HUMANITAS 1 (2001)
Revista de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación Universidad de Jaén, 2002, pp. 1-19. LA VILLA CANÓNICA SEGÚN LOS AGRÓNOMOS LATINOS Y SU CONSTATACIÓN ARQUEOLÓGICA EN ANDALUCÍA. A. Fornell Muñoz Universidad de Jaén
RESUMEN. En este estudio dedicado a las villas romanas se ha pretendido, en primer lugar, clarificar cuales son las distintas acepciones que el término conlleva; en segundo lugar, describir el modelo ideal o canon de villa desde una óptica estrictamente literaria, es decir, según los tratados de los Agrónomos latinos; y por último, comprobar, a través de la Arqueología, hasta qué punto las villas del territorio andaluz fueron fieles a la normativa de los Agrónomos.
ABSTRACT In this article dedicated at the Roman villas we have pretended, in the first place, to clarify which are the different meanings that this term has; in the second place, to describe the ideal model or villa's cannon from an optical strictly literaly, that is to say, accordingly to the latin Agronomist's treatise; finally, to verify, through the Archaelogy, to a that extent the Andalusian territory's villas were faithfull at the Agronomist's normatic.
PALABRAS CLAVES . Villa, Agrónomos, Arqueología, Andalucía. Villa, Agronomist, Archaelogy, Andalusia.
INTRODUCCIÓN. En el s. III a.C., en la Península Itálica se asiste a importantes cambios en la forma de ocupación y aprovechamiento de los terrenos agrícolas. Los romanos, inspirados en sus plantaciones de Sicilia y el África septentrional, importan un nuevo modelo de explotación agraria al centro de
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Revista de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación Universidad de Jaén, 2002, pp. 1-19. la Península Itálica. A la experiencia púnica se unieron prácticas griegas, y se emplearon como mano de obra esclavos obtenidos en las conquistas militares1. De esta forma, el modelo de explotación agraria había sido adaptado y potenciado hasta transformarse en algo con características propias que podemos definir como el sistema romano de villas. Así, comenzaron a aparecer en las áreas más fértiles de la costa tirrénica, verdaderas haciendas agrarias orientadas a la producción especializada, que pronto se extenderían por toda la Península, conduciendo a la decadencia de la pequeña propiedad ciudadana. Aquí, la villa encontraría su radio de acción hasta el s. II d.C., a partir de este momento comenzaron a ser abandonadas. Sin embargo, las conquistas romanas habían llevado este sistema fuera de Italia al ser implantado en los nuevos territorios anexionados para su explotación, donde seguirán una evolución propia. En consecuencia, la villa constituye una muestra evidente de todo un sistema económico de la explotación de la tierra que transformó, en cada lugar donde se estableció, los patrones de asentamiento prerromanos. Esta institución cambiaría la fisonomía de Occidente tanto o más que las ciudades, pues su dispersión fue mayor y su persistencia más tenaz, siendo uno de los documentos más habituales de la presencia de Roma en los territorios conquistados. Por consiguiente, el estudio de las villas supone acercarnos a un elemento fundamental de la romanización2. Gracias a la villa ideal descrita en los tratados de los Agrónomos latinos podemos reconstruir el modelo canónico de villa que luego sería 1
Esto limitaba los costes productivos a niveles mínimos, pues bastaba con garantizarles la simple subsistencia. 2 La Historiografía moderna considera el eje de la romanización lo constituye la implantación de la ciuitas romana. Es evidente que ésta, como célula fundamental e irremplazable del edificio político mundial creado por Roma, constituye el factor primordial del fenómeno romanizador, pero no es el único. Durante algún tiempo, la bibliografía europea ha estado repleta de trabajos dedicados a la romanización que se centraban exclusivamente en el papel desempeñado por las ciudades. Afortunadamente, hoy día, son cada vez más los estudios especializados en la contribución que supuso la implantación de las villas.
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Revista de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación Universidad de Jaén, 2002, pp. 1-19. extrapolado y adaptado a las distintas provincias del Imperio, incluidas las hispanas. La Arqueología, por su parte, será la encargada de clarificar si las villas del territorio andaluz coinciden con este modelo o sufrieron adaptaciones motivadas por las distintas circunstancias.
1.- LAS FUENTES. Para el conocimiento del mundo rural romano, una de las principales fuentes a la que recurrimos son los textos antiguos. Pese a las limitaciones que presentan estos escritos (escasez de obras conservadas íntegramente, errores de transmisión, problemas de traducción, etc.), un tratamiento adecuado y la contraposición con otras fuentes, los convierten en una de las principales bases de datos disponibles. Entre los textos clásicos que pueden aportar información sobre las villas, o de algún aspecto relacionado con ella, se encuentran obras de distinto carácter: las propiamente literarias, las geográficas, los tratados arquitectónicos y, sobre todo, los tratados agronómicos, en los que centraremos nuestro interés por ser los únicos de índole específicamente agraria. Las obras de los Agrónomos latinos (Catón, Varrón y Columela) resultan de gran utilidad para obtener información referida a aspectos concretos de la villa (su dimensión conceptual y arquitectónica, ubicación, orientación, funcionalidad de las dependencias de los edificios, tipos de cultivos, tamaño de las propiedades, etc.) y a su evolución histórica en la Península Itálica desde el s. II a.C. hasta los primeros momentos del Imperio. No ha lugar a ofrecer en este trabajo una biografía completa de los Agrónomos, pero, debido a la excepcional importancia de sus tratados como fuente, creemos conveniente señalar una serie de aspectos biográficos comunes.
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Revista de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación Universidad de Jaén, 2002, pp. 1-19. Las vidas de Catón, Varrón y Columela, comparten algunos aspectos importantes: a pesar de no haber nacido en Roma, partieron a ella, donde se asentaron y desarrollaron sus respectivas carreras políticas. Una vez apartados de la vida política, se dedicarán a escribir sus obras de agricultura basándose en las propias experiencias personales, ya que los tres eran terratenientes. Las diferencias entre ellos, reflejadas en el modo de tratar el tema agrario, vienen marcadas por el pensamiento político de cada uno, ya que, tanto el momento que les tocó vivir, como los condicionamientos económicos, políticos y sociales bajo los cuales aparecen sus obras, son distintos. En cuanto a la Arqueología, su aportación en estos estudios es de gran valor, ya que posibilita la localización de yacimientos correspondientes a villas y nos pone en contacto directo con los restos materiales, permitiéndonos apreciar su realidad espacial y material, así como la comprobación del cumplimiento o no de los preceptos de los Agrónomos. Pero pese a su importancia, también esta fuente presenta limitaciones de consideración. A la hora de estudiar el fenómeno villa, la Arqueología se enfrenta a la escasez y mal estado de conservación de los materiales3. Por otro lado, ésta requiere la aplicación de métodos complejos y costosos para la recuperación de los restos y la obtención de datos válidos, métodos que muchas veces son obstaculizados por causas ajenas al investigador. Quizás esto explique que en el panorama arqueológico español nos encontremos con que la mayoría de los yacimientos considerados villas han sido detectados mediante prospección superficial, ofreciendo dificultades no sólo para establecer su datación, sino incluso para identificarlos como tal. Son muy pocas las villas excavadas, y aun en los casos en los que se procede a
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Ya sea por expolio, arrasamiento (en zonas donde se registra una ocupación intensa desde la Antigüedad) o por exposición al ataque de los agentes naturales durante largo tiempo.
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Revista de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación Universidad de Jaén, 2002, pp. 1-19. la excavación4, ésta se ha hecho sólo parcialmente, lo cual nos impide conocer la entidad material total y las características de la villa. Las limitaciones documentales con que se enfrenta el estudio de las villas en España adquieren mayor envergadura en el caso de Andalucía. Pese a constituir la Baetica una región básica en la agricultura romana5, la investigación de las villas romanas andaluzas, salvo contadas excepciones, ha respondido a intereses muy particulares o incluso a “modas” dentro de la Arqueología española. Esto explica la pobreza de información si la comparamos con otras regiones como Cataluña. Sólo en los últimos veinte años se viene observando un mayor interés por el estudio de este tipo de establecimiento romano en nuestro territorio, y aunque se ha producido un aumento de las prospecciones y excavaciones, aún queda un gran vacío por cubrir.
2.- DEFINICIÓN DEL CONCEPTO DE VILLA. Han sido diversos los puntos de vista esgrimidos por los autores clásicos y contemporáneos a la hora de analizar el término uilla. Pero podemos decir que, en la Antigüedad, como hoy, se reduce a dos conceptos básicos: - la modesta construcción en el campo al servicio de la explotación agraria. - la residencia lujosa concebida para el tiempo libre y el descanso desvinculada de la propiedad de la tierra6. 4
Esto ocurre cuando se conjugan las circunstancias de que, además de reunir el yacimiento características prometedoras, se disponga de la voluntad científica y de los medios técnicos y económicos necesarios. 5 En la Antigüedad, el territorio objeto de estudio no constituía una sola unidad políticoadministrativa. La mayor parte de éste se integraba en la provincia Baetica, a excepción de algunos territorios de las actuales provincias de Jaén, Granada y Almería, que pertenecieron, primero a la Tarraconensi, y más tarde a la Carthaginenesis. 6 Evidentemente, entre estos dos extremos se daban soluciones intermedias: existían tanto villas productivas adecuadamente equipadas para estancias temporales, como villas lujosas que comprendían de sectores ideados para cultivos, quizás de carácter fuertemente especializado.
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Revista de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación Universidad de Jaén, 2002, pp. 1-19. Entonces, cabe preguntarse ¿por qué se le ha dado el mismo nombre a realidades distintas? La respuesta está en que, en ambos casos, nos encontramos con una casa supeditada a las circunstancias de su ubicación fuera de la ciudad. Un claro exponente de como los romanos aplicaban sin distinción el término uilla a las edificaciones construidas fuera de la ciudad lo constituye la equiparación que hace Varrón de la villa de Merula, una auténtica granja, con la de Rosia, en donde todas las artes se habían dado cita7. Para entender esta dualidad del término debemos analizar el desarrollo histórico del mismo. De todos los valores que se le ha dado a la villa, hacienda de explotación agrícola es al que se refieren con mayor frecuencia los Agrónomos latinos8. Es más, parecer ser que éste fue también el primer significado que tuvo el vocablo. Desde los tiempos más antiguos, en la terminología que acompaña a la palabra uilla se observa un condicionamiento territorial patente, particularizando su definición9. En las fuentes escritas, la parte edificada, la casa (uilla), y el terreno que es objeto de explotación desde ella ( fundus), son aspectos constitutivamente inseparables10. Por tanto, aunque en sentido estricto, uilla define el hábitat rural, por extensión, se conoce con el término uilla a todo el conjunto de la propiedad rural11. Desde sus orígenes (s. III a.C.), la palabra estuvo explícitamente referida a éstas haciendas agrícolas, pero cuando, poco después, la progresiva difusión de la luxuria Asiatica (s. II a.C.) llevó a algunos a
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Varrón, Rerum rusticarum , III, 2, 3. Catón, De agri cultura , III, 2; Varrón, III, 2, 5; Columela, I, 4, 8. 9 Se emplean términos como: Latifundium , fundus, patrimonium , etc., que implican su correspondencia con la propiedad de la tierra. 10 Plinio, NH , XVIII, 6, 1; Columela, I, 4, 8; Digesto, I, 16, 211. 11 Leveau (1983: 920- 942); Carandini (1988: 44 y ss.); Gónzalez Román (1995: 83). 8
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Revista de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación Universidad de Jaén, 2002, pp. 1-19. establecer sus opulentas residencias privadas en el campo, surgirá otra forma de vida extraurbana a la que también se denominó uilla12. La suntuosa villa de recreo, la mansión veraniega concebida como lugar de aislamiento en la que ricos aristócratas, hombres de estado, e incluso, los propios emperadores, buscaron comodidad, descanso y disfrutar del entorno paisajístico, y donde la conexión con la propiedad de la tierra está ausente, tiene una escasa representatividad arqueológica y es exclusivamente conocida en Italia13. Por el contrario, la mayor parte de las documentadas son uillae rusticae, es decir, aquellas que obedecen a una concepción ambivalente y desde sus orígenes acogieron simultáneamente una granja o establecimiento que comprende instalaciones destinadas al trabajo en la hacienda de la que depende, y una construcción doméstica, una casa urbana establecida fuera de la ciudad que sirve de vivienda al propietario. Por este motivo, y siguiendo la línea general en la investigación moderna14, estas serán las villas a las que dedicaremos nuestra atención.
3.- LA VILLA CANÓNICA SEGÚN LOS AGRÓNOMOS LATINOS. La villa, como construcción en el campo, es un conjunto arquitectónico formado por una serie de estancias con una distribución y orientación determinadas, que ocupa un lugar concreto en el espacio. En nuestro intento de reconstruir la villa como entidad física, los Agrónomos latinos constituyen la fuente de consulta obligada. Sus meticulosas relaciones de preceptos dirigidos a los propietarios itálicos interesados en 12
Para distinguir unas de otras se las llama, respectivamente, uillae rusticae y uillae de otium. 13 Las villas marítimas de la bahía de Nápoles y las villas imperiales como, la de Sperlonga, la villa de Augusto, la domus aurea de Nerón, la villa de Domiciano junto al lago Garda, la villa Adriana en Tívoli, etc. 14 La constatación económica es el criterio valorativo que domina los estudios dedicados a las villas. Este criterio fue establecido por Grenier, en 1906, al afirmar que la villa "es la casa de la granja necesaria para la puesta en valor de una tierra". Grenier (1906: 57). Hoy día, a la luz de los nuevos descubrimientos arqueológicos, aún prevalece. Así, Mansuelli, considera la villa como "el centro de una posesión y constituyen un organismo de potencialidad económica". Mansuelli (1971: 15-28); Fernández Castro (1982: 25).
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Revista de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación Universidad de Jaén, 2002, pp. 1-19. las inversiones agrarias, nos aportan una valiosísima información al describir con exactitud su morfología (la distribución, orientación y función de sus estructuras), cuál ha de ser su ubicación, situación y exposición espacial, qué dimensiones debe tener la propiedad, cómo se construye, etc. En el tratado de Catón, en la primera mitad del s. II a.C., ya se nos muestra una villa donde hallamos emparejada la exigencia de asegurar el rendimiento económico y la posibilidad, útil a la misma producción, de ser habitada por los propietarios de forma preferentemente temporal. A menudo, la historiografía moderna considera la obra catoniana como un modelo ligado a los atávicos esquemas patriarcales, contraponiéndola a las experiencias más maduras de fines de la República o del primitivo Imperio, representadas por las obras de Varrón y Columela. Esta identificación de De agri cultura con un nivel todavía primitivo de manual agrario, ha llevado a considerar imposible que las uillae rusticae descritas por el censor pudieran estar dotadas de cierta comodidad15. Sin embargo, tal suposición resulta errónea. Si bien se confirma de manera implícita que estas villas entonces no eran expresión de gran lujo, no debemos olvidar el consejo de Catón de edificar la parte residencial de la villa según la fortuna16. Por tanto, parece evidente que, aunque se prescindía de ciertos niveles de lujo en los aspectos decorativos, debía de ser de sentido común, ya en la primera mitad del s. II a.C., preocuparse de la comodidad de al menos una parte de la casa de campo. Tras perfeccionar el modelo de uilla perfecta recogido en la Rerum rusticarum de Varrón17, en el s. I d.C., Columela, dedica el capítulo sexto 15
Su pensamiento político de conservador apegado a la tradición y grandeza romana era contrario a cualquier innovación, sobre todo si ésta provenía de Grecia. También repugnaba el lujo y la riqueza de Cartago, a la que consideraba una seria amenaza para Roma. 16 Catón, VI, 4, 1. 17 Esta obra se inició en torno al 37 a.C., en plena exaltación de la vida del campo, retorno que parecía impuesto por las desastrosas condiciones económicas consecuentes de la Guerra Civil. Para Varrón supone una vuelta al pasado, a la tradición del antiguo campesino-soldado. Pero tras la guerra, la economía agrícola se sostenía por la pequeña propiedad, no por latifundios, que es lo que a Varrón, capitalista y conservador, le interesa.
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Revista de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación Universidad de Jaén, 2002, pp. 1-19. del libro primero de su De re rustica18 , a presentar la villa en su morfología más canónica y completa. Si para Catón y Varrón la villa es un edificio articulado en dos partes: rústica y urbana19, para el Agrónomo gaditano, ésta se articulará en tres desde sus orígenes: urbana, rústica y frumentaria20. - La Pars dominica o urbana , constituye el sector noble, pues es lugar de residencia reservados al dominus o propietario de la finca, su familia y huéspedes, aunque no se excluye la posibilidad de que puediera alojar también al administrador. La necesidad de que el dueño habite en su hacienda campestre en períodos significativos para la supervisión de la misma, obliga a la creación de un edificio que cumpla con una función residencial. Lógicamente, la condición ciudadana de éstos requerirá espacios de habitación semejantes a los urbanos. Así, en las villas mediterráneas, encontramos que la pars dominica reproduce en gran medida el esquema de la casa de la ciudad, de
la domus o vivienda particular de una sola planta, donde residían habitualmente los propietarios21. Como hizo antes Catón, Columela, advierte que la estancia del dueño en el campo resulta mucho más agradable si se construye con alguna confortabilidad22. Para responder al deseo de hacer habitaciones más nobles dentro de la casa de campo, el arquitecto Vitrubio se remite a las Así pues, en este espíritu mercantil está quizás más cercano a un pasado reciente que a la antigua tradición agrícola romana. 18 Columela no parece acometer su tratado sólo por afición al tema o por dar consejos útiles a los agricultores de su tiempo; es consciente de que emprende una obra de interés nacional donde se proyecta su preocupación por la situación de la agricultura itálica, en la que, según él, incide el absentismo de los propietarios, provocando la dependencia de las provincias. Es un científico que somete a fuerte revisión crítica las opiniones de los Agrónomos que lo preceden, formándose sus propias ideas, que parecen estar más en la línea de Virgilio que de Varrón o Catón. 19 Catón, 3-4, Varrón, III, 2, 2, define a las partes del edificio miembros. 20 Columela, I, 6, 1. 21 A fines de la República y, sobre todo, en época imperial, la mayoría de los ciudadanos no pudieron permitirse tener viviendas particulares. De este modo aparece la insula o casa de alquiler colectiva, formada de varios pisos, cubierta con terrazas y presentando a la calle numerosas ventanas y balcones. En ellas vivían las clases más humildes, es decir la mayoría. Sólo la gente rica y acomodada residía en las domus.
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Revista de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación Universidad de Jaén, 2002, pp. 1-19. indicaciones dadas para los edificios de la ciudad23. Por ello la casa, como edificación doméstica, siguió caminos paralelos en la ciudad y en el campo, si bien mostrará alguna diferencia o peculiaridad derivada de la distinta ubicación y naturaleza. La domus itálica, o casa de los inicios de la República, debe sus principales elementos a etruscos y griegos. Desde la calle, la entrada a la casa se hacía por una puerta (ostium) que daba a un ingreso (uestibulum, fauces), que, a su vez, comunicaba con el atrium, elemento tomado de la
casa etrusca consistente en un pequeño patio porticado y sostenido por cuatro postes con una apertura en el centro del tejado (compluuium), inclinado hacia adentro, por donde entraba la luz, el aire y la lluvia; ésta se recogía en una cavidad central o estanque (impluuium). El atrio constituye la célula de la casa romana, pues en torno a él se fueron añadiendo habitaciones diversas: dormitorios (cubicula), un comedor (triclinium), la cocina (culina), alas (alae) y una zona de recepción y trabajo (tablinum). Éste comunicaba el atrio con la parte trasera de la casa, donde había un pequeño jardín (hortus) a imitación de la huerta etrusca. En ocasiones, la casa contaba con estancias abiertas a la calle que servían de tiendas (tabernae). Durante el final de la República y comienzos del Imperio, las casas se fueron complicando arquitectónicamente y la decoración se hizo más profusa. En el atrio se instalaron columnas de estilo griego, el antiguo hortus se ensanchó y se rodeó de una columnata, dando lugar al perystilum,
que tiene su origen en el patio trasero griego que servía de desahogo a la vivienda. Las casas más dotadas podían tener varios patios y numerosas dependencias, tales como exedras, salas semicirculares de tertulia, oeci o salas de fiesta, etc.
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Columela, I, 4, 8. Vitrubio, VI, 6, 5.
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Revista de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación Universidad de Jaén, 2002, pp. 1-19. Columela, cuando trata la distribución de las habitaciones de la villa, señala, en primer lugar, que la parte urbana ha de dividirse en habitaciones de invierno y de verano, y a continuación menciona estancias, como los dormitorios, comedores, baños y paseos, haciendo hincapié en la orientación de las mismas24. Según Carandini25, en las villas itálicas la pars dominica o urbana consta de un ingreso (uestibulum, fauces), un atrio y el tablinum,
que comunica el atrio con el patio columnado ( peristilo). Pero, en las villas mejor diferenciadas de las casas de la ciudad, según las indicaciones de Vitrubio, el peristilo precedía al atrio en la sucesión de ambientes26. A continuación, nos encontramos con el resto de habitaciones, los dormitorios (cubicula) y los comedores (triclini). Los huéspedes se alojaban en la hospitalia, que podían tener independencia propia y difícilmente se
encontraban en el sector más privado, más bien cerca de la parte servil. A medida que los propietarios hacen más larga su permanencia en las casas de campo, éstas se volverán más complejas. Entonces aparecen otras estancias principales como las salas columnadas, exedras, pinacotecas bibliotecas e incluso museos27; en distintas salas, las vistas se abrirán a jardines o al paisaje campestre a través de un porticus (o galería columnada) sobre uno o más lados, y las torres con palomares resaltarán sobre los tejados animando la arquitectura o dándole el aspecto de un castrum28. También podían encontrarse en torno al cuerpo principal: acuarios, jardines zoológicos y paseos. El jardín señorial por excelencia es el gimnasio (gymnasium) o palaestra con decoración estatuaria destinados al ocio filosófico, e incluso, con el tiempo se ampliaron dotándose de estadios e 24
Columela, I, 6, 1-3. Carandini (1989: 109). 26 Las reglas constructivas vitrubianas habían de servir no sólo para los edificios de la ciudad, sino también para los del campo, con la diferencia, de que en la ciudad los atrios suelen estar junto a las puertas de entrada y en las casas de campo aquéllos se ubican en la parte de atrás. Vitrubio, VI,5,3. 27 Varrón, III, 5, 10. 28 Peristilo, pórtico y torres son motivos de tradición helenística. 25
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Revista de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación Universidad de Jaén, 2002, pp. 1-19. hipódromos en miniatura. Este tipo de jardines podía disponer de xysti29 o avenidas, a menudo asociadas con el baño (balneum) donde se concluía el cuidado del cuerpo. En conclusión, aunque el esquema típico de la domus itálica no tiene estricta equivalencia en la villa, disponen de unidades equiparables; pars urbana y domus comparten bastantes rasgos en común, principalmente la
disposición arquitectónica de patio central con peristilo organizador de distintas estancias funcionalmente diferenciadas30. - La Pars rustica, es divisible a su vez en parte rústica y frumentaria. La pars rustica en sí misma, es el lugar donde habita la mano de obra esclava (instrumentum uocale), se estabulan los animales (instrumentum semiuocale, formado por las pastiones agrestis y uillatica) y se guardan los
instrumentos empleados en las labores agrícolas (instrumentum mutus). Los domicilios del procurator y el uilicus, personal vinculado a la gestión de la villa31, en un primer momento, tal como se desprende de la obra columeliana, estuvieron vinculados a la parte rústica, junto a la puerta y cerca de donde se guardan los instrumentos y herramientas32. Más tarde, según se observa en el aspecto arquitectónico de algunas villas, pueden aparecer ligados a la parte urbana y mostrando un cierto decoro. También aquí, podemos encontrar la estancia del portero (cella ostiaria), las estancias de los ayudantes del uilicus33, la enfermería
(ualetudinarium)34 y almacenes para instrumentos de trabajo.
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Zona verde formada por un camino arbolado a modo de avenida, cuyo recorrido podía ser de uno o dos estadios, destinada al paseo o a la práctica de actividades físicas. 30 La villa, condicionada por el medio rústico en el que se desarrolla, acopló las exigencias de la casa cómoda a formas planimétricas más simples que las de la domus. Fernández Castro (1982: 77). 31 El procurator o mayordomo es un liberto que desempeña las funciones del dominus en su ausencia y controla al uilicus, capataz o administrador, generalmente de condición esclava. 32 Columela, I, 6, 7. 33 Praefecti, magistri y monitores. 34 A. Carandini (1989: 110).
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Revista de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación Universidad de Jaén, 2002, pp. 1-19. En cuanto a la mano de obra esclava, Columela, distingue entre encadenados y sueltos35, cada uno ocupando una estancia diferente. Los primeros, vivían en cárceles subterráneas (ergastula), los segundo en habitaciones que podían asemejarse a los barracones de los castri; las de su familia, a un establo36. Con respecto al lugar que ocupan los animales, hay que señalar que la pastio uillatico37 se guarda en establos y cuadras, mientras que la pastio agreste38 se reparte entre corrales (para gallinas, palomas, tórtolas, patos,
pavos, etc.), bosques cercados (para las cabras salvajes, jabalís, ciervos, abejas, etc.) y piscinas (para la fauna lacustre y marina). Parte del personal encargado de su cuidado, podía alojarse cerca de estos establos39, que, como muestra la documentación arqueológica, se encuentran, unas veces aislados y separados del cuerpo central, otras, anejos al granero40. A continuación se ordenan: el pozo de agua, la cocina41 y el baño anexo, ambas con una estancia superior (apotheca, fumarium) para secar la leña y envejecer el vino42; luego, las letrinas y los basureros ( purgamenta). Tras examinar la parte propiamente rústica, hay que señalar los edificios que se podían encontrar dispersos por sus alrededores: tabernas, algunas casas de colonos, eventuales almacenes de instrumentos, cabañas de pastores43, hornos, molinos y charcas44. - La pars fructuaria, es donde tienen lugar las actividades de elaboración, conservación y almacenaje de los productos del campo. Catón 35
Columela, I, 6, 3. Carandini (1989: 110). 37 Animales de pequeña talla como: ovejas, cabras y cerdos; los de talla grande: vacas, bueyes, asnos y caballos; y los de servicio: mulos, perros y pastores. 38 Aves, animales salvajes y peces. 39 Columela, I, 6, 8. 40 Suponemos que esta separación obedece a cuestiones de higiene y salubridad. Los establos y cuadras son lugares sucios y malolientes donde no es difícil contraer infecciones. 41 Cuenta con molinos para los cereales y hornos. 42 Columela, I, 6, 19-20. 43 Carandini (1989: 110). 44 Columela, I, 6, 21. 36
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Revista de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación Universidad de Jaén, 2002, pp. 1-19. menciona dependencias para la prensa, despensas para el aceite y bodegas para el vino45, mientras que Columela, más explícito, divide la parte fructuaria en bodega de aceite, molino y lagar, bodega de vino, pajares, despensas y graneros46. Así pues, podemos decir que forman parte de ella los locales que intervienen en la producción y conservación del vino y el aceite, esto es: donde se pisa la uva ( forus, calcatorum), se cuece, se sala y perfuma el mosto (cortinale), se prensa la uva ya pisada (torcularium), se fermenta (lacus) y conserva (cella uinaria) el vino, guardado en tinajas (dolia) o ánforas (cella uinaria), donde se recibe la oliva recogida (tabulatum), se muele (trapetum, mola), se prensa hasta obtener el aceite (torcularium) y donde ésta se conserva (cella olearia). Las bodegas de aceite y vino, se encontraban preferentemente en locales bajos, mientras que los graneros se pueden localizar al nivel del suelo o en alto (tabulatum), para conservar el forraje (al nivel del suelo?), cereales, legumbres, frutas, carne salada y queso (estos tres últimos en el carnarium). Los graneros disponían, además, de un horno para tostar el
cereal y un molino para hacer la harina ( pistrinum); habitualmente, se hallaban apartados del cuerpo central para evitar el peligro de incendios y su propagación. Por último, nos encontramos con los cultivos que rodean la villa. Los más cercanos se sitúan, generalmente, dentro del recinto mural de la misma (jardines florales, huerto de hortalizas y frutas), para ser fertilizados con sus residuos47. Le seguían, más alejados y repartidos en distinta proporción por el territorio cultivable, el viñedo, el olivar, la arboleda, los campos frumentarios y los prados. Tras la conquista romana, el sistema de la villa es introducido puntualmente en la Península Ibérica a fines de época republicana (s. I a.C.) 45
Catón, III, 2. Columela, I, 6, 9. 47 Columela, I, 6, 24. 46
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Revista de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación Universidad de Jaén, 2002, pp. 1-19. perdurando hasta la Antigüedad Tardía (s. V-VI). A lo largo de todo este tiempo la villa modificará los cometidos que desempeñó desde su origen y su fisonomía experimentará los cambios necesarios para cumplirlos, alterando su primitivo aspecto. Por consiguiente, la evolución histórica de la villa se hace patente en las transformaciones que sufre su hábitat, que de ser simples casas de labor se convierten en edificios cada vez más complejos. En líneas generales, durante el Alto Imperio las villas habían sido prácticamente granjas, grandes, pero simples, y sólo visitada por sus propietarios en momentos de gran actividad. Pero a partir de las convulsiones y crisis del s. III d.C., se convertirán en residencia definitiva del dominus y asistiremos a un proceso de urbanización de las mismas, apareciendo las villas suntuosas de vocación agrícola. Desde finales del s. II, pero sobre todo, en el s. III d.C. los acontecimientos históricos48 van a conducir a una crisis generalizada a la que el Estado romano no es capaz de hacer frente. Una de sus consecuencias más graves será la ruina de las oligarquías esclavistas clásicas y el desarrollo de una minoría social rural, latifundista y enriquecida. Este grupo de corte aristocrático o nobiliario, que revela nuevos gustos y aspiraciones, creará en su entorno individual un poder de base rural paralelo a la ciudad, cuyo centro material serán las villas que abrigan, al mismo tiempo que a sus propietarios, a establecimientos de fuerza política y económica. Desde entonces asistiremos a un desplazamiento de los focos artísticos, culturales y comerciales de las ciudades al campo, que se tradujo en un rápido desarrollo de lujosos y monumentales establecimientos campestres. Estas villas, expresión del cambio, se habían convertido en células autárquicas en todos los sentidos.
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La anarquía militar, las primeras invasiones bárbaras, la destrucción y abandono de muchas ciudades, las transformaciones en el ámbito de la propiedad, etc., sumen al Imperio en una grave crisis política, económica y social.
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Revista de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación Universidad de Jaén, 2002, pp. 1-19. La villa romana, como asentamiento rural, adoptará variantes de planificación dependiendo de su ubicación geográfica49, su dedicación, el nivel socio-económico y cultural del propietario, las modas, etc. Sin embargo, no resulta fácil establecer una tipología planimétrica de las mismas, ya que está condicionada por la escasez y/o parcialidad de los restos constructivos recuperados y por la, en ocasiones, insuficiente información transmitida por las fuentes escritas. Pese a ello, la investigación se ha esforzado en establecer clasificaciones de los tipos de plantas, salvando
los
particularismos
y
definiendo
establecimientos-villas
genéricos50. Siguiendo tales clasificaciones planimétricas, asignaremos las villas andaluzas, cuyos restos constructivos descubiertos permiten levantar un plano, a los tipos definitorios que correspondan. - La villa de plan diseminado, ampliamente difundida en las regiones nórdicas51, presenta un número variable de edificaciones (residenciales y utilitarias) erigidas de modo aislado dentro de ella. Termas, almacenes, graneros, establos, etc., forman parte de la villa, pero están funcional y arquitectónicamente al margen de la edificación principal o mansión del dominus. En una palabra, parte rústica y urbana se encuentran físicamente
separadas52. El plan diseminado no es frecuente en las villas romanas hispánicas, pero uno de los pocos casos conocidos se atestigua en Andalucía. Nos referimos a la villa del Faro de Torrox (Málaga)53, que pertenece 49
Máxime a tener en cuenta que el modelo fue exportado a otros territorios distintos del lugar en el que se originó, adaptándose a las características geográficas de los mismos. 50 Gorges (1979: 118-133); Fernández Castro (1982: 61-135). 51 Abundantemente representada en la Galia, Britannia o Germania. 52 El origen de la dispersión se ha intentado explicar bien por la repercusión del substrato indígena, bien como precaución contra el evidente peligro de incendio. Fernández Castro (1982: 64); Rodwell (1978: 18). 53 En lo que a su parte residencial se refiere, encontramos un atrio tetrástilo incluido en el más periférico de los sectores domésticos que rodean al peristilo, lo que demuestra su carácter secundario y accesorio en esta villa, que podemos considerar del tipo atrio peristilo, según la clasificación de Fernández Castro (1982: 170-173).
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Revista de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación Universidad de Jaén, 2002, pp. 1-19. concretamente al subtipo diseminado irregular , es decir, aquél en el que las edificaciones presentan un plano de apariencia anárquica54. Pero la villa de Torrox resulta excepcional sobre todo por ser la única de plan diseminado constatada en el sur, ya que los escasos ejemplos conocidos en nuestro país testimonian que esta forma de establecimiento corresponde a las villas del norte55. - La villa de plan concentrado56, el tipo más generalizado en las regiones mediterráneas, es concebida como un bloque de construcción único. Se caracteriza por reunir en una misma construcción todas las actividades que se desempeñan en la villa, es decir, parte rústica y urbana se concentran en un mismo bloque. La disposición más usual de éstas fue la centralizada en torno a un peristilo, aunque también se conocen algunas villas, llamadas de bloque rectangular , donde el peristilo está ausente. Este modelo de villa, más frecuente que el anterior en nuestro país57, no está muy documentado en Andalucía. Hasta el momento, sólo señalaremos tres ejemplos, todos en Málaga: Torre de Benagalbón (Rincón de la Victoria)58, Castillo de la Duquesa (Manilva)59 y Finca del Secretario (Fuengirola). Desgraciadamente, como es la tónica general en las villas hispánicas, en las andaluzas, no es habitual encontrar parte rústica y urbana claramente documentadas; la mayoría de las veces los espacios descubiertos en ellas
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Opuesto a la variante regularizada de villa de plan diseminado, que se ordena en torno a un patio rectangular. Fernández Castro (1982: 68) considera que la falta de ordenación pudo originarse por el crecimiento espontáneo del yacimiento a lo largo del tiempo, sobre todo teniendo en cuenta que generalmente se trata de villas de importante repercusión económica donde residía una población abundante. 55 Murias de Beloño (Oviedo), Navatejera (León), Torre Lauder (Barcelona), Els Munts (Tarragona), etc. 56 Fernández Castro (1982: 68) las denomina villas urbano-rústica. 57 Se conocen unas doce, casi todas distribuidas por la mitad norte. 58 La parte urbana parece ordenarse en torno a un peristilo. Medianero / Perez / Serrano (1989: 382-387). 59 Villaseca Díaz (1991: 365-370). Su parte urbana tiene una planta del tipo atrio-peristilo.
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Revista de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación Universidad de Jaén, 2002, pp. 1-19. corresponden a la parte urbana, al núcleo residencial60, siendo menos numerosas aquellas cuyos espacios de habitación nos son desconocidos y sólo disponemos de su parte rústica. No obstante, la parcialidad de restos obtenidos en estos casos unido al hecho de que los resultados no coinciden con la dimensión conceptual y arquitectónica de la villa, ni con la realidad económica de la Baetica, nos obliga a considerar provisional la clasificación de villas de sector urbano y villas de sector rústico, ya que podrían revelarse en un futuro como urbana-rústica. - Entre las villas reducidas en lo descubierto a la parte rústica se encuentran: las de Manguarra y San José61, El Gallumbar62, Huerta del Ciprés63 y Las Viñas en Málaga64, Loma Ceres65, Cortijo del Canal66 y Paulenca67, en Granada, y Vega Elvira68, en Cádiz. - En cuanto a las villas de las que conocemos únicamente el sector urbano o residencial, hay que distinguir entre las que presentan peristilo69 y
aquellas en las que éste no ha sido identificado. Dentro del primer subgrupo cabe mencionar: las grandes villas de Pago de Bruñel (Quesada, Jaén)70 y el
60
Esta parte estaba construida con más cuidado y materiales nobles, lo cual facilita una mejor conservación. 61 Aguilar Sáenz (1991: 271-272). Se documentan numerosos restos de la pars fructuaria . El hecho de que la construcción conservada se configure por crujías paralelas de dependencias, ha llevado a algunos a incluirla erróneamente dentro de un tipo denominado villa lineal en galería-corredor , según la clasificación de Gorges (1979: 121 y 135). 62 Romero Pérez (1990: 500-508) Se halló el sector de producción de aceite perteneciente a la pars fructuaria . 63 Riñones Carranza. (1987: 257-260) Los restos se identifican con la pars fructuaria . 64 El área excavada corresponde al lugar de producción o pars fructuaria . Carrilero et alii (1995: 89-108). 65 Marín et alii (1988: 427-432) Se conservan los restos de pars rustica y fructuaria . 66 Raya / Ramos / Toro (190: 225-232). 67 Fernández Castro (1982: 139). 68 Martí Solano, J. (1995: 107-111). 69 El peristilo o patio circundado de columnas puede ser ajardinado o carecer de jardín. 70 Su planta acoge una sucesión de atrio y tres peristilos (el primero ajardinado). Observando la clasificación de Gorges (1979: 121 y 135) se puede catalogar como villa áulica o monumental , es decir, aquellas propias del Bajo imperio que presentan grandes dimensiones, complejidad arquitectónica y suntuosidad reflejada en la riqueza ornamental. Dentro de los subtipos, monumental simple o compleja, se adscribiría a este último.
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Revista de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación Universidad de Jaén, 2002, pp. 1-19. Ruedo (Almedinilla, Córdoba)71; más modestas resultan las de Fuente de las Piedras (Cabra, Córdoba) y El Santiscal (Arcos de la Fra. Cádiz), ambas con posible peristilo ajardinado, y la villa de Río Verde (Marbella, Málaga), con peristilo sin jardín72. Las villas de Cortijo de Auta (Riogordo, Málaga) y San Luis de Sabinillas (Manilva, Málaga) se podrían incluir, aunque con ciertas reservas, dentro del tipo villa de atrio-peristilo, ya que presentan un atrio integrado en una edificación mayor aún no desvelada (¿peristilo?)73. Entre las villas residenciales que no han sido determinadas por el núcleo de peristilo74 se encuentran: Las Mezquitillas (Écija, Sevilla), Alcolea (Córdoba)75, El Villar (Chirivel, Almería)76, Las Torres (Estepona, Málaga)77, Torre Blanca del Sol (Fuengirola, Málaga)78, La Daragoleja (Guadix, Granada)79, la villa de la Calle Primavera (Granada) y El Tesorillo (Moclín, Granada). Hasta aquí hemos analizados las características morfológicas de la villa canónica; en adelante estudiaremos la ubicación, situación y orientación que ésta presenta, contando, una vez más, con el testimonio de los Agrónomos, única fuente escrita que nos informa, y con los hallazgos
71
González Román (2001: 198) la considera villa monumental simple . Siguiendo la clasificación de Gorges podríamos adscribir las tres villa al tipo lineal en bloque de peristilo simple . 73 Boto / Riñones (1990: 111-123); Fernández Castro (1982: 172 y 175). 74 Se trata de villas que contaron con seguridad de sector doméstico o residencial, aunque la estructuración de la vivienda del dueño permanece indeterminada. 75 Pese a que, en función de los parámetros que encierran los cuatro pavimentos de mosaico hallados, es difícil determinar la estructuración del edificio, a la vista del plano parece intuirse que la construcción estuvo recorrida por un corredor de acceso a un grupo de habitaciones aparentemente inscritas en un bloque rectangular ¿ villa lineal de galería ? 76 Parece ser que la parte noble presenta un plano lineal de galería-corredor . Otra alternativa plantea que se trate de una villa de bloque en peristilo . Tal posibilidad queda abierta en espera de que se excaven y analicen las dependencias del sector sur. 77 Los restos recuperados constituyen el sector termal. Fernández Castro (1982: 128- 129). 78 Los únicos espacios descubiertos pertenecen a unas termas privadas. Villaseca / Hiraldo (1993: 385-388). 79 El sector residencial descubierto presenta una galería que se erige como espacio de distribución de dos crujías encontradas en ángulo recto a través de un corredor perpendicular. Según la clasificación de Gorges (1979: 121y 135) podemos considerarla villa lineal en galería-corredor . 72
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Revista de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación Universidad de Jaén, 2002, pp. 1-19. arqueológicos, que nos permiten comprobar si en las villas andaluzas se cumplieron las recomendaciones de aquellos. La villa, como sistema de explotación agrícola, debía emplazarse en un lugar que reuniera unas características determinadas acordes con sus funciones. Así, los Agrónomos aconsejan estudiar detalladamente un terreno antes de adquirirlo para no pasar por alto sus defectos y descubrir sus valores. En sus escritos observamos dos requisitos imprescindibles a tener en cuenta: la salubridad del clima y la fecundidad del suelo80. La salubridad del lugar es el principio del que parten los tratadistas con la intención de combatir todo lo que pueda resultar nocivo a los habitantes de la villa. Teniendo en cuenta lo que entendemos por un clima saludable, deducimos que el pago debía buscarse en un lugar de temperatura agradable, abierto al horizonte natural, con corrientes de aire benefactoras, soleado y seco. Para conseguir unas condiciones climáticas y atmosféricas favorables, tal como expresa Columela, la orientación más conveniente es al Oriente o al Mediodía, reservando el Norte para parajes no saludables81. Varrón y Catón son partidarios de la orientación al sur82. Las disposiciones topográficas de los autores clásicos fueron observadas por los constructores de las villas andaluzas, pues encontramos villas ocupando parajes especialmente dotados por la naturaleza, como la sierra de Cazorla, donde se encuentra la villa de Bruñuel (Quesada, Jaén), disfrutando de salubridad y buena panorámica. Otras se asentaron en lugares secos y ventajosamente soleados, como las villas de Río Verde y Puerta Oscura (Málaga) o la de Libreros (Vejer de la Fra., Cádiz). Otra condición, tan ineludible en la compra de un terreno como la salubridad, es la fertilidad del suelo. Los Agrónomos recomiendan que es
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Columela, I, 3, 1; Columela, I, 4, 2. Columela, I, 5, 5. 82 Catón, I, 1, 3; Varrón, I, 7, 1. 81
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Revista de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación Universidad de Jaén, 2002, pp. 1-19. necesario conocer la utilidad y calidad de las tierras antes de adquirirlas83, e incluso, como señala Columela, experimentar con ellas para obtener mayor rentabilidad, no sólo en los campos fértiles, sino sobre todo en los terrenos menos favorecidos84. La excepcional importancia que se le concede a la fertilidad del terreno al adquirir un predio puede comprobarse en la ubicación de nuestras villas, donde observamos un riguroso respeto del principio de rentabilidad del suelo fértil, hasta el punto de hallar un vacío en los terrenos no aptos para cultivo. Así, las zonas montañosas, de difícil acceso y clima hostil, no registran asentamientos de este tipo, mientras que las densidades más altas se detectan en los territorios marismeños, las campiñas y en los valles de los ríos85, que en época romana hicieron de la Baetica una provincia de fama reconocida por su fertilidad. Junto con estos dos requisitos principales, las fuentes latinas consideraron que al elegir la hacienda había que tener presente otras condiciones geográficas no menos importantes, como la presencia de agua y la buena comunicación del lugar. De los discursos de los Agrónomos se desprende que la productividad de una finca no sólo dependía de las cualidades del suelo, sino, sobre todo, de la cantidad de agua que ésta dispusiera. Como indica Columela, la existencia del líquido elemento hacía posible el riego de la hacienda y el suministro de agua a la casa, además de suavizar las temperaturas y amenizar el lugar86. En el mismo sentido, Varrón, señala que la existencia de agua o, en su defecto, su fácil transporte, es un requisito primordial anterior a la construcción de la casa87.
83
Catón, I, 1, 2; Columela, I, 4, 4. Columela, I, 4, 5. 85 En suelos aluviales/coluviales, de margas, materiales calcáreos y silíceos, vertisoles, etc. 86 Columela, I, 2, 4 y I, 5, 4. 87 Varrón, I, 11, 2. 84
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Revista de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación Universidad de Jaén, 2002, pp. 1-19. En relación con esto, la Arqueología revela que la concentración de villas en tierras fértiles casi siempre va unida a la cercanía de un curso fluvial, independientemente de su mayor o menor caudal, que sirve como fuente de aprovisionamiento de agua. Se ha constatado una importante densidad de villas en la vega del Tajo, las márgenes del Duero y el Ebro, y, obviamente, en el valle del Guadalquivir y el Genil. Por otra parte, la cercanía a un flujo de agua importante, sea un río navegable o el mar, ofrece otras ventajas como el fácil transporte de mercancías. Quizás fue Catón el primero en observar la repercusión comercial que podía tener la vecindad de la villa a uno de estos dos medios88. Ambos ofrecen la vía más directa para el intercambio de productos, tanto para la exportación de alimentos y materias primas que produce la finca, como para la importación de manufacturas89. Esta circunstancia, unida a la ya mencionada fertilidad de sus valles, explica que ríos hispanos como el Ebro o el Guadalquivir se convirtieran en lugar de asiento de numerosas villas, granjas, alfares, etc. Por su parte, el mar, sirve como medio de intercambio con mayor alcance que un río navegable, y, además, resulta ser un lugar idóneo para estancias temporales y el reposo90. Existe un tipo de villa llamada a mare o marítima cuya denominación está haciendo referencia a la ubicación espacial de la misma junto al mar, pero que al mismo tiempo responde a unas características arquitectónicas determinadas condicionadas por tal situación. Gatti, considera elementos integrantes de la domus de una villa marítima el xystus, el barrio marítimo y la apertura al mar mediante pórtico91. Estas elegantes villas fueron erigidas exclusivamente para el recreo y esparcimiento de potentados romanos a partir del s. II a.C., especialmente en el arco costero comprendido entre Cumas y Nápoles. Las 88
Catón, I, 1, 3. Varrón, I, 16, 6; Columela, I, 2, 3 . 90 Fernández Castro (1982: 48). 89
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Revista de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación Universidad de Jaén, 2002, pp. 1-19. villas del litoral hispano conocidas no coinciden del todo con este tipo. En España las villas marítimas presentan, efectivamente, una ubicación frente al mar, pero en ninguna de ellas el medio externo repercute claramente en la disposición arquitectónica92, ni tienen una función exclusivamente residencial como en las republicanas villas de recreo sorrentinas o las tardías de las costas norteafricanas (villas de Zliten o Nilo). No faltan en Andalucía ejemplos de villas cercanas al mar, ya sea junto a la playa o en acantilados al borde de la costa. Los propietarios andaluces no sólo buscaban con esta situación disfrutar de una residencia con vistas al mar, sino también la ventaja práctica de poder realizar actividades destinadas a la producción de salazones. Se conocen algunas villas marítimas en la costa gaditana, como Las Canteras (Chipiona) y La Ardila (San Fernando), pero sobre todo en la malagueña, donde encontramos: Benalmádena-Costa (Benalmádena), Las Torres (Estepona), Finca de la Cizaña (Málaga), Castillo de la Duquesa y Sabinillas (ambas en Manilva), Río Verde y El Faro de Torrox. Otra condición tan indispensable como la presencia del agua es el fácil acceso a la hacienda. Los Agrónomos consideraban fundamental que el lugar estuviera bien comunicado, ya que ello va a revertir de manera directa en las actividades de la villa. En opinión de Catón, era aconsejable que el pago tuviese una entrada y salida fácil93. Varrón, por su parte, iguala las ventajas que conlleva la proximidad de la finca a un río navegable con un entramado viario que permitiera hacer viajes a ella fácilmente. Por último, Columela afirma que el camino, el agua y los vecinos han de tenerse tan en cuenta como la salubridad del clima y la fertilidad del suelo, que son los dos requisitos principales en la elección del predio.
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Gatti, (1957:285-305). A excepción de la villa de Centroña (La Coruña), con apertura al mar mediante pórtico, única que podemos adscribir abiertamente al tipo marítimo. 93 Catón, I, 1, 2. 92
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Revista de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación Universidad de Jaén, 2002, pp. 1-19. Tan importante como conocer las cualidades de una hacienda y el modo de cultivarla es saber dónde y cómo ha de edificarse la casa para que resulte útil. Así pues, a la hora de elegir el sitio donde construir la casa ha de tenerse en cuenta muchas de las recomendaciones que ya se hacían con respecto a la elección del pago: las condiciones climatológicas y atmosféricas, la presencia de agua y la salubridad. Con respecto a las dos primeras variables, los tratadistas recomiendan que las casas se sitúen en un lugar donde ambas resulten beneficiosas. Para ello, lo más aconsejable es construir a media altura, en una posición un poco más elevada que el resto del terreno, como en la falda de una montaña o a pie de monte94. Aquí, el aire es templado, no helándose en invierno ni abrasándose en verano, y se evitan los inconvenientes de las cimas de las montañas, donde la edificación queda expuesta a la violencia del viento y las continuas lluvias95. También se eluden los problemas de los lugares bajos, consiguiendo permanecer a salvo de los riesgos de inundación, que pueden llegar a destruir los cimientos de la casa, los ataques de los ladrones, la penetración de insectos y las emanaciones subterráneas96. Finalmente, encontramos otros beneficios que se obtienen de esta situación, como tener pleno dominio sobre el valle y disfrutar de una vista bella. Tanto las villas situadas en vertiente (en las faldas de una montaña o al pie de una colina) como en llano (sobre una pequeña colina, en lo alto de un cerro o sobre una plataforma), cumplen estas prescripciones agronómicas. No vamos a enumerar la situación de cada una de las villas andaluzas, pero sí debemos señalar que coinciden con estas alternativas. Columela añade que por debajo de la casa de labor habrá una llanura distribuida en prados, tierras de labor, saucedales y cañaverales. Para el
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Catón, I, 1, 3; Varrón, I,12,1; Columela, I, 4, 10. Columela, I, 4, 10. 96 Columela, I, 4, 10. 95
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Revista de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación Universidad de Jaén, 2002, pp. 1-19. cultivo de cereales se recomienda las tierras altas, preferentemente llanas o de suave pendiente; las colinas se cubrirán de olivos, viñas y otros árboles97. En cuanto a la presencia de agua y la salubridad, si bien hay que cuidar disponer de provisión de agua, las fuentes literarias insisten en que hay que procurar evitar edificar en terrenos pantanosos o lacustres, pues los lugares húmedos son causantes de enfermedades provocadas por animales que anidan en las aguas estancadas98 y estropean los instrumentos de labor, muebles y frutos99. Además de la situación, la orientación adecuada de la casa es otra condición aconsejada por los Agrónomos. En opinión de éstos, se puede elegir libremente entre abrir la fachada al Este o al Sur100, ya que de las dos formas se consigue el equilibrio de los vientos para obtener fresco en verano y calor en invierno101.
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Columela, I, 2, 3-5. Varrón, I, 12, 2; Columela, I, 5, 6. 99 Columela, I, 5, 6. 100 Como están preferentemente orientadas las villas hispánicas. 101 Varrón1, 12, 1; Columela, 1, 5, 8. 98
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