APUNTES JORGE MANZANO
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Detective de bajos fondos
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A QUÉ NOS INCITA NIETZSCHE
Introducción: ¿y nosotros, ahora?
Nietzsche se nos queda viendo, a los grandes y a los pequeños. Le da asco, al ver tan pequeños a los que nosotros vemos grandes. Vendrá el Ultrahombre. Pero todavía no viene. ¿Y nosotros, ahora, qué? Aunque puso el signo de interrogación a una disyuntiva que, en cualquier caso, parecía desembocar en el nihilismo, no dejó de decir: ¡Supriman sus adoraciones, o suprímanse a ustedes mismos! Sócrates usa el método mayéutico de preguntar. Nietzsche no pregunta, provoca. Nietzsche, indiscreto, insolente, impertinente. Ante las entradas prohibidas porque dentro hay algo malo, Nietzsche levanta los velos, y encuentra cosas muy buenas o, al menos, interesantes. Y ante las entradas prohibidas porque dentro hay algo santo, se encuentra pura podredumbre. Y estalla la furia destructora. Nietzsche, o la filosofía a martillazos. Obliga a todas las filosofías, ciencias, artes, morales, religiones, revoluciones, discernimientos espírituales, psicologías, jefes, grandes ideales, santidad, virtudes, amores, a autoevaluarse. Y es difícil no caer bajo los martillazos. Occidente ya había sufrido tres grandes heridas narcisistas: 149 la herida producida por Copérnico (el sol no gira alrededor de la tierra), la producida por Darwin (el hombre viene del mono), y la producida por el mismo Freud (la conciencia reposa sobre el inconsciente); y Nietzsche produce otro trauma de igual o mayor magnitud (nuestros valores son un sepulcro blanqueado). Nietzsche nunca dijo que el Ultrahombre vendría por evolución biológica, ni caído del cielo. ¿Nos toca esperarlo? ¿O nos toca producirlo? ¿Cree Nietzsche en el hombre? ¿En nosotros? ¿A qué nos incita?
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Foucault, Michel. “Nietzsche, Freud, Marx”, en Nietzsche, Royaumont, No. 6, Éd. Minuit, 1967, pp. 185-186. (35).