Karl-Otto Apel: L Y Una Ética De La Responsabilidad

Karl-Otto Apel

L a g l o b a l iz a c ió n

Y UNA ÉTICA DE LA RESPONSABILIDAD Reflexiones filosóficas acerca de la globalización

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Karl-Otto Apel nació en 1922 en Dusseldorf, Alemania, y realizó sus estudios universitarios en Bonn y Maguncia. Ha sido profesor en las universidades de Kiel, Saarbrücken y F r a n k f u r t . Ju n t o c o n s u condiscípulo Jürgen Habermas, es considerado uno de los más importantes exponentes de la segunda época de la Escuela de Frankfurt y el creador y más firme defensor defe nsor de la ética del discurso. Entre sus obras más importantes ya publicadas en castellano hay que mencionar: La transformación de la filosofía, filoso fía, Estudios éticos, El camino del pensamiento pensam iento de Charles S. Peirce, Peirce, Teoría de la verdad y ética del discurso y Semióticafilosófica. filosó fica.









































LA GLOBALIZACIÓN Y UNA ÉTICA DE LA RESPONSABILIDAD









































Karl-Otto Apel

La globalización y una Etica de la responsabilidad Reflexiones Reflexiones filos filosófi óficas cas acer ac erca ca de la globalización glob alización

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Apel, Karl Otto La globalización y una ética de la responsabilidad : reflexiones filosóficas acerca de la globalización - la ed. - Buenos Aires : Prometeo Libros, 2007. 186 p .; 21x15 cm. cm. Traducido por: Ricardo Maliandi ISB ISBN 987 -574 -129 -4 1. Etica de las Relaciones Internacionales. 2. Etica de la Globalización. Globalización. I. Maliandi, Ricardo, trad. II: Título CDD 172.4

©De esta edición, Prometeo Libros, 2007 Pringles Pringles 521 (C 1 1 183AEJ), 183A EJ), Ciudad Ciudad de de Buenos Aires, Aires, Argenti Argentina na Tel.: (54-11) 4862-6794/Fax: (54-11) 4864-3297 [email protected] www.prometeoeditorial.com

Cuidado de la edición: edición: Ricardo R icardo Alvarez Diseño Diseño y Diagramación: Diagramación: AAu A Aux x ISBN: 987-574-129-4 Hecho el depósito que marca la Ley 11.723 Prohibida Prohibida su reproducción reprod ucción total o parcial parcial









































Indice

Agrad Ag radecim ecimien ientos tos........ ............... .............. .............. ............... ............... .............. .............. ............... ............... ...........9 ....9 Prólogo /

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R i cardo rdo M ali andi andi

El problema de la fundamentación filosófica última desde una pragmática trascendental del lenguaje (Ensayo de una metacrítica del "racionalismo crítico") ..................... 21 Una Etica de la responsabilidad en la era de la ciencia ...... 61 La Ética del discurso como ética de la corresponsabilidad por las actividades colectivas ................. 93 La solución de conflictos en la era atómica como problema de una Ética de la responsabilidad........................113 La Ética discursiva y las coerciones funcionales sistémicas de la política, el derecho y la economía de mercado (Reflexión filosófica acerca del proceso de globalización) .133 La globalización y la necesidad de una Ética universal .... 163



















































































Agradecimientos

El editor desea agradecer agrad ecer a las siguientes personas e instituciones, instituciones, sin cuyos esfuerzos esfu erzos y generosidad generosida d este libro no hubiese sido posib posible: le: Ricardo Maliandi, Julio de Zan, Dorando J. Michelini, Michelini, Norberto Norbe rto Smilg, Mario Caimi, Daniel Daniel Leserre, María Gabriela Rebok, Rebok, Edgar Ed gardo do Albizu, Andrés Crelier, Leandro Paolicchi, José San Martín, Erasmus, Cuadernos de Ética, Editorial Almagesto, Asociación Argentina de Investigaciones Éticas y, por supuesto, Karl-Otto Apel.

















































































Prólogo R i cardo M ali andi ndi

Hace ya algunos años, en un program a de la televisió televisión n alemana, Karlder L etztb tzt beOtto Apel fue presentado, no sin cierta socarronería, como " der gr g r ünder ünder " (que podría entenderse como "el que ofrece una fundamentación última", pero también también - y en esto radicaba la la ironíairon ía- como "el " el último fundamentador"). El término “Letztbegründung” ("fundamentación últi m a") a" ) es efectivamente usado con frecuencia por Apel, y, y, además, designa uno de los conceptos centrales de su filosofí filosofía. a. Pero ha sido y sigue siendo malentendido, malentendido , con increíble increíble frecuencia, tanto en su significado significado como com o en su intención. En una época como co mo la nuestra, en que, que, desde hace unos cuarenta cuarent a años, ha habido, paradójicamente, una "rehabilitación de la filosofí filosofía a práctica prá ctica"" que marcha march a paralela con una resurrección resurrecci ón de vetustos tópicos del escep ticismo ético, el clásico problema problema de la fundamentación fundamen tación de normas norma s mora mor a les ha vuelto a suscitar interesantes, aunque inacabables, debates. En medio de estos, es comprensible que a muchos oídos desprevenidos la expresión "fundamentación última" les suene suene como manifestación manifestación de dog dog  matismo, o de ingenuidad, o de ambas cosas a la vez. El sarcástico califi









































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te presupuesto en el acto lingüístico de enunciarla), y 2) la de que lo mismo no pueda fundamentarse deductivamente sin comisión de "círcu "cí rcu lo lógico" lógico " (pe (petiti o pri pri nci pi i ). Esto último m uestra ya que no se se trata, trata , en tonces, de una fundamentación deductiva. El concepto de "fundamentación reflexiva" es decisivo en este contexto, y alude a la capacidad de la razón, por po r Kant descubierta, de explicitar (o, en en términos más actua  les y específicos, reconstruir) sus propios presupuestos. "Pragmática trascendental" es el acertado rótulo que ha encontrado Apel para su procedimiento filosó filosófic fico, o, consistente consistente en buscar - y encontrar, encontrar, reconstructi vamente- los presupuestos a pri ori de todo acto de habla habla y particularmen particular men te de los actos argumentativos. argume ntativos. Si por "rehabilitac "rehabilitación ión de la filosof filosofía ía práctica" práctica " -expresió -exp resión n inaugurada inaugurad a por Karl H. Ilting en la década dé los sesenta- se alude, ante todo, a la renovación de los intentos de fundamentar la ética, la importancia de la contribución de Apel (al margen ma rgen de que se esté de acuerdo con ella) ella) no puede cuestionarse. Su peculiar propuesta no se reduce a una teoriza ción académica, académ ica, sino que constituye constituye un m odo de buscar respuestas frente frente a los grandes desafíos de la realidad histórica y particularmente de la ciencia ciencia contemporánea. L a fundamentación mediante mediante reflexió reflexión n pragmá prag má tico-trascendental constituye un recu rso inédito, inédito, en el que que convergen el "giro "gi ro lingüístico" inaugurado a comienzos del siglo siglo XX por pensadores como Peirce y Wittgenstein y una decisiva percatación que en el siglo XVIII XVIII había había tenido Kant acerca de la capacidad de la razón para indagar y descubrir los resortes de sus propias operaciones. Apel habló, al co mienzo, de una "transformació "tran sformación n de la filosofía", filosofía", consisten consistente te en recuperar la búsqueda de las "condiciones de posibilidad", po sibilidad", pero no refirién refiriéndolas dolas ya, como co mo en Kant, a la exper xper i enci nci a, sino a la argum arg ume entación, ntaci ón, es decir, reelabo rando rand o la filos filosofí ofía a trascendental trascendenta l desde desd e la perspectiva perspectiv a semiótica.











































Prólogo

validez. Apel, por su parte, expresó su profunda discrepancia con esta onfr ont ontaci aci ones ones par para poner poner a prue prueba ba la prop propue uest sta a pr pr agmáti agmáti cocoúltima, y en sus C onf trascendental (1998) acusa a Habermas Haberm as de haber haber abandonado la "ética "ét ica del discurso". La ética apeliana configura un intento intento de responder a los dos mayores mayo res desafíos que, provenientes de la ciencia actual, se le plantean a la razón práctica, a saber: saber: el "externo "ext erno"" -manifes -m anifestado tado en las consecuencias consecuencias ecoló ecoló gicas, armamentistas, etc., de la tecnociencia, que ponen en inminente peligro la supervivencia de la especie humana- y el "interno" -prove niente niente sobre todo de las posturas cientificistas, negadoras negador as de toda tod a posible posible fundamentación racional de la ética-, desafíos que, al conjugarse, dan lugar a una característica situación paradójica: el externo pone de mani necessi dad de una ética universal (o "macroética"), mientras el fiesto la nece interno establece establ ece la imposibilidad de algo semejante. La ética del discurso es un largo esfuerzo por resolver esa paradoja, de mostrando most rando que la funfundamentacióri ética, aunque difícil, no es imposible. En tal sentido hace valer su pragmática pragmát ica trascendental, que, como ya mencioné, combina im portantes aportes de la filosofía lingüística y del pensamiento kantiano. La filoso filosofía fía moderna había había operado operad o con el "paradigm "par adigma a de la conciencia*, que comienza con Descartes, culmina con Kant y prosigue hasta Husserl, Husserl, paradigma paradi gma que fue muy importante impo rtante para entender ente nder el el mecanismo del co

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una operación dogmática (que no podría asegurar nada), sino simple mente porque se la ha descubierto, reflexivamente, como "irrebasable"

(nichthintergehbar). Precisamente de ese modo se llega también, según Apel, a la fundamentación ética "últim "úl tima", a", es decir, decir, a la mostración de un principio principio que que no puede cuestionarse mediante argumentos, ya que se revela como una cond condii ción ci ón deposib si bi li dad de todo argumento. argum ento. Nadie N adie podría decir, por ejem ejem plo, que es imposible llegar a ponerse de acuerdo mediante el uso de argumentos, argum entos, precisam ente porque esa afirmación tendría que ser proba da mediante argumentos, argumentos, y estos presuponen presuponen "ya siempre" ( i mmer schon, -expre -ex presión sión que Apel toma de Heide gger y a la que que denomina "perfecto aprió ap riórico rico "-) la posibilida posibilidad d de llegar a ponerse ponerse de acuerdo acu erdo con los interlo interlo cutores, destinatarios comunicativos de esos argumentos. Aunque de he cho el acuerdo no se alcance, su posibilidad posibilidad está presupuesta. El acuerdo está, en términos términos habermasianos, "contrafácticamente anticipado". Así ocurre, en general, con lo que Habermas llama "condiciones ideales de habla" y con lo que Apel llama "comuni " comunidad dad ideal ideal de comunicación". El principio principio ético, ético, o "meta "m etanorm norm a", o "norma "norm a básica", que Apel descubre descubre -o mejor , , r econstr onstruye uye-- en todo acto argumentativo, como co mo una condición a pr i ori de posibilidad posibilidad de la argume ntación, ntació n, es la exigencia exigencia de intentar inte ntar la reso lución de conflicto conflictoss de intereses mediante "discursos prácticos" práct icos",, es decir, decir,











































Prólogo

dores como Austin Austi n y Searle, Searle, con su su teoría de los los "acto "a ctoss de habla". habla ". En esa esa línea están asimismo Habermas y Apel, quienes hablaron, respectiva mente, de "pragmática universal" y "pragmática trascendental". En la fundamentación ética de Apel es esencial tener en cuenta esa tridimensionalidad, y, y, por tanto, tan to, el hecho de que todo lo que se dice se inserta en la acción comunicativa: se dice algo sobre algo, pero se lo dice necesaria mente a algui alg uie en, aun en los casos en que el hablante habla a solas, consigo mismo. Apel insiste en la reflexión pragmático-trascendental sobre las condiciones de posibilidad y validez de todo conocimiento lingüística mente formulado. formulado. Al "giro lingüístico" lingüístico" se le añade un "giro "g iro pragmáti prag mático", co", consistente en destacar la dimensión pragmática, y aun un "giro hermenéutico", que fuera introducido introducido ya por Heidegger (como interpretación interpretación del del cotidiano cotidiano "se r en el mundo "), pero pensado ah ora en convergencia con la versión de G. G. Ryle sobre la filosofía filosofía del lenguaje ordinario ord inario y con la teoría de Wittgenstein sobre los juegos de lenguaje y las formas de vida. La metanorm metan orma a de la ética ética del discurso apeliana tiene cierta similitud similitud con el imperativo categórico kantiano, en el sentido de que, en lugar de exigir un tipo de acciones determ inadas, indica el proc proce edi mi ento racional para fundamentar normas situacionales. Ambos principios coinciden asimismo asimismo en su carácter carác ter a pri ori , con lo cual no sólo contienen pretensión de validez universal, sino que también instituyen instituyen la universalidad como com o

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explícita o implícitamente asumidos frente a "sistemas de autoafirmación", como una familia, un partido político, un sindicato, una asocia ción, un país, etc. Recurrir Recu rrir al discurso práctico, en algunos casos, puede implicar la contravención contraven ción de esas responsabilidades específicas específicas.. Precisa mente, este hecho hech o de admitir adm itir la restricción de la aplicabilidad de un prin cipio cipio reconocido como com o válido a pr i ori constituye un decisivo factor que distingue la postura apeliana tanto de la de Kant como de d e la del relativis relativis mo. Es también la raz ón por la que Apel propone propon e lo que ha denominado "parte "pa rte B" de la ética. De lo que se se trata, trata , en esta, es de la fundamentación, no ya del principio, sino de sus "condiciones de aplicabilidad". No se desecha el principio, sino que se amplia la significación de su exigencia: esta no se agota ago ta en su aplicabilidad aplicabilidad inmediata, inmed iata, sino que tiene asimismo otra, mediata o "a largo plazo". plaz o". En situaciones situaciones en que el agente, agente, por razo razo  nes como las mencionadas, no puede cumplir en forma directa con el principi principio o -e s decir, decir, la la búsqueda búsqueda argumentativa de consenso-, conse nso-, puede aún hacerlo en forma indirecta, asumiendo una nueva nu eva responsabilidad: responsabilidad: la de contribuir, contribuir, por po r todos los medios a su alcance, alcance , a la institucionalización de de los discursos prácticos. Esta posibilidad de cumplir "in the long run" determina, en el principio, principio, su carácter carácte r de "idea regulativa", regu lativa", es decir que marca la dirección de los actos morales correctos. Se establece, de tal modo, modo , lo que que puede pued e considerase considera se un nuevo paradig parad ig











































Prólogo

lidad", lida d", y que había había considerado incompatibles e inconcili inconciliables ables.. El prin prin  cipio de complementación apunta a posibilitar una superación aproximativa de la distancia distancia que que se da entre las condiciones condiciones "contrafácticame "contr afácticamennte anticipadas" de la parte A y las condiciones fácticas fácticas que corresponden correspond en a la situación histórica concreta. Con ese principio se introduce el ele mento teleológi rec onocido o la validez del principio principio tam tam  teleológi co. co. Quienes hayan reconocid bién deben estar en condiciones de reconocer la simultaneidad de dos exigencias distintas: 1) la de compatibilizar, para la solución de conflic tos, los métodos consensual-comunicativos con los estratégicos, y 2) la de colaborar en la superación gradual y aproximativa -como vimos, in the long long r un, y aún a sabiendas de que es una distancia no suprimible total mente- de la disparidad entre "comunidad real" y "comunidad ideal". La ética del discurso responde así, en su "parte A", al actual desafí o interno de la ciencia, ciencia, mostrando que una fundamentación racional y "fuer "f uer te" de la ética es realmente po "p arte te B", B" , al desafí o exter no, posib si ble ; y en su "par mostrando una línea de acción razonable incluso para los casos en los que la aplicación aplicación directa direc ta del principio fundamenta funda mentado do no es posible. posible. Esta temática es exp lorada lorad a desde distintas aristas en los trabajos trabajos de de Apel que integran el presente volumen. La ética de la responsabilidad (o co-responsabilidad) propuesta en la parte B representa otra discrepancia con consecuenci ncias, as, de las que Kant, ya que implica una consideración de las consecue

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pió, en conexión con el derecho, la economía, etc., como también con la psicología, por po r ejemplo, con los estudios de Kohlberg sobre el el desarrollo de la conciencia moral. Los niveles "preconvencional", "convencional" y "posconve " posconvencional" ncional" son tenidos tenidos en cuenta tanto en sentido sentido ontogénetico como filogenético: la crisis contemporánea es interpretada como el difícil difícil pasaje del segundo segun do al tercero terc ero de esos e sos niveles. Si Si el el Estado Estad o de Dere cho no se alcanzó, o si si funcion funciona a mal, como com o de hecho es el caso -co -c o n mayor m ayor o menor contunde contu ndenciancia- en todos los lugares del mundo, los los individuos individuos no pueden siempre evitar acciones ilegales, ya que estas, en ocasiones, constituyen el único modo de cumplir con responsabilidades frente a "sistemas "sistem as de autoafirmación" autoafirm ación" (familia, (familia, grupo laboral, etc.). etc.). Es algo seme jante a lo que acontece acon tece en lo internaciona intern acional: l: mientra mie ntrass no exista una real confederación de naciones o una república planetaria, los Estados parti culares, como los grandes grandes grupos ideológicos ideológicos o económicos permanece e de "estad de naturalez natu ralez es d













































Prólogo

beral"), bera l"), o bien admitir admitir que la brecha entre e ntre los que pueden pued en particip pa rticipar ar en el el sistema y los que que quedan quedan excluidos de él -brec ha que está ampliándose en la "glob alización" aliza ción"-- sea sometida sometida a un control, control, no sólo sólo por parte de los economistas, como hasta ahora, sino de la "publicidad "publicidad mundial mun dial racioci nante", mediante la paulatina institucionalización de los discursos prác ticos y la justicia social a escala mundial. En suma, puede pu ede decirse que que la ética del discurso discurso propuesta por Apel constituye uno de los más relevantes aportes elaborados para la "rehabi litación de la filosofía práctica" en la última parte del siglo XX. De los pensadores del siglo XXI dependerá, en lo sucesivo, desperdiciar ese aporte dejándolo en el olvido, o bien retomarlo y proseguirlo, en momentos en que la inmensa fuerza de la sinrazón determina la necesidad perentoria de obtener claridad sobre las cuestiones prácticas, prá cticas, pero a la vez dificulta y obstaculiza, precisamente, precisamente , el pensamiento pensam iento claro y la sobriedad intelec

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arbitrarias o erróneas. erróneas. Lo L o verdadera verd aderamen mente te importante es que la la ética ética de Apel logra su objetivo objetivo de "tran " tran sforma sfor ma r" la ética ética kantiana, kantiana, en primer lu gar, gar, cambiando cambian do la perspectiva m onológica por la dialógica; en segundo lugar, excluyendo el "residuo metafísico" representado por el recurso a un "reino de los fines", y, en tercer lugar, proporcionando una definitiva superación del "r igorism o" kantiano en la la perspectiva de la aplicac aplicación, ión, sin por po r ello abandonar el apriorismo ético sino, por el contrario, reforzán dolo. Por estos y otros muchos motivos m otivos (particularmente los vinculados con la búsqueda incansable de una imposición de la razón sobre la vio lencia y la injusticia) injusticia),, hay que ratificar, a mi juicio, juicio, la afirmación de Vittorio Hósle en el sentido de que el pensamiento de Apel muestra que la razón razó n y la moral se implican mutuame nte y su obra irradia luz intelectual intelectual en un mundo mun do tenebroso.













































El problema de la fundamentación filosófica última desde una pragmática trascendental del lenguaje* (Ensayo de una metacrítica del "racionalismo crítico")** 1. El problema: problema : ¿Racionalismo ¿Racionalism o crítico versus fundamentación última?













































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filosófic filosófica a última a una forma fo rma fácil fácil de retener y pensada claramente como com o lógicamente vinculante. Según Albert, todo intento de realizar la pretensión de fundamentación filosófica última, en el sentido del postulado de "fundamentación suficiente" de Leibniz ( pri pri nci nci pium pi um rati ratio oni s suffi ci entis), nti s), conduce "a una situación con tres alternativas que aparecen, las tres, como com o inaceptables, inaceptables, esto es: a un trilema...". Tal intento obliga, según Albert, a elegir entre: "1. Un r egre gr eso al infi i nfini nito to , que parece par ece dado dad o por po r la necesidad necesid ad de ir siem pre más allá en la búsqueda del fundamento, pero que no se puede llevar a cabo en la práctica, con lo que no nos proporciona ningún fundamento seguro; cí rculo culo lógic lógi co en la deducción, que surge cuando en el proceso de 2. un cír fundamentación se recurre a enunciados que previamente se habían presentado como necesitados de fundamentación, y que por no ser















































El problema de la fundamentación fundam entación filosófica última...

una afir afi rmac acii ón cuya cuya ve v er dad dad es cie ci erta y que por eso no necesita de fundamen tación"; tació n"; por lo tanto, la fundamentación fundame ntación en el el sentido de la tercera posibi posibi curso a un dogma" dogma" . El "recurso a instan lidad es "fundamentación por r ecurso cias extralingüísticas" extralingüísticas" tamp oco modifica modifica esta cuestión, pues, "respecto a ellas también cabe la posibilidad de preguntar por su fundamentación". "Cualquier tesis de autofundamentación para instancias últimas de este tipo, así como las tesis correspondientes para determinadas afirmacio

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una decisión en favor de un método que no sustraiga a la posible crítica ninguno de los conocimientos que se tengan p or ciertos, sino que tienda conscientemente a darle a la realidad la oportunidad de "hacerse valer decisivamente", dado que nuestras construcciones teoréticas pueden fra casar casa r ante ella.1 ella .11Según Albert, tal decisión en favor fa vor del principio del "fa" falibilismo" libilismo" de Popper Po pper debe "sacrificar la tendencia a la certeza que es el el fundamento de la doctrina clásica y conformarse con la incertidumbre acerca de d e si nuestras concepciones se seguirán confirmando confirmando















































El problema de la fundamentaci fundam entación ón filosófica última...

planteamiento de orientación kantiana debe servir especialmente para examinar exam inar la conexión interna que Albert afirma entre la tesis tesis de la impo sibilidad de fundamentación última y el programa positivo del criticismo racional. Más exactamente: hay que investigar si - y en caso afirma afirmativo tivo,, en nci pio pi o de de fund fundamentaci taci ón oj ustifi sti fi caci ón puede ser ser su sub bsti tui tui  qué qué sentido - el pri nci caso afirmativo, afirmativo, en qué qué sentido- más do por por el pri pr i nci nci pio pi o de de crí ti ca, ca, o si - y en caso bi en el el pri nci nci pio pi o defundam undame entación ntaci ón o j usti fi caci cació ón está está presupu presupue esto st o por por el el pr p r i n ci pi o de la crí ti ca válid váli da inte i nterr subj subj eti vame vamente

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pueden fundamentar por sí mismos la verdad de sus premisas -ni la validez de sus reglas de deducción-, sino que sólo pueden asegurar la positi si tivo vo -la "transferencia del valor de verdad po -l a verd ve rdad ad - desde desde el conjun conjunto to de premisas prem isas a la conclusión, y así, también tam bién la retransferencia del valor de verdad negativo -d e la falsedadfalseda d- desde la conclusi conclusión ón al conj conjunt unto o de las pre misas mi sas"1 "16 6. A esto responde respond e que desde Descartes D escartes se interpretara interpreta ra y radi ra di pri nci pi os i nme nme calizara la concepción aristotélica de los axiomas como pri diatam di atame ente ev evi de dent nte es , que que no son susceptibles de demostrac dem ostración ión ni la preci preci 















































El problema de la fundamentaci fundam entación ón filosófica última...

Sin Sin embargo, con la introducción del "trilema de Münchhau Mün chhausen", sen", Albert parte de la lógica lógica moderna20 moderna20-apoyán -apo yándos dose e en Popper y en C a m ap - y da la impresión de poder reducir la aporética del postulado de fundamentación última del racionalismo de la Edad Moderna a un trilema deducible lógi coco- form for malme almente: a saber, saber, 1) regreso regres o al infinito, infinito, 2) círculo lógi lógi  co y 3) interrupción infundada del procedimiento de fundamentación, trilema que se deriva, deriva , de hecho, de la la exigencia de una fundamentación fundame ntación

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tir la aporética aporét ica de la fundamentación fundamenta ción última al tercer miembro miem bro del trilema

















































El problema problem a de la fundamentación fundam entación filosófica filosóf ica última...

de acuerdo expresamente con Popper y Albert en que no es sufi sufi cie ci ente la

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No sólo voy a afirmar esta apreciación de la situación, sino que tam

















































El problema de la fundam entación entació n filosófica filosófica última...

una com tal supuesto supues to vale también también comunidad uni dad de i nterpre nterpr et aci aci ón.32Es obvio que tal

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sentido de una pragmática teórica, no pueden constituirse en objeto de





















































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































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que muchas personas creen aún poseer posee r un criterio último de evaluación ética, por ejemplo, en Europa el criterio de la moral cristiana tradicional. tradicional. En este caso se trata de un criterio que no no se puede puedefundame undament ntar ar r acionalme aci onalmennte, te, y por consiguiente, de un criterio pre precci entífi tí ficco. Y por lo común este criterio religioso no se puede aplicar a la ciencia y a sus consecuencias sin el auxilio de construcciones filosóficas muy problemáticas. problemática s. Esto se ve, por ejemplo, en los intentos siempre siempr e renovado reno vadoss de la teología moral cató cat ó lica, de fij fijar ar,, con el el auxilio de la distinción distinción ("del (" del derecho natur n atural" al")) entre lo "natural" y lo "antinatural", los límites de lo que la ciencia, o las perso nas que la aplican, pueden hacer, por ejemplo, en la cuestión del control de la natalidad, natalida d, en la de la inseminación artificial, ar tificial, o en la de la tecnología genética. La misma problemática ha llevado hace poco po co a respuestas dia metralmente opuestas de los obispos norteamericanos y de los obispos franceses, a la pregunta de si en el marco de una "guerra justa" estaría permitido perm itido el uso de armas arm as atóm a tómicas icas o la la amenaza de su uso, o de si esto, a diferencia diferencia del empleo de armas arma s convencionales, es "inmor "i nmoral" al" por principio. principio. Como opción ante estas problemáticas construcciones auxiliares "fi losófi losóficas cas -propia -pro piass del derecho natur nat ural al"-, "-, para la aplicac aplicación ión del criterio criterio deci-cristiano de evaluación, se ofrece el principio cuasi-prote cua si-protestante stante de la deci conduce,, por su conse conse sió si ón sub subj etiva ti va ante la conci enci a. Pero este principio conduce fundame amentac ntaci ón raci raci onal cuencia interna, interna, a abandonar toda pretensión prete nsión de fund del criterio criterio último de evaluación evalua ción de una Ética de la responsabilidad. responsabilidad. 3) En efecto, la secularización existencialista del principio cuasi-pro cuas i-pro testante de la deci decisi si ón sub subj eti va ante la conc concii encia nci a condujo, en unión con el desarrollo de la teoría de la la ciencia en la actualidad, actuali dad, a la ter ter cer cerafun fundame damenntaci taci ón si gnifi gni fi cati cati va de la tesi tesiss de que la ev evaluaci aluaci ón éti éticca se da por por sí mi sma, sma, con sólo que previamente previam ente se hayan compren com prendido dido correctam co rrectamente ente la situación efectiva efectiva y sus posibles posibles consecuencias. consecuencias. La fundamentación parte ahora de que las situaciones efectivas y sus consecuencias posibles sólo pueden ser establecidas mediante los procedimientos despojados de valoraciones, propios de las ciencias (empíricas y formales). La evaluación propiamente ética de los resultados de tales comprobaciones -inclusive, por ejemplo la evaluación de las consecuencias consecuencias de distintos sistemas morales, para la vid vi d a ci sion onees sub subjj etivas ti vas de los los i ndi ndi vi duos uos debe producirse producir se entonces a partir de las decisi









































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todo por Karl Popper y sus discípulos.1Consideraría que en ella está la verdadera incitación de mi propia problemática, la incitación a la pre gunta por la posibilidad de una fundam fundameentac ntaci ón rac raci onal de de la Éti ca en la época de la cie ci encia. nci a. Las razones de esta elección del del punto de partida resul tan de estas e stas consideraciones previas: previas: La concepción conce pción weberiana o popperiana de una Ética de la responsabi lidad en la era de la ciencia ciencia representa represe nta manifiestamente ma nifiestamente la versión filosó ficamente consecuente de la opinión según la cual la evaluación ética última se debe dar por sí misma -e s decir, decir, mediante una decisión que que no admite fundamentación ulterior- si la ciencia despojada de valoraciones ha extraído todas las consecuencias que se puedan obtener de las cir cunstancias tácticas cognoscibles. En esto hay un desafío a la razón filo fundame amentac ntaci ón raci raci onal no le sófica, en la medida medid a en que el negocio negoc io de la fund corresponde aquí a la ética que evalúa filosóficamente, sino a la ciencia despojada de valoraciones. Según esta concepción, no puede ni siquiera fundameentac ntaci ón últi últi ma del cri cri teri teri o étic ti co de evalua valuaci ón, sino sólo haber una fundam decisi si ón últ últii ma éti ca en razón de fundamentaciones (parciales), cuya una deci racionalidad es la de la ciencia despojada de valoraciones. En mi opinión, no habría que dejar que el término acuñado por Max sponsab bi li dad" ad" ni el discurso de Popper acerca Weber, " É ti ca de la r esponsa a cerca de una decisión decisión última última de carácter carác ter "m oral" ora l" oscureciesen oscureciesen lo lo decisivo decisivo de esta con cepción tan extendida e xtendida hoy día. día. Pues esta concepción no suministra fun fun damentación dame ntación alguna para que se pueda llamar llam ar "responsable" y, por con siguiente, "moral" a la decisión última postulada. De acuerdo con ella, en lugar de una fundamentación última racional de aquello que es obli or alm mente nte o según la r esponsabi sponsabi li dad, dad, y que gatorio moral que es, por tanto, normati vamente vam ente obligatorio, se coloca una elección pre y, por consiguien consig uien prerr rra aci onal y, te, irracional: una elección de la razón misma (genitivo (genitivo objetivo) objetivo) que no se puede fundamentar mediante ningún criterio racional racional y que, por po r consi guiente, puede también -igua -ig ualm lmen ente te-- resultar contraria a la razón y, y, por tanto, contraria a la moral y a la responsabilidad. ¿En qué medida se puede, pues, llamar, desde el comienzo "moral" o "responsable" a esta decisión última última postulada? ¿Acaso no reside allí allí un eco eco secular secu lar del con- 1 1 Compárese Compár ese M. Webe Weber, r, "Politik ais ais Beruf ", en Ges. polit. Schriften, Tubinga, 2da. ed., 1958, 493-548; del mismo: "Der Sinn der Wertfreiheit" y "Wissenschaft ais Beruf", en









































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cepto cristiano de la la "decisión ante la conciencia", concepto co ncepto que origina riamente presuponía presupon ía la responsa sponsab bi li dad ante ante Di D i os y tenía allí su criterio? En este punto hay que enfrentar otra minimización del problema. El postulado de Max Weber o de Popper de la decisión última no pone de manifiesto manifiesto solamente el conocimiento de que a nadie se lo puede forzar, forzar, con argumentos racionales, a poner en práctica aquello cuya validéz ra cional se ha comprendido. comprendido . En efecto, para par a ello se debe debe suponer, en toda ética que tenga sentido, una de P ero esta exigencia deci cisi si ón li bre de voluntad. Pero de una "buena voluntad", exigencia que sobrepasa toda fundamentación, subsistirí subsistiría a también si se se pudiese ofrecer y co mprend mp render er una fundamentación racional de la ética. ética. Por tanto, no tiene nada que ver con una susti susti tuci tuci ón deci sio si oní stic sti ca de la fund fundame amentac ntaci ón últi ma racional por una de deci ci sió si ón últi ma.2 Pero precisamente de esto se trata, de modo expreso, en el caso de Weber y en el de Popper. Popper . La razón más profunda de esta posición reside, en mi opinión, en la convicción casi general de los filósofos modernos, de que es imposible por motivos lógicos aun tan sólo proponerse una fundam fundame entaci ntación ón rac raci onal Etica. Pues Pu es para este fin fin se se debería debería -es ta es la presuposición última de la Etica. corriente-fundam corriente-f undamentar entar como com o racional a la razón misma, con co n auxilio auxilio de la la culo lógi lógicco (una pe petiti ti tio o pri nrazón; y ello implicaría manifiestamente un cí r culo ello, queda en todo caso, ca so, desde el el punto de vista vis ta de la lógica, cipii). Según ello, la posibili posibilidad dad de derivar d erivar lógicamente las normas, o bien el el principio nor no r mativo de la ética, ética, a partir p artir de hechos de la vida, conocidos cono cidos científicamente. Pero tampoco esto es posible posible sin sin la presuposici presuposición ón -cas -c as i siempre tác itade una pre prem mi sa norma rmativa ti va,, como ya lo advirtieron Hume y Kant. Resultaría

paralogism o decisionístico-volu decisionís tico-voluntanta2 En mi opinión, en la ética se trata de evitar tanto el paralogismo rista como, por otro lado, el intelectualista. El primero se presenta cuando, y solamente cuando, se propone sustituir la fundamentación última por la decisión última (así ocurre efectivamente en M. Weber, K. Popper, J.P. Sartre, R.M. Haré y muchos otros pensadores representativos actuales). Quien por el contrario en el encarecimiento de la necesidad práctica prác tica de un "robustecimiento deliberado" de la comprensión de la validez del principio ético ve un "decisionismo residual" se acerca mucho, en reali dad, a lo que K.H. Ilting llama "paralogismo intelectualista". Esta sería mi respuesta tionspr oblemee irt Spatkapitalismus Spatkapi talismus , Francfort del Meno, 1973, a J. Habermas: Legitima tionsproblem p. 152 y s., nota 160, y -p o r otra p arte ar te-- a K. H. H. Ilting, Ilting, "Wahrgeite "Wah rgeite und Verb Verbind ind-lichkeit", en K. Lorenz (ed.): Konstruktionen versus Positionen, Berlín/Nueva York,

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en un "paralogismo naturalista" como se dice en la filosofía analítica desde G. E. Moore. Y aún a ún si fuese fuese posible posible derivar el principio normativo normativ o de una ética a partir de circunstancias tácticas y de una premisa no rma tiva -presupo -pre suponiend niendo, o, por po r ejempl ejemplo, o, un fi n últi últi mo de lahi stori storia a uni versal versal -, no habría allí ninguna fundamentación racional última; pues la premisa normativa supuesta -e l admitido adm itido fin fin último último del m un dodo - debería debería ser ser fun fun damentada racionalmente a su vez, es decir, debería ser deducida de un principio, y así ad infinitum. Parece, por consiguiente, imponerse la conclusión de que presupo niendo la raci aci onali onali dad dad lógica lógi ca de la cie ci enci nci a es imposible la fundamentación racional de un principio de la Ética. El popperiano popperia no Hans Ha ns Albert ha siste siste matizado esta tesis de la imposibilidad en en su "trilema de Münchhausen": plantea, en efecto, que en el intento de fundamentación se produce una tri tr i ple aporta: aporta:

o bien bien (1) un regre re greso so infinito infinito de la fundamentació funda mentación n a principios que a su vez requieren ser fundamentados; fundamen tados; o bien (2) un círculo lógico (como en el caso de la fundamentación racional del principio de la racionalidad); o bien (3) una interrupción dogmática del procedimiento de fundamentación al llegar a un principio que se da por evidente en sí mismo, mismo, como en el caso de la metafísica tradicional.3 Ahora bien, nosotros4 por otra parte hemos comprobad com probadoo que el prob proble le-ma de una ev evaluación aluaci ón de las consecue consecuenci ncias as y subconsecue ubconsecuenci ncias as de la ci ci encia, nci a, 3 Compárese con Albert, H., loe. cit., II y ss. 4 Para esto véase Apel, K.-O., "Das Apriori der Kommunikationsgemeinsc Kommunikationsgemeinschaft haft und die Grundlagen der Ethik"; en Apel, K.-O., T r a n s f o r m a t i o n d e r P h i l o s o p h i e , tomo 2, Francfort del Meno, 3ra. ed., 1984; véase también del mismo autor: "Das Problem der philosophischen Letzbegründung im Lichte einer transzendentalen Sprachpragmatik. (Versuch einer Metakritik des 'kritischen Rationalismus')", en Kanitscheider, B. (ed.), Sprache und Erkenntnis, Innsbruck, 1976, 55-83; véase también las colaboracio nes de Apel, K.-O., Bóhler, Bóhler, D. D. y Kuhlmann , W., W., en Apel/Bóhler/Kadelb Apel/Bóhl er/Kadelbach, ach, Funkkolleg Praktische Philosophie/Ethik: Dialoge, Francfort del Meno, 1984, 2 tomos, y en Apel/ Bóhler/Rebel (eds.), Funkkolleg Praktische Philosophie/Ethik: Studientexte, Weinheim/Basi phil os. lea, 1984; además Kuhlmann, W., "Reflexive Letztbegündung", en Zeitschr. f . philos. Forschg. 35 (1981), 3-26. Además entre otros, Apel, K.O., (ed.), Sprachpragmatik und Philosophie, Francfort del Meno, 1976; Oelmüller, W., (ed.), Transzendentalphilosophische Normenbegründung, Paderborn 1978; Kuhlmann, W./Bóhler, D., (eds.), Kommunication und Reflexión,









































Una Ética de la responsabili respon sabilidad dad en la era de la ciencia cienci a

pued e ser elimi desde desde el punto punt o de vi sta sta de de una Ét Éti ca de la r esponsabi ponsabi li dad, dad, no puede nado: no se lo puede r educi duci r a algo tri via vi al mediante el criterio obvio de la mera supervivenc su pervivencia, ia, ni se lo puede resolver reso lver suficientemente mediante el recurso a un criterio último tradicional, prerracional, es decir, de una Ética religiosa, ni se lo puede resolver reso lver en el sentido de Weber o de Popper, mediante una com combi naci nación ón de de i nvest nvestii gación gaci ón rac r acii onal onal de las las consecue consecuenci ncias, as, desdes po poj adas de de valo valorac racii ones, y una una deci sió si ón va valora loratitiva va i rra rr aci onal; pues esta deci sión última, que hace de la moral una cuestión privada, tanto podría ser irresponsable como responsable, es decir, tanto podría ser moral como inmoral, según la presuposición de Weber y de Popper; en verdad deja, por tanto, sin respuesta la pregunta por el criterio de una evaluación responsable de las consecuencias y subconsecuencias de la ciencia; y en tal medida hasta condena al sin sentido la indagación científica de las consecuencias para la vida, pues esta indagación presup presupon onee siempre, en el contexto con texto de una u na Ética de la responsab responsabilidad, ilidad, que hay un cr i ter ter i o ob obliga li ga-tori tori o par par a la evaluación aluaci ón delas cons conseecuenci cuencias. as. Con ello ello se produce produ ce una situación problemática problemática verdaderame verda deramente nte pa radójica, y en ella reside, en mi opinión, el desafío para una Ética filosófi ca de la responsabilidad en la era de la ciencia. Si se la considera más exactamente, exactam ente, la paradoja de la situación se basa en un doble desafío desafío de la ciencia a la ética filosófica: un desafío externo y un desafío interno. El desafío externo reside manifiestamente en las consecuencias técni co-prácticas co-prá cticas de d e la ciencia para la vida de la modern mo dernaa sociedad industrial, inclusive hasta la crisis estratégico-nuclear y ecológica. Este desafío ex terno hace que por primera prime ra vez en la historia historia de la humanidad human idad a esta se le aparezca como com o algo urgente algo así así como una macr acr oéti oéti ca dela re responsabi ponsabi-lidad solidaria, de extensión planetaria. El desafío interno de la ciencia a la Ética Éti ca filosófica reside en el model odelo o pa paradi radi gma gma de la raci raci onalid li dad ci entífi tí ficca, que parece ser obligatorio también para la filosof filosofía ía.. Este paradigm pa radigmaa de la racionalidad parece p arece demostrar, sin embargo, que una fundamentación última racional de la evaluación ética ética de las consecuencias de la ciencia es imposible. La paradoja de d e la situación problemática problem ática se basa, entonces, enton ces, evidente evidente  mente, en la relación contradictoria con tradictoria entre el desafío exter no y el el interno. La estructura estructu ra del desafío desafío externo tiene tiene aproximadam aproxim adamente ente este aspecto: La racionalidad, en sí misma axiológicamente neutra, de la ciencia o

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propu uesta de de metas tas razo razonables, les, o la evaluaci aluaci ón más urgencia que nunca la prop raci aci onal onal de las posibles consecuencias y subconsecuencias de las acciones. nter no, no, empero, La estructura estruc tura del desafío desafío i nter em pero, tiene tiene este aspecto: Si la racionalidad de la ciencia despojada de valoraciones (la lógica formal inclusive) es efectivamente el modelo mode lo o paradigma paradig ma también de la racionalidad filosófica, entonces esta no puede servir de fundamento ni posi ción ci ón razona razonable ble de metas ni para una evaluación aluaci ón de de de criterio para una i mposi consecue consecuenci ncias. as. Por consiguiente, la misma ciencia que ocasiona ocasiona una ética de la responsabilidad parece, como modelo absoluto de la racionalidad, demostrar la imposibilidad de una ética racional de la responsabilidad. No puedo esperar que sea inmediatamente evidente esta característi ca dramática y extremada de modo paradójico de la situación situación problemá tica de la lógica filosófica filosófica.. Incluso la estructur estru cturaa de la aparente paradoja par adoja es demasiado abstracta para que se la comprenda inmediatamente en su actual significación y en su actual gravedad. Por eso, intentaré recons truir el origen de la situación situación problemática mencionada, y en primer prim er lugar el origen del desafio externo de la era de la ciencia a la filosofía como ética de la responsabilidad; luego, el origen de la situación, situación, aparen te mente insolubl insoluble, e, de una ética bloqueada desde adentro por su raciona lidad científica. ¿Hay una respuesta de la razón filosófica a este doble desafio? Mi respuesta respue sta a esta pregunta pregu nta es: sí, con la condición de que la r aci aci ona onali dad de la razónfi losófi ca, ca, la racionalidad metódica metód ica de la fundamentación última, realizada en la reflexión trascendental, de aquello que es obligatorio normativamente, normativa mente, no sea idéntica a la racionalidad lógico-formal (libr (libree de reflexión y, y, por po r tanto, inconsciente de sí misma) mis ma) del "hace "ha cerr científicamen te disponible el mundo". Pues entonces es posible responder, en primer término, al desafío interno que el paradigma de racionalidad de la cien cia presenta a la razón ética. Un problema adicional, mucho mu cho más urgente









































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II. El planteo trascendental-pragmático para la fundamentación última racional de una Ética de la responsabilidad II. 1. P arte art e A de la É ti ca: ca: La re r espuest spuesta a fi losófi ca al al desafí desafío o interno i nterno de la raci aci onali onalida dad d de de la cie ci enci nci a a la razón razón pr pr áct ácti ca Para empezar nuestra argumentación volvamos al que aparentemen te era el más fuerte de los argumentos de la filosofía actual contra la fundamentaci taci ón últim lti ma rac raci onal en general. El argumento posibilidad posibilidad de una fund dela im i mposib osi bi li dad decía: decía: el punto de vista de la razón -y - y a sea en el sentido de la raci aci onali onalida dad d teóri teóricca de de la arg ar gume umentaci ntación, ón, ya en el sentido de su raciona li dad éti co-prác o-pr áctiti caca- no puede ser fundamentado a su vez racionalmente, racionalmente, porque esto implicaría un cí r culo lógi lógicco (pe (petiti ti tio o pri pri nci pi i ). Por consiguien consiguien te, en lugar de una fundamentación última racional debe ponerse una decisión última prerracional -y por tanto irracional- en favor de la razón; una decisión en "pro", que en principio se puede denegar, por ejemplo, rehusándose rehusándose a argumentar argumentar.. Esto -m - m e pare pa rece ce-- es la la quintaesen quintaesencia cia del de aci onali nali dad form for mal-lóg al- lógii ca de la ci ci enci nci a a la safío, hoy significativo, de la r aci razón filos filosófi ófica. ca. ¿Qué se puede pue de respon r esponder der en nombre de la razón raz ón filosófic filosófica? a? En primer lugar, lo siguiente: siguiente: si "fundam "fun damenta entar" r" significa significa lo mismo que "deducir "ded ucir algo de otra cosa", cosa ", entonces el bosquej bosquejado ado argumento argumen to de la im posibilidad es efectivamente irrefutable. Pero este concepto de "fundamentación" podría ser ya un prejuicio en el sentido de la racionalidad lógica ógi ca de la cie ci enci nci a ob obj eti vante. vante. El que filosofa, filosofa, empero, empe ro, debería preguntarse pregun tarse si la razón, de la cual él él se vale, requiere en general una fundamentación fundamen tación mediante deducción a partir part ir de otra cosa, y si no es más bien algo que no no pu puede ser ser trasc trasceendi do argu rg umentativam tati vameenteen la refle reflexi xió ón. Pues por la reflexión sobre sobre su propio obrar, él puede pued e comprob com probar ar lo siguiente: siguiente:









































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si tuacci ón in i ni ci al pr pr esupue supuesta sta en en el el ar ar gume gumento de la Por consiguiente, la situa p or una parte, pa rte, se i mposib osi bi li dad no pue puede de nunca dar dar se: la situación en la cual, por argumentase con seriedad y, por otra parte, se estuviese todavía ante la elección del punto de vista de la razón. Pero si alguien se rehusase por principio principio a la argumentación argum entación (y por consiguiente, consiguiente, se se rehusase a adoptar el punto de vista vista de la razón), entonces no podría, precisamente, argu argu  mentar. mentar. Sería, como como lo ha expresado A ristóteles,5 ristóte les,5 "com o una planta pl anta", ", y esto quiere decir: decir: su negativa negativ a a la argumentación argument ación carece carec e de significación significación para la problemática de la posibilidad o imposibilidad de la fundamentación última (de modo m odo semejante a la negativa a obedecer obe decer en la práctica a una norma fundamental de la ética, reconocida reconocida como com o válida). Entiéndase bie bien: n: los que que argumentan argume ntan -y - y sólo ello elloss pueden formular teorías acerca de los demás- tienen todo el motivo para tomar por un problema pedagógico o psicopatológico muy serio una negativa de los por pri pri nci nci pi o a argumentar; pues quien se niega por por pri pri nci nci pi o a hombres po ntendim mi ento consi consigo go argumentar argum entar debe debe rehusarse también a sí sí mismo el el entendi mismo en el sentido del pe pensam nsami ento intersubjetivamente válido; y esto, pérdid rdi da de según todas tod as las experiencias de la psicopatología, conduce cond uce a la pé la identidad del del interesado. Por tanto, quizá haya que admitir que algo deci si ón iri r r aci aci onal onal con contr tra a la razón azón es posible como actitud semejante a una dec autodestructiva. ¿Pero en qué medida se puede ahora demostrar sobre la base de la argumentació argum entación n de fundamentación última que que acabamos de exponer, algo pri nci pi o de la Éti ca: una normafundament fundamental al de la acción, inde así como un pri pendiente de hechos contingentes y, por tanto, obligatoria de modo in condicionado? En el sentido de su intuición fundamental, fundamental, la respuesta a esta pregun pre gun ta se podría indicar más o menos de la siguiente siguiente manera: presup supo osi ci ones nes i ndi scu scutib ti bles les (entre las cond condii ci one ones nor nor mativas ati vas Entre las pre









































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De ahí los esfuerzos complicados com plicados,, y al final final inútiles, inútiles, de Kant, por p or su su  ministrar ministrar una fundamentación fundamentación lógica-trascendental de su Ética, análoga a la deducción trascendental de los principios del entendimiento en la Crí Cr í ti ca de la R azón zón Pur P ura.6 a.6

Pero contra este planteo intuitivo intuitivo de la ética trascendental trasce ndental del discur so se plantean las siguientes objeciones o reservas: ¿En qué medida le corresponde a una norma fundamental de la ética figurar entre las condiciones normativas de la argumentación (entre las reglas reglas de comunicación necesariamente reconocidas de una comunidad ideal de argumentación)? argumen tación)? ¿No se trata aquí sencillamente de las reglas reglas de cooperación que se deben acordar implícitamente, por así decirlo, con todo interlocutor interlocuto r posible, posible, si se lo quiere ganar gan ar como com o ayudan ayu dante te en la inves tigación de la la verdad? verdad ? Según esto, las normas necesariamente reconocidas serían 1) mera mente "hipotéticas" y no "categóricas" en el sentido de Kant; pues no tendrían validez incondicionada sino sólo en la me medida di da en en que se qui er e argumen tativo; 2) estas normas, alcanzar la verdad mediante el discurso argumentativo; las las normas del discurso, concernirían concernirían no a normas concretas sino sino mera me ra mente a las reglas formales (reglas de procedimiento) de la argumenta ción correcta; y 3) estas reglas reglas no tendrían tendrían nada que ver con normas m o rales, ya que no concernirían a la i nter c on nter ac accci ón moralme oralmente signi si gnififi cati va con los interlocutores, sino solamente solame nte a aquellas reglas (reglas de juego) que tienen i mportan ort anci cia a i nstr nst r ume umental ntal en en la coo coop perac acii ón argum argume entati va.

6 Véase Kant, I., Grundlegung zur Metaphysik der Sitten, edición de la Academia, tomo IV, IV, reimpresión, Berlín Berlín,, 1968, pp. 392, 425, 444 y s., 447 y s., 449 y s., 453 y s., donde Kant considera todavía necesaria una fundamentación última de la validez de la ley moral, o de la "realidad" de la razón práctica, mediante la "deducción trascenden









































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A estas objeciones yo respondería lo siguiente: primeramente, es inadecuado, en principio, principio, caracterizar al discu di scurr so argume argumentati ntati vo como una empresa presa cualqu cualquii er a de coop coope er aci aci ón, ón, r aci aci onalme onalmente nte dir di r i gi da afi afi nes nes , empresa en la que uno puede aventurarse y puede pue de también dejar de aventurarse. Antes bien, bien, lo verdadero verdader o (como (c omo se mostró ya en lo precedente) es: todos los hom bres, como seres seres racionales, se han aventurado ya siempre en la la empresa de la búsqueda discursiva d iscursiva de la verdad; pero p ero se han aventurado nece necesar sarii amente en ella aquellos, al menos, que argumentan en serio, por ejemplo, los que que plantean la pregunta de si se puede fundamentar racionalmente la ética. En tal medida, la coop coope er aci aci ón en en la la i nve nvesti st i gaci ón de la ver dad (y (y la colaboración ya en el acue acuerr do li ngüíst ngüí stii co sobr sobr e el se senti do, do, cooperación que se presupone para p ara aquella) aquella) no es un fi n quese i mponga de manera conti onti ngente ngente y por eso las imprescindibles normas de cooperación para ello presu puestas no son imperativos hipotéticos en el sentido de Kant. Kant. En E n la medida en que el discurso argumentativo argumen tativo mismo no es contingente en relación con la argumentación, sino que está stá preest preestab abllecido ci do a pri pr i ori or i ( no puede puede ser tr ascenascendi do en en la la r efle fl exi ón sobre cond condii cion ci one es de posi posi bi li dad) ad), en esa medida se puede decir más bien, en el espíritu de la filosofía trascendental kantiana: las las normas de la coop coope eraci aci ón en en el el di scurs scur so argum arg ume entati ntati vo son obliga li gato toriri as inc i ncon ondi di-cionadam ci onadame ente nte, esto es, son son categó tegóri ri cas. Esto con respecto a la pri pri mera obj eci ón. A la segun respond ería yo lo siguiente: siguiente: es cierto que las nor segund da obj eci ón respondería mas necesariamente reconocidas al argumentar no representan normas concretas, es decir, no representan norm normas mate materr i ales, ales, r efer fer i das das a una si tuación. Se trata más m ás bien solamente de aquellas norm normasformale or maless de la coop coope eraci ón di di scu scursi rs i va que como tales prescriben también, entre otras cosas, el pr pr i nci nci pi o i deal de lafundam fundame entac ntaci ón (por lo que que r especta specta al al proce procedi dim mi ento) de toda todas las norm nor mas mate materr i ales ales re r eferi das das a si tuacione tuaci ones. s. Por tanto, una Ética del

discurso fundamentada de modo trascendental-pragmático no tendrá un solo niv ni vel sino dos niv ni veles, les,7 7 a diferencia de las éti cas de de pri nci nci pios pi os tradi











































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de las norm normas. (Este principio, principio, ciertamente, no es tampoco vacío en el senti do en que que Hegel afirmara afirmara esto del "imperativo "impe rativo categórico" cat egórico" de Kant; pues la id i dea re regulati gul ativa va dela norma norma discur di scursi si va ope oper acion ci onal al par para lafundame undamentaci ntación ón de normas puede servir como patrón de medida di da para los procedimientos hu manos reales pertinentes: como los procedimientos institucionalizados de los Estados de derecho, los procedimientos procedimie ntos informales informales para la regula ción de conflictos, propios de los grupos humanos, e inclusive las re flexiones flexiones de los individuos, individuos, quienes en último término sólo pueden puede n fun damentar sus decisiones morales mediante la internalización de discur sos ideales posibles de los afectados). Pero las normas concretas de acción, referidas a la situación, no se pueden deducir del del principio formal: su fundamentación debe delegarse más bien en el pr pr ocedi mi ento de di scur scur so del segund segundo o nive ni vel,l, procedimiento procedimiento sólo formalmente normado: norm ado: aquí reside en mi opinión la ventaja decisiva de la Ética de discurso dis curso frente al desafío externo de la era de la ciencia. Pues con ello se vuelve, vuelve, por po r principio, posible en primer término hacer h acer valer, valer, necesisi dade dadess y los i nter nter eses y, por tanto, pretennmediante argumentos, las nece ta nto, las prete sio si ones de los los afec fectad tados; y, y, en segundo término, allegar las i nform nformaci aci one ones concer cer nie ni entes a la si tuaci tuaci ón, ón, especialmente el conocimiento conocimiento de los expertos acer ca de probables consecuencias y subconsecuencias, informaciones que hay que tener en cuenta en una É ti ca de la respo responsab nsabii li dad dad. Pero todavía queda por responder respond er la tercera objeción. En su forma más

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se coordinan acciones- está "eximido de acción" de una manera particular.9 (Precisamente por eso el discurso argumentativo no se puede separar de la reflexión trascendental sobre la validez, reflexión efectuada por el pensar solitario; sino que acompaña a esta reflexión, por así decirlo, en todos los posibles distanciamientos de la circunstancias). Esto quiere decir, decir, entre otras cosas, cosa s, lo siguiente: siguiente: en el plano del discur discu r so la racionalidad estratégica de la acción, racionalidad con la cual los hombres, como com o sistemas individuales individuales de autoafirmación autoafirmación y como com o miem bros de sistemas sociales sociales de autoafirmación, persiguen sus intereses tam acción ón com comunica uni catti va, debe ser separada de la racio bién en el contexto de la acci consensual nsual-- comuni comunica catti va.10Esta separación forma parte de las con nalidad conse diciones normativas del discurso argumentativo, argum entativo, que debemos debemos haber reco nocido necesariamente; necesariamente; pues podemos comprender com prender a pri ori que, por ejem plo, no podríamos resolver nuestro actual problema de la fundamentanegoci oci ando ando abiertamente (es decir ción de la Ética neg decir,, por ejemplo, intercam intercam  per suad suadi mos mediante el biando ofrecimiento ofrecimientoss y amenazas) am enazas) ni intentando intentando per uso estratégico est ratégico latente del lenguaje. lenguaje. (En esto se diferencia diferencia la retórica bue bu e na de la mala, y las llamadas "estrategias de la argumentación" están naturalmente, a pri ori , al ser ser vi ci o de la i nvesti nvesti gaci gaci ón conse consensua nsuall-ccomun omunii cati cati va efecto, como argumenta argu mentan n de la verdad). Por tanto, nosotros no somos, en efecto, tes, idénticos sin más a los hombres cuyos intereses pueden entrar en











































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comuni comunicac cacii ón ent entrr e los hom hombre bres ori ori entada ntada ha hacia ci a un ent ente endim ndi mi ento, nto, (comunica ción que reposa ya siempr si empre e en la fuer fuer za cohesiva si va de las las pr etensi tensio ones nes de vali vali dez), y si se la mantiene como una comunicación tal, tal, que esté separada del comportamiento estratégico; y esto quiere decir: si se la mantiene como

discur di scurso so argume ar gument ntati ati vo ace acerr ca de de la propie propi edad dad que que ti enen nen la las pre pr etensi ones ones de vali dez de pode poderr ser sati sfe sfechas. chas. (Hay que advertir adver tir aquí especialmente que el arr ar r eglo de un confl conflii cto me me dian di ante te ne negoci oci aci aci one ones est estrr atég atégi cas cas no está stá li br e de vi olenc olencii a, puesto que puede contener amenazas de violencia; precisamente precisamente por eso no puede p uede producir decisión alguna sobre la prop propii edad que ti enen nen la las pr etensi tensio ones nes de de vali valid dez de po poder ser ser sati satisfe sfecchas. Hay Ha y que diferenciar diferenc iar bien de ello la posibilidad y nece sidad sidad de resolver mediante compromisos comprom isos justos, justos, conflictos conflictos entre preten p reten siones de validez que no repo san en intereses universalizables). Para la relación relación del discurso argumentativo con los problemas de im portancia moral prop ios del mundo de la vida, es esencial esencial que hayamos reconocido ya, necesariamente, también precisamente la función (que acabamos de indicar) que el discurso argumentativo desempeña en la ser i a.u ¿No hemos reconocido ya, vida, cuando hay una argumentación ser con ello, que que las norm as del discurso dis curso ideal deben establecer estab lecer el principio principio ideal ideal operacional operacional para par a la fundamentación de las norm as morales mo rales desti desti nadas al mundo de la vida?











































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ción de normas norma s referidas a situaciones, por ejemplo, de las normas norm as por las que debe regirse el arreglo de los conflictos conflictos de intereses. Pero Pe ro en contra de ello -dice la objeción- habla la diferencia de principio entre la situación de la comunidad de argumentación "eximida de acción" y la situación que se da en la vida, situación de interacción entre sistemas de autoafirmación: ¿Por ¿Po r qué no se habría de llegar, llegar, sobre la base de d e discursos discurso s ideales consensual-com consen sual-com unicativos, unicativ os, al resultado de que los conflictos conflictos de intere intere ses en el mundo mund o de la vida -y , por po r consiguiente, consiguiente, también los de de los argu mentantes, como individuos individuos con intereses intereses en conflictoconflicto - precisamente no pueden arreglarse arre glarse según el modelo de la cooperación en la comunidad de argumentación, argum entación, sino en el sentido sentido de la racionalidad estratégica? ¿Por ¿ Por qué qué no se habría de pod er fundamentar, por ejemplo, basándose basándose en una racio nalidad de discurso consensual-comunicativa - ¡y por tanto sin mentid la norma de que en el contexto de la interacción propia del mundo de la vida se debe mentir, siempre que esto sea estratégicamente provechoso? ¿Qué tiene tiene que ver la obvia veracidad propia del argum entar enta r eximido de acción con el no-engañar a un hombre en la situación de negociación, probidad que es significativa moralment moral mente?1 e?12 A mi modo de ver, esta argumentación pasa po r alto una importante presuposición del discurso argumentativo, presuposición que hemos re conocido necesariamente en la reflexión sobre nuestro argumentar en serio: si bien nosotros, como argumentantes, tenemos la posibilidad y











































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Expresado con mayor generalidad: generalidad: los argumentantes que, como ta les, han aceptado necesariamente las reglas del discurso y con ellas las normas de una comuni comunidad dad i deal de arg ar gument umentaci ación, ón, saben a la vez, sin em bargo, que siguen siendo miembros reales de una comuni comunidad dad real real de com comuni uni  caci cación ón,, y que, por consiguiente, se han limitado a "anticipar por contrapo sición" la existencia existencia de las presuposiciones ideales postula po stuladas.1 das.13 3 (Ciertamente pueden contar siempre, de manera empírico-psicológi ca, en la práctica, con un cumplimiento sufic sufi ci ente de las condiciones de discurso ideales). Esto significa: significa: los argumentan argum entantes, tes, como com o sujetos de una posible fundafundamentación racional de las normas, siguen siendo siendo hombres reales que po siblemente siblemente tengan que que dominarse, en prim er lugar, a sí mismos mismo s para po der cumplir, cumplir, mal o bien, bien, con aquellas condiciones del discurso normati norm ati vas que ellos mismos anticipan por contraposición. Por eso mismo las normas ideales del discurso discurso no son de ninguna ninguna manera m anera moralmente m oralmente indi indi ferentes, sino sino que que son son apropiadas apropi adas para par a suministrar sum inistrar el mode modelo (par (paradi adiggma) de un procedimiento moralm oralme ente obli obli gatori o para el el arr ar r eglo gl o i nter nter pe perr sonal de

cuest uestii one ones de i mportanci ortanci a moral moral y j urí ur í dica di ca.. normas mate materr i ales, ales, Ciertamente que no suministran ya el modelo de norm r efer fer i das das a lasi tuaci tuaci ón, ón, sino sólo el modelo de la fund fundame amentac ntaci ón (por ejem ejem plo, la legitimación) o de la cr í ti ca de normas normas mater ateri ales ales (fundamentación o discursivas)

de todos todos l

fec ad

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der, ciertamente, apenas se abandona el venerable prejuicio prejuicio del soli solip psism si smo o favo r de la reflexión sobre el a pri ori gnoseológi metódico, ódi co, en favor gnoseológico co y étic ti co de de la comu nidad que no no puede prescindir de com com  comuni comunidad dad de comuni comunicac cacii ón, comunidad partir parti r el significa significado do y la verdad. verda d. Precisamente allí reside la indicación para la concretización comuni cativa del pri implícito en el "imperativo "imper ativo categó pri nci nci pi o de uni versali versaliza zacci ón implícito ji c o " de Kant:1 Kant: 14aproxima 4aprox imadam damente ente en el sentido del siguiente principio de comunica uni catiti va de la respon responsab sabii li dad: dad: Ob O bra sólo sólo según aque aquelllla a máxi máxim ma una É ti ca com

que teponga en en condi condi cione ci ones, s, ya se sea de de tomar tomar parte part e en lafundament afundamentaci ación ón di scur cur  siva si va de de aquellas llas norm norma as cuyas uyas consec nsecuen uenci as para tod todos los los afe afecctad tados serí serí an aptas para logr log r ar un consenso, consenso, ya sea sea dedeci decidi dirr, solo o en colab colaboraci oración ón con con otros, otros, según según el espí spí ri tu de los los posib si bles les resu resulta ltad dos del di scu scurso rs o prácti rácticco i deal. El empleo de la partícula "aproxim "ap roxim adam ente" ente " en la presentación de de este principio insinúa insinúa que la formulación propuesta prop uesta podría po dría ser posible posible dél fali falib bi lisli smente mejorada. m ejorada. Pero ¿no se daría da ría con co n ello ello razón a la objeción objeción dél













































Unaa Ética de la responsabili Un respons abilidad dad en la era de la ciencia

de criterios empír pí r i cos cos (y esta posibilida posibilidad d ha impregna imp regnado do el sentido origi nario del principio del "falibilismo" en Peirce y Popper). En el último caso, por el contrario, cont rario, esta posibilidad posibilidad no existe, pues un posible perfec cionamiento de la explicitación de pri pri nci nci pi os fundamentados de manera trascendental-pragm trascenden tal-pragmática ática -a sí del principio principio de la la fundamentación teorético-discursiva de no rm asas - debe debe poseer la la estructura de la autocor autocorrr ecci cci ón. Esto significa: toda posible corrección de una explicitación debe también suponer ya el principio que tiene tiene que que ser explicitado expl icitado so pena de la auto puedpr econtradicción pragmática. La corrección de la explicitación no puedpre futar fut ar al al principio, sino a lo sumo expli xpli citar ci tarllo adecuad adecuadam ame ente nte (por ejemplo,

completamente).15 Una autoco autocontr ntrad adii cci cci ón pr pr agmáti agmática ca se origina por ello también cuando el principio de falibilism falibilismo o -com -co m o es inevitable en el caso de su absolutizació n- es aplicado a sí mismo, esto es, cuando es simultáneamente simultáneamente presu pre su puesto y tom ado en consideración. En este caso la refutación del princi

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dad de hipótesis, en la me medida di da en en que son adecua adecuadas das com como ex expli cit ci tacione aci oness de sentido, deben, antes bien, ser simultáneamente ciertas: uno no puede entenderlas entenderla s sin saber que que son verdader verd aderas. as. Por ello tampoco es razonable plantear plantea r la cuestión de si el el concepto de la argumentación, ahora presupuesto por nosotros, o sea, el concepto concepto de tica -j unto a sus proposiciones la crí tica proposiciones norm ativasativ as- no podría estar sujet sujetoo al cambio histórico. Quien quiera aceptar seriamente esto -por así decir, la vari vari abi abi li dad de del conc conceepto de r azónazón- privaría, ya desde de sde un principio, principio, de todo sentido ai program progr ama a de de una posi ble crí tica ti ca y r evi si ón de convi onvi cci cci one ones. Pero la preservación preserv ación del sentido de la argumentación argumen tación crítica debería establecer establecer a pri pri ori en la filosofía filosofía los límites del criticism criticismoo de los principios, es decir, de la duda virtualmente virtualm ente universal. universal. La fundamentación pragmático-trascendental pragmático-trascend ental de la Ética Ética desarrolla da hasta ahora me parece pare ce representar represen tar una respuesta al desafío desafío interno de la razón práctica prá ctica por p or la ciencia. ciencia. El bloqueo de la racionalidad ética por la













































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fundada no no una mera ética de la convicción interior sino en una Ética de la responsabilidad. Esto se pone de manifiesto cuando consideramos más exactamente dos aspectos fundamentales de las implicaciones normativas del principio de la Ética del discurso. El principio exige (idealmente): 1) el establecimiento establecimiento de las consecuencias, consecue ncias, susceptibles de consenso por todos los afectados, de las normas norma s que deben ser fundadas; fundadas; 2) el establecimi establecimiento ento de de estas consecuencias, y correspondientemen correspondiente men te una una fundamentación de normas norm as referidas a situaciones particulares, particulares , a travé tr avéss dediscu di scurr sos li br es de vi olenc olencii a de los afectados o de los representan representan  tes de sus intereses. Por de pronto p ronto está en claro lo siguiente: siguiente: ambas amb as exigencias tienen, con respecto a su posible posible cumplimiento en el mundo real, el el estatuto de "ideas regulativas" a las las cuales cuales no puede "corresponder "correspond er plenamente plenamente nunca nada empírico". Pero, sin embargo, no es por ello negada, en el sentido de Kant,













































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inmediatamen inmed iatamente te en la formación de consenso acerca ace rca de las posibles posibles con secuencias de las acciones y de las normas de las acciones (por ejemplo, en la medicina o en la política y economía actuales, continuamente aseso radas rada s científicamente) científicamente).. La otra estrategia, est rategia, contrariame cont rariamente nte (que es la que tiene tiene mejores perspec persp ec tivas), tiene como punto de partida la siguiente suposición: en la forma ción de consenso referido inmediatamente a algo específico, todo particu lar debe participar solamente según la medida de su respectiva compe com pe tencia; tencia; pero además él, como ciudadano mayor de edad -segú -se gún n la medida medida de su competencia y su fuerza disponibledisp onible- tiene tiene que que participar en \af or  maci aci ón de consenso consenso acer acer ca de la dist di strr i buci buci ón de las tare tareas, as, en la formación de consenso referido inmediatamente a algo específico, distribución entre ciudadanos ciudada nos competentes comp etentes y dignos de confianza confianza.. En la época de la ciencia, en la que que casi solamente los los expertos exper tos dispo dis po nen de un saber de primera mano con respecto a cuestiones específicas, específicas,















































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punto la perspectiva cuasi hegeliana de que (debe ser supuesto) lo "racio nal" también ya siempre es (quodammodo) "real". Esto quiere decir: la organización política de los discursos prácticos -es decir, de instituciones tales que realizan esta idea aproximativamen te - debe siempre y en todo lugar -inclus -in clusoo en el caso límite de de una revolu ción política polít ica-- establecer una conexión con las instituciones instituciones existentes, en caso de que la impotencia del "deber ser abstracto" abstr acto",, criticado por Hegel y Marx, quiera ser evitado de una manera distinta.

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Idéntica comprensión de la inevitable diferencia, aun cuando siempre considerada como transitoria, entre la idea regulativa y la realidad polí tica, se expresa también en el hecho de que en la mayoría mayo ría de las constitu ciones de los Estados democráticos de derecho se distingue entre las le yes que fundamentan el derecho positivo y la legalidad de los procedi mientos y de los denominados derechos humanos, qué tampoco deberían ser infligidos infligidos por po r el derecho positivo, o sea, por p or los procedimientos procedimien tos lega les. les. Por todo tod o ello el el Estado democrático dem ocrático de derecho abre en cierta cierta medida















































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st ado o denaturaleza natur aleza pre previ o al al Estado st ado de der der echo, entre los Estados todavía el estad en el que la guerra y la amenaza de guerra adoptan la función de una "continuación de la política por otros medios". Y en este punto, donde la organización de la responsabilidad solidaria solidaria por las consecuencias consec uencias de la la civilización científico-técnica tropieza con su obstáculo esencial, se ha arribado a través de las consecuencias consecuen cias técnicas de la ciencia ciencia entre tanto a un desafío adicional de la razón: los progresos de la técnica militar en la era atómica han convertido la posibilid posibilidad ad de una or primera

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exigible exigible.. Pues aquí se se trata únicamente de elevar la idea regulativa regulativ a de los procedimientos ya institucionalizados institucionalizados de fundamentación de normas a máxima consciente del obrar: del obrar en el sentido de la participación en la formación comunicativa comunicativ a de consenso consenso y del obrar en el espíritu espíritu de las normas susceptibles de consenso. Por lo regular no se llega aquí a un consecuenci ncias as de la ac conflicto entre la responsabilidad por po r las probables consecue áxi mas formale for maless de la convicción de la acción, puesto que el ción y las máxim consenso o de las consecue consecuenci ncias as de la acci acci ón determina principio de la apti tud de consens















































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suponer ya en la otra parte una cautela estratégica frente al principio puro del discurso, puesto que ella se encuentra, frente a él mismo, exacta mente en idéntica idéntica situación de incertidumbre y riesgo respecto de su se guridad. Esta es la paradoja de la situación fundamental frente a la cual se ve colocada una Ética política de la responsabilidad en en un mundo donde en tran en conflicto conflicto sistemas sociales sociales de autoafirmación; autoafirm ación; y constituye constitu ye la prin cipal aporía de la É ti ca de la convi -reli giosa y filosófica- el el no no poder convi cci cci ón -religiosa

















































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to de la seguridad segu ridad,, no carente de responsabilidad, no para sí mismo sino sino

















































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es capaz de fundamentar por qué la “estabilización del antagonismo"

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Quienes Quienes argumentan argumen tan están, por lo tanto, ya desde un princip principio io tamtam -

















































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De este modo está formulad fo rmuladoo el ofrecido principio principio de una aplicación

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pertenencia a un sistema político político de autoafirmación, autoafirm ación, que en todo caso se puede perm utar por otro, pero del que no no se puede prescindir como base de vida en general). A partir de esta mutua relación dialéctica de dos supuestos -de los que el idealismo siempre tiene en cuenta sólo uno y el realismo o el materialismo sólo el otro-, a partir de esta mutua relación de los supuestos últimos, resulta la mencionada tensión entre las normas que se limitan mutuamente y a las que el político responsable está siem pre obligado de antemano. Pero estimo que, a partir de la tensión tensión dialéctica entre la norma ideal ideal fundamental y la realidad política, también resulta de inmediato una nor ma constituye cons tituye la diferencia diferencia tercera norma ; y me parece que esta tercera norma ti ca polí tic ti ca de de la respo responsab nsabii li dad dad y políti lí ticca rea realista li sta (Realentre una Ética y la mera po po politi li tik) k) en el sentido de la exclusi xclusi ón de la moral afavor fav or del del pensar pensar puram purameente

estratégico. Mientras el político responsable está obligado a atenerse a la norma de resguardar y proteger la realidad confiada a él, de ninguna manera está desligado de obligación obligación respecto de la norma norm a ideal fundamental fundam ental de solucionar conflictos conflictos por medio de la formación argumen argu mentativa tativa del con senso. Antes bien, de la tensión de ambas normas que reclaman obedien cia, resulta una tercera norma, aplicable aplicable estratégicamente: colaborar, den tro de lo posible, en un cambi cambio o de las re r elacione aci oness -a largo plazo-, en un cambio cuya meta sea disminuir la tensión entre la norma ideal de la solución de conflictos conflictos y la realidad política, y, y, de esta manera man era,, acercarse acerca rse a las condiciones ideales de la solución consensual de los conflictos. Esta tercera norma es tan aplicable estratégicamente como la segunda -l a norma del resguardo y de la protecciónprote cción-,, pero incluye al al mismo tiem po una mediación con la norma fundamental, no estratégica, de la forma ción puramente puramen te argumentativa argum entativa del consenso. consenso. Pues, ciertamente, cierta mente, ha de ser seguida por po r el político político responsable responsable sólo en la medida medid a en que aún a ún no sea posible posible una solución puramente purame nte consensual consen sual de los conflictos. O sea, para este caso -y, en sentido estricto, sólo para él- necesita una estrategia a largo plazo moralmente moralmen te normada norm ada en la política política interior y mucho más má s aún ológi came camente en la política política exterior, estrategia que le permita un obrar teleológi racional en relación relación con otros hombres ho mbres con quienes (todavía) (todavía ) no es posible posible una "coordinación de las acciones" puramente consensual. Después de estas estas reflexiones previas, todavía filosófico-esotérifilosófico-esotéri-

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La funci unci ón nor nor mativoati vo-rr egulati va de la É ti ca de de la responsabilidad en la regulación de los conflictos en la la era atómica atómi ca IV

Ante todo, estamos ahora aho ra en condición condición de determinar más exactamen fu nci ón nor nor mati va de las las r egulac gul acii ones ones de una Etica política de la respon te lafunci con relación relació n a los problemas problema s que plantea la solución de conflic conflic sab sabi lid li dad con lí ticca rea realista li sta" (" tos, distinguiéndola, por ejemplo, de una " políti ( " Realpolitik ") ") aci onali onalida dad d técn técnii ca y estr st r atégi atégi ca y apartar que quisiera quisiera apoyarse apoya rse sólo en la raci la moral como cosa priva pr ivada, da, absolutamente irracional (en el el mejor mejor de los los casos, perteneciente a una cosmovisión religiosa). Una especie de juego inofensivo, por cierto -ha sta st a útil dentro de cier tos límites-, de semejante técnica política (Politik-Technik ) la expone, por stabii li zaci zaci ón de de la ejemplo, la concepción -esbozada de entrada- de una estab r elación laci ón deantag antagoni onismo smo entre las potencias mundiales merced al manteni miento del equilib equilibrio rio estratégico. Esta concepción puede, pued e, dentro den tro de cier tos límites límites,, ser útil en la medid a en que puede servir se rvir para analizar crítica mente tales tales empeños armamentistas y rearmamentistas (Nachrüstungsbesposiblemente podrían con trebungen) que se dan por ambos lados, y que posiblemente ducir a una desestabilización del vínculo de equilibrio, equilibrio, en el sentido de que posibilitaría posibilitaría una una abierta relación relaci ón de hostilidad, o sea, quizás la introduc ción de armas atómicas de choque, que hacen de una guerra limitada algo carente de riesgo. Pero cuando se usa en este sentido la concepción de la estabilización del vínculo hostil para realiz ar el análisis análisis crítico de la ndependi ndi ente ntement mentee de la moral oral (moralsituación, entonces ya no se la usa i ndepe fr eí ) , sino al servido de una É ti ca de de la responsab responsabii li dad dad en en f un unci ci ón de la paz. Esto se aclara enseguida si ahora visualizamos una forma de juego cni ca polí polítiti ca inde i ndepe pendi ndieente ntement mentee de la mor moral: al: la menos inocente que la técnica absolutización de la racionalidad estratégica en el sentido de que sólo se opci ones ones adicionales, para está más empeñado empeña do en ganar gan ar las así llamadas opci conseguir el afianzamiento de los propios intereses de poder: opciones que que hacen posibl posible e una así llamada "libertad estratégica de acción" a cción";; por ejemplo, ejemplo, para la conducción condu cción de guerras g uerras limitadas con independencia del sistema estratégico estraté gico de equilibrio. equilibrio. Se comprende com prende que semejantes concep conce p ciones ciones sean fraguadas particularm parti cularmente ente por los Estados Mayores Mayo res que, por por profesión, están es tán fijados a la norm norma abst abstrracta acta de la razón purame pur ament ntee estraté tr atéggi 









































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ellas se conectan -a nivel político- con representaciones pse pseuudoétic ti cas, a saber, ideológico-maniqueas, de una necesaria y posible batalla última entre el bien y el mal. Pero ¿por ¿ por qué son en realidad pse pseuudoétic ti cas las representaciones de una posible batalla final victoriosa que hace superfluos todos los demás en frentamientos? ¿No están precisamente en la línea de la norma moralestratégica, antes aducida por mí, acerca de un cambio de las relaciones con el fin fin de hacer posibles posibles las coordinaciones puramente consensúales de la acción? O, preguntado de otra manera: ¿no consiste la única alter nativa pensable, respecto de estas visiones de la batalla final maniquea, en el el juego de la técnica-política técnica-política moralmente m oralmente neutral, nombrada nomb rada en pri mer término, tér mino, es decir, en la estabilización no ilusoria de las relaciones de hostilidad existentes? Estimo que, con estos supuestos, se designa el punto delicado de las discusiones discusione s actuales: el punto en el que hoy el justificado miedo al terror terro r de las revoluciones y contrarrevoluciones amenaza bloquear el el posible posible y necesario progre progreso so político-moral mediante la reforma de las relaciones existentes. Y me parece que con ello se bloquea hasta la necesaria inhibi ción de una regresión que se automatiz au tomatiza, a, por p or ejemplo, ejemplo, en la figura figura de la espiral espiral de competencia armamentista. Quisiera fundamentar esto con una argumentación final. Quisiera hacer frente a los dos supuestos indicados, vale decir, tanto a la identifi cación de la estrategia moral del progreso con co n el terror del maniqueísim maniqueísimo o ideológico, cuanto a la tesis complementaria de la posibilidad y necesi dad de una estabilización amoral del antagonismo. Quisiera ensayar la indicación de la necesidad de un ter cer cer cam cami no más allá del terror moral maniqueo y de la técnica-política amoral. Comencemos Comen cemos con la última última concepción, con la tesis tesis de que sería sería posi ble y necesario estabilizar el vínculo hostil existente entre las Grandes Potencias: esto representaría la única alternativa pensable y suficiente frente al peligroso utopismo de la anticipación contrafáctica de una rela ción de amistad y, asimismo, frente a la igualmente peligrosa demonización del adversario advers ario en el sentido de la visión maniquea de la batalla batalla final. final. En lo que antecede, ya he concedido que la concepción de estabilizar el antagonismo puede ser, dentro de ciertos límites, útil; útil en el análisis crítico de las tendencias a la desestabilización, y esto quiere decir: en el

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siera algo alg o más que estabilizar el antagonismo antagon ismo en e n el sentido del equilibrio equilibrio estratégico? Me parece que el el error fundamental, fundame ntal, que subyace en esta concepción pensar nsar ab abstrac stracto por me medi o "carente "caren te de ilusi ilusión ón y desapasionada", desapa sionada", es el del del pe de mode odelos (ab ( abst strrakte akt e M odell odell-- D enke nk en); n); más exacta e xactament mente, e, el sofisma sofisma de que tal pensar fuera aplicable, aplicable, sin mediaciones, a la historia. (En esta medida st r atégi tégi co-abst o-abstrr acto acto de la estabilización de anta corresponde el concepto estr co-abst abstrracto acto de la estratégica apl apli caci cación ón inm i nme ediata di ata a gonismos al concepto éti cola polí polítiti ca de de la norma id i dealfundament undamental al de laform or mación aci ón no viole vi olenta nta del del consen consen so). so). Pues, ¿qué significa, dentro del contexto histórico, la estabilización del antagonismo por medio del equilibrio estratégico? Puede significar dos cosas: 1) mante m antener ner en pie el el equi equilibri librio o estratégico por po r permanentes permanente s vueltas de tuerca a la espiral espiral armamentista (rearme, producción produ cción de " overkill", etc.). 2) desarm d esarme e controlado, manteniendo en pie suficien suficiente te potencia de disuación para no permitir que la guerra pierda p ierda todo riesgo. riesgo. La diferencia entre la primera y la segunda posibilidad posibilidad no resulta del modelo abstracto de la técnica-política amoral, sino de una evaluación ética responsable de las correspondientes consecuencias en el contexto de la posible evolución histórica -y, por cierto, no sólo del desarrollo militar, sino de la posible posible o probable interacció inte racción n de las tendencias milita res, económicas, científico-técnicas y también culturales de desarrollo, en el conte contexto xto integral de la historia humana. Pero a partir de esta perspectiva de conjunto resulta una tremenda diferencia entre la primera y la segunda segund a posibilidad posibilidad de desarrollo. En la línea línea de la primera, primera , y en una visión de totalidad, se ha desarro desa rro andess Pote P otenc ncii as a partir llado el sistema estratégico estraté gico de equilibrio equilibrio de las G r ande de la Segunda Guerra Mundial. Ahora bien, pudiera ocurrir que esa va armamenti sta st a ( A A usfruü usfr uüstungsstungs-V V ar i ante ante) de la estabilización del equi riante armam hasta a hoy el librio librio haya tenido te nido hast el efecto de impedir imp edir la guerra, gue rra, al menos me nos en el sentido de evitar una guerra atómica entre las potencias mundiales y sus aliados. Sin embargo, emba rgo, de esto no se sigue en manera alguna que así haya de permanecer perman ecer en el futuro. futuro. Antes bien, bien, hay muchos m uchos motivos para temer que la automatización de la competencia armamentista -dentro de la conexión conjunta conjunta de sus consecuencias consecuencias y subconsecuenciassubcon secuencias- conduzca nver si ón cualita li tati tiva va en el sentido de que el desarrollo llegue a e star a una i nver









































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Es más inmediato dicho temor respecto r especto al juego conjunto de estrategia y desa desarr rro ollo tec tecnológi lógicco. Aquí el desarrollo puede llegar a estar fuera de control no sólo en el sentido de que se alcance una puesta en marcha no buscada de la capacidad de overkill, sino también en el sentido de que el progreso técnico técnico puede abrir siempre siempre nuevas opciones estratégicas que desestabilicen desestabilicen de manera maner a imprevisible el equilibrio equilibrio estratégico. estratég ico. Por ejem plo, en la forma de que ya no se eleve el riesgo de una guerra de ataque, sino posiblemente el riesgo de aquel que no da el primer golpe; o en la forma de que un primer golpe acotado -por ejemplo, el de la Unión Soviét Soviética ica sobre sobre Europa O ccidental- pueda aparecer hasta como estra tégicamente ventajoso... ventajoso... Pero, por encima de ello, ello, una continuación automatizad a de la com petencia armamentista, en conexión con la posible evolución de conjunto de la civilización humana, habría de tener consecuencias máximamente nocivas, incluso con independencia indep endencia de la siempre siempr e posible desestabiliza andess Pote P otenc ncii as. Así, por ción del equilibri equilibrio o estratégico estraté gico de las G r ande p or ejemplo, impediría una posible liberalización en el ámbito del bloque del Este, como, asimismo, una política efectiva de desarrollo y, con ella, la remo ción del desnivel social social Norte-Sur; Norte -Sur; finalmente, también impediría aquel cambio del proceso industrial que es necesario para salvar la ecosfera humana. De todo ello resulta que una Ética política de la responsabilidad tiene tiene pri mera posibilidad de desa todo el derecho de valorar va lorar negativamen n egativamente te la pri rrollo de la estabilización del antagonismo en el contexto de la historia -indicad -ind icada a hasta ahor ah ora-, a-, y de obrar contra ella. ella. Desde su punto de vista, vista, el el concepto de la estabilización técnico-estratégica es utilizable tan sólo en el segund da posibilidad de desarrollo indicada por nosotros: sentido de la segun pero esto quiere decir que no le importa impo rta primariam prim ariamente ente la estabili estabilización zación técnico-estratégica en el sentido del modelo abstracto, abst racto, sino la promoción de una positiva evolución de conjunto conjunto de las relaciones en tre los Estados (como también de las relaciones intraestatales), manteniendo el equili brio estratégico estratégico de las potencias mundiales que se requiere para atemori zar a un potencial agresor. Precisamente en ello reside la mediac di acii ón éti ca el imperativo de la norma norm a ideal fundamental fundam ental de la Etica Etica responsable entre el de la la formación de consenso y el imperativo de una racionalidad estraté gica al servicio de la norma ética del resguardo y de la protección.

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c a s - es diferente diferente en forma criteriológicamente significat significativa, iva, de toda estra tegia utópica del mejoramiento moral del mundo. En relación con la estrategia estrategi a pseudo-mor pseudo -moral al maniquea de la la victoriosa batalla final, final, es claro que se le oponen tanto los criterios puramente éticos como también estratégicos en el sentido de la estabilización esta bilización del equilibri equilibrio: o: por cierto, ¿cómo podría lograrse -segú -se gún n el mandato mand ato ético ét ico-- el el estado fin final al de la solución de los conflictos conflictos y, por encima encim a de ello, la coordinación coordinaci ón de las acciones accion es en general mediante la la formación argumentativa del consen consenso, so, por el camino de una victoria final final de una potencia mundial m undial sobre la otra? Respecto a la otra estrategia utópica: a la anticipación contrafáctica de una comunidad ideal de comunicación no sólo en el discurso argu mentativo, sino también en la praxis política política -en -e n relación con esta esta estra tegia, a veces recomendada por una Ética pacifista de la convicción- es claro que se le oponen los criterios estratégicos propios de la estrategia moral destacada destacad a por nosotros. Al político no le está permitido saltar por encima de la realidad al estado ideal; sí, en cambio, el esfuerzo esfuerzo por transform ar a largo plazo la situación bajo la “idea regulativa" (Kant) de la aproximación al estado ideal. ideal. Este esfuerzo esfue rzo le es impuesto hasta como co mo una un a obligación moral: por p or ejemplo, a nivel de la solución de conflictos, el esfuerzo por lograr un desarme desar me controla co ntrolado, do, o, quizás mejor, en el sentido del rasgo siguiente: el esfuerzo por obtener un cambio cambio controlado de armam a rmamento ento en sistemas de impedimento impe dimento de la agresión. También en este contexto la desconfianza es, sin lugar a dudas, una obligación en el sentido de la norma de resguardo y prote proteccci ón de un una a Éti ca políti lí ticca de la resp respo onsab sabi lid li dad. Pero precisamente por eso -porque hay que adjudicarle también al deberr tr ascende ascendent ntee de la est estrr ategi ategi a adversario el atenerse a este deber- el debe moral a lago plazo consiste en esforzarse incansablemente por "medidas formadoras formado ras de confianza" de ambas partes.









































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bres nunca pudieron haber vivido en el hobbesiano estado natural de la bel bellum omni omni um contr contra a omne omnes. s. Precisamente por p or eso podemos, podem os, también hoy, hoy, suponer siempre en un discurso -hasta en un discurso estratégico de tratat tra tativa ivass- que en cierta medida ya está realizada realizada efectivamente la comu com u nidad ideal de la comunicación, anticipada contrafácticamente (quizás sea lícito lícito entender en este sentido la expresión de Hegel de que "lo " lo racio nal es real" y "lo real, racional"). efecti vame amente nte realizad ali zada a puede y debe articularse también Con esta razón ef la razón estratégicamente estratégicamen te mediada de la Ética política política de la responsabili responsabili dad. Así, por ejemplo, ejemplo, con "las medidas m edidas formadoras form adoras de confianza" confia nza" de las formas ya institucionalizadas institucionalizadas de cooperación coop eración política política y económica, económ ica, y con las alternativas que hay en ellas. ellas. El político responsable puede pued e y debe -a -a pesar de todas las reservas estratégicas, y a pesar de saber acerca de la reservas estratégicas de la otra par p arte te-- adherirse siempre positivamente hasta a las pretensiones de las Grandes Potencias -exigidas -exigid as por po r la presente presente publicidad mundial- las cuales estarían en principio siempre dispues tas a apelar a discursos racionales acerca de los intereses de todos los afectados por la política. A veces ya hay en ello una decisión moral de cambi cambiar ar de conv convii cci cci ón y come comenzar de nuev nuevo. En esa medida hay, por cierto, cierto, una necesaria vinculación entre el punto de vista de la É ti ca de la r espon sab sabi lid li dad y y el rigorismo de d e la É ti ca utópi utópi ca de la convi convi cci cci ón ; también tambi én queda que da vinculada la Ética de la responsabilidad a la anticipación contrafáctica pensar nsar , a la utopía de la razón, constitutiva del ideal, necesaria en el pe cons titutiva para el hombre. Así, pues, intentemos, finalmente, sintetizar nuestra respuesta a la pre gunta por po r la posible posible función función normativo-regulativa de una Ética de d e la respon sabilidad sabilidad respecto al problema del arreglo de los conflictos en la era atómica. Por medio de un seguimiento dialéctico dialéctico de la fundamentación, hemos

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mación maci ón en mutuo conflicto, derivamos derivam os seguidamente seguidamen te la norma, obligato pr otecc ccii ón y r esguar sg uardo do respecto del sis ria para el político político responsable, deprote sis tema de autoafirmación por él representado. De esta esta segunda norma norm a re sulta sulta -e n el sentido sentido de una una Ética de la responsabilidad- para el político el tambi én est estrr atégi atégi co y, con ello, la imposibilidad deber de un pensar tamb imposibilid ad de un salto utópico al nuevo comienzo comienz o en el el sentido de la la norma fundamental, fundam ental, salto exigido por la Ética Ética de la convicción. De esto esto se sigue sigue -p o r el mo mento, y de un modo mo do apenas discutib discutible le racionalm rac ionalmenteente- la necesidad necesidad de una estrategia de efectiva amenaza de represalia a fin de disminuir el riesgo en cuanto a seguridad. seguridad. 3. Contra Con tra la tendencia anexa de poner en el lugar de la Ética política de la responsabilidad responsabilidad una técnica-política amoral (por ejemplo, ejemplo, en la la "es " es tabilizaci tabilización ón del antagonismo") orientada de modo m odo meramente estratégi co, en un u n tercer terce r paso hemos reflexionado sobre la tensión dialéctica dialéctica entre la primera y la segunda norma. De ello resultó como tercera norma, más abarcadora, de una Ética de la responsabilidad, la obligación, para una estrate gi a de largo largo plazo lazo,, de de la (co (colab laboraci raci ón en la) la) transfo transform rma aci ón de las las si tua tuaci ones reales, con el fi fi n deacercars rcarsee a las las condi ci ones ide ideales les de la solu solucci ón di scu scursi vaconsens consensual ual de confl conflii ctos. No creo que -a nivel de la fundamentación racional última de una Ética política de la responsabilidad- se pueda ir más allá de la tercera norma. Pero, en una indicación formal, pueden derivarse de la tercera norma norm a algunas consecuencias consecuencias normativas, normativa s, que han de ser válidas inde pendientemente pendiente mente de la situación. situación. De esta manera, mane ra, puede inferirse, por ejemplo, que que no alcanza una me diación entre la racionalidad estraté e stratégica gica y la de la la Ética, en el sentido de un mero mane par a satisfacer la obligación obligación de colaborar en la anej o de de la cri si s, para mejora a largo plazo de la situación política, en el sentido de la tercera









































La solución de conflictos conflicto s en la era atómica como problema...

en el sentido de la segunda norma, obstáculos adicionales para el logro de la primera primera norma. Esto ocurriría, ocurriría , por po r ejemplo, si en política interior [el [el político] político] pusiera en peligro mecanismos que ya funcionan o hasta instituciones que se aproximan a la formación discursiva del consenso (por ejemplo, las re glas de juego parlamentarias o la libertad de comunicación de la "opi nión pública que razona") a favor de éxitos de corto plazo para su parti do (o aún para su propia persona). Por supuesto, aquí habrá que tener en en cuenta lo que vio Kant: el logro de la libertad republicana republic ana dentro de ntro de cada Estado no puede pensarse con independencia de la realización de una sociedad cosmopolita de derecho, a nivel internacional. De ello resulta aún hoy, en principio, la posibilidad de justificar limitaciones de las li bertades democráticas democrátic as y los derechos fundamentales por necesidades de la Razón de Estado, necesidades condicionadas por la política exterior. Tanta Tanta mayor mayo r importancia importa ncia reviste revi ste el el hacer vigente vigent e el indicado principio de la proporcionalidad en la mediación entre la racionalidad ética con la estratégica, en el ámbito de la política política exterior: ex terior: aquí, por ejemplo, no ten dría que convertirse en un fin en sí mismo el cumplimiento cumplimie nto de la segunda norma, en el sentido de ampliar la "libertad estratégica de acción" del propio propio sistema sistema de autoafirmación (creando "opciones "o pciones estratégicas e stratégicas adi adi cionales"); antes bien, en cada caso tendría que encontrar su límite allí donde se menoscaban, por medio de una pura política de poder, las posibilidades ya existentes de regulación consensual-comunicativa de conflictos. Me parece que que esta máxima máxim a formal-abstracta form al-abstracta ya alcanza para posib posibili ili tar en la presente situación - y aquí aquí supongo, evidentemente, que es es co rrecta determinada evaluación de los hec hosho s- una toma tom a de posición posición éti éti co-responsable: una toma de posición crítica frente a la estrategia estrategi a actual de la "política de rearme".

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La Etica discursiva y las coerciones funcionales sistémicas de la política, el derecho y la economía de mercado (Reflexión filosófica acerca del proceso de globalización)* I. Exposición del tema En lo que sigue, quisiera quisiera esbozar esboza r algo así como una visión de conjunto -e n el sentido sentido de de una "arquitectóni "arqu itectónica" ca" filosó filosófic ficaa (Kan (K ant)t)- del tema indica do en el título. título. Semejan Semejante te empresa - a ejecutar en un un muy reducid re ducidoo espa espa  cio ci o - conlleva conlleva naturalmente naturalmente ciertos riesgos. riesgos. Debo Debo efectuar una severa "re "r e ducción de la complejidad" complejidad" del tema tema para pa ra poder p oder traer tra er a la discusión cier tos puntos. puntos. Esto se aplica, aplica, por lo pronto, pronto , a la versión de la Ética discursiva que yo represento. represento. Quisiera, Quisiera, en lo que que sigue -y del modo más inmediato posibleposible - plantear esta esta concepción en relación con el tema que motiva mo tiva mi conferencia: el desafío de la Ética representado por las "coerciones fun cionales" moralmente restrictivas. restrictivas. Estas últimas se afirma afirma no sin











































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bién afinar la mirada lo más posible para por lo menos hacer visible -como espero- la situación problemática. Finalmente, en particular al comienzo, debo presuponer de modo cuasi dogmático lo que no puedo explicitar ni funda fundamenta mentarr con todo rigor. rigor. Explicitaré también en lo que sigue ante todo la concepción concep ción de la Ética discursiva que yo sostengo mediante una serie de tesis. Asimismo, deberé aclarar que la Ética discursiva, como una Ética de la responsabilidad referida a la historia, (1) puede tomar en serio el problema de la implementación de la moral bajo bajo las condiciones de las "coerciones "coercion es funciona funciona les" sistémicas; y (2) a su vez trae consigo los recursos para dar una respuesta respues ta genuinamente genuinamen te ética al desafío desafío de las "coerciones "coerc iones funcionales". Ante todo se introducirá introducirá el concepto -característic -caracte rísticoo para la Ética Ética discur siva- de la corresponsabilidad2 primordial de todo hombre para con la serie de actividades colectivas que éste realiza en su función pública, corresponsabilidad que está es tá por po r encima de las institucion instituciones, es, o bien bien de los subsistemas funcionales de la sociedad. Asimismo, se la diferenciará de la función de la responsabilidad atribuible a los individuos en el marco de las instituciones, que de hecho es ampliamente dependiente de las coerciones funcionales sistémicas. Acto seguido, trataré de ilustrar la diferencia y acción conjunta de ambas funciones de responsabilidad a través de la relación de los hom bres con sus instituciones y con los tres subsistemas de la la sociedad men











































La Ética Ética discursiva discursiva y las coerciones funcionales sistémicas.. sistémicas.... I 135

II. La Ética discursiva discursiv a como como Ética Ética de la responsabi respon sabilida lidad d referida a la historia, y las "coerciones funcionales" restrictivas de la moral, propias de las instituciones o bien de los subsistemas funcionales de la sociedad En lo que sigue quisiera también, ante todo, intentar aclarar en qué medida la Ética discursiva aporta la fuente fuente conceptual para p ara una respues ta filosófica al problema de las coerciones funcionales restrictivas de la moral, propia de las instituciones o bien de los subsistemas funcionales de la sociedad.

II. I L as par par tes tes A y B de la fundamentaci fundamentaci ón de la É ti ca discurs di scursii v a A continuación quisiera hacer una observación previa respecto a mi concepción de la Ética discursiva. No veo motivos para que, a causa causa de la necesidad necesidad existente existente en nuestro nuestro tiempo - y que que está fuera de duda du da-- de un "complemento" "complem ento" institucion institucional al de las las normas morales a través de las nor mas de un derecho positivo, se abandone abandone la fundamentación fundamentac ión última prag prag  mático-trascendental de la moral en un principio discursivo. Este aban dono puede ser, ser, tal vez como com o el de Habermas, en favor fa vor de una equipara ción del del principio principio moral mora l con el principio principio del derecho (y también además con el principio principio de la demo de mocraci cracia).3 a).3 Dicha Dicha equiparació equip aración n no es sólo histó-











































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ble y en tal medida metódicamente metódica mente primordial, primo rdial, el principio moral funda menta me ntall del reconocimiento reconocim iento recíproco de los co-sujetos del discurso como dotados de los mismos derechos y una igual corresponsabilidad. corresponsabilidad. En lo que sigue sigue se explicitará con alguna mayor ma yor exactitud exa ctitud esa implica ción de la Ética discursiva. d iscursiva. Pero sea lo que sea aquello a que se refiere el complemento necesario de las normas de la moral a través de las normas del derecho derecho positivo -diferentes de las anteriore an terioress- puede y debe debe introdu cirse el mencionado principio moral como principio de una Ética de la responsabilidad misma mism a referida a la historia historia e incluso para par a la fundamentación normativa de esa diferenciac diferenciación ión y complementación complem entación posconven cionales. Dicho principio está tan poco al nivel del derecho instituciona lizado lizad o com c omoo al de otras instituciones instituciones o bien subsistemas subsistemas funcionales funcionales de la sociedad. Por el contrario, le corresponde -en tanto que principio de un público moralmente moralm ente responsable responsable que razo ra zona na-- una función metainstituciometainstitucional en relación con todas to das las instituciones o bien sistemas sociales funciona les. les. Antes que nada, na da, es preciso todavía elucidar aún más esa tesis tesis central de la Ética discursiva fundamentada de manera pragmático-trascendental. pragmático-trascendent al. Para explicitar el principio moral implícito en el principio principio discursivo, valga aquí la siguiente observación: en primer lugar, resulta de él -es decir decir,, de una autorreflexión autorreflexión correspondiente al discurso prim ordialordia l- el compromiso moral de resolver todas las discrepancias de opiniones o bien conflictos conflictos prácticos relevantes a través de "discursos "discu rsos prácticos". prá cticos". De











































La Ética discursiva discursi va y las coerciones coercio nes funcionales funcio nales sistémicas... sistémicas. ..

ca de una estricta igualdad de derechos derec hos de todos to dos los posibles posibles participan tes en el discurso. Esta dimensión de justicia propia de las normas morales fundamen tales está también, según mi parecer, en la base de la concepción de los "Derechos Humanos". Huma nos". La fundamentación última ético-discursiva ético-discu rsiva de (la (la concepción de) los Derechos Humanos Huma nos es posible, posible, según creo, a pesar de que desde un principio fueron tomados como tales de una codificación posible posible en el derecho positivo.4 Pero no sólo pertenece a las normas fundamentales de la ética discur siva -reconocidas a priori y capaces de consenso- la igualdad de dere chos y el reconocimiento recíproco, implicados por sí mismos ya en la anticipación contrafáctica de una comunidad ideal de comunicación y su discurso descargado de acción. El discurso primordial, si bien ya está descargado de acción, no es pensable con sentido sin reflexiones a pri ori que hagan referencia referencia a la justificación justificación de derecho del mundo de la vida y sus conflictos moralmente relevantes rele vantes entre entr e pretensiones de validez.5 valid ez.5 Pero eso quiere decir que nosotros presuponemos ya siempre en el discurso serio que todos los participantes en el discurso son igualmente corres ponsables para la aplicación de la Ética discursiva. Es decir, son corres ponsables del descubrimiento de los problemas problem as morales discursivam discu rsivamente ente solucionables solucionables del mundo de la vida y de su solución a través trav és de la forma ción discursiva de consenso. En tal medida, no sólo se trata en la Ética

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Con esta última formulación ya he indicado que la fundamentación de la Ética discursiva discur siva no está completa, comple ta, a mi modo de ver, si establece un principio procedimental de construcción de consenso sólo bajo referen cia a una comunidad comunida d discursiva ideal contrafácticamente anticipada (que se encuentra prefigurada prefigur ada de manera man era metafísica en el el "reino de los fines" de Kant), y sugiere -al menos de modo implícito- la aplicación de ese principio a los problemas del mundo de la vida. Ella debe presuponer desde un principio dos reglas de orientación orientación complementarias. Por un lado, a causa del postulado del cumplimiento posible de sus pretensio nes universales de validez, debe presuponer la regla -separada de la historia- de la comunidad ideal de comunicación y sus normas funda mentales procedimentales. procediment ales. Pero Pe ro a la vez, por otro otr o lado, a causa del deber de aplicación referido a la realidad, debe presuponer presupon er también un princi pio de complementación, en el sentido de una Ética de la responsabilidad referida a la historia. historia.













































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Quisiera así salir al paso de malentendidos posibles como los que de hecho han acontecido. El postulado de una complementación de la parte A de la Ética discur discu r siva resulta, resulta, según creo, una alternativa alternativa a la opinión -expr -ex presa esada da de mu mu  chas maneras- acerca de que el incumplimiento de la expectativa ideal de reciprocidad en la aplicación de la Ética discursiva al mundo de la vida hace ya imposible la fundamentación última pragmático-trascen dental de la Ética discursi disc ursiva.9 va.9 Los otros - a los que se se exige injustificada mente el discur disc ursoso- podrían respectivamente rechazar rechaz ar el discurso en ge neral, o instrumentalizarlo según el interés de un fin propio, sea éste abiertamente estratégico -a través del recurso a la situación propia en una compete com petenci nciaa- o sea ocultamente ocultamente estratégico estratégic o -a - a través del empleo de de prácticas retóricas de manipulación. manipulación. Esta exigencia injustificada sucedería, por ejemplo, en el caso del es céptico como virtual participante en el el discurso -e la fundamentación fundamentación

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caso de d e la reflexión sobre las condiciones condiciones de aplicación de la Ética discur siva. Y esta reflexión es ella misma una tarea que debe hacer la fundamentación mentació n última última si pretende presentarse presen tarse como com o una Ética de la responsa bilidad. bilidad. Es que entonces ella ella no no puede partir -co - com m o una Ética deontológideontológica de principios qufirhace abstracción de la historia- de que existe una diferencia diferencia lógicamente lógicam ente insuperable entre el deber de la Ética y el ser de la realidad histórico-social, de modo que los los hechos no pudieran conmover conmov er a las normas deónticas. Ella tampoco puede, en tanto Ética de la respon sabilidad, partir de la presuposición de un punto cero en la historia, o partir de que sería posible un nuevo comienzo racional conforme a las normas norm as ideales del deber propias de la Ética. En efecto, la necesidad nor nor  mativa de la responsabilidad responsabilidad por las consecuencias está ya siempre co determinada a través de la coerción normativa de la correcta conexión con una circunstancia histórica histórica concreta. concre ta. La L a Ética É tica discursiva ni siquie siquiera ra puede partir -e n tanto que Étic Éticaa posconvencional de la responsabilidad-













































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estratégica de la interacción, interacción, propia también de la comunicación lingüís lingüís tica. tica. Con esto, el discurso discurso argumentativo argum entativo puede pasarse por alto en un discurso de negociación abiertamente estratégico. Pero incluso una co municación encubiertamente estratégica, e incluso la mentira y el asesi nato, pueden p ueden estar justifi justificados cados como com o violencia y contra violencia. violencia. Cierta Cierta  mente, el principi principioo de complementación del principio principio moral -e n el senti senti do de la Ética discursiva- no está de ninguna manera suficientemente determinado con esta supresión negativa de la prohibición moral por parte de la aplicación de la racionalidad estratégica. e stratégica. El objetiv objetivoo del acuer acuer  do consensual sobre las pretensiones de validez morales que están en conflicto conflicto -objetivo que sólo sólo es determinante determina nte en la parte part e A de la Ética dis cursi cu rsiva va-- puede rio rio perder completamente completa mente su función función en la la parte B, quizás sólo a favor de una dominación de la situación al servicio de los propios intereses. El objetivo objetivo del acuerdo acuerd o debe más má s bien convertirse conve rtirse en un princi pio regulativo de una estrategia moral a largo plazo de cambio de la

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vistas de una Ética interpersonal de la acción. Sin embargo, bajo esa pers pectiva se puede representar repre sentar -e n el mejor de los caso ca soss- la diferenciaci diferenciación ón y la mediación necesarias entre una racionalidad consensual consensual comunica comun ica tiva y una racionalidad estratégica, a saber, si con eso se tratara sólo acerca de decisiones recíprocas recípro cas sobre la acción de personas particulares. No se pued p uedee negar que no sólo en la vida cotidiana existe el problema problem a de las decisiones solitarias de conciencia, problema que atañe a la discre pancia entre los principios morales y la racionalidad estratégica de la responsabilidad por las consecuencias. También existe ese problema en la política y en la vida cotidiana de un director de la economía. econom ía. No N o es por casualidad que Max Weber y J. P. Sartre descubrieron y discutieron el problema por mí llamado de la parte B de la ética ética en primer lugar como co mo ejemplo de decisiones existenciales, y también en el "engranaje" de la política. La teoría de la decisión y la teoría del juego, así como, por otra parte, la teoría teoría de la acción acción comunicativa -orientad -orien tadaa a la pragmática pragmá tica del















































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posiciones sociales, están ya siempre justificados a continuar con sus conductas conduct as esperables. Esto incluso incluso vale para los casos en los que que -com -c om o personas individuales, gracias a su competencia moral posconvencio nal- son capaces de reflejar, y en principio de trascender, las reglas de juego de las instituciones. En este caso, se puede llegar desde luego a un conflicto de normas de carácter moral. Sin embargo, un conflicto así sólo puede ser adecuada mente comprendid com prendidoo y descrito si no desaparece desapa rece la realidad social de las

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cultura humana. Y por ello, a mi parecer, la concepción -en sí misma grandiosa gran diosa-- de un “reino “reino de la libertad" libertad" -concretad -con cretadaa por Marx en la la vi sión de una superación super ación de los sistemas sistemas de intercambio inte rcambio capitalistas y de la economía de m ercado ercad o en favor de una distribución distribución directa directa de todos los los biene bieness económicos por medio de la comunidad de los los producto pro ductoresres- hasta ahora sóloitaüevado a la sustitución de las coerciones económicas me diante diante la coerción política o -com -c om o, por p or ejemplo, ejemplo, con Pol PotPo t- a la destruc ción de la la cultura en general. general. En el otro extremo extrem o -ho -h o y representado, re presentado, por















































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una tal auto comprensión, que funciona en la práctica como co mo una ventaja natural. En efecto, efecto, sólo parece estar esta r abierta para la Ética Ética de la economía la pregunta acerca de si -y en qué medida- queda todavía un espacio de juego para la moral -es -e s decir, decir, para la moral interpersonal interpersonal de la acción o para la política de la justicia social. Esta duda subsiste subsiste en razón razó n de las "coerciones "coerci ones funcionales" del siste ma de mercad m ercadoo al nivel nivel de las acciones de los sujetos sujetos de la economía, econom ía, por ejemplo, al nivel de las empresas o al nivel de la política económica y















































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En el el caso de la política política -inclus -inc lusoo en la propia del Estado demo de mocrática crática mente constitui co nstituidodo- las coerciones se encontrarían en la necesidad de la autoafirmación autoafirm ación de un sistema de poder, o bien bien en en su estructura de domi nio a través tra vés de la violencia y la contra violencia (si es el caso, caso , a travé t ravéss de la guerra). Y en el sentido del derecho positivo, se encontrarían principal mente en la necesidad de establecer estab lecer un monopolio estatal de la violencia violencia y su ejercicio, en la forma de sanciones que impongan el derecho, para eximir así el comportamiento comportam iento moral mora l de los ciudadanos de la violencia violencia y















































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con las coerciones funcionales funcionales de las instituciones.1 institucione s.15Con 5Con ello, por po r cierto, Homann presenta en la actual Ética de la economía una posición comple tamente opuesta a la de Peter Ulrich. Ulrich. Este último cree cre e desenmascarar desenm ascarar,, con la crítica ideológica, desde la Ética discursiva hasta el discurso de las coerciones funcionales de las instituciones, instituciones, e incluso incluso cree poder pode r someter somete r -d e manera dire di recta cta-- la legitimaci legitimación ón o crítica crítica a la luz del princip principio io ideal ideal de la la construcción comunicativa comunicativa de consenso, a la "acción económica", económ ica", por ejemplo, a la "política de em e m presa" pre sa".1 .166

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de la participación participa ción corresponsable en el control público y, por así decirlo, decirlo,

















































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Uno puede ver que ya en relación con el concepto de una justicia

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mocrática del gobierno gobierno -enten dido como representación de la legitima legitima

















































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funcionales funcionales moralmente restrictivas de los sistemas funcionales, funcionales, en este este

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o justificar- su propio derecho. La publicidad raciocinante, por cierto,





















































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































La globalización y la necesidad de una Ética universal

todas las concepciones concepcione s humanas de la moralidad mor alidad dentro den tro del contexto de las tradiciones culturales- depende, con respecto a la fundamentación de su validez, de la auto-reflexión trascendental de la racionali dad discursiva (la (la que en sí sí misma misma es irrebasable, para los argume argu men n tantes). tantes). En verdad verda d "em " emerg erge" e" de su punto de vista vista reflexivo reflexivo trascenden tal tal "com o Atenea de la cabeza cabeza de Zeus" (por citar y revertir el el veredic to afirmativo de Walzer contra la posibilidad de una fundamentación independiente de la Ética Éti ca).3 ).344 Para formularlo formularlo de un modo aún más provocativo: Walzer Walzer tiene tiene razón en afirmar que las personas, después de una soli soli dari zac zaci ón ocasiona sional y de habe haber compart compartii do valore alor es comunes (por ejemplo, en el caso de las manifes taciones de Praga), ni quieren ni necesitan "marchar en la misma direc ción"3 ción" 35; precisamente precisam ente esto es postulado, en e n cierto sentido, por po r los princi pios procedimentales regulativos de la Ética del discurso. Pues bajo la regla de estos principios, las personas no pueden simplemente "regre sar" a sus visiones maximalistas culturalmente dependientes, sino que están obligadas -en el nivel posconvencional de la racionalidad discur siva- a cooperar en la búsqueda de soluciones umversalmente acepta bles bles para los problemas problema s morales comunes. Los procedimientos de esta cooperación no están prescriptos por las reglas que puedan pued an ser identificadas con convenciones particulares de la tradición occidental occidental de la democracia, de mocracia, aunque ciertas prefiguraciones prefiguraciones de la búsqueda de las normas procedimentales pueden, de hecho, encon trarse en esta tradición. tradición. Pero Pe ro incluso incluso estas prefiguraciones prefiguraciones -m á s o menos plausiblesplausib les- tienen tienen que ser ser reexaminadas reexam inadas en cada caso desde el punto de vista normativo norm ativo que determina todas toda s las normas norm as procedimentales de un discurso práctico prác tico ideal, a saber: el principio principio de que todas las soluciones soluciones propuestas -incluyen -inclu yendo do todos sus efectos efectos previsib previsibles les y colateralescolatera les- pue dan ser discutidas de forma integral con el el propósito de probar p robar su aceptabi li dad dad por todas todas las per per sonas afectad afectadas. as.

Pues esto es lo que hemos reconocido re conocido necesariamente; necesaria mente; y, por lo tanto, no puede ser negado en un dicurso argumentativo serio sin cometer una autoco autocontr ntrad adii cción ci ón per per formati formati va. Incluso aquellos filósofos -como, por ejemplo, Heidegger, Gadamer, Wittgenstein y los comunitaristasque han descubierto y descripto la "facticidad" de la "preestructura" de nuestra comprensión co mprensión del mundo de la la vida -a - a saber, saber, nuestro nuestro com partir "ya siempre" una "precomprensión" del mundo, y con ello los

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“valores fuertes" (C. Taylor) de una tradición comunitaria- no pueden evitar el referir -aunque sin una reflexión trascendental-pragmática-36 sus propias pretensiones pr etensiones de validez universal al juicio de todos los miem comunidad dad ili i li mi tada tada e i deal deargume ar gument ntaci ación; ón; en consecuencia, bros de una comuni ellos están está n implícitamente obligados a recon re conoce ocerr también el principio del ontrafá afácti cticco de un discurso ideal y sus presupuestos consenso contr presupu estos morales. La fundamentación fundam entación racional de de una Ética universal puede ser propor propo r cionada realmente de esta manera, tal como lo postulaba Kant, por el Selbste steii nstim nsti mmi gke gk ei t" ) de recurso al principi principioo de la "autoconsistencia" "autoco nsistencia" (“ Selb factum de la razón" (" Faktum de derr VerVerla razón y, por consiguiente, al " factum nunft" ). Pero la "autoconsistencia" "autoconsistencia" de la razón no es -com -co m o sugería sugería Kant K ant-idéntica al principio lógico de no-contradicción que, como objetaba Hegel, es moralmente mora lmente estéril, sino que que es una comprensión comprens ión (integración) de todos aquellos presupuestos normativos de la racionalidad discursiva que pueden ser descubiertos por medio de la prueba reflexiva reflexiva de la nega nega  factum de la ción que que conduce a la autocontradicción performativa; y el " factum razón" razó n" no es algo que pueda ser probado por medio de la investigación investigación empírica, sino que se refiere al " a pri ori perfecto" perfe cto" (Heidegger) de lo que ya si empr ehem hemos rec reconoci do medi ante la razó razón en tan tanto quees autoc toconsiste si sten nte. te.

El punto trascendental del principio procedimental de la Ética del discurso se hace particularmente notorio cuando uno reflexiona sobre las dificultades dificultades impopulares impop ulares de su aplicación. Así A sí parece claro clar o que, bajo bajo circunstancias empíricas, puede funcionar tan sólo como un pr pr i nci nci pi o regulativo que admite muchas r estri st ri ccion ci one es pragmáti pragmática cass de sus postulados especi ciales ales en el caso ideales y, y, al mismo tiempo, tiemp o, exige el recurso a r azones espe de cada restricción necesaria. La representación de los intereses -y, con ello, de los argumentos posibles de todas las personas afectadas- en la mayoría mayor ía de los casos sólo puede realizarse por po r medio de representantes o, di scursos sos mentalmente ntalmente inte i nterrnali nali zados. zados. (Esto se refiere incluso, de discur refiere en particu lar a los intereses de las generaciones futuras, por ejemplo, en relación con los problemas ecológicos).37 Por otra parte, resulta claro que en los discursos reales, incluso en condiciones de justa cooperación, no pode mos siempre, ni siquiera siquiera en la la mayoría de los casos, contar con alcanzar 36Cfr. mis comentarios críticos sobre Heidegger, Gadamer y Wittgenstein en los corres Aus einandersetz dersetzungen ungen.. Irt Irt Erprobu Erp robung ng des traszenden trasz endentalp talpragm ragmatisatispondientes ensayos en Auseinan chen Ansatzes, Frankfurt a.M.: Suhrkamp, 1998.









































La globalización globaliza ción y la necesidad de una Ética universal

el consenso. El riesgo del disenso es especialmente alto en los casos de diálogos entre diferentes tradiciones comunitarias étnicas o religiosas, por ejemplo, acerca de los problemas de la reproducció repro ducción n humana, human a, de los derechos de la muje mujer, r, del aborto, aborto , etc e tc .38 .38En estos casos, caso s, el principio regula regul a tivo de la Ética del discurso no puede ser simplemente satisfecho por medio de compromisos compro misos jurídicamente jurídicamente relevantes (aunque (aunque estos sean, por cierto, necesarios), necesarios), sino que que la continuación de los discursos discursos morales mor ales apun apun  ta, cuanto menos, al consenso acerca de las razones del disenso. En una reflexión reflexión más radical es necesario necesario comprender compre nder que cada con al canzado adofácti cam camente en un discurso, tanto práctico como senso alcanz com o teoréti co, es ciertamente fali y, con ello, pro -co m o sucede, sucede, por ejemp ejemplo lo,, fali ble y, provi visi sio onal -com en relación con la exigencia de considerar los intereses de todas las per sonas afectadas y con vista a la aceptación de las consecuencias y de los efectos colaterales de las soluciones soluciones consideradas. considerada s. De este hecho se sigue ya que el postulado del consenso de la Ética del discurso no puede ser satisfech satisfechoo por el postulado de alcanzar alcanza r un "consenso solapad so lapado", o", tal como lo propone el último Rawls en su concepción del "liberalismo político". Pues este postulado pragmático-político, que puede ser útil, e incluso necesario, en el plano de la política, se torna él mismo dependiente del hecho de que se alcance un conse consenso nso fácti co, es decir, un consenso de los partidos involucrados en un conflicto conflicto de intereses intereses.. Este principio no pue de operar así como un genuino pr pr i nci nci pi o de uni versali versali zac zaci ón de de la moralirali que, aparte de su su autoridad propia como pr dad, puesto que, pr i nci nci pi o regula regulati ti vo, tendría que ser capaz también de prevenir aquellas formas fácticas de partes rtes afec fectad tadas, pero no prese presennconsenso que son son alcanzadas a costa de las pa tes. Concebido con mayor may or radicalidad, radicalida d, el principio regulativo de intentar un consenso irrestricto irrestricto tiene que ser capaz capa z de i nici ni ciar ar y r eg ular un ca cambi o de las cond condii cione ci oness polí polí ti cas cas de la formaci or mación ón de consenso consenso en orden a tomar en cuenta los interese interesess de todas las partes afectadas; por p or ejemplo, los intere intere ses y argumentos argumento s posibles posibles de de los pobres en el "Tercer Mundo", Mund o", que hasta la actualidad han sido excluidos, en gran medida, de todos los diálogos política y económicamente relevantes relevante s acerca acerc a de su situación.3 situació n.399 38 Cfr. Cfr. Apel, K.-O., (ver (v er nota 7). 39 Cfr. Dussel, Dussel, E., "Die 'Lebensgemeinscha 'Lebensg emeinschaft' ft' und die 'Interpellation 'Interpellati on des Armen'. Arme n'. Die Praxis der Befreiung", en Fornet-Betancourt, R. (ed.), Ethik und Befreiung, Aachen:

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Esta última interpretación del postulado del consenso de la Ética del discurso muestra incidentalmente que la transformación pragmático-tras cendental del principio kantiano de la universalización, tomado como una idea regulativa, implica una dimensión teleológica y relacionada al futuro que no es tomada en cuenta por la distinción usual -metaéticaentre la Ética de la justicia formal-deontológica, por un lado, y la Ética teleológica de la buena vida, por el otro. Sin embargo, la clave de la teleo logía no aristotélica de la Ética del discurso sólo se manifiesta manifiesta completa com pleta mente cuando la aplicación normal de la versión ideal del postulado discursivo del consenso se torna imposible debido a que su aplicación resultaría irresponsable. Esto es relevante para todos aquellos casos en los que no podemos suponer (esperar) que nuestros oponentes en un conflicto conflicto deban estar preparados preparad os para p ara compartir los procedimientos procedimientos dis dis cursivos de la formación del consenso y para abstenerse de prácticas estratégicas, incluyendo la de la violencia. Esto puede ocurrir especial mente en las áreas de la economía econ omía y la política, política, tanto dentro de los límites límites de los Estados donde la ley no puede imponerse a la criminalidad y la corrupción, corrupción , como com o en el área internacional de la polític políticaa exterior exte rior donde do nde no ha sido superado el "estado "esta do de naturaleza" naturale za" hobbesian hobbesianoo a favor del Esta do de derecho. En estos casos, que están en el centro de la concepción weberiana de una "Ética de la responsabilidad" contra una "Ética de la pura inten nnungse gsethi thi k "), ción" (" G esi nnun "), para las Éticas Éticas deontológicas tradicionales tradicionales ha sido siempre muy grande la tentación de dejar totalmente de lado los problemas desagradables y abandonarlos abandona rlos a áreas extraéticas extraética s tales como la ley, la economía y, en particular, la denominada "política real" (" R ealactit ud de la Ética académica no sólo abandona abandon a po poli ti k" ). Pienso que esta actitud al político político que quiere quiere ser moral mora l y responsable, responsable, sino sino que, además, adem ás, pasa por factum (de razón)" mor alme alment nte e r espon alto el " fac razó n)" de que, en definiti definitiva, va, somos mor sab sables les de confi onfi gurar y transfo transform rma ar las las i nstituc sti tucii ones nes soc soci ales, les, es decir, de inten tar configurar estas instituciones instituciones de modo tal que que favorezcan favore zcan la implementación social de la moralidad. Ahora bien, en este caso, la versión pragmático-trascendental de la Ética del discurso encuentra que es necesario introducir una distinción entre la pa parte A y la pa parte B de la fundamentación misma de la Ética deon par te A en la que tológica, dado que es sólo en la pa que podemos podem os suponer supon er una









































La globalización y ¡a necesidad necesid ad de una Ética universal

ciones o transacciones que están regidas y legitimadas por acuerdos no estratégicos, como, por ejemplo, ejemplo, en la la economía de mercado). mercad o). Por contra contr a parte B , donde no podemos responsablemente contar con posición, en la pa la cooperación justa justa de nuestros oponentes, estamos estamo s compelidos todavía -en -e n el mundo actual-, actual- , por razones razones de responsab sponsabii li dad dad moral, oral, a aplicar prác ticas "estratégic "es tratégico-contra o-contraestratég estratégicas",4 icas",400las que, especialmente en el cam cam  po de la política, no pueden pu eden justificar justificar la mentira o el asesinato.4 asesinato .41Per 1Pero, o, por po r así decir, decir, en compensación compensació n por este desvío trágico trági co de las normas norm as procedimentales de la Ética del discurso, todas las prácticas "estratégico-con traestraté trae stratégicas gicas"" están sujetas al deber moral de no satisfacer meramente la función función de administración adm inistración de d e la crisis, crisis, sino de colaborar colabo rar en los intentos de configurar las condiciones institucionales institucionales de la implementación implemen tación pos tulada de la pa parte A de la Ética del discurso. Un ejemplo ejemplo de tal compromiso en nuestra nuestra época -igu -i gual al que en en la épo ca de Kant Ka nt-- es el proyecto de establecimi establecimiento ento de un orden o rden jurí jurídico dico cosmo polita que que pueda implementarse con sanciones adecuada adecu adas.4 s.422

V. Conclusión: La Ética del discurso como una respuesta de la Ética universal al desafío de la globalización Permítaseme, en este punto, volver volve r al problema plantead p lanteadoo inicialmen inicialmen te en este artículo: el problema problema de proporcio pro porcionar nar una respuesta al proc proceeso mostra ndo la necesidad y posibilidad posibilidad deglob gl obali alizac zacii ón de nuestro tiempo mostrando de una Ética universal. A través de mi discusión con las propuestas co rrientes que conciben una Éti ca glob una fundamentación autónoma global al sin una ("independie ("ind ependiente") nte") de sus principios principios tiene tiene que que haber quedado claro cla ro lo que que spuesta a de la É tica ti cafi losófi ca que está al nivel de los considero como una r espuest 40 Cfr. Cfr. Kettner, M., "Bereichspezifische "Ber eichspezifische Relevanz. Zur Z ur konkreten Allgemeinheit der Diskursethik", en Apel, K.-O. / Kettner, Kettner, M. M. (eds.), (eds. ), Zur Anwendung der Diskursethik in Politik, Recht und Wissenschaft, Frankfurt a.M.: Suhrkamp, 1992, pp. 317-348. 41 No puedo aceptar acep tar aquí el el "rigorism "rigo rismoo moral" mor al" de H. Küng en su discusión con con Kissinger, Richelieu y Bismarck en su libro Weltethos für Weltpolitik und Weltwirtschaft, München: Piper, 1997, aún cuando sus oponentes sean representantes de la "Realpolitik" antes que de una Ética política de la responsabilidad en el sentido de la parte B de la ética del discurso. 42 Cfr. Cfr. Apel, K.-O., "Kants "Ka nts 'Philosophischer 'Philosop hischer Entwurf: Zur Z ur ewigen Frieden'. Frieden '. Eine gesges-

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desafíos que la la globalización plantea a la Ética en la actualidad. He abo gado en favor de que esta respuesta sea algo más que una demostración empírico-inductiva de los los "valores comune com unes" s" y de un acuerdo ad hoc so so bre esta base -aunq -au nque ue resultaría muy útil, si ellos ellos pudieran ser interpretados y justi j ustififi cados ados a la luz de una fundam fundameentac ntaci ón autón tónoma y raci raci onal de una Éti ca uni uni versalm versalmeente válid váli da. Pero una concepc co ncepción ión de la Ética universal como respuesta al proceso de globalización debe ser algo más que un mero acuerdo sobre una cierta enumeración de palabras p alabras sobre valores (o inclu inclu so de normas) que pueda ser hecha tema de una declaración (si bien, bien, como com o lo muestra la declaración de los derechos humanos human os de la ONU en 1948, una declaración de claración tal puede ser muy mu y útil y tener mucha m ucha influen influencia cia polític política). a). Por eso debemos tener también una declaración similar de los deberes o responsabilidades morales en atención a proporcionar un contrapeso a la "convérsació "convé rsación n sobre derechos" derec hos" que ha sido acusada de ser una expresión del individualismo individualism o y egoísmo eg oísmo occidental.4 occident al.433 Pero ¿no será posible, al me me  pr i nci nci pos proce rocedi mentale ntaless de de la Éti ca del di di scu scurso rs o como el nos, formular los pr marco arco raciona raci onall de un acuerdo acue rdo posible sobre sobre las propuestas propuest as materiales que pudieran ser hechas respecto de los deberes deberes y responsabilidades responsabilidades comu com u nes de nuestra época, ép oca, teniendo en cuenta que, implícitamente, implícitamente, estos prin cipios cipios procedimentales ya han sido reconocidos -p o r pretens pre tensiónión- en los los miles de conferencias y diálogos públicos?

















































































OTROS TÍTULOS Problemas fundamentales de la filosofía G eorg Siimnel Si imnel

Rembrandt G e o r g S im im m e l

Goethe G e o r g S im im m e l

Schopenhauer y Nietzsche Georg Simm el

El problema religioso Georg Sim Sim m el

Problemas filosóficos en la acción individual y colectiva: Una perspectiva pragmática Francisco Franci sco N aish ttat at

Eros y nacimiento fuera de la ontología griega. Emmanuel Levinas v Michel Henry









































Si por "rehabilitación de la filosofía práctica" se alude, ante todo, a la la renov ación de los intentos de fun dam entar la ética, ética, la importancia de la contribución de Apel (al margen de que se esté de acuerdo con ella o no) no puede cuestionarse. Su peculiar propuesta no se reduce a una teorización académica, sino que constituye un modo de buscar respuestas frente a los grandes desafíos de la realidad histórica y de la ciencia contemporánea. La fundamentación mediante reflexión pragmáticotrascendental constituye un recurso inédito, en el que convergen el "giro lingüístico" inaugurado a comienzos del siglo XX por pensadores como Peirce y Wittgenstein y una decisiva percatación que en el siglo XVIII había tenido Kant acerca de la capacid ad de la razón para inda gar y descubrir los resortes de sus propias operaciones. Apel habló reiteradamente de una "transformación de la filosofía", consistente en recuperar la búsqueda de las "condiciones de posibilidad", pero no refiriéndolas ya, como en Kant, a la experiencia, sino a la argumentación, es decir, reelaborando la filosofía trascendental desde la perspectiva semiótica. La propuesta de Apel pretende constituir una mediación entre los tipos de ética que Max Weber había designado como ética de la convicción" y "ética de la responsabilidad", y que había conside rado inco m patibles o inconciliables. La ética del discurso responde, así, al actual desafío interno de mostrar que una fundamentación racional y "fuerte" de la ética es realmente posible; y, a la vez, al desafío externo, mo strando una línea de acción razon able incluso para los casos casos

Karl-Otto Apel: L Y Una Ética De La Responsabilidad

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