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Los sermones en la Independencia colombiana. De la defensa del monarca español a la defensa de la república*
- Por favor no citar José David Cortés Guerrero** Introducción
El sermón no debe ser asumido únicamente como una forma de predicación. Debe ser tomado, también, como un constructo histórico que está ligado a las circunstancias de cada época. Ahora bien, en estricto sentido el sermón es un discurso religioso que, en el caso del cristianismo, está regido por los textos sagrados y por la tradición. Los temas de los sermones pueden ser variados, desde algún aparte de la Biblia hasta el recuento de tradiciones religiosas o el de la celebración de algún acontecimiento relevante para la Iglesia católica como pueden ser la festividad del santo patrono, el nacimiento, la muerte, o hacer frente a catástrofes, entre otros. Siendo así, encontramos sermones dogmáticos, morales, de rogativas 1. Históricamente el sermón tiene dos orígenes. Uno de la tradición grecolatina y el que ha tomado forma dentro del judeocristianismo. De la raíz grecolatina se heredó la retórica como arte de la persuasión. En el judaísmo la oratoria ha jugado papel importante. Por ejemplo, la proclamación de la Ley, el mensaje de los profetas, las enseñanzas de los sabios y la exégesis en la sinagoga. En este aspecto, el sermón no busca únicamente persuadir sino exponer lo indiscutible, los valores absolutos, es decir, lo que no se puede poner en tela de juicio. En el cristianismo es fundamental esta última parte como lo expuso san Pablo en la segunda carta a los Corintios: “Mi palabra y mi predicación no tuvieron nada de lo persuasivos discursos de la sabiduría, sino que fueron una *
Este texto es resultado parcial de una investigación financiada por la Vicerrectoría de Investigación de la Universidad Nacional de Colombia titulada “Religión, Iglesia e Independencia. Del quiebre del orden colonial a la supresión del patronato y la separación de las potestades. Nueva Granada, 1808-1853”. ** Profesor del Departamento de Historia, Universidad Nacional de Colombia, sede Bogotá. 1 Carlos Herrejón Peredo, Del sermón al discurso cívico. México, 1760-1834 (México: El Colegio de Michoacán, El Colegio de México, 2003) 11.
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demostración del Espíritu y del poder para que vuestra fe se fundase, no en sabiduría de hombres, sino en el poder de Dios” 2. En este ensayo pretendemos mostrar las características de los sermones que circularon en el Nuevo Reino de Granada y luego en Colombia en la época de las disputas independentistas. Esto abarca el período comprendido entre 1808 y más o menos 1824 cuando la legislatura de la nueva república discutía sobre el patronato republicano. Debemos anotar que los sermones no sólo fueron producidos y publicados en el territorio neogranadino. Encontramos bastantes piezas que fueron escritas para escenarios tan diversos como España, Nueva España, Lima y el Río de la Plata, entre otros. Siguiendo con lo anterior, tomamos los sermones como construcciones históricas que obedecían a los procesos que estaban viviendo tanto España como sus colonias en los años álgidos de la Independencia 3. Así, encontramos sermones que defendían la legitimidad de Fernando VII, condenando de paso la invasión francesa, pasando por los que, con los años, condenaban cualquier intento independentista, los que le dieron sentido a la Reconquista, hasta los que, desde finales de la década de 1810 fueron claves para justificar la Independencia. En esencia, lo que buscamos es contextualizar los sermones y entenderlos dentro del peso histórico político de cada época. Los sermones de la lealtad: la defensa del monarca y de España
En 1808, cuando las tropas francesas deciden quedarse en España incumpliendo los pactos realizados por Napoleón con Carlos IV, y el emperador francés impone a su hermano como monarca español, fueron muchas las voces de protesta contra esa acción. Pero más allá de esas voces debemos observar cómo se midieron fidelidades hacia la Religión, el Rey y la Patria. Es decir, en momentos en los cuales la monarquía española estaba en peligro debía 2
Herrejón Peredo 10 y ss. Cfr. Brian Connaughton, Clerical Ideology in a Revolutionary Age. The Guadalajara Church and the Idea of the Mexican nation, 1788-1853 (Calgary: University of Calgary Press, University Press of Colorado, 2003) 103 y ss.
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defendérsela pero construyendo un discurso en el cual se mostrara que esa defensa era la misma que debía hacérsele a Dios. Aquí encontraremos la forma como fue sacralizándose la imagen de Fernando VII. La imagen sagrada del monarca español se fortalece por la coyuntura de 1808 ya que a diferencia de los reyes franceses, los españoles que ocupaban el trono justificaban y legitimaban su posición por medio de algunas virtudes como la sabiduría o la destreza militar y guerrera del monarca, y no tanto por un supuesto origen divino de su autoridad 4. Por ello puede explicarse la casi inexistente presencia de ritos que sí se ven en las monarquías francesa e inglesa, como pueden ser los de unción y consagración o el que los reyes españoles no tuviesen poderes taumatúrgicos5. El historiador mexicano Marco Antonio Landavazo muestra la siguiente paradoja: justo los años anteriores a la independencia el rey español recibió las mayores expresiones de adhesión, amor y lealtad nunca vistas antes en América lo que contribuyo a la sacralización de su imagen 6. Una vez la invasión francesa fue un hecho, los sermones mostraban con asiduidad los triunfos que las tropas españolas obtenían sobre las francesas. La idea fundamental era darle gracias a Dios por esos acontecimientos con lo cual se obtenía la unidad de los españoles bajo la protección divina y la pertinencia a la Iglesia católica. Ejemplo de lo anterior son los agradecimientos dados a Dios por Rafael Lasso de la Vega, dedicados a la fortaleza y resistencia de Andalucía y de Sevilla: “Confesemos hay un Dios infinitamente Sabio, Poderoso, Justo, y también Misericordioso que nos gobierna; que oye nuestras súplicas, y se presta propicio a socorrernos”7. En la misma tónica, pero esta vez en Gerona, España, Fray Tomás 4
Marco Antonio Landavazo, “La sacralización del rey. Fernando VII, la insurgencia novohispana y el derecho divino de los reyes”, Revista de Indias , 2001, vol.LXI, No.221, p.67; Marco Antonio Landavazo, La máscara de Fernando VII. Discurso e imaginario monárquicos en una época de crisis, Nueva España, 1808-1822 (México: El Colegio de México, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo; El Colegio de Michoacán, 2001). 5 Adeline Rucquoi, “De los reyes que no son taumaturgos: los fundamentos de la realeza en España”, Relaciones, Vol. XIII, No.51, 1992. pp. 55-100. 6 Landavazo, “La sacralización…” p.68. 7 Rafael Lasso de la Vega, Sermón predicado en la solemne función de acción de gracias por las victorias que han comenzado ha obtener las armas españolas contra el Emperador de la Francia,
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Serra daba gracias a Dios Misericordioso por las victorias del ejército español contra las tropas invasoras. Serra recalcaba la omnipotencia divina que permitiría que España se levantara “del polvo y de la ceniza”. De igual forma, agradecía a San Narciso “padre amante y protector, el ángel de la Nación, el antemural de la patria y un generalísimo invicto y poderoso”. Así, Dios, con todos sus intermediarios, se había encargado de defender Gerona permitiéndole salir siempre victoriosa8. Benito María Moxo, arzobispo de La Plata, reiteraba que el Dios vengativo abatiría a todos los enemigos de España, a los que osaron agraviar a la corona ibérica: El Dios justo, que lanza en su furor los rayos vengadores para abatir y hacer pedazos a los hombres malvados, y crueles que faltan a la fe del juramento: él, el sin duda domará el furor de nuestros desnaturalizados y crueles enemigos: echará sobre nuestro amabilísimo Soberano una de aquellas benignas miradas con que regocija a toda la naturaleza: hará que raye otra vez sobre nuestra patria la serenidad de los felices días de FERNANDO el VI y CARLOS III9.
Pero, ¿por qué Dios protegía a los españoles de la invasión francesa? Esta pregunta tiene varias respuestas. La base de todas ellas es la fidelidad que había mostrado, a lo largo de los años, hacia la religión católica, lo que significaba, igualmente, la fidelidad de los monarcas españoles tanto a Dios como a la religión.
que con asistencia del Exmo. Sr. Virrey del Reino don Antonio Amar, y de los tribunales, comunidades religiosas, nobleza y pueblo de esta capital de Santafé celebró su Cabildo Metropolitano el día 22 de noviembre de este presente año de 1808, luego que por el correo de Caracas llegado el 20 a media día se recibieron las primeras noticias. 23 de noviembre de 1808 ,
Santafé: Imprenta Real, 1808, p.59. 8 Fray Tomás Serra, Gerona agradecida. Sermón que en la solemne acción de gracias dedicada al 25, de agosto por la Muy Ilustre Junta General a su Augusto Protector y Generalísimo el glorioso mártir San Narciso por las victorias del 20 de junio, y 16 de agosto del presente año de 1808 .
Gerona, 9 de septiembre de 1808, Gerona: Imprenta de Agustín Fig aró, 1808. 9 Benito María Moxo, Discurso que pronunció el Ilmo. Señor Doctor. Don Benito María de Moxó y de Francoli, Arzobispo de la Plata, el día 27 de septiembre de 1808. Con motivo de la solemne acción de gracias que celebraba aquella Santa Iglesia Metropolitana por la Exaltación del Señor Don FERNANDO VII al trono de España y sus Indias. 27 de septiembre de 1808 , p.5. Subrayado
en el texto.
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Esto último lo muestra, de manera clara, Fray Tomás Serra quien indicaba que el trono de España, por “sangre y voto”, le pertenecía a Fernando VII 10. Benito María Moxo, en un sermón pronunciado el 9 de enero de 1809, fue explícito al indicar que todos los súbditos del monarca debían tener por obligación “la conservación y aumento de nuestra religión apostólica romana”, cuya defensa era inherente a defender “la soberanía de nuestro augusto monarca FERNANDO VII” y los derechos de “sucesión de la familia reinante” 11. En este sentido, puede verse claramente la unión que existe entre la defensa que se le hacía al monarca con la que debía hacérsele a la patria y también a la religión, constituyendo ésta una tríada muy común en los discursos religiosos de la época 12. En esencia, como lo indicó Juan Agustín Estévez en un sermón pronunciado en 1813 en Tunja, la fe cautivó a los españoles “para estar consagrados al servicio de un Dios Salvador, que nos hizo libres con la libertad de hijos suyos, y nos rescató de la esclavitud del Demonio, y del pecado con el precio de su sangre”13. En los momentos difíciles, como el que vivían España y Fernando VII, debían emplearse varios mecanismos que permitieran que la defensa del trono ibérico fuese efectiva. Por ello, en varios sermones encontramos que era de buen recibo la conformación de una Junta de Gobierno Central que encabezara la administración española. Esa Junta, dirigida por el Conde de Floridablanca, era calificada como de “inspiración divina” pues además de procurar la unidad también
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Fray Tomás Serra, Gerona agradecida. Benito María Moxo, Homilía que pronunció el día 9 de enero de 1809 el ilustrísimo Señor Don
Benito María Moxó, Arzobispo de la Plata, así que los jefes y cuerpos de aquella capital, y el venerable clero secular y regular hubieron prestado en sus manos el solemnísimo juramento de obedecer a la Suprema Junta Central gubernativa de España y de las Indias. Segunda parte de las obras patrióticas y doctrinales con que se ha acreditado su celo por la religión, y monarquía el Ilmo. Señor Don Benito María de Moxó y de Francoli dignísimo Arzobispo de la Plata, 9 de enero de 1809, Lima: Impresa en la real casa de Niños Expósitos, 1809, p.161. 12
Puede verse mi texto “Vivan la religión, la Patria y Fernando VII”: La lealtad al monarca español en el discurso religioso en el Nuevo Reino de Granada” (inédito). 13 Juan Agustín Estévez, Sermón predicado en la Iglesia Mayor de la capital de la República de Tunja con motivo de la solemne función de la conquista, Tunja, 6 de agosto de 1813 , Tunja: Imprenta del Congreso de la Nueva Granada por el c. Joaquín Bernardo Moreno, 1813, p.2.
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defendía la religión, las letras y las artes 14. La Junta también era vista como la mayor hazaña y mejor victoria de España, la cual había sido guiada por Dios para redimir a los españoles 15. La Junta también era comparada con una reunión de sabios ministros regidos por la virtud y la sabiduría comparada con la junta de ancianos que Dios ordenó a Moisés o con los macabeos 16, refiriéndose a los judíos que dirigieron la rebelión contra Antíoco IV, rey de los seléucidas, quien en el 167 antes de nuestra era abolió la Ley Judía y profanó el Templo al instalar en él una estatua de Zeus. Tres años después la rebelión recuperó el Templo y lo purificó. La memoria de esta rebelión está relatada en los dos libros del Antiguo Testamento llamados Macabeos, incluidos dentro de los deuterocanónicos, y en su honor los judíos establecieron la fiesta del Janukkah de ocho días de duración17. El triunfo de los macabeos también debía ser visto como la victoria sobre la indiferencia religiosa y sobre el presunto derecho del tirano a legislar sobre las convicciones individuales18. Es clave que se relacione la Junta con los macabeos porque con ello se le asignaba la misión de recuperar España, de manos de Francia, para purificarla. Napoleón sería, entonces, una versión moderna de Antíoco IV. Fernando, al que se le veía como Padre, era también asimilado a las figuras de autoridad en el pueblo de Israel, es decir, a los monarcas. Tal fue el caso de su comparación con Ezequías, el rey de Judá a finales del siglo VIII antes de nuestra 14
Benito María Moxo, Homilía que pronunció el dia 9 de enero de 1809 el ilustrisimo Señor Don Benito María Moxó, Arzobispo de la Plata, asi que los gefes y cuerpos de aquella capital 15 Rafael Lasso de la Vega, Proclama a los devotos del Señor San Joseph: sermón predicado en el Monasterio de la Enseñanza de la capital de Santafé el 23 de abril de este presente año 1809, día en que se celebró la fiesta de su patrocinio; por el cual se convence debemos los españoles así por la crueldad y fiereza de la actual guerra y soberbio enemigo que la hace como por la misma nación que la sufre y su soberano perseguido, confiar que el Santísimo Patriarca esta con especialidad en nuestra ayuda. 23 de abril de 1809 , Santafé: Imprenta Real, 1809, p.21. 16 José Domingo Duquesne, Oración pronunciada de orden del Excmo. Señor Virey, y real acuerdo en la solemnidad de acción de gracias celebrada en esta Santa Iglesia Catedral Metropolitana de Santafé de Bogotá el dia 19 de enero de 1809 por la instalación de la Suprema Junta Central de Regencia. Santafé, 7 de febrero de 1809 , Santafé: Imprenta Real por D. Bruno Espinosa de los Monteros, 1809, p.19. 17 Mircea Eliade e Ioan Couliano, Diccionario de las religiones (Barcelona: Paidós surcos, 2007) 236. 18 Thomas Cahill, El deseo de las colinas eternas. El mundo antes y después de Jesús (Bogotá: Norma, 2008) 39.
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era, quien emprendió reformas religiosas, restableció el culto del Templo en Jerusalén e intentó obtener la independencia de la dominación asiria: “Sus costumbres irreprehensibles, su obediencia a la ley de Moisés, y su celo infatigable en extirpar la idolatría, y restaurar el culto del Dios vivo, le hicieron muy en breve digno de tal nombre. Pero provocando aun a la venganza los excesos de sus predecesores Achaz, Joatán y Ochozías, no pudo menos de verificarse el oráculo divino castigando en el hijo las iniquidades de sus progenitores” 19. Ahora bien, la referencia a Ezequías no era gratuita pues este rey se encargó de restaurar el templo y de hacer que el pueblo se vistiera de luto confesándole a Dios que había pecado, por lo que se colegía que la invasión francesa era el castigo por esas faltas. Sin embargo, Dios fue benévolo con el pueblo a lo que Ezequías retomó una celebración de agradecimiento que estaba en el olvido. Así, Fernando VII era el monarca que debía reparar al Templo, España, e incitar al pueblo a agradecer a Dios por los favores recibidos. La defensa que debía hacerse de Dios, entendiéndose allí también la religión, la patria y Fernando VII tendría que manifestarse de manera operativa. Creemos que hubo dos formas de hacerlo: por medio de actos religiosos e invocando a los fieles a apoyar económicamente a los ejércitos españoles que se enfrentaban a los franceses. En un sermón, Benito María Moxo pretendió incitar la participación en la defensa de Fernando VII. Sin embargo, al no ser posible la presencia directa de los hombres de las colonias, se pedía su ayuda suministrando elementos para el sostenimiento de los guerreros de España. Las colonias aunque no podían luchar con las armas, se les pedía que lucharan con sus ruegos y clamores por su Soberano y por la paz de España: “si yo pudiera mezclarme en los batallones de mis queridos e intrépidos catalanes, que pelean ahora por romper las cadenas de FERNANDO y asegurar su independencia! pero un inmenso mar […] un sagrado
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Felipe Cuéllar, Sermón de acción de gracias por la restitución de Nuestro Augusto y Católico Monarca el Señor Don Fernando VII, al trono de la España: pronunciado en la Santa Iglesia Catedral de los Reyes el día 10 de septiembre de 1814 , Lima: Por Don Bernardino Ruiz, 1814, p.4. Para la historia bíblica de Ezequías puede consultarse II Reyes, 18-19.
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carácter […] mis ovejas […] ¡oh amada patria! Desde esta enorme distancia no cesare nunca de servirte, y serte útil por cuantos medios me sean dables” 20. En otro sermón, Benito María Moxo informó la realización de una procesión a favor de Fernando VII y de la familia real. Hacer procesiones no era nuevo ya que en las ocasiones en que España había caído en desgracia se acudió a ellas. Éstas eran ya usadas en el siglo de oro. Se habían realizado anteriormente por sucesos como la peste, el hambre o la guerra; en forma de penitencia para redimir o evitar un castigo; en señal de abandono de la vanidad y el orgullo. La procesión debía ser una muestra de la piedad de los españoles: “amor de su Patria y el cariño hacia sus Reyes legítimos”. En la procesión aludida debían ir: el cordero sin mansilla, haciendo alusión a Jesús Sacramentado; los seminaristas llevando a la Purísima Concepción de Nuestra Señora, “numen tutelar de nuestra monarquía”; San Fernando, protector de las armas españolas; San Luis Rey de Francia y San Carlos Borromeo. En esa procesión debían participar 200 niños que daban aviso de aquélla, rezando el rosario con sus maestros; el cabildo y los alumnos del Seminario y Colegio Real; las comunidades religiosas (San Francisco, Santo Domingo, Nuestra Señora de la Merced, San Agustín). Tras los niños y los indios, seguían los artesanos, comerciantes, abogados y vecinos. Luego los estudiantes, comunidades religiosas y el clero 21. Los sermones de la crítica: Napoleón y los franceses depositarios del mal
Una de las formas de oponerse a la invasión que sufrió la Península Ibérica por los franceses fue construir todo un imaginario en donde se veía no sólo al país galo sino a todo aquello que se le relacionaba como fuente del mal. Así, Napoleón, 20
Benito María Moxo, Discurso que pronunció el Ilmo. Señor Doctor. Don Benito María de Moxó y de Francoli, Arzobispo de la Plata, el día 27 de septiembre de 1808 5-12. 21 Benito María Moxo, Homilía que pronunció el mismo Ilmo. Señor el dia doce de octubre de 1808 para exortar a todos sus diocesanos á que con el mayor fervor y humildad rogasen a Dios, y á todos los patronos tutelares de España por la felicidad del Rey, de la Real Familia, y de la Patria, y asistiese a la solemnísima procesión de rogativa, que con el mismo fin habia determinado hacer aquella tarde. Segunda parte de las obras patrióticas y doctrinales con que se ha acreditado su zelo por la religión, y monarquía el Ilmo. Señor Don Benito María de Moxó y de Francoli dignísimo Arzobispo de la Plata. 12 de octubre de 1808 , Lima: Impresa en la real casa de Niños Expósitos,
1809, pp.46 y ss.
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José Bonaparte, los franceses y la Revolución Francesa fueron vistos como enemigos de la religión y del monarca español, quien era tomado como una víctima de la perfidia francesa, con lo que se reforzaba la imagen de mártir de aquél y a la vez se le brindaba lealtad. Napoleón era mostrado como usurpador del trono español, quien había arrebatado la Corona a su legítimo dueño, Fernando VII. Los epítetos y calificativos empleados contra el emperador francés no se hicieron esperar. Era visto como “infamemente famoso” y lleno de confusión, aterrado y cobarde 22. Era “un falso amigo, un guerrero orgulloso, un político inhumano”, desnaturalizado y cruel, lleno de soberbia, rabia y venganza 23. Se le comparaba con el tristemente recordado emperador romano Nerón y con Dionisio de Sicilia así como con el rey de los vándalos y de los caribes24. En este caso las comparaciones no son gratuitas. Nerón fue el emperador persecutor de los cristianos y quien, al incendiar Roma, culpó a aquéllos de ese hecho. Dionisio fue el tirano de Sicilia que enfrentó a los cartagineses. Por su parte, los vándalos eran aquel pueblo germánico del cual llegó a derivar el término vandálico relacionado con la destrucción indiscriminada. Mientras que a los caribes se les tenía como un pueblo antropófago. Entonces, Napoleón era mostrado como un irreligioso traidor e hipócrita que se había aprovechado de la bondad del Papa pues los franceses habían ocupado los dominios pontificios con el objeto de “echar al suelo el gobierno espiritual”, por lo que también se le comparaba con el emperador Juliano, cuyo objetivo era
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Rafael Lasso de la Vega, Sermón predicado en la solemne función de acción de gracias por las
victorias que han comenzado ha obtener las armas españolas contra el Emperador de la Francia
41. 23 Benito María Moxo, Discurso que el Ilmo. Señor Arzobispo de la Plata pronunció de repente el día 22 de noviembre de 1808 para dar cuenta a sus feligreses del triunfo de las armas españolas contra las tropas de Bonaparte. Segunda parte de las obras patrióticas y doctrinales con que se ha acreditado su zelo por la religión, y monarquía el Ilmo. Señor Don Benito María de Moxó y de Francoli dignísimo Arzobispo de la Plata. 22 de noviembre de 1808 , Lima: Impresa en la real casa
de Niños Expósitos, 1809, 24 Fray Tomás Serra, Gerona agradecida.
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asesinar al Papa y acabar con el cristianismo 25. Aquí la alusión al emperador Juliano tampoco es gratuita pues se refería a quien en el siglo IV de nuestra era intentó reinstaurar el paganismo, pero sobre todo permitió una especie de libertad de cultos y creencias con lo que se cuestionaba que el cristianismo fuera religión de Estado. En otro lugar se calificaba al emperador de los franceses como un hombre voluptuoso y caprichoso, con la avaricia de Tántalo y la ambición de Alejandro Magno, el cual nunca encontraría la felicidad 26. El ejemplo de Tántalo tampoco está libre de sentido y nos deja ver cómo se quería mostrar a Napoleón como un hombre sin escrúpulos. Según la mitología griega, Tántalo sacrificó humanos y convidó de su sacrificio a los dioses, a los cuales también robó y traicionó, por lo que fue castigado con la muerte y torturado eternamente en el Tártaro. Por su parte, el sacerdote Torres y Peña mostró a Napoleón como el emperador de “los homicidas, ladrones y lascivos”, y recurriendo a la Biblia, lo comparó con la bestia que “se manifestó a Daniel en sus visiones, con unos grandes dientes de hierro, todo se lo comía, y lo desmenuzaba; y a lo que no alcanzaba su voracidad, lo conculcaba con los pies”27. Con el paso de los años los calificativos negativos contra Napoleón no desaparecían. En un sermón limeño se le mostraba como el “primogénito del demonio”, el “agresor de la república”, el “homicida de sus hermanos”, la “peste de 25
Benito María Moxo, Homilía que el Illmo. Señor Arzobispo de Charcas, pronunció en su Iglesia
Metropolitana el día 8 de enero de 1809, en presencia del Real Acuerdo y demás cuerpos, para dar principio a la expresada rogativa, 8 de enero de 1809. Segunda parte de las obras patrióticas y doctrinales con que se ha acreditado su zelo por la religión, y monarquía el Ilmo. Señor Don Benito María de Moxó y de Francoli dignísimo Arzobispo de la Plata. 22 de noviembre de 1808 , Lima:
Impresa en la real casa de Niños Expósitos, 1809. 26 José Domingo Duquesne, Oración por la tranquilidad pública, pronunciada en la Santa Iglesia Catedral Metropolitana de esta muy noble y leal ciudad de Santafé de Bogotá el día 24 de setiembre de 1809. A insinuación del Excmo. Señor Virrey Gobernador y Capitán General de este Nuevo Reyno de Granada . Santafé: Imprenta Real por Bruno Esp inosa de los Monteros, 1809, p.7. 27 Joseph Antonio de Torres y Peña, Oración que en la solemne fiesta de acción de gracias a Dios Nuestro Señor por las señaladas victorias que por el patrocinio de Maria Santísima Ntra. Sra. consiguieron las armas españolas contra los exercitos del usurpador Napoleón Bonaparte, celebró el cura de la Parroquia de Nuestra Señora de las Nieves de Santafé de Bogotá capital del Nuevo Reyno de Granada. Fue publicado por intercepción de Santiago de Torres y Peña, abogado de la Real Audiencia Pretorial y cancilleria Real del Nuevo Reino. Santafé: Imprenta real, 1809, p.23.
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la sociedad” y el “cuchillo del orden”, cuyo fin era ejecutar los principios de los hugonotes y de los calvinistas, enemigos acérrimos, según este sermón, del catolicismo, al que veían como supersticioso. Pero al emperador francés le llegaría su castigo, como se explicaría en el sermón valiéndose de la literatura bíblica, al mostrar el pronóstico que le hizo David a Joab por su traición a Abner: “Vuestros descendientes serán leprosos, estériles, mendigos, afeminados y más a propósito para el uso, y la rueca, que para las armas”28. Napoleón era hijo de su tiempo y eso también debía servir para calificarlo, por ello no es extraño que se le relacionara como heredero de la Revolución Francesa: “Hijo de la revolución que ha salido de una pequeña y lejana isla y que apoya sus fines en las armas”29. Por otra parte, la invasión francesa, liderada por Napoleón, era calificada como “destructora por una turba errante e idolatra”, la cual había dejado en España ríos llenos de sangre, casas incendiadas y cultivos arrasados 30. Era, además, producto de un desnaturalizado furor y de la brutal lascivia 31. Esa invasión debía provocar la ira de Dios y estaba motivada por falsos filósofos con el objeto de destruir los monumentos de la Iglesia. Además, según Lasso de la Vega, Dios había permitido la invasión para demostrar todo su poder y su providencia: “la
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Ignacio González Bustamante, Sermón de acción de gracias, por la instalación del Ilustre Regimiento de Concordia del Perú, que en la misa solemne, que la religión de Santo Domingo celebró en el Altar de Nuestra Señora del Rosario, patrona jurada de las armas, el tres de junio del presente año, Lima, 3 de junio de 1811, Lima: Real Casa de los Niños Expósitos, 1811, p.41. 29 Benito María Moxo, Discurso que pronunció el Ilmo. Señor Doctor. Don Benito María de Moxó y de Francoli, Arzobispo de la Plata, el dia 27 de septiembre de 1808 20. 30 Benito María Moxo, Discurso que pronunció el Ilmo. Señor Doctor. Don Benito María de Moxó y de Francoli, Arzobispo de la Plata, el dia 27 de septiembre de 1808 . 31 Benito María Moxo, Homilía que pronunció el mismo Ilmo. Señor el dia doce de octubre de 1808 para exortar a todos sus diocesanos á que con el mayor fervor y humildad rogasen a Dios, y á todos los patronos tutelares de España por la felicidad del Rey, de la Real Familia, y de la Patria, y asistiese a la solemnísima procesión de rogativa, que con el mismo fin habia determinado hacer aquella tarde. Segunda parte de las obras patrióticas y doctrinales con que se ha acreditado su zelo por la religión, y monarquía el Ilmo. Señor Don Benito María de Moxó y de Francoli dignísimo Arzobispo de la Plata. 12 de octubre de 1808 , Lima: Impresa en la real casa de Niños Expósitos,
1809, p.46.
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mano de Dios está con nosotros, y su providencia se ha manifestado liberal, y misericordiosa con España”32. José Domingo Duquesne calificó la invasión francesa como la llegada de la Bestia. Valiéndose del libro del profeta menor Joel, en el Antiguo Testamento, en donde se relata una plaga de langostas, ante la cual, Dios compadeciéndose de los judíos prometió remedio ante esta situación a cambio de expiación de los pecados, oración y ayuno, Duquesne quiso mostrar que Dios defendería a España de sus enemigos. Para llegar a igual conclusión se valió también del profeta Isaías: “Las naciones, dice Isaías, y se ha verificado puntualmente entre nosotros, las naciones se arrojarán como el torrente de muchas aguas; pero el Señor las reprehenderá, y huirán lejos, y serán arrebatadas como el polvo sobre las cimas de los montes, y como el torbellino a vista de la tempestad” 33. Así como Napoleón era comparado con los enemigos del pueblo de Dios, España era asimilada al Pueblo Elegido por lo que su historia presente, es decir, la invasión francesa, se asemejaba a lo que había tenido que sufrir Israel a lo largo de su historia: No siempre han de durar los grillos y las cadenas con que el Faraón oprime a los inocentes hijos de Jacob. No siempre la esclavitud, y opresión harán resonar hasta el cielo los gemidos de Israel: ni ha de durar siempre el cruel sitio con que un príncipe infame tiene cercada por todas partes a Jerusalén. El Dios de las misericordias romperá estos grillos, y cadenas que oprimen a su amado Pueblo: humillará la altivez del que hace derramar a Jacob tantas lagrimas, y enviará un ángel tutelar a Jerusalén para destruir el poder, y llenar de confusión al ejército orgulloso del Príncipe de los Asirios, y poner así en libertad la Ciudad Santa 34.
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Rafael Lasso de la Vega, Sermón predicado en la solemne funcion de accion de gracias por las victorias que han comenzado ha obtener las armas españolas contra el Emperador de la Francia , 20-41. 33 José Domingo Duquesne, Oración pronunciada de orden del Excmo. Señor Virrey, y real acuerdo en la solemnidad de acción de gracias celebrada en esta Santa Iglesia Catedral Metropolitana de Santafé de Bogotá el dia 19 de enero de 1809 por la instalación de la Suprema Junta Central de Regencia. Santafe, 7 de febrero de 1809, Santafé: Imprenta Real, 1809, p.8. 34 Fray Tomás Serra, Gerona agradecida 1-2.
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Tanto a Napoleón como a los franceses se les debía confrontar, por lo que la guerra se justificaba, por lo menos, así lo hizo ver Joseph Antonio de Torres y Peña en 1809: Ven que un injusto invasor los amenaza con la destrucción del culto del Dios verdadero: que viene a derribar los altares de Nuestro Señor Jesucristo, que trata de demoler los templos, que profana las reliquias, y los santuarios, y roba los vasos sagrados, y las preseas dedicadas al decoro del verdadero culto: que pretende trastornar todos los establecimientos de la piedad, destruir todos los asilos de la inocencia, perseguir al Ministerio Sagrado: que quiere abolir las leyes justas y santas, introducir la relajación y el desorden, y abrir la puerta franca a la impiedad, y al libertinaje; para que conculcada la santidad, y la decencia de las sanciones eclesiásticas, quede oscurecida entre nosotros la antorcha de la verdad, desfigurada la belleza y hermosura de la moral cristiana, y venga a perecer en España la verdadera religión que ha sido por todos los siglos el mejor lustre de los españoles 35.
Cinco años más tarde, en un sermón que circuló en Sevilla, España, se mostró que los monarcas españoles tenían como misión divina confrontar a todos los enemigos que atacaban a la religión católica. Primero fue Fernando III para “arrancar y destruir las supersticiones de la herejía y el Alcorán”, y después sería Fernando VII, encargado de erradicar “la cizaña maldita de la ilustración y de la filosofía”36. En el fondo de la presencia de Napoleón en España y de la invasión de los franceses se veía que estaban las ideas de la Ilustración calificadas continuamente como impías. José Domingo Duquesne, en una exhortación en 1809 en Santafé, fue claro al indicar que “el origen de la impiedad que ha transformado en nuestros infelices días el gobierno del mundo” estaba en la Ilustración, por lo que era su obligación “instruir al pueblo de las causas que agitan y dividen al mundo, para precaverlo de la seducción y el engaño” 37. El mismo Duquesne veía que la razón conducía a la degradación de los pueblos, pues los transformaba en brutos atados a sus apetitos, mostrando desprecio a la justicia 35
Joseph Antonio de Torres y Peña, Oración que en la solemne fiesta de acción de gracias a Dios
Nuestro Señor por las señaladas victorias que por el patrocinio de María Santísima Ntra. Sra. 9. 36 Gregorio Rodríguez, Sermón panegírico que en la festividad de San Fernando, celebrada en la Santa Iglesia Patriarcal de Sevilla, Sevilla: Imprenta de D. Francisco de la Parte, 1814, p.10. 37 José Domingo Duquesne, Oración por la tranquilidad pública 5.
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divina e inspirando la rebelión: “Así han procurado introducir en todas partes – refiriéndose a los racionalistas -, ya por sí mismos, ya por medio de sus pestilentes escritos el ídolo de la libertad, que ha manera de los Dioses del paganismo toma diferentes trajes y nombres, según la naturaleza de las regiones, atemperándose a sus costumbres y maneras, obra sus efectos, y llevando siempre por empresa la discordia y la división” 38. Los sermones de la condena: Crítica a los independentistas
Se menciona que la institución eclesiástica criticó y condenó la Independencia porque iba contra el derecho divino. Sin embargo, se hace alusión a esas críticas sobre todo cuando la fractura del orden colonial español era inminente pero en 1809 ya encontramos sermones en los cuales se advertía el peligro de la separación. Ejemplo de lo anterior fue el texto, publicado en Santafé, de José Domingo Duquesne quien pretendió calmar los ánimos separatistas tal vez viendo con recelo y temor lo que sucedía en Quito: “Separarse de la Metrópoli, si triunfa, es una temeridad, porque volverá sus armas victoriosas contra los rebeldes. Si está debilitada, es una ruin ingratitud retirar la mano que debía sostenerla”. Para Duquesne era claro que la situación aciaga que vivía España no sería permanente y tarde o temprano retornaría triunfante sobre sus colonias, de lo contrario, como lo advertía el Evangelio, se arruinaría el reino que se dividiera por lo que América debía procurar la unidad39. En un sermón pronunciado en Lima en junio de 1811, Ignacio González Bustamante criticó la actitud tomada por los criollos que, ante las dificultades presentadas por el monarca español, se precipitaron, según el clérigo, a traicionarlo. Tomando el salmo 54 se aprestó a pedir verdadera fidelidad a todos los súbditos de Fernando VII: “¿Por qué se convierten contra mí? ¿Por qué después de llenar sus labios de mil execraciones contra el autor de mis males, se ocultan a su semejanza bajo el velo de una fingida fidelidad; y luego rompen mi 38 39
José Domingo Duquesne, Oración por la tranquilidad pública 14. José Domingo Duquesne, Oración por la tranquilidad pública 18. Subrayado en el texto.
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cetro, invaden mis dominios, y ponen la última mano al lamentable cuadro de mis desgracias?”40. González Bustamante exhortaba a los pueblos americanos a no abrazar la rebelión siendo mejor camino abrir los ojos para no llegar a “precipitaros en un abismo de males”, pues quienes incitaban a levantarse contra el legítimo monarca de los españoles serían, más tarde, los verdugos del pueblo americano 41. En un sermón publicado en 1814, José del Salvador cuestionaba la situación que encontraba Fernando VII, en las colonias, en el momento de su restauración. Para el clérigo aquéllas estaban habitadas por hombres avaros y soberbios por lo que el rey debía ser cauteloso con todos lo enemigos de la monarquía. Empleó, como era costumbre, la historia bíblica para justificar que Dios repartió de diversas formas cargos y talentos a sus siervos. Así, cada cual debía desempeñar sus funciones. De un lado, los mayordomos de las haciendas y del otro, los vigilantes de la cristiandad. Por lo tanto recurrió a la parábola de la viña en Isaías: “En ella se halla con toda distinción la obligación del colono, el peso de los cargos, y la justicia de la sentencia. Por ella verá cada uno de los mortales lo que tiene que responder el gran padre de familias en su respectiva causa, cuando le pida cuenta de su administración” 42. Así, la obligación de los 40
Ignacio González Bustamante, Sermón de acción de gracias, por la instalación del Ilustre
Regimiento de Concordia del Perú, que en la misa solemne, que la religión de Santo Domingo celebró en el Altar de Nuestra Señora del Rosario, patrona jurada de las armas, el tres de junio del presente año, Lima, 3 de junio de 1811, Lima: Real Casa de los Niños Expósitos, 1811, p.5.
La esencia del salmo 54 es la siguiente: “Dios mío, sálvame por tu Nombre, defiéndeme con tu poder. Dios mío, escucha mi súplica, presta atención a las palabras de mi boca. Porque gente soberbia se ha alzado contra mí, hombres violentos atentan contra mi vida, sin tener presente a Dios. Pausa Pero Dios es mi ayuda, el Señor es mi verdadero sostén: que el mal recaiga sobre mis adversarios, ¡destrúyelos, Señor, por tu fidelidad! Te ofreceré un sacrificio voluntario, daré gracias a tu Nombre, porque es bueno, porque me has librado de todos mis adversarios y he visto la derrota de mis enemigos”. 41
Ignacio González Bustamante, Sermón de acción de gracias, por la instalación del Ilustre Regimiento de Concordia del Perú 19. 42 José del Salvador, Sermón de la primera Dominica de Adviento, predicado al Rey Nuestro Señor en su Real Capilla el día de 27 de noviembre de este año 1814, 27 de noviembre de 1814 , Lima: Real Casa de los Niños Expósitos, 1815, pp.8-11.
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colonos era seguir fieles a su monarca y darle cuentas de la administración y buen manejo de sus territorios. Por su parte, el rey debía seguir unido a Dios. En esa misma tónica de la relación entre el señor y sus siervos, un año después, José del Salvador insistía en que Fernando VII debía vigilar varios grupos de colonos habitantes de América. Ellos eran los hacendados, los militares y los operarios de justicia. Los primeros, calificados como “perversos colonos” no debían ser eliminados sino vigilados por la Iglesia. Entre los militares existía injusticia pues quienes ocupaban los mejores cargos no habían hecho mérito alguno pues no defendieron a España de sus enemigos. Por su parte, los encargados de la justicia, algo que debía ser fundamental para el buen gobierno, debían estar bajo la lupa del monarca. El clérigo sospechaba de los colonos a los que veía como enemigos porque eran como una “mano oscura” que atentarían contra el rey, pues representaban al mal que “entre nosotros anda”, refiriéndose sobre todo a los comerciantes ilustrados. Para el sacerdote, en América se notaba el ambiente de sublevación, separatismo e impiedad y que si el colono no “trabaja[ba] bien la hacienda, y el rey que no administra[ba] con equidad el reino, se exponía a ser despojado de él”, lo cual era una novedad, pues el monarca también debía poner de su parte y tratar bien a sus siervos. De no hacerlo, y empleando un ejemplo bíblico perdió “Baltasar el reino, la vida y el alma, a pesar que tenía un santo Daniel a su lado, que le previno con tiempo la ruina de su trono” 43. La crítica más fuerte a los que propugnaron por la independencia es la que los acusaba de cometer deicidio, que en este caso específico significaba asesinar a Jesucristo, y por extensión, desconocer la autoridad de Fernando VII, con lo que se hacía ver la relación existente entre el monarca español y la divinidad. En un sermón de 1814, en Santafé, Joaquín Guerra y Sixto indicó cuál sería la posición asumida por Dios, cuestionando a los que atacaron a su hijo, haciéndose su 43
José del Salvador, Sermón del viernes tercero de quaresma, predicado al Rey Nuestro Señor en su Real Capilla el día 24 de febrero de 1815 , Lima, 24 de febrero de 1815, Lima: Real Casa de los Niños Expósitos, 1815, pp. 3 y ss.
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cuestionamiento extensivo a quienes agredían al monarca: “¿Qué motivos te indujeron para cometer tan execrable iniquidad? ¿Qué delitos puedes acusarle a mi hijo, que justifiquen tu incomprensible fiereza?” 44. Con ello se daba a entender que nada podía justificar la subversión del orden natural en donde el monarca debía ser respetado independientemente de sus actitudes. Esta posición contrastaba con la de quienes cuestionaban los actos del rey y creían que si éstos no eran justos podía derrocársele. Ahora bien, detrás del deicidio, promoviéndolo, estaban las ideas de la Ilustración, “veneno que habían abortado los siglos anteriores, que sacando una quinta esencia de ellas en las plumas de Reynal, Helvecio, Voltaire, Rousseau, Filangieri, y demás infelices tomaban las medidas más acertadas para destruir de una vez para siempre el Trono y el Altar” 45. Comparar a Fernando VII con Jesucristo era más común de lo que se cree. En un sermón, Manuel Antonio de Urrismendi indicó que el monarca, como Cristo, tuvo que ser la “víctima expiadora del pecado y la muerte” y que volvería del sepulcro victorioso a su Padre y fortalecería a sus discípulos para la “regeneración del mundo”. Para reforzar lo anterior se valió de la profecía de Azarías a Asá, Rey de Judá, en la cual se indicaba que, al pasar muchos años alejados los hombres de Dios, sintieron su amargura y se volvieron a él. Por esta grave falta, alejarse de Dios, el Rey destruyó los falsos dioses y levantó un verdadero templo al Señor, salvando de la muerte a los condenados. Los hombres decidieron volver a Dios y hallaron sosiego46. Se quería mostrar que había dos caminos: cometer deicidio, o
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Joaquín Guerra y Sixto, Sermón de Nuestra Señora de la Soledad. Predicado en la Santa Iglesia Catedral Metropolitana de Santafé de Bogotá el viernes santo del año de 1814 , Santafé: Imprenta del C. B. Espinosa, 1814, p.10. 45 Joaquín Guerra y Sixto, Sermón de Nuestra Señora de la Soledad. p.13. 46 Manuel Antonio de Urrismendi, Sermón panegírico moral al Misterio de la Invención de la Santa Cruz, que en la solemne festividad con que los Mayordomos españoles honraron a la memoria de la Prodigiosa Invención del Santo Cristo de Huamantanga, segun creencia piadosa, dixo en su Santuario el día 3 de mayo de 1816 , Lima: Por Don Bernardino Ruiz, 1816.
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permitir que el monarca fuese el camino para que los hombres vencerán al mal, en este caso Francia, y volvieran al rebaño sagrado 47. Los sermones de la justificación: Defensa religiosa de la guerra y de La Reconquista
Una vez Fernando VII fue restaurado en el trono de España se creyó que continuaría con lo dispuesto en las Cortes de Cádiz y seguiría una política de apertura liberal. Sin embargo, ocurrió lo contrario. Debido a la situación bélica que se vivía en las colonias por las confrontaciones internas, pero sobre todo por la abierta decisión separatista por parte de sectores de la población, sobre todo criollos inconformes, el monarca decidió emprender una campaña de Reconquista para poner en cintura a todos sus súbditos. Esta campaña militar recibió el respaldo abierto por parte de la jerarquía de la Iglesia católica que vio la oportunidad de reafirmar el discurso que justificaba tanto la dominación colonial como la figura de autoridad encarnada en el rey. José del Salvador, a quien ya hemos citado aquí, insistía en que el rey debía preocuparse por cuidar sus colonias. Según él, el monarca debía “reunir y pacificar los corazones de sus vasallos”, pero no los de los inocentes y dóciles sino los de “los soberbios y pretendidos sabios”. Por lo anterior, Fernando VII debía cuidar a sus ministros, a sus consejeros y a todos los escenarios en donde podían entronizarse los enemigos, dispuestos a poner “la carta infernal a la altura de los libros de Moisés y del catecismo de la doctrina cristiana”. En esencia, el clérigo solicitaba al rey enfrentar las corrientes revolucionarias que habían conducido a la guerra al reino: “¿Cuidáis de la reforma de los que os rodean, entran y salen de vuestro gabinete, y os acompañan en vuestra corte? ¿Habéis averiguado si se mezcla entre los muchos que se dicen confidentes de V.M. alguna Dalila, en cuyos brazos pierden las fuerzas los valerosos Sansones?” 48.
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Sobre el sacrificio de Jesucristo y éste como víctima propiciatoria pueden verse dos obras de René Girard, El chivo expiatorio 2ª. Ed. (Barcelona: Anagrama, 2002) 135 y ss; y, Veo a Satán caer como el relámpago (Barcelona: Anagrama, 2002) 141 y ss. 48 José del Salvador, Sermón de la primera Dominica de Adviento 20.
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En un sermón pronunciado en Lima en noviembre de 1816, José Joaquín de Larriva y Ruiz justificó la reconquista militar en nombre de la religión mostrando al virrey como un guerrero cristiano, al cual comparó con figuras bíblicas como David, Josué y Simón, todos ellos victoriosos en guerras justas. En esencia, el virrey era un hombre que había luchado valientemente contra los vecinos que amenazaban constantemente al reino49. Antonio de León, prebendado de la Catedral de Santafé, pronunció un sermón en 1816 en el cual justificaba la Reconquista emprendida por los españoles. Para de León los rebeldes independentistas habían ofendido, con sus acciones, a Dios, por lo que eran justas la pacificación y la Reconquista. Pero no se contentó con ello. Empleó la historia de la salvación para mostrar los derechos que tenían los reyes españoles sobre sus colonias lo que, por extensión, les daba derecho a recuperarlas: “Si Abraham por su fe mereció la paternidad y primogenitura de un Pueblo escogido, para darle culto a Dios, que se había de multiplicar como las estrellas del Cielo, y como las arenas del mar, ¿qué otra cosa vemos en los católicos reyes Isabel y Fernando, cuando la divina providencia les entregó por medio de la conquista el continente de este Nuevo Mundo, donde por su piedad y celo se había de enarbolar el Estandarte de la Cruz, y establecer la Religión en tan incultas naciones?”50. El mismo de León indicaba que como los israelitas fueron perseguidos en tiempos de José y esclavizados en Egipto, los españoles realistas lo habían sido por los rebeldes, dirigidos por el “inhumano” y “asesino” Bolívar 51. Pero Dios era vengativo y de la misma forma en que llevó a Egipto las plagas actuaría contra los que se levantaron en oposición a Fernando VII. En este sermón la Reconquista es 49
José Joaquín de Larriva y Ruiz, Sermón que en la solemne misa de acción de gracias celebrada
en la Real Universidad de San Marcos de Lima, en el recibimiento del Excelentísimo Señor D. Joaquín de la Pezuela y Sanchez, Virrey del Perú , Lima, 21 de noviembre de 1816, Lima: Por Don
Bernardino Ruiz, 1816. 50 Antonio de León, Discurso político moral sobre la obediencia debida a los Reyes, y males infinitos de la insurrección de los Pueblos. Predicado en la Catedral de Santafé de Bogotá por el D.D.A.L. Prebendado de aquella Santa Iglesia, año de 1816 , Santafé: Imprenta de D. Bruno
Espinosa, 1816, p.8. Subrayado en el texto. 51 Antonio de León, Discurso político moral sobre la obediencia debida a los Reyes 29 y ss.
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mostrada como la venganza divina contra la rebelión independentista, la cual era “la última señal de la cólera de Dios contra los pecadores, a manera de un torrente impetuoso que todo lo arrebata y destruye” 52. De esta forma, la rebelión fue el acto promovido por Dios para destruir a los pecadores y la Reconquista era el acto divino para restaurar al monarca. En esencia, de León buscaba justificar, en el proceso histórico de la reconquista, el dominio que ejercían los monarcas españoles sobre sus colonias. Para ello empleó varios símiles en los que dejaba ver la obediencia que debían los inferiores a sus superiores: “El siervo debe obedecer a su señor, el criado a su amo, el soldado a su capitán, el súbdito a su prelado, el hijo al Padre, el discípulo a su Maestro, y la mujer al marido. ¿Y el vasallo no deberá obedecer, y estar sujeto a su Rey?”53. Todo esto conducía a reconstruir la familia bajo una misma cabeza, la del monarca, encargado de defenderla e instruirla en los terrenos de la religión. Para de León, la felicidad humana se hallaba en tres elementos fundamentales: “en la conservación inmaculada y pura de nuestra Santa Religión; en la seguridad de nuestras personas, nuestro honor y nuestros intereses; y en la paz, abundancia, y unión de los pueblos bajo de una sola cabeza ” 54.
Mariano de Talavera en un sermón pronunciado en Caracas en septiembre de 1817, y dedicado a Pablo Morillo, comandante de la expedición española encargada de la Reconquista, si bien justificó aquélla, tomó una posición diferente a la de Antonio de León. Para de Talavera, Dios, por intermedio de Fernando VII, extendió sobre los insurrectos toda su misericordia y su perdón, olvidando las ofensas y perdonando sus pecados. Así, la Reconquista no era, discursivamente hablando, una campaña vengativa sino “una brillante expedición capaz de pulverizar todas las fuerzas de los rebeldes, y sin embargo no quiere ensangrentar su espada hasta después de hablar por última vez a sus vasallos ingratos, concediéndoles una general amnistía 52
y un olvido generoso de todos sus
Antonio de León, Discurso político moral sobre la obediencia debida a los Reyes 11. Antonio de León, Discurso político moral sobre la obediencia debida a los Reyes 16. 54 Antonio de León, Discurso político moral sobre la obediencia debida a los Reyes 22. Cursivas en el texto. 53
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extravíos”. Para de Talavera era importante que se acabara con la división español-americano pues todos eran miembros de una misma familia. Ahora bien, si los rebeldes no eran capaces de deponer las armas entonces sí, y sólo en ese escenario, se justificaba que las espadas de los ejércitos de Fernando VII se llenasen de sangre defendiendo los derechos del monarca 55. Entonces, este sermón muestra que la Reconquista no debe verse como la ira sangrienta de Dios, por el contrario, debía vérsele como un acto de misericordia por parte del monarca y como una acción de arrepentimiento por parte de los insurrectos. Si éstos no deponían sus intereses subversivos el accionar militar sí se justificaba. Los sermones de la Independencia
Pocos sermones, después de 1808, defendieron la Independencia. Como hemos visto aquí, optaron por recalcar la lealtad hacia el monarca español y por condenar todo lo que se relacionara con Francia56. De igual forma, condenaban los intentos independentistas y los movimientos insurgentes, llegando, incluso, a definirlos de cometer deicidio. Pero encontramos uno que defendió la Independencia y que es significativo 57. El 20 de julio de1815, para conmemorar los cinco años del que ya era considerado como el acontecimiento que fracturó el orden colonial español en la Nueva Granada, el presbítero Juan Fernández de Sotomayor pronunció un sermón en Santafé, en el cual justificaba la gesta independentista. Primero indicó que el 55
Mariano de Talavera, Sermón que en la Solemne festividad que se hizo a la Santísima Virgen del
Carmen por el feliz éxito del Real Indulto y prosperidad de las armas de S.M. dijo en la Santa Iglesia Metropolitana el día 28 de septiembre, Caracas, 28 de septiembre de 1817 , Caracas:
Impreso por Juan Gutiérrez, pp. 3 y ss. 56 El historiador franciscano Luis Carlos Mantilla indica que se apoyó la Independencia desde los sermones, en el campo de batalla como capellanes, brindando casas curales y conventos a los perseguidos “y sobre todo, animando la rebelión bajo la interpretación teológica y espiritual sobre textos de la Sagrada Escritura, pero también subvencionando a los gastos de la guerra con ayudas pecuniarias derivadas incluso de la venta de objetos destinados al culto”. Mantilla se refiere esencialmente a los franciscanos Francisco Florido y José Joaquín Escobar. Cfr. Luis Carlos Mantilla, Los franciscanos en la Independencia de Colombia (Bogotá: Academia Colombiana de Historia, 1995) 8 y 46. 57 En la Reconquista de Pablo Morillo varios sacerdotes fueron juzgados por traición a España pero no se encuentran piezas oratorias sobre su posición política contraria al domino español. Cfr. Brian Hamnett, “The Counter Revolution of Morillo and the Insurgent Clerics of New Granada, 18151820”, The Americas vol. 22, No. 4 (abril, 1976) 597-617.
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20 de julio debía ser considerado como un día para ser incluido “entre los festivos y celebrarlo con toda alegría para que se sepa en lo venidero”58, basándose para ello en el libro de Esther, versículos 21 y 22. En esta lógica, la posición de Fernández va a la par de la de los criollos del centro de la Nueva Granada que comenzaron a perfilar la festividad del 20 de julio como el de la independencia de la nueva república59. Para Fernández, la Independencia se justificaba porque los americanos no podían seguir sufriendo las humillaciones a las que eran sometidos. Primero, indicaba el presbítero, los americanos habían nacido “degradados y envilecidos” por el pecado de Adán, pero además, eran “infelices y miserables esclavos de una nación fiera y orgullosa”, refiriéndose a España. El ser súbditos de aquélla, según el prelado, era un pecado “más enorme aun e indeleble que el original, puesto que para él no había ningún género de bautismo” 60. Es claro que para justificar la separación era necesario mostrar que España no se había preocupado acertadamente de sus colonias y que el monarca no era el buen padre que sus defensores querían mostrar pues había descuidados a sus hijos/súbditos habitantes de América. Por el contrario, desde la Conquista, “bárbara y feroz”, los españoles se caracterizaron por su “abuso criminal y sacrílego”, para esclavizar y someter a los indígenas 61. Fernández indicaba que América era víctima del atraso español el cual obstaculizaba el comercio, la industria, las artes y la agricultura, siguiendo con ello 58
Juan Fernández de Sotomayor, Sermón que en la solemne festividad del 20 de julio, aniversario
de la libertad de la Nueva Granada, predicó en la Santa Iglesia Metropolitana de Santafé el ciudadano Dr. Juan Fernández de Sotomayor, representante en el Congreso de las Provincias Unidas por la de Cartagena y en este Obispado Cura Rector y Vicario Juez Eclesiástico de la Ciudad valerosa de Mompox , Santafé: Imprenta del C.B. Espinosa, 1815, p.1. 59 Es emblemática de esta tendencia la obra de José Manuel Restrepo, Historia de la Revolución de la República de Colombia en la América Meridional , 4 volúmenes (Besanzon: José Jacquin,
1858). Y una crítica a esta explicación puede verse en Germán Colmenares, “La ‘Historia de la Revolución’, por José Manuel Restrepo: una prisión historiográfica”, Germán Colmenares et al. La Independencia. Ensayos de historia social (Bogotá: Instituto Colombiano de Cultura, 1986); y, Alfonso Múnera, El fracaso de la nación. Región, clase y raza en el Caribe colombiano (1717-1810) (Bogotá: Banco de la República, El Áncora, 1998) 13-28. 60 Fernández de Sotomayor, Sermón que en la solemne festividad del 20 de julio 2. 61 Fernández de Sotomayor, Sermón que en la solemne festividad del 20 de julio 5.
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postulados criollos entre los que se destacaban los de Simón Bolívar en documentos como La Carta de Jamaica . De igual forma, se veía a España como la mala madrastra, despiadada y cruel, gobernada por reyes imprudentes, con lo que se deslegitimaba el supuesto derecho de Fernando VII sobre América, pues el gobierno de origen legítimo debía recaer en “los representantes de Dios en la tierra, y el poder que ejercen es una emanación del poder divino” 62. Con las palabras anteriores, Fernández buscaba no sólo deslegitimar un supuesto derecho divino del monarca español sino dar pie para que la soberanía recayese en el pueblo criollo el cual sería respaldado por las autoridades religiosas, legítimos representantes de Dios en la Tierra. En este sentido, el sacerdote no se alejaba de lo que coetáneos suyos mostraban para defender y justificar la Independencia 63. Por su parte, Fernández aseguraba que la sociedad americana estaba promovida por Dios, pues fue éste quien vio que el hombre no debía estar solo. Sin embargo, esta explicación se extendía al hecho de que Dios veía con buenos ojos que los americanos se gobernases por sí mismos, pues aquél “devuéltonos por un efecto de su gran bondad el derecho de existir, mantenernos y gobernarnos por nosotros mismos fijando las leyes fundamentales de nuestra asociación. y haciéndonos conocer a un tiempo nuestros derechos y nuestros deberes”64. De esta forma, la constitución de una unidad, fuese república o monarquía, pero administrada por los americanos, no iría en contravía de la voluntad divina, con lo
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Fernández de Sotomayor, Sermón que en la solemne festividad del 20 de julio 29 y ss. Sobre la metáfora de la familia y España como madrastra puede verse Hans-Joachim König, En
el camino hacia la nación. Nacionalismo en el proceso de formación del estado y de la Nación de la Nueva Granada, 1750-1856 (Bogotá: Banco de la República, 1994) 205-234. 64 Fernández de Sotomayor, Sermón que en la solemne festividad del 20 de julio 3.
Los argumentos expresados por Fernández son tardíos para el contexto americano si los comparamos con lo expresado por los sacerdotes m exicanos Miguel Hidalgo y José María Morelos, procesados por la inquisición y ejecutados por rebeldía. Cfr. Josep-Ignasi Saranyana, “Introducción a la teología latinoamericana del siglo XIX”, Josep-Ignasi Saranyana, director, Teología en América Latina, volumen II/2 (Madrid: Iberoamericana, Vervuert, 2008) 29 y ss. Para el caso del Río de La Plata, Roberto Di Stefano ha estudiado los sacerdotes que desde temprano, finalizando la década de 1810, ya esgrimían un discurso separatista. Cfr. El púlpito y la plaza. Clero, sociedad y política de la monarquía católica a la república rosista (Buenos Aires: Siglo XXI, 2004); “Entre Dios y el césar: El clero secular rioplatense de las reformas borbónicas a la Revolución de Independencia”, Latin American Research Review , Vol.35, No.2 (2000): 130-159.
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que, desde el sermón de Fernández, se justificaba la fractura del orden colonial español. En noviembre de 1819, una vez se ha consumado la victoria militar sobre los españoles, Francisco de Paula Santander ordenó a los clérigos, en medio de una campaña religioso-política, que emplearan el púlpito para justificar la Independencia. Ejemplo de lo anterior, fue el sermón pronunciado en la Iglesia de San Francisco en Santafé, en noviembre de 1819, por el franciscano Francisco Antonio Florido. En él, el fraile indicaba que España ya no tenía derecho sobre América máxime por los excesos de la pacificación de la Reconquista, la cual fue cruel y sangrienta con apariencias de religión y piedad. Así, debido a la acción militar española, llena de odio y venganza, debía reaccionarse con la campaña militar que conduciría a la Independencia. Pero además, Florido indicaba que los males de América venían de tiempo atrás pues España se había encargado de alejar a sus colonias de los avances del mundo. Según el fraile, los españoles “querrían que la Iglesia fabricase los grillos a vuestras facultades, y a trueque de embruteceros, deshonrarían la religión de Jesucristo, si pudiera suceder”65. Es decir, en este sermón se continuaba con el eje central, la esencia de la justificación de la Independencia, y es que España no había legado nada positivo para América. El 7 de agosto de 1822, para conmemorar el tercer aniversario de la Batalla de Boyacá, el clérigo Salvador Ximénez de Enciso y Cobos Padilla, pronunció en Santafé un sermón en el cual se exaltó la campaña independentista. En este sermón debemos resaltar tres aspectos: la lectura, desde la historia sagrada, de la Independencia; la exaltación de los héroes del proceso independentista; y, las bondades que estaban presentándose una vez consumada la fractura del orden colonial. En la historia de la Independencia Ximénez distinguía dos etapas: la primera, de 1810 a 1816, caracterizada por la guerra entre las provincias y la 65
Fray Francisco Antonio Florido, En la Misión religioso-política, que el Vicepresidente de la N. G. General Santander hizo celebrar en la Iglesia de San Francisco de Santafé en presencia de la Imagen de Cristo N.S. que se venera en la Ermita de Monserrate, pronunció la noche del 3 de Noviembre de 1819 , Medellín: Imprenta del Gobierno, 1820, pp.1-7.
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Reconquista comandada por Morillo; la segunda, de 1816 a 1819, en donde, por la ocupación española, los patriotas debieron refugiarse en los Llanos de Casanare y Apure “en donde no se puede explicar las privaciones que sufrieron, los trabajos y penalidades que pasaron, y lo que es más la constancia y valor con que los superaron”. Para Ximénez, los patriotas obtuvieron la victoria a pesar de las dificultades y de enfrentar al disciplinado ejército español debido a la Providencia, al apoyo de Dios66. El segunda aspecto a resaltar del sermón de Ximénez es la exaltación que hizo de los héroes independentistas a los que calificó como “corifeos de la libertad e Independencia”. Allí, Santander es presentado como “ese joven valiente e intrépido, digno compañero de este hombre inmortal”, refiriéndose a Bolívar, el cual había sido destinado por la Providencia Divina para el desempeño de grandes proezas como un nuevo hijo de Marte comparado por su valor con Pubio Emiliano, por su peripecia militar con un Aníbal, por su constancia en las mayores adversidades y trabajos de la guerra con un Pompeyo, y por el amor de la gloria de su patria con un Octavio Augusto: Ya me entenderéis señores que hablo del Inmortal Bolívar, de ese genio privilegiado tanto para hacerse amar en la paz como hacerse temible en la guerra 67.
Ximénez buscaba generar, con la imagen del héroe, sentido de identidad y pertenencia entre los colombianos recién independizados, en ese sentido, no se alejaba de lo que en el siglo XIX estaba tomando fuerza, el reconocimiento de
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Salvador Ximénez de Enciso y Cobos Padilla, Sermón de acción de Gracias que en el aniversario de la gloriosa acción de Boyacá predicó en su Santa Iglesia Catedral el Ilustrísimo Señor Obispo de Popayán Dor. Salvador Ximénez de Enciso y Cobos Padilla, Prelado Doméstico de su Santidad, y Asistente al Sacro Solio Pontificio, Teniente Vicario General Castrense, y Subdelegado Apostólico en toda su Diócesis, el día 7 de Agosto del año 1822 , Santafé, Imprenta del Estado, 1822, p.5. 67 Salvador Ximénez de Enciso y Cobos Padilla, Sermón de acción de Gracias que en el aniversario de la gloriosa acción de Boyacá predicó en su Santa Iglesia Catedral el Ilustrísimo Señor Obispo de Popayán Dor. Salvador Ximénez de Enciso y Cobos Padilla 6. Subrayado en el
texto. Sobre el culto a Bolívar en los sermones venezolanos puede verse: Agustín de Jesús Moreno Molina, “El culto a Bolívar en la homilética católica del siglo XIX”, Primeras jornadas de historia y religión (Caracas: Universidad Católica Andrés Bello, 2001) 119-146.
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seres superiores y que se destacaban por encima del promedio de la humanidad, tal como lo señalaría, años más tarde en su texto, Thomas Carlyle 68. El tercer aspecto a resaltar en el sermón es el de los beneficios de la Independencia, los cuales calificó como “ríos de felicidades”, destacando cuatro de ellos. El primero hacía relación a la total recuperación del territorio neogranadino por las fuerzas patriotas. El segundo río hacía alusión al aparato legal que se construyó desde la reunión del Congreso y la redacción de leyes fundamentales como la Constitución de 1821. Allí se destacaban la igualdad, calificada como santa, y la libertad. La primera debía estar presente entre: las autoridades y los súbditos; en la justicia distributiva de los premios y los castigos; la ley que debía ser la misma para todos; los impuestos y las contribuciones que deberían estar exentos de privilegios y fueros. Por su parte, la libertad debería estar acorde con la moral evangélica y debía caracterizarse por: “Estar libres de toda persecución, u opresión que se nos quiera inferir por capricho o abuso de la autoridad; […] que ya somos libres de nombrar o elegir aquellas personas que mejor nos parezcan para consultar el bien general […] que somos libres para proponer planes, proyectos y cuanto pueda conducir al orden, a la prosperidad y a la felicidad pública”. El cuarto río de felicidad aludía al nacimiento de la república en medio de la paz y la unión 69. Los sermones de la religión: Después de la Independencia - la preocupación por la religión católica
En el apartado anterior vimos cómo tres años después de la Batalla de Boyacá la Independencia era vista no sólo como un hecho consumado sino como un buen acontecimiento para la república. Sin embargo, también comenzamos a encontrar sermones en los cuales se cuestionaba que la naciente república vivía tiempos de incredulidad y de alejamiento de Dios. Miguel Antonio Escalante preguntaba a sus fieles: “¿estáis sordos a las divinas inspiraciones y llamamientos 68
Thomas Carlyle, De los héroes, el culto de los héroes y lo heroico en la historia (Madrid: Conaculta, Océano, 1999). 69 Salvador Ximénez de Enciso y Cobos Padilla, Sermón de acción de Gracias que en el aniversario de la gloriosa acción de Boyacá predicó en su Santa Iglesia Catedral el Ilustrísimo Señor Obispo de Popayán Dor. Salvador Ximénez de Enciso y Cobos Padilla 10.
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de Dios?”, porque veía que se estaban alejando de las obras católicas y de las prácticas religiosas. Para este religioso los templos estaban invadidos por víboras, serpientes, leones y dragones que alejaban a las “hijas de Jerusalén”, “súbditas y siempre fieles”, de la sana doctrina 70. Siguiendo esta misma tónica de que los templos estaban en manos de inescrupulosos se reprodujo, en 1823, un sermón pronunciado por un cura anónimo en 1811. Esa reproducción no era gratuita sino obedecía a ver las mismas características de incredulidad y alejamiento de la Iglesia por parte de los fieles. En el sermón resalta la siguiente sentencia: “Yo veo que el mayor sentimiento os arrebata, que una verdadera pena traspasa vuestro corazón, cuando miráis apoderarse del más condecorado lugar a unos hombres del bajo pueblo de aquellos que forman nuestros obreros o peones; que sin acordarse de la majestad que allí reside, tratan de verificar el sepulcro” 71. Pero quiénes eran los responsables, según los que denunciaban, de que la gente se estuviese alejando de la religión. Existen varias respuestas, las cuales nos conducen a las ideas perniciosas que circulaban desde la Ilustración, las cuales eran divulgadas por los “corifeos de la incredulidad y autores de libros impíos”72. Según varios clérigos, estos corifeos podían manifestarse en la masonería, en donde se adoraban “ídolos, simulacros y falsos dioses ya sean de plata, de oro o de carne”73. Pero también podían expresarse en las ideas de los “arrianos, nestorianos, Novacianos. pelagianos, calvinistas, luteranos, Wiclefistas, Voltayristas, y tanta otra chusma de tan formidables monstruos” 74. Pero de igual 70
Miguel Antonio Escalante, Sermón de la Dedicación de la Iglesia de la Catedral Metropolitana de la capital de Santafé de Bogotá , Santafé: Imprenta de José Manuel Galagarza, 1823, p.21. 71
Sermón predicado por un cura del Arzobispado de Santafé, el día tres de setiembre de 1811 en la Parroquia de Ramiriquí Provincia de Tunja en cuyo día se bendijo el Cementerio , Tunja:
Imprenta de José Manuel Galagarza, 1823, p.8. 72 Salvador Ximénez de Enciso y Cobos Padilla, Sermón predicado por el ILLMO. Sr. Obispo de Popayán en la Dominica VI de la quaresma del año de 1825, sobre las verdaderas causas de la incredulidad , Popayán: s.n, 1825, p.8. 73 Miguel Antonio Escalante, Sermón de la Dedicación de la Santa Iglesia de la Catedral Metropolitana de la capital de Santafé de Bogotá , Santafé: Imprenta de José Manuel Galagarza,
1823, p.28. 74 Miguel Antonio Escalante, Sermón de la Dedicación de la Santa Iglesia 127.
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manera en las ideas de los “atheístas”, los “epicúreos”, los “mahometanos”, los “deístas y naturalistas”, los “filósofos libertinos”, los “herejes y novadores”, y en esencia, de todos “los enemigos de la Religión que han sido llevados por la ignorancia, el orgullo o el desenfreno de sus pasiones” 75. Es diciente, además de paradójico, que Ximénez, quien tres años atrás hablaba de los “ríos de felicidad” que había traído la Independencia, en 1825 se quejara del abandono en el que se encontraba la Iglesia católica. Ximénez advertía que las ideas de aquellos corifeos calaban en el pueblo, sobre todo en los jóvenes propensos a burlarse de la religión. Estos hombres, llenos de “orgullo y soberbia”, son los que “sin haber estudiado la Religión, la desprecian, los que se burlan de sus ministros, desobedecen sus saludables consejos, y rehúsan sujetar su criminal cerviz en obsequio de los adorables dogmas”. En esencia, eran los que “vivían sin modestia, sin humildad y sin aplicación a alguna cosa buena no viéndoseles jamás en el santo templo, y si alguna vez concurren a él es con intenciones siniestras”76. Ahora bien, no puede negarse que tal vez los clérigos estuviesen preocupados por la incredulidad creciente, sin embargo, lo que no podemos dejar de lado es que desde el mismo momento de la victoria militar sobre los españoles, en 1819, comenzó a discutirse sobre la relación que debía tener la nueva república con la Santa Sede. Así, Francisco de Paula Santander, como vicepresidente de Colombia, promovió debates sobre el Patronato, el cual fue asumido por la república en 1824, lo que generó algunas reacciones por parte de integrantes de la institución eclesiástica.
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Salvador Ximénez de Enciso y Cobos Padilla, Sermón predicado en la Dominica 1ª de
Cuaresma, Sermones polémicos dogmáticos, theologico-morales predicados en su Santa Iglesia Cathedral por el Ilustrísimo Señor Dr. Salvador Ximénez de Enciso y Cobos Padilla, Obispo de Popayán, en las Dominicas de la Santa Quaresma del año de 1825 , Popayán: Por B. Zizéro, 1825. 76 Salvador Ximénez de Enciso y Cobos Padilla, Sermón predicado por el ILLMO. Sr. Obispo de Popayán en la Dominica VI de la quaresma del año de 1825, sobre las verdaderas causas de la incredulidad , Popayán: Por B. Zizéro, 1825, p.16.
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Conclusiones
Los sermones van siguiendo el curso de los acontecimientos. Encontramos, de manera consistente, los que no sólo apoyaban a Fernando VII sino que de paso, para exaltar la figura del monarca español como un mártir, cuestionaban todo lo relacionado con Francia pues en ella veían no sólo la herencia de la Revolución Francesa sino también la de las ideas de la Ilustración, condenadas por la Iglesia católica. Entonces, vemos que no sólo se defendía la restitución de un monarca sino que el asunto es más denso. Era la confrontación entre la muy católica España contra la impía Francia, lo que significaba el enfrentamiento entre el catolicismo y las ideas que le eran enemigas. Sin embargo, una vez consumada la Independencia y aceptada como un proceso histórico, la idea de que el catolicismo estaba en peligro no desapareció. Francia ya no era la amenaza de antes pero las ideas que circulaban en Europa sí. Así, creo que los sermones de este período, más allá de defender una causa realista, defienden una causa religiosa, identificada primero con la monarquía pero después con la república. Fernando VII fue el pretexto, desde 1808, para defender esa causa religiosa. Entonces es entendible, por lo anterior, que los sermones, indistintamente de la predilección política de sus redactores, empleasen la historia sagrada como un mecanismo para entender y explicar los acontecimientos de comienzos del siglo XIX. Esto debido a que se creía estar haciendo parte de esa historia sagrada, confrontación que deviene desde la existencia del bien y del mal. Pocos fueron los sermones que defendieron, de manera temprana, la fractura del orden colonial. Se enfrentaban, dichos textos, a un volumen considerable de los que defendían el orden monárquico y condenaban la subversión del orden natural. Sin embargo, unos y otros tenían la misma esencia, la religión como garante de ambos escenarios: el monárquico y el republicano, lo que nos demuestra, nuevamente, que los sermones, indistintamente de la posición política de sus redactores, defendían los derechos y/o privilegios de la religión católica en la Nueva Granada.