Llámame – Kim Pritekel
Traducción: MET
Dusty está devastada pues su pareja de varios años Adriana la ha abandonado. Dusty no entiende a que se ha debido esta radical y “sorpresiva” decisión así que para comprenderlo y que le proporcione las respuestas que tanto necesita recurre a Roxanne. Bueno después de todo las respuestas a veces se encuentran en los lugares más extraños, así que no es para nada bizarro que Dusty busque sus anheladas respuestas en la sapiencia de una prostituta telefónica.
Como tampoco es para nada extraño que
esta prostituta telefónica resulte muy pero muy fácil a los ojos.
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Llámame – Kim Pritekel
Traducción: MET
Categoría: Uber/XWP Descargos: Ya saben el cuento, y probablemente no las leerán. Ellas son mías, se parecen a las otras, bla-bla-bla. (Já) Sexo: Hum, síp. Violencia: En realidad, no. Si quieres decirme lo maravillosa o lo mala que soy, siéntete en libertad de hacerlo a:
[email protected]
Para mis otros trabajos, visita: http://www.coloradobardsplace.net/
Titulo Original: Call Me
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Llámame – Kim Pritekel
Traducción: MET
LLÁMAME Por Kim Pritekel Traducido por MET
Pump, pump, pump... —¡Ryan! ¡Ve otra vez a acomodar la maldita secadora! —Hannah regresó
hacia
el
sofá,
una
pila
de
ropa
blanca
estaba
esperándola—. Te dije que no metieras tantos pantalones a la vez. —La rubia pequeña miró al joven alto y flaco, mientras éste refunfuñaba para sí mismo, dirigiéndose hacia la cocina, donde la lavadora y la secadora estaban ubicadas junto a una esquina tras la puerta—. Hombres, —murmuró—, completamente ineptos. Los pensamientos de Hannah fueron interrumpidos con el timbre 4
Llámame – Kim Pritekel
Traducción: MET
del teléfono. Ryan casi saltó a través del piso para alcanzar primero el teléfono inalámbrico que estaba en la mesita de café. —¿Hola? —dijo con su voz profunda pero lo suficientemente alta para que la escuchara Hannah, que estaba tratando de mirar la serie "Seis Pies Bajo Suelo", mientras doblaba la ropa. Ella apartó de sus ojos verdes, un largo mechón de cabello, al seguir doblando unos calcetines de Ryan—. Síp, espere. Teléfono. —Ryan dejó el aparato en el mostrador, regresando hacia la sonora secadora. Hannah miró hacia el reloj que estaba sobre la cocina y suspiró. —Hora del espectáculo. —Tomó el teléfono, acercándolo a su oído mientras tomaba el control
de la televisión, bajándole el
volumen—. ¿Hola? —Hola Hannah. Soy Shannon. —Hola dama. ¿Qué tienes para mí? —Retomó su labor doblando unos boxers de los Chicago Bears. —Bueno querida, espero que estés inspirada esta noche, porque tengo una mujer esperándote. Hannah titubeó en su doblada. —¿Qué? Yo no sé qué hacer en esos casos. —Bueno, ya lo descubrirás, porque ella ya está llegando. — Hannah giró sus ojos por la broma de Shannon.
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Traducción: MET
—Qué bonito. Bueno, ponla. —Luego la línea sonó, y la rubia pequeña tomó su cronómetro, que lo tenía desde la secundaria cuando solía dedicarse a las carreras, activándolo para que comenzara su cuenta. Aclarando la garganta, dejó los calzoncillos de Bryan junto a los demás y tomó una camiseta para doblarla—. Hola sexy. Soy Roxanne, estás lista para convertir tu sueño en realidad. ¿Dulzura, cuál es tú sueño esta noche? Se escuchó una respiración profunda en el otro lado de la línea, y Hannah se estremeció, comenzando a doblar una camiseta. —Bueno querida, no comenzaste sin mí, ¿o sí? Estoy todavía aquí bebé, esperando que me digas lo que quieres. —¿Dónde está el helado? —Ryan susurró desde la puerta de la cocina. Hannah bloqueó el aparato entre su hombro y la mejilla. —Detrás de las costillas de cerdo. —Él le dio la señal de okay, y ella regresó a su cliente, sorprendiéndose al escuchar lo que creyó era la respiración agitada, en realidad era llanto. Sus cejas castañas claras se fruncieron—. Querida, ¿estás bien? ¿Es esta alguna fantasía que tienes o algo así? ¿Quieres que te consuele, querida? —la voz de Hannah se hizo más profunda, mientras con la cabeza le señalaba a Ryan que sí, hacia el contenedor que este le enseñaba. —Lo siento, —dijo una voz ronca en el otro lado de la línea—, no sé por qué llamé. —Suspiro—, nunca antes había llamado a una de estas cosas. —Hannah pudo escucharla sonándose la nariz. 6
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Traducción: MET
Dejó caer la bola de medias junto al montón de otras iguales y se acomodó en el borde del sillón—. Querida, ¿necesitas a una enfermera? Tengo un viejo uniforme de enfermera en mi armario, —Hannah se golpeó la frente con la palma de la mano. —Sólo necesito hablar —la voz de la interlocutora estaba un poco más en control, pero aún sonaba muy mal. —Quieres decirme tus más profundos y obscuros secretos, querida. —Hannah aceptó un tazón de helado que le trajo Ryan, agradeciéndole con la cabeza, para luego tratar de mantener el teléfono y el tazón con su hombro y con sus manos. —No —ruido de nariz—. Sólo quiero saber porque ella ya no me ama, —el llanto comenzó nuevamente y Hannah casi entró en pánico. Esto nunca le había pasado antes. —Oh, bueno, uh... —se aclaró la garganta, su verdadera voz había salido por un momento—. No sé querida. No soy tan ciega o estúpida, siempre te amaré y te haré sentir bien. —Se sentía horrible. Esta mujer obviamente estaba sufriendo y ella tenía que mantener su acto. Dejando de lado el helado, se acurrucó nuevamente en el sofá, sostenía fuertemente el teléfono junto a su oído. Su mente estaba yendo a toda velocidad, tratando de pensar en alguna manera de ayudar a esta pobre extraña. —Regresé una día a casa del trabajo, y ¡poof! ¡Todo había desaparecido! —más llanto.
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Traducción: MET
—Espera, espera querida, —la voz de Hannah se suavizó, aún así la mantenía baja el último vestigio de profesionalismo—, hablemos de esto, ¿de acuerdo? —Está bien. Hannah sólo quería llegar hasta ella y abrazar a esa voz pequeñita, y decirle que todo estaría bien. —¿Qué pasó querida? —Yo regresé y ella se había ido. —La mujer hizo un sonido ronco y luego se sonó la nariz—. Se llevó todo. ¡Inclusive mi maldito Monet! Hannah cubrió el auricular, —¿qué es un mone? —preguntó a Ryan, quien ya estaba dando buena cuenta de su fría golosina. —Monet, estúpida. Un pintor famoso. —Le susurró en respuesta. —Oh guau. —Hannah volvió al teléfono—. Lo siento dulzura. Al parecer necesitas un buen abrazo, querida. —la mujer al otro lado hizo un fuerte sonido con su nariz. —Sí, creo que sí. Desearía que pudieras dármelo. —Bueno, puedo darte algo más querida. —Hannah estaba desesperada, pensando que tal vez si volvía a territorio familiar, podría lograr distraer a su cliente y hacerla sentir mejor. —No gracias. Debo irme. Que tengas una buena noche. 8
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Traducción: MET
—Espera, ¿estás segura? —Hannah se sentó derecha, realmente preocupada por esta desconocida. —Sí. Buenas noches Roxanne. —Y con un clic, la llamada se cerró. Hannah se quedó ahí sentada, luego saltó a detener el cronómetro. Lanzó el teléfono en el sillón, se paró, estiró y fue hacia su computadora, que estaba colocada en la repisa del desayunador, para que así ella pudiera escribir mientras estaba en su turno de llamadas. —¿Qué pasó con esa llamada? ¿No hubo gemidos ni gruñidos? — Ryan se rió lamiendo el helado de su cuchara. —Cállate. No sé. Esta tipa sólo estaba triste, creo. Seguía llorando y hablando de cómo una mujer se fue cuando ella no estuvo en la casa. —Hannah prendió su programa, y mientras lavaba su tazón, la máquina cobraba vida—. Pobrecita. Hombre, sí que estaba triste. —Hannah se viró al escuchar pequeñas pisadas cruzando el piso de la cocina. —¡Hola amiguito! —Ryan levantó en sus delgados brazos, al pequeñito de dos años y medio—. ¿Qué haces levantado? —Mostro bajo mi cama. —El pequeñito con cabello castaño dijo, metiendo el dedo índice en la boca. Sus brillantes ojos verdes, justo como los de su madre, recorrían la cocina—. ¡Hedado! — señaló con su dedo lleno de saliva, hacia el recipiente vacío que estaba en el mostrador.
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Traducción: MET
—No pequeño niño. Necesitas ir a dormir. —Hannah se acercó a su hijo, quien le extendió los brazos. Tomándolo, miró sobre su hombro a las sobras del helado, que había comenzado a chorrear por la mesa—. Limpia eso o te verás con la furia de Mami Hannah. —Le alzó una ceja al moreno alto. —Sí mami. —Ryan entornó sus ojos, pero limpió la suciedad. Hannah llevó en brazos al pequeño Michael hasta su dormitorio, en el que estaba la cama en forma de auto de carrera, número 53, y un armario que hacia juego. —¿Qué pasa mi pequeño hombrecito, ah? —gentilmente lo dejó sobre la cama, recostándose junto a él. El pequeñito alzó su mano para tomar el collar de ella, que tenía una moneda de Grecia con una tira de cuero que atravesaba el agujero del centro. Él estudió la moneda, dándole vueltas en su mano, con sus deditos aún no muy coordinados. —Mostro, —dijo el ausente, mirando la lámpara que tenía diseños de arco iris. —Monstruo, ¿huh? —Hannah preguntó mientras cubría al niño, sus sábanas de un héroe de TV, estaban rozando el borde de su camiseta.— ¿Dónde?
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Traducción: MET
—Ahí. —Michael sonrió, sus pecas jugueteando, al comenzar su mami a jugar. La rubia miró hacia donde señalaba el pequeño, en la esquina donde estaban sus juguetes. —Umm. —Ella se levantó, caminando despacio hacia allá, cuidadosamente, sin querer que el monstruo le saltase encima. Se giró hacia su hijo, con un dedo en los labios, haciéndolo reír mientras asentía. Hannah se viró nuevamente hacia la esquina, alzando su mano, para sólo volverla a bajar tan rápidamente, y luego tratar otra vez. Finalmente con mucha gracia, alzó la tapa del mueble de los juguetes, haciendo que Michael gritara cuando su madre retrocedió. Volviendo, mirando dentro, moviendo algunos juguetes para asegurarse, luego sacudiendo su cabeza pensativamente hacia el niñito, el que estaba de rodillas en su cama—. No hay nada aquí, Mikey. Un último lugar y luego tienes que
ponerte
a
dormir,
¿está
bien?.
—Michael
movió
afirmativamente su cabeza, luego señaló debajo de la cama—. Okay, aquí vamos, —se giró hacia su hijo, otra vez su dedo en los labios, haciéndolo reír y aceptar...
*
*
*
Un teléfono celular cayó en el sofá, una cabellera obscura se apoyó
en
dos
manos
pálidas.
Cálidas,
lágrimas
saladas
comenzaron a escurrirse entre los fríos dedos, creando un 11
Llámame – Kim Pritekel
Traducción: MET
contraste. Los silenciosos gemidos se escucharon a través de los vacíos y espaciosos cuartos, continuando hasta tarde en la noche. Dusty se despertó cuando el sol comenzaba a atravesar las ventanas desnudas. Los ojos azules se cruzaron, luego se dio cuenta, y la alta morena se sentó, su espalda adolorida por haber dormido en el sofá. Tampoco tenía otra alternativa. Sorbió su nariz, esta le ardía por una noche entera de llanto, y la piel de su rostro se sentía dura después de tantas lágrimas. Lentamente se levantó, mirándose hacia su increíblemente arrugado traje de Prada, Dusty gruñó y fue hacia el baño. Mirándose la cara en el espejo, se preguntó qué era lo que había ido tan mal, luego comenzó a llorar otra vez cuando se fijó que hasta la cortina del baño no estaba. Tomó varios sorbos de aire, miró a su alrededor. El apartamento estaba casi totalmente vació, aparte del sofá, un par de papeles tirados en el piso y el montón de correo. Dusty lo levantó, viendo una propaganda en un papel rojo fuerte. Una mujer semidesnuda con un teléfono junto a su oído, estaba impresa en el frente. ¿Necesitas una amiga especial? Natalie espera tu llamada. —Oh, Dios. —Dusty se sentó nuevamente en el sofá, recordando la llamada que había hecho la noche anterior. Roxanne—. ¿En qué estaba pensando? —Miró otra vez a la propaganda, con la eterna sonrisa en tinta de 'Natalie'. ¿Qué diablos estaba ella haciendo al
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Traducción: MET
llamar y ventilar sus penas, al maldito servicio de sexo? ¿Qué podía hacer una prostituta telefónica? Arrugó el papel y lo lanzó contra la pared, donde anteriormente se encontraba el estante de libros. Si antes la habitación principal del departamento lucía inmensa con muebles, ahora vacía parecía infinita. El color bronce quemado de la pared, una vez cálido y suave, ahora parecía cerrar sus paredes a Dusty, haciéndola sentir extremadamente claustrofóbica. Con su mandíbula apretada en determinación, se quedó quieta y luego fue hacia el baño, despojándose de sus ropas arrugadas, tomó un baño. Ya arreglaría el desorden luego. Limpia, en ropa nueva y sin arrugas, tomó su maletín desde su equipaje y salió por la puerta. El trabajo siempre había sido, y siempre sería, su santuario. Allí ella se podía concentrar en lo que debía hacer y no tendría que lidiar con las ramificaciones del hecho de que Adriana la había dejado. No tendría que pensar en que nunca estuvo en casa y como Adriana la había abandonado a su suerte. En el trabajo, en su oficina de la esquina, Dusty no tendría que pensar en todas las cenas que perdió, todos los Días de San Valentín que se le olvidaron, y todos los aniversarios en que compró un regalo únicamente porque su secretaria se lo recordó. En el trabajo ella no tenía que sentir. Dusty tomó un taxi en las transitadas calles de Chicago, se dirigió a su oficina, la cual estaba cerca de las Torres Sears. El auto se detuvo al frente del edificio de ochenta y tres pisos, y la morena 13
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Traducción: MET
salió luego de pagarle por el servicio. Mirando al otro lado de la calle, vio la pastelería Crimshaw y decidió ir a comprar algo para el desayuno y llevárselo consigo hasta el piso diecisiete. Se fijó a ambos lados de la calzada, no queriendo quedar aplastada todavía, y se apresuró hacia el pequeño deli en el que vendían un infame burrito para el desayuno. La campana sobre la puerta sonó a la llegada de Dusty, y la morena tuvo que parar de golpe para no chocar con una bonita rubia que estaba hablando con una morena más bien pasada de peso. Parecía como si acababan de encontrarse en la puerta. Dusty trató de no lanzarlas simplemente hacia un lado, en lugar de tener que quedarse ahí escuchándolas hacer conversación. La rubia le estaba contando a su amiga sobre una extraña llamada que tuvo la noche anterior. Impaciente, Dusty pasó casi empujándolas. —Oh mierda, lo siento. —La rubia movió a su amiga fuera del camino, y siguieron hablando. Dusty les dio una rápida sonrisa, luego giró sus ojos y se acercó al mostrador. Odiaba a la gente ruda. Ordenando su usual burrito para el desayuno, quemándose con la salsa picante, con el que una persona normal pondría en buen uso al departamento de bomberos, salió.
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Llámame – Kim Pritekel
Traducción: MET
*
*
*
Al parecer el día sería caluroso. Dusty estaba parada frente a la ventana, mirando hacia la ciudad en una mañana de sábado. El edificio estaba tranquilo, sin embargo sabía que también estaban otros maniáticos del trabajo como ella, en algún lugar por arriba o por abajo. Con un suspiro, la imponente morena miró hacia su escritorio, lleno pero ordenado. Odiaba el desorden en su vida o en su trabajo. No tenía sentido, y todo debía tener un sentido. Como este asunto con Adriana. ¿Qué la hizo irse tan abruptamente? ¿Y por qué diantres no habló de esto con Dusty? ¿Acaso cuatro años no significaban nada en absoluto para ella? Sentándose en su sillón de cuero, Dusty revisó su agenda en la esquina del escritorio, junto al dispensador de onix para lápices y lapiceros. Recordó cuando conoció a la hermosa pelirroja. Cinco años y tres promociones atrás, cuando Dusty había obtenido su primera promoción en la firma de inversiones, fue en un banquete para proclamar los premios. El Presidente de la compañía, Howard Eastman, la había llamado al estrado para que dijera unas pocas palabras. Dusty era una de las más jóvenes supervisoras de toda la compañía, tenía sólo veinticuatro, y era una mujer. Nunca antes se había escuchado algo así. 15
Llámame – Kim Pritekel
Traducción: MET
Dusty graciosamente tomó la palabra y se dirigió a las personas que se habían reunido en trajes de gala, disfrutando el tener control y poder sobre todos. Tomó ese poder con facilidad y uso todos sus encantos para deslumbrarlos aún más de lo que había hecho con su cerebro. Les dio una perfecta sonrisa y su voz melodiosa y suave. Los tenía en la palma de la mano y lo sabía. Aún mientras hablaba, sus ojos recorrían el lugar y hacía contacto con cada uno, siendo ahí cuando se encontró con los de la hermosa, y sin embargo modesta, pelirroja, parada junto a Howard. En un primer momento pensó que el viejo verde había tenido un golpe de suerte, pero luego se percató de la indiscutible similitud entre los dos. Entonces esta era la hija pródiga de la que él tanto hablaba. Adriana. Los profundos ojos cafés miraron a Dusty, y la morena le dio una sonrisa toda suya. Adriana se la regresó. Howard, más tarde hizo las presentaciones debidas y las dos mujeres se pusieron a conversar mientras saboreaban unos bocaditos acompañados de sus copas de champaña. Adriana le había contado a Dusty de sus viajes por Europa, de mochilera a través de Israel, tratando de mantenerse fuera de vista y habiendo tenido que esconderse en muchas ocasiones, o habiendo sido vista por los cientos de grupos radicales que recorrían el desierto. Aparentemente Howard no sabía de estas escapadas. Ahora la pelirroja había decidido sentar raíces, usando su título de Harvard y convertirse en una antropóloga lingüista.
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Llámame – Kim Pritekel
Traducción: MET
Sonaba bien para Dusty. Y lo único que le importaba era el hecho de que Adriana estaba enviándole algunas señales bien fuertes, y que ella se las contestaba cada una. Para la
mañana
ya habían compartido una cena, buena
conversación y la cama de Dusty. ¿Cuál fue el problema? Dusty miró hacia los hechos pasados, tratando de pensar en varios aspectos de su vida juntas. Había sido feliz, Adriana era suficientemente
independiente
para
permitir
a
Dusty
que
consiguiera sus ambiciones sin fin, y tenía tiempo para su amor, cuando lo quería. Había sido perfecto. Si Dusty no podía estar allí para alguna fiesta o cumpleaños, Adriana siempre lo entendía, ¿verdad? De todas formas ella siempre se iba hacia la propiedad de su familia. ¿Entonces cuál fue el problema? La morena tomó un esfero, pasando la superficie fría sobre su labio inferior. Suspiró, lanzó la pluma a un lado, pasó su mano por su cabello largo. Dusty pensó en el cumpleaños veintiséis de Adriana. Howard había planeado una gran fiesta para la pelirroja y Dusty le había asegurado que estaría allí. Pero, eso no fue lo que ocurrió. Dusty tuvo una llamada desde la oficina de Londres, donde habían serios problemas, por lo que tuvo que subirse a un avión, dejando un mensaje en el celular de Adriana, explicándole y diciéndole que estaría de regreso en tres días, y que se divirtiera 17
Llámame – Kim Pritekel
Traducción: MET
en la fiesta, que ya tomarían un fin de semana romántico en cualquier otro momento. La morena no supo nada de Adriana mientras estuvo en Londres, y ninguna de sus llamadas telefónicas fue contestada. Dusty se imaginó que su enamorada estaría disfrutando y que no estaría desperdiciando su tiempo esperando a la ejecutiva. Cuando Dusty regresó a casa, Adriana parecía estar bien, tal vez un poco distante, lo que atribuyó a cansancio por la fiesta de hace dos días. Dusty pensó que en efecto ese debía ser el caso, y no le dio más importancia. Este tipo de viajes de última hora, eran comunes en su relación, y ahora Dusty sentada en su sillón, viendo a la nada, se preguntó si quizás estos le molestaban a Adriana más de lo que la pelirroja nunca le dejó saber. —No puede ser. —Dusty se separó del escritorio, suspirando mientras miraba nuevamente fuera de la ventana—. No puede ser. —¿Por qué Adriana no le dijo nada? No dejó ni una nota, ni un mensaje, nada. Sólo... nada. Sintiendo la ira invadirle, Dusty regresó a su escritorio y a su agenda, rápidamente buscó entre los números y nombres. Se quedó perpleja al no encontrar ni un solo número o nombre, entre los cientos. Cada uno de ellos era de negocios, algún socio, contacto o enemigo. Dusty se quedó mirando como si una serpiente estuviera a punto de morderla. Necesitaba hablar con 18
Llámame – Kim Pritekel
Traducción: MET
alguien, tenía la sensación de que Adriana no le hablaría, pero tenía que tratar. Acomodándose nuevamente, la ejecutiva tomó el teléfono y marcó un número conocido. El timbre, a los oídos de Dusty, sonaba hueco, vació e impersonal. —Hola, has contactado a Adriana Eastman. No estoy disponible para tomar tu llamada ahora, pero estaré gustosa de responderte tan pronto pueda. Ten un buen día. Dusty sonrió levemente ante la dulce voz que conocía tan bien. Cuando la señal para dejar el mensaje sonó, no estaba segura de qué podía decir. Finalmente consiguió articular unas pocas palabras. —Adriana, soy Dusty. Um, llámame. —Furiosa consigo misma por su inhabilidad para expresarse. Colgó con un fuerte golpe, tomó su chaqueta y salió.
*
*
*
Luego del encuentro casual y el almuerzo con Julie, Hannah se dirigió a sus clases en el colegio de la comunidad, luego a la casa de su mamá para recoger a Michael.
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Llámame – Kim Pritekel
Traducción: MET
—Entonces, ¿ya encontraste un trabajo? —Alice Hawkins le preguntó mientras seguía pelando papas, su hija y su nieto comían de los sandwiches que les había preparado. —Ya tengo un trabajo, mamá. —Hannah dijo distraídamente, hojeando una revista mientras comía, y de vez en cuando limpiando la boca de Michael o sonriéndole. —Ese no es un trabajo, Hannah Michelle. —Alice se giró para poder mirar a su hija, su única hija—. ¿Qué hay de tu hijo, hmm? ¿Qué pensará de su madre siendo una... —Alice hizo una pausa, caminando hacia el niño para cubrirle los oídos—, una prostituta de teléfono. —Susurró. Hannah suspiró, cerrando la revista y tomando lo que le quedaba de té helado. —Gracias por el almuerzo, madre. —Se paró, deslizando su silla en su sitio, y llevando el plato de papel al basurero, donde lo metió aplastándolo junto con la otra basura. Miró a su hijo para ver si ya estaba terminando. El niño comía tan despacio. —Ahora, no entiendo por qué tú has escogido ese trabajo. Pensé que te había educado mejor que eso. —Dijo Alice, retomando su labor con las papas, sin darse cuenta de lo molesta que estaba su hija, o sencillamente sin importarle eso—. Quiero decir, ¿qué hay del donante? —Ojos verdes cansados miraron a la joven, una versión más hermosa de sí misma. Hannah la miró. —"El donante", resulta que es el padre de Michael, mami. Justin está fuera de nuestras vidas, y... 20
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Traducción: MET
—Bueno, por supuesto que está fuera de sus vidas. —Alice se volvió hacia su hija, con la mano en la cadera y agarrando el cuchillo—. No es como si le hubieras hecho pagar una pensión por mantenimiento para el niño. Déjalo que él te ayude a cuidarlo, así quizás podrías conseguir una trabajo decente. —Señaló a su hija con la punta—. ¿Qué tipo de impresión crees que estás causando aquí al pequeño Mikey? ¿Qué puede andar haciendo lo que le da la gana por ahí, metiéndose en problemas y luego complicarlos casándose? —Alice sacudió la cabeza. —¿Qué, preferirías que me hubiera quedado con Justin? ¿Que lo dejara golpearme, golpear a mi hijo? No lo creo madre. —Hannah comenzó a limpiar la cara y las manos de Michael, cosa que el pequeño odiaba por lo que comenzó a quejarse. —No seas tan ruda con él. Hannah se viró hacia su madre, ojos verdes en fuego. —Basta. — Su voz baja, llegando al borde—. Sé que eres infeliz. Que odias a mi padre por haberte abandonado hace casi veinte años. Sé que estás sola y amargada y piensas que puedes revivir tu vida a través de la mía. Yo tomo mis decisiones, y vivo con ellas, cada día. Déjame en paz. —Dicho eso, tomó al bebé de su silla alta, quien con sus grandes ojos verdes miraba a su alrededor. Sabiendo que por el tono de la voz de su madre, ella no estaba feliz—. Te veré el jueves.
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Llámame – Kim Pritekel
Traducción: MET
Hannah sostuvo las lágrimas hasta que estuvieron lejos, ya camino a casa. Luego se las limpió con furia, odiando llorar, y más aún porque era su madre quien lo había causado. Sostuvo a su pequeño niño cerca de su corazón, su cabecita apoyada a su pecho, contento comenzaba a dormirse. La rubia le acariciaba el cabello suave al pequeño, su propia cabeza apoyada en la pared detrás, agradecida del hombre que les había cedido el asiento. El sentir a su hijo junto a ella, le hacía darse
cuenta
de
cuanta
responsabilidad recaía
sobre
sus
hombros. Lo mucho que su vida había cambiado desde su plan original.
*
*
*
Hace cuatro años, a la edad de diecinueve, había conocido al padre de Michael, Justin Avery, de veintitrés años y cantinero en el sitio en el que Hannah con sus amigos de Universidad, solían ir. Justin la había enamorado durante todo el semestre del primer año. Finalmente ella aceptó salir con él. Error número uno. Justin era muy bien parecido, cabello largo y obscuro, el cual siempre lo tenía fuera del rostro de una u otra forma. Tocaba la batería con una banda local, y se ayudaba para sus gastos con el 22
Llámame – Kim Pritekel
Traducción: MET
trabajo en el bar. Él era absolutamente el chico malo, por lo que era lo opuesto a la tímida, controlada Hannah. Sin embargo, algo acerca de Justin le atraía, y se volvieron pareja. Error número dos. Justin era simpático y gracioso, llevaba a Hannah a todos sus shows, luego a todas sus fiestas. Hannah, no siendo una avecilla fiestera, se involucró profundamente en el mundo de Justin y sus amigos. Sus notas empezaron a bajar, inclusive había dejado de lado su escritura. Sus amigos se comenzaron a preocupar, pero ella no hacía caso a los pedidos de dejar al cantinero. Luego Hannah cometió el error más grande, dejó sus estudios y se fue a vivir con el chico. Él le consiguió un empleo como camarera, en el mismo bar en el que trabajaba, y también la enlistó como ayudante para escribir canciones para la banda. La rubia se vio envuelta en la telaraña de Justin, sin darse cuenta de la araña venenosa que en realidad él era. Las invitaciones venían cada vez más a menudo, Justin llegaba a casa cada vez más tarde. Cuando Hannah le preguntaba dónde había estado o por qué ella no podía ir también, se encontraba con silencio o con un grosero "no es tu asunto", o con el recordatorio de que ella no era su madre. Esto pasó de largo por un año y medio, hasta que Hannah decidió hacer algo al respecto. Una noche mientras Justin estaba de juerga, recogió todas sus pertenencias y las metió en un par de bolsos junto con su mochila 23
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Traducción: MET
de libros. Buscó en la jarra que tenía en la pequeña cocina, viendo cuánto había guardado del cambio. —Maldición, —contó trece dólares, pero igual se los metió al bolsillo. No tenía idea a donde podía ir, sin saber si alguno de sus antiguos amigos aún le hablaría, peor aún si le darían posada. Mirando alrededor del apartamento, trató de ver si se le quedaba algo o si quería llevarse algo consigo. Sin encontrar nada, se apresuró a la habitación para tomar sus paquetes y salir, hacia el futuro desconocido. Cuando estaba saliendo por la puerta principal, su mano tomó la perilla, pero la puerta se abrió súbitamente, asustándola tanto que dio un pequeño grito y dejó caer uno de sus dos bolsos. Justin estaba borracho y olía a perfume barato, también se detuvo de golpe asustado. Luego, al escuchar el ruido se percató de la maleta caída, vio a Hannah quien tenía la mirada escondida por la culpa. —¿Qué es esta mierda? Hannah tragó fuerte, tratando de llenarse de coraje y dijo: — Justin, me voy. No puedo seguir con esto. —Se agachó para tomar sus paquetes, pero se encontró golpeando el suelo. Él estaba de pie frente a ella, una larga figura en negro, posicionado sobre ella. —No te vas a ninguna parte, —gruñó, agarrándola del largo cabello—. ¿Me entiendes? Me perteneces.
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Traducción: MET
—Justin, por favor detente. Me estás lastimando. —Hannah trataba de zafarse del agarre sin suerte, dándose por vencida, estremeciéndose ante la fuerza del agarre. —¿Lastimando? —le gritó a la cara, su aliento a alcohol, hierba y sexo—. ¿Qué diablos crees que me hará tu partida? ¿Huh? —Se paró, levantándola del cabello. Cuando Hannah estuvo de pie, la soltó, sólo para agarrarle del cuello con su gran mano, arrastrándola hacia atrás hasta que golpeó contra un panel de la pared con un fuerte sonido—. ¡Nadie me deja a mí! ¿Está claro? —Justin, —se estremeció, sosteniéndolo de la mano que estaba alrededor de su cuello—. Por favor, —trató de clavarle las uñas en la dura piel de sus dedos, luego gritó cuando fue lanzada contra la pared otra vez, haciendo caer una foto que estaba colgada cerca. Volvió
a
clavarle
las
manos,
más
desesperada
aún,
sin
conseguirlo. Lágrimas se deslizaban por sus parpados apretados, Hannah escuchó el abrir de un cierre, dándose cuenta que era el suyo—. No, Dios no. —Sus jeans fueron bajados por sus piernas, seguidos de su ropa interior. Sintió el filo de la correa de Justin, al abrirla rápidamente, para bajarse también los pantalones, usando sólo una mano ya que con la otra la tenía firmemente agarrada hacia la pared.
*
*
25
*
Llámame – Kim Pritekel
Traducción: MET
Hannah tomó un largo y profundo suspiró mientras se limpiaba sus ojos llorosos. Su rostro estaba tieso y sus ojos ardían. Había estado sentada contra la pared del baño por cuarenta y cinco minutos, y sabía que tendría que salir pronto o de lo contrario se enfrentaría nuevamente a la furia de Justin. Despacio, muy despacio, se puso de pie, estremeciéndose por el dolor que irradiaba de entre sus piernas. No sabía que le dolía más, su vagina o su alma. De todas formas, a las dos las habían hecho pedazos. Con manos temblorosas, abrió la lleve del agua fría y se lavó la cara, tratando de refrescar su piel hirviente. —Sal, quiero ir a la cama. —Hannah saltó del susto ante el golpe en la puerta del baño, y ante la voz apagada de Justin. —Ya voy. —Se tragó un gemido, tratando de mantenerse en calma. Pasando sus pálidos dedos por su cabello, se dio una última mirada al espejo. Sus ojos verdes estaban como hojas en primavera de tanto llorar, y su cabello estaba pegado a su rostro por el agua, el sudor y las lágrimas secas. Poniendo algunos mechones tras su oreja, se preparó para ir a la cama. Justin estaba acostado ya, de espaldas a Hannah. Ella lo miró, odio y dolor estaban tan a flor de piel. Mirando su desnudes, pudo totalmente entender porque Lorena Bobbitt hizo lo que hizo, y tuvo que literalmente, pelear consigo misma para no ir a la cocina para tomar un cuchillo. Se metió a la cama, todavía totalmente vestida, manteniéndose lo más hacia su lado como le era posible.
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Llámame – Kim Pritekel
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Justin se giró, apoyando la cabeza en su pecho, luego la alzó y frunció el ceño, mirando la camiseta. —¿Qué es esto? —dijo tomado el material, luego mirando a los ojos verdes. —Frío. —Hannah mintió. El cantinero volvió a bajar su cabeza y pronto comenzó a acompasar su respiración. Hannah apretó sus puños a sus costados, tratando de mantener su respiración y sus emociones bajo control. Una vez, durante una pelea, Justin la había amenazado de matarla si trataba de abandonarlo. Lo que le hizo esa noche era como si le hubiera clavado un destornillador en su corazón. Se sentía muerta y ya sepultada. No tenía a donde escapar, nadie a quien recurrir. Una cálida, lenta lágrima pasó por sus párpados cerrados.
*
*
*
Hannah besó la cabeza de Michael, sonriendo cuando el suspiró en su sueño. Su mente voló hacia otra época, que parecía hace una eternidad. Cinco semanas después del ataque, supo que estaba embarazada. Aterrorizada, no dijo nada a Justin, tratando de decidir que debía hacer. Sabía que no había forma de que ella pudiera criar a su hijo con ese monstruo, pero no sabía hacia dónde ir. Trató de ponerse en contacto con su mejor amiga de la 27
Llámame – Kim Pritekel
Traducción: MET
Universidad, Rachel Taylor, pero esta se había mudado y Hannah no tenía idea a donde. Reuniendo lentamente la mayor cantidad de dinero posible, se fue, esta vez fue más inteligente al hacerlo. Hizo que Justin bebiera una noche, pretendiendo también ella hacerlo. Justin era una borracho excitado, con el que ella tenía que vivir, pero más importante, él dormía como un bebé luego de alcanzar cierto punto. Hannah se aseguró que llegase a ese punto, luego hizo su movida. Sin siquiera llamar a su madre antes, la rubia tomó un bus hacia casa, sorprendiendo a su madre al llegar a su puerta a las once y media de la noche. Alice no estaba contenta, especialmente cuando se enteró de que su hija estaba esperando, pero le permitió quedarse allí. Hannah trabajó como bestia en dos sitios, tratando de conseguir lo suficiente para poder salir de casa de su madre, y poder mantenerse ella y al bebé que estaba por llegar. —Vamos amor. —Hannah se paró sosteniendo a su niño cerca, mientras salía del tren en su parada. Él se agarró, medio dormido, cuando salían hacia el aire de la tarde, el cual estaba frío ya que el otoño comenzaba a hacerse presente. Lo mantuvo cerca, tratando de cubrirlo lo más posible. Siempre lo protegía, contra cualquier cosa que el mundo les presentase.
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Traducción: MET
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Dusty quitó el seguro de la puerta de su apartamento. Nada había cambiado, todavía estaban regadas sólo las pocas cosas que habían sido dejadas en el sitio. Necesitaba decidir qué hacer, remplazar todo o simplemente vender el lugar, lo que le sonaba bien en ese momento sensible. Lanzando su chaqueta en el mostrador de la cocina, revisó los estantes y la refrigeradora, tratando de ver si es que había algo. Encontrando sólo un vaso para jugo y una naranja, cerró la puerta del refrigerador con toda su fuerza. Entendía que Adriana estuviera furiosa, pero esto era ¡ridículo! Se había llevado mucho de lo que pertenecía a Dusty antes de que se juntaran. —Mierda. —Dusty caminó por el apartamento, mirando en el dormitorio que antes habían llamado suyo. Sólo su ropa estaba en el armario, y una manta con una almohada de reserva, colocada en el estante más alto, como siempre. Deprimida, y con sus hombros encorvados se dirigió hacia el salón, prendió el gas para la chimenea y tomó su teléfono celular, para chequear sus mensajes. Nada. Se sentó en el piso, recostada sobre el sofá, espió el montón de correo de ayer. También vio en el suelo, el pedazo arrugado de 29
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papel con la propaganda de la línea caliente, donde lo había tirado ella. Arrastrándose, lo levantó, lo abrió, mirando la seductiva sonrisa de Natalie. Dusty pensó en Roxanne, y en lo que la había hecho pasar la noche anterior. Quizás no estaba de acuerdo en la ocupación de Roxanne, pero la mujer se había portado bien con ella, tanto como para soportarla y dejarla que se desahogara. Con un suspiro, tomó el teléfono otra vez, lo abrió y marcó el número del aviso.
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*
*
Ryan estaba ayudando a Michael a ponerse su babero, cuando el teléfono sonó. Hannah lamió la mantequilla que tenía en el dedo y corrió para contestarlo. —¿Hola? —Hola chica, tienes una llamada. Las cejas doradas se fruncieron, Hannah miró al reloj que tenía sobre el microondas. —Pero sólo son las siete. —Lo sé. —Dijo Shannon, con diversión en su voz—. Pidieron por ti específicamente. 30
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Traducción: MET
Hannah dio un respiro de exasperación. —Oh Dios, no me digas que es ese viejo que quiere que sea su cabra. —Se estremeció al recordarlo y Shannon rió. —Nop. Es aquella mujer de anoche, creo. —Hannah podía sentir la sonrisa en la voz de Shannon. La rubia suspiró, mirando sobre su hombro a su familia y a su cena aún sin empezar. —Okay, ¿dame un segundo? —Claro que sí. Hannah dejó la extensión sobre el mostrador, corrió hacia la mesa, devoró varios trozos de su pan apenas enmantequillado y tomó la lata de Pepsi. Le dio a Ryan una sonrisa de disculpa. —Asegúrate que él coma. —Besó al "él" en la cabeza, luego tomó el teléfono y la soda y se los llevó a su dormitorio. Cerró la puerta y se acomodó en su cama, aclaró la garganta, tomó un sorbo de su refresco y esperó a que le pasasen la llamada de la mujer. —¿Hola? —dijo la voz conocida, sonando más fuerte esta vez, pero aún
melodiosa
y
suave.
Hannah
aplastó
el
cronómetro.
—Hola dulzura, —dijo Hannah, totalmente con Roxanne en su lugar—, estaba aquí recostada, toda caliente, sólo pensando en ti.
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Traducción: MET
—Hannah se sorprendió al escuchar una risa al otro lado de la línea. —No, no lo estabas. —La mujer no sonaba enojada, sólo divertida. Las cejas de Hannah se fruncieron, en todo el tiempo que llevaba haciendo esto, nunca había tenido esa respuesta. La mayoría de las personas que llamaban, sabían que era una mentira aquella frase, pero estaban pagando por una fantasía, por lo que le seguían el juego. —Dulzura, decir eso no es muy simpático de tu parte, ¿verdad? — Hannah dejó que su sonrisa se escapara, ligeramente divertida con esta mujer, era tan rara. —Creo que no es simpático. —La mujer se quedó en silencio por un momento, un momento incómodo, y Hannah también mantuvo el silencio, sabía que seguiría, por lo que no quería llegar a interrumpirla—. Escúchame Roxanne, siento lo que pasó anoche. Tu trabajo es más como Dra. Ruth y no como Dr. Freud. Fue Hannah quien rió esta vez. —Querida, Dr. Freud también estaba interesado en el sexo, ¿no es así? —la otra mujer también rió. —Supongo que sí. —Entonces, ¿te sientes mejor? Estabas muy afligida ayer. Me preocupaste. —Con mimo en su voz, luego fastidiada al darse cuenta de que esto no causaba el efecto que ella deseaba. Estaba 32
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acostumbrada a hablar con hombres tan fáciles. Decir algo sexi o bonito y ellos estaban listos. Mujeres, o por lo menos esta mujer parecía ser muy diferente. —Estoy bien. Me fui a trabajar por la mayor parte del día, me quedé sentada confundida, preguntándome qué diablos había pasado, preguntándome por qué demonios se llevó todo lo de mi apartamento. Bueno, todo excepto el sofá, un vaso y mi ropa, así fue. —Esa debe haber sido una mujer furiosa, dulzura. ¿Te portaste mal? —Hannah balanceó el teléfono entre su mejilla y el hombro, tomando pequeños sorbos de su bebida. Se acomodó en la almohada, tomando uno de los carritos de Michael de la mesa de noche y haciéndolo rodar por su estómago. La mujer rió. —Creo que puedes decir que sí. —Hannah pudo escuchar un largo, pesado suspiro que se le escapó—. Yo, demonios, yo no sé. —¿Qué? Dímelo. —No te voy a cargar con mis problemas. —¿Por qué no? Tú llamaste, además creo que quieres hablar de ello. Dime dulzura. Dile a Roxanne todo lo que pasó. —Por dónde comenzar. —Dusty se acomodó contra el sillón, el vaso lleno de agua a su lado. Comenzó contándole a la chica del teléfono acerca de cómo ella y Adriana se conocieron, acerca de su 33
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relación. Le dijo sobre algunos de los mejores momentos y algunos de los peores, para su horror se encontró nuevamente llorando, herida y confusa—. ¿Por qué no quiere hablar conmigo ahora? ¿Por qué no quiere hablarme, decirme lo que hice mal? Hannah se acostó aún más en sus almohadas, sintiéndose tan triste por esta pobre y perdida mujer. —No lo sé, dulzura. Estoy segura de que tiene sus razones. —La rubia sabía que esta mujer se había portado como mierda con su novia, y entendía el por qué ésta la había abandonado. Pero, también sabía que habían formas para hacerlo, y tomar todas las cosas mientras tu novia está de viaje de negocios, era realmente asqueroso. —Me siento como una idiota. Confiaba en ella. —La mujer realmente estaba llorando ahora. —Oh querida. Si estuviera ahí te daría un gran, gran abrazo. — Hannah escuchó a su interlocutora sonarse la nariz—. ¿Cuál es tu nombre querida? —Uh, —Dusty pensó rápidamente. No había forma que ella le dijese a esta desconocida su nombre verdadero—. Maude. —Ok, Maude. Quiero que te relajes, dulzura, ¿está bien? —Sí. —Toma una buena bocanada de aire, Maude. —Hannah bajó el tono de su voz más, con un aire de madre para calmar a la mujer.
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Dusty tomó varios respiros profundos, pasó sus manos por su cabello, luego expelió el aire—. ¿Cómo te sientes, dulzura? —Mejor, gracias. —Dusty se acostó en el piso, con el teléfono aún a su oreja—. ¿Hace cuánto haces... bueno... lo que haces? — preguntó, mientras se acomodaba. —Como por un año. —Respondió Hannah, mirando más de cerca al juguete en su mano—. ¿Tú que haces? —Pertenezco al mundo de las corporaciones. —Suspiró Dusty—. Esclava de las masas y el dinero, creo. —¿Te gusta? —Algunas veces. —Miró al techo, sintiendo una aguda soledad, penetrando en ella como una neblina de muerte—. ¿Es tu verdadero nombre? ¿Roxanne? Hannah se rió al teléfono. —Probablemente no más de lo que Maude es el tuyo. —Escuchó la risa de la otra mujer—. Las relaciones son tan difíciles. Más de lo necesario, yo creo. —La rubia se dio cuenta de que estaba usando su verdadera voz, y por un instante se sintió aterrorizada, sabiendo que cualquier cosa, aún remotamente personal, era definitivamente un no—no en este tipo de negocio. Luego se relajó, casi saboreando el ser ella misma. Sintió que eso era lo que aquella mujer necesitaba, no una farsa. Dusty escuchó el sonido de la voz de Roxanne. Estaba hablándole suavemente, no muy alto, pero con intimidad, no en una manera 35
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Traducción: MET
sexual. Era agradable. —Sí, así son. Nunca he sido buena con ellas. —¿Por lo que esta no fue tu primera relación seria? —Hannah lanzó
el
juguete
a
un
lado,
bajándose
hasta
quedar
completamente acostada en la cama. —No. Bueno, sí y no. Esta fue la más larga, pero he tenido otras. —¿Qué
paso
con
ellas?
—Escuchó
suspirar
a
Maude.
—Ellas se fueron o yo me fui. Nunca fue bien. Me sentía demasiado agitada, o ellas me engañaban. No sé. Tal vez estoy destinada a estar siempre sola. —Mi madre solía decir que ningún hombre es una isla. Supongo que vale también para las mujeres. —Síp. Es verdad. Pero del otro lado de la medalla, ¿por qué soy tan mala con las relaciones? ¿Por qué no puedo conseguir a una mujer que quiera quedarse? Una mujer que me entienda. —Dusty suspiró, realmente frustrada y descorazonada—. Creía realmente que tal vez esta era la verdadera. Que tal vez Adriana y yo podríamos hacer algo bueno. Lo creí. Qué tonta. —Cubrió su cara con sus manos, suspirando pesadamente otra vez. —Lo siento tanto, Maude. Sé que es difícil. Créeme, lo sé. —La puerta del dormitorio de Hannah se abrió, Ryan vio adentro. Ella cubrió el auricular, mirándolo—. ¿Qué? Estoy trabajando. 36
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—Este hombrecito quiere darte las buenas noches. —Ryan alzó sus brazos y el pequeñito de dos años y medio fue balanceándose hacia el otro lado, riendo. Hannah no pudo evitar también hacerlo. Destapó el teléfono, con sus ojos puestos aún en su hijo—. ¿Puedes esperar un minuto? —Claro. —Dusty escuchó cuando cubrió el receptor, pero aún podía captar los sonidos característicos de un niño, luego palabras apagadas, totalmente inentendibles, pero que igual la hicieron sonreír. —Lo siento. —Dijo Roxanne súbitamente. —No te preocupes. ¿Tienes pequeños? Sorprendida por la pregunta, Hannah miró al teléfono. —Um, sí, —estaba un poco preocupada. Escuchó a Maude reír suavemente. —Pude escuchar el sonido de uno. —Oh. —Hannah respiró aliviada, sintiéndose estúpida—. Sí, un hijo. —Que maravilloso. —¿Te gustan los niños? —Hannah se volvió a acomodar, tomando un sorbo de su Pepsi.
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—Sí, claro que no tengo ni la más mínima idea de qué hacer con uno. Entonces, ¿tú haces esto desde la casa o algo así? —Dusty estaba sorprendida. —Si. Estaba dándole a Michael su beso de buenas noches. Usualmente mis llamadas son más tarde, cuando él ya está en la cama. —Ah. ¿Cuántos años tiene? —Dos y medio. —Hannah no podía dejar de sonreír con orgullo. —Que precioso. Algunas veces pienso que adoraría tener hijos, a pesar de que no se si seré capaz de encontrar tiempo en mi vida para ellos. —¿Maude? —¿Umm? —¿Pensaste alguna vez que tal vez ese es el problema con tus relaciones? —¿Qué? —Dusty tuvo una ola de ira, y se incorporó un poco. —Bueno, por lo que me has dicho, parece que Adriana te dejó porque de todas formas estaba sola. Querida, créeme, sé de lo que te hablo. —El tono de voz de Hannah se hizo más duro, los
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recuerdos estaban aflorando en su cabeza, haciendo que su estómago se sintiera mal. Escuchó a la mujer suspirar otra vez. —No lo sé. Creo que necesito tiempo para pensar. Debo irme. —Está bien. Escucha, siento si te ofendí... —No, nada de eso. De verdad necesito pensar. Escúchame, gracias por todo, por escucharme, animarme, todo eso. Realmente lo aprecio. —Estoy a tu disposición, Maude. De verdad. Tengo una pregunta. —Dispara. —Dusty se levantó, estirando su espalda y su cuello. —¿Por qué llamaste anoche? —¿Sinceramente? —Sí. Sinceramente. Dusty miró al piso, la punta de su zapato jugando con una mota de polvo. —No tenía a nadie a quien llamar. —Oh. Bueno, llámame cuando quieras. ¿Está bien? Dusty sonrió. —Okay. Buenas noches, Roxanne. —Buenas noches, Maude.
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Dusty cerró su teléfono, sonriendo por la conversación y la mujer al otro lado de la línea. Hannah aplastó el botón para cerrar la llamada, moviendo su cabeza. ¿Qué llamada extraña, sin embargo una mujer muy agradable. Sentía pena por Maude, y realmente quería saber todo de ella.
*
*
*
Hannah entró apresurada en la pastelería, Shannon ya estaba esperándola. Golpeteando impacientemente sus dedos sobre la mesa al mirar sobre su limitado menú, un cigarrillo en el extremo de su boca. La rubia hizo una mueca por el olor del humo que salía de un extremo de este. Ella había dejado el vicio cuando supo que estaba embarazada de Michael, e inclusive ahora, el olor le provocaba nauseas. —Hola. —Se sentó, retirándose la bufanda que tenía puesta al cuello, guardándola en un bolsillo de su abrigo. —Hola hermosa. —Sonrió Shannon a su amiga, dejando el menú a un lado y poniendo el cigarrillo en un cenicero de plástico. —¿Tienes que hacer eso mientras estamos comiendo? —Preguntó Hannah, alzando su ceja señalando a la barra cancerígena. 40
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Traducción: MET
—Bueno tal vez si hubieras llegado a tiempo, ese no sería un problema. —sonrió Shannon. Los ojos verdes se entornaron. —Bueno ya hablaremos cuando tengas que lidiar con un niño en los "terribles dos". —Sí, sí. —Shannon descartó el tema y sonrió encantadoramente a la linda mesera que se acercó a su mesa—. Estamos listas, querida. —Oh, está bien. Umm, damas ¿qué es lo que pedirán? —la jovencita obviamente estaba incómoda, no muy segura de qué hacer con la naturaleza coqueta de Shannon y el término que había usado con ella, por lo que volvió su atención hacia Hannah. Luego de pedir su orden, las mujeres volvieron la atención a sus asuntos. —Entonces, ¿cómo va la escuela? —preguntó Shannon, dando una última pitada a su Camel, y luego apagándolo con una mirada de pena. —Bien. Pero estoy tan cansada todo el tiempo. —Hannah pasó su mano por su cabello, alejando unos mechones de su rostro. —Entonces, ¿por qué lo haces? —Shannon se preparó el café que la mesera les había traído, poniéndole una gran cantidad de azúcar y un poco de crema. Hannah la miraba fascinada, moviendo la cabeza en disgusto.
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Traducción: MET
—Porque no quiero hacer esto por el resto de mi vida. —Hannah se acercó, y bajó la voz. —¿Qué? ¿La cuestión del sexo telefónico? —preguntó Shannon, sin tomar en consideración ninguna discreción. —¡Shannon! —la rubia siseó, sonriendo a una pareja de personas mayores que las miraban desde una mesa cercana. —Oh mierda, querida, si yo no sonara como Kathleen Turner con resfrío, estaría haciendo lo que tú haces, en lugar de sólo estar pasando las llamadas. No es nada para avergonzarse. —Sacó otro cigarrillo del paquete, luego recordando donde estaba, y lo mucho que Hannah los odiaba, lo volvió a guardar. —¿Hablas en serio? —Hannah tomó un sorbo de su café, sus manos aún frías envolvieron el jarro caliente. —Bien en serio. Es buen dinero, chica. Y tú eres buena para eso. Mierda, ¿sabes cuantos tipos preguntan por ti? Maldición, chica blanca y sexi, y ni siquiera lo saben. —Hannah se abochornó por el casi halago. —Bueno, si. —Miró a las profundidades de su café—. No sé. Es sólo que no quiero que cuando mi hijo sea lo suficientemente grande para entender lo que hace su mamá para vivir, se tenga que avergonzar de mí. —Hannah sonrió a la mesera que les traía sus desayunos. Murmuró un suave gracias y comenzó a organizar su comida. Shannon la miraba con interés.
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Traducción: MET
—¿Qué haces? —¿Qué? —Hannah la miró—. No me gusta que mis huevos toquen a mi tostada de pan o que esta se mezcle con las salchichas. —Gringa loca. —Sí, sí. —Hannah comenzó a poner mantequilla en su tostada, con cuidado de no dejar los bordes. —Entonces, ¿qué pasó con la pollita de la otra noche? ¿Ha vuelto a llamar? Yo he estado fuera de turno. —Si lo sé. Steven tomó a cargo las llamadas. —Hannah se estremeció, Shannon rió a carcajadas. —¿Sabes? Sólo porque el suena como Robert Stack haciendo una llamada obscena. —Se rió otra vez mientras una fundita de crema le era lanzada—. De todas formas, ¿ha llamado últimamente, o qué? —No desde esa noche. —¿Y? —Shannon estaba inclinada hacia delante en su silla, mirando atentamente a su amiga. —¿Y qué? Hablamos. —Ojos verdes pestañaron a las cejas inquisidoras, luego volvió a mirar a su desayuno. —¿Acerca de...? ¿Te gustó hacer la salvaje verbalmente con una pollita? —los ojos de Shannon hervían de picardía y curiosidad. 43
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Traducción: MET
Hannah le lanzó una bola hecha con su servilleta. —¡Eres terrible! Tu bestia. —Ya lo sabes. Vamos, dime todo. —No lo sé, ¿está bien? —¿Qué quieres decir con no lo sé? ¿Hablaste con la mujer? —La morena llamó a la mesera con una sonrisa y le pidió más café. —Es verdad, pero nada pasó. —Admitió Hannah cuando se quedaron solas nuevamente. Los ojos obscuros la miraron con duda—. Seriamente. Ella sólo quería hablar. No lo sé. —La rubia miró hacia fuera por la gran ventana que daba a las calles de Chicago—. Algo me dice que no tiene a nadie con quien hablar. Como si estuviera sola o algo así. —¿Qué le pasa a esa chica? ¿Por qué no tiene a nadie con quien hablar? ¿No tiene familia? ¿Qué pasó con su ex o lo que sea? — Shannon disparó una serie de preguntas, luego se detuvo de golpe, sus ojos obviamente estaban fijos en alguien parado atrás de la rubia—. Guau, dulces María y José. —Se santiguó. Hannah miró sobre su hombro, sabiendo que si Shannon había mencionado a Dios en su mezcla, era amor a primera vista. — ¿Qué? —vio a una mujer alta, con cabello obscuro parada al mostrador, esperando por su orden. La espalda de la mujer estaba hacia la rubia, pero podía ver que la mujer tenía un buen cuerpo, y que el traje le quedaba perfecto—. ¿Quién es? —preguntó 44
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Hannah, regresando a mirar a su amiga que babeaba. Shannon negó con la cabeza. —No sé. La he visto antes aquí, pero maldición, es una galletita bien caliente. Normalmente yo digo que sólo una pollita con fuego latino puede hacer que se me escapen mis jugos, pero, oh Dios. Hannah giró sus ojos, siempre pensando que su amiga era peor que cualquier hombre cuando veía a una mujer atractiva. —Es tan feo como tratas a la población femenina. —Murmuró, tomando otro sorbo de su nuevo café. —Sí, bueno, ¿qué puedo hacer? —Shannon se encogió de hombros, mirando mientras la mujer, con su fundita blanca a la mano, salía del lugar, su cabeza erguida, destilando confianza—. Entonces, ¿cómo está ese precioso hijito tuyo? Hannah estaba agradecida por el cambio de tema de conversación. Nunca se sentía a gusto hablando de las obsesiones que tenía Shannon con las mujeres hermosas. No es que la rubia fuera homofóbica por nada, pero tampoco le gustaba hablar del asunto. Especialmente cuando se trataba sólo de lujuria. Siempre estuvo lista para apoyar a Shannon en sus numerosas relaciones fallidas. Pero esta cuestión de lujuria era diferente. Se alegró inmediatamente ante la mención de su hijo. —Oh, él es maravilloso. Te prometo, no tenía idea de que un niño podía ser tan inteligente. El chico es más astuto que yo, y ni que decir de
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Traducción: MET
Ryan. Olvídate. —Alejó su plato, rellenó su taza de la jarra de café que la mesera había dejado. —Bueno, eso no me sorprende. Ryan no es exactamente un científico, ¿oye, cómo está él? —Eso es verdad. —Hannah se rió, pensando en su primo y todas sus explosiones infantiles. Hace seis meses él había decidido dejar la Universidad, luego de tres semestres, y sin un lugar a donde ir y no muchas opciones, Hannah le ofreció un lugar donde quedarse si es que él le ayudaba con los pagos. Ella no podía con todo el gasto por sí sola, y una pequeña ayuda del chico significaba mucho financieramente. —¿Va a regresas a estudiar? —Shannon recogió todos sus platos con cuidado, también su servilleta y luego la colocó sobre la pila, retirando todo hasta el filo de la mesa. Su amiga movió la cabeza. —Lo dudo, pero no sé. Tal vez se dé cuenta. Quiero decir, sé que él está tratando de 'pulirse', como él lo llama, pero trabajar en un gimnasio a medio tiempo, no creo que sea exactamente el mejor camino para llevarlo a una carrera, sin importar lo que el piense. Es
demasiado flaquito para
convertirse
en
un entrenador
personal. —Sonrió sólo de imaginárselo, también Shannon. —No bromeas. Bueno, —la morena retiró su silla, sacando su tarjeta de crédito de su billetera y la puso junto a la cuenta—. Tengo que irme.
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Traducción: MET
—Está bien. —Hannah sacó dinero de su bolsillo, pero Shannon no lo aceptó. —Paga tú la propina. —¿Estás segura? —No. Coño, te ofrezco pagarte el desayuno por pura broma. —Está bien, está bien. Dios, que lenguaje. Sacó un par de billetes y los puso sobre la mesa acomodando su bolso sobre su hombro. —Nos vemos luego, bella. —Dijo Shannon, tomando la cuenta y la tarjeta para ir hacia la caja.
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*
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Dusty acomodó la funda de su desayuno sobre el escritorio, retirándose la chaqueta de sus hombros y colocándola en el respaldo del sillón. Tomó un sorbo de su café desde la taza de plástico, estremeciéndose por el líquido demasiado caliente. Gruñó, molesta de que la jovencita no le escuchara cuando le pidió que no calentara demasiado su café en leche. Lo dejó a un lado hasta que se enfriara. La chica podía ser bonita, pero no tanto para que el asunto no le molestara. Pero en estos días en realidad no se necesitaba mucho para enojarla. Su ira e 47
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irritación estaba siempre en la superficie, lista a hervir ante la más mínima provocación. Había planeado tomarse unos pocos días de la próxima semana para ir de compras. Tal vez sólo comprar muebles, más como compra de apartamento. No tenía ganas de vivir en el que tenía después de lo que le había pasado. Estaba lleno de fantasmas por todo lado, y ya no quería ser perseguida más. Luego su mente hizo un giro de ciento ochenta grados, y comenzó a pensar en Roxanne. Sonrió, pensando en la chica del sexo por teléfono. ¿Cómo lucirá? ¿Será tan atractiva como su voz la hacía sonar? Probablemente no. Tal vez era una jovencita de dieciocho, que usaba el dinero para drogas. O para alimentar a dieciséis niños. Se rió en voz alta de sí misma, dándose cuenta lo tonta que sonaba. ¿Qué importaba? Sin embargo debía admitir que disfrutó la conversación. Tal vez fue por todo el asunto de que era una extraña. Había sido bueno poder desahogarse de lo de Adriana sin que se le acuse de idiota por haberla dejado escapar, o de que se merecía lo que le pasó. Dusty no podía recordar a ni una sola persona que se hubiera puesto de su lado mientras todo eso pasaba. Suspiró, dándose cuenta de que ahora eso ya no importaba. Se acabó y todo lo que ahora debía hacer era comenzar de nuevo y seguir para adelante. A decir verdad, la parte de continuar no iba 48
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a ser tan difícil como se lo hubiera podido imaginar. Tal vez ya había terminado desde hace tiempo. Si es que en algún momento permitió que comenzara.
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*
*
—Hola, Hannah. La rubia se estremeció, cerrando los ojos mientras se limpiaba las burbujas de sus antebrazos. —Hola Steven. —Hannah metió sus manos en el agua para enjuagarse, disfrutando la calidez en su piel, sumergiendo los cristales que había enjabonado, hasta el fondo del lavabo y luego poniéndolos en un mantel para que se escurrieran. —¿Cómo estás, dulzura? —la voz jadeante del otro lado de la línea preguntó. Hannah tragó fuerte para bajar la bilis. —Estoy bien, gracias por preguntar. ¿Cómo estás tú? —Oh, sencillamente fantástico, querida. Realmente fantástico. —Magnífico. ¿Qué hay de nuevo? —Ella comenzó a atacar la fuente grasosa. Era lo que se conseguía al preparar lasaña, ¡un tremendo relajo! —Tienes una llamada, dulzura. 49
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—Bien, gracias. —Hannah se mordió, casi gritando del dolor. Quería decirle al hombre que se metiera todas sus palabras dulzonas por el trasero, pero sabía que con eso corría peligro de perder su trabajo. Él era el dueño del servicio, por lo que tenía que aguantarlo—. Pásala. —Ahí va. —Con un último suspiro, lo que le llevaba siempre a Hannah a pensar que Steve estaba eyaculando, éste cerró la llamada, y comenzó el timbrazo familiar. La voz en el otro lado de aquel timbre sería su cliente. El teléfono sonó otra vez y el timbre paró. Tiempo del espectáculo. Hannah aclaró su garganta con el recibidor cubierto y se convirtió en Roxanne. —Hola dulzura. ¿Cómo estás? Estaba esperándote. —Su voz profunda y sensual. Removió el tapón para que el agua se fuera, mirando mientras las burbujas y el agua se iban por la cañería, desapareciendo de la vista. —Hola Roxanne. Hannah vaciló mientras se secaba las manos en una toalla seca. Lanzándola en el fregadero, se dirigió hacia el refrigerador, tomó una Pepsi y fue hacia el corredor que la llevaría a su dormitorio. —Oh, hola dulce. ¿Cómo estás? —cerrando la puerta tras de sí, se sacó los zapatos, dobló sus almohadas, poniéndose cómoda. 50
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—Estoy bien. —Dusty también se acomodó, se estiró en su sofá, a gusto en un par de viejos calentadores y una camiseta de su Alma Mater, la Universidad de Stanford—. ¿Y tú? —Oh, estoy bien. —Hannah sonrió al recibidor. Estaba contenta de escuchar la fuerte, aterciopelada voz de Maude. Maude. Horrendo—. Dulzura, ya sé que hemos tratado el tema antes, pero ¿cuál es tu nombre real? —¿Por qué piensas que no es Maude? —Dusty estaba sonriendo. Escuchó una risita al otro lado de la línea que la estremeció. —Porque no te queda bien. No sé. —Hannah comenzó a enrollar un mechón de cabello rubio alrededor de su dedo, haciendo una mueca cuando comenzó a cortar el flujo de sangre de la punta del dedo. —Entonces, ¿qué me quedaría bien? —su propia voz se hizo un poco más profunda. ¿Está coqueteando conmigo? Hannah sonrió, bebiendo de su soda. —Hmm. No sé, querida. ¿Cómo luces? —Su sonrisa se amplió con la profunda risa del otro lado. — ¿Qué pasó con esa cuestión de mantener el anonimato? —¿De dónde sacaste esa idea, dulzura?
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Dusty rió, moviéndose hasta ponerse más cómoda. —Oh, no sé. Tal vez un pequeño pajarito me lo dijo. —Rió, disfrutando el coqueteo. Había pasado tanto tiempo desde que lo hacía. —Bueno entonces, ¿por qué no matamos dos pájaros de un tiro, hmm? —Lindo. —Trato, dulzura. —Estoy segura de que lo haces. ¿Cuál es tu nombre real? Hannah miró hacia el cronómetro, que estaba marcando el tiempo en su mesita de noche. Volvió su atención hacia Maude, mordiéndose el labio inferior. —Pero, tú estás pagando por hablar con Roxanne. —Puede ser verdad, pero en vista de que soy un cliente que paga, ¿no debería yo poder escoger con quien hablar? ¿El Dr. Jekyll o el Sr. Hyde? Hannah sonrió, encantada. —Bien. Enséñame las tuyas y yo te enseñaré las mías. —La rubia esperó en una pausa del otro lado de la línea y luego la cálida, aterciopelada voz. —Dusty. —Es un gusto conocerte Dusty. ¿Es corto de algo?
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—No. Sólo Dusty. Mis padres no eran tan originales. —Dusty se viró hacia un costado, enrollándose en una bola, el teléfono apoyado a su oreja. —Oh, no sé de eso. A mí me parece bastante original. ¿De dónde tomaron un nombre como ese, de todas formas? Suena como algo que escuchas viniendo de Texas. —Un huh, deja ya de andar con rodeos. Tu turno. Hannah sonrió. —Me atrapaste. Hannah. —Hannah. —Dusty probó el nombre en su lengua, dándose cuenta de que le gustaba—. Mejor. —¿Mejor que Roxanne? —Sí. Ese nombre me hace pensar en una canción de Sting. —¿De dónde crees que se me ocurrió? —Hannah reajustó sus almohadas tras de ella, bajándose un poco para ya no estar tan sentada. —¿Sabías que él tuvo la idea de esa canción caminando por las calles de Amsterdam? —No, no lo sabía. —¿Hannah huh? ¿Te tienen a ti y a un montón de chicas sentadas en un cuarto haciendo esto? ¿No escucho ningún gemido? —Rió Dusty al oír la risa del otro lado. 53
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—Sí. Verás, en el cubículo junto al mío esta Shay. Ella se encarga de sadomasoquismo. Luego esta Cristal. Ella está en el rollo con animales. —¿Cómo? ¿Haciendo sonidos de cabras? —las dos rieron—, ¿entonces tú eres la chica lesbiana? —No en realidad. Tú eres la primera. —De verdad. —La curiosidad de Dusty subió por este hecho. —Sí, de verdad. —¿Cuán a menudo haces esto? ¿Es un trabajo de tiempo completo? Debes cansarte bastante. Hannah se rió otra vez. —No, en realidad. Lo hago como complemento a mi escritura. —¿Eres escritora? —Dusty se giró sobre su espalda, intrigada por este cambio en los eventos e información. —Sí. —Fue la tímida respuesta. —Debo admitirlo, estoy sorprendida. Las cejas rubias se fruncieron. —¿Por qué? —Bueno, para comenzar creo que nunca me preocupó mucho el saber qué hacía una chica de sexo por teléfono con su tiempo libre. 54
Llámame – Kim Pritekel
Traducción: MET
—Pensabas mucho en las chicas de sexo telefónico, ¿verdad? —rió Hannah. —Um, no. No en verdad. Para ser sincera, nunca antes había llamado a una. —Entonces, ¿por qué yo? —Tu propaganda estaba en mi buzón de correo. —Rió Dusty. Se sentó, tomando su bolso y buscando dentro de él hasta encontrar un paquete casi lleno de tabacos mentolados. Siendo estos un raro obsequio que ella se permitía. Prendiendo el encendedor, tocó la llama con la punta del cigarrillo, inhalando profundamente, con los ojos cerrados—. ¿Y qué escribes? —Exhaló el humo, mirando como flotaba hacia el tumbado—. ¿Historias? ¿Poesía? ¿Letras de canciones? ¿Grafitis? —Sí. Bueno todo excepto los grafitis. —¿De verdad? Me impresionan tanto los escritores. Difícilmente puedo escribir mi nombre. No soy del tipo creativo. —Tomó otra bocanada de su cigarrillo. —¿Estás fumando? —Sí. ¿Por qué? —Dusty lanzó el humo. —Algunas veces todavía me hace falta. También fumaba, pero lo dejé cuando supe que estaba embarazada de mi hijo. —Hannah 55
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Traducción: MET
tomó un gran sorbo de su Pepsi, terminando la bebida y aplastando la lata—. ¿Tú tienes alguno? ¿Qué es lo que haces exactamente? —Nop. No sabría qué hacer con ellos. No tengo hijos, ni sobrinos o sobrinas. No primos jóvenes. Soy una alta ejecutiva de una gran compañía. —¿Negocios legales? —Hannah rió ante el profundo sonido de la risa a través de la línea. —Sí. —Sólo preguntaba. —Hablando de negocios 'legales', ¿cómo es que una escritora, madre de un pequeño de tres años comenzó en el negocio de sexo por teléfono? —La morena se incorporó, fue hacia la cocina para buscar algo que le sirviese como cenicero. Sin encontrar nada, golpeó la punta de su cigarrillo en el lavadero. —Mierda, —casi gruñó cuando perdió la flama. —¿Todo está bien? —rió Hannah. —Sip. Sólo perdí mi cereza. —Explicó Dusty mientras volvía a prender el tabaco e iba nuevamente hacia el sofá. —¡¿Tu qué?!
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Dusty rió, larga y fuertemente en el teléfono, sintiendo que las lágrimas comenzaban a salir de sus ojos. Podía oír a Hannah reír con ella. —No, —se limpió los ojos—. Oh mierda, estoy llorando. Mi cigarrillo. Lo golpeé muy fuerte. —Oh. —Hannah aclaró su garganta, tratando de controlarse, pero comenzó otra vez a reír ante la imagen que pasó por su mente. — Algunas veces apesta vivir en una cloaca. —No sé, —Dusty sonrió, bajando su voz—, creo que en tu línea de trabajo eso puede ayudar. —Es verdad. —Lo que me recuerda, nunca me has dicho como llegaste a involucrarte en eso... ...—Bueno verás, cuando tienes un pequeño que mantener, estás estudiando y no quieres dejarlo en la noche para ir a trabajar, —Ah, no me digas más. —Dusty caminó alrededor de la tienda de muebles, frunciéndose ante los que encontraba ahí—. Sabes, no tenía idea de que fuera así de condenadamente difícil encontrar algún maldito mueble que me gustara. —¿Cuál es el problema? —preguntó Hannah, colocándose sus lentes de lectura más arriba en su nariz, revisando la pantalla de su portátil—. ¡La gente no sabe cómo escribir! —murmuró.
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Traducción: MET
—Bueno, eso te pasa por tener que corregir ensayos, mientras estás hablando conmigo. —Rió Dusty, tocando el sillón de cuero. Era magnífico ahora que Hannah, por amistad ya no le cobraba cada vez que hablaban. Había conseguido que de alguna forma no le costara nada, inclusive aún llamando al número 900. Tuvo que sonreír ante esto. Hannah se había convertido en su amiga, ¿quién lo iba a imaginar? Si sólo Dusty hubiese sabido que esas correcciones que estaba haciendo, por las sesiones de tutoría que daba, eran debido a que por estar hablando con ella todo el tiempo, perdía dinero en su trabajo regular, entonces necesitaba esa entrada extra. —Okay. En ese caso, hablaremos más tarde. —Click. —¡Oye!
Espera,
necesito
tu
ayuda
para
escoger...
... —trozos de arena de su brazo. Oh, querido. —Hannah balanceó el teléfono en su hombro, mientras su pequeño lloroso la miraba con patéticos, grandes ojos verdes. No lloraría, no podía llorar, tenía que ser un niño grande como el tío Ryan le había dicho que debía ser. —¿No necesitas llevarlo a Emergencias? Quiero decir, es algo serio, ¿verdad? ¿No morirá o nada de eso? —Los ojos de Dusty estaba grandes, llenos de preocupación y temor por el accidente del pequeño Michael. Sus cejas se juntaron al escuchar la pequeña risita al otro lado de la línea.
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Traducción: MET
—No Dusty, estará bien. Sólo fue un accidente con su carrito. Tal vez la próxima vez no tratará de correr mientras lo empuja, ¿verdad amiguito? —Hannah dio a su pequeño un beso en la mejilla ante el serio gesto de aceptación que recibió a su pregunta—. Tendrías que verlo Dusty. Ahora luce como un perfecto pequeño angelito, como si nunca más va a hacer nada malo. —Río otra vez—. Se asustó de muerte. —¿Entonces estará completamente bien ahora? —sonrió Dusty, cerrando su computador, el edificio a su alrededor estaba obscuro y silencioso. Así como el encargado de edificio hacía su ronda final chequeando todo antes de irse a dormir luego de un largo día de más de dieciocho horas de trabajo, Dusty caminó hacia los grandes ventanales. Fuera la noche resplandecía con las luces de la ciudad—. Guau, es hermoso ahí afuera. Hannah tuvo que morderse la lengua para no preguntar, recordando
el
pacto
de
no
divulgar
ninguna
información
geográfica. —¿Estas todavía en el trabajo? —Hannah puso un chorro de desinfectante en el raspado del brazo de su hijo, soplando cuando él comenzó a retorcerse—. Lo sé, querido. —Síp. —¿Día largo? ¿No habíamos hablado de las largas horas de trabajo, Dusty? —Hannah cortó el fin del esparadrapo con sus dientes, para luego colocarlo en el lugar para que asegurara la gasa sobre el lastimado de Michael. 59
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Traducción: MET
—Si lo sé, mamá. Hannah sonrió, sin saber que Dusty hacía lo mismo. —Bueno, ya me despido.... ....cuando estaba en mi tercer año de universidad. —Dusty miró alrededor de su nuevo dormitorio, en su bonito pero mucho más pequeño departamento ubicado justo en el centro de Chicago. Puso su mano sobre su estómago, mirando hacia el techo, sobre el cómodo colchón bajo ella. —Guau. ¿Y cómo te fue con tus padres? —Hannah se giró, sus dedos jugaban ausentemente con un hilo de la cobija que estaba cubriendo su cuerpo. —No muy bien. Ellos básicamente me dijeron que no esperara ningún tipo de ayuda de su parte. —Oh Dusty. Guau, lo siento. —No es necesario. Sucedió hace tiempo, ya lo superé. Me di cuenta de que el amor a costa de un precio tan alto no merecía mi tiempo. —La voz y la actitud de Dusty había cambiado. A pesar de que ella creía en esas palabras, en el fondo de su corazón todavía le dolían y hacían que nuevamente el muro a su alrededor se alzara. Tan preocupada por no sufrir. Esa era una razón por la que era tan honesta y abierta con Hannah, ya que eran extrañas invisibles, conectadas únicamente por una línea telefónica. Hannah no podía tocarla y hacerle daño, no podía hacerle sentir. ¿Verdad? 60
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—Bueno yo creo que ellos son imbéciles que no te merecen entonces, de todas formas. —Hannah escuchó la risita suave de Dusty. —Gracias, pero dudo de que ellos estén de acuerdo con eso. —¿Entonces? Lo que ellos piensen no importa más. Pueden ser simplemente comentarios nulos y huecos, sabes. —Hannah deseaba tanto poder estar en el mismo cuarto con su amiga. Quería ser capaz de tomarla en sus brazos y darle un gran abrazo, cosa que de seguro la otra mujer no había hecho en años. Muchas veces se preguntaba cómo habrá sido la relación entre Dusty y Adriana. Tenía también una teoría por la cual aquello no funcionó y era porque Adriana nunca trató de entender a una mujer tan compleja como Dusty. Si sólo ella hubiera tenido una oportunidad de crecer. —Apuesto a que eres una bola de fuego en la vida real, ah? —Oye, ¿qué te da esa idea? —Sonrió Hannah—. Entonces, ¿cómo supiste que eras gay? Tengo una buena amiga, Shannon, quien es en realidad la operadora principal del servicio, y ella es gay. Pero veras, ella es una de esas mujeres que piensan que ya salió del útero de su madre, siendo gay. Quiero decir, algo así como ya tener un enamoramiento de la pequeña Sandy quien estaba sentada al frente jugando en su cajita de arena. —Podía escuchar la risa de Dusty. 61
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—Eres un encanto. Hey, de todas formas ¿cómo luces? —¿Cómo quieres que luzca, dulzura? —Hannah bajó el tono de su voz, otra vez en modalidad de trabajo. A pesar de que Dusty sabía que Hannah estaba sólo jugando, no pudo evitar el sentir un pequeño escalofrío recorriéndole la espalda, y depositándose definitivamente al sur. —Caliente con grandes tetas. —Sonrió Dusty, sabiendo que su sonrisa se reflejaba en su voz. Hannah también rió. —Bueno, —miró hacia su pecho, el cual no estaba mal, pero claramente ella no era una Dolly Parton—. Lo siento entonces. El tener un bebé y la genética van en tu contra en ese punto. —Rió, llena de picardía—. Con el asunto de las tetas grandes, de todas formas. —Oh, ya veo. ¿Entonces si eres sexy y caliente? —Para. —Hannah comenzó a abochornarse. No estaba en su papel ahora, no podía esconderse detrás de Roxanne. Sentía como el calor le subía por el cuello, llegando hacia sus mejillas y orejas. Dusty se rió. —¿Te hice sonrojar? —No. —Hannah aclaró su garganta, tratando de normalizar su color.
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—No te creo. —La morena acomodó su almohada, consiguiendo así algo en que arrimarse—. Estas colorada, ¿verdad? —No. —Mentirosa. —No. —Doble recontra mentirosa. —Oh, te estás poniendo sucia ahora. —Acusó Hannah, su puchero petulante estaba siendo reemplazado por una sonrisa. —Esa es mi especialidad. —Dusty se rió ante el sonido que acompañó a su declaración. —¿Quién lo dice? —Perdiendo el hilo de la broma, Hannah puso toda su atención en la conversación a mano. —Cualquiera que haya tenido la suerte de cruzarse en mi camino. Basta una mirada y las mujeres caen redondas ante mí. Quiero decir, estoy tan bien que ellas sólo logran abanicarse y ponerse en línea para la Sala de Emergencia, para ser revividas con sales. —¡Já! Dusty tenía que hacer todo lo que podía para no soltar una
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carcajada ante las barbaridades que estaba diciendo. —¿Qué? ¿No me crees? —Ni por un instante. —Probablemente una sabia decisión. Estoy llena de mierda. — Dusty casi se deslíe ante las sonrisitas que acariciaron sus oídos. —Además, mi amiga Shannon podría haber peleado contigo por el derecho de decir esas cosas. —¿De verdad? —Oh síp. Quiero decir, Shannon es la máxima lesbiana y toda una rompe corazones con las damas. A veces vamos a una pequeña pastelería y cafetería, a tomar algo para el desayuno, como el otro día por ejemplo. Ella comenzó a pavonearse ante la pobre mesera. Creo que la chica no supo que la golpeó. —Hannah rió recordando—. Oh, y luego estaba esta mujer de pie ante el mostrador, esperando a dar su orden, ¿sí? —Ajá. —Bueno, básicamente Shannon tuvo que limpiarse la barbilla para parar de babear. Por lo que pude ver de la mujer, sí, era hermosa,
pero
simplemente
no
entiendo
ese
tipo
de
comportamiento, creo. —Oh, vamos. ¿Me quieres decir que no te emocionas con un chico caliente y sexy? —Dusty trató de no reír ante la similitud que esta 64
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Traducción: MET
mujer Shannon tenía con ella misma. Pero quizás era mejor mantener este descubrimiento en silencio. —¿Después del papá de Michael? ¿Bromeas? —Espera Hannah, no estoy hablando de matrimonio. Sólo hablo de unas buenas feromonas chapadas a la antigua, encontrándose con unas atractivas feromonas. —Diablos, no lo sé. —Hannah se puso de lado, mirando la ventana, los árboles moviendo al viento—. Parece fría la noche. — Dijo en voz suave, queriendo cambiar el tema, sin saber bien el por qué. El pensar en hombres en cualquier otro modo que no fuera su hijo o primo, era difícil de aceptar. —Aquí también. —Dusty miró a través de la gran ventana panorámica que cubría casi toda la pared de la habitación—. Ventoso. Puedo escucharlo a través de los edificios. —Síp. Bueno, —Hannah dio un gran respiro y bostezó—. Es tarde Dusty, y en pocas horas tendré que levantar a Michael. ¿Hablaremos mañana? —Ya lo creo. Buenas noches Hannah. —Buenas
noches
comunicación
Dusty.
aplastando
—Hannah el
botón
sonrió de
su
al
cerrar
inalámbrico
la y
colocándolo en su estante para que se recargara durante la noche. Sabía que necesitaría la batería bien cargada mañana.
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Traducción: MET
*
*
*
Hannah pasó la mano por su cabello, causando que se llenara de estática. Golpeteó la punta del lápiz en la mesa en la que estaba escribiendo. Mirando a su primo que estaba al otro lado de la mesa. —Ryan, éste es el segundo mes seguido en que te demoras. Necesito tu parte —trató de mantener el nivel de su voz calmado, sabiendo que explotar no conseguiría nada más que hacerlo enfurecerse. —Los siento Hannah. No ha sido intencional. Los chicos querían salir a divertirse, y... —¡Ryan! ¡¿Gastaste el dinero de la renta en hierba?! —Okay, a la mierda con la suavidad—. Maldita sea. ¿Cuándo vas a aprender algo de responsabilidad? —lanzó el lápiz en la mesa, sin ver a Ryan que bajaba su cabeza. —¿Mami? Hannah miró hacia abajo a su hijo, que la miraba con ojitos preocupados, su pequeña mano en su pierna. Él la tenía que proteger cuando ella estaba triste. 66
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Traducción: MET
—¿Qué bebé? —Hannah sonrió cuando vio que Michael le ofrecía su camioncito—. Gracias amorcito. —Tomó el juguete y luego alzó al pequeño colocándolo en su regazo, apoyando la quijada sobre su suave cabello. Recordando el niño que había dado el juguete a su madre, lo tomó con sus deditos y comenzó a manejarlo por sobre todos los papeles de cuentas. —¿Qué quieres hacer? —Ryan preguntó, repitiendo el hábito de su prima de pasar su mano por su cabello, dejándolo en desorden. —Voy a tener que conseguir otro trabajo...
*
*
*
—Déjame mandarte el dinero. —No. —Vamos Hannah. Ya tienes tu tiempo completo con la escuela, el trabajo que haces y Michael. Déjame mandarte el dinero que necesitas. —Dusty se sacó sus lentes de lectura, poniéndolos en su escritorio delante de ella. —No Dusty. No hay forma de saber cuándo seré capaz de devolvértelo... —Será un regalo de una amiga, no un préstamo. Vamos Hannah. 67
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No me desprecies. Quiero ayudarte a ti y a tu hijo. —Permítemelo. —No lo sé Dusty. Simplemente no sé. Lo que sé es que debo irme. —Hannah suspiró, viendo a la cantidad de gente que estaba a punto de atropellarla en el mostrador de Crimshaw Bakery. —Está bien. Prométeme una cosa antes de irte. —¿Qué?
—Hannah
estaba
irritada,
básicamente
por
preocupación. —Prométeme que al menos lo pensarás. —Dusty mantuvo la respiración, esperando la respuesta. Hannah no contestó en algunos segundos, pero en la mente de Dusty, parecía una eternidad. —Okay. Lo pensaré. Ahora tengo que irme. —La rubia cerró su teléfono, hacia el cual tenía ya destinadas las llamadas que eran de Dusty. Con un profundo suspiro, y aún con un sentimiento más pesado en su corazón, se alistó para comenzar con su nuevo trabajo de mesera. Dusty cerró también su teléfono, lanzándolo sobre el escritorio. Frustrada y queriendo tanto que Hannah le permitiese ayudarla. Ella sabía la historia con Ryan, y cómo el principal motivo para que él haya ido a vivir con la chica era para ayudarla financieramente, y así también el tuviese un sitio al cual ir. Ahora él estaba faltando a su parte, y con lo que comprometía a Hannah. 68
Llámame – Kim Pritekel
Traducción: MET
—Insensato. —¿Perdón? Dusty alzó de golpe la cabeza, viendo a Allan Rodgers parado en la puerta, con carpetas en la mano. —Nada. ¿Qué pasa? —se apoyó a la silla, cambiando su postura a aquella de calma, indiferencia, que era como colocarse un conocido y viejo abrigo. —Bueno, estos papeles acaban de llegar para ti. —El asistente de contabilidad entró en la oficina, entregando a Dusty los nuevos datos por los que había preguntado temprano en la mañana. Tomó las carpetas, estudiando a su portador. Allan estaba recién salido de la Universidad, alguna de aquellas escogidas, que papi y mami debían pagar, con sus lustrosos zapatos Gucci y una imponente corbata que traicionaba su posición de casi mensajero. Con su corto cabello obscuro y por supuesto los lentes más populares y de mejor marca, colocados perfectamente en su bronceada nariz. —Gracias Allan. —Sí, algún día serás un gran imbécil, justo como todos los demás de éste piso, donde aspiraba llegar. —Por supuesto Srta. Copeland. —Sonrió, pero no se movió para irse.
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Llámame – Kim Pritekel
Traducción: MET
—Hay algo más, ¿Allan? —preguntó Dusty, mirándolo sobre sus lentes mientras comenzaba a revisar los papeles que él trajo. —Bueno, algo. ¿Puedo? —preguntó señalando a la puerta abierta. Dusty se retiró los lentes otra vez, se acomodó hacia atrás y asintió con su cabeza. La puerta fue cerrada con un suave sonido, y Allan se viró hacia ella con una sonrisa, se acercó al escritorio tomando asiento. —¿Qué pasa? —Bueno en realidad, estoy aquí para descubrirlo. —Contestó fácilmente. Frunciendo sus obscuras cejas. —¿Qué quieres decir? —Bueno, si puedo ser franco Dusty, he notado que estás un poco preocupada últimamente. Dusty lo miró. Primero, ¿el chico se atrevía a llamarla por su nombre, luego se daba libertades comenzando a hablarle de su 'preocupación'? Decidió escucharlo antes de estrangularlo. —¿Y? —Y me estaba preguntando si es que todo está bien. Me di cuenta de que no te conozco muy bien. —Casi nada. —En efecto, casi nada, pero estoy preocupado. —Una arruga se formó entre las perfectas cejas de Allan—. Sólo quería que supieras que si necesitas algo, hablar, un consejo, o lo que sea. — 70
Llámame – Kim Pritekel
Traducción: MET
Le dio una sonrisa triunfadora, con impecables dientes blancos haciendo contraste con la piel bronceada gracias a sus juegos de tennis. —Gracias,
Allan.
Lo
tendré
en
mente,
y
gracias
por
tu
preocupación. De todas formas, no tienes motivo. Estoy bien. — Jugaron una batalla silenciosa de poder, hasta que finalmente él se dio cuenta de su lugar frente a un ejecutivo de mayor rango en la compañía para la cual trabajaba, Allan se puso de pie dirigiéndose hacia la puerta—. ¿Allan? —él se viró hacia la hermosa mujer delante suyo. Había escuchado rumores de que ella era gay, y hubiera querido más que nada el desmentirlos. —¿Si? —¿Crees que es posible enamorarse de alguien sin siquiera haberlo conocido? —Dusty lo estudió, curiosa por su respuesta. Él sonrió otra vez. Aquella sonrisa que comenzaba a darle en los nervios a Dusty. —Tal vez en los libros de cuentos. No en la vida real. —Gracias Allan. —Dio por terminada su conversación, volviendo a sus papeles, escuchó la puerta cerrarse suavemente tras el pretencioso culito.
*
* 71
*
Llámame – Kim Pritekel
Traducción: MET
—¿Qué? —Hannah miró a su profesor—. ¿Qué? —repitió, viendo que la sonrisa del Dr. Spangler crecía. También la suya comenzó a formarse, sólo por puro contagio. —Escuchaste correctamente Hannah. Te quieren a ti. —Ellos. ¿Quiere decir los de "Little Brown", esos 'ellos'? —Spangler asintió. —Es exactamente lo que quise decir. —El profesor de Literatura Étnica reía de oreja a oreja. Su preciada estudiante, llena de talento y promesas, y también maravillosa como todos los infiernos. Si es que sólo él tuviese veinte años menos y fuera soltero. Maldición, bastaría con ser veinte años más joven. —¡Oh Dios mío! —Hannah saltó hacia él, agarrándolo con sus piernas y brazos, en su emoción casi mandándolos al suelo a los dos. El Dr. Spangler se sostuvo, abrazándola también con igual entusiasmo, antes de bajarla suavemente al piso. —Felicitaciones. —¿Voy a ser publicada? De verdad publicada, ¿con cubierta, lomo, el juego completo? —Hannah apenas podía respirar. Esta tenía que ser una broma enfermiza, un chiste cruel. Nunca antes había tenido tanta suerte.
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Traducción: MET
—Toda, completa. Dick Brotherton dijo que mañana se pondrá en contacto contigo por teléfono, por lo que puedes estar esperando su llamada. —Dios, claro. Guau. Él es un grandioso editor. —El escogió tu trabajo para editarlo Hannah. —El profesor tomó por los hombros a Hannah, mirando en aquellos maravillosos ojos verdes, asegurándose que ella entendiera el significado de todo esto. La pequeña rubia lo miró con expectación. —¿De verdad? ¿Me escogió? —Spangler asintió—. Guau, —miró al piso, su corazón hundiéndose. Su profesor y mentor vio el cambio. —¿Qué pasa? —¿Qué si él piensa que soy pésima, doc? ¿Qué si comenzamos y se da cuenta que ha cometido un error, y que debió haber leído todo, que de verdad apesta y que no es ni un poquito bueno como lo creía, y que no merece perder su tiempo... —¡Hannah! Para. Le envié todo el manuscrito. —Grandes ojos verdes lo miraron. —¡¿Qué?! Spangler rió, moviendo su cabeza. —Sé que me dijiste que no, que querías hacer algunos cambios, pero sentí que era suficientemente bueno así. Quería que pudiese ver el espectro completo de tu talento Hannah. Se enamoró de él absolutamente. ¡Estás dentro! 73
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Traducción: MET
—Oh Dios. —Hannah con la mano al corazón fue hacia el escritorio y se dejó caer. Sentía como si sus miembros estuvieran llenos de cemento y que no la pudieran sostener más. El profesor fue hacia ella. —Ésta es tu oportunidad Hannah. Ahora puedes hacer lo que tanto amas y aún así encargarte de tu pequeño. ¿Te das cuenta? —se arrodilló delante de ella, con sus manos apoyadas en la suave superficie del escritorio—. Este es tu punto de partida. Mucha gente sueña con esto, ahora es tuyo. Tómalo y corre con él. Hannah lo miró a los ojos, sabiendo lo que le estaba suplicando aquel hombre, que había fallado en cumplir con sus propios sueños de tener un estudio donde pudiese escribir, junto a su esposa y sus perros. Tragando, ella asintió. —Está bien. Lo haré. Spangler sonrió y le dio una palmada en la mano. —Buena chica. —Se puso de pie, sus rodillas sonaron, miró hacia su sorprendida estudiante—. "Little Brown" va a enviarte por correo electrónico un contrato. Conozco un buen abogado que puede asesorarte, si así lo quieres. Hannah asintió pasmada. —Okay. —Se quedó sentada ahí por quince minutos después de que Spangler se había ido, pensando como su vida estaba a punto de cambiar. Despacio, bien despacio,
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Traducción: MET
una sonrisa comenzó a formarse, llenando luego todo su rostro hasta que irradió desde sus ojos. —¡Lo hice! —entró como una ráfaga por de la puerta de la pastelería "Crimshaw", sonriendo a todas las personas que veía, lo que era a todos, cuando consiguió la atención de todos—: ¡Voy a publicar con "Little Brown"! Una ronda de aplausos llegó con su exclamación y Hannah disfrutó de la gloria. Nunca en toda su vida se había sentido tan orgullosa de algo que ella había hecho, algo por lo que ella había trabajado. Excepto por Michael. Todo lo demás en su vida había sido un fracaso tras otro. Y ahora las dos cosas más preciosas de su vida podían unirse, podía conseguir una mejor forma de vida para su hijo a través de su escritura. —¡Bien por ti Hanna! —Nelly, la bonita mesera pelirroja gritó, dando a la rubia exuberante un gran abrazo. —Oigan, el café va por cuenta de la casa. —Ronald Crimshaw anunció, dándole palmadas en la espalda a su nueva empleada. Hannah fue hacia la trastienda, donde se encontraban sus armarios, puso la combinación de su candado con manos temblorosas. Silenciosamente rogo por que Dusty la llamara. Quería tanto poder compartir las noticias con su amiga, pero no tenía forma de contactar a la ejecutiva.
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Llámame – Kim Pritekel
Traducción: MET
*
*
*
Las calles estaban congestionadas, y Dusty hizo lo posible por no acabar
aplastada
por
un
grupo
de
adolescentes
idiotas.
Finalmente atravesando ese obstáculo silbante, vio la pastelería justo adelante, y pudo ver una excitada multitud a través de la gran vidriera. Se detuvo afuera, mirando cómo la gente hablaba emocionada entre ella, señalando y riendo, una columna de personas estaban recibiendo lo que parecía tazas de algo gratis. Luego, lo que realmente le llamó la atención fue la pequeña rubia tras el mostrador, sirviendo aquellas bebidas gratis. La morena no la había visto antes y estaba con curiosidad de ver quien era. Tenía cabello rubio largo, recogido para enseñar un rostro lleno de sonrisas y alegría, con unos brillantes ojos verdes que le daban un toque sexi. —Hmm, —Dusty rió para sí misma—. Si sólo yo tuviera alguien así. —Alejando el pensamiento de su mente, sacó su celular. Hannah no podía creer como de repente el lugar se llenó. ¿Quién se podía imaginar que una simple taza de café gratis podría traer gente de la calle? Vio a rostros familiares, nuevos, y hasta miedosos. Pero no importaba, hoy nada podía romper su buen humor o su paso. Estaba como flotando en una nube, mirando hacia abajo a todas las pobres almas en la Tierra, ninguna de las cuales tenía idea de lo que significaba la felicidad real. 76
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Traducción: MET
Dusty escuchó como comenzaba a timbrar el teléfono, esperando que Hannah no estuviese muy ocupada para poder hablar. No podía recordar si ella estaría en clases o no. —Oye, está sonando tu teléfono. Tal vez es tu publicista, ¿eh? Hannah sonrió. —Sí claro. ¡Gracias Ronnie! —Le pasó el cobro a Kelly y se apresuró hacia la parte de atrás, tratando de abrir su armario lo más rápido posible. Casi a punto de cerrar la llamada, no queriendo interrumpir a su amiga, Dusty se sorprendió cuando escuchó un fuera de aliento y apresurado: —¿Hola? —Hola. —Sonrió a la voz. —¡Hola! ¡Oh gracias a Dios que llamas! ¡Tengo las noticias más maravillosas!
—Hannah
casi
se
atrancaba,
su
emoción
desbordando a través del teléfono, contagiando a Dusty. —¿Qué pasó? —¡Voy a ser publicada! —¡Oh Dios mío! ¡Oh, querida, eso es maravilloso! —Dusty miró para encontrarse con la mirada de la camarera, ojos cafés bajo mechones rojos—. Perdón. Uh, un café saltado de caramelo, por favor, con crema batida. —Síp. Aquí es una locura. Estoy en el trabajo y mi jefe está dando café gratis en honor a eso, todos los clientes están tan 77
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emocionados. Dusty miró a su alrededor, percatándose en la conmoción por la energía que se sentía en el sitio, y en todas las tazas de café, casi una en cada mesa. Las cejas cafés se juntaron, y regresó hacia el mostrador, mirando a la mesera preparar su bebida, de espaldas a la morena. —Hannah, espera un minuto ¿okay? —Sí, no hay problema. Dusty cubrió el parlante de su teléfono y se acercó hacia el mostrador un poco más. —¿Perdón? —La pelirroja la miró sobre sus hombros. Dusty tomó un respiro profundo y decidió probar—. ¿Puedo hablar con Hannah? —Espere un segundo, —la pelirroja colocó la crema en su creación, luego un poco de caramelo, y lo puso delante de Dusty. Desapareció tras una puerta de vaivén que llevaba a la cocina. —Ey, ¿Dusty? —la morena escuchó la voz de Hannah y quitó su mano. —¿Sí? —Espera un rato, ¿sí? Ya regreso. —Estaré aquí.
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Hannah puso su celular en el estante de su armario, ajustó su cola de caballo, y salió afuera hacia el bullicioso salón. Empujando la puerta, vio a una mujer parada junto al mostrador —una mujer muy hermosa, que estaba sosteniendo su celular abierto, apoyada al mueble y con una sonrisa de picardía. Siguió mirando aquella cara, encontrándose con los ojos más azules que nunca antes había visto, brillantes con un halo obscuro. Se quedó mirando por un momento, luego algo se ajustó en su cerebro, a pesar de que no tenía idea de que era, sólo era. —Oh Dios mío. —Sin otra palabra, corrió alrededor del mostrador y se lanzó hacia ella. Apretó más fuertemente cuando sintió que los brazos de la mujer se ajustaban al contorno de su espalda. —Felicitaciones. —Dusty le susurró al oído, y sintió como el abrazo apretaba aún más. Luego de algunos momentos Hannah se separó, mirando hacia el rostro de la mujer que sentía conocer tan bien. Dusty miró a esos hermosos ojos verdes, dudosa—. Di algo, necesito saber que eres realmente tú. —Soy yo Dusty. Soy yo. —Hannah la tomó nuevamente en un abrazo, necesitando sentir que era real, en verdad parada ahí en su sitio de trabajo y de verdad compartiendo el día más importante de su vida—. Soy yo. —Cerrando sus ojos fuertemente, se dejó fundir en el abrazo, sintiéndose más segura que nunca.
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—Yo también. —Dijo Dusty, inhalando la esencia que quería memorizar para poder recordarla en cualquier momento del día o de la noche. —¿Umm Hannah? Escuchando la voz de su jefe, Hannah rápidamente se separó del abrazo, mirando al incómodo hombre, que miraba de la una a la otra. Señaló con un gesto a la línea de gente tras de sí. —Oh lo siento. —Tomó de la mano de Dusty, llevándola hacia una esquina del lugar, dejando que los demás pudiesen ser atendidos. La morena cerró su teléfono, guardándolo en su bolsillo. —Creo que no lo necesitaré por ahora, ¿verdad? —levantó su ceja, haciendo reír a Hannah. —Oh Dios mío, ¿estuviste aquí todo el tiempo? —Preguntó, todavía tomada de la mano de Dusty, sin poder, sin querer soltarla. Dusty se rió. —Sí, he vivido aquí por casi diez años. —Esto es una locura. —Hannah sacudió su cabeza maravillada. —Verdad. Escucha, creo que debo irme y dejarte regresar al trabajo. No quiero que te metas en prob... —¿Estás bromeando? ¿Acabo de encontrarte y crees que te voy a dejar desaparecer otra vez? —las dos rieron, Dusty acariciando la palma de la mano de Hannah con su pulgar. 80
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—Sólo fue una sugerencia. —No. Espera aquí. —Hannah se paró, haciendo un gesto con sus manos—: ¡Espera! —No voy a ningún lado. —Vio como la adorable rubiecita corría para hablar con su jefe. Tomando un profundo respiro, Dusty se permitió absorber cuan extraña era esta situación. Era mucho más fácil mantener las cosas en perspectiva, cuando sabía que Hannah era sólo una voz al teléfono, sin saber dónde estaba, cuán cerca o cuán lejos. ¿Cómo se suponía que ella iba a mantener ahora sus sentimientos bajo control? —¿Lista? Mirando hacia arriba, Dusty vio a una emocionada Hannah parada ahí, sin delantal ni cola de caballo. Su cabello caía sobre sus hombros en una melena dorada. Llevaba una pequeña mochila en su mano y unas llaves en la otra. —Síp. —Dusty se puso de pie y sonrió ante la mirada de la otra mujer. —Eres alta. —Eres pequeña. Riendo Hannah tomó la mano de Dusty nuevamente, y la guió hacia fuera, parando de repente, Dusty casi se le va encima.
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—¿Hay algún problema? —preguntó divertida. —Bueno, um. —Hannah la miró, luciendo un poco avergonzada—. No tengo idea a donde voy. —Dusty sonrió. —Te diré algo. Vamos a celebrar. —Buscó en su bolso hasta que encontró una tarjeta de negocios. Dándole la vuelta y escribiendo su dirección, le dijo—: Ve a recoger a Michael, luego ven acá. Cocinaré la cena y luego podrás ver lo que me ayudaste a comprar para amueblar mi nuevo departamento. —Sonrió a Hannah, dientes parejos y blancos resplandecieron, haciendo que Hannah se olvidara respirar. —Oh, uh, okay. —Tomando la tarjeta de los largos dedos, la miró haciéndose una idea de la zona, luego se la guardó en el bolsillo. Vio nuevamente a la hermosa mujer parada frente a si, todavía sin poder creer que era en verdad Dusty. Su Dusty—. ¿A qué hora? —¿Siete? —Estaré ahí. —Hannah le dio otro rápido abrazo, luego se apresuró hacia el autobús. Dusty la miró irse.
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Dusty revisó su apartamento, asegurándose que todo luciera perfecto, y que no hubiera nada con que Michael pudiera lastimarse. De seguro ella no era una experta en niños, pero estaba tratando. Dando palmadas a los almohadones del sillón nuevamente, Dusty se quedó paralizada cuando el timbre de la puerta sonó. Tomando una buena bocanada de aire, se miró, llevaba inusualmente para ella, unos jeans casuales y una blusa de botones, abrió la puerta. —Hola. —Hannah sonrió, un adorable pequeñito en sus brazos—. Michael, querido, ésta es mi amiga Dusty. Dusty éste es mi hijo Michael. —Es un gusto conocerte Michael. —Dusty extendió su mano, ojitos verdes la estudiaron hasta que finalmente Michael sacó de su boca su mano y se la dio. —Guácalas amor, —Hannah limpió la saliva de la mano, dándole a Dusty una mirada de disculpa—, lo siento. —No te preocupes, —divertida Dusty se hizo a un lado para dejarlos pasar—, es muy guapo. —Gracias. —Hannah sonrió y luego miró a su alrededor—. Guau. —Estaba admirada de la mezcla de colores, que hacían del lugar un sitio cálido pero aun así sofisticado. A pesar de que Dusty había trabajado mucho para asegurarse de que todo funcionase y se acoplase de lo mejor, también era acogedor para vivir en él. 83
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Nuevamente Hannah sonrió, recordando las conversaciones sin fin que tuvieron sobre cómo debía Dusty decorar el nuevo sitio. Su sonrisa creció aún más cuando vio la pintura que estaba colocada sobre la chimenea, era la que ella había convencido a la morena para que la comprara, inclusive sin haberla visto. —¿Ves todo lo que hizo tu trabajo en el teléfono? —Dusty preguntó a sus espaldas, la voz de la mujer alta era profunda y envolvía a la rubia en seguridad y... algo más. —Síp, te dije que sería una buena idea. —Señaló hacia la pintura, riendo. Dusty también le sonrió. —Vamos, la comida está lista. Los guió hacia el comedor que estaba justamente fuera de la cocina, velas ya encendidas ahí. —Guau. Este lugar hace lucir al mío como un armario. Es más, un blanco armario de basura. —No. Sólo toma algo de tiempo. —Dusty fue a la cocina para comenzar a traer la comida, mientras Hannah acomodaba a Michael en una hermosa silla alta para comer, que había sido colocada en su lugar. —¿Um, Dusty? —llamó la rubia, asegurando a su pequeño en la silla.
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—¿Si? —preguntó Dusty, empujando con su cadera la puerta de vaivén, sus manos llenas de platos. —¿De dónde salió esto? —Hannah señaló hacia el sillón de Michael. Dusty sonrió tímidamente, luciendo muy bonita. —Bueno, supuse que voy a tener a un pequeñito de tres años por aquí a menudo, entonces que era mejor si hacía las cosas más cómodas para él. —Oh, —Hannah sintió que su corazón se desleía. —Dios, eso es tan considerado. —Entonces, uh, —Dusty se ocupó arreglando los platos en el centro de la mesa—. ¿no estás enojada conmigo? —lanzó una mirada para encontrarse con aquellos ojos en los que podía perderse. —¿Por qué diantres estaría enojada? En lo absoluto, creo que es extraordinariamente considerado y dulce de tu parte. —Oh. —Dusty rió, sonrojándose un poco—. Uh, bueno. — Descubrió los platos revelando una cremosa mezcla de fideos y queso. Los ojos de Michael casi se salen de sus órbitas, su pequeña lengua salió a lamer sus labios. —Okay. Acabas de ganar totalmente a mi hijo. —Dijo Hannah, con su mano a la cadera. Dusty rió.
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—Lo sé. —Destapó otro plato, en el que estaban dos deliciosos filetes, rodeados de una guarnición de vegetales. Fue el turno de Hannah de lamer sus labios en anticipación. Ni escuchó a Dusty reír—. Siéntate. —Obedientemente, Hannah retiró sus cubiertos y puso la servilleta en su falda, sin alejar su mirada de la suculenta comida. Dusty no podía decidir si estaba más encantada con Hannah o con Michael. El niño obviamente había tomado de su madre el carisma para hacer que la gente se desliera por él y se convirtiera en un manojo en sus regordetas manos. Estaba a su orden y mandato, igual que Hannah. Michael era sorprendentemente bien educado. En efecto, era un pequeño de tres años, pero ya decía por favor, no hacía travesuras y se comportaba muy calmado. Dusty estaba impresionada. Hannah miraba como su hijo interactuaba con Dusty. Él solía ser muy bueno para juzgar a las personas. Sabía que si a él le gustaba la hermosa mujer, era porque Dusty valía la pena. Pero a Hannah ya le gustaba ella. Mucho. Miraba como los ojos de la morena cambiaban de color. Cambiar de color quizás no era la manera apropiada de describirlo, pero cambiaban de alguna forma... ellos eran más brillantes de acuerdo al nivel de emoción, se ponían opacos cuando había más seriedad. Fascinantes. Miraba también la forma en que la luz se reflejaba en los dientes inmensamente blancos, de forma tan perfecta, como si hubiesen sido creados por el cincel de un gran artista o de un dentista. 86
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La sonrisa perfecta, los labios graciosos y carnosos. La línea de la quijada, tan fuerte y segura, que llevaba hacia un largo cuello, cuya piel suave desaparecía en las sombras de un escote desabotonado. La cavidad de la garganta de Dusty se flexionaba cuando esta tragaba, al tomar de su vaso de té helado. Los ojos verdes seguían el camino y el movimiento de aquella garganta. —¿Hannah? —Lo siento. —La rubia alzó la mirada, encontrándose con la divertida sonrisa—. ¿Qué? —Postre, ¿quieres un poco? —Oh, uh, si, por favor.
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Dusty abrió la puerta para que pudieran salir Hannah y Michael, sin querer que eso sucediera, pero sabiendo que debía. Sino por otra razón de que debía hacerlo, antes de que Hannah se diera cuenta de que ella no podía dejar de mirarla.
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—Esta fue una velada encantadora. —Dijo la rubia, sosteniendo de la mano al pequeñito para que él no siguiera explorando más el apartamento de Dusty. —También lo creo. ¿Por favor dime que volverás? —Si. —No hubo ni un momento de duda. No un momento de indecisión. Dusty sonrió. —Bien. —Se arrodilló, para estar a la misma altura del pequeño niño más bello del mundo—. Y tú, caballerito, —le dijo picándolo juguetonamente en su pecho, haciéndolo reír—. Debes venir tú también, ¿está bien? —Obedientemente el asintió con su cabeza, estirando su manita para tomar el collar de Dusty, una cadena simple de oro—. ¿Te gusta? —Él nuevamente asintió, mirando como la luz brillaba en el metal. Con una sonrisa, Dusty acarició el cabello de Michael y se levantó, sus ojos ahora sólo en Hannah. La rubia trago, sintiendo como el aire de repente se había puesto muy ligero, su pecho conseguía con trabajo tomar suficiente para llevarlo a sus pulmones. —Buenas noches, Dusty. —Le dijo, encontrando su voz de algún lado. —Noches. —Sin pensarlo, sin consultar con aquella pequeña vocecita que en nuestra cabeza nos dice cuando estás a punto de cometer un error, Dusty se acercó, capturando los labios de Hannah entre los suyos. Sintió como la mujer pequeña se 88
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sobresaltó y casi se aleja, pero no podía hacerlo. Se adelantó un poco más, presionando sus labios un poco más fuerte, ante el contacto más suave que nunca antes había conocido. De repente Hannah se retiró, presionando su cuerpo contra la perilla de la puerta con tal de alejarse de Dusty. —Yo no soy, no puedo, uh, tengo que llevar a Michael a la casa. — Sin otra palabra o mirada, se fueron. Dusty se apoyó en la puerta ya cerrada, respirando profundamente, tratando de encontrar aire. —Estúpida, estúpida, estúpida.
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Dusty se lavó la cara otra vez, tratando de limpiar toda evidencia de llanto. Odiaba llorar, y no solía hacerlo. Inclusive cuando Adriana se fue, lo hizo poco. Pero ahora... Con un suspiro, se cambió por un par de pantalones de seda y un top, tomó un libro y sus lentes para leer, mientras apagaba las luces en el apartamento, sólo dejó la luz de su dormitorio. Colocó el libro y los lentes en su mesita de noche, comenzó a retirar las cubiertas cuando se detuvo, escuchando. Ahí estaba otra vez. 89
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Caminando hacia la puerta del frente, quitó la cerradura y abrió. Parada en el corredor estaba Hannah, sola y luciendo pequeña e insegura. —Hola —dijo Dusty, su voz apenas más que un susurro. —Hola, ¿puedo entrar? Como respuesta, Dusty se retiró, cuidando de no invadir el espacio de Hannah. —¿Dónde está Michael? —Dusty cerró la puerta tras de la pequeña rubia, viendo como entraba en la habitación, mirando todo. —En casa. Con Ryan. —Hannah suspiró—. Dusty, necesitamos hablar. —Está bien. —Dusty tragó, su corazón cayendo con el exceso de saliva. Sintió que se hundía más cuando Hannah la regresó a ver y allí se dio cuenta que ella también había estado llorando. Usó toda su fuerza de voluntad para no ir enseguida hacia su amiga para tomarla en sus brazos y darle un fuerte abrazo. De alguna forma pensó que no era lo más inteligente al momento. —¿Por qué me besaste? —directo al punto. —Porque soy una idiota, y me atraes increíblemente. Lo siento Hannah. No fue algo planeado. Punto. 90
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—¿Te atraigo? ¿Aunque sabes que yo no soy gay? —Hannah se abrazó, su cabeza ligeramente hacia un lado, mientras esperaba la respuesta. —Sí. —Dusty rió avergonzada—. Lo has hecho desde antes de saber siquiera que lucías así. No lo sé Hannah. Todo lo que puedo decir es que lo siento. Nunca quise herirte o confundirte. Por favor quiero que lo sepas. Tu amistad significa todo para mí y por favor no... —Dusty estaba furiosa consigo misma porque su voz comenzaba a quebrarse. Miró hacia abajo, virándose de Hannah. Su furia subía al sentir el ardor de las lágrimas. —Oye, —Hannah se acercó a su amiga, sin tocarla, pero manteniéndose cerca. —Lo siento. No es acerca de mí. —Dusty retomó el control, limpiándose los ojos. —¿No lo es? Dusty alzó a mirarla, confundida. —Yo te molesté. No al revés. —Sabes, es tan extraño. Lo que siento, es que sólo, yo... oh al diablo. —Hannah alcanzó y atrajo la cabeza de Dusty para tomar su boca contra la suya, deslizando sus brazos alrededor del cuello de Dusty al sentir que el beso era correspondido. Escuchó un pequeño gemido, que la hizo hervir aún más.
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Sorprendida, pero sin poder responder, Dusty profundizó el beso, recorriendo los labios de Hannah con su lengua, sintiendo un profundo suspiro y luego tomando la boca en toda su plenitud, atrayendo el pequeño cuerpo hacia el suyo, sintiendo todas sus curvas y su calor. —Oh Hannah, —suspiró en la boca de la rubia. —Hazme el amor Dusty. —Hannah respondió, besándola otra vez, retirando el top que llevaba puesto la morena. El calor de la piel de Dusty era inmenso contra los dedos de Hannah, haciéndole gemir. Sintió como su abrigo era retirado de sus hombros, cayó al piso, seguido de la bufanda, luego sintió como el aire daba en su estómago cuando sus pantalones eran desabotonados y su camiseta de manga larga le era levantada. Luego se estaban moviendo, Hannah retrocediendo, sintiendo la luz a sus espaldas, iluminando la perfección de Dusty. Tratando de no tropezar con sus pantalones que estaban en sus tobillos, Hannah pateó sus zapatos, sacándose los pantalones en el camino, retirando fácilmente los pantalones de seda de las caderas de Dusty, revelando un perfecto triángulo de pelo negro. La rubia jadeó cuando una lengua húmeda lamió su pezón izquierdo, sus manos encontraron el cabello espeso de la cabeza de Dusty, apretando aquella boca aún más contra su pecho. Algo dio contra la parte de atrás de las rodillas de Hannah, y gustosa cayó en la cama de Dusty, seguida de la morena, quien se acomodó sobre ella. Hannah la acercó, sintiendo sus pieles 92
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desnudas juntas, desesperadamente buscando la boca de Dusty, gimiendo al ser abierta, un dedo deslizándose dentro de su cuerpo, sacando su humedad. Las caderas de Hannah saltaron, invitando a esa mano a ir más adentro, entregándose libremente. Los cuerpos meciéndose, Hannah gimiendo cuando la boca encontró otra vez su seno, siendo su cuerpo invadido por todos los ángulos, sintiéndose tan bien. Como escritora, por primera vez en su vida no tenía palabras para describir lo que estaba sintiendo, lo que la estaba llenando. Dejó de pensar y sólo decidió sentir. Con un grito que retumbó en las paredes del dormitorio de Dusty, Hannah llegó, su cuerpo explotó sin poder reconocer sus partes. Hannah tampoco podía reconocerse a si misma, tomando a Dusty, haciéndola girar y comenzando a explorar aquel cuerpo con sus manos, su boca, su piel, necesitando tocar, probar, sentir y reclamarlo como suyo. Girando su lengua alrededor de una rígido pezón, sus dedos encontrando el calor y la humedad final, el deseo, el sabor de sal, jabón y piel. La suavidad que invadió los sentidos de Hannah hizo que su cabeza diera vueltas. De repente cayó sobre el cuerpo de Dusty, lengua buscando lengua, se mantuvieron juntas, Dusty continuaba temblando, su cuerpo convulsionándose y palpitando, teniendo atrapados dentro los dedos de Hannah. No había ningún sitio en que la rubia quisiera estar. Reposó sobre Dusty, el calor y el olor de su pasión le acunó a dormir. 93
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Horas más tarde, Dusty se encontró envuelta alrededor del pequeño cuerpo de Hannah, sus pieles y cuerpos encajando como la mano en el guante. Podía sentir el limpio pero aún sudoroso olor del cuerpo y cabello de Hannah, lo inhaló. Era el más glorioso perfume. Abrió sus ojos, vio el cabello rubio que había capturado su atención en la pastelería, antes de saber de quién era. Se apoyó en el, hundiendo su cara en los mechones que le daban cosquillas. Eso provocó un pequeño y adorable sonido de su dueña. —Hola. —Dusty susurró, besó la cabeza de Hannah. El cuerpo en sus brazos se acomodó aún más en el suyo, lo que le hizo reír. —Hola. —El mismo cuerpo se giró, Hannah hundió su cara en el cuello de Dusty. La morena podía escuchar a Hannah inhalando su piel, eso la hizo sentir calidez. —¿Cómo estás? —Mmm, maravillosamente. ¿Y tú? —un ojo verde salió a mirarla, inseguro pero contento. —Francamente, mejor de lo que me he sentido en toda mi vida. — Otro ojo apareció, seguido por una nariz y finalmente por una boca, la cual rápidamente encontró la de Dusty. —Yo, igual. 94
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Cuando por fin terminó el beso, luego de algunos minutos, Dusty miró a los ojos de Hannah. —Entonces, dijiste anoche que querías que hablemos. —Mmm, más tarde. —Hannah murmuró, arrimándose aún más a Dusty. La morena sonrió, tomando aquel cuerpo contra el suyo, dándole protección y calidez.
Fin
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