Freud, S. (1900). El método de la interpretación de los sueños. Análisis de un sueño paradigmático. paradigmático. Obras Completas, Tomo XI. Buenos Aires, Argentina: Amorrortu editores.
El texto se inicia sobre la definición de una concepción concepción del fenómeno fenómeno del sueño que admitiría –a diferencia de la mayoría de las teorías revisadas por Freud en el capítulo I- la interpretación del mismo. Es decir, que admitiría la sustitución del contenido del sueño por algo que devele su sentido, su significado. De este modo, el sueño como fenómeno pleno de sentido, sería restituido en la serie de los fenómenos anímicos, refutando las afirmaciones de teorías que ven en él un producto despreciable de la actividad somática. Freud hace una revisión de la historia de las formas de interpretar el sueño. Indica que habría un primer modelo de de interpretación simbólica simbólica de los sueños: “el
primero de esos esos
procedimientos toma en consideración todo el contenido onírico y busca sustituirlo por otro contenido” (pág. 118). Las interpretaciones de sueños que se encuentran en documentos como la biblia, le habrían habrían atribuido al sueño, sueño, a partir de una una correcta interpretación interpretación de su contenido contenido oculto, un carácter premonitorio. Este tipo de interpretación, por otra parte, dejaría en manos de la agudeza y la intuición del interpretante el éxito de la búsqueda de cierto significado oculto. Un segundo método, el método del descifrado, trataría al sueño “como una suerte de
escritura cifrada en que cada signo ha de traducirse, merced a una clave fija, en otro de significado conocido” (pág. 119). Una diferencia con el primer método, es que en este último la interpretación se hace sobre cada fragmento por sí mismo, y no sobre la totalidad del sueño. Es decir, “como si el
sueño fuera un conglomerado cada uno de cuyos bloques constitutivos reclamase una destinación particular” (pág. 120-121). Freud cita a Artemidoro Daldiano, figura de la antigüedad que habría tenido la virtud de proponer la interpretación interpretación del del sueño sin prescindir prescindir del soñante soñante y sus circunstancias de vida, con lo cual se acercaría al modo de interpretación que Freud pretende definir, en tanto que en su procedimiento las circunstancias del soñante son imprescindibles para la interpretación. A propósito de su trabajo con pacientes es que Freud encuentra la idea de tomar al sueño al modo de las formaciones psicopatológicas, al modo del síntoma: buscando los elementos que resuelven el sentido del sueño. Freud hace la distinción entre la complexión psíquica del hombre que reflexiona y la del hombre que hace observación de sí mismo. Respecto al análisis de un sueño, este último presenta el trabajo psíquico que se requiere, dado que este no sofocaría cuanta ocurrencia le apareciese en la conciencia; a diferencia del primero, que desestima como resultado de una acción psíquica sobre el transcurrir de los pensamientos. El que se observa a si mismo, al cancelar la crítica sobre las ocurrencias, permite el paso de un sinnúmero de representaciones involuntarias que sirven como material de la interpretación del sueño o de alguna formación psicopatológica en análisis. Como ganancia secundaria, secundaria, el ahorro de energía antes colocado colocado en la actividad crítica sobre los pensamientos involuntarios, puede ser usado en la persecución de las representaciones
involuntarias: “Con ello se hace de las representaciones involuntarias representaciones voluntarias“(pág. 124).
Respecto al procedimiento, lo primero dice Freud, es preguntar al paciente sobre fragmentos del sueño; respecto a ese fragmento, aparecerán unas ocurrencias que pueden ser denominadas como los segundos pensamientos de ese fragmento. Se puede ver que este método se aproxima al método del descifrado; se entiende al sueño como “algo compuesto, como un
conglomerado de formaciones psíquicas” (pág. 125). Freud argumentó que el contenido de los sueños de sus pacientes, están plagados de alusiones al historial del paciente, y por lo tanto, al problema de las psiconeurosis, lo cual distrae del problema que pretende resolver, a saber, el fenómeno del sueño. Más bien pretende estudiar los mecanismos de elaboración del sueño, para abordar desde el saber sobre los sueños, los problemas más difíciles de la psicología de la neurosis. Descartados los sueños de los pacientes, es necesario pensar en un material donde el soñante y sus circunstancias sean suficientemente conocidas para él: “mis propios sueños se me recomiendan como un material rico y cómodo, procedente de una persona más o menos normal y referido a múltiples ocasiones de la vida c otidiana” (pág. 126). Emprende entonces el proyecto de autoanálisis; Freud arguye que estudiar las propias elaboraciones psíquicas puede ser incluso más fructífero que estudiar a otro. El sueño de la inyección de Irma es el material onírico a analizar. El contenido sueño tiene múltiples alusiones a elementos cotidianos y relacionados a las circunstancias de Freud. En primer lugar, Irma es una paciente de Freud con la cual sostenía una amistad anterior. Freud le habría diagnosticado una neurosis histérica; la angustia histérica del cuadro habría dimitido al finalizar el tratamiento, más no la mayoría de sus síntomas somáticos. Sin embargo, la paciente quiso abandonar la terapia luego de que Freud le ofreciese una solución alternativa. Otto, un amigo de Freud, lo habría visitado la tarde que antecedía a la noche del sueño. Éste conocía a Irma, la paciente de Freud, y estuvo en su compañía recientemente, y a la pregunta de Freud sobre su actual estado, Otto le habría respondido: “Está mejor, pero no del todo bien”. Freud habría
detectado cierta crítica en la respuesta de su amigo, y esa tarde redactó el historial clínico de Irma para enviárselo al Doctor M. –quien era una autoridad médica y conocía a la paciente-, a modo de justificar su proceder con la paciente. Entre comillas, el relato íntegro de Freud de aquella noche: “Un gran vestíbulo —muchos invitados, a quienes nosotros recibimos. — Entre ellos Irma,
a quien enseguida llevo aparte como para responder a su carta, y para reprocharle que todavía no acepte la «solución». Le digo: «Si todavía tienes dolores, es realmente por tu exclusiva culpa». – Ella responde: «Si supieses los dolores que tengo ahora en el cuello, el estómago y el vientre; me siento oprimida». — Yo me aterro y la miro. Ella se ve pálida y abotagada; pienso que después de todo he descuidado sin duda algo orgánico. La llevo hasta la ventana y reviso el interior de su garganta. Se muestra un poco renuente, como las mujeres que llevan dentadura postiza. Pienso entre mí que en modo alguno tiene necesidad de ello. — Después la boca se abre bien, y hallo a la
derecha una gran mancha blanca, y en otras partes veo extrañas formaciones rugosas, que manifiestamente están modeladas como los cornetes nasales, extensas escaras blanco-grisáceas. —Aprisa llamo al doctor M., quien repite el examen y lo confirma. . . El doctor M. se ve enteramente distinto que de ordinario; está muy pálido, cojea, está sin barba en el mentón . . . Ahora también está de pie junto a ella mi amigo Otto, y mi amigo Leopold la percute a través del corsé y dice: «Tiene una matidez abajo a la izquierda», y también señala una parte de la piel infiltrada en el hombro izquierdo (lo que yo siento como él, a pesar del vestido) . . . M. dice: «No hay duda, es una infección, pero no es nada; sobrevendrá todavía una disentería y se eliminará el veneno » . . . Inmediatamente nosotros sabemos de dónde viene la infección. No hace mucho mi amigo Otto, en una ocasión en que ella se sentía mal, le dio una inyección con un preparado de propilo, propileno. . . ácido propiónico. . . trimetilamina (cuya fórmula veo ante mi escrita con caracteres gruesos). . . No se dan esas inyecciones tan a la ligera. . . Es probable también que la jeringa no estuviera limpia” (pág. 128-129). Freud dice haber trabajado en torno a la comparación entre el contenido del sueño, y los pensamientos “ocultos” detrás de él. El resultante de la comparación habría sido el “sentido del sueño”.
Se nota casi de inmediato que el sueño viene a cumplir deseos que fueron introducidos a propósito de los acontecimientos ocurridos durante la tarde que le antecedía al sueño. El sueño dice Freud, opera entregando múltiples razones, muchas de ellas contradictorias entre sí, que lo absolverían de los actuales padecimientos de Irma. Por un lado le atribuye causas orgánicas al mal estado de Irma, y dado que él atiende causas psíquicas, no se encontraría en su campo la solución a su problema. También le reclama a Irma no haber aceptado la “solución” que él le había antes comunicado, por tanto nada m ás podía él hacer si ella seguía con su porfía. Este último punto es reforzado, dice Freud, a través de la comparación que se hace de Irma con otras mujeres. Sucede que rasgos de la representación de Irma en el sueño, vienen a develar que en dicha representación se encuentran condensados rasgos de otras mujeres. En otras partes de “La interpretación de los sueños”, se llamará “representaciones mixtas” al resultado que tienen la condensación y el desplazamiento sobre una
misma representación. Un ejemplo de esto, es la comparación de Irma con una amiga de esta última, que Freud guardaba como dócil y valiente ante los procedimientos médicos, es decir, exactamente contraria a la actitud que Freud le atribuye a Irma respecto al tratamiento. Freud dice que se ven ga de las palabras a la “ligera” que Freud le dirigió a él respecto al estado de Irma. En el sueño, le desplaza la culpa a Otto de la mala salud de Irma, a través de la “ligera”, poca concienzuda, e imprudente administración de una inyección con una sustancia inapropiada a Irma. Además, Otto, al igual que Irma, es opacado en el sueño en la contraposición con Leopold, quien es figurado como parsimonioso y sólido en sus procedimientos médicos.
En un intento se síntesis, Freud dice que el sueño es un esfuerzo por invertir la opinión que él había interpretado de la afirmación de Otto sobre la actual salud de Irma. Es decir, el sueño opina de Freud: “Preocupación por la salud – la propia y la ajena-, probidad médica” (pág.140). El análisis del sueño de Freud viene a revelar varias cosas sobre el sueño y sobre el método. Se analizan los fragmentos del sueño; estas son formaciones psíquicas autónomas que muestran un sentido local, pero que sin embargo, se conecta con la escena integral del sueño. Por lo tanto, el desciframiento del significado de un fragmento particular –por ejemplo, la representación de Irma como una mujer terca-, se conecta con el sentido de la totalidad del sueño –restituir la probidad de Freud como médico-. Freud dice que el sueño es eficaz en figurar una escena que permita el cumplimiento de deseo: “(sobre el sueño)…su contenido es, entonces, un cumplimiento de deseo, y su motivo, un deseo” (pág. 139).
Hacia el final del texto, Freud reconoce que el sueño es un material que admite interpretaciones “ad infinitum”, pero que este hecho no resta al argumento sobre el sentido del sueño: “Si se sigue el método de interpretación de los sueños aquí indicado, se hallará que el
sueño tiene en realidad un sentido y en modo alguno es la expresión de una actividad cerebral fragmentada” (pág. 141).