El papel de los dioses en la Iliada
En la guerra de Troya no solo combatían aqueos y troyanos, héroes o simples
mortales, sino que los dioses también participaban de las batallas.
Analizamos el papel de los dioses en la guerra de Troya.
Sitiamos el poema de Homero 'La Ilíada' para combatir durante los 51 días
que dura la narración al lado de los héroes homéricos, de los soldados
aqueos y de los troyanos, sufriendo con la población de la ciudadela
troyana y anhelando los regresos y el fin de la guerra. Pero se nos olvida
una presencia importante en esta guerra de Troya, la de los dioses
olímpicos. Una presencia a veces evidente, otras veces más sutil pero
continuada durante toda la guerra. Analizamos el papel de los dioses en la
guerra de Troya.
Los dioses en la guerra de Troya
Si en el origen de la guerra de Troya se encuentra la intervención directa
de los dioses, recordamos que todo empezó por la disputa de la manzana
dorada, el final de la guerra también fue una decisión divina. Y durante
toda la contienda los dioses participaron para decidir el curso de los
acontecimientos a veces interviniendo de forma evidente, otras veces
subrepticiamente.
Desde un primer momento, desde casi antes de que diera comienzo la guerra,
los dioses tomaron posiciones a favor de uno u otro bando:
Hera, Atenea y Poseidón favorecieron descaradamente a los griegos.
Afrodita, Ares y Apolo se situaron como aliados y protectores de los
troyanos.
Pero, ¿qué papel desempeñó Zeus en esta guerra de Troya?
El papel de Zeus en la guerra de Troya
El carácter de Zeus Olímpico no destaca precisamente por su coherencia y en
esta guerra que enfrentó a griegos y troyanos no podía ser de otra manera.
La participación de Zeus no está clara, a veces aliado del bando troyano,
otras veces impidiendo la debacle griega. Y desde los primeros versos de
'La Ilíada' su postura se envuelve en el misterio.
'Se cumplía así la voluntad de Zeus' o 'Se cumplía así el plan de Zeus',
según la traducción, este verso (Il. I,5) no nos deja siquiera intuir cuál
era esa voluntad de Zeus o ese plan que tenía el olímpico para el destino
de la contienda.
A todas luces parece que Zeus tiene en mente favorecer a los troyanos,
aunque solo sea para honrar a Aquiles. Y cuando todos los demás dioses
dormían 'el grato sueño no dominaba a Zeus, que dudaba en su mente cómo
honrar a Aquiles y aniquilar a muchos sobre las naves de los aqueos'. ( Il.
II, 1-4) En este momento Zeus no quiere tanto favorecer a los troyanos como
perjudicar a los griegos, tal y como se lo prometió a Tetis, la madre de
Aquiles mientras ella se abrazaba a sus rodillas.
En otro momento de La Ilíada (Il. IV, 44-47) Zeus afirma que nunca ha
tenido queja de los troyanos y que Ilión es una de sus ciudades más
queridas. 'Pues de las ciudades de terrestres humanos que están habitadas
bajo el sol y el estrellado cielo, la que yo más de corazón apreciaba era
la sagrada Ilio, y a Príamo y la hueste de Príamo, el de buena lanza de
fresno'. Pero esta apreciación no le impedirá dar permiso a Atenea para que
intervenga cambiando el curso de los acontecimientos de la guerra haciendo
que los troyanos rompan la tregua, lo que finalmente supondrá el fin de la
ciudad de Príamo.
Son muchas las actuaciones de Zeus en uno u otro sentido. Si en un primer
momento engaña a Agamenón enviándole un engañoso sueño en el que le hace
creer que conquistará Troya (Il. II, 8 y ss.), más adelante aceptará sin
problemas la muerte de su querido Héctor a manos de Aquiles (Il. XXII, 168
y ss.)
Tal es el vaivén del criterio de Zeus en cuanto a quién debe favorecer en
la guerra de Troya que hasta los propios combatientes se dan cuenta de que
tener a Zeus de su parte no les garantizará la vitoria. Así le dice Néstor
a Diomedes (Il. VIII, 139-143) '¿No te das cuenta de que el coraje de Zeus
no está contigo? Ahora es a ese (Héctor) a quien Zeus Crónida da la
compañía de la gloria hoy; más tarde también a nosotros, si ese es su
designio, nos la dará'.
Finalmente Zeus se decide a ser imparcial y dejar a los pobres mortales que
resuelvan sus diferencias sin ayuda de los dioses (Il. VIII, 5-16). El
Cronida, bajo amenaza de enviar al Tártaro o de golpearles con el rayo,
ordena a todos los dioses del Olimpo que se mantengan alejados de la
contienda y que no favorezcan a ninguno de los bandos. Lamentablemente, sus
amenazas cayeron en saco roto y cada uno siguió ayudando a sus héroes
favoritos.