Cómo escribir con estilo Por Kurt Vonnegut Los periodistas y los escritores técnicos están entrenados para no revelar prácticamente nada sobre ellos mismos en sus escritos. Esto los convierte en anomalías en el mundo de los escritores, ya que casi todos t odos los demás desgraciados manchados de tinta que habitan ese mundo revelan cantidad de cosas sobre sí mismos a los lectores. estas revelaciones, accidentales e intencionales, las llamamos elementos de estilo. !ichas revelaciones nos indican a los lectores que clase de persona es aquella con la que estamos pasando el tiempo. "Parece el escritor ignorante o in#ormado, est$pido o despierto, deshonesto o sincero, %uget&n o carente del sentido del humor' Etcétera, etcétera. "Por qué deberías e(aminar tu estilo de escritura con la intenci&n de me%orarlo' )a*lo como muestra de respeto por tus lectores, escribas lo que escribas. +i garrapateas tus ideas de cualquier manera, probablemente tus lectores percibirán que ellos no te import an en lo más mínimo. e tendrán por un eg&latra o un cabe*a de chorlito- o peor, de%arán de leerte. La revelaci&n más condenatoria que puedes hacer sobre ti mismo es que no distingues entre lo que es interesante y lo que no. "o " o te pasa a ti también que te gustan o disgustan escritores principalmente por lo que eligen mostrarte o p or aquello en lo que te hacen pensar' "lguna ve* has admirado a un escritor cabe*a hueca $nicamente por su dominio del idioma' o. !e modo que tu estilo ganador debe comen*ar con ideas en la cabe*a. 1. Encuentra un tema que te importe Encuentra un tema que te importe y que pienses de cora*&n que debería importarle a los demás. Este a#ecto genuino, y no los %uegos con el lengua%e, será el elemento más atractivo y seductor de tu estilo o te estoy animando a que escribas una novela, por cierto, aunque no lamentaría que lo hicieras, siempre y cuando sientas un interés genuino por alg$n tema. /na reclamaci&n al alcalde acerca de un bache delante de tu casa o una carta de amor a la vecina de al lado bastará. 2. Pero no divagues. o voy a divagar sobre ello. 3. Conserva la sencillez En cuanto al uso del lengua%e0 recuerda que dos grandes maestros del lengua%e, 1illiam +ha2espeare y 3ames 3oyce, escribían #rases que parecían casi in#antiles cuando sus temas eran los más pro#undos. 4"+er o no ser'5, pregunta el )amlet de +ha2espeare. La palabra más larga tiene tres letras. 3oyce, cuando se sentía %uguet&n, podía enhebrar una #rase tan intrincada y deslumbrante como un collar para 6leopatra, pero mi #rase #avorita de su cuento 4Eveline5 es esta0 4Estaba cansada5. lcan*ado ese punto en el relato, ninguna otra palabra podría partir el cora*&n del lector tal como lo hacen esas dos.
La sencille* del lengua%e no es s&lo respetable, sino qui*ás incluso sagrada. La 7iblia se abre con una #rase propia de las habilidades de un enérgico muchacho de catorce a8os0 4En el principio !ios cre& los cielos y la tierra5. 4. Ten redaños para cortar Podría ser que también t$ seas capa* de con#eccionar collares para 6leopatra, por así decirlo. Pero tu elocuencia debería estar al servicio de las ideas en tu cabe*a. u regla debería ser la siguiente0 si una #rase, al margen de lo maravillosa que sea, no alumbra tu tema de alg$n modo nuevo o $til, prescinde de ella. . !espeta tu voz El estilo de escritura que te resulte más natural tendrá necesariamente ecos de los modismos con los que te hayas criado. El inglés era el tercer idioma del novelista 3oseph 6onrad, y todo lo que tiene de ácido su uso del inglés se debe sin duda en p arte a su primer idioma, que #ue el polaco. 9 a#ortunado es, ciertamente, el escritor que se ha criado en :rlanda, pues el inglés que se habla allí es chispeante y musical. Por mi parte, yo crecí en :ndianápolis, donde el acento habitual suena como una sierra de arco cortando ho%alata y lo normal es utili*ar un vocabulario tan desnudo de ornamentos como una llave inglesa. En algunas de las cuencas más remotas de los palaches, los ni8os crecen oyendo todavía canciones y locuciones de tiempos isabelinos. +í, y muchos norteamericanos crecen oyendo otros idiomas aparte del inglés o un dialecto del inglés que la mayoría de los norteamericanos no entienden. odas estas variedades del habla son hermosas, igual que lo son las variedades de mariposas. l margen de cuál sea tu primer idioma, deberías atesorarlo toda la vida. +i sucede que no es inglés estándar y que aparece cuando escribes en inglés estándar, el resultado es habitualmente una delicia, como una chica muy hermosa con un o%o verde y el otro a*ul. Por mi parte, nunca me #ío más de mi escritura, y otros parecen hacerlo igual, que cuando sueno como una persona de :ndianápolis, que es lo q ue soy. ";ué otras alternativas tengo' La que c on más vehemencia me recomendaban mis pro#esores habrá sido sin duda la q ue te habrán insistido a ti0 escribir como un inglés cultivado de hace un siglo o más.
". #i lo que quieres decir ales pro#esores solían e(asperarme, pero ya no. hora entiendo que todos aquellos antiguos ensayos e historias con los que debía comparar mi traba%o no eran magní#icos por su arcaísmo ni por su le%anía, sino por decir precisamente lo que sus autores pretendían que di%eran.
artistas imper#ectos. uestro p$blico requiere de nosotros que seamos pro#esores pacientes y comprensivos, siempre dispuestos a clari#icar y a simpli#icar, mientras que nosotros pre#eriríamos volar alto por encima de la multitud, cantando como ruise8ores. Esas son las malas noticias. Las buenas es que como norteamericanos estamos gobernados por una 6onstituci&n $nica que nos permite escribir lo que se nos anto%e sin miedo al castigo. sí que el aspecto más decisivo de nuestros estilos, aquello sobre lo que elegimos escribir, es completamente ilimitado.