EJEMPLOS de referencia para trabajar la actividad A continuación continuación se muestran muestran algunos algunos materiales materiales en los cuales se pueden apreciar conflictos respecto a la identidad (aspecto psicológico), el aspecto biológico o el aspecto social. La propuesta de estos ejemplos es considerar que en las realidades sociales y en las relaciones que se establecen con los demás lo esencial es recordar que “todos los seres humanos nacemos libres e iguales en dignidad y derechos”, como lo refiere la
Declaración Universal de los Derechos Humanos. Aspecto psicológico: psicológico: transgénero transgénero
Iván Monalisa Ojeda, escritor transgénero: “Yo cuento el high, no hay tiempo para mensajes ni huevás”
Cuba eligió al primer concejal transexual
Aspecto biológico: biológico: anorexia Entrevista a una anoréxica recuperada Aspecto social social Detenido un hombre que mantuvo a su hija encerrada en un sótano durante 24 años en Austria
Aspecto psicológico: transgénero
Lanza libro de cuentos Iván Monalisa Ojeda, escritor transgénero: “Yo cuento el high, no hay tiempo para mensajes ni huevás”
Daniel Hopenhayn 06 Noviembre, 2014 Fotos:: Nicole Costa Fotos Costa
En 1996, el artista escénico Iván Ojeda (Llanquihue, 1966) viajó a Nueva York por un mes tras conseguir una beca de creación artística. Una vez allá, deslumbrado por el ambiente de liberación sexual, se olvidó de la beca, trabó amistad con los travestis latinos y se convirtió en Monalisa, sin dejar de ser Iván. Desde entonces en tonces se gana la vida en las noches de Manhattan, pero también, cuando hay tiempo, escribe sobre ellas. Los editores de Sangría dieron con él/ella y en noviembre se publica La misma nota, forever, un libro de cuentos donde casi todos los personajes son travestis neoyorquinos, aunque el mérito de los textos excede por mucho el simple dato de que el autor esté hablando por experiencia.
–Hello, no me digas que eres el chico de la revista, pero quédate conmigo en el teléfono
porque vengo entrando a mi casa justo ahorita. So, háblame si quieres. ¿Iván o Monalisa? Oh, you can use both, podemos usar los dos. Soy transgénero, pero no soy transexual. Transexual es alguien que vive de mujer las veinticuatro horas, seven days a la semana, yo soy transgénero. I mean, soy lo que se diría Two-spirits o Non conforming, so me puedes decir Iván o Monalisa. ¿El libro lo escribió Iván o Monalisa? Both [ambos]. Ya poh, entrevisto a los los dos entonces. ¡Me encantó e se “ya poh”, loco! Espera que estoy entrando… Cachai que justo fui a un lugar, all the way downtown, y aquí en el subway esta es la rush hour, súper lleno, so me vine casi corriendo. Pero don´t worry, dale no más. Es que a mí me ponís el play y hablo como loro, ¿cachai? Yo voy a ser la mata loca que crece pa todos lados y tú la vas a podar. En los nueve cuentos de La misma nota, forever también se cuela el inglés en su castellano latino. Iván Monalisa se pregunta si en Chile eso va a parecer esnob, “pero si llevai 20 años viviendo en un lugar, obviamente vas a cambiar también el lenguaje”.
Con el correr de la entrevista, en todo caso, el spanglish irá cediendo terreno a los modismos, aún intactos en su memoria emotiva, de una conversación entre chilenos. Iván Ojeda nació en Llanquihue y al salir del colegio entró a estudiar Derecho en la UC de Valparaíso. Pero lo llamaba el teatro y partió a Santiago “como una chica recién llegada de San Rosendo, con trenzas y todo”. Entró a Artes Escénicas en la U. de Chile, donde fue alumno y ayudante de Fernando González. Egresó en 1993. “Viniendo de una familia proletaria, tuve la educación de un burgués”.
En Santiago se movía entre estudiantes de teatro y artistas como Pedro Lemebel, Pancho Casas o Carmen Berenguer, de quienes no heredó influencias literarias – Bukowski y Carver son las que reconoce sin mucho entusiasmo – pero sí la actitud política de “ser gente que cuenta lo que tiene que contar desde su lugar”. El propio Nueva York, “como Iván o Lemebel recuerda que solía encontrárselo cuando via jaba a Nueva como Mona, siempre en diferentes domicilios”, y que alguna vez, hace años, le leyó en
Central Park sus primeros cuentos. “Antes Nueva York era más peligroso, pero tenía más personalidad también”, cuenta Iván Monalisa al telé fono. “Tú podías meterte a cualquier lugar sin ID, o en la calle la gente te ofrecía los ID falsos y la policía pasaba al lado y le daba lo mismo”. Conseguir
un ID falso es parte de las rutinas de los personajes de sus cuentos. El alcohol, el sexo, el glamour, las drogas, la amistad, son otros ingredientes que rara vez pueden faltar en las correrías nocturnas de la Silvia Gold, la Francesca, la Fabrizzio, la Charlotte, la Ivanka, la Machete. Casi todos tus personajes son transgéneros. ¿Siempre te mueves en ese círculo? Sí, claro que sí. Ellos son mi familia. La Monalisa nació aquí, mis mejores amigas son ellas. ¿Qué quiere contar tu libro? A mí me toca hablar desde mi lugar, mostrar lo que me tocó vivir después de un viaje con el que yo no sabía lo que iba a pasar. Lo que hago es mostrar ese mundo marginal, alternativo, donde hay una cosa que pasa por la transacción: la transacción carnal, la transacción monetaria… Y que también pasa por el conflicto – por llamarle así – de identidad sexual. O sea que hay un montón de cuestiones, ¿cachai? Como que hablo desde una barricada. Porque dentro de la marginalidad hay otras marginalidades, y esa es la barricada. Yo muestro un New York que no es el de Sex and the City, aunque también lo es, porque igual hay un fashion en la decadencia, o una decadencia del fashion, no sabría cómo decirlo. Como cuando hablo en un cuento de la Prada imitación comprada en Chinatown que después de cobrarle a un buen cliente se va a transformar en una original de la Quinta Avenida. Pero la palabra decadencia no me gusta porque parece un juicio valórico, tiene algo entre romántico y despectivo, así que prefiero decir barricada. Fashion y barricada. ¿Por qué te sientes en una marginalidad dentro de lo marginal? Porque incluso dentro de la comunidad LGBT hay una discriminación bien fuerte a las transgéneros. A mucho gay no les caen bien porque piensan que van a perder la onda, el look del movimiento. Y entre las mismas transgéneros también. Las transexuales, por vivir las 24 horas de mujeres –porque tienen pechos o qué sé yo, aunque mantienen las partes genitales masculinas – se sienten más transgénero que un travesti. ¿Tú serías travesti? Algunos le llaman así, pero yo me defino entre los Two-spirits (dos espíritus). Soy Iván y Monalisa, me gusta comprar ropa de hombre y ropa de mujer.
Tus personajes son travestis nocturnos y llevan esa tensión entre un glamour cercano a la coquetería y un estado de alerta proclive a la violencia. Por ahí cuentas que llevas unos tacones de metal que te han servido contra ataques callejeros. Claro poh, todo bonito pero nunca tanto. Bonita pero no estúpida. Hay violencia, entonces… No es violencia, pero Nueva York igual es la jungla, ¿no? Las grandes ciudades son junglas urbanas, y si sales a buscártelas entre la “ilegalidad”, es más jungla todavía. Y
cuando todo lo que está alrededor son hustlers [buscavidas, dealers, prostitutos], es más jungla. Te gusta la jungla. No es que te guste o no te guste, es lo que te tocó. Ahí te sentiste cómodo, aprendiste ese lenguaje, o esa es la forma en la que aprendiste a sobrevivir, o la vida que elegiste… Es lo que te tocó.
¿Y lo viste así desde el principio? ¿Cómo empezaste? Esa fue una huevá increíble, ¡o sea yo llegué de Chile casi directo a esto! Vine a Nueva York invitado por un mes porque una americana se ganó una beca para hacer un estudio de artistas chilenos durante la dictadura, y ella vio un trabajo que yo había hecho con textos de Foucault, de Juan Luis Martínez, esa onda. Así que yo vine y me quedé nomás poh, ¡ja, ja, ja! Tenía 28 años, ahora tengo 48. ¿Al cuánto tiempo nació la Monalisa? A los meses. Es bien divertido eso… Porque acá aprendí una cuestión de liberación
sexual que fue súper importante, ¿cachai? Yo estaba en un lugar que alojaba a escritores de teatro menores de 35 años de cualquier parte del mundo, y todos se levantaban bien temprano porque se conseguían muchas entradas para ir a ver teatro y hueás, imagínate, Nueva York. ¡Y yo no estaba ni ahí! Dormía todo el día y en las noches me iba como a dos cuadras de ahí a cachar la onda. Porque eso quedaba en el Hell’s Kitchen neighborhood (vecindario La Cocina del Infierno), cuando todavía existía
ese Nueva York de antes, el que se ve en Midnight cowboy. El Giuliani estaba recién limpiando con todo Times Square, la prostitución en la calle, toda esa personalidad que
por algo se llamaba Hell’s Kitchen. Yo alcancé a ver eso último, ¿entendís o no?
Esperaba que llegara la noche para ir a pasearme por ahí. Entonces me empiezo a meter a estos lugares, veo todos estos chamacos bellísimos, semidesnudos, o todas estas travestis, todos estos hustlers, y veo que empiezan a hablar español… Y yo como que los observaba de lejos, me atraían. Hasta que en una de esas, no sé poh, “¡oye loca, ven aquí, que tú eres loca!” (imita acento latino). Y nada, nos hicimos amigos, yo jangueaba [vacilaba] en la noche con ellos, hasta que en un momento dije “no, yo me quedo acá”. Entonces me pongo a buscar trabajo y de waiter [garzón] no servía pa na’,
me echaban altiro. Imagínate yo poh, si no me gustaba como me hablaban les tiraba las hueás nomás, ¿cachai? La cosa es que el mismo día me sacaban cagando, entonces estaba preocupado y les digo a mis amigas “me quiero quedar acá, qué hago”. Y ellas me dijeron, “haz lo que nosotras, pues”. Y así empecé. Y empecé a conocer huevás que nunca pensé que iba a conocer… Bueno, ahí están los cuentos.
TRAVESTIS OLD SCHOOL Las travestis de tus cuentos son casi todas latinas. Argentinas, salvadoreñas, colombianas…
Es algo bonito de Nueva York, lo he aprendido acá. Porque yo soy chileno del sur, o sea sangre chilota y la huevá, pero aquí te hacen sentir latino porque llega gente de todas partes y todos se juntan más o menos con los que hablan su misma lengua. Y la comunidad latina transgénero acá es súper grande, aunque hay de todas partes, muchas filipinas, etc. En todo caso, las latinas que yo muestro ahí son las del old school. La Silvia Gold, por ejemplo, es de los 80, diferente a las que están llegando ahora. ¿Cómo son las de ahora? Diría que las de antes tenían como más personalidad. Y de esas, las que quedan son casi como piezas de museo, porque a casi todas se las llevó el sida. En esos tiempos de los 80 y los 90 no había medicinas, estaba acabando con todo el mundo. Hoy día si yo me acuesto contigo y tú eres positivo, al otro día puedo ir al médico y me dan una mega receta y no me va a dar nada, nunca se va a saber si me contagiaste o no. Y hay otro programa en que si tú eres una persona en riesgo, puedes empezar a tomar medicinas para que si algún día llegas a acostarte sin condón con alguien, no te infectes, ¿you know? Pero las old school de las que yo hablo están vivas de milagro. Tus cuentos parecen rescatar las “burbujas de placeres”, como dices textual, antes que reventaran. Se adivina que esas luces van apagarse, pero las muestras cuando estaban prendidas. El traductor del libro al inglés me dijo lo mismo, que su cuento favorito era el “House of dreams” y que esa frase de la burbuja iba a darle la línea para traducir. Pero yo cuento lo que viví en ese momento, sin decir “mañana puede pasar esto” o “por hacer esto te pasó esto otro”. Yo cuento el momento, el high, la nota. Por eso el título “La misma nota, forever”, porque hay como un high, una espiral, una nota que se quedó ahí arriba,
también para el que la escribe. Por eso no hay ninguna queja ni mensaje. Es como una radiografía con unos dejos sentimentales alrededor, cuando aparece la loca y se pone sentimental. Pero ese high no es un “seamos felices para siempre”, sino un “aprovechemos mientras dura”. ¡Es que es el momento, poh! Y en este ambiente son todos medio gitanos, constantemente hay gente que va desapareciendo, que siguen de largo como por una espiral. Como el personaje de “House of Dreams”, la Francesca, que efectivamente desapareció, no sabemos si murió, no sabemos nada. Pero esa misma energía que ella dejó, es la energía que dejan dentro del espiral todos los que van pasando. Y es la energía, la nota que se repite en todos los cuentos. En la relación de los personajes con la cocaína, ¿no hay a veces una voz interna que dice “en algún momento hay que parar un poco”? ¿Tú creís? Maybe es lo que sientes tú, pero yo no lo digo. Y si se dijera eso no me gustaría, lo sacaría inmediatamente del libro. No hay ningún juicio valórico en lo que yo escribo. En el cuento “Lo que necesito es dinero”, sí hay una voz muy imperativa que le repite a la protagonista “no puedes enamorarte, es un cliente, no importa lo que sientas”. A ver, no todos los cuentos son cosas que me han pasado a mí…
Me refiero a que en general la “burbuja de placeres” compite con un sentido del rigor muy frío, hay mucho “no”, no pisar en falso. Bueno claro, pues, si esto tampoco es una huevá como de la Belle Époque, no son las cortesanas en París fumando opio. ¡O seeea! Es como lo cuento nomás, y es fuerte, claro que sí. Es la transacción, la sociedad de libre mercado, la carne, los sentimientos, el dinero, todo eso… Y los estupefacientes que te hacen todo más glamoroso, o menos glamoroso, o que te ayudan a meterte en la nota que tú quieras, qué sé yo. Hay cuentos más fuertes que otros, pero la rutina de trabajo que describes es intensa todo el tiempo. Porque es un trabajo, pues. Las chicas no van a janguear, van a trabajar. Eso que quede claro, porque muchas veces dicen “ay, ustedes las locas van a pasarlo bien”. No.
Van a trabajar. Pero es el trabajo que elegiste. ¡Pues claro! Quiero decir que te gusta hacerlo. Y a todas nos gusta hacerlo. I’m a hustl er, ¿qué necesitas? Me gusta la palabra hustler
porque puede significar muchas cosas: lo que necesites, te lo consigo. O sea, you need something, I help you with that, but give me some money, I need to pay deals, the same that you have to pay. I’m a hustler, yo te ayudo, pero me das dinero, porque tengo que pagar cuentas igual que tú. Es así. Money talks and bullshit walks. El narrador del libro también aparece vendiendo condones, haciendo aseo en casas de amigas… ¿Qué otras pegas has hecho allá? Uh, yo he hecho de todo, pero ningún trabajo así regular. Durante un tiempo contestaba los teléfonos de amigas que tenían “casas de muñecas”, como les decíamos. Me
estaba haciendo un montón de dinero, porque como hablo un buen inglés me habían pasado los teléfonos de unos que trabajaban mujeres, de otros que trabajaban transexuales y otros que trabajaban hombres. Así que yo tenía que cambiar la voz según el teléfono que sonaba: bien macho si era por hombres, bien fina si era por mujeres y más o menos si era por transexuales, ¡ja, ja, ja! ¡Se me armaba el enredo! Y ganaba dinero por cada cliente que yo jalaba. Y también, antes de las Torres, como no pedían ID para nada, a veces a algunas amigas travestis las multaban por prostitución con un Community Service, que es ir a limpiar un parque o algo así por cinco días. Entonces si les daba lata me decían “oye Mona, hazme el Community Service y te pago 400 dólares”, y yo iba con el nombre de ellas y lo hacía. Una vez también trabajé como
mimo en el subway. Me paraba ahí y me daban unos chavos. “MOVE ON, NO HAY TIEMPO”
Todo esto que cuentas es lo opuesto a la idea de un escritor dedicado a pulir sus textos. ¿Cuándo escribes? Yo toda mi vida he sido un gipsy, bien gitano, y eso también se ha aplicado a mi forma de escribir. Tengo amigos que se sientan a escribir a las 6, a las 7… yo digo “¡guau, que buena onda!”. Pero no soy así. Ahora estoy más calmado, más viejo, pero siempre
me moví de un lugar a otro, entonces lo que escribo lo estoy pensando, lo estoy pensando… y de repente ¡pa!, me baja la hueá y escribo, porque no voy a tener tiempo para corregir. Casi todos esos cuentos fueron escritos de una vez. ¿Tan así? Al leer parece que tuvieras todo bajo control, es difícil lograr eso a la primera. Porque yo he aprendido, por esta forma de vida que he tenido hasta ahora, que todo tengo que tenerlo claro en la cabeza. Las otras cosas no las puedo tener bajo control, porque no sé dónde voy a estar mañana. A eso me refiero con que no voy a tener tiempo para acarrear una cosa material y corregirla. Entonces he aprendido a acarrearlo en la cabeza, eso ya me quedó como un sistema. Yo cacho cuando va a venir la cosa, dejo los papeles ready y donde me pilla lo escribo. No va a haber otra oportunidad. ¿Eso también es una herencia de Nueva York? Dices en un cuento que allá no hay tiempo de parar: el que para, desaparece.
Aquí hay una huevá que quizás tiene que ver con la física, con el tiempo, que pasa más rápido. Es esa misma espiral que te decía, que tiene como un boom, una energía. Estás metido en ese trip. Y si te sales de ese trip, desapareces nomás. Es una maquinaria donde no importa la onda o el color en que tú estés, lo importante es que estés siendo partícipe de esa maquinaria. Porque Nueva York también es como un gran Disneyland, ¿no?, se junta gente de todo el mundo que habla diferentes lenguas y todos con un sueño, con una fantasía. No podís bajarte de eso. Tu estilo tiene mucho de travesti pero muy poco de barroco, como que necesitas avanzar sin dar sin ninguna vuelta de más. No podís, pos niño, porque si no no aparece el dinero, se te va el cliente. No queda tiempo para tanto comemierderismo, una palabra que usan acá los caribeños, sobre todo los cubanos. No comas mierda, move on, no hay tiempo. Por eso yo cuento el high, no hay tiempo para los mensajes ni para la huevá. La cronista argentina María Moreno dice que la literatura travesti no ha aparecido porque lo transgénero sigue muy ligado a la reivindicación política. Tiene razón. Aparte que no hay muchos transgéneros que escriban de los transgéneros. Hay que gente que escribe estudios sociológicos, que es necesario, pero alguien que hable desde adentro, no que yo sepa. Por lo menos en escritura, porque allá tenían una tipa maravillosa que recién me doy cuenta que existía, porque se murió y me dio por ver sus videos, la Hija de Perra. Me habría encantado ser amigo de ella. Pero mala onda, se fue. De repente haces mezclas curiosas. En un cuento vas caminando con una travesti colombiana casi al amanecer, pasando frente al Club Edelweiss, y te sientes adentro de un cuadro de Hopper mientras piensas en la Sharon Stone lanzando los billetes al cielo en Casino. ¿You liked? ¿Te gustó esa imagen? Sí. Esa imagen es maravillosa. Cuando yo vi la película estaba con un amigo, Lázaro, él hace maquillajes, y cuando veo esa escena le dije “a la Sharon Stone le van a dar el Oscar por esto”, y se lo dieron. Y cachai que el Edelweiss, que ya no existe, tenía esa
huevá como de los sixties, esos dinners con las sillas redondas de metal que vendían los ice cream en copa, ¿te acordai? Y arriba del dinner había una barra, entonces cuando llegaba la policía, si estabas cerca de la puerta que comunicaba la barra con el dinner, te salvabas. Eso ahora lo destruyeron, es un estacionamiento, quedó algo como fantasmagórico, por eso describo esa escena como un cuadro de Hopper, un cosa ghost. Quizás esto me viene de cuando dirigía teatro, lo de crear una atmósfera que meta al lector dentro de una onda. Una escenografía, una iluminación… Ahora estoy
escribiendo un p lay [obra teatral], se llama “Waiting for the night to fall”. Por la canción de Depeche Mode, ¿la cachai? No. (Canta) I waiting for the night, to fall… es un clásico.
Estudiaste Artes Escénicas en la U. de Chile. Es inusual que alguien de tu mundo sea escritor, pero que venga de la academia aún más. Claro, tuve la experiencia del conocimiento académico pero después la del empírico. Aquí aprendí a ver cómo se cocinaban las habichuelas, como dicen los boricuas. Cómo se cocina una buena cazuela. No quiero sonar pedante, pero yo siempre he sabido de lo que soy capaz de escribir o actuar, el problema era “qué voy a decir”. A lo mejor los
cuentos tenían que salir después de todos estos años, y fueron esa suma entre la academia con lo que me tocó vivir acá en Nueva York… cosas que nunca pensé ni siquiera que iba a ver. Igual ya en Chile yo iba a comprar yerba a San Camilo, donde las que vendían eran las travestis, y nos metíamos ahí adentro a janguear y a fumar yerba con ellas. Hasta una vez me acuerdo que nos dieron unas pepas que quedamos bien locos, ¡ja, ja, ja! SIEMPRE HAY SOLUCIÓN ¿Es incómodo presentar en Chile un libro como este, donde es evidente que hablas por experiencia propia? El tronco de los cuentos es real, pero algo de ficción hay, no son documentales. Pero estás reapareciendo en público como alguien que se fue a Estados Unidos, se hizo travesti y se ha trabajado en el comercio sexual. ¿No hay rollo con eso? ¡Por supuesto que no! O sea tener rollo con eso sería negar todo lo que escribí, la falsedad misma. ¡Obvio que no tengo rollo, pues! ¿Tampoco te da lata que el libro pueda leerse desde el morbo en torno a ti? Mientras me compren el libro yo feliz, me da exactamente lo mismo. No hay que perder el tiempo con las opiniones, hay huevás que hay que mostrarlas tal cual son nomás. Además yo pertenezco a una generación política, de los 80, o sea me mamé al viejo asqueroso, para el NO tenía 20 años, así que no puedo estar con huevás de “qué va a decir este o aquel”, para nada. Hacerme el hueón con el tema ser ía negar lo que yo
quiero contar, negar mi familia de Nueva York, que son los transgéneros. En el último cuento del libro, “Estas son nuestra banderas”, desfilas con la bandera chilena por la Quinta Avenida en el Gay Parade. Es un final feliz. Sí. Y ocurre de día, no como los otros que son todos de noche. Bonito.
¿Es un triunfo? Es como decir que siempre hay solución. Porque las transgéneros somos como de goma, fuertes. Yo soy fuerte y otras amigas son más fuertes todavía. También parece tu triunfo político. Sientes que la Quinta Avenida se abre a tu paso como una “ancha Alameda”. Claro, eso es bello y es adrede. Para mí significa mucho. ¿Cambiaste la democracia de acá por la libertad de allá? Tocó que fuera acá, porque igual la discriminación acá es bien fuerte, tampoco es el paraíso. Más bien pasó que uno lleva su pasado o su historia con uno mismo, entonces cuando yo estaba caminando por la Quinta Avenida, también sentía que estaba caminando por la Alameda. No sé cómo explicártelo. ¿Nunca volviste a Chile desde el 96? No, nunca más volví. Pero ahora me estoy arreglando los papeles, tengo ganas de ir. Para mí igual significa muchas cosas que el libro vaya a llegar a Chile. Y con tu familia, ¿todo bien? Sí, igual mis papás como que están curados de espanto, pero son súper buena onda conmigo. Yo les mandé el libro, lo leyeron y todo. Igual mi papá me dijo “sin comentarios” y mi mamá me dijo “no me gustó tu libro”, ja, ja. Yo sé que es fuerte la
cuestión, pero ellos me han dejado ser, a pesar de que son como del sur, ya mayores. Se molestan un poco y todo, pero al final siempre me dejan ser. ¿Necesitabas irte de Chile? Sí, yo tenía que salir de ahí. No tenía mala onda con nadie, pero como que no estaba conforme allá, no soportaba más. Igual se me fue la mano, ¡ja, ja, ja! En tus cuentos, y al hablar contigo, no se percibe ningún dejo de rabia, siendo comprensible que la hubiera. ¿De quedarte en Chile hubieras juntado rabia? Sí, seguramente lo que dices es porque salí de ahí. Pero la rabia también es legítima. Y he estado pensando que todos los temas que están en esos textos, quizás inconscientemente, yo ya los había trabajado en Chile. En el último trabajo que hice en teatro, yo ponía a un contratenor que cantaba los registros de Herculine Barbin, un hermafrodita cuyos diarios de vida publicó Foucault. Y pongo a otro personaje ficticio que hacía trabajo sexual. Y en un texto anterior había un personaje que se llamaba Él/Ella, y otro que quería ser madre. Entonces a lo mejor yo lo estaba buscando sin darme cuenta, ¿no? Pero necesitaba ese reality, pasar a lo empírico, para poder escribir lo que escribí ahora. Y de lo que seguiré escribiendo, porque es mi mundo.
Recuperado de: http://www.theclinic.cl/2014/11/06/ivan-monalisa-ojeda-escritortransgenero-yo-cuento-el-high-no-hay-tiempo-para-mensajes-ni-huevas/
SÁBADO 17 DE NOVIEMBRE 2012
Infobae - Cuba eligió al primer concejal transexual
Cuba eligió al primer concejal transexual Adela se hizo conocida como "Lucero, la sirena del merengue", transformista. Su nombre oficial es José Agustín Hernández y vive en Caibarién, pueblo del centro de la isla
Considera a su elección como la "mayor victoria" contra todos los "repudios" que dice haber sufrido en sus 48 años. En la segunda vuelta de los comicios locales Hernández ganó por 100 puntos de ventaja el puesto de delegado a las Asambleas Municipales del Poder Popular , un caso "inédito" para un transexual de la isla según algunos activistas cubanos. "Mis dos oponentes eran funcionarios de esa Asamblea, y yo soy de la calle, un homosexual abierto que siente como mujer desde que nació y que se inyecta hormonas femeninas desde hace tres años", dijo a Efe Hernández, quien trabaja como técnico de electrocardiogramas en un hospital.
Travestido con tacones, blusa, argollas y maquillaje, el atuendo de mujer que habitualmente usa, explicó que su victoria en las elecciones lo llena de "orgullo" y le demuestra que en Cuba ahora "hay más aceptación". "Es un reto más para doblegar el dolor que llevo por dentro y que empezó con el rechazo de mi familia. Yo siempre me he impuesto a la sociedad: no querían que me vistiera de mujer, me cargaba la policía, pero yo seguía haciéndolo, y me he hecho respetar como soy", explicó. Como en su guardarropa solo hay prendas de mujer, para la foto de candidato a la Asamblea Municipal tuvo que pedir prestada ropa masculina, según dice, "por un problema de respeto, no porque le hayan obligado". Esta semana, en su primera reunión como delegado para informarse del presupuesto municipal, asistió vestido de hombre "para defraudarlos a todos, porque esperaban verme de mujer", comentó entre bromas. El sobrenombre Adela lo adquirió de niño, porque era el único homosexual abierto de su comunidad, ubicada en una central azucarera homónima.
En la década de los noventa, cuando comenzó a trabajar como transformista, se dio a conocer con el nombre artístico de "Lucero, la sirena del merengue", pero actualmente lo cambió por "Haila", porque es la cantante cubana que más imita en sus actuaciones.
Hernández, que nunca ha sido sometido a un diagnóstico especializado para confirmar su condición de transexual, vive en una humilde casa de madera adornada con pinturas de girasoles, que llama su "rancho", en un barrio marginal conocido como Aguas Indias, en la periferia de Caibarién. Sus vecinos y electores, admite, son su "familia", y con ellos tiene el "deber" de conseguir que las autoridades resuelvan al menos el problema del alumbrado público y la inundación de las calles. "Mi comunidad me acepta como soy y ese es mi triunfo. A las cosas las llamo como son y voy a buscar justicia para ellos", indicó. En su barrio, donde unos lo tratan de "él" y otros de "ella", la mayoría de los vecinos consultados por Efe se quejan del "olvido" de las autoridades y creen que Hernández es el delegado "correcto" porque " no tiene miedo a expresar lo que siente". Adalberto Hernández, un campesino de Aguas Indias, asevera que fue él quien promovió la candidatura de Adela "por sus valores para luchar por los demás" y su historia como presidenta de un Comité de Defensa de la Revolución en ese "barrio insalubre" durante 28 años. El periodista y activista Francisco Rodríguez, autor de una de las páginas web de defensa de los derechos LGTB más conocidas del país, advirtió que es "trascendente que una persona transexual sea electa en un cargo político para representación del Gobierno" y consideró este como el primer caso de su tipo que se haya conocido en Cuba. Por el momento, Hernández confía en que "la sociedad cubana está más avanzada" y agradece en ese sentido al trabajo del Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex) que dirige Mariela Castro, hija del presidente cubano, Raúl Castro. "Ojalá hayan más homosexuales que sigan mi camino y vayan más para arriba", señaló tras definirse como un "homosexual revolucionario que ahora representa a 500 electores".
Recuperado de: http://www.infobae.com/2012/11/17/1061611-cuba-eligio-al-primer-concejal-transexual
Aspecto biológico: anorexia
DOMINGO, 16 DE NOVIEMBRE DE 2008
Entrevista a una anoréxica recuperada Ésta es la entrevista realizada a la anoréxica recuperada. Se pueden notar claramente las características de la enfermedad, su influencia tanto física como psíquica y sus causas y consecuencias.
1. ¿Cómo sentís que comenzó la enfermedad? Y, fue progresivo, arrancó en la adolescencia con una disconformidad con la imagen con el cuerpo, pero recién en la universidad, al yo tener la posibilidad de poder estar muchas horas afuera de mi casa, ahí pude controlar la no ingesta de alimentos. Evitar desde las 8.00 a.m. de la mañana hasta las 6.00 p.m. en la facultad, yo estudié en el pozo o sea que me quedaba. Ahí yo pude manejar la no ingesta de alimentos. A partir de ese momento comienzo a hacer una reducción de peso y cuando hago la reducción más marcada es en el último año de la facultad. Llegué a pesar 38 kilos. 2. ¿Sentís que tuvo influencia todo tu entorno, tu familia, tus amigos? No, en el caso de mi familia no, porque no fui criada en una familia donde la dieta, ni el cuerpo, ni la actividad física fueran predominantes como para decir que me marcaron o que tenía que tener un cuerpo así. Creo que lo mío pasó por una cuestión de control. Yo me empecé a dar cuenta que había cosas que se me iban de control y como que lo único que yo podía controlar era el peso. Fue como un cambio cuando vos te vas pasando de adolescente a adulto, sentís que las cosas se te van de control. Por ejemplo rendir mal en la Facultad, relaciones personales o afectivas malas y es como que en un momento yo me di cuenta que lo único que podía controlar era el peso y obviamente hay toda una presión mediática y de entorno de que cual es el mínimo de peso, el 40 y pico el 40 y algo es como que te marca que sos delgada y yo frente a diferentes fracasos en la universidad, rendir mal era como bueno, a lo mejor estando flaca como que lograbas cierto éxito, que la gente te reconociera. Es como bastante complejo lo que se te hace en el cerebro, pero lo empezas a pensar por esa manera, como el hecho de estar delgada te asegura el éxito en rendir bien una materia. 3. ¿Cómo hiciste con tus estudios? ¿Se te complicó? No, yo hice anorexia. La personalidad anoréxica tiene la particularidad de que sos muy obsesiva, muy perfeccionista y sacas energías, o sea yo pude hacer la carrera con un
peso bajísimo. Los últimos dos años con un peso muy bajo y no sé de dónde saqué energía y realmente lo pude hacer. No se me complicó en ese sentido. Sí se me complicó cuando yo empiezo el tratamiento que a mí me dan la opción de internarme en una institución permanente o hacerlo ambulatorio. Bueno yo me había recibido cuando empiezo el tratamiento y decidí hacerlo ambulatorio, porque era como una forma de buscar trabajo, de otra manera era como que iba a perder un año y bueno evidentemente con un año no te alcanza perdés muchos más años. Pero a lo mejor supongo que en una escuela secundaria o cuando sos más chica sí se te repercute. 4. ¿Fue tuya la decisión de empezar el tratamiento? No, nunca es tuya. En muy raras ocasiones, yo en un momento llegué a 42 kilos que ya no me podía levantar de la cama me dolía todo el cuerpo, o sea físicamente me sentía muy mal. Ahí fue que mi médico me dice: “mira o vos empezas un tratamiento o yo te
interno en el sanatorio Santa Fe porque te vas a morir, o sea por debajo de los 45.5 kg. ya estás en riesgo biológico extremo, estás pesando 42 kg yo no me voy a arriesgar. Si vos mañana no vas a ver a esta persona que yo sé que trabaja con trastornos en alimentación, yo te interno”. Y bueno fue eso como pre sionada, mi familia también se enteró y es como que bueno, arrancas por eso, pero no, en realidad en ningún momento la decisión es tuya. Porque aparte el tratamiento de la anorexia es muy duro, porque vos tenés que comer y la anoréxica no come, entonces no podes empezar ningún tipo de tratamiento si no comes. 5. ¿Que pensás frente a los estereotipos de la sociedad hoy en día? Es terrible, mira en este momento yo ahora que trabajo con adolescentes, lo veo como muy cercano al tema de que está muy marcado, hace años yo no lo notaba. El tema de la discriminación, la agresión a la no figura de la nena lánguida, flaquita tipo, europea, creo que no hay un conocimiento cultural y anatómico de la raza latina y creo que está muy vendida esa imagen de la flaca con la cara larga, con piernas flaquitas y brazos chiquitos. Creo que esa es una imagen que se está vendiendo demasiado y pega mucho, y pega en otras cosas, como por ejemplo, yo noto en los chicos mucha agresión de que si no sos flaquita o palito sos un gorda. O sea, yo lo que estoy viendo es que no existe el parámetro de normalidad, no se sabe que es una figura normal, es como que sos hiper flaca o sos re gorda, pero no hay un punto medio. Eso me parece que se perdió. Y yo lo que estoy notando también es que está mucho la presión en la familia de que viste las chicas hagan deportes, gasten gasten y quemen calorías. También me he enterado de ciertos lugares donde los mismos profesores o gente, que hincha los cocos con el tema del cuerpo en criaturas muy chicas. Hay nenas de 10, 11 años que ya se están preocupando por el tema de que si son flacas o gordas, que a esa edad se supone que o sea te empezás a preocupar a los 16, 17 ponele. Porque sabemos que la mujer llega a una edad que tiene su cuerpo formado no es como el varón que crece hasta los 25 años. La mujer si a los 17, 18 años creció 1.50 m. y… va a
crecer 1.21 m. pero no va a crecer 1.60 entonces ponele a esa edad sería más lógico, pero no tan chica. Después bueno, yo acá en la escuela he notado el tema de hacer consultas con nutricionistas, tengo nenas que van y no están obesas como para ir a un
nutricionista, no sé qué les dirá éste. 6. ¿Y cambios de humor también tuviste? Sí, ni hablar, era inconvivible. A ver… estás hecha una loca, sos una perra, pero porqu e
estas muerta de hambre. Lo que pasa es que en el mecanismo este, vos no sentís hambre porque anulas tanto la sensación de hambre que parte del tratamiento es que vos llegues a identificar momentos en los que vos digas, bueno tenés hambres. Nunca tenés hambre, eso no existe, siempre en algún momento tenés ganas de comer. Y después sí los cambios, te pones muy agresiva, mala. Pasas de estados de ánimos de estar muy triste a estar de un humor, pero realmente querés lastimar a alguien, o sea agresiva. Y si no lo podes descargar, yo he conocido chicas que se han auto agredido, porque es como que necesitas descargar esa bronca, esa furia, o lo descargas con el otro, o si no con vos mismo.
7. ¿Vos ibas a psicólogo? Yo hice un tratamiento que era integral. Psicólogo, nutricionista y psiquiatra, porque yo tuve que tomar un ansiolítico y una medicación que ayudaba al cerebro como a enfocarte, al pasar tantos años empezás a tener secuelas orgánicas y entre todas las que yo tuve, una fue como que el cerebro dejó de producir una sustancia que te controla los cambios de humor. 8. ¿Cuánto duró tu enfermedad? Mira yo te diría, de que la enfermedad no se cura. Yo en este momento, estoy recuperada. Pero siempre tenés que estar atenta ante cualquier situación, esta enfermedad es muy engañosa. Es como que no te vas dando cuenta y vas entrando. Aparte hay conductas que las aprendes durante la enfermedad, que es muy difícil despegártelas. Ejemplos, las porciones de comida que es mucho o poco, cuestiones con el espejo, las secuelas son más graves y menos graves. Yo por ejemplo no recuperé el esquema corporal, hay chicas que son anoréxicas que sí lo recuperan, yo no, o sea para mí la imagen que me da es espejo no es así, yo me veo distinta. Y tuve que aprender a tener otros parámetros. Recuperado de: http://bulimiayanorexiasara.blogspot.mx/2008/11/entrevista-unaanorexica-recuperada.html
Aspecto social
Detenido un hombre que mantuvo a su hija encerrada en un sótano durante 24 años en Austria
Un hombre ha mantenido secuestrada a su hija durante 24 años en un sótano y ha tenido 7 hijos con ella / ATLAS
El hombre es sospechoso de haber abusado sexualmente de la mujer, con quien habría tenido siete hijos
Un hombre de 73 años ha sido acusado de haber mantenido durante 24 años en cautiverio a su hija de 42, ha revelado este domingo la policía de Austria. El padre es sospechoso también de abuso sexual y de ser el padre de siete hijos con la mujer, que nacieron en el sótano donde la mantenía recluida, según la policía. El jefe de la Oficina contra el Crimen austríaca, Franz Polzer, ha confirmado en una rueda de prensa en Amstetten que el hombre, identificado como Josef F., ha sido detenido, y según la agencia austríaca APA, "no se ha mostrado dispuesto a declarar". La mujer, identificada como Elisabeth F. dijo a las autoridades de que había sufrido el abuso de su padre desde que tenía 11 años. Contó a la policía que su padre Joseph la atrajo al sótano de su casa en el poblado de Amstteten, en el estado federado de Baja Austria, en 1984, donde la esposó y la dejó encerrada. "Ella fue víctima de abusos continuamente durante su encierro de 24 años", según la declaración. "Esto le llevó a tener seis niños". La mujer tuvo en total siete niños, pero uno de ellos murió poco después de nacer, según la policía. La mujer dijo que Joseph suministró a ella y a tres de sus niños, a los que mantenía encerrados con ella, ropa y comida. Supuestamente, la esposa de Joseph, Rosemarie, desconocía lo que estaba pasando.
El caso ha salido a la luz cuando la hija mayor, identificada como Kerstin F., cayó gravemente enferma y tuvo que ser trasladada al hospital de la ciudad. La policía ha informado de que se han tomado muestras de ADN de todas las personas involucradas para ser evaluadas y confirmar la paternidad del hombre. Este caso ha hecho recordar el de la también austríaca Natascha Kampusch, quien pasó ocho años encerrada en una habitación sin ventanas antes de lograr escapar en agosto de 2006. Recuperado de http://internacional.elpais.com/internacional/2008/04/27/actualidad/1209247205_850215 .html