D iccionario de humana anatomía Carlos A. Castrillón Juan Aurelio García
Ediciones Sonorilo
© Carlos A. Castrillón © Juan Aurelio García 1998 Diagramación y diseño: Carlos Alberto Villegas Portada:
Vinci Tronco del hombre , por Leonardo da Vinci
Ediciones Sonorilo Apartado aéreo 528 Armenia (Q), Colombia
C ontenido
Prólogo A Ano Apéndice Arterias Axila B Bigote Boca Brazo C Cejas Clítoris (Anatomía fundamental) Columna vertebral Costillas falsas Cuello Cuerdas vocales Cuero cabelludo D Dedo gordo del pie Dientes 5
E Espalda Estómago F Falo G Garganta Glándulas lacrimales H Hígado (Poema de un par de hígados que se aman) Hombro I Intestino L Labio Lengua Lóbulo de la oreja Lunar 6
M Manos Mejilla Muslo N Nariz Nuez de Adán O Ojos Ombligo Oreja P Pestaña Piel Planta del pie derecho Próstata Pulmón izquierdo R Riñón S Senos 7
T Tacto Talón Tímpano Triángulo de Michaelis U Utero V Vello Venus, Monte de Verruga
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P rólogo
En 1987 el entonces joven poeta Carlos A. Castrillón tuvo un momento de lucidez, de esos que hacen perder el rumbo de las buenas conciencias y debilitan para siempre el trabajo de los poetas, y concibió un libro que tratase la anatomía humana de un modo que –insiste aún él para desconcierto de quienes hemos seguido su obra– superara la visión codicada del cuerpo y permitiera abarcar aquellas partes que el buen gusto y la decencia han dejado en la oscuridad. De inmediato se trazó un plan: hizo la lista de las partes que recibirían tratamiento poético, desde la A hasta la Z, y empezó a escribir. En el proyecto original había poemas al codo, al himen, al páncreas, que luego se desecharon para fortuna de la poesía. Algunos eran denitivamente desagradables, como Cuerpo de mujer , que fue en un solo movimiento de la pluma a la papelera: 9
Cuerpo de mujer
De ti la lujuria y los rincones. La viscosidad de tu ritmo interno. Tus cuatro pares de labios abrasadores, tu vagina dentata , que sorbe los jugos alcalinos, la suave negación de tu ano impoluto, tus garbanzos al aire, yo saludo. Saludo la humildad con que permites que yo te escupa en lo más profundo. Hay que conceder, sin embargo, que de aquel esfuerzo resultaron también poemas memorables, como Pulmón izquierdo y Útero , aquí incluidos, pero la verdad es que la mayoría de aquellos textos eran un puro ejercicio de habilidad verbal y el resultado de haber leído con atención a Martín Alonso. Por fortuna, los momentos de lucidez son como los orgasmos: no pueden prolongarse demasiado, y pronto nuestro poeta se dio cuenta de que el impulso inicial estaba agotado y la obra lograda no ameritaba el esfuerzo. Entonces pidió auxilio, primero a Fabio Hugo Ortiz, quien, con la sutileza que es motivo de su 10
persona, rechazó la idea; y luego a Juan Aurelio García. Este último, obnubilado por la idea de un libro fácil, se dio a consultar tratados de medicina y a imaginarse disecciones en la morgue, para resultar al poco tiempo con un arrume de poemas que, comparados con los de Castrillón, presentaban más humanidad y frescura en el tratamiento del tema. Los dos, con renovados ánimos, se pusieron en la tarea de armar el libro con un alto sentido de autocrítica y dos teras, y después de varios meses de escribir y borrar, terminaron el trabajo, asqueados de vísceras, tejidos y secreciones. El libro nal es una bella amalgama de dos estilos bien diferentes, aunque cada uno asegura haber escrito los mejores poemas. Sea como sea, desde cuando, en 1990, el libro ya estuvo terminado, los poetas dieron por cerrado el caso y se olvidaron de los textos; y hoy –gracias al gesto incomprensible de la Alcaldía de Armenia–, decidieron exhumarlos, pues encontraron que habían sobrevivido al paso del tiempo, según sus muy empolvadas egotecas. Los lectores podrán darse cuenta, sin embargo, de que ciertos libros no añejan como los buenos vinos. Por mi parte, añoro el poema al páncreas, ese que, con frecuencia, me quita de la voz la dulzura, y temo que mis dos amigos, después de publicar este libro, reanuden –sediciosos de lo inútil– su contubernio para 11
escribir poemas, como si se tratara de esos muchachos que andan por ahí, no muy seguros de nada hacia ninguna parte
Vitelio Román
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Desde el alma (vals)
Hermano cuerpo estás cansado desde el cerebro a la misericordia del paladar al valle del deseo cuando me dices / alma ayúdame siento que me conmuevo hasta el agobio que el mismísimo aire es vulnerable hermano cuerpo has trabajado a músculo y a estómago y a nervios a riñones y a bronquios y a diafragma cuando me dices / alma ayúdame sé que estás condenado / eres materia y la materia tiende a desbrarse
hermano cuerpo te conozco fui huésped y antrión de tus dolores
modesta rampa de tu sexo ávido
cuando me pides / alma ayúdame siento que el frío me envilece que se me van la magia y la dulzura 13
hermano cuerpo eres fugaz coyuntural efímero instantáneo tras un jadeo acabarás inmóvil y yo que normalmente soy la vida me quedaré abrazada a tus huesitos incapaz de ser alma sin tus vísceras Mario Benedei, Inventario 2
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A
ANO (lat. anus) Anillo del desprecio; caudal melífono que se asoma al mundo. Mueca triste del cuerpo al despedirse. Reo ausente de la ternura, abrazo prensil que nos desata. Herramienta para abonar la tierra y devolver el humus adobado con nuestros aires. 17
APÉNDICE ...y, por otra parte, también los elefantes blancos tienen vocación de Parcas. Dícese del que de súbito decide los naufragios. En la tripulación hay siempre un extraño, en el aire una paz falsa o una sura en el velamen, por donde entra acechante el cielo, o en el velamen las suras de la espada de Damocles. 18
ARTERIAS Son los caminos que el silencio y las polillas abren en nuestras carnes. Viaductos por donde corre la tinta que nos inventa. 19
AXILA La risa es la máscara del dolor; tú eres la máscara del hedor profundo. Música nasal, hez armónica, íncubo y súcubo del viento: revierte mi afecto en tu recipiente oscuro, levanta hacia mí tu desafío ensortado. 20
B
BIGOTE Su debilidad dice un amigo son las mujeres de vellos insinuantes en los muslos El las ha besado allí justo en el blanco de su sueño El las ha besado mi amigo el del espeso bigote 23
BOCA Es más fácil callar que hacer silencio 24
BRAZO Palanca formidable del cayado. En él la sangre se extiende hacia lo alto. Utilízase para bendecir el aire, para poner en práctica nuestra vocación de duendes y para cavar huecos en la tierra. 25
C
CEJAS Advenedizos en vano los ojos hablarán hasta extenuarse en un desierto de palabras inútiles Dintel o marco todo ceño como faro anuncia la existencia de la inercia el desconcierto o el asombro. 29
CLÍTORIS (Anatomía fundamental) Es tímido y ligero como un conejo hambriento; sus puertas cierra al paso de la mirada altiva. Al entrar, de frente se lo encuentra contemplando el mundo con aire desdeñoso. Es suave al tacto y sabe hacer feliz, porque el hombre comienza de la piel hacia adentro. Apresado en su cárcel pilosa lo escucho bendecir la entrada de la lluvia. Es como un otero de carne espumosa, sesgado de arrecifes, clavado en su costado; índice acusador al falo grave, erguido hacia Dios como las catedrales. Dos puntos negros lo demarcan y dos manos lo hicieron caprichoso (una boca, además, completó sus resabios). Como una gaviota en origami hace tiempo renunció a ser perfecto, pero concede la gracia del secreto de la vida que guarda en su punta para los privilegiados. 30
Ah, garbanzo de las pieles más profundas, toma de mi vino y fuma de mi cigarro. Yo te creo, confío en ti, sé que eres cierto. Eres demasiada cosa para este mundo. Porque el hombre comienza de la piel hacia adentro. Tus miradas levantan ruido en los ojos más cerriles; tú invitas al beso y el beso te descifra: el hombre comienza de la piel hacia adentro. Yo llego a ti y me siento poeta por haber descubierto tus verdades; yo llego a ti y me cierro al mundo; yo llego a ti y resbalo porque estás al borde del abismo.
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COLUMNA VERTEBRAL Es un monolito exible, un castillo de naipes que se yergue; abrasador vaso capilar por el que suben y bajan piedra a piedra los cansancios, y trepa suavemente la savia tinta de la tierra. 32
COSTILLAS FALSAS Oxímoron del cuerpo, región desnuda y fría, corriente del amor que acolcha los cansancios. Paréntesis lunar, los sandios no te tocan; lamento del espacio que gime y no se agarra. 33
CUELLO Istmo triste del intercambio, continuo avance del anhelo, renglón que nunca se borra. Eje gradual de la resignación; cada sueño tiene el color del cielo o de la tierra. 34
CUERDAS VOCALES Para comunicar nuestro sudor al mundo, nuestro temor, nuestras vibraciones internas, los temblores de aire que nos ahogan. Son los laúdes cotidianos de nuestros vientos recónditos. 35
CUERO CABELLUDO Sombrero alado, vestido colonial de la caricia. Pelo a pelo nos van tejiendo. 36
D
DEDO GORDO DEL PIE Punto en el piso que señala el límite, armación cortante del equilibrio. Carnosidad fecunda que nos sostiene en vilo en el punto culminante de la danza. 39
DIENTES Los tragos amargos también se mascan. Pirata que se respete nunca los rehúsa. Todos los piratas son muecos. Las murallas de sus bocas son de marl y oro. 40
E
ESPALDA Camino del sol, desde la popa, escucha la estela de las navegaciones y precisa que eres el ausente en la fuga del paisaje. Camino del sol, desde la popa, mira cómo el eco de la huella se une al instante de la brisa contra el rostro, mientras eres un valle vertical que comba el tiempo. Valle vertical, país del ciego, los puñales ocian la danza del péndulo, frente al tribunal en que se enjuicia tu sombra. Camino del sol, junto a tu fardo, te acompaña el displicente y también el pusilánime, los centinelas del fuego e, igual, el inocente (esa fauna, sustancia de tu sombra, la coartada que esgrimes, pues eres el ausente). Camino del sol, es en la tarde cuando besas el pecho de las sillas, sin quererlo, mientras –marinero– hablas de un bosque entre las olas. Camino del sol, llega la noche y con el cansancio mides toda la pesadez de un sueño en ese valle vertical que comba el tiempo. 43
ESTÓMAGO Las manzanas no llenan, las manzanas no sacian. Aquí también me cabe un hambre metafísica. Las manzanas lo sabían: el bagazo de sus semillas son los bosques que he devorado. Y sigue el hambre. 44
F
FALO Lanzadera en tensión que se levanta y empuja, sembrando la tierra de mandrágoras blancas. Bastón de mando, culminación de la sangrante herida, de nervios en punta. 47
G
GARGANTA Límite de la saciedad, lira del eructo y el júbilo prosaico. Atolladero, nudo del llanto y la palabra sin decir que rumias con saliva y en silencio. 51
GLÁNDULAS LACRIMALES Todos tenemos un rostro para mirar y otro para ser mirados. 52
H
HÍGADO (Poema de un par de hígados que se aman) Amarte con mis entrañas es quererte con tus vísceras; hay allí una fábrica donde purican la sangre que me ofrendas. Amarme con tus entrañas es tomar de mí lo que te nutre, mientras desechas la futilidad de mis palabras. Amarnos es llevar la vida en aire a los ámbitos baldíos donde palidece la carne. Discípulo del hígado es nuestro amor el incansable, y el tiempo le será esa águila que socava sus entrañas. (Para Sara Esther) 55
HOMBRO Acosado por el “morral de mi desprecio”, no sólo la pereza es el “palafrén que yo cabalgo”; sigo siendo Sísifo: el cuadro no cambia. (Para L. de Grei) 56
I
INTESTINO Nuestro cuerpo cabe en más o menos dos metros, la mierda necesita diez. Somos cada vez más la cenicienta, los convidados de piedra del espacio. 59
L
LABIO Borde de la herida que nos trazó la sed. Surco de la torre bordeado por la textura misma de los pezones de una nube. Andamio en el que humea la impaciencia, donde nace la palabra primigenia besar amor pa ma ... 63
LENGUA Si la piel “es una biblioteca”, la lengua es una Biblia, la gran sabia, la que sabe de perdones y amarguras, la que entiende la razón de ser de los venenos, el café, y los mejores vinos. Serpiente soñolienta en la copa más alta, desciendes cuando enrojece la tierra; la gran sabia que despoja los labios de los mendrugos últimos como si todavía...
Ling.
No sólo sabe de eles y lamidos, ni, sibilina, de eses y asechanzas entre la piel abierta de los que se aman; por el contrario, sabe atentar contra el silencio, heroína o embaucadora, con insolencias, hermosas mentiras o panetos necesarios. 64
LÓBULO DE LA OREJA Razón del tímpano, cajón de los conciertos más humildes. Reejo de armonía, comensal de epifanías. Legión de sangre ingrávida, de calles tuberosas. Rodografía absurda del tiempo enajenado. Asgo la taza y no te encuentro. 65
LUNAR Los poetas siempre amaron a la luna por inútil y por la cellisca que no cesa de tejerle al gran azur. Y hoy, por ausente, luna nueva, te recuerdo (el lunar de tu muslo en la memoria); camino de la tierra, en desangelado cielo. Neil Armstrong no fue más que un astronauta; el eje de su nuca ya perdió toda exión. Ah, su esposa le ama también los trozos ocultos de piel muerta. 66
M
MANOS El hombre sueña y mira al cielo desde que tiene manos, es un demiurgo que cree ver a Dios en los espejos o erige atalayas para hablarle a él con más conanza. Atalayas que no sirven, atalayas torres catedrales pedestales desechables, y sobre todo chatarra en sus cielos de humo. Así que las manos son también un despropósito hace milenios, son las operarias en la Torre de Babel de las industrias en su acepción moderna la que más conviene a la ortodoxia. Empero, y en ello somos apenas iniciados, las manos son las garantes del deseo, sus cómplices en la conclusión de los abrazos. 69
Y con la muerte de las utopías descubrimos en ellas que son sólo el pincel de los adioses o esa rama que, de pronto, se les tiende a los náufragos. (Ellas escriben su fracaso)
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MEJILLA Blanco del beso y el escupitajo. Rama que no siempre huye o se deende. A regañadientes Cristo vive aún. Cada antifaz es un harapo. 71
MUSLO Más abajo del cielo una montaña. En el borde del valle una avenida que sube. Las manos lo sabían: caminante, sí hay camino, y cuando hay camino se hace delicia el subir. 72
N
NARIZ Orgulloso catador del mundo, radar abierto a la materia en fuga. Centón de la disolución del hombre. Meta nal del deseo consumado. 75
NUEZ DE ADÁN Señal del pecado Todo pecado del cuerpo se proyecta. 76
O
OJO Su razón de ser tienen la luz y el capricho lenticular de los colores en la coral del sol y la garúa. El mundo hiere con una piel desnuda que es preciso tomar como un sedante. De lejos son bellos los paisajes: el humo que uye de las casas, el sol cuando muere, la montaña y la luna, antes del sesentainueve. Hay que estar en paz con la distancia, a un alcance prudente del extraño y del espejo; lo demás es caer como venados o escuchar, impasibles, en la hojarasca el réquiem por un búfalo, viendo “fugarse los crepúsculos”. 79
OMBLIGO El ombligo es una brújula; su aguja, que señala los puntos car(di)nales, indica que para conquistar el territorio de la piel es preciso andar con mucho tacto, sin perder la noción del oriente, prudente y milenario, ni del occidente, loco y desenfrenado, transitando siempre en sentido circular y progresivo sin pausa sin prisa sin temor pues tiene mucho norte además y mucho sur que recorrer. El ombligo, pirámide intrincada y circular, plantea en su centro una exigencia en la forma de una pequeña inscripción destinada a los viajeros denitivos o de paso: que estén aturdidos hasta los morrales 80
de la lúdica y olvidada poesía del norte como un arma necesaria para enfrentar las tierras exuberantes y agrestes del sur.
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OREJA Muchas veces soy Beethoven en su demencia sorda. Otras veces soy Ulises atado al madero, recordando el rumbo inscrito en su bitácora de viaje. Hoy soy sabio, soy Van Gogh: abrid la caja. 82
P
PESTAÑA Pelaje sutil borde del ojo se cierra se abre Se pliega en la avería del cansancio Auxilio en la obsesión de un sueño nítido se cierra se abre Describe en la ceguera la ternura se abre hacia la luz en la distancia. 85
PIEL Nos guarda del detergente que disuelve nuestra carne. Es camino y muralla al mismo tiempo. Contra ella choca el mundo cuando trata de absorbernos, cuando trata de meterse en nosotros con atrevimiento; y con ella damos al mundo los sudores. 86
PLANTA DEL PIE DERECHO Con ella movemos el mundo en sentido contrario a nuestra marcha. Porque caminar es mover el mundo y remover sus piedras. 87
PRÓSTATA Cuando doblen las campanas será por ti al anochecer. 88
PULMÓN IZQUIERDO Hermoso fuelle con que nos bebemos el mundo todo; el aire todo nos cabe dentro, con sus vientos, sus polvos y sus vibraciones; nos caben todos los nombres pronunciados; los vientos ya respirados y vueltos a ser vientos, también nos caben. Se nos mete el olor del mundo, y el acoso; nos cabe la huella del paso de la golondrina, el aire; y la canción nos cabe. El aire todo y el dolor; vapores, ruidos, sarcasmos, miedos, todo eso y más nos cabe en el fuelle hermoso de piel de terciopelo. Y nosotros, ingratos, en pago sólo damos vapor de agua y anhídrido carbónico. 89
R
RIÑÓN Porque apartas de mí los malos tragos y también lo inservible de mi sangre; porque entre el bien y el mal eres el límite; porque separas lo que me tiene vivo de la misma sustancia de mis enemigos; porque devuelves el otro motivo de mis náuseas (y en eso soy tu cómplice), puedo orinarme sobre el mundo, dar mi cuota de herrumbre para la posteridad. 93
S
SENOS “¡Por caridad, un seno, uno de los dos!”, imploraríamos en una esquina al paso de todas las mujeres. Ramón Gómez de la Serna
¿Cómo es la forma del cuenco de mis manos? ¿Cuál la textura de mis labios? ¿Por qué dejamos de hacer el amor como los perros? Marilyn, ¿por qué tantas veces naufragó tu rostro si en todas las fotos guraste entera? 97
T
TACTO Una parte de nosotros se va todos los días por la alcantarilla. El agua que se lleva las capas de los hombres tiene el cálido abrazo de un ausente. Dícese de la que arropa las manos como un árbol, cerámica del cuerpo que nos muestra el mundo. 101
TALÓN Límite e inicio del rastro y la presencia. Cuando lo pisen ¡córrete! La vida acecha a tus espaldas. 102
TÍMPANO Quién pudiera ser Ulises para aislarse del mundo. Quién pudiera negar que por ti también entra el veneno, que es esta la hora inevitable, la estridencia de los despertadores. ¿Parpadeas? Claro, sólo a la muerte te cerrarías; nunca tienes noticias del silencio. 103
TRIÁNGULO DE MICHAELIS Soporte hueco, tierra rme, valle extenso donde se detiene la mano; justicación del punto aparte, hondonada de las alucinaciones, sabana del supremo empuje; punto de partida hacia todas las conjunciones. 104
U
ÚTERO Hay que pensar, de vez en cuando, en la oscuridad que nos da sombra, en la ventana que guarda nuestros primeros desgarrones. 107
V
VELLO Remanso de tiempos idos; recodo en el que se arremolinan nuestros ríos atávicos, por donde uyen los olores primigenios. 111
VENUS, Monte de Ingenioso almohadón del dedo índice. Cerro boscoso de negros follajes. Tú naces de la esperma divina y la espuma del mar, diosa carnal de frondosa cabellera. 112
VERRUGA Es la huella dérmica de nuestra gula de comedores de uvas. 113
Porque entendemos que las relaciones ciudadanas son ante todo relaciones culturales, la Alcaldía de Armenia se vincula con la publicación de este libro.