ENRICO FERRI
investigaciones de Darwin sobre las mejoras obtenidas en la cría y reproducción de los animales, las observaciones de Haeckel en embriología y las de tantos otros naturalistas, deberían un día interesar al derecho penal? En la actual división del trabajo cientíco se hace difícil prever las relaciones posibles entre las diversas
ramas de la ciencia, tan diferentes y tan alejadas unas de otras; y sin embargo de estas observaciones astronómicas, de estas narraciones de viajes, que, en los salvajes de hoy nos ofrecen la infancia de la humanidad primitiva, de estas investigaciones zoológicas y antropológicas ha nacido la primera idea y han surgido conrmaciones repetidas sin tregua de la ley universal de evolución, que para siempre domina y renueva el mundo cientíco sin exceptuar las ciencias morales y sociales, entre las cuales gura precisamente el derecho penal. De estos descubrimientos
que tocan al hombre tan de cerca, el criminalista de hoy debe ocuparse, si no ha de resignarse a puros ejercicios retóricos rechazados frecuentemente por los jurados y Tribunales, para buscar en las ciencias experimentales la base positiva de sus apr eciaciones jurídicas y sociales. Esta evaluación jurídica de las acciones criminales, corresponde, propiamente hablando, al criminalista, quien no puede diferirla más por dos principales razones. La primera porque le es preciso evitar que los profanos saquen de los hechos, que desmienten las viejas teorías, conclusiones exorbitantes y erróneas; y la segunda, porque si las demás ciencias jurídicas se ocupan de las relaciones sociales, abstracción hecha de las particularidades individuales que no alteran completamente su valor, la doctrina de los delitos y de las penas, tiene, por el contrario, por objeto inmediato y continuo al hombre, tal como en realidad vive y actúa en el medio social. Se comprende que, aunque sea por la sola fuerza de inercia, los criminalistas clásicos se opongan a esta nueva dirección cientíca. Acostumbrados como están a
levantar teorías abstractas con ayuda de la lógica pura, sin otros instrumentos que el papel, la pluma, la tinta y los volúmenes de sus predecesores, es natural que se encuentren con pesar suyo en la necesidad, ya que no de hacer investigaciones personales, por lo menos de procurarse conocimientos positivos de antropología, de psicología y de estadística. Pero las razones históricas del pensamiento cientíco moderno, según hemos indicado anteriormente, hacen inevitable para lo futuro
esta complejidad creciente de la ciencia de los delitos y de las penas, impuesta además por la ley que quiere que las cosas se desenvuelvan siendo cada vez más complejas, lo mismo en el orden físico que en el intelectual y moral. Ahora bien; resumiendo las divergencias más graves y agrantes entre los resulta -
dos recientes de las ciencias positivas, que estudian al hombre como un organismo sio-psíquico nacido y viviente en un medio físico y social determinado, y las doc trinas metafísicas antiguas sobre el delito, la pena y la justicia penal, creo que se pueden reducir a los siguientes puntos:
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ACTUALIDAD PENAL