DRAKONTOS
Leontxo García
Ajedrez y ciencia, pasiones mezcladas Prólogo de José Antonio Marina
CRÍTICA
DRAKONTOS
Leontxo García
Leontxo García (Irún, 1956) es uno de los periodistas de ajedrez más prestigiosos del mundo, especialista del diario El País (desde 1985) y Radio Nacional (desde 1986). El Gobierno español le concedió la Medalla al Mérito Deportivo en 2011, y ha recibido varios premios
internacionales. Escritor, conferenciante, investigador, presentador y comentarista de torneos, es un experto en pedagogía y aplicaciones sociales del ajedrez.
Ha visitado casi cien países.
Imagen de cubierta: © Alex Ferreiro (www. alexferreiro.com) Diseño de colección:© Jaime Fernández
Ajedrez y ciencia, pasiones mezcladas
DRAKONTOS Director:
JOSÉ MANUEL SÁNCHEZ RON
Ajedrez y ciencia, pasiones Illezcladas
Leontxo García
Prólogo de
José Antonio Marina
CRÍTICA BARCELONA
Ajedrez y ciencia, pasiones mezcladas Leontxo García
No se permite la reproducción total o parcial de este libro, ni su incorporación a un sistema informático, ni su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio, sea éste electrónico, mecánico, por fotocopia, por grabación u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito del editor. La infracción de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delito contra la propiedad intelectual (Art. 270 y siguientes del Código Penal) Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita reproducir algún fragmento de esta obra. Puede contactar con CEDRO a través de la web www.conlicencia.com o por teléfono en el 91 702 19 70 I 93 272 04 47
� Leontxo García, 2013 v Editorial Planeta S. A., 2013 Av. Diagonal, 662-664, 08034 Barcelona (España) Crítica es un sello editorial de Editorial Planeta, S. A.
[email protected] www.ed-critica.es www.espacioculturalyacademico.com
ISBN: 978-84-9892-552-4 Depósito legal: B. 7646 - 2013
2013. Impreso y encuadernado en España por Huertas Industrias Gráficas S. A.
A mi Dama, M" Carmen, y mi Alfil, Mikel
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Agradecimientos
M propusieron escribir este l ibro durante una comida. N o podía is amigos José M anuel Sánchez Ron y Arturo Pérez Reverte me
negarme, y menos aún tras la excelente acogida de Carmen Esteban, directora de Editorial Crítica, su excelente equipo (con mención espe cial para Raquel Reguera) y la ayuda de mi agente literaria, Raquel de la Concha. Por si faltara algún estímulo, nada menos que José Anton io Marina se ofreció a escribir e l prólogo. S i la calidad no es la que se espera de mí, la culpa será sólo mía, porque todos los aquí citados me han ayudado con gran generosidad . Probab lemente me olvido de alguien, y bien que me duele. Pido dis culpas. Amigos o colegas : Á ngel Asensio, Jesús Boyero, Julio Feo, Feman do Femández, Pepa Femández, I nés Goñi, Paco H emanz, Raymond y Annette Keene, Stefan Loffler, Mauricio Perea, N adj a Wittmann y Car los Urtasun. C ientíficos o expertos en alguno de los asuntos tratados en el l ibro: Rafael Andarias, H i lario Blasco, Luis B l asco, Jordi Camí, Santiago Cousido, Amador Cuesta, José I gnac io Emparanza, Sergio Estremera, Javier de Fel ipe, hermanos Ferriz (Andrés, Rodrigo y Roberto), Joaquín Femández Amigo, Santiago Femández, Jesús de la Gándara, Jesús Gar cía Callejo, Femand Gobet, Jorge I gual, Enrique I razoqui, Guil lermo I sidrón, M iguel I l l escas, Esteban Jaureguizar, Ramón López de Mánta ras, Femando M aestú, José Félix M artí Massó, Pablo M artínez Lage,
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Juan Antonio M ontero, Femando Mosquera, I ker Oj er, Antonio Orbe, Ramón Padul lés, Ignacio Palacios-Huerta, José M aría Peña, Joaquín Pérez de Arriaga, Judit Polgar, Adriana Salazar, Pablo San Segundo, José Luis Sirera, Juan José Sosa, M arcel ino S ión, Mercedes y José Luis Torres-Quevedo, Jorge Wagensberg, Javier Yanguas y Pedro Zufiría.
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Prólogo
es recomiendo que lean este l ibro, sean o no aficionados al aj e drez. El mundo del aj edrez es fascinante, m i sterioso, divertido, profundo. Y Leontxo Garc ía escribe alternando e l rigor de un científi co, la pasión de un enamorado, e l fervor de un apóstol , la paciencia de un pedagogo, y el interés por la noticia de un periodista de raza. ¿ Por qué es tan fascinante el mundo del aj edrez? Sólo puedo darles mi opinión. Me parece un microcosmos complej ísimo, l i mitado e i limi tado a la vez, que revela los grandes recursos de la intel igencia humana y su forma de encararse con los problemas. Lo curioso es que en ese microcosmos está representado el mundo real, con sus pasiones, estra tegias, razones, riesgos. Es un mundo de férreas leyes lógicas, donde, sin embargo, la inventiva del j ugador produce bri l l antes sorpresas, y las emociones del j ugador pueden causarle fracasos estrepitosos. Ade más, el aj edrez tiene un aura l egendari a, que se pierde en la hi storia, y sus grandes protagon i stas también se presentan como capaces de ha zañas asombrosas. Entre el los hay celos, recelos, odios e incluso en frentamientos pol íticos . Contadas por Leontxo, estas h istorias resul tan apasionantes. A l autor le interesa mucho la apl icación pedagógica del aj edrez y es partidario de introducirla masivamente en las escuelas. La segunda parte del l ibro se titula « E l aj edrez enseña a pen sar» . H ace acopio de bibl iografía que apoya su tesis, pero también dedica muchas páginas a conversar con Femand Gobet, que ha criticado duramente la mayor
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parte de los estudios que defienden la uti l i dad del aj edrez para desa rrol l ar la concentrac ión, la memoria vi sual , el razonamiento lógico, la toma de decisiones . Tal vez la conclusión más sensata es afi rmar que parece confi rmado su influj o positivo en la educación, sobre todo si se uti l iza el aj edrez, y el interés que provoca, como una herram ienta pe dagógica para fortalecer las capac idades mencionadas . Hay, tal vez, un elemento que para mí tiene una espec ial relevan cia en la educación . El estudio del aj edrez -y en espec ial los progra mas informáticos para j ugarl o- nos han proporc ionado una informa ción extraordinaria acerca de cómo aprende y funciona el cerebro humano, y eso me parece espec ial mente importante . Leontxo Garc ía dedica a este colosal asunto la tercera parte de su l ibro, en la que cuen ta la larga hi stori a de los enfrentam ientos entre los grandes programas Deep Thought y Deep B lue con Kaspárov, que aún recuerdo que se presentaron como un enfrentamiento entre la intel igenc ia humana y las máquinas. Espero que disfruten con la hi storia. Y si no entienden la transcripción de las partidas, sáltenselas y sigan la estupenda narra ción que hace el autor. ¿Por qué me parece tan importante el estudio del aj edrez y de los programas e lectrónicos para comprender e l aprendizaj e y la inte l igen cia? Se trata de una anécdota biográfica. Voy a citar de memoria -es dec ir, tal como l a informac ión ha actuado en mi memoria- y espero no cometer muchas inexactitudes. C uando Kaspárov venció a Deep Thought, comentó ante los periodi stas : « H a sido fác i l , porque l a má quina no tiene senti miento de peligro» . En aque l l a época yo estudiaba la relación de los sentimientos con la intel igencia, y estaba leyendo un l ibro de Krogius (Psychology in Chess) en el que señalaba la impor tanc ia que ten ía en el entrenamiento de los aj edreci stas rusos la per cepción inmediata de « l íneas de fuerza», « l íneas de dirección» o «zo nas de peligro o debi l i dad» . Para mí era interesante, sobre todo, su afirmación de que esta capac idad la conseguían cargando la memoria de información, y aprendiendo a manej arla toda a la vez para recono cer esos patrones complej o s . De ahí la necesidad que tienen los gran des j ugadores de aprender muchas partidas de memoria. Al parecer, Deep B lue posee una biblioteca de m i llones de partidas . Comprendí entonces lo que quería decir Kaspárov al mencionar la insensibi l i dad
Prólogo
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al pel igro de la máquina. Este ej emplo me hizo cambiar mi idea de la memoria y de su papel en la inte l i gencia. Los estudios de inteligenc ia artificial ap licada al aj edrez también infl uyeron dec isi vamente en el modelo de intel igencia con el que tra baj o . En mi modelo, la intel igenc ia está estructurada en dos pisos, co piando la estructura de los programas informáticos de aj edrez. La parte de abaj o -lo que l l amo «intel i gencia computac ional» o «inteligencia generadora» - manej a la informac ión y produce ocurrencias, ideas (o j ugadas de aj edrez). El segundo piso -la intel igencia ej ecutiva- se encarga de la evaluación de los productos de la inteligencia computa cional . En los programas de aj edrez, la intel igencia computac ional es su capac idad de cálculo. La intel igencia ej ecutiva es el programa que tiene que eval uar esos m i l lones de j ugadas calculadas para seleccionar la mej or. Una función de extremada dificultad . Como han podido comprobar, escribir este prólogo me ha servido no sólo para recomendar la lectura del l ibro, sino para agradecer al aj edrez la importancia que ha tenido en mis estudios sobre la inteli genc ia. Y me parece j usto hacer este reconocimiento ante Leontxo Garc ía, a quien considero «mini stro plen ipotenc iario del aj edrez» . JosÉ ANTONIO MARINA
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Introducción del autor
n 1 983 descubrí que el aj edrez es una mina de oro muy poco ex
E plotada desde el punto de vi sta periodístico, por sus apasionantes
conexiones con la ciencia, el arte y la cultura en general, y por su enor me cantidad de personaj es fascinantes. M i trabaj o como periodi sta, conferenciante y comentari sta de torneos durante los últimos 30 años (fui j ugador durante los diez anteriores) ha cons istido en extraer ese oro, pul irlo y mostrarlo a lectores (El País y rev ista Jaque, principal mente), escuchantes ( Radio N ac ional de España) y te lespectadores (TV E ) . Y todavía me queda mucho oro por sacar. Para disfrutar y comprender todo lo que cuento en este l i bro no hace falta saber nada de aj edrez, ni siquiera las reglas del j uego . H e elegido l a s hi storias q u e cuento en l a s partes primera y tercera -todas l i gadas a la ciencia- porque pueden interesar a gentes de cualquier edad y nivel cultural, ya que tocan asuntos cuya repercusión l l ega mu cho más allá de lo que ocurre en un tablero de 64 cas i l las. Por qué hay tan pocas muj eres en el aj edrez, cómo es pos ible que la mayoría de los j ugadores tenga una memoria asombrosa, cómo funciona su cerebro o la relación del deporte mental por excelenc ia con la locura, el dopaj e o las matemáticas son preguntas que muchos ci udadanos curiosos se han hecho alguna vez. Y he actual i zado las respuestas con los últimos descubrimientos, propiciados por la tecnología moderna. Las conexiones del aj edrez con la informática (y sus antecesores) tienen un interés aún mayor, y por eso dedico muchas pági nas a un
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relato cronológico que empieza en el siglo xv111 y aún no ha termi na do. A todos nos gusta que una computadora nos resuelva tareas peno sas s i n esfuerzo, pero la perspecti va de que una máquina j ugase al aj edrez mejor que e l campeón del mundo l legó a produc ir terror en mucha gente . Incluso hoy, es frecuente encontrar personas a quienes les cuesta asumir que los ordenadores también han sido creados por seres humanos . H ace ya años que esos monstruos de silicio j uegan perfectamente a las damas, el tres en raya, el backgammon, etc . Pero ni siquiera la computadora más potente del mundo j uega perfectamen te al aj edrez, porque e l número de partidas di stintas posibles es mayor que el de átomos en el uni verso entero conoc ido. Todo indica que el aj edrez seguirá si endo un campo de experimentac ión para la inte li gencia artificial durante muchos años. Además, el aj edrez es muy úti l desde e l punto de vi sta pedagógico. Por ello confío, hum i l demente, en que la segunda parte de esta obra sea de gran interés para muchos l ectores. Creo que doy argumentos más que suficientes para demostrar esa uti l i dad, sobre todo en los co legios y en el retraso del envej ecimiento cerebral (que, a su vez, puede retrasar mucho e l Alzheimer y otras demencias seni les). Pero también para muchos grupos con riesgo de exclusión social : ciegos, hiperacti vos, autistas, Asperger, enfermos mentales, desempleados, indigen tes, rec lusos, ex drogadictos . . . Conozco experienc ias muy positi vas (casi todas en España) de apl icac ión terapéutica del aj edrez en esos ámbitos. Invito al lector a entrar en una mina fascinante, l lena de tesoros. Insisto : es enorme, y resulta imposible visitarla entera en una sola in cursión. S i el lector se queda con ganas de más, intentaré seguir sacan do oro durante otros 30 años.
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Los misterios del ajedrez
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¿Por qué las muj eres juegan peor?
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inares, febrero de 1 994. Se disputa la primera ronda del X I I Tor neo I nternacional . J udit Polgar aprovecha para ir al baño mientras su rival piensa, y al l í -en el servicio de señoras- se encuentra a Gari Kaspárov, lavándose las manos. ¿ Despiste del campeón del mundo? N o exactamente ; más bien, una cuestión de costumbres automatiza das : era el quinto año consecutivo que Kaspárov j ugaba en L inares, y en los cuatro anteriores no hubo muj er alguna entre los partic ipantes; por tanto, él ganaba tiempo y comodidad uti l i zando e l baño de las da mas, que sus colegas frecuentaban menos que el de cabal leros. J udit recuerda la escena con n itidez: «Ambos nos miramos, pre guntándonos qué hacía el otro al l í , aunque por razones diferentes. No me enfadé en absoluto, me parec ió una anécdota muy divertida, y al mi smo tiempo muy significativa, porque mi presencia en Li nares por primera vez iba a cambiar algunas costumbres de los j ugadores». En efecto, ese pequeño incidente simbol iza uno de los mayores mi sterios de la extensa h i storia del aj edrez: ¿por qué, en general, las muj eres j uegan peor que los hombres, si partimos de que el promedio de l a capacidad intelectual de ambos sexos es s i m i l ar? Con esta ú ltima palabra no me refiero a que los cerebros de hombres y muj eres sean iguales (no lo son ), sino a que, sumadas las cualidades aloj adas en los hemi sferios izquierdo y derecho de cada sexo, la potencia intelectual de ambos es como mínimo igual ( personalmente, estoy convenc ido de que, en general, las muj eres emplean mej or su inte l i gencia). Desde
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esa base de partida, hay dos grandes teorías, avaladas por estudios científicos, y me temo que no será posible asegurar taj antemente cuál es la correcta hasta que sepamos sobre el cerebro humano mucho más de lo que sabemos ahora: a) Desde el nacimiento, las muj eres están menos dotadas para ám bitos cuantitativos -matemáticas, fís ica, ingeniería, etc .- y más para la comunicación, la sensibil idad y el cuidado de la fami l i a; es lo que sostienen, por ej emplo, Machin y Pekkari nen, en un trabaj o de 2008, basado en el anál isis del informe P I SA en 40 países. b) Ambos sexos nacen con el mi smo potencial intelectual, pero diversas circunstancias socioculturales van marcando diferen cias desde la niñez, que se acrecientan en la edad adulta; por tanto, la escasez de muj eres que se ded iquen profesionalmente a los citados ámbitos se debe a las tendencias soc iales -o, di rectamente, a la di scriminac ión sexual- imperantes en mu chos países. Por ej emplo, también en 2008, Hyde y otros de muestran que los resultados en matemáticas de chicos y chicas en E E . U U . son ahora similares, a pesar de que en los años se tenta había una significativa diferencia a favor de los varones. Particularmente interesante, y muy sorprendente, es el hallazgo de Fryer y Levitt en 20 1 O: en Bahréin, un país muy machi sta, las niñas obtienen mej ores resultados que los n iños en matemá ticas . Y e l l o tiene una exp l icación muy convincente : en mu chos países musul manes, la formación rel i giosa ocupa más ho ras en los niños que en las niñas, lo que reduce o aumenta el tiempo dedicado a las matemáticas. E l lector ya habrá ad ivi nado que e l autor de este l i bro opta por la b ) , y suscribe lo que sostienen Kane y M ertz en 20 1 2 : las muj eres bien educadas y en situac ión económ ica saneada obtienen resultados mucho mej ores que l as demás en campos supuestamente más apro piados para los hombres, según la teoría resumida en a). Ahora bien, si nos referi mos al aj edrez, éste sólo es el principio de la discusión, y aún estamos muy lej os de agotarl a, porque hay vari os factores que
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a l imentan l a duda, a pesar de todo, e inc itan a un aná l i s i s mucho más profundo. La enorme diferencia se sintetiza en un dato : hasta la irrupción de las hermanas Polgar -de las que l uego escribiré deta l ladamente-, poquísimas muj eres lograron resultados suficientes para estar consi deradas entre los 5 00 mej ores del mundo entre 1 900 y 1 990. Aunque es difíc i l calcularlo con exactitud, probablemente sean sólo tres: la rusa, nacional izada británica, Vera Menchik ( 1 906- 1 944 ) y las geor gianas Nona Gaprindashv i l i ( 1 94 1 ) y Maia C h iburdan idze ( 1 96 1 ) . H oy (primavera d e 20 1 3 ) , l a s diez primeras d e l escalafón femenino están entre los 5 00 primeros ( aunque sólo Judit Polgar, 5 8 .ª, está entre los 1 00 primeros; l l egó a ocupar el 8.0 puesto en 2004-200 5 ) , las diez siguientes no se encuentran lejos, y la tendencia es c laramente alcista. No es superfluo recordar que muchas muj eres j ugaban al aj edrez en la Edad M edia. De hecho, suponía la excusa perfecta para entrar en la habitación de una dama. Cuentan las leyendas que el caballero francés H uon de Burdeos, un hombre muy guapo, fue condenado a muerte por el rey. La princesa, excelente j ugadora, pidió clemencia, y el rey con testó : « Le daré una oportunidad : disputaréis una partida de aj edrez. Si pierde, será decapitado; si gana, pasará una noche contigo» . Según los cronistas, la azorada j oven tuvo que hacer grandes esfuerzos para de j arse ganar. Pero el cabal lero rechazó el premio y causó la ira de la princesa, que exc lamó: «Si lo l l ego a saber, te hubiera aplastado». Sería demasiado simp l i sta resolver la di scusión diciendo que el supuesto mi sterio no es más que un reflej o de la di scriminación secu lar de las muj eres en casi todos los países del mundo, porque las dife rencias en aj edrez son mucho mayores que en otros ámbitos profesio nales, artísticos y c ientíficos. En cambio, un argumento aceptable para iniciar e l debate es que el número de j ugadores es muy superior al de j ugadoras, aproximadamente por 1 4 a 1 en 20 1 3 (de 20 a 1 a finales del siglo xx), si nos guiamos por las i nscripciones en la Federación I nternac ional ( F I D E ) . Varios estudios científicos de los últimos años (entre el los, H oward, 2005 ; B i lálic y otros, 2009; Knapp, 20 1 0) han discrepado i ntensamente sobre si las estadísticas que aduce cada uno son correctas, o si el argumento de la inmensa diferencia en el número de practicantes es suficiente para acl arar el susodicho m i sterio. Sobre ,
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este último punto, el sentido común indica que no y plantea una nueva pregunta: ¿por qué tan pocas muj eres j uegan al aj edrez? Y así, prácti camente volvemos a la cas i l l a de salida del debate . Antes de profundizar en los argumentos con más sustancia, con viene mencionar otros que deben tenerse en cuenta, pero sólo parcial mente, en competiciones mixtas de hombres y muj eres : e l de l a resis tenc ia física, que puede influir en partidas muy largas o en las últimas rondas de un torneo; y el de la menstruación, que suele afectar -aun que con intensidad muy diversa- al rendimiento deportivo e intelec tual de un alto porcentaj e de muj eres ; obviamente, cuando una aj edre ci sta decide ser madre, el embarazo tendrá una consecuenc ia negativa en su rendimiento deportivo. Tampoco voy a prestar mucha atención a la tesis del psicoanali sta y gran maestro Reuben F i ne, y otros seguidores de S igmund Freud : en el aj edrez, el rey enemigo simbol iza al propio padre; de acuerdo con e l complej o d e Edipo (todo hombre o d i a a su padre), l o s chicos j ugarían mucho más motivados que las chicas, dado que el complej o de E lectra (toda muj er odia a su madre) tiene menor influencia en el aj edrez, donde el obj etivo es matar al rey, aunque la dama sea la pieza más potente . El m i smo Fine, que l legó a estar entre los mej ores aj edrecis tas del mundo a mediados del siglo xx, expl ica de manera aún más pecul iar una costumbre practicada invariablemente por muchos j uga dores de todas las categorías : tocar casi todas sus piezas antes de ini c iar la partida, para centrarlas exactamente en las casi l las de sal ida. Agárrense antes de leer lo que Fine deduce de ello: un deseo frustrado de masturbac ión. Pasemos a interpretac iones más serias. Una teoría razonable es que el propio mundo del aj edrez es internamente machi sta, dado que la gran mayoría de los países del mundo lo son. Pero aquí conviene expl icar algo i mportante : l as muj eres pueden elegir entre torneos fe meninos o mixtos -siempre que acrediten la categoría mínima que suele exigirse para participar en cualquier competición-, pero los hombres no pueden j ugar en torneos de muj eres. Para i l ustrar este punto, recordaré lo que ocurrió en E spaña a finales del siglo xx, cuan do el Defensor del Pueblo, i nstado por eurodiputados social i stas, sos tenía que las muj eres estaban discriminadas en el aj edrez.
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El asunto tuvo eco periodístico, y se puso muy seri o . Tanto, que la Federación E spañola de Aj edrez ( F E DA ) emitió esta c i rcular, en la que exp lica que las competic iones femeninas desaparecerán desde 2002 : La Junta Directiva de esta Federación ha acordado proceder a una reforma en profundidad de su estructura de competiciones en lo que afecta al ajedrez femenino. Previamente, se han estudiado y valorado las siguientes cuestiones legales : a) La recomendación del I lmo. Sr. Defensor del Pueblo, de 1 5 -061 999, expediente: Q9805895, en la cual establece claramente que la Federación Española de Ajedrez debe tomar las medidas oportunas para que exista la posib i l idad de competir sin segrega ción por sexos, al no tener dicha separación una j ustifi cac ión ob jetiva basada en di ferencias psicofísicas u otras razones debida mente j ustificadas, así como sus resoluciones posteriores, en febrero y mayo de 2000, en las que se considera insuficiente el establecimiento de competiciones m ixtas y femeninas por parte de esta F EDA, cerrándose finalmente el expediente al compro metemos a seguir avanzando en las medidas que eviten la segre gación por sexos, según lo establecido en el artículo 8 de nues tros Estatutos . b ) L a inmediata respuesta del Consej o Superior d e Deportes, al mo dificar su Reglamento del Campeonato de España de la Juventud (Cadete escolar), en el que establece el carácter mixto obligatorio de las Selecciones Autonómicas. e) La recomendación del Síndic de Greuges de la Comunidad Va lenciana ( Síndico de Agravios, equivalente al Defensor del Pue blo en el ámbito de su Comunidad Autónoma), expediente: Quej a n.º 98098 1 d e 05-09- 1 999, e n el mismo sentido que la del Defen sor del Pueblo, adoptada por la Conselleria de Cultura i Educació de la Generalitat Valenciana en el ámbito de sus competencias y comunicada a la FEDA el 2 7 de septiembre de 200 1 .
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Asimismo se han tenido en cuenta los informes de nuestros técnicos y entrenadores especial izados. En particular los del director técnico y el director técnico de Promoción de la FEDA. Según estos informes y di versos contactos con los Sres. presidentes de Federaciones Autonómi cas, desde el punto de vi sta federativo y deportivo, la J unta Directiva ha valorado también las siguientes consideraciones: a) Todos los informes analizados l legan a la conclusión de que j ugan do los torneos con carácter mixto se conseguirá, a medio plazo, un significativo aumento del nivel general de j uego de las participantes femeninas, al ser superior el nivel de exigencia competitiva. b) Se considera negativa la dinámica actual de competición de la ma yoría de nuestras jugadoras, puesto que al final de cada temporada han disputado el 80 % de sus partidas entre ellas mismas, en los distintos Campeonatos de España establecidos por la FEDA. c) La posibi l i dad de participar en torneos mixtos no ha sido uti liza da en la práctica. Por ejemplo, no hubo ni una sola inscripción de representantes femeninas en los mixtos de los Campeonatos de España de edades, Oropesa 200 1 . Tampoco, en los tres últi mos años, hubo un mínimo aceptable de inscripciones femen i nas en los Campeonatos de España J uveni l y Absoluto. d) Se constata que la gran mayoría de Federaciones Autonómicas ya están jugando, en mayor o menor grado, sus Campeonatos Au tonómicos con carácter exc lusivamente mixto. Asimismo se aprec ia una notable mej ora de resultados en las representantes femeni nas de las federaciones que vienen empleando este siste ma desde hace varios años. e) Los resultados internacionales de nuestras representantes femeni nas, salvo meritorias excepciones puntuales, no están en consonan cia con el nivel relativo de la FEDA en cuanto a número de j ugado res con Elo F I DE, número de torneos que se celebran en España u otros parámetros similares. Tampoco se han obtenido Normas. f) Determinadas Federaciones Nacionales ya están di sputando sus campeonatos sin distinción de sexo. Algunas, además, inscriben a sus representantes en las pruebas individuales mixtas (o «mas culinas») de la F I DE .
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Por todo ello, la Junta Directiva llega a la conclusión de que, muy probablemente, la raíz del problema, desde el punto de vista estricta mente federativo, está en el hecho de elevar a categoría de competición diferenciada lo que es, simplemente, la evidencia de un desequi librio cuantitativo y cual itativo entre un segmento o colectivo de deportistas y el conj unto del ajedrez español. No es tarea de la F EDA el análisis socio lógico y cultural del problema, sino la fría constatación de los datos que delatan las desviaciones «endogámicas» del sistema de competiciones oficiales actualmente en vigor para el ajedrez «femenino». Tan sólo el hecho de que la F I D E siga manteniendo, de momento, la división por sexos de sus competiciones oficiales ( aunque en realidad de lo que se trata es de que hay campeonatos «mixtos» y otros reservados a deportis tas del sexo femenino) nos podría autorizar a tratar al «ajedrez femeni no» como un grupo de trabaj o diferenciado, con el objetivo de potenciar su nivel . Creemos queda suficientemente demostrado, con los datos aporta dos, que dicho objetivo no se cumple con el mantenimiento de la catego ría «femenina» en nuestro sistema de competiciones ofic iales, que, en nuestra opinión, dificulta en gran medida la necesaria « inmersión» del ajedrez «femenino» en las competiciones mixtas. Según lo expuesto, se toman los siguientes acuerdos : 1 . La F E D A organizará a partir del año 2002 l o s campeonatos de España establecidos en el calendario oficial exclusivamente con carácter mixto. 2 . Las plazas clasificatorias obtenidas por las j ugadoras en los Cam peonatos Femeninos del presente año serán vál idas para el co rrespondiente Campeonato Mixto del año 2002 . 3 . Durante el período 2003-2004 (mandato de la actual Junta Direc tiva), cada Federación Autonómica tendrá derecho a un mínimo de dos plazas para cada Campeonato de España Individua/, sien do necesario que una de estas dos plazas la ocupe una j ugadora. 4 . La Dirección Técnica elaborará una normativa para establecer criterios públicos y objetivos de clasificación de las j ugadoras en las Competiciones oficiales «femeninas» de la F I DE, dando una
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especial relevancia a las actuaciones de las mismas en los respec tivos Campeonatos de España, acorde con el sistema de li stas vi gente en la actualidad. 5 . La F E DA garantizará un esfuerzo presupuestario igual o superior al actual para la formación, promoción y preparación de las j uga doras consideradas promesas o candidatas a representar a España en cualquier competición internacional . 6. La Junta Directiva elaborará el desarrollo reglamentario necesa rio para llevar a cabo estos acuerdos, presentándolo a la Comi sión Delegada de la Asamblea General para su estudio y aproba ción, si procede, antes del 28 de febrero de 2002 . Finalmente, la J unta Directiva acuerda recomendar a todas las Fede raciones Autonómicas Integradas la adopción de medidas en el mismo sentido que las comunicadas en esta circular. Firmado : Ramón Padul lés Argerich, Secretario General.
S i n embargo, varias j ugadoras españolas mostraron ya entonces su di sconform idad en man i festaciones a la prensa, negaron que hubiera discriminac ión y pidieron ser protegidas como una minoría. Como Yudania H ernández, campeona de E spaña en ese momento : «Que las muj eres j uegan peor que los hombres es un hecho evidente, debido a factores educativos y sociológicos. Pero me temo que la deci sión de la F E DA va a ser traumática para la mayoría de las j ugadoras, profesio nales o aficionadas . La perspectiva de quedar en e l 5 0.º puesto de un Campeonato de España m ixto no es muy estimulante . Y o estoy pen sando seriamente en abandonar la alta competición y dar prioridad a mi carrera de derecho». Su opinión era compartida por las excampeonas de E spaña Móni ca Calzetta y Mónica V i l ar, entre otras muchas j ugadoras ( unas cua renta) que fi rmaron un escrito de protesta. Calzetta recalcaba: «La F E DA no dice nada sobre mantener premios en metálico para las mu j eres mejor c l as i ficadas en los torneos m ixtos. Y tampoco se ha dado cuenta de que las subvenciones que estábamos recibiendo algunas en nuestras comunidades autónomas corren peligro ahora» . Y sugería una medida alternativa: « E l i m inar paulati namente los torneos femeni-
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nos, empezando por los sub 1O y sub 1 2 , y estudi ar las consecuenc ias. Eso parece mucho más razonable». J u l i a Codina, de 13 años, era una de l as promesas del aj edrez fe menino español . Y fi rmaba esta opinión : « E l i m i nar las pruebas feme ninas sería ahogar a una minoría. Al igual que L uxemburgo, por ej em plo, no podrá tener nunca tantas atletas de él ite como Francia, las muj eres aj edreci stas tienen posib i l i dades remotas de ocupar los pri meros puestos. Eso provocará una desmotivac ión general . Lo que va a desaparecer no es sólo e l aj edrez femenino, sino l a mujer aj edrec i sta» . Por extraño que pueda parecer a las personas desconocedoras de la real i dad del aj edrez, la F E DA tuvo que revocar su dec isión en 2006 y reinstaurar en el calendari o oficial el Campeonato de España Femeni no Absoluto (todos los demás campeonatos nac ionales de edades, desde sub 18 hasta sub 8, siguieron siendo m i xtos). Y lo h izo por peti ción casi unánime de las propias j ugadoras, que argumentaron tres motivos princ ipales: l ) mientras la Federación I nternacional ( F I DE ) mantenga l o s torneos femeninos, es mej or q u e haya un Campeonato de E spaña Femenino; 2) si el Campeonato de E spaña es mixto (con decenas de j ugadores, por el l l amado «sistema suizo», que tiende a enfrentar a los participantes con la m i sma puntuación después de cada ronda), y se decl ara campeona de E spaña a la muj er mej or c las ificada, ese título será con frecuencia inj u sto porque, con ese si stema, dos j u gadoras pueden terminar con los mi smos puntos tras haberse enfrenta do a rivales de fuerza muy di stinta; 3) si el Campeonato de España es mixto, resulta más difíc i l coord inarlo con los autonómicos clasificato rios. Desde que los campeonatos nacionales absolutos volvieron a se pararse, la opinión favorable a e l l o sigue siendo mayoritaria, aunque sea contradictorio con el hecho de que chicos y chicas j ueguen mez clados en los campeonatos de edades .
La pubertad, momento crítico M uchos maestros de escuela de diferentes países, que no se conocen entre sí, me han contado lo mi smo, casi con idénticas palabras: « H asta la pubertad, la diferenci a en interés por el aj edrez y fuerza de j uego
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entre n i ños y niñas es pequeña o inexi stente . Pero j usto en ese mo mento, entre los 1 1 y los 1 3 años, la mayoría de las chicas huye despa vorida del aj edrez, mientras la mayoría de los chicos sigue j ugando» . Podría pensarse que ese m isterioso fenómeno se debe exc lusi va mente a cuestiones socioculturales: en la mayoría de los países del mundo, regalar una muñeca a un n i ño es casi tan raro como regalar un tab lero de aj edrez a una niña. En muchas culturas está asumido que «el aj edrez es cosa de hombres». Sin embargo, la tecnología moderna para estudi ar el cerebro (to mografía, resonancia magnética funcional , etc . ) empieza a revelamos descubri mientos fascinantes, aunque todavía estemos muy lej os de sa ber cómo funciona el órgano que más nos distingue del resto de los an imales, y las diferenc i as entre hombres y muj eres . Y quizá todo sea una cuestión de hormonas, como subraya Louann Brizendine, neuro psiquiatra y profesora en la U n iversidad de California, en sus muy in teresantes l ibros El cerebro.femenino y El cerebro masculino . Su te sis, basada en veinte años de investigación y consulta con pacientes, se resume en que los cerebros de ambos sexos son distintos, muy mar cados por l as hormonas mayoritarias respectivas. E l l o no quiere deci r q u e u n a muj er no pueda destacar en matemáticas; dado q u e tiene la inte l i gencia potencial para ello, puede hacerlo, pero su tendencia na tural irá en otra dirección. C i to algunos párrafos de la introducción de El cerebro femenino que encaj an perfectamente con el aj edrez, aun que la autora hable en general : « Sabemos actualmente que cuando los chicos y las chicas l legan a la adolescenc ia, no hay diferencia en sus apti tudes matemáticas y c ientíficas ( . . . ) . Pero cuando e l estrógeno inunda el cerebro femenino, las muj eres empiezan a concentrarse intensamente en sus emociones y en la comunicación: habl ar por teléfono y citarse con sus amigas en la cal le. A l mi smo tiempo, a medida que la testosterona inunda e l cere bro mascul ino, los muchachos se vuelven menos comunicativos y se obsesionan en lograr hazañas en los j uegos y en el asiento trasero de un coche. En la fase en que los chicos y las chicas empi ezan a decidir las trayectorias de sus carreras, el las empiezan a perder interés en em peños que requieran más trabaj o sol itario y menos interacciones con los demás, m ientras que el los pueden fác i lmente retirarse a solas a sus
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alcobas para pasar horas delante del ordenador ( . . . ) . E l hecho de que pocas muj eres terminen dedicándose a la ciencia no tiene nada que ver con defi cienc ias del cerebro femenino en las matemáticas». «( . . . ) E l cerebro femenino tiene muchas aptitudes úni cas : sobresa l i ente agi l i dad mental, hab i l i dad para invol ucrarse profundamente en la ami stad, capac idad casi mágica para leer las caras y el tono de voz en cuanto a emociones y estados de án imo se refiere, destreza para desactivar confl ictos. Todo esto forma parte de c i rcuitos básicos de los cerebros femeninos. Son los talentos con los que e l las han nac ido y que los hombres, francamente, no tienen. E l los han nac ido con otros talentos, configurados por su propia realidad hormonal». En el primer capítulo del mi smo l i bro, Brizendine responde cate góricamente a la duda citada más arriba sobre la muñeca y el tablero de aj edrez: «Una de mis pac ientes regaló a su h ij a de tres años y medio muchos j uguetes uni sex, entre ellos un vi stoso coche roj o de bombe ros en vez de una muñeca. La madre i rrumpió en la habitac ión de su hij a una tarde y la encontró acunando al vehículo en una manta de niño, meciéndolo y dic iendo : "N o te preocupes camionc ito, todo irá bien". Eso no es producto de la social ización. Aque l l a niña pequeña no acunaba a su "camioncito" porque su entorno hubiera moldeado así su cerebro unisex. No exi ste un cerebro unisex. La niña nac ió con un cerebro femenino, que l legó completo con sus propios impulsos. Las chi cas nacen dotadas de c i rcuitos de chicas, y los chicos nacen dota dos de circuitos de chicos. C uando nacen, sus cerebros son diferentes, y son los cerebros los que di rigen sus impulsos, sus valores y su mis ma real idad». Otro argumento para subrayar que las hormonas j uegan un pape l fundamental en este debate es el estudio de Joireman, Fick y Anderson, de finales de 20 1 1 , tras observar y anal izar el comportamiento de 1 00 j u gadores, cuya conc lusión no sorprenderá a los aj edrec istas de competi ción mascul inos : el subidón de testosterona que sienten al ganar una partida muy luchada, intensa o bel l a es similar al de un esquiador du rante un descenso a tumba abierta o un paracaidista en plena caída. H asta ahí, lo que dice el estudio. Ahora, m i interpretac ión. Si tene mos en cuenta que, por término medio, los hombres producen diez veces más testosterona que las muj eres, qu izá este descubri m iento nos
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ayude a entender por qué en el aj edrez de alta competición hay mu chos más hombres que muj eres : cuando ganan, el los disfrutan de una recompensa hormonal mucho más intensa que la de e l l as, y por tanto estarían mucho más motivados para j ugar. S i n embargo, en el no menos excelente l i bro Inteligencia y aje drez, M anuel Pérez apunta algo que podría cuestionar la afirmac ión anterior. Tras señalar que todavía no podemos afirmar a ciencia c ierta «cuál de los dos cerebros en conj unto, si el masculino o el femenino, es e l más apto que e l opuesto para las tareas aj edrec ísticas», apunta: «( . . . ) e l femenino d ispone de las consiguientes ventaj as proporc iona das por l as d iferencias anatómicas ( . . . ), a las que se añadiría la inesti mable ayuda de la hormona del estrógeno en funciones de ej ecutor, arrol l ador, potente y uti l itario, que colaboraría con las menores dosi s de testosterona pero sufic ientes para mantener el grado de agresividad en la misma i ntensidad que lo pueda hacer e l masculino. Todas e l l as (diferencias anatómicas y hormonales) seguramente tan funcionales como las de los mascul inos o más, para un combate tan suti l y menos violento (físicamente hablando) como es el aj edrez» . A la espera de que los próximos avances c ientíficos nos permitan conocer mejor el funcionamiento de los cerebros masculinos y feme ninos, l a conc lusión prov isional podría resum irse en que las muj eres, si quieren, pueden, pero generalmente no quieren, porque están mu cho más i nteresadas en otras cosas. Para reforzar esta idea, y por el interés intrínseco de sus biografías, conviene mucho que dediquemos las siguientes páginas a las muj eres que más di sgustos han dado a los hombres en un tablero de aj edrez.
Menchik y las heroínas georgianas Cuando v i sité varias c iudades de Georgia ( entonces república soviéti ca), en enero de 1988, comprobé sin lugar a dudas que sus mej ores aj edreci stas eran heroínas nac ionales, como los mej ores futbol istas en España. Pero j amás imaginé que ese conoci m iento me iba a ser de gran ayuda para superar severos controles de policía sin problemas cuando regresé al país, ya i ndependiente, casi nueve años después, en
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octubre d e 1996. Georgia acababa d e ganar l a medalla d e oro e n l a Ol impiada d e Aj edrez femenina e n la vecina Yereván (Armenia), y yo recorría en un automóvi l con chófer, de noche, el sinuoso trayecto de 300 k i lómetros desde Yereván hasta el aeropuerto de T i fl i s , la capital georgiana, con un control cada 50 k i lómetros, aproximadamente. Desde el primer encuentro con la policía georgiana, en la frontera, decidí saludar y rec itar seguidamente la alineac ión de las campeonas ol ímpicas : Chiburdanidze, Iosel ian i , Araj amia y Guri e l i . Eran pala bras mágicas, y ablandaban el rostro y el trato de m i s i nterlocutores uniformados, que me dej aban seguir v i aj e rápidamente con una sonri sa. Pero los guardias del último contro l , hac ia las tres de la madrugada en un lugar muy oscuro, tenían cara de pocos amigos. En cuanto el coche paró y me baj é , me pusieron contra una pared con las manos en alto. Así, de espaldas a los pol i c ías, mientras me cacheaban, volví a recitar la al ineación de sus heroínas y añadí, en ruso, « ¡ M edal la de oro en la Olimpiada de Aj edrez ! ¡ Soy periodi sta españo l ! » . Todo cambió: el sargento metió las manos entre unos matorrales, sacó una bote lla de champán georgiano y unos vasos de plástico, y así participé en el brin dis más surreal i sta de m i vida. Pero antes de profundizar en las interesantes h i storias de las heroí nas georgianas debemos hacer j usti ci a a la pionera Vera Menchik ( Moscú, 1906- Londres, 1944) , la primera muj er aj edreci sta que do blegó a varias estre l las de é l ite mundial. De padre checo y madre in glesa, en 1921 se mudó j unto a su fami l i a a Londres, donde se casó con el secretario de la Federación Británica de Aj edrez, R. H . S. Ste venson. Su carrera como campeona del mundo fue inmej orab le: logró el título a los 21 años ( Londres, 192 7 ) , con 10, 5 puntos de 11 posibles, y lo mantuvo hasta su muerte prematura, en 1944 (durante un bombar deo de la aviación alemana), tras defenderlo cinco veces como repre sentante de U RS S , Checoslovaquia o I nglaterra. Su rival femenina más encarnizada fue la alemana Sonia Graf (1908-1965 ) , pero la su perioridad de Menchik era manifiesta. Sólo perdió una partida de 83 ( 7 8 victorias y 4 empates) en duelos por e l títu lo . C uando la invitaron al torneo de Carl sbad 1 929, el austri aco Albert Becker la ridicul izó con la propuesta de que todo varón derrotado por e l l a debería integrar el C lub Vera Menchik. S i n embargo, él mi smo fue el primer mi embro
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de una l i sta de decenas, que incl uyó al campeón del mundo Euwe, y a maestros tan reputados como Saemi sch y Reshevky. Vol vamos a las georgianas. En las décadas de 1970-1990, era nor mal que si ete u ocho de las diez mej ores del mundo procedi eran de esa repúbl i ca caucásica de la U RS S . La expl icac ión nace en una trad ición del siglo xv1, cuando la dote nupc ial en Georgia incluía un tablero de aj edrez. Pero la explosión del deporte mental como pasión de masas se debió al Gobierno soviético y a N ona Gaprindashvi l i ( 1941), cam peona mundial de 1962 a 197 8 y primera muj er que recibió el títu lo de gran maestro absol uto ( mucho más meritorio que el de gran maestra) de la Federac ión Internac ional ( F I D E ) . A partir de entonces, las geor gianas coparon prácticamente la selección soviética, ganaron numero sas medallas de oro en las Ol impiadas de Aj edrez y, según su proce dencia soc ial, se convirtieron en ídolos de diferentes sectores de población. Así, a finales de los ochenta, los miembros del Gobierno y funcionarios simpatizaban con Gaprindashvi l i , los intelectuales con Alexandria y la j uventud con Araj amia, la gran promesa. Maia Chiburdani dze ( 1 96 1 ), campeona del mundo por primera vez a los 1 7 años, era la única que tenía muy repartidos a sus seguido res entre la población de su país, y fue la segunda mujer que logró el títu lo de gran maestro absol uto por acuerdo espec ial de la F I D E . Su timi dez y floj edad de carácter fuera del tab lero se transforman en agresividad y ansia de victori a con el fragor de la alta competición. Esta sorprendente metamorfosis podría tener su origen en las bochor nosas pal izas que la pequeña Maia, que aprendió a j ugar a los ocho años, recibía de su herm ana mayor cada vez que perdía. Un día, ante la inevitab le derrota que se avec inaba en una partida de torneo, Ch ibur dan idze fingió un dolor estomacal de forma tan sobrecogedora que fue evacuada en una ambulancia, l ibrándose así de la correspondiente tun da fraternal . Y a fuera por el pavor a la derrota o por el placer de la victoria, logró defender el título cuatro veces desde que se lo arrebató a Gapri ndashvi l i , en 197 8 , hasta que lo perdió ante la china Xie J un , e n 1991. Además logró el mejor resultado de u n a muj er en la hi storia (hasta entonces) al finalizar invicta en el tercer puesto del torneo V i l la de B i lbao, en 19 8 7 , tras vencer, entre otros, al yugoslavo Lj ubój evic, sexto del mundo en aquel momento. Divorciada tras un matrimonio
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muy corto («el peor error de mi v i da»), l i cenc iada en medicina, exper ta en lenguas clásicas y miembro del Parlamento georgiano hasta la desi ntegración de la U RS S , l uego dio preferencia a la re l i gión y a una vida casi ascética. Ahora (marzo de 2013 ) está inactiva, aunque por su cotización sigue entre las veinte mej ores del mundo. Un caso muy espec ial, digno de una película o novela es e l de Ele na Akhmi lóvskaya ( 195 7-2012 ) , rusa de nacimiento y residente en Georgia cuando ocurrió lo que rel ato a continuación. Los lectores me nores de 35 años tenderán a no creerlo . Pero si conocen la enorme importancia pol ítica y popularidad del aj edrez en la extinta U RS S , así como la falta de l ibertades en el país más grande del mundo, podrán comprender la trascendencia de lo que ocurrió en la O l impiada de Aj edrez de Tesalónica (Grec ia), a finales de noviembre de 198 8 . Era viernes, y la tensión e n cuanto a la medal la d e oro femenina era inmensa e inesperada. H asta entonces, las soviéticas habían logra do once oros en once ediciones, y casi siempre arrasando. Por ej em plo, Akhm i l óvskaya ( léase Aj m i l óvskaya) ganó l as diez parti das que j ugó en la edición de 197 8 , y en 19 8 8 era la subcampeona del mundo, tras perder ante Ch iburdan idze. Los periodi stas enviados a Tesalónica creíamos estar soñando cuando vimos cómo tres hermanas húngaras -Susan, Sofía y Judit Polgar, de 1 9, 14 y 12 años, respectivamente- vencían a la U RS S por 2-1 y cuestionaban a las todopoderosas sovi éticas . Ese v iernes, a falta de dos rondas, la U R S S aventaj aba por sólo medio punto a H ungría; los directivos soviéticos y los agentes del KGB que siempre viaj aban con la selecc ión nacional se mostraban sumamente nerviosos: volver a M oscú sin el oro podía equivaler a fuertes castigos o un destierro a Siberia. Para mayor dramatismo, el novio de I ldiko M adi, la suplente de las hermanas Pol gar, había muerto en acc idente de tráfico durante la O l i mpiada. Un amigo muy próximo a la delegación de E E . U U . me dio el soplo al anochecer: «Vete a cenar al hotel donde se aloj an los estadoun idenses y pégate a e l l os todo lo que puedas . A l go muy gordo está a punto de ocurrirn . Los testimonios que recogí posterio rmente me permitieron recons truir los hechos: hac i a las 2 3 . 00, Akh m i lóvskaya aprovechó la afición al vodka de los agentes del KG B para romper la rígida disciplina de su
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selección, sal ir di sparada de su hote l , alej arse unas cuantas calles y tomar un taxi con rumbo al Consulado de E E . U U . A l l í se casó con el entrenador de la selección estadounidense, John Donaldson, con quien había mantenido un i d i l i o durante un torneo en La H abana, en 19 8 5 . Tras l a boda, la parej a ej ecutó e l plan d e fuga a N ueva York, vía Fráncfort, elaborado m inuciosamente por dos famosos aj edrecistas que también se habían escapado ruidosamente de la U R S S años antes: Borís Gulko ( E E . U U . ) y Gennadi Sosonko ( Holanda). E l lector, por j oven que sea, no tendrá problemas para creer el res to : las Polgar ( a quienes dedicaremos las siguientes páginas) ganaron el oro de forma asombrosa; en Moscú rodaron cabezas cuando regresó la delegac ión de Tesalónica; Akhmilóvskaya fue triple campeona de E E . U U . , se divorció de Donaldson y se casó con un antiguo entrena dor, Georgi Órlov, que también se había escapado de la U RS S . Y así, por primera vez, se descubrió que las soviéticas no eran invencibles, aunque lo ocurrido para demostrarlo sea más propio de una novela de ficción. Akhm i lóvskaya murió el 18 de noviembre de 2012 , a los 5 5 años, por un cáncer de cerebro, en Kirk l and ( EE . U U . ) .
Hermanas Polgar : l a gran revolución De niña, diez años antes de l a anécdota del retrete de Linares con la que arranca este l i bro, Judit pon ía un león de pel uche como tal ismán al lado del tablero cuando se enfrentaba a los mej ores j ugadores de H ungría -una potencia mundial en aj edrez- que visitaban su casa. Los huéspedes no podían imaginar que aque l l a criatura iba a superar les a todos en el campeonato nacional absoluto de 1991. N i que iba a protagonizar j unto a sus hermanas, S usan y Sofía, una de las mayores revol uciones de la h istoria del aj edrez. La biografía de Judit empieza mucho antes de que e l l a nac iera. Sus padres, C l ara y Lazslo, ambos pedagogos, comprobaron durante el noviazgo que no sólo compartían sentimientos, sino tamb ién inquietu des y opiniones: los dos sostenían que los genios no nacen, sino que se hacen; también coincidían en que los si stemas educativos al uso eran
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manifiestamente mej orables y que exi stía una c l ara di scrimi nación de la mujer desde la infancia; además, eran aficionados al aj edrez. La naturaleza deparó que el fruto de su matrimonio fuera exc lusi vamente femenino, así que dec idieron l levar la teoría a l a práctica: sus tres hij as no i rían nunca al colegio, «porque eso sería perder el tiem po», excepto para los exámenes; iban a ser educadas en casa por e l los mi smos, con el aj edrez como asignatura i mportante . El experimento resultó muy duro al principio. Sus propios vecinos y las autoridades escol ares de Budapest no lo veían con buenos oj os. Pero el los mantenían su estandarte ideológico: « U n niño normal pue de ser un gen io si vive en el ambiente adecuado» . Una parte de su método consi stía en que Lazslo se encerraba en una habitac ión con Susan , la hij a mayor, lo que provocaba celos positivos en las peque ñas: «Si queréis entrar ah í, tenéis que aprender a j ugar al aj edrew, les decía C l ara. Para minim izar el riesgo de que las tres n iñas fueran insociables, los Polgar abrieron l as puertas de su casa de par en par a los aj edrec is tas de la ciudad, que acudían a menudo para j ugar con sus hijas. Esa actitud fue tal vez dec i siva para que el experimento fuera positivo. Años después, cuando las tres húngaras saltaron a la fama, podían dar la imagen de ser tres monstruitos cuya única destreza era visible en un tablero de 64 cas i l las. Pero, al conocerlas, la realidad no era as í : las tres parecían totalmente normales, amables, sonrientes, bromi stas y más bien extravertidas. «También podían haber sido genios de la mú sica o las matemáticas, pero elegimos el aj edrez porque es una amal gama perfecta de arte, ciencia y deporte» , exp l icaba Lazsl o . La revolución de l a s hermanas Polgar comenzó en la O l i mpiada de Aj edrez de Salónica (Grec ia), en 19 8 8 . El día de la inaugurac ión, los peri odi stas más madrugadores levantaron las cej as al ver que tres de las cuatro componentes del equipo húngaro femenino tenían el mi smo ape l l i do, y dieron un brinco al comprobar que el promedio de sus eda des era de 15 años (19, 1 4 y 12 ) . La sorpresa se convirtió en asombro al analizar sus partidas. Las tres j ugaban de marav i l l a (Judit logró la asombrosa puntuación de 12 ,5 puntos en 13 partidas), lo que se tradu jo en un hecho hi stórico : H ungría ganó la medalla de oro, superando a las insuperables soviéticas, cuyos triunfos se habían convertido en
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monótonos. La mencionada boda novelesca de Akhm i lóvskaya, y la también citada tragedia personal de M adi ( l a cuarta húngara) comple taron un reportaj e irresistible para cualquier periodista con buen olfa to profesional . La hazaña se repitió en la siguiente O l i mpiada (Novi Sad, Yugos lavia, 1990) pero lo insól ito no terminó ahí. Pronto se supo que la fa m i l i a Pol gar no deseaba participar en competiciones femen inas «por que sólo se aprende j ugando contra hombres», y que habían di sputado esas dos O l i mpiadas baj o presiones del Gob ierno húngaro . El argu mento del honor nac ional y la promesa de un apoyo económico les l l evaron a aceptar pero, tras ganar las dos medal las de oro, dec idieron no participar nunca más en O l i mpiadas femeninas. Eso causó un serio con fl icto ante la siguiente ( M ani la, 1992): a pesar de proc l amarse campeona absoluta de H ungría en 1991 -uno de los mayores éxitos logrados por una muj er-, Judit fue selecciona da en calidad de suplente de la selecc ión masculina; a pesar de termi nar cuarta en ese m ismo Campeonato de H ungría, Susan n i siquiera fue convocada. Pero los resultados de las tres hermanas eran demasiado impresio nantes -J udit logró e l título de gran maestro absol uto a los 1 5 años, dos meses más j oven que Bobby F i scher- para que alguien pudiera cuestionarlos. Incluso Sofía, que nunca se ha dedicado profesional mente al aj edrez, dej ó atónitos a los afic ionados cuando ganó, de for ma arrasadora ( 8 , 5 puntos de 9 posibles), el torneo de Roma de 1989 por delante de muchos grandes maestros. Susan rompió una de las le yes fam i l i ares -no j ugar torneos femeninos- para proclamarse cam peona del mundo de muj eres al batir en J aén a la china Xie Jun por 8 , 5 -4 , 5 , en 1996. Madrid 1994, triunfo h istórico Tal vez porque, como e l l a dice, se aprovechó de la experiencia acu mulada por sus dos hermanas mayores, Judit fue decantándose como la más fuerte de las tres. Sus repetidos éxitos frente a rivales de é l ite no dej aban lugar a dudas, pero su sensac ional actuación en el torneo Comunidad de M adrid de 1994 (dos meses después de su relatado es treno en L inares) borró las pocas que podían quedar. Fue el mejor re-
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sultado logrado por una muj er en más de 1 5 siglos de hi storia del aj e drez, y por eso conviene recordarlo aquí con detalle. La fortuna acompañó a la húngara en la j ornada inaugural, cuando derrotó a Pablo San Segundo en una partida que éste debió ganar en buena lógica. Esa inmerecida vi ctoria fue esencial para la estab i l idad psicológica de J udit, que otorga una enorme i mportancia a su resulta do en la primera partida de cualquier torneo. «Necesitaba un tri unfo como éste para darme cuenta de que puedo subir aún más», dij o Pol gar tras ganar en la segunda al entonces letón -y poco después espa ñol- Alexéi Shírov, 3 .º del mundo en aquel momento. Unos días más tarde, el perdedor se mostró impresionado por la actuac ión de la hún gara: « S i empre ha sido muy pel igrosa en las comp l i caciones tácticas; pero ahora ha desarro l l ado una profunda concepc ión estratégica que la convierte en una rival muy pe l i grosa. Estoy convenc ido de que su participac ión en el torneo de L inares a los 1 7 años, a pesar de los sufri mientos que eso con l leva, ha sido una escuela impagable». J udit, que oc upaba el puesto 2 1 en la l i sta de la F I D E , se mostró comedida en la valorac ión del éxito : «Aunque hoy he ganado al tercer j ugador del mundo, esta victoria no es, ni mucho menos, la mayor ale gría de mi carrera. Estamos en la segunda ronda; aún quedan siete. Si le hubiera ganado a Shírov en la última, con el primer puesto en j uego, mi alegría sí sería enorme. Espero ser capaz de mantener mi buena forma en lo que queda de torneo». Lo hizo. A partir de la siguiente ronda, Judit demostró que estaba en un momento dulce y acaparó la atención de los espectadores. Todo lo demás, a pesar de la presencia de grandes estrel las y de tres j ugado res españoles, apenas importaba ante la personali dad y el j uego de la magiar. Judit se sorprendía de que, tras c inco años de éxitos incesan tes, algunos de sus rivales mascul inos encaj asen muy mal las derrotas ante ella. En la tercera ronda, el bosnio I ván Sokólov se marchó abrup tamente del escenario y no quiso anal izar. Pasado el berrinche, Sokólov enj uició así el resultado de la revolu cionaria magiar: «Tuvo mucha suerte al ganar en la pri mera ronda a San Segundo tras pasar por una posición perdedora. Pero sus victorias posteriores son inapelables y demuestran una gran madurez. Por ser una muj er, tiene la gran ventaj a de segui r rec ibiendo invitac iones a
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torneos aunque baj e puestos en e l escalafón. Eso le permite j ugar cada partida sin miedo. Y lo hace muy bien». A pesar de su trepidante comienzo, Judit huía de la euforia: « H e demostrado q u e tengo u n sitio entre la él ite pero necesito un éx ito so nado para subir aún más y acercarme a los diez primeros puestos, que es donde quiero estar lo antes posible. Siento que estoy en buena for ma; además, atravieso un momento de gran estab i l i dad en mi vida per sonal ; eso es fundamental para cualquier trabaj o creativo, como el aj e drez». Más de 400 espectadores que abarrotaban la sala cada día adm ira ban su eleganc ia dentro y fuera del tablero. Ataviada siempre con ropa muy escogida, sobre la que caía su larga y l i sa melena pel i rroj a, Judit mantuvo su marcha triunfal con dos vi ctorias sobre los rusos Sergué i Tiviákov y Yevguen i Baréiev, y d o s empates c o n M i guel l l lescas y e l estadoun idense Gata Kamski , 5 .º d e l mundo en e s e momento. Polgar se mostró sorprendida, y algo molesta, porque Baréiev se negó a ana l i zar la partida con e l l a tras su derrota en la séptima ronda: «No en ti endo esa actitud ; nos conocemos hace vari os años pero ahora parez co una extraña». C uando abandonó el escenario y lanzó una sonrisa a su madre, sentada en la tercera fi l a de butacas, Judit estaba radiante y dicharachera : « M e siento como en el cielo. Esto es marav i l loso y pue de ser la mayor alegría de mi vida deportiva. Pero aún quedan dos parti das muy duras, y no debo relaj arme». En los dos últimos obstáculos, Polgar demostró una madurez im propia de su edad. Contra el ruso Valeri Sálov no cometió el error de buscar el empate a toda costa, lo que le había l levado a la derrota en ocasiones s i m i l ares, sino que se lanzó al ataque y obligó a una prec isa defensa de su rival , que finalmente propuso las añoradas tablas. Jordi M agem, que ya había perdido por tiempo ante Sokólov con dos piezas de ventaj a, tenía una posición ganadora en la última contra Pol gar cuando le quedaban sólo 11 segundos para l legar al control. Judit hizo su j ugada y propuso tablas. Magem, desconcertado ante la mal icia de la húngara, optó por estrechar su mano. Así se consumó el mejor resultado de una muj er en un deporte secularmente dom inado por los hombres. J udit lo dedicó a sus padres, que habían celebrado sus cumpleaños durante l as últimas rondas. Su proeza dej ó abierta la
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esperanza de que una muj er pudiese luchar pronto por el título mun dial absol uto. Experimento positivo El tri unfo de J udit en M adrid, sumado a los anteriores y posteri ores de las tres hermanas, puso muchos focos i nternac ionales sobre el las. A pesar de que Gari Kaspárov las l l amó una vez «perri l los amaestra dos», su opinión sobre las hermanas Polgar camb ió muy pronto : «Ju dit es muy fuerte, sólo le falta experiencia. Le auguro un sitio entre los diez mej ores», dij o en 1 994 en Linares. Todo e l mundo cal i ficaba ya como gran éxito e l experimento educativo realizado por Lazslo y C la ra. «Es ridículo pensar que yo he tratado a m i s h ij as como si fueran ratones . N adie cree que cuando un niño aprende a leer, eso sea un ex perimento. Mi esposa y yo hemos apl icado un método que desarrolla la mente mucho más de lo normal y e l riesgo es mínimo porque, en real i dad, no hacemos nada nuevo. M uchos gen ios se han educado así, pero han tenido miedo de reconocerlo púb l icamente . Tampoco hay que olvidar que estoy espec ial izado en psicopedagogía y fi losofía, y que mi esposa es maestra», me expl icó entonces Lazslo durante una entrevi sta. C uando le pregunté si ese experimento plantea problemas éticos en cuanto a las l i bertades individuales de sus h ij as, su respuesta fue muy clara: « S í , pero al revés. ¿Es ético que un padre no intente apro vechar al máximo las posib i l i dades de sus h ij os? El 95 % no lo hacen . El aj edrez es una faceta importante, pero secundaria, de mi método. M i s h ij as hablan entre 5 y 8 idiomas, desde n i ñas practicaron e l teni s d e mesa, el kárate y la natac ión, han v i sitado medio mundo, son muy famosas y ganan bastante dinero. La feli c idad completa no exi ste, pero se acercan a ella» . L a s tres hermanas compartían e s a opinión . Y J udit estaba espe cialmente satisfecha: «Me gusta cómo me educaron. De todas formas, mi vida no es sólo aj edrez. M e gusta divertirme, hab lar con la gente, j ugar al teni s y al ten is de mesa, correr, practicar el aeróbic, ver depor tes por televisión, oír música, estar con m i s am igos, etc . » . Aunque era consciente de que l levaba el estandarte de la l ucha por la igualdad de sexos: « Durante las partidas eso no me preocupa. Fuera del tab lero,
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puede resultar desagradab le porque implica una cierta responsab i l i dad, aunque no me si enta presionada por ello. L o hago lo mej or que puedo y espero ser úti l en el futuro para este fin». S i bien se acostumbraban pau latinamente, los j ugadores de él ite no termi naban de aceptar que entre el los había una muj er y que, por tanto, podían perder ante ella. Judit lo soportaba con resignación y se daba cuenta de que su presencia había cambiado la vida de los tor neos : « La verdad es que a veces me si ento un poco sola, pero esos prob lemas se borran cuando ganas . Por otro lado, supongo que los j u gadores se sienten algo incómodos por la presenci a de una muj er, como se reflej ó en la anécdota con Kaspárov en Linares», señalaba Judit tras su tri unfo en M adrid. En realidad, hubo dos anécdotas con Kaspárov en Linares. La otra dio la vuelta al mundo, y muchos aficionados la recuerdan aún como s i hubiera ocurri do ayer. Se j uega la quinta ronda. Kaspárov, que se enfrenta a J udit, se quita la chaqueta al ver que Kárpov, su encarniza do rival , ha logrado su quinta victoria, frente a lvanchuk. Con cinco minutos para ocho j ugadas, el Ogro de Bakú enciende sus neuronas, pero se pasa de revoluciones, toca un cabal lo, se da cuenta en el últi mo in stante de que esa j ugada pierde, y tiene que ponerlo en una casi lla pas iva. A pesar de todo, el ruso pasa el control de tiempo y se en cuentra con una posición todavía ganadora: «He sufrido mucho, y he ten ido un poco de suerte», reconoce después. Para desgraci a de Kaspárov, la hi storia no termina ahí . Un par de días después, grac ias a un vídeo grabado por M eridion Fi lms, se des cubre -sólo si se exam inan las imágenes a cámara lenta- que los dedos de Kaspárov l legaron a soltar el caballo durante una déc ima de segundo en la cas i l l a mala ( c 5 ) , por lo que debería haber perdido la partida. Es imposible saber -quizá ni él mismo lo sepa- si hizo trampa o si no fue consc iente, en plenos apuros de tiempo, de que sol taba el caballo. En todo caso, era la primera vez que una muj er estaba tan cerca de tumbar al número uno del mundo, en ese momento. Los años de más gloria Aunque el tri unfo en M adrid sea el mejor resultado de su carrera des de el punto de v i sta matemático, Judit tuvo un período aún más bri-
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liante ( 1 998-2005 ) e n cuanto a éxitos consi stentes y sucesivos, que coincidió con una etapa de gran equ i l ibrio psicológico, tras empare jarse con Gustav, un veterinario de carácter tranq ui lo y muy amable. Ganó a Kárpov ( 5 -3 ) en un duelo de partidas sem i rrápidas en 1 99 8 ; en 1 999 logró la medal la de oro indiv idual en e l Europeo de Naciones de Batumi ( Georgia); y la de plata en la O l impiada de Estambul 2000 (donde sólo hab ía cuatro muj eres compitiendo con 750 hombres en la competición absoluta), unos meses después de l l evarse el primer pre mio del torneo de Bal i ( I ndonesia), por delante de Kárpov y de Jálif man, campeón del mundo oficial en ese momento ; en 200 1 terminó cuarta en Linares ( empatada a puntos con e l segundo) y fue la única de los participantes que no perdió ninguna de las dos partidas contra Kaspárov, con quien fi rmó sendos empates. La l i sta de sus vícti mas i lustres (en partidas lentas o rápi das) crec ió tanto que l legó a incluir nueve campeones del mundo : Kárpov, Kaspárov, Spasski, Smyslov, Topálov, Anand, Ponomári ov, Jál i fman y Kasi myánov . Su cumbre fue el 8 . º puesto en la l i sta mundial del 1 de enero de 2004, aunque también fue impresi onante que lograse el 4.º puesto en W ij k aan Zee ( H o l anda) frente a los mej ores del mundo poco después de ser madre por pn mera vez. A partir de ah í, y sobre todo del nacimiento de su segundo hijo, su prioridad ya no era ganar torneos, lo que redundó en un l i gero empeo ramiento de resultados, pero sin l legar a desaparecer nunca de la él ite, donde todavía está, a punto de cump l i r los 37 años, a pesar de que también dedica tiempo a escribir libros y organ izar grandes festi vales de aj edrez infanti l . S i gue negándose a j ugar torneos femeninos y es, sin discusión, la gran dama del tab lero, y la indi scuti ble número uno de la l i sta de muj eres . Susan, la zapadora Aunque el bri l l o cegador de J udit, y su hazaña de haber estado entre los diez mej ores del mundo, probab lemente no serán superados en muchos años, sería muy inj usto no resaltar el inmenso mérito de su hermana mayor, y no sólo por sus extraordinarios resultados deporti vos. Susan ( entonces conoc ida como Zsuzsanna o Zsuzsa) fue quien más sufrió la discriminac ión por ser muj er en un deporte de hegemo-
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nía masculina, la hosti l i dad del Gobierno húngaro hacia el experimen to pedagógico de sus padres, las inj usticias de la Federac ión H úngara y el fasc ismo de los descerebrados que amenazaron de muerte a la fa m i l i a ( los Polgar son j udíos) . Además, también marcó la senda a sus dos hermanas : Sofía prefirió seguir su propio camino a partir de los 20 años, pero es indudable que Judit aprendió mucho de S usan, como ella mi sma reconoce . Además d e ser la número uno d e l escalafón mundial femenino a la asombrosa edad de 15 años, así como la primera mujer de la hi storia c lasificada para el ciclo del Campeonato del M undo Absoluto (a los 1 7 ), fue tamb ién la pri mera (a los 22) en lograr e l títu lo de gran maes tro absoluto cump l i endo estrictamente todas las condiciones ( logran do tres resultados bri l lantes en tres torneos, de acuerdo con aj ustadas reglas matemáticas), a diferenci a de las georgianas Gaprindashvi l i y Chiburdan idze, a quienes l a F I D E concedió el título por méritos ex traordinarios . En 1996 se proclamó campeona del mundo tras ganar un duelo muy emoc ionante contra Xie Jun en Jaén. Esta entrevi sta, que se pu b l icó en El País e l 26 de febrero de ese año, resulta signi ficativa sobre su equ i l ibrio psicológico y su madurez, cuando tenía 2 7 años: PREG UNTA . ¿Qué le gustaría que dij eran de usted dentro de 1 00 años? RESPU ESTA . Luchó por l a l ibertad y l a igualdad de los sexos en el aj e drez. P . ¿ N o se sentía rara cuando s u s padres luchaban contra el Gobierno para que no la l l evasen al colegio? R. No en ese momento, porque sólo conocía el método educativo de mis padres. Después sí, cuando iba al colegio sólo para los exáme nes. Pero no sufrí n ingún trauma por el lo, porque me sentía muy bien . El aj edrez era para m í un lenguaj e natural, j ugaba con gente que venía a mi casa y me relacionaba con los niños del vecindario. P. ¿Ap l icará e l mi smo s istema a sus h ij os? R. I ntentaré hacer algo simi lar. Ahora, los avances de Internet van a produc ir grandes cambios en l a educación. E l maestro segui rá siendo esenc ial, pero sus func iones cambi arán . Inculcaré a m i s hi jos que el aj edrez es una asignatura muy importante . A m í me ayu-
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d a a resolver los problemas d e la v i da cotidiana. Pero n o les reco mendaré que lo adopten como profesión porque es muy duro. U sted y sus hermanas han demostrado que e l mej or aj edreci sta del mundo puede ser una muj er si se entrena adecuadamente. Y que los genios se hacen. Exacto . En general, l a s n i ñas j uegan igual o mej or q u e l o s niños hasta la ado lescencia, cuando muchas lo dej an porque la soc iedad les inculca prioridades distintas, como cui dar su físico para atraer a los chicos y formar una fami l ia. Entre otras razones, los hombres j uegan mej or al aj edrez porque se les ha educado para competir. Tanto en el aj edrez como en el desarro l l o de la intel igencia gene ral , lo básico es la educación. ¿ E s e l aj edrez lo más importante de su vida? No, en absol uto . U n a d e las c l aves d e m i tri unfo está preci samente en que, si pierdo, seré fe l i z con mi marido [Jacob Shutzman, israe l í , técnico de computadoras] , un hombre marav i l loso. Kárpov dij o una vez que el compañero o compañera de un aj edre c i sta tiene que ser una persona espec i a l. Tiene razón . Nuestra vida s e parece a la d e l a s estre l l as d e c ine. Abundan los viaj es, la tensión y las tentac iones de romper el equi l i brio conyugal . M i marido ha ten i do q u e sacrificar s u s priorida des para adaptarse a las m ías, aunque yo me levanto a las 7 .30 ho ras para prepararle el desayuno. Pero está acostumbrada a madrugar. U sted y sus hermanas se levan taban a las seis de la mañana para j ugar dos horas al tenis de mesa. Eran otros tiempos. Sin embargo, s igo cuidando mi preparación física. Corro, hago gimnasia y j uego al ten i s . Antes se negaba a j ugar contra muj eres . Era una pérdida de tiempo; para aprender, había que enfrentarse a hombres. Pero ahora e l nivel de las muj eres es mucho más alto, y los premios también han subido sustancialmente . ¿El mej or aj edrec i sta del siglo xx1 será una máquina? S í . Eso ocurrirá dentro de cinco o diez años. Aunque no puedan lograrlo sólo con fuerza bruta, consegui rán programar algo pareci do a la intuic ión humana. Pero e l aj edrez segu irá vivo. Como dice Kárpov, la bicicleta no terminó con e l atletismo.
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La F I D E programó la defensa de su título ante Xie J un en 1 99 8 , pero Susan estaba embarazada y p i d i ó u n aplazamiento, q u e la F I D E concedió, hasta 1 999. Pero entonces n o hubo acuerdo sobre las condi ci ones del duelo, y Susan fue desposeída del título, aunque luego rec i bió una compensac ión de 2 5 . 000 dólares tras apelar al Tri bunal de Arbitraj e Deportivo de Lausana ( S uiza) . N unca volvió a l uchar por el títu lo mund ial, pero sí en las O l i mpiadas de Aj edrez (con E E . U U . ) hasta compl etar cinco meda llas d e oro, cuatro d e plata y una d e bronce en 56 partidas, invicta. Divorciada de Shutzman tras estab lecerse en E E . U U . se casó con Paul Truong (estadounidense de origen vietnamita). Desde que S usan se retiró como j ugadora, en 2006, mantiene una actividad impresio nante como conferenciante, entrenadora, organ izadora y divulgadora, primero en la U n iversidad de Lubbock (Texas) y ahora en la de Webs ter ( San Luis, M i suri ) . Su blog (susanpolgar. blogspot.com) es una de las mej ores fuentes de información sobre aj edrez en I nternet. N ational Geograph ic produj o un documental sobre el la, titulado « M i bri l l ante cerebro».
¡ Que vienen las chinas ! Además de las heroínas georgianas y las hermanas Polgar, hubo más muj eres que contribuyeron a la elevac ión del nivel femenino a fi nales del siglo xx y principios del xx1. Tres de el las aportaron además una personalidad espec ial. La sueca Pía Cram ling ( Estocolmo, 1 96 3 ) l leva 30 años en la él ite, exh ibiendo una combatividad épica; desde 1 9 8 8 reside e n Fuengirola ( M álaga) con s u marido, el gran maestro español J uan M anuel Bellón; la hij a de ambos, Ana, también es aj edrec i sta. La búlgara Antoaneta Stefánova (campeona del mundo en 2004) y la rusa Alexandra Kosteniuk (en 200 8 ) aportaron una elegancia y un buen gusto en el cuidado de la propia imagen (incluso con sesiones de fotos muy sofi sticadas en el segundo caso) que eran normales en el ten i s femenino pero m u y raras en el aj edrez. S i n embargo, el siguiente capítu lo de la revolución inic iada por las Polgar pertenece a las chinas. Entre los mandam ientos de la cultura
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tradicional -no sólo china, sino también j aponesa, vietnamita y co reana- hay uno espec ialmente interesante para los aj edrecistas : quien se considere bien educado debe cultivar las artes de la música, la es critura, la pintura y los j uegos mentales. Entre éstos, el go y el aj edrez chino (di stinto del internacional, con un río que atraviesa el tablero, pero con l eyes estratégicas muy s i m i l ares) han sido masivamente po pulares en China durante siglos (en mi primer viaj e a C hina, en 199 8 , vi a mi les de ciudadanos j ugando en l a s calles, sentados e n la aceras con los tableros en el suelo, al anochecer) , y aún lo son, ¡ con más de 3 00 m i l l ones de practicantes ! La «clandestina» Xie Jun Cuando Xie J un nació, en 1970, el aj edrez estaba prohibido por el Go bierno de la Banda de los Cuatro, que se inventó la Revolución Cultural mientras el gran l íder Mao Zedong agonizaba. S i n ánimo de ofender, creo que ese movimiento debería ser l lamado más bien « Barbaridad Cultural » porque aparte del aj edrez (tanto el chino como el internacio nal , así como el go, el mahjong y otros j uegos mentales) prohibió tam bién cosas como la música de Beethoven, por considerarlas «inúti les diversiones burguesas»; de modo que l a po l i c ía multaba a los aj edre ci stas cuando les p i l laba j ugando una partida y regi straba los sótanos de las casas en busca de l ibros de aj edrez que luego se quemaban en la plaza del pueblo. Todavía hoy, los chinos son muy discretos cuando hablan de ese período, que ni siquiera se menciona en el l ibro La Escuela China de Ajedrez, de Liu Wenche, excepto en un párrafo del prólogo, escrito por Yi Shiu, quien habla así del autor: « Por razones pol íticas bien conoci das, Liu Wenche se vio privado de la posibi lidad de j ugar al aj edrez en tre 1966 y 1976, época durante la que ni siquiera podía alimentar a su fami lia. Su única comida diaria por entonces era dos bollos cocidos ( . . . ) . U n a vez suprimida la Banda d e l o s Cuatro, Liu Wenche volvió a l mun do del aj edrez. Tuvo un notable impacto en la escena internacional en 1978, en su primera competición importante desde la Revolución Cul tural : consiguió el primer título de maestro internacional para China» . De esas palabras y del currículo de Xie Jun, quien a los 1O años fue campeona de Pekín de aj edrez chino, se deduce que ambos aprendie-
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ron a j ugar en la clandestinidad; a los 2 1 , Xie J un era campeona del mundo. M antuvo e l título desde 1 99 1 hasta 1 996, cuando lo perdió ante Susan Polgar. Y lo recuperó en 1 999, hasta 200 1 . Luego se retiró corno j ugadora y se centró en su trabaj o de promoción del aj edrez y otras discipl inas, corno directiva del Comité de Deportes de Pekín; está doctorada en psicología. China es la principal potencia mundial femenina desde hace quin ce años, con un dominio que recuerda al de las georgianas en los se tenta y ochenta (a principios de siglo hab ía c inco chinas entre las diez primeras). Y ello se debe a un mi nucioso trabaj o de planificac ión, captac ión de talentos y entrenam iento concienzudo, corno ocurre en muchos otros deportes. Una buena muestra es que Xie Jun l legó al M undial de Jaén contra S usan Polgar con un séquito de 1 8 acompa ñantes, que incluía cocinero, médico, guardaespaldas, entrenador, anali sta y j efe de delegación, además de varios periodistas y probable mente algún miembro del servicio secreto . Aparte de l as c l ases de aj edrez regulares en los colegios, un ej érci to de captadores de talentos, coordi nados por la Federación China, cubre todo el país . Si un n i ño o n i ña muestra cual idades espec iales, él o e l l a y su fam i l i a son invitados a residir en Pekín, donde se aplica el plan de entrenamiento minucioso. La portentosa Yifán Hou Y así surgió uno de los mayores fenómenos de la h istoria del aj edrez : Y i fán Hou, nacida en 1 994. A los 1 4 años fue la gran maestra más j o ven ; a los 1 6, la campeona del mundo más precoz, rompiendo el ré cord de Chiburdanidze; y en 20 1 2 , pocos días antes de cump l i r los 1 8 , logró, en Gibraltar, e l mej or resultado de una mujer en la hi storia, ba tiendo la marca de J udit, a quien además ganó la partida entre ambas . Es verdad que aún deberá acumular hazañas para igualar la trayectoria de J udit, porque la húngara puso el l i stón altísimo. Pero en el último cuarto de siglo no hemos v i sto otra j ugadora capaz de meterse entre los diez mej ores del mundo. Y i fán Hou es además, corno J udit, una chica encantadora. Su simpatía l lama mucho la atención porque hace cosas muy inu sui:tles entre los aj edrecistas. Por ej emplo, sonríe a los fotógrafos antes
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de las partidas : « Lo hago de forma natural, pero también por convenci miento profesional . Es muy importante que los j ugadores demos una buena imagen del aj edrez. Y ese momento, justo cuando la partida está a punto de empezar, es uno de los pocos que tienen los fotógrafos de retratamos sin que estemos absolutamente concentrados. Por tanto, creo que debemos hacer un esfuerzo para que esas imágenes sean agradables para el gran públ ico», me expl ica en Gibraltar unos minutos después de haber sido repetidamente aclamada en la ceremonia de clausura. Si bien su inglés ha mej orado lo suficiente para mantener una charla más o menos fl uida, todavía debe pensar en las palabras antes de pronunc iarlas, además de vencer su timidez. Pero sus ideas son muy claras, incluso contundentes, aunque las exprese con sonrisa de seda y suavi dad de té de j azmí n : «No me planteo n ingún obj etivo con creto, ni en el aj edrez ni en la v i da. Porque si lo hiciera y lo cumpliese, ¿qué estímulo tendría después?». De modo que a Y i fán ya es mej or l l amarla H ou, no sólo por su ma yoría de edad legal, sino porque mentalmente es muy madura, aunque dé esa imagen de niña inocente y frág i l , a quien le encanta la compa ñía de su madre : «Sí, cuando mi madre viaj a conmigo es mucho mejor porque ella se encarga de todos los detalles de la vida cotidiana y de cuidarme. Y yo puedo contarle todo, no como si fuera mi madre, sino más bien como una hermana o una amiga íntima, y así todo va mejorn. Su madre, Wang Qián , enfermera, se casó con un magi strado y formó una fami l i a que en la China actual podría considerarse de clase media. Su única hij a, Y i fán Hou, nació en la provincia de Thai Zhou, a doce horas de tren de Pekín. A los cinco años aprendió a j ugar a las damas, pero a e l l a le l l amaban mucho la atención las piezas del aj e drez ( sobre todo, el cabal lo y la torre) , que conoc ió a los siete . Y su j uego causó tal sensac ión desde el principio que, cuando tenía nueve, el director técnico de la Federación C hina, e l gran maestro Yé Y i ang chuán , acudió desde Pekín sólo para j ugar con el la. Y quedó tan im presionado que de inmediato invitó a toda su fami l ia a trasl adarse a Pekín para que Y i fán pudiera beneficiarse de un entrenamiento espe cial, que se traduj o de inmediato en grandes éxitos. El primero, cam peona del mundo sub l O. El más rotundo, a los 14 años, gran maestra más j oven de la h i stori a.
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Para entonces estaba ya muy claro que esta chica era uno de los ma yores prodigios que ha dado el aj edrez. El autor de este libro la entrevistó por primera vez en septiembre de 2008 en Nálchik ( Rusia), tras perder la final del M undial femenino ante A lexandra Kosteniuk, quien no escati mó elogios hacia su rival : «Estoy convencida de que no tardará mucho en ser campeona del mundo». La rusa tenía razón: dos otoños después, Hou era la nueva reina del aj edrez, tras doblegar en el desempate a su compatriota Ruán Luféi, después de que la tensión nerviosa la llevase incluso a pasar una noche en el servicio de urgencias de un hospital . Su proeza en G ibraltar no admite discusiones sobre la cuantía del mérito, porque los números son aplastantes, estratosféricos, más pro pios de Magnus Carl sen : siete j ugadores con más de 2. 700 Elo, cuatro victorias ( una de e l las, contra Judit Polgar), dos empates, una derrota. Incluso con los matices de la inflación del Elo, su resultado es c lara mente mej or que el de Judit en M adrid en 1 994 y el de su hermana Sofia en Roma en 1 989. Pero, cuando se le pregunta sobre el lo, se aga rra a una enorme modestia: « Enfrentarme a tantos j ugadores tan fuer tes ha sido una experiencia fascinante, y muy estimulante, he aprendi do mucho. E stoy muy sati sfecha de mi resultado, por supuesto, pero sólo es un torneo, y he tenido suerte en alguna partida, que mi rival no j ugó como debe hacerlo un gran maestro ; ahora me esforzaré por in tentar repetirlo». Sorprende mucho que esa trayectoria sea compatible con una v i da que no se limita al aj edrez. « Soy consc iente de que el aj edrez me ha dado una vida de privilegios, y que mi obl igac ión es entrenarme a conciencia cuando estoy en casa, pero siempre encuentro tiempo para nadar, leer o ir al cine con sus amigos. Desde pequeña, estudiar las partidas de F i scher, mi gran ídolo, fue siempre compatible con leer Oliver Twist, por ej emplo. N unca he dej ado de ser una chica relativa mente normal . Y ahora quiero que mi carrera deportiva sea compati ble con la universidad. Aún no he e legido una carrera concreta, pero tengo claro que estudiaré alguna». I ncluso cuando viaj a intenta parecer normal : « Los horarios de los torneos son muy exigentes, pero viaj ar es una gran escuela de vida, especialmente para una j oven china como yo, que así descubre nuevas culturas, sobre todo cuando voy a países europeos . Aquí, por ej emplo,
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he podido v i sitar con mi madre los sitios más i nteresantes del Peñón, que realmente merecen la pena» . ¿ S igue s iendo París su l ugar favori to? « S í , lo es, pero últimamente me ha impresionado mucho Suiza, por el paisaj e , el aire l i mpio y la relaj ación de sus habitantes, mucho menos estresados que la gran mayoría de los chinos, que casi nunca tienen tiempo, ni siquiera para tomarse un café». Reconoce que ha pensado sobre el gran mi sterio de por qué, en general, las muj eres j uegan al aj edrez menos y peor que los hombres: «Pero no tengo una opinión clara. S upongo que tiene que ver con que nuestros cerebros son di stintos, y también con que l a mayoría de las muj eres ven la vida de forma di ferente a la mayoría de los hombres». «¿Quiere eso dec ir que su cerebro es d istinto al de la mayoría de las muj eres?», le pregunto . Y se ríe pícaramente, como s i la hubieran pi l l ado haciendo algo incorrecto, pero sale bien del apuro : «Cada perso na es distinta, ésa es la riqueza de los seres humanos». S u sonrisa se transforma en carcaj ada cuando le comento que, con trariamente a la impresión que me dio a los 14 años, ahora me asom bra su sangre fría ante el tablero; siempre parece muy calmada, inclu so en posic iones de mucha tensión ante rivales de é l ite mundial. No logro que me expl ique por qué ese comentario le hace tanta grac ia. Luego se pone seria: «Tiene usted razón, pero eso para m í es normal . N unca me pongo nerv iosa, n i tengo sentimientos negativos ni estoy triste . S i mplemente, j uego al aj edrew. M e pregunto si esta chica es consciente de que sus palabras y sus hechos son asombrosos, absolutamente excepcionales, de que está es cribiendo renglones de hi storia en letras mayúsculas. Como ocurre con Magnus Carl sen, la hi storia hablará de Y i fán Hou como uno de los grandes genios que ha dado el aj edrez. Pero, fuera del tablero, donde es durísima, ella se comporta como una chica muy normal, suave como la seda o la flor de loto. Tal vez ésa sea la clave para que los genios man tengan el equi l ibrio y no se acerquen a la l ínea de la locura, como ocu rrió con Fischer. De momento, Y i fán Hou está muy lej os de el la. Reflexión final Este capítulo del l i bro estaría incompleto si no se mencionara un cu rioso estudio realizado en la U n i versidad de Padua ( Ital i a), en 2007,
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por M aass, D ' Ettole y Cadinu, con 42 hombres y 42 muj eres que j uga ron al aj edrez por I nternet. Cuando desconoc ían el sexo de su rival , las muj eres j ugaban con fuerza simi lar a los hombres; pero si las muj eres sabían que su rival era un hombre, su rendimiento baj aba ostensible mente ; y si se les decía que j ugaban contra otra muj er (cuando, en real idad, era un hombre) volvían a j ugar bien. El resultado es interesante, pero debe tenerse en cuenta que los vo luntarios eran j ugadores aficionados, rec lutados por la Federac ión Ita liana. Es improbable que esas conclusiones sean extrapolables al aj e drez profesional : las mej ores jugadoras del mundo están cada vez más acostumbradas a j ugar contra hombres en torneos abiertos; de igual forma, la presión adicional -una especie de «obligación de ganarn que sentían muchos j ugadores cuando se enfrentaban a muj eres tiende a desaparecer, sobre todo si hablamos de la alta competición . Para mí, el punto clave es e l que he destacado j usto antes de escri bir los perfi les de las mej ores j ugadoras de la h i stori a: las muj eres, si quieren, pueden, pero generalmente no quieren. En la misma l ínea, el maestro internacional español Sergio E stremera, casado con la gran maestra Mónica Calzetta, seis veces campeona de España, señala: « S iempre encontramos dificultades para responder a l a pregunta "¿por qué las muj eres j uegan peor?" y acabamos o bien tirando de tópico o bien improvi sando algo inteligente que no nos convence ni a nosotros mismos. C reo que el problema no está en la respuesta sino en la m i s ma pregunta, que debería ser más bien "¿qué debemos hacer para que las muj eres se interesen por el aj edrez, sean más y, en consecuencia, acaben j ugando mej or?"» .
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Ver con la mente : aj edrez a ciegas
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as ratas tratadas con la proteína RG S 1 4 (en l a sexta capa de la corteza v i sual secundaria) recordaron un obj eto durante más de 20 meses; las otras, sólo 45 minutos. Science pub l icó en 2009 el estu dio dirigido por Zafar Dhan, profesor de medicina en la U n iversidad de Málaga. Si se lograse apl icar el descubrim iento en humanos, este capítulo trataría de un mi sterio ya resuelto. M ientras eso no ocurra, los próximos párrafos son apasionantes. B i lbao, M useo Guggenheim, salón de actos, dic iembre de 2006. En e l escenario, el búlgaro Vése l i n Topálov ( subcampeón del mundo) y la húngara J udit Polgar (número uno de l a l i sta mundial femenina). Ambos tienen los oj os vendados y dicen de viva voz los movimientos de la partida que están d isputando. El s i lencio es absol uto, y sólo se rompe por alguna tos aislada o las tímidas pi sadas de los espectadores que entran o salen del patio de butacas, desde donde pueden ver las j ugadas en un tablero electrónico gigante, m ientras escuchan comen tarios de expertos por auriculares . «Esto es d e alucine», comentan dos j óvenes en el descanso entre dos partidas. « S í . Pensaba que tenía truco, pero he podido comprobar que hay j uego l i mpio. Es uno de los espectáculos más i mpresionantes de mi vida», añade un tercero. La gran mayoría del púb l ico son visi tantes del museo, neófitos en aj edrez, que han entrado en la sala al ver el sorprendente anuncio de un «duelo de aj edrez a c iegas», por curio sidad. Están asombrados . Y ese asombro se transforma en pasmo ab-
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sol uto cuando los comentari stas les exp l ican que la marca mundial de partidas simultáneas a ci egas está en ... ¡ 5 2 ! Sí, han leído ustedes bien : el húngaro Janos F lesch ( 1 93 3 - 1 9 8 3 ) di sputó 5 2 partidas a la vez ( Budapest, 1 960) memorizando las piezas en todas e l l as. Aunque hay sospechas fundadas de que cometió algunas i rregularidades -las ex p l icaré más adel ante- su hazaña roza los l ímites humanos, al igual que otras con menos tabl eros pero tan impresionantes o más, protago nizadas por varios gen ios. Pero vayamos por partes. En real i dad, lo que hac ían Topálov y Judit en B i lbao no tiene un mérito espec ial. J ugar una partida a ciegas, sólo una, está al alcance de cualquier aj edrec i sta aficionado de cierto nivel y con un poco de entrenam iento espec ífico. Para los profesiona les -y muchos que no lo son- el aj edrez es como un idioma natural, sobre todo si lo han aprendido de niños; les resulta fáci l v i sual izar una posic ión determinada mientras caminan por la calle o viaj an en auto bús o esperan que el camarero les atienda en un bar. Es muy frecuente que dos grandes maestros anal icen de memoria la partida que acaban de j ugar mientras cenan j untos o toman una copa en la di scoteca; in cluso es probabl e que se pongan a d i scuti r sobre la posición clave de una partida que alguien j ugó hace varios años, y que ambos recuerdan de memoria. No necesitan tablero y piezas para hacer eso. N i siquiera hace falta ser gran maestro para protagonizar esas es cenas tan chocantes; también lo hacen muchos aficionados. La dife rencia es que las estre l l as de la é l ite son capaces de j ugar a ciegas casi tan bien como v iendo el tabl ero, como se ha demostrado durante mu chos años en el torneo Melody Amber de M ónaco, del que he comen tado gran canti dad de partidas (algunas son verdaderas j oyas) en mi columna diaria en El País . Basta entrar en el restaurante de un Cam peonato de España, por ej emplo, a la hora de cenar y pasearse entre las mesas ; muchas conversaciones serán similares a ésta: -Cuando me has sacrificado el peón creía que no tenías compensa ción, pero entonces he visto alfil e4, que es durísima, y a partir de ahí no he dejado de sufrir. Menos mal que te has apurado de tiempo, y he en contrado el truco para conseguir tablas por j aque perpetuo. -Sí, estaba convencido de que ganaba, pero te has escapado. Con
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un poco más de tiempo hubiera podido calcular las variantes de alfil e3 j aque, en lugar de rey h8, y si te vas a h 1 , dama h4. -Ah, ya, a mí me daba miedo que me hicieras eso. Mi única res puesta sería cabal lo f3, pero tomas el caballo y j uegas torre e8, con un ataque tremendo, que no sé si puedo defender.
Y así sucesivamente . En cierto modo, los aj edreci stas de alta competición j uegan siem pre a ci egas, incl uso cuando están v i endo e l tablero y las piezas . Fijé monos, por ej emplo, en Vas i l i l vanchuk cuando está en el escenario de cualquier torneo. De pronto, y a pesar de que le toca j ugar a él, reti ra la v i sta del tablero y la fij a en una señora de la quinta fi l a de espec tadores. Y así pueden pasar ci nco o más minutos, y cuando la señora empieza a pensar que el genial ucran iano se ha enamorado perdida mente de el la, él mueve la cabeza y se pone a m i rar una viga con idén tica fij eza. Al cabo de un rato, l vanchuk parece despertar, vuelve la vi sta al tablero durante unos segundos y, mi entras su mano izquierda acaricia uno de los pel i l los que le salen de la nariz, la derecha efectúa el movimiento y pulsa el reloj . Más de uno pensará que I vanchuk está l oco de atar. S i n embargo, todo ese comportamiento tan extraño obedece a una lógica aplastante . La posición que él quería ver no era la que estaba viendo con los oj os, sino la que podía producirse dentro de cuatro o cinco movimientos, que él había calculado previamente. Con e l fin de eval uar si l e era ven taj osa o no, necesitaba desviar la mirada de la posición actual, que le molestaba, para ver con la mente la otra, m ientras clavaba sus oj os en cualquier sitio di stinto al tablero, ya sea la señora de la quinta fi la, la viga o las cortinas del anfiteatro . Una vez elegida la variante que más le interesa, l vanchuk vuelve sus oj os al tab lero y hace la j ugada co rrespondiente . No resulta extraño, por tanto, que l vanchuk también sea uno de los mej ores del mundo en la modal idad a ciegas . H ace un par de años, en Mónaco, le pedí que me expl icase cómo podía producir obras de arte sin ver las piezas . Se quedó pensativo más de medio m inuto, y por fin encontró la respuesta adecuada : « E s como si le pregunta usted a un ciempiés cómo logra caminar de forma coordinada. Lo hace, pero es
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incapaz de expl icarlm> . Luego daré algunas pistas sobre lo que l van chuk no es capaz de acl arar, pero antes conviene repasar las grandes proezas de la hi storia con los oj os vendados.
Hazañas a ciegas La fasc i nac ión ya se producía en el siglo v111 : el maestro y reputado j uez africano Said bin J ubair ( 665-7 1 4) se sentaba de espaldas al ta blero, uno de sus esc l avos le dictaba los movimientos de sus cuatro adversarios, y él j ugaba casi tan bien como en la modalidad normal . Ruy López de Segura (c. 1 5 30-c. 1 5 80), considerado como e l primer campeón del mundo oficioso, en el xv1, también causaba un pasmo general en lugares próximos a la corte de F e l ipe 1 1 con sus exhibic io nes j unto a otros dos conoc idos maestros españoles, Alfonso Cerón ( 1 5 3 5 -¿ ?) y Medrana, así como las dos estre l las ital ianas de la época, Leonardo da Cutro ( 1 542- 1 5 8 7 ) y Paolo Boi ( 1 5 2 8 - 1 5 9 8 ) . Dos siglos más tarde, F ran9ois André Dani can P h i l idor ( 1 726- 1 795), e l mej or del mundo en ese momento, así como un músico emi nente, garantizaba el l l eno en e l Café de la Régence de París o en los cenáculos más distin guidos de Londres cuando se enfrentaba con los oj os vendados a va rios rivales a la vez. Esas exhibic iones apenas se ven ahora, en buena parte porque el mundo del aj edrez falla con estrépito en lo referente a la mercadotecnia, y no es capaz de darse cuenta de que e l j uego a cie gas es una magnífica vía de publi cidad ; pero también porque e l agota miento que producen las hazañas de esa modalidad exige varias sema nas de reposo absoluto : los grandes maestros soviéticos j ugaban a cie gas como entrenamiento, pero con la prohibición de di sputar más de sei s partidas simultáneas . Y , sobre todo, porque el l i stón de las marcas está muy alto : el citado F l esch lo puso en 52 partidas a la vez, con bue nos resultados (+3 1 , -3 , = 1 8 ) , en 1 960. Es necesario matizar que la proeza de F l esch incluyó varias irregu laridades, suficientes quizá para desacreditarla como legítimo récord del mundo. H ay pruebas o indicios sólidos de que varias partidas ter minaron muy rápido, de lo que se deduce que los rivales eran muy débiles; F lesch tomó algunas notas mientras j ugaba; y sólo se conser-
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van las plan i l las de cinco partidas. Aún con más motivos debe recha zarse de plano -como posible récord del mundo- lo que hizo el es tadounidense de origen belga George Koltanowski ( 1 903 -2000) en 1 960 cuando se enfrentó en San F ranci sco a 56 flojos rivales, pero no en simultáneas, sino consecutivamente, con sólo diez segundos por jugada, ganando 5 0 y empatando 6. Por todo e l lo, el autor de este l ibro se sumaba -hasta finales de 20 1 1 - a quienes defendían que la mar ca hi stórica legítima de aj edrez a c i egas corresponde al argentino M i guel N aj dorf, como s e detallará más adelante . Pero un alemán de 4 1 años desconocido fuera de su país, Marc Lang (con un Elo de 2 . 3 06), j ugó 46 simultáneas a c iegas contra afi cionados en Sontheim an der Brenz el 26 de noviembre de 20 1 1 ; ganó 2 5 , empató 1 9 y perdió sólo 2, en 2 1 horas y 9 m inutos, sin que se haya pub l icado ninguna sospecha de irregularidad. Por tanto, éste se ría el nuevo récord del mundo legítimo. Repasemos otras hazañas muy impresionantes por diversos moti vos, y rayanas probablemente en los l í m ites humanos. H arry Pillsbury ( 1 8 72- 1 906) Fue uno de los mayores talentos que ha dado e l aj edrez y uno de los mej ores atacantes de su larga hi storia; no aprendió a j ugar hasta los 1 6 años -y a los 1 8 ya era famoso por sus grandes éxitos- pero, por desgracia, murió con sólo 34, de sífi l i s (entonces, una enfermedad mucho más grave que ahora), cuando había acumulado méritos sufi cientes para ser candidato al título mundial. D i o más de setenta exhi biciones a ciegas (que incl uyeron más de m i l partidas en total ), y va rias de el las están entre las grandes hazañas de todos los tiempos. Espec ialmente la de 1 902 contra 2 1 rivales fuertes, participantes en el torneo de H annover (con categoría de maestros o candidatos a maes tro; además, podían consultarse entre ellos durante las partidas), que term i nó, tras 24 horas extenuantes, con un resultado más que digno si se tienen en cuenta esos matices ( + 3, -7 , 1 1 ) P i l l sbury arrasaba a cie gas contra adversarios más floj os, como en M oscú 1 902 ( + 1 7 , - 1 , 4 ) Por si todo ello no fuera suficiente para concederle la gloria eterna, el malogrado gen io estadounidense adornaba sus exhibic iones con complementos muy originales. Por ej emplo, lo que hizo en Fi ladelfia, =
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en 1 896, sería increíble si no fuera porque hubo testigos neutrales. An tes de empezar una sesión de simultáneas a ciegas le mostraron durante un minuto una l ista con las siguientes 29 palabras: antiphlogistine, pe riosteum, takadiastase, plasmon, ambrosia, Threlkeld, streptococcus, staphylococcus, micrococcus, plasmodium, M i ssissippi, freiheit, Phi la delphia, Cincinnati, athletics, no war, Etchenberg, American, Russian, phi losophy, Piet Potgleter' s Rost, salmagundi, oomisellecootsi , Bang manvate, Schlechter' s Neck, M anzinyama, theosophy, catechism, madj escomalops. Al acabar la exhibición repitió la l i sta sin un solo error, en e l mismo orden y en el inverso; y al día siguiente aún se acor daba de todas . También era frecuente que mezclase partidas de aj edrez, damas y cartas en la m i sma exhibición a ciegas . Richard Reti ( 1 8 89- 1 929) Uno de los padres del hiperrnodem i smo (presionar el centro con pie zas desde lej os antes de ocuparlo con los peones). Analizar una colec ción de sus mej ores partidas es un placer enorme, que debe disfrutarse muy despac io porque en el las no abundan los sacri ficios violentos sino las man iobras finísimas; sus teorías se plasmaron en dos l i bros que aún hoy son muy recomendables: Nuevas ideas en ajedrez y Los maestros del tablero . A pesar de su corta vida (murió por escarlatina), también fue un exquisito compositor de finales artísticos. Y si todo ello no lo encumbrase como uno de los grandes del aj edrez de la pri mera mitad del siglo xx, además logró dos veces el récord del mundo de simultáneas a c i egas : contra 24 rivales en H aarlem ( H olanda) en 1 9 1 9, con buen resultado (+ 1 2 , -3 , =9) ; y frente a 29 en Sao Paulo, 1 92 5 , aún mejor (+20, -2 , 7 ) =
.
Gyula B reyer ( 1 89 3 - 1 92 1 ) Vivió aún menos que P i l l sbury y Reti , sólo 2 7 años (ataque cardíaco), pero dej ó muestras de gran talento y también fue uno de los promoto res de la escuela hiperrnodema. Un año antes de morir ganó el torneo de Berl ín por delante de muchos de los mej ores del mundo. S iempre fasc inado por el estudio de problemas i ntelectuales, su esti lo en el aj e drez era muy elegante e innovador. Y sus mej ores partidas causan una honda impresión, como la j oya que produj o frente a Asztalos en el
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Campeonato de H ungría de 1 9 1 3 . Batió la pri mera de las marcas de Reti a ciegas en Kosice ( Eslovaquia) en 1 92 1 ( + 1 5 , -3 , =7). Alexánder Alekhine ( 1 892- 1 946 ; su transcripción más adecuada a la fonética española es A l i oj i n ) . U n o d e l o s mej ores aj edreci stas d e todos los tiempos, c o n u n a biografía adecuada para una pel ícula de Osear. H ij o de ari stócratas, aprendió a jugar con su abuela, frecuentaba los clubes a espaldas de sus padres y practicaba mucho por correo o con su hermano Alexé i . Por la noche, analizaba en la cama a la luz de un cand i l . Durante su niñez quedó im presionado por una exhibición a ciegas de P i l l sbury en Moscú: «Consi deré aquella hazaña como un mi lagro». En la adolescencia desarrolló su capacidad para j ugar a ciegas «cuatro o cinco partidas a la vew por que los estudios no le dej aban tiempo para anal izar debidamente las numerosas partidas que j ugaba por correspondencia, de modo que apuntaba las posiciones en un papel y las anal izaba de memoria, mien tras iba de casa al colegio o viceversa. Y su entrenamiento se intensifi có a los 2 1 años de manera harto curiosa: él y otros j ugadores rusos fueron encarcelados durante varios meses en A lemania cuando estalló la primera guerra mundial mientras competían en el torneo de Man heim de 1 9 1 4 : «Como no teníamos tableros, tuvimos que recurrir al juego a ciegas, que practiqué mucho, sobre todo con Bogolyúbov». Cuando su vida ya era una convulsión permanente, pero antes de sumergirse en cantidades industriales de alcohol , A l i oj in batió tres ve ces el récord a ciegas : N ueva York 1 924 (26 rivales; + 1 6, -5 , =5 ) ; París 1 925 ( 2 8 ; +22, -3 , =3 ) ; y Chicago 1 93 3 ( 3 2 ; + 1 9, -4 , =9). En cuanto a la fuerza de sus rivales, la segunda de esas tres exhibiciones fue durí sima, casi tanto como la de P i l l sbury en H annover. George Koltanowski ( 1 903-2000) Su vida en Bélgica, donde nació fue peculiar. En el ej ército lo destina ron a pelar patatas, lo que aprovechó para resolver al mi smo tiempo problemas de aj edrez en l i bros, con el consiguiente perj uicio a la cal i dad de los cortes y las quej as de los soldados. Luego abandonó su tra baj o de cortador de diamantes para dedicarse profesionalmente al aj e drez. H ay constancia documental de que dio al menos 25 exh ibiciones
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a ciegas en c iudades españolas a mediados de los años treinta. Auto definido como «un j uglar errante del aj edrew, su pol ifacética activi dad tras emigrar a E E . U U . es difíc i l mente superable: escribió muchos l i bros, mantuvo una sección de aj edrez en el San Francisco Chronicle durante 5 2 años ( unas 1 9 . 000 col umnas), hizo programas de radio y televisión, presidió la Federac ión de Aj edrez de E E . U U . , logró el títu lo de árbitro internac ional y el honorífico -ya en su vej ez- de «de cano del aj edrez de E E . U U . » . No destacó mucho como j ugador e n torneos, pero s í , y muchísimo, por su prodigiosa memoria, lo que le permitía recitar todos los movi mientos de cada una de las partidas al termi nan sus exhibiciones a ciegas . Aparte de la ya citada de 5 6 partidas consecutivas, Kolty (así le l l amaba todo e l mundo) batió dos veces el récord del mundo : en Amberes ( B élgica), 1 93 1 (30 rivales; +20, l O) ; y en Edimburgo, 1 93 7 (34; +24, = 1 0) . Pero debe subrayarse que e n la segunda sus adversa rios eran manifiestamente débiles. =
Miguel N aj dorf ( 1 9 1 0- 1 99 7 ) Otro d e los personajes m á s fascinantes y queridos en quince s i g l o s de hi storia documentada del aj edrez. Entre los privi legios de mi profe sión está el de haber presentado el último acto públ ico de N aj dorf, una semana antes de su muerte en Málaga, por fallo cardíaco: fueron unas simultáneas de Kaspárov por I nternet desde M adrid, organizadas por El País, a finales de j unio de 1 99 7 . C uando invité al argentino, senta do en la primera fi l a de butacas y todavía con tremenda agi l i dad men tal , a subir al escenario, Kaspárov lo recorrió de punta a punta para ayudarle a subir l as escaleri l las, mientras el públ ico se deshacía en aplausos; fue muy emocionante, pero su médico había desaconsej ado a Naj dorf que acudiera a aquel acto, porque tem ía que su corazón, de 8 7 años, no lo aguantase. Curiosamente, N aj dorf nunca fue un profesional del aj edrez es trictamente (ganó mucho dinero con su empresa de seguros en Argen tina), pero sí uno de sus amantes más incondicionales y apasionados, además de un personaj e i rrepetible, cuya presenc ia en un torneo -aunque sólo fuera como espectador- marcaba mucho la diferencia de ambiente . A pesar de ese pluriempleo, se mantuvo entre los mej o-
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res del mundo durante las décadas de los cuarenta y c incuenta, y si guió j ugando hasta los 86 años. En cuanto a su motivac ión para batir el récord del mundo de simultáneas a c i egas, no pudo ser más original y dramática. Naj dorf, que nació en Varsovia, y sus compañeros de la selecc ión polaca decidieron quedarse a vivir en Argentina porque H itler había invadido Polonia mientras el los di sputaban la O l i mpiada de Aj edrez de Buenos Aires en 1 93 9 . Las comunicaciones con su país de origen eran poco menos que imposibles, y N aj dorf no lograba saber si sus fa miliares estaban vivos. De modo que se planteó el gran reto de estable cer dos nuevas marcas hi stóricas de aj edrez a ciegas, y con resultados asombrosos en ambas : Rosario (Argentina), 1 943 (40 rivales; + 36, -3 , = l ); y Sao Paulo, 1 947 (45 ; + 3 9 , -2 , =4) . No hay duda ni sospecha alguna sobre esas dos hazañas; e n todo caso, hay detal les que aumentan todavía más el mérito de la segunda. Permitió que los j ugadores cansados o con algún compromi so que les obligaba a marcharse fueran reemplazados por otros; un total de 83 per sonas l legaron a sentarse ante los 45 tableros a lo l argo de 2 3 , 5 horas consecutivas, en las que N aj dorf sólo se alimentó con l íquidos mien tras era vigilado en todo momento por tres médicos (Naj dorf bromeó con e l l os, diciendo que estaban dando una «exh ibición de simultáneas médicas»), encargados de medir su tensión arterial y pul sac iones en un tórrido día de verano, con tremendas tormentas, lo que no impidió que miles de personas desfi l asen por la luj osa galería Prestes Maia para ser testigos del maratón mental . E l gran maestro polaco-argen tino permitió incluso que uno de sus rivales recti fi case una j ugada muy mala, y pidió a otro que reconsiderase su intención de abandonar, o que fuera sustituido si tenía que irse, porque la posición era aún de fendible. Aunque la gesta fue inúti l desde el punto de v i sta del obj eti vo principal de Naj dorf -toda su fami l i a había sido quemada por los nazis en Polonia-, quedará regi strada para l a h i storia como una prue ba impresionante de la capac idad potencial del cerebro humano . Al gunos autores, como H ooper y Whyld en The Oxford companion to chess ( 1 992, p . 4 5), cuestionan el mérito de Naj dorf atribuyéndole irregularidades o trampas que, en real idad, corresponden al polémico récord de Flesch, ya exp l icado anteriormente en este capítulo. Como
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demuestran H earst y Knott con abundantes pruebas, argumentos y testimonios en Blind.fold Chess (2009, pp. 9 1 -98), la epopeya de N aj dorf fu e absolutamente l impia. Además, s e conservan las plan i l las de las 45 partidas.
¿Cómo lo hacen ? Salvo en casos excepcionales, la memoria de los aj edreci stas no es fotográfica, sino lógica, salvo para el tab lero vacío y sus casi l las blan cas y negras, que sí v isual izan con bastante claridad, debido a que pueden asoc iar instantáneamente cada escaque a un color determi na do. Por el contrario, reconstruyen la posición de las piezas a partir de sus relaciones de ataque y defensa. En su inmensa mayoría, los j uga dores a ciegas no están v i sual izando una i magen nítida de la posic ión, como una fotografía mental, sino que ven en su cerebro lo esencial de esa partida en concreto; por ej emplo, las piezas más importantes que atacan y defienden en una ofensiva contra el enroque, y a partir de ellas van recordando dónde están las demás. Para comprobar cómo los aj edreci stas desarro llan ese tipo de me moria en grado sumo basta hacer un senc i l l o experimento. Pri mero se les muestra durante 60 segundos una posición de una partida real ; es muy probable que los j ugadores profesionales -y buena parte de los aficionados de c ierto nivel o experienc ia- no tengan ningún proble ma para recordarla al detalle o con muy pocos errores. A continua ción, se les enseña durante el mi smo tiempo una posición totalmente aleatoria, impos ible en una partida seria; en ese caso, es muy i mproba ble que no cometan errores al reproducirla. En ello se basan algunos científicos, y especialmente el reputado y minucioso Femand Gobet, a quien citaremos profusamente en otra par te de este libro, para afirmar que, tal como concluyó tras un estudio rea lizado j unto a Waters y Leyden (2002 ), la práctica frecuente del aj edrez no desarrolla la visión espacial. Si entendemos ésta como pura memoria fotográfica, esa tesis tiene sentido. Pero al mismo tiempo parece absur da, porque equivale a afirmar que alguien que levanta pesas cada día no desarrolla sus pectorales. Lo que sí es probablemente cierto es que la
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práctica frecuente d e l aj edrez desarrolla mucho la memoria visual lógi ca (como sostiene, entre otros, H oward Gardner, Premio Príncipe de Asturias 20 1 1 ), y mucho menos la visión espacial fotográfica. Por eso, la gran mayoría de los aj edrecistas de cierto nivel pueden disputar una partida a ciegas con una cal idad aceptable, pero tienen serios problemas para hacerlo simultáneamente con más de c inco o seis partidas, salvo que se hayan entrenado de manera muy específica e intensa. Ahora bien, si hablamos de las grandes hazañas menc ionadas en las páginas anteriores (por ej emplo, las 45 partidas de N aj dorf o las exhi biciones pol i facéticas de P i l l sbury), parece imposible que puedan lo grarse sin memoria fotográfica, ese don que posee un porcentaj e muy pequeño de los seres humanos. Además, tal privi legio debe ser com pletado con técnicas que ayuden a recordar mej or. P i l l sbury dio algu nas pi stas sobre su organizac ión mental en una exhibición con doce ri vales: «Divido los tableros en tres grupos; el primero está compuesto por 1 , 4, 7 y 1 O ; e l segundo por 2 , 5 , 8 y 1 1 ; y el tercero por 3 , 6, 9 y 1 2 . A continuación, empiezo la partida de la mi sma forma en todas las par tidas de cada grupo; por ej emplo, con el peón de rey en los cuatro table ros del primero; con el peón de dama en los del segundo, etc . Y procuro asociar un elemento de la posición con cada número de tablero» . Esto último se refiere, por ej emplo, a que si en el tablero 9 hay peones do blados en c2 y c3 , P i l l sbury se queda con la i magen de que «el 9 es el de los peones doblados», y a partir de e llos le resulta mucho más fác i l reconstruir mentalmente dónde están l a s piezas. También corrigió a quienes pensaban que lo más dific i l l lega cuando la partida está muy avanzada: «Al contrario. No es en el medio j uego ni en el final donde se encuentra la dificultad, porque en ambas fases hay e lementos carac terísticos fáci les de retener, y los veo tan claramente como le estoy viendo a usted en este momento. Contra la i mpresión general de los afic ionados, puedo asegurarle que e l período crítico del j ugador sin ver está en la apertura, cuando la menor deb i l i dad, la más l i gera distrac ción, puede echar por tierra todo el planteo» . P i l lsbury expl icó todo e s o a un periodista poco antes d e comenzar una exhibición con doce tableros en el c l ub M etropol itan de Nueva York. Y al acabar reveló que, como cuatro de sus rivales habían optado por defensas raras, reorganizó la agrupación de partidas sobre la mar-
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cha, reun iendo en un mismo grupo mental esas cuatro aperturas irregu lares. Además, tras dos horas y media de sesión, propuso un «descanso entretenido», simi lar al j uego de las 29 palabras muy comp l icadas mencionado en páginas anteriores. En su libro Ajedrez a la ciega ( 1 990, p. 22), mi inolvidable amigo Benito López Esnaola ( 1 9 1 8- 1 997) incluye una interesante c ita textual sin prec isar la fuente : « Pidió que le escribieran 3 0 palabras y que las numeraran, pero no en orden, sino caprichosamente. Y una vez que le fueron leídas, se prestó a ser inte rrogado por el número o la palabra correspondi ente, al azar, contestan do en todos los casos sin incurrir en error. Y después recitó toda la l i sta de arriba abajo, nombrando correctamente las palabras y los números, con gran admi ración de quienes, para ponerle en un aprieto, habían dictado vocablos extranj eros. Y luego terminó la sesión con ocho parti das ganadas, dos tablas y dos perdidas» Según los testimonios que nos dej aron Alioj in, Koltanowski y N aj dorf -así como l a s manifestaciones a la prensa d e Lang tras s u hazaña en 20 1 1 -, sus técnicas eran similares a las de P i l l sbury, siempre sobre la base de una memoria colosal, de superdotados. En cuanto a los aj e drecistas sin memoria fotográfica, todo lo expuesto aquí (basado en la consulta a muchos j ugadores, tanto aficionados como grandes estrellas, así como en la propia experiencia del autor) encaj a bien con las conclu siones del eminente psicólogo Alfred Binet ( 1 85 7- 1 9 1 1 ) tras el estudio científico más completo que se ha hecho sobre aj edrez a ciegas. Y tam poco desentona con otros trabaj os de referencia: C leveland, De Groot, Simon, Saari luoma, Chabris y H earst, etc . , muy detallados en la citada obra monumental de H earst y Knott (43 7 páginas, en inglés, en formato grande, dedicadas sólo al aj edrez a ciegas), que satisfará sin duda al lec tor deseoso de profundizar en la materia. Ello no supone ningún menos precio a la también mencionada obra de López Esnaola (287 páginas en edición de bolsil lo), que contiene mucha información valiosa en espa ñol. Uno de los l ibros más consultados para escribir éste que el lector tiene en sus manos es Inteligencia y ajedrez, de M anuel Pérez Pérez, quien también comenta ampliamente los trabaj os mencionados. Sin embargo, aunque en este l ibro no se pretende abarcar tanto, el capítulo quedaría coj o sin un apartado que trate de otra manera de ju gar a ciegas : la de los c iegos y m i nusvidentes.
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Jaques e n las tinieblas «La mayoría de la gente ve con los oj os; nosotros, con la mente, y los resultados son a veces magníficos». M e lo dij o en los años ochenta el yugoslavo Chabarkapa, un gran aj edrecista c iego. C iertamente, el aj e drez es el deporte más apropiado para invidentes y minusvidentes (cu riosamente, otro muy apropiado es el yudo, porque el agarre de los quimonos perm ite una captación casi perfecta de la s ituac ión del rival); por eso hay competiciones específicas para e llos, y también es relativa mente frecuente que haya participantes ciegos (generalmente, con sus perros lazari l los tumbados j unto a sus pies durante la partida) en los torneos abiertos. En E spaña, la ONC E tiene una i mportante sección de aj edrez, y organiza el Campeonato del M undo por N ac iones 20 1 3 , que estará a punto de j ugarse en Zaragoza cuando este l ibro vea la luz. En tre otros éxitos, la selección española logró la medal la de bronce en las dos últimas Olimpiadas de Aj edrez para C iegos, organizadas por la Asociac ión I nternacional de Aj edrez para C iegos ( I BCA), que durante muchos años presidió el español Delfin B urdío ( 1 934-200 5 ) . E l aj edrez entre ciegos también tiene un c l aro i nterés c ientífico; por ej emplo, en las diferencias entre un invidente de nacimiento o uno sobrevenido, por acc idente o enfermedad. O la correspondencia entre memoria fotográfica y memoria tácti l . Todo e l l o se entenderá mej or si previamente exp l icamos las particularidades de esta rama del deporte menta l . L o s ciegos uti l i zan tableros especiales, en l o s q u e cada cas i l l a tiene un pequeño aguj ero donde se inserta un pivote que sale de la parte infe rior de cada pieza; de esa manera, los j ugadores pueden tocar las piezas sin riesgo de que se caigan ; además, para distinguir al tacto las blancas de las negras, las de un color l levan un clavo insertado arriba, y las del otro no; por otro lado, las esferas del reloj también son distintas, con el fin de que pueda controlarse el tiempo por el tacto de las aguj as o bien con el sonido, por auriculares; en cualquier momento, el j ugador puede pulsar un botón y escuchar por el auricular el tiempo que le queda dis ponible; y la regla «pieza tocada, pieza movida» no se apl ica a los j uga dores invidentes, que pueden tocarlas sin l ímite; lo que se apl ica es «pieza sacada de su orificio, pieza movida» . En cuanto a cómo apuntar
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las j ugadas, algunos las escriben con el si stema Brai l le, otros uti l izan pequeñas computadoras portátiles para ciegos, y también hay quien prefiere grabarlas de viva voz porque, de hecho, los aj edreci stas ciegos cantan su j ugada cuando la hacen, uti lizando el método algebraico; es decir, algo parecido al j uego de los barquitos que casi todos practica mos alguna vez de niños (por ej emplo, alfil g5 , o dama h4, etc . ) . Y si hablamos del entrenamiento, un adelanto tecnológico esencial para que los ciegos puedan disfrutar al máximo del aj edrez son los progra mas informáticos específicos, cuyo contenido se transmite a través del sonido, que permiten un entrenamiento casi tan completo como el de cualquier otro aj edrecista. Por último, cuando en un torneo se enfren tan un j ugador ciego y otro vidente, la partida se j uega en dos tableros a la vez, uno normal y el otro con aguj eritos, con el fin de que los rivales no se molesten mutuamente, y el árbitro debe comprobar que los movi mientos se ej ecutan correctamente en ambos; si ambos j ugadores son ciegos, los dos tableros son especiales. Los ciegos sobrevenidos recuerdan los colores, porque alguna vez los vieron . En cambio, para los de nacimiento el color es un concepto puramente abstracto; pero sí pueden imaginar el contorno de las pie zas, por el tacto . S i vamos, por ej emplo, a un Campeonato de España de ci egos, veremos que algunos tocan constantemente todas las pie zas, y otros no, j uegan casi completamente de memoria. Y eso no de pende tanto de si uno es ciego de nacimi ento o no, sino de su categoría como j ugador; cuanto mej or sea, menos tocará las piezas. Porque, si bien los ciegos de nacimiento pueden tardar más en domi nar el j uego, una vez que lo hacen se convierte en una espec ie de lenguaj e natural para el los, mientras que un c i ego sobrevenido tiene una mayor ten dencia a tocar las piezas. Para exp l icar esa aparente contradicción -los ciegos de nacimien to suelen j ugar mej or que los sobrevenidos- hay que recordar que las personas que pierden alguno de sus sentidos suelen desarro llar más otros; por ej emplo, el oído y el tacto en el caso que nos ocupa. Ahora bien, ¿cómo un ciego de nacimiento vi sual iza cada una de l as piezas y las distingue de las otras? Es difícil de exp l icar incluso para el los mis mos, y no es fác i l que lo entendamos. Cuando vemos un cabal lo de aj edrez lo asoc iamos automáticamente al animal cabal lo, pero si al-
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guien no ha visto nunca un cabal lo tiene que fij arse en otras cosas, corno el rel i eve de esa pieza cuando la toca, o en su peculiar movimien to en forma de ele, dos cas i l l as en una dirección y una en otra. Y lo mismo ocurre con todas las demás piezas, que los ciegos di stinguen por su rel ieve y por su forma de mover. Es en este punto donde pode rnos asociar la memoria tácti l de los ciegos --que permite imaginar cómo es algo- con la memoria fotográfica de los videntes, y distin guirla de la memoria lógica, que nos perm ite recordar dónde están las piezas por las relaciones de ataque y defensa que hay entre el las. Roberto Enj uto, uno de los mej ores aj edreci stas ciegos españoles durante un largo período, me i lustró mucho: « Para que un ciego alcan ce un buen nivel en aj edrez es indi spensable el desarrol lo de la capaci dad de j uego sin tablero. Si observas a un j ugador ciego medio, notarás un movimiento compulsivo de las manos por todo el tablero. Esta acti vidad, aparentemente febri l , no se corresponde con una profundización en el cálculo de variantes. Los que veis, tenéi s la percepción instantá nea del tablero de un vistazo, y para consegui r ese mismo efecto o pa reci do en un ciego, es en mi opinión impresc indible la abstracción del tablero y el dibuj o automático de posiciones en la mente». Enj uto me contó también los dos métodos que él emplea para desarro llar esa ca pacidad. Por un lado, j ugar partidas rápidas, con sólo cinco minutos por j ugador, porque a esa velocidad no puede entretenerse tocando las piezas, tiene que memorizarlas; y por otro, dar exhibiciones de simul táneas, porque si no quiere que duren demasiado tiene que fiarse de su memoria, y no puede estar tocando las piezas todo el rato . U n caso tan espec ial corno i mpresionante es de los c iegos sordo mudos. Nunca olvidaré mi conversación con Alexánder Vasíl ievich Suvórov, cuyo perfi l pub l i qué en la última página de El País el 20 de diciembre de 1 98 8 . La entrevi sta fue posible grac ias a una técnica l l a mada dacti lología: él hacía algo parec ido a tec l ear con los dedos en la mano de su asi stente, y éste me traducía en palabras l o que decía Su vórov y le traducía a Suvórov con sus dedos lo que yo preguntaba: «A los tres años perdió la v i sta y a los nueve e l oído. A los 34 goza de un gran prestigio corno psicólogo en la U nión Soviética y está a punto de terminar su tesi s doctoral sobre e l desarro l l o de la i magi nación en los niños ciegos y sordos. Su i ntervención en un debate sobre la uti l i dad
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del aj edrez en la rehab i l itación de minusvál idos, dentro del congreso internac ional que se c l ausuró el domingo en Madrid, dej ó impresiona dos a los asi stentes». « I ngresé en l a escue l a especi a l de Zagorsk, cerca de Moscú», re cuerda Suvórov, «poco antes de que mi muerte espiritual fuera i rre mediab l e . A l l í logré conservar la capaci dad de hab l ar y aprendí l a dacti lo logía». A l principio consideraba e l aj edrez «como un mero en tretenimiento», pero después se convi rtió «en una herramienta esencial para establecer relaciones amistosas con los niños». La conversación se desarrolla a través de las manos de Alguis Arlauscas, amigo de Su vórov y director de una película protagonizada por éste que ha ganado tres prem ios internacionales. Tanto en el guión del fi l me como en la tesis doctoral, e l autor se declara «irreconci l i able con los métodos típi camente fasci stas de quienes pretenden marginar para siempre a los sordomudos ciegos convirtiendo las escuelas en inclusas». Suvórov define su vida como «un eterno pensamiento. A veces, bajo al parque a pasear o a esquiar mientras sigo pensando e imaginan do que hablo en voz alta. Así me rel aj o sin dej ar de trabaj ar. C uando l lego a casa escribo todo lo que se me ha ocurrido» . Le gusta provocar a la gente, «porque es la mej or manera para establecer comunicación. Suelo l l evar un s i lbato en e l bols i l lo y cuando me siento agobiado y empuj ado por la gente en las escaleras del metro pito muy fuerte ; como mínimo habrá un pol icía que me hará caso» . É ste es su segundo v i aj e al extranj ero . « E l primero fue a H ambur go, durante la época de B rézniev, y lo pasé muy mal porque no podía hablar de lo que quería. Los funcionarios soviéticos siempre estaban recordándome cómo tenía que comportarme fuera de la U R S S . Eran malos tiempos. Ahora, en Madrid, puedo decir lo que pienso sin mie do, y además me tratan como s i todos fueran m i s amigos» . Desde que l legó a E spaña, Suvórov no dej ó de establ ecer compa raciones con la U RS S , «cuya pobl ación se despierta ahora de un sueño letárgico que comenzó en la época de Stal in». Tras una larga pausa, añade: «Creo que muchos de mis compatriotas no pueden creer que una inic iativa tan atrevida como l a perestroika [la renovación impul sada por Gorbachov] no tenga su correspondiente castigo. Por otra parte, resulta curioso que yo esté aprendiendo democraci a en la Espa-
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ña capital i sta. La l ibertad que cada uno pudo ej ercer durante el día de huelga general me dej ó muy impresionado». Suvórov se muestra especialmente crítico con el aparato burocráti co de su país y con la superespec ial izac ión en el trabaj o . Su chiste preferido resulta muy i lustrativo: « U n ciudadano soviético va al hos pital para que le pongan una lavativa y se sorprende mucho de que haya dos médicos esperándole. "¿Hacen falta los dos para algo tan sen c i l lo?", pregunta. "Naturalmente -le contestan- uno sabe cómo hay que prepararla, y el otro, dónde hay que ponerla" » .
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oy a contravenir, por una vez, las normas del periodismo serio, y empezaré contestando a la pregunta con otras dos: ¿J ugaría M es si igual de bien al fútbol si le cambiamos su cerebro por el de otra persona? ¿Podemos separar la mente del cuerpo y hablar de «deportes físicos» y otros que no lo son? Por otro lado, el aj edrez está organiza do como un deporte en todo el mundo. Además, si hablamos de la alta competición, el desgaste físico que produce es mucho mayor de lo que pueda parecer. Quienes siguen estando en contra de que el aj edrez se reconozca como un deporte tendrán, como mínimo, serias dudas cuan do term inen de leer este capítulo. Lausana ( S uiza), sede del Comité O l ímpico I nternac ional ( C O I ) , enero d e 1 99 8 . Quizá s e a u n o de los l ugares m á s bonitos d e l mundo. El edificio está en un promontorio sobre el l ago Leman, con los A lpes nevados al fondo. Pero, a j uzgar por lo mucho que trabaj a y viaj a J uan Antonio Samaranch, dudo que tenga tiempo para disfrutar de un pai saj e tan privilegiado. Estamos en su despacho, con su jefe del gabinete de prensa y mano derecha, José Sotelo, y e l espec iali sta en aj edrez de la Agenc ia Efe, mi amigo Á ngel Asensio. E l presidente del C O I nos ha l l amado para saber qué pensamos de un asunto sobre el que tiene que decidir algo pronto : la petición de l a Federac ión I nternac ional de Aj edrez ( F I D E ) para ser aceptada como m iembro del C O I en la próxi ma Asamblea General . Sobre la mesa de Samaranch descansa un to cho enorme, de 400-500 fol ios, que contiene todos los argumentos
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esgrimidos por la F I D E ; está fi rmado por su ínclito presidente, el ruso Kirsán l l i umyínov . Se supone que estamos aquí para asesorar al presidente. En real i dad, somos nosotros quienes aprendemos de él : «Cuando recibí este mamotreto de papeles vi que incluía estudios médicos interesantes. Pero me preocupaba bastante más saber si en el C O I tenemos un docu mento oficial donde se defina qué es deporte . Envié a mis colaborado res a buscar en los archivos, y la respuesta fue negativa, por sorpren dente que parezca. Eso me dej a l as manos l ibres para tomar postura» . Aparte de comentar los experimentos médicos que luego detallaré, hablamos durante una hora sobre otros argumentos. Asensio recalca que la F I D E engloba 1 5 6 países en ese momento (muy pocos deportes tienen más) y que, de e l l os, 1 1 4 selecciones masculinas y 74 femeni nas han participado en l a O l impiada de Aj edrez en Yereván, la capital de Armenia, en 1 996; esos números están muy por encima de los mí nimos que exige el COI para reconocer un deporte : que se practique en 7 5 países de cuatro continentes en su versión masculina, y en 40 de tres en la femenina. Sotelo recuerda que, de hecho, el COI ya ha acogido a la F I D E en el Movimiento O l ímpico, un conj unto de enti dades, organi smos, insti tuc iones y personas que acatan la Carta Ol ímpica, donde figuran el golf y e l rugby entre otros deportes, tras comprobar que se cumplen a raj atabla las normas de no di scrim inación por cuestión de raza, rel i gión, sexo, etc . Tampoco s e aprecia n ingún choque con l o s principios fundamentales del O l i mpi smo, de los que el segundo parece redacta do pensando en el aj edrez: « E l O l i mp i smo es una fi losofía de la v i da que exalta y combina en un conj unto equi l ibrado las cual i dades del cuerpo, de la vol untad y del espíritu . U ni endo el deporte a la cultura y a la educación, el O l i mpismo quiere crear un esti lo de v i da construido sobre la alegría en e l esfuerzo, el valor educativo del buen ej emplo y el respeto de los principios éticos universales». Mi principal aportación es exp l icar al presidente e l argumento más pragmático de todos: qué hacemos con el aj edrez si no lo reconoce mos como deporte, a pesar de que está organizado como tal (federa c iones, competiciones, equipos, l i gas, l icencias, clasificaciones, re glamentos, árbitros, entrenadores . . . ), lo que con l l eva una estructura
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económica m u y similar a l a s de los demás deportes . S i un d í a l lamo a l redactor-jefe de C ultura de El País y le propongo un reportaj e sobre aj edrez y cine, es muy probable que me lo compre, porque hay mu chas películas sobre aj edrez, y algunas son muy buenas. Pero si le ofrezco otro sobre el Campeonato del M undo me dirá que no, que eso pertenece a Deportes. En los países que no reconocen el aj edrez como deporte sufren serios problemas para financiarlo. Por ej emplo, en el Reino U n i do, a pesar de que Inglaterra tiene uno de los mej ores equi pos del mundo y ha ganado varias medallas; en consecuencia, los pe riódicos británicos no ven muy c l aro dónde colocar las noticias del juego-ciencia, que aparecen en las secciones de N ac ional o I nterna cional según dónde se j uegue el torneo en cuestión . Eso influye nega tivamente en la cobertura genera l . Por el contrario, cualquier lector español sabe que las notic ias de aj edrez vienen en la sección de De portes y que la Federac ión Española de Aj edrez depende del Consej o Superior d e Deportes. En Aleman ia la duda se resolvió c o n un debate en las dos cámaras del Parlamento, cuya decisión fue muy favorable: el aj edrez es un deporte, los c l ubes están exentos de i mpuestos, y los mecenas, también. En suma, una deci sión favorable del C O I sería una ayuda muy grande. Samaranch añade otros datos: hay 98 países que reconocen al aj e drez como deporte ( 3 7 europeos, 1 7 americanos, 1 8 africanos y 26 de Asia-Oceanía), y la F l D E tendrá que real izar un gran esfuerzo para convencer a los demás de que se equivocan. Pero no le faltarán argu mentos de peso: además de los citados en los párrafos anteriores, el aj edrez es practicado como deporte por muchos m i l lones de personas esparcidas por todo el mundo, la suerte apenas influye en el j uego, y su práctica no depende esencialmente de n i ngún arti lugio mecánico. Cuando e l presidente da por terminado nuestro debate, ya ha to mado una dec isión: « E l aj edrez es el deporte mental por excelencia, y por tanto es idóneo para que e l C O I mej ore su i magen y cumpla con el viej o lema Mens sana in corpore sano. Voy a recomendar a la Asam blea General que acepte el ingreso de la F I D E , y confío en que no haya problemas para lograr l a mayoría necesaria». En efecto, Samaranch cumpl i ó ese compromiso, y e l COI aceptó a la F I D E en 1 999. E l número de países que reconocen el aj edrez como
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deporte ha subido ya hasta cerca de los 1 3 0, de los 1 7 8 que forman parte de la F I D E en la primavera de 20 1 3 (en la ON U hay 1 93 ) . Otro problema, mucho más comp l icado y de solución poco menos que im posible a corto plazo, es que e l aj edrez entre en los Juegos O l ímpicos. Para mitigar el problema de su gigantismo creciente, el C O I decidió en 2000 que para añadi r un deporte a los JJ . OO. habrá que sacar otro antes, lo que dificulta todavía más el obj etivo. Quizá fuera más fáci l e n l o s Juegos d e I nv i erno, pero habría que cambiar antes el reglamen to, que condiciona esos deportes a que se practiquen en n ieve o hielo. Para colmo, los directivos de l a F I D E no se di stinguen precisamente por su buena imagen, sus hab i l idades diplomáticas y su virtuosismo para la mercadotecnia. Quien sueñe con que e l aj edrez se incl uya al gún día en la mayor cita mundial del deporte cada cuatro años, es me j or que espere sentado.
Argumentos médicos Quienes necesiten argumentos que demuestren que e l aj edrez implica lo que habitualmente se entiende como «esfuerzo físico» (como s i el mental no lo fuera), para ser considerado deporte, tal vez se sientan reconfortados al saber que Anato l i Kárpov ha l legado a perder 1 O ki los de peso durante una competición. Está demostrado que el sistema nerv i oso y el cardiovascular sufren un serio desgaste en los torneos de él ite (que duran dos o tres semanas ; los duelos entre Kárpov y Kas párov por el título mundial, entre dos y cinco meses) , tanto o más que en otros deportes, como el tiro o límpico. El tirador apenas gasta ener gía física en el prec i so momento de la competición pero sí debe entre narse rigurosamente para que su s i stema nerv i oso esté en perfectas condiciones. De igual modo, casi todos los astros del tablero cuidan su preparac ión física entre torneos, con la diferencia -respecto al tiro ol ímpico- de que los aj edrecistas termi nan muchas veces exhaustos tras una partida de cuatro o c i nco horas. Es más, hay torneos cuyo vencedor se decide por la resistencia física; por ej emplo, la carrera de Vladímir Krámnik (que destronó a Kaspárov en 2000) sería aún más bri l l ante si no hubiera sufrido problemas en ese terreno.
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De los experimentos médicos real izados en este ámbito, la F I D E incluyó l o s resultados d e varios e n s u informe para Samaranch, con hechos y datos muy concretos. E l profesor Xavier Sturbois, de la Uni dad de Educac ión Física de la U n i versidad de Lovaina ( B élgica), diri gió uno pre l i m i nar cuyos conejillos de Indias fueron e l gran maestro Mijaíl Gurévich y un j ugador de nivel medio, Richard Polaczek, co nectados por cables a diversos aparatos mientras disputaban partidas rápidas. Aunque Sturbois indica que la c l ara diferencia de categoría entre ambos distorsiona los resultados, éstos ofrecen indicios signifi cativos. Por ej emplo, la tensión arterial de Polaczek pasó de 1 2/8 a 1 5 , 5/9 j usto cuando la posición se tomó muy del icada para é l ; en ese mismo momento las pulsaciones subieron de 7 5 a 9 1 por minuto . Por el contrario, Gurévich experimentó variac iones más pequeñas . Animado por esas cifras, e l mismo profesor real izó otro experi mento con suj etos más adecuados unos meses más tarde : seis aficio nados varones de entre 20 y 24 años. Y los resultados fueron más l la mativos. Así, el ritmo cardíaco de dos de e l los al term inar estaba entre las 1 40 y 1 5 0 pulsaciones; curiosamente, ambos perdieron la partida en cuestión. En esa parte del informe, Sturboi s resalta: «Uno de los sujetos registró una salva de mov i mientos extrasistó licos al sufrir un ataque violento y repentino de su adversario». Tras ofrecer un cuadro comparativo de los resultados en el que se advierten ritmos cardíacos muy elevados ( 1 92 y 1 80 pul sac iones en dos de los j ugadores) durante los momentos más tensos de las partidas, Sturbois señala: «Se ve un consumo muy pobre de grasas pero muy alto de hidratos de carbono con aparición concomitante de fatiga. ( . . . ) El aj edrez, en su modal idad de partidas rápidas, tiene sensibles reper cusiones ortosimpáticas que ponen a prueba el si stema nervioso, el hormonal y el cardiovascularn . Y concluye: « Las nociones reseñadas de estrés nerv ioso, estimulación cardíaca, contracción fisica y compe tición sin influencia de la suerte constituyen argumentos para que el aj edrez sea admitido en el ámbito de las actividades deportivas». Aún más completa fue la investigación realizada en la cátedra de aj edrez del I nstituto de Cultura Física de M oscú por la estudiante de 4.0 curso T. N. Gladíscheva, supervi sada por e l doctor en medicina V . B. Balkine, en 1 9 8 7 . En e l apartado «El carácter espec ífico de la activi-
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dad profesional del aj edreci sta», se di seccionan con todo detal le mu chos elementos para demostrar que los j ugadores de alta competición deben cuidar mucho su preparación fisica. «El esfuerzo mental sin movimientos musculares y con excitac ión del si stema cardiovascular puede provocar serios problemas psíqui cos. Se conocen casos en los que el peso de los j ugadores ha disminui do entre 4 y 8 kilos durante un torneo importante . En otros casos, los j ugadores han experimentado cambios fi siológicos : desarro llo de la taquicardia, contracciones que aumentan hasta las 1 45 pulsaciones y tensión arterial que sube entre un 20 y un 3 0 %», señala e l informe. Y añade: « Debe resaltarse la tensión psicoemocional que aparece duran te la partida. La inquietud y una gran tensión emocional forman parte de la mayoría de competiciones deportivas, lo que influye desfavora blemente en el rendimiento . Cabe preguntarse cuál es la diferencia entre la tensión emoci onal de los aj edreci stas y la de otros deporti stas . Y la respuesta es simple: en la mayoría de los deportes, esa tensión está acompañada de un esfuerzo físico que protege al organ i smo del estrés, pri ncipal provocador de l a tensión emocional» . Tras destacar q u e los entrenamientos cada vez más rigurosos, la elevación del nivel de j uego y e l aumento del número de torneos ha provocado que los aj edreci stas pasen «de un estrés emocional a una hipertensión psíquica», Gladíscheva concluye : «Está claro que e l éxi to en un torneo no depende solamente del nivel puramente deportivo del j ugador sino también del estado general de su organi smo ( . . . ). E l aj edrez d e alta competición necesita u n control médico ( . . . ) . Nuestras observaciones demuestran la importancia del ej erc icio físico antes y después de la partida» . No menos interesante es el experimento del alemán Helmut Pfleger, gran maestro y doctor en medicina, durante el Campeonato de Alemania por equipos de 1 979. Uno de los resultados más curiosos fue éste: «An tes de la partida, varios j ugadores mostraron signos evidentes del conoci do síndrome que afecta a muchos deportistas j usto antes de la competi ción. Es decir, la presión sanguínea y el ritmo cardíaco eran similares a los de un velocista de atletismo cuando espera el disparo inicial». Pfleger aporta otras conc l usiones muy significativas : «La frecuen cia del pulso cardíaco era directamente proporci onal al grado de com-
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plicación de la partida, a los apuros de tiempo (se l legaron a registrar 200 pulsaciones) y a la i mportancia de la próxima j ugada del adversa rio. Por otro lado, la perspectiva de una v ictoria cercana se traducía en un pulso calmado, mientras el del adversario se ace leraba por la v i sión de una derrota ineludible. En general , el modelo de frecuencia cardía ca en un aj edreci sta de torneos es simi lar al de un p i l oto de ala delta» . H ay, por tanto, motivos de sobra para afirmar que e l aj edrez desa rroll a el músculo más i mportante, el cerebro . S i n embargo, todavía hay gente influyente que no se entera. Por ej emplo, en septiembre de 20 1 O, Jorge Colón, subdirector del programa de Educación F ísica del Departamento de Educac ión de Puerto Rico, dec idió e l i m i nar la ense ñanza del aj edrez en las escuelas públ icas por ser «un j uego sedentario que fomenta la obes idad» . Las protestas que originó fueron tan sono ras que el Gobierno tuvo que desautorizar al i l uminado y rectificar su decisión pocos días después. M ayor aún fue el lío que montó e l Gobierno Vasco en 2004, cuan do su consej ero de Deportes hizo de su capa un sayo y, sin informarse previamente lo más mínimo, decidió e l i m inar el aj edrez como depor te . Como lo viví muy de cerca ( soy vasco) y me parece que la hi storia es i nstructiva, la contaré con detal l e .
Jaque del director Garai José Ramón Garai ( B i lbao, 1 95 7 ) había presidido las federac iones Vizcaína y Vasca de Pelota antes de ser nombrado director de Depor tes del Gobierno Vasco en 200 1 . Se encontró con una estructura so bredimensionada, con deportes demasiado m inoritarios para tener su propia federación, y un excesivo gasto administrativo. De modo que decidió reorganizar las federaciones y publ icó un borrador de decreto con las nuevas pautas. H asta ahí , todo normal . Pero, al parecer, ni Garai ni sus asesores tenían la más remota idea de la repercusión y raigambre que el aj edrez acumulaba en su propia tierra y en el mundo entero, y n i siquiera consultaron a expertos en la materia, como hizo Samaranch c i nco años antes para promover j usto lo contrari o : que reconociese el aj edrez, noticia, esta ú lti ma, de la que
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Garai tampoco se había enterado. De modo que, n i corto n i perezoso, sin pensar tampoco en que un gobierno que promueva el aj edrez está ligando su imagen corporativa con la inte l i gencia, lo incluyó en la l i s ta de deportes para e l i m i nar, basándose en el siguiente párrafo : «No se reconocerán como modal idades deportivas aquel l as prácticas basadas en j uegos de azar, en j uegos no competitivos en su origen, en j uegos de estrategia o en la hab i l i dad puramente manual o mental, o que sean fundamentalmente de materia sedentaria» . En el apartado anterior del mismo artículo se leía: « La vinculación a un tipo de acción que impl i que un esfuerzo físico significativo y/o ej ecución de movimientos complej os» será una de las condiciones para considerar como deporte cualquier actividad competitiva. El aj edrez perdía así sus subvencio nes habituales, y dej aba colgados a 2 . 000 federados y 3 . 000 competi dores y practicantes no afi l i ados a la federación, además de un buen número de aficionados no competitivos y unos 1 1 . 000 niños que esta ban aprendiendo a j ugar al aj edrez en unos 400 colegios vascos. A pesar de que l as reacciones fueron numerosas, contundentes y rui dosas desde el principio, Garai siguió sin darse cuenta de que se había metido en un avi spero, comentó con varias personas que e l aj e drez era como el mus o los bailes de salón, y reconoc ió que e l Gobier no Vasco deseaba evitar que los promotores de j uegos y actividades pusieran como ej emplo el aj edrez al solicitar su admisión como de porte . Parece obvio que él y sus asesores desconocían las enormes di ferencias a favor del aj edrez: 1 5 siglos de hi storia documentada, v i rtu des pedagógi cas contrastadas, expan sión universal, reconocimiento como deporte, etc . El director técnico de la Federac ión Vasca, N i cola Lococo, le lanzó un dardo certero : « S i algún c iudadano le propone que los l anzami entos de cuch i l los, azadas, l l aves inglesas y p iedras sean reconocidos como deportes, ¿acaso e l i m i naría el Gobierno Vas co los de marti l l o , j abalina, di sco y peso para no sentar precedentes?». H ubo nutridas manifestaciones cal lej eras, decisiones en contra de alcaldes y concej ales en varios ayuntamientos, programas de radio y artículos en la prensa vasca y española. Uno mío, en El País, recordaba en su primer párrafo : « Lo que proyecta el Gobierno Vasco -e l iminar el aj edrez como deporte tras haberlo aceptado y financiado-- sólo ha ocurrido en tres países, donde además fue prohibido: China, durante la
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Revolución Cultural ( 1 966- 1 969), el I rán de Jomeini ( 1 979- 1 989), que revocó la medida poco antes de morir, y el Afgani stán tal ibán». Pero Garai no se baj aba del burro . . . o sólo un poco: « Reconoce mos que e l aj edrez tiene valores extraord inarios, y podría rec ibir ayu das sin ser deporte», dij o en Radio Euskad i . Pero en la práctica, eso rozaría el absurdo : aunque estuv iera fi nanc iado por otros departamen tos del Gobierno Vasco, el aj edrez tendría que funcionar como depor te sin serlo, con l i cencias, árbitros, campeonatos, clasificac iones, etc . y aceptar un delegado impuesto por la Federac ión Española para se guir conectado nac ional e internacionalmente . Si esa situac ión ya se ría absurda de por sí, provocarla en un territorio muy orgu l loso de su autonomía pol ítica con respecto al Gobierno de M adrid era el colmo del ridículo. Me consta, aunque no puedo desvelar los nombres por que me lo dij eron en conversaciones privadas, que varios pol íticos vascos de alto nivel le pidieron a Garai que modificase la nueva nor mativa, ante lo insostenible de su posición, criticada incl uso púb l i ca mente por los partidos pol íticos que fo rmaban la coal ición de gobier no, además de los opositores. Es decir, unanimidad en contra de Garai. Por fin, el Gobierno Vasco rectificó, a través de su portavoz, y con sejera de Cultura, M i ren Azkárate, quien, sin embargo, se quej ó del «linchamiento» al que había estado sometido su director de Deportes durante la agria polémica de los últimos meses. Pero quedó claro que era una decisión del Gobierno Vasco y no de Garai porque, según varias testigos de la reunión que precedió al anuncio de Azkárate, el director de Deportes insistió en cal ificar al aj edrez como «actividad sedentaria», y ahora la equiparó con el póquer y los exámenes de matemáticas. M iguel Á ngel Muela, presidente de la Federación Vasca, no quiso hacer sangre, y optó por la elegancia: «El Gobierno Vasco ha rectificado a tiempo, y eso le honra. Además, se ha informado de las grandes virtu des pedagógicas, sociales y deportivas del aj edrez. Ahora debería ir un paso más allá, y ligar su imagen institucional a la del aj edrez, fomentan do y apoyando su introducción masiva en los colegios. Estoy seguro de que la inmensa mayoría de los vascos apoyaría esa actitud». Desde en tonces, la actitud del Gobierno Vasco hacia el aj edrez ha tenido claroscu ros, pero ya nadie cuestiona en Euskadi que el aj edrez es un deporte.
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El pipí del artista: aj edrez y dopaj e
adie ha logrado demostrar aún que alguna sustancia mej ore el rendimiento global de un aj edreci sta; y cuando digo global me refiero a que le beneficie en el conj unto de una partida de varias horas. Más de un lector pensará inmediatamente que s i hay diversas sustan cias que mej oran el rendimiento intelectual de un estudiante o acadé mico o directivo de una empresa, ¿por qué no el de un aj edreci sta? Ese razonamiento tiene mucha lógica; s i n embargo, la primera frase de este párrafo sigue siendo válida -a pesar de que algunos medicamen tos modernos podrían p lantear ciertas dudas-, corno lo era en 1 999, cuando los aj edreci stas empezaron a sufrir controles antidopaj e tras la aceptación de l a Federación I nternacional de Aj edrez ( F I D E ) corno miembro del Comité O l ímpico I nternacional (CO I ) . Por tanto, con viene recordar los elementos del agudo debate que se originó enton ces, porque la situación apenas ha cambiado en lo esenc ial . Parece misterioso, pero creo que los siguientes párrafos demostrarán que todo obedece a la lógica. Cala Galdana ( Menorca), noviembre de 1 999. Campeonato de Es paña por C l ubes. M ientras anochece en la playa, las partidas de la ron da de hoy van term inando en el H otel V i l las d ' Alj andar. El ambiente es el habitual en este tipo de competic i ones, pero con una diferencia muy l l amativa: hay una l arga cola en e l mostrador del bar, y los que forman parte de e l l a están esperando a que les s i rvan una caña de cer veza. E sto no es normal, y su causa tampoco : es la primera vez que los
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aj edreci stas españoles están sometidos a los controles antidopaj e y, como la mayoría de e l los va frecuentemente al servicio durante la par tida por la tensión nerv iosa, ahora tienen problemas para orinar en el despacho del médico, por falta de materia prima. Por eso necesitan el poder di urético de la cerveza. Los agraciados son 20 j ugadores ( 1 6 desi gnados y 4 por sorteo). Uno de los más famosos intenta ser previ sor y se presenta ante el mé dico con muchas ganas de aliviarse. Pero no ha calculado que tendrá que hacer cola: ante el inminente riesgo de incontinencia, tiene que sal ir di sparado al servicio, lo que provoca la imposibil idad de volver a orinar minutos más tarde a requerimiento de los doctores, y el mal rato consiguiente hasta la consecución del obj etivo. Otro que necesita cer veza urgentemente . Los camareros mezclan el asombro con la soma mientras sirven cañas y cargamentos de agua a quienes tienen problemas con la mic ción: «No pensábamos que esto también podría pasar con los aj edrecis tas. Pero, si quieren, podemos dej ar el grifo de la fregadera abierto para que oigan el son ido. Es un método infalible», sugiere uno de e llos. Los doctores J aume B auxá y Rafael Andarias, responsables del contro l , ven un posible i nterés científico en e l asunto : « La densidad de las muestras de orina que hemos v isto hasta ahora es bastante más baj a que entre personas no aj edreci stas . Puede ser debido a que algunos j ugadores beben grandes cantidades de agua durante las partidas, pero quizá también a l a enorme tensión que se sufre en el aj edrez de alta competición. Sería un estudio i nteresante». Los doctores también han tranqu i l izado a los j ugadores sobre el café : «Sólo da positivo en gran des cantidades, salvo que se dé la improbable combinación de una persona de muy poco peso que tome un café muy concentrado» . Y añaden : «Tampoco hay pel igro con un uso normal de los medicamen tos contra el catarro». E l estado de ánimo entre los j ugadores es de cabreo general, suav i zado p o r l a resignación. M iguel I l lescas, campeón d e E spaña en ese momento, es de los que piensan que l as cosas se han hecho al revés: « Primero habría que elaborar una l i sta espec ífica de productos prohi bidos para el aj edrez. M e he sometido al contro l , pero no me hace ni nguna grac i a y no quiero hablar más» . El chi leno Javier Campos
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abunda en e l argumento : «No me n iego para que no digan que tengo algo que ocultar. Pero creo que el control sólo debería afectar a j uga dores profesionales, que son una minoría en los Campeonatos de Es paña. Por otro lado, casi nadie se ha molestado nunca en sometemos a exámenes médicos para ayudamos desde ese punto de vista, lo que sería una contrapartida lógica al contro l antidopaj e » . Otra opinión bastante extendida era la que resume Jordi M agem, uno de los compo nentes fij os de la selección española: « S i esto va a servir para equipa ramos con otros deportes y obtener ventaj as, bienven i do sea. Pero el sentido común indica que a un aj edrec i sta no se le debe apl icar el mis mo criterio que a un lanzador de peso» . En general, la vena artística de los aj edreci stas prevalece sobre la deportiva al hablar del tema. El 90 % cree que e l control antidopaj e en aj edrez no tiene sentido, salvo en casos muy espec iales, aunque nin guno l lega al extremi smo del holandés H ans Ree, gran maestro y pres tigioso columnista, que escribió lo siguiente en 1 992 : « Supongamos que el año próximo Kaspárov y Timman [célebre j ugador holandés] l lenan la bote l l ita, cumpl i endo rigurosamente l as normas internac io nales (camisa arriba, pantalones abaj o , con un médico presente para comprobar que la orina sale por la apertura oficialmente designada) . ¿Aceptarán esto los j ugadores? S i lo hacen, habría que negarles e l pan y la sal . Por el respeto a la memoria de Steinitz, Lasker, C apablanca y Alioj in [campeones míticos de los siglos x 1 x y xx] , espero que ( . . . ) quien se someta a ese procedimiento humi l l ante que desacredita al mundo del aj edrez sea expul sado de él y untado con brea» . Lo de «apertura oficialmente designada» se refiere a evitar que alguien es conda y deposite una orina que no es la suya. ¿Y qué opinan los médicos expertos en deporte, pero no aj edrec is tas? Todos los que consulto están convencidos de que el dopaj e tiene sentido en el aj edrez. Uno de e l los, e l del equipo de balonmano del Barcelona, José Antonio Gutiérrez, lo explica así : « S abemos que un betabloqueante puede aumentar e l rendimiento de un tirador de pi sto la o carabina, y también el de un músico. Las anfetaminas combaten la sensación de cansancio. Cualquier persona puede beneficiarse a corto plazo de un estimulante . Asimismo, hay datos sobre la relación entre determinadas expresiones artísticas y el consumo de algunas sustan-
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cias. Por ej emplo, los Beatles grabaron algunos de sus mej ores di scos tras consumir drogas . No veo por qué alguna o varias de esas expe rienci as no pueden ser apl icables al aj edrew . La siguiente hi storia se ría un argumento a favor de la tesi s del doctor Gutiérrez.
Los secretos de Kárpov y Kaspárov Sevi lla, 1 8 de diciembre de 1 98 7 . El ambiente está muy cri spado en la v i l la que ocupan e l excampeón Kárpov y su equipo. La última partida del M undial contra Kaspárov se ha aplazado tras cuatro horas en una posición muy del icada para e l los. Si no logran arrancar un empate, Kaspárov retendrá el título. Se j uegan mucho dinero, gloria e influen cia pol ítica en la U R S S . Después de dos meses de combate mental, el gran maestro georgiano [hoy nac ional izado español ] E l i zbar U b i l ava, uno de los anal i stas de Kárpov, está agotado. Pero es imprescindible analizar toda la noche, y quizá también por la mañana, hasta la hora de la reanudación. E l médico de Kárpov le da una pasti l la blanca y le dice: «Tómate esto y verás qué bien trabaj as. Los cosmonautas sovié ticos han probado su eficacia». Ubi lava recuerda: «Le hice caso, con resultados impresionantes. Mi mente iba como una moto y e l cansan cio desapareció completamente. Además, el efecto duró 24 horas» . A l d í a siguiente, Kárpov terminó perdiendo. En aque l l a ocasión, como en tantas otras, Kaspárov mostró una energía de caballo pura sangre . Uno de los secretos de los duelos entre ambos es el contenido de los termos que la madre de Kaspárov hacía l legar a media partida hasta e l escenario a través de los árbitros, con extraordinarias medidas de precaución . Quienes han convivido con el número uno del aj edrez desde 1 9 83 se preguntan cómo un ser humano, por muy fuerte que sea su constitución física, puede exhibir tanta energía cuando los demás están exhaustos. Un gran maestro, cuya reputación de persona seria y fiable es tan grande como l a de U b i l ava, concreta más : « E n e l torneo de L inares, Kaspárov está s iempre como un toro, muestra un vigor descomunal . Luego le observo en otros torneos menos i mportantes y ya se parece más a los seres humanos normales. Tanto Kaspárov como Kárpov se han entrenado en los m i smos lugares que los astronautas y
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han viaj ado con médicos expertos, cuyo equipaj e incluía grandes sa cos de medicamentos». ¿Qué tenía aquel l a pasti l l a que tomó U b i l ava? « M uy probable mente, era una anfetamina de larga durac ión [más potente que la cen tramina uti l izada por algunos estudiantes] . Aumenta e l poder de con centración durante unas pocas horas, el imina la sensación de fatiga y produce insomnio», apunta e l doctor Andarias. Ciertamente, Kaspárov y Kárpov estaban entonces en un nivel muy superior al resto, pero no sólo en cuanto j uego sino en lo referente al acceso a toda clase de técnicas muy sofisticadas . Durante su quinto y último duelo por el título ( Lyon, 1 990), Kárpov perm itió que una cá mara de TVE le fi lmase mientras inhalaba oxígeno, proveniente de una sofisticada máquina. «Consigo un efecto similar al de los atletas que se entrenan en l ugares de gran altitud para aumentar la producción de gló bulos rojos. Como mi duelo con Kaspárov dura más de dos meses, así mej oro mi resistencia fisica», explicó el entonces subcampeón del mundo sin mencionar que el método podía contribuir también a que su cerebro trabaj ase mej or, dado que las neuronas captan oxígeno. De esas palabras al famoso asunto del hematocrito (porcentaj e de glóbulos rojos en la sangre) que tanto escándalo ha provocado en e l ciclismo, hay poca distancia. Algunas personas nacen con el hematocrito alto, lo que dificulta la detección de los infractores. De momento, los controles en aj edrez excluyen el anál isis de sangre. Pero es sign i ficativo que aho ra, 23 años después de que Kárpov util izase algo parecido a una cáma ra hipobárica (que hoy emplean muchos deporti stas, inc luidos equipos de fútbol), la Agencia M undial Antidopaj e (AMA) estudie si debe ser incluida en la l i sta de productos prohibidos.
El meollo de la cuestión Pero los casos de Ubilava y Kárpov se refieren a facetas colaterales del aj edrez de alta competición (el anál i s i s de laboratorio y la resisten cia fisica), no a la cuestión central : ¿hay alguna sustancia que mej ore sin duda alguna el rendimiento de un aj edreci sta globalmente durante una partida? Para ac larar del todo lo de «globalmente», escuchemos al
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doctor Andarias, aj edreci sta además de médico: «Nadie duda de que una anfetam ina o cualquier otro estimulante puede ayudar, en teoría, a un j ugador muy cansado . O que un betab loqueante podría ser benefi cioso para otro muy nerv i oso. Pero el gran problema está en que una misma partida suele incluir situac iones en las que hay que estar muy tranquilo, y otras en las que necesitamos el si stema nerv ioso a su máximo rendimiento . Por ej emplo, alguien que haya tomado un beta bloqueante estará muy bien durante las primeras dos o tres horas si la posición no es comp l icada y debe elaborar planes estratégicos que re quieren calma. Pero es probable que se apure de tiempo y, entonces, para poder hacer muchas j ugadas buenas en pocos minutos, e l beta bloqueante matará sus reflej os y será perj udicial » . Andarias hace u n a comparación m u y apropiada con el baloncesto : «Supongamos que un j ugador ha tomado un poderoso estimulante, y corre como una moto . Pero cuando l e toque lanzar tiros l i bres, su ren dimiento estará muy por debaj o de lo normal porque tendrá el pulso muy alterado cuando lo que necesita es relaj arse». Dado que en aj edrez no tiene n ingún sentido tomar sustancias que en otros deportes sí aumentarían e l rendimiento (por ej emplo, un ana bol izante para mej orar la potencia muscu lar), el número de posibi l ida des de dopaj e eficaz se reduce muchísimo. En teoría, sería posible fa bricar un cóctel de sustancias que actuasen en momentos distintos; por ej emplo, un betabloqueante para las tres primeras horas y un esti mulante para la cuarta, cuando l l egan los apuros de tiempo. Pero An darias lo considera harto improbab l e : «Para empezar, porque no es nada fác i l crear el cóctel y acertar con las dosi s j u stas . Además, por que es imposible saber con antelación cómo va a transcurrir una parti da y en qué momento necesitaremos estar tranquilos o muy activados. Y sobre todo porque las sustancias mezc ladas son aún más peligrosas que por separado» . H ay varios aj edreci stas que han probado diferentes drogas en s u propio cuerpo, y además lo cuentan . Javier Sanz, excampeón d e Espa ña, fue uno de los aventureros: « H acia 1 9 80 hice un experi mento por curiosidad intelectual . J ugué una partida baj o el efecto de anfetam i nas . Ciertamente, noté mayor concentrac ión y ausencia de fatiga. Pero perdí la noción del tiempo, lo que resultó fatal porque pensé demasi a-
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do en j ugadas senc i l las. La prueba fue negativa, pero hay que subrayar que la h i ce sin el asesoramiento de un experto». También se conoce algún caso, como el del estadouni dense Walter B rowne, de consumo de marihuana o hach ís. «En principio, estimulan la creativ i dad. Pero hay un riesgo muy alto de que el j ugador se pase de revoluciones y considere que algunas j ugadas absurdas son marav i l losas», indica An darías, aparte de que pueden dar positivo en el contro l . Otro intento es el del gran maestro y médico alemán H elmut Ptleger, que j ugó frente al excampeón del mundo Borís Spasski en 1 979 baj o el efecto de un betabloqueante : « M i presión sanguínea y el pulso cayeron en picado, y mi partida tamb ién», recuerda. En los últimos años se han pub l icado varios artículos donde se ase gura que sustancias como el gingko biloba o el modafinilo (comerciali zado con el nombre Provigil) mej oran el rendimiento intelectual. Sobre los efectos del primero en aj edreci stas se hizo un pequeño estudio en Australia; la conclusión es que podría, en efecto, ser beneficioso, pero en muy pequeña escala; además, no hay suficiente experiencia para saber si su uso continuado causa efectos secundarios o colaterales in deseados. En cuanto al modafini lo, es un estimulante cuya eficacia está demostrada contra los efectos de la diferencia horaria, la somnolencia diurna debida a la apnea del sueño y l a falta de concentración, entre otros. Para empezar, debe subrayarse que el aj edrez desarro lla mucho el poder de concentración ; de modo que pocos jugadores necesitan sus tancias para concentrarse. Y , como todo estimulante, puede ser perj u dicial para l a salud, y causar efectos indeseados en el j ugador en el momento más inoportuno; por ahora, no se conoce a ningún aj edrecista que lo haya tomado, y además está en la l i sta de productos prohibidos por la AMA. Por otro lado, es probable que la investigación en terapia génica acabe descubriendo nuevas sustancias que mej oren el rendi miento intelectual ; y quizá alguna de ellas sirva para el aj edrez. Pero, de momento, eso es ciencia ficción. H a hab ido varios casos polémicos de j ugadores que se han negado a pasar el contro l , por razones éticas. O por motivos que nadie ha ac la rado del todo, como el de Vas i l i I vanchuk, un genio muy despi stado, adorado por sus seguidores, cuyo explosivo s i stema nervioso le ha im pedi do ser campeón del mundo a pesar de que l leva 2 5 años en la pri-
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mera fi la de l a él ite. Tras perder la última partida de la O l i mpiada de Dresde (Alemania) en 2008 ante el estadounidense Gata Kamski, I vanchuk, muy deprim ido, mandó a hacer gárgaras al árbitro que in tentaba expl icarle su obligac ión de acudir de inmediato al control de orina. Se le abrió expediente, y se arriesgaba a una sanción por dos años . N adie en e l mundo del aj edrez tenía la más mínima sospecha de que l vanchuk hubiera tomado alguna sustancia dopante . La papeleta era muy dura para el Comité de Apelac ión de la F I D E , que debía emi tir sentencia. Pero sus m iembros lograron salir del ato l ladero sin que brar la legal idad: argumentaron que no había n ingún miembro del co mité antidopaj e cerca de l a mesa de l vanchuk para comunicarle que debía pasar e l contro l ; y que, además, e l inglés no es el idioma mater no del genial ucraniano. Por tanto, no se podía demostrar que l van chuk hubiera entendido cuál era su obl i gación en ese momento, por lo que era merecedor de la absolución. H an pasado 1 4 años desde que e l COI, a propuesta de J uan Anto nio Samaranch, aceptó a la F I D E como m iembro. Aunque las proba b i l idades de que el aj edrez sea pronto deporte ol ímpico son remotísi mas, la pertenencia al C O I es muy beneficiosa para las federac iones de muchos países, que gracias a e l l o gozan de las ventaj as de que el aj edrez sea tratado como un deporte por sus respectivos gobiernos. Pero, al m ismo tiempo, e l control antidopaj e es un engorro un tanto absurdo, dado que aún no se conoce un solo caso que permita afirmar sin duda alguna que un j ugador se ha dopado . En real i dad, los aj edre ci stas están mucho más preocupados por el l lamado «dopaj e e lectró nico» ( las trampas con ayuda de computadoras), que trataremos en profundidad al final de este l ibro. M i entras esa preocupac ión se man tiene e incluso aumenta, el pipí del artista sigue siendo muy polémico, pero nada sospechoso.
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l aj edrez es totalmente inofensivo, salvo en casos m u y excep cionales, en que puede aumentar la excitab i l i dad nerv iosa o la emotividad del j ugador. El hecho de que algunos grandes j ugadores hayan padecido enfermedades mentales graves, que les han obligado incluso a dej ar el j uego, se debe, en mi opinión, a lo siguiente : entre los motivos que podríamos l l amar vocacionales, que guiarán a un j o ven a escoger el aj edrez como diversión favorita, e incluso como pro fesión, figura en primer l ugar la circunstancia de ser una activ idad su mamente individual i sta y, en tal sentido, se sienten atraídos hacia e l l a l a s personas dotadas de capac idad de concentración y poco comunica tivas, es decir, los temperamentos que en psicología l lamamos esqui zotímicos. Y como dichos temperamentos tienen una cierta propensión a padecer determinadas enfermedades mentales graves, no es raro que los sufran los aj edreci stas en una proporción algo mayor que la media de la población». Lo dej ó escrito Ramón Rey Ardid ( 1 903- 1 9 8 8 ) , emi nente psiquiatra y varias veces campeón de E spaña de aj edrez. La creencia, bastante extendida, de que l a mayoría de los grandes j ugadores de aj edrez están locos es c laramente falsa. Antes de escribir este párrafo he repasado l a l i sta de los cien mej ores del mundo ahora mi smo (conozco a casi todos), y no he encontrado uno solo del que pueda dec ir que muy probablemente sufre una enfermedad mental grave. Y aunque ampl í e al máximo razonable la flexib i l i dad del térmi no « loco» en su acepción más popul ar, incluyendo a personajes de
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carácter extremadamente raro, o sumamente nerv i osos o con alguna variedad leve de autismo, o muy extravagantes, apenas encuentro cin co de esos c ien que respondan a esas defin ic iones. ¿De dónde viene entonces el bulo que asocia el aj edrez con la lo cura? Se me ocurren dos fuentes principales:
a) E l aj edrez es quizá la única activi dad en la que dos personas pueden mantener una comunicación muy intensa durante cua tro o c i nco horas seguidas sin tocarse y sin hablarse . Es, por tanto, muy atractiva para gentes muy tímidas, que pueden ex presar su creatividad artística, su capac idad competitiva y su conocimiento c i entífico sin roce físico ni diálogo. H e conoc ido varios casos de n i ños y adultos muy tímidos cuando se acerca ron al aj edrez, pero éste les s irv ió de terapi a, y su personal idad se fue abriendo a medida que tomaban confianza con los com pañeros de c l ub, viaj aban con e l equipo y aumentaban su au toestima con los buenos resultados . Pero esto no quiere decir, n i de lej os, que la mayoría de los afici onados al aj edrez sean así; estamos hablando de una pequeña minoría, aunque algo más frecuente que en otras actividades, por la razón expuesta al principio de este párrafo. S i a esto añadimos que los lugares donde se j uega al aj edrez son, en algunas ocasiones -cada vez menos-, un tanto l úgubres, todo e llo contribuye a crear una imagen falsa o muy exagerada. b) En la secul ar h istoria del aj edrez se conocen unos pocos casos de j ugadores de primera fi l a mundial que estaban (o se volvie ron ) rematadamente locos, sin duda alguna. Y los periodi stas hemos hablado mucho de e l los, por la enorme resonancia de sus éxitos deportivos o porque su v i da es digna de una gran pe l ícula o por ambas razones a l a vez (como en e l caso de Bobby F i scher), lo que ha originado que la imagen del aj edreci sta-loco se haya extendido como una mancha de aceite, a pesar de que estamos habl ando de poquísimas personas en los quince siglos de h i storia documentada del aj edrez. U n tema de discusión adi c ional es si esos j ugadores tenían ya una tendenci a larvada a sufrir algún tipo de locura antes de que empezasen a j ugar al
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aj edrez, y después s u mente n o pudo soportar l a enorme ten sión de competir al máximo n i ve l . Al igual que en cualquier otro deporte muy profesional izado, luchar en la primera fi l a mundial implica l l evar el cuerpo (y en el caso del aj edrez, sobre todo l a mente) muy cerca o inc luso más allá de sus l ím ites salu dables; nada que ver con el deporte como fuente de salud o con el aj edrez como herramienta pedagógica para aprender a pen sar o, simplemente, como un pasatiempo. Destruido el bulo, es probabl e que el lector desee saber más sobre algunos de esos genios malogrados. E l factor común de todos el los es que sus mej ores partidas, marav i l l osas, producen o leadas de placer en el aficionado, y lo segui rán haciendo por los siglos de los siglos, como la música de Beethoven, Bach o V i vald i . Pero algo falló en su mente en un momento dado y truncó sus bri l lantes carreras, lo que impide que nuestro placer sea aún mayor. En algunos casos, las versiones de diferentes autores han ido hin chando la real i dad y embrollando el relato hasta el punto de que es muy difíc i l establecer las fuentes originales e interpretar los hechos. U n buen ej emplo es el d e Wi lhelm Steinitz ( 1 83 6- 1 900), q u e impresionó desde su j uventud, en los cafés de Viena, por sus ideas revolucionarias sobre el aj edrez. De mal carácter, i rritable y poco agraciado físicamen te, sus fami l i ares j udíos comprendieron pronto que no sería rabino ni matemático, pero sal ieron ganando : fue el primer campeón del mundo ( 1 8 86- 1 894) y el principal precursor de la estrategia profunda. Si el lector busca en I nternet biografías de Steinitz, encontrará va rias donde se asegura que sufrió una enfermedad mental durante sus últimos años, y que l l egó a desafiar a Dios a una partida de aj edrez en la que le concedería un peón de ventaj a . Según e l minucioso historia dor Edward Winter, lo primero es c ierto, pero podría deberse a que previamente contraj o la sífi l i s, y lo segundo no está suficientemente contrastado. En todo caso, lo esencial de Steinitz no es hasta qué pun to enloqueció. Al igual que quien desee entender la evolución del fút bol debe anal izar los partidos de la selección holandesa con C ruyff de 1 974 o los del Barcelona de los últimos años, el estudioso del aj edrez hará bien en observar cómo Steinitz se olvida de los ataques románti-
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cos en tromba y sienta las bases de la importancia de la defensa, de las estructuras de peones y de las pequeñas deb i l i dades. Y así entenderá mej or cómo se j uega hoy. C uriosamente, Steinitz no fue «el loco», sino la víctima de dos agresiones muy violentas de otro aj edrecista de inmenso talento, Joseph B l ackburne ( 1 84 1 - 1 924 ), l astrado por el alcoholismo. Apodado «la M uerte N egra», muy corpulento, B lackburne golpeó en ambas oca siones a Steinitz, quien le había ganado sendos duelos por 8-2 y 7-0, respectivamente . En otra ocasión, durante unas simultáneas contra alumnos de la U n iversidad de Cambridge, éstos pensaron que si colo caban dos bote l las de whi sky, una en cada extremo de la hi lera de ta b leros, con sendos vasos, tendrían más probabi l i dades de batir a la M uerte N egra. Pero el desenlace no fue el que e llos esperaban : B lack burne se bebió las dos bote l l as y les ganó a todos en un tiempo récord. Y aún hay más : una vez fue detenido y acusado de espía cuando al guien confundió las j ugadas escritas que había enviado por correo a un amigo con un código secreto . U n caso especialmente tri ste es e l de Akiba Rubinste in ( 1 8 821 96 1 ), un j ugador marav i lloso que produj o muchas obras de arte y que merece ser incluido en l a l i sta de campeones del mundo sin coro na. Sorprende mucho que un aj edrec i sta tan bri l l ante, cuyo estilo inci ta a pensar en una mente ági l y muy bien organizada, fuera en realidad patológicamente tímido y retraído, y que sufriera un complej o de per secución entre otros males que arruinaron su vej ez. Tras hacer su j u gada, Rubinstein solía sentarse muy discretamente en un l ugar alej ado de su mesa «para no molestar al rival» . Sus l l amativas rarezas se con virtieron en enfermedades graves (esquizofreni a y antropofobia) que le atormentaron durante sus últimos 30 años. Las rev istas Wiener Schachzeitung y British Chess Magazine pub l icaron dramáticos l l a mamientos en 1 93 3 para ayudar a Rubi nstein, que pasaba hambre en Bruselas. Quizá su locura y estado de postrac ión total es lo que le l ibró de los nazis (era j udío). La s ituación empeoró aún más desde la muer te de su esposa, en 1 954, hasta la suya, en un sanatorio de Amberes. Como en los demás casos de genios malogrados, para compensar tan ta tri steza nos quedan sus marav i l l osas partidas . C uando se pide a los aficionados que c iten a los mayores genios de
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la hi storia del aj edrez, es casi seguro que la l i sta incluirá a dos esta dounidenses de épocas di stintas, M orphy y F i scher. Ambos tenían un cociente de inte l igencia descomunal , estaban mentalmente enfermos y eran sumamente bri l l antes.
Paul Morphy, orgullo y pena Paul Morphy ( 1 8 3 7- 1 8 84) fue marav i l loso pero frustrante para los afi cionados, y sobre todo para é l mismo. Se trata, sin duda, de uno de los arti stas más geniales y precoces que ha dado el aj edrez. Sin embargo, sólo j ugó partidas serias hasta los 22 años y después cayó en un per manente estado de enfermedad menta l , hasta su muerte . Para la hi sto ria dej ó una incógnita: cuánto habría cambi ado su vida si la otra gran estre l l a de la época, el británico Howard Staunton, hubiera aceptado su desafío. Y un placer: m i l lones de apasionados por el deporte mental disfrutan de sus excel sos ataques sobre el rey y de una compresión estratégica muy adel antada a su época. «El orgu l l o y l a pena del aj edrez», como alguien lo l l amó, tenía antecedentes españoles a pesar de su ape l l ido i rl andés. Term inaba el siglo xv111 cuando su abuelo emigró desde M adrid a Charleston (Caro lina del Sur), donde nac ió el primogénito A lonso M orphy en noviem bre de 1 79 8 , poco antes de que la fami l i a se trasladase a Nueva Or leans. A l l í ej erció Alonso la carrera de derecho con indudable éxito -un dato que conviene retener para comprender mej or la trayectoria de su hij o-, hasta el punto de que se convi rtió en m iembro del Tribu nal Supremo del Estado hacia 1 840. Casado con Thelcide Carpentier, de origen francés, ambos tuvieron cuatro h ij os, dos de cada sexo. La primera escuela de Paul, que nació el 22 de j unio de 1 83 7 , se l la maba Jefferson Academy, de la cual pasó a un colegio jesuita, el Saint Joseph, en Spring H i l l (Alabama), cerca de Mobi le. Se sabe que destacó en varias asignaturas entre los 1 3 y los 1 7 años y que, tras graduarse en 1 854, permaneció un año más en ese centro, profundizando en matemá ticas y derecho. Se decidió por esta última carrera y se matriculó en la Universidad de Luisiana, donde estaba cuando falleció su padre . E l bió grafo más profundo de M orphy, Phi l i p W . Sergeant, asegura que a los
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20 años ya era reconocido como un gran j urista en potencia, que podía recitar de memoria casi todo el Código Civil de Luisiana y que domina ba cuatro idiomas : inglés, francés, español y alemán, probablemente. También se le atribuye un talento especial para la música, aunque ape nas tuvo tiempo para cultivarlo; su madre era una brillante pianista, y parece ser que Paul y su hermana Helena heredaron un magnífico oído. Lo más impresionante es que, además de todas esas aptitudes en grado sumo, M o rphy había mostrado desde la infanc ia unas faculta des excepc ionales para el aj edrez, que sin embargo no fue nunca un obstáculo para su educación i ntegra l . No está c laro si el pequeño Paul aprendió a mover l as piezas por sí solo, v iendo las partidas entre mi embros de su fami l ia, como apunta su tío Emest, o si aprendió di rectamente de su padre. Todo indica que éste se l i m itó a mostrarle los rudimentos, completados después por lecciones más profundas por parte de Emest, considerado como «el rey del aj edrez en N ueva Or leans», según el rel ato de Lowenthal, uno de los mej ores j ugadores del mundo en esa época. Rey o no, e l caso es que incluso Emest dej ó pronto de ser un rival serio para su sobrino, c uando éste sólo ten ía 1 2 años. Así que optó por invitar a James M cConnel l , un frecuente adversario en las partidas amistosas de l a fami l i a que después se convertiría en el patriarca del aj edrez regional, advi rtiéndole previamente de que e l sobrin ito le iba a causar serios di sgustos. M cConne l l aceptó, fue a la casa de los M or phy, perdió tres partidas de las cuatro que disputó con Paul y se mos tró muy impresionado por la profunda comprensión de la estrategia de aquel niño prodigio. Otro testimonio i nteresante es el de Charles A . M aurian, amigo de su infancia y compañero de colegio en Spring H i l l . M aurian recuerda a Pau l , a los 1 2 años, j ugando contra el abuelo Carpentier con dos l i bros a modo d e coj ín en su si l la para compensar su pequeña estatura. Uno de los datos más significativos es que M orphy dio siempre, inclu so cuando ambos eran adultos, un caballo de ventaj a a M aurian a pe sar de que éste era un j ugador de fuerza internacionalmente reconoci da. Y es de particular interés l a descripción que Emest hace de su sobrino en una carta a Kieseritzky, director de La Régence, fechada el 3 1 de octubre de 1 84 9 : «Adj unto una partida di sputaba el pasado día
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2 8 entre mi sobrino, d e 1 2 años, y E u gene Rousseau [un fuerte j uga dor francés residente en Nueva Orleans] . Este niño nunca ha abierto un l ibro de aj edrez; aprendió a j ugar s iguiendo las partidas entre va rios m iembros de la fami l ia. En las aperturas, real i za las j ugadas co rrectas por inspirac ión; y la exactitud de sus cálculos en el medio j ue go y en el fi nal es asombrosa. Sentado ante el tab lero, su semb lante nunca denota agitación, ni siquiera en las posiciones más críticas, que intenta resolver con paciencia mientras si lba una melodía. Además, aguanta tres o cuatro partidas bastante duras los domingos, el único día que su padre le permite j ugar, sin mostrar e l menor síntoma de fa tiga» . Desgraciadamente, sólo se conserva una del medio centenar de partidas que M urphy di sputó con Rousseau entre 1 849 y 1 8 5 1 ; se cree que el j oven prodigio ganó el 90 % de el las. Aún más importante fue la v i s ita a N ueva Orleans de Lowenthal en mayo de 1 8 50, cuando él tenía 40 años, por 1 3 de M orphy. J ugaron dos partidas, con una victori a para Morphy y un empate . Aunque al decir que tenía problemas para adaptarse al c l ima y que sufría depre siones, Lowenthal recuerda un poco la famosa sentenc i a de Tar takower -«N unca he ganado a un rival que no estuv iera enfe rmo»-, el maestro húngaro también elogia a M o rphy : « E s marav i l loso que un niño pueda l legar a un nivel de fuerza tan alto y lograr resultados ex celentes». De la actividad aj edrec ista de Morphy en los años siguientes ape nas se sabe nada, por lo que cabe suponer, como hace Sergeant, que se concentró en sus estudios y que sólo j ugaba los domingos y durante las vacaciones, siguiendo las severas instrucciones de su padre. Sin em bargo, de sus partidas en el torneo que le permitió el salto a la fama in ternac ional (N ueva York, 1 95 7 ) también se deduce que Morphy, con la importante ayuda de su prodigiosa memoria, había estudiado l ibros de aj edrez durante esos años, si bien su preparación era cien veces menor que la de cualquier j ugador actual de alta competición a la misma edad. A los 20 años es aceptado en e l Colegio de Abogados, lo que sin duda influye en una c ierta l iberac ión de las riendas de su padre y le permite inscribirse en el citado torneo, que j untó a casi todos los mej o res aj edrecistas residentes en Estados Unidos; entre e l los, Thompson, Stan ley y L ichtenhein, veteranos neoyorquinos con experiencia frente
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a maestros europeos de alto nivel, y e l alemán Louis Paulsen, que resi día entonces en I owa, donde había adquirido cierta fama por su gran capaci dad para j ugar a ciegas . É ste, cuatro años mayor que M orphy, ya había estudiado varias partidas pub l icadas del j oven prodigio de Luisiana, lo que le incitó a pronosticar su triunfo ante el esceptic i smo genera l . L o s hechos le dieron la razón y, como apuntó Lowenthal, « l as bar bas gri ses fueron desaloj adas de su pedestal » : Morphy triunfó con cla ridad (+ 1 4, =3 , - 1 ) seguido de Paul sen (+ 1 0, =3 , -5 ) . Durante la cere mon ia de c l ausura, en la que M orphy recibió una cubertería de plata con sus inic iales grabadas, el ganador pronunció un emotivo d iscurso y elogió a Paul sen, cuyos resultados a la ciega comparó con los de Phil idor, La Bourdonnais y Kieseritzky. Conviene señalar que Morphy, a pesar de su escaso i nterés por el j uego a c iegas -«no prueba nada»- logró resultados impresionantes y produj o preciosas partidas en esa modalidad. S i n ir más lej os, ganó a Paul sen en una exhibición de éste sin ver las piezas frente a cuatro adversarios durante el torneo de N ueva York de 1 95 7 , y volvió a batir le más tarde por 1 , 5-0,5 en un duelo a dos partidas simultáneas y a ciegas . M orphy nunca j ugó más de ocho a l a vez en esa modal idad, pero Paul sen l l egó a la decena, lo que supuso una proeza hi stórica en aquel momento . Por otro l ado, Morphy no se l i m itó a ganar el torneo de forma au toritaria. Parece que la no exi stencia de límites de tiempo -todavía se j ugaba sin reloj- producía un menor desgaste en los participantes, que aún tenían energía para j ugar partidas de cqfé (rápidas e informa les) en los intervalos, entre el los m i smos o contra rivales que no toma ban parte en el torneo. La superioridad de M orphy era tan evidente que nadie le tachó de presuntuoso cuando, terminado el torneo, ofre ció la ventaj a de un peón y salida a cualquier miembro del C lub de Aj edrez de N ueva York. Stanley aceptó el reto por 1 00 dólares y se rindió cuando iba perdiendo por 4- 1 ; 1 8 meses después, Thompson j ugó con la ventaj a de un caballo, y fue derrotado por 5 - 3 , lo que indi ca la tremenda fuerza de M o rphy. La oferta de peón y salida fue extendida a cualquier jugador ameri cano cuando Morphy volvió a N ueva Orleans, en diciembre de 1 85 7 ,
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con un balance que quitaba el hipo: sólo c inco derrotas, incluida una contra Paulsen en el torneo, en 1 00 partidas normales; y 36 partidas per didas en 1 60 que j ugó concediendo ventaj as. Nadie aceptó e l reto. Los aficionados estadounidenses estaban extasiados ante los re sultados de su ídolo, al que consideraban invencible. Tanto era así, que la Asociación Americana de Aj edrez dec idió retar a cualquier j u gador europeo de renombre para que se desplazase a N ueva York con el fin de disputar un duelo dotado con apuestas de 2 . 000 a 5 . 000 dóla res por bando . El británico Howard Staunton, considerado como el mej or aj edrecista del mundo hasta pocos años antes, se hizo eco del desafío en su columna del Illustrated London News e l 2 6 de diciembre de 1 8 5 7 : « S i n duda, hay j ugadores europeos que aceptarían disputar ese encuentro en Londres y París . S i n embargo, los mej ores no son profesionales del aj edrez sino de otras ocupac iones más serias que les impiden gastar e l tiempo necesario para viaj ar a los Estados U nidos y volvern . I nteresa señalar aquí una anécdota revelada mucho más tarde por McConne l l , a quien Morphy regaló un ej emplar del l ibro del torneo de Londres de 1 8 5 1 , editado por Staunton, con anotaciones al margen hechas a mano por él mismo. En una de las primeras páginas, la dedi cada a resaltar el nombre del autor, se leía: « H . Staunton, autor de Hand book of Chess, Chess Player 's Companion, etc . » , a lo que Morphy ha bía añadido : «(y de algunas partidas diaból icamente malas)». É se fue el comienzo de una guerra fría entre Staunton y Morphy que, probablemente, marcó de forma decisiva y trágica la vida del ame ricano. É ste, además de j ugar partidas con sus paisanos concediendo ventaj as de caballo o torre, y de dar algunas exhibiciones a c iegas, in virtió varios meses de su estancia en N ueva Orleans en los comentarios de las partidas del torneo de N ueva York para un l ibro sobre el mismo. Mientras tanto, e l C lub de Aj edrez de Nueva Orleans concretó el desa fio a Staunton para un encuentro en esa ciudad porque M orphy tenía «serias razones fami l iares» que le i mpedían viaj ar a E uropa. Se propo nía un premio de 5 . 000 dólares, de los que Staunton tendría garantiza dos 1 .000 en caso de derrota. El británico repl icó con una carta amable en la que exp l i caba su imposi b i lidad de viaj ar a la capital de Luisiana por su ocupac ión en un trabaj o sobre Shakespeare y por la enorme distancia. Pero cometió pro-
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bablemente un error, como se verá más adelante, al añadir el siguiente párrafo en su columna del Illustrated London News el 3 de abri l de 1 8 5 8 : « S i el señor Morphy -cuyo talento nos merece la más sentida admiración- desea medir sus espuelas con las de la cabal lería euro pea, podrá aprovechar su proyectada v i sita el próximo año para en contrarse con los campeones de este país, de Franc ia, de Aleman i a y de Rusia, deseosos de probar y honorar sus hazañas» . Cualquier lector podría deduc i r que el propio Staunton estaba di spuesto a enfrentarse con M orphy. El tiempo demostró el gran tamaño de ese error. Morphy estaba convencido de que su duelo contra Staunton era una simple cuestión de tiempo y se mostraba ansioso por cruzar el Atlántico. Pero sus padres consideraban que, a los 20 años, era demasiado joven para ello. Sin embargo, los entusiastas miembros del Club de Aj edrez de Nueva Orleans les convencieron de lo contrario y ofrecieron incluso el dinero necesario para que Morphy pudiese j ugar el torneo de Bir mingham un mes más tarde. Esto último no fue del agrado del ídolo, que ya entonces rechazaba la idea de ser considerado un j ugador profesional . N o está muy c l aro de dónde sal ió fi nalmente el dinero, pero sí se sabe que M orphy embarcó el 9 de j unio de 1 8 5 8 en el A rabia con des tino a Liverpool . Su idea era j ugar en B i rmingham, y pasar después vari as semanas en Londres para enfrentarse tal vez a Staunton . A con tinuación mediría sus fuerzas con los mej ores j ugadores europeos en París y Berl ín para regresar a casa en noviembre . Pero, nada más l le gar a B i rm ingham, M orphy se enteró de que el torneo había sido apla zado hasta e l 24 de agosto . De modo que se dirigió inmediatamente a Londres, donde celebró su 2 1 .º cumpleaños el 22 de j unio. Los dos c l ubes que más frecuentó fueron el D ivan (que aún exi ste baj o el nombre de S i mpson ' s, en cuyo restaurante se s i rve un roast be�f excepcional) y el St. Georges, donde se encontró por primera vez con Staunton, que siempre argumentaba alguna excusa para no j ugar partidas ami stosas con el j oven americano. Sólo di sputaron dos -en consulta, Morphy y Barnes contra Staunton y Owen- y la parej a de Morphy ganó ambas . É ste aceptó un due lo a 1 2 partidas frente a Lowenthal con 1 00 l ibras de apuesta, y lo ganó por 9-3 . Según el testi mon io del polaco Zytogorsky, Morphy obsequió i nmediatamente a su rival con muebles por valor de 1 20 l i bras .
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M ientras tanto continuó el extraño diálogo entre Morphy y Staun ton, que pidió un mes para «preparar aperturas y finales» . A mediados de agosto, M orphy le contestó con la siguiente carta: «Como nos aproxi mamos a la cita de B i rmi ngham, y usted ha fij ado la fecha de comienzo de nuestro encuentro al final de ese torneo, creo que sería acon sej able arreglar los detal les pre l i m i nares esta semana. ¿ Sería tan amable de preci sar cuándo sus representantes podrían reuni rse con los míos de modo que el acontec imiento que tanto deseo, y que por su eminente posición apasiona al mundo del aj edrez, se convierta en un hecho consumado? Respetuosamente, Paul M orphy». Staunton le había dicho a M orphy que no j ugaría en B i rm ingham pero finalmente lo hizo. Eso enfadó a M orphy, que dec idió no disputar el torneo, seguramente ante el temor de que si perdía una partida contra Staunton éste señalaría que el duelo entre ambos no era necesario. Sin embargo, M orphy acudió a B i rm ingham el 26 de agosto para cumplir la palabra de dar una exhibic ión de partidas a ciegas . Durante la maña na del 2 7 , M orphy y Staunton pasearon j untos en compañía de lord Lyttelton, presidente de la Federación Británica de Aj edrez. Cuando el americano estaba a punto de hacer preguntas muy concretas, Staunton se adelantó, argumentando que estaba fuera de forma, que tenía un comprom iso muy serio con su editor y que perdería mucho dinero si no lo cumplía. E l l o no obstante, se comprometió a di sputar el due lo a pri meros de noviembre, y a fij ar la fecha exacta tras hablar con sus edito res. Por fin, todo parecía ir bien. Pero los indicios de que no era así se v ieron pronto . Coincidiendo con el tras lado de Morphy a París, Staunton escribió en su columna del Jllustated London News que había acudido a I nglaterra sin repre sentantes para negociar y sin fij ar el montante de los premios. Por otro lado, Staunton perdió por 2-0 en la segunda ronda del torneo de Bir mingham ante Lowenthal . Al marcharse de Inglaterra, Morphy tenía dos obj etivos : di sputar el ya pactado duelo contra el alemán Anderssen y enfrentarse a algún jugador francés. Su ansia de competición debía de ser muy grande porque, a pesar de que el trayecto en barco le produj o fuertes mareos, inmed iatamente después de l legar a París fue al Café de la Régence, donde su presencia originó una gran excitac ión general . A l l í estaba
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H arrw itz, otro j ugador al emán de los más fuertes de la época, que le ganó una partida y le retó a un duelo. É ste empezó a pri meros de sep tiembre, y M orphy perdió las dos primeras partidas. Algunos cron is tas aseguran que e l estadounidense disfrutó bastante de la noche pari sina durante esos días; cierto o no, el caso es que M orphy reaccionó perfectamente, ganando las tres siguientes, así como la sexta tras diez días de descanso que el germano pidió por supuesta enfermedad. Des pués de la cuarta derrota consecutiva, H arrwitz volvió a encontrarse indispuesto y pidió otro intervalo, a pesar de que continuó yendo con frecuencia al café . Morphy aprovechó para dar u n a d e s u s cél ebres exhibiciones de simultáneas a ciegas . Después de siete horas de lucha contra una opo sición bastante dura, ganó seis partidas, empató dos y fue despedido con una c l amorosa ovación. El cansanc io de una sesión así suele durar varios días, y además ten ía fiebre, pero Morphy insistió en reanudar el encuentro con H arrwitz. Tras un empate y una victoria, el norteameri cano ganaba por 5-2, y su rival optó por rendirse. Después de que sus amigos insistieran mucho, Morphy aceptó el dinero apostado y lo des tinó a pagar los gastos de v i aj e de Anderssen a París. Conviene abrir un paréntesis en el relato de los éxitos deportivos de uno de los mej ores aj edreci stas de todos los tiempos para un apunte psicológico. Del testimon io de sus biógrafos se deduce que M orphy estaba deseando volver a casa antes de la N avidad de 1 8 5 8 , tal como había previ sto . Dado su gran amor por el aj edrez y la necesidad de es tar en Europa para medirse con los rivales más fuertes del mundo, no es aventurado deducir que Morphy empezaba a estar harto del am biente que rodeaba al aj edrez de é l ite de aquel momento. Todo indica que la poco elegante conducta de H arrwitz durante el duelo entre am bos y, muy espec ialmente, la desesperante actitud de Staunton habían apagado buena parte de esa pasión incontenible que suele dominar a los genios. Como Staunton seguía l anzando dardos desde su columna al j oven americano, éste elevó el tono en su siguiente m i siva al maestro britá nico, fechada el 6 de octubre : « Permítame repetirle que, como ya he dicho en todo c írculo de aj edrez en el que haya ten ido el honor de en trar, yo no soy un j ugador profesional , nunca he deseado basar mi
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prosperidad e n las hab i l i dades que poseo, y tengo como m i mayor de seo el de no j ugar nunca por dinero y siempre por honor. Sin embargo, mis amigos de N ueva Orleans aportaron c ierta suma, s i n ninguna peti ción por mi parte, y esa cantidad ha estado a su d i sposición durante un tiempo considerable. Desde que l legué a París, varios cabal leros me han asegurado que esa suma puede incrementarse de inmediato . Pero, por lo que a mí concierne, la reputac ión es el único estímulo que yo admito». Más adelante, Morphy se refería a algunos socios del St. Georges (el c l ub de Staunton) como posibles representantes suyos en las nego ciaciones y le pedía a Staunton que fij ase las fechas. Pero esta vez añadía una evidente muestra de desconfi anza: le hacía saber a Staun ton que enviaba copias a los directores del Jllustrated London News, Bel/ 's L ife, Era, Field y Sunday Times . Encerrado contra l a s cuerdas, Staunton respondió el 9 d e octubre y despej ó todas las dudas : no j ugaría el encuentro porque su trabaj o le impedía prepararse adecuadamente . Eso sí, en el caso de que Morphy visitase de nuevo el St. Georges, Staunton sería su anfitrión y di sputa ría unas «partidas informales con mucho gusto». S iguió una agri a polém ica en las col umnas de aj edrez británicas. La mayoría de los protagoni stas estaban a favor de M orphy, quien se limitó a env iar una amab le carta a lord Lyttelton, «el mecenas del aj e drez inglés», con la siguiente petición: « H aga saber a todo el mundo que yo no tengo ninguna culpa de que el duelo no se di spute». Lyttel ton contestó por escrito de forma amab le, l ibrando a M orphy de toda responsab i l idad; aunque j ustificaba en parte el comportamiento de Staunton, le culpaba sin embargo de haberse demorado en exceso para reconocer que no iba a di sputar el encuentro. En resumen, la frustrac ión de M orphy iba en aumento, y no hace falta ser médico para re lacionar sus graves problemas posteriores de salud mental con los hechos ya re latados . Uno de los pocos consuelos que le quedaban era la cabal lerosa actitud de Anderssen, profesor de matemáticas en la Uni versi dad de B reslau, que sacri ficó sus vacacio nes de N av idad y accedió de buen grado a trasladarse a l a capital fran cesa para di sputar el prometido duelo con M orphy, que se encontraba enfermo. Afortunadamente para el aj edrez, los médicos desaconsej a-
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ron a Morphy que volv iese a Nueva Orleans sin estar plenamente re cuperado. Anderssen, que en ningún momento aludió a su largo perío do de escasa actividad aj edrec ística -desde su bri l l ante v ictori a en el torneo de Londres de 1 8 5 1 , se negó a comenzar el enfrentamiento en el H otel Breteuil hasta que su rival estuviese curado. Al igual que contra H arrwitz, M orphy empezó perdiendo pero se impuso de forma categórica: si ete victori as, dos empates y dos derro tas. Anderssen no alegó excusas en ningún momento y se mostró siem pre muy respetuoso con su adversario. Cuando alguien le comentó que su j uego era bastante peor que en sus pasadas actuac iones, el alemán repl icó senc i l lamente : «Es que M orphy no me dej a j ugar mejorn. Por desgrac ia, ése fue el último duelo contra un rival muy fuerte en la meteórica y fugaz carrera del gen io de N ueva Orleans, cuyo interés por el aj edrez era cada vez menor. Además, nadie quería aceptar el reto de enfrentarse a é l con ventaj a de peón y sal ida. El único aliciente que le quedaba era desplazarse a Alemania para un duelo de desquite con Anderssen y para enfrentarse a las otras estrel las alemanas en Berl ín, Breslau y Leipzig. Pero su cuñado, Sybrandt, le vis itó durante la primavera de 1 8 5 9 para transmitirle la ansiedad de su fam i l ia ante un retorno largamente aplazado. Tras un emocionante banquete de despedida con sus amigos del Café de la Régence y varias exhibicio nes triunfales en Londres, M orphy l legó a N ueva York a bordo del Persia e l 1 1 de mayo . A l l í , en varias ci udades de E E . U U . , le esperaba otra sucesión de banquetes y agasaj os . Eran los últimos días fe l i ces d e aquel gran talento a q u i e n todos admiraban, que todav ía v i v i ó 25 años más. Fue contratado por e l New York L edger p o r un sueldo principesco ( 3 . 000 dól ares al año) para encargarse de la sección de aj edrez . Tamb ién h i zo un viaj e por Cuba, España y Franc ia, con algunas exhibiciones incl ui das, pero su interés decrecía más y más m i entras intentaba abrirse cam ino como abogado y como hombre . Pero tanto los legu leyos como las muj eres de la alta soci edad consideraban que aquel j oven caba l lero no era más que un aj edreci sta, y apenas le hacían caso . Por ej emplo, su ofer ta para trabaj ar como diplomático para la Confederac ión fue recha zada. Todo e l l o l e depri m i ó mucho, hasta el punto de que hubo otro viaj e de 1 8 meses por Francia en el que no se conoce n inguna partida
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de aj edrez di sputada por é l , que n i siqui era v i sitó sus l ugares favori tos de antaño. A partir de ahí, el proceso es muy tri ste : sufre manía persecutori a, se vuelve muy agresivo en ocasiones y se ni ega a hablar de aj edrez. Muere de un ataque de apoplej ía a los 47 años. Y entonces empieza una discusión eterna sobre su esti lo, su obra aj edrec ística y su catego ría como j ugador. Se le cataloga como « i ntuitivo», «anal ítico», « lógi co», «racional», etc . , pero, como indica su mej or b iógrafo, Sergeant, «por encima de todo, M orphy era un arti sta. Y la mej or manera de disfrutar de un arti sta es no diseccionarlo». A pesar de su corta carrera y de la escasez de partidas contra los mej ores del mundo, la aportac ión de Morphy al aj edrez será siempre comparable con la de M ozart a la músi ca: inmortal .
Fischer, rebelde en j aque perpetuo M i l lones de aficionados le adoran . Entregó su vida al aj edrez, lo revolu cionó, humi lló a los soviéticos en la guerra fría y se retiró tras ser cam peón del mundo en 1 972. Volvió 20 años más tarde para desafiar a la Casa Blanca concediendo la revancha a Borís Spasski en Yugoslavia durante el embargo contra ese país. Ganó, se hizo millonario y desapare ció otra vez, hasta que fue detenido en Japón, perseguido por EE. U U . y refugiado en Islandia, el país que le vio triunfar y morir. M ítico, genial, indómito, excéntrico y desequilibrado, con un cociente intelectual supe rior al de A lbert Einstein, Bobby Fischer resumió su cautivadora perso nal idad en una frase : « E l aj edrez no es como la vida, es la vida misma». Pero la suya pudo haber terminado muy pronto, a los 5 años, en Mobile, un pequeño pueblo de Arizona ( 5 5 k i lómetros al suroeste de Phoenix, cerca de una reserva india), adonde Regina Wender, divorcia da del biofísico alemán Gerhardt F i scher tres años antes, se trasladó en compañía de sus dos hij os, Joan y Bobby, para ej ercer como maestra de escuela. Era un día soleado de 1 94 8 ; la madre descubrió con horror que Bobby se había sentado en las vías del tren pocos segundos antes de que los vagones de El A rgonauta, que cubría diariamente el trayecto Nueva Orleans-Los Á ngeles, pasasen por al lí a toda velocidad.
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Esa capac i dad de ensimi smami ento fue una de las con stantes de su carácter. C uando sus profesores se dieron cuenta de que era un superdotado, el pequeño Bobby ya había s i do catal ogado como «niño impos i b l e » . Uno de e l l os l e sorprendió un día con e l tab lero de bol s i l l o en e l pupi tre : «No puedo forzarte a que me escuches ni a que dej es el aj edrez. Pero al menos, por decencia, no saques e l tab le ro» . S i n q uererl o, aquel maestro impulsó l a capac i dad de su alumno para j ugar a c i egas, que tan úti l le resultó si empre para abstraerse cuando estaba donde no quería: «N o i mporta dónde esté ni lo que haga . Mi subconsci ente produce nuevas ideas sin cesar. El aj edrez es vida» . Fischer solía j ugar con su hermana al monopo/y y al parchís hasta que, a los 6 años, conoció el aj edrez, que al princ ipio le pareció «otro j uego, aunque algo más compl i cado». Ambos se habían tras ladado ya con su madre, suiza de origen j udío, al barrio neoyorquino de Brooklyn. A l l í empezó la meteóri ca ascensión hacia la cumbre domi nada por los sov iéticos, y también la indomable rebeldía de Fi scher, así como una integridad ideológica extrema. Campeón absoluto de E E . U U . a los 1 4 años, y gran maestro a los 1 5 , ten ía 1 6 cuando quiso resolver los problemas económicos para acudir al Torneo de Candidatos al título mundial en Yugoslavia: « i ré, aunque sea nadando». Pero rechazó con fi rmeza la ayuda de la revi sta Sports Il/ustrated porque había sido pedida por su madre ; la de la fe deración estadoun idense, porque no quería ninguna re lación con ella; la de un m i l lonario, porque éste pidió a cambio que su apadrinado le citase en sus decl araciones; y la propuesta de los pianos F ischer, a cambio de un anuncio, porque le pareció «una ridiculew. F i nalmente j ugó; terminó el 5 .0, superado por cuatro nombres sagrados del aj edrez soviético -Tal, Keres, Petrosián y Smyslov- a los que acusó, enfu rec ido, de j ugar en equipo. La an imadversión de Fi scher hacia la U RS S nació probablemente un año antes, cuando escribió al directivo Alexánder Kótov para pro ponerle la publ icac ión de un l ibro con sus partidas en la U RS S y l a apertura d e u n a cuenta en u n banco d e Moscú. Kótov s e mostró horro rizado de que un mozalbete estuviera interesado en el dinero y descri bió a Fi scher como «una v íctima del enfermo si stema capita l i sta» .
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Esa frase ya insinuaba la bífida actitud -desprecio en públ ico, adm irac ión en privado- que los mandatarios moscovitas mostraron hacia F i scher durante muchos años. En 1 97 1 , M ark Taimánov fue aplastado por el mozalbete (6-0, un resultado asombroso) en el Torneo de Candidatos. El Comité de Deportes soviético le proh ibió sal ir al extranj ero, escribir artículos y dar conc iertos como piani sta, su segun da profesión, además de qu itarle el sueldo baj o la acusac ión de haber se dej ado ganar. Unos meses después, F i scher apl icó la mi sma pal iza al danés Bent Larsen : «En el Kremlin, al guna mente preclara debió de pensar sobre lo raro que resultaba que un gran maestro danés y otro soviético se dej asen ganar por 6-0. De modo que aliviaron un poco mis castigos», me contó Tai mánov 1 7 años después en el C l ub de Es critores de M oscú, durante la glasnost (transparencia informativa) que marcó los últimos años de la U R S S . L a furia anti soviética d e Fi scher, pronto amp l i ada a la Federac ión Internacional ( F I D E ) por no tomar medidas contra las supuestas com ponendas de los j ugadores de la U RS S , provocó largas ausencias en torneos internacionales; una de e l l as superó los tres años. Fischer aceptó entonces, en 1 96 5 , una invitac ión para j ugar en Cuba, que no ten ía relaciones diplomáti cas con E E . U U . El Departamento de Estado no le autorizó a viaj ar a La H abana, pero Fischer encontró la solución : jugaría desde N ueva York, a través del teletipo. Sin embargo, el torneo fue precedido de un duelo telegráfico con Fidel Castro que el estadounidense comenzó así : « Protesto contra la noticia pub l icada hoy en el diario New York Times en el que se inter preta mi actitud como una victoria propagandística. En conexión con esta c i rcunstancia, debo retirarme del M emorial Capablanca si no me envía inmediatamente un telegrama dec larando que ni usted ni su Go bierno intentarán capitalizar pol íticamente mi partic i pac ión». E l l íder cubano recogió el guante : « Estoy sorprendido por su acu sación . N o he dicho una sola palabra al respecto . Sólo las agencias norteameri canas dicen que nuestro país necesita «victorias propagan dísticas». Es asunto suyo si quiere o no j ugar el torneo, pero sus pala bras son inj ustas . S i tiene miedo o se arrepiente de su dec i sión, sería mej or buscar otra excusa o tener el coraj e de mantenerse honrado». Fischer j ugó y logró el segundo puesto.
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Grac ias a é l , los honorarios de los aj edreci stas profesionales se di spararon en 1 97 2 . Tras abundantes escándalos y controversias, Fis cher se convirtió en e l aspirante al título de Spasski, pero se negó a viaj ar a Reikiavik hasta que, a petición del secretario de Estado H enry Kissi nger, el mecenas britán ico James S l ater añadió 1 2 5 . 000 dólares -una fortuna, si se compara con los premios de entonces- a la bolsa del encuentro . Aquel duelo traspasó con creces el ámbito deportivo. La victoria de Fischer (por 1 2 , 5 - 8 , 5 ) fue interpretada como un torpedo en la l ínea de flotac ión del aparato propagandístico soviético. Los tab leros, las piezas, los re lojes y los l ibros de aj edrez se agotaron en países de los cinco continentes. El 1 de septiembre de 1 9 72 casi todas las emi soras de rad io y te levisión de E stados Unidos interrumpieron sus programas para dar una noticia de enorme impacto : « B obby F i scher es el nuevo campeón del mundo de aj edreZ» . El ídolo de m i l lones de aficionados dij o esa mi sma noche a la recepc ionista de su hotel en la capital de I s landia: «Sólo estoy para el presidente N ixon». Veinticuatro horas des pués, N i xon le env ió un emotivo te legrama. Ahí empezó la etapa más patética de la v ida de F i scher: cayendo en picado hacia la mi seria económica, deten ido y maltratado por la policía de Pasadena ( Los Á ngeles), convertido en un antisemita vi sceral a pe sar de ser j udío, retirado del aj edrez por sus discrepancias con la F I DE, desapareció durante veinte años. Y se convirtió en un mito viviente. Los 20 años que transcurrieron desde la ruidosa v i ctori a sobre Spasski en I s l andia hasta su fugaz reaparic ión constituyen uno de los episodios más tristes y m i steriosos de la hi storia del aj edrez. Los mi l lones de afic ionados que se habían enganchado al aj edrez en 1 972 grac ias al gen ial estadounidense no pudieron ver una sola partida nue va de su ídolo hasta 1 992, a pesar de que el presidente de F i l ipinas, el dictador Ferdi nand M arcos, ofrec ió una bolsa de cinco m i llones de dólares en 1 97 5 para que el duelo por el título entre F i scher y Anato l i Kárpov, designado p o r e l Kremlin para suceder a Spasski y vencedor de Víctor Korchnói en la final de candidatos, se celebrase en Baguio. Pero, aunque sus exigencias económ icas marcaron un hito en la forma de vida de los aj edreci stas, F i scher ya había dado muestras de que el dinero no era la máxima prioridad en su escala de valores. Por
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ej emplo, cuando una marca de champú le h i zo una oferta m i l l onaria de publicidad televisiva tras vencer a Spasski, F i scher pidió una mues tra del producto y contestó unos días más tarde: « E ste champú es una porquería y yo soy el campeón . Ni por todo el oro del mundo podría anunciarlo». Lo realmente importante para él era que la final del Campeonato del M undo se celebrase baj o «condic iones j ustas » : sin l ímite de parti das, a diez victorias, los empates no contaban ; e l aspirante debía ganar por dos puntos de diferencia para obtener la corona; al campeón le bastaba con empatar 9-9, para retener el títu lo . La F I D E aceptó la pri mera pero rechazó las otras dos. A l gunos directivos de ese organ ismo -presidido entonces por el holandés M ax Euwe, excampeón del mundo, pero dominado por los soviéticos- estaban aún i rritados por los continuos desplantes de F i scher durante el duelo de Re ikiavik. El mayor de el los fue perder l a segunda partida por incomparecencia, tras ser derrotado en la primera, en protesta por el ruido y las molestias que producían las cámaras de televisión . En consecuencia, «el genio de Pasadena» se rec luyó en esa ci udad del sur de California y puso su título a disposición de Euwe. É ste, tras varias negoc iaciones tan intensas como inúti les, proc lamó campeón del mundo a Kárpov el 3 de abri l de 1 97 5 ante la frustraci ón general. Aunque F i scher no había j ugado una sola partida oficial desde sep tiembre de 1 972, partía como favorito ; pero el j oven soviético era un digno candidato a sucederle y el mundo del aj edrez esperaba con an siedad otro duelo apasionante, que nunca se celebró. Esa frustrac ión incl uía la de Kárpov, quien demostró entonces de dos maneras el afán competitivo que siempre le ha distinguido. Ade más de disputar muchos más torneos que sus antecesores y de contar por victorias durante años casi todos los que j ugó, el n uevo campeón oficial intentó negoc iar con Fi scher varias veces para organ izar uno de los duelos más deseados de la h i storia. Una de las reuniones de ambos se celebró secretamente en Córdoba ( España) en 1 9 76 con la media ción del fi l ipino F lorencia Campomanes -que después se conv i rtió en el más famoso presidente de la F I D E- y el español Román Torán . Cuando parecía que el acuerdo era inminente -los cuatro volv ían en un tren de Córdoba a Madrid-, Fi scher exigió que el encuentro se
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denom inase «Campeonato del M undo Profesional», e insistió en la exigencia durante otro encuentro secreto, meses después, ya en 1 97 7 , en Washington . Aunque es probable q u e Kárpov hubiese aceptado esa cond ición a títu lo personal, j amás habría podido convencer de e l l o a las autoridades deportivas soviéticas. De hecho, años después se supo que le abrieron un expediente confidenc ial baj o la acusac ión de «ha ber intentado vender a F i scher el título de campeón del mundo». Pero Kárpov se convirtió en un héroe nacional en 1 97 8 al derrotar de nuevo al entonces disidente Korchnói en el due lo más escandaloso de la his toria, y eso le salvó de ser duramente castigado. También le ayudó algo que me contó unos días después de la muerte de Fi scher: «Al en terarme de que me estaban investigando, pedí una entrevista con el mini stro de Deportes, y descubrí que él no sabía nada, lo que le enfadó mucho. Es dec ir, los del KGB me estaban investigando a espaldas del mini stro, quien ordenó inmediatamente que me dej asen en paZ» . El aj edrez pasó a tener dos campeones: el proclamado por la F I D E y el que había conqui stado el corazón de mil lones de afic ionados. Pero éste parecía huir hasta de sí mismo: desconectó casi todos sus vínculos con el mundo, empezando por el teléfono; cambió a menudo de residen cia, se dej ó barba y engordó, acentuó aún más su vi sceral odio antico muni sta y su antisemitismo feroz, a pesar de que �insisto-- él mismo era de fami l ia j udía. Una vez gastado el premio de Reikiavik, Fischer tuvo que recurrir a la ayuda económica de sus pocos amigos para sub sistir; también se sabe que entre ellos había algunos alemanes de extre ma derecha, lo que contribuye a expl icar su radicalismo ideológico. Y, eso sí, que anal izaba partidas casi todos los días durante muchas horas. El 26 de mayo de 1 98 1 ocurrió algo patético, según el relato de F i s cher que la pol icía de Pasadena nunca desmintió. Fue detenido porque su descripción coincidía con la de un hombre que acababa de atracar un banco. F i scher no se identificó nunca como campeón del mundo, dij o llamarse Robert D . James e invitó a l o s policías a visitar su casa, situa da a dos bloques de distanc ia. Pero los agentes le esposaron para trasla darle a la comisaría, donde fue brutalmente vej ado durante 48 horas. Fi scher no quiso presentar una denuncia contra la policía; prefirió es cribir un folleto espel uznante, con toda clase de detalles sobre los ma los tratos rec ibidos, que repartió por las cal les al precio de un dólar.
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Mis citas secretas con Fischer A pesar d e sus penurias económicas, Fi scher rechazó varias ofer tas muy atractivas para reaparecer. Fui testigo presencial de dos de ellas. Y o estaba entre los millones de personas que se engancharon con fuerza al aj edrez en el verano de 1 972, a los 1 6 años, gracias al enorme carisma de Fischer antes y durante su duelo con Spasski . Once años después, convertido en periodista profesional especiali zado, mi sueño era conocerlo, lo que conseguí en varios encuen tros, repartidos entre 1 99 1 y 1 99 3 , y mantenidos en secreto duran te casi un decenio a petición suya. Lo que sigue es un resumen de ellos, que muestra lo mej or y lo peor de quien fue mi ídolo. Logré contactar con él a finales de los ochenta, a través de un amigo común venezolano, que se llamaba Isidoro Chérem, quien me recomendó con su mej or intención que mintiese a F ischer, que le ocultase mi profesión porque él odiaba a los periodi stas . Pero no hice caso y, en mis cartas y mensaj e s a través de Chérem, le conté siempre la verdad: yo era ante todo un aj edrecista que se había convertido en periodi sta y, al ej ercer mi profesión, intenta ba contribuir al fomento del aj edrez. Chérem admiraba profunda mente a F i scher, a quien incluso había ayudado con dinero en los peores momentos, pero también reflej aba en sus conversac iones telefónicas una cierta amargura : no daba detalles concretos, pero me insinuaba que mi ídolo tenía un lado malo muy desagradable. Por tanto, yo estaba prevenido . E l próximo grado de acercamien to fue que F ischer llamó por te léfono a m i casa, y habló una vez con mi esposa y otra conmigo, siempre en un tono cordial, y en español e inglés mezclado s . Cuando mi esposa le dij o , en diciem bre de 1 990, que yo estaba en el Mundial Kaspárov-Kárpov de Lyon, a F ischer le parec ió mal ; el lector comprenderá por qué dentro de un rato . Por fin nos vimos, en secreto, en la primavera de 1 99 1 , co miendo j untos en un hotel cercano al aeropuerto de Fráncfort, j un to a Chérem y un empresario catalán, José Ignacio B orés, quien
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intentaba convencer a F ischer de que j ugase la revancha contra Spasski durante la Expo 92 de Sevilla, donde Borés tenía excelen tes contacto s . F i scher me saludó con educada frialdad. Después del primer p l ato, sacó un tablero de bolsillo y decidió ponerme a prueba y aclarar si yo era realmente un aj edrecista convertido en periodista -y, por tanto, había probabilidades razonables de que mantuviese la confidencialidad exigida- o un impostor que in tentaba engañarl e para lograr una exclusiva a toda costa. É se fue uno de los mayores golpes de suerte de mi vida, porque la posición que me puso en e l tablero correspondía a una partida que yo me sabía de memoria. Y le dij e : « É sta es su partida con el español Ar turo Pomar, Olimpiada de Aj edrez de La Habana, 1 966, que usted ganó de esta manera». Y reproduj e las j ugadas siguientes . A partir de ahí, el trato de F i scher hacia mí se hizo mucho más amable, y lo primero que comprobé fue su enorme amor al aj edrez. El punto de ira contenida que se notaba en sus palabras cuando conversába mos sobre otros temas -propio de alguien que se siente inj usta mente tratado por el mundo-, desaparecía y se transformaba en un tono suave y armónico cuando hablaba de una partida o mostra ba variantes en el tablero . Tras el almuerzo y la larga sobremesa, y o era e l hombre más feliz del mundo, pero esa alegría total, sin matices, iba a dar paso pocas horas después a una experiencia triste y traumática. Los cua tro fuimos a cenar a la parte viej a de Fráncfort, y, aparte de las enor mes dificultades para convencer al genio de Pasadena de que reapa reciese tras 1 9 años de silencio, todo seguía yendo muy bien. Después de la cena, Fischer y yo nos separamos de Chérem y Bo rés, y paseamos a solas por las calles. É l empezaba a confiar en mí, y entonces descubrí su faceta más espantosa: su racismo, y espe cialmente un odio patológico a los j udíos, motivado probablemente por traumas que sufrió en Ja infancia y por sus amistades filonazis durante su estancia en Alemania. Pero es que, al mismo tiempo, durante ese paseo, Fischer también me demostró que era verdad lo que yo había leído : según el instituto Erasmus Hal l, de Estados
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Unidos, que l e había hecho un test de intel igencia, su cociente inte lectual era superior al de Einstein; efectivamente, sus análisis de la política internacional de aquel momento, con el mundo convulsio nado por la desaparición de la Unión Soviética, eran sumamente brillantes, profundos y certeros. De modo que ésa fue una de las poquísimas noches de mi vida que yo he dormido muy mal, porque me parecía imposible que un ser tan inteligente pudiera tener una faceta tan horrible al mi smo tiempo. Pero, tras muchas dudas que me atormentaron durante semanas, l legué a la conclusión de que sólo una enfermedad podía explicar eso y que merecía la pena man tener la relación con é l . Nos vimos d e nuevo unos meses después, en j ulio d e 1 99 1 , e n u n hotel d e L o s Á ngeles, e n compañía d e mi esposa e hij o , y el empresario andaluz Luis Rentero, creador del Torneo de L inares, quien intentaba lo mi smo que Borés. P ero cenamos a solas, y de manera muy abundante porque a é l le encantaba comer mucho. Ambos estábamos de acuerdo en e l gran placer que supone com partir una buena mesa en compañía grata y con una conversación interesante . Entonces descubrí su faceta más infanti l, y aún recuer do con qué emoción y candor me contó su visita a la isla de Komo do, en Indonesia, que es uno de los dos únicos sitios del mundo donde se pueden ver dragones vivos. En ese momento, mi hij o , Mikel, tenía cuatro años y, viendo a F ischer tan emocionado con ese relato, me parecía estar escuchando a Mike l . En esa cena tam bién comprobé que, cuando no hablábamos de j udíos o de racis mo, era una persona sumamente interesante y, además, adorable. Al día siguiente almorzamos j untos de nuevo, con Rentero y Chérem. Después, él me preguntó si me gustaba andar largas dis tancias. Y o le dij e que sí, y nos pusimos a caminar, unos siete u ocho kilómetros . Y esa conversación fue, por un lado, muy intere sante, cuando volvió a hacer análisis muy brillantes de pol ítica in ternacional, a pesar de que él era un anticomunista visceral, pero, por otro lado, delirante porque, por ej emplo, F ischer sostenía que todas las partidas de los Campeonatos del Mundo entre Kaspárov
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y Kárpov estaban amañadas . Y o estaba -y estoy- convencido de que eso es falso, y tengo argumentos y experiencias personales muy potentes a mi favor, pero creo que ni siquiera logré que Fis cher dudase. Más asombrosa aún era su convicción de que el disi dente soviético Víktor Korchnói, dos veces subcampeón del mun do, era en real idad un agente de los servicios secretos del KGB . Todavía más : sospechaba que el gran maestro holandés Jan Tim man, uno de los pocos occidentales que se codeaban con los sovié ticos, también había trabaj ado para el KGB . Y el remate fue que, de pronto, a siete u ocho kilómetros del punto de partida, me dice: «¿Ves aquella parada de autobuses de allí? B ueno, pues ahora ten go que pedirte que te des la vuelta y regreses solo al hotel, porque no quiero que sepas cuál es el número de autobús que me lleva a mi casa» . De modo que, tragando bilis y poniendo cara de normalidad, me di la vuelta y busqué un taxi .
. Ni Borés ni Rentero, con mi inútil ayuda, lograron convencerle
de que reapareciese en Sevilla. Pero la necesidad de dinero y el amor de flechazo j uvenil que Bobby sentía por la húngara de 1 9 años Zita Raj csanyi (me dij o que deseaba tener hijos con ella) se mezclaron para que, en plena tragedia de Yugoslavia, aceptase la oferta de Y ezdímir Vasílievich, un traficante de armas y banquero que no mucho después huyó a Australia con el dinero de sus clientes. La rueda de prensa del 1 de septiembre de 1 992 en un hotel de la para disíaca costa de Montenegro, en Sveti Stefan, fue la más inolvidable de mi vida. Era la primera aparición en público de F i scher tras
20 años de misterio. Con periodistas literalmente debaj o de las me sas porque no cabíamos, y muchos corresponsales que habían aban donado el frente de la guerra de Bosnia, que estaba a 50 kilómetros para cubrir aquel acto . F ischer pidió a los camarógrafos que le saca ran un plano muy corto y escupió a un documento del Gobierno de EE. UU. que le conminaba a no violar el embargo internacional con tra Yugoslavia disputando allí el duelo de revancha contra Spasski con una bolsa de cinco millones de dólares. En realidad, era más que discutible perseguir j udicialmente a alguien por un duelo de aj edrez,
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pero lo cierto -y esto me parece una terrible inj usticia- es que esa orden de busca y captura estuvo vigente durante 1 3 años hasta 2005 , cuando Fischer fue detenido por la policía del aeropuerto de Tokio. En esa rueda de prensa dij o también en público lo que me había di cho varias veces en nuestros encuentros secretos: «Todas las parti das entre Kaspárov y Kárpov han sido amañadas. La FIDE es una organización criminal que debe ser destruida». Durante esa revancha con Spasski, cuya segunda mitad se dis putó en Belgrado, visité varias veces a Fischer, siempre protegido por un acongoj ante grupo de muy fornidos guardaespaldas con pis tola. Le vi bien, muy animado, aunque luego supe que le preocupa ba la perspectiva de tener que enviar el dinero clandestinamente desde Belgrado a un banco suizo, lo que finalmente logró con éxi to. Gracias a la muy amable mediación del gran maestro argentino Miguel Á ngel Quinteros, uno de sus escasos amigos de entonces, e informando siempre puntualmente a Chérem, volví a visitar a Fis cher en el Hotel Intercontinental de Belgrado, donde residió una larga temporada, en 1 993 . Aparte de un proyecto frustrado para enfrentarse a Judit Polgar, con cuya familia -a pesar de que es j udía- tuvo una época de gran ami stad, su prioridad era ya pro mover el sistema Fischer (o 960, sorteando la posición de las pie zas antes de cada partida) y el reloj Fischer (con incremento, que finalmente homologó la FIDE). Ambas ideas me parecieron ge niales desde el principio, matices aparte, pero mi actitud hacia Bobby era confusamente blanquinegra: en lo personal, me sentía un privilegiado por conocerlo y gozar de su confianza; en lo profe sional, mi instinto me incitaba a pedirle una entrevi sta con graba dora y fotos -que nunca me concedió baj o la excusa de que co braría mucho por ello, pero seguramente porque sospechaba que nuestra buena relación se iría al traste después de llevarla a cabo-, así como a promover o ayudar a que volviese a j ugar: pero, por otro lado, el sentido común me decía que lo mej or que podía pa sar con F ischer era que desapareciese de nuevo, que nos quedáse mos con su imagen mítica.
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¡ Cuánta razón tenía mi otro yo ! F i scher volvió al primer plano de la actualidad con una serie de repugnantes entrevi stas para la emisora fi lipina Radio Bombo . En la primera de el las, el 1 3 de enero de 1 999, probablemente muy afectado por el fallecimiento de su madre y su hermana pocas semanas antes, negó el Holocaus to nazi y acusó a la comunidad j udía de conspirar contra él y de provocar el embargo de sus bienes en EE. UU .
Y en 200 1 mostró
su alegría por los atentados terroristas del 1 1 de septiembre contra las Torres Gemelas . Con un lenguaj e sumamente soez y l leno de insultos contra EE. UU. y la comunidad j udía internacional, califi có los atentados como «noticias maravillosas», y los j ustificó con expresiones como «donde las dan las toman», en referencia a «to dos los crímenes que EE. UU . está cometiendo alrededor del mun do» . También habló sobre los «asesinatos perpetrados por EE. UU. y los j udíos contra los palestinos». Como atenuante, es j usto desta car que hizo esas declaraciones antes de que se conociera el enor me número de muertos causados por el atentado. Sin que el locutor fi lipino, a quien llamaba Pablo, le llevase nunca la contraria, F i scher expresó su deseo de que los militares estadounidenses dieran un golpe de Estado : «Que ej ecuten a cien tos de miles de j udíos y pidan perdón a los árabes » . Con palabras similares a las empleadas conmigo diez años antes en Fráncfort, Fischer decía que anhelaba «un nuevo mundo», en el que «los ne gros vuelvan a Á frica y los blancos a Europa, de modo que en América sólo queden sus primitivos habitantes, masacrados du rante siglos». Se levantó una polvareda inmensa y muchos aseguraban, sobre todo en Internet, que todo era un montaj e , que ésa no era la voz de Fischer. Mis j efes de El País y Radio Nacional me llamaron, y yo me sentí obligado a contar la verdad y desvelar lo que había man tenido en secreto durante diez años . Sí, por desgracia, era sin duda la voz de F i scher, cuya paranoia había empeorado considerable mente, y tuve que escribirlo y contarlo con el mi smo dolor que siento ahora, al escribir esto .
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E l dolor resurgió e n mí, pero por motivos muy distintos, de solidaridad, cuando saltó la noticia de su detención en el aeropuer to de Tokio, en 2004 : perseguir, ¡ trece años después ! , a quien ha bía disputado un duelo en Yugoslavia durante una guerra de la que muchas personas -y algunos gobiernos- se lucraron por activi dades tan manifiestamente ilegales como el tráfico de armas, me parecía tan repugnante o más que las declaraciones horribles de un hombre enfermo. Y me sentí muy aliviado, y agradec ido a Islan dia, cuando, en la primavera de 2005 , F ischer aterrizó en Reikia vik como asilado político y con pasaporte islandés. «Por fin -me dij e- podrá vivir en paz, y en un país muy apropi ado, porque la orden de busca y captura le impedirá viaj ar». A Jan Martínez Ahrens, subdirector de El País, le sorprendió mi fría reacción, a finales de 2006, cuando me propuso que fuera a Islandia como enviado especial del periódico para hacer una entre vista o un reportaj e con Fischer. En principio, era el sueño de mi vida; además, Islandia era uno de los países que más deseaba co nocer. Pero me daba miedo la perspectiva de ser el autor de una entrevista en la que, si yo actuaba con honradez profesional, sería inevitable desatar todos los demonios escondidos en la atormenta da mente de Fischer. En un claro intento de quitarle el culo a la je ringa, le dij e a Jan que e l riesgo de volver con las manos vacías, sin hablar con Fischer, era grande, y yo me iba a sentir muy mal s i e l periódico se gastaba e s e dinero para nada, porque nunca m e había ocurrido algo así en 22 años de trabaj o para E l País . Pero mi jefe me cortó la retirada: «No te preocupes . Lo entiendo. S i no puedes hablar con él, haces un reportaj e sobre su entorno y lo mezclas con todo lo que sabes de él. Seguro que será muy interesante» . Fui a Reikiavik en febrero, y el reportaj e se pub licó, a cuatro páginas y abriendo el suplemento Domingo, el 1 2 de agosto de 2006. Conseguí mucha información sobre Fischer, que vivía en una casa siempre muy desordenada, con tableros y libros de aj e drez por doquier, salía casi todos los días a bibliotecas y restauran_. tes pero siempre con un miedo enorme a que le vigilasen, había
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dej ado de ir a los baños termales porque tenía miedo de que pudie sen envenenarle el agua. . . A propósito, es falso que viviera como un vagabundo, como se ha dicho repetidamente tras su muerte en diferentes medios: Fischer tenía dinero abundante en el banco y vivía en un país muy rico, de magníficos servicios públicos. Le envié tres cartas a través de uno de sus pocos amigos, el gran maes tro Helgi Olafsson. Contestó a la tercera diciendo que tenía una buena opinión y un recuerdo muy grato de mí, y que tal vez me llamase al hotel . Pasé la última noche de mi estancia pegado al te léfono, pero no sonó, y recuerdo que luego me alegré de ello, en el camino hacia el aeropuerto, aún de noche, en un paisaj e volcánico y nevado, porque pensé que era mej or así. Ahora, mientras escribo estas líneas, otra vez con dolor por la muerte prematura de un ser excepcional, veo con absoluta claridad que ese plantón fue el me j or regalo de despedida de Fischer, la mej or muestra de que me apreciaba: s i yo hubiera sido el autor de su última entrevi sta, ahora lo estaría lamentando . Gracias, Bobby, hasta siempre.
Más historias de película Además de la enorme alegría que causó a su ej érc ito de admi radores, el estadounidense hizo una aportación muy importante para e l aj edrez durante el duelo de Sveti Stefan . Se uti l izó un reloj patentado por él mismo con el fin de evitar los apuros de tiempo extremos; en lugar del sistema tradic ional de dos horas y media para los 40 primeros movi mientos, cada bando d i sponía de 90 minutos iniciales y rec ibía auto máticamente dos más tras cada j ugada. De esa forma, siempre hay al menos dos m inutos para real izar la próxima. Años más tarde, el presti gioso árbitro holandés Geurt G ij ssen aseguró : «El reloj de F i scher es el mej or invento de la hi storia del aj edrew . A los 49 años, F i scher volvió a vencer a Spasski, demostró que aún podía ser un j ugador de él ite s i j ugase torneos con frecuenc ia, se embolsó los tres m i l lones de dólares asignados al ganador, se separó
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de s u amada Zita, tras ladó s u residencia a las cercanías d e Budapest y no volvió a disputar una sola partida en público durante el resto de su vida. Tras ser visible durante tres meses, Robert J ames F i scher volvió a convertirse en un mito viviente . Pero no del todo, ni durante tanto tiempo como en la primera oca sión . Por un lado, la revelación del contenido de algunos archivos se cretos del F B I : su verdadero padre no era Gerhardt F i scher, sino el eminente físico húngaro Paul N emenyi, j udío, sospechoso de espiar para la U RS S , fal lecido el 1 de marzo de 1 95 2 , a los 5 6 años. Además : sus espantosas entrevi stas con la emi sora fi l i pina Radio Bombo, l lenas de lenguaj e soez y raci sta; los rumores sobre partidas que j ugaba en Internet baj o seudón imo, acrecentados por el gran maestro britán ico Nigel Short; sus viajes esporádicos a Man i la para visitar a la hij a que tuvo -en 2000 o 200 1 - con una fi l ipina; y los intentos frustrados de di sputar varios duelos en la modalidad «aj edrez 960» o «si stema Fis chern ( sorteando la posición de las piezas de la primera fi l a inmediata mente antes de cada partida). Fueron destel los de noticias buenas y malas que permitían concebir la esperanza de que volviese a reapare cer. Y reapareció, el 1 3 de j u lio de 2004, pero no ante un tab lero, sino detenido por la policía del aeropuerto de Tokio, precisamente cuando se di sponía a viaj ar a F i l ipinas. A pesar de que F i scher había ido varias veces a Japón, donde mantenía una relación sentimental con M iyoko Watai, presidenta de la Federac ión Japonesa de Aj edrez, sólo aquel día el funcionario de tumo descubrió que el estadounidense era aún perseguido por una orden internac ional de busca y captura, trece años después de la supuesta violación del embargo contra Yugoslavia. Años antes supimos que sus escasos bienes en E E . U U . habían sido embargados y subastados, lo que le produj o un enorme dolor. El lío por su arresto fue enorme y duró nueve meses, los que Fis cher pasó encarcelado en Japón mientras Washington insistía en su extradición y el Gobierno j aponés no tenía c l aro qué hacer con aquel presunto criminal tan raro . Pero el Parlamento de I slandia, donde Fis cher seguía siendo un héroe porque había puesto a ese país en el mapa mundial en 1 972, decidió concederle asi l o pol ítico -obtuvo el pasa porte islandés el 27 de abri l de 2005-, j usto lo que el primer mini stro
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j aponés, Junichiro Koizum i , necesitaba para quitarse de encima la molesta patata cal iente . Las imponentes fotos de F i scher, con una bar ba blanca larguísi ma, aspecto de vagabundo y cl aras marcas de sufri miento en su rostro, cuando baj aba del avión cerca de Reikiavik, die ron la vuelta al mundo . Por fin parecía que e l genio de Pasadena podría vivir en paz, y qui zá muchos años, en uno de los países más ricos y socialmente avanza dos del mundo, a pesar de que el Banco suizo U S B se negó a guardar su dinero ( 1 ,9 m i l lones de euros), que transfirió a un banco islandés, y de que un portavoz del Gobierno de E E . U U . confirmó que la orden de busca y captura seguía vigente . Pero F i scher era un hombre enfermo y atormentado, lo que explica que rechazase casi todas las medici nas y tratamientos que le prescribieron los médicos cuando fue internado en un hospital de Reikiav i k en septiembre de 2007, por una insuficiencia renal . Desahuc i ado por los médicos a finales de noviembre y enviado a su casa, falleció el viernes 1 8 de enero de 2008, y fue enterrado en la intimidad por su expreso deseo (ni siquiera asistió Spasski , a pesar de que estaba en Reikiavik) el lunes 2 1 de enero. En una prueba evidente de su enorme cari sma, y a pesar de que los menores de 45 años no aj e dreci stas apenas saben quién era, el fal lecimiento de F i scher mereció la primera página de muchos periódicos en todo el mundo, incluso en aque l los que casi nunca se ocupan del aj edrez . Señal inequívoca de que fue, realmente, un genio i rrepetible, y probablemente el cam peón que más ha contribuido a la popularidad del aj edrez. Pero F i s cher es también el ej emplo perfecto de lo que no se debe hacer con un niño que muestre un talento marav i l loso para algo : permitir que se obsesione con su pasión y se desentienda de su educac ión integral como persona. N o soy psiquiatra, pero es de sentido común deduc ir que si F i scher hubiera recibido una educac ión equ i l ibrada, no habría sufrido tanto . Incluso, desde el punto de v i sta de los intereses genera les del aj edrez, es probable que en ese caso su carrera no incluyera ese paréntesis de 20 años que tanto daño le hizo. Por último, es de j usti cia que añada un reconocimiento personal : sin Fi scher, que me inoculó la pasión por el aj edrez, mi v ida hubiera sido muy di stinta, y este l ibro nunca habría existido.
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l aj edrez es muy atractivo para real izar estudios científicos cuyo obj etivo sea conocer el funcionamiento del cerebro . Se j uega en un terreno de dimensiones fij as y con un tiempo l i m itado, pero el nú mero de posiciones di stintas posibles está cerca de lo que un ser hu mano entiende por infinito, lo que proporciona un enorme campo de experimentación. La categoría de los j ugadores tiene un valor muy preciso (puntos Elo ), y los modernos programas informáticos también permiten eval uar con poco margen de error si una j ugada es buena o mala. Además, implica muchos procesos cognitivos de alto nive l : atención, concentrac ión, percepc ión espacial, memoria, motivac ión, toma de deci siones, anál isis, organizac ión, plan i ficación, cálculo . . . N o e s extraño, por tanto, que las tecno logías modernas (tomogra fía, resonancia magnética funcional , magneto encefalografía, etc . ) propicien u n aumento d e l o s experimentos con aj edreci stas. Sin em bargo, aún estamos lejos de saber lo suficiente sobre el cerebro en ge neral y la inteligencia en particular, lo que impide l legar a conc lusio nes categóricas. Pero sí hay dos tendenc ias c l aras en los trabajos cuyos resultados si ntetizo a continuac ión (y que no se l i mitan a los realiza dos con tecnología moderna) : a) se confi rma que el aj edrez es un cam po de enorme interés para la neuroc iencia, y todav ía quedan muchos aspectos por explorar; b) hay partes del cerebro que los aj edreci stas uti lizan más intensamente que otras personas.
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Patrones y plantillas El psicólogo Adriaan de Groot ( 1 9 1 4-2006), profesor en la Universi dad de Á msterdam durante 3 0 años, hizo una investigac ión capital (todavía muy úti l 75 años después) durante un lustro ( 1 93 8- 1 943 ) con la colaborac ión de varios de los mej ores aj edreci stas del mundo en ese momento . Su aportac ión pri ncipal son los cimientos que luego sirvie ron para que otros construyeran la teoría de los patrones y las planti l las, que expl icaré en los párrafos siguientes. De Groot descubrió que no si empre los grandes maestros calculan con una profundidad mayor que los aficionados. A veces, m ientras el afici onado invierte mucho tiempo en calcular infinidad de variantes, el gran maestro sólo profun diza en una o dos, porque los esquemas de posiciones al macenados en la memoria a lo largo de su carrera le perm iten descartar de un v i stazo las poco interesantes e intuir las mej ores. También fue suya la primera demostración de memoria lógica o fotográfica: los aj edreci stas (y más aún si son de alto nivel) recuerdan con poca o n inguna dificultad una posición (extraída de una partida real) que hayan vi sto durante 30 se gundos; pero no son mucho mej ores que otras personas no aj edrecis tas si se trata de una posición con las piezas situadas de cualquier ma nera (no proveniente de una partida) y observada durante el mi smo tiempo. La c lave es que en el segundo caso no hay conexiones lógicas entre las piezas . En los años sesenta, S imon y Chase, de la Univers idad Camegie Mel lan, dieron forma a esas i deas y estab lecieron la teoría de los pa trones (chunks, en inglés), que sirve para entender por qué abundan los aj edreci stas -incluso afic ionados- con una memoria aparente mente prodigiosa, que les perm ite reproduc i r partidas j ugadas muchos años atrás, o reconstruir una posición concreta sin errores. Para entenderlo mej or, fij émonos en las palabras de arranque del poema Canción del pirata, de José de Espronceda: «Con diez cañones por banda, / viento en popa, a toda vela, / no corta el mar, sino vuela, / un velero bergantín». Para quien no conozca e l poema, será mucho más difíc i l recordar tantas palabras . Y para quien no conozca el idio ma español n i e l poema, más compl icado aún . Esas palabras j untas y en ese orden forman un patrón que muchos hi spanohablantes recuer dan sin gran esfuerzo . Del m i smo modo, si mostramos a un aj edreci sta
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una posición durante 3 0 segundos, y en e l l a las negras tienen l a típica estructura de un alfil fianchetado sobre un enroque corto, el j ugador recordará fác i l mente la posición de cuatro piezas (rey en g8, torre en f8, cabal lo en f6 y al fi l en g7) y tres peones (en f7 , g6 y h 7 ) . En cam bio, a una persona no aj edrecista le resultará mucho más difíc i l no ol vidarse de ni nguna. De ese modo, e l recuerdo de ese poema o esa po sición sólo ocupa una uni dad de memoria, en l ugar de una por cada palabra o cada pieza. El siguiente paso adelante en la m i sma dirección lo dio Gobet a finales de los noventa, cuando agrandó el tamaño de los patrones y los convirtió en planti l las (templates en inglés). E s dec i r, volviendo a Es pronceda, en l ugar de acordamos sólo de l a primera estrofa, somos capaces de recitar e l poema entero. O en l ugar de acordamos sólo del enroque con el alfil fianchetado, recordamos la estructura entera de la defensa I ndo- Benon i , donde los demás peones están casi siempre en d6, c5, b7 y a6, la otra torre en a8 y l a dama en d8. Nos faltan por si tuar un cabal lo, que generalmente está en d7 o c7, y un alfi l , que pro bablemente ha sal i do a g4 y se ha cambi ado por el caballo en tJ ; estos dos últimos factores variables nos resultarán fác i les de recordar si par timos de la planti l l a típica de la I ndo- Benon i ; por ej emp l o : « lndo- Be noni con el otro cabal lo en d7 y el otro a l fi l en g4» . De ese modo lo gramos que muchas piezas ocupen una sola unidad de memoria. Uso intenso del cerebro (200 1-20 1 1) Un gran maestro y un afici onado uti l izan zonas d i stintas del cerebro para j ugar al aj edrez. A esa conclusión l legaron en 200 1 unos investi gadores de la Uni versi dad de Constanza (Alemania) tras experimentar con 20 j ugadores. El hallazgo confirmó lo que ya se supon ía: la me moria de los aj edreci stas avezados no es fotográfica, sino lógica, salvo excepc iones. En el estudio de Ognj en Á dmizic y sus colegas, pub l icado por la rev i sta Nature, se deduce que los grandes maestros recurren a las cor tezas central y parietal del cerebro -donde se cree que está el al ma cén de recuerdos conso l idados-, mientras los aficionados uti l izan más el lóbulo temporal med io, como si se enfrentaran a un hecho nue vo en cada posic ión de la partida. En su trabaj o , los científicos se sir-
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vieron de las técnicas más vanguardi stas de resonancia magnética para estudiar los cerebros de 20 j ugadores cuando di sputaban una par tida contra un ordenador. Á dmizic y su equipo refuerzan así lo que otros científicos sospecha ron mucho antes. Por ej emplo, Tij ómirov y Poznyánskaya estudiaron los movimientos de los globos oculares de varios aj edrecistas mientras pensaban ante el tablero, y pub l icaron sus conc lusiones en el artículo Una investigación de la búsqueda visual como medio de análisis heu rístico (Soviet Psychology, 1 966- 1 967). Siete años más tarde, M i chael Cherington demostró cómo una lesión parietal influía deci sivamente en la calidad del j uego de un aj edrecista. En su defensa de la lobotomía (extirpación de los lóbulos prefrontales), como medio para controlar la conducta violenta, el neurociruj ano F . L. Golla escribió en 1 943 : «Creo que si los suj etos operados hubieran sido aj edrecistas, su capacidad de cálculo no habría variado tras la operación>>. Seis años más tarde, R. Pakenham-Walsh llegó a la mi sma conclusión, pero también a otra: «Los j ugadores de esti lo agresivo se transfiguran en otros mucho más calmados tras sufrir la lobotomía». Esta técnica dej ó prácticamente de usarse cuando fue sustituida por tratamientos con fármacos. Lo más interesante del experimento de l a Uni versidad de Constan za quizá sea que concuerda perfectamente con los resultados de otros mucho más senc i l l os, como algunos de los que hizo De Groot, y tam bién con las técnicas que uti l i zan casi todos los aj edreci stas -los que no tienen memori a fotográfica- para j ugar a ciegas . Por si hubiera alguna duda, dos estudios pub l icados en 20 1 1 apun taron en la mi sma dirección con di stintos matices. El de la Uni versi dad de Tubinga (Alemania), dirigido por M erim B i lálic, demostró que la diferencia entre j ugadores expertos y novatos no está en un uso más intensivo del hemi sferio izquierdo, sino en que los expertos uti l izan también el derecho (del que depende el reconoc im iento de patrones y la vi sión espacial) al mi smo tiempo. M ientras los novatos miraban cada pieza por separado, los expertos fij aban la v i sta hacia el centro del tab lero, con una v i sión más global . «Nuestra investigación de muestra que los j ugadores experi mentados uti l izan su cerebro de ma nera más eficiente, y que no hay atajos hacia la excelencia, porque es el producto de muchas horas de entrenamiento», concluyó B i lál i c .
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E l otro estudio se hizo en e l Instituto Riken de Neuro logía, en Ja pón, con resonancia magnética func ional (como el de Tubinga) y j u gadores (novatos, intermedios y expertos) de aj edrez internac ional , aj edrez chino y shogi (variante j aponesa del aj edrez). Los resultados son indudables en cuanto al mayor uso por parte de los expertos de dos partes espec íficas del cerebro : el precuneus (en el lóbulo pari etal) y el núcleo caudado (en el centro, cerca del tálamo). Este último es el más significativo, según Keij i Tanaka, director de los investigadores japoneses, porque se encarga de la formación y la ej ecución de los hábi tos, y produce respuestas muy rápidas. Por tanto, este hal lazgo refuer za la idea de que los aj edreci stas muy experimentados toman gran par te de sus dec i siones con la ayuda de la memoria a largo plazo. El piloto automático (20 1 2) En la U n iversi dad de Electrónica y Tecnología de C hengdú (China) han descubierto que los grandes maestros de aj edrez chino (algo dis tinto del internac ional , con un río que atraviesa el tablero por la mitad) son capaces de desactivar casi del todo la parte del cerebro que podría mos denominar «pi loto automático» (Default mode netvvork, o DMN; genera pensam ientos espontáneos o errantes que no están conectados con una tarea concreta) para concentrar toda su energía en otras partes del cerebro que son las real mente importantes cuando se trata de re solver problemas. E l cerebro humano está di vi dido en varias redes neuronales. Una de e l l as actúa por defecto y se encarga de que todo lo esenc ial fun cione bien cuando no estamos hac iendo ni nguna tarea espec ial . Otras redes cerebrales se activan cuando tenemos que resolver problemas y tomar dec i s i ones; por ej emplo, cuando j ugamos al aj edrez. Lo que ha descub ierto este equipo de investi gadores c h i nos, encabezado por Xuj un Duan, es que los princ i p i antes uti l i zan las m i smas redes que los grandes maestros para resolver prob lemas, pero con la im portante d i ferenc i a de que los grandes mae stros desacti van al mis mo tiempo l a red básica, lo que aumenta l a potencia del resto del cerebro . Según Duan y sus col aboradores, estos resultados demues tran que el entrenami ento a l argo p l azo de la hab i l idad cogn itiva produce un funci onami ento más e fi c i ente del cerebro, porque per-
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mite la desacti vac i ón de un parte no esenc ial para e l rend i m iento de alto n i v e l . Aj edrez-boxeo, deporte p reventivo (20 1 1 ) La prestigiosa rev i sta Scient?fic A merican incluyó un artículo de titu lar muy sorprendente en su selección de los mej ores artículos del año : «¿ Podría e l aj edrez-boxeo evitar agresiones como la d e Arizona?». S e refi ere a la tragedia del 8 de enero de 20 1 1 , cuando un hombre d e 22 años tiroteó a 1 8 personas e n u n supermercado y mató a seis d e el las. El aj edrez-boxeo es un deporte nuevo que está teniendo éxito sobre todo en Londres y varias c iudades alemanas. Cada combate consta de once asaltos alternos; seis de aj edrez, que duran cuatro minutos cada uno, y cinco de boxeo, de tres minutos. Los de aj edrez se di sputan con unos cascos por donde los j ugadores oyen música a todo volumen para evitar que los espectadores puedan darles consej os sobre cuál es el mej or movimiento . Y hay países, como Estados U nidos o I slandia, donde es obligatorio que los asaltos de boxeo se di sputen también con cascos protectores, para reducir e l riesgo de daños cerebrales. E l com bate acaba de inmediato si un j ugador rec ibe j aque mate o pierde por tiempo la partida, o si es noqueado o si el árbitro para el combate por inferioridad man i fiesta de uno de los púgi les. Además de una buena forma física, que propicie que el cerebro esté bien i rrigado tanto en el ring como ante el tablero, lo más impor tante es que uno sepa controlar sus emociones en las transic iones del aj edrez al boxeo y vi ceversa. S i te han dado duro boxeando y te sien tas inmediatamente ante el tablero con án imo vengativo, lo más pro bable es que cometas errores, porque siempre debes j ugar de acuerdo con la posición de las piezas en ese momento, no en función de tu es tado de án imo. Tienes que mantener la cabeza lo más fría posible en todo momento. É sa es la tesi s que desarro l l a e l citado artículo. Su autor, el psicó logo Andrea Kuszewski, sostiene que el aj edrez y el boxeo activan partes muy distintas del cerebro ; por un l ado, se producen enormes descargas de adrenalina, sobre todo al boxear, y por el otro, se uti l iza mucho la capac idad cogn itiva, sobre todo en el aj edrez. Y como el equ i l ibrio necesario para destacar en ese deporte implica controlar las
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emociones, Kuszewski conc luye que el aj edrez-boxeo u otras activi dades similares serían muy adecuados para preven ir conductas agresi vas, como la del j oven que causó la matanza de Arizona. Consu lto la noti cia con e l psiquiatra español Jesús de l a Gándara, jefe de servicio en el Complej o Asistenc ial de Burgos y colaborador de Radio Nacional de España, a quien todo esto le suena muy lógico porque rec ientemente leyó otro artículo en el que se recomienda la práctica simultánea de un ej ercicio físico y otro mental para aumentar la capac idad cognitiva y retrasar el envej ec i m iento cerebra l . Por ej em plo, cami nar rápido y mantener al mi smo tiempo una conversac ión profunda con otra persona. E l problema está en que con la vej ez se pierde esa capac idad de hacer ambas cosas bien simultáneamente y se corre el riesgo de que, siguiendo con el ej emplo, te p i l l e un coche al cruzar la cal le porque estás demasiado concentrado en l a conversa ción . En todo caso, el psiquiatra De la Gándara sí considera que este tipo de ej ercicios combinados pueden tener una gran uti l i dad preven tiva porque hacen trabaj ar intensamente al h i pocampo, una parte del cerebro que funciona como una especie de surtidor de neuronas. Mover piezas con la mente (20 1 3) En el I nstituto de Tecnología de Berl ín han conseguido que una perso na cuyo cerebro está conectado a un ordenador por medio de cables juegue una partida de aj edrez transmitiendo su pensamiento a la má quina, sin uti l izar las manos ni la voz; cuando él o e lla piensan en una jugada concreta, esa pieza se mueve de inmediato en la pantalla. Apar te de l l amar mucho la atención, esto es muy importante desde el punto de vi sta científico y médico porque el obj etivo es conseguir que perso nas incapacitadas para comunicarse por problemas neuronales o de pa rál isis logren transmitir lo que están pensando. Como dice el director de la investigación, M ichael Tangermann, cuando vemos a un pac iente inmov i l i zado en una cama podemos pensar que su actividad mental es muy escasa, pero es falso en muchos casos. Y aunque todavía falta bas tante para lograr que esas personas puedan comunicarse con fluidez, el hecho de que se haya logrado que puedan j ugar al aj edrez es, sin duda, un hito muy importante. Lo que l l evan invertido hasta ahora (primave ra de 20 1 3 ) en la investigac ión es poco más de un m i l lón de euros.
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Aj edrez y forma física (2009) La Uni versidad de Educación Física de Varsovia publ icó un estudio en la revista científica Pediatric Endocrino/ogy tras exam inar a 75 aj edre ci stas de edades comprendidas entre 8 y 1 9 años que habían ganado meda l l as en C ampeonatos del M undo, de Europa o de Polonia. La re velación más interesante, y sorprendente, es que la práctica frecuente del aj edrez mej ora la conexión entre el si stema nervioso y el muscular. Los científicos l legaron a esa conclusión cruzando dos datos: por un lado, que en los test psicotécnicos, los aj edreci stas infantiles y j uveni les muestran un desarrollo intelectual superior al de la media de la po blación. Y por otro, que sus resultados en l as pruebas físicas que miden la rapidez de reflejos y la velocidad de reacción del cuerpo son también superiores a los de la media en personas no aj edrecistas . En cambio, cuando se midió l a fuerza bruta, los resultados fueron inferiores a los normales. Es dec ir, estos científicos sostienen que el aj edrez mej ora la rapidez de reflejos y el si stema nerv ioso y, por tanto, también la co nexión entre el cerebro y los músculos. Además, hay otras conclusio nes que refuerzan lo que ya sabíamos, y que son de sentido común : por ej emplo, que los aj edrec i stas de todas las edades deben incluir la pre parac ión física en su entrenam iento; y que los niños aj edreci stas, al igual que quienes son muy aficionados a los videoj uegos o la informá tica, deben combinar esas aficiones con el ej ercicio físico para evitar el sobrepeso o la obesidad. Más zu rdos de lo normal Entre el 1 8 y el 20 % de los aj edreci stas son zurdos; la proporción entre las demás personas está entre el 1 O y el 1 3 ,5 %. La deducción lógica es que una diferencia de ese tamaño no puede ser casua l . Pero concretar l a causa es mucho más dific i l : mientras Cranber y Albert afirman, en 1 98 8 , tras una investigac ión con 3 90 aj edrec istas, que los zurdos tienen ventaj a al j ugar al aj edrez, Gobet y Compite l l i lo niegan (2007). Se cree, pero tampoco está totalmente demostrado, que el hemisferio de recho puede marcar las diferencias en el rendimiento aj edrecístico, porque se encarga de l a v isión espacial. El hemisferio dominante en las personas diestras suele ser el izquierdo, en el que se ubican las capaci dades anal íticas, l i ngüísticas y aritméticas . Pero el asunto s e embrolla
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mucho si tenemos en cuenta que también hay diestros cuyo hemisferio dominante es el derecho. Hay una hipótesis intermedia que encaj a muy b i en no sólo con el sentido común, sino con que en algunos estudios se ha vi sto que los ambidiestros entre los aj edreci stas son también más que en la pob la ción normal : ambos hemi sferios son muy importantes para j ugar bien al aj edrez, pero es cierto que la visión espac ial puede marcar las dife renc ias; por tanto, tiene sentido que, en general, los zurdos partan con una pequeña ventaj a y que además se sientan más atraídos por el aj e drez. Talento y fecha de nacimiento (2008) Gobet y Chassy descubrieron que entre los aj edreci stas de alto nivel del hemisferio norte son clara mayoría quienes nacen al final del in vierno o principio de la primavera. Y que algo muy simi lar ocurre en tre quienes sufren esquizofrenia o trastorno bipolar. La curiosa expl icación parece hal larse en los v i rus más frecuentes en esa época del año, que afectan al desarro l l o del córtex prefrontal . Según predisposiciones genéticas, s u s efectos pueden bifurcarse en dos direcciones de resultados sumamente d i stintos: si la activi dad frontal está por debaj o de la media, habrá tendenc ia a la esquizofren ia; si está por encima, ese individuo puede tener un talento espec ial para el aj edrez.
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l aj edrez, la música y l a s matemáticas son l a s tres actividades que producen más niños prodigio. ¿ Por qué? La clave puede estar en que las tres son abstractas . Aunque la experiencia te ayuda a tocar bien el piano o crear una fórmula matemática o producir una partida de aj e drez, lo realmente esencial en esas tres actividades no es la experiencia, sino el talento innato enriquecido por el entrenamiento, siempre que estemos hablando de practicarlas al nivel de la é lite, y no como una simple afición. Por el contrario, es prácticamente imposible que niños adolescentes sean escritores muy bri l l antes (ningún genio de la hi storia de la literatura escribía como tal ya a los 1 4 años), aunque tengan mu cho talento y dominen la técnica de la escritura, porque a esa edad no han vivido lo suficiente ni escrito lo bastante para alcanzar el nivel de los virtuosos de la literatura, un campo donde la experienc ia es funda mental . Además, hay otros factores comunes entre e l aj edrez, la música y las matemáticas; por ej emplo, el orden, la armonía, la concentrac ión, la neces idad de anticiparse a lo que va a ocurrir, de manera que la nota musical , el número o la pieza que tú el iges en un momento dado casi siempre tiene que ver con lo que tú crees que va a pasar más tarde. Ello exp l ica que muchos niños con gran talento para el aj edrez lo ten gan también para l as matemáticas y/o la música. H ay un matiz impor tante : el progreso de la informática apl icada al aj edrez ha ori ginado una acelerac ión tremenda del aprendizaj e de los niños, que ahora ab-
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sorben en un día lo que hace sólo veinte años requería un mes por lo menos. Esto expl ica que la precoc idad de Bobby Fi scher, cuando lo gró el título de gran maestro a los 1 5 años en 1 95 8 parec iera imposible de superar en siglos, pero una veintena de prod igios han batido esa marca desde 1 99 1 . El récord lo tiene, de momento, el ruso de origen ucran iano Serguéi Kari akin, quien lo consiguió a la asombrosa edad de 1 2 años y 7 meses. Sólo alguien que no tenga ni idea de aj edrez puede negar sus co nexiones (en pl ural ) con las matemáticas. Aparte de lo expl icado más arriba, nada menos que tres campeones del mundo fueron al mismo tiempo matemáticos de alto nivel : Emanuel Lasker ( 1 868- 1 94 1 ), M ax Euwe ( 1 90 1 - 1 9 8 1 ) y M ij aíl Botvínik ( 1 9 1 1 - 1 99 5 ) . Lo mismo ocurrió con Adolf Anderssen ( 1 8 1 8- 1 879), considerado el mejor j ugador del mundo en su época de plenitud. Y hoy destaca en ambos campos el gran maestro britán ico John N unn. S i miramos el asunto desde e l lado opuesto, algunos de los mej o res matemáticos de la h istoria, como el alemán Car! Friedrich Gauss ( 1 7 77- 1 8 5 5 ) o el suizo Leonhard Euler ( 1 707- 1 7 83 ), fueron grandes aficionados y además se ocuparon de famosos prob lemas geométricos del aj edrez, como el de colocar ocho damas en el tablero sin que sus líneas de acc ión se c rucen (Gauss; hay 92 soluciones di stintas), y la vuelta del caballo por todas las cas i l las del tab lero pero sin repetir n i n guna ( Euler). En Wikipedia se puede encontrar una l i sta de más c i en matemáticos aj edreci stas . La geometría es l a rama de las matemáticas donde el aj edrez pue de ser más úti l desde el punto de v i sta de la pedagogía, como vere mos en el capítu lo dedicado a la enseñanza preesco lar. Por ej emplo, «el camino más corto es la l ínea recta» es un princ ipio que se vuelve muy flexible en e l tab lero de las 64 cas i l las. Así, un rey puede l legar desde e l a e8 en s iete mov i m i entos, ¡ de 3 9 3 maneras di stintas ! E l lector q u e conozca l a s reglas básicas d e l j uego y poco m á s quedará extasi ado al ver la solución de un marav i l loso estudio de Ricardo Reti , con sólo un peón blanco, uno negro y los reyes en el tablero (blancas : rey en h 8 , peón en c 6 ; negras : rey en a6, peón en h5 ; mue ven las blancas ) .
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La solución : 1 Rg7 ! h4 2 Rf6 ! Rb6 3 ReS ! h3 4 Rd6 También es muy hermosa una de las s o l u c i ones ( véase el d i agra ma de abaj o ) , i deada por l . Ghers i , para el prob lema de cómo reco rrer todas las cas i l las del tab l e ro con el rey s i n pasar dos veces por la m i sma. Como podrá comprobar e l lector, los n úmeros que dej a esa trayectori a forman un cuadrado mágico, y a q u e l a suma d e las ocho fi l as, las ocho col umnas y las dos d i agonal e s mayores da siempre 2 6 0 .
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La inmensa riqueza matemática del aj edrez puede expresarse con cantidades muy impresionantes. Por ej emplo, las de l a leyenda de los granos de trigo. A los lectores que ya la conozcan les sugiero que no se salten esta página, porque se la voy a contar con añadidos muy inte resantes, que probabl emente desconozcan . Sucedió hace más de 1 . 5 00 años. E l rey Sheram, de la I ndia, se aburría mucho. Pidió a sus criados que inventasen algo que le divirtie ra . Se pusieron manos a la obra de i nmediato, y crearon j uegos, músi cas, bailes, concursos .. . , pero e l rey seguía aburriéndose, hasta que un tal S i ssa fue a la corte, pidió audiencia y presentó e l j uego del aj edrez, que acababa de inventar. El monarca quedó muy impresionado, y se convirtió en una perso na fe liz. Tanto, que dec idió premi ar generosamente a Sissa: « P ídeme lo que qui eras en recompensa; te lo daré con mucho gusto». S i ssa ha bía oído que el rey era arrogante, y decidió darle una lección de hum i l dad : « M aj estad, qui ero u n grano de trigo p o r la primera casi l l a d e l ta blero, dos por la segunda, cuatro por la tercera, ocho por la cuarta . . . y así, doblando el número cada vez, hasta e l escaque 64» . Sheram pensó que S i ssa no era tan intel i gente como parecía, e in sistió: « Por favor, no me pidas sólo eso. Y o soy muy rico, y qui ero recompensarte porque me has hecho muy fel iz. Pídeme algo que sea real mente val ioso». Pero S i ssa se mantuvo en sus trece, y sugirió que los secretari os de Su M ajestad hiciesen el cálculo correspondiente . Cuando, por fin, lograron sumar el trigo de todas las casi l l as, los re sultados superaban en mucho lo que pudiera esperarse. Así, en la casil l a 6 4 habría 9.223 . 3 72 . 0 3 6 . 854. 7 7 5 . 808 granos d e trigo. Sumados a los del resto del tablero serían exactamente 1 8 .446 . 744 . 073 . 709 . 5 5 1 . 6 1 5 ; es decir, dieciocho tri l lones, cuatroc ientos cuarenta y seis m i l setecien tos cuarenta y cuatro b i l l ones, setenta y tres mil setecientos nueve mi l lones, quinientos cincuenta y un mil seiscientos quince granos. Los consej eros de la corte calcularon también que haría falta acumular la cosecha de trigo en todo el mundo durante 2 . 000 años para poder pagar a Si ssa. Un profesor de fisica de la Universidad de Valencia me envió hace años un par de ideas adicionales sobre ese número; por desgracia, no encuentro el correo que me envió y no recuerdo su nombre, por lo que
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l e pido disculpas. ¿Cuántos barcos d e 1 00 . 000 toneladas harían falta para transportar todo ese trigo? Pues nada menos que 3 . 689.348 bar cos. ¿Y cuánto espacio ocuparían esos cargueros en el mar si los pusié ramos en fi l a, uno detrás de otro? Darían 1 7 veces la vuelta al planeta. Conviene recordar que estamos hablando de las cas i l las de un ta blero vacío; aún no hemos introduc ido las piezas en su posición inicial para di sputar una partida. S i lo hacemos, y empezamos a j ugar, el nú mero de posic iones di stintas posibles después de sólo diez movimien tos es de 1 65 cuatri l lones y medio. Concretamente : 1 65 . 5 1 8 . 82 9 . 1 OO. 544 . 000 .000 . 000.000. Y no sigo, porque en la segunda mitad de este l ibro, que trata sobre aj edrez e informática, el lector encontrará cifras todavía más alucinantes. Sólo un adelanto : el citado campeón del mundo y matemático M ax Euwe calculó que si doce m i l aj edreci stas estuvieran ocupados constantemente en la búsqueda de las mej ores jugadas en todas las posiciones imaginables y en cada una de e llas in virtiera una déc ima de segundo, necesitarían más de un tri l lón de si glos para anal izarlas todas . Quien desee recrearse con los compl icados cálculos matemáticos que pueden realizarse con el tablero de aj edrez como base, o con sus curiosi dades geométricas, encontrará l i bros monográficos sobre ello en la relac ión de bibliografía, al final del l i bro . Para term inar este ca pítulo, veamos un enfoque matemático, o más bien estadístico, desde ángulos muy distintos: la tanda de penaltis de un partido de fútbol o el sorteo de col ores en un duelo de aj edrez .
La moneda es inj usta Lanzar el primer penalti de una tanda o j ugar con blancas la partida inaugural en un due lo de aj edrez son hechos estad ísticamente decisi vos, por la carga psicológica que con l levan . L o demostró (20 1 0 ) el economi sta español I gnacio Palacios-H uerta, y quizá termine ob li gando a cambiar los reglamentos del fútbo l , el aj edrez y tal vez otros deportes, así como los criterios de las casas de apuestas. Como N ewton con su manzana, e l b i l baíno Palac ios-H uerta, cate drático de la London School of Econom ics y doctor por la Universi-
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dad de Chicago, quiere investigar con los pies bien pegados al suelo, sobre hechos de la vida real. Y así descubrió, j unto al profesor José Apesteguía, de la U n iversidad Pompeu Fabra de Barcelona, que los penaltis no son una lotería al 5 0 % sino más bien al 60-40 %, con c la ra ventaj a para quien lanza el primero. Para el lo, ambos anal izaron 269 tandas y unos 3 . 000 penaltis en total, lanzados en M undiales, Euro copas, y las principales competiciones de c l ubes durante varias déca das. Los resultados fueron pub l icados por la presti giosa revi sta esta doun idense A merican Economic Review. Tras el sorprendente descubrim iento, los investi gadores pensaron que repetir el trabaj o en el peculiar campo del aj edrez sería una buena manera de reforzarlo : « En general, se supone que los aj edrec i stas son más intel igentes que los futbol i stas, y menos infl uenciables por el fac tor psicológico de quién j uega la primera partida con blancas. Ade más, entre un penalti y otro apenas pasa un minuto, mientras que el aj edreci sta di spone de un día entero antes de la siguiente partida, y así tiene mucho más tiempo para analizar la realidad», expl ica Palac ios H uerta, que desmenuzó los resultados de los duelos di sputados en las últimas cuatro décadas. Pero esas 24 horas pueden ser largas y duras tras una derrota el primer día, lo que restará energía e ímpetu para el segundo . Tal vez sea eso lo que explique la di stribución de victorias en duelos por el Campeonato del M undo, aún más desproporcionada que en los penal tis: quien tuvo la inic iati va de las piezas blancas (simi lar al saque en el ten is) en e l asalto inaugural fue e l vencedor final en el 67 % de los ca sos; es dec ir, el dob le de probab i l i dades de ganar el encuentro que su rival ( 3 3 %). Aunque el estudi o se ha hecho exc lusivamente sobre en frentam ientos de dos j ugadores a varias partidas, y no ha incl uido por tanto los torneos de varios participantes por si stema de l i ga a doble vuelta, es muy probab le que pueda aplicarse la mi sma teoría. La solución i deal desde el punto de v i sta estadístico tiene algunos inconvenientes, tanto en fútbol como en aj edrez. Que los dos equipos lancen al m i smo tiempo, uno en cada portería, no sería un inconve niente grave para los telespectadores porque el real izador podría divi dir la pantalla verti calmente en dos mitades, pero sí resultaría i ncómo do para los presentes en el estadio. Y que los aj edrec i stas di sputen dos
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partidas a la vez, una con blancas y otra con negras, con dos reloj es, sería una contribución al espectáculo, pero en detrimento de la cali dad, aunque un torneo experimental j ugado en San Sebastián a finales de 20 1 1 dio resultados interesantes. Hay sin embargo, una razonable soluc ión pal iativa: e l equipo que tira primero el penalti inicial lanza en segundo l ugar los dos siguientes, para compensar la ventaj a adquirida en el lanzamiento de la moneda. Y el aj edrecista que j uegue con blancas l a primera partida lo hará con negras en la segunda y tercera, en lugar de alternar como ahora. « Esos cambios no tendrían inconveniente alguno, y así se conseguiría que la moneda sea realmente neutral, y no un factor estadísticamente decisi vo», remacha Palacios-H uerta.
II
El ajedrez enseña a pensar
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Preámbulo
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uchos estudios realizados desde 1 92 5 en países de los c i nco continentes demuestran que los niños aj edreci stas desarro llan más la inte ligencia y logran resultados académicos mej ores (en un 1 7 % por térm i no medio) que los no aj edreci stas, especialmente en matemáticas y lectura. Si bien es cierto que un porcentaj e importante de esas experiencias no se ha plasmado en artículos científicos riguro sos, parece imposible que tanta gente se equivoque al mi smo tiempo; sobre todo, si se tiene en cuenta que muchos de esos estudios no han sido real izados por aj edreci stas m i l i tantes -con el riesgo de que es tén cegados por su deseo de que los resultados sean positivos- sino por profesionales de la pedagogía, la psicología u otras ramas de la ciencia que sentían curiosidad por las supuestas ventaj as pedagógicas del aj edrez. E l número de países de todo tipo (pobres, ricos, grandes, peque ños, de di stintos continentes, culturas, sistemas pol íticos y rel i giones) donde el aj edrez se imparte en las escuelas en horario lectivo o como actividad extraescolar no dej a de crecer. El 1 3 de marzo de 20 1 2 , 4 1 5 diputados del Parlamento Europeo apoyaron la recomendación de introducir el aj edrez en todos los colegios de la U nión Europea por sus grandes virtudes pedagógicas. En España hay más de 80 colegios (púb licos y privados) donde el aj edrez es asignatura ob ligatoria en al menos un curso (entre e l los, casi todos los de M enorca); en varios de esos centros, la experiencia
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acumulada supera los 1 5 años. E l índice medio de sati sfacción de alumnos, padres y profesores es muy alto, por encima del 80 %. E l 5 d e diciembre de 20 1 2 , el Parlamento d e Canarias dec idió por unani midad que e l aj edrez fuera asignatura en horario lectivo.
Algunas frases de personaj es célebres WoLFGANG voN GoETH E ( 1 749- 1 83 2 ) : « E l aj edrez es una piedra de to que para el intelecto». B ENJAMIN FRAN K L I N ( 1 706- 1 790) : « E l aj edrez no es una mera di vers ión frívola, sino que su práctica desarro l l a varias cual idades men tales muy valiosas en la vida normal, ya que la vida es con frecuencia una espec ie de partida de aj edrez, donde necesitamos tener una v isión de futuro, sopesar las consecuencias de nuestros actos, asumir la res ponsab i l idad de los mismos, tener siempre una vi sión general de la situac ión o del tab lero -y no sólo de una parte-, medir bien los ries gos y pel i gros, y respetar escrupulosamente las reglas». 1 VÁN TuRGUÉN I EV ( 1 8 1 8- 1 8 8 3 ): «El aj edrez es una necesidad tan imperiosa como la l iteratura» . JoRGE Luis BoRGES ( 1 899- 1 9 8 6 ) : « E l aj edrez es uno de los medios que tenemos para salvar l a cultura, como e l latín, e l estudio de las hu manidades, l a l ectura de los c l ásicos, las leyes de l a versificación, la ética» . F ERDINAND DE SAUSSURE ( 1 8 5 7- 1 9 1 3 ) : « Entre todas las compara ciones que se pueda imaginar, la más productiva es la que relaciona la forma en que opera el lenguaj e con el j uego del aj edrez. Ambos son un grupo de valores diferentes que, en conj unto, conforman un sistema completo».
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ntre los pioneros de la investigación de la uti lidad pedagógica del aj edrez merecen un lugar de honor los profesores soviéticos Diá kov, Petrovski y Rúdik ( 1 92 7 ) . Su informe, basado principalmente en el estudio de los mej ores j ugadores de la época durante su partic ipa ción en el torneo de Moscú de 1 92 5 , fue determinante para que el Go bierno de la U R S S dec idiera masificar la práctica del aj edrez en el país más grande del mundo, con este comunicado oficial : «El aj edrez estimula, desarrolla y disciplina la inteligenc ia; no hay otro j uego tan cercano a la lógica pura y a la deducción propias del pensamiento mo derno. Sólo eso ya otorga un valor educativo muy grande al aj edrez, pero no es todo : también es una lucha que requiere un gran esfuerzo de voluntad. El número elevado de combinaciones desarrolla la re flexión ordenada y la prudencia. Cada experiencia sirve para aprender y mej orar la capacidad de cálculo. Todas estas c ual i dades reunidas nos proporcionan un perfi l ideal, tanto desde el punto de v ista psicoló gico como intelectual » . H oy, casi un siglo después, esas palabras encaj an m u y b i e n c o n la experiencia acumulada y con las sensaciones de cualquiera que haya jugado al aj edrez con cierta intensidad, lo que eclipsa las posibles sos pechas de que el Kremlin dec idiera promover el aj edrez por motivos políticos . También conviene aclarar que, contrariamente a lo que mu chos creen, el aj edrez nunca fue asignatura obligatoria en la U RS S , a pesar de que el número de aj edrecistas federados llegó a ser de cinco
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mil lones, y el de practicantes esporádicos de 50, en un país con 287 mi l l ones de habitantes a mediados de los años ochenta. Fue entonces cuando pasé muchos días en la U RS S (dos meses y medio en Moscú en 1 98 5 ; más de un mes en Len ingrado en 1 9 86; una gira de dos semanas en 1 9 8 7 ; varios viajes más cortos) y me di de bru ces con una contradicción difícil de asumir: era un país espantoso des de el punto de vi sta de los derechos humanos ( sobre todo, el de l a l i bertad de expresión y movimiento) ; pero, al mi smo tiempo, su si stema educativo era de muy alta cal idad, bastante mej or que el de España en ese momento . Dicho de otro modo, los niños soviéticos estaban muy bien educados en una sociedad envenenada por la corrupción, la buro crac ia y la escasez de l ibertad. En ese contexto, los niños iban por las mañanas al colegio, donde les impartían las asignaturas normales en cualquier otro país . Pero por las tardes acudían a los Palacios de P ioneros ( antiguos palacios zaristas destinados a usos soc i ales), donde recibían c l ases de muy va riadas materias : danza, música, informática, teatro, aj edrez . . . pero con una norma sagrada, que no admitía excepc ión alguna: si un alum no o alumna bri l l aba mucho por l a tardes en alguna de esas discip l i n a s pero obtenía malas notas p o r l a s mañanas en l a s asignaturas bási cas era inmediatamente expulsado del Palacio de los P ioneros, y no podía volver hasta que sus resultados matutinos fueran aceptables. Con esa medida se buscaba e l desarrol l o i ntegral de los n iños y se preven ía e l riesgo de obsesiones, o de crear monstruitos que sólo su pieran tocar el piano o j ugar al aj edrez. Con otras palabras, s i F i scher hubiera sido soviético, su infancia habría sido mucho más recomen dable, con una mej or salud menta l . Casi todas las estre l l as del aj edrez soviético que yo conocí eran personas con estudios, cultas y de carác ter equ i l ibrado . Sin embargo, es frecuente encontrar la afirmación -sobre todo, en trabajos de Gobet y Compite l l i- de que en ese estudio de Diákov, Petrovski y Rúdi k «no se hallaron di ferencias en inte ligencia general con el resto de la población», lo cual es cierto y nada sorprendente; entre otras razones, porque si todavía hoy no está c laro qué es la i nte l igencia, menos lo estaba hace 86 años; el estudio se hizo con j ugado res de primera fi l a mundial, dedicados muy intensamente al aj edrez, y
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quizá con poca vida soc ial para trasladar el desarro l l o d e s u intel igen cia a otros ámbitos. Pero en el informe de los tres profesores se c ita una l i sta de 1 6 cua l i dades físicas y psíquicas que encontraron en los suj etos del estudio, inc l uidos «el gusto por las lenguas extranj eras y la organ izac ión metó dica del estudio». Basándome en los demás trabajos i mportantes de los últimos 80 años, he elaborado esta relación de 24: concentrac ión, memoria, razonamiento lógico, pensam iento c ientífico, autocrítica, responsab i l i dad personal, motivación, autoestima, planifi cación, pre visión de consecuencias, capacidad de cálculo, imagi nac ión, creativi dad, paciencia, discipl ina, tenac idad, atención a varias cosas a la vez, cálculo de riesgos, deportividad, sangre fría, cumpl imiento de las re glas, respeto al adversario, v i s ión espac ial y combatividad . M atemáticas. Si se suman los argumentos, estudios y testi monios de profesores ba sados en su experiencia que dan por segura la influenc ia del aj edrez en una mej ora del rendimiento en matemáticas, y se añaden los maestros partidari os de la uti l izac ión del aj edrez como herramienta aux i l i ar para enseñar matemáticas, podríamos hablar de opinión unán ime . . . , si no fuera por Femand Gobet (véase una larga conversac ión con él al final de esta parte del 1 ibro ). E l estudio más significativo es e l de la escuela Olewig de Tréveri s (en alemán, Trier) ; durante más de cuatro años, la mitad de los alum nos de un curso de primaria sustituyó una hora semanal de matemáti cas por una hora de aj edrez, mientras la otra mitad seguía rec ibiendo las mi smas horas de matemáticas, sin aj edrez. Es muy importante su brayar que esas dos mitades se e l igieron aleatori amente para evitar el l l amado «sesgo de autoseleccióm> ( los n i ños a quienes les gusta el ej ercicio mental se apuntarían vol untarios a unas c l ases de aj edrez, lo que podría contaminar e l resultado) . A l final de cada curso, los niños aj edrec i stas obtuvieron resultados mucho mej ores en matemáticas (el doble de buenos), a pesar de que hab ían rec ibido una hora menos de clase por semana. Y lo mi smo ocurrió con la comprensión lectora. A raíz de este éx ito, e l método ha sido replicado en otras c i udades ale manas . Chess Base (www .chessbase .com) ha pub l i cado varios repor-
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tajes donde diversas autoridades pol íticas y pedagógicas de H ambur go muestran su gran satisfacción con la experi encia. Un estudio similar, pero de interés especial porque se hizo en cua tro escue las alemanas para niños con dificultades de aprendizaj e (co ci ente intelectual entre 70 y 8 5 ) , fue dirigido en 2008 por M arkus Scholz, de la Un iversidad de Leipzig. En sus conclusiones se indica cl aramente que los resultados fueron muy positivos, que el aj edrez es una herram ienta pedagógica muy úti l para este tipo de niños y que se ha observado una conexión clara entre la práctica del aj edrez y el de sarrollo de hab i l idades matemáticas. Ni siquiera Gobet ha puesto ob j eción alguna a este experimento. Es probab le que el trabaj o más profundo sobre la materia sea la tes is doctoral de Joaquín Femández Amigo ( Utilización de material didáctico con recursos de ajedrez para la enseñanza de las matemáti cas. Estudio de sus efectos sobre una muestra de alumnos de 2. º de Primaria, Universidad Autónoma de Barcelona, Bellaterra, 2008 ), que merec ió u n «sobresal iente cum laude» d e l tribunal . Femández Amigo acumula 33 años de experiencia como maestro de escuela y es el autor de otros muchos trabajos sobre aj edrez. Sus conclusiones pri ncipales en la tesis son : « 1 ) la apl icac ión de materiales didácticos de aj edrez a grupos de alumnos produce una mej ora significativa en la capac idad de cálculo y de razonamiento lógico; 2 ) también se produce una mej ora metodológica de la enseñanza de las matemáticas; 3) la apl icación de tales materiales tiene una i nfluencia apreciable mayor en el grupo de niñas que en el de los niños; y 4) la eficacia de la apl ica ción de los materi ales varía mucho en función del centro educativo en que tales medidas se apl ican , aunque siempre los resultados del grupo con aj edrez son superiores al grupo de contro l » . Aunque se conocen apl i cac iones del aj edrez como método trans versal para enseñar aritmética y álgebra, los dos campos más lógicos son la resolución de probl emas y la geometría, como veremos un poco más adelante, cuando tratemos el aj edrez preescolar. Comprensión lectora Los resultados, muy positivos, de las citadas experiencias en Tréveris y Hamburgo, con suj etos elegidos aleatoriamente, dan más importan-
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c i a a l estudio d e Stuart M argul ies que s e hizo e n e l D i strito 9 del Bronx (Nueva York) en 1 992 . Sus resultados fueron también magn íficos: los niños aj edreci stas mejoraron su comprensión lectora más que los del grupo control a lo largo del curso . Pero puede aduc irse que esos ni ños se apuntaron voluntariamente a las c l ases de aj edrez, y que, por tanto, tenían mayor capac idad intelectual o deseo de aprender que los otros. Sin embargo, como los resultados coinc iden con los de Alemania y con otros similares (aunque menos documentados) en países di stintos, y también con el testimonio de muchos docentes no aj edreci stas que han vi sto la eficacia del aj edrez en la mej oría de la compren sión lecto ra, quedan ya pocas dudas al respecto, aunque siempre sería mejor contar con más estudios rigurosos real i zados con muchos niños. Pero queda un importante punto por ac larar: ¿por qué los niños aj edreci stas leen mejor que los demás? La conexión entre las dos acti vi dades no es obvia, como ocurre entre el pensami ento lógico-mate mático y el aj edrec ístico. Después de darle muchas vueltas, creo haber encontrado la respuesta. Leer y j ugar al aj edrez impli can procesos si mi lares: reconocer signos (en un caso, letras ordenadas de múltiples maneras; en el otro, piezas de di ferente valor, tamaño y color, que también se conectan entre sí de m i l formas), asoc iarlos y extraer con c l usiones. Un niño o niña que automatice ese proceso j ugando al aj e drez con frecuencia, luego leerá más fác i lmente y comprenderá mej or lo que lee. H istoria En un colegio donde el aj edrez es asignatura en horario lectivo en al menos un curso, lo que garantiza que todos sus al umnos saben j ugar, puede ser además muy úti l como método transversal para hacer más amenas otras asignaturas. Y la apl icación más obvia es la hi storia, dado que la del aj edrez es de al menos 1 5 siglos (aunque al gunos in vestigadores, como el español Joaquín Pérez de Arriaga, sostienen que prov iene del Antiguo Egipto y que, por tanto, serían muchos más siglos), con abundante documentación y personaj e s fascinantes. La cantidad de ej emplos que se me ocurren a bote pronto da para l l enar muchas páginas de este libro, pero citaré sólo al gunas ideas ins piradoras para profesionales de la docencia:
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El aj edrez l l egó a España con la invasión musulmana, y fueron los españoles quienes lo exportaron a buena parte de Europa y América durante su imperio. En el siglo x111, A l fonso X el Sabio escribió un l ibro de aj edrez en el que lo cal ifica de instrumento muy úti l para la buena con vivencia entre musulmanes, j udíos y cristianos. El aj edrez moderno, con l as reglas actuales, nació en España hace poco más de 5 00 años. La princ ipal diferencia con el ará bigo o antiguo es la incorporación de la dama, que se hizo como homenaj e a la reina I sabel la Catól ica. El francés P h i l idor era, además de un músico eminente, el me j or aj edreci sta del mundo a finales del siglo xv111. Su principal aportac ión a la estrategia fue esta idea: « Los peones son el alma del aj edrew, formulada pocos años antes de la Revolu ción Francesa. H ay varios momentos de la h i storia del aj edrez donde e l mej or j ugador del mundo pertenece al país dominante en ese mo mento. El citado P h i l idor es un ej emplo; el español Ruy López de Segura, primer campeón del mundo oficioso durante e l rei nado de Fel ipe l l , sería otro ; y la tremenda rival idad Spasski F i scher en plena guerra fría entre l a U RS S y E E . U U no puede ser más signifi cativa. E nseñanza p reescolar Las dificultades que los niños menores de 5 o 6 años tienen para en tender conceptos abstractos no significa, en absoluto, que no puedan disfrutar del aj edrez y beneficiarse de él antes de esa edad. Quien me j or ha demostrado esto es la colombiana Adriana Salazar en sus dos centros de Bogotá, l l amados Talento y Osito Pardo, aunque me consta que hay otras experiencias, también positivas, en diversos países. Mis dos visitas, en 20 1 1 y 20 1 2 , fueron sumamente instructivas. Los niños (de 3 a 5 años) de Talento y Osito Pardo tocan el violín, practi can el arte marcial del taekwondo y j uegan al aj edrez con el mé todo que Salazar creó hace trece años y apl ica ahora a 2 6 . 000 niños; de el los, 2 0 . 000 colombianos y 6 . 000 españoles, repartidos en más de 60 colegios de ambos países. La idea básica es «aprender j ugando, j u-
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gar aprendiendo», y el punto de partida es que l a capac idad para aprender que tienen los niños pequeños es poco menos que i l i mitada, siempre que se les enseñe con métodos apropiados para su edad . Por ej emplo, a los niños de tres años se les invita a gatear, caminar o saltar o bai lar por un tablero gigante en e l suelo, formando diagonales, horizontales o verticales mientras suena una canción muy pegadiza, cuya letra es relativa al j uego del aj edrez; así aprenden nociones básicas de geometría sin darse cuenta. O, para que desarrollen la visión espa cial, les colocan en el tablero mural una posición en la que dos peones, uno blanco y uno negro, pueden capturarse mutuamente, y entonces les piden que se imaginen -sin tocar las piezas- cómo quedaría el tablero si el peón blanco come al negro o viceversa. Además, al obligarles a calcular mentalmente, sin mover las piezas, se les acostumbra a pensar antes de actuar y a explicar lo que piensan de viva voz. Con j uegos de ese tipo, los niños pequeños van desarrol l ando la atención, percepción, memoria, concentración, capac i dad de cálculo, etcétera, o aprenden a resolver problemas de fo rma razonada, además de la responsab i l idad de las deci siones que uno toma y del respeto a lo que hace el rival . Por otro lado, en este método de Salazar se huye de la idea de que el aj edrez es una guerra entre dos ej ércitos, porque e lla argumenta q u e en Colombia ya ha habido muchísima vio lencia en los últimos decenios, y por tanto prefiere representar a las piezas blancas y negras como nata y chocolate . De modo que l as de nata quieren co mer helados de chocolate y viceversa. Otro gran experto en aj edrez preescolar es e l uruguayo Esteban Jaureguizar, de origen argentino. Poco después de l l egar a su país de adopción introduj o el aj edrez en varias facultades de la U n iversidad de Uruguay, y luego comenzó a investigar la posib i l i dad de apl icarlo como herramienta pedagógica para los más pequeños, a partir de tres preguntas : ¿ E stá en condic iones un niño de 3 años de j ugar al aj edrez? ¿Es necesario enseñarle desde tan pequeño un j uego tan compl icado? ¿Puede estimularse alguna forma de pensamiento lógico que requiera semej ante nivel de abstracción? Jaureguizar se h izo la siguiente reflexión: «Todo niño se apresura a practicar cualquier j uego de cualquier naturaleza con un grupo de amigos. Normalmente, será cuestión de pocos minutos soc ial izar las
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normas de ese j uego, e inmediatamente comenzar a disfrutar de é l . Pero esto no es posible en el caso d e l aj edrez. Y éste es u n o d e l o s fun damentos básicos para sostener la idea de promover su enseñanza des de las edades más tempranas. En e l las se hace difuso ese momento espec ífico en el que se aprende a j ugar al aj edrez, no existe la presión que se ej erce al p l antear al niño e l "ahora te voy a enseñar a j ugar al aj edrez". Y de este modo, j ugando a que j ugamos al aj edrez, podemos plantearnos un trabaj o multidireccional sumamente fructífero». Veamos cómo hacen eso en M ontevideo: « E n aj edrez resulta infi nita la posibi l i dad de evolución de la estructura de significantes y sig nificados. Por ej emplo, podemos pensar que e l significante "alfi l " se vinculará inicialmente en la imaginación infanti l con el sign i ficado "elefante", para l uego incorporar a esa idea la representac ión simbóli ca de su figura material . M ás tarde, irá asumiendo una nueva signifi cación, ahora relacionada a lo espacial, primero cuando esa figura se vincule a su ubicación específica en e l tablero (en la posición inic ial de las piezas) , y más tarde cuando reconozca la dinámica de su movi miento, momento a partir del cual e l niño establecerá un nuevo víncu lo entre este "al fi l " como significante, y el concepto de "diagonal" como nuevo componente de su significado». Y así sucesivamente : «El ej emplo del alfil será matriz para todos los demás procesos de construcción progresiva de sentido, y, obvia mente, cada cadena de significados que se construya estará absoluta mente ligada a l as demás, en una estructura cada vez más complej a que s e irá reestructurando d e manera progresiva e indefinida». Se trata de aprovechar que los niños no necesitan comprender en teramente l as reglas del j uego para disfrutar de él: «Quizá sea esta la virtud más destacabl e que posee el aj edrez a la hora de fundamentar su incorporación a la escuela: tiene la capacidad de que en cualquier pun to de ese i nagotabl e proceso sea posible e l j uego, el razonamiento y finalmente, el disfrute de pensar. Esto es lo que deseamos generar y favorecer. El disfrutar del hecho a veces maldito de pensar, en cual quier etapa de ese marav i l loso proceso evolutivo de la intel igencia humana. Regoc ij arse a través de un j uego marav i l l oso, que al tiempo de ser j ugado nos exige la realizac ión de un sinnúmero de operac iones lógicas de complej idad i nagotable».
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Jaureguizar ha e laborado un esquema de obj etivos divididos por edades desde los dos años hasta los c inco, que por su gran interés co pio a continuac ión. Obj etivos generales : • Favorecer el proceso de construcción de las diferentes estructu ras psicogenéti cas. • Contribuir al desarrollo de actitudes favorecedoras, como la ca pac idad de concentrac ión, la tolerancia a las pequeñas frustra ciones, el reconocimiento del lugar del adversario. • Posibil itar la incorporación de conceptos aj edrecísticos en edad temprana y en un contexto absolutamente l údico, no escolarizado. • Incidir positivamente sobre un eventual proceso posterior de aprendizaj e del j uego en un medio escolar. OBJETIVOS PARA N IÑOS DE 2 AÑOS: Generales • Contribuir al proceso de construcción del lenguaj e , estimulán dolo desde el aj edrez. • Consolidar la noción de espacio, a partir del tablero como ámbi to de j uego. • Propender hac ia una actitud de aceptac ión de l as reglas y de res peto a la s ituación de j uego. • Promover procesos elementales de c l asificación a través de la figura de las piezas . • Trabaj ar la capac idad de seriación, básicamente desde la ubica ción in icial de las piezas en e l tablero. • Construcc ión del vínculo afectivo con el j uego y el docente, po sibil itador natural del desarro l l o del proceso. Específicos o Reconocimiento del aj edrez como un j uego posible de ser com partido con sus compañeros. o Reconocimiento del tablero como espacio en el que se desarro l l a el j uego . o Conocer las piezas, su nombre y su ubicación.
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Asumir que cada cas i l l a puede albergar sólo una pieza cada vez. Reconocer que las piezas blancas constituyen un equipo, y las negras otro di ferente . Comprender el movimi ento del peón, en su mínimo nivel de complej idad (un paso hacia adelante ) . Noción de tiempo : aceptación de q u e s ó l o s e puede mover una vez cada uno .
PARA N I Ñ O S D E 3 AÑOS : Generales • Construcción de una dinámica del espacio. • Conceptualización del tiempo. • Desarro l l o del sentido de l a reversibil idad. • Aceptac ión de l a exi stencia de la voluntad del adversario, como fac i l itador del desarro l l o de una forma de pensamiento supera dora de la etapa de pensam iento egocéntrico. • Construcción de nociones absolutas de cantidad, y relativas ( «ma yor que», «menor que», etcétera). • Fortalecer l a capacidad de mantenerse concentrado al menos durante algunos minutos . Específicos e Conceptual izar el movimiento de las piezas (al menos peón, torre, cabal lo y alfi l ) . o Comprensión d e la dinámica d e la captura. o Dominar la idea de avance y retroceso. o Obj etivar la captura de piezas rivales como propósito de sus movidas. o I ncorporar la noción de gananc ia o pérdida en relación a la can tidad de piezas capturadas por cada bando. PARA N IÑOS D E 4 AÑOS : Generales • I ntegración del espacio como totalidad, a través de las <� ugadas largas» . • Construcción d e la idea d e valor.
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Comprensión del concepto d e tiempo e n re lación a cantidad de movi mientos. Incorporac ión de la idea de propósito de mediano plazo.
Específicos o Consol idación de la comprensión de los mov i m ientos de todas las piezas . o Fortalecim iento de l a vi sión inmediata del j uego, especialmente de la pos ibil idad de realizar capturas. o Incorporac ión de la idea de valor de las piezas. o Primeras nociones de estrategia, al incorporar la idea de la nece sidad de adelantar las piezas en el tablero para que tengan mayo res oportun i dades de realizar capturas . PARA N IÑOS D E 5 AÑO S : Generales • Favorecer la posibi li dad de realizar operac iones de mayor nivel de abstracción, fundamentalmente a partir del concepto de j a que mate . • E levar a un nivel más abstracto la posib i l i dad de c l asificar, al poder considerar como análogas, las posiciones de j aque mate de similar naturaleza. • Asumir una forma de pensamiento reflexivo incipiente, a través de la fórmula «me conviene - no me conviene » . • Fortalecer l a capacidad de concentrac ión hasta poder sostener una partida individual completa. Específicos o Construir la noción de j aque y j aque mate como obj etivo final del j uego. o Dominar situaciones elementales de mate, como el « mate del pas i l lo», e l «mate de la escalera» y e l «mate del espej ito» . o Acceder a reglas más complej as como el enroque y la corona ción del peón. o Desarro l l ar algunas hab i l i dades técn icas mínimas como e l ata que doble, la defensa de una pieza, tapar un j aque, etcétera.
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Jaureguizar recomienda que algunas de estas clases puedan ser abiertas a los padres, baj o ciertas reglas estrictas, e incluso que se fa vorezca la interactividad entre e l los y sus hijos; por ej emplo, con par tidas por equipos o simultáneas. También sugiere que puede haber clases espec íficas para los padres. Quien esté interesado en más detalles sobre los métodos de Jaure guizar o desee ampl iar sus conoc imientos sobre aj edrez y pedagogía en general, encontrará tonel adas de material interesante en el magnífi co sitio
. I nteligencia emocional Un estudio de la U n i versi dad de La Laguna (Teneri fe) pub l icado en 20 1 2 en inglés y español, fi rmado por los psicólogos Ramón Aciego, Lorena García y M o i sés Betancort, es probablemente el primero que demuestra algo muy i mportante : el aj edrez no sólo desarro l l a lo que podríamos l lamar intel igencia pura o cogn itiva, sino también la soc io afectiva o emocional ; es decir, aspectos sociológicos o de comporta miento, como autoestima, motivación, discipl ina, adaptac ión al entor no, buena relación con los profesores, gusto por el estudio, respeto por las normas y sociab i l i dad. Estudiaron a 1 70 alumnos (chicos y chicas, de 6 a 1 6 años) que prac ticaban el aj edrez como actividad extraescolar, comparándolos con otros 60 que j ugaban al fútbol o al baloncesto a la misma hora. Y los resulta dos son muy significativos. El procedimiento de la investigación fue muy completo, porque no sólo se tuvieron en cuenta los resultados de las diversas pruebas y análisis psicológicos que pasaron los dos grupos de alumnos, sino también las opiniones de los alumnos sobre sí mismos y las de los maestros sobre los alumnos a quienes daban clase diariamente. La única obj eción que se me ocurre sobre los resultados de este trabaj o es, como en tantos otros, el posible sesgo de autoselección, ya que los niños que acudían a l as c l ases de aj edrez eran voluntarios; por tanto, surge la duda de si el aj edrez ha desarro llado su inte ligenc ia o si ya eran más inte l i gentes antes de j ugar al aj edrez. Pero l a posible con taminación está compensada por el siguiente hecho : la diferencia en rendimiento cogn itivo entre los al umnos aj edreci stas, por un l ado, y los futbol i stas o baloncesti stas, por e l otro, es mucho mayor al final
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del curso d e aj edrez que antes d e recibirlo. Es dec i r, antes del curso ambos grupos pasaron pruebas de aritmética, organ izac ión de obj etos, simil itudes entre dos dibujos, codificación, laberintos, etcétera, y ha bía una cierta diferencia, pero no muy grande, a favor de los que iban a recibir clases de aj edrez. Pero resultó que al final del curso esa dife rencia tras pasar pruebas muy similares era mucho mayor que nueve meses antes, y siempre a favor de los aj edrecistas . Además de las pruebas más o menos convenci onales de i ntel igen cia, el estudio incluye los resultados en otros 3 0 campos, que los psi cólogos atribuyen a la capac idad socioafectiva; basándose, por un lado, en la opinión de los alumnos sobre ellos m i smos, y por el otro, en la opinión de los profesores sobre sus alumnos. Además de los ya mencionados, esos campos incluyen, por ej emplo, la seguridad en uno mismo, la manera de identificar un problema, de anal izarlo, de pensar en alternativas y de tomar dec isiones, la agresiv idad social, la timidez, la v i s ión del estudio como algo placentero, etcétera. Y en 2 7 de esos 30 campos, l a di ferencia a favor de los aj edrecistas es bastante mayor después del curso de aj edrez que antes. I nteligencias de Gardner El psicólogo estadounidense H oward Gardner, Premio Prínc ipe de Asturias de C iencias Sociales 20 1 1 , sostiene que la inte l i gencia no se puede medir con números (cociente intelectual ) , y que no tenemos una sola, sino ocho: l ingüística, lógico-matemática, v i sual-espac ial, interpersonal , intrapersonal , musical, corporal y naturali sta. Aunque el incrédulo Gobet se man i fieste, una vez más, en desa cuerdo (como veremos después en una larga conversac ión que mantu ve con é l ) , me parece evidente que el aj edrez desarro l l a las cinco pri meras inte l i genc ias c itadas . En l as páginas anteriores de este l ibro se han dado argumentos más que suficientes para asegurar que el aj edrez desarrol l a las inteligencias l ógico-matemática, l i ngüística y v isual espacial. En cuanto a la intrapersonal , es obvio que un buen aj edrec is ta debe conocerse a sí m i smo ( puntos débiles y fuertes) para optim izar su rendimiento ante el tablero. Por último, es tamb ién evidente que la interpersonal se desarro l l a mucho con la práctica del aj edrez, porque es un j uego entre dos, y conocer al rival resulta sumamente úti l .
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Jaque al Alzheimer
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ay indicios sólidos para afirmar que la práctica frecuente del aj e drez demora el envejecimiento cerebral ; y que, por tanto, podría ser úti l para prevenir o retrasar el Alzheimer. Ese hal l azgo resulta es pecialmente i mportante cuando l a esperanza de vida no dej a de au mentar en todo e l mundo desarrol l ado, y el cuidado de l as personas mayores dependientes es un gran problema social y económico. S i prevenir es mej or q u e curar, he aquí un argumento definitivo -y adi cional a los exp l icados en el capítulo anterior- para introduc ir el aj e drez masivamente en los colegios, por un lado, y tamb ién entre los adultos. «Lo primero que ataca el Alzheimer es la memoria y la concentra ción», leí a primeros de 2007 en varios artículos y entrevi stas . Y me dij e : si esas dos funciones están entre las que más desarro lla el aj edrez, aquí hay materia para una investigación muy interesante . Además, ya empezaban a pub l icarse estudios que demostraban la proporción inver sa entre actividad mental y riesgo de padecer demencias seni les (uno de los más contundentes, de W i l son y otros, se publicó en la revista Neurology el 28 de mayo de 200 8 ) . Lo primero q u e encontré fue m u y estimulante para seguir traba jando : el estudio que Verghese y otros rea l izaron con 469 personas mayores de 7 5 años en el Hospital A l bert E instein de N ueva York, publ icado en el New England Journal of Medicine el 1 9 de junio de 2003 . Sus autores no habían pensado previamente en el aj edrez de
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manera espec ífica, pero al anal izar los datos se encontraron con algo muy sign i ficativo: quienes más habían desarro llado su capacidad cog nitiva durante e l período experimental, y reducido hasta un 7 5 % el riesgo de sufrir Alzheimer, eran las personas que habían j ugado al aj e drez y al bridge, así como l as que se habían dedicado a bai lar con fre cuenc ia (el bai le exige una buena coordi nac ión entre la mente y el resto del cuerpo). Por detrás, con peores resultados desde el punto de vista del deterioro cognitivo, estaban quienes se dedicaron a -por este orden- tocar un instrumento musical, hacer cruci gramas, leer, pasear, nadar, cuidar niños, cuidar de la casa, escribir, practicar depor tes de equipo, participar en di scusiones de grupo, subir escaleras o andar en bicicleta. Por si quedaba alguna duda, el Washington Post publicó ese m i s mo día un reportaj e , basado en testimonios del citado doctor Verghese y otros especiali stas, baj o el títu l o : « Los j uegos mentales pueden triunfar sobre el A lzheimer. U n estudio cita los efectos del bridge y el aj edrez». Y Verghese era muy contundente : «No está lej os el día en el que nuestro doctor nos recomendará una partida de aj edrez y un cruci grama diario, además de hacer ej ercicio físico y mantener una alimen tac ión sana» . Aún más significativo fue un estudio terminado en 2008 en el Hos pital C l ín ico de Valenc ia ( E spaña), financ iado por la General itat. Por desgrac ia (o, más exactamente, por las m i serias que suelen adornar la pol ítica en España y otros países), en este caso no puedo citar ninguna revi sta científica porque el estudio no se ha publ icado todav ía. Sin embargo, la neuropsicóloga I sabel de l a Fuente, uno de los doctores que realizaron el estudio, me dio los datos, de enorme interés: partici paron 1 20 personas; su edad estaba entre 5 5 y 8 7 años, pero el 7 5 % de el las tenían entre 65 y 7 9 . Se dividieron en dos grupos de 60 personas, casi todas principiantes en aj edrez; uno rec ibió clases de aj edrez de hora y media semanal durante un año; el otro asistió a otros cursos, pero no de aj edrez; ambos pasaron pruebas psicotécnicas antes, du rante los cursos y después de éstos. En el grupo de nuevos aj edrecis tas, el 65 % vio aumentado su rendimiento cognitivo; en e l otro no hubo mej oría ¡ en ningún caso ! Y hay dos matices importantes: 1 ) quienes tenían mayores capacidades espaciales antes de la prueba fueron pre-
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cisamente quienes menos mej oraron ; 2 ) lo normal en la vej ez es que el rendimiento cerebral baj e cada año, y en este caso subió. En casi todas l as conferencias (muchas) que he dado durante los últimos tres años y en algunos artículos de prensa he lanzado la mi sma pregunta al público: «¿Alguien de quienes me escuchan [o l een] cono ce a alguien que, habiendo sido aj edreci sta frecuente, haya muerto por Alzheimer u otra demenc ia sen i l simi lar?». M ás de un m i l lón de per sonas ha oído o leído esa pregunta, y sólo doce han contestado afirma tivamente. S í , ya sé que mi encuesta no se ha hecho con rigor científi co, pero la diferencia entre esos once, por un lado, y e l 6 % de la población francesa mayor de 65 años (o e l 7 % de l a española) por el otro es tan enorme que no puede ser una casual idad . Y aún hay más : uno de esos doce casos, publicado en Neurocase el 25 de febrero de 2005 , es una prueba a favor del aj edrez, no en con tra. U n aj edreci sta británico aficionado mostró l i geras pérdidas de memoria durante dos años, y su problema fue diagnosticado entonces como «deterioro cognitivo leve». M antenía una vida normal , autosu ficiente, aunque ten ía dificultades para seguir e l sentido de una con versación, repetía a veces las mi smas ideas en poco tiempo y había perdido capac idad para calcular variantes cuando j ugaba una partida. A los siete meses murió inesperadamente por una enfermedad total mente aj ena a lo anterior, y el resultado de la autopsia fue asombroso : las abundantes placas de am i loide en su cerebro indicaban que, en realidad, padecía un A lzheimer en fase muy avanzada. La hipótesis es clara: el aj edrez tal vez no evite e l Alzheimer, pero lo retrasa durante muchos años. He contrastado todos los datos anteriores con unos 2 5 0 neurólo gos. La última experiencia con e l los, el espaldarazo definitivo, fue la conferencia que di el 3 de febrero de 20 1 2 en un congreso de 200 neu rólogos en Cádiz. Dos de sus directores, Santiago Cousido y Pablo Martínez Lage, me hic ieron sendas sugerencias interesantes: 1 ) que los aj edreci stas donen su cerebro a l a ciencia para que sus autopsias permitan aclarar definitivamente los beneficios del aj edrez en e l enve jecimiento cerebral ; 2) que se adhieran a estudios como el que actual mente real iza la Fundación C I TA A l zhei mer, de San Sebastián, cuyos voluntarios se hacen una punción l umbar periódica (con las técnicas
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modernas y anestesia local es mucho menos dolorosa de lo que se ve en las pel ículas) para medir el nivel de ami loide en su cerebro . En 2009, e l prestigioso doctor José Félix M artí M assó, j efe de Neu rología del Hospital Donostia, me invitó a una reunión con todo su equi po (unos 3 0 doctores, entre neurólogos, psicólogos, psiquiatras, epide miólogos, etc . ). Expuse todos mis argumentos con detalles científicos, y después me sometí a una dura ráfaga de preguntas. La conclusión fue muy positiva, como ahora exp l icaré, pero hubo una clara advertencia previa: «Demostrar científicamente, de modo irrefutable, que el aj edrez previene el A lzheimer sería muy caro y muy largo (harían falta, por ej emplo, 5 . 000 personas voluntarias durante cinco años), y además muy complicado desde el punto de vista metodológico. Sobre todo, por el l l amado "sesgo de autoselección"; es decir, las personas con tendencia natural previa hacia los j uegos mentales se apuntarían voluntarias para j ugar al aj edrez, pero quien no disfrute con el ej ercicio mental no lo ha ría, lo cual contaminaría el resultado». Sin embargo, M artí Massó me hizo ver algo muy positivo y mucho más importante : « H as acumulado indicios sól idos para afirmar que la práctica frecuente del aj edrez retra sa el envej ecimiento cerebral . Eso tiene una enorme importancia, por que la esperanza de vida no dej a de crecer en casi todos los países, y los gobiernos están ya invirtiendo enormes cantidades de dinero en el cui dado de las personas mayores que no se valen por sí mismas, que depen den de otras. Cuanto mej or sea la salud fisica y mental de nuestros ma yores, menos dinero público habrá que invertir en el los». Es decir, si prevenir es mej or y más barato que curar, aquí tenemos un poderoso argumento, adicional a los que ya teníamos desde hace 87 años, para introducir el aj edrez masivamente en todos los colegios del mundo, además de promoverlo entre los ciudadanos de todas las edades. El propio M artí M assó propuso el mejor lema para esa campaña: «El ajedrez es el mej or gimnasio de la mente. Al igual que cuando vamos al gimnasio con frecuencia estamos fortaleciendo los músculos y previ niendo muchas enfermedades, si acudimos con frecuencia al gimnasio mental estaremos fortaleciendo las sinapsis, las conexiones entre las neuronas, y podremos prevenir no sólo el A lzheimer, que es lo peor que podemos sufrir en ese ámbito, sino muchos otros problemas cerebrales».
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spaña, que ya era desde 1 98 8 e l país con más torneos internacio nales de aj edrez cada año, se ha convertido también en e l l íder de las apl icaciones sociales del deporte mental a colectivos muy diver sos . Todo eso ocurre casi en si lencio, con muy poco eco en los medios de comunicación, por dos motivos: carecemos de un Rafa N ada! del aj edrez, un ídolo de masas que sirva de espoleta; y el mundo del aj e drez fal la estrepitosamente en la mercadotecnia, en vender su maravi l loso producto . Sin embargo, prácticamente todas las experienc ias co nocidas han sido o están siendo exitosas . La conc lusión lógica es que la dirección preferente para que el aj edrez se expanda no es el deporte de alta competición (siempre será m inoritario, y crecerá muy despa cio) sino sus apl icac iones pedagógicas en colegios, retraso del envej e cimiento cerebral o los grupos de exc lusión soc ial a los que me refiero a continuación. Cárceles y reformatorios Entre las experienc ias más gratificantes de mis 3 0 años de profesión están mis visitas a las prisiones de A lmería y Badaj oz, donde he podi do ratificar de primera mano las conc lusiones positivas de todas las experienc ias conoc idas de aj edrez en cárceles de muy diversos países. N unca olvidaré a José M anue l . Lo conocí durante e l día que pasé al otro l ado de los barrotes, en 1 992, conv iviendo con los presos aj e dreci stas del centro penitenc iario El Acebuche, de A l mería, desde el
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desayuno hasta la cena. Uno de los funcionarios, Gonzalo Vázquez, había tenido la excelente idea de crear un c l ub de aj edrez, que incl uso participaba en el campeonato prov incial . Y José M anuel era la conse cuencia más positiva de esa idea. C lasifi cado como pe l igroso cuando ingresó, casti gado durante cuatro meses en ce ldas de aislami ento, de pronto le dio por el deporte mental ( l o había aprendido unos años an tes en la pri sión de Granada) y se transfiguró : tras fabricar velas con la manteq u i l l a del desayuno para poder j ugar por la noche y renun ciar al tabaco y al café para comprar libros técnicos, José M anue l , condenado a catorce a ñ o s p o r nueve robos cal lej eros c o n intimida ción, se dedicó apas ionadamente a una actividad que cal ifi caba como «una droga benigna que potencia el cerebro. La vida es como un ta blero de aj edrez». Su mej oría fue tan grande que se convirtió en un preso modél ico, y logró un perm i so de fin de semana, el primero tras 65 meses en chiro na. Volví a la cárcel , pero esta vez me quedé en la puerta, esperándole, y le invité a desayunar en un bar cercano tras el abrazo de rigor. Ade más de su inmensa alegría, recuerdo dos frases que resumen perfecta mente la uti l idad del aj edrez para los reclusos. « E l aj edrez nos quita mucha cárcel», me d ij o , muy serio, en referencia a que cada hora in vertida ante el tablero pasaba mucho más rápido que hac iendo otra cosa, y además durante ese tiempo no pensaba en nada malo. Y su se gunda sentencia fue magi stral : « E l aj edrez es especialmente bueno para nosotros, porque nos enseña a pensar en las consecuencias de lo que hacemos antes de hacerlo» . U nos años después vino, ya l ibre, al torneo de Linares, donde yo era el comentarista, y tuve el honor de ha cerle una emocionante entrevi sta en directo para el público e I nternet. Más impresionantes aún son los resultados obtenidos en los cen tros penitenciarios de Extremadura por el equipo de mon itores del c l ub Línex-Mágic, presidido por el psicólogo J uan Antonio M ontero, con el patrocinio del Gobierno de Extremadura. Di la conferencia inau gural de un curso de aj edrez en la cárcel de B adaj oz en 2009, y la ex periencia fue tan positiva que volví un par de años después . A l l í cono cí a Javier, otro caso entrañable, que al sal ir en l ibertad se convirtió en monitor de aj edrez y l l egó a dar una exhibición de simultáneas en la Asamblea (parlamento) de Extremadura. Los responsables de los cen-
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tros d e Badaj oz y Cáceres están sumamente satisfechos con las c lases de aj edrez. Y ya me estoy quedando sin adj etivos para describi r la conferencia que di en 20 1 2 en el reformatorio M arce l o N essi de Badaj oz, protegi do por dos guardias j urados, armados con p i stola. Entre los chicos que me escuchaban atentamente había algunos condenados por asesi nato . Sin embargo, el comportamiento de todos e l los durante m i charla fue impecable, y después me hicieron muchas preguntas, siempre con amab i l idad y respeto . Pero hay algo mucho más importante que eso : los i nformes de los psicólogos del centro indican que desde que hay clases de aj edrez el comportamiento de los internos y la convivencia han mej orado sustancialmente. Ahora se saludan s iempre, se respetan, se pelean menos que antes y el ambiente es más agradabl e . Exdrogodependientes Desde que la Federación de Aj edrez de E E . U U . l anzó el lema Push Pawns, No Drugs ( « M ueve peones no drogas» ) en 1 990, éste es otro grupo de exclusión social donde el aj edrez funciona bien, aunque re quiere monitores especializados, porque muchos de los alumnos/pa cientes sufren un deterioro cognitivo i mportante . E l obj etivo debe ser, preci samente, el de trabaj ar capac i dades mentales a través del aj edrez, con ej erc ic ios específicos, como hacen en el centro La Garrovi l la de Mérida ( Extremadura), baj o la superv i sión del director médico, U rba no Yázquez, total mente convencido de la gran uti l i dad del aj edrez en este ámbito. En un reportaj e de Canal Extremadura, varios pacientes aseguraron que el aj edrez les está ayudando a recuperar la memoria y otras habi l idades neurocognitivas, que perdieron por la adicción a sustancias tóxicas. Hiperactivos (TDAH ) El síndrome d e comportamiento que recibe e l nombre c ientífico de «trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDA H )» afecta aproximadamente al 5 % de los niños, y tiene tres características prin cipales: impul sividad, di stracción e h iperactividad. Un estudio certifi cado por el H ospital Puerta de H ierro de M adrid, y dirigido por el psiquiatra H i lario B lasco, indica que el aj edrez es una terapia muy efi-
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caz para niños hiperactivos. Y , a diferencia de los fármacos, este trata miento no tiene efectos secundarios. Los resultados de esta investigación, hecha en la ci udad madri leña de Col lado V i l lalba con e l aj edreci sta Luis B l asco como profesor, confirman los que obtuvieron antes unos psicólogos extremeños: los padres están impresionados porque creían que era imposible mantener quietos a sus hij o s durante una hora, y con el aj edrez ven que aprenden a concentrarse, que no hace falta presionarlos para que hagan los de beres y que ya no les l legan notas de mal comportamiento en el cole gio. Y además, e l estudio indica una relación directa entre las horas de práctica y los resultados: cuantas más partidas j ugaron los niños por su propia iniciativa, además de la hora semanal de clase de aj edrez, mayor fue la reducción de los problemas que causa la hiperactividad. Se hizo así : 44 niños y adolescentes de ambos sexos, de edades en tre 8 y 1 6 años, diagnosticados con TDA H , recibieron clases de aj edrez una hora por semana durante un trimestre, especialmente diseñadas para el los, potenciando el cálculo, la memoria, la retención fotográfica, la capacidad de atención y la toma de decisiones a través del aj edrez. Y además jugaron muchas partidas en el colegio, en casa o en el club. Los efectos positivos comenzaron a notarse un mes y medio después de empezar las clases, y es importante subrayar que todos los niños si guieron el programa hasta el final, lo que no suele ocurrir cuando se hacen estudios que implican el uso de fármacos o psicoterapia. Una de las h ipótesi s de las que partió el doctor B l asco tiene que ver con el experimento comentado en el capítulo «Cerebros muy en cendidos» de este l i bro, en el que se observaba que quienes practican el aj edrez con frecuencia uti l izan mucho más que las demás personas una parte del cerebro que se l lama núcleo caudado, y que también tie ne mucho que ver con e l TDAH . A la espera de poder realizar otro estudio con una muestra mayor, H i l ario B l asco está convencido de que el aj edrez es una gimnasia cerebral especialmente adecuada para niños y adul tos que sufran este problema. Autismo y Asperger El autismo no tiene curación de momento, aunque puede pali arse bas tante cuando se trata pronto . Y el aj edrez está funcionando bien como
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terapia e n grupos pequeños d e varias ci udades holandesas baj o la di rección de Kare l van Delft, cuyos hallazgos confirman las impresio nes que se habían recogido antes en otros países. H ay una base lógica para ello. Dos de las consecuencias del auti s mo son la tendencia al perfeccioni smo y la dificultad para comunicarse con los demás . Ambas encaj an muy bien con el aj edrez, una de las po cas actividades donde puedes expresar tu creatividad y tu talento, y te ner una comunicación muy intensa con otro ser humano durante varias horas . . . , pero sin tocarle y sin hab larle. Van Delft asegura que si quie res tener una buena comunicación verbal con sus alumnos, lo mej or es jugar primero una partida de aj edrez con el los, porque entonces entras en su mundo, donde el los se encuentran seguros y a salvo, te aceptan, y a continuación hablan contigo. Y uno de sus alumnos explica que cuan do j uega al fútbol-sala lo pasa mal , porque tiene que dec idir muy rápi damente qué hace con el balón al rec ibirlo (si da un pase, chuta o hace una j ugada personal ) y eso le produce angustia, mientras que en el aj e drez puede reflexionar con calma antes de actuar. El síndrome de Asperger se diferencia del autismo en que no suelen darse problemas en el desarrollo del lenguaje, pero sí en la comunica ción social . José Luis Sirera, presidente del C lub de Aj edrez Rivas-Va ciamadrid, dirige un curso para niños afectados cuyo éxito es indudable. La prueba definitiva fue pasar a dos niños con Asperger a otra clase, de niños sin el síndrome, para ver cómo se adaptaban . Y el resultado fue tan positivo que los niños normales no notaron nada raro en sus dos nuevos compañeros, ni en las clases ni cuando compiten en torneos de partidas rápidas --que siempre originan una cierta tensión-, y la inte grac ión fue absoluta. Aunque la muestra es aún pequeña, la experiencia de varios años en Rivas-Yaciamadrid consol ida la hipótesis de que el aj edrez es una terapia beneficiosa para niños autistas . Cáncer infantil Algo muy raro en España, por desgrac ia, es que, cuando hay un cam bio de partido pol ítico en el gobierno, el nuevo mantenga lo que sub vencionaba el anterior. Está pasando en Extremadura, donde el P P no sólo está de acuerdo en seguir fi nanciando las apl icaciones sociales del aj edrez que patroc inaba el Gobierno del PSOE -que sitúan a esa
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comunidad autónoma en l a vanguardia mundial en ese campo- sino que incluso añade nuevas actividades, a través de la Fundac ión J uven tud y Deporte . La última, de momento, son l as clases de aj edrez para niños con cáncer. Puede parecer sorprendente, pero en realidad tiene mucha lógica, porque las c l ases de aj edrez no sólo sirven para que los niños interna dos en hospitales, que soportan tratam ientos muy duros de quimiote rapia y radioterapia, se di straigan a través de un j uego tan apasionante y absorbente, sino que el obj etivo es que las grandes virtudes pedagó gicas del aj edrez sirvan para mej orar su educación, ya que a veces pa san largas temporadas sin ir al colegio porque los efectos secundarios de sus tratamientos les obl i gan a estar en casa o en el hospital . La iniciativa ha empezado en 20 1 3 , al igual que la del hospital Materno- I n fanti l de Las Palmas de Gran Canaria, donde las primeras impresiones de n i ños, padres y monitores son muy positivas, como en Extremadura. Desempleados La primera experiencia de la que rec ibí información se real izó en 2007 en las escuelas-tal ler del Servicio de Empleo de la Junta de Extrema dura : 1 5 horas de c l ases de aj edrez a 3 5 0 desempleados (de edades entre 1 6 y 23 años) que al mi smo tiempo estaban aprendiendo un ofi cio concreto, para enseñarles a moverse en el mercado de trabaj o con una vi sión a largo plazo y un lema muy concreto : «Jugando corto, mi rando largo», en referencia a que el tablero de aj edrez es pequeño, pero sus apl icaciones pueden serv i r en la vida normal . Así, se les enseñaba que en una entrevista de trabaj o deben ponerse siempre mentalmente en el l ugar del entrevi stador, para comprender qué se espera de e l los en una conversac ión tan deci siva como ésa, al igual que un aj edrec ista intenta averiguar siempre qué estará pensando el rival . O se les incul caba que aprendiesen a mej orar continuamente su posición acumulan do pequeñas ventaj as . Por ej emplo : un j ardinero tendrá más presencia en el mercado si además de ofrecerse a cuidar j ardines abre una floris tería; o un fontanero estará más capac itado si aprende informática. E l éxito fue enorme, a j uzgar por una encuesta realizada entre los alumnos. Sobre una puntuac ión máxima de diez, las clases de aj edrez
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merecieron u n 7 , 8 e n cuanto a l grado d e sati sfacc ión d e los alumnos, y el 72 % de los encuestados mani festaron que e l curso debería ser más largo . Posteriormente se han realizado otras cuatro ediciones. I n digentes Poco antes de que este l i bro entrase en la i mprenta, en Extremadura abrieron una nueva rama de apl icación soc ial del aj edrez, para los indi gentes acogidos por Cáritas. Empezaron con una charla informativa a 20 personas, y las 20 se apuntaron después a las clases, que durarán cinco meses. E l obj etivo princ ipal es subir la autoestima de estas gen tes, haciéndoles ver que el los no son una pieza movida por otros, sino que deben ser el j ugador que mueve sus propias piezas . En el primer capítulo de este curso espec ial para indigentes, escrito por el psicólogo Juan Anton io M ontero, se lee: «Cuando decides ser j ugador, decides ser el responsable de la partida que se va a di sputar. Una partida en la que tendrás piezas que mover, piezas que cambiar, piezas que capturar y otras que sacri ficar; j ugadores con los que obl igatoriamente tendrás que competir y partidas compl icadas que afrontar. . . Se abre ante ti un mundo en el que tendrás que tomar decisiones constantemente, ya que eres tú quien dirige ahora el j uego. U nas decisiones de las que depen derá casi exc lusivamente el desenlace de esta partida» . Superdotados No di spongo de datos sobre una experienc ia concreta, pero tampoco son necesarios para afirmar que el aj edrez es una de las actividades más idóneas para niños con altas capaci dades, que podrán apl icar así el famoso lema de Sócrates: «Sólo sé que no sé nada» . En aj edrez, el techo está en el infin ito, y por tanto es un reto inacabab le para quien necesite someter a su mente a pruebas de gran dificultad . E l modelo más obvio de este momento es e l noruego M agnus C arlsen, número uno del mundo, de 22 años. A los 5 se sabía de memoria las capitales, superficie, población y bandera de todos los países del mundo. Síndrome de Down Aunque todos los afectados por este trastorno genético sufren algu na di scapac idad cognitiva, su desarro l l o m ental sue le ser bastante
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mayor de l o que mucha gente p i ensa, sobre todo si se les educa apro piadamente desde niños para que luego, como adultos, se si entan úti les y trabaj en normalmente . Además, debemos tener muy en cuenta el aumento enorme de la esperanza de vida de estas personas : ahora hay muchas que viven más de 60 años. Todo esto lo han enten dido muy bien en l a Fundac i ón Comun i dad Down , de México, don de uti l i zan el aj edrez en la educac ión de los niños con síndrome de Down , «desde que son pequeñ itos», j unto a la informáti ca, la danza y la natac ión . Los docentes son profesores especializados de la Escuela N acio nal de Aj edrez, dirigida por los tres hermanos Ferriz, hij os de un gran aj edreci sta mexicano ya fal lecido, que han revolucionado la manera de enseñar aj edrez en general, adaptándolo al siglo xx1, y concreta mente son los más avanzados del mundo en la enseñanza del aj edrez para personas con síndrome de Down. Con los niños más pequeños uti l izan el m i smo método que suele apl icarse a cualquier otro niño; es dec ir, un tab lero gigante en el suelo por el que los niños gatean, cami nan o corren, y sin darse cuenta aprenden lo que es una diagonal, ver tical u horizontal . Y a más adelante introducen las partidas rápidas, especialmente adecuadas para el síndrome de Down porque agi l i zan la mente y el proceso de tomar dec isiones. Trastorno mental grave (TMG) I ker Oj er, responsable de Ocio, Tiempo Libre, Deporte y Cultura de la Asociación N avarra para l a Salud M ental (ANASA P S ) se dio cuenta en 2007 de que el aj edrez podría ser muy úti l para personas con enfer medad mental, y organizó de inmediato las clases de aj edrez, que no han dej ado de crecer durante seis años. La idea de esta interesante inic iativa está muy bien exp l icada en los siguientes párrafos, que me ha remitido Oj er: La esti mulación cognitiva es una de las áreas de intervención que más auge tiene entre las discipl inas que trabaj an con las personas mayo res, por un lado, y con el colectivo de personas con trastorno mental grave (TMG), por otro. El deteri oro a nivel cognitivo que ocasiona la enfermedad mental es muy importante en un gran número de personas
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afectadas; muchas de ellas e incluso sus fami l iares así lo manifiestan, y es por ello por lo que desde ANASAPS apostamos una vez más por ofer tar el programa de « Estimulación Cognitiva» en Pamplona. Una creciente cantidad de publ icaciones científicas señala las ventaj as de la intervención cognitiva, específica y estandarizada, para restaurar las funciones cognitivas en pacientes con T M G . Con la valo rac ión del papel de la neurocognición en la comprensión del funci ona miento social y vocacional de los pacientes, la década pasada ha sido testigo del crecimiento de la rehabi l i tación cognitiva dirigida hacia el entrenamiento o compensación de la fij ación de la atención, la veloci dad de procesamiento de la información, las funciones ej ecutivas, el aprendizaj e verbal, la memoria y la cognición soc ial . Este tipo de trata mientos han mostrado su eficacia y probado que produce mej oras signi ficativas en las habilidades menc ionadas (Nathan y Gorman, 2007, p. 2 5 9 ) . Se ha comprobado q u e diversas actividades, como es el caso d e l aj e drez, brindan valiosos beneficios a sus practicantes, como por ej emplo, el mej oramiento notorio de la habilidad para planear durante el proceso de toma de dec isiones ( Unterrainer, 2006). Refiriéndose en particular al aj edrez como medio de rehabil itac ión, en la publicación de investigación sobre la esquizofrenia Schizophrenia Research, la doctora C . Demily y sus colegas del Centro para la Neuro ciencia Cognitiva (Bron, Francia) publicaron los resultados de un estu dio que demuestra que j ugar al aj edrez puede ayudar a los pacientes con esquizofrenia. ( Demi ly, 2008). Las conc lusiones del estudio según la Dra. Demi ly y su equipo fue ron las siguientes: «Al considerarlos en su conj unto, nuestros resultados sugieren que j ugar aj edrez por tan solo diez horas puede restaurar (al menos parcialmente) las funciones ej ecutivas de los pacientes esquizo frénicos. Es interesante resaltar que el aj edrez se puede proponer muy fác ilmente, con costo muy bajo, a todos los pacientes psicóticos. La ma yoría de los pacientes continuaron j ugando por propia iniciativa aún des pués de terminar el estudio». Estas mi smas conclusiones son extensibles a di ferentes patologías o diagnósticos, en el caso particular de los trastornos afectivos, se trabaja sobre la impulsividad, el tempo, el respeto sobre los otros, etcétera.
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El aj edrez es una estrategia de intervención temprana. Exi ste una importante evidencia que demuestra la relación, entre un pronto y conti nuo tratamiento de los síntomas psicóticos, y los positivos resultados (N athan y Gorman, 2007 p. 260). El aj edrez se convierte en una intere sante posibi lidad de rehabilitación cogn itiva para la población j oven, al ser usado como medio de prevención primaria en aquel las personas que presentan síntomas iniciales del desarrollo de la enfermedad. Lo primero que l lama la atención es el cambio en la forma de com portarse de los practicantes afectados: aprenden a respetar al rival y se conducen de una forma más tranquila y reflexiva; esto se puede compro bar a las pocas semanas de comenzar cualquier curso: en la mayoría de los casos, cambia su actitud excesivamente nerviosa, por otra más sose gada y de mayor respeto hacia los que le rodean. También podemos hablar de varios beneficios que repercutirán en su rendimiento : verá cómo mej ora enormemente su capacidad de concen trac ión y su capacidad de cálculo, aprenderá a trazar planes organizados, gestionará su tiempo de una forma más efectiva, aprenderá a planificar se, mej orará su pensamiento lógico y su capacidad de atenc ión, aumen tará sus reflejos mentales, etcétera. Una partida de aj edrez constituye por sí sola un ej ercicio en el que, a cada instante, el cálculo, la visual ización, la intuic ión, los razonamientos abstracto y concreto, la velocidad de procesamiento y la organ ización de una amplia gama de información y toma de dec isiones lo convierten en un entrenamiento mental por antonomasia. Parece claro que el aj edrez ej ercita la mente como elfooting lo hace con las piernas. Ej ercitar nues tra mente de esta forma la mantendrá ági l y en forma, será su gimnasia particular. En definitiva, practicando actividades como el aj edrez el ce rebro envej ecerá de forma más lenta, por lo que se logrará prevenir la demencia senil e incluso el Alzheimer. Debemos incidir en este punto, que muchos de los argumentos de fienden el empleo del aj edrez como estimulador de la cognición. Parece lógico pensar que la falta de ej ercitación de una función contribuye a la acelerac ión de su involución. Para conseguir un sentimiento individual de bienestar, las personas han de mantenerse cognitivamente activas, por lo que es necesario un uso frecuente de las facultades y una continua da ej ercitación de las funciones intelectuales.
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«Una persona que ej ercita su cerebro asiduamente aumenta su reser va sináptica, es decir, el número de conexiones entre neuronas; hoy se sabe que ese incremento actúa como protector del deterioro cognitivo que l leva al desarrollo de diferentes tipos de demencia», explica Roberto S ica, jefe de Neurología del Hospital Ramos M ej ía.
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¿Por qué aj edrez? (Mi decálogo)
l guien podrá aduc ir, y con razón, que el aj edrez no es la panacea universal ni la curación de todos los males; como ya hemos visto, hay otras actividades mentales que tamb ién son muy úti les para retra sar el envej ecim iento cerebral . Eso es cierto, pero también lo es que el aj edrez cuenta con muchas ventajas. Para empezar, es un j uego, cuyas reglas básicas se aprenden en pocas horas. Supongamos que el Go bierno español promueve el estudio del idioma j aponés, cuya enorme dificu ltad lo hace probab lemente muy adecuado para estimular la po tencia cogn itiva; es casi seguro que esa campaña será un fracaso por que pocos españoles querrán estudiar j aponés; en cambio, una campa ña para que m i l lones de niños españoles j ueguen al aj edrez tendría muchas más probab i l i dades de éxito. Ahí van diez razones para apoyar el aj edrez. N o explico las tres primeras, ampl i amente tratadas en capítulos anteriores:
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1. 2. 3. 4.
Desarrolla la inteligencia. E s útil contra el Alzheimer. N u merosas aplicaciones sociales. Internet. N i ngún otro deporte puede practicarse por Internet. Además, retransmitir un torneo en directo y con cal idad exce lente es mucho más barato en aj edrez que en la mayoría de los deportes. Y también es un medio excelente para dar clases o entrenarse a di stancia.
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5 . U n iversal. Pocas federaciones mundiales tienen 1 7 8 países afil iados como la F I D E . Dos personas que hablen idiomas ab sol utamente di stintos pueden entenderse con un tablero de por medio. 6. Barato. El aj edrez es uno de los deportes menos costosos en cuanto a su infraestructura básica. Por tanto, es muy adecuado para su fomento masivo en países como China o India, con más de 1 . 300 y 1 . 1 00 m i l lones de habitantes, respecti vamente. 7 . I m agen. Todo patrocinador, público o privado, que l igue su imagen con la del aj edrez la está asoc iando a la inteligencia. 8. Arte y ciencia. Las conexiones del aj edrez con las matemáti cas, la medicina, la música, la l iteratura, el cine, la psicología y otras ciencias y artes lo hacen sumamente atractivo para su difusión periodística. 9 . H istoria. M uy pocas activ idades humanas tienen más de quince siglos de h i storia documentada. Además, España ha j ugado un papel fundamental en la expansión del aj edrez en varios momentos. 1 O . Person aj es interesantes. En general, los aj edreci stas de él ite son personas mucho más i nteresantes (para una entrevi sta, por ej emplo) que los demás deporti stas, y especialmente si se comparan con los futbol i stas . La hi storia del aj edrez está re pleta de vidas novelescas . Además, el aj edrez, la música y las matemáticas son las tres actividades que producen más niños prod igio.
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emand Gobet ( S uiza, 1 962) logró la categoría de maestro interna c ional de aj edrez antes de converti rse en un científico eminente y profesor de psicología del conoc imiento en la U n iversidad de Brunei ( Londres). H a investigado sobre todo en los ámbitos de arquitectura cognitiva, percepción, intuición, resolución de problemas, aprendiza je y toma de decisiones, y ha recurrido a los aj edrec istas como suj etos de muchas de sus investigaciones. Probablemente, Gobet es el científico que más ha investigado el aj edrez. A l m i smo tiempo, es famoso entre los expertos por su postura sumamente crítica con todos los demás estudios sobre aj edrez, en los que casi siempre encuentra defectos de di seño o metodología, que le l levan a cuestionar con stantemente la muy extendida creencia de que el aj edrez mej ora el rendim iento académico y desarro l l a cualidades muy úti les en la vida cotidiana. Pensé que su presenc ia en este l i bro era importante, le solicité una entrevi sta, y accedió con gran amab i l i dad. La conversación tuvo l ugar en el H ote l Savoy d e Londres el 1 6 de marzo de 20 1 3 , y duró tres horas . Esta es una transcripción casi com pleta de lo que hablamos, seguida de un texto con mis conclusiones sobre la situac ión actual del aj edrez como herramienta pedagógica. LEONTXO GARCÍA: Usted suele ser muy crítico con casi todos los estudios e investigaciones sobre ajedrez. Sin embargo, a veces sus conclusiones son totalmente opuestas a lo que dictan la experiencia empírica y la
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lógica. Por ej emplo, tenemos estudios y experiencias recogidos du rante casi un siglo en muchos países del mundo, y alrededor del 90 % de el los tienen concl usiones positivas. Además, éstos no han sido realizados sólo por entusiastas del aj edrez, sino que personas aj enas a él han oído que el aj edrez es interesante, como es el caso de algunos profesores que han decidido experimentar con el aj edrez, y, en la mayoría de los casos, los resultados son muy buenos. F ERNAND G O B E T : Bueno, yo no estoy de acuerdo. L . e; . : Empecemos por ahí, entonces. F . (i . : En primer lugar, si observa lo que hay publicado, Campite l l i y yo publicamos un artículo crítico sobre el tema con todo lo que pudi mos encontrar sobre esta cuestión . Por ej emplo, la Federac ión de Aj edrez de los Estados Un idos nos envió todos los materiales que ten ían , fueron muy amables, y tuvimos alrededor de cien artículos. L . G . : De Ferguson, etc . , ¿no? F . G . : Sí, y lo cierto es q ue el 90 % de estos artículos no tenían ni ngún tipo de datos . Se trataba de personas diciendo «el aj edrez es fan tásti co, he participado en un proyecto en el colegio, etc . » , pero no tenían datos, así que no podíamos sacar conc l usiones. Luego, de los diez estudios que quedaban, unos cinco ten ían deficiencias ( in c l uido alguno de Ferguson), por lo que no se podía confirmar nada basándonos en el los. Y luego había otros cinco buenos, pero no se pueden sacar conclusiones a parti r de cinco artículos. Y o diría que el mej or hecho de el los sacaba como conc lusión que no había nin gún efecto positivo del aj edrez sobre el rendimiento académico o el desarro l l o de la intel igencia. Lo que sí es cierto es que, cuando se da a los ni ños activi dades a elegir, los más inteligentes e l igen el aj edrez, m i entras que otros el igen el fútbol u otras actividades. L . G . : Lo que en español l l amamos el «sesgo de autoselección». F . G . : S í . É se es el mayor problema, porque entonces no se sabe si los niños son mej ores en matemáticas porque son más inte l igentes o porque j uegan al aj edrez. Así que, en base a estas pruebas científi cas, no pud imos sacar conclusiones generales. No digo que el aj e drez no tenga ningún efecto, sólo digo que no se sabe. L . G . : B ien, volveremos a este punto más adelante . Pero, en cuanto a este problema metodológico espec ífico, hace un año me reuní va-
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rias veces con un grupo de neurólogos en San Sebastián que están muy interesados en colaborar conmigo investigando el fenómeno del aj edrez como elemento ralentizador del envej ec i miento cere bral y, quizá, como método para la prevención del A l zheimer. Es tuv imos hablando precisamente sobre eso y, según e l los, hacer el estudio perfecto sería casi imposible porque, en un estudio perfec to tendríamos a 5 . 000 personas j ugando al aj edrez durante cinco años, y luego se haría un grupo de contro l , etc . Pero también pode mos dividir a esos 5 . 000 entre los que disfrutan j ugando al aj edrez desde antes y los que no están relacionados con é l . Pero ¿cómo se puede ob l igar a 5 . 000 personas a j ugar al aj edrez con frecuencia durante cinco años si no les gustan las actividades mentales? F . G . : En e l caso de las personas mayores estoy de acuerdo en que es difíci l , pero con niños creo que sería bastante fác i l . H ace unos años se puso en contacto conmigo Jaime S unye N eto, de Bras i l , para q u e los visitara e h i c iera algún tipo d e estudio, y les dij e que hic ieran un estudio serio, y me respondieron que ya sabían la res puesta: e l aj edrez tiene efectos marav i l losos. Pero e l l o s pod ían haber hecho e l estud io, porque no todas las escuelas ofrecen cla ses de aj edrez. S i no recuerdo mal , l a mitad de las escuelas tienen aj edrez como asignatura ob l i gatoria y l a otra mitad no, y los niños no tienen elección. S i l a escuela que les corresponde tiene aj e drez, les ha tocado. Así que creo que podrían haber recogido muy buenos datos al l í tomando las notas de los niños uno o dos años antes de que comenzaran a j ugar al aj edrez y, uno o dos años des pués, comparar las notas de los que j uegan con las de los que no. Eso ya sería un muy buen diseño. Lo ideal sería tener un tercer grupo con niños que aprenden otra acti vidad, como j ugar al pó quer o algo así. L. G . : Luego me gustaría enseñarle otro estudio cuya exi stencia usted probablemente desconoce, ya que se pub l icó el año pasado, que fue real izado en la Universidad de La Laguna, en Tenerife y, que yo sepa, es el primer estudio científico, real i zado por tres psicólo gos, que dice que el aj edrez no sólo desarro l l a lo que podríamos l l amar inte l igencia cognitiva o intel igencia pura, sino también la intel igencia emocional .
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S í , creo que conozco ese estudio. Estaba bastante bien, pero tenía algunos problemas, como de costumbre . Ahora no recuerdo bien los detalles . . . L . G . : Perm ítame refrescarle l a memoria. E l pri mer grupo son niños que van a clases de aj edrez una hora a la semana, y el otro grupo son niños que, en l ugar de eso, van a j ugar a fútbol o a baloncesto . Y controlan varios parámetros antes, durante y después. E l autor reconoce que no son grupos total mente aleatorios, ya que había niños que j ugaban al aj edrez desde antes, pero dice estar contro lando el antes, el durante y el después y, dentro de ese marco, los niños que j uegan al aj edrez mej oran mucho más que el resto . F. G . : Sí, ahora recuerdo. É se es el prob lema, que los grupos no se asig nan arbitrariamente, y los niños inteligentes tienen una mayor ha b i l idad para el aprendizaj e . L . G . : Sí, entiendo lo q u e quiere decir. L o que n o entiendo es por qué cree usted que es tan fáci l corregir este problema. Por ej emplo, to memos a esos niños a los que les gusta j ugar al fútbol y al balon cesto. Les pedimos que j ueguen al aj edrez regu larmente durante un año, pero es que no les gusta j ugar al aj edrez, así que su motiva ción va a ser muy reduc ida. F . G . : Sí, eso puede ser parte del problema, porque si hay gente a quien no le gusta j ugar al aj edrez, quizá sea mala idea obl i gar a los niños a hacerlo en l a escuela, como se hace por ej emplo en Turquía. No tengo nada en contra del aj edrez, y me parece estupendo que la gente lo j uegue, pero claro, la gente que j uega mucho al aj edrez y l legan a ser grandes maestros, etc . , el los no van a estudiar matemá ticas. Creo que la pregunta que queremos responder es: ¿tiene el aj edrez en general un impacto positivo en la educación? Eso se daría en el caso de que todos los niños se beneficien del aj edrez . S i el 3 0 %, p o r ej emplo, no se beneficia, e s o ya es u n problema. Pero claro, si el 40 % odia j ugar al aj edrez y prefiere j ugar a fútbol, te nemos un problema por adel antado. Por ej emplo, el maestro inter nacional C harles Partos, cuando l l egó a Suiza hace unos 40 años, daba c l ases de aj edrez en el sur de Suiza, así que hicieron una es pec ie de experimento, aunque no pub l icaron nada. I ntroduj eron una clase obligatoria de una o dos horas de aj edrez semanales a un
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grupo de n iños de quince años . M i amigo Pierre Pochard, que es periodi sta y j uega al aj edrez, escribió un artículo periodístico so bre e l proyecto, con entrevi stas, etc . , y algo que quedaba muy cla ramente reflej ado es que muchos niños l o aborrecían . L . G . : Pero muchas veces esto tiene que ver con la calidad d e l profesor. F. G . : S í , ése es un punto muy importante . De hecho, no niego que en muchos casos los niños realmente se beneficien del aj edrez; he es tado en vari as conferencias sobre aj edrez y educación, como la que hubo en Turín, y es evidente que la gente que j uega al aj edrez está increíblemente motivada, son creativos y creen en lo que ha cen, y tienen mucha más hab i l i dad para enseñar aj edrez de la que suelen tener los profesores de matemáticas, o lenguas, etc . , y creo que esto se debe a que aquel los que j uegan al aj edrez pueden con centrarse en un aspecto y pasar mucho tiempo pensando nuevas ideas, lo cual es genial, no lo critico. Pero los pobres profesores de matemáticas, biología, etc . , no tienen tanto tiempo para centrarse en cada cosa, y con los años suelen term i nar aburriéndose de la rutina. Por eso creo que lo bueno del aj edrez a veces es que los profesores son mej ores porque están más motivados y los niños los quieren . De hecho, creo que la verdadera pregunta es otra dis tinta: ¿podemos aprender de estos profesores de aj edrez, para que motiven al resto de profesores? L. G . : Sí, yo también he pensado en eso. Lo que dice es tan interesante que me están surgiendo m i l preguntas más. En muchos seminarios y congresos sobre aj edrez y pedagogía, se di scuten varias cuestio nes, una de las cuales es si e l aj edrez debería ser obligatorio, y cómo hacerlo. Un error muy frecuente por parte de los profesores es que no tienen como obj etivo el enseñar cómo pensar mediante el aj edrez, uti l i zando el aj edrez como herramienta pedagógica, sino que tratan de crear j ugadores, a veces de manera obsesiva. É sta suele ser la causa de muchos fracasos en las c l ases. N uestra conc lusión, y esto es lo que estoy sugiriendo al Gobierno -por que el mini stro español de Educac ión y Cultura se está planteando introducir el aj edrez en la próxima reforma de la ley de educación al mi smo nivel que la música- es prec isamente ésa: sería obliga torio sólo para niños de seis o siete años durante un curso o, como
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máx imo dos, dependiendo de si hacen una o dos horas semanales (por ej emplo, dos cursos de 3 0 horas cada uno), y después de ese tiempo sería opcional . De nuevo, vol vemos a la cal idad de los pro fesores. Si los profesores de esos niños de seis y si ete años son muy buenos, sabrán motivarlos no sólo para j ugar al aj edrez, sino para disfrutar del aj edrez como método para pensar. Puedo darle un ej emplo concreto con niños de entre dos y cinco años, lo cual es muy interesante porque la antigua teoría dice que la intel igencia abstracta se desarro l l a solo a partir de los c inco años. Pues bien, la mayor experta mundial en esta materia es la colombiana Adriana Salazar. Tiene una escuela espec ial para talentos muy j óvenes, ni ños pequeños, que he visitado en dos ocasiones. Todos esos niños j uegan al aj edrez, tocan el v i o l ín y practican taekwondo. Es muy impresionante . F . G . : S í , claro . S i se qui ere enseñar aj edrez para obtener ciertos bene ficios educativos, eso es exactamente lo que hay que hacer: extraer algunos elementos de las matemáticas, por ej emplo, como las dia gonales, las verti cales o enseñarles a contar, los cuales también están presentes en el aj edrez, y luego uti l izar el aj edrez como me dio para enseñar estas m i smas cosas. Luego se puede hacer lo mis mo con la geografía, o las lenguas . . . L . G . : O hi stori a, incl uso. Porque e l aj edrez tiene más de quince siglos de hi stori a documentada, así que es muy i nteresante enseñar la hi stori a uni versal en paralelo con la h i stori a del aj edrez . F. G . : S í , o incl uso se podría en señar informática básica. Estoy de acuerdo en que ése es un método mucho mej or. Se obtienen los benefi cios del aj edrez de manera muy rápida, yo diría que después de las primeras diez horas, quizá un poco más, pero en ni ngún caso l levaría más de 22 horas . Y estoy de acuerdo en que esto aporta conoc imientos que no se aprenden en la escuela. Podríamos di scu tir sobre si se obtendrían conoc imi entos similares jugando a otros j uegos o practicando deportes, eso s í . Pero esto enseña cosas sim ples como aprender a perder, darse cuenta de que hay que pensar antes de tomar una deci sión, saber que el adversario tambi én pue de pensar e intentar adivi nar lo que está pensando . . . Se puede decir que el aj edrez es i deal para eso. C l aro que éstos son beneficios
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muy l i m itados, pero también importantes. Lo que no creo que aporte ningún benefi cio es aprender el décimo movimiento del ataque Panov contra la defensa Caro-Kann. L . G . : Por supuesto, con eso último estoy completamente de acuerdo . F . G . : Por otra parte, en cuanto a la escuela colombiana que menciona, eso parece una buena idea. Incl uso en una escuela normal , si se tiene una variedad de actividades extraescolares, como aj edrez, taekwondo o música, eso es bueno. Creo que en muchos casos el aj edrez tiene un efecto placebo y los niños se dan cuenta de que están en una situación espec ial . . . L . G . : Sí, eso los motiva para desarrol lar s u intel igencia. F. G . : Sí, pero ésa es una de las ventaj as de la educación. Se crean va rias cosas que parecen placebos y así se motiva a los niños. L. G . : Es decir, al final , ese efecto placebo es beneficioso. F. G . : S í , desde luego, aunque este efecto placebo no solo exi ste en el aj edrez. S i se enseña a los niños a j ugar al póquer, por ej emplo, lo cual les ayudaría a aprender a calcular probab i l i dades; o a j ugar al go, seguramente se obtendría el mi smo efecto . Esto de mezc lar vari os j uegos podría ser una ventaj a, porque los niños, al cabo de un tiempo, se aburren de ir a la escue la y tener los mi smos profeso res y hacer las mi smas cosas. La variedad que esto aporta es defi nitivamente positiva. L . G . : Otra cosa que he observado en esta escuela espec ial de Bogotá contradice una de las afirmac iones de su estudio. Un día vi que estaban en una clase normal con un tab lero de pared que conten ía algunos peones, sin figuras, y los niños estaban sentados de frente en el suelo. Entonces la profesora dij o : «¿Veis esta posición? Te néis que dec irme desde a l l í qué cambiaría si el peón blanco de e4 toma el peón blanco de d 5 » . Entonces, una niña se levantó y dij o : « M uy fác i l . E n e 4 dej a d e haber u n peón y e n d5 ahora hay u n peón blanco» . Lo que la profesora hace es desarrol lar la memoria vi sual pero, según usted, no está demostrado que el aj edrez la desarrol le, lo que me parece sorprendente. F. G . : No, yo dij e algo disti nto. Yo dij e que, a la hora de entrenar, si se quiere ser un buen j ugador, no sé si se debería practicar la memoria vi sual j ugando al aj edrez a ciegas, es dec ir, no sé si el aj edrez a cie-
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gas puede ayudar a alguien a convertirse en un mej or j ugador, por que para j ugar a ciegas hay que tener un conocimiento muy desarro l lado del aj edrez, de las aperturas, etc , , y, cuando ya se tiene todo este conocimiento, j ugar a ciegas se convierte en algo muy fáci l . L . G . : Sí, entiendo. S i n embargo, y o creo que el aj edrez a ciegas es muy interesante para investigar la di ferenc ia entre la memoria lógica y la memoria fotográfica. Por ej emplo, esas personas que han batido récords i ncreíbles de aj edrez a ciegas, como Janos F lesch, o N aj dorf, o P i l l sbury, estoy convencido d e que esos hombres tenían una buena memoria fotográfica, porque es prácticamente imposi ble recordar tantas posic iones. ¡ 5 2 tableros a la vez durante 25 ho ras seguidas ! F . G . : Bueno, yo he hecho este tipo de actividades. No a ese nive l , en mi caso fueron ocho tableros . . . L . G . : ¿Cree usted que tiene memoria fotográfica? F. G . : No la tengo mala, seguramente . L . G . : Creo que ocho tableros se pueden j ugar con memoria lógica, porque creo que uno no ve una posición fotográfi ca en su cerebro. Lo que ve es que tiene un alfil en g5 clavando el caballo en f6 que sólo está protegido por la dama en d8, y la dama tiene las dos to rres a los lados, y la estructura de los peones es la clásica de la de fensa s i c i l iana en la variante N aj dorf, y eso le permite reconstruir rápidamente la posición. F . G . : Eso es lo que hacen todos los j ugadores. L . G . : Excepto los que tienen memoria fotográfica. F . G . : Sí, pero yo no creo en la memoria fotográfica. Exi ste un experi mento de aj edrez en e l cual , si se muestra a un j ugador una posi ción durante c inco segundos, un gran maestro puede reproducirla sin problemas. Sin embargo, si se le muestra una estructura con las pi ezas colocadas sin sentido, no puede . L . G . : Exacto, eso es lo que yo creo. Lo que pasa es que la memoria fotográfica es una hab i l i dad muy poco frecuente, sólo un mínimo porcentaj e de personas la poseen . F . G . : H ay quien alega que n i siquiera exi ste . L . G . : B ien, tomemos como ej emplo el caso de P i l l sbury. H izo algo in creíble para la mayoría de los humanos. No recuerdo cuántos table-
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ros j ugó a ciegas exactamente, pero fueron entre quince y veinte simultáneamente. Antes de comenzar la exhibición, mostraron una l i sta de 29 palabras extremadamente complejas. A lguien se las leyó una vez. Cuando terminó, con bastante éxito, la exhibición de si multáneas a ciegas fue capaz de repetir toda la l i sta de palabras. F. G . : Pero eso no es memoria fotográfica. H ay bastantes investigacio nes sobre la memoria extrema y, en muchos casos, la gente uti liza técnicas para memorizar, por ej emplo, l i stas de cien palabras . Se l l ama nemotécnica. S i se practican estas técnicas se pueden lograr mej oras importantes. Por ej emplo, hay personas que intentan me morizar números. En general la gente suele ser capaz de recordar unos siete dígitos si se les da uno por segundo, pero hay quien l le ga a recordar hasta cien, lo cual es muy difíc i l a esa velocidad. En el caso de P i l l sbury, estoy casi seguro de que uti l izó este tipo de nemotécnica, practicando la memoria a largo plazo. Las palabras no tenían por qué interferi r con el aj edrez porque, con una memo ria a l argo plazo desarrol l ada, uno puede dej ar de pen sar en el las un rato y luego rescatarlas de nuevo. L. G . : Sí, pero, como suelo dec ir en mis conferencias, de algún modo, todos los j ugadores de aj edrez, tanto profesionales como aficiona dos, están j ugando un poco a ciegas ; es dec ir, cuando uno observa la posición sobre el tablero, no ve sólo esa posición, sino la posi c ión que podría haber en el tablero dentro de ci nco movimientos. F. G . : Vale, tengo una pregunta para usted . ¿ Por qué no hace todo el mundo lo que hace I vanchuk? Porque la gente m i ra el tablero y eso genera i nterferencias. ¡ Deberían j ugar a ciegas ! L. G . : S í , estoy de acuerdo con usted, e l vanchuk es un muy buen ej em plo. En mis conferencias suelo hacer un poco de teatro imitando a l vanchuk y su forma de j ugar. Para mí, cuando alguien pone en duda que el aj edrez mej ora la memoria v i sual, es como dec ir que quien va al gimnasio cada día no tiene músculos más fuertes que quien no va. F. G . : Bueno, puedo dec ir dos cosas al respecto : en primer lugar, hice un estudio con pruebas sobre esta cuestión en concreto. Dimos un test de memoria vi sual relacionada con el aj edrez y no hubo ninguna superioridad por parte de los aj edrecistas . El test consiste en memo-
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rizar varias figuras inconexas y, como digo, no parece que el aj e drez tenga ningún efecto. Así que, en cuanto al ej emplo del gimna sio, es una buena pregunta. S i n embargo, incl uso en el deporte, si uno se especial iza en una variedad concreta, no va a ser bueno en ningún otro deporte . Pero claro, por otra parte, se puede dec ir que si se practica algún tipo de deporte siempre se está más en forma que alguien que no hace deporte . L. G . : Bueno, para mí es obvio que, como mínimo, los aj edrecistas están desarrollando el pensamiento lógico y también la memoria lógica. F . G . : Sí, pero éstos se l i m itan a su apl i cación en el aj edrez. N o creo que los aj edreci stas sean mej ores a la hora de pensar en general. Quizá sean capaces de uti l izar en algunas ocasiones analogías del aj edrez, como la importancia del centro, etcétera. L. G . : No puedo creer lo que está dic iendo. Piénselo. Por ej emplo, compare e l proceso de toma de dec is iones con lo que un aj edrecis ta hace a diari o . S i comparamos a un aj edrec i sta con el gerente de una compañía, ambos hacen cosas parecidas. Ambos tienen que tomar dec i s iones difíciles baj o presión y de manera rápida. Bueno, pues yo creo que para el gerente sería muy interesante descubrir cómo el aj edrec i sta ha automatizado este proceso, puesto que, frente a una posición, ve puntos fuertes, puntos débi les, e lementos diferentes, elabora un plan y decide en qué orden va a hacer cada cosa, lo cual es una hab i l i dad muy úti l . F . G . : D e nuevo, hay muchos puntos que debatir aqu í . E l primero es sobre si el aj edrez ayuda a pensar mej or. Creo que esto puede dar se al principio. Si se comienza a j ugar al aj edrez, al principio se hace muy difíc i l , y a medida que se practica y se ej ercita el cere bro, sí se puede dar una mej ora. S i n embargo, en cuanto se alcanza un punto de c ierto nivel, espec ial mente cuando se l lega a la cate goría de maestro, por ej emplo, j ugar al aj edrez se vuelve muy fá c i l , se forman patrones y el conoc imiento se vuelve muy especiali zado. Por eso j ugadores como Kaspárov o Carlsen son tan buenos aj edreci stas y, sin embargo, esto no significa que ej erc iten mejor su mente . Si se quiere ej ercitar la mente, hay que hacer actividades diversas que supongan retos. En el momento en que uno mej ora en una actividad y ha creado patrones, ya es casi como hacer trampas.
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Sobre este aspecto se han hecho vari os estudios e incluso proyec tos por parte de empresas para desarrol lar software para ej ercitar la mente, hay bastantes programas, y lo cierto es que no hay prue bas convincentes de su efecto pos itivo. L . G . : ¿Conoce el estudio Verghese, del I nstituto A lbert Einstein de N ueva York? F . G . : Sí, en él afirmaban que el aj edrez sí tiene un efecto positivo, ¿no? L . G . : El aj edrez, el bridge y el bai l e . F . G . : S í . Ha habido u n nuevo estudio, y p o r desgrac ia no han encontra do nada. Se publicó hace unos meses en el Journal of'Neurology. I nvesti gaban lo mismo que en e l estudio Verghese, y no pudieron encontrar nada. Pero en este caso eran cosas no re lacionadas con el aj edrez. Eran sobre todo j uegos de ordenador, parec ido a un test de cociente intelectual . Ten ían muchos obj etivos : en primer lugar, aumentar la memoria a corto plazo, también l lamada memoria de trabaj o , y hace unos años se hablaba mucho de esto, pero no se ha podido demostrar que haya resultados. El otro obj etivo era el de garantizar un mej or envejecimiento de la mente, incluyendo retra sar el Alzheimer, pero no hay pruebas de que esto se lograra. L . G . : En cuanto al Alzheimer, por desgrac ia, sé que no hay pruebas . Pero en cuanto a retrasar el envejecim iento del cerebro, creo que es lógico. El cerebro tamb ién es un músculo, de algún modo, y si se ej erc ita ese músculo, las sinapsis se fortalecerán . F . G . : S í , estoy de acuerdo. Creo que lo ún ico i ncorrecto es que eso puede realizarse mediante muchas actividades diferentes, espe cial mente si j uegas a cartas con tus amigos, eso es mucho mej or que j ugar una partida contra el ordenador, porque cuando se j uega a cartas hay que social izar, y la cogn ición soc ial es bastante com p l icada (los chi stes que se cuentan, etc . ) . Quiero decir que la gente subestima el poder de las actividades más tradicionales, y las car tas son un muy buen ej emplo porque hay que hacer dos cosas a la vez : j ugar y socializar. Otro ej emplo sería ver la te levisión. Tengo la teoría de que ver la televisión es bastante bueno para el cerebro, porque en las pel ículas suceden muchas cosas, a veces la trama es algo enrevesada y hay que pensar en lo que está pasando y por lo tanto requiere mucha activi dad cerebral .
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L . G . : Es decir, que no es pasivo, como mucha gente piensa. F . G . : Exacto, porque hay muchos elementos: la músi ca, los sonidos, las imágenes y, por supuesto, siempre tratamos de adivinar lo que va a suceder. Creo que eso ej ercita mucho el cerebro ; no digo que el aj edrez no lo haga, pero no estoy seguro de que el aj edrez sea mucho mej or que ver la televisión. L . G . : Sin embargo, yo creo que el aj edrez tiene muchas ventajas. Por ej emplo, es el único deporte que puede practicarse por I nternet. No se puede practicar teni s o gol f por Internet. F. G . : Pero sí se puede j ugar a otros j uegos. L . G . : Sí, j uegos sí, pero el aj edrez es muy uni versal , hay 1 7 8 países afi l i ados a la F I DE, más de quince siglos de hi storia documentada. Eso significa que es muy fáci l para un periodi sta hablar de aj edrez o popularizarlo, porque el número de recursos di sponibles es prác ticamente infinito. H ay m i les de personal idades muy interesantes a lo largo de estos quince siglos de hi storia, así que es muy intere sante escribir sobre ellos. También hay conexiones muy interesan tes entre el aj edrez y el arte o la ciencia. Además, no hay edad para j ugar al aj edrez. H ay muchas más ventaj as que usted ya conoce. Por lo tanto, yo creo que esto es muy apropi ado . F . G . : Estoy de acuerdo, pero entonces eso es lo que se debería publici tar, en l ugar de dec ir que e l aj edrez ayuda a mejorar en inglés o matemáticas . También creo que es un j uego fantástico, mej or que otros como el go o las damas, aunque esos j uegos son muy buenos e incl uso se podría alegar que son fantásticos para enseñar mate máticas, por ej emplo. H ay un j uego africano que es estupendo para el procesam iento de números, así que podría decirse que si se quiere enseñar aritmética se debe uti l izar este tipo de j uego . De hecho, se puede aprender incluso aritmética modular al mover del uno al doce, y en e l doce se vuelve al uno. Así que este j uego es fantástico para aprender los números, y el go así como otros j ue gos, tienen cada uno sus propiedades. L . G . : Por cierto, yo no sé j ugar al go. ¿ Por qué cree usted que, en gene ral , el aj edrez es mej or? F. G . : Bueno, en mi opinión, el aj edrez es el equi l ibrio óptimo entre lo complej o y lo s i m p l e . De cierto modo, está muy bien adaptado
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a l o s l ímites d e l a cogn ición humana. E l espac io es reduc ido, de 8 x 8 , mientras que en go es muy grande. La complej i dad del go radica en el espac io. Si se hiciera una versión del go de 8 x 8, sería un j uego interesante pero nada espec i a l . El punto fuerte del aj edrez es que tiene piezas variadas, cada una de las cuales tiene propieda des geométricas interesantes. Por otra parte, el caballo tiene un modo total mente distinto de mover, lo c ual añade un l igero ele mento de caos, al igual que los peones, que a veces mueven de frente y a veces en diagonal . L . G . : ¿Tendría algo que obj etar si yo afirmo ahora que el aj edrez au menta el poder de concentrac ión? F. G . : Estoy de acuerdo, pero sólo durante las 20 primeras horas de practicarlo. Cuando alguien que no j uega al aj edrez ni a ningún tipo de j uego similar comienza a j ugar al aj edrez y lo practica durante unas 20 horas, estoy de acuerdo en que su poder de concentrac ión mej ora. Después de eso, el gráfico es cada vez más horizonta l . Por supuesto que un gran maestro tiene un poder de concentración ma yor que una persona que ha jugado al aj edrez durante 20 horas, pero habría que observar el recorrido de progreso. S i hay que pasar 1 0. 000 horas j ugando al aj edrez para tener un poder de concentra ción un poco mej or, seguramente no merece la pena. L. G . : Estoy de acuerdo, pero esto me l leva a otro punto i nteresante : En su estudio con Campite l l i , usted dice también que, según estudios científicos, e l cociente intelectual de los grandes maestros por lo general no es superior al de otras personas. Esto me parece verosí mil y no me sorprende, porque si alguien está obsesionado con el aj edrez y su única acti vi dad mental es el aj edrez, no está desarro l l ando su inteligencia al completo, sino sólo unas partes muy con cretas . Pero yo trato de hablar de aj edrez como herramienta peda gógica, no sobre los grandes maestros. F . G . : S í , bueno, posteriormente ha habido otro estudio que parece mostrar que sí exi ste una relación entre el coc iente intelectual y el aj edrez, lo cual puede tener cierto sentido, porque cuanto más inte l i gente seas mejor j ugarás al aj edrez y más partidas ganarás . L . G . : ¿Qué opina de las teorías de Gardner sobre las intel igenc ias múl tiples, etcétera?
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F . G . : Bueno, creo que parte de lo que dice seguramente es correcto, aunque no me quedaría con toda su teoría. Por ej emplo, trata la práctica de fonna m uy negati va. Es una teoría sobre el tal ento que afirm a que, si se tiene talento para la música, uno debería dedi car se a la música y así aprenderá rápido, pero incluso ese aprendizaje no es tan i mportante como el talento innato . Y o diría que es co rrecto afi rmar que el talento exi ste, pero él subestima la importan cia de la práctica. Incluso aquellos que no tienen talento pueden aprender mediante la práctica y alcanzar un nivel relativamente alto. No l legarán a ser campeones del mundo pero, en aj edrez, por ej emplo, creo que alguien sin talento puede l legar a ser maestro internac ional con un buen entrenador. L . G . : Una de las inteligencias de las que habla Gardner es la de la com prensión lectora. Y creo que sería muy interesante saber si el aj edrez mej ora la comprensión lectora. He leído sus críticas a un estudio que trataba de demostrar que, efectivamente, lo hace, veo que usted no se opone total mente pero tiene ciertas obj eciones. Y o he pasado años pensando por qué varios estudios decían que los niños que j ue gan al aj edrez con regularidad tienen una mej or comprensión lecto ra, y creo que he encontrado la respuesta. Jugar al aj edrez y leer son actividades muy similares en ciertos aspectos: estamos reconocien do símbolos (en un caso letras, y en otro caso piezas de diferente color y valor), estamos asociándolos y sacando conc lusiones. Por lo tanto, para los niños que practiquen este proceso con frecuencia en el aj edrez, probablemente será más fácil leer. F . G . : Sí, creo que ésa es una pos ible expl icación. Creo que, de nuevo, en muchos casos se da el caso de que los niños, y también los adul tos, que j uegan al aj edrez, son seguramente más inteligentes, pero también son personas más interesadas en la actividad intelectual . Yo, por ej emplo, de pequeño leía muchísimo, no sólo sobre aj edrez sino también literatura. No puedo refutar su explicac ión . Sin em bargo, creo que una persona que lea much ísimo y no j uegue al aj e drez es mucho mej or lector que un j ugador de aj edrez que no lee, pero lo que usted dice es correcto también, por lo que dice de pro cesar símbolos. Pero una de las razones por las que critico la idea de la transferencia del aj edrez a otras áreas del conoc imi ento es que
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en psicología se han hecho muchas investigaciones sobre la trans ferencia y, básicamente, ésta ocurre muy pocas veces. La idea clá sica era que, si se enseñaba latín o geometría a los niños, éstos se rían más intel igentes. Pero no exi sten pruebas de esto . Si practicas mucha geometría, serás muy bueno en geometría, pero nada más . L . G . : Creo que tiene usted parte de razón . Pero me sorprende mucho que sea tan categórico. Y o l levo cuarenta años dedicándome al aj edrez, ya sea como j ugador o como peri odi sta de aj edrez, practi cando mis hab i l idades anal íticas cada día con mis col umnas para el periódico, que consisten en una partida comentada. He viaj ado a muchos países y, con todo lo que he vi sto y experimentado en mí mi smo y en otras personas, no me puedo creer que alguien me diga que el aj edrez no desarro l l a el pensam iento lógico. F. G . : Bueno, como he dicho, al principio sí que mej ora, y eso inclu iría una parte de razonam iento. Creo que sería interesante hacer un ex perimento en el que se midieran las hab i l idades de razonam iento de los aj edreci stas frente a las de otras personas, eso respondería a la pregunta. Lo que los aj edreci stas suelen subestimar es cuánto razonamiento está basado en los patrones, porque, cuando se sale del aj edrez, el razonam iento se vuelve mucho más difíc i l . L . G . : S í , e n eso estoy d e acuerdo con usted . Pero es que, además, el aj edrecista está acostumbrado a ap l icar un método de razonamien to espec ífico. Tiene un modo de pensar muy organ izado (con algu nas excepciones seguramente, como M ij a í l Tal ), y eso debe de ser úti l en la vida diaria. F. G . : Bueno, creo que los aj edreci stas no son la gente más organizada del mundo, sino más bien lo contrario, pero, en pri mer lugar, ese modo de pensar está muy bien si empre que se pueda apl icar el pa trón al conoc im iento . Si hay que aplicarlo sin ningún tipo de cono cim iento, ahí l legan los prob lemas . Además, es un modo de pensar optim izado para el j uego. Y uti lizan el m i smo método que luego se ha programado en las computadoras . L . G . : S í , pueden descartar un montón de mov imientos legales en una fracción de segundo. F. G . : Sí, pero de ahí a que sean expertos en aj edrez . . . Por cierto, se hizo una investigac ión sobre la enseñanza de métodos generales de
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pen sam iento, al margen del aj edrez. Enseñaban técnicas de razo namiento, de lógica, etc . Eso estaba muy de moda hace unos vein te años. Lo que se descubrió después de investigar mucho es que se obti enen ciertos beneficios tras 20 horas de práctica, se mej ora el pensami ento con respecto a las personas que no han practicado pero, al cabo de unos meses, se pierde el beneficio. Es dec ir, se puede aprender a pensar mej or, pero, sin práctica, ese aprendizaj e s e pierde . L . G . : Pero ¿y si en l ugar de 20 horas se hicieran 200 horas? Porque quizá se necesitan 200 horas para sentir el efecto. F. G . : Sí, quizá 20 horas no sean sufici entes, pero si nos fij amos en los informáticos, que son los expertos en el razonami ento y ese tipo de cosas, hay estudios que prueban que e l l os cometen muchos errores en sus cálculos y pensamientos. L . G . : ¿ I nformáticos profesionales? F . G . : Sí. Un ej emplo típico: si se les da contexto, van a uti l izar esta informac ión y conoc imientos en vez de los métodos de razona miento puro . O sea, que van a rechazar conc lusiones lógicas. L . G . : ¿ Demasiada i nformación? F . G . : Exactamente . L . G . : Qué interesante . ¿Conoce el estudio de Tréveri s, en Alemania? También relacionado con escuelas de H amburgo y Dresde. Lo que hic ieron fue sustituir una hora semanal de matemáticas por una hora de aj edrez. C uando terminó el curso, los niños que habían asi stido a c l ases de aj edrez obtuvieron mej ores resultados que los otros en matemáticas. F . G . : La esposa de Bonsch, antiguo entrenador de aj edrez de A lema nia del Este, escribió un l ibro sobre el aj edrez y la educación en el que se habla mucho de este estudio. Pero está en alemán . E l pro blema es que está convenc ida de que el aj edrez es beneficioso para la educación, así que no hay ningún tipo de variación crítica. No me convenció, la verdad . Tendría que volver a mirarlo, pero tam poco da suficientes detal les como para val idar el estudio adecua damente; simplemente uti l iza los datos que apoyan su postura. L . G . : Entiendo que sabe usted alemán, ¿no? Entonces le voy a enviar el documento original del estudio de Tréveri s.
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F. G . : Bueno, en el artículo mencionado que escribí con Campite l l i lan zamos varios retos que son de sentido común . Básicamente pedi mos artículos que hayan aparecido en pub l icaciones científicas . Para garantizar un mínimo de cal idad, en parte porque el 90 % no era de cal idad. Esto lo escribi mos hace más de diez años. H a habi do sólo tres publicac iones sobre esto. Una, la que comentaba us ted. Otra, un estudio alemán, sobre enseñar aj edrez a niños con di ficultades de aprendizaj e . La otra no la recuerdo bien. En eso sí estoy de acuerdo : e l aj edrez s i rve de ayuda, es más que un placebo. Sí, creo que funciona mejor en n i ños con dificultades de aprendi zaj e y de comportamiento . En parte porque las dificultades que te n ían estos niños es que no se podían concentrar en nada. Y con el aj edrez sí lo conseguían . L . G . : En efecto, he hab lado con muchos padres de niños hiperactivos, con TDA H , y coinciden. Todos dicen : «El aj edrez es la única for ma de que mi hij o se concentre en algo» . Eso me dij eron la mayo ría de e l los. F . G . : Quizá ocurriría lo mi smo con algunos j uegos de ordenador o vi deoj uegos. Pero sí creo que ésta sea una ventaj a del aj edrez. L . G . : Tamb ién le puedo hablar de otras experienc ias muy interesantes que he tenido en cárceles y reformatorios. En todos ellos se ha de mostrado que el aj edrez enseña a los rec l usos a pensar en las con secuencias de sus actos antes de hacerlos. F. G . : Sería difícil hacer un estudio en condic iones sobre esto. Pero, por ej emplo, en N ueva York tienen un programa de aj edrez en las escuelas, creo que en el Bronx. N o tengo nada en contra de esto, y estoy seguro de que tiene efectos muy positivos, pero estamos ha blando de un contexto muy espec ífico. Quiero dec i r que esta gente o j uega al aj edrez o se mete droga. Pero el prob lema tamb ién es que, espec ial mente en e l caso de N ueva York, seguramente se conseguiría el mi smo efecto con el baloncesto o algo. Seguro que hay otros programas o que otros chicos están practicando otro tipo de actividades, que los aparte de esos ambientes. L . G . : S í , seguro que también tendrían efectos beneficiosos, en e l senti do de que cualquier deporte te obl iga a usar el cerebro, pero proba blemente uti l i zas el cerebro menos que con el aj edrez.
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F . G . : Bueno, sí, pero en el caso de Nueva York lo que se pretende no es mej orar en atletismo o en inglés, sino sal ir de esos ambientes horribles, apartarse del crimen y de las drogas . Y cualquier cosa que ayude . . . Quizá el aj edrez tenga una función propia. Tiene ven taj as, como que en el aj edrez no hay barreras de edad. É se es un punto a favor. L . G . : Yo creo que el aj edrez es muy buena gimnasia mental. Ahora el concepto de gimnasia mental reviste cada vez más importancia, por que la esperanza de vida está creciendo de forma espectacular en los países más desarrollados, e incluso diría que en cualquier país. Así que la gente está cada vez más preocupada por su salud mental, y el concepto de «estoy yendo no sólo al gimnasio, sino al gimnasio de la mente» será cada vez más importante. Y creo que el aj edrez puede j ugar un papel importante a ese respecto. É sta es una de mis charlas. He preparado una lista de cosas que, en mi opinión, el aj edrez desa rrolla claramente. La verdad es que no expl ico todos los elementos de la l ista -hay veinticuatro; cuatro series de sei s-, y no los explico todos en detal le porque, en mi opinión, algunos puntos están muy claros. Como ya le dije, la concentración, el razonamiento lógico . . . o la autocrítica. Por ej emplo, lo más probable es que cuando acabe la partida comentemos j untos el j uego y, además de criticar al contrario, vamos a criticar nuestra propia actuación. Eso está claro, ¿no? Esto, apl icado a las cárceles, está claro, pero también es úti l en general . . . Luego también tenemos la imaginación, l a estrategia . . . F . e; . : E n esto estoy más o menos d e acuerdo, pero ese tipo d e cosas se consi guen muy rápidamente . L . G . : Entonces sería conveniente establecer exactamente cuántas ho ras serían apropiadas . Eso sería muy importante a la hora introdu cir el aj edrez en los colegios, etcétera. F. G . : Creo que cuanto más j uegues . . ., bueno, mej or te vendrá si quie res ser un buen j ugador, pero tendrá menos beneficios en general en tu vida. L . G . : Entiendo. Sería una curva que crece muy rápido al principio y luego bastante despacio, y que incluso caerá. F. G . : Sí, caerá incluso, especialmente si lo que se afirma es que el aj e drez ayuda a ser mej or en matemáticas y en inglés, tal vez a ser
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más inte l i gente . Eso predice éxito e n el colegio y e n la universi dad, etc . La gente que defiende esto afirma que si j uegas al aj edrez eres más inteli gente, que tendrás una vida mej or e irás a la uni ver sidad. De nuevo, estoy de acuerdo con eso al principio, entre diez y treinta horas -eso sería interesante saberlo-, pero al final el tiempo que empleas en j ugar al aj edrez te va a ayudar a desarro llar técn icas muy espec ífi cas que no se pueden apl icar a nada más. L . G . : H ay que evitar que los alumnos se obsesionen con el aj edrez. F . G . : Exacto . S i j uegas además a baloncesto o a fútbo l , es una activi dad completamente diferente . L . G . : Estás desarrollando otra parte del cerebro. F. G.: Pero también tiene que ver con desconectar. S i sales a correr o j uegas a baloncesto tu mente está inmersa en una actividad comple tamente diferente, y luego, cuando te vuelves a poner a estudiar, matemáticas, por ej emplo, vuelves con la mente fresca. Si j uegas al aj edrez uti l i zas la mi sma parte del cerebro todo el tiempo . L . G . : Eso me suena perfectamente lógico, no tengo n inguna obj eción. F . G . : S í , desde este punto de v ista puede resultar un poco pe l i groso. L . G . : Sí, siempre aconsej o a los padres que por favor vigilen a sus hi j os para evitar por todos los medios que se obsesionen con el aj e drez, porque podría ser contraproducente. El ej emplo perfecto de esto sería Bobby F i scher. F. G . : Sí, pero hay muchos ej emplos. Entre la gente que j ugaba al aj e drez en Suiza al mismo nivel que yo, muchos que eran muy inte li gentes se convi rtieron en profesionales d e l aj edrez y no consiguie ron gran cosa en la vida. L . G . : Desde el punto de vi sta de las ventaj as sociales del aj edrez, ser j ugador profesional de aj edrez es negativo. Puede ser también po sitivo, claro . Pero lo mi smo se podría dec ir de cualquier otro de porte, ¿no? Al fin y al cabo, si quieres l l egar a lo más alto tienes que l l evar el cuerpo humano al l ímite . S i empre pongo el mi smo ej emplo. Si te gusta ir a correr en el parque que tienes al lado de casa tres veces por semana, perfecto. M uy saludable, ninguna ob j eción. Pero si qui eres ser corredor de maratón profesional . .. esto es completamente di stinto. Primero, tienes que tener la genética adecuada. Luego tienes que trabaj ar como una máquina, l l evar al
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cuerpo humano al l ímite . Esto no es saludable en absoluto, esta mos hab lando de cosas completamente di stintas. F. G . : Corrí el último maratón de Londres, no a nivel profesional , pero incl uso a ese nivel, desde el punto de vi sta de la salud, no es dema siado bueno. M uchas lesiones, por ej emplo. M ucha gente que par ticipa termina lesionada. S í , seguramente sea demasiado. L. G . : Bueno, vol vamos al meollo del asunto. S i le entendí bien antes, su propuesta podría ser la siguiente : es benefici oso introduc ir el aj edrez en los colegios, pero sólo durante un tiempo muy l i mitado, tal vez uno o dos cursos, dependiendo del total de horas, y si es posible j unto con otros j uegos, bien seleccionados. F . G . : Sí, y siempre y cuando la educac ión sea la prioridad. Lo que sig nifica que, en esencia, habría que identificar qué es lo que se quie re enseñar, bien matemáticas o lo que sea. Por ej emplo, el aj edrez es estupendo para enseñar el si stema de coordenadas cartesianas, ése es un ej emplo obvio. O sea, que si ése es uno de tus obj etivos -tal vez las ideas de horizontal, diagonal-. . . H ay otras combi na ciones aparte del ej emplo que tengo en mente, pero creo que se pueden enseñar otras cosas. L . G . : Lo que comentábamos sobre la hi storia, por ej emplo. Para moti varlos. F . G . : Pero creo que si se les enseña hi storia no quieres enseñarles so bre los grandes duelos entre Capablanca y A l i oj in . Quieres ense ñarles algo i mportante sobre la hi storia. L . G . : Por ej emplo, si les hablas de Phi l idor y pones a P hil idor en con texto, estamos hablando de la Revolución Francesa, etc . F . G . : Ese ej emplo es muy bueno, s í . Entonces lo que uno tendría que hacer es definir qué es lo que quiere enseñar y uti l i zar el aj edrez como vehículo para enseñar eso. También reservas un poco de aj e drez para j ugar por diversión [ . . . ] . Deberían j ugar al aj edrez tam bién, y aprender a j ugar, pero siempre hay que tener en mente unos obj etivos muy c l aros, y algunos de el los también se podrían abor dar mediante otros j uegos. L . G . : De acuerdo. F . G . : De ese modo sí podría ser beneficioso, además de los beneficios que se obtienen mediante el aj edrez. Probablemente lo mej or de
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eso es que uti l izas di stintos j uegos, y poder enseñar e s o por medio de diferentes actividades es muy úti l . En real idad es lo que está hac iendo Adriana Salazar, porque está uti l i zando di stintas activi dades. Aunque seguramente no demasiadas, porque también quie re que alcancen un nivel alto, pero . . . A l go que la gente si empre infravalora es lo mucho que puedes aprender; desde l uego, los ni ños pueden aprender enormes cantidades de cosas. Y es una pena que no estén aprendiendo todo lo que pueden, porque pasan dema siado tiempo viendo estúpidos videoj uegos y viendo l a tel e . H ay casos de niños con mucho talento; hay algunos que son increíbles, que tocan el violín a un nivel altísimo, que j uegan al aj edrez a un nivel altísimo, que hablan varios idiomas, que van muy bien en el colegio . . . Creo que se puede sacar mucho más de los niños en comparación con lo que se está hac iendo en estos momentos. Al m i smo tiempo, tampoco debemos irnos al otro extremo y obl igar los a absorber la máxima informac ión posible hasta conseguir que no disfruten nada de la vida.
Conclusió n : el aj edrez es muy útil E l mundo del aj edrez necesita a alguien como Femand Gobet, un científico de alto nivel que lo investiga con rigor desde una perspecti va muy exigente, y nos recuerda dónde estamos desde un punto de vi sta estrictamente académico. Creo que tiene razón en varias cosas ; sobre todo, en dos : 1 ) por motivos diversos (entre e l l os, que los aj e dreci stas damos por obvio lo que no es obvio para los no aj edrec istas), el número de pub li cac iones científicas sobre aj edrez es baj o si se com para con su presencia como herram ienta pedagógica en muchos paí ses; habría que estimular que esa enorme activi dad, con muchos años de experiencia en no pocos casos, se plasme en papeles bendecidos por el mundo académico; 2 ) el aj edrez de él ite es una profesión muy digna y apasionante para quien posea la categoría y los recursos nece sari os, pero, como ocurre con todos los deportes profesionales, es du doso que sea saludable, porque consi ste en l l evar al cuerpo humano cerca de sus l ímites; de ahí la importancia de corregir drásticamente el
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error que están cometiendo muchos profesores de aj edrez, cuyo obj e tivo no debe ser crear j ugadores, sino uti l i zar el aj edrez como herra mi enta para en señar a pensar; son las federac iones quienes deben or gan izar torneos paralelos y campañas de captación de talentos entre los escol ares, pero sin interferir en la actividad pedagógica. Di screpo con Gobet porque su vi sión es demasiado aséptica, de laboratorio : lo que no está demostrado con absoluto rigor científico, no existe . Aparte de que mis propias sensaciones durante los últimos 40 años me convencen de que el aj edrez enseña cosas muy úti les en la vida normal, los testimonios que he recogido en mis viajes durante tres decen ios por casi cien países me reafi rman en su enorme uti l i dad pedagógica. Resu lta estadísticamente imposible que tantos docentes y padres -muchos de ellos no aj edreci stas- de tantos países tan dis tintos se equi voquen a la vez cuando afirman que los efectos positivos del aj edrez en el desarrollo de la inteligencia y el aumento del rendi miento esco lar son innegables. Esa inmensa masa testimonial debe tenerse en cuenta para equi l ibrar el problema del sesgo de autoselección (en muchos estudios científicos, los sujetos del grupo investigado son voluntarios, porque el aj edrez les gusta, lo que puede contaminar el resultado), que Gobet señala con razón en muchos trabajos. Porque no es realista esperar que la mayoría de las investigaciones sean metódicamente impecables. Supongamos : 5 .000 personas, elegidas aleatoriamente, j ugando al aj edrez varias horas por semana durante dos años. Además de resultar caro y dific i l de organizar, ¿quién nos garantiza que el desinterés por el aj edrez de muchos de esos voluntarios (a los que habría que pagar por el tiempo dedicado) no iba a contaminar el resultado en dirección contraria a la anterior? Gobet sostiene que, en general , l as funciones desarro lladas a tra vés de la práctica del aj edrez no se transfieren a otras actividades, o que no está demostrado o que sólo ocurre parcialmente, en pequeños ámb itos. Para e l l o se basa en trabajos propios y en otros clásicos, como el de Thorndike, quien demostró que saber latín no ayuda a aprender mejor otras lenguas ; además, según varios estudios, los aj e dreci stas no son más inte l i gentes que los demás . Y todo e llo le l l eva a cuestionar que el aj edrez sea una herramienta pedagógica tan úti l como muchos pensamos. Es aquí donde discrepo totalmente.
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E n primer l ugar, n o e s consistente comparar e l latín ( una lengua muerta) con el aj edrez; dado que casi nadie habla latín y es impos ible ver películas o programas de televisión en latín, lo razonable sería ha cer ese tipo de investigaciones con lenguas v i vas, que obliguen a em plear el cerebro para hablar, escuchar, leer y escribir en ese idioma, y comparar entonces si su aprendizaj e fac i l ita el de otras lenguas ; todos los profesores de idiomas con los que he hab lado están convencidos de que sí, especial mente en la niñez. Sostener que la práctica frecuente del aj edrez no desarro l l a la con centrac ión, la memoria, la vi sión espacial, e l razonami ento lógico y un largo etcétera de cual idades muy úti les en la vida normal equivale a afirmar que la resi stencia desarro l l ada por los atletas de fondo no es úti l para practicar otros deportes donde la resistencia sea importante ; o que hacer series de 1 00 metros l i sos a la máxima potencia no desarro lla la velocidad de un extremo de fútbol o de un j ugador de béisbo l . Con e s o no pretendo negar la teoría d e q u e los aj edreci stas s e sirven mucho de patrones o planti l l as de memoria, que les ahorran conside rable tiempo y esfuerzo para tomar deci siones; estoy totalmente de acuerdo, pero el lo es compatible con que los aj edreci stas (y no estoy hablando sólo de los profesionales) desarro l l an muchísimo -de he cho, las tienen automatizadas- cual idades sumamente úti les para to mar decisiones: concentrac ión, serenidad, pensami ento ordenado, ca pac idad de síntesis, distinguir lo i mportante de lo secundari o, vi sión global, autocrítica, respeto al rival, tenacidad, resistencia a la presión y otro largo etcétera. Que eso no se traduzca después en el cociente de intel igencia dependerá más bien de cómo se define y se mide la inte li gencia, a l go q u e los mayores expertos del mundo siguen di scutiendo; ni siquiera las teorías de las eminencias de gran prestigio, como Howard Gardner, gozan del beneplácito de sus colegas . ¿Qué base sól ida hay entonces para negar que el aj edrez desarro l l a la intel igencia en un sentido ampl i o de ésta? Sostiene Gobet que otros j uegos pueden ser también muy úti les como herramientas pedagógicas de método transversal ; nada que ob jetar. E insiste en que otras actividades pueden ayudar, por ej emplo, a retrasar e l envej ecimiento cerebral ; por supuesto, nunca he pretendido que el aj edrez sea la panacea que cura todos los males, y que no haya
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ningún otro remedio. Ahora bien, e l aj edrez tiene enormes ventaj as demostradas, que resumo en el decálogo del cuarto capítulo de esta parte del l ibro. Y es un complemento idóneo de una vida sana, con acti vi dad física moderada y a l imentac ión equi l ibrada, como indican reputados neurólogos. Aprovechemos pues, como bien señala Gobet, que los profesores de aj edrez suelen apasionarse con su tarea para extender esa pasión y contribuir así a la mej ora de l a educación de nuestros niños. Por ej em plo, hay argumentos sól i dos para afirmar que el aj edrez mej ora la ca pac idad para resolver problemas y la comprensión lectora, j usto los dos campos donde los n i ños españoles fallan más en e l I nforme P i sa; estoy seguro de que si todos los alumnos españoles que pasaran esa prueba fueran aj edreci stas, los resultados serían mucho mej ores. Soy, sin embargo, muy consciente de la hercúlea tarea que hay por delante para que el aj edrez se i ntroduzca masivamente y con ri gor en los colegios de todo el mundo. H ay que formar profesores con urgencia, y lo mej or sería introduc i r el aj edrez como asignatura en las carreras de M agi sterio o Educac ión F í s i ca, o crear cursos de posgra do (máster) para l i cenciados en esas d i scipl inas. E l los impartirían las clases de i n i c i ación, hasta que los alumnos estén aj edrecí sticamente al fabetizados ( reglas del j uego y noc i ones básicas de táctica y estra tegia); por ej emplo, en primero y segundo de Primaria (6-7 años), como asignatura ob l i gatoria. A partir de ah í , el aj edrez no debería ser obl i gatorio, sino optativo de oferta obl igada, para los alumnos que qui eran segui r aprendiendo; y entonces los profesores más adecua dos serían aj edreci stas con formac ión pedagógica. También es ur gente que los expertos debatan sobre cuántas horas son necesarias para esa al fabetizac ión en aj edrez. Gobet hab l a de veinte, pero me parecen muy pocas : no todos los alumnos aprenden a la m i sma velo cidad; si la c lase es sólo una vez por semana hay que refrescar lo aprendido en la anterior; 20 horas no son suficientes para que los re sultados de un estudi o c i entífico paralelo a las c l ases sean sign i ficati vos. Los profesores de aj edrez con mucha experienc ia me hablan más bien de entre 50 y 60. En suma, el aj edrez tiene muchas ventaj as pedagógi cas i nnegables -n i siqui era Gobet las n iega, a pesar de sus obj eciones-, que res-
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ponden muy bien a las necesidades de la pedagogía moderna. Y ade más es un j uego muy divertido. Ya lo dij o el alemán S iegbert Tarrasch, uno de los mej ores aj edreci stas del mundo de finales del siglo x1x y principios del xx, que también era médico: « E l aj edrez, como el amor y la músi ca, puede hacer fel ices a quienes lo practican».
III
Chips y neuronas, más de dos siglos en jaque El aj edrez, campo de investigación de la inteligencia artificial
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La máquina que engañó a los reyes
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efiendo el estandarte de la intel igencia del género humano « contra la fuerza bruta de las máquinas», dec ía Gari Kaspárov antes de sus dos duelos contra el programa Deep B lue ( I B M }, en 1 996 y 1 997, y durante éstos. Su ruidosa derrota en el segundo fue e l mo mento culminante de una h istoria de sumo i nterés mediático y cientí fico, sobre todo desde el punto de v ista de la i nform ática y la psicolo gía. Pero el rel ato debe comenzar mucho antes, a finales del siglo xv111, porque la posibil idad de que una máquina j ugase al aj edrez mej or que las personas ya fasc inaba y asustaba entonces. Johann Wolfgang Ritter von Kempe len ( 1 734- 1 804) era un eslova co (entonces húngaro) inquieto, muy inteligente y muy trabaj ador. Con sej ero de la emperatriz M aría Teresa de Austria, escritor y c ientífico pol i valente, hizo aportac iones notables a la mecánica, la hidráulica, la arquitectura, la ingeniería y la h i storia natural, entre otros ámbitos. Especialmente meritoria fue, tras 20 años de intentos y fracasos, su máquina parlante, que allanó el camino para la invención del teléfono. Pero lo que realmente bul l ía en su cerebro era el deseo de inventar algo grandioso, que i nscribiera su nombre en la h i storia. Y no lo tenía fác i l porque -aparte de que la creac ión de autómatas ya había esti mulado a las mentes más inquietas siglos atrás en Egipto, Grec ia o Cartago- le había tocado vivir en un siglo muy exigente, con el l i stón muy alto por los progresos de la física con I saac N ewton ( 1 642- 1 727) y los de James Watt ( 1 73 6- 1 8 1 9) hasta que logró su máquina de va-
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por, por no hablar de diversos reloj es prodigiosos o del famoso pato de Jacques de Vaucanson ( 1 709- 1 7 82), capaz de comer, beber, digerir y defecar. Pero nada de e l l o arredró al agitado y políglota Kempelen (habla ba eslovaco, húngaro, alemán , latín, francés, ital iano e inglés). Corría 1 769 cuando vio cómo la emperatriz quedaba muy i mpresionada por una exh ibición del i lusionista francés Franc;:ois Pelletier, lo que le im pulsó a prometer que él haría algo aún más meritorio. Seis meses de trabaj o arduo y muy sofisticado bastaron para que, ya en 1 7 70, M aría Teresa quedase boquiabierta y encantada en su palacio de Schonbrunn tras perder una partida de aj edrez contra El Turco, una máquina con ropaj es que j usti ficaban ese apelativo, creada por su consej ero . Con unas medidas de 1 , 1 0 x 0,60 x 0,75 metros y un tablero de 50 cm2, la parte superior del cubo era una mesa con un tablero, ante el cual había un maniquí sentado con túni ca, turbante, amplio bigote negro y oj os gri ses. Todas las puertas laterales se abrían mostrando los engranaj es de un compl icado mecanismo de reloj ería, y los espectadores podían comprobarlo en cada exhibición. N ada por aquí, nada por allá. Cuan do su rival -casi siempre un voluntario entre el púb l ico- hac ía una j ugada, El Turco entornaba los oj os, giraba la cabeza y efectuaba su mov i m i ento, que rara vez no era muy bueno. Además, como entremés o cuando no había rivales voluntarios, era capaz de resolver el ej erci cio de la vuelta del cabal lo, recorriendo todo e l tablero tras saltar sólo una vez a cada una de las 64 cas i l las. A l gunos cronistas (como Char les M ichael Carro l l en The Great Chess A utomaton) aseguran también que El Turco era capaz de contestar a preguntas concretas (su edad, estado c i v i l o aficiones), señalando con su mano las letras de una car tul i na y formando palabras en alemán, francés o inglés. Aquel autómata tan elegante como asombroso era un tema de con versac ión preferente en las calles de Viena. S i n embargo, la sati sfac ción de Kempelen era relativa porque él era un maximalista, se sabía capaz de logros mucho m ayores y estaba decidido a conseguirlos, de jando de lado a El Turco, que él con s ideraba «una bagatela». De modo que, tras una exhibic ión frente al noble escocés Robert M u rray Keith, desmante ló el invento, con e l fi n de concentrarse en tareas que él creía más i mportantes. Pero hete aquí que e l emperador José I I de H absbur-
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go, sucesor de M aría Teresa, ordenó J a reconstrucción de El Turco en 1 7 8 1 , para incluirlo en los agasaj os al gran duque Pablo, futuro zar de Rusia, y su esposa. Ambos quedaron encantados, y el emperador aún más, hasta el punto de que los tres convencieron a Kempelen de que organ izase giras por otras capitales europeas. Durante el viaj e , que empezó en abri l de 1 7 83 en Franc ia, El Turco cautivaba a cortesanos y plebeyos, y además ganaba todas sus parti das, excepto algunas de las que j ugó en e l famoso Café de la Régence, lugar de reun ión de los intelectual es pari sinos. El más ilustre de sus muy escasos vencedores fue el francés Frarn;oi s André Dan ican Phili dor, considerado como el campeón del mundo ofic ioso de la época (capaz de j ugar y ganar a rivales fuertes con los oj os vendados), ade más de pionero en el estudio de la estrategia del aj edrez y emi nente compositor musical . El duelo tuvo l ugar en la Academ ia de las C ien cias, y el hij o de Phil idor comentó después que, para su padre, esa fue «la partida de aj edrez más agotadora de su vida» . El último rival del autómata en París fue nada menos que Benj amin Frank l i n (muy afi cionado al aj edrez y ferviente defensor de sus v i rtudes pedagógicas), por entonces embaj ador de E E . U U . en Francia, quien disfrutó mucho del encuentro y se mantuvo muy interesado en l a evolución de El Tur co durante el resto de su vida (falleció en 1 790). La gira siguió en Londres, donde ocurrió algo que entonces apenas trascendió. El excéntrico y escéptico capitán y escritor P h i l i p Thick nesse examinó minuciosamente l a máquina y luego sentenció: « Res peto e l gran ingen io de Kempelen, pero El Turco es una elaborada trampa, con un niño escondido entre mecan ismos de reloj ería que sólo sirven para despi star ingeniosamente a los observadores». Thicknesse escribió el l i bro The Speaking Figure and the A utomaton Chess Pla yer, Exposed and Detected, del que Franklin conservó un ej emplar hasta su muerte. Todo indica que casi nadie creyó a Thicknesse, porque hay cons tancia de que El Turco siguió asombrando en Leipzig, Dresde y Á ms terdam, entre otras ciudades, e inspiró más l ibros y artículos en los que autores de prestigio especul aban sobre cómo funcionaba aquel asom broso arti lugio. Algunas fuentes más próximas a la leyenda que a la hi stori a contrastada añaden que Federico de Prusia invitó a Kempelen
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a su célebre palacio de Sanssouc i , en Potsdam, y quedó tan impresio nado que le pagó mucho dinero a cambio de los secretos de El Turco, que nunca reveló a terceros, a pesar de que le causaron una gran de cepc ión. Sí es un hecho comprobado que Kempe len intentó vender el autómata poco antes de su muerte, acaecida el 26 de marzo de 1 804, a los 70 años. Pero a El Turco l e quedaba aún mucha vida y polémica, gracias al gran interés de otro personaj e muy inquieto y creativo, el músico bávaro Johann N epomuk M al ze l , entre cuyos logros figuraba l a pa tente de un metrónomo. Con el recuerdo de un intento fall ido de com prar El Turco, porque Kempelen le había pedido 20. 000 francos, Mal ze l ofreció la mitad al h ij o del difunto, y logró cerrar la operac ión, aunque l uego hubo de efectuar vari as reparaciones para que la máqui na pudiera asombrar de nuevo. Y a fe que lo hizo : su encuentro con N apoleón Bonaparte en 1 809, en el palac i o vienés de Schonbrunn (el m i smo donde debutó frente a la emperatriz M aría Teresa) tuvo un enorme eco entre l a aristocracia europea. Los cron i stas se contradicen en varios puntos, pero parece probab le que N apoleón ocupase una mesa separada de El Turco por varios metros de di stancia, que M alzel recorría una y otra vez para hacer las j u gadas en ambos tableros. También parece cierto que N a poleón se tomó l a primera partida a broma -o que quiso poner a prueba e l invento- y puso en práctica varios trucos : h izo l a primera j ugada con b l ancas (en l ugar de esperar a que l a hiciese e l autómata, como era habitua l), lo que su rival encaj ó deportivamente, sin protes tar; poco después h i zo un movimiento i l egal ; fiel a su costumbre, El Turco retornó esa pieza a su cas i l l a original, sin más; pero N apoleón repitió la j u gada i legal , y su adversario optó entonces por sacar la pieza del tablero y hacer su próxima j ugada; Bonaparte insi stió de nuevo con otra i legal idad, y la máquina barri ó entonces todas las pie zas del tablero con su brazo, ante l a carcaj ada general, incluida l a de Napoleón, quien a continuación j ugó una partida l impia, que terminó inclinando su rey en señal de rendición tras sólo 24 mov i m ientos. Algunas fuentes señalan que se enfadó mucho tras l a derrota, pero la verdad es que no tenía motivos. Su cal idad como m i l itar era mil veces meJ or que su J uego : .
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B l a n c a s : N a po l eón Bonaparte. N egra s : El Turco ( a u tó m ata ) . S c h oe n b r u n n ( A u st r i a ) , 1 809 1 e4 e 5 2 Df3 Cc6 3 Ac4 Cf6 4 Ce2 Ac 5 5 a3 d 6 6 0-0 Ag4 7 D d 3 C h 5 8 h 3 Axe2 9 D x e 2 Cf4 1 0 De l Cd4 1 1 Ab3 C x h 3 + 1 2 R h 2 D h 4 1 3 g 3 Cf3+ 1 4 Rg2 Cxe l + 1 5 Txe l Dg4 1 6 d 3 Axf2 1 7 T h l Dxg3 + 18 R f l Ad4 1 9 Re2 Dg2+ 2 0 R d l Dxh l + 2 1 R d 2 D g 2 + 2 2 R e l Cg l 2 3 Cc3 Axc 3 + 2 4 b x c 3 De2 m ate .
Está c laro que M alzel tenía un fino sentido de l a mercadotecnia, que e levó mucho la cotización de su autómata. Dos años después, en 1 8 1 1 , El Turco j ugó en M i lán con Eugene de B eauhamais, prínc ipe de Venec ia y v i rrey de I talia, por citar sólo dos de sus títulos. É ste quedó tan entusiasmado que, tras un duro regateo, compró la máquina por 30.000 francos, el triple de lo que le había costado a M alze l , quien, sin embargo, se la recompró cuatro años después a Beauhamai s, por los mismos 3 0 . 000 francos, según algunas fuentes, y a cambio de un acuerdo de explotac ión conj unta, según otras. E stá documentado que Malzel hizo entonces otra larga gira, que incluyó de nuevo el Café de la Régence de París y varias ci udades inglesas, además de Londres. Entre los rivales del autómata durante ese periplo estuvo uno de los pioneros de la computación, e l genial británico Charles B abbage, en 1 820. Dado el éxito constante y la buena cobertura de prensa, M alzel invirtió parte de sus ganancias en mej orar e l producto ; por ej emplo, El Turco decía « Echec» cada vez que daba j aque. Más importante, y ren table, fue la innovac ión de dar ventaj a de un peón (el del a l fi l de rey) y sal ida a sus rivales. Aun así, el balance de l a gira fue muy favorab le: 45 victorias, dos empates y tres derrotas. Era e l momento de rentab i l izar l a fama adquirida en un mercado virgen, al otro lado del Atlántico. M alzel se l levó El Turco y otras má quinas de su propiedad a E E . U U . , y montó al l í otra larga gira, por N ueva York, Boston, F i l adelfia y Baltimore, entre otras c iudades, con esporádicos saltos a Canadá y Cuba. Lo más importante es el encuen tro en Richmond (Virginia) con el escritor Edgar Al lan Poe, quien después, en 1 8 3 6 , escribió el artículo más conocido sobre El Turco, con varios errores, confuso, muy extenso, más próximo a l a ciencia ficción que al anál isis racional, y sin afirmar siquiera que e l autómata
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escondía una persona en su interior, aunque s í «una mente». Su publi cación fue muy polémi ca, y mereció no menos de siete réplicas en di ferentes publicac iones. Malzel murió durante un viaj e en barco en 1 8 3 8 , a los 66 años, depri mido por e l rec iente fallecim iento de W i l l iam Schlumberger, un aj edreci sta al saci ano que fue el hombre escondido en El Turco duran te su última época. La máquina pasó entonces a manos de John Oh!, am igo de M alze l , y luego a las de John Kearsley M itche l l , médico de Poe, quien la restauró y donó al M useo Chino de Fi ladelfia. Allí pere ció El Turco en un incendio, el 5 de j ul io de 1 8 54. M itche l l elaboró un bel lo epitafio literario : «( . . . ) Entre las l l amas devoradoras, las últimas palabras de nuestro amigo fueron el repetido susurro "Echec, Echec"». ¿Cuál era el secreto del autómata de Kempelen y por qué nadie lo desveló durante tantos años? En realidad, muchos sospecharon y va rios escribi eron sobre e l lo, pero todos el los con errores, lo que dio base al hij o de M itchel l , S i l as, para afirmar poco después del incen dio: «N ingún secreto fue tan bien guardado como el de El Turco. Pero ahora ya no hay motivos para no desvelarlo a los aficionados». La clave pri ncipal era un j ugador de muy baj a estatura -y de alto nivel técnico- escondido en un hueco i nterior de la aparatosa maquinaria. Varios ej ercieron esa función a lo largo de tantos años; uno de e l l os, Allgaier, suena fami l i ar a los afi cionados porque también dio su nom bre a un conoc i do gambito (forma de empezar el j uego que impl ica el sacri ficio de un peón o una pieza a cambio de la iniciativa) ; y hay constancia de la identidad de otros durante la época de Malzel, como Alexandre, M ouret, Boncourt y el citado Schlumberger. El hombre escondido pod ía saber qué movimientos se hac ían en el tablero desde fuera grac ias a un si stema interno de i manes y a una vela, cuyo humo se expul saba a través de unos tubos conectados con la cabeza de El Turco, y se disimulaba al mezc larse con e l de los candelabros externos que formaban parte de la decoración del l ocal . Además, el hombrec i llo oculto manej aba un compl i cadísimo si stema de chapas perforadas y palancas que le permitían manej ar el brazo de El Turco. Y todo esta ba muy bien encubierto por el mencionado si stema de reloj ería visible desde el exterior, que sólo servía para despi star. Todo el montaj e esta ba tan bien hecho que ni siguiera los imanes que algunos observadores
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desconfiados uti lizaban desde el exterior para intentar descubrir algún truco interferían con los que servían para que el operador conoc iese las j ugadas desde el interior. A l calor del gran éxito de El Turco, hubo imitadores, como Aj eeb (Charles Hooper, 1 868), también destruido por un incendio, en 1 929, tras vari as exhibiciones espectaculares en Coney I s land (N ueva York) y partidas frente a rivales tan i l ustres como el presi dente Theodore Roosevelt o el mago Houd i n i ; entre quienes manej aban el autómata desde dentro estuvo uno de los mayores genios de la hi storia del aj e drez, H arry P i l l sbury . Un concepto di stinto fue el de Mephisto (C har les Godfrey Gumpe l , 1 8 76), exhibido por pri mera vez en 1 8 78 en Londres: el truco no estaba en una persona escondi da, sino en un con tro l remoto por medios electromecán icos, operados por el aj edrec ista lsidor Gunsberg, y más tarde por Jean Taubenhaus en París . Fue des mantelado en 1 8 8 9 . En l o s siglos x x y xx1 hubo al menos tres reconstrucciones d e El Turco : el estadoun idense John Gaughan invirtió 1 20 . 000 dólares de 1 9 84 en construir una máquina que exhibió en 1 9 89 durante un con greso de magos. El autor de este l ibro ha vi sto las otras dos : la del museo Hainz N i xdorf de Paderborn (Alemania), exhibida en Bonn durante el Campeonato del M undo Anand- Krámnik de 200 8 ; y la que pudimos admirar en la 1 Fiesta de Aj edrez de la U n i versidad Autóno ma de M éxico, en 20 1 O, muy impresionante por su cali dad, realizada por el equipo de H iquíngari Carranza, director del Centro Cu ltural El Juglar. E l gran mérito técnico de quienes con struyeron y comercializaron estos autómatas, y muy espec ial mente El Turco, es innegab le, aunque también fueran unos tramposos, ade lantados a lo que ocurrió 200 años después, como veremos detalladamente . Pero si retomamos el hilo científico que guía este l ibro y lo apl i camos a los antecedentes de Deep Blue hay que quitarse el sombrero ante nuestro próximo perso naj e , el ingeniero español Leonardo Torres Quevedo, un genio poco reconocido.
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Torres Quevedo, abuelo de la informática
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os expertos que han estudiado su obra en profundidad aseguran que Leonardo Torres Quevedo ( 1 8 5 2- 1 93 6 ) fue uno de los inven tores más bri l l antes y polifacéticos del mundo de finales del siglo x1x y primeras décadas del xx. También hay sólidos motivos para ponerlo como ej emplo de cómo España no ha valorado nunca la ciencia como es debido ni, en particular, la integración de ciencia y tecnología. Des de el punto de v ista del aj edrez, fue sin duda un precursor de las com putadoras. Y su autómata es el primer aj edreci sta inhumano sin tram pa alguna; pura ciencia. Que Torres Quevedo nac iera el m i smo año que Santiago Ramón y Caj a! es una casual idad con sustancia, por varios motivos: el célebre médico ( Premio N obel en 1 906) se enganchó tanto al aj edrez en su juventud que tuvo que dej arlo de manera radical y traumática -«No volví a mover un peón durante más de 2 5 años»- para no poner en pel i gro su carrera; en cierto modo, a Ramón y C aj a ! también se le pue de considerar un precursor de la intel igencia artificial, porque sus im portantes descubrimientos sobre el funcionamiento de las neuronas sirv ieron de base después a los padres de la inform ática; contrari a mente a Torres Quevedo, el nombre de Ramón y Caj a! sí forma parte de los conocimi entos culturales de muchos españoles, ¡ pero tuvo que ganar nada menos que el Premio Nobel para lograrlo ! También se l e puede sacar j ugo a que Torres Quevedo nac iera en Molledo ( Cantabria) el Día de los Inocentes (28 de diciembre en España
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y gran parte de H i spanoamérica; simi lar al 1 de abri l en otros países), porque puede considerarse una broma muy pesada que alguien tan bri llante no reciba en su país todo el reconocimiento que merece. Aunque no es menos cierto que tuvo mucha suerte en cuanto al di nero: los cons tantes viajes de sus padres por motivos de trabajo le obl igaron a pasar largas temporadas separado de el los, al cuidado de las hermanas Barre nechea (Concepción y Pilar), amigas de la fami l ia. Pilar legó toda su fortuna a Leonardo, lo que después faci l itó mucho su independenc ia. Tras cursar el bac h i l lerato en B i lbao y dos años más en un colegio re ligioso de París, se traslada con su fam i l ia a Madrid, donde se matri cula en I ngeni ería de Caminos. Acaba siendo el cuarto de su promo ción, a pesar de que dec idió suspender un año sus estudios ( 1 8 7 3 1 8 74) para un irse a la defensa de B i lbao en la tercera guerra carl ista. Después de una larga gira por Europa con el fin de empaparse de los ú ltimos avances científicos, se in staló en Santander, se casó con Luz Polanco y Navarro (con quien tuvo ocho hij os, dos de los cuales mu rieron j óvenes), se entregó de l l eno a la investigación y volvió a insta larse en Madrid ( 1 8 89), donde su prestigio fue creciente por las fre cuentes aportac iones en muy di versos campos, lo que le l levó a ser elegido, en 1 90 1 , mi embro de la Real Academia de C iencias Exactas, Físicas y Naturales, de la que l l egó a ser presidente en 1 9 1 O; también ocupó ese puesto entre 1 9 1 O y 1 924 en la Sociedad Matemática Espa ñola. Fue, asimi smo, mi embro de la Real Academia Española (elegi do en 1 920) y de la Academia de C i encias de París. En 1 9 1 8 rechazó el cargo de mini stro de Fomento, que le ofreció el marqués de A l huce mas . En 1 922, la Uni versi dad de La Sorbona ( París) le nombro doctor honoris causa. Además de El Ajedrecista, que quizá sea su invento más renom brado, la obra de Torres Quevedo es sumamente bri l l ante en muy di versos ámbitos. El siguiente resumen sólo plasma lo más importante . Transbordadores Construyó el pri mero en su casa cántabra para salvar un desnivel de 40 metros con 200 de longitud; era de tracción animal (dos vacas) y le inspiró para su primer funicular de múltiples cables, con el que logró su primera patente. Aunque en Suiza (país muy necesitado de transborda-
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dores y funiculares, por s u orografía) le rechazaron u n proyecto e inclu so se burlaron de él, construyó los transbordadores del río León y del Monte U l ía de San Sebastián, que sirvió de modelo para otros en Cha monix (Franc ia) y Río de Janeiro. El que más fama le dio -aunque no el más importante desde el punto de vista científico-- fue el Spanish A ero car de las cataratas del N iágara, en el lado canadiense; el transbordador funicular aéreo une dos puntos de esa ori l la separados por 5 8 0 metros; se inauguró en 1 9 1 6 y sigue hoy en funcionamiento, sin accidentes reseña bles durante un siglo. Por ese logro, la Real Academia de C iencias le concedió la M edal la Echegaray, que le impuso el rey Alfonso X I I I . Aerostática Aunque los dirigibles de Ferdinand von Zeppe l i n son los más conoc i dos, es un hecho que incl uso los que se con struyen hoy se basan más en las aportac iones de Torres Quevedo -sobre todo, en lo re lativo a la seguridad- que en las del inventor alemán . Y sus di seños de aero naves fueron uti lizados por britán icos y franceses durante la primera guerra mundi al . Uno de sus dirigibles, el Astra-Torres n . º 1 , encabezó el desfi le de la fiesta nac ional del 1 4 de j ul i o de 1 9 1 1 por los Campos El íseos de París, rumbo al Arco del Triunfo. También di señó (j unto a Emi l i o Herrera) un dirigible trasatlántico, e l Hispania, con la inten ción de que l legase hasta América, e incluso logró patentarlo, pero fracasó al buscar la financiación del proyecto . Otra idea suya fue la de l buque-campamento, un barco porta-dirigibles, que sirvió mucho después (años veinte) a la Armada española para construir su primer portaav iones, el Dédalo . M ando a distancia Sólo el austro húngaro N ikola Tesla ( 1 8 5 6- 1 94 3 ) estuvo a la altura de Torres Quevedo en la invención de los primeros mandos a di stancia. El Telekino ( 1 903 ) del ingeniero español, patentado en España, Fran cia, Gran Bretaña y E E . U U . , era un autómata que ej ecutaba órdenes transmitidas por ondas hertzianas. Su éxito fue patente en el puerto de Bi lbao en 1 906 ante una gran multitud (presid ida por Al fonso X I I I ) al guiar un bote desde la ori l la. Intentó apl icar su idea a proyecti les y torpedos pero, una vez más, no logró financiación.
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Pedagogía Torres Quevedo entendió que en los últimos años de su vida la peda gogía debía ser prioritaria, pero no sólo para expl icar su obra y formar a sus seguidores. Patentó cuatro máquinas de escribir, un proyector didáctico (mej oraba el modo en que las diapositivas se colocaban so bre las placas de vidrio) y un puntero l uminoso, que j ustificó así : « B ien conoc idas s o n l a s dificultades c o n l a s que tropieza u n profesor para i l ustrar su di scurso, valiéndose de proyecciones luminosas. Ne cesita colocarse frente a la pantalla cuidando de no ocultar la figura pro yectada para l l amar la atención de sus alumnos sobre los detalles que más les interesan y enseñárselos con un puntero». Asimismo, dedicó cierto tiempo a la filosofia, y dej ó constancia escrita de e l lo. Máquinas analógicas de cálculo E l bri l l o de Torres Quevedo en l a resolución de problemas matemáti cos por modelos físicos fue muy grande . Tomando el h i l o del pionero britán ico Babbage ( 1 79 1 - 1 8 7 1 ) -a quien hemos citado en l as páginas dedicadas a El Turco- en 1 920 presenta en París su «aritmómetro electromecánico», j usto cien años después de su antecesor principal, Thomas de C o lmar. E n esa creación están las unidades básicas que constituyen hoy una computadora (unidad de contro l , unidad aritméti ca, memoria y una máquina de escribir) . H ay motivos de peso para afirmar que e l aritmómetro y sus aj edrecistas autómatas (que exp l i ca remos a continuación) convierten a Torres Quevedo en el inventor del primer ordenador analógico de l a hi storia.
Fue en 1 9 1 4 cuando los espectadores de sus presentaciones en Es paña y Francia quedaron asombrados ante el gran mérito científico de El Ajedrecista (construido en 1 9 1 2), que da el j aque mate de rey y torre contra rey solo sin equivocarse j amás . Puede aduc irse que la máquina no da ese mate de manera perfecta (es decir, que se l l egue al mate siem pre por el camino más rápido posible) pero es indudable que el inven to era marav i l l oso si tenemos en cuenta el estado de la ciencia hace un siglo, como se reconoció el 6 de noviembre de 1 9 1 5 en la revista Scien t[fic A merican, donde se hablaba de «Torres y su excepcional dispositi vo automático» . El algoritmo y la heurística apl icados por Torres Que-
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vedo produj eron unas reglas programadas que generaban una decisión u otra, dependiendo de la situación de las piezas; de modo que la má quina dec idía en cada j ugada si defendía la torre o la movía, o cortaba el paso al rey defensor en coordinación con su propio rey, o daba un jaque para ir arrinconando al rival en busca del mate . Aparte del algo ritmo, el funcionamiento de los componentes mecán icos era también asombroso. N o parece exagerado, por tanto, que El Ajedrecista haya llegado a definirse en varios sitios como «el primer videoj uego de la historia». H ubo una segunda versión, en 1 922, con aportaciones de un hijo de Torres Quevedo, Gonzalo, referentes sobre todo a la presenta ción de la máquina, que ahora se conserva en la Universidad Pol itécn i ca de M adrid. A l l í la visitó el actual rey Juan Carlos 1 cuando todavía era príncipe, y fue invitado a j ugar contra el autómata. Entonces uno de sus anfitriones le sugirió que intentase hacer una trampa, una j ugada ilegal . El príncipe aceptó la sugerencia y se l l evó una sorpresa porque, inmediatamente, se oyó una especie de voz de ultratumba que salía de la máquina y decía: «Es usted un tramposo» . En 20 1 2 , con motivo del centenario de la construcc ión de El Aje drecista en su primera versión, el autor de este l ibro fue invitado a un curso de verano de la U n iversidad M enéndez Pelayo de Santander de dicado a la obra de Torres Quevedo y dirigido por José M anuel Sán chez Ron ; y a una j ornada-homenaj e en la Escuela de I ngenieros de la Pol itécnica. En ambos casos se dieron c ita notables especialistas de diversas ramas científicas . La opinión era unánime: Leonardo Torres Quevedo, que murió durante el asedio de M adri d en la guerra c i v i l , el 1 8 de diciembre de 1 93 6 , fue «el inventor más prestigioso de su tiem po», mereció un reconocimiento internac ional mucho mayor del que tuvo, y su valía ha sido mucho menos reconoc ida en España que en los países más avanzados, donde -a pesar de que su fama tardó en flore cer- se le considera una espec ie de abuelo de la informática. Google le dedicó un doodle ( l ogotipo alternativo al suyo oficial que aparece en la página principal con la intención de celebrar algo especial ) el 28 de diciembre de 20 1 2 , sumándose así al centenario de El Ajedrecista.
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Alan Turing : genio, héroe y víctima
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lan Turing ( 1 9 1 2- 1 954) y C l aude Shannon ( 1 9 1 6-200 1 ), consi derados como los padres principales de la informática, eran afi cionados al aj edrez. M ás de uno tendrá l a tentac ión de deduc ir que eso exp l ica por qué el aj edrez fue uno de los termómetros principales para medir el progreso de la computac ión hasta que, en 1 997, el programa Deep B lue ( I B M ) derrotó a Kaspárov. Tal simp l i smo sería un gran error, porque hay argumentos científicos de mucho peso para explicar por qué el deporte mental por antonomasia ha sido un importante campo de experimentac ión de la intel igencia arti ficial . Pero, antes de sumergirse en materia tan esenc ial, conviene dedicar unos párrafos a la impresionante -aunque corta- vida de Turing, digna de una pe l í cula de postín con final muy trágico y enlaces aj edrecísticos de gran interés. Turing hizo un largo viaj e antes de nacer, desde la India, donde fue concebido porque su padre trabaj aba al l í como funcionario, hasta Londres, lugar elegido por su madre para dar a luz en 1 9 1 2 , j u sto cuando Torres Quevedo construía El Ajedrecista. Como los progeni tores vivían a caballo entre la colonia y la metrópol i , varios amigos de la fami l ia contribuyeron a la educac ión de Alan , quien muy pronto exhibió una alta capacidad inte lectual : aprendió a leer por sí mismo en tres semanas; le gustaban los números, el aj edrez y los rompecabezas. Y de su ansia por aprender da cuenta esta anécdota : su pri mer día de clase en el internado de Sherbone ( Dorset), a los 1 4 años, coincidió con
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una huelga general en toda Inglaterra; Turing recorrió 60 ki lómetros en bicicleta, hac iendo noche en una posada, para no perderse la clase inaugural, lo que tuvo mucho eco al día siguiente en la prensa local . Y a adolescente, a los 1 7 años, sufrió un anticipo de la tragedia que cortaría su vida un cuarto de siglo despué s : su amigo del alma, Chri sto pher Morcom, murió repentinamente, por tuberculosis bov ina. Alan deduj o que e l dios del que le habían habl ado era incompatible con tal desgrac ia, y se hizo ateo. Antes, a los 1 5 , ya había asombrado resol viendo problemas de cálculo avanzados para su edad; y a los 1 6 hizo un anál is is profundo de l a obra de Albert Einstein, y de sus críticas a las leyes de Newton . Cabe suponer que pocos se extrañaron cuando, tras graduarse en Cambridge, siguió destacando durante los años treinta, ahora en la computación . S i n entrar en conceptos muy técni cos -que sobrepasarían el obj etivo de este l ibro-, entre sus éxitos debe citarse especialmente la máquina de Turing (en realidad, un concepto, no una máquina física), capaz de hacer cálculos matemáticos que pue dan representarse mediante un algoritmo, de acuerdo con un conj unto de reglas, sobre una tira de c inta infinita (de hecho, una memoria infi nita); por ej emplo, podía sumar números con muchos decimales. In cluso hoy, las máquinas de Turing ayudan a los científicos a entender los l ímites de lo que es calculable. Adquirido cierto prestigio, tras completar su tes i s e n la U niversi dad de Princeton ( E E . U U . ) , en 1 93 8 , y mantener apasionadas di scre pancias en Cambridge con el reputado fi l ósofo Ludwig Wittgenstein -éste defendía que las matemáticas estaban sobrevaloradas-, su vida dio un vuelco, que ni siquiera él podía i magi nar. Fue rec lutado por el Gobierno para un grupo ultrasecreto, en el que también estaban tres de los mej ores aj edrecistas británicos del momento : Harry Go lombek, H ugh A lexander y Stuart M i l ner- B arry, obl i gados a retirarse de la O l i mpiada de Aj edrez de Buenos Aires ( 1 93 9 ) para encerrarse con Turing (así como con otros expertos en matemáticas, criptografía, bridge y crucigramas) en la instalación m i l itar de B letchley Park, a 64 k i lómetros de Londres. A partir de val iosa información lograda du rante los años anteriores por los polacos -que decidieron compartirla con franceses y británicos-, el obj etivo de ese grupo, l l amado U l tra, era descifrar los códigos de los nazis y su famosa máquina Enigma,
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sumamente complicados desde el principio y reforzados aún más por los alemanes en 1 940. La m i sión de U ltra era tan secreta que sus infor mes se l levaban directamente al primer mi n i stro, Winston Church i l l , en u n a caj a cerrada d e la que sólo é l tenía l a l l ave. M uchos hi storiadores coinciden en que el trabaj o de ese grupo ul trasecreto adel antó varios años e l fin de l a guerra y, por tanto, evitó enormes cantidades de muertos y destrucciones. Todo lo referente a Enigma y U l tra siguió manteniéndose en secreto hasta muchos años después. Las primeras informaciones se publ icaron a finales de los sesenta, pero aún quedaba mucho por saber: por ej emplo, el autor de este l ibro conoc ió personalmente a Golombek y M i lner- Barry hac ia 1 980, sin la menor idea de su trabaj o con Turing n i su importante pa pel en la segunda guerra mundial, que inspiró la novela Cryptonomi con, pub l icada en inglés por la editorial A von en 1 999, y en español después por Ediciones 8, en tres tomos. Volvamos a Turing, cuya contribución a U ltra fue deci siva. U n hecho signi ficativo de l a enorme i mportancia de sus i nformes sobre criptografía es que dos de e l los no fueron entregados por el servicio secreto británico al Archivo N ac ional hasta abri l de 20 1 2 , cuando se cumpl ieron 1 00 años de su nacimiento . En B letchley Park se ganó fama de excéntrico, i l ustrada en esta cita de su compañero J ack Good : «En la primera semana de j unio de cada año, [Turing] sufría un fuerte ataque de la fiebre del heno, y venía a la oficina en bicicleta, con una máscara de gas para protegerse del polen. Su b ic i tenía el problema de que la cadena se salía periódicamente ; en l ugar de arreglarla, contó el número de vueltas que daban los pedales antes de salirse, y j u sto en ese momento se baj aba para aj ustarla a mano. Otra de sus excentrici dades era encadenar su taza alta [la que uti l izaba para tomar café o té] a los tubos del radiador para que no se la robasen». Y no hay duda de su excelente forma física: capaz de l ograr marcas muy aceptables en maratón, a veces iba corriendo desde Benchley Park a Londres (64 ki lómetros) para acudir a reuniones de alto nive l . Pero n i siquiera ese apasionante y patriótico trabaj o era suficiente para colmar el hambre intelectual de Turing, quien logró perm i so para pasar cuatro meses en E E . U U . (noviembre de 1 942-marzo de 1 94 3 ) , donde se reunió con los otros dos padres princ ipales de la informática:
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Shannon y John von Neumann ( 1 903- 1 9 5 7 ) , uno de los mej ores mate máticos de la hi stori a, que volverá a sal ir en estas páginas -aunque con una conexión muy indirecta- cuando expl iquemos las tram pas con computadoras. Dado que los tres daban importancia al aj edrez como campo de experi mentac ión (Von Neumann lo estudió para ela borar sus importantes contribuc iones a la teoría de j uegos), es lógico pensar que estuvo entre sus temas de conversación cuando se encon traron en un restaurante de Washington . Tras la guerra (y la Orden del Imperio Británico con la que fue condecorado en 1 94 5 ) , Turing se concentró en la computac ión y el desarrol l o de lo que l uego se l l amaría « inte li gencia artificial » . En al gún momento entre esa fecha y su i ngreso como profesor en la Uni versidad de M anchester ( 1 948), empezó a escribir su programa de aj e drez (el Turochamp ), que presentó en 1 95 2 , j usto antes del comienzo de la gran pesad i l l a que terminó con su vida. La máquina, simulacro manual de una computadora, tardaba hora y med ia en hacer un movi miento, y j ugaba mal , pero el mérito científico de ese avance es indu dable, como subrayó Kaspárov, preci samente en M anchester en 20 1 2, cuando contribuyó a la conmemorac ión del centenario de Turing ga nando una partida contra ese programa en sólo 1 6 movimientos: «Tu ring es una de las pocas personas de las que podemos decir que el mundo sería mej or si hubieran vivido más. Es impresionante que lo grase escribir algoritmos sin una computadora», afirmó el ex campeón del mundo. De hecho, el programa de Turing no sólo tenía en cuenta el valor material de l as piezas, lo que ya sería meritorio con la tecnolo gía de aque l l a época, sino que dec idía cuál era la mej or j ugada tras sopesar diversos factores posicionales que -j unto al trabaj o de Shan non, que se expl ica más adelante- s i rv ieron de pauta para los progra madores de aj edrez de los 5 0 años siguientes : mov i l i dad de cada pieza y amenazas de capturas; seguridad de las pi ezas, y espec ialmente del rey, si está enrocado, o con posibi l idad de enrocarse pronto y sin peli gro ; mov i l i dad del rey; estructura de peones y su proximidad a la casi lla de coronac ión; evaluación de posibles ataques; control del centro; etcétera. En esos m i smos años nac ió el famoso experi mento que hoy l l ama mos test de Turing, válido hasta hace poco para demostrar si hay inte-
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l igencia e n una máquina. L a idea básica puede resumi rse as í : l legará un día en el que el testigo de una conversac ión entre un ser humano y una máquina no será capaz de distinguir quién es quién; ese día se ha brá demostrado que exi sten máquinas intel igentes. Por todo lo antedi cho, es probable que e l aj edrez inspirase a Turing para di señar esa prueba. Además, en cierto modo y con i mportantes matices, ese día ya ha l legado en el ámbito del aj edrez (y de la música) : hoy ya es muy difíc i l disti ngu ir las partidas de algunos de los mej ores programas de las que j uegan los grandes maestros. Como muy bien apuntó Kaspárov , l a muerte prematura de alguien tan val ioso como Turing es muy lamentabl e . Pero este caso concreto es aún más doloroso e irritante, por sus circunstancias espec iales, aun que de cierta simil itud con lo que le ocurrió al escritor Osear Wi lde 5 7 años antes. Turing denunció a la policía un robo en su casa cometido por un amigo de su amante, Amold M urray, y durante la investigación incurrió en el error de reconocer que ambos manten ían una re lación homosexual, lo que entonces era un del ito horrendo en el Reino Uni do . Convencido de que no tenía que arrepentirse de nada, Turing no se defendió de los cargos, y fue condenado. En la sentencia, le dieron a elegir entre la cárcel (Osear Wi lde fue condenado a dos años de traba jos forzados) y la castrac ión química ( i nyecciones de estrógenos du rante un año ) . E l igió lo segundo, y e l l o le provocó aumento de peso y crecimiento de las mamas, además de impotencia y desequil ibrio psí quico grave. Dos años después del j u icio, en 1 954, murió por envene nami ento con cianuro, al parecer inyectado en una manzana. Todo in dica que fue un suicidio, aunque no dej ó ninguna carta expl icativa, probablemente para no dañar aún más a su madre . En 2009 hubo una importante movi l izac ión c iudadana en el Reino Un ido para exigir al Gobierno que pidiera disculpas oficialmente por lo que sufrió Turing. El pri mer m i n i stro, Gordon B rown, dij o esto en un di scurso muy emotivo: « Estoy orgul loso de pedir perdón a un au téntico héroe de guerra. No es exagerado decir que, sin su dec isiva contribución, la hi stori a de la segunda guerra mundial hubiera sido muy di stinta. La rehab i l itac ión de una de las v íctimas más famosas de la homofobia en nuestro país es un gran paso ade lante en la lucha por la igualdad».
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Sin embargo, e l Parlamento británico rechazó una petición simi lar, argumentando que no se puede cambiar la h i storia, y que Turing conoc ía la i l egal idad de sus actos en aquel momento, « Lo que debe mos hacer es aseguramos de que esos tiempos no volverán nunca», term inaba el dictamen . Como ocurrió con Torres Quevedo salvando las di stanc ias, Turing murió sin el reconoci miento debido a su inmen sa aportac ión al progreso de la ciencia, y en su caso también al fin del horror nazi .
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¿Por qué el aj edrez?
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l aj edrez es sumamente complej o , pero es finito (en térm i nos ma temáticos ; para la mente humana, es infinito a efectos prácticos) y tiene unas reglas fij as y c l aras . É ste es un resumen muy suci nto -de masiado quizá- de por qué el rey de los j uegos y el j uego de reyes ha ocupado y preocupado tanto a buena parte de los mej ores i nformáticos del mundo durante más de medio siglo. El número de partidas distin tas que pueden j ugarse en el tablero de 8 x 8 es 1 0 1 23 , es dec ir, un uno seguido de 1 23 ceros; o sea, un número mucho mayor que el de áto mos en el universo conocido, 1 0811• Un reto apasionante para todo ma temático o informático inquieto. Pero antes de profundizar en ese hecho tan sugerente, reforcemos la expl icación de por qué el aj edrez ha sido -y en cierto modo sigue sien do, porque aún hay grandes retos pendientes- tan importante para la informática como la drosophila (conocida como la mosca de la fruta o del vinagre) para la genética. El silogismo más senci l lo es que si el aj e drez está muy ligado a la inteligenc ia, y la informática también, entonces el aj edrez debe ser útil como campo de inspiración y experimentación ; y si un programa es capaz de j ugar bien al aj edrez, mostrará un func iona miento inteligente. Una tesis más rica en matices es la que explica Die go Rasskin Gutman en su interesante l ibro Metáforas de ajedrez (la mente humana y la inteligencia artificial) , pub l icado por La Casa del Aj edrez en 2005 : como j uego, como arte y como ciencia, el aj edrez ofrece elementos atractivos para unirlo a la intel igencia artificial.
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Como j uego, es una actividad cogn itiva superior, muy atractiva para quien pretenda construir una máquina que piense. Con ingredi en tes como reconoc im iento de patrones, memoria a largo plazo, anál isis, concentrac ión, organ ización lógica del pensamiento, eval uac ión, es trategia, táctica, l ucha psicológica . . . Ya lo dij o el célebre psicólogo francés A l fred B i net, inventor del cociente intelectual : « S i se pudiese observar lo que ocurre dentro de la cabeza del j ugador de aj edrez, se hal laría un agitado mundo de sensaciones, imágenes, mov im ientos, pasiones, y un panorama siempre cambiante de estados de concien cia». Como arte, el aj edrez ofrece un sello muy tentador para adornar el rendimiento de máqui nas que se basan en la fuerza bruta de cálculo; es decir, ofrece un componente que di stingue a los humanos de los al goritmos matemáticos. Y como ciencia, el quehacer cotidiano de los aj edreci stas profesionales cuando se entrenan en su casa se parece mucho al método de prueba y error de los científicos, sobre todo cuan do buscan nuevas ideas en las aperturas (primeras 1 5 o 20 j ugadas de una partida) . Volvamos al número de partidas posibles. E l lector quizá se pre gunte cómo se ha logrado contar los átomos del universo conocido. No lo sé, pero varios físicos me han asegurado que puedo afi rmar tranqui lamente que ese número es mucho más pequeño que el de las partidas posibles. Para que el lector logre entender cómo se l lega a cantidades cercanas al infin ito para la mente humana, veamos algunos cálculos orientativo s : las b l ancas pueden empezar la partida de 20 ma neras di stintas (cada uno de los ocho peones puede avanzar una o dos casi l las, a elección del j ugador; y cada uno de los dos caballos tiene dos mov imientos posibles); es decir, cuando las negras han comple tado la primera j ugada, ya tenemos 400 posiciones posibles (20 x 20); si alguien se molesta en calcular minuciosamente todas las pos i b i l i dades de las b l ancas en su segundo mov i m iento, verá q u e tras éste ya nos encontramos con 5 . 3 62 pos i ci ones di stintas ; tras e l segundo de las negras, 7 2 . 0 84; y con l a tercera de las negras ya nos ponemos en ¡ 9 , 1 m i l lones ! ¿ E l lector es un poco masoqui sta y desea seguir calculando? Descubri rá que, tras sólo cuatro movimientos completos, hay 3 1 8 . 979,5 m i l lones de posibi l i dades. Con esta información ya es más fáci l entender lo de 1 0 1 23
¿ Por qué el ajedrez ?
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Veámoslo de otra manera. S i aceptamos, como dato aproxi mado y orientativo, que la media de movimientos posibles para un bando en una posición cualquiera puede ser 32 ( lógicamente, cuando las piezas se han desarrollado, el número de j ugadas legales es mucho mayor que las 20 inic iales) y que la durac ión media de una partida es de 40 j uga das por cada bando, ya tendríamos 32x0, un número próximo a 1 0 1 c11 y relativamente muy cercano al 1 0 1 23 mencionado en el primer párrafo de este capítulo. Javier de Lope Asiaín ( U n iversidad Politécnica de Ma drid; departamento de I ntel i gencia Artificial) ofrece una referencia muy i lustrativa: un siglo contiene casi 1 0 1 6 mi crosegundos ( m i l lonési ma parte de un segundo); si fuésemos capaces de generar una posición de aj edrez cada microsegundo, harían falta casi ocho siglos para obte ner todos . Conviene preci sar que, si descontamos las j ugadas absurdas y las posibles repetic iones periódicas de una posición, ese número final sería un poco menos grande, pero seguiríamos estando en lo que para una mente humana supone algo muy cercano al infinito. Añadamos a todo lo anterior algunas características que ayudan mucho a que el aj edrez sea atractivo para los medios de comuni ca ción : más de quince siglos de hi storia documentada; abundancia de personaj e s fasci nantes; conexiones muy interesantes con diversas ra mas de la ciencia y el arte ; se j uega con las m i smas reglas en todo el mundo, y puede practicarse a cualquier edad. Ahora ya tenemos sufi ciente informac ión para entender por qué el aj edrez y los chips estu vieron muy l i gados desde que se construyó la pri mera computadora.
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El cálculo bruto no basta
uando este libro entra en la imprenta (primavera de 20 1 3 ) ningu na computadora del mundo, por muy potente que sea, puede j ugar perfectamente al aj edrez; se da por casi seguro que lo conseguirán las cuánticas . . . cuando exi stan, y todavía nadie sabe la fecha de ese naci miento. E stá muy c laro que en los años cincuenta C laude Shannon y los demás pioneros del aj edrez inhumano sabían muy bien que el nú mero de partidas di stintas que pueden j ugarse -y, por tanto, la fuerza de cálculo bruto necesario para j ugar perfectamente- era inabarcable con la rudimentaria tecnología de la época. Había que inventar un modo de que la máquina j ugase bien sin controlar la situación, el tra pecio sin red. S hannon escribió en 1 95 0 un i mportante artículo sobre cómo crear un programa que j ugase al aj edrez. Es muy i mprobable que ya cono ciera entonces el fundamental experimento del psicólogo y aj edreci sta holandés Adriaan de Groot ( 1 9 1 4-2006), uno de los más importantes de la h istoria, pub l icado sólo en neerlandés en una edición muy limita da de 1 946 y no traducido al inglés hasta 1 96 5 . Groot aprovechó el gran torneo A V RO 1 93 8 , que reunió a casi todos los grandes astros del aj edrez de la época, para pedir la colaborac ión de Alioj in (o Ale khine), Euwe, Keres, Fine y F lohr, entre otros. Y así logró exp l icar con rigor científico la manera de tomar deci siones de un gran maestro . Sus conc lusiones no son hoy nada sorprendentes porque coinciden con muchos testimonios de j ugadores profesionales o afic ionados de
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alto nivel . Desde el punto de vi sta de este capítulo, la más interesante es que el árbol de variantes que el gran maestro forma mentalmente para dec idir cuál es la mej or j ugada no es denso y frondoso, con mul titud de ramas largas de di verso grosor, sino que se l i m ita a unas po cas, y se parece más bien a un arbusto liv iano. O sea, como el j ugador tiene un tiempo l i m i tado, casi nunca puede calcular una variante muy a fondo, y mucho menos completar el árbol entero, rama a rama, con anál is is exhaustivos. Por tanto, tras diagnosticar la pos ic ión a partir de sus elementos más i mportantes ( seguri dad de los reyes, equ i l ibrio o no de material, ventaj a de desarrollo, control del centro, coordi nación de las piezas, deb i l i dades, estructura de peones, etc . ), traza un plan (si el tipo de posición lo perm ite y tiene tiempo para hacerlo), el ige las j ugadas candidatas a ser la próxima ( por pura intuic ión, porque ti enen buen aspecto ; general mente, entre dos y cuatro) y dibuj a mentalmente un pequeño árbol con muy pocas ram ificaciones, según las respuestas lógicas del rival a cada una de esas candidatas. A partir de ese momen to, intenta que su cálculo sea ordenado, sin saltar constantemente de rama en rama, pero al m i s m o tiempo es muy consciente de que el re loj corre, y de que casi siempre es imposible calcular muy profundamente todas las variantes importantes. Lo normal es que l legue un momento en el que deba interrumpir ese razonamiento estructurado para tomar una dec isión, guiada por la intuición y por lo que ha calculado hasta ese momento. Por tanto, y dada la i mposibil idad man i fiesta de agotar el cálculo de todo el árbol de variantes por m uy potente que sea la máquina, es lógico que ya desde Shannon -y mucho más a finales del siglo xx los programadores intentasen que las computadoras pensaran de for ma s i m i lar a la de los grandes maestros. En su artículo, Shannon esta blece ya la estrategia para reduc ir el proceso de búsq ueda y tomar una dec isión rápi da (en el aj edrez de alto nivel, la reflexión en cada movi m iento no debe pasar de tres m inutos por término medio, ya que los ritmos de j uego más usuales otorgan alrededor de dos horas a cada bando para los primeros 40 mov i m i entos). Son dos ideas mezcladas, que los expertos denom inan minimax y a(fabeta. Se examina e l árbol con una profundidad razonab le para es tablecer quién tiene ventaj a en cada posición analizada, y cuánta. Para
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ello se uti lizan dos elementos, el generador de movimientos legales a partir de una posición dada y el evaluador de cada una de las posicio nes generadas, teniendo en cuenta todos los e lementos mencionados (desarrol lo, control del centro, estructuras de peones, mov i l idad de las piezas, seguridad del rey, etc . ) . A cada uno de esos e lementos se le otorga un valor, conforme a una tabla incluida en el programa (por ej emplo, si nos referimos al valor de las piezas : una dama vale 9 pun tos; la torre, 5; el a l fi l y el cabal lo, entre 3 y 3 , 5 , dependiendo de que la posición esté abierta o bloqueada; los peones, 1 ; la seguridad del rey se evalúa según la fortaleza de su enroque, de acuerdo con otro bare mo programado), y la suma de todos esos valores establecen una eva luac ión concreta; si ésta es positiva (+0,50) es que tienen ventaj a las blancas (en este caso, de medio peón aproximadamente) ; si es negati va (-0,50), la ventaj a es de las negras; si ese número es muy cercano al cero (+O, 1 5 o -0, 1 5 ) se considera que la pos ición está equ i l ibrada por que la ventaj a es microscópica). Este método garantiza que cada rama tenga un valor en el momento de decidir cuál va a ser la próxima j uga da; bastará con que la máquina e l ij a aqué l l a con una eval uac ión más favorab le para su color. Todo esto es lo que se l l ama minimax. Pero -como le ocurre al j ugador humano- el tiempo corre, lo que obl iga a podar las ramas de alguna forma. En términos poco científicos, pero comprensibles por todo e l mundo, podemos dec ir que la máquina sólo calcula en profundidad las variantes que tienen buen aspecto en pri n cipio; es decir, aque l las cuya evaluación tras dos o tres j ugadas no está muy lej os de la mej or hasta ese momento . La ventaj a de esa manera de calcular con respecto a la humana es que se consideran todas las j ugadas legales, aunque sea muy superfi cial mente en el caso de las consideradas menos probables; por el con trario, el gran maestro descarta de entrada, por pura intuición, más del 90 % de las j ugadas legales, y sólo calcula las que tienen mej or aspec to, lo que le puede l levar a omisiones graves. Pero lo contrario tam bién es cierto : la desventaj a del minimax/a(fabeta es que la máquina tiende a despreciar erróneamente posiciones que para un gran maestro pueden ser muy atractivas; por ej emplo, el ser humano puede evaluar como muy interesante un sacri ficio de caballo a cambio de un ataque a medio o largo plazo, pero eso es absurdo para la máquina porque la
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evaluación de entrada de esa variante será de +3 o -3 (el valor atribui do al cabal lo) y por tanto no profundizará en e l l a. De hecho, ése era uno de los principales defectos del programa que Turing escribió entre 1 947 y 1 95 2 . Ciertamente, la inmensa mej ora de la fuerza bruta de los ordenadores durante l a segunda mitad del siglo xx y pri mera década del xx1 ha pal iado mucho ese defecto de los programas de aj edrez, que ahora calculan m i l lones de j ugadas por segundo; de modo que incluso un cálculo superficial en térm i nos re lativos puede ser suficientemente profundo para evitar errores graves por omisión. Además, los progra madores han logrado grandes triunfos en el reto de que una máquina piense de manera cada vez más parecida a la de un gran maestro . Eso se exp l icará unas páginas más adelante .
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De la risa al miedo
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a evolución de los sentimientos de los aj edrec i stas ante la progre sión de los j ugadores inhumanos es muy significativa sobre el tre mendo avance de la informática en general durante los últimos sesenta años, pero con el importante matiz del gran valor s i mbólico que tiene el aj edrez : a todos nos encanta que una máquina nos haga la declara ción de la renta en un periquete ; pero si esa m isma máquina j uega al aj edrez mej or que el campeón del mundo, da m i edo. Sobre todo, por que los aj edreci stas de s i l icio produj eron ri sa o carcaj ada a los j ugado res humanos (incl uidos los que tenían profundos conocimientos de informática) durante varios decenios. Repasemos algunos hitos de esa evolución. Herbert Simon ( 1 9 1 6-200 1 ) Estadoun idense, Premio N obel d e Economía e n 1 97 8 (entre otros ga lardones muy importantes), fue uno de los c ientíficos más influyentes del siglo xx, con aportac iones de gran valor en campos muy diversos, y espec ialmente en los procesos de tomar decisiones y resolver pro blemas. N ada tiene de raro, por tanto, que el aj edrez le atraj ese mucho, como ámbito idóneo de comportamientos inte l i gentes en tareas muy enmarañadas . Para entender mejor por qué S i mon s i ntió la necesidad de uti l i zar el aj edrez como campo de experimentación, pensemos un momento en los pasos necesari os para tomar la dec isión correcta en una situac ión ideal : 1 ) identificar y enumerar todas las posib i l i dades;
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2) determ inar las consecuencias de cada una de e llas, y 3 ) comparar esas consecuenc ias. Dado que ese proceso será imposible en muchos casos por falta de tiempo o de recursos (pensemos, por ej emplo, en una gran empresa), necesitamos métodos para tomar dec is iones con informac ión parcial y riesgo reducido. Y eso es prec isamente lo que hacen los aj edrec i stas, que tienen automatizado el proceso. De ahí que S imon escribiera (j unto a N ewe l l y Shaw) un programa de aj edrez, l lamado N S S , en 1 9 5 8 . Se basaba en módulos que suge rían j ugadas que obedecían a obj etivos estratégicos o tácticos concre tos (por ej emp l o : atacar el enroque o coronar un peón o encerrar una pieza) pero que sólo se activaban cuando eran necesarios (el módulo para controlar e l centro tiene sentido al principio de la partida o en el medio j uego, pero no cuando quedan muy pocas piezas en el tablero). Esa manera de trabaj ar daba mucha eficiencia al programa, que calcu laba de forma m uy selectiva, y no basándose en la fuerza bruta. La mayoría de los programas han uti l izado después esa m i sma idea, y el enfoque de S i mon ha infl uido mucho en el desarro llo de aj edreci stas de s i l i cio y de la inte l i gencia artificial en general . Aunque debe subrayarse que su opti m i sm o resultó muy exagera do : en 1 95 7 , cuando A lex Bernstein escribió un programa de aj edrez para una computadora I B M 704, que podía dar 42 . 000 in strucciones por segundo y tardaba ocho m i n utos en calcular con cuatro j ugadas de antelación, S i mon pronosticó que en diez años el campeón del mundo sería un j ugador digital ; en 1 960, su programa fue batido por un niño de diez años. Es un e rror que podemos perdonarle, sobre todo si tene mos en cuenta el gran éxito obtenido al año siguiente : por primera vez, una computadora ganó a un ser humano, una secretari a que había aprendido a mover las pi ezas una hora antes de la partida; es dec ir, el ordenador ( I B M 704) demostró que su nivel de conoc i m i ento era ma yor de lo que un humano podía aprender en una hora. Chess 4. 0
Fue el pri mer programa -creado por David S l ate y Larry Atkin en 1 9 73 en la Uni versidad Northwestern, de C h icago ( E E . U U . )- que destacó más por su fuerza bruta que por su capacidad de podar ramas del árbol de anál i s i s, pero también fueron val iosas sus aportac iones
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para que la máquina di stinga en qué posic iones debe calcular con ma yor o menor profundidad; fue la gran referencia de otros muchos du rante largo tiempo . En sus últimas versiones, a finales de los setenta, alcanzó una puntuación Elo de 2 . 000, correspondi ente a un humano experto (otras referencias aprox imadas : 2 . 200 maestro; 2400 maestro internacional ; 2 . 5 5 0 gran maestro ; 2 . 700 él ite mundial ; 2 . 8 5 0 n.º l del mundo). También fue el primer programa en lograr un éxito de pequeña importancia contra humanos: la versión 4. 7 ganó el grupo B del torneo Northern California en 1 976, y el abierto de Minnesota de 1 97 7 . Ese mi smo año ganó el 1 1 M undial de Computa doras, destronando al soviético Kaissa. =
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Be lle Primera computadora y programa unidos y creados exclusivamente para j ugar al aj edrez, por Ken Thompson y el di señador Joe Condon en los Laboratorios Bel l , de N ueva J ersey ( E E . U U . ) desde 1 973 . La versión de 1 97 7 tenía 25 procesadores, pero Thompson vivía obsesio nado con l a idea de que si lograba aumentar esa potencia su máquina sería sin duda la mej or. Tenía razón : e l modelo que exhibió en 1 97 8 ya contaba con 325 chips y calculaba 5 .000 posiciones por segundo. Pero no era suficiente para é l ; poco después produj o otra versión, con 1 . 700 pro cesadores y 1 20 . 000 posici ones por segundo . En 1 980, Bel/e ganó el Mundial de Computadoras, y se reafi rmó como sucesor de Chess como rey de los inhumanos. Y su arquitectura inspiró cinco años más tarde para construir Chip Test, el abuelo de Deep Blue. Cuando terminó su reinado, en 1 98 3 , ya ganaba habitual mente a humanos (no profesiona les) y ten ía un nivel de maestro ( 2 . 3 63 puntos E l o ). Thompson fue también el pi onero de las tablas de finales : bases de datos que hoy perm iten a los programas j ugar perfectamente las posiciones con muy pocas piezas en el tablero. Y aumentó muchísimo la capac idad de al macenaj e de aperturas (primeros movimientos de una partida, que tanto humanos como máquinas real izan de memoria) hasta albergar y clasi ficar 500. 000 posiciones. Thompson no podía i maginar lo que le pasó en 1 9 82, cuando la policía de Aduanas del aeropuerto Kennedy l e confiscó su máquina, que debía partici par pocos días después en un torneo soviéti co. Se le
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acusó de querer enviar i legalmente tecnología avanzada a un país ex tranj ero . Un mes y 600 dólares de multa después, recuperó a su hijo in te 1 ectual . David Levy (Lond res, 1 945) Maestro internac ional de origen escocés, presi dente de la Asociación Internac ional de J uegos de Computadoras ( I CGA) y autor de más de cuarenta l i bros, Levy es una referencia ineludible; sobre todo, por una apuesta que ya ha pasado a la h i stori a. En 1 96 8 , Levy apostó un total de 1 . 2 5 0 l ibras esterl i nas con cuatro eminenc ias de la informática a que n ingún programa de aj edrez podría ganarl e un duelo ( serie de partidas) en los diez años siguientes. En 1 9 73 escribió: « Debo ganar c l aramente la apuesta en 1 97 8 , y también ganaría si se renovase por otros diez años. Incitado por la falta de pro greso sustancial en los últimos dos decenios, me atrevo a especular con que n i nguna computadora logrará el títu lo de maestro internac io nal antes del cambio de siglo. Es más, creo que la idea de un campeón del mundo electrón ico nunca saldrá de los l i bros de ciencia ficción». Levy sólo acertó con l a primera frase, y por poco. Tras vencer en sendas partidas a Chess 4. 5, Kaissa y MacHack, ganó por 4 , 5 - 1 , 5 un duelo a seis partidas contra Chess 4. 7 en 1 97 8 . Pero su opinión ya no era la mi sma: «Aunque he demostrado que mi predicción era correcta, mi rival es mucho más fuerte de lo que creía posible cuando lancé la apuesta. Ahora ya nada me sorprenderá mucho». Para estimular a los programadores, Levy ofrec ió 1 . 000 dólares, que l a rev i sta Omni elevó a 5 . 000, a los autores de un programa que lograra derrotarle en duelo a cuatro o seis partidas . En 1 9 84, Levy destrozó por 4-0 al campeón del mundo vigente, Cray Blitz, uti l izando la estrategia de provocar posi c iones bl oqueadas, donde la máquina no sabía permanecer sin hacer nada sustanc ial, y estropeaba su posición. Pero Deep Thought, antece sor inmediato de Deep Blue que glosaremos más adelante, derrotó al escocés en 1 98 9 . Tres años después, el M undial de Computadoras se j ugó en Ma drid ( l o ganó el programa holandés Chess Machine, de Ed Schroder, pero no j ugó Deep Thought, campeón de la edición anterior) . Lo que Levy escribió entonces en El País reflej a la evolución de sus pronósti-
De la risa al miedo
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cos : « La siguiente tarea de los programadores es proveer a su produc to de la hab i l i dad para anal izar; es decir, para ver con varias j ugadas de adelanto y decidir en consecuencia cuál es la mej or j ugada en el supuesto de que ambos bandos no cometan errores. Los seres huma nos piensan más o menos así : "Si j uego e 5 , é l l levará su caballo a d5 y cuando yo avance mi peón a c4 é l retirará e l caballo a b6. Pero en lu gar de mover e l peón yo puedo l levar e l alfil a c4; entonces, si él insis te en retirarse a b6, capturaré en f7 " . Este tipo de anál isis se efectúa antes de cada movim iento ; el j ugador considera entre 50 y 1 00 posi ciones cada vez, de acuerdo con el método denomi nado "el árbol del anál isis". N o se debe pasar a la siguiente rama hasta agotar la anterior. Una computadora uti l iza un si stema de análisis s i m i l ar, pero con dos diferencias esenciales. El hombre entiende mej or la posición porque está dotado de la intuición y del sentimi ento artístico, pero la máquina trabaj a mucho más rápido y l lega a examinar varios mi les o m i l lones de ramas . La fuerza de j uego de los programas es proporcional a la velocidad de la computadora; por eso los investigadores ansían di spo ner del hardware más potente para su trabaj o . C reen que ganar a Gari Kaspárov es sólo cuestión de potencia, pero yo tengo serias dudas al respecto» . Mij aíl Botvínik ( 1 9 1 1 - 1 995) S i el criterio para ser incluido en este capítulo fuera exc lusivamente el de la contribución al progreso de las computadoras de aj edrez, Botví nik no debería estar, porque su programa nunca l legó a existir realmen te en sentido estri cto. Pero tamb ién es cierto que él no puede faltar en estas páginas : gran patriarca del aj edrez soviético, pentacampeón del mundo, mentor de Kaspárov, ingeniero e lectrotécnico, experto en in formática, dedicó los últimos diez años de su vida a trabaj ar con fer vor (financ iándolo con su propio dinero) en un programa de aj edrez con el obj etivo de uti l izarlo después para la gestión de la economía soviética. El princ ipal sel l o di stintivo de su programa, Pi oneer, era la gran i mportancia que daba al número de cas i l las que cada pi eza con tro l aba en cada momento; ése era uno de los criterios principales -aparte de los obvios, como la ventaj a de material- para evaluar cada posición.
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N unca sabremos hasta dónde hubiera l l egado Botvínik con Pio neer. Lo que él pretendía di señar en los años ochenta (mucho antes de Deep B lue y sus impresionantes congéneres) no era un programa que calculase cientos de mi les de j ugadas por segundo, sino un aj edreci sta inhumano que j ugase con la lógica de un gran maestro, con el fin últi mo de tras ladar después lo consegu ido a campos más importantes que el aj edrez. Se sintió muy frustrado porque no le proporc ionaron los medios necesarios para esa investigac ión. Jamás olvidaré esta frase, durante la larga conversac ión que mantuv imos en el C l ub Central de Moscú, en enero de 1 9 8 8 : «Cualquier estudiante en la Universidad de Pekín di spone de una computadora mucho más potente que la mía». Eran tiempos de la perestroika (renovación) de M ij aí l Gorbachov, con cuya ideología de ruptura con el comunismo él no comulgaba, algo que probab lemente influyó en su desamparo como científico.
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¿Por qué fue tan difícil?
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n 1 9 8 5 , Kaspárov ganó l as 3 2 partidas simultáneas q u e di sputó en H amburgo contra 32 programas de aj edrez. Los principales fabri cantes de computadoras especializadas enviaron sus mej ores mode los. El esfuerzo del flamante campeón del mundo, de 22 años enton ces, fue tremendo : más de cinco horas consecutivas j ugando rápido y preciso contra ri vales que nunca se cansaban . A pesar de todo eso, su victoria fue hum i l l ante, al menos desde el punto de v i sta de los aficio nados al aj edrez, que respiraron tranquilos: e l momento en que el me jor j ugador del mundo sería una máquina estaba aún muy lej o s . Sin embargo, los grandes expertos en informática apl icada al aj e drez eran mucho más optimi stas . Además, necesitaban serlo, como muy bien indican Anthony M arsland y J onathan Schaeffer en su l ibro Computers, Chess and Cognition ( 1 990): « U no podría preguntarse si tanto esfuerzo merecía la pena para resolver ese problema concreto [ganar al campeón del mundo de aj edrez] . Pero cuando se consideran todos los usos crec ientes de las computadoras en importantes proce sos de toma de dec isiones, la respuesta debe ser positiva. Si los orde nadores no pueden siquiera resolver un problema de toma de deci sio nes en un área de información perfecta (como el aj edrez), ¿cómo vamos entonces a estar seguros de que las computadoras pueden to mar mej ores dec isiones que las personas en otros dom inios comple jos, y espec ialmente en aquel los que no tienen reglas c laras o que muestran altos niveles de incertidumbre?». Ambos autores recuerdan
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que en un congreso de expertos de 1 9 84 en San Franci sco, el optimis mo era la nota dom inante : el tiempo que estimaban necesario para lo grar que el mejor aj edreci sta no fuera humano iba de cinco años como mínimo a «no lo sé, pero seguro que ocurri rá», entre los más cautos. ¿Qué les faltaba a los j ugadores inhumanos para subir desde el ni vel de un maestro internacional al de un campeón del mundo? S i lo miramos desde el punto de vi sta del aj edrez, y no desde la informática, había tres ámbitos principales en los que incl uso los mej ores progra mas provocaban todavía risa o lástima a los aficionados: Efecto horizonte Empecemos con una comparac ión burda: una persona sentada en la ventana del piso 35 de un rascacielos, con los pies colgando hacia fue ra, comprende al instante que si salta morirá. Que lo entienda un orde nador en la m i sma situación es mucho más relativo : pri mero calculará la velocidad de caída del piso 3 5 al 34, y l uego al 3 3 ; si el cálculo ter mina ahí, su conc lusión será que saltar desde el 3 5 no es un pel igro mortal ; sólo si conti núa el proceso durante unos pi sos más tendrá cla ro que la muerte está garantizada. Ahora vayamos al aj edrez, con un ej emplo igual de tosco: si la máquina detiene e l cálculo de variantes cuando las blancas capturan la dama negra, su evaluación será + 1 O, absurda si tenemos en cuenta que las negras recuperan la dama en el movimiento siguiente, lo q ue el j u gador humano comprende en décimas de segundo. Una muestra un poco más sofisticada: el cálculo termina cuando las blancas capturan una torre, con +5 ; pero la siguiente j ugada de las negras es coronar un peón en dama, lo que en realidad dej a la situac ión en -5 ; cualquier humano, inc luso un principiante, ve eso con fac i l idad, pero la máqui na no. Es el efecto horizonte . Corregir esos casos extremos es relativamente senc i l l o : hay que introduc ir en el programa una función que distinga entre posiciones «peligrosas» y «estab les», según el número de capturas, coronaciones o jaques; de modo que el cálculo será más profundo cuanto más peli grosa sea una posición. Pero, en realidad, el efecto horizonte nunca se el imina del todo, espec ialmente si nos referimos a los «peones pasa dos», aqué l los cuyo camino a la octava fi l a (donde se transforman en
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dama) no está obstruido por ningún peón adversario . El j ugador hu mano comprende de un simple vi stazo que un peón pasado puede ser muy peligroso aunque todavía esté en la segunda fi l a (en su cas i l la de origen) porque su rápido avance obligará a las piezas rivales a estar pendientes de é l , descuidando así otras tareas en el flanco opuesto. Pero programar una máquina para que entienda eso resulta sumamen te difíci l , y ahora volvemos al burdo ej emplo del rascacielos: si el pro grama calcula con seis j ugadas de profundidad (tres propias y tres del rival ), ese peón no habrá l legado en ningún caso más allá de la sexta fi la, y para la máquina seguirá siendo un peón, aunque para el humano sea un pel igro mortal , porque está muy cerca de convertirse en dama. Si seguimos aumentando el nivel de complej idad (por ej emplo, ese peón no está pasado aún , pero las blancas pueden capturar dentro de cinco movimientos un peón negro que lo frena, en cuyo caso el peón de marras sí estará pasado y será sumamente pel igroso), comprende remos por qué incluso hoy el efecto horizonte es uno de los prob lemas que impiden un j uego perfecto de las computadoras de aj edrez. Valor relativo de las piezas Es muy fáci l programar en el ordenador el valor convencional de las piezas (dama = 9 puntos; torre = 5 ; alfil = 3 , 5 ; cabal l o = 3 ,25 ; peón = 1 ). Pero las reglas estratégicas y tácticas del aj edrez tienen muchas ex cepc iones, y ah í está otro quebradero de cabeza para los programado res. I maginemos una posición donde la dama negra está en un rincón, encerrada por sus propias piezas, mientras hay un caballo blanco inex pugnable en una casi l l a centra l . Un niño de ocho años con un cierto nivel técnico entenderá en medio minuto que, por ahora, el cabal lo blanco vale más que la dama negra, porque ésta es inúti l , sobre todo si las blancas l anzan un ataque en el flanco opuesto, ya que la dama ne gra no podrá colaborar en la defensa. El valor convencional de las piezas sólo quedará restab lecido si las negras logran l iberar su dama antes de que el encierro tenga consecuencias graves. Expl icarle eso a una máquina que sólo entiende e l lenguaj e binario ( unos y ceros) es una pesad i l la. I n c l uso hoy, 66 años después de que A l an Turing empe zase a escribir su programa de aj edrez, los mej ores j ugadores de s i l i cio tienen serios problemas para comprender posic iones donde el va-
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lor convenc ional de las pi ezas ha sido sustancial mente modificado por las circunstancias de la posición. Un ej emplo muy sofisticado : las blancas sacrifican un caballo y un alfil a cambio de un ataque contra el rey a largo plazo, cuya ej ecución requiere al menos diez movimientos por bando. Un aj edreci sta humano de alto nivel entiende en pocos se gundos, por pura intuición (sin cálculos muy prec isos), que la debi l i dad d e l rey enemigo compensa c o n creces l a s d o s piezas entregadas porque el ataque terminará en j aque mate o en tremendas pérdidas de material para las negras . En cambio, una máquina sólo entiende eso si le dej amos calcular el tiempo necesario para que l legue a una profun di dad de 20 mov imientos (diez por cada lado). Posiciones bloqueadas Aquí se mezc lan los dos conceptos anteriores. En una posición con las cadenas de peones entrelazadas y bloqueadas, sin col umnas ni diago nales abiertas para torres y alfi les, el razonamiento humano es, en principio, muy superior al de una máquina porque el j ugador de carne y hueso puede hacer planes a muy largo plazo sin necesidad de calcu lar casi nada, y el de s i l icio no. Por ej emplo, el humano puede trazar el siguiente plan : « Dado que terminaré rompiendo en el flanco derecho, y tengo a mi rey ah í en este momento, primero voy a invertir seis movi mientos en trasladarlo al otro flanco, para que esté bien protegido cuan do la posición se abra; l uego dedicaré otras ocho o diez j ugadas a mej o rar la situación de mis piezas, de modo que estén en las mej ores casi l l as posibles cuando l legue el momento clave; y por último sacrificaré un cabal lo por dos peones, lo que me dej ará con dos peones pasados y buenas perspectivas de ataque». Es sumamente difíc i l programar una máquina para que sepa gestio nar bien ese tipo de posición. Pero debe reconocerse que las actuales lo hacen mucho mej or que las antiguas : como estaban programadas para j ugar siempre a ganar, tendían a las locuras suic idas cuando la posición estaba bloqueada. A pesar de ese progreso, intentar conduc ir la partida a posiciones bloqueadas sigue siendo uno de los mej ores recursos hoy para que un humano sobreviva frente a una computadora.
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l vuelco en las apuestas empezó a ocurrir cuando, a mediados de los ochenta, Feng- H siung H su, Thomas Anantharaman y M u rray Campbel l crearon el mencionado ChipTest en la Universidad Came gie-M e l lon de Pittsburgh ( E E . U U . ) . Era un hardware espec ífico para j ugar al aj edrez cuya potencia superaba con creces a todo lo conoc ido : medio m i l lón de j ugadas por segundo cuando la máquina estaba toda vía sin aj ustar. ChipTest fue el padre informático del glorioso Deep Thought, progen itor a su vez del hi stórico Deep Bfue. Pero vayamos por partes . Para entonces, l o s aj edreci stas inhumanos y a eran m u y fuertes en la modalidad de aj edrez rápido (c inco minutos por bando) porque a esa velocidad es inev itab le que incl uso los grandes maestros cometan errores importantes: uno de el los, el britán ico M ichael Stean, perdió una partida así en 1 97 7 ante Chess 4. 6. Era necesario que alguna estre lla de la computac ión tomara el testigo para segu ir progresando. Como Feng- H s i ung H su, doctorado por la U niversidad de Taiwán, emigrado a E E . U U . y cautivado por el reto de tumbar a Kaspárov desde que as istió a una conferencia de H ans Berl iner, eminente profesor de Car negie- M e l lon y otro de los grandes gurús de la informática apl icada al aj edrez. Tras comparar los dos mej ores aj edreci stas inhumanos del momento, Belfe y Hitech, H su concl uyó que el primero era mej or, tra baj ó sobre esa base para construir el suyo con mucha más potencia, lo unió a un programa escrito por Anantharaman y rec lutó después a
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Campbel l (aj edrec i sta de alto nivel, además de informático) para que se encargase de la evaluación de posiciones, escribiese el l ibro de aperturas y probase la máquina. El progreso de los tres en equipo produj o el impresionante Deep Thought («pensamiento profundo»), bautizado así por la computadora ficticia del m i smo nombre que inventó Douglas Adams para su novela La guía del autoestopista galáctico . E l equipo se fortaleció con el alemán Andreas N owatzyk, quien refinó la función evaluadora de la máquina, cuya l i sta de v íctimas humanas de renombre se convirtió pronto en una carn icería. U n año antes de la mencionada vi ctoria so bre Levy, por 4-0 en diciembre de 1 989, cuando la primera versión de Deep Thought tenía cuatro procesadores en paralelo que calculaban 700 . 000 posiciones por segundo, hubo otro tri unfo hi stórico, sobre el danés Bent Larsen, m iembro de la superél ite mundial en los años se senta; ciertamente, Larsen ya estaba en c laro dec live cuando cayó ante Deep Thought, pero la noticia tuvo mucha repercusión porque era la primera vez que una máquina derrotaba a un gran maestro en una par tida de torneo ( Long Beach, California). Sin embargo, j usto dos meses antes de la victoria ante Levy, ocu rrió algo que tranqui l izó mucho a los aficionados al aj edrez aunque, por contradictorio que pueda parecer, también alegró sobremanera a los grandes informáticos: la victori a de Kaspárov sobre Deep Thought por 2-0 (Nueva York, octubre de 1 989). Antes de dar detalles sobre ese miniduelo es de j usticia alabar la actitud val iente de Kaspárov, quien aceptó e l reto sin dudarlo y contribuyó así a que el progreso de H su y su equipo fuera más rápido. Otros grandes maestros habían rechazado invitaciones similares por «motivos éticos» o porque la oferta econó mica no les parecía suficiente ( Kaspárov cobró 1 0 . 000 dólares) o, simplemente, por e l m iedo al ridículo h istórico si perdían . M á s d e 400 aficionados y un centenar d e periodi stas l lenaron el 22 de octubre una sala de la Academia de A rte de N ueva York baj o la atenta m i rada de los encargados de las relaciones púb l icas de I B M , que poco antes había fichado a H s u y Campbel l e n una dec isión muy lógica, ya que la multinac ional l levaba décadas mirando de reoj o al aj edrez como campo de experimentac ión . Convi ene resaltar que el rit mo de j uego fue bastante más rápido de lo normal en torneos de él ite
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(90 minutos por bando para toda la partida), lo que en principio favo recía a la máquina. Pero Kaspárov estaba convencido de su victoria, y a H su y Campbel l no les importaba mucho perder, porque su obj etivo era tener informac ión de la mejor cal idad posible sobre si su trabaj o i b a o no en la dirección correcta. Ambos encaj aron c o n naturalidad que en la rueda de prensa previa a las partidas no les hicieran una sola pregunta, a pesar de que estaban sentados j unto a Kaspárov. El campeón del mundo se mostró pletórico, fiel a su costumbre : « H e estudiado profundamente unas 5 0 partidas de Deep Thought, y tengo una idea bastante precisa sobre su fuerza y esti lo, que es bastan te agresivo, como el mío. Le calculo una fuerza de 2 .480-2 . 5 00 puntos Elo [ Kaspárov rondaba entonces los 2 . 800] , y creo que en un duelo a diez partidas yo debería ganar ocho o nueve» . Preguntado por el futu ro de la l ucha personas-máquinas, el soviético se mostró también opti mi sta: «No niego que algún día una computadora me gane, pero no veo ese día en el horizonte ahora mismo. La verdad es que me cuesta trabaj o imaginar que algún día podamos vivir sabiendo que hay algo mentalmente superior a nosotros. Confío en que cuando las máquinas de aj edrez mej oren, los j ugadores humanos sean también capaces de progresar para evitar su derrota». El mundo del aj edrez -así como los curiosos no aficionados pero sí preocupados ante la perspectiva de una derrota de las neuronas ante los chips- respiró tranquilo al ver la v ictoria de Kaspárov por 2-0. Sin embargo, H su, Campbel l y los grandes gurús del aj edrez de computa doras también se sintieron sati sfechos esa noche porque el comporta miento de su monstruito, que ya calculaba 2, 1 mil lones de j ugadas por segundo con sus seis procesadores, fue muy placentero, excepto en un factor esencial : la seguridad del propio rey, debido a un fallo de progra mación, que se traduj o en la renunc ia al enroque en la primera partida, con la consecuente masacre. Un fallo grave, sin duda, pero relativa mente fáci l de corregir si se contaba con suficiente tiempo. Ese último detalle explica por qué cuatro meses más tarde, cuando Deep Thought j ugó una partida frente al ex campeón del mundo Ana tol i Kárpov, se volvió a la versión con sólo dos procesadores, la única que garantizaba al 1 00 % un funcionam iento sólido. Curioso : la má quina j ugó muy bien hasta el movim iento 47, pero luego se equivocó
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y perdió una clara posición de tablas preci samente porque no tenía la capac idad de cálculo que otorgaban los seis procesadores trabaj ando en paral elo. Tras ese revés ante Kárpov, el balance de Deep Thought contra ri vales fuertes en partidas lentas era marav i l loso si lo miramos con los oj os de vei nte años antes. Frente a maestros internacionales, once vic torias, dos empates y una derrota; contra grandes maestros, cuatro triun fos, dos tab las y cuatro derrotas. Sin olvidar que compartió el pri mer puesto (con Tony M i les) del abierto de California de 1 9 8 8 , por delante de muchos grandes maestros; uno de sus ri vales, Alex F i shbein, se quedó atónito cuando la máquina le anunció mate en 1 9 movimientos. Por muy opti m i sta que fuera Kaspárov, había motivos para cam biar la risa por el miedo . De hecho, el equipo de Deep Thought l legó a dec ir que el gran triunfo estaba a tres años vi sta. Se equivocaron, pero no por mucho.
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or un lado, sigue la polémica maratoniana y se cruzan apuestas sobre si el mej or aj edrec ista del mundo en el año 2000 será perso na o máquina. H su lo tiene muy c l aro : « E s un proceso imparable. Es toy seguro de e l l o . En el año 2000 mi máquina batirá si stemáticamen te a Kaspárov» . Y para lograrlo I B M está invirtiendo cuatro m i l lones de dólares en convertir a Deep Thought en Deep Blue, trabaj ando en dos direcciones a la vez : a ) aumentar todavía más la aterradora fuerza bruta de cálculo del monstruo, para que l legue a los 1 . 000 m i l lones de j ugadas por segundo, y b) intentar en señarle a que piense de una for ma parecida a los grandes maestros, que descartan en muy pocos se gundos por pura intuición más del 90 % de las j ugadas posibles para centrarse en las que tienen mej or aspecto. Con ese fin, I B M ha contra tado al gran maestro estadoun idense M axim Dlugy. Pero el debate es ahora mucho más intenso porque, por otro lado, el progreso de las computadoras está cambiando factores muy impor tantes del aj edrez humano y, además, puede asegurarse que el proceso se acelerará en los próximos años. U n buen botón de muestra se ve en el Campeonato del M undo de 1 990 entre Kaspárov y Kárpov, celebra do a medias entre N ueva York y Lyon ( Francia). Las sospechas de que ambos uti l izan ordenadores para anal izar las partidas apl azadas tras cinco horas de j uego crecen durante la 1 6 .ª, que dura más de 1 2 horas . Los dos soviéticos aseguran que la informática sólo puede ayudarles ahora como banco de datos para archivar m i l lones de partidas . Pero la
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Asociación de Grandes M aestros (GMA) adm ite que tenemos un pro blema y decide «hacer todo lo posible para que las partidas se j ueguen en una sola sesión». La desaparición de las partidas aplazadas, tan tradicionales en aj edrez como el apretón de manos al inicio del j uego, es ya inevitab l e . Y la enorme influencia de las computadoras en el entrenamiento y progreso de los j ugadores -de lo que hablaremos con deta l l e en otro capítu l o- es también una revolución tota l . En ese mismo duelo de N ueva York- Lyon, Deep Thought, in stalado en un ordenador de gran potencia, vio que Kárpov había desaprovechado una pos ición ganadora en la primera partida. Vei nte años después eso será completamente normal y cotidiano, pero en 1 990 es una noticia de impacto . Cuando se anuncia que l a Universidad Pol itécnica de M adrid será la sede del M undial de Computadoras en noviembre de 1 992, las em presas españolas que venden microordenares de aj edrez (de uso do méstico) han aumentado sus ventas un 2 . 500 % en el ú ltimo año . «Yo no he ido nunca a un c l ub de aj edrez, pero tengo una maquinita en casa y j uego con el la», es una frase que se oye cada vez más; la máqui na no fuma, nunca se cansa y está di sponible 24 horas al día. Uno de esos microordenadores, Mephisto, ha vencido a Kárpov en 1 990 du rante una exhibición de partidas simultáneas en Múnich, además de ganar el Campeonato de Aleman ia de parti das de cinco minutos, que ha j ugado fuera de concurso . Pero este m i smo año ( 1 992), Kaspárov ha mantenido alto el estandarte humano en Colonia (Alemania) al ga nar a Fritz un duelo de partidas de cinco mi nutos (modal idad donde las máquinas son aún más fuertes) tras seis victorias, un empate y cua tro derrotas; es la primera vez que una máquina gana una partida a un campeón del mundo a esa velocidad. El día de la c l ausura de ese M undial de M adrid tengo la oportuni dad de hablar con programadores de ocho países. La idea más común puede resumirse así : « S i una máquina puede vencer al campeón del mundo, también podrá di señar un plan para resolver los problemas ecológicos de la Tierra u otros problemas de suma importancia». Esa confianza en que el aj edrez sea una prueba de fuego en el desarrollo de la inte l igencia artificial tiene un razonam iento lógico que el ya cita do David Levy, presidente de la Asociación I nternacional de Compu-
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tadoras de Aj edrez ( I CCA), resume así : « E l aj edrez exige pensar a largo plazo, como los grandes problemas de la human i dad; sabes lo que puedes hacer y los medios que tienes para el lo, pero desconoces cómo hacerlo». U n año más tarde, en 1 99 3 , e l prototipo de Deep Blue da su primer aviso y vence por 1 , 5-0,5 en N ueva York a la húngara J udit Polgar, única muj er de la hi storia que ha logrado estar entre los diez mej ores del mundo; las partidas son de media hora para cada j ugador. En 1 994, ocurre algo importante en un torneo de partidas de c i nco mi nutos en M únich que ali menta aún más el debate : Fritz gana una a Kaspárov, y también a otros cuatro astros: Anand, Short, Guélfand y Krámnik. Pero l uego pierde ante Kaspárov e l duelo de desempate por el primer puesto a seis partidas (el ruso gana cuatro, y dos tablas). El balance general es muy positivo para la máquina, pero quienes han apostado a que e l mejor aj edrec ista del año 2000 seguirá siendo un ser humano tienen aún argumentos tranquilizadores: esa modalidad potencia al máximo la capac idad de cálculo en detri mento de la creatividad; aun que éste es el mej or resultado de una máquina hasta ahora, la auténtica batal la se di sputa en el aj edrez tradicional, con dos horas para 40 mo vimientos de cada j ugador. Pero los apostadores del otro bando se muestran eufóricos. No sólo están convencidos de que las computado ras tri unfarán en breve, sino que van más lej o s : con la enorme poten cia de los procesadores Pentium y la que tengan sus sucesores, pronto se sabrá si la ventaj a inicial de las piezas blancas es suficiente para ganar si ambos bandos j uegan perfectamente . El más clarividente de los grandes maestros es Kárpov, cuyas pa labras serán una referencia muy importante en los próximos decenios: «En primer lugar, las computadoras son muy úti les en el entrenam ien to de los aj edrec istas . Antes podíamos invertir meses en recopi lar in formac ión técnica sobre nuestros próximos rivales en un torneo . Aho ra ese trabaj o se hace pul sando un botón. Por otro l ado, aunque el mej or j ugador sea una máqui na, eso no pondrá en pel i gro el aj edrez de competición entre humanos. La invención de la bicicleta no terminó con el atletismo, ni la del coche con el c i c l i smo. N i ngún ser humano podrá memorizar un número casi infinito de vari antes, ni mucho me nos». M i entras tanto, su encarnizado rival Kaspárov sigue poniéndose
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solemne: « S iento la responsab i l idad de defender a la raza humana. Y creo que tendré éxito, salvo que alguien logre programar algo pareci do a la intuición en una máquina. De lo contrario, la creatividad del hombre debe imponerse» . S i n embargo, l a é l ite del aj edrez está c l aramente asustada sólo tres meses despué s . Lo compruebo person al mente en Londres, don de el programa Genius2, conectado a un procesador Pentium, que le perm ite calcular 1 00 . 000 posiciones por segundo, vence a Kas párov. I n c l uso el programador de Genius2, el bri tán ico R i chard Lang, está sorprendido : «Antes de este torneo pensaba que tendrían que pasar a l menos diez años para que las computadoras pudieran competi r al m i smo n i v e l que los mej ores aj edreci stas del mundo. Pero ahora, después de la vi ctoria sobre Kaspárov, creo que ese pla zo se va a acortar drásticamente . M uy pronto , una máquina será in venc i b l e . N ad i e podrá evitarl o » . E l al emán Ossie Weiner, operador de Genius2 durante las parti das, agrega: « S oñé durante años con la pos i b i l i dad de sentarme frente a Kaspárov y de batirle con nuestra máquina. Pero ahora que ha ocurrido, si ento l ástima por Kaspárov, dado el tremendo golpe que ha sufrido. Casi me arrepiento de ha berle ganado» . E l campeón d e l mundo, que sigue defendiendo con fervor bélico la creati v i dad humana contra l a fuerza bruta de las máquinas, está muy deprimido: «No hay excusa, j ugué muy mal . Sé que esta noticia es muy buena para e l patroc inador [ I ntel es el l íder mundial en la producción de c hi ps] y para las multinac ionales de informática. Pero yo no he nac ido para promover comercialmente m i s derrotas» . A pesar de su tristeza, Kaspárov intenta ser obj etivo : « E l j uego de las máquinas es muy feo ; pero s i cometes un error o sufres apuros de tiempo, te machacan de forma implacable , como un marti l l o auto mática>> . E l bosnio Predrag N íkol i c , que también h a caído ante Genius2, se muestra convencido de que «muy pronto los j ugadores humanos serán deportivamente aplastados». Pero m itiga su pronóstico con una dosis de romanticismo: « Las computadoras que componen música nunca serán tan apreciadas como Beethoven, Bach o Yivaldi». Sin embargo, el bosnio se siente herido en su intelecto : «Nosotros
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ahora buscamos la verdad en el aj edrez, que en real idad no exi ste, por que nadie ha logrado la perfección . Dentro de unos años, cualquier espectador con un ordenador portátil podrá reírse de nuestras j ugadas porque su maquin ita le dirá cuáles son las correctas». La causa de la derrota de Kaspárov es que ha intentado machacar a su ri val, de acuerdo con sus manifestac iones de la v íspera: « Las com putadoras son bobas; en su interior sólo hay s i l icio». En sus dos parti das contra Genius2, al igual que en las de N íkol i c , la creatividad, la lógica y la bel l eza sólo se han vi sto en el bando humano. Pero ambos cometen errores, aprovechados con desesperante prec i s ión por la má quina, favorecida por el ritmo acelerado de este torneo : 25 mi nutos para cada j ugador por partida. Anand, que derrota después al monstruo de s i l i c i o en unas semifi nales electrizantes, si ntetiza la opinión general : «Mis instintos más baj os me incitan a destrozar con un hacha a esa besti a» . Y si la él ite está asustada, los ci udadanos de a pie aún más . Cuando Anand, que ha jugado con la prec isión de una computadora, vence a «esa bestia», el público reacc iona como si la conti nuidad del género humano estuvie ra en j uego y aplaude, puesto en pie, durante un par de m inutos. El ár bitro, Stewart Reuben, se hace eco de e l l o con solemnidad, al certifi car el resultado a través del micrófono : «Anand, representante de la India, de la Commonwealth britán ica y de la humanidad, ha eliminado a Genius2». Las espadas siguen en alto, y sobre todas la de Kaspárov, que consigue dos revanchas en 1 99 5 , un año en el que los j ugadores de carne y hueso ven renac idas sus esperanzas . En mayo, el ruso gana por 1 , 5 - 0 , 5 a Genius2 en Colonia. En j u l io, el español M iguel I l les cas barre en Barce lona al prototipo de Deep Blue en una sola partida. Y en dici embre, Kaspárov doblega por e l mi smo resultado a Fritz en Londres, y además a ritmo sem i rrápido (25 m i nutos por j ugador para toda la partida) . « H e sentido una enorme presión psicológica duran te las dos partidas porque tengo una responsab i l idad especial cuando j uego contra una máquina. Pero sigo pensando que el aj edrez es, so bre todo, un arte, y que ni nguna computadora podrá vencerme en un due lo a varias partidas de ritmo normal», man i fiesta Kaspárov con su habitual vehemencia tras su tri unfo, logrado con algunos apuros
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ante un púb l i co muy apasionado, que rompe e l tópico de l a fl ema britán ica. A l mi smo tiempo se anuncia un duelo mucho más exigente para febrero de 1 996 en Fi ladelfia: Kaspárov contra Deep Blue, el mons truo refi nado por I B M , que calcula m i l m i l lones de j ugadas por segun do. Comparadas con eso, las 1 70 . 000 de Fritz son una bagatela.
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ado el indomable carácter de Kaspárov, cabe preguntarse quién es el cerebro y quién el monstruo en el apasionante duelo de F i l a delfia, que cubriré de principio a fin como enviado especial de El País y Radio N acional de España. E l ruso j ugará seis partidas a ritmo nor mal contra Deep Blue, un programa de I B M que finalmente no calcu lará 1 . 000 m i l l ones de j ugadas por segundo, como habían previ sto sus programadores, sino sólo 1 00 m i l lones, generadas por 1 92 procesado res en paralelo. Aun así, es una fuerza bruta descomunal. Kaspárov lo sabe : «Si te apuras de tiempo, Deep Blue te machaca» .
Prolegómenos Separado de su primera esposa, Kaspárov ha l l egado con su novia, Ju lia Wolk, y se ha mostrado muy satisfecho por la suite que le han reser vado en el l uj oso hotel M arriott, con tres habitac iones unidas : una para la parej a, otra para su madre, C lara, que l legará al día siguiente, y la del medio como sala de estar y lugar de análisis y entrevistas ; al otro lado del pas i l l o está la habitación de su fiel anali sta, Yuri Doj oián. Prueba evidente de que Kaspárov se toma este duelo muy en serio son los problemas que surgen al supervi sar la sala de j uego. El cam peón del mundo está descontento con la s i l l a, el re loj y la i l uminación, demasiado fuerte para él; pero I B M la quiere así para poder fi lmar, y
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al final se l l ega a un acuerdo intermedio, siempre baj o la atenta mirada de C lara, meticulosa capitana, en alerta a todos los detal les. Final men te se arregla todo, incl uso lo de la s i l la, que no ha sido fác i l : ten ía que ser ligera pero no demasiado, con reposabrazos confortables. Kas párov pide que le l l even al laboratorio de I B M para j ugar un par de partidas rápidas con su rival , a modo de tanteo, pero los de la multina cional se ni egan en redondo, argumentando que necesitan cada minu to de los últimos días para term inar de aj ustar la máquina. La expectac ión creada en N ueva York ante el duelo es tremenda; todos los periódicos, radios, revi stas, televis iones y agencias impor tantes han asi gnado enviados espec iales. A los estadoun idenses les encanta esa idea que Kaspárov repite en cada entrevi sta (y da muchas desde que l l ega a F i ladelfia): él representa al género humano contra los monstruos de s i l icio; casi nadie matiza que las computadoras tam bién son un gran logro de los seres humanos.
Primera partida Gari Kaspárov recibe la paliza más hum i l l ante de su carrera (dej ando aparte el marcador 0-5 en contra que l l egó a tener ante Kárpov en 1 9 84), ante un rival de potencia monstruosa: valora 5 0 . 000 m i l l ones de posiciones en tres m i nutos, mucho más que toda la él ite del tab lero durante su vida entera. E l argumento evidente de quienes nos recuer dan que el programa Deep Blue es una creac ión de seres humanos es un tri ste consuelo; se supon ía que la creatividad del hombre apl icada al aj edrez siempre se impondría a la fuerza bruta. «La máquina ma chacó al hombre», sentencia el New York Times en su portada. La del Philadelphia Jnquirer se abre a seis col umnas con el título « La com putadora tri unfa en el primer asalto contra el hombre». Tras la derrota, Kaspárov rompe su compromiso de hablar con los periodi stas al tér mino de cada una de las seis parti das prev istas . M uy deprimido, estre cha la mano del operador que sirve de enlace a través del módem con el cuartel general de I B M en N ueva York, y se marcha al hote l . Ha sido u n repaso d e principio a fi n . Tras deb i l itar gravemente la estructura de peones rivales, Deep Blue explota con suma preci sión
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esas deb i l i dades. Cuando se cumple la segunda hora, Kaspárov hace todo aque l l o que suele asustar a sus rivales humanos : se quita la cha queta, c lava los codos, di spara miradas asesinas al pobre operador que no sabe dónde meterse y se lanza al ataque contra el rey ofreciendo el sacri ficio de vari os peones en el flanco de dama. Fruto del pán ico, cualquier aj edrecista hubi era rechazado esos peones para concentrar todas sus piezas en la defensa. Pero Deep Blue está inmunizado contra las bravatas. E l programa calcula con tanta frialdad como rapidez unos cuantos cientos de m i l l ones de j ugadas, no ve el j aque mate por ningún sitio y decide comerse lo peones para entrar a saco por el ala opuesta. Tras el primer asalto, los pronósticos han cambiado. Kaspárov ten drá que hi lar muy fino, deberá intentar que el j uego de largas maniobras y las posiciones cerradas prevalezcan sobre los ataques abiertos. Hay 50 mil lones de pesetas en j uego. Los datos de audiencia en I nternet son impresionantes para 1 996, cuando la red está todavía en período expan sivo: 1 .200 entradas por minuto, casi dos mil lones a lo largo del día. B l a n c a s : Deep B/ue. N egras: G. Ka spárov. Defe nsa S i c i l i a n a ( 8 2 2 ) . F i l a d e l f i a , 1 0- 2 - 1 9 9 6 . 1 e4 c 5 2 c 3 d 5 3 exd 5 Dxd 5 4 d 4 Cf6 5 Cf3 Ag4 6 A e 2 e6 7 h 3 A h 5 8 0-0 Cc6 9 Ae3 cxd 4 1 0 cxd4 Ab4 1 1 a3 A a 5 1 2 C c 3 D d 6 1 3 C b 5 De7 1 4 C e 5 A x e 2 1 5 D x e 2 0 - 0 1 6 Tac l T a c 8 1 7 Ag5 A b 6 1 8 A x f 6 gxf6 1 9 Cc4 Tfd 8 2 0 C x b 6 axb6 2 1 Tfd l f 5 2 2 D e 3 D f 6 2 3 d 5 Txd 5 2 4 Txd 5 exd 5 2 5 b3 R h 8 2 6 D x b 6 Tg8 2 7 D c 5 d 4 2 8 C d 6 f 4 2 9 C x b 7 C e 5 3 0 D d 5 f3 3 1 g 3 C d 3 3 2 Tc7 Te8 3 3 C d 6 Te l + 3 4 R h 2 Cxf2 35 Cxf 7 + R g 7 3 6 Cg5+ R h 6 37 Tx h 7 + , y K a s p á rov se r i n d i ó .
Segunda partida Gari Kaspárov nunca podrá serv i r la venganza en un plato frío; su in dómito carácter se lo impide . E l ruso l l ega al escenario como un toro a punto de embestir. Pero es capaz de j ugar con serenidad tras lograr una posición ventaj osa e incomprensible para su inhumano rival . Kas-
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párov se impone tras seis horas e iguala el marcador, 1 - 1 . Esta vez sí acude a la sala de prensa, y se sincera: «Fel icito a los investigadores de I B M por su gran trabaj o . Han convertido la cantidad en cal idad. La primera partida fue una obra maestra; tras la derrota, casi no pude dor mir. E l duelo va a ser durísimo», adm ite, después de ser aclamado por el público. «La computadora es boba; sólo hay s i l icio en su cerebro . » Kas párov ha demostrado en la segunda partida que esa frase, pronunc iada por él hace dos años, aún es parc ialmente vál ida. Los investigadores de I B M han conseguido que 1 92 procesadores -los ordenadores do mésticos sólo tienen uno- trabaj en a la vez y de forma sincron izada. Eso es lo que perm ite que Deep Bfue calcule 5 0 . 000 m i l l ones de posi ciones tras una reflexión de tres m inutos. Es decir, han logrado una fuerza bruta organ izada de forma lógica. También han i ntroducido algunos principios estratégicos en la me moria de su monstruosa criatura; por ej emplo, un peón central vale más que uno situado en un flanco. Pero ¿cómo programar las excep ciones a cada regla? Kaspárov sabía que ése es uno de los puntos débi les de Deep Blue, y tenía preparada una suti l trampa. Kaspárov sacrifi ca un peón central y amenaza a uno lateral . La máquina, con l a lección aprendida como un loro, le perm ite comérselo sin darse cuenta de que entrega al campeón el control de todas las casi l las blancas del tablero. A partir de ahí , todo es una cuestión de técnica. B l a n c a s : Kaspá rov . N egra s : Deep 8/ue. A pe rt u ra Cata l a n a ( E0 4 ) . F i l a d e l f i a , 1 1 -2- 1 996. 1 Cf3 d 5 2 d 4 e 6 3 g3 c 5 4 Ag2 C c 6 5 0-0 Cf6 6 c4 dxc4 7 C e 5 Ad 7 8 Ca3 cxd4 9 Caxc4 Ac 5 1 0 Db3 0-0 1 1 Dxb7 Cxe 5 1 2 Cxe 5 Tb8 13 Df3 A d 6 1 4 Cc6 Axc6 1 5 Dxc6 e 5 1 6 T b 1 T b 6 1 7 Da4 D b 8 1 8 Ag5 A e 7 1 9 b 4 Axb4 2 0 Axf6 gxf6 2 1 Dd 7 Dc8 2 2 Dxa 7 Tb8 2 3 Da4 Ac3 2 4 T x b 8 Dxb8 2 5 Ae4 Dc7 2 6 Da6 R g 7 27 D d 3 Tb8 2 8 Ax h 7 T b 2 2 9 Ae4 Txa 2 3 0 h 4 Dc8 3 1 Df3 Ta l 3 2 Txa l Axa l 3 3 D h 5 D h 8 3 4 Dg4+ R f 8 3 5 Dc8+ R g 7 3 6 Dg4+ R f8 3 7 Ad 5 R e 7 38 Ac6 Rf8 3 9 Ad 5 R e 7 40 Df3 Ac3 4 1 Ac4 Dc8 42 Dd 5 De6 43 D b 5 Dd 7 44 D c 5 + D d 6 4 5 D a 7 + Dd 7 4 6 D a 8 D c 7 4 7 D a 3 + D d 6 48 D a 2 f 5 4 9 Axf7 e 4 5 0 A h 5 D f 6 5 1 D a 3 + R d 7 5 2 Da 7 + R d 8 5 3 D b8+ R d 7 54 Ae8+ R e 7
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5 5 A b 5 Ad 2 5 6 Dc 7 + R f8 5 7 Ac4 Ac3 5 8 R g 2 Ae l 5 9 R f l Ac3 6 0 f4 exf3 6 1 exf3 Ad 2 62 f4 Re8 6 3 Dc8+ R e 7 64 D c 5 + R d 8 65 Ad3 Ae3 6 6 Dxf5 Dc6 67 Df8+ R c 7 68 D e 7 + Rc8 6 9 Af 5 + R b8 70 D d 8 + R b 7 7 1 D d 7 + Dxd 7 7 2 Axd 7 R c 7 7 3 A b 5 R d 6 , y Deep B/ue se r i n d i ó .
Tercera partida Gari Kaspárov le va captando el tono a Deep Blue pero todav ía se l le va algún susto. H a empatado sin sufrir mucho la tercera partida tras lograr que el j uego no saliera de posic iones muy senc i l las, donde la descomunal potencia de la máquina es menos úti l que la creatividad humana. Todo parece ir muy bien para el campeón humano. En apariencia, el ruso l l ega con ventaj a a la j ugada 20; sólo necesita un movimiento más para conseguir una posición estratégicamente ganadora. Pero Deep Blue dej a atónitos a todos los espectadores con un golpe que pocos aj edreci stas de él ite hubieran v i sto. A partir de ahí , la partida es un toma y daca de técnica depurada hasta que se firma el empate. B l a n c a s : Deep Blue. N egra s : G. Kaspá rov. Defe n sa S i c i l i a n a ( 8 2 2 ) . F i l a d e l fia, 1 3-2- 1 996. 1 e4 c 5 2 c 3 d 5 3 exd 5 Dxd 5 4 d 4 C f 6 5 Cf3 Ag4 6 A e 2 e 6 7 0-0 C c 6 8 Ae3 cxd4 9 cxd4 Ab4 1 0 a3 Aa5 1 1 Cc3 Dd6 1 2 Ce5 Axe 2 1 3 Dxe 2 Axc3 1 4 bxc3 Cxe 5 1 5 Af4 Cf3+ 1 6 Dxf3 Dd 5 1 7 D d 3 Tc8 1 8 Tfc l Dc4 1 9 Dxc4 Txc4 2 0 Tc b l b6 2 1 Ab8 Ta4 22 Tb4 Ta 5 2 3 Tc4 0-0 2 4 Ad 6 Ta8 25 Tc6 b 5 2 6 R f l Ta4 27 T b l a 6 2 8 Re2 h5 29 R d 3 Td 8 30 Ae7 Td 7 3 1 Axf6 gxf6 32 Tb3 Rg7 33 Re3 e5 3 4 g3 exd4+ 3 5 cxd4 Te 7 + 36 R f3 Td 7 37 Td3 Taxd4 3 8 Txd4 Txd4 3 9 Txa 6 . Ta b l a s .
C uarta partida El monstruo no cede. Kaspárov vuelve a sufrir mucho para firmar el segundo empate consecutivo. N ervioso tras perder l a concentrac ión
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por el ruido que origina un problema técnico de su ri val, y muy apura do de tiempo, el ruso logra mantener el marcador igualado, ahora a dos puntos. « Estoy muerto, realmente muerto . » Kaspárov reconoce así su ago tam iento físico y mental en la sala de prensa. Y, poco dado a los elo gios, piropea a su rival de s i l i c i o : «J uega al esti lo de Bobby Fischer, con la diferencia de que nunca se cansa. N i ngún ser humano, ni si qui era Anatoli Kárpov, me ha causado tanta fatiga», prec isa unos mi nutos después el extenuado campeón en un rápido diálogo conmigo mientras se dirige al hotel escoltado por su madre, cuyo permanente nerviosismo hace temer por su salud, y su novia, aturdida por el des pliegue que la prensa y la televisión de E E . U U . dedican al «duelo del hombre contra la máquina». N ingún espectador se identi fica con la bandera estadounidense colocada en el lado de la mesa donde se sien ta el operador de Deep Blue. Todos ac laman a Kaspárov tras cada par tida como si fueran rusos. «Para el próximo duelo contra Deep Blue me prepararé igual que para un Campeonato del M undo; aislado durante dos meses, con va rios anali stas y la colección completa de las partidas de torneo j ugadas por la computadora», agrega Kaspárov. Su concentrac ión de dos se manas en Podolsk, cerca de M oscú, previa al viaj e a Fi ladelfia estuvo viciada por dos factore s : la creencia de que iba a enfrentarse a una versión de Deep Blue similar a la derrotada por M iguel I l lescas en j u nio -la actual es mucho más potente- y la impl icación del aj edre cista ruso en numerosas acti vidades económ icas, pol íticas y deporti vas que se traducían en un constante repiqueteo del teléfono, según admiten vari os mi embros de su séquito. Kaspárov define así el momento clave de la 4.ª partida: «He sufri do la peor situac ión posible ante una computadora. Su j ugada 34 fue diaból ica; yo ten ía poco tiempo en una posición muy complicada y estaba nervioso y cansado. M e he escapado por un camino muy estre cho». Y concl uye : « S i mi rival fuera humano, también estaría agota do. Pero Deep Blue j ugará la qui nta tan fresco como todos los días». B l a n c a s : G. Kaspá rov. N egra s : Deep 8/ue. Defe n sa Se m i es l ava ( D4 6 ) . F i l a d e l f i a , 1 4- 2 - 1 9 9 6 .
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1 Cf3 d 5 2 d4 c6 3 c4 e6 4 C b d 2 Cf6 5 e3 C bd 7 6 A d 3 Ad 6 7 e4 d xe4 8 Cxe4 Cxe4 9 Axe4 0-0 1 0 0-0 h 6 1 1 Ac 2 e 5 1 2 Te l exd4 1 3 Dxd4 A c 5 1 4 Dc3 a 5 1 5 a 3 Cf6 1 6 Ae3 Axe3 1 7 Txe3 Ag4 1 8 C e 5 Te8 1 9 Tae l Ae6 2 0 f4 Dc8 2 1 h3 b5 22 f 5 Axc4 23 Cxc4 bxc4 24 Txe8+ Cxe8 2 5 Te4 Cf6 26 Txc4 Cd 5 27 De5 Dd 7 2 8 Tg4 f6 29 Dd4 R h 7 30 Te4 Td 8 3 1 R h l Dc7 32 Df2 Db8 3 3 Aa4 c5 3 4 Ac6 c4 35 Txc4 C b4 36 Af3 Cd3 37 D h 4 Dxb2 3 8 Dg3 Dxa3 39 Tc 7 Df8 40 Ta7 Ce5 4 1 Txa 5 Df7 42 Txe 5 fxe 5 43 Dxe 5 Te8 44 Df4 Df6 4 5 A h 5 Tf8 46 Ag6+ R h 8 4 7 Dc 7 Dd4 48 R h 2 Ta8 4 9 A h 5 Df6 50 Ag6 Tg8 . Ta b l a s .
Quinta partida Kaspárov respira tranquilo, porque ya es seguro que no perderá el duelo. Su victoria en el penúltimo asalto con las piezas negras tiene importantes matices: ha elegido una defensa inusual en él, ha ofrecido tab las a media partida, rechazadas por I B M , y ha comparecido pletóri co tras su victoria en la sala de prensa, como si fuera uno de los días más fe l ices de su vida. «Ayer tuve muchas dudas, al preparar la partida. F inal mente dec i dí que era un buen momento para sorprender a los programadores de Deep Blue, uti l i zando la Defensa Petrov, que sólo había empleado dos veces en toda mi carrera; una, contra Kárpov, para ver qué me respondía é l con blancas, dado que yo tenía problemas para obtener ventaj a cuando él la pl anteaba con negras ; y la otra contra Krámnik un día en que a m í me interesaba hacer tablas. S i n embargo, luego he aprendido que las posiciones de medio j uego que suele generar la Petrov suelen ser bastante agudas, y ese argumento fue lo que termi nó de convencerme», explicó Kaspárov sin prisa y con m uchas ganas de hab lar. Y no escatimó elogios al equipo de programadores de Deep Blue: « Estaba convencido de que les iba a sorprender con la Petrov; sobre todo porque suelo ser muy fiel a m i repertorio, y rara vez cambio de repente . Pero el sorprendido fui yo, al comprobar que la Petrov está en el l i bro de aperturas de Deep Blue, y además con un nivel de profundi dad considerable».
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El momento clave de la lucha l l ega cuando el ruso ofrece tab las tras su j ugada 23 ; su obj etivo es di sputar la última partida con el mar cador igualado y la ventaj a de las piezas blancas. El operador de I B M l l ama a l o s programadores y a l gran maestro Joel Benj amín, asesor principal del equipo. Tras varios minutos de discusión, acuerdan re chazar la oferta. A toro pasado, está claro que se equivocaron desde el punto de vi sta de sus intereses, pero también que acertaron porque el aj edrez ha sal ido ganando, no sólo por la calidad del resto de la partida sino, sobre todo, porque así se garantiza que el debate personas-má quinas siga muy v i vo y dé una publ icidad magn ífica al deporte mental (el eco mediático del duelo sigue siendo impresionante). Kaspárov está tan contento que incl uso l anza un piropo al enemigo: « Por prime ra vez en la hi storia de las computadoras de aj edrez, estarnos viendo una inte l i gente». B l a n c a s : Deep 8/ue. N egra s : G . Kaspá rov. Defe nsa Petrov ( C 4 7 ) . F i l a d e l f i a , 1 6-2- 1 9 9 6 . 1 e 4 e 5 2 Cf3 Cf6 3 C c 3 C c 6 4 d 4 exd4 5 Cxd4 A b 4 6 Cxc6 bxc6 7 A d 3 d 5 8 exd 5 cxd 5 9 0-0 0-0 1 0 Ag5 c 6 1 1 Df3 A e 7 1 2 Tae l Te8 1 3 C e 2 h 6 1 4 Af4 A d 6 1 5 C d 4 Ag4 1 6 Dg3 Axf4 1 7 Dxf4 D b 6 1 8 c 4 Ad ? 1 9 cxd 5 cxd 5 2 0 Txe8+ T x e 8 2 1 Dd 2 Ce4 2 2 A x e 4 dxe4 2 3 b3 T d 8 2 4 Dc3 f 5 2 5 Td 1 Ae6 26 De3 Af7 27 Dc3 f4 2 8 Td 2 Df6 2 9 g3 Td 5 3 0 a3 R h 7 3 1 R g 2 D e 5 32 f3 e3 3 3 Td3 e 2 3 4 gxf4 e l O 35 fxe 5 Dxc3 3 6 Txc 3 Txd4 37 b4 Ac4 3 8 R f 2 g5 39 Te3 Td 2 + 4 0 R e l Td 3 4 1 Rf2 R g6 4 2 Txd 3 Axd 3 43 R e3 Ac2 44 R d 4 R f 5 4 5 R d 5 h 5 , y Deep B/ue se r i n d i ó .
Sexta partida (última) Kaspárov exprime sus castigadas neuronas para dar una pal iza a los chips de Deep Blue. El ruso, humi l l ado hace una semana en la partida inaugural contra su adversario de s i l icio, es venerado corno un héroe por un púb l i co vibrante . E l representante de la humanidad culmina su duelo contra la máquina cobrando 50 m i l lones de pesetas tras una bri l l ante vi ctoria : Kaspárov, 4; Deep Blue, 2 .
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Exultante tras el tri unfo, Kaspárov man i fiesta: «F e lic ito al equipo que ha creado Deep Blue por su magn ífico trabaj o . M uy pocos j uga dores en el mundo podrían evitar la derrota ante este programa. Es un rival muy serio al que yo he vencido porque perdí la primera partida. Ese día me di cuenta de que mi rival en este duelo no tiene nada que ver con las computadoras que uti l izo para entrenarme. He aprendido mucho y me siento fe liz porque he defendido con dignidad al género humano». H ombres, muj eres y niños de todas las edades han l lenado hoy el Convention Center de F i l adel fi a para disfrutar al más puro esti lo americano -palomitas, perritos calientes, bebidas de cola, gritos de alegría, prohibido fumar, etc .- del más apasionante duelo aj edre cístico celebrado en E E . U U . desde hace muchos años; mucho más que los M undiales que Kaspárov di sputó en N ueva York contra Kár pov ( 1 990) y Anand ( 1 99 5 ) . El diario USA Today señala el colapso de la retransmisión de las partidas en directo por I B M en I nternet -hubo más de cinco m i l lones de entradas en un día- como ej emplo de que las autopistas de la comunicación aún no están preparadas para sopor tar acontec imientos masivos. Todos los espectadores deseaban con fervor e l triunfo de Kas párov, excepto algunos participantes en un congreso de informática cuyas importantes reuniones han sido ec l ipsadas, en cuanto al número de asi stentes, por las partidas de aj edrez. La de hoy ha sido conducida desde el principio por el ruso con una magi stral mezc la de rabia y frialdad. Consc iente de que Deep Blue es monstruosamente fuerte en las pos iciones abiertas y complicadas, pero déb i l cuando lo que predo mina es la estrategia y los conceptos abstractos, el campeón del mun do ha logrado que los chips de su rival se enreden en el ov i l lo de una posición cerrada con peones bloqueados. En ese tipo de posiciones, la computadora no sabe qué hacer por que no exi sten amenazas concretas a corto plazo. Lo correcto es esta blecer un plan, y seguirlo paso a paso . El equipo de i nvestigadores de I B M aún no ha conseguido programar ese concepto, tan senc i l lo de entender para un hombre como difíc i l para una máquina. En consecuenc ia, Kaspárov va encerrando a su enemigo contra las cuerdas mientras la excitación del púb l ico aumenta. C uando se cumplen tres horas de j uego, casi todos los presentes están seguros de
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la victoria. Las excepc iones más relevantes son la novi a del campeón ( J u l i a Wolk, de 22 años), que no entiende nada de aj edrez, y, cómo no, su madre, C l ara S haguenovna, que entiende mucho pero j amás da una partida por ganada hasta que el contrario, humano o inhumano, fi rma su rend ición. C uando ésta se produce (en una posición donde todas las j ugadas de Deep Blue estropearían su muy del i cada posi c ión), C lara sonríe como en las grandes ocasiones : su hij o ha podido con el monstruo . B l a n c a s : G . Kaspárov. N egra s : Deep Blue. G a m b i to de D a m a ( 0 3 0 ) . F i l a d e l fia, 1 7-2- 1 99 6 . 1 Cf3 d 5 2 d 4 c 6 3 c 4 e 6 4 C b d 2 Cf6 5 e 3 c 5 6 b 3 C c 6 7 A b 2 cxd4 8 exd4 Ae7 9 Tc l 0-0 1 0 Ad3 Ad 7 1 1 0-0 C h 5 1 2 Te l Cf4 1 3 A b l Ad6 14 g3 Cg6 1 5 C e 5 Tc8 1 6 Cxd 7 Dxd 7 1 7 Cf3 A b 4 1 8 Te3 Tfd 8 1 9 h4 Cge 7 20 a3 Aa 5 2 1 b4 A c 7 2 2 c 5 Te8 2 3 D d 3 g6 24 Te2 Cf5 2 5 Ac3 h 5 2 6 b 5 C c e 7 2 7 Ad2 Rg7 2 8 a4 Ta8 2 9 a 5 a 6 3 0 b 6 A b 8 3 1 Ac2 Cc6 3 2 Aa4 Te7 3 3 Ac3 C e 5 34 dxe5 Dxa4 35 Cd4 Cxd4 3 6 Dxd4 Dd 7 37 Ad 2 Te8 3 8 Ag5 Tc8 3 9 Af6+ R h 7 4 0 c 6 bxc6 4 1 D c 5 R h 6 4 2 T b 2 D b 7 4 3 Tb4 , y Deep B/ue a b a n d o n ó .
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pesar del tri unfal i smo de Kaspárov y del alivio que sienten mu chos aficionados, así como la multitud que no sigue habitual mente el aj edrez pero está muy interesada en la pelea entre personas y máquinas, la conc l usión del duelo de Fi ladelfia es agridulce, si lo en focamos desde la viab i l idad futura del aj edrez de competi ción. Aun que Deep Blue haya perdido con claridad, el enorme progreso de los j ugadores de silicio es ya innegable, y e l l o crea serios problemas, so bre todo en cuanto al pel igro de que se hagan trampas en los torneos. La necesidad de col ocar detectores de metales para evitarlas pue de produc i rse ya si la potencia de las computadoras s i gue aumentan do. Tras perder la primera partida, Kaspárov tri unfó en F i lade l fi a porque expl otó c o n maestría las carenc i as de su rival de s i l i c i o . S i l a s máqui nas añaden u n a profunda comprensión de l a estrategia a su actual fuerza descomunal , l a derrota del hombre será una cues tión de tiempo. U n inqui etante escándalo sacudió e l Abierto de Fi lade l fi a de 1 9 93 c uando e l desconoc ido part i c i pante que decía l l a marse John von N e umann, como el famoso matemático húngaro que murió en 1 9 5 7 (al que hemos c i tado de pasada en el capítu lo dedi cado a los al bores de la i nfo rmáti ca), alternaba errores de pri n c i p i ante con vi ctorias magi strales sobre algunos favorito s . En rea l i dad, era un impostor y u n provocador: n i s i q u i era sab ía las reg las, pero estaba conectado por un pequeño auri c u l ar con un amigo y un ordenador instalados en otra hab itac i ó n . E l engaño se descubrió
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porq ue l o s fa l l o s téc n i cos en la comuni cación causaban a veces j u gadas espantosas. Ahora no hablamos de trucos de gran mérito, como el de Kempelen, o de grandes logros científicos (Torres Quevedo), sino de algo muy preocupante, que implica un peligro real para la pervivencia del aj edrez de competición. De hecho, el aj edrez postal está ya seriamente amena zado porque cualquiera puede comprar (en 1 996), por menos de 2 5 . 000 pesetas, algunos de los programas que vencieron a Kaspárov (en la mo dal idad de partidas rápidas) hace dos años en los torneos de Londres y M únich. I B M no piensa en comercial izar a Deep Blue, por ahora. El inci dente del falso Von Neumann no es el único preocupante. El padre de Gata Kamski (doble subcampeón del mundo), Rustam, ha sido multado con 2 5 0 . 000 pesetas (de 1 996) por acusar sin pruebas al gran maestro Vasiúkov de transmitir j ugadas a Kárpov durante las partidas del duelo por el títu lo Kárpov- Kamski en E l i stá ( Rusia). Esa calumn ia tiene un fondo verosími l : n i siquiera un detector de metales podría evitar que un aj edreci sta rec iba ayuda en la sala a través de un microauri cular. El antídoto más eficaz podría ser un inhibidor de fre cuencias, pero hay otras maneras de hacer trampas . Volveremos sobre ellas en el último capítu lo de esta parte del libro, cuando anal icemos las tendencias en el aj edrez del siglo xx1 . Lo que ya parece inevitable es que el mejor aj edrec i sta de ese siglo sea una máquina. De momento, Deep Blue ha ganado una impresio nante partida (la l .ª) a Gari Kaspárov, ha empatado otras dos (3 .ª y 4.ª) y ha obli gado al campeón del mundo a j ugar con suma precaución, repri mi endo su agresividad natura l . El ruso lo exp l icaba así en e l acto de clausura de Fi ladelfia: «Deep Blue me ha forzado a ser mucho más exacto en m i s anál i s i s . C uando j uego con humanos me fío mucho de mi intuición. Por ej emplo, estudio un sacri ficio de cabal lo o de alfil y, tras calcular 4 o 5 j ugadas, veo una posición que tiene buena pinta; ya no calculo más, mi intu ic ión me dice que esa posición es ganadora. Pero, contra Deep Blue, eso de que tenga buena pinta ya no vale; si hay una defensa, la máquina la encontrará y mi prec ioso sacri ficio me llevará a la derrota» . ¿ Puede una máquina ganar a Kaspárov sólo con fuerza bruta? Teó ricamente, s í ; basta con que l l egue hasta el j aque mate en el cál culo de
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todas las posiciones posibles en una partida de aj edrez. Pero de mo mento es imposible construir una computadora con tanta potencia. El camino alternativo es dotar a la máquina de conceptos estratégicos, l l egar a un punto en el que la intuición humana claudique ante la com binación de fuerza bruta e intel igenc ia arti ficial. ¿Se logrará eso en el aj edrez, que el imán Jomeini defi nió como "j uego diabó l ico"»'? Todo indica que sí, pero falta saber cuándo. B i l l Gates opina lo mismo durante una sesión de preguntas y res puestas por I nternet con los lectores de El País el 1 8 de marzo de 1 996. Pero sus afi rmac iones dej an ver que, lógicamente, sus conoci mientos espec íficos sobre las computadoras de aj edrez -y sobre el aj edrez en general- no son muy ampl ios: « Los ordenadores son cada vez más rápi dos y los programadores hacen un trabaj o mej or. El que un ordenador se conv ierta en campeón de aj edrez es sólo cuestión de tiempo. Pero ¿y qué? Para la imaginación popu lar, j ugar al aj edrez se ha convertido en un baremo de la intel igencia humana. Pero , de he cho, no sirve para calcular ni de lej os la intel igenc ia humana. Cuando un ordenador j uega al aj edrez expertamente, es una demostrac ión de fuerza bruta -la capacidad del ordenador para analizar mi les de mil lo nes de resultados diferentes de una posible j ugada-. Cuando un orde nador logró j ugar bien a tres en raya, nadie dij o : "Dios mío, qué peli groso. ¡ El ordenador piensa ! ". Los ordenadores no piensan cuando j uegan a tres en raya, y no piensan cuando j uegan al aj edreZ» . Alguien debería haberle explicado a Gates antes de esa comparecencia pública que el mérito de quienes han construido Deep Blue es infin itamente mayor del que corresponde a una máquina que j uegue bien a tres en raya. Y que no ha sido cuestión de fuerza bruta sin más, porque el meo l l o del asunto reside prec isamente en que la fuerza bruta no basta para ganar a Kaspárov (como veremos con gran c l aridad unas páginas más adelante). Mucho más acertada e interesante me parece esta otra opin ión del cofundador de M icrosoft: «Es fasc inante que un humano tenga la capa cidad de prever mejor que un ordenador de alta potencia el posible re sultado de una j ugada de aj edrez. La capac idad del cerebro de Kaspárov para igualar pautas me asombra. De hecho, mientras que a algunos les impresiona que un ordenador pueda rival izar con el mej or j ugador de
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aj edrez del mundo, a mí me impresiona más que un humano pueda riva lizar con el ordenador que mej or j uega al aj edrez del mundo». Gates dej ó una tercera opinión, muy apropiada para generar un debate : «A pesar de su imponente dominio del aj edrez, Kaspárov co metió el error de sobrevalorar la naturaleza de su oponente . Después del torneo, dij o : "Creo que por pri mera vez en la hi storia de la huma ni dad hemos vi sto, o desde l uego yo he vi sto, algo simi lar a l a inte l i gencia artificial". C réanme, no hay n inguna inteligencia artificial en Deep Blue. Es sólo un ordenador que ej ecuta un programa ingenioso. El error de Kaspárov es comprensible. Los humanos tienden a antro pomorfizar las máquinas. No es raro que la gente que j uega una parti da contra un ordenador imagine que el oponente tiene personalidad, vol untad o atisbos de intel igencia real . La versión electrónica del j ue go de cartas Hearts despierta una rivalidad casi personal en algunas personas que j uegan contra é l . Una persona puede j ugar otra mano de cartas en busca de l a "revancha" contra el ordenador. En un sentido muy real, el rec iente duelo de aj edrez se di sputó entre una persona, Kaspárov, y un com ité opuesto de personas que emplean un medio para l l evar a cabo estrategias colectivas. El medio era un ordenador. Deep Blue podría haberse impuesto si Kaspárov no hubiera cambi ado su forma de j ugar después de la derrota inicial . Que el campeón de aj edrez fuera capaz de identificar el punto débil del ordenador y adap tar su estrategia da fe de la intel igencia humana. Lo más que el orde nador puede hacer por mej orar es aceptar perfeccionamientos del pro grama hechos por programadores humanos. Deep B l ue será perfeccionado en los próximos meses y años, y Kaspárov dice que está a la espera. De hecho, dij o que el torneo que con más ganas espera es el próximo duelo contra Deep Bfue. C uando l legue el día en que un ordenador sea campeón de aj edrez, el hito no será real mente tan signi ficativo. No debería ofender la dignidad hu mana más que la certeza de que una persona con pri smáticos puede ver obj etos di stantes mej or que una persona sin e l l os». La última frase vuelve a dar por sentado, erróneamente, que los aj edreci stas de s i l icio sólo se basan en la fuerza bruta. Y omite que, para la gran mayoría de los aficionados, el aj edrez es también un arte, y por eso les preocupa -o incl uso ven ofendida su dignidad- la
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perspectiva de que una máquina j uegue mej or que el campeón del mundo, como a un melómano puede molestarle que una máquina componga mej or que Beethoven . En cuanto a si una máquina posee intel igenc ia arti ficial, Gates tiene razón si partimos de que una máqui na debe ser capaz de aprender de sus errores para ser considerada inte l igente . Pero no la tiene si lo vemos desde el punto de vi sta del test de Turing, como detallaremos dentro de algunos capítulos. Por fin, el 20 de agosto de 1 996, l l ega la noticia que esperaban mu chos m i l lones de personas, si sumamos los afi ci onados al aj edrez o la informática más los que sienten curiosidad intelectual sobre esta riva l i dad tan atractiva. E l segundo duelo entre Deep Blue y Kaspárov se j ugará del 3 al 1 O de mayo de 1 99 7 en N ueva York, con una bolsa de 1 , 1 m i l lones de dólares (de el los, O, 7 para el ganador). Los programa dores de I B M esperan que su máquina pueda calcular 200 m i l lones de jugadas por segundo.
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stoy en Nueva York, como enviado especial de El País, pero en el periódico todavía no tienen muy c l aro si e l nuevo duelo hombre máquina merece mucho espacio. E sa opinión cambia cuando varios de sus directivos entran a comer en un restaurante en M adrid y, duran te el trayecto desde la puerta hasta la mesa reservada, escuchan cómo varias personas en la barra del bar y en mesas di stintas hablan sobre Deep Blue y Kaspárov . Está c laro que el asunto produce tirón popular en España, y mucho más en Estados U n idos. Esta vez, I B M apuesta muy fuerte, ya no sólo desde el punto de vi sta puramente científico, sino también desde e l mediático. E l alcalde de N ueva York, Rudolph G iu l iani ha dicho que ésta es « l a semana del aj edrew . La organ iza ción ha tenido que doblar a última hora la capac idad de la sala de pren sa, porque ya hay 200 periodi stas acreditados, y aún faltan tres días para la primera partida.
Prolegómenos Dado que Gari Kaspárov se autodefine como «representante del géne ro humano contra la máquina», C l ara Kaspárova (su madre) ha reacti vado su antigua función de guardiana feroz : «Lo más i mportante para Gari es la concentración absoluta. La máquina no perdona los erro res». Ambos están enclaustrados en un suntuoso hotel de M anhattan,
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donde el ruso vela armas ante la revancha contra su rival inhumano. Para comprobar que el hombre siempre tiene miedo a ser superado por sus propios inventos basta ver la expectac ión que el duelo despierta en E E . U U . Parece que a nadie se le ocurre pen sar, o al menos no lo di cen, que Deep Blue ha sido creado y mej orado por un grupo de per sonas. Aunque la prensa diari a aún no ha publi cado ni ngún titular ex plosivo, como el del USA Today hace un año. -«¿ Será capaz este hombre de salvar al género humano?»-, los anunc ios en las calles de Manhattan y la pri mera página de la revi sta Newsweek -« El último bastión del cerebro»- permiten suponer que m i l lones de personas desearán con fervor la victoria del ruso, a pesar de que en la mesa de j uego habrá una bandera de E E . U U . j unto al operador de I B M . En sus páginas interiores, el citado semanario abre el reportaj e con la pregun ta clave: «C uando Gari Kaspárov se enfrente a Deep Blue estará l u chando por todos nosotros. ¿De qué lado estará usted?» . La actitud de Kaspárov ante el desafío y sus grandilocuentes man i festac iones no son una pose. Se lo toma realmente en serio, y no sólo por lo que va a engordar su cuenta corriente : unos 740.000 dólares si gana y 3 60 . 000 si pierde . En su amplia y l uj osa suite, Kaspárov traba ja cinco horas diarias en la preparación del encuentro j unto a su anal is ta, Yuri Doj oián, y tres ordenadores portátiles que almacenan cientos de mi les de partidas . Aunque los técnicos de I B M -entre los que se encuentra el espa ñol M iguel I l lescas, contratado como asesor- han fi ltrado m uy poca información sobre las mej oras introduc idas en el programa, Kaspárov quedó m uy impresionado por lo poco que le dej aron ver cuando visitó el cuarte l general de sus enemigos: «Lo que más me i mpacta no es la potencia bruta, aunque sea terrorífica, sino el gran esfuerzo realizado por los ingen ieros para programar conceptos. Además, de los 60 pro cesadores de Deep Blue [cada uno de e l los tiene ocho c hip s] trabaj an do en paralelo, ahora hay uno que actúa como supervisor de los otros; di stribuye e l trabaj o de anal izar las variantes, repasa los cálculos en busca de errores y el ige la mej or j ugada» . Pero Kaspárov , de 34 años, siempre ha sido un maximal ista, y no va a cambiar ahora, cuando su duelo contra un rival de s i l icio azul puede romper los récords de audiencia en I nternet: «Lo difícil al crear
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un ingen io informáti co que j uegue al aj edrez es programar l as excep ciones de las reglas. Yo tengo que intentar que en el tablero aparezca el mayor número posible de posiciones excepcionales. Si la escala de valores de Deep Blue se inuti l iza, la máquina de s i l icio es boba. Ahora bien, si caigo en una posición convencional y muy abierta, donde la fuerza bruta es primordial, me destrozará como hizo el año pasado en la primera partida», añade. Ahí está el meol l o de la cuestión . H ace un año Kaspárov aprendió de forma traumática que Deep Blue se ríe de su marav i l l osa intuic ión cuando se trata de calcular variantes. Pero reaccionó bien, cambió su esti lo de j uego y venció por 4-2 . El problema es que el equipo de I B M l leva u n año trabaj ando para l i mitar a l mínimo el número d e posicio nes en las que «el silicio es bobo». Por ej emplo, a Deep Blue le han enseñado que la dama vale diez puntos, la torre cinco, el caballo y el al fi l tres, y el peón uno. Pero hay muchas posiciones en las que un alfil vale bastante má s q u e un a torre ; si Kaspárov logra l l egar a el las, s u rival se vol verá lelo. E l ruso está preparado para u n due lo aún más duro que el de 1 996: «No será una lucha a primera sangre, sino a muerte . Pero aún confío en la fuerza del arte contra la ciencia».
I nauguración Kaspárov eleva la temperatura desde antes de empezar: « E ste duelo no sólo es desigual, sino también inj usto». Rodeado por peri odi stas y cámaras como si fuera una gran estre l l a de H o l l ywood, el ruso critica a I B M por no haberle fac i l itado el desarro l l o de las partidas de entre namiento de la nueva versión del programa, mucho más potente que la anterior. El equipo de I B M ha estudiado a conciencia las recientes partidas de Kaspárov en Gran Canaria y Li nares. « M i encuentro con Deep Thought en 1 99 1 fue pura diversión . El del año pasado contra Deep Blue fue princ ipalmente un experimento científico. Pero ahora el primer obj etivo de I B M es ganar, y no todas sus armas me parecen legítimas. Me enfrento a un alien ígena desconocido que posee toda la información posible sobre mí», expl ica a una nube de informadores. Con su madre sentada en la primera fi la, Kaspárov está en su salsa y
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realiza un sueño, la conqui sta de América: « É ste es el acontec imiento aj edrec ístico con más eco mundial desde hace 25 años, cuando Bobby F i scher destronó a Borís Spasski durante la guerra fría. M uchos n iños comenzarán a j ugar al aj edrez grac ias a mi duelo contra Deep Blue. Sólo por eso ya merece la pena dedicar dos meses a mi preparac ión», añade. Por eso, por el m i l lón largo de dólares en premios y porque, según Kaspárov, «éste es un aconteci miento de importancia h i stórica», que él argumenta así : «Que una gacela corra más que M ichael Johnson no es noticia. Pero que una máquina me gane es un hito porque el aj edrez no sólo es ciencia y deporte, también es un arte . No exi ste n inguna computadora que pueda dominar el aj edrez sólo con fuerza bruta por que e l número de j ugadas posibles es mayor que e l de átomos en el universo. Deep Blue sólo podrá ganarme si le han programado algo parecido a la intel igencia o l a intuición». M onty N ewbom, organizador del duelo de Fi ladelfia y presidente del Comité de Computadoras de Aj edrez (ACM ), pone el acento en algo muy significativo: «Cuando una máquina I B M 704 j ugó al aj e drez en 1 95 8 , era un m i l lón de veces más lenta que la de Deep Blue; sí, he dicho bien, un m i l lón de veces. El progreso de la tecnología en menos de 40 años es asombroso, increíble, pero no es inconcebible que antes de morir yo vea otra multip l i cación de potencia por un mi l lón. En todo caso, éste no es sólo un gran duelo de aj edrez; también es un gran acontecimiento en la h i storia de las computadoras» . En la m i sma l ínea sigue C . J . Tan, j efe d e l equipo d e Deep Blue: «En efecto, aquí no hab l amos sólo de un gran duelo, sino del futuro, de cómo los ordenadores nos ayudarán a vivir el futuro. Y de cómo las personas y las máquinas serán capaces de resolver j untos probl emas muy complejos. Kaspárov me decía que ahora, gracias a sus ordena dores, puede analizar en 1 5 minutos, o incluso en 1 5 segundos, lo que antes le l levaba 1 5 días. Además, nuestro duelo del año pasado en Fi ladel fi a ha marcado la actual idad de la informática desde entonces, y las computadoras han progresado. Por otro lado, en los últimos meses también ha aumentado el n úmero de n iños aj edreci stas en Estados Unidos; es dec i r, aquel duelo ha influido inc luso en la educación. He mos trabaj ado duro desde entonces, y estamos muy bien preparados».
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Y a continuación presenta a su equipo : Feng- H s i ung H su, M urray Campbe l l , Joseph H oane, Jerry Brody y el gran maestro Joel Benj a min; no está M i guel I l lescas, que también l leva meses trabaj ando con el los. Y no ha sido fáci l dec idir qué m iembro del equipo actuará como operador de Deep Blue en el escenario y soportará las miradas asesi nas de Kaspárov. Al final han optado por Feng H su, supon iendo que su frialdad asiática evitará errores al tecl ear las j ugadas. Todo está l i sto en el Equitab l e Bui lding, un impresionante rasca cielos entre Times Square y Central Park, cuya planta baj a es un mag nífico atrio de mármol de tres pisos de altura, presidido por un enorme cuadro de arte pop (unos 20 metros de largo por 1 O de ancho) de Roy Lichtenstein. El público estará en e l sótano, en un auditorio con 480 butacas (nadie duda de que se l lenará todos los días) y pantallas gigan tes para seguir l as partidas en directo, amenizadas por un equipo de comentaristas muy bien elegido: Yasser Seirawan y M aurice Ashley (grandes maestros y grandes comunicadores) j unto al maestro interna cional M ike Valvo, experto en computadoras, fo rman el trío fij o; y entre los invitados esporádicos está la ex campeona del mundo Susan Polgar, también sobresal iente cuando comenta. Kaspárov y el mons truo estarán en una pequeña habitación del p i so 35 j unto a la árbitra, la estadounidense Caro! Jarecki, en un ambiente muy poco usual , porque habrá un ruso sumamente exc itado, al borde del agotam iento cada día (podremos ver primeros planos de su rostro a través de cámaras), y absolutamente concentrado en la posición de las piezas en el tablero ante sus oj os, frente a un estadounidense cuya única preocupac ión será que el monstruo no falle y que él no se equi voque al efectuar en ese tablero las j ugadas que vea en la pantalla de Deep Blue. Algunos periodi stas e legidos (la gran mayoría, fotógrafos y camarógrafos) po dremos entrar durante los primeros m inutos de cada partida en ese sancta sanctorum, destinado a estar en la portada de casi todos los diarios del mundo en las próximas dos semanas . Volviendo a la sala del públ ico, su escenario estará adornado, en su lado derecho, por una reproducción a tamaño gi gante de uno de los componentes de Deep Blue, una caj a negra que recuerda a los grandes amp l ifi cadores de un concierto masivo, y que inspirará muchas bro mas a lo largo del duelo. El verdadero mon struo (una máquina I B M/
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RS6000 S P ) está en el piso 3 5 , entre bastidores, con abundante venti l ación y vigi lancia constante de técnicos de I B M . Su visión impresio na mucho menos que la de HAL , la computadora de la película 200 1 , Una odisea del espacio. Pero esta bestia es real , y muy pe ligrosa.
Primera partida La intuición se impone a la fuerza bruta . . . de momento, pero con sen sac ión de intranqui l i dad para los fervi entes opositores de Deep Blue. Kaspárov hace vibrar con un j uego marav i l loso a los aficionados que l lenan la sala del Equitab le Center y a los m i l lones que siguen por In ternet el primer asalto de los seis prev istos . Sin embargo, y a pesar de su victoria inaugural, e l campeón del mundo se va al hotel con el mie do en el cuerpo porque su inhumano rival ha mostrado una potencia terrorífica. E l ruso hace un planteamiento muy inte l igente con las piezas blan cas, sacando a la máquina de las variantes de apertura más analizadas (y almacenadas en su memoria), y apl icando las tesis de la escuela hi permodema: se permite que e l rival ocupe e l centro con sus peones, para mi narlo a continuación. Esa estrategia es muy acertada contra una máquina, porque la posición es sólida, sin riesgo ni deb i l idades importantes. M ás aún : Kaspárov logra provocar el avance de los peo nes que protegen al rey negro, creando deb i l idades a largo plazo en ese enroque. Todo va bien. Sin embargo, en la gran sala de prensa (piso 49) notamos pronto la enorme potencia del monstruo, que se las arregla para montar una pe ligrosa contraofensiva. Tras 28 j ugadas, la opinión de l l lescas coinci de con la de muchos : « Kaspárov está perdido. S i Deep Blue se mete en una variante tan compl icada es que ha calculado las consecuencias con absol uta prec isión». Pero Kaspárov, que se agarra la cabeza con desesperac ión y hace gestos de extrema tensión, recurre al tradic ional punto déb i l de las computadoras que j uegan al aj edrez : cómo se le ex plica a una máquina que un a l fi l en una diagonal abierta vale mucho más que un torre pas iva s i , para Deep Blue, la torre vale cinco puntos y el alfil tres. C ualquier aj edreci sta profesional entendería inmediata-
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mente que la posición d e l a s negras es inferior, a pesar d e s u ventaj a material. Pero, en esas circunstancias, Deep Blue tiende a vol verse idiota a pesar de que sus ingenieros han trabaj ado muy duro durante quince meses desde que perdieron con Kaspárov en F i l adelfia por 4-2 . Por el contrari o, Kaspárov j uega de forma impecable, hasta una vi cto ria rec ibida con tremendos aplausos en la sala del públ ico. Después aparece pletóri co ante los espectadores, que le ac laman como si les acabara de salvar de una muerte segura: « H e captado algu nos puntos débiles de la máquina, y he cumpl ido mi anunc io de no j u gar con mi actitud y esti lo habituales frente a humanos. Pero no hemos hecho nada más que empezar. S i todas las partidas son como ésta, puedo asegurar que terminaré agotado. Voy a necesitar toda mi ener gía», adm ite . Sólo le falta dec ir que, hoy, la máquina fue é l . B la n c a s : K a s p á rov. N egra s : Deep Blue. A p e rt u ra R et i ( A 0 7 ) . N u eva York ( l . ª
p a rt i d a ) , 3 - 5 - 9 7 . 1 Cf3 d 5 2 g 3 Ag4 3 b 3 Cd 7 4 A b 2 e 6 5 Ag2 Cgf6 6 0-0 c 6 7 d 3 Ad6 8 C b d 2 0-0 9 h 3 A h 5 1 0 e3 h 6 1 1 De l D a 5 1 2 a3 A c 7 1 3 C h 4 g5 1 4 C h f3 e 5 1 5 e4 Tfe8 1 6 C h 2 D b 6 1 7 De 1 a 5 1 8 Te l A d 6 1 9 C d f l d xe4 2 0 d x e 4 A c 5 2 1 Ce3 Tad8 2 2 C h f l g 4 2 3 h xg4 Cxg4 2 4 f3 C x e 3 2 5 C x e 3 Ae7 2 6 R h l Ag 5 2 7 Te2 a4 2 8 b4 f 5 2 9 exf5 e4 3 0 f4 Axe2 3 1 fxg5 C e 5 3 2 g6 Af3 3 3 Ac3 D b 5 3 4 Df l Dxf l + 3 5 Txf l h 5 3 6 R g l Rf8 3 7 A h 3 b 5 3 8 R f 2 Rg7 3 9 g 4 R h 6 40 Tg l h xg4 4 1 Axg4 Axg4 4 2 Cxg4+ Cxg4+ 43 Txg4 Td 5 44 f6 Td l 4 5 g7 , y Deep B!ue se r i n d i ó .
Segunda partida El test de Turing se cumple por primera vez en aj edrez . Y quien haya apostado a que el mejor aj edrec ista del mundo en el año 2000 será una máquina tiene motivos para estar contento . Deep Blue ha ganado de forma inapelable a Kaspárov tras 45 mov imi entos y poco menos de cuatro horas de tortura para el ruso. Y lo ha hecho j ugando como si fuera Kárpov . Asombroso. La computadora logra una pequeña ventaj a en la Apertura Españo-
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la -que debe ese nombre a Ruy López de Segura, primer campeón del mundo oficioso en el siglo xv1 , aprieta los resortes de la posición para mantener el control y va aumentado la presión poco a poco. Quie nes han defendido alguna vez ese tipo de posiciones ante Kárpov sue len definir la experiencia como «una refi nada y horrible tortura que te dej a exhausto» . Si eso ocurre ante un ser humano como Kárpov, que también se cansa, ¿cómo definir lo que ha sufrido Kaspárov hoy? Pocas veces le he vi sto tan cri spado . H ace todos los gestos de su repertorio -mover l a cabeza en todas las direcciones, mesarse los cabe l l os con fuerza, remangarse, etc- excepto el de quitarse la cha queta, tal vez porque cuida especial mente su i magen cuanto se trata de conqui star América. Pero, tras la derrota, es tan maleducado como cuando pierde ante un ser humano : se marcha despavorido sin pasar por la sala de espectadores donde e l sábado le recibieron como a un héroe . l l lescas está como un niño con una computadora nueva: «Esta par tida demuestra que Deep Blue se ha vuelto muy versáti l . Ya no es aq uel monstruo del año pasado [cuando perdió ante Kaspárov por 4-2] l l eno de fuerza bruta y nada más. Ahora se ve que entiende las leyes de la estrategia» . E l otro gran maestro del equipo de I B M , Joel Benj a min, también se muestra pl etóri co: « M e siento muy feliz . Esto es por lo que he estado trabaj ando durante los últimos ocho meses, y lo más gratificante es que cualquier gran maestro estaría orgul l oso de fi rmar esta partida, que no es la típica del aj edrez de computadoras; es aj e drez de verdad». Una gran maestra neutral, la ex campeona del mundo Susan Pol gar, se muestra i gual de impresionada : « Lo que ha hecho Deep Blue es muy impresi onante ; ha j ugado como Kárpov . M uchas de sus j ugadas exigen un profundo conocimiento de la estrategia, sentir la posic ión en la punta de los dedos, algo que creíamos exclusivo de los campeo nes humanos». En real idad, todo ese asombro se centra en una sola j ugada, la 3 7. Cualquier otra máquina -y muchos humanos- hubiera seguido ata cando en esa posición con Db6, que es obj eti vamente la mej or, pero Deep Blue opta por bloquear primero el centro con Ae4, evitando toda posi bil idad de contraj uego de Kaspárov . N unca habíamos vi sto a una -
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computadora capaz de razonar como una persona: « S i continúo con el ataque tengo mucha ventaj a, pero él puede contraatacar. En cambio, si primero le pongo una camisa de fuerza, luego atacaré sin riesgo, aun que sea con menos ventaj a y al precio de darle un movimiento más para la defensa» . Introducir ese concepto en una máquina que sólo en tiende el lenguaj e binario (ceros y unos) es un mérito enorme de Benja min, I l lescas y los programadores de I B M , que retocaron las entrañas de Deep Blue tras la derrota en la partida inaugural . Preguntado el res pecto, el j efe C . J . Tan responde : «Sí, le dimos un par de cócteles». E l impacto internac ional que causa este desen lace crece aún más al día siguiente, cuando se descubre que Kaspárov, en e l momento de rendirse, disponía de una continuac ión de tab las seguras. El ruso, trau matizado ya desde el final de esa partida por el asombroso j uego de Deep Blue, que le sugestionó hasta el punto de creer que su posición era perdedora, sufre así otro golpe psicológico tremendo. La primera reacción del alemán Frederic Friede l , asesor de Kaspárov en temas informáticos, es ocultar el descubri miento al campeón del mundo . « Pero l uego pensé que cualquier taxi sta se lo podía dec i r, lo que sería mucho peorn, admite . Al enterarse, Kaspárov exp l i ca: «Deep Blue j ugó tan bien esa partida que se ganó mi confianza absoluta. Me pare cía imposible que su análi s i s de la posición final no fuera perfecto . Por eso abandoné». B l a n c a s : Deep Blue. N egra s : Kaspá rov . A pe rt u ra Espa ñ o l a ( C 9 3 ) . N u eva York (2 . " p a rt i d a ) , 4 - 5 - 9 7 . 1 e 4 e 5 2 Cf3 Cc6 3 A b 5 a 6 4 Aa4 Cf6 5 0-0 Ae7 6 Te l b 5 7 A b 3 d 6 8 c 3 0-0 9 h 3 h 6 1 0 d 4 T e 8 1 1 C b d 2 A f 8 1 2 Cf l Ad 7 1 3 C g 3 C a 5 1 4 Ac 2 c 5 1 5 b3 C c 6 1 6 d 5 Ce7 1 7 Ae3 Cg6 1 8 Dd 2 C h 7 1 9 a4 C h 4 2 0 C x h 4 D x h 4 2 1 De2 D d 8 2 2 b4 D c 7 2 3 Tec l c 4 2 4 Ta3 Tec8 2 5 Tca l D d 8 2 6 f4 Cf6 2 7 fxe 5 d x e 5 2 8 Df l C e 8 2 9 D f 2 C d 6 3 0 A b 6 D e 8 3 1 T 3 a 2 A e 7 3 2 A c 5 Af8 3 3 C f 5 Axf 5 3 4 exf5 f6 3 5 Axd 6 Axd 6 3 6 a x b 5 a x b 5 3 7 Ae4 Txa 2 3 8 Dxa 2 D d 7 3 9 D a 7 T c 7 40 D b 6 T b 7 4 1 Ta8+ R f 7 4 2 D a 6 D c 7 43 D c 6 D b 6 + 44 R f l Tb8 4 5 Ta 6 , y K a s p á rov s e r i n d i ó c u a n d o pod ría h a be r e m patado c o n 4 5 . . De3 4 6 Dxd 6 Te8 .
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Tercera partida Lo asustado que está Kaspárov se ve en su primer mov im iento con blancas, 1 d3 , un modo rarísimo de empezar cuyo fin es desviar a Ja máquina de su l ibro de aperturas. Lo cierto es que Ja ocurrenc i a fun ciona bien, y Kaspárov logra una pequeña ventaj a . Cuando una parti da entre humanos l lega a ese tipo de posición, el j ugador con ventaj a tortura a s u rival probando toda c lase d e planes s i n riesgo, adelante y atrás, maniobrando a veces con j ugadas insul sas y otras con mucho veneno, para provocar el cansancio y el error del oponente . Pero hacer eso contra una computadora es absurdo porque, siete horas después, el único agotado sería Kaspárov. Por tanto, el empate se fi rma tras cua tro horas y medi a . Después, Kaspárov insinúa q u e hubo u n a intervención humana d i recta e n el form i dable j uego q u e su ri val mostró en l a 2 .ª partida, y compara la magn ífica exhibición de Deep Blue con el famoso gol de M aradona contra Inglaterra en el M undial de México ( 1 9 86), bautiza do por el argentino como «la mano de Dios». Recibido por el públ ico con aplausos y gritos de án imo tras el empate, Kaspárov l anza sus sospechas : « H ay una enorme diferencia entre el rendimiento de Deep Blue en la segunda partida con respecto a l a primera y l a tercera. En l a segunda mostró signos de inte l igenc ia, y tomó dec i siones q u e los se res humanos tomamos por intuición». El gran maestro estadoun idense Benj amin, que j unto al español I l lescas asesora al equipo de progra madores de I B M , le contesta : «Deep Blue es una supercomputadora de enorme potencia con un programa pul ido durante ocho años espe cífi camente para j ugar al aj edrez. Por eso j uega mucho mej or que otras». Kaspárov e leva entonces el tono de su argumentac ión : «Nadie mejor que yo conoce l a diferencia entre Deep Blue y los demás ordena dores. Por eso digo lo que digo», añade, j aleado por los espectadores. Ante la pregunta directa «¿está diciendo que hubo una intervención humana en las j ugadas de Deep Blue durante la segunda partida?», Kaspárov se va por las ramas y concluye, entre grandes aplausos: «Deep Blue ha vuelto a mostrar hoy sus puntos débiles, pero yo he j u gado mal, porque todav ía estaba pensando en la segunda partida. Sin embargo, he perdido el miedo y estoy convenc ido de que voy a ganar» .
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B l a n ca s : G . Kaspá rov . N egras: Deep Blue. A p e rt u ra I n g l esa ( A2 9 ) . N u eva York ( 3 . " p a rt i d a ) , 6 - 5 - 1 9 9 7 . 1 d 3 e 5 2 Cf3 Cc6 3 c 4 Cf6 4 a 3 d 6 5 Cc3 Ae7 6 g 3 0-0 7 Ag2 Ae6 8 0-0 Dd 7 9 Cg5 Af5 1 0 e4 Ag4 1 1 f3 A h 5 1 2 C h 3 C d 4 1 3 Cf2 h 6 1 4 Ae3 c 5 1 5 b4 b6 1 6 T b l R h 8 1 7 T b 2 a 6 1 8 bxc 5 bxc 5 1 9 A h 3 D c 7 2 0 Ag4 Ag6 2 1 f4 exf4 22 gxf4 Da5 23 Ad 2 Dxa3 2 4 Ta2 D b 3 2 5 f5 Dxd l 26 Axd l A h 7 2 7 C h 3 Tfb8 2 8 Cf4 A d 8 2 9 Cfd 5 C c 6 3 0 Af4 C e 5 3 1 Aa4 Cxd 5 3 2 Cxd 5 a 5 3 3 A b 5 Ta 7 3 4 R g 2 g 5 3 5 Axe 5+ d x e 5 3 6 f 6 Ag6 3 7 h 4 gx h 4 3 8 R h 3 Rg8 3 9 R x h 4 R h 7 4 0 R g4 Ac 7 4 1 Cxc 7 Txc 7 4 2 Txa 5 T d 8 4 3 Tf3 R h 8 4 4 R h 4 Rg8 4 5 Ta3 R h 8 4 6 Ta6 R h 7 4 7 Ta3 R h 8 48 Ta 6 . Ta b l a s .
Conclusiones de la primera mitad El due lo l lega así a su ec uador con un panorama muy preocupante para quienes consi deran pe l i groso que el mej or aj edreci sta sea una máquina, y muy esperanzador para quienes ven este duelo como un termómetro del progreso científi c o . Se estima que Deep Blue es al menos 50 veces más potente que los ordenadores normales. Por ej emplo, sólo neces ita 3 minutos para anal izar posic iones que el or denador más potente de Kaspárov (a 200 megahercios) no resue lve en 6 horas . ¿Cómo j uega Deep Blue? Uno de los procesadores actúa como su pervisor: elabora el árbol de variantes -cada j ugada de las blancas se ramifica en cada una de las respuestas posibles de las negras, y así su cesivamente-, fij a la profundidad (número de j ugadas vi stas con an te lación) del anál isis, reparte las variantes entre los demás procesado res, supervisa el trabaj o y el ige la mej or j ugada tras eval uar hasta 200. 000 m i l lones en tres mi nutos, el tiempo medio por j ugada en el aj edrez de competición. ¿Aprende de sus errores? Sí, de dos maneras. Todas las partidas que disputan pasan a su memoria (que ya contiene un mil lón de partidas de grandes maestros) y no vuelve a cometer el mismo error en la mi sma posición. Por otro lado, los ingenieros pueden corregir el programa an tes de la próxima partida cuando detectan un error de concepto .
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¿Cuál es su punto déb i l ? La evaluación . Como ya se ha exp l icado en capítulos anteriores de este l ibro, las normas estratégicas del aj e drez tienen muchas excepciones. La primera partida es un ej emplo perfecto ; Deep Blue calculó una combinación bell ísima y aparente mente decisiva pero evaluó incorrectamente la posición resultante : el alfil de Kaspárov en la gran diagonal valía bastante más que la torre inactiva del programa. ¿ Por qué I B M invierte tanto en aj edrez? Es lo bastante comp l icado para pl antear problemas muy difíciles y lo bastante senc i l lo para en tenderl os. Los progresos realizados en el trabaj o con Deep Blue pue den apl i carse a cualquier campo en el que haya que tomar la decisión correcta entre muchas posibles: por ej emplo, cálculo molecular en la producc ión de medicinas, tráfi co aéreo, operac iones bancarias o tra ducción automática. A lo que se debe añadir el beneficio publicitario: I B M estima que sus ventas en 1 996 se incrementaron en 1 65 m i l lones de dólares (24. 000 m i l lones de pesetas) grac ias al primer duelo contra Kaspárov, que tuvo menos eco que el actual .
Cuarta partida En 1 9 72, los estadounidenses hicieron piña para apoyar a su compa triota Bobby F i scher contra « l a maquinaria soviética» . Hoy apoyan a un ruso contra una máquina estadounidense. Esa idea me ronda en la cabeza desde que l l egué a N ueva York, y hoy queda totalmente re frendada. No sólo en el sentido de que la inmensa mayoría de los es pectadores que l l enan el Equitable Center en cada partida desean que gane Kaspárov; muchos de ellos van más allá: hoy han gritado, vito reado, aplaudido y lamentado en varios momentos de la cuarta parti da, sobre todo cuando parecía que el ruso podía ganar, a pesar de con duc ir las piezas negras . Pero Deep Blue logra compl icar la partida, hasta convertirla en agotadora para su rival , y al final arranca el empa te. «Creo que he podido ganar en algún momento, pero me encontraba muy cansado, y no he podido encontrar cómo hacerlo», reconoce el campeón del mundo. A pesar de que la computadora es quien más problemas ha ten i do hoy, el consej ero delegado de I B M , Louis Gerst-
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ner, no podía desaprovechar la oportunidad de su visita para dar un buen golpe publicitario, además de fel i c itar al equipo de Deep Blue: « E sto es un duelo entre el mejor aj edreci sta de todos los tiempos y Gari Kaspárov». Lo cierto es que van cuatro partidas y aún no hemos vi sto al autén tico, único e irrepetible Gari Kaspárov, ese aj edreci sta de sangre ca l i ente y cerebro ardiente, agresivo y de gran creatividad, cuya mirada amedrenta a sus rivales. Ni es probable que lo veamos en las dos si guientes: la táctica especulativa y de despi ste le ha dado un buen re sultado hasta ahora, excepto en la segunda. El ruso sal ió muy escalda do del varapalo que sufrió hace quince meses en F i ladelfia, en el j uego inaugural del primer duelo contra Deep Blue. «Tengo que frenar con firmeza mis dec i siones intuitivas . Contra un ser humano, tú ves una preciosa combinación que incluye un sacrificio de caballo a largo pla zo, tu olfato te dice que funciona y te l anzas . S i haces eso contra Deep Blue, la máquina calcula unos cuantos m i l es de m i l lones de movi mientos, encuentra la mej or defensa, se queda con e l caballo de venta ja, se ríe de tu marav i l losa intuición y te hace pap i l l a . » En términos futbol ísticos, los planteamientos de Kaspárov y Deep Blue recuerdan a los mej ores tiempos del cerroj o a u ltranza. Aun así, m i l lones de aficionados están cautivados por el duelo. « Los arti stas de lentos empates», titul a el New York Times . C iertamente, Deep Blue se acercó al arte en la segunda partida. Pero Kaspárov no le ha dej ado repetir. I l lescas está satisfecho : «Deep Blue sólo consiguió dos puntos el año pasado contra Kaspárov. Ahora ya tenemos dos puntos y aún quedan dos partidas. El programa di sta mucho de la perfección pero es evidente que ha mej orado». B l a n c a s : Deep B/ue. N egra s : G. Kaspárov. Defe n sa P i re ( 8 0 7 ) . N u eva York ( 4 . " p a rt i d a ) , 7 - 5- 1 9 9 7 . 1 e 4 c 6 2 d 4 d 6 3 Cf3 Cf6 4 Cc3 Ag4 5 h 3 A h 5 6 A d 3 e 6 7 D e 2 d 5 8 Ag5 Ae7 9 e5 Cfd 7 1 0 Axe7 Dxe 7 1 1 g4 Ag6 1 2 Axg6 h xg6 1 3 h4 Ca6 14 0-0-0 0-0-0 1 5 Tdg l C c 7 1 6 R b l f6 1 7 exf6 Dxf6 1 8 Tg3 Tde8 1 9 Te l Thf8 2 0 Cd 1 e 5 2 1 d x e 5 D f 4 2 2 a3 Ce6 2 3 Cc3 C d c 5 2 4 b4 C d 7 2 5 D d 3 D f 7 2 6 b 5 C d c 5 2 7 D e 3 Df4 2 8 bxc6 bxc6 2 9 Td l R c 7 3 0 R a l Dxe3 3 1 fxe3 Tf7 3 2
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T h 3 Tef8 33 C d 4 Tf2 34 T b l Tg2 3 5 C c e 2 Txg4 3 6 Cxe6+ Cxe6 3 7 C d 4 C x d 4 3 8 exd4 T x d 4 3 9 Tg l Tc4 4 0 Txg6 Txc 2 4 1 Txg 7 + R b 6 4 2 T b 3 + R c 5 4 3 Txa 7 Tf l + 44 T b l Tff 2 4 5 T b 4 Tc l + 4 6 T b l Tc c 2 4 7 T b 4 Tc l + 48 T b l Txb l + 49 R x b l Te2 50 Te7 T h 2 5 1 T h 7 R c 4 5 2 Tc 7 c 5 53 e6 Tx h 4 54 e 7 T e 4 5 5 a4 R b3 5 6 R c l . Ta b l a s .
Descanso en tensión Durante su paseo diario por Central Park, Kaspárov se encuentra con un cura bapti sta que intenta an imarl e : « S igue luchando, la ayuda está en camino». «¿Ayuda de quién?», repl ica el ruso. « De nuestro Se ñorn, preci sa el re l igioso. « Pues tengo la sensac ión de que él está en el otro bando», concl uye el campeón antes de seguir andando a toda ve locidad . En su recorrido cotidiano del hotel al escenario, Kaspárov ha vi sto numerosos carteles con su cara pegados en las calles de M an hattan para anunciar el due lo; también se ha visto en las portadas de casi todos los peri ódicos y en muchos programas de televisión. La conqui sta de América, soñada desde que se convirtió en el campeón del mundo más j oven de la h i storia, en 1 9 8 5 , a los 22 años, se ha he cho realidad : en E E . U U . se ha vue lto a hablar mucho de aj edrez por pri mera vez desde hace 25 años, cuando Bobby F i scher destronó a Borís Spasski. Pero la posib i l idad de perder con el «estúpido s i l icio» mientras conqui staba América no estaba en sus cálculos, a pesar de que su ma dre le había advertido seriamente. En las conversac iones con sus alle gados durante los últimos días, Kaspárov no ha dej ado de repetir que «la máquina es batible si su rival humano está en un óptimo estado mental», y de quej arse porque no le han faci l itado las partidas de en trenami ento di sputadas por Deep Blue; el ruso con sidera que eso es inj u sto, dado que el equipo de I B M pudo anal izar al detalle las que él di sputó en Gran Canaria y Linares . Eso sí, Kaspárov reconoce que sus adversarios «han hecho un magn ífico trabaj o», que empezó hace quince meses, inmediatamente después del primer duelo contra Kas párov en F i ladelfia. Y es bien conoc ido que Dios ayuda a quien ma druga.
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Quinta partida Los creadores de Deep Blue han hecho un excelente trabaj o durante los dos días de descanso. Consciente de que Gari Kaspárov está ansio so por la victoria, la máquina j uega con el esti lo más molesto para el ruso durante más de cuatro horas, hasta que fuerza un empate que le favorece porque, 24 horas después, tendrá la inic iativa de las piezas blancas en el último asalto con el marcador igualado a 2 , 5 puntos. Con una cara de enorme enfado tras el empate, a pesar de que el púb l i co, en pie, lo recibe con una ovación tremenda y gritos de « ¡ Gari , Gari ! », como si acabara de l l egar a la Tierra tras pi sar M arte, Kas párov vuelve a insinuar que hay alguna intervención humana en las j ugadas de Deep Blue: «¿ Por qué no imprimen todas sus j ugadas in mediatamente después de cada partida, y no cuatro días más tarde, como ocurrió con la segunda?», se pregunta e l ruso, que se ha queda do un buen rato en el escenario, j unto a su madre y varios asesores, protestando por ello ante D . G . Tan, e l jefe del equipo de I B M . «Deep Blue h a hecho hoy j ugadas increíbles e n una computadora. Lo he pasado muy mal y creo que me he escapado de m i l agro a media partida. Después creía que iba a ganar pero m i rival ha encontrado una ingeniosa forma de hacer tablas . » I l lescas añade algo con lo que mu chos se verán identificados: «Yo tenía m iedo. Es verdad, siento miedo al ver que una máquina j uega al aj edrez a un nivel muy superior al de todas las demás computadoras y al de casi todos los hombres». Cuando le piden que concrete, Kaspárov se refiere a la undéc ima j ugada del inhumano, 1 1 .. h5 ; en una posición donde lo natural sería enrocarse, Deep Blue ha optado por una idea de signo contrario, redu ciendo la seguri dad de su rey a camb io de plantear una ruptura o un debi litamiento de los peones ri vales a largo plazo ; es una j ugada digna de un gran maestro, impropia de una máquina: «Me he quedado muy asombrado. Debo elogiar a la computadora por entender conceptos posic ionales muy profundos. Es un logro científico encom iable, una j ugada tan humana como excelente». Kaspárov dedica unas frases a un comentario previo de I l lescas, quien indicó que el ruso tiene m iedo de Deep Blue: «Y yo no tengo miedo de dec ir que él tiene miedo», añadió el español . «No tengo nin-
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gún problema en reconocer que siento m iedo», repl ica el campeón del mundo, y agrega: «Me enfrento a un monstruo que j uega mucho mej or que cualquier otra computadora, y contra el que apenas he podido pre pararme porque no me han dado informac ión antes del duelo. Tenien do en cuenta todo el lo, creo que he j ugado bien, aunque con muchas precauc iones, excepto en l a segunda partida. Pero en real idad pode mos decir que I B M no ha ganado partida alguna, fui yo quien perdía la segunda» . E l púb l i co vuelve a levantarse para otra larga ovación. Y en ese momento entra el equipo de I B M , rec ibido con una mez cla de tímidos aplausos y algunos pitos y abucheos. C. J. Tan muestra su diplomac ia habitual : «Creo que nuestra criatura lo está hac iendo muy bien, pero también debo fe l i c itar a Gari . Creo que mañana, la sexta partida será la mejor de todas» . Kaspárov le contesta de inme diato : « j Eso suena muy preocupante, muy preocupante ! » . En ese mo mento l lega al auditorio la árbitra, Caro! Jarecki, con un maletín, a cuyo contenido se refiere : « S i guiendo la repetida petición de Gari , he mos imprimido cinco copias de las hoj as que detallan todos los proce sos de Deep Blue durante la partida, que quedarán sel l ados en mi po der para evitar cualquier sospecha de manipulación». Y se despide con una frase sustancial : « Puedo asegurarles que este duelo es mucho más emocionante que el Campeonato del M undo Kaspárov-Anand [que se j ugó en 1 99 5 , en el p i so l 03 de las Torres Gemelas] » . B l a n c a s : G . Kaspá rov . N egra s : Deep 8/ue. A p e rt u ra R et i ( A 0 7 ) . N u eva York ( 5 . " p a rt i d a ) , 9 - 5 - 1 9 9 7 . 1 Cf3 d 5 2 g3 Ag4 3 Ag2 Cd 7 4 h 3 Axf3 5 Axf3 c 6 6 d 3 e6 7 e4 C e 5 8 Ag2 d xe4 9 Axe4 Cf6 1 0 Ag2 Ab4+ 1 1 C d 2 h 5 1 2 De2 De? 1 3 c3 Ae7 1 4 d4 Cg6 1 5 h4 e5 1 6 Cf3 exd4 1 7 Cxd4 0-0-0 1 8 Ag5 Cg4 1 9 0-0-0 T h e8 20 Dc2 R b8 2 1 R b l Axg5 22 h xg 5 C 6 e 5 2 3 T h e l c5 2 4 Cf3 Txd l + 25 Txd l Cc4 2 6 Da4 Td 8 2 7 Te l C b 6 2 8 D c 2 D d 6 2 9 c 4 D g 6 3 0 Dxg6 fxg6 3 1 b3 C x f 2 3 2 T e 6 R e ? 3 3 Txg6 Td 7 3 4 C h 4 C c 8 3 5 Ad 5 C d 6 3 6 T e 6 C b 5 3 7 c x b 5 Txd 5 38 Tg6 Td 7 3 9 Cf5 Ce4 40 Cxg7 Td l + 4 1 R c 2 Td 2 + 42 R c l Txa 2 43 Cx h 5 C d 2 4 4 Cf4 Cxb3+ 4 5 R b l Td 2 4 6 Te6 c 4 4 7 Te3 R b 6 4 8 g 6 R x b 5 4 9 g7 R b4 . Ta b l a s .
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Sexta (y última) partida Kaspárov ha logrado el gran sueño de su vida, la conquista de Améri ca, por la vía del fracaso. El eco de su duelo contra Deep Blue en Esta dos Unidos y en todo el mundo, especialmente a través de I nternet, ha superado sus propias expectativas. Paradój icamente, el día de la últi ma partida es uno de los más tristes de su vida, que para colmo termi na con desagradables man ifestac iones contra I B M , el patroc inador del duelo. Sus programadores se repartirán los 740 .000 dólares del premio para el ganador; Kaspárov, que exige la revancha, cobrará 360.000. El marcador final es 3 , 5-2,5 . Los prolegómenos son los propios de un acontec imiento solemne. La sala de espectadores, con capac idad para 5 00, está l lena una hora antes de la primera j ugada; las entradas se han agotado incluso en la reventa, a más de 5 0 dólares la unidad. C i ncuenta pisos más arriba, en la enorme sala de prensa (amp l i ada), cada centímetro cuadrado vale su precio en oro . En el 35, Kaspárov l lega con 5 minutos de antelación y se mete en una especie de camerino improvi sado con cortinas entre bastidores en compañía de sus dos ayudantes. Parece muy concentra do, tenso y con la ambición intacta. Su jefe de prensa me dice: «No se conforma con el empate . Quiere ganar, como en la última partida del M undial de Sev i l l a de 1 9 8 7 » . La procesión v a por dentro. Para empezar, Kaspárov elige la Defensa Caro-Kann, favorita de Anatoli Kárpov, que está entre las menos agresi vas, aunque también parece una buena forma de sorprender a la máquina. A la hora de almacenar partidas magi strales en la base de datos, que con tiene un mil lón de ellas, los programadores de Deep Blue dificilmente podían adivinar que Kaspárov iba a j ugar la defensa favorita de Kárpov. Todo parece bajo control pero los nervios de Kaspárov explotan cuando nadie podía esperarlo. Las primeras 1 0 o 1 5 j ugadas (a veces más) del 90 % de las partidas entre profesionales suelen hacerse de me moria, son de l ibro; desde que l legó a la élite, Kaspárov nunca había cometido un error grave en esa fase de la partida. Pero hoy sí, rompien do además otra constante en su carrera: siempre había ganado en los momentos clave, cuando no había más remedio que hacerlo, como en 1 987 en Sev i lla.
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La pifia l l ega en el 7 .º movimiento, y el ruso se rinde en el 1 9 .º tras lanzar una mirada de súplica a su madre. En realidad, la posición final no es tan mala como para j ustificar un abandono inmediato, según con firman varios grandes maestros presentes en la sala de prensa. «Si tengo esa posic ión contra un ser humano yo sigo j ugando», dice el estadouni dense Borís Gulko. Pero Kaspárov había perdido totalmente el control de sí mismo desde esa 7.ª j ugada, cuando optó involuntariamente por un movimiento considerado como erróneo por los l ibros de teoría. Al darse cuenta de la pifia, motivada por la excesiva precipitación y por los nervios, el ruso dej a escapar de inmediato varios gestos de angustia: mueve la cabeza repetidamente y hace la bicicleta con los pies. Sus allegados están l ívidos. Su asesor para temas informáticos, Friedel , sólo acierta a dec i r que Kaspárov nunca había cometido un error de ese tipo . E l campeón hace unos cuantos movimi entos por inercia pero es evidente que tiene la cabeza en otra parte . Tras el 1 9 .º mira a su madre, sentada cerca de la mesa de j uego, y estrecha la mano del operador de Deep Blue en señal de abandono. A pesar del duro golpe, el más duro de su carrera, una celebridad de cualquier otro deporte hubiera reprimido su ira al comparecer ante la pren sa -Kaspárov nunca suele hacerlo tras una derrota- con un comportam iento profesional , aguantando el tempora l . Pero pedir eso al colérico Kaspárov tal vez sea demasiado. Sus dos apoderados -uno, el estadoun idense Owen W i l l iams, para los asuntos del aj edrez; el otro, el britán ico Andrew Page, para los demás- no saben dónde me terse ni qué cara poner cuando Kaspárov arremete contra I B M , que también negocia el patroc inio del c l ub de aj edrez que Kaspárov ha montado en Internet. El sueño americano adquiere así ribetes de pesa d i l la, como me indica Page, apoyado en una columna con gestos de horror mientras hab la su c l iente : « ¡ Está mordiendo la mano que le da de comer ! » . Con cara d e funeral y gran agresividad verbal , Kaspárov h a empe zado humi ldemente : « H oy no merezco los aplausos. Estoy avergonza do y pido perdón . En realidad, no soy yo mi smo, no lo he sido desde que perdí la 2 .ª partida» . Pero l uego se va calentando : «Que nadie in terprete esto como una derrota definitiva del hombre ante la máquina. La competi ción no ha hecho más que empezar. Quiero ver a Deep
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Blue compiti endo con grandes maestros, que estarán deseando hacer lo, y conmigo en condiciones j ustas . Para empezar, I B M no puede ser a la vez patrocinador y j ugador» . Dado que el ruso vuelve a insinuar, con tímidas incursiones en el terreno de la acusación, que hubo j uego sucio durante el duelo, se le piden exp l icaciones más concretas: « Pro pongo a I B M que imprima y publique todo el proceso de reflexión de Deep Blue durante cada una de las seis partidas de este due lo. Enton ces tal vez podremos entender por qué mi rival ha hecho j ugadas in creíbles en una computadora, por qué se ha comportado de forma muy flexible en cuanto al esti lo de j uego cuando es bien sabido que todas las computadoras de aj edrez se di stinguían por su inflexi b i l i dad. No puedo probarlo ahora pero creo que ha habido serias irregularidades en este duelo. Por eso invito a I B M a aclarar el asunto». C. J. Tan , el j efe del equipo de creadores de Deep Blue, agarra el guante con habi l i dad : « Lo que Gari quiere ver impreso es, bási camente, una sucesión de unos y ceros. É se es el único lenguaj e que entiende la máqui na, y es incomprensible para el 99 % de la gente . En cuanto a la revancha y a enfrentar a Deep Blue con otros j ugadores de él ite, no soy yo quien toma esas deci siones, pero adelanto que mi opinión personal será fa vorable a ambas cosas». También quiero subrayar que éste éxito tan importante para la ciencia y el aj edrez hubi era sido imposible sin el espíritu de l ucha de Gari Kaspárov». Otras fuentes cercanas a los entresijos del duelo, que piden el ano nimato, aportan dos explicaciones di stintas. La tozudez de Kaspárov en cuanto a posibles irregularidades ha sido cultivada de forma obsesi va y visible por su madre, C l ara Kaspárova. Por otro lado, I B M tiene un motivo de peso para no acceder a los deseos de Kaspárov: la publi cac ión del pensamiento de la computadora equivaldría a difundir todos los secretos sobre su programación, lo que sería un arma muy úti l para futuros adversarios en el aj edrez y para competi dores comerciales. B l a n c a s : Deep B l ue . N egra s : G . Kaspá rov. Defe n sa C a ro- K a n n ( 8 1 7 ) . N u eva York ( 6 . " p a rt i d a ) , 1 1 - 5- 1 9 9 7 . 1 e 4 c 6 2 d 4 d 5 3 C c 3 dxe4 4 Cxe4 Cd 7 5 Cg5 Cgf6 6 A d 3 e 6 7 C l f3 h 6 8 Cxe6 De? 9 0-0 fxe6 1 0 Ag6+ R d 8 1 1 Af4 b 5 1 2 a4 A b 7 1 3 Te l Cd 5 1 4
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Ag3 R c 8 1 5 a x b 5 c x b 5 1 6 D d 3 Ac6 1 7 Af5 exf5 1 8 Txe7 Axe 7 1 9 c4 , y Kas pá rov se r i n d i ó .
Conclusiones y consecuencias Kaspárov no sabe perder, entre otras razones porque lo hace pocas veces, y no suele comparecer ante los periodi stas tras una derrota. S í lo hizo e n N ueva York tras rec ibir un golpe tremendo, y mezc ló hu mi ldad, sinceridad y anál isis obj etivo. S i el ruso se hubiera quedado ah í, además de la lógica petición de revancha, habría sido un día mag nífico para el aj edrez, además de serlo para la ciencia en general y para I B M . La confirmac ión de que Kaspárov es un ser humano y la perspectiva de un desquite con e l ruso en plena forma psicológica eran dos atenuantes considerables del disgusto que se l levaron m i l lones de personas, aficionadas o no al aj edrez. Pero Kaspárov se empeñó en coronar e l pastel con unas guindas de amargura. Para empezar, se negó a que los m iembros de su delegac ión fueran presentados durante esa rueda de prensa multitudinaria (había periodi stas incluso debaj o de las mesas, porque no cabían en otro si tio). Esa actitud inc ita a sospechar que -al menos, en un primer mo mento- Kaspárov cul paba a sus asesores de la derrota, lo que con cuerda con e l semb lante de crispación que mostraban . E s cierto que su j uego en este encuentro, más bien conservador y especulativo, es la antítesis de su esti lo natura l . Pero la clave del fracaso estuvo en la ro tura de su si stema nervioso tras perder la segunda partida. H ay una exp l icación lógica que refuta e l di lema entero. La segun da partida siguió los caminos tri l lados -tal vez los más anal izados en más de 1 5 siglos de hi storia- de la Apertura Española, cuyo inventor fue Ruy López de Segura hace 450 años. Por tanto, los programadores de I B M y sus asesores habían i ntroducido muchas más ideas estratégi cas y variantes en el cerebro electrónico sobre esa apertura que sobre cualquier otra. Por eso Deep Blue causó asombro en esa partida y co metió errores graves en l as tres siguientes, que Kaspárov no supo aprovechar. Por eso Kaspárov perdió el duelo, y también la compostu ra exigible a un campeón en el que se m i ran m i l lones de niños.
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Además, Ken Thompson, gran experto en computadoras y persona muy respetada por Kaspárov, tenía como misión vigilar el mon itor del operador de I B M donde aparecían las j ugadas de Deep Blue, y compa rar después lo ocurrido en cada partida con lo que se leía en la copia impresa de los procesos de cálculo de la computadora. Thompson dij o q u e hab ía informado al equipo d e Kaspárov puntualmente d e todo el lo, y que no había vi sto i rregularidad alguna a lo largo de todo el duelo. Dado que Kaspárov no se ha quej ado nunca de Thompson, no se entiende bien cómo pudo hacer trampas I B M . Por cierto, IBM pu blicó en su ciberpágina todos los procesos de cálculo de Deep Blue después del duelo. También hay una expli cación lógica del comportamiento de Kas párov, que estrenaba varias sensac iones, todas e l las desagradables: nunca había perdido un due lo (el primero contra Kárpov fue cancela do sin vencedor en febrero de 1 9 8 5 con el marcador en su contra por 3 - 5 , tras cinco meses de l ucha y sendas victorias de Kaspárov en las dos últimas partidas); j amás había cometido un fallo grave en las pri meras j ugadas (que se hacen de memoria); era la primera vez que no ganaba en un momento c lave, como hacen los grandes campeones del deporte; y nadie, ni siquiera su encarnizado enemigo Kárpov, había logrado destruir su fortaleza psicológica. Para colmo, los anál i si s posteriores de la última partida, real iza dos por grandes maestros con la ayuda de potentes computadoras, indican que el supuesto error grave -catal ogado así en los libros téc nicos- de las negras en la séptima j ugada quizá no lo sea, porque hay defensas mucho mej ores que la pl anteada por Kaspárov tras el sacri ficio de cabal l o de Deep Blue. He ahí otro argumento para refor zar la tesis de que, en real idad, no ganó Deep Blue sino que perdió Kaspárov, j ugando c laramente por debaj o de su n i v e l , debido a que sucumb ió ante la tremenda ten sión nerviosa que é l mismo se creó, acentuada todavía más por el asombroso desp l i egue de los medios de comun icación de E E . U U . , que arrastraron a los más i mportantes del resto del mundo. É sa era, por ej emplo, la opinión del gran maestro estadoun idense Lev A lburt, quien añad i ó : «Apuesto 1 0 . 000 dólares a que cualquiera de los 5 0 mej ores aj edrec i stas del mundo puede batir a l a computadora».
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Ciertamente, el deseo de revancha era una obsesión en Kaspárov desde el mi smo día que terminó el duelo: «Si j ugamos el desquite en condiciones j ustas y me preparo a conciencia, haré añicos a esa máquina aunque Ja mej oren todavía más». Como «condiciones j ustas», Kaspárov enumeró: que I B M no fuera patrocinador, organizador y j ugador al mis mo tiempo, que se le fac ilitaran las partidas de entrenamiento disputadas por Deep Blue, que hubiera un día de descanso tras cada partida y que tomaran medidas para despej ar cualquier duda sobre posibles trampas (intervenciones humanas durante las partidas) en el j uego del silicio azul. También propuso que toda la bolsa fuera para el ganador, que el duelo fuera Jo antes posible, y que se j ugara al mejor de diez partidas : «Porque seis son pocas, y más de diez podrían causarme demasiada fatiga». E l sueño americano de Kaspárov terminó en pesad i l la, o en trage dia griega, como señaló el ya citado Newbom, miembro del Com ité Organ izador, cuando vio la impresionante portada del New York Ti mes, que mostraba a Kaspárov hundido, con las manos tapándole la cara y los codos clavados sobre el tablero durante la última partida. ¿ Por qué le ocurrió eso? « Porque soy un ser humano, Cuando veo algo que está por encima de m i entendimiento tengo miedo, y no me da vergüenza dec irl o . » Hay algo sobre lo q u e no cabe la menor duda: el enorme beneficio de I B M . M ientras Jos 1 .400 kilos de Deep Blue eran cuidadosamente empaquetados en e l Equitable Center de M anhattan para su traslado al cuartel general en Y orktown Heights, las acciones de la multinacional se di sparaban en Wal l Street hasta la cotización récord de 1 70,5 dóla res, para gran alegría de sus accioni stas . En esas circunstancias había grandes dudas sobre si a I B M Je inte resaba conceder una revancha en la que no ten ía apenas nada que ga nar desde el punto de vi sta comercial . Y más aún sobre si se atrevería a crear una vers ión comercial de Deep Blue para integrarla en el cir cuito de torneos de él ite y enfrentarla con todas las grandes estre l las, una cada día, en l i gas a una o dos vueltas. La respuesta l legó cuatro meses más tarde, en un comunicado de I B M : Deep Blue y, sobre todo, las enseñanzas derivadas del trabaj o para ganar a Kaspárov se iban a apl icar en campos de gran interés para Ja ciencia, como la meteorolo gía, el tráfico aéreo, los mercados financieros, la fabri cación de medi-
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camentos o cualquier otro ámbito donde el cálculo molecul ar sea im portante ; nada de aj edrez, salvo pequeñas exhibiciones de una versión menos potente (Deep Blue Junior), que en octubre de 1 997 empató ( 1 - 1 ) un duelo de exh ibición en M adrid con Paco Val lej o , entonces subcampeón del mundo infanti l . L a hi storia d e l a posible revancha tiene todav ía u n episodio más, sucedido tres años después, en 2000, cuando Feng Hsu publicó una carta ab ierta y desve ló que se había marchado de I B M el año anterior tras gastarse «una pequeña fortuna» en comprar los derechos de co mercial izac ión del chip de Deep Blue. Tras recalcar que entre él, M u rray Campbel l y Joe H oane habían invertido «unos 3 0 años de trabaj o e n total» para crear a Deep Blue, H su señala: « E scribo esto porque quiero demostrar que he hecho todo lo que estaba en mi poder para que la revancha fuera una real idad». Y l uego explica: «Al final del duelo de 1 997, los tres sentíamos l a ob l i gac ión personal de aceptar el desquite que nos pedía Kaspárov. Pero la dec i sión no era nuestra. Además, él nos había acusado en falso, a nosotros y a I B M como em presa, de hacer trampas. Consideré esas palabras como un insulto, como hubiera hecho cualquiera en mi situación. Kaspárov insistió durante dos años, pero nosotros no teníamos margen de man iobra» . De modo que H su inv ita ahora a Kaspárov a que se comprometa a j ugar la revancha si salen patrocinadores. Pero Kaspárov ya no está i nteresado . Volviendo al duelo de 1 997, hubo entonces una acusac ión en c ier tos foros que incl uso hoy oigo de vez en cuando : Kaspárov se dej ó ganar, estaba todo arreglado. Estoy convenc ido d e su absol uta fal se dad. Un mes y medio después de su tragedia en N ueva York, Kas párov vino a M adrid para di sputar una sesión de partidas simu ltáneas por I nternet, patrocinada por El País, con rivales esparcidos por todo el mundo . Fui a esperarle al aeropuerto, y obtuve el permiso de la Guardia C i v i l para pasar a la zona de recogida de mal etas y encontrar me al l í con é l . Desde ese momento hasta que le dej é en la puerta de su habitación pasaron unas seis horas, en l as que estuv imos siempre j un tos, incl uida una cena con l arga sobremesa. Kaspárov habló la mayor parte del tiempo, y de manera obsesiva, de su sospecha de que I B M le había hecho trampas. No creo que, mes y medio después, se hubi era comportado así tras haberse dej ado ganar.
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M i opinión sobre ese asunto es totalmente compartida por alguien con mucho más conoc imiento interno que yo, I l lescas, quien muchos años después, prescrita la c l áusula de confidenc ialidad que I B M le obl igó a fi rmar como asesor en la programación de Deep Blue, pudo hablar con claridad en conferencias, entrevi stas y l ibros. Además de negar rotundamente que Kaspárov se dej ase ganar, el octacampeón de España sostiene que « Kaspárov empezó a perder cuando fi rmó el con trato en condiciones c laramente desfavorables para él, sobre todo en dos puntos: él no tenía derecho a ver previamente partidas de entrena miento de Deep Blue; y, sobre todo, I B M tenía derecho a modificar el programa entre partida y partida» . A e l l o añade I l lescas la presión me diática sobre el ruso, así como la errónea actitud de éste ante el duelo: «Cuando me incorporé al equipo de trabaj o de IBM [mes y medio an tes del comienzo del duelo] les hice ver a los programadores que el los eran científicos, pero Kaspárov era un competidor feroz, y por tanto debíamos programar a Deep Blue para enfrentarse a alguien con ins tinto asesino muy desarro l l ado ( hablo, por supuesto, en térm inos es trictamente deportivos). Además, otro error de Kaspárov fue precisa mente el de creer, cuando l l egó a N ueva York, que era un honor para él participar en un experimento científico, cuando en realidad se en frentaba a un monstruo potentísimo que quería machacarl o». Para que este capítulo quede completo falta rematar una de las fa cetas del debate hombre-máquina. ¿ E stá realmente j usti ficado que tantos m i l lones de personas estuvieran tan preocupadas por la derrota de Kaspárov? El País pub l icó un editorial sobre e l l o el 1 3 de mayo, baj o el inequívoco título «Vence el hombre», que por su interés repro duc imos entero : Era inevitable que, tras la victoria aj edrecística del ordenador Deep Blue sobre el campeón mundial Gari Kaspárov, la frase más repetida fuera «la máquina vence al hombre». Pero ésta es sólo una parte de tan complej a cuestión . Desde que Edgar Al lan Poe denunciara el truco del jugador mecánico de Mae/ze/ hasta el imbatible computador H A L 9000 en la alegoría evolucionista de 200 1 . una odisea del espacio, la cuestión del hombre superado en inteligencia por sus propias obras es una de las paradoj as más explotadas por la ciencia ficción. Deep Blue sugiere que
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el temor a esa paradoj a ya está aquí. Tanto el dramatismo con que se ha aceptado la derrota como los oscuros temores sobre la superioridad de las máquinas responden a un análisis superficial de un hecho evidente mente espectacular. Desde el momento en que la máquina es una crea ción del hombre, no cabe hablar de derrota. De hecho, la inteligencia humana ha concebido a las máquinas precisamente para que superen al hombre en cuestiones tales como resistencia, duración, dureza, precisión o capacidad de cálculo. Deep Blue ha hecho aquello para lo que sus fa bricantes la programaron. Ahora sabremos más de lo que se ha venido a llamar, quizá incorrec tamente, inteligencia artificial. Al enseñar a las máquinas y aprender también de ellas, de su propia complej idad, podemos aprender más sobre nosotros mismos. Que es lo que cuenta. ¿Piensa Deep Blue? Es dificil de precisar. Los rápidos avances que se están produciendo en las llamadas neurociencias aportan por ahora res puestas parciales. Pensar no es simplemente reaccionar ante estímulos de una manera racional . Uno de los rasgos de la inteligencia es la capacidad para aprender de los aciertos y de los errores. La inteligencia humana vie ne ligada a un fenómeno que sólo ahora empieza a estudiarse de una ma nera científica: la conciencia. Las últimas teorías, divulgadas en libros de éxito como Inteligencia emocional o El error de Descartes, demuestran que los sentimientos son esenciales para la inteligencia. Son los que per miten la intuición. Las emociones -naturalmente en grado j usto- sirven a la inteligencia. No lo contrario. El ordenador que ganó a Kaspárov pare ce tener capacidad de aprender, en parte porque cuenta con asesores aj e drecísticos humanos, pero es dudoso que se le puedan atribuir emociones. Ni siquiera el aj edrez, como mística y estética del j uego, debe que dar afectado. Jugar al aj edrez es algo más que calcular varios mil lones de j ugadas por segundo o aprender, como se jacta I B M , la constructora de Deep Blue, de los movimientos acertados o erróneos. Como en todos los juegos, lo importante es inventar e imponer un esti lo. El ordenador pue de ganar en veloc idad de cálculo, pero al menos por ahora carece de un esti lo que confiera grandeza, como la furia destructiva de Morphy, la h ipnótica senci llez de Capablanca o la elegancia maquiavélica de Ale khine. Pero si algún descendiente de Deep Blue lo consigue, también será un éxito de la intel igencia humana.
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La única idea que echo en falta en ese editorial -muy acertado en todo lo demás- es cómo reaccionaremos si dentro de unos años surge una máquina que componga música más hermosa que la de Beetho ven, Bach y V ivaldi . ¿ Estaremos muy contentos por ese tremendo lo gro de la ciencia o nos sentiremos derrotados como seres humanos? En todo caso, siempre nos quedará el gran consuelo de que los enormes avances de la ciencia con Deep Blue son muy úti les en nues tras vidas cotidianas; por ej emplo, cuando vamos a la farmac ia. Me lo recalcó C. J. Tan , con quien compartí una cena muy agradab le en Ma drid en octubre de 1 99 7 , cuando Deep Blue Junior empató con Valle jo. Tan mostró entonces una imagen mucho más humana que cuando debía dar la cara ante la prensa cada día en N ueva York como j efe del equipo de I B M : «Uno de mis motivos para estar muy orgul loso es que nuestro trabaj o salvará vidas», me dij o , tras hablar un rato de sus otras pasiones: el flamenco, el go lf, la buena mesa y las conversac iones dis tendidas. Y antes de exhibir la infrecuente v i rtud de traducir su enor me sabiduría científica a un lenguaj e l lano : «La creación de un nuevo medicamento se basa en el cálculo molecular; j untar moléculas de una forma determ i nada es casi tan difícil para una máquina como ganar a Kaspárov. Grac ias a Deep Blue, los nuevos medicamentos se fabrica rán mucho más rápido, y e l l o produc irá el alargam iento de la vida de mucha gente » .
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árpov tenía razón : la bicicleta no terminó con el atletismo, ni Deep Blue con el aj edrez humano . De hecho, ni siquiera estaba cl aro todavía que el mej or aj edreci sta del mundo fuera una máquina, porque la opinión era unánime en cuanto al baj o rendimiento de Kas párov en M anhattan . Tras el dramático duelo de N ueva York conti nuaron los torneos con j ugadores de carne y hueso, como todos los años y con el mi smo interés de siempre, aunque también se reforzó la tendencia que ya veíamos hac ia un vuelco radical de cómo un afi cio nado vive su pasión por el aj edrez, así como la manera de organ izar un torneo. Aunque las microcomputadoras que se compraban en la calle a finales de los noventa estaban lej ísimos de los 200. 000 m i l lones de posiciones que Deep Blue podía calcular en tres mi nutos grac ias al efecto multipl icador de sus procesadores en paralelo, su fuerza de j ue go era más que suficiente para ganar a todos los afi cionados y a gran parte de los profesionales, sobre todo en partidas rápidas. E l l o quiere decir que cualquier amante del aj edrez de baj o nivel técnico podía de term inar en pocos segundos que el campeón del mundo acababa de cometer un error en una partida del torneo de W ij k aan Zee ( H olanda), que é l seguía en directo a través de I nternet desde su casa en Vancou ver (Canadá), en bata y zapati l las. Y, por supuesto, las partidas apla zadas desaparecieron para siempre . Pero al mismo tiempo nac ió una modalidad muy interesante . Ter mi naba el verano de 1 99 7 . M ientras I B M deshoj aba la margarita so-
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bre revancha sí o revancha no, Kaspárov lanzaba una de sus revo lu cionarias ideas : un duelo por parejas entre é l y una computadora contra un miembro de la él ite y otro ordenador. « Las consultas con la máquina evi tarán errores de memoria y de cálculo; así, el aj edrec ista humano se podrá concentrar en producir arte y estrategia refinada», explicaba Kaspárov. Quien agarró ese guante fue M arcelino Sión, or gan izador del M agi stral C i udad de León, un torneo de partidas rápidas de tres días, que acudía puntualmente a su cita con el calendario todos los años desde 1 98 8 . « S i l legamos a un acuerdo en lo económico, la idea es perfecta» , respondía Enrique G i l , concej al de Deportes de León. Y , en efecto, Kaspárov j ugó un duelo a seis partidas en esa mo dal idad frente al búl garo Vése l i n Topálov (4.º del mundo entonces) en j unio de 1 99 8 . Para bautizar al recién nac ido se eligió «Aj edrez Avan zadm>, aunque tamb ién se habló de «Aj edrez del Futuro» y «Aj edrez del Siglo X X I » . Es dec ir, si no puedes con tu enemigo, al íate con é l . Fueron días muy i ntensos y apasionantes, que v i v í desde muy cer ca en León como periodi sta. Sión y su experimentado equipo sufrie ron mucho más de lo habitual porque el reto tecnológico era muy difí c i l , dado que nunca se había hecho un torneo así para el púb l ico, y con un obj etivo muy ambi cioso: que los espectadores pudieran ver el pen samiento de los j ugadores; es dec ir, que las pantallas gi gantes reflej a sen no sólo sus rostros y los movimientos de las partidas, sino también las órdenes que cada gran maestro daba a su ordenador sobre qué va riante debía calcular. Poco antes de la inaugurac ión, alguien dij o du rante el montaj e entre bambalinas : «Como nos fallen los ordenadores, se irá todo al caraj o » . Y nadie osó contradecirle. Los j ugadores inhumanos no fallaron , y los de carne y hueso tam poco. Kaspárov aterrizó en la ciudad como un ciclón, l leno de energía, exultante ante la perspectiva de protagon izar otro hecho hi stórico. En su primera conferencia de prensa encendió todas las luces del perio di smo local, con gran repercusión internac iona l . Preguntado por su constante apuesta por España para sus actividades, se mostró muy ele gante : « U stedes lograron la Reconquista, y yo quiero que la recupera ción de la digni dad del aj edrez comience aquí, porque es el país que más torneos y acontecimientos organ iza desde 1 9 8 7 , cuando defendí mi título ante Kárpov en Sev i l la. Y hablando de dignidad, este duelo
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será l impio, no como el de Deep Blue». I mpresionado por la be l l eza de la catedral y del parador, donde se aloj a, el Ogro de Bakú está en forma: acaba de ganar por 7- 1 a la muy potente selección de I srael en simultáneas con re loj ; y al propio Topálov, por 4-0, en un duelo de sem irrápidas (25 minutos) en Sofía. M enos ruidosa es la l legada de Topálov, residente en Salamanca, siempre atento con periodi stas, aficionados y patrocinadores. El búl garo no parece traumatizado por el reciente varapal o : « La ayuda de las computadoras puede neutralizar la superioridad de Kaspárov en el cálculo de variantes y centrar l a l ucha en las ideas estratégicas, donde nuestra fuerza está más equ i l ibrada». Y está muy bien preparado, con la ayuda de su inseparable entrenador, S i lvio Danái lov, I l lescas y un exayudante de Kaspárov, el francés Iósif Dórfman. Ni siquiera la coincidenc ia en las fechas con e l M undial de Fútbol de Francia impide que la sala (el edificio multiusos de la J unta de Cas tilla y León) se l lene desde el primer día. E l aj edrez es, por fin, un es pectáculo, reforzado por el despli egue tecnológico. El ayudante inhu mano de Kaspárov y Topálov será e l programa Fritz, campeón del mundo en 1 99 5 , corri endo en máquinas muy potentes. E l asalto inau gural demuestra que Topálov ten ía razón , porque term i na con una inapelable derrota de Kaspárov, consolado en el camerino durante el intervalo por su fiel entrenador, Y uri Doj oián. El ruso gana la segun da, poniendo fin a una jornada inolvidable. Todos contentos. E l espectáculo sigue siendo trepidante en la segunda j ornada. « ¡ Esto es más apasionante que un partido de fútbol ! » , exc lama un es pectador por los pas i l los. S ión lo denom ina «strip tease mental». Ade más, se comprueba que los ordenadores necesitan tiempo para produ cir análisis de cal idad en posiciones compl icadas . En un momento de la tercera, que termina en tab las tras un combate sin tregua, Kaspárov está esperando a que el ordenador termine de analizar una variante com plicada. Al cabo de unos minutos hace un gesto de desprecio con su mano derecha hacia la máquina, como diciendo : « ¡ Qué tonta eres ! ¡ N o has comprendido nada ! », y hace otra j ugada, guiado por su intuición . E l ruso muestra s u fiereza deportiva en la cuarta ante u n a defensa numantina. Es una tortura para Topálov, sorprendido por una j ugada de su rival que no hab ía vi sto en sus anál isis caseros. A partir de ah í,
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ambos se devanan los sesos sin que los cerebros de silicio sean de gran ayuda casi nunca. Para mayor deleite del púb lico, Kaspárov se lanza a un ataque en tromba. C uando todo indica que el búlgaro va a salvarse, el re loj le pasa una carísima factura: ya no tiene tiempo ni para ver que di spone de un movim iento, indicado en la pantalla del ordenador, que le garantiza el empate . Y el Ogro de Bakú clava sus garras. « E stoy tan cansado como contento . Esta nueva modal idad extrae mucha energía de nosotros; no tenemos tiempo ni para ir al servicio porque siempre hay alguna vari ante que consultar con el ordenador. Pero veo que el público di sfruta como nunca porque puede ver lo que estamos pensan do. Es un gran éxito», afirma Kaspárov mientras cena con Doj oián. Aún queda lo mej or. La tercera j ornada empieza con un rec ital de fensivo de Topálov, quien aguanta el ataque de su rival hasta forzar un final de alfiles de di sti nto color con ventaj a decisiva, que convierte en victoria. Se l lega al último asalto de la serie de seis con e l marcador igualado . Kaspárov se lanza de nuevo al ataque, pero el búlgaro de Salamanca vuelve a defenderse con gran prec isión; incl uso tiene una oportunidad de ganar, pero no atreve a arriesgar, y se acuerdan tab las para mayor deleite del púb l ico, que ahora presenciará un espectáculo electrizante. E l desempate empieza con una tanda de dos parti das de cinco mi nutos por bando, y ambas terminan en tablas. En la segunda, Kaspárov vuelca sobre el tablero su enorme energía, moviendo las piezas con gestos violentos y extrema rapidez, mientras su adversario aguanta el chaparrón e incluso logra ventaj a en algún momento, como ya había ocurrido en la primera. Se recurre, por tanto, a la muerte súbita, cinco minutos para las negras y cuatro para las blancas; y el primer asalto termina en otro empate. En el siguiente se l lega a alcanzar un ritmo de dos movimientos por segundo mientras el públ ico apenas cabe en sus asientos y el árbitro, Joaquín Espej o , pone los ci nco sentidos para con trolar cualquier imprevi sto . E sta vez, Kaspárov es más rápido y más prec iso. Los espectadores, en pie, despiden a ambos con una ovación digna de Luciano Pavarotti en sus días de mayor gloria. «Ha sido la experiencia más interesante, emocionante y especta cular que he ten i do», dice Topálov . En cuanto a la forma de j ugar, el búlgaro explica: « Requiere un entrenamiento espec ífico con máqui-
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nas . S i t e falta experienc ia t e puedes convertir e n su v íctima. Por ej em plo, es mej or desenchufarla en los apuros de tiempo». Sobre ese pun to, Kaspárov remacha: « Es imprescindible tener claro cuándo hay que hacer caso de la máquina y cuándo hay que rechazar sus consejos». En cuanto al espectáculo, es rotundo : «No se puede i magi nar algo mejor entre dos hombres frente a un tab lero». Pero matiza: « E s agotador. En tres días hemos gastado tanta energía como en un torneo de Linares entero». Kaspárov cena con S ión, y no cabe en sí de gozo . Además de corresponder con su apetito carnívoro a las excelentes viandas de la cocina leonesa, está l leno de ideas, como s iempre, y destaca una con creta: quiere volver en 1 999 y enfrentarse a Anand, a quien considera sin duda el rival más apropiado . S ión, cuyas vísceras han estado so metidas a la máxima presión desde el primer minuto de j uego, respira por fin, muy sati sfecho. Y más aún cuando, a la mañana siguiente, un conoc ido le dice por la cal l e : «Üye, que no pude pasar a ver el duelo, pero fue mi cuñada con los niños y volvieron entusi asmados, se lo pasaron estupendamente» . La revolución ha sido un éxito. Sin embargo, no todo fue tan bonito. Kaspárov no cumplió su comprom iso con S ión, y además inventó excusas, relativas a di scusio nes sobre el contrato, en lugar de dec ir la verdad : que tenía una oferta para poner su títu lo mundial en j uego ante Anand a finales de ese mis mo año en Canadá; y di sputar un duelo contra e l mi smo rival en j unio reduciría el valor comercial de ese Campeonato del M undo. Tras agrias y acaloradas discusiones durante varias semanas, en las que el autor de este l i bro intervino discretamente como mediador a petición de Sión, Kaspárov emite un largo comun icado unos días más tarde en el que descalifica a todos los organ izadores españoles, a pesar de que ha alabado a España como «la nueva meca del aj edrew durante los doce años anteriores. Y termina con esta guinda: « S inceramente, la acti tud de los organ izadores españoles provoca mucha censura ( . . . ). De una vez por todas, deben darse cuenta de que su actitud es inaceptable, y aprender a comportarse con los aj edrecistas y con el campeón del mun do en particular. ¿Quién, si no lo hago yo, les pondrá en su sitio?» . Sión logra sustituir urgentemente a Kaspárov por Kárpov, cuya única condición innegoc iable es que sus honorarios sean los mi smos que los previ stos para su eterno rival . Nadie podía imaginar que, des-
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de el punto de vi sta deportivo, el duelo no va a ser tan bri l l ante como todos esperamos. E ste otro problema no se desvela hasta que Kárpov l lega a León y reconoce que ni siquiera tiene unos conocimientos ru di mentarios sobre cómo funciona un ordenador. Es dec ir, no sabe cómo introduc ir j ugadas en la computadora para su anál isis, cómo volver atrás o cómo navegar entre una variante princ ipal y una secun daria. A lgo aprende en las horas previas a la j ornada inaugural, pero no lo sufici ente, n i de lej os, para competir con el conocimiento de ex perto de Anand. Aunque el púb l i co se div ierte, el duelo es una masa cre. M ientras Anand combina sabiamente la fuerza bruta de Fritz con su marav i l losa intuición para determinar el mej or plan estratégico en el menor tiempo posible, Kárpov admini stra muy mal sus minutos porque pierde muchos enredado entre las tec las del ordenador o, como hizo en la última j ornada, casi renunc ia a la ayuda del s i l icio y j uega sólo con su cabeza en una batalla muy desigual , arbitrada, como en años anteriores, por Joaquín Espej o . El resultado final ahorra muchos comentarios: 5 - 1 para el indio, invicto ; Kárpov sólo puede arrancar dos empates, en la segunda partida, sin muchos problemas, y en la cuarta, de m i l agro . Un espectador da con la metáfora perfecta cuando sale de la sala: « É ste es el combate de un hombre con un palo frente a otro con un tanque». Anand volvió a tri unfar en el «Aj edrez Avanzado» de León en 2000 (gana en la sem ifinal a Judit Polgar, y en la final a Alexéi Shírov, quien había e l i m inado a I l lescas ), y confirmó que era el campeón del mundo oficioso de la modal idad al ganar de nuevo la edic ión de 200 1 (tumba en la final a Peter Leko, y en la final de nuevo a Sh írov, vence dor de Topálov), pero cayó en 2003 ante Vladímir Krámn i k ( 2 , 5 - 3 , 5 ) con cambio de formato (duelo a s e i s partidas). Tres años antes, Krám nik hab ía destronado a Kaspárov en el M undial de Londres. Tras cinco ediciones con excelentes resultados, Sión decide cam biar de rumbo y abandona el «Aj edrez Avanzado»; el torneo manten drá el ritmo semirrápido que tanto éxito le ha dado (cuando este l ibro se publique estará a punto de celebrarse la XXVI edición en 26 años consecutivos) pero sin ayuda de ordenadores. El motivo de esa deci sión es que la nueva modalidad carece de una base comercial sólida, que le permita emular a la Fórmula 1 : escuderías de ordenadores y
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programas l i gadas a j ugadores fieles en un c i rcuito anual de varios torneos, como soñaba Sión. La burocrac ia j erarquizada de las multi nac ionales de la informática ( las delegac iones en M adrid apenas go zan de autonomía para invertir en pub l i c i dad), la deb i l idad económ ica de los programadores de aj edrez y el cambio de pol ítica comercial de la empresa alemana Chess Base (colaboradora esenc ial en las últimas ediciones) obl i gan a modificar la apuesta. En real idad (como veremos unas páginas más ade lante), había otro motivo, aún sin aflorar del todo : a medida que las computadoras mejoran su nivel de j uego las partidas son más aburridas, porque carecen de errores importantes.
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ientras León apostaba por el centauro hombre-máquina durante un lustro, continuaba el debate sobre si el ser humano podía aún tumbar a los mej ores programas, que entonces eran el citado Fritz (alemán, vencedor de un torneo semirrápido en Fráncfort 1 999 frente a siete rivales humanos de postín) y el israe l í Junior, que obtuvo un gran éxito al lograr el 50 % de la puntuación en el torneo de Dortmund 2000 (modalidad clásica) : dos victorias ( H uebner y Leko), cinco empates ( B aréiev, Adams, Jálifman , Akopián y Anand) y dos derrotas ( Krám nik y Piket). E l l o equivale a un E l o de 2 . 703 puntos, muchos para un microprocesador ( Kaspárov, en N ueva York 1 997, estimó la fuerza del monstruo Deep Blue en 2 . 800 ) . Y quizá lo más importante : el esti lo de Junior empezaba a parecerse al de los humanos. Esos dos aj edrec istas inhumanos estaban destinados a protagon i zar un guión de película, uno más alrededor del deporte menta l . E l es pañol Enrique l razoqui, gran experto en computadoras de aj edrez (además de destacado izquierdista durante el franqui smo, profesor de español en E E . U U . y actor que hizo el papel de Jesucri sto en El evan gelio según San Mateo, de Pasoli n i ), aceptó el encargo de la empresa britán ica Brain Games para organizar y arbitrar un duelo entre Fritz y Junior en un hotel de Cadaqués ( Gerona) . E l vencedor se enfrentaría a Krámnik en Bahréin. E l asunto no careció de po lémica, y fue muy aguda. l razoqui in vitó también a Deep Blue, pero I B M hab ía reti rado a su monstruo
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del aj edrez para dedicarlo a otros campos de l a c iencia, y rechazó l a propuesta. E l cuarto programa invitado era Shredder, campeón d e l mundo de l a Asociación I nternac ional de Computadoras de Aj edrez ( I CC A ) . El presi dente de este organ ismo, el mencionado britán ico David Levy, manten ía unas pésimas re laciones con Brain Games y espec ial mente con e l promotor de esta empresa, su exc uñado Ray mond Keene. La idea del torneo cuadrangular provocó enormes pro testas en los foros de los expertos en computadoras de aj edrez . A l gunos opinaron q u e Shredder debía s e r d i rectamente elegido para enfrentarse a Krám n i k . Sin embargo, l razoqui dio u n a expl icación m u y razonab l e : « E l M undial d e la ICCA s e di sputa a sólo siete rondas . E n s u última edi ción, Shredder ganó e l torneo de la ICCA y por consiguiente el título, cualquiera que sea su valor. Por otra parte, la SSDF sueca controla desde hace 20 años decenas de m i les de partidas entre todos los pro gramas de aj edrez comerciales y publ ica el escalafón derivado de esos encuentros. Desde hace ya más de tres años, sucesivas versiones de Fritz han encabezado esta l i sta. En mi propio torneo de Cadaqués, que incl uye cada año a los mej ores programas del mundo enfrentados en tre sí en cientos de partidas, Fritz ganó este año y Junior e l anterior. Shredder quedó cuarto y quinto, respectivamente». Ese duelo de Cadaqués fue muy interesante, y no sólo para los es pecial istas en aj edrez de computadoras . Junior empezó ganando por 5-0 gracias a su «esti lo humano». En ese momento ya había algunos programas en el mercado que a veces daban la i mpresión de arriesgar como un ser humano. Pero lo hacían de manera especulativa para ser más comerciales, como si j ugaran a la ruleta basándose en el cálculo de probab i l i dades. Lo que les diferenciaba de Junior era que éste creía realmente en su evaluación. El esti lo agresivo del programa israel í era el resultado de ese proceso, no el obj etivo. Sin embargo, Fritz fue remontando, logró empatar la serie de 24 ( 1 2- 1 2 ) y ganó el desempate porque Junior estaba mal calibrado en otras facetas : el efecto horizonte (exp l icado varios capítulos más atrás), el valor de los peones y e l riesgo. E l trabaj o de sus programadores, Amir Ban y Shay Bushinsky, había sido muy meritorio en parte, pero incluía lagunas graves.
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Fritz s e había clasificado para enfrentarse a Krámnik, pero el duelo de Bahréin fue pospuesto dos veces ; según las explicaciones oficiales, primero por el atentado contra las Torres Gemelas del 1 1 -S, y luego por la guerra de Afganistán (debido a las bases militares de Afgan istán en Bahréin), aunque todo indica que también influyeron los problemas em presariales de Brain Games, que acabó vendiendo los derechos de Krámnik al canal de televisión Einstein. Paralelamente, I srael anunció un duelo entre Junior y Kaspárov en Jerusalén, en las mismas fechas que el encuentro de Bahréin, pero l uego se pospuso, y finalmente se j ugó en N ueva York en 2003 , como luego detal laremos. Ahora nos tras ladamos a Manama, la capital de Bahréin, donde cubrí el Krámnik-Fritz para El País y Radio Nacional de España, además de comentarlo en di recto por Internet para El País Digital y Chess Base.
Prolegómenos E l gél ido Krámnik ha tomado el estandarte de las neuronas en la l ucha contra el silicio sobre un tablero de aj edrez. El ruso, de 27 años, se en frenta a Deep Fritz (el prefij o Deep se añade c uando el programa corre en una máquina con varios procesadores) con el obj etivo de vengar la derrota que Kaspárov sufrió hace cinco años en N ueva York ante Deep Blue. El príncipe y j eque Salman B i n H amed al Jalifa, comandante en jefe del Ej ército de Bahrein, asiente con agrado durante la ceremonia de i nauguración, al escuchar el discurso del alemán Frederic Friedel, representante de la empresa Chess Base, propietaria de Deep Fritz: « Los árabes inventaron el álgebra, los algoritmos y el número cero, elementos esenciales para crear las computadoras» . Al Jalifa volvió a sonreír complacido cuando Krámnik recordó que fueron los árabes quienes, hac ia el siglo 1x, introduj eron el aj edrez en Europa desde In dia y Persia a través de España. Parece apropiado que este nuevo com bate del hombre contra su propia creación, a ocho partidas, se dispute en este pequeño y rico país del gol fo Pérsico, una isla unida a Arabia Saudí por un asombroso puente de 2 6 k i lómetros. E l arb itraj e estará a cargo del ya mencionado Enrique I razoqu i .
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« E l carácter frío de Krámn ik lo convierte en un rival más peligroso para una máquina que Kaspárov, porque éste inyecta sus emociones en sus j ugadas, lo que le l leva a cometer errore s .» Lo dice el holandés Frans M orsch, el padre del monstruo Deep Fritz, a cuya investi gac ión y mej ora se dedica de manera exclusiva desde 1 99 1 , con el obj etivo de que la máquina enriquezca su fuerza bruta con un pensamiento similar al de un gran maestro . Prec isamente ahí está el meollo de la cuestión ahora mismo : por ej emplo, en que sean capaces de trasl adar fuerzas de un flanco a otro, de manera aparentemente anodina, con la idea de lanzar un ataque feroz 1 O j ugadas más tarde. En real idad, l lamar monstruo a Deep Fritz es di scutib l e : sólo mide 1 2 centímetros, pesa 50 gramos y calcula cuatro m i l lones de j ugadas por segundo, en con traste con los dos metros, 1 .400 ki los y 200 m i l lones de movimientos de Deep Blue. Pero casi todos los expertos coinciden en que el progra ma de I B M , desmante lado en 1 997, j ugaba peor que Deep Fritz por que cinco años son una eternidad en informática. Krámnik ha exigido normas estrictas para evitar el cansancio ante un rival incansable: un día de descanso después de cada partida, excepto tras la cuarta, cuando habrá dos. «Tres semanas para ocho partidas de aj edrez. Va a ser un combate memorable», concluye el j eque Al Jalifa. Y el campeón del mundo ha impuesto una cláusula en su contrato : poseer una copia de Deep Fritz para comprobar cómo j uega. Chess Base ha aceptado, pero con un matiz muy importante : la copia que tiene Krámnik no incluye el l ibro de aperturas; es dec ir, carece del re pertorio cuidadosamente preparado por los programadores para los primeros mov im ientos de cada partida, lo que impide que Krámnik encuentre aguj eros en esa preparac ión ; pero compensa una de las in j usti cias cometidas con Kaspárov, que sabía muy poco sobre Deep Blue antes del duelo, mientras que Deep Blue lo sabía todo de Kas párov, y además sus programadores podían retocarlo cuanto quisieran entre partida y partida. Además hay una norma muy sorprendente : las partidas quedarán apl azadas hasta el día siguiente si se superan las seis horas de j uego. « Estamos esforzándonos al máximo en que las condiciones del duelo [al mej or de ocho partidas] sean j ustas y estén equ i l i bradas para am bos. Y es obvio que un ser humano acusa el cansancio en la séptima
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hora; por e l contrari o, la máquina es insensible a la durac ión d e la par tida -explica la organ ización, y añade-: Es muy improbab le que alguna partida l legue a las siete horas, pero queremos prevenir toda clase de situaciones . » Si el j uego se apl aza, Fritz seguirá enchufado, anal izando la posición pendiente hasta el momento de la reanudac ión, unas catorce horas más tarde. Krámnik tendrá que repartir ese tiempo entre el sueño, la alimentac ión y el trabaj o con sus ayudantes . Entre éstos se incluye su copia de Fritz. El ruso asume su responsabil idad : « Desde que Deep Blue ganó a Kaspárov, mucha gente cree que las computadoras ya j uegan al aj edrez mej or que los seres humanos. Yo quiero demostrar que eso no es cier to», afirma Krámnik, que cobrará un mil lón de dólares si gana, 800. 000 si empata y 600 . 000 si pierde. « M e asusta saber que mi rival calcula cuatro mil lones de j ugadas por segundo, porque yo no l lego a una por segundo. Pero los j ugadores de carne y hueso podemos planificar a largo plazo, y en eso superamos con creces a las máquinas», añade . « M i principal ventaja es la comprensión de lo que ocurre en el tablero. A menudo, no puedo calcular todo, pero hago la j ugada correcta por que siento que ésa es la correcta. La computadora sólo puede acertar con la mej or basándose en el cálculo matemático. Si logro j ugar al 1 00 % de mi capacidad, creo que puedo ganar a Deep Fritz», conc luye.
Primera partida I razoqui y el Comité Organizador deben empl earse a fondo en las ho ras previas porque Krámnik se quej a de un bri l lo excesivo de las pie zas, que le mol esta. Lo intentan con un aerosol de barn iz mate, pero la humedad de Manama es excesiva para que eso funcione; tampoco lo arreglan metiendo las piezas en el frigorífico y apl icando calor des pués con una secadora de pelo. Pero a alguien se le ocurre meterlas un rato en el congelador, y eso sí funciona. La partida es técnicamente interesante porque Krámnik emplea con negras el arma con la que destronó a Kaspárov en el M undial de Londres: la rocosa Defensa Berl inesa, cuya sol idez sacó de quicio al Ogro de Bakú . También funciona frente a Deep Fritz, en una sala pre-
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sidida por autoridades locales de alto rango, con sus blancas vesti mentas típicas y varios embaj adores. Sorprende mucho la j ugada 25 de la máquina, que muy pocos seres humanos harían . De momento, todo es más o menos normal . B l a n c a s : Deep Fritz. N egra s : V . Krá m n i k ( R u s i a , C6 7 ) . M a n a m a ( B a h ré i n , l . " p a rt i d a ) , 4- 1 0 - 2 0 0 2 . 1 e 4 e 5 2 Cf3 C c 6 3 A b 5 Cf6 4 0-0 Cxe4 5 d 4 C d 6 6 Axc6 dxc6 7 d x e 5 Cf5 8 Dxd8+ Rxd8 9 Cc3 h6 10 b 3 R e 8 1 1 A b 2 Ae7 12 Tad l a5 13 a4 h5 1 4 Ce2 Ae6 1 5 c 4 Td8 1 6 h 3 b 6 1 7 Cfd4 Cxd4 1 8 Cxd4 c 5 1 9 Cxe6 fxe6 2 0 Txd 8+ R x d 8 2 1 Ac l R c 8 2 2 Td l Td8 2 3 Txd 8+ R x d 8 2 4 g4 g 6 2 5 h 4 h xg4 26 Ag 5 Axg5 2 7 h xg 5 R e8 28 R g 2 . Ta b l a s .
Segunda partida ¡ Gran alegría para los humanos fanáticos ! Krámnik logra, con blan cas, una pos ición ideal para su esti l o e intereses en el due lo : pequeña ventaj a sin damas en una posición senc i l la. Su único momento de cier ta zozobra l l ega en la j ugada 2 7 , cuando Deep Fritz provoca compl i caciones tácticas m u y enrevesadas . Pero el campeón d e l mundo sale indemne del lío y l lega a una final de torres favorable, que ej ecuta sin problemas. B l a n c a s : V . Krá m n i k . N egra s : Deep Fritz. G a m b i to d e Da m a A c e pta d o ( D 2 7 ) . M a n a m a ( B a h ré i n , 2 . " p a rt i d a ) , 6 - 1 0- 2 0 0 2 . 1 d4 d 5 2 c4 dxc4 3 Cf3 Cf6 4 e3 e6 5 Axc4 c 5 6 0-0 a6 7 d xc 5 Dxd 1 8 Txd l Axc 5 9 R f l b 5 1 0 Ae2 A b 7 1 1 C b d 2 C bd 7 1 2 C b 3 Af8 1 3 a4 b4 1 4 Cfd 2 Ad 5 1 5 f 3 A d 6 1 6 g 3 e 5 1 7 e 4 Ae6 1 8 Cc4 Ac7 1 9 Ae3 a 5 2 0 Cc 5 Cxc 5 2 1 Axc 5 Cd 7 2 2 C d 6 + R f 8 2 3 Af2 Axd 6 2 4 Txd 6 R e ? 2 5 Tad l T h c 8 2 6 A b 5 C c 5 2 7 Ac6 Ac4+ 2 8 R e l C d 3 + 2 9 T l xd 3 Axd 3 3 0 A c 5 A c 4 3 1 Td4+ Rf6 3 2 Txc4 Txc 6 3 3 A e 7 + R x e 7 3 4 Txc 6 R d 7 3 5 Tc 5 f6 3 6 R d 2 R d 6 3 7 Td 5+ R c 6 3 8 R d 3 g 6 3 9 R c 4 g 5 4 0 h 3 h 6 4 1 h 4 gx h 4 4 2 gx h 4 Ta ? 4 3 h 5 Ta8 4 4 Tc 5+ R b 6 4 5 T b 5 + R c 6 4 6 Td 5 R e ? 4 7 R b 5 b3 4 8 T d 3 Ta ? 4 9
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Txb3 T b 7 + 5 0 R c 4 T a 7 5 1 T b 5 Ta8 5 2 R d 5 T a 6 5 3 Tc 5 + R d 7 5 4 b3 Td6+ 55 Rc4 Td4+ 5 6 Rc3 Td l 5 7 Td 5 + , y Deep Fritz se r i n d i ó .
Tercera partida M ás alegría para los de la pancarta a favor del género humano : se repite la historia del segundo asalto, con otra victoria de Krámnik. Es obvio que Deep Fritz tiene c laros puntos débiles en la evaluación estratégica, y más concretamente en las posiciones senc i l las. En esta partida, Krámnik tenía dos parej as de peones doblados (uno delante del otro, en la mi sma columna) ; para Deep Fritz, eso son debi lidades, y punto, pero lo cierto es que no lo son si controlan casi l l as centrales importantes, como ocurría en este caso. Un vez más, algo que un niño aj edreci sta puede entender en medio minuto, pero es muy difícil que lo comprenda una máquina de lenguaj e binario (unos y ceros). Krámnik gana por 2-0, y alimenta la esperanza de muchos. B l a n c a s : Deep Fritz. N egra s : V . Krá m n i k . A p e rt u ra Escocesa ( C4 5 ) . M a n a m a ( B a h ré i n , 3 . " p a rt i d a ) , 8- 1 0 - 2 0 0 2 . 1 e 4 e 5 2 Cf3 Cc6 3 d 4 exd 4 4 Cxd4 Ac 5 5 Cxc6 Df6 6 D d 2 d x c 6 7 Cc3 Ce7 8 Df4 Ae6 9 Dxf6 gxf6 10 Ca4 Ab4+ 1 1 c 3 Ad 6 1 2 Ae3 b6 13 f4 0-0-0 1 4 R f 2 c 5 1 5 c 4 Cc6 1 6 Cc3 f 5 1 7 e 5 Af8 1 8 b 3 C b4 1 9 a 3 C c 2 2 0 Tc l Cxe3 2 1 R xe3 Ag7 22 Cd 5 c 6 23 Cf6 Axf6 2 4 exf6 T h e8 25 Rf3 Td 2 26 h3 A d 7 2 7 g3 T e 6 2 8 T b l Txf6 2 9 Ae2 Te6 3 0 T h e l R c 7 3 1 Af l b 5 3 2 Tec l R b6 3 3 b4 cxb4 34 axb4 Te4 3 5 Td l Txd l 3 6 Txd l Ae6 3 7 A d 3 Td4 38 Ae2 Txd l 3 9 c5+ R b 7 40 Axd l a5 4 1 bxa 5 Ra6 4 2 Re3 Rxa5 43 R d 4 b4 44 g4 fxg4 45 h xg4 b3 4 6 Rc3 Ra4 4 7 R b 2 f6 48 Af3 R b 5 4 9 g 5 f 5 5 0 Rc3 R x c 5 5 1 Ae 2 , y Deep Fritz se r i n d i ó .
Cuarta partida Todo sigue bien para que Krámnik logre la gran venganza contra los j ugadores inhumanos. Deep Fritz opta con negras por la Defensa Ta-
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rrasch, que puede originar posiciones muy complicadas. Pero el ruso se las arregla, una vez más, para cambiar las damas, y l l ega a un final de torres que no puede perder. Tablas. La gran duda ahora, alcanzado el ec uador del duelo, es si Krámnik acusará el cansanc io en la segunda mitad . Sabemos que su rival no lo hará, aunque hoy ha sufrido algún desvanec imiento técnico durante la partida, rápidamente resuelto por el programador, el holandés Franz Morsch . B l a n c a s : V . Krá m n i k ( R u s i a , 2 80 7 ) . N egra s : Deep Fritz. Defe n sa Ta rrasc h ( 03 4 ) . M a n a m a ( B a h ré i n , 4 . " p a rt i d a ) , 1 0- 1 0- 2 0 0 2 . 1 d4 d 5 2 c4 e6 3 Cf3 c 5 4 cxd 5 exd 5 5 g3 Cc6 6 Ag2 Cf6 7 0-0 Ae7 8 Cc3 0-0 9 Ag5 c x d 4 1 0 Cxd4 h6 1 1 Af4 Ag4 1 2 h 3 Ae6 13 Tc l Te8 14 Cxe6 fxe6 1 5 e4 d 4 1 6 e 5 d xc 3 1 7 exf6 Axf6 18 bxc3 Dxd l 19 Tfxd l Tad8 2 0 A e 3 Txd l + 2 1 Txd l A x c 3 2 2 Td 7 Tb8 2 3 A x c 6 bxc6 2 4 Txa 7 T b 2 2 5 T a 6 Ad 2 2 6 Txc 6 A x e 3 2 7 f x e 3 R f 7 2 8 a4 Ta2 2 9 Tc4 R f 6 3 0 R f l g 5 3 1 h 4 h 5 3 2 hxg5+ R xg 5 3 3 R e l e 5 3 4 R f l R f 5 3 5 T h 4 Rg6 3 6 Te4 R f 5 3 7 T h 4 R g 5 3 8 R g l Rg6 3 9 g4 h xg4 4 0 Txg4+ R f 5 4 1 Tc 4 . Ta b l a s .
Dos días de descanso Es viernes en Manama. Entre otras cosas, eso quiere decir que muchos saudíes ricos y sus abundantes esposas están aquí desde el miércoles, en excursión de fin de semana, tras cruzar el golfo Pérsico por el magnífico puente-viaducto Rey Fahd, de 26 kilómetros, que costó 1 .200 mil lones de dólares, pagados en su total idad por Arabia Saudí. Según los bahrei níes con los que he hablado, muchos de estos saudíes vienen a este mi núsculo país (el más pequeño de la región del Golfo) para practicar los placeres prohibidos en el suyo. No tengo ocasión de comprobarlo, y en todo caso lo hacen de manera muy di screta. Sin embargo, es muy interesante observarl os, y sobre todo a e llas. Es lo que hacemos, con sumo respeto, el árbitro I razoqui y yo en el muy luj oso vestíbulo del Gulf H ote l . Nos sentamos casualmente lo más cerca que podemos de esas m isteriosas muj eres, cubiertas de ne gro de arriba abaj o , a l as que sólo podemos ver los oj os. De pronto
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suena un móv i l en algún lugar interior de esos oscuros ropaj e s . Su propietari a nos descubre un precioso vestido verde de lentej uelas para contestar a la l l amada; también se quita el velo para hablar, y vemos unos labios perfectamente pintados de roj o . Poco después coincidi mos, también por casual idad, con algunas de e l las en el ascensor, y la di stancia corta nos permite deleitamos con fragancias de perfumes muy caros. M ás tarde las vemos en el restaurante con su marido, en un reservado con cristales tras lúcidos donde e l las están de espaldas al resto de los c l i entes, para que no podamos ver sus rostros cuando los descubren para comer. Nos l l evan de excursión en autocar, para que nos hagamos una idea de cómo es Bahréin, un país rico, no exento de sitios interesantes y de valor hi stórico, por no hablar de su imprescindible M useo N acio nal . Pero lo que más nos sorprende no tiene nada que ver con eso; está j usto en la frontera del puente-viaducto : el único edificio comercial en ese punto, lo último que ven los saudíes antes de volver a su país (uno de los más cerrados y estrictos del mundo) es . . . ¡ un M c Donalds !
Quinta partida Es un día importante en la sede del duelo, el Centro de Deportes Men tales de la isla de M uharrak, unida por un puente al centro de M ana ma; si Krámnik aguanta hoy con las piezas negras, tendrá la iniciativa de las blancas en dos de las últi mas tres partidas, y con dos puntos más en el marcador, lo que le daría muchas probab i l i dades de ganar el due lo, avivar el debate y sostener que la superioridad de la máquina sobre el ser humano aún no ha l legado . Los peores presagios se cumplen. Krámnik no logra cambiar pron to las damas, como en las partidas anteriores, l l ega a una posición con una pequeña desventaj a (su caballo es peor que el blanco) pero no j uega con total prec isión en la tercera hora y comete un error grav ísi mo en la sigu iente, cuando podía pasar a una final de dama y cuatro peones contra dama y tres con todos en el mi smo flanco, y razonab les probab i l idades de tablas. E l factor cansancio ha aparecido j usto en el momento más crítico del duelo.
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B l a n c a s : Deep Fritz. N egra s : V . Krá m n i k . G a m b i to d e Da m a ( D 5 7 ) . M a n a m a ( B a h ré i n , 5 . " p a rt i d a ) , 1 3 - 1 0- 2 00 2 . 1 d 4 Cf6 2 c 4 e 6 3 Cf3 d 5 4 C c 3 A e 7 5 Ag5 h 6 6 A h 4 0-0 7 e 3 Ce4 8 Axe ? Dxe7 9 cxd 5 Cxc3 1 0 bxc3 exd 5 1 1 D b 3 T d 8 1 2 c4 d x c 4 1 3 Axc4 C c 6 14 A e 2 b 6 1 5 0-0 Ab7 1 6 Tfc l Tac8 1 7 Da4 Ca 5 18 Tc3 c5 1 9 Tac l cxd 4 2 0 C x d 4 Txc 3 2 1 Txc 3 Tc8 2 2 Txc8+ Axc8 2 3 h 3 g6 24 Af3 Ad 7 2 5 D c 2 D c 5 2 6 De4 De l + 2 7 R h 2 D c 7 + 2 8 g3 C c 4 2 9 Ae2 C e 5 3 0 A b 5 Ax b 5 3 1 C x b 5 D c 5 3 2 C x a 7 Da 5 3 3 R g 2 Dxa 2 3 4 C c 8 D c 4 3 5 Ce 7 + , y K rá m n i k se r i n d i ó .
Sexta partida Una tragedia, si lo miramos desde el punto de vi sta de Krámnik, quien pensó que iba a produc ir una obra de arte inmortal y term inó encaj an do su segunda derrota consecutiva. E l ruso se ha di stinguido siempre por ser frío como el hielo, sumamente pragmático y poco amante del riesgo. Pero la tentac ión era demasiado fuerte para cualquier ser hu mano (ahora, viendo la partida más de diez años después, creo que yo hubiera hecho las mi smas j ugadas que Krámnik a partir de la 1 8 ) : su 1 9 .º movimiento normal hubi era sido Ad5 , con clara ventaj a ; pero en tonces vio que sacrificar e l caballo en f7 le daba un ataque terrorífico y probablemente ganador; es dec ir, podía pasar a la inmortal idad fi r mando una obra maestra contra un ri val que calcula tres m i l lones de j ugadas por segundo. Y lo hizo. Pocas veces he vi sto tanta exc itación en una sala de prensa, así como en la reacción de los internautas que seguían mi retransmisión en directo y escribían sus i mpresiones. Diez j ugadas después de la captura en f7, en la 29, empezamos a comprender la cruda real idad : el sacrificio de Krámnik era matemáticamente incorrecto, aunque tal vez hubiera funcionado contra un rival humano. El campeón del mundo se ri ndió en la 34, y nos dij o antes de marcharse con cara de asombro : « Estaba convencido de q u e ganaba e n todas l a s variantes, cuando de pronto vi que Fritz se salvaba por puro mi lagro». Para colmo, el gran maestro Raymond Keene, enviado espec ial de The Times, me muestra
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sus anál isis de la posición final, y resulta que Krámnik tenía muchas probab i l idades de tablas. El caso es muy parecido a lo que le ocurrió a Kaspárov en la inol vidable segunda partida de N ueva York contra Deep Blue. ¿Se hundirá Krámnik ahora como le ocurrió a Kaspárov? Quedan dos partidas, y el marcador está igualado. B l a n c a s : V . Krá m n i k . N egra s : Deep Fritz. Defe n sa I n d i a d e Dama ( E l 5 ) . M a n a m a ( B a h ré i n , 6 . " p a rt i d a ) , 1 5- 1 0- 2 0 0 2 . 1 d4 Cf6 2 c4 e6 3 Cf3 b6 4 g3 Aa6 5 b3 A b 4 + 6 Ad 2 A e 7 7 Ag2 c6 8 Ac3 d5 9 C e 5 Cfd 7 10 Cxd 7 Cxd 7 1 1 Cd2 0-0 1 2 0-0 Tc8 1 3 a4 Af6 14 e4 c 5 1 5 exd 5 cxd4 1 6 A b 4 Te8 1 7 Ce4 exd 5 1 8 C d 6 d xc4 1 9 Cxf7 R xf 7 2 0 Ad 5+ Rg6 2 1 Dg4+ Ag5 22 Ae4+ Txe4 2 3 Dxe4+ R h 6 2 4 h 4 Af6 25 Ad 2 + g 5 26 hxg5+ Axg5 27 Dh4+ Rg6 2 8 De4+ R g 7 29 Axg5 Dxg5 3 0 Tfe l c x b 3 3 1 Dxd4+ Cf6 3 2 a 5 Dd 5 3 3 Dxd 5 Cxd 5 3 4 a x b 6 a x b 6 , y K r á m n i k se r i n d i ó .
Séptima y octava partidas Escarmentado, Krámnik ya no arriesga más, ni con negras ni con blan cas, y los dos ú ltimos asaltos terminan en tablas sin mucha hi storia. B l a n c a s : Deep Fritz. N egra s : V . Krá m n i k . Defe nsa I n d i a d e Dama ( E l 9). Ma nama ( B a h ré i n , 7 . " p a rt i d a ) , 1 7 - 1 0- 2 0 0 2 . 1 d 4 Cf6 2 c4 e6 3 Cf3 b6 4 g3 A b 7 5 Ag2 A e 7 6 0-0 0-0 7 Cc3 Ce4 8 D c 2 C x c 3 9 D x c 3 c 5 1 0 Td l d 6 1 1 b3 A f 6 1 2 A b 2 D e 7 1 3 D c 2 C c 6 1 4 e4 e 5 1 5 d 5 C d 4 1 6 Axd 4 cxd4 1 7 A h 3 g6 1 8 a4 a 5 1 9 Ta b l Aa6 2 0 Te l R h 8 2 1 R g 2 Ag7 2 2 D d 3 Tae8 2 3 C d 2 A h 6 2 4 f4 D c 7 2 5 Tf l Rg8 2 6 Tbe l D d 8 2 7 R g l A b 7 2 8 Te2 Aa 6 . Ta b l a s . B l a n c a s : V . Krá m n i k . N egra s : Deep Fritz. Defe n sa S e m i es l ava ( D 6 8 ) . M a n a m a ( B a h ré i n , 8 . " p a rt i d a ) , 1 9 - 1 0- 2 00 2 . 1 d 4 Cf6 2 c 4 e 6 3 Cf3 d 5 4 Cc3 c 6 5 Ag5 A e 7 6 e 3 0-0 7 A d 3 C bd 7 8 0-0 dxc4 9 Axc4 Cd 5 1 0 Axe 7 Dxe7 1 1 Tc l Cxc3 1 2 Txc 3 e5 1 3 A b 3 exd 4 1 4
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exd 4 Cf6 1 5 Te l D d 6 1 6 h 3 Af5 1 7 Tce3 Tae8 1 8 Te 5 Ag6 1 9 a3 D d 8 2 0 Txe8 Cxe8 2 1 D d 2 . Ta b l a s .
Entrevista con Krámnik « E l gran error de Kaspárov en Nueva York fue no ser él mismo, obse sionarse con una táctica antiordenador en vez de buscar las mejores j u gadas en cada momento, como haría frente a un ser humano. Y o me he limitado a j ugar el mej or aj edrez posible y me ha ido bien, salvo en un par de errores dec isivos para el resultado final», me explica Krámnik en la mejor suite del hotel tras cobrar 800.000 dólares por el empate. Sin embargo, no es tan exp l ícito cuando le pregunto si la resi sten cia física es su punto déb i l , a pesar de que ha cuidado mucho ese as pecto de su preparac ión contratando al l ibanés Arpo Aziz, un ex cam peón de kickboxing tem ible por su aspecto que, al mismo tiempo, ej erce de guardaespal das : « Es cierto que me siento exhausto y que empecé a estar fatigado después de la cuarta partida, pero insi sto en que j ugar contra una computadora cansa el doble que frente a un ser humano . Aún no me he pesado, pero seguro que he perdido varios ki los en las últimas dos semanas . Y , no obstante, creo que estoy más fresco que mis ayudantes». M uchos expertos sostienen que e l esti lo de Krámnik, conserva dor y perfeccioni sta, es más adecuado que e l de Kaspárov, tempera mental y osado, para l uchar contra las máquinas. Krámn i k está de acuerdo: « S í , porque uno de m i s puntos fuertes son los finales, que coincide con una de las debi l i dades habituales de los programas de aj edrez» . Sin embargo, ambos cometieron dos errores muy s i m i l a res : Krámnik hizo una j ugada tan mala en la qui nta partida ante Deep Fritz como la de Kaspárov en la sexta contra Deep Blue y se rindió en la sexta cuando d i sponía de una continuación de probab le empa te, como Kaspárov en la segunda. Pero hay una di ferenc i a bás ica entre ambos due l o s : Kaspárov acusó repetidamente a I B M de hacer tram pas -i nterven ción humana durante las parti das- y Krámnik no se quej a de nada.
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Conclusiones «Los rumores sobre mi fal lecim iento eran prematuros», podría dec ir el aj edrez humano en cuanto a su rival idad con e l de s i l icio. Krámnik también lo dijo, a su manera: « Después del duelo de Kaspárov y Deep Blue de 1 997, el públ ico pensó que todo había acabado, que la compu tadora era más fuerte que el aj edrec ista humano. Lo que he logrado probar aquí c laramente es que las espadas siguen en alto, que es posi ble l uchar. Que incluso después de cinco años con un montón de mej o ras en las computadoras, se puede pelear y se puede ganar un duelo». Todo eso es cierto, y también que este due lo de Bahréin ha sido mucho más j usto en sus cond iciones que e l de N ueva York: Krámnik pudo di sponer de una copia de Fritz meses antes (aunque no fuera exactamente la misma vers ión a la que l uego se enfrentó); hubo días de descanso entre partidas; y estaba proh ibido retocar el programa du rante el due lo (excepto para aj ustar el l ibro de aperturas) . Puede adu cirse también que Deep Fritz corría en una computadora mucho me nos potente que Deep Blue, pero todos los expertos coinciden en que e l aj edrez de Deep Fritz es mej or que e l de la máquina de I B M . Ade más, l as dos victorias de Krámnik ocurri eron en posiciones donde lo importante no es la fuerza bruta de cálculo sino l a comprensión posi cional, para lo que tres m i l lones de j ugadas por segundo deberían ser más que suficientes. Por otro lado, el programa Deep Fritz no será destru ido tras el due lo como Deep Blue, sino que cualquiera podrá comprarl o para mej orar su nivel de aj edrez por 50 euros, en inglés, al emán, francés, español, ital iano y sueco. Y el debate vuelve a resurgir: a pesar de que la pro moc ión publ icitari a de este duelo estaba a años l uz de lo que ocurrió en 1 997, cuando I B M invirtió muchos m i l lones de dólares en ese ám bito, y de que el interés periodístico general era también mucho menor porque se consideraba que el debate ya estaba cerrado, 70.000 usua rios di stintos sigui eron mis retransmisiones en directo en El País Digi tal ; y unos 1 00 . 000 las retransmisiones en inglés por Chess Base. Es decir, los espectadores de las partidas en directo l l enaron dos grandes estadios de fútbol cuando la penetrac ión de I nternet sólo es importan te en países muy desarro l l ados; y a e l los hay que añadir los m i l l ones
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de afici onados que reproducían las partidas en las horas y días si guientes a través de periódicos, revi stas o páginas de Internet. Pero, volviendo al viej o debate, hay un problema con mayúsculas: el ser humano se cansa; la máquina no. Es verdad que si medimos la calidad de las partidas sin contar los errores graves motivados por el cansancio, fij ándonos sólo en la bel l eza, la profundidad de los planes y la comprensión de la estrategia, los aj edrecistas humanos tienen mo tivos para senti rse superiores todavía. Sin embargo, dando por seguro que nadie va a desenchufar l a máquina durante una partida, la tenden cia del resultado práctico será la derrota del ser humano por fatiga. De modo que el duelo de Bahréin quizá quede en la hi storia como un be l l o ej ercicio del derecho al pataleo.
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ay un ineludible asunto pendiente . Kaspárov no puede vivir fe liz con una derrota rondándole en la cabeza. Además, pocos dudan de que la suya ante Deep Blue en 1 997 se debiera más a sus errores que a los aciertos de I B M . Ahora l lega Deep Junior, creado por israe l íes, campeón del mundo de computadoras, menos potente pero más refinado que su antecesor. El número uno vuelve a enarbolar el estan darte de l as neuronas en N ueva York, a los 39 años, con sus mej ores armas -inc luida la presenc ia de su madre- y una bolsa de premios de un m i l lón de dólares ; tiene garantizado medio m i l lón, y e l ganador se l levará tres quintos del otro medio. Krámnik, campeón del mundo, advierte : «Si Deep Junior ha progresado tanto en los últimos meses como Deep Fritz, Kaspárov sufrirá mucho» . «Deep Junior calcu la, aproximadamente, el 1 % del número de po sic iones por segundo que procesaba Deep Blue; pero puede j ugar me j or porque su comprensión del aj edrez es superior. » Lo dice el célebre británico David Levy, presi dente de la Asoc iación I nternacional de Juegos de Computadoras ( I CGA). De sus hi stóricas apuestas entre 1 968 y 1 989, que siempre ganó hasta que cayó ante Deep Thought, se ha pasado a la pregunta de cuánto tardará en ocurrir lo que muchos temen: que el mejor aj edreci sta del mundo sea una máquina. Kaspárov es el cabec i l l a de quienes sostienen que ese día aún está lej os . Aunque el taiwanés Feng H su, uno d e l o s creadores d e Deep Blue, mantiene lo contrario, hay un argumento de mucho peso para asegurar
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que los mej ores programas actuales (a la venta por unos 1 00 euros) tienen poco que envidiar al monstruo de I B M , a pesar de que Deep Blue (que medía 1 ,92 metros y pesaba 1 ,4 toneladas) calculaba habi tualmente 8 5 m i l lones de posic iones por segundo (podía l l egar hasta 200 m i l lones) y Deep Junior, que cabe en un bol s i l lo, rara vez pasará de los cuatro m i l lones, y n unca de seis m i l lones. C uando se les pre gunta a los programas modernos lo que hubieran hecho en las posicio nes críticas de las seis partidas entre Kaspárov y Deep Blue, respon den con las mi smas o mej ores j ugadas. Ahí se ve la mej oría en la programac ión de las reglas estratégicas del aj edrez, que tienen mu chas excepc iones. Los inhumanos más modernos ya distinguen lo que para un ser h umano es e lemental ; por ej emplo, cuándo vale más un alfil (en posiciones abiertas) o un caballo (cerradas ). Los programadores i srae l íes de Deep Junior, Amir Ban y Shay Bushi nsky, insi sten en que el esti lo de su criatura «es muy h umano». Sin embargo, el punto c l ave no ha cambiado: los j ugadores de s i l icio son ya invencibles en l as comp l i caciones tácticas, pero aún incapaces de establecer un plan a largo plazo como éste : «Aprovechando mi ventaj a de espac io, voy a amagar un ataque en el flanco izquierdo, lo que ob l igará a mi rival a trasladar todas sus pi ezas a esa ala. Entonces l levaré todas las m ías al flanco derecho, donde están los reyes, y él tardará más en hacer lo propio porque la desventaj a de espacio hará más lentas sus maniobras. Así lograré un ataque ganador» . En térmi nos ten ísticos, Kaspárov debe j ugar desde el fondo de la pi sta y sub ir a la red sólo cuando tenga mucha ventaj a . De lo contrario, la fuerza bru ta le hará añ icos. Además de su madre, acompañan al ruso su jefa de gabinete, su apoderado y dos anal i stas, y se aloj a en el mi smo c l ub el iti sta, el New York Ath letic, en el que se encuentra la sala de j uego. Todo está pen sado para neutralizar las grandes ventaj as de un rival infatigable. Por ej emplo, los abundantes días de descanso : habrá parti das los días 28 y 30 de enero, así como el 2 , 5 y 7 de febrero. H uelga decir que los pe riodi stas no tenemos problemas para extraer frases interesantes del Ogro de Bakú : «Deep Junior no cometerá nunca un error grave. Sólo pequeños fallos estratégicos que yo deberé explotar con la prec i sión de una máqui na» .
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H ay un asunto extradeportivo que podría influir. El C l ub Kaspárov en I nternet quebró el año pasado, y Kaspárov afronta una demanda de 1 , 5 m i l lones de euros de un banco israe l í . Quienes conocen a Kas párov coinciden en que el dinero es para él un asunto secundario. Pero esa demanda j udicial y otros l íos, re laci onados con la crítica situac ión de la Federac ión I nternac ional de Aj edrez ( F I DE), así como el recuer do de Deep Blue, pueden perturbar su concentrac ión. É l lo admite : « Los seres humanos no podemos borrar completamente los di sgustos de la mente . Pero yo estoy dispuesto a defender de nuevo el estandarte contra las máquinas. Y sé que esta vez el duelo será l i mpio».
Primera partida Esta vez Kaspárov, mucho mej or preparado, no se asusta, vuelve a su habitual esti lo agresivo y barre del tablero a Deep Junior. « H e encon trado un aguj ero en la programac ión de Deep Junior, y lo he expl ota do bien>>, manifiesta ante un públ ico entregado que abarrota los salo nes del Ath letic C l ub. En lugar del esti lo anticomputadora que mostró frente a Deep Blue -j uego pas ivo, huyendo de las compl icaciones-, Kaspárov se lanza al ataque, como si j ugase contra un rival de carne y hueso. Pero esa actitud tiene truco : el ruso se ha entrenado con una versión anteri or de Deep Junior, en la que encontró un aguj ero en la Defensa Es lava. Y además supuso que el gran maestro israe l í Borís Alterman, encargado de programar las aperturas (formas de iniciar el j uego) de Deep Junior, no iba a prestar mucha atención a las vari antes agresivas, poco recomendab les ante una computadora porque suelen l l evar a complicaciones tácticas donde la fuerza bruta es más impor tante que el v i rtuosismo estratégico. Kaspárov ac ierta en todo y logra una posición aplastante grac ias a la preparac ión casera j unto a sus dos anali stas, Yuri Doj oián y M ijaíl Kobálij a . Luego remata bien, y Deep Junior se rinde después de tres horas y media de lucha. El desen lace del duelo inaugural pone de re l ieve una di ferencia importante con respecto al duelo contra Deep Blue de 1 99 7 : Kaspárov no pudo estudiar entonces ninguna partida anterior de su rival, porque no se habían pub l icado, con la excepc ión
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de las seis que é l m i smo j ugó en 1 996, cuando ganó por 4-2 a la prime ra versión de la criatura de I B M . La situac ión de ahora es muy di stinta porque Deep Junior ha partic ipado en muchos torneos, lo que perm ite que Kaspárov esté casi tan bien preparado como cuando se enfrenta a un adversario humano. Sin embargo, el ruso no baj a la guardia: «En 1 996 y 1 997, quien ganó la primera partida perdió el duelo. Si en el aj edrez normal nunca se puede decir que has ganado un duelo hasta que está realmente decidido, esa máxima se multiplica por tres cuando te enfrentas a una computado ra tan temible como ésta. Pero he venido aquí a sacarme la espina», añade para despedirse de sus enfervorizados seguidores como un torero triunfante. Amir Ban, uno de los programadores de Deep Junior, ad vierte : « Kaspárov no podrá hacer todos los días lo que ha hecho hoy». B l a n c a s : G. Kaspá rov . N egras: Deep J u n ior. Defe n sa E s l ava ( D4 5 ) . N u eva York ( l . " p a rt i d a ) , 2 6 - 1 - 2 0 0 3 . 1 d 4 d 5 2 c4 c 6 3 C c 3 Cf6 4 e3 e6 5 Cf3 C b d ? 6 D c 2 Ad6 7 g4 dxc4 8 Axc4 b6 9 e4 e5 1 0 g 5 C h 5 1 1 Ae3 0-0 1 2 0-0-0 De? 1 3 d5 b 5 14 dxc6 bxc4 1 5 Cb5 Dxc6 1 6 Cxd 6 Ab? 1 7 Dc3 Tae8 1 8 Cxe8 Txe8 1 9 T h e l D b 5 2 0 C d 2 T c 8 2 1 R b l C f 8 2 2 R a l C g 6 2 3 Tc l A a 6 2 4 b3 c x b 3 2 5 D x b 3 T a 8 2 6 D x b 5 Ax b 5 2 7 Te ? , y Deep Jun ior se r i n d i ó .
Segunda partida El auténtico Kaspárov -creativo, ambic ioso y muy bien preparado empata tras rozar la victoria con un j uego de gran cal idad. « H e come tido un típico error humano de imprec isión. Además, los humanos siempre queremos más. Pero creo que debo estar sati sfecho», admite ante el púb l ico, tras deleitarlo durante poco más de tres horas . El nú mero uno muestra una actitud y una confianza en sí mi smo mucho mej ores que en 1 99 7 . Se esperaba que optase por un esti lo precavido y por variantes co noc idas en las que pudiera real izar los primeros quince o veinte movi mientos de memoria para di sponer de más tiempo en las posiciones
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clave del medio j uego -cada cual di spone de dos horas para efectuar las primeras 40 j ugadas-; es decir, que reduj ese los riesgos a la míni ma expresión ante un adversario que nunca comete errores graves. Pero ha optado por un camino bien di stinto, eligiendo variantes de apertura poco habituales o inéditas en su repertorio habitual . Su obj e tivo es claro : inuti l i zar e l trabaj o de Alterman, que ha elaborado la base de datos de aperturas de Deep Junior. Cualquier aficionado que reproduzca los veinte primeros mov i mientos sin saber quién j uega con blancas creerá que Deep Junior l le va las negras . Pero es al revés: vari as de l as j ugadas de Kaspárov pare cen más propias de una computadora que de un ser humano. Sin embargo, el ruso destapa su creatividad en la 2 1 con una e legante y profunda idea de ataque. Todos los expertos presentes en e l Ath letic C l ub están convencidos de que Kaspárov va a ganar otra vez. Pero, para completar el círculo, el número uno hace entonces lo que n inguna máquina haría j amás : equivocarse en e l orden de los movim ientos, lo que le cuesta medio punto. B l a n c a s : Deep Junior. N egra s : G . Kaspá rov. Defe n sa S i c i l i a n a ( 8 4 2 ) . N u eva York ( 2 . " p a rt i d a ) , 2 8- 1 2 00 3 . 1 e4 c 5 2 Cf3 e6 3 d4 cxd4 4 Cxd4 a6 5 A d 3 Ac 5 6 C b 3 A a 7 7 c4 Cc6 8 Cc3 d6 9 0-0 Cge 7 10 Te l 0-0 1 1 Ae3 e 5 1 2 Cd 5 a5 1 3 Tc l a4 14 Axa 7 Txa 7 1 5 C d 2 Cd4 1 6 D h 5 Ce6 1 7 Tc3 Cc 5 1 8 A c 2 Cxd 5 1 9 exd 5 g6 2 0 D h 6 f 5 2 1 Ta3 D f 6 2 2 b4 a x b 3 2 3 Txa 7 bxc 2 2 4 Tc l e4 2 5 Txc 2 Da l + 2 6 Cf l f 4 2 7 T a 8 e3 2 8 fxe3 fxe3 2 9 Dxf8+ R xf8 3 0 Txc 8+ R f 7 . Ta b l as .
Tercera partida Kaspárov acerca en exceso el cántaro de su valentía a la fuente del riesgo y pierde . «Ganar o perder es muy importante para mí, pero al menos he demostrado que los seres humanos seguimos j ugando mej or que las máquinas. M i derrota se debe a que no he sido capaz de mante ner la concentración a tope durante cuatro horas», dice en un tono muy emotivo ante los espectadores.
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Que dé la cara tras una derrota ya es noticia, y más aún cuando está de muy mal humor: l l ama «arrogantes» a los programadores de Deep Junior, Ban y Bushinsky, porque no han reconocido que la posición era de probab le empate poco antes de que él cometiera un error decisi vo. « H e j ugado muy bien hasta ese fallo. Entonces vi varias maneras de hacer tablas y opté por la que me pareció más rápida, omitiendo un golpe táctico letal . La conc lusión es que las máquinas son máqui nas y los hombres cometemos errores humanos», concluye. Ciertamente, la apuesta de Kaspárov es arriesgada. Está emplean do su clásico esti lo creativo contra un rival que calcula hasta cuatro m i l lones de j ugadas por segundo y castiga con rigor cualquier impre cisión. Desde un punto de vi sta fi/os �/ic o , es evidente que el ruso tiene razón : él ha aportado el arte . Sin embargo, Deep Junior muestra un esti lo más humano, con menos j ugadas incomprensibles, que el habi tual en los aj edreci stas de s i l icio. Desde el deportivo, tampoco hay duda: la igualdad en el marcador tras un comi enzo pletórico puede minar la fortaleza psicológica y física de Kaspárov. .
B l a n c a s : G . Kasparov. N egra s : Deep Junior. Defe n sa Se m i e s l ava ( 04 5 ) . N u e va York ( 3 . " p a rt i d a ) , 3 0 - 1 - 2 003 . 1 d4 d 5 2 c4 c6 3 Cc3 Cf6 4 e3 e6 5 Cf3 C bd 7 6 D c 2 b6 7 cxd 5 exd 5 8 Ad3 Ae7 9 Ad 2 0-0 10 g4 Cxg4 1 1 Tg l C d f 6 1 2 h 3 Ch6 13 e4 d xe4 14 Ax h 6 exd 3 1 5 Txg 7 + R h 8 1 6 Dxd3 Tg8 1 7 Txg8+ Cxg8 1 8 Af4 f6 1 9 0-0-0 Ad6 2 0 De3 Axf4 2 1 Dxf4 Ax h 3 22 Tg l D b8 2 3 De3 D d 6 2 4 C h 4 Ae6 25 T h 1 Td8 2 6 Cg6+ R g 7 2 7 Cf4 Af5 2 8 C c e 2 Ce7 2 9 Cg3 R h 8 30 Cxf5 Cxf5 3 1 De4 D d 7 3 2 T h 5 Cxd4 3 3 Cg6+ Rg8 3 4 C e 7 + R f8 3 5 Cd 5 Dg7 3 6 Dxd4 Txd 5 , y K a s p á rov se r i n d i ó .
C uarta partida Afrontar grandes retos y ganarlos. Así ha sido, desde niño, la vida de Kaspárov, a dos meses de cump l i r 40 años. Uno de sus grandes obj eti vos antes del dec l ive es vencer a Deep Junior. Pero el ruso tiende al riesgo, poco recomendable frente a una máquina, y su arroj o puede
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costarle otra derrota. El cuarto asalto termina e n tablas, pero e l e x cam peón ha estado al borde del abi smo. «Ser el primero siempre es muy difíc i l . De ahí que vivir por el pla cer de vivir sea algo que ni mi hij o ni yo comprendemos . » Lo dij o C l ara Kaspárova en u n a entrevi sta con E l País Semanal en 1 9 8 5 , poco después de que su hij o se convirtiera en el campeón del mundo más j oven de la hi stori a, a los 22 años, tras superar al héroe nac ional Kár pov en el tablero, y a muchos enemigos en las guerras de pas i l l o . H oy, viendo a C l ara sentada en una de las diez s i l las situadas a pocos me tros de la mesa que ocupan Kaspárov y Deep Junior, me acordaba de aque l l a frase, que sin duda responde a la verdad. Nadie, excepto Clara, permanece en esas sillas, reservadas a los in vitados más distinguidos, durante toda la partida. Es mucho más diverti do estar tres pisos más abajo, en el noveno del Ath letic C lub, para seguir en directo las imágenes a través de pantallas gigantes de televisión y es cuchar los comentarios técnicos de los grandes maestros estadouniden ses Yasser Seirawan y Maurice Ashley. Por ej emplo, el director de cine M i los Forman, un apasionado del aj edrez, apenas aguantó unos minutos j unto a la madre del número uno. Tampoco lo hacen el representante de Kaspárov, su j efa de gabinete, sus dos anali stas ni sus amigos. Pero C l ara sí. Ahí está, cada día, sufriendo. Es su sino desde que envi udó en Bakú (Azerbaiyán ) y abandonó su trabaj o como ingeniera especial izada en armamento para convertir a su h ij o de 7 años -muy deprimido tras el fallecim iento del padre-, en campeón del mundo de aj edrez. Y cuando consiguieron el título, lucharon para mantenerlo hasta la derrota ante Krámnik, en el otoño de 2000, tres años después de la aún más dolorosa ante Deep Blue. Ahora quieren resarc irse de las dos; no en vano, Gari sigue siendo el número uno porque gana casi todos los torneos que j uega. Pero, en su maximali smo, Kaspárov ha elegido un camino muy peligroso contra Deep Junior: el de la valentía y el riesgo, en lugar de buscar cuanto antes el cambio de damas, como hizo Krámnik frente a Fritz hace cuatro meses en Bahréin, donde empezó ganando por 3 - 1 y term inó empatando ( 4-4) porque la resi stencia física es su punto débi l . Kaspárov e s un toro pero encuentra dos obstáculos para adoptar la táctica anti computadora: le acusarán de cobarde y, sobre todo, eso es
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la antítesis de su esti lo natural . H e ahí el difíci l debate que sólo com parte con su madre, la eterna sufridora. Para colmo, hoy se encuentra con una novedad muy desagradabl e : su rival inhumano, Deep Junior, sabe mani obrar como los humanos, además de calcular como una máquina. La cuarta partida es una pugna durísima para el ruso, que por fin arranca el empate tras cinco horas y 40 mi nutos. La ex campeona del mundo, Susan Polgar, húngara residente en N ueva York, tampoco esperaba lo que ha visto : « Estoy i mpresionada. Este programa comprende el j uego posicional mucho mejor que todos los demás. La de hoy es sin duda la mej or partida que ha j ugado Deep Junior. Excepto en pequeños detal les, es difícil deduc ir que quien ha hecho sus j ugadas es una máquina, y eso no había pasado nunca hasta ahora» . Era un día del icado para Kaspárov tras la derrota en la anterior, «de esas que te minan la moral», según reconoció luego el ruso, quien añadió: «La tercera partida fue una pesad i l l a . Primero pude ganar, l ue go omití una continuación de tabl as y finalmente perd í . A pesar de los dos días de descanso, hoy aún estaba tocado . De pronto he pensado que, en realidad, mi rival no sabe que ganó el j ueves, y eso me ha re confortado» . Los sufrimientos de Kaspárov y el descanso domin ical atraj eron a muchos espectadores que, provistos por el patrocinador de unas gafas espec iales para ver l as imágenes y el tablero en tres dimensiones, dis frutaron del descubri miento : los mej ores aj edreci stas de silicio ya no son sólo monstruos que calculan m i l lones de j ugadas por segundo, sino que también h i lan muy fino en las posiciones estratégicas. Al despedirse, Kaspárov despej ó las dudas sobre qué esti lo em pleará en los dos últimos asaltos: la precaución extrema, contraria a su carácter pero muy apropiada frente al ordenador, o su agresividad na tural . « E stamos aquí para un duelo deportivo, pero también para un experimento científico. Voy a j ugar un aj edrez normal , sin miedo, y espero triunfar. » B l a n c a s : Deep Junior. N egra s : G . Kaspá rov. Defe n sa S i c i l i a n a ( 8 4 4 ) . N u eva York ( 4 . " p a rt i d a ) , 2 - 2 - 2 0 0 3 .
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1 e4 e 5 2 Cf3 Ce6 3 d 4 exd4 4 Cxd 4 e6 5 C b 5 d 6 6 e 4 Cf6 7 C l e 3 a 6 8 Ca3 Cd 7 9 C e 2 Ae7 10 Ae2 b6 1 1 0-0 Ab7 1 2 h 3 0-0 1 3 Ae3 Te8 14 Dd2 Cee5 1 5 b3 Cf6 16 f3 D e ? 1 7 Tae l Tfe8 1 8 a 3 Ced 7 1 9 Tfd l D b8 2 0 Af2 Te d 8 2 1 b4 A a 8 2 2 a4 T e 8 2 3 T b l D e ? 2 4 a 5 bxa 5 2 5 b 5 A b 7 2 6 b 6 D b 8 2 7 Ce3 Ce 5 2 8 Da2 Cfd 7 29 Ca4 Ce5 3 0 Ce2 Ce d 7 3 1 Cd4 Ted8 32 R h 1 Ce6 33 Cxe6 Txe 6 3 4 R g l h6 35 Da3 Tde8 36 Ag3 Af8 37 De3 Ce5 38 e5 Cd7 3 9 Dxa 5 Cxe 5 40 Cxe 5 Txe 5 4 1 D a 4 T 5 e 6 4 2 A f 2 d 5 4 3 Axa6 Ae 5 44 Axe 5 Txe 5 4 5 A x b 7 D x b 7 46 exd 5 exd 5 4 7 D a ? T 5 e 7 48 D x b 7 Tx b 7 49 Txd 5 Te 6 50 Td b 5 h 5 5 1 R f 2 Te6 5 2 f4 g6 53 R g3 R g 7 54 R h 4 R h 6 5 5 T l b4 Td 6 5 6 g3 f6 5 7 g 4 h xg4 5 8 h xg4 R g 7 5 9 Tb3 Te6 6 0 g 5 f 5 6 1 T b l . Ta b l a s .
Quinta partida « ¡ Oooooooooh, qué j ugada ! » El c l amor tarda en apagarse en el nove no piso del Athletic C l ub, donde los espectadores siguen las partidas en directo mientras comen, beben, hablan o anal izan . En su décimo lance, Deep Junior ha sacrificado un a l fi l para dej ar al rey de Kas párov a la intemperie, sometido a un fuerte ataque, pero en una posi ción de alto riesgo y doble fi l o . Es algo que, hasta ahora, los aj edrec is tas de silicio no hacían j amás, salvo que hubiesen vi sto previamente una victoria segura, una combinación forzada e indefendible. En ese momento, yo hablaba con Susan Polgar, y la conversac ión se cortó en seco cuando vimos el sacrificio de alfi l ; nuestra primera reacción fue pensar que se trataba de un fallo de los tableros e lectróni cos. Pero por la otra pantalla observamos que la cara de Kaspárov era un cóctel de miedo y asombro. M i ró al árbitro como dic iendo : «¿Se guro que la máquina ha hecho esa j ugada?» . Sus mov imientos si gui entes eran prácticamente obl igados, pero entonces l legó el mo mento crítico: Kaspárov ten ía que elegir entre una vari ante de tablas inmediatas por repetición de j ugadas y otra ventaj osa pero peli grosa frente a un rival que castiga letalmente los errores. Y optó por una prudencia que no encaj a . Es cierto que Deep Junior causa miedo con su esti lo humano, que Kaspárov cumpl irá 40 años en abri l , que todavía no ha superado la traumática derrota (2,5-3 , 5 ) de 1 997 ante Deep Blue, y que un empate final ( 3 - 3 ) en este duelo sería
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atractivo para un patroci nador del siguiente frente a una máquina. Pero los grandes retos siempre han sido la cafeína de Kaspárov, lo que permite que m i l lones de aficionados vibren con sus partidas; y eso j usti fica que incl uso algunos de sus numerosos enemigos le reconoz can como el mej or aj edrec ista de la hi stori a. Entre los hechos conocidos, sólo hay uno que pudi era expli car la excepc ional cobardía de Kaspárov : la demanda de un banco israe l í contra é l por 1 , 5 m i l lones d e euros, motivada por la quiebra d e l C l ub Kaspárov en I nternet. En la conferencia de prensa inaugural, el ruso adm itió que ese asunto le preocupaba, y vari as fuentes confi rmaron que no ha logrado aislarse del prob lema. Ahora se ve con claridad por qué Ban y Bushinsky, programadores de Deep Junior, el igi eron j ugar con negras el asalto inaugural y con blancas la última partida, a la que se l l ega con el marcador igualado ( 2 , 5 -2 , 5 ) . Kaspárov intenta poner buena cara ante los espectadores tras la fir ma del empate. «No he visto claras las consecuencias de j ugar a ganar. La última partida siempre tiene la dificultad añadida de la presión para el jugador humano. Pero al menos espero resistir más de 1 9 j ugadas», dij o en referencia a su rendición de 1 997 tras cometer un gran error. Volviendo a la quinta, pocas veces una partida tan corta (empate en 1 9) da tanto que hablar. B l a n c a s : G. Kaspá rov. N egra s : Deep Junior. Defe n sa N i m zo- l n d i a ( E4 8 ) . N u eva York ( 5 ! p a rt i d a ) , 5 - 2 - 2 0 0 3 . 1 d4 Cf6 2 c4 e6 3 Cc3 A b 4 4 e3 0-0 5 A d 3 d 5 6 cxd 5 exd 5 7 Cge2 Te8 8 0-0 A d 6 9 a3 c 6 1 0 D c 2 Ax h 2 + 1 1 R x h 2 Cg4+ 1 2 Rg3 Dg5 1 3 f4 D h 5 1 4 Ad 2 D h 2 + 1 5 R f 3 D h 4 1 6 Ax h 7 + R h 8 1 7 Cg3 C h 2 + 1 8 R f 2 Cg4+ 1 9 Rf3 C h 2 + . Ta b l a s .
Sexta (y ú ltima) partida El miedo a perder otra vez ante una máquina puede más que la ambi ción extrema de Kaspárov. Tablas en el asalto final después de tres horas, en una posición con pequeña ventaj a para é l , y empate en el
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marcador ( 3 - 3 ) . Pero l a prudencia del ruso, que cobrará 7 5 0 . 000 dóla res, impide una victoria de gran mérito frente a un rival incansable. « M i gran obj etivo era no perder. En otras circunstanc ias habría intentado ganar, pero no en la última partida, con el miedo a un error que habría sido castigado de manera fulminante por mi ri val, como hace seis años. N o podía arriesgarme», expl ica, con el cansancio re flej ado en su rostro . Y pone el dedo en la l l aga: « H e renunciado expresamente en este duelo al esti lo anticomputadora para demostrar que se puede ganar con un j uego normal . Y he estado muy cerca de lograrlo. Sólo he per dido una partida de seis, y tras un error tremendo». Preci samente por eso dej a un sabor agridulce: ganó fáci lmente la pri mera, perdió la ter cera cuando ten ía el empate en la mano, empató la segunda tras lograr una posición ganadora y la cuarta sufriendo bastante, y no quiso arriesgarse en las posic iones favorables de l as dos últimas. Bushinsky, uno de los programadores de Deep Junior, subraya la parte dulce: « Reconozco la valentía de Kaspárov al j ugar al ataque, lo que nos ha permitido producir un aj edrez magn ífico», dice antes de asegurar que ve «un c laro margen de mej ora» en su máquina. « H ubo mucha tensión en este duelo», reconoce Kaspárov, que no aclara a qué se refería exactamente . Pero su madre, C lara, y su j efa de gabinete, Nelly Deni senko, acusan a Bushinsky de romper su concen tración con una vi sita a su habitación antes de la tercera partida, la que perdió, para hablar «a gritos» de la demanda por 1 , 5 m i l lones de euros presentada por un banco israe l í contra una empresa en la que Kaspárov controla el 5 1 % de las acciones. Bushinsky lo niega. Una fuente neu tral, que me pide el anon imato, asegura que esa visita sí se produj o . B l a n c a s : Deep Junior. N egra s : G . Kaspá rov . Defe n sa S i c i l i a n a ( 8 9 2 ) . N u eva York ( 6 . " p a rt i d a ) , 7 - 2 - 2 0 03 . 1 e4 c 5 2 Cf3 d 6 3 d4 cxd4 4 Cxd4 Cf6 5 Cc3 a 6 6 Ae2 e 5 7 C b 3 Ae 7 8 0-0 0-0 9 R h l Ad 7 1 0 Ae3 Ac6 1 1 Af3 C b d 7 1 2 a4 b6 1 3 D d 3 A b 7 1 4 h 3 Tc8 1 5 Tad 1 h6 1 6 Tfe l Dc7 1 7 g3 Tfd 8 18 R h 2 Te8 1 9 Te2 Dc4 20 Dxc4 Txc4 2 1 Cd2 Tc 7 22 Ag2 Tec8 23 C b3 Txc 3 2 4 bxc3 Axe4 25 Ac l Axg2 26 R xg2 Txc 3 27 Aa3 Ce8 2 8 f4 . Ta b l a s .
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Conclusiones El empate l l eva a deducc iones contradictorias. Descartado e l camino de la fuerza bruta sin más, e l programa informático israe l í muestra un esti lo humano que para algunos observadores augura la próxima su premac ía de l a máquina sobre e l hombre en el aj edrez. Pero lo c ierto es que, por mi edo o por errores, el ruso desaprovechó varias posicio nes ventaj osas. ¿ Por dónde irá e l futuro? La opinión del gurú Levy es ahora espec ialmente interesante . El presidente de la ICGA ha tenido el privilegio de ver el pensamiento de Deep Junior contra Kaspárov en N ueva York : «Tengo prohibido re velar detal les, pero el tipo de fallos cometidos en este duelo me permi ten asegurar que son de fác i l corrección y, por tanto, que Deep Junior será c l aramente más fuerte dentro de un año. Reconozco, eso sí, que Kaspárov también puede j ugar mej or si se quita el trauma que sufre desde que perdió ante Deep Blue en 1 99 7 ». L os programadores de Deep Junior han logrado insertar conceptos abstractos en su criatura e incluso un cierto sentido del riesgo, algo in concebible hasta ahora. De ahí, el optimi smo de Levy y el susto de Kas párov. El debate aún está vivo: de momento, ni hombre ni máquina.
La aportación de San Segundo Por eso resu lta espec ialmente interesante la aportac ión científica del español Pablo S an Segundo, a los 3 3 años, convencido de que se pue de superar lo que ha logrado Deep Junior. Gran maestro de aj edrez, mi embro de la selección español a en varias ocasiones e ingen iero in dustri al, San Segundo se ha doctorado con la fe l ic itación cum laude por unan i m idad de los miembros del tribunal de la U niversidad Poli técnica, tras defender una tesis que le ha costado tres años de trabaj o y que incl uye una apl icación al aj edrez de un programa plan i ficador, «úti l para reso lver problemas m uy complejos en tiempo l i m itado» . E n la m i s m a l ínea ab ierta por Deep Junior, explica, « s e trata de que, en el proceso de búsqueda de la mej or j ugada, el programa apli que criteri os que se parecen a lo que l l amamos intuición». Es dec ir,
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que el aj edrecista de s i l icio sepa que debe atacar en un flanco u otro o valorar la seguridad del rey propio o del rival para calcular solamente las variantes que realmente merecen la pena y ahorrar mucho tiempo. Para ello ha creado una metodología innovadora que denomina E S P LAN (estrategias para planificación) y la ha apl icado al aj edrez, dominio éste en el que normalmente no se ha uti l izado la perspectiva de la plan ificación. San Segundo indica en su tesis que su creac ión permite «búsquedas totalmente guiadas por estrategias en algunas po sic iones prototipo, donde el conocimiento exi stente permite dirigir la búsqueda completamente».
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ueve meses después del empate con Deep Junior, Kaspárov vol vió otra vez a M anhattan, en este caso para cuatro partidas contra Deep Fritz, y se mantuvo la igualdad : una ganada, una perdida, dos empates. El j uego tuvo más interés que calidad y, contrariamente a lo que exhibió el programa i srae l í , el esti lo de Deep Fritz fue muy ma quinal, con defensas sumamente precisas pero muy poco riesgo. Espe cialmente significativa fue su derrota en la tercera partida, que resucitó la viaj e frase «la máquina es idiota», que l l evábamos años sin mencio nar. Pero también l o fue el grave error de Kaspárov en la segunda: «Aún me duele ese burdo fallo. Ahí está la clave de este encuentro», resumió el número uno (quince meses antes de retirarse de la alta com petición ) . S i bien la opinión general en la sala de prensa era que el mie do podía esperar, Kaspárov fue clarividente : «Al ritmo que mej oran los programas, en cinco años será imposible batir a la máquina» . Aunque el eco del duelo en l a prensa internacional se debió sobre todo a que en l ugar del tablero normal se uti l izó uno en 3 0 (que obl igó a Kaspárov a lucir unas sorprendentes gafas negras), las partidas fue ron i nteresantes para los aficionados.
N
B l a n c a s : G . Kaspá rov. N egra s : Fritz X3D. Defe n sa Se m i e s l ava ( 0 4 5 ) . N u eva York ( l . " p a rt i d a ) , 1 1 - 1 1 - 2 0 0 3 . 1 Cf3 d 5 2 c4 c6 3 d 4 Cf6 4 Cc3 e6 5 e3 C b d 7 6 D c 2 Ad 6 7 g4 A b 4 8 Ad 2
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De7 9 Tg l Axc3 1 0 Axc3 Ce4 1 1 0-0-0 Df6 1 2 Ae2 Cxf2 1 3 Td f l Ce4 1 4 Ab4 c 5 1 5 cxd 5 exd 5 1 6 d xc 5 D e 7 1 7 C d 4 0-0 1 8 Cf5 D e 5 1 9 c 6 bxc6 2 0 Axf8 R xf8 2 1 Cg3 C d c 5 2 2 Cxe4 Cxe4 2 3 A d 3 A e 6 2 4 Axe4 dxe4 2 5 Tf4 Ad 5 26 D c 5 + Rg8 27 Tgf l Tb8 28 T l f 2 Dc 7 29 Tc2 D d 7 30 h4 Dd8 3 1 g5 Axa 2 32 Txe4 Dd3 33 Td4 Dxe3+ 34 Tc d 2 De l + 35 Td l De3+ 36 T l d 2 Dg l + 3 7 Td l . Ta b l a s . B l a n c a s : Fritz X3D. N egra s : G . Kaspárov. A p e rt u ra E s pa ñ o l a ( 8 0 7 ) . N u eva York ( 2 . " p a rt i d a ) , 1 3 - 1 1 - 2 00 3 . 1 e4 e 5 2 Cf3 C c 6 3 A b 5 Cf6 4 d 3 d 6 5 c3 g6 6 0-0 Ag7 7 C b d 2 0-0 8 Te l Te8 9 d 4 Ad 7 1 0 d 5 Ce7 1 1 Axd 7 Cxd 7 1 2 a4 h 6 1 3 a 5 a6 1 4 b4 f 5 1 5 c4 Cf6 16 A b 2 Dd 7 1 7 T b l g 5 18 exf5 Dxf5 1 9 Cf l D h 7 2 0 C3d2 Cf5 2 1 Ce4 Cxe4 22 Txe4 h5 2 3 D d 3 Tf8 2 4 Tbe l Tf7 25 T l e 2 g4 2 6 D b 3 Taf8 27 c5 Dg6 2 8 cxd 6 cxd 6 2 9 b 5 axb5 3 0 D x b 5 Ah6 3 1 D b 6 R h 7 3 2 D b4 Tg7 33 Txe 5 d x e 5 3 4 Dxf8 C d 4 35 Axd 4 exd4 3 6 Te8 Tg8 37 D e 7 + Tg7 3 8 D d 8 Tg8 39 D d 7 +, y K a s p á rov se r i n d i ó . B l a n c a s : G . Kaspá rov. N egra s : Fritz X3D. Defe n sa S e m i e s l ava ( 04 5 ) . N u eva York ( 3 . " p a rt i d a ) , 1 6 - 1 1 - 2 0 0 3 . 1 Cf3 Cf6 2 c4 e6 3 C c 3 d 5 4 d 4 c6 5 e3 a6 6 c 5 C b d 7 7 b4 a 5 8 b 5 e 5 9 Da4 Dc 7 1 0 Aa3 e4 1 1 C d 2 A e 7 1 2 b6 D d 8 1 3 h 3 0-0 1 4 C b3 Ad 6 1 5 T b l Ae7 1 6 Cxa 5 C b 8 1 7 A b 4 Dd 7 1 8 T b 2 De6 1 9 Dd l Cfd 7 2 0 a 3 D h 6 2 1 Cb3 A h 4 22 D d 2 Cf6 2 3 R d l Ae6 2 4 R c l Td8 25 Tc 2 Cbd7 2 6 R b 2 Cf8 27 a4 Cg6 2 8 a5 C e 7 29 a 6 bxa6 3 0 Ca5 Tdb8 3 1 g3 Ag5 32 Ag2 Dg6 3 3 R a l R h 8 34 C a 2 Ad 7 3 5 Ac3 Ce8 3 6 C b4 R g8 3 7 T b l Ac8 38 Ta2 A h 6 3 9 Af l De6 40 Dd l Cf6 4 1 Da4 A b 7 4 2 C x b 7 Txb7 43 Cxa6 D d 7 44 D c 2 R h 8 4 5 Tb3 , y Fritz se r i n d i ó . B l a n c a s : Fritz X3D. N egra s : G . Kaspárov . G a m b ito d e D a m a Aceptado ( D 2 7 ) . N u eva York ( 4 . " p a rt i d a ) , 1 8- 1 1 - 2 0 0 3 . 1 d4 d 5 2 c4 d xc 4 3 Cf3 e6 4 e3 a6 5 Axc4 c 5 6 0-0 Cf6 7 A b 3 cxd4 8 exd4 Cc6 9 Cc3 Ae7 1 0 Te l 0-0 1 1 Af4 Ca5 1 2 d5 Cxb3 1 3 Dxb3 exd 5 14 Tad l Ae6 1 5 D x b 7 A d 6 1 6 Ag5 Tb8 1 7 Dxa6 Tx b 2 1 8 Axf6 Dxf6 1 9 Dxd6 Dxc3
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2 0 Cd4 Txa 2 2 1 Cxe6 fxe6 22 Dxe6+ R h 8 2 3 Tf l Dc 5 2 4 Dxd 5 Tfxf2 2 5 Txf2 Dxf 2 + 2 6 R h l h 6 . Ta b l a s .
Bilbao 2004, prueba de fuego H a pasado casi un año desde el empate de Kaspárov con Fritz, y en B i lbao han tenido una idea muy interesante : triple reto hombres-má quinas. Por un lado : Fritz, Junior e Hydra, el nuevo monstruo (que antes se l lamó Brutus), financ iado por un j eque árabe, que está cau sando pavor entre los grandes maestros (ya ha derrotado a varios de postín, y de forma inapelable). Por el otro : Topálov, subcampeón del mundo; y los ucran ios Rus lan Ponomáriov, excampeón , y el prod igio so Serguéi Kariakin, de 1 4 años. Se trata de saber si las computadoras son aún venc ibles. Y todo indica que s í . Descartado el camino de la fuerza bruta -programar todas las partidas di stintas que pueden j ugarse- porque no exi ste n i exi stirá pronto una computadora capaz de calcu lar ese número de posibi l i dades, un uno seguido de 1 23 ceros, los creadores de Fritz, Junior e Hydra intentan que una máquina j uegue de forma parecida a un gran maestro; o sea, que compl ete el cálculo bruto con conceptos generales. Por ej emplo, si el rey rival está déb i l , lo priorita rio es atacarlo. De los tres programas, Junior es e l más avanzado en ese terreno, y Fritz en menor medida. Hydra recuerda más a la enorme fuerza bruta de Deep Blue, pero con c laras mej oras en la asimilación de las ideas estratégicas. El factor común de los duelos de esos tres aj edrec istas de s i l icio contra las estrel las de carne y hueso son los errores graves de sus rivales, moti vados por el cansancio y la tensión nerviosa. Sin em bargo, no sólo progresan las computadoras de aj edrez, también lo ha cen los humanos en la adaptac ión a j ugar contra inhumanos. Es probable que Topálov, de esti lo alegre y arri esgado, haya ten i do que trabaj ar más duro en su casa de Sal amanca que los rocosos Ponomáriov y Kariakin en Ucran ia para preparar este compromiso. El riesgo razonable frente a otro gran maestro se convierte en suicidio ante una máquina que calcula cientos de miles -o incl uso m i l lones,
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según los casos- de j ugadas por segundo . En cambio, hay pos iciones de estrategia pura en donde las máquinas aún parecen idiotas . De ahí que Bi lbao quiera ser un termómetro que mida cada año el progreso de unos y otros. A unque el pretencioso nombre oficial del encuentro pue da recordar a los manidos chi stes de bi lbaínos -I Campeonato del M undo de Personas contra Computadoras-, todo indica que el en frentam iento será muy interesante . Y lo es, pero sólo desde un punto de vi sta, el de las máquinas, que en la primera j ornada ya golpean muy duro : 2 , 5 -0,5 ; sólo Topálov lo gra mantener una posición muy cerrada, ante Junior. Las otras dos partidas son sendas pal izas : B l a n c a s : Fritz. N egra s : S . Kari a k i n . A pe rt u ra Escocesa ( C4 5 ) . B i l ba o , 6- 1 02004. 1 e4 e 5 2 C f 3 C c 6 3 d 4 e x d 4 4 C x d 4 C f 6 5 Cxc 6 bxc 6 6 e 5 D e 7 7 De2 Cd 5 8 c4 C b 6 9 C d 2 d 6 1 0 exd 6 cxd 6 1 1 b3 Ag4 1 2 f3 Ae6 1 3 A b 2 d 5 1 4 cxd 5 Cxd 5 1 5 0-0-0 Dg5 1 6 h 4 De3 1 7 h 5 h 6 1 8 Te l Dxe2 1 9 Axe2 f6 2 0 T h 4 R d 7 2 1 A c 4 A d 6 2 2 Ce4 T h e 8 2 3 Cxd 6 R x d 6 2 4 T h e 4 Ad 7 2 5 Ad4 a 5 2 6 a 3 A e 6 2 7 g 4 Af7 2 8 Af2 Te6 2 9 R d 2 T a e 8 3 0 b4 axb4 3 1 axb4 g6 3 2 Txe 6+ Txe6 3 3 Ac 5 + R d 7 3 4 Ta l gx h 5 35 Ta 7 + R e 8 3 6 b 5 h xg4 37 bxc 6 , y K a r i a kin se r i n d i ó . B l a n c a s : R . Ponomáriov . N egras: Hydra. Defe n sa I n d i a d e D a m a ( E l 5 ) . B i l bao, 6- 1 0 - 2 0 0 4 . 1 Cf3 Cf6 2 c4 b6 3 d 4 e6 4 g3 Aa6 5 b3 Ab4+ 6 Ad 2 Ae7 7 Ag2 c6 8 Ac3 d5 9 C e 5 Cfd 7 1 0 Cxd 7 Cxd 7 1 1 Cd2 0-0 1 2 0-0 b 5 13 c5 e 5 14 b4 e4 1 5 e3 D c 7 1 6 Te l Ag5 1 7 a4 bxa4 1 8 Txa4 A b 5 1 9 Ta3 Cf6 2 0 Af l a 6 2 1 Da l Ta b8 2 2 Ax b 5 a x b 5 2 3 Ta 7 Dc8 2 4 Da6 De6 2 5 Ta l h 5 2 6 Tc 7 h 4 2 7 Txc 6 Df5 2 8 D a 2 Cg4 2 9 Cf l Df3 3 0 h 3 Cxe3 3 1 fxe3 Axe3 + 3 2 R h 2 Af2 3 3 gx h 4 e3 , y Po n o m á r i ov se r i n d i ó .
E n la segunda j ornada resurge la esperanza, porque Kariakin logra una posición ventaj osa y no suelta la presa hasta la rendición de Ju nior, mientras las partidas Ponomáriov-Fritz y Topálov-Hydra termi-
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nan en tablas tras largas luchas técnicas. Pero la tercera es otro desas tre para los de carne y hueso : Topálov y Kariakin sucumben con negras y sin pal iativos ante Fritz e Hydra, respectivamente, mientras Ponomáriov arranca medio punto a Junior. La hecatombe se completa en la cuarta : sólo Topálov aguanta, ante Junior. Ponomáriov comete un grave error, por cansancio, ante Hydra, en una posición defendible; la partida más significativa es la derrota de Kariakin tras lograr una posición c laramente ventaj osa ante Fritz, que poco a poco va dando un vuelco a la lucha. B l a n c a s : S . Ka ri a ki n . N egra s : Fritz. Defe n sa S i c i l i a n a ( 8 8 0 ) . B i l ba o , 9- 1 02004 . 1 e4 c 5 2 Cf3 d 6 3 d 4 cxd4 4 Cxd4 Cf6 5 Cc3 a6 6 f3 e6 7 Ae3 b 5 8 g4 h 6 9 D d 2 C bd 7 1 0 0-0-0 A b 7 1 1 h 4 b 4 1 2 C a 4 D a 5 1 3 b3 Cc 5 1 4 a 3 Tc8 1 5 axb4 Cxb3+ 1 6 Cxb3 Dxa4 1 7 R b 2 d 5 1 8 c 3 d xe4 1 9 Ca 5 Ad 5 2 0 Ta l Dd 7 2 1 Axa6 exf3 2 2 Axc8 Dxc8 2 3 g5 Ce4 2 4 D d 3 D b8 2 5 Af4 Ad 6 2 6 Axd 6 Dxd6 2 7 Dxf3 Cxg5 2 8 D d 3 Ce4 2 9 T h e l D h 2 + 3 0 Te2 D x h 4 3 1 D b 5+ R e 7 3 2 C c 6 + R f 6 3 3 Tg2 g 5 3 4 Tf l + R g 7 3 5 C e 5 C f 6 3 6 Dc 5 D e 4 3 7 Txf6 Ta8 3 8 Tg6+ R h 7 39 Tx h 6 + R x h 6 40 Cxf 7 + Rg6 4 1 Txg 5 + R xf 7 4 2 Df2+ Df3 43 Dxf3+ Axf3 44 c4 Tc8 4 5 Rc3 Ae2 4 6 c5 Ab5 4 7 Tg l e 5 48 Td l Te8 49 Te l R f 6 5 0 Rd2 Td 8 + , y K a r i a k i n se r i n d i ó .
D e momento e s sólo u n j aque, pero todo indica que el j aque mate está cerca. Los tres mej ores programas de aj edrez han derrotado con c laridad ( 8 , 5 - 3 , 5 ) a tres grandes maestros de él ite . La perspectiva de que el mej or aj edreci sta del mundo sea una máquina se ve ahora mucho más cercana, sobre todo gracias a la terrorífica Hydra: sus 1 6 procesa dores en paralelo le permiten calcular 40 m i l lones de j ugadas por se gundo, y además muestra una inaudita «comprensión» de la estrategia. Los aj edrecistas de s i l icio son ya invencibles en las posiciones pu ramente tácticas, en el cuerpo a cuerpo, cuando todo depende del cálcu lo exacto de j ugadas . Y tienden a la idiotez, aunque cada vez menos, en las posiciones de estrategia pura, cuando lo prioritario es tener ideas y hacer planes a medio y largo plazo. El gran problema, para los j uga dores de carne y hueso, consiste en l l evar la l ucha a ese terreno. En
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Bi lbao apenas lo han conseguido, lo que se traduj o en una sola victo ria sobre 1 2 partidas : la del prodigioso Kariakin, de 1 4 años, que a los 1 2 fue el gran maestro más j oven de la hi storia, sobre Junior. «Queda la incógn ita de qué habría pasado si los tres aj edreci stas humanos se hubi eran entrenado intensamente durante tres meses con el exc lusivo fin de j ugar contra computadoras. Eso no ha sido posible porque no sería rentab le, ya que sólo hay enfrentamientos ocasionales frente a ordenadores», explica e l búlgaro S i lvio Danái lov, capitán del equipo de grandes maestros. N o podía faltar la opinión de Levy, el ín cl ito presidente de l a Asoc iación I nternacional de J uegos de Compu tadoras ( I CGA). Está de acuerdo, pero matiza: «En todo caso, el nú mero de aj edreci stas que puede hacer frente con éxito a los mej ores programas se ha reducido muchísimo». Hydra, propiedad de una empresa de Emiratos Á rabes Un idos, j ugó el torneo por control remoto desde su capital Abu Dabi, conecta da por I nternet con la localidad bilbaína. Su programador, el austríaco Chri l l y Donninger, tuvo que ser hospital izado nada más ganar a Pono máriov por un problema cardiaco. El director del proyecto es el pa qui staní M ohamed N ásir A l i , y ve el futuro muy claro : «En B i lbao, tres grandes maestros de muy alto nivel han podido comprobar el gran progreso de l as computadoras. Ahora pronostico que el mej or aj edre ci sta del mundo será una máquina antes de un año».
Bilbao 2005, segunda paliza La hi storia se repite, y empieza con un inapelable 3-0 en la primera jornada: Fritz y Junior aprovechan sin piedad la ventaj a lograda en la apertura frente a los ex campeones del mundo A lexánder Jálifman ( Rusia) y Ponomáriov, respectivamente ; sólo el uzbeko Rustam Kazi myánov, también excampeón, aguanta ante Hydra, pero comete un error táctico en la j ugada 34 y es masacrado en las cinco siguientes. La tunda es tan contundente que ni siquiera la única victoria huma na en doce partidas -Ponomáriov sobre Fritz- carece de mérito, porque se debe a un incomprensible error de la máquina. El marcador final es 8-4, y el repaso táctico y estratégico de Hydra a Ponomáriov,
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uno de los grandes v i rtuosos del j uego posicional, resume lo que fue el encuentro. B l a n c a s : Hydra. N egra s : R . Ponomáriov. Defe nsa Fra n cesa ( C 0 6 ) . B i l ba o , 2 2- 1 1 -2 0 0 5 . 1 e 4 e6 2 d 4 d 5 3 C d 2 Cf6 4 e 5 Cfd 7 5 A d 3 c 5 6 c 3 C c 6 7 C e 2 a 5 8 0-0 c 4 9 Ac 2 b 5 1 0 b3 C b 6 1 1 bxc4 bxc4 1 2 T b l R d 7 1 3 Cf4 R c 7 1 4 Df3 T b 8 1 5 C h 5 De? 1 6 Te l Aa6 1 7 Dg3 g6 1 8 Cf6 R b 7 1 9 C d e 4 R a 7 2 0 C d 6 Cc8 2 1 Aa3 Tx b l 2 2 Tx b l Cxd6 2 3 A c 5 + R a 8 2 4 Aa4 A b 7 2 5 exd 6 Dxf6 2 6 Axc6 Axc 6 27 d7 Axc 5 2 8 Dc7 e 5 29 d xc 5 , y Po n o m á r i ov se r i n d i ó .
Donninger, e l programador d e Hydra, es el más contundente en sus conclusiones : «La combinación de fuerza bruta y conceptos de estrategia que hemos logrado i ntroducir en las máquinas las hará muy pronto imbatibles por el ser humano, que además acusa mucho el can sancio, y por tanto comete imprecisiones, a partir de la cuarta hora de j uego». E l alemán M atthias Feist, uno de los programadores de Fritz, coincide : « Dentro de poco, que un gran maestro de é l ite mundial gane una sola partida a una computadora será ya un éxito enorme. Ganar un duelo a varias partidas será una quimera» . Y el i srae l í Amir Ban, padre de Junior, remacha: «Estamos tapando casi todos los puntos débi les que ten íamos en estrategia, y como en la táctica somos inven cibles, el final de la rivalidad entre hombres y máquinas está muy próximo». La principal conclusión es que pronto, en pocos años, dej ará de tener sentido que hombres y computadoras se enfrenten sobre un ta blero de aj edrez. La potencia de Hydra alcanza ya más de 1 00 m i l lo nes de j ugadas por segundo . Sus programadores trabaj an coordinada mente con grandes maestros, como el alemán Chri stopher Lutz, que analiza todas las partidas importantes que se j uegan en el mundo, y las somete al j uicio de Hydra; cuando ve que la j ugada que propone la máquina es mucho peor que la que hizo el ser humano en la misma posición, comun ica e l hal l azgo al programador Donn inger, que corri ge el defecto. Y así se ha creado un monstruo que ya es casi invenci ble. Su propietario, un eni gmático j eque árabe, dirige a su equipo de
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colaboradores por teléfono desde su palacio de Abu Dabi ( Emiratos Á rabes Unidos), sin ni ngún afán de protagonismo y sin desvelar si quiera su nombre. Es el j aque del j eque.
Krámnik, el último cartucho «Si pierdo por ampl i o margen , el debate habrá term inado», me dice Krámnik el 24 de noviembre de 2006. Estamos en el Palacio de A rte y Exposiciones de Bonn (Aleman ia), en la víspera de su nuevo duelo a seis partidas contra Deep Fritz, que calcula diez m i l l ones de j ugadas por segundo, con 7 8 0 . 000 euros para el vencedor. Todos los especialistas despl azados a Bonn coincidimos en que Krámnik es el último cartucho del aj edrez humano contra el de s i l icio, porque tiene el esti lo más adecuado para derrotar a una máquina: es supersól ido, no arriesga casi nunca, muy profundo, un v i rtuoso de la estrategia más fina. «N inguna computadora puede plan ificar a l argo plazo como Krámnik. Una cosa es calcular m i l lones de j ugadas en se gundos, y otra muy di stinta comprender la esenc ia de la posición y j ugar en consecuencia. Es verdad que Fritz y otros programas han pro gresado muchísimo en lo segundo durante los últimos veinte años, pero aún queda mucho por hacern, me exp l ica M atth ias W ü l lenweber, uno de los programadores del rival de Krámnik. Pero el campeón del mundo, que hace un mes ganó e l escandaloso duelo por el título contra Topálov en E l i stá (Rusia), está asustado an tes de empezar: «La versión actual de Deep Fritz es el rival más duro que he ten ido en toda m i carrera. J ugué contra una anterior en Bahréin, hace cuatro años, y empaté ( 4-4 ). Pero l a actual j uega mucho mej orn . Krámn i k sufre para empatar e l primer asalto en cuatro horas y en el segundo comete un error de principiante (sólo expl icable por el can sancio en la cuarta hora) : se dej a dar mate en una cuando podía forzar el empate con faci l idad. En la tercera nos quedamos i mpresionados, aunque no de manera tan i ntensa como en la quinta del duelo Kas párov-Deep Junior de N ueva York en 2003 : Deep Fritz entrega un peón a l argo p l azo, a cambio de l a iniciativa, y l uego hace una j ugada profi láctica de espera, en lugar de seguir atacando; son acciones muy
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comunes entre humanos pero aún muy raras en el aj edrez de s i l icio; y Krámnik vuelve a sufrir para arrancar medio punto . « E stoy muy im presionado por esta partida. S i no me dicen previ amente quién j uega con qué color, creo que no hubiera adivinado que la computadora con duce las negras», reconoce el gran maestro estadounidense Yasser Sei rawan , comentarista del duelo para los espectadores. « H ace sólo cinco años, esto nos hubiera parecido ciencia ficción», remacha e l australia no I an Rogers. B l a n c a s : V. Krá m n i k . N egra s : Deep Fritz 1 0. A pe rt u ra Cata l a n a ( E0 3 ) . B o n n ( l . ª p a rt i d a ) , 2 5- 1 1 - 2 0 0 6 . 1 d 4 Cf6 2 c4 e6 3 g3 d 5 4 Ag2 dxc4 5 Da4+ C b d 7 6 Dxc4 a 6 7 D d 3 c 5 8 d xc 5 Axc 5 9 Cf3 0-0 1 0 0-0 D e ? 1 1 C c 3 b6 1 2 Ce4 Cxe4 1 3 Dxe4 Cf6 1 4 D h 4 A b 7 1 5 Ag5 Tfd 8 1 6 Axf6 Dxf6 1 7 Dxf6 gxf6 1 8 Tfd 1 R f8 1 9 C e 1 Axg2 20 R xg2 f5 2 1 Txd 8+ Txd 8 22 Cd3 Ad 4 23 Tc l e5 24 Tc 2 Td 5 25 C b4 T b 5 2 6 C x a 6 Tx b 2 2 7 Tx b 2 Axb2 2 8 C b4 R g 7 2 9 Cd 5 A d 4 3 0 a 4 Ac 5 3 1 h 3 f 6 3 2 f3 Rg6 3 3 e4 h 5 3 4 g 4 h xg4 3 5 h xg4 fxe4 3 6 fxe4 R g 5 3 7 Rf3 Rg6 3 8 R e 2 R g 5 3 9 R d 3 Ag l 4 0 R c 4 A f 2 4 1 R b 5 R xg4 4 2 Cxf6+ R f 3 43 R c 6 A h 4 44 Cd 7 R xe4 4 5 R x b6 Ae l 4 6 R c 6 R f 5 4 7 C x e 5 R xe 5 . Ta b l a s . B l a n c a s : Deep Fritz 1 0. N egra s : V . Krá m n i k . G a m b i to d e D a m a Ace ptado ( 0 1 0 ) . B o n n ( 2 . " p a rt i d a ) , 2 7 - 1 1 - 2 0 0 6 . 1 d 4 d 5 2 c4 dxc4 3 e4 b 5 4 a4 c 6 5 Cc3 b4 6 C a 2 Cf6 7 e 5 Cd 5 8 Axc4 e6 9 Cf3 a5 10 Ag5 D b 6 1 1 Cc l Aa6 1 2 De2 h 6 13 Ae3 Axc4 14 Dxc4 Cd7 1 5 C b 3 Ae7 1 6 Tc l 0-0 1 7 0-0 Tfc8 1 8 D e 2 c 5 1 9 Cfd 2 D c 6 2 0 D h 5 Dxa4 2 1 Cxc 5 Cxc 5 2 2 d xc 5 Cxe3 2 3 fxe3 Axc 5 2 4 Dxf 7 + R h 8 2 5 Df3 Tf8 2 6 De4 Dd 7 27 Cb3 Ab6 28 Tfd 1 Df7 29 Tf l Da? 30 Txf8+ Txf8 3 1 Cd4 a4 3 2 Cxe6 Axe 3 + 3 3 R h l Axc l 3 4 Cxf8 De3 3 5 D h 7 m ate . B l a n c a s : V. Krá m n i k . N egra s : Deep Fritz 1 0. A pe rt u ra Cata l a n a ( E 0 3 ) . B o n n ( 3 . " p a rt i d a ) , 2 9 - 1 1 - 2 00 6 . 1 d4 Cf6 2 c4 e6 3 g3 d 5 4 Ag2 dxc4 5 Da4+ C b d 7 6 Dxc4 a6 7 D c 2 c 5 8 Cf3 b6 9 C e 5 Cd 5 1 0 Cc3 A b 7 1 1 Cxd 5 Axd 5 1 2 Axd 5 exd 5 1 3 0-0 Cxe 5 1 4
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d xe 5 Dc8 1 5 Td l De6 1 6 D d 3 Ae7 1 7 Dxd 5 Td8 1 8 D b 3 Txd l + 1 9 Dxd l 0-0 2 0 D b 3 c4 2 1 Dc3 f6 2 2 b3 Tc8 2 3 A b 2 b 5 24 De3 fxe 5 2 5 bxc4 Txc4 2 6 Axe 5 h6 27 Td l Tc2 28 D b3 Dxb3 29 axb3 Txe 2 30 Ad6 Af6 3 1 Ac 5 a 5 3 2 A d 4 A e 7 3 3 Ac3 a4 3 4 bxa4 bxa4 3 5 Td 7 Af8 3 6 Td8 R f 7 3 7 Ta8 a3 3 8 Txf8+ R xf8 3 9 A b 4 + R f 7 4 0 Axa3 Ta 2 4 1 Ac 5 g6 4 2 h 4 R f 6 43 A e 3 h 5 4 4 Rg2 . Ta b l a s .
En la cuarta, nuevo sufrimiento d e Krámnik, durante s e i s horas, para aguantar la iniciativa del programa, hasta que firma el empate . Ese día estoy con Topálov en Benidorm , donde empieza e l Festival de Aj edrez del H otel Bal i , y aprovecho para pedir su opinión : «Creo que Krámnik no logrará ganarle una sola partida a Deep Fritz. El proble ma principal es que, normalmente, un ser humano comete uno o dos errores graves en las aproximadamente 250 j ugadas que se harán en total si sumamos las seis partidas de Bonn. La máquina es implacable en el castigo de esos errores; por e l contrario, si la máquina se equivo ca, los humanos no siempre encontramos l a forma prec isa de castigar el errorn . B l a n c a s : Deep Fritz 1 0. N egra s : V. Krá m n i k. Defe n sa Petrov (C43 ) . B o n n ( 4 . " part i d a ) , 1 - 1 2 - 2 0 0 6 . 1 e4 e 5 2 Cf3 Cf6 3 d 4 Cxe4 4 A d 3 d 5 5 Cxe 5 Cd 7 6 Cxd 7 Axd 7 7 0-0 A d 6 8 D h 5 D f 6 9 Cc3 Dxd4 1 0 Cxd 5 Ac6 1 1 Ce3 g6 1 2 D h 3 Cg5 1 3 D g 4 D f 4 1 4 Dxf4 Axf4 1 5 Cc4 Ce6 1 6 Axf4 Cxf4 1 7 Tfe 1 + Rf8 1 8 Af l A b 5 1 9 a 4 Aa6 2 0 b4 Axc4 2 1 Axc4 Td 8 22 Te4 C h 5 2 3 Tae l Td 7 2 4 h 3 Cg7 25 Te 5 Cf5 2 6 Ab5 c 6 27 A d 3 C d 6 2 8 g4 R g 7 29 f4 Thd8 3 0 R g 2 Cc8 3 1 a5 Td4 3 2 T5e4 Rf8 3 3 Rf3 h 6 3 4 Txd 4 Txd4 3 5 Te4 Td 6 3 6 R e 3 g 5 3 7 Td4 R e ? 3 8 c 4 Txd4 3 9 R x d 4 gxf4 4 0 R e4 R f 6 4 1 R xf4 Ce? 4 2 Ae4 b 6 4 3 c 5 bxc 5 44 bxc 5 Cg6+ 4 5 Re3 Ce 7 4 6 Rd4 R e 6 4 7 Af3 f 5 48 Ad 1 R f 6 4 9 Ac2 fxg4 5 0 h xg4 R e 6 5 1 A b l R f 6 5 2 A e 4 R e 6 5 3 A h l R f 6 54 A f 3 R e 6 . Ta b l a s .
La quinta es m u y complej a, pero Krámnik está a la altura debida, y empata. Sin embargo, el j uego raro pero muy eficaz de Deep Fritz en la sexta produce la segunda derrota del ruso; 4-2 para la máquina es el resultado fi nal . Y Krámnik, último portador del estandarte del aj edrez
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humano, piensa ya en tirar l a toall a : «Yo podría haber ganado este duelo si no cometo un terrible error en la segunda partida y no desa provecho posiciones muy ventaj osas en las dos primeras . Pero el futu ro, más o menos cercano, parece claro : el mejor aj edrec ista del mundo no será de carne y hueso». B l a n c a s : V . Krá m n i k . N egra s : Deep Fritz 1 0. Defe nsa N i m zo- l n d i a ( E 5 1 ) . B o n n ( 5 . ª p a rt i d a ) . 3 - 1 2 - 2 006 . 1 d4 Cf6 2 c4 e6 3 Cf3 d 5 4 Cc3 A b 4 5 e3 0-0 6 a3 Axc 3 + 7 bxc3 c 5 8 A b 2 Cc6 9 Tc l T e 8 1 0 Ad3 dxc4 1 1 A x c 4 e 5 1 2 d x e 5 Dxd l + 1 3 Txd l Cxe 5 1 4 Cxe 5 Txe 5 1 5 Ae2 Ad ? 1 6 c 4 Te 7 1 7 h 4 Ce4 1 8 h 5 Aa4 1 9 Td3 b 5 2 0 c x b 5 Ax b 5 2 1 Td l Axe 2 2 2 R x e 2 Tb8 2 3 Aa l f 5 2 4 Td 5 Tb3 2 5 Txf 5 Txa 3 2 6 T b l T e 8 2 7 Tf4 Ta 2 + 2 8 R e l h 6 2 9 Tg4 g 5 3 0 h xg6 Cxf2 3 1 T h 4 Tf8 3 2 R f l C h 3 + 3 3 R e l Cf2 3 4 R f l C h 3 + 3 5 R e l . Ta b l as . B l a n c a s : Deep Fritz 1 0. N egra s : V . Krá m n i k . Defe nsa S i c i l i a n a ( 8 8 6 ) . B o n n ( 6 . ª p a rt i d a ) , 5 - 1 2 - 2 006 . 1 e4 c 5 2 Cf3 d 6 3 d4 cxd4 4 Cxd4 Cf6 5 Cc3 a6 6 Ac4 e6 7 0-0 Ae7 8 Ab3 D c 7 9 Te l C c 6 10 Te3 0-0 1 1 Tg3 R h 8 1 2 Cxc6 bxc 6 13 De2 a 5 14 Ag 5 Aa6 1 5 Df3 Ta b8 1 6 Te l c 5 1 7 Af4 D b 7 1 8 Ac l Cg8 1 9 C b l Af6 2 0 c3 g6 2 1 Ca3 Dc6 2 2 T h 3 Ag7 2 3 Dg3 a4 2 4 Ac 2 T b 6 2 5 e 5 d x e 5 2 6 Txe 5 Cf6 2 7 D h 4 D b 7 2 8 Te l h 5 2 9 Tf3 C h 7 3 0 Dxa4 D c 6 3 1 Dxc6 Txc6 3 2 Aa4 T b 6 3 3 b3 R g 8 3 4 c4 Td8 3 5 C b 5 A b 7 3 6 Tfe3 A h 6 3 7 Te 5 Axc l 3 8 Txc l T c 6 3 9 Cc3 Tc7 40 A b 5 Cf8 4 1 C a 4 T d c 8 4 2 Td l R g 7 4 3 T d 6 f6 44 T e 2 e 5 4 5 Ted 2 g5 4 6 C b 6 T b 8 4 7 a 4 , y K rá m n i k s e r i n d i ó .
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ras la derrota de Krámnik ante Fritz en 2006, e l debate cambia de direcc ión. Lo preocupante ahora es que el enorme progreso de los programas de aj edrez aumenta muchísimo l a tentac ión de hacer tram pas en los torneos, rec ibiendo ayuda i l egal de computadoras durante las partidas. Como veremos en el siguiente repaso de los casos más famosos o significati vos, el asunto ya venía de mucho antes, pero ha ido a peor, porque ahora cualquiera compra por 50 euros un programa que calcula mucho mejor que el campeón del mundo .
Hamburgo, 1 980 El prestigioso periodi sta especializado alemán Frederic Friede l , sus compañeros de una televisión germana y Ken Thompson ( Laborato rios B e l l ; menc ionado vari os capítulos más atrás) preparan un docu mental sobre aj edrez y computadoras . Y tienen una idea bri l lante : ha cer un experimento que consistirá en engañar al gran maestro H e l mut Ptleger durante una exhibición de simultáneas y contárselo después, para preguntarle si ha notado algo raro en alguna partida. Di eter Stein wender, uno de los rivales de Ptleger, esconde en su pelo largo un re ceptor de radio, por el que escucha las j ugadas que le soplan desde el piso de arriba algunos de los c itados farsantes, conectados a su vez por teléfono con Thompson, que manej a una versión recién creada de
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Be/le (campeona del mundo ese mismo año) en N ueva Jersey ( E E . U U . ) . U n a prueba evidente d e q u e la fuerza d e l o s mej ores aj edrec istas inhu manos en ese momento di sta mucho de los del siglo xx1 es que Ptleger logra una posición ganadora a pesar de todo, pero omite el golpe pre ciso, queda peor y termina perdiendo. Cuando le cuentan el fraude, sin preci sarle en qué partida fue, Ptleger tampoco es capaz de señalar la de Steinwender, a pesar de que sólo pierde ésa, y queda muy impresionado del progreso de las máqui nas. Sin embargo, Friedel l leva unos días después las plan i l las de cin co de las partidas simultáneas a un j oven soviético de 1 7 años, Gari Kaspárov, que di sputa entonces el M undial Juven i l , y le pregunta cuál de esas ci nco ha sido j ugada por una máquina. El futuro campeón lee los cinco papeles, sin tablero, y da rápidamente la respuesta correcta : «En l as otras cuatro hay errores tácticos que una máquina no comete ría nunca», concluye.
Filadelfia, 1 993 Un inquietante escándalo sacude el Abierto de F i ladelfia cuando el des conocido participante que dice l lamarse John von N eumann, como el famoso matemático húngaro que murió en 1 95 7 , alterna errores de prin cipiante con victorias magistrales sobre algunos favoritos. En realidad, es un impostor y un provocador: apenas sabe j ugar, pero está conectado por un pequeño auricular con un amigo y un ordenador instalados en otra habitación . El engaño se descubre porque los fallos técnicos en la comunicación causan a veces j ugadas espantosas. Justo antes de la en trega de premios -Von N eumann ha ganado uno de 800 dólares- los árbitros le piden que resuelva unos problemas de aj edrez muy senci l los; el impostor se niega, se marcha y nunca más se le ve en un torneo.
Boeblingen (Alemania), 1 999 El desconoc ido C lemens A l lwermann, de 55 años, c lasi ficado hacia el puesto 1 0 . 000 del escalafón alemán, gana el torneo abierto por delante
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de grandes maestros, con 7 , 5 puntos de nueve posibles (seis v ictorias, tres empates, sin derrotas) y un rendimiento equiparable a 2 . 63 0 pun tos Elo, cuando su fuerza normal está cerca de 1 . 900 . Y no sólo eso, sino que en su partida más sospechosa (contra Kal inischev) se perm ite la chulería de dec irle a su rival (tras la rendición de éste) que la posi ción final, muy comp l icada incluso para un gran maestro, es de mate en ocho movimientos. Además de un eco tremendo en la prensa ale mana, hay una demanda j udicial, y e l periodista H armut Metz descu bre inc luso l a tienda de productos e lectrónicos donde A l lwermann ha comprado el equipamiento necesario para perpetrar el fraude. S i n em bargo, el j uez archiva e l caso «por falta de pruebas» . A l lwermann j ue ga otro torneo, y rinde sólo un poco por encima de su nivel habitual (2 . 000 puntos Elo ). La Federac ión Bávara le sanciona a perpetuidad.
Benidorm, 2009 En e l Festival H otel Bali, los j ugadores aficionados pueden ganar pre mios importantes mientras disfrutan de la bel leza y plac idez otoñal de Benidorm en un ambiente cosmopolita, muy agradable y estimulante . E n ese contexto, los árbitros están convenc idos de que la estadouni dense Svetlana Kiseleva, de origen kazaj o , hace trampas, después de ganar las seis primeras partidas con un j uego espléndido. Empiezan a vigilarla, e investigan si en la Federación de Aj edrez de Kazaj i stán o en E E . U U . saben algo de e l la, con resultado negativo. Para colmo, Kiseleva pierde en la octava ronda porque le suena el mó vil durante la partida, lo que está estrictamente prohibido por e l regla mento; e l l a argumenta que había programado la alarma (con el teléfo no apagado) para acordarse de tomar una pasti l l a a l a hora prec isa. Y antes de la décima y última ronda los árbitros le piden que abra el bolso y que les permita ver si l leva algún m icroauricular en los oídos. E l l a se niega a ambas cosas. Entonces le proponen que j uegue una partida de cinco m inutos contra alguien de la organización a puerta cerrada para poder comprobar su verdadera fuerza de j uego. E l l a tam bién se n iega, vence en la última ronda y termina segunda en el torneo, ganando un premio de varios miles de euros. Pero los árbitros elevan
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un informe al director de l a organ ización, A l fonso Pedraza, recomen dando la descali ficación de Ki seleva. Pedraza se siente obligado a apoyar a sus j ueces y les da la razón en una deci sión muy polémica, y Kiseleva se marcha anunciando que va a quere l l arse contra la organi zac ión y contra el hote l . Si el asunto hubiera acabado realmente ante u n j uez, quizá Kisele va habría ganado: en E spaña -así como en la mayoría de las demo craci as avanzadas- las leyes son muy garanti stas ; es dec ir, los acu sadores deben demostrar «más allá de toda duda razonab le», que el acusado es culpab le, y el beneficio de la duda es siempre para el acu sado. M e temo que ese principio esencial no se aplicó en este caso, a pesar de los indicios contra Kiseleva. Así empezaba la psicosis de trampas, tan pel i grosa o más que las trampas auténti cas.
Benidorm, 20 1 0 Esta vez soy testigo directo de l o que re lato a continuación. E l letón Edvins Griezne, ganador del torneo más importante, l l ega a Benidorm con 2 . 0 1 2 puntos E l o ; por tanto, no está, n i de l ejos, entre los favoritos del grupo de menos de 2 . 3 00, aunque es cierto que hace años pasó de 2 . 200. L l ama la atenc i ón desde las primeras rondas por la cal idad de su j uego y, sobre todo, por su extraña postura ante el tabl ero, con la mano izquierda siempre escondida en el muslo. H ace sospechar que tiene algún artil ugio en esa zona del cuerpo, que podría manej ar por el método Brai l l e (el que uti l i zan los ciegos) o por el código Morse (el de los tel egramas). Es deci r, hay dos h ipótesis: o bien que un amigo si tuado en el exterior le está chivando las j ugadas con la ayuda de un programa de aj edrez, o bien que tiene uno de esos j ugadores inhuma nos escondido en su cuerpo. Para situar estas sospechas en contexto hay que tener en cuenta -además de la psicosis de trampas provocada por el enorme progreso de la i nformática apl icada al aj edrez- los siguientes factores: en este festival de Benidorm no pueden j ugar los profesionales; los premios para los aficionados son muy tentadores, porque con los 3 . 5 00 euros del primero (en el grupo de menos de 2 . 000 Elo) se puede vivir bien
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durante más d e un año en muchos países del mundo; el recuerdo de Kiseleva está aún cal iente; Griezne j uega mej or los días en que sus partidas se retransmiten por I nternet; a lo largo de la semana, varios grandes maestros que las anal izan concl uyen que hace trampas porque la calidad de su j uego está muy por encima de sus puntos Elo; espe cialmente en la partida que gana a A lcaraz el 7 de diciembre, muy es pectacular. De modo que la mesa donde j uega el letón está siempre rodeada de gente que intenta ver qué hace Griezne con su mano iz quierda escondida. Cuando l l ego a Benidorm, mediado el torneo, escucho muchos testimonios de gente convencida de que Griezne es un tramposo. Y debo reconocer que casi me convencen a mí también. Pero cuando veo sus partidas despac io mi opi nión comienza a variar: aunque es c ierto que muchas de sus j ugadas coinciden con las primeras sugerencias de los programas, la gran mayoría de el las no son difíciles. N i siquiera en la mencionada partida con Alcaraz es obvio que haga trampas, porque la combinación ganadora es de sólo dos movimientos, no tan difíc i l de ver si uno cuenta con tiempo suficiente . La prueba definitiva para m í l lega e l viernes 1 O d e diciembre, cuan do los árbitros toman dos medidas excepcionales : primero, piden a to dos los j ugadores que tengan las manos siempre visibles durante la par tida; y además instalan un inhibidor de ondas que impide cualquier comunicación electrónica en quince metros a la redonda de la mesa del letón . Ese día, Griezne vuelve a j ugar muy bien, gana indi scutiblemen te y a m í me convence de que no hay trampas y de que dice la verdad cuando asegura que desde hace un año se entrena todos los días con un gran maestro ruso. Pero la psicosis de trampas sigue aumentando.
Janti Mansiisk (Rusia), 20 1 0 Aquí no hubo psicosis, sino una trampa pura y dura, l a primera de un gran maestro, el francés Sebastian Feller, de 20 años entonces. El méto do es sumamente sibil ino, y le permite ganar la medal la de oro al mejor resultado individual de un suplente en la O l impiada de Janti Mansiisk. Todo empieza con un amigo de Fel ler, l l amado C i ryl M arzolo, que
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está en su casa de Francia siguiendo en directo por I nternet las partidas que la selección francesa j uega en S iberia, con la inestimable ayuda de programas informáticos muy potentes. Marzo lo envía las j ugadas reco mendadas por su ordenador al capitán de la selección francesa, Amaud Hauchard, que también está en Siberia. Y lo hace a través de mensaj es a su teléfono móvil, uti lizando un código que básicamente consiste en asignar un número de dos cifras a cada casi l l a del tablero. Es decir, la primera fila horizontal está compuesta por el 1 1 , 2 1 , 3 1 , 4 1 . . . y así hasta el 8 1 . Y la primera vertical es 1 1 , 1 2 , 1 3 , 1 4, etcétera, hasta el 1 8 . M ás creativo todavía es cómo hace el capitán H auchard para so plarle esas j u gadas al j ugador tramposo, Feller, cada vez que recibe un mensaj e en su móv i l . Como el tablero de aj edrez es un cuadrado de ocho casi l las por ocho, y la O l i mpiada de aj edrez se j uega por equipos de cuatro j ugadores �o sea, hay ocho en cada encuentro, cuatro con tra cuatro- H auchard y Feller tienen un código que asigna una letra de la A a la H a cada uno de esos ocho j ugadores, y un número del 1 al 8 también a cada de uno de los ocho j ugadores. S upongamos que el capitán quiere soplar al j ugador que debe mover una pieza a la cas i l l a c2. Cuando le toca j ugar a Feller, el capitán está andando alrededor de la mesa y se coloca detrás de uno de los j ugadores, el que representa l a letra c, y s e queda un rato quieto ahí . Y unos segundos después se mueve para ponerse detrás del j ugador que representa el número 2, y así ya le está diciendo al tramposo que mueva una pieza a c 2 . De ese modo, Fel ler gana l a medalla de oro individual, con 6 puntos en nueve partidas ( c inco ganadas, dos tab l as, dos perdidas). La Federac ión Francesa descubre que M arzolo, uti l i zando un telé fono de la federación, envía más de 200 mensajes SMS al móv i l de Feller (en poder de H auchard) durante e l horario de las partidas. Des pués analiza cuidadosamente todas las partidas de Feller en la O l i m piada, y l l ega a l a conc lusión de que demas iadas j ugadas coinciden con las recomendaciones de los mej ores programas en posiciones muy comp l icadas, que requieren un cálculo muy preciso. C iertamente, es probable que Fel ler no hiciera trampas en todas l as partidas, y también cometió errores, pero alguno de e l los (mover una torre a una casi l la en lugar de la otra) bien podría deberse a un fallo en su método de comu nicación con H auchard.
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La Federac ión Francesa impuso cinco años d e sanción a Fel ler y M arzolo, y tres a H auchard . Pero F e l ler, que negó todas las acusacio nes y las achacó a una venganza del presidente de la federación por motivos pol íticos, apeló a la j usticia ordinaria, que anuló el castigo por defectos de forma. Sin embargo, la Comisión É tica de la Federa ción I nternacional ( F I D E ) sancionó en 20 1 2 a los tres j ugadores a no poder participar en ninguna competi ción oficial durante dos años y nueve meses .
Zadar (C roacia), 20 1 2 Otra vez psicosis de trampas. Varios grandes maestros se confían en exceso y cometen errores cuando se enfrentan a Borislav l vánov, que los castiga con mucha prec isión, pero sin hacer nada extraordinario ni muy bri l l ante, aunque es verdad que en alguna de esas partidas su ren dimiento está algo por encima de su E l o . También es cierto que un número elevado de sus movimientos coinciden con los que harían los mej ores programas del mercado, pero quienes argumentan eso no tie nen en cuenta que casi todas las posiciones referidas son bastante sen c i l las, y por tanto no es tan extraordi nario que alguien con un Elo de 2 . 2 2 7 rinda al nivel de 2 . 3 00-2.400; basta con que se haya entrenado intensamente durante los meses anteriores. S i n embargo, sus buenos resultados crean una paranoia tal que va rios grandes maestros empiezan a presionar al árbitro para que adopte medidas drásticas; el árbitro sucumbe y le pide a l vánov que se desnu de de c intura para arriba y que vacíe los bol s i l los del pantalón. El búl garo accede y no encuentran nada sospechoso. En suma, un caso que podría plantear alguna duda o sospecha, pero en ningún caso j ustifica l legar tan lejos.
Posibles soluciones Vaya por delante que no hay n i nguna que garantice por sí sola un aj e drez sin trampas al 1 00 %. Por ej emplo, hoy exi sten ya adminículos
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que pueden insertarse en el oído sin dar positivo en e l detector de me tales. Son más efi caces los inhibidores de ondas (como los que uti l i za la pol icía para aumentar la seguridad de una persona importante) que inuti l izan todos los teléfonos móvi les, pero también pueden bloquear un marcapasos, por ej emplo, y además sería costoso instalarlos en un torneo abierto con muchos j ugadores. Ni siquiera la demora en la re transmis ión por I nternet es ideal , entre otras razones porque no evita que un j ugador esconda a otro de silicio muy potente en alguna parte de su cuerpo, y lo consulte cuando vaya al baño. Sin embargo, hay una batería de medidas que pueden reducir las trampas a un mínimo poco preocupante : •
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Sanciones durí s i m a s , a perpetuidad, o como m í n i mo de d ie z años si se dan atenuantes (por ej emplo, si el j ugador es menor d e edad), para quien sea cazado in fraganti. Y campañas de prensa que cataloguen a los tramposos como gente indeseable y estig matizada. Sanciones i mportantes (como mínimo, pérdida de la partida de ese día, si es la primera vez) para quien olvide depositar ante e l árbitro cualquier arti lugio electrónico antes d e empezar el j uego. Todo j ugador debe tener las dos manos a la vista durante la partida. Los j ugadores aceptan la posibil idad de someterse a pruebas de veri ficación o, incluso, de tener que desnudarse, pero sólo en ca sos muy extremos, y por tanto rarísimos: por ej emplo, su Elo se di spara de pronto de manera inexp l icable, un porcentaj e enorme de sus j ugadas coincide con las de los mej ores programas y ade más va mucho al baño durante l as partidas. La F I D E compra inhibidores de ondas y detectores de metales al por mayor, con el fin de vendérselos a precio de coste a las fede rac iones nac i onales, quienes a su vez hacen lo m i smo con los organ izadores de su país. Se demora la retransmisión por Internet, entre 1 5 y 3 0 minutos. En torneos de pocos j ugadores y premios importantes, el escena rio está a i s l ado del púb l ico por algún tipo de material opaco, y mej or aún si la sala está i nsonorizada, para evitar comunicacio nes por gestos o sonidos. Por ej emplo, se puede uti l izar l a urna
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de cri stal que ha dado fama a l a F i nal de M ae stros de B i lbao, pero con cri stales opacos, de manera que e l público vea a los j u gadores, pero éstos no vean al público. Otras medidas propuestas, como ace lerar mucho e l ritmo de j uego, desvirtuarían el aj edrez, porque no conviene mezc lar la modal idad c l ásica (no menos de 90 mi nutos para los pri meros 40 mov imientos) de las semirrápidas o rápidas. S i entramos en el terreno de la ciencia ficción, aunque sólo un poco, no podemos descartar que dentro de al gunos años los seres humanos puedan implantarse un chip en el cere bro, que podría contener por tanto un programa de aj edrez perfecto. Confiemos en que entonces se logre descubrir también la manera de desactivarlo.
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l aj edrez de computadoras puede ser muy interesante, como se demostró en el M undial de Pamplona 2009 (muy bien organ izado por la empresa pública C E I N , del Gobierno de N avarra), donde se j uga ron varias partidas que parecían humanas . Ganó, con c l aridad, Rybka, pero hubo otros programas muy atractivos . Especialmente Deep Ju nior y Hiarcs produj eron un aj edrez de alta cal idad y emoción. En los años sigui entes han surgido otros todavía mej ores; sobre todo, Houdini. Se ha logrado programar algo tan abstracto como el riesgo . Es decir, los mej ores programadores han convertido en una sucesión de unos y ceros (único lenguaj e que entienden los ordenado res) la probab i l i dad de que un ataque tenga éxito tras el sacri ficio de dos peones, por ej emplo, de modo que el programa e l ige esa vari ante aunque no pueda calcular hasta el mate o la ganancia c lara de mate ria l . En otras palabras, y sin exagerar, podríamos dec i r que han logra do programar algo parecido a la intuición humana. Ahora bien, toda vía no podemos decir que las máquinas aprendan de sus errores de concepto, aunque sí son capaces de evitar la repetición de una mala j ugada concreta si l l egan por segunda vez a la m i sma posición . H e ahí, en consecuencia, una prueba evidente de que el aj edrez inhumano merece una atención permanente, y en un doble sentido: nos produce placer con c ierta frecuenc ia, y su progresión en los próxi mos años implica un interés científico. Sin embargo, no debemos ol vidar que, en aj edrez, el error es condición casi i mprescindible para
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que se produzca belleza. A medida que la partida se acerque a la per fección, se reduce la probab i l i dad de bel l í simos sacrificios que termi nan en un ataque de mate . Y ah í está preci samente la garantía de que el aj edrez humano siempre será interesante (aunque ello implique la adopc ión de serias medi das preventivas para evitar trampas). ¿Cuándo habrá un aj edreci sta inhumano perfecto, que perm ita acla rar si la ventaj a inicial de las piezas blancas es suficiente para ganar? Casi todos los expertos señalan a las computadoras cuánticas, pero muy pocos se atreven a preci sar cuántos años tardarán en existir. I nclu so hay algunos, como el citado alemán M atth ias Wüllenweber, que po nen alguna pega : «Con la tecnología actual de refrigeración, la compu tadora de aj edrez perfecta se calentaría en exceso, por la necesidad de almacenar tri l l ones de variantes en su memoria». Ahora bien, supongamos que ese problema técnico se resuelve de una manera u otra. E l optim i smo de Kárpov -«E l invento de la bici cleta no term i nó con e l atleti smo»- seguiría estando j ustificado, por que ningún ser humano tendrá ni la m i l lonésima parte de la memoria necesaria para j ugar perfectamente al aj edrez. Y menos aún si se adop ta el ajedrez 960, como se expl ica más adelante . Este debate tiene una faceta adic ional en cuanto al modo de pro gresar de la ciencia, como recalcó Kaspárov en un largo artículo de 20 1 0 para el New York Review of Books, en el que comentaba el l i bro Metáforas de ajedrez, de Diego Rasskin. Reproduc imos algunos pá rrafos : Con l a supremacía d e las máquinas d e aj edrez que estamos viendo ac tualmente y el hecho de que el desafío «hombre contra máquina» se haya convertido en una cosa del pasado, tal vez sea hora de regresar a los objeti vos que hicieron que el ajedrez por computador fuera tan atractivo para muchas de las mejores mentes del siglo x x . Jugar mejor al ajedrez era un problema que querían resolver, sí, y ya ha sido resuelto. Pero también había otros objetivos: desarrollar un programa que j ugara al ajedrez pensando como un humano, e incluso tal vez aprendiendo el j uego como lo aprende un humano. Con seguridad esto sería un camino de investigación mucho más fructífero que crear, como lo estamos haciendo, algoritmos cada vez más rápidos, procesados por computadores cada vez más rápidos.
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É sta es nuestra última metáfora del aj edrez, una metáfora de cómo hemos desechado la innovación y la creatividad a cambio del sumini stro constante de productos comercial izables. El sueño de crear una inteli gencia arti ficial que enfrentaría un antiguo j uego considerado símbolo del pensamiento humano ha sido abandonado. En lugar de eso, cada año tenemos nuevos programas de aj edrez, y nuevas versiones de los viej os, que se basan en los mismos conceptos básicos de programación desarro l lados en los años sesenta y setenta, en los cuales se elige un movimiento mediante la búsqueda a través de millones de posibilidades. Como muchas otras cosas de nuestro mundo moderno, rico en tecnolo gía y pobre en innovación, el ajedrez por computador ha sido víctima de la cultura del exceso y las exigencias del mercado. Los programas que usan la pura fuerza bruta juegan el mej or ajedrez. Entonces ¿,para qué molestarse con otra cosa'? ¿,Para qué perder tiempo y dinero experimentando con ideas innovadoras, cuando ya sabemos qué es lo que funciona'? Esa manera de pensar debería horrorizar a cualquier persona digna de llamarse científico, pero lamentablemente parece ser la norma. Nuestras mej ores mentes se han ido a trabajar a la ingeniería financiera en lugar de dedicarse a la verdadera ingeniería, y los resultados son catastróficos para los dos sectores.
Este capítulo quedaría incompleto si no se recalcara -una vez más- que la informática ha revolucionado el aj edrez de manera profun da, y lo ha hecho mucho más accesible a seres humanos de los lugares más recónditos, e incluso de los países más pobres. Los clubes de ajedrez virtuales en Internet son cada vez más completos; además de j ugar con rivales de fuerza simi lar en cualquier momento a lo largo de las 24 horas, puedes recibir clases o seguir torneos en directo comentados por grandes maestros. Y a las bases de datos con m i l lones de partidas y los programas de fuerza bruta descomunal se añade ahora la posibi lidad de instalarlos en aparatos de bolsillo. Quizá el mayor experto del mundo en ese campo sea el español Amador Cuesta, quien ha sido contratado incluso por al gunas estrellas como asesor. Cuando este l ibro entra en la imprenta, su artículo más actualizado « Las mej ores apl icaciones de aj edrez Android/ IOS 20 1 2-20 1 3 », con recomendaciones sobre los mej ores programas para diferentes sistemas operativos se puede encontrar en el foro Master64Chess, donde firma con el seudónimo A lex54.
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Aún queda algo por reflej ar aqu í : un pel igro que nada tiene que ver con las trampas, sino con el progreso científico. Los párrafos siguientes forman un artículo que escribí para la revista Jaque en octubre de 20 1 2, bajo el título « La ciencia amenaza al aj edrez», con motivo del M undial Anand-Guélfand de ese mismo año. Por desgracia, esa pub licación tan prestigiosa, esencial para quien desee conocer la historia del aj edrez es pañol e internacional en el período 1 970-20 1 3 , dej ó de publicarse. Quizá algún día los seres humanos l l even un chip implantado en el cerebro . . . de modo que los aj edreci stas podrán transportar a Houdini, Rybka o Fritz mezc lados con sus neuronas . . . y ese día será el fin del aj edrez. Pero como es i mprobable que eso ocurra en los próximos 25 años, dej émoslo estar como una bagatela de ciencia ficción. Sin em bargo, hay una amenaza actual , que ya está aquí, y no me refiero a las trampas con ayuda de computadoras -de las que ya hemos hablado en abundancia- s i no a una influencia excesiva (y además, creciente) de la ciencia en e l deporte mental por antonomasia. Cada vez hay más partidas donde la novedad teórica l l ega hacia el movimiento 2 5 , y algunas incluso en e l 3 0 . N o seré yo quien niegue que el entrenamiento casero en profundidad y el anál isis a fondo en busca de la última verdad de una variante aportan un componente científico enriquecedor. Pero el sentido común indica que debe haber un l ímite, ya muy cercano o incluso superado ; el progreso en la poten cia de las computadoras producirá que pronto aumenten las partidas donde se realicen 30 movimientos de memoria por bando, y l uego se rán 35 . . ¿Qué espacio quedará entonces para el arte y el deporte? El M undial entre Anand y Guélfand ha acentuado el debate porque la mitad de las partidas ( más o menos) se j ugaron de memoria casi en su totalidad, y además con un enfoque muy conservador por parte de ambos. Ya fuera porque Guélfand ha j ugado siempre así, o porque Anand tenía un m iedo excesivo a cometer un error grave en un duelo a doce partidas, o porque e l aj edrez es el único deporte de combate don de los luchadores no pueden ser amonestados por falta de combativi dad, o porque en el M undial no se aplican (todavía) las normas que previenen los empates con poca l ucha, lo cierto es que el duelo de Moscú fue decepcionante para la inmensa mayoría de los aficionados (sólo quien haya alcanzado un alto nivel técnico puede disfrutar de las .
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suti lezas e n l a s preparac iones caseras), salvo e n momentos muy con cretos, como las partidas 7, 8 y 1 2 , y quizá alguna más. M ás de un lector argumentará que la defunción del aj edrez estará aún lej ana mientras haya j ugadores como Carlsen, Caruana, N akamu ra, M orosiévich, Wang H ao o S hírov, siempre deseosos de romper esquemas, crear, arriesgar y l uchar hasta el último peón . Es cierto, pero también lo es que cada vez resulta más difícil encontrar partidas de gran interés en los torneos de él ite . Quizá haya l l egado y a la hora d e l aj edrez 960, o «si stema F i schern (sortear la posición de las piezas en la primera fila inmediatamente antes de cada partida, manteniendo la si metría). La mayoría de los grandes maestros que lo han practicado seriamente ( sobre todo, en el torneo de M ainz) sólo ven un defecto grave: hay posiciones inic iales que carecen de l a armonía exigible al aj edrez; por ej emplo, aquél las con un alfil en h 1 o a 1 , obl i gado alfianchetto . La solución es bien fá c i l : crear una comisión de grandes maestros de alto nivel que pulan la l i sta de 960 posiciones iniciales posibles, y acepten sólo las armón i cas. Aunque rechazasen la mitad, aún tendríamos 480, un número más que suficiente para que ningún ser humano pueda memorizar ni la dé c i ma parte de la teoría proporcional a la que se manej a hoy. En los debates que he provocado en las redes sociales sobre este asunto, algunos aficionados se enoj an conmigo y me acusan de querer «matar la tradición y la historia», así como de atentar contra la esenc ia del j uego. Aparte de que el aj edrez ha cambiado varias veces en los últi mos cinco siglos (la incorporación de la dama, el enroque, la captura al paso . . . ), no se mataría nada (excepto los l ibros de teoría sobre la posi ción c lásica, que serían prácticamente inúti les) : todas las colecciones de partidas comentadas seguirían siendo sumamente eficaces y val iosas; las leyes de la estrategia, la táctica, la técnica de finales, el cálculo preci so y los conceptos para evaluar una posición mantendrían su vigencia. N o pretendo que el cambio se haga mañana, sino que un grupo de grandes expertos estudie profundamente el asunto y dictam ine si es técnicamente viable. Y no estaría de más que, paralelamente, los j uga dores de él ite se mentalicen de que ellos serán los principales perj udi cados si el aj edrez entre humanos se parece cada vez más al de com putadoras. En el j uego de reyes, e l error suele ser fuente de be l l eza.
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Apéndice Reflexiones de Ramón López de Mántaras
Director del I n stituto de I nvestigac ión en I ntel i gencia Artificial del CSIC Demasiado a menudo tenemos que defender la I ntel igenc ia Artifi cial ( I A), ya que debido al afán sensacionali sta de los medios de co municación ( l a derrota de Kaspárov ante Deep Blue se presentó como una ¡ «derrota de la humanidad ! », en l ugar de un gran éxito de la hu manidad preci samente) y al mayor interés que tienen las películas con protagoni stas malvados, hay una percepción muy negativa de lo que es la IA y en como afecta y afectará a nuestras vidas. Desde este punto de vi sta, la I A no es todav ía una ciencia normalizada. El aj edrez ha sido un importante obj eto de estudio de la !A desde los inicios de esta discipl ina, en 1 95 6 . Para muchos investigadores, el aj edrez es a la ! A lo que la Drosophila a la Biología. Efectivamente, conseguir que Deep Blue fuera capaz de vencer al campeón mundial de aj edrez, Kaspárov, en 1 99 7 , requirió desarro l lar nuevos conceptos y algoritmos que contribuyeron al progreso de la propia ! A . Estos pro gresos a su vez han sido apl icados a otros campos completamente aj e nos al aj edrez, como por ej emplo al di seño de fármacos. En general podemos dec ir que cualquier problema cuya solución requiera eval uar una cantidad colosal de posibil idades actual mente se puede abordar desde la !A con mej ores garantías de éxito grac ias a los esfuerzos in vertidos en desarrol lar programas que j uegan al aj edrez. Animados por estos éxitos, los investigadores en !A nos planteamos ahora la po-
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sibil idad de desarrol lar programas capaces de aprender a j ugar a cual quier j uego partiendo únicamente de una descripción formal de las reglas de dicho j uego. Es dec ir que, contrariamente a lo que hacen programas como Deep B l ue, que se han desarro l l ado para j ugar única mente a un j uego concreto, estos futuros programas no se basarán en algoritmos espec ializados sino en algoritmos generales de j uego. El desarrol l o de estos algoritmos generales significará un paso importan te hac ia el obj etivo último de lograr inte l i gencias arti ficiales de tipo genera l . Una vez más, grac ias a los j uegos, los investigadores en I A tenemos la posibi l i dad d e lograr avances signi ficativos que tendrán importantísimas apl i caciones en otros campos.
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Í ndice
Agradecimientos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Prólogo de José A ntonio Marina . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Introducción del autor . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
7 9 13
Los mi sterios del aj edrez l . ¿ Por qué las muj eres j uegan peor? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
2. 3. 4. 5. 6. 7.
Ver con la mente : aj edrez a ciegas ¿Es el aj edrez un deporte? . . . . . . . E l pipí del artista: aj edrez y dopaj e Algunos locos adorables . . . . . . . . Cerebros m u y encendidos . . . . . . . Enigmas matemáticos . . . . . . . . . .
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17 49 67 77 85 1 15 1 25
II E l aj edrez enseña a pensar l . Cual idades, aptitudes y apl icac iones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1 3 7 2 . J aque al Alzheimer . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1 5 1 3 . Aj edrez para gente especial . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1 5 5
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4. ¿ Por qué aj edrez? ( M i decálogo) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1 67 5 . Entrevi sta con el «supercrítico» Gobet . . . . . . . . . . . . . . . . . 1 69
III Chips y neuronas, más de dos siglos en j aque 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8. 9. 1 O. 1 1. 1 2. 1 3. 1 4. 1 5. 1 6. 1 7. 1 8.
La máquina que engañó a los reyes . . . . . . Torres Quevedo, abuelo de la informática. Alan Turing: gen io, héroe y v íctima . . . . . ¿ Por qué e l aj edrez? . . . . . . . . . . . . . . . . . . El cálculo bruto no basta . . . . . . . . . . . . . . De la risa al miedo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ¿ Por qué fue tan difici l ? . . . . . . . . . . . . . . . El asunto se pone muy serio . . . . . . . . . . . L o s chips revo lucionan el aj edrez . . . . . . . Kaspárov tumba al monstruo. . . . . . . . . . . E l aj edrez está en j aque . . . . . . . . . . . . . . . E l monstruo tumba a Kaspárov . . . . . . . . . A l i anza con e l enemigo en León . . . . . . . . El bel l o pataleo d e B ahréin . . . . . . . . . . . . Kaspárov vuelve a N ueva York . . . . . . . . . Los estertores y l a hecatombe de B i lbao . . Las trampas oscurecen e l futuro . . . . . . . . S ituación e n l a primavera d e 20 1 3 . . . . . .
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1 97 205 21 1 217 22 1 225 23 1 235 239 245 255 26 1 287 295 309 323 335 345
Apéndice. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3 5 1 Bibliograjla . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3 5 3
Director:
JOSÉ MANUEL SÁNCHEZ RON Últimos títulos publicados
Sharon Bertsch McGrayne
La teoría que nunca murió
De cómo la regla de Bayes permitió descifrar el código Enigma, perseguir los submarinos rusos y emerger triunfante de dos siglos de controversia Enrico Coen
De las células a las civilizaciones
Los principios de cambio que conforman la vida Ian Stewart 17 ecuaciones que cambiaron el mundo
Brian Greene
La realidad oculta
Universos paralelos y las profundas leyes del cosmos Carles Lalueza-Fox
Palabras en el tiempo
La lucha por el genoma neandertal Helge Kragh
Historia de la cosmología
De los mitos al universo inflacionario Stephen Hawking
Historia del tiempo
Del big bang a los agujeros negros Leonard Mlodinow
Subliminal
Cómo tu inconsciente gobierna tu comportamiento
J ordi Agustí y Mauricio Antón La gran migración
La evolución humana más allá de África Leonard Susskind
La guerra de los agujeros negros
Una controversia científica sobre las leyes últimas de la Naturaleza
DRAKONTOS
Leontxo García
Ajedrez y ciencia, pasiones mezcladas El ajedrez es más que un juego, es un mundo, o mejor, un conjunto de mundos tan fascinantes como inabarcables, mundos que nos atraen con la fuerza de aquello que sentimos que tiene que ver con lo que más nos distingue: nuestro cerebro, la capacidad de razonar lógicamente.Ajedrez y ciencia, pasiones mezcladas trata de todo eso, del juego y de sus dimensiones científicas, que es tanto como decir que trata de nosotros mismos. Su autor es Leontxo García, que fue cocinero antes que fraile, esto es, ajedrecista antes de convertirse en «el ministro plenipotenciario del ajedrez» en España, como certeramente le califica José Antonio Marina en su brillante prólogo. En más de un sentido, este libro es como el ajedrez, porque en él los lectores encontrarán un sinfín de temas. Historias ligadas a la ciencia, que tocan asuntos cuya repercusión va más allá de lo que ocurre en un tablero: por qué hay tan pocas mujeres en el ajedrez; cómo es posible que la mayoría de los jugadores tenga una memoria asombrosa; cómo funciona su cerebro; la relación del deporte mental por excelencia con la locura, el dopaje o las matemáticas; las conexiones del ajedrez con la infor mática (recuérdense los enfrentamientos entre el programa Deep Blue y Kaspárov); la utilidad del ajedrez desde el punto de vista pedagógico, o si su práctica ayuda a retrasar el envejecimiento cerebral, manifestado en males como el Alzheimer. «Para disfrutar y comprender todo lo que cuento en este libro no hace falta saber nada de ajedrez, ¡ni siquiera las reglas del juego!» (de la introducción del autor) «Les recomiendo que lean este libro, sean o no aficionados al ajedrez. El mundo del ajedrez es fascinante, misterioso, divertido, profundo. Y Leontxo García escribe alternando el rigor de un científico, la pasión de un enamorado, el fervor de un apóstol, la paciencia de un pedagogo, y el interés por la noticia de un periodista de raza». JOSÉ ANTONIO MARINA
PVP 21,90 €
CRÍTICA
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