MARIO BUNGE
MATERIALISMO Y CIENCIA
EDITORIAL ARIEL BARCELONA-CARACAS-MÉXICO
Diseño cubierta: Josep Navas 1.a e d ic ió n : n o v ie m b r e d e 1981 © 19.81: M a r io B u n g e © 1981 d e los d e re c h o s d e e d ic ió n p a r a E s p a ñ a y A m érica: Ariel, S. A., T a m b o r de! B ruc, 10 - S ant J o a n D espí (Barcelona) D e p ó s ito legal: B. 17.150 - 1981 IS B N : 84 344 0828 7 Im p r e s o e n E s p a ñ a N in g u n a p a rte de esra p ublicación, in c lu id o el diseño d e la cubierta, pued e ser re p ro d u c id a , alm a ce n ad a o tra n sm itid a en m a n e ra alg u n a ni p o r n in g ú n m edio, ya sea eléctrico,
1981. — I. G. Seix y B arral H n o s ., S. A. C a r r e te r a d e C o rn e llá , 134, E sp lu g u e s d e L ío b re g a t (B arcelona)
PREFACIO
La p a la b ra ‘m aterialism o’ es am bigua: designa u n a d o ctrin a m oral y u na ontología. El m aterialism o m oral es la doctrina de que todos los seres hum anos d ebieran perseguir solam ente su p ro p io placer. No nos ocuparem os de ella en este libro. Nos o cu p are m os en cam bio del m aterialism o ontológico, o la d o ctrin a según la cual el m u n d o está com puesto ex clusivam ente de objetos m ateriales, au n q u e no nece sariam ente físicos. La m ayoría de los filósofos, d e Platón en ad e lante, h an descartado el m aterialism o ontológico p o r b u rd o e incapaz de explicar el espíritu h u m an o y sus creaciones. En consecuencia el m aterialism o es igno rad o en la literatura académ ica y en el aula, excepto cu an d o se alia con la dialéctica. El resultado es que el m aterialism o, au n q u e tiene varios miles de años de edad, está aú n en su infancia. El m aterialism o ontológico h a sido difam ado p o r varios m otivos. Prim eram ente, p o r estar en conflicto con las cósm ovisiones mágicas y religiosas. (Por este m otivo se lo confunde a m enudo con el positivismo.) En segundo término* p o r ser p arte de la ideología m arxista, que a su vez suele ser condenada sin previo ju icio , cuando no a d o p tad a sin previo exam en crítico. En tercer lugar, se descarta al m aterialism o 5
p o r no hab er enfrentado, y m enos aún resuelto, los principales problem as filosóficos. Nos nos o cu p are m o s de las dos prim eras críticas p o r ser ideológicas an tes que filosóficas. (Sin em bargo, no podem os d e j a r de observar q ue varios pensadores, desde D em óc rito en la A ntigüedad hasta Jo sep h Priestley a fines d el siglo xviii, no h allaro n dificultad en conciliar el m aterialism o con la religión. En cuanto a la ideología p olítica, no es evidente que esté íntim am ente relacio n a d a con la ontología. T an to es así, q ue el m ateria lista H obbes fue políticam ente conservador, en tanto q u e varios hegelianos y bergsoníanos fu ero n liberales o a u n izquierdistas.) ■Nos ocuparem os en cam bio de la objeción filo sófica, a saber, la afirm ación de que la o n tología m a terialista es insignificante p o r no haber enfrentado, y c o n m ayor razón p o r no h ab er resuelto exitosam ente, a lg u n o s p ro b lem as filosóficos clave. H e aquí u na lista d e problem as que los m aterialistas no h ab rían re su elto : 1. ¿C ó m o se las arreglan los m aterialistas p a ra conservar su fe eji vistas de que la física m o d ern a ha desm aterializado el universo? 2. ¿ C ó m o p u ed e el m aterialism o, q ue es n o to riam en te reduccionista, d ar cuenta de la em ergencia de nuevas propiedades, en p articu lar las q ue caracterizan a los organism os y las so ciedades? S. ¿ C ó m o p o d ría el m aterialism o explicar el espíritu, q ue és inm aterial? 4. ¿ C óm o explica el m aterialism o la finali dad y la libertad, que tan obviam ente transcien den a las leyes naturales? 6
5- ¿ Q u é lugar p u ed en o cu p ar en el m ate rialism o los objetos cultúrales, tales com o las obras de arte y las teorías científicas, que p a re cen h a b ita r un m u n d o q ue les es p ro p io y o b e decer leyes suprafísicas, o acaso nin g u n a? 6. ¿C ó m o se p ro p o n e n los m aterialistas explicar la eficacia causal de las ideas, en p arti cular las técnicas y políticas? 7. Puesto q ue los conceptos, proposiciones y teorías carecen de propiedades físicas, ¿cóm o p o d ría n ser p arte de u n m u n d o pu ram en te m a terial ? 8. Puesto q u e la verdad de las proposicio nes m atem áticas y científicas n o depende del su je to de conocim iento ni de sus circunstancias físicas, ¿có m o p o d ría n explicarse en térm inos de m ateria? 9. ¿C ó m o explica el m aterialism o los valo res, que n o son entes o propiedades físicos y, sin em barg o , guían nuestros actos? 10. ¿C ó m o p u ed en los m aterialistas expli car la m o ralid ad sin caer en el hedonism o, dado q ue nuestras reglas de conducta m oral, en p a rti cular las que tra tan de los deberes, son ajenas a las leyes natu rales? Es preciso reconocer que la m ayoría de los m ate rialistas carecen de respuestas sadsfactorias a las p re guntas cruciales que anteceden. O bien n o las h an e n fren tado o bien sus respuestas tienden a ser sim plis tas, tales com o las tesis de que los puntos del espaciotiem po son tan reales com o los trozos de m ateria, o que la m ente no existe, o que los objetos m atem áticos n o son sino signos escritos o hablados. En particular, 7
parecería q u e n o existen filosofías m aterialistas dé la m ente y de la m atem ática, ni de los valores y de la m oral. Es v erd ad que no todos los m aterialistas son vul gares, y varios filósofos m aterialistas h an p ropuesto intuiciones valiosas referentes a los problem as m en cionados. Sin em bargo, casi todos ellos h ab lan tan sólo lenguajes ordinarios, de m odo que están conde nados a fo rm u la r sus tesis de m an era inexacta, y rara vez ofrecen argum entos válidos en su apoyo. Además, los m aterialistas han estado tan ocupados defendién dose de ataques m aliciosos y contraatacando, que han d escu id ad o la tarea de construir sistemas filosófi cos a m p lio s y com patibles con la lógica, la m ate mática, la ciencia y la tecnología contem poráneas. El resultado es que el m aterialism o n o es tanto un cam po d e investigación en el que p u lu la la novedad, cuanto u n c u erp o de creencias, m uchas de ellas a n ti cuadas. T o d o esto es verdad, pero la cuestión intere sante es sa b e r si el m aterialism o es irrem ediablem ente an acrón ico o si puede ser m odernizado y, en tal caso, cómo. É ste es el p ro b lem a q ue a b o rd a este libro. Este lib ro p u ed e considerarse com o u n a invita ción a tra ta r el m aterialism o com o un cam po de in vestigación antes que u n cuerpo de creencias fijas, o sea, de dogm as. Más precisam ente, es u n desafío a exam inar, aclarar, enriquecer y sistem atizar el m ate rialism o a la luz de la lógica, la m atem ática y la cien cia co n tem p o rán eas, en lugar de hacerlo a la luz de la historia d e las ideas y, m enos aún, de u na ideología política. El m aterialism o debe recoger este desafío so pena d e p erm an ecer subdesarrollado y p o r lo tanto estéril y a b u rrid o . H ay p o r lo m enos tres m otivos p a ra lanzar este 8
desafío. El p rim ero es que el m aterialism o rio ha avanzado gran cosa desde el siglo xix, en p arte por h ab er ig n o rad o la lógica m o d ern a y haberse re h u sado a a p ren d er de filosofías rivales. Sin em bargo, p uede sostenerse q ue el m aterialism o no es u n a o n to logía entre otras, sino la ontología de la ciencia y de la técnica. En particular, el m aterialism o es la fuerza filosófica que h a im pelido algunas revoluciones cien tíficas tales com o la física atóm ica y nuclear, la b io lo gía evolucionista, la teoría quím ica de la herencia, el estudio científico del origen de la vida, la fisiología de la m ente y los avances más recientes de la paleoantrop o log ía y de la historiografía. Un segundo m otivo es la convicción del au to r de que la investigación filo sófica d ebiera conducirse de m an era sistemática, exacta y científica antes que a la m an era de la investi gación literaria y, a ú n m enos, de la actividad panfletaria. Un tercer m otivo es la tesis de que es m enester invertir la relación habitual en tre la o n tología y la ideología: que u na ideología no puede ser verdadera y eficaz a m enos q ue concuerde con u na filosofía y u na ciencia que avancen m ediante la libre búsqueda de la verdad. Los desafíos intelectuales son en p rim er lugar autodesafíos. (No exijas q ue los dem ás ab o rd en p ro b le mas que tú m ism o no serías capaz de tratar.) Por lo tan to este libro es-algo m ás que un desafio: tam bién es u n a tentativa de esbozar soluciones a algunos de los problem as listados hace un rato. El a u to r ofrece estas soluciones com o otros tantos em briones po si blem ente viables y que acaso m erezcan desarrollarse a través de investigaciones adicionales. Algunos de ellos ya h an sido desarrollados de esta m anera en el Treaiise on Basic Philosophy y otras obras del autor, en tanto que 9
o tro s siguen en estado em b rio n ario a la espera de fi lósofos m ás talentosos y hacendosos. Pero, desde luego, nin g ú n sistem a filosófico, p o r exacto y actual q u e sea, p uede estar al abrigo de críticas y de d e sarro llos ulteriores o aun de reem plazo.
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CAPÍTULO 1
EL CONCEPTO CONTEMPORÁNEO DE MATERIA
Los filósofos inm aterialistas tienen u n a p o b re o p in ió n acerca de la m ateria. Esta o p in ió n no con cuerda con el concepto de m ateria que resulta de ge neralizar los conceptos parciales de m ateria ela b o ra dos en la ciencia contem poránea. Em pecem os p o r exam inar algunas opiniones sobre la m ateria q ue aún circulan entre la com unidad filosófica.
1.
La materia ¿es inerte?
La m ás an tig u a de las opiniones no m aterialistas acerca de la m ateria es la expuesta p o r Platón, y que aú n se encuentra en m uchos filósofos. Según ella la m ateria es el receptáculo pasivo de las form as (p ro piedades), q u e a su vez son ideas: sólo el alm a (o la m ente) p u ed e m overse p o r sí m ism a. Esta d o ctrin a no fue co m p artid a p o r Aristóteles, el m ás gran filósofo de todos los tiem pos: según él las form as, lejos de ser previas a la m ateria y de introducirse en ésta desde fuera, son engendradas p o r la m ateria m ism a. En p articu lar el alm a, lejos de existir p o r sí m ism a y de ser separable del cuerpo, no es sino la fo rm a de este últim o. Desde la A ntigüedad todos los m aterialistas han 11
sostenido que el cam bio es esencial a la m ateria. Aun cuando los m aterialistas antiguos creían que los á to mos m isinos son inalterables, los su p o n ían en perp e tuo m ovim iento. Y au n cu an d o los m aterialistas de los siglos xviii y xix solían co n sid erar la fuerza com o extrínseca a la m ateria y causa de los cam bios de es tado de ésta, sostenían q u e n in g ú n trozo de m ateria puede perm anecer p o r siem pre libre de la acción de fuerzas. En resum en, el m aterialism o siem pre ha sido dinam icista, au n q u e sólo ocasionalm ente dialéctico. La tesis de la pasividad de la m ateria es típicam ente idealista. La concepción dinam icista de la m ateria ha sido tam bién la de los físicos y quím icos desde Galileo, Descartes y Boyle. En p articu lar, el principio de iner cia form ulado p o r N ew ton afirm a, en oposición a la física aristotélica, que u na vez q u e un cuerpo se ha puesto en m ovim iento co n tin ú a m oviéndose a m enos que se le in terponga u na fuerza exterior. Y tanto la teoría o n d u lato ria com o la co rp u scu lar de la luz su po n ían que ésta se p ro p ag a p o r sí m ism a sin necesi dad de ser em pujada: la luz es sem oviente. (Kant, quien no p o d ía leer las ecuaciones de Newton p o r falta de conocim ientos m atem áticos, creyó equivoca dam ente q ue ia física new to n ian a afirm aba que cuanto se m ueve lo hace b ajo la acción de alguna fuerza, sea atractiva, sea repulsiva, Y V oltaire, que tanto hizo p o r difundir la física new toniana en su p a tria cartesiana, había sido e m b ru ja d o p o r la hipótesis de la gravitación universal, p e ro n o p u d o com pren derla adecuadam ente p o rq u e tam p o co él podía leer las ecuaciones de m ovim iento de N ew ton. De m odo q u e ni V oltaire ni Kant a d v irtie ro n q ue la inercia de los cuerpos y de la luz refuta la creencia de que la m a 12
teria es pasiva, o sea, incapaz de m overse p o r sí misma.) En resum en, la física clásica consideraba la m ate ria —fuese del género cuerpo o del género c a m p o corno esencialm ente activa. T anto es así, que el n ú cleo de toda teoría física es u n sistem a de ecuaciones de m ovim iento o de ecuaciones de cam po, según el caso; y tal sistema describe, explica y predice el m ovi m iento de las partículas, el flujo de los fluidos, la p ro pagación de los cam pos, o cam bios de algún otro tipo. Esta concepción dinam icista de la m ateria fue a d o p ta d a p o r la quím ica. En efecto, la quím ica estu dia no sólo la com posición y la estructura de los com puestos quím icos, sino tam bién los procesos de for m ación y transform ación (en particular disociación) de tales com puestos. T an to es así, que las reacciones quím icas constituyen el núcleo de la quím ica. Más aún, corno es bien sabido, en tan to que la física clásica igno raba las transform aciones cualitativas, la quím ica se especializa en ellas. Lo m ism o puede de cirse de la biología desde Darwin y de las ciencias so ciales desde M arx: la p rim era se interesa p articu lar m ente p o r las transform aciones de la m ateria viva, y las segundas p o r las transform aciones de la m ateria social. La ciencia co n tem poránea ha reforzado* la tesis del dinam ism o de ia m ateria y de su capacidad ilim i tada p ara generar nuevas formas. Piénsese en el h u m ilde electrón, al que, au n cu ando está aislado, se atribuye no sólo un m ovim iento translatorio sino tam bién un tem blor y u n a rotación p ro p ia o espín. O piénsese en el m odesto fotón, o en el cuanto de cualquier o tro cam po, que viaja sin cesar hasta ser 13
desviado o ab so rb id o p o r alguna partícula. De m odo, pues, que au n las partículas elem entales y los cam pos cam bian constantem ente. C on m ayor razón, todos los sistemas m ateriales son cam biables. Piénsese en los átom os, m oléculas, cristales, fluidos, células, organis m os m ulticelulares, sistemas sociales, sociedades ínte gras, y artefactos: piénsese en la m aravillosa variedad de sus propiedades, en particular la p ro p ied ad de cam biar o de causar cam bios. T odas las ciencias fácticas, desde la física hasta la historia, parecen estudiar m aterias de diversas clases, inan im ad a o viviente, pensante o social. Este cuadro difiere radicalm ente de la visión de la m ateria que nos ofrecen los filósofos no m aterialistas, en p articu lar los idealistas. El m aterialism o que sugiere la ciencia con tem poránea es dinam icista antes que estatista. T am bién es pluralista, en el sentido de que reconoce que una cosa m aterial pu ed e tener m uchas m ás p ro p ie d a des que las que le asigna la mecánica. Ya volverem os sobre este pun to. Es verdad q ue toda teoría científica suficiente m ente avanzada contiene algunas leyes de conserva ción, tales com o los teorem as de conservación de la m asa total, o del im pulso total, o de la energía. Se ha afirm ado a veces que sem ejantes leyes de conserva ción refu tan al dinam icism o. Éste es un e rro r elem en tal, ya q u e las fórm ulas de conservació n afirm an la perm an en cia de algu na pro p ied ad de u n o b jeto m a terial en m edio del cam bio del m ism o. Estas p ro p ie dades son constantes del m ovim iento o, en general, constantes de la transform ación de las cosas. (H e aquí un ejem plo trivial: la diferencia de edades en tre la m ad re y su niño perm anece constante m ientras am bos vivan.) 14
En resum idas cuentas, la ciencia niega la tesis de que la m ateria es inerte o pasiva, y sugiere en cam bio la generalización ontológica de q ue todo objeto m a terial está involucrado en algún proceso.
2.
La materia ¿ha sido desmaterializada?
O tra o pinión bastante difundida es que la fisica m o d ern a ha desm aterializado la m ateria. H ay diver sas versiones de esta opinión. U na es que la física ha dem ostrad o que la m ateria no es sino un sistem a de ecuaciones, y p o r lo tanto un ente inm aterial. Esta te sis reposa sobre una sem ántica defectuosa, según la cual u na teoría científica coincide con su form alism o m atem ático. T o d o físico sabe que esto es falso: que un conjunto de fórm ulas m atem áticas puede leerse o interpretarse de diversas m aneras. En otras palabras, para que un conjunto de fórm ulas m atem áticas a d q u iera contenido físico, o sea, describa un en te real, es preciso agregarle un conju nto de “ reglas de corres p o nden cia ” o hipótesis sem ánticas. Por ejem plo, la fórm ula “ F = q ^ / t r 2" no es la ley de C oulom b de la electrostática elem ental a m enos que se le añ ad a la h i pótesis sem ántica de que lF representa la fuerza de interacción entre dos partículas puntuales con cargas q\ y q?, separadas p o r la distancia r, y sum ergidas en un m edio de constante dieléctrica £. En resum en, una teoría física es un form alism o m atem ático junto con una interpretación física. Y una teoría, lejos de ser idéntica a su referente (un ente físico), lo representa (exacta o aproxim adam ente). U na segunda versión de la tesis de la desm ateriali zación es que, después de todo, to d o ente físico es un 15
cam po o es reducible a cam pos; y, puesto que los cam pos no son m ateriales, tam poco lo son los entes físicos. Esta o p in ió n p o d ría haber sido defendida hace un siglo, cu an d o el concepto de cam po era joven e inseguro, y les parecía a m uchos un m ero artificio p ara resum ir inform ación acerca de interacciones e n tre cuerpos. Pero, puesto q u e en ese tiem po los físicos no co nsideraban los cuerpos com o reductibles a cam pos, esa o p in ió n h abría sido descartada sin más. Desde que Maxwell form ulara la teoría electro m agnética clásica, H ertz p ro d u jera ondas electro m agnéticas y Einstein despojara a la teoría del m ítico éter, el concepto de cam po se ha afirm ado: ya n o se lo considera com o una ficción conveniente sino com o un ente real a u n q u e sutil. Poco antes del nacim iento de la física cuántica se p o d ría haber definido la m ate ria com o la u n ió n de dos géneros: cuerpos (en p a rti cular partículas) y cam pos. Desde entonces hem os a p re n d id o a considerar las partículas com o q u a n ta de cam pos desconocidos en la física clásica. (Por ejem plo, los electrones son q u an ta del cam po electrónico.) Y analizam os cuerpos en sus partículas constituyentes y los cam pos q ue las m antienen unidas. De m odo q u e los cam pos se han convertido en el tipo básico de m a teria. U na tercera versión de la tesis de la desm ateriali zación se basa so b re la interpretación de C openhagen de la teoría cuántica. Según esta interpretación, dicha teoría no trata de entes físicos que existen in d e p e n dientem ente, sino de experim entos que incluyen a ex perim entadores. T o d o suceso cuántico sería, en ú l tim a instancia, el resultado de decisiones arb itrarias de un sujeto h u m an o . La teoría, que es m uy exacta, versaría pues sobre com puestos m ateria-m ente. M ás 16
aún, la frontera en tre el com ponente m aterial y el com ponente m ental p o d ría trazarse arbitrariam ente, de m o do que no existiría m ateria de m anera objetiva o absoluta. H asta aquí la interpretación de C openhagen, q ue ha sido som etida a severas críticas (p. ej. Bunge 1955, P o p p er 1967, Bunge 1978). Un defecto de esta interpretación es que ninguna fórm ula de la teoría contiene variables que describan propiedades de seres hum anos, en particular p ro p ie dades psicológicas. (En particular, obsérvese q ue el o p e ra d o r de la energía total, o ham iltoniano, n o con tiene contribuciones del sujeto.) O tro defecto es que m uchos experim entos p u e d en autom atizarse, a p u n to de q u e sus resultados q u e d an im presos. El experi m en tad o r puede leerlos u n a vez que el experim ento ha concluido, lo q ue es u na m anera de asegurar que no intervendrá en el proceso. De m odo, pues, que la teoría cuántica n o refuerza la tesis de que la m ateria ha sido espiritualizada. Finalm ente, en tiem pos recientes se ha difundido la creencia de que, según la física contem poránea, el m u n d o físico está com puesto de sucesos y no de cosas o entes substanciales. Esta creencia denuncia superfi cialidad, p o rq u e n o se funda so b re un análisis del concepto de suceso. En efecto, p o r definición u n su ceso es un cam bio de estado de alguna cosa m aterial: no hay sucesos en sí, sino tan sólo sucesos en algún ente m aterial, sea cu erp o o cam po, célula o sociedad. T anto es así, que la form alización más sencilla del concepto de suceso es ésta: es un suceso en la cosa y relativam ente al sistem a de referencia z = ¿fi y/ son estados posibles de la cosa y relativam ente al sistema de referencia i, y x es idéntico al p a r o rd en ad o La física no enseña q ue el m u n d o está com puesto de 17
sucesos in m ateriales o de objetos m ateriales que no sufren cam b io : el m u n d o de la física es un sistema de cosas cam biantes, a saber, el sistem a más am plio de este tipo. En resu m id as cuentas, el ru m o r de que la física c o n te m p o rá n e a h a desm aterializado la m ateria re sulta falso. A ntes bien, com o verem os d en tro de un rato, la p sico lo g ía fisiológica ha m aterializado la m ente.
3.
La vida ¿es inmaterial?
El vitalism o, descendiente del anim ism o, sostiene q u e la vida es el e n te inm aterial q u e anim a a los o rg a nism os, y q u e éstos están diseñados a fin de que p u e d an realizar su p ro p ó sito , que es la preservación de su especie. En c a m b io , según el m aterialism o la vida es u n a p ro p ie d a d d e ciertos objetos m ateriales. Por cierto q u e el m ate ria lism o m ecanicista niega que haya diferencias cu alitativ as entre los organism os y las co sas in an im a d a s: la diferencia sólo lo sería de com ple jid a d . Esta clase d e m aterialism o es presa fácil del vi talism o, p o r q u e u n a fábrica m o d ern a no es m enos com pleja q u e u n a célula, y es obvio que la biología estudia p ro p ie d a d e s y procesos desconocidos a la física y a la q u ím ic a . De m odo, pues, que el m ateria lism o m ecan icista n o es u n a respuesta adecuada al vi talism o. U na c o n c e p c ió n m aterialista de la vida debe reco nocer la e m erg en cia, o sea, el hecho de que los siste mas poseen p ro p ie d a d e s que n o tienen sus c o m p o nentes. En p a rtic u la r, los biosistem as son capaces de m antener u n m e d io in terio r bastante constante; las ¡8
actividades de sus diversas partes están coordinadas; pueden au to rrep ararse hasta cierto p u n to , pu ed en re producirse, co o p erar y com petir; y están sujetos a evolución p o r variación génica seguida de selección natural. El m aterialism o em ergentista que sustenta m os n o tiene dificultad en reconocer las peculiarida des de los biosistem as. Más aún, a diferencia del globalism o (holismo), el m aterialism o em ergentista esti m ula la b ú sq ueda de explicaciones de la em ergencia e n térm inos de propiedades y procesos de entes a n i veles inferiores. ¿ Q u é suerte h an c o rrid o el vitalism o y el m ateria lism o em ergentista en la biología m o d ern a ? La res puesta depende del tipo de p ru eb a docum ental que se elija, pues m ientras algunos textos favorecen al vita lismo, otros defienden el m ecanicism o nivelador y otros apoyan tácitam ente el m aterialism o em ergen tista. En efecto, m uchos biólogos em plean expresio nes vitalistas, en p articu lar teleológicas, com o cuando escriben acerca del ‘p ro p ó sito del ó rg an o X ’ o del ‘uso del proceso 7 ’ o del ‘plan (o diseño) del sistema Z \ C iertam ente, no les gusta q ue se les acuse de vita lismo, de m o d o que a m en u d o prefieren usar el tér m ino ‘teleo n o m ía’ en lugar de ‘teleología’. Pero ésta es una m era h oja de p a rra verbal que intenta ocultar la vieja causa final aristotélica. En to d o caso, si u n o se p ro p o n e en co n trar prueb as verbales del pensam iento finalista entre los biólogos contem poráneos, las en con trará en abundancia. La cuestión es averiguar si tal cúm ulo de frases vitalistas es u n indicador fide digno de la naturaleza vitalista de la biología, o una reliquia de la biología antigua, o incluso u n residuo de una educación no científica. N o es posible resp o n der esta p reg u n ta exam inando nuevam ente los textos 19
en cuestión: sólo puede responderse exam inando in vestigaciones biológicas reales. A hora bien, la biología co ntem p o rán ea es observacional, experim ental y teórica. Puesto que los c o n ceptos de fuerza vital y de finalidad son teóricos, no em píricos, es inútil buscar trazas de vitalism o en las observaciones o los experim entos biológicos. Lo único q u e p ueden dar estas operaciones em píricas es p rueb as a favor o en co n tra de la hipótesis de q ue la vida es inm aterial y de que todos los procesos vitales se dirigen a fines o metas. El único lugar d o n d e se p o d ría n en co n trar tales hipótesis es en la biología teó rica. Echem os pues un vistazo a esta últim a. Diversas ram as de la biología se han to rnado teóricas en el sentido m oderno, es decir, m atem áti cas: la genética de poblaciones (que in c o rp o ra buena p arte de la teoría de la evolución), la fisiología (en p articu lar el estudio de sistemas d e biocontrol), la ecología (en p articu lar el estudio de los procesos de com petencia y cooperación), y algunas otras. T odos los años se publican, en las diversas revistas de b io lo gía teórica (o m atem ática), centenares de m odelos m atem áticos de biosistem as. El a u to r h a seguido esta literatu ra d u ran te dos décadas sin ja m á s h ab er visto u n m odelo, y m enos aú n un m o d elo confirm ado em píricam ente, que in co rp o re la hipótesis de que la vida es un principio inm aterial. T am poco h a visto ningún m odelo m atem áticam ente correcto y em píricam ente exitoso q u e incluya el concepto de p ro ceso dirigido a (ni m enos por) u na meta. Lo que m u e stra la literatura reciente es, en cam bio, (a) un au m e n to del n ú m ero de explicaciones de propiedades y p ro ceso s biológicos con ayuda de la fisica y de la q uím ica, y (b) un a u m ento del n ú m ero de explicaciones de procesos de fi 20
nalidad ap aren te en térm inos, sea de la teoría del control, sea de la teoría de la evolución. Volveremos a este asunto en el C apítulo 5. En conclusión, la b iología contem poránea no es vitalista au n cuando m uchos biólogos em plean a ve ces una fraseología vitalista. (Recuérdese que el len guaje es el vestuario de las ideas, y que algunos vesti dos son disfraces. P or consiguiente, au n cuando el análisis filosófico p arte del lenguaje, debe ir más allá de éste si ha de alcanzar p ro fu n d id ad y ser de utili dad.) La biología se está to rn a n d o cada vez más m ate rialista, al estudiar los biosistem as y sus com ponentes, así cóm o sus orígenes, con ayuda de la física y de la quím ica, lo que no im plica que haya sido reducida a estas ciencias.
4.
La mente ¿es inmaterial?
El dualism o psicofisico, o la tesis de que hay tanto m entes (espíritus, almas) com o cuerpos, es quizá la m ás vieja de todas las filosofías de la m ente. Form a p arte de la m ayoría de las religiones y fue in corpo rad a a la filosofía p o r Platón. Descartes m odificó la d o ctrin a al expulsar todos los espíritus del cuerpo y d o n arlo éste a la ciencia, al par que confería todos los derechos so b re el alm a a la teología y la filosofía. M uchos filósofos m odernos, así com o diversos cien tíficos en tren de filosofar, h an ad o p tad o el dualism o psicofisico en alguna de sus versiones, unos explícita mente,. otros tácitam ente. Escuelas íntegras y aun cam pos de investigación lo apoyan, p o r ejem plo el psicoanálisis con sus entes inm ateriales (ego, süperego, id, libido) que h ab ita n el cuerpo, y los a n tro 21
pólogos e historiadores que h ab lan de la superestruc tu ra espiritual m o n tad a sobre la infraestructura m a terial. Sin em bargo, la fo rtu n a .del dualism o psicoñsico com enzó a declinar hace unas tres décadas ante el em bate no co o rdinado de la filosofía y la psicolo gía. Veam os cóm o. H ay al m enos tres m aneras de socavar la doctrina de la inm aterialidad de la m ente. U na es m o strar que es conceptualm ente defectuosa, o tra que es incom pa tible con la ciencia, y la tercera es exhibiendo una a l ternativa superior. Esbozarem os aq u í las dos prim e ras y dejarem os la tercera p a ra el C apítulo 6. (Para detalles sobre las tres líneas de ataque, véase Bunge 1980b.) El defecto conceptual m ás obvio del dualism o psicofísico es su im precisión, n o explica qué es la m ente p o rq u e no ofrece ni una teo ría ni u na definición de la mism a. T o d o lo que nos ofrece son ejem plos de esta dos o sucesos m entales: n o nos dice qué está en tales estados o sufre tales cam bios, a m enos que se trate de la m ente m ism a, en cuyo caso la tesis es circular. O tro defecto fatal del d u alism o es que despega es tados y sucesos m entales de to d a cosa que p u ed a estar en tales estados o sufrir tales cam bios. Esta m an era de concebir estados y sucesos es incom patible con la ciencia: en toda ciencia un estad o es u n estado de a l gún ente m aterial, y un suceso es u n cam bio de estado de alg ú n ente m aterial. (R ecuérdese la Sección 2.) El m ovim iento es cam bio de p o sició n relativa de un cuerpo o de u n cam po; la o x id ació n es u n proceso de com binación de átom os de a lg ú n tipo con átom os de oxígeno; la división celular es u n proceso q ue ocurre.en células, y así sucesivam ente. La psicología b io lógica cum ple con esta co n d ició n de concebir todo 22
estado o cam bio de estado com o p ro p io de un ente m aterial. El dualism o psicofísico la viola. Un tercer defecto grave del dualism o es que con cuerda con el creacionism o p ero no con el evolucio nism o. En efecto, si la m ente es inm aterial entonces está p o r encim a de las vicisitudes de la m ateria viva, en p articu lar las m utaciones y la selección natural. En cam bio, según el m aterialism o la m ente evoluciona ju n to con el cerebro, pues n o es sino un co n ju n to de funciones cerebrales. (Véase el C apítulo 7.) Pero el p eo r rasgo del dualism o psicofísico es que obstaculiza la investigación, p o rq u e ya tiene respuesta a todos los problem as y se rehúsa a investigar el cere b ro con el fin de en ten der la m ente. (Por ejem plo, consagra la separación entre psicología y neurofisiología, y p o r lo tanto favorece la psicoterapia verbal co ntra la psicoterapia de la co n d ucta o la quim iopsicoterapia.) P or el m ism o m otivo el dualism o p r o m ueve la superstición, en p articu lar la creencia en la telepatía, la psicocinesis, el preconocim iento, la clari videncia y los diversos entes psíquicos inventados p o r el psicoanálisis. En resum en, el dualism o psicofísico no es una teoría científica. Ni siquiera es u na teoría: es m era m ente u n a tesis ideológica q u e form a p arte de las cosm ovisiones mágicas y religiosas. No es de extrañar que esté siendo reem plazado p o r el enfoque m ateria lista, según el cual la m ente es u n co n ju n to de funcio nes cerebrales de cierto tipo. V olverem os sobre este p u n to en el C apítulo 6.
23
5.
La cultura ¿es inmaterial?
Las filosofías idealistas de la cu ltu ra nos han acos tu m b rad o a pensar la cultura y los objetos culturales com o inm ateriales. Esta m an e ra de pensar cava un abism o entre el h o m b re y los dem ás anim ales, así com o en tre las ciencias de la cu ltu ra y todas las d e más. T am bién hace difícil el co m p ren d er p o r .qué la cultu ra de u n a sociedad depende de la econom ía y la política de la sociedad, con las q u e coevoluciona. Los m aterialistas históricos y los culturales h an criticado a los idealistas culturales y han tratado de d em o strar que las circunstancias y actividades m ate riales del h o m b re —a saber el m ed io natural, su trans form ación p o r el trab ajo y las relaciones sociales que derivan de esta actividad— d e te rm in a n todo lo demás. (Véanse Engels 1878, H arris 1979.) En particular, la cu ltu ra intelectual y artística, así com o las ideologías de u n a sociedad, se co n sid eran co m o epifenóm enos denotados colectivam ente com o la “ superestructura” (ideal) m o n tad a sobre la “ in fraestru ctu ra” (material). De m o d o , pues, que tan to el m aterialism o histórico com o el cultural se reducen esencialm ente al determ inisino económ ico. P or cierto q u e a m enudo se afirm a que, u n a vez form ada, la su p erestru ctu ra adquiere un im pulso p ro p io y puede reaccionar sobre la infraes tructura. C on todo, ésta sigue siendo considerada com o el p rim er m o to r y la sup erestru ctu ra es conce bida com o inm aterial (ideal), lo q u e constituye u n caso evidente de dualism o psicofisico. El m aterialism o histórico y el m aterialism o cultu ral son m aterialistas a m edias p o rq u e incluyen la d u a lidad m ateria-espíritu. A dem ás, n o pueden explicar 24
las interacciones en tre la cultu ra de una sociedad y los dem ás subsistem as de la m ism a. Lo prim ero es obvio au nq ue no parece h ab er sido advertido: para u n m a terialista consecuente no puede existir un ente in m a terial (o ideal) que cabalgue sobre un ente m aterial. Y la tesis de la prim acía absoluta de la econom ía so b re el resto se m uestra inadecuada cuando se piensa que un cam bio social puede iniciarse sea en la econo mía, la política o la cultura, y que algunos cam bios culturales —tales com o la invención del alfabeto, de la aritm ética y de la ciencia— tienen efectos económ icos y políticos revolucionarios. U na alternativa m aterialista al dualism o infraes tru ctu ra-su p erestru ctu ra es la concepción siguiente. U na sociedad h u m an a puede considerarse com o un sistem a concreto (m aterial) com puesto p o r seres h u m anos. El q u e sea m aterial no im plica que posea so lam ente propiedades físicas. Los sistemas sociales tie nen propiedades específicas em ergentes, tales com o la estructura social, y unas pocas propiedades físicas, ta les com o la de estar com puestos p o r objetos m ateria les, la de estar ubicados en el espacio y en el tiem po, y la de tran sfo rm ar energía. Más aún, to d a sociedad hum ana puede analizarse en cuatro subsistem as: el biológico, el económ ico, el cultural y el político. La cultura de u na sociedad, p o r prim itiva que sea, es un sistem a m antenido p o r rela ciones de inform ación, así com o el sistema biológico está integrado p o r relaciones de parentesco y de am istad, la econom ía funda su unidad en relaciones de trab ajo y de intercam bio, y la política en relaciones de adm inistración y de po der. Por lo tanto la cultura de u na sociedad puede considerarse com o u n sistema m aterial, a u n q u e no físico, p o r estar caracterizado 25
p o r p ro p ied ad es no físicas (em ergentes) tales com o la de crear y difundir conocim iento, pericia técnica y arte. U n a actividad cultural es u n a actividad cerebral de cierto tipo, que influye sobre la m an e ra en que o tro s individuos piensan, sienten u obran. El “ p ro d u c to ” de sem ejante actividad se llam a “o b jeto cu ltu r a r : p u ed e ser un p oem a o un teorem a, u n a receta m éd ica o de cocina, un plano o u n p ro g ra m a de ac ción, u n a sonata o u na descripción de u n a planta, etc. M ientras tal “ p ro d u c to ” perm anezca d e n tro del c rá n e o de su creador, es solam ente u n proceso cere b ra l: p a ra q ue se convierta en o bjeto cultural tiene q u e ser com unicable. Tal socialización ü objetivación n o tien e p o r qué ser perm anente, p ero debe ser acce sible a otros. U na canción que jam ás h a sido cantada o escrita p o d rá ser un objeto bello (para su creador) p e ro n o p uede ser u n objeto cultural. P o r cierto que podem os fingir, si así lo deseam os, q ue la m úsica y la poesía, la m atem ática y la filosofía, la b io lo g ía y la teología son objetos ideales o abstrac tos. P o dem os ad o p tar esta ficción a condición de que c o m p re n d am o s que n o existirían a n o ser p o r sus cread o res y usuarios, todos los cuales son sistemas m ateriales (si bien n o físicos) sum ergidos en u n sis tem a social. Incluso la biblioteca, m useo o la b o ra to rio m ás com pletos del m u n d o dejarían de ser objetos cu ltu rales después de u n holocausto nuclear, po rq u e n o q u e d a ría quien p u d ie ra co m p ren d er lo que con tien en . En otras palabras, la tercera g u erra m undial elim in a ría to d a traza del “ tercer m u n d o ” im aginado p o r P o p p er. Y esto n o p o rq u e las explosiones nuclea res lo destru irían (ya q ue sólo los entes m ateriales p u e d e n ser desm antelados, transm utados o m eta26
inorfoseados), sino p o rq u e el “ tercer m u n d o ” , o m undo au tó n o m o de la cultura, no existe. En el Ca pítulo 8 retom arem os este tem a en detalle. Esta concepción m aterialista de la cultura com o sistem a m aterial no la rebaja, sino que la desmistifica. En cam bio la creencia de que los libros, discos de fo nógrafo, pinturas, esculturas, etc., son intrínseca m ente valiosos, o sea, tienen una existencia y un valor p o r sí mismos, au n en ausencia de gentes capaces de usarlos, es una o p in ió n m aterialista grosera. (Hay, p o r supuesto, casos engañosos. Por ejem plo, un disco de música rock no es sino u na m ercancía porque, al ser escuchado, n o p ro d u c e experiencia musical a l guna. A nálogam ente, m ás de un libro sobre asuntos esotéricos, cuya lectura no p ro d u ce com prensión ni placer, es un m ero o b jeto físico.) Al evitar la reificación y abstenerse de asignar valores absolutos con prescindencia de cerebros capaces de evaluar, el m a terialism o consecuente realza el valor del ser hum ano, único ser conocido capaz de crear y consum ir bienes culturales. El m aterialism o consecuente es pues h u m anista. En resum en, la cu ltu ra no es inm aterial. Si se la estudia com o proceso (de creación o difusión), la cul tura resulta ser tan m aterial com o el m ovim iento o el cam bio quím ico, p o rq u e tiene lugar en y entre noso tros, que som os sistemas m ateriales. Y si se la concibe com o un sistem a com puesto de p ro d u cto res y consu m idores de bienes culturales, la cultura se nos aparece com o un sistem a m aterial. En cualquiera de los dos casos la cultura no es m enos m aterial q ue la econo m ía o la política. Y no es cierto que todo lo cultural sea derivado o epifenom énico: todo acontecim iento o proceso social de im p o rtan cia tiene cuatro co m p o 27
nentes: biológica, económ ica, cultural y política. Por consiguiente n o es posible desarrollar una nación tan sólo económ icam ente, o políticam ente, o cu ltu ral m ente, o biológicam ente. El desarrollo genuino de u na sociedad es al m ism o tiem po biológico, eco nóm ico, cultural y político. Éste es u n corolario de nuestra división cuatrip artita de la sociedad hum ana. (Véase Bunge 1980c.) En definitiva, no hay razón valedera p ara su p o n er que la cu ltu ra es inm aterial. En cam bio es ventajoso, tanto intelectual com o prácticam ente, el concebir la cultura de una sociedad com o u n subsistem a con creto de ésta. Volverem os sobre este p u n to en el Ca p ítu lo 9.
6.
Conclusiones
Es h o ra de a p ren d er u n p a r de lecciones de lo que antecede. U na es que el concepto de m ateria ha cam b iad o a lo largo de los siglos. M ejor dicho, ha habido u n a sucesión histórica de conceptos de m ateria, Y no hay razó n p a ra su p o n er que el concepto co n tem p o rán eo de m ateria sea definitivo: después de to d o la m ateria -es lo que estudia la ciencia, y m ientras haya investigación científica ésta resultará en nuevos con ceptos y nuevas teorías. Sin em b arg o , p a ra que u n a fam ilia de conceptos p u ed a designarse con p ro p ied ad con una sola ex p re sión, es preciso que todos los m iem bros de la fam ilia c o m p a rta n un núcleo com ún de significado; de lo co n tra rio estarem os en presencia de u na am bigüedad que d a rá lugar a m alos entendidos, antes que en p re sencia d e u n cam bio conceptual. La sucesión histórica 28
de conceptos de m ateria sadsface esta condición, p o r que cada m iem bro de la m ism a incluye la idea de que todo ente m aterial es cam biable cuando m enos en lo que se refiere a su posición respecto de otros entes m ateriales. Para decirlo en form a negativa, en n in gún m om ento la ciencia h a afirm ado la inm utabili dad de la m ateria. V olverem os a este asunto en el próxim o capítulo. O tra lección que podem os extraer de lo que p re cede es que, lejos de alejarse del m aterialism o, la ciencia se está to m a n d o cada vez m ás m aterialista en form a explícita. Lo está haciendo 110 sólo evitando el com ercio con objetos inm ateriales (fuerzas vitales, fantasm as, pensam ientos desencarnados, fuerzas his tóricas suprám ateriales, etc.), sino tam bién, y de he cho especialm ente, estu d ian d o entes m ateriales. En efecto, la ciencia investiga cosas físicas tales com o quanta, cam pos y cuerpos; sistemas quím icos tales com o los organillos de las células; biosistem as ta les com o bacterias y ho ng os; y sistemas sociales tales com o econom ías y culturas. De m odo, pues, que la ciencia co n tem p o rán ea puede caracterizarse com o el estudio de objetos materiales por medio del método científico y con el fin de encontrar y sistematizar las Leyes de tales objetos. En otras palabras, la investigación científica presu pone una o ntología m aterialista y tam bién la en ri quece. Cabe a los filósofos el desenterrar, desarrollar y sistem atizar esa ontología. V eam os a continuación cóm o puede cum plirse esta tarea.
29
CAPÍTULO 2
EL MATERIALISMO CONTEMPORÁNEO
El m aterialism o no es u na filosofía ú nica, sino u n a fam ilia de ontologías, o doctrinas e x tre m a d a m ente generales acerca del m undo. Lo q ue to d as ellas tienen en com ún es la tesis de que cuanto existe real m ente es materiaL O, dicho negativam ente, q u e los objetos inm ateriales tales com o las ideas c a re ce n de existencia in d ep endien te de las cosas m ateriales tales com o cerebros. Fuera de este núcleo c o m ú n , las o n tologías m aterialistas p u ed en diferir m u ch o e n tre sí. Solam ente agregando otros requisitos p o d r á indivi dualizarse o construirse una o n tología m aterialista determ inada. Elegirem os dos: exactitud y a rm o n ía con la ciencia contem poránea. Em pecem os p o r echar un vistazo a estas condiciones.
1.
Exactitud y compatibilidad con la ciencia
H asta a h o ra el m aterialism o h a sido u n cu erp o bastante am o rfo de creencias más bien vagas. ¿ C ó m o se puede transform ar sem ejante d o ctrin a e n u n sis tem a de hipótesis form uladas con claridad y c o m p a ti bles con el conocim iento contem poráneo, e n p a rtic u 30
lar la lógica, la m atem ática, la ciencia natural y social, y la tecnología? En general ¿cóm o puede intentarse m odernizar una filosofía? La respuesta abreviada es: R eem plazando las m etáforas vagas p o r fórm ulas exactas, descartando las tesis envejecidas, e incorpo ran d o nuevas hipótesis en arm o n ía con el conoci m iento contem poráneo. O cupém onos p rim ero de la exactificación. C on siste en reem plazar la vaguedad p o r la precisión. Esta m eta se alcanza utilizando, siem pre que sea necesario, los lenguajes exactos y ricos de la lógica y de la m ate m ática en lugar del lenguaje ord in ario , que es incura blem ente im preciso y pobre. (Esta regula philosophandi es quizá la co n tribución m ás im p o rtan te de Bertrand Russell a la filosofía.) Esta condición basta p ara des calificar a la dialéctica —p o r vaga, m etafórica y p o r lo tanto obscura— com o digna com pañera del m ateria lismo. El m aterialism o m o d ern o e$ lógico, no dialéc tico. En el C apítulo 4 verem os p o r qué. He aquí un p u ñ ad o de ejem plos de exactificación a un m odesto nivel de form alización. Ejemplo 1. “ Las propied ad es son poseídas p o r o b jetos (o sea, no hay propiedades en sí)” se puede exactificar com o “ P ara toda p ro p ied ad P hay p o r lo m e nos un objeto x tal q u e x posee P ’\ Ejemplo 2. “ Los sucesos son cam bios de algún ente m aterial (o sea, no hay sucesos en sí)” es transform a ble en “ P ara todo suceso x existen un objeto m aterial y , y un cam bio de estado z de y , tal q ue x = z” . Ejemplo 3. “ Sólo los objetos m ateriales pueden ac tu ar los unos sobre los o tro s” puede exactificarse com o “ P ara objetos x e ^ cualesquiera, si x actúa so b re ^ , entonces x es m aterial e y es m aterial” . Ejemplo 4. “ Los pensam ientos son procesos cere 31
brales” p uede traducirse a “ Para to d o x, si x es un pensam iento, entonces existen un cere b ro ^ y un p ro ceso z e n ) tal que x = z” . Ejemplo 5. “ U na cultura es un sistem a cuyos com ponentes vivientes están acoplados p o r flujos de in form ació n” puede exactificarse com o “x es una cul tu ra si, y solam ente si, tod o com ponente viviente y de x transm ite inform ación a algún o tro co m ponente vi viente z de x” . Estas form alizaciones em plean tan sólo la más m odesta, a u n q u e tam bién la más universal, de todas las ram as de la m atem ática, a saber, la lógica o rd in a ria. (Véanse reconstrucciones más profundas de con ceptos e hipótesis ontológicos en Bunge 197 7 y 1979.) P o r este m otivo sólo exhiben la estructura gruesa de las proposiciones en cuestión. Sin em bargo, esto basta a m en u d o p ara elim inar la am bigüedad o re d u cir la vaguedad. P o r ejem plo, “ El cam bio proviene de la oposición (contradicción óntica)” puede in terp re tarse en diversas form as m utuam ente incom patibles, p. ej. “ T o d o cam bio es generado p o r alguna o p o si ció n” (falsa), y “ Algunos cam bios son generados por algunas oposiciones” (trivialm ente verdadera). C om o verem os en el C apítulo 4, la dialéctica está plagada de am bigüedades de este tipo. Además, las exactificaciones q ue preceden p e rm i ten localizar los conceptos clave q ue h ab ría que d ilu cidar en u n a segunda etapa; entre ellos figuran los de p rop ied ad, estado, suceso, proceso, y en particular objeto m aterial. Además, ellas nos m uestran clara m ente que, m ientras las cuatro prim eras constituyen hipótesis universales, la q u in ta es u n a definición. Por lo tanto, si querem os que nuestra ontología~sea cien tífica, tendrem os que p o n er a p ru eb a las cuatro p ri 32
m eras, en tanto que la ado pció n de la q u in ta es una cuestión de convención. Casi toda doctrina filosófica, a m enos que sea to talm ente irracionalista, puede tornarse precisa y clara, esto es, puede ser refo rm u lad a con ayuda de conceptos lógicos y m atem áticos. (La excepción a p a rente es la filosofía del lenguaje o rd in ario , que re chaza esta estrategia. Pero, puesto que los filósofos del lenguaje o rd in a rio n o profesan doctrinas filosófi cas substantivas, no constituyen u na excepción.) Re cuérdense p o r ejem plo las tentativas de W hitehead, Russell, C arnap y G o odm an, de convertir al fenoinenisino en una filosofía exacta. Fueron exitosas en la m ed id a en que sus sistemas constituyeron dilucida ciones y sistem atizaciones del fenom enisino. Pero los resultados fueron superficiales y estériles, así com o incom patibles con la ciencia m oderna, que es m ate rialista y realista antes que fenoinenista. P o r consiguiente la forrnalización, au n q u e nece saria p ara convertir a un cuerpo desorganizado de te sis im precisas en un sistem a hipotético-deductivo, es insuficiente p a ra m odernizar u na filosofía. C uando decim os que la filosofía X es anticuada nos p ro p o n e m os com unicar la idea de que X no satisface los es tándares contem poráneos de exactitud, o que X es in com patible con el conocim iento co n tem p o rán eo del m u n d o y de la experiencia hum ana. El m aterialism o satisface esta d e f i n i c i ó n , ya que no sólo es inexacto, sino que tam poco ha p ropuesto respuestas precisas y actualizadas a las cuestiones listadas en el Prefacio. Sin em bargo, hay u n a diferencia entre el m ateria lism o y otras ontologías, a saber, que sus principales tesis, p o r im precisas que sean, arm onizan con la cien cia contem po ránea. En efecto, com o se vio en el Ca33
p ítulo I, la ciencia fáctica investiga sólo objetos m ate riales (o concretos) y no reconoce ningún objeto in m aterial, con excepción de los conceptos, p ro p ied a des y relaciones, a n in g u n o de los cuales le atribuye existencia au tó n o m a, o sea, independiente del sujeto. H asta aquí la exactitud com o una de las condicio nes necesarias p ara la m odernización del m ateria lismo. A pliquem os a h o ra la regla de la exactitud y la condición de com patibilidad con la ciencia a la defi nición del concepto de m ateria.
2.
Definición del concepto de materia
Las definiciones m ás populares del concepto de m ateria propuestas en el pasado son inadecuadas. Los entes m ateriales no pu eden identificarse con los objetos masivos, ni m enos con los macizos o sólidos, desde que se descubrieron cam pos sin m asa tales com o el electrom agnético y el neutrínico. Y los obje tos m ateriales no pu ed en definirse com o los que exis ten independientem ente del sujeto, p o rq u e un idea lista objetivo afirm ará la existencia au tó n o m a (inde pendiente del sujeto) de objetos inm ateriales tales com o ideas. En resum en, m ientras la prim era defini ción ha resultado científicam ente anacrónica, la se g u n d a siem pre ha sido filosóficam ente inadecuada. Inspirém onos en la ciencia fáctica contem po ránea, según la cual los objetos m ateriales, a diferen cia de los ideales, son cam biables. (Capítulo 1, Sec ción 1.) Incluso las llam adas partículas elem entales son, sea inestables, sea cam biantes de varias m aneras posibles a causa de sus interacciones con otros entes (partículas o cam pos). En cam bio un objeto concep 34
tual, tal com o el n ú m e ro 3 o el teorem a de Pitágoras, n o está en nin g ú n estado ni, a fortiori, puede cam biar de estado. Por lo tan to n o tiene sentido preguntar ‘¿ Q u é tal está el n ú m ero 3 h o y ?' o ‘¿C uál es la ecua ción de m ovim iento (o d e cam po, o esquem a de transm utación) del teorem a de P itág o ras?’. Podem os pues caracterizar u n objeto m aterial com o u n objeto q ue p u e d e estar p o r lo m enos en dos estados, de m odo q u e pu ed e saltar de u n o a otro. (En realidad el más sim ple de los entes m ateriales, tal com o un electrón o u n fotón, p uede estar en un m o m ento dad o en u n o cu alq u iera de un conjunto infi nito de estados.) O sea, si x es un objeto m aterial y S^(x) es un espacio de los estados p a ra x, entonces la n um erosidad del co n ju n to Sy(x) es p o r lo m enos 2, y recíprocam ente. P odría objetarse q u e el alm a, concebida a la m a n era de Platón o de Descartes, es tan inm aterial com o cam biable, y p o r lo tan to refuta nuestra definición. N o hay tal cosa, p o rq u e esta definición pertenece a una o n to lo gía m aterialista, q u e n o reconoce objetos desencarnados, y en la q ue los estados m entales son estados cerebrales. A dem ás, es im posible construir espacios de estados q u e rep resen ten objetos inm ate riales; p o r este m otivo la psicología m entalista no ha sido m atem atuadji. (No es m enester e n tra r aquí en la técnica de cons trucción de un espacio de ios estados Sv(x) p a ra un o b je to x relativam ente a un m arco de referencia^. Baste decir q u e la ciencia co n tem p o rán ea acepta tácita m ente el p o stu lad o gnoseológico según el cual, dada cualquier cosa x acerca de la cual se conocen algunas propiedades, es posible (a) representar cada p ro p ie dad de x p o r u najfunción m atem ática/ y ib) reu n ir to 35
das estas fu n d o n es en una lista, llam ada la función de estado de x. Cada valor de esta función representa un estado de x relativam ente al m arco de referencia y dado. La totalidad de tales valores, com patibles con las leyes de x, se llam a el espacio de los estados legales de x relativam ente di y. A m edida que transcurre el tiem po la cosa se mueve de un estado a otro, lentam ente res pecto de algunos m arcos de referencia y rápidam ente respecto de otros. Para la teoría general y num erosas aplicaciones de la m ism a, véanse Bunge 1977 y 1979.) En resum idas cuentas, ad o p tarem o s la Definición 1. El objeto x es un objeto mateúal (o ente o cosa) si, y sólo si, para to d o ^, si 5y(x) es un espacio de estados p ara x, 5^.(x) tiene p o r lo m enos dos elem en tos. De lo co n trario x es un objeto inmaterial. D icho m ás brevem ente, \ix = df(y). (Si 5y(x) es un espacio de estados p a ra x , e n tonces 5y(x) > 2.) Esta definición nos perm ite p artir todo conjunto de objetos entre entes y n o entes. T am bién nos p e r m ite construir la Definición 2. La m ateria es (idéntica a) el conjunto de todos los objetos m ateriales o entes. En sím bolos, M = d[{x | n*}.
O bsérvese que éste es un conjunto y no un ente: es la colección de todos los entes presentes, pasados y fu tu ros. (Si se prefiere, M es la extensión del pred icad o 11, que se lee ‘es m aterial’.) Por consiguiente, si p rete n dernos m an tenernos d en tro del m aterialism o, no p o dernos decir que la m ateria existe (excepto concep tualm ente), y m enos aú n que la m ateria es m aterial (lo que no ten d ría sentido). S upondrem os en cam bio 36
que los objetos m ateriales individuales, y tan sólo és tos, existen, Pero este p u n to invita a pasar a o tra sec ción.
3.
El postulado central del materialismo
Para pod er fo rm u lar exactam ente la hipótesis central del m aterialism o necesitam os no sólo el con cepto de m ateria, sino tam bién el de realidad, p o r que, según el m aterialism o, todos los objetos m ate riales son reales y recíprocam ente. U na m an era de definir el predicado “ es real15 es p o r m edio de la n o ción de acción o influencia, que supondrem os ya d e finida (Bunge 1977). Un objeto es real si, y solam ente si, influye sobre, o es influido por, o tro objeto, o está com puesto exclusivam ente de objetos reales. (El se g u n d o disjunto se necesita p ara d ar lugar al universo en su totalidad, ya que éste, au n q u e no p u ed e ser in fluido p o r nada exterior a él, está com puesto de obje tos reales.) Más precisam ente, p ro p o n em o s la Definición 3. Un objeto x es real si, y sólo si., o bien (a) hay p o r lo m enos o tro objeto y cuyos estados son (o serian) diferentes en ausencia de x, o bien (¿) todo com ponente de x m odifica los estados de algún o tro com ponente de x. Definición 4. La realidad es el conjunto de todos los objetos reales. Obsérvese que, puesto que “ realid ad ” se ha defi nido com o un conjunto, es a su vez irreal, ya que los conjuntos son incapaces de influir cosa alguna. (No hay paradoja, ya que una totalidad no tiene p o r qué poseer todas las propiedades de sus partes.) O b sér vese tam bién el contraste entre la D efinición 4 y la n o 37
ción vulgar o ecléctica de realidad c o m o la totalidad de todos los objetos, sea que son capaces d e actuar sobre otros objetos o de sufrir la in flu en cia de éstos, o no. Finalm ente, obsérvese que no estam os definiendo “ realid ad ” com o existencia in d ep e n d ien te del sujeto, y esto p o r dos razones. Prim era, p o r q u e las creacio nes hum anas no se actualizan sin interv en ció n h u m ana. (Por ejem plo u n libro, a u n q u e real, debe su existencia a su a u to r y su editor.) S egunda, p o rq u e tam bién los sujetos de conocim iento s o n reales. A hora estam os preparados p a ra e n u n c ia r la h i pótesis que co m p arten todas las o n to lo g ías m ateria listas: Postulado 1. Un objeto es real (o existe realm ente) si, y sólo si, es m aterial. (Más b rev em en te: T odos los objetos m ateriales, y sólo ellos, so n reales.) Esta hipótesis hace de puente en tre las D efinicio nes 1 y 3. En virtud de las definiciones 2 y 4, el P ostu lado 1 equivale a: La realidad es (idéntica a la) materia. D icho negativam ente: Los objetos inm ateriales (los no entes) s a n irreales. En p articu lar las propiedades, relaciones y cam bios de las m ism as, d e los objetos m ateriales, son reales tan sólo de m a n e ra derivada: en sentido estricto son abstracciones. P o r ejem plo, las distancias en tre las cosas n o son reales: só lo las cosas espaciadas lo son. A nálogam ente, los sucesos n o son reales: sólo las cosas cam biantes so n reales. (Sin em b argo, no es incorrecto h ab lar de las p ro p ied ad es, es tados, y sus cam bios, siem pre q ue se so b reen tien d a q ue no existen separadam ente de las cosas que las p o seen.) A hora podem os respo nd er a u n a objeció n bas tante d ifu n d id a que se h a fo rm u lad o c o n tra el m ate rialism o. Ella es q ue el espacio y el tiem po, au n q u e 38
inm ateriales, no p u ed en ignorarse: ¿acaso no suele decirse q ue las cosas m ateriales existen en (regiones de) el espacio y el tiem po ? La respuesta m aterialis ta es la teoría relacional del espacio y tiem po que apunta en el parágrafo an terior. Según dicha teoría el espaciotiem po, lejos de existir p o r cuenta pro p ia, es la tram a básica de Los objetos cam biantes, o sea, de las cosas m ateriales. P or lo tanto en vez de decir que los entes existen en el espacio y el tiem po, debiéram os decir que el espacio y el tiem po existen p o r poder, esto es, en virtud de la existencia (y p o r lo tanto el cambio) de los objetos m ateriales. El espacio es el m odo de espaciarse las cosas, y el tiem po el m o d o de sucederse los sucesos que ocurren en las cosas (Leibniz). Por consiguiente, si las cosas se esfum aran tam bién desaparecerían el espacio y el tiem po. (Véase Bunge 1977.) En sum a, el espacio y el tiem po no exis ten independientem ente, com o tam poco existen de este m odo la solidez o el m ovim iento, la vida o la m ente, la cultura o la historia.
4.
Sistema
La noción de cosa m aterial nós perm ite definir la de cosa com pleja y, m ás particularm ente, sistema. Un sistem a p u ed e caracterizarse com o un objeto com plejo cuyos com ponentes están acoplados, a conse cuencia de lo cual el sistem a se co m p o rta en algunos respectos com o u n a totalidad. T o d o sistem a puede analizarse en su composición (o co n ju n to de sus.partes), ambiente (o co n ju n to de objetos diferentes de los com ponentes y relacionados con éstos), y estructura (o con ju n to de relaciones, en p articu lar conexiones y accio 39
nes, entre los com ponentes y éstos y los objetos am bientales). Se sigue de esta definición, ju n to con el P ostulado 1 y la D efinición 3, que, si un sistem a está com puesto d e objetos m ateriales (reales), entonces él m ism o es real (material). Más precisam ente, d educi m os el Teorema L Un sistem a es real (m aterial) si, y sola m ente si, está com puesto exclusivam ente de partes reales (materiales). Esta propo sición parece trivial p ero n o lo es. En p rim er lugar nos dice q u e sistemas no físicos, tales com o organism os y sociedades, son m ateriales; en particular, nos perm ite h ab lar de materia viva y de materia social. En segundo lugar, el teorem a an terio r im plica que, según el m aterialism o, los “ m u n d o s” de ideas —tales com o la filosofía y la física teórica— no son reales. Q uienes son reales son los pro d u cto res y consum idores de tales “ m u n d o s” . R etom arem os este tem a en los dos últim os capítulos. A hora q ue poseem os la no ció n de sistem a real (m aterial) podem os a ñ a d ir la hipótesis sistémica: Postulado 2. T o d o o bjeto real (m aterial) es, o bien u n sistema, o bien u n co m p o n en te de u n sistema. P ara decirlo negativam ente, no hay cosas sueltas. La consecuencia gnoseológica es obvia: Búsquense rela ciones, en p articu lar lazos (o acoplam ientos o conexio nes) entre las cosas. Nótese los puntos siguientes. Prim eram ente, nuestra versión del m aterialism o es dinam icista, p o r que identifica la m aterialidad con la cam biabilidad. D adas las obscuridades de la dialéctica n ad a se g an a ría, y m ucho se perdería, agregando el calificativo ‘dialéctico’. (Véanse los dos capítulos siguientes.) Se gundo, el P ostulado 1 no debiera confundirse con el 40
nom inalism o (o m aterialism o vulgar, o reísrno), o sea, la tesis de que sólo hay cosas, y que las p ro p ied a des no son sino colecciones de cosas, y las relaciones pares (o triadas o, en general, tupias) de cosas. Es ver dad q u e negam os la existencia, independiente de p ro piedades y relaciones, p ero en cam bio afirm am os que las cosas poseen propiedades y están relacionadas en tre sí. En tercer lugar, ni el p o stu lad o del m ateria lism o ni las definiciones que lo aco m p añ an restringen la clase de m ateria, o sea, la com posición de la reali dad. En particular, n o estam os afirm an d o el fisicismo. (Volveremos a este asunto en la próxim a sec ción.) En cuarto térm ino, el P ostulado 2, o hipótesis de la sistem icidad, no d eb iera confundirse con el globalism o (holismo). En efecto, el globalism o afirm a que los sistemas son totalidades opacas al análisis. En cam bio nosotros concebim os un sistem a com o una cosa com pleja que posee u n a com posición, un a m biente y u n a estructura d eterm inados au n q u e varia bles, y en tod o caso analizables.
5.
Emergenda
El m aterialism o es u n m onism o substancial: afirm a que hay u na sola clase de substancia, a saber, la m ateria. (El pluralism o substancial, en cam bio, sostiene que hay más de u n tipo de substancia, p o r ejem plo m ateria y espíritu.) Pero el m aterialism o no tiene p o r qué ser m onista en lo que respecta a p ro p ie dades, o sea, no afirm a necesariam ente que todos los objetos m ateriales poseen u n a sola p ro p ied ad , tal com o extensión espacial, o energía, o la posibilidad de unirse a otras cosas. El m aterialism o ni siquiera 41
tiene p o r q u é sostener q u e todas las propiedades de los objetos m ateriales son del m ism o tipo, p o r ejem plo Físicas. En particular, el P o stu lad o 1 y las defini ciones q u e lo acom pañan dejan lu g a r al pluralismo de propiedades, así com o a las hipótesis s ó b re la em ergen cia y los niveles de la realidad. Puesto q u e las nociones de em ergencia y de nivel son algo delicadas, y m uchos sospechan de ellas, con v endrá em pezar p o r definirlas. P ara esto necesitam os u na noción previa q u e aparece en la definición de sis tem a m aterial, a saber, la de com posición. La co m p o sición de u n sistem a es, p o r supuesto, el conjunto de sus partes. Pero el concepto de p a rte puede en ten derse de diversas m aneras. P or ejem plo, las células form an p arte del cuerpo h u m an o , p e ro tam bién los órganos son parte del m ism o; p o r este m otivo es m e nester h ab lar de partes a cierto nivel o de cierto tipo. D irem os entonces q u e la com posición-/4 del sistema x, o C/i(x), es el conjunto de las partes de x q u e son de clase o especie A. P or ejem plo, la com posición atóm ica de u n a m olécula es el c o n ju n to de sus á to m os; la com posición neuronal de un cerebro es el con jun to de sus neuronas; y la com posición personal de un sistem a social es el c o n ju n to de las personas q ue form an p arte de él. A hora estarnos preparados p a r a in tro d u cir la Definición 5. Sea x un sistem a d e com posición-^ £,\{x) y sea P u n a p ro p ied ad de x. Entonces (a) P es u na resultante-A (o resu lta n te relativam en te al nivel A) si, y sólo si, todo c o m p o n e n te -^ de x p o see P; (b) de lo contrario, o sea, si n in g ú n com ponenteA de x posee P, entonces P es emergente-A (o em ergente relativam ente al nivel A). 42
P o r ejem plo, los com ponentes de las células no son vivos: la vida es emergente* no resultante, relati vam ente a los com ponentes de las células. Y la p e r cepción, el sentim iento y la ideación son funciones de sistemas neuronales m ulticelulares que ninguna n eu ron a individual puede ejecutar: tam bién ellos son em ergentes. En cam bio la energía es u na propiedad resultante de todo sistem a concreto. La em ergencia no es m isteriosa si se la concibe de esta m anera ontológica. Sólo se to rn a m isteriosa si se la caracteriza gnoseológicam ente com o propiedad sistérnica inexplicable en térm inos de las propiedades de los com ponentes. Pero esta caracterización es in correcta, p o rq u e es necesario p o d e r form ular tanto la tesis de la explicabilidad de la em ergencia com o su negación. (A unque com partim os la tesis racionalista de la explicabilidad de la em ergencia, no nos ocupa rem os de ella aquí p o rq u e es u na tesis gnoseológica, no ontológica.) Piénsese en esto: Se estim a que el costo de la totalidad de los com ponentes elem entales de un cuerpo h u m an o (carbono, nitrógeno, calcio, hierro, etc.) es de a lred ed o r de un dólar. En cam bio el precio de m ercado de las biom oléculas (DNA, RNA, proteínas, etc.) del cuerpo h u m an o es de unos seis m illones de dólares. Éste es el precio de la estructura em ergente. H e aquí la hipótesis central acerca de la em er gencia: Postulado 3 . T o d o sistem a posee p o r lo m enos una p ro p ied ad em ergente. En cierto m o d o esta hipótesis es trivial, ya que tod o sistem a tiene una com posición y u na estructura diferentes de las de sus com ponentes. (Piénsese en un sistem a con tres com ponentes unidos p o r interaccio 43
nes de un solo tipo, p o r ejem plo, atracción gravitatoria, o bien flujos de inform ación. Puede diagram arse com o un gráfico con tres vértices —las com ponentes— y tres lados —las interacciones. Q uítese a h o ra u n com ponente y com párese el sistem a que resulta con el anterior.) Sin em bargo, el po stu lad o es útil, p o rq u e llam a la atención sobre la em ergencia, concepto que suele entenderse m al y cuyo reconocim iento perm ite p a rtir la fam ilia de ontologías m aterialistas en dos subconjuntos< Una es la clase de ontologías q u e p u e d en llam arse materialismo emergentista, p o rq u e rec o n o cen la em ergencia; su com plem ento es el materialismo nivelador (o fisiásia ), es decir, la clase d e ontologías que afirm an que “ en el fo n d o ” , o “ en últim a in stan cia” , todo es físico. T ratem os brevem ente este p r o blem a. 6.
Niveles y evolución
El postulado de la em ergencia sugiere investigar m ecanism os de em ergencia, tales com o la agregación de entes sim ilares o la síntesis d e com ponentes d i símiles, así com o los procesos evolutivos en el curso de los cuales em ergen sistemas de especies nuevas especiacíón). Se pueden distinguir p o r lo m enos las si guientes clases o niveles de entes: Nivel físico — El co n ju n to de todas las cosas físicas,. Nivel químico = El co n ju n to de todos los sistemas quím icos (o sistemas en los q ue se p ro d u cen reaccio nes químicas). N ivel biológico — El co n ju n to d e todos los o rg an is mos. Nivel social = El co n ju n to de todos los sistemas so ciales. 44
Nivel técnico = El co n ju n to de todos los artefactos. N o podem os detenernos en esta taxonom ía. Bas ten las observaciones siguientes. Prim era, los co m p o nentes de todo sistem a su p erio r al físico pertenecen a niveles inferiores. (Esta relación sirve p ara definir de m anera rigurosa el concepto de nivel: Bunge 1979.) Segunda, cuando trepam os p o r la p irám ide de los n i veles ganam os algunas pro piedades (emergentes) pero perdem os otras. P or ejem plo, el nivel social está com puesto p o r anim ales p ero no es u n organism o. Finalm ente p ro p o n em o s u n a hipótesis acerca del desarrollos Postulado 4 . Los sistemas de todos los niveles han em ergido en el curso de un proceso de asociación o asam blea de entes pertenecientes a niveles inferiores. Los Postulados 3 y 4 im plican el Teorema 2. T o d o proceso de asociación o asam blea va aco m pañ ado de la em ergencia de p o r lo m enos una propiedad. H ay una enorm e variedad de procesos de asocia ción, desde la m era agregación de partículas hasta la fusión de sistemas sociales, y es p ro b ab le q ue en el fu turo em erjan m uchos otro s tipos de procesos de aso ciación. Más aún, m ientras algunos de ellos han sido naturales, otros son artificiales: este últim o es el caso de los sistemas sociales y de los artefactos. A dem ás de tales procesos de desarrollo debem os tener en cuenta los procesos evolutivos, o sea, proce sos en cuyo curso em ergen cosas absolutam ente n ue vas, o sea, entes que poseen propiedades que no han existido antes. En la evolución biológica tales nove dades provienen de m utaciones y adaptaciones, en la evolución cultural, de descubrim ientos e invenciones. P od ríam o s decir m ucho m ás acerca de la evolución a
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distintos niveles (físico, quím ico, etc.), p ero ya es hora de term in ar con este tema. Lo harem os agregando u n a últim a hipótesis, que to rn a al m aterialism o evo lucionista: Postulado 5. Algünos procesos son evolutivos. T am bién este postu lado dista de ser trivial. Al fin y al cabo el creacionism o sostiene que toda novedad es o b ra de alguna deidad, y el m aterialism o m ecanicista afirm a q u e nunca hay novedades auténticas: que to d o cuanto parece nuevo no es sino resultado del reo rd en am ien to de unidades preexistentes.
7.
Conclusiones
Los postulados, definiciones y teorem as que p re ceden constituyen el núcleo de u na o n tología m ate rialista que posee los rasgos siguientes: {a) exacta: todo concepto es exacto o exactificable; {tí) sistemática: toda hipótesis pertenece a un sis tem a hipotético-deductivo (c) científica: to d a hipótesis es com patible con la ciencia contem po ránea; (d) dinamiásta: todo ente es cam biable; ie) sistémica: todo ente es un sistem a o u n co m p o nente de algún sistem a; (f) emergentista: to do sistem a posee propiedades qu e n o tienen sus com ponentes; (g) evolucionista: to d a em ergencia original es una etapa de alg ú n proceso evolutivo. Baste lo a n te rio r p ara bosquejar el nuevo m ate rialism o científico. (Véanse detalles en Bunge 1977, 1979, 1980b.) P or cierto que se solapa con otras filo sofías m aterialistas: de lo contrario no p o d ría llevar 46
el n o m b re de fam ilia ‘m aterialism o’. Sin em bargo, las dem ás ontologías m aterialistas carecen de u na o más de las características listadas. En particular la m ayor p arte de ellas son inexactas (m etafóricas y verbales antes que literales y m atem áticas), asistem áticas, dog máticas (inm utables y p o r esto anticuadas) en lugar de ser científicas, o fisicistas (mecanicistas, reduccionis tas) en lugar de em ergentes. En el caso del m ateria lism o dialéctico la inexactitud proviene de la co m p o nente dialéctica. Pero las obscuridades de la dialéctica m erecen capítulo aparte.
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CAPÍTULO 3
MODOS DE DEVENIR
T an to la filosofía com o la ciencia e s tu d i a n lo que existe realm ente, así com o sus cam bios. L a ciencia lo hace en detalle, la filosofía en líneas g e n e ra le s . El es tu d io del ser va de la m an o del e s tu d io d e l devenir. P o r ejem plo, no podem os saber qué es u n a partícula elem ental si no averiguam os sus m o d o s de genera ción y transform ación. Ni p o dem os s a b e r cabalm ente lo q u e es el h o m b re si no estudiam os lo s m ecan ism o s de su concepción y desarrollo, de su e v o lu c ió n y ex tinción. El foco de to d o cam po de in v e stig a c ió n cien tífica es el cam bio, p ero n o p o d ría m o s s iq u ie ra des cribir u n a tran sform ación sin tener a l g u n a idea de lo q u e cam bia. En resum en, el estudio d e l s e r y el estu dio del devenir son dos caras de la m i s m a investiga ción. Podem os a g ru p a r los objetos de e s t u d i o ya según su m o d o de ser, ya según su m o d o de d e v e n ir: d o n d eq uiera q u e em pecem os te rm in a re m o s p o r llegar al aspecto com plem entario. P or ejem plo, p o d e m o s cla sificar las cosas concretas en objetos fís ic o s , sistemas quím icos, biosistem as, psicosistem as, s o c ie d a d e s y a r tefactos. (C apítulo 2.) O po dem os c la s ific a r los m o dos de devenir en caóticos, al azar, c a u s a le s , sinérgicos (cooperativos), conflictivos y fin a lis ta s . El lim i 48
tarse a un único m o d o de ser o de devenir, á expensas de todos los dem ás, d a lugar a u na o n tología particu lar: u n a visión unilateral del m un d o . Sólo la integra ción de los diversos m odos de ser y de devenir puede d a r u n a o n to lo g ía realista, es decir, u na ontología com patible con nuestro conocim iento científico de la realidad. V éanse el C u ad ro 1 y la Figura 1.
C uadro 1 M odos básicos de ser y d even ir, y sus ontologías respectivas Modo de ser
Ontología
Modo de devenir
Físico Q u ím ic o B iológ ico P síq u ic o Social T é c n ico
Fisicismo Q uimismo Vitalismo Animism o Sociologismo' M aquinism o
Caos Azar Causalidad Sinergia Conflicto Finalidad
! | ¡
Ontología Indeterminismo Probabilísimo Causalismo Sinergismo Dialéctica Teleología
Es d u d o so que el indeterm inism o radical, o sea, la negación de to d a regu laridad, haya sido sostenido coherentem ente. Por cierto q u e E picuro h ab ía d o tado a sus átom os de un m ovim iento irreg u lar espon táneo (el clinamen), p ero se tratab a de pequeñas des viaciones respecto del m ovim iento rectilíneo. T am bién, en el siglo pasado, Émile B outroux y Charles S. Peirce escribieron acerca de desviaciones de las leyes, pero parecen haberse referido a inexactitudes en nuestras representaciones de las regularidades, así com o a erro res de m edición, antes que al caos o a u sencia de legalidad. (N inguno de ellos distinguió las 49
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leyes objetivas de sus representaciones conceptuales, o enunciados de leyes, de m o do que cuanto afirm a ro n al respecto es am biguo, y n ad a de lo que con cluyeron acerca de la indeterm inación es riguroso.) En resum en, el indeterm inism o radical, o negación total de la legalidad, no ha sido p o p u lar entre los fi lósofos. Lo que no es de extrañar, ya que la filosofía, no m enos que la ciencia, es u na b ú sq u ed a de pautas. Se ha sostenido a veces que la m ecánica cuántica confirm a al indeterm inism o radical. Éste es un error, p o rq u e toda teoría científica está centrada en to rn o a un conjunto de enunciados de leyes, y la m ecánica cuántica no es una excepción. (En particular la ecua ción de Schroedinger puede considerarse com o la ley central de la m ecánica cuántica. Sin ella los físicos es tarían perdidos.) Y algunos biólogos teóricos y m ate máticos aplicados hablan ocasionalm ente de las solu ciones “ caóticas” de ciertas ecuaciones diferenciales no lineales. Pero, puesto que se presupone que estas ecuaciones rep resentan leyes o regularidades, la pala b ra (‘caótica’ está mal em pleada y debiera reem pla zársela p o r ‘no p erió d ica’ o a lo sum o ‘pseudo-aleato ria ’. (‘P seudo’ p o rq u e im ita al azar sin relación a l g una con funciones de probabilidad.) En sum a, la investigación científica —q ue es esen cialm ente la b úsqueda de regularidades objetivas—no avala al indeterm inism o radical, p o rq u e no reconoce q u e haya caos. Sin em bargo, sería a b su rd o negar que hay accidentes a todos los niveles, y en p articu lar que la existencia h u m an a es un tejido de accidentes y ne cesidades. Pero estos accidentes, lejos de ser caóticos, son cruces d e líneas legales. En cu an to al probabilism o, o la tesis de q ue hay azar objetivo (pero legal), es una idea m o d ern a que 51
no se rem o n ta más allá de A ntoine-A ugustin Gournot. H ay dos versiones del probabilism o: m o d erad a y radical. La versión m o d erad a sostiene que hay leyes en las que la p ro b ab ilid ad figura en form a irreducti ble o básica, com o Sucede con las leyes de la m ecánica cuántica. La versión extrem a sostiene que todas las leyes básicas son probabilistas o bien se descubrirá eventualm ente que lo son. Es evidente que la ciencia contem poránea con firm a el p ro b ab ilism o m o d erad o , no el radical. En efecto, es verdad q ue algunas teorías científicas, en p articu lar las teorías cuánticas, son probabilistas, y que las funciones de p ro b ab ilid ad que figuran en ellas n o son derivables de funciones no probabilistas. Sin em bargo, otras teorías físicas básicas, en particu lar la teoría relativista de la gravitación, no son p ro babilistas. En todo caso el azar, que solía considerarse com o m ero disfraz de la ignorancia hum ana, h a al canzado u na condición ontológica respetable com o categoría o m o d o de devenir. En efecto, hoy día reco nocem os q ue ciertos procesos a los niveles de las p a r tículas elem entales, de los átom os y de las m oléculas (que incluyen a los genes) son básicam ente aleatorias, au n q u e p o r supuesto legales. El causalism o es, p ro bablem ente, la d o ctrin a más p o p u la r acerca del devenir. A firm a que todo suceso tiene u na causa así com o un efecto, entendiéndose p o r u na y o tro un suceso, o sea, un cam bio en algún ente. (El causalism o p u ed e adm itir causas m últiples q ue sean ju n ta m e n te necesarias y suficientes para p ro d u c ir un efecto, así com o efectos m últiples p ro d u cidos p o r un solo suceso. Pero el causalism o estricto no puede a d m itir causas o efectos disjuntos, o sea, al ternativas q ue sean necesarias y suficientes p a ra p ro 52
ducir un efecto, o efectos alternativos de u na única causa, ya que u na y o tra a b riría n las puertas al p ro b a bilísimo.) Se afirm a a m en u d o que las teorías cuánticas.han refu tad o el p rincipio causal. Se puede arg ü ir que estas teorías h an restringido el do m in io causal. Más aún, dichas teorías tienen un com p o n en te causal, m ani fiesto p o r la m an era en que tratan la p ro b ab ilid ad de que una causa d ad a (por ejem plo u n a fuerza) p ro duzca un efecto (p o r ejem plo la dispersión de una partícula d en tro de cierto ángulo). O sea, tanto la m ecánica com o la electrodinám ica cuánticas tienen un aspecto estocástico y u n aspecto causal, de m odo q u e requieren u n a o n to lo g ía que haga lugar á la co existencia y co m b in ació n de am bas categorías. (Véanse B ohm 1957, B orn 1949, Bunge 1960, Cassirer 1956.) La causalidad recíproca, o interacción, es más co m ú n que el azar p u ro o la causalidad unilateral. Hay, desde luego, m uchas clases de interacción. M ientras algunas interacciones p ro d u cen solam ente cam bios cuantitativos (por ejem plo de posición), otras efec tú an cam bios cualitativos (por ejem plo de especie quím ica). Las más interesantes de las interacciones q u e p ro d u cen cam bios cualitativos son tal vez las sinérgicas y las conflictivas. La interacción sinérgica, o sea, la cooperación, conduce a la form ación o el m antenim iento de sistemas de diversas clases: físicos, quím icos, biológicos y sociales. En cam bio la interac ción conflictiva p u ed e acabar con algunos o a u n to dos los entes en conflicto, com o sucede con los cho^ ques entre partículas de m ateria y de antim ateriá, con la depredación y con la selección natural. (Todos és tos son casos de destrucción p ero n o de an iq u ila 53
m iento: hay conservación de la m ateria au n q u e no necesariam ente de la especie de m ateria. Por ejem plo, la fusión de un electrón con un antielectrón da com o resultado u n fotón, no la nada. H eráclito subrayó el conflicto a costa de la coope ración, e inició toda u n a fam ilia de ontologías dialéc ticas, cada u na de ellas confirm ada p o r un sinnúm ero de ejem plos y refutada p o r otros tantos. Es un error realzar u n tip o de interacción a expensas de los d e más. T anto en la naturaleza com o en la sociedad o b servamos o conjeturam os procesos de cooperación tanto com o de conflicto (“ contradicción” ), de m odo que nuestras teorías debieran hacer justicia a u na y o tro. En particular, antes de intentar explicar la de sintegración de u n sistem a com o resultado de con flictos internos, tendríam os q ue tratar de explicar cóm o em ergió com o resultado de la cooperación en tre sus com ponentes. (Sem ejante cooperación es, desde luego, inconsciente en la m ayoría de los casos. Piénsese en la cooperación en tre los átom os que constituyen u na m olécula, o en tre los organism os que constituyen un bosque.) Finalm ente la teleología, o la doctrina según la cual cuanto acontece está dirigido a alguna m eta, es acaso la más antigua de las cosmovisiones. La encon tram os en las ideologías prim itivas, en particular en las religiones, y en las filosofías precientíficas. Se re conocen dos clases d e finalidad: la transcendente, o externa, y la inm anente, o interna. Las concepciones del m un do religiosas incluyen la teleología transcen dente, en tanto q ue pensadores tales com o Aristóteles y Lam arck —que creían en la finalidad de todos los procesos biológicos p ero eran al m ism o tiem po n a tu ra lista s- favorecían la teleología inm anente. (Según 54
ellos cada ser vivo tendía a la perfección, y lo hacía sin necesidad de guía exterior. Am bas form as de teleología se desvanecieron con el nacim iento de la ciencia m oderna. H oy día se las encuentra en la ideología de algunos científicos más que en el p ro d u cto de su investigación. En efecto, el concepto de p ro p ó sito no figura ni en los datos ni en las teorías de los fisícos, quím icos o biólogos. En es tos cam pos la finalidad h a sido reem plazada o expli cada, ya p o r el control (o retroalim entación negativa), ya p o r la variación génica seguida de selección (o eli m inación de los sistemas no adaptados). En cuanto a la psicología, sólo los psicoanalistas y parapsicólogos insisten en que todos los fenóm enos m entales —incluso los sueños y las neurosis— están al servicio de alguna finalidad, tal com o la protección del ego, o la satisfacción de un deseo, o el evitar la a n siedad. La psicología científica no es teleológica. Sin em bargo, no niega que los vertebrados superiores (aves y m am íferos) p u e d a n com portarse en vista (u o lo r u oídas) de algunas m etas. Pero, lejos de explicar la conducta en térm inos de una finalidad inm aterial irreductible, los psicólogos científicos tratan de expli car la conducta intencional en térm inos de procesos neurofisiológicos estim ulados y constreñidos p o r d e term inantes genéticos y am bientales. En resum en, la teleología está m u erta de jure , au n q u e no de facloy y a l gunos científicos se em p eñ an en explicar la finalidad en térm inos no teleológicos. (Véanse los Capítulos 5 y 6.) En definitiva, la ciencia contem poránea reconoce cinco rnodos principales de devenir; el azar, la causa lidad, la cooperación, el conflicto y la finalidad. Los cuatro prim eros parecen o b ra r a todos ios niveles, en 55
tanto que el co m p o rtam ien to intencional parece estar restringido a los vertebrados superiores. P or lo tanto no puede decirse que la ciencia favorezca al in d eter m inism o radical, ni al probabilism o, ni al causalism o, ni al sinergism o, ni a la dialéctica, ni a la teleología. Más bien, la ciencia contem p o rán ea parece a d o p tar u na posición ecléctica o in teg rad o ra con respecto a los m odos básicos de devenir. O, si se prefiere, la ciencia parece favorecer una ontología que incluya a los cinco m odos básicos de devenir. En particular, se m ejante o n to logía in sp irad a en la ciencia co n tem p o rán ea ten d erá a ver al h o m b re com o un sistem a biopsicosocial q u e participa de procesos en los que el azar y la causalidad se co m binan con la cooperación y el conflicto, así com o con la finalidad. El lim itarse a u n o cualquiera de estos m odos de devenir, ignorando los cuatro restantes, d a com o resultado u na visión d e form ada de la realidad incapaz de guiar la acción in teligente y eficaz. La dialéctica es un ejem plo de sem e ja n te visión. O cupém onos de ella a continuación.
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CAPÍTULO 4
CRÍTICA DE LA DIALÉCTICA
U na de las tesis centrales de este lib ro es que, al p a r que el m aterialism o es verdadero au n q u e subdesarrollado, la dialéctica es confusa y está alejada dé la ciencia. De m o d o que, si el m aterialism o ha de desa rrollarse conform e a la línea de la exactitud y en a r m onía con la ciencia, debe m antenerse alejado de la dialéctica. En lo que sigue se fu n d am en tarán estas acusaciones a la dialéctica.
Los principios de la ontología dialéctica
Nos ocuparem os aquí de la o n to lo g ía dialéctica. Proponem os la tesis de q ue la o n to lo g ía dialécti ca tiene un núcleo plausible ro d ead o de u na niebla mística. El núcleo plausible de la dialéctica está cons tituido p o r las hipótesis de q ue (i) toda cosa está en algún proceso de cam bio, y (ii) en ciertas etapas de todo proceso em ergen nuevas cualidades. Sin em bargo, este núcleo (a) es com ún a todas las ontologías díñam icistas (process metaphysics) y (b) es preciso con vertirlo en u n a teoría general* exacta y coherente an tes dé p o d er p reten d er q ue es u na teoría. 57
En cuanto a la niebla que ro d ea al núcleo plausi ble de la dialéctica, consiste principalm ente en las tesis de que (iii) a todo o bjeto le co rresponde un a n tio b je to (anticosa o antipropiedad), (iv) todos los o pues tos luchan entre si,, conflicto que da com o resultado, sea el aniquilam iento de u n o de ellos, sea la em ergen cia de un nuevo o bjeto que los sintetiza, y (v) toda etapa de u n desarrollo niega la etapa a n te rio r y, más aún, dos negaciones sucesivas de este tipo desem bo can en u n a etapa sim ilar a la p rim era p ero tam bién sup erio r a ella. Se verá q u e la principal fuente de confusión y o b s curidad son las expresiones clave ‘negación dialéctica’ y ‘oposición dialéctica’. La elim inación de estas a m b i güedades d a rá p o r resultad o u n a d o ctrin a inteligible. Pero esta dialéctica débil no es universal. Y, p o r estar centrada en una relación m uy especial, la de o p o si ción, es a lo sum o un caso especial o lím ite de una teoría del cam bio m ucho más rica, concebida en el espíritu de la ciencia antes q u e en el de la filosofía presocrática. La dialéctica es tan n o to ria que sus cultores no se to m an el trab ajo de fo rm u lar sus tesis con precisión, en detalle, sistem áticam ente, y con claridad. Esta falta de precisión, detalle y sistem aticidad da lugar a más com entarios que investigaciones originales, y*explica p o r qué hay tal pro fu sió n de interpretaciones de la dialéctica. P o r esto debem os com enzar p o r desente rra r los principios de la dialéctica, o al m enos nuestra versión de la m ism a. (Si el lector se siente insatisfecho con esta versión, le invito a que p ro p o n g a o tra m ejor. Ya es tiem po de q ue alguien lo haga.) S u p o n d ré que los principios de la dialéctica son los que siguen. (Cf. Hegel 1816, 1830, Engels 1878,
1872-1882, L enin 1914-1916, Stiehler 1967, Pawelzeig 1970, Narski 1973, Bunge~1973a.) D I T odo tiene un opuesto D2 T o d o objeto es intrínsecam ente co n trad icto rio, o sea, está constituido p o r com ponentes y aspec tos opuestos entré sí. DJ T o d o cam bio es resultado de la tensión o lu cha de opuestos, sea d en tro del sistem a en cuestión, sea en tre diferentes sistemas. D4 El desarrollo es u na hélice cada uno de cuyos niveles contiene, al m ism o tiem po niega, el escalón anterior. D5 T o d o cam bio cuantitativo term ina en algún cam bio cualitativo, y toda cualidad nueva tiene su p ro p io m o d o de cam bio cuantitativo. Exam inarem os los cinco axiom as o “ leyes” de la dialéctica e intentarem os reform ularlos en form a más clara a fin de p o d er evaluarlos.
2.
La tesis de que a toda cosa le corresponde una anticosa
La tesis dialéctica D I , según la cual d ad o un o b jeto cualquiera existe un antiobjeto, es am bigua tanto p o r la am b ig üedad de ‘o b jeto ’ com o p o r la de ‘a n ti\ En efecto, la tesis se puede en tender p o r lo m enos de dos m aneras diferentes: D ía D ada u na cosa (objeto concreto) cualquiera existe u n a anticosa. D lb P ara cada p ro p ied ad de objetos concretos existe una an tipropiedad. (H ay otras posibilidades, q ue conciernen a obje tos conceptuales, así com o a anticircunstancias y a n ti 59
sucesos. Las descartarem os p o r su p o n er que la o n to logía d ialéctica se ocupa de objetos concretos-y que tan to circu n stan cias com o sucesos pu ed en reducirse a cosas y sus p ro p ie d a d es.) Las dos h ip ó te sis que preceden siguen siendo o b s curas m ie n tra s n o se explique qué son anticosas y a n tip ro p ie d a d es. Intentem os aclararlas, com enzando co n la n o c ió n de anticosa. Hay p o r lo m enos cuatro in te rp re ta c io n e s del térm ino ‘anticosa’, u 'o p u esto dialéctico d e u n a cosa’: (i) La a n tic o s a de u na cosa dada es la ausencia de ésta (p. ej. la antiluz es la oscuridad)- Pero la ausencia de u n a c o sa n o puede oponerse a ésta, m enos aún co m binarse c o n ella p a ra Formar u na tercera entidad. (A m enos, c la r o está, q ue se tom e en serio a Hegel, q u ien so ste n ía q u e el devenir es la síntesis del ser y la nada.) P o r lo ta n to esta definición es inadecuada: el o p u esto d ia lé c tic o de una cosa concreta n o puede ser la nada. (ii) La a n tic o s a de u n a cosa d ad a es el am biente de ésta, o se a , su com plem ento en la totalidad de las cosas (el r e s to del universo). T am bién esta defini ció n es d e fe c tu o sa , p o rq u e no tiene p o r q u é h ab er o po sició n o lu ch a en tre cosas co m p lem en tarias: piénsese v. g r . en n u estro sistema solar y el resto del universo. (iii) U n a a n tic o sa de Una cosa d ad a es u n a cosa que, c o m b in a d a con ésta, la destruye en algún res pecto y en a lg u n a m edida, com o cuando el agua ex tingue el f u e g o o un veneno m ata u n a planta. Si se a d o p ta esta d e fin ic ió n n o se puede garantizar la exis tencia de u n a anticosa de cualquier cosa dada. Y, en los casos en q u e hay anticosas, éstas pu ed en n o ser únicas: h ay rn u c h o s extinguidores de fuego adem ás 60
del agua, y p o r cada tipo de m aleza hay diversas clases de matamalezas. P o r consiguiente tam bién esta defi nición es inadecuada. (iv) Una anticosa de u n a cosa d a d a es un ente tal que, cuando se lo co m b in a con ella, p ro d u ce una ter cera cosa que, de alguna m anera, las contiene y su p e ra a ambas. A p rim era vista u n a partícu la y u na an tipartícula (por ejem plo un p a r p ro tó n -an tip ro tó n ) constituyen un p a r de opuestos dialécticos. De hecho n o es así, p o rq u e la partícu la y la an tipartícula p u e den fundirse p ro d u cie n d o un fotón, que río contiene ni supera a las cosas originales, sino q ue es una cosa de una especie to talm en te diferente. O tro pseudoejem plo es la polim erización: ésta es u n a síntesis pero de iguales, no de opuestos. (En otros casos los igua les, o similares, com piten en tre sí.) N inguna de las cu atro definiciones del concepto de anticosa sirve las finalidades de la dialéctica. Por consiguiente o bien D ía no tiene sentido o se necesita u n a q u in ta definición. Si lo p rim ero , n o hay más que decir. Si lo segundo, com pete al filósofo dialéctico el p ro p o n e r la redefinición q ue necesita, o bien el reco nocer que D 1 no se refiere a cosas y anticosas. Si recu rre a las Caíegoriae de Aristóteles a p ren d e rá que la oposición dialéctica concierne a rasgos o propiedades (actuales o potenciales) antes que a las cosas. E xplore m os esta posibilidad.
3.
La tesis de que a toda propiedad le corresponde una antipropiedad
A bordem os a h o ra la tesis D lb de la Sección 1, a saber, que a to d a p ro p ie d a d le corresponde u na anti61
p ro piedad . Este enunciado no tiene sentido m ientras no se le dé sentido al térm ino ‘a n tip ro p ie d a d ’. T am bién en este caso hay varias interpretaciones posibles. C onsiderarem os las siguientes: (i) La a n tip ro p ied ad de una p ro p ie d a d d ad a es la ausencia de esta últim a, com o en el caso de bueno y n o -b u en o (que es m alo o neutro). De m o d o entonces que, si un predicado P representa u n a p ro p ie d a d p o sitiva dada, tal com o el estar m ojado, o el interactuar (con alguna o tra cosa), entonces su negación no-P represen taría la an tip ro p ied ad correspondiente. Sin em bargo, u n a p ro p ied ad y la ausencia de la m ism a no p u ed en com binarse p ara p ro d u cir un tercer rasgo, a saber, la síntesis de am bas, y ello p o r la sencilla razón de que la ausencia de u n a característica d a d a no es u n a p ro p ied a d poseída efectivam ente p o r una cosa. El negar P (o afirm ar que cierto objeto satisface el predicado no-P) es u n a operación estrictam ente con ceptual carente de co n trap arte óntica. Y el ju n ta r P con no-P p ro d u ce la p ro p ied ad co ntrad icto ria o nula, o sea, la q u e ningún objeto (sea conceptual, sea c o n ' creto) posee. P o r consiguiente debem os rechazar la identificación p ro p u esta de anti~P con no-P. fVoIveremos al p ro b lem a de las propiedades negativas al final de esta Sección.) (ii) La a n tip ro p ied ad de u n a p ro p ied ad dada es el com plem ento de la p ro p ied ad en el co n ju n to de to das las propiedades. T am bién esta definición es d e fectuosa, p o rq u e una p ro p ied ad individual no está en un pie de igualdad con un co n ju n to de propiedades y p o r tan to no puede oponérsele y m enos a ú n fundirse con él p ara p ro d u c ir una tercera p ro p ied ad que sea la síntesis de las dos. (iii) U na a n tip ro p ied ad de u na p ro p ie d a d d ad a es 62
u n a propied ad que p u ed e co n trarrestar, equilibrar o neutralizar a la segunda, c o m o .c u an d o el em pujar y ja la r una cosa se com pensan d a n d o com o resultado q ue el cuerpo som etido a .d ic h a s fuerzas opuestas q u ed a en reposo. Esta in terpretación tiene sentido, y se puede en co n trar ejem plos de antipropiedades de esta clase. La dificultad q ue presenta esta in terp reta ción para la dialéctica es q ue las propiedades de este tipo no son universales ni únicas. Esto es, no es ver d ad que toda p ro p ied ad tenga u na an tip ro p ied ad y, cu an d o una p ro p ie d a d tiene opuesto, éste puede no ser único. Por ejem plo, la p ro p ied ad de tener masa no tiene opuesto en este sentido, p o rq u e no existe la antim asa o m asa negativa. Y la p ro p ied ad de crecer p uede ser co n trarrestad a p o r u n a m ultitud de p ro p ie dades opuestas. En definitiva tam poco esta in terp re tación satisface las necesidades de la ontología dialéc tica. Pero p o r lo m enos es significativa. (iv) Una a n tip ro p ie d ad de una p ro p ied ad dada es u n rasgo tal que, cu an d o se u ne a la p ro p ied ad en cuestión, da lugar a u na tercera p ro p ied ad que las subsum e a am bas y no es nula. La com binación de un ácido con una base, q u e da com o resultado u na sal, parecería ejem plificar este sentido de la oposición de propiedades. Pero tam bién p u ed e considerarse com o u n a com binación de cosas opuestas. Adem ás, si bien hay ejem plos, tam bién hay contraejem plos. Por ejem plo, la m era acreción de partículas sim ilares (sin oposición alguna) da lugar a cuerpos (por ejem plo planetas). Más aún, tal proceso pu ed e alcanzar el p u n to de colapso (p. ej. colapso gravitatorio), o sea, un salto cualitativo sin intervención de oposición dia léctica. En resum en, la cuarta in terpretación de,‘a n ti p ro p ie d a d ’, au n q u e significativa, no justifica el p re 63
fijo ‘a n ti’ y no da lugar a u na ley universal. El resu ltad o es éste. De las cuatro interpretaciones plausibles del térm ino ‘an tip ró p ie d ad ’ q ue hem os considerado, dos (o sea [iii] y [iv] tienen sentido, p ero n in g u n a de ellas perm ite afirm ar la “ ley” D lb en toda su generalidad. Sólo nos perm iten afirm ar u n a ley m ucho más débil, a saber: D íc A algunas propiedades Ies co rresp o n d en otras (llam adas sus ‘an tip ro p ied ad es’) q ue las c o n tra rrestan o neutralizan. D icho en térm inos más sencillos: Algunas cosas se oponen a otras en ciertos respectos. Pero ésta es u n a trivia lidad q u e no debiera satisfacer a ningún dialéctico. Si no le satisface tendrá que ofrecer u n a q u in ta in terp re tación, ésta m ás adecuada, de ‘antipropiedacT. Pero, a u n si resuelve este problem a, deberá co n fro n ta r la dificultad siguiente. La hipótesis de que a toda p ro p ie d a d le corres p o n d e u n a an tip ro p ied ad (en algún sentido razonable de este térm ino) es posible en u na o n to lo g ía idealista q u e rehúse distinguir entre u n p redicado (concepto de cierto tipo) y u na pro p ied ad de u na cosa concreta, tal com o la de ser extensa* Y, puesto q ue el concepto (predicado) no-P es tan legítim o com o el concepto P , p ara u n platónico o un hegeliano u na p ro p ie d a d n e gativa debiera ser tan real com o u n a p ro p ie d a d posi tiva. El dialéctico idealista p o d rá ad m itir la tesis D lb siem pre q u e se las arregle p a ra dilucidar ad ecu ad a m ente la n oción de antipropiedad. El dialéctico m aterialista, en cam bio, n o p o d rá a d o p ta r esa estrategia si tom a en serio al m ateria lism o. En efecto, p ara un no idealista las cosas tienen sólo prop ied ad es positivas: au n cu an d o hay predica dos negativos, éstos no pueden rep resen tar p ro p ie d a 64
des de o b jetos concretos. P ara él, si u n predicado P representa cierta pro p ied ad , entonces su negación noP no rep resen ta u na an tip ro p ied ad , sino tan sólo la ausencia de la p ro p ied ad rep resen tad a p o r P. En efecto, si la fó rm u la “Pa” abrevia la proposición “ La cosa a posee la pro p ied ad P ”, entonces la fórm ula “ no-Pa ' resum e “ La cosa a carece de la p ro p ied ad P” (o, en la in terp retació n alética, “ Es falso que la cosa a tenga la p ro p ie d a d P ”). Puesto q ue la ausencia de una p ro p ied ad n o puede considerarse com o el opuesto dialéctico de ese rasgo, se sigue q ue los predicados negativos n o representan antipropiedades. La n e gación es u n a operación conceptual carente de con trap artid a óntica: se refiere a proposiciones y sus negaciones, n o a la lucha entre opuestos ónticos. (Para una posición sim ilar véanse H a rtm a n n 1957 y Kraft 1970.) * A nálogam ente, la disyunción d e predicados no representa propiedades alternativas o disyuntivas. No hay hom bres con dos o tres piernas, si bien la p ro p o sición “ Los hom bres tienen dos o tres p iernas” es verdadera. La disyunción es tan conceptual y anóntica com o la negación. Esto ten d rá u na im portante consecuencia p ara la tesis de que la lógica form al es u n caso lím ite de la dialéctica (Sección 9). Y tiene una consecuencia igualm ente desastrosa p a ra la tesis de q u e to do conocim iento es u n m apa de la realidad. En efecto, considérese el co n ju n to de todos los predica dos de un o rd e n d ad o y con los m ism os referentes, tal com o la totalidad de los predicados ú n a n o s concer nientes a los m am íferos (p. ej. “ p elu d o ” ). Este con ju n to es u n álgebra de Boole. En cam bio el conjunto co rrespo n diente de propiedades de los m ism os in d i viduos (m am íferos en el ejem plo) no es sino u n semi65
grupo, en el q ue la concatenación se in terp reta com o la conjunción de propiedades. A firm ar que la estruc tu ra de los predicados “ refleja” la estructura de las p ro piedad es es coherente con u n a o n to lo g ía idealista p ero incom patible con el naturalism o, en particular el m aterialism o, el cual n o p uede ad m itir p ro p ie d a des negativas o disyuntivas. En resum en: el idealism o dialéctico es lógicam ente posible a u n q u e im p ro b a ble; y el m aterialism o dialéctico es im p ro b ab le y en to do caso incom patible con la d o ctrin a del reflejo, se gún la cual el conocim iento refleja la realidad.
4.
La tesis de que toda cosa es una unidad de opuestos
La tesis D 2 , de q ue todo o bjeto es u na unid ad de opuestos, se considera h ab itu alm en te com o la esencia de la dialéctica. Pero el en u n ciad o D 2 n o tiene sen tido a m enos que se dilucide el térm in o ‘o p u e sto ’. Y, com o se h a visto en las dos últim as secciones, esta ta rea no es fácil, y en to d o caso no h a sido realizada p o r los filósofos dialécticos. La tesis D 2 es significativa a condición de que la oposición, o contradicción óntica, se in terp rete c o m o u n a relación entre propiedades, a saber, la de co n tra rrestar o neutralizar (sentido [íii] en la Sección 3). A doptarem os pues la definición siguiente: “ La p ro piedad (o relación) P xse o p o n e a la p ro p ie d ad (o rela ción) P<¿ si, y sólo si, P j tiende a c o n tra rresta r (n eu tra lizar, eq uilib rar, o atenuar) P¿ y recíprocam ente” . P or ejerpplo, en u n país su p erp o b lad o , el au m en to de p o b lació n y el bienestar se o p o n e n m utuam ente, p o r que el p rim ero d e rro ta to d a tentativa de elevar el ni vel de vida. 66
Si la oposición se in terp reta de esta m anera, en tonces se puede afirm ar q u e háy sistemas roídos p o r contradicciones ónticas internas. Pero esto está lejos de im plicar q ue todos los sistemas sean contradicto rios. P o r ejem plo, según la física contem poránea, los electrones y fotones n o tienen contradicciones in ter nas. (Lo que n o debiera m an ten er insom ne a ningún filósofo, ya que, si to d a cosa estuviera com puesta de partes m utuam ente opuestas, cada p arte estaría a su vez com puesta de la m ism a m anera, y nos veríamos enfrentados a un regreso infinito.) A ho ra bien, si to d o lo q ue podem os decir es que algunas cosas (o partes de las mismas) se o p o n e n a otras en algunos respectos (que era n uestra tesis D lc de la Sección 3), entonces to d o lo que podem os concluir es que algunos sistemas poseen com ponentes o p ro p ie dades q u e se o p o n en en tre sí en algunos respectos. En otras palabras, obtenem os la tesis débil D2a Algunos sistemas tienen com ponentes que se oponen entre sí en algunos respectos. La tesis central de la u n id ad de los opuestos queda pues restringida a cosas com plejas y, p o r a ñ a didura, a algunos aspectos de las m ism as. N ada se dice acerca de las cosas sim ples (si las hay); tam poco se hace afirm aciones acerca de la totalidad de los as pectos o propiedades de u n sistem a cualquiera. La versión diluida D2a de la tesis central de la dialéctica no es universal, y p o r lo tan to n o puede fo rm ar parte de una teoría general del cam bio. Más aún, lo que su giere, esto es, el análisis de to do sistem a en polos, no constituye u n avance de la ontología. Al co ntrario, el pensar en opuestos es característico de la m entalidad arcaica (v. Frankfort 1946), así com o del pensam iento clásico griego con la no tab le excepción de los atom is67
tas (v. Lloyd 1966). Lo cual no es de sorprender, p o r que es u n a m anera sim plista de pensar, com o lo es to d a m anera prim itiva de pensar. El que el pensar en térm inos de opuestos involu cra una sim plificación b rutal del m u n d o real, puede com prenderse a la luz del ejem plo siguiente. Un sis tem a p uede llam arse polar si está com puesto de partes q ue pueden estar en u n o de dos estados, tales com o ab ierto o cerrado, activo o inactivo, excitado o in h i bido, que son m utuam ente excluyentes o contradic torios en el sentido fuerte. Un circuito eléctrico con interruptores, tal com o el que contiene u na co m p u ta dora, puede considerarse com o un sistem a polar. Pero está claro que ésta es u n a sim plificación, ya que tiene en cuenta tan sólo ebresultado neto de u n p ro ceso y desprecia los estados interm edios o tran sito rios. Si se olvidan estos estados interm edios, entonces las operaciones del sistem a se pu ed en describir con ayuda del álgebra de Boole o rd in a ria (de dos valores). Pero si se desea incluir los estados transitorios, e n to n ces el espacio de los estados del sistem a debe ser d o tado de u n tercer m iem bro. El co n ju n to resultante posee u n a estructura m ás rica, a saber, u n álgebra tri valente de Lukasiewicz (Moisil 1971). E incluso una m áqu in a con tres estados posibles es u na hipersim plificación de interés p a ra el diseñador o usuario de la com p utado ra, p ero m uy poco interesante p a ra un físico. En efecto, el a g ru p a r to do un co n tin u o de esta dos estacionarios en dos (abierto y cerrado), y to d o el co ntinu o de estados transitorios en uno, n o es sino una p rim era y groserísim a aproxim ación. La teoría de los circuitos eléctricos d a u n a descripción más p rofunda, y m uchísim o más p ro fu n d a es la que p ro vee la electrodinám ica; am bas suponen que el con 68
ju n to de estados, ya estacionarios, ya transitorios, es infinito (no num erable). En cualquiera de estas des cripciones no q u ed a traza de la p o larid ad . La p o la ri dad es un rasgo de nuestro pensam iento acerca de la realidad antes que u na p ro p ied ad del m un d o . Más aún, la p o laridad es típica del conocim iento inci piente, no de la ciencia.
5.
La doctrina dialéctica del cambio
El que algunos cam bios resultan de conflictos o tensiones de algún tipo, es obvio. Los ejem plos clási cos son la com petencia entre anim ales y la guerra en tre los seres hum anos. Sería necio ignorarlos. Lo que se cuestiona es si la com petencia es universal, al punto de que está detrás de todo cam bio. Parece igualm ente obvio que esto no es verdad, o sea, que hay cam bios no producidos p o r n in g u n a contradicción óntica. Por ejem plo, el m ovim iento de u n a partícula o de una o n d a electrom agnética en el vacío no son conflictivos. T am poco lo es la form ación de u na m olécula de h i dró g en o a p a rtir de dos átom os de hidrógeno, a u n que sólo sea p o rq u e éstos son iguales (aunque no idénticos); lejos de oponerse, co o p eran entre sí. Lo más que podem os aceptar es entonces la tesis más débil D3a Algunos cam bios resultan de la oposición (en algunos respectos) de cosas diferentes o de co m p o nentes diferentes de u n a m ism a cosa. Pero esto es casi trivial. C ualquier teoría de la com petencia (p. ej. la cinética quím ica, la teoría de V olterra del crecim iento de especies que com piten en tre sí y la teoría de los juegos) es más precisa y rica. 69
Más aún, una interpretación literal del principio dialéctico de la contradicción com o m o to r del cam bio es incom patible con la teoría del conocim iento com o reflejo, abrazada p o r el m aterialism o dialéc tico. En efecto, si toda prop osición “ refleja” algo real, entonces toda proposición contrad icto ria d e biera “ reflejar” alguna contradicción óntica, la que a su vez sería fuente de algún cam bio. Pero, puesto que to d a contradicción es falsa, no puede reflejar nada real. P o r lo tan to o bien no hay cam bio o la teoría del reflejo n o p u ed e aliarse a la dialéctica. Q ue es la rnism a conclusión a q u e llegamos al final de la Sec ción 3. H ab ien d o privado a DJ de generalidad universal, intentem os co m p ren d er cóm o p u d o h ab er sido fo r m ada. C on este fin convendrá reform ularla así: “ El sistem a x cam bia si, y solam ente si, x contiene una contradicción óntica interna, o bien existe o tro sis te m a ^ tal que se o p o n e a x en algún respecto” . Está p ro p o sició n puede obtenerse p o r generalización ap resu rad a y falacia, com o sigue. U no em pieza por m irar en to rn o suyo y observa que, todas las veces» q u e hay contradicción óntica (oposición), tam biér hay cam bio. Entonces uno salta a la conclusión de que tam bién vale la recíproca, o sea, q ue la lucha es “ p ad re de tod o y rey de to d o ” (H eráclito, Fragm en to 53). De estas proposiciones se sigue la generaliza ción dada. Finalm ente se busca confirm ación de la te sis. Y p o r cierto q ue se encuentran casos confirm ato rios, so b re to d o si en cada caso se ad o p ta u na inter p retación conveniente de 'co n trad icció n ' u ‘o p o si ció n ’. En el curso de este proceso se descartan todo^ los contraejem plos, com o corresponde tratán d o se d p ensam iento precientífico. 70
6.
La doctrina dialéctica del desarrollo
Considerem os a h o ra la tesis D4 de la estructura helicoidal (“ espiral” ) de tod o desarrollo, sea en la n a turaleza, en la sociedad o en el pensam iento. T am bién esta tesis es obscura debido a la incertidum bre de la expresión ‘negación dialéctica’ en este contexto. T o d o cuanto nos ofrecen los dialécticos p o r vía de ex plicación es un p u ñ ad o de ejem plos, tales com o el de la p lanta que es “ negada” .por sus semillas, las que al g erm in ar y desarrollarse convirtiéndose en nuevas plantas se “ niegan” a sí mismas. Esta clase de nega ción —p o r conservar la árcaica term inología— se llam a Aujhebung (supresión), para subrayar su diferen cia de los conceptos de negación involucrados en las dem ás tesis de la dialéctica. En efecto, x y su negación dialéctica —x no pueden com binarse p ara form ar un tercer objeto, p o rq u e la Aujhebung de x sucede a su desaparición: en efecto, —x sucede a x. Más aún, la d o b le negación de x, o sea —(—x), suele ser superior a x, excepto en m atem ática. Esto es todo cuanto nos d i cen los autores dialécticos. D ado que el concepto de Aujhebung es nebuloso, tam bién la tesis D4 es nebulosa. Y, siendo u n e n u n ciado nebuloso, no es posible p ronunciarse acerca de su valor de verdad: un enunciado im preciso designa am b ig u am en te no u na proposición sino todo un con ju n to de proposiciones y, más aún, un-conjunto in d e term inado, o sea, cuyos m iem bros no son claram ente identificables. M ientras esperam os que los dialécticos aclaren el concepto de Aujhebung y nos los traduzcan al castellano, debiéram os elu dir estas aguas estanca das y pro ced er a fo rm u lar teorías claras, coherentes y 71
generales de procesos de desarrollo y evolutivos. Esta em presa debiera dar más resultados que el intento de forzar cualquier auténtica teoría del desarrrollo en un esquem a polar.
7,
Cualidad y cantidad
D5 es quizá la más p o p u la r d e todas las tesis (“ leyes” ) de la dialéctica. T am bién es la que ha sido form ulada de la m anera más ridicula, a saber, com o la ley de la conversión de la cualidad en cantidad y vice versa. Este enunciado es ininteligible. U na cantidad es, ya la num erosidad de un conjunto de cosas, tal com o la población de una ciudad, ya el valor n u m érico de alguna p ro p ied ad cuantitativa, tal com o la pro babilid ad de una transición dada. En todo caso la cantidad no se o p o n e a la cualidad si esta últim a se entiende com o propiedad. En cam bio, “ cuantitativo” y “ cualitativo” son contrarios en el sentido estricto o form al, en que cada uno de estos conceptos puede definirse en térm inos del o tro y de la negación lógica, p. ej. a sí: “ Si P es una prop iedad , entonces: P es cualitativa = ¿ fP no es cuantitativa” . Pero n o es éste el sentido en que D5 op on e cantidad a cualidad. En efecto, sería p atente m ente falso decir que u na p ro p ied ad cualitativa, tal com o la separación, se transform a en la propiedad cuantitativa distancia, o recíprocam ente. En nuestra opinión, to d o lo que afirm a D5 es que, en todo p ro ceso, sobreviene u na etapa en la que em erge alguna pro p ied ad nueva, la q ue a su vez dene su p ro p io m odo d e variación. Así, p o r ejem plo, la urbanizaciór lleva a ciudades, no a grandes aldeas; y una vez que se
72
constituye una ciudad, crece o decae de u na m anera peculiar: su dinám ica difiere de la de la aldea. F orm ulada com o D 5 , la tesis so b re la relación entre cualidad y cantidad tiene sentido y es posible que sea verdadera. C on todo, debiera considerársela com o una hipótesis antes q u e com o un artículo de fe (lo que vale desde luego p a ra to d o principio ontológico). Más aún, valdría la p ena tra ta r de o b ten er D5 com o un teorem a en u n a teoría general del cam bio. Para term inar con este tem a, obsérvese q ue hem os estado escribiendo ‘cu alid ad 1 y no ‘calidad’; la p ri m era es sinónim a de ‘p ro p ie d a d ’, al p a r q ue la se gunda im plica un ju icio de valor.
8.
La pretensión de universalidad
Se dice que las cinco tesis (“ leyes” ) de la dialéctica valen universal m ente. Pero nu estro análisis m uestra que, en la m edida en q ue D I , D 2 y D3 tienen sentido, debieran reem plazarse p o r afirm aciones de alcance restringido. (Por ejem plo, ya q ue algunos procesos en los que em ergen novedades consisten en la agrega ción de iguales antes q ue en el ch oque de opuestos, D3 es falsa, y su negación es verdadera.) Si D4 resul tase significativa, es p ro b ab le q ue tam bién ella term i naría p o r ser u n a p ro p o sició n existencial (“ Algu n o s...” ) y no universal (“ T o d o s...” ). Sólo D5 tiene una buena posibilidad de ser universalm ente verda dera, en el sentido de q ue vale p a ra todos los p ro ce sos. En resum en, la dialéctica no es u na doctrina u n i versal: no vale p a ra todas las cosas, todas las p ro p ie dades y todos los cam bios. H ay ejem plos de dialéctica y tam bién hay contraejem plos de ella. (Véase tam bién 73
M iró Q uesada 1972.) Se sigue, en particular, que la dialéctica no abarca a todos los objetos, sean m ateriales o conceptuales. Más exactam ente, sugiero que la dialéctica, en la m e d ida en que p u ed a considerarse com o una ontología de los objetos m ateriales, no se aplica a objetos con ceptuales y p o r consiguiente no es una generalización de la lógica form al. Más aún, n o puede h a b er una teoría universal que valga tanto p ara objetos m ateria les com o p a ra objetos conceptuales: estos últim os sa tisfacen leyes conceptuales que, a diferencia de las n a turales, son de hechura hum ana. Los objetos conceptuales (conceptos, pro p o sicio nes, teorías) no se encuentran ya hechos en la n a tu ra leza, ni se los fabrica a p artir de m ateria p rim a m ate rial: los constructos son p ro d u cto de la actividad creadora del cerebro prim ate y están caracterizados p o r leyes propias, que no se aplican a los objetos m a teriales. Así, p o r ejem plo, una proposición n o sé m ueve ni se m oja ni se h erru m b ra, y un trozo de hie rro no puede negarse ni puede im plicar a o tro objeto m aterial. Las proposiciones están caracterizadas poi el cálculo proposicional, los conjuntos p o r la teorí? de los conjuntos, los grupos p o r la teoría de los g ru pos, etc.; en cam bio los objetos m ateriales están ca racterizados p o r leyes físicas, quím icas, biológicas c sociales. Los dos conjuntos de leyes, las conceptúale? y las m ateriales, tienen poco en com ún. Por cierto que se puede h ab lar de la conjunción (p. ej. yuxtapo . sición) de dos cuerpos, así com o de la conjunción d ' dos proposiciones. Pero se trata de una m era an alo gía superficial, ya que la conjunción física no se d e fine del m ism o m o d o que la conjunción lógica. E particular, las leyes de De M organ no tienen sentido 74
p a ra la conjunción física, p o rq u e n o existe la nega ción de un objeto m aterial (excepto en el sentido de q u e es idéntica a su am biente). En conclusión, no es posible ab arcar a todos los objetos, sean concretos o abstractos, con una sola teoría. En particular la dialéctica no lo hace. Puesto que la dialéctica puede ser ejem plificada p o r algunos objetos y sucesos concretos, p ero está en conflicto con la lógica m atem ática, debiera considerársela com o u na teoría ontológica (o cosm ológica o metafísica). A un así su alcance es, com o se ha visto, bastante es trecho.
9.
Relaáón entre dialéctica y lógica form al
Los filósofos dialécticos han sostenido q ue la ló gica es un caso especial de la dialéctica, a saber, una suerte de aproxim ación válida cu an d o el cam bio es m uy lento. Esta afirm ación es falsa. En efecto, para que u n a ley sea un caso particu lar de o tra es necesario que am bas se refieran a los m ism os objetos al m enos en parte, o sea, que co m p artan referentes. Y éste no es el caso de las leyes de la lógica y las hipótesis de la o n tología. En cam bio las leyes de la electrodinám ica clásica son un caso lím ite (para grandes núm eros de fotones) de las leyes de la electrodinám ica cuántica: am bos conjuntos de leyes son com parables p o rq u e am bos se refieren a la radiación. Éste no es el caso del cálculo de predicados, ni de n inguna o tra teoría lógica, en relación con las leyes de la física o de la o n tología: m ientras el p rim ero describe el co m p o rta m iento de conceptos y proposiciones, las ciencias de la realidad se ocupan de sistemas concretos. Y, com o 75
se vio en la Sección 8, los constructos (a diferencia de los procesos de pensar acerca de ellos) no son objetos concretos. P or lo tanto la lógica form al no puede ser u n caso particular de la ontología dialéctica. ¿C óm o se relacionan estas disciplinas? La relación entre la lógica y cualquier teoría cohe rente referente a la realidad (p. ej. la ontología) no es u na relación de reducción, sino la relación d e presu posición. Todas las teorías coherentes presuponen (lógicam ente, no psicológica o históricam ente) la lógica. T an to es así que, cuando se reconstruye o rd e n ad am en te (o sea, axiom áticam ente) una teoría subs tantiva cualquiera, sea en m atem ática, en ciencia fáctica o en ontología, se com ienza p o r especificar el len guaje en que ha de form ularse la teoría, así com o las regias de inferencia utilizables en la teoría. En suma; es m enester especificar la lógica p o r ad elantado. Másaún, la lógica no cam bia si la teoría discrepa de la ex periencia, p o rq u e la lógica n o concierne a la expef riencia, sino a nuestro jn o d o de organizaría (in^ cluyendo la experiencia p u ram en te m ental). La lógica propiam en te dicha, o sea, el conjunte de las teorías lógicas, no tiene asunto o materia ap arte de los conceptos, las proposiciones y las teo rías en general. La lógica es una arm azón a priori que sirve tan to para la m atem ática com o p ara la fisica o Y sociología. D ado que toda teoría substantiva T presu p o n e alguna teoría lógica L, T contiene o im plica a L. Se dice que T es substantiva p o rq u e describe objete no lógicos de algún dpo, tales com o núm eros o serr hum anos, en tanto que L es indiferente a la referencia precisa. En efecto, los conceptos y proposiciones qilu. figuran en L pueden referirse a cualquier cosa, p o r ’ tan to a n ad a en particular. En cam bio, si em pobrece 76
mos a T q uitándole todas las hipótesis substantivas, lo que q ueda es un esqueleto sin referencia precisa: a lo sum o, p o d rá decirse que T se refiere a individuos de algún conjunto abstracto no especificado. Pero no es esto lo que pretende ser la dialéctica. P or decirlo de o tra m anera, la lógica form al (m a temática) se refiere a todo p ero no describe o representa nada a no ser sus p ropio s conceptos básicos: “ n o ” , “ y” , “ p ara to d o ” , “ im plica” , y sus parientes. Estos conceptos específicos de la lógica se refieren o aplican a proposiciones, no a objetos m ateriales. P or ejem plo, considérese la conectiva “ o ” , que puede an ali zarse com o u na función que asocia pares de p ro p o si ciones a proposiciones. (En sím bolos, v : P x .P -> P, do n de P es el conjunto de proposiciones.) Por o tro lado considerem os el concepto ontológico de interac ción, que no puede aplicarse a proposiciones. En efecto, “ interactúa” relaciona a objetos concretos. Más precisam ente, el p redicado “ interactúa con” asocia a pares de objetos concretos con proposiciones de la form a “a interactúa con 6” . (En sím bolos, /: C x C -> P f d o n d e C es el con junto de objetos concre tos y P el conjunto de proposiciones de la form a lia interactúa con 6” .) Si adm itim os q u e la clase de refe rencia de un predicad o es igual a la u n ió n (sum a lógica) de todos los conjuntos q ue figuran en su d o m inio (Bunge 1974a), obtenem os
@(^) = pf mu) = c. Y, puesto que las proposiciones son disjuntas de las cosas concretas, los dos predicados no tienen n ad a en com ún excepto su form a general, q ue es u na p ro p ie dad m atem ática, a saber, la de ser am bos predicados binarios. En otras palabras, la lógica y la física (sea en 77
sentido estricto o lato) no se re fie re n a los m ism os o b jetos. P or consiguiente ninguna d e ellas es un caso es pecial d e .la otra. El argu m ento que precede presjupone que los o b jeto s concretos son disjuntos de lo s conceptuales, en p articu lar las proposiciones (o sea, P C ) C = (¡>). Esta hipótesis n o puede dem ostrarse p e r o p u e d e tornarse plausible, v.gr. com o sigue. Al p a r q u e las cosas (ob jetos m ateriales) están en el m u n d o exterior, los constructos carecen de existencia física o m ate rial: existen sólo conceptualm ente, o sea, c o m o m iem bros de cuerpos conceptuales (p. ej. teorías). C u a n d o afirm a m os q ue hay constructos de a lg ú n tip o , p. ej., q u e el n ú m ero 3 existe, o que hay (o existe) la ecuación de Schródinger, todo cuanto q u e re m o s d ecir es esto: Pensam os cierta^ ideas y fingimos q u e c o n ello ad q u ie ren existencia independíente, o sea, q u e se h an inde pendizado de su génesis psicológica y d e sarro llo his tórico. T om am os en serio esta ex isten cia, a diferencia de la existencia de los personajes d e las tiras cómicas: de lo co n trario no podríam os h a c e r lógica ni m ate m ática, ni seríam os capaces de d istin g u irla s de la psi' cología y la historia. Pero, a m enos q u e seam os pla tónicos o hegelianos, no les asig n am o s a las ideas una existencia separada o au tó n o m a. S ó lo los pensadores vivientes (sean seres hum anos o no) p o s e e n existencia concreta o m aterial. N o hacem os s in o fingir q ue lo q ue éstos piensan (sus ideas) p u ed e se p a ra rse (im agi nariam ente, no físicamente) de sus p ro c e s o s m entale (cerebrales). T anto es así, q ue a trib u im o s a las idea1' propiedades no físicas, tales com o las d e tener sentido y valor de verdad. (Véase Bunge 1980a.) La tesis de la unidad de la lógica y d e la ontologí es posible, e incluso necesaria, en u n siste m a idealista. 78
en el q ue no puede, h ab er diferencia entre cosas y constructos excepto que los últim os se su p o n en supe riores a los prim eros. La confusión de Hegel entre lógica y ontología, tan visible en su Lógica “ g ran d e” , era natural en su sistema. T am b ién es natural p ara un m aterialista vulgar o nom inalista, p o rq u e no adm ite conceptos, sino tan sólo sus sím bolos m ateriales, tales com o los q u e se ven en esta hoja de papel. Pero la lógica será diferente de la o n to lo g ía p ara quien q u iera que no sea u n idealista o un m aterialista vulgar. Esto no im plica u na o n tolo gía dualista m ientras a los constructos no se les asigne u n a existencia autónom a. Pero sí im plica u n dualism o m etodológico según el cual los constructos se tratan como si existieran de p o r sí. (El ficcionism o vale p a ra las ficciones, no p ara la realidad.) La idea de q ue p ara en ten d er el cam bio se nece sita u na lógica peculiar, sea la lógica dialéctica o alg u n á ’versión de la lógica tem poral, p o rq u e la lógica formal es incapaz de co m p ren d er el cam bio, es una reliquia de la filosofía antigua. E ra justificable hace dos m ilenios, cuando los seres h u m anos n o p o d ían form ularse preguntas más precisas que ‘La flecha ¿se mueve o está en re p o so ? ’, y se em p a n tan a b a n en el problem a de si la flecha en m ovim iento estaba o no estaba en un lugar dado en u n instante dado. H oy día pensarnos en grados antes q ue en opuestos, p reg u n tando en cam bio ‘¿A q ué velocidad se m ueve el a u to móvil respecto del c am in o ? ’, y no nos choca la po si ble respuesta ‘El autom óvil se m ueve con velocidad nula’, que Parm énides h ab ría considerado acaso como contradictoria. Más aú n, n o tratam os estos problem as corno filosóficos, sino corno científicos, y nos hem os acostum brado a m anejar teorías m u tu a 79
m ente incom patibles con ayuda de la m ism a lógica. En u n a palabra, ya no pensamos dialécticamente, -o sea, en térm inos de opuestos y sin distinguir en tre la lógica y las disciplinas fácticas. Por consiguiente, cuando no logram os en tender algún tipo de cam bio echam os la culpa a alguna teoría substantiva, no a la lógica, que es una de las herram ientas em pleadas en construir, p o n er a p ru eb a y criticar las teorías científicas. Dicho más brevem ente, la lógica es a priori.
10.
Balance
Los resultados de nuestro exam en de la dialéctica pu ed en resum irse así: (i) Los principios de la dialéctica, tales com o se form ulan en la literatura existente a la fecha, son a m biguos e im precisos. El estudioso de la dialéctica tiene el deber intelectual y m oral de dilucidar las nociones clave de la dialéctica y de reform u lar los principios de ésta de m an era clara y coherente. (ii) C uand o se los form ula con algún cuidado, tres o cuatro de los cinco principios de la dialéctica p ierden su universalidad: arran can con el prefijo “ A l g ú n ” antes que con “ T o d o ” . Y, cuando se los fo r m ula de esta m anera más débil, algunos de ellos q u e dan tan debilitados q u e se acercan a perogrulladas, com o sucede con la hipótesis de que hay sistemas con com ponentes m utuam ente opuestas. (iíi) A un cuando se los form ula con claridad y con un alcance lim itado, los principios de la dialéctica no constituyen u n a base suficiente p ara u na teoría gene ral del cam bio. A lo sum o son un e m b rió n que acaso p o d ría desarrollarse convirtiéndose en u na teoría 80
pro p iam en te dicha. U na teoría m o d ern a del cam bio ten d ría que ser m ucho más precisa, explícita y com pleta que la dialéctica. Adem ás, tendría que a rm o n i zar con la ciencia en lugar de estar en conflicto con ella. En particular, no tendría q ue contener térm inos arcaicos tales com o ‘lucha de los contrarios’, excepto cu an d o se tratase de un auténtico conflicto entre opuestos auténticos. (iv) La dialéctica no abarca a la lógica form al: esta últim a se ocupa de constructos, no del m undo real. La pretensión de q ue la dialéctica generaliza a la lógica puede sostenerse sólo d en tro de una ontología platónica o hegeliana, y es incom patible con todas las gnoseologías realistas, en p articular con el realism o in g en u o de la teoría del reflejo. (v) Los dos principios correctos de la dialéctica —q ue to d a cosa concreta es cam biable, y q ue a lo largo de todo proceso em ergen nuevas propiedades— son com partidos p o r todas las ontologías procesuales y pueden form ularse de m an era exacta, así com o re lacionarse con otras hipótesis ontológicas, consti tuyendo un sistem a hipotético-deductivo que a rm o niza con la ciencia (Bunge 1977 y 1979). Dicha o n to logía es dinam icista p ero no dialéctica; o, si se p re fiere, conserva lo que aú n vive y desecha lo m uerto de la dialéctica.
81
CAPÍTULO 5
CRÍTICA DE LA TELEOLOGÍA
La explicación p o r c a u s a s finales es, posible m e n te , el m o d o de e x p lic a c ió n m ás antiguo y p o p u lar. Es fácil de en ten d er p o r q u e procede p o r analogía con el co m p o rtam ien to h u m a n o intencional. (Puesto que to d o lo q u e hago lo h a g o o creo hacerlo con a l g un a intención, el resto d e l u n iv erso debe estar dise ñ ad o de m an era parecida: e s to es, todo debe suceder con alg u n a finalidad, o b v ia o recóndita.) Las llam a das a rm o n ía y sabiduría d e la naturaleza parecen con firm ar el finalism o, a c o n d ic ió n de que se haga la vista g o rd a al azar, así c o m o a la deform idad y la e n ferm edad, la in a d a p ta c ió n y la lucha p o r la vida. Es verdad que algunos filósofos, en particular Bacon y Spinoza, V oltaire y D id e ro t, se b u rla ro n de la teleología. Pero no lo g r a r o n desalojarla p o rq u e sigue anclada en el lenguaje o r d in a r io , ese cem enterio de supersticiones. (En el h a b la cotidiana, “ Cam inarnos con los pies” , “ Los pies s ir v e n para cam inar” y “ Los pies están (o h an sido h e c h o s ) p a ra cam inar” suelen tom arse com o e q u iv alen te s.) Ni siquiera la totalidad de los biológos m o d ern o s s e h an librado p o r entero de la teleología. P o r e je m p lo el em inente Jacques M onod, en su célebre l i b r o Le hasard el la nécessüé 82
(1970), fustiga a la teleología p e ro en seguida la a d o p ta b ajo el n o m b re eufem ístico de ‘teleonom ía’, afirm and o q ue u na de las peculiaridades del ser vivo es q u e posee un “ proyecto teleonóm ico” . ¡Cóm o se h u b ieran reído sus com patriotas V oltaire y Diderot! V aldrá pues la pena volver a exam inar la teleolo gía en la biología m oderna. Y tam bién convendrá analizar la m anera en.que se ha q u erid o utilizar la evi dente finalidad de ciertas acciones hum anas para m an ten er la separación de las ciencias del h om bre respecto de las ciencias naturales.
1.
Teleología y evolución
Antes que em ergieran la teoría de la evolución, la fisiología m o d ern a y la biología m olecular, era co m ún explicar propiedades y procesos biológicos en térm inos de fines o propósitos, sea trascendentes, sea inm anentes. Así, p o r ejem plo, se decía que la finali dad de la m ano era aprehender, la del ojo ver, y así sucesivam ente. Pero los fines m ism os, fuesen reales o aparentes, no se explicaban: se d ab an p o r descontado y se tratab an com o explicadores inexplicados y acaso tam bién inexplicables. La biología evolucionista lo cam bió todo, si n o de Jacto al m enos de jure. En efecto, a h o ra sabem os o conjeturam os que los órganos y las funciones que con to d a razón nos m aravillan tuvieron orígenes h um il des y fueron inicialm ente bastante ineficientes. Por ejem plo, se descubrió hace ya tiem po que ciertos o r ganism os unicelulares, tales com o la Euglena mridis , tienen m anchas fotosensibles; q u e otros p ro d u cen p seu dopodios “ p ara ” ap o d erarse de partículas ali83
m en tid as; otros m ueven sus cilias “ p a ra ” moverse. Sabem os que estos órganos ru d im entarios evolucio n a ro n p o r m utaciones genéticas y recom binaciones al azar, y lim itados p o r circunstancias am bientales rigu rosas. (Por ejem plo,, se ha establecido que los m iem bros de los cuadrúpedos evolucionaron a p a rtir de aletas, y las neuronas a p a rtir de células secretoras de horm onas.) Se sabe hoy, en sum a, que la evolución n o ha sido dirigida, sino que ha pro cedido “ p o r ensayo y e rro r” , o sea, p o r accidente genético (m utación o recom bina ción) y selección natural. Más aún, se ha descubierto que la m ayoría de los “ ensayos” han fracasado, sea a lá corta o a la larga. Esto es, sabem os que casi todas las m utaciones son letales o indiferentes, y que la en o rm e m ayoría de las especies que h an p o blado n u estro planeta se han extinguido. Estos hechos d e bieran h ab er bastado p ara refutar la teleología, así corno la creencia en la sabia econom ía de la n a tu ra leza y el m ito de la creación de todas las bioespecies. Sin em bargo, los m itos n o desaparecen m era m ente p o rq u e se los refute. En particular, la teleolo gía sigue siendo p o p u lar incluso entre los biólogos, au n q u e bajo el púdico n o m b re de ‘te le o n o m ía. (Véase p. ej. el excelente libro d e texto de Dobzhansky, Ayala, Stebbins y V alentine 1977.) H ay varios m otivos de esta supervivencia de la teleología. U no es, p o r supuesto, ideológico. O tro es que el finalisino está em butido en el lenguaje o rd in ario , que es el que em plean casi todos los biólogos en lugar de los len guajes m atem áticos. (Allí d o n d e la biología se ha m atem atizado, en p articu lar en genética, partes de la fi siología y de la ecología, aparecen funciones p ero no finalidades.) Un tercer m otivo es q ue las preguntas te84
leológicas son tan fértiles com o estériles son las res puestas teleológicas. (Por ejem plo, la to rtu g a posee un ap arato auditivo p ero no responde a estím ulos so n oros ordinarios. A un biólogo se le ocu rrió que, puesto que la tortuga tiene oído, debe desem peñar alg u na función, y descubrió que, en efecto, la tortuga responde a altas frecuencias sonoras.) Pero, desde luego, toda cuestión teleológica puede reform ularse en térm inos de funciones. Por ejem plo, en lugar de p reg u n tarn o s ‘¿ P a ra qué sirve X ?’, podem os p reg u n tar Q ué hace X y cuál es el valor de supervivencia de esta fu n ció n ?’. En sum a, el biólogo evolucionista no necesita del concepto de finalidad: le bastan el de función o acti vidad unido al de valor de supervivencia. Pero la m ayoría de nosotros no hem os sido educados en el m o d o de pensar evolucionista, que es relativam ente reciente co m p arado con el m o d o de pensar tradicio nal q ue aprendem os en la fam ilia y la escuela p rim a ria. Nos resulta más fácil pensar que todo cuanto vive ha sido diseñado sabiam ente y actúa dirigido a metas, q ue pensar que todo organism o es el singular so b re viviente de un proceso evolutivo iniciado hace tres mil m illones de años y que ha sido errático, d e rro ch ad o r y cruel. Nos resulta más fácil exclam ar ‘¡Cuán m aravillosa es la adaptación de ese órgano (o fu n ción) a su finalidad!’ q ue com entar sobriam ente: ‘En efecto, el grado de adaptación no es m alo, aun cu an d o un proyectista inteligente h u b iera p o d id o h a cerlo m ejor. Pero téngase en cuenta cuántos fracasos h an precedido al éxito parcial. Y recuérdese que todo eso no es sino el resultado de cam bios genéticos al azar seleccionados p o r el am biente: que los linajes q u e no alcanzaron una adap tació n m ínim a no co n ta 85
ro n el cuento’. En general, el realism o, p a rtic u lar m ente si es som brío, atrae m enos adeptos que el o p ti m ism o ingenuo. Y los credos sencillos siem pre serán más populares que las teorías profundas y com pli cadas.
2.
Teleología y bioconírol
T o d o sistema, de cualquier tipo que sea, y a m e nos q u e sea el universo todo, está bajo control am biental. Y los sistemas bioquím icos están, adem ás, bajo control in tern o o p ro p io , en p articu lar enzim ático. P o r consiguiente los seres vivos, q ue están com puestos en últim a instancia de sistemas b io quím icos, están co n trolado s tanto p o r su am biente com o p o r sus com ponentes bioquím icos. En p articu lar, las proteínas enzim áticas y los ácidos nucleicos ejercen controles internos (regulan y a u n hacen po si bles ciertas reacciones químicas). Sin enzimas no h a bría m etabolism o, y sin ácidos nucleicos n o h abría enzimas. Los organism os m ulticelulares poseen siste mas de control adicionales, en particular horm onales o neurales. En sum a, los seres vivos están sujetos a controles dobles: internos y am bientales. El biocontrol, perfeccionado gradualm ente p o r acción de la variación génica aleatoria y la selección natural, se le aparece al lego com o u na m anifestación de la finalidad: m ientras no fallan sus m ecanism os de control, los organism os parecen actuar en to d o de m anera de asegurar su supervivencia o al m enos la de su especie. Sin em bargo, las teorías dél biocontrol elaboradas p o r los fisiólogos en el curso de los ú lti m os decenios h an corregido esta ilusión. En p rim er 86
lugar, com o observam os hace u n rato, el autocontrol es u na p ro p ied ad de to d o sistem a bioquím ico, aun cu ando no sea viviente. Y si la integridad de un sis tem a se definiera com o equ ilib rio dinám ico (o estado estacionario), resultaría q u e to d o sistem a bioquím ico se co m porta como si tendiese a, o se esforzase por, m antenerse vivo. De to m a r esta apariencia p o r reali dad h ab ría q ue concluir q ue hay sistemas no vivientes —a"saber los bioquím icos— dotados de finalidad. Pero los controles biológicos no siem pre son efi caces; en particular, fallan cu an d o el organism o en ferm a o m uere. Adem ás, los biocontroles suelen ser derrochadores, p o r lo tan to defectuosos. P or ejem plo, sólo una p eq u eñ a p a rte del RNA sintetizado en el núcleo celular em igra al citoplasm a “ p a ra ” controlar la síntesis de p roteín as: la m ayor p arte se descom p o n e en nucleótidos sin ser “ u sad o ” . Finalm ente, el control genético no es siem pre exacto, ya que él m ism o está sujeto a m odificación p o r m utaciones, la m ayor p arte de las cuales son letales. En resum en, los biocontroles distan de ser perfectos, y p o r lo tanto no llevan la rnarca de la creación o siquiera la de un sa bio p rop ó sito inm anente. N o es m enester invocar finalidad alguna p ara ex plicar p o r qué los biocontroles son casi siem pre bene ficiosos p a ra el organism o. La existencia m ism a de biocontroles p u ed e explicarse en térm inos evolucio nistas: son el resultado de un largo proceso histórico q ue com enzó con controles ru d im entarios e inefica ces. Los organism os q ue no están dotados de sistemas de control eficaces m u eren antes de reproducirse, o bien p ro d u cen u na p ro g en ie m ucho m en o r que sus com petidores p o r el m ism o nicho ecológico. Com o d ijera el presidente C árter, “ La vida es injusta” (ex87
cepco p a ra quienes están bien dotados de m ecanism os de control, sean éstos biológicos o sociales). En resum en, la finalidad de los biosistem as no es sino u n a apariencia superficial proveniente de la efi cacia de unos pocos sistemas de control, a saber, los que h an llegado hasta nosotros. Incluso los intentos más serios p o r in co rp o rar el concepto de finalidad en biología —tales com o el de S om m erhoff (1974)— no h an logrado elucidar correctam ente este concepto ni exhibir ejem plos de leyes y teorías biológicas en las que figure. P o r esto, cu an d o biólogos em inentes tales com o Sherrington, Sim pson, Mayr, M onod y Jaco b incurren en expresiones teleológicas, no debiéram os tom arlos literalm ente. T o d a vez que escriben ‘El p ro pósito de X es Y’ debiéram os leer ‘La función de X —o sea, los procesos específicos que ocurren en X— es Y, e Y tiene valor de supervivencia, y X ha evolucio n ad o a p a rtir de antepasados más prim itivos y m enos eficaces’. En resum en, la teleología debe ceder paso al funcionalism o evolucionista.
8.
Teleología y psicología
La biología no se enfrenta con fines auténticos m ientras no estudia la conducta de los vertebrados superiores (aves y m am íferos). En efecto, así com o se ría ridículo explicar las funciones del hígado en tér m inos finalistas, sería igualm ente ridículo negar que algunos de los procesos que ocurren en el cerebro del vertebrado su p erio r consisten en form ar propósitos (intenciones), y que a su vez dichos procesos c o n tro lan u n a co nducta auténticam ente proléptica. P or ejem plo, cuando mi p e rro busca su correa, tengo d e 88
recho a su p o n er q ue ha form ado el p ro p ó sito de in ducirm e a salir p ara d a r u na vuelta. El reconocer la existencia de conducta proléptica en algunos an im a les no es m arca de oscurantism o, a m enos que se agregue que el fo rm ar propósitos es u n a trib u to del alm a inm aterial. La conducta proléptica puede entenderse, al m e nos en principio, en térm inos de sucesos q ue ocurren en sistemas nerviosos centrales altam ente evoluciona dos (H ebb 1966, M ilner 1970, B indra 1976). U na m a n era de explicar la intención es en térm inos de a p re n dizaje y expectativa, cada u n o de los cuales se explica a su vez com o actividades peculiares de ciertas asam bleas (p. ej. colum nas) de neuronas, fijas o itin eran tes. D arem os p o r sentado que se entiende q ué es el aprendizaje, si bien es un tem a inagotable, y definire m os en cam bio el concepto de expectativa. D irem os que el anim al A espera un acontecim iento futuro de tipo E al sentir u n estím ulo S (interno o externo) m ientras está en un estado T, si y solam ente si A ha a p re n d id o a ap arear S y T con u n suceso de tipo E. D ado q u e la expectativa p resu p o n e aprendizaje, sólo el co m p o rtam ien to ap ren d id o puede ser proléptico y, siendo ap ren d id o , tam bién está m otivado. O sea, el anim al espera que el resultado de su con ducta proléptica dism inuya su m otivación (o satisfaga su im pulso o drive). En resum en, podem os in tro d u cir la definición que sigue. U na acción X de u n anim al A tiene la finalidad o meta Y si y solam ente si (a) A puede elegir el no hacer X; (b) A ha aprendido que X produce (o au m en ta la p ro b ab ilid ad de producir) Y; (c) A espera la posible ocurrencia de Y al hacer X, y (¿) A valora Y (no necesariam ente en form a consciente). (Para este y otros conceptos psicológicos elucidados 89
en térm inos biológicos, véanse los capítulos 6 y 8.) Puesto q u e la expectativa depende del a p re n d i zaje, los anim ales que carecen de la facultad de a p re n d er (y se co m p o rtan en cam bio de m an era autom ática com o q u ería Descartes) tam poco tienen expectativas. Pero si un anim al puede ap ren d er entonces puede te ner expectativas, y a su vez la expectativa ayudará (m otivará) el aprendizaje. En efecto, los anim ales ca paces de tener expectativas pueden regular el esfuerzo con q ue hacen algo. Sin em bargo, la m ayor p arte de la conducta anim al no es proléptica: parece serlo p o rq u e a m en udo es eficaz, p ero esta eficacia es resul tad o de m ecanism os de control altam ente desarrolladbs q ue funcionan casi siem pre sin aprendizaje ni ex pectativa. A lgunos filósofos h an sostenido que la intención desafia la explicación de tipo naturalista que busca la psicología científica (Taylor 1964, von W right 1971). Lo único cierto es que la psicología conductista, o “ análisis experim ental de la co n ducta” , niega que la intención p u e d a estudiarse científicam ente. Pero el conductism o está m uerto, y la psicología fisiológica se h a puesto a investigar todos los problem as psico lógicos legítim os desdeñados p o r el conductism o. En particular, utiliza las ideas de la cibernética p ara ex plicar la acción dirigida a fines. Según los m odelos elab orado s p o r la psicología fisiológica, los p ro p ó si tos n o son estados de u na m ente inm aterial, sino cier tas pautas de actividad de determ inados subsistem as del sistem a nervioso central. Este enfoque, co n traria m ente al enfoque m entalista preconizado p o r los fi lósofos q ue quisieran extraer a la psicología del cam po de la ciencia, concuerda con la neurofisiología así com o con la biología evolucionista. (Cf. T hom p90
son et al., com pils., 1980, y D avidson et a i , compils., 1980.) En surna, la psicología contem p o rán ea ya no niega la intención ni la conducta co n tro lad a p o r in tenciones, p ero p ara explicarlas no recurre al an i m ism o y a la teleología que p red o m in a b a n hasta principios de siglo (y que p e rd u ra n en el psicoaná lisis); intenta explicarlas, en cam bio, com o aconteci m ientos que suceden en el tejido nervioso.
4.
Teleología y sociología
Franz B rentano y W illiam M cDougall considera b a n la intención com o peculiar de lo m ental eñ con traste con lo físico. Paralelam ente, la escuela histó rico-cultural, e incluso sociólogos sobrios tales com o M ax W eber, sostenían que lo que distingue a los hechos sociales de los físicos es su “ sentido” (Sinn) o finalidad. Estos pensadores extrajeron la conse cuencia m etodológica de esta prem isa ontológica: puesto que la ciencia natural n o estudia la conducta intencional, no puede ayudarnos a en tender los he chos sociales. Estos últim os deben aprehenderse empáticam ente, ya que sólo un agente h u m an o puede co m p ren d er los actos de sus congéneres, los que son igualm ente prolépticos. Esta tradición fue contin uada p o r la escuela funcionalista y estructuralista en an tro p o lo g ía y sociolo gía, la q ue extendió los prop ósitos o intenciones de los actos hum anos a creencias, costum bres, reglas de conducta, cerem onias e incluso artefactos. C ada uno de éstos, p o r inútil o incluso vil que p u ed a parecernos, tiene alguna m isión que cum plir. El com etido 91
del científico social es entonces descubrir la función, finalidad o “ significado” de la parte en el todo:- esto es lo que se llam a “ análisis funcional (o estructural)” . Será preciso, p o r lo tanto, que exam inem os dos cues tiones: la de si la conducta intencional está p o r en cim a de las leyes naturales, y la cuestión de si el análi sis funcional provee explicaciones. R ecordem os que, si un anim al A ejecuta la c o n ducta M p a ra alcanzar u n a finalidad o m eta F, es p o r que A espera que M produzca o facilite F. Y la con ducta de A será reforzada tan sólo si es una ley, y no u n a coincidencia fortuita, el que M en efecto produce o facilita F. Si A n o alcanza F p o r inedio de M, el ani mal p o d rá aprender, al cabo de u n o o más ensayos, que estaba equivocado al considerar a M com o causa de F (o com o m edio p a ra alcanzar F). Y si esto ocurre, y el anim al sigue necesitando o deseando F, entonces ensayará diversos m edios M \ M ” , etc., hasta d ar con el m edio adecuado; o bien ab an d o n a rá su intento o perecerá al persistir en él. Estos ensayos son más o m enos ciegos en el caso de los infrahum anos y acaso tam bién en el de los niños y el de los adultos m uy p ri mitivos. P ero son racionales, o sea, fundados sobre algún cuerpo de conocim iento y conjetura, en el caso de los hu m anos avanzados. En-todo caso, la justifica ción racional p ara ensayar un m edio M p ara alcanzar un fin F es la suposición de que F im plica a M, o sea, que M es necesario p a ra F. Y éste es un enunciado de ley q ue representa u na p au ta o regularidad natural o social. De m o d o pues que la conducta intencional, le jo s de ser ajena a las leyes naturales o sociales, las p re supone; más aún, la conducta intencional racional reposa so b re un conocim iento de leyes objetivas. A bordem os a h o ra el p roblem a de si el análisis 92
funcional (o estructural) constituye u n a explicación. C onsiderem os un ejem plo típico, tal com o la su puesta función de un culto de fertilidad o de un sacri ficio hum ano. Tal “ análisis” tiene la form a La actividad (u objeto cultural) A de la comunidad humana B tiene la función (o propósito o “sentido”) C.
Esta proposición n o constituye u n análisis propia- ■ m ente dicho ni, m enos aún, u n a explicación (o arg u m ento explicativo); es u na m era descripción. Más aún, puede analizarse com o la conjunción de un en unciado fáctico con un ju icio de valor, a saber, com o sigue: A en B hace (o tiene el efecto) C; y: C es (juzgado) valioso para 5.
(Se p o d ría agregar la trivialidad “ Los m iem bros de B hacen cuanto juzgan valioso” .) P or ejem plo, la p ro posición “ La función de los com erciantes en las so ciedades m ercantiles es circular m ercancías” puede descom ponerse com o sigue: “ Los com erciantes cir culan m ercancías” ; y: “ La circulación de m ercancías es valiosa para (los individuos q ue com ponen) las econom ías de m ercad o ” . Vem os entonces q ue los llam ados “ análisis fun cionales” no son explicaciones y q ue son del m ism o tip o que los enunciados pseudoteleológicos de la b io logía, de la form a “ El p ro p ó sito de A en B es C” , ana lizables en “ A en B hace C” y “ C es valioso p ara (con tribuye a la supervivencia de) B” . Los análisis funcio nales, al igual q ue las afirm aciones teleológicas no analizadas, exigen una explicación en lugar de darla. En efecto, au n ad m itien d o que sabem os q ue A en B hace C, d ebiéram os in ten tar explicar p o r q ué C es va 93
lioso para B. (Esto vale particularm ente tratándose de asuntos sociales, ya que conservam os m uchas institu ciones largo tiem po después que h an cesado de d e sem peñar función útil alguna.) En lo que precede hem os dado p o r sentado que los científicos com eten la llam ada “ falacia n a tu ra lista” , o sea, q u e intentan fun dar sus juicios de valor en lugar de form ularlos dogm áticam ente a la m anera de los axiólogos intuicionistas. Por ejem plo, el fi siólogo q ue afirm a q u e el cerebro es valioso po rq u e integra las entradas sensoriales y controla la con ducta, trata de m o strar p o r qué tal integración y tal control son de utilidad para el organism o. Y el cien tífico social q ue sostiene que la circulación de m er cancías se necesita en com unidades que no producen cuanto consum en, está fund am entando el ju icio de valor “ El com ercio es ú til” . Y con esto va más allá del “ análisis funcional” y busca una explicación de tipo científico. En resum en, el llam ado análisis funcional, lejos de explicar, exige u n a explicación. Y sem ejante expli cación, si es científica, debe fundarse sobre leyes y da tos. P or consiguiente la conducta proléptica (o inten cional o “ significativa” ), lejos de estar fuera del al cance del m éto d o científico, puede a b o rd arse con ayuda de éste. (Esto no im plica que la ciencia social sea un capítulo de la ciencia natural, com o pretenden los sociobiólogos: los objetos de estudio de la ciencia social poseen peculiaridades desconocidas a la cien cia natural y p o r lo tan to exigen técnicas de estudio propias.)
94
5.
Conclusiones
Es tiem po de concluir, y lo harem os resum iendo las principales tesis sostenidas en este capítulo. (1) La teleología (o teleonom ía) es injustificable en biología, ya que la noción de finalidad no aparece ni en los datos ni en los m odelos teóricos (m atem áti cos) de la biología co n tem p o rán ea: sólo aparece en la ideología anticuada de algunos científicos y filósofos. (2) La ap aren te finalidad de órganos y funciones puede explicarse en térm inos de m ecanism os de biocontrol y de la teoría de la evolución p o r variación genética y selección natural. T o d a proposición de la form a “ La finalidad de A en B es C” puede (y debe) traducirse p o r “ A en B hace C ” y “ C contribuye a la supervivencia de B” . (3) La conducta intencional es peculiar a los ver tebrados superiores aunque, desde luego, no toda conducta es proléptica. Y dicha conducta puede estu diarse, y está siendo estudiada, p o r la psicología fisio lógica, com o conducta co n tro lad a p o r procesos neuronales del tipo llam ado m ental. (4) La conducta social intencional (“ significa tiva” ) no exige un m éto d o distinto del científico. Su descripción al estilo funcionalista (o estructuralista) no constituye una explicación, sino que la exige. Y se m ejante explicación puede darse procediendo al m o do en q ue se procede con respecto a la teleología ap aren te de lo viviente. En resum en, la finalidad es real au n q u e no u b i cua; y, cuando ocurre, exige u na explicación y puede explicarse, al m enos en principio, en térm inos cien tíficos. Por lo tanto, en últim o análisis n o hay expli95
caciones teleológicas, sino explicaciones de lo id e o lógico. En este sentido la ciencia co n tem p o rán ea si gue subscribiendo el m anifiesto antifinalista de los fundadores del pensam iento m o d ern o , resum ido por Francis Bacon en su aforism o de que las causas finales son com o las vírgenes vestales: “ C om o ellas, están dedicadas a Dios y son estériles” .
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CAPÍTULO 6
TEORÍA MATERIALISTA DE LA MENTE
La filosofía de la m ente ha estado d o m in ad a d u ran te siglos p o r teólogos y filósofos dualistas, o sea, pensadores que han considerado lo m ental com o se p a ra d o de lo físico e inaccesible al m éto d o científico. P or su p arte los m aterialistas, poco num erosos entre los filósofos aunque en n ú m ero creciente entré los científicos, se han dividido en las escuelas siguientes: (i) m aterialism o eliminatorio: lo m ental no existe o, si acaso existe, no puede investigarse científicam ente; (ii) fisiásm o , mecaniásmo o reduccionismo: lo m ental y lo físico son idénticos, de m o d o q ue la ciencia de la m ente es la física (junto con la. quím ica); (iii) maqumismo: lo m ental n o existe o, si acaso existe, es idéntico al m odo d e 'o b ra r de las m áquinas (en p articu lar las com putadoras); (iv) epifenomenismo: lo m ental, au n q u e distinto de lo físico, es causado (o aun segregado) p o r el cerebro; (v) emergentismo: la m ente es u n co n ju n to de fu n ciones (procesos, actividades) cerebrales. El m aterialism o elim inatorio niega la evidencia de la experiencia subjetiva o la deja en m anos no cien tíficas. El m ecanicism o no da cuenta de las p ro p ie d a des peculiares de los organism os ni, en particular, del 97
tejido nervioso; lo m ism o vale para el m aqum ism o, versión especializada de] m ecanicism o. Por lo tanto ni (ii) ni (iii) están al día con la ciencia. El epifenom enisino, au n q u e sostenido a m enudo p o r m aterialistas, es una versión del dualism o psicofísico; al igual que éste últim o, ubica a la m ente m ás allá de la frontera científica. Sólo nos queda pues el m aterialism o em ergentista. Pero éste ha sido hasta ah o ra más un p r o gram a que u n a teoría. En este capítulo p ondrem os en práctica el program a, exponiendo el núcleo de una teoría biológica de la m ente, cuyos detalles se p o d rá ver en Bunge 1980b.
1.
El órgano
La hipótesis central de toda teoría m aterialista de la m ente es que lo m ental es función del sistem a n e r vioso. C onvendrá, pues, aclarar q ué entendem os p o r ‘sistem a concreto (o m aterial)’, tal com o una colum na neu ro nal o el sistem a nervioso central de un anim al. Un sistem a concreto puede caracterizarse p o r su com posición, am biente (medio) y estructura (Bunge 1979). La com posición de un sistema es el conjunto de sus com ponentes o partes; el am biente, el co n ju n to de las cosas (diferentes de sus com ponentes) con las cuales interactúa; y la estructura, el conjunto de las relaciones (en particu lar conexiones) en tre las com ponentes y en tre éstas y cosas am bientales. Puesto que nos interesa en particular el sistema nervioso, em pezam os p o r p ro p o n e r la Definición 1 Un sistema concreto es un sistema ner vioso si, y sólo si, es u n biosistem a inform ativo tal que (a) está com puesto de células vivas; 98
(b) es o ha sido u n a p arte de un anim al p lu ri celular; (c) su estructura incluye la regulación o control de algunas biofunciones del anim al, así com o la de tección de sucesos, internos y externos y la transm i sión de señales iniciadas p o r tales sucesos. Definiáón 2 U n biosistem a es u n sistema neuronal si, y sólo si, (a) es un subsistem a de u n sistem a nervioso y (b) está com puesto de células (en particular n e u ronas). Definición 3 La conectividad de un Sistema neuronal es el conjunto de todas sus conexiones intercelulares. Definición 4 U na conectividad es constante si, y sólo si, no cam bia u na vez establecida. De lo co n trario es variable. Definiáón 5 U n sistem a neuronal es plástico (o modificable, o autoorganizable) si, y sólo si, su conectivi dad es variable a lo largo de la vida del anim al. De lo c o n tra rio (o sea, si es constante desde el nacim iento o a p a rtir de cierta etapa del desarrollo del anim al) el sistem a n eu ro n al se dice comprometido (o preprogramado). Definición 6 U n psicón es un sistem a neu ro n al plás tico.
2.
Las funciones
N uestras hipótesis fundam entales son las que si guen. Postulado 1 T odos los anim ales dotados de sistema nervioso tienen sistemas neuronales com prom etidos, y algunos anim ales tienen tam bién sistemas neurona99
les plásticos (no com prom etidos, autoorganizables). Postulado 2 Los sistemas neuronales que regulan (controlan) el m edio interno, así com o las biofunciones del anim al neonato, están com prom etidos (preprogram ados). Postulado 3 Los sistemas neuronales plásticos (no com prom etidos) de un anim al (o sea, sus psicones) están acoplados entre sí y form an un supersistem a, a saber, el supersistem a neuronal plástico del anim al. Postulado 4 T odo anim al d o tad o de psicones (siste mas neuronales plásticos) es capaz de a d q u irir nuevas biofunciones en el curso de su vida. Definición 7 T oda función neuronal de un psicón con conectividad regular (o sea, constante o bien va riable con regularidad) se dice aprendida. Adviértase que ésta es u na definición neurofisiológica de aprendizaje y, más aún, que está de acuerdo con la hipótesis del uso y desuso (H ebb 1949). Las de finiciones corrientes, en cam bio, rem iten a la con ducta. La razón de nuestra preferencia p o r la defini ción neurofisiológica estriba en que su rival es dem a siado am plia, puesto que cualquier cosa, a u n q u e no sea u n anim al, p u ed e com portarse de m anera dife rente en am bientes diferentes. Por lo tan to la m odifi cación del com portam iento, au n q u e es un indicador (am biguo) del aprendizaje (en el sentido neurofisiológico), no es idéntico a éste. El pró x im o concepto que introducirem os será el de función específica de u n sistem a neuronal plástico. Para aclararlo podem os valernos del concepto sistém ico de función de estado. Una función de estado representativa de un sistema concreto es una lista de funciones cada una de las cuales representa una p ro 100
piedad del sistema. Las fu n d o n es de estado típicas depen d en del espacio y del tiem po, y sus valores son n-tuplas de núm eros reales. (Piénsese en el estado de un enferm o, d ado p o r una lista de valores de su tem p eratu ra, presión arterial, n ú m ero de eritrocitos, concentración de azúcar en la sangre, etc.) La totali d ad de los valores (nom ológicam ente) posibles de la función de estado p a ra un sistem a concreto es un co nju nto de n-tuplas de núm eros reales, llam ado el espacio de los estados del sistema. T o d o p u n to de este es pacio abstracto n-dim ensional representa u n estado posible del sistema. C uando el sistem a cam bia de un estado a otro, su p u n to representativo en el espacio de los estados describe u n a trayectoria. Esta curva r e presenta la histeria del sistem a entre los estados dados. (Piénsese en la historia clínica de u n paciente.) La función de estado puede descom ponerse ad iti vam ente en una p arte constante (en el tiem po) y una p arte variable (en el tiem po). Evidentem ente cual q u iera de éstas puede ser nula d u ra n te cierto período. Pero, m ientras la velocidad de cam bio (derivada tem poral) de la parte constante es n ula en to d o instante, la de la p a rte variable n o lo es. Esta últim a puede in terpretarse, pues, com o la actividad o función del sis tem a, o sea, lo que éste “ hace” . P or esta razón a d o p tam os la Definición 8 Sea u n sistem a neu ro n al y u n a función de estado que lo representa, v descom póngase esa función en una. p arte constante y u n a variable. En tonces {a) el sistem a está activo en u n instante d ad o si el valor de la com ponen te variable de su función de es tado no se anula en ese instante; ib) el estado de actividad del sistem a en u n instante 101
es igual al valor de su función de estado variable en ese instante; (c) el proceso total o fu n d ó n que ejecuta él sistema d u ran te un p eríodo dado es igual al co n ju n to de sus estados de actividad d u ran te dicho intervalo. Definición 9 Considérese el proceso total o función de un sistema neuronal de un anim al d ad o d u ran te cierto intervalo tem poral. La fu n d ó n especifica del sis tem a d u ran te dicho intervalo es lo q ue ese sistema hace y los dem ás subsistem as del anim al son incapa ces de hacer. A hora introducim os la hipótesis de que el sistema nervioso central, v todo subsistem a neuronal del m ism o, está constantem ente activo aun en ausencia de estím ulos externos: Postulado 5 El estado instantáneo de actividad de un sistem a neuronal se descom pone aditivam ente en u na p arte q ue no se anula en todo tiem po, y o tra que depend e de las acciones de otros subsistem as del a n i mal sobre el sistem a neuronal dado. (O sea, la parte variable de la función de estado es igual a u na parte a u tó n o m a o espontánea m ás o tra cuyos valores de p en d en de los estím ulos exteriores.) Definidón 10 La parte del estado de actividad que no se an u la en todo instante se llam a el estado de activi dad espontánea, y la o tra p arte el estado de actividad in duáda (o estimulada ).
3.
Estados y procesos mentales
T o d o hecho experim entado com o m ental es idén tico a alguna actividad cerebral: ésta es la hipótesis psicobiológica de lo m ental. Por ejem plo, la visión 102
consiste en la actividad de sistemas neuronales en el sistem a visual (que incluye un área cortical); el a p re n dizaje es la form ación de nuevas conexiones n e u ro n a les; el querer o p ro p o n erse algo es la actividad de ciertos psicones de los lóbulos frontales, y así sucesi vam ente. Pero no to d a actividad cerebral es m ental: supondrem os q ue tan sólo la actividad específica de ciertos sistemas neuronales plásticos lo es. (Toda célula tiene funciones genéricas, tales com o la síntesis de proteínas. Para individualizar lo m ental “ substrae m os” todas estas funciones genéricas del tejido n e r vioso.) N uestra hipótesis tom a la form a de la Definición 11 C onsidérese un anim al d o tad o de un sistem a n eu ro n al plástico. Entonces (a) el anim al pasa p o r un proceso mental (o ejecuta u n a función m ental) d u ran te cierto intervalo de tiem p o si, y sólo si, su supersistem a neu ro n al plástico tiene u n subsistem a q ue pasa p o r u n proceso (fun ción) específico d u ra n te dicho lapso; (b) todo estado (o etapa) de un proceso m ental en un anim al es un estado mental de éste. Ejemplo Los actos voluntarios son controlados, presum iblem ente, p o r actividades específicas de psi cones ubicados en los lóbulos frontales. En cam bio el ham b re, la sed, el m iedo, la rab ia y el im pulso sexual son procesos que o cu rren en sistemas subcorticales (hipotalám ico y lím bico) y p o r consiguiente pueden considerarse no m entales. Lo q u e es m ental es la tom a de conciencia de tales estados, lo q ue a su vez es un proceso en algún o tro subsistem a del supersistem a n eu ro n al plástico del anim al. Corolario 1 T odos los anim ales dotados de un sis tem a neuron al plástico p u ed en estar en estados m en tales (o pasar p o r procesos mentales). 103
Corolario 2 Todas las anom alías (d isfu n cio n e s, en ferm edades) m entales son anom alías (d isfu n cio n es, enferm edades) neuronales. Esta proposición contradice la partición h a b itu a l de las anom alías m entales en órganicas (o f u n c io n a les) y psicológicas (o de com portam iento), p a r tic ió n que ha m antenido a la psiquiatría y a la p s ic o lo g ía clínica separadas de la n eurología y en las m a n o s del esterilizante dualism o alm a-cuerpo. Corolario 3 Las funciones (procesos) m e n ta le s no son transferibles directam ente (o sea, sin c a n a le s físi cos) de un anim al a otro. Definición 12 Considérese un anim al d o ta d o d e un sistem a neuronal plástico. Entonces (a) la mente del anim al d u ran te u n p e río d o d a d o es igual a la unión de todos los procesos (fu n c io n e s) m entales p o r los q u e pasan las co m p o n en tes d e l sis tem a neural plástico del anim al d u ran te d i c h o pe río d o ; ib) la mente de una especie animal d u ran te c i e r t o pe río d o es igual a la u n ió n de las m entes de s u s m ie m b ro s d u ran te ese lapso. Teorema 1 Las funciones m entales que o c u r r e n en el supersistem a neuron al plástico de u n a n im a l están acopladas entre sí, o sea, form an u n siste m a funcional. (Éste es el principio de la u n id a d de la m ente.) Demostración Por el Postulado S las c o m p o n e n te s de un sistem a neuronal plástico, lejos de e s t a r desli gadas, form an un sistema. Corolario 4 C onsidérese un anim al cuyo sistem a n eu ro n al plástico sea dividido en dos partes d i s j untas. Entonces la m ente del anim al d u ran te to d o p e r ío d o p o sterio r a esta división está dividida en d o s siste
104
mas funcionales disjuntos (o sea, el anim al tiene dos mentes). Las observaciones de Sperry, Gazzaniga y otros, sobre la psique y la conducta de los pacientes cuyo cerebro ha sido co rtad o en dos hem isferios confir m an este co ro lario de nuestros postulados. Teorema 2 Los sucesos m entales pueden causar su cesos no m entales en el m ism o cuerpo, y recíproca m ente. (Principio de la interacción psicosom ática.) Demostración. Los sucesos m entales son sucesos neuronales, y la relación causal se define (solamente) p ara pares de acontecim ientos que o curren en cosas concretas. Más aún, ningún suceso deja de tener al gún efecto. La figura 2 resum e la teoría general. Pasemos a h o ra a particulares.
4.
Sensación y percepción
C onservarem os y retinarem os la distinción trad i cional entre sensación y percepción. Com enzarem os p o r la Definición 13 Un detector es un neurorreceptor si, y sólo si, es un sistem a neuronal o está acoplado direc tam ente a un sistem a neuronal. Definición 14 Un sistema sensorial de un anim al es un subsistem a de su sistem a nervioso, com puesto de neu rorreceptores y de los sistemas neuronales acopla dos a éstos. Definición 15 Una sensación (o proceso sensorial) es un estado de actividad específica de un sistem a sensorial. Definición 16 ia) Un percepto (o proceso perceptual) es u na función 105
A^ Fig . 2. — E s p a d o d e los e sta d o s d e u n p rim a te : sim p lific a ció n . L os ejes r e p re s e n ta n a lca n c es d e fu n c io n e s (m atem áticas) q u e r e p re s e n ta n fu n c io n e s (activ id ades) fisio ló g icas. C es el s u b c o n ju n to d e los e sta d o s m e n ta le s c o n sc ie n tes. El a rc o d e cu rv a re p re s e n ta u n p ro c e s o m e n ta l, p a r te d el cual es c o n sc ie n te y a n ó m a lo (p. ej. a lu c in a to rio ). L os p u n to s s itu a d o s fu e ra d el b o r d e e x te rio r n o r e p re s e n ta n e sta d o s p o sib le s del a n im a l vivo.
106
específica de un sistem a sensorial y del sistem a n e u ro nal plástico aco plado directam ente con el prim ero; (b) un sistema perceptual és un sistem a neuronal que puede pasar p o r procesos perceptuales. A continuación su p o n d rem o s que la percepción de un objeto externo es la distorsión que éste causa en la actividad esp o n tán ea de u n sistem a perceptual: Postulado 6 C onsidérese un sistem a perceptual de u n anim al y dos procesos específicos en el m ism o: el q u e ocurre cuando el sistem a está en presencia de un objeto externo, y el que o cu rre en ausencia de este úl tim o. El anim al percibe el o b jeto externo com o la d i ferencia sim étrica entre am bos procesos, o sea, como aquello que no com parten. Percibim os sucesos, o sea, cam bios de estado, y no cosas. Y no percibim os sucesos cualesquiera sino los que se orig in an en alg ú n n e u ro rre c e p to r o que ac tú an sobre éste y, en to d o caso, pertenecientes a nues tro espacio de los sucesos (o co n ju n to de los cambios q ue o cu rren en nosotro s a lo largo de nuestras vidas). A su vez nuestras percepciones son sucesos en la parte plástica de nuestra corteza sensorial. N orm alm ente, o sea, dejando de lado las alucinaciones, im ágenes acci dentales (o persistentes) y o tro s fenóm enos similares, las percepciones no son sucesos totalm ente a u tó n o mos, sino acontecim ientos q ue representan sucesos q u e o curren en otras partes del cuerpo o en el m edio. P or cierto q u e esta rep resentación (mapa) no es sim ple y fiel, p ero con to d o es un m apa (función) en el sentido m atem ático del térm ino. Por lo tanto ad m iti mos el Postulado 7 C onsidérese un anim al eq u ip ad o de un sistem a perceptual. Entonces existe u n conjunto de m apas (funciones) del co n ju n to de los acontecim ien 107
tos corporales al conjun to de los acontecim ientos perceptuales. (Más precisam ente, cada u n o -d e estos m apas, llam ado esquema corporal, depende de la clase de sucesos corporales así com o dél estado en que se encuentra el anim al.) Postulado 8 Considérese un animal- d o tad o de un sistem a perceptual. Existe un co n ju n to de m apas p a r ciales de conjuntos de sucesos externos a pares o rd e nados (estado del anim al, conju nto de sucesos c o rp o rales en el anim al), y o tro co njunto de m apas parcia les, del últim o a conjuntos de sucesos perceptuales. Más aún, am bos conjuntos son igualm ente n u m e ro sos y cada m apa del p rim er tipo se com pone con uno del segundo form ando un mapa del mundo exterior del anim al. Definición 17 C onsidérese u n conjunto de sucesos externos a u n anim al. Este últim o, cuando está en un estado determ inado, percibe tales sucesos si, y sólo si, éstos causan sucesos corporales q ue a su vez se proyectan sobre la corteza sensorial. De lo contrario los acontecim ientos son imperceptibles al anim al en ei estado dado. (O sea, los sucesos im perceptibles o bien n o causan cam bios corporales o bien los causan sin ser proyectados sobre el sistem a perceptual.)
5.
Comport amient o
Nos ocuparem os a h o ra de las salidas {outputs) de un anim al, en particular de sus salidas m otrices. Co m enzam os con la Definición 18 (a) El estado conductual de u n anim al en u n instante dado es su salida (output ) en ese instante; 108
ib) la conducta de un anim al d u ran te un intervalo tem poral es igual al co njunto de todos sus estados de conducta durante ese intervalo; (c) una pauta de conducta es u n a conducta repetible de algún animal. Definición 19 (a) La conducta posible de tipo i de un anim al es el conjunto de todas las conductas del anim al asociadas con su t-ésima biofunción (en particular biofunción n eu ro n al); (b) el repertorio conductual de un anim al es la unión de todos sus tipos de conducta; (c) la conducta posible de tipo i de una especie animal dada es la unión de todas las conductas posibles de tipo i de los m iem bros de la especie; (d) el repertorio conductual de una especie animal dada es la unión de todos los tipos de conducta posibles de la especie; (e) el repertorio conductual específico de una especie ani mal dada es el rep e rto rio conductual exclusivo de m iem bros de la especie; (/) la conducta animal es la u n ió n de los repertorios conductuales de todas las especies anim ales. Supondrem os que el co m p o rtam ien to , lejos de ser prim ario, es derivado: Postulado 9 La conducta de todo anim al do tad o de un sistema nervioso es co n tro lad a p o r éste. (O sea, p ara cada tipo de conducta de anim ales equipados con sistem a nervioso, este últim o contiene u n subsis tem a neuronal q ue controla las salidas, en particular los m ovim ientos del tipo dado.) Corolario 5 T o d o cam bio o suceso en un sistema neuronal (no redundante) es seguido p o r algún cam bio conductual.
109
Teorema 3 N o hay dos anim ales que se com pórten exactam ente de la m ism a m anera. Demostración Por el Postulado 9 y el principio o n tológico general de que no hay dos sistemas exacta m ente idénticos. Teorema 4 El rep erto rio conductual de un anim al d o tad o de sistemas neuronales plásticos se divide en dos partes: uno controlado p o r la p arte co m p ro m e tida (preprograinada) del sistem a nervioso, y su com plem ento, o sea, la conducta controlada p o r las com ponentes plásticas. Demostración Por los Postulados 1 y 4 ju n to con la Definición 19. Definición 20 La p arte del rep erto rio conductual de u n anim al co ntrolad a p o r la p arte co m p ro m etid a de su sistem a nervioso se llam a su rep erto rio heredado (o instintivo , o estereotipado, o modal, o rígido), en tan to que la p arte co n tro lad a p o r las com ponentes plásticas de su sistem a nervioso se llam a su rep erto rio aprendido. Corolario 6 La conducta de un anim al privado de sistemas neuronales plásticos es totalm ente estereoti pada. Postulado }0 Siem pre que el m edio no cam bie ra dicalm ente d u ran te la vida de un anim al, la m ayor p arte de su rep erto rio conductual hered ad o tiene un biovalor positivo p a ra él.
6.
Motivación
Parte de la conducta puede explicarse invocando m otivaciones, siem pre que éstas se conciban com o es tados o procesos neurofisiológicos en lugar de meras “ variables intervinientes” . N uestra interpretación es ésta: 110
Definición 21 U na motivación (o drive) de clase X es la detección de un desequilibrio en la(s) com ponente(s) X de la función de estado del anim al. Postulado 12 Para cada m otivación {drive) de un anim al existe un tipo de conducta de dicho anim al que reduce esa m otivación (o sea, que dism inuye el desequilibrio de la p ro p ied ad correspondiente y tiende así a restau rar al anim al a su estado norm al). Parecería que los anim ales valoran cuanto pueda dism inuir sus m otivaciones. N uestro concepto de va luación es éste: Definición 22 Un sistema evaluativo (o tabla de valo res) de u n anim al en u n m o m en to d ad o es u n con ju n to o rd en a d o de objetos tal que {a) el anim al puede detectar cada m iem bro del conjunto y distinguirlo de cualquier o tro m iem bro del m ism o; (b) dados dos elem entos del conjunto, el anim al o bien prefiere a u n o de ellos o es indiferente entre ellos. Postulado 13 T odos los anim ales están dotados de un sistem a evaluativo, y los que son capaces de a p re n der pu ed en m odificar sus sistemas evaluativos. Definiáón 23 Considérese un co n ju n to de a lte rn a tivas pertenecientes al rep e rto rio conductual de un anim al en un m om ento dado. Entonces el anim al elige (o selecciona) u na opción d ad a si, y sólo si, (a) le es posible escoger (o sea, hacer) cualquier al ternativa del conjunto d ad o (o sea, si tiene libertad de elección); ib) el anim al prefiere la o p ció n d ad a a cuales q u iera otras opciones del m ism o co n ju n to ; .. (c) el anim al de hecho escoge (o sea, hace) la o p ción dada.
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Obsérvese la diferencia entre preferencia y elec ción, obscurecida p o r el operacionalism o p o pular entre los psicólogos. La preferencia subyace a la elec ción y la m otiva; la elección es evaluación en acción y p o r tan to un indicador de preferencia. (Cf. Cap. 8.)
7.
Memoria y propósito
Hay m uchos sistemas no anim ales dotados de m e m oria, de m o d o que la definición que sigue es muy g e n e ra l: Definición 24 Un sistem a tiene memori.a de (o meoioriza) algunos de sus estados pasados si, y sólo si, el estado del sistem a en un instante dado es una fun ción (o funcional) de aquellos estados pasados. Postulado 14 T odos los anim ales tienen m em oria de algunos de sus estados pasados, y n in g u n o tiene m em o ria de todos ellos. Definición 25 Considérese un anim al d o tad o de un sistem a neuronal plástico, y un conjunto de estím ulos (externos o internos) que el anim al puede detectar. El anim al ha aprendido a generar un proceso en alguno de sus sistemas neuronales plásticos en presencia de un estím ulo de cierta clase d u ran te cierto intervalo de tiem po si, y sólo si, (a) el proceso no o curría en el anim al en presen cia del estím ulo dado antes del com ienzo de dicho lapso, y (b) después de dicho p eríodo el proceso ocu rre en el anim al toda vez que siente un estím ulo de la m ism a clase. Puesto que to d a conducta'está controlada p o r a l gún sistem a neuronal (Postulado 9), la definición an112
tenor abarca el concepto de aprendizaje conductual, o sea, la adquisición de nuevas pautas de conducta en respuesta á nuevas situaciones am bientales. Definición 26 La experiencia de un anim al en un ins tante dado es el conju nto de to do lo que h a ap ren dido hasta ese instante. A hora introducim os la b o d ó n de anticipación, fa cultad que sólo pocas especies poseen: Definición 27 U n anim al espera (o prevé, o prehuele, o preoye, o pregusta) un suceso futuro de cierto tipo al sentir un estím ulo (externo o interno) cuando está en cierto estado, si, y sólo si, ha a p ren d id o a ap arear el estím ulo y el estado con un acontecim iento de ese tipo. Los anim ales capaces de conducta anticipatoria p ueden actu ar intencionalm ente: Definición 28 U na acción de u n anim al tiene un propósito (o finalidad) d ad o si, y sólo si, {a) el anim al puede elegir el no ejecutar la acción; ib) el anim al ha ap ren d id o que el ejecutar la ac ción acarrea, o aum enta la p ro b ab ilid ad de alcanzar, el p ro p ó sito d ad o ; (c) el anim al espera la posible ocurrencia del fin o p ro p ó sito al ejecutar la acción dad a; id) el anim al valora la finalidad. Las condiciones de la conducta intencional (o fi nalista) son, pues, la libertad, el aprendizaje, la expec tativa y la evaluación. Puesto que las m áquinas no sa tisfacen las cu atro condiciones, no pueden ser inten cionales.
113
8.
Pensamiento
A bordem os a h o ra la form ación de conceptos y proposiciones. S upondrem os que la form ación de un concepto de tipo “ con creto” , tal com o el de planta o casa, consiste en responder uniform em ente a cual quiera de los m iem bros de la clase dada: Postulado 15 Sea C un co njunto de cosas o sucesos (sim ultáneos o sucesivos). Hay anim ales equipados de psicones cuya actividad es causada, directa o indirec tam ente, p o r cualquier m iem bro de C y es indepen diente del m iem bro particular de C que los activa. ‘ Definición 29 Sea C una clase de cosas o sucesos, y considérese un anim al que satisfaga el Postulado 15, o sea, que posea u n psicón que p u ed a ser activado uniform em ente p o r cualquier m iem bro de C (y sola m ente p o r m iem bros de esta clase). El anim al forma un concepto de C (o concibe C, o piensa C) si, y sólo si, la actividad (proceso, función) estim ulada p o r un m iem bro de C en ese psicón es igual a dicho con cepto. C onjeturam os que la form ación de una p ro p o si ción consiste en el encadenam iento de los psicones (acaso colum nas corticales) que piensan los conceptos que figuran en la p ro po sición: Postulado 16 Pensar u n a pro p o sició n es (idéntico a) la activación sucesiva de los psicones cuyas activida des son los conceptos que figuran en la proposición (en el o rd en dado). Postulado 17 U na sucesión de pensam ientos acerca de proposiciones es (idéntica a) la activación sucesiva de los psicones cuyas actividades son las p roposicio nes en la sucesión. 114
A hora estam os en condiciones de caracterizar d i versos m odos de conocer: Definición 3 0 (a) Si b es una p au ta de conducta aprendida, en tonces un anim al sabe, cómo hacer b si, y sólo si, b p erte nece al rep ertorio conductual actual (no sólo p o ten cial) del anim al; {b) si c es un constructo (concepto, proposición, o conjunto de conceptos o proposiciones), entonces un anim al conoce c si, y sólo si, piensa (o concibe) c; (c) si e es un suceso, entonces un anim al tiene cono cimiento de e si, y sólo si, siente o percibe e o piensa en e. 9.
Decisión y creatividad
Utilizamos el concepto de conocim iento para aclarar el de decisión: Definición 31 C onsidérese un m iem bro a rb itra rio de un conjunto de alternativas accesibles a un anim al d o tad o de cierto sistem a evaluativo. El anim al decide elegir una de ¡as opciones si, y sólo si, {a) el anim al tiene conocim iento de todos los m iem bros del conjunto de alternativas; ib) el anim al prefiere algunos m iem bros de] con ju n to de alternativas; íc) el anim al escoge de hecho la opción dada. La facultad de tom ar decisiones queda entonces restringida a anim ales capaces de conocer. Y la deci sión racional es, desde luego, aú n más lim itada: Definición 32 U na decisión to m ad a p o r un anim al es racional si, y sólo si, está precedida de (a) conocim iento adecuado y evaluación correc ta, y 115
(b) previsión de los resultados posibles de la ac ción correspondiente. Definidón 33 Un animal racional es un anim al capaz de tom ar algunas decisiones racionales. Para term inar direm os algunas palabras acerca de u na característica de todos los vertebrados superiores (m am íferos y aves): Definición 3 4 Considérese un anim al que, en un m om ento dado, tiene cierto rep erto rio de conducta. Entonces (a) el anim al inventa la p au ta de conducta b a un tiem po d ado si, y sólo si, el anim al ejecuta b p o r p ri m era vez, y b no perteneció a su rep e rto rio actual hasta ese instante; (b) el anim al inventa el constructo (concepto, p ro posición, o conjunto de cualquiera de los dos tipos) c en un m om ento dad o si, y sólo si, el anim al conoce c p o r p rim era vez y ningún o tro anim al de la m ism a es pecie conocía c antes de ese instante; (c) el anim al descubre el suceso e en un instante d ad o si, y sólo si, ad quiere conocim iento de e p o r p ri m era vez, y ningún o tro anim al de la m ism a especie poseía tal conocim iento antes de ese instante; (d) el anim al es creador si, y sólo si, inventa un tipo de conducta, o un constructo, o descubre un suceso antes que cualquier o tro m iem bro de su especie; (e) el anim al es absolutamente creador si, y sólo si, crea algo antes que cualquier anim al de cualquier es pecie. Postulado 18 T o d o acto creador es la actividad, o un efecto de la actividad, de psicones recién form a dos. Postulado 19 T odos los anim ales dotados de siste mas neuronales plásticos son creadores.
116
10.
Conciencia
Distinguim os el advertir algo de ser consciente: Definición 35 U n anim al {a) advierte (o nota) u n estím ulo (interno o externo) si, y sólo si, lo siente o percibe; ib) es consciente de un proceso cerebral en sí m ism o si, y sólo si, piensa en tal proceso (de lo contrario es inconsciente de él). Postulado 20 T odos los anim ales advierten algunos estím ulos y algunos son tam bién conscientes de algu nos de sus p ropios procesos cerebrales. Definición 3 6 La conciencia de u n anim al es el con ju n to de todos los estados de su sistem a nervioso en que el anim al es consciente de alg ú n proceso n e u ro nal en sí mismo. Postulado 21 Sea m u n proceso m ental que ocurre en u n subsistem a M del sistem a nervioso de u n a n i mal. Entonces el sistem a nervioso del anim al contiene un sistem a neuronal N> diferente de M pero conec tado con M, cuya actividad n es idéntica al ser cons ciente de (pensar en) m. Definición 37 Un anim al (a) se advierte a sí mismo (o está en u n estado de selfi awareness) si, y sólo si, advierte sucesos que o curren en su cu erp o y los diferencia de to d o el resto; (b ) tiene conciencia de sí mismo (o está en u n estado de autoconciencia) si, y sólo si, es consciente de algu nos de-sus p ropios estados conscientes pasados; (c) tiene un yo en u n m om ento d ad o si, y sólo sí, se advierte a sí m ism o o es consciente de sí m ism o en ese m o m en to . Postulado 22 En el curso de la vida de u n anim al
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capaz de ap ren d er, la co n d u cta a p re n d id a , si e r a ini cialm ente consciente, se to rn a g ra d u a lm e n te in c o n s ciente (autom ática). Definición 3 8 U n acto anim al es voluntario ( o inten cional) si, y sólo si, es u n acto consciente y d irig id o a u n fin (de lo co n trario es involuntario). Definición 3 9 Un anim al actúa con libre albedrío si, y sólo si, (a) su acción es v o lu n taria y (b) es libre de elegir sus m etas (o sea, n o e s t á bajo com pulsión externa ni program ada). Teorema 5 T odos los anim ales capaces d e e s ta r en estados conscientes son capaces de e je c u ta r a c to s li bres voluntarios. Demostración P or el P ostulado 20 y las D e fin ic io n e s 38 y 39. C on esto se com pleta la presentación e s q u e m á tic a de nuestra teo ría de la id en tid ad p sic o n e u ra l. L o s de talles p u ed en verse en Bunge (1979) y, a ú n m ejor, en (1980b).
11.
Observaciones finales
Hay dos posibilidades respecto de la in v e s tig a c ió n de la m ente. O bien su po nem os q ue p u e d e investi garse científicam ente o bien negam os esta p o s ib ilid a d y afirm am os, con Eccles (1978), que la m e n t e es mis teriosa o a u n sobrenatural. El principal m é r i t o de la teoría de la identidad psiconeural es acaso e l q u e p re supone que la m ente p u ed e investigarse c ie n tífic a mente. En cam bio el principal pecado d e l d u a lis m o psiconeural es el h ab er negado esta p o s ib i l id a d , en torpeciendo así la la b o r del psicobiólogo q u e inves118
tiga el cerebro p ara p o d e r entender sus funciones específicas: la ideación y el control de la co n ducta. Q u ien enfoque u n p ro b lem a concerniente a un trozo de la realidad de m anera científica presupone que está tratan d o con alguna cosa real y concreta (m aterial), o al m enos putativam ente real, d o tad a de propiedades relacionadas entre sí p o r leyes. Así, p o r ejem plo, el físico no estudia el m ovim iento en sí, sino “ ^1 com o lo enseñara Aristóteles hace 2.300 a ñ o s cosas que se m ueven; el quím ico no estudia reaccio nes quím icas, sino substancias q ue reaccionan entre sí; el biólogo no estudia biofunciones en sí mismas, sino organism os funcionantes; el sociólogo no inves tiga estructuras sociales, sino sociedades estructura das; y el h istoriador no estudia sucesos históricos en sí m ism os, sino cam bios ocurridos en com unidades hum anas. Lo que todos estos casos tienen en com ún es u n a ontología de cosas concretas que cambian legalmente. Esta o n to lo gía supone q ue to d a p ro p ie d a d es u na p ro p ie d a d poseída p o r alguna cosa m aterial, y todo suceso u n cam bio legal de algunas propiedades de a l guna cosa m aterial. Esta ontología, la o n tología de la ciencia contem poránea, es m aterialista. Si deseam os extender el enfoque científico al estu dio d e la m ente debem os com enzar p o r individualizar el sistem a concreto de interés. A hora bien, la psicolo gía fisiológica, la psicoendocrinología, la psicofarm acología y la neurología nos dicen que la cosa concreta en cu estió n —la que “ m en ta” y co n tro la el c o m p o rta m ien to — es el sistema nervioso central, en particular el cerebro. Según este enfoque biológico, la m ente no es u n ente separado del cerebro, paralelo a él o que in teractú a con él. En este enfoque, la m ente es una 119
colección de actividades del cerebro o de algunos subsistem as del m ism o. T o d o esto puede explorarse teóricam ente con ayuda del form alism o del espacio de los estados, que no es un m ero truco form al inventado ad hoc p a ra ap u n ta lar una posición m etafísica p articular, sino un m éto do que se usa o puede usarse en todas las cien cias fácticas, precisam ente p o rq u e encaja en la o n to logía de cosas concretas cam biantes legalm ente. El dualista psiconeural no ha ad o p ta d o este m étodo ni p uede ad o p tarlo , p o rq u e ño hay m o d o de fusionar prop iedad es del cerebro con p ro p ied ad es de u na substancia inm aterial form an do una única función de estado que b a rra un único espacio de los estados. Por consiguiente, si el dualista inten tara h a b la r el len guaje m atem ático en lugar de perm anecer en el cóm odo chiaroscuro del lenguaje o rd in a rio , se vería forzado a dividir el espacio de los estados de una p erso n a en dos espacios diferentes y separados, uno de los cuales (el de los estados m entales) n o esta ría bien definido, p o rq u e estaría caracterizado en térm inos p u ram en te verbales, no fisiológicos, y no m edibles. El rechazo del dualism o psiconeural no nos obliga a a d o p ta r el m aterialism o elim inativo o fisicismo (p. ej. el conductism o). La psicobiología su giere no sólo el m onism o psiconeural —o sea la id en tidad estricta de sucesos m entales con sucesos cere brales de cierto tipo—, sino tam bién el em ergentism o, o la tesis de que la m entalidad es u na p ro p ied ad em ergente que sólo poseen ios anim ales dotados de sistemas neuronales plásticos de gran com plejidad. Así pues, el m aterialism o em ergentista (o sistemistaj, a diferencia del fisicismo, es com patible con una on120
tología que proclam a la variedad cualitativa y la m u tabilidad de la realidad. El m aterialism o em ergentista o sistémico no re suelve el p ro b lem a m ente-cu erpo de una vez p o r to das. Éste es u n o de los grandes problem as científicofilosóficos que, presum iblem ente, m antendrá ocu p ada a la h um anidad m ientras ésta exista. N uestra teoría es un andam iaje extrem adam ente general y com o tal incapaz de p ro d u cir predicciones. Incum be a neurocientíficos y psicólogos el a b o rd a r u n o a uno los num erosos problem as particulares agrupados bajo la rúbrica ‘p ro b lem a m ente^cuerpo’, haciéndolo com o científicos y no com o filósofos aficionados ni, m enos aún, com o teólogos. Pero no lo h a rá n si se les persuade de que la m ente es un ente inm aterial y m is terioso. Lo h arán si com parten esa fe form ulada tan elocuentem ente p o r el em inente neurocientífico T heo d ore Bullock (1958) hace dos décadas: “ que falta p o r descubrir nuevos niveles em ergentes de relacio nes fisiológicas entre neuronas en masa, que explica rán las lagunas en n uestra com prensión de los fe nóm enos de la conducta, y que la m ente no es sino un n om bre que dam os a esas relaciones o sus consecuen cias” .
123
CAPÍTULO 7
EVOLUCIÓN MENTAL
Si el dualism o psicofisico fuese verdadero, la m ente n o tendría p o r qué desarrollarse desde la in fancia, ni evolucionar desde las etapas p reh u m an as: siendo inm aterial, la m ente no necesita a co m p a ñ ar a las vicisitudes de la m ateria. Pero si el m aterialism o em ergentista y evolucionista es verdadero, entonces la m ente debe desarrollarse y evolucionar ju n to con el cereb ro: debe crecer desde la infancia a m edida que m ad u ra el sistem a nervioso central, y debe a d q u irir nuevas propied ades a m edida q ue los prim ates evolu cion an a través de Homo erectus, H. habilis, H. sapiens y, finalm ente, H . sapiens sapiens. El estudio del desarrollo y la evolución de la m ente es pues un b u en cam po de p ru e b a p a ra el m aterialism o y sus rivales. Este ca pítu lo está dedicado al segundo problem a, a saber, la evolución de las funciones cerebrales.
1.
Un siglo de psicología evolutiva
H asta época reciente el alm a (o espíritu o mente) era co nsiderada habitu alm ente com o prerrogativa hum ana, así com o inm aterial, inm utable, y a m enudo 122
tam bién sobrenatural. C harles Darw in revolucionó el estudio de la m ente, si no de Jacto , p o r lo m enos de ju re . En efecto, conjeturó que tam bién algunos ani males subhum anos p u ed en tener vida m ental, que la ideación es u n proceso corporal, y que está sujeta a la selección natural del m ism o m o d o que cualquier otra biofunción. Darwin a d o p tó u na visión m aterialista y evolucio nista de la m ente ya en 1838, com o lo revelan sus C uadernos M y N , publicados hace poco, y que revisó él m ism o el año (1856) q ue com enzó a escribir Natural Selection, el antecesor inconcluso del Origen de las especies (G ruber& B arrett 1974). En el cuaderno M se lee: “ O rigen del h o m b re a h o ra co m probado. —Q uien com prenda al b a b u in o h a rá p o r la metafísica más que Locke” (M 84). Y en el C uaderno N deduce la conse cuencia m etodológica de la hipótesis de que lo m en tal es una función c o rp o ral: “ E studiar metafísica al m odo en que siem pre se la ha estudiado m e parece lo m ism o que descifrar la astro n o m ía sin mecánica. —Experiencia m uestra q ue p ro b lem a de la m ente no p uede resolverse atacando la ciudadela misma. —La m ente es función del cuerpo. —D ebem os introducir un fundam ento estable desde el cual a rg ü ir” (N 5). C om o es sabido, D arw in hizo m ucho más que confiar sus pensam ientos sobre la naturaleza y la evo lución de la conducta y de la ideación a sus cuader nos. Escribió The Descent o f Man (1871) y The Expression o f the Emotions in Animáis and Men (1872), piedras fun dam entales de la psicología evolucionista y de la etología,-sin hab lar de la p aleo an tro p o lo g ía y de la pre historia. El p rim er libro, en particular, ejerció lina eno rm e influencia so b re to d o el m u n d o excepto los psicólogos y los filósofos de la m ente. Es verdad que 123
G eorge R om anes escribió varios libros so b re inteli gencia anim al y desarrollo m ental (al que llam ó in co rrectam ente ‘evolución’). Sin em bargo, estas obras carecieron de rig o r científico: eran colecciones de anécdotas no verificadas. Además, R om anes rechazó la hipótesis de la evolución m ental p o r m otivos reli giosos. A nálogam ente, Alfred Russel W allace, el cofu n d a d o r de la biología evolucionista, op u so resis tencia a la generalización de la evolución al cerebro h u m an o y sus propiedades: p ara él, éstas sólo pod ían explicarse p o r causas sobrenaturales. (Es posible que la resistencia de algunos psicólogos contem poráneos al hallazgo de que lós m onos an tro p o id es pu ed en a p ren d er a usar lenguajes hum anos tenga raíces sim i lares.) El cam po de la psicología evolutiva perm aneció sin cultivar hasta que C. Lloyd M organ p u b licara su Introduction to Comparative Psychology (1894). D esde en tonces los psicólogos han dado p o r sentado q ue el es tudio de palom as, ratas, lauchas, perros y m o n o s es relevante a la com prensión de la especie hum ana. Pero, a diferencia de los conductistas que siguieron (en p articu lar W atson y Skinner ),1 M organ creía no splo en la co n tin u id ad del proceso evolutivo, sino tam bién en la em ergencia de nuevas p ro p ied ad es y leyes en el curso del m ism o. Escribió The Emergence o f Novelty (1933) p a ra d esarrollar esta idea. Y el distin guido psicólogo anim al T h eo d o re Schneirla subrayó la diferencia cualitativa entre las etapas evolutivas en su largo ensayo “ Niveles en las capacidades psicológi cas de los anim ales” (1949). C om o la m ayoría de los evolucionistas, el em i nente genetista T heodosius Dobzhansky pensaba que la evolución h ab ía sido m arcada p o r novedades cuali 124
tativas. En particular, sostuvo que el hom bre “ posee capacidades m entales que otros anim ales presentan, en el m ejor de los casos, en form as m uy rudim enta rias” (Dobzhansky 1955). Este reconocim iento de di ferencias cualitativas le atrajo la reacción airada de undistinguido prim atólogo, quien afirm ó que “ No hay pruebas de la existencia de un hiato [entre el hom bre y animales subhum anos] en ningún p u n to ” (Harlow 1958). Sin em bargo, pese á todas las hazañas asom brosas de los m onos, p articularm ente en am bientes artificiales, ninguno de ellos ha diseñado una m á quina, o escrito una canción, o propuesto una re form a social. De m o d o q ue hay un abism o, si bien se form ó recientem ente y en u na m ism a cordillera.
2.
El persistente descuido de la psicología evolutiva
Los psicólogos evolutivos subrayarán tanto las discontinuidades (por em ergencia) com o la continui dad (por herencia) del proceso evolutivo. P or consi guiente, si bien considerarán la psicología de la rata com o muy relevante a la psicología hum ana, tam bién investigarán las peculiaridades de la conducta y la ideación humanas. Pero ¿cuántos psicólogos piensan de hecho en térm inos evolucionistas? Un exam en de las publicaciones científicas exhibirá poquísim as obras sobre la evolución del sistem a nervioso fuera del m onum ental volum en sobre la evolución del cerebelo com pilado p o r Llinás (1969). Después del volum en colectivo com pilado p o r Roe y Simpson (1958) aparecieron sólo u n p u ñ ad o de libros sobre la evolución de la conducta y de. la ideación: los de M unn (1971), Jerison (1973) y M asterton y colabora 125
dores (1976). Y, si bien hay centenares de revistas de psicología, en las que figuran unos pocos artículos sobre psicología evolutiva dispersos entre ellas, n in gu na parece dedicada exclusivam ente a la psicología evolutiva, térm ino éste que ni siquiera es de uso co rriente. (Un em inente psicólogo se indignó al leer es tas frases y m e rem itió a ciertos capítulos de sus li bros. Resultó q u e ellos se o cu p ab an de desarrollo in dividual, no de evolución.) Parecería entonces que la m ayoría de los psicólo gos no están habituados a pensar en térm inos evolu cionistas, ni siquiera en térm inos biológicos genera les. La m ayoría de ellos no h an recibido instrucción biológica y ra ra vez se m ezclan con biólogos. (Los neurocientíficos se vengan ig n o ran d o la psicología.) El resultado es que, a u n q u e hay centenares de d e p ar tam entos de biología y de psicología en el m undo, hay tan sólo un p u ñ ad o de d ep artam en to s de psicobiología (o neuropsicología, o neuroetología, o cien cias biológicas y de la conducta). Más aún, no es sino recientem ente que los program as de las carreras de psicología h an in co rp o rad o cursos de psicología fi siológica. A un así, pocos libros de texto h an a d o p tado un p u n to de vista explícitam ente evolucionista. (Una excepción es T h o m p so n 1975.) El descuido de la b iología evolucionista es p a rti cularm ente notable entre los cultores y adm iradores de la inteligencia artificial (IA). E m peñados com o es tán en diseñar m áquinas que im itan la conducta o la ideación hum anas, con frecuencia to m an sim ulación p o r identidad y sostienen que los seres h u m anos so m os m áquinas. Al saltar así los niveles biológico y so cial, ig n o ran tres mil m illones de años de evolución. Y de esta m anera caen en la tra m p a dualista: en 126
efecto, los especialistas en IA suelen co m p arar la dis tinción entre cuerpo y m ente con la diferencia entre ferretería y p ro g ram a [hardware!software). T am bién o l vidan que, a diferencia de los sistemas autoorganizados, todas las m áquinas h an sido diseñadas y que n in guna de ellas es libre en algún sentido, ya que todas ellas actúan p o r poder. U na pizca de pensam iento evolucionista les h ab ría a h o rra d o estos errores, p ri vándole al dualista de la alegría de recibir ayuda de p arte del mecanicista. Si la m ayoría de los psicólogos aún ignoran la evolución, ¿ q u é se p o d rá esperar de los filósofos de la m ente? Un conocido filósofo w ittgensteiniano que se h a destacado p o r sus ataques a la hipótesis de la iden tidad psiconeural h a llegado a escribir que “ es real m ente un disparate conjeturar que los anim ales /medan tener pensam ientos” .(M alcolm 1973). Sin em bargo hace ya años q u e sabem os, gracias a los trab a jo s de los G ardner, Prem ack y R um baugh, que los m onos antropoides pu ed en ap ren d er a expresar sus pensam ientos con ayuda de ciertos lenguajes artificia les tales com o el usado p o r los sordom udos. Ya no se justifica q u e u n filósofo siga hablando de la m ente com o de u n a prerrogativa hum ana, así com o inm aterial y perm anente, m enos aún so b ren a tural. U n neurocientífico está aú n m enos justificado en sostener sem ejante o p in ió n precientífica acerca de la m ente. Sin em bargo, esto es exactam ente lo que ha venido diciendo el em inente neurofisiólogo Sir Jo h n C. Eccles d u ran te los tres últim os decenios: que la m ente es inm aterial y sin em bargo puede actuar sobre las neuronas (Eccles 1951); y que la existencia de la conciencia, así com o la del cosmos, “ requiere una ex plicación sobrenatural q ue los científicos debem os 127
aceptar con toda h u m ild ad ” (Eccles 1978). N o so r p ren d erá que Eccles afirm e —co n tra un siglo de paleo an tro polog ia— que el Homo sapiens no ha evolucio nado. Razona así: puesto que el cerebro h u m an o p a rece haber dejado de crecer d u ran te los últim os 250.000 años, “ nuestro legado h u m an o de cerebros, que en p ro m ed io alcanzan el volum en de 1.400 cms, es el fin de la historia evolutiva. Y en to d o caso la evo lución biológica ha term inado p ara el h o m b re d e bido a que el estado benéfico [welfare síaíe] ha elim i nad o la presión selectiva” (Eccles 1977). Esta conclusión so rp ren d en te reposa sobre los si guientes supuestos falsos: (a) que la variación génica (por m utación y recom binación) term inó hace tiem po en los seres hum anos; (b) que la conducta y la idea ción, au n q u e tal vez d ep en d an del tam año del cere b ro , no dependen de la organización y plasticidad de las neuron as; (c) que la conducta y la ideación no de sem peñan un papel acuvo en la adaptación, y p o r lo tanto en la evolución h u m an a; id) que los hom ínidos y los hom bres jam ás h an en frentado nuevos desafios, tales com o glaciaciones y sequías, que exigieran n u e vas capacidades; ie) que el estado benéfico (welfare síaie) im perante en los países industrializados, al ali viar la m iseria, elevar el nivel sanitario y asegurar la educación p ara todos, no favorece n in g u n a capaci dad. En resum en, Eccles ha logrado violentar la ge nética, la biología evolucionista, la historia y la socio logía en u n a sola frkse. (Para m ás críticas, véase Dim o n d 1977.) Ésta no es u na coincidencia, sino una consecuencia inevitable de la filosofía de la m ente dualista y so b renaturalista según la cual la evolución m ental no existe o, si existe, no es un aspecto de la evolución biológica y social. Los neurocientíficos 128
evolucionistas o p in an de o tra m anera. P ara ellos, “ la relación entre cerebro y m ente evoluciona ju n to con un substrato fisiológico, de m odo que no hay d u a lism o” (Bullock 1958). Véanse detalles en M asterton 1976.
3.
Problemas de investigación suscitados por el monismo psiconeural
Parecería que hem os vuelto al com ienzo, a la época predarw inista, cuando biólogos y filósofos sos tenían u na doctrina paleolítica del alm a. Pero esto no es del to do cierto, p o rq u e el m onism o psiconeural está g an an d o adeptos, y el pensam iento evolucionista está haciendo incursiones im portantes en la psicolo gía, p articularm ente entre los prim atólogos, los psi cólogos del desarrollo y los sociobiólogos. Estos cien tíficos están em pezando a p lan tear problem as que no tienen sentido en un contexto dualista y preevolucionista, y que están gen eran d o hipótesis y experim entos muy interesantes. H e aquí una m uestrá al azar: (1) ¿C uán nueva es la neocorteza cerebral y, en particular, el “ área” asociativa o plástica? (2) ¿C u án nueva es la plasticidad sináptica? En otras palabras, ¿cu á n d o em ergió el m ecanism o del uso y desuso p ro p u esto p o r H eb b ? (El principio de H ebb es: “ Las neuron as que descargan ju n tas p erm a necen juntas” .) (3) ¿C uál es el origen de la lateralización cerebral, que se encuentra no sólo en m am íferos, sino tam bién en aves? ¿Tiene alg un a ventaja adaptativa? (Véase p. ej. Levy 1977.) (4) ¿ P o r qué se d a la conducta m aterna (y p a 129
terna), si consum e energía y tiem po, y hace de los pro genitores fáciles blancos p a ra los p red ad o res? (Barash 1976.) (5) ¿C uál ha sido la evolución de la co n ducta m a tern a en los vertebrados superiores y cóm o es afec tad a p o r la ideación? (6) El altru ism o ¿está p ro g ram ad o genéticam ente o es a p re n d id o ? (Problem a previo: ¿Es legítim o tra tar la herencia y la experiencia com o factores aditivos y p reg u n ta r p o r lo tanto cuál es la co n trib u ció n de cada u n o ? ¿ O será que el pro b lem a no es lineal?) (7) La agresión ¿está p ro g ram ad a genéticam ente? (Problem as previos: el del p u n to (6 ) y el de si la ag re sión p u ed e igualarse con la defensa y el ganarse la vida.) (8 ) ¿C u á n d o y cóm o em ergieron la em patia y la so lid arid ad ? (9) ¿C uáles son los orígenes de la b o n d a d y de la crueldad ? (10) ¿C ó m o evolucionaron la sonrisa y la risa a p a rtir de muecas, y cuáles son sus ventajas adaptativas si es q u e las tienen? (11) ¿A q u é nivel evolutivo com enzaron la im agi nación, la ideación, la previsión (o preolfación), la co ndu cta intencional y la conciencia? ( 12 ) ¿C ó m o se originó y evolucionó el lenguaje h u m a n o ? (Véase Jaynes 1976.) (13) La adquisitividad ¿es instintiva o ap ren d id a, y cóm o evolucionó? (14) ¿H ay u na m oralidad heredada, y, en todo caso, en qué p u n to de la evolución em ergió la m o ra lid ad ? (Darwin, C uaderno M (144): “ ¿C uál es la filo sofía de la vergüenza y del so n ro jo ? ¿Se avergüenza el elefante? —El p e rro conoce el triu n fo ” . Véase G oslan 130
1969 sobre el desarrollo de la m oralidad.) (15) ¿Cuáles, si las hay, son .las raíces biológicas de las pautas de co nd ucta adm inistrativa, política y m ilitar? Las que anteceden no son sino algunas de las m u chas cuestiones que están siendo investigadas, o que prob ab lem ente sean investigadas m uy p ro n to , p o r psicólogos evolutivos, etólogos, sociobiólogos, a n tropólogos y sociólogos. En el contexto del dualism o psicofisico no surgen cuestiones semejantes, si bien algunos dualistas (por ejem plo P o p p er y Eccles 1977) ocasionalm ente rin d en hom enaje verbal a la biología evolucionista. La razón es transparente: según la teo ría neodarw iniana, la evolución procede p o r varia ción génica (un suceso m aterial) y selección natural (otro suceso m aterial). Esa teoría no deja lugar a agentes inm ateriales tales com o las alm as desencarna das, las ideas en sí, y o tro s huéspedes platónicos del “ tercer m u n d o ” de P opper. (Véase el C apítulo 10.) Los dualistas no aceptan explicaciones m aterialistas (biológicas) en lo que respecta a la m ente: no pueden ad m itir que cam bios m oleculares y factores am bien tales pu ed an p ro d u cir cam bios m entales. De m odo que deben negar de p lan o la evolución m ental o espe cular que ha procedido p o r algún m ecanism o dife rente de la variación génica seguida de selección n a tural y social. En cualquiera de estos casos entran en conflicto con la biología y la psicología evolutivas, cualquiera sea la frecuencia con que em pleen el tér m ino ‘evolución’. Y, en la m edida en que sus o p in io nes tienen influencia, los dualistas frenan el avance de am bas ciencias. Los m onistas psiconeurales, en cam bio, están de acuerdo con la biología y la psicología evolutivas. En 131
efecto, p ara ellos las funciones m entales son funcio nes cerebrales, de m odo q ue la evolución m ental es un aspecto de la evolución de los anim ales q ue p o seen cerebros capaces de idear, o sea, los m am íferos y las aves. (Véase el C apítulo 6 .) P or cierto q ue en el caso de los anim ales sociales, en particular los seres hum anos, debem os agregar la evolución social (o sea, económ ica, cultural y política) a la biológica. Pero, puesto que las sociedades son sistemas concretos o m ateriales, au n q u e n o físicos, la evolución biosocial es un proceso m aterial, si bien exhibe propiedades desconocidas p o r la física y au n la biología. (Véase el C apítulo 9.) Con esto no se niega la influencia de la conducta y de la ideación sobre la ad ap tació n y p o r lo tanto la evolución. P or el contrario, la eficacia del co m p o rtam ien to y de la ideación se asegura al expli carlas com o funciones corporales, m ientras que si se las separa de la m ateria se las to rn a im potentes e incom probables. En resum idas cuentas, el m onism o psiconeural es la filosofía de la m ente que está detrás de la psicología evolutiva (y fisiológica). Y, si bien ésta aú n n o ha a l canzado la m adurez, al m enos h a em pezado bien al fo rm u lar algunas de las preguntas adecuadas, p re guntas cuya investigación n o exige el p o stu lar agentes inm ateriales o sobrenaturales.
4. Obstáculos: genuinos y espurios Se h a n fo rm u lad o diversas objeciones al enfoque neodarw inista del co m p o rtam ien to y la ideación. Una de ellas es que, puesto q ue la con ducta no es sólo re sultado de la evolución, sino tam bién factor de ésta, 132
es preciso corregir la teoría agregándole una dosis d e . lam arckism o (Piaget 1976). C reem os que esta tesis es equivocada: que la adap tació n conductual y mental puede explicarse p o r la selección (natural o artificial) que o b ra sobre la variación génica. El am biente selec ciona o rg anism os-que-se-com portan, n o genes des n udos ni rep ertorios de conducta desencarnados. P or cierto q ue los vertebrados superiores pueden ap re n d e r nuevas pautas de con ducta en respuesta a cam bios am bientales o a procesos m entales (cerebra les), de m o d o que no están a la m erced de sus genomes o, m ejor dicho, p u ed en hacer uso de sus p o ten cialidades genéticas. Sin em bargo, estas potencialida des son heredadas y, cu an d o se actualizan, o b ran en un pie de igualdad con otros rasgos biológicos. U na nueva p au ta de conducta, sea a d q u irid a p o r cam bio génico o p o r aprendizaje, ten drá algún efecto ge nético p o rq u e favorecerá a ciertos genotipos. Ejemplo 7. Un m u tan te sintetiza ciertas enzimas que le perm iten com er ciertas plantas que la variedad norm al no p uede digerir. Esto le p erm ite al m utante o cu p ar u n nicho ecológico diferente, quizá m ás am plio, lo q ue le confiere ciertas ventajas au n q u e al m ism o tiem po lo coloca en com petencia con otras es pecies. Si tiene éxito, la m utación tiende a irradiarse. Ejemplo 2. U n anim al ap ren d e u n a nueva p au ta de conducta ventajosa, o sea, tal q ue le facilita el ganarse la vida. P o r consiguiente se rep ro d u ce antes o con m ayor ab u n d an cia que sus com pañeros de especie, de m o d o que sus genes tienen m ayor probabilidad de difundirse y atrincherarse. En cualquiera de los dos casos la tasa de cam bio de la nueva población d e pende de la diferencia entre las tasas de natalidad y m ortalidad , com o o cu rre con todos los organism os; 133
p ero a h o ra estas tasas d ep en d en en p arte de,rasgos conductuales, algunos de los cuales son fenotípicos, no genotípicos. Así pues, el que la conducta puede determ in ar el que una p o b lación se irrad ie o se extinga, encaja d en tro del esquem a neodarw inista. N o es entonces que éste sea equivocado, sino que la conducta, en particu lar la co ndu cta social, enriquece los m odos de a d a p tación y acelera considerablem ente la velocidad de la evolución. (Consecuencia m etodológica: la genética es necesaria p ero n o suficiente p ara explicar la evolu ción de la conducta.) Esto se aplica en p articu lar a la conducta plástica de los vertebrados superiores, que es co n tro lad a en p arte p o r la ideación. La ventaja (y ocasional desventaja) global de poseer facultades m entales es bastante obvia en u n a perspectiva psicobiológica evolucionista. En cam bio, si la m ente fuese inm aterial, la teoría de la evolución n o tendría nada que decir acerca de ella. O tra idea p o p u la r es q ue la historia h u m an a transciende a la historia biológica (cierto) al p u n to en que esta últim a es irrelevante a la p rim era (falso). Esto es com o decir que, puesto q ue la biología se ocupa de propiedades y leyes em ergentes desconocidas p o r la física, ésta es irrelevante a la prim era. C iertam ente, la historia h u m an a es más que la evolución biológica: abarca a ésta, p o rq u e la historia es en gran p arte he chura de los p ro p io s seres hum anos. Pero esta h isto ria es concreta y p o r lo tan to está m uy alejada de la historia m ítica de ideas que $e desenvuelven p o r sí mismas, com o la im ag in aro n Hegel y otros filósofos idealistas. La historia h u m an a es concreta p o rq u e es la evolución de poblaciones hum anas, o sea, de siste m as com puestos p o r seres h u m anos que interactúan 134
en tre sí y con su am biente natura] y social. Lo que es cierto es que el péso de la inteligencia en los asuntos hum anos h a au m en tad o espectacular m ente en el curso de los últim os 50 m ilenios, en p ar ticular desde el com ienzo de la agricultura hace unos 10 , y m uchísim o más desde el com ienzo de la escri tu ra hace unos 5. Sin em bargo, la inteligencia es una p ro p ied ad del cerebro (y u na p ro p ied ad m uy sensible a estím ulos sociales), n o de u na m ente inm aterial. Y en to d o caso no olvidem os que, al au m en tar la im p ortan cia de la inteligencia en el proceso de selección artificial q u e llam am os ‘historia h u m a n a ’, tam bién se han vuelto más im portantes la estupidez, la avaricia y la crueldad. J u n to con el inventor, el científico y el re fo rm ad o r social, las sociedades hum anas han creado al dogm ático, al m ístico y al carnicero m ilitar. Si bien ha au m en tad o el n ú m ero de individuos esclarecidos d u ran te ciertos períodos excepcionales, masas hu m a nas cada vez m ayores h an sido arrastrad as al desastre, y hoy día u n p a r de individuos tienen la posibilidad de extinguir todo lo q ue vive sobre la tierra. La filo sofía idealista de la historia n o tiene cóm o explicar esta estupidez m onstruosa. U na tercera objeción p o p u lar a la psicología evo lutiva es q ue es incom probable, ya q u e u na colección de huesos fósiles n ad a puede decirnos acerca de la conducta y la vida m ental de sus propietarios feneci dos. Esta objeción es bastante natural si se tratan la conducta y la ideación com o inm ateriales, pero no es sino u n desafío científico si se a d o p ta el p u n to de vista psicobiológico. Más aún, el desafío está siendo reco gido con ayuda de los m étodos usuales elaborados p o r paleo antropólogos, an tro p ó lo g o s y preh isto ria dores. H ay tres m étodos de este tipo y, si bien los tres 135
involucran adm irables esfuerzos de la im aginación, ninguno de ellos sobrepasa la im aginación' desple gada p o r los físicos p a ra co n jetu rar la estructura del átom o o p o r los bioquím icos p ara adivinar la estruc tura de la m olécula de DNA. En p rim er lugar se tiene el enfoque directo consis tente en estu d iar fósiles y los restos naturales y artifi ciales q ue los acom pañan, tratan d o de reconstruir no sólo la an ato m ía de sus propietarios, sino tam bién su fisiología y su co n ducta (en particular postura, loco m oción y hábitos alim entarios). Ejem plo: las recons trucciones hipotéticas del m o d o de vida de los h o m ínidos q u e vivían hace dos m illones de años en ’ África O riental. (Para u n a bellísim a descripción semip opular, véase Leakey y Lewin 1977.) En segundo lu gar está el enfoque comparado, q a e es tanto indirecto com o em pírico, ya q ue consiste en estudiar especím e nes de taxones m odernos que se supone son parientes próxim os de los extinguidos. (No todos los estudios com parados son relevantes a la psicología evolutiva aun cu ando se centren sobre el com portam iento. Sólo son relevantes los que co m p aran los repertorios conductuales y m entales de especies que pertenecen a la m ism a línea filética. Véase H odos y Cam pbell 1969.) Ejemplo : los prim atólogos han hecho im p o r tantes descubrim ientos acerca de los posibles estilos de vida y co n ducta de nuestros antecesores prehum anos. Finalm ente se dispo ne del enfoque especulativo o de sillón, consistente en preguntarse cóm o, sobre la base de nuestro conocim iento neurobiológico gene ral, p u d iero n h a b er evolucionado ciertos sistemas neuronales y sus funciones. Se necesitan los tres enfo ques y es preciso integrarlos m ejor, particularm ente en el caso de la condu cta y la ideación, p o rq u e ilum i 136
nan costados com plem entarios entre sí y se controlan m utuam ente. (Véase Je riso n 1973.) En sum a, au n q u e la psicología evolutiva es un tem a peliagudo, no lo es más que la cosm ología y, en to d o caso, es igualm ente interesante, si no más. Lo m ism o vale para la gnoseología evolutiva (Campbell 1974, V ollm er 1975).
5.
Resumen y conclusiones
N uestra p rim era conclusión es que la psicología evolutiva, creada p o r Darw in hac¿ un siglo, está en m archa, si bien a ú n lentam ente. M erece el apoyo de todos los científicos y filósofos interesados en exten d e r el enfoque científico al estudio de la m ente. Segunda, el estado subdesarrollado de la psicolo gía evolutiva puede explicarse p o r (a) la ju v en tu d del pensam iento evolucionista en general, ib) el descuido de la teoría de la evolución (y en general de la b io lo gía) p o r p arte de casi todos los psicólogos, (c) la difi cultad de generar hipótesis razonables acerca de la evolución de la conducta y la. ideación, p articu lar m ente d ebido al fuerte prejuicio co n tra las hipótesis y teorías en la psicología, id) la dificultad de o b ten er e in te rp re ta r datos em píricos relevantes a tales h ipóte sis, y ie) la filosofía dualista de la m ente que ha d o m i n a d o la cultura d u ran te miles de años. T ercera, la biología evolucionista ha hecho más q ue trazar la filogenia de algunas bioespecies contem p o rán eas: ha reorientado el pensam iento biológico. P o r ejem plo, d o n d e los predarw inianos in terp reta b an la adaptación com o designio, los biólogos con tem poráneos no ven sino el resultado de la selección 137
natu ral o artificial sobre los productos de variaciones génicas al azar. El im pacto del nuevo m o d o de ver so b re las ciencias del h o m b re ha sido igualm ente d ra m ático. P or ejem plo, m ientras los predarw inianos so lían considerar al h o m b re com o un ser espiritual (m odelo platónico), nosotros nos vemos com o a n i males, si bien excepcionales (m odelo aristotélico). M ientras los predarw inianos (en particular los creyentes en lo oculto) creían que el h om bre, y en p articu lar ciertos individuos excepcionales, posee fa cultades paran orm ales independientes del cerebro (p o r ejem plo la telepatía y la psicocinesis), nosotros creem os que todas nuestras facultades m entales son funciones cerebrales legales (aunque no siem pre n o r males). Y m ientras los predarw iniam os (en particular los psicoanalistas) buscaban u na finalidad o “ sen tid o ” en to d a conducta y toda idea hum anas, n o so tros consideram os el co m po rtam iento intencional com o excepcional y, más aún, com o algo a ser expli cado antes que com o u na fuerza explicativa. Ejemplo : “ Ella hizo X p ara alcanzar Y” se explica, sea com o “ Ella fue condicionada a hacer X todas las veces que deseaba Y” , sea com o “ Sabiendo (o sospechando) q ue X causa Y, y apreciando Y, ella hizo X” . - C uarta, cuando los científicos m enosprecian la fi losofía corren el riesgo de ser atrapados p o r filosofías n o científicas q ue pueden frenar o aun descarrilar el tren de sus investigaciones (com o observara Engels 1872-1882 hace un siglo). El p ro b lem a m ente-cuerpo es un bu en ejem plo: com o escribió un em inente psi cólogo hace tres décadas, “ el estudio de la evolución m ental ha sido obstaculizado p o r un dualism o m etafísico” , ya q ue niega la hipótesis evolucionista según la cual “ la evolución de la m ente es la evolución de 138
los m ecanism os n erv io so s” (Lashley 1949). En efecto, [a) en lugar de su g e rir problem as prom isorios que p u ed en investigarse c o n los m edios a disposición de los biólogos, a n tro p ó lo g o s y prehistoriadores, el dualism o desvía la ate n c ió n de estos investigadores hacia un ente inescrutable, el alm a inm aterial; ib) por afirm ar que la m ente es inm aterial, el dualism o debe negar que ha evolucionado o afirm ar que su m eca nism o evolutivo no es darw iniano, y en cualquier caso es antíevolucionista. Q uinta, en co ntraste con el dualism o psiconeural, la teoría de la id en tid ad (de las funciones mentales con funciones cerebrales) sugiere un cúm ulo de p ro blem as de investigación interesantes. En particular, éstos son los pro b lem as de las form as “ ¿ Q u é sistemas neuronales requieren tales y cuales pautas de con ducta o funciones m en tales?” y “ ¿C ó m o h ab rán evo lu cionado tales y cuales pautas de conducta o faculta des m entales?” . Sin em b arg o , la teoría de la identi dad psiconeural es hasta ah o ra poco más q ue un es queleto, y la psicología evolutiva no es sino una cien cia incipiente que p u ed e jactarse de poseer más p ro blem as que soluciones. Pero al m enos estos p ro b le mas son interesantes y pu ed en investigarse p o r el m é to do científico, y las pocas soluciones que tenem os no son consignas ideológicas prefabricadas, sino hi pótesis científicas q ue pueden perfeccionarse o aun substituirse. Finalm ente, si la gnoseología se entiende com o el estudio de los procesos cognoscitivos y no solam ente de sus productos (conocim iento), entonces no puede dejar de ser tanto genética (esto es, del desarrollo) com o evolutiva. Pero los conceptos m ism os de desa rro llo (u ontogenia) y evolución (o filogenia) de la 139
m ente no tienen sentido en el contexto dualista, y m e nos aún en el idealista. Sólo una filosofía m aterialista de la m ente, y en particular el m aterialism o em ergentista, le ofrece a la gnoseología genética y evolutiva una base filosófica afín. En efecto, según el m ateria lism o em ergentista la aparición y el refinam iento de las capacidades cognoscitivas,sea en el individuo o en la especie, lejos de ser m isteriosos, constituyen un as pecto del desarrollo o la evolución del cerebro en in teracción con el resto del cuerpo así com o con su m e dio n atu ral y social.
140
CAPÍTULO 8
CONCEPCIÓN MATERIALISTA DE LOS VALORES
Los idealistas sostienen que los valores éticos, es téticos y dem ás son objetos ideales, p o r lo cual toda tentativa de ubicarlos en una cosinovisión m ateria lista está destinada al fracaso. Los m aterialistas, por su parte, se han o cu p ad o poco del p roblem a de los valores: n o se puede afirm ar que existe una axiología (teoría de los valores) m aterialista. G uando se han ocup ado del concepto general de valor, los m ateria listas h an solido a d o p ta r una posición sociologista e historicista, es decir, h an afirm ado que los valores h um anos son m oldeados p o r la sociedad y evolucio n an con ella. Si bien esto es p ro bablem ente cierto, es seguram ente insuficiente, p o rq u e n o nos dice qué son los valores. Además, quienes sostienen esta posición no están m uy lejos de la tradición idealista, ya que unos y otros ig noran las raíces biológicas y psicológi cas de la valoración. Más aún, con pocas excepciones la literatura axiológica se refiere exclusivam ente a valoraciones h u m a nas. Sin em bargo, los biólogos atribuyen valor (o dis valor) a tal o cual componenc'_* o función del o rg a nism o o de su am biente, y los psicólogos estudian las preferencias que adivinam os en los anim ales p o r la 24 í
m anera en q ue escogen com ponentes de su am biente. En otras palabras, la biología em plea el concepto de biovalor y la psicología el de psicovalor, si bien no suelen dilucidar u n o ni otro. ¿ Por qué dejar de lado estos conceptos: p o r qué p erm itir q ue sigan circu lan d o en estado salvaje si es posible dom arlos den tro del p alen q u e de la filosofía científica? ¿ P o r qué no o cu p arn o s de bioaxiología y psicoaxiología al m odo en q ue hacem os jusaxiología, iatroaxiología y tecnoaxiología? (Valgan los neologism os.) Si no lo hacem os los filósofos, lo h a rá n los científicos con herram ientas conceptuales anticuadas. Si lo hacem os nosotros p uede ser que ayudem os a biólogos y psicólogos a aclarar sus pro pias ideas de biovalor y psicovalor, con lo cual con trib uirem os con nuestro granito de arena al desarro llo de sus ciencias al p ar q ue hacem os algo p o r la nuestra. En este capítulo intentarem os corregir la om isión. Sin c o n stru ir una teoría m aterialista de los valores, ensayarem os ap ro x im ar la axiología a la biología y la psicología, sin p o r ello tratar de reducir aquélla a és tas. (N o h an faltado intentos de hacerlo, p ero todos h an fracasado.) N uestras tesis son q ue los valores no son entes m ateriales ni espirituales, sino relaciones; que estas relaciones form an p arte de la estructura biopsíquica de los anim ales, de m o d o que no flotan en el m u n d o de las ideas platónicas; que en el caso de los anim ales sociales la valoración sufre una fuerte in fluencia del m edio social y a su vez m odifica a éste; que, p o r lo tanto, los sistemas de valores evolucionan ju n to con la sociedad; y que, siendo así, en tanto que algunos sistemas de valores propelen la evolución sOt cial, otros la frenan. Éstas son las ideas básicas de nuestra axiología, pero en esta ocasión tendrem os 142
que lim itarnos a la tarea más m odesta de p ro p o n er un p u ñ a d o de conceptos exactos y un p a r de h ip ó tesis.
1.
Valor biológico
En esta sección nos p ro p o n em o s dilucidar la n o ción de valor biológico que utilizan intuitivam ente los biólogos. Para ello necesitarem os el concepto de b io sistema, q ue aclararnos sum ariam ente diciendo que u n biosistem a es, sea un organism o, sea u na co m p o nente viviente de un organism o. Por ejem plo, el cora zón y cada u na de sus células son biosistem as; en cam bio, las com ponentes de u n a célula no son biosis temas, sino quiiniosistem as. Em pezarem os p o r definir la noción de salud o no rm alid ad de un biosistem a en función del concepto de biosistem a: Definición 1 Sea b un biosistem a en u n m edio c. En tonces b es sano (o normal) en c si, y solam ente si, b posee todas las propiedades (puede desem peñar todas las funciones) que caracterizan a los biosistem as de la especie a que pertenece b. Obsérvese que éste es u n concepto fisiológico, no estadístico, de no rm alid ad o salud. U na población ín tegra de organism os sanos puede ser an iq u ilad a por un cam bio am biental brusco y radical, tal com o una sequía prolongada. Y tam bién es posible que la m ayoría de los individuos de una p o blación estén (fi siológicam ente) enferm os: éste sería un caso de n o r m alidad estadística aco m p añ ad a de an o rm alid ad fi siológica. El concepto an te rio r es cualitativo. Es deseable 143
disponer de un concepto cuantitativo de grado de sa lud (o norm alidad), ya que de hecho no to d o o rg a nism o está, sea totalm ente sano, sea totalm ente e n ferm o. Un candidato es éste: “ El grado de enferm e dad de un biosistem a en un m edio dado, y en cierto respecto, es su desequilibrio (o desviación de la n o r mal) en dicho respecto o aspecto” . Para fo rm u lar ex plícitam ente esta definición intuitiva necesitam os un concepto claro de aspecto. Éste puede introducirse com o sigue. Sea un biosistem a de especie B y caracterizado p o r n propiedades, tales com o edad, masa, com posición génica y conectividad neural. Cada u na de dichas propiedades puede representarse m ediante u na fun ción Fi, d o n d e i to m a valores com prendidos entre 1 y n. P ara fijar ideas podem os sup oner que, p ara cada biosistem a, F¿ es u na función real del tiem po, o sea, F¡: B x T -> /?, d o n d e T es el conjunto de los instantes y R la recta real. Ju n ta m o s las n funciones en una única lista F = (F |, F,¡), que llam am os la función de estado de los biosistem as en cuestión. El valor de F p a ra u n sistem a b e B en u n instante / e T , o sea F(¿,¿), es el estado de b en t. Evidentem ente, este estado cam bia en el transcurso del tiem po; o sea, el p u n to F{b,l) describe u n a trayectoria en el espacio (cartesiano) R !la m edida que b vive. D icha trayectoria fluctuará en m ayor o m en o r m edida en to rn o a una trayectoria ideal que es la que corresponde a la salud perfecta. En otras palabras, adop tam os la Definición 2 Sea F¡ la t-ésim a co m ponente de la función de estado de sistemas de clase B, y F¿ el valor (fisiológicam ente) norm al de F¡. Más aún, sea w = \w¡
144
E
[0,1] I H¿<7Z}
un conjunto de n núm eros reales positivos que sum an la unidad, y tales que wí m ide el peso o im portancia relativa (para el biosistem a íntegro) de la propiedad representada p o r F¿. Entonces (i) el gra d o d e en ferm edad del biosistem a b en el iésim o respecto en el instante t es e&bj) = | Fi{b,i)-Fi\j\Fi{b,t) + F¿|;
(ii) el grado de sa lu d del biosistem a, en el m ism o respecto y al m ism o tiem po, es el com plem ento de et (t) a la unidad: Sj(b, i)
=
1 — e¿(b,
t);
(iii) el grado to ta l de en ferm edad y el grado total de s a lu d de b en t son E{b, t) = £ uJieiib, t) i=i
y
5(¿, t) = 1 — E(b, t)
respectivam ente. Los valores de e¿ y s¿ son núm eros reales com p rendidos entre 0 y 1. Aquí n o averiguam os cóm o se m iden, sino q ue suponem os q ue hay o h ab rá m anera de m edirlos. El p róxim o paso es in tro d u cir la noción de fun ción específica de un com ponente de u n organism o. Llam em os F ia , t) la función de estado de u n subsiste m a a de un organism o y considerem os la totalidad de los procesos que o cu rren en a. Ésta n o es sino el conjunto de todos los valores F{ay t) q ue n o son constantes (o sea, p ara los cuales la derivada tem poral de F es diferente de cero). L lam ando F v(a, t) al valor variable de la función de estado de a en tenem os 145
que las fu n d o n es de a en el curso del p erío d o t, o sea, lo q ue a hace d u ran te t , es n(a, z) = {.PU, t) I ¿et}.
(Aquí dejam os de lado el o rd en de los cam bios: éste es u n m ero conjunto, no u n a lista ord en ad a.) Nos servim os de este concepto p a ra fo rm ar la Dejinición 3 Sea b " n organism o y a u n subsistem a de ó, de clase [a]. Llam em os n{a> t) a la to talid ad de procesos o actividades q ue involucran a a d u ra n te el intervalo t. Entonces (i) to d o subconjun to de n[a,x) q ue incluye a cualquiera de los procesos que caracterizan a un ■biosistem a, o los afecta de alg u n a m anera, es u na fu n d ó n biólogica; (ii) las fundones biológicas específicas de a son las que desem peñan a y los dem ás m iem bros de su clase [a] p ero n r los dem ás subsistem as de b. O sea, Ti^a, t) = n(a, t) — u n ( x , t), x
la vesícula biliar, au n q u e positivo, es m ucho m enor q u e el del hígado. Finalm ente, hay subsistemas, tales, com o los tum ores cancerosos, que tienen un valor ne gativo p a ra el organism o. Lo q ue antecede sugiere la siguiente m edida del valor biológico de un subsistem a a de un o rg a nism o b : “ El valor de a p ara b (en el m edio dado) es igual al g rado de salud de b cuando está equipado con a, m enos su g rad o de salud cuando está des provisto de a. Más precisam ente, proponem os la Definición 4 Sea S A : B x T ^ R la función salud de organism os de tipo B cuando subsistem as de tipo A actúan en ellos (o sea, a < b y n(a, x) + 0). A nálo gam ente, llam em os S A: B x T -►R la correspondiente función salud cuando los A n o actúan en los B (o sea, ~\{a
que es el valor del subsistema a para el organismo b al tiempo t. Puesto que los valores de la salud varían entre 0 y 1 , los valores biológicos están com prendidos en tre —1 y 1. En particular, a es máximamente valioso p a ra b en t si, y sólo si, S A{b, 0 = 1
y
Saib, t) = 0;
a no tiene valor p a ra b en t si, y sólo si, S A{b, t) = S A(by t ); a es máximamente disvalioso para b en t si, y sólo si, S A(b, 0 = 0
y
S A(b, t) = 1 . 147
Ejem plo: p ara los seres h u m a n o s , el cerebro eb m áxim am ente valioso, el a p é n d ic e n o tiene valor y un tu m o r m aligno es m á x im a m e n te disvalioso Y otros subsistem as, tales com o e l tim o , cam bian de valor con la edad. La definición a n terio r nos p e r m i t e dilucidar otrc concepto de interés: Definición 5 Dos subsistem as a y cl de un biosis tem a b son funcionalmente equivalentes si, y sólo si, (i) a y a desem peñan las m is m a s funciones, o sea. n(a, x) = n{a\ x) p ara tod o p e r ío d o x, y (ii) a y a tienen el m ism o v a lo r e n to d o m om en to, o sea, Via, b, t) = V (a , b, t) p a r a to d o ¿ e x . Los cirujanos y bioingeníeros m a n e j a n estas no ciones de m an era intuitiva, p a r tic u la r m e n te con referencia a transplantes y prótesis. Obsérvese que los conceptos i n tr o d u c id o s hasta aquí difieren radicalm ente de la n o c i ó n teleológica de valor biológico, q u e p o d ría d e f i n i r s e así: “ Es va* lioso p a ra u n organism o (o u n a e s p e c ie ) X cuanto contribuye a alcanzar las m etas d e X ' \ Adviértase tam bién q ue sería posible d efin ir e l v a lo r biológico com o eficiencia o, más p r e c is a m e n te , com o la diferencia entre la eficiencia del o r g a n i s m o provisto del subsistem a en cuestión y la e f ic ie n c ia del organism o desprovisto del m ism o. Éste sería u n p u n to de vista: típico del bioingéniero q ue c o n v e n d r í a explorar. Lo q ue antecede puede r e s u m ir s e e n el siguiente; Postulada 1 T odos los o r g a n is m o s tien en com po nentes, estados y sucesos (cam bios d e e sta d o ) valiosos p a ra el organism o y otro s q ue n o l o son. Adviértase q ue ésta no es u n a t a u t o l o g í a , ya que desde el p u n to de vista re d u c c io n is ta n o tiene sentido ad ju d icar valores a com ponentes, e s t a d o s o sucesos 148
de un organism o. T am poco se trata de una afirm a ción evidente p a ra los vitalistas, ya que n o hem os ad o p ta d o una noción teleológica de valor.
2. Preferenda y elección En el parágrafo an terio r nos hem os referido a o r ganism os en general; en éste nos lim itarem os a an i males. En aquél afirm am os que ciertas biofunciones son valiosas (objetivam ente); a h o ra darem os un paso m ás adelante, afirm ando que todos los anim ales están equipados de receptores q ue les perm iten evaluar a l gunos estím ulos com o nocivos, favorables, o indife rentes. (No es lo m ism o poseer algo valioso que eva luarlo com o tal.) Parecería exagerado a trib u ir la capacidad de eva lu ar a todos los anim ales. Sin em bargo, la poseen in cluso m icroorganism os tan prim itivos com o las bac terias, las que pueden n ad ar hacia concentraciones elevadas de alim ento (p. ej. azúcar) o alejarse de subs tancias tóxicas. El m ecanism o de este q u im iotropisino es p robablem ente quím ico: los estím ulos en cuestión activan ciertos com ponentes de m o d o tal que los com puestos extraños se co m binan más o m e nos fuertem ente con m oléculas de dichos co m p o n en tes del organism o, en tanto q ue n o se com binan si el estím ulo es nocivo. (No hay m isterio ni finalidad: los organism os que “ com eten el e rro r” de com binarse con com puestos nocivos no sobreviven y p o r lo tanto no dejan descendencia.) El que todos los anim ales p u ed an evaluar ciertos ítems internos y am bientales (cosas, estados, etc.) no im plica que tales evaluaciones sean siem pre correctas, 149
esto es, favorables a la supervivencia. Lo que es cierto es q u e hay u na fuerte presión selectiva en favor ck evaluaciones “ correctas” , o sea, favorables a la super vivencia. T am poco se trata de q ue todos los anim ales p u ed en fo rm u lar juicios de valor. Salvo los prim ates ) acaso algunos otros m am íferos superiores, los an im a les evalúan sin fo rm ar juicios de valor. El cerebro prim ate es único p o r ser al m ism o tiem po el ó rg an o suprem o de control, integración, percepción, m otivación, im aginación, raciocinio y evaluación. Esto nos perm ite razonar sobre valores así com o evaluar razones. Los anim ales de otras espe cies no poseen u n cerebro adecuado p a ra sintetizar de esta m an era la razón y el valor: escapan, pelean o se c o m p o rtan de m anera cooperativa sin evaluar cons cientem ente la conducta. Su sistem a de valores ha evolucionado p o r ensayo y e rro r a u n coste tre m endo. El sistem a evaluativo h u m an o es en p arte h e red ad o y en parte ap ren dido , y en principio está su je to a control y revisión, al igual q ue el sistem a cog noscitivo. Las personas de nuestra generación valora m os m uchas cosas que nuestros antecesores detesta b a n y, recíprocam ente, detestam os otras q ue nuestros antecesores valoraban. Los dem ás organism os n o son tan afo rtu n ad o s: sus cerebros, si los tienen, n o son tan plásticos com o el nuestro, y su funcionam iento no está tan fuertem ente influido p o r la sociedad com o en nu estro caso. A hora bien, decir que u n anim al es capaz de eva lu a r objetos de cierto tipo equivale a decir q ue posee u n sistem a de valores. U na m an era de caracterizar este concepto es m ediante la Definiáón 6 Sea S un con junto de objetos de cual q u ier naturaleza y b un anim al. Más aún, sea>¿> u n 150
o rd en parcial en S. Entonces la estructura n = - ( s , > b) es un sistema de valores p ara b en u n m o m en to dado si, sólo si, (i) b puede detectar cualquier m iem bro de S y dis crim inarlo de todos los dem ás m iem bros de S ; (ii) p ara dos m iem bros x e y cualesquiera de S, b prefiere x 3. y (x > yy) o a la inversa {y > ¿x) o am bas co sas (x ~ ¿¿y) en el m om en to dado. Éste es u n concepto com parativo de psicovalor. El concepto cuantitativo coincide con el de utilidad (o valor subjetivo) q ue figura en la teoría de la utilidad (de Bernoulli) y en la teoría de la decisión (de m oda en la adm inistración de em presas y en estrategia p o lítica). La utilidad se puede concebir com o u na fun ción U: A x B x T -> R, do nd e A es el co n ju n to de o b jeto s de valuación, B el de anim ales que efectúan eva luaciones, y T el de los instantes. La in terpretación es ésta: el valor U[a, b, t) = u de la función U p ara el o b je to a y el anim al b en el instante t es la utilidad que asigna b a. a e n L (En la literatura suele dejarse de lado el tiem po y se considera la fam ilia de funciones £/¿: A R p ara sujetos b variables.) Si se a d o p ta este con cepto cuantitativo de valor (que tiene sus problem as m etodológicos) se puede redefinir el concepto dejz'jtema de valores del grupo B de animales (especie, com uni dad, etc.) com o la tern a o rd en ad a
i r = [A,B, ui El psicovalor U{ay bt í) diferirá, en general, del biovalor Via, b, t) definido en la sección anterior.. En efecto, un organism o dado, d o tad o de u n sistema nervioso m uy avanzado, puede n o p referir lo que
tiene m ayor biovalor, ni rechazar lo que tiene m en o r biovalor. El dualista psicofisico d irá que esta en p re sencia de un conflicto entre la m ente y el cu erp o ; el m onista psicofisico, que el conflicto es entre el cere b ro y el resto del cuerpo. En to d o caso, puesto que el psicovalor no siem pre coincide con el biovalor, no es cuestión de reducir el uno al o tro : es m enester ten er los a am bos en cuenta, así com o explicitar las varia bles am bientales (p. ej. sociales) de q ue dependen. Las preferencias son a m en u d o autom áticas y constantes, particularm ente en el caso de los anim ales prim itivos. Los anim ales capaces de a p re n d e r pueden a p re n d e r a p referir e incluso a cam biar sus preferen cias innatas. P o r ejem plo, u na rata ap ren d e p o r en sayo y e rro r a preferir los alim entos más saludables y a evitar los nocivos; e incluso puede a p re n d er a supe rar el m iedo al choque eléctrico si éste es el precio que debe p ag ar p o r su alim ento. En resum idas cuentas, cuanto más avanzado u n anim al, tan to m ás elástico es su sistem a de valores. N uestra hipótesis puede resu m irse en el Postulado 2 T odos los anim ales están equipados con u n sistem a de valores, y los que son capaces de a p ren d er pu ed en m odificar su sistem a de valores. El concepto de sistem a de valores nos p erm itirá aclarar la n o ció n de elección. Un anim al en presencia de un co n ju n to de alternativas se ab sten d rá p ro b a b le m ente de elegir entre ellas a m enos q ue algunas exhi b an algún aspecto atractivo, p o r ejem plo, la a p a rie n cia de ser comestibles. Si el anim al ensaya algunas de las opciones y descubre cuáles conducen a las conse cuencias más valiosas, ha ap ren d id o a elegir. Pero en todos los casos debe h ab er alguna libertad p a ra que p u ed a h ab er elección genuina. O sea, el anim al debe 152
ser capa z de elegir u n a cualquiera de las alternativas que se le p resentan; y p a ra q ue haya aprendizaje de elección, algunas de sus elecciones deben ser equivo cadas, o sea, d eb en tener consecuencias disvaliosas p ara el anim al. T o d o esto se resum e en la Definición 7 Sea = (5, > ¿) un sistem a de valores p ara un anim al b en u n m om ento dado, y llámese / I c ^ u n co n ju nto de alternativas accesibles a bt o sea, pertenecientes al re p e rto rio de conducta de b. E nton ces b elige la op ció n x e A si, y sólo si, (i) b prefiere x a otras opciones en A; (ii) b puede ejecutar cualquier alternativa en A (o sea, b es libre de elegir entre los m iem bros de A); y (iii) b ejecuta x. Adviértase la diferencia entre preferencia (o valua ción) y elección: la p rim era fundam enta y m otiva a la segunda. La elección es valuación en acción, o eva luación explícita; p o r lo tan to sirve de indicador de preferencia p ero n o p ara definir el concepto de tal. (La m ayor p arte d e la literatura etológica sobre elec ción está afectada de la confusión entre elección y preferencia. Esta confusión es u na consecuencia ine vitable del operacionalism o.) Adviértase tam bién que no toda elección p o n e en práctica u na decisión. Las decisiones son deliberadas o razonadas (si bien no siem pre racionales), y el raciocinio es privilegio de unas pocas especies anim ales. Incluso en la vida d ia ria la m ayor p arte de las elecciones se hacen sin previa decisión. 3. Conclusión H em os p ro p u esto definiciones de los conceptos de biovalor, preferencia y elección. Estas definiciones 153
presup o nen ciertos conceptos biológicos, tales com o los de organism o, biosistem a y biofunción, y parecen cap tu rar el sentido de las nociones intuitivas em plea das p o r biólogos y psicólogos. A dem ás, hem os fo r m ulado un p a r de hipótesis so b re la extensión de las categorías de biovalor y psicovalor. En cam bio hem os pasado p o r alto la noción de sociovalor, o valor p ara una com unidad. Esta o m i sión deliberada no se debe a q ue ignorem os la im p o r tancia de dicha noción sino, p o r el contrario, a n u es tra convicción de que es tan im p o rtan te y com pleja que requiere investigaciones adicionales, q ue espera m os realizar en u n fu tu ro próxim o. Esperam os p o d er ' m ostrar entonces que los valores y las norm as m o ra les tienen una raíz triple: biológica, psicológica y so cial. Si es así, la axiología y la ética, lejos de ser disci plinas autónom as, co ro n arán la p irám id e de las cien cias fácticas. Para term inar, obsérvese q ue nuestras definicio nes ejem plifican la llam ada “ falacia n atu ralista” , o sea, la regla q ue m and a definir lo definible y hacerlo, en lo posible, sin invocar fantasm as. En u na filosofía m aterialista esta regla no es falaz sino, p o r el c o n tra rio, garantía contra la reificación y prom esa de que nuestras hipótesis sobre el valor y las norm as se refe rirán a personas de carne y hueso q ue viven en socie dades y am bientes naturales reales antes q ue im agina rios. El cum plim iento de esa regla es entonces c o n d i ción necesaria, a u n q u e p o r supuesto n o suficiente, p ara que el quehacer axiológico y ético séa tornado en serio p o r los científicos.
154
CAPÍTULO 9
CONCEPCIÓN MATERIALISTA DE l_A CULTURA
La existencia m ism a de la cultura siem pre ha sido considerada com o un desafío al m aterialism o o in cluso una refutación del m ism o. ¿Acaso es posible considerar u na sonata, un poem a, un teorem a o una teoría com o un ente m aterial? Casi todos los m ateria listas han resp ondido al desafío reconociendo más o m enos tácitam ente que la cultura es radicalm ente d i ferente de los objetos m ateriales y han agregado que, n o obstante, la cultura es determ inada p o r factores m ateriales tales com o el am biente y la econom ía. Sin em b arg o ,-la m era adm isión de que la cultura no es m aterial equivale al suicidio para el m aterialista. En tod o caso, no tiene gracia ser m aterialista con res pecto a la m ateria pero dualista con respecto a la cul tura. En nuestra filosofía no se da la dualidad m ateria-cultura. En este capítulo construirem os u na con cepción m aterialista de la cultura com patible con el m aterialism o consecuente esbozado en el C apítulo 2. Pero antes de proceder a dicha construcción tendre m os q u e salvar un obstáculo term inológico.
155
1.
Sociedad y cultura
Los an tro p ó lo g o s contem poráneos suelen usar e! térm in o ‘cu ltu ra ’ allí d o n d e los sociólogos, eco n o mistas, historiadores y sociobiólogos em plean la p a lab ra ‘sociedad’. Así, p o r ejem plo, los an tro p ó lo g o s h ab larán de la cu ltu ra Maya, no de la sociedad Maya, y de la cu ltu ra m adrileña, en lugar de la sociedad m a drileña. Y d irán acaso, com o m e lo dijeron a m í p ara hacerm e ver cuán equivocado estaba, que cavar una letrina es u n a actividad tan cultural com o escribir un poem a. Este uso peculiar del térm ino ‘c u ltu ra ’ es desafor tu n ad o p o r las siguientes razones. Prim era, es idiosincrático y p o r esto erige una b arrera innecesaria en tre la a n tro p o lo g ía y las dem ás ciencias. Segunda, si se lo a d o p ta consecuentem ente se ad q u iere la libertad de acu ñ ar expresiones disparatadas, tales com o ‘la cu ltu ra de u n a cu ltu ra’, cuando corresp o n d e ‘la cul tu ra de u n a sociedad’. Tercera, nos im pide utilizar expresiones útiles tales com o ‘la econom ía de una cu ltu ra’ (o sea, la com ponente económ ica de activida des culturales). C uarta, el reem plazo de ‘sociedad’ p o r ‘c u ltu ra ’ sugiere que la cultura, en el sentido es tricto del térm ino, d o m in a al resto, o sea, la biología, la econom ía y la política. Q uinta, la equivocación de m arras es un obstáculo a la form ulación de la cues tió n de si ciertas sociedades prehum anas, tales com o las form adas p o r babu inos o p o r chim pancés, poseen u na cu ltu ra o al m enos los rudim entos de u na cul tura, o sea, un sistem a de com unicaciones, u na tra d i ción y la facultad de descubrir e inventar. C ualquiera de las cinco razones señaladas debiera 156
b astar p ara a b an d o n a r la identificación de cultura y sociedad, a d o p tan d o en cam bio un sentido estricto de ‘cu ltu ra’, o sea, com o un subsistem a de la socie dad. Así, p o r ejem plo, la frase ‘la cu ltu ra M aya’ se en ten d erá com o u na abreviación de la expresión ‘¡a cul tu ra de la sociedad M aya’, com p añera ésta de las ex presiones ‘el sistem a de parentesco de la sociedad M aya’, ‘la econom ía de la sociedad M aya’ y ‘la p o lítica de la sociedad M aya’. (Perdón p o r suponer que ha habido u n a única sociedad Maya, cuando de he cho h a habido varias, tan to sucesiva com o sim ul táneam ente.) Y darem os p o r en tendido que la cultura Maya abarca el arte y la arquitectura, la poesía y el dram a, la astro n o m ía y la cronom etría, la aritm ética y la botánica de los Mayas, etc., pero no la agricultura, el com ercio, la organización política ni las relaciones internacionales de los Mayas. La cultura de la socie dad Maya (en un lugar y un m om ento dados) es, pues, u n a p arte de la sociedad Maya, n o la totalidad de ésta. Pero ¿q u é p arte de u n a sociedad es.su cultura? O sea, ¿cóm o se puede caracterizar la cu ltura? A bor dem os esta cuestión. (Para un enfoque más general y teórico, véase Bunge 1979, Cap. 5.) Puesto que la cu ltu ra se caracteriza p o r ciertas ac tividades, com enzarem os p o r hacer u n a lista al azar de actividades culturales típicas en sociedades h u m a nas. H ela aquí: com unicación p o r la p a la b ra h ab lad a o escrita dibujar, p in tar y esculpir adiestrar a los niños jugar, danzar y cantar com po n er y ejecutar inúsréan a rra r relatos y hacer teatro 157
brujería, m agia y religión m edir terrenos llevar la cuenta de los días observar y describir la n a tu r a l e z a curar form ular conjeturas y p o n e r l a s a p ru e b a inventar herram ientas y m a n u f a c t u r a r procesos hacer m atem ática y ciencia especular y discutir hacer crónicas En cam bio, recoger frutas, r a í c e s o huevos, cazar, construir, m anufacturar h e r r a m i e n t a s , comerciar^ .co n tro lar trabajos o vigilar p a ra c j u e se cum plan las costum bres aceptadas, a d m in is tra r', h a c e r la guerra y actividades sim ilares no son c u l t u r a l e s . Sin em bargo, todas las actividades sociales so n g u i a d a s (o extravia das) p o r creencias y valores p e r te n e c ie n te s a la cul tura. Incluso la m era recolección d e a lim e n to s se hace a la luz de conocim iento positivo -y d e supersticiones acerca de las virtudes, genuinas o im a g in a r ia s , de las ■plantas. En otras palabras, a u n q u e r p o d e m o s y debe mos distinguir las actividades c u l t u r a l e s de las demási no debem os separarlas. T odas las actividades c u ltu ra le s s o n , desde luego* actividades ejecutadas p o r in d iv id u a o s , sea q ue actúen p o r sí m ism os o en colaboración. P o r consiguiente w existen la literatura y la m a t e m á t i c a p o r sí m ism as sólo hay escritores y m atem áticos. L a lite ra tu ra aparte de los escritores, y la m atem ática a _ p a r te de los matesm áticos, no son sino ficciones ú t i l e s ; m ás aún, son im prescindibles cuando se trata d e a n a liz a r los “ pro d u cto s” de tales actividades. P e r o el antropólogos cuyo o b jeto de estudio son p e r s o n a s concretas y los 158
sistemas sociales a que pertenecen, no necesita de ta les abstracciones: él se ocupa de escritores más que de literatura, o de m atem áticos más que de m atem ática. En resum en, u na cultura no está com puesta p o r cam pos tales com o la literatu ra y la m atem ática, sino por gentes que hacen literatura, m atem ática, etc. La a n tro p o lo g ía de la política, así com o la de la econom ía o la de la cultura, se refiere pues a personas dedicadas a ciertas actividades. Estas actividades son ejecutadas p o r individuos, p ero n o independiente m ente de la sociedad. Incluso la contem plación soli taria, sea de u na puesta de sol detrás de u na cum bre andina, sea de u na idea abstracta, es o b ra de indivi duos engarzados en u na m atriz social y que han sido en trenad o s o al m enos influidos p o r otros. En otras palabras, las actividades culturales son sociales aun cu an d o sean ejecutadas p o r individuos p o r cuenta propia. Lo m ism o vale, con m ayor razón, para las ac tividades económ icas y políticas. Por esto el a n tro pólog o se ocupa de individuos y de organizaciones (sistemas) en la m edida en que influyen sobre, o son influidos por, otro s individuos u organizaciones. Desde luego las actividades culturales n o son las únicas actividades sociales. Las actividades y los vín culos que m antienen unida a una sociedad, o que la llevan a desintegrarse, pueden clasificarse en cuatro grupos: biológicos, económ icos, políticos y cultura les. H acer la corte, unirse en m atrim onio y criar n i ños son actividades biológicas. El intercam bio (true que o com ercio) es u na relación económ ica o, lo que es lo m ism o, el intercam bio es u na actividad eco nóm ica. P or contra, el control estatal del intercam bio es u n a actividad política en el sentido am plio de ‘p o lítica’ que ad o p tam o s aquí, o sea, entendida com o 159
control de la conducta social. Y el diseñar un sistema de cloacas, o un experim ento biológico, son activida des culturales au nque, desde luego, n o están libres de lim itaciones im puestas p o r la econom ía y la política. N inguna actividad social es p u ram en te biológica, o económ ica, o política, o cultural, excepto en lo que respecta a su meta. P or ejem plo, el intercam bio invo lucra el uso de m edios de com unicación, q ue son o b jetos culturales. El d em ostrar u n teorem a puede invo lucrar el uso de lápiz y papel, q ue son productos de la actividad económ ica, que a su vez está sujeta a con troles políticos. En general, cada sector de la activi dad social, sea la econom ía, la cultura o la política, ' involucra a individuos y artefactos de los otros dos sectores. En particular, las actividades o salidas cu ltu rales son resultados de insum os culturales, políticos y económ icos. La actividad social es, pues, altam ente ústémica : todo cuanto sucede en un sector puede afectar a suce sos q ue o cu rren en los demás sectores. Esto es p o r su puesto b ien sabido p o r los funcionalistas, m aterialis tas y sistemistas. Sin em bargo, la idea de que el estu dio de las actividades sociales exige un enfoque sistém ico n o es suficientem ente p o p u lar y a m en u d o se la confunde con el odio globalista (holista) p o r el análisis, o sea, p o r la claridad conceptual. P or este m otivo valdrá la pena esbozar u n a arm azón sistémica p ara el estudio de las actividades sociales y, en p a rti cular, culturales.
160
2,
Las soáedades como sistemas y las culturas como subsis temas
Un sistem a concreto es una. cosa com puesta de com ponentes concretos que com parten un am biente y están ligados entre sí. La caracterización m ínim a de un sistem a concreto (material) requiere entonces lis tar su com posición, su am biente y las ligaduras que unen a los com ponentes. Puesto q ue las tres co m p o nentes o coordenadas de esta, terna cam bian en el curso del tiem po, es preciso referir la terna al tiem po: o sea, debem os h ab lar de la com posición, m edio y li gaduras de un sistem a en un instante dado. C uanto sigue se referirá entonces, tácitam ente, a un m om ento dado. Si hem os de concebir to d a sociedad com o un sis tem a concreto, entonces debem os especificar las coordenadas de la terna. S upondrem os q ue to d a so ciedad o, en todo m om ento d e su existencia, puede representarse esquem áticam ente haciendo la lista de los siguientes ítems: (i) la composición M de q ; ; (ii) el medio (ambiente) iurnediato.(natural o social) de o, o sea, el conjunto E de objetos; que* sin estar en M y actúan sobre m iem bros de a o son influidos p o r éstos; (iii) la estructura de a, o sea, el co n ju n to S de rela ciones sociales (interpersonales o. en tre grupos) o de actividades de m iem bros de o, más el conjunto T de relaciones y actividades de transform ación del am biente, en que están involucrados m iem bros de M. Este esquem a puede sim bolizarse p o r la tern a or^ d enad a 5 = CAÍ, SUT>, 161
d o n d e ‘U’ designa la u n ió n o sum a lógica. La p ri m era co o rd en ad a de s es el conjunto de los co m p o nentes elem entales de la sociedad; no individuos ais lados, sino individuos que interactúan en tre sí y con su am biente. T o d o estudio de a debiera com enzar p o r identificar su com posición Ai en lugar de trata r de pautas de conducta descarnadas o de actitudes, creen cias o sistemas de valores: los m iem bros de M son los p o rtad o res de to d o esto, y sin ellos no hay conducta, actitud, creencia ni valor. Desde este p u n to de vista el enu nciado ‘La sociedad a vive en u na zona á rid a ’ abrevia ‘Los m iem bros de a viven en un m edio á rid o \ A nálogam ente, ‘La sociedad a practica la alfarería’ resum e ‘Algunos m iem bros de g son alfareros’, d o n d e la alfarería es u n a de las relaciones del con ju n to T de relaciones de transform ación. (Toda activi d ad es u na relación. P o r ejemplo* la expresión ‘la p erso n a a p ro d u ce la cosa b con ayuda de la m ateria p rim a c y de la(s) herram ienta(s) £ puede sim bolizarse com o cRabcd\ lo que m uestra que R es una relación cuaternaria.) C on las relaciones sociales ocurre o tro tanto. P o r ejem plo, ‘La sociedad a aprecia la ed u ca ción’ se entiende com o ‘La m ayoría de los m iem bros adultos de a trata n de educar o de educarse’, d o n d e el edu car es u na de las relaciones incluidas en el co n ju n to S de las relaciones sociales. Para que la sociedad no sea fantasm al, cada una de las tres co ordenad as debe ser no vacía. Y n in g u n a de las tres existe p o r sí m ism a. U na sociedad en un vacío am biental es tan im aginaria com o una sociedad carente de estructura social, o sea, que ni transform a su am biente ni se m antiene unida p o r relaciones so ciales. P or esto to d o enfoque razonable del estudio de lo social exige el tener en cuenta las tres coordenadas. 162
Esto parece evidente, y sin em b argo el idealism o ig n o ra a los individuos reales, el am bientalism o (p. ej. el determ inism o geográfico) descuida la estructura s°cial, el sociologism o olvida el am biente, y el estructuralism o prescinde de las tres. (Para Lévy-Strauss la estructura social no es objetiva, sino que está en la ca beza del antropólogo.) Con construir u n esquem a de u na sociedad sólo se comienza su estudio. Un segundo paso en dicho es tu d io consiste en distinguir los subsistem as de la so ciedad; el tercero, en p ro p o n e r m odelos de los m is m os; y el cuarto en trazar la evolución del sistema y de sus subsistemas. O cupém onos del p ro b lem a de Iossubsistem as de u na sociedad. Pero antes convendrá definir el concepto. D irem os q u e u na cosa es un sub sistema de un sistema (llam ado el sistema principal o supersistema) si, y sólo si, es p a rte del sistema y es a su vez un sistema. P o r ejem plo, u na fam ilia es un subsis tem a de la sociedad m oderna. En cam bio los m iem bros de una familia, au n q u e son com ponentes de ésta, no son sistemas sociales y p o r consiguiente no deben considerarse com o subsistem as de la sociedad. Esto parece obvio y sin em bargo no es com prendido p o r los organicistas, quienes h ablan de las sociedades com o si fuesen organism os. Lo p rim ero q ue hay q ue hacer p ara descubrir los subsistem as de u n sistema social es averiguar qué h a cen sus m iem bros adem ás de m antenerse en vida. A hora bien, la población activa de u na sociedad cual quiera p u ed e clasificarse en tres grupos principales: (i) la fuerza de trabajo lP t o sea, la gente em pleada en la agricultura, la industria, el intercam bio, o los servicios; (ii) la fuerza cultural 2P , o la gente em pleada princi163
pálm ente en actividades culturales; (iii) la fuerza administrativa %P, o la gente qüe se o cupa de co n tro lar las actividades económ icas, cu ltu rales, etc. Esta clasificación de la com posición de u na socie dad p o r grupos ocupacionales es natural en cierto m odo, pero es artificial desde el p u n to de vista sistém ico p o rq u e ninguna de las “ fuerzas” de la lista a n terio r es un sistema, o sea, u na cosa concreta que se c o m p o rta com o un todo en ciertos respectos en vir: tu d de su estructura interna. En efecto, los m iem bros de cada u n o de los grupos anteriores están dispersos en diversos sectores o esferas. P or ejem plo, algunos de los intelectuales, artistas, m aestros, sacerdotes, etc., que pertenecen a la fuerza cultural de u na so ciedad dada trabajan en organizaciones culturales (p. ej. escuelas) y otros en organizaciones económ icas (p. ej. m édicos, geólogos o escritores em pleados p o r el gobierno). C uanto más avanzada la sociedad, tanto m ayor es la difusión del personal especializado entre los diversos sectores de la sociedad. C onvendrá entonces pasar de los grupos o c u p a cionales (los personales XP, 2P y $P) a los subsistem as en que actúan. Estos subsistem as son tres, p o r p rim i tiva o avanzada que sea una sociedad, a saber, la eco nom ía, la cu ltu ra y la política. (No nos ocuparem os a q u í del sistem a biológico.)
S.
Caracterización de los tres subsistemas artificiales de la sociedad
S upondrem os que el z-ésimo personal lP de toda sociedad está distribuido entre los tres subsistem as 164
principales, de m o d o que está dividido com o sigue: u n a p arte lP E em pleada en algún aspecto de la p ro ducción económ ica, o tra p arte lP c em pleada en a l gún aspecto de la p ro d u cció n cultural, y u na tercera {P c em pleada en la organización política (p. ej. guber nam ental). En resum en, lP =
p a ra
i = 1, 2, 3.
Los índices superiores n o m b ra n el tipo de o cu p a ción (p. ej. o b rero , intelectual, ad m inistrador); los ín dices inferiores d en o tan la m eta central de la activi dad. En otras palabras, los índices superiores n o m b ra n los insum os y los inferiores la principal salida (outpuí) del subsistem a en cuestión. Por ejem plo, la p ro d u cció n de u n libro req u iere la cooperación de o b rero s gráficos (m iem bros de 1P ¿ , a u to r y correcto res de p ruebas (m iem bros de 2P ¿ , y de agentes cultu rales gubernam entales, tales com o los censores y los em pleados a cargo de subsidios o de obstáculos a la in dustria editorial (m iem bros de 5P ¿ , A nálogam ente distinguim os ciertos subconjuntos de la colección S de relaciones sociales: llam am os Se, Se y Sg a las relaciones sociales de p ro d u cció n m ate rial, p ro d u cció n cultural y adm inistración política respectivam ente. Finalm ente, dividim os de m anera sim ilar las relaciones y actividades de trabajo. L lam a mos Le, L c y L q los tipos de trab ajo que realizan en la p ro d u cció n económ ica, en la esfera cultural y en el g o bierno los m iem bros de la fuerza de trab ajo ; Ce, Ce y Ce los tipos de trab ajo cultural involucrado en la p ro d u cció n económ ica, el sector cultural y la política; y Me, Me y AÍg los tipos de trab ajo adm inistrativo en la econom ía, la cu ltu ra y la política respectivam ente. A hora estam os p rep arad o s p a ra in tro d u cir la 165
Definición 1 Sea s =
u n esquema/i presentativo de u n a sociedad o c o n F u e rz a d e tra lP, fuerza cu ltural 2P y fuerza a d m in is tr a tiv a SP. Nfjg aú n, convengam os en q ue los s u b ín d ic e s £ , C identifican cu an to está asociado c o n la e c o n o m ía ;! cu ltu ra y la política, respectivam ente. F in a lm en te , fia m em os Q; al su b co n ju n to de la c o m p o s ic ió n M dM relacionados con el g ru p o o c u p a c io ra a l ¿P , p. ej. cóg sum idores, recipientes de la p r o d u c c i ó n c u ltu ra l^ víctim as de la o p resió n política. E n t o n c e s (i) el subsistem a de o r e p r e s e n ta d o p o r la te n a So-t'PEpiPEÜ^EUQjr, E,
A4
LJ
se llam ará el sistema económico (o la e c o n o m ía ) de q;l§ (ii) el subsistem a de o r e p r e s e n t a d o p o r la tetb Xa = < !'P ciu 2P c U 3PcUQ.C,
E,
ScUiLcUCc
U
MS>
se llam ará el sistema cultural (o la c u lt u r a ) d e o; (iii) el subsistem a d e o r e p r e s e n t a d o p o r la terfij ^=CP
g
U 2P g U sP g ^ ( I g, E, 5cU (LcU C c
LJ
se llam ará el sistema político (o la p o lític a ) d e o. Esta definición nos perm ite f o r m u l a r dos h ip q | sis triviales y sin em b arg o necesarias : (i) toda socie£ está compuesta de tres subsistemas a rtijid a le s prinápal¿& economía, la cultura y la política; (ii) todo s is te m a soáaljü ganizaríón) de cualquier soáedad form a p a r t e de por lo fñ nos uno de los tres subsistemas artifiáales p r in d p a le s daI sociedad. Esta concepción de la sociedad s u g i e r e los come tarios siguientes. E n p rim er lugar, e n v i r t u d del T | 166
rem a 1 del C apítulo 2, Sección 3, todo sistema social, en particular toda cultura, es un ente material, p o r estar com puesto de objetos m ateriales (aunque no m eram ente físicos), a saber, anim ales de alguna especie (p. ej. h u m ana). Segundo, al concebir a la sociedad com o un sistem a m aterial —y solam ente en virtud de ello— a d q u ieren sentido las frases ‘el flujo de energía a través de la sociedad' (o ‘el consum o de energía de la socie d a d ’), y ‘la interacción entre la sociedad y el am b ien te’. Tercero, al concebir la econom ía, la cultura y la política com o sistemas, se evitan las estériles filoso fías del globalism o y del individualism o. (Cf. Bunge 1980a.) Por el m ism o m otivo se pu ed en m odelar toda la econom ía, toda la cultura y toda la política de una sociedad com o sistemas con com posiciones y estruc turas precisas. Más aún, es posible reconocer varia bles de en trad a y de salida así com o m ecanism os in ternos. (Volveremos sobre este p u n to en la Sección 5.) C uarto, los tres subsistem as artificiales co m p arten el m ism o m edio (natural o artificial) in m ediato; en p a r ticular, no hay sistem a cultural que funcione en el va cío. P or consiguiente el internism o extrem o (p. ej. el idealism o cultural) es tan inadecuado com o el externism o radical (p. ej. el determ inism o ecológico). Q u in to , to d o personal está distribuido entre los tres subsistem as. En particular, incluso la más prim itiva de las econom ías em plea algunos trabajadores cu ltu rales y adm inistradores; y ni siquiera el más an tiin te lectual de los regím enes políticos prescinde to tal m ente de los intelectuales, au n q u e sólo sea p a ra con tro lar a los pensadores y artistas creadores. Sexto, un m ism o individuo puede pertenecer a dos o m ás de los subsistem as artificiales, particularm ente cu an d o la di visión del trabajo es incipiente. Séptim o, un cam bio 167
im p o rtan te de cualquiera de las tres coordenadas de cada subsistem a afectará a la otra. (Esto es lo que los funcionalistas llam an ‘interdependencia en tre las fu n ciones sociales’.) P or ejem plo, u n a escasez o ex p an sión súbitas de fuentes de energía; u n au m en to o dis m inución súbitos del n ú m ero de ocupaciones; un a u m ento o dism inución rápidos del n ú m ero y la calidad de los intelectuales. C ualquier cam bio drástico de u na de las com ponentes afectará a las dem ás. (Y cuando el cam bio global es tan gran d e com o rápido, se llam a crisis, ya de desarrollo, ya de decadencia.) En o tras palabras, debido a q ue cada u n o de los tres su b sistemas artificiales de la sociedad es un subsistem a de la m ism a sociedad, está conectado con los otros dos. Estas ligaduras serían im posibles si los sistemas en cuestión no fuesen sistemas concretos, sino conjuntos de individuos o totalidades platónicas o hegelianas.
4.
El sistema cultural
Según la D efinición 1 de la Sección 3, el sistema cultural de u n a sociedad está com puesto no sólo p o r trab ajad o res culturales (2Pc), sino tam bién m anuales (*/>£■) y adm inistrativos t3/^ ) . Los prim eros están d i rectam ente a cargo de la p ro d u cció n cultural, m ien tras q ue los otros dos grupos están afectados a los p ri m eros sea com o auxiliares (p. ej. el personal de m aes tranza de u na universidad), sea com o organizadores (com o es el caso de los decanos y consejeros de una facultad universitaria). O tro ejem plo: los técnicos y oficinistas que trab ajan p a ra u n eq u ip o de biólogos pertenecen a lP c, el directo r del eq u ip o a 5P C y oca sionalm ente tam bién a 2Pc* (O bsérvese q ue no hem os 168
hecho u n a diferencia en tre los blue collars y los white collars, sino q u e los hem os a g ru p a d o a am bos en lP. En la sociedad m o d ern a esta diferencia n o lo es sino de vestim enta. El oficinista m o d ern o m aneja tantas m áquinas co m o el o b re ro de taller y gana, si acaso, m enos que éste.) T odo s los m iem bros de un sistem a cultural com p arten prácticam ente el m ism o am b ien te y están rela cionados e n tre sí p o r relaciones sociales de tipo S cPero n o todos los ingredientes de u n sistem a cultural están en el m ism o plano. Sus ejes son: (a) los trabaja dores ocup ad os directam ente en tareas culturales, o sea, los m iem bros de 2P cl (b) la p a rte del am biente n atural q u e es objeto de la contem plación, el estudio, o la acción, y la p arte del am biente artificial com puesta de artefactos culturales tales com o m icrosco pios , dibujos, libros, cintas m agnéticas y archivos, y (c) el trab ajo cultural p ro p iam en te dicho, tal com o in vestigar, escribir y enseñar. (La n u estra n o es, desde luego, la única concep ción posible de la cultura. U na concepción rival, acaso la m ás difundida, es la q ue incluye la fuerza cul tural íntegra de la sociedad, o sea, n o sólo las perso nas q u e hacen c u ltu ra p o r la cu ltu ra m ism a, sino tam bién los individuos ocupados com o auxiliares en los sistemas económ icos y políticos, tales com o los in genieros en u n a u n id ad de control de calidad o los sociólogos en un d ep artam en to de personal de una em presa. Sin em b arg o , este sistem a m ás am plio —o sea, el supersistem a cultural de com posición 2P— tiene u n g rad o de integración o cohesión m ucho m e nor. Es decir, es m enos sistém ico q ue el q ue hem os ad o p tad o . P o r ejem plo, el ingeniero quím ico q ue tra baja en u n a refinería de petróleo está atad o más fuer 169
tem ente al sistem a económ ico que al cultural en sen tido estricto. P or supuesto, si es un investigador, p e r tenecerá a am bos sistemas y entonces es p ro b ab le que sufra un conflicto de lealtades.) T o d o sistem a concreto puede representarse com e u na caja negra con entradas iinputs) y salidas (outputs ). Un esquem a posible de u na cu ltura cualquiera es una caja con entradas (insumos) de tres tipos: trabajo, a r tefactos y energía; controles de tres tipos: recursos económ icos (financieros), estím ulos e inhibiciones políticos, y adm inistración cultural; y salidas de tres tipos: artefactos culturales, acciones y productos de desecho. Sem ejante m odelo, a u n q u e superficial, sirve p ara tener presente q ue un sistem a cultural es una cosa concreta y n o u na p au ta de conducta, u n a colec ción de creencias, o un cuerpo de significados y valo res. U na cu ltura es un sistem a concreto (m aterial) in m erso en un sistem a m ás vasto (la sociedad), y está com puesto de gentes vivas ocupadas en actividades de diversos tipos, todas las cuales involucran la neocorteza cerebral, algunas de las cuales trascienden el nivel biológico (puesto q u e tienen efectos sociales), y toda? las cuales son sociales en últim a instancia p o rq u e in volucran a la sociedad íntegra.
5.
Estructura de una cultura
H asta a h o ra hem os definido la estructura de una sociedad com o el co n ju n to de todas las actividades y conexiones, sea interpersonales o interorganizacionales, entre los com ponentes de la sociedad. En resu m en, la estru ctu ra de u n a sociedad a cualquiera es el co n ju n to < /(^ )= iS u T ,:d o n d e 5 es el conjunto de todas 170
las relaciones sociales y T el conjunto de todas las re laciones de transform ación del am biente. La p arte S de J^,(o) es la estructura social de o ¡Y el su b co n ju n to de S constituido p o r las actividades y relaciones culturales es la estructura cultural de o. Se ve entonces que, según n u estra concepción, la estructura cultural está incluida en la estructura social en el sentido preciso de inclusión de un co n ju n to en otro. N aturalm ente, la estru ctu ra cul tural (o de cualquier o tro tipo) es la estructura de algo —en este caso la cultura— en lugar de ser, ya u n a cosa concreta, ya u na idea platónica. En otras palabras, la estru ctu ra cultural es u na p ro p ied ad de la cultura, q ue a su vez es u n sistem a concreto. Esta caracterización de la estructura cultural de u na sociedad, au n q u e correcta, es superficial. (Es com o decir q u e la estructura de un g ru p o algebraico consiste en la op eració n de g rupo y la inversión, sin agregar los axiom as que definen estas operaciones.) P rocederem os a p ro p o n e r u n análisis m ás profu n d o . C onsiderem os las diversas actividades culturales q ue se realizan en u na sociedad. (Recuérdese la Sec ción 1.) C ada u na de ellas genera u n a relación de equivalencia, tal com o h a b la r el m ism o idiom a ten er las m ism as creencias acerca de la naturaleza a p re n d e r los m ism os oficios escuchar m úsica del m ism o tipo a d o ra r las mismas divinidades obedecer las m ism as reglas m orales y
ju g a r los m ism os juegos
C ada u n a de estas relaciones de equivalencia d i vide la com posición M de la sociedad en cierto 171
n ú m ero de g rupos o celdas. P or ejem plo, la relación de h ab lar el m ism o idiom a divide a la sociedad espa ñ ola en aquellos cuya p rim era lengua es el castellano, o el catalán, o el gallego, o el vascuence, o el valen ciano. Y la relación de escuchar m úsica del m ism o tipo divide a la hu m an id ad en tres grupos p rin c ip a les: los am antes de la m úsica folklórica, los de la m úsica com ercial (p. ej. el rock and roll) y los de la m úsica culta. C ualquiera sea la relación de equiva lencia en cuestión, tiene las siguientes propiedades form ales: es reflexiva, sim étrica y transitiva. Es más estricta q u e la de sim ilitud y m enos que la de id en ti dad. En general, la i-ésim a actividad cultural en una sociedad a genera una relación de equivalencia ~ i q u e induce lai-ésim a partición de la com posición Ai de o en u n cierto n ú m ero m de clases hom ogéneas, o clases de equivalencia. Puesto en sím bolos, la iésim a p artició n es la fam ilia de conjuntos
C ada m iem b ro de esta fam ilia constituye un grupo cultural, au n q u e no necesariam ente un sistem a cu ltu ral. Y la totalidad de los grupos culturales de u n a so ciedad, resultante de todas las particiones posibles p o r relaciones de equivalencia culturales, se llam ará la estructura cultural de la sociedad, o la estructura de su sistem a cultural. U na m an era conveniente de exhibir los diversos grupos culturales en la partición inducida p o r la ¿-ésima relación cultural de equivalencia - ¿ es fo r m ar la m atriz vertical (vector)
172
Cu C‘2i
C¿(a) =
cmi La estructura cultural íntegra de la sociedad puede entonces describirse m ediante la m atriz que abarca todas las colum nas del tipo de la anterior, o sea, Cu C 19 C,| C22
•
*
.
•
• C\n ■ C‘2n
C(o) = Cm\ Cm‘2 • * • Crrm
do n de n es el n ú m ero de relaciones de equivalencia (y p o r lo tanto de particiones) y m el núm ero m áxim o de celdas o grupos hom ogéneos generados p o r ellas. La m atriz de m filas y n colum nas q ue precede es la m a triz de la estructura cultural de la sociedad dada. O bsérvense las siguientes características de esta m atriz: (a ) todos sus elem entos son conjuntos de p e r sonas; (b) algunos de sus elem entos son posiblem en te vacíos (o sea, p a ra algunos pares (¿, 7 ), C¿/ = 0 ); (c) algunos de los elem entos no vacíos cam bian en el curso del tiem po, con la in corporación de algunos individuos y el egreso de otros; id) el álgebra de las m atrices de conjuntos se especifica estipulando que se sum an y m ultiplican igual q ue las m atrices o rd i narias, con la diferencia de que, en lugar de aparecer la sum a y el p ro d u c to aritm éticos, aparecen la unión y la intersección de conjuntos. H asta a h o ra nuestra descripción de la estructura de una cu ltu ra ha sido cualitativa. Si querem os n ú 173
m eros, tod o lo que tenem os que hacer es contar los m iem bros de cada celda cultural Cy. T o m an d o la n u m erosidad o cardinalidad C¿j de cada celda cultural Cij obtenem os u na m atriz num érica. Esta descripción cuantitativa se puede m ejorar dividiendo la p o blación de cada celda p o r la población total de la sociedad en el instante considerado. Esto m ostrará no sólo la variedad de la cultura, sino tam bién el peso relativo de cada actividad o relación cultural. P o r ejem plo, u na cultura elitista estará caracterizada p o r u n a distribución m uy desigual de la población en tre los diversos grupos culturales. Volverem os a este p u n to de la Sección 7. Lo que vale p a ra la cultura de u na sociedad vale tam bién, mulatis mutandis, para su econom ía y su p o lítica. Vale decir, si nos fijamos en las relaciones eco nóm icas im portantes podem os desentrañar la m atriz de la estru ctu ra económ ica de u na sociedad; y algo análogo vale p ara su estructura política.
6 . La estructura cultural está incluida en la social
La estructura cultural de u na sociedad es distinta de su estru ctu ra económ ica así com o de su estructura política. Pero esta diferencia no proviene de la a u to n om ía de cada sistema. Lejos de ser au tó n o m o , cada subsistem a de u na sociedad interactúa con los demás. P or ejem plo, es sabido q u e u na intensa actividad educacional puede m odificar la estructura económ ica o la estructura política, y recíprocam ente. En otras palabras, la estructura cultural está incluida en la estruc tura social global de la sociedad. Vimos al com ienzo de la Sección 5 que esta inclusión no es m etafórica sino 174
literal. La inclusión vale tam bién, au n q u e en form a m atem ática diferente, p a ra la representación m atricial de las estructuras. La estructura básica de cualquier sociedad es su estructura de parentesco. (Entre las relaciones de p a rentesco puede incluirse el com padrazgo y la am istad, sobre tod o cu an d o se presentan en grupos sociales m uy unidos, tales co m o la fam ilia extendida y la p an dilla.) En nuestro esquem a tal estructura se exhibe en la form a siguiente. T óm ese la com posición M de la sociedad en cuestión e investíguense las relaciones de parentesco que ligan a los m iem bros de M. (Por ejem plo, a es m adre de b y com adre de c, y vive bajo el m ism o techo que el arrim a d o d.) Luego defínase la co rrespon d ien te relación de parentesco equivalente, tal com o el tener la m ism a m adre o, en general, los m ism os antepasados m atrilineales. Llám ese - ¿ la késim a relación de parentesco equivalente, y pártase M p o r ~ El resu ltado será u n a fam ilia de subconjuntos disjuntos: M ! ~ {M M2A, M.\k) p a ra la A-ésima partición de M. F inalm ente hágase variar k sobre to das las relaciones de parentesco relevantes. El resul tad o es lo que llam am os la estructura total de parentesco de a: KM =
K u K\2 ■ • ■ K\n K 22 • • ■ *2». KmX Km* • • * Kmn
El p róx im o paso será exhibir la estructura eco nóm ica de la sociedad en cuestión. Supongam os que e stu d ia m o s su e c o n o m ía y d e sc u b rim o s cierto n ú m ero de relaciones económ icas de equivalencia, tales com o las de tener la m ism a ocupación, consum ir 175
m ercancías del m ism o tipo, ejercer el m ism o p o d er económ ico (p. ej. nulo), etc. De esta m anera co n stru i mos la m atriz E de la estructura económ ica de la so ciedad d ad a en el instante considerado. De m anera sem ejante analizam os la com posición de la sociedad en grupos de gente que ejerce los m ism os derechos, o tiene las m ism as inclinaciones políticas, o ejerce el m ism o p o d e r político, y así sucesivam ente. El resul tado es, p o r supuesto, la m atriz P de la estructura p o lítica de la sociedad estudiada. Las cu atro estructuras parciales K, £ , C y P pueden co m binarse en una m atriz única, a saber, la estructura global de la sociedad. Esto puede hacerse así. Tóm ese ' la estructura de parentesco K y com plétesela con tan tos elem entos vacíos 0 com o se necesiten p ara acom o d a r las otras tres estructuras. (Téngase en cuenta que las cu atro m atrices originales n o tienen p o r qué coin cidir en el n ú m ero de filas y colum nas.) El resultado tendrá el aspecto siguiente: * 1. *. 2 • K , *22 •
• * v 0 0 . . K 2 p <¿ 0 .
. 0 0 . . 0 0 .
0 0 . 0 0 .
■ Kqp 0 0 . . . 0 0 . . . 0 0
Luego procédase de m anera sim ilar con £ , C y P> o b ten ién dose £*, C* y P* respectivam ente. Finalm en te fórm ese la u n ió n (sum a lógica) de los elem entos de las cuatro m atrices estrelladas que tienen los m ism os índices, o sea, com pútese Kjf U E*¡ U C* U Pf¡ para todos los pares (2, j), La m atriz resultante, q ue puede llam arse la sum a p u n tead a de las m atrices parciales, representa la estructura global de o: S(a) = K* + £ * + 176
-i-
= | K\¡ U E\¡ U C* U ñ / l
Ejem plo im aginario. Si consideram os 3 relaciones de parentesco, 2 económ icas, 4 culturales y 2 políticas en u n a sociedad dada, obtenem os u na m atriz estruc tural global que tiene el aspecto de ésta: *11 K\2 K.9\ K.2 () K m
^13 ^23
En E 12 C[\ C 12 E
c13
C 14 P li
C 23 C24 P 2 I
P l2
P22
K-m2 K m3 E m \ E m2Cml Cm2 C m3 C ;n-\ P m P ni2
d o n d e m es el n úm ero m áxim o de filas y colum nas y d o n d e algunos de los elem entos son probablem ente nulos, o sea, iguales a 0. En resum en, así com o la cultura de u na sociedad es u n o de los subsistem as de la m ism a, su estructura cultural (o sea, la estructura del subsistem a cultural) está incluida en la estructura global de la sociedad, o sea, en la estructura social de la m ism a. C on la econo m ía, la política y sus estructuras respectivas sucede o tro tanto. (En cam bio la estructura de parentesco se p u ed e considerar, ya com o la estructura del subsis tem a biológico de la sociedad, ya com o la estructura básica de la sociedad íntegra.) Podem os distinguir las tres estructuras parciales p ero no podem os separarlas p o rq u e cualquier cam bio de u na de las estructuras parciales puede afectar a las dem ás, si n o inm ediata m ente, a la larga. Pero el p ro b lem a del cam bio de las estructuras m erece u na sección aparte.
7. Estado y cambio de una cultura C om o cualquier o tro sistem a concreto, la cultura de u n a sociedad está en u n estado d ad o en cualquier instante. U na m anera sencilla de describir el estado 177
instantáneo de la cultura de una sociedad es exhibir su m atriz de estructura cultural en el instante conside rado , que es una m anera de decir qué actividades cul turales realiza cada cual. Si se necesita u na descrip ción an ó n im a y cuantitativa, se cuenta cuántas perso nas hay en cada celda cultural y se divide el resultado p o r la población total N de la sociedad al m ism o tiem po. De esta m anera se obtiene la m atriz de la den sidad cultural de la sociedad o al tiem po t: D%,
/) = —
N
U 1 C ,,|||
d o n d e las poblaciones | ^7*y|, así com o la población total N , se tom an al tiem po t. La m atriz D c(a, /) re presenta el estado de la cultura de o en t. (Hay, p o r supuesto, otras m aneras de representar el estado m om entáneo de u na cultura. U na de ellas es exhibir los valores instantáneos de las entradas y salidas del sistem a cultural. Recuérdese la caja negra descrita hacia el final de la Sección 4.) A m edida que transcurre el tiem po (o sea, que cam bian las cosas) la población de cada celda cultural p o d rá variar. Sin em bargo, los cam bios de población ab so lu ta de cada celda p o d rán ser com pensados por cam bios de la población total de la sociedad; o sea, la p oblación relativa (o densidad de población) de una celda p uede m antenerse ap ro x im ad am en te constante en el curso del tiem po. Si es así hablam os de u na cul tura estancada ; de lo co n trario tenem os q ue vérnosla con u n a cultura dinámica. En u n a cu ltu ra de este ú l tim o tipo algunas de las celdas crecen a expensas de otras, con la condición de que la sum a de las p o b la ciones de los elem entos de cualquier colum na dada 178
de la m atriz de la estructura cultural iguale a la p o b la ción total: L i\C ij\= N .
El que una cultura dinám ica progrese o decaiga es o tro cantar. Los juicios acerca del progreso o la de cadencia culturales dep en d en de valuaciones. No es que sea im posible fo rm ularlos o que sean necesaria m ente subjetivos; sim plem ente, son relativos a algún sistem a de valores. El cambio cultural neto de la sociedad o entre los instantes t\ y ¿2 es igual a la diferencia entre las corres pondientes m atrices de densidad cultural: A c ( o ; ¿1, ¿2) =
D c{c ,
¿2) —
D c(a, ti).
Evidentem ente, si u na celda d ad a de esta m atriz de cam bio es positiva, q uiere decir que ha crecido d u ran te el p eriodo con siderad o; si es nula, que ha p e r m anecido estancada; si es negativa, que h a decaído. D ado q u e el crecim iento de cada celda acarrea el en cogim iento de algunas otras celdas, es preciso vigilar el cam bio de todos los elem entos de la m atriz de d en sidad cultural. (P roblem a ab ierto : averiguar cuál es el an álog o cultural de la stagflation económ ica. ¿Será el crecim iento cultural n ulo acom pañado de úna dism inución de calidad?) Si deseam os trazar la historia de cada celda cul tural Cij a lo largo de un p erío d o dado debem os en co n trar la sucesión de valores de la densidad corres p o n d ien te Di¡ d u ra n te ese período. En sím bolos, d i cha historia es ¿1, k) = < D§(a>¿) \ t e [ t u t2]>179
La historia cultural total de la sociedad o d u ran te el. m is m o p erío d o es la m atriz com pleta H c {c; ¿i, tn) = ||//£ (g; t u t2
Esta representación de los estados e historias cul turales sum inistra un andam iaje p a ra la descripción fenom enológica (superficial) de las culturas y sus cam bios. Sem ejante descripción pasa p o r alto la d i nám ica intern a de la pro du cción y difusión cu ltu ra les, así com o las interacciones entre la cultura y los dem ás subsistem as eje la sociedad. Estas interacciones p ueden describirse con ayuda de un análisis al estilo Leqntieff, de las entradas y salidas de los principales subsistem as de la sociedad en cuestión. En efecto, al m enos en principio se puede estim ar la actividad total de la sociedad en un m om ento d ad o a lo largo de un p erío d o dado: A =
L d o n d e m, n = 1, 2, 3,
y
^¡i = La p arte de la salida cultural q ue perm anece en el sistem a cultural (p. ej. la poesía lírica). AVj — La p arte de la salida cultural ab so rb id a p o r la econom ía (p. ej. la investigación aplicada). Al5 = La p arte de la salida cultural ab so rb id a p o r la política (p. ej. la filosofía política). A?i = La p arte de la salida económ ica invertida en ac tividades culturales (p. ej. equipos de la b o ra to rio). A?‘>= La p arte de la salida económ ica que se reinvierte en la econom ía (p. ej. m áquinas herram ientas), A¿$ = La p arte de la salida económ ica ab so rb id a p o r la política (p. ej. presupuesto gubernam ental). 180
Asi = La p arte de las actividades políticas dedicadas a co n tro lar la cultura. A32 = La p arte de las actividades políticas que p reten den co n tro lar la econom ía. As3 = La p arte de las actividades políticas dedicadas a sostener el sistem a político.
C ada elem ento de la m atriz total A mn de la activi d ad social es u n co n ju n to extrem adam ente h e tero géneo com puesto de personas y cosas n o hum anas, y de actividades hum anas y procesos físicos. En algunos casos a los subconjuntos incluidos en cada elem ento de A se les pueden asignar núm eros, com o sucede con la num erosidad del personal, el n ú m ero de horas de trabajo, la energía eléctrica y el precio de las m ercan cías. Pero, independientem ente de q ue cierto ele m ento de A sea o no cuantificable, total o parcial m ente, en principio es posible co n stru ir m odelos que representen la evolución de la m atriz de la actividad total. De hecho en esto consiste la planeación cu ltu ral, económ ica y política. Lo que sucede es que, h a b i tualm ente, tales planes son parciales y no integrales, en el sentido de que se o cu p an tan sólo de algunos elem entos de la m atriz total de actividad. N o es de ex tra ñ a r que fracasen tan a m enudo. Sólo los m odelos y planes totales pueden tener éxito, precisam ente d e b id o a las interacciones en tre los diversos subsistem as de to d a sociedad. (La m atriz de la actividad total des cribe estas interacciones sin explicarlas.) Pero ya basta con esto: nuestro único p ro p ó sito al in tro d u cir la m atriz de la actividad total fue reforzar la tesis de que la cultura, a u n q u e distinguible de la econom ía y de la política, es inseparable de éstas. 181
8.
La cultura de las sociedades modernas
Las culturas de las sociedades prim itivas son más bien m onolíticas en el sentido de que no están com puestas de.subsistem as. O tro tanto sucede con sus econom ías y sus políticas. La em ergencia de la ag ri cultura, y más adelante de la civilización, fueron acom pañadas p o r una intensificación en o rm e d e la división del trabajo, en particular del trabajo cultu ral. El m édico b ru jo fue sucedido p o r todo un sis tem a de sacerdotes, curanderos, bardos, m aestros, pintores, y más tarde escribas y expertos de distintos tipos. Eventualm ente el sistem a cultural se escindió en varios subsistem as: el sistem a religioso que giraba en to rn o a los tem plos, el educacional centrado en las escuelas, etc. Estos diversos subsistem as se com ple m en taban en algunos respectos pero estaban en con flicto en otros, p o r tener diferentes objetivos y com p etir p o r recursos hum anos y naturales. En todo caso interactuaban, y esta interacción era fuente de su evo lución. Puesto que u na cultu ra es un subsistem a de una sociedad, tiene su p ro p ia dinám ica (y p o r lo tanto al g u n a autonom ía) al tiem po que interactúa con los de m ás subsistem as de la sociedad. En sum a, la cultura jam ás es totalm ente libre y o m nipotente y jam ás es totalm ente esclava e im potente. Así com o algunos m iem bros del sistem a económ ico ejercen p o d er eco nóm ico, y algunos m iem bros del sistema político ejercen p o d e r político, así tam bién algunos m iem bros del sistem a cultural ejercen p o d er cultural, p a r ticularm ente si están atrincherados en subsistem as culturales, sean gubernam entales, com unitarios o 182
privados. Por ejem plo, el sistema escolar de una re gión influye sobre todos los habitantes de la región; a m enudo esta influencia es tan fuerte com o lo fuera an tañ o el de la religión organizada. Esta influencia no se lim ita a asuntos culturales. Por ejem plo, u na orga nización cultural cread o ra (y n o sólo consum idora) p o d rá discutir e incluso p ro p o n e r y difundir planes de acción económ ica y política. Estas propuestas no equivalen a la acción económ ica o política, pero p ue den incitar a la acción y guiarla, p ara bien o para mal. A fin de cuentas, todos nosotros som os m ovidos por ideas o, m ejor dicho, som os influidos p o r gentes con ideas. U na cultura floreciente bulle de novedades y es li bre de escoger las m ejores sin dem asiada interferen cia destructiva de p arte de los sistemas económ ico y político. U na cu ltu ra decad en te ha dejado de apreciar el descubrim iento y la invención, y se refugia en ru ti nas, en la repetición ritual o en el escapism o. La a d m inistración de u n sistem a cultural —o sea, la política y la econom ía de u n a cu ltu ra— puede estim ular la creatividad, encauzarla, o aniquilarla. U na cultura “ m u erta” sigue siendo u na cu ltura y puede perm ane cer m ucho tiem po en tal estado. Pero, debido a las interacciones en tre los tres subsistem as principales de toda sociedad, cualquier cam bio im p o rtan te de la econom ía o de la política está destinado a tener re percusiones culturales. R ecíprocam ente, todo gran avance cultural está destinado a tener algún im pacto sobre la econom ía o la política, particularm ente en la sociedad m oderna. El sistem a cultural coevoluciona pues con los siste mas económ ico y político. Sin em bargo, los m odos de evolución de estos subsistem as de la sociedad p ue 183
den diferir grandem ente entre sí. En efecto, el creci m iento cultural es com patible, hasta cierto punto, con el estancam iento económ ico y político, siem pre que el sistema político no o p rim a excesivam ente la p rod ucció n cultural. Más aún, al p a r q ue el d esarro llo económ ico está lim itado p o r los recursos n a tu ra les, n o hay lim itaciones análogas a la evolución cultu ral: cuanto más sabem os, tantos m ás problem as p o dem os plantear y resolver. Esto n o im plica que no haya lim itaciones económ icas y políticas a la evolu ción cultural. P or lo p ro n to to d a sociedad puede ali m entar a un núm ero restring ido de com positores, m atem áticos o historiadores profesionales. Sin em bargo, en el caso de la cultura, a diferencia de la eco nom ía, hay u na solución a la vista, a saber, la a u to m atización com binada con el cultivo aficionado de intereses culturales.
9.
Observaciones finales
C oncebim os la cu ltu ra com o u n subsistem a de la sociedad, la q ue a su vez es un sistem a concreto, tanto com o una piedra o un organism o, u n bosque o una b a n d ad a de pájaros. S uponem os que to d a sociedad tiene una cultura, u na econom ía y u na política, p o r prim itivas que éstas sean, y que cada u n o de estos subsistem as interactúa con los otro s dos. Más aún, concebim os la estructura de todo sistem a social com o incluida en la estructura social global. En particular, la estructura cultural de u n a sociedad está incluida en la estructura social de la m ism a. Más aún, concebi m os la historia (cultural, económ ica o política) com o la evolución de la estructura social o, lo q ue es lo 184
m ism o, com o la sucesión de estados del sistem a so cial. P or consiguiente en nuestra o p inión el cam bio cultural es u n a co m p o n en te del cam bio social; las otras dos com ponentes de éste son, p o r supuesto, el cam bio económ ico y el político. La concepción sistém ica de la cultura esbozada en este capítulo contrasta con el idealism o cultural, se gún el cual “ La cu ltu ra no es sino un cuerpo de ideas y valores” . N o hay tal cosa: sólo hay personas concre^ tas que piensan y evalúan. N uestra concepción de la cultura es incom patible tam bién con el idealism o d i luido, según el cual u na cu ltura es un conjunto de pautas de conducta. N os resulta im posible separar las pautas de sentim iento, pensam iento, evaluación y ac ción, de los sentim ientos, pensam ientos, evaluaciones y acciones de personas de carne y hueso. N o enasten reglas de conducta separadas del correspondiente co m p o rtam ien to reglado. Lo que existe son personas q ue se co m p o rtan de cierto m o d o : lo dem ás es ab s tracción. N uestra concepción de la cultura difiere tam bién del m aterialism o vulgar, tanto en su versión biológica (o ecológica) —“ La cultura n o es sino la m an era en que los seres hum an os se ad ap tan a su am biente n a tu ra l” — com o en su versión económ ica, según la cual “ La cu ltu ra no es sino un epifenóm eno de la econo m ía” . Si bien todo sistem a cultural está inm erso en u n am b iente n atu ral, este últim o n o es om nipotente, com o lo p ru e b a el hecho de que el m ism o am biente puede ser la base de sociedades, y p o r lo tanto cultu ras, bastante diferentes, así com o u na m ism a cultura p u ed e sobrevivir, d e n tro de ciertos límites, en diver-, sos am bientes. En cuanto a la econom ía, si bien n in gun a cultura p u ed e sobrevivir sin el sostén de una 185
econom ía viable, n in g u n a econom ía p u ed e afro n tar desafíos am bientales y sociales sin la ayuda de u na cu ltu ra creadora. La sociedad no tiene primer motor : cual qu iera de los tres subsistem as artificiales p u ed e iniciar un im p o rtan te cam bio social, y to d o cam bio de este tipo tiene p ro b ab lem en te tres com ponentes: eco n ó mica, cultural y política. N uestra concepción sistémica de la cu ltu ra es in com patible asim ism o con el esquem a dualista de la sociedad según el cual ésta está fo rm ad a p o r u n a su p erestru ctu ra ideal m o n tad a sobre u n a infraestruc tu ra m aterial. Desde nu estro p u n to de vista u n a socie dad es u n a cosa íntegram ente concreta (m aterial) y p o r lo tan to tam bién lo es todo subsistem a de la misma. En particular, u n a cultu ra está com puesta p o r personas vivas q ue in teractúan entre ellas y con com ponentes no hum anos, naturales y artificiales; u na superestructura, en cam bio, es un co n ju n to de ideas, valores y norm as, lo que es u na ficción idealista. La concepción de la cultura esbozada en este ca pítulo co ncuerda con las ontologías m aterialistas y resuelve uno de los problem as abiertos m encionados en el Prefacio. T am bién concuerda con el enfoque sistémico y, adem ás, sugiere m odelos dinám icos de la cultura. Y es com patible con la sospecha de los sociobiólogos y etólogos de que algunas sociedades a n i males subhum anas tienen sus propias culturas, o protoculturas. Finalm ente, nuestra concepción sistémica hace justicia al enfoque global de que se enorgullecen ju stam ente los antropólogos. En efecto, a u n cuando éstos h ab lan com o si una sociedad fuese u n a cultura, de hecho tra tan la cultura, la política y la econom ía com o otros tantos subsistem as interdependientes de la sociedad. 186
N uestra concepción m aterialista y sistémica de la cultura no im plica que las lenguas, las técnicas, los juegos, las p artitu ras m usicales, los poem as, los teo rem as m atem áticos, las teorías científicas, las doctri nas filosóficas y otros objetos culturales sean cosas m ateriales. Lo que sí im plica es que tales objetos ca recen de existencia au tó n o m a, o sea, separada de sus creadores y usuarios. Aislados de estos últim os, aq u e llos objetos o bien no existen o bien son trozos de m ateria, p o r ejem plo esculturas y libros. Lo que existe com o objeto cultural n o es un p oem a (o un ju eg o o una sinfonía o un teorem a) p o r sí mismo, sino la actividad de escribir, leer o recitar un poem a. Más precisam ente, lo q u e existe es u na persona que ejecuta tales actividades, o un sistem a de personas li gadas p o r tales actividades; y tanto el individuo com o el g rup o son entes concretos. En otras palabras, así com o un paréntesis iz q uierdo o derecho no es u n sím bolo significativo sino tan sólo un com ponen te de sem ejante objeto, lo que h abitualm ente se d en o m in a ‘objetos culturales’, tales com o las ideas y los libros, son sólo com ponentes de objetos culturales auténticos. N o los hacem os más reales o vivos considerándolos en su totalidad (con ju n to ), p o rq u e los conjuntos son conceptos. Lo que es real es u na persona, o g ru p o de personas, o cu p a das en actividades culturales. Elim ínense tales indivi duos, o im pídaseles realizar tales actividades, y no q u ed ará cultura alguna. P o rque la cultura, al igual que la econom ía y la política, es un sistema concreto y, com o tal, está caracterizada p o r u na com posición, un am b iente y u na estructura.
187
CAPÍTULO 10
MUNDOS POPPERIANOS Y OBJETIVIDAD
Sir Karl P opper so rp ren d ió a los asistentes al T er cer C ongreso Internacional de Lógica, M etodología y Filosofía de la Ciencia (A m sterdam , agosto de 1967) al exponer su d o ctrin a acerca de lo que llam ó “ tercer m u n d o ” , o m u n d o de las ideas, o “ m ente objetiva” . En su ponencia, titu lad a “ G noseología sin sujeto de conocim iento” , afirm ó lo que sigue: “ Sin to m ar las palabras ‘mundo* o ‘universo* dem asiado en serio, podem os distinguir los siguientes m undos o univer sos: prim ero, el m u n d o de los objetos físicos o de los estados físicos; segundo, el m u n d o ‘d e los estados de conciencia o estados m entales, o acaso disposiciones conductuales a o b ra r; y tercero, el m u n d o de los con tenidos objetivos de pensam iento, especialm ente de los pensam ientos científicos y poéticos y de las obras de arte*’ (P o pper 1968, p. 333). Esta tesis so rp ren d ió , n o p o r su novedad, que no la tiene, sino p o rq u e hasta entonces P opper había sido un crítico im placable de to d o idealism o. En p a r ticular había criticado el idealism o objetivo de Platón tanto com o el de Hegel (Popper 1945) y el idealism o subjetivo de Berkeley (Popper 1953), especialm en te p o r h ab er dejado u n a huella tan p ro fu n d a sobre 188
el positivism o contem poráneo. Y ahora, sin decir ‘¡Agua va!’, Sir Karl da m edia vuelta y ad o p ta u na posición de neto corte idealista, cosa q ue reconoce explícitam ente: “ Lo que llam o ‘tercer m u n d o ’ tiene, lo reconozco, m ucho en com ún con la teoría de las form as o ideas de Platón, y p o r consiguiente tam bién con el espíritu objetivo de Hegel, au n q u e mi teoría difiere radicalm ente, en algunos aspectos decisivos, de las de Platón y Hegel. Tiene m ucho más en com ún con la teoría de Bolzano, de u n universo de p ro p o si ciones en sí, y de verdades en sí, au n q u e tam bién d i fiere de Bolzano. Mi tercer m u n d o gu ard a un p a re cido más estrecho con el universo de Frege, de los contenidos de conocim iento” (Popper, ibidem ). En su Autobiografía (1974) P o pp er confirm a este autoanálisis filosófico. Exam inem os más de cerca esta presunta conversión.
1.
Antecedentes de la conversión de Popper al idealismo
¿C ó m o se explica esta súbita conversión de Popper al idealism o objetivo? Él m ism o no la explica en su Autobiografía. En ella sólo nos dice que, al igual que Bolzano, d u d ó largos años acerca del status o n to lógico de las “ proposiciones en sí” , y que n o publicó n ad a sobre el “ tercer m u n d o ” hasta que llegó “ a la conclusión de q ue sus habitantes eran reales y, p o r cierto, más o m enos tan reales com o las mesas y las si llas” (Popper 1974, p. 146). Parecería que se tratara de u na conversión tardía del antiplatonism o abrazado en La sociedad abierlay sus enemigos de 1945, pero P o pp er sostiene que no es así. En su carta del 4 de octubre de 1977 P opper m e es
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cribe que las cosas o cu rriero n com o sigue. “ El a r tículo de A m sterdam de 1967 (publicado en 1968) fue u n a nueva versión de u n o que presenté p o r prim era vez en m i sem inario de la L.S. E. [L ondon School o f Econom ics] en 1959 o 1960. Las ideas de este artículo se rem o n ta n directam ente a la Logik der Forschung [1935] y al Wahrheüsbegriff de Tarski [1935-36]. A de más, la diferencia entre m is opiniones y las de Platón, Hegel, etc., es m uy grande; incluso lo es m i diferencia co n Bolzano y Frege. En el artículo de A m sterdam subrayé las sim ilitudes m ás q ue las diferencias. La principal diferencia es ésta: el m u n d o 3 es producto de las m entes hum anas. (Pero hay u n a fuerte retroac ción. El m u n d o 3 puede actuar sobre el m u n d o físico 1, si bien sólo de m anera indirecta, a saber, a través del m u n d o 2.)” N o obstante, la doctrina del “ conocim iento sin sujeto cognoscente” , que fo rm a p arte de la doctrina de los tres m undos, es u n a generalización de la tesis de la objetividad del conocim iento científico, soste n ida p o r el p ro p io P opper con gran energía el m ism o añ o que escribió la ponencia que causó sensación en A m sterdam (P opper 1967). Además, la carta de Popp e r p lan tea el p ro b le m a siguiente. Si la d o ctrin a se hallaba in nuce tanto en su Logik der Forschung com o en el célebre trab ajo de Tarski, ¿ p o r qué nadie pareció advertirlo en el curso de tres décadas? ¿ P o r qué T arski se consideró siem pre u n m aterialista y, más particu larm en te, un nom inalista? (C om unicación personal, Jeru salén, 1964.) Y ¿ p o r qué el p ro p io Popp e r com enzó su conferencia de A m sterdam advirtién do no s: “ In ten taré desafiaros y, en lo posible, p ro v o caros” ? Sospecho q ue lo q u e se hallaba in nuce, tanto en la 190
Logík der Forschung com o en los artículos de Tarski so bre la verdad (formal), es algo m uy diferente del m u n d o platónico de las ideas o el esp íiitu objetivo hegeliano o las ideas en sí de Bolzano. (Estas expre siones figuran en el artículo de P opper de 1968 com o sinónim as del ‘tercer m u n d o ’. La sinonim ia se repite en la conferencia q ue p ro n u n cia ra el año siguiente en el C ongreso Internacional de Filosofía celebrado en Viena, titulada “ O n the theory o f the objective m in d ” .) Lo que se e n co n trab a tácitam ente en aq u e llos trabajos era, en p rim er lugar, u na negación del psicologism o, o sea, la d o ctrin a según la cual las p ro posiciones son pensam ientos y las reglas de inferencia leyes del pensam iento. En segundo lugar, tam bién encontram os en esas obras u n a especie de o b jeti vism o form al consistente en la tesis de que, u n a vez que se h a n aceptado las reglas del ju eg o , n o hay a rb i trariedad, p o rq u e to d o tran scurre a reglam ento. Por cierto q u e tanto el lógico com o el m atem ático m o dernos tratan las proposiciones y las reglas de infe rencia como si fueran objetivas en el sentido de q ue go zan de existencia au tó n o m a. (Por ejem plo, suelen d e cir q ue descubren teorem as, no que los inventan.) Pero esto no los hace necesariam ente realistas metafísicos, o sea, platónicos. Sea com o fuere, el caso es q ue P o p p er defiende la d o ctrin a de los tres m undos y q ue ésta se centra en la tesis del dualism o psicofisico, según la cual hay cosas m entales diferentes de las m ateriales. O cupém onos pues de esta tesis en p rim er lugar.
191
2.
El dualismo mente-cuerpo en la filosofía de Popper
En los últim os años P o p p er ha atacado el m ate rialism o y defendido el dualism o psicofísico. J u n to con su am igo, el em inente neurofisiólogo Sir J o h n Eccles, y en colaboración con éste, P o p p er ha estado buscando argum entos en favor de la tesis de que la m ente es un ente (o substancia) separado del cuerpo p ero que interactúa con éste. Su libro en co lab o ra ción con Eccles se titula The Sel/and Its Brain (1977), y expone la tesis de .que cada uno de nosotros es una m ente encarnada (embodied mznd ). El dualism o psicofísico, en p articu lar la tesis de la interacción entre el alm a inm aterial y el cuerpo m ate rial, es quizá la doctrina más p o p u la r acerca de la m ente, al m enos en O ccidente. La ad optam os tácita m ente en la vida diaria cu ando hablam os de la in fluencia del espíritu sobre el cuerpo y su conducta, y viceversa. La ad o p ta n tanto psicoanalistas com o espi ritistas, cristianos com o m usulm anes y budistas, p la tónicos com o cartesianos. La doctrina está tan a rra i gada, y ha sido defendida con tan to celo p o r las ideo logías tradicionales y las instituciones co rresp o n d ien tes, que apenas nos dam os cuenta de ella. En particu lar, el neurocientífico que h ab la de los “ correlatos neurofisiológicos” de los estados m entales, sin decir nos qué son éstos ni cóm o estarían “ correlacionados” con sus parejas concretas, n o advierte q ue es p risio nero de la ideología vulgar. N o es éste el lugar adecuado para hacer un análi sis crítico del dualism o psicofísico, tarea esbozada en el C apítulo 2, Sección 4 y em p ren d id a en o tro lugar (Bunge 1980b). Baste aquí afirm ar dogm áticam ente q u e ;el dualista describe lo m ental en térm inos vulga 192
res, no en térm inos científicos, y que resiste toda identificación de estados m entales con estados cere brales. Y que lo hace recu rrien d o a argum entos igual m ente vulgares, tales com o la diferencia entre el len guaje de la introspección y el de la neurofisiología, así com o la diferencia entre conceptos y procesos cere brales. Lo que sí debem os señalar aquí es la vaguedad y la incontrastabilidad em pírica del dualism o psico fisico, p o rq u e am bas características debieran haberlo hecho inaceptable p a ra P opper. Q u e el dualism o psi cofisico es im preciso e incom probable, es claro p o r los siguientes m otivos. (1) En tan to que el científico sobreentiende que to do estado es estado de algún ente concreto (físico, biológico, social, o lo q ue fuere), el dualista habla de estados m entales en sí m ism os, o de estados de la m ente. (Ya no se an im a a h ab lar de estados de una substancia m ental o res cogitans, ya que cualquiera p o d ría pedirle cuentas acerca de sus razones p ara llam ar “ substancia” a “ eso” q ue carece de substancialidad.) Esta reificación (cosificación) consagra la separación tradicional en tre la psicología y la biología, así corno -entre la n eu ro logía y la psiquiatría. (2) La im precisión conceptual del dualism o p si cofisico es tal, que carece de u na teoría p ropiam ente dicha. Se lim ita a d a r algunos ejem plos de actividad m ental y a decirnos qué no es m ental: lo m ental no se ría m eram ente físico o quím ico (lo que es obvio pero insuficiente, tan to más p o r cuanto lo biológico tam poco es m eram ente fisico-quím ico y sin em bargo no es mental).. El dualism o psicofisico es tan im preciso que no ha sido m atem atizado ni tiene perspectivas de serlo, p o rq u e n in g u n o de sus conceptos son variables calculables o m edibles. 193
(3) Siendo u n a d o ctrin a im precisa, el dualism o psicofísico es incomprobable y en particular irrefutable, ya que no está en condiciones de hacer predicciones precisas que p u e d an ponerse a p ru eb a em pírica m ente. Si afirm o que cuando estoy em ocionado no coo rdino bien mis m ovim ientos, de m o d o que no p u ed o guiar correctam ente mi autom óvil, puedo “ explicar” esto de dos m aneras. La explicación d u a lista es sencilla y p o r esto p o p u lar: m i m ente (o alma) está actu an d o sobre mi cuerpo (de alguna m anera m isteriosa y acaso incognoscible). (V ariante posible: mi m ente ha actu ad o so b re mis glándulas su p ra rre nales, las que a su vez h an reaccionado sobre mi m ente, la que a su vez no está en condiciones de dar órdenes precisas a mis m úsculos. El m onista reem plaza ‘m ente’ p o r ‘cerebro ’.) La explicación científica es más com pleja: recurre, en particular, a la acción de ciertas h o rm o n as sobre las sinapsis de las neuronas del sistem a m otor. C iertam ente, variando experim entalrnente la concentración de estas h orm onas se p u ed e co n tro lar (al m enos en principio) el “ efecto so m ático” del “ estado em o cion al” (com o diría el d u a lista). Pero el dualista de tip o interaccionista nos dirá q u e esto no hace sino m o strar la acción de lo so m ático sobre lo aním ico, cosa q ue él nunca ha n e gado. Y si la inyección de h o rm onas no alterase p er ceptiblem ente la conducta del sujeto, el dualista p o dría arg ü ir q u e en algunos casos los estados o proce sos m entales son tan intensos que ningún proceso neurofisiológico puede alterarlos. P odría aducir las experiencias de los m ártires que m o rían cantando y de los yogis. N o h a b rá m an era de b atir a quien sos tenga u na d o ctrin a irrefutable. A m enos que se le p ueda hacer ver q ue dicha doctrina, precisam ente p o r 194
ser im batible, no explica n ad a ni, p o r lo tanto, con tribuye a fo rm u lar o resolver p ro b lem a científicos. En resum en: el dualism o psicofísico es enem igo de jure , au n q u e no de Jacto , de la m etodología aconse ja d a p o r el p ro p io Popper. Pero lo que im p o rta aquí no es tan to esta contradicción en la filosofía de Popper, sino q u e el dualism o psicofísico es posiblem ente u n a de las fuentes de su d o ctrin a del tercer m undo. C ualquiera haya sido la génesis de la tesis popperia n a de los tres m undos, es m enester exam inarla p a ra averiguar si es sostenible. Procedam os pues a analizarla.
3.
La pluralidad de mundos
Al com ienzo m ism o de su p rim era exposición de sus ideas sobre el tercer m u n d o (Popper 1968) su a u to r nos advierte q ue no debem os tom ar dem asiado en serio las palabras ‘m u n d o ’ y ‘universo* que figuran en la form u lación de su tesis. Sin em bargo, nosotros no tom arem os en serio esta advertencia. Si se nos pide q ue tom em os en serio u na tesis, es preciso que to m e m os igualm ente en serio las palabras clave que figu ran en su form ulación. En sentido estricto, el mundo (o el universo) es la cosa concreta suprem a: aquella que contiene (com o parte) to d a o tra cosa concreta. En sentido figurado, un mundo es, o b ien u n subsistem a del universo, o bien un co n ju n to estru ctu rad o de objetos concretos o co n ceptuales. T o m ad o en sentido estricto, el d en o tad o de ‘el m u n d o ’ es concreto y, desde luego, único. En cam bio, usan do la expresión en sentido figurado, p uede h ab er tantos “ m u n d o s” com o sistemas concre 195
tos y conjuntos conceptuales estru ctu rad o s: el sistem a p lan etario es u n o de estos “ m u n d o s” y tam bién lo es el de los núm eros naturales; se puede h a b la r en tal sentido del “ m u n d o de los peces” de u na región, y tam bién del “ m u n d o de las ideas filosóficas” . Estos “ m u n d o s” parciales son m últiples y n o todos ellos concretos. Indudablem ente, es cóm odo el em plear u na única expresión, de la fo rm a el mundo X, p a ra d e n o ta r algún sistem a concreto (por ejem plo u n ecosis tema) o un co n ju n to estructurad o (por ejem plo un es pacio topológico). Pero la econom ía verbal suele p a garse con confusión conceptual. Esto es lo q ue sucede con la p alab ra ‘m u n d o ’ en la tesis p o p p e ria n a sobre la trin id ad : en ella 'm u n d o ’ no se usa de m an era u n i form e. En efecto, recordem os cóm o define P opper sus “ m u n d o s” . El mundo 1 o mundo físico es “ el m u n d o de los o b je tos físicos o estados físicos” . Ésta es u n a frase a m b i gua. En efecto, sem ejante “ m u n d o ” puede ser u n in dividuo concreto (el sistem a com puesto de todas las cosas concretas) o bien un conjunto y p o r lo tan to un concepto. (Si los com ponentes del “ p rim er m u n d o ” son estados físicos, entonces ese m u n d o es un con ju n to .) Es obvio q u e toda afirm ación que se haga acerca del “ m u n d o 1” d ependerá críticam ente de si se lo to m a com o u n a cosa o com o u n conjunto. (En el p rim er caso se le p o d rá n a trib u ir p ropiedades físicas, en el segundo no.) El mundo 2 o mundo psíquico es “ el m u n d o de los estados de conciencia, o estados m entales, o quizá disposiciones conductuales a o b ra r” . A m enos que los estados conscientes de u n a p erso n a p u e d an influir directam ente sobre los de o tra persona, la descrip ción sugiere que esta vez se trata de u n conjunto. 196
(Pero, p a ra un m onista psicofísico, los elem entos de este con ju nto son fantasm agóricos, ya que se puede h ab lar p ro p iam en te de estados del cerebro, en p a rti cular estados conscientes del m ism o, p ero no de esta dos del ente conciencia.) Más aún, si el m u n d o 1 es eterno, el m u n d o 2 n o lo es necesariam ente: si todos los seres pensantes dejasen de existir, el m u n d o 1 se guiría existiendo p ero el m u n d o 2 desaparecería, au n q u e dejando atrás su som bra, el m u n d o 3. (El m u n d o 3 es el substituto ateo de la inm ortalidad.) Finalm ente, el mundo 3 o mundo cultural es “ el m u n d o de los contenidos de conciencia, especial m ente de los pensam ientos científicos y poéticos y de las obras de a rte ” . E ntre los ocupantes de este “ m u n d o ” se encu en tran los problem as, las arg u m en taciones críticas y los sistemas teóricos, así com o “ los contenidos de las revistas, libros y bibliotecas” . (A ve ces P o p p er incluye tam bién libros, revistas y otros o b jeto s m ateriales culturales en el tercer m undo. Cf. P o p p er 1974, p. 145: “ C onsidero los libros, revistas y cartas com o objetos típicos del tercer m un d o , espe cialm ente si d esarrollan y discuten u na teo ría.” ) En resum en, el tercer m u n d o está constituido p o r todos los “ p ro d u cto s” de la actividad científica y artística. Y este “ m u n d o ” , al igual que el segundo, es un con ju n to . Pero, a diferencia de los m iem bros del m u n d o 2, que son perecederos, los del m u n d o 3 son o se acercan m ucho a los objetos eternos de Platón, Hegel, Bolzano, Frege y W hitehead. Exam inem os más de cerca esta idea. Para aclarar su idea acerca del “ m u n d o 3” , y acaso p ersuad irnos de q u e existe p o r sí m ism o una vez creado, P o pper im agina dos situaciones (Popper 1968). En la p rim era se destruyen todos nuestros a rte 197
factos culturales excepto las bibliotecas: éstas quedan en pie, y nuestra capacidad de a p ren d er de ellas queda intacta. Es seguro, dice Popper, que luego de un p ro lo n g ad o sufrim iento “ nuestro m u n d o ” (en este caso la civilización industrial) puede volver a p o nerse en m archa. (Esto es d u do so pero no tiene im p ortancia p ara el caso.) En el segundo experim ento m ental quedan seres hum an os pero se destruyen to das las bibliotecas. En este caso nuestra capacidad de ap ren d er de libros y revistas sería inútil, y nuestra ci vilización tardaría m ilenios en reconstruirse. (Por qué supo n er q ue alguien h a b ría de desear la reconstruc ción de u na civilización capaz de autodestruirse de cuando en cuando, no se explica, p ero tam poco tiene im portancia p ara nuestro asunto.) Estos dos “ experim en tos” exhiben, según Popper, “ la realidad, im po rtancia y grado de au to n o m ía del tercer m u n d o (así com o sus efectos sobre el p ri m ero y el segundo m un do s)” (Popper 1968, p. 335). A P op p er parecen bastarle estos experim entos m en ta les pese a que en su o b ra más im p o rtan te y famosa, Logík der Forschung (1935), h ab ía criticado duram ente, y con toda razón, a los físicos cuánticos que p reten dían d em o strar teorem as im aginando GedankenexperimenLe. A mí n o m e bastan esos ejercicios m entales, del m ism o m o d o que no m e basta ver una película de Walt Disney p ara creer en la existencia real y a u tó n o m a de Mickey M ouse. V eam os p o r qué.
4.
Crítica de la fantasía
N adie sino el m aterialista más vulgar se atrevería a negar la im portancia de las ideas o, m ás precisa 198
m ente, de los cerebros pensantes. Pero de esto no se sigue que la ideación constituya un m u n d o (el “ m u n d o 2” ) ni, m enos aún, que los “ p roductos” de la ideación (sus “ contenidos” ) constituyan un “ tercer m u n d o ” con existencia autónom a. Lo m enos que p uede objetarse a la tesis de la existencia real del “ ter cer m u n d o ” es que es im precisa; lo más, que es in fundada. Veamos. (1) Ante todo, seria m enestar que P opper se decidiera p o r po b lar su “ m undo 3” , sea exclusiva mente de objetos ideales, tales com o proposiciones, sea exclusivamente de objetos m ateriales, tales com o libros. Y esto p o r la sencilla razón de que los o b je tos ideales no se com binan con los m ateriales para p ro d u cir entes m ixtos. Los objetos m ateriales se asocian o co m binan entre sí, y los ideales entre sí: no hay entes m ixtos salvo en la metafísica hilem orfa, que p o r cierto P o p p er no ap ru eb a explícitam ente. Más aún, si se sostiene que hay tales entes m ixtos es p re ciso exhibir, si no una p ru eb a em pírica, al m enos un cálculo q ue contenga las operaciones que los p ro d u cen a p a rtir de entes m ateriales p o r una parte e idea les p o r la otra. Esto es indispensable para p o d er afir m ar con plen o sentido que tales objetos constituyen un “ m u n d o ” o sistema. (2) En segundo lugar, P opper no aclara qué e n tiende po.r el “ co n ten id o ” de un dibujo, u na frase musical, o cualquier o tro ocupante n o conceptual del “ tercer m u n d o ” . Ni él ni nadie ha propuesto una se m ántica aplicable p o r igual a objetos de arte y teorías científicas. La tesis del tercer m u n d o es, pues, in exacta. (3) En co m ú n con los metafísicos idealistas que le precedieron, P opper em pieza p o r considerar las acti 199
vidades intelectuales y artísticas de los seres hum anos y term ina p o r hacer abstracción de los sujetos y sus actividades, p a ra concentrar su atención en los “ p r o ductos” de éstas: las proposiciones, los “ co n tenidos” (¿“ m ensajes” ?) de las obras de arte, etc. Luego ag ru p a todos estos “ p ro d u cto s” (y a veces tam bién sus “ corporizaciones” , o sea, los libros, cuadros, etc.) en un único “ universo” , a saber, el “ m u n d o 3” . O sea, supone (gratuitam ente) que este co n ju n to heteróclito form a un sistema. Finalm ente, olvida el o ri gen de este pseudosistem a y declara que lleva una existencia independiente de sus creadores. ¿ Q u é es esto sino u n a Teificaáón (cósificación) a u n a d a a u n a sis tematización por decreto? ¿ Q u é es sino el tom ar literal m ente la m etáfora del fuego (proceso de creación) y la ceniza (producto del proceso)? (4) P o p p er nos pide que atribuyam os a u to n o m ía al “ tercer m u n d o ” , o sea, existencia independiente del sujeto y acaso de cualquier o tra cosa. ¿D e cual qu iera? Si hubiese un C reador y A n iq u ilad o r Su p rem o capaz de aniqu ilarlo todo, hasta el últim o áto m o y el últim o fotó n y el últim o n eu trin o , ¿subsis tiría el tercer m u n d o ? Es cierto que a veces P opper parece vacilar y nos pide que cream os q ue las ideas objetivas son “ más o m enos reales” (por ejem plo, P o p p er 1974). Pero, salvo p a ra los tom istas com o Jacques M aritain, la existencia real es dicótom a: no hay grados de realidad (existencia a u tó n o m a del sujeto). (5) En n in g ú n m om ento intenta P o p p er justificar o c o rro b o ra r de alguna m anera, y m ucho m enos re futar, la suposición de que su “ m u n d o 3” existe en a l g ú n grado, o es “ más o m enos real” . ¿ P o r q ué piensa q u e sus lectores, habitualm ente atraídos p o r su racio 200
nalism o crítico, h ab rían de tragar este m onstruo de la m etafísica tradicional?
5.
Conocimiento subjetivo y objetivo
Es sabido que los griegos distinguieron entre doxa (op inión o conocim iento subjetivo e incierto) y episteme (ciencia o conocim iento objetivo y cierto). Popp er conserva esta distinción au nque deja de lado el a trib u to de certidum bre: p a ra él to d o conocim iento es conjetural y p o r lo ta n to incierto y sujeto a revi sión. (Incluso la m atem ática le parece revisable de p u n ta a cabo: Lakatos lo persuadió de que la m ate m ática no sólo carece de fun dam ento inam ovible o definitivo, sino que n o tiene fundam ento tout court.) Pero, si el conocim iento h u m an o es falible y p o r ende revisable, al m enos es objetivo. (El conoci m iento subjetivo, o m era creencia infundada, no m e rece el n o m b re de conocim iento, nos dice P opper 1972, Cap. 2.) D esgraciadam ente, P o p p er n o define lo que entiende p o r conocim iento objetivo. (En gene ral, se rehúsa a definir sus térm inos, alegando que las definiciones “ n o conducen a n in g u n a p arte” . Lo que es cierto: si u n o define sus térm inos con exactitud, sea explícita, sea im plícitam ente, no da lugar a ram ifica ciones y disputas escolásticas.) C on todo, p o r el con texto parecería que P o p p er llam a ‘conocim iento o b jetiv o ’ a to d o aquel q ue no depende del sujeto de cono cimiento, au n q u e sin aclarar si se trata de ind ep en d en cia referencial o alética. A rgüiré que, si es así, e n to n ces no hay conocim iento. P ara el psicólogo conocer es u n estado o proceso m ental (o cerebral) de alg ú n anim al. Lo m ism o p ara 201
el gnoseólogo. C uando decim os lp es co n o cid o ’, d o n d e cp ' designa u n a proposición o d en o ta u n h e cho, no hacem os sino abreviar ‘Hay p o r lo m enos un anim al q ue conoce (o s a b e )p \ (En realidad, h a b itu a l m ente querem os decir que hay m uchos anim ales que conocen p, o que quien qu iera que no sea u n p atán con o ce p , o que cualquiera puede llegar a conocer p si se lo p ro p o n e. Pero éstas son m enudencias.) A nálo gam ente, cuando afirm am os que q es desconocido, abreviam os ‘N ingún anim al conoce q \ o al m enos ‘N inguno de los anim ales que yo conozco conoce q . T o d o conocim iento es, pues, conocim iento de algo p o r alguien, h um ano o no. En particular, ese a l guien p u ed o ser yo. Si afirm o ‘Yo conozco p \ y esta afirm ación resulta verdadera (p. ej. de resultas de un exam en), “ se” concluye (o sea, cualquiera puede co n cluir válidam ente) que hay p o r lo m enos u n anim al que conoce p , esto es, que ‘se conoce p \ ‘p es co n o cid o’, o ‘p es sab id o ’. A p rim era vista, m ientras ‘Yo conozco p ’ es u n a expresión subjetiva, ‘Se c o n o c e p \ o ‘p es co n o cid o ’, son enunciados de conocim iento objetivo. Pero, si así fuera, puesto que “ Yo conozco p ” im plica “p es co n o cid o ” (o sea, “ Hay p o r lo m enos un ser que conoce p ”), resultaría que el conocim iento subjetivo fundaría al objetivo adem ás de originarlo. N o es así, p o rq u e “ Yo conozco p ” puede ser verd adero o falso, inde pendientem ente de mi certid um b re o incertidurnbre acerca de las proposiciones “p ” y “ Yo co n o zco p ” . Lo m ism o vale p ara t6p es conocido” : tam bién esta p r o posición “ objetiva” puede ser em píricam ente verda dera o falsa. Y esto es lo que más im p o rta en am bos casos: el grado de verdad de la prop o sició n p._ . Ni el m atem ático ni el físico ni el sociólogo suelen 2 02
publicar afirm aciones del tipo ‘X conoce p ’, salvo cuando tratan de averiguar (em píricam ente) qué sabe la gente. Los científicos publican, en cam bio, afirm a ciones com o “ No p * \ “ Si p , entonces q \ etc., que no se refieren explícitam ente a quienes las fo r m ulan o las creen. Incluso cuando el psicólogo social o el historiador de las ideas hacen afirm aciones acerca de creencias, las form u lan sin entrar ellos m is m os en los enunciados: p o r ejem plo, dicen “ Las gen tes de la clase X suelen creer p ' \ en lugar de “ Suelo creer que las gentes de la clase X suelen creer p ” . En este sentido las hipótesis y los datos, de las ciencias, sean form ales o fácticas, puras o aplicadas, son objetivas o, m ejor dicho, libres de sujeto de conoci miento. Con esto se quiere indicar (a ) que lo que im p o rta es el referente (objeto conceptual o fáctico, se gún el caso) y ib) que la proposición en cuestión ha de ser juzgada según cánones aceptados de antem ano y no conform e a la a u to rid a d o falta de ella de quien la enuncia. Pero de esto no se sigue que, u n a vez form ulada, la proposición ad q u iera u n a “ vida” p ro p ia o que in grese en el “ m u n d o 3” . Sim plem ente, se finge que la p roposición existe de p o r sí. Esta ficción es indispen sable para desviar la atención, de quien la form ula, a lo form ulado y el m odo de justificar (dem ostrar o confirm ar) o bien refutar la proposición. T am bién es indispensable p ara p o d er trata r con conjuntos infini tos de proposiciones (en p articular teorías), ya que n ing ú n ser finito p o d ría pensarlas todas. (Para m ayo res precisiones, véase Bunge 1980a.)
203
6.
Dos excepciones aparentes
Hay, sin em bargo, dos cam pos de la investigación científica que suelen juzgarse invadidos p o r el sujeto: la teoría cuántica y la psicología. Puede com probarse fácilm ente que am bas afirm aciones son falsas.'Si se axiom atiza la p rim era se advierte que no hay m odo de in te rp re ta r sus “ variables” (funciones y o p e ra d o res) en térm inos de observadores, ni siquiera (en el caso general) de aparatos de m edición. En efecto, to das las “ variables” de la teoría fundam ental se refie ren a objetos físicos y sus propiedades, in d ep en d ien tem ente de cóm o lleguemos a conocerlos. (Cf. Bunge 1967a, 1978.) Lo que ocurre es que resulta fácil “ in te rp re ta r” cualquier prop osición p com o “ H ay un observador que verifica p ”. P or ejem plo, en lugar de decir “ Las p rop iedad es P y están relacionadas p o r cierta fu n ción F de tal m o d o que Q^= F(PY\ se puede (pero no se debiera) decir “ El conocim iento de P determ ina unívocam ente el de Q c u a n d o se ejecuta el cálculo in dicado p o r: Q = F(P)”. Pero éste es u n truco did ác tico que n o p ru eb a que la función F sea subjetiva (en el sentido de que qu ed a al arb itrio del sujeto de co n o cimiento). R ecíprocam ente, toda expresión de tipo p ra g m ático, tal com o “ Los valores que puede o b ten er un observador al m edir la variable dinám ica P son los autovalores del o p e ra d o r representativo de P ' \ puede (y debe) convertirse en u n a expresión libre de sujeto de conocim iento, tal com o “ Los valores de P que p uede asum ir un sistem a físico son los autovalores del o p e ra d o r representativo de P ” . (Véase el artículo m ío 204
que acom p aña al de Popper, en Bunge 1967c.) El m o tivo p o r el cual debe preferirse esta lectura de las fó r m ulas de la teoría cuántica es que esta últim a no se o cupa de describir, explicar o predecir la conducta de observador alguno: se ocupa, en cam bio, de p ro b le m as estrictam ente físicos. Lo que sucede en psicología es esto: aquí los refe rentes son sujetos (experim entales), que en ocasiones conocen. Pero quienes estudian tales sujetos lo hacen objetivam ente: se b o rra n a sí m ism os del m apa, en el sentido de que form ulan juicios cuya verdad se espera sea independiente del investigador. Esto no excluye los datos de la introspección, sino que los convierte en m ero p u n to de p a rtid a heurístico. El psicólogo científico no los utiliza com o fundam ento inam ovi ble, sino com o origen de hipótesis a c o rro b o ra r o b je tivam ente. La objetividad de la psicología no consiste, pues, en q u e se desinteresa de to do sujeto, sino que sus conjeturas, datos y conclusiones son, en el m ejor de los casos, verdaderas independientem ente de quienes las form ulan. (No creem os la hipótesis de las etapas del desarrollo biopsicológico p o rq u e la haya fo rm u lado Je a n Piaget, sino p o rq u e la h an co rro b o ra d o m uchos otros psicólogos y p o rq u e concuerda con lo q u e nos dice la neurofisiología acerca de la m ad u ra ción y plasticidad del sistema nervioso. En cam bio, n o creem os en los diagnósticos de personalidad basa dos en el test de Rorschach p o rq u e la “ in te rp re ta ció n ” de las m anchas de tinta q u ed a al arb itrio de la im aginación del investigador.) En resum en, la psico logía científica no es m enos objetiva q ue las demás ciencias fácticas. 205
7. ¿GnoseologCa sin sujeto? Las dos secciones precedentes p u ed en resu m ir se así: (1) Todo conocimiento lo es de algo por alguien. N o hay conocim iento de la n a d a ni conocim iento sin su je to de conocim iento. (En cam bio el o bjeto de c o n o cim iento puede ser im aginario, com o o cu rre con las teorías científicas que p o stu lan antes que eventual m ente se reconocen com o inexistentes.) ■ (2) El conocimiento objetivo es conocimiento (parcial mente) verdadero e intersubjetivo , o sea, invariante res p e cta del sujeto de conocim iento (o tal q ue “ vale” p a ra u na sustitución cualquiera del sujeto, au n cu ando haya sido inventado o descubierto p o r p erso nas excepcionales). En otras p alabras: un trozo de conocim iento no es objetivo p o rq u e exista o subsista en u n “ m u n d o ” aparte, insensible a la “ c o rru p c ió n ” su b lu n a r (por hablar el lenguaje platónico) y al abrig o de las b o m bas nucleares (por h ab lar el lenguaje c o n te m p o ráneo). Es objetivo p o rq u e, y en la m edida en que existen anim ales capaces de ad q u irirlo y p o n erlo a p ru eb a con ayuda de criterios independientes de fac tores personales tales com o la a u to rid a d o la firm eza de convicciones. El g rad o de objetividad de u n a p r o posición puede estim arse en virtud de las reglas del juego, q ue son las reglas de la lógica deductiva y las reglas de la co m p ro b ació n (parcial y falible) p o r m e dio de observaciones, m ediciones o experim entos. A hora bien, la gnoseología se ocupa del co n o ci m iento en general y, en particular, del conocim iento científico. (En inglés, ‘epistem ológy’ significa “ teoría 206
del co nocim iento” . En los idiom as dé raíz latina, ‘epistem ología’ significa “ filosofía de la ciencia” .) Y el conocim iento científico, a diferencia de la m era o p in ió n, q u e suele ser subjetiva o infundada, es o b je tivo o invariante respecto de la elección del sujeto de conocim iento. Dicho sea de o tro m o d o : las reglas del ju eg o científico, a u n q u e no son eternas, tam poco son arbitrarias. Y au n q u e esas reglas son propuestas, dis cutidas, aplicadas, violadas o reform adas p o r investi gadores de carne y hueso, no se prom u lg an p o r con sideración personal alguna, sino p o rq u e se supone q u e conducen a la verdad, y en particular a la verdad objetiva. Pero la objetividad del conocim iento científico no im plica q u e está p o r encim a de to do sujeto ni, en p a r ticular, q u e constituye un “ m u n d o ” independiente de sus creadores (y destructores). P or definición, el co nocer es u na actividad y, com o to d a actividad, se for m aliza com o u na relación p o r lo m enos binaria. Pen sam os y decim os ‘(El sujeto) X conoce (el hecho o la proposición) p \ n o ‘X conoce’ ni a secas cuando tratam os del proceso de conocim iento, o sea, cuando nos ocupam os del conocer com o hecho (biológico, psicológico o cultural). Solam ente cuando nos referi m os al térm in o o “ p ro d u c to ” de este proceso olvida m os h ab itu alm en te el sujeto y nos quedam os con el llam ado “ co ntenido del conocim iento” , p o r ejem plo u n a pro p o sició n o u n a teoría. Pero cuando hacem os esto no hacem os gnoseología, sino alguna o tra cosa. La gnoseología no puede hacer caso om iso del su je to de conocim iento po rque, por definición, se ocupa de lo q ue el sujeto puede conocer, de cóm o lo co noce, en q u é m edida, etc. Por ejem plo, la genética se o cu p a de los genotipos y de las relaciones en tre éstos 207
y los fenotipos. En cam bio, al gnoseólogo le interesa la m an era en q ue el genetista investiga sus genotipos, . qué lo m otiva, q ué lo guía, qué lo extravía, q ué logra conocer, q ué decide ignorar, cóm o planea avanzar, en qué depende de otras investigaciones, qué im pacto tiene su investigación sobre el resto de la ciencia, cuáles son los supuestos filosóficos de su investiga ción, etc. P or cierto q ue hay gnoseólogos q ue n o se interesan p o r el conocer concreto, sino que siguen es p eculando acerca de u n conocer abstracto p o r p arte de un sujeto ideal. Éstos son los gnoseólogos idealis tas an tihistoricistas: ellos son los inventores de la gnoseología q ue p ro p u g n a Popper. Lo único que han inventado es la ficción del “ conocim iento objetivo” en cuanto conocim iento sin sujeto. Más aún, si el gnoseólogo clásico se ocupaba del sujeto de conocim iento en general y sus actividades, el co n tem p o rán eo ha a p ren d id o que el sujeto suprahistórico, que planea p o r encim a de la sociedad, es u n a ficción. A dvertim os a h o ra q u e todo sujeto de co nocim iento es m iem b ro de u na cultura determ inada, de m o d o q u e es m enester tener en cuenta las circuns tancias en que se desenvuelve, o sea, en que conoce e ignora. La gnoseología contem p o rán ea n o puede, pues, ig n o rar la h istoria y la sociología del conoci m iento: debe tener en cuenta el llam ado “ contexto de d escub rim iento” tan to com o el “ contexto de ju stifi cación” y los factores q u e estim ulan la adquisición y la difusión del conocim iento así com o de aquellos q u e lo inhiben. En particular, la gnoseología debe te n e r en cuenta q ue la actividad científica es solam ente u n a de las actividades culturales, p o r lo cual n o es p o sible aislar su estudio del estudio de las ideologías (re^ ligiosas y políticas) y de la filosofía. En sum a, la gno208
seología debe ser no sólo “ estru ctu ral” , sino tam bién histórica, no sólo del conocer objetivo sino tam bién del otro. Finalm ente, no olvidem os q ue existe la psicología del conocim iento, disciplina q ue —com o toda o tra ra m a de la psicología— se ocupa de un aspecto de la ac tividad cerebral de los anim ales superiores. (Piaget le h a d ad o el n o m b re equivocado de épistémologie génélique , que iría bien traducid o literalm ente al inglés.) Ni olvidem os los comienzos de u n a gnoseología evoluti va (evolutionary epislemology). T an to ésta com o la g n o seología genética están estrecham ente relacionadas con la neu ro biología y con la biología evolucionista. Y esta últim a se ocupa de poblaciones de organism os, n o de procesos en sí, independientes de cosas que evolucionan. A ho ra bien: P opper habla acerca de u n a gnoseo logía evolucionista (Popper 1972) y afirm a que la suya lo es. Pero no se puede afirm ar, p o r u n a parte, que la gnoseología debe ig no rar el sujeto de conocim iento y, p o r la otra, que debiera ser evolucionista. El cono cim iento en sí, tal com o lo concibe P opper, no evolu ciona, puesto q ue es un p ro d u cto q ue h ab ita en el rei no de las ideas ya form adas, o tercer m undo. P or cierto, es perm isible h ab lar de la evolución del co n o cim iento cuando, en efecto, se puede hacer abstrac ción de los dem ás rasgos de la evolución (biológica o cultural) y a sabiendas de que se trata de u na abstrac ción: q u e lo que evoluciona (en p u n to a conocim ien to) es la población. Lo erró n eo es olvidar q ue se trata de u na abstracción y tratar lo ab straíd o com o un ente independiente. P o p p er com ete precisam ente este e rro r tan vulgar. Los dem ás gnoseólogos n o p o d e m os seguirlo en este punto. 209
8.
Conclusión
P op p er defiende el realism o gnoseológico y cri tica a los filósofos que h an sostenido que la gnoseolo gía se ocupa de lo que cree el sujeto de conocim iento, en lugar de tra ta r de lo que investiga (averigua, cons truye, critica, etc.). P o p p er insiste tam bién en que el conocim iento auténtico es objetivo. En su afán p o r defender el realism o gnoseológico y la objetividad científica, P o p p er ha p ro p u esto dos tesis falsas. La prim era tesis es q ue el co n ju n to de los conoci m ientos objetivos (y tam bién de los “ contenidos” de las obras de arte) constituye un m u n d o separado y au tó n o m o : el “ tercer m u n d o ” o m ente objetiva. La segunda tesis es q ue la gnoseología debe tratar acerca de ese “ m u n d o ” fantasm agórico en lugar de o cu parse de los anim ales de carne y hueso que lo cons truyen o destruyen. La prim era tesis de P opper es com patible con el dualism o psicofisico, tam bién abrazado p o r Popper. (En cam bio, es incom patible con el p ro g ram a m ism o de la psicología fisiológica, que consiste en investigar los procesos cerebrales q ue llam am os ‘percibir’, ‘r e co rd ar’, ‘im ag in ar’, ‘p en sar’, etc.) La segunda tesis —que en realidad es una prescripción o n o rm a— es in com patible con los postulados de la gnoseología evo lucionista aceptados p o r el p ro p io Popper. Y, dado que esta segunda tesis es incom patible con la idea que los dem ás filósofos tienen acerca del com etido de la teoría del conocim iento, es im p ro b ab le que se d i funda. En to do caso, es una prescripción negativa y, com o tal, no constituye un p ro g ram a de trabajo ni, a forliori, una teoría. 210
La tesis ontológica acerca de la pluralidad de los m undos y, en particular, de la a u to n o m ía del tercero (o m ente objetiva), está g anando en p o p u larid ad . P ri m ero, p o rq u e confiere status filosófico a u n a vieja idea q ue ya era p o p u la r antes de ser resucitada p o r P opper. En efecto, casi todos estam os dispuestos a distinguir cerebros de procesos cerebrales, y éstos de constructos. Esto es correcto y fam iliar. Pero adem ás casi todos —y aquí viene la falacia— nos inclinam os p o r aplicar lo q ue p o d ría llam arse la regla ontológica de separación, a saber, “ Sepárese todo lo distinguible” . Esto es lo q ue hacem os cuando reificam os o cosificam os. Y el “ tercer m u n d o ” de P opper no es sino un ejem plo de reificación. Además, la tripartición p o p p erian a de la realidad llega en m om entos en q ue los lógicos m odales, divor ciados tanto de la realidad com o de las ciencias de la realidad, form alizan, aplican y popularizan la vieja te sis de que hay m uchos, acaso infinitos, m undos po si bles. (Algunos de ellos sostienen que estos “ m u n d o s” son tan reales com o el m u n d o real, lo que es p a ra dójico p o r no decir disparatado. Pero, cuando se los ap u ra, los más razonables entre ellos reconocen que sem ejantes “ m u n d o s” n o son sino m odelos concep tuales de teorías abstractas, o sea, conjuntos de fó r m ulas, y p o r ende aún m enos reales que la Reina y su corte en Alicia en el país de las maravillas, ya q ue estos objetos eran n ad a m enos q ue sueños de Alicia.) Esta o n to lo g ía fantástica, escapista y p o r tan to estéril, que consiste en especulaciones desenfrenadas acerca de m un d os físicam ente imposibles, puede haber facilitado la difusión de la d o ctrin a trinitaria de Popper. Al fin y al cabo, la tesis de q ue hay tres m undos llega com o una fresca brisa racional después de la pesadilla b o r211
giana de q u e los m undos son infinitam ente n u m e rosos. Sea com o fuere, la tesis de los tres m u n d o s es falsa. Adem ás es dañina, p o rq u e p roduce la ilusión de eternidad (para la o b ra de intelectuales y artistas) a ú n después de un holocausto nuclear. N o hay tal etern id ad de la cultura. Tenem os en cam bio la po si bilidad y la obligación de asegurar que la generación siguiente goce del único m u n d o que existe y lo m e jo re un poco.
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APÉNDICE
NUEVOS DIÁLOGOS ENTRE HYLAS Y FILONÚS
G e o rg e Berkeley escrib ió sus Three Dialogues Between Hylas and Philonous e n 1713 c o m o e x p o sic ió n p o p u la r de su n o m e n o s fa m o so Treatise Conceming the Principies o f Human Knowledge , p u b lic a d o tres a ñ o s antes. D esde entonces no p arece q u e la ideas filosóficas básicas del O b is p o d e Cloyne h ay an sido refu tad as satisfacto riam en te, a u n c u a n d o h an sid o y siguen sien d o a b u n d a n te m e n te criticadas. El a r g u m e n to m ás c o m ú n c o n tr a el id ealism o e m p irista d e B erke ley es el p a lo q u e u s a ra M o lie re p a r a convencer a los p i rró n ico s. D esde luego, el a r g u m e n to d e la p ráctica es his tó r ic a m e n te im p o r ta n te y p sic o ló g ic a m e n te eficaz. Pero, después d e to d o , está d e a c u e rd o co n las ideas d e Berkeley, d e m o d o q u e su éxito es al m ism o tie m p o u n triu n fo p a r a d ó jico d e su p r o p io e m p irism o . Es p r o b a b l e q u e u n a d e las razones p o r las cuales n o se h a n o frecid o a rg u m e n to s ló g ic a m e n te convincentes contra Berkeley es q u e la m a y o r p a r te d e sus críticos, c u a n d o p ie n s a n en refu tarlo , a c e p ta n tá c ita m e n te q u e só lo la e x p e riencia —p o r e je m p lo la e x p e rie n c ia c o n g a rro te s— p u e d e verificar o falsear u n a p ro p o s ic ió n . P o rq u e , m ien tras se crea q u e só lo los hechos p u e d e n c o m p e tir co n hech o s; q u e la razó n só lo es capaz d e reflejar o a lo s u m o c o m b in a r d a tos sensoriales, p e ro es incapaz d e c re a r; y m ie n tra s u n o se a ferre a la creencia d e q u e n o p u e d e h a b e r p ru e b a s ra c io nales d e h ech o s em p írico s, es n a tu ra l q u e los ra z o n a m ie n
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tos d e B erkeley p erm a n e c ie se n invictos. El O b is p o lo sabía b ien, y p o r esto b asó su sistem a s o b re la n e g a c ió n del p e n s a m ie n to a b stra c to : so b re la tesis d e q u e las ideas a b s tra c tas n o so n sino vicios del lenguaje. Estos diálogos in te n ta n re fu ta r la filosofía d e B erkeley d esd e u n p u n to d e vista nuevo. Se o frecen en h o m e n a je a su astucia en o casió n del se g u n d o c e n te n a rio de su m u e rte , acaecid a en 1753.
P R IM E R D IÁ L O G O B uen día, Hylas. N o e sp e ra b a e n c o n tr a rte vivo. N o nos h e m o s visto en dos siglos. H y la s. P a ra ser exacto, e n d o scien to s c u a re n ta años. A p r o p ó s ito : ¿ c ó m o explicas que, a p esar d e ello, h ay am o s seg u id o ex istien d o ? F ilo n ú s. Sabes b ie n q u e la e d a d d e las filosofías se rnide en siglos, n o en años. H y la s. N o m e refería a eso sino a esto o tr o : n o nos h e m o s p e rc ib id o el u n o al o tr o d u r a n te m ás d e dos siglos; sin e m b a r g o , cada u n o d e n o so tro s está se g u ro de q u e el o tr o h a estad o vivo d u r a n te ese p e río d o . F ilo n ú s. A h o ra c o m p r e n d o . P e ro tu iro n ía está fuera d e lugar. El a x io m a p ecu liar d e mi filosofía es Ser es percibir o ser percibido. Yo n o te he p e rc ib id o a ti, ni tú rne has p e rc i b id o a rní d u r a n te ese tie m p o ; p e ro tú has p e rc ib id o otras cosas, y yo h e h e c h o o tr o ta n to , de m o d o q u e a m b o s h e m os existido. H y la s. P e rm íte m e q u e insista. Yo n o te h e visto, ni tú m e has p e rc ib id o ; d e rn o d o q u e tú p u ed es estar se g u ro de q u e tú has existido, p e ro n o p u e d es estar se g u ro de q u e yo e stab a vivo hace cien años. F ilo n ú s. ¿ P o r q u é n o ? Lo estoy c o n s ta ta n d o en este m o m e n to . Si n o te h u b ie ra visto vivo n o p o d r í a sostenerlo co n certeza. P ero te estoy v ien d o a h o r a ; y, p u e sto q u e d e s canso s o b r e mis sentidos, estoy seg u ro d e ello. F ilo n ú s.
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Sí, tú lo verificas a h o ra . P e ro n o te h a bastado v olver a v e rm e p a ra saber q u e yo e stab a vivo h a c e u n siglo. Este c o n o c im ie n to n o esta b a c o n te n id o ^n tus p e rc e p c io nes, p o r q u e los sentidos n o h acen inferencias. Es u n p r o d u c to del ra z o n a m ie n to . F ilo n ú s. L o a d m ito . P ero , e n lu g a r d e h a b la r de infe rencias racionales, p re fe riría h a b la r d e sucesiones de im ágenes. N o m e resu lta difícil im a g in a r q u e existías hace cien años, así co m o n o ten g o dificultad en im a g in a r u n hipog rifo . H y la s. P o r su p u e s to q u e puedes im a g in a rlo , p e ro n o p u ed es probarlo a m e n o s q u e logres a sc e n d e r d e las im á g e nes a los co nceptos, p o r q u e n in g u n a su cesió n d e im ágenes p o d r á ja m á s c o n stitu ir u n a d e m o s tra c ió n . P a ra esto fo r m a m o s conceptos y ejec u tam o s inferencias: p a ra sa b e r y p r o b a r todas las veces q u e los datos d e los sentidos n o b a s tan p a ra s a b e r y p r o b a r . Y n u n c a bastan. F ilo n ú s. ¿ P o d rías acaso p r o b a r q u e estabas vivo hace u n siglo sin re c u rr ir p a ra ello a d o c u m e n to s d e tipo h is tó ric o ? H y la s. C iertam en te, a u n q u e n o p o r m e d io s p u r a m e n te lógicos. P a ra q u e la p ro p o s ic ió n resu lte d e u n a infe ren cia necesito u n a p re m isa adicional a d e m á s d e Hylas exis tió en 1753 y existe hoy, en 1953, c o n ju n c ió n cuyos m ie m b ro s so n v e rd a d e ro s seg ú n tu p r o p io criterio de v erd ad , puesto q u e están g aran tizad o s p o r los sentidos. H y la s.
Fil o n ú s .
¿ C u á l es la n u e v a p r e m i s a q u e n e c e s i t a s ?
U na ley d e ia n atu raleza c o n o c id a p o r in d u c ció n d e n u m e ro sís im o s casos particulares, a saber, q u e el ciclo de vida de cada individuo es ininterrumpido. D e esta m a n e ra la d e m o s tra c ió n d e q u e yo estab a vivo e n 1853 se r e d u c e a u n m e r o silogism o. F ilo n ú s. D eb o r e c o n o c e r q u e esta su p o sició n , q u e e q u iv o c a d a m e n te llam as ley d e la n atu raleza, era u n su p u e sto d e ini inferencia. D esde luego, n o la lla m a ré ley n a tural, sino u n a regla d isp u esta p o r el E spíritu etern o . H y la s.
H ylas.
S e a c o m o f u e r e , el r e s u l t a d o n e t o d e n u e s t r a
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con v ersació n es q u e la ra z ó n n o sólo es capaz de reflejar o b je to s sensibles, sino ta m b ié n de p r o b a r , o al m e n o s s u gerir, la existencia de h ech o s em p írico s d e sc o n o c id o s p o r la p e rc e p c ió n in m ed iata. Éste es el caso del h e c h o e x p re sa d o p o r la o r a c ió n Hylas vivía hace un siglo , q u e yo lla m a ría u n a v erd ad racio n al d e h ech o . F ilo n ú s. C reo q u e estoy de a c u e rd o . P ero, a c a m b io de esto, tú debes re c o n o c e r q u e n o fue la lógica p u r a la q u e nos d io este resu ltad o , p u e sto q u e tuviste q u e u sar u n a s u p u e s ta ley n atu ral. H y la s. L o reco n o zco c o n placer, p o r q u e n o estoy en favor de u n a d ic o to m ía estricta e n tre te o ría y ex p e rim e n to . N o fue la lógica p u r a la q u e nos dio ese re s u lta d o ; p e ro fue u n p ro c e d im ie n to n o e m p íric o —q u e hace uso de la e x p e riencia y es él m ism o u n a ex p e rie n c ia — e n el q u e las leyes del p e n sa m ie n to u n e n h ech o s y leyes n atu rales. P e ro volva m os a n u e stro a rg u m e n to . F ilo n ú s. N o s h a b ía m o s p u e sto d e a c u e rd o en q u e d e b o a c e p t a r c o m o v e r d a d e r a l a p r o p o s i c i ó n d e q u e Hylas
existía en I8b3 p e s e a q u e e s e h e c h o n o p a s ó p o r m i s s e n t i dos. H y la s.
En efecto. A h o r a bien, si a d m ite s esa p r o p o s i ción, ten d rás q u e re c o n o c e r q u e la fam o sa m á x im a , según la cual el intelecto n o c o n tie n e n a d a q u e n o h aya estado antes en los sentidos, es p o r lo m e n o s p a rc ia lm e n te falsa. En o tra s p alab ras, debes a d m i ti r q u e la razó n es u n tipo de práctica capaz d e crear cosas —cosas d e razón, u o b jeto s ideales que, d esd e luego, p u e d e n referirse a cosas sensibles. F ilo n ú s. D espacio, a m ig o . Un e je m p lo n o b a sta p a ra c o n firm a r u n a teoría. H y la s. P ero b a sta p a r a re fu ta r u n a teoría: la tuya, p o r ejem p lo . A dem ás, si ¡o deseas p u e d o a g re g a r u n a m u l titud de casos q u e m u e s tra n q u e n o p o d e m o s p re scin d ir de ob jeto s im perceptibles o im p e rc ib id o s, q u e existen, ya en la realid ad exterior, ya e n el p e n sa m ie n to tan sólo. Fil o n ú s. H y la s.
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M e c o n te n ta r é c o n u n p a r d e e jem p lo s.
P rim e ro , ni tú ni n in g ú n o tr o p u e d e p e rc ib ir
hech o s o c u rrid o s hace m illones d e años, c o m o los q u e es tu d ia la g eo lo g ía y la p a le o n to lo g ía (las que, d ich o sea de paso, so n a c e p ta d a s p o r las c o m p a ñ ía s petrolíferas). Se g u n d o , la física, la a s tr o n o m ía y o tras ciencias p re d ic e n su cesos futuros, sucesos q u e c o n o c em o s a u n q u e sólo sea en fo r m a p r o b a b le ; en to d o caso dichas p red iccio n es an tici p a n a la p e rc e p c ió n e incluso, c o m o o c u rre co n la g u e rra científica, la an iq u ila n . F ilo n ú s. R econozco q u e hay b a sta n te de cierto en lo q u e dices. P ero debes d a r m e tiem p o p a ra q u e reflexione. Si n o te p arece m al, volverem os a vernos m a ñ a n a p o r la m a ñ an a. H y la s. D e a c u e rd o .
S E G U N D O D IÁ L O G O T e p id o disculpas, Hylas, p o r n o h a b e r lle g a d o antes. H e estad o to d a esta m a ñ a n a tra ta n d o —¡ay!, sin éx ito — d e re fu ta r tu tesis d e q u e las p ru e b a s d e la razón p u e d e n ser tan aceptables c o m o las evidencias d e los se n ti dos, y q u e incluso la creaciones del p e n s a m ie n to p u e d e n ser tan d u ra s c o m o los hechos. H y la s. L o su p o n ía. F ilo n ú s.
Filo n ú s. C o n to d o , n o m e has c o n v e n c id o d e q u e s o m o s c a p a c e s d e f o r m a r id e a s a b stra c ta s. H y la s. Sin e m b a rg o , es u n hecho e m p íric o el q u e n o
p u e d e s evitar d e existencia, c u a n d o tratas a b s tra c c ió n es
e m p le a r ideas, abstractas, tales c o m o las ser, idea, to d o , nada, etc., especialm ente d e c o m u n ic a r la ab stracció n d e q u e to d a ficción. F ilo n ú s. T al vez te c o n ced a q u e p o d e m o s fo r m a r ideas abstractas. P ero so sten g o q u e las d eriv am o s d e p e r cepciones. P a ra ser m ás preciso, la m e n te p u e d e e la b o r a r la m ateria, p r im a q u e le o frecen los sentidos, p e ro n o p u e d e c rear cosas nuevas, n o p u e d e hacer o b jeto s q u e -s e a n i m p ercep tib les en p rin cip io .
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O lvidas q u e ayer ac o rd a rn o s q u e n o coda idea tiene u n a existencia previa en la p e rc e p c ió n in m e d ia ta . R e c u e rd a q u e éste era el caso tuyo resp ecto d e Hylas existió en 1853. F ilo n ú s. Sí, p e ro esa idea podría h a b e r s u rg id o d e los sentidos, si yo h u b ie se te n id o la o p o r t u n id a d de verte hace cien años. Más aú n , debes re c o n o c e r q u e las ideas de exis tencia y ser, q u e te p a re c e n abstractas, se fo r m a n p o r u n a especie d e d estilació n a p a r tir de u n e n o r m e c o n ju n to de ideas concretas acerca de seres existentes. H y la s. N a tu ra lm e n te , estoy d e a c u e rd o co n tig o , y m e a leg ra ver en tí u n p e q u e ñ o g e rm e n de r a z o n a m ie n to h is tórico. Es así c o m o se fo rm a n casi todas las ideas a b s tra c tas: p o r u n a larga destilación, a u n q u e n o es u n p ro c e so c o n tin u o . P e ro éste n o es el caso d e todas las ideas a b s tra c tas: alg u n as so n p u ra s —a u n q u e n o sean libres creaciones de la m e n te h u m a n a — a u n c u a n d o e m e rg e n en la tentativa d e a p r e h e n d e r cosas concretas. F ilo n ú s. ¿ H e o íd o bien, H ylas? ¿E stás d e fe n d ie n d o el e sp íritu ? H y la s. N u n c a fui su en em ig o . Fuiste tú q u ie n n e g ó la existencia d e las ideas abstractas y, en general, la .p o sib ili d a d d e q u e la m e n te cree nuevas ideas q u e n o h ay an p a s a d o p re v ia m e n te p o r la experiencia, re d u c ie n d o así a tu fa m o so nous a u n a p o b r e cosita. F ilo n ú s. N o ta rd a rá s en a c u sa rm e d e ateísm o. H y la s. P o r cierto q u e p o d r ía hacerlo. Piensa en las im perfecciones d e tu Dios, q u e n o tiene los a trib u to s de la m a te ria lid a d ni d e las ideas abstractas. P e ro d ejem o s de la d o la teo lo g ía: n o m e ap etece u n a victoria fácil s o b r e ti. T e acu so d e ser u n e m p irista inconsecuente, p o r q u e n o c o m p re n d e s q u e el p e n sa r a b stra c to es u n a actividad, u n a experiencia. Y te a cu so d e ser u n idealista inconsecuente, p o r q u e n o c o m p re n d e s q u e la actividad m e n ta l es capaz de c rear nuevos o b jeto s, cosas q u e n o se e n c u e n tr a n en la p e r cepción. F ilo n ú s. T e ru e g o q u e m e des u n solo e je m p lo d e H y la s.
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esos o b jeto s ideales q u e n o se d e s a rro lla n a p a r tir d e p e r cepciones y que, c o m o dirías tú, carecen de c o n tra p a rte m aterial. H y la s. La m a te m á tic a está llena d e sem ejantes o b je tos q u e n o c o rre s p o n d e n a n in g u n a re a lid a d objetiva y, sin e m b a rg o , so n auxiliares p reciosos en la ta re a d e explicar y d o m i n a r el m u n d o . P a ra n o m e n c io n a r la m a te m á tic a su p erio r, m e n c io n a ré los n ú m e r o s im aginarios. O , m ejor, un o b je to a ú n m ás sim ple, tal c o m o la raíz c u a d ra d a d e dos, o c u a lq u ie r o tr o n ú m e r o irracional, q u é ja m á s o b te n d ría s p o r m ediciones, p o r percepciones. F ilo n ú s. En lo q u e m e concierne, estas invenciones p o d r í a n n o existir. C o m o sabes, peleé hace tie m p o c o n tra tales ab su rd o s. H y la s. Lo re c u e rd o . T ú sostenías q u e n o sólo c a re cían de sentido, sino q u e e ra n d añinas. A p ro p ó s ito , aq u í tienes d o s b o n ito s co n c e p to s ab stra cto s q u e has e m p le a d o cen ten ares de veces: los d e falto de se n tid o y d a ñ in o . C on to d o , debes sa b e r q u e los hechos h a n m o s tra d o q u e los n ú m e r o s irracionales so n m o tiv o d e o rg u llo p a r a la razón, y q u e los n ú m e ro s im a g in a rio s so n casi tan útiles y p rá c ti cos c o m o los reales. F ilo n ú s. T us a r g u m e n to s son b ien p o b re s si n o p u e d e n p a s a r d e las invenciones de los analistas. H y la s. N o te p reo cu p es. P o d rá s h a lla r m u ltitu d de ideas abstractas fu era de la lógica y la m atem ática. S iem pre las has e m p le a d o : designio, e te rn id a d , id e n tid a d , to ta li dad... El p r o b le m a contigo, Filonús, es q u e te m ueves tan lib re m e n te en el p la n o d e la abstracciones q u e n o lo a d viertes y las das p o r sentadas. F ilo n ú s. Q uizá u n a investigación histórica d etallad a p o d r ía m o s tra r q u e n o so n re a lm e n te ideas nuevas, sino m eros refin am ien to s y c o m b in a c io n e s d e perceptos. H y la s. N o lo re c o m e n d a ría : la h is to ria es, p recisa m ente, la m ás eficaz d e s tru c to ra de erro res. P o r ejem plo, la h is to ria n o s m u e s tra c ó m o los singulares concretos se c o n vierten en universales abstractos, y c ó m o estos últim os nos
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p e rm ite n d e s c u b rir y a u n fa b ric a r o b je to s sensibles. P ero n o n o s extraviem os. Yo estab a tr a ta n d o d e convencerte de q u e hay ideas ab stractas q u e n o están co n stitu id as p o r p e r cepciones y q u e carecen d e c o n tr a p a r tid a m aterial. F i l o n ú s . A sí es. H y la s. A h o ra q u isie ra
r e c o rd a r te que, re c íp ro c a m en te, hay cosas reales q u e p u e d e n a p re h e n d e rs e s o la m e n te p o r ab stracción. M e refie ro a las to ta lid a d e s y las es tru ctu ras, de las cuales la p e rc e p c ió n e incluso la im a g in a ció n d a n c u e n ta sólo a p ro x im a d a m e n te . P o r ejem p lo , tú n o p u ed es p e rc ib ir al p u e b lo irlandés, o la d em o cracia, o la h u m a n id a d . T a m p o c o p u e d e s ver u o le r el o rd e n , la ley, la p ro s p e rid a d , etc. P o r su p u e s to q u e en tien d es to d o ello s o b r e la b ase d e p ercep to s y co n la a y u d a d e im ág en es; con to d o , so n ideas abstractas q u e c o rre s p o n d e n , en este caso, a to talid ad es objetivas. F ilo n ú s. T e su g iero q u e n o d iscu tam o s s o b r e mis a c e n d ra d a s convicciones políticas. ¿ P o r q u é n o volver a la lógica? H y la s. C o n placer. P u esto q u e te sientes tan seguro d e tu lógica, p e r m íte m e q u e te fo r m u le esta p re g u n ta : ¿ C ó m o sabes q u e las p e rce p cio n es so n la fuente ú ltim a y a u té n tic a del c o n o c im ie n to , la ú n ica fábrica d e c o n o c i m ie n to h u m a n o y la ú n ica g a ra n tía d e re a lid a d ? F ilo n ú s. P ro c e d ie n d o de m a n e r a em p írica h e e n c o n tra d o q u e este c o n o c im ie n to , y aquél, y el d e m ás allá, d e ri v an to d o s de la ex p erien cia sensorial. H y la s. D u d o de q u e hayas p ro c e d id o de esa m a n era. P ero, a los fines d e la discusión, s u p o n g a m o s q u e to d o co n o c im ie n to p ro v ie n e d e u n a ex p erien cia c o rre s p o n d ie n te , la q u e a su vez es sing ular, a m e n o s q u e p re te n d a s q u e la experiencia es capaz d e p r o d u c i r universales. F ilo n ú s. ¡ N o lo p e r m ita Dios! H y la s. S ien d o así, p re g u n to : ¿ D e d ó n d e p ro v ien e este nuevo c o n o c im ie n to , este ju ic io universal q u e tom as p o r v e rd a d e ro , a saber, La fuente de todo conocimiento es la ex periencia? 220
Fil o n ú s . N o e sto y s e g u r o d e h a b e r t e e n te n d i d o . H y la s. Dije q u e, a los fines d e la discusión, p o d r í a
a d m itir q u e to d o c o n o c im ie n to sin g u la r p ro v ie n e d e la ex p eriencia. P e ro ¿ d e d ó n d e p ro v ie n e tu c o n o c im ie n to de q u e to d o c o n o c im ie n to p ro v ien e , p ro v in o o p r o v e n d r á de la e x p e rie n c ia se n so ria l? ¿ T a m b ié n este n u e v o c o n o c i m ie n to se o rig in a en la e x p e rie n c ia ? F ilo n ú s. R econozco q u e tu a r g u m e n to m e p e rtu rb a . D e b ie ra h a b e r p re s c in d id o d e sem ejantes m áx im as g e n e ra les, del m ism o m o d o q u e excluí las ideas abstractas. P ero e n to n ces ¿ q u é h a b ría q u e d a d o d e mis enseñanzas? H y la s. N ad a. Y esto es p re c isa m e n te Q .E .D .: q u e to d o tu sistem a es falso, p o r q u e re p o s a s o b r e u n a contradictio in adje cío. F ilo n ú s. H a z m e el fav o r d e n o in s u lta rm e e n latín. H y la s. T e lo explicaré, p e ro m a ñ a n a si te p arece bien. T e n d r é el g u sto d e volver a e n c o n tr a r te h acia la m ism a h o ra . F ilo n ú s. N o d e ja ré d e venir.
T E R C E R D IÁ L O G O Diine, Filonús, ¿cuáles so n los fru to s d e las m ed itacio n es d e ayer? F ilo n ú s. E n c o n tré q u e tenías ra z ó n al su g e rir q u e la p r i m e r a m á x im a del e m p iris m o —La única fuente del conoci miento es la experiencia— es u n a id e a a b stra c ta y, p a r a p e o r, p a rc ia lm e n te falsa. H y la s. Y c o n tra d ic to ria , c o m o te lo dije ayer c o n u n latinajo. En efecto, el p u n t o d e p a r tid a del e m p irism o , c o m o d e c u a lq u ie r o tr a filosofía, n o es la experiencia, sino u n ju ic io universal, d e m o d o q u e el e m p iris m o em p ieza p o r n e g a r la a b stra c c ió n e n té rm in o s abstractos, c o n lo cual se d estru y e a sí m ism o. F ilo n ú s. H a sta a q u í n o ten g o inás re m e d io q u e a s e n H y la s.
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tir. P ero te desafío a q u e p ru e b e s la falsedad de m i p rin c i p io Ser es percibir o ser percibido. H y la s. C reo re c o rd a r h a b e rlo h e c h o en n u e stro p r i m e r d iálogo. Pero, p u esto q u e a h o r a te has fam iliarizado m ás c o n la abstracción, te d a ré u n a rg u m e n to m ás refi n ad o . En p rim e r lugar, to m a n o ta de q ú e ya n o p u ed es so sten er ese p rin c ip io so b re la b ase d e la experiencia, p u e sto q u e sólo e x p e rim e n ta m o s singulares, n u n c a u n iv e r sales. F ilo n ú s. De a cu e rd o . H y la s. Mi nueva p r u e b a es ésta: Si a d m ite s q u e eres capaz d e c o n c e b ir p o r lo m e n o s una id ea ab stracta, u n a idea q u e n o p ro v ie n e in m e d ia ta m e n te de los sentidos, u n a id ea q u e p o r definición es im p e rc e p tib le e in im a g in a b le , en to n ces tu fam o so p rin c ip io está liq u id a d o . F ilo n ú s. C reo a h o r a q u e sie m p re he m a n e ja d o ideas abstractas, p e ro to d av ía n o c o m p r e n d o a d o n d e vas. H y la s. Esa co n cesió n q u e m e haces im p lica d o s c o sas. La p r im e r a es que, al m e n o s a veces, o sea, m ie n tra s es tás h a c ie n d o abstracciones, m ien tras trab ajas c o n c o n c e p tos, existes sin tener conciencia de tus im p re sio n e s se n so riales. Y esto d estruye tu esse estperdpere (ser es percibir). Se g u n d o , al co n ced er la existencia de ideas ab stra c ta s adm ites q u e n o to d o consiste en ser p erc ib id o , ya q u e las a b s tra c ciones so n im perceptibles. Y esto destruye tu esse est percipi (ser es ser percibido). F ilo n ú s. Estoy forzad o a a d m itirlo . P ero esta nueva concesión re q u e riría tan sólo u n p e q u e ñ o c a m b io en mi sistem a: de a h o r a en a d e la n te d iré q u e la existencia es idéntica a cualquier facultad d e la m ente. H y la s. T e equivocas al s u p o n e r q u e lo g ra rá s salvar tu in m a te ria lism o después de h a b e r h e c h o tantas concesiones. F ilo n ú s. ¿ P o r q u é n o ? H asta a h o r a sólo h e a d m itid o tesis con cern ien tes al espíritu. H y l a s . E so b a s t a . E n c u a n t o r e c o n o c e s , c o m o l o h a s h e c h o , q u e n o to d o c o n siste e n s e r p e r c ib id o ; y e n c u a n to a c e p t a s la v a lid e z d e las p r u e b a s t e ó r i c a s , te v e s f o r z a d o a
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a d m itir p o r lo m e n o s la p o s ib ilid a d de d e m o s tra r teórica m e n te la existencia d e cosas q u e están Fuera de la m ente, es decir, la re a lid a d del m u n d o n o m ental. En cam b io , antes de tus concesiones esta p o s ib ilid a d estaba excluida. F ilo n ú s. A d m ito se m e ja n te p o sib ilid ad . P e ro ya sa bes c u á n larg o es el c a m in o e n tre la p o te n c ia y el acto. H y la s. In te n té m o slo . H as re c o n o c id o q u e la razón n o es pasiva y n o se lim ita a c o o r d in a r d ato s de los senti dos, sino q u e ta m b ié n es capaz de c re a r ideas abstractas, así c o m o teorías q u e c o n tie n e n tales ideas abstractas. F ilo n ú s. Es cierto. H y la s. A h o ra bien, alg u n a s de esas teorías se p r o p o n e n d a r c u e n ta d e la experiencia. Es u n h ech o q u e hay te o rías de la m ateria, de la vida, d e la m en te, e incluso teorías d e teorías. F ilo n ú s. S í . P e ro ¿ p o r q u é n o p o d r ía la re a lid a d ser el p r o d u c t o d e la actividad te ó ric a? H y la s. N o , n o p u e d e s c o n te m p la r la p o sib ilid ad de c o n v e rtirte al id ealism o objetivo. Es v e rd a d q u e to d a teoría v e rd a d e ra e n riq u e c e la re alid ad . P ero n o to d a te o ría es v e rd á d e ra . F ilo n ú s. T o d o s sab e n q u e el n ú m e r o de teorías falsas es m u c h o m a y o r q u e el d e teorías verdaderas. H y la s. Y ésta es p re c isa m e n te u n a d e mis p ru e b a s teóricas de la existencia de u n m u n d o ex terio r in d e p e n diente. P rim e ro , si p e n s a r fuera lo m ism o q u e existir, la m a y o r p a rte d e la g en te n o existiría. S eg u n d o , el e r r o r sería d e s c o n o c id o e n tre los p o co s elegidos, y to d o s serían sa bios. F ilo n ú s. D e b o a d m itir q u e las cosas n o son así. H y la s. Esta falta de co in cid en cia o a r m o n ía e n tre los p e n s a m ie n to s y las cosas; este h e c h o de q u e el d e sa c u e rd o e n tre el p e n s a m ie n to y sus o b jeto s es m ás c o m ú n q u e el c o r r e s p o n d ie n te a c u e rd o , b asta p a ra p r o b a r q u e el p e n s a m ie n to n o es lo m is m o q u e la m ateria. Q u e hay u n a real'id a d , q u e existe fuera d e la m en te, y q u e se nos a n to ja lla m a r ‘materia*.
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F i l o n ú s . N u n c a e s p e r é v e r q u e a l g u i e n u s a s e las t e o r í a s fa ls a s a c e r c a d e la m a t e r i a p a r a p r o b a r la r e a l i d a d d e la m a te ria . H y l a s . E n l a m e d i d a e n q u e n u e s t r a s t e o r í a s d e la m a t e r i a f a l l a n , d e m u e s t r a n la r e a l i d a d d e la m a t e r i a ; y e n la m e d id a e n q u e tie n e n é x ito , p r u e b a n q u e s o m o s cap a c es d e c o m p r e n d e r el m u n d o q u e n o s r o d e a .
C onfieso q u e la m e r a a p lic a b ilid a d de los co n cep to s de v e rd a d y e r r o r p r u e b a q u e la re a lid a d y sus rep resen tacio n es teóricas n o so n idénticas. H y la s. E ntonces m e p a re c e q u e h e lo g r a d o d e stru ir tus p rin cip io s básicos u n o p o r u n o . F ilo n ú s. L o a d m ito . Estoy c o n v en cid o a h o r a de q u e la ex p erien cia n o es la ú n ic a fu e n te del c o n o c im ie n to , y de q u e hay cosas m ás allá de nuestras p ercep cio n es, im ágenes y conceptos. Sólo u n p r o b l e m a p e r t u r b a a m i a lm a : ¿ Q u é fue del E spíritu o m n ip re s e n te y ete rn o , q u e co n o ce y a b a rc a a todas las cosas? H y la s. Si mi m e m o r ia m e sigue fiel después de tantos años, tu a rg u m e n to favorito e ra el q u e sigue. Sé p o r e x p e riencia q u e hay o tra s m e n te s fu era d e la m ía ; y, p u e sto q u e to d o existe en a lg u n a m en te, d e b e h a b e r u n a M e n te en la q u e existan to d as las m entes. F ilo n ú s. E xactam ente. F ilo n ú s.
H y la s.
P e ro h a s r e c o n o c id o h o y q u e a lg u n a s cosas
e x i s t e n fuera d e la m e n t e , d e m o d o q u e te h a s q u e d a d o s in el p u n t o d e p a r t i d a d e t u á r g u m e n t o . E n c u a n t o a t u a r g u m e n t o b a s a d o s o b r e la s u p u e s t a p a s i v i d a d d e la m e n t e , p a s iv id a d q u e r e q u e r i r í a u n m o t o r e x te r n o , se d e s in te g r ó h a c e t i e m p o , e n c u a n t o a d m i t i s t e q u e las m e n t e s p u e d e n c re a r n u e v o s o b je to s.
M e has satisfecho. Hylas. L o reconozco y creo q u e m e re tira ré h a sta u n p r ó x i m o cen ten ario . F ilo n ú s.
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FUENTES
A lg u n o s capítulos d e este lib ro se b a s a n s o b r e artículos p u b lic a d o s a n te rio rm e n te . El C a p ítu lo 4 es u n a versión del tr a b a jo leído en el C o lo q u io s o b r e la D ialéctica, o r g a n i z ad o p o r el In stitu t In te rn a c io n a l d e P h ilo so p h ie y cele b r a d o en V a rn a (Bulgaria) e n se p tie m b re d e 1973. Mi ex p o sic ió n fue seg u id a p o r la resp u esta del P ro feso r I. N arsky y a m b a s a p a re c ie ro n en el v o lu m e n c o m p ila d o p o r C h. P e re lm a n , Dialectics/Dialectique (L a H ay a, M a rtin u s Nijhoff, 1975). El C a p ítu lo 5 fue to m a d o , c o n pocas m o d ific a ciones, del a rtíc u lo a p a re c id o en la Revista Latinoamericana de Filosofía 5 : 33-4 0 (1979). El C a p ítu lo 6 es u n a versión de m i c o n tr ib u c ió n a D. B in d ra (compil).) The B rain’s M ind (N ew Y ork: G a r d n e r 1980). El C a p ítu lo 7 es u n a versión d el tr a b a jo q u e p re sen té e n el S im p o sio s o b r e C e re b ro y M e n te o rg a n iz a d o p o r la C ib a F o u n d a tio n , c e le b ra d o en L o n d re s en d ic ie m b re d e 1979, y p u b lic a d o en Brain and M in d , C ib a F o u n d a tio n Series 69 (A m sterdam , E x cerp ta M edica, 1979). El C a p ítu lo 8 se to m a co n p o co s cam bios de mi c o n tr ib u c ió n al v o lu m e n d e h o m e n a je al P ro fe so r Risieri F rondizi, El hombre y su conducta , c o m p ila d o p o r J o r g e J . E. G ra c ia (San J u a n , U n iv ersid ad < k P u e rto Rico, 1980). El C a p ítu lo 10 es u n a versió n del a rtíc u lo p u b lic a d o e n Semestre de filosofía (Caracas) I, n .° 2: 7-25 (1978). Y el A p é n dice, q u e ofrezco al su frid o lector c o m o postre, fue t r a d u c id o d e Philosophy and Phenomenologicai Research 1 5 : 192-19.9 (1954).
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231
ÍNDICE
P r e f a c i o ....................................................................................
5
11 1. E l concepto contemporáneo de m a te r ia .......................... 11 1. La m a te ria ¿es in e rte ? ..................................... 2. La m a te ria ¿ h a s id o d e sm a te ria liz a d a ? . . . 15 3. La vida ¿es i n m a t e r i a l ? ..................................... 18 4. La m e n te ¿es i n m a t e r i a l ? ....................................... 21 5. La c u ltu ra ¿es in m a te r ia l? .......................... .. 24 6. C o n clu sio n es ....................................................... 28 2. E i materialismo contem poráneo ..................................... 1. E xactitud y c o m p a tib ilid a d co n la ciencia 2. D efinición del c o n c e p to d e m a te ria ............ 3. El p o s tu la d o central del m a te ria lis m o . . . . 4. Sistem a ................................................................... 5. E m erg en cia .......................................................... 6. Niveles y e v o lu c ió n ........................................... 7. C o n clu sio n es .......................................................
30 30 34 37 - 39 41 44 46
3. Modos de d e v e n i r .............................................................
48
4. Crítica de la d ia lé c tic a .................................................... 1. Los p rin c ip io s d e la o n to lo g ía dialéctica 2. La tesis d e q u e a to d a cosa le c o rre s p o n d e u n a a n d c o s a .......................................................... 3. La tesis d e q u e a to d a p r o p ie d a d le c o rre s p o n d e u n a a n ti p r o p i e d a d ................................
57 57 59 61
233
4. La tesis de q u e to d a cosa es u n a u n id a d de o p u e sto s .......................................................... 5. La d o c trin a dialéctica del c a m b i o ................. 6. La d o c tr in a dialéctica del d e s a r r o l l o ............ 7. C u a lid a d y c a n t i d a d ........................................... 8. La p re te n s ió n d e universalidad .................... 9. R elación e n tre dialéctica y lógica fo rm a l 10. Balance ..................................................................
66 69 71 72 73 75 80
5. Crítica de la teleología .................................................... 1. T eleo lo g ía y e v o l u c i ó n ..................................... 2. T e le o lo g ía y b io c o n tro l .................................. 3. T eleo lo g ía y p s i c o l o g í a ..................................... 4. T eleo lo g ía y s o c i o l o g í a ..................................... 5! C o n clusiones ................................................. .. .
82 83 86 88 91 95
6. Teoría materialista de lam ente . ................................ 1. El ó r g a n o ............................................................... 2. Las funciones ....................................................... 3. E stados y pro ceso s m entales .......................... 4. Sensación y p e r c e p c i ó n ..................................... 5. C o m p o r ta m ie n to .............................................. 6. M o t i v a c i ó n ............................................................ 7. M e m o ria y p r o p ó s i t o ........................................ 8. P e n s a m i e n t o .......................................................... 9. D ecisión y creativ id ad ..................................... 10. C o n c i e n c i a ............................................................ 11. O b serv acio n es f i n a l e s ........................................
97 98 99 102 1Q5 108 110 112 114 115 117 118
7. Evolución m e n t a l ............................................................ 1. U n siglo de psico lo g ía e v o l u t i v a .................... 2. El p ersisten te d esc u id o de la psicología evolutiva ............................................................ 3. P ro b le m a s d e investigación suscitados p o r el m o n is m o p s i c o n e u r a l .................................. 4. O b stá c u lo s: g e n u in o s y e sp u rio s ................. 5. R e su m e n y c o n c l u s i o n e s ..................................
122 122
234
125 129 132 137
8.
Concepción materialista de losv a lo r e s .......................... 1. V alo r b iológico .................................................... 2. P referencia y e l e c c i ó n ........................................ 3. C o n c l u s i ó n ............................................................
141 143 149 153
9.
Concepción materialista de ía cultura ........................ 1. Sociedad y c u l t u r a .............................................. 2. Las sociedades c o m o sistemas y las culturas c o m o subsistem as .............................................. 3. C aracterización d e los tres subsistem as a r tificiales d e la s o c i e d a d ...................................... 4. El sistem a c u l t u r a l ............................................. 5. E stru c tu ra d e u n a c u l t u r a ............................... 6. La e stru c tu ra c u ltu ra l está in c lu id a en la s o c i a l ........................................................................ 7. E stad o y c a m b io d e u n a c u l t u r a .................... 8. La c u ltu ra d e las sociedades m o d e r n a s . . . 9. O bservaciones f i n a l e s .................................... .
155 156
10. Mundos popperianosy o b je tiv id a d ................................ 1. A ntecedentes d e la co n v ersió n d e P o p p e r al id ealism o .......................................................... 2. El d u a lism o m e n te -c u e rp o e n la filosofía d e P o p p e r ............................................................. 3. L a p lu r a lid a d d e m u n d o s ............................... 4. Crítica d e la f a n t a s í a .......................................... 5. C o n o c im ie n to subjetivo y o bjetivo 6. D os excepciones a p aren te s ............................ 7. ¿ G n o s e o lo g ía sin su je to ? ............................... 8. C o n c l u s i ó n ............................................................
188
192 195 198 201 204 206 210
A p é n d ic e : Nuevos diálogos entre Hylas y F ilo n ú s ............
213
F uentes
225
....................................................................................
B ibliografía
...........................................................................
161 164 168 170 174 177 182 184
189
227
235