Pl a n o d h l AMBITO DE TRABAJO d e l
D r . WlNNICOTT
EN EL 87CHESTERSQUARE Lo n d r e s
1. Terrado Terrado 2. Despa espacho cho 3. Libros 4. Sala de espera 5. Pared ared bla blanca + vent ventana ana cieg ciega 6. Techo en declive declive 7. Sótano patio 8. Librería Librerías s 9. Librerías 10. Juguetes uguetes 11• Escaleras hacia el terrado, terrado, etc. 12. Consultorio 13. Cortinas 14. Libros 15. Li Librerías 16. Escritorio 17. Libros
Dibujo ile E. Brillan
Pl a n o d h l AMBITO DE TRABAJO d e l
D r . WlNNICOTT
EN EL 87CHESTERSQUARE Lo n d r e s
1. Terrado Terrado 2. Despa espacho cho 3. Libros 4. Sala de espera 5. Pared ared bla blanca + vent ventana ana cieg ciega 6. Techo en declive declive 7. Sótano patio 8. Librería Librerías s 9. Librerías 10. Juguetes uguetes 11• Escaleras hacia el terrado, terrado, etc. 12. Consultorio 13. Cortinas 14. Libros 15. Li Librerías 16. Escritorio 17. Libros
Dibujo ile E. Brillan
PSICOANALISIS DE UN UNA NIÑ NIÑ A PE Q U E Ñ A (Th (The Piggle) Piggle)
po por D. W. Winnicott
GEDISA
Título Título de l original fr anc és: The Piggle. An Account of the Psycho-Analytic Treatment of a Little Girl © Clare Winnicott, 197 1977
Traducción: Horacio Vázquez Rial C ub ierta: Rolando - Mem elsdor elsdorff ff 1.* edición en Barcelona, abril de 1980
© by GEDISA, S. A. Muntaner, 460, entlo. 1* Tel. 211 05 16 Barcelona Barcelona / España ISBN: 84-7432-088-7 Depósito Legal: B. 7074-1980 La reproducción total o parcial de este libro, en forma idén tica o modificada, escrita a máquina o con sistema multigraf, mimeógrafo, impreso, etc., no autorizada por los editores, viola los derechos reservados. Cualquier utilización debe ser previamente solicitada. Impreso en Gráficas Diamante Zamora, 83 - Barcelona-18 Impreso en España Printed itt Spairt
INDICE — Clare Winnicott y R.D. Shepherd . . n o t a p r e l i m in a r — IshakRamzy ............................. i n t r o d u c c i ó n — D. W. W in nicott ........................... prefacio
9 13 21 25
LA P A C I E N T E .................................................................................................. PR IM ER A C O N S U L T A .............................................................................
29
SEGUNDA C O N S U L T A .............................................................................
43
TERCERA C O N S U L T A .............................................................................
57
CUARTA C O N SU L T A .........................................................................................
71
QUINTA C O N S U L T A .........................................................................................
81
SEXTA C O N S U L T A .........................................................................................
91
SÉ PTIMA C O N S U L T A ........................................................................................ 1 0 5 OCTAVA CO N SU L T A .............................................................................................H l NOVENA C O N SU L TA ............................................................................................. 1 2 1 DÉ CIMA C O N SU L T A .............................................................................................1 5 3 UNDÉ CIMA C O N S U L T A ....................................................................................1 4 5 DUODÉ CIMA C O N SU L T A .................................................................................... 1 5 9 DECIMOTERCERA CONSU LTA...........................................................................1 7 3 DECIMOCUARTA C O N S U L T A ...........................................................................1 8 5 DECIMOQUINTA C O N S U L T A ...........................................................................19 1 DECIMOSEXTA e píl o g o
C O N S U L T A ........................................................................... 201
— Por los padres
dela paciente .
.
.
205
ADVERTENCIA DEL TRADUCTOR
«The Piggle» es el conjunto de las notas tomadas por el Dr. Winnicott en el curso de un tratamiento psicoanalítico. En consecuencia, aparecen en sus páginas innumerables reiteraciones, frases inconclusas y comentarios abreviados, que cons piran contra una deseable pulcritud en el estilo. He optado por respetar hasta en sus menores detalles el original inglés, convencidos de que la espontaneidad, la evidencia del libro en acto, constituía uno de los aspectos más valiosos de esta crónica. No se impute, pues, lo que pueda parecer desaliño, a una supuesta desidia del traductor. H.
8
v.
R.
PREFACIO
Presentamos en este libro la transcripción literal de las notas tomadas por un psicoanalista en el curso del tratamiento de una niña. Se ofrece al lector la rara oportunidad de ser admitido en la intimidad del consultorio y estudiar a la paciente y el terapeuta en funciones. Lo cual resultará de especial valor para quienes se relacionen profesionalmente con niños, así como también para quienes se preocupen por ellos y por su desarrollo. The Piggle revestirá un particular interés para aquellos que se encuentren familiarizados con los escritos del fallecido Dr. Winnicott. En sus comentarios y notas ocasionales para el lector, describe el tratamiento a medida que éste avanza, y nos revela su concepción teórica de lo que está sucediendo. A la vez, aquello que dice, y la forma en que lo dice, ilustran vividamente sus contribuciones a la teoría psicoanalítica y a la técnica del tratamiento de niños. Pero éste no es un pesado libro de texto. Es el registro vivo de los actos de dos personas que trabajan y juegan juntas con decidida intensidad y placer. Desde el punto de vista de Winnicott, «no es posible para un niño de esta edad desentrañar el significado de un juego, a menos que lo juegue y lo disfrute». La ansiedad se domina y pasa a formar parte del conjunto de la experiencia por medio del placer (Decimotercera consulta). 9
Los lectores sentirán la satisfacción del propio Win nicott en su juego con la niña. Toma conciencia de la transferencia y la acepta, pero hace mucho más: le da vida, representando los diversos roles que se le asignan. La dramatización de su mundo interior permite a la niña experimentar y jugar con las fantasías que más la molestan. La posibilidad se le proporciona en pequeñas dosis, y en un marco que ha devenido lo bastante seguro merced a la habilidad del terapeuta. La tensión creativa en la transferencia se mantiene, y el nivel de ansiedad e incertidumbre es conservado en los límites de la capacidad de la pequeña, de modo que el juego puede continuar. El Dr. Winnicott adaptaba su técnica a las necesidades de cada caso en particular. Si hacía falta y era posible un psicoanálisis extenso, procedía a realizarlo. Si no, variaba el método, pasando de las sesiones regulares a las sesiones «a pedido», o a consultas terapéuticas aisladas o prolongadas. En el caso que nos ocupa, se empleó el sistema de entrevista «a pedido». En el manuscrito de este libro, el Dr. Winnicott había indicado por escrito, para recordarlo en el momento oportuno, la necesidad de hacer un comentario sobre su forma de trabajar con los padres de la paciente. Lamentablemente, no llegó a redactarlo por extenso, pero sus notas cifradas permiten entrever sus sentimientos acerca de su relación profesional con ellos. Rezan así: «Material disperso respecto de los padres —no terapia familiar —no asistencia por separado —psicoanálisis partagé (disperso). Ninguna defraudación de su parte, y no interfirieron.» Hay también una nota en que se sugiere que tanto la participación de los padres como lo espaciado de las entrevistas, tuvieron como efecto el diluir la pose sividad, dejando libre el camino para que la relación de la paciente con sus progenitores se desarrollara como parte del proceso terapéutico en total. Los lectores apreciarán que, en el caso que nos ocupa, los 10
pudres eran profesionales, y conocían el terreno psico terapéutico. Su colaboración fue decisiva para los re stiltados de la tarea. La terapia duró dos años y medio, con encuentros poco frecuentes. En los intervalos, la paciente solía enviar mensajes y dibujos, adjuntos a las cartas que des pachaban sus padres, para decir al Dr. Winnicott cómo se sentía. Era vital para la labor terapéutica que las visitas se concertaran a solicitud de la niña, y tal técnica cobraba la mayor importancia en el mantenimiento de la relación. La intensidad de la transferencia no cedió, y se resolvió finalmente de un modo conmovedor y convincente para satisfacción de ambos. Clare Winnicott R. D. Shepherd Comité de Publicaciones Winnicott
NOTA PRELIMINAR Presentar este libro del difunto Dr. Donald W. Winnkott constituye un privilegio y un honor. É l había redactado este detallado y fascinante documento clí nico, conservándolo aparte durante varios años, sin decidirse a facilitarlo a otros lectores que no fuesen Mis. Clare Winnicott y los padres de la pequeña que había tenido a su cuidado. Llegué a conocer el manuscrito, merced a una oportunidad que sólo un hombre romo Winnicott podía brindarme, un año antes de su muerte, ocurrida en 1971. Las notas correspondientes a las largas discusiones que sostuvimos durante el verano de 1969 y nuestra subsiguiente corresponden cia, que tenía por finalidad ayudarle en la preparación del libro para su publicación, han sido las líneas maes tras a las que me atuve para editarlo en su nombre. En su mayor parte, lo que pudo haber hecho, y pensó ha cer, de haber contado con el tiempo necesario para revisar algunos pasajes y ampliar varias notas breves, ha permanecido irrealizado, para no modificar el for mato ni el estilo que, en su origen, Winnicott pretendía dar a su contribución. Como quiera que fuese, es pro bable que, tal como está, quede como ejemplo elocuen te de una rara perspicacia clínica, e invalorable ilus tración de la teoría y la técnica de uno de los más creativos y destacados maestros del tratamiento psicoanalítico, en su trabajo con un niño.
Tal vez se deban mencionar algunos datos relativos a Winnicott, especialmente para aquellos lectores que no hayan tenido acceso a ninguna reseña biográfica suya. Hijo de padres auténticamente británicos y criado en la abundancia, Winnicott se graduó en medicina poco después de los veinte años. Comenzó a ejercer como pediatra en el Hospital de Niños de Paddington Green, en Londres, y allí permaneció durante cerca de cuarenta años, en el curso de los cuales estimaba haber visto, aproximadamente, 60.000 pacientes, entre madres y niños. A poco de haber iniciado su práctica pediátrica, entró en contacto con Ernest Jones, quien le envió a análisis con James Strachey. Por esos años, Winnicott escribió: «Estaba entonces en mis comienzos como especialista en pediatría, y es fácil imaginar cuán ex citante me resultaba encontrarme ante infinidad de casos clínicos y obtener, por parte de padres sin cul tura, miembros de las clases sociales que acuden a los hospitales, la confirmación de que todos podían nece sitar de las teorías psicoanalíticas que estaban comen zando a adquirir un significado para mí a través de la propia experiencia. En aquella época no había ningún otro analista que fuese también pediatra, de modo que durante dos o tres décadas fui un fenómeno aislado.»1 La fama y el reconocimiento mundial le llegaron en los últimos quince años de su vida. No había creado escuela, ni lideraba un grupo de seguidores que difun dieran sus enseñanzas. Logró ser reconocido gracias a la forma, modesta pero directa, y el estilo, sencillo pero inimitable, en que comunicaba sus descubrimien tos. Oralmente o por escrito, daba vividos ejemplos, tomados de su actividad real —pruebas irrefutables de sus conclusiones—, a los círculos científicos y a los periódicos especializados en psiquiatría y psicoanálisis,1 1. "A Pe rson al View of the Kleinian C on tribu tion" . En: The M aturational Processes and the Fac ilitating Env ironme nt. NL-w York, International Universities Press; Londres, Hogarth Press, 1965, p. 172.
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v, muy a menudo, a los círculos, mucho más amplios, de padres, trabajadores sociales, maestros y personas interesadas en general en la educación, la salud men tal y el cuidado de niños. Winnicott hizo historia en la ciencia de la naturaleza humana por el descubri miento del significado de aquello que la gente sabía, pero cuya importancia para el desarrollo y la realiza ción personal no se comprendía. Según una lista de sus libros y artículos publicados, en la cual no constan las lechas, sus títulos llegan a 190.2 El detalle de los temas más importantes de obra tan voluminosa, ocuparía por sí solo un tomo; pero es posible acceder a lo esencial de las aportaciones de Winnicott mediante la lectura de la introducción que Masud Khan redactó para la nueva edición de sus artículos completos, Through Paediatrics to Psycho-Analysis ( Por la pediatría, al psicoanálisis) .3 Tras haber sido uno de mis maestros más estima dos, Donald Winnicott fue, durante casi veinte años, mi amigo y consultor. Como tenía la costumbre de pasar por Londres toda vez que iba a Europa para asis tir al Congreso Internacional de Psicoanálisis, escribí a Winnicott en junio de 1969, preguntándole si dispo nía de tiempo para recibirme y conversar conmigo an tes de que nos encontrásemos demasiado ocupados por las actividades previas al Congreso, camino de Roma. Me respondió inmediatamente, proponiendo una cita tan pronto como hubiese llegado a Londres. Pero en el siguiente correo, el mismo día, recibí otra carta, en la que se leía: «Tengo algunas noticias para usted. ¡Aunque no lo sepa, el 22 de julio, entre las dos y media y las cuatro menos cuarto de la tarde, me va a supervisar en presencia de los visitantes del pre-Congreso! »Ello es debido a mi enfermedad, que determinó 2. Véase la bibliog rafía prep ara da po r el ed ito r en The Maturational Processes and the Facilitating Environment, cit. 3. Lo ndres, H og arth Press, 1975.
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que algunos de mis alumnos tuviesen que ir a otra parte en busca de supervisión; no he dado con nin guno que tuviese un caso adecuado para trabajar en ese momento. De modo que pedí autorización para ser supervisado en voz pasiva y le estoy pidiendo que lo haga. «Ofreceré una hora de análisis de niños, que proba blemente usted encuentre bastante horrorosa como tal, pero que llevará a la discusión. Aguardo la expe riencia con entusiasmo. Cuando nos encontremos, le informaré cualquier otra cosa que quiera saber, en caso de ser necesario. Tengo la esperanza de que se limite a hacer eso.» Apenas llegué a Londres, una noche, tras una sun tuosa cena que Clare había preparado para nosotros, Winnicott me habló de la representación que nos ata ñía, prevista para el 22 de julio como parte del Pro grama Científico del pre-Congreso ofrecido por la So ciedad Psicoanalítica Británica. Cuando inquirí si había algunas notas que pudiese leer para ponerme al co rriente de las particularidades del caso, me dijo con tono despreocupado que no hacía falta que perdiera el tiempo en preparación alguna ni que ocupase mi mente con otros detalles que aquellos que él iba a exponer, en los cuales debía basar mis observaciones como supervisor y mi actividad como moderador en la discusión abierta que tendría lugar en la reunión. Sólo después de un amable cambio de impresiones me entregó una copia mecanografiada de las notas relativas al caso, del cual aún no había decidido qué aspecto presentar. Al regresar al hotel, movido por mi preocupación por la posibilidad de que el público se sintiera decep cionado al no ver a Winnicott supervisando, como se había anunciado —viéndolo en cambio supervisado, y por un colega menos conocido—, me apresuré a revisar las páginas del manuscrito para conocer su contenido y ver cómo podría llevarse la discusión. Como si hu-
biese biese hallado un tesoro, mi emoción emoción y mi deleite ante lo que que leí leí disiparon toda preocupación y me hicieron contemplar conte mplar la representación representa ción con anticipada anticip ada alegrí alegría. Ese manuscrito es el que se entrega al lector en este libro. Los asientos del amplio anfiteatro estaban ocupa dos en su totalidad, y quienes llegaron tarde tuvieron que conformarse con permanecer de pie. Según la lista de asistentes registrados, entre el público se con taban psicoanalistas de los cuatro rincones del mundo; tan sólo unos pocos eran ingleses, puesto que el Pro grama gram a Cientí Ci entífico del pre-Congreso pre-Congreso esta es taba ba concebido primordial primo rdialment mentee en función de los los visitantes de ultra ul tra mar. Tras explicar por qué no iba a presentar una supervisión propia y en cambio iba a ser supervisado por mí, a su propio pedido, pedido, Winnicott, procedió, con con su voz suave y su tono modesto, a exponer el caso y rela re lata tarr el trab tr abaj ajo o que había había hecho en el el curso de la primera prim era sesión con la paciente. paciente. Una de las cuestiones cuestiones que se discutieron en el subsiguiente coloquio fue la de si si el el tipo de tratam trat amien iento to que Winnicott Winni cott describía con el nombre de «psicoanálisis a pedido», con sus se siones poco frecuentes e irregulares, era análisis o psicoterapia. É l respondió llamando la atención sobre lo que habí hab ía hecho con la tran t ransfer sferenci enciaa y el el incons incons ciente, y no sobre los acuerdos formales de la situación analítica, ni n i sobre sob re la frecuenci frecu enciaa y regularid regul aridad ad de las sesiones. En el curso de la discusión, un espectador impaciente comentó, en un audible susurro: «Si hay alguna duda de que se trata de un análisis, ¿cómo es que se sigue considerando el caso del Pequeño Hans 4 como como un clásico clásico de la lite li tera ratu tura ra psicoanalí psico analítica?» En su propia propi a introducción introdu cción a este volume volumen, n, Winnicott se ocupa ocupa de las ventajas del método «a pedido». Lo cierto es que Winnicott Winni cott ya habí ha bía definido su 4. Fre ud , S. (1909), “Analysis “Analysis of a Ph obia in a Five-Yea Five-Year-Ol r-Old d Boy”. S t a n d a r d É d i ti ti o n , 10:3-149. Londres, Hogarth Press, 1955.
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concepción concepción del del psicoanálisis en 1958,5 1958,5 al decir decir:: «He sido invitado a hablar del tratam tr atamien iento to psicoanalí psicoanal ítico y, en compensación, un colega ha sido invitado a ha blar bl ar de la psicoterapia la psicoterapia individual. individual. Confío en que que ambos ambos partamos parta mos del del mismo mismo problem problema: a: ¿Cómo ¿Cómo distinguir disting uir una cosa de otra? Personalmente, no me veo en condiciones de precisar prec isar la diferencia diferencia.. Para mí la cuestión es: ¿Ha tenido el terapeu tera peuta ta preparació prep aración n analítica, o no? «Tal vez nos resulte más provechoso contrastar nuestro nue stross dos temas con el de de la psiqu psi quiat iatrí ría infantil, infantil , que contr co ntrast astarl arlos os entre ent re sí. En mi ejercicio profesional he tratado miles de niños de ese grupo de edad [latenc te ncia] ia] mediante técnicas de la psiq ps iqui uiatr atrí ía infantil. infanti l. He realizado (en mi condición de analista) psicoterapia individual en algunos cientos de casos. También he sometido a cierto número de niños de ese grupo de edad a psicoanálisis; más de doce y menos de veinte. Los Los límites son tan imprecisos impreci sos que que me resu re sult ltaa impo sible ser exacto.» Unos años más tarde (1962),6 volvió sobre el tema; dijo: dijo: «Me divier divierto to haciendo análisis y siempre siempre pienso con ilusión en el fin de cada caso. El análisis por el análisis mismo no tiene t iene sentido sent ido par p araa mí. Hago análisis análisis porque el paciente lo necesita y le hace bien. Si el paciente no necesita necesita análisis, análisis, hago otra otr a cosa cosa.. En cuanto al análisis, uno u no se preg pr egun unta ta cuál es el límite máximo de lo que es posible permitirse hacer. Por el contrario, en mi mi prácti pr áctica ca clínica la consig consigna na es: es: ¿Qué es es lo menos que se puede hacer?» Concluye Concluye el el mismo artí a rtícul culo o con la siguien sig uiente te decla decl a ración: ración: «En mi opinión, opinión, nuestro nue stross objetivos objetiv os en la apli cación de la técnica estándar no se ven afectados si llegamos a interpretar mecanismos mentales que co rresponden a desórdenes de tipo psicótico y a niveles 5. "Child Analysis Analysis in the Laien cy P erio d”. En: The Maturational Processes and the Facilitating Environment, cit., p. 115. 6. "The Aims of Psycho-Analytic Psycho-Analytical al T rea tm en t”. t”. En: The Maturational Processes and the Facilitating Environment, cit., pp. 166-170.
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primitivos en los estadios emocional emocionales es del del individ individuo. uo. Si nuestro propósito sigue siendo el verbalizar la conciencia naciente en términos de transferencia, estamos haciendo análisis; si no, somos analistas en el ejercicio de cualquier otra técnica que estimemos adecuada para la ocasión. ¿Y por qué no?» Ishak Ramzy, M. A., Ph. D. Topeka, Kanscts, octubre, 1974
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INTRODUCCIÓ N Este libro, que se presenta bajo mi nombre, está escrito en parte por los padres de la niña apodada •The Piggle».1 Está compuesto por resúmenes de cartas referidas a Gabrielle, redactadas conjuntamente por ambos, y por mis notas clínicas, en un intento de brindar una descripción detallada de las entrevistas psicoanalíticas. He agregado comentarios, pero no los suficientes —así lo espero— para impedir al lector hacerse una idea personal del material y su evolución. Surge la cuestión de si es o no correcto publicar los detalles íntimos de un análisis, pero el hecho de que en este caso la paciente tuviese dos años y cuatro meses de edad al comenzar el tratamiento hace más fácil la decisión. También, asumiendo parte de la res ponsabilidad, sus padres han considerado que el tomar conocimiento de la publicación de esta descripción no dañará a Gabrielle cuando sea mayor.12 No aseveraría que el tratamiento haya terminado. Siempre me resulta difícil considerar completo un tratamiento cuando el paciente es tan joven que el proceso de desarrollo en sípuede tomarse por un comienzo 1. En Inglaterra, el apodo "Piggle" es un término cariñoso empleado frecuentemente en el trato con niños pequeños. 2. En fecha posterior, la mad re ofreció unos pocos com entarios a la transcripción, no destinados a la publicación. Algunos de ellos se incluyeron finalmente en el libro.
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de éxito analítico. En este caso es dable apreciar que al principio la enfermedad de la niña domina la escena, de modo que es fácil atribuir la mejoría clínica al trabajo realizado en análisis. Con el tiempo, sin em bargo, la niña comienza a liberarse de las pautas de la rígida organización defensiva que constituye la enfermedad, y entonces se hace muy difícil distinguir entre mejoría clínica y desarrollo emocional, entre el trabajo realizado en tratamiento* y el proceso de maduración que entonces encuentra trabas. Los padres entraron en contacto conmigo en enero de 1964, cuando Gabrielle tenía dos años y cuatro meses. Vi a Gabrielle catorce veces, «a pedido», comenzando a sus dos años y cinco meses. Tenía cinco años en ocasión de la decimocuarta sesión. En este análisis, debido al hecho de que la niña vivía a considerable distancia de Londres, el tratamiento fue hecho «a pedido», y ello afectó a la finalización del mismo. No hay razón alguna por la cual el método «a pedido» no debe ser continuado e incluir, tal vez de tanto en tanto, fases de tratamiento intensivo. El lejano futuro no se puede predecir —y tampoco es necesario—. Se verá, no obstante, en esta relación, que el analista es más propenso a la tolerancia en lo referente a la sintomatología de la niña, que los padres, quienes tienden, una vez iniciado el tratamiento, a ver en la aparición de síntomas, invariablemente, un indicador de que la pequeña debe regresar a la consulta. Una vez que un niño se pone en tratamiento, se pierde de vista la rica sintomatología de todos aquellos a los que se cuida en sus propios satisfactorios hogares. Es posible que en realidad el tratamiento perjudique algo tan valioso como la capacidad del medio doméstico para tolerar y hacerse cargo de los estados clínicos del niño que revelan tensión e interrupciones temporarias en el desarrollo emocional, o que perjudique inclusive el propio desarrollo. A este respecto, el método «a pedido» tiene venta22
jas sobre el de sesión diaria cinco veces por semana. Por otra parte, no se debe creer que un compromiso sea de gran valor; o bien el niño debe analizarse sobre la base de una sesión diaria, o bien debe ser visto a pedido. Los tratamientos de una-vez-a-la-semana, que se han convertido casi en un compromiso aceptado, son de dudosa utilidad, puesto que decaen entre una y otra sesión e impiden que se realice un trabajo verdade ramente profundo. El lector puede llegar a la conclusión de que el estado clínico de esta niña es correctamente descrito en las cartas que los padres escribieron entre horas de tratamiento. Es posible ver en ellas, que fueron redactadas sin el menor propósito de publicación, sen cillamente para informar al analista, que la enferme dad de Gabrielle adquirió rasgos más precisos y una organización más clara como dolencia tipo después del primer par de sesiones. Luego, poco a poco, las carac terísticas fueron haciéndose en cierta medida más di fusas, dando paso a una serie de estadios de madura ción que debían volver a manifestarse a pesar de haber sido satisfactoriamente superados en la infancia de Gabrielle; por ejemplo, antes del embarazo de la ma dre. Es, sin embargo, a partir de la descripción del trabajo psicoanalítico que el lector puede observar lo esencialmente saludable de la personalidad de esta niña, cualidad que siempre resultó evidente para el analista, aun cuando clínicamente y en el hogar la pequeña estuviese realmente enferma. Ello dio un im pulso al tratamiento, claramente visible desde los co mienzos e indudablemente reforzado por la confianza de los padres y de la paciente en el analista. Los deta lles del trabajo demuestran que, desde el principio, Gabrielle iba a trabajar, y que cada vez que acudía al tratamiento llevaba un problema que estaba en con diciones de exponer. En todas las ocasiones el analista tuvo la impresión de ser informado por la niña de un problema específico, si bien hubo muchas áreas de 23
juego indeterminado o conducta o conversación en las cuales parecía faltar orientación. Esas fases de juego indeterminado constituían a todas luces un rasgo im portante para extraer del caos un sentido, el de la dirección del desarrollo, y la niña alcanzaba, a través de ellas, a experimentar una sensación de auténtica necesidad, la necesidad que la había impelido a pedir otra sesión. He dejado intacto adrede el material im preciso en su forma original, tal como lo recogí en el momento de tomar las notas. D. W. Winnicott, F. R. C. P. 22 de noviembre , 1965
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LA PACIENTE EXTRACTO DE LA PRIMERA CARTA DE LOS PADRES, ESCRITA POR LA MADRE Enero, 4, 1964
«¿Dispone usted de tiempo para ver a nuestra hija Gabrielle, que tiene dos años y cuatro meses? Tiene problemas, que la mantienen despierta por las noches, y a veces parecen afectar el conjunto de su vida y su relación con nosotros, aunque no siempre. »He aquí unos pocos detalles. »Es difícil describirla como un bebé; parece en muchos aspectos una persona adulta, y da la impresión de poseer grandes recursos interiores. Hay poco que informar acerca de la alimentación; aparentemente, se realiza sin dificultades y con naturalidad; así fue el destete. Fue amamantada hasta los nueve meses.1 Tenía un gran sentido del equilibrio: rara vez se cayó, al aprender a caminar, y rara vez lloró al caerse. Desde los prime1. La curs iva m e perten ece . D. W. W.
ros tiempos, evidenció sentimientos muy apasionados hacia su padre, y fue en cierto sentido despótica con su madre. »Tuvo una hermanita (actualmente de siete meses) a los veintiún meses; yo consideraba que era demasiado pronto. Y tanto esto como (se me ocurre que también) nuestra ansiedad al respecto2 parece ha ber dado lugar a un gran cambio en ella. »Se aburre y se deprime con facilidad, cosa que antes no sucedía ostensiblemente, y ha cobrado de pronto gran conciencia de sus relaciones y especialmente de su identidad. La fuerte angustia y los abiertos celos de su hermana no duraron mucho, si bien la angustia fue muy intensa. Ahora ambas se encuentran recí procamente muy divertidas. Hacia su madre, cuya existencia había dado la impresión de ignorar, Gabrielle muestra una mucho mayor calidez, aunque a veces, también, manifieste más resentimiento. Adquirió muy evidentes reservas respecto de su padre. »No intentaré darle más detalles sobre el particular, sino referirle las fantasías que la llevan a llamarnos a gritos hasta bien entrada la noche. »Tiene una mamá y un papá negros. La mamá negra se le presenta por la noche y dice: ‘¿Dónde están mis yams?' (‘Yam'= comida. Se señala las tetillas, las llama ‘yams’ y las estira, buscando agrandarlas.) A veces la mamá negra la pone en el váter. La mamá negra, que vive en su vientre, y con la cual se puede hablar por teléfono, se enferma con frecuencia, y es difícil que mejore.
La enfermedad descripta clínica m ente
2. No supe hasta m ucho más tarde que la propia m adre había p a sa d o p o r la experi encia de te n e r u n h e rm a n o a esa m ism a edad. D. W. W.
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»E1 segundo producto de la fantasía, de aparición posterior, es el ‘babacar’. Cada noche grita: ‘Habladme del babacar, de cidme todo acerca del babacar’. La mamá y el papá negros suelen estar juntos en el babacar-, o algún hombre solo. Muy de tanto en tanto se manifiesta una ‘Piggle’ negra (llamamos ‘Piggle’ a Gabrielle). «Hubo una época, ya pasada, en que se arañaba el rostro gravemente todas las noches. «Muchas veces se la ve enérgica y es pontánea y llena de vida, pero en esta ocasión decidimos pedir su ayuda para que no se fije ni se endurezca como única posibilidad de hacer frente a su angus tia.» EXTRACTO DE CARTA DE LA MADRE «Las cosas no han mejorado en ningún sentido desde que le escribí. Ahora es rara la vez en que Piggle se concentra en el juego; es difícil inclusive que acepte ser ella misma: es el ‘baba’ o, más fre cuentemente, la mamá. ‘La Piggah se fue, fue al babacar. La Piggah es negra. Las dos Piggahs se encuentran mal. ¡Mamá, quéjate del babacarV «Le dije que había escrito al Dr. Winnicott ‘que entiende de babacares y mamás negras’; desde entonces ha cesado su ruego nocturno: ‘Habladme del babacar’. Dos veces me pidió, de modo imprevisto: ‘Mamá, llévame donde el Dr. Winnicott.’»
Un estado clínico degenerativo
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PRIMERA CONSULTA (Febrero, 3, 1964)
Los padres trajeron a la niña y empezamos por pasar un rato juntos en el consultorio. Gabrielle se veía preocupada, y me parecía evidente que había venido dispuesta a ponerse a trabajar tan pronto como traspusiera la puerta. Llevé a los tres a la sala de espera y luego intenté hacer regresar a Piggle a mi despacho. No estaba completamente decidida a recorrer ese trayecto, y al atravesar el corredor dijo a su madre: «¡Soy demasiado tímida!» Por esta razón, hice pasar a la madre con ella, con la recomendación de que no tratase de ayudar en absoluto; volvió a sentarse en el diván con la niña a su lado. Yo ya había hecho amistad con el osito de felpa que estaba sentado en el suelo junto el escritorio. Ahora me encontraba en la parte trasera de la habitación, entreteniéndome en el suelo con los juguetes. Dije a Piggle (a quien en realidad no alcanzaba a ver): «Trae el osito aquí, quiero mostrarle los juguetes». Trajo el
oso de inmediato y me ayudó a mostrarle los juguetes. Luego comenzó a jugar ella, dedicándose fundamentalmente a apartar trozos de trenes del desorden general. Repetía: «Encontré un... (lo que fuese)». Al cabo de cinco minutos, la madre salió discretamente a la sala de espera. Deja mos la puerta abierta; era importante para la niña, que observaba los prepara tivos. Entonces comenzó algo que fue di cho una y otra vez: «Aquíhay otro uno... y aquí hay otro uno.» La frase aludía las más veces a camiones y locomotoras, pero no parecía muy preocupada por el ob peto a que se refiriera. Por consiguiente, lo tomé como mensaje y dije: «Otro bebé. El Bebé Sush.» 1Fue ostensible que había sido la observación correcta, puesto que en ese momento empezó a hablarme de la época en que había llegado el Bebé Sush, tal como ella la recordaba. Dijo lo siguiente: «Yo era un bebé. Estaba en una cuna. Estaba dormida. Sólo tenía el biberón.» En ese instante hubo algo acer ca del lamer, como esperaba, y pregunté: «¿Dijiste que estabas lamiendo?» «No, no estaba lamiendo», respondió. (En reali dad, según supe más tarde, nunca había tenido biberón, pero se lo había visto al bebé.) Insistí: «Y entonces hubo otro bebé», instándola a proseguir con la his toria del nacimiento. Cogió un objeto redondo con una por ción central saliente que en un tiempo había correspondido al eje de un carrua je, e inquirió: «¿De dónde viene esto?» Contesté en referencia a la realidad: «¿Y de dónde vino el bebé?» Replicó: «La cuna.» Llegados a ese punto, tomó un 1. meses. 30
Estableciendo comunicación
Así es cómo Gabrielle llam a a su herm anita Susan, de ocho
pequeño muñeco que figuraba un hombre y trató de colocarlo en el asiento del conductor de un coche de juguete. No cabía porque era demasiado grande; intentó hacerlo pasar por la ventanilla y por otros muchos lugares. «No entrará; se traba.» Cogió a continuación un palillo, lo introdujo en la ventana y comentó: «El palillo entra.» Dije algo acerca del hombre poniendo algo dentro de la mujer para hacer un bebé. Me hizo saber: «Tengo un gato. La próxima vez traeré el gatito, otro día.» En ese punto quiso ver a su madre y abrió la puerta. Mencionó algo referido a hablar con el osito. Había cierta ansiedad a la que tenía que hacer frente. Hice la tentativa de verbalizarla: «Estás asustada; ¿tienes sueños que te asusten?» Res pondió: «Sueño con el babacar.» Esa era la palabra que ya su madre me había hecho saber, relacionada con el bebé, el Bebé Sush. Para entonces, Gabrielle había quitado la cinta al cordero de juguete y la había colocado en torno de su propio cuello. Parece ser que pregunté qué comía el ba bacar. Su respuesta: «No sé. Tengo un... azul... oh, no, eso era un globo.» (Había llevado consigo un globo desinflado y, en efecto, el juego había comenzado por una infructuosa manipulación de ese elemento al que ahora se refería.) Levantó una bombilla eléctrica sobre cuya superficie opaca había sido dibu jado el rostro de un hombre. «Dibuja hombrecito», dijo. Volvía dibujar un rostro de hombre sobre la bombilla. Recogió unas pequeñas cestas plásticas para fresas; preguntó: «¿Puedo poner esto dentro?» Comenzó a guardar todo en ca jas muy pausadamente. Había un sinfín
Ansiedad... cambio de
tema
Contacto
con
s u m a d r e ... alivio
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de pequeños objetos y aproximadamente ocho cajas, de una a otra clase. Le hice el siguiente comentario: «Estás haciendo be bés como si cocinases, mezclándolo todo.» Sus observaciones fueron del tipo de: «Debo poner orden. No debo dejar el lugar desordenado.» Finalmente, absolutamente todo, hasta las menores minucias, fue empacado en las seis cajas. Me preguntaba cómo hacer lo que tenía que hacer y, con bastante poca discreción, aludí a la mamá negra: «¿Alguna vez te enfadaste con la mamá negra?» Yo vinculaba la idea de una mamá negra con su rivalidad con su madre, debida a que ambas amaban al mismo hombre, papá. Era muy claro que se hallaba profundamente unida a su padre, y me sentí bastante seguro al hacer la interpretación. En algún nivel debía ser acertada. Cuando hubo puesto todo a un lado, Negación dijo: «Me gustaría ir a buscar a papá y ¿Le ia confusión mamá.» Al dirigirse a la sala de espera, agregó: «He puesto orden.» Mientras ocurría todo esto, Gabrielle me había ayudado a poner todos los juguetes bajo el estante, incluido su propio osito, y ambos volvimos a atar la cinta en tomo del cuello del cordero. Entonces me entrevisté con la madre, en tanto el padre cuidaba de la niña en la sala de espera. ENTREVISTA CON LA MADRE La madre aseveró que la salud de la niña se había resentido en los últimos tiempos. No era traviesa y se portaba amablemente con el bebé. Resultaba difícil expresar el problema en palabras. 32
Pero no era ella misma. En realidad, se negaba a ser ella misma, y decía: «Soy la mamá. Soy el bebé.» No quería que se dirigiesen a ella como tal. Parloteaba en voz alta como si se tratara de otra perso na. Cuando hablaba en serio, ahuecaba la voz. De bebé, Piggle era extraordina riamente independiente y segura de su influencia. Al nacer Susan, la madre tomó conciencia de inmediato de que Piggle necesitaba mucha más atención. Había una canción2 asociada con la época ante rior al nacimiento de la hermanita; los pa dres la habían cantado hacía poco y ella había llorado amargamente, diciendo: «Basta. No cantéis esa canción.» (Estan do conmigo, había tarareado una melo día y se había mostrado satisfecha al oírme comentar: «Los barcos que vienen navegando.» Supe que la canción se la había enseñado su padre.) La que rechazaba era una canción ale mana con letra inglesa que, con toda evi dencia, se hallaba estrechamente relacio nada con la íntima relación de la madre con su bebé. El idioma natal de la madre era el alemán; el padre es inglés. Volviendo sobre la mamá negra y el ba bacar, hay detalles que no comprendícon claridad. Las pesadillas de la niña podían referirse a un babacar, y también a un tren. Esta niña no había sido preparada para controlar los esfínteres, pero al llegar el nuevo bebé aprendió sola en una semana. Era uno de esos niños que no hablaban
Descripción po ste rior de la enfermedad
2. Nota de los padres: "Convertimos una vieja tonad a en una canción de cuna, con el estribillo «...y la mamá y el papá estarán aquí...» (po r ejem plo, mien tras la niña duerm e). Du rante mucho tiempo, cuando alguien tarareaba la tonada, sus ojos se llenaban de lágrimas. Ahora cambiamos la letra (la canción original es de despedida); a veces le gusta, a veces dice «¡Basta!»."
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ha sta que, de improviso, se ponen a hab lar sin dificultad. Solía jugar todo el tiempo, pero desde el cam bio com en zó a echarse en su cuna y succionarse el pulgar sin ju g ar. Su equ il ib ir o h a b ía sido siem pre excelente, pero desde el cambio había empezado a caerse y llorar y hacerse daño. Era despótica. Su madre no era sino alguien que estaba allí para cum p lir sus ó rd enes. D esd e lo s seis m eses adoró al padre; a esa edad dijo: «¡Papá!» Pero pronto olvidó la palabra, o perdió la capacidad de usarla. Desde el cambio, dio la impresión de ver a su madre como una persona distinta y le tomó afecto, a la vez que se hacía más reservada respec to de su padre. Unos días más tarde, en una conversación telefónica con la madre, supe que después de la consulta, la Piggle se había p erm it id o , p o r p rim era vez desde el nacimiento de la hermana, ser un bebé en vez de protestar constantemente. De hecho, se había acomodado en el cochecito cuna y había tomado innumerables biberones. No obstante, no toleraba que nadie la llamase «Piggle». Era el bebé o la madre. Las «Piggles» eran malas y negras. «Soy el bebé.» La madre creía percibir que Gabrielle no estaba demasiado angustiada. Había encontrado una forma de simbolizar sus experiencias, según ella decía. No parecía capaz de ver los aspectos positivos de la aptitud de la niña para Por otra parte, tenía razón al no sentir resolver cosas med iante procesos internos, se satisfecha con esa situación. Piggle se echaba en la cama y lloraba sin saber por qué. Cuando se iban, dijo: «El b a b a c a r» , como si hubiese olvidado algo. Luego agregó: «El Dr. Winnicott no sabe de babacares... del babacar.» Comen 34
Confianza en el analista
tó también que el osito quería volver a Londres y jugar con el Dr. Winnicott, p ero ella no. Dicho sea de paso, había estado a punto de dejar el osito entre los demás juguetes, pero a último momento lo recordó y se lo llevó a su casa. Es como si se lamentase constantemente de no haber sido capaz de hablar al Dr. Winnicott acerca del babacar. Los padres se vieron obligados a revivir la agonía de tensión que ella había atravesado en relación con la mamá negra y el b a b a c a r hasta que «algo se quebró». La madre no conocía el origen exacto del babacar, pero estaba ligado al negro, mamá negra, yo negro, gente negra. En medio de situaciones felices, Gabrielle se mostraba de im pro viso p reo cu p ad a y dec ía: «El babacar», con lo cual lo echaba todo a perder. Esto es coherente con la idea de que, aquí, el negro significa que ha entrado el odio (o la desilusión). Hay otro detalle, el de que a veces la madre debe caer y hacerse daño, para que entonces Piggle la alivie. Ello muestra aún más a las claras, si fuese necesario, que el odio y el amor a la madre aparecen simultáneamente, y que Piggle es capaz de valerse de su madre agresivamente. También ha de ser capaz de concluir que caer es quedar embarazada. Así, se incluye la agresión del padre.
Desilusión
Ambivalencia
COMENTARIOS
Siento que la entrevista y el informe de la m adre justificaron el que hubiese tom ado el término «tímido» como palabra clave. La paciente estaba en el proceso de elaboración de una nueva relación con la madre, en la cual cupiese el odio debido a 35
su amor al padre. Su amor al padre, de seis meses, no fue asimilado en el conjunto de su personalidad y yace a un lado de la relación con la madre, quien, por esa época, aún era un objeto subjetivo.3 El cambio vinculado con el nacimiento de la nueva niña trajo consigo ansiedad y una falta de libertad en el juego, así como también pesadillas. No obstante lo cual acarreó cierta aceptación de la madre como persona distinta y, por consiguiente, el establecimiento de sí misma con una identidad y con un fuerte lazo con su padre. Es de p re su m ir que la «m am á negra» sea un vestigio de su noción subjetiva preconcebida de la madre. Al volver sobre los detalles de la consulta, se me ocurre que lo más importante tuvo lugar al principio. Esto es, cuando Piggle respondió a mi interpretación acerca de «otro bebé» afirmando su posición de bebé en la cuna y prosiguiendo con p reg u n ta s a p rop ósito del p ro b lem a del origen de los bebés. Ello evidencia una madurez no siempre tan claramente demostrable a los dos años y cinco meses. Los que siguen son algunos de los puntos importantes, a destacar, de esta consulta: 1. «Soy tím ida» es la pr u eb a de un ego fuerte y organizado, y de la institución del analista como «persona papá». 2. Las dificulta des comen zaron con la llegada de un nuevo bebé, lo cual forzó un desarrollo prematuro del ego de la Piggle. 3. Resp ecto del térm ino "ob jeto subjetivo", véase W innicott (1971), Plaving and Reality, Londres, Tavistock Publications, p. 80. [Hay edición castellana: Realidad y juego, Gedisa, Barcelona, 1979.] Véase también The Maturational Processes and the Facilitating Environment, Nueva York, International Universities Press; Lon dres, Hogarth Press, 1965, pp. 180-181.
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No estab a p re p a ra d a p a r a la sim ple am biv ale ncia . 3. Ind icació n de elem entos de locura: b ab a car, sistem a re negro, etc., pesadillas. 4. Facilidad de com unicación. 5. Solución tem po raria po r regresión al bebé en la cuna.
CARTA DE LOS PADRES, ESCRITA POR EL PADRE
«Fue muy amable por su parte el reci b irn o s; y fue de g ran ay ud a su llam ad a p re cisa m en te cu and o n os estáb a m o s p re guntando cuál sería la mejor forma de comunicarnos con usted. »Como usted ya sabe, el día siguiente a aquél en que le vio, la niña lo pasó en el cochecito, succionando un biberón. Yo no percibí que eso la satisficiera, y pronto renunció a su propósito. Ahora es, alternativamente, la Gran Mamá (una muy indulgente) y el bebé, pero nunca ella misma; no nos permite siquiera llamarla p o r su n o m b re . ‘La P i g g a h ’ (dice) ‘s’a ido. Es negra. Las dos P i g g a h s son negras.’ »La hora de acostarse sigue siendo muy difícil; suele despertar a las nueve o diez, ‘por el babacar’. Durante el día, en dos ocasiones, tras haber pasado un rato agradable, ha dicho: ‘Llora M am á’ — ‘¿Po r qu é?’ — ‘Po r el ba b a ca r’. Los baba ca res aparecen por lo general vinculados con la mamá negra; pero en los últimos días, p o r vez p rim e ra , u n a m a m á b u e n a e n tró en escena. La vocecita más bien ansiosa y gazmoña, que no parece suya, no demuestra gran cosa. La emplea principalmente para hablar de su baba —su muñeca, no su hermana. Con Susan, su hermana (‘el B a b a S u s h ’) tiene una buena reía
ción: da la impresión de ser auténticamente compasiva con ella, a pesar de ocasionales maltratos, y hacen ruidos desagradables en compañía, para gran regocijo de ambas. Repitió en varias oportunidades, como con pesar, que el Dr. Winnicott no sabe nada del babacar, y dijo: ‘No me llevan a Londres’. También hubo algo acerca de haberle proporcionado información falsa, diciéndole que había viajado en coche [viajó en tren; aunque puedo haberme equivocado al no preguntarle]. Luego el tema no se volvió a tocar durante varios días, hasta cuando no pudo recordar una canción y me pidió que le llevara a ver al Dr. Winnicott: al día siguiente me pidió que no lo hiciera. Luego se entretuvo en reunir carretadas de juguetes para traer a Londres, para ‘jugar y conversar’. En los últimos días tuve que ser la Piggah, y ella la Mamá: ‘Te llevaré al Dr. W. Di que no.’ — ‘¿Por qué?’ — ‘Porque necesito que digas que no.’ »Los últimos dos o tres días me pidió con mucha insistencia que la llevase al Dr. W.; la primera vez fue cuando comenté que se la veía triste y ella aseguró que había estado triste toda la mañana: ‘Llévam e al Dr. W.’ Le dije que esc ribiría para hacerle saber al Dr. W. que esta b a triste . T ras u n a pesadill a, anoche (re ferida al babacar, la mamá negra que quería sus ya m s y ponía a Piggle negra y con el cuello rígido) dijo: ‘El b a b a c a r está ite.’ In qu irí qu é significaba ‘ite ’ y me res pondió que se lo explicaría al Dr. W. H ay una nueva fantasía que ella repite con m uchas variantes, acerca de que todo el mundo va a chapotear, chapotear en el barro, o en ‘brrroooo’. »Sigue mostrándose con frecuencia apática y triste, pero ha estado jugando más 38
N egativa transferencia resistencia
Ambivalencia en transferencia
Reflejo del desorden de los ju guete s
y ha recobrado cierto interés por las cosas, cosa que encontramos alentadora. «No ha dejado de actuar con mucha reserva en relación con su padre, comparando su conducta con la de antes de nacer Susan; parece ser que sólo puede manifestar ternura cuando es un bebé. Cada vez que le sucede algo inquietante, Recuerdo de o nuevo, o hace algún descubrimiento, madre afirm a que eso le ha ocu rrido an tes, ‘cuan- pream biv ale nte do era un bebito en mi cuna’. Acertamos y reproche a oírle por la noche, llamando a su bebé a la madre real y hablándole con gran ternura. presente »Creo que tenía usted razón al decir que habíam os sido dem asiado ‘inte ligen tes’ al p e rc ib ir su angustia. N os sentim os m uy comprometidos y culpables por no haber evitado tener otro bebé tan pronto y, de algún modo, su desesperado ruego nocturno —‘H abladme del bab ac ar’— nos pone en el apu ro de decir algo signif icativo. «Nunca le hemos hablado a usted de cuando era bebé; daba la impresión de ser notablemente sosegada y segura de sí, de tener autoridad dentro de su mundo. Tratamos por todos los medios, se me ocurre que con éxito, de evitarle incidentes que hicieran su mundo demasiado complicado. Cuando nació Susan, Gabrie lle se vio de algún modo arrojada fuera de su molde y separada de sus fuentes de nutrición. Nos resultó muy doloroso verla tan disminuida y reducida, y ella ha de haberlo percibido. Hubo tam bién un p eríodo de tensión e n tre no so tros dos [los padres]. «Si bien, como usted dice, no se las arregla del todo mal, no parece haber hallado realmente el camino de regreso a sí misma. Pensamos que le gustaría ver algunas fotos clásicas, que tal vez le den
una idea más precisa que cualquier descripción de nuestras impresiones.»
CARTA DE LA MADRE
«Me gustaría hacerle llegar unas pocas notas más, antes de que vea a Piggle. «Aparentemente, se las apaña bastante bie n y ha llegado a co m p re n d er cosas m uy razonablemente y con considerable tristeza. Oído en la cama: ‘No llores, bebito , el Baba Sush está aquí, el Baba Sush está aqu í.’ Dice qué lindo es ten er un a h erm ana y todo eso; pero intuyo que lo está consiguiendo a un costo muy alto para ella. »Pasa gran parte de su tiempo ordenando y limpiando y lavando... especialmente lavándolo todo bajo el sol. Por otra parte, no juega mucho y suele estarse sin hacer nada y un tanto triste. Consume bastante tiempo en poner cómodo a su baba [una muñeca, una figura altamente idealizada]. »Hace ‘trav es ura s’ con m uch a m ás frecuencia; por ejemplo, da puntapiés y chillidos al ir a la cama, etc. Cuando se enfada, es habitual que ceda al fantasma y se apresure a decir: ‘Soy un bebé, soy un b eb é’; tie ne gran des dif icultad es p ara ir se a dormir por la noche, asegura, ‘debido al b a b a c a r’. »E1 babacar ‘lleva negrura desde mí hasta ti, y entonces me asusto de ti’. ‘Estoy asustada de la P i g g a h n e g ra ’ y ‘Soy m ala’ han surgido m uy a m enud o en los últimos tiempos. (No tenemos por costumbre decirle que es una niña mala ni ninguna otra cosa de ese tipo.) Tiene miedo de la mamá negra y de la Piggah negra; afirma: ‘Porque me ponen negra’.
Desarrollo del ego en la capacidad ser traviesa
»Ayer me dijo que la mamá negra me Referencia a había arañado el rostro, me había arranla madre cado los yams, ensuciado y asesinado con ‘b r r r r ’. Comenté que debía de esta r sus- pre am biv ale nte subjetiva piran d o p o r ten e r nuevam ente un a m adre muy limpia. Me aseguró que tenía una cuando era un bebito. «Parecía muy satisfecha de que usted le fuese a recibir. A veces, cuando se ve con problemas, habla de llamar al Dr. Winnicott. Sigue jugando: ‘Tú eres Piggle, yo soy la mamá, te llevaré al Dr. Winnico tt, ¡di que no !' — ‘¿P or qu é?’ — ‘Pa ra hablarle del b a b a c a n d le ’ (en vez de b a b acar, con una sonrisita furtiva, como si disfrazase b a b a c a r). »(De paso sea dicho, a veces es difícil entenderla; no puede pronuncia la ‘R’. Dice ‘Y om ano ’ p o r ‘Rom ano ’.) «Constituye un gran alivio para nosotros el que usted la vea. Creo que el saber que usted se ocupa del problema ha tenido por efecto el que nuestra conducta se hiciese, por así decirlo, más natural, menos forzadamente tolerante con ella, lo cual parece haber sido bueno.
Disminución de la ansiedad de los padres
«Habla de ir a verle, de contarle algo acerca del babacar. Ahora el babacar, a ju zg ar p o r las aparie ncia s, tra sla d a negrura de una persona a otra.»
EXTRACTO DE CARTA DEL PADRE
«Un religioso amigo mío, muy paternal, vino a tomar el té hace unas semanas y Piggle se mostró muy tímida. Ayer, ha blando de él, dijo: ‘Fui m uy tím id a’; y agregó que él era ‘un ho m bre m uy pa p á’ (las palabras que había usado para des 41
cribirle previamente), y eso podía hacer que la gente se sintiera tímida. Se quedó callada y al cabo de un largo rato dijo: Dr. W innic ott’, pa ra volver a sum irse en el silencio. Eso fue todo.»4
4 - M ás t ar d e se c on firm ó que la clave de la primera sesión era ooy tím ida .
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SEGUNDA CONSULTA (Marzo 11, 1964)
Piggle (dos años, cinco meses) llegó a la puerta con su padre (madre en casa con Susan) y tomó posesión de inmediato. Quería pasar al consultorio, pero eso hubo de ser pospuesto, de modo que entró con su padre a la sala de espera. Allí, el padre y ella trabaron conversación. Es probable que él le leyera algo de un libro. Cuando estuve en situación de atenderla, entró con absoluta displicencia y se dirigió sin vacilar al lugar en que se halla b a n lo s ju g u etes, d etrá s de la p u e rta , en la mitad posterior de la habitación. Cogió un pequ eño tre n y lo n om b ró. Lueg o a p a rtó la única cosa nueva que había, una copa anatómica para baño de ojos, de color azul. «¿Qué es esto?» Entonces se interesó p o r el tre n : «Vine en tre n . ¿Q ué es esto?» Volvió a decir: «Vine en tren». En re alidad, su modo de hablar resultaba claro p a r a sus p ad res, q ue en ten d ía n su le ngua je, p ero a mí m e so naba u n ta n to extraño . Luego cogió la bombilla eléctrica amarilla con la que habíamos jugado la vez anterior y en la cual había dibujado un ros
tro. Pidió: «Haz que esté m areado» , y tuve que agregar una boca. A continuación tomó un cubo lleno de juguetes y lo vació. Alzó una pieza redonda con el centro perforado, venido de Dios sabe dónde. «¿Qué es esto? Yo no tengo uno así.» Cogió un pequeño camión y preguntó: «¿Qué es esto? ¿Sabes algo sobre el baba car?» Le pedí dos veces que me dijese qué era, pero fue incapaz de responder. «¿Fue el cochecito de la Piggle? ¿Es el cochecito del bebé?» Entonces interpreté. Asumí el riesgo. «Es el interior de la madre, de donde salió el bebé.» Se mostró aliviada y dijo: «Sí, el interior negro.» Como si se debiera a lo que acababa de afirmar, cogió el cubo y lo llenó hasta los topes de juguetes. Traté de averiguar qué b uscab a m an ife star in te rp re tan d o el hecho de diversas maneras. (Siempre hacía algún gesto indicador de lo que opinaba sobre mis palabras, bueno o malo.) La interpretación que pareció surtir mayor efecto fue aquella según la cual se trataba de un estómago de Winnicott, no de un interior negro. Mencioné algo relativo a ser capaz de ver qué entró y recordé que en la sesión anterior yo había ha blado en térm in os de h ac er u n b ebé m ediante el trámite de llenar el cubo, más allá de toda codicia. Puesto que había demasiadas cosas en el cubo, siempre caería alguna. Se trataba de un efecto planeado deliberadam ente. Inte rpre té qu e ese era el significado de estar mareado, como ella me había ihdicado al hacerme dibujar la gran boca en la parte superior de la bom billa . Com enzaba a ver qué ocu rría: Yo:
W inn ico tt es el bebé de Piggle; es muy goloso porque quiere a Piggle, su
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Clave de la sesión
Fecundación oral
madre, mucho, y ha comido tanto que está mareado. Piggle: El bebé de la Piggle ha comido demasiado. [Entonces dijo algo acerca de venir en el nuevo tren a Londres.] Yo: La cosa nueva que quieres tiene que ver con el bebé Winnicott y la mamá Piggle, con el amor de Winnicott por Piggle [m ad re ], el com erse a Piggle y el estar mareado. Piggle: Sí, así es. Podía decirse que el trabajo corres pondiente a la se sió n estab a hec ho. Ahora había que jugar con la cara. Se pasó la le ngua p o r los la bio s: la im ité, de modo de comunicarnos respecto del hambre y el gusto y los ruidos hechos con la boca, respecto de la sensualidad oral en general. Fue satisfactorio. Dije que tal vez estuviese oscuro dentro. ¿Estaba oscuro el interior de su estómago?
Comunicación no verbal e interpretación
Yo: ¿Da miedo lo oscuro? Piggle: Sí. Yo: ¿Sueñas con ser negra por dentro? Piggle: Piggle asustada.
Hubo entonces un momento en que Piggle se sentó en el suelo y se puso muy seria. Finalmente, dije: «Te gusta ver a Winnicott». «Sí», respondió. Pasamos un largo rato mirándonos. Luego volvió a poner más juguetes en el cubo, así que el mareo fue actuado nuevamente. Me dio la bombilla eléctrica.
Consolidación de la transferencia
Piggle: Ponle más ojos y más cejas.
Ya estaban indicadas con mucha claridad y las destaqué aún más. Entonces co 45
gió otra caja y la abrió. Dentro, encontró animales. Inmediatamente revisó el contenido y extrajo los dos animales más grandes y suaves, un cordero y un fauno de lana. Los situó de forma que pudiesen alimentarse de la caja, y agregó algunos jug u etes a lo s pequeños anim ales que h a bía en ésta: «E stán co m iendo». Cubrió a medias la caja de alimentos con la tapa. Entonces tuvo lugar una suerte de fenómeno transicional, en el cual, entre ella y yo, estaban los grandes animales de lana comiendo, comiendo una comida compuesta en su mayor parte por anima les. Interpreté, por consiguiente, como si estuviese ante su relato de un sueño: «Aquí estoy yo, el bebé Winnicott, saliendo del interior de Piggle, naciendo de Piggle, muy goloso, muy hambriento, muy encariñado con Piggle, comiéndome los pie s y la s m anos de Piggle.» También arriesgué la palabra «pecho» entre los dem ás objetosparte. (Debí ha be r dicho «yams».) Piggle estaba de pie, con aire muy grave y una mano en el bolsillo. Se dirigió sin vacilar al otro extremo de la habitación, que asociaba con los adultos. Echó una larga mirada a las jardineras de ventana con flores de azafrán. Estuvo a punto de acercarse a la silla que asociaba con madre, pero optó por la silla azul que asociaba con el padre. Allí se sentó y dijo que era como papá. Volví a hablarle de Winnicott como bebé de Piggle. Yo: ¿E res la m am á o e’l papá ? Piggle: Soy el papá y la mamá también.
Miramos comer a los animales y des pués se p u so a ju g a r con la p u erta . T rató de cerrarla, pero no era fácil (en ese
Winnicott es el bebé goloso, ca níba l
tiempo, el pestillo necesitaba compostura). Entonces fue hacia su padre, en la sala de espera. Creo haberle oído decir: «Soy la mamá». Tuvo lugar una larga conversación entre ella y su padre, y es p eré un b uen ra to sin h a c er nada. Llegado cierto punto, entró con el padre, llevando cieto punto, entró con el padre, llevando p uesto su so m b rerit o te jido; hizo algo que indicase que consideraba que ya era hora de irse. Era evidente que la ansiedad estaba operando. Luego regresó con su padre a la sala de espera. Entró con su abrigo y dijo: «Vamos a irno s pronto» . Volvió a la sala de espera. Releí mis notas. Al cabo de cinco minutos, Piggle se atrevió a entrar en la habitación y me encontró todavía sentado entre los juguetes, cerca del cubo lleno y «mareado, en el piso, todo el tiempo». Tenía aspecto de estar muy preocupada. «Puedo coger un ju guete », dijo. Tuve la seg urid ad de sab er dónde me encontraba con la suficiente claridad para asumir un riesgo.
N ecesid ad del p adre p a ra comunicarse conmigo
Dudas acerca de la capacidad de su padre p a ra to le rar sus ideas
Piggle no es golosa; Winnicott es infinitamente gotoso
Yo: W innicott es u n be bé m uy goloso;
quiere todos los juguetes. Siguió pidiendo sólo un juguete, pero repetí lo que era regla del juego decir. Finalmente, llevó un juguete a su padre a la sala de espera. Me pareció oírle decir: «El beb é qu iere todos los juguetes». Pasado un rato devolvió el juguete y se mostró muy satisfecha de que yo fuese goloso. Piggle: Ahora el bebé Winnicott tiene to-
dos los juguetes. Iré donde Papá. Yo: Temes al goloso bebé Winnicott, el bebé que nació de Piggle y que am a a Piggle y que quiere comérsela.
Piggle en el rol de la madre
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Fue hacia su padre e intentó cerrar la p u e rta al sali r. Oí al padre en la sala , esforzándose por entretenerla, porque (por supuesto) no sabía en qué punto del juego se encontraba. Hice pasar al padre a la habitación, y Piggle entró con él. Se sentó en la silla azul. Ella sabía qué había que hacer. Se subió a sus rod illas y dijo: «Soy tímida» . Pasado cierto siempo, mostró al padre el bebé Winnicott, ese monstruo que ha b ía dado a luz, y que era lo que la hacía sentir tímida: «Y esa es la comida que comen los animales». A la vez que hacía acrobacias sobre las rodillas de su padre, le contó todos los detalles. Entonces inició un capítulo del juego nuevo y muy prem ed ita do : «Yo tam bién soy un bebé», anunció, mientras hacía pasar su cabeza p o r en tre las p ie rna s del padre. Yo: Quiero ser el único bebé. Quiero todos los juguetes. Piggle: Tienes todos los juguetes. Yo: Sí, pero quiero ser el único bebé; no quiero que haya ningún bebé más. [Volvió a treparse a las piernas de su padre y volvió a nacer.] Piggle: Yo también soy el bebé. Yo: Yo quiero ser el único bebé [y, en un tono de voz diferente], ¿tendré que enfadarme? Piggle: Sí.
Hice mucho ruido, golpeé los juguetes, pata leé y dije: «Quiero ser el únic o b e bé». Eso le agradó m ucho, a p e sa r de que se la veía un tanto asustada, y comunicó a su padre que eran los corderos de papá y mamá los que se estaban alimentando en el comedero. Luego siguió con el juego: «Yo tam bié n qu iero se r el bebé». 48
N acid a del cuerpo de papá como si fuera el de la madre
Todo ese rato lo pasó succionándose el pulgar. Cada vez que era el bebé, nacía p o r e n tre la s p ie rn a s de su p ad re h acia el suelo. Llamaba a su acto «nacer». Finalm ente, dijo: «Pon el bebé en el cubo de la basura». Traté de averiguar quién era quién. Descubrí que yo era Gabrielle, y ella se iba convirtiendo en los nuevos be bés, uno tra s o tro , o el nuevo b eb é re d u plicado. E n cierto m om en to , dij o: «T en go un bebé llamado Gallgalligalli» (cf. Gabrielle). (En realidad, una de sus muñecas se llama así.) Siguió naciendo desde las piernas de su padre hacia el piso, y fue el nuevo bebé y yo tuve que ponerme de mal humor, pasando a ser el bebé Win nicott que salía del interior y nacía de Piggle... y tuve que ponerme de muy mal humor queriendo ser el único bebé. «No vas a ser el único bebé», protestó ella. Y entonces nació otro bebé, y luego otro , y luego dijo: «Soy un león», e hizo ruidos de león. Hube de asus tarm e po rque el león quería comerme. Aparentemente, el león era un retorno de mi gula de bebé W in n ico tt que lo q u ería to d o y qu ería ser el único bebé. Gabrielle respondía positiva o negativamente, según yo diese en el clavo o no, diciendo, por ejemplo: «Sí, eso». Entonces hubo un león bebé.
Intercambio de los papeles del bebé y Gabrielle
Piggle: Sí, eso [fuertes ruidos de león].
«Acabo de nacer. Y no estaba negro adentro.» En ese punto, sentí que había sido recompensado por la interpretación hecha en la sesión anterior en el sentido de que el interior negro tenía que ver con el odio al nuevo bebé que estaba en el interior del vientre de la madre. Ella había desarrollado una técnica para ser el bebé
Primer alivio de la fobia al negro
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y, a la vez, permitirme representar su pro pio papel.1 Hubo un nuevo avance. Estaba naciendo de un modo diferente, desde la parte superior de la cabeza de su padre.2 Era divertido. Lo lamenté por el padre y le pregunté si lo podía soportar. «Sí, pero me gustaría quitarme el abrigo», replicó. Hacía demasiado calor. De todos modos, podía m os te rm in a r allí, p o rq u e Piggle te nía lo que había venido a buscar. «¿Dónde está la ropa?», y se puso el sombrero y el abrigo y se fue a casa sin dificultad y con aire de gran satisfacción.
COMENTARIOS
Los siguientes temas aparecieron en esta sesión: 1. El ten er bebés en térm ino s de sentirse mareada. 2. El em barazo como resu ltado de la avidez oral, el comer compulsivo (función de separación). 3. In ter ior negro, odio al inte rio r y su contenido. 4. Reso lución en la tran sfe ren cia al convertirse Winnicott en la Gábrielle perdida, para que ella pudiese ser el nuevo bebé, re duplicado. Identificación tran sitoria con ambos padres. 5. Via W innicott = Gab rielle = avidez = bebé tiene sus propios derechos. 6. El in te rio r se hace n o n e g r o . 1. Se r concebido, p o r ejemplo, como 1. La madre comentó: “De qué modo sorprendente surge el uso de la transferencia del filo de navaja que separa la parti cip ación de la interpretación.” 2.Ser concebido, p. ej., nacer como una idea en 1 a mente; deseado. D. W. W.
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en la mente. La mente localizada en la cabeza como si se tratase del cerebro.
CARTA DE LA MADRE
«Cuando Piggle regresó de Londres, no mencionó su visita, pero jugó con mucho entusiasmo el resto del día. Nosotros percibimos que se había sentido mucho más libre desde la última visita que le hizo a usted; en ocasiones, vuelve a jugar sola y habla en la que parece su propia voz. »A1 irse a la cama, el día de su visita a usted, dijo: ‘El Dr. bebé estaba de muy mal humor, el Dr. bebé daba puntapiés. No lo a rro jé al S ih ni... (corrig iéndose) al p lum ero (e n in glés d u s t e r , p o r d u s t b i n , cubo de basura); no puse la tapa’. »En medio de la noch e gritó: su ‘peque ñ ito ’ se ha bía lastim ado , dijo; ten ía que ir al doctor. Dije que se veía un poco rojo, p o r el p añ al o p o rq u e lo h ab ía frota d o. Respondió que lo había frotado, que iba d d d como un tren, eso era lo que la asustaba por la noche. Eso la ennegrecía. Luego habló de la mamá negra. Olvidé cómo comenzó, pero siguió con la mamá negra que decía: ‘¿Dónde están mis y a m s ?’ — ‘Los y a m s están en el servicio, el agua se los lleva.’ — ‘La mamá negra me permite jugar con sus juguetes, me hizo natillas con uvas pa sa s’ (realm ente yo había puesto uvas pasas en las natillas, cosa que le gustó mutho). Se la veía muy confundida, y dijo: ‘Estoy enfadada con m i pa p á’. ‘¿P or q ué? ’ ‘Po rqu e le qu iero demasiado.’» [Me desconcierta esa recurrente «bondad» de la «mamá negra». No parece vincularse con el ver como una misma persona como bu ena y m ala mam á. ¿Se trata
Redescubrimiento de la propia id entidad, con regreso al juego
Excitación erótica y fa nta sías ed ípicas subyacentes
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acaso de alguna confusión entre sus pro pia s p arte s bu enas y m ala s? El te m a del aplacamiento de la mamá mala vuelve a surgir.] »A la noche siguiente, en la cama, ha bló la rg o rato , excitada, p ero no oí qué dijo. »Por la mañana me dijo: ‘Fui a Londres a ver al Dr. Winnicott. Había mucho ruido. El Dr. W. muy ocupado. Era un bebé. Yo también era un bebé. No hablé de la mamá negra. Era un bebé, muy enfadado. La mamá negra es muy importante para el Dr. W innicott.’ En tonces in trod ujo un imperdible en el grifo. ‘Lo reparo con un alfi ler .’ Algo ace rca del agu a en co ndiciones de volver a correr. A mí: ‘¿Entra st e y dijiste qu e no esta ba bie n? ’ Yo: ‘Ha de h ab er sido en tu su eñ o.’ ‘Sí, entraste y dijiste que no estaba bien, que hab ía su ciedad de ntr o .’ Luego algo sobre la mamá negra que no logré oír bien. «Ultimamente se me ha dicho con frecuencia que la mamá negra viene y me (a la madre) ennegrece. A la hora de acostarse tengo que ‘telefon ear’ a la m am á negra y al Bebé Sush negro. La conversación se limita al ‘Aló’. »Esto me recuerda: uno o dos días antes de que ella fuese a verle (habiéndose quejado de pesadillas acerca de la mamá negra), le pregunté: ‘¿Dormiste bien? ¿Vino la mam á n egra? ’ — ‘La mam á negra no viene, la mamá negra está dentro mío.’»
OTRA CARTA DE LA MADRE
«A mediados de abril nos marchamos p o r u n as tres sem anas. »Piggle ha estado muy perseguida por la ‘mamá negra’. Ha estado teniendo pe 52
Referencia a la masturbación clitórica
Probable referencia al funcionamiento mental
sadillas y no se va a dormir hasta muy entrada la noche. »‘No le he hablado al Dr. Winnicott de la mamá negra porque está muy ocupado. Dr. Winnicott muy ocupado, era un bebé. Me dio miedo hablar al Dr. W. de la mamá negra. Estaba muy enfadado, era un bebé. Yo era un bebé también. Me hu biese dado vergüenza h a b la r al Dr. W. de la mamá negra.’ »Su principal queja respecto de la mamá negra es que ennegrece a Piggle, y entonces Piggle ennegrece a todo el mundo, incluido el papá. «Anoche despertó ‘asustada de la mamá ne gra’ y pidió a su p ad re ‘d ar a la m am á neg ra uvas p as as ’ (a Piggle le gu sta n es pecia lm ente la s uvas pasas). «También despertó asustada del Bebé Sush negro, que la ennegrece. (El día anterior había revolcado a Susan, ganando en consecuencia cierta antipatía generalizada.) El S u s h B a b a negro viene con bastante frecuencia y hay que telefonearle antes de que ella se vaya a dormir. (El Baba Sush es una referencia a Susan.) «Es considerablemente menos habitual que Piggle sea la mamá o el bebé. Es mucho más desobediente en el sentido de negarse a ir a la cama, etc., pero en general con tristeza. Hay algo más: ‘Bebé b a b la n ’ — a parec e en todas la s c a rta s que escribe y dibujos que hace; debe ser puesto en los sobres. No tengo idea de lo que significa. Creo haberle dicho que el bebé de Piggle se llama ‘GabyGaby’, que me parece que es ‘G abrielle ’, n om bre que no puede pronunciar. [Bebé Gobla (no h a b l a n ) . Arriesgaría que es otra versión de Gabrielle, como GalyGaly o Galli Galli... no sé en qué difieren las dos versiones.]»
Mayor tendencia a ser ella misma
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NUEVA CARTA D E LA M ADRE
«Piggle pidió verle, aparentemente con b astan te urg eficia. Cuando le d ije que no habría tiempo antes de m archa r a Francia, aseveró con gran violencia que lo había. «Esta mañana despertó con verdadera furia destructiva, rompiendo todo lo que había a la vista, y luego se retiró a su cochecuna diciendo que quería ver al Dr. Winnicott. Entonces se metió dentro de mi bata (que llevaba puesta) y me dijo algo acerca de un sueño en que la mamá negra se la había comido. Salió y me hizo p regu n ta s sobre el nacer. Le conté , como solía hacerlo antes, cómo salió, fue envuelta en un paño y entregada a mí. ‘Y tú m e de ja ste ca er .’ — ‘N o.’ — ‘Sí. E l pañ o se había ensuciado.’ »Ha estado un poco triste últimamente. Se me ocurre que debe suponer una gran tensión para ella estar con nosotros tanto tiempo; hay pocos niños por aquí. Estoy buscando un parvulario para que la tengan una o dos mañanas por semana. En la mayoría de ellos sólo aceptan niños que vayan cada día, pero opino que sería excesivo.»
CARTA DEL PADRE
«Quisiéramos hacerle llegar algunas notas sobre Piggle. Ha pasado los últimos días en un estado de gran tensión y ansiedad, diciendo cosas como: ‘Estoy muy preocupada. Quiero ver al Dr. W innicott.’ Cuando le preguntamos por qué, responde siempre que es a causa del ‘babacar’, la ‘m am á n eg ra ’ o los ' y a m s de la mamá negra’. También está asustada por el Baba 54
Sush neg ro (= Susan ): ‘La enn eg recí’. Lo mismo dice acerca de la mamá negra. Sigue repitiendo con frecuencia, antes de ir a la cama: ‘La mamá negra pregunta dónde están sus y a m s y una mañana, des pués de esto , pidió b eb e r de lo s pechos de su madre. »Casi todas las mañanas quiere meterse dentro de la bata de su madre, o ser envuelta en form a de ‘arro llad o’ en un a alfombra. Parece estar sufriendo enormemente por lo que una vez llamó ‘sensación de pecado’. Se inquieta muchísimo cuando rompe o ensucia algo; a veces se pone a dar vueltas, m urm urand o para sus adentros: ‘No im porta, no im po rta’, con una vocecita suave, artificial... también, cuando golpea a Susan, a quien es marcadamente sensible, a pesar de ocasionales deslices. Puso reparos a las ropas que le com p ram o s p o rq u e ‘hay dem asia do bla nco: quiero un jersey negro’. Dijo que podía usar ropas negras, puesto que era negra y mala. «Tomamos notas sobre ella ayer, si bien no fue u n día típic o. E sta b a p e o r que de costumbre y pasó todo el día con nosotros. Por lo general, nuestra criada, a quien ella llam a ‘W attie’, un a m u jer de edad, pasa las mañanas en casa. Está m uy ligada a ‘W attie’. »Por la mañana nos entregó su querido Teddy, el osito, al que había hecho un agu je ro en u n a p a ta y del que h a b ía ex tr aído todo el relleno; y estaba muy angustiada p o r ello. Pasó to do el día p idiendo deses p erad am e n te cosas que p o r lo general no le negamos, como si tuviese que librar una gran batalla para obtenerlas de nosotros. Dijo a su madre que quería casarse. Cuando se le sugirió que sería una buena idea esperar para ello, dijo con más insisten
Ansiedad depresiva
El negro vinculado con el sentimiento de culpa
Este juego aparece en una sesión posterior
Fuga de la inmadurez a la idea de adultez 55
cia: ‘No, no, soy una muchacha grande a h o r a ’ , y dio a entender que era demasiado mayor para juguetes. »La ida a la cama dio lugar a una gran escena... como ocurre bastante a menudo actualmente. Dice que teme que la mamá negra venga tras ella. A las diez tenía toda la ropa de cama en el suelo. Saltó de la cama e insistió en acercar su silla a la p u erta. A firm ó que era suya, y que sólo necesitaba un cojín: ‘Un cojín negro: así m e po dré sen tar en él.’ — ‘¿P orqu e eres ne gr a?’ — ‘Sí. Po rqu e ro m pí en pedazos a la m am á negra. Estoy preo cup ada .’ — ‘No tienes p o r qué esta rlo .’ — ‘Quiero p reo cu p arm e. Ten go el tra s e ro in fla m ado, ¿puedo ponerme un poco de crema blanca ?’ Un ruego, un nuevo prólog o y un pedido de prote cción, ha de s e r rep etid o una y otra vez.» N ota ag reg ad a: «‘Aparto los juguetes de W innicott, po r si los rom po .’ Piggle dijo esto al ir a verle la última vez, en el taxi. Olvidé decírselo entonces.»
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Culpa relacionada con la destrucción compulsiva
Magia empleada para defenderse de ideas aterradoras
TERCERA CONSULTA (Marzo 10, 1964)
Piggle (dos años y seis meses) parecía menos tensa que antes, y ese estado se mantuvo constante. Daba la impresión de estar un escalón por encima de las inquietudes reales de las cuales hablaba. En verdad, yo recién comprendía hasta qué punto había estado hasta entonces en ellas, como un niño psicótico. Fui a la sala de espera y la encontré con su ‘bebé’, una muñequita con pañal y un im perdib le . Le d aba vergüenza e n tra r conm igo al consultorio, de modo que lo hice solo. Luego la fui a buscar y me mostró un saco en el cual había puesto arena y un a piedra. Lo hab ía recogido p or la calle. No deseaba e n tra r, así que dij e: «Papá también viene» (que era lo que ella quería). Trajo el saco con la arena y la piedra, y dejó el bebé. El padre se sentó en su silla, en la mitad de la habitación destinada a los adultos, y la mitad del tiempo él y nosotros estuvimos separados por la cortina. Se dirigió sin vacilar a los juguetes e hizo exactamente lo mismo que la vez anterior.
Sím bo lo de desesperación p o r quedar embarazada como una mujer adulta
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Piggle: ¿Para qué es esto? Yo: Es lo que preguntaste la última vez
y te respondí: ¿De dónde vino el bebé? Pregu nté po r la pied ra y la arena : ¿De dónde vino esto? Piggle: Del mar.
Cogió otros objetos y el cubo y, ostensiblemente, lo recordó todo. Repasó todos los detalles: Piggle: ¿Qué es esto? Un tren. Una loco-
motora. Vagones. Camiones. Llamó a uno «leoncito». Luego cogió el niño pequeño. Piggle: ¿Tienes otro pequeño?
Encontró un hombrecito y su esposa. Piggle: Me gusta éste [el niño].
Tuve que ayudarla a sentarlo. Luego otra locomotora. Piggle: Vine en un tren a Londres a ver a
Wiñnicott. Quiero saber por mamá negra y el babacar. Yo: Trataremos de averiguarlo.
qué
la
Lo dejé así. Siguió escogiendo juguetes; el Indio Rojo (que es de plástico azul). Piggle: No tengo de esos coches.
Estaba sacando todos los juguetes, dis poniéndolo s un o ju n to a o tro : Piggle: Me pregunto qué es esto. ¿Tienes 58
alguna embarcación? No encuentro lugar para sentarlo [una figura de plástico sentada], Winnicott no debe ser un bebé; ser un Winnicott. Sí me asustó. No ser un bebé o tra vez. Era evidente que estaba jugando con la idea de repetir el juego de la vez anterior. Piggle:
¿Puedo sacar todo lo que hay en el cubo? Yo: Sí. Ése era el bebé que se mareaba cuando Winnicott era un bebé.
Entonces habló del vagón para guardar cosas. Luego otro tren. Cogió dos coches iguales entre sí y los comparó y los puso junto s. Yo:
No son como Piggle y el bebé, porque Piggle es más grande que el bebé.
Puso varios juguetes uno junto a otro, pro sig uie ndo: ¿Qué es esto? Una loc om otora. Vine en taxi. ¿Fuiste en taxi? Dos taxis. A ver a Winnicott. A trabajar con Winnicott.
Piggle:
Afirmación de que trabajamos. El juego es, en esta etapa, comunicación, no placer
Luego trató de inducirme a reventar el globo del cual yo suponía me había dejado en su primera visita. No tuve mucho éxito. Restregó el balón, me mostró su cierre y dijo: «Sube y vuelve a bajar». Me instó una vez más a reventar el balón. Afirmó que tenía una lapicera, posiblemente una referencia (la única) al hecho de que yo escribiese con un lápiz al tomar notas. En ese momento descubrió los ani 59
malitos en una caja, lo cual la llevó a qu erer un perro e ir a buscarlo. No estaba a la vista, pero recordaba los dos animales suaves de la última vez. Los puso uno ju n to a otro, y los em p ujó p a ra que quedasen tendidos en el suelo (llamaba perros a ambos, a pesar de que uno era un fauno). Piggle: Un perro estaba enfadado.
Ambos perros fueron al encuentro del tren, y ella los aplastó despiadadamente contra el piso. Piggle: ¿Tienes otro perro? Yo: No.
Fue a mostrarle a papá tres vagones. Tuvo una conversación con él en la cual dijo algo acerca de toda clase de colores, y luego dejó ca er los jugu etes y dijo: «El tren cae». Estaba mostrando que era premeditado e indicando defecación. Entonces se acercó a mí y trató de poner al hombrecito y la mujer dentro del vagón. Piggle: Demasiado
grande para entrar. Un día debo hallar un hombre pequeño. Yo: ¿Un bebé varón en vez de un papá?
Se aproximó al papá y comenzó a utilizarlo, y yo corrí la cortina que lo escondía para que tomara parte en la situación de juego. Se trepó a su padre y él (consciente de que iba a ser un período agotador) se quitó el abrigo. Ella se su bió a su cabeza m ien tras él la soste nía (regresaba el juego de la vez anterior). Piggle: Soy un bebé. Quiero ser bryyyyyh.
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Ansiedad relacionada con la violencia, o conducta compulsiva
Esto, comprendí, significaba excrementos. (El padre explicó que Susan jugaba a estar suspendida sobre su cabeza y Piggle estaba muy intrigada y se había entretenido m uch as veces en im itar al bebé. Era como si negase el hecho de ser verdaderamente demasiado pesada para ese juego.) Piggle: Soy Piggle.
Poco a poco, comenzó a ser parida hacia el suelo por entre las piernas de su papá. Piggle [a mí]: No puedes ser un bebé p o rq ue es o me a su sta m ucho.
De algún modo se las ingeniaba para mantener un control de la situación que le permitiera j u g a r en ella m ás q u e e s ta r en ella. La vez anterior estaba en ella. Por último, dije: «¿Seré una Piggle enfadada?» «Enfádate ahora», replicó. Así lo hice, y desordené los juguetes. Ella se acercó y los recogió todos.
Del proceso prim ario al secundario
Piggle: ¿Por qué estás enfadado? Yo: Quería ser el único bebé, de modo que me sentí mareada. Mamá tuvo un bebé bry yyyy h. Piggle: Mamá no tuvo bryyyyyh, sólo pe queñitopequeñito.
Entonces habló del bebé de Piggle: «Llamo a mi bebé Gaddygaddygaddy» (cf. Gabrielle, Babybaby, Galligalligalli). El padre observó que probablemente esto tuviese que ver con Gabrielle. Se refería al bebé muñeca de la sala de espera. Nos ayudó a s a lir dic ie ndo: «G irliegir liegirlie» (niñitaniñitaniñita), dando un significado adicional a la palabra, y em
Preferencia p o r la idea genital del embarazo sobre la pregenital
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pezó a ela b o ra r la id ea de irse a casa (an siedad). Yo: Esas cosas te hacen s en tir miedo
p o rq u e yo era u n bebé enfadado. Piggle: ¡Enfádate mucho! [Y lo hice. Ha blé de un bebé bry yyyyh.] Piggle: No, un Bebé Sush. Yo: Yo [Yo = Piggle = bebé ] qu ería que p ap á m e die se u n bebé. Piggle [a su padre]: ¿Le darás un bebé a Winnicott? Hablé sobre Piggle enfadada, cerrando los ojos, sin ver a la mamá que se había pu esto negra p o rq u e ella (la niña) esta b a enfadada con ella porque papá le había dado un bebé a mamá. Piggle: En la cama por la noche me asus-
té mucho. Yo: ¿Un sueño? Piggle: Sí, un sueño; una mamá negra y un babacar detrás mío. Llegados a este punto cogió una rueda con un eje puntiagudo —procedía de uno de los trenes— y se introdujo el eje en la boca. Piggle: ¿Qué es esto? [Podía decirse que
estaba escogiendo la única cosa peligrosa de entre los juguetes y relacionándola con su boca.] Yo: ¿Si la mamá negra y el babacar te atrapasen te comerían? No d eja b a de p o n er orden, y e stab a ansiosa porque no lograba colocar la tapa de una de las cajas. Estaba demasiado llena. 62
Yo: Cuando tuviste el sueño, ¿qué esta-
ban hacie ndo m am á y p apá? Piggle: Estab an abajo con R enata, comiendo brócolis [Renata era la nueva muchacha a u p a i r . ] A Renata le gustan los brócolis y cenar. Piggle continuaba apartándolo todo or-
denadamente. Yo: ¿Descubrimos algo sobre la mamá ne-
gra y el babacar? Piggle: No. Quiero volver a mi bebé [muñeca]; ¿esperará un momento? Jugaba con la puerta. Piggle: Sé un Winnicott. Papá cuidará de
ti. ¿Sí, papá? Si cierro la puerta, Winnicott tendrá miedo. Yo: Tendré miedo de la mamá negra y del babacar. Entonces cerró la puerta tanto como le fue posible y salió a buscar al bebé. Cuando regresó, dije que tenía miedo de la mamá negra y del babacar, pero papá me había cuidado. Al volver, jugamos mucho con ese bebé (muñeca), y las palabras «abierto» y «cerrado», referidas al pañal de la muñeca y su enorme imperdible. El p adre ayudó. E ll a pasó un la rg o ra to poniendo el pañal. Piggle: ¿Quieres un bebé Winnicott? Po-
drás tener el mío después. Papá siguió supervisando la técnica del cambio de pañales y ayudando. Piggle: No lo cierres [el imperdible].
Luego sostuvo una conversación secre
ta con su padre acerca de darle tarta y paste l al bebé. Dijo: «Es un bebé m uy bryyyyyh» (lo cual sig nif ic aba que se ha bía ensucia do y se lo estab a cam bia ndo). Se me acercó y me mostró su pulgar negro, que obviamente se había apretado con algo. Sacó dos paraguas de juguete de su bolsillo y me puso uno en el pelo. Alzó a su bebé y le puso los dos paraguas en el pelo. Intentó sentar al bebé en la sillita, p ero se puso celo sa de él y optó p o r sentarse ella. En tonces quiso m o stra r al bebé lo graciosa que se la veía en el espejo. Yo: El bebé es Winnicott. Piggle: No, Gaddygaddygaddy.
Es taba ya d ispuesta a irse, dejando todo en orden. Le alcanzó el abrigo al padre p ara que se lo p u sie ra, y re cogió la aren a y la piedra que estaban en el saco. Yo: Muy bien, ¿pero hemos entendido lo de la mamá negra y el b a b a c a r ?
Miró todos los juguetes cuidadosamente dispuestos y dijo: «El babacar está en orden». Y tuve la impresión de que estaba diciendo que el babacar tenía que ver con el bryyyyyh y el pequeñopequeño perteneciente a la mamá negra que es negra p o rq ue ha sid o odiad a desde que p ap á le dio un bebé. Me quedé sentado en el suelo y ella tras pu so la p u e rta de la casa, b a s ta n te feliz, en compañía de su padre.
COMENTARIOS
Los siguientes temas fueron los más destacados de la sesión:
El olvido como defensa contra la confusión y la ansiedad
1. R ecu pe rac ión del jueg o de la vez anterior, pero d e m o r a asociada con ansiedad. 2. Nueva capa cidad par a ju g a r a (arreglándoselas así), más que e s t a r e n la fantasía temible — (a) alivio y alcance más amplio, (b) pérdida de experiencia directa. 3. El salir al en cu en tro de la ans ieda d p o r m edio del peligro so eje aguzad o, en su boca, sugería una fantasía de la experiencia de la avidez oral de la madre por el pene del padre. 4. Ahora su bebé (la m uñe ca) le dab a cierto lugar como niña con identificación m a t e rn a = self. 5. Resolución par cial sob re la base de la vinculación del negro con el odio relacionado con el tema de papá dando un bebé a m am á, pero un ta n to in te le ctu ali zada. 6. Lo osc uro fue ap arta do , p. ej., olvidado. 7. Im po rtanc ia de mi no c o m p r e n s i ó n de aquello cuyas claves aún no había sido capaz de proporcionarme. Sólo ella conocía las respuestas, y cuando pudo alcanzar el significado de los temores, tam bié n m e p erm iti ó ente nder.
CARTA DE LA MADRE
«Quisiera hacerle llegar unas pocas notas relativas a la Piggle, si bien creo que mi esposo ya le adelantó algunas cosas p o r te léfono. «Volvió de la sesión de un humor horri ble; y los día s que sig uie ro n estu vie ron llenos de escenas, especialmente a la hora de ir a la cama. Ahora parece haber recobrado la serenidad. «Durante unos días quiso ser el bebé 65 3. —
PSICOANALISIS
de Susan —una situación muy frustrante, p o r cuan to Susan n o responde; al p re guntársele por qué: ‘Trato de que me g u s t e el Sushbaba’. «Durante uno o dos días después de la sesión estuvo muy agresiva con otros niños. Tenía un títere, y me decía sobre él: ‘Hazlo avergonzar, así puedo esconderlo’. »En la mañana siguiente a la sesión, me dijo: ‘Tengo miedo de la mamá negra. Tengo que volver al Dr. Winnicott, el nuevo Dr. W inn ico tt’. Siem pre h ab la de las sesiones en ese tono formal, menos la última vez, en que, antes de ir a verle, estuvo can turre an do : ‘W innicott, W inn icott’ con considerable afecto. «Dijo varias veces que debe ir al Dr. Winnicott por la mamá negra. ‘¿Cómo? ¿No le has ha bl ad o al D r. W. de ella ?’ ‘No, le ha blé d el ba b ac ar .’ ‘¿E s de allí que vienen los niños?’ «Se quejó po rqu e ten ía el ‘pe qu eñ o’ irri tado . ‘¿Te fro tas te o fue el pañ al? ’ ‘Fro té. Es negro. Dame crema b la n c a para que mejore. Entonces podré volver a frotarlo.’ «Observaba cómo la oscuridad ocultaba las montañas. ‘Cuando está oscuro, tendré miedo. El Dr. W. no sabe que tengo m iedo de la osc urid ad .’ — ‘¿P or qu é? ¿No le ha s h abla do de eso ?’ — ‘A parté todo lo oscuro.’ «En los días que siguieron a la sesión fui una mamá realmente muy negra. No creía nada de lo que yo dijera. Rompió varias cosas, especialmente el azucarero del que constantemente se servía ‘grandes azúcares’, a pesar de estar prohibido. Parece sentirse muy mal ante cualquier tipo de destrozo que cometa si no se lo puede re p a ra r in m ed iatam ente, aunque sea insignificante. Desde que mi madre 6 6
está con nosotros, es ella quien tiende a ser la mamá negra, de modo que pjggie y yo seguimos bien. Entonces yo Soy Pig. gle y ella es la mamá. Ahora no es tan solícita y cuidadosa. Dos conversaciones ayer: ‘Piggah, ¿me qu iere s? ’ — Y q : *s í .> — E lla: ‘¿Rec uerdas cuando ro m p í ]a fuente?’ — Ella: ‘¿Me quieres?’ — Yo: 'Sí. ¿Y tú ? ’ — ‘No, yo no te q uie ro. E res negra, y luego me querrás hacer negra.’»
CARTA DE LA MADRE, P.SCRITA DURANTE LAS VACACIONES EN EL EXTRANJERO
«Queremos escribirle nuevamente porque nos encontramos muy preocupados p o r Piggle y nos gusta ría que co nsid erase la posibilidad de un análisis co m ple to __ s i bie n no sabem os có mo nos las a rreg laría mos en ese caso. »Lo que más nos inquieta es el estrechamiento de su experiencia; parece estar completamente atrapada en sn propio mundo, como inaccesible a la experiencia exterior. Los únicos pensamientos que la ocupan, aparte su constante deseo de cosas y su aspecto personal, son sus recuerdos (por lo general rumores, historias de familia) de cuando era bebé y n0 podía hablar. »Su discurso se desarrolla con cada vez mayor constancia en una vocecita falsa, y cada vez se comporta de modo más afectado e inauténtico. Se aleja a grandes distancias para llamar la atención sobre sí, creando a menudo escenas dramáticas. «Sigue teniendo much o miedo por la noche; habla menos sobre el tema antes de ir a la cama, no obstante lo cual se des
Deterioro. Rigidez de defensas organizadas
Enfermedad ahora organizada. Yo auténtico escondido
67
p ie rta varia s veces d u ra n te la noche, en ocasiones gritando. »Llora, según dice, porque lo oscuro quiere hacerla negra. (En cierta oportunidad entró en mi habitación a ver si yo estaba negra.) Por la noche parece recordar todas las ofensas que pudo haber inferido durante el día. (Actualmente tiende a cometer actos de agresión, como arrojarme una piedra a la cabeza, o cojer la mano de Susan con un cajón.) ‘¿Se lastimó la mano de Susan ?’ ‘¿E stá rota tu cabeza?’ ‘Dame una a guja p ara re m en da r mi m anta .’ ‘¿Quieres rem en da r mi cabeza?’ ‘No pued o re m en da rte a ti, eres demasiado dura.’ »Otra vez, por la noche, dijo: ‘¿Recuerdas cu and o el do ctor me pin ch ó? ’ (inyección). ‘Debo ir al doctor, estoy enferma. A qu í...’ señ alan do su ‘pe qu eñ ito’.»
Expulsión de la propia maldad
Ansiedad depresiva
F an tas ías masturbatorias
CARTA DE LA MADRE, TRAS EL REGRESO AL HOGAR
«Me gustaría contarle algo más sobre Piggle. »De algún modo que no logro definir, siento que está mejor; ha pasado por un perío do de ab u rrim ie n to , a p a tía y descontento y a veces resultó gratuitamente destructiva, rompiendo cosas, o quebrándolas, o ensuciándolas. Ahora da la im p re sió n de e s ta r viv ie ndo su vid a, y es m enos amanerada y afectada. »Yo no había comprendido antes hasta qué punto la obsesiona la culpa y la res po nsab ilid ad p o r su d e str u cti v id ad . Men ciona con enorme angustia destrozos de hace semanas en los que apenas reparé en el momento. Le di una palmada cuando intentó persistentemente alzarme las fal 68
La instalación de la familia ha proporc io nado el hospital mental en el cual ella pued e ll egar a su enfermedad
tías en una tienda, y luego olvidé el incidente. Dos semanas más tarde dijo: 'Mamá, no volveré a alzarte las faldas’. 0: llevando a Susan, su hermanita, en brazos, la golp eé c o n tra la p u e rta y gritó . I’iggle: ‘Fue cu lp a tu y a.’ Yo: ‘Sí, fu e cu lpa mía.’ Piggle, m uy inte re sa d a: ‘¿S oñ ará s con esto ah ora ?’ E staba tan preoc up ada como cuando, por las noches, teme que la mamá negra y el babacar la hagan negra. »La conversación sobre cosas muertas lia cobrado gran importancia últimamente Anoche quiso ha blar m e con gran ur cencia sobre la mamá negra. Comenzó en la habitual voz monótona: ‘La mamá necea dice: ¿Dónde están mis y a m s , dónde están mis y a m s ? ’ Luego: ‘La mamá negra tiene una playa y un colum pio.’ (Yo la había llevado a la playa por primera vez, v adora los columpios.) Comenté que pa iecía no gustarle que la mamá negra tuviese cosas tan buenas. Ella: ‘No, quiero echarlas a perder. Quiero echar a perder tus cosas.’ En ton ce s dijo qu e yo tenía grandes y a m s y que ella los quería. Tras lo cual se mostró confundida y dijo que yo quería sus y a m s y se me veía muy i onfundida. Observé que ella tenía pequeños yams, y que cuando fuese grande, los tendría grandes. ‘Sí, cuando pueda co i ina r.’ (Yo le ha bía dicho al e n tr a r qu e debía darme prisa porque estaba preparando la cena para papá y para mí.) Yo: ‘Ya has empezado a aprender a cocinar; hiciste natillas.’ Ella: ‘Sí, sólo puedo cocina r cosas m u er ta s.’ Luego agregó: ‘La vida es difíc il’ (fr as e m ía); ‘Me ha ce d a ñ o ’ (añadido suyo). »Le menciona a usted cada tanto, más bien d esp reocupa dam ente; p o r eje m plo , de pronto dice que quiere ir a jugar con
Depresión melancólica
los juguetes del Dr. W. y hablarle de la mamá negra; o, al dibujar un poblado, una casa es la del Dr. W.» CARTA DE LA MADRE
«Ésta es para confirmar que Piggle irá a verle con su padre. »Desde hace dos días me pide succionar mis y a m s (pechos) cuando se hubo ido a la cama, por la noche. Lo pidió con tanta insistencia que se lo permití. Yo: ‘¿Por qué?’ ‘Quiero chuparlos como un pirulí.’ Más tard e me pidió algo que pudiese chup ar y m asticar y luego d ejar ca er en su vientre. Para entonces nuevamente tenía miedo de la mamá negra y quería ir donde el Dr. Winnicott. Cuando le dije qué día iba a ir, respondió: ‘Y al otro día, y al otro.’ Cuando salí, oí un llanto que partía el corazón: ‘Quiero mi bebé, mi bebé, m i Galligallibebé’ (Galli gallibebé es el nombre de su muñeca, en torno de la cual solía girar la mayor parte de sus actividades, si bien últimamente con menos asiduidad, y es también la forma en que ella pronuncia su propio nombre, Gabrielle, que aún no puede pronunciar correctamente.)»
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CUARTA CONSULTA ( M ayo 26, 19 64 )
Como supe más tarde, por teléfono, Ga brielle (a h o ra de dos añ o s y ocho m eses) hizo el viaje en tren hecha un ovillo so bre la s ro dilla s de su p adre, succio nándole el pulgar. Se dirigió rectamente al revoltijo de juguetes, a la vez qu e d ecía: «Hace ca lor aquí. Vinimos en tren. ¿Ha visto...» Cogió los barquitos y los puso sobre la alfombra. Fue a buscar uno de los grandes perros suaves. Unía locomotoras con vagones. Entonces, espontáneamente, di jo: «V ine p o r lo del babacar».
Nec es idad consciente de ayuda; pro ble m a específico
Llegados a este punto, la ayudé a aco p lar la s p arte s de alg unos tr enes. D is puso los juguetes de una manera no lo bastante precisa como para permitirme entender. Dijo: «La ventana (de la habitación) no está abierta.» Cuando la abrí, observó: «Abrimos la ventana aquí.» Retomamos el trabajo que habíamos comenzado. Piggle: ¡No es éste un lindo coche! Me gusta mucho venir aquí. Vine en tren. 71
¿Me está esperando papá? Dos habitaciones, una para papá y una para mí. El tren temblaba y temblaba y tem blaba. Cogió una pequeña valla de madera y la quebró y metió la astilla a la fuerza dentro del salón comedor por la ventana. Fue una operación muy pausada. Dije algo acerca de papá tratando de hacer bebés (valiéndose del vag ón com o m am á). Arrancó dos trozos de madera. Piggle: ¡No hace calor en la habitación! En vacaciones hacía calor. Nos tostamos. El bebé estaba tostado, bebé Su san tostado, mi hermana. Sube escaleras gateando. Orina en el orinal ahora. Yo: ¡Está creciendo! ¿No?
Recurso a la objetividad
Dijo algo acerca de «crecer»; conducía el coche. Dijo: «Ser un beb é. Qu itar todos los coches.» Jugaba cierto juego con los coches, nombrando sus colores. Piggle: ¡Dos coches, Sr. Winnicott! ¡Eres el Sr. Winnicott!
Había algo que quería desechar. Piggle: ¿Oíste el ruiseñor? Es una lástima que te hayas mudado tan lejos. [Esto tenía que ver con el hecho de que recién estaba comenzando a entender que yo no era un vecino cercano.] ¿Recuerdas...? Yo: Hace mucho me querías. Piggle: Me gusta que revientes el globo. [Allí estaba el viejo globo arruinado, con el cual pasó bastante tiempo jugando con no mucha constancia; en oca72
Co que tería: transferencia del padre
siones la ayudé.] Hay una iglesia con una punta (aguja) encima. Colocó la iglesia con un coche a cada ludo. Entonces comenzó a interesarse por un objeto del cual, de hecho, no podía •uber nada. Era un objeto plano, circular, una pieza separada de lo que había sido un trompo. Piggle: ¿De dónde viene esto? [Había en-
trado en la primera sesión.] Yo: No sé. Sonreía, y ello tenía algo que ver con una cuna mecedora con juguetes preparados para ilustrar. Piggle: ¡No hace calor en la habitación!
Piggle tiene un jersey de algodón con cremallera. [Para ilustrar esto tiró de la cremallera y se golpeó el codo contra la puerta. Hubo un leve ruido. Consideró el lastimarse bastante divertido.] Piggle cogió barquitos de diversos colores, y dijo que el blanco era rosa. Trató de pararlos boca abajo, lo cual era imposible (juego indeterminado). Dijo algo en ese m om ento: «¿Por qué me quieres?» Y agregó: «Porque me hablas del baba car.» Conversé con ella sobre el tema p o rque h abía pronu nc ia do m al la pala bra, y era evidente que no había entendido bie n. Q uerí a que ell a m e ayudase a acla rar las cosas en mi propia mente. Piggle: Hay la mamá negra.
Traté de descubrir algo respecto de si la mamá negra estaba enfadada o no. Estaba haciendo un coche idayvenir. Aquí
reintroduje una cosa, una cuestión que tenía que ver con el enfado de la mamá negra con Gabrielle, debido a que Ga brie ll e e sta b a en fad ada con m am á p o r haber tenido un nuevo bebé. Y entonces mamá pareció ser negra. Todo esto fue más bien vago. Jugaba por su cuenta, a s ig n a n d o d i v e rs o s co c he s , a m í o a s í misma.
Primer signo del tema del yo-no-yo
Piggle: Mis zapatos son demasiado pequeños; me los quitaré.
La ayudé un poco. Había algo relacionado con el crecimiento de los pies. Piggle: Estoy creciendo dentro de una muchacha grande [y prosiguió:] pi pi pi [e tc ., h ab lan d o p a ra sí m is m a ]. H ay una hermosa dama esperando por el coche, una bonita dama para venir por los niños. La mamá negra es traviesa.
Buscó una locomotora y la puso en el interior de algo, y se presentó la idea de un grande y un bab a.
Manifestación de ansiedad pro bable m ente debida a temores edípicos
Piggle: ¿Empacaremos y guardaremos todo [ansiedad]? Esto se cae.
Arrojó un nenúfar a la papelera. (Ese nenúfar, hecho por alguien en papel, era un resto de la sesión anterior.) Desordenó todos los juguetes. No había ansiedad manifiesta; cogió sus zapatos y recorrió el pasil lo hacia donde se en c o n tr a b a su p adre, en la sala de espera. Durante algunos minutos les oí conversar. Piggle: Quiero irme; por favor, vámonos.
Y así. Yo estaba tomando nota del con 74
Rechazo ta rd ío d e la evidencia de mi contacto con otros niños
.iderable desarrollo de una personalidad coherente en evidencia y de, por primera vez, algo que podía llamarse equilibrio. Diría que era feliz. Entró para despedirse. El papá trataba de persuadirla para i|ue se quedase: «No, aún no puedes irte», decía.
Equilibrio notable para su edad (Carta de los padres, ener o 4, 1964)
Piggle: Quiero irme.
Hice sentar a papá en la silla de la otra parte de la habitación, y ella se instaló sobre sus rodillas. Ahora el juego volvía a girar en torno del bebé que nacía de papá, e n tre sus piernas. Se repit ió un a y otra vez. Conllevaba una gran tensión física para el padre, pero él siguió, inconsciente de sí, haciendo exactamente lo que se le había dicho. Señalé a la niña que era importante que tuviese padre cuando le daba miedo permanecer sola con Win nicott y jug ar con W innicott a cosas como esa, valiéndose de un varón como madre para ser parida. Los zapato s del p a d re cobran gran relevancia en todo el asunto, debido a un conflicto referido al quitárselos o no; pronto estuvieron en el suelo, ella pegada a su padre. Yo decía: «No sé nada de babacars». Piggle tenía una actitud muy decidida hacia su padre, arrodillándose y succionándole el pulgar (yo no sabía entonces que había estado succionándole el pulgar durante el viaje, acurrucada sobre sus rodillas en el tren). Dije que estaba asustada a causa del juego en el cual yo me había convertido en la Piggle enfadada. Pero esta vez, el padre se había quitado el abrigo y estaba tratando de arreglárselas en mangas de camisa.
Recuperación de la reacción ante la negativa (fracaso del valor del ego)
Padre utilizado como madre en la transferencia, dejándome en libertad para otras funciones
Yo: Winnicott es Piggle enfadada y Pig 75
gle era el bebé que nacía p ap á en lu gar de m am á. E lla p o rq u e sabía cuán en fad ad a tar, y el nuevo bebé chupaba de papá [el pecho de mamá].
usando a m e tem ía debía esel pulgar
Me miró de un modo singular y yo pre' gunté: «¿Me he pue sto negra?» Lo pensó un largo rato y respondió: «No», y negó con la cabeza. Yo: Soy la mamá negra. Piggle: No [jugando con la corbata de
su papá]. Hubo muchos saltos y succiones del p u lg ar del p ad re, y yo hic e u n a in te rp re tación casi definitiva que tenía que ver con el querer a papá todo para ella sola, así mamá se volvía negra, lo cual revelaba ira. Parece se r que dije: «Ella quiere echar a Gabrielle al cubo de la basura» (observación arriesgada). Dio la impresión de sentirse agradada por ello, y siguió ju g an d o con la c o rb a ta de papá, hacie ndo correr el nudo. Mencionó algo relacionado con la ausencia de la mamá negra, y que tenía algo que ver con la noche oscura. Ya había quitado el otro zapato al padre y, de habérselo permitido, lo hubiese desnudado por completo. Junto a esto, estaba la idea de hacer que mamá se pusiese negra. Dije algo acerca de volver a nacer, esta vez de papá. Para entonces, papá se estaba atando los zapatos y Gabrielle se estaba subiendo a su espalda. Piggle: ¿Puedo volver a ponerme encima
tuyo? Seguía diciendo: «Haciendo que mamá se ponga negra». Entonces Gabrielle dijo
Se tranquiliza al recordarse que su madre era en realidad un hombre
Ahora el padre es el padre real
Desarrollo de tema alternativo con padre como padre y analista como madre celosa
V ion bas tante claridad: «Mamá quiere ser la niñita de papá». Tenía muchísimas energías, y hubiese pro se guid o con el ju ego, p ero p ap á ya tenía suficiente, y comenzó a negarse. Hacía mucho calor. También quedaba poco tiempo. La había parcelado.
Segundo tema establecido
Yo: La mamá negra es ahora Winnicott, y va a despedir a Piggle. Va a echar a Piggle a la papelera, como el nenúfar.
Empecé a verme indeciso en cuanto a llamarla Piggle o Gabrielle en esta etapa, debido al tema del yo-no-yo qu e se hab ía introducido
La sesión finalizó, y se mostró muy amistosa. Me quedé donde me encontra ba, si endo la en fad ad a m am á negra que que ría ser la niña de pap á y estaba celosa de Gabrielle. A la vez, yo era Gabrielle celosa del nuevo bebé con madre. Corrió hacia la puerta, salió y saludó. Sus últimas palabras fueron: «Madre quiere ser la niñita de papá». Y ésa pasó a ser la p ri ncip al in te rp re ta ció n de la se sión. Por teléfono, esa noche, supe que había venido acurrucada y succionando el pulgar de papá. Tras la sesión se convirtió en una niña más adulta. Estuvo de buen talante y muy feliz. Por otra parte, fue observando todo en el camino a casa, viendo gatos y otros animales, comiendo su comida y sin crear problemas. Se había p uesto fr an ca m e n te p ositiv a en re la ció n con su padre y había perdido la conducta regresiva. Esa noche jugó constructivamente, de un modo en que no lo hacía desde tiempo atrás. Les visitó su tío y, al p ri n cip io , ac tu ó co n tim id ez, p ero lueg o se la vio muy gentil y amistosa. Por último, al irse a la cama, dijo como si nada ocu rriese : «No sé qu ién es el tío Tom y quién es papá.» Pensé que era posible ver en ello su creciente capacidad para aceptar la ad
Clave para la sesión
Alivio resultante del trabajo hecho en sesión
77
hesión de la gente a las figuras básicas p ad rem ad re, y qu e la o bserv ació n hacía referencia al modo en que se valía de mí y de su padre, según su deseo, cambiando nuestros roles de acuerdo con los requisitos del juego. En otras palabras, lo que importaba era la comunicación —la ex p e rie n cia de s e r en te nd id o — . E n el fondo de todo esto hay un sentimiento de seguridad en cuanto a su padre y su madre reales. Podía décirse que se había desarrollado una zona más amplia para la experiencia de juego, que implicaba identificación cruzada, etc. En la actuación compulsiva, había habido una serie de acciones de c o n v e r s i ó n e n madre, padre, bebé, etc., así que el juego por placer estaba fuera de la cuestión. Ahora había llegado al placer en el juego. Tal liberación de fantasía llevaba a una mayor libertad en la comunicación y en la exploración de lo malo, lo negro, lo destructivo, y otras ideas.
COMENTARIOS
Los siguientes son los temas más im p o rta n te s de e n tr e lo s surgid os en esta sesión: 1. En el viaje en tren , acu rru ca da so b re la s ro d ill as de su p a d re, succio n ándole el pulgar (yo no lo sabía). 2. D ram atización del ac to sexual m asculino sádico. 3. Idea de crecimiento natura l, m aduración. 4. Sentido de la distanc ia en tre nosotros en los intervalos entre sesiones (fin de la negación). 5. Ide a en evolución de m am á enfa
dada con Gabrielle por ser la niñita de papá.. . su p erp u esta a la idea de la cóle ra de Gabrielle ante los nuevos bebés nacidos de papá. 6. E rotis m o u retr al, excitación clitó rica y masturbación evidente como bases funcionales de algunas de las formaciones fantásticas, y como parte de la búsqueda de información.
CARTA DE LA MADRE
«Piggle ha pedido verle en varias ocasiones, y ayer en su juego llevó carretadas de juguetes a Londres. Propuso quedarse con su abuela (llamada Lalala), que vive cerca de Londres. Tardó alrededor de tres horas en irse a dormir. Durante unos días no me permitió besarla, p o r si la ponía negra; pero ha esta do m ucho más afectuosa conmigo y me ha besado espontáneamente, cosa que nunca antes había hecho. La otra noche, me dijo que era una linda mamá y luego procedió a arañarme. Aseveró que estaba rascando lo negro, y luego intentó quitarlo de la almohada soplando. »Cada noche hay la misma ceremonia: ‘Te hablaré del babacar... La mamá negra dice: “¿D ónde está n m is yam s?”’ (pechos). Una vez pregunté con impaciencia ‘Bueno, ¿ d ó n d e es tá n ?’ ‘En el servicio, con ag ujeros.’ Está m uy preocu pada p or los y a m s . Ayer dijo de improviso: ‘Lástima, mis y a m s no tienen leche’. Cuando le doy las b uenas noches suele abo to n arm e el ca rd i gah para que mis y a m s no se ‘ensucien y mueran’. Ha estado muy preocupada por ‘lo m ue rto ’ últim am ente. E n una ocasión le comenté: ‘Pronto tus y a m s crecerán’. Ella: ‘Y los tuyos m o rir án ’.
«Después de estar con usted dijo, muy resuelta, que nunca más iría a Londres. Cuando le pregunté por qué, respondió que el Dr. Winnicott no quería que yo me trepara sobre papá. De paso sea dicha, eso de trepar sobre el papá es algo que nunca hizo en casa siendo bebé; es lo que su hermana, Sush Baba, hacía, y parecía divertir enormemente a Piggle. »Me dijo en otra oportunidad: ‘Intenté varias veces trepar sobre el papá. El Dr. W inn icott dijo: “No" .’ Aseg uró que el Dr. W. sabía sobre el babacar. «La noche que siguió a su visita a usted dijo que no podía precisar la diferencia entre Tom —su muy querido tío, a quien sólo ha visto tres veces— y el papá. Más tarde afirmó: ‘Papá, Tom y el Dr. Winnico tt son todos hom brespap á: ¡no es dive rtido !’ De pro nto , com entó a su padre : ‘Dr. W. tiene juguetes divertidos’. Y otra vez: ‘No puedo decir la diferencia entre mis juguetes y los juguetes de Sush Baba. Juguetes muy divertidos.’ «Ultimamente ha fantaseado —lo repitió durante dos noches— que si el papá está en la cocina, las botellas están rotas —la bo tella del Ja ra b e Rose Hip (in m en samente popular) y el biberón de Sush Baba—, debe de haber cristales por todas p a rte s y Piggle a n d a r p o r encim a. «En general, por lo que a su talante respecta, ha estado muy deprimida en ocasiones, y también desenfrenadamente destructiva y sucia. Ello se alterna con períodos razonablemente buenos, por encima de su edad y situación, y dosis considerables de limpieza y orden —lo cual llama la atención en nuestra muy descuidada familia.»
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Función masculina comparada con agresión, miedo a la identificación femenina, que supone el ser rota Depresión como evidencia de unidad del yo hacia el reconocimiento del propio impulso agresivo. Dentro de la depresión, la fan tasía es caos oculto, que se convierte en pulcritud en fases de conducta
QUINTA CONSULTA (Junio 9, 1964)
Gabrielle tenía entonces dos años y nueve meses, y Susan un año. Era un día caluroso y habíamos abierto la ventana. Ello dio paso al mundo exterior en varios momentos. Mis notas son relativamente oscuras debido al calor y a mi somnolencia. Ella estaba ocupada en juguetes, el padre estaba en la sala de espera. Piggle: Todo se cae. Tuve una así. Tenía
un montón de lindos juguetes [mostrando una barrera]. No hiciste vacaciones. Yo: Sí, las hice. Piggle: Tengo una linda hermanita. Sale en su cesta para dormir. Tantos trenes. ¿Por qué? [Estaba armando un tren y necesitaba ayuda; era verdaderamente difícil.] Soy cada vez más, más grande. Voy a cumplir tres años. ¿Cuántos tienes tú? Yo: Tengo sesenta y ocho. Repitió «sesenta y ocho» cinco veces.
Piggle: Me gustaría que estuvieses cerca de nosotros [dando a entender que la distancia entre mi casa y la suya era demasiado grande]. ¿Tendré tres años y un bebé al que le guste jugar... un b uen b eb é que no está enferm o ? [A quí hubo un recuerdo de la enfermedad re p resen tad a p o r el cubo, d esb o rd ad o p o r los juguetes. Estaba examinando una figura.] Sí me gusta jugar con los juguetes. El bebé tira mis juguetes a la basura.
Probablemente referido también a la gran diferencia de edad
Iba haciendo diversas tentativas de po- Inconvenientes debidos a la ner orden en los juguetes (interrumpiénventana dose para atender el paso de un carro abierta con su caballo por el camino). Puso las (fallo del iglesias en fila (interrumpida por los sosostén del ego) nidos «u, u» de los pajarillos). Piggle: Ruidos horribles.
Estaba pensando. Yo: Esas cosas te molestan mientras tra b ajas. Piggle: Mis zapatos son demasiado abrigados.
Deshizo la doble atadura del lazo. Lo hizo sola, lo cual constituía una verdadera hazaña. Piggle: Mis zapatos... diez zapatos. Hay arena. Yo: ¿En Francia? Piggle: No.
Pasó un avión, y por ello volvió a inter ru m p ir su juego. Dijo: «He estado en un avión.» Había dispuesto cuatro casas y dos ca
sas y puesto las dos iglesias a un lado. La ansiedad comenzó a manifestarse en la forma de: «¿Está papá preparado para marcharse? Papá está cansado.» (Esta era una referencia a la sesión anterior.) «Está descansando en la sala de espera», res pondí. Hubo ruidos de dientes y pregunté qué estaba mordiendo. Piggle: ¿T.e gusta el pan con mantequilla? Yo: Es como tomar una comida. Piggle: «Gansita, gansita, ganso» [recitando].* Aquí hay un juguete divertido [nuevam ente los restos de un viejo som b re ro de chim en ea], ¿L o a rro ja ré al su elo o no?
Lo ar ro jó d elan te suyo: «Oigo agua que golpea, golpea, golpea» (quiere decir «gotea»; se oye el ruido de un grifo que gotea en la parte alta de la casa, y que nos llega por las tuberías). Cogió el cubo: «No hay más juguetes aquí dentro. ¿Lo llenaré hasta que esté otra vez lleno?» Hice una observación relativa a la sensación de hambre si se lo llenaba, y al hecho de no divertirse comiendo, sino atracándose, para mantener el hambre lejos. Puso las casas en fila y preguntó: ¿Quién vive aquí? Un hombrecito, una mujer también... La Sra. Winnicott.» En ese punto se puso un zapato y se lo ató: «Voy a volv er con mi mam á», y dijo la dirección. Respondí: «De modo que vas a volver donde papá y mamá.» Regresó al juego como si la ansiedad hu biese desapare cid o, en re la ció n con la id ea de la Sra. Winnicott (introducida en el es-
La enfermedad ...resultado de una avidez compulsiva
Conducta compulsiva control de la función de separación
* En inglés “Goosey, goosey, gander", de la letra de una canción infantil. (Ñ . T.) 83
quema de las cosas por primera vez). Así que vació el cubo y puso los trozos sobrantes en la papelera. Le dio trabajo el neumático de un coche. Intentó ponerle una rueda al vehículo: «¡Dr. Winnicott, ayiV deme!» Entre ambos colocamos las ruedas. Se preguntó entonces cómo arreglar unos barcos. Yo: ¿Cómo arreglarlos cuando papá y mamá están juntos? Piggle: Demasiado grande. El bebé es demasiado grande ahora.
Esto fue interrumpido por alguien que se encontraba fuera, al otro lado de la ventana abierta, y más tarde por el ruido de un avión. Piggle se mostraba ansiosa y se distraía con los ruidos del exterior, pero la ven ta n a a b ie rta e ra u n ele m ento real, si bien inusual, y hacía difícil excluir el exterior. Hacía mucho calor. Todo ello era vago y estaba articulado de manera poco clara. Lo d e jé as í. E n t o n ces Piggle pareció abocarse al tema del día. Jugueteó con su cabello perfectamente estirado y dijo: «Mi cabello es rizado».1 Me valí de ello para una interpretación. Yo: Quieres tener un bebé tú misma. Piggle: Pero tengo un bebé girlie-girlie. Yo: No, no Sush Baba. Piggle: Un bebé para tener en mi cama. Yo: ¿En tus rizos? Piggle: Sí.
Simbolismo del pelo rizado, un bebé
Se volvió al juego y cogió dos barcos; pu so uno sobre el zapato que te nía puesto. Qu ería ir a lo de su p apá pa ra m osti arle los dos botes. 1. N ota de la m adre : Es Susa n quien tiene el cabello m uy rizado, tanto que todo el mundo hace alharaca al respecto. 84
Piggle: ¿A quién quiere papá? El b a b a c a r
y mamá. Fue y le mostró a su papá los dos botes, y cerró la puerta. Piggle: Volveré en medio minuto. Ayúda-
me a cerrar la puerta. [Era realmente difícil y necesitaba ajuste.] Dejó abierta la cerradura. Estaba «comiendo» los dos botes. Dije: «Comiendo p a ra h ac er beb és.» A partó to dos los ju guetes y fue a buscar a su padre. Dijo entonces: «Y luego nos iremos.» Los juguetes estaban ordenados y apartados. Interpreté: «Tienes miedo de que quieran que hagas bebés comiéndote los barcos.» Piggle: ¿Le diré «hola» a papá? [Fue y
volvió.] No regresaré otra vez. Yo oía a su padre engatusándola para que volviera, y a ella andando de un lado p ara otr o. Papá en tró y se acom odó en la silla y sostuvo conmigo una breve conversación, porque la necesitaba. Luego ambos regresaron a su casa. Apunté al cabo de esta hora que si bien las notas eran confusas e incompletas (de bido en p a rte al ca lo r y a mi som nole ncia), lo que quedaba claro era su intención de tener un bebé propio, hecho con comida. Ese era el trabajo que había venido a hacer. COMENTARIOS
1. Calor, y su consecu encia. 2. La observ ación s ob re el rizo y mi interpretación. Parecía ser el punto clave
de la sesión. Su propio embarazo en fantasía pregenital. 3. H ace r niños con com ida... ansied ades asociadas con ello. 4. Progreso (en cuanto a la m ad uración) desde los pechos de mamá al pene, de papá. 5. Sra. W innico tt en el esqu em a de las cosas.
CARTA DE LA MADRE
«Desde la última visita que le hizo, la vieja cantilena nocturna sobre la mamá negra ha cesado virtualmente y no parece temer el ir a dormir. »En una ocasión volvió a referirse a la mamá negra, en los siguientes términos: ‘Llévame al Dr. Winnicott, él me ayudará.’ Tra tand o de desalen tarla en ese momento, le respondí: ‘Pero si él ya te ha ayu da do .’ ‘Sí, pero devolví a la m am á negra a su lu g ar.’ Me limité a de cir ‘H m m m ’. Hubo entonces algo más sobre volcar una papele ra, y un sueño acerca de los sen ti mientos. Usted debe saber a qué se refiere todo esto. »Por dos veces pidió con mucha insistencia succionar mis pechos, y dio la im presió n de d is fru ta r m uy especia lm ente de la oportunidad. Siempre mezcla los posesiv os ‘m i’ y ‘tu ’ cu ando h ab la de ellos. »Tras una discusión acerca de sus malos tratos a su hermanita, besó a su padre y her m an a, y dijo al pad re: ‘No me beses, me pones negra. ¿Qué es negro?’ »Mi marido no sabía con certeza cuál era la opinión de usted sobre Piggle, y como ella estaba presente en el curso de su charla al final de la hora, no pudo ex p resarse con lib erta d. 86
«Cuando le dijo que la encontraba ‘norm al’ en su tra to con usted, pero tam bién pla n te ó el tem a de u n análisis con un analista, no me quedó claro si pensaba que el análisis era necesario, y que no podía po n er las cosas en m ovim ie nto en un nivel lo bastante profundo en el número de entrevistas que estaba en condiciones de ofrecer a la niña, y en consecuencia sugería este doctor, o si no creía necesario hacer nada más, a menos que estuviésemos excesivamente ansiosos.2 «Tengo una especie de prejuicio en favor de dejar que las cosas sigan su propio camino, y no interferir a menos que resulte imprescindible. «Sigue teniendo aún esas súbitas (aparentemente) depresiones, en que se acurruca y se succiona el pulgar, o se sienta y grita su galimatías, y no es capaz de hacer otra cosa. En otros aspectos se la ve muy mejorada, y más vital, pero no puedo asegurar que no sea posible que retorne a las profundidades en que daba la im p re sió n de p e rd erse cuando nació su her manita. A juzgar por las apariencias, fue un golpe inesperado y atroz, y creció muy p ro n to y, de alguna m anera, en fa lso. Me p re gu n to si p od rá, si n ayuda u lte rio r, hallar lo que dejó atrás. Tal vez lo esté haciendo ahora, pero no me veo en condiciones de juzgar si es así. Tal vez no lo logre nunca, suceda lo que suceda.»
2. Un ana lista que se superv isaba conmigo me hab ía hablad o de una niña de tres años, precisamente en esa época, y pensé en derivar a Gabrielle a su consulta. Ello me afectó, me hizo sentir culpable y me encontré confundido al hablar del asunto al padre. No o b stan te , en mi m ed ita d a opin ió n, el que las se si ones fu es en "a pedido” no alteraba el que la niña estuviese siendo analizada. D. W. W. 87
CARTA A LA MADRE
«Gracias por su carta. Le respondo porque sé que dije cosas un tanto confusas a su esposo. Lo cierto es que tengo remordimientos de conciencia, debí asegurarle que no era yo quien les impedía un análisis por extenso para Piggle. Si fuese tan sencillo para ustedes vivir en Londres como hacerlo donde lo hacen, creo proba ble que lo desearan, en el caso de que estuviese disponible una persona adecuada. Pero estoy convencido de que no sería tan fácil para ustedes venir a vivir a Londres, y muchos viajes representarían una com plicació n. Es m ucho m ejo r p en sa r en té rminos de recuperación natural, con alguna entrevista ocasional conmigo para ayudar a la evolución de los acontecimientos. »Piggle es una niña muy interesante, como ustedes saben. Tal vez prefiriesen que no lo fuera tanto, pero lo es, y confío en que no tarde asentarse y convertirse en un ser absolutamente corriente. Se me ocurre que buen número de niños tienen similares pensamientos y preocupaciones, aunque por lo general no tan correctamente verbalizados, lo cual en el caso de Piggle tiene mucho que ver con el hecho de que ustedes sean bastante singularmente conscientes de los problemas de la infancia y tolerantes con sus cosas. «Siento una gran admiración por la forma en que el padre de Piggle ha soportado el estar sentado y ser utilzado por la pequeña, cuando gran parte de lo sucedido ha de haber sido un misterio para él.»
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DE UNA LLAMADA TEL EFÓ NICA DE LA MADRE
«Piggle estuvo mejor durante un tiem po , p ero lueg o vo lvió a ca e r en la d epresión y la apatía, sin dormir por las noches y preocupada por la idea de la muerte. Tuvo un sueño: ‘Ninguna semilla crece, o sólo un poco, por las cosas malas que llevan dentro.’»
Ansiedades depresivas
COMENTARIO POSTERIOR DE LA MADRE
«¿Se vincula también este tema de la muerte con la parte de su persona que hay que ‘devolver a su lugar’, es decir, matar? ¿La parte rapaz, envidiosa, por ejemplo? »Me interesa sab er cu án tas veces devuelve al Dr. Winnicot a su lugar dejándolo en una habitación y saliendo a otra, la sala de espera, y cerrando la puerta.»3
3.
El po de r olv idar tiene sus requisito s. D. W. W.
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SEXTA CONSULTA ( J u l i o 7, 1 9 6 4 )
La paciente tenía entonces dos años y diez meses. La saludé cuando llegó al umbral, diciéndole «Hola, Gabrielle». Esa vez supe que debía llamarla Gabrielle, no Piggle. Se dirigió hacia los juguetes inmediatamente. Yo: Gabrielle ha vuelto a verme. Gabrielle: Sí.
Puso uno junto al otro los dos grandes anim ales suaves y dijo: «E stán jun to s y se quieren.» También reunió dos vagones de un tren. Yo: Y están haciendo bebés. Gabrielle: No, están haciendo amigos.
Seguía reuniendo trozos de trenes y yo observé: «Puede que estés reuniendo las diferentes veces en que me viste.» «Sí», replicó. Es evidente que hay muchas interpretaciones posibles del hecho de reunir partes de trenes, y se las puede emplear se-
Concepto de afinidad de ego
91
gún el modo que se percibe más adecuado al mom ento, o para tran sm itir los propios sentimientos. Recordé a Gabrielle mi interpretación de la sesión anterior, relativa al nexo entre el cabello rizado y el tener un bebé propio. Gabrielle: Cosas en las que pienso.
Hizo entonces una distinción (en cualquier caso, bastante clara entre) el decir y el m o s t r a r (lo cual me llevó a pensar en la canción de My Fair Lady, «Show Me!» — «¡Muéstrame!»). Yo: Quieres decir que mostrarme algo es mejor que decírmelo.
Gabrielle cogió una pequeña botella e hizo un ruido parecido al del agua: «Hacen un gran círculo cuando tú chapoteas mucho». Ceceaba, y a veces resultaba difícil comprender qué decía: «Tengo un pequeño esta nq u e p a ra c h a p o te a r afu era (referencia al jardín) y dos invernaderos. Hay nuestra gran casa, y luego mi casa pequeña.» Yo: La pequeña es tu propia persona. Gabrielle: La tuya. [Lo dijo tres veces, y luego: ] G abrielle. W innico tt.
Unió dos vagones. Yo: Gabrielle y Winnicott son amigos, pero G abri elle sig ue siendo G abri elle y Winnicott sigue siendo Winnicott. Gabrielle: No encontramos nuestro gato, p ero yo vi uno dando un paseo. Vi uno corriendo a lrededo r de todo. ¿Qué arras traba esto?
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La ayudé, y dijo: «Winnicott me coge de la mano.» Había en ello una suerte de establecimiento de identidades. Comenté algo acerca de Gabrielle y sus diversas relaciones con Winnicott, papá, mamá, Sush Baba. Gabrielle hizo un ruido de Gabrielle y dijo: «El Bebé Sush hace un ruido wa»; p ro d u jo un so nid o m ás, cub rié n d ose la boca con la m ano. Lo pasaba bien con ese entretenimiento con variaciones, tapando y destapando la boca. Acababa de so lta r un a vento sid ad cuando dije: «Quizás ese sea un ruido de Gabrielle.» Entonces habló de un modo característico, fácilmente identificable, y yo aseguré: «Eso tiene que ver con papá». En otras oportunidades había hablado de ese modo especial al sentirse fuertemente identificada con su padre.
Se las estaba viendo con el límite entre fusión y separación
Gabrielle: No hables así [pero hablemos de papá]. El Bebé Sush es demasiado pequeño p ara h a blar. ¿Q ué es esta cosa rara?
Me mostró una palanca atada con una cuerda. Quería que la pusiera a la locomotora para poder arrastrarla por toda la habitación. Estaba encantada con ello. Comenté algo acerca de ser un bebé Ga brie ll e que ella e stab a record an d o , y res pondió : «No, es una herm anita»; lueg o, de p ro n to : «M ira este h erm oso cuadro » (el retrato de una niña muy seria, de seis o siete años, que yo tenía en la habitación). «Es una niña mayor que yo. Mayor que yo como yo soy mayor que el Bebé Sush. Ella [Susan] ya anda sin cogerse a nada.» (Hizo una exhibición, andando, corriendo, andando, y cayendo luego.) «Y puede levantarse» (otra exhibición). 93
Yo: De modo que ya no necesita de su mamá todo el tiempo. Gabrielle: Pronto se pondrá más grande y andará sin papá ni mamá, y Gabrielle p o d rá a n d a r sin W innicott o sin nadie . Alguien dirá: «¿Qué haces?» Este es mi lugar. Quiero ir a tu lugar. Sal del paso.
Apoyo consciente en la administración del proceso de maduración
Estaba ilustrando un juego del Rey del Castillo,1 con Gabrielle estableciendo su p ro p ia id entidad y esperando rec ib ir un desafío. Cogió dos vagones y los frotó rueda contra rueda. Yo: ¿Están haciendo bebés? Gabrielle: Sí. A veces me tiendo de espaldas con las piernas levantadas cuando hay sol. No haciendo bebés. Tengo un vestido para el sol y bragas blancas.
Hizo una demostración tendiéndose en el piso con las piernas lazadas buscando el sol. Gabrielle: Tengo zapatos nuevos. [No los que llevaba puestos.]
Estaba desatando uno de los zapatos y quitándose los calcetines. Era una actividad del tipo «dentrofuera, dentrofuera». Quería que yo mirara su calcetín, en el momento de pasar su grande y grueso talón por el agujero.
Masturbación con la fa nt as ía de una forma de intercambio entre personas
Yo: Me estás mostrando grandes pechos. Gabrielle: Como pies.
Desató el otro zapato, y mostró la plantilla del otro lado. Se entretuvo con ello, 1. W innico tt, D. W. (1966), "Psyc ho-som atic Illness in its Positive and Negative Aspects", In te m at . J. Psycho-Anal., 47:510-516.
94
haciendo ver que uno de sus pies se había ido, en un juego que acababa de inventar. Gabrielle: Está todo sobre el pie malo
[esto era una broma]. Había cambiado entre sí sus calcetines, y así fue hacia los juguetes del cubo. Dije: «Gabrielle se come el mundo y así come demasiado» (pero para entonces el cubo no estaba sobrecargado). Gabrielle replicó: «No está mareada». Se había quitado un zapato y jugaba a quedarse sin el calcetín. Había algo com ple jo que h acer con calc etines y zapato s, e insistió de un modo muy hábil, pero no tuvo éxito.
Reconocimiento de inmadurez y relativa dependencia
Yo: ¡No es difícil! Gabrielle: Sí que lo es. Yo: Gabrielle no puede hacerlo todo sin
mamá y no puede ser una mamá com ple ta . Así se acercó a un gra n tr en y dijo: «Es pero que no hayam os venid o dem asia do temprano». Luego habló de las razones p o r la s cuale s ella y su p ad re hab ía n llegado temprano. En realidad habían dado vueltas por las tiendas para no adelantarse a la hora convenida. Percibí que era necesario que la ayudara con una correa que presentaba es pecia le s dif ic ultades, y acced í; ta m bié n con la otra. Gabrielle: Oigo un gran golpe [real]. Yo: ¿Hay alguien enfadado? Gabrielle: No. El Bebé Sush golpea.
La s identidades se clarifican
95
Luego susurró que iría a ver a su papá, y abrió la puerta de par en par y volvió a cerrarla. En un minuto estuvo de regreso, por sus medios, sin necesidad de papá. E stu vo ap a rta n d o los ju gu etes. Gabrielle:
Los juguetes están desordenados. ¿Qué dirás? Yo: ¿Quién? Gabrielle: El Dr. Winnicott. Puso a un lado los grandes animales (perros) suaves. El proceso de puesta en orden se hacía muy detallado, con selección de los diversos tipos de juguetes.
Gabrielle: Oh,
la tapa se sale; no importa; mamá está en casa.
Entonces Gabrielle los apartó todo pulcram en te y dijo: «¡Tienes un lindo lugar p ara ju guete s!» (E n reali d ad, el em broll o de mis juguetes tenía un lugar en el suelo, debajo de la librería. Encontró uno o dos juguetes raros, de los que había prescindido, y los separó del resto. «Yo tengo los míos fuera, en la papelera.» Iba a salir, y no había juguetes por allí. Pasó un rato afuera, con su padre, en la sala de espera, diciéndole qué había hecho; él le hablaba de ello. Luego hizo entrar a su padre. Le dijo: «Quiero que entres», pero él vacilaba. «Entra con el Dr. Winnicott», le dijo el padre. Gabrielle:
¡No! ¡No! ¡No! Yo: Ven, porque falta poco para la hora de irse. Entra. Entró y se comportó de un modo muy amistoso. Me preguntó si iba a tomarme vacacio 96
nes y qué haría. Le respondí que iría al campo y me divertiría. Ese fue el final de la sesión, y al p a rti r inquirió: «¿Cuándo volveré?» «En octubre», repliqué. Un detalle importante en esta sesión es el momento del establecimiento de la identidad, el juego del Rey del Castillo, siguiente a los experimentos relativos a la separatidad procedente de la fusión.
COMENTARIOS
1. Mi conc iencia de que debía dirigir me a ella llamándola Gabrielle. 2. Desa rrollo gradu al del tema de la identidad. 3. Una versión de la dec laración de Rey del Castillo. 4. Jueg o con p a rte s d e o b je to s que prefieren la idea de pechos (juegos «dentro fuera»). 5. Avidez qu e se co nv ierte en apetito. 6. Confusión den tro del orden. Anuncio del tema de la confusión por venir.
CARTA DE LA MADRE
«Ha vuelto a dormir bien por la noche. Su único comentario sobre la sesión fue: ‘Quería decirle al Dr. Winnicott que mi no m bre e ra G abrielle, pero él ya lo sabía.’ Lo dijo con satisfacción.»2
2. Este detalle m uestra la imp ortancia de hab er captado su p rim e r m ensaje , en el u m b ral, ente n die n do que debía decir G ab rielle y no Piggle. o un nombre que pudiese tener que ver con uno u otro de sus muchos papeles. D. W. W. 4
4. —
PSICOANALISIS
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CARTA DE AMBOS PADRES, ESCRITA P O R L A M A D R E 34
«No sé por qué me resultó difícil escri birle; ta l vez me haya sen tid o un tan to confundida con Gabrielle y sin haber tomado toda la distancia necesaria de ella, p ero espero que esto se resuelv a p o r sí mismo. «Gabrielle parece encontrarse mucho mejor; con esto quiero decir que es capaz de investir el mundo exterior con significados propios, y de aprovechar una diversión toda vez que se le presenta la oportunidad. «No es tan tímida, pero le es difícil entrar en contacto con otros niños, si bien anhela profundamente hacerlo y sufre ante los desaires. Le duelen enormemente las desilusiones, porque pone muchas es peranzas en esas re la cio nes. «Hace notables progresos en lo que res pecta a su h erm an a, a p e sa r de alg unos ataques pasajeros —por ejemplo, batir palm as en el m edio de la calle, an u n cia n do que está cansada de tener una herma nita—. Con excepción de tales ocasiones, la trata como una persona, con una com pren sió n com pasiv a que im presiona g ran demente. «Aún persiste parcialmente lo que a mí me parecía una fantasía un tanto falsa: no sé en qué medida es arrastrada a ella p o r sí m ism a, y en qué m ed ida se tr a ta de una defensa efectiva contra unos padres bastante fisgones.4 «Recién en estos últimos días ha vuelto a resu ltarle imposible ir a d orm ir, ha vuelto a visitarla la mamá negra y ha estado 3. Con versación telefónica no rese ña da aquí. 4. ¿Po día esto relacio na rse con mi ign oran cia respec to del fenómeno del negro? D. W. W.
98
hablando más de ir donde el Dr. Winni cott. Parece muy preocupada por un riesgo de envenenamiento; y comió una baya, insistiendo en que era venenosa y narrándonos cuán enferma iba a ponerse. Tam bié n in sis ti ó en que su ‘b r r r ’ está ata scad o en su interior, pese a que no parece sufrir constipación física. Pero nada de esto fue manifiesto en el resto del verano. Significó mucho para ella el tener el número de teléfono de usted. »A juzgar por las apariencias, usted es muy importante para ella y puso cosas en movimiento nuevamente cuando daban la impresión de haber entrado en un círculo vicioso extenuante. También recuerda más a la niña sólida que era antes del nacimiento de Susan, y parece haberse resta ble cid o cierta continuid ad.»
CARTA MIA A LOS PADRES
«Recibí la postal de Gabrielle. Creo que a ustedes les gustaría que volviese a verla, y reservaré tiempo para ella. Sin embargo, tal vez consideren buena idea dejar correr los acontecimientos unas semanas, en cuyo caso confío en que me lo hagan saber. »Por lo que he visto de Gabrielle, y por la carta que me enviaron, creo que ya no debemos pensar en ella en términos de enfermedad. Hay en ella muchos más elementos sanos. Quizá quieran informarme qué esperan que yo haga.» (Debo recordar aquí la influencia so b re m í del hecho de no dis poner de ti em po p a ra in ic ia r el tra ta m ie n to de u n nue vo caso; pero también percibía que estos padres, por alguna razón especial, no se fia b an del proceso de desarroll o que, en esta
niña, podía explicarse en prescindencia del tratamiento.)
CARTA DE LOS PADRES
«Gracias por su carta y la oferta de una entrevista, que nos agradaría concertar. «También creemos que ya no es posi ble c o n sid e rar a G abrielle com o una niña muy enferma; son muchísimas las áreas de su persona que han vuelto a la vida. Y sin embargo hay pozos de angustia y ansiedad muy marcados, que a veces parecen llevarla a aislarse absolutamente de todo sentimiento... y, en consecuencia, a vivir una vida muy articulada, pero bidi mensional. »La última vez que le escribí, acababan de presentarse dificultades al ir a dormir, después de haber pasado la mayor p a rte del verano consid erab lem en te bie n; y ahora pasa regularmente entre tres y cuatro horas despierta, una vez en la cama. «Ahora tiene una ‘Linda mamá negra’, que le corta las uñas (quizás usted recuerde que solía arañarse la cara durante la noche cuando estaba angustiada, y lo ha hecho recientemente). La mamá negra, no obstante, vino a cortarle el pulgar con un trinchante. Pero dijo que le contaría al Dr. Winnicott que la mamá negra se ha bía ido. «En la actualidad está profundamente interesada en la muerte de sus padres; p ero h ab la de ello de un m odo m uy desap asion ad o y vago. A su m am á: ‘Me gustaría que estuvieses m u erta .’ ‘Sí. Tam bién lo lam en tarías .’ ‘Sí. Gu ard aría tu foto en mi cartera.’ «Lanza indirectas acerca de las cosas
más desagradables en la relación entre sus p a d re s, y se sin ti ó p ro fu n d a m e n te conmovida y trastornada cuando vio algo más de lo habitual del cuerpo de su madre cuando ésta se cambiaba para tomar un baño. Si bie n ésta s p a rec e n ser p re o cu p aciones bastante comunes, se angustia y subsiguientemente elude sentir, y se inquieta por ello durante la noche, lo cual nos indica que aún puede ser necesaria una pequeña ayuda. »La llevamos a un parvulario donde, como le hemos dicho, no le resulta fácil establecer contactos, a pesar de que dé muestras de desearlo: ‘Mamá, coge un li b ro . Me a b u rriré , y no sab ré qué, y no conoceré a nadie, y no querré que nadie me mire.’»
SEPTIMA CONSULTA (O ctu br e 10, 196 4)
Gabrielle (que tiene ahora tres años y un mes) vino con su padre y se dirigió in vacilar a los juguetes, rozándome al pasar el co do con su ca beza , p o r cuanto yo me encontraba sentado en el suelo. Coció un juguete suave y grande. (¡abrielle: ¿Empezaré
con las casas en fila? ¿Has oído la campanilla cuando llamé? La hice sonar tres veces. Sr. Win nicott,1¿qué es esto? Yo: Es un camión. Gabrielle: Ah [y comenzó a combinarlo con algo]. Todos los problemas se han ido, así que no me queda nada que decirle. Yo: Estoy viendo a Gabrielle sin problemas; sólo Gabrielle. Gabrielle: Tenía una mamá negra que me traía problemas, pero ahora se ha ido. No me gu staba la m am á y yo no le gustaba a ella. Me decía tonterías.
1. Aauí se inicia una indicación recu rren te de la existencia de un Winnicott no terapeuta.
103
Había dispuesto una larga hilera de casas según una curva en forma de «S» poco p ro n u n ciad a, co n u n a ig le sia en cada extremo. Luego cogió la bombilla eléctrica con la ca ra pin tad a y dijo: «Olvidaba esto». Hubo aquí algo acerca del estar enfadado ante el nacimiento del bebé. Comentó: «Una niña pequeña entra a la iglesia con la niña grande.» En este punto, cierto juego, no registrado con precisión. Tenía que ver con poner algo para los p erro s y las vacas... y algo a ltera b a la paz en las casas de cada extremo de la curva en «S». Gabrielle: Ahora haremos un ferrocarril
Cogió dos piedras que había traído en una ocasión anterior en una bolsa de pa pel, y h ab ía u n a aún m ayor en el saco . Esto tenía relación con la mamá negra. Entonces vinculó la piedra grande con ¡as dos más pequeñas. Gabrielle: Sr. Winnicott, ¿por qué no tienes más trenes?
Buscó algo más y los encontró, aunque, p o r supu esto , sabía que estab a n allí: «¿Cómo llegaron a ti, Sr. Winnicott?» Había coches y un camino y otra piedra; los quitó de en medio y comentó: «Este tren arrastra los dos trenes; ahora... más botes, trenes» (montones de ruidos, hablando para sí de un modo ininteligible). Pasado un rato se enfrentó con la cuestión, mirándome y sonriendo con la intención de obtener una respuesta. Es de p re s u m ir que tod o ello tu vie se vin cula ción con la os cu rida d d e lo que seg uía de b id a a su in tro v e rs ió n y a su modo de 104
Aquí tenía una experiencia personal de la realidad interior y, me p erm itía conocer los detalles de contenido sólo vagamente
jugar, in in te ligib le p ara mí. En alg ún pun to, colocó un tren sobre un barco, lo cual era absurdo en cierto sentido, puesto que el tren era mucho más grande que el barco de juguete. Gabrielle: ¿Te gustan mis juguetes? Son como los juguetes franceses, ¿no? Hemos estado en Francia. Yo no quería que nadie estuviese en Francia conmigo.
Jugaba con el muy pequeño tren de madera, y cogió trozos de madera y los dis puso rad ia lm en te , num erán do lo s: uno, dos, tres. Apretaba un bastón contra la alfombra, tratando de hacerlo quedar er i'iiido, sin éxito. La ayudé un poco y seguí el tren. Casi me arroja el tractor aco pla do a u n vagón p o rq u e no lo quería . Ordenó muy lentamente los juguetes. Ha bía u n a h ilera de casas en «S» en el centro, con una iglesia en cada extremo, y sobre su lado estaba ella misma y numerosos objetos que la rep resen taba n. AI otro lado, el mío, de la línea en «S», estaba el tractor que me había arrojado, y también yo y otros objetos. No había ninguna representación de mi persona. Se trataba de un mensaje absolutamente meditado, en el cual se mostraba que ha bía lo grado esa separació n de m í com o p arte del esta b lecim iento de su yo. Tam bién co n stitu ía u n a defensa c o n tra la rein vasión. Había algo que cruzaba la línea. Tenía que ver con unos coches que venían de su lado hacia el mío, y mencionó algo relativo a «nadie sabe cómo...» A la larga fue evidente que sentía que algo había sucedido, puesto que comenzó a cantar, y cuando hice una observación relativa a tener cosas dentro, completó
Pregunta: p ro testa por las vacaciones
Referencia a la introversión
Acto de agresión destinado a liberar sus impulsos, transmitiéndomelos
105
la frase acotando que se mantenía «escondidas» (destaqué en las notas que esa había sido la palabra exacta). Hablaba p ara sí: «Un niño hay que ponerlo con una niña para que vaya con la niña; Richa rd mi amigo; y Sarah» (y algunos o tros nombres femeninos). Había ya dos líneas formadas por casas y otros juguetes, que se encontraban en uno de los extremos. Una de las niñas se llam aba C lare.2 Creo que tenía que ver con las vacaciones de verano. Me hablaba de un lugar en el cual vivía Clare. Gabrielle: Allí es donde voy a veces. No, no voy.
Me dio a entender que alguien tenía pap eras allí en ese m om ento, lo cual le impedía ir. Gabrielle: Así que no puedo ir más aun que quiera. No los puedo ver y ellos no me pueden venir a ver. No sé qué hacer. Así que fui a la escuela a jugar. Me gustó. Todo anduvo mal por allí por las paperas. No pueden salir ni bañarse. Qu ieren pero las pa pe ras no los dejan. A mamá le preocupa que pesque un resfriado de ella. Así que mamá dijo «no», luego preguntó, yo estaba terri blem ente ... No sé qué hacer. Yo: No entiendo [había interpretado en términos de establecimiento de identidades]. Gabrielle: ¿Dónde está ese lindo bote? ¿Dónde puse los botes? [Buscamos, pero no pudim os en co n trarlo s.] ¿E starán en el cubo? No, no pueden estar 2. nicott!
106
El tema de la cuarentena equivale a ¡a barrera defensiva entre yo v no-yo
¡Mera casualidad que Clare sea el nombre de la Sra. Win-
allí. Mira mi mano sucia. [Tenía los botes en la m ano.] Pero , ¿dónde están los otros? Me pregunto dónde se habrán ido. Aquí hay otro. Yo antes sabía dónde estaban los botes. Antes estaba acostumbrada a ti, pero ahora no lo estoy. Soy adulta. Andan y hablan. Aquí hubo algo referido a un pavo real. (1abrielle: Pero ellos no entienden. Es b aa.
Pavo real = D.W.W.
Los pavos reales sacuden la cabeza como diciendo que no. Nunca dicen «Oh, cariño». Gabrielle cantó una canción para ilustrar el uso de «Oh, cariño». Luego dis puso una serie com pleta de botes con la popa a p u n ta d a hacia afuera en rela ció n con ella: «¿Quién va en todos esos botes?» Cantaba una canción que tenía que ver con los botes. Volvió a acomodarlos, y también trozos de madera: «Ambos hicimos botes. Ahora pondremos orden. , Por qué tienes tan tos b otes p ara mí? Es divertido.» Siguió con el juego en que había muchos botes ante ella, con la popa hacia afuera. Había una hilera similar de coches un poco más allá, y muchas otras cosas en su lado de la línea que la separaba del tractor y de mí. Todo en su lado fue cuidadosamente dispuesto, de modo que los objetos no se tocaran entre sí. Cantaba, algo referente a tener coches de diversos colores.
Defensa: objetos internos dispares entre vida y muerte, controlados
Gabrielle: ¿Para qué es esta cuerda? Pon-
gámosla aquí. Yo debía cortarla así que estuviese tensa, y ella arrastró la locomotora por toda la habitación. 107
Gabrielle: ¿Dónde han ido a parar las ti je ra s? [p o rq u e yo usab a un cuchil lo ]. Yo: He dejado mis tijeras arriba [siem p re llevo tije ra s en el bols illo].
Volvió a los juguetes. Yo: Estás lista para volver a irte [porque veía que estaba poniendo orden], Gabrielle: ¿Dónde han ido a parar las casas... [y así de seguido].
Me entregó un tren y comenzó a arro ja rm e cosas po rque, después de to do, m e encontraba al otro lado de la frontera de la barrera. «Allí estás», repitió varias veces, «allí». Introdujo en el juego la idea de mi persona en una caja. También me dio algo a guardar, algo que le gustaba.
D.W.W. allí
Gabrielle: Cuando vuelva encontraré que tienes todo ordenado.
Parecía estar libre de algo, así que tomé una nota: «al fin libre». Tenía algo que ver con el b a b a c ar. Dijo: «Espera un minuto. Aclararé todo. Allí estamos.» Contó los trenes. «¿Qué es mejor para los trenes?» Y los dispuso pulcra y ordenadam ente: «Los jug uete s en orden.» Luego se ocupó de las piedras: «Ahora apartar a mamá. Ahora, ¿dónde va esto, Sr. Win nicott?» Y a continuación: «Ordenar bien.» Jugueteó un poco con la copa de O p t r e x pa ra bañ o de ojos. Luego: «¿Quién puso la cosa oscura en los juguetes?» Parecía estar a punto de finalizar; fue a b u sca r el lío de la cu erd a y lo m etió en el cubo. Había una caja llena de trozos de objetos: «Aquí estamos. Ahora, ¿dónde van estas cosas? Ahora está un poco ordenado.» Había una caja olvidada. Lo ex 108
Ansiedad guiada por el establecimiento y aceptación del ego
pre só así: «A ho ra. Lim pie m os la alfom bra ahora. ¡De qué lindo material es! ¿Quién te la dio? La alfombra dura [palo trenzado, debajo del «lindo» cubrealfombra oriental] no es tan linda. Es sólo para cuidar el piso. Espantosamente lindo material el de esta alfombra. Y éste también [acercándose a la silla], y éste.» Se acercó al diván y examinó el material en que estaba hecho, y el de los cojines. Siguió más allá y com entó: «y esta silla es esp an tosa mente linda»; y luego fue a buscar a su papá p a ra que la llevase a casa.
Observación de objetos externos, objetividad
COMENTARIOS
1. Ella m ism a po r sí m ism a, no a causa de las dificultades. 2. C lara decla rac ión so bre el yo y el noyo. 3. Exp eriencia de intercom unicación. 4. C uaren tena. M uro defensivo en tre yo y noyo. 5. C on trol de los ob jeto s exte rno s en la limpieza. 6. O bjetividad de los ob jeto s reex ternos. La transferencia positiva se realizaba en parte en relación con un Sr. Winnicott real (es decir, no terapéutico) y su habitación (esposa). Es dable esperar que el fenómeno del negro también afecte aspectos de objetos del mundo real exterior a ella, y separado de ella. El negro persecutorio corresponde a los residuos de fusiones regresivas, en la defensa organizada.
109
CARTA DE LOS PADRES
«A Gabrielle le gustaría volver a verle, creo que con bastante urgencia, si bien vacila en pedirlo. Me sugirió enviarle un regalo. También quería enviar un regalo a una mujer que trabajó para nosotros, a la que quería mucho, y que se marchó.3 »E1 tema de la mamá negra ha vuelto a surgir, aunque de manera distinta: ‘No he escrito a la mamá negra... Me dio un hermoso florero con algo dentro que crece ’. (‘W (‘W attie ’, n ue stra cria da, un a m uj er de edad, querida por todos nosotros, le había regalado un bulbo en un jarro.) ‘Tengo miedo de la mamá negra. No le he pagado. Me regaló una he rm osa copa de m ad era .’ El pagar a la mamá negra ha sido mencionado repetidamente. »Hace bastante poco ha comenzado a tener nuevamente dificultades para ir a dormir. Necesita tener todas sus muñecas ositos y libros, sobre la cama, hasta el p u n t o d e q u e q u e d a p o c o e s p a c i o p a r a ella. Durante el día, ha tendido últimamente a portarse mal, como si nuestra autoridad, y aun nosotros mismos, no contásemos para nada. Tal vez hayamos sido un tanto negligentes en lo que a mostrarnos firmes y hacemos valer respecta, y tratamos de remediarlo. Pero, en las ocasiones en que Gabrielle se encuentra bien, es verdaderamente muy buena.»4
3. La gratitud implica aceptación de la sep ara tidad , del prin cipio de realidad, un fruto de la desilusión. D. W. W. 4. D ificultad ificultad en el m ane jo del niño enferm o que se está recu recu pe p e ra n d o ; la p r e g u n ta : ¿ c u án d o s e r f ir m e y a c t u a r s o b r e la b a s e de la normalidad del niño? Esto es, cuando se está recuperando de un superego patológico y tiende a ser un niño espontáneo en un medio familiar. D. W. W.
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OCTAVA CONSULTA (Diciembre 1, 1964)
Gabrielle (ahora, de tres años y tres meses) entró y dijo: «Primero jugaré con estos juguetes, después con este lindo ju guetito.» Había traído un enorme soldado de plástico... «Lindo. Hagámoslos entrar a todos en el lindo pueblo.» Hice mención de la existencia de cierta sucied ad. Cogió Cogió el tra c to r y dijo: «Es lindo. Susah también tiene un perro.» Encontró un trozo de cuerda y comentó que el tractor podía sujetarse al trenecito. «Fuimos en el tren», y lo colocó detrás de nosotros (resultaba gracioso y había otras indicaciones de la probable existencia de elementos anales en el material). «Muchos trenes tienes, Sr. Winnicott.» Quiso que le ayudara a sujetar la cuerda.
Tema de la negación de la suciedad
Gabrielle: Es bonito. Podía haber venido p o r la t a r d e , ¿ n o ? H u b ie s e e s t a d o b ien ie n . Visitarte [iba agregando trenes, detrás de los otros]. No los arrastres, tren. Yo: Yo : ¿Dónde vive el tren de Winnicott? ¿Aquí o dentro de Gabrielle? Gabrielle: Allí dentro [señaló un punto], ¿Qué va en este tren? ¿Y en éste? [En 111
contró un gancho perteneciente a un vagón.] Cuando pongo un tren... ¡Ay! ¡Ay! ¡Ay! Casi aprieto al soldado y le hago llorar. Viene de mi casa. ¡Oh!, hay un lindo tren aquí detrás. ¿Dónde está la estación, Sr. Winnicott? [Coloqué dos b a r r e r a s . ] Sí, Sí , e s a e s la e s t a c ió n [ i b a r e uniendo vagones]. Esa es la estación del ferrocarril. Me ayudó el Sr. Winnicott. ¿Qué es esto? Yo: Para el equipaje y otras cosas. G a b r i e l l e : Aquí hay otro viejo tren con una gran locomotora. Tengo lindos za pa p a t o s n u e v o s . E s t o es u n f u r g ó n p a r a equipajes. Mejor seguir con esto [e iba disponiendo los furgones y el equipaje]. Susan es una gran molestia. Rompeca be b e z a s. S e a c e r c a y lo d e s o r d e n a . C u a n d o es una Susan más grande será capaz de hacer lo que yo hago; sigue viniendo y distrayéndome. Me gustaría un nuevo be b e b é q u e n o se a c e r c a r a y se l l e v a r a las la s cosas. Hice un comentario referente a su ponerse negra. Gabrielle:
No, la hace llorar. Entonces grito muy fuerte, me enfado mucho y grito más fuerte, y ella vuelve a llorar, y luego mamá y papá están enfadados. Ella es como Kiko, que es un oso salvaje en Francia. Una vez los dos se asustaron de un oso como Kiko. Había una mamá Kiko cariñosa y bebé estaba fuera de la jaula y ella estaba en la jaula. Ella era enorme como un bebé dentro de una mamá. El bebé Kiko no estaba en la jaula. Los monos sí y los leones y osos. Yo: ¿Y qué más? G a b r i e l l e : Ni vacas ni jirafas. Serpientes
sí. Perros sí, me parece, no. Gatos tam bié bi é n . T e n e m o s u n g a to n e g ro . V ien ie n e a verme cada noche. Voy al piso. Allí está el gato negro. Lo acaricio. A veces está en mi casa. Mamá le da algo de comer. ¿Para qué es esto? [Se trataba de un trozo de una casa, maltrecho.] ¿Por qué es así? Fue hecho con una madera torcida. Yo: Yo: Hecho por un hombre torcido [pensando en la canción infantil y haciendo retroceder la idea]. En ese momento se estaba comiendo el hombre de plástico. Dije que se lo estaba comiendo comiendo porque quería com erme a mí. Yo:
Si me comieras me llevarías dentro tuyo, y entonces no te importaría irte. Gabrielle: ¿Dónde se sienta? Puede entrar en la casita. No en la que está torcida, en ésta [una iglesia] o ésta. Es especialmente linda. Se sentó sobre el cordero. Seguía mirando al soldado, que estaba junto al tren. Gabrielle:
Este es un perro tonto [el cordero]. ¿Quién le ató una cinta en el cuello? Es bonita. Yo también puedo atarla, pero el bebé no. Susan no puede. A veces ato un vestidito alrededor de mi bebé para que se vea lindo. Y des p u é s sa lg o de c o m p r a s c o n él. Oh, Oh , ¿quién hizo esto? [el otro juguete suave, el fauno]. No se quedan de pie. Sí, se quedan. Lindos perros.
Los estaba poniendo en equilibrio, y no ladrábamos y decíamos «woffwoff». Hice mención de ella y el Bebé Sush.
Gabrielle: ¿Sabes que Susan estaba enfadada? [hizo ruidos de enfado], realmente está enfadada y gritó. Cuando estoy un poco enfadada grito un poco. Grito p o r la noche, con los dedos en la boca. Tengo que gritar con la boca abierta. ¿De dónde es esto? Quizás una ruede cita de un cochecito. Ese cubo debía estar aquí. Estas casas son lindas. Estoy haciendo una casita para el perro. Todas las casas son para los perros. Se pele an en la casa. O tr o p e rro en tr a. Aquí hay otra casa [se tratabá de una casa aislada].
Hablé de la necesidad que ella y Susan tenían de habitaciones separadas o casas separadas, debido a sus peleas. Gabrielle: Cuando sea grande, me haré vieja antes de que Mamá sea vieja, antes de que ella sea vieja. ¿Para qué es esto? [Cogió una vez más la copa para el baño de ojos y la examinó.] Si mamá fuera vieja, yo también sería vieja. Hacerlo dentro de una casita. Dime: todos los perros vienen [es decir, cada uno tiene una casa] así no se pelean. Siem pre pele an, la dran, ru id o horrib le... creo que Papá quiere que me vaya. Yo: ¿Pero has conseguido deshacerte de tus temores? Gabrielle: Me asusta la Susan negra; así que juego con tus juguetes. Odio a Susan. Sí, la odio mucho sólo cuando me quita los juguetes [implicado: aquí, en casa del Dr. W. puede usar los juguetes y Susan está excluida]. Es una casa tan bonita. C uando Susan está bie n vestida, ella también es bonita. Entonces le gustaría esta casa y, ¿sabes qué hace? Cuando me quiere viene y se inclina y 114
Contenido de ansiedad: pro bable m ente , odio a la hermana
dice aaa y me besa. Cuando Mamá está por ir a la ciu dad, es m uy am able , cuando Susan me quiere. l o: Odias y am as a Su san, las d os cosas a la vez. Gabrielle: Cuando jugamos con lodo, las dos estamos negras. Las dos nos bañamos, las dos nos cambiamos de ropa. Entonces Mamá cree a veces que tiene lodo y Susan también. Quiero a Susan. Papá quiere a Mamá. Mamá quiere me jo r a S usan. P apá m e quiere m ejor. ¿Saldré a decirle a Papá que no quiero irme todavía? No puedo abrir la puerta. ¡Oh!, lo hice.
Ambivalencia
Lodo es heces, es decir, amor fusionado
Fue hacia donde estaba Papá (40 minutos de comenzada la sesión). Regresó: «Sr. Winnicott, ¿cuál es la hora?» Se lo dije. «Cinco minutos más. ¡Un portazo!» (lo hizo). «¿Cómo va esto? Tengo puesto un montón de ropa» (enumeración detallada). «Tengo muy mucho calor. Como...» (lo repitió varias veces). «Susan se quita el vestido cuando quiere quitárselo [cogió la cuerda]. Podíamos poner esto sobre el tren. Cuando nos gusta jugar, jugamps al corro. Fíjate» (me fijo). «Podríamos cortar esto. ¡Córtalo! [lo hago], Gracias, Sr. Winnicott.» Jugaba con el tren y la cuerda: «Esto es mejor, es demasiado pequeña. Tengo qufe inclinarme un poco.» Me habló del tren real en que había llegado. Debía ser arrastrado por una cuerda muy, m uy fuerte. Gabrielle: Por favor juega... [Había un
carretón para varios soldados]. Susan a veces da vuelta las cosas. No me enfado por eso [aparta bruscamente el 115
tren]. ¡Oh!... ¿quisieras que pusiera las cosas en orden? [Indirecta evidente.] Yo: Déjalo por mi cuenta. Gabrielle salió con su padre, d e j á n d o m e con la suciedad y el desorden. Compárese esta actitud con el orden escrupuloso y la negación de la confusión anteriores. Ga brielle m o strab a una cada vez m ay or confianza en mi capacidad para tolerar el desorden, la suciedad, las cosas interiores, incontinencia y locura.
COMENTARIOS
1. La pa lab ra clave era «lindo», pr esagio de suciedad . Suc iedad = fusión de ex pulsión agresiv a con dació n de am o r = de pen dencia de cóm o éste es recib id o. 2. Comienzo de un en fre nt ars e con la p érd id a p o r in corporación y su consecuencia: ansiedad y apoyo en relación a los objetos interiores. Defensa: decoración del exterior de la persona (cinta en el cuello). 3. Su elta de algunos ob jeto s interio res p o r d isp arid ad (defensa... véanse se siones anteriores). 4. A m bivalen cia y lodo. 5. P rim era vez que m e deja el des orden.
CARTA DEL PADRE
«En el camino a casa, Gabrielle fue la mayor parte del tiempo un ‘baba pequeño’; el pulgar metido en la boca, y sólo qu ería de cir ‘bba’ (se succiona el pu lgar con mucha frecuencia en la actualidad: comenzó a hacerlo al nacer Susan). 116
»A1 lleg ar a cas a, q uis o v er a Su san , y estuvo al borde de las lágrimas al encontrarle dormida. Luego insistió en armar un rompecabezas antes de prepararse para com er; p arecía m uy im p o rta n te p a ra ella armarlo. «Esta mañana se despertó temblando, ya que había soñado con la Susan negra. I a Susan negra ‘quería cansarme, ten erme despierta con su llanto’.»
CARTA DE LOS PADRES
«Una última nota antes de que vea a Gabrielle. «Hace pocos días dijo, y lo ha repetido una o dos veces, ‘He pagado a la mamá negra’. »[Nota de la m ad re:] El ‘pag ar a la mam á ne gra ’ siemp re me ha preocupad o. Me pregunto en qué medida no se trata de aplacar, empleando valiosas energías, empleando parte de sí misma para mantener quieta a la mamá negra, y así no ser puesta negra a cambio. Y me pregunto si las cosas de este tipo pueden desembocar en defensas rígidas contra la confusión entre lo bueno y lo malo, o en auténtica confusión. »Se convive con la mamá negra. Sin embargo, ello no resulta en ir a dormir más temprano. Ahora tiene problemas con la Susan negra. Viene a mi lado por la noche porque a mí me quiere pero ella es negra. «En realidad Susan es muy tierna con Gabrielle, pero muy enérgica cuando quiere algo. Es capaz de ser cruel.»
«He pagado» significa: «He dejado lodo, heces, confusión, lo cual fue aceptado
117
CARTA DE LA MADRE
«Gabrielle ha preguntado por usted varias veces. Ha estado notablemente bien, p ero hace b a s ta n te poco ha com enzado a mostrarse nuevamente inquieta por las, noches, y no parece ser enteramente ella misma durante el día. »Ha seguido pidiendo que la llamásemos Susan (el nombre de su hermana) y no por su propio nombre, y no deja de succionarse el pulgar y estar más bien apática y desinteresada de las cosas. Volvió a llamarme en medio de la última noche. ‘¿Qué te o cu rr e? ’ ‘Yo mism a, de biera hacerme morir yo misma, pero no quiero, p o rq u e soy ta n lin d a.’ «También habló de que quería que yo muriera y de dormir con su padre ‘y entonces pienso, “pero quiero precisamente esta mamá'”. «Ella quiere llevarle a Susan ‘porque el Dr. Winnicott es muy buen mejorador de bebés’. «Cuando hace cosas como pintar, se desanima muy pronto, y entonces lo chafa todo. Ama la limpieza y el hacer las cosas bien.»
CARTA DEL
A
DR.
LOS
PADRES
WINICOTT
«Lamento no poder ofrecer a Gabrielle una entrevista inmediata. Me es muy difícil decir una cosa así. Quizá les resulte posib le ex pli carle que mi in te n ció n es ver la aunque no esté en condiciones de hacerlo de inmediato. No dejar de llamarme p o r te lé fo no o esc rib ir m e si percib en que me he olvidado. Den a Gabrielle mis cariños.» 118
( ARTA DE
LO S PAD RE S
Gabrielle ha estado pidiendo verle de un modo tan urgente, y parece estar tan deprimida últimamente, que pensamos en hacérselo saber. »La otra noche quería que mirásemos los horarios de trenes nocturnos a Londres para ir a verle ‘porque no puedo es p e rar m ás’. «Cada vez se resiste más a ir a dormir. Una de las razones que dio para ello fue la de que no quería crecer, así como tam po co se r a d u lto y te n e r bebés (s e tra ta de un cambio de actitud... antes solía desear bebés). Sin em bargo, desde hace un ti em po, no quiere d o rm ir p o rq u e ‘qu iero se ntirme viva’. «Se succiona el pulgar constantemente, y por lo general se la ve triste y tensa. Se despierta muy temprano por la mañana, y también por la noche, inquieta por la ‘mamá negra’. «Tuvimos que prometer a Gabrielle que le escribiríamos; y también entendemos que se debe hacer algo por ayudarla. Incluimos una pintura que Gabrielle desea se le envíe con urgencia, hecha esta mañana.»
CARTA DE LOS PADRES
«Nos ha hecho sentir muy aliviados el que pudiese hallar tiempo para Gabrielle. Las cosas parecieron cambiar muchísimo p a ra ell a cuando le d ijim os que iría a verle. ‘Entonces puedo sacar todas mis p re ocupacio nes... , p ero no alca nzará el tiem po .’ No se succionó el pulg ar en toda la mañana. «Nos gustaría hablarle de algo que nos
inquieta especialmente en relación con Gabrielle, pero no sabemos bien cómo expresarlo. Parece tener dificultades con su identidad. Se desconoce, negando llanamente haber mordido a Susan en el culo; o es Susan, negándose a ser llamada p o r su pro pio nom bre, hacie ndo charcos en el suelo y gimoteando. «También hay una parte de su persona de apariencia tan asombrosamente madura que resulta posible que sea nuestra res p u e sta lo que le hace m ás difíc il re u n ir los diferentes aspectos. «Tiene mucha tos y un fuerte resfriado. Espero que esté bien cuando la llevemos.»
NO TA D E LA M A D R E
«No me queda del todo claro por qué tenía tantas dificultades con su identidad y debía ser la mamá o Susan, no Piggle. Cuando s u nariz gotea, habla del resfriado d e S u s a n . Y recordé cómo, aún entonces, cuando respondía a su propio nom bre , contaba a la gente cóm o estab a S u s a n cuando se le preguntaba cómo se encontraba ella. Me pregunto si esto tendrá que ver con el dejarle a usted temprano, y ‘puse mis malas inquietudes en el Dr. W. y cogí buenas inquietudes’... o algo así.»
NOVENA CONSULTA (Enero 29, 1965)
Gabrielle (ahora de tres años y cuatro meses) entró sin vacilar a la habitación y se dirigió a los juguetes, dejando ir a su p adre a la sa la de espera . ( ¡ a b r i d l e : Le he visto varias veces antes
[mientras coge uno de los animales suaves del revoltijo general de pequeños ju gu ete s. H acié ndose con un os tr en es: ] Esto es algo que encaja en el furgón; a veces Susan se irrita por las mañanas. Llamé a los adultos: «¡Susan está irritada!» Ella dice: «Mi hermana mayor está levantada.» Despierta a mamá y a p ap á p o r la noch e; u n p eq ueño m onstruo. ¡Mamá! ¡Papá! ¡Tiene que tomar un biberón de noche! [Casi dándome a Susan por ella misma.] Todo este tiempo jugó con los juguetes. «Este no tiene nada que encaje» (mostrándome un furgón sin gancho). «Este es lindo...» Coge algo de entre la confusión reina nte. Digo: «Baño de ojos» (era la copa azul de Optrex para baño de ojos que siempre le había interesado). Sacó
objetos del cubo. Tenía un resfriado es p an to so y quería un kleenex, que le traje. Pero en su conversación todo ello se mezclaba con palabras acerca de los camiones. Secán dose la nariz, com entó: «Susan tiene un resfriado muy fuerte». Yo: Supongo que yo estaré estornudando mañana. Gabrielle: Estarás estornudando mañana. Lo sé, Sr. Winnicott, lo preparas aquí.
Le señalé que estaba tratando de entender algo en base a un montón de partes, y ello significaba entender algo de Susan, Winnicott, mamá, y papá. Había cosas se p a ra d a s d en tro de ella, pero no e ra capaz de reunirlas en una sola. Ahora cantaba mientras arrastraba el tren y se aferraba a la cuerda que se había enredado en torno de una de las locomotoras de madera. Dijo algo acerca de un bulto, y logró que la ayudase.
Desarrollo de conceptos acerca de objetos completos
Gabrielle: Un troc ito de cu erda . Ponlo. [Hablaba para sí misma.] Hemos decidido que Susan es realmente un pequeño monstruo. La llamamos Sra. Hicka bout. Sim ón y el Rey 1 K ickabout Alrededor y Alrededor del Carbón Encendido; una niñita asando castañas. Esta niñita tarda mucho [aparentemente un comentario del Padre acerca de Susan]. Sobre la mamá negra. Viene cada noche. No puede h ac er nada. E s m uy difícil. Se mete en mi cama. No se la puede tocar. «No, ésta es mi cama. Voy a 1.
122
La can ción infa ntil:
"El viejo Don Simón el Rey Y el joven Don Simón el Caballero Y la vieja Señora Hickabout Dieron de puntapiés al Señor Kickabout En to m o de nuestra hoguera."
tenerla. Debo dormir en ella.» Papá y mamá están en la cama en otra habitación. «No, ésta es m i cama. ¡No! ¡No! ¡No! Esta es m i cama.» Esa es la mamá negra. Alguien hace sonar la orquesta. Dos tunantes [otra vez, aparentemente, el comentario de alguien sobre los dos niños]. Papá va a decir que soy vite. Yo: ¿Qué significa vile ? Gabrielle: La gente traviesa. Yo soy traviesa a veces. [Aquí algo sobre viajar en tren al venir a Londres.] Nos metimos b ajo tierra . ¡Mira! [H a echado m ano del animal suave de juguete.] Susan estaba triste porque Gabrielle se iba a Londres. Oh [voz cantarína], ¿cuándo volverá de Londres mi hermana mayor? N ecesita m i ayuda p a r a u s a r el orin al. Esta mañana abrí el servicio; entró en mí; quería que sacara algo para hacer caca. Tengo una gran preocupación cada noche. Es la mamá negra. Quiero mi cama. Ella no tiene. No hay impermea ble , así que te ngo que m o jarm e. No cuida de sus niñitas. Yo: Estás hablando de tu mamá y de cómo no sabe cuidar de ti. Gabrielle: No sabe mamá. Es la mamá con una cara negra muy horrible. Yo: ¿La odias? Gabrielle: No sé qué me sucede. Lo mejor estoy siendo obligada a salir de la cama p o r la m am á negra y te ngo u n a cam a tan linda. «No, Piggle, no tienes una linda cama» [aquí estaba «en» una ex p erie n cia]. «No, Piggle no ti enes una linda cama.» Está enfadada con mamá. «¡Tienes una cama tan horrible para esta horrible niña!» La mamá negra me quiere. Cree que estoy muerta. Horri ble [n e cesa riam en te oscu recido ]. Es toro (?) a verme. No sabe nada de niños
Separación de la madre buena de la madre mala
123
y bebés. La mamá negra no sabe de bebés. Yo: Tu mamá no sabía de bebés cuando te tuvo a ti, pero tú le enseñaste a ser una buena madre para Susan. Gabrielle: Susan se pone terriblem ente triste si salgo de compras, y es feliz cuando vuelvo. ¡Oh, mamá, mamá, mamá! [dijo esto con mucho sentimiento]. No q u iero u n a linda h e rm a n a m ayor que me besará cuando ella está triste y para marcharse. Tienes juguetes detrás de ti. Es difícil sacarlos de allí. Aquí hay unas casas. Susan me despertó p o r la noche un a vez. Yo: ¡Oh, qué fastidio! Gabrielle reunía una locomotora con varios furgones, pero con dificultad porque no encajaban. Hubo un largo lapso de actividad indefinida, y yo mismo he de haber dormitado en el entretanto sin nada precis o en cu rso (m is n o tas son deficientes aquí, lo cual revela mi propia dificultad). Murmuró cosas relativas a los tren es , a las rue da s, y luego dijo : «Tengo frío. Tengo unos guantes.» Mi retirada de bía de h ab e r sid o to m ad a en cuen ta . E sto mismo estaba relacionado con el material indefinido a causa de la retirada de Ga brie lle. En cierto sentido , «to mé» su p ro yección, o «capté» su talante. En esto apunté claramente que me había dormido, pero no te ngo la m en o r d u d a de que me hubiese despertado de haber sucedido algo. Este vago período finalizó cuando ella me solicitó que le dibujase un tigre sobre la bombilla eléctrica amarilla. Gabrielle: Es encantador. Lo he visto antes. Se lo mostraré a papá. Durante mucho tiempo, mamá no quiso un bebé y 124
Experiencia de contacto entre ella y la mamá buena (antes de la llegada de la hermanita) ahora perdida. Experiencia de pérdida, recuerdo de buena experiencia
luego quiso un niño pero tuvo una niña.2 Vamos a tener un niño cuando seamos adultos. Yo y Susan. Tendremos que encontrar un hombre papá para casarnos. Aquí hay unas botas. ¿Oíste lo que di je, Dr. W inn icott? Conseguí un os pre i ¡osos furgones para equipaje. Arriesgué una interpretación en este limito en relación con su posición de va lón frente a Susan en el triángulo edí p¡( o. Ella pro sig uió : «Es mi cama, así que no puedo ir en tren a ver al Sr. Winnicott. No, tú no quie re s ir a ver al Sr. Winni •
(¡abrielle:
Pregunté si quería que la mamá mala fuese una persona real o un sueño. 2. N ota de la ma dre: Sa bía que a mí no imp ortab a que fuese varón o niña, y que yo q uería un varón y n o un a niña cu ando nació Susan.
125
Gabrielle: ¿Sabes que en la TV hay gente que dispara? [aquí «disparó» varias ve ves, hundiendo el dedo en el agujero del vientre del fauno]. Me preguntaba p o r qué hacía un ruido tan agradable. Alguien puso paja dentro. Está llorando. No está preparado para hacer be bés. ¿R ecibis te la ta rje ta que te en vié? No m e im po rta. ¿Sabes qué te ngo? Tengo unos dóminos para... [nombró a un pequeño de su vecin dario . E stab a ju g an do con barcos]. Alguien disparando y así no se puede levantar [cogió un furgón verde]. Es un hermoso color [hizo un sonido musical], Susan a veces me hace cosquillas.
Gabrielle dijo entonces algo así como «Gaggaagur». Esto tenía que ver con la conversación entre ella y Susan. «¿Qué es esto?» (Era parte de la barrera.) «Sr. Winnicott, no puedo quedarme aquí mucho rato más; ¿podrás verme otro día?» Hubiese sido fácil concluir que estaba insatisfecha conmigo por haberme quedado dormido, pero en realidad es más pro bable que el epis odio (in clu id o mi su eño) estuviese relacionado con la gran ansiedad de Gabrielle, que hacía imposible la comunicación clara. Ciertamente, la ansieda d tenía qu e ver con el sue ño de la m a m á n e g r a . Pregunté entonces por los sueños y me resp ond ió: «Soñé que ella estaba muerta. No estaba allí.» En ese pu n to hizo algo de lo que esto y convencid o que tenía gran significado, fuese lo que fuese aquello que simbolizaba. Deduje esto del hecho de que la cualidad de la sesión se vio alterada sustancialmente. Como si todo se hubiese detenido para que sucediese eso. Cogió la copa azul del baño de ojos y la puso d en tro y fuera 126
Ansiedad en relación con el tema, aún poco clara
Esto es lo significativo en la experiencia de conducta de la niña
ilc su boca, haciendo ruidos de succión, v se pue de d ec ir que ex pe rim en tó algo muy cercano a un orgasmo generalizado. (.abridle: La quería mucho. Baah. Esto es lindo. ¿Quién mató a mamá? Teddy tenía un arma y está rota. La mamá negra es mi mamá mala. Me gustaba la m a m á n e g r a [aquí un sueño comunicado en forma de juego. Siguió hablando acerca del precioso furgón:] Sigamos jugando.
Fue cuando dije que era hora de irse. I;.n ot ras pa lab ras , la ansie da d ha bía sido aperada de alguna manera durante la liara —un nuevo estadio en el proceso hacia la ambivalencia. Esa noche los padres me telefonearon para pedirm e inform ació n sobre lo que po día q u e re r hacer, y yo les dije que la hora había sido difícil de comprender, pero que to do había llevado al p u n to en que mamá era muerta. En ese esquema ia mamá negra es la mamá buena que ha estado perdida. El incidente con la copa para el baño de ojos y la experiencia or gásmica parecían delimitar un lugar en que Gabrielle descubría a la madre buena perdid a ju n to con su capacid ad org ásm i i a, evidentem ente perd ida con la m adre buena.
N
en el marco an alític o
Ahora lo negro pasa a ser la negación de la madre luminosa o blanca o idealizada de la etapa pream biv alente la de la madre como objeto subjetivo
o t a
He aquí un recuerdo de una madre real, devorada orgiásticamente y también muerta en la ambivalencia, que reemplaza la más primitiva división entre madre buena y m ad re negra rela cionadas entre sí a causa de la división entre lo subje 127
tivo y aquello que es objetivamente percibido. Unos días más tarde los padres llamaron para informar de un cambio muy grande en la niña. Se había convertido en «una persona más rica y una pequeña' llena de entusiasmo». Ahora jugaba con su hermanita y se sentía menos perseguida. Ello daba por resultado que la hermana menor la agrediese menos. Se había vuelto más afectuosa con su madre y estaba en mejor disposición de jugar con ella. Dijo espontáneamente: «Dejé mis preocupacio nes en casa del Dr. W in nic ott y cogí buenas» (sacando partido de la nueva separación de identidades). Esa mejora duró tres semanas. Luego comenzó a preocuparse nuevamente por la mamá negra. En esas tres semanas los prog resos hab ían sid o ta n n o tab les que los padres se sentían alentados. La niña había enfermado físicamente, a pesar de lo cual seguía viéndosela mucho más vital que antes, y jugaba con su hermana. Ha b ía esta d o p re g u n ta n d o : «¿Cuán do es el cumpleaños de Winnicott? Quiero enviarle un regalo, pero no de be ir en vue lto » En una ocasión dijo a su madre: «Te conviertes en una mamá negra cuando te enfadas.» En el estrato más profundo, sin embargo, la mamá negra es la madre original buena o mamá subjetiva.
COMENTARIOS (Un fuerte resfriado.)
1. Dificultad con los ob jetos intern os u objetos de su experiencia diaria en términos de realidad psíquica interior. 2. Mam á negra : rival en las cam as, idea de ser «malvada». 128
Envuelto significa oscurecido por mecanismos de defensa, al igual que su juego cuando se envuelve
Mam á neg ra como versión dividi il.i de madre; una que no comprende a lus bebés, o una que los comprende tan Inrn que su ausencia o su pérdida lo pone lodo negro. 4. Elem ento positivo en la m am á ne i i .i . Tristeza en «mamá, mamá, mamá» = memoria. 5. Zonas de calm a en la en trev ista: mutua. 6. Mam á negra, aho ra en térm inos de sueño: ensueño. 7. M emo ria volcada a la experiencia oral erótica con cualidad orgásmica. 8. M ue rte de la a m a d a mamá negra (muerte violenta). Hay cólera contra la mamá perdida: con incorporación colérica alternativa. 9. El regalo p ar a el Dr. W innico tt —sin envolver—, significa abierto, claro, evidente (bebé). \
CARTA DE LOS PADRES, ESCRITA POR LA MADRE
«Gabrielle quería que le escribiera para pedirl e que la vi ese. No m e dio , com o era costumbre, ninguna razón para ello, p ero p arece c onsiderarlo urgente. Hizo su pedido la noche de mi cum pleaños; daba la impresión de sentirse muy dolida por que no fuese su aniversario, si bien hizo lo posible por que todo resultase bien; se me acercó varias veces para pegarme con fingida seriedad y no pudo dormir ‘por mi cumpleaños’. »La veíamos muy bien desde su última entrevista con usted; daba la impresión de hallarse muchísimo más fuerte y definida que antes. 129 5. —
PSICOANALISIS
«La única cosa negativa que creo poder informar es su succión del pulgar, y la forma en que llama la atención sobre sí misma en compañía de adultos gritando galimatías y mostrándose en general excitada; con otros niños es tímida. »Con su hermanita es paciente v com p re nsiva en u n a m edida que a veces m e hace avergonzar. «Siento que no tengo nada importante que comunicarle esta vez; su propia vida es muy privada, y vivida en su interior. «(Mientras ésta se escribía, Gabrielle ha decidido enviarle dos dibujos, que incluimos. En el sobre había puesto: ‘amor al Sr. W inn ico tt’.)
La succión del pulgar se vincula con la experiencia orgásmica con el objeto
CARTA DE LA MADRE
«Gabrielle no se encuentra en absoluto en el mismo punto en que se hallaba. Parece mucho más entera, si bien a veces da la impresión de estar dominada por una grave determinación. «Tenía mucha urgencia por verle. ‘¿Cómo se hace para llevarle bebés al Dr. Winnic ott? Q uiero llevar a Su san.’ Nos preguntamos en qué medida Susan ha pasado a formar parte de Gabrielle. Está siempre hablando de ella, sobre todo acerca de su descaro y su desobediencia, aun cuando la gente le pregunta por ella misma. «Si estuviese en plan de preocuparme excesivamente por ella, repararía en su frecuente y melancólica succión del pulgar, y sus estallidos de caprichosa destruc tividad. A diferencia de su hermana, nunca se muestra destructiva de modo fortuito; es cuidadosa hasta lo meticuloso con sus cosas, arreglándolas y limpiándolas con frecuencia. La destructividad pare 130
Pose ída po r la agresión dividida, no integrada
. do m inarla de
'¿¡?£?¿S £
oslen-
' « - * *“ * " • ser,a’
mente mucho mas a »<>lía.»
DECIMA CONSULTA ( Marzo 23, 1965 )
Gabrielle (ahora de tres años y seis me •i's) llegó acompañada por su padre, y la hice esperar un poco. Dijo varias ve i es: «Vuelve a tu s m uñeca s». Se p uso a trabajar como de costumbre, ambos sen lados en el suelo, parloteando constan lemente. Hubo algo especial: «El libro de Susan en el tren. Mi libro favorito. N atalie Susan, u n bo n ito nom bre . Es ita liano. Yo soy Deborah Gabrielle.» Le divertía articu lar esos nom bres.1 Estaba en medio de los juguetes; cogió uno y dijo: «¿Qué demonios es esto? Cosas de todas clases que yo no tengo...» Se puso a reunir vagones: «Tantos juguetes. Dios, qué cantidad de juguetes» (yo no había agregado ningún juguete desde la primera visita, excepto la copa de Optrex, como ya indiqué). Hablaba para sí misma y muy satisfecha. Prosiguió: «¿Qué demonios...?» Se había hecho con otro tren y estaba reuniendo los vagones. 1. Cf. la activid ad oral orgástica en torn o del ob jeto en la sesión anterior.
133
Hice un comentario referido a que nos estaba reuniendo, a ella misma y a mí. G a b r i e l l e :
En el tren... zumo de manzana... lo pasamos muy bien en el tren todos juntos. Había un largo, largo tren. Este es largo [hizo un movimiento con el brazo para indicar la longitud]. Yo: La gran distancia tiene que ver con el tiempo entre esta visita y la anterior, y Gabrielle se está tomando un largo tierripo para descubrir si yo estoy vivo. Esto pareció darle pie.
Gabrielle:
¿Cuándo será tu cumpleaños? Quiero hacerte algunos regalos.
En el planteo me descubría a mí mismo sumado a la idea de unir la vida con la muerte. Yo:
¿Y el día de mi muerte? G a b r i e l l e : Veremos qué podem os hacer p o r ti. M am á escribió u n a c a rta a F ran cia; lleva tres horas, casi un día, llegar allí. Yo: Si yo estuviera muerto, tardaría bastante más. G a b r i e l l e : No la podrías abrir porque estarías muerto. Es terrible. Entonces agregó algo acerca de ser como un disparo, un trozo de cuerda. Se deja caer la cosa y el polvo se levanta de golpe; es muy peligroso; sólo viven si los muerde una serpiente. Seguía de algún modo con el tema de la muerte (no registrado fielmente). G a b r i e l l e :
Es terrible. Las serpientes son horribles. Pero sólo si se les hace daño.
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Entonces muerden. Una vez mamá fue al zoo y un papagayo que había allí dijo: «Hola, cariño» [lo contó imitando b astan te bie n al papagayo]. Yo: Quieres decir que había otras cosas en el zoo, como serpientes. (•iibrielle: Dije a mi papá: «¿Son venenosas?» Estaba a punto de poner la mano, pero papá me a p a rtó de un em pujón (aquí, algo sobre una niñita]. Se podía decir que era feliz por su rostro. Ya: ¿Eres una niñita feliz?
Enfrentamiento con el concepto de objeto de venganza relacionado con el sadismo oral y la ambivalencia
Gabrielle dijo algo referido a Susan. ( ¡ a b r i d l e : Quiero de stru ir si co nstruyo algo. Pero ella no quiere hacer lo mismo. Tenía biberones con pezón de goma. Empecé a alimentarla, pero se alejaba y no me permitía hacerlo. Es un b ab a pequeño lindo. Yo: A veces la golpeas. ( ¡ a b r i d l e : No, a veces estoy en paz con ella. Yo: Esa es una de las razones por las que te gusta venir aquí; alejarte de ella. ( ¡ a b r i d l e : Sí. No puedo quedarme mucho, porq ue p ro n to ten d ré que to m a r mi almuerzo; ¿así que podré venir otro día?
En esto mostraba la habitual ansiedad por viv ir una vid a sep a rad a de la de Susan, y tenerme para ella sola, lo cual le resulta muy importante. Prosiguió: «Siento que hayamos llegado un poco temprano, porque no podía quedarme más en casa, porque estaba deseando ir donde Sr. Winnicott. Susan quería con toda su alma y donde Sr. Winnicott. Dice: ‘¡No! No! ¡N o!’; en vez de d ec ir ‘sí’, dice ‘no ’ y se despierta por las noches. Despierta a todos los bebés. Es horrible. A mí no me
Ansiedad relacionada con la alegría representada por y m is ju guetes, libertad de Susan
135
despierta. Yo ni siquiera oigo. Apenas si la oigo. ¿Dice? ‘Mamma mammma nar ciosso papppa papppa narciosso mamma mammma mapalfiler hueso pollo.’» Gabrielle colocaba las casas, como las p alab ras, en una fila, con u na to rre en un extremo. Creí que era un tren. Comentó: «A los perros no se les permite comer huesos pequeños porque tienen una es pecie de asti ll as en su inte rio r.» P asaba la mano por debajo de las ruedas del tren de un modo en que se tenía impresión de que estaba haciendo la demostración de algo que se hacía a sí misma. Dijo: «Duele mucho. ¿Tienes perro?» Yo: No. Gabrielle: La Bunny.
abu elita
tiene;
se
Hacia la masturbación1
llama
H a dispuesto los juguetes de modo que queden dispersos y ninguno en la misma línea qu e cua lqu iera de los o tro s? Se lo hice no tar; resp ond ió: «Sí», y algo más: «Golpea de nuevo.» Me tocó la rodilla, p ero se a p a rtó de un salt o, dic ie ndo: «Debo salir a ver a papá. Volveré. Quiero traer mi muñeca.» Era una muñeca enorme llamada Francés. La iba a buscar para que le estrechara la mano. Me acariciaba el zapato. La ansiedad se había manifestado junto con los contactos afectuosos. La separación de cada objeto de los demás era una defensa en ese respecto. El contacto conmigo era central, y varias clases de culpas parecían vincularse con ello —c u lp a p o rq u e Susan no estu vie se allí, culpa también debida a la destrucción
Separación de objetos entre sí, co n su opuesto: choques contra
2. Véase la ca rta de la m adre q ue sigue inm ediatam ente a la Segunda Consulta. 3. Cf. jug ue tes disp are s en su lado de la línea, al esta ble cer su p ro p ia id enti dad; véase S ép ti m a C onsulta.
136
,1,1 objeto que había sido hallado—, de .... do que tras la separación de los oblaos entre sí podía suponerse un estado Interior caótico hecho de partes de objeto» destrozados. i, a b r i d l e : Una noche tuve un mal sueño. Pue sobre... Cerré los ojos. Vi un hermoso caballo. Se llamaba Stallion. Tema oro en las orejas y en la crin. Es tan hermoso. Oro, lindo oro brillante [puso la mano entre las piernas]. El hermoso caballo venía y pisoteaba el trigo [explicó que el trigo era una especie de
Relato de un sueño
ce rea l]. . , Y<>: Estás describiendo una imagen de papá sobre m am áhaciendo nuevos be bés, algo que tiene que ver con el amor. Gabrielle: Sí. Yo: Tal vez donde
, m am á tiene pelo l aludiendo a la crin].
Entonces dijo algo acerca de ir a la habitación de papá y mama para impedir míe el caballo pisoteara el trigo, colocándose en tre ellos. Agregó: «A veces se me perm it e dete n erm e p a ra cenar» b rin d á n dome así un marco de realidad para el sueño en el cual evitaba el comercio sexual; también un marco del cual Susan estaba excluida, Susan como complicación que no podía autorizar por entero. Gabrielle:
Nos gusta incorporarnos en la cama pero por la m añana estamos cansados por ello [recogiendo una pequeña figura] Este hom bre no puede sentarse. Papá [cf. Stallion] es hermoso.
Gabrielle ya había dispuesto los juguetes de un modo diferente, con todos los 137
árboles y figuras de pie y una sensación general de vida en el arreglo. Gabrielle: Papá es hermoso. Hay un cuadro en una de las paredes de casa de dos personas que pasean y otra que está allí parada.
Comparé esto con el sueño donde algo p iso tea a algo. Yo: Vienes a hab larme del ( s t a l l i o n ) que pisotea el trigo.
sem ental
Gabrielle reacomodó los juguetes de modo de formar una larga hilera curva de casas y otra larga fila que parecía conducir directamente a la curva. Dijo algo acerca de Susan, que lo destruiría todo, valiéndose así de su hermana para proyectar sus propias ideas destructivas no deseadas. Gabrielle: Susan ab re los bolsos de señoras y saca de ellos los polvos y huele y molesta a mamá cuando está vistiendo. Es terrible. Yo: Eso hace qu e tengas g anas de garle. Gabrielle: Mamá tiene una herm osa tatua.
las los se pees-
Entonces puso en pie al perro (cordero), pero tam bién co gió el o tro gra n anim al suave (fauno) y comenzó a estrujarlos y vaciar el serrín de sus vientres, continuando así las actividades destructivas de la sesión anterior. Metió el dedo muy pausadamente, quitando el relleno, que cayó al piso. Su ansied a d se m an ife stó en su p u esta en contacto con el padre, a quien salió a pedirle que no dijese «basta». 138
El trabajo de la sesión
Yo:
Hoy has venido sin ser llamada.
Parecía satisfecha, como si algo se hu biese arregla do, y regresó a los ju guete s, acomodándolos, poniendo en pie los animales y todo sobre la alfombra. Surgió algo entonces respecto de un secreto, y manos pasaron a encontrarse entre sus piernas. m i s
(»a b r i e l l e : Querido Sr. Porter. Estaba leyendo E v e r y b o d y ’s y me llevaron hasta Crewe. Lo tendré en el tren. Me llevaré al Sr. Crewe. Estaba reordenando los juguetes y re petía: «Leyendo E v e r y b o d y ’ s me llevaron hasta Crewe».4 (¡abrielle:
No me esperes. Vete a Alaba ma con un banjo sobre mi rodilla. Hermosa música.
Puede reconocer las diferentes tonadas. Cantaba con aire alegre y despreocupado, introduciendo sus propias variaciones. Gabrielle:
¿Querrías pasarme algunas cosas? Él está haciendo su brrrrrh [que riendo decir heces].
y quitó todo el serrín, todo lo que pudo, del vientre del fauno. Gabrielle: ¡Míralo! Yo: Ha hecho mucho
brrrrrh sobre la alfombra y en el cesto.
4. "Oh, Sr. Po rter, ¿qué ha ré? E staba leyendo Everybody's y me llevaron ha sta Crew e” (un a canción pub licitaria de ante s de la Primera Guerra Mundial).
Gabrielle: Lo siento. ¿Te molesta? No . Yo: No. Gabrielle: Huele. luz sus secreto s. Yo: E stás sacand o a la luz Aún lg queda algo de brrrrrh. Gabrielle [al cabo de un rato]: ¿Es hora de irse? Piggle hace un olor horrible. Yo: Hacer olor es confiar secretos [colocó un poco de brrrrrh sobre el tractor y en los vagones y por todas partes]. Una cosa dorada [uniendo esto con la imagen],
Gabrielle cogió todos los juguetes y los reunió, aglutinándolos. Yo: Ahora todos e stán en con tacto con , todos y nada está solo.
Dijo algo acerca del perro (fauno) vacío: Gabrielle: Sé bueno con él. Dale su leche y su comida. Yo: Deberás irte pronto. Deberé irme aho ra [y apre tó Gabrielle: Deberé el serrín en el vagón]. Me llevaré un tren. Ahora tendremos que irnos. Te de ja j a r e m o s co n t o d o el d e s o r d e n .
También dejó su enorme muñeca Francés, pero regresó a buscarla y me encontró aún (adrede) sentado en el suelo en medio del considerable revoltijo que había pr p r o d u c id o . N o se llev ll ev ó r e a l m e n t e n i n g ú n tren.
COMENTARIOS
1. Fácil res tab lecim ien to de la relación expresamente comunicado en el juego. 140 140
Esto señala el final del trayecto desde la fant fa ntas así ía intestinal hasta la idea de los adultos y su capacidad de dar nacimiento a bebés reales; es decir, aceptación de lo que está dentro, entre el comer y la defecación
Contraste con la disparidad
2. Mi cum pleaño s. Inte rpre tació n: día ilr la muerte. 3. Sep aratidad (jug uetes dispares), y i hoques y g olpes en el con tacto . 4. Culpa po r los im pulso s destru ctivo s hacia el objeto bueno. 5. Lo mism o en términos de hom bre v m uj er en la exp erien cia sexual. 6. Iden tificación con el el hom bre, sasadismo hacia el vientre y los pechos (continente). 7. Olores y con fusión sec retos; oro y belle be lle za. za . 8. M aterias inte riore s liberad as de las dobles obligaciones; es decir, de representar (engañosamente) su realidad psíquica interior, ahora comunicable en forma de sueño.
CARTA DE LA MADRE
«Gabrielle quisiera volver a verle; me p re g u n tó h a c e u n t ie m p o si u s t e d p o d r ía recibirla y traté en lo posible de dar largas al asunto. »De algún modo parece estar bien en sí misma; ha comenzado a asistir a un p a rv u la ri o d u r a n te d o s h o r a s y m e d ia cada día, y le encanta. Juega ju j u n t o a , más que con, niños y eso la satisface. No obstante, tiene muchas ansiedades, y perci bim b im o s q u e fr e c u e n te m e n te e n c u e n t r a d ificultad en emplearse a sí misma por entero, que hay una parte de su persona clavada y congelada. »Le describiré el día en que con más urgencia pidió verle, por si acaso arroja alguna luz sobre el problema. »La noche anterior, pidió succionar mis pec p ec h o s . Lo h a b í a r e c la m a d o v a r ia s vece ve cess antes y yo lo había ido aplazando; pero 141
esta vez le permití hacerlo. Succionó con graji alegría, en todas las formas y posturas, con ocasionales ansiedades de morderme. »En la noche siguiente tuvo un muy mal sueño, que la llevó a abandonar la habitación, y la hallamos sollozando bajo una manta a la mañana. Me preguntó si las b r u j a s t e n í a n p ec h o s . D ijo ij o q u e e r a ta n traviesa que crecería dentro de un grupo de bandidos y que Susan sería el jefe. »Por la tarde me preguntó si yo tenía un gran w e e (cosita). Afirmó que ella creía que sí. Le respondí que era una mujer como ella iba a ser. ‘Supongo que usas cam isas y blu sa s’ (con aire de dud a). Le p r e g u n té d e d o n d e im a g in a b a e lla ll a q u e ha bía sacado mi g ran wee. wee. ‘El ‘El p ap á.’ ‘¿Y el pa p á? ’ ‘De sus al um no s.’ ... ... ‘¿P ‘¿P od ría ve r al Dr. W in nic ott ?’ ... ... Más tar de : ‘¿Es D o c t o r Winnicott? ¿Hace sentir mejor a la ge nte ?’ ... ... ‘¿No ‘¿No te hace se n tir m ejo r a ti?’ ... ‘No, sólo me escucha. No me hace sentir mejor.’ «Cuando salimos de viaje, hace poco, durmió en una habitación próxima a la nuestra, con una puerta intermedia. Le resultó muy excitante, y trajo buen número de dificultades.»
CARTA DE LA MADRE
«Gracias por la cita para Gabrielle. Ha p a r t i d o h a c ia L o n d re s p a r a v e r le v a r ia s veces últimamente, y sólo a duras penas se la pudo convencer de que no era posi ble b le i r c u a n d o se le o c u r ri e s e . »Exteriormente, parece e star bien en vavarios sentidos, pero se encuentra a menudo deprimida. ‘No, no estoy cansada; sólo tris te .’ Cuando la presionam os, dijo que 142
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esta vez le permití hacerlo. Succionó con gran alegría, en todas las formas y postu ras, con ocasionales ansiedades de mor derme. »En la noche siguiente tuvo un muy mal sueño, que la llevó a abandonar la habita ción, y la hallamos sollozando bajo una manta a la mañana. Me preguntó si las brujas tenían pechos. Dijo que era tan traviesa que crecería dentro de un grupo de bandidos y que Susan sería el jefe, »Por la tarde me preguntó si yo tenía un gran w e e (cosita). Afirmó que ella creía que sí. Le respondí que era una mujer como ella iba a ser. ‘Supongo que usas camisas cam isas y blus b lusas’ as’ (con aire de duda). duda). Le pregunté de donde imaginaba ella que había sacado mi gran w e e . ‘El papá.’ ‘¿Y el papá?’ ‘De sus alumnos.’ ... ‘¿Podría ver al Dr. Dr. W innico inn icott? tt?’’ ... Más tarde: tarde: ‘¿Es D o c t o r Winnicott? ¿Hace sentir mejor a la gente?’ ... ‘¿No te hace sentir mejor a ti?’ ... ‘No, sólo me escucha. No me hace sentir mejor.’ »Cuando salimos de viaje, hace poco, durmió en una habitación próxima a la nuestra, con una puerta intermedia. Le resultó muy excitante, y trajo buen núme ro de dificultades.»
CARTA
DE
LA
MAD RE
«Gracias por la cita para Gabrieile. Ha partido hacia Londres para verle varias veces últimamente, y sólo a duras penas se la pudo convencer de que no era posi ble ir cuando se le ocurriese. »Exteriormente, parece estar bien en va rios sentidos, pero se encuentra a menudo deprimida. ‘No, no estoy cansada; sólo triste.’ Cuando la presionamos, dijo que 142
ora a causa de la mamá negra, pero no pudimos ^ te”®r “oh a^ co ntinu as conver«Desde hace poco hay los saciones y especulaciones acerca ‘bebés’.»
UNDECIMA CONSULTA (J u n io 16, 19 65 )
Gabrielle (ahora de tres años y nueve meses) es traída por su padre. Entra, en un estado que podría calificarse de gozo tímido. Inmediatamente fue hacia los ju guetes del modo acostumbrado; habló en una voz gangosa, comenzando con: «La otra noche desperté y tuve un sueño so bre un tren. Llamaba a Susan próxima puerta. Susan parece entender. Ha pasado su cumpleaños y ahora tiene dos años.» Siguió jugando con los trenes y dijo: «Ahora necesitamos una locomotora por que los trenes no marchan sin locomoto ra. Susan entiende mejor» (dando a en tender «mejor que D.W.W.»).
C om parar con tim ide z inicial
G a b r i e l l e : No puede hablar. Y o : ¿Sería mejor que yo no hablara? G a b r i e l l e : Si escuchas, será mejor [esta
ba en el proceso de reunir las partes del tren]. Y o : ¿Hablaré o escucharé? G a b r i e l l e : ¡Escucha! A veces Susan y yo estamos quietas como ratones. Esta lo comotora no cabrá dentro de esto... [Uno de los ganchos no entrará en el
E n tr a d a
145
agujero.] Lo estoy haciendo demasia do largo. Vimos unos trenes que no te nían estas cosas detrás. La mano de Gabrielíe acarició la loco motora, que ha colocado en el final del tren que estaba armando. Hacía un mon tón de ruidos al respirar, debido quizás a las adenoides y la necesidad de inspirar por la boca. Quería que la ayudara con su gancho, y me las arreglé para agrandar el agujero con mis tijeras de bolsillo. Mientras le daba la espalda, dijo: «Dr. Winnicott, tie nes puesta una chaqueta azul y el cabe llo azul.» Eché una mirada y vi que esta ba contemplando el mundo a través de la copa de Optrex, que tan altamente sig nificativa había resultado en su anterior visita (en realidad, había dos). Volvió a sus juegos con el tren, apartando los tro zos qué no se podían sujetar por sus de fectos. Susurraba: «locomotora»; «mira lo que hay dentro»; «sí, ¡es divertido!»... había puesto la otra copa de Optrex sobre uno de los furgones. Para entonces tenía cuatro trenes organizados; se cubrió nue vamente los ojos con las copas y cantó: «Dos pequeños cubos contra la pared./ Dos pequeños cubos colgados de una pa red.» Tenía muy poca conciencia de sí, y terminó la canción en un graznido: «Diez gatitos fueron...» Reunió trozos de tren de modo de for mar uno completo, susurrando y hablando para sí, juntando palabras y, a veces, can ciones infantiles. Gabrielíe:
Sally dio la vuelta al tubo de la chimenea un sábado por la tarde. Mira ahora este largo tren. Y o : ¿Qué me estás diciendo acerca de 146
I m p lic a c ió n de la transferencia de sus sentimientos hacia la copa de Optrex a to d a m i p e rs o n a . Id e n tific a c ió n con el analista.
ese largo tren? [pensando en mi papel de mero escucha]. G a b r i e l í e : Es largo [lo dijo varias veces] como una serpiente. Y o : ¿Es como la gran cosa de papá? G a b r i e l í e : No, una serpiente. Las serpien tes son venenosas si muerden. Si no suc cionas la sangre, el hombre muere. Pu dieron morderme. Sí, si me muevo. Si no m é1muevo, no me morderán. Enton ces, debo tener cuidado [pausa]. Es un tren muy' largo [buscando más vago nes]. Locomotora echa humo-humo humolocomotora-locomotora-locomoto ra [gestos] echa humo. Gabrielíe ataca «Sally puso la tetera», alterando la última línea de la letra con algo alusivo a su situación: «Susan la ha quitado».
ce
aquí un anuncio de la
fellatio y
el sadismo oral (véase abajo) en forma de p r o y e c c ió n
Susan no puede decir: «Fui mos»; así que dice: «Pap fuim». Es idiota. Y o : Erais dos antes, y ahora sois cuatro. G a b r i e l í e : No; tres y tres cuartos. Yo soy muy grande. No soy del todo cuatro. Y o : ¿Quieres ser cuatro? G a b r i e l í e : Sí. jAhá!
Gabrielíe:
Cogió el objeto circular roto y jugó con él, cantando. G a b r i e l í e :
Pastelillos, pastelillos, panade ro. Hágame una torta cuanto antes. Y o : ¿Por qué tanta prisa? G a b r i e l í e : Es que tiene que estar lista antes de la noche, cuando todo el mun do esté en la cama. Amásela, golpéela y hágala. Póngala en el horno para Susan y para mí [lo repitió, reempla 147
zando siempre «mamá», que figura en v la letra original, por «Susan»]. Y o : ¿Tal vez los pastelillos sean los pe chos de mamá? G á b r i e l le : Sí [dicho con poca convicción... quizás debiera haber empleado el tér mino «yams»]. ¿Saldrá bien? [estaba tratando de asegurar algo a la cola del tren]. No entrará. Entonces Gábrielle empezó a contar desde uno, olvidando algún número, has ta llegar a «once». Hubo un clímax en el ocho, que tenía que ver con la longitud del tren: «¿Qué será si agrego otro? ¿Nue ve? No, será cuatro» (parecía una teoría). Luego se dirigió a un punto situado detrás mío para coger el animal suave (fauno) cuyos interiores había vaciado casi por completo en la entrevista anterior. Lo llevó hasta el otro lado del montón de juguetes y sistemáticamente extrajo una buena cantidad de relleno, ensuciando considerablemente. Lo verbalizó en alguna medida, hablando de recoger relleno de los interiores del perrito y hacer un lío en el suelo. Esto va a ser algo más. Voy a abrir el edredón. Él ha de hacer algo más. Huele maravillosamente. Un mara villoso olor a perfume. ¿Por qué el in terior huele tan bien? Bien, ya ves, esto es de una parva [juntando serrín en una de las copas de baño de ojos]. Hoy es el cumpleaños del niño de la casa de junto a la nuestra.
G á b r i e l le :
Habló de un niño llamado Bemard, de otro llamado Gregory, y así de seguido. Para entonces había un gran revoltijo de serrín (o heno seco, o lo que fuese). 148
C o m o si llevara la cuenta del número de sesiones habidas
G á b r i e l le :
Ahora sí que hay un buen lío. ¿Puedes verme [con una copa en el ojo]?
Algo golpeó contra el suelo. G á b r i e l le :
Caí al suelo e hice temblar la habitación. Para despertar a los trenes para que volvieran a ponerse en mar cha. Fuimos en un tren. Londres está tan lejos... Y o : Lo que me estás diciendo con el tren es que sus trozos componen a Piggte, tres y tres cuartos; y es también la larga cosa de papá.
Ya era un tren muy largo (había uni do vagones y furgones). Manipulándolo, lo hizo retroceder un trecho y dijo: «Nues tro tren fue hacia atrás» (es decir, los trenes en que ella y su padre vinieron. Ha bía puesto el tren en una amplia curva). «Esta locomotora necesita cuerda.» Lo arreglamos de modo que pudiese arrastrar el tren. Habló de bloquearlo hizo bromas sobre la palabra s n a p p e r (de s n a p = romper, quebrar, hacer saltar), de bido tal vez a que yo había empleado ti jeras para extraer un trozo de la maraña de cuerdas. Gábrielle dijo: «Un gran wee; cortado de un tijeretazo; no» (aquí, zona oscura). Esto tenía que ver con un sueño de trenes. Le pedí que me dijera más al respecto. G áb rielle:
Arrastrar un gran tren; oh, se suelta, hace lá prueba y choca contra algo, oh, cariño. Ahora comienza todo otra vez.
Reunió todos los trozos del tren lenta mente y, así, lo desordenó de un golpe,
apartándolo de su lugar y acercándolo a mí. En el sueño todo vuelve a comenzar. G a b ri e lle ;
Un día una bruja, una bruja del mar, una bruja mujer, no un brujo [en inglés, juego de palabras]; bebéconfusión-horrible. No puedo encontrar el pequeño agujero por el que tiene que pasar. Las mujeres tienen dos agujeros, uno para w e e y el otro para los bebés [puso un tren sobre un carro de caba llos, como si se burlase]. El wee-wee de papá en el agujero de una muchacha; ¡Mira cómo sale! [refiriéndose a la chi menea del tren].
Entonces Gabrielle me habló de niños que ponían-piedras en las vías del ferro carril. Un hombre se golpeó horriblemen te. Los niños eran traviesos. Les gustaba hacer eso. ¿Estaban enfadados con el w e e w e e de papá? G a b ri e ll e :
Sí. Fue los hombres que trata ban de trabajar en las vías, no el con ductor de la máquina.
Manipulaba el volante del tractor, di ciendo: «Voy a sentarme en el asiento del tractor» (y lo hizo, aunque el asiento' del tractor no midiese más de diez centíme tros): «Conduzco» (el tractor estaba deba jo suyo, cerca de su «agujero de mucha cha». Dirigió el tractor rectamente hacia D.W.W. «No me puedo levantar. Levanta ré esto.» Hizo una suerte de juego muy veloz, poniendo primero el tractor a la altura de mi pene y subiéndolo luego rá pidamente hasta los pechos (yo sabía que la reciente visión de los pechos de su ma dre había suscitado en ella una gran reac150
ción). Jugaba con las palabras permanen temente. G a b r i e l l e : T i p p l e , t o p p l e , p i t t e r p a t t e r (li-
■ teralmente: bebida, volcar, golpeteo), gotas de lluvia, oigo el trueno, oigo el trueno. P i t t e r p a t t e r (golpeteo) gotas de lluvia. Aquí Hay un hombre con gafas [yo tenía las gafas puestas, como el hombrecito de juguete]. Va a guiar el tractor. Parece divertido. Di jé que- se estaba riendo de mí al con siderarme un hombre con w ee -w ee en lu gar de pechos. Volvió la figura de hombre y presionó con el dedo el lugar en que debía hallarse el pene, con el hombre com pletamente en su poder, diciendo: «Dibu ja sobre la bombilla».1 Dibujé el rostro de un hombre, como en la ocasión ante rior... dijo algo que incluía «un gran w e e w e e , como un pecho». ¿Qué es esto? ¿Qué es esto? enfadada con el w ee -w ee del hombre; no debería tenerlo. G a b r i e l l e : El hombre es un gran ladrón; es horrible.
Control de un hombre; defensa contra la ansiedad re-división sádica de la función sexual masculina
G ab rielle: Y o : Estás
E n v id ia
de
Le dije que estaba hablando del hombre que usaba su wee de un modo horrible para hacer bebés (recordando el vaciado del perrito). Entonces inició con gran lentitud un nuevo juego, disponiendo una larga hilera de casas y otra en ángulo, de modo de formar un patio (era la hora, pero aún no estaba preparada para marcharse). Y o : ¿Qué es lo que he estado escuchan do hoy? 1.
Véase Décima con sulta.
151
Uno de los vecinos dice: «Dime y te diré».
Gabrielte:
Lo repitió varias veces porque le diver tía. Ignoró mi anuncio de que debía mar charse, porque no había finalizado. Buscó lentamente los animales pequeños, y, cuando los hubo encontrado, los colocó en el centro del patio. Hice entonces mi interpretación de con junto, y pareció ser lo que ella esperaba.
Trabajo total de la sesión
Y o :
El hombre es un ladrón. Roba los pechos a la madre. Luego usa los pechos robados como una cosa larga (como el tren), un w e e - w e e , que pone dentro del agujero para bebés de la muchacha, y siembra allí bebés [animales en el jue go], No 'lfe hace sentir tan mal el haber robado.2
Ahora sí estaba dispuesta a marcharse, y fue a buscar a papá, Mejor nos vamos, porque nues tro tren debe de estar esperándonos para partir, y es mejor que nos demos prisa.
Gabrielte:
Y no se dejó desanimar cuando su pa dre intentó explicar que no corría prisa porque de todos modos habrían de espe rar. Piggle se veía muy feliz al partir con su padre y no necesitó saludarme con la mano con más intensidad que de cos tumbre.
2. Véase el traba jo de Melanie Klein sobre reparación y potencia viril. 152
COMENTARIOS
1. D.W.W. escucha. Incluye control de D.W.W. 2. Control de la función sexual mascu lina diferenciada = temor al pene, que incluye: 3. Envidia de pene francamente ex puesta. 4. Interpretación del hombre y su fun ción sexual masculina que incluye la fan tasía sexual: es decir, fin de la función diferenciada. 5. Inclusión de la reparación del hom bre respecto de la culpa por su agresión (véanse sesiones anteriores y su propia posición depresiva).
CARTA
DE
LA
MAD RE
«Gabrielle ha pedido volver a verle. Se ha sumido de repente en la tristeza y el aburrimiento, tras un período notable mente bueno. »Una de las cosas que estimo un tanto preocupante es la fiereza con que se gol pea a sí misma, cuando le hago algún co mentario, por ejemplo, acerca de hacer ruido y despertar a su hermana. Es ex traordinariamente «buena» hasta que inesperadamente se pone traviesa a cual quier costo. Su hermana es muy difícil de resistir, con su llanto lleno de cólera y alicaído reproche; Gabrielle se queda quieta, con las manos en los oídos, cuan do se mantiene firme, y a menudo cede. Sigue sumamente bien, y comparte cual quier botín, como chocolate o bizcochos, con bastante espontaneidad. »Otra cosa que quiero referirle; sus ideas acerca de ser una niña. Me pre
guntó dónde estaba el agujero por el cual entraban los bebés, y luego si yo tam bién deseaba ser un chico; desea enorme mente ser varón, pero no ha elaborado el porqué. En la escuela, dice, no le gus tan ‘los chicos’. No sé hasta qué punto es esto relevante; perdimos la llave del cuarto de baño, de modo que cuando su padre se baña, Gabrielle y Susan entran y alborotan un poco.»
CARTA MIA A LOS PADR ES J u l i o
12, 1 9 6 5
«Debo pedirles que digan a Gabrielle que no la puedo ver en estos momentos. Todo tendrá que esperar hasta setiembre.3 »E1 rumbo que siguen las cosas no me lleva a desesperar en absoluto. Los niños deben trabajar sobre sus problemas en casa, y no me extrañaría que Gabrielle fuese capaz de dar por sí sola con la salida de la fase presente. Naturalmente, ella piensa en venir a verme porque así lo ha hecho en muchas otras ocasiones, e indudablemente volveré a recibirla, pero no ahora.»
: í
C A R T A D E LA M A D R E J u l i o 13, 1965
«Yo me limité a transmitirle el pedido de Gabrielle, sin darle mi propia opinión acerca de si necesita verle. Encuentro casi imposible hacerlo, dado lo muy implica da que me siento. 3. El verano de 1965 fue un a época excepcionalmente agotadora e incluyó un período de enfermedad. 154
»Gabrielle ha estado deprimida y lloro sa, pero estoy convencida de que es capaz de superar ésta y otras cosas, en términos de corto plazo. Si habrá a largo plazo los suficientes elementos en ella de los que pueda hacer un uso creativo, es lo que realmente importa; y no me considero en situación de asegurarlo. A veces me parece, un tanto falsa, no completamente ella misma, como si no se pusiera por entero en la que hace y dice. Pero qui2ás este no sea el momento indicado para hablar de preocupaciones de tal alcance. «El mensaje de Gabrielle es absoluta mente fiel a sus instrucciones.»
N O T A D E G A B R I E L L E
( D ic ta d a )
«Querido Sr. Winnicott, Querido Sr. Wínnícott, Querido Sr. Winnicott, espe ro que sigas bien (no puedo escribir).»
C A R TA D E
LA M ADRE
( D o s m e s e s m á s ta r d e )
«Gabrielle parece hallarse bastante bien adaptada actualmente, aunque no sé sobre qué bases. Se ha convertido en una niña muy organizada y controlada, con muchas consideraciones prudentes realizadas an tes de comprometerse en cualquier cur so de acción. »Le gusta su parvulario —concurre dos horas y media por día— y anhela un ami go, pero encuentra muy difícil hacer ami gos y por lo general juega sola, si bien creativamente. Da la impresión de ha berse volcado a la compañía de su her mana, y se ha acercado mucho a ella.
»Ha adoptado un enfoque mucho más benevolente respecto de su madre. »Como siempre, me asombra su penetra ción psicológica de la gente (incluyéndo me a mí) y de las situaciones, y su capa cidad para formular las precisiones del caso. »Cuando se menciona su nombre, su rostro se endurece y cambia de tema. Esta fue su respuesta también ahora, cuando le dije que había llamado usted para preguntar por ella (si bien no suelo mencionar nuestras conversaciones telefó nicas). Al poco rato me dijo que pensaba que Wattie —nuestra vieja y muy querida criada— se había marchado porque ella había dejado de gustarle. Tambiéri dijo que los' niños de la escuela no la querían. »Pasó un período muy tormentoso a fines de julio y comienzos de agosto; se la veía muy deprimida y pasaba en vela la mitad de la noche. Al principio no podía creer que fuese imposible ir a verle. Tuvo un sueño recurrente en el cual su padre y su madre eran cortados en pequeños trozos, hirviendo en algún recipiente; toda vez que cerraba los ojos, la imagen retor naba, de modo que trataba de permane cer despierta. »La siguiente conversación, que se repi tió durante un tiempo, la registré el 7 de agosto: ‘El sueño ha vuelto, el de los trozos cortados.' ‘¿No puedes hacer un esfuerzo para reunidos, para repararlos?’ £No, no puedo. Son demasiado pequeños, astillas; y me hago daño con el agua hirviente. Son tan pequeños como esas cosi tas que hacen daño en la boca. Debo ir donde Sr. Winnicott. D r . Winnicott. ¿En ferma a la gente sana? No creo que quie ra a nadie como me quiere a mí. Tiene 156
un montón de cosas delicadas. No podría llevar a Susan, las rompería.’ »A1 día siguiente dijo algo acerca de habérselas ingeniado para reunir los tro zos; pero siempre había alguien que sepa raba. No conozco el destino último de su fantasía; parece haber remitido. »Unos días más tarde anunció: ‘Temo no haber sido una niña tan linda como soy ahora. Soy una hermosa niña aseada; limpio las cosas.’ Había estado ponien do orden eñ las cosas con gran dedicación (lo cual en cierto sentido es una bendición en una familia tan desaseada). Percibo que estoy en la imagen sólo en el nivel más superficial.»
CARTA DE LA M ADRE (Tres
se m a n a s
más
tarde)
«Gabrielle ha pedido varias veces verle. No tengo idea de con qué grado de ur gencia. »Previamente, me había pedido que le dijese que estaba enfadada con usted y no le solicitase entrevista. Cuando le sugerí que se lo hiciese saber por sí misma o dictase una carta, respondió que era de masiado tímida. »Ha venido mostrándose muy destructi va últimamente; busca con urgencia co sas ‘traviesas’ que hacer, y lo anuncia con orgullo. Esto toma la forma, por lo gene ral, de rotura o corte de cosas, o de revol tijos. Es algo nuevo en el conjunto. Está mucho menos ansiosa respecto de las co sas; quiero decir, mucho menos en apa riencia. También pasa mucho tiempo suc cionándose el pulgar y revolviéndose el cabello, de modo que ha de hallarse en dificultades.»
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DUQDEGIMA CONSULTA {Octubre 8, 1965)
Yo estaba en la puerta cuando el padre y la niña (ahora de cuatro años y un mes) llegaron en un taxi. El padre se dirigió a la sala de espera, y yo dije: «Hola, Gabrielle». Me clavó los ojos y luego pasó a la habitación en que los juguetes se halla ban amontonados bajo el estante, como de costumbre. Llevaba un bolso de piel más bien pesado al hombro, pendiente de una correa. Habiéndome observado a sa tisfacción, se sentó en el suelo y dijo: «Vamos a mirar los juguetes». Entonces cogió el cordero. Tenemos uno así en casa. La mento haber llegado tan tarde, pero el tren se detenía y se detenía y se dete nía y luego la parte de atrás se incen dió, pero afortunadamente nadie se las timó [¡lenguaje muy adulto!]. Y enton ces el tren se detuvo durante un largo rato. Se supone que los trenes van rápi do y no se detienen, pero el tren se de tuvo.
G a b rie lle :
Según iba diciendo, unía las partes de
un tren; luego jugó y habló para sí en un susurro... hizo una especie de montón de trenes cortos entre los que se contaban un caballo con carreta y un tractor. Le confundía un tanto que algunos vagones no tuviesen eslabones de enlace, y yo lo oía reflejado en su susurro... «No puedo juntar...» De todos modos, los unía o los dejaba. Esta vez yo estaba sentado en la silla, no en el suelo (por primera vez), tomando notas como de costumbre. Fue asombroso el modo en que, como solía, se confió de inmediato a mí y a la situación. Era como una ilustración de «la capacidad de estar solo en presencia de alguien», sentada en el suelo, jugando, mascullando, y obvia mente consciente de mí. Advertí que por azar me había tocado la pierna con el cuerpo al agacharse para coger los nuevos juguetes. No fue en ab soluto exagerado, y no se retiró cuando ocurrió. Es así con su padre. A veces se sentaba casi sobre mí pie hablando para sí en voz bien audible y haciendo ruidos de trenes. Pasado un cuarto de hora, dijo: «¡Fiuuu!» Eso significaba que hacía bas tante calor. Accidentalmente, puso la ca beza contra mi rodilla, con considerable naturalidad, sin exagerar. Yo seguía ca llado. El bolso aún pendía de su hombro. Tenía una mano sobre su bolso al apo yarse. Dispuso cuatro grandes casas en un cua drado y colocó otra en el medio. Compren dí que eso representaba algo importante y tenía que ver con su capacidad de ser un recipiente; lo asocié con el hecho de que ahora llevase un bolso. Fue en uno de esos momentos que se deshizo del bolso y se quitó el c a r d i g a n , sin dejar en nin gún caso de frotarse contra mi rodilla 160
mientras yo permanecía sentado. Dijo que hada calor, lo cual era cierto. Estaba ju gando con los restos del s i n g i n g - t o p . Hubo un primer signo de ligera ansiedad, si bien la ansiedad no se manifestó real mente en el curso de toda la hora. Se evi denció en sus miradas a mis notas. Esos restos de s i n g i n g ~ t o p es uno de varios entre el revoltijo de juguetes que habían Jugado un papel importante en el pasado. Sacó las cosas de otra cesta, cada trozo por separado, hablando para sí, moviendo los labios, pero sin pronunciar nada audi ble, salvo algunas palabras como «jugue tes». Luego se volvió y sonrió, y percibí que estaba ocurriendo algo especial. De hecho, había dado con la pequeña bombi lla eléctrica que había desempeñado un rol trascendental en sesiones anteriores. G ábrielle:
Ponle una falda.
Rodeé la bombilla con un trozo de pa pel, y se convirtió en una señora, y ella la colocó en la librería, frente a nosotros. Y o :
¿Es mamá? G á b r i e l l e : No. Es característico en esta niña que las palabras «sí» y «no» tengan su significa do exacto en las sesiones. Yo:
¿Es aquello que Gábrielle quiere lle gar a ser? G á b r i e l l e : Sí. El contacto conmigo •se hizo un poco más estrecho, y percibí cierta ansiedad en lo que ocuría. Vi que frotaba un coche cito con e l dedo. Comprendí que se refe
6. —
P S I CO A N A L IS I S
ría a la masturbación, y permanecí en si lencio. Gabrielíe:
Este coche es un coche tonto. Va por aquí y por allí cuando no se lo espera.
Y le dio vueltas y vueltas en sus manos. Entonces cogió una pequeña figura que empleó como hembra. Gabrielíe:
Esta señora está siempre acos tada. Se acuesta una y otra y otra vez. Y o : ¿Es mamá? G a b r i e l í e : Sí. Intenté obtener mayor información, sin éxito. Siguió jugando y luego dijo: «¿Aho ra que tenemos aquí?» Hablaba para sí: «Por favor puedo tener este... y este... y este?» Y entonces dijo a algunos anima les: «Poneros de pie.» Trajo la palabra «negro» a colación, con referencia a uno de los animales. «Negro es nada. ¿Qué es?» Yo estaba muy interesado en el uso por Gabrielíe de la idea de «negro», y aquí sur gía una nueva versión del tema. Y o : ¿Es negro G a b r i e l í e : No
lo que no ves? puedo verte porque eres
negro. Y o : ¿Quieres decir que cuando no estoy soy negro y no puedes verme? ¿Y enton ces pides venir y verme y me miras bien y yo soy claro o cualquier otra cosa distinta del negro? G a b r i e l í e : Cuando me voy y te miro te pones negro, ¿no, Dr. Winnicott? Yo; Así que pasado un tiempo tienes que verme para ponerme blanco de nuevo. Pareció ocuparse de la idea y siguió ju 162
A q u í e l n e g ro es en parte una defensa; no se trata de no verme cuándo estoy ausente en vez de recordarme en m i a u s e n c ia
gando con gran lentitud. Trataba de man tener en pie una pequeña figura sobre un furgón, una tarea imposible, y al hacerlo golpeó su cabeza contra mi rodilla. No lo gré comprender en toda su amplitud lo que sucedía. Si pasa mucho tiempo, empiezas a preocuparte por esa cosa negra que me pone negro, y no sabes qué es la cosa negra.
Y o:
Aquí, yo me refería a la mamá negra y a los objetos negros de sus estados an siosos. Sí [en un tono bastante con vincente]. Y o : Así cuando vienes me echas una bue na mirada y me vuelves a poner blanco. G a b r i e l í e : Sí.
G ab rielíe:
Ahora pasó al asunto de su bolso, que se encontraba en el suelo, junto a ella. Tengo una llave en mi bolso. Aquí está. Espero que esté [y eso era exactamente lo que sentía]. Abre tu puerta. La cierro para ti si quieres sa lir. Tú no tienes una llave aquí, ¿no?
G ab rielíe:
Le llevó un largo rato abrir el broche del bolso, murmurando: «No puedo; pue do». Siguió, exagerando los movimientos necesarios. Cuando finalizó su lucha con el bolso, soltó un suspiro indicando que le había dado mucho trabajo (trabajo contra el conflicto). Volvió a los juguetes, contemplando una cestita. Yo seguía sin decir nada, salvo lo que informé. Cogió el perro (cordero) y le apretó el vientre. Ello me recordó lo
que había hecho las dos o tres veces anl tenores, y que había culminado en el gran desorden de la última sesión. Había hurgado con el dedo en el vientre del otro animal y vaciado su contenido en el suelo. Ella, por supuesto, recordó lo mis mo y dijo: «Sr. Winnicott, ¿dónde está ese perro?» Señalé un gran paquete que, de hecho, contenía al perro vacío, y ella agregó: «¡Oh!» Volvió a juguetear con el coche, pasán doselo por la boca y la nariz. Cogió un lá piz que resultó ser rojo, golpeó con é l s u propio vientre y luego lo empleó para colorear la falda de la mujer-lámpara, a la cual puso un sombrero (la copa de Optrex). Golpeaba una y otra vez la cabeza de bombilla con el lápiz, tratando tal vez de colorearía, y luego le quitó la falda, tras haber dicho que la representaba a ella como mujer adulta, y comenzó a rascar la parte de abajo con el lápiz. Al cabo, volvió a colocar la falda. Ahora era de color rojo. Entonces puso una pequeña figura contra una gran casa. Y o :
¿Qué es eso? G a b r i e l í e : Está entrando a toda velocidad a la iglesia [entonces dijo lo que había tenido in mente todo el tiempoj. ¿Qué sucedió con el perro que está en la bol sa? ¿Dentro de qué se encuentra? Y o : Echa una mirada si quieres. G a b r i e l í e : Muy bien. Investigó con suma cautela, tomándose muchísimo tiempo, y ni siquiera al final deshizo el envoltorio. Por último lo arru gó y lo devolvió a su lugar bajo el estan te diciendo: «Su nariz ha desaparecido; a perdido su nariz; un perro en un saco.»
164
A n tic ip o d é la pubertad
La última vez le quitaste todo lo que tenía dentro y lo desparramaste por el piso. G a b r i e l í e : Sí. Y o:
Empecé a jugar con interpretaciones: «Es un pecho si soy una mamá, o un W ee- w ee si soy papá.» Dijo con tono defi nitivo: «No, es una cosa w ee -w ee (el «no» significaba no un pecho). Querías sacar un bebé de la con fusión. G a b r i e l í e : Sí. Y o : Pero no sabes muy bien cómo. G a b r i e l í e : No. Y o:
Ahora jugaba con un tren, y.comenzó a mostrar cierta ansiedad, aunque no de modo muy llamativo. G a b r i e l í e : Ahora
vamos rápido en el tren. Dejamos a Susan en casa, Susan debe de estar muy enfadada porque nos fui mos tan lejos. yo: Entonces empezó a asustarte un poco la idea de tener a papá todo para ti sola en el tren, especialmente al pensar en lo que querías hacerle, porque tú quie res hacerle a papá lo mismo que me muestras al quitar el relleno al perro. El quererme te lleva a querer comerme el w ee -w ee [esto había aparecido antes en el temor a la mordedura de la serpien te, véase más arriba]. Dijo a uno de los vagones que manipu laba: «¡No te prendas a mi falda!» Y co menzó a ponerse el c a r d i g a n , operación que le llevó un tiempo considerable. Y o :
Realmente te asustó un poco pensar en comerte el interior del w ee -w ee .
G a b r i e l l e :
Sí. ¡Caray! [con lo cual quería decir: «No hace calor, y qué cansada estoy»]. Y o : ¿Quieres ayuda? G a b r i e l l e : No. Entonces hice varias interpretaciones. Y o :
Te asustó un poco pensar en Winnicott negro, que estaba allí, pero era invi sible, o realmente no estaba allí y tú te encontrabas enfadada con él porque no estaba allí. Te asustaba también la idea del hocico que faltaba al perro porque debía de estar mordiendo mi w e e - w e e . Estabas enfadada conmigo por no estar siem pre a tu dispo sición. Te asusta pensar que si me quieres arrancas el relleno de mi w e e - w e e . G a b r i e l l e : Sí. Y o : Si es el pecho de la madre, sacas lo que lleva dentro para engordar y crecer, pero cuando se trata de un w e e - w e e , lo que verdaderamente deseas es tener dentro algo con que hacer bebés. G a b r i e l l e : ¡Oh, sí! Y o : La llave en tu bolso es como tener un lugar en que almacenar todo lo que sacas de mí, un wee-wee que es tuyo, para guardarlo, algo que podría conver tirse en un bebé. Durante todo ese tiempo la operación del c a r d i g a n siguió su curso. Habían pa sado tres cuartos de hora, y dijo algo acerca de que ahora todo había termina do. Tenía el c a r d i g a n puesto. Estaba can sada. Se puso de pie, sin quitar la mano del bolso. Lo abrió y sacó la llave y hurgó con ella en la cerradura. 166
Y o : Si fueras un hombre, w e e - w e e en el agujero que
meterías tu la falda cu
bre. ¿Sabes que voy a beber un poco de zumo de manzanas en el tren? Papá dijo que debíamos acordarnos de reservar un poco para Susan. Y o : Te asusta un poco tenerme realmen te todo para ti sola. Cuando me tienes a mí o a papá a solas tienes el w e e - w e e entrando y haciendo bebés, y así no tie nes que ir hasta él y quitar lo que lleva dentro, así no lo sientes tan horrible, pero entonces sientes que Susan se pon drá celosa porque es muy bueno.
G ab rielte:
A n s ie d a d R e g r e s ió n defensiva hacia tas ideas
Gabrielle volvió a los juguetes. En todo ese tiempo no manifestó ansiedad, salvo aquella que el observador podía postular sobre la base de la conducta y los datos verbales. Jugó con dos, luego tres, luego cuatro objetos. Interpreté que me estaba demostrando que podía juntar dos personas, y podía meterse entre papá y mamá para unirlos o separarlos, y así ser tres. Pero incluir a Susan excedía sus posibilidades... un cuar to no cabía. Eso parecía correcto. G ab rielle:
Sr. Winnicott, voy al servicio. Volveré en un minuto.
Y salió, dejando su bolso en el suelo, junto a los juguetes, con absoluta con fianza. Cerró cuidadosamente la puerta (que, en sus visitas anteriores, era difícil de cerrar; había sido reparada, y dio muestras de haber advertido el cambio). Regresó a los tres minutos, volvió a cerrar la puerta con la mayor solicitud, y se puso a jugar nuevamente.
16 /
[revolviendo dentro del bolso]: Puse; ¿dónde lo puse? [varias veces]. Era de esperar que la llave estuviese aquí, pero no está. Oh, aquí está [entre los juguetes].
G ab rielle
Entonces cogió la llave y la probó en mi puerta (el pestillo cubre el agujero de la cerradura, y no se puede mover a causa de la pintura reseca. Intenté ayu darla, pero- fracasé). Podrías probar desde el otro lado [afuera]. G a b r i e l l e : Pero me quedaré encerrada afuera [esbozo de broma]. Y quería estar dentro. Entonces, cuando traté de ir lo abriría desde fuera... [lo cual im plica: esta idea no funciona]. No sería capaz de entrar para permitirme salir. Sólo podría salir si me encierro dentro. Y pronto... Y o : Pronto será la hora de irse... G a b r i e l l e : Sí. Si cierro lo de fuera, te en cierro dentro. Y o : Y me tienes como la llave en el bolso. [Apenas si necesitaba decirse.] Ya es hora. Yo :
Estaba casi preparada para marcharse, de modo que recogió su bolso, con la llave bien segura en su interior, en el com partimiento adecuado. Pero dejó caer una tarjeta postal del bolso. Le hablé de ello y me la mostró: «Unos conejitos cruzando un río; a veces lo hacemos cuando sali mos a pasear.» Salió y cerró la puerta con su llave mágica, diciendo «adiós, adiós», cosa que repitió desde el otro lado de la puerta ya cerrada, tras haberse reunido con su padre, y cuando salió con él.
168
COMENTARIOS
Yo en la silla, por primera vez. 1. El tema del recipiente con objeto internalizado = D. W. W. sujeto y preser vado. 2. Ella misma como niña con faldas. 3. Actividad onanística critorial feme nina. 4. Idea de la mujer siempre acostada (preparatoria para el tema de la mens truación). 5. El negro como negación de ausen cia (mirada como negativa al no ver), cu briendo el recuerdo del objeto ausente. 6.0 El cierre de su bolso. Llave en la puerta. Rojo en las faldas (menstruación). Idea del erotismo genital femenino-vulvar, vaginal. 7. Atención re-ataque sádico sobre el vientre del fauno (o perro). 8. Bebés surgidos de los hombres. In madurez para ser tolerada. 9. Tema de la cuarta persona; no hay lugar para su hermana (Susan).
CARTA
DE
LA
MAD RE
«He querido agradecerle el envío de la copia mecanografiada de su última sesión con Gabrielle. Es muy generoso de su par te, y anhelaba hacerle saber cuánto nos satisfizo leerla. »Creo que mi esposo le dijo por telé fono que se encontraba mucho más serena desde su última entrevista con usted: me nos succión del pulgar, muy pocos arran ques de destructividad y una actitud mu cho más tolerante para con sus propias manías.
»$e me ocurrió los otros días que siem pre le escribimos acerca de lo que va mal en Gabrielle, no de lo que va bien y se encuentra en su lugar; pero es lo que en cada caso parece más urgente. »Me gustaría que supiera —aunque us ted ya debe de saberlo— cuánto me ha ayudado el escribirle; de algún modo, el dar forma a mis perplejidades y temores, con la conciencia de que van a ser reci bidos con gran comprensión; y la sensa ción de hallarme relacionada con usted. Estoy segura de que todo ello me fue de utilidad para enfrentar nuestras ansieda des para con Gabrielle y reencontrar nues tra relación correcta con ella. Mis ansie dades eran muy intensas por la época de su nacimiento... No sé si le he dicho que tengo un hermano, del cual estoy seria mente distanciada, que nació cuando yo tenía casi exactamente la misma edad de Gabrielle al nacer Susan.»
CARTA
DE
LA
MAD RE
«Su carta llegó cuando me disponía a escribirle. Gabrielle da la impresión de encontrarse muy bien últimamente; algo de esa desolada succión del pulgar; juega con entusiasmo, y da con sus propios juegos. »Hace dos o tres días se quejó de malos sueños: ‘Dr. Winnicott no ayuda’, Y lue go: ‘¿Cómo hicieron los hombres para volver a instalar la antena de televisión cuando se vino abajo?’ »AI día siguiente, durante el almuerzo: ‘Cuanto más voy donde el Dr, Winnicott, peores sueños tengo’. Yo, con cierta so lemnidad; ‘Quizá quieran decirte algo y tú no quieras escucharlos’. ‘No quiero.’ 170
A Susan: ‘Enviaremos un cuchillo al Dr. Winnicott para que corte sus sueños’. A mí: ‘¿Por qué D o c t o r Winnicott? (Esto lo había preguntado varias veces.) ‘Porque e s un doctor.’ Entonces jugueteó con la palabra ‘docdoc’, con la cual designa Su san el chocolate. «Tras el almuerzo dictó la carta que ad junto. Más tarde dijo: ‘El Dr. Winnicott encontrará divertido recibir esa carta’. Yo: ‘¿Quiere ser divertida, o muy seria?’ ‘Un poco de cada cosa.’»
CARTA
DE
(Dictada)
G A B R IE L L E
«Te enviaremos un cuchillo para que cortes tus sueños, y mandaremos nuestros dedos para coger las cosas, y te enviare mos unas bolas de nieve para arrojar cuando viene la nieve, y te enviaremos unos lápices para que dibujes un hombre. Te enviaremos un traje para que te pon gas al ir al colegio. »Con los mejores deseos para tus flores y tus árboles y tu pez en tu pecera. Cariño de (Firmado)
G a b r i e l le . »
(A decir verdad, yo no tengo jardín, pero se ve una pequeña galería con flores desde la ventana posterior del consultorio.)
CARTA
DE
LA
MAD RE
«Desde mi última carta —hace sólo tres o cuatro días—, Gabrielle ha estado muy triste, echada en el suelo succionándose el pulgar, lloriqueando a la menor provo cación, e incapaz de dormir por las no*
ches. Ha pedido verle con urgencik. Me ha preguntado varias veces por la carta que le escribió, diciendo que ha olvidado lo que ha puesto en ella. »A1 día siguiente de haberla enviado, estaba tendida en el suelo, con el pulgar en la boca. ‘¿Cansada?’ ‘No, triste.’ '?’ ‘Por el Dr. Winnicott, por el wee del Dr. Winnicott. Quiero ver al Dr. Winnicott mañana. Esta vez quiero decirle realmen te lo que sucede.’ ‘Eres afortunada si lo sabes; mucha gente lo ignora.’ ‘No lo sé, pero a él siempre puedo decírselo.* »VoIcó ‘accidentalmente’ un cesto de manzanas sobre Susan desde lo alto de las escaleras y rompió su teléfono. Después es muy dura consigo misma, quiere que Susan la abofetee y se golpea con gran intensidad. La violencia de sus autorrecriminaciones me asusta un poco, si bien no aparecen sino de tarde en tarde. »P. S. Releyendo, percibo que he dado una imagen demasiado oscura. Lo que he descrito es tan sólo lo aparecido muy re cientemente, y de modo más bien inespe rado, aun cuando siento que se encuentra en general bien desde su última entrevista con usted.»
DECIMOTERCERA CONSULTA ( N o v i e m b r e 2 3, 1 96 5)
Hubo una entrada muy especial, carac terizada por la timidez; Gabrielle tenía ahora cuatro años y tres meses. Cuando penetró en la habitación cerró la puerta y se dirigió sin vacilar hacia los juguetes. Yo me encontraba nuevamente sentado en una silla, y tomaba notas sobre el es critorio. G a b r i e l l e : Salid
[y retiró tjdos los jugue tes, esparciéndolos por el suelo y co giendo para sí una buena cantidad]. La iglesia va aquí, ¿no, Sr. Winnicott? [Había disposiciones especiales de las casas.] Las casas pequeñas en una fila y las casas grandes en otra.
Hablamos de esos conjuntos como de hileras de niños y de adultos. G a b r i e l l e : Sí,
éstos son los adultos, y éstos son los niños [y así de seguido].
Luego repartió los niños entre los adul tos.
Sabes, cuando Susan estaba es perando su cena, cayó del cochecito y se partió el labio. Tomaba su cena. El labio estaba partido. Se curó. ¿No es divertido? Curado. Y o : ¿Tú te has curado? G a b r i e t t e : No. Tengo un corte que me ras co desde hace mucho. G ab rielle:
Estaba indicando que era lo opuesto a Susan, al mantener sus heridas abiertas. Veía que estaba hablando de mí en di versos roles. Y o:
Susan no ha venido a verme.
(Yo sabía que muchas veces había pen sado en traer a Susan, pero era muy im portante para ella no hacerlo y tenerme entero para ella sola.) Siguió jugando y dijo: «Ahora mira; esto se desprende del tren; puedo arreglarlo yo sola.» Y lo hizo. Sabes arreglar las cosas, de modo que ya no me necesitas para eso. Así que soy el Sr. Winnicott. G a b r i e l l e : Unos hombres hacían repara ciones en el tren. Sabes, no había asien to y tuvimos que quedarnos de pie y anduvimos y anduvimos y encontramos un lugar y nos sentamos donde había una maleta; alguien había olvidado su maleta allí. Y o:
Estaba acomodando dos furgones; a ve ces los colocaba cabeza con cabeza, a ve ces cola con cola. Entonces dijo: «Todos los Caballos del Rey no pudieron po ner...» No pudieron arreglar a Humpty Dumpty.
Y o:
174
No, porque era un huevo. Y o : Sientes que no tienes arreglo.1 G a b r i e l l e : Cada noche Susan quiere un huevo, tanto le gustan; a mí no me gus tan mucho. A Susan le gustan tanto los huevos que no come otra cosa. ¿No es divertido? G ab rielle:
Aquí tenía dificultades respecto de re paraciones reales. No tengo dónde asegurar esto. No hay ganchos. ¿Encontraremos al guno?
G abrielle:
Había una especial disposición de los juguetes, con varias casas, trenes y camio nes en líneas paralelas, ordenados pero no con cuidado obsesivo. «El Dr. Winnicott tiene un montón de juguetes para que yo juegue con ellos», comentó Gabríelle; continuó manipulando los trenes, separándolos de la confusión reinante. El gancho se ha zafado de aquí; ¿no es tonto-tonto? Lo estoy arreglan do [y lo hizo, con mucha habilidad]. Realmente puede volver a ponerlo. Y o : Gabrielle también repara. G a b r i e l l e : Papá sabe reparar cosas; somos inteligentes. Mamá no es nada inteli gente. En la escuela, yo misma hice un tractor, e hice uno para Susan también. Al hacerlo me llené de cola de pegar. Era un lindo tractor. Uno para Susan, pero lo olvidé en la escuela. Empezaron las vacaciones y no pude recuperarlo. Sabes, Sr. Winnicott, el tren iba des pacio, pero no se detuvo en todo el ca
G abrielle:
1. Creo que estaba equivocado; debería haber esperado el proceso posterior.
175
mino a Londres [nieve caída hoy]. Lue go fue rápido nuevamente. De pronto, Gabrielle advirtió que, sobre el estante de encima de su cabeza, había un gran tazón. Me gusta ese tazón con un di bujo chino.
G ab rielle:
Y desarrolló todos los detalles del juego de los niños. Debíamos hacerlo girar una y otra vez. Dijo: «Uno de los niños ha caído». Se daba cuenta de todo y le agra daba. [cantando]: Hace mucho que no te veo, a s i que siento vergüenza al en trar a verte, y no te veré mañana ni mañana ni mañana. Y o : ¿Te entristece eso? G a b r i e l l e : Sí. Me gustaría verte todos los días, pero no puedo porque debo ir a la escuela. Se supone que voy a la escuela. Y o : Antes venías aquí para que te repa rase, y ahora vienes porque te gusta. Cuando viniste a que te reparase, vinis te, fueses o no a la escuela. Pero ahora te gusta, de modo que no puedes venir con tanta frecuencia. Es triste. G a b r i e l l e : Cuando vengo a verte soy tu visitante. Tú eres mi visitante cuando vienes a Oxford. ¿No es raro? Tal vez quieras venir después de Navidad. Y o : ¿Hay algo que reparar hoy? G a b r i e l l e : No, no rompo nada más. Ahora rompo cosas en pedazos. Este tornillo cabe. Y o : Sí, lo has arreglado por ti misma, y puedes repararte a ti misma.2 G a b r i e l le
2. Podía haber dicho: "Tienes un Winnicott reparador dentro tuyo que siempre llevas contigo, etc...."
Hoy Susan entró en la casilla del perro. Es un nuevo juguete.
G ab rielle:
Pisaba el elefante, y el elefante chi rriaba. Entonces me pidió que la ayudara a reparar el tren con el que tenía dificul tades. Tú eres doctor, un verdadero doctor, es por eso que te llaman Dr. Winnicott. Y o : ¿Te gusta ser reparada o te gusta venir por mero placer? G a b r i e l l e : Por placer, porque entonces puedo jugar más [lo dijo en un tono categórico]. Oigo a alguien que silba fuera.
G ab rielle:
No oí nada y pregunté: «¿O fui yo al escribir?» No, alguien silba [verdad]. No alcanzan los ganchos. Cuando vinimos era un poco temprano, así que dimos una vuelta, porque debo comprar algo para Susan y mamá. Quiero a Susan y a mamá. Y o : Aquí estamos Gabrielle y yo. ¿Se en fada Susan cuando vienes a verme? G a b r i e l l e : Conoces a Susan... le gusta ver me bailar. ¿Cuántos años tiene? Dos. En el próximo cumpleaños, yo tendré cinco y Gabrielle tendrá tres.
G abrielle:
Para entonces tenía casi todos los ju guetes ordenados en líneas paralelas, y un grupo de tres casas colocadas forman do ángulo. G abrielle:
Dr. Winnicott, voy al servido.
Cuida los juguetes. No dejes entrar a papá. Cerró cuidadosamente la puerta al sa lir, y estuvo fuera tres minutos. G a b r i e l l e : Aquí,
Dr. Winnicott, voy a que darme un poco más que de costumbre. Puedo jugar más si tengo más tiempo. No necesito precipitarme. Y o : A veces te asustas de algo, y enton ces quieres irte de improviso. G a b r i e l l e : Porque se hace tarde. No puedo desabrochar esto [lo hice por ella]. ¿Crees que se podrá poner esto allí arri ba? [es decir, sobre el estante con el retrato de la niña de siete años]. Esto también podría ir allí. No lo bajes, ¿quieres?... déjalo allí. Y o : Hasta la próxima vez que vengas. Percibes que esto te da cierta esperanza de volver a verme. G a b r i e l l e : Todo el tiempo. Entonces miró el retrato, colocado en su marco oval, y dijo: «Mira, es un huevo.» Y o:
Si no tuviera un lugar en que estar, sería como Humpty Dumpty y se haría pedazos; pero aquí tienes un lugar en que puedes estar.
Entonces me dio una conferencia sobre huevos. G a b r i e l l e : Si
se rompe un huevo sin her virlo, cuando está blando, se derrama y ensucia todo, pero si uno ló hierve bien y lo abre, se desmenuza. Y o : Pongo un huevo alrededor de Gabrie lle, y ella se siente bien. 178
Capacidad de ser indulgente consigo m ism a , p e r o e s to tam bié n suscita ansiedad
Cogió todas las casas azules y las dis puso en un círculo, con la roja en el me dio, diciendo: «Voy a hacer una fila de casas como esta.» Y puso las casas, una junto a la otra, bien cerca, en una hilera cerrada. G a b rie lle :
Si veo algo más, lo pondré en
la fila. Reunía figuritas de personas, árboles y animales: «Muchas cosas» (hablando sin cesar). Las puso en pie sobre la alfom bra lo más lejos posible. Yo no alcanzaba a oír lo que decía, puesto que hablaba para sí, feliz, cómoda, satisfecha, creativa e imaginativa. Me daba la espalda y mur muró algo así como: «Lo dejo como está. Sr. Winnicott, ¿puedo llevarme esto, y esto, y esto? Lo devolveré. Cogeré dos. Dejaré tres o cuatro para ti. Tengo tres.» (En realidad, finalmente no tuvo necesi dad de llevarse nada, y, aparentemente, olvidó todo el asunto.) ¿A quién le corresponde lim piar el lavabo?
G a b rie lle :
La respuesta a ello daba la impresión de ser compleja. Tenía que ver con la competencia con su hermana en lo to cante a sus privilegios. No tomé por se guro que hubiese verdadera competencia en ese terreno específico en su casa, mi rándolo desde el jiunto de vista de los padres. Hizo ruidos de animales con al gunos animales en la mano. Me gusta limpiar el lavabo. Tú te quedas aquí [se dirigía a los anima les]; no tú, vaca, tú, perro; tú, vaca, no te muevas para nada; si lo hacéis... se réis convertidos en brujas.
G a b rie lle :
179
¿Me estás contando un sueño? G a b r i e l l e : Sí. No me gusta. Es horrible. Ser convertido en una persona peque* ñita con pies chiquitines. Me volví un gigante por la mañana. En otros tiem pos no había tiendas. Y o : ¿Sí? [alentándola a proseguir]. G a b r i e l l e : Bueno, no construían tiendas y vendían espliego cantando por allí: «¿Quién compra mi espliego?».'., [can tando]. Un penique puedo gastar. Si Susan no deja a nadie subir las esca leras, tendrán que pagar seis peniques; ¿no es mucho?... Yo sólo les hago pagar un penique, poco, ¿no?
Yo :
Intentaba precisar qué quería dar a en tender; temar que ver con la importancia de Susan. Entonces miró por la ventana. Alguien tiene una galería con flores; es agradable; no puedo subir allí. Me pregunto cómo riegan las flores. Abren la ventana con una barra de hierro y echan el agua desde la chi menea. Mojan todas las flores, y todo queda mojado. Con una cuchara desde la chimenea dejan caer el agua, y luego lo vuelven a hacer. [Al cabo de un rato]: ¿Ese cobertizo es tuyo? ¡Oh! No puedes llegar hasta él, ¿no? ¿Son de plástico esas flores? Y o : No, son reales, G a b r i e l l e : Me gusta el plástico. Son de plástico [dicho en broma]. Y o : ¿Te gustan más los niños y los ani males de verdad o los de plástico? [Es cogió los de verdad.] G a b r i e l l e : ¿Qué es esa cosa de madera? [Había descubierto una regla cilindrica de madera, dejada allí por otro niño, y G ab rielle:
que se hallaba entre los libros.] ¿Puedo sacarla? Y o : Si quieres... G a b r i e l l e : ¿Para qué sirve? Y o : Es una regla. Gabrielle usó la regla a modo de rodillo, como si hubiese sido precisamente lo que estaba buscando. Primero la empleó para aplanar pasta. Luego para otra función, la de cocinar; se lo hice notar. Todo ello derivó en un juego que terminó por abar car toda la habitación. Cuando la mujer viene a repa rar cosas, la cocinera pretende irse a dormir. Tienes que decirle que despier te y cocine algo más.
G abrielle:
Trataba de expresar lo que ocurría con los demás roles de Winnicott, cuando Winnicott asumía uno de ellos. El Dr. Winni cott que repara se ha marchado de vaca ciones, de modo que allí está el Sr. Win nicott, que cocina. Cuando ella necesita reparación, el Dr. Winnicott regresa. Lue go se dirigió hacia la estufa de gas, G abrielle:
¿Cómo se enciende el gas?
Me acerqué y le mostré cómo. Ahora, el Winnicott que repara y el que cocina se han ido, y queda otro Winnicott, el Winnicot que enseña. Y luego está el Winnicott que juega.
Yo :
(En mi fuero interno, en-el planteo, no quedaban dudas de que el más valioso de los roles era el relacionado con el juego, especialmente en los momentos en que ella se hallaba, como he dicho, «sola en
mi presencia».) Ella recordaba otro rol, vinculado con el uso del cesto de los pa peles, que podría definirse como él de un Winhicott que la ayuda a desprenderse de aquello con lo que ha terminado (Winnicott Cubo de Basuras). En el curso de esos minutos, Gabrielle perfeccionó la organización de un juego en el cual hacía rodar la regla hacia ade lante y hacia atrás, y se acercaba cada vez más, hasta que en un movimiento de la regla fue a dar contra mis rodillas. Me estaba señalando un quinto sentido en que yo era importante para ella, alguien contra quien se golpeaba al moverse y que, así, podía serle de utilidad en su esfuerzo por distinguir lo que no era ella, de su propia persona. En cierto punto en que la regla me golpeó la rodilla, me volví hacia atrás y entré en el juego con placer para darle la satisfacción que necesitaba. (Para un niño de esa edad es imposible desentrañar el significado de un juego, a menos que lo j u e g u e y lo d i s f r u t e . Por principio, el analista siempre permite que se establezca el goce del juego antes de emplear su contenido para interpreta ción.) Aparentemente, Gabrielle había completado su lista de modos en que me había utilizado. Hubo un período al final en que percibió que se estaba quedando un poco más de lo habitual s i m p l e jn e n t e p o r q u e le g u s t a b a e s t a r c o n m i g o c u a n d o n o s e s e n t í a a s u s t a d a , y cuando se veía
capaz de obtener placer y expresar en for ma positiva su relación conmigo como persona. A último momento agregó uno más a la lista de roles y dijo: «Te dejaré acomodar las cosas.» Y así se marchó, poniendo gran cuidado en cerrar comple tamente la puerta. Recogió a su padre en la sala de espera. En esa ocasión, abrí la
dones con la parte de sí misma que llaipa la «niña toro». »En contacto con extraños especialmen te hombres, es tímida, muy afectada, y res ponde con una especie de falsa feminei dad penosa. Los extraños se sienten mu cho mejor con su hermana Susan, que tiene el pelo rizado, es extrovertida y des carada, que ante las largas miradas in quisitivas de Gabrielle. »Gabrielle está muy próxima a Susan, la trata con gran circunspección, la ha laga, media a menudo entre ella y nos otros. Nos conmueve la frecuencia con que quiere hacerse lugar desviando la atención de Susan o urdiendo alguna ar timaña, más que por ataque directo, a pesar de que a veces se ve triste e inútil mente consumida por los celos, y Susan nada puede hacer que sea adecuado. Los otros días, en medio de una violenta pelea, inesperadamente, besó a Susan y dijo: «Pero te quiero». Es muy diferente de Susan, que, alternativamente, levanta los ojos fervorosamente hacia su hermana, o desea terminar inexorablemente con su superioridad.»
DECIMOCUARTA CONSULTA ( M a r z o 2 2, 1 9 66 )
Gabrielle (ahora de cuatro años y seis meses) fue traída por su padre. Era evi dente que le complacía enormemente en contrarse una vez más ante la puerta de entrada. Permanecí en mi lugar y, poco a poco, avanzó cautelosamente detrás de su padre y entró a la casa escondida. Se di rigió sin vacilar a la habitación y dijo: «Me quitaré el abrigo.» Lo dejó caer al suelo e inmediatamente fue en busca de los juguetes. Hablaba sin cesar mientras los acomodaba: «’ste; ’ste; ’quí; oh, esto se ha enredado.» Comprendí que tenía la nariz muy congestionada. No tardó en empezar a toser, pero, de todos modos, su estado general, físicamente, era bueno. G a b r i e l l e : Aquí.
Aquí. ¡Muy bien!
Estaba completamente concentrada en el suelo, dándome la espalda, y tomaba contacto con otras visitas. Sus palabras describieron su actividad. En cierto mo mento preguntó: «¿Es éste el modo de ha cerlo o no?» Exhibía un superego con el
cual se identificaba sin dificultad. Res pondí: «Sí, eso creo, pero puedes hacerlo como te plazca.» Gabrielle siguió hablando acerca de cómo encontraba los juguetes. Como si los hubiese dejado en un paquete, aquí encontró dos en uno y dos en otro pa quete. Trataba de establecer una conexión entre los vagones de los trenés de diferen te tipo. Entonces me dio algo para ajus tar, como tantas veces había hecho en el pasado. Mientras yo lo hacía, se dirigió a un nuevo juguete de sobre la librería, la imagen de un niño pequeño que arrastra ba un trineo en el cual iba una niña. ¿Es de las Navidades? Es bo nito. ¿Funciona? Y o : Sólo funciona si imaginas que fun ciona.
G ab rielle:
Volvió por lo que yo había arreglado. Gracias. Voy a sacar todos los juguetes.
G ab rielle:
Los puso todos en un gran montón en el suelo, renovando el contacto con sus viejos amigos. Mira, esta cesta tiene manchas de fresas, y ésta también.
G ab rielle:
De modo que allí estaban las dos cestas de fresas. Con una sonora exclamación, cogió la cesta y la vació de todos los de más juguetes. G ab rielle:
Debe de estar allí, ¿no?
Apartó el asno y el carro correspondien te, colocándolos sobre la librería. 186
Y o :
¿Cómo diablos fue a parar eso entre los demás juguetes? G a b r i e l l e : Una vez lo cogimos de allí arriba. Para entonces, ya estaba en contacto con mi pierna. Cogió el cordero y pregun tó: «¿Qué le sucedió al perro?» Le tendí el envoltorio que contenía los restos del perro. G a b r i e l l e : ¿Por
qué está allí dentro? [Miró adentro.] Aún no lo has hecho reparar. ¡Eres malo! Verdaderamente, debías ha berlo reparado.
Cogió la cosa misteriosa y preguntó: «¿Qué es esto?» Nunca habíamos sabido qué era; probablemente fuese parte de un s in g in g to p . G ab rielle:
¿Qué es esto? No es bueno.
Le dije que era un camión-tanque. Ella se refería a que no tenía ganchos. Estaba llegando al final de la renovación de su contacto y pidió: «¿No tienes una cara cola? Quiero oír el sonido.» Ya estaba sen tada sobre mi pie, y yo hablé de ir a sen tarse con su padre a la playa. Es como si sintiera una ligazón con lo que la playa significase para ella y no podía creer que el sonido del mar no llegase hasta allí. Cogió un tren con muchas ruedas y las numeró, atribuyéndoles colores. Lo aca rició amorosamente y lo besó y se lo pasó por los iriuslos y luego por la cabeza, des de detrás hacia adelante. Todo eso se con virtió en un juego, y el juguete se deslizó por sobre su rostro y cayó al suelo con un ruido que tuvo su clímax. Intentó unir lo a un vagón, sin éxito. Tomó las figuras
del viejo y el niño y las sentó, diciendo: «Tú, siéntate allí. Tú, siéntate allí.» Luego, aún en la recuperación de viejos detalles, dijo: «¿Puedes dibujar [sobre la bombi lla]? Haz un zigzag de arriba a abajo. En realidad es una bombilla.» La dejé caer. G a b rielle:
Debería dar luz.
Prácticamente había finalizado con los juguetes cuando me preguntó: «¿Vas a la iglesia?» Yo no sabía qué responderle. Sí, a veces. ¿Y tú? G a b r i e l l e : Me gustaría ir, pero a mamá y a papá no les gusta. No sé por qué. Y o : ¿Por qué va la gente a la iglesia? G a b r i e l l e : No sé. Y o : ¿Tiene algo que ver con Dios? G a b r i e l l e : No. Yo:
En ese momento tenía una casa y se la llevaba a la boca. Trajo algo de la sesión anterior: «¿Dónde está eso que rueda?» Se refería a la regla cilindrica olvidada por algún otro paciente. Di con ella e ins tituyó un juego que terminó por ser la mayor parte de su comunicación. Tenía raíces en el pasado, de modo que pudimos emplear abreviaturas de toda suerte. Nos ponemos de rodilla, muy cerca el uno del otro y enfrentados, en la habitación delan tera. Hace rodar la regla hacia mí y eso me mata. Muero y se esconde. Luego re vivo y no logro encontrarla. Gradualmente, lo fui convirtiendo en una especie de interpretación. Para cuan do lo hubimos hecho varias veces, y en ocasiones había sido yo quien la matara, estaba muy claro que tenía que ver con la tristeza. Por ejemplo, si ella me mataba, al recobrarme no podía recordarla. Ello 188
se representaba mediante su escondite, pero a la larga yo la hallaba y decía: «Oh, ahora recuerdo lo que había olvidado.» Si bien este juego resultaba muy placentero, la ansiedad y la inquietud estaban presen tes, de modo latente. Aquél que se escon diera debía dejar una pierna u otra parte de sí a la vista, para que la agonía de no ser capaz de recordar a la persona per dida no fuese prolongada o definitiva. Ello se vinculaba, entre otras cosas,, con lo que ocurría cuando no me veía durante un lapso muy prolongado. Poco a poco, el juego fue variando, especializándose en su aspecto de escondite. Por ejemplo, yo debía ir de puntillas hasta el otro lado del escritorio, donde se hallaba ella, para que ambos nos encontrásemos allí. A la larga, quedó bastante claro que su juego se derivaba de su idea del nacimiento. En una u otra ocasión puse de manifiesto que una de las razones por las cuales se sentía feliz la constituía el tenerme a so las. Respecto de este detalle, cuando salió por la puerta delantera, la oí preguntar a su padre: «¿Dónde está Susan?» Finalmente, debí repetir una aparición súbita desde debajo de las cortinas que parecía ser una especie de parto. Enton ces, tuve que convertirme en una casa, y ella entró cautelosamente en la casa y se fue haciendo cada vez más grande, hasta que la casa ya no pudo contenerla y es talló, expulsándola. Cuando el juego avan zó, le dije: «Te odio», en el momento de expulsarla. Encontró muy emocionante ese juego. De pronto sintió un dolor entre las pier nas y en seguida salió a echarse agua. El clímax lo constituyó la puesta en contacto con la necesidad de la madre de expulsar al bebé cuando es demasiado grande. Con
Trabajo sobre las diferentes reacciones ante la separación y la terminación
189
ello se asocia la tristeza por ser mayor, en tamaño y en edad, y el hallar cada vez más difícil jugar a encontrarse dentro de la madre y nacer. La sesión finalizó con un período en el cual cogió las dos cortinas del centro de la habitación y corrió hacia adelante y hacia atrás sin soltarlas. G ab rielle:
¡Soy el viento! ¡Mira!
No había mucha hostilidad en el juego, y me referí a la respiración, lo esencial para estar vivo, y de lo cual no se podía disfrutar antes de nacer. En ese punto tuvo ganas de marcharse.
C O M E N T A R IO S
1. En armonía con el superego. 2. Evidencia de capacidad potencial para el goce genital. 3. Exploración de las reacciones ante las separaciones prolongadas y la prepa ración para terminar. 4. El tema del nacimiento.
190
DECIMOQUINTA CONSULTA (A g o s to
3,
1966)
Gabrielle (ahora de casi cinco añas) llegó con su padre; lucía muy bien y muy madura. Estaba impaciente y llena de sentido de la anticipación. Hablamos un poco de las vacaciones que acababa de pasar y de mi casa, que, evidentemente, estaba en manos de los fontaneros. Se dirigió sin vacilar a los juguetes (mien tras el padre entraba a la sala de espera), y antes de que yo me hubiese acomodado en la silla baja de junto a la mesita sobre la cual tenía papel para tomar notas, dijo: «Lindo perrito», cogiendo el trozo de viejo s in g in g to p . «Ahora tengo cuatro años... en agosto» (aludiendo al hecho de estar a punto de cumplir cinco años). Sucedie ron muchas cosas que no pude apuntar, y me valí de una especie de taquigrafía para los detalles de la confusión de juguetes. G ab rielle:
Barcos. Mi exhibición de bra gas. ¿Dónde está el rodillo?
Le señalé la regla cilindrica que había empleado para su juego especial en la sesión anterior.
G a b r i e l l e : Es
bonito. Jugaremos al juego...
Me dirigí a la parte principal de la ha bitación y tomamos posiciones. Fingí no estar seguro de cuál era el juego y ella me mostró cómo hacía avanzar y retroce der el rodillo. Golpeó mis rodillas con él, y me mató y caí muerto y siguió un pe ríodo de escondite y búsqueda. Cuando apunté esto, observó: «Siempre escribes.» Y le expliqué que tomaba notas para po der recordar lo sucedido en detalle. Y o :
Lo recuerdo todo sin notas, pero no puedo retener los detalles, y me gusta recordarlo todo para poder pensar en ello.
Jugamos, haciendo avanzar y retroceder el rodillo, con consiguiente escondite y búsqueda, a partir del momento en que ella me daba muerte. Luego, yo la mataba y me escondía, para que ella me hallase. Le dije que me estaba haciendo saber que me olvidaba y que yo la olvidaba a ella cuando nos separábamos por las vacacio nes, pero que en realidad sabíamos que era posible encontrarse. No tardó en finalizar lo que tenía que decirme en su lenguaje de escondite-y-búsqueda, y regresó a los juguetes. Hizo algo bastante deliberadamente seductor. Co gió la pequeña bombilla eléctrica con el dibujo de una cara y se la llevó a la boca, mirándome de un modo significativo; lue go se alzó las faldas hasta la altura de las bragas. Era una especie de invitación de m u s i c - h a l l. Junto a ello, aseguró que cono cía una forma perversa de recitar El buen Rey Wenceslao, que su madre sabía:
192
Separación s in desesperación
G a b r i e l l e : El
buen Rey Wenceslao miraba la fiesta de San Esteban. Una bola de nieve le golpeó el hocico y se lo quebró; Mucho brillaba la luna esa noche, aun que el dolor fuera cruel. Entonces vino el doctor, montado en una muía...
En el curso de este episodio, pleno de cierta excitación difusa, yo había dibujado el perro, cooperando con ella. Comenzó como una copia del rostro de la bombilla. G ab rielle:
Te mostraré lo que sé dibujar. Me cuesta hacer orejas; tiene el pelo largo, hermoso pelo... mira, me he ido al otro papel, y a la mesa. Es un poco garabato...
Dije que aparentemente, dibujaba para mostrarme un sueño, y el sueño se había derramado en la vigilia. Todo parecía in dicar que eso era lo que ella quería, por que me contó un sueño y sonó como si tal vez fuera lo que había venido a de cirme. G ab rielle:
Soñé contigo. Llamaba a la puerta de tu casa. Vi al Dr. Winnicott en la pisciha en su jardín. Así que me zambullí. Papá me veía en la piscina, abrazando y besando al Dr. Winnicott, así que él también se zambullía. Luego lo hacía mamá, luego Susan y [aquí, enumeró a los restantes miembros de la familia, incluyendo a los cuatro abue los]. Había peces y todo. Era agua seca húmeda. Salimos todos y anduvimos por el jardín. Papá se tendía en la playa. Fue un buen sueño.
R e s u m e n d e l trabajo del análisis
193 7 ------PSICOANALISIS
Percibí que ya había puesto todo en la transferencia y, a su modo, había reorga nizado el conjunto de su vida en términos de experiencia de una relación positiva con la figura subjetiva del analista, y el interior del mismo. La piscina está aquí, en esta habita ción, donde ha ocurrido todo, y donde, imaginariamente, todo puede ocurrir.
Yo :
Dijo algo acerca de sus manos, húmedas por haber estado nadando. Voy a dibujar lo que pueda so bre la lámpara.
G abrielle:
Estaba bastante feliz y serena, y sacó todos los juguetes pequeños y las partes de juguetes. Cantaba el tema de «Jun tos». G abrielle:
¡Qué revoltijo sobre tu piso!
Tuve que reparar un gancho. Hablaba mucho mientras ponía en juego todos los juguetes. Luego cogió la figura del padre (de unos siete centímetros, muy realista, hecha sobre la base de un limpiapipas), y comenzó a maltratarla. Le tuerzo las piernas [etc.]. Y o : ¡Ay! ¡Ay! [como interpretación de aceptación del rol que se me había asig nado]. G a b r i e l l e : Lo tuerzo más... sí... ahora, el brazo. Y o : ¡Ay! G a b r i e l le : ¡Ahora el cuello! Y o : ¡Ay! G a b r i e l l e : Ahora ya no queda nada... está G a b r i e l le :
194
todo torcido. Voy a torcerte un poco más. Grita más. Y o : ¡Ay! ¡Ay! ¡Ayyyyyy! Le agradaba mucho. G ab rielle:
Ahora ya no queda nada. Está todo torcido y con la pierna salida y se le ha salido la cabeza, así que no pue des gritar. Te arrojo lejos. Nadie te quiere. Y o : Así Susan jamás podrá tenerme. G a b r i e l l e : Todo el mundo te odia. Entonces cogió una figura de niño, si milar a la anterior, y repitió la operación. G a b r i e l l e : Estoy
Odio por odio (véase sesión anterior)
torciendo las piernas del
chico [etc.]. En medio de todo ello, dije: «De modo que el Winnicott que has inventado era todo tuyo y ahora has terminado con él y ya nadie podrá tenerlo.» Me pedía que gritara más pero argüí que ya no me quedaban gritos. Y o : Se ha G ab rielle:
ido todo. Nadie volverá a verte. ¿Eres
doctor? Y o : Sí, soy doctor y puedo ser el doctor de Susan, pero el Winnicott que tú in ventaste ha terminado para siempre. G a b r i e l l e : Yo te hice. Se entretenía con el tren (imitando sus ruidos). G a b r i e l l e : Quiero Y o:
quitar esto.
No sale. 195
En realidad, ella sabía que el tractor es taba unido al carro de heno y no se los podía separar. G abrielle:
Oh, cariño, no sale.
Aseguró entonces que todo se veía azul;' había cogido las dos copas de Optrex y miraba el mundo a través de ellas. Pre guntó cómo hacer para asegurarlas delan te de sus ojos. Le daban la sensación de estar nadando o debajo del agua. Ator nilló los ojos de cada uno a los del otro. Yo podía sostener las copas de baño de ojos con mis músculos orbiculares, y, tras alguna práctica, ella logró hacer lo mismo con una. G ab rielle:
Me gustaría llevármelas a casa.
Siguió hablando de fragmentos de cerá mica hallados junto a una carretera en Francia, y me dio una visión infantil de la arqueología, el descubrimiento de lo que había pertenecido a la vida mucho tiempo atrás. Exploró la caja de tizas y encontró o redescubrió el Seccotine (un adhesivo). Eso era lo que quería, y co menzó su último juego (pero tenía otras cosas que decir... ¿recibiría una carta suya? Y así...). Tomó una hoja de papel y puso Secco tine en el centro y luego alrededor, for mando un marco cuadrado. Quería saber cuántos pacientes más visitaría. Eres la última antes de mis vacacio nes. G a b r i e l l e : Tendré cinco años, dentro de muy poco. Y o:
Indicó que deseaba verme para ese tra 196
tamiento... Winnicott finalizado mientras todavía tuviera cuatro años. A mí también me gustaría terminar contigo, para poder ser los otros Winnicotts y no verme obligado a ser este Winnicott especial de tratamiento inven tado por ti.
Y o:
Alcanzaba a ver que lo que estaba ha ciendo con el Seccotine era una especie de lápida o túmulo del Winnicott que ha bía sido destruido y muerto. A sus instan cias, cogí un trozo de papel y dibujé una Gabrielle en él. Luego retorcí sus brazos y piernas y cabeza, y le pregunté si dolía. Rió y dijo: «¡No, hace cosquillas!» Decoró bastante el entorno del Secco tine, hasta con rojo. Era algo para llevar se a casa. Sería lindo para Susan. G ab rielle:
Debo poner un poco más de
azul. Lo dobló y el Seccotine se terminó, y tuve que ayudarla a hacer un agujero para poder asegurarle una cuerda. Era una cometa. Debo ir a preguntarle a papá por las hermosas tejas con el alegre niño encima.
G ab rielle:
Dejándome al cuidado de la cometa, fue a buscar dos antiguas tejas (niño alegre) que su padre había traído y que estaban envueltas en papel como si se tratase de un regalo, presumiblemente para su ma dre. Las desenvolví y las admiré. Siguió explicando al padre. G ab rielle:
Está terminado. Nadie quiere
ver a Winnicott. Completamente termi nado. Lo destrocé. Hice esto como re galo para Susan. Huele mal, es horri ble... he usado todo el Seccotine. Ten drás que comprar más, no más ven dremos. Agregué algo referente a quitar el tapón para indicar el significado fecal de la des trucción de las figuras masculinas y la tablilla mortuoria. Eso le agradó. Tengo las manos todas sucias. Juego con esa horrible y maloliente cosa de pegar. Cómo se llama... ah, sí, Sec cotine, horrible nombre, horrible olor. Nosotros usamos Yoohoo, no huele, sa bes...
G abrielle:
Veía que había acabado conmigo en to dos los planos y en todos los sentidos, y lo dije. Dijo: «Sí, terminar contigo.» Así que si vengo a visitarte a tu casa, si veo a Susan, habrá un Winnicott di ferente... no el que tú inventaste, que era enteramente tuyo y con el cual aca bas de terminar. G a b r i e l l e : Ahora se ha terminado el pega mento... ¿qué haremos? Todo el Win nicott todo en pedazos, ¿qué hemos de hacer cuando todo se ha ido? Me alegra no ver a Winnicott si huele mal y es así de pegajoso. Nadie lo quiere. Si vie nes a casa, diré: «Viene el hombre pe gajoso.» Escaparemos. Eso finalizó. Yo:
Me gusta pintar cuando voy... Este es un buen papel. ¿Es hora de que me marche? Y o : Sí, casi. G a br ielle:
198
Debo lavarme... volveré a verte. ¡Píntalo de rojo [la cometa]!
G abrielle:
La sostuve por la cuerda mientras se lavaba. Volvió por ella y salió con su padre, arrastrando y tratando de remon tar su pesada, húmeda, pegajosa cometa.
C O M E N T A R IO S
1. Eclosión de la madurez adecuada a la edad. 2. Se enfrenta con la separación y sabe que la reunión es posible. 3. Ejercicio de la seducción femenina. 4. Resumen del análisis, habiendo reor ganizado su vida dentro de una transfe rencia positiva. 5. Así, el odio se puede sentir y ejercer desde que no destruye la buena experien cia interanalítica.
DECIMOSEXTA
CONSULTA
( O c t u b r e 2 8, 1 9 66 )
Gabrielle tenía ahora cinco años y dos meses. Esta sesión no fue como las visitas previas. De hecho, se asemejó más a la visita de un amigo a otro. Tras aguardar con su padre por espacio de cinco minu tos, porque habían llegado temprano, el padre pasó a la sala de espera; pronto advirtió los diversos cambios habidos en la habitación, y comenzó a hacer lo que, obviamente, deseaba hacer. La hora que pasamos juntos se dividió en tres partes, siendo la primera la más importante. Preguntó por el rodillo. Esto es, la regla cilindrica. Tuvimos 25 minu tos de viejo juego, que se llevó a cabo en medio de una gran excitación, pero con una intensidad acorde con el modo de jugar de los cinco años. Hizo rodar el rodillo hacia mí, y cuando golpeó mis ro dillas, caí muerto. Cuando estuve muerto, se escondió. Pero ahora conocíamos todos los caminos hacia los rincones demasiado bien. En el curso del juego, tomó sus po siciones una tras otra: yo debía revivir, empezar a recordar que había alguien a
quien tenía olvidado, y, poco a poco, bus carla. Al cabo, la hallaría. A veces era ella quien moría del mismo modo; entonces me buscaba. Siguió hasta estar satisfecha, hasta haber tenido lo suficiente. Y pasa mos a la fase dos. Mientras me sentaba en la pequeña silla para tomar notas, como en los viejos tiempos, se sentó en el suelo dándome la espalda... «sola en mi presencia». Hablaba a los animales y a los juguetes, y sólo oca sionalmente me aclaraba que esperaba que yo escuchara. Al comenzar, cogió el cordero y dijo: «¿Dónde está el perro?» Encontré el paquete con los restos del perro, y me habló del agujero y lo exploró con el dedo. Aseguró que el perro no es taba lo bastante vacío como para no poder tenerse en pie, y lo colocó junto al cor dero. Luego inició el proceso de sacar los juguetes y vaciar el cubo. Pasó un rato tratando de armar un tren, hablando de modo inteligible, pero para sí misma. En una oportunidad dijo: «¡Mira qué tren largo he hecho!» Pero no era largo porque no hacía más que recordar cómo era en las sesiones anteriores, no jugaba con el propósito de comunicarse. Estás recordando para ti misma lo que los juguetes significaban cuando eras una pequeña Piggle en vez de una gran Gabrielle. G a b r i e l l e : Vamos a volver a jugar. Y o:
Y volvió a apartar unos pocos juguetes de los que había sacado y los ordenó bajo el estante de la librería. Hacía esto a la vez que tocaba una cesta y otros juguetes amorosamente y decía cosas como: «Aquí estás.» En esto, su cabeza tocó mi rodilla. No fue algo premeditado, ni retrocedió 202
ante ello. Sólo sucedió. Apartó el perro en su envoltorio y dijo adiós. Y puso el cordero cerca del paquete. Entonces dijo: «¡Ahora!» ...significaba que íbamos a en trar en algo diferente. Nos levantamos, y en un principio pa reció que fuésemos a seguir jugando con el rodillo (escondite y búsqueda). Lo que hizo, sin embargo, fue encontrar un libro de dibujos infantiles. Lo observó atenta mente y pareció divertida con los peque ños trozos de historia que yo podía con tarle. Entonces miramos otro libro, que tenía numerosas ilustraciones, pero era demasiado complicado, de modo que cam biamos una vez más y escogimos un volumen de figuras con un cuento. Seguí la historia con ella mientras ella volvía las páginas. Al final, eligió mirar un libro de animales. Cuando le era posible, decía el nombre del animal, y se sentía feliz y c o n t e n t a . Le di la oportunidad de hablar me de cosas; la palabra «negro» apareció en uno de los relatos y le recordé la mamá negra. Te da vergüenza contarme algunas de las cosas que piensas.
Y o:
Asintió, pero con poco entusiasmo.
Yo sé cuándo estás verdaderamente avergonzada, y es cuando quieres decir me que me quieres.
Y o:
Su gesto de asentimiento fue muy defi nido. Ya era hora de marcharse, y estaba bas tante dispuesta a ir a buscar a su padre. Era evidente que había disfrutado de la visita, y no dio muestra alguna de ha llarse molesta, como si hubiese intentado
algo sin lograrlo. Sonó enteramente natu ral al decir adiós, y dejó la impresión de una niña verdaderamente fresca y psi quiátricamente normal, de cinco años.
A algunos lectores pueden interesarle unas pocas observaciones sobre la experiencia de los padres en este caso, y tal vez deseen poseer datos acerca de la niña en la actualidad. Ha sido de gran valor para los padres el que se les permitiera participar en un proceso de crecimiento y reparación. Ello ha evitado lo que es frecuente obser var: el que los padres se sientan abandonados a la intemperie, y así alimentan sentimientos de rivalidad y competencia con el terapeuta; o tal vez envidia del terapeuta o del niño, o de ambos alternativamente. Con la finalidad de evitar tan dolorosas impresiones y para no caer en la insidiosa obstructividad que de ellas suele derivar, los padres deben apartarse, saliendo del campo de fuerzas de una relación viva con el niño, limi tándose a entregarlo a una autoridad más experimen tada y sabia. Si bien el peligro de una intromisión no profesional debe de asomar en la mente de algunos lectores, ello parece haberse evitado mediante el tacto, «sensibili dad» y larga experiencia del terapeuta, la cual aparece avalada por un conocimiento tan grande que se puede 207
prescindir de recordarlo permanentemente, para em plearlo de una forma libre y espontánea, con una segu ridad de contacto digna de la mayor confianza. Quizás también se permita a los padres decir una palabra en las ulteriores discusion es sobre los pro y ' los contra de un tratamiento «a pedidor. Entonces sentimos que no podíamos acceder a un tratamiento fundado en otras bases. Por otra parte, el consenso de percepciones, que se fue haciendo cada vez m ayor, en lo. relativo a la ne cesidad de una nueva sesión es notable, y también nos asombró la lectura del guión, al comprender cómo la paciente recogía los hilos de la entrevista anterior, como si no hubiese transcurrido tiempo entre una y otra, o como si ahora estuviese dispuesta a dar el paso siguiente. Sea como fuere, el hecho de que, en este marco, el tratamiento no pudiera llevarse a cabo en el momento en que se lo solicitaba (como entre la undécima y la duodécima sesiones), podía tener violentas repercu siones, y, como puede parecer en este caso, poner al paciente al borde mismo del desastre interior. Los lectores querrán saber también cómo se encuen tra la paciente en la actualidad, cuáles son los resulta dos a largo plazo de tal tipo de tratamiento. Gabrielle no es tímida, es una muchacha espon tánea, muy integrada a un grupo de compañeros de escuela de su misma edad. Parece haber recobrado el equilibrio que había perdido antes de comenzar el tra tamiento. Alrededor de los ocho años tuvo algunas difi cultades de aprendizaje (se aburría en la escuela y no le fue fácil aprender a leer), pero ahora es muy com petente en su tarea, y siempre se las arregla para hallar la interesante. Se muestra más doméstica que varonil en sus inclinaciones. De momento, aspira a ser profe sora de biología. El cultivo de plantas de interior cons tituye su principal afición. Es su seguridad en lo que respecta a los valores, su independencia interior de ju ic io , y ta mbién q u i z á s un modo de ponerse en con 208
tacto con la gente en muchas longitudes de onda, lo que lleva a preguntarse si no seguirá funcionando el estímulo de alguna experiencia satisfactoria en el sen tido de ser entendida en un nivel profundo. No hubo casi ningún comentario posterior acerca de las sesiones... muy de tanto en tanto, tal vez, alguna risita sofocada debida a un recuerdo, o un detalle en el juego. La triste noticia de la muerte del Dr. Winnicott nos llegó por medio de un visitante casual, y su reacción inmediata quedó velada por la circunstancia social. El Dr. Winnicott la había preparado para la eventualidad de su muerte de modo muy sensible, y ella había mencionado en una o dos ocasiones el asunto como algo dispuesto en el lugar correspondiente. El Dr. Winnicott solía tomar notas durante las sesiones, y Gabrielle cree que estaba escribiendo su autobiografía y que de alguna manera le estaba reser vando un pequeño rincón en la misma: «Él acostum braba escribir y yo acostumbraba jugar.» Cuando se discutió con ella la publicación de este material (que aún no había visto), primero vaciló, pero luego pensó que podría ser de utilidad para otros —como en realidad se espera que sea—. Dio su con sentimiento. 1975
209 8. —
P S IC O A NA L IS I S