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Notas sobre método Paul Willis en Hall et al. (eds) “Culture, Media, Language”, Hutchinson, London, 1980, págs 105-121 Traducción del original de Gabriela López La rebelión naturalista surgió como reacción en contra de la incapacidad del positivi smo para comprender y registrar la subjetividad humana. Sin embargo, la sociología tradicional ya ha podido asignar un lugar legítimo en las ciencias sociales a la observación 1 participante y a los estudios de casos. Postularé en este artículo que el positivismo, en su dudosa aceptación de la metodología “cualitativa”, ve más claramente de lo que admite que el énfasis en la variedad metodológica puede dejar intacto el terreno central del positivismo. Al reconocer su capacidad técnica para registrar todo lo que es importante -y al entregar esta zona a otra técnica- el positivismo puede actualmente preservar su más profunda lealtad a su objeto de estudio 2 como un “objeto” . La dualidad y mutua exclusión de las claramente opuestas categorías “métodos cuantitativos” y “métodos cualitativos”, sugiere desde ya que el “objeto” se observa de la misma forma unitaria y distanciada - aún si se cambia el “modo”-; ahora Ud. lo mide, ahora lo siente. Hay muchos aspectos valiosos en esta rebelión “naturalista”. Ciertamente se ha disociado del pensamiento casual simplista y ha desarrollado un conjunto de reglas y procedimientos de investigación que ofrecen un punto de partida alternativo, concreto, a los métodos positivistas. Este artículo trata de identificar los principios centrales de método “cualitativo” y sugerir lo que es conveniente preservar y lo que es realmente preferible rechazar en un esfuerzo inicial de esquematizar un método genuinamente adaptado al estudio de los significados humanos. La corriente que más ha usado los métodos cualitativos bajo discusión fue delineada 3 en los últimos ejemplares de WPCS . La “Escuela de Chicago” de los años 1920 y 1930 4 dio origen a esta tradición . El trabajo de F.W. Whyte en los años ’40 marca la continua1
Véase la aceptación ritual del rol de los “métodos cualitativos” en la mayoría de las corrientes metodológicas, incluso cuando su uso se limita a estudios “pilotos” o descriptivos. Ver, por ejemplo, Selltiz et al (eds) Research Methodos in social Relations (Methuen, 1966), Cap. 3; J. Madge, The Tools of Social Science (Longman, 1965), cap. 3. 2 Para una útil discusión sobre “objetividad” en el positivismo, véase A.W. Gouldner. The coming crisis of Wes tern Sociology (Heineman, 1970), pp. 102-103. 3 WPCS, Nº 7 y 8: reimpresos en Resistance trough rituals (Hutchinson, 1976). 4 Ver, por ejemplo, C.R. Shaw, The Jack Roller (University of Chigago Press, 1966); W.I. Thomas an F. Ananiecki, The polish peasant in Europe an America (University of Chicago Press, 1927); F.M. Thrasher, The gold
ción de esta corriente hacia su segunda fase . La expansión más fuerte se desarrolló en 6 los años ’50 y ’60 con el trabajo de Becher, Geer, Strauss, Polsky y otros . Luego cruzó a Inglaterra y esta “tercera ola” es claramente identificable en el trabajo desarrollado por 7 Downes , S. Cohen y especialmente aquellos asociados a la revolución escéptica institu8 cionalizada por la National Deviancy Conference . En Gran Bretaña ha habido interés esporádico, pero notable en el uso de la observación participante que no deriva específi9 camente de esta corriente de Chicago . El método mismo ha sido sistematizado y presen10 tado como una metodología “respetable en dos obras recientes . La crítica que hago tal vez interprete algunos de los textos de la tradición etnográfica. Hay, ciertamente, ejemplos en los cuales el informe final trasciende las limitaciones de los métodos establecidos. Lo que se presenta en las páginas siguientes está basado en codificaciones de método que están siendo cada vez más aceptadas como guías autorizadas para aquellos que desean utilizar los métodos “cualitativos”.
La postura manifiesta La embestida más obvia de la metodología “cualitativa” ha sido en contra de la teoría sociológica tradicional y aquellos modelos metodológicos que han sido los procedimientos y pruebas de las ciencias naturales. En términos simples, el temor parece ser la idea que sólo una teoría puede, en última instancia, demostrar sus propios supuestos. Lo que queda fuera de estos supuestos no puede ser representado y ni siquiera reconocido. De este modo, para mantener la riqueza y la autenticidad de los fenómenos sociales es necesario, especialmente en las primeras etapas de la investigación, recibir datos en bruto, recogidos de una manera experimental y relativamente ateórica. “Permitiendo que los conceptos 11 sustantivos y las hipótesis emerjan al principio por sí mismos . Se reconoce, por supues-
gold coasta and the slum: a study of 1313 Gangs in Chicago (University of Chicago Press, 1928); N. Anderson, The Hobo (University of Chicago Press, 1923). 5 W.F. Whyte, Strees corner society (University of Chicago Press, 1969). 6 Ver, por ejemplo, H.S. Becker, Outsiders: Studies in the Sociology of Deviance (Glencoe, III: The Free Press, 1966); H.S. Becker et al., Boys in White (University of Chicago Press, 1961); H.S. Becker et al., Making the Grade (New York: John Wiley, 1965); W. Polsky, Hustlers, Beats and Others (Penguin, 1971). 7 Ver D. Dwnes, The Delinguert Solution (Routledge an Kegan Paul, 1966). 8 Ver S. Cohen (ed), Images of Deviance (Penguin, 1971); S. Cohen, Folk Devils and Moral Panics (Paladin, 1973); P. Rock and M. McIntosh (ed), Criminology and the Sociology of Deviance in Britain (Travistock, 1974); L. Taylor (ed), Politics and Deviance (Penguin, 1973). 9 Véase, por ejemplo, M.A. Plant, Drug-Takes in an Englis Town (Travistock, 1974); J. Patrick, A. Glasgow, Gang Observed (Eyre Metheun, 1973); H.J. Parker, Vien from the Boys (David an Charles, 1974). 10 G.J. McCall, J.L. Simons (eds), Issues in Participant Obeservation (Addison-Wesley, 1969). 11 Enfasis mío. B.G. Glaser and A. L. Strauss, Discovery of Sbstantive Theory: a Basic Strategy Univerlying Qualitative Research, en Filstead, Qualitative Methodology, nota en pág. 304.
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to, tendrá que haber un tiempo para cerrar . Se espera, sin embargo, que la selectividad y teorización del trabajo final refleje el modelo del mundo real más que el modelo de la 13 teoría recibida . Tales preocupaciones “antiteóricas” generan una profunda tensión metodológica al contactar al sujeto en la forma más directa posible. Es como si la experiencia ideal del investigador pudiera lograr una relación de uno a uno con el investigable. Esta convicción y la desconfianza general hacia la teoría están claramente expresados 14 a través de las técnicas y métodos que se proponen usar . El investigador tendrá que trabajar en el medio de sus sujetos en vez del laboratorio, y tendrá que entrar al campo lo más “libre” posible de una teoría previa. Tendrá que participar en las actividades en que participan diariamente sus sujetos, pero tendrá que evitar “distorsionar” el campo. No deberá preguntar a los sujetos directamente, pero sí estar lo más abierto posible a aquello “dado por hecho”. Tendrá que ser muy cuidadoso al planificar su entrada al campo, preparar un rol adecuado y cortejar asiduamente a aquellos que podrían apadrinar su membresía en grupos sociales selectos. Es la apertura y la directividad de este enfoque metodológico el que promete la producción de un trabajo final que, tal como un icono, va a mantener algunas de las observaciones y recrear algo de la riqueza original.
La insistente, casi neurótica, preocupación técnica respecto a la diferenciación entre observación participante (OP) y reportaje y arte es también un reflejo de la encubierta convicción de que la OP pertenece a las “ciencias” y debe, por lo tanto, respetar la objeti16 17 vidad . Existe un claro temor sociológico de la subjetividad pura . El novato puede impregnarse de subjetividad -así como crea “color y atmósfera”- pero, ¿cómo sabemos que el autor no lo ha inventado? De hecho, ¡es obvio que él o ella lo inventaron! De este modo, la búsqueda debe dirigirse hacia un objeto unificado que podría esperarse que se presentara igual para muchos observadores. El primer principio de la OP, la postergación de la teoría, encubre los peligros del positivismo al reforzar la noción de que el objeto puede presentarse a sí mismo directamente al observador.
La práctica oculta
Sin embargo, debemos reconocer la ambición del principio de la observación participante en relación a la teoría. Esta ha orientado a sus seguidores hacia una posibilidad metodológica profundamente importante -aquella de sorprenderse- de alcanzar conocimiento que no había sido pensado en el paradigma inicial. La tarea más urgente es delinear la factibilidad, los márgenes y el significado de tal capacidad. Si es que intentamos reconocer los márgenes actuales de la producción de “nuevo conocimiento”, debemos evitar desilusiones. No debemos ser demasiado ambiciosos. Es muy importante que reconozcamos los fundamentos básicos de nuestro enfoque de investigación y aceptemos que ningún “descubrimiento” va a destruir esta orientación básica. La organización teórica de la posición de partida debería ser delineada y conocida en cualquiera de las partes de la investigación. Esta inevitable organización comprende actitudes hacia el mundo social en el cual ocurre la investigación, una visión particular de las relaciones sociales al interior de ella y sus determinaciones fundamentales, y una noción de los procedimientos analíticos que se utilizarán para producir el relato final. Debería también explicar por qué ciertos temas han sido elegidos en la investigación.
A pesar de que las técnicas usadas por la metodología “cualitativa” marcan un quiebre decisivo con respecto a las técnicas “cuantitativas”, la forma en que generalmente se aplican hacen que se establezca un pacto secreto con el positivismo para preservar al sujeto como objeto. De hecho, toda la preocupación por las técnicas y por la confiabilidad de los datos nos está demostrando la creencia de que el objeto de investigación existe en un mundo externo, que tiene características que pueden ser conocidas externamente y que no pueden ser alteradas. El hecho de insistir, por ejemplo, en la pasividad del observador participante se basa en la creencia de que el sujeto de investigación es realmente un objeto. Lo que preocupa es minimizar la “distorsión del campo”, con el subyacente temor de que el objeto sea con15 taminado con la subjetividad del investigador . Se convierte, demasiado fácilmente, en un supuesto de diferentes órdenes de realidad entre el investigado y el investigador.
Sobre el rol de la teoría No existe una forma verdaderamente ateórica para “ver” un “objeto”. El “objeto” sólo se percibe y se entiende a través de una organización interna de los datos, mediada por constructos conceptuales y formas de ver el mundo. El informe final sobre un objeto dice tanto acerca del observador como del objeto mismo. Los informes pueden leerse “hacia atrás” para descubrir y explicar la conciencia, cultura y organización teórica del observador.
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Ver la literatura sobre “Hipótesis de trabajo” y, especialmente B. Geerm First days in the Field, en G.J. McCall and J.L. Simmons (eds), Issues in Participant Observation: A Text an a Reader”(Addison-Wesley, 1969). 13 Véase H. Blumer, What is Wrong with social Theory, en Filstead, Qualitative Methodology. 14 Véase McCall and Simmnos, Issues in Participant Observation, cap. 2 y 3. 15 La literatura se refiere generalmente a “contaminación”. Ver, por ejemplo, G.L. McCall, Data Quality Control in Participant Observation, en McCally Simmons, Issues in Participant Observation.
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Aún cuando se aceptan conexiones, la preocupación central es rescatar lo que es “científico” para el método sociológico. Ver McCall y Simmons, Issues in Participant Observation, pag. 1. 17 Véase, por ejemplo, la sección sobre la Calidad de los Datos en McCall y Simmnos, Issues in Participant Observation.
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Esta “confesión” teórica, sin embargo, no necesita especificar la totalidad de la realidad social en una región determinada, especifica solamente el tipo de mundo en el cual la acción ocurre. A pesar de que incluye una pauta general, no incluye una explicación específica -especialmente en lo relacionado a la manera- al “cómo” o el grado de determinación externa de una región social dada. Tampoco anticipa el significado particular del futuro flujo de datos. Es, sin embargo, crucial que una metodología cualitativa sea confrontada con el máximo cúmulo de datos relevante. Aquí reside el poder de los datos de “sorprender”, de contradecir ciertas teorías en desarrollo. Aquí se encuentra la única fuente posible de la “autenticidad”, el “sentir cualitativo”, el cual es una de las mayores justificaciones del método. Es en esta área -a menos que se desafíe la propia visión de mundo- donde existe la mayor posibilidad de sorprenderse. Esto no significa permitir la vuelta de un naturalismo desenfrenado, intuitivo. Incluyendo lo que aún queda sin especificar en esta amplia “confesión”, debemos reconocer la forma necesariamente teórica de lo que “descubramos”. Incluso el más naturalista de los relatos incluye la deconstrucción de la lógica original y construye sobre la reconstrucción de momentos condensados, selectos y significativos experimentados en el campo. Existe un arte que esconde el arte que oscurece el trabajo teórico que se ha realizado. Una vez reconocida la inevitabilidad de un componente teórico, éste puede usarse en forma más autoconsciente para probar aquellas áreas en las cuales el conocimiento es incompleto. Encontramos en cualquier forma cultural y forma relacionada de conciencia un texto inmerso de contradicciones, inconsistencias y divergencias. Si pretendemos la ilusión de presentar un relato de valencia única sin incluir un trabajo interpretativo o reductivo, tendremos mayor probabilidad de perder (a lo más reproducir) este subtexto. Es necesario agregar a la noción recibida de “cualidad” de los datos la habilidad para encontrar inconsistencias, contradicciones y malinterpretaciones para luego realizar interpretaciones teóricas acerca de ellos. Debemos mantener la riqueza y atmósfera de lo original mientras tratamos de iluminar sus interconexiones. Ciertamente, el nivel necesario e inevitable de teorizar interpretativamente al interior del método puede utilizarse para explicar ciertos temas sin tener que correr los riesgos que convencionalmente se corren sin darse cuenta.
Sobre reflexibilidad: las políticas del trabajo de campo Al querer representar los significados subjetivos, sentimientos y cultura de los otros, resulta imposible extenderlos menos de lo que conocemos sobre nosotros mismo. Es lo que habitualmente se denomina: "el objeto” y el investigador se sitúan paralelamente en su humanidad. El “objeto” de nuestra investigación es, en efecto, un sujeto que tiene que entenderse y presentarse de la misma manera como se presenta la subjetividad del investigador -este es el verdadero significado de “validez” en la zona “cualitativa”. El reconoci-
miento de esta verdad no es, sin embargo, declarar en contra de todas las formas de “objetividad”. Necesitamos un método que respete la evidencia, que busque corroboraciones y que minimice la distorsión, pero sin el tipo de pretensión de la ciencia natural racionalista. A pesar de que sólo nos es posible conocer al sujeto a través de nuestros conceptos, existe, sin embargo, un sujeto real de investigación, el cual no es completamente capturado por nuestra admisión de su posición relativa. Si nuestro propósito es obtener un amplio conocimiento y comprensión de este sujeto, debemos tener, entonces, cierta preocupación por la confiabilidad de los datos que usamos. Más aún, si no queremos enfocar en significados subjetivos y aislados y en las formas culturales, debemos preocuparnos también de los elementos materiales reales. Es perfectamente justificable usar técnicas rigurosas para lograr un máximo conocimiento de tales cosas. Esto significa seguir, en parte, el camino de la “objetividad” tradicional: muchas de las técnicas utilizadas serán las mismas. Donde el camino se separa es al final del proceso. El proceso convencional trata de recolectar el máximo de datos y luego consigna el resto (lo que no puede conocer, medir o entender) al campo del Arte o al problema de la subjetivi dad. Habiendo constituido a un objeto como un verdadero “objeto” y habiendo logrado todo el conocimiento posible acerca de este “objeto”, el proceso debe detenerse; ha llegado el punto de las limitaciones “inevitables de la metodología cuantitativa”. Es precisamente en este punto que una metodología “cualitativa reflexiva aparece. Sin haber constituido nunca al sujeto de estudio en un “objeto”, no se sorprende de que exista un límite para el conocimiento de los hechos. Lo que finalmente permanece es la relación entre sistemas cultural/subjetivos. La etapa rigurosa del análisis, la eliminación de la distorsión, la comprobación de la evidencia, etc., han servido para identificar puntos de divergencia entre los sistemas. Al reducir la confusión de la situación de investigación, el proveer de una mayor orientación para el análisis, se hace posible una lectura más cercana de realidades separadas. Mediante la lectura de momentos de contacto y divergencia es factible delinear otros mundos, demostrando sus cualidades simbólicas internas. Cuando las técnicas convencionales se retiran, cuando no pueden seguir a los sujetos de los sujetos mismos, ese es el momento de la reflexibilidad. ¿Por qué está sucediendo todo esto?, ¿por qué el sujeto se ha comportado de esta manera?, ¿por qué ciertas áreas permanecen oscuras para el investigador?, ¿qué diferencias de orientación yacen detrás del fracaso de la comunicación? Es aquí en esta interrelación de seres humanos, de códigos culturales y de formas, donde existe la posibilidad de “sorprenderse”. En términos de la producción de “nuevo” conocimiento, sabemos precisamente lo que es “no” porque hemos compartido -la idea común de empatía- pero, porque no lo hemos compartido. Es aquí donde los cánones clásicos se trastocan, Es tiempo de preguntar y explorar, de descubrir las diferencias entre posiciones subjetivas, entre formas culturales. Es tiempo de iniciar acciones o de quebrar expectativas para probar diferentes ángulos bajo luces diferentes. Es, por supuesto,
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también el tiempo de máxima alteración para los investigadores, cuyos propios significados están siendo profundamente confrontados. Es precisamente en este punto cuando el investigador debe asumir una autoreflexión sin restricciones y al azar. Es el alejamiento de un compromiso total, en este punto, el que finalmente limita a los métodos de la sociología tradicional. Es en estos momentos, también, cuando puede haber una relación diferente con una forma de análisis específicamente marxista. El terreno descubierto y explorado durante esta etapa reflexiva probablemente tendrá contradicciones y tensiones, tanto en el campo de estudio -contrastando momentos de experiencia subjetiva, tensiones entre lo que se dice y lo que se hace, diferencias entre lo que las formas colectivas o materiales parecen decir o prometer y lo que realmente sucede o se experimenta- y entre las expectativas del investigador, códigos y formas culturales de comprender y aquellos que él o ella están descubriendo. Es probable que sea un campo de contradicciones difícil, precisamente porque es la idea de contradicción la cual la técnica “naturalista” tradicional es incapaz de registrar, registra solamente como una debilidad o una falla en el método como el “caso extremo” para demostrar la efectividad del investigador en terreno más allá de lo cual sólo queda adaptarse a la situación o retirarse. Teniendo sólo la noción de “lo que sigue” extraído de la realidad superficial del “objeto” y tomada transparentemente en los códigos universales de la “ciencia”, los mensajes contradictorios, conflictos o rupturas entre códigos y comunicación interrupta sólo pueden comprenderse como “errores” que deberán finalmente corregirse mediante el uso de una técnica más adecuada. Sin embargo, si estos momentos de crisis se entienden como una incertidumbre creativa, producidos por una relación social estructurada, que apuntan y surgen a partir de contradicciones importantes, podremos disponer de otras opciones teóricas o metodológicas. La comprensión teórica desarrollada a través de lo que caracterizo como un método más activo y reflexivo puede hacerse mediante una reformulación y una articulación más precisa de lo que he denominado “amplia confesión teórica” y, específicamente, una extensión más concreta de la forma en que las determinaciones y categorías más amplias se relacionan con las relaciones particulares y modelos de determinación dentro del área que se estudia. Esto debe hacerse reconociendo la irregularidad y complejidad que existe en la forma en que las fuerzas externas o las ideologías configuran un área determinada. Esta es una visión mecanicista ni reductivista de la relación entre niveles que puede desear dejar un lugar a una efectividad recíproca entre pautas culturales localizadas, experiencia subjetiva y las estructuras sociales más amplias, o puede insistir en procesos indirectos o mediatizadores, pero que se mantienen preocupados de la determinación. Esta elaboración teórica, extensión y especificación, especialmente al interior de una teoría que reconoce el juego de contradicciones, permitirá una mejor comprensión y explicación del ahora más complejo y multifacético sujeto de estudio y de la naturaleza de la relación que lo ha descubierto hasta el momento. Además, deberá sugerir preguntas específicas y dificultades que otros métodos menos convencionales y más renovados pueden ayudar a
clarificar. Existe, por lo tanto, la posibilidad de un desarrollo circular entre una “confesión” teórica cada vez más específica y las contradicciones y tensiones propias del trabajo de campo, hacia reconstrucciones teóricas, para luego volver nuevamente a las especificidades de la relación del trabajo de campo. Es este el proceso de producir, finalmente, una acabada explicación de lo concreto. No estoy necesariamente postulando que el informe final debería mostrar las diferentes etapas de este a menudo tortuoso proceso, o que estas etapas son siempre conscientes: creo que es algo similar a lo ocurrido en el trabajo investigativo de aquellos relatos “naturalistas” que tienen poder explicativo. Tampoco estoy negando que, tal como en la noción más clásica del método marxista, el movimiento circular no puede ocurrir una vez que se ha terminado el trabajo de campo o a partir de datos secundarios, a través de los principios de búsqueda y selectividad sobre los materiales existentes o recibidos. Lo que estoy postulando, en el contexto de los métodos cualitativos, es que los datos significativos no se recolectan a través de la pureza o cientificismo de su método, sino mediante el status del método como relación social y específicamente a través de los momentos de crisis en esa relación y en el modelo que debe ser descubierto de lo que no es compartido: las contradicciones al interior y entre tales aspectos. Incluso, en aquellos casos donde el trabajo de campo es realmente extensivo o donde el investigador puede teorizar de cualquier manera, y destacar todas las dificultades y desorientaciones, la reflexión puede permitir la configuración progresiva de lo concreto en relación a la teoría, no solamente como un protocolo analítico sino como un método dinámico y dialéctico. Esto puede aportar una concentración y una obstinada capacidad de penetrar a través de los múltiples niveles de datos “en blanco” en el logro de temas particularmente que no están disponibles en otros métodos. No es solamente la cualidad de los datos, ni siquiera su capacidad de “sorprender” sino que lo que mejor distingue al enfoque cualitativo es este potencial de control cíclico y de enfoque en la riqueza de las contradicciones vividas.
Sobre técnicas La idea de una metodología reflexiva nos lleva más allá de la simple preocupación por las técnicas de recolección de datos. A menudo se declara que las formas de recolección de datos y de procedimientos analíticos están profundamente interrelacionados. En mi opinión, es precisamente un interés teórico el que induce al investigador a desarrollar ciertas técnicas, establecer búsquedas comparativas, inventar o invertir cánones metodológicos, seleccionar ciertos “problemas” para una explicación analítica. A pesar de que las técnicas son importantes y a pesar de que debemos preocuparnos de su validez, nunca reemplazarán a la conciencia teórica y al interprete que surge del reconocimiento del rol que uno tiene en una relación social y de inestable configuración. Sin este despertar teórico las técnicas registrarán acríticamente sólo la cara exterior aparente de una “realidad” externa.
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Debemos resistir, por lo tanto, la tendencia hegemonizadora de la técnica. Pareciera tomar control en momentos de incertidumbre. En forma específica, debemos deconstruir la mística noción de que la observación taxonómica pareciera garantizar la calidad del relato. Debemos desagregar y detallar sus partes y hacer lo mismo con otras técnicas que se pueden usar de acuerdo a nuestras necesidades teóricas. En este espectro se puede mencionar las siguientes técnicas: Ø Ø Ø Ø Ø Ø Ø Ø Ø
participación observación participación como observador (a) observación como participante estar en el lugar discusión grupal discusión grupal registrada entrevista amplia entrevista amplia registrada
Resulta confuso pensar que estas técnicas constituyen una sola metodología. Las técnicas que aparecen en la parte de debajo de esta lista, son más susceptibles de aplicarse a fenómenos ya ocurridos (por ejemplo, el desarrollo de una “historia oral”). Cierta fuerza se puede obtener mediante una consciente combinación de métodos, donde diferentes formas de recolección de datos, usados en diferentes tiempos proporcionan importante comprobación a la vez que indican la configuración en niveles de importantes contradicciones. Todas estas técnicas son relevantes para los principios de la metodología “cualitativa” y cada uno debe repensar rigurosamente en cada contexto específico de investigación.
Conclusión La sociología tradicional provee un punto de partida, pero debemos someter sus métodos a un escrutinio riguroso para explicar la teoría y eliminar la tendencia oculta hacia el positivismo. Debemos liberar la entera noción de “metodología” y postular, finalmente, el reconocimiento de una relación entre investigadores y sujetos.