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Neurociencias y Neurosicoeducación: Educando nuestra plataforma emocional. Pág. 3 Adolescencia y consumo de drogas “legales” e ilegales para adolescentes (segunda parte). Pág. 7 ¿Por qué somos una especie violenta? Pág. 13 Si somos felices nuestros genes nos lo agradecerán. Pág. 19 Binomio complejo: Empatía-Simpatía. Pág. 22 Salir a la propia cancha. Pág. 30 Emociones positivas y salud. Pág. 35 Neurociencias y Educación: Exámenes y memoria: una relación poco confiable. Pág. 39 ¿Por qué el ejercicio y el cerebro son aliados en el aprendizaje? (primera parte). Pág. 46 Cuando el peligro no es un miedo. Pág. 54 ¿De qué hablamos cuando hablamos de jugar? Pág. 59 Neurociencias y Liderazgo: Nuestro cerebro y el de nuestros colaboradores necesitan de ciertos cuidados para disponer de todo su potencial. Pág. 63 Infografía: Sistema límbico. Pág. 70
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Notas y artículos: Dr. Nse. Carlos A. Logatt Grabner, Dr. Roberto Rosler, Dr. Nse. Luis María Labath, Nse. Marita Castro, Prof. Nse. Carlos Teisaire, Prof. Nse. Alejandra Del Fabro.
Neurociencias y Neurosicoeducación
Educando nuestra plataforma emocional Prof. Nse. Carlos Teisaire El estrés y las emociones son un combo inseparable que nos puede conducir a círculos viciosos o virtuosos. Por más que la causa original de nuestro estrés sea un factor físico ―como podría serlo una lesión―, éste inevitablemente va a afectarnos psíquica y emocionalmente ya que funcionamos como una unidad (UCCMMA o unidad cuerpo, cerebro, mente, medio ambiente). Así como el estrés actúa sobre nuestras emociones, éstas, a su vez, influyen en el grado de intensidad con el que responderemos a lo que nos angustia. Supongamos que Susanita le teme a la oscuridad y tiene que pasar de noche por una calle poco iluminada. Aún antes de llegar al lugar su respuesta al estrés ya va a estar en marcha y ella sentirá la emoción correspondiente al miedo. Si mientras pasa por éste lugar, ve una sombra o escucha un fuerte ruido, su respuesta al estrés se va a acentuar haciendo que el miedo se transforme en pánico y probablemente salga corriendo descontrolada.
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Ante un mismo estímulo ―como podría ser un ruido en la noche― una misma persona reaccionará de distinta manera de acuerdo al nivel de estrés en el que estaba inmerso antes del nuevo estímulo. Si Susanita no le temiera a la oscuridad, se sentiría más tranquila y su respuesta al fuerte ruido sería más moderada que si previamente hubiera estado con una cierta cuota de estrés. El estado emocional en que ya nos encontrábamos al percibir los distintos estímulos estresores condicionarán en gran medida el tipo de respuesta que tengamos. Las emociones y el estrés son inseparables y ponerse a discutir cuál precede a cuál sería como preguntarnos si viene primero el huevo o la gallina. Así como el estrés afecta y determina nuestras emociones, las emociones que ya tenemos instaladas afectan nuestra percepción y respuesta al estrés.
Entre picos emocionales volvemos a lo que es nuestra “huella digital” emocional, con la que nos autodefinimos. Esta marca, llamada sentimiento de fondo, es moldeada por la genética y la memética (influencia del entorno) y está compuesta por la suma de las distintas emociones en las que transitamos normalmente, con sus correspondientes grados de intensidad. Esta combinación da por resultado un sentimiento con el que definimos nuestra personalidad. Por ejemplo, si eres una persona que generalmente está medianamente contenta, no miedosa y que raramente se enoja, podrías definirte con un sentimiento de fondo alegre, más allá de la emoción que pudiera predominar en determinado momento (como un enojo). Nuestro sentimiento de fondo normalmente varía muy poco a lo largo de nuestra vida y es la plataforma desde donde “despegan” todas las emociones que vivimos. A los quejosos les cuesta más estar felices porque parten con desventaja, ya que su sentimiento de fondo tiene un nivel de emociones positivas más bajo que el de los alegres.
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Cada vez que nuestra querida Susanita pasa por una calle oscura termina terriblemente asustada. Sus redes emocionales tienen grabado a fuego en sus bancos de memorias amigdalinas que hay que evitar estas situaciones a cualquier costo. Las redes racionales igual deciden pasar por la calle oscura cosa que hace que el sistema emocional se rebele y comience una batalla interna por el control de Susanita. El hecho de que las redes racionales entiendan que no hay necesidad de tener miedo, no siempre impide que las redes emocionales desaten la respuesta al estrés, preparando al cuerpo para huir o luchar y generando fuertes sensaciones emocionales y pensamientos intrusivos para que Susanita aborte la misión. Susanita es muy poco consciente de esta batalla interna: ella simplemente está buscando la forma más rápida y llevadera de salir de esta situación, debatiéndose entre los comandos de sus voces interiores. Y si encima de todo esto se aparece una sombra, no es de sorprenderse que las redes emocionales tomen el control total de la situación,
elevando la intensidad de la respuesta al estrés y quitando del medio a las lentas y dudosas redes racionales y conscientes hasta nuevo aviso: lo único que importa es cruzar la calle oscura. Una vez asegurada esta supervivencia, la misión de las redes emocionales estará cumplida y habrá tiempo para volver a la normalidad. El sentimiento de fondo de Susanita influirá en gran medida en la forma en que ella reaccione ante los eventos estresantes que le toque vivir. Frente al mismo estímulo una Susanita calma tendrá una respuesta al estrés menor que una Susanita cuyo sentimiento de fondo está alterado por una crisis económica o un embarazo. Al igual que Susanita, la mayoría de los humanos tenemos nuestras propias versiones de “calles oscuras” y atravesamos este tipo de situaciones con distintos grados de intensidad. Es nuestro cerebro el que etiqueta los eventos como buenos o malos y el que decide en qué medida nos afectarán. No podemos elegir la mayoría de los sucesos en nuestra vida, pero sí aprender a transitarlos. Normalmente, en lugar de trabajar sobre nuestro propio sistema emocional tendemos a querer modificar el elemento estresor (persona, cosa o situación que nos desequilibra) que es quien realmente está llevando el desequilibrio a cabo adentro nuestro. Esto, desde el punto de vista del gasto energético, es sencillamente un pésimo negocio. Es como tener la alarma del auto demasiado sensible y en vez de regularla nos dedicamos locamente a que nadie lo toque, ni se le acerque ni le haga ruidos cerca. ¡Hasta somos capaces de creer que podemos evitar que el viento lo sacuda!
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El nivel de irritación en el que se encuentra nuestro sistema emocional va a determinar nuestro grado de respuesta al estrés. Cuanto más tensos estemos, más tensionante nos resultará lo que nos pasa. La respuesta al estrés es ultraveloz, inconsciente, genéticamente programada, comandada por las primitivas redes emocionales del cerebro y no podemos trabajar sobre ella mientras se desencadena, porque nuestra conciencia no tiene acceso a esos circuitos. Simplemente la dejaron afuera por lenta y complicada. Sólo podemos observar los resultados de esta respuesta (emociones instaladas en nuestro cuerpo, que producen
sensaciones, pensamientos y sentimientos) y, eventualmente, reencauzarnos. A las emociones las corremos inevitablemente desde atrás. Pero hay un muy buen truco para manejarlas: trabajar sobre nuestro sentimiento de fondo. Cuanto más calmo sea nuestro sentimiento de fondo más calmas serán nuestras reacciones. A lo largo de nuestra vida y gracias a su plasticidad neuronal, nuestro cerebro fue aceptando un determinado coctel de emociones y determinándolo como nuestro estado normal de funcionamiento. Cada vez que salimos de estos parámetros ―para bien o para mal― nuestro cerebro lo percibe como algo que hay que arreglar y tiende a volver a lo que conoce. Este estado no fue siempre exactamente igual a lo largo de nuestra vida y el hecho de que haya cambiado indica que puede seguir cambiando. Que no hayamos sido muy conscientes mientras lo armábamos no impide que podamos serlo para rearmarlo.
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Usar nuestros lóbulos prefrontales para Neurosicoeducar nuestro sentimiento de fondo es posible. Al posar nuestra conciencia sobre nuestras propias conductas podemos moldearlas, formar circuitos neuronales nuevos e ir descartando viejos, para así llegar a los comportamientos que nos propongamos. Desde la biología no hay impedimentos para que esto suceda. La misma neuroplasticidad que nos trajo hasta adonde estamos hoy puede llevarnos a donde queremos mañana. Sólo hay que proponérselo, comenzar y seguir adelante.
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Adolescencia y consumo de drogas “legales” e ilegales para adolescentes (segunda parte) Dr. Roberto Rosler Blog: Clic aquí.
Cómo predecir el futuro: ¿Serás un adicto? Factores de riesgo (Banderas rojas): 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8.
Fumar. Tomar cerveza o vino. Fumar marihuana. Consumir drogas o alcohol desde una temprana edad. Faltar a clases. Tener una personalidad impulsiva. Sufrir de ansiedad o depresión. Tener un mal desempeño escolar.
Reducen la posibilidad de drogarse: 1. 2. 3. 4. 5.
Obtener bunas notas. Hacer deportes. Trabajar. Ser confiable. Sentirse aceptado.
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Banderas rojas en amigos: 1. Consumen drogas o alcohol. 2. Son solitarios. 3. Tienen amigos mayores.
4. Van a muchas fiestas. ¿Cómo es la escena de la fiesta? ¿Quién está a cargo de la fiesta? ¿Adultos o Al Qaeda? Lo que tenés que hacer es pasar de una situación de peligro a una de seguridad. Ahora confeccioná una lista de cosas obviamente peligrosas como ser voluntario en una acto de lanzamiento de cuchillos, fumar, conducir ebrio, conducir sin cinturón de seguridad, tener sexo sin protección, drogarse, pelearse con Floyd Mayweather. Cada una de ellas es una bandera roja. Ahora hacé una lista de cosas seguras como ser un espectador de un lanzamiento de cuchillos, dejar de fumar, elegir un conductor sobrio, usar cinturón de seguridad, usar preservativos o alejarse de las drogas. Todas ellas te alejan del peligro. Las tres reglas de la seguridad son: ¡no lo hagas, no lo hagas y no lo hagas! Un argumento popular es que si aprenden a tomar en casa, tomarán en forma moderada fuera de casa. Un trabajo demostró que este grupo de jóvenes son los que más toman. Mucho mejor que permitir es guiar. Está bien, te suspendieron en la escuela, te echaron del colegio o sufriste heridas en un accidente por estar drogado. Primero contale a tus padres. Ellos quieren saber, aún si no quieren saber, y aún si pensás que te van a mandar al penal de Ezeiza. Ellos serán tu mayor ayuda y apoyo. Código de colores para problemas con drogas
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Código verde: No consume drogas. Código amarillo: Si consume y está entonado, está intoxicado. No es el fin del mundo pero es la luz de advertencia en un cruce de calles. A veces cuando ve la luz amarilla se detiene, a veces no se detiene. Código naranja: La intoxicación genera un accidente, pelea, injurias, etc.
Es signo de abuso de alcohol u otras drogas. Esto sucede cuando repetidamente tiene problemas relacionados con las drogas en casa, la escuela, manejando o en el trabajo. El abuso de drogas no es por falta de inteligencia, es la inteligencia que está siendo secuestrada por una terrible enfermedad. Abuso es una forma de decir que alguien está cruzando una línea. Código rojo: Es la dependencia del alcohol u otras drogas. Acá el uso de drogas ya no es una elección sino un deseo irrefrenable, llevando a una persona a buscar más drogas sin pensar en las consecuencias. Aquí es donde las drogas toman el lugar de la vida. ¿Cómo me doy cuenta de que alguien está en código rojo? Puede tomar más de la droga que otras personas. Esto se denomina tolerancia. Si la persona suspende bruscamente la droga puede haber abstinencia. La persona dependiente reemplazará su vida normal por actividades relacionadas con la droga. Los adictos tienen una enfermedad cerebral y para recuperarse, el cerebro entero tiene que reprogramarse para luchar para estar sobrio cada día de su vida (una tarea nada sencilla). El cigarrillo es la droga más peligrosa. Mata más personas por año que las bombas atómicas de Hiroshima Y Nagasaki juntas. La industria del cigarrillo gasta un billón de dólares al año para que diez millones de adolescentes fumen. Hollywood ayuda a la nicotina. Los más grandes fumadores son Robert de Niro, Mel Gibson, Keanu Reeves y Sylvester Stallone (que por medio millón de dólares “colocó” cigarrillos en cinco películas).
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Los padres y docentes ayudamos a fumar. Los alumnos adolescentes que ven a sus docentes fumar tienen un riesgo 5 veces superior de ser fumadores y si ven a sus padres, su riesgo es 6 veces superior.
En 1950 se descubrió que fumar era letal pero recién en 1998 se hicieron las leyes (en Estados Unidos) que fijaban que la industria del cigarrillo era una amenaza a la salud pública. Ese mismo año el presidente de Philip Morris juró que los cigarrillos no eran más adictivos que las “gomitas”. El 82% de los fumadores comienza en la adolescencia. Por lo tanto el momento de parar es antes de los 18 años. Si un adolescente fuma todos los días, las posibilidades de que deje de fumar en 5 años son tan sólo del 27%. La nicotina es un poderoso veneno. Si te inyectaras la nicotina de dos cigarrillos vomitarías, tendrías diarrea, te debilitarías, tendrías confusión, coma y muerte. Cada 6 segundos alguien muere en el mundo de una enfermedad relacionada con el cigarrillo. ¿Con cuántos cigarrillos uno se vuelve adicto? Luego de 1 cigarrillo por día durante 5 días, las posibilidades de volverse adicto son del 17%. Si fuma 2 a 5 cigarrillos por día, ¡las posibilidades son del 60%! Enfermedades causadas por el cigarrillo:
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Cáncer de vejiga, esófago, laringe, pulmón, boca, garganta, cuello uterino, riñón, páncreas y estomago. Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica. Enfisema. Infarto coronario. Infertilidad. Leucemia. Neumonía.
El cerebro adolescente es muy sensible a la nicotina. Si fuma, ¡está jugando a la ruleta rusa pero con solo la mitad de las recamaras del revolver vacías! El 11% de los adolescentes realizan vandalismos ebrios. El 31% de los estudiantes secundarios tienen criterios de abuso de alcohol. El 6% sufre de dependencia del alcohol. Si tomás un vaso de cerveza las posibilidades de golpearle la cabeza a otra persona son del 2%. Luego de 4 vasos las posibilidades son del 16%. Más de esa cantidad tu cerebro entra en Control-Alt-Delete. La regla del uno: Una lata de cerveza = un vaso de vino = un shot de licor. Al señor hígado no le importa qué estás tomando. Solo ve cuanto alcohol está viniendo hacia él y cuán rápido puede deshacerse de él antes de que arruine al señor cerebro. ¿Cuánto alcohol es necesario para estar un poco entonado, borracho o muerto? La clave no es tanto lo que tonás sino cuanto y cuán rápido.
No tomes más de una copa por hora. No tomes solo. No juegues juegos de tomar. No manejes luego de beber. Contabiliza cuanto tomaste. Lleva al hospital a todo amigo borracho que no puedas despertar.
Un adulto tarda una hora para detoxificar 30 mililitros de etanol. Perder la cuenta de cuánto tomaste es una gran bandera roja.
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Resaca: Cefalea, náuseas, fatiga, sed, diarrea, una enorme nube mental, un sabor en la boca mezcla de leche agria y de pelusa. ¿Existe cura para la resaca? ¡No hay otra cura para la resaca que no sea el tiempo (también llamada “cronoterapia”)! Curas intentadas:
Tomar mucha cafeína o bebidas energizantes. Pero la cafeína no revierte la borrachera, solo te convierte en completamente despierto y borracho. Esto es muy peligroso, es como intentar apagar un incendio con nafta. Correr alrededor de la manzana un par de veces antes de manejar el auto. No te devolverá la sobriedad pero estarás en un mucho mejor estado físico cuando te detenga la policía por ebriedad. Una estatua de Santa Mónica (patrona de los alcohólicos). No está aprobada por el ANMAT o la FDA.
Cuatro factores que aumentan el riesgo de volverse alcohólico: 1. 2. 3. 4.
Presión social: tus amigos toman, así que vos tomas. Aprendizaje: te acostumbrás a tomar alcohol para terminar el día. Oportunidad: el alcohol está al alcance, es barato y abundante. Automedicación: el alcohol es el tratamiento de la depresión o la ansiedad. Continúa parte 3.
Bibliografía:
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Spear LP, Swartzwelder HS. Are child and adolescent mental health problems increasing in the 21st century? A systematic review. Neurosci Biobehav Rev. 2014 May 9. Mesic S, Ramadani S, Zunic L, Skopljak A, Pasagic A, Masic I. Frequency of Substance Abuse Among Adolescents. Mater Sociomed. 2013 Dec; 25(4): 265-269. Lopes GM, Nóbrega BA, Del Prette G, Scivoletto S. Use of psychoactive substances by adolescents: current panorama. Rev Bras Psiquiatr. 2013;35 Suppl 1:S51-61. Kuntsche E, Gmel G. Alcohol consumption in late adolescence and early adulthood--where is the problem? Swiss Med Wkly. 2013 Jul 25;143.
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¿Por qué somos una especie violenta? Dr. Nse. Carlos A. Logatt Grabner LinkedIn: Clic aquí.
Los homos sapiens sapiens somos una especie destacada por muchas características, y una de ellas es el nivel de agresividad que podemos alcanzar. Nuestras reacciones tienden a ser viscerales, y no solo en el corto plazo o ante una circunstancia esporádica, sino que éstas pueden ser una conducta recurrente, capaz de extenderse durante un gran lapso de tiempo. Un dato relevante es que el ser humano es uno de los pocos mamíferos capaces de matar de forma predeterminada a otro adulto de su propio tipo. En busca de algunas respuestas, podríamos indagar en detalle sobre la evolución que tuvimos como especie: El chimpancé ―pariente evolutivo del ser humano, con el cual compartimos más del 96% del genoma― es conocido por su gran hostilidad y agresividad tanto con individuos no emparentados como con los de su propio grupo de pertenencia. Esto se debe a que es extremadamente territorial, ubicándose entre los animales más violentos del planeta. Sin embargo, algo poco conocido es que existen dos clases de chimpancés: el Pan troglodytes ―el chimpancé común al que hacíamos referencia anteriormente― y el Pan paniscus ―más conocido como bonobo o chimpancé pigmeo―.
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La principal diferencia entre ambos es que el bonobo se caracteriza por tener límites territoriales laxos y una gran camaradería ante el encuentro con otros grupos. Sin embargo, el mayor contraste aparece al momento de enfrentar situaciones de conflicto: el chimpancé común recurre a la violencia y el bonobo, a la relación sexual (no procreativa y a veces con su mismo sexo). El gran interrogante es: ¿qué sucedió para que ambas especies, de genética casi idéntica, tuvieran comportamientos tan opuestos ante una misma situación?
Diversas investigaciones ayudaron a develar esta intriga. Aproximadamente hace dos millones de años, especímenes de chimpancés quedaron aislados al sur del río Congo ―el mayor de África central―. La principal distinción entre ambos márgenes del río es que en el norte los chimpancés compartían el bosque con los gorilas, competencia directa en la alimentación, complementada con la intensificación del último periodo de glaciación ―comenzado en el Plioceno hace tres millones de años―. Este evento dio inicio a un periodo de sequía en África Central, por lo que la escasez de alimentos se tornó una constante y la lucha por el territorio fue vital para la supervivencia, potenciando la agresividad del chimpancé.
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Sin embargo, al sur del río Congo la vida era mucho más serena, sin competencia directa y con mayor abundancia de alimentos por sus características ambientales. De este modo, el bonobo pudo desarrollarse en un ambiente en donde no se debía competir por el control de los recursos, permitiendo esto que los individuos y los grupos forjaran conductas prosociales. Lamentablemente para uno de nuestros primeros antecesores, el Australopithecus, su desarrollo comenzó en el margen incorrecto del río Congo y debió adaptarse a un territorio de escasez de alimentos, siendo comparativamente más débil que los chimpancés y los gorilas, y aun más lento que los leones y las hienas. Estas características físicas lo destinaban a la extinción, pero el Australopithecus comenzó a hacerse paulatinamente más carnívoro ―carroñero por excelencia―, alimentándose de los desechos de los predadores ―restos óseos, muy ricos en proteínas y ácidos grasos insaturados (omegas 3, 6 y 9)―. Esto permitió la expansión del cerebro, originando los primeros homínidos (Homo Habilis) capaces de elaborar herramientas de piedra con las cuales generaron mayor poder de daño al momento de la cacería o en pos de defender su territorio. No obstante, la real diferencia que permitió la supervivencia de nuestra especie se encuentra en la profundidad de nuestros lóbulos temporales, más específicamente en un conjunto de núcleos neuronales denominados amígdala cerebral,
cuya principal función es la de disparar conductas emocionales relacionadas con el miedo y la agresión. Para enfrentarnos con animales más poderosos que nosotros no solamente debíamos estar en grupo sino, además, ser muy agresivos. El hecho que distingue nuestra amígdala cerebral de la de otros vertebrados complejos es su tamaño y complejidad, siendo, según algunos investigadores, la del homo sapiens sapiens tres veces mayor que la del chimpancé. La característica fundamental que le permitió a la amígdala (y a todo el sistema instintivo emocional, ya que el cerebro funciona en red pese a que tiene áreas que se destacan en ciertas situaciones) ser tan influyente en nuestra personalidad es su bajo consumo energético. En un mundo en donde el alimento escaseaba, con un cerebro capaz de consumir un gran porcentaje de la glucosa del cuerpo, fue primordial para nuestra supervivencia una vía de respuesta rápida ante una amenaza, capaz de disparar nuestro sistema de ataque en milisegundos.
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No obstante, para nuestra suerte, hace un millón de años uno de nuestros antecesores ―el homo Erectus― comenzó a utilizar el fuego para cocinar la carne, hecho que le permitió lograr una mayor absorción de las proteínas e hidratos de carbono, fuerte de energía extra que potenció el desarrollo del cerebro. Por esta razón, éste incrementó su tamaño en más de un 40% y su volumen llegó a los 1200 cm3, solo 100 cm3 menos que el del homo sapiens sapiens. Este aumento fue primordial para el desarrollo del lóbulo frontal, el encargado de las funciones cognitivas y ejecutivas (atención, planificación, memoria de trabajo, flexibilidad, secuenciación, monitorización e inhibición de conductas). No obstante, cabe destacar que ésta estructura es un arma de doble filo: puede ser la responsable de la
genialidad que nos diferencia de otros seres vivos (permitiéndonos transformar nuestro hogar de cuevas a rascacielos o de pasar de recorrer el mundo a pie a hacerlo en aviones a más de 10 mil metros de altura) o la encargada de planificar y justificar las mayores atrocidades: guerras, esclavitudes, inequidad en distribución de los recursos, hambrunas, contaminaciones ambientes, etc. Como comentábamos anteriormente, nos desarrollamos en un ambiente de escasez, lo que llevó a que nuestro cerebro se especializara en el ahorro de energía. El lóbulo frontal ―más específicamente la corteza prefrontal― consume una gran cantidad de “combustible” para funcionar, pudiendo elevar el gasto de glucosa a más del 20% del disponible en el cuerpo. Además, el hecho ser parte del sistema de cognición lenta, preparado para intervenir en 500 milisegundos ―es decir, 375 milisegundos después de la amígdala―, convirtió a nuestro cerebro en una Ferrari con frenos de Ford T: muy eficiente en desencadenar conductas agresivas en un muy corto plazo, pero con un sistema de inhibición y transformación de la conducta lento y de alto consumo energético.
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Para el buen funcionamiento de la corteza prefrontal es vital una correcta maduración ―la cual finaliza cerca de la tercera década de vida―, del mismo modo que una buena alimentación, los espacios de afecto, la educación en valores y el evitar la exposición a la contaminación ambiental. Asimismo, estos pueden verse afectados por estrés, fatiga, falta de descanso, sobreexigencias, deficiente alimentación, desconocimiento o trastornos cognitivos. Lamentablemente, la posibilidad de cubrir las necesidades que tiene nuestra corteza prefrontal para su correcta maduración y funcionamiento se encuentran en la actualidad al alcance de una pequeña parte de la población. Por esto, como especie debemos tomar las riendas de esta situación cuanto antes: sabemos que el aumento demográfico y la falta de agua pueden desencadenar una nueva guerra de grandes dimensiones en un tiempo muy breve. De hecho, actualmente, países
de Oriente como Yemen cuentan con niveles de agua críticos para sus habitantes. Saná, la capital Yemení, posee con una población cercana a los 2 millones de personas y dispone de 120 metros cúbicos por año, diez veces menor al promedio mundial. Empeora el cuadro el hecho de que el acuífero que alimenta esta ciudad podría desaparecer antes del año 2025. Por su parte, Qatar cuenta con reservas de agua potable equivalentes a dos días, mientras que Irak y Siria hoy están a merced de Turquía, quien erigió represas en los nacimientos del río Éufrates y Tigris, perimiéndoles regular su caudal. Según estimaciones de Naciones Unidas, para el año 2050 más de 7.000 millones de personas padecerán escasez de agua (sobre un total estimado de 9.600 millones), crisis esencialmente causada por la mala gestión de los recursos hídricos. A lo largo de este artículo acentúo la influencia del ambiente en nuestras conductas. De hecho, diversos estudios, entre los que se destacan los de la American Meteorological Society, muestran una coincidencia entre periodos de escasez de agua y posteriores estallidos sociales. Probablemente seamos la especie más violenta que haya existido, siendo hostiles no solo al proteger nuestra supervivencia, sino capaces de una gran violencia con nuestros pares, discriminando por etnia, religión, discapacidad, condición sexual, género, etc.
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Nuestro gran nivel de agresividad, sumado a nuestra excelente capacidad adaptativa, nos permitió dominar y ser los mayores depredadores de la historia de nuestro planeta y esto, probablemente, sea lo que nos convierta en la primera especie responsable de su extinción. Sin embargo, podemos evitar este desastre autoinfligido. Por ello es el momento de que comencemos a considerar el cerebro de todos los seres humanos como patrimonio de la humanidad: nos encontramos en una época en la que todas las personas deberíamos gozar del derecho a poseer un cerebro sano, disfrutando de una buena nutrición alimenticia, emocional y educacional.
Nuestro cerebro tiene la maravillosa capacidad de aprender, reflexionar, planificar y hacer cambios. Reúne todas las herramientas para solucionar todos estos problemas o seguir siendo una parte de ellos. Bibliografía:
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Formación en Neurosicoeducación. www.asociacioneducar.com Wrangham R, Peterson D. Demonic Males: Apes and the Origins of Human Violence. Ed. Mariner Books. ISBN-10: 0395877431. Palagi E, Norscia I. Bonobos Protect and Console Friends and Kin. Plos One Nov 05, 2013. DOI: 10.1371/journal.pone.0079290. Palagi E, Paoli T, Borgognini Tarli S. Reconciliation and consolation in captive bonobos (Pan paniscus). American Journal of Primatology. DOI: 10.1002/ajp.20000. Overview of Global Boundary Stratotype Sections and Points (GSSP's) www.stratigraphy.org Amunts K, Kedo O, Kindler M, Pieperhoff P, Mohlberg H, Shah NJ, Habel U, Schneider F, Zilles K. Cytoarchitectonic mapping of the human amygdala, hippocampal region and entorhinal cortex: intersubject variability and probability maps. Anat Embryol (Berl). 2005 Dec;210(5-6):343-52. Wrangham RW, Carmody R. Human adaptation to the control of fire. Department of Human Evolutionary Biology, Harvard University. DOI: 10.1002/evan.20275. Corradini L. Ni el petróleo ni las armas: el nuevo botín de guerra es el agua. Jul, 2014. Chaline J. Du Singe a L'homme. Ed. du Seuil. ISBN-10: 8446005883.
Neurociencias y Neurosicoeducación
Si somos felices nuestros genes nos lo agradecerán Nse. Marita Castro LinkedIn: Clic aquí.
Desde tiempos inmemoriales se sabe que las emociones nos influyen y diversos trabajos científicos avalan la importancia que tiene el estado emocional para nuestra UCCM (unidad cuerpo cerebro mente). De hecho, estudios recientes presentan cómo distintos tipos de felicidad pueden influir en nuestro genoma de maneras muy diferentes. Barbara Fredrickson, una reconocida investigadora de las emociones del Laboratorio de Emociones Positivas y Psicofisiología en la Universidad de Carolina del Norte, ha estudiado durante más de 20 años el impacto físico y psicológico de la emoción positiva. Para profundizar y descubrir aún más sobre este tema, la científica trabajó conjuntamente con Steven Cole, profesor de medicina, psiquiatría y ciencias del comportamiento de la Universidad de California. La nueva propuesta de ambos fue la de examinar la influencia biológica que produce el bienestar hedónico y el eudomónico en el genoma humano. Ya Aristóteles, 3500 años atrás, expresaba que la felicidad dependía de dos componentes: 1) La hedonia, que es la capacidad de sentir placer a corto plazo. 2) La eudaimonia, que significa el poder encontrarle el sentido a la vida.
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El bienestar, o placer hedónico, se logra a través de experiencias positivas de autogratificación como comer alimentos que nos resultan deliciosos, oler flores, etc. En cambio, el eudemónico proviene de tener un propósito y un sentido de la vida trascendente. La investigación fue realizada entre 80 adultos saludables, a quienes se les extrajo material genético de su sangre y se les estudió las respuestas inflamatorias y antivirales.
En este trabajo, los científicos pudieron observar que las personas con un bienestar eudomónico alto tienen perfiles de expresión genética muy favorables en sus células inmunes. Esto se traduce en un menor nivel de la expresión génica inflamatoria y una fuerte expresión génica antiviral y de anticuerpos. Las personas que, en cambio, mostraban niveles relativamente altos de bienestar hedónico, presentaron todo lo contrario. Tenían altos niveles de inflamación y una baja expresión génica antiviral y de anticuerpo. Estas características son similares a los de quienes están deprimidas o experimentan mucho estrés. La inflamación es la primera línea de defensa en contra de la infección, por lo que es muy útil. Sin embargo, cuando el cuerpo produce inflamación durante un periodo prolongado puede causar daños colaterales en los tejidos. En trabajos anteriores, estos investigadores habían podido observar cómo afectan las etapas prolongados de estrés, amenaza o incertidumbre al sistema inmune. La respuesta que encontraron permite reflexionar sobre cómo placeres de corto plazo pueden afectarnos en el largo plazo y, por el contrario, cómo hacer el bien nos beneficia notablemente. En otro trabajo interesante sobre el placer que nos da el ayudar ―liderada por Naomi Eisenberger, directora del Laboratorio de Neurociencia Afectiva y Social de la Universidad de California― se observaron los cerebros de un cierto número de voluntarias mientras les permitían auxiliar, o no, a sus parejas cuando recibían una moderada descarga eléctrica.
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Los resultados presentaron que cuando las mujeres tenían la posibilidad de apoyar a sus parejas, las áreas cerebrales relacionadas con la recompensa se activaban, algo que no sucedía cuando no podían hacerlo. Las zonas que se encendían cuando ayudaban a sus parejas ―aunque no fuera más que sosteniéndoles el brazo mientras recibían la descarga― eran el núcleo accumbens y el área septal (relacionadas con la recompensa cerebral). Las participantes en las cuales
se observaba mayor actividad en estas zonas eran también las que expresaban sentirse más unidas y conectadas con sus parejas. Debemos tener presente que somos seres altamente sociales y que nuestra supervivencia se debe en gran parte a la capacidad de aquellos homo sapiens sapiens que en grupo enfrentaron los peligros en la sábana africana. Trabajos como los de Matthew Lieberman, de la Universidad de California, presentan el modo en cómo nos afecta negativamente el dolor emocional que produce el aislamiento o la no integración social. Por ello, desde la Neurosicoeducación se busca contribuir para que todos podamos disfrutar del mayor placer que existe, para encontrarle el sentido trascendente a nuestra vida y a lo que hacemos en ella. En donde cuidar y alcanzar nuestro bienestar es importante, pero conjuntamente con el de las otras personas, especies y planeta en el cual vivimos. Esta nueva investigación nos permite comprender que además mejoramos con ello a nuestro genoma. ¡No quedan dudas de que la trascendencia vale la pena! Bibliografía:
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Fredricksona BL, Grewenb KM, Coffeya KA, Algoea SB, Firestinea AM, Arevaloc JMG, Mac J, Colec SW. A functional genomic perspective on human well-being. Edited* by Burton H. Singer, University of Florida, Gainesville, FL, and approved July 2, 2013 (received for review March 20, 2013).
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Binomio complejo: Empatía-Simpatía Dr. Nse. Luis María Labath En el Diccionario de la Real Academia de la Lengua se dan definiciones de ambos términos que son escurridizas: empatía es la participación afectiva, por lo común emotiva, de un sujeto en una realidad ajena; simpatía, una inclinación afectiva entre personas, generalmente, espontánea y mutua. El binomio empatía-simpatía, con usos y significaciones en la historia del pensamiento, con sutilidades de acercamiento y alejamiento, no siempre es bien apreciado en la vida cotidiana. Se trata de conceptos que remiten a la vida emocional de las personas, es decir, ambos términos se encuadran en el campo de los afectos, razón por la cual establecen algunas diferencias. Empatía, la capacidad de percibir, entender e introyectar la emoción del otro, simpatía, además de implicar la sintonía con el otro, conlleva una respuesta emocional en forma de comprensión y ayuda ante la actitud ajena.
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Primera conclusión: no es una diferencia de tipo semántico o lingüístico, sino de intención de conducta. Esto se sustenta en dos apreciaciones: en primer lugar, una teoría del sistema emocional de los seres humanos que, poco a poco, se ha ido viendo como una dimensión esencial de la naturaleza humana junto a la esfera cognitiva. En segundo lugar, como ambos términos se encuadran en el mundo afectivo, muchos teóricos se inclinan por verlos como dos procesos complementarios de la vida emocional, en donde la empatía precediese y tuviera como consecuencia indefectible el efecto de la simpatía. O sea, originalmente, se siente acerca de, es decir, se empatiza, lo que hace posible un sentir dentro que conduce a una determinada conducta, es decir, se simpatiza. La simpatía alude a la capacidad de percibir, compartir y acompañar emocionalmente los estados mentales ajenos, un concepto popularizado filosóficamente por Hume, muy cercano al de la compasión. Posee un contenido básicamente afectivo, que puede ser observado en niños pequeños y en primates cognitivamente poco desarrollados.
Por su parte, la empatía es una habilidad más cognitiva que afectiva. Refiere especialmente a la capacidad de reconocer las creencias ajenas, sus necesidades y sentimientos. Incluso si no se los comparte o si no movilizan psicológicamente, pueden utilizarse para manipular el comportamiento de otros. En el mundo de la filosofía y las neurociencias existe un debate permanente respecto de si es viable o no separar simpatía y empatía, y la demostración de que sí es posible es la existencia de personas con gran capacidad empática, pero mínima o ninguna habilidad simpática. Por otra parte, es hoy reconocida la existencia de individuos (sobre todo bebés muy pequeños e incluso animales) capaces de percibir el sufrimiento ajeno y sentirse afectados sin tener todavía un desarrollo cognitivo suficientemente complejo como para entender, o siquiera imaginar, la situación por la que la otra persona o criatura está pasando. Por eso la posibilidad de efectuar cierta distinción entre empatía y simpatía como capacidades diferentes que se complementan y se pueden potenciar mutuamente en ciertas circunstancias. Todo parece indicar que la simpatía es evolutivamente anterior a la empatía.
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Es simpatía cuando contagia la emoción del otro, cuando se agotan los recursos para apoyar a otro a superar una situación, o cuando se pierde la posibilidad de autoprotegerse por el dolor ajeno. La simpatía impide la visión de la realidad cuando la propia emoción lo obstaculiza con interpretación individual y única, supeditada a una valoración exclusiva. En cambio, la empatía permite conocer, reconocer, comprender, apreciar y valorar lo que le pasa al otro, sin perder la consciencia de lo que está sucediendo: "le pasa a él y no a mí". Ésta es una cierta protección para no absorber problemas que no son propios, además de una forma de mantener la capacidad y los recursos para estar presentes y dispuestos a ayudar si es necesario. Es mucho más que ponerse en los zapatos de otros, es lo que conduce a ser los mejores amigos del mundo, excelentes socios, buenos padres o líderes inspiradores; en síntesis, lleva a cultivar relaciones sinceras y de gran calidad.
Para lograrlo, es primordial saber escuchar, preguntar y guardar silencio, tanto en la mente como en la conversación; requiere de observar sin juzgar, reconocer e interpretar las emociones ajenas, sintonizar con esas emociones a fin de entenderlas en un ambiente de intimidad y confianza, construyendo relaciones profundas y duraderas. No obstante, la empatía no navega sola, requiere asociarse con la asertividad o habilidad personal para expresar ideas, deseos y necesidades sin invadir o desacreditar las necesidades y apetencias de otro. Es posible empatizar con alguien sin estar de acuerdo con esa persona en cuanto se ha logrado entender al otro. A partir de ello, determinar con claridad por qué no se está de acuerdo con él y, de ser posible, mantener una relación de mutuo respeto en la que no haya espacio para generar una visión común. Hay personas con una disposición natural para ser empáticos: son temperamentos apasionados y melancólicos. Es decir, con alta emotividad, aunque estas cualidades nunca son garantía de caer bien a los demás o de ser carismáticos.
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Es precisamente la sutil línea que separa a la persona empática de la persona simpática. La primera, con una actitud de atender y entender al otro, la segunda, que busca la aceptación por parte de otros. En el primer caso, lo más importante es mostrar interés por la otra persona, en el segundo, se busca que el otro tenga interés en uno. Seguro es que muchas de las relaciones humanas comienzan con un interés por ser agradables a otros o ser simpáticos, aunque conforme se va escuchando y crece el interés mutuo el camino hacia la empatía se allanará. Queda claro que tener simpatía no es igual a ser empático y viceversa. Más aún, puede destacarse una u otra, o ambas cualidades simultáneamente. El empático tiene una capacidad cognitiva especial para identificarse con otra persona porque percibe y siente; es como ubicarse exactamente “dentro del otro”. El simpático siente una inclinación afectiva, amistosa, espontánea, mutua con una cualidad atractiva y agradable del carácter del la otra persona. Ubicarse en el interior de otro es solidaridad, esfuerzo voluntario, objetivo y racional, una intención de comprender el comportamiento ajeno, es ser empático para abandonar el
prejuicio ético-moral limitante. A la vez, considerar otras variantes de acción y sus repercusiones en el medio, cuando un acto individual nunca es igual, ni en el mismo escenario ni con idénticos personajes. Sopesar la empatía supone valorar el impulso por entender a otra persona, manera de apaciguar las habituales reacciones de rechazo al diálogo, de implantar una óptima tolerancia, de búsqueda enfática y solución óptima de los encuentros. Enjuiciar con empatía resulta de mucho peso en los intentos, obliga a reaccionar como si fuéramos el otro, "salirse de la piel y colocarse enfrente", comprobar qué y cómo son las emociones ajenas y los motivos de ciertas decisiones. Es lo que se conoce como inteligencia interpersonal, o lo que un individuo diferente puede llegar a percibir. “La realidad no puede ser mirada si no desde el punto que cada uno ocupa, fatalmente en el universo” (J. Ortega y Gasset).
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En 1996, el grupo de Giacomo Rizzolatti descubrió un tipo de neuronas ―denominadas neuronas espejo― en el córtex ventral pre-motor de los monos macacos (zona que corresponde al área de Broca en el cerebro humano) que se activan del mismo modo cuando las acciones son realizadas por ellos mismos que cuando son producidas por un tercero. Éstas actúan literalmente como espejo reflejando la sensación de cómo otro se sentiría en el propio cerebro. No se trata de neuronas motrices, sino de neuronas situadas en la corteza pre-motora que no se estimulan simplemente al presentarse un estímulo, tampoco al observar a otra persona efectuar un movimiento o acción: lo hacen cuando el estímulo visual efectivo implica la interacción de la mano con el objeto de manera accidental, o al ver desarrollar una acción siendo meros observadores. Una neurona espejo, o ‘mirror neuron’, es una célula nerviosa que se activa y descarga cuando un animal ejecuta una acción o cuando observa mientras el otro la realiza, especialmente, si ambos son miembros de la misma especie.
Estas neuronas espejo, y su descubrimiento, dieron pie a una enorme cantidad de especulaciones e hipótesis sobre el papel funcional que podrían tener, y se emprendieron experimentos para determinar si el ser humano y otros animales tenían sistemas parecidos, relacionados con la empatía, el lenguaje, el aprendizaje, reconocimiento de las emociones, la imitación y el autismo. La hipótesis general inicial fue descubrir la relación directa entre empatía y las neuronas espejo. Las deducciones no tardaron en llegar y se comprobó que el alto funcionamiento de las neuronas espejo (sistema emocional o motor) estaba correlacionado con una alta puntuación en el test de empatía y, en segundo orden, que el bajo funcionamiento de las neuronas espejo mostraba lo contrario. A través de ello es posible estremecerse ante las interpretaciones de los actores de cine y de teatro, leyendo un libro o disfrutando de una transmisión deportiva. Estas neuronas explican la cualidad natural del ser humano para establecer empatía con otro. Por ejemplo, vivir la sensación de dolor al ver caer a alguien; de placer cuando ríe, porque para ellas no hay diferencias entre lo hecho por uno u otro, sino que el conocimiento de otro se amplía y también sus intenciones, con las que no siempre hemos de estar de acuerdo porque empatía no implica simpatía.
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La función de estas neuronas ha sido objeto de mucha especulación para comprender las intenciones de otras personas y para el aprendizaje de nuevas habilidades por imitación. Por tanto, la empatía es la mano invisible que permite extender la propia sensibilidad a otro. Así se aprende a sonreír, hablar, caminar o bailar, porque es un fenómeno que está presente en la naturaleza humana y madura a través de la cultura. Vilayanur Ramachandran, uno de los pioneros en neurociencias, llama a estas células neuronas Gandhi o neuronas de empatía, y afirma que desempeñan un papel esencial en la estructura de la cultura, el desarrollo de las habilidades sociales, las redes sociales y el conocimiento. Reconoce la imitación como la base de las relaciones humanas por ser una sofisticada forma de inteligencia para entender a los demás y el mundo que los rodea, porque la cultura consiste en colecciones masivas de capacidades y conocimientos complejos que se transmiten de persona a persona a través de dos medios centrales: el
lenguaje y la imitación, que nos han liberado de la genética al reforzar la capacidad de aprender los unos de los otros. El gran cambio del cerebro en la evolución se ha debido a la adaptación genética que le da a las neuronas espejo un rol específico para acelerar los avances en comprensión, comunicación y aprendizaje. Es posible ejercer influencias en los demás con la propia actitud, aceptando con ello una enorme responsabilidad y consciencia de lo que es posible irradiar, o, la huella que deja en otros o en el medio, el propio devenir. De no existir la actividad de las neuronas espejo, nunca sabríamos en qué consiste el amor verdadero, no se sabría intuir lo que significa una caricia o una sonrisa.
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Para Ramachandran, las neuronas espejo podrían ser a las neurociencias lo que el ADN fue para la biología: un marco unificador capaz de explicar gran cantidad de capacidades del cerebro humano. Incluso, el científico especuló que el surgimiento de las neuronas espejo pudo haber sido la infraestructura para que los pre-homínidos desarrollaran habilidades como el protolenguaje, el aprendizaje por imitación, la empatía, la capacidad de ponerse en los zapatos del otro y, sobre todo, la teoría de las otras mentes, que no es sino la capacidad de comprender que otras personas pueden tener creencias, conocimientos y visiones distintas. Gracias a esto nos preguntamos cosas que no conocemos, pero otros sí, y decimos otras que quizás ellos ignoran. Ramachandran sugiere que el sistema de neuronas espejo podría ser responsable de una de las habilidades más peculiares del nuestro cerebro: la de leer la mente. Pero no como lo proponen las fantasías telepáticas, sino como la capacidad para deducir las intenciones de otras personas, predecir su comportamiento y ser más astutos que ellos. Los negocios, las guerras y la política son pródigos en ejemplos de este maquiavelismo que caracteriza al primate humano. Volviendo al tema del binomio, aunque todo es importante para la correcta interpretación, es posible remarcar que la empatía señala la actitud de un sujeto hacia otro a través de los sentimientos que experimenta, lo que se diferencia del contagio emocional, porque éste surge cuando una persona vive el mismo estado afectivo sin conservar ninguna distancia cuando desaparece.
La empatía describe la capacidad intelectiva para vivenciar la manera en que siente otro individuo, el mejor modo de comprender el comportamiento ajeno, la forma de tomar decisiones, la habilidad para entender las necesidades, sentimientos y problemas de los demás: "ponerse" en su lugar y responder correctamente a sus reacciones emocionales. Paulatinamente se transforma en una destreza básica de la comunicación interpersonal al permitir el entendimiento sólido entre dos personas; la empatía es fundamental para comprender en profundidad el mensaje del otro y establecer el diálogo, escuchar, entender los problemas ajenos o las motivaciones. En cambio, simpatía significa una comunidad de sentimientos que existen entre dos o más personas cuando son mutuos y nacen de manera espontánea, fruto de una personalidad que supone reacciones alegres, educadas y agradables frente a las situaciones cotidianas. Puede notarse cuando una persona saluda a otras, cuando enfrenta la realidad con gracia y alegría sin ser entendida, necesariamente, como sentido del humor. La persona que posee simpatía no es necesariamente alguien que se considere cómica o graciosa, sino que presenta una actitud agradable y afable en las circunstancias que le tocan vivir.
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Una actitud simpática es la que hace que alguien se sienta cercano otro y pueda demostrar acompañamiento a partir de esa cercanía en términos de sensaciones o sentimientos. No es, necesariamente, una actitud alegre, sino más bien una actitud solidaria o agradable de uno a otro que está sufriendo o se encuentra en situación compleja y, con el correr del tiempo, el hecho de conocer más a la otra persona, crece lo que, en principio, no existía a través de la habilidad de inferir los pensamientos y sentimientos ajenos. Uno de los elementos claves de la inteligencia emocional es la empatía, porque pertenece al dominio interpersonal y se ha convertido en el rasgo característico de las relaciones interpersonales exitosas. La simpatía, como atributo natural, embellece al individuo, acaricia a los que rodea y fomenta especiales encuentros con óptima reciprocidad de afectos. Es sinónimo de alegría y libertad exquisita, transforma al privilegiado en un permanente creador de momentos especiales con sabores insaciables de intenciones de volver a vivirlos.
Las impuras intenciones pueden hacer fingir parte del binomio, pero a descubrir esta mentira le sucede una profunda frustración e intenso dolor. La honestidad de sentir y aplicar estas cualidades es un hecho esencial para construir relaciones interpersonales superlativas, precisamente, por expresar emociones y sentimientos correctos, y utilizar un lenguaje directo, no ofensivo, fortaleciendo el vínculo que evita malentendidos. La simpatía, es natural, debe usarse de manera espontánea, para que sea amplia y satisfactoria; la empatía surge, en cambio, de una perspectiva responsable por una vida auténtica, con significados y tolerancia, un medio idóneo para acortar las brechas de separación y enconos.
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Una y otra son indispensables para preservar el buen trato y para establecer un camino común con sentido común universal.
Neurociencias y Neurosicoeducación
Salir a la propia cancha Prof. Nse. Carlos Teisaire Dentro nuestro hay un interminable partido, y ¡muchas veces el director técnico brilla por su ausencia! A veces, el estrés nos gana por goleada, y no sabemos cómo hablar o entrenar a nuestros jugadores. Nuestro conflictivo director técnico es nuestra consciencia, que al igual que los profesionales, en ocasiones, ayuda y en otras no se entiende qué hace. Como directores técnicos, todo sería muy fácil si pudiéramos sencillamente ordenarle a nuestra amígdala cerebral que se calme, a nuestro sistema simpático que no se active o a nuestras glándulas suprarrenales que cesen de segregar cortisol. Les decimos que hagan lo que queremos y fin del asunto: ¡chau estrés crónico! ¡Ganamos el partido!
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No obstante, ésta no es una opción válida para la inmensa mayoría de los mortales. La naturaleza ha privilegiado un escaso acceso de nuestra consciencia a las redes instintivas y emocionales. Si no tenemos ingreso consciente fácil y directo a ellas como para cambiar de manera rápida y a voluntad lo que queramos dentro de nosotros es por algo. Si, por ejemplo, pudiéramos manejar a voluntad nuestras hormonas, probablemente haríamos desastres, volviéndonos adictos a nuestros propios químicos hasta el punto de
olvidar nuestras necesidades básicas. Experimentos de este tipo se han hecho en ratones a los que se les implantaron electrodos que estimulaban en su cerebro la liberación de dopamina (neurotransmisor asociado con la sensación de placer) cada vez que apretaban una palanca, cosa que hacían ininterrumpidamente, dejando todas las otras necesidades de lado, hasta morir de hambre o sed. Si ahora nos damos poca cuenta de lo que pasa en nuestro mundo interior, menos aún teníamos hace algunos miles de años. Sin embargo, a medida que nuestro cerebro se tornaba más y más complejo, surgió la capacidad de poder salir cada tanto del modo automático para tomar decisiones difíciles. Si bien hace unos 150.000 años nuestro cerebro ya era el de un homo sapiens sapiens ―con las mismas estructuras que tenemos hoy y el mismo “hardware”―, basta sólo con observar los últimos cientos de años para entender que el “software” es bastante distinto.
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Seguimos siendo tan o más capaces de hacer las mayores atrocidades, pero a la vez hemos desarrollado la capacidad de auto observarnos conscientemente, cosa que difícilmente puedan haber hecho nuestros choznos paleolíticos. La evolución de la consciencia no es lineal, y hasta suele ir en reversa, pero de alguna mágica manera, mirándolo en ciclos REALMENTE GRANDES, está creciendo. Aunque esto no es garantía de uso y mucho menos de buen empleo. Todos tenemos el talento de la consciencia, pero desarrollar la habilidad de saber usarla en el marco de los valores humanos es algo que necesitamos aprender. Esto de tener consciencia de nosotros mismos, de estar dándonos cuenta de nuestras reacciones, de las de los demás y sus posibles efectos a largo plazo es bastante “nuevo” en términos evolutivos. Es lógico que nuestro cerebro tenga muchísimas más conexiones desde las redes emocionales hacia las racionales que en sentido inverso. Gracias a la sabiduría milenaria impresa en nuestro ADN por millones de años de ensayo y error evolutivo es que pudimos sobrevivir hasta convertirnos en humanos. No tenemos muchas conexiones desde la parte consciente de nuestro cerebro hacia la inconsciente porque para éste es fundamental honrar esta sabiduría milenaria. La naturaleza no nos dará la posibilidad “así nomás” de ir en contra de tanta experiencia sin tomarse sus recaudos.
“Juguetear” con nuestras respuestas emocionales al miedo, enojo, alegría, o con nuestra respuesta al estrés o nuestros períodos de descanso requiere una cierta habilidad, porque hacerlo irresponsablemente puede ser un muy mal negocio. A nuestros paleochoznos las cosas les pasaban por sí solas: si veían algo sinuoso en el piso saltaban hacia un costado, comandados por nuestra aún vigente respuesta amigdalina. Si nuestras redes cognitivas-racionales detectaban que era sólo una rama en el piso, procedían a avisarle a las redes emocionales que estaba todo bien y volvíamos a la calma. Poca consciencia teníamos de lo que estaba pasando y menos aún de lo que NOS estaba pasando. Muchos seguimos funcionando exactamente igual: en automático. Así como sucedió en nuestra historia evolutiva, es bueno que en algún momento de nuestra historia personal algo comience también modificarse. Empezando a “darnos cuenta de” lo que nos pasa, de nuestra existencia y de cómo hacer para acceder a nuestro misterioso y automático mundo interior. Nuestra consciencia empieza así a asomar y con ella nuestra posibilidad de negociar con nosotros mismos. No hace falta ser un místico tibetano, ni un intelectual o un científico para expandir nuestra consciencia: ésta se nutre de los descubrimientos; de nuestros ¡AHA!
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Cada vez que tenemos un ¡aha!, nuestra conciencia crece un poco. Cada vez que nos “damos cuenta de” nuestras posibilidades de hacer algo nuevo se expanden. Hay ¡ahas! personales, grupales y mundiales. La fuente de los ¡ahas! es infinita: la ciencia, la religión, Don Ernesto el verdulero, la abuela Josefina, la naturaleza, nuestra propia mente, la mente de otros, etc. Solemos pensar que expandir la consciencia es una tarea muy compleja, reservada para místicos y científicos, gente que ponemos por encima de nuestras capacidades, pero no es así en absoluto. Hay un solo requisito básico para desarrollarla: USARLA. Es un principio elemental de nuestra UCCM: lo que se usa se fortalece, lo que no, se atrofia. Empecemos por lo más sencillo: observar y “darnos cuenta de”… De que estamos vivos, de lo que
estamos sintiendo, de lo que estamos pensando, de lo que tenemos, de los que nos quieren, de lo que podemos hacer, de lo que estamos buscando. Cada uno tiene su lista. Observarnos aplicando todos los ¡aha! que vamos incorporando es lo que nos hace crecer. Podemos tener información y direcciones de la mejor calidad, pero si no la aplicamos es lo mismo que nada. Hablemos claro: sentarte a relajarte, reflexionar, meditar, hacer yoga, deportes, tai chi, bailar salsa, cocinar o lo que sea que necesitemos para conectarnos con nuestro eje, es sólo una pierna del caminante. La otra es la ACCIÓN. Parar y calmar nuestra mente optimiza nuestro funcionamiento cerebral, encendiendo nuestras redes más evolucionadas, lo que nos permite ver las cosas con más claridad para encontrar la manera de superarlas. Pero después hay que salir a la cancha, hacerlas y aprender de los errores.
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Sólo hace falta parar cada tanto unos minutitos. Y observar lo que pasa afuera y adentro. Y separarse. Hay una parte nuestra que es testigo de todo lo que nos pasa. Cuando nos ponemos como testigos podemos hacer una separación interior y entender que somos más que nuestras emociones, sentimientos, enojos o pensamientos. Y al experimentar esto podemos empezar a independizarnos y liberarnos, manteniendo nuestro eje, apoyados en lo que somos sin perdernos en lo que nos pasa. Parar un poco no es difícil, ¡es súper fácil! Podemos comunicarnos con nuestras redes emocionales a través del “feedback”: nuestras redes emocionales permanentemente reciben información propioceptiva sobre lo que pasa en el cuerpo y ajustándose a esta realidad. Así es como si respiramos profundo entienden que estamos relajados, o cuando sonreímos entienden que estamos contentos. No podemos hablarle directamente a nuestras redes emocionales y comandarles que bajen el cortisol, pero sí enviarles señales de tranquilidad, tales como respirar profundo y tranquilos, relajarnos y sonreír para que éstas, al leer el feedback, se digan a sí mismas algo como: “¡Uy! ¡Hay respiraciones profundas, quietud y sonrisas! ¿Será que estamos tranquilos y contentos? ¡Paren las rotativas!”.
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La más sincera intención y el más profundo deseo de Asociación Educar es acercar herramientas para que cada vez haya más seres humanos viviendo felices y en armonía con los valores universales. Hay mil caminos y formas: ¡lo importante es empezar! La verdadera libertad llega con el autoconocimiento. ¡Conocerse a uno mismo es el mejor entrenamiento para hacer un buen partido cuando salgamos a la cancha!
Neurociencias y Neurosicoeducación
Emociones positivas y salud Nse. Marita Castro LinkedIn: Clic aquí.
Día a día, diferentes medios de comunicación nos recomiendan ciertos hábitos que contribuyen a mejorar nuestra salud, tales como consumir cinco frutas diarias, comer vegetales de todos los colores, caminar, correr, etc. Gracias a esta información, nos empeñamos en buscar lugares en donde comprar o sentarnos a comer alimentos saludables, gimnasios y nuevas propuestas de actividades físicas. Sin embargo, para cuidar de nuestro cuerpo también existen otros componentes intangibles sumamente importantes, como podría ser tener un estado de ánimo optimista, compartir tiempo con gente amiga o ser amables con otras personas. Si deseamos pensar más profundamente, podremos advertir que estas actividades asimismo beneficiarán ampliamente a las sociedades en general. Por lo tanto, estamos en condiciones de decir que hay dos puntos muy a favor de los segundos hábitos, ya que podemos ponerlos en práctica en cualquier espacio en donde nos encontremos y, además, sólo necesitamos de nosotros mismos para poder llevarlos adelante.
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Diversos estudios (entre los que se puede nombrar el realizado por Karina Davidson en el Centro de Salud Cardiovascular Conductual de la Universidad de Columbia, Nueva York) presentan que aquellas personas que experimentan frecuentemente emociones positivas tienen mejor salud y menores chances de sufrir afecciones cardiacas. De hecho, un nuevo trabajo liderado por Bethamy Kok y Bárbara Fredrickson, ambas de la Universidad de Carolina de Norte, corrobora los cambios positivos que se producen en
quienes durante un tiempo trabajan con sus emociones y en los vínculos con otras personas. La investigación se realizó con la colaboración de 65 voluntarios, quienes fueron divididos al azar en dos grupos: A y B. A los participantes del A, se le dieron clases para enfocarse en pensamientos agradables hacia ellos mismos (puedes ser feliz, puedes sentirte seguro) y hacia otras personas. Por su parte, los del B quedaron como grupo de control y a la espera de clases futuras. A las personas del grupo A también les aconsejaron concentrarse en pensamientos positivos en medio de situaciones estresantes. Durante las 9 semanas que duró el estudio, todos los participantes debieron completar planillas en donde registraron sus emociones ―tanto positivas como negativas― y la intensidad de las mismas, calificándolas de 1 a 10.
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Además, antes del inicio del trabajo y al final del mismo, los profesionales tuvieron en cuenta la variabilidad de la frecuencia cardíaca, ya que ésta permite medir la sensibilidad del nervio vago (o nervio neumogástrico). Este nervio comienza en el encéfalo y llega con numerosas ramificaciones a distintos órganos torácicos y abdominales, incluyendo el estómago y el corazón. Tiene como misión emitir señales, diciéndole a los órganos que bajen el ritmo durante los momentos de calma y seguridad. Los resultados del trabajo de la Universidad de Carolina del Norte arrojaron que quienes tomaron y aplicaron en sus vidas lo aprendido en las clases mostraron un incremento general de las emociones tanto de alegría como de serenidad. Estos cambios emocionales correlacionan, a su vez, con una mayor sensación de conexión con las otras personas. También presentaron que las personas del grupo A incrementaron su tono vagal de
manera significativa, en relación con los del grupo B. Sin embargo, la gran diferencia sólo se mostró en aquellas que se sintieron más felices y más conectadas socialmente. Esto sugiere que algunas personas tienen mayor o menor facilidad para modelar y manejar sus emociones y, por ende, para obtener un marcado resultado de bienestar psicosomático. Sin embargo, esto de ninguna manera significa que exista un determinismo que haga que los beneficios de las prácticas propuestas no puedan ser alcanzados por todos, ya que el cerebro goza de neuroplasticidad y de la capacidad de aprender. Según Bethany Kok, “las personas deben trabajar cada día en sus emociones positivas y conexiones sociales, lo cual incrementará, al principio, levemente el tono vagal, por lo que será el primer paso que las llevará luego hacia beneficios más amplios”. Como hemos visto en el párrafo anterior, cada uno de nosotros puede tener mayor o menor facilidad para generar y sentir emociones positivas. Pero, dado que nuestro cerebro es altamente social, aprende por imitación y las emociones son contagiosas, sería muy inteligente de nuestra parte no esperar y comprometernos a empezar ya mismo a mejorar nuestras vidas y las de las personas con las cuales nos relacionamos con buenas dosis de alegría, buen trato, respeto, tolerancia y, por supuesto, muchas sonrisas.
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La ciencia nos ayuda con sus trabajos a descubrir lo importante que somos, pero cada uno de nosotros debe aportar su granito de arena y contribuir en la creación de mejores sociedades. Para conocer cómo funciona el nervio vago basta con medir el ritmo cardíaco al respirar. Un funcionamiento sano se refleja con un ligero incremento del ritmo cardíaco al inspirar, y una sutil disminución al espirar. La diferencia da lugar a un índice de tono vagal que representa un índice para el estado funcional de todo el sistema nervioso parasimpático. El registro de este valor está relacionado con la salud; inclusive, los números bajos, por ejemplo, se han conectado con procesos inflamatorios y con ataques cardíacos. Al ayudar a regular el ritmo cardíaco, el nervio vago ha sido tratado como un sustrato fisiológico de regulación de la emoción y la excitación. Por ello se lo toma como un
componente central del sistema de compromiso emocional de una persona, ya que las que tienen mayor tono vagal tienden a ser mejores en la regulación de sus emociones. Bibliografía:
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Kok BE, Fredrickson BL. Upward spirals of the heart: autonomic flexibility, as indexed by vagal tone, reciprocally and prospectively predicts positive emotions and social connectedness. Biol Psychol. 2010 Dec;85(3):432-6. doi: 10.1016/j.biopsycho.2010.09.005. Epub 2010 Sep 22. Fredrickson BL. The broaden-and-build theory of positive emotions. Philos Trans R Soc Lond B Biol Sci. Sep 29, 2004; 359(1449): 1367–1378. doi: 10.1098/rstb.2004.1512.
Neurociencias y Educación
Exámenes y memoria: una relación poco confiable Dr. Nse. Carlos A. Logatt Grabner LinkedIn: Clic aquí.
Nos preparamos para un examen: ponemos toda nuestra atención en cada palabra, estudiamos largas horas ―inclusive hasta la madrugada― y comemos cualquier comida al paso con tal de tener más tiempo para estudiar. A medida que se acerca la fecha de la evaluación, aumenta nuestro estrés, pero confiamos en que tantas horas de lectura tienen que dar sus frutos. Sin embrago, llegado el día, frente a la hoja con las preguntas… “Plop”, todo lo que aprendimos desapareció; ¿adónde se fue? ¿Por qué nuestra memoria es tan endeble? La historia descripta en el inicio del artículo puede que sea ―en gran medida― la respuesta. Lo desarrollaremos a lo largo de esta nota. | La atención Si hay algo vital para poder memorizar cierta información, es estar atentos. Nuestra capacidad de mantener la atención selectiva y sostenida en el tiempo es muy baja: “usar la cabeza” nos cansa rápidamente y tenemos una gran facilidad para distraernos con otras cosas más divertidas que una pila de libros.
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Veamos el porqué: Nuestra especie, el homo sapiens sapiens, se desarrolló en un mundo de escasez de alimento, en donde priorizar el ahorro energético era vital para aumentar nuestra posibilidad de supervivencia. Nuestro cerebro es un gran consumidor de recursos, y esto llevó a que la mayoría de nuestras conductas fueran guiadas por vías de “ahorro de energía” (destacando las estructuras del sistema límbico),
que nos permiten resolver situaciones de modo “automático” y a un bajo costo de “combustible”. La capacidad de atención que tenemos reside en la corteza prefrontal ―un lujo que tenemos como especie― que nos permite concentrarnos en un objetivo, pensar a futuro y fijarnos metas. No obstante, estar a la vanguardia evolutiva tiene su precio: nuestra corteza prefrontal, para funcionar plenamente, necesita de altos niveles de glucosa, oxígeno y flujo sanguíneo por lo que, como las reservas de nuestro cuerpo son limitadas, es lógico que se agoten velozmente. Por esta razón, el cerebro desistirá rápidamente de tal acto “consumista” e intentará que nuestra atención sea captada por algo que requiera menos consciencia y sea más fácil de procesar. Sin dudas, una publicación de Facebook es más sencilla de comprender que un algoritmo matemático o un manual de anatomía clínica. ¿Qué podemos hacer para no distraernos?
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Como estudiantes: Intentar buscar y generar ambientes donde la capacidad de atención encuentre pocas cosas con las que pueda ser disuadida. Una idea interesante (aunque un “poco” extremista) es la de George R.R. Martin, autor de la saga Juego de Tronos (Game of Thrones), quien escribe en una computadora con sistema operativo DOS ―desarrollado en 1981―, desconectada de internet y utilizando como procesador de texto el WordStar 4.0. La atención es fluctuante por lo que es ideal realizar resúmenes breves de forma continua: la memoria trabaja en red, y un
pequeño “detonante” puede activar una red neuronal que inicie la reacción en cadena de otras, llevándonos a recordar el resto del material. Como docentes: Utilizar los primeros diez minutos de la clase (donde el nivel de atención es más alto) para enseñar los contenidos más complejos y teóricos. Luego, intentar llevar la clase hacia temas más prácticos, durante los cuales la atención no deba ser tan firme. Minutos antes de la finalización, dar aviso, haciendo que la atención vuelva a elevarse, y utilizarla para realizar un repaso de los conceptos brindados. | Estudiar largas horas, inclusive hasta la madrugada El sobre exigirnos, al punto de no tener un correcto descanso, es muy perjudicial para el estudio. De hecho, diversas investigaciones de la Universidad de California, muestran una disminución de hasta el 40% de la capacidad de adquirir nuevos conocimientos cuando no dormimos lo suficiente. Veamos el porqué: Esta lucha entre mantenerse despierto o dormir altera la corteza occipital (involucrada en el procesamiento visual) y el área frontoparietal (que media en el control cognitivo, disminuyendo las conexiones habituales de procesamiento). Asimismo, la falta de descanso también afecta al tálamo, una estructura que recibe y procesa la información de los sentidos (con excepción del olfativo) y determina las que son relevantes de las que no.
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¿Qué podemos hacer para intentar sobrellevar al cansancio? Como estudiantes: Tener como objetivo principal dormir un mínimo de 7 horas diarias y, en el caso de no poder hacerlo, intentar tomar pequeñas siestas previas al estudio, las cuales nos darán una pequeña, pero muy útil carga de energía.
Como docentes: Es casi imposible evitar que nuestros alumnos lleguen muy cansados a clase, por lo cual, al inicio de ésta, podemos intentar llevar adelante actividades que los “despierten”. Por ejemplo, realizar una introducción divertida a través del humor o desarrollar actividades físicas leves. Estos ejercicios elevarán el estado de ánimo y la atención del aula, algo que estimulará el aprendizaje. También es recomendable realizar pequeñas actividades físicas tras largos periodos de tiempo sentados, pues aumentan el flujo sanguíneo cerebral que se encontraba acumulado en los miembros inferiores. | Comer cualquier comida al paso La alimentación es vital para nuestro cerebro, pero no cualquier comida es suficiente. Veamos el porqué: El cerebro, por su composición, es el órgano más graso del cuerpo. En promedio, contiene más células grasas que el estómago o el corazón. Por ende, no es lo mismo que su composición sea por grasas insaturadas (provenientes del pescado o los frutos secos), que por grasas saturadas, como el aceite de papas fritas. Como mencionamos anteriormente, nuestro cerebro es un gran consumidor de recursos, y es muy importante para su funcionamiento que esa energía sea de buena calidad, ya que nuestras funciones cognitivas (atención, planificación, memoria de trabajo, flexibilidad, secuenciación, monitorización e inhibición de conductas) pueden verse afectadas por una mala alimentación, como así también potenciadas con una buena nutrición.
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¿Qué podemos hacer para que nuestra alimentación sea beneficiosa para nuestro cerebro? Como estudiantes: Sumar a nuestra dieta algunos alimentos como: harinas integrales, frutos secos, pescados, frutas y verduras frescas, aceite de oliva y huevos. Intentar disminuir el consumo de grasas saturadas, azúcar concentrado, café, alcohol y cigarrillo.
Como docentes: Dar a conocer los beneficios de una buena alimentación. | Aumenta nuestro estrés Hoy en nuestra sociedad el hecho de estar estresados parecería una moda que, como toda tendencia, termina siendo aceptada y no ser parte de ella nos convertiría en sujetos “raros”. Sin embargo, realmente el estrés no solo es contraproducente en nuestras emociones, sino que afecta en gran medida nuestro cuerpo, funciones cognitivas y memoria. Veamos el porqué: La función primordial del estrés es preparar nuestro cuerpo, a través del sistema nervioso simpático, para defendernos o atacar ante una situación de peligro. Principalmente, centra nuestros los recursos energéticos (oxígeno, glucosa, flujo sanguíneo, etc.) en los músculos, por lo cual toda demanda de energía que requiera nuestro cerebro para poder llevar adelante el proceso de aprendizaje será muy poco satisfecha.
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Asimismo, la hormona corticotropina, liberada por el área posterior de la hipófisis y necesaria para preparar nuestro cuerpo en respuesta al estrés, afectaría el proceso por el cual el cerebro agrupa y almacena la información. Investigaciones de la Universidad de California en ratones ―con un cerebro estructuralmente muy similar al del humano― pudieron observar cómo al poco tiempo de iniciado el estrés (inducido por corticotropina) las neuronas del hipocampo (estructura fundamental en los diferentes tipos de memorias) sufrían una rápida desintegración de las espinas dendríticas (áreas de las neuronas encargada de recibir los impulsos de otras neuronas), lo que limita la capacidad de almacenar nuevos recuerdos.
¿Qué podemos hacer para que reducir los efectos del estrés? Como estudiantes: Realizar actividades previas al estudio que ayuden a liberar hormonas relacionadas a la sensación de bienestar, como la oxitocina y las endorfinas, o nos brinden mayor motivación, como la dopamina. Estas actividades son: deportes, ejercicios que ayuden a bajar el ritmo respiratorio, escuchar música, ver videos divertidos, dedicar tiempo a charlas positivas con amigos, ver la foto de una situación que nos traiga buenos recuerdos, pasear o acariciar nuestra mascota, crear un listado con nuestros futuros proyectos, etc.
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Como docentes: generar espacios en donde la cordialidad sea la regla a cumplir. Es importante crear contextos en los cuales no sea necesario contrarrestar los efectos nocivos del estrés, sino, por el contrario, no generarlos. Intentar decorar el aula con imágenes positivas o, si existe una ventana con luz natural, correr las cortinas y abrirla. También es útil sumar plantas al salón de estudio. Muchas de las propuestas de este artículo son de fácil y rápida aplicación y otras no tanto, pero con solo implementar alguna de ellas notaremos una importante mejoría, lo que, sin dudas, nos impulsará a sumar más prácticas de este tipo.
Todos poseemos un cerebro, por lo que comprender su funcionamiento es vital para poder brindarle las características necesarias para desarrollarse y trabajar en su más alto rendimiento. Bibliografía:
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Posner MI, Rothbart MK. Educating the Human Brain. Ed.: Amer Psychological Assn. ISBN: 978-159147-381-7. Raichle ME, Gusnard DA. Appraising the brain's energy budget. 10237–10239, doi: 10.1073/pnas.172399499. Miller EK, Li L, Desimone R. Activity of neurons in anterior inferior temporal cortex during a shortterm memory task. Laboratory of Neuropsychology, National Institute of Mental Health, Bethesda, Maryland 20892. Andres AL, Regev L, Phi L, Seese RR, Chen Y, Gall CM, Baram TZ. NMDA Receptor Activation and Calpain Contribute to Disruption of Dendritic Spines by the Stress Neuropeptide CRH. The Journal of Neuroscience, 23 October 2013, 33(43): 16945-16960; doi: 10.1523/JNEUROSCI.1445-13.2013. Gujar N, Yoo S-S, Peter Hu P, Walker MP. Sleep Deprivation Amplifies Reactivity of Brain Reward Networks, Biasing the Appraisal of Positive Emotional Experiences. The Journal of Neuroscience, 23 March 2011, 31(12): 4466-4474; doi: 10.1523/JNEUROSCI.3220-10.2011. Chee MW, Tan JC, Zheng H, Parimal S, Weissman DH, Zagorodnov V, Dinges DF. Lapsing during sleep deprivation is associated with distributed changes in brain activation. J Neurosci. 2008 May 21;28(21):5519-28. doi: 10.1523/JNEUROSCI.0733-08.2008. Vautrin D. A Perfect Memory. Ed.: Hispano Europea. ISBN-10: 8425517745. Rossi AF, Bichot NP, Desimone N, Ungerleider LG. Top–Down Attentional Deficits in Macaques with Lesions of Lateral Prefrontal Cortex. The Journal of Neuroscience, 17 October 2007, 27(42): 1130611314; doi: 10.1523/JNEUROSCI.2939-07.2007. Roozendaal B, Hahn EL, Nathan SV, de Quervain D K.-F., McGaugh JL. Glucocorticoid Effects on Memory Retrieval Require Concurrent Noradrenergic Activity in the Hippocampus and Basolateral Amygdala. The Journal of Neuroscience, 15 September 2004, 24(37): 8161-8169; doi: 10.1523/JNEUROSCI.2574-04.2004. McGaugh JL. The amygdala modulates the consolidation of memories of emotionally arousing experiences. Annu Rev Neurosci. 2004;27:1-28. Mober KU, Petersson M. Antistress, Well-Being, Empathy and Social Support. DOI: 10.1002/3527609156.ch12. ISBN: 9783527312214. Uvnäs-Moberg, K and Petersson, M. (2006) Antistress, Well_Being, Empathy and Social Support. In: Arnetz, B and Ekman, R (ed) Stress in Health and Disease. Weinheim: Wiley VCH Verlag Gmbh & Co.
Neurociencias y Educación
¿Por qué el ejercicio y el cerebro son aliados en el aprendizaje? (primera parte) Dr. Roberto Rosler Blog: Clic aquí.
Los seis propósitos del movimiento: 1. Preparar al cerebro: Los movimientos físicos específicos ayudan a preparar al cerebro para el aprendizaje. Uno de los objetivos de un aula “cerebralmente amigable” es establecer un ambiente de aprendizaje agradable y acogedor: esto predispone a nuestro cerebro a aprender e incorporar movimientos específicos que mejorarán las conexiones neuronales. En otras palabras, las neuronas se comunicarán de forma más efectiva para que las capacidades cognitivas se potencien. La filosofía de este enfoque apoya la noción de que los movimientos específicos pueden estimular al cerebro para mejorarlo cognitivamente, pero también le sirven como efectivos “recreos cerebrales”, del mismo modo que las actividades que estimulan el ejercicio y la salud. Cada hemisferio controla la porción contra-lateral del cuerpo (por ejemplo, el hemisferio derecho regula los movimientos de lado izquierdo).
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Un grueso paquete de 250 millones de fibras neuronales, denominado cuerpo calloso, conecta ambos hemisferios y les permite comunicarse entre sí. Cruzar la línea media se refiere a mover los brazos o piernas a través del cuerpo, de un lado a otro.
Estos movimientos integradores ayudan a los estudiantes a aprender y mejorar la concentración al “forzar” ambos hemisferios a “trabajar en equipo”. Asimismo, mejoran las habilidades cognitivas. Aprender a leer y escribir y la resolución de problemas son habilidades que involucran a los dos hemisferios cerebrales. El sistema vestibular provee al cerebro de información significativa; está relacionado con el monitoreo del movimiento, de la posición de la cabeza y del cuerpo en el espacio. Cumple con dos importantes funciones: primero contribuye con el sentido del equilibrio y transmite esta información a los músculos y al sistema postural. Segundo, controla los movimientos oculares de manera tal que las imágenes permanezcan invariables y en foco, a pesar de cambios en la posición corporal. Estas funciones permiten comprender la conexión entre el sistema vestibular y las habilidades académicas, ya que este sistema es crucial para las funciones cognitivas. El reconocimiento espacial nos permite sentir los objetos que nos rodean en el espacio así como también la posición de nuestro cuerpo en el mismo. Sin esta capacidad, los alumnos pueden tener dificultades en:
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La lectura. La organización del trabajo escrito. La comprensión de conceptos matemáticos abstractos. Reproducción de conceptos matemáticos abstractos y formas.
Varios movimientos rotatorios, de equilibrio, salto y giratorios pueden ayudar a desarrollar y mejorar el sistema vestibular y la percepción espacial. Cuantos más sentidos se utilizan para aprender más probable es que la información sea depositada en la memoria de largo plazo y luego recordada.
2. Proveer “recreos cerebrales”: El objetivo de los “recreos cerebrales” es darle al cerebro un descanso del trabajo académico. Ésta puede ser una proposición “aterradora” para algunos docentes debido a la presión existente para cubrir una gran cantidad de contenidos en un tiempo dado: ¡no hay tregua para que el cerebro descanse! ¿O si la hay? A menudo, la exigencia de cubrir TOOOODOS los contenidos es tan grande que los docentes quedan atrapados en la simple tarea de “terminar” el programa. Pero la pregunta fundamental es: ¿están aprendiendo los alumnos todos los temas o sólo se los están enseñando? Tal vez sea el momento de examinar y priorizar las necesidades que tienen los alumnos para lograr sus aprendizajes significativos. Consideremos cómo aprende el cerebro desde un punto de vista fisiológico: aproximadamente el 90% de nuestro oxígeno corporal y cerebral está “estancado”, a menos que realicemos una inspiración profunda o nos paremos y nos pongamos en movimiento. Una disminución del oxígeno puede generar problemas de concentración y memoria. Esta son algunas razones que justifican la inclusión de “recreos cerebrales” durante las clases:
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Para darle al Hipocampo (la “puerta de entrada” a la memoria) tiempo para procesar la información. Para disminuir la sensación de estar agobiado por los contenidos de la clase. Para proveer oportunidades a la risa y la diversión (que facilitan el aprendizaje). Para re-focalizar al Sistema Nervioso. Para re-energizar al cuerpo y al cerebro.
3. Estimular la salud y el ejercicio: Estimular el ejercicio en el aula colabora en la disminución de la “epidemia” de obesidad infantil. También restablece el equilibrio en aquellas escuelas en las que se han disminuido las horas dedicadas a la educación física o el tiempo de los recreos. Por otra parte, si mis alumnos están todo el día sentados en el aula, ¿cuál es el mensaje que reciben? Esta propuesta de movimiento en el aula no tiene por qué convertirse en un dolor de cabeza para el docente, ya que no sugiere que obliguen a sus alumnos a hacer ejercicios desde la cabeza hasta los dedos de los pies. Simplemente, el objetivo es lograr que los alumnos se paren y hagan algunos ejercicios rápidos. En 60 segundos usted puede conseguir que sus alumnos participen de una actividad física como trotar sin moverse de su lugar, ejercicio que puede re-focalizar su cerebro mientras le da una ráfaga energizante de oxígeno a su Sistema Nervioso. Piense en el importante mensaje que recibe un alumno acerca de la salud si realiza ejercicios en cada clase. Varias investigaciones sugieren que los niños con un buen estado físico tienen un mejor rendimiento escolar. Los incentivos para realizar ejercicio en el aula son:
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Proveer de un “recreo cerebral”. Energizar al cuerpo y re-focalizar al cerebro. Mejorar la salud y el bienestar de los alumnos. Mejorar el rendimiento académico a través de un mejoramiento del funcionamiento cerebral. Mejorar el estado físico del alumno. Mejorar el bienestar emocional del alumno. Aprender en forma más eficaz. Reducir el estrés.
4. Desarrollar cohesión en el aula: ¿cuál es la importancia del clima emocional en relación con la capacidad de los alumnos de aprender nueva información?
Para comprender esto es imperativo considerar cómo el Sistema Nervioso prioriza la información que recibe del medio ambiente. Los datos más importantes para el cerebro son los relacionados con la supervivencia. Si ésta no se logra, el cerebro no puede trabajar en un nivel óptimo. La segunda información más relevante es aquella que genera emociones. ¿Cuál es el estado emocional de sus alumnos? ¿Puede manejarlo? Si sus alumnos están estresados o se sienten incómodos, será muy difícil para sus cerebros aprender nueva información. La corteza prefrontal, que utiliza estrategias críticas de pensamiento y de resolución de problemas, inmediatamente deja de funcionar cuando un individuo tiene un estado emocional negativo. Por lo tanto, el clima emocional en su aula juega un rol importantísimo en la capacidad de sus alumnos para incorporar nuevos conocimientos. ¿Cuáles son los ingredientes claves que colaboran para que un ambiente pueda mejorar el estado emocional de un aula? El humor, la música y el movimiento están entre los primeros factores favorables.
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¿Es posible que el movimiento tenga tal efecto sobre el aprendizaje? Piense en la última vez que estuvo sentado un laaaaargo rato para aprender algo nuevo: ¿cuál era su estado emocional? Cuando sus alumnos se relacionan entre sí, el aula juega un rol directo en su estado de aprendizaje. Si ésta es considerada como un ambiente divertido y seguro en el cual los chicos son amables y compresivos entre sí, los aprendices tienen mayores posibilidades de lograr el éxito académico.
Algunos beneficios de involucrar a los alumnos en actividades para lograr cohesión en el aula son:
Proveer al cerebro de un necesario descanso. Mejorar las habilidades de comunicación y escucha. Proveer un espacio para la resolución de problemas. Ofrecer un ambiente que promueva la risa y la diversión. Mejorar la motivación y la disciplina. Aumentar el interés de los alumnos en asistir y participar en clase. Construir relaciones entre los alumnos. Desarrollar un sentido de pertenencia. Aumentar la autoestima.
5. Repasar el contenido: Muchos docentes dedican bastante tiempo a repasar los conceptos previamente enseñados. ¿Por qué no hacerlo a través del movimiento? Éste es apasionante y puede hacer que el aprendizaje sea divertido, interesante y emocionante. Cuando la información cognitiva está conectada con el movimiento, retener y recordar la información se torna más sencillo.
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Proveer múltiples oportunidades para perfeccionar los contenidos es esencial para el proceso de aprendizaje. Por lo tanto, el repaso de los conceptos puede hacerse al inicio, en el medio o al final de cada clase. Combinarlo con el movimiento puedo ser implementado fácilmente a lo largo de la clase. Durante la cursada, a menudo, se repasan los contenidos enseñados previamente. Si los alumnos están en movimiento mientras lo hacen, despertarán sus cuerpos así como también sus cerebros. ¿Cuánto tiempo se debe dedicar al repaso del material durante el inicio de una clase? Los primeros 10 minutos son ideales para enseñar nuevos conceptos, cuando el cerebro está focalizado, listo y fresco para aprender algo nuevo. Por lo tanto, regalarle mucho tiempo al repaso de conceptos anteriores durante el inicio de una clase puede no ser la mejor estrategia de utilización de tiempo. Sin embargo, una
rápida actividad con movimientos que permita a los alumnos revisar la información y focalizar su cerebro puede ser muy efectiva: una tarea de este tipo puede motivar y preparar al cerebro para sumergirse en conceptos nuevos. Una revisión del material en medio de la clase, utilizando el movimiento, es ideal. Estos son sus beneficios:
Proveer una oportunidad de utilizar la repetición para mejorar la retención. Concederle tiempo al cerebro para procesar y consolidar información nueva. Ofrecerle tiempo al cerebro para que “rejuvenezca”. Mejorar la motivación y la disciplina. Despertar el cuerpo y el cerebro durante el “ecuador de la clase” que es el momento durante el cual los estudiantes comienzan a sentirse cansados y somnolientos. Generar un ambiente divertido e interesante.
Con frecuencia, el material previamente enseñado es repasado al final de la clase. Los últimos 5 minutos son una gran oportunidad para enseñar otro concepto nuevo o para recordar cuáles fueron las ideas más importantes que se enseñaron durante el día. ¿Tiene sentido el movimiento aquí? Depende de cuánto tiempo hayan estado sentados sus alumnos. Si fue durante un periodo extenso, ésta puede ser una excelente oportunidad de revisión utilizando el movimiento. 6. Enseñar el contenido: Permitir que los alumnos utilicen el ejercicio para comprender un nuevo concepto puede ser muy beneficioso para colaborar en la retención de la información.
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Aprender en movimiento puede ser un poderoso ejemplo del aprendizaje motor. Tres motivos para aumentar el aprendizaje motor en el aula:
Se puede absorber más información y recordarla durante más tiempo. Los alumnos de todas las edades pueden cultivarse a través del aprendizaje motor.
Se pueden construir puentes que conecten el cuerpo y el cerebro.
Recuerde la primera vez que aprendió algo nuevo. Compare las veces que lo incorporó a través de una clase teórica (escuchando) con las que lo hizo en forma motora (andar en bicicleta, a nadar o a manejar el auto). Piense acerca del proceso de aprendizaje. ¿Usar su cuerpo para andar en bicicleta lo ayudó a incorporar el concepto? Si alguien le hubiera dado una clase teórica para enseñarle esto, ¿hubiera conseguido esta habilidad? El aprendizaje motor (también denominado de procedimientos o implícito) activa en forma simultánea el cerebro y el cuerpo de forma tal que el conocimiento y la retención se produzcan más fácilmente. Se refiere a que el alumno experimente los conceptos académicos utilizando su cuerpo. A continuación exponemos algunos ejemplos:
Comprender el concepto de coma: los alumnos caminan diciendo una oración y se detienen para representar el propósito de una coma. Comprender una guerra: los alumnos hacen un role-playing de una situación bélica histórica. Comprender un átomo: los alumnos forman un átomo.
El movimiento no debe modificar la forma en que los docentes enseñan, sino complementarlo. Si tradicionalmente un docente explica un tema mediante una clase teórica, lo único que debe hacer es acortarla un poco para conceder el tiempo a los alumnos para que refuercen el concepto a través del movimiento.
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Estos son algunos de los beneficios de brindar contenidos a través del movimiento:
Aumentar la comprensión y la retención. Mejorar las habilidades sociales y la cohesión grupal. Aumentar la motivación de los aprendices. Ofrecer oportunidades para resolución de problemas y pensamiento crítico. Estimular la conexión cerebro – cuerpo.
Neurociencias y Educación
Cuando el peligro no es un miedo Prof. Nse. Alejandra Del Fabro LinkedIn: Clic aquí.
La velocidad del surgimiento de las Nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación (NTICs), el uso de las redes sociales, el avance de la telefonía móvil y la aparición de nuevas fuentes y agentes del saber nos invitan a interactuar en un moderno paradigma educativo y a rever los actuales roles que tenemos como docentes, alumnos y padres. Para estar a la altura ―participando activamente de esta era― no sólo debemos conocer y dominar las herramientas que la Web 2.0 nos ofrece, sino también informarnos sobre los “peligros” a los que estamos expuestos al ingresar en el mundo virtual, sin intención de provocarnos un “nudo de miedo en la garganta”, sino con el firme convencimiento de que no podemos quedarnos quietos. Como dice Lewis Carroll en Alicia en el país de las maravillas: “En un mundo en movimiento, el que se queda quieto retrocede”. ¿Qué hace que Internet sea extraordinaria?
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Esta red informática mundial hace que consideremos ―como Alicia― que vivimos en un mundo “de maravillas”. Informaba un artículo del Diario La Nación de marzo de 2000: “Por Internet se pueden hacer muchas cosas, mandar y recibir mensajes, conversar, comprar y vender, recibir y dar clases, hacer experimentos a distancia, oír música y ver videos, viajar y visitar museos, estudiar, ganar dinero y amigos, perder el tiempo o divertirse. La lista es interminable y suena más bien a un catálogo fantástico. (…) Internet ha creado como por arte de magia un medio de comunicación que nadie pudo prever hace apenas una década y que hoy nadie controla. No tiene propietario; es, en cierto sentido, de todos y de nadie. No hubo jamás en la historia de las comunicaciones algo semejante a Internet. Vive del aporte personal de cada uno de nosotros”.
¿Cuáles son algunos de los cambios que se produjeron desde la llegada de Internet? En primer lugar, somos la generación de papás y abuelos que tenemos que aprender con nuestros hijos/nietos a utilizar la tecnología. Es más, es la primera vez que ocurre en la historia de la humanidad que los niños, muchas veces, saben más que los adultos. Por otro lado, los adolescentes de hoy serán la primera generación de personas que busquen trabajo y que los retratos de sus vidas privadas estén en Internet. Estos mismos jóvenes serán, a su vez, los padres de chicos que podrán saber, con tan sólo un “click”, qué hacían sus progenitores en su adolescencia, por ejemplo. Es importante, por lo tanto, saber y transmitir que todo lo que se publica en Internet permanece allí, en la virtualidad, para siempre (aún cuando creamos que lo hayamos eliminado o no lo podamos ver). Nuestros jóvenes son muy inteligentes con la tecnología: saben cómo funciona prácticamente cada uno de los dispositivos tecnológicos que tienen a su alcance, programas y aplicaciones; y podrán descubrir, con los conocimientos que ya poseen, cómo funcionarán aquellos que surjan en el futuro. Pero, como dice el escritor Mark Prensky, “…la sabiduría digital no consiste solamente en la expansión de nuestras habilidades a través de la tecnología, sino en el uso inteligente de la misma... Es aquí, seguramente, en donde el aporte de los adultos es fundamental para enseñarles a los jóvenes a ser “tecnológicamente inteligentes”. Así como es fácil encontrar información buena, es posible toparnos con mala o desagradable (pornografía, violencia explícita, terrorismo, etc.) que puede afectar, especialmente, a los menores.
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Como educadores y usuarios de la web, es necesario que sepamos que se accede a la tecnología antes de tener conocimiento de sus peligros. ¿Qué le pasa a nuestro cerebro con Internet? ¿Cuáles son los peligros?
Las neurociencias nos dicen, en primer lugar, que el cerebro humano evolucionó para interactuar en el mundo real, no en el virtual, con otros cerebros. Esto ya nos presenta un tema imposible de omitir, y que nos lleva a pensar: ¿cómo hacemos para colaborar con el desarrollo de la comunicación efectiva y afectuosa en un mundo en el cual casi todo se comunica virtualmente? ¿Cómo logramos optimizar esta maravilla de las comunicaciones para lograr enriquecernos y enriquecer a otras personas? Por otro lado, nuestro cerebro viene al mundo con ciertas conexiones neuronales (cableado de redes neuronales) que tienen un principal objetivo: la supervivencia. Podríamos comparar estas conexiones con un software. Entre otras funciones, en este programa de computadora metafórico se encuentran ciertas emociones básicas útiles, justamente, para mantenernos vivos. Una de ellas es el miedo, que es provocado por un estímulo que predice el peligro y activa en el celebro sistemas para alertarnos. Es, quizás, el estado más intenso en el que puede entrar nuestra mente y nuestro cuerpo, produciendo respuestas automáticas de “lucha o huida” para preservar la conservación del individuo y, consecuentemente, de la especie. Entonces, nuestros cerebros no están biológicamente cableados para reaccionar frente a los riesgos virtuales, que pueden ser muy engañosos.
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Cuando les permitimos a nuestros hijos salir solos por primera vez a la calle a hacer un mandado es porque ya han practicado cómo hacerlo. Primero los llevamos de la mano; después de un tiempo, ellos caminan “solos” unos metros delante nuestro. Mientras tanto, vamos enseñado una serie de cuidados que hay que tener: caminar por la vereda pegaditos a las casas y lejos de la calle por la que circulan los autos, no hablar con extraños, prestar especial atención a sus pertenencias para evitar un robo, respetar los semáforos para cruzar las calles, etc. Si les enseñamos a nuestros hijos que no hay que hablar con extraños en el mundo real, también deberíamos explicarles que en el mundo virtual no deben chatear ni compartir información personal (fotos, entre otras cosas) con desconocidos.
Por otro lado, quizás el peligro más sobresaliente es el que se presenta a la hora de estar “on line”, porque nuestros cerebros creen que nuestro hogar es un lugar seguro. Aparece, entonces, un interrogante: ¿cuán a resguardo están nuestros hijos en el living de casa cuando chatean? Como adultos, no sólo debemos enseñar a buscar información confiable, sino también ayudar a seleccionar las páginas que son buenas para ellos y colaborar en que descubran aquellas que los engrandezcan como seres humanos. Asimismo, debemos alertarnos sobre los riesgos que existen en las redes sociales, sobre qué información hay que dar y cuál no o sobre qué temas pueden publicar y cuáles no... ¿Qué debemos contemplar los adultos de hoy en el contexto en el que habita la tecnología? A) Estar informados de lo que significa:
Phishing, Spoofing, Pharming, Hijakering (y todas sus variantes: IP hijaking, Page hijacking, Domain hijacking, Session hijacking, Browser hijacking, Home Page Browser hijacking,Modem hijacking), Malware ―también llamado badware―, código maligno, software malicioso o software malintencionado, Sexting, Grooming.
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Esta información está disponible en la web, como así también la manera en la que podemos protegernos. B) Ejercitar la escucha atenta y estar informados sobre las actividades que realizan nuestros hijos en Internet. No para prohibirlas, sino para generar climas de seguridad para
que ellos se sientan libres de expresar sus sentimientos y, si se les presentase una situación difícil con la que tengan que lidiar, sepan que pueden contar con nosotros. C) Construir Alfabetismo Emocional. Cuando nos comunicamos cara a cara permanentemente enviamos señales sobre nuestros sentimientos mediante tonos de voz, expresión facial, y otros canales no verbales. Es por esto que la capacidad de descifrar estas señales en la comunicación virtual puede llegar a ser un tanto “delicada”. La alfabetización emocional, el desarrollo de la empatía y demás habilidades emocionales no deben olvidarse a la hora de educar en el mundo de las comunicaciones virtuales. D) Educar, acompañar y colaborar para que los niños y jóvenes procesen la información que reciben de Internet. No perdamos de vista que sus Sistemas de Lóbulos Prefrontales (las áreas más evolucionadas del cerebro) aún no están lo suficientemente maduros como para descifrar, comprender y hacer juicio crítico aplicando la ética y la moral de toda la información a la que tienen acceso. Últimas reflexiones Nuestra tarea como educadores es ajustar las conexiones y desconexiones que se producen en la virtualidad. También, el desafío está en aprovechar las tecnologías al máximo para que nos ayuden a aprender, poco a poco, a desarrollarnos como mejores seres humanos. La información sobre las nuevas tecnologías se vuelve ineludible en la educación del Siglo XXI, por ello: “En un mundo en movimiento, no te quedes quieto, avanzá”.
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Bibliografía:
Taller: “Internet y las Redes Sociales, uso seguro y responsable”, organizado por la Comisión de Padres del Colegio Marianista San Agustín, mes de Julio, 2014. Prensky, M (2001) “From Digital Natives to Digital Wisdom”. Ed. Corwin. ISBN-10: 1452230099.
Neurociencias y Educación
¿De qué hablamos cuando hablamos de jugar? Dr. Nse. Luis María Labath El juego es un proceso didáctico natural e interesante. Vale analizarlo por su jerarquía relevante en todas las etapas de la vida, sus beneficios indiscutibles en la formación personal, las influencias varias y los resultados sorprendentes. El cerebro social se ve ampliamente favorecido en su desarrollo a través del juego. Jugar es una de las actividades humanas más importantes; de hecho, en los niños representa un auténtico proyecto de investigación y una necesidad vital indispensable para el desarrollo. El análisis detallado de toda actividad con fin lúdico demuestra que, además del placer, intervienen otros factores tales como la dimensión significante del mismo. Es decir, el desarrollo de los aspectos sociales, el simbolismo, la capacidad intelectual, la capacidad comunicativa, la emocional y la motriz. Mediante el juego el niño establece relación con el mundo que lo rodea: a través de él se expresa y es posible acercarse a su mundo interior. Por tal motivo, los psicólogos infantiles le conceden al juego vital importancia tanto en el campo del diagnóstico como en el terapéutico.
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A medida que crecen los niños tienen la posibilidad de crear universos enteros de realidad que les permiten construir su subjetividad, conocer el mundo, relacionarse con otros, experimentar procesos internos placenteros y/o dolorosos. En definitiva, logran comenzar a desarrollarse y vivir. Los adultos ―que obviamente han sido niños― conservan en cierta medida la idea de que jugar es una actividad más dentro del repertorio conductual. Por ello la insistencia de los sociólogos en que el factor diversión está casi omnipresente en todas las facetas de la sociedad y el ocio, y en que los adultos necesitan jugar de vez en cuando en busca de distracción, diversión, emoción e incluso aprendizaje.
Las experiencias lúdicas y creativas en la infancia modelan artísticamente las futuras posibilidades adultas, desde lo laboral hasta la vida personal y familiar. En cada etapa del desarrollo, la capacidad lúdica y creativa adquiere nuevas posibilidades que es posible potenciar, cultivar, facilitar o reprimir. El juego en el niño podría ser el equivalente al trabajo en el adulto: reafirma su personalidad. No obstante, muchas veces resulta en un severo problema cuando una actividad inocente llega a convertirse en una severa patología o si la dependencia psicológica y los efectos perjudiciales surgen como auténtica adicción conductual. Un criterio importante para distinguir los juegos es el tipo de recompensa que se obtiene al participar de ellos. Tanto es así que en inglés se distingue entre gambling (actividades en las que se arriesga algo para obtener una ganancia) y playing (juegos en los que sólo se persigue el entretenimiento). Las neurociencias explican que la estimulación de algunas regiones del encéfalo producen un claro efecto de afianzamiento y que una parte esencial de los circuitos de recompensa está constituida por neuronas dopaminérgicas cuyos cuerpos celulares se localizan en el mesencéfalo. Estas células envían sus axones hacia algunas zonas del sistema límbico y de la corteza cerebral.
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Normalmente, los circuitos de recompensa del encéfalo son estimulados por las conductas que tienen un valor de supervivencia, tales como ingerir alimentos, beber agua, mantener una temperatura corporal adecuada, la actividad sexual o las intervenciones sociales y familiares. Sin embargo, estas zonas de recompensa también pueden ser activadas por otras conductas. Esto puede llevar a que el jugador muestre un disminuido control del impulso, sin poder resistir jugar, a pesar de las cuantiosas consecuencias negativas. De este modo, se intensifica cada vez más la demanda y la tensión, que solo se compensa con el juego.
Esta conducta tiene también una base neurobiológica. El sistema de recompensa en el cerebro (vía mesolímbica) se vuelve crónicamente sobreexcitado, tanto que conduce a una contra-regulación cerebral y, como protección ante una sobreexcitación perjudicial, reacciona con un estímulo de recompensa cada vez menor, hasta el acostumbramiento (neuroadaptación), o, el caso de experimentar nuevamente la deseada sensación, apostando, por ejemplo, cantidades más altas, o jugando más frecuentemente. La habilidad de establecer contacto con los propios sentimientos y relacionarlos entre sí es una manera de aprovechar el conocimiento para orientar la conducta con capacidad de discernir y responder adecuadamente a los estados de ánimo, temperamentos, motivaciones y deseos. Esto es lo que define la capacidad de la corteza prefrontal para gestionar adecuadamente nuestras conductas, algo que en el jugador compulsivo no es posible.
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Para evitar esta posibilidad es importante asociar las actividades lúdicas con momentos únicos y compartidos como vivencias educativas capaces de valorar las distintas conductas ante los juegos, donde la simple diversión valora la destreza o el ingenio aplicado para superar dificultades, o donde recreación y docencia concluyen como las opciones más sensatas para prevenir potenciales vicios o pasiones desenfrenadas. El juego de por sí promueve un vínculo de afecto que transforma el estímulo en una respuesta adecuada. Consolida y afianza las interrelaciones sociales, disminuye los impactos por diferencias ideológicas o conductas dispares. Asimismo, es un medio útil enseñar a tolerar lo adverso, fomentar el equilibrio emocional y el fortalecimiento del espíritu.
Enseñar a través de juegos y diversiones es hacerlo de manera simple y efectiva, con el fin de fomentar una convivencia razonable, con alto contenido afectivo y con la posibilidad de confortables encuentros a cualquier edad de la vida. Jugar es, por encima de todo, una actitud vital; una manera concreta de abordar la vida: libre, placentera y gratuita: nos identifica como personas y define. El adulto que juega, igual que el niño, está más preparado para abordar de modo creativo los viejos y nuevos retos, con más defensas ante la frustración y una manera más sana de expresar sus sentimientos y emociones. Hoy un adulto es capaz de superar retos de la vida, probablemente, porque un día se atrevió a subir a una bicicleta, o de colocarse en el lugar de otro porque alguna vez jugó a ser otra persona… Durante el juego nuestro cerebro aprende nuevas maneras o modos posibles de hacer las cosas, los resultados de actuar de determinado modo, etcétera: así aprendemos otras realidades posibles sin darnos cuenta.
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¡Cuán importante es darse el permiso de recuperar la capacidad de jugar! ¡La alegría es siempre doble alegría y la pena, media pena, cuando es posible compartirla! ¡Jugar nos permite compartir y aprender con los otros!
Neurociencias y Liderazgo
Nuestro cerebro y el de nuestros colaboradores necesitan de ciertos cuidados para disponer de todo su potencial Nse. Marita Castro LinkedIn: Clic aquí.
Uno de los factores más importante que todo líder debe tener presente es el de crear contextos laborales de baja amenaza (sin estrés agudo y negativo) que brinden seguridad, desafíos y motivación para generar un estado de alerta relajado que impulse a la UCCM (unidad cuerpo cerebro mente) a emplear con todas sus capacidades cognitivas, ejecutivas y emocionales para llevar adelante los objetivos y tareas que deben realizarse cotidianamente en toda organización.
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Cuando la UCCM percibe peligro por conflictos, exceso de trabajo, exigencias que superan la etapa en que una persona se encuentra, poco descanso, cambios bruscos y falta de reconocimiento ―entre muchas otras situaciones laborales― enciende el sistema de alerta. A partir de esto se producen modificaciones en el cerebro y en el cuerpo para enfrentar las problemáticas: se libera noradrenalina en el cerebro y adrenalina en el cuerpo para contar con altos niveles de energía que nos permitan tener la fuerza muscular para huir o afrontar al enemigo (esto se debe a que vivimos el estrés como si un león nos eligiera para ser su posible almuerzo). Este sistema diseñado para resolver peligros a corto plazo, ―como, por ejemplo, escapar de un predador (estrés agudo)― se vuelve en nuestras vidas “civilizadas” una limitación debido que la UCCM disminuye de un modo muy alto su eficacia y productividad. De este modo, el organismo al estar preparado para enfrentar el “peligro” consume oxígeno y glucosa, dejando las áreas más elevadas del cerebro con el mínimo suministro.
Nuevos descubrimientos han presentado que incluso a pocas horas del inicio del estrés agudo las neuronas del hipocampo (área cerebral asociada al aprendizaje) comienzan a verse afectadas, lo que restringe la capacidad de recuperar y almacenar recuerdos o, inclusive, de recordar la tarea o agenda del día. El líder debe considerar los efectos del estrés agudo en el quehacer cotidiano y también los nocivos del estrés sostenido en el tiempo (estrés crónico). Esto afecta seriamente la salud física y emocional de las personas, por lo que generará un problema mayor a futuro para la organización.
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Al igual que otras especies, los homo sapiens sapiens tratamos de maximizar y acercarnos a las recompensas y minimizar, evitar y alejarnos de las amenazas. Esto hace que nuestra atención se vea atrapada en alcanzar aquello que activa la vía del placer cerebral (garantía de supervivencia - núcleo accumbens) o escapar de todo lo que estimule la vía del dolor (peligro de supervivencia - amígdala). Investigaciones en Neurociencias aplicadas al ámbito organizacional consideran que hay diversos factores que disminuyen la sensación de amenaza y activan los de recompensa en las personas que forman parte de las empresas. Entre ellos se encuentran el estar atentos como a las necesidades de: seguridad y certeza, sentimiento de unidad grupal, trato justo, reconocimiento, estatus, sensación de autonomía y sentir que es posible comunicarse con los jefes y directivos. En este artículo veremos estatus, sensación de autonomía y comunicación; los otros puntos puedes
profundizarlos en: Las respuestas de recompensa y amenaza en las organizaciones, artículo publicado en el sitio web de Asociación Educar (www.asociacioneducar.com). Estatus: Se dice que el trabajo dignifica al hombre, pero no todas las tareas son vistas del mismo modo. Algunas se consideran más y otras menos importantes, sin embargo todas son una pieza de gran valía en la cadena de actividades que hacen a los objetivos y resultado final de toda organización. Si un miembro de la organización siente que es reemplazable o que es una parte sin valor dentro de un engranaje, hará su trabajo desmotivado, sin interés, no tendrá iniciativa y acumulará sentimientos negativos hacia sus jefes, directivos y clientes.
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Por esta razón, un líder debe conocer lo que significa el estatus para la UCCM. El estatus social no es una característica solo de nuestra especie, ni del ámbito laboral: en los animales implica mayor acceso a la alimentación y cuidado por parte de los individuos de la manada. Por ello se torna tan importante ser reconocido, ya que produce la sensación de que la supervivencia no se encuentra en riesgo y libera al cerebro para poder enfocar su atención en otras áreas. Una de las características del cerebro es que está atento a hacer comparaciones y a través de ellas toma decisiones. Los humanos si no nos damos cuenta de esta tendencia, vivimos evaluando el modo en que los encuentros sociales mejoran o empeoran nuestro estatus y el ámbito laboral es un encuentro social diario. Trabajos de investigación realizados por Hidehiko Takahashi, investigador del departamento de Neuroimagen Molecular del Instituto Nacional de Ciencias Radiológicas de Japón, presentan que cuando alguien siente que la comparación con otra persona no lo favorece, surge la respuesta de amenaza. La sensación de bajo estatus eleva los niveles de hormonas del estrés, de forma similar a las de contextos de privación del sueño y ansiedad crónica. Al comprender el papel que juega el estatus, los líderes pueden advertir la necesidad de evitar o ver variables posibles para algunas las prácticas organizacionales generadoras en
los empleados de respuestas de amenazas. Por ejemplo, las evaluaciones de desempeño suelen provocarlas si se perciben como un marcador de estatus. Los medios para que alguien sienta que su labor importa y que es reconocida no son solo los ascensos o recompensas monetarias ―algo que muchas veces el líder no puede decidir por sí solo, o no están dadas las condiciones en el medio para aplicarlos o no es posible dar a todos este tipo de estímulo―. Sin embargo, un líder sí tiene la posibilidad de valorar el trabajo de la gente de su equipo y reconocer francamente que cada persona hace al éxito de la organización. Por ejemplo, la percepción de estatus aumenta cuando la gente recibe un elogio. Decirle “¡Excelente trabajo!” y mostrarle el resultado final de un logro de objetivos o exhibir cómo todos han sido parte de éste; mirar con aprobación, agradecer lo hecho, etc., de modo personal, enciende las mismas zonas de recompensa del cerebro (área tegmental ventral y núcleo accumbens) que se activarían ante un reconocimiento económico inesperado. Incluso también genera esto ver en la pantalla de la computadora la frase: "Buen trabajo", según mostraron experimentos realizados por Keise Izum del Departamento de Psicología de la Universidad de Nueva York. Claro que un buen líder no cederá la posibilidad de dar su valoración siempre a través de un mensaje por email o chat, pero no debe dejar de verlo como un buen medio para mantenerse cerca de su gente.
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Autonomía y comunicación: La autonomía es un concepto de la filosofía y psicología evolutiva que expresa la capacidad de un individuo para trazarse normas o reglas a sí mismo, que guiarán su comportamiento. Cuando las personas pueden manejar su trabajo y tomar ciertas decisiones se sienten con autonomía, lo que libera en el cerebro neurotransmisores como la serotonina, que produce la sensación de seguridad.
Si ayudamos a que los miembros de un equipo de trabajo se sientan autónomos, también los impulsaremos a ser responsables, a tener mayor seguridad en sí mismos y a comprometerse con su tarea u objetivos de la empresa. Es tan importante la sensación de control que desde una mirada evolutiva se sabe que cuando un animal se enfrenta a situaciones de estrés el grado de control que sienta tener sobre éstas determinará si ese factor socavará su capacidad para actuar adecuadamente y será victima de la circunstancia o podrá afrontarla. De manera similar, en una organización, cuando la gente percibe que puede ejecutar sus propias decisiones sin demasiada supervisión el estrés estará bajo control. Presentarle a la gente opciones, o permitirle que organice libremente su propio trabajo, provoca una respuesta de menor estrés que si se le imponen instrucciones y rígidos modos de actuar. No obstante, esto no significa que no haya normas. La autonomía va de la mano de la sensación y capacidad de que se puede ejercer control sobre el medio ambiente laboral (inconvenientes o desafíos). A mayor sensación de control menor nivel de estrés; por el contrario, a menor nivel de control, todo se vive como más estresante, lo que termina afectando la salud y el desempeño laboral.
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Lograr que el personal pueda sentirse responsable de su tarea y con capacidad para afrontar las situaciones y resolverlas es uno de los objetivos que debe alcanzar un líder. Debido a que la autonomía y la seguridad están enlazadas, y si bien las decisiones siempre deberán cumplir ciertos parámetros que fija la empresa, saber que es posible intervenir en el modo de trabajar y manejar las tareas ―aun en escalas pequeñas― es muy saludable. Lo que debe quedar en claro que ante situaciones nuevas, especiales o donde no hay parámetros con cuales compararlas, se conversará con jefes y directivos. Son ellos quienes deben estar abiertos a dar ese espacio de consulta en el cual la persona pregunte qué hacer y aprender para que en próximas oportunidades pueda afrontar sola una situación similar. Esta línea de comunicación produce que los empleados crezcan en su tarea y genera la sensación de que se forma parte de un equipo en constante mejora.
Jefes, líderes y directivos con los que es posible entablar una conversación asertiva dan sensación de transparencia. La comunicación y el buen manejo de ella hacen que las personas aprecien que todos tienen valor, lo que activa el circuito de recompensa. Esto se vuelca luego en la manera que las personas y equipos se comunican entre ellos. Finalmente, la buena comunicación se trasmite en un buen servicio y atención al cliente, ya que las personas están motivadas a atender a los otros como ellos son atendidos por la empresa. Las neuronas espejo pueden explicar lo anterior, ya que contribuyen a la capacidad humana de aprender por imitación y de contagiar nuestros estados de ánimo y acciones a otros. Estudios realizados por su descubridor, el Neurobiólogo Giacomo Rizzolati, presentaron que la percepción de un rostro moldea los músculos faciales de quien lo observa y también activa estructuras internas del sistema nervioso central, como el área sensoriomotora. Los directivos y líderes que comprendan cómo sus acciones influyen en el modo de actuar de su equipo y en lo importante que es cuidar cada cerebro gozarán de una capacidad de liderazgo que hará que su empresa se distinga notoriamente del resto al cumplir con una función social trascendente y alcance, a la par, mejores resultados. Bibliografía:
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Chiaoa JY, Haradaa T, Obyb ER, Lia Z, Parrishc T, Bridgea DJ. Neural representations of social status hierarchy in human inferior parietal cortex. Northwestern University, Department of Psychology. Neuropsychologia, Volume 47, Issue 2, January 2009, Pages 354–363. DOI: 10.1016/j.neuropsychologia.2008.09.023 Rock D. Your Brain at Work: Strategies for Overcoming Distraction, Regaining Focus, and Working Smarter All Day Long. Publisher: HarperBusiness. ISBN-10: 0061771295 Curso de Neurociencias y Liderazgo “Neuroliderazgo”. Asociación Educar, www.asociacioneducar.com
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