WWW.NATIONALGEOGRAPHIC.COM.ES
F E B R E R O
2 0 0 6
ESPAÑA
LOS FARAONES NEGROS CALIFORNIA, PUNTO CALIENTE DE BIODIVERSIDAD LA QUÍMICA DEL AMOR OSOS DE KAMCHATKA 771138 143006 18002
Serengeti
9
Alarma en el
V O L. 1 8
•
N Ú M. 2
•
F E B R E R O
2 0 0 6
Sumario Su ar o
Los faraones negros—2
R E P O R TA J E S
2
SECCIONES
Los faraones negros
Los reyes del país de Kush, cuya historia milenaria se vertebra a través de tres ciudades –Kerma, Napata y Meroe–, lograron en el siglo viii a.C. destronar a los poderosos faraones de Egipto, fundando la XXV dinastía. Durante casi un siglo los monarcas de la Alta Nubia dominaron a sus vecinos egipcios, cambiando la historia de Sudán. POR CÉLINE LISON
FOTOGRAFÍAS DE MANOOCHER DEGHATI
Empieza el espectáculo
30 California, punto caliente de biodiversidad
Incluida en la lista de los hotspots de Conservación Internacional desde 1990, la Provincia florística de California se enfrenta a serios problemas que amenazan su conservación. ¿Puede el estado más poblado de Estados Unidos preservar de la urbanización áreas de su territorio y destinarlas a proteger las plantas endémicas que figuran en el mapa mundial de los tesoros ecológicos? POR VIRGINIA MORELL
FOTOGRAFÍAS DE TIM LAMAN
46 Alarma en el Serengeti
Para los masai es «el paraje donde la tierra se prolonga eternamente», pero más allá de las zonas protegidas de este emblemático escenario salvaje, la tierra se agota. Las severas restricciones de que son víctimas los masai han puesto a este pueblo contra las cuerdas.
POR ROBERT R. POOLE
R E V I S T A
FOTOGRAFÍAS DE RANDY OLSON
O F I C I A L
D E
N A T I O N A L
INICIO
Forum Visiones de la Tierra Geographica Buena pregunta Gran Angular Editorial
EN PORTADA
Joven masai que asiste a la iglesia de Endulen, un pueblo situado en el Área de Conservación del Ngorongoro, en Tanzania. FOTOGRAFÍA DE RANDY OLSON
G E O G R A P H I C
S O C I E T Y
V O L. 1 8
•
N Ú M. 2
•
F E B R E R O
2 0 0 6
46—Alarma en el Serengeti
30—California, punto caliente de biodiversidad
94—Osos de Kamchatka
SECCIONES
R E P O R TA J E S
CIERRE
76 La química del amor
Flashback NGS en acción En televisión Edición final Próximo número
Los científicos aseguran que la química cerebral del enamoramiento es semejante a una enfermedad mental, lo cual da un nuevo sentido a la expresión «estar locamente enamorado». Dopamina, serotonina, oxitocina..., por primera vez las investigaciones permiten vislumbrar en qué lugar del cerebro reside eso que llamamos «amor», y los detalles de sus componentes químicos. POR LAUREN SLATER
FOTOGRAFÍAS DE JODI COBB
94 Osos de Kamchatka
Tras el desmembramiento de la Unión Soviética, la población de osos pardos de la península de Kamchatka corrió una suerte parecida. Guías de caza, científicos, pescadores furtivos de salmón a la búsqueda del lucrativo caviar y pastores de renos conviven en esta salvaje frontera rusa, pero sus intereses son divergentes. El futuro de los osos, hoy incierto, dependerá de quién de todos ellos se imponga.
POR GLEB RAYGORODETSKY
FOTOGRAFÍAS DE STEVE WINTER
▲
CONSULTE AHORA NUESTRA WEB EN ESPAÑOL
www.nationalgeographic.com.es
Forum Esta sección pretende ser un lugar de encuentro entre la revista y sus lectores. No se trata, pues, de un ámbito dedicado a correspondencia de temática general, sino que está reservado a cartas que se refieran específicamente al contenido de la revista.
Gran Angular
En referencia al científico Alexander von Humboldt (octubre), quiero apuntar que el 5 de junio de 1799, gracias a un permiso concedido por la Corte de Aranjuez y con un retraso de 10 días, el científico se embarcaba en el puerto de A Coruña a bordo de la corbeta Pizarro rumbo a La Habana y México. Tardaron 40 días en llegar a su destino. Este viaje posiblemente fue el más importante de los que realizó el prusiano para su carrera científica. La ciudad que lo vio partir hacia el Nuevo Mundo no lo olvidó y decidió dedicarle una sala en el Aquarium Finisterrae, la sala Humboldt, dedicada a exposiciones temporales. santiago martínez lago A Coruña
Trafalgar
En todos los años que llevo como suscriptor de la Geographic ha habido muy buenos reportajes, pero el dedicado a Trafalgar (octubre) es, sin duda, magnífico. No sólo por la sencillez de su explicación, sino por el interés que despertó en mí por descubrir más cosas sobre aquel momento de la historia que marcó el inicio y el final de una época. La de
Trafalgar fue la batalla de las batallas navales. Se enfrentaban las dos mejores escuadras del mundo, y hubo victoria para unos y derrota para otros. Pero hoy, 200 años después, creo que todos fueron héroes. Muchos hombres murieron y otros, aun sabiendo que la derrota era inevitable, lucharon hasta el final. El valor fue indudable tanto entre los franceses y españoles como entre los ingleses. Sin duda, el talento de Nelson y su táctica innovadora fueron una baza a su favor. Las celebraciones llevadas a cabo para conmemorar los 200 años de Trafalgar, hace unos meses en las costas de Inglaterra y el día del aniversario de la batalla en las costas de Cádiz, fueron un recuerdo a los muertos en el que no hubo ni vencedores ni vencidos, sino el respeto por todos los que lucharon por sus países. fernando hidalgo álvarez
Valladolid
Elefantes de Thailandia
Se estima que dentro de 45 años no quedará ninguna población viable de elefantes asiáticos (octubre). En general, los gobiernos y las personas hacen la vista gorda ante este drástico declive de los elefantes. Los abusos que estos
▲
CONSULTE NUESTRA WEB EN ESPAÑOL
www.nationalgeographic.com.es
nat ional ge o g raphic • fe brero 2006
inteligentes animales han sufrido son inadmisibles, habida cuenta que con su trabajo han ayudado a levantar países, siguen desempeñando un papel económico y son iconos religiosos. Personas y gobiernos deben tomar conciencia y desarrollar planes de acción consistentes. La apatía es una pista libre para la extinción. connie speight
Fundadora de Elephants Umbrella Fund Santa Bárbara, California
Geographica
Os escribimos esta carta para expresar nuestra preocupación ante la posible extinción de la raza de caballo autóctono del valle de Losa, en Burgos, de lo que nos hemos enterado a través de la nota «SOS para el caballo losino» (junio). Gracias al esfuerzo de Ricardo de Juana, la desaparición del caballo losino se ha frenado por el momento. Ahora que la revista y otros medios dan importancia a esta situación, los políticos empiezan a buscar soluciones. Esperamos que la Junta de Castilla y León intervenga a tiempo para salvar esta raza autóctona. alumnos de 1º de e.s.o. b Colegio San José Artesano, Burgos CARTAS PARA FORUM
National Geographic-España: calle Pérez Galdós 36, 08012 Barcelona; fax: 932 17 73 78; e-mail:
[email protected]. Las cartas deben incluir nombre, dirección y teléfono del remitente. Por razones de claridad o espacio, pueden ser editadas o resumidas por la Redacción de la revista.
L A
M I R A D A
D E L
F O T Ó G R A F O
Visiones de la Tierra
INSTITUTO TECNOLÓGICO DE MASSACHUSETTS
Para mostrar el magnetismo en acción,
utilicé una gota de 2,5 centímetros de ferrofluido –una suspensión formada por partículas magnéticas flotando en un líquido–, en realidad una gotita de una sustancia muy fea. Puse la muestra en un portaobjetos sobre un Post-it amarillo y sostuve una tarjeta verde de cumpleaños para que reflejara otro color. Luego dispuse unos imanes bajo el portaobjetos para ver qué ocurría. Al responder las partículas al campo magnético, el fluido adoptó esta forma de aspecto orgánico. No es tecnología punta, y en realidad no puedo considerarlo arte. Sencillamente es una forma nueva de mostrar la ciencia. —Felice Frankel
G E O G R N A T U R A L E Z A ,
G E N T E S ,
L U G A R E S
A P HICA Y
C U L T U R A S
D E
N U E S T R O
M U N D O
BIOLOGÍA
Sobre la placa de agar Contaminaciones espontáneas en el laboratorio de microbiología
E
n el Departamento de Microbiología y Parasitología de la Universidad de Navarra, los científicos aprecian el lado artístico de la ciencia. Diariamente los investigadores preparan cultivos sobre placas de agar, que sirven de soporte a los microorganismos que se pretende observar al microscopio. Lo normal es que, después de cada observación, las placas contaminadas se tiren. «Sin embargo, nosotros solemos guardarlas porque, como demuestran las imágenes, pueden originar estructuras de gran belleza constituidas por colonias de hongos y bacterias», explica Ignacio López-Goñi, profesor de microbiología de dicha universidad. Las imágenes, que no están coloreadas ni manipuladas, reflejan distintas especies de hongos y bacterias ambientales generadas a partir de contaminaciones accidentales que ocurren de forma espontánea durante la preparación de los medios de cultivo. «Además de resultar estéticas, estas colonias nos sirven para explicar a los alumnos la ubicuidad de los microorganismos, la importancia de la esterilización y cómo de una contaminación fortuita pueden surgir hechos interesantes», añade López-Goñi, recordando a Fleming, que descubrió la penicilina gracias a una contaminación accidental. Pues eso. Que además de bella, la contaminación puede ser didáctica y terapéutica. —Eva van den Berg
NICOLÁS LÓPEZ, IGNACIO LÓPEZ-GOÑI, DAVID GONZÁLEZ Y CARLOS GAMAZO
fe brero 2006 • nat ional ge o g raphic
G E O G R A P H I C A
PREHISTORIA
En el corazón de Asturias
Nuevos hallazgos de arte rupestre en el valle del Trubia
U
n equipo formado por arqueólogos, paleontólogos y geólogos de las universidades de Oviedo, Complutense de Madrid y otras realiza desde hace algunos años excavaciones y prospecciones en el valle del río Trubia, ubicado en el concejo de Santo Adriano, al sudoeste de Oviedo, en el marco de un proyecto sobre los primeros pobladores del valle, financiado por el Gobierno del Principado de Asturias. Desde hace cuatro años se excava la cueva del Conde, y desde hace dos se prospecta de forma
sistemática una superficie de unos cuatro kilómetros cuadrados del valle. «Se trata de una zona privilegiada para estudiar asentamientos prehistóricos –afirma el paleoantropólogo Juan Luis Arsuaga, codirector del proyecto junto al paleontólogo Miguel Arbizu y la arqueóloga Gema Adán–. En el valle ya se conocían otros siete yacimientos
J. ENRIQUE CAPILLA NICOLÁS (AMBAS)
nat ional ge o g raphic • fe brero 2006
paleolíticos, entre ellos dos estaciones de arte prehistórico con grabados de animales, la cueva de los Torneiros y la cueva de Santo Adriano.» Uno de los grupos de trabajo, el equipo TERA, descubrió el pasado 28 de octubre dos nuevas estaciones de arte prehistórico. En la cueva Pequeña (arriba) se localizó una cierva grabada (abajo). Pero una entrada cercana a la boca de la cueva de los Torneiros deparó una sorpresa aún mayor: una galería baja por la que había que avanzar a rastras conducía a una cámara en la que los investigadores identificaron numerosos grabados. Analizados con más detalle, dichos grabados corresponden a quizá más de 20 figuras de animales superpuestas, algunas de las cuales pueden describirse, en una primera inspección, como ciervas. «Este descubrimiento es muy importante, y su estudio será largo y difícil debido a la complejidad de las superposiciones –explican Arbizu y Adán–. El estilo se asimila al de las figuras ya conocidas de las cuevas de los Torneiros y de Santo Adriano, considerado gravetiense-solutrense, de hace entre 23.000 y 20.000 años.» Los nuevos hallazgos ponen de manifiesto la gran potencialidad del valle del Trubia para las investigaciones prehistóricas. —EvdB
G E O G R A P H I C A ETOLOGÍA
Amor de madre
T
OBDULIA MARÍA MOLINA
ZOOLOGÍA
Pensar en la musaraña
Nuevos datos sobre la anatomía de este insectívoro
U
na de las tres especies de musaraña presentes en las islas Canarias, la Crocidura canariensis (arriba), ha sido objeto de un estudio anatómico por parte de un grupo de investigadores del Departamento de Morfología de la Facultad de Veterinaria de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, y del Laboratorio de Microscopía Bentos del Instituto Canario de Ciencias Marinas, del Gobierno insular. «Este mamífero insectívoro, de apenas 10 gramos de peso, es endémico de las islas de Fuerteventura y Lanzarote y de los islotes de Lobos y Montaña Clara», explica Obdulia María Molina, una de las investigadoras del grupo.
Los científicos iniciaron este proyecto, que resultó ganador del premio de investigación bienal «Simón Benítez Padilla» otorgado por el Cabildo de Gran Canaria, con la intención de profundizar en el conocimiento de la anatomía de este animal, propio de ambientes áridos y semidesérticos y de zonas de lava y malpaís, «y de determinar cómo inciden las particularidades de su morfología y fisiología en las adaptaciones biológicas de la especie», añade Martín Moreno, biólogo del equipo investigador. Además, el estudio aportará información para elaborar un atlas de anatomía comparada de mamíferos y para estandarizar la nomenclatura ósea de especies silvestres. —EvdB
nat ional ge o g raphic • fe brero 2006
ras revisar el historial de los grandes simios nacidos en 48 zoos de todo el mundo, Maria Teresa Abelló, conservadora de primates del zoológico de Barcelona, ha analizado los factores que relacionan el comportamiento materno de las hembras con las condiciones en las que fueron criadas y con sus experiencias maternales previas. Abelló, vicecoordinadora del Programa Europeo de Cría en Cautividad de Gorilas, ha constatado que las madres que fueron criadas por su propia madre o por una hembra de su especie crían mejor a sus hijos que las que crecieron al cuidado de humanos, y que las hembras que viven en grupos sociales reproductores y han observado a otras congéneres desarrollar una conducta maternal también lo hacen mejor que las que no lo han hecho. A eso se añade una mayor tasa de éxito para las madres no primerizas. «Hay hembras de gorila que tal vez debido a traumas o a carencias ocurridas durante su desarrollo presentan dificultades de comportamiento en general y problemas para desarrollar una conducta maternal adecuada en particular –explica Abelló–. En otras ocasiones hemos observado que desconocen cómo actuar con su cría porque nunca han visto conductas maternales.» Del estudio se desprenden valiosas informaciones que servirán para mejorar la crianza y el desarrollo de los grandes simios que viven en cautividad. —EvdB
G E O G R A P H I C A
ZOOLOGÍA
Menudo pulpo
Un cefalópodo letal
E
ste pequeño pulpo mide apenas 20 centímetros con los tentáculos extendidos y es uno de los animales más venenosos del planeta. El fotógrafo Carlos Virgili se lo encontró cara a cara en aguas de Papúa y Nueva Guinea, y pudo constatar que avisa de su peligrosidad a través
HAPALOCHLAENA LUNULATA, CARLOS VIRGILI
de sus fulgurantes anillos azules, que actúan a modo de mensaje de advertencia. Este cefalópodo, llamado pulpo de anilllos azules mayor, abundante en la Gran Barrera de Arrecifes de Australia, no es demasiado agresivo, pero su mordisco puede ser fatal. Su saliva es tan venenosa que puede
provocar una rápida parálisis neuromuscular en un hombre adulto y causar su muerte si no es tratado con celeridad. En España, este pulpo ponzoñoso puede verse hasta junio en la exposición «Con pies y cabeza», en el Aquarium Finisterrae-Casa de los Peces de A Coruña. —EvdB
nuevas que están en proceso de descripción.» En este momento los investigadores se hallan en la fase de definir criterios para una regulación del aprovechamiento
sostenible de las especies comerciales. Respecto a los taxones amenazados, se propondrán actuaciones de conservación específicas. —EvdB
CONSERVACIÓN
Contar caracoles El Programa de Conservación y Uso Sostenible de los Caracoles Terrestres de Andalucía, desarrollado desde 1998 por la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía y el Departamento de Fisiología y Zoología de la Facultad de Biología de la Universidad de Sevilla, ya está aportando datos relevantes. «Hemos inventariado 136 caracoles distintos, entre especies y subespecies, de los cuales 48 son endémicos –explica el director del proyecto José Ramón Arrébola–. Además se han descubierto especies
ANTONIO RUIZ
nat ional ge o g raphic • fe brero 2006
L A
C I E N C I A
D E
L A S
C O S A S
Buena pregunta MICROBIOLOGÍA
¿Hasta qué punto somos humanos?
Nuestro organismo rebosa microbios
L
a ciencia siempre trata de poner a los seres humanos en su lugar, recordándonos cuán pequeños y efímeros somos en relación al cosmos, o bien describiéndonos como poca cosa más que la maquinaria necesaria para sustentar la vida de un montón de genes que tienen sus propias necesidades egoístas. Pues he aquí otra idea humillante: la mayoría de nuestras células ni siquiera son humanas. Si contáramos todas las células de nuestro cuerpo, veríamos que la gran mayoría de ellas –en una proporción de diez a una– son microbios. Están por todas partes: en los globos oculares, en la boca, la nariz y las orejas, y por toda la piel. Comprenden criaturas microscópicas que, ampliadas, tienen el aspecto de los monstruos de una película de terror. Esos organismos no humanos son particularmente abundantes en nuestras tripas; en el intestino humano hay más de cien billones de microorganismos. «En realidad somos un combinado de especies. Tenemos células humanas, pero hay diez veces más células microbianas», asegura Jeffrey Gordon, investigador de la Universidad Washington en St. Louis que estudia las comunidades microbianas intestinales. Este hecho plantea una interesante pregunta, según Gordon, FOTOMONTAJE DE CARY WOLINSKY Y JEN CHRISTIANSEN
acerca de lo que significa ser «humano». Ciertamente las moléculas de agua de nuestro organismo no son, en sí mismas, humanas. Uno puede aducir que nuestro ADN es humano, pero eso nos lleva a otro terreno humillante, ya que compartimos muchos genes con otros animales. Y si tenemos en cuenta a los microbios, vemos que la mayoría de la información genética, tanto la que contiene nuestro cuerpo como la que lo rodea, no es humana. Por extraño que parezca, no conocemos la identidad de la mayoría de esos microbios,
ni hemos aprendido a cultivarlos. En cambio, los científicos «crían» fragmentos de ADN, y han llegado a la conclusión de que cada uno de nosotros hospeda entre 500 y 1.000 especies de microbios, y unas 8.000 subespecies. Según David Relman, de la Universidad Stanford, la cifra varía tanto de una persona a otra, que puede servir como una especie de huella dactilar de un individuo. Lo que está claro es que los microbios no son un hatajo de invasores. Antes bien, hemos coevolucionado con ellos. El cuerpo humano es como un ecosistema complejo: casi una biosfera. Cada especie persigue su objetivo, pero todas trabajan colectivamente para la misma causa común. Los microbios de los intestinos desempeñan algunas funciones indispensables: nos ayudan a digerir los alimentos, producen vitaminas y previenen la enfermedad. Se trata, como puntualiza Gordon, de una «alianza estratégica», una simbiosis entre mamíferos y microbios que se remonta millones de años. «¿Podemos pues optimizar el rendimiento de nuestra sociedad microbiana? ¿Aprender de los microbios?», se pregunta Gordon. ¿Qué pasaría si descubriéramos que toda nuestra evolución es, esencialmente, un efecto colateral de las exigencias de los microbios de nuestras tripas? Tal vez esos organismos necesitaban modificar a sus huéspedes para ser más eficaces a la hora de hallar ciertas clases de alimento. De ser así, ya es hora de que se vuelvan las tornas. De ahora en adelante, ¡que trabajen ellos para nosotros! —Joel Achenbach
nat ional ge o g raphic • fe brero 2006
GRAN A E X P L O R A C I Ó N
E
I N V E S T I G A C I Ó N
Empieza el espectáculo La organización Shelios, dedicada a la difusión de expediciones científicas, siguió en directo el último espectáculo celeste, el eclipse anular de Sol del pasado 3 de octubre, que fue visible desde nuestro país. Pero los integrantes de Shelios, comandados por el astrofísico e investigador del Instituto de Astrofísica de Canarias Miquel Serra-Ricart, persiguen desde hace años fenómenos astronómicos por todos los rincones del planeta. Aquí va una muestra.
09.46 a.m.
10.59 a.m.
Los integrantes de la expedición Shelios 2005 observaron el eclipse anular de Sol del día 3 de octubre desde Los Pedrones, localidad valenciana cercana a Requena, en plena banda de centralidad. Desde allí fotografiaron el fenómeno y obtuvieron esta secuencia de nueve imágenes tomadas a lo largo de dos horas y 38 minutos. JUAN CARLOS CASADO / SHELIOS
11.09 a.m.
NGULAR E N
E L
U M B R A L
D E L
N U E V O
10.26 a.m.
10.51 a.m.
11.01 a.m.
11.03 a.m.
11.39 a.m.
12.23 a.m.
M I L E N I O
G R A N
A N G U L A R
PLANETARIO, MADRID, 3 DE OCTUBRE DE 2005, 11.00 A.M., HOWARD ANTON DUNCAN
Una súper alineación
E
s extraordinario que se dé una alineación tan perfecta entre el Sol, la Luna y la Tierra», dice Serra-Ricart, quien, a pesar de haber visto ya numerosos eclipses alrededor de nuestro planeta, se emociona cada vez que contempla uno. Los miembros de la expedición Shelios 2005 apostaron por aguardar el eclipse anular de Sol del pasado mes de octubre desde un instituto de primaria de Los Pedrones, un pueblo situado a 760 metros de altura cerca de Requena, en Valencia, en plena banda de centralidad. Los astrónomos estuvieron acompañados por los estudiantes seleccionados en la segunda edición de la Ruta de las Estrellas, un proyecto educativo que Shelios inició en 2004 con el fin de acercar la ciencia a los más jóvenes. Durante la expedición Shelios 2005, científicos y estudiantes viajaron juntos a todos los parques nacionales del país, realizaron un ciclo de conferencias para divulgar el
evento celeste y compartieron el momento culminante: los cuatro mágicos minutos durante los cuales el Sol quedó oculto en un 90 %. «La sombra lunar inició su recorrido por el sur de Galicia y el norte de Portugal y prosiguió hacia el sudeste, cruzando en diagonal la península por Castilla y León, Madrid, Castilla-La Mancha y Comunidad Valenciana. Luego, tras pasar por Ibiza y Formentera, la sombra siguió su periplo sobre la superficie terrestre por el Mediterráneo y África, y concluyó en el océano Índico al anochecer», explica Serra-Ricart. Cada año se puede observar un mínimo de dos eclipses de Sol y un máximo de cinco desde algún punto del planeta. «El Sol, pese a ser 400 veces más grande que la Luna, también está 400 veces más lejos de la Tierra que el satélite, lo que provoca que, ante nuestros ojos, y dependiendo de la distancia entre la Luna y la Tierra, ambos parezcan del mismo tamaño y pueda darse un eclipse total –prosigue el astrofísico–. Además, la órbita lunar permite
nat ional ge o g raphic • fe brero 2006
que el satélite pueda interponerse entre el Sol y la Tierra. Si no se dieran estos dos hechos, no tendríamos ocasión de disfrutar de esta penumbra diurna.» Gracias a los telescopios, durante el eclipse se captan ciertas intimidades solares que estas imágenes plasman con detalle. «Combinamos dos imágenes obtenidas en luz blanca para captar el disco solar durante la anularidad [derecha, arriba] y resaltar la cromosfera –la capa que se extiende por encima de la superficie visible del Sol, la fotosfera– y las protuberancias visibles, esos enormes chorros de gas caliente expulsados desde la superficie», explica Serra-Ricart. Derecha, abajo, detalle de las denominadas perlas de Baily: las sombras del relieve lunar proyectadas sobre el disco solar. La primera imagen se tomó a las 11.03.01, y el intervalo entre las imágenes es de dos segundos. Próximo eclipse anular de Sol visible desde la península Ibérica: 26 de enero de 2028.
MAR CANTABRICO
Zaragoza
Tra y
e ct
Barcelona
11:00 Hora local 4 min.13 sg 30°
Salamanca
Madrid
o ri
ad
Los Pedrones
Valencia
M´alaga
Menorca
Palma de Mallorca
Mallorca 11:05 Hora local 4 min.16 sg 35°
UT
Ibiza el e clip Albacete se a ˜ ESPANA nul ar Alicante
Sevilla
150
MAPA: NGM-E
11:10 Hora local 4 min.18 sg 38°
MAR MEDITERRANEO
Argel
ARGELIA
Bejaıa ¨
UT
Valladolid
9:10
8 oc 0 % u d de ltaci e l S ón ol
universal
0 km
9:05
Lisboa
Bilbao
UT
PORTUGAL
%
UT Hora
Orense
9:00
Oporto
80
FRANCIA
B cenanda tra de lid ad
A NO A T L A NTICO O CE
Vigo
10:55 Hora local 4 min.10 sg 25°
8:55 UT
Santiago de Compostela
S´etif
FUENTE: FRED ESPENAK, NASA / GSFC
En el mapa (arriba) se indica la banda de centralidad del eclipse en su ruta por la península Ibérica. En el resto del territorio marcado se observó un eclipse parcial. A la izquierda, el recorrido total por el globo terrestre. La curvatura es debida al eje de rotación inclinado de la Tierra. En la fotografía superior, secuencia del eclipse observado desde un punto periférico, Castellar de N’Hug, en el Pirineo gerundense.
SECUENCIA DEL ECLIPSE, ANDONI CANELA (SUPERIOR); DISCO SOLAR, JUAN CARLOS CASADO / SHELIOS (CENTRO); PERLAS DE BAILY, M. SERRA-RICART / SHELIOS (ARRIBA)
G R A N
A N G U L A R
La Tierra oculta a la Luna
E
l 16 de mayo de 2003, los astrónomos de Shelios observaron un eclipse total de Luna desde un mirador excepcional. «Seguimos la evolución del fenómeno desde el mirador de Pico Viejo, en el Parque Nacional del Teide, Tenerife. Allí realizamos esta secuencia fotográfica de todas las fases del eclipse [derecha], trazando una línea sobre estos tajinastes rojos, símbolo del parque», indica Serra-Ricart. Con anterioridad, el 9 de enero de 2001, otro eclipse total de Luna les permitió tomar esta imagen de la sombra del Teide proyectada hacia una luna tenebrosa (abajo). «Los eclipses de Luna se dan cuando la Tierra se interpone entre el Sol y el satélite durante la fase de Luna llena –explica el astrofísico–. Durante un lapso de tiempo, el astro rey no alcanza a iluminar la Luna; es decir, que ésta se sumerge en el cono de sombra de nuestro planeta y pierde su luz prestada.» Si se sumerge completamente, el eclipse es total. Si sólo lo hace en parte, es parcial. La razón de que no haya un eclipse total de Luna al mes es porque los planos orbitales del satélite y de la Tierra difieren en cinco grados. En el momento de la totalidad, la Luna no desaparece por completo. Presenta un tono rojizo (extremo derecha, secuencia de la fase central del eclipse total de Luna de 2003) debido a que la refracción de los rayos solares en la atmósfera terrestre incide en la superficie lunar. «Como máximo, la Luna estará completamente eclipsada durante una hora y 44 minutos», puntualiza el científico. El tiempo que dura el juego del escondite lunar. Próximo eclipse total de Luna visible desde la península Ibérica: 3 de marzo de 2007.
SOMBRA DEL TEIDE, LUIS M. CHINARRO / SHELIOS (ABAJO, IZQUIERDA); SECUENCIA DE LA LUNA (ABAJO) Y TAJINASTES Y LUNA (ARRIBA), JUAN CARLOS CASADO / SHELIOS (AMBAS)
nat ional ge o g raphic • fe brero 2006
G R A N
A N G U L A R
La Luna se impone al Sol
C
SOL ECLIPSADO, JUAN CARLOS CASADO Y M. SERRA-RICART / SHELIOS
uando los integrantes de Shelios sopesaron la posibilidad de presenciar el eclipse total de Sol que tuvo lugar en el año 2003, sabían que la expedición requeriría ciertas particularidades. «La sombra generada por ese eclipse total de Sol (es decir, la sombra de la Luna interponiéndose entre la Tierra y el Sol, la fase de Luna nueva) sólo iba a tocar tierra, o, mejor dicho, hielo, en el continente
antártico», explica Serra-Ricart. Además del alto coste económico, alcanzar los posibles enclaves del centro de la banda de totalidad era prácticamente imposible. En 2002 señalaron cuatro posibles puntos de observación. Los dos primeros desde tierra: a bordo de un rompehielos ruso que anclaría cerca de la base rusa de Mirnii, donde «entraría» la sombra lunar en la Antártida, o en la base rusa de Novolazarevskaia,
Long. Oeste
180° Este de Greenwich
0 km
Melbourne
se al
a
60°
ri a yecto del eclip ANTARTIDA Tra se t Polo Sur Mirnii (Rusia)
a da d tota ida id
aso el oc e en lips Punta Arenas c e CHI del LE Novolazarevskaia Inicio el eclipse (Rusia) Ma´ ximoeldocaso en PUESTA PUEST Final del eclipse en el ocaso DEL SOL
l ota
S DE ALI L S DA OL
00:00 UT
li p
60°
ol
l
120°
O POLAR ANT CUL AR TIC CIR
23:30 UT
ec
OCEANO INDICO
So
PAC I FI CO
O
ol el S ad alid l la s de ida sal
80 %
a la
el
se
al d
clip
se a
el e
Fin
sa lid ad el S
NUEVA ZELANDA
2.00 000 00
FUENTE: F. ESPENAK, NASA/GSFC MAPA: NGM E
UT
22 :00
od
c li p
xi m
el e
40°
io d
M ´a
UT
I ni c
4 ocu0 % d de ltacióe lS n ol
23:0 0U T
AUSTRALIA
ANO O CE
22: 30
20°S
UT :30 21
120°
UT Ho Hora universal vers
0°
nat ional ge o g raphic • fe brero 2006
OCEANO ATLANTICO
60°
donde la sombra «abandonaría» el planeta. Las otras posibilidades requerían observar el eclipse desde el cielo, bien a bordo de un avión Airbus chileno que partía de Punta Arenas, o bien desde un Boeing australiano que despegaba de Melbourne. «Decidimos estar a bordo del avión chileno –cuenta el investigador–, porque además de asegurarnos una visibilidad estupenda a 15.000 metros de altura, podíamos completar la expedición con una incursión en la Patagonia y Tierra de Fuego.» El eclipse solar «on-air» les permitió fotografiar la corona solar (arriba, las estructuras visibles de la corona resaltadas gracias a un retoque digital). «Fue absolutamente distinto a los otros eclipses –recuerda Serra-Ricart–. Los casi dos minutos de totalidad fueron impresionantes. Sentí como si una corona brillante y asimétrica invadiera mi cuerpo.» Cortito pero intenso. Próximo eclipse total de Sol: 29 de marzo de 2006. Próximo eclipse total de Sol visible desde la península Ibérica: 12 de agosto de 2026.
G R A N
A N G U L A R
Una tierra sin horizonte
D
ebido a la inclinación del eje de rotación de la Tierra (de 23 grados y 27 minutos) respecto al plano que define la órbita terrestre alrededor del Sol (plano de la eclíptica), en el interior de los círculos polares es posible observar el Sol en plena noche. Durante largos períodos de hasta seis meses, en los puntos extremos de los polos, el Sol alumbra el cielo permanentemente, inmutable al paso de los días. Cuando al fin se oculta, desaparece durante otro medio año. Y es que en los casquetes semiesféricos del globo terrestre el horizonte es casi inexistente, no hay Tierra tras la cual pueda ocultarse el Sol en el habitual
plazo de 24 horas. Cada uno de los círculos polares tarda meses en lograr que su posición respecto al Sol sea lo bastante oblicua para que éste aparezca o desaparezca. «En julio de 2002 estuvimos en Noruega observando el Sol de medianoche –dice Serra-Ricart–. Tras contemplar las lenguas glaciares en el Parque Nacional de Jostedalsbreen [arriba] nos dirigimos a la localidad de Bodø, situada a 67 grados y 18 minutos latitud norte, donde asentamos
el campamento. Desde allí fotografiamos durante dos horas esta interminable puesta de sol [abajo].» La secuencia se inicia con el sol de la izquierda. El resto de las imágenes se tomaron en lapsos de media hora. Aquí, la Tierra cambia de posición respecto al Sol, de forma que éste parece desplazarse en horizontal, nunca en vertical, y siempre de oeste a este. «El punto máximo del Sol de medianoche se da durante el solsticio de verano», añade. Momento de máxima visión: el 21 de junio en el hemisferio Norte y el 21 de diciembre en el hemisferio Sur.
GLACIAR, ADELA IGLESIAS / SHELIOS (SUPERIOR); SOL DE MEDIANOCHE, M.SERRA-RICART / SHELIOS (ARRIBA)
nat ional ge o g raphic • fe brero 2006
G R A N
A N G U L A R
Frenesí de partículas espaciales
A
demás de ser el escenario de noches perpetuas y días eternos, los polos también son el lugar idóneo para extasiarse con las auroras, denominadas boreales en el polo Norte y australes en el polo Sur. Se originan cuando un flujo de partículas emitidas por el Sol, el denominado viento solar, intenta entrar en la atmósfera terrestre. «Cuando estas partículas altamente energéticas topan con nuestra atmósfera, el campo
magnético terrestre las refleja hacia el espacio. Sólo una pequeña parte logra penetrar por los polos y, al chocar con el oxígeno, de tonos verdosos, y el nitrógeno, de color rojizo, crean esas inmensas cortinas de luz o auroras, como éstas que fotografiamos durante la expedición de Shelios a Groenlandia en el año 2000 [arriba]», explica el científico. Después de las auroras, quisieron presenciar otro suceso espectacular, la lluvia de Leónidas, que
AURORA, MIGUEL C. DÍAZ / SHELIOS (SUPERIOR); LEÓNIDAS, LUIS M. CHINARRO / SHELIOS (ARRIBA)
nat ional ge o g raphic • fe brero 2006
en 2001 los llevó hasta el desierto de Australia, cerca de Alice Springs. Fue la tormenta de estrellas más importante de los últimos años. «Cuando la Tierra cruza la órbita de algún cometa, se encuentra con multitud de fragmentos originados por éste y convertidos en estrellas fugaces», añade. En el caso de las Leónidas, así llamadas porque parecen surgir de la constelación de Leo, son fragmentos que se desprenden del cometa Tempel-Tuttle, a cuya órbita la Tierra se acerca al máximo cada mes de noviembre. Todos los años en ese mes se ven con mayor o menor intensidad. Sin embargo, para asegurarse una tormenta de las buenas, hay que esperar a que el cometa se halle lo más cerca posible del Sol, lo que sucede cada 33 años. Ya saben. Paciencia y al quite. El espectáculo celeste no tiene fin. —Eva van den Berg Época idónea para ver auroras: Entre abril y mayo y entre septiembre y octubre en ambos hemisferios. Próxima gran lluvia de Leónidas: noviembre de 2034.
JOSEP M. CABELLO, Director ANA LLUCH, Jefa de Redacción MERCEDES ARIZA, Directora de Cartografía TERESA ESMATGES, Directora de Arte EVA VAN DEN BERG, Editora de Secciones BÁRBARA ALIBÉS, Redacción MARÍA DEL MAR BOTIJA, Maquetación ANNA DE QUADRAS, Editora Gráfica JAVIER CARMONA, Tratamiento de Imagen LUIS MERINO, Corresponsal MIREIA PLANELLES, Coordinadora Editorial
ASESORES MARÍA TERESA ALBERDI, Paleontología JUAN LUIS ARSUAGA, Paleoantropología EUDALD CARBONELL, Arqueología JOSEFINA CASTELLVÍ, Oceanografía ASUNCIÓN CATALÁ, Astronomía JOSÉ ISIDRO GORDITO, Alpinismo CARMEN HUERA, Etnología JAUME JOSA, Investigación General ENRIC LLUCH, Geografía RAMÓN MASALLES, Botánica ALBERT MASÓ, Entomología JACINT NADAL, Zoología M.ª JOSÉ PASCUAL, Historia de la Ciencia MANUEL REGUEIRO, Geología VÍCTOR REVILLA, Historia Antigua JOANDOMÈNEC ROS, Ecología ADOLFO DE SOSTOA, Ictiología
TRADUCTORES CLAUDIA CONDE, BET NONELL, MARTA PÉREZ, VICENTE VILLACAMPA
WEB www.nationalgeographic.com.es SERGI MESEGUER PUBLICIDAD www.rbapublicidad.com ARIADNA HERNÁNDEZ, Directora General FERNANDO DE LA PEÑA, Director Comercial SERAFÍN GONZÁLEZ, Director Servicios Comerciales MAITE MARTÍN, Directora de Marketing Publicitario Madrid López de Hoyos 141, 5º 28002 Madrid (España) Tel. 915 10 66 00 Fax 915 19 48 13 MARÍA LUZ MAÑAS, Directora de Ventas BELÉN GONZÁLEZ, Directora de Publicidad GEMA PEÑA, Publicidad LUCÍA RELAÑO, Coordinadora Barcelona Pérez Galdós 36 08012 Barcelona (España) Tel. 934 15 23 22 Fax 932 38 07 30 MARÍA DEL MAR CASALS, Directora de Ventas ARTUR ALEPUZ y PERE F. BOU, Directores de Publicidad MAGDA LÁZARO, Coordinadora
SUSCRIPCIONES Servicio de Atención al Cliente ROCÍO GARCÍA Pérez Galdós 36 08012 Barcelona (España) Teléfonos: 902 392 392 (Nuevos suscriptores) 902 392 397 (Atención al cliente) Fax: 902 392 902 (De lunes a viernes, de 9 a 19 horas) e-mail:
[email protected] Distribución: SGEL, Fotomecánica: Edifilm, S.A. Impresión-Encuadernación: Printer Industria Gráfica, S.A. Depósito legal: B-33367-1997
NATIONAL GEOGRAPHIC SOCIETY “Para el incremento y la difusión del conocimiento geográfico.’’
National Geographic Society fue fundada en Washington, D.C., como una institución científica y educativa sin fines lucrativos. Desde 1888 la sociedad ha dado su apoyo a más de 7.000 exploraciones y proyectos de investigación, contribuyendo al conocimiento de la tierra, el mar y el cielo.
JOHN M. FAHEY, JR., President and CEO EXECUTIVE VICE PRESIDENTS
TERRENCE B. ADAMSON, LINDA BERKELEY, TERRY D. GARCIA, JOHN Q. GRIFFEN, NINA D. HOFFMAN, CHRISTOPHER A. LIEDEL I N T E R N AT I O N A L L I C E N S I N G
ROBERT W. HERNÁNDEZ, CYNTHIA COMBS, HEATHER C. FIERCE, GRETCHEN FRANKE, CYNTHIA GBETIBOUO, KATIE HAYES, CHRISTINE HIGGINS, PATRICIA HITT, KELLY HOOVER, AMY JOHNSON, MAEYEE LEE, DIANA Z. LESKOVAC, RACHEL LOVE, HOWARD PAYNE, MARSHA V. ROBERTS, DESIREE SULLIVAN R E S E A R C H A N D E X P L O R AT I O N COMMITTEE Peter H. Raven, Chairman; John M. Francis, Vice Chairman; Martha E. Church, Steven M. Colman, Scott V. Edwards, William L. Graf, Nancy Knowlton, Dan M. Martin, Scott E. Miller, Jan Nijman, Stuart L. Pimm, Elsa M. Redmond, Bruce D. Smith, Hans-Dieter Sues, Patricia C. Wright, Melinda A. Zeder EXPLORERS-IN-RESIDENCE Robert Ballard, Wade Davis, Sylvia Earle, Zahi Hawass, Louise Leakey, Meave Leakey, Johan Reinhard, Paul Sereno, Spencer Wells Conservation fellow: J. Michael Fay BOARD OF TRUSTEES, CHAIRMAN
GILBERT M. GROSVENOR, Chairman
ISSN 1138-1434 Printed in Spain - Impreso en España
Edita RBA REVISTAS, S.A.
CHRIS JOHNS, Editor in Chief
DENNIS R. DIMICK, WILLIAM H. MARR, Associate Editor ROBERT L. BOOTH, Managing Editor AMY KOLCZAK, Editorial Director, International Editions SENIOR EDITORS
TIM APPENZELLER, Science DON BELT, Geography & World Affairs WILLIAM T. DOUTHITT, Story Development JOHN A. ECHAVE, Research Grant Projects KEN GEIGER, Technology DAVID GRIFFIN, Photography & Illustrations KAREN M. KOSTYAL, Departmentes LISA MOORE LAROE, Staff Writers VALERIE A. MAY, New Media PETER MILLER, Expeditions KATHY MORAN, Natural History OLIVER PAYNE, Manuscripts LESLEY B. ROGERS, Research CHRISTOPHER P. SLOAN, Art
I N T E R N AT I O N A L E D I T I O N S
ALEXANDRA BALFOUR, Senior Design Editor BETH GOULART, Text Editor JULIE McCORD, Text Editor ANGELA BOTZER, Production Editor SHANNON HIBBERD, Design Editor SARAH WHITE, Editorial Coordinator E N G R AV I N G & P R I N T I N G
GEORGE BOUNELIS, Director N AT I O N A L G E O G R A P H I C M A P S
www.rbarevistas.com Licenciataria de NATIONAL GEOGRAPHIC SOCIETY y NATIONAL GEOGRAPHIC TELEVISION Pérez Galdós 36 - 08012 Barcelona (España) Tel. 934 15 73 74 Fax 932 17 73 78 RICARDO RODRIGO Presidente ENRIQUE IGLESIAS Consejero Delegado ANA RODRIGO, JUAN MANUEL RODRIGO Directores Generales ANA PUÉRTOLAS Directora Editorial JORDINA SALVANY Directora Creativa Mª CARMEN CORONAS Directora de Marketing LUIS MOTJE Director de Planificación
MAUREEN J. FLYNN
JOSÉ ORTEGA Director de Circulación
C O N S U LTA N T S
RICARD ARGILÉS Director de Producción
MICHELLE HARRIS, ELIZABETH LEVINE
Copyright © 2006 National Geographic Society. Todos los derechos reservados. NATIONAL GEOGRAPHIC y Yellow Border: Registered Trademarks ® Marcas Registradas. NATIONAL GEOGRAPHIC declina toda responsabilidad sobre los materiales no solicitados.
AMADEU GRANADOS Jefe de Producción Difusión controlada por
Editorial
MARILYN MONROE Y CLARK GABLE DURANTE EL RODAJE DE VIDAS REBELDES, EVE ARNOLD, MAGNUM PHOTOS
Estar locamente enamorado puede ser exactamente eso:
locura. La expresión «mal de amores» es sorprendentemente adecuada, según explica la autora Lauren Slater en el reportaje sobre el amor que publicamos este mes. Resulta que las personas que experimentan la pasión del enamoramiento presentan un perfil químico en el cerebro similar al de quienes sufren un trastorno obsesivo-compulsivo. El amor difumina la línea entre la salud mental y la psicopatología. Aun así, no podemos resistirnos al canto de sirena, y la ciencia también tiene una explicación para eso. El amor, al parecer, activa ciertas zonas del cerebro y segrega unas sustancias químicas que provocan hiperactividad, desinhibición y euforia. Por eso quienes están perdidamente enamorados son capaces de velar toda la noche para ver la salida del sol, correr cualquier riesgo por estar con su amado o, como hizo Eduardo VIII de Inglaterra, renunciar a un trono por la mujer amada. El amor puede ser peligroso. Contrapeso de las graves penalidades del mundo, el amor es el lado feliz de la vida y un tema digno de estas páginas. La ciencia puede explicar cómo afecta al cerebro…, pero no el misterio de cómo afecta al corazón.
valle del nilo
en busca de los
FaraonEs La sombra del pasado. La de este anciano nubio recuerda extrañamente una silueta faraónica,
nEGros
la de los monarcas que dominaron durante cerca de un siglo a sus vecinos egipcios.
3
La travesía del Nilo es muy apreciada por los sudaneses. En el transbordador, pasajeros, coches
y asnos se amontonan en un ambiente festivo. Ni siquiera las frecuentes averías irritan a nadie.
Meroe. Situada al sur de la quinta catarata, la ciudad se desarrolló entre los siglos V a.C. y III de
¿Existe
LA «PIEDRA DE ROSETTA» DE MEROE? A LA ESPERA DE SU POSIBLE DESCUBRIMIENTO, LOS EXPERTOS INTENTAN DESCIFRAR LA ESCRITURA MEROÍTICA DE LOS ÚLTIMOS REYES KUSHITAS. nuestra era. Después de Kerma y Napata, se convirtió en la capital de los reyes del país de Kush.
MA R MEDI TERR ANEO
Mar Muerto
EGIPTO ÁREA
Delta del Nilo
AMPLIADA
A FRICA
BAJO EGIPTO
ra tta Qa
El Cairo
SUDAN
S I N A I
Menfis
Dep r es
-133
JORDANIA
ISRAEL
i´ o n
de
Alejandría
CISJORDANIA
D
El-Fayum
es ie
Herm´opolis
ALTO EGIPTO
nt Templo de Karnak
A
Luxor
(Tebas)
Occidental
R
Nilo
Jarya
Desierto
M
al
MAPA: NGM-E
R
Primera Asu´an (Siena) catarata
O
Lago Nasser
Bir Abu Husein
t o e r s i D e
El-Shab
KUSH
(ALTA NUBIA) Y´ebel Barkal
Napata El-Kurru
Bir en-Natrun
S
Port Sudan
Kerma
Cuarta catarata
Merowe
De sierto de Bayuda
U
Ua
di
ilk -M l E
D
A
Tokar
Quinta catarata
Nuri
Nil o
n
elArb ai rb
Dongola
Colinas del mar Rojo
D e s i e r t o d e N u b i a
Atbara Meroe
ra ba At
U
Laqiya Tercera Arbain catarata
Da
i a L i b ar ow H i
Wadi Halfa
Lago Nubia Templo de Soleb
O
(BAJA NUBIA)
Segunda catarata (sumergida)
Oasis Selima
J
WAWAT
d e ad
ie
Asiut
E G I P T O
100
ARABIA S A U DI
Or
L I B I A
o
0 km
rt
El-Minya
Carretera Camino Límite septentrional de la influencia de Piy´e Bajo el nivel del mar Oasis Yacimiento arqueol´ogico
Sexta Shendi catarata Musawwarat
N
Omdurman
E RIT RE A
Naga
Jartum Norte
Kassala
Jartum
(N
Kosti
zr a q
ilo ul) Az
3088 m
El-Obeid
) ad (Nilo Blanco Aby el-
El-Fasher Y´ebel Marra
l- A hr e Ba
r Bah
DARFUR
E T I O PI A Lago Tana
(N A b a il o y Az
por céline lison
S
FotografÍas de manoocher deghati
e halla escondido en una ruidosa y contaminada avenida de Jartum, la capital de Sudán. Visto desde el exterior, el Museo Nacional parece más bien un antiguo bloque de viviendas de
protección oficial, descolorido y polvoriento. Pero en cuanto se franquea el umbral, un pasillo conduce a una estancia con riquezas inesperadas, un bloque de piedra con jeroglíficos grabados y algunas cerámicas que esperan ser redescubiertas.
En el ala posterior del edificio se expone lo más significativo de los tesoros arqueológicos del país, tesoros que pertenecieron a los «faraones negros». Y son ellos, precisamente, quienes me han traído hasta aquí. Aquellos reyes de Nubia (región que comprende el extremo meridional de Egipto y la parte septentrional del actual Sudán), también llamados reyes del país de Kush, lograron en el siglo viii a.C. destronar a los poderosos faraones egipcios, fundando la XXV dinastía, antes de caer en un cierto olvido propiciado tal vez por la inaccesibilidad de Sudán, el país más extenso de África. Un país más conocido sin duda por su férreo régimen islámico y por el sangriento conflicto que asola la región de Darfur que por sus pirámides. Mientras que, al otro lado de la frontera, Egipto exhibe el resultado de más de dos siglos de excavaciones, la historia sudanesa apenas se conoce a grandes rasgos. Hace dos días que abandonamos Jartum en un todoterreno. Balance: un pinchazo, una noche al raso bajo las estrellas siendo pasto de los mosquitos, decenas de kilómetros de más para encontrar un transbordador en activo y, finalmente, una travesía sin incidentes por el río Nilo. Primera etapa: Kerma, capital del primer reino de Kush. Muy cerca de aquí, el Nilo pierde su indolencia. Los enormes promontorios rocosos que se cruzan en su camino forman la tercera catarata y tornan la placidez de sus aguas en turbulentos remolinos. Pero lo poco que queda de la ciudad no parece inmutarse. Construida en el año 2500 a.C., supo resistir a los egipcios durante un milenio. Hoy, sin embargo, a cualquier
profano le cuesta imaginar lo que fue esta capital nubia. El único vestigio destacable es la deffufa, una construcción de adobe de color arena que era utilizada como lugar de culto. A su alrededor, en el suelo, se adivinan los cimientos de los antiguos edificios de Kerma. «Aquí, un barrio religioso, ahí un palacio ceremonial, talleres para la fabricación de ofrendas, la residencia del rey, viviendas...», me indica Charles Bonnet, donde yo no distingo más que adobe y arena. Este arqueólogo suizo de la Universidad de Ginebra desarrolla aquí su trabajo de campo desde los años setenta. «Me propusieron participar en las excavaciones para la recuperación de los restos alrededor de la ciudad moderna de Kerma. En aquella época, algunos de mis colegas me reprochaban que trabajara en Sudán. “Allí no hay nada, vete a Egipto”, me decían. Sin embargo, hemos descubierto una cultura muy diferenciada y un estado complejo, coetáneo de los grandes imperios faraónicos. Hemos recuperado una identidad propia de esta región, y el principio de una historia.» Unos mil años después de que se iniciara su construcción, el poderoso reino de Kerma se extendía entre la segunda y la cuarta catarata, separadas por más de 700 kilómetros. Se enriqueció gracias al oro, el marfil y el ébano del interior de África que atravesaban sus dominios para ser exportados a Egipto. El poder y el territorio de los reyes de Kush fue en aumento... tal vez demasiado, en opinión de sus vecinos egipcios. Hacia 1550 a.C. intervienen los faraones de la XVIII dinastía, en especial Tutmosis I los faraones ne g ros 9
y Tutmosis II, cuyas tropas invaden el alto valle nubio. La conquista del antiguo reino de Kush será larga, pero al cabo de un siglo Kerma será vencida y brutalmente destruida.
R
eemprendemos el camino en dirección este. Nuestra ruta bordea el Nilo antes de adentrarse en el desierto. El color de la arena cambia del amarillo al anaranjado. Lejos del río, esqueletos de animales cubren los arcenes de la pista. Distingo los finos jirones de piel todavía pegados a las blanquecinas tibias de los dromedarios. De repente, como si se tratara de un espejismo, un rebaño de camélidos vivos aparece a lo lejos. Habrá una cincuentena, quizás un centenar. En un minuto nos dan alcance. «¿Tenéis un cigarrillo?», grita uno de los jinetes desde lo alto de su arrogante montura. Manoocher, el fotógrafo que me acompaña, suelta un momento su cámara para ofrecerle uno. La mirada del camellero se ilumina ante el inesperado regalo. Me sorprende lo oscura que es su piel. Contrasta asombrosamente con la tez –más clara y de rasgos finos– de los hombres
con quienes nos hemos cruzado en el norte. «Venimos del oeste del país, de Darfur. Hemos seguido la Darb el-Arbain, allá abajo, desde hace más de un mes.» La Darb el-Arbain, la «ruta de los cuarenta días», se llama así porque ése es el tiempo que se tarda en llegar a Egipto, donde venderán los animales. Por esta ruta mítica transitan todas las riquezas de Sudán, incluso en tiempos de guerra, a pesar del conflicto de Darfur. Así lo han hecho desde tiempos inmemoriales, incluso desde antes de la huida de los primeros reyes de Kush. Tras la destrucción de Kerma, durante el Imperio Nuevo los egipcios extienden sus dominios hasta la cuarta catarata del Nilo. Pero en el siglo x a.C., la Alta Nubia recupera su independencia. ¿Qué sucedió, entretanto, con los reyes nubios? Nadie lo sabe. Los arqueólogos pierden su pista hasta el siglo viii a.C., época en que «reaparecen» al sur de la cuarta catarata, en Napata. La nueva capital del reino de
EL NILO SIGUE ALENTANDO LA VIDA de los habitantes del norte de Sudán. Una pequeña bomba a motor aspira el agua para irrigar los cultivos de habas y de trigo (derecha). Los vendedores de los puestos del mercado ofrecen la pesca del día (arriba). Todas sus posesiones son un vaso de hojalata y un bidón de plástico. Venden agua del Nilo a quien tenga sed.
10 nat ional ge o g raphic • fe brero 2006
Kush está situada en una encrucijada de rutas comerciales, cerca del Nilo. Pero es sobre todo el yébel Barkal, la montaña a cuyos pies se erigió la ciudad, la que le dio su importancia. Los nubios, al igual que sus vecinos egipcios, consideraban esta meseta montañosa como la residencia de Amón, el dios de los reyes. El yébel Barkal impone sus condiciones: debe visitarse muy temprano por la mañana o poco antes de que el sol se ponga si uno no quiere caer abatido por el calor durante el ascenso. Al este se recorta claramente en el horizonte un promontorio rocoso de 75 metros de altura. Su cima ha influido en la leyenda de la montaña, ya que los soberanos veían en ella la forma de un uraeus, la cobra protectora de la corona del faraón.
Alrededor de la montaña sagrada yacen en ruinas los antiguos templos. Algunos habían sido construidos por los egipcios y luego abandonados. Cuando los nubios reconstruyeron su reino a principios del siglo viii a.C., los templos debían de estar más o menos en el mismo estado, por lo que al subir al trono, Alara, y después Kashta, los dos primeros reyes kushitas de Napata, se dedicaron a recuperar la memoria de su dios, Amón. En unos años reconstruyeron los viejos templos, erigieron nuevas edificaciones y extendieron su territorio hasta la Baja Nubia. Hoy, cuatro carneros esculpidos en piedra todavía montan guardia ante lo que fue la entrada de uno de aquellos lugares de culto. Detrás, varias columnas adornadas con rostros divinos
los faraones ne g ros 11
El yébel Barkal, la impresionante montaña sagrada, es visible desde varios kilómetros a la redonda.
como tÉmpanos
DE ADOBE ATRAPADOS EN UN MAR DE ARENA, LAS PIRÁMIDES DE EL-KURRU EMERGEN EN EL DESIERTO. TANUTAMÓN, EL ÚLTIMO FARAÓN NEGRO, QUISO SER ENTERRADO EN ESTA NECRÓPOLIS. La población local acude a su cumbre a ver la puesta de sol. A sus pies yacen las ruinas de Napata.
se yerguen en medio de la arena. Una bolsa de plástico atrapada bajo una roca aletea desesperadamente contra el viento. Estoy sola en este marco irreal... Sola, hasta que el zumbido de un generador viene a romper la dulce ensoñación. El ruido sale de la puerta de entrada de un templo excavado en el corazón de la montaña. Un templo dedicado a la diosa Mut, esposa de Amón. Dos especialistas italianos enviados por la Unesco inician su trabajo de campo. «Con el tiempo, las paredes han quedado cubiertas de polvo. La pintura se ha visto alterada por la humedad y los cristales de sal –me explica uno de ellos–. Estudiamos los diferentes materiales que fueron utilizados para determinar qué tratamiento es el más conveniente para su restauración.»
14 nat ional ge o g raphic • fe brero 2006
Dos potentes lámparas iluminan una de las paredes de la sala grande. Su contemplación nos traslada tres milenios atrás, al corazón de la Antigüedad. Todo está ahí: escarabajos, lotos, jeroglíficos y, por supuesto, faraones. Pero con una particularidad: mientras que los egipcios ostentan siempre en su tocado un único uraeus, los faraones de la dinastía kushita llevan dos. Dos cobras para certificar su soberanía sobre el país de Kush y sobre Egipto. A lo largo de la historia, sólo cuatro soberanos se han distinguido de este modo. Los historiadores griegos los llamaron «reyes etíopes», en referencia al color de su piel. Actualmente han sido bautizados como «faraones negros». Marcados por la cultura egipcia, desarrollaron y conservaron también un estilo
propio. Diversos bajorrelieves representan así a los nubios en su aspecto más «africano», con la cara redonda, la nariz chata y los labios gruesos. A mi lado, dos jóvenes sudanesas con la cabeza cubierta por un estricto pañuelo no se pierden un ápice del espectáculo. «Trabajamos en el Departamento para la Conservación de los Monumentos de Sudán, en Jartum –me dice tímidamente una de ellas–. La Unesco utiliza técnicas que nosotras aún ignoramos, pero si llegan los fondos para la restauración, tomaremos el relevo.» El orgullo y la determinación de esta joven me conmueven y me inquietan a la vez. ¿Pertenece de verdad a un mismo pueblo la gente que restaura apaciblemente sus monumentos en el norte del país y que en el sur y el oeste se matan unos a otros violentamente?
F
araones negros. ¿Cómo lograron alcanzar tanto poder? Una vez instalados en Napata, no se limitaron a rezar. A la muerte de Kashta, en 747 a.C., su hijo
Pianjy (o quizá Piye) accede al trono, decidido a coronar con éxito una empresa en la que sus dos predecesores han fracasado. Un año más tarde, el joven rey entra en un Egipto debilitado por el reinado de los últimos Ramsés y sus sucesores, y logra someter la ciudad de Tebas (hoy Luxor), aunque no puede extender su conquista hacia el norte. Sin embargo, el rey kushita se proclama faraón de Egipto y del país de Kush, y nombra a su hermana, Amenirdis, sucesora de la divina esposa de Amón, en Tebas. Una posición tan importante que le permitirá alcanzar definitivamente el poder sobre el Alto Egipto. Al regresar a Napata, Pianjy lleva entre su séquito a los mejores escultores egipcios. Hasta ese momento, los nubios aparecían representados en actitud servil, besando las sandalias del faraón. Esta vez, los bajorrelieves de Pianjy narran su conquista de Egipto y lo representan erguido, con los reyes egipcios postrados a sus pies. Pianjy podrá descansar eternamente con la seguridad de que ha invertido el curso de la historia. Al igual que su predecesor, será enterrado en la necrópolis de El-Kurru, bajo una pirámide.
MIENTRAS LA UNESCO PROYECTA el envío de fondos para restaurar el templo de la diosa Mut (izquierda) erigido a los pies del yébel Barkal, y cuyo interior alberga valiosas pinturas, un grupo de visitantes sudaneses aprovecha la apertura de las rejas que protegen una mastaba para visitar una sepultura de la necrópolis de El-Kurru (arriba). los faraones ne g ros 15
«¿Tiene su permiso de entrada?» Sin mirarme, el guardián de las llaves se sacude el polvo de su gran chilaba blanca tradicional. ¿El permiso? Sí. Todo un fajo de «ábrete sésamos» que me fue entregado en Jartum y que abre las puertas de la arqueología sudanesa. Entre ellos, el que me permitirá acceder a la extensa necrópolis de ElKurru, utilizada desde fines del siglo ix hasta el siglo vii a.C. El guardián empieza entonces a describir, en un inglés titubeante, todo lo que se extiende ante nuestros ojos. «Aquí se han localizado varias decenas de sepulturas de reyes y miembros de familias reales. Algunas están bajo un simple túmulo (un montón de piedras), otras se encuentran en una mastaba (tumba de adobe),
y otras, en una pirámide. Estas últimas fueron erigidas con la llegada de la XXV dinastía.» El ruinoso estado de las pirámides no incita demasiado a la visita. La de Pianjy ha desaparecido por completo. «Allí abajo ya no queda nada, venga por aquí», me dice el guardián. Debajo de una mastaba, una pesada reja de hierro protege desde hace poco una escalera que se interna varios metros bajo tierra. Desciendo por ella con precaución, e imagino la emoción de los primeros exploradores del sepulcro y las preguntas que se formularon. ¿Quién fue enterrado aquí? ¿Estará conservada la sala o la habrán saqueado? No, ésta estaba intacta cuando la descubrieron, sólo deteriorada por la humedad. Dos salas de unos 20 metros cuadrados sirvieron de última morada a un miembro de la familia real. ¿Quién? El guardián lo ignora. El fulgor blanco de mi linterna frontal revela progresivamente el espacio que me rodea. Paredes enteras muestran escenas de faraones y dioses. Delicadas estrellas amarillas con el corazón rojo constelan el techo. Los colores parecen apenas alterados. Al regresar a la superficie, el cielo ya se ha teñido del color rojo encendido del atardecer, el mismo que el de las paredes subterráneas de la mastaba.
D
espués de Pianjy, su hermano Shabaka y luego Shebitku (o Shabataka), no se sabe si hijo o sobrino de Shabaka, ocupan el trono unificado de Egipto y Nubia. Con ellos, los faraones de la XXV dinastía, el Bajo Egipto también ha sido conquistado, y a partir de entonces los soberanos residen en Menfis, en antiguo territorio enemigo. Los reyes kushitas se inspiran en la cultura egipcia del Imperio Antiguo y el Imperio Medio, e incluso adoptan una escritura jeroglífica. El culto a Amón se consolida, pero las fronteras, amenazadas por los constantes ataques de los asirios, deben ser protegidas. A la muerte de Shebitku, en 690 a.C., Taharqa, hijo de Pianjy, asume el poder en un período de relativa calma y prosperidad. Criado en Egipto, el nuevo soberano da un impulso renovado a las construcciones, especialmente en su país de origen, cerca del yébel
YÉBEL BARKAL significa en la antigua lengua egipcia «montaña pura». La peculiar forma de la cima recordaba a los soberanos egipcios el uraeus, la cobra sagrada que ceñía la corona del faraón. El lugar era considerado también la morada del dios Amón. A los pies del monte se erigió la ciudad de Napata y en las inmediaciones surgieron importantes necrópolis. 16 nat ional ge o g ra ph i c • fe brero 2006
Estatua de Khonsuiraa, sacerdote de Amón, finales de la XXV dinastía. Museo de Bellas Artes, Boston.
Barkal y en Meroe, pero también en Karnak (Egipto). El culto a Amón nunca había sido tan poderoso. Pero esta edad de oro finaliza en el año 674 a.C., con una primera victoria asiria en el valle del Nilo protagonizada por Asaradón. Taharqa huye y abandona su capital egipcia, dejando atrás a varios miembros de su familia y refugiándose en Napata. El soberano muere diez años después, derrotado por Assurbanipal y sin haber podido reconquistar los territorios perdidos. La XXV dinastía se apagará definitivamente con el último faraón negro, Tanutamón, hijo de Shabaka, que no consigue reconquistar Egipto. Las tropas asirias, implacables, destruyen todos los lugares de culto a Amón. Y los monarcas del país de Kush deberán partir de nuevo hacia el exilio, cada vez más al sur.
N
osotros, por nuestra parte, seguimos nuestro viaje rumbo al este. Allí, antes de que el Nilo forme la cuarta catarata y a menos de 50 kilómetros del yébel Barkal, en 2003 se iniciaron las excavaciones más ambiciosas jamás emprendidas en Sudán. A partir de 2007, el agua que llenará la inmensa presa hidroeléctrica de Merowe anegará más de 170 kilómetros de tierras a lo largo del río, las tierras del país de Kush. Los defensores de la presa hablan de progreso: electricidad para el país. Los detractores, en cambio, de empobrecimiento de las tierras debido a la retención del limo fertilizante que arrastra el río, y de pérdida y deterioro del patrimonio arqueológico. «A priori, esta zona no contiene ningún Soleb [el templo egipcio mejor conservado de
Sudán, mandado construir por Amenofis III] –asegura Yves Lecointe, arqueólogo francés de la Sección Francesa de la Dirección de Antigüedades de Sudán (SFDAS)–. Pero, a partir del momento en que su inminente desaparición es inevitable, el yacimiento cobra importancia. Los descubrimientos que se produzcan permitirán avanzar en el conocimiento de la historia de este país. Siempre esperamos sorpresas.» El responsable del equipo sudanés, Abdelahai Abdelsawi, aún dispone de dos meses para alguna de esas sorpresas. «En este yacimiento de varias decenas de hectáreas, hemos registrado un centenar de tumbas. Algunas todavía contienen joyas y objetos de cerámica enterrados con los muertos. Sólo conservaremos los objetos.» El equipo vive a diez minutos del campo de las excavaciones, en la pequeña aldea de Al-Hamdab. O más bien, en la única casa que no ha sido destruida por los bulldozers que preparan el terreno para la construcción de la presa. En efecto,
del pueblo sólo quedan algunos trozos de pared fantasmales. Incluso las majestuosas palmeras de los alrededores han sido quemadas, y sólo permanecen en pie unos pocos troncos calcinados, como si pidieran venganza. «No queríamos marcharnos, queríamos quedarnos cerca del Nilo.» Levanto la vista. Un hombre de unos cuarenta años, vestido con una chilaba impecable y mocasines imitación leopardo se ha acercado a mí. Es un antiguo habitante de Al-Hamdab que ha venido a contemplar sus campos abandonados, abrasados por el sol. Y las ruinas de este lugar donde ha nacido y ha vivido siempre. «Nos han realojado a tres horas de aquí, en un pueblo moderno, con televisión y electricidad en cada habitación. ¡Pero está lejos del río, en el desierto! La tierra es mala, no podemos trabajar.» Ante la aflicción de este hombre, no puedo evitar imaginarme la de los reyes de Kush, expulsados en dos ocasiones de su capital. ¿Qué habrían pensado, si hubieran podido adivinar que sus descendientes serían desalojados por un símbolo de la modernidad? Los caminos del dios Amón son decididamente inescrutables. j
EN SUDÁN, los yacimientos arqueológicos a menudo lindan con los pueblos, y la necrópolis de Nuri no es una excepción (arriba). Los asnos se pasean así libremente entre las pirámides. En el norte de Sudán aún quedan pueblos nubios tradicionales (izquierda). Los motivos que adornan las paredes recuerdan los de la cerámica de la época de Kerma. los faraones neg ros
EGIPTO
3000 a.C.
2700 a.C.
Dinástico temprano
2150 a.C.
Imperio Antiguo
2050 a.C.
Primer período intermedio
Imperio Medio
SUDÁN Reino de Kerma 3000 a.C.(?) Primeros indicios de ocupación del asentamiento pre-Kerma.
2500 a.C. Primeros indicios de ocupación de Kerma. 1850 a.C. El faraón Sesostris III fortifica la frontera meridional de la Baja Nubia para prevenir posibles invasiones de Kush. 1650 a.C. Ocupación kushita de la Baja Nubia. 1650-1550 a.C. Apogeo de Kerma (segundo período intermedio). Incursiones kushitas contra el reino de Tebas durante la XVII dinastía. 1550-1450 a.C. Campañas egipcias contra Kush y destrucción de Kerma.
H
acia el año 2500 a.C., un grupo de gente que habitaba lo que los arqueólogos llaman el «asentamiento pre-Kerma» creó un nuevo centro unos pocos kilómetros al oeste. Kerma, situada junto al Nilo, aguas arriba de la tercera catarata, se convirtió en un importante nudo en las redes comerciales del África oriental y en la capital de un importante estado, Kush. La ciudad llegó a rivalizar con Egipto por el dominio de la Baja Nubia entre 1850 y 1550 a.C., e incluso amenazó la integridad del reino de Tebas durante la XVII dinastía. Con la reunificación de Egipto y el inicio de la XVIII dinastía egipcia comenzó su decadencia. Sucesivas campañas de los faraones Tutmosis I, Tutmosis II, Hatshepsut y Tutmosis III lograron, no sin esfuerzo, arrasar la Kerma nubia y sustituirla por un centro urbano y un templo egipcios. Sin embargo, en la Nubia al sur de la tercera catarata, la huella egipcia no fue profunda. Durante el Imperio Nuevo, la región gozó de una relativa independencia que favoreció la aparición de reyezuelos. En Napata, enclave militar y centro religioso bajo
Vaso de cerámica con forma de tulipa, Kerma/Kerma clásico. Museo Arqueológico Nacional, Madrid.
control egipcio, arqueólogos italianos han hallado lo que podrían ser las tumbas de los primeros jefes de la zona, que con el tiempo se convirtieron en los «faraones negros» de la XXV dinastía (747-656 a.C.). Éstos llegaron a imponer su autoridad sobre un Egipto «feudal», haciendo de Napata un importante centro cultural y político cuyo epicentro fue el gran inselberg del yébel Barkal. Tras perder definitivamente sus dominios egipcios en 663 a.C., el interés de los reyes kushitas fue orientándose hacia el sur. Hacia el año 270 a.C., la capital kushita pasó a ser Meroe, cuyo origen podría remontarse al 1000 a.C., al trasladarse allí la necrópolis real, situada hasta entonces en Napata. Salvo por su interés en el control de la Baja Nubia y el comercio, el estado meroítico parece haber vivido al margen del Egipto grecorromano, aunque fuese un intermediario entre esa área y el resto de África. El final de Meroe, mal conocido, pudo deberse a presiones del pujante reino de Aksum (Etiopía) y de otros pueblos, y a crisis internas, que hacia el año 300 o 350 d.C. desembocaron en el abandono definitivo de la ciudad. —Andrés Diego Espinel
1650 a.C. Segundo período intermedio
1550 a.C.
1050 a.C. Imperio Nuevo
Tercer período intermedio Época napatiense
1450 a.C. Fundación (?) egipcia de Napata.
800 (?)-747 a.C. Primeros «faraones» kushitas: Ary, Alara, Kashta.
1200 a.C. Tumbas de reyezuelos en Napata (Hillat el-Arab y ¿El-Kurru?).
750 a.C. El faraón kushita Kashta conquista la Baja Nubia. XXV DINASTÍA 747 a.C. Pianjy (o Piye), hijo de Kashta, sube al trono kushita (inicio de la XXV dinastía) y conquista e impone su autoridad en Egipto (728 a.C.).
1100-1050 a.C. Abandono egipcio de sus dominios en la Alta y Baja Nubia. 1000 a.C. Primeras evidencias de ocupación (cabañas) en Meroe.
Rey Taharqa, probablemente de Tebas, hacia 670 a.C., XXV dinastía. Museo Egipcio, El Cairo. ANDREA JEMOLO / AKG
Rey Shabaka, hacia 712 a.C., XXV dinastía. Museo del Louvre, París. ERICH LESSING / ALBUM
712 a.C. Shabaka, hermano de Pianjy, sube al trono. Tras apagar focos de rebeldía en Egipto, establece su capital en Menfis. 698 a.C. Shebitku (o Shabataka), hijo (?) o sobrino (?) de Shabaka, sube al trono. 690 a.C. Taharqa, hijo de Pianjy, sube al trono. 667 a.C. Assurbanipal, rey de Asiria, invade Egipto. Taharqa huye a Nubia. 664 a.C. Tanutamón, hijo de Shabaka, sube al trono de Kush. Reconquista, por breve tiempo, de Egipto. 662/1 a.C. Assurbanipal invade de nuevo Egipto. Fin de la autoridad kushita en Egipto.
660 a.C.
330 a.C. Época tardía
30 a.C. Período tolemaico
395 d.C. Período romano
Época meroítica 640 a.C. Primeras evidencias de construcciones kushitas en Meroe.
270 a.C. Establecimiento de la necrópolis real kushita en Meroe.
593 a.C. Incursión del faraón egipcio Samético II contra Nubia, alcanzando posiblemente Napata.
274 a.C. Ptolomeo II conquista la Baja Nubia con el fin de obtener oro y elefantes para sus guerras en Asia. 150 (?)-29 a.C. Meroe ocupa la Baja Nubia. 29 a.C. Roma conquista la Baja Nubia. 220 d.C. Ocupación meroítica de la Baja Nubia. 300/350 d.C. (?) Ezana, rey cristiano de Aksum, conquista Meroe. 300/350 d.C. (?) Meroe es abandonada.
Amuleto de cristal con cabeza de Hathor de oro, tumba de una reina en la necrópolis de El-Kurru, segunda mitad del siglo VII a.C. Museo de Bellas Artes, Boston.
Vaso de cerámica decorado, Nelluah T15, época meroítica. Museo Arqueológico Nacional, Madrid.
Pirámides y tumbas en la necrópolis de Meroe, siglo III a.C. JONATHAN BLAIR / CORBIS
La «ruta de los cuarenta días» comunica Egipto con Sudán «desde siempre», afirman los
camelleros. Hoy, los animales ya no transportan oro ni ébano. Su riqueza es su propia carne.
El eriogono arborescente vuelve a florecer en la isla de Santa Cruz tras sufrir décadas de destrucción por parte de ovejas y cerdos asilvestrados, descendientes de los animales que escaparon de antiguas fincas ganaderas. Santa Cruz, hoy propiedad de Nature Conservancy y del Servicio de Parques Nacionales, es una de las ocho islas del Canal, llamadas las Galápagos de América del Norte por su riqueza en especies endémicas.
30 nat ional ge o g raphic • fe brero 2006
California una cruzada
conservacionista
El estado que protege sus playas y montañas sigue luchando por mantener sus singulares parajes naturales a salvo del avance de la urbanización y la agricultura. Por Virginia Morell Fotografías de Tim Laman
32 nat ional ge o g raphic • fe brero 2006
Retorcido pero entero, un antiguo pino longevo resiste en las montañas Blancas de California. Estos pinos de crecimiento lento son los seres vivos más viejos que se conocen en la Tierra. Pueden vivir más de 4.000 años y mantenerse en pie mucho después de su muerte.
califor nia, punto caliente de bio diversida d 33
G
uy Wagner conoce bien el valor de una buena valla. En las elegantes urbanizaciones de Rancho Mirage, donde las palmeras se balancean bajo el cielo azul y el césped rodea como un lago esmeralda las casas de muros encalados, Wagner se alegra de no ver lo que veía hasta hace unos años: hembras de carnero de las montañas Rocosas con sus crías comiendo y retozando en los cuidados jardines. «Los carneros llevan al menos 10.000 años viviendo aquí –dice este biólogo del Servicio de Pesca y Vida Salvaje de Estados Unidos–. Pero ahora también hay personas que viven aquí y que no quieren verlos en sus jardines, comiéndose sus rosas y ahogándose en sus piscinas.» El Servicio de Pesca y Vida Salvaje ayudó a levantar una valla en las laderas para impedir el paso de los animales a Rancho Mirage. Los carneros de la población peninsular, en peligro de extinción (quedan menos de 700 individuos en California), bajaban de los cañones del desierto al valle en busca de alimento. La valla funciona. Los carneros han vuelto a su dieta natural y han regresado a su antiguo territorio, que a mayor altitud termina donde empieza la vegetación más densa: simplemente, no se adentran en las zonas donde no puedan ver al puma ni a otros depredadores. Por muy majestuosos que sean los carneros, las auténticas estrellas de la naturaleza californiana son probablemente sus plantas: las secuoyas gigantes y las secuoyas de la costa, las flores que encienden los prados y las
Punto caliente de California PARQUE ESTATAL DE SECUOYAS DE PRAIRIE CREEK
OREG
O N
REFUGIO REFUG NACIONAL DE VIDA VID SALVAJE DE SACRAMENTO SACR
Sier
Sacramento
Mundos en peligro Los bosques y humedales de la
ra N
Provincia florística de California (zona ecológica que abarca casi toda California y pequeños trozos de Oregón y México) albergan especies emblemáticas, como el cóndor californiano, y más de 2.100 especies vegetales endémicas. Conservación Internacional ha clasificado esta provincia como uno de los 34 puntos calientes de biodiversidad del mundo (abajo), y uno de los cinco con clima mediterráneo. Muchas de sus especies están amenazadas por la agricultura y la urbanización.
va
da
en e C
Ne
Vall
San Francisco
REFUGIO NACIONAL REFU DE VIDA VID SALVAJE DEL BAJO BA KLAMATH
tra
Monta˜nas Blancas
l
CALIFORNIA I. Santa Cruz 0 km
150
La Jolla
Rancho Mirage
EE UU ME XICO
Puntos calientes de biodiversidad en el mundo Punto caliente de biodiversidad
Punto caliente de biodiversidad con ´ clima mediterraneo C´aucaso
Provincia florística de California
Área ampliada arriba
Cuenca ´ mediterranea
IranoAnatolia
Islas del Caribe
Bosques madreanos de pino y encina
Afromontano oriental
Mesoam´erica Polinesia y Micronesia
Tumbes-Choc´oMagdalena
Bosques guineanos del Africa occidental
Cerrado brasile˜no Andes tropicales
Bosques chilenos de Valdivia y de lluvia invernal
Mata atl´antica
Karoo de plantas suculentas
Provincia florística del Cabo
Monta˜nas de Asia Central
Monta˜nas del sudoeste de China
Jap´on
Himalaya
Ghates occidentales y Sri Lanka Cuerno de Africa Bosques costeros del Africa oriental
Indo-Birmania Filipinas
Arch. de la Sonda
Madagascar e islas del oc´eano Indico MaputalandPondoland-Albany
Polinesia y Micronesia Islas de Melanesia oriental
Wallacea
Nueva Caledonia
Australia sudoccidental Nueva Zelanda FUENTE: CONSERVACIÓN INTERNACIONAL; NGM MAPS
diminutas y frágiles especies que crecen en los estériles suelos de la región. Las rocas del manto terrestre casi nunca ven la luz del sol. Sólo en los lugares donde las placas tectónicas han colisionado entre sí, como en California, esas rocas –ricas en magnesio, hierro, níquel, cromo y cobalto, pero pobres en calcio– han sido empujadas a la superficie. El agua transforma la roca en serpentinita –así llamada por su semejanza con la piel verde de una serpiente–, la cual, con la erosión, produce suelos pobres en nutrientes pero saturados de metales, un tipo de sustrato que mataría a la mayoría de las plantas. Sin embargo, sólo en las pequeñas y dispersas áreas de suelo serpentínico es posible encontrar ejemplares de Streptanthus breweri, rodeados de rocas que resplandecen al sol con un brillo vítreo y metálico. Esta planta no es más que una roseta de hojas grises, pero en primavera produce un tallo solitario con florecillas violetas que lucen como gemas. Pero S. breweri tiene otros trucos. Para defenderse de las orugas de una mariposa que pone sus huevos en la planta, ha desarrollado unas hojas orladas con motas naranjas: huevos falsos destinados a engañar a las mariposas, haciéndoles creer que un congénere se les ha adelantado. «Así es la biodiversidad en California: pequeñas cosas que dan pie a otras pequeñas cosas», dice Susan Harrison, que trabaja con agencias estatales y grupos locales para la protección de los suelos serpentínicos. La ecóloga destaca la rareza de estas plantas y el hecho de que muchas son especies nuevas, lo cual permite investigar cómo surge la biodiversidad. De hecho, la región tiene unas características tan distintivas que los científicos la han bautizado como la Provincia florística de California (con el permiso de Oregón y de México, que también contribuyen con parte del territorio). Con su clima mediterráneo, su geología variada y su aislamiento al oeste de la sierra Nevada, la provincia posee una abundancia notable de especies vegetales. De las 3.488 especies de plantas autóctonas, el 60 % no se encuentra en ningún otro lugar de la Tierra. En comparación, el recuento de animales endémicos es mínimo: 4 especies de reptiles, 8 de aves, 15 de peces de agua dulce, 18 de mamíferos y 25 de anfibios. Pero las especies endémicas de insectos se cuentan por millares. El problema con las pequeñas cosas es que fácilmente pasan inadvertidas. Si las grandes son arrasadas (el 96 % de los bosques primarios de secuoyas de la costa han sido talados, aunque casi todos los restantes están protegidos), ¿qué esperanza hay para las pequeñas? ¿Cómo convencer a la gente, sobre todo a la que vive en zonas de gran diversidad y especies amenazadas, de la importancia de proteger la menguante reserva de vida? En 1989, Conservación Internacional (CI), una organización con sede en Washington, D.C., planteó la idea de los puntos calientes de biodiversidad. Para conseguir esta mención, las regiones debían tener al menos 1.500 especies vegetales endémicas y haber perdido el 70 % de su hábitat original. La Provincia florística de California entró en la lista en 1990.
Un voluntario del Observatorio Golden Gate de Rapaces procede a liberar un busardo hombrorrojo, anillado con el fin de estudiar su migración. En California, estas adaptables rapaces medran en parques urbanos, campos de golf y cementerios. El investigador Buzz Hull asegura que «las especies que sobreviven son las que están dispuestas a convivir con el hombre».
califor nia, punto caliente de bio diversida d 35
«La lista original tenía 10 puntos calientes –apunta Michael Hoffmann, biólogo de CI–. Ahora hay 34. Recientemente hemos reconocido la diversidad de la flora de Japón, y la necesidad de que figuren en la lista las tierras altas etíopes por la rareza de sus especies y hábitats afromontanos.» Esta clasificación ejerce una gran influencia en el establecimiento de las prioridades mundiales en cuanto a conservación, ya que centra la opinión pública y refuerza la voluntad de los gobiernos. Según CI, ha servido para destinar unos 640 millones de euros para la causa conservacionista. Con frecuencia, los puntos calientes de CI coinciden con las regiones seleccionadas por otros grupos para concentrar sus esfuerzos, como las 218 áreas de aves endémicas definidas por BirdLife International o las 200 ecorregiones delimitadas por el Fondo Mundial para la Naturaleza. Los conservacionistas están intentando multiplicar esas coincidencias y evitar que se olviden regiones importantes, pues consideran que el mejor modo de salvar especies amenazadas es proteger los lugares donde viven. Sin embargo, una cosa es identificar los hábitats irreemplazables y las especies que albergan, y otra muy distinta es protegerlos. Sobre el terreno, los conservacionistas se topan con problemas de política local, estabilidad económica y necesidades humanas. «No centramos nuestros esfuerzos en los puntos calientes de los países desarrollados, aunque creemos que son áreas verdaderamente importantes –prosigue Hoffmann–. Preferimos trabajar en los países en desarrollo porque confiamos en que los países desarrollados cuiden sus puntos calientes por sí mismos.» La Provincia florística de California se enfrenta a graves amenazas, lo mismo que los otros cuatro puntos calientes de clima mediterráneo: partes de Chile, Australia y Sudáfrica, y, lógicamente, la cuenca mediterránea. ¿La razón? «Son lugares hermosos con un clima maravilloso, donde la gente quiere vivir –dice Rebecca Shaw, de Nature Conservancy–. Por eso en todas esas regiones suelen plantearse los mismos problemas: fragmentación de los hábitats, urbanización y expansión de la agricultura.» California ya es el estado más poblado de Estados Unidos, y se espera que en los próximos 25 años acudan otros 10 millones de residentes. «Planificar con vistas al crecimiento es uno de nuestros mayores problemas –declara Shaw–. Sin embargo, a diferencia de otras regiones, aquí hay una gran sensibilización respecto a la protección del medio ambiente.» California ha protegido el 20 % de su territorio, proporción sólo superada por Alaska. Pero los principales criterios para delimitar las reservas han sido el valor paisajístico y el escaso impacto económico, no la máxima protección de la biodiversidad. De hecho, sólo un mínimo porcentaje de las áreas donde viven las especies de este punto caliente están protegidas. Por encima de los frondosos setos de Rancho Mirage, los carneros de las montañas Rocosas siguen retrocediendo al ver la valla. Pero Guy Wagner sabe que la valla no salvará por sí sola a esta población de carneros. Las urbanizaciones y los campos de golf siguen invadiendo el valle, y en las montañas se construyen casas y senderos para excursionistas. «Estamos empujando a los carneros a una estrecha franja de hábitat –dice Wagner–, un espacio sin suficientes pastos ni vías de escape para eludir a los depredadores. ¿Sobrevivirán? Será preciso tomar algunas medidas severas.»
Dos leones marinos de California dormitan en Goldfish Point, en La Jolla. Protegidos desde 1972, estos mamíferos marinos suman más de 200.000 individuos, y su población crece cerca de un 6 % al año. Al alimentarse de peces, los leones marinos constituyen un factor de presión para el ecosistema y compiten con los pescadores locales, lo cual plantea un interrogante acerca de cuál es su número óptimo. Páginas siguientes Una nube de ánsares nivales y ánsares de Ross atraviesa en vuelo rasante las marismas del Refugio Nacional de Vida Salvaje del Bajo Klamath, en el norte de California. Este refugio de avifauna, el primero del país, fue declarado zona protegida en 1908, cuando buena parte de los humedales de la región habían sido drenados y reconvertidos en suelo agrícola.
H CALIFORNIA SOÑADA Descargue fondos de pantalla para su ordenador con las maravillas que posee el punto caliente de biodiversidad de California. Después visite una galería de fotos exclusiva y opine en nuestro foro sobre la forma de conservar esta región, en ngm.com/0602.
califor nia, punto caliente de bio diversida d 37
38 nat ional ge o g raphic • fe brero 2006
califor nia, punto caliente de bio diversida d 39
En la isla de Santa Cruz (arriba), las dudleyas híbridas sobresalen de la pared de un barranco, aumentando así sus probabilidades de ser polinizadas. «Las ovejas eran muy aficionadas a estas plantas suculentas, por lo que empezaron a desaparecer –explica el botánico Steve Junak–. Ahora que ya no hay ovejas, las dudleyas se han recuperado.» Muy distinta es la situación en el Parque Estatal de Secuoyas de Prairie Creek (derecha), en California, donde el botánico Steve Sillett escala un gigante de 99 metros para comprobar el estado de los sensores que miden los microclimas en la copa del árbol. «Las secuoyas de la costa primarias fueron explotadas con tal intensidad en la década de 1970, que actualmente no queda más de un 5 % de su población original –afirma–, y tan sólo un 1 % de los ejemplares más altos.»
40 nat ional ge o g raphic • fe brero 2006
Parecen serpientes listas para atacar, pero las darlingtonias son cazadoras pasivas. Estas plantas jarro carnívoras crecen en unos sustratos llamados, muy apropiadamente, serpentínicos, unos suelos inhóspitos para la mayoría de las plantas por ser ricos en metales y muy pobres en nutrientes. Para compensar esta situación, la darlingtonia atrae a los insectos a su nectario para luego digerir a sus víctimas, fuente de fósforo y nitrógeno.
42 nat ional ge o g raphic • fe brero 2006
califor nia, punto caliente de bio diversida d 43
El Refugio Nacional de Vida Salvaje de Sacramento, hogar invernal de casi un millón de aves acuáticas en el inmenso valle Central de California, ofrece un lugar seguro en la ruta migratoria del Pacífico, entre México y Alaska. Sin embargo, las granjas y las ciudades han engullido prácticamente todos los humedales del valle, esenciales para sustentar una fauna variada. El clima agradable y la atractiva geografía hacen que cada vez sean más las personas que ansían vivir en la región, lo cual dificulta la protección de los hábitats. j
44 nat ional ge o g raphic • fe brero 2006
califor nia, punto caliente de bio diversida d 45
A L A R M A
E N
Ñúes y estorninos carunculados inician su migración anual en el extremo de la llanura del Serengeti, donde los seres humanos viven en recelosa coexistencia con sus vecinos salvajes.
46
EL
SERENGETI
invasión turística
Un alud de visitantes provistos de cámaras acude al cráter del Ngorongoro para perseguir leones, elefantes y otros supervivientes de un África salvaje en vías de desaparecer. Convertida en una atracción de primer orden, esta caldera extinguida procura unos ingresos muy necesarios a Tanzania, una de las naciones más pobres del mundo. Pero los turistas –unos 250.000 en el año 2004– también atestan las angostas carreteras, son una carga para los escasos recursos de agua y perturban la fauna del lugar.
arrestada
En la polvorienta Kitunguruma, los guardias «antifurtivos» se llevan a Boke-Morwa detenida. La mujer fue acusada de posesión ilegal de una piel de impala, pero la soltaron después del interrogatorio. A consecuencia del descontrolado crecimiento demográfico, asentamientos como el suyo se apiñan en los bordes occidentales del Parque Nacional del Serengeti y en sus zonas de amortiguación, donde los empobrecidos cazadores pueden llegar a matar hasta 200.000 animales por año.
por Robert M. Poole fotografías de Randy Olson
asamblea de ancianos
Envueltos en la tradicional shuka, los jefes masai se reúnen para discutir la construcción de una escuela rural en las praderas que sus antepasados llamaron siringet, «el paraje donde la tierra se prolonga eternamente». Los masai temen que los acaben desterrando. «El gobierno está más interesado en los animales salvajes que en las personas», dice uno de ellos.
52 nat ional ge o g raphic • fe brero 2006
el pueblo masai del este de áfrica, que siempre ha vivido a su manera, no cuenta los años como los demás. Para ellos cada período de 12 meses comprende dos años: uno de abundancia, el olaari, que coincide con la estación de las lluvias en la inmensa llanura del Serengeti y en los montes del Cráter de Tanzania, seguido de un año de hambre, el olameyu, que comienza cuando cesan las lluvias, se secan los arroyos y se produce la gran migración de ñúes, en la que más de un millón de ejemplares se desplaza al norte en busca de agua y comida. En esa época, la hierba del Serengeti se vuelve de un color tostado, y los pastores y guerreros masai se embarcan en largas y arduas maratones para ofrecer sustento a su preciado ganado, que continúa siendo la medida de la riqueza y el bienestar en esta sociedad pastoril. Habían transcurrido varias semanas del año del hambre, era mediados de julio. Las nubes se cerraban y se abrían sobre el cráter del Ngorongoro, iluminando el espectáculo que ya había empezado a desarrollarse en el fondo del cráter.
al ar ma en e l serenget i 53
Bajo la luz dorada que se abría paso entre las nubes, una manada de leones avanzaba sigilosa por un lecho fluvial, atenta a un rebaño de cebras que estaba paciendo. Una hiena solitaria maniobraba entre unos huidizos jabalíes verrugosos. Casi imperceptibles, dos guepardos estaban en alerta entre la alta hierba mientras escrutaban con interés profesional a un centenar de gacelas de Thomson. Unos buitres inspeccionaban la escena matutina, volando en círculos a través de las nubes salinas emanadas por el lago Magadi. La noche pertenecía a los animales, pero con las primeras luces los humanos se adentraban en el cráter: los masai para abrevar y apacentar a sus rebaños, los biólogos para estudiar los ritmos de la vida de elefantes y leones, los turistas para extasiarse con la contemplación de los pastores masai y de la variada fauna, célebre en esta parte de África. Personas, animales salvajes y ganado confluían aquí, viviendo en una coexistencia viable, pero inevitablemente cautelosa. Las primeras reses aparecieron sobre las ocho de la mañana. En fila india, tomaron el empinado y angosto sendero que descendía a la base del cráter, azuzadas por un guerrero masai llamado Moma, que esa larga jornada tendría que andar doce horas seguidas con el rebaño. Una nube de polvo rojo señalaba el avance de Moma por la escarpadura. Una melodía de cencerros y silbidos de apremio fue cobrando intensidad, hasta que el pastor se hizo visible al llegar al suelo del cráter. Como la mayoría de los masai, estaba flaco debido a una dieta frugal y a las constantes caminatas, y parecía un profeta bíblico con sus sandalias polvorientas y el manto encarnado. Blandiendo una larga lanza en la mano, condujo a sus 80 cabezas de ganado a un manantial y se alejó a grandes zancadas para ganarse el jornal con los turistas que acababan de llegar al cráter. Todos alzaron las cámaras al ver a Moma, que adoptó una postura orgullosa con la lanza. Las cuentas y barras de aluminio de su cabello trenzado refulgían al sol, de los lóbulos caídos le colgaban sendos pendientes, y tenía la piel brillante, embadurnada de grasa animal. «¡Mira –exclamó una voz claramente americana detrás de uno de los objetivos–, parece una fotografía de National Geographic!» Moma se acercó para ver su propia imagen en la pantalla de la cámara y para sonsacar a su retratista mil chelines tanzanos (alrededor de un euro). Luego recogió sumas similares de otros dos turistas. 54 nat ional ge o g raphic • fe brero 2006
«¿Qué harías si un león atacase a tus vacas?», preguntó alguien. «¡Le ensartaría esta lanza en las entrañas!», declaró Moma, golpeando el suelo con el arma para enfatizar su respuesta. Los masai nunca han sido cazadores, pero defienden ferozmente el rebaño y matan a uno o dos leones cuando las circunstancias lo exigen. Moma embutió los billetes bajo la túnica y volvió al mundo de sus ancestros, a ser una figura enjuta y de enorme dignidad que se disponía a guiar a sus reses durante otro invierno de sequía a través de una tierra de leones y hambrunas. Los turistas, de caqui, abrieron las capotas de los Land Rover, sacaron la cabeza como si fueran los capitanes de un tanque y partieron ruidosamente, en medio de una neblina de gases de diésel, a la caza de otras vistas exóticas.
los turistas iban a encontrar en el safari una fauna exuberante, como ocurre en tantos otros parajes del Parque Nacional del Serengeti y del Área de Conservación del Ngorongoro, dos zonas protegidas contiguas que abarcan más de 22.000 kilómetros cuadrados de praderas ondulantes, bosques de acacias y brumosos montes volcánicos en el norte de Tanzania. Esta zona acoge la mayor comunidad del mundo de ungulados migratorios, así como las más amplias concentraciones de grandes depredadores. Los estudios más recientes cifran la población de ñúes en cerca de 1,2 millones, un número elevado para esta especie fundamental de la familia del antílope que cada año renueva los pastos del Serengeti con sus pastoreos, holladuras y excrementos; el ñu es además una presa fácil de leones, hienas y otros depredadores. Las poblaciones de cebras, con más de 200.000 ejemplares, se mantienen sin cambios en la región; los elefantes, casi extinguidos a manos de los cazadores furtivos de marfil a finales de los años ochenta, se han recuperado y hoy suman más de 2.000 individuos; los rinocerontes negros permanecen estables; los leones, unos 3.500, están en auge, pese a los antiguos estragos causados por las enfermedades; las poblaciones de impalas, topis, elands, gacelas, jirafas y búfalos cafre presentan unos índices saludables y ascendentes. Los únicos animales en declive parecen ser el licaón y el jabalí verrugoso. En un continente donde gran cantidad de fauna ha sido exterminada, la situación sigue siendo favorable en las áreas protegidas.
vidas en peligro
Para encontrar pastos y agua en la estación seca a orillas del río Grumeti, fuera del Parque Nacional del Serengeti, los elefantes cruzan el transitado camino principal. Otro peligro, la caza furtiva, redujo los elefantes del parque a unos centenares antes de la prohibición de la venta de marfil de 1990; desde entonces, la población ha ascendido a más de 2.000 individuos.
RESERVA NACIONAL MASAI MARA
Kitunguruma AREA PROPUESTA DE GESTION DE VIDA SALVAJE DE IKOMA
RESERVA DE CAZA DEL GRUMETI Gr
ume
ti
RESERVA DE CAZA IKORONGO Iharara
Sasakwa Lodge
K TA ENYA NZ AN IA
Robanda
Ikoma Bush Camp
PARQUE NACIONAL DEL SERENGETI
RESERVA DE CAZA MASWA
n u r a L l a
Migraci´on de los ˜n´ues
d e l
ganta G ar lduvai O d el
(Apareamiento) 0 km
Río Olndogom
Montes del Cr´ater
Endulen
Cr´ater del Ngorongoro
Lago Magadi
40
FUENTE: SOCIEDAD ZOOLÓGICA DE FRANKFURT; GRUMETI RESERVES NGM MAPS
Lago Embakaai
AREA DE CONSERVACION DEL NGORONGORO
Diciembre-abril Mayo-junio
AREA DE CAZA CONTROLADA LOLIONDO
S e r e n g e t i
Julio-noviembre (Cría)
GRAN RIFT VALLEY
Lago Victoria
Lago Eyasi
EL SERENGETI Formada por movimientos tectónicos y por la actividad volcánica, la región Serengeti-Mara alberga una asombrosa colección de parques y reservas de vida salvaje. Sus poblaciones de depredadores se alimentan de ñúes, cuyo número estimado asciende a 1,2 millones de individuos. Estos miembros de la FR ICA A familia de los antílopes dan vida a las AREA llanuras africanas, renoAMPLIADA vando los pastos con su apacentamiento a gran escala y sus deyecciones. También los humanos han contribuido a escribir la larga historia de la región: ancestros homininos en la garganta del Olduvai; tribus de cazadores que vagaban antiguamente por el Serengeti y nómadas masai que todavía acompañan a sus rebaños hasta el Área de Conservación del Ngorongoro, un territorio donde la fauna, los turistas y los indígenas conviven en una supesta armonía… aunque rara vez lo consiguen.
agua para privilegiados
Los empleados limpian una piscina del Sasakwa Lodge, un hotel que atrae a turistas ricos hasta las reservas de Grumeti Reserves, contiguas al Parque Nacional del Serengeti. Con las onerosas tarifas de la caza deportiva y los safaris, Grumeti financia las patrullas contra la caza furtiva y el desarrollo de la comunidad. Elogiado por los ecologistas, su programa es criticado por algunos. «Se creen que pueden comprarlo todo», dice un líder local.
contentos de trabajar El 36 % de los tanzanos vive por debajo del umbral de la pobreza, y algunos aldeanos desesperados complementan sus ingresos con la caza furtiva o con empleos temporales en la industria turística. En el Sasakwa Lodge, donde se alquilan habitaciones por 1.500 dólares la noche, los trabajadores plantan hierba y limpian las instalaciones (arriba y abajo).
58 nat ional ge o g raphic • fe brero 2006
«Queremos atraer hasta aquí a los multimillonarios y vaciarles la cartera todo lo que podamos. Cuanto más dinero les saquemos, mayor será la reinversión en la comunidad.» — RIAN LABUSCHAGNE
«El propio Serengeti goza de buena salud –declaró Christiane Schelten, directora de programas de la Sociedad Zoológica de Frankfurt, que asesora al gobierno tanzano en materia de conservación–. Está intacto, y parece que prospera.» Sería fantástico terminar el reportaje con esta nota de optimismo, pero la narración se ensombrece cuando uno sale de los parques para explorar el gran ecosistema Serengeti-Mara, donde se está escribiendo el futuro de la fauna y de las personas que habitan la región. Esta zona más amplia, definida por los desplazamientos anuales de la manada de ñúes, se despliega alrededor del Serengeti, abarcando unos 27.000 kilómetros cuadrados de Tanzania y del sudoeste de Kenya: desde los montes del Cráter y el Gran Rift Valley, en el este, a través de las llanuras herbáceas y los bosques del interior del Serengeti y, más al oeste, por un estrecho pasillo de montañas y bosques dispersos que desemboca en el lago Victoria, para cruzar finalmente la frontera septentrional con Kenya hasta la Reserva Nacional Masai Mara, un refugio pequeño pero esencial en el que los animales migratorios encuentran abundante forraje y agua en la estación seca. Antes escasamente colonizado y hospitalario con la fauna del Serengeti, el ecosistema se ha reducido a la mitad de su antiguo tamaño, tras ser erosionado en el siglo xx por la expansión de las poblaciones humanas de Kenya y Tanzania. En Tanzania, donde el censo se ha triplicado hasta más de 36 millones de habitantes desde que el país proclamó su independencia a principios de la década de 1960, el Serengeti y el Ngorongoro se han convertido en islas de vida salvaje rodeadas de un mar de gente, una población humana en ascenso que ejerce presión sobre el mosaico de reservas de caza y áreas de conservación que a su vez sirven de zonas de amortiguación del núcleo protegido. La tierra está muy cotizada en este humilde país de campesinos, en el que se cultiva menos del 5 % del suelo, y una cuarta parte del territorio se ha reservado para
parques. Casi el 40 % del pueblo llano vive por debajo del umbral de la pobreza. Día y noche la gente penetra de forma ilegal en el Serengeti para robar madera con la que construir y disponer de leña, y para cazar cada vez más animales, tanto los que viven en estas tierras todo el año como los migratorios. La proximidad del parque aboca a los tanzanos a un constante conflicto con la naturaleza. «Cada año vemos avanzar hacia el parque más granjas, más ganado, más campos de algodón y de arroz –dijo Justin Hando, máximo responsable del Parque Nacional del Serengeti–. Las personas que vivían a 80 kilómetros del parque ahora se han instalado a una distancia de cinco o seis kilómetros, de manera que les resulta mucho más sencillo incurrir en actividades ilícitas. Los animales tratan de actuar como lo han hecho siempre, cruzando los límites en ambas direcciones. La diferencia es que ahora ese libre tránsito ya no es posible. Los animales tienen una mayor interacción con los seres humanos.» Esta interacción no siempre es alentadora. Durante las semanas que pasé explorando el Serengeti y el Ngorongoro, constaté la veracidad de muchas noticias sobre encontronazos entre hombres y bestias: un elefante que había pisoteado hasta la muerte a un lugareño armado con arco y flechas en Robanda; unos rinocerontes negros que habían echado a correr en el cráter del Ngorongoro, donde los coches de los turistas se les habían acercado más de la cuenta y a demasiada velocidad, poniendo a los pobres animales en fuga; la colocación por parte de los furtivos de cientos de lazos de alambre en el linde occidental del parque, con la esperanza de atrapar un ñu, una cebra o algún otro ungulado rico en proteínas para servirlo en sus propias mesas o para destinarlo al lucrativo tráfico de su carne. El comercio ilegal de carne de animales salvajes, una amenaza creciente en casi todas las zonas protegidas de África, alimenta cada año aproximadamente a un millón de personas sólo en el norte de Tanzania. al ar ma en e l serenget i 59
«Sé de dónde procedo –afirmó Jombi Ole Kivuyo, que recientemente trocó la lanza de guerrero por un piso y un sueldo en Arusha–. Pero ignoro adónde voy.»
Hace veinte años, cuando la presión demográfica era menor, pocos científicos del Serengeti se preocupaban excesivamente por la caza furtiva. «No sería correcto llamar tráfico de carne al hecho de matar un antílope, una cebra o un ñu para dar de comer a la familia», declaró Markus Borner, el más relevante científico de la Sociedad Zoológica de Frankfurt en la región, al ser entrevistado para un artículo de National Geographic publicado en 1986. Ahora, sin embargo, debido al florecimiento del mercado de carne de animal salvaje en África, los habitantes del cinturón del parque pueden ganar más dinero cazando en el Serengeti que con cualquier otra actividad. Es difícil obtener cifras concretas puesto que la caza es ilegal, pero se estima que las presas muertas oscilan entre un mínimo de 40.000 al año y un máximo de 200.000, ñúes en su mayoría. Este balance no se puede sostener en su cota más alta sin causar daños trascendentales al ecosistema.
«sólo un par de tuercas menos pueden
hacer que un avión caiga en picado y se estrelle», dijo como ejemplo de lo que puede suceder con los animales y el ecosistema Rian Labuschagne, director gerente de la empresa Grumeti Reserves, que ha arrendado cerca de 113.000 hectáreas de cotos de caza en el Serengeti occidental para restablecer desde fuera el asediado parque. Financiada por Paul Tudor Jones, agente estadounidense del mercado de futuros además de conservacionista visionario, Grumeti Reserves ya ha invertido en su proyecto tanzano al menos 20 millones de dólares para conservar un hábitat migratorio de vital importancia en el corredor occidental, para endurecer las medidas contra la caza ilegal y para ayudar a los deprimidos pueblos del exterior del parque construyendo escuelas, abriendo nuevos pozos, concediendo becas, creando puestos de trabajo en el sector turístico y formando a los campesinos en la apicultura y la acuicultura, todo ello con la finalidad de apartar a los ciudadanos de la caza furtiva. 60 nat ional ge o g raphic • fe brero 2006
¿Cómo se costea un plan tan ambicioso? Es fácil: se edifica uno de los lodges u hoteles para safaris más selectos del planeta sobre un risco que se asoma a las extensas llanuras de Sabora, se llenan las estancias de antigüedades victorianas y de millonarios, se cobra a estos potentados 1.500 dólares por noche y se aplican unas tarifas adicionales en concepto de caza deportiva cuando salen a abatir leones y búfalos. Una vez cubiertos los costes de mantenimiento, todos los beneficios de Grumeti Reserves van a parar a una filial conocida como Grumeti Fund (Fondo Grumeti), que empleará sus recursos en el desarrollo y la seguridad comunitarios. «Nosotros soñamos a lo grande», me dijo Labuschagne cuando nos reunimos una mañana de julio mientras los trabajadores daban los últimos retoques al Sasakwa Lodge. Acababan de llegar los primeros huéspedes, algo que mi interlocutor calificó de momento crucial para la conservación en Tanzania. «Vamos a cuidar este reducto de interés internacional y a crear algo que sea sostenible en los próximos cien años –prosiguió este sudafricano, veterano conservacionista que forjó su reputación repoblando de rinocerontes negros el cráter del Ngorongoro–. Queremos atraer hasta aquí a multimillonarios como Ted Turner y vaciarles la cartera todo lo que podamos. Cuanto más dinero les saquemos, mayor será la reinversión en la comunidad, de tal modo que los habitantes de los poblados también saquen provecho.» Aún queda por ver si el colosal gasto de Paul Tudor Jones, combinado con las ideas no menos colosales de Rian Labuschagne, darán fruto en Tanzania. Los defensores de la naturaleza son moderadamente optimistas al respecto. «Se supone que todas estas zonas de transición adyacentes al parque tienen que albergar tanto a personas como a animales –dijo Christiane Schelten–. Hasta ahora, las zonas de amortiguación han dado mejor resultado sobre el papel que en la realidad.» Al menos, algunos conservacionistas consideran el plan Grumeti una
ansias de aprender
Los estudiantes compiten para llamar la atención del profesor en la nueva escuela pública de Iharara, en el noroeste del país. Estas aulas se construyen con los impuestos recaudados por el Estado sobre las actividades turísticas. Los adultos alfabetizados suman un 78 % en toda Tanzania, donde la educación termina, por lo general, después de la enseñanza primaria. alternativa halagüeña a las propuestas fallidas del pasado. «Mucha gente opina que la caza de trofeos es algo espantoso –añadió Schelten–. Pero si es sostenible y se fijan las cuotas oportunas, puede ser una fuente de ingresos para la economía local, sin perjuicio del entorno.»
pero la grandiosa visión de Labuschagne
y compañía no entusiasma a todo el mundo. En Robanda, un pueblo de 2.763 habitantes situado frente a la puerta occidental del Parque Nacional del Serengeti, la simple mención del proyecto Grumeti provoca una respuesta tajante. «Somos sus enemigos, y ellos, los nuestros», afirmó Kenyatta Richard Mosaka, vicepresidente de la junta municipal. Al igual que otros lugareños, ve a los empleados de Grumeti como unos extranjeros entrometidos que quieren desplazarlos lejos, a un lugar donde el pueblo ikoma, profundamente independiente, no entorpezca los safaris de lujo del complejo hotelero.
Y eso es exactamente lo que le gustaría hacer a Labuschagne. El directivo respalda el plan del gobierno tanzano para el Área de Gestión de Vida Salvaje de Ikoma, que limitaría la caza, la agricultura y otras actividades humanas en una cuña de 39.000 hectáreas alrededor del pueblo. «Robanda es el gran problema –sentenció–. Allí las actividades humanas rompen la integridad del ecosistema.» Él cree que el pueblo se ha convertido en un semillero de traficantes de carne de animales salvajes, y hay una investigación independiente para ratificar tal sospecha. También asegura que Robanda obstaculiza el éxodo de los ñúes por el corredor migratorio del oeste. Para eliminar esa barrera, Grumeti se ha ofrecido a arrendar los terrenos municipales y reubicar a los ciudadanos de Robanda. Conservarían la propiedad de sus tierras y podrían participar en la administración de la nueva reserva de fauna, aunque no vivir en ella. «Con el tiempo su tierra se revalorizaría», concluyó Labuschagne. al ar ma en e l serenget i 61
Mosaka se indigna al oír este comentario. «Quieren impedirnos cazar –denunció–. Dicen que nuestro pueblo interrumpe la migración de los ñúes. Entonces, ¿por qué hay más ejemplares ahora que en el pasado? Nos ofrecieron dinero si nos trasladábamos. Nuestro municipio rechazó la oferta. Ahora los nativos ven a un hombre blanco y montan en cólera.» El malestar en Robanda tiene raíces profundas, que datan de la creación del Parque Nacional del Serengeti en 1951, cuando Tanganyika, como entonces se llamaba Tanzania, todavía era una colonia británica. El pueblo ikoma, una tribu cazadora de lengua bantú, fue desterrado del 62 nat ional ge o g raphic • fe brero 2006
nuevo parque para que no interfiriera en la vida de los animales. Los desplazados tuvieron que asentarse en Robanda, a escasos kilómetros de distancia, donde iniciaron la transición de la caza a la agricultura, echaron raíces y vieron como su población prosperaba. «Ya nos cambiaron de sitio una vez –recordó Mosaka–. A nadie le apetece volver a mudarse.» Es fácil entender el motivo. Pese a ser pobre, Robanda vibra de energía y orgullo, con los niños correteando descalzos por las calles polvorientas y las mujeres acuclilladas junto a los braseros, haciendo té y pan maandazi frito los domingos por la mañana. En puestos al aire libre,
iniciativa comunitaria
Al lado del Parque Nacional del Serengeti, las autoridades del pueblo de Robanda inspeccionan el Ikoma Bush Camp (izquierda y abajo), incrédulas ante las comodidades que ofrece. Los propietarios del campamento han pedido permiso a los ancianos de Robanda para ampliar las instalaciones. A diferencia de la mayoría de los campamentos turísticos, éste contrata exclusivamente a los habitantes del lugar y revierte una parte de lo recaudado en beneficio de la comunidad.
los vendedores ambulantes ofrecen plátanos y tomates, mientras un contingente de hombres manchados de grasa se reúne bajo un ficus para trabajar en el tractor del pueblo, todo ello al son sordo y constante que marcan las mujeres al machacar el mijo en un enorme mortero. «Éste es un buen sitio donde vivir», me dijo Mosaka mientras se empapaba del plácido espectáculo de la vida cotidiana. No obstante, bajo la superficie de Robanda bullen las tensiones. Decidida a erradicar los hábitos de sus habitantes, Grumeti Reserves ha incrementado las patrullas de vigilancia en la región. En el pueblo nadie está dispuesto a admitir el comercio ilegítimo
de carne o de leña. Al preguntarle sobre estas prácticas, Mosaka negó tener conocimiento de ellas. Luego esbozó una sonrisa y dijo: «Naturalmente, si me extrajera una muestra de sangre, podría encontrar en mi organismo algún vestigio de carne de animal salvaje». En varias ocasiones las patrullas «antifurtivos» de Grumeti han tenido enfrentamientos con los lugareños, que alegan haber sufrido palizas e incluso una violación, denuncias que han sido desmentidas por los representantes de Grumeti Reserves. «Son acusaciones infundadas y totalmente falsas», adujo Brian Harris, supervisor de la brigada contra la caza furtiva. «Mire –dijo Labuschagne–, en lugares como éste tienes que mantener las fronteras bien delimitadas. Tienes que imponer reglas estrictas.» Si eso no funciona, añadió, quizá sea necesario levantar vallas en el límite occidental del parque para separar a los elefantes y otros animales de unos asentamientos humanos que cada día son más grandes. al ar ma en e l serenget i 63
barrera climática
Flotando entre los mares de los montes del Cráter, el lago tanzano de Embakaai refleja las nubes procedentes del océano Índico. Al retener la humedad, estas montañas sumen al Serengeti y las llanuras anejas en una sed perpetua. Pero las arboladas montañas almacenan valiosas reservas de agua para las épocas de sequía en el Área de Conservación del Ngorongoro, una de las razones por las que los masai consideran sagradas las tierras altas.
la danza de la amistad
Cerca de la garganta del Olduvai, jóvenes masai celebran el final del orpul (derecha), un aislamiento ritual de varias semanas en el que aprenden las usanzas tradicionales, como el modo de tratar a los animales y el uso de las hierbas medicinales. El orpul forma parte del tránsito de la condición de guerrero a la de jefe o «anciano». Uno de ellos recoge las lanzas para evitar accidentes durante la enérgica danza. Cinco mujeres masai recorren las llanuras para asistir a las festividades (abajo).
las vallas eran desconocidas para esas
figuras pastoriles que aparecieron por primera vez en la literatura grecorromana hacia el año 200 a.C. Aquellos pueblos nómadas subsaharianos viajaban a su albedrío, veneraban a sus rebaños, subsistían a base de leche y sangre de vaca y enterraban a sus muertos «con acompañamiento de risas», según las crónicas antiguas. En el siglo xviii los masai habían adquirido una sólida presencia en el Gran Rift Valley, donde controlaban buena parte del interior y marcaron el territorio con sus propios nombres descriptivos. Quizás el topónimo más famoso de todos fue el que eligieron para referirse al corazón de su patria, siringet, «el paraje donde la tierra se prolonga eternamente»: el Serengeti. A los masai que vivían en aquellos confines, las posibilidades debieron de parecerles tan infinitas como los horizontes. No tenían rivales, seguían el curso de las estaciones, disfrutaban combatiendo y no se sometían a ningún hombre. Convencidos de ser la tribu elegida de Dios, 66 nat ional ge o g raphic • fe brero 2006
con derecho a poseer todas las reses del planeta, asaltaban a otras tribus para agrandar sus rebaños, y su reputación de fiereza indujo a sus vecinos a rehuirlos a cualquier precio. Los traficantes de esclavos árabes evitaban transitar por sus tierras, como los primeros exploradores europeos. Los masai continuaron siendo gente distante y autosuficiente hasta la época victoriana, cuando la sequía, las enfermedades y los conflictos minaron su poderío. Miles de ellos murieron durante una epidemia de cólera en la década de 1880, que fue sucedida por un brote de viruela en 1892. Más tarde una plaga de peste bovina borró de la noche a la mañana la riqueza y el
sustento de los masai, y las guerras civiles fueron diluyendo su supremacía en la región. Poco espíritu de lucha le quedaba a este pueblo después de la primera guerra mundial, cuando Gran Bretaña consolidó su hegemonía sobre Kenya y asumió el mando de Tanganyika. En el Serengeti, los británicos se llevaron los primeros pellizcos de los feudos masai en 1929, estableciendo una reserva de caza de 320 hectáreas que sería la base del Parque Nacional del Serengeti. Los masai siguieron viviendo allí hasta 1959, año en el que las reiteradas disputas con las autoridades del parque por el uso de la tierra llevaron a los británicos a desalojarlos.
«no nos pagaron ni un céntimo –recalcó
Ole Serupe, el único anciano masai que sigue vivo de todos los que asistieron a las negociaciones con los ingleses–. Nos dijeron que nos fuésemos porque querían acotar un espacio para los animales salvajes.» Este anciano endeble, cuyo atuendo consiste en tres mantas y zapatillas de tenis de color naranja, ahora vive con su extensa familia y una legión de cabras en las afueras de Endulen, un poblado masai en las inmediaciones de los montes del Cráter del Ngorongoro. «Nos negamos a movernos, pero nos obligaron –dijo–. Como patriarca del consejo de ancianos, me arrebataron el Serengeti de las manos.» al ar ma en e l serenget i 67
«Llevamos 50 años esperando el suministro de agua corriente. Desde el mismo día en el que los masai fueron forzados a irse del parque, el gobierno ha hecho toda clase de promesas.» — RAPHAEL OLOGOLIE
Sentado en una banqueta junto a su choza, Ole Serupe recordó que los británicos les habían prometido nuevas tierras a cambio del traslado. «Dijeron que nos proporcionarían un sitio mejor donde instalarnos, con buena hierba y agua.» Los masai no recibieron nada parecido. Las autoridades británicas demarcaron una parcela de 8.000 kilómetros cuadrados al este del Parque Nacional del Serengeti y en ella crearon la nueva patria de los pastores en 1959. Designada como Área de Conservación del Ngorongoro, la reserva englobaba las desoladas tierras que circundan la garganta del Olduvai, las áridas llanuras contiguas al Serengeti y una porción de los montes del Cráter, incluido el cráter del Ngorongoro. Este nuevo territorio, un experimento en el uso múltiple del suelo, debía ser un refugio para los masai y sus rebaños, para la excepcional fauna salvaje y para el desarrollo del turismo. Casi 50 años después de iniciarse ese experimento, resulta evidente que en el Área de Conservación del Ngorongoro han proliferado los animales y los turistas, pero que los masai están en apuros. El suyo es el viejo problema del exceso de habitantes y la escasez de recursos. Las cifras son reveladoras: la población masai se ha quintuplicado en el área de conservación, de unos 10.000 en 1954 a más de 50.000 en la actualidad. Al mismo tiempo tienen menos territorio, ya que perdieron la parte más fructífera de su nueva propiedad en 1974, cuando fueron expulsados del suelo del cráter. Víctimas de esta y otras restricciones, los masai se enfrentan a un futuro incierto, cercados por el Parque Nacional del Serengeti al oeste, por el cráter del Ngorongoro al este, y por unas comunidades que no cesan de aumentar alrededor de todo su territorio. Dado que su radio de pastoreo es limitado, ni siquiera han podido ampliar sus rebaños de acuerdo con el crecimiento poblacional. La consecuencia es que su patrimonio –todavía medido en cabezas de ganado– se ha evaporado en el transcurso de los años: ha disminuido de un promedio de más de 26 reses, cabras y ovejas por 68 nat ional ge o g raphic • fe brero 2006
persona en 1960, a las cinco que posee hoy cada masai. Además, tienen prohibido complementar el pastoreo con la agricultura a una escala mayor que la de la pura subsistencia, por miedo a que una explotación más intensiva de la tierra degrade el hábitat natural de la zona. A Bruno O. P. Kawasange, jefe de recursos naturales de la entidad que gestiona el Área de Conservación del Ngorongoro, le preocupa que el incremento de la población masai obstruya los corredores migratorios que enlazan el cráter del Ngorongro con el Serengeti, una importante vía para leones, ñúes, cebras y otros animales acostumbrados a viajar entre las dos reservas. «Queremos asegurarnos de que estos corredores permanecen abiertos, especialmente para los leones», puntualizó. Con el fin de franquear el paso a los grandes felinos y otros animales, unas 250 viviendas masai serán desplazadas. «No podemos apoyar la agricultura a gran escala en la zona de conservación –explicó B. M. Murunya, director de turismo de la entidad gestora–. La conservación es incompatible con la agricultura.» En vista de cómo los campos de cultivo y el desarrollo han invadido los parques y las reservas del norte de Tanzania, ésta es sin duda una conclusión lógica, pero que no ayuda a reconfortar a los oprimidos masai.
«los animales reciben mejor trato que
las personas», se quejó Francis Ole Syapa, un masai que vive en las ventosas estribaciones de los montes del Cráter, donde nos acomodamos en una cabaña y contemplamos las humeantes nubes emitidas por los volcanes medio derrumbados. Syapa expresaba un sentimiento que ya había oído de muchos masai: «Se supone que la zona no está destinada exclusivamente a la fauna. Por ese motivo se estableció como territorio de múltiples usos. ¿Me comprende? Los masai deberíamos poder desarrollar nuestro propio plan para proteger a la fauna, desarrollar el turismo y mejorar la vida de la gente. En las actuales circunstancias no tenemos ni voz ni voto».
vidas difíciles Unos pastores levantan vallas con ramas de acacia en el Área de Conservación del Ngorongoro para disuadir a los depredadores de atacar al ganado. El gobierno presta pocos servicios –como escuelas, atención médica y agua dulce– que estimulen los asentamientos en la zona. Cerca del poblado de Oloirobi, los masai extraen agua de la charca en la que abrevan a sus reses.
al ar ma en e l serenget i 69
tendedero de acacias
Estén sanas o enfermas, las mujeres casadas, con las cabezas rapadas y adornadas con vistosos collares, realizan casi todas las tareas en esta sociedad fuertemente patriarcal. Recogen leña, montan los campamentos, ordeñan las vacas y cuidan a los niños pequeños, mientras los hombres guían el ganado en una búsqueda interminable de hierba y agua. En su día auténticos nómadas, muchos masai de Tanzania han iniciado ya la transición a una vida más sedentaria.
«¿Qué harías si un león atacase a tus vacas?», preguntó alguien. «¡Le ensartaría esta lanza en las entrañas!», declaró Moma, golpeando el suelo con el arma para enfatizar su respuesta.
Syapa subrayó que los masai no ostentan cargos relevantes en la entidad gestora, y que sólo uno colabora con la junta consultiva del grupo, todo ello a pesar de la superioridad numérica de su pueblo en la demarcación. «Vivimos en estas tierras, pero no nos dejan planificar qué utilidad vamos a darles. No gozamos de los mismos derechos que otros tanzanos», sentenció. Insinué que, posiblemente, la comunidad se beneficia de los millones de dólares que afluyen a la región, la mayor atracción turística del país. Syapa me lanzó una larga mirada inquisitiva, seguida de un silencio más largo aún. Bebió un trago de cerveza Kilimanjaro y habló con gran deliberación: «Lo cierto es que no tengo la información –admitió–, pero puedo asegurarle que por aquí apenas vemos ese dinero». Esta realidad se hacía dolorosamente obvia en el camino de tierra roja de Endulen, un poblado masai de casuchas hechas con tablones que, por su aspecto, podrían salir volando con la primera ventolera. El mismo efecto causaban algunos de los 8.000 habitantes de aquella localidad aquejada de tuberculosis, malnutrición y malaria, según los médicos del único hospital de la región. «También tenemos brucelosis, por beber leche sin hervir, fracturas de huesos causadas por las peleas y frecuentes heridas por ataques de búfalos», enumeró Jeanine Heeren, una doctora del hospital misionero de Endulen, que dispone de 80 camas. También me dijo que ya hay casos de VIH, un síntoma de que los miembros de esta comunidad han empezado a correr mundo y a traer nuevos problemas a su pueblo. De todos modos, Endulen estaba animado. Mujeres con las cabezas rasuradas y collares de plata escogían naranjas y cebollas en el mercado, donde un carnicero enfundado en su manta granate y tocado con una gorra de béisbol colgaba en su tenderete unos trozos de carne de cabra, bajo la atenta mirada de un par de perros expectantes. Los guerreros, con sus inseparables lanzas, conducían el ganado por la vereda del río Olndogom, que fluía a través de la villa. 72 nat ional ge o g raphic • fe brero 2006
Medio pueblo parecía haberse dado cita en el arroyo: mujeres que lavaban la ropa y la ponían a secar sobre espinos, niños que bajaban de la escuela en busca de agua y pastores con mulas y ganado que aguardaban su turno en fila para beber en el cauce. Algunos de ellos habían caminado tres o cuatro horas para llegar a aquella fuente de agua dulce, una auténtica rareza. «Nadie podría sobrevivir sin ella», comentó un masai que siempre ha vivido en Endulen. El pueblo extrae el agua del río porque el gobierno no ha construido infraestructuras en esta región. «Llevamos 50 años esperando el suministro de agua corriente», me dijo Raphael Ologolie, un anciano al que conocí en las afueras de Endulen. Estábamos delante de su recinto pulcramente vallado. Ologolie, sentado en el suelo con las rodillas dobladas a la altura de la barbilla y envuelto en una manta roja que sólo dejaba visible su cabeza, me contó: «Desde el mismo día en el que los masai fueron forzados a irse del parque, el gobierno ha hecho toda clase de promesas: traernos agua, escuelas y asistencia sanitaria. Nuestra gente empieza a tener hambre. Cada día acude alguien a mi casa pidiendo un poco de harina de maíz, una pizca de sal, un puñado de azúcar, pero nunca es suficiente. No se ha cumplido una sola de las promesas hechas a los masai». Por su parte, el gobierno asegura que no hará nada para alentar los asentamientos permanentes en el Área de Conservación del Ngorongoro, que se supone debe estar ocupada por nómadas masai capaces de vivir de la tierra pero sin causar ningún impacto sobre ella. «Que los pueblos de pastores, pueblos trashumantes que se desplazan de un lado a otro, tengan una fuente fija de agua y otros servicios que poseen las comunidades sedentarias… son cosas que nosotros no podemos procurarles –declaró Samson S. Mkumbo, director de desarrollo comunitario de la entidad gestora–. A los masai que desean hacer el cambio de la vida nómada a la campesina les estamos buscando un terreno fuera del Área de Conservación del Ngorongoro.»
encuentro entre dos mundos En el cráter del Ngorongoro, los masai proporcionan a sus rebaños sal y agua; los turistas, por su parte, pagan por retratarlos. Los guerreros masai solían inspirar una mezcla de miedo y admiración a los antiguos exploradores. Aunque hoy han tenido que restringir sus movimientos, los masai conservan las tradiciones a la vez que se adaptan al mundo actual. vaya, suenan las melodías de los móviles desde los pliegues más profundos de las mantas masai. Una nueva generación está abandonando los pueblos para abrirse camino en el mundo. «Sé de dónde procedo –afirmó Jombi Ole Kivuyo, que recientemente trocó la lanza de guerrero por un piso y un sueldo en Arusha–. Pero ignoro adónde voy. Soy como un ciego que anda a tientas.» Tal vez este joven masai encuentre obstáculos en su camino, pero lo más probable es que logre salvarlos, como sus ancestros sobrevivieron al azote de epidemias, guerras, desahucios y hambrunas, porque eran, como dicen los masai, «duros como un tendón de hiena». Así pervivirán, caminando airosos bajo el inmenso cielo africano en busca de la siguiente montaña. j
▲
Desarraigados ya en dos ocasiones, los masai no quieren volver a mudarse. Y lo reconozca o no el Gobierno, se han afincado en la región del Ngorongoro, iniciando así la lenta transición que les hará dejar atrás el mundo del nomadismo. Aún crían ganado –como debe hacer cualquier masai digno de su nombre–, pero en los últimos tiempos tienen más cabras y ovejas que reses vacunas, y pasan fuera un par de días en vez de semanas o meses. Al regresar se alojan en moradas estables, se preocupan por dar una educación a sus hijos, se interesan por la política y cultivan huertos de verduras ilegalizados por la entidad gestora. Las viejas costumbres caen en desuso: los masai se casan con miembros de las tribus vecinas, cada vez son menos las niñas circuncidadas, y no hay muchos jóvenes que se estiren y decoren como antaño los lóbulos de las orejas. Las botas de montaña, las zapatillas deportivas y las camisetas empiezan a sustituir las ropas y sandalias tradicionales. Y, dondequiera que uno
TENSIONES CRECIENTES ¿Puede coexistir en la región del Serengeti la población local, los conservacionistas y un turismo cada vez más numeroso? Participe en nuestro foro, y visite una galería exclusiva on-line, en ngm.com/0602.
al ar ma en e l serenget i 73
LA POLÍTICA CONSUME UN PARQUE El pasado mes de septiembre, el presidente de Kenya devolvió a los masai locales el Parque Nacional de Amboseli, provocando un tremendo alboroto. Esta acción ilegal, cuestionada en los tribunales, suscitó la siguiente pregunta: ¿quién debe ser el propietario de los parques keniatas?
elefantes contra personas Regados por ríos subterráneos procedentes del monte Kilimanjaro, los humedales y las praderas de Amboseli ofrecen refugio durante la temporada seca a 1.400 elefantes que atraen hasta Kenya a turistas del mundo entero. Las sabanas que rodean Amboseli son también un campo de batalla, donde la variada fauna entra en conflicto con un número cada vez mayor de masai y sus rebaños.
74 nat ional ge o g raphic • fe brero 2006
joseph sankale y david sitonik, dos masai
de Investigación de los Elefantes de Amboseli, que se criaron en las polvorientas llanuras que un programa privado–. Esto nos ayudará.» rodean el Parque Nacional de Amboseli, conoSitonik, graduado en gestión de la vida salcen el precio de preservar la fauna. Saben hasta vaje que también colabora en el proyecto, teme qué punto los animales que atraen a los turistas que el consejo regional no administre correctaa esos paisajes pueden irrumpir violentamente mente el ecosistema, que disminuya el número en las vidas humanas. Han visto niños corneados de animales y que los turistas dejen de acudir. por un búfalo camino de la escuela, vacas aplas- «Si hoy te dicen que el Hilton de Nairobi es tuyo, tadas por elefantes y despedazadas por leones, sentirás un lógico entusiasmo; calcularás las y maizales y huertos de judías pisoteados o devo- ganancias del hotel y pensarás que ahora ese dirados por manadas de cebras, elands y gacelas. nero te pertenece. Pero luego debes dirigir el hoSon conscientes de la dificultad de apacentar tel en cuestión.» Aunque una gran cantidad de y abrevar al ganado durante la estación seca, con turistas continuara visitando Amboseli, Sitonik las restricciones de acceso a los manantiales y se pregunta qué porción de las sumas recaudapantanos que el gobierno de Kenya requisó en das por el consejo llegaría realmente a los masai 1974, cuando creó este parque de 392 kilómetros que residen en las inmediaciones del parque. cuadrados. Y ambos coinciden en que el ServiTras conocer la decisión de Kibaki, los consecio de Vida Salvaje de Kenya ha dado a los masai jos de otras regiones empezaron a demandar que que viven cerca de Amboseli unas sumas dema- el Gobierno les entregase los parques naturales. siado escasas: menos del 2 % de los 3,4 millones Moses Okello, un científico que estudia las intede dólares anuales procedentes del turismo. racciones del hombre y la fauna en Amboseli, Pero difieren en lo que respecta a la decisión ilegal tomada el pasado Lago FRICA A septiembre por el presidente Mwai KENYA Victoria RESERVA AREA Kibaki de bajar de categoría AmboNairobi AMPLIADA NACIONAL MASAI MARA seli, pasando de parque a reserva, y devolvérselo a los masai. Sankale, al PARQUE P Q igual que la mayoría de los masai, lo NACIONAL I N DEE P.N. DEL P.N. DEL AMBOSELI M O LI veía como un don llovido del cielo. SERENGETI TSAVO ESTE A Sitonik le preocupaba que incluK KILIMANJARO M P.N. DEL N.P. P P.N. DEL KILIMANJARO so así su pueblo saliera perdiendo. TSAVO OESTE Las consecuencias de la acción Kilimanjaro 5.895 m de Kibaki son una incógnita, pero 0 km 100 la iniciativa del presidente atestigua TANZANIA ZAN el poder político y la profunda insatisfacción de los masai y de otros pueblos que viven junto a las zonas protegidas. opina que, en lugar de eso, el Gobierno debería Kibaki puso Amboseli en manos del consejo encontrar fórmulas –como un reparto más equiregional de Olkejuado, que representa a los masai tativo de las rentas– para que la población autócen el sur de Kenya, en un gesto juzgado como un tona se beneficie de los parques. «Lo cierto es intento de comprar votos masai de cara a una que Amboseli ha supuesto una pérdida neta para nueva constitución. Sankale apoya el descenso los masai», declara. —Karen E. Lange de categoría porque no veía otra manera de que los masai recibieran una participación justa. ÚLTIMOS DATOS DEL PARQUE Conozca la situación «Desde 1974 no nos hemos beneficiado nada del actual de Amboseli, consulte enlaces en Learn More y lea parque –dijo Sankale, investigador del Proyecto artículos sobre África en nuestro archivo abierto de ngm.com/0602. NGM MAPS
▲
l a p olít ica consume un parque 75
Cortejo en un local de tango en Argentina: primero la conversación, después el contacto, y por último moverse en perfecta armonía. PABLO CORRAL VEGA
76 nat ional ge o g raphic • fe brero 2006
Los científicos están descubriendo que el cóctel de sustancias químicas cerebrales que encienden la pasión es completamente distinto del que favorece las relaciones duraderas. ¿Qué es, entonces, eso que llaman
amor?
mi
por Lauren Slater
fotografías de Jodi Cobb
marido y yo nos casamos a las ocho de la mañana. Era invierno, helaba, los árboles estaban cubiertos de escarcha y unos pocos
cuervos hacían equilibrios sobre los cables de teléfono. Teníamos treinta y pocos años y nos considerábamos modernos y escépticos, el tipo de gente que ironiza sobre la institución del matrimonio aunque la busque. Durante el brunch que ofrecimos a los invitados, pusimos un buzón de sugerencias y pedimos que nos dieran consejos para evitar el divorcio; nos parecía una idea divertida, pero casi todas las sugerencias fueron tonterías. Cuando los invitados se fueron, la casa se quedó en silencio. Había flores por todas partes: rosas rojas y helechos. «¿Qué podemos hacer que sea realmente romántico?», pregunté a mi marido. Benjamin sugirió que tomásemos un baño. Yo no quería bañarme. Un almuerzo de salmón y vino blanco. Yo estaba harta de salmón. La boda había terminado, el silencio parecía sofocante y yo sentía la familiar decepción que se experimenta cuando un acontecimiento largamente anhelado llega y se va. ¿Qué podemos hacer que sea realmente romántico? Estábamos casados. Hip, hip, hurra. Decidí dar un paseo. Me fui al centro, pegué la nariz contra el escaparate de una panadería y observé a un hombre con las manos enharinadas, aplastando y estirando la masa hasta darle forma de estrellas. Entré a curiosear en una tienda de antigüedades. Al final, llegué al salón de tatuajes. No soy el tipo de persona que se hace tatuajes, pero por alguna razón, aquel frío y silencioso domingo decidí entrar. «¿La atienden?», me dijo una mujer. «¿Hay algún tatuaje que no sea permanente?», pregunté. «Los de henna», me respondió. Me explicó que duraban seis semanas, que se usaban en la India para las bodas y que eran sobrios, hermosos y de color marrón. Me mostró fotografías de mujeres indias con joyas en la nariz y los brazos cubiertos de sinuosos trazos de henna. Aquellos tatuajes hablaban de la intrincada red tendida entre dos personas, de los lazos que las unen y de la dificultad para encontrar los puntos donde las cosas empiezan y terminan. Como acababa de casarme y estaba siendo víctima de la desazón posmatrimonial, y anhelaba algo realmente romántico que me impulsara a través de la noche, decidí hacerme uno. 78 nat ional ge o g raphic • fe brero 2006
«¿Dónde?», me preguntó ella. «Aquí», contesté, señalándome con las manos el pecho y el vientre. Ella arqueó las cejas y dijo: «Muy bien». Soy muy pudorosa, pero me quité la blusa y me tumbé en la camilla, mientras la oía mezclar polvos y pigmentos en la trastienda. Cuando volvió, llevaba un pequeño pote negro en cuyo interior había una pasta roja y espesa, ligeramente brillante. Me adornó. Me dio enredaderas y flores. Convirtió mi cuerpo en soporte de toda una serie de nuevos jardines en crecimiento, y después, alrededor de mis caderas, pintó los delicados eslabones de un cinturón de castidad. Al cabo de una hora, seca ya la pintura, volví a vestirme y me fui a casa en busca de mi flamante marido. Sabía que ése iba a ser mi regalo para él, el tipo de regalo que sólo se ofrece una vez en la vida. Dejé que me desvistiera. «¡Oh!», exclamó él, alejándose para mirarme. Me sonrojé, y empezamos.
a
hora ya no estamos empezando, mi marido y yo. No me sorprende. Incluso entonces, cuando llevaba la ornamentación del deseo, sabía que los sinuosos trazos se borrarían y los pigmentos se harían cada vez más tenues hasta desaparecer. Eso no me preocupaba el día de mi boda.
Ahora sí. Ocho años después, pálida como una funda de almohada, estoy aquí, con todo el equipaje y los kilos de más que trae el tiempo. Y las preguntas se han vuelto más insistentes. ¿Disminuye necesariamente la pasión con el paso de los años? ¿Hasta qué punto podemos confiar en el amor romántico para elegir a nuestra pareja? ¿Puede ser bueno un matrimonio en el que el amor erótico ha sido sustituido por la amistad, o incluso por una sociedad financiera entre dos personas, unidas por sus cuentas bancarias? No me malinterpreten. Aún amo a mi marido. Lo deseo más que a ningún otro hombre. Pero es difícil mantener el romanticismo en la rutina en que se ha convertido nuestra vida. Los lazos que nos unen se han ido deshilachando a causa de la hipoteca y los niños, esos diablillos que se las arreglan para fortalecer el vínculo, debilitando al mismo tiempo las fibras que lo componen. Benjamin y yo ya no tenemos tiempo para salmón y vino blanco, y en nuestra casa, los baños siempre incluyen el patito de goma. Puede que suene triste, pero no lo es. Mi matrimonio es como un jersey cómodo. Incluso las discusiones tienen algo de afelpado, una cualidad tan familiar que sólo puede encontrarse en el hogar. Y aun así… En el mundo occidental llevamos siglos produciendo poemas, novelas y dramas sobre los ciclos del amor, sus transformaciones a lo largo del tiempo y la forma en que la pasión nos agarra por el lánguido cuello para luego abandonarnos, superada la locura. Hemos confiado en la literatura para explicar las complejidades del amor, en leyendas de dioses celosos y flechas. Pero puede que esas historias estén cambiando ahora que la ciencia toma la palabra para explicar lo que siempre hemos considerado propio de los mitos y la magia. Hoy, nuevas investigaciones vislumbran dónde reside el amor en el cerebro y los detalles de sus componentes químicos. La antropóloga Helen Fischer es lo más parecido a una catedrática del deseo. Es profesora de la Universidad Rutgers y vive en Nueva York, en un apartamento lleno de libros cerca de Central Park, cuyos árboles rebosan de verdor y por cuyos senderos pasean parejas cogidas de la mano. Ella ha dedicado gran parte de su carrera al estudio de las vías bioquímicas del amor en todas sus
manifestaciones: deseo sexual, enamoramiento y cariño, así como sus idas y venidas. Describe con seductora franqueza los altibajos del amor, del mismo modo que otros hablarían de los valores bursátiles. «La mujer utiliza inconscientemente el orgasmo para saber si un hombre le conviene. Si es impaciente y brusco y ella no alcanza el orgasmo, puede intuir que tal vez no será un buen marido ni un buen padre. Algunos científicos creen que el orgasmo podría haber evolucionado para ayudar a la mujer a distinguir al compañero adecuado del que no lo es.» Una de las principales actividades de la antropóloga en los últimos diez años ha sido observar el amor, literalmente, mediante un aparato de resonancia magnética. Ella y sus colegas Arthur Aron y Lucy Brown trabajaron con voluntarios que habían estado «locamente enamorados» durante un promedio de siete meses. Una vez dentro del aparato, les mostraban dos fotografías, una neutra y otra de la persona amada. Cuando los voluntarios veían a la persona amada, las partes de su cerebro relacionadas con la gratificación y el placer –el área tegmental ventral y el núcleo caudado– se encendían. Pero lo que más entusiasmó a Fischer no fue tanto hallar la localización del amor, como rastrear sus vías químicas específicas. El amor enciende el núcleo caudado porque es la sede de una densa red de receptores del neurotransmisor llamado dopamina, que en opinión de Fischer es uno de los ingredientes de nuestro filtro de amor endógeno. En las proporciones adecuadas, la dopamina induce energía, entusiasmo, concentración y motivación para obtener recompensas. Por eso, cuando nos enamoramos, podemos pasar una noche en vela, ver amanecer o bajar esquiando por una pendiente que normalmente nos parecería demasiado abrupta. El amor nos hace intrépidos, brillantes y dispuestos a correr auténticos riesgos, que a veces superamos y a veces no. Yo me enamoré por primera vez a los 12 años, de un profesor, el señor McArthur. Usaba sandalias y llevaba barba. Nunca había tenido a un hombre de profesor, y eso me parecía terriblemente exótico. El señor McArthur hacía cosas que ningún otro profesor se habría atrevido a hacer. Nos explicaba las leyes físicas de los pedos y nos enseñó a hacer estallar un huevo. l a química de l amor 79
80 nat ional ge o g raphic • fe brero 2006
atracción
Las flechas de Cupido no sólo van dirigidas al corazón durante unas vacaciones estudiantiles en Cancún, México, donde las nuevas amistades se entregan a un tipo de amor definido por la atracción física. El lenguaje corporal inconsciente proclama su predisposición: una gran sonrisa con la boca abierta, la espalda arqueada, los ojos ávidos. «Algunos buscamos el amor verdadero, pero la mayoría sólo quiere sexo», dice Michele Parsons, centro de atención de estos jóvenes. l a química de l amor 81
Es posible que la singular constelación de necesidades que me llevó a enamorarme de un hombre capaz de hacer estallar un huevo sea interesante, pero en mi opinión, no tanto como el recuerdo de las consecuencias puramente físicas del amor. Nunca había sentido nada parecido. No podía quitarme al señor McArthur de la cabeza. Estaba nerviosa y me mordisqueaba el interior de la mejilla hasta el punto de hacerme sangre. La escuela se volvió a la vez aterradora y emocionante. ¿Lo vería en el pasillo? ¿En la cafetería? Ojalá. Pero cuando mis deseos se cumplían y veía por un momento a mi amado, no me sentía satisfecha, sino aún más inflamada de anhelo. ¿Me había mirado? ¿Por qué no me había mirado? ¿Cuándo volvería a verlo? ¿Te suena esta historia? Quizá tenías 30 años cuando te pasó a ti, o tal vez 8, 80 o 25. A lo mejor vivías en Katmandu, o tal vez en Kentucky. La edad y el lugar geográfico son absolutamente irrelevantes. Donatella Marazziti, profesora de psiquiatría de la Universidad de Pisa, ha estudiado la bioquímica del mal de amores. Tras enamorarse en dos ocasiones y sentir el tremendo poder del amor, Marazziti comenzó a interesarse por explorar la similitudes entre el amor y el trastorno obsesivo-compulsivo. Ella y sus colaboradores midieron los niveles de serotonina en sangre de 24 individuos que se habían enamorado en los últimos seis meses y que se pasaban al menos cuatro horas al día pensando obsesivamente en la persona amada. La serotonina es probablemente la estrella de nuestros neurotransmisores, alterada a su vez por los fármacos psiquiátricos estelares: Prozac, Zoloft y Paxil, entre otros. Los investigadores formularon hace tiempo la hipótesis de que las personas con trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) presentan un desequilibrio de la serotonina. Fármacos como el Prozac parecen aliviar el trastorno, aumentando la cantidad disponible de este neurotransmisor en las sinapsis de las neuronas. Marazziti comparó los niveles de serotonina de los enamorados con los de un grupo de personas aquejadas de TOC y con los de otro grupo que ni padecía el trastorno ni era presa de las pasiones del amor. Los niveles de serotonina en sangre tanto de los obsesivos como de los enamorados eran un 40 % más bajos que los de 82 nat ional ge o g raphic • fe brero 2006
los sujetos normales. Conclusión: el amor y el trastorno obsesivo-compulsivo pueden tener un perfil químico similar. Conclusión: a veces es difícil distinguir el amor de la locura. Conclusión: no seas tonto. No te enamores. Obviamente, ése es un consejo que ninguno de nosotros podemos seguir. Nos enamoramos, e incluso lo hacemos una y otra vez, sometiéndonos en cada ocasión a un estado mental bastante enfermizo. Sin embargo, aún hay esperanza para los que sufren una pasión irrefrenable: el Prozac. No hay nada como la pastillita bicolor para apaciguar el impulso sexual y sentirse ahíto ante el festín de los sentidos. Helen Fischer cree que el consumo de fármacos como el Prozac socava la capacidad de enamorarse y de conservar la pasión. Al embotar las aristas más afiladas del amor y su correspondiente libido, hace que las relaciones se estanquen. «Conozco una pareja que estaba al borde del divorcio –cuenta la antropóloga–. La mujer estaba tomando antidepresivos. Cuando los dejó, volvió a tener orgasmos, volvió a sentir atracción sexual por su marido y ahora vuelven a estar enamorados.» Los psicoanalistas han elaborado incontables teorías para explicar de quién nos enamoramos. Freud habría dicho que nuestra elección está influida por el deseo insatisfecho de acostarnos con el progenitor del sexo opuesto. Según Jung, la pasión se ve impulsada por algún tipo de inconsciente colectivo. Actualmente, psiquiatras como Thomas Lewis, de la Facultad de Medicina de la Universidad de California en San Francisco, creen que el amor romántico tiene sus raíces en las primeras experiencias infantiles de intimidad física: cómo nos sentíamos durante la lactancia, el rostro de nuestra madre y todas esas sensaciones de puro bienestar sin conflictos que quedan grabadas en nuestra mente y que tratamos de recuperar a lo largo de nuestra vida adulta. Según esta teoría, amamos a quien amamos no por el futuro que esperamos construir sino por el pasado que esperamos rescatar. El amor es reactivo, no proactivo, no mira al frente, sino al pasado. Quizá sea por eso que alguien nos parece «la persona adecuada». Y si nos resulta «familiar», es porque en realidad lo es. Tiene algún rasgo, olor, sonido o tacto que despierta en nosotros recuerdos dormidos.
El amor y el trastorno obsesivo-compulsivo pueden tener un perfil químico similar. Conclusión: a veces es difícil distinguir el amor de la locura. Conclusión: no seas tonto. No te enamores.
Cuando conocí al que sería mi marido, pensé que esa teoría psicológica era más o menos acertada. Mi marido es pelirrojo y habla en voz baja. Es químico, y a veces se comporta de un modo un poco raro y extravagante. Un día antes de nuestra boda, metió una rosa en nitrógeno líquido para congelarla y después la arrojó contra la pared, donde estalló espectacularmente en mil pedazos. También mi padre es pelirrojo, habla en voz baja y tiene muchas excentricidades. Solía ponerse a cantar de repente, sin motivo aparente. Sin embargo, es posible que mis teorías sobre los motivos que me impulsaron a enamorarme de mi marido no sean más que majaderías. La psicología evolutiva hace tiempo que ha rechazado a Freud, el complejo de Edipo y todas esas cosas trascendentes, para centrarse en las habilidades más sencillas de la supervivencia. Esta hipótesis plantea que encontramos atractivas a las personas que parecen saludables, por lo cual las elegimos como pareja. La salud, aseguran los psicólogos evolutivos, se manifiesta en las mujeres en un índice cintura-cadera del 70 %, y en los hombres, en rasgos toscos que sugieren un abundante torrente de testosterona en la sangre. El índice cintura-cadera es importante para el éxito del parto y, según estudios realizados, ese coeficiente concreto indica una mayor fertilidad. En cuanto al aspecto tosco, el caso es que un hombre con una buena dosis de testosterona probablemente tiene también un sistema inmunitario resistente, y por lo tanto tiene más probabilidades de dar a su compañera hijos saludables. Quizá nuestra elección de pareja sea una simple cuestión de olfato. Claus Wedekind, de la Universidad de Lausana, Suiza, realizó un interesante experimento con camisetas sudadas. Reunió a 49 mujeres y les pidió que olieran una serie de camisetas que habían sido usadas por diversos hombres no identificados con distintos genotipos en lo referente al olor corporal y al sistema inmunitario. Después les indicó que señalaran
las camisetas que olían mejor y las que olían peor. Wedekind observó que las mujeres preferían el olor de las camisetas de los hombres cuyo genotipo difería más del suyo, quizá porque dicho genotipo determina algún rasgo del sistema inmunitario que ellas no tienen. De ese modo, las mujeres incrementan las probabilidades de tener hijos sanos. Resulta difícil creer que estemos tan determinados por la biología, sin advertirlo siquiera. Después de todo, no conozco a nadie que haya dicho nunca «me casé con él por su olor corporal». Nada de eso. La explicación suele ser «me caso con él (o con ella) porque es inteligente, porque es guapo, porque es divertido o porque es cariñoso». Pero quizás estemos tan ciegos respecto al amor como cuando estamos enamorados. Si todo se reduce a la prueba del olfato, entonces los perros nos llevan una clara ventaja en lo que respecta a elegir pareja.
n
os preguntamos por qué no dura la pasión amorosa. ¿Cómo es posible que un lunes nos parezca una persona guapísima, y 364 días después, la misma persona nos parezca vulgar? No es posible que el objeto de nuestros afanes haya cambiado tanto. Todavía tiene los mismos ojos. Su voz ronca, que tanto nos gustaba, ahora nos irrita; parece como si necesitara antibióticos. O quizá seamos nosotros quienes necesitemos antibióticos, porque la persona a quien antes amábamos y veíamos cubierta de luz celestial se ha convertido en una especie de infección que nos agota y nos absorbe toda la energía. Estudios realizados en todo el mundo confirman que la pasión termina. No es de extrañar, por lo tanto, que muchas culturas consideren absurdo basarse en algo tan pasajero para elegir al compañero de toda la vida. l a química de l amor 83
romance
«Haría cualquier cosa por ti», susurra Blair Witherspoon a su novia Erica Hoskey. Una de esas cosas es regalarle un peluche gigante de Piolín que ganó tirando canastas en la feria de Butler County, en Pennsylvania. Las palabras dulces y los regalos alimentan el amor romántico. Pero según los bioquímicos, esta primera fase febril del amor suele agotarse al cabo de unos años. ¿Por qué? Quizás el cerebro es incapaz de mantener la intensa actividad nerviosa del enamoramiento.
84 nat ional ge o g raphic • fe brero 2006
l a química de l amor 85
86 nat ional ge o g raphic • fe brero 2006
vinculación
Presente en todas las culturas, el matrimonio gana una pareja más en una boda celebrada en Varese, Italia. Los novios pueden hablar con entusiasmo del amor perfecto, pero según la antropóloga Helen Fischer, la elección de pareja responde en último término al instinto de apareamiento, grabado en la parte más primitiva de nuestro cerebro. «¡Mire qué feliz está ese hombre! –dice Fischer–. Acaba de lograr lo más importante de su vida: la oportunidad de transmitir su ADN.» l a química de l amor 87
Helen Fischer ha sugerido que las rupturas suelen producirse al cabo de cuatro años de relación, porque ése es más o menos el tiempo necesario para concebir, gestar y criar a un bebé. La pasión, ese sentimiento salvaje, radiante e insensato, resultaría ser algo práctico después de todo. No sólo necesitamos copular; también necesitamos suficiente pasión para procrear. Después, los sentimientos de apego predominan mientras los miembros de la pareja colaboran en la crianza de un bebé indefenso. Cuando el niño ya ha sido destetado, se puede quedar con su hermana, con sus tías o con amigos. El padre y la madre ya son libres para encontrar otra pareja y tener más hijos. Desde el punto de vista biológico, las razones de que el amor romántico se desvanezca pueden hallarse en el modo en que nuestro cerebro responde a las oleadas de dopamina que acompañan a la pasión y nos hacen volar. Los consumidores de cocaína conocen el fenómeno de la tolerancia, por el cual el cerebro se adapta al suministro excesivo de droga. Quizá las neuronas se desensibilizan y necesitan cada vez más sustancia para producir la misma subida. Tal vez sea bueno que el romance se diluya. ¿Existirían avances tecnológicos si nos pasáramos la vida embelesados? En lugar de una civilización en permanente evolución sólo tendríamos flores, bombones y anticonceptivos. Si el estado químicamente alterado inducido por el amor romántico es equiparable a un trastorno mental o a la euforia inducida por las drogas, una exposición demasiado prolongada a la pasión amorosa podría producir daños psicológicos.
c
uentan que en la India había un chico y una chica que se enamoraron. Su relación era escandalosa e ilegítima porque pertenecían a castas diferentes. Es fácil imaginar sus encuentros clandestinos bajo una luna blanca y redonda. ¿Quién hubiese podido negarles el placer o condenar la fuerza de su atracción? Sus padres. En un caso reciente, dos jóvenes de castas distintas fueron ahorcados por sus propios padres delante de centenares de personas 88 nat ional ge o g raphic • fe brero 2006
del pueblo. Una pareja que se fugó para casarse fue desnudada y golpeada. Y otra pareja se suicidó cuando sus padres les prohibieron casarse. Los antropólogos solían pensar que el amor romántico era una idea occidental, un subproducto burgués de la Edad Media, apto sólo para gente sofisticada que lo disfrutaba en los cafés de París, entre sábanas de seda o en hermosos salones frente a un fuego crepitante. Se suponía que los no occidentales, sobrecargados de obligaciones personales y sociales, no tenían espacio para las pasiones individuales. ¿Cómo podía una cultura colectivista celebrar o legitimar de algún modo la obsesión por un único individuo que es la definición del enamoramiento? ¿Podía sentir pasión un campesino lleno de piojos? Desde luego que sí. Ahora los científicos piensan que el romance es panhumano y está engarzado en nuestro cerebro desde el pleistoceno. En un estudio realizado en 166 culturas, los antropólogos William Jankowiak y Edward Fischer observaron en 147 de ellas evidencias de amor pasional. En otro estudio, hombres y mujeres de Europa, Japón y Filipinas cuantificaron en una encuesta sus experiencias de amor pasional. Los tres grupos manifestaron sentir la pasión con la misma intensidad abrasadora. Pero aunque el amor romántico sea universal, su expresión cultural no lo es. Para la etnia fulbé del norte de Camerún, la compostura es más importante que la pasión. Los hombres que pasan demasiado tiempo en compañía de sus esposas son ridiculizados, y los que pierden la calma por culpa del amor se consideran víctimas de un peligroso conjuro. Puede que el amor sea inevitable, pero para los fulbé sus manifestaciones son vergonzosas y equiparables a una enfermedad o a la ineptitud social. En la India, el amor romántico se considera tradicionalmente un peligro, una amenaza para el elaborado sistema de castas, en el cual los matrimonios se conciertan como medio de salvaguardar las estirpes y los linajes. De ahí que se cuenten historias truculentas, que son en realidad advertencias de lo que puede suceder cuando uno se deja llevar por sus impulsos. Actualmente, los matrimonios por amor parecen ir en aumento en la India, a menudo en abierto desafío a los deseos de los padres.
Estudios realizados en todo el mundo confirman que normalmente la pasión termina. No es de extrañar que muchas culturas consideren absurdo basarse en algo tan pasajero para elegir al compañero de toda la vida.
Aunque las películas de Bollywood celebran el triunfo del amor romántico, la mayoría de los indios todavía cree que los matrimonios concertados tienen más probabilidades de éxito que las uniones por amor. En una encuesta realizada entre estudiantes universitarios indios, el 76 % afirmó que se casaría con una persona que tuviera todas las virtudes necesarias, aunque no estuviera enamorado de ella (en comparación con sólo el 14 % de los estadounidenses). El matrimonio se considera un paso demasiado importante como para darlo al azar. Renu Dinakaran es una atractiva mujer de 45 años que vive en Bangalore. Acude a nuestra cita vestida al estilo occidental, con mallas negras y camiseta. Vive en un apartamento bien amueblado en esta agitada ciudad de la India, donde las vacas duermen en las avenidas, entre coches minúsculos que circulan soltando nubes de humo negro por el tubo de escape. Renu nació en una familia india tradicional, en la que lo lógico era un matrimonio concertado. No le gustaba que decidieran por ella, siendo como era una estupenda jugadora de tenis y más lista que muchos de los hombres que conocía. Sin embargo, a los 17 años la casaron con un primo hermano al que apenas conocía. Le hubiera gustado aprender a quererlo, pero no pudo. En su opinión, muchos matrimonios concertados son casos de «violación legitimada por el Estado». Renu tenía la esperanza de que algún día amaría a su marido, pero a medida que pasaban los años sentía menos amor, hasta que al final, debilitada y amargada, harta del confinamiento impuesto en casa de sus suegros y de que la envolvieran en saris que le dificultaban los movimientos, Renu hizo lo que la cultura india tradicional prohíbe. Se marchó de casa. Tenía dos hijos y se los llevó con ella. Llevaba grabada en la mente una vieja película que había visto por televisión, una película tan extraña y
seductora, tan desconcertante y reconfortante al mismo tiempo, que no podía quitársela de la cabeza. Era el año 1986. La película, Love Story. «Antes de ver películas como Love Story, no conocía el poder que puede tener el amor», dice. Al final, Renu tuvo suerte. En Mumbai conoció a un hombre llamado Anil, y entonces, por primera vez, sintió la pasión. «Cuando encontré a Anil fue diferente a todo lo que había conocido hasta entonces. Fue el primer hombre con quien tuve un orgasmo. Me sentía en las nubes, todo el tiempo en las nubes. Y sabía que no iba a durar, que no podía durar, y esa idea me producía una dulce sensación de nostalgia, como si estuviéramos presenciando el final mientras nos descubríamos mutuamente.» Cuando Renu habla del final, no se refiere al final de su relación con Anil, sino al final de una etapa concreta. Todavía siguen felizmente casados, se hacen compañía, se quieren, aunque ya no con aquella loca pasión, y tienen un juguetón dachshund negro que compraron juntos. Su relación, antes tan llena de ardor, sigue cociendo a fuego lento, a suficiente temperatura para que los dos estén a gusto. Ambos lo agradecen. «¿Que si me gustaría volver a sentir aquella pasión? –se pregunta Renu–. A veces sí. Pero a decir verdad, era agotador.» Desde el punto de vista fisiológico, esta pareja ha pasado de la pasión amorosa, un estado saturado de dopamina, a la relativa calma de un vínculo inducido por la oxitocina. La oxitocina es una hormona que favorece los sentimientos de conexión y apego. La producimos cuando abrazamos a nuestra pareja de muchos años, o a nuestros hijos. La producen las madres cuando amamantan a sus pequeños. Los topillos de la pradera, animales con elevados niveles de oxitocina, se emparejan de por vida. Cuando los científicos les bloquean los receptores de oxitocina, estos roedores no forman vínculos monógamos y tienden a rondar en busca de parejas. l a química de l amor 89
90 nat ional ge o g raphic • fe brero 2006
unión
¿Qué ha mantenido unidos a Emily y a Marion Grillot durante 58 años de matrimonio? Quizás el vínculo forjado por sus hijos: nada menos que 20, y sus 77 nietos, muchos de los cuales aparecen fotografiados a sus espaldas, en su casa de Ohio. O tal vez haya sido el efecto calmante de la oxitocina, una sustancia química que al parecer abunda en las parejas de muchos años. Para Marion, agricultor, «es nuestro compromiso y el respeto mutuo. Algunos lo llaman amor». l a química de l amor 91
Algunos investigadores opinan que el autismo, trastorno caracterizado por una profunda incapacidad de establecer y mantener conexiones sociales, está relacionado con una deficiencia de oxitocina. Se han hecho experimentos con personas autistas tratándolas con oxitocina, y en algunos casos ha contribuido a aliviar los síntomas. Se cree que en las relaciones largas que funcionan, como la de Renu y Anil, la oxitocina está presente en abundancia en ambos miembros de la pareja. En las relaciones largas que nunca llegan a despegar, como la de Renu y su primer marido, o que se derrumban una vez superada la pasión inicial, es probable que la pareja no haya encontrado la forma de estimular o mantener la producción de oxitocina. «Pero hay cosas que ayudan –apunta Helen Fischer–. Los masajes. Hacer el amor. Esas cosas estimulan la producción de oxitocina y estrechan los lazos de la pareja.» Bien, supongo que es un buen consejo, pero se basa en el supuesto de que todavía quieres tener sexo con el pesado de tu marido. ¿Tienes que fingir deseo hasta sentirlo de verdad? «Sí –responde Fischer–. Suponiendo que la relación sea razonablemente saludable, acabarás sintiendo apego por tu pareja si tienes suficientes orgasmos con ella. Estimularás la oxitocina.» Tal vez sea cierto, pero suena desagradable. Es justo lo que me decía mi madre sobre las verduras: «Sigue comiendo guisantes y verás como acaban gustándote». Pero siguen sin gustarme.
e
l termómetro marca 32 grados el día que mi marido y yo partimos de Boston a Nueva York para asistir a clases de besos. Con dos hijos, dos gatos, dos perros, una casa pareada y un sistema educativo de dudosa calidad, puede que sepamos cómo se besa, pero en el fragor de nuestras agitadas vidas hemos olvidado cómo besarnos. La Escuela de Besos, dirigida por Cherie Byrd, terapeuta de Seattle, imparte sus clases en la planta 12 de un deteriorado edificio de Manhattan. Dentro, la sala está pintada de blanco, y sobre una mesa embaldosada hay botellas de néctar de plátano y albaricoque, una tetera con 92 nat ional ge o g raphic • fe brero 2006
té verde, caramelos de menta y cacao para los labios. Los otros alumnos, algunos de los cuales vienen de lugares tan lejanos como Vietnam o Nigeria, están alegremente tumbados en el suelo, sobre mantas y almohadones. La clase durará siete horas. Byrd empieza con el masaje de pies. «Para besar bien, hay que dominar los acercamientos previos a los besos», asegura. El acercamiento previo supone masajear los olorosos pies de mi marido, pero eso no es tan malo como cuando le toca a él masajear los míos. Poco antes de salir de casa he pisado accidentalmente un pañal que el perro había sacado de la basura, y aunque me he lavado, me pregunto si habrá sido suficiente. «Inhalamos –nos dice Byrd, enseñándonos a tomar aire–... Exhalamos.» Y enseguida llama la atención a mi marido. «No te centres tanto en los dedos. Avanza hacia la pantorrilla.» Byrd nos explica otras cosas acerca del arte del beso. Nos describe el movimiento de la energía a través de varios chakras y la manifestación de la emoción en los labios. Nos habla de la importancia de besar con todos los sentidos y nos enseña a establecer contacto visual como preludio y a susurrar de manera adecuada. Pasan muchas horas. Suena mi teléfono móvil. Es la canguro. Nuestro hijo de un año tiene fiebre. Tenemos que interrumpir la lección. Salimos corriendo. Luego, en casa, les cuento a mis amigos lo que hemos aprendido en la Escuela de Besos: que no tenemos tiempo para besarnos. Un matrimonio perfectamente típico. El amor en Occidente. Afortunadamente he oído de otras prácticas para estimular el amor. Arthur Aron, psicólogo de la Universidad Stony Brook de Nueva York, realizó un experimento que ilustra algunos de los mecanismos de la atracción entre dos personas. Reunió a un grupo de hombres y mujeres y los distribuyó por varias salas en parejas de sexos opuestos para que realizaran una serie de tareas, entre ellas la de contarse detalles personales. Luego pidió a cada pareja que se mirara a los ojos durante dos minutos. Aron comprobó que la mayoría de las parejas, que hasta ese momento eran completos desconocidos, experimentaron sentimientos de atracción. De hecho, una de ellas incluso se casó.
La novedad potencia la dopamina, un neurotransmisor que estimula las sensaciones de atracción. Por eso subir a una montaña rusa en la primera cita es más probable que dé lugar a una segunda y a una tercera cita.
Fischer dice que este ejercicio obra milagros en algunas parejas. Aron y Fischer también sugieren hacer cosas nuevas juntos, porque la novedad potencia la dopamina en el cerebro, un neurotransmisor que puede estimular las sensaciones de atracción. En otras palabras, si tu corazón palpita en su compañía, puedes pensar que no es porque estés nerviosa, sino porque lo amas. Llevando un poco más lejos este razonamiento, Aron y otros han observado que incluso si haces ejercicios de carrera sin moverte del lugar, es más probable que te parezca atractiva la persona que conozcas a continuación. Por eso, si en la primera cita una pareja hace algo que produzca ansiedad, como subir a la montaña rusa, es más probable que haya una segunda y una tercera cita. Es una estrategia que habría que difundir en las páginas de contactos: jugar al squash, y en tiempos de angustia (desastres naturales, fieras merodeando o apagones), cerrar la puerta y abrazarse. En Somerville, Massachusetts, donde vivo con mi marido, nuestros principales depredadores son los mosquitos. Pero eso no es impedimento para tratar de contemplarnos las almas a través de los ojos. Cuando se lo propongo a Benjamin, él arquea una ceja. «¿Por qué no vamos mejor a cenar a un camboyano?», dice. «Porque así no se hizo el experimento.» Como científico, mi marido siempre está dispuesto a hacer un experimento. Pero estamos tan ocupados, que para hacerlo necesitamos planificar. Nos encontraremos el próximo miércoles a la hora del almuerzo e intentaremos hacer el experimento en nuestro coche. El martes, la noche antes de nuestra cita, me sale un viaje inesperado a Nueva York. Mi marido está encantado de aparcar nuestro plan. Pero yo no. Esa noche, desde el hotel, lo llamo. «Podemos hacerlo por teléfono», le digo. «¿A dónde quieres que mire fijamente? –me pregunta–. ¿Al teclado?»
«Hay una foto mía colgada en la entrada. Mírala durante dos minutos. Yo miraré la foto tuya que tengo en la cartera.» «¡Qué dices!», reacciona él. «Sé bueno –le digo–. Es mejor que nada.» Quizá no lo sea. Dos minutos parece mucho tiempo para mirar fijamente la foto de alguien con el teléfono apretado contra la oreja. Mi marido estornuda y yo intento imaginar su foto estornudando a la vez, y eso me hace reír. Pasan otros 15 segundos, lentamente. Casi puedo oír el tiempo. Miro fijamente la foto de mi marido. El ejercicio no me produce ninguna sensación de intimidad, me siento vencida. Aun así, continúo. Lo oigo respirar al otro lado de la línea. La fotografía que tengo ante mí fue tomada hace un año o dos y recortada para que entrara en la cartera. Tiene el pelo rubio rojizo recogido en una coleta. Nunca había mirado con detenimiento esta foto. Me doy cuenta de que mi marido no mira directamente a la cámara, sino que sus ojos de color azul claro se dirigen a la izquierda, hacia algo que no puedo ver. Le toco los ojos. Me acerco un poco más, y más aún, a su mirada huidiza. ¿Hay algo triste en su expresión, algo de tristeza en la forma en que desvía la vista? Miro hacia un lado de la foto, por si descubro qué es lo que está mirando, y entonces lo encuentro: una tortuga diminuta avanzando hacia él. Ahora recuerdo cómo la recogió después de la foto, cómo la sujetó con cuidado entre sus manos para enseñársela a los niños, cómo le acarició el caparazón, moviendo el dedo índice sobre la bóveda escamosa, y cómo finalmente me la tendió: una ofrenda de amor. Yo la cogí y juntos la devolvimos al mar. j
H ¿ES PRÁCTICO EL AMOR cuando se elige pareja para
toda la vida? ¿Puede durar una relación cuando la amistad sustituye al amor? Comparta su opinión en nuestro foro, y vea fotos del amor en el mundo con Jodi Cobb, en ngm.com/0602.
l a química de l amor 93
Gigantes bajo asedio ¿Quién decidirá el destino de los osos más grandes de Rusia?
Por Gleb Raygorodetsky Fotografías de Steve Winter
La cabeza del oso se balancea como un metrónomo mientras el animal avanza por la cuesta. No hace más de dos semanas que ha acabado la hibernación, y se ha pasado el día llenándose la barriga con los primeros brotes primaverales del Valle de los Géiseres, en la península rusa de Kamchatka. Luchando por mantener los ojos abiertos, se tambalea unos metros más hasta la cima de una colina y se deja caer. Inmediatamente se queda dormido. Superado el largo invierno, todo parece estar bien. Pero no es así. Ha llegado una nueva estación llena de peligros para los osos pardos de Kamchatka, los más grandes de Eurasia. Durante la era soviética, cuando yo era niño y vivía aquí, el acceso a esta península de 1.200 kilómetros de largo estaba restringido por los militares y había bastante dinero federal para la protección de la naturaleza. 94 nat ional ge o g raphic • fe brero 2006
Un oso pardo de más de dos metros de altura, al que los investigadores han puesto una etiqueta amarilla en una oreja, come salmón en la Reserva de Kronotski.
Había hasta 20.000 osos en este territorio salvaje. Con el desmembramiento de la Unión Soviética llegó a la región la caza internacional de trofeos; la exploración de hidrocarburos, la explotación del gas natural y la minería del oro aumentaron, y la caza y la pesca furtivas se multiplicaron. La población de osos cayó a unos 12.500. En la actualidad, organizaciones internacionales como la Wildlife Conservation Society, para la que trabajo como biólogo, colaboran con los responsables rusos de la protección de la fauna. Pero en esta indómita región fronteriza de Rusia, con la economía local hecha trizas, el futuro de los osos es incierto, ya que depende de personas con intereses divergentes. Para el guía de caza, los osos son una fuente de ingresos. Para el científico, son parte de la naturaleza rusa. Para el furtivo, son competidores por el salmón (y el lucrativo caviar). Y para el pastor de renos, unos vecinos sabios y poderosos. Que los osos sobrevivan o desaparezcan dependerá de quién de todos ellos se imponga.
Guía de caza
El ruido fuera de la cabaña anuncia el regreso de las motos de nieve. Víctor Rébrikov entra por la puerta dando grandes zancadas, bronceado y resplandeciente de satisfacción. Ha pasado el día intentando recuperar el cadáver de un oso abatido por uno de sus clientes, un cazador de trofeos norteamericano. El oso había caído en un barranco y, para llegar hasta él, Rébrikov y dos guías tuvieron que descolgarse por una abrupta pendiente. Despellejaron el cadáver congelado y volvieron a subir con la pesada piel del oso. Rébrikov, que durante muchos años trabajó de veterinario en los pequeños pueblos de Kamchatka, es uno de los 24 o 25 comerciantes de la zona que organizan cacerías de osos por toda la península. Las cinco cabañas de troncos de su campamento se encuentran a un paso del lago 96 nat ional ge o g raphic • fe brero 2006
Dvujyúrtochnoie, un área de freza del salmón de más de 13 kilómetros cuadrados encajada entre dos ramales orientales de la cordillera Central, columna vertebral de la península de Kamchatka. Unos 600 metros por encima del campamento, kilómetros de dunas de nieve modeladas por el viento cubren las mesetas, el lugar ideal para rastrear osos pardos a principios de mayo, cuando salen de sus guaridas invernales para alimentarse de vegetación fresca y buscar pareja. De los 500 permisos para cazar osos que el Departamento de Gestión de la Fauna de Kamchatka concede a Rébrikov y a otros comerciantes, cerca de un tercio son utilizados en primavera por cazadores de trofeos extranjeros, que pagan hasta 8.500 euros cada uno. En una región casi tan grande como España, que de un extremo a otro es tierra de osos, tal vez esa elevada cuota de caza resulte sostenible. Pero según un estudio de 2002, otros 445 osos fueron abatidos ilegalmente durante ese año por cazadores furtivos. A mediados de 2004, el gobernador de la región administrativa del sur de la península prohibió cazar osos en primavera. (Aún está permitido cazarlos en otoño, cuando es más difícil encontrarlos.) La prohibición, que no contó con el apoyo de los gestores de la fauna locales, puede haber estado destinada a complacer a los votantes conservacionistas de la ciudad de Petropávlovsk-Kamchatski, donde reside la mayoría de los 360.000 habitantes de la península. Pero Rébrikov advierte que si la prohibición es refrendada en los tribunales, podría causar más daños que beneficios a los osos, porque los comerciantes ya no podrían pagar a los guardias privados que cuidan sus áreas de caza. «Si no tengo un guardia o dos cuidando mi territorio, no faltará quien venga a tontear por aquí», dice, refiriéndose a los furtivos y al personal militar que ha visto en los alrededores del lago Dvujyúrtochnoie. «Además, si despido a los guardias, es fácil adivinar a qué se dedicarán luego –añade–. Irán a por los osos. Después de todo, tienen que ganarse la vida.» Un oso pardo atrapa uno de los dos millones de salmones que migran cada verano al lago Kurílskoie de Kamtchatka. En esta península volcánica, el número de osos, los más grandes de Eurasia, ha pasado de 20.000 a 12.500 por el aumento de la caza, legal y furtiva, desde el hundimiento de la Unión Soviética en 1991.
Prácticas de boxeo En el lago Kurílskoie, dos osos jóvenes juegan a luchar, lo que
ayuda a establecer jerarquías. Los machos pueden medir tres metros y pesar más de 550 kilos.
Valle de los G´eiseres
Volc´an Kronotski 3.528 m
R E S E R VA D E L A BIO SFE Bien del Patrimonio Mundial Volc´an
Cordille
ra
C
PARQUE NATURAL BISTRINSKI Ichinski
PENINSULA DE KAMCHATKA Mar de e
n
l a t r Lago
Bering
Dvujy´urtochnoie
Río Bístraia Esso
OCEANO PACIFICO
Aginskoie
Río Oblukovina
Lago Kurílskoie Ilinski
ORIENTACION DE LA IMAGEN Mosc´u
Petrop´avlovskKamchatski 0 km
150
RUSIA
AMERICA AM A DEL NORTE NO TE
A SI A OC
ÁREA AMPLIADA CO E A NO PA C IFI
Horas antes, en el campamento de Rébrikov, un jubiloso cliente ruso posaba para hacerse unas fotografías, vestido con un traje nuevo de camuflaje y empuñando un fusil, junto a su primer plantígrado abatido en Kamchatka. «Todo ocurrió muy deprisa –explicó–. Al poco de salir del campamento, mi conductor detuvo repentinamente la moto de nieve y me señaló un oso que subía por la ladera, unos cien metros por encima de nosotros. Bajé de un salto de la moto, saqué el fusil y empecé a disparar hasta quedarme sin balas.» «Eres malo –le regañó su novia en broma, mientras pasaba la mano enjoyada por la piel del animal–. ¡Has matado a un oso tan bonito!» Después se incorporó y le plantó al cazador un beso en los labios. El hombre se arrodilló junto a la bestia abatida, arreglándose las gafas de sol, mientras su asistente personal tapaba las gotas de sangre que manchaban la nieve. ¿Cómo quedará mejor la foto, con gafas o sin ellas? 100 nat ional ge o g raphic • fe brero 2006
La Reserva de la Biosfera del Estado de Kronotski, un área natural de 9.710 kilómetros cuadrados, es la más antigua de las zonas protegidas de Kamchatka. Hasta ahora los investigadores han marcado y colocado radiocollares a dos docenas de osos de la reserva para estudiar sus movimientos. La escala var´ıa en esta perspectiva. La distancia entre el Valle de los G´eiseres y el volc´an Kronotski es de 45 kil´ometros.
Una ligera brisa ondulaba el pelaje de puntas plateadas del animal. Tenía los ojos cerrados, como si el rey de estos dominios estuviera haciendo una siesta, tumbado al sol para absorber la anhelada tibieza de la primavera.
Científico
«¡Shass, Aiko, abajo!», ordena John Paczkowski, chasqueando los dedos y señalando el suelo. Sus dos perros de Carelia, raza originaria de Finlandia, de pelo blanco y negro, congelan el movimiento en plena carrera y se sientan. Paczkowski los usa para su protección personal cuando sale a capturar osos con fines de investigación. Dejando atrás a los perros para no inquietar a lo que podría ser un oso atrapado, Paczkowski, biólogo canadiense que trabaja para la Wildlife Conservation Society, camina un corto trecho por la senda hasta el borde de un claro. A través de los prismáticos divisa una figura oscura que se mueve en un bosquecillo de abedules. FUENTE DE LA IMAGEN: MOSAICO FOTOGRÁFICO DE LA ESTACIÓN ESPACIAL INTERNACIONAL, CENTRO ESPACIAL JOHNSON DE LA NASA. FUENTE DEL ÁREA PROTEGIDA: CENTRO DEL PATRIMONIO MUNDIAL DE LA UNESCO NGM MAPS
RA
DEL
Límite de la Reserva de la Biosfera
ESTAD
O DE KRONOTSKI
«¡Tenemos un oso!», grita por el walkie-talkie, advirtiendo así a sus colegas del campamento que se preparen para inmovilizar al animal. Luego, devuelve los perros al campamento. Poco después, el biólogo y su equipo de captura compuesto por tres hombres se acercan al animal atrapado, un macho grande. El cable de la trampa, tenso en torno a su pata delantera, está atado a la base de un grueso abedul. Paczkowski se aproxima tras preparar la escopeta de dardos. Su colega ruso Iván Seriodkin lo sigue dos metros más atrás, con un fusil cargado apuntando al suelo. Paczkowski dispara el dardo con el anestésico, que alcanza el hombro izquierdo del animal. Seis minutos después, el oso está inmóvil y los hombres empiezan a trabajar. Seriodkin lo mide: 2,1 metros desde la punta del hocico hasta la base de la cola. Peso estimado: 270 kilos. (Los osos más grandes de Kamchatka alcanzan unos tres metros de largo y pesan más de 550 kilos.) El cuello del animal
es demasiado ancho para que los investigadores le pongan el collar de radio VHF que tenían previsto, por lo que Paczkowski le coloca en la oreja una etiqueta de color amarillo con un número de identificación y le tatúa el mismo número dentro del labio superior. Luego, con un instrumento odontológico, le extrae un premolar que será enviado a un laboratorio para determinar la edad del plantígrado. La información sobre la edad de los osos (que sean mayores o menores que los abatidos por los cazadores, por ejemplo) podría ayudar a evaluar los efectos de la caza y la eficacia de las áreas protegidas. Tras retirarle el lazo y las correas de cuero que le habían puesto como precaución, Paczkowski inyecta al oso un estimulante en el cuello. Pocos minutos después, el animal comienza a mover su enorme cabeza. Ahora el equipo ya puede regresar al campamento. En menos de una hora el macho se alejará del lugar, y por la noche el equipo volverá a colocar de nuevo la trampa. osos de k amchatk a 101
Respeto Hombres even, una de las etnias de Kamchatka, recrean una danza tradicional para
honrar a un oso muerto. Unos 1.500 even pescan, cazan y pastorean renos, pero pocas veces matan osos.
En el campamento, Paczkowski habla de los retos de la investigación. Desde la primavera de 2002, cuando su equipo empezó a trabajar en la Reserva de Kronotski (una de las seis áreas naturales protegidas de Kamchatka que han sido designadas Patrimonio Mundial), han puesto collares de radio VHF convencionales a 24 osos. Pero estos dispositivos no han resultado ser muy eficaces en el accidentado e inaccesible terreno de la península rusa. Para obtener una lectura fiable de la localización de un plantígrado, los investigadores tienen que triangular su posición (es decir, obtener al menos tres lecturas de lugares diferentes), y sólo lo han conseguido a lo largo de los ríos y junto al mar. Rastrear osos a pie es demasiado difícil, y seguirlos desde un helicóptero, el único vehículo aéreo que se puede alquilar en Kamtchatka, resulta demasiado caro. Así pues, Paczkowski y su equipo han reorganizado el proyecto y utilizan una nueva generación de radiocollares con sistema de localización GPS que cada hora registran automáticamente la posición de los osos, lo cual elimina la necesidad del rastreo diario. «Esperamos que los datos de los collares con GPS nos revelen lo que no pudimos averiguar con los collares de radio VHF: el tamaño de los territorios de los osos, la extensión de sus desplazamientos y la importancia de los diferentes tipos de hábitat», dice el biólogo. ¿Cuánto tiempo pasan buscando bayas y atrapando salmones? ¿Salen de las áreas protegidas? ¿Les afecta el creciente número de turistas? Los científicos también precisan mejores datos sobre tasas de reproducción y estructura familiar. Estudios realizados en la década de 1990, sobre todo desde el aire, sugerían un índice de crecimiento de la población de un 15 % como mínimo, lo cual resultaría alentador, pero son estudios controvertidos que deben ser verificados y actualizados. «Mientras no dispongamos de mejores datos sobre estos aspectos tan básicos como esenciales –expone Paczkowski–, no podremos desarrollar en Rusia un buen programa de gestión y conservación de los osos.»
Furtivo
La fuerte corriente forma remolinos alrededor de las botas altas de Yuri Koerkov cuando mete la mano en el cañal, saca de un tirón una hembra de salmón keta y la atonta de un mazazo. Con unos pocos cortes hechos con un cuchillo afilado, separa la cabeza y las raspas de los dos 104 nat ional ge o g raphic • fe brero 2006
filetes y de dos sacos de huevas carmesíes. La cabeza y las raspas van a parar a un cubo, para los perros; los filetes, a la pila destinada a la familia, y las huevas, a otro cubo, para vender. El gobierno de Kamchatka impone normas muy estrictas a los nativos que pescan en el río, limitándolos a una cuota anual de 100 kilos de salmón, una pequeña fracción de lo que necesitan la familia y los perros de Koerkov para pasar el invierno. Bajo la frondosa copa de un árbol que se extiende sobre el río, su nasa queda oculta a la vista de los helicópteros donde viajan los inspectores. Para Koerkov, desobedecer las normas es una forma de sobrevivir, y la pesca y la caza furtivas son su forma de vida. No sólo atrapa salmones, sino todo tipo de animales terrestres. Si caza alguna marta más de las permitidas al año, de cinco a diez, cubre los costes de combustible y reparación de las motos de nieve; si acumula una reserva de caviar, que se paga entre 11 y 15 euros el kilo, consigue una
Un estadounidense abate un oso: una hembra, no el gran macho que su guía pensaba. El organizador de la cacería, de blanco, es uno de los cerca de 25 hombres que guían legalmente a 200 cazadores al año por cifras que alcanzan los 8.500 euros la partida. Ahora esos ingresos peligran dada la controvertida veda primaveral.
buena cantidad de dinero en efectivo; si pesca salmones, da de comer a la familia durante el invierno, lo mismo que si mata algunos osos. Por ser un cazador nativo, o traditsiónnik, Koerkov dispone de una concesión a largo plazo sobre un territorio en el cual las autoridades locales le permiten a él y a su extensa familia mantener el estilo de vida tradicional. Este año se establecieron a finales de agosto junto al río Oblukovina para pasar dos meses pescando. (Para proteger su identidad, tanto el nombre del río como el suyo propio han sido cambiados.) Koerkov y su familia cazan y pescan principalmente para comer. A veces venden parte de lo que obtienen, pero sólo lo hacen para mantener su estilo de vida tradicional. En cambio, decenas de furtivos, sobre todo de Petropávlovsk y de los grandes pueblos de la región, bajan todos los veranos al Oblukovina con la esperanza de hacerse ricos. Si reúnen suficiente caviar, quizá puedan comprarse un coche o incluso un piso.
Pese a los informes de las autoridades acerca del apresamiento de furtivos y la confiscación de toneladas de caviar todos los años, los afluentes de casi todos los ríos importantes de Kamchatka están sembrados de salmones muertos, abiertos de un tajo. Algunos furtivos llegan incluso a alquilar enormes helicópteros rusos Mi-8, a 1.200 euros la hora, para llevar hasta tres toneladas de caviar de los parajes más agrestes a la carretera más próxima. La carga de cada helicóptero, que en el mercado local se puede vender por unos 35.000 euros, representa más de 80 toneladas de salmón pescado, destripado y desechado. La carne es demasiado barata para transportarla por aire y venderla. Los osos pardos también pescan salmones. «A veces suben por el torrente, pero no son una gran molestia para nosotros –admite Koerkov–. Nos dejamos mutuamente en paz, si podemos.» Pero río abajo de su campamento, los pescadores furtivos ponen trampas para matar a los osos, que destruyen sus redes cuando intentan atrapar peces, su principal alimento en esta época del año. Esta matanza de osos probablemente representa la mayor parte de la caza ilegal. «A menudo los cazadores se llevan sólo las patas y la vesícula biliar, y dejan el resto», dice Koerkov.
Pastor de renos
En el interior de una tienda llena de humo que hace de cocina, Liuba Adukánova fríe lepeshki, unos panecillos chatos, mientras corta la carne de un reno joven, sacrificado la noche anterior para comer. Con los tendones, que pondrá a secar, fabricará hilos con los que coserá la ropa y el calzado de su marido y sus hijos. Su sobrina, Dasha, se calza unas botas de piel de reno y sale a buscar agua de un arroyo. Las suelas de piel de oso hacen que las botas no resbalen en el hielo y la nieve, y que resistan un año de desplazamientos por los territorios donde Liuba y su marido, Kiriak, pastorean 2.000 renos. «Mire a ver si viene el rebaño», me dice. Kiriak tenía que haber llegado hace dos horas. osos de k amchatk a 105
Trofeos Hervidos y limpios, los cráneos y las pieles adornarán la casa de un cazador.
Legalmente se cazan unos 330 osos al año, pero la caza furtiva probablemente se cobra muchos más.
Dasha regresa y vierte agua en una olla donde está hirviendo la sopa de reno. Una hora después, Iliá, el hijo de 19 años de Liuba, que había estado trabajando fuera, asoma la cabeza al interior de la tienda y masculla: «Ya están aquí». El repiqueteo de los cascos de los renos llena el aire a medida que el rebaño se acerca al borde de un claro. Allí, adelantándose a la época de celo que empezará dentro de un par de semanas, Kiriak Adukánov y sus hombres pondrán punto final a la temporada de castrar machos y cortar cornamentas. Adukánov, de 53 años, tiene la cara curtida de un septuagenario. Es el jefe de un pequeño grupo de pastores de renos pertenecientes a una etnia llamada even, que recorre los valles y las mesetas del Parque Natural Bistrinski, en el centro de Kamchatka. «El símbolo nacional nos visitó anoche», dice Adukánov. Como es costumbre entre los even, no menciona al oso por respeto al mundo natural. Para los even, el oso pardo es un vecino a veces amable y a veces colérico, siempre pendiente de las transgresiones humanas, y un formidable depredador que es preciso tener en cuenta. «Nos llevó un tiempo averiguar lo sucedido y encontrar los restos del reno», dice. Aparentemente, el oso lo había perseguido a través de las hierbas altas antes de asestarle un golpe mortal. Después devoró allí mismo la mitad de su presa. Aún debía de estar comiendo cuando se acercaron los pastores, porque los restos yacían a la vista en lugar de estar cubiertos bajo una pila de tierra y ramas, como suelen hacer los osos para reservar la comida sobrante. Adukánov decidió no perseguir al oso y seguir conduciendo su rebaño hacia el campamento. «No es habitual tener este tipo de problemas en esta época –explica–. En primavera podemos perder una o dos crías, o algún animal débil, por culpa de los osos. Pero al final del verano y en otoño suele haber mucha comida para los plantígrados. Éste no ha sido un buen año para las bayas y los piñones, y tampoco para el salmón.» Hace dos meses, mientras caminaba con sus renos, el pastor fue atacado por un oso al que abatió de un disparo. Los responsables de la gestión de la fauna suelen acusar a los pastores nómadas como Adukánov de cazar ilegalmente osos y otros animales. Pero Adukánov dice que procura no matar más de un par de osos al año, porque es difícil desplazarse de un campamento a otro con una carga extra de carne y pieles. 108 nat ional ge o g raphic • fe brero 2006
Con unas garras parecidas a anzuelos, un oso hambriento sólo se enfrenta a un obstáculo cuando atrapa salmones: los recolectores furtivos de caviar que matan a los plantígrados que se interponen en su camino. Actualmente los furtivos representan la mayor amenaza para los gigantes de Kamchatka.
A la mañana siguiente, Adukánov se prepara para desplazar el campamento a las montañas junto al valle del río Bístraia, donde pasarán la primera parte del invierno. Cuanta mayor altitud alcancen, más lejos estarán de la carretera que conduce a la mina de oro de Agínskoie, que atraviesa el corazón de los pastos estivales. El estruendo de los camiones que transportan tierra y grava para las obras de ampliación de la carretera hasta una futura mina de níquel, cobre y cobalto, a 40 kilómetros de distancia, dispersa los renos a ambos lados de la calzada, lo cual dificulta la tarea de reagrupar el rebaño sin perder animales. La carretera también invade un espléndido hábitat para osos, lo mismo que los gasoductos situados en otros puntos de la península, una amenaza para todos los animales. Lograr que sus renos pasen el invierno es una cuestión de supervivencia para Adukánov y su familia. Época de tormentas, montañas de nieve y agujas de hielo afiladas como navajas, el invierno también es el momento de reparar las botas con suelas nuevas y contar historias de osos. Una de ellas habla de un cazador llamado Torganí, que vivió hace mucho tiempo. Torganí mató a Nakat, uno oso que era además su hermano gemelo. Cuando el animal yacía moribundo, le dijo: «Me has vencido, Torganí. Ahora cumple mi deseo y ponme respetuosamente a reposar. Organiza un urkachak, un banquete para que todos compartan mi carne. Así tu pueblo siempre tendrá abundancia de osos a su alrededor». ¿Se mantendrá la promesa de Nakat? La respuesta está en la cambiante relación entre los osos y la gente de Kamchatka, que no sólo son los descendientes de Torganí (los pastores y los cazadores tradicionales), sino también los cazadores de trofeos, los furtivos y los científicos que luchan por controlar su destino. j
H GARRAS Y DIENTES
Vea y escuche a los osos pardos de Kamchatka en Sights & Sounds de la mano del fotógrafo Steve Winter. Luego contemple a estos robustos animales en acción y recorra la galería de imágenes exclusivas en ngm.com/0602.
N A T I O N A L
G E O G R A P H I C
A
T R A V É S
D E L
T I E M P O
Flashback
MARY G. LUCAS
LA QUÍMICA DEL AMOR
Amor infantil Estos niños coreanos no están jugando a disfrazarse. Engalanados para su boda en 1916, la novia de diez años posa con un tocado de oro propio de la clase alta junto a su marido de doce años, ataviado con una elegante túnica de seda. Con las mejillas muy cargadas de colorete, la ruborosa contrayente parece más bien una ornamentada muñeca de porcelana. Antes del día de la boda, la niña llevaba el cabello peinado en una trenza, pero a partir de entonces se lo recogerá en la nuca con un alfiler, a menudo de plata y piedras preciosas. Esta fotografía nunca había sido publicada en la Geographic. nat ional ge o g raphic • fe brero 2006
NGS EN N A T I O N A L
G E O G R A P H I C
P O R
D E N T R O
Vladímir Mosolov, guía de la Reserva de Kronotski, usa una bengala para ahuyentar a un oso de la cabaña del fotógrafo. STEVE WINTER
OSOS DE KAMCHATKA
Mejor no correr riesgos
Cuando la curiosidad impulsa a los osos a acercarse demasiado… ¡sálvese quien pueda!
L
os osos pardos que habitan en la península rusa de Kamchatka son grandes, veloces y en ocasiones audaces, una combinación poco tranquilizadora que el fotógrafo Steve Winter tuvo numerosas ocasiones de comprobar. Mientras se alojaba en una desvencijada cabaña en el Valle de los Géiseres de la Reserva de Kronotski, Steve se puso nervioso cuando una
osa empezó a merodear por los alrededores. «Subía al balcón del dormitorio. La cerradura de la puerta no era muy buena –dice–, así que por la noche atrancaba la manija de la puerta con un palo de esquí y una silla», una técnica bastante rudimentaria si la osa pretendía entrar. «Podía echar mano de la bengala y del spray de pimienta que guardaba junto a la cama», añade Steve. Pero
nat ional ge o g raphic • fe brero 2006
no le hacía ninguna gracia una confrontación. «Si la osa llega a entrar –admite–, habría tenido que saltar por la ventana.» Una vez aguardó demasiado para saltar cuando una osa que iba con sus tres crías cargó contra él cerca del lago Kurílskoie. Con los tres oseznos, la madre ofrecía una «foto de ensueño», explica Steve. La osa echó a correr directamente hacia él, pero cuando estaba a dos pasos de distancia cambió de trayectoria y se dirigió al bosque. Steve se giró y vio a un guarda forestal con un arma de fuego levantada. «Me dijo: “Un segundo más, y muerto”. No supe si se refería a la osa o a mí.»
ACCIÓN
S U S
P R O T A G O N I S T A S ,
S U S
R E T O S
POR TODO EL MUNDO
Jodi Cobb fotografía a una pareja de novios en una capilla de Las Vegas en la que para casarse no es necesario bajar del coche. LA QUÍMICA DEL AMOR
Mientras buscaba escenas de amor romántico en las capillas nupciales de Las Vegas, la fotógrafa Jodi Cobb vio un Jeep de color rojo haciendo cola para una boda sobre ruedas. Dentro, junto a los felices contrayentes y los padres de la novia, iban los tres perros de la pareja, ataviados con coloridas boas de plumas. Pero mientras viajaba por el mundo examinando el papel del amor, este tema adquirió un cariz muy serio para Jodi. «Los estadounidenses confían en el amor romántico como base de la felicidad permanente. Pero muchas culturas lo niegan, lo reprimen, lo temen o lo consideran irrelevante para la vida y el mantenimiento de la sociedad», dice. Así, llegó a la conclusión de que el amor era un asunto de derechos humanos, sobre todo para la mujer. «Tengo fotos de una niña de 13 años casada desde hace nueve en la
India, donde el matrimonio infantil empezaron a preguntarme por qué es ilegal. En muchas culturas lo hacía, dije que me interesaban las jóvenes no pueden elegir.» los animales de dentro de los coches.» La mayoría se rió. ALARMA EN EL SERENGETI
Un coche aparcado fue la causa de todo el alboroto. Viajando por el Área de Conservación del Ngorongoro, en Tanzania, el fotógrafo Randy Olson detuvo su vehículo. Los leones, habituados a los visitantes, se metieron debajo para estar a la sombra. ¿Resultado? «Los turistas venían a toda prisa, con sus Land Cruisers levantando nubes de polvo, maniobrando para situarse en un lugar desde donde ver a los leones», cuenta Randy, que estaba allí para documentar el impacto del turismo sobre los masai y su entorno. «Estaba rodeado y no podía moverme, así que me puse a fotografiar a las personas. Cuando
ECLIPSE
Los niños de Los Pedrones no quisieron perderse la ocasión de observar en vivo y en directo el eclipse anular de Sol del pasado 3 de octubre, acompañados por el equipo de astrónomos de Shelios. Todos quieren repetir, pero deberán esperar hasta el año 2026 para ver un eclipse total, y hasta 2028 para contemplar uno anular.
JIM LAURIE (SUPERIOR); SHELIOS
L A
P R O G R A M A C I Ó N
E N
N A T I O N A L
G E O G R A P H I C
C H A N N E L
Na las tio nu No na ev se l G as p eo av ierd gr en a ap tu hi ra c s Ch en an ne l
En televisión
EN DIGITAL +, ONO Y R
Catástrofes aéreas III
P
uedo darle a esto?», pregunta un muchacho de 15 años que ocupa el asiento del comandante en un avión que vuela de Moscú a Hong Kong. Momentos después, el aparato se precipita sobre Siberia a una velocidad de más de 700 kilómetros por hora, y 63 frenéticos pasajeros depositan todas sus esperanzas de sobrevivir en la habilidad del piloto, ignorantes de la terrorífica verdad: que el piloto no está a cargo de los mandos, sino su hijo. El lunes 13 a las 22.00 horas, National Geographic Channel estrena la tercera temporada de Mayday: catástrofes aéreas, una serie que invita a los espectadores a experimentar
los asombrosos acontecimientos que se desarrollan momentos antes del impacto. Los nuevos episodios examinan diez de los desastres aéreos más impresionantes de la historia reciente, y revelan las emotivas historias humanas que hay detrás de cada tragedia. En el episodio Aterrizaje milagroso, un enorme pedazo del techo y las paredes de la cabina de un avión que se dirige a Honolulu son arrancados de cuajo en pleno vuelo a una altitud de 7.300 metros. Los pasajeros y la tripulación son azotados por vientos de más de 500 kilómetros por hora y tienen dificultades para respirar el aire gélido y pobre en oxígeno. Milagrosamente, todos los
que van a bordo sobreviven, salvo un auxiliar de vuelo. Cada episodio de Mayday: catástrofes aéreas capta con detalle esos momentos críticos a través de reconstrucciones, filmaciones reales y relatos de testigos presenciales. El análisis en profundidad de las causas de los accidentes comprende todos sus aspectos, desde fallos mecánicos hasta pilotos suicidas. Muchas de las investigaciones concluyen con la descripción de las modificaciones adoptadas por la industria aeronáutica, las cuales alimentan las esperanzas de que incluso los errores más devastadores pueden propiciar cambios asombrosos en materia de seguridad en vuelo. National Geographic Channel
emite veinticuatro horas al día en Digital + (902 11 00 10), ONO (1400) y R (1449).
JOHN MOTTERN / AFP / GETTY IMAGES
nat ional ge o g raphic • fe brero 2006
L A
I M A G E N
R E C U P E R A D A
Edición final
©MANOOCHER / WEBISTAN
LOS FARAONES NEGROS
El guardián del templo Hace casi 30 años que guarda estas dos fotos de ella como si fueran un tesoro. Ella, «Mme. Giorgini», como él la llama afectuosamente, le dedicó su foto antes de partir: «A mi amigo…». Él se presenta como Mohamed Ahmed Mohamed. Era el guardián del templo de Soleb, en Sudán. Michela Schiff Giorgini fue la directora de las excavaciones arqueológicas entre 1957 y 1977. Por la noche, Mohamed dormía en el suelo, junto a las piedras. El frío nocturno casi lo dejó sordo, pero aquellos años dedicados a proteger el hermoso templo permanecen en su memoria como un dulce recuerdo. Soleb fue construido a orillas del Nilo por orden de Amenofis III en honor de Amón, entre los años 1390 y 1342 a.C. Es el monumento egipcio mejor conservado de Nubia. «Esta fotografía cuenta una historia por sí sola –opina Magdalena Herrera, directora de arte de la edición francesa–. La hemos elegido para esta página con objeto de destacarla y darle incluso más valor que si la hubiéramos publicado dentro del reportaje.» nat ional ge o g raphic • fe brero 2006
M A R Z O
2 0 0 6
Próximo Pró imo número úmero La migración humana
¿De dónde procedían los humanos modernos? ¿Cómo poblaron el resto del mundo? Indicios presentes en nuestro ADN podrían ofrecer respuestas a preguntas tan fundamentales. MARK THIESSEN
Y TAMBIÉN
Ucrania
A finales de 2004 los ciudadanos de Ucrania se alzaron pacíficamente y derrocaron al Gobierno durante la llamada «revolución naranja». ¿Cuántas cosas han cambiado en el último año?
Los reinos celtas
Los antiguos celtas desaparecieron hace muchos siglos, pero su lengua, música y tradiciones perduran en las costas atlánticas de Europa, desde Escocia hasta Galicia.
GRAN ANGULAR
LA FLORA DE ARAGÓN ■
Después de años de trabajo, un grupo de investigadores ha inventariado toda la flora vascular de Aragón, lo que ha dado como resultado un atlas que puede consultarse en la red. Este estudio proporciona una valiosa herramienta para la gestión del territorio y los estudios de conservación.
El lobo de Etiopía
Es el cánido más amenazado del mundo y la única especie de lobo de África. Los investigadores están utilizando modernos dispositivos de seguimiento para estudiar su insólito comportamiento social. nat ional ge o g raphic • fe brero 2006
MARIANO MAZA