Seis grados de separación. La ciencia de las redes en la era del acceso.
Duncan Watts
relaciónales de la red, ya sea en términos de cierta medida directa de la «distancia social» entre los actores o agrupando a los actores en la red. Las redes, según este enfoque, son la rúbrica de la identidad social; los patrones de relaciones entre individuos son una representación que esquematiza las preferencias y las características subyacentes de los propios individuos. La segunda corriente técnica presenta una orientación mucho más mecanicista. En esta corriente se considera que la red es un conducto para la propagación de la información o el ejercicio de la influencia, y el lugar de un individuo en el patrón general de relaciones determina la información a la que tiene acceso o, en consecuencia, a quién se halla en posición de influir. El papel social de una persona, por tanto, depende no sólo de los grupos a los que pertenece, sino también de las posiciones que ocupa en el interior de esos grupos. Al igual que sucedía con la primera corriente, se han desarrollado una serie de métricas con el fin de cuantificar las posiciones de los individuos en la red y correlacionar sus valores numéricos con diferencias observables en el rendimiento individual. El concepto de vínculo débil que propuso el sociólogo Mark Granovetter es una excepción a estas dos categorías generales y un precursor de algunos de los modelos que examinaremos más adelante al tratar el problema del mundo pequeño. Después de realizar un estudio exhaustivo sobre dos comunidades de Boston cuyos intentos de movilizarse contra la amenaza que suponía el desarrollo urbano tuvieron resultados absolutamente diferentes, Granovetter llegó a la sorprendente conclusión de que la coordinación social efectiva no surge de vínculos «fuertes» muy entrelazados e interconexos, sino que, más bien, deriva de la presencia de vínculos débiles ocasionales entre individuos que no se conocen uno a otro o que no tienen mucho en común. En su artículo fundamental, publicado en 1973, denominó a este efecto «the strengh of weak ties» [la fuerza de los vínculos débiles], una expresión hermosa y elegante que desde entonces ha pasado a formar parte del léxico de la sociología. Granovetter demostró con posterioridad la existencia de una correlación similar entre lazos débiles y las expectativas que un individuo tenía de conseguir un empleo. Al parecer, encontrar trabajo no es tanto una cuestión que dependa de tener un amigo que nos facilite el acceso (el tipo de amigo que sea tiene precisamente aquí una gran importancia). Paradójicamente, sin embargo, no son los amigos íntimos los que más útiles resultan: al conocer a muchas de las personas que también conocemos nosotros y al estar expuestos a menudo a una información similar, en contadas ocasiones pueden ayudarnos a dar el salto a un nuevo entorno, por mucho que quieran. Más bien tienden a ser los conocidos casuales quienes nos resultan útiles porque nos pueden facilitar información que de otro modo nunca recibiríamos. Los lazos débiles, además, se pueden ver como un enlace entre el análisis individual y el de grupo, en el sentido de que son creados por individuos, pero su presencia afecta al estatus y el rendimiento no sólo de los individuos que los «poseen», sino de todo el grupo al que pertenecen. De la misma manera, Granovetter sostuvo que sólo examinando la estructura a nivel del grupo, es decir, observando la estructura en la cual los individuos se hallan integrados, sería posible diferenciar los vínculos fuertes de los débiles. Si bien más adelante veremos que la relación entre lo local (individuo) y lo global (grupos, comunidades, poblaciones, etc.) es algo más sutil que como la describió 26