwell creció en Inglaterra. Murió en Londres el 21 de enero de 1950. Escritor, ensayista y periodista. Escribió 1984, Homenaje a Cataluña, Mi Guerra Civil Española, entre otros.
Rebelión en la granja (George Orwell) Empieza con el muy borracho Sr. Jones, dueño de Manor Farm, haciendo un mal trabajo en la administración de la granja. Los animales desatendidos escuchan a un cerdo viejo y sabio, Major, que los anima a revelarse y manejar la granja ellos mismos. Sobre todo, dice, todos deben ser iguales. Luego muere. Todos están emocionados menos Benjamin, un burro cínico cuyo papel principal en la vida es ser cínico.
Los animales se revelan y los cerdos, como son los animales más inteligentes, desempeñan el papel de los líderes. (¿Qué pasó a todo eso de la igualdad?) Hay un conflicto inmediato entre dos cerdos, Napoleon y Snowball. Napoleon quiere hacerse cargo de todo mientras que Snowball quiere enseñar a los otros animales y construir un molino de viento. Napoleon emplea nueve perros feroces y enormes, que robó cuando eran cachorros, para hacerse el Jefe Supremo y Todopoderoso. No se hace llamar así pero eso es lo que piensa de el mismo. Se aleja de Snowball, lo cual hace que sea fácil echarle la culpa para todo. Los cerdos se aprovechan de los otros animales y rompen todas las reglas que hicieron después del la Rebelión. Todo se destruye – la vida en la granja cada día empeora más, los animales se olvidan del sueño original de Major y los cerdos toman malas decisiones en cuanto a sus relaciones con las granjas vecinas. El momento más bajo es cuando los cerdos mandan a Boxer, un caballo leal y trabajador que está l isto para retirarse, a su muerte. En resumen, los cerdos empiezan a parecerse mucho a los horribles dueños humanos con quienes empezamos. Talvez aun peores. Benjamin, el viejo burro cínico, tenía razón.
Actividades: Luego de leer y trabajar en libro R ebelión en la granja en clase: elabora un perfil de cada personaje, mencionando su nombre, su rol en la novela e identificarlo con algún personaje histórico.
Propone otros animales posibles para los personajes de los cerdos, los caballos, la gata y el cuervo. Describí sus características principales e inventá
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Luego de ver la versión de los dibujos animados que Louis de Rochemont hizo de Rebelión en la granja, reconocé qué elementos están y cuáles omite de la novela.
La ironía La ironía es una figura retórica que supone siempre una inversión del significado. La ironía es la figura mediante la cual se da a entender lo contrario de lo que se dice. En la comedia, es una incongruencia aguda entre nuestras expectativas de un suceso y lo que ocurre. En la tragedia es un instrumento o recurso para aumentar la intensidad de la situación dramática.
Lectura
Necrológica
(María Elena Walsh)
Hondo pesar ha causado el deceso inesperado a los 95 años de edad del ilustre caballero –Orden de la Cruz del Cuero– Don Saturnino Pérez del Peral. Como sus antepasados, a la cría de ganado sacrificó su juvenil afán. Luego halló en el Viejo Mundo campo vasto y más profundo para estudiar Heráldica y viajar. En su mocedad casose con doña Celedonia Pesos Posse, dama de alcurnia y humildad sin par. Autor de fuste y sin pausa, profesor honoris causa, ex secretario de la Liga Austral, con austera fe cristiana el Licor de las Hermanas probó en el éxito y la adversidad.
Maria Elena Walsh nació el 1° de febrero de 1930 en Ramos Mejía, Provincia de Buenos Aires. Falleció el 10 de enero de 2011 en Buenos Aires. En los años ‘60 publicó,entre otros, los libros “El reino del revés”, "Cuentopos de Gulubú", “Hecho a mano” y “Juguemos en el mundo”. En 1994 apareció la recopilación completa de sus canciones para niños y adultos y, en 1997, “Manuelita ¿dónde
Por el eterno reposo del alma de tan piadoso señor, se oficiarán en el Pilar Misa de cuerpo presente, Misa diaria, Misa urgente. Y Misa hasta en la Sociedad Rural para ver si Dios se apiada de este viejo cabrón que no hizo nada más que estafar a media humanidad
LECTURA
Manuel Mujica Láinez nació el 11 de noviembre de 1910 y murió el 21 de abril de 1984 en su residencia El Paraíso, situada en Córdoba. Entre sus obras se encuentran: Glosas castellanas, Don Galaz de Buenos Aires, Miguél Cané, Canto a Buenos Aires, Vida de Aniceto el Gallo, Estampas de Buenos Aires, Vida de Anastasio el Pollo, Aquí vivieron, Misteriosa Buenos Aires, Los ídolos, La casa, Los viajeros, El retrato amarillo, Héctor Basaldúa, Invitados en El Paraiso, Bomarz, El unicornio, Crónicas reales.
El hombrecito del azulejo Manuel Mujica Láinez
Los dos médicos cruzan el zaguán hablando en voz baja. Su juventud puede más que sus barbas y que sus levitas severas, y brilla en sus ojos claros. Uno de ellos, el doctor Ignacio Pirovano, es alto, de facciones resueltamente esculpidas. Apoya una de las manos grandes, robustas, en el hombro del otro, y comenta: -Esta noche será la crisis. -Sí -responde el doctor Eduardo Wilde-; hemos hecho cuanto pudimos. -Veremos mañana. Tiene que pasar esta noche... Hay que esperar... Y salen en silencio. A sus amigos del club, a sus compañeros de la Facultad, del Lazareto y del Hospital del Alto de San Telmo, les hubiera costado reconocerles, tan serios van, tan ensimismados, porque son dos hombres famosos por su buen humor, que en el primero se expresa con farsas estudiantiles y en el segundo con chisporroteos de ironía mordaz. Cierran la puerta de calle sin ruido y sus pasos se apagan en la noche. Detrás, en el gran patio que la luna enjalbega, la Muerte aguarda, sentada en el brocal del pozo. Ha oído el comentario y en su calavera flota una mueca que hace las veces de sonrisa. También lo oyó el hombrecito del azulejo. El hombrecito del azulejo es un ser singular. Nació en Francia, en Desvres, departamento del Paso de Calais, y vino a Buenos Aires por equivocación. Sus manufactureros, los Fourmaintraux, no lo destinaban aquí, pero lo incluyeron por error dentro de uno de los cajones rotulados para la capital argentina, e hizo el viaje, embalado prolijamente el único distinto de los azulejos del lote. Los demás, los que ahora lo acompañan en el zócalo, son azules corno él, con dibujos geométricos estampados cuya tonalidad se deslíe hacia el blanco del centro lechoso, pero ninguno se honra con su diseño: el de un hombrecito azul, barbudo, con calzas antiguas, gorro de duende y un bastón en la mano derecha. Cuando el obrero que ornamentaba el zaguán porteño topó con él, lo dejó aparte, porque su presencia intrusa interrumpía el friso; mas luego le hizo falta un azulejo para completar y lo colocó en un extremo, junto a la historiada cancela que separa zaguán y patio, pensando que nadie lo descubriría. Y el tiempo transcurrió sin que ninguno notara que entre los baldosines había uno, disimulado por la penumbra de la galería, tan diverso. Entraban los lecheros, los pescadores, los vendedores de escobas y plumeros hechos por los indios pampas; depositaban en el suelo sus hondos canastos, y no se percataban del menudo extranjero del zócalo. Otras veces eran las señoronas de visita las que atravesaban el zaguán y tampoco lo veían, ni lo veían las chinas crinudas que pelaban la pava a la puerta aprovechando la hora en que el ama rezaba el rosario en la Iglesia de San Miguel. Hasta que un día la casa se vendió y entre sus nuevos habitantes hubo un niño, quien lo halló de inmediato. Ese niño, ese Daniel a quien la Muerte atisba ahora desde el brocal, fue en seguida su amigo. Le apasionó el misterio del hombrecito del azulejo, de ese diminuto ser que tiene por dominio un cuadrado con diez centímetros por lado, y que sin duda vive ahí por razones muy extraordinarias y muy secretas. Le dio un nombre. Lo llamó Martinito, en recuerdo del gaucho don Martín que le regaló un petiso cuando estuvieron en la estancia de su tío materno, en Arrecifes, y que se le parece vagamente, pues lleva como él unos largos bigotes caídos y una barba en punta y hasta posee un bastón hecho con una rama de manzano.
-¡Martinito! ¡Martinito! El niño lo llama al despertarse, y arrastra a la gata gruñona para que lo salude. Martinito es el compañero de su soledad. Daniel se acurruca en el suelo junto a él y le habla durante horas, mientras la sombra teje en el suelo la minuciosa telaraña de la cancela, recortando sus orlas y paneles y sus finos elementos vegetales, con la medialuna del montante donde hay una pequeña lira. Martinito, agradecido a quien comparte su aislamiento, le escucha desde su silencio azul, mientras las pardas van y vienen, descalzas, por el zaguán y por el patio que en verano huele a jazmines del país y en invierno, sutilmente, al sahumerio encendido en el brasero de la sala. Pero ahora el niño está enfermo, muy enfermo. Ya lo declararon al salir los doctores de barba rubia. Y la Muerte espera en el brocal. El hombrecito se asoma desde su escondite y la espía. En el patio lunado, donde las macetas tienen la lividez de los espectros, y los hierros del aljibe se levantan como una extraña fuente inmóvil, la Muerte evoca las litografías del mexicano José Guadalupe Posada, ese que tantas "calaveras, ejemplos y corridos" ilustró durante la dictadura de Porfirio Díaz, pues como en ciertos dibujos macabros del mestizo está vestida como si fuera una gran señora, que por otra parte lo es. Martinito estudia su traje negro de revuelta cola, con muchos botones y cintas, y la gorra emplumada que un moño de crespón sostiene bajo el maxilar y estudia su cráneo terrible, más pavoroso que el de los mortales porque es la calavera de la propia Muerte y fosforece con verde resplandor. Y ve que la Muerte bosteza. Ni un rumor se oye en la casa. El ama recomendó a todos que caminaran rozando apenas el suelo, como si fueran ángeles, para no despertar a Daniel, y las pardas se han reunido a rezar quedamente en el otro patio, en tanto que la señora y sus hermanas lloran con los pañuelos apretados sobre los labios, en el cuarto del enfermo, donde algún bicho zumba como si pidiera silencio, alrededor de la única lámpara encendida. Martinito piensa que el niño, su amigo, va a morir, y le late el frágil corazón de cerámica. Ya nadie acudirá cantando a su escondite del zaguán; nadie le traerá los juguetes nuevos, para mostrárselos y que conversen con él. Quedará solo una vez más, mucho más solo ahora que sabe lo que es la ternura. La Muerte, entretanto, balancea las piernas magras en el brocal poliédrico de mármol que ornan anclas y delfines. El hombrecito da un paso y abandona su cuadrado refugio. Va hacia el patio, pequeño peregrino azul que atraviesa los hierros de la cancela asombrada, apoyándose en el bastón. Los gatos a quienes trastorna la proximidad de la Muerte, cesan de maullar: es insólita la presencia del personaje que podría dormir en la palma de la mano de un chico; tan insólita como la de la enlutada mujer sin ojos. Allá abajo, en el pozo profundo, la gran tortuga que lo habita adivina que algo extraño sucede en la superficie, y saca la cabeza del caparazón. La Muerte se hastía entre las enredaderas tenebrosas, mientras aguarda la hora fija en que se descalzará los mitones fúnebres para cumplir su función. Desprende el relojito que cuelga sobre su pecho fláccido y al que una guadaña sirve de minutero, mira la hora y vuelve a bostezar. Entonces advierte a sus pies al enano del azulejo, que se ha quitado el bonete y hace una reverencia de Francia. -Madame la Mort... A la Muerte le gusta, súbitamente, que le hablen en francés. Eso la aleja del modesto patio de una casa criolla perfumada con alhucema y benjuí; la aleja de una ciudad donde, a poco que se ande por la calle, es imposible no cruzarse con cuarteadores y con vendedores de empanadas. Porque esta Muerte, la Muerte de Daniel, no es la gran Muerte, como se pensará, la Muerte que las gobierna a todas, sino una de tantas Muertes, una Muerte de barrio, exactamente la Muerte del barrio de San Miguel en Buenos Aires, y al oírse dirigir la palabra en francés, cuando no lo esperaba, y por un caballero tan atildado, ha sentido crecer su jerarquía en el lúgubre escalafón. Es hermoso que la llamen a una así: "Madame la Mort." Eso la aproxima en el parentesco a otras Muertes mucho más ilustres, que sólo conoce de fama, y que aparecen junto al baldaquino de los reyes agonizantes, reinas ellas mismas de corona y cetro, en el momento en que los embajadores y los príncipes calculan las amarguras y las alegrías de las sucesiones históricas.
-Madame la Mort... La Muerte se inclina, estira sus falanges y alza a Martinito. Lo deposita, sacudiéndose como un pájaro, en el brocal. -Al fin -reflexiona la huesuda señora- pasa algo distinto. Está acostumbrada a que la reciban con espanto. A cada visita suya, los que pueden verla -los gatos, los perros, los ratones- huyen vertiginosamente o enloquecen la cuadra con sus ladridos, sus chillidos y su agorero maullar. Los otros, los moradores del mundo secreto -los personajes pintados en los cuadros, las estatuas de los jardines, las cabezas talladas en los muebles, los espantapájaros, las miniaturas de las porcelanas- fingen no enterarse de su cercanía, pero enmudecen como si imaginaran que así va a desentenderse de ellos y de su permanente conspiración temerosa. Y todo, ¿por qué?, ¿porque alguien va a morir?, ¿y eso? Todos moriremos; también morirá la Muerte. Pero esta vez no. Esta vez las cosas acontecen en forma desconcertante. El hombrecito está sonriendo en el borde del brocal, y la Muerte no ha observado hasta ahora que nadie le sonriera. Y hay más. El hombrecito sonriente se ha puesto a hablar, a hablar simplemente, naturalmente, sin énfasis, sin citas latinas, sin enrostrarle esto o aquello y, sobre todo, sin lágrimas. Y ¿qué le dice? La Muerte consulta el reloj. Faltan cuarenta y cinco minutos. Martinito le dice que comprende que su misión debe ser muy aburrida y que si se lo permite la divertirá, y antes que ella le responda, descontando su respuesta afirmativa, el hombrecito se ha lanzado a referir un complicado cuento que transcurre a mil leguas de allí, allende el mar, en Desvres de Francia. Le explica que ha nacido en Desvres, en casa de los Fourmaintraux, los manufactureros de cerámica. "rue de Poitiers", y que pudo haber sido de color cobalto, o negro, o carmín oscuro, o amarillo cromo, o verde, u ocre rojo, pero que prefiere este azul de ultramar. ¿No es cierto? N'est-ce pas? Y le confía cómo vino por error a Buenos Aires y, adelantándose a las réplicas, dando unos saltitos graciosos, le describe las gentes que transitan por el zaguán: la parda enamorada del carnicero; el mendigo que guarda una moneda de oro en la media; el boticario que ha inventado un remedio para la calvicie y que, de tanto repetir demostraciones y ensayarlo en sí mismo, perdió el escaso pelo que le quedaba; el mayoral del tranvía de los hermanos Lacroze, que escolta a la señora hasta la puerta, galantemente, "comme un gentilhomme", y luego desaparece corneteando... La Muerte ríe con sus huesos bailoteantes y mira el reloj. Faltan treinta y tres minutos. Martinito se alisa la barba en punta y, como Buenos Aires ya no le brinda tema y no quiere nombrar a Daniel y a la amistad que los une, por razones diplomáticas, vuelve a hablar de Desvres, del bosque trémulo de hadas, de gnomos y de vampiros, que lo circunda, y de la montaña vecina, donde hay bastiones ruinosos y merodean las hechiceras la noche del sábado. Y habla y habla. Sospecha que a esta Muerte parroquial le agradará la alusión a otras Muertes más aparatosas, sus parientas ricas, y le relata lo que sabe de las grandes Muertes que entraron en Desvres a caballo, hace siglos, armadas de pies a cabeza, al son de los curvos cuernos marciales, "bastante diferentes, n'est-ce pas, de la corneta del mayoral del tránguay", sitiando castillos e incendiando iglesias, con los normandos, con los ingleses, con los borgoñones. Todo el patio se ha colmado de sangre y de cadáveres revestidos de cotas de malla. Hay desgarradas banderas con leopardos y flores de lis, que cuelgan de la cancela criolla; hay escudos partidos junto al brocal y yelmos rotos junto a las rejas, en el aldeano sopor de Buenos Aires, porque Martinito narra tan bien que no olvida pormenores. Además no está quieto ni un segundo, y al pintar el episodio más truculento introduce una nota imprevista, bufona, que hace reír a la Muerte del barrio de San Miguel, como cuando inventa la anécdota de ese general gordísimo, tan temido por sus soldados, que osó retar a duelo a Madame la Mort de Normandie, y la Muerte aceptó el duelo, y mientras éste se desarrollaba ella produjo un calor tan intenso que obligó a su adversario a despojarse de sus ropas una a una, hasta que los soldados vieron que su jefe era en verdad un individuo flacucho, que se rellenaba de lanas y plumas, como un almohadón enorme, para fingir su corpulencia. La Muerte ríe como una histérica, aferrada al forjado coronamiento del aljibe.
-Y además... -prosigue el hombrecito del azulejo. Pero la Muerte lanza un grito tan siniestro que muchos se persignan en la ciudad, figurándose que un ave feroz revolotea entre los campanarios. Ha mirado su reloj de nuevo y ha comprobado que el plazo que el destino estableció para Daniel pasó hace cuatro minutos. De un brinco se para en la mitad del patio, y se desespera. ¡Nunca, nunca había sucedido esto, desde que presta servicios en el barrio de San Miguel! ¿Qué sucederá ahora y cómo rendirá cuentas de su imperdonable distracción? Se revuelve, iracunda, trastornando el emplumado sombrero y el moño, y corre hacia Martinito. Martinito es ágil y ha conseguido, a pesar del riesgo y merced a la ayuda de los delfines de mármol adheridos al brocal, descender al patio, y escapa como un escarabajo veloz hacia su azulejo del zaguán. La Muerte lo persigue y lo alcanza en momentos en que pretende disimularse en la monotonía del zócalo. Y lo descubre, muy orondo, apoyado en el bastón, espejeantes las calzas de caballero antiguo. -Él se ha salvado -castañetean los dientes amarillos de la Muerte-, pero tú morirás por él. Se arranca el mitón derecho y desliza la falange sobre el pequeño cuadrado, en el que se diseña una fisura que se va agrandando; la cerámica se quiebra en dos trozos que caen al suelo. La Muerte los recoge, se acerca al aljibe y los arroja en su interior, donde provocan una tos breve al agua quieta y despabilan a la vieja tortuga ermitaña. Luego se va, rabiosa, arrastrando los encajes lúgubres. Aun tiene mucho que hacer y esta noche nadie volverá a burlarse de ella. Los dos médicos jóvenes regresan por la mañana. En cuanto entran en la habitación de Daniel se percatan del cambio ocurrido. La enfermedad hizo crisis como presumían. El niño abre los ojos, y su madre y sus tías lloran, pero esta vez es de júbilo. El doctor Pirovano y el doctor Wilde se sientan a la cabecera del enfermo. Al rato, las señoras se han contagiado del optimismo que emana de su buen humor. Ambos son ingeniosos, ambos están desprovistos de solemnidad, a pesar de que el primero dicta la cátedra de histología y anatomía patológica y de que el segundo es profesor de medicina legal y toxicología, también en la Facultad de Buenos Aires. Ahora lo único que quieren es que Daniel sonría. Pirovano se acuerda del tiempo no muy lejano en que urdía chascos pintorescos, cuando era secretario del disparatado Club del Esqueleto, en la Farmacia del Cóndor de Oro, y cambiaba los letreros de las puertas, robaba los faroles de las fondas y las linternas de los serenos, echaba municiones en las orejas de los caballos de los lecheros y enseñaba insolencias a los loros. Daniel sonríe por fin y Eduardo Wilde le acaricia la frente, nostálgico, porque ha compartido esa vida de estudiantes felices, que le parece remota, soñada, irreal. Una semana más tarde, el chico sale al patio. Alza en brazos a la gata gris y se apresura, titubeando todavía, a visitar a su amigo Martinito. Su estupor y su desconsuelo corren por la casa, al advertir la ausencia del hombrecito y que hay un hueco en el lugar del azulejo extraño. Madre y tías, criadas y cocinera, se consultan inútilmente. Nadie sabe nada. Revolucionan las habitaciones, en pos de un indicio, sin hallarlo. Daniel llora sin cesar. Se aproxima al brocal del aljibe, llorando, llorando, y logra encaramarse y asomarse a su interior. Allá dentro todo es una fresca sombra y ni siquiera se distingue a la tortuga, de modo que menos aun se ven los fragmentos del azulejo que en el fondo descansan. Lo único que el pozo le ofrece es su propia imagen, reflejada en un espejo oscuro, la imagen de un niño que llora. El tiempo camina, remolón, y Daniel no olvida al hombrecito. Un día vienen a la casa dos hombres con baldes, cepillos y escobas. Son los encargados de limpiar el pozo, y como en cada oportunidad en que cumplen su tarea, ese es día de fiesta para las pardas, a quienes deslumbra el ajetreo de los mulatos cantores que, semidesnudos, bajan a la cavidad profunda y se están ahí largo espacio, baldeando y fregando. Los muchachos de la cuadra acuden. Saben que verán a la tortuga, quien sólo entonces aparece por el patio, pesadota, perdida como un anacoreta a quien de pronto trasladaran a un palacio de losas en ajedrez. Y Daniel es el más entusiasmado, pero algo enturbia su alegría, pues hoy no le será dado, como el año anterior, presentar la tortuga a Martinito. En eso cavila hasta que, repentinamente, uno de los hombres grita, desde la hondura, con voz de caverna: -¡Ahí va algo, abarájenlo! Y el chico recibe en las manos tendidas el azulejo intacto, con su hombrecito en el medio; intacto, porque si un enano francés estampado en una cerámica puede burlar a la Muerte, es justo que también puedan burlarla las lágrimas de un niño. FIN
Actividades Escribí una poesía irónica utilizando como ejemplo la poesía “Necrológica” de María Elena Walsh.
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Grotesco criollo
El género grotesco surgió en Italia a comienzos del siglo XX. Presenta simultáneamente situaciones risibles y trágicas en un equilibrio inestable. Aquello que en el grotesco mueve a risa en otro contexto seguramente generaría
En Argentina, hacia 1920, las obras teatrales de Armando Discépolo transformaron el grotesco italiano en grotesco criollo. Los rasgos predominantes de este género teatral porteño son los siguientes: El espacio cerrado: su acción se desarrolla en interiores oscuros, ruinosos, opresivos, abarrotados de objetos destruidos y en desorden. Los personajes inmigrantes italianos: su forma de expresión y su nostalgia por la tierra natal los consolidan como personajes tragicómicos. Los conflictos generacionales: se presentan los problemas por los que transita una familia, y ya no la interacción de quienes habitan los conventillos El fracaso del sueño de progreso económico: el espectador es testigo de la dureza de la lucha por la vida y por salir de la miseria. El texto de Mateo de Armando Discépolo muestra un grotesco en el cual asistimos al dolor de Miguel por la imposibilidad de mantener a su familia y del desencuentro generacional, ya que son recurrentes las referencias a las discrepancias entre Miguel y sus hijos. Otro de los temas presentes es el conflicto entre el individuo y la sociedad: Miguel no entiende la preferencia de los clientes por el automóvil y se niega aceptar los cambios. Ese conflicto se traduce en otro tópico: ser auténtico frente a ser falso, representado, en primer lugar por el personaje de Severino.
Armando Discépolo fue un destacado director teatral y dramaturgo argentino (1887-1971), creador del grotesco criollo y autor de varias obras clásicas del teatro argentino como Stéfano, Mustafá, El organito y Babilonia, entre otras
Actividades
1_ ¿En qué época creen que se desarrolla la acción dramática? ¿Por qué? Citen las frases que les hayan permitido deducirlo. 2_Defina el término grotesco a partir de la obra leída. Fundamente con citas textuales. 3_ A partir del personaje de Carlos, respondan: a. ¿Qué piensa con relación al aumento del número de automóviles en la ciudad de Buenos Aires? b. ¿En qué se diferencia su opinión de la de su padre? Seleccionen un parlamento de cada personaje para establecer el contraste. 4_ Han pasado más de ochenta años que Armando Discépolo planteara esta situación familiar. Como adolescente argentino actual: ¿Qué te une a los integrantes de la familia de Miguel? Indica tres elementos en común. ¿Qué te separa de ellos? Fundamente sus respuestas.
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ANEXO
HISTORIETAS
La historieta es un relato que se forma por imágenes que se relacionan linealmente Suelen realizarse sobre papel, o en forma digital pudiendo constituir una simple tira en el diario, una página completa, una revista o un libro.
La característica principal de las historietas o cómics son las viñetas: es un recuadro delimitado por líneas que representa un instante de la historia. Pueden tener texto o no. Cuando tienen, se colocan en globos en donde se expresan pensamientos o diálogos entre los personajes.
ACTIVIDADES
Completá el globo de diálogo de la historieta...
Analizando las historietas anteriores: ¿Qué les sucede a estos personajes?¿cómo interactúan con el otro? ¿Cómo terminan sintiéndose?¿Que sucede con el lenguaje y la comunicación? Redactá un texto explicándolo.
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La historieta anterior no tiene texto, pero se puede entender, ¿Por qué ?
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¿Qué otras historietas conoces? Propone algunas que hayas leído, si no conoces preguntale a un conocido, busca en el diario, revistas,o internet alguna historieta para proponerle a tu compañero. Crea una historieta reelaborando los conocimientos trabajados anteriormente. Historieta, viñeta, globo de dialogo, onomatopeyas.
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Fundamentación de la unidad:
Elegimos como eje para las actividades de esta unidad al humor como herramienta que sirve, junto con la creatividad, como dos grandes canales de comunicación con el adolescente. Si tuviéramos que llegar a una síntesis más ajustada, diríamos que el gran camino de comunicación es la creatividad, ya que el humor es una de las formas de la creación que exige mayor rigor y sutileza intelectual. No obstante, marcamos el humor como elemento preponderante en nuestra experiencia porque es una de las formas más genuinas de expresión del adolescente y de las más solidas que representa su filosofía frente al mundo. Quizás porque siendo esta una de las maneras menos comprometidas de emitir un juicio de verdad individual, es la forma más usada y que más conviene a la inteligencia rebelde de esa edad. A menudo la lectura de un chiste, después de haber leído el contenido serio de un diario, o una broma dicha a tiempo en una situación difícil, sirven como canales liberadores de tensión. Es más, el humor, o el buen humor, nos permiten a veces sobrellevar con dignidad situaciones especialmente complicadas y aun angustiantes. A partir de sus experiencias y vivencias los adentraremos en el mundo humorístico, para que puedan conocer todas sus variantes, característica y referentes. Es por ello que el humor es nuestro eje seleccionado e intentaremos recorrerlo en todos los tipos de variantes y expresiones literarias posibles. Dentro de ellas estudiaremos la ironía, la parodia, la sátira, el costumbrismo, la alegoría, historieta y lo grotesco.
Fundamentación de contenidos La asignatura Literatura y su enseñanza toma como objeto de estudio a las prácticas del lenguaje, con un enfoque en el ámbito literario. Las propuestas didácticas que se llevarán a cabo en el aula deben enmarcarse en las prácticas del lenguaje abordándolo de una manera integral y presentándoles a los alumnos diferentes acciones comunicativas, con el fin de lograr una construcción a partir de la reflexión de lo que se lee, escribe y escucha. Se garantizara el ejercicio de las prácticas de lectura, escritura y el debate, permitiendo al alumno participar de diferentes prácticas del lenguaje en diversas situaciones y a través de propuestas variadas. Cuando utilizamos el lenguaje se pone en juego una actividad comunicativa, cognitiva y reflexiva. Mediante el leguaje se participa de la vida social y se construye la individualidad; a través de esta reflexión pondremos énfasis en el uso de la lengua como un proceso de apropiación realizando un allegamiento a situaciones sociales reales. Se priorizará el favorecimiento de variedad de interpretaciones en las lecturas y a la integración del alumno en la elección del corpus de lecturas dentro de lo sugerido. La experiencia literaria debe presentarse de manera que los adolescentes puedan vincularlas con su propia experiencia. Haciendo hincapié en el proceso de construcción de lectores literarios como un modo de formar ciudadanos. Esto implica: generar situaciones para que a los estudiantes se les presenten variedad de textos, autores y géneros, construir ámbitos para se intercambien ideas, crear contextos adecuados para la lectura, propiciar la búsqueda de información e insertar en este proceso a las nuevas tecnologías como un modo recurso más de búsqueda de información. En forma conjunta, alumnos y docentes, resolverán los interrogantes planteados, participando en la adquisición de los nuevos conocimientos elaborados en forma grupal, estás serán las herramientas que le permitirán al estudiante reflejar su opinión personal. Será el eje de trabajo: el humor y las variantes humorísticas en los textos literarios argentinos, latinoamericanos y de lengua hispana.
Contenidos
Todos los contenidos han sido seleccionados según el eje conductor establecido en el Diseño Curricular: el humor. Las diferentes propuestas planteadas se determinaron de esta manera para que los alumnos trabajen con diferentes géneros y propuestas, para facilitar tanto su crítica y análisis como su participación y socialización de trabajos con sus compañeros. HUMOR Autor a seguir Roberto Arlt UNIDAD 1: “LA MIRADA HUMORÍSTICA Y PARÓDICA” CONTENIDOS MATERIAL DIDÁCTICO La sátira y la parodia en la narrativa y el -El juez de los divorcios, Miguel de teatro. Cervantes. -El camaleón que finalmente no sabía qué color ponerse de Augusto Monterroso. -Necrológica de María Elena Walsh -Llanto de las virtudes y coplas a la muerte de Don Guido de Antonio Machado. -Ulpidio Vega de Fontanarrosa La poesía humorística: Las greguerías y los -Greguerías de Gómez de la Serna Ramón poemas satíricos. -Poemas de Oliverio Girondo. -Poemas de Francisco de Quevedo. La novela picaresca
-El lazarillo de Tormes (fragmentos )
Historia del humor político en la Argentina. Características del humor político.
-Las aguafuertes porteñas, Roberto Arlt (selección)
Literatura en cuadritos: La historieta y la -Historietas de Quino, Caloi, Fontanarrosa, caricatura política argentina. Características Sendra, Nick y Liniers. del lenguaje de la historieta. Leyendo sólo imágenes: La caricatura política en la Argentina contemporánea. La ironía en la narrativa. -El hombrecito del azulejo, Manuel Mujica Laínez -Cuentos Irónicos, antología, Antonio Muñiz. Selección: Consultar con la almohada; La hormiguita. - Que bueno que no se acabó el mundo, Ben Guillen. El humor en otros contextos y épocas.
-“Tiempos Modernos” de Charles Chaplin.
ESTRATEGIAS EVALUACION - Proveer el material para que los alumnos -Una evaluación escrita y presencial sobre la puedan establecer conexiones entre la sátira, sus características y exponentes. literatura y los tipos de humor en -Un trabajo práctico domiciliario sobre la diferentes formas de discurso (poesía, película “Tiempos Modernos” de Charles película, novela, cuentos, etc.) Chaplin. -Lectura de textos variados en los que -Una actividad en clase sobre la historieta. prevalezca el género a aprender. - Promover la elaboración de textos críticos sobre las lecturas. UNIDAD 2: “LA MIRADA GROTESCA Y ALEGÓRICA” CONTENIDOS MATERIAL DIDÁCTICO Alegoría en la literatura y en el arte. Características de este género y su recorrido histórico.
-El matadero, Esteban Echeverría. -La rebelión en la granja, George Orwell -El jardín de las delicias de El Bosco -La alegoría de la primavera de Sandro Botticelli -Noche oscura de San Juan de la Cruz -“Vino, primero pura”, de Juan Ramón Jiménez.
Lo Grotesco en la literatura, en el cine argentino y el arte. Características de este género y su recorrido histórico.
-La nona, Roberto Cossa. Esperando la carroza (1985), dir. Alejandro Doria. -El jorobadito de Roberto Arlt. -Mateo de Armando Discepolo. -El infierno musical de El Bosco (obra de arte). -La bella y la bestia de Kris Kuski (obra de arte). -El desatino de Griselda Gambaro. -Trastoy, Beatriz (1987); "Nuevas tendencias en la escena argentina, el neogrotesco", en Teatro del Pueblo -Hugo, Victor (1979), Prefacio de Cromwell. El -Manifiesto Romántico, Goncourt, Buenos Aires
ESTRATEGIAS
-Fomentar la relación de los diferentes géneros artísticos (pinturas, películas, etc) con el género literario y sus variantes en el humor. - Facilitar el análisis de películas, textos, pinturas para el acercamiento al humor y sus aspectos artísticos.
EVALUACION
-Evaluación escrita y presencial sobre la alegoría, sus características y exponentes. -Trabajo práctico domiciliario sobre la película Esperando la Carroza. -Un trabajo en clase sobre las obras de arte de Bosco y Kris Kuski sobre el grotesco.