De la Regeneración del Pueblo a la Huelga General[1] “Obreros: Ha llegado la época en que los obreros, unidos en una sola y gran familia, deben trabajar por sí solos, sin esperar nada de los que están fuera de su círculo, por su mejoramiento moral y social”[2]
Sergio Grez establece que a partir de 1853 emerge un importante fenómeno de autoorganización obrera, y ayuda mutua en caso de enfermedad, invalidez, muerte o cesantía, seguido de un clima altamente represivo que se vivió en 1851 y 1852. Los pioneros de la organización obrera fueron los tipógrafos. Quienes como Victorino Laínez (y Luis Emilio Recabarren después) garantizarían la organización obrera. En este caso, la “década del mutualismo” se inaugura el 18 de septiembre de 1853 con la creación creación de la Sociedad Tipográfica de Santiago. “Los tipógrafos, que por las características de su trabajo, instrucción y posición social, estaban en condiciones de asumir un plan que implicaba autodisciplina, constancia, probidad, planificación a largo plazo y espíritu de previsión”.[3] Otra figura clave de la época es Fermín Vivaceta, reconocido como el padre del mutualismo en Chile. “Fermín Vivaceta encarnaba admirablemente al trabajador honesto, la regeneración del pueblo, y la creencia en los valores laicos, republicanos, mutualistas y cooperativistas que fueron el cimiento ideológico de los militantes populares chilenos de su época.”[4] Y organizaciones claves como la Sociedad Tipográfica de Valparaíso. La Sociedad Tipográfica Bonaerense. La Asociación de Artesanos de Valparaíso. Y la Sociedad Progresista de Artes y Oficios. La Sociedad de Artesanos “La Unión” de Santiago, que es la primera organización multigremial de los trabajadores. Las ideas mutualistas se esparcían entren los trabajadores. “Las sociedades mutualistas, (…) a menudo cumplían funciones de educación, ahorro y otras expresiones de sociabilidad popular (… y también las) cooperativas y asociaciones de tipo recreativo-cultural (sociedades filarmónicas de obreros). En algunos casos las mutuales, especialmente las que agrupaban a trabajadores de un mismo gremio, organizaron huelgas y movimientos reivindicativos, prefigurando las sociedades de resistencia de fines de siglo”.[5] Las mutuales fueron las primeras organizaciones de socorro mutuo creadas por los obreros después de la guerra civil, eran sociedades de artesanos y trabajadores sin distinción de oficios. Tenían un fondo común, se ocupaban de la educación de los obreros, abrían una caja de ahorros, y prestaban ayuda a sus asociados en caso de cesantía o problemas de salud y accidentes. El problema y el mayor límite que tenían era que aún su composición era policlasista, ya que intervenían en ellas algunas patrones, o personas no obrera. Límite que sería superado posteriormente por las sociedades de resistencia.
El período que va desde 1862 a 1879 fue, para nuestro autor, el momento de mayor difusión de las ideas mutualistas. A partir de 1867 también la Iglesia Católica desarrolló una política de “sociedades católicas de obreros”, introduciendo una vertiente conservadora.[6] Hacia 1863 se desarrollan embrionariamente las cooperativas, que perecieron como proyecto, pero que no fueron escasas. Eran impulsadas por personalidades liberales como Manuel José Balmaceda, Benjamín Vicuña Mackenna y José Victorino Lastarrias, y la idea era transformar a los obreros en capitalistas. “La concepción del cooperativismo de cooperativismo (…) no se basaba en el concepto de lucha de clases, sino en el de cooperación entre capitalistas y obreros según el cual todos se prestan mutuos servicios y acrecientan su fortuna.”[7] Otra herramienta de organización para los obreros fue el desarrollo de las sociedades filarmónicas y culturales, como la Sociedad Filarmónica de Obreros, o las Escuelas Nocturnas, que buscaban desarrollar culturalmente la conciencia de clase de los trabajadores. “La Filarmónica de Obreros de Santiago era la precursora de las sociedades mixtas, es decir, estaba compuesta por personas de ambos sexos y ejemplificaba a la perfección el ideario del movimiento asociativo popular que se venía desarrollando desde mediados de siglo pues, encarnaba la idea de arrancar al mayor número posible de compañeros de los goces perniciosos de la taberna y remoliendo.”[8] Estas sociedades de obreros fueron un punto de encuentro importante, que contribuyó a la creación de una conciencia obrera (en el marco de que la Guerra del Pacífico estaba creando una gran ola de patriotismo de masas). A partir de 1885 y 1890 prolifera el método de la Huelga Obrera. Estamos hablando ya de un proletariado compuesto por unas 150.000 personas, es decir, nada mejor. Que era consciente de sus propias fuerzas y de su centralidad en la economía capitalista en desarrollo. Las primeras huelgas obreras se dan entre los tipógrafos, los fleteros, los lancheros, los panaderos, los cigarreros, los ferroviarios, los portuarios. Y la mas importante de todas ellas se da en 1890. Cinco años más tarde del primer Congreso Obrero, que se reúne en Santiago con el fin de ayudar a la coordinación permanente de las sociedades obreras. Aldana, 09 de Septiembre, 2013
[1] A partir de “De la Regeneración del Pueblo a la Huelga General. Génesis y evolución histórica del movimiento popular en Chile. 1810-1890”, Capítulos IX, XI y XV, de Sergio Grez Toso, Ediciones DIBAM, RIL y Centro de Investigaciones Diego Barros Arana, Santiago de Chile, 1997.