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Un nuevo camino para ser feliz Guillermo Gándara Estrada
PAULUS, Brasil, 2009 Traducción: Isaías Silva Pinto
“ALSERVICIO DE LA VERDAD EN LA CARIDAD” Paulinos, Provincia México. Primera edición, 2010 D.R. © 2010, EDICIONES PAULINAS S.A. DE C.V. Versión electrónica: Centro Paulino Provincial de Comunicación e Informática Av. Taxqueña 1792 - Deleg. Coyoacán - 04250 México, D.F. www.sanpablo.com.mx
Hecho en México Made in Mexico ISBN: 978-607-7648-73-4
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Published: 2011 Tag(s): "camino para ser feliz" "ser feliz" juventud camino feliz felicidad proyecto proyectar sugerencia amor triunfo salud alegría alegria "jovenes alegres" muchachos
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INTRODUCCIÓN La felicidad es el elemento más importante al que todo ser humano tiene derecho y obligación. Conquistarla, cuidarla, valorarla y compartirla es deber de todos. El siglo XXI heredó incertidumbre del siglo XX. El siglo inició con caos y crisis en la familia, en las ideas, en los paradigmas, en la democracia, en la sexualidad… Esto generó duda y confusión, quedando en peligro la convivencia armoniosa entre las personas. Ante esta situa-ción, todos nos dedicamos a buscar el propio camino que nos llevaría hacia la felicidad y el bienestar, lleno de buena voluntad, pero sin los frutos esperados. Conforme avanza el milenio, tenemos ya una sociedad cansada, estresada, en crisis, desorientada e infeliz aunque ya con un pequeño, pero firme indicio de retorno a la normalidad, a la verdadera felicidad. Hoy se tiene identificada la causa de la soledad y otros hechos que maltrataron a la familia y su felicidad. Como respuesta a este panorama, tienes los diez capítulos de este libro; te informarán sobre cuáles son algunos frutos del relativismo dañino que produjo la sociedad, cómo desorientaron a la familia y le hicieron sus descuentos, y encontrarás varias sugerencias para recuperar la dignidad de la familia y de la juventud. Recorre las páginas de esta obra buscando orientaciones y así aumenta tu calidad y cualidad de vida. Reflexiona, personal o grupalmente, busca el camino de retorno a la felicidad y actúa. Es importante actuar, porque hay alguien que te ama y te dice: procuremos un nuevo camino para ser feliz. Guillermo Gándara E., ssp.
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Capítulo
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Dios es tu compañero de camino La realidad social frente a la soledad Las crisis y las confusiones detienen el camino de la felicidad y sólo producen soledad, lo que genera un hogar sin padres, relaciones frías, tristes y con frecuencia agresivas. Las crisis y las confusiones producen muertos vivos y hogares con hijos huérfanos, aunque con papás vivos; producen soledad. Es la realidad de hoy. La familia huyó de casa y se encuentra en una soledad desafiante. Actualmente se habla de un retorno débil, tímido de la familia a su realidad normal. ¿Será que la soledad ya se alejó después de tres décadas? Al árbol se le conoce por sus frutos y parece que el fruto que se cosecha sigue siendo la soledad. No es fácil decir “recupera a la familia”, después de experimentar un semicaos o semiconfusión por varios años. La lejanía de los principios cristianos, la ausencia de objetivos y utopías que sostenían a la familia no fueron un buen camino para vivir la felicidad por las consecuencias que hoy se experimentan. Siempre hubo intentos de recuperación, aunque se intentó buscar los remedios donde no se encuentran.
Sugerencias de crecimiento Aunque te sea difícil salir del caos de las crisis y de la confusión familiar, di sin miedo: “necesito vivir sin crisis y sin confusiones, necesito atender mi soledad”. Dile a tu familia: “yo los necesito, ustedes me necesitan, nosotros nos necesitamos unos de los otros para ser felices”. Llena tu soledad de diálogo sereno y tierno, de servicio, de escucha, de respuestas sencillas, seguras, alegres y llenas de ternura. Cada diálogo que compartas, trata de llenarlo de amor, háblale a ese corazón vacío, 7
solitario y deja que los corazones solitarios te hablen, escúchalos, pero llénalos de Dios y de tu cercanía amable. Cuando descubres un rostro triste, serio, con seguridad esa tristeza es fruto de la soledad. Los días que vivimos están repletos de ausencia de amor. Aprovecha el momento que vive la sociedad, su tremenda soledad, y sal al encuentro de las personas, porque esta oportunidad no regresa. Si en algún momento tú te encuentras en casa y llega un familiar del trabajo, de la escuela o de cualquier otro lugar, da tú el primer paso para ir a su encuentro; ellos que llegan cansados de un día largo de trabajo o de estudio, que encontraron relaciones pobres, interesadas y funcionales por donde estuvieron. Está dispuesto(a) a recuperar aquellas actitudes que reinaron en casa en tiempos de tu abuela. Ella dice que la familia en aquel tiempo era feliz. El límite fue no actuar y no conservar esas actitudes al cambio del milenio. Quienes no conocieron los tiempos de la abuela, tienen derecho a experimentar esa felicidad en el tiempo en que vivimos. El camino es vivir y amar. Este es el camino. Dejar de pensar menos en ti mismo(a), recuperar los momentos alegres, apoyar los comentarios positivos, buscar alternativas y acabar con los comentarios negativos que sólo causan mal. No te cierres a la cultura juvenil y aprovecha los pequeños detalles positivos que te generan los jóvenes en casa. Hazles sentir la grandeza de ser familia. Es difícil amar. Muchas culturas juveniles urbanas reclaman y buscan el camino del verdadero amor. La nueva cultura de la familia intenta recorrer ese camino del amor. Esta novedad te pide, además del amor, valorar los cambios sociales, la nueva forma de ser familia, de ser Iglesia. En cuanto a tu mente y tu corazón, ábrelos a las nuevas situaciones y abrázalas con tu experiencia de amor. Tu tarea hoy es difícil: llenar lo que en ti está vacío y el de muchos que te aman. Tu respuesta amorosa, silenciosa, pero decidida, es camino de salvación para ti y para quien está cerca de tu corazón. Dios está regresando al hogar y tú lo llamaste de nuevo, dale su lugar y no te preocupes, que para Él los lugares sencillos son los más ricos e importantes. Te sentías vacío(a) porque no sabías en quién creer, pero ahora sabes en dónde está la fuente para alimentar tu fe, en dónde está la verdadera felicidad; sólo en Dios y en su Hijo Jesucristo es posible encontrar la felicidad sencilla y amable que viene de un maestro que lavó los pies de sus discípulos. Con Dios no tienes necesidad de comentarios vacíos o pervertidos con respecto a la sexualidad, de alimentar fantasías sexuales; así, la alegría regresará poco a poco al hogar. Cuando vuelve la presencia de Dios a casa, notas un cambio grande: rostros alegres, sencillos, abiertos al servicio y con sabor a serenidad y armonía. Decídete a cerrar la puerta a las “culturas” que destruyen este camino de Dios y recuerda que la alegría está dentro de tu programa de vida, porque tú eres imagen y semejanza de Dios. Sé fuerte ante las dificultades sin perder la armonía y cierra para siempre la puerta a la soledad dañina. Consérvate en esa actitud joven, en esa actitud de comprensión y alegría que nace dentro de tu corazón. Revisa tu vida y, como todas las personas, siente la 8
necesidad de purificar aquello que empolvó tu riqueza humana, sencilla y agradable. Busca nuevas formas de compartir, de decir a quien te ama: “eres lo máximo”, pero siempre dilo con sinceridad y con un amor sin doble cara. Así de fácil. Este método de relacionarte cariñosamente está dando buenos resultados en estas primeras décadas del milenio. Experimenta el método del encuentro humano, del abrazo sencillo y lleno de amor oblativo y servicial. No hay fórmulas hechas para terminar la soledad, sólo hay que reiniciar y ser feliz, sólo inicia y basta. Une a tu familia, tiende puentes virtuales de comunión y amor. No te detengas. Inícialo, inténtalo una o varias veces hasta que encuentres el camino. Ten ideas claras para responder siempre a quien te haga las siguientes preguntas: ¿quién eres?, ¿qué sientes?, ¿cómo te sientes? Date la oportunidad también de escuchar a quien te diga quién es. Escuchar, conocer a las personas es amarlas. El resentimiento del corazón termina cuando la riqueza del corazón se comparte, cuando el amor es el punto de referencia, es el lugar en donde todos encuentran la unidad. Recuerda que Jesús rezó por la unidad: “Padre, que sean uno como yo y tú somos uno”. Cuida tu única familia y deja que el Padre te bendiga siempre. Es ahí donde el Abbá Padre se goza derramando sus bendiciones. Identifica tus límites y edúcalos para la convivencia sana. Esto es muy importante, ya que los límites son una oportunidad para crecer y apoyar la alteridad. Esfuérzate por dejar de dar tu alma al demonio y dala por completo a Dios. Demuestra que tu corazón sólo es de Dios y que por eso tienes un rostro sereno, agradable y sobrenatural. Esto es señal de que en tu interior habita Dios. Vive con objetivos y principios duraderos y sólidos, esto te da seguridad en la vida. Estos elementos sencillos construyen tu persona y tu hogar. El camino de ser familia cansa cuando el amor desaparece y si desaparece es porque no era amor, por eso procura que tu amor no se canse porque viene de Dios. Eso te da la seguridad para seguir caminando, aunque aumenten los enemigos del verdadero amor. Sé firme y decidido(a) porque Dios camina contigo. El camino de la felicidad está en ti porque en ti habita Dios, eres su templo, su hijo(a), su perla, su creación, su tesoro y esto te capacita para difundir felicidad. Para esto fuiste creado(a) por Dios, para ser comunicador(a) de su amor. Trabaja mucho para eliminar el egoísmo y sal al encuentro de tu prójimo. Vigila siempre esta palabrita; “egoísmo”, porque te puede llevar al fracaso. También te pido que le sigas la pista al amor, porque con frecuencia lo puedes pervertir y confundir; entonces, las consecuencias son grandes. Sería un retroceso en el camino de la guerra que le has declarado a la soledad dañina. El camino va por ahí, ser feliz en casa. Experimenta la felicidad, valórala y vívela. Nadie te la quita, el único límite eres tú y tu miedo. No más soledad con sabor a tristeza y decadencia. Valora la soledad positiva, la que te lleva a encontrarte contigo mismo y con Dios. Esta soledad es la que construye pero, por desgracia, existe poco en los hogares. 9
Para algunas personas, creer en Dios al inicio del milenio era sinónimo de vergüenza, o eran cuestiones privadas. Tú manifiesta que crees en Dios en público y privado. Eso actualmente hace falta. Cristiano, ¿dónde estás? Hoy nadie se avergüenza de Dios. El anonimato católico terminó, ahora se colabora, se participa en las misiones regionales, locales y continentales. Aprovecha toda oportunidad para difundir esos pequeños pensamientos positivos que tu corazón produce, inclusive, escríbelos y colócalos en lugares públicos; son pensamientos llenos de sabiduría divina que construyen corazones felices. Los vecinos notarán el cambio y, sobre todo, sentirán que no todo está perdido, que Dios vuelve a muchas familias y que se sabe el camino de la recuperación. Habla de la vida fraterna, de la salvación, del amor al Sagrado Corazón de Jesús, del amor a María Santísima, a la Eucaristía, a la santa misa, a la palabra de Dios. Enseña a orar, a pedirle perdón a Dios y al prójimo, a respetar la vida. Enseña el camino de la libertad, de la comprensión. Enseña a decir “te amo”. Cuando dos o tres vean este nuevo panorama, la primera pregunta que te harán es: “¿y quién es Jesús para que yo crea?” Es entonces cuando debes saber las respuestas que te dieron tu abuela o tus papás. Y si no sabes responder, no te cierres al diálogo, mejor di “no sé y voy a estudiar para compartir con ustedes quién es Cristo, para decirles que en Cristo hay un ser maravilloso”. En un futuro no muy lejano, alguien recordará que hubo una persona maravillosa que terminó con la soledad dañina que acompañó a la familia por décadas. Te recordarán porque te animaste a romper los esquemas caducos que destruían a la familia y hoy la familia está de pie. ¿Recuerdas la pregunta de Juan Pablo II: “Familia, ¿quién eres?” Ahora sabes la respuesta. El sentido de pertenencia a una familia cristiana es otro de los elementos que debes trabajar, para que así vuelva la alegría de ser familia. Deja que hable la sed de ser familia y respóndeles dentro de tus posibilidades. Escucha los sentimientos, las historias de los mayores, las inquietudes de los jóvenes, las alegrías de los niños, que necesitan sanas y felices relaciones y comunicaciones. Las personas mayores tienen mucha sabiduría divina y experiencia de vida recogida durante años que debes aprovechar. Desperdiciar esa maravillosa experiencia sería un pecado histórico que las generaciones futuras te lo cobrarían. Sé un discípulo misionero decidido, con un gran corazón, con una maravillosa familia y una comunidad viva. El individualismo entró a muchos corazones y no quiere salir. Desterrarlo es un desafío para tener un corazón que une y comparte. Tu creatividad tiene el trabajo de eliminar ese individualismo. Un día que los discípulos de Jesús no podían echar un demonio sordo y mudo, le preguntaron a su maestro el porqué ellos no habían logrado echarlo fuera. Jesús les respondió que esa clase de demonios sólo se echa con ayuno y oración. Tal vez sea el camino para echar fuera del hogar el individualismo y la soledad dañina, porque los dos juntos son un gran demonio. Lejos de Dios la felicidad será una pobreza. Si el diálogo está presente, es ya un buen camino. No corras aprisa, haz lo que tengas que hacer, es decir, sólo cumple con lo que 10
Dios te pide hoy y te bendecirá; le dirás adiós a la soledad que daña tu vida y la de tu familia, y al individualismo que lo destruye todo.
Conversatorio 1. ¿cómo animarías a un(a) joven a abrirse cuando cree que no tiene solución su problema? 2. ¿cómo orientarías a un(a) joven que llegó a un punto extremo en las relaciones humanas, o sea, a la soledad? 3. piensa en algunos hechos sociales, fruto de la soledad, y reflexiona sobre ellos. 4. inventa una actividad que se pueda realizar con el fin de terminar con la soledad de la familia. 5. comparte con tu grupo de amigos, con tu familia y vecinos, un pensamiento de este capítulo relacionado con la soledad.
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Capítulo
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Valórate como hijo(a) de Dios La realidad social frente a las grandes utopías Tener utopías o sueños en la vida es un elemento que te invito a trabajar. Cuando alguien se siente “infeliz” es porque perdió la ruta de la vida, confundió el camino que lo desvía de la felicidad y quiere seguir en él, o simplemente es porque nunca tuvo utopías ni desafíos. Cuando se camina sin objetivos y utopías, difícilmente se triunfa y se llega a destinos equivocados. Cualquier conductor que se aventura hacia un destino sin conocer la ruta, lo mínimo que hace es detenerse a mirar el mapa, situarse y delinear la posible ruta a seguir, así como las alternativas en caso de encontrar caminos cerrados. La vida también requiere de tu reflexión y mapa, si quieres llegar a buen término. El gobierno y las escuelas promueven reflexiones que ayudan al joven a descubrir sus valores, sus cualidades y el lugar para aplicarlas. La tarea de los padres, con frecuencia olvidada, es acompañar a los hijos(as) en el descubrimiento de sus cualidades, además de transmitirles la herencia histórica, cultural, religiosa, que les abrirá el camino en la vida. Pero como la familia está en crisis y con frecuencia destrozada, difícilmente se despertarán en el joven las utopías para abrirse en la vida y si lo hace, serán deficientes, aunque, lo sabemos, hay excepciones. ¿Por qué los objetivos se quedan a medio camino? Existen personas que nunca descubrieron el objetivo de su vida, se olvidaron responder el “¿para qué me creó Dios?”, “¿con qué objetivo me creó Dios?”, “¿qué aportaré a la sociedad con mi vida?”, Preguntas de primera necesidad sin respuestas. ¿Conoces a algunas personas solteras que están en casa a medio trabajar, a medio compromiso, a media felicidad? ¿Conoces mamás y padres ancianos que trabajan para sostener a sus hijitos que quedaron en casa? Se buscan culpables. No los hay. Rápido se elabora la pregunta: ¿cómo los educaron en los primeros años de vida? Las reflexiones siempre son buenas, pero el hecho está ahí. Van en aumento personas sin objetivos, sin utopías en la vida, y con una fuerte carga social, sobre todo, con una fuerte carga familiar. Hace sólo tres décadas los papás, en su ancianidad, eran sustentados económicamente por los hijos; hoy eso es historia porque hay testimonios de padres que continúan responsabilizándose de los hijos hasta que mueren. Las palabras “esfuerzo”, “reflexión”, “análisis de los signos de los tiempos”, 12
“perseverancia” y tantas otras van en declive total. Son elementos ausentes en las personas sin utopías. Hay gente sin ilusiones, que les da lo mismo vivir o no vivir, triunfar o fracasar. Hay personas que subsisten en la miseria y no necesariamente porque así nacieron. Y hay otras que llegaron al auge económico, primero distribuyendo el periódico del día, o eran agentes de ventas, y algunos no necesariamente nacieron ricos. Muchos de ellos despertaron y crearon sus ideas y perseveraron en el camino. Con las ideas claras ante la vida y con una gran dosis de perseverancia y presencia de Dios se llega al triunfo. ¿En dónde está la diferencia? En la capacidad de respuesta y decisión y en el esfuerzo perseverante. Hay personas que a los setenta años todavía no descubrieron la utopía de su vida. Son personas que no alcanzaron ningún ideal durante su existencia. Caminar sin objetivos claros es vivir en una continua frustración, la vida se vuelve una carga difícil de llevar y la convivencia familiar se convierte en el lugar de los reclamos. No es necesario recordarte que la vida no se detiene y es cruel porque no espera a nadie.
Sugerencias de crecimiento Hubo una generación, la de tus padres, que sembraron en su vida grandes utopías y lograron colocar a la humanidad en el camino de la renovación y el progreso. Se renovó el fenómeno de las grandes utopías que hoy nos beneficia. Y aunque convives con grandes descubrimientos, estás llamado(a) a entrar también en la cultura de los inventos, pues todo ser humano, al salir de este mundo, debe dejarlo en mejores condiciones de como lo recibió. La herencia y la experiencia que recibes tienes que aprovecharlas y hacerlas crecer. También hoy es tiempo de crear grandes sueños; quien no sueña no llega lejos. La humanidad despertó en las últimas décadas con una mayor “agresividad” en la creatividad. Por lo tanto, no te será difícil despertarla y colocarla al servicio de la humanidad. Es la cultura de hoy. No obstante, sabes que es justo y necesario que esté al servicio del bien. Por lo tanto, cuando te pregunten: ¿para qué te trajo Dios al mundo? ¿Qué vas a realizar en la vida?, huye del ¡no sé! O si eres mayor de edad y te pregunten: ¿qué estás realizando en la vida? o ¿qué realizaste?, ojalá y no respondas ¡buena pregunta! Así que ¡levántate, elabora y concretiza la utopía de tu vida! Si te faltan las utopías, la felicidad estará ausente y esto te causará muchos problemas. Al inicio parece una situación inocente y natural, pero conforme pasa la vida, te acostumbras a la infelicidad como si se tratara de tu destino. Dios te creó para ser feliz desde el día de tu nacimiento. Es difícil querer iniciar utopías cuando se llega a los setenta años. A esa edad deberías mirar hacia atrás y gozar porque tus manos están llenas de espiritualidad, realizaciones y méritos. Sentir a los setenta años el sabor del fracaso, es cuando llegan al corazón las frases: 13
¿Cuándo me recogerá el Señor? ¡Soy un estorbo! ¡Nadie me quiere! Reflexiona y procura llegar a la madurez de la vida con otras frases. No dejes que el tiempo pase inadvertido. En la vida se tiene o no, se triunfa o se fracasa, se suma o se resta, se multiplica o se divide. Tú eres quien decide. ¿Por qué tantas ilusiones se quedan en el camino? ¿Por qué no dieron los frutos deseados? Existen personas que al momento en el que Dios les comunicó el camino de su utopía, desviaron su mirada y ahora andan vagando por las calles llenas de tristeza y sufrimiento, de protesta en protesta. Es urgente que trabajes siempre con objetivos y con utopías grandes, no importando tu edad. Mira siempre en grande, piensa en grande. San Pablo pensó recorrer todo el mundo para llevar el mensaje cristiano, pensó en grande y gracias a eso hizo maravillas en su vida y en la vida de millones de personas. Tener objetivos en la vida te asegura caminar con alegría, con entusiasmo y con las ideas claras. El apoyo a tus utopías lo tienes asegurado por el Padre, porque Él piensa en grande de ti, desde la eternidad, por lo tanto, lánzate a la conquista de tus éxitos, que el triunfo está asegurado. Si vives lejos de Dios, llega el tren de tu vida y si no te subes por andar de ateo(a) juguetón(na), por estar muy ocupado y lejos de tu Creador, tu tren de la vida no volverá a pasar jamás. ¿Culparás a Dios? ¡Sabes que no! También la sociedad no perdona. Sin utopías te perderás en la jungla de la vida. Tendrás la marca “Delmont”, del montón. Estarás entre las personas que no se sabe si son frías o calientes. Y como la sociedad impone la ley del más fuerte, te convertirás en la eterna víctima. Hay personas que son débiles ante los objetivos, y entonces rápido buscan el camino de lo fácil, el camino del erotismo, del individualismo, de lo light; detienen su crecimiento porque se quedan esperando nuevas oportunidades que nunca vendrán. Es ahí cuando se cambian las grandes utopías por las mini utopías que reducen y opacan. Al sustituir las utopías que Dios programó para ti, por las mini utopías humanas, el futuro se opaca, por lo menos así lo demuestran los resultados. Las actitudes y las respuestas que te llevan al triunfo parece que se conocen, pero la crisis, el desaliento y la confusión se imponen y entonces se vive en el caos, la desconfianza y la inestabilidad, por las muchas mini o falsas utopías. El desaliento, producto de estas mini utopías, enferma la vida humana. En cambio, la felicidad producida por las utopías venidas de Dios produce crecimiento, alegría, seguridad y salud mental. Hay una que debes conquistar, es la máxima utopía de la humanidad: el Evangelio de Cristo, que con frecuencia las personas olvidan. No tengas miedo de hablar de Jesucristo a la familia, no tengas miedo de provocar la fe cristiana orando, conociendo la palabra de Dios; no tengas miedo de hablar de la transparencia y conocimiento de Dios. Si recuperas a Jesucristo y la riqueza de la fe, le dejarás a tu familia la mayor herencia que puede existir. Tú decides si la dejas caminando hacia el Reino de Dios. Sé perseverante y ten como ingrediente de tu vida el esfuerzo y los objetivos claros que te llevan a Dios. Quienes han llegado a la conquista de los grandes objetivos mantuvieron el paso, no importando si el terreno era pedregoso, con espinas o era tierra 14
árida. El éxito está en quitar las piedras, las espinas del camino hasta convertir el terreno en fértil. El desaliento no produce triunfos, como tampoco el sólo mirar a quien camina. No olvides que tu mayor conquista será tu felicidad. Eres heredero(a) de una generación creativa. Sin embargo, dentro de muy poco tiempo estos grandes creadores entrarán a formar parte de la generación pasada, y serás tú quien entre a tomar el centro o la batuta de la vida y de la sociedad. Estás llamado(a) a generar cambios y producir los adelantos y revoluciones que la humanidad espera. La sociedad es insaciable, quiere más y más inventos y nuevas tecnologías, y aún faltan los tuyos. Genera inventos para bien de tu familia, incluyendo la principal de las utopías: Cristo. Invéntate algo en favor de Cristo. Invéntate algo para que tu familia ame a Dios, para que recorra el camino de la santidad. Tu abuelo sospecha que Dios está en el testamento que dejarás a tus hijos, no lo defraudes. El camino es tener los objetivos claros para la familia y la herencia que quieres dejarle. Teniendo claro el objetivo, lo concretarás a cualquier precio y así le darás sentido y seguridad a tu vida. Estudiar y llegar a conquistar un título académico no lo es todo. Hay personas con títulos universitarios sin el mínimo sentido de Dios, y hay personas que sin títulos académicos tienen una fe y un gran amor a Dios, que las hace felices y caminan siempre bien en la vida y con sus semejantes. Los medios de comunicación de hace cincuenta años reportaron que la gente vivía angustiada por el hambre, por la falta de agua porque el mundo se iba a terminar. ¿Recuerdas los comentarios que se hacían al cambio del nuevo milenio? Decían que las computadoras no iban a resistir el cambio. Se esperaban desastres en la informática. Los malos profetas del milenio decían que el mundo iba a desaparecer. Sin embargo, ni las computadoras se dañaron ni el mundo terminó, está vivo; tampoco las tinieblas rodearon al mundo. Es por ello que se debe tener aún la esperanza, crear utopías y conquistarlas. Prométete entrar en el camino de la recuperación y no vuelvas atrás, entra en el camino de Cristo y no te salgas de él. Lucha por el nuevo paradigma de la familia y persevera, vive para tu única familia con la cual te comprometiste a caminar en “las buenas y en las malas, en la salud y en la enfermedad, hasta que la muerte los separe”. Con la bendición de Dios todo en la vida mejora. Provoca sentimientos alegres y sencillos, relaciones abiertas y constructivas. Mejora tu relación de amor con Dios. Sé una verdadera familia y deja la etiqueta de la falsedad. Míralo todo con ojos de Dios, con ojos libres y serenos que transmiten una mirada gozosa, paciente, comprensiva, con sabor a amor divino. Así debes mirar, con ojos nuevos. Tu mirada tiene gran importancia en tu diálogo familiar. La persona que es capaz de decirle a otros cómo ser feliz con la vida es porque sabe el camino y cómo lograrlo. Buscar la felicidad solo(a) hoy ya no es una solución recomendable porque, o lo somos todos o no lo es nadie y porque las demás personas son complemento de nuestra vida. 15
En los últimos veinte años la sociedad intentó buscar la felicidad individualmente y hoy tenemos que desandar esos caminos que no nos llevaron a conquistar las grandes utopías. La felicidad puede generar muchas riquezas, pero siempre con esfuerzo, vigilancia y sentido de pertenencia a la familia. Dile basta a los paradigmas superficiales que te mostró el inicio del milenio, busca el camino de tu regeneración, porque se nota el cansancio. Esta forma de vida superficial está llegando a su máximo grado de estrés; por lo que es sintomático que vayan en aumento los jóvenes que no quieren casarse; son los “adultoscentes”, es decir, adultos adolescentes sin utopías que desean quedarse en casa para siempre, que no quieren asumir o cumplir obligaciones. ¿Por qué tantos adultoscentes? Las razones son dos: a pesar de la situación del hogar, se está más contento con sus frutos y no se quiere arriesgar por algo que compromete. La otra razón es que la juventud no encuentra el paradigma de cómo ser una familia feliz y cómo construirla. La sociedad hoy por hoy no está generando familias contentas, sólo está generando miedo, una baja autoestima que enferma y crea los adultoscentes, ninis, etcétera. Al no encontrar el nuevo paradigma de familia, se busca el estatus que se conoce: familias frágiles, divididas. Quien ama a la familia, como tú, tendrá que reforzar cada vez más las actitudes positivas, la armonía interior, contagiar lo bueno y maravilloso de la vida y, sobre todo, tirar los muros que se le han puesto al amor de Dios y a la Iglesia católica. Hoy nadie debe quedarse pasivo, hay que compartir lo positivo que se tiene y conquistar lo que la familia está buscando. Deja las actitudes que delatan crisis y confusión. Tira todo aquello que complicó la vida familiar. Sé respetuoso del nuevo paradigma personal, social, religioso, porque estás frente a nuevas utopías, que si no las comprendes, no las ataques. Parece exagerado, pero deja libre el camino de regreso a la familia. No luches contra Dios. Es tiempo de menos crisis y más decisiones, menos lamentos y más acciones, más vida y menos muerte, menos acusaciones y más búsqueda de objetivos constructivos, más verdad y menos engaños, más Dios y menos demonios.
Conversatorio 1. ¿Qué harías para que la juventud dirija su vida hacia la máxima utopía: Cristo? 2. Según las utopías que tiene la juventud, ¿qué clase de paradigma familiar se vivirá en diez años? 3. ¿Cuál sería el camino para que Dios regrese al hogar? 4. ¿Cuál sería el valor más urgente que la familia debe recuperar hoy? 5. En diez años, los adultoscentes de hoy serán empresarios, presidentes, superiores… ¿Mantendrán viva la presencia de Dios que la familia necesita?
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Capítulo
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Sé fuerte y decidido(a) frente a situaciones de la vida La realidad social frente a la fragilidad La familia se construye con los valores humanos, cristianos y sociales que ayer y hoy dan seguridad y felicidad. Cuando los valores cristianos se pierden, la presencia de Dios huye del hogar, todo se vuelve una retórica que daña creando personalidades frágiles, por ello tienes que recordar lo que te dice Dios: “Aunque una madre se olvide de ti, yo jamás lo haré”. Cuando en 1968 las mujeres comenzaron a tener participación en la sociedad, terminó el paradigma tradicional de la mujer. El hecho de la salida de ésta del hogar, que por supuesto fue para bien de la sociedad, también cobró su cuota; la fragilidad familiar nació y se reforzó escandalosamente. Hay también otros factores que reforzaron la fragilidad personal y familiar, nuevos y múltiples factores de cambio que, al imponerse con rapidez, no encontraron a la familia preparada. Un fuerte temblor de tierra llegó a los paradigmas tradicionales. Por un lado, la ausencia de mamá en casa generó una situación difícil para la educación de los hijos. Por otro, a los nuevos elementos, que en 1968 se le anexaron socialmente a la familia, siguieron llegando otros; basta reflexionar lo que hay detrás de la caída del Muro de Berlín, la apertura al mundo de Cuba, el 11 de septiembre de 2001 o la elección de Barack Obama como presidente de Estados Unidos y las transformaciones de algunos países, las crisis financieras mundiales… Pero algo sucede, pues cada generación se abre paso reclamando a su antecesora. Por ejemplo, el reclamo de la generación de 1968, los hippies, la revolución musical protagonizada por Los Beatles, Los Rolling Stones, etc.; la guerra de Vietnam; los asesinatos de Kennedy y Luther King; la primera visita del papa Pablo VI a América Latina; los movimientos estudiantiles, etc., marcaron profundamente el contexto social de una época vivida por revueltas y una valorización exacerbada de la razón; fue el reclamo a la generación de la Segunda Guerra Mundial, militar, impositiva, a los hijos de la razón y del cálculo. Hoy el reclamo es a la generación pasada; se le pregunta: ¿en dónde se perdieron los principios cristianos?, o mejor, ¿en dónde dejaron a Dios y a la Iglesia católica? Los reclamos son cíclicos. Hoy se reclama a la generación que dejó a Dios en el olvido. Si en el ’68 hubo el reclamo por parte de los hippies, por ejemplo, por estar viviendo en una época racional, hoy el reclamo es mayor a la generación que excluyó a 18
Dios del hogar; se reclama por el fruto de la fragilidad en la familia, en los sentimientos, en las emociones, en los afectos, en las relaciones, en la cultura, en la religiosidad, en el amor, en las responsabilidades, en la escuela, en la reflexión. Se nota por el sinnúmero de culturas juveniles de la ciudad que reclaman, rechazan o preguntan en dónde está Dios, en dónde está la familia, la alegría, la felicidad. Leí que un país, de “cuyo nombre no quiero acordarme”, le quiere cambiar el nombre a la Navidad, síntoma de una gran fragilidad social y familiar. La familia esperaba alcanzar sueños dorados de realización que muchos no lograron, pero sí cobraron su cuota. La mujer conquistó parcialmente su lugar en la sociedad y, si en el pasado la ilusión de toda mujer era construir la familia, hoy la ilusión es construirse a sí misma. La juventud de los años ’80 se encontró con nuevos desafíos que dieron como resultado un nuevo fenómeno, la fragilidad. Y nuevamente los reclamos se repiten como en un círculo vicioso, pero con nuevos temas. Hoy debes pensar cuáles serán los reclamos que te harán la generación de 2020 o de 2030. Hay dos situaciones que todas las generaciones deben vivir y analizar para ganarle a los reclamos de la próxima juventud. ¿Cuáles son las deficiencias familiares y sociales que van en aumento y están por explotar? Y, ¿qué elementos positivos están surgiendo al final de esta generación que marcará el inicio de la próxima? Hoy la fragilidad está viva en la juventud y también en los adultos, y tiene sus causas y consecuencias. Hay una ausencia de valores humanos, cristianos y sociales que producen un vacío y fragilidad. Se perdió el sentido de Dios, de la autoridad familiar, el sentido de pertenencia, las utopías en la vida, y esto creó un vacío interior que desarmó todo. Parece inofensivo decir que se perdió la presencia de Dios en el hogar o que la autoridad está ausente, aunque los frutos apoyan esta afirmación. Ahora los papás difícilmente saben qué camino seguir en la educación. La idea que se filtró o que heredaste es que en casa todos podemos pelear y gritar, ser infieles y vivir en el anarquismo; que todos somos iguales, todos tenemos la verdad, todos mandamos en todo; que nos podemos desnudar ante quien sea y cuando sea. Se renunció a la educación que los hijos recibían en el hogar y se debilitó la capacidad de orientación familiar. La mano orientativa desapareció del hogar, la mano blanda no supo transmitir los valores que sostienen la vida; los adultos, los padres de hoy inexpertos, tampoco saben cómo educar. Así llegó lo frágil, lo débil, generando desilusiones, inseguridades, baja autoestima. Se vive el momento más difícil para la familia, con escasos síntomas de recuperación que debes reforzar. Las palabras “perseverancia”, “aguante”, “resistencia”, “esfuerzo”, “lucha”, “tenacidad” y más sinónimos, desaparecieron, por eso tenemos muchos corazones debilitados. También el confort de unos y la miseria y desesperanza de otros, la situación social de la solidaridad que no logra imponerse a la exclusión o dependencia de otros países generó una situación de fragilidad en la que surgen nuevas conductas sociales y aunque es un 19
fenómeno eterno, genera fragilidad, incertidumbre y desilusión. La fragilidad es mundial y parece que se refuerza a cada instante. Ésta se filtró a través de las escuelas, con frecuencia producidas por los profesores enemigos de Dios o por la superficialidad de algunos. Surgieron las pandillas, los grupos con la ley del más fuerte. Al inicio del año escolar hay gran afluencia de alumnos, pero con el pasar de los días lo que parecía un éxito se convierte en una desilusión, por la inconsistencia e inconstancia ante la vida y la problemática escolar y familiar que sigue triunfando. La fragilidad por la ausencia de la terapeuta de antaño llamada mamá tiene la misma historia: grandes deserciones matrimoniales, divorcios que van debilitando a los hijos. A veces se escucha en las iglesias al momento de la celebración de un matrimonio, “¿cuántos meses durarán?” Inclusive se le augura al sacerdote que celebra el matrimonio: “que tenga buena mano”. El compromiso velado de algunas parejas es: “por un año y si no funciona, cada quien para su casa”. ¿Por cuánto tiempo seguirá la familia en la cuerda de la fragilidad? El adulto le dio el paso a esta situación como algo normal. ¿Será que viviremos para siempre en la cultura de la fragilidad? ¿Cuándo se dejó de transmitir los principios perennes y fueron suplantados por la flexibilidad, lo light, lo rápido, lo efímero; los matrimonios rápidos, los empleos de paso, la familia de paso, la noche de paso? ¿Cuándo nació la cultura que desecha todo, incluyendo a los ancianos y al niño que viene en camino? Lo que nos debe de preocupar es cuándo normalizaremos la barca La fragilidad también llegó al amor, generando la incapacidad para amar como Dios lo dispuso. Hoy se nace en la cultura de la infidelidad, y al parecer es una palabra que anda en todas partes, está dentro del hogar. ¿A quién se le olvidó que el matrimonio es un compromiso para siempre? Todos somos hijos de la sociedad y por consiguiente la generación en turno no puede ser diferente. Para superar la fragilidad, las respuestas del cristiano deben y tienen que ser diferentes, decididas y fuertes. Al dar esta respuesta siempre me pregunto: ¿y cómo se vive sin fragilidad? Hay matrimonios que se casaron por lo civil y por la Iglesia hace tres meses, y a la fecha ellas volvieron con sus padres, embarazadas, intentando continuar sus estudios hasta donde la maternidad se los permita, y en cuanto a los muchachos, siguen buscando sus nuevas conquistas y experimentando con todas para ver cuál es la “mejor”. Sin duda hay muchos casos así. La vida hoy tiene un paradigma nuevo, se camina sin rumbo y se vive buscando lo que no se perdió; el daño no está en el cambio de época, que es positivo e irreversible, sino en la mentalidad light, relativista, que se apoderó del corazón y que fue aceptada sin discernimiento. La sociedad procura vivir los cambios con serenidad, pero, al parecer, hay personas que sólo aceptaron el fruto devaluado. Es decir, no se aprovecha el cambio de mentalidad con los nuevos desafíos sociales para un crecimiento sano.
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Sugerencias de crecimiento La “debilidad mental” abre panoramas de muerte, pero Dios, la Iglesia y tú mismo(a) te dicen al corazón: afronta los desafíos y no desistas, que tu futuro es maravilloso. Tú puedes seguir desmantelando tu vida mientras otros aprovechan la vulnerabilidad como un momento privilegiado de crecimiento. Hay quien se queda en la fragilidad del amor, de la familia, del trabajo, de las relaciones, en el uso del tiempo, y así morirán sin oficio ni beneficio. La solidez, el esfuerzo, la tenacidad ante la vida aleja y transforma la fragilidad. Sin lucha todo se irá volviendo líquido como dice Zygmunt Bauman. Con frecuencia tendrás que felicitar a quienes desde la fragilidad y con muchos dolores de cabeza salieron triunfantes. Hay muchas familias a las que también la sociedad les ofreció la fragilidad social y psicológica, pero aprovecharon la creatividad que Dios les otorgó y salieron adelante, luchando contracorriente. Hay gente que luchó y logró metas positivas en momentos de cambio y confusión. La vida es bondadosa para quien quiere. ¿Quién no recuerda a Tony Meléndez? Un joven que nació sin brazos, superó la fragilidad física y, sobre todo, la mental y salió adelante. Hoy toca maravillosamente la guitarra con los pies dando conciertos internacionales, inclusive un concierto especial para el papa Juan Pablo II, en 1987, en la ciudad de Los Ángeles, California. Aunque la vida y la sociedad podrían haberle heredado una cultura frágil, hoy es una persona realizada porque superó y logró cambiar totalmente el panorama de su vida. Si se vive medio vivo(a) y medio muerto(a), medio comprometido(a), medio responsable, medio marido, el panorama se reduce a la fragilidad, los vínculos familiares se relativizan o se rompen, inclusive los lazos con Dios se pulverizan. La fragilidad sigue creciendo por las ofertas sociales que se anuncian, “goce sin compromiso, entre a casa, pero no se quede, luzca una bonita imagen, mírese continuamente en Hi5, Facebook, Orkut, Sónico o donde usted quiera, pero mírese, deje que el mundo ruede, atiéndase, quéjese, proteste sin objetivos, pero proteste”. Para desechar la fragilidad, el camino es valorar la vida y los dones que Dios te dio, reforzar la creatividad ante la vida y la decisión de seguir creciendo según la voluntad de Dios; por lo tanto, la recuperación es un elemento importante porque te pide crecimiento humano, familiar y social, y por supuesto el amor a Dios y al prójimo. Refuerza tu espíritu con la cercanía de Dios, refuerza tu estado de ánimo con una autoestima fuerte y alta, refuerza tu amor a la vida, valorándote y valorando a las personas, y ganarás la batalla, refuerza tu cultura y compártela, refuerza tu diálogo y compártelo, y con certeza triunfarás. Busca el equilibrio en la vida. Ni todo a la derecha ni todo a la izquierda. Recuerda que el triunfo cuesta. Procura que no desaparezca de tu mente el entusiasmo, el sentido de la vida y el espíritu de perseverancia. Si de pequeño(a) no te enseñaron a vivir en la cultura de la autoestima alta, si tu vida se desarrolló en un ambiente frío e indiferente, ahora experimenta el calor y el respeto de 21
la vida. Aléjate de las actitudes que dañan, conquista la cultura de la comprensión y todas aquellas acciones cristianas que llenan el vacío existencial presente en muchos de tus hermanos(as). Vuelve a la tranquilidad, serenidad, alegría, buen humor, comprensión y perdón. La transición que dio caos, dependencia, independencia, individualismo y fragilidad terminó. Es tiempo de colocar límites al relativismo y acabar con todo aquello que no dio buenos frutos. Escucha a través de tu inconsciente todo aquello que viviste y que dio crisis tras crisis, desilusión tras desilusión; luego, con esa experiencia de trampolín, inicia el nuevo camino con los principios humanos y cristianos del respeto a la persona, a la vida. Realiza una catarsis personal, social o familiar e inicia tal vez de cero, busca en dónde se perdió el rumbo e inicia el camino de nuevo. Revisa todo lo nocivo que entró al corazón y produjo cultura frágil y trabaja para erradicar lo que causó o sigue causando daño en tu vida y en la vida de las demás personas. Elimina de raíz la cultura superficial, aunque sufras y tengas trabajo por varios meses; vale la pena. Busca, escucha, cree, encuentra alternativas, nuevos caminos, investiga, consulta, construye y no te detengas. Ábrele las puertas al amor, que tiene los ingredientes que necesitas; ábrele las puertas a la armonía interior, a la paz, a la comprensión y a la serenidad. Ese es el camino, el que lleva a la felicidad. Dice san Pablo que “el amor es comprensivo, es servicial, no tiene envidia ni se irrita, no goza con la injusticia, todo lo cree, todo lo soporta, todo lo espera”. Es el amor que necesitas tú y tu familia. Conquístalo. El amor es lo único que da felicidad y perdura en la eternidad. Ama desde tu libertad, con un corazón libre, en donde siempre haya lugar para Dios y la familia. Acepta reencontrarte con el Señor, con la Gracia que te dan los sacramentos, con el diálogo, con la comunicación, con el compartir lo mejor de ti mismo(a), incluyendo tus límites. Procura que tu familia recupere el sentido del hogar. Busca todo aquello que se perdió por culpa de una cultura individualista y dañina. Elimina todas aquellas actitudes que provocan o refuerzan la fragilidad. Despide lo frágil y refuerza sobre todo tu amor, tu cariño, tus afectos y emociones. Vacíate de aquellas actitudes que promueven la fragilidad que generan resultados inútiles. Ten presente las heridas y distancias que generó el paradigma social que no dio buenos resultados, date a ti mismo(a) tiempo para sanar, incluyendo a quienes desde el silencio te digan: “no quiero sanar”. Sus heridas fueron profundas. Ofrece la pedagogía de la reconciliación a quien la necesita. Reconoce que algunas heridas son hondas y necesitan más tiempo, pero Dios y tu fuerza de voluntad son capaces de realizar milagros en tu vida y en la vida de quienes tú amas. No te pidas un cambio rápido. Inicia el camino, deja poco a poco fragilidades; trabaja tus problemas internos. Comienza a ser diferente en las pequeñas cosas, deja entrar a casa esos aires serenos y tranquilos que dan armonía. Ya no finjas que no crees en Dios y deja la cultura del engaño. Apuesta hoy por aquello que transforma. Tiende puentes y tira esos muros que separaron y dañaron tu existencia. El Muro de Berlín hace tiempo que cayó, te estás 22
tardando con los tuyos. Supera las dificultades que surgieron y que de alguna manera enfermaron tu corazón. Comparte o da el perdón, la ternura, la misericordia como elementos divinos que están a tu disposición, en tu interior. Si hubo momentos en tu vida en los cuales no sabías a quién amar, ahora lo sabes: ama a tu familia. Si no sabías con quién convivir, ahora lo sabes; si no sabías con quién relacionarte, ahora lo sabes; si no sabías con quién sonreír, ahora lo sabes; si olvidaste sonreír, aprende desde la sonrisa de un niño. Si tu espíritu envejeció por tu pecado, acude al sacramento de la reconciliación. Este es el camino para superar la fragilidad dañina, amar y servir a Dios en tus hermanos. Sé joven en las ideas, en tus actitudes, en tus diálogos. Las ideas que dan resultado hoy son pensar positivamente, tener autoestima alta, tener la capacidad de escuchar, de amar a Dios sin condiciones. Responde positivamente a tu conciencia que reclama y te pide mejores actitudes humanas. Colócate al servicio de quien te necesite, y elimina todo aquello que pueda empañar el camino. Comprende que hoy están conviviendo cuatro generaciones, por lo que necesitas purificar tu espíritu de comprensión y perdón. Procura moderar las actitudes de tu generación y enriquecerlas con las nuevas que se te presenten, ábrete a las nuevas actitudes y sigue adelante en el nombre de Dios. Ve al encuentro de los nuevos tiempos y sus cambios, con todos sus códigos y horarios, que a fin de cuentas, también son los nuestros. Quien no camina con los signos de los tiempos, con mente abierta, reflexionando lo que pasa en la sociedad y en la Iglesia, sólo generará fragilidades y suspiros por el pasado que no volverá. El pasado sólo es el trampolín del futuro. Despréndete de ti mismo(a) y ábrete al mundo de hoy, a la generación “Z”, entonces seguirás siendo joven y comprenderás el momento, aportarás tu riqueza, lo que te abrirá nuevos horizontes ante esta generación y la que sigue, que no sabemos la letra o el número que tendrá. Vive con alegría los nuevos momentos, la nueva época, pero con fuertes principios humanos, cristianos y sociales. Si perdiste otros valores, encuéntralos porque también te pertenecen. Pregúntate qué es lo que te hace seguir huyendo del bien, de la felicidad y de Dios. ¿Será que nadie te enseñó qué es el bien, qué es la verdadera felicidad; nadie te enseñó a amar a Dios; nadie te enseñó que una familia se cuida y se ama hasta el final? ¿Por qué si Dios es lo máximo, lo mismo la familia, hoy descuidamos esta riqueza? No tengas miedo a la cultura de los pequeños sacrificios. Intenta recuperar aquello que forma tu carácter, tu voluntad. Renunciar o excluirte del maravilloso momento que ya se vive es desaprovechar la oferta que Dios te da hoy.
Conversatorio
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1. ¿Qué podrías hacer para que no seas víctima de la fragilidad que está presente en el mundo de hoy? 2. ¿Qué valores tienes y cuáles te faltan para que seas una persona que vive en continuo equilibrio? 3. ¿En qué momento, década o periodo de la historia la educación sufrió un desvío que generó personas frágiles, sin ilusiones y derrotadas aun ante pequeñas adversidades? 4. Menciona tres actitudes que la Iglesia católica debería de recuperar en favor de la familia.
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Capítulo
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Nos necesitamos unos a otros La realidad social frente al individualismo “El individualismo se refuerza más y más”, afirmó en una ocasión el papa Benedicto XVI. La transformación social es total, y esto no es una novedad para nadie. En los últimos veinte años, por no decir diez, la sociedad se transformó totalmente. Se olvidó el tiempo de las grandes familias reunidas en torno a la mesa donde se compartía la vida familiar, en donde se hacían los comentarios y las bromas que daban armonía y conocimiento. Se terminaron aquellos momentos cuando se escuchaba en el hogar la voz fuerte del papá y la intervención cariñosa y tierna de la mamá ante la intransigencia del jefe de familia. Se terminó el tiempo en donde Dios tenía su lugar, su culto y su primacía. Se terminaron los domingos en familia, después de la celebración de la misa. Cuando se pertenecía a una familia que tenía su lugar en la comunidad y se conocía a la familia vecina; hoy nadie conoce a nadie aunque se viva al lado. Los cambios de la sociedad impusieron un nuevo paradigma. Hoy es el individuo el centro de la sociedad, e inclusive hace tiempo se creía el centro del universo. Ayer el joven de veinte años emigraba del hogar paterno para construir una nueva familia, que siempre se iniciaba con la petición de la novia con su particular rito y padrinazgo y con la bendición del papá y de la mamá, quienes les decían: “que María Santísima los cubra con su manto, los proteja y los acompañe”. Ah, y tres veces por si fallaba una “hasta que la muerte los separe”. Pocos fueron capaces de conservar esos valores divinos. Vino la inversión y del nosotros se pasó al yo, yo, yo y sólo yo: “esta es mi vida y que nadie me reclame”, o como dice la frase, símbolo de las revoluciones del ’68: “Prohibido prohibir”. La cultura del individualismo se instaló en cada esquina; llegó la cultura de las salidas fáciles, la ofensa, la infidelidad, el egoísmo y del placer hedonista. Se produjo la cultura del “primero soy yo y luego yo”. La familia se volvió una institución monoparental. De familias con quince hijos, se bajó a ocho, luego a cinco, a tres y hoy las parejas se contentan con una mascota, y si deciden tener hijos, se cuidan para que no pase de uno. Una familia así empobrece sus relaciones y refuerza el individualismo. Esta situación alarmó a los abuelos que, con menos estudios, no supieron detener el derrumbe del hogar provocado por el individualismo que se opone a Dios y a todo el 25
mundo. La situación de la familia también alarmó a la Iglesia, a los obispos y sacerdotes que, aunque buscaron alternativas y publicaron buenos documentos, como “La familia en los tiempos modernos”, o celebraron los congresos sobre la familia, el fenómeno no paró. La familia se volvió una isla y además con una gran dosis de soledad y fragilidad en muchas parejas, y también de infidelidad. Las casas familiares y los departamentos cerraron sus puertas, y también algunas personas cerraron el corazón, por lo que había que defenderse de todo extraño y tal vez del nosotros. Esto incomodó, pero la cultura individualista se reforzó y continuó. Todos quedaron atónitos por el nuevo paradigma familiar, aunque hubo comentarios nostálgicos, “ya nada es igual”, pero sólo en lamentos se quedó. Se invirtieron los valores y los principios. A lo que en dos décadas no estaba permitido, se le dio carta de ciudadanía sin restricción alguna. Llegó al hogar la fragilidad, el individualismo y huyó el sentido de pertenencia a una familia. El compromiso a la palabra empeñada ante Dios y la comunidad se olvidó. Ahora el domingo familiar es para dormir y si domingo quería decir “Día del Señor”, ahora quiere decir, “día para mí”, yo que soy el señor. Se olvidó la convivenciafamiliar, espiritual y los mandamientos aprendidos en la primera comunión. Imagina la siguiente historia real que tal vez tú conoces o sufres en carne propia. Me encontré a una niña en un colegio católico. Estaba llorando, no quería participar en nada ni hablar con nadie. Pensé que mi pedagogía estaba pasando de moda. Con respeto me acerqué a ella, dialogamos. El problema era serio, “en tres años he tenido ocho mamás que mi papá trae a la casa”, me platicó. Le pregunté por qué ocho, la respuesta que me dio fue: “mi papá las corre y rápido me consigue otra porque me dice que no lo atienden como él quiere”. La niña tiene razón al preguntarse a cuál familia pertenece o por qué el papá vivía en tan gran egoísmo. Vivimos en la cultura del individualismo, en una época de comportamientos egoístas. Hoy nadie busca al otro, todos nos buscamos a nosotros mismos, todos cierran sus puertas incluyendo las puertas del corazón. Hoy narciso está en cada ciudadano(a) y parece que llegó para quedarse. Vivimos en pleno declive del verbo “compartir” y de las actitudes que van al encuentro del prójimo. La tecnología colabora también para mirarnos aún más y mejor y el mayor tiempo posible. Con frecuencia se escucha: “mi foto tiene cinco millones de visitas en Internet”. A nadie le es desconocido el aumento del uso de los medios de comunicación en los jóvenes, principalmente el Internet, con la intención de alimentar relaciones anónimas, excitantes, sin conocer a la persona que se tiene al otro lado del mundo; lo importante es producir emociones y afectos sin control, sin compromiso y sin caer en las redes de nadie. En casa cada uno sale y entra pensando en sus tareas, en sus trabajos, en sus cosas, en su música, en sus intereses, y si se encuentran algunos momentos será sólo para comer y no necesariamente para compartir la vida o interesarse por el otro. Si la familia pide un compromiso estable, la mente busca alternativas rápidas, refugios y huidas fáciles. Se huirá a un lugar en donde mi yo esté mejor y sin molestias. Se mantiene el 26
compromiso con la familia, pero será a la hora que quiero y cuando puedo. Y mucho mejor si son varias las opciones que me acogen con menores exigencias o ningún compromiso. Esto me hace feliz. También son muchas las opciones de grupos nuevos a los que se puede pertenecer, que la familia se convirtió en uno más. El primer grupo de opción es la ciudad. Salgo a las siete de la mañana y regreso como a las diez de la noche, y los fines de semana, salgo más tarde con horario libre. Pertenezco a un grupo semi familiar, sin compromisos ni objetivos duraderos. La calle se volvió el primer hogar. Con este modelo de familia se forma para el individualismo, por su casi nulo o cero espíritu de convivencia, por el débil espíritu religioso, por la pobreza en la relación afectiva, por el nulo sentido social y una semi exclusión de Dios. Si las redes familiares fueron débiles en los años iniciales de la vida, en la edad adulta serán casi nulas y la familia también estará ausente. Algunos terminarán en los asilos gubernamentales olvidados por el fuerte individualismo familiar, por el poco sentido de pertenencia y con una pobreza de relaciones familiares. Es el fruto que da la sociedad por el terrible individualismo.
Sugerencias de crecimiento El camino es recuperar el sentido de familia, el sentido de comunidad, saber que tienes hermanos y vecinos que piden tu cariño y tu interés. Coloca en tu corazón este objetivo, refuérzalo o conquístalo; reconoce el valor de las personas que te hacen sentir bien. Procura ser tan amable, tan humano(a), tan gente, tan discreto(a), tan lleno(a) de amor para que tu interlocutor sienta la presencia de Dios en ti; sienta que le das atención y cariño. Esto quiere decir que descubriste que el camino del egoísmo no es bueno y ahora te encontraste con “X” gracias al diálogo, a la capacidad de encuentro. Luego, habla de la verdadera amistad, del verdadero amor, de la familia. Las personas con quienes compartes la vida deben ser significativas para ti y tú para ellas, porque son aquellas que forman tu círculo social y sostienen tu amor; abre tus relaciones humanas con un profundo sentido social para que abarque al mayor número de personas, y como el bien es difusivo, pronto la cultura del individualismo será parte de la historia. Hoy las personas que quieren salir y compartir, también son personas que a pesar del atropello y confusión social quieren superar el individualismo. Recupera el significado original de lo que significa ser hijo(a) de Dios y hermano(a) de todos. Este es el nuevo modelo de ser familia, de ser persona y, me atrevo a decir, también es el nuevo modelo social por conquistar. Eres una persona maravillosa que está apostando por la cultura de la solidaridad y la fraternidad. Pero es necesario que tu familia perciba que estás saliendo de la confusión y del vacío existencial. El camino está en donde todos nos amamos, nos curamos, 27
levantamos y perdonamos. Leí la reseña de la película Juno. La escritora comenta que es la historia maravillosa de una adolescente que por desgracia fue violada por un compañero del colegio. Y como reflejo de la sociedad, buscó la salida fácil del aborto. Comenta la autora que Juno, nombre de la adolescente, ante la posibilidad del aborto, prefirió sorpresivamente esperar con cariño la vida que se gestaba en su vientre, “porque dentro de mí está un ser humano”. Pensó más en “Junito” que en sí misma. Gran lección para algunos papás. Este es tu camino, al nuevo modelo, salvar a los Junitos de todas las edades. Hoy necesitas poner el corazón en su lugar y recordar la tarea para la que fuiste creado. Coloca entre los objetivos de tu vida recuperar el lugar y el significado de la felicidad, pero una felicidad que siempre va al encuentro de los demás, expresión de un corazón cristiano. La crisis que generó el individualismo y el sentido de pertenencia a una familia, sin duda dejó su marca. La ausencia de una familia estable, serena y llena de afecto dio sus frutos, por eso es necesario reforzar el nuevo momento que vive la familia para que dé frutos de comunión. También es necesario que pienses en las consecuencias que traen consigo otras nuevas propuestas sociales, para bien o para mal. Ve en búsqueda de las propuestas que construyen un hogar sencillo, sereno y una perspectiva de un futuro mejor. Si continúas reforzando el individualismo y debilitando tu sentido de pertenencia a una familia significativa y sana, terminarás olvidado(a) en un rincón de casa o en un asilo. Ojalá y que en ese futuro próximo, sea Dios tu ancla de salvación, con una familia que amas y construyes, de lo contrario, tu futuro será vacío y desolador, sin Dios, sin familia, sin comunidad parroquial, sin amigos y tal vez sin dinero. Quedarás a la deriva cual barca sin timón, perdido en el mar de la vida. Inicia, pues, cualificando tu presencia en la familia, en tus pequeñas comunicaciones con Dios; acércate a la Eucaristía para que escuches la Palabra de Dios, te alimentes con el pan eucarístico y conozcas por dónde va la Iglesia y tu comunidad parroquial. Te conviene realizar estas actividades porque te servirán en un futuro próximo, más pronto de lo que te imaginas. Busca la nueva imagen de familia que está surgiendo, la que debe ser. Las familias quebradas son parte de la historia; las que no se pueden reconstruir, acompáñalas con cariño, discreción y respeto. Si tu familia tiene una herida nacida de tu egoísmo, ama esa herida y cúrala con tu amistad y reconciliación. La gloria de Dios eres tú y tu familia y nadie puede destruir esta obra. Sin embargo, fue la libertad de algunos hombres y mujeres de la primera década del milenio quienes se sintieron autorizados a vaciar de contenido la palabra “familia”, a excluir la presencia de Dios. Se sintieron autorizados a minimizar la palabra “responsabilidad” y tantas otras que se quedaron en el camino y hoy cobran su cuota. Hoy la Iglesia católica te está llamando, no para molestarte o imponerte lo que no quieres, sino para ofrecerte la felicidad que viene de Jesucristo, porque eres bautizado. Este es el camino de la verdadera felicidad. Inténtalo. No hay nada más sublime como 28
ser feliz y heredar a quien convive contigo la felicidad que nace de Dios, el amor. Esta es la mayor herencia que pudieras dejarle a tus familiares. Nunca es tarde para reiniciar, sabes que lo mejor que puedes heredar a la familia son los valores cristianos. Muere cuando sea el momento, pero parte contento por dejar una familia con Dios. Construye un hogar significativo, feliz, en donde todos amen y sean amados, en donde todos se sientan parte de la familia que los escucha y sea punto de encuentro; un hogar en donde la gracia de Dios se recupere y esté presente. Experimenta la acción de Jesucristo y sentirás una alegría divina. Porque un hogar sin color ni sabor, que no es frío ni caliente, ni ateo ni creyente, desilusiona y confunde a todos, sobre todo a los más jóvenes. Cuando Dios encuentra a una persona que no es ni fría ni caliente, dice el libro del Apocalipsis, la vomita. Imagina si tu familia no es ni fría ni caliente, ni atea ni creyente… En el mismo libro del Apocalipsis se encuentran siete cartas al mismo número de iglesias: Éfeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardes, Filadelfia y Laodicea. A todas ellas les dice Dios: “Te felicito porque conservas tu frescura del inicio, pero tengo que decirte una cosa”. Sería bueno que leyeras estas cartas desde el capítulo uno del Apocalipsis. Hay una carta interesante, que dice: “Tu amor se evapora como el rocío de la mañana”. Así es la historia de algunas familias. Al final del siglo xx el amor de algunas personas se evaporó y se fue por donde su libertad las llevó. Hoy, con nueva época, todo cristiano(a) regresa a la casa del Padre, dispuesto(a) a recuperar la dignidad de hijo(a). Siente que “algo nuevo está sucediendo” a tu favor. Si no te has percatado, acércate a la Iglesia católica e infórmate cuál es el nuevo camino con el que hoy se expresa la fe. También es ya una realidad que a la familia regresa la misericordia, la ternura, la estabilidad, la serenidad y la fidelidad. El egoísmo y sus frutos cansaron a todos, la ausencia del amor desgastó, inclusive debilitó también a los mas fuertes. Imposible que en cuarenta años de fragilidad e individualismos no te hayas cansado o percatado de la herencia que recibiste. Da gracias a Dios porque aún cuentas con las personas de edad que te dirán cómo es una familia católica; te corresponde actualizar y continuar esta historia. Sal de ti mismo(a) y reconstruye tu familia, regresa a tu comunidad parroquial. Disculparse consigo mismo(a) es una terapia saludable. Esta catarsis la espera tu familia. Construye el nosotros y di a la familia: “ustedes son mi familia y no otra”. Todos quieren escuchar estas palabras nacidas de tu corazón. Aléjate del grupo de personas que gustan de agradar y practicar las fuerzas del mal con actitudes libertinas. Existe en el diccionario la palabra “híbrido”, término que se podría aplicar a la gente que no se sabe qué o quién es. Vivir una vida en el error, en el engaño y en la infidelidad, afecta la dignidad de la persona. Si eres un gran pecador(a), si eres un egoísta, manifiéstate así, que Dios te convertirá en un gran santo. La familia quiere dejar las actitudes frágiles de la primera década del milenio, y de hecho ya entró en un fuerte proceso de conversión y recuperación. Uno de mis compañeros comentó: “si yo perdiera a mi padre, la familia sería feliz”. Otro dijo: “yo rezo a Dios para que mi padre nos deje, porque sólo estorba, causa problemas y nos 29
enferma”. Esto significa que la familia se cansó del vacío y ahora está en el camino de la conversión a cualquier precio. La familia merece serenidad y paz. Si tu herencia fue el individualismo, la fragilidad, el erotismo… reacciona positivamente como lo han hecho otras personas. Sé luz y sal para tu familia. Hoy ya no se piensa en las dicotomías; los descuentos al amor y las reducciones baratas son cosas del pasado. Ahora se une, se escucha, se perdona, se regresa a casa, se incluye, se respeta, se aman las personas, se vive de sueños realizables, se ama y se respeta a Dios, se vive dentro de la comunidad. Muchos ya entraron por este camino, faltas tú y alguno que otro despistado. Quien ama y quiere la felicidad se enfrenta a una fuerte evaluación, e inicia el camino de la reparación y la construcción. Quien prefiere seguir heredando la infelicidad, lo hace sin regaños de la conciencia y sin sobresaltos. Dios ofrece el cambio, aunque no todos lo aceptan. Actualmente se evita el individualismo y se construye, se comparte, se incluye y se ama sanamente. Se evita el virus de los celos porque se confía mutuamente. El tiempo de la desconfianza en el matrimonio es historia pasada porque cada persona es lo que tiene que ser, lo entrega todo a quien debe darlo. Hay más Dios en el hogar, más papás, más alegría, más familia, más sabor a hogar, a Eucaristía, a comunidad, a coherencia y transparencia. Hoy se supera la desorientación, la crisis, la devaluación y aun los límites se aprovechan como un trampolín para crecer. Fuiste creado de barro, pero un barro con una vocación al Reino. Nadie recrimina, porque no existen ni triunfadores, ni derrotados o culpables, todos somos vencedores porque se crece desde los límites y se reconoce que todos colaboramos con nuestro granito de arena para la desorientación. Todos colaboramos para darle vida al individualismo, pero eso terminó. También hoy se destierra todo aquello que enfrió a la familia. El diálogo clarifica la confusión, la información genera paz y la confianza mutua, serenidad; se cierran las heridas de los errores, y aunque algunos permanecerán ahí para la historia, otros nunca abrirán el corazón, pero seguirán siendo oportunidades de crecimiento. Dios siempre perdona, haz tú lo mismo. Vive la esperanza del hogar, vive en el camino de la recuperación, vive la autenticidad del amor, vive tu historia maravillosa, como fue la de los abuelos; refuerza la fidelidad y goza la familia, deja entrar el Reino de Dios. Grita a los cuatro vientos: “pertenezco a esta familia que amo, muera mi individualismo”, “sean felices porque ahora sí les puedo decir qué es la felicidad y dónde se encuentra”.
Conversatorio 1. ¿Cómo regresar a la propuesta del Reino de Dios que trajo Cristo, donde todos viven en solidaridad, desde una sociedad dañada por la autosatisfacción? 30
2. ¿Cuáles son los nuevos valores que deben ser redescubiertos por la juventud en un tiempo de cambio? 3. Crea una frase de impacto, una frase que mueva la conciencia para que la familia se reconstruya concretando su misión. 4. ¿Cómo lograr que la próxima generación termine con el individualismo? 5. ¿Cuáles serían los nuevos reclamos de la próxima generación a la generación actual?
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Capítulo
5
La verdad y la mentira nunca pueden caminar juntas La realidad social frente al desconcierto ético La sociedad, en general, promueve la anarquía de la vida, es decir, la ley de “soy yo”. Se vive con dobles personalidades. La coherencia en la vida, la rectitud en las palabras, la honestidad en las actitudes están olvidadas, se quedaron en la historia, nadie las recuerda, dicen que son cuestiones de la Iglesia católica. Es la realidad que se recibió en el nuevo milenio con carta de ciudadanía de estilo vanguardista. Lo más curioso es que con facilidad un adulto, sabiendo su desconcierto ético, exige a los menores de edad coherencia, escondiendo algunos secretos perversos en el corazón. Mucha gente juega con doble cara, aunque con frecuencia es un secreto a voces. Se ve tan natural que un varón tenga dos y hasta tres mujeres diferentes. El juego es respaldado por una supuesta felicidad, pero en el fondo sólo es la expresión de un vacío alienante. La conciencia llega a pervertirse tanto que da lo mismo ser feliz o infeliz, ser bueno o malo, ser de Dios o del demonio, ser santo o pecador, tener un hijo(a) en este barrio y en el siguiente, ser la pareja o la(el) amante, tener una aventura o rechazarla… Con toda naturalidad se crean parámetros personales, aunque sean anticristianos; se viven actitudes religiosas superficiales y una vida familiar superficial. Se cree que se pueden inventar los propios principios que regulan la vida, inclusive la propia religión. Parece imposible que así sea, pero ahí están los frutos. Es la herencia de la generación actual. Al inicio de la humanidad, Caín quiso crear sus propias reglas de comportamiento terminando con la vida de su hermano Abel. Hoy sucede lo mismo, la vida del vecino se opaca, se ignora como si fuera un bien social que la humanidad conquistó. El ser humano se orienta con facilidad hacia el anarquismo social, sexual, religioso, aunque siempre con el escapulario de la rectitud y la coherencia externa. Los comentarios sociales demuestran que se viven dos caras: la imagen de la coherencia en el hogar y la imagen social, que no siempre están de acuerdo. La Iglesia y la familia tienen una gran tarea en favor del hogar. Gracias a Dios tenemos muchas familias sanas, pero la recuperación no deja de ser ardua. Culpables o no, siempre hay que declararse inocentes ante la familia, no así ante Dios. Se asegura que se está en la verdad, aunque con frecuencia es una verdad vestida de mentira. “tengo derecho a hacer lo que todos hacen”. Y ¿qué hacen todos? No hay respuestas, porque cada persona tiene su propia respuesta, su incoherencia, su anarquía y su verdad. 32
Podríamos preguntarte: ¿dónde está tu familia? ¿Dónde está tu coherencia? ¿Dónde están tus sanas costumbres? ¿Dónde está la herencia de Dios? Al parecer se quedaron en el camino. Se vive en la lejanía de Dios, de la Iglesia, de la sana tradición de la familia, y la pregunta que se hace la juventud es: “¿en dónde está la verdad que debo seguir? ¿Mis padres me mienten? ¿Lo siguen haciendo?” Se hereda el desconcierto ético con esta forma de vivir, y quien paga los platos rotos es la generación que está naciendo, que dentro de quince años reclamará o agradecerá su herencia. Se aparenta lo que no se es. Nuestro Señor llamó a quienes aparentan ser “sepulcros blanqueados”, bonitos por fuera, pero podridos por dentro, siempre con las debidas disculpas. El proyecto de tener una sola familia es cosa del pasado. Relacionarse con las personas y enseguida tener segundas intenciones, también es cosa del pasado, lo mismo que la incoherencia. Existe una segunda cara, la social, que con frecuencia está lejos de la familiar. Esta segunda cara debilitó la vida familiar. Existen relaciones sociales, con frecuencia dañinas, eróticas, que generan falsedad, vacío, celos, sospechas, reclamos y separaciones. Esto lleva a un desajuste personal porque la conciencia lo dice y te repite lo que san Juan Bautista le decía a Herodes: “Eso no te está permitido”. Pero los goces son los goces y se continúa alimentando el tema. Se aleja de la Iglesia. Con frecuencia, si se encuentra con una secta que dé libertinaje y lo permita todo, te convertirás en su asiduo feligrés. Y así comienzan las historias de tantos personajes que quieren cubrir sus segundas caras criticando a la Iglesia católica, a los sacerdotes y a quien esté por delante con tal de cubrirse la espalda. En la secta no encontrarás la frase: “No te está permitido hacer eso”. Se continúa el juego olvidando las consecuencias; sin embargo, Dios estará siempre esperando tu regreso a la verdad. Y como es imposible vivir así tendrás que reaccionar ante tu mentira por tu propio bien y el de tu familia. Todo cristiano sabe las reglas y los principios éticos que rigen la política y la vida cristiana. Sin embargo, en el país se comenzó a destapar las incoherencias de mucha gente. El agua comenzó a llegar al cuello de muchos y muchas. Todos oraban: “por favor, señores, soy inocente y digo la verdad”. Esto sucede en la política del norte como en la del sur, en la familia de enfrente y en la de lado y tal vez en tu propia casa. Así de mal está la ética, la coherencia de vida, la rectitud de conciencia y de vida cristiana. Con frecuencia se dice que las incoherencias están afuera y no en la propia vida. Es verdad, pero basta que revises la vida y encontrarás actitudes devaluadas. Ante estos resultados, sólo agrego que cada uno tome su parte y su responsabilidad social y familiar.
Sugerencias de crecimiento El juego de las escondidas debes terminarlo, esto quiere decir que vivas como Dios 33
manda. Termina con la frase “hay de aquel quien dude de mi honestidad”, porque sabes lo que hay en tu corazón y tu conciencia te lo recuerda. Y si tu doble cara no es sólo en el área matrimonial y tienes algún otro juego, revisa, evalúa y actúa para cambiar. Dile a tu conciencia que no le está permitido recorrer todos los caminos que quiera. La dirección de tu vida es el Reino de Dios que se conquista con los principios morales y éticos que rigen a todos los cristianos. No se puede vivir orientando la vida un día hacia Dios y otro hacia el demonio. Si hoy sigues la honestidad y mañana no, es el camino que te lleva a confundir las ideas de tu corazón. Regresa a la ley del Evangelio, ama a Dios y a tu prójimo y acepta un mínimo de leyes, que todos las necesitamos para una sana convivencia, es entonces cuando sentirás lo que es vivir en paz y armonía. Nunca vivas con verdades a medias. La verdad nunca es sospechosa y cuando lo es, será mentira. Cuando vives en el temor de ser descubierto, tu conciencia te recordará que no estás en el camino del Reino. Pregúntale a Cristo qué es la verdad y espera la respuesta. Acércate a él y a su Evangelio. Ahí encontrarás el mapa de la verdad y la coherencia. Cuando se vive por mucho tiempo en la incoherencia, sólo se hereda la confusión, la soledad, la tristeza y un camino cenizo que cansa y desanima. Recupera tu presencia sana, da pruebas de sinceridad, primero ante ti y después ante tu familia y ante la sociedad. La familia necesita que le digas, con tu testimonio, quién eres realmente: un hijo(a) que lleva el apellido de la familia y el adn de Dios porque también eres su hijo(a). Es importante la coherencia, porque al decirle a un joven: “te comportas, no quiero quejas de la escuela, no quiero que salgas embarazada o no embaraces a la novia”, el hijo(a) sabe o intuye tus dobles intenciones, y sólo das lástima. Un director de una escuela católica me decía que un día se le acercó un jovencito de preparatoria para pedirle el siguiente favor: “oriente a mi papá porque es un inmaduro sexualmente”. Hoy la vida es difícil por los grandes cambios que la sociedad experimenta y por los desafíos que enfrenta. Por eso, es necesario que descubras el papel importante que tienes ante la familia. Actualmente la familia está buscando de nuevo los principios y valores cristianos. Decídete a ser tú el punto de referencia inicial en la familia, proporcionándoles criterios cristianos que conducen a la verdad; luego, con tu coherencia, condúcelos a Cristo. El nuevo camino es el respeto a las personas, a la vida, a la palabra dada y empeñada en el altar, la coherencia nacida y alimentada de la escucha de la Palabra de Dios. Revisa cuáles son tus motivaciones, cuáles son tus prioridades y si tu prioridad es la verdad, ganan tú y tu familia. Revisa los cimientos que te sostienen, pregúntate cómo has educado a tu corazón para servir y evalúate desde la mirada de la verdad. Ahora la persona ya no se define desde el yo, desde el “sírvanme, mírenme, ámenme”, sino desde el “te sirvo, te miro, te amo, te 34
atiendo”… La sociedad está dando un giro de ciento ochenta grados y no puedes quedarte al margen del progreso cristiano y social que ya está surgiendo y que va por buen camino. Si los cimientos del hogar están dañados, primero identifica el límite, luego recupérate. Cuando tengas principios humanos y cristianos que te den seguridad, regresará la confianza, la esperanza y el amor, volverás a experimentar aquellos momentos agradables del hogar, estarás unido(a) a quien te ama y comprenderás a quién perteneces, a quién amas y cuáles son los valores que rigen tu vida y te dan la felicidad. Está atento(a) a las nuevas culturas sociales, a los cambios positivos que se refuerzan y continúan apareciendo. Evita que ingresen nuevamente a tu hogar el relativismo ético, la indiferencia a Dios y a la Iglesia católica. Los años que han pasado son suficientes para ya no caer en los mismos errores. Evita o aleja de ti, dentro de tus posibilidades, todo aquello que te llevó a la tristeza, a la división o a la cultura de la muerte. Enséñate a trabajar el momento que vives y crece desde la dificultad y los desafíos de la vida. La experiencia de confusión te deben llevar a cuidar aquello que amas y a evitar segundas desorientaciones vividas en la primera década del milenio que dejaron soledad. Recupera las ilusiones y los desafíos de la vida, una vida así, con color y sabor, con desafíos cristianos y concretos. Es el momento de la reconstrucción, como cuando Israel volvía del exilio. Ahora se construye una familia fuerte, desafiante y segura. Sé más familia, escucha más a tu conciencia, a Dios, a la Iglesia, a tu familia. Recupera tu serenidad, la paz y la alegría; sé más recinto de amor, sé más instrumento de perdón, sé más coherencia, más sinceridad, más fidelidad, más oración y más nosotros. Declárale la guerra a aquella cultura que produjo crisis, a la cultura superficial que dejó enfermedad y estrés. Promueve con tu testimonio el regreso de la amistad, la aceptación y la misericordia a todos los corazones de tu familia. Para que esto sea realidad, necesitas tener ojos nuevos, corazón nuevo, mirada hacia lo alto, y también mirada hacia la familia, hacia el vecino y hacia tus hermanos. Apúntale bien al blanco, con la familia no se juega. Hoy la apuesta está hecha por la familia y todos queremos ganar. El objetivo también es claro, tener familias más humanas, más cercanas, con nuevos desafíos de unidad, de indisolubilidad. Las ideas son claras y con principios seguros. En el fondo está recuperar la responsabilidad ante la vida y ser firme en el amor verdadero. Vivir el camino del compromiso con sus desafíos. Deja lo que no fue cierto y apunta al blanco de la verdad, a la Roca que te salva, aunque sea difícil. Con tu apertura a Dios, con la experiencia cristiana a tu favor, el camino será posible. Enfoca y apunta bien al objetivo para que el disparo sea en el centro preciso que quieres. La derrota no es para ti ni para la familia. Morir estando vivo no es tu camino. Sólo en la verdad se es feliz y se muere feliz. Deja a tu familia en camino hacia el Reino de Dios. Lucha para que esto sea realidad; comprende y comenta con tus padres si todavía confunden el valor de la familia. Hoy no importa quién educa a quién. Rema contracorriente si fuera necesario, porque vale la pena. Conforme des pasos significativos no regreses atrás, te puede suceder lo que le pasó a 35
la mujer de Lot, por voltear atrás, se convirtió en estatua de sal, y tú puedes quedarte estancado(a) en el tiempo, sin ejercer ninguna función o experiencia en el ambiente donde vives. Las semillas positivas de la generación de 1968 o de las décadas siguientes dieron los frutos que estás cosechando. La responsabilidad de continuar es tuya; siembra la semilla de la sencillez y la coherencia, de la serenidad, de lo tierno, lo humano, lo humilde, la semilla del respeto, de la vida. Esta es la semilla que debes sembrar y no hay tiempo que perder. Los frutos del Evangelio darán gloria al Creador, pero sobre todo, a tu familia. Ten confianza en ti mismo(a), el camino no es difícil, sólo comienza. La familia te apoyará porque ya está cansada y estresada. Y si es necesario bajar y buscar la raíz del asunto, inicia a desandar los pasos, inicia el camino de regreso a la casa del Padre y actúa con humildad, seguro(a) del triunfo porque Dios camina contigo. Ante este panorama, algo o alguien tiene que morir metafóricamente; busca lo que tiene que morir primero en ti, después, dale muerte a todo aquello que no construye ni renueva o no sirve ni para ahorita ni para el futuro. El primer elemento de la familia es que te casas con una o uno, con una sola mujer o un solo hombre. Si hay problemas, busca la mejor solución. Otro elemento importante es el crecimiento de la familia dentro del matrimonio, ya que su dignidad es un derecho sagrado. El matrimonio es un camino de santidad irrenunciable. Posiblemente tendrás que pedir perdón o reconocer todo aquello que quedó oculto por años y es pecado. Acude al sacramento de la reconciliación y todo quedará bien contigo y con Dios. Sana de esos desvíos y perdónate. Te conviene acercarte a Dios. ¡Quítate los dolores de cabeza e incertidumbres! Sé agradecido(a) con Dios, Él fue quien colocó en ti su gracia y te dio ese poder para recuperarte, para desandar el camino de la confusión e iniciar el camino de la familia; no olvides compartir lo bueno y misericordioso que es Dios contigo. Respira nuevos aires, anda por nuevos caminos, aprovecha las nuevas oportunidades. Necesitas reencontrarte, reorganizarte, reubicarte y renacer. Huye de esa forma en donde todos corrieron sin dirección y sin el interés por los demás. Refuerza ese modo distinto de vivir, está a tu alcance, está dentro de ti, está en tu corazón, en tu conciencia. Descúbrelo y concrétalo. El objetivo es claro: ser feliz desde la verdad que salva y transforma. Decide qué o cómo quieres a tu familia. No te canses de vivir en la verdad, y sé siempre ubicado y sin desviarte del camino. Sé hoy alegre y optimista como vivieron las generaciones pasadas. Refuerza este pensamiento en tu familia para tener hogares integrados, felices, cristianos; sólo que ahora hazlo con todos los programas que tienes en la computadora, en tu celular, y con los grandes adelantos tecnológicos y científicos, para reforzar las relaciones con las personas. Huye del desconcierto ético, las dobles caras; sólo así los jóvenes nacerán en una nueva cultura que tendrá como identidad la fidelidad y el compromiso. Entonces los jóvenes de 2020 o 2030 nacerán con otro paradigma familiar. No tengas miedo de sembrar este futuro para tus hijos o nietos. 36
Es el momento de reafirmar los principios cristianos y familiares, tener confianza en Dios, en ti mismo(a). Ten claro en tu corazón que los enemigos del bien son muchos. Imagina el desafío de san Pablo cuando llegaba a una ciudad y anunciaba a Cristo delante de mil divinidades. Eso te pasará a ti. Hay mil divinidades en tu contra. Sin embargo, así como san Pablo nunca renunció, tú tampoco lo harás. No obstante, las crisis continuarán porque el pecado seguirá entrando en el corazón de las personas. Las incoherencias seguirán abriendo heridas, pero Dios siempre hace lo suyo y lo hace bien. Tú sé testigo de la transparencia de Dios y su Reino.
Conversatorio 1. Cuando hieres a un semejante, ¿cuál es el camino que sigues para arreglar la situación? 2. Si la verdad de Dios está en la conciencia de las personas, entonces, ¿qué verdad sigue la juventud? 3. ¿La juventud será la transmisora de la verdad a la próxima generación? 4. ¿Será posible que los adultos se orienten hacia la verdad y puedan heredarla a la juventud? 5. ¿A quién se debe exigir coherencia de vida: al joven que comienza a vivir o al adulto que está de salida?
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Capítulo
6
Lo superfluo siempre atrae La realidad social frente al consumismo La soledad que daña es producto del vacío interior. Cuando se vive una vida espiritual sin compromiso y tal vez sin Dios, el corazón se reseca. Es en ese momento cuando se buscan caminos y alternativas equivocadas. Es ahí cuando se presenta el comercio con la agresividad de su marketing, prometiendo hacerte feliz o llenar el vacío de amor, de familia y de proyectos cristianos que pesan y lloran. El problema que tienes que resolver es definir lo que es la felicidad, la verdadera felicidad nacida del corazón de Dios. Sería pobre tu definición si la describieras sólo desde ambiciones materialistas que buscan alimentar tu imagen al servicio de tu ego. Definir la felicidad desde el tener, poseer y gozar es señal de un vacío de principios éticos, morales y religiosos que manifiesta una soledad reseca de Dios y de familia. En la vida, cuando no se tienen objetivos claros y la responsabilidad del crecimiento personal y la de tu familia está ausente, es imposible que llegue la felicidad, pues tu corazón está ocupado en buscar una felicidad que no es la verdadera. Estamos viviendo en una época de inversión de valores. Cuando el espíritu materialista se adueña de la persona, el dinero no alcanza para concederse esos pequeños goces que delatan vacío, soledad y un fuerte deseo de llenarlo consumiendo todo lo que satisface. La familia sufre por causa de los problemas que se originan de un amor no verdadero. El consumista, hedonista, está centrado más en sí mismo que en las personas que esperan con sed su cariño, su atención y su testimonio. La palabra “servicio” está lejos del consumista. Se cree merecerlo todo. “Mi trabajo me cuesta, estas pequeñas vanidades las merezco porque lo valgo”. Es el reflejo de un corazón vacío, que perdió la brújula del verdadero amor y con una fuerte dosis de amor a sí mismo. La capacidad de buscar alternativas se perdió produciendo insatisfacción. El mercado tiene que lograr los objetivos de venta, los publicistas saben lo que busca el vacío y que por desgracia va en aumento, se inventan slogans publicitarios que dan resultados, sobre todo los que refuerzan la imagen del ego. El ego es el producto codiciado por el consumismo y la publicidad. Tan ocupado está el ego, que los objetivos positivos de la vida se ven debilitados y hasta olvidados. El consumismo entró en el corazón con tal agresividad que todo se usa para servirme: “porque si muero esta noche, ¿quién me verá mañana? Goza ahora y gózala bien, qué tal si no amaneces”. Este camino no lleva a una auténtica felicidad, por 38
la ausencia de valores cristianos y el olvido de la donación y el servicio. La soledad que daña lleva a la baja autoestima, a una profunda fragilidad y a un fuerte deseo de salir de ella con valores externos y consumistas. Para resolver el problema la sociedad responde proponiendo la cultura del consumismo. En esta cultura consumista es en la que nació nuestra juventud. La cultura del sacrificio se perdió. Hoy pocos renuncian a los bienes materiales. Algo pasó. Se necesita tener una verdadera tragedia nacional para proporcionar la ayuda a los damnificados. Es fácil descubrir el momento en que la sociedad se dejó arrastrar por el consumismo, cuando se llenó de ruido y con charlas interminables y sin sentido. Se puede tomar la imagen de un balón de futbol, bonito por fuera pero con aire por dentro. Una persona vacía es como esos camiones sin carga, que corren por las carreteras a alta velocidad haciendo grandes ruidos y entre más vacíos más ruidos hacen. Será necesario que te hagas las siguientes preguntas: ¿a quién decidiste amar en la vida? ¿Qué valores llenan tu corazón? ¿Buscas la felicidad de los demás o sólo la propia? ¿Persigues sólo las cosas exteriores? ¿Tu corazón tiene a Dios? La filosofía de la publicidad está orientada en ese sentido a lograr que tú consumas con frecuencia lo que no necesitas y a dejar el corazón descontrolado, lleno de ruidos y placeres. Analiza la publicidad que triunfa, es la que ofrece más imagen externa, y que sólo te dice: consume y sé feliz. Antes la publicidad estaba orientada a engrandecer el valor en la familia. El paradigma cambió totalmente. Ayer el joven quería ser adulto porque ahí estaba la felicidad, hoy es el adulto quien quiere ser joven porque tiene la sensación contraria a la que tenía cuando fue joven. Antes la familia era quien ofrecía sus valores duraderos, hoy es el joven quien implanta su cultura, con frecuencia frágil, consumista y con un fuerte ego. Hoy es él quien crea los valores no duraderos, los valores light. Algo pasó. Mas no todo es negativo en la juventud, ya que existen jóvenes que se resisten al consumismo, van contracorriente, luchan y logran salvar el prestigio de la generación.
Sugerencias de crecimiento Evita caer en la cultura superficial y consumista del “concédete todo lo que tengas en la mente, sea del color y precio que sea”. Retírate de la cultura del “lo que importa es mi felicidad, mi placer, mis deseos y mi imagen”. Es el fruto del consumismo. Deja de apoyar la publicidad que te dice lo que está de moda, lo efímero y superficial. La publicidad logró implantar los valores que quiere y no son necesariamente los que construyen, sino los que dejan vacío. Le ganó la batalla a los valores del Evangelio y, por desgracia, los cristianos cedimos. Dentro del camino de la verdadera felicidad no todo está permitido. Si la Divina Providencia coloca en tus manos suficiente dinero, primero ve al encuentro de tu familia; luego, de quien tiene menos y ayúdale con una profesión para superar la miseria, o regala 39
unas Biblias o unos catecismos para las provincias o las ciudades. Si eres de los que viven al día, entra en el camino de las grandes utopías, por ejemplo, mejorar tu cultura, la de tu familia. Acepta o produce pequeños sacrificios, recuerda que los sacrificios forman, en cambio la abundancia con frecuencia deforma. El vacío no se supera con el consumismo, más bien el camino es buscar alternativas en el amor cristiano, oblativo y servicial. Hay muchos personajes que sólo encontraron la felicidad sirviendo al necesitado, es decir, salieron de sí mismos. Si la sociedad que te daña te ofrece el caos consumista como camino hacia la felicidad, busca nuevos elementos y métodos que te eduquen para el servicio, para la oblación y para lo poco o mucho que tengas hacia la búsqueda de la felicidad de tus hermanos. Así surgirá una nueva cultura, la de la fraternidad, pero no te extrañes que los publicistas te continúen agrediendo, porque por eso reciben sueldos elevados. No envíes más basura a tu corazón, ahora llénalo de Dios, del espíritu de pobreza cristiana, de solidaridad, de tal forma que tu familia note el cambio y lo siga. Esta conversión es un don, por eso pídela a Dios con humildad, además con estas actitudes de amor generoso Dios te bendice. Recuerda el caso de la princesa Diana, o como la Madre Teresa de Calcuta, quien salió al encuentro de sus hermanos desamparados para acompañarlos y sonreírles, sin humillaciones, porque a un hermano no se le humilla, se le acoge en el corazón. El caos continuará reinando en la sociedad; sin embargo, tú conquista algo nuevo, la gran riqueza que es Dios y el amor fraterno. Manifiesta que tú tienes una mejor visión de futuro que el consumista que no ve más allá de su yo. Manifiesta que conoces los valores que vale la pena conquistar. Convéncete que el camino es difícil porque la sociedad fue muy lejos. Mira los signos de los tiempos, mira la pobreza y la miseria de muchos hermanos, mira al niño que no pudo continuar la primaria por no tener cien pesos al mes, o mira a la anciana que sufre con una enfermedad no atendida por la falta de dinero. Cánsate de estar vacío, de triturar más tu corazón, de abrirle la puerta al erotismo y de seguirle el juego al consumismo. El camino de regreso a los valores cristianos debe ser fuerte, consistente, forzando casi tu voluntad. Consulta la historia y aprovecha la experiencia de los abuelos y de tus papás para que te digan por dónde va el camino de la felicidad. Actualiza los principios que te comunica Cristo en su mensaje de amor liberador; libérate de la esclavitud del consumismo vacío. Es la parte que te toca, hazlo. Actúa en lo concreto. Sal de lo superficial. Vive la fraternidad cristiana y no vuelvas a desilusionar. Sólo necesitas colocarte dentro del Evangelio y ver la realidad de tu familia y la pobreza de un niño que espera tu mano extendida. El fracaso del paradigma que produjo el consumismo es el vacío que da deudas y egoísmo. Ahora está en tus manos llenar el corazón de principios perennes. Gran parte de la sociedad se alejó de la lógica de Dios, confundió la fuente de la felicidad. Se dejó 40
engañar, cambió los principios perennes por los relativos. Si además le sumamos que también la familia se alejó del diálogo y se vació el hogar, las cosas se agravan. Luego, súmale la guerra de las sospechas, los celos, las infidelidades, de las dobles intenciones, la satisfacción de todos los apetitos y deseos, la situación empeora. El camino es ser coherente, vivir los compromisos que tienes contigo mismo y convencerte de que el consumismo sólo deja soledad y vacío. La verdadera felicidad es fruto de un corazón lleno de Dios. Con mejores y elevadas motivaciones se vive mejor que con un simple capricho o deseo pasajero. Tu nuevo modelo nace en el centro de tu corazón. Es ahí en donde nacen las mejores motivaciones que te darán gozo y salvación. Encontrarás personas vacías, porque muchas de ellas seguirán en la cultura consumista. Respétalas, pero no las imites. Sólo manifiéstales tu felicidad cristiana y esto será una gran lección que despertará una serena inquietud. Recuerda que como bautizado(a) tienes este compromiso ante tus hermanos(as). Mantente en el camino del bien y sentirás que la autoestima alta llega más a tu persona, sentirás que el corazón rebosará de alegría y esto no tiene precio. Sé fuerte ante las fantasías que dejan sólo ruido, pobreza y tal vez pecado. Une tus fuerzas a otras personas de bien, sal de ti mismo(a) y realiza una obra de bien, cierra puertas a quien tienes que hacerlo, borra la imagen superficial que te construiste, cancela tarjetas de crédito que sólo te empobrecen y reábrelas a Dios. Di no a las debilidades y caprichos y comienza a vivir la verdadera felicidad con el desapego a lo material. El ruido siempre será ruido y en el ruido y en el vacío nunca estará Dios. La sociedad seguirá dando gritos, la nueva música se escuchará más fuerte, la cultura del consumismo hedonista conquistará nuevos corazones y muchos jóvenes seguirán aturdidos. No obstante, tú crece, triunfa, sé feliz, colabora a la felicidad de los demás. Contempla el camino de tu nueva opción y entonces eleva una oración a Dios y dile: “gracias, Señor, por recordarme que soy feliz porque tú eres la felicidad eterna”. Refuerza tu presencia cariñosa en el hogar, sé pionero(a) del regreso de la familia a la normalidad, a las actitudes que te piden proyectar el amor. Es hora de catequizar la mente, de descolonizarla de todo aquello que casi la destruyó; ahora colonízala con el amor, el bien y el servicio. En pocas palabras, entra al camino de la apertura al Espíritu; es tiempo de recoger, no de desparramar; de incluir, no de excluir; es tiempo de conversión, no de perversión; de desandar el camino que no dio buen resultado. Purifica lo que tengas que purificar y renueva lo que tengas que renovar. Todo camino inicia en la cabeza y debe bajar al corazón. Añorar lo que te destruyó es decirle: “regresa, pecado mío”. En nombre de la felicidad, sé radical en tus decisiones, sé menos marioneta de las ofertas promovidas por el Internet, la televisión, la radio, el periódico y las revistas. Siembra la esperanza en tu vida, dale sentido a tu futuro, refuerza tu fe, cree más en Dios, cultiva los objetivos que te llevan al amor, a la confianza, a un futuro divino. Demuestra que tienes una fe que alimentas con la oración y los sacramentos y que no tienes miedo de pregonar ante quien sea y cuando sea que eres católico(a). Demuestra con tu testimonio amable, alegre y humano que eres hijo(a) de Dios, dispuesto(a) a amar 41
a tu prójimo como a ti mismo(a). Demuestra que deseas el verdadero amor, que conoces cuál es la verdadera amistad, que sabes buscar el amor limpio y que estás dispuesto(a) a dejar morir lo que no te sirvió en la última década. Revisa tus archivos secretos o contactos que tienes en tu corazón y excluye los que tengan virus, bloquea los que te causan mal, ni siquiera los envíes a la basura, exclúyelos totalmente, apaga todo lo que te pueda llevar a caer en la tentación del consumismo, que te lleve a buscarte sólo a ti mismo(a). Con un espíritu lleno de Dios tendrás unos hermosos paisajes en el corazón que te llevan a la armonía interior, a la contemplación de la palabra de Dios y luego, a gozar la felicidad porque tienes un corazón maravilloso. Que tus gustos, tus búsquedas, tus temas, sean elementos que alimenten tu dignidad de hijo(a) de Dios. Llegar tarde a la búsqueda del nuevo momento de recuperación es demostrar que continúas en el caos. Recuerda que los ciclos de la vida ahora son más cortos. Antaño los imperios duraban mil años, luego quinientos, luego trescientos, luego cien, hoy un ciclo tiene una duración de diez años máximo. Lo mismo sucede con los paradigmas sociales, familiares; hoy tienen una vida de diez años, así que de 1968 al presente ya pasaron varias décadas. Si los jóvenes continúan reclamando, llámense emos, grunges, góticos, punks o metaleros, con manifestaciones de descontento, la pregunta es clara: ¿será que aún no ha iniciado el cambio? Debes analizar bien la realidad, porque de otra forma en diez años habrá nuevas culturas juveniles que te reclamarán, como lo hacen ahora. No se trata de hacerlo todo nuevo, las respuestas ya están en el ambiente, entonces, aprovecha este momento de reflexión y socializa la verdad, la bondad y la belleza. Recupera el valor del silencio y la contemplación en pequeñas o grandes dosis. Descubre cómo se contempla la palabra de Dios, pregúntate cómo se puede rezar utilizando una canción. Hay caminos que no necesitan explicaciones, como el valor del servicio al prójimo más necesitado, o el mirar con ternura y cariñosamente a tus hermanos(as). Deja un poco las relaciones virtuales, deja un poco el Hi5, Facebook, Orkut, y comienza a relacionarte más con las personas con la sencillez y alegría de Dios, reflejada en la sonrisa de tus semejantes. Habla con Dios y de Dios, hoy ya no se puede vivir sin momentos de paz, sin momentos de oración, ya que si el corazón está ausente de Dios, tú y tu familia o tus amigos buscarán nuevamente suplentes, que muchas veces no serán los más ideales. Inicia y persevera en este nuevo modelo de vivir la fe cristiana. Esta es la herencia que deberías haber recibido y experimentado en tu juventud.
Conversatorio 1. ¿Qué actitud debo tener para superar la tentación del consumismo? 2. Si la respuesta es volver a los valores que llenen el vacío existencial, enumera los 42
primeros tres que deberán regresar a tu corazón. 3. ¿Cuál sería el camino para equilibrar la agresividad de la publicidad consumista? 4. ¿Será verdad que entre más imagen y más ruidos y propaganda colocamos en nuestras vidas, menos espacio dejamos a Dios? 5. Dedicarte a servir a tus hermanos, salir al encuentro de los demás como el Samaritano que bajaba de Jerusalén a Jericó, ¿será el camino de la felicidad?
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Capítulo
7
“Y vio Dios que todo era muy bueno" La realidad social frente al erotismo Eros es esa maravillosa bendición que Dios te dio para generar vida y una familia por la honesta fecundidad, pero cuando eros se pervierte, cambia de nombre y pasa a llamarse erotismo. El erotismo lo colonizó todo. Colonizó la dignidad de la persona, del bautizado(a), sus valores, todo cayó en sus redes. El respeto a este don sagrado quedó en el pasado y hoy triunfa el instinto, el placer por el placer, el erotismo. La dignidad del cuerpo quedó en el olvido. Todo queda disfrazado de amor cuando muchas veces no lo es. El don de transmitir vida a partir de la riqueza divina del eros quedó disminuido y hasta podemos decir que se pisotea con mucha facilidad esta maravilla divina. El deseo de consumirlo todo, gozarlo, tentarlo, explotarlo, instrumentalizarlo, llevó al erotismo a la cúspide. Una mirada, una insinuación, una invitación a tomar café con doble intención, una señal con la lengua, un movimiento, un baile, todo y mucho más en general tiene olor y sabor a erotismo. Los apetitos sexuales despiertan hoy más temprano que en otros tiempos, por lo tanto, ese olor a sexo sin compromiso inicia desde muy temprana edad. Los padres de familia intentan orientar a los(as) adolescentes, pero hoy son ellos(as) mismos(as) quienes saben, en general, que detrás de una orientación paterna de petición a la coherencia sexual, hay algunas incoherencias. Hoy los grandes monopolios de los medios de comunicación se pelean entre sí para ver quién consigue seducir a un mayor número de personas. ¿Por qué para el ser humano se le complica la vida sexual siendo un don divino tan sencillo y sagrado? Cansa tanta imagen que pide realizar actos sin sentido, sin amor. Así somos los humanos. Es tan sencillo el tema sexual y sus objetivos, que no hay por qué buscar tantos instructivos para conocer el verdadero sentido de la relación sexual. Date cuenta que la sociedad caminó hacia la degradación del cuerpo, utilizándolo sólo como instrumento de consumo y satisfacción. Primero se vende y se promueve lo erótico, que por lógica produce un(a) hijo(a) de Dios, luego vienen las reflexiones superficiales y la condena por el aumento de adolescentes embarazadas, mamás con hijos de distintos hombres y abuelos que generan sus propios nietos. La irresponsabilidad ante un don tan sagrado, como lo es el eros y su sexualidad, continúa haciendo estragos. Muchos jóvenes, por ausencia de formación y principios, pasan fácilmente al erotismo; 44
es entonces cuando se leen las estadísticas que escandalizan a más de uno dando gritos de alarma. Hoy el niño(a) encuentra todo lo que quiere de información o “deformación” en Internet. El lenguaje erótico es tan popular que se le encuentra en la canción, en el comentarista, en el programa, en la publicidad, en el lenguaje, en los códigos. Es la cultura que se hereda. Dondequiera se percibe la palabra sexo. En todo momento se expresa, y muchas veces de forma explícita, lo que nos lleva a la conclusión de que la sociedad de hoy perdió sus valores de respeto a la privacidad propia y a la de los demás. ¿Recuerdas aquel austriaco, Josef Fritzl, que quería tener sus propios nietos y los tuvo con su hija en cautiverio? La noticia recorrió el mundo según escandalizado, porque es la misma sociedad quien crea estas personas. Aún recuerdo los comentarios: “¡lo que pasa en una sociedad civilizada!” El caso despertó investigaciones y los medios de comunicación informaron que existen muchos casos como el de Josef Fritzl en varios países y ocultos a los ojos de la sociedad. Según estadísticas recientes, cada segundo se dan en Internet aproximandamente treinta mil búsquedas solicitando información, imágenes y lo que tú quieras sobre el sexo barato y pornografía. Los técnicos en informática se quedan admirados cuando limpian las computadoras porque encuentran millares y millares de informaciones temporales relacionadas a contenidos pornográficos almacenados en los archivos. En alguna publicación leí que un trabajador utilizaba la computadora de trabajo para buscar contenidos pornográficos y le sumaron ciento setenta mil veces en poco tiempo. El autor de esta aventura era un trabajador que decía estar trabajando para una empresa seria. Ahora se dice que lo importante es el placer en todo momento, sin compromiso, “goza hoy que el pasado ya no existe y el futuro no se sabe si lo verás”. La familia compuesta por un hombre y una mujer con sus hijos, que son bendiciones de Dios, quedó lamentablemente en el pasado. “Me interesa tener un hijo contigo, luego adiós. Me gustas pero no quiero vivir contigo; te prometo que no te molestaré ni diré a nadie de quién es mi hijo”. O los comentarios que se escuchan: “Me interesa tener un hijo por inseminación aunque le diga que su papá murió”. Esta es la herencia que hoy reciben los niños(as). Esta es la cultura que reciben y que en el futuro ciertamente reproducirán y con más fuerza. La sociedad un día se despertó totalmente reclamando sexo, buscó el camino fácil, rápido y placentero, sin medir las consecuencias. El hombre y la mujer salieron a las calles, los jóvenes también, y se encontraron con eros libertino, sexualizado, tratando de conquistarlo todo. Las líneas éticas pronto fueron rebasadas, y lo que antes se veía como escándalo se volvió tan común y normal en la sociedad. Antes se cuidaba y se respetaba el cuerpo que era expuesto y se compartía sólo en la intimidad matrimonial. Hoy los impulsos sexuales mueven a cualquier persona a buscar el placer por el placer. Eres libre, “vengan los niños al azar, viva mi pareja del momento”, casi como lo light, “úsame y deséchame”. ¿Y tu dignidad…? ¿Cómo detener el aire erótico que está en la atmósfera atropellando al niño, al joven y hasta al adulto? El amor se identifica con Dios. ¿Será ese amor divino el que acompaña a 45
la sociedad nocturna? Edúcate para amar en la libertad, el respeto, la trascendencia, pero la pregunta es ¿quién hará esta maravilla? Con frecuencia la familia está desarmada ante el erotismo, lo light, lo libertino. Entonces, ¿cómo bajarle el volumen al erotismo? Busca un camino consistente, respetuoso, sagrado y socialízalo, o el relativismo sexual seguirá causando mucho daño en las relaciones. Ahora te pregunto: ¿continuarás caminando hacia la inestabilidad afectiva? El sinsentido de la vida debe terminar. Reflexiona si lo que hoy es normal y en otro tiempo era anormal y criticado debe seguir vivo. Tener dos parejas ¿era normal hace treinta años? ¿La palabra felicidad hoy tiene el mismo significado que ayer? Analiza las verdades que sustentan hoy la sociedad y la familia. Reflexiona lo que significa actualmente libertad, respeto, compromiso, crecimiento, desafíos, utopías, sexo, amor, fidelidad, palabra, política, Dios, Iglesia, mandamientos, domingo y matrimonio. Por desgracia algunas palabras significan todo lo contrario de lo que significaron sólo hace dos décadas. Lo que era anormalidad ayer, hoy es normalidad. Tal vez se tomó la vida superficialmente, se aceptaron las concesiones y hoy no se sabe cómo regresar a la normalidad. Lo triste es que nadie quiere dar el paso, pues el joven cree que ese es el camino porque en ese ambiente creció. Los frutos del paradigma familiar anterior daban serenidad, alegría, convivencia, fidelidad; había más hogar. La anestesia social vive en tus deseos, en tus intereses y entonces son ellos los que mandan, aunque tengan sabor a pecado bañado de egoísmo: “quiero gozar sin comprometerme”. Tú puedes cambiar este panorama.
Sugerencias de crecimiento Busca primero cómo recuperar y darle un giro de ciento ochenta grados al tema de los valores provenientes de Dios, del Evangelio, luego busca cómo regresar a la familia el aprecio y la dignidad a la sexualidad, a este valor divino que genera vida; luego reafirma los objetivos de esta energía con la que Dios te bendijo. Aquí está en juego tu capacidad de crear teniendo como elementos base la felicidad, la fidelidad, la libertad y la participación de la paternidad y maternidad divina. Los valores cristianos sobre la sexualidad provienen de Dios. Pervertir o degradar la sexualidad con la sensualidad, el erotismo, es decir, quedarte sólo en el ámbito genital, es desorientar el proyecto de Dios, y su maravillosa obra de felicidad. Termina con toda clase de descuentos en el amor, refuerza la cultura del respeto y veneración a tu cuerpo y a esa energía sagrada que da vida, como un inicial camino de recuperación. Interésate por tus hijos, por tus amigos; pregúntate si aún conservan la dignidad en su sexualidad; luego, educa su mente, su corazón y su cuerpo para una sana sexualidad. En tus manos está iniciar el camino de la normalidad. Busca en la sociedad mejores amigos, con valores cristianos, trascendentes, y orienta 46
mejor tu vida social. Rechaza toda oferta erótica y no aumentes las cuentas bancarias de quienes lucran con lo más sagrado de tu persona: tu sexualidad. Orienta a quien cree que la dignidad está en venta o a quien cree que la sexualidad del vecino o de la vecina está a disposición de todos. Únete con respeto a este sagrado tema, porque se trata de la presencia de Dios en tu cuerpo y espíritu. Acompaña también con respeto la cultura juvenil y refuerza tu testimonio en este tema de la sexualidad. Ábrele la puerta a Dios. Si recuerdas que hay algo en tu camino de lo que tengas que pedir perdón, hazlo. Si necesitas curar el corazón, acércate al Espíritu Santo y luego a un psicólogo cristiano que te oriente hacia una sexualidad sana, integrada y estructurada. Date una oportunidad de cambio; luego atiende las pequeñas y grandes crisis de la familia, comparte con ella el cómo se abren las puertas del corazón a Dios. Recupera el tiempo invertido y pervertido y da gracias a Dios por lo discreto que fue contigo. La procreación se realiza dentro del matrimonio, en la entrega del amor entre un hombre y una mujer que se aman y trascienden. Navegar en el amor sólo por navegar crea una situación de erotismo que elimina tu dignidad de hijo(a) de Dios y se pierde la educación que has logrado hasta el momento. Es urgente superar la cultura del erotismo, pues parece que es la única que algunos jóvenes aprenden. La sexualidad conyugal sana, por desgracia, se encuentra en pocos matrimonios que la entienden y expresan. Necesitas cultivar el auténtico amor, asumido en el amor divino y enriquecido por la fuerza redentora de Cristo y la acción salvífica de la Iglesia, que sólo busca llevarte a Dios, ayudarte y fortalecerte en tu tarea de ser padre o madre, en tu tarea de ser feliz y hacer feliz a quien comparte contigo la vida. Cultiva y realiza el mandamiento que te propone Cristo, “ama a Dios y al prójimo”, es decir, con la misma pureza con que amas a Dios, ama a tu única pareja, a tus hijos, amigos, compañeros y compañeras de trabajo. El verdadero amor procede de Dios y dignifica el matrimonio cristiano, dignifica tu amistad y el eros. “El auténtico amor conyugal será más apreciado, y se formará una sana opinión pública, si los esposos cristianos dan un testimonio eminente de fidelidad, de armonía y de solicitud en la educación de los hijos, y si participan en la necesaria renovación cultural, psicológica y social en favor del matrimonio y de la familia. Los jóvenes deben ser conveniente y oportunamente instruidos, sobre todo en el seno de la propia familia, acerca de la dignidad, misión y ejercicio del amor conyugal. De este modo, educados en la castidad, podrán llegar a la edad conveniente y entrar en el matrimonio después de un noviazgo puro” (GS, 49c ). La paternidad responsable es el camino que la sociedad está recuperando como el indicado por Dios desde el inicio de la humanidad. Promueve contra viento y marea la castidad matrimonial, el celibato, convencido(a) de que es un don insigne de Dios, y mantén una actitud de serena prudencia ante la propia fragilidad, manteniéndote en un sano equilibrio personal. Para obtener esto, nutre tu fe con la Eucaristía, deseando “que Dios actúe en ti para hacerte llegar mediante la acción del Espíritu Santo a la plena madurez de Cristo” (Ef 47
4,13). Cultiva una filial devoción a María, en quien encontrarás protección y consuelo. Vive en un clima de sana amistad con otras personas, modelando tu vida según el ejemplo de muchas personas sanas y equilibradas que logran comunicarse y buscan la felicidad desde una auténtica sexualidad. Además de la oración, importante para el católico, mantente en comunicación con un doctor o un ginecólogo, para saber profesionalmente sobre las riquezas y los límites de tu cuerpo. Evita las desorientaciones, principalmente las que puedan venir de los medios de comunicación social; sin “presumir de las propias fuerzas”, mantente en tu lugar. Siempre decide hasta dónde puedes llegar con tu amistad y tus relaciones para no caer en el banalismo erótico reinante, o sea, sé consciente hasta dónde puedes llegar sin caer en el pecado erótico ni algún otro. Recordando lo que dice el apóstol san Pablo: “Quien se ufana de estar en pie, cuidado con caerse” (1Cor 10,12). Y sin ningún temor o vergüenza, si eres soltero(a) o tienes pareja, ejercítate en una serena ascesis personal. Hoy es la lección que necesita la sociedad, la juventud y la niñez ante este caos sexual que se vive. Se procura un camino porque el que se vive actualmente no es el correcto y nadie quiere dar el primer paso en dirección a los cambios. Ayuda a tu amiga, a tu amigo, a tu cónyuge a vivir “el don de la sexualidad con formas y actitudes concretas” (FC, 33h), enriqueciéndose de valores espirituales: la castidad aporta a la vida familiar frutos de serenidad, de paz y facilita la solución de otros problemas; favorece la atención hacia el otro cónyuge. “Ayúdense a desterrar el egoísmo, enemigo del verdadero amor, y hagan surgir el sentido de responsabilidad en el cumplimiento de los propios deberes. Los padres adquieren con ello la capacidad de un influjo más profundo y eficaz en la educación de los hijos” (FC, 33h). La sexualidad, cuando está enferma, destruye, daña a la familia y a los amigos. El daño es secreto e invisible, aunque con frecuencia se manifiesta de forma visible, llegando a un punto en que la situación puede ser irreversible. Esta es una de las causas por la que muchos rostros denotan tristeza, autoestima baja, heridos en su intimidad y pisoteados en su dignidad de hijos de Dios; con frecuencia, la víctima es la niñez. Las personas se respetan, las cosas se utilizan. Sin embargo, la sociedad invirtió el tema y hoy las cosas se respetan y las personas se utilizan. Da el paso y apuesta por el camino de la sexualidad cristiana sana que salva de muchas enfermedades, actitudes destructivas y fantasías mentales eróticas. Ofrece tu dignidad de persona y tu riqueza espiritual sólo a quien debes hacerlo. Si tu sexualidad la vas a consagrar a Dios, recuerda que, así como el casado está llamado a invertir en la felicidad de una familia, por esa vocación a ese llamado de Dios, tú estás llamado(a) a invertir en la felicidad de la comunidad junto con los casados. La sexualidad tiene un solo objetivo: colaborar en la construcción de la felicidad del otro, de la otra, de 48
tu esposo(a). Dentro de la sexualidad, lo que es falso siempre lo será. La fidelidad es a Dios, a una persona, a una familia y a una comunidad. Cuando la sexualidad se denigra, se ofende también a su Creador. Recuerda que Dios siempre perdona; el prójimo a veces lo hace, pero el cuerpo nunca perdona. Goza tu identidad de persona, de hijo(a) de Dios, con esta maravillosa naturaleza humana que Él te dio, con las capacidades con las que te dotó. Educa al eros. Conquista todos aquellos valores cristianos que están en favor de la felicidad. En el pasado nuestros bisabuelos fueron felices cuidando de los valores cristianos y terminaron sus vidas felices. No tengas miedo de decirle sí a lo bueno, al camino del bien y de la honestidad. El desencanto y los reclamos que las culturas juveniles pregonan por la ciudad están llegando a su fin, aunque siempre surgirán otros nuevos reclamos, herencia de los trasnochados. Sé feliz y procura que nadie más viva en un mundo de crisis y caos social.
Conversatorio 1. Una vez en las noticias informaron la caída de la venta de condones. Revelaron que en el penúltimo año se vendieron 64 millones, en el último 54 y en el presente llevaban 18 millones; la empresa no estaba logrando su objetivo de ventas. La conductora interpretaba que se debía a dos cosas: o a la fidelidad en el matrimonio o a la irresponsabilidad. ¿Cuál es tu respuesta? ¿Qué dice la Iglesia católica sobre este tema? ¿Cuál es el mejor camino para mantener una sexualidad sana? 2. ¿Cuáles serían los valores cristianos que en el noviazgo deberían reafirmarse como fundamento del matrimonio? 3. Cuando un hombre y una mujer deciden ser familia sin el sacramento del matrimonio ni por lo civil, es fácil que se separen. ¿Te gustaría vivir en una situación de inseguridad? ¿Serías feliz sin el sacramento del matrimonio? 4. Existen muchas adolescentes embarazadas, ¿será que nadie les dijo que la sexualidad se experimenta con la persona amada en el matrimonio, es decir, cuando se tenga ese amor bendecido por Dios y respaldado por la Iglesia y por la sociedad? ¿Cómo orientar a las adolescentes que ya están embarazadas?
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Capítulo
8
Ni Dios, ni ángel, ni animal, sino hermano(a) La realidad social frente a la absolutización y despotismo Absoluto solamente Dios. Este principio tan sencillo de recordar es difícil vivir. Hoy muchos respaldan las actitudes expresadas en las frases: “hago lo que quiero”, “decido lo que quiero”, “vivo mis decisiones”, “en mi vida sólo mando yo”. Son expesiones que están suplantando a Dios directa o indirectamente; lo triste es que también muchos cristianos, absolutizando sus ideas, suplantan a Dios produciendo inestabilidad familiar. En los años ´60 hubo un grito unánime: “no más déspotas, otro mundo es posible, tengo mis sentimientos, emociones y afectos en el corazón. También yo siento, yo amo, yo me emociono, yo soy ternura y misericordia”. Fue un gran avance en la sociedad porque una familia no se conduce sólo con la razón, con la vigilancia interior que se lleva dentro. Se olvida al niño sencillo y alegre que desea salir a jugar con el adulto que también ama y comprende. En el ya famoso 11 de septiembre de 2001, se escuchó aún más un grito silencioso de muchos corazones que le enviaban un mensaje a todo el famoso grupo de países industrializados. El contenido del mensaje es fácil de intuir: “en el mundo todos somos hermanos, nadie es dueño de nadie”. Hoy la sociedad con mayor conciencia pide con fuerza: “somos hermanos, tenemos una historia común, sé solidario, reconcíliate, nadie es enemigo de nadie, nuestra esperanza es la paz y la armonía, tenemos las mismas raíces, la misma historia y el mismo destino, el mundo es de todos, sus bienes también. Todos somos hermanos”. Pero el mundo continúa de cabeza y entonces los absolutistas, los impositivos, los capataces, los que se creen dueños de la vida, de la historia, continúan vivos a sabiendas de que sólo Dios es absoluto; esta cultura también pudiera estar en alguno de la familia. Esta formación déspota afecta, con tristeza, también el corazón de algún cristiano. La sociedad conquista con dificultad la fraternidad, pero la familia, hija de su tiempo, produce absolutistas que se imponen. Hay una tendencia exagerada a reafirmar personalmente las propias ideas masacrando la dignidad de las personas. Leí recientemente en una editorial que hoy por hoy hay que aceptar lo que acepte la mayoría, porque eso será el parámetro de lo normal. Y si lo normal es matar, como parece que a eso hemos llegado, pues matemos todos. “Todos fornican, pues forniquemos todos. Y si todos comparten 50
la mujer, pues te comparto la mía”. Reflexiona lo que diga la mayoría, y siempre ten como punto de referencia el filtro de la dignidad, los principios cristianos rectores de una sana convivencia y de una moral cristiana. Imagina que todas las conciencias estén pervertidas… Algunos en la sociedad, desde hace unas décadas, intentan, y lo siguen haciendo, excluir a Dios de su vida; con este error, toda la vida se va erosionando y la principal afectada es la familia. Nunca será posible excluir a Dios porque está en ti, es parte de tu adn. El hombre creado por Dios lleva dentro de sí su presencia que le ama y al mismo tiempo, le da su misericordia y su perdón. El hombre puede actuar como si Dios no existiera o colocándose en su lugar, pero siempre será una quimera. Excluir a Dios quiere decir que el hombre busca suplantarlo, lo cual nunca sucedió ni sucederá. Al absolutizar tus ideas, tu verdad, todo a tu alrededor se convierte en caos e infelicidad. La humanidad tiene millones de años y no aprende el destino de Adán y Eva. Sigue buscando caminos hacia la confusión que al parecer cree que lo hacen feliz. Al querer ser autor de su existencia, de su felicidad, sólo se convierte en autor de su confusión. Es verdad que no eres una marioneta de Dios, que eres un ser libre, el único ser creado a quien Dios no le impone parámetros fijos de comportamiento. Te dio la libertad de amarlo y rechazarlo, pero comprende que no te hizo un Dios. Al absolutizar tus ideas, ahuyentas las divinas, las que vienen de lo alto y el resultado es un relativismo dañino, es decir, “hagamos todo lo que queramos y que nadie me imponga sus ideas, sus normas”, eso se llama anarquía. Tu vida y tu felicidad dependen de tus principios que hoy te convienen, porque mañana inventarás otros y esto será tu nueva verdad que nadie debe contradecir. La actitud de absolutista diluye los verdaderos principios, el proyecto divino se rebaja, se oscurece y hasta se elimina. La actitud de despotismo sucede cuando te encierras en ti mismo e inicias dando vueltas y más vueltas sobre tu persona. Espectáculo que algún día te cansará, pero ¿cuándo será ese momento? Tal vez ni eres consciente. Cuando la sociedad absolutiza sus verdades diluyendo las divinas, llega a la incoherencia de la vida, a la alienación, a la superficialidad, camina a la deriva porque hoy produce una verdad y mañana otra. Y como algún vecino también se cree dios, lo que cosechan es la falta de respeto a los demás, la agresividad, la imposición de lo superficial, las difamaciones; o sea, participamos en la guerra de dioses. Y ante esta situación, cada dios busca eliminar al dios del vecino. Por lo que hay ruptura por las diferencias de principios, porque cada dios protege sus valores. Palabras más, palabras menos, pero es la realidad. El absolutismo de tu voluntad y de tus pensamientos genera pobreza, y al imponer tus propias ideas, se pierde la brújula de la vida y las riquezas de la alteridad. Los valores válidos son los aceptados por la Iglesia. Aunque se escuche raro, Dios es sustituido por las propias ideas. Esta es una de las causas por las cuales las iglesias están casi vacías. Dios está lejano de muchos corazones; se quiere huir de Dios. Cuando el yo absolutiza, el tú y el nosotros es desconocido y hasta aniquilado. 51
Cuando Dios se encuentra con el tú y el tú se deja transformar, con facilidad se camina hacia el nosotros, es entonces cuando el absolutista rompe el círculo dañino y camina hacia el nosotros reconociendo a Dios. Y esto es la esencia de la felicidad, salir hacia el nosotros, llámese familia, comunidad o familia laboral. El hombre confundido y endiosado siempre dirá que actúa en nombre de su libertad, olvidando que sólo en Cristo está la libertad. Con frecuencia la libertad personal está bloqueada por instintos o prejuicios, es entonces cuando se debe pedir al Espíritu Santo la gracia de la libertad. Hoy la libertad se encuentra en situaciones difíciles, necesita defenderse de tantas “libertades” bloqueadas, con frecuencia dañinas. El único escudo defensivo es la convicción de que Dios hay sólo uno y este maravilloso Dios no tiene competencia, sino hijos finitos y todos convocados a su Reino. Quien impone sus ideas, representa al burgués que quiere a todos a sus pies. Cuando te encuentres con una persona que absolutiza sus ideas, que no escucha y quiere imponerse a toda costa, es un líder dañino que se cree autorizado para humillar y destruir, aunque con frecuencia no se da cuenta. Al líder dañino le molestan las leyes, porque ve en ellas un retén a su libertad anarquista. “Mis ideas no necesitan ningún parámetro que las detenga”. Una regla siempre es fruto de un nosotros que dialoga, que se abre paso para el bien común, pero el déspota dice: “si yo estoy bien no necesito ni reglas ni ideas para orientar mis actitudes. Estoy bien y eso me basta”. Esta libertad mal entendida es libertinaje que destruye la sana convivencia y cierra o rechaza los mensajes de amor, ternura y misericordia de la familia, de los amigos, de la comunidad. El absolutista olvida que la rueda de la fortuna pronto dará la vuelta y si hoy se impone y está arriba, mañana estará abajo y serán otros los que se impondrán, entonces vendrá el sufrimiento y la cosecha de la semilla sembrada. Mientras se es absolutista se desprestigian las leyes, y a la autoridad se le toma como un esclavo que hace lo que yo quiero y cuando yo quiero. Se pide veneración y aceptación sospechando que se está en el justo medio y en la verdad. Se exige reconocimiento a su autoridad, pero en general, no se le otorga. Sólo hay interés y beneficio mientras se le pueda sacar algo al déspota. La obediencia es un tema ajeno al autoritario y absolutista, y si “obediencia” viene del verbo escuchar, esta actitud no forma parte de su vida. Cuando se dialoga con el absolutista, no escucha, y si parece que escucha, tiene mil respuestas mucho antes de que termines de hablar. Con esta realidad se pierde la armonía en el entorno. Se genera un ambiente pesado y con frecuencia con niveles elevados de estrés por la simple presencia del absolutista. La pérdida del bien común es notoria y será difícil recuperarla con la presencia de un autoritario. Si tú eres un absolutista que se impone, te será imposible colaborar con los demás, 52
pues ayudar a su felicidad es una tarea que debes buscar siempre. La solidaridad es una actitud que falta en el absolutista. La juventud sufre y la familia lo soporta aunque con amor. El líder dañino, el que cree tomar el lugar de Dios, con facilidad cae en el libertinaje aunque no alcanza a percibirlo, porque siempre creerá que está en el bien y en el camino creyendo que la gente le sonríe con serenidad e inclusive sentirá que vive en la santidad. El buen humor está ausente del que absolutiza la vida, y la palabra “alegría” no es su fuerte. Se convierte en un pequeño rey que pide su cuota, su culto y su propia liturgia.
Sugerencias de crecimiento El cambio al que estás llamado(a) a dar es importante. Quien te ama te necesita sencillo, humilde y misericordioso(a), sin autoritarismos ni absolutismos, te necesita en tu lugar; ni Dios, ni ángel, ni menos animal, sino en tu lugar de hermano(a) y con una gran dosis de fraternidad. El camino es romper o cortar decididamente con esas libertades bloqueadas que endiosan y, si tienes la gracia del carisma misionero, trabaja para desbloquear tantas libertades dañadas. Ser libre ante bloqueos ajenos es importante y, sobre todo, ante bloqueos personales, sólo así regresarás a la normalidad generando armonía. Quítate las vendas que te impiden ver las maravillas de tu libertad, de hijo de Dios alcanzada por Cristo y deja tu existencia vacía con sabor a divinidad que, aunque ya lo sabes, el camino no es desde el absolutismo o el despotismo, sino que es la serenidad y la apertura al prójimo, al diferente, a la alteridad y no a tus ideas impositivas y devaluadas. Dedícate a conquistar la fraternidad y a colocarla en tu corazón, y así saber que todos somos hijos(as) de Dios, y que una de sus maravillas es que nos hizo a todos(as) con cualidades, historia y familia diferentes, y esto merece respeto y sacralidad. Toma tu lugar en la vida, ni Dios ni animal, sino hermano, no impongas tus ideas, comparte los valores que Dios te dio y enriquece tu vida también recibiendo al prójimo, que tiene nombre y apellido, una vida, una historia y una misión. Difunde los valores que a ti te corresponden, con los que Dios te dotó y los conquistados por tu esfuerzo que también tienen su origen en Dios, y recuerda que los valores no son negociables, son universales, los cuales la humanidad recibió de Dios y tienen miles de años. Deja de dar vueltas sobre ti mismo(a) y de imponer tus ideas, que con frecuencia no te das cuenta que están devaluadas. Si descubres que tienes ideas maravillosas, recuerda que el origen es Dios, por lo tanto el camino no es la imposición, aunque seas líder, porque un(a) líder, el verdadero, no impone, sino comparte y dialoga; crece hasta lograr el nosotros. Sal al encuentro de tus hermanos y comparte tus riquezas espirituales. Si por tu actitud de capataz o despotismo robaste serenidad, paz, armonía a tu familia, sé como Zaqueo 53
que al escuchar el llamado de Cristo respondió que le regresaría cuatro veces a quien hubiera defraudado; en tu caso, regresa cuatro veces a quien robaste armonía, paz, serenidad, sencillez, alegría y buen humor. Reencuéntrate contigo mismo(a), con la fraternidad, quítate ese ropaje de pseudo dios que no te pertenece, desbloquea tu mente, tira a la basura las ideas egoístas y tus actitudes de grandeza. Con nuevas actitudes estás capacitado(a) para entrar en la vida de los demás. Entonces podrás ayudar a construir la felicidad de quien espera que bajes de tu pedestal de semi dios. Recupera el valor de la obediencia; también a los pequeños se les obedece. Recupera el valor de la autoridad; la anarquía nunca fue una ciudadana deseada por quien verdaderamente conoce su lugar. Descubre el valor de las leyes y las normas para una sana convivencia, que hasta hoy son subsidios que mantienen el orden y éste siempre viene de Dios. Cambia tu actitud impositiva y conquista una obediencia interior que colabora, respeta y construye un nosotros en donde está Dios, porque “donde dos o tres están reunidos en mi nombre, ahí estoy yo en medio de ellos”. Con un déspota y un absolutista, junto con un líder dañino, nunca estará Dios. Trabaja para que todos tus valores tengan una buena dosis de bondad y tu amor sea fruto de esa búsqueda de generosidad, paz y armonía. Al cambiar totalmente de actitudes, manifiestas que tu libertad es la expresión de la libertad de Cristo y la herencia de una historia familiar maravillosa. Luego, ve al encuentro de las personas con autoestima baja que, sin saberlo o quererlo, tú los hiciste tus enemigos. Un déspota siempre tiene muchos enemigos. Tú, si los tienes, conviértelos en amigos y, de ser posible, en hermanos. Habla al corazón de quien te ama, desde la sencillez y con palabras llenas de ternura y misericordia, y aunque cause sorpresa, continúa por el camino del amor. No tengas vergüenza de decir y proclamar: “¡Discúlpame!” Algunas de las enfermedades o actitudes de miedo que llegaron con tu despotismo al hogar, desaparecerán con tu nueva y cristiana actitud. La anemia espiritual también desaparecerá. Tu fe se encontrará robustecida con la Eucaristía dominical, con la oración familiar y la reflexión de la Palabra de Dios compartida. Regresará el amor a María Santísima. Regresará también el buen humor y la alegría. Piensa en los beneficios personales y familiares que lograrás si tomas tu lugar en la vida. Comienza a ser un oasis de descanso y serenidad y no un volcán en erupción. Gozarás la serenidad en el hogar, y recuerda: esto será realidad si tomas el lugar que te corresponde. Descubre la riqueza de las personas si aún no la descubres. Hazlo despacio para que no entres en un estado de shock, no por tu pasado, sino por la gran dosis de serenidad y alegría. Aprende a vivir de forma diferente, alegre, compartiendo la vida, teniendo presente tu nuevo momento. Busca una nueva forma de compartir tus ideas, de comunicarte con Dios, con tu familia, contigo mismo(a). Aprende de nuevo a amar y tira los muros que tu 54
despotismo construyó. Derríbalos con el amor y la alegría. Y si tienes situaciones que perdonar, hazlo de corazón, porque hay una frase en el Evangelio que dice: “quien esté libre de pecado que arroje la primera piedra”. Así que todos tenemos algo o mucho que perdonar. Concreta quién eres porque confundiste a tus amigos y a la familia. Aléjate del individualismo que te llevó a enfermar tu personalidad. Sé sordo a tu voz interna de capataz que te pide regresar a dominar. Adminístrate lo mejor que puedas en este nuevo momento y sábete que Dios está contigo. Sé perseverante y serás feliz. Si las personas perdieron su identidad de cristianos y hermanos, regrésaselas manifestando y compartiendo lo mejor de ti mismo(a), manifiesta tu verdadera identidad de hijo(a) de Dios y hermano. Lo importante es que regreses a la normalidad en la amistad y la fraternidad. La sociedad hoy tiene sed de ternura y de misericordia; es un grito que cada rostro que miras por la calle te pide. Para que esto sea posible, ten a Dios como el Absoluto. Entonces será tu humildad y tu sencillez el obsequio de tu corazón a los demás. Vivir en este dinamismo es vivir en la nueva época que ya inició para los católicos, llamados a ser fermento en esta sociedad capitalista. La sociedad espera que tú le enseñes el camino del verdadero amor, de la bondad, de la ternura, de la misericordia. Refuerza este camino y entonces sí es válido preguntarte: ¿cómo será la familia en 2020 y en 2030? Maravillosa, fiel a Dios y a sus compromisos humanos, sociales y religiosos. Recupérate; sal de tus crisis y confusiones, porque tu familia te necesita diferente para ser feliz.
Conversatorio 1. ¿Cuándo se hicieron descuentos en la capacidad de escuchar y cómo recuperar esta cualidad tan necesaria? 2. ¿Será posible que algunos adultos déspotas dejen de serlo? 3. El camino que sigue hoy la familia es la serenidad, la escucha y la fidelidad; ¿qué hacer para que este paso se agilice? 4. ¿Tendremos que esperar la muerte de los capataces, déspotas y dictadores para experimentar la serenidad en las familias? 5. ¿Cómo organizar el nuevo paradigma de la familia que tiene como base la solidaridad, la ternura, la misericordia y la fraternidad desde un corazón cristiano?
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Capítulo
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Llegó la esperanza a las familias La realidad social frente a la cultura light Todo tiene una historia y una razón, nada es por casualidad. Al leer la historia de 1968, comparado con nuestro tiempo, se dijo que fue un año de cambios sociales importantes, teniendo en cuenta el panorama general de los últimos años. La humanidad quiso cambiar de paradigma, la Iglesia lo estaba realizando al celebrar el Concilio Vaticano II, iniciado con el papa Juan XXIII y continuado con Pablo VI que le dio un giro significativo al catolicismo. Dijeron: “Abramos las ventanas porque tenemos un aire viciado, escuchemos al pueblo, la Iglesia tiene que mirarse al espejo, debe rejuvenecer y hablar el lenguaje del pueblo”. Y más cercano a nosotros, el papa Juan Pablo II llevó la Iglesia a las grandes ciudades. La sociedad también daba un tremendo giro. Las protestas juveniles aumentaban por la inconformidad social que se escuchó en varias partes del mundo; la familia se colapsó; la mujer salió a buscar su lugar en la sociedad, se dejó la tradicional forma de llevar el hogar con todas sus riquezas y consecuencias; los jóvenes se alejaron de la Iglesia; la relación sexual salió de la intimidad para llegar al libertinaje erótico. Los hippies y otros grupos protestaron contra lo institucional o estructurado, contra la sola razón incondicional.Se abrió el paso a la imaginación, a lo humano, a la globalización; la generación del ’68 nació con estrella o por lo menos así se percibió. “Ustedes son nuestra respuesta”, le dijeron algunos adultos a la juventud, aunque con buena dosis de incredulidad por parte de algunos que sólo se dedicaron a rezar el “santo Dios, santo fuerte, santo inmortal, líbranos de vivir en esta época de confusión” que apenas iniciaba. Los jóvenes expresaron sus sentimientos, en pocas palabras, todo dio un cambio significativo. A los adultos no les dio tiempo de bendecir o maldecir, pero había que vivir la nueva época. La suerte estaba echada. El mundo estaba en total cambio. La familia dejó de hablar de Dios; en las grandes ciudades se cimbró por la escasa participación de los católicos en la Eucaristía dominical. La Iglesia dejó de predicar a un Dios castigador y comenzó a predicar un Dios lleno de ternura y misericordia. El cambio cobró su cuota no sólo en la familia, sino también en la Iglesia y en la sociedad que caminaba de sorpresa en sorpresa con las revoluciones tecnológicas y de pensamiento. Hoy la sociedad confusa entró en crisis, los abuelos bajaban a la corte celestial por la 56
salida de la mujer del hogar, la educación en la fe quedó en manos de la abuela, el dinero del hogar también lo producía la mujer dándole una cierta o total libertad. “Ahora somos iguales y con los mismos derechos y deberes”, afirmaba la mujer. Llegó la liberación femenina. Con estos nuevos ingredientes y muchos más se empezó a confeccionar la nueva identidad social, familiar y religiosa. La familia perdió fidelidad del paradigma antiguo, los hijos perdieron a la mamá catequista en casa, a la terapeuta que ahora cubría lugares laborales. Se buscó vivir lo más cómodo posible, porque la vida tiene una sola oportunidad, así que hay que disfrutarla; la juventud es corta, hay que gozarla. Los jóvenes salieron a la ciudad. Surgió la palabra light, por la ausencia de compromisos duraderos fundados en la moral cristiana; llegó el cambio de paradigma con una historia flexible que nadie controla. La Iglesia se colocó al lado del pobre, intentó recuperar a los laicos, e intenta recuperar a la mujer, la infancia y la juventud. Atiende con fuerza a la familia que se ve atropellada por la cultura light, que la mantiene en el caos y la confusión. El grito de los adultos a la nueva cultura fue grande, que se identifica con una fuerte mediocridad humana. Estamos viviendo los años del nuevo milenio con la ley del menor esfuerzo, lo superficial, con la fuerte ausencia de valores que debilita a la familia; la escuela y la política también se ven afectados. Se cantó un réquiem fuerte por el paradigma de la familia tradicional, los trabajos vitalicios también entraron en la cultura de lo rápido: llegó la comida rápida, matrimonios rápidos, noviazgo rápido, vida rápida, trabajos rápidos, cultura rápida, profesiones rápidas, investigaciones rápidas, oraciones rápidas, lecturas rápidas, santidad rápida, misas rápidas, valores rápidos, familia rápida y muerte rápida. Las palabras serían interminables. En resumen, se vive en una cultura light. Las diferentes generaciones que conviven desde el año de 1968 comparten un resumen de más de cuarenta años; saben que se vive al momento y en el caos de la incertidumbre, pero que se debe aprovechar para crecer porque también son tiempos de Dios. Sólo una cosa es cierta: que los hijos del relativismo deben salir de la familia.
Sugerencias de crecimiento Los científicos anuncian los desastres globales, el drama de la capa de ozono en el universo que se va degradando cada día, el deshielo de los polos por el calentamiento global, la insuficiencia de agua potable, de alimentos, de oportunidades, los jóvenes reclamando, la clase obrera inconforme, gobiernos y democracias en crisis, nuevas potencias mundiales, etc., todo esto está llevando a la sociedad a buscar nuevos caminos. El corazón de la familia intenta salir de la fragilidad, pero lo más importante es que comienza a haber una búsqueda de Dios, no sólo en los niños, en una flor o en el canto del pájaro, sino en las palabras de Cristo. 57
Un signo concreto es que empieza a vislumbrarse en el horizonte un fuerte interés por la persona, regresan a la familia, y sin camisa de fuerza, la fraternidad, el perdón, la comprensión, la ternura, la misericordia y la fidelidad. Hoy están volviendo a la normalidad aquellos que se definían como inseguros, desconfiados, ansiosos, influidos, interrogados, miedosos, complicados, heridos, inconstantes, introvertidos, curiosos, desordenados, intensivos, consumistas, esclavos de la moda, individualistas y cerrados al diálogo, hay un regreso a la escucha, a la colaboración y a la comprensión de las cuatro generaciones que vivimos hoy. La familia está regresando al hogar, se está fortaleciendo la integración y la comunidad. Dios está regresando al corazón, es decir, se intenta recuperar una fuerte experiencia del espíritu humano y de la persona. El joven que reclama y grita reconoce que el camino no es sólo gritar, sino que está en dialogar, escuchar y compartir las diferencias para encontrar nuevas alternativas sociales. Las marchas son buenas, pero sin afectar a terceros, hay que concretar lo que se reclama iniciando por el grupo afectado. Sobre la soledad que acompañó fuertemente a la sociedad en la primera década del milenio, hoy se sabe que la respuesta y el antídoto está en Dios y en la familia. Quien conoce la verdad con minúscula se acerca a la Verdad con mayúscula; hoy en todas las escuelas se valora a la persona, se respeta la religión, el color, la raza, el pueblo, la nación; hoy se acompaña a la juventud en la toma de decisiones y se prepara en las aulas a verdaderos ciudadanos con espíritu de servicio. Lo light en la educación pasó, aunque aún existen profesores que juegan a dar clases. Cuidado también con estos representantes del pasado que te dañan, no tengas miedo de levantar tu voz cristiana. La familia aprendió a leer los mensajes de sus integrantes, y si ayer se quedaba con la primera clave de lectura, hoy se reflexiona y se tiene mayor capacidad de juicio y se pregunta cuál es el mensaje que está detrás de un hecho social o familiar. Se buscan respuestas desde la escucha, la cercanía, la reflexión, el análisis y el amor. Y aunque las estadísticas de suicidios, de adolescentes embarazadas, de jóvenes drogadictos y sin escuela, van por desgracia en aumento en algunos países, en otros hoy están a la baja. El camino de recuperación es largo y difícil, pero no imposible. Por eso tu armonía es muy importante. Las acusaciones de los jóvenes están bajando de tono, porque el camino no es reclamar, sino dialogar, conocer, concretar y colaborar. Se está llegando a una integración social y familiar óptima. Hoy nadie es víctima de nadie, sino compañeros y hermanos en el mismo camino. Se tiende y se ofrece la mano aun a quien no lleva la propia sangre, ni la misma religión o patria. Recientemente fui testigo de un hecho simplemente sobrenatural. Al bajar del transporte público en el centro de una gran ciudad, en una banca de cemento estaban dos personas compartiendo el alimento que recogieron de la basura. Llegó un tercer personaje y les hizo la seña a los dos mendigos de si le compartían el almuerzo. Con una sonrisa angelical y sobrenatural respondieron que sí y con una gran atención y prontitud 58
le buscaron lo mejor de la cosecha. La sociedad está en plena recuperación social, fruto del trabajo positivo y silencioso de muchas familias, de la Iglesia y de algunos gobiernos comprometidos, junto con el trabajo desinteresado de algunas ong. A quien tiene menos escolaridad con frecuencia le es más difícil la recuperación, aunque no imposible, e inclusive es en estas personas en donde se encuentra una mayor capacidad de amar y transformar. En la primera década del siglo era natural que en un cruce de semáforos en las grandes ciudades se enfrentaran con insultos transeúntes y conductores con apariencia de cultos e intelectuales. Hoy esto es historia, la ley del más fuerte va dejando paso a la ley del amor, del respeto y del Evangelio. El vacío y la soledad dañina son reemplazados por la cercanía amorosa, la participación a la comunidad y, sobre todo, por la fuerte presencia de Dios. La cultura del menor esfuerzo, que no dio resultado, le da el paso a la educación para el sacrificio, la lucha, el esfuerzo por la conquista de las utopías sociales, personales y familiares. Podríamos decir que la cultura light está llegando a su ocaso. El pensamiento light, del piensa poco, reflexiona poco, esfuérzate poco, trabaja poco, ama poco, hazlo todo rápido, está quedando atrás. La familia recuperó los domingos como día del Señor, la juventud intenta mejores utopías y ya nadie tiene miedo a enfrentarse a los desafíos de la vida. Llegó la hora de pensar más en la familia, el momento de valorar a las personas, tus actitudes, los principios familiares y los caminos del testimonio cristiano. Hoy las ideas que llegan al hogar se analizan, se aceptan o se rechazan según el contenido que tengan de Dios, de felicidad y de verdad, porque se tiene presente aquello que descompuso el hogar para que no se repita. El tiempo de la irreflexión terminó. Ahora para aceptar una idea, así sea de un premio Nobel, pasa por la aduana de la verdad. No más cultura light en el hogar. No más propuestas sin analizar. El camino de la formación para esta generación es la solidaridad, la alternativa, la interdependencia, la fraternidad, la inclusión, es decir, todo aquello que tenga sabor a humanidad y espiritualidad cristiana. Está claro que se lucha contra actitudes e ideologías dañinas, no contra las personas. Las personas, todas, deben estar en tu corazón, es a su pecado a quien se le declara la guerra. No te quedes atrás. Está naciendo la cultura de la ternura, de la misericordia, de la fraternidad, de la solidaridad y del amor. Se educó el corazón para las utopías, con sus desafíos y perseverancia. Apresura el paso si aún no ingresas en este camino. El camino que recorrió la familia es ya suficiente para no cometer los mismos errores de ayer; llegó el momento de decir: “seamos lo que tenemos que ser”. Se escucha y se aprovecha la experiencia de los mayores, ellos están llamados a decirle a la juventud cuál es el camino que lleva a Dios, a la fidelidad y al triunfo. El camino de la fidelidad y la fecundidad escogió el camino de la familia con su alegría, con la ternura, la cercanía del sano interés por el otro, con la fecundidad, la amabilidad, 59
incluyendo los límites, la comprensión de las diferencias y la capacidad de perdón y escucha. Aleja de la familia esterilidad, infidelidad, tristeza, caos y confusión. Muchos en la sociedad siguen en su confusión, su corazón está en espera de la normalidad. Tú camina por el sendero del mandamiento del amor cristiano, de los valores humanos, del respeto y la libertad. Al llegar al final de este libro detente unos instantes y concédete unos momentos de contemplación. Reflexiona sobre el momento que vive la sociedad, sobre sus últimos años y quédate con los valores que te hagan feliz, o como dice san Pablo, “quédate con lo bueno y desecha lo malo”. Date la oportunidad de la alternativa, de lo diferente que pueda favorecer un futuro mejor para ti y tu familia. Entra en el camino de la purificación y acepta algunas exigencias y sacrificios, tu felicidad lo pide y quien te ama también. El nuevo milenio tiene ya una década de historia, así que es hora de que descubras por dónde va el camino de los signos de los tiempos, qué te están indicando. Ser ciego a los nuevos tiempos es seguir en el fracaso. Los cambios que la familia está conquistando son profundos, duraderos y necesitan ser acompañados. La familia requiere tu presencia. Sé parte del cambio. Reinicia con responsabilidad y alegría porque la vida pasa y lo hace rápido. Percibe cómo muchos en la sociedad están progresando sin romper con el molde cristiano y familiar, y aprovechan los frutos del pasado para lanzarse al futuro. Es importante que tú no olvides tu pasado para que en general evites cometer los mismos errores, y luego puedas proyectar tu futuro. Y si quieres ir un poco más atrás, pregunta a tus abuelos cómo fueron felices hace cuarenta años. Todos caminan, son libres y están apuntando hacia la conquista de sus sueños, acompañados por la Iglesia católica que se preocupa por ti; tú interésate por ella y tu familia. Es el momento de escuchar a quien te ama y te dice: busquemos un nuevo camino para ser feliz.
Conversatorio 1. ¿Será verdad que la educación de los últimos veinte años ocasionó que el joven permaneciera infantil y eterno adolescente? 2. ¿Será verdad que los jóvenes de hoy huyen del sacrificio, del mayor esfuerzo, y cuando hay sacrificio o esfuerzo son débiles? 3. Con las debidas excepciones, el 60% de los papás de Latinoamérica creen que sus hijos vivirán mejor que ellos en el futuro. ¿Qué opinas de esta afirmación? 4. ¿Cuáles son los elementos positivos que la Iglesia, la familia y el gobierno presentan 60
a la juventud como cimientos para un futuro feliz? 5. ¿Cuáles son los elementos negativos de la sociedad que la juventud debe tener en cuenta para no aceptarlos porque debilitarían su futuro?
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Índice Un nuevo camino para ser feliz
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Guillermo Gándara Estrada Capítulo 1 Dios es tu compañero de camino Capítulo 2 Valórate como hijo(a) de Dios Capítulo 3 Sé fuerte y decidido(a) frente a situaciones de la vida Capítulo 4 Nos necesitamos unos a otros Capítulo 5 La verdad y la mentira nunca pueden caminar juntas Capítulo 6 Lo superfluo siempre atrae Capítulo 7 “Y vio Dios que todo era muy bueno" Capítulo 8 Ni Dios, ni ángel, ni animal, sino hermano(a) Capítulo 9 Llegó la esperanza a las familias
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4 7 12 18 25 32 38 44 50 56