Guerreros y Campesinos. Desarrollo inicial de la economía europea. 500-1200. Georges Duby Primera Parte: Las bases. iglos !"" y !""". A fnes del siglo VI, cuando se cierra el período de migraciones, la Europa es en gran gran part parte e salv salvaj aje. e. La escr escrit itur ura a se haya haya en regr regres esió ión. n. Dos Dos tipo tipos s de incultura dominio germano!eslavo, "ue es un #ona de crecimiento continuo y las supervivencias de la civili#ación romana, "ue se degradan cada ve# m$s.
1. Las #uer$as producti%as La naturale$a La econo economí mía a se redu reduce ce a la luch lucha a "ue "ue el hom%r hom%re e de%e de%e mant manten ener er para para so%revivir contra las &uer#as naturales. El %os"ue reina en el paisaje natural. 'e lucha contra los ar%oles y contra las aguas, contra la irrigación e(cesiva de los pantanos y contra la e(cesiva se"uedad de los veranos. )ay un papel determinante de las variaciones clim$ticas. Luego de un avance glaciar *V al VIII+, un retroceso *VIII a II+. Esto lleva a la hipótesis de "ue hu%o entre el siglo VIII y la segunda mitad del II un clima menos h-medo y m$s claro, en el momento en el "ue se insin-a el primer despegue de un crecimiento económico escencialmente agrícola.
Con&eturas demogr'(cas Da la impresión *solo se pueden hacer conjeturas+ de "ue el siglo VII es el fnal de una larga &ase de regresión demogr$fca "ue se relaciona con el clima, acentuada en el siglo VI por la peste negra. En estas condiciones la %ase de una &ortuna no es la posesión del suelo, sino el poder so%re los hom%res so%re sus muy po%res -tiles de tra%ajo.
Los )tiles de traba&o 'e ignora, hay "ue recurrir a documentos m$s tardíos, de la administración carolingia del siglo VIII. Los o%jetos inventariados son utensillos de cocina y otros destinados a tra%ajar la madera. uy pocos de metal. El arado no era construido por un especialista, sino en la casa campesino. La punta era de made madera ra,, no tan tan e&ec e&ecti tiva va,, pero pero los los suel suelos os ara% ara%le les s son son &r$g &r$gil iles es.. /o hay hay preocupación por mejorar las t0cnicas. 1onservemos la im$gen de una sociedad mal e"uipada y con insufciencia demogr$fca.
*l paisa&e El sistema de cultivo depende de las tradiciones alimenticias. En e&ecto, no
hay "ue pensar "ue una sociedad humana se alimenta de lo "ue la tierra en la "ue est$ asentada podría producir m$s &$cilmente, lucha encarni#adamente para vencer la resistencia del suelo y del clima, con el fn de o%tener los alimentos cuyo consumo le imponen sus costum%res y sus ritos. 'e puede pensar "ue el encuentro y la &usión progresiva de la civili#ación romana y de la civili#ación germ$nica, entre otras cosas, la con&rontación de tradiciones alimenticias sensi%lemente di&erentes. La sociedad mediterr$nea espera%a de la tierra, de acuerdo con la tradición romana, ante todo cereales panifca%les y vino2 despu0s, ha%as y guisantes, 3hier%as y raíces4 cultivadas en el huerto, y, por -ltimo, aceite. Aun" Aun"ue ue el clim clima a de un ampl amplio io sect sector or de Europ Europa a occi occide dent ntal al &ues &uese e poco poco &avora%le para el cultivo del trigo y menos &avora%le a-n para el de la vi5a, el sistema se ha%ía e(tendido e(tendido ampliamente ampliamente Los miem%ros miem%ros de la aristocracia, aristocracia, y en primer lugar los o%ispos, cuyo papel &ue esencial en el mantenimiento de las &ormas superiores de la civili#ación antigua, ha%ían creado vi5edos en las pro(imidades de sus residencias y &omentado la e(tensión de su cultivo. De esta &orma se ha%ía e(tendido, muy lejos de su cuna meridional, un cierto tipo de paisaje. Este paisaje, cuya %ase es el campo permanente, ha%ía sido conce%ido inicialmente en &unción de una agricultura de llanura. En las regiones m$s alejadas del editerr$neo la implantación de campos y vi5as se ha%ía reali#ado, de &orma cada ve# menos homog0nea, en suelos cada ve# m$s escasos y dispersos "ue parecían propicios a la creación de claros agrícolas alrededor de villas aisladas. En este sistema la producción de cereales se %asa%a en una rotación %ienal del cultivo. 1lara separación entre las #onas de pasto y las tierras de la%or al ager se oponía vigorosamente el saltus, la #ona reservada al ganado. Las tradiciones alimenticias su&ren una lenta modifcación. En 6alia, puesto "ue los contactos comerciales disminuyen, el uso del tocino, de la grasa, de la cera, tiende a despla#ar al aceite en la alimentación y en la iluminación. Id0n Id0nti tico cos s cam% cam%io ios s se prod produc ucen en en Ital Italia ia del del nort norte e por por in7u in7uenc encia ia de las las costum%res importadas por los invasores germ$nicos. En las casas de los ricos cada ve# se consume m$s ca#a. Es decir, los productos del saltus, de la naturale#a salvaje. 8ero el paisaje de tipo romano se degrada tam%i0n por"ue la agricultura de llanura, record0moslo, es &r$gil. La amena#an y la destruyen poco poco a poco poco las activida actividades des de los merodea merodeador dores es y el a%andono a%andono de las organi#ac organi#aciones iones colectivas colectivas de drenaje, drenaje, incapaces incapaces en adelante adelante de contener contener efca#mente la acción de las aguas. A lo largo del siglo VII innumera%les villae son a%andonadas. Estos &enómenos coinciden con la disminución general de la po%lación y un re7ujo hacia los lugares encaramados en las alturas, una
hay "ue pensar "ue una sociedad humana se alimenta de lo "ue la tierra en la "ue est$ asentada podría producir m$s &$cilmente, lucha encarni#adamente para vencer la resistencia del suelo y del clima, con el fn de o%tener los alimentos cuyo consumo le imponen sus costum%res y sus ritos. 'e puede pensar "ue el encuentro y la &usión progresiva de la civili#ación romana y de la civili#ación germ$nica, entre otras cosas, la con&rontación de tradiciones alimenticias sensi%lemente di&erentes. La sociedad mediterr$nea espera%a de la tierra, de acuerdo con la tradición romana, ante todo cereales panifca%les y vino2 despu0s, ha%as y guisantes, 3hier%as y raíces4 cultivadas en el huerto, y, por -ltimo, aceite. Aun" Aun"ue ue el clim clima a de un ampl amplio io sect sector or de Europ Europa a occi occide dent ntal al &ues &uese e poco poco &avora%le para el cultivo del trigo y menos &avora%le a-n para el de la vi5a, el sistema se ha%ía e(tendido e(tendido ampliamente ampliamente Los miem%ros miem%ros de la aristocracia, aristocracia, y en primer lugar los o%ispos, cuyo papel &ue esencial en el mantenimiento de las &ormas superiores de la civili#ación antigua, ha%ían creado vi5edos en las pro(imidades de sus residencias y &omentado la e(tensión de su cultivo. De esta &orma se ha%ía e(tendido, muy lejos de su cuna meridional, un cierto tipo de paisaje. Este paisaje, cuya %ase es el campo permanente, ha%ía sido conce%ido inicialmente en &unción de una agricultura de llanura. En las regiones m$s alejadas del editerr$neo la implantación de campos y vi5as se ha%ía reali#ado, de &orma cada ve# menos homog0nea, en suelos cada ve# m$s escasos y dispersos "ue parecían propicios a la creación de claros agrícolas alrededor de villas aisladas. En este sistema la producción de cereales se %asa%a en una rotación %ienal del cultivo. 1lara separación entre las #onas de pasto y las tierras de la%or al ager se oponía vigorosamente el saltus, la #ona reservada al ganado. Las tradiciones alimenticias su&ren una lenta modifcación. En 6alia, puesto "ue los contactos comerciales disminuyen, el uso del tocino, de la grasa, de la cera, tiende a despla#ar al aceite en la alimentación y en la iluminación. Id0n Id0nti tico cos s cam% cam%io ios s se prod produc ucen en en Ital Italia ia del del nort norte e por por in7u in7uenc encia ia de las las costum%res importadas por los invasores germ$nicos. En las casas de los ricos cada ve# se consume m$s ca#a. Es decir, los productos del saltus, de la naturale#a salvaje. 8ero el paisaje de tipo romano se degrada tam%i0n por"ue la agricultura de llanura, record0moslo, es &r$gil. La amena#an y la destruyen poco poco a poco poco las activida actividades des de los merodea merodeador dores es y el a%andono a%andono de las organi#ac organi#aciones iones colectivas colectivas de drenaje, drenaje, incapaces incapaces en adelante adelante de contener contener efca#mente la acción de las aguas. A lo largo del siglo VII innumera%les villae son a%andonadas. Estos &enómenos coinciden con la disminución general de la po%lación y un re7ujo hacia los lugares encaramados en las alturas, una
revi revigo gori ri#a #aci ción ón de los los marc marcos os prim primit itiv ivos os del del po%l po%lam amie ient nto o indí indíge gena na.. La decadencia de 9oma se manifesta tam%i0n por este retorno a tipos de aldeas y a sistemas de cultivo "ue se ha%ían organi#ado en otro tiempo en &unción no del ager, sino del saltus, y de una amplia e(plotación de la naturale#a salvaje, es decir, a tipos de aldeas y a sistemas de cultivo muy pró(imos a los germ$nicos. En el mundo germano, la ocupación humana era muy d0%il, tres veces menos densa, las condiciones clim$ticas y eda&ológicas o%liga%an, a voltear la tierra en pro&undidad. Las necesidades t0cnicas y el escaso n-mero de %ra#os o%liga%an a reducir los campos de cultivo a las tierras m$s aptas, en 6ermania el h$%itat rural seguía estando muy disperso en aldeas de reducida import importanc ancia, ia, ante ante todo todo ocupad ocupado o por huertos huertos situad situados os en la pro( pro(imi imidad dad inmediata de las casas2 sometidos a un tra%ajo constante, y practica%an una rotación periódica del cultivo cerealista y a un ritmo mucho m$s 7e(i%le "ue en los campos romani#ados2 a%andona%an al yermo durante mu chos a5os las parcelas cuya &ertilidad comen#a%a a agotarse, deja%an pastar en ellas a sus ganados y a%rían nuevos campos de la%or un poco m$s lejos en suelos a los "ue "ue un cier cierto to tiem tiempo po de desc descan anso so ha%í ha%ía a rege regener nerad ado. o. De este este modo modo se e(tendía, m$s all$ del espacio vital reservado a los huertos, es decir, a un cultiv cultivo o en el "ue el a%ono a%ono y el tra%ajo tra%ajo manual manual permi permitía tían n la e(plo e(plotac tación ión permanente. El $rea en la "ue se despla#a%an lentamente las cosechas y en la "ue "ue a%un a%unda da%a %an n los los $r%o $r%ole les s esta esta%a %a deli delimi mita tada da por por seto setos s "ue "ue eran eran el sím%olo de la apropiación del suelo por los ha%itantes de la aldea. :ras este lími límite te e(is e(istí tía a un nuevo nuevo círc círculo ulo,, m$s m$s ampl amplio io,, some someti tido do a la e(pl e(plot otac ació ión n colect colectiva iva de la comuni comunidad dad campes campesina ina22 en 0l pasta% pasta%an an los re%a5 re%a5os os desde desde primavera hasta oto5o, se practica%a la ca#a, la recogida de &rutos silvestres, se recogía la madera. 'e consumía el cereal, pero la importancia del trigo era meno menorr "ue "ue en las las coma comarc rcas as roma romani# ni#ad adas as.. ;ues ;ueso, o, mant mante" e"ui uill lla, a, carn carne, e, pescado, miel, ganadería, recogida de &rutos. Era un sistema de producción m$s pastoril "ue agrícola. La asociación íntima de la ganadería y de la agricultura, la compenetración del campo de la%or y del espacio pastoril, %oscoso y her%$ceo, es sin duda el rasgo rasgo "ue "ue m$s m$s clar claram ament ente e di&e di&ere renc ncia ia el sist sistem ema a agra agrari rio o 3%$r 3%$r%a %aro ro4 4 del del sist sistem ema a roma romano no,, en el "ue "ue el ager ager y el salt saltus us apar aparec ecen en diso disoci ciad ados os.. 'in 'in em%argo, la distinción entre los dos sistemas se halla%a durante la Alta Edad edia en proceso de progresiva atenuación. 8or"ue, por una parte, en su conjunto, el mundo romano volvía a la %ar%arie2 por"ue, por otro lado, el mundo %$r%aro se civili#a%a. Avance lento en los %os"ues alemanes de vi5as y cereales. De la &usión de estos dos sistemas de producción nació fnalmente el "ue caracteri#a al
estrecho entre am%as civili#aciones en el cora#ón de la 6alia &ranca, es decir, en la cuenca parisina. La efcacia de la tierra esta%a ligada estrechamente a la calidad del ganado, para el arado y para el a%ono natural. La impresión dominante es "ue eran insufcientes. Es e(plica%le. En esta civili#ación primitiva los hom%res veían en los animales dom0sticos competidores "ue les disputa%an los víveres2 no comprendían "ue la escase# y la de%ilidad del ganado eran de hecho culpa%les de las defciencias de la producción agrícola. E"uipos de tra%ajadores manuales de%ían completar la acción de los arados. 8ero tam%i0n los hom%res eran escasos. Esto o%liga%a a no pedirle demasiado, a dejarle grandes descansos y a no poner en cultivo cada a5o m$s "ue una parte limitada del espacio ara%le. En resumen, pocos animales, poca tecnología, la%oreo inefca#, poca mano de o%ra. El resultado es el rendimiento muy %ajo del tra%ajo agrícola. 9etengamos por consiguiente la imagen, insegura pero pro%a%lemente justa, de un cultivo cerealista muy di&undido, pero e(traordinariamente e(tensivo, muy e(igente en mano de o%ra y pese a todo muy poco productivo. <%ligados a reservar para la &utura simiente una parte de la cosecha para cuando el tiempo de oto5o o el de primavera sean demasiado h-medos, los hom%res de Europa vivían con la o%sesión del ham%re *poca vitalidad, mortalidad in&antil alta+. En todas partes =y 0ste es el m$s pro&undo resorte del crecimiento= una clase de se5ores e(plota%a a los campesinos, los o%liga%a a producir, dentro de su pro&unda indigencia, algunos e(cedentes destinados a la casa de los se5ores.
2. Las estructuras sociales /i la sociedad romana ni las sociedades germ$nicas eran igualitarias2 la clase senatorial en el Imperio, la integrada, en los pue%los %$r%aros, por los parientes y compa5eros de los je&es de guerra cuyos linajes aparecían dotados, por la calidad de su sangre, de privilegios jurídicos y m$gicos. >nas y otras practica%an la esclavitud, y la guerra permanente servía para mantener la &uer#a de tra%ajo de una clase servil regenerada cada a5o mediante las ra##ias dirigidas contra el territorio de los pue%los vecinos. Las migraciones ha%ían consolidado estas desigualdades al rurali#ar a la aristocracia romana y me#clarla con la no%le#a %$r%ara, )ay tres posiciones económicas claramente di&erenciadas. La de los esclavos, totalmente cosifcados2 la de los campesinos li%res y, fnalmente, la de los 3grandes4, due5os del tra%ajo de los dem$s y de sus &rutos.
Los escla%os
'on o%jetos. 'on propiedad de un due5o desde "ue nacen hasta "ue mueren, y los hijos conce%idos por la mujer esclava son o%ligados a vivir en la misma sumisión "ue 0sta hacia el propietario de su madre. /o tienen nada propio. 'on instrumentos a los "ue el due5o usa seg-n sus deseos, de los "ue es responsa%le ante los tri%unales, a los "ue castiga como "uiere, a los "ue vende, compra o regala. 8arecen tener, un precio relativamente %ajo. :am%i0n en las comarcas pró(imas a #onas agitadas por la guerra era corriente "ue los simples campesinos poseyesen esclavos. /o ha%ía casa aristocr$tica, laica o religiosa, "ue no dispusiera de un e"uipo dom0stico de condición servil. La po%lación servil se reconstruía al mismo tiempo por laprocreación natural, por la guerra y por el comercio. Las leyes preveían tam%i0n "ue un hom%re li%re, o%ligado por la necesidad, decidiese enajenar su persona o "ue, en castigo de alg-n delito, &uera reducido a servidum%re. El cristianismo no condena%a la esclavitud. /o la atacó. 'implemente prohi%ía, y esta prohi%ición no &ue m$s respetada "ue muchas otras, "ue se redujese a servidum%re a los %auti#ados. Adem$s proponía como una o%ra piadosa la li%eración de los esclavos. En Italia, la idea de "ue los esclavos podían contraer matrimonio legítimamente ad"uirió &uer#a durante el siglo VII2 se pasó de la prohi%ición a la tolerancia, y despu0s a la reglamentación de la unión entre un esclavo y una mujer li%re. Estos matrimonios mi(tos hicieron aparecer categorías jurídicas intermedias. La e(istenciaen el interior del cuerpo social de un n-mero considera%le de individuos o%ligados al servicium, es decir, a la prestación gratuita de un tra%ajo defnido, y cuya descendencia y propiedades esta%an a disposición de otro, es uno de los rasgos &undamentales de las estructuras económicas de esta 0poca.
Los campesinos libres 8or li%ertad no se entendía la independencia personal, sino el hecho de pertenecer al 3pue%lo4, es decir, de depender de las instituciones p-%licas. Esta distinción era m$s clara en los lugares m$s primitivos las sociedades de 6ermania se %asa%an en un cuerpo de hom%res li%res. El derecho de llevar armas, de seguir al je&e de guerra en las e(pediciones y participar en sus eventuales %enefcios. ?inalmente, la li%ertad autori#a%a a e(plotar colectivamente las partes incultas del territorio. En las provincias romani#adas la li%ertad campesina era menos consistente y no e(cluía la sumisión a &ormas estrictas de e(plotación económica. /o alcan#a%a toda su &uer#a si no esta%a unida a la propiedad del suelo. 8ero una gran parte de los campesinos, si no la mayoría, eran 3colonos4 "ue cultiva%an tierras ajenas. 1onsiderados li%res, de hecho eran prisioneros de una red de servicios "ue limita%an e(traordinariamente su independencia.
La c0lula %ase de la producción agrícola se sit-a en este nivel, el del e"uipo de tra%ajadores unido por la#os de sangre y dedicado a poner en valor la tierra heredada de los antepasados. 'e trata de un grupo de parentesco reducido al padre, la madre y los hijos2 los hermanos o hermanas no casados &orman a veces parte del grupo, pero no parece "ue se integren en 0l parientes m$s lejanos, y los hijos, cuando se casan, constituyen la mayor parte de las veces un nuevo hogar. /o parece posi%le imaginar la e(istencia en esta 0poca de grupos numerosos de aspecto patriarcal. Las mujeres esta%an encargadas del tra%ajo te(til cortar, coser, lavar los vestidos, cardar la lana, preparar el lino, es"uilar las ovejas2 a los hom%res les incum%ía, adem$s del servicio de armas y de justicia, el tra%ajo de los campos, de las vi5as y de los prados, la ca#a, el acarreo, la roturación, la talla de piedras, la construcción de casas. La comunidad &amiliar se halla%a enrai#ada en la tierra. 'e trata de un la#o org$nico El voca%lo mansus alude ante todo a la residencia. Designa en primer lugar la parcela cercada, totalmente rodeada de %arreras, "ue delimitan el $rea inviola%le dentro de la cual la &amilia se encuentra en su casa, con su ganado y sus provisiones. 8ero la pala%ra, llega a designar el conjunto de los %ienes situados alrededor de esta parcela ha%itada, todos los anejos esparcidos por la #ona de huertos, de campos permanentes, de pastos y de eriales "ue ya nopertenecen a la &amilia, pero so%re los "ue tiene un derecho de uso. Los campos "ue le son adjudicados se hallan a menudo dispersos, en parcelas "ue se entreme#clan con las dependencias de otros mansos.
Los se+ores E(isten mansos "ue, por su estructura, son similares a los "ue ocupan los campesinos, pero mucho m$s amplios, mejor construidos, po%lados por numerosos esclavos y por importantes re%a5os. En las regiones "ue han conservado el uso del voca%ulario romano cl$sico se los conoce como villae y, de hecho, a menudo se hallan situados en el empla#amiento de una antigua villa romana. 8ertenecen a los 3grandes4, a los je&es del pue%lo y a los esta%lecimientos eclesi$sticos. En las estructuras políticas creadas despu0s de las migraciones %$r%aras, el poder de mandar, de dirigir el ej0rcito y de administrar la justicia entre la po%lación corresponde al rey. Este de%e su poder al nacimiento. 1omo la penetración de las costum%res germ$nicas ha hecho triun&ar en todas partes el principio de una división del patrimonio a partes iguales entre los herederos, esta &ortuna corre el riesgo de &ragmentarse en cada generación. 8ero la &ortuna de los reyes es con mucho la m$s considera%le, en este caso se ha%la de una amplia casa, se designa al conjunto de hom%res ligados al
so%erano por relaciones dom0sticas con el nom%re de 3palacio4. En 0l se re-ne, adem$s de los parientes y del cuerpo de servidores, un gran n-mero de jóvenes pertenecientes a la aristocracia "ue han venido a completar su educación cerca del rey. @ durante varios a5os son 3alimentados4 en palacio. El so%erano est$ rodeado, adem$s, de una serie de 3amigos4, de 3feles. Algunos de estos parientes, de estos feles, son enviados &uera de la corte, distri%uidos por el país para e(tender la autoridad real. La diseminación de una parte de los miem%ros de la &amilia, y el juego de las alian#as matrimoniales entre el cortejo del so%erano y todos los no%les del reino. Esta no%le#a aparece como una emanación de la reale#a, de ella o%tiene su ri"ue#a a trav0s de los regalos "ue otorga el so%erano, por medio del %otín, gracias a los poderes "ue 0ste delega en sus 3condes4, por las altas dignidades eclesi$sticas "ue el monarca distri%uye. La Iglesia cristiana est$ arraigada, afrmada. En torno a las catedrales, en los monasterios viven tam%i0n 3&amilias4 e(tensas "ue dis&rutan colectivamente de una &ortuna amplia y esta%le. Los patrimonios eclesi$sticos no cesan de enri"uecerse gracias a un &uerte movimiento de donaciones piadosas "ue proceden ante todo de los reyes y de los no%les, pero tam%i0n, en lotes min-sculos, de la gente po%re. La aristocracia tiene el poder so%re la tierra. Este poder es sin duda menos a%soluto de lo "ue parece pero es inmenso. Los límites de estos patrimonios son por otra parte de una gran movilidad. Los de los laicos se disgregan y se reconstituyen sin cesar por el mecanismo de las limosnas, de los &avores del rey o de la Iglesia, de los castigos y de las usurpaciones, de los matrimonios y de las divisiones sucesorias. Los grandes dominios se e(tienden a veces por un territorio homog0neo, de una e(tensión de millares de hect$reas2 algunos, disgregados por las donaciones o por las divisiones sucesorias, aparecen en &orma de &ragmentos. /inguno se halla totalmente cultivado. La gestión se5orial se %asa en el empleo de grupos de esclavos re&or#ados de ve# en cuando, cuando la tarea es urgente, por mano de o%ra au(iliar. 'in em%argo, y el caso es m$s &recuente en las regiones m$s evolucionadas, se descu%ren villae cuya tierra no es tra%ajada sólo por los servidores de la casa. 'e halla dividida en mansos, en e(plotaciones sat0lites concedidas a &amilias campesina *c oloni). /o son due5os de la tierra "ue cultivan, pero conservan su li%ertad. 8arece "ue los grandes propietarios hayan descu%ierto en esta 0poca "ue era %enefcioso casar a algunos de sus esclavos, situarlos en un manso, encargarles el cultivo de las tierras colindantes y hacerlos responsa%les del mantenimiento de su &amilia. El procedimiento descarga%a al due5o, al reducir los gastos de mantenimiento de la domesticidad2 estimula%a el tra%ajo servil y acrecenta%a su productividad2 acrecenta%a tam%i0n su renovación, puesto "ue confa%a a los matrimonios de esclavos el cuidado de criar a sus hijos hasta "ue estuviesen en edad de tra%ajar. 8arece en e&ecto "ue el n-mero de esclavos haya disminuido en la mayor parte de los mercados de Europa occidental a lo largo de los tiempos merovingios y carolingios. En el centro de la villa el e"uipo de los servidores disminuye por tanto al mismo tiempo "ue se reduce la e(tensión de las tierras e(plotadas
directamente y se incrementa el n-mero de tenentes. De este modo se inicia una lenta mutación de la esclavitud "ue la apro(ima poco a poco a la condición de los tenentes li%res. Esta mutación hi#o e(tenderse desde fnes del siglo VI un nuevo tipo de estructura se5orial. Las o%ligaciones de los campesinos muchos sólo est$n o%ligados a entregar a la villa productos de su cosecha2 est$n pr$cticamente e(entos de todo servicio en tra%ajo.
la familia, a la clientela de un esta%lecimiento religioso. 1on mayor &recuencia &ue la miseria, el deseo de eludir el peso del Estado, de evitar a los recaudadores lo "ue, en la 6alia del siglo VII trans&ormó tantos por hom%res li%res, en villae, ha%itados por colonos. A5adamos "ue la reale#a delega%a en los grandes su poder de e(plotar. La Iglesia se lo pedía para asegurarse la %enevolencia del cielo2 la no%le#a laica le o%liga%a a ced0rselo por"ue era preciso hacerle donativos constantes para "ue no &uese demasiado tur%ulenta. 9$pidamente se produjo la con&usión entre las cargas de origen p-%lico y las rentas de%idas por el al"uiler de la tierra la entrega de víveres se trans&ormó en servicios en tra%ajo, en prestaciones personales. 'e produjo una sumisión de la po%lación rural, una relación de dependencia económica. El pro%lema era tanto m$s grave cuanto "ue la po%lación era escasa y dispersa y la &ortuna de la aristocracia, de los so%eranos, de las iglesias y de las grandes &amilias se halla%a muy e(tendida. En Italia, los reyes y la mayor parte de los no%les lom%ardos residían todavía en las ciudades, el despla#amiento periódico era un medio de aprovechar los diversos elementos de su &ortuna2 les interesa%a adem$s mani&estar su presencia. /o imaginemos, sin em%argo, un constante nomadismo. Esto e(plica la e(istencia de poderes económicos intermediarios. Era preciso situar al &rente de cada propiedad responsa%les encargados de mantenerla en &uncionamiento, de dirigir la e(plotación, de ejercer los poderes so%re los dom0sticos, los colonos, los dependientes, de co%rar las prestaciones, de enviar los e(cedentes de la producción a los lugares de residencia de los propietarios. Así pues, por el solo hecho de "ue la producción agrícola esta%a %ajo el control de la aristocracia y por"ue, en el marco de la gran e(plotación, los consumidores se halla%an a menudo muy alejados de los productores, los &rutos del tra%ajo campesino entra%an de un modo natural en un cierto comercio.
,. Las actitudes mentales 8ara defnir el papel del es preciso adentrarse en el conocimiento de las actitudes mentales. )ay dos características de comportamiento &undamentales. En primer lugar, este mundo salvaje se halla dominado por el h$%ito del sa"ueo y por las necesidades de la o%lación. Arre%atar, o&recer de estos dos actos complementarios dependen en gran parte los intercam%ios de %ienes. En segundo lugar, la Europa de los siglos VII y VIII est$ &ascinada por los recuerdos de la civili#ación antigua, cuyas &ormas materiales no han sido completamente destruidas. aueo La civili#ación nacida de las grandes migraciones de pue%los era una civili#ación de la guerra y de la agresión. Entre la acción guerrera y el sa"ueo no e(istían di&erencias. La hostilidad natural entre las etnias no se li%era sólo por medio de ra##ias. El tri%uto anual no es sino una recolección de %otín codifcada, normali#ada, en %enefcio de un grupo lo %astante amena#ador como para "ue sus vecinos tengan inter0s en evitar sus depredaciones. 1uando se frma%a la pa# entre tri%us de &uer#as iguales convenía mantenerla cuidadosamente mediante regalos mutuos, garantías esenciales de la duración de la pa#. blaci/n El regalo es la contrapartida necesaria de la captura2 ning-n je&e
de guerra guarda para sí el %otín. Lo distri%uye, y no solamente entre sus compa5eros de armas, sino tam%i0n a las iglesias. La distri%ución, la consagración, son la condición esencial del poder en todas las sociedades un gran n-mero de las necesidades "ue rigen la vida económica son de naturale#a inmaterial2 proceden del respeto a ciertos ritos "ue la destrucción, aparentemente in-til, de las ri"ue#as ad"uiridas. 9egalos ! /o son los individuos sino las colectividades las "ue se o%ligan mutuamente, intercam%ian y contratan y lo "ue estas comunidades cam%ian B! /o son e(clusivamente %ienes y ri"ue#as, mue%les y raíces, cosas -tiles económicamente2 son, &undamentalmente, signos corteses, &estines, ritos, servicios militares, mujeres, ni5os, dan#as, festas, &erias, de las "ue el mercado no es sino una parte. C! Estas prestaciones y contraprestaciones son &ormalmente voluntarios, aun"ue en el &ondo sean rigurosamente o%ligatorios %ajo pena de guerra privada o p-%lica. >na parte considera%le de la producción se halla%a, por consiguiente, incluida, en una amplia circulación de generosidades necesarias gran n-mero de los censos y prestaciones "ue los campesinos no podían dejar de hacer a sus se5ores reci%ieron durante mucho tiempo en el lenguaje corriente el nom%re de regalos. Verosímilmente eran considerados así por unos y por otros. Lo mismo, con las concesiones de tierra en 3precaria4 = es decir, casi gratuitas= "ue, a menudo contra su voluntad, las iglesias concedían a los grandes de la vecindad. < con el considera%le despla#amiento de ri"ue#as "ue lleva consigo todo matrimonio. Los regalos son una garantía de pa#. unifcencia /ing-n rico podía cerrar su puerta a los pedige5os, despedir a los ham%rientos "ue pedían una limosna, tomarlos %ajo su patrocinio. >na %uena parte de los %ienes "ue la posesión de la tierra y la autoridad so%re los humildes proporciona%an a los se5ores era de este modo redistri%uida entre los mismos "ue ha%ían entregado dichos %ienes. @ no solamente los monasterios organi#a%an un servicio de ayuda cuyo papel era normali#ar la redistri%ución entre los po%res. En cuanto a los príncipes, su prestigio esta%a en &unción de su generosidad no oprimían sino para dar m$s generosamente.
-tiles. 8ensemos en la gravedad de las p0rdidas "ue su&rieron por este motivo las ri"ue#as de los vivos. El progreso de la evangeli#ación hi#o vaciarse las tum%as. 8or otra parte, las pr$cticas paganas &ueron reempla#adas por otras no menos e(igentes. La 3parte del muerto4, lo "ue le deja%an sus herederos para su vida &utura, &ue reclamada por la Iglesia. 1omen#aron a constituirse, junto a los altares y reli"uias de los santos, tesoros cuyas pie#as m$s valiosas procedían del tesoro real. La penetración del cristianismo desem%ocó en la instalación de un grupo numeroso de especialistas "ue no participa%an en el tra%ajo de la tierra ni en las empresas militares de sa"ueo. /o producían nada vivían de lo "ue reci%ían del tra%ajo de otros. A cam%io de estas prestaciones concedían oraciones. :oda la Iglesia no esta%a en la misma situación económica el %ajo clero de los campos e(plota%a 0l mismo sus parcelas, la%ra%a, vendimia%a y apenas se distinguía de los campesinos. 8ero incluso los sacerdotes m$s humildes eran rentistas en una parte al menos de sus ingresos. Los cl0rigos asociados al o%ispo en el servicio de las catedrales y los monjes ocupa%an una posición aut0nticamente se5orial, ociosa y consumidora. 'e comprue%a así cu$n &also es considerar cerrada esta economía. )ay una inclinación a la autar"uía, el deseo de vivir de lo suyo. 8ero por toda la sociedad entera corrían los canales de una circulación de ri"ue#as y de servicios por las generosidades necesarias. Las de los dependientes hacia sus patronos, las de los padres hacia la desposada, las de los amigos hacia el organi#ador de una festa, las del rey hacia los grandes, las de todos los ricos hacia todos los po%res, y fnalmente las de todos los hom%res para con los muertos y para con Dios. 'e trata de intercam%ios, pero no se trata de comercio. Al ha%er descu%ierto pocas huellas de un verdadero comercio, numerosos historiadores de la economía han atri%uido a la Europa de los tiempos oscuros un repliegue "ue no era real2 en otros casos han considerado &alsamente como comerciales intercam%ios "ue no lo eran de ning-n modo. En realidad, la e(pansión del comercio, no &ue sino la muy progresiva y siempre incompleta inserción de una economía del sa"ueo, del donativo y de la largue#a en el marco de la circulación monetaria. Este marco e(istía2 era el legado de 9oma.
La #ascinaci/n de los modelos antiguos
en el n-cleo ur%ano un grupo importante de residentes esta%les y de nivel de vida relativamente alto. 'u sola presencia da%a lugar a un aprovisionamiento constante y &omenta%a la actividad de artesanos especiali#ados. 'e es&or#a%an por mantener en &uncionamiento el marco material "ue a"u0llos les ha%ían legado. 'e preocupa%an especialmente por construir. La misma preocupación esta en las villae la construcción en piedra, el vi5edo y el molino. Entre los propagadores de los modelos romanos, los o%ispos desempe5aron un papel considera%le, y con ellos los monjes. :ransplantar los modos de e(istencia romanos al norte salvaje no e"uivalía sólo a reanimar los restos "ue podían su%sistir de la antigua coloni#ación y a modifcar el paisaje aclimatando el cultivo de la vi5a2 era preciso adem$s mantener contactos con las &uentes de aprovisionamiento de productos e(óticos, como el aceite, el papiro o las especias. Ahora %ien, estos contactos esta%an amena#ados por la degradación continua del sistema de comunicación implantado por 9oma. La circulación de productos lejanos no consistía sólo en el intercam%io de regalos2 ha%ía, sin duda, aut0nticos mercaderes. Verdaderamente, es di&ícil sa%er si los negociatores "ue aparecen en los documentos eran independientes o criados de un patrón. 8ro%a%lemente, y esto desde el ajo Imperio, los grandes se ha%ían ha%ituado a contratar agentes comerciales. 8ero no hay dudas de la e(istencia de trafcantes, al menos parcialmente autónomos, "ue vivían de su &unción de intermediarios. Los judíos. se %enefcia%an de una preparación intelectual m$s adaptada a estas actividades, así como de las estrechas relaciones "ue mantenían los m-ltiples islotes de la Di$spora repartidos por todo el espacio del antiguo Imperio. 'u situación e(terior con relación al pue%lo y a la cristiandad los predisponía a cumplir estas &unciones económicas2 las sociedades para las "ue el comercio es una actividad marginal, y sospechosa. 'in em%argo, e(istían tam%i0n cristianos entre los pro&esionales del comercio. La plata y so%re todo el oro representan los m$s altos valores materiales. Los sa"ueos, los tri%utos y los regalos hacen circular estos metales en &orma de joyas. 'in em%argo, por todas partes y hasta en los lugares m$s salvajes circula la moneda. ?a%ricar monedas =igual "ue hacer pan, %e%er vino, %a5arse, convertirse al cristianismo= es prue%a de un 3renacimiento4 o de una aculturación. Aun"ue presente en todas las regiones, en todas era insufciente. En los documentos "ue registran ventas, el precio se e(presa en valores monetarios2 pero, en todos los niveles de la sociedad, lo m$s corriente es "ue el comprador pague, en parte al menos, con el regalo de o%jetos "ue 0l poseía y "ue el vendedor am%iciona%a. F1ómo pagar un solo pan, es decir, la ración diaria de un hom%reG F@ para "u0 podían servir en la vida cotidiana las monedas de oro, "ue valían como mínimo doce veces m$sG La Europa del siglo VII practica%a a%undantemente el true"ue. Los so%eranos se desinteresaron de su acu5ación 0sta no a5adía nada a su prestigio. Del
sistema romano sólo conservaron los elementos de majestad, y acu5aron la moneda de oro por"ue su deseo era ante todo imitar al emperador. En la 0poca "ue nos ocupa, los &enómenos monetarios est$n menos relacionados con la historia económica "ue con la de la cultura o la de las estructuras políticas. Emitir moneda es un asunto de Estado. :al acto re"uiere por tanto un mínimo de organi#ación política La retirada progresiva de estas monedas, la aparición de otras emitidas en nom%re de los reyes 3%$r%aros4 se integran, pues, en el proceso general de aculturación "ue hi#o "ue la %ar%arie se insertase insensi%lemente en los marcos políticos heredados de la romanidad. Lo "ue e(tra5a tam%i0n en las decisiones de los reyes %$r%aros es el respeto de "ue dan prue%a hacia la tradición antigua de la acu5ación, m$s visi%le en Lom%ardía, donde los recuerdos de 9oma eran m$s tenaces. El rey 9otari reconstituye, a imitación de i#ancio, los colegios de monederos, cuyos miem%ros, juramentados, en posesión hereditaria del cargo, dominar$n la economía de las ciudades lom%ardas hasta el siglo II. El monarca afrma el monopolio de las acu5aciones, reserva al príncipe todo el metal recogido en los ríos. El nom%re del monedero no aparece en la moneda, para "ue se note %ien el car$cter p-%lico del taller. En cuanto a la &unción de la moneda real, parece triple. ! Es la afrmación del prestigio mon$r"uico. B! Esun sím%olo del orden, de los valores esta%les, y por así decir divinos, "ue de%en presidir todas las transacciones. C! La &unción principal de la moneda es canali#ar los intercam%ios "ue se desarrollan alrededor de la persona real *las multas, las penas pecuniarias+. 8or su munifcencia, el rey distri%uye alrededor de su persona &ragmentos de oro, vuelven a 0l por la fscalidad. Así se organi#a un circuito, limitado y casi enteramente cerrado so%re sí mismo. El caso de la 6alia &ranca es al rev0s "ue en Italia, por"ue el poder esta%a a"uí menos concentrado y los modelos romanos m$s di&uminados, 6alia vio dispersarse la acu5ación en m-ltiples talleres. 'u distri%ución geogr$fca sigue la orientación hacia el editerr$neo de las vías principales de circulación, por"ue la moneda, lógicamente, servía para las operaciones comerciales. La diseminación es prue%a de la descomposición de la autoridad mon$r"uica. La reale#a &ranca no ha podido mantener %ajo su control el monopolio. Hunto con otros &avores, la monar"uía a concedido a las iglesias el derecho de acu5ar moneda2 ha dejado a los monederos ad"uirir cada ve# mayor independencia, y mani&estarla sustituyendo en las monedas el nom%re del rey por el suyo propio. El &enómeno monetario m$s importante de la 0poca la victoria progresiva, pero total, o%tenida por la moneda de plata so%re la moneda de oro. A fnes del siglo VIII, la acu5ación del oro no era m$s "ue un recuerdo. La con"uista carolingia la ha%ía suprimido en el reino lom%ardo primero, y en 9oma m$s tarde. Europa occidental no posee &uentes de oro. La plata era un producto local. A los se5ores privados, "ue controla%an la acu5ación en la 6alia, y "ue no se preocupa%an tanto como los reyes de la majestad, la plata les pareció una materia prima cómoda. 8or -ltimo, no es a%surdo pensar "ue la moneda de plata, de menor valor, &ue considerada un instrumento m$s pr$ctico en una sociedad "ue se ha%itua%a a utili#ar la moneda para transacciones cada
ve# menos e(cepcionales. El a%andono de la moneda de oro podría, pues, ser el signo, no como se ha dicho repetidas veces de una contracción económica, sino, muy al contrario, de una lenta apertura a los intercam%ios comerciales, aun"ue la inserción de este &enómeno en el movimiento de la economía pare#ca %astante marginal. Ante todo por"ue la moneda, cual"uiera "ue &uese el material empleado, continuó siendo e(tremadamente rara. El
egunda parte. Los bene(cios de la Guerra. iglo - mediados del siglo " >no de los m$s violentos contrastes "ue oponían las provincias impregnadas de latinidad a a"u0llas en las "ue predomina%a el elemento %$r%aro, se situa%a en el plano de las actividades militares. )asta en las regiones m$s romani#adas las invasiones germ$nicas ha%ían inculcado en la mentalidad
aristocr$tica el aprecio de las virtudes guerreras. 8ero los campesinos de A"uitania, de Auvernia o de 8roven#a esta%an desde mucho tiempo antes desarmados, mientras "ue para los de :uringia o de /ortum%ria la e(pedición anual de sa"ueo se incluía todavía en el ciclo normal de las actividades de aprovisionamiento. /o es a%surdo pensar "ue, en estas -ltimas #onas so%re todo, los primeros &rutos del crecimiento económico &ueron empleados en per&eccionar su e"uipo militar, en las innovaciones t0cnicas =en el tra%ajo del hierro, en la cría de ca%allos, en la construcción de navíos= "ue servirían mucho m$s tarde para incrementar la producción pacífca de ri"ue#as, se desarrollaron en primer lugar con vistas a una mayor efcacia en el com%ate. Las tendencias agresivas "ue contenían las sociedades primitivas de la Europa %$r%ara pueden ser consideradas como uno de los m$s poderosos resortes del desarrollo en el inicio del crecimiento económico de Europa. :uvieron otra consecuencia &ueron en sus orígenes destructuras, sa"ueadoreas, pero algunos con"uistadores construyeron Estados. 'us empresas militares provocaron simult$neamente la destrucción de las estructuras tri%ales, el re&or#amiento de la posición económica de la aristocracia por la implantación de los vencedores y el per&eccionamiento del sistema de e(plotación se5orial, la instauración de la pa# interior &avora%le a la acumulación de capital, el esta%lecimiento de contactos entre diversas regiones, el ensanchamiento de las #onas de intercam%io. La guerra aceleró la marcha del crecimiento. En este lento proceso se distinguen, entre los siglos VIII y I, dos etapas "ue corresponden a las dos aventuras políticas y militares m$s importantes la de los carolingios y la de los viingos.
1. La etapa carolingia En Austrasia, alrededor de una gran &amilia, la de los antepasados de 1arlomagno, y de los hom%res "ue se ha%ían unido a ella por la#os de amistad vasall$tica, se afrmó progresivamente durante el primer tercio del siglo VIII una &uer#a de agresión2 "ue se lan#ó con 0(ito contra otros clanes aristocr$ticos, y m$s tarde contra otras etnias. Durante largos decenios estos ata"ues sólo llevaron consigo ruina y destrucción2 pero, fnalmente, so%re estas devastaciones se edifcó el nuevo Imperio, un inmenso Estado "ue &ue sólidamente mantenido %ajo control durante medio siglo. >na de las principales consecuencias de esta reconstrucción política &ue la restauración del uso de la escritura en la administración. 1arlomagno "uiso enla#ar con la tradición romana. Las tendencias demogr'(cas Du%y se propone anali#ar los polípticos para verifcar o no la hipótesis de un aumento de la po%lación, propiciado por la recuperación de seguridad, por el alejamiento de las &ronteras hostiles al crearse marcas de&ensivas para hacer &rente a los peligros de invasión, y por el progresivo espaciamiento de los %rotes de peste, así como por las trans&ormaciones de la esclavitud.1uando se anali#an un políptico, es decir, el inventario preciso de un gran conjunto territorial, donde estan contados los hom%res, dan solo una visión parcial por"ue los esclavos no fguran ni dice nada de la &amilia de los campesinos "ue hacen prestaciones personales. 8ero sí aparece censado en la mayoría de los casos el conjunto del grupo &amiliar de los campesinos instalados en mansus.
La primera impresión es la de un po%lamiento muy denso. Aun"ue se considere "ue estos datos sólo son v$lidos para islotes en los "ue los hom%res se agrupa%an, separados por inmensos espacios vacíos, a-n así, el n-mero de hom%res ha aumentado entre la 0poca de 6regorio de :ours y la de 1arlomagno. Adem$s, hacen pensar en mansos superpo%lados y de una presión ejercida desde el interior por el crecimiento demogr$fco en el antiguo marco de la economía se5orial. En un mismo dominio, algunos mansos est$n insufcientemente po%lados junto a otros "ue lo est$n en e(ceso. )ay "ue suponer una &uerte inmigración masculina destinada a llenar los vacíos creados por la in&ecundidad de algunos hogares, lo "ue e"uivale a admitir una &uerte movilidad de la po%lación rural. La movilidad tenía lugar desde un claro, desde una #ona de po%lamiento a otra. Aparentemente no lleva%a a los hom%res a la con"uista del yermo, salvo en 6ermania. 'i hu%o e(pansión agraria, parece ha%erse limitado a la e(plotación m$s metódica e intensiva del espacio cultivado. La intensifcación del cultivo, impuesta por la presión demogr$fca sin "ue &uera acompa5ada de un per&eccionamiento de las t0cnicas, e(plica "ui#$s los d0%iles rendimientos. )ay "ue %uscar las causas m$s in7uyentes en las insufciencias t0cnicas "ue hacían posi%le la ocupación de tierras vírgenes. Así se e(plican los síntomas de superpo%lamiento y, tam%i0n, la e(istencia, continuamente denunciada por los capitulares, de una po%lación 7otante y peligrosa de mendigos y merodeadores. Esta he# social es uno de los indicios m$s claros del dese"uili%rio entre las tendencias naturalmente e(pansivas de la po%lación y los marcos de la producción sin innovaciones t0cnicas. La restricción, voluntaria o no, de los nacimientos. 9esulta chocante descu%rir tantos hogares "ue no tienen hijos. 8or consiguiente, no hay crecimiento, sino estancamiento2 un estancamiento del "ue se puede pensar "ue es consecuencia en gran parte del superpo%lamiento y de la su%alimentación "ue provoca el e(ceso de po%lación. E(istencia de una po%lación campesina "ue no se halla en progreso, sino en crisis. En el um%ral del siglo I, la po%lación parece %lo"ueada en sus &uer#as e(pansivas, despu0s de un primer desarrollo "ue ha elevado el n-mero de hom%res hasta tal punto "ue las tierras, t0cnicamente inamplia%les, son incapaces de alimentarlos convenientemente. 8oco a poco, en los decenios ulteriores, la tensión interna llegó a ser, al aumentar, lo sufcientemente poderosa como para romper el círculo vicioso y suscitar, "ui#$s, una primera mejora de las t0cnicas de producción. El primer desarrollo ha cesado despu0s de ha%er llenado, sin "ue haya ning-n per&eccionamiento t0cnico, los vacíos dejados por los despo%lamientos de la Alta Edad edia. 8ero en el momento en "ue se e(tienden las incursiones normandas, parece ha%er comen#ado ya esta segunda &ase de e(pansión, &avorecida esta ve# por el progreso tecnológico.
*l gran dominio Los te(tos carolingios del siglo I tienen adem$s la importancia de poner de manifesto la estructura del gran dominio. Las villae son grandes conjuntos territoriales de muchas centenas y a veces de miles de hect$reas. La tierra se halla%a dividida en m-ltiples e(plotaciones, una muy amplia, cuya e(plotación se reserva%a el due5o en cultivo, y las dem$s, en n-mero varia%le, mucho m$s reducidas, otorgadas a &amilias campesinas.
La reserva se5orial reci%e el nom%re de manso del se5or. 'e organi#a alrededor de un espacio cercado y edifcado "ue se llama 3corte4 * curtis+. >n palacio real construido en piedra, un granero, dos porches, otros diecisiete edifcios de madera con otras tantas ha%itaciones, un esta%lo, una cocina, una panadería, dos graneros, tres co%erti#os, un par de corrales, uno o varios molinos y la capilla, convertida o a punto de convertirse en iglesia parro"uial. A este centro est$n unidas grandes e(tensiones de tierras de cereal, las coutures, los mejores prados, vi5as siempre "ue era posi%le cultivarlas, y la mayor parte de los terrenos incultos. Estas tierras, se hallan divididas entre los masoveros en lotes uni&ormes de una docena o de una "uincena de hect$reas. Algunos mansos son califcados, en ciertos inventarios, de 3li%res4, y parecen claramente mejores "ue otros llamados 3serviles4. :an &uertes desproporciones parecen ser consecuencia de una movilidad prolongada de la posesión territorial en manos de los campesinos. El mecanismo de las divisiones sucesorias, las compras y los intercam%ios han determinado el enri"uecimiento de unos y el empo%recimiento de otros. Esta misma movilidad ha roto, por otra parte, la coincidencia entre el estatuto del manso y el de los agricultores "ue lo e(plotan mansos li%res son ocupados por esclavos2 mansos serviles por 3colonos4, es decir, por tra%ajadores considerados li%res. 8or -ltimo, como hemos se5alado ya, junto a mansos ocupados por una sola &amilia hay otros en los "ue ha%itan dos, tres, a veces cuatro matrimonios. 'in em%argo, el due5o hace caso omiso de todo este desorden, e impone cargas e"uivalentes a todos los mansos de una misma categoría jurídica, cuales"uiera "ue sean la dimensión y el n-mero de tra%ajadores "ue e(plotan las parcelas, cuales"uiera "ue sean las capacidades de producción. F1ómo esperar "ue los masoveros de los mansos reducidos o superpo%lados no hayan intentado eludirlasG 1ontinuamente alterada por movimientos "ue el se5or es incapa# de reprimir, la %ase de todo sistema se5orial, el reparto de las cargas, aparece casi siempre en estado de dese"uili%rio. De los mansos dependientes el se5or espera una renta. Estas entregas periódicas de huevos y pollos, de un cordero o un cerdo, a veces de unas monedas de plata, representan el al"uiler de la parcela cultivada2 pagan la autori#ación "ue permite a los masoveros llevar a pacer su ganado y cortar le5a en la parte no cultivada de la reserva. 9ealmente, estas punciones no son e(cesivamente pesadas para la e(plotación campesina2 y lo "ue llevan a la casa del se5or es de valor reducido. El propietario, tal como nos lo presentan los polípticos sólo de modo accesorio es un rentista. Es ante todo un cultivador de tierras. De los masoveros e(ige esencialmente una cola%oración de mano de o%ra para las necesidades de su propia tierra. A causa de las defciencias t0cnicas, la reserva e(ige tra%ajadores en gran n-mero. Algunos est$n completamente a disposición del se5or, los esclavos dom0sticos.
"ue el calendario impone la presencia de un a mano de o%ra supera%undante. El se5or no conserva%a permanentemente m$s "ue un e"uipo limitado, con la necesidad de re&or#arlo periódicamente. Este re&uer#o procedía a veces de los asalariados, reclutados entre los masoveros mal provistos de tierra, o entre las %andas errantes de desarraigados. Estos jornaleros eran alimentados. 9eci%ían tam%i0n algunas monedas. 8ero esclavos y temporeros no eran sufcientes, y la principal aportación de mano de o%ra procedía de los mansos, "ue la suministra%an de m-ltiples maneras. En principio, los cultivadores de mansos serviles de%ían ceder una parte mayor de su tiempo, por eso se les concedían menos tierras. Las mujeres de la casa de%ían tra%ajar en los talleres de la 3corte4 o con&eccionar en su domicilio pie#as de tejido2 los hom%res, esta%an o%ligados a presentarse tres días por semana, al amanecer, en el centro se5orial, del car$cter de sus o%ligaciones se deriva%a "ue los tra%ajadores &ueran parcialmente alimentados por el se5or, otra ra#ón para atri%uirles un manso menor. $s e(tensos, mejor e"uipados de instrumentos aratorios y de ganado de tiro, los mansos llamados li%res de%ían, en principio, reali#ar tra%ajos m$s estrictamente limitados. 'e les imponía cercar los campos, los prados, la 3corte4 se5orial2 cultivar enteramente, en %enefcio del se5or, un lote previamente fjado en las tierras de la%or de la reserva2 reali#ar el acarreo2 llevar mensajes. La punción so%re las &uer#as productivas de la casa eran menos pesadas "ue en el caso de los mansos serviles, pero sin em%argo su valor era m$s considera%le a los ojos del se5or, puesto "ue ponían a su disposición no solamente los hom%res, sino tam%i0n los animales de tiro y los aperos m$s efcaces. :odo induce a creer "ue los grandes dominios no utili#a%an completamente las &uer#as de "ue podían disponer2 eran una reserva "ue se utili#aría a medida de las necesidades. 'u capacidad de re"uisar sin medida una mano de o%ra gratuita hacía a los grandes propietarios territoriales indi&erentes a las mejoras t0cnicas. Este es, sin duda, el de&ecto m$s grave del sistema. :odo dominio era un organismo en movimiento. Las divisiones sucesorias, cuando el due5o era un laico, las donaciones, las compras, las confscaciones, modifca%an sin cesar sus límites y su estructura interna. Este movimiento dese"uili%ra%a continuamente el sistema cuando desem%oca%a en una e(tensión de la superfcie de la reserva, o cuando separa%a de la gran e(plotación algunos mansos y la mano de o%ra "ue proporciona%an, o cuando, a la inversa, a5adía al dominio nuevos tra%ajadores cuya cola%oración no era necesaria. La imagen "ue nos suelen dar los inventarios es la de un desorden mal go%ernado. Esta imagen, al menos, revela con %astante claridad cuatro rasgos ! Las estructuras "ue hemos descrito parecen continuar propag$ndose en el siglo I. 'e introducen, en particular, en las provincias menos evolucionadas de la cristiandad latina *6ermania, Inglaterra+. B! 'in em%argo, parece "ue el gran dominio est$ muy lejos de cu%rir el conjunto de los campos de
C! 8or lo "ue se refere al gran dominio, sus rasgos se de&orman en cuanto se a%andona /eustria, Austrasia o orgo5a. En Lom%ardía, en ?landes, en algunas partes de la 6alia, la mayor parte de los masoveros son hom%res li%res "ue poseen, adem$s, alodios2 algunos de%en prestaciones personales, pero muy ligeras, y la mayor parte son simples medianeros, "ue entregan al se5or una parte determinada de la cosecha. )asta el punto de "ue se puede preguntar si el sistema cuya imagen nos proporciona el políptico no es de hecho una e(cepción. J! Este sistema, se ve trans&ormado en el curso del siglo cu'l por una evolución, donde se ve la progresiva desaparición de las di&erencias entre mansos serviles y mansos li%res. Los movimientos de la po%lación, los matrimonios mi(tos, las herencias, los trasvases de posesiones ha%ían roto, ya en 0pocas anteriores, la identidad entre el estatuto del campesino y el de su tierra. )om%res li%res de%ían servir como esclavos por"ue su manso no era li%re, y eran m$s duramente e(plotados "ue sus vecinos, de origen servil, pero en posesión de una tierra li%re. 8oco a poco &ueron impuestas las mismas cargas a todos los mansos. Esta uni&ormación se reali#ó en la línea de una agravación general de las o%ligaciones campesinas, seg-n se o%serva en particular en los países germ$nicos2 y se e(plica en parte por los progresos de la economía agraria, por una lenta conversión del sistema de producción hacia la agricultura cerealista, m$s e(igente, y por una mejora del e"uipamiento campesino. 'e trata de una evolución "ue condujo poco a poco de la esclavitud a la servidum%re. 'i esta primera tendencia es m$s visi%le en la parte %$r%ara de Europa, la segunda se ve m$s claramente en las provincias m$s evolucionadas, en a"uellas en las "ue su%sisten los vestigios de 9oma, en las provincias del sur. La restauración de las estructuras estatales ha%ía reanimado el uso de la moneda, entre las prestaciones de%idas por los mansos. 'e5ores y campesinos coincidían en utili#ar m$s ampliamente la moneda. Esto tuvo como consecuencia di&erenciar a-n m$s la gran e(plotación de las pe"ue5as "ue la rodea%an2 el masovero paga%a el derecho de disponer li%remente de sus &uer#as, y especialmente el de aplicarlas a su propia tierra para acrecentar su rendimiento, y lo paga%a con lo "ue ahora podía ganar vendiendo su tra%ajo o los e(cedentes de su producción dom0stica2 por lo "ue se refere al se5or, 0ste aspira%a, con el dinero "ue le era entregado, a sustituir a los campesinos de los mansos por asalariados, cuyo tra%ajo, voluntario y pagado, y ya no &or#oso y gratuito, le parecía tam%i0n m$s productivo. La gran innovación se manifesta en el nivel de las actitudes mentales a medida "ue los hom%res se acostum%ran a utili#ar menos e(cepcionalmente la moneda descu%ren "ue el tra%ajo es un valor suscepti%le de ser medido e intercam%iado. Este descu%rimiento cam%ia de manera &undamental las relaciones entre el se5or y los campesinos del dominio, y en adelante estar$n unidos por la#os económicos nuevos. Adem$s, conduce naturalmente a una elevación de la productividad. El gran dominio ocupa el centro de toda la economía de la 0poca. 'u papel consiste en mantener el nivel de vida de las grandes casas aristocr$ticas. Est$ al servicio de una economía de consumo. 1uando e(iste una planifcación económica se sit-a siempre al nivel de las necesidades "ue hay "ue satis&acer. /o se trata de estimular al m$(imo la productividad del patrimonio territorial, sino de mantenerlo en un nivel tal "ue pueda en
cual"uier momento satis&acer todas las peticiones. De esta disposición derivan dos consecuencias. En primer lugar, y dado "ue la irregularidad del clima hace posi%les enormes di&erencias de una a otra cosecha, la producción, para ser sufciente, de%e situarse a un nivel elevado. /ormalmente es so%rea%undante, y hay despil&arro de tierra, despil&arro de mano de o%ra. En segundo lugar, y dado "ue el consumo orienta en realidad la producción del dominio, el verdadero motor del crecimiento hay "ue %uscarlo en las necesidades de la alta aristocracia2 su prestigio se mide en &unción del n-mero de hom%res "ue les rodean2 y todos aspiran a tratar a estos comensales mejor "ue los dem$s, por"ue su generosidad y el lujo de su acogida son la ilustración de su poder. Estos deseos les incitan a o%tener mayores rendimientos de la tierra, no tanto aumentando la productividad de los campos y vi5as "ue poseen como ampliando el n-mero de unos y otras. El deseo de ostentación desarrolla la rapacidad y el espíritu de agresión. En el claro por el "ue se e(tienden sus %ienes, el se5or, y en su nom%re el administrador, act-an sin control de ning-n tipo. De ellos dependen la pa# y la justicia. Ellos y sólo ellos pueden o&recer una parcela a las &amilias errantes o a los hijos menores de los campesinos del lugar. El granero del se5or, es la esperan#a de los ham%rientos. Este poder de hecho, "ue es consecuencia del alejamiento de los poderes p-%licos y del simple desahogo de unos pocos en un medio humano asaltado por mil peligros2 gracias a este poder los límites del dominio se e(tendían continuamente en todas direcciones. Este poder lleva%a a los pe"ue5os campesinos todavía independientes a someterse a la autoridad del gran propietario. 8arece, sin em%argo, "ue la propiedad independiente se resistió, en el marco de la comunidad aldeana naciente y de las solidaridades entre 3vecinos4 "ue se re&or#a%an poco a poco alrededor de la iglesia parro"uial y de la posesión colectiva de los derechos de utili#ación de %ienes comunales. Es posi%le incluso "ue los campesinos hayan creado asociaciones claramente destinadas a protegerlos de la opresión de los ricos. @ se conocen casos en los "ue la justicia del so%erano apoyó a los tra%ajadores "ue se resistían a las nuevas e(igencias se5oriales. El continuo y sordo com%ate en el "ue se en&rentaron las &uer#as campesinas a los due5os de la tierra no era en la pr$ctica tan desigual como puede parecer, y sus resultados &ueron diversos. 8e"ue5as e(plotaciones autónomas &ueron a%sor%idas en gran n-mero por la ampliación de la autoridad se5orial, pero en el centro mismo del dominio la inercia, el disimulo, las tolerancias compradas al intendente, la amena#a de huir a las tierras pró(imas en las "ue toda persecución era imposi%le y de incorporarse a las %andas de &orajidos "ue los capitulares &rancos intentaron in-tilmente disolver, eran otras tantas armas efcaces contra las presiones del r0gimen económico. De hecho, y pese a todo, el gran dominio &avorecía las tendencias al progreso de la economía rural, por"ue los se5ores, en su inter0s por aumentar los %enefcios, construyeron m$"uinas para moler el grano "ue li%era%an una parte de la mano de o%ra r-stica2 por"ue se inclinaron poco a poco a dar pre&erencia a los censos en dinero2 por"ue dieron casa a los esclavos y de este modo aumentaron el ardor en el tra%ajo de una parte considera%le de la po%lación. El r0gimen se5orial intervino por -ltimo de modo muy directo para
acelerar en los campos el desarrollo de los intercam%ios y de la circulación monetaria, por"ue la moneda se introdujo poco a poco y por"ue la necesidad de pagar en dinero o%ligó a los pe"ue5os cultivadores a &recuentar con regularidad los mercados semanales sino tam%i0n en una escala mucho m$s amplia. 8or"ue los dominios reales m$s renta%les se halla%an situados en los principales ejes de la circulación comercial, %ordea%an ríos con los %arcos "ue lo surca%an. El papel de la comerciali#ación no era, por tanto, marginal, y el conjunto de estos tr$fcos origina%a movimientos monetarios cada ve# m$s amplios. Aca iría el resumen de la BC a la KJ
3lrededor del 4ar orte
1onviene relacionar con el desarrollo "ue tenía como escenario los confnes de la cristiandad latina, el "ue se produce en los países ri%ere5os del mar del /orte, entre los siglos I y , y "ue le proporcionó una actividad compara%le con la centrada en el editerr$neo.
"nglaterra Inglaterra presenta la imagen de una vitalidad atestiguada ante todo por la amplitud de los tri%utos "ue sus agresores le impusieron. La impresión dominante es la de una evidente prosperidad, mantenida sin duda por la presencia de los daneses, por la li"uidación de su %otín, por el tr$fco de esclavos, por la prosecución de un crecimiento agrícola, por la amplitud de la circulación monetaris. Los tr$fcos internos se unían a una red de relaciones comerciales de hori#onte mucho m$s lejano, "ue se dirigían principalmente hacia Escandinavia sin olvidar el continente pró(imo. 'e sa%e "ue algunos se enri"uecieron. El nudo principal de todos estos tr$fcos se halla%a en Londres. La apertura de la economía &avoreció la ur%ani#ación de Inglaterra. Antes del siglo I no e(istían verdaderas ciudades &uera del sudeste del país Londres, inchester, 1anter%ury. Allí esta%an en el a5o MMM los talleres monetarios m$s activos. Algunas &ortale#as &ueron
levantadas en lugares "ue ya servían de centro de intercam%ios. Las &ortale#as mejor situadas reci%ieron un taller monetario2 &ueron designadas en los te(tos como portus, lugares especiali#ados en las actividades comerciales.
6landes y la regi/n del 4osa conocieron, en el siglo y en la primera mitad del I, un desarrollo económico "ue parece muy vivo, compara%le al "ue se adivina en Inglaterra, pero "ue est$, tam%i0n a"uí, enmascarado por la indigencia de la documentación. Germania En 6ermania, "ue durante el siglo recogió lo principal de la herencia política y cultural carolingia, se desarrolló un movimiento similar, pero a un ritmo mucho menos vivo. El país era m$s salvaje, y la con"uista &ranca no ha%ía hecho sino poner las %ases elementales de una economía menos primitiva. )ay grandes dominios, alrededor de las sedes de los condados, de los o%ispados y de los monasterios, pero no aut0nticas ciudades, ning-n taller monetario. A pesar de la indigencia de la documentación, se sospecha un lento crecimiento de la agricultura, crecimiento "ue estimulan las nuevas e(igencias se5oriales y la infltración de h$%itos alimenticios llegados del oeste2 sin duda, este crecimiento hace "ue se amplíen poco a poco los puntos de po%lamiento. Despu0s del a5o MMM, defnitivamente li%re del peligro h-ngaro, el reino germano sirvió de %ase a la m$s sólida construcción política de
)ay "ue situar en el marco de la acción política la intensa actividad monetaria "ue tuvo lugar en 'ajonia entre NOM y MCM. 'e %asa%a en la e(plotación de los minerales del )ar#, en 9ammels%erg, cerca de 6oslar. Acu5ar moneda, y para conseguirlo intensifcar la e(plotación de las minas2 &undar mercados para la protección y control de los mercaderes itinerantes eran actos íntimamente ligados a la renovación del Estado. Los trafcantes se coloca%an %ajo la protección del rey, privilegiados en la aduana de Londres. 1omo precio de la salvaguarda, los negociatores esta%an o%ligados, como en la 0poca carolingia, a entregar a la corte tri%utos periódicos. La creación de un mercatus i%a acompa5ada de la instalación de un taller monetario, para "ue estuviese regularmente alimentado en e&ectivo este empla#amiento dedicado a las transacciones comerciales. El emperador concedió estos lugares de emisión a los poderes locales, a los condes, a los o%ispos, a los monederos. Diseminados por todo el país, contri%uyeron a "ue el numerario penetrara en regiones en las "ue su uso era hasta entonces e(cepcional2 y lo consiguieron de tal modo "ue las monedas de plata &ueron cada ve# m$s utili#adas en el mercado interior. 8or -ltimo, al igual "ue Inglaterra, estas regiones se ur%ani#aron. 'u vitalidad económica se halla%a animada principalmente por corrientes de intercam%ios "ue no eran propiamente comerciales. )acia estas ciudades convergían los e(cedentes de la producción de los dominios rurales "ue poseían en las pro(imidades el rey y las iglesias y los dineros perci%idos en concepto de tasas y de multas judiciales. La prosperidad ur%ana dependía ante todo de la concentración de un grupo importante de consumidores, laicos o eclesi$sticos, y de la presencia de un cuerpo de ministeriales, de servidores, algunos de los cuales practica%an ocasionalmente el comercio, para las necesidades de su se5or y para su propio %enefcio.
ormandía :al ve# haya "ue situar en /ormandía el lugar m$s intensamente vivifcado por el dinamismo suscitado por las incursiones viingas. Al igual "ue @or, 9u$n se convirtió en la capital de un dominio &undado por los invasores, "ue reempla#aron en los se5oríos a la aristocracia indígena. En íntima relación con Inglaterra y con los mares nórdicos, el mercado de 9u$n &ue un lugar privilegiado para dar salida al %otín, vender los esclavos y comprar los artículos "ue los %arcos lleva%an por el 'ena, especialmente vino. 8osi%lemente no haya en toda Europa una provincia en la "ue, desde fnes del siglo , circulen los metales preciosos en mayor cantidad. Los je&es de las %andas fnanciaron la construcción de las catedrales. Estas empresas constructivas hicieron "ue se di&undieran grandes cantidades de numerario entre todas las capas de la sociedad local a trav0s de los jornales pagados a los canteros, a los carreteros, a los al%a5iles. Igualmente provoca%a un movimiento de numerario la preparación de las campa5as a larga distancia2 ha%itua%a a manejar el dinero y a movili#ar todas las &ormas de ri"ue#a para o%tener pr0stamos garanti#ados por la tierra. Así se &ormó, en el s0"uito de los du"ues y de los grandes se5ores de la Iglesia, una aristocracia del dinero, muy interesada en los negocios. En el campo, parece "ue se multiplican los censos en dinero el campesinado esta%a en condiciones de ad"uirir moneda, tal ve# por la venta de tejidos de lana, en todo caso por la venta de los e(cedentes de la producción dom0stica. ovimientos cuyo origen ha de ser %uscado en la organi#ación de la guerra de agresión y en la política provocaron la di&usión de la moneda. La %ertiente meridional
hostilidad y de desconfan#a en la "ue se situa%an los en&rentamientos entre la cristiandad latina y los dominios isl$micos y %i#antinos. En esta #ona los países de donde procedían los ata"ues o las vejaciones eran países evolucionados, vigorosos, prósperos. ?rente a ellos el mundo latino permaneció durante mucho tiempo en situación de víctima, de presa e(puesta a la piratería por mar y a las incursiones de los trafcantes de esclavos en el interior. Durante el siglo I y una %uena parte del II, las regiones situadas a uno y otro lado del 9ódano parecen situadas en un $ngulo muerto "ue rodean los grandes 7ujos de dinamismo.
*spa+a En los dos e(tremos de la Espa5a cristiana se sit-an dos polos de actividad muy distintos entre sí. En las monta5as del norte se ha%ían atrincherado grupos de re&ugiados cristianos tras la con"uista $ra%e. 8ermanecieron durante largo tiempo %lo"ueados y separados del mundo carolingio por los 8irineos. La lenta atracción de las tri%us salvajes, "ue poco a poco se civili#aron al mismo tiempo "u0 se cristiani#a%an, creó la r$pida di&usión, durante el -ltimo tercio del siglo , de las peregrinaciones a 'antiago de 1ompostela. Llegaron cada ve# en mayor n-mero prelados, se5ores de los principados de A"uitania, con su s0"uito de eclesi$sticos y de hom%res de guerra, y tam%i0n gente del pue%lo. El paso de los grupos de peregrinos, desprendi0ndose de una parte de su tesoro para o&recerlo a Dios, actuó de &ermento de reactivación. Los miem%ros de la aristocracia laica, cuya vocación era el com%ate, aportaron el re&uer#o de su poder militar a los je&es locales. Dirigían contra los infeles una guerra "ue los lleva%a en ocasiones, hasta las regiones prósperas, llenas de %otín, "ue domina%a el Islam. 8ronto impusieron a los príncipes musulmanes,
independientes tras la disgregación del cali&ato de 1órdo%a y al mismo tiempo aislados unos de otros, tri%utos, parias, cuyos %enefcios regulares en moneda enri"uecieron en el siglo I a todos los so%eranos cristianos de Espa5a. 8ara la cristiandad, esta guerra &ue una &uente de metales preciosos, El medio local se acostum%ró lentamente a la economía monetaria. La acu5ación indígena se dió al mismo tiempo "ue el país se po%la%a. ientras "ue la &rontera retrocedía, se &ue &ormando una sociedad singular de campesinos!soldados, propietarios de su tierra, "ue residían en grandes aglomeraciones de tipo ur%ano. En este país de tradición romana todas las actividades materiales se organi#a%an en &unción de la ciudad, mercado fjo en el "ue se intercam%ia%an los e(cedentes de la producción agrícola y pastoril. En el otro e(tremo de los 8irineos las campa5as carolingias ha%ían logrado implantar y e(tender hasta el E%ro una %arrera de protección, la marca de 1atalu5a. Este puesto avan#ado de la cristiandad acogía desde el siglo I, a los re&ugiados "ue huían de las provincias sometidas al Islam. Los so%eranos &rancos protegieron a estos inmigrantes. Esto e(plica la e(cepcional densidad de po%lamiento a comien#os del siglo . La ri"ue#a &ue una de las %ases de un dinamismo económico atestiguado de &orma muy visi%le por la vitalidad cultural construcción de iglesias. :am%i0n a"uí &ue la pro(imidad de un &rente de guerra la "ue sostuvo vigorosamente todos los movimientos de crecimiento.
"talia A trav0s de Italia, llega%an en otro tiempo al mundo carolingio algunas de las esplendorosas joyas "ue se &a%rica%an en i#ancio. Durante largo tiempo las ciudades costeras, mantuvieron sus la#os políticos con el imperio oriental y sirvieron de intermediarios. Al disminuir en la primera mitad del siglo I la potencia naval de i#ancio y
dejar el campo li%re a la marina musulmana, a las ciudades marítimas de Italia las o%ligó a re&or#ar su 7ota. Los nuevos riesgos, el %otín "ue podía proporcionar, la o%ligación de concluir acuerdos con los príncipes del Islam estimularon las iniciativas de los hom%res del mar de las costas italianas. Durante la segunda mitad del siglo I y durante los primeros a5os del , se consolidó la preponderancia de dos puertos Venecia y Amalf. Las gentes de la laguna veneciana producían sal "ue vendían en tierra frme. 8ero tam%i0n recorrían el mar y llega%an hasta los puertos del Egipto musulm$n. <&recían armas y madera. Vendían esclavos, trigo. 8or medio de estas actividades se enri"ueció poco a poco un grupo aristocr$tico, "ue empleó una parte de sus ganancias en la ad"uisición de dominios. 8ero jam$s dejó de arriesgar cantidades importantes en las aventuras marítimas. Amalf y Venecia esta%an protegidas de los peligros procedentes de tierra, por lagunas y precipicios in&ran"uea%les. Escapó por consiguiente a las pertur%aciones políticas, causadas por las rivalidades entre je&es %$r%aros y griegos, se %enefcia%a tam%i0n del lejano protectorado de i#ancio. :raían de
mue%les y se cuentan en dinero. 9asgos de mentalidad muy ajenos a la civili#ación rural "ue domina%a entonces el conjunto de la Europa occidental, pero "ue caracteri#ar$n en adelante las actitudes de sus mercaderes. En el interior de Italia, las supervivencias tenaces de la cultura antigua hacían a-n de la ciudad el punto de convergencia de todo cuanto era importante. ientras "ue al otro lado de los montes las ciudades no eran sino ruinas o apenas aca%a%an de nacer, en la mayor parte de las regiones de Italia seguían siendo el centro de las relaciones sociales. Despu0s del repliegue "ue siguió a las con"uistas de los lom%ardos y m$s tarde a las de los carolingios, los e(cedentes de los dominios convergieron de nuevo hacia las ciudades, hacia sus mercados. 'in duda, al igual "ue en las dem$s #onas, los resortes m$s poderosos del dinamismo económico, y las &uentes de toda ri"ue#a, esta%an en los campos, en los huertos, en los vi5edos, en las tierras de pasto. 8ero en su mayor parte los due5os de la tierra vivían en ciudades. E(plota%an desde lejos sus posesiones. Esta posición mantenía la vivacidad e(cepcional de los tr$fcos2 invita%a a recurrir constantemente al instrumento monetario. Desde fnes del siglo hasta mediados del I, "uienes dirigían los talleres de acu5ación se situa%an entre los ha%itantes de la ciudad de mayor rango. 8rogresivamente, a lo largo de todo el siglo , los movimientos centrados en las ciudades rompieron los marcos económicos del gran dominio. Los e"uipos de esclavos dom0sticos &ueron los primeros en desintegrarse2 los servicios en tra%ajo impuestos a los campesinos desaparecieron casi completamente. Despu0s del a5o mil, el trasvase de los e(cedentes de la producción campesina hacia el mercado ur%ano por mediación de mercaderes pro&esionales llegados de la ciudad, la 7e(i%ilidad del instrumento monetario y su constante di&usión llevaron a reempla#ar por censos en dinero la entrega directa de los
&rutos de la tierra. Acuerdos contractuales de duración limitada, los livelli, sustituyeron a los antiguos la#os consuetudinarios "ue unían a los tra%ajadores con los due5os de la tierra. 1ontratos semejantes sirvieron para "ue la gran &ortuna territorial de la Iglesia &uese concedida en lotes, por un al"uiler anual irrisorio, a gentes de la ciudad, cl0rigos o laicos, "ue la revalori#aron. De esta &orma aumentó la in7uencia ur%ana en la economía de los campos pró(imos y &avoreció su e(plotación de modo m$s intenso. 8ero tam%i0n aceleró la inserción en el medio rural de las ri"ue#as en metales preciosos acumuladas en la ciudad. Estos capitales estimularon la e(tensión del vi5edo y de las plantaciones de olivos. 1recimiento demogr$fco "ue parece prolongar sin grandes interrupciones un primer despegue iniciado en la 0poca carolingia. Entre los ha%itantes de la ciudad, "ue en una parte considera%le pertenecían a la no%le#a y vivían de las armas, la costum%re de manejar dinero introdujo comportamientos muy di&erentes. Los hom%res de las ciudades de Italia sa%ían contar, medir el valor de las cosas y traducirlo en unidades monetarias2 ha%ían ad"uirido el sentido del %enefcio "ue se puede o%tener de una suma de dinero, coloc$ndola en empresas de producción rural o haci0ndola &ructifcar por medio de h$%iles transacciones. 8reocuparse por o%tener ganancias "ue no &ueran solamente el &ruto de una con"uista, del ejercicio de las armas o de las li%eralidades de un je&e de guerra. Estas actitudes mentales no &ueron ajenas a la propagación preco#, entre los laicos esta%lecidos en las ciudades italianas, de aspiraciones religiosas "ue coloca%an entre las principales virtudes la po%re#a y las pr$cticas asc0ticas. Los ciudadanos de Italia &ueron los primeros en "uerer una Iglesia po%re, despojada de sus ri"ue#as. Apuntes de clase