COMO DEJAR DE SER UN PARDILLO
INDICE 1.-Prólogo 2.-Creencias erróneas de un pardillo. 3.-Conociendo a las mujeres. 4.-El cerebro triuno. 5.-Características del macho alfa. 6.-El lenguaje corporal. 7.-Indumentaria y apariencia. 7.-La importancia de ser un desafío. 8.-Las mujeres te prueban. 9.-Marcos. 10.-El principio de escasez. 11.-El proceso de seducción. 12.-Eres un hombre y no debes avergonzarte de ello. 13.-Lo predecible es aburrido. 14.-Las autoexcusas. 15.-Tus creencias internas. 16.-La atracción genera atracción. 17.-Indicadores de interés. 18.-No las mitifiques. 19.-Relaciones a largo plazo. 20.-La sociedad no ayuda. 21.-El proceso de aprendizaje.
PRÓLOGO
No es mi intención pretender que lo que expongo en este manual de seducción es totalmente original, tan solo fruto de mi inteligencia y mis experiencias. La verdad es que un libro de este tipo nunca puede ser obra de una sola persona. Antes de escribirlo, he tenido que leer mucho sobre técnicas de seducción y por supuesto experimentar con ellas. Mis fuentes han sido maestros de la seducción que antes que yo, han trabajado por desentrañar los secretos de esta ciencia. Estos son sus nombres: -Mystery -Neil Straus -Mario Luna -David Deangelo A ellos mi más sincero agradecimiento, pues con su sabiduría me han convertido en otra persona. Si encuentras sus libros, mi consejo es que los compres y los estudies. Es lo mejor que puedes hacer por ti. Por tanto, no te sorprendas si cuando leas este manual, descubres ideas o técnicas que ya has leído anteriormente. En un gran porcentaje es así. Lo admito porque no es mi deseo llevarme los honores que tan justamente les pertenecen. Por mi parte lo único que me he propuesto al escribir este libro es: -En primer lugar, divertirme. (El libro es gratuito y sin afán de lucro). -En segundo lugar, concentrar en un breve manual, y de un modo modo sencillo y fácil de comprender, todo aquello que funciona en el ámbito de la seducción y eliminando todo lo que no. -En tercer lugar, ayudar a todos aquellos hombres que tienen serios problemas a la hora de gustar a las mujeres. Porque yo estuve ahí, y sé que duele. Marc
CREENCIAS ERRÓNEAS DE UN PARDILLO P ARDILLO
No es mi intención pretender que lo que expongo en este manual de seducción es totalmente original, tan solo fruto de mi inteligencia y mis experiencias. La verdad es que un libro de este tipo nunca puede ser obra de una sola persona. Antes de escribirlo, he tenido que leer mucho sobre técnicas de seducción y por supuesto experimentar con ellas. Mis fuentes han sido maestros de la seducción que antes que yo, han trabajado por desentrañar los secretos de esta ciencia. Estos son sus nombres: -Mystery -Neil Straus -Mario Luna -David Deangelo A ellos mi más sincero agradecimiento, pues con su sabiduría me han convertido en otra persona. Si encuentras sus libros, mi consejo es que los compres y los estudies. Es lo mejor que puedes hacer por ti. Por tanto, no te sorprendas si cuando leas este manual, descubres ideas o técnicas que ya has leído anteriormente. En un gran porcentaje es así. Lo admito porque no es mi deseo llevarme los honores que tan justamente les pertenecen. Por mi parte lo único que me he propuesto al escribir este libro es: -En primer lugar, divertirme. (El libro es gratuito y sin afán de lucro). -En segundo lugar, concentrar en un breve manual, y de un modo modo sencillo y fácil de comprender, todo aquello que funciona en el ámbito de la seducción y eliminando todo lo que no. -En tercer lugar, ayudar a todos aquellos hombres que tienen serios problemas a la hora de gustar a las mujeres. Porque yo estuve ahí, y sé que duele. Marc
CREENCIAS ERRÓNEAS DE UN PARDILLO P ARDILLO
Durante muchos años he tenido creencias erróneas sobre las mujeres y el modo de atraerlas y seducirlas. Creía que ser un buen chico y comportarme de un modo educado y amable era la manera correcta de tratarlas, y el hecho de que me rechazaran una y otra vez no me hacía cambiar de actitud. Es cierto que sospechaba que había algo erróneo en mi manera de comportarme. A veces sentía que era demasiado blando y amable. Pero como no se me ocurría el modo de hacerme el duro, (pegarles me parecía excesivo), seguía comportándome como lo había hecho siempre. Además, había algo en mi interior que me decía que ser amable y educado era lo correcto. Era lo que me habían enseñado mis padres, el maestro de la escuela y el cura en la iglesia. Aún así, casi nunca lograba que las chicas chicas respondieran a mi amabilidad y me quisieran. Al fin llegué a la conclusión de que si las mujeres no se enamoraban de mi, era sencillamente porque yo no les gustaba, o no era su tipo, o no era suficientemente guapo, o no tenía coche. Tenía un montón de creencias erróneas sobre las mujeres. Pensaba que, de un modo predeterminado, a una chica le gustas o no le gustas. Si ocurre lo primero, estás de suerte y podrás tener sexo con ella, si ocurre lo segundo, lo mejor que puedes hacer es quitártela de la cabeza porque tus posibilidades sexuales con ella son completamente nulas y nada de lo que hagas cambiará la situación. Pensaba que las tías buenas salían sólo con tíos buenos, los tíos físicamente mediocres como yo tenían que conformarse con tías mediocres. Si por casualidad veía un tipo mediocre con una mujer despampanante, me lo explicaba diciendo que el tío en cuestión debía de pertenecer a la nobleza, o tener un montón de pasta en el banco. Pero a veces me encontraba con casos que hacían tambalearse mi concepción del universo. Como en una ocasión que ví a un tipo más feo que una nevera por detrás enganchado enganchado a dos pivones increíbles. increíbles. Y no era un tipo tipo con pasta, y las chicas parecían estar a gusto a su lado. Para estos casos no hallaba explicación posible. Quizás fueran putas o enfermas mentales. Al no saber la respuesta, me lo quitaba rápidamente de la cabeza. No se me ocurría que había un modo correcto de ligar, y si lo había, desde luego no era posible aprenderlo. Así pensaba hasta que leí mi primer libro de seducción y de pronto una nueva realidad se abrió ante mí. Fue como sacar la cabeza por una ventana y ver por primera vez el cielo. Comprendí que la mayoría de las creencias que yo tenía sobre las mujeres eran falsas.
A continuación te enumero unas cuantas verdades sobre las mujeres, que pueden serte útiles. Por si se diera el caso de que tu también andes equivocado: 1º- En el aspecto mental y psicológico, ellas no son iguales que nosotros. Esta verdad es obvia para muchos pero no lo era para mí. (Me avergüenza confesar que estuve convencido durante muchos años que las mujeres eran igual que los hombres pero sin pene). 2º-Existe un juego de la seducción cuyas reglas se pueden aprender . La mayoría de los hombres ignoran estas reglas. Incluso muchos de aquellos que tienen éxito con las mujeres, actúan de un modo instintivo sin ser conscientes de por qué funciona lo que hacen. 3º-El mecanismo de la atracción actúa de manera distinta en hombres que en mujeres. Por lo tanto no son de fiar los libros que hablan de la seducción en general, puesto que las reglas no son las mismas para ellas que para nosotros. 4º-La atracción en las mujeres no es un hecho inmutable sino que puede agudizarse o debilitarse por momentos, dependiendo del comportamiento y las reacciones del hombre que está con ellas . Se acabó lo de decir, “no soy su tipo, creo que no le gusto, no suelo agradar a esa clase de mujeres…” Tu comportamiento con ellas es determinante. Siguiendo las directrices que te indico a lo largo del libro, te sorprenderá ver los tipos de mujeres que puedes llegar a atraer. Si eres un pardillo, no te desanimes. Eres el alumno ideal, pues los mejores seductores son aquellos que han sufrido los mayores desengaños. Es decir los pardillos como tú y como yo. Pues para que una persona sienta una fuerte motivación por seducir mujeres, antes debe haber sufrido la angustia del fracaso continuo. Mi consejo es que leas este libro con talante escéptico. No te creas ciegamente lo que te digo sin antes experimentarlo en la vida real. Éste no es un libro cualquiera de autoayuda. Esto puede cambiar tu vida. Puede transformarte en un hombre diferente y mejorado de lo que ahora eres. Puede ayudarte a conquistar la mujer de tus sueños, y puede también convertirte en un adicto a la seducción que no cesa de acostarse con mujeres sin encontrar el momento de detenerse. Lo que hagas con tu vida es cosa tuya. Yo solo afirmo que esto funciona.
Bien, supongo que tengo toda tu atención y la disposición sincera de ponerte a trabajar. Empecemos pues.
CONOCIENDO A LAS MUJERES En primer lugar vamos a conocer a nuestro adversario en el juego de la seducción: las mujeres. Aunque supongo que coincidirás conmigo en que no hay ninguna mujer igual a otra, podemos distinguir unas características comunes propias del sexo femenino que es preciso que conozcas. Para empezar, uno de los principales objetivos en la vida de la mujer es atraer a los hombres. Para ello son capaces de permanecer horas ante el espejo, preguntándose si el tono de sombra de ojos que mejor les queda es el azul o el verde. En su afán de atraernos, se maquillan, se hacen a manicura, se broncean, se tintan el cabello, se colocan implantes, se adornan y se visten de un modo sexy. Así como ellas ocupan nuestra mente, nosotros ocupamos la suya. Cuando una mujer hermosa se pasea por una sala de baile y los ojos de los hombres recaen sobre ella, su ego se siente satisfecho. Su validez como mujer queda probada. Todo el esfuerzo previo que ha realizado antes de salir de casa para asegurarse de estar tan impresionante como sea posible, se ve recompensado. La mujer colecciona miradas como los niños coleccionan cromos. La mujer colecciona admiradores, se crece con los halagos, goza de ver el deseo que genera en los hombres. Así pues, aunque a veces finja sentirse molesta cuando los hombres hacen cola para hablar con ella, no te dejes engañar. La mujer disfruta de esta atención. Sin embargo esta corte de corderos aduladores no genera en ella ninguna atracción. Simplemente inflan su ego. Tenlo en cuenta, pues esta diferencia es muy importante. Satisfacer su vanidad no es lo mismo que atraerla sexualmente.
Las mujeres están más preparadas que nosotros en el juego de la seducción.
Tienen la habilidad innata de conseguir que el tipo que les gusta acabe persiguiéndolas. Ojo con lo que acabo de decir : son capaces de conseguir que el tipo que les gusta acabe persiguiéndolas. Esto es muy revelador, porque, ¿conoces a algún hombre capaz de hacer lo mismo con ellas? De un modo innato saben convertirse en el premio. Nacieron con esta habilidad, Ellas son las perseguidas y nosotros los perseguidores. Nosotros nos aproximamos y ellas eligen. Nosotros las adulamos, las invitamos a bebidas o a cenar y cruzamos los dedos esperando que ellas nos escojan en lugar de a los demás. Parece que sólo los hombres tengamos interés en relacionarnos sexualmente. Ellas se limitan a elegir. Todo esto tiene una explicación natural. Las mujeres han de andarse con ojo porque un desliz a la hora de practicar el sexo puede tener para ellas consecuencias nefastas. Se juegan nueve meses de embarazo, un peligroso parto y la posterior crianza del nuevo ser. En este sentido podemos entender su prudencia, que por cierto es innata y viene de fábrica. La llevan impresa en su código genético. De nada sirve que les mostremos un álbum con preservativos de todos los colores, o que les enseñemos el certificado de nuestra reciente operación de vasectomía. Sus genes las obligan a ser prudentes en la práctica del sexo como lo fueron sus antepasadas de las cavernas. Nosotros los hombres, sin embargo, estamos programados para tener sexo con cualquiera que lleve falda. Al fin y al cabo, nuestra misión natural es esparcir nuestros genes a diestro y siniestro. A no ser que nos pille en pleno acto el marido o el novio de la chica en cuestión, la práctica del sexo apenas supone riesgos para nosotros. Es pues la ley de la oferta y la demanda. Para los hombres casi cualquier mujer es válida para practicar el acto sexual, para las mujeres sin embargo, es muy importante elegir cuidadosamente al compañero adecuado. Es por eso que somos nosotros los que generalmente tenemos que abordarlas, pedirles una cita, pedirles en matrimonio. Hasta ahí, se puede entender nuestra manera de actuar. Pero cuidado. Nunca hay que caer en el exceso de humillarse ante ellas suplicando su atención, su cariño, o una noche de sexo. Son muchos hombres los que con este fin les hacen regalos, les colman de halagos y atenciones, obedecen sus órdenes y satisfacen todos sus caprichos. Creen que están haciendo lo correcto tratándolas de esta forma. Craso error. Con sorpresa se dan cuenta de que ellas prefieren a otros que ni las adulan ni las invitan. Algunos de estos hombres, incluso, las tratan mal.
ÉL: ¿Pero tú no querías un hombre responsable que te cuidara y respetara? ELLA: Sí pero está tan mono con su Harley Davison, sus patillas de a palmo y su botas de punta metálica… Tan solo le falta encontrar un trabajo estable, o un trabajo a secas… Y si no me pegara ya sería la repera, pero no te asustes, solo lo hace cuando esnifa coca. Esta parodia refleja lo que ocurre en la realidad. En mi entorno hay ejemplos de hermosas mujeres que pudiendo escoger al hombre que hubieran querido, han unido sus vidas a tipos irresponsables y autodestructivos que han convertido su existencia en un calvario. ¿Qué ocurre aquí? ¿Por qué dicen ellas que desean seguridad y respeto y luego se unen a tipos que no les dan ni lo uno ni lo otro? ¿Están mintiendo? No, para poder explicar esto debes conocer los fundamentos del cerebro triuno.
EL CEREBRO TRIUNO En los seres humanos actúan a la vez tres tipos de cerebros totalmente distintos y que a veces entran en conflicto. Estos cerebros son: El cerebro instintivo, que es el que poseen los animales más primitivos como los reptiles, y que controla las funciones vitales del cuerpo y las reacciones primarias, como el miedo, el hambre y el sueño. El cerebro emocional, que es el responsable de los sentimientos y emociones, y que lo poseen los mamíferos. Y finalmente el cerebro racional, propio del ser humano, responsable de las ideas y el razonamiento. Estos cerebros no actúan siempre de un modo conjunto. Y cuanto más primarios son, más fuerza tienen en condicionar nuestros actos. Pongamos el siguiente ejemplo: Fumar es malo para la salud y el cerebro racional lo sabe bien. Sin embargo, cuando estamos con otras personas nos domina el deseo de integrarnos y de imitación. Es por eso que tanta gente fuma. Cuando las mujeres dicen lo que desean en un hombre, están hablando con su cerebro racional. Y este cerebro habla de un modo lógico. “Quiero alguien que me respete, que me quiera, que me cuide”. ¿Y quien no? Pero cuando el corazón dicta algo, la razón ha de someterse. Aquí está hablando el cerebro emocional. Si una mujer se siente fuertemente atraída por un tipo pernicioso para ella, se irá con él sin que nada pueda hacer que cambie de opinión, ni sus
experiencias pasadas, ni elaborados razonamientos, ni los consejos de sus padres o amigos. De esto habla extensivamente y de un modo claro David Deangelo en su libro “La atracción no es una opción”. Y es que las mujeres se sienten atraídas de un modo visceral por hombres seguros de si mismos que son un desafío para ellas. Hombres que les paran los pies. Hombres independientes, fuertes de carácter y capaces de dominarlas. Por desgracia, muchos de estos hombres son además personas irresponsables y autodestructivas. Como veis las mujeres ceden a los impulsos de su cerebro emocional. Pero en esto no son tan distintas de nosotros. Que levante la mano aquel que haya perdido la cabeza por la gordita con bigote y con más granos que una paella de arroz con guisantes que se sentaba a nuestro lado en el instituto, y que dicho sea de paso era una chica inteligente, la mar de simpática y de buen corazón. ¿Hay alguien entre el público? Ya ahora, levantad la mano aquellos que quieran salir con la piva del cuarto que no la cogieron de modelo porque tenía demasiado busto. Sí, esa que no sabes cuantos músculos tiene un culo de hembra hasta que te pasa por el lado con las mallas puestas. Aunque la chica en cuestión está de muerte, tiene un carácter insoportable, no sabe decir los buenos días y le pone los cuernos a todos sus novios. Por favor, he dicho que levantéis una mano, no las dos. Está claro que salir con la primera chica, nos proporcionaría una vida emocional estable y tranquila, exenta de infidelidades, (por su parte), una compañera con quien compartir nuestros problemas y nuestros pensamientos. Y sin embargo, ¿porqué elegimos todos la inestable y problemática relación con la salvajona del cuarto? ¿Nos hemos vuelto locos? Por supuesto que no. Es otra vez nuestro cerebro triuno en acción. Nuestra mente racional entra en conflicto con nuestra mente emocional. Es algo parecido a lo que les pasa a ellas. No obstante hay diferencias. Nosotros nos fijamos básicamente en el físico, y ellas en la personalidad. No estoy diciendo que el carácter de una mujer no nos resulte importante. Pienso que para que haya una buena relación se deben dar caracteres similares y aficiones comunes. Pero nadie me negará que nos atrae más una tía buena con carácter horrible que una tía horrible con buen carácter.
En cuanto a las mujeres la atracción funciona al revés, ellas pueden sentirse atraídas por hombres muy feos que tengan una personalidad de rasgos atractivos. Estos rasgos son propios de los machos alfa de los que hablaremos a continuación.
CARACTERÍSTICAS DEL MACHO ALFA Si observamos un documental de la National Geographic donde aparezcan manadas de lobos, leones u otros animales, veremos que en ellos siempre hay un macho dominante, un líder que dirige la manada por el camino de la supervivencia. Éste es el macho alfa. El ser humano no se diferencia tanto de sus congéneres los animales. Al fin y al cabo venimos de los monos y buena parte de los genes de los antiguos primates actúan en nosotros todavía. La mujer reacciona frente a un macho alfa, ante un líder de la tribu, tal y como lo hacía hace más de 10.000 años: sintiéndose atraída. Pero no te deprimas, el hecho de que tú no seas un macho alfa innato no supone una dificultad insalvable, pues sólo con adquirir ciertos atributos propios de los machos alfa y no cometer los errores garrafales que has venido cometiendo hasta ahora, podrás convertirte en el hombre atractivo que las mujeres desean y persiguen. Muchos de los que pretenden convertirse en maestros de la seducción olvidan una verdad básica, y es que las técnicas y las frases que uno pueda aprender para relacionarse con mujeres no sirven para nada si no se adquieren antes estos atributos del macho alfa. Aprenderse rutinas y frases enlatadas para seducir mujeres, sin mejorar ni desarrollarse antes como ser humano, es lo mismo que construir un edificio con cimientos de arena. Al final se derrumba. Por lo tanto lee cuantas veces te haga falta este capítulo, y esfuérzate en mejorar en tu vida diaria hasta que los atributos del macho alfa formen parte inherente de tu naturaleza. Las características básicas del macho alfa son:
Capacidad de liderazgo . Tener sentido del humor.
Tener fortaleza de carácter. Liderazgo El macho alfa dirige. No entiendas como dirigir el gritar, refunfuñar o enfadarte cuando no consigues salirte con la tuya. No, un macho alfa es alguien seguro de sí mismo que sabe lo que quiere y que es capaz de asumir el liderazgo en una relación. Si tienes novia no permitas que se den diálogos como este: ELLA: ¿Dónde vamos? TÚ: No sé. Donde tú digas. No hagas eso, por favor. Asume el control. No dejes las cosas al azar. No le cedas la responsabilidad de decidir. Eres tú el macho alfa, no ella. Y te lo dice alguien cuyas inclinaciones naturales han permitido casi siempre que sean ellas quienes decidan. Pero ha llegado el momento de despertar. Hoy sé lo que una mujer espera de mí y se lo doy. Aunque tenga que esforzarme y luchar contra las tendencias serviles de toda una vida. Aunque tenga que prepararme de antemano un itinerario. El caso es que cuando ellas me preguntan donde vamos, tengo preparada una respuesta. Y si no me lo preguntan me da igual, las conduzco a donde me place. Ten en cuenta que si te comportas de una manera débil e indecisa, si permites que ella asuma el mando, a la larga tendrás una mujer insatisfecha que no te respetará. Y el día menos pensado te dejará para largarse con otro que sí es capaz de asumir el control. Esto debes aplicarlo tanto en las primeras citas como en relaciones de muchos años. Sé que esto algo antiintuitivo que puede chocar con las creencias que tienes en estos momentos. ¿Acaso hay algo más lógico que darle lo que pide? Y si ella intenta asumir el liderazgo ¿Porqué no complacerla y cedérselo? ¿Quién puede acusarnos de hacerlo mal si precisamente estamos dándole lo que quiere? Pero ahí viene la paradoja. Cuanto más nos preocupamos en satisfacer sus deseos y sus caprichos, más atractivo perdemos. Y si no dime: ¿Te ha ido bien hasta ahora actuando de esta forma? Todo esto tiene una explicación lógica que se fundamenta en la evolución. Te la daré de un modo breve. Las mujeres quieren hombres fuertes, porque son los más aptos para llevarla a ellas y a sus descendentes por el camino de la supervivencia. Por definición un hombre fuerte es independiente, capaz de asumir el liderazgo y no dejarse dominar. Ellas pues, prueban su temple tratándolos de convertirlos en dóciles.
Si el hombre, por ignorancia o debilidad, cede a sus caprichos y le obedece ciegamente, suspende la prueba, y por descontado pierde todo su atractivo. Así pues, es tu misión liderar, conducir y no dejarse manipular. ELLA: ¿Qué pedimos? ÉL: Pues no sé ¿A ti que te apetece? ELLA: Estoy dudosa ¿Quizás el puré de guisantes? ÉL: Bueno, lo que tú digas, cariño. Por favor, me pongo negro escribiendo esto. Veamos un macho alfa en acción. ELLA: ¿Qué pedimos? ÉL: He oído que hacen unos pimientos rellenos que son una maravilla. ELLA: El caso es que no me gusta el pimiento. ÉL: Pues a mí sí. Tú pide lo que quieras pero yo los pienso probar. Diferente, ¿no? Tampoco se trata de imponer siempre nuestro criterio. Si deseamos ir a la bolera y a ella le apetece más ir a la discoteca, deberemos llegar a un acuerdo más o menos democrático, yendo un día un sitio y otro día al otro. No discutamos. Pero mantengámonos atentos para que no comience a salirse siempre con la suya. Hay algunos que al oír eso, me replican: “Sí, todo esto parece muy sencillo, pero si a ella le apetece siempre ir a la discoteca y nunca ir a la bolera ¿qué remedio me queda? Si has llegado a esta situación debes ser consciente de que estás totalmente sometido, amigo, de que has perdido todo tu poder sobre ella, de que ya eres incapaz de imponerte. Te ha colocado bajo su yugo. ¿Te has parado a pensar quién domina aquí la relación? Pero aún estás a tiempo de reparar el error. Intenta, a partir de ahora, no ir tanto tras ella, ser más indiferente, más distante. Empieza a socavar los cimientos en los que se asientan sus creencias sobre ti. Cuando te llame para salir un día, en el que normalmente cuenta contigo, dile: “Lo siento pero hoy no puedo”. Ponte en tu sitio. Hazla dudar. Que se pregunte: ¿Qué ya no me quiere como antes? Bueno, me estoy saliendo del tema. Volvamos a lo de asumir el liderazgo.
Desde que soy sensible a este concepto, me doy cuenta de que en las relaciones con los demás casi siempre se establece una jerarquía donde unos mandan y toman las decisiones y otros se dejan conducir. Dejarse arrastrar, por hombres, no suele ser demasiado denigrante, pero dejarse llevar por una mujer a la que queremos seducir, elimina cualquier posibilidad de conseguirlo. ¿Y por qué? Repetimos: las mujeres están programadas genéticamente para seguir, respetar y amar a un macho dominante , y no a un ser amable y servicial que es incapaz de asumir el control y tomar decisiones por no contradecirla ni disgustarla. El juego de poder puede ser muy sutil. En el simple acto de pasear con una mujer por la calle puedes cederle el mando sin apenas darte cuenta. Si no eres consciente, puedes acabar siguiendo el itinerario que ella ha marcado, conducido como un perrito que sacan a pasear. En cuanto dos se juntan, uno de ellos domina al otro. Por tu bien y por el de ella, ese debes ser tú. Aquí tenemos unos ejemplos de cómo debe hacerse. ELLA: Entremos en ese bar. EL: No, vamos al Diamond. Hay más ambiente. Más ejemplos. ELLA: Sentémonos aquí. EL: No, sentémonos más allá. ELLA: Invítame a una bebida. EL: Lo siento pero no suelo invitar a desconocidos. Pero si me quieres invitar tú la aceptaré. ELLA: Recógeme a las seis. EL: No, te recogeré a las seis y media. No se trata de negarle todo, pero debes estar atento para no darle exactamente lo que quiere. Todo esto puede parecerte trivial y quizás no compartas conmigo la importancia que tiene en la seducción asumir el liderzgo. En este caso lo único que puedo aconsejarte es que lo pongas en práctica a tu pesar y que observes los resultados. Por otra parte, la actitud dominante y segura de ti mismo hay mantenerla tanto en mujeres que acabas de conocer como en relaciones de varios años. Recientemente he presenciado rupturas de matrimonios donde la mujer pide el divorcio porque se siente insatisfecha con la relación. En algunos casos, el problema radica en que el hombre le ha ido cediendo el control día tras día. Se ha convertido en un pardillo.
Conozco un ejemplo donde el marido llevaba en volandas a la mujer, le besaba el culo y estaba siempre a su disposición como un criado fiel. -Te veo triste, cariño, ¿Qué te pasa? Ya sabes que si tú estás triste yo estoy triste. Dímelo. ¿Qué puede hacer don Pardillo por ti? Resultado: Desencanto de ella. Duraron tres años de casados. ¿Dónde está el hombre indomable e independiente del que se enamoró años atrás? Al principio ellas los eligen por ser dominantes y seguros de sí mismos. Durante la relación, los ponen a prueba intentando imponer su criterio, y los hombres sea voluntaria o inconscientemente van perdiendo el control. Y con la pérdida del control también pierden su atractivo. A partir de ahora te invito a que intentes descubrir en las parejas que conozcas esta negativa actitud servicial y sumisa por parte del hombre. Te darás cuenta de que es más común de lo que crees. Observa que en estas relaciones domina la rutina. Ellas parecen desencantadas. Han perdido el amor y la admiración que sentían por sus hombres. Si la relación se mantiene es porque hay otros factores en juego: hijos, hipoteca, temor a la soledad… Ahora que ya eres consciente de lo importante que es no dejarse dominar, confío en que estés atento y lo evites como si fuera el más tóxico de los venenos. Si has tenido una actitud servicial durante casi toda la vida, te será difícil desprenderte de tus hábitos de un día para otro. Pero con el tiempo lo conseguirás. Y si alguna vez tropiezas, no te flageles. Date cuenta del fallo para no repetirlo en el futuro. Para que te consueles, hace unos días incurrí en un error de principiante al dejarme mandar por una compañera de trabajo. Estaba sentado ante mi mesa ordenando unos papeles cuando me llamó: “Ven un momento”. Me levanté de la silla y me acerqué a ella. “¿Por qué no funciona el teléfono”? – me preguntó mostrándome el auricular. “¿Y yo que quieres que te diga?”repuse. Y regresé a mi mesa. ¿Por qué no funciona el teléfono? ¿Os dais cuenta? La madre que la … ¿Soy acaso el técnico de telefónica? Comprendí demasiado tarde que había caído en una de sus pequeñas tretas. Es posible que, desde tu posición, no percibas nada erróneo en mi comportamiento, al fin y al cabo supongo que tú también te acercas siempre que te lo piden y haces por ellas todo lo que está en tu mano. Pero no te dejes engañar. Es así como nos prueban. Empiezan por hacerte levantar para nada con una excusa cualquiera y acaban diciéndote la música que tienes que escuchar en tu propio coche. Y tú te vas metiendo de un modo inconsciente en la boca del lobo.
Y al final te borran de su lista de “hombres buenos para una relación” y te inscriben en la de “sólo como amigos”. Así que estate atento y que no te conviertan en un pardillo.
El sentido del humor. Es un aspecto muy atractivo de la inteligencia. Hay quien dice que el sentido del humor es a los humanos como la cola es al pavo real. Es decir, un adorno que resulta esencial en el cortejo. Con el sentido del humor demostramos que somos personas inteligentes. Y ser inteligente es tener buenos genes. Al fin y al cabo, lo que buscan las mujeres es alguien con buenos genes y buen estatus social para asegurarse su propia supervivencia y la de su descendencia. Pero tener sentido del humor ¿significa que debemos ser el payaso del grupo? Por supuesto que no. El humor debe ser empleado en dosis adecuadas y acompañado de otras cualidades como el buen gusto y la arrogancia. Sí, como lo oyes, la arrogancia. Una de las formas más efectivas para atraer a una mujer es comportarse de una manera arrogante, y a la vez divertida. No hay duda de que ser únicamente arrogantes resulta desagradable, pero si lo combinamos con humor lograremos una fórmula mágica que será enormemente efectiva para seducir mujeres. Por el contrario, si usamos tan solo el humor y nos excedemos, podemos ser tachados de payasos o de personas a las que no se les puede tomar demasiado en serio. La combinación perfecta: arrogancia más humor. Hay personas que piensan que tener sentido del humor consiste en hacerse un experto en contar chistes. Tuve un amigo que en cuanto conocíamos a un grupo de chicas, lo primero que hacía era rogar silencio y soltar uno de sus chistes. Eran chistes tan largos y elaborados que parecían cuentos. Al final de la narración, cuando estaba llegando al clímax, remataba el asunto más o menos de esta forma: “Y entonces le dijo el loro: vaya con los huevos ¿eh, cacho terremoto?... no, espera, no era así… ¿Dónde estabas cuando el terremoto te rompió los huevos?, eh, no, tampoco…, esperad, esperad…” A todos nos acometía un ataque de vergüenza ajena. No está prohibido contar chistes, pero mi consejo es que no te excedas. Si tienes gracia contando chistes, puedes lucirte durante un rato, pero tendrás también que demostrar que sabes hablar de temas serios cuando la ocasión lo
requiere. Si estás con una mujer a la que acabas de conocer, dudo mucho que consigas seducirla haciéndole escuchar tus chistes durante toda la tarde. Por mi parte, si cuento alguno procuro que sea breve. -Doctor, tengo los dientes amarillos. ¿Qué puedo hacer? -Corbata marrón. Pero lo mejor para demostrar sentido del humor es hacer algún comentario gracioso cuando se preste la ocasión. El problema es que algunos tienen facilidad para ello y otros son menos graciosos que un puñado de aserrín en el ojo. No obstante, puedes aprender algunos comentarios, y desarrollar los tuyos propios, a partir de los ejemplos siguientes. En ellos se combina la arrogancia con el humor, que como hemos dicho es una fórmula increíblemente efectiva para generar atracción. Si te acostumbras a usarlas en cuanto te relaciones con mujeres y te sorprenderás de los resultados. ELLA: Vaya, veo que hoy no te has afeitado. EL: (Tocándose la barba y esbozando una media sonrisa). Cierto, pero da lo mismo, sé que te gusto de todas las formas… El dar por supuesto que ella va de tras de nosotros y comentarlo de un modo humorístico tocándole las narices, es una manera muy efectiva de adoptar el rol de chulo gracioso. ELLA: Me gusta tu camisa. ÉL: No, te gusto yo. Esta réplica se la debemos a Mistery, un maestro de la seducción. ÉL: Iba a proponerte que saliéramos juntos..., pero no. Con lo que fumas me llenarías la casa de humo. Cuando una chica se me acerca demasiado la aparto de mi lado diciendo. “No te arrimes tanto que te vas a enamorar…” Variaciones sobre el mismo tema. “Te veo nerviosa ¿No será que te gusto?” “No te acerques tanto que esta noche soñarás conmigo”. Dilas en tono ligero, con una sonrisa irónica para trasmitir que estás bromeando. Pero no busques su aprobación. Suéltalas sin darle importancia. Puedes incluso soltar la frasecita y darte la vuelta sin preocuparte de su reacción. En cuanto ellas perciben que lo que haces o dices tiene como objetivo impresionarlas, se acabó la función. Estás descalificado. Lo más difícil de todo esto es ser natural.
El tira y empuja Otra forma de ser arrogante y divertido consiste en comenzar dando primero un halago y echarlo por tierra después. Es lo que algunos llaman jugar al tira y empuja.
Esta técnica es increíblemente efectiva para crear atracción. Yo la uso en todas mis interacciones y los resultados son espectaculares. (Halago) Me parece que eres una buena chica. (Arrogancia) De hecho creo que eres demasiado niña buena para mí. (Halago) Tú y yo somos muy parecidos. (Arrogancia) De hecho, somos tan parecidos que no deberíamos salir juntos. Discutiríamos constantemente, y yo ganaría siempre. (Halago) Me gustas… (arrogancia) como amiga, claro. (Halago) Eres una persona estupenda, (Arrogancia) por eso deberías juntarte con otras personas estupendas, por ejemplo, aquel tío que va por allí. (Halago) Eres una buena chica, (Arrogancia) seguro que vas a misa todos los domingos. (Halago) ¿Quieres un chicle? (Arrogancia) ¿Tu mamá no te ha enseñado que no debes tomar nada de un desconocido? Algunos dirán ¿Dónde diablos está lo divertido en estas frases? Pues entre otras cosas en la media sonrisa que esbozas al decirlas. Si has visto a Carl Gable en “Lo que el viento se llevó”, puedes hacerte una idea de en qué consiste ese modo de sonreír. Entiéndeme, no se trata de que la niña en cuestión se revuelque por el suelo en un ataque de hilaridad. Aunque si lo consigues, bien por ti. Y aprovecho desde aquí para pedirte que me escribas y me cuentes como lo has hecho. Puedes practicar también el tira y empuja al revés, es decir, comenzar empujando para darle el halago después. Ahí va un ejemplo que uso con las chicas que han sido un poco antipáticas en el momento del abordaje. -¿Sabes? Al principio de conocerte me has dado muy mala impresión. Me has parecido creída, arrogante, frívola y hasta un poco aburrida. Me he dicho con esta chica no vale la pena hacer amistad. (Pausa). Pero ahora que te conozco mejor me estoy dando cuenta de que estaba equivocado y que en el fondo eres una chica divertida, inteligente y buena persona. La verdad, me encanta haberte conocido. Personalmente combino la actitud arrogante y divertida con otro tipo de bromas.
ELLA: La semana pasada no pude venir porque me fui al médico. ÉL: Al psiquiatra, supongo. Si veo una conocida en una discoteca la llamo y cuando llega hasta mí le suelto: “¿Sabes? Solo quería decirte que si no hubieras venido ahora estarías por allí.” Y señalo un lugar alejado. Una chica me está hablando y de pronto la interrumpo diciendo: “Sí, todo eso está muy bien, pero deberías limpiarte un poco la cara. Te has manchado de tierra o algo así”. Y en cuanto acaba de frotarse esbozo una sonrisa burlona y añado. “Parece mentira, pero te lo crees todo” Y acto seguido le doy la espalda. Unas se mondan de risa, otras se alejan muy dignas sin hacer ningún comentario. Pero sea cual sea su reacción está prohibido acobardarse. Tú eres un tipo divertido y si ella carece de sentido del humor es problema suyo. De todos modos esta actitud suya es una pose. En el fondo le divierte y lo comprobarás en cuanto veas que tarde o temprano que hasta la más digna, regresa en busca de más. Estas inocentes bromas ayudan a crear vínculos y pone a las mujeres buena disposición para avanzar en la relación. Llegados aquí tengo que hacer una aclaración. Estos trucos y otros que diremos a lo largo del libro funcionan de maravilla, tanto con chicas de 8 como de 88 años. Pero debes saber calibrar para utilizarlos en el momento apropiado y sobre todo no abusar de ellos. No te excedas pues podrías convertirte en “ese chico frívolo que no para de hacer tonterías”. La actitud del chulo gracioso ha sido estudiada en profundidad por David Deangelo. Si te interesa recabar más información sobre el tema te aconsejo que leas sus libros.
Fortaleza. En este caso no me refiero a ser físicamente fuerte, aunque tampoco estaría de más, sino a fortaleza de carácter, la fortaleza de carácter va unida a la seguridad en sí mismo y la falta de necesidad. Tu eres un hombre independiente que se respeta. Si una mujer desea ganarte tiene que demostrarte antes que tiene una serie de cualidades que cumplen tus expectativas. No necesitas a nada y a nadie. Si estás un poco tristón ese día porque no te hace caso, intenta por todos los medios que no te lo note. Ríe con tus amigos. Habla con otras chicas, haz lo que sea, pero que en ningún momento ella sea consciente de su poder sobre
ti, porque entonces se sentirá superior y no generarás en ella ninguna atracción. Carlos se sentía atraído por Pamela. Un sábado por la noche, en la disco, echando afuera todo el valor que había acumulado durante la semana, se animó y le pidió salir. Pamela se sintió alagada, pero le dijo que no. “Sin embargo, podemos ser amigos, vernos aquí como antes, y bla, bla, bla…” Carlos asintió, dio media vuelta y se alejó de ella. Media hora después, parecía haber superado su desengaño mientras bailaba a toda leche en medio de la pista. Yo sabía que, aunque no lo parecía, mi amigo Carlos estaba hecho polvo por dentro. Pero como era un tipo muy positivo, le fastidiaba hundirse en la melancolía, y le fastidiaba aún más que Pamela se diera cuenta de cuanto le importaba. El sábado siguiente, Carlos se tropezó con Pamela de un modo totalmente casual, pero se limitó a cambiar unas rápidas palabras y alejarse de su lado. Pamela empezaba a mosquearse. ¿Qué le pasa a este tío que no está triste? ¿Por qué no se acerca ni me lanza miradas de cachorro huérfano?¿No le importa que lo haya rechazado? Su instinto cazador comenzó a despertarse. A la tercera semana, Pamela se acercó a Carlos: -Verás, sé que te dije que no quería salir contigo, pero he pensado en ello y creo que me he precipitado. Podríamos probar a ver que pasa… vamos, si tú quieres. -Está bien, podemos probar, pero en principio solo como amigos. Aún no estoy preparado para comprometerme. Bien por Carlos. La no necesidad es atractiva, tal como lo ilustra la historia verídica que acabo de contarte. Sé que si has sido débil y necesitado hasta ahora, te va a ser un poco difícil cambiar de repente. Pero no te desanimes y aplícate a la tarea. Mi consejo es que te comportes como un hombre fuerte hasta que lo seas. Esta frase en cursiva es todo un tesoro fruto de la psicología moderna. No lo desdeñes por su brevedad y simplicidad. Las cosas simples pueden ser profundas. Si actúas como un hombre fuerte, te convertirás en un hombre fuerte. Del mismo modo que su actúas como un hombre valeroso, serás un hombre valeroso. Hay hombres que cuando son rechazados, o cuando sus novias rompen con ellos, se echan de rodillas y comienzan a suplicar. Las llaman a todas
horas pidiendo que vuelvan. Y si no lo consiguen las llaman rogándoles una explicación. Les envían e-mails, vigilan la puerta de sus casas, se hacen los encontradizos para hablar con ellas… Pues bien, métetelo en la cabeza. Nada de esto sirve para nada. Rogando y suplicando sólo consigues perder la poca dignidad que te queda y que la mujer que te ha dejado se convenza aún más de que ha dado el paso correcto. Rogando y suplicando estás cortando de raíz las posibilidades de que ella se arrepienta algún día de su decisión y vuelva a ti. Enhorabuena, tu metamorfosis de hombre a lombriz ya anda a medio camino. Y las mujeres no se enamoran nunca de las lombrices. Lo que has de hacer en estos casos es asumir su rechazo. No te quiere, es duro pero es lo que hay. Te quieres morir, la vida pierde sentido, te sientes como una bayeta, no comes, no duermes…, vale, Pero eso, ella no tiene porqué saberlo. Tú eres un tipo duro, un tipo fuerte e independiente. Esa es la imagen que debes mostrar. Y si ella no te quiere, ella se lo pierde. Y es posible que actuando de esta forma ella vuelva a ti. Pero si lo hace, no la recibas con los brazos abiertos. Pónselo difícil. Resumiendo, si quieres que ellas te respeten, debes antes respetarte a ti mismo. Si estás sufriendo un desamor reciente te aconsejo que leas los libros de Fabio Fusaro. En ellos se explica al detalle como actuar cuando uno está perdiendo a su novia o la ha perdido por completo, y qué hacer para recuperarla. Hay hombres que cuando llevan un tiempo sin tener éxito con las chicas, comienzan a deprimirse y a beber en exceso. No se dan cuenta, pero dan una mala imagen de sí mismos. Sentados a la barra del bar de la discoteca, lanzan miradas de deseo y necesidad a todas las chicas que se cruzan por su lado. Parecen cachorros que han sido abandonados por sus dueños. Haz un esfuerzo e intenta verte como te ven ellas cuando estás en esta situación. Desde luego no pareces un tipo demasiado atractivo, ¿verdad? Evita estas manifestaciones de debilidad. Los machos alfa son independientes, ¿recuerdas? Y eso significa que no necesitan la admiración de las mujeres para sentirse bien. Cuando te sientas deprimido, reacciona. Ponte a bailar en la pista, habla con tus amigos, intenta pasártelo bien, o al menos aparenta pasártelo bien. Pero deja el papel de cachorro para los pardillos. Mario Luna en su libro Sex Crack dice que lo reactivo no es atractivo. Eso significa ni mas ni menos que un macho alfa no se deja influir por las
atenciones que le dedican los demás. Si ellas le prestan atención, no salta de júbilo como si le hubiera tocado las quinielas, y si ellas lo ignoran, no caen en depresión. El macho alfa no se preocupa de lo que piensan las mujeres pues esto es algo que no puede controlar. El macho alfa se preocupa de sí mismo. Él es el elemento más importante de la relación. Da igual si liga como si no. Su paz interior y su felicidad no dependen de las mujeres. Es dueño de su propia realidad. Los demás son invitados. Reflexiona sobre todo esto. Y que la fuerza te acompañe.
No discutir. Esto no es una característica sino una actitud. Pero es tan importante que no he podido resistirme a colocarla aquí mismo. Cuando leí mi primer libro de seducción, estaba yo manteniendo una relación a largo plazo con una chica preciosa, pero por razones que yo ignoraba entonces, la relación se estaba deteriorando un día tras otro. La chica me recriminaba constantemente todo tipo de cosas. Me insultaba, me perdía el respeto y discutíamos a cada momento. Si yo emitía una opinión sobre algo, ella se apresuraba a defender lo contrario. Antes le daba la razón a cualquiera de mis amigos que a mí. Yo no sabía que estaba ocurriendo. Veía otras parejas que mantenían una relación más larga y que funcionaba mucho mejor que la nuestra. Lo que más me angustiaba era el comprender que mi novia no me respetaba y que el poco amor que me tenía estaba desapareciendo. La ruptura era inminente. Me sentía inseguro. Y me devoraban los celos cuando la veía reír con otros hombres. No sabía qué hacer. Fue entonces, como he dicho, cuando cayó en mis manos el primer libro de seducción. Se trataba de una obra de Oscar Garrido que se titulaba “La ciencia de la seducción” Era un librito estupendo que no tenía desperdicio, (después me enteré que era un plagio de un libro de David Deangelo). En todo caso, al leerlo comprendí enseguida todo lo que hacía mal: Paulatinamente le había ido cediendo el poder a ella. Dejaba que fuera ella quien decidiera a qué sitios había que ir. Le obedecía ciegamente en todo
lo que me mandaba. Le daba todo lo que me pedía. Le concedía una atención indivisa. Le preguntaba constantemente como se encontraba y qué le apetecía. Y discutía con ella por todo. Hemos vuelto al asunto que nos ocupa. La discusión. Es cierto que resulta difícil no replicar cuando a uno le están acusando de ser un inmaduro, de ser un imbécil, o de no tener razón al exponer una convicción profunda que tenemos desde la infancia. Pero el libro decía. “Las personas que discuten constantemente son débiles de carácter. Las mujeres se sienten atraídas por los hombres fuertes”. O algo así. Reflexioné sobre esto y comprendí que tenía toda la razón. Y en ese mismo instante me propuse dejar de discutir. Y lo conseguí. Hace varios años que no discuto con ninguna mujer. Cuando una chica me provoca y me arrastra hacia una discusión, me hago la siguiente pregunta: ¿Cómo reaccionaría un galán de cine, como por ejemplo James Bond en un caso como éste? Observa esta escena y dime si ves algo que no cuadra. CHICA BOND: No le veo muy fino hoy, mister James, si no llego a rescatarle ahora estaría muerto. JAMES: ¿Acaso se ha olvidado de que hace un momento le he salvado de morir en las garras de Goldfinguer, señorita? CHICA BOND: Si pero gracias a que yo le avisé antes a usted de que había una granada de mano a punto de estallarle en la cara. JAMES: ¡Bah!, me habría dado cuenta por mi mismo. CHICA BOND: Sí, cuando le hubiera lanzado por los aires. JAMES: Que se cree usted eso. Si soy un 007 es por algo. CHICA BOND. Efectivamente, es usted un cero a la izquierda. ¡Ja, ja, ja! Y ahora una versión más acorde con la realidad. CHICA BOND: No le veo muy fino hoy, si no llego a tiempo para rescatarle ahora estaría muerto, mister James. JAMES: (Mirada de soslayo) En cuanto salgamos de esta, pensaré un modo de darle las gracias. Mejor, ¿no? Discutir no lleva a ningún sitio. Dejarse arrastrar a la discusión es de débiles. Con esto debería bastarte.
Puedo añadir algo más para intentar convencerte. En el momento que consigues vencer tus ansias de discutir y dejas que la otra persona diga la última palabra sin replicarle, te sientes fuerte. Te sientes como si fueras tú el que domina la situación. Te sientes James Bond. Con la chica que he nombrado antes logré dejar de discutir y comencé a aplicar los conocimientos sobre seducción que había adquirido y que tú estás adquiriendo también. Pero no creas que fue fácil. Al principio a punto estuve de ponerme el puño en la boca para no replicar cuando me decía: -¡Eres un inútil. No eres capaz ni de hacer bien la ensalada! Ten en cuenta que llevaba años respondiendo airadamente a frases ofensivas de este tipo y con ello había adoptado una inercia perniciosa. Sin embargo, pude contener mis ansias de responder y dejar que día a día sus beligerantes ataques quedaran sin respuesta. Por otra parte comencé a actuar de un modo un poco más independiente, a la vez que asumía el liderazgo en la relación. El resultado fue espectacular. Todo cambió. De un modo casi milagroso volvió a respetarme como lo había hecho al principio. Unas semanas después se me colgaba del brazo cuando íbamos caminando, cosa que no ocurría desde hacía meses. Me besaba sin que yo se lo pidiera. Me decía que me quería y un sinfín de cosas más. Merced a esto, yo también cambié. Los celos que sentía desaparecieron. Verla reír con otro hombre ya no me afectaba en absoluto. Sabía que ella estaba colada por mí por las múltiples muestras de amor que me profesaba. Sabía también que tenía la posibilidad de que casi cualquier mujer se sintiera colada por mí. El caso, es que con el tiempo, fui yo quien la dejé a ella. Lo siento, soy humano. Hemos hablado de las características básicas que definen a un macho alfa. A continuación hablaremos de otros factores que van asociados a estas características y que son enormemente importantes para generar atracción.
EL LENGUAJE CORPORAL Cuando era un niño mis parientes más allegados me decían continuamente que caminara erguido. Con ello puedes hacerte una idea de lo deficiente que era mi lenguaje corporal y de la mala impresión que causaba mi
postura, mi modo de caminar y en general mi manera de moverme o expresarme con el cuerpo. Confieso que nunca le he dado demasiada importancia al lenguaje corporal y esto ha sido determinante en mis fracasos con las mujeres en mi adolescencia sin que yo pudiera sospechar la razón. Hoy en día ya no ignoro que el lenguaje del cuerpo es fundamental en la atracción. No es que piense que el 90 por cien de la comunicación se efectúe de un modo no verbal como afirman algunos, pues la fuerza de la palabra es insustituible. insustituible. Pero lo que si tengo muy claro es que que no trasmitimos la misma impresión si caminamos erguidos que si lo hacemos cabizbajos y encogidos. En absoluto. Tampoco damos la misma impresión de seguridad en nosotros mismos cuando miramos a los ojos de d e los demás que cuando esquivamos la mirada. Y ahora también sé que la sonrisa tiene un poderoso efecto. Piensa por un momento en un galán de cine. Puede valerte nuestro amigo James de nuevo. ¿Por qué resulta tan atractivo a las mujeres? ¿Crees que tendría el mismo éxito si caminara con los hombros echados hacia delante y la cabeza gacha? El atractivo no solo depende de la constitución física sino también de la postura, de los gestos y de la manera de moverse. Pocos de nosotros tenemos una clara conciencia de cómo nos perciben los demás. Un experimento muy aleccionador consiste en filmarse cuando uno está en compañía de otras personas y después analizar concienzudamente las imágenes. La primera vez que lo hice, me sorprendió desagradablemente lo que ví. Me inclinaba demasiado al hablar, arrugaba la frente y hacía muecas extrañas… Fue para mí muy revelador. A partir de entonces me propuse mejorar drásticamente mi lenguaje corporal. Y creo que lo he conseguido. Debes convertirte en un actor que ofrezca la mejor imagen de si mismo. Cuando salgas a la calle, hazlo con la conciencia de un debutante que sale al escenario. El mundo te observa. No lo defraudes. Toma la imagen mental de tu galán de cine favorito y adopta su modo erguido y tranquilo de caminar. Comenzarás a ver que las mujeres te miran más. Al principio tendrás que esforzarte y mantenerte consciente en el empeño. Con el tiempo lo harás de modo automático. A partir de ahora ten muy en cuenta el lenguaje corporal y sigue atentamente estas instrucciones que voy a darte. Es fundamental que les concedas la atención que merecen porque de ellas depende tu futuro éxito con las mujeres.
-Camina erguido . Esto ya lo hemos dicho. Echa los hombros hacia atrás y la vista al frente. Pero no te pases, olvida tus tiempos en la legión. -Muévete despacio, sin prisas, exudando tranquilidad. Piensa en como se mueve el león dominante de la manada: indolente , tranquilo, como si tuviera todo el tiempo del mundo. Tú eres ahora ese león. Y hay h ay un montón de hembras que gravitan a tu alrededor. Si alguien te llama, no te gires rápido como un resorte para concederle toda tu atención. Tómate tu tiempo. Date la vuelta despacio y no corras a su lado, espera a que sea él o ella quien se acerque. Si paseas con una mujer, evita ser tú el que se quede rezagado. En las manadas, es el macho alfa el que dirige a los demás y por lo tanto es el que va delante. Esto no significa que le metas el codo en las costillas cada vez que intente adelantarte, ni que nunca le cedas el paso, ni que puedas detenerte a mirar un escaparate por miedo que ella tome la delantera. Todo tiene que tener un límite. Pero frecuentemente veo a muchachitos arrastrados de la mano por sus novias, dando una pobre imagen de liderazgo. Evítalo en lo posible. ¿Puedes dejarte llevar en un momento dado por una chica? Por supuesto que sí. Pero no hagas de ello un deporte. -Ocupa tu espacio . No cruces los brazos ni las piernas. Las personas que cruzan las extremidades lo hacen para sentirse un poco más protegidas. Si lo haces, das la impresión de ser una persona insegura. No coloques el vaso del cubata delante del pecho, como si te cubrieras. Ábrete. Cuando te detengas separa un poco las piernas, pero sin exagerar, tampoco se trata de que parezca que has perdido el caballo. No escondas las manos en los bolsillos. Las manos visibles y abiertas dan impresión de sinceridad. -Despréndete de tus tics . No parpadees demasiado, no arrugues la frente, no hagas gestos raros. -Mira tranquilamente a los ojos de las mujeres . No te comerán. Son personas como tú y como yo. -Sonríe cuando abordes a alguien por vez primera. No se trata de mantener la sonrisa boba en todo momento como si fueras un Macario, pero al comienzo es muy importante. Sonríe también cuando entres en un local. Recuerda, eres un macho alfa, te encuentras satisfecho en tu propio pellejo. Estás contento de estar en la fiesta, mejor dicho, eres el alma de la fiesta. -Mantén una postura abierta y relajada cuando te sientes en una silla. Recuéstate hacia atrás, pero sin pasarte, y si alguien te habla, no gires todo tu cuerpo en su dirección d irección sino tan solo la cabeza. -Aproxímate oblicuamente a una mujer a la que quieres abordar, no lo hagas por detrás ni lateralmente. Si abordas a una mujer desconocida de frente puedes intimidarla. Lo mejor es darle al encuentro un aspecto casual. Camina
como si no la hubieras visto, y al llegar a su altura giras la cabeza, la miras, y como si de repente se te hubiera ocurrido algo la abordas: “Oye, necesito una opinión femenina, ¿Qué podría regalarle a una niña de siete años. Es el cumpleaños de mi sobrina ¿sabes? Llevo todo el día dándole vueltas y no se me ocurre nada”. Normalmente suelo colocar mi cuerpo con respecto al suyo como las manillas de un reloj a las dos menos diez, de modo que tanto ella como yo tengamos que girar un poco la cabeza para hablarnos. En la mayoría de las ocasiones tengo la satisfacción de ver como ella va moviéndose poco a poco hasta encararse conmigo. Y atención al detalle siguiente donde fallan muchos hombres: -No te inclines hacia ella . Mantén tu postura erguida, y si no oye lo que dices, levanta la voz o acércate un poco más. Pero, por favor, no te inclines. No hay nada menos atractivo que inclinarse hacia una mujer como si le pidiéramos la limosna de su atención. Los líderes y las personas con status no se inclinan ante nadie. Las mujeres están programadas para sentirse atraídas por este tipo de personas. En el momento que te inclinas las posibilidades de seducirla disminuyen de manera drástica. En general, recuerda, no mantengas una postura incómoda al hablarle. Si lo haces, comunicarás que eres capaz de soportar cualquier incomodidad con tal de estar con ella. Si estáis en un sofá, reclínate hacia atrás. Si estás de pie y tienes una pared detrás, apóyate en ella cómodamente y deja que sea la chica la que se encare hacia ti. En esta posición, comunicas de un modo sutil que eres tú el perseguido y ella la perseguidora. Y eso es bueno. No hace mucho contemplé una escena tan patética que solo recordarla me hace sentir vergüenza ajena. Un hombre y una mujer en el parque. Ella sentada cómodamente en un banco y él casi arrodillado frente a ella. No sé que se decían pero la postura del hombre era de un servilismo tal que me sorprendía que la mujer aún tuviera arrestos para escucharlo. Pasé diez minutos después y el hombre continuaba en la misma posición. Buenas rodillas pero poca autoestima.
INDUMENTARIA Y APARIENCIA El como vistes, el como como te mueves, el como te expresas expresas con tu cuerpo es el modo en que te vendes a los demás.
No hay más que eso. Ellas no conocen tus elevados pensamientos, ni tu aguda inteligencia, ni tu sentido del humor, ni tu sentido de la responsabilidad, ni tu capacidad de amar. Ellas se guían por lo que ven a simple vista, y esto no es más que tu físico, tu lenguaje corporal y tu indumentaria. Si esto falla, no tendrás la oportunidad de mostrarle tus otras cualidades. Ponte en una esquina de una calle transitada y observa a los hombres que pasan por tu lado. Fíjate en su manera de vestir y de moverse y juzga quien puede resultar atractivo a las mujeres y quien no. Atención. ¿Estás preparado? Mira, ahí llega un tipo de buena estatura. No es nada feo, pero tiene un problema. Mira a todo el mundo con los ojos demasiado abiertos. Como si estuviera asombrado de ver tanta gente. Además, camina un poco encorvado. Y fíjate en sus ropas. No hace falta aproximarse para darse cuenta de que esa camisa lacia no es de marca. Ni tampoco los pantalones tejanos, que le vienen demasiado anchos. Es todo material de mercadillo. Decididamente, no parece que el tipo sea de los que vuelven locas a las chicas. Espera, ahí llega otro. Éste no es tan guapo como el anterior, ni tan atlético, pero camina erguido y tiene una expresión inteligente en la mirada. Viste bien. Seguro que esa cazadora que lleva le ha costado un pico. Y se nota que los pantalones son de marca. También ha cuidado el corte de pelo. Está claro que este tipo se mueve entre gente de calidad. No sería extraño verlo acompañado de una chica nueve. Si te acostumbras a observar a la gente con ojos de seductor, te darás cuenta enseguida quien tiene posibilidades de éxito con las mujeres y quien no. Es cierto que podrás equivocarte, porque estarás juzgando a los hombres tan solo por su apariencia, pero en la mayoría de las ocasiones no andarás desencaminado. Y es que la personalidad de las personas también queda evidenciada por su manera de vestir y de moverse. No es lo mismo una camisa barata comprada en el mercadillo que una camisa cara comprada en una tienda de ropa de marca. Quizás esto ya lo sepas, pero es posible que aún no lo sepas demasiado bien. Las mujeres son unas linces para apreciar este tipo de detalles. Una camisa barata dice de ti que posiblemente no tienes medios para vivir cómodamente, o que aunque los tengas, careces de buen gusto para vestir, y que tu casa y tu coche andarán en la misma línea. La mujer que se una a ti estará condenada a vivir rodeada de vulgaridad. ¿Todo eso? Todo eso.
No por vestir bien tendrás el éxito asegurado, pero al menos tu indumentaria no será un obstáculo para tenerlo. Mi consejo es que más vale un armario con poca ropa de buena calidad, que tener mucha pero de saldo. Por otra parte, puede que tu indumentaria no sea barata pero la combinación de las diferentes prendas produzca un poco de repelús. Aceptémoslo, no todo el mundo tiene desarrollado el sentido estético. Por desgracia, este defectillo es difícil de averiguar por uno mismo a no ser que alguien de reconocida elegancia nos lo haga notar. Y sino, pide consejo a la televisión. Observa una serie de éxito con personajes actuales y estudia como viste el tío molón que más liga de todos. Si te gusta su estilo y su edad y aspecto es aproximado al tuyo, cópialo. Daremos ahora unas normas básicas sobre estética que pueden serte ser útiles: -Prohibido juntar dos prendas rayadas, cuadriculadas o estampadas en la misma vestimenta. Es decir, si la camisa tiene rayas, el pantalón debe ser liso y viceversa. -El cinturón y los zapatos deben ser del mismo color. -No te abotones el último botón de la camisa. Deja un poco de cuello al descubierto. -No juntes marrones con azules. Trabaja con colores de la misma gama. Como por ejemplo: Vaquero azul oscuro, camisa azul claro. El negro suele quedar bien con casi todo. El blanco también. Usa los oscuros para la noche. Usa los claros en verano. -Hazte un corte de pelo que te favorezca. Para ello acude a un buen peluquero. Sé que son caros, pero podrás ahorrarte dinero en el futuro si te haces unas fotografías con el nuevo corte y acudes después a otros peluqueros más económicos pidiéndoles que lo reproduzcan. -Cuida la higiene personal. Dúchate antes de salir de fiesta y lávate bien con jabón. -Depílate los pelos de la nariz y de las orejas. Si tienes una única ceja, divídela en dos por el centro. -Quítate verrugas y granos y acné. Los dermatólogos están para eso. -Depílate los alrededores del pene. Se verá más grande y apetecible y aumentará la posibilidad de mamadas. -Si tienes el culo como la selva de Borneo, dale también a la depiladora. No confíes en el refrán: “El hombre y el oso cuanto más peludo más hermoso”. Creo que lo inventó una abuela neandertal. Hoy por hoy se lleva lo de estar depilado, bronceado y musculoso.
-Si tienes la dentadura como teclas de piano, hazte ver esas caries e iguálatela. -Apúntate al gimnasio. -Haz régimen.
LA IMPORTACIA DE SER UN DESAFÍO Posiblemente te habrás dado cuenta de que los fabricantes de videojuegos logran enganchar a un número enorme de gente planteando pequeños desafíos con un grado progresivo de dificultad. Y que cuando un jugador consigue superar todos los niveles de un juego, su interés por ese juego decae. No hace mucho, viendo a unos niños absortos jugando con la “Nintendo”, comprendí que ese afán por vencer retos cuya superación está dentro de nuestras posibilidades es algo que llevamos impreso en nuestro código genético. Superar desafíos es innato en la naturaleza humana. De ahí que deseemos aquello que está al alcance de nuestra mano pero que no podemos obtener. En el caso de una mujer hermosa, lo que halaga su vanidad es convertir en admiradores al mayor número posible de hombres, pues de ese modo se prueba a si misma su valía como hembra. Sin embargo no se sentirá atraída por estos hombres que se ha ganado sin invertir esfuerzo. Esto, para ella, es una rutina pueril que se repite en su vida a diario. En definitiva es como superar un sencillo videojuego infantil. Lo que la incentivará de verdad y provocará en ella emociones jamás experimentadas es encontrar a un hombre fuerte, que se haga respetar y que no caiga prendido en las redes de su belleza, es decir, alguien que sea para ella un desafío. Este tipo de hombres se diferencia de los demás porque no las halagan, no las invitan a bebidas ni a cenas, no les hacen favores, no obedecen sus órdenes, ni satisfacen sus caprichos. Son hombres seguros de sí mismos que les comunican desde el principio lo que esperan de ellas. Si acabas de conocer a una chica, por muy hermosa que sea, y por mucho que te guste, tu trato con ella debe ser lo más natural posible. Pregúntate ¿la invitaría a un cubata o le prestaría tanta atención si fuera gorda y con bigote? Si la respuesta es no, no lo hagas.
Repetimos. Se trata de ser un desafío. Tú eres el premio, tú eres el perseguido. Si ella no se comporta como tú esperas, te largas y en paz. ELLA: Sujétame el cubata que voy un momento al lavabo con mis amigas. Y tú de la manera más cándida se lo sujetas y esperas como un fiel criado a que regrese. Cuando vuelva lo más seguro es que te de dos palmaditas en el cogote, buen perrito, y que se olvide de ti. Has dejado de ser un desafío. ELLA: Sujétame el cubata que voy un momento al lavabo con mis amigas. ÉL: (riendo) ¿Sí? ¿Y que más? Mucho mejor ¿No? O bien se lo sujetas y te lo bebes. Ah pero, ¿no era para mí? ÉL: Voy a por una consumición. ELLA: Toma mi ticket y tráeme un ron con limón. ÉL: Si pero a cambio me vas a tener que dar un masaje en la espalda de al menos diez minutos. Le traes su bebida y si no te da el masaje antes, te la bebes en sus morros. ELLA: Voy al lavabo con mis amigas, espéranos un momento que ahora volvemos. Cuando vuelva asegúrate que te vea hablando con tus amigos o mejor aun con otras chicas. Las mujeres saben explotar su poder de un modo a veces muy sutil. El simple hecho de contestar a sus preguntas sin ponerles ningún freno te resta valor. No te sometas voluntariamente a un interrogatorio. La mejor manera de responder a estas preguntas es la siguiente: ELLA: ¿Cómo te llamas? ÉL: Adivina. Le haces pagar a cambio de tu información. ELLA: ¿Cuántos años tienes? ÉL: 94 ELLA: Venga, hablo en serio. ÉL: Está bien, me has pillado, tengo 96 pero siempre me quito dos. Ahí va un último ejemplo. ELLA: ¿En qué trabajas? ÉL: Afilo lapiceros. Si continúa insistiendo es mejor que se lo digas para que no piense que tienes algo que ocultar.
Como ves, con estas respuestas (dichas con talante juguetón), les planteas pequeños desafíos. No eres un chico fácil. Con tu actitud logras frustrarlas, y de eso se trata. Cuanto más tiempo consigas permanecer en su cabeza, mejor para ti. Verás como te empiezan a perseguir rogándote que respondas a sus preguntas. Es divertido y te sitúa en el nivel que debes estar. En estos momentos aprovecha para juguetear con ellas y frustrarlas aún más contestando tonterías. Ser un desafío consiste en eso y en mucho más: No les regales tu atención si no se lo merecen. No esperes a que regresen del aseo porque a ellas les apetezca. No las lleves a su casa en coche sin no vas a obtener nada a cambio. No las invites si no han hecho nada por ti antes. No aceptes sus caprichos y sus tonterías sencillamente porque estén buenas. Es más, eres tú quien tiene que dejar claras tus expectativas. Si ellas no las cumplen, dáselo a entender. Tú eres el premio. A veces en el largo camino hacia la maestría en la seducción, he descuidado un poco el concepto de desafío, y los resultados se han resentido rápidamente. El acercarme a una conocida y sonreírle diciendo de un modo halagüeño: “El otro día me acordé de ti, cuando vi tus pendientes en una joyería de mi barrio”, puede ser contraproducente. Sobre todo si no has generado aún en ella la atracción necesaria. Halagar a una chica no está prohibido, siempre que ella se sienta atraída hacia ti. De este modo entrarás en fase de romance de la cual hablaremos más adelante. Pero en relaciones incipientes, donde no todavía no has generado la atracción necesaria, el hacer comentarios que demuestren cierto interés por ser amable o halagüeño, no siempre da buenos resultados. En estos casos, cuando me doy cuenta de que ella no responde a mi amabilidad como yo esperaba, reacciono tratándola con cierta frialdad. Todo ello es muy sutil y lo da la práctica. Lo que quiero decir con todo esto es que si tienes claro el concepto de desafío, no permitirás que ellas te traten con indiferencia, sin reaccionar a tu vez de un modo similar. Acostúmbrate a responder de un modo breve y frío a una chica que anteriormente no ha sido lo suficientemente deferente contigo. Tranquilo, sé que no lo has hecho nunca, pero es más fácil de lo que parece. No se acabará el mundo por ello, ni la chica te jurará odio eterno. Ahora bien, no olvides que todo esto es un juego y que no debes convertirlo en una batalla de egos. La
próxima vez que la veas trátala de nuevo con naturalidad y verás como las aguas vuelven a su cauce. A ellas les encanta este tira y afloja. Cuando iba al instituto, nos llevaron una vez al jardín botánico, y mientras contemplaba los árboles le dije a una compañera. -Estas semillas estarán maduras dentro de poco. La semana que viene vendré un día y recogeré unas cuantas para plantarlas en macetas. -A mi también me gusta plantar semillas –respondió ella-. Si quieres podemos venir los dos juntos. La chica me gustaba y yo sabía que tampoco le era indiferente. La idea de salir con ella a solas fuera de las horas de clase me entusiasmó. -¡Estupendo! –exclamé- ¿Cuándo quieres que quedemos? Pero de pronto, su cara cambió. Dejó de sonreír y con cierta frialdad repuso: -Bueno, ya te lo confirmaré más adelante. Y dando media vuelta se alejó en busca de otros compañeros. ¿Qué ha pasado aquí? Por aquel entonces yo ignoraba la importancia de ser un desafío. Ante su propuesta de venir conmigo mostré un exceso de entusiasmo. Acogí la idea de quedar con ella con muestras de franca alegría. Y esto le indicó que estaba necesitado. Que mi agenda estaba vacía. Que yo no era un desafío. Que no tenía vida social. Que tenía total disponibilidad. A raíz de esto, jamás pude quedar a solas con ella. Ahora que ya conocemos la importancia de ser un desafío. ¿Cual hubiera sido la manera correcta de de actuar? ELLA: A mí también me gusta plantar semillas. Si quieres podemos venir los dos juntos. ÉL: (reflexionando un poco). Está bien, podemos quedar, pero tendrá que ser el jueves por la tarde. Los demás días estoy ocupado. Dicho en tono tranquilo. Y, por supuesto, sin dar saltos de alegría. En la seducción los pequeños detalles lo son todo. Por ejemplo. Imagínate que acabas de hablar con una chica y quieres quedar con ella otro día. No es lo mismo decirle: -¿Te apetece venir conmigo al cine el sábado?
Fórmula usada comúnmente entre los pardillos. Que hacerlo de este otro modo, mucho más correcto y que te da más posibilidades de éxito: -El sábado pienso ir al cine a ver la última de la Guerra de las Galaxias. ¿Te vienes? En el primer caso te pones en sus manos. Le estás dando a entender que vas a ir al cine solo por ella. En el segundo, le comunicas que vas a ver una película, venga o no venga ella. Aunque no te acompañe, tú lo harás de todos modos. En el primer caso eres un necesitado, en el segundo no. Acostúmbrate a usar la fórmula de “voy a hacer algo, ¿te vienes?” Por ejemplo, con compañeras del trabajo. -Voy al bar a tomar una cerveza. ¿Te vienes? O en ligues más serios: -El jueves voy al Corte Inglés a comprarme unos pantalones. ¿Te vienes? Si ella duda o se niega, siempre puedes añadir. -Me vendría bien que me acompañaras, y de paso me dices si me sientan bien. Además, me apetece conocerte, tengo la intuición de que podemos ser buenos amigos. Siempre que propongo una cita lo hago con la idea de conocernos y de ser amigos. Nunca sugiero salir en serio. Esto es congruente con la idea de ser un desafío. Sin embargo no significa que la trataré como a un colega. Puedes estar seguro de que no. Emplearé con ella todos los trucos y técnicas de seducción que sean convenientes. Pero me cuidaré mucho de verbalizar mis intenciones y sentimientos. La dejaré siempre con una ligera duda que le hará preguntarse: “¿Me quiere? ¿No me quiere? Por la forma que me mira, yo diría que me quiere, pero él dice que somos amigos. Y a veces se comporta de un modo frío. No es posible. ¿Seré tan solo una amiga para él? Cielos, me estoy obsesionando”.
LAS MUJERES TE PRUEBAN Las mujeres son muy observadoras, y por su condición siempre andan buscando al macho alfa con buenos genes que pueda satisfacerlas en todos los sentidos. Ellas nos observan constantemente.
Son muy discretas pero lo hacen. Y de esta observación sacan conclusiones: Este tipo es un inmaduro, este es un payaso, este es un buen chico pero solo es válido como amigo… Cuando estás en una discoteca, ellas ven si estás acompañado o si estás solo. Si eres un tipo divertido o eres aburrido. Si estás o no integrado en tu grupo de amigos. Si te deprimes con facilidad. Por eso te aconsejo que cuando entres en un local sonríe al principio. Se trata de demostrar que eres un tipo divertido que se siente satisfecho de estar en su propio pellejo. Camina erguido, bromea con los amigos, saluda al camarero aunque no lo conozcas. Da la impresión de que eres un tipo sociable. Estás actuando para la galería. Evita quedarte solo en un rincón o poner la cara larga aunque hayas recibido el mayor corte de tu vida por parte de la chica de tus sueños. Evita también acecharlas con la mirada. Si eres de los que se marea mirando a unas y a otras, despréndete de esa mala costumbre o habrás acabado con tus posibilidades antes de empezar. Ten en cuenta que si miras a las chicas con deseo, estás echando por tierra tu imagen de persona interesante que constituye un desafío. Serás un muerto de hambre. Y los muertos de hambre no son atractivos. Los muertos de hambre son lo menos atractivo que puedas echarte a la cara. Cuidado pues, ellas están al acecho y captan tus miradas. Mejor dicho, lo captan todo. Además de esa observación silenciosa, las mujeres nos prueban de infinidad de maneras para ver el tipo de pasta de que estamos hechos. Debemos recibir estos tests con buen humor porque el hecho de que nos los hagan demuestra que tienen ya cierto interés en nosotros. Por supuesto ellas no te van a preguntar, Oye, ¿eres un tipo lo suficientemente firme y seguro de si mismo como para no aguantar las tonterías de una niña caprichosa? ¿Soportas bien los momentos de crisis? ¿Eres un macho alfa capaz de llevar las riendas de tu vida y de las personas que dependan de ti? Si nos hicieran estas preguntas todo el mundo contestaría: -Yo soy el macho que buscas, muñeca. Con voz de James Bond. No, ellas tienen un sistema infinitamente mejor para averiguar como somos en realidad. Sus tests de chica. Estos les proporcionan toda la información que necesitan sobre nosotros.
Así pues, su afición al melodrama, sus caprichos, enfados, órdenes, etc. Todo tiene un fin práctico. Y en la mayoría de los casos es un proceso inconsciente. Seguramente es por eso que, hasta hace unos pocos años, la naturaleza femenina era totalmente incomprendida. Sigmund Freud, el padre del psicoanálisis, confesó una vez: “Después de tantos años estudiando la psicología del ser humano, hay una pregunta que no sé contestar: ¿Qué quieren las mujeres?” Y es que con su actitud contradictoria y su aparente falta de lógica, las mujeres han confundido a los estudiosos de todos los tiempos, y también a ellas mismas. Actualmente sabemos que la pregunta está mal formulada y que realmente se tendría que inquirir, ¿A qué responden las mujeres? En las páginas de este libro iremos desgranando poco a poco la respuesta. Es un test: -Cuando una mujer que acabamos de conocer nos pide que le compremos una bebida. -Cuando nos pide que nos acerquemos mientras ella espera inmóvil. -Cuando nos hace preguntas personales en el momento de conocerla. -Cuando nos miente sobre su nombre, ocupación, domicilio, etc. -Cuando nos pide que la esperemos mientras se larga a otro sitio. -Cuando nos da la espalda mientras le hablamos. -Cuando se queja de nuestro comportamiento. -Cuando nos dice que no le gusta la música que ponemos en el coche. -Cuando aparenta indiferencia. -Cuando se enfrasca en una conversación con otras personas haciéndonos esperar por su atención. Hay quienes dicen que casi cualquier cosa que hacen es una prueba. Y yo coincido con esa opinión. Pasar sus tests consiste en no darles lo que ellas piden. No hacer caso de sus recriminaciones. No permitir que se comporten como niñas mimadas. Parece una locura ¿verdad? Pero ¿de qué modo ellas pueden probar si somos el hombre firme y seguro que andan buscando? Ahí tienes unos ejemplos de cómo reaccionar a sus pruebas. ELLA: Ven un momento. ÉL: (sin moverse) ¿Qué quieres? ELLA: Veeeeeen.
ÉL: No, ven tú. ELLA: No me gusta ese jersey que llevas. ÉL: Pues entonces tendrás que buscarte otro chico, porque este jersey es mi preferido (dándose besos cariñosos en la manga). ELLA: No me gusta la música que pones en el coche. ÉL: Estupendo. Ahora ya sé como hacerte rabiar (subiendo el volumen). ELLA: Tómame el pulso. ÉL: ¿Para? ELLA: Creo que me encuentro mal. ÉL: (poniéndole la mano en la frente) ¡Uuuuy, me he quemado! Ya lo sabes. Bromea con ellas e intenta no hacer exactamente lo que te pidan. Si una chica deja de prestarte atención y comienza a hablar con otro tío, no te deprimas. Date vuelta y comienza a hablar con otras chicas, y si no las hay, márchate tranquilamente diciendo: Os dejo solos. Esta frase es de Mistery y está en sintonía con la idea de ser un desafío. Recuerda una vez más que tú eres el premio. Si ella quiere algo de ti, debe esforzarse. En ocasiones, he abordado a alguna chica que me ha dicho: -Tengo que irme, me esperan unas amigas. Hace unos años, ante algo así, lo único que sabía hacer era dejarla marchar maldiciendo mi suerte. ¿Qué otra cosa podía hacer? Nunca me ha gustado perseguir a las chicas. Tampoco lo aconsejo ahora. Pero hay maneras adecuadas de responder a esto: ELLA: Tengo que irme, me esperan unas amigas. ÉL: (sin inmutarse) Te estás portando de un modo muy maleducado conmigo. Me has interrumpido sin ni siquiera dejarme acabar con lo que te estaba contando. Y continuación prosigue con la historia como si nada hubiera ocurrido. A veces ella dice: -Tengo novio. Ante esto algunos se desmoronan, dan media vuelta y se marchan. Otros intentan convencerlas de que son mejores que su novio. (Patético) ¿Qué hace un macho alfa? Pues muy sencillo. Esboza una sonrisa y contesta: -Estupendo, así podrá entretenerte cuando yo no esté.
Y prosigue la conversación sin darle más importancia. Lo curioso del caso es que, con esta respuesta, sus probabilidades de acabar el reservado besándose con ella aumentan drásticamente. No olvides que las mujeres nos prueban. El que ella diga que tiene novio no significa que sea cierto. O que lo quiera. O que la satisfaga. Hay mujeres que dicen que tienen novio por costumbre. Es su manera de poner barreras. Una forma de comprobar si el tipo que le está hablando es el hombre seguro de si mismo que ellas buscan. Conclusión: La partida nunca está perdida. Seducir se parece mucho a jugar al poker. Cada jugador lanza sus faroles y luego esperan a ver quien se derrumba antes. A veces hay que apostarlo todo a una carta, como por ejemplo cuando dices: -Bueno, me voy a casa a cambiar el agua de los peces tropicales. Vente y te los enseñaré. Y ella responde: -No, lo siento, tengo que marcharme. Te encoges de hombros y te diriges hacia la salida. De pronto te paras y añades: -Bueno, que te vaya bien en la vida, seguramente no nos volveremos a ver. Miras su cara dubitativa y añades con impaciencia: -¿Te vienes o que? Y aquí es muy posible que ella reaccione y te siga. Como dice Style en su libro “el Método”, a veces hay que estar dispuesto a perderla para ganarla. Las mujeres utilizan con nosotros trucos similares. Dominan el juego de un modo natural e innato. A nosotros solo nos queda observar y aprender. Son nuestras maestras. Y lo curioso del caso es que los trucos que ellas usan con nosotros funcionan perfectamente a la inversa. Una de las pruebas con que me he enfrentado varias veces consiste en lo siguiente: Estoy sentado en un bar con un grupo de amigos y amigas. Tengo a un lado una tía buena y al otro un amigo. Hablo con la tía buena y hay buen rollo entre nosotros dos. Estamos absortos en una conversación como si el resto de la gente no existiera. Y de pronto, ella deja de hablarme. Se dirige hacia el amigo que está a mi otro lado, y reclinándose sobre mí, comienza a conversar con él. Es una situación rara. Ella está prácticamente sobre mí. Sus tetas me rozan los muslos. Su cabello me cosquillea en la nariz.
Sé que me está provocando, pero por otra parte, no me está haciendo caso. Ella habla y ríe con mi amigo. ¿Qué está pasando? En mis tiempos de pardillo, me limitaba a permanecer quieto como una estatua, hipersensible al roce de sus tetas en mis piernas. Notaba como el pene se me enroscaba en el pantalón, mientras pensaba: ¡Ooohh, que no se aparte por favor! Era la repanocha, que una tía buena me rozara con sus tetas en la entrepierna. Pero después de esto, nunca ocurría nada más. Ella pasaba de mí. Nunca volvía a sentir interés por mi persona. Entraba a formar parte de su lista negra. Imagina lo que pasaría si tú hicieras lo mismo con una tía buena. Es decir, estás hablando con ella y de repente cortas la conversación y le dedicas toda tu atención a una amiga suya que está sentada al otro lado. Y por añadidura, para hablar con esa amiga, te apoyas sobre la chica con la que estabas hablando en un principio. Lo más probable es que te aparte de un empujón y que recibas un airado reproche. Pues bien, si una tía buena tiene el suficiente amor propio para no dejarse tratar de esa manera, un artista de la seducción como tú no debe ser menos. Se impone decir: “Toma, ponte aquí”. Y te apartas cambiándole tu asiento. Es la versión sentada de la frase de Mistery: “Os dejo solos”. O bien te la puedes quitar de encima diciendo: ¿Estás cómoda? ¿Sabes que pesas? En todo caso no te quedes aguantándola como un pardillo. Ten en cuenta que por muy agradable que sea el roce de sus tetas, es mucho más importante salir airoso de su test. Recuerdo un fracaso estrepitoso en mis comienzos. Estaba en la discoteca, en compañía de unos amigos, escuchando la música y viendo bailar a la gente. Ninguno de nosotros hablaba. Y en eso, una chica que se sentía atraída por mí, y que me rondaba desde hacía unas semanas, se aproximó a donde yo estaba, y sin decir una palabra, comenzó a restregarse contra mi costado. Sentí su pecho sobre mi hombro y sus piernas rozando las mías. Me quedé mudo de sorpresa. No me moví. Después, ella me lanzó una mirada y esbozó una sonrisa burlona. Y se marchó tan silenciosamente como había venido. Ahora que lo cuento parece una escena surrealista. ¿Y qué pasó a partir de entonces?
Pues que dejé de existir para ella. Se acabó lo de rondar a mi alrededor. Se acabó cualquier atracción que ella hubiera sentido hacia mí. Fue algo fulgurante. Incluso cuando iniciaba cualquier conversación con ella, notaba su desgana al hablar conmigo. Comprendí demasiado tarde que había suspendido estrepitosamente su test de chica y que acababa de entrar en la lista negra. Solo como amigos. O ni eso. El suspender sus tests de chica conlleva esto: te colocan en la lista de los no aptos para una relación. El interés desaparece. Por lo tanto, no dejes que una chica te roce o te toque sin más, (a no ser, por supuesto, que ambos estéis en la fase sexual), porque te perderá el respeto. Tu cuerpo es tuyo y solo tuyo. Y ni la sex simbol más excitante del planeta tiene derecho a rozarte con sus tetas sin tú permiso. No estoy diciendo que te enfades, ni que las empujes lejos de ti con un rugido, por supuesto que no, pero hazles ver que eres consciente de su toqueteo y bromea con esto. -Los roces son a 20 euros. -Me estás sobando demasiado. Aléjate un poco a ver si te vas a enamorar. Si una conocida se te sienta en las rodillas sin preguntártelo. -Oye, ¿me has visto cara de sofá? Quita, que pesas. Si se te acerca y te estampa un beso diciendo: -¡Ay que chico más guapo! RESPUESTA: Sí pero los besos son a 50 euros. Otra de las tretas que usan para probarnos es la mentira. Al principio de la interacción las mujeres mienten. Lo hacen sobre su nombre, sobre su dirección, sobre su edad, sobre su teléfono, sobre el parentesco que tienen entre sí, etc. Si eres un avezado seductor sabrás estar al tanto y no dejar que te cuelen cualquier información sin ponerla en tela de juicio. El hecho de descubrir sus mentiras y dárselo a entender hará que tu valor ante ellas aumente drásticamente. ÉL: ¿Desde cuando os conocéis? ELLA: Desde siempre. Somos hermanas. ÉL: (Reflexionando mientras las observa atentamente). Humm… No creo que seáis hermanas. No os parecéis en nada. Más bien creo que sois
amigas. Y por la forma de comportaros yo diría que no os conocéis de demasiado tiempo. ELLA: Tienes razón. Somos amigas y nos conocemos de hace solo unos meses. No siempre estaremos tan inspirados como en el ejemplo. Sin embargo, como norma general y para evitar caer en su trampa prefiero pecar de escéptico que de crédulo. ÉL: ¿Cómo os llamáis? ELLA: Yo Janira y ella Jumara, ¿y tú? ÉL: (Mirándolas con incredulidad) ¡Hum! Me parecen nombres demasiado exóticos. ¿Seguro que no os los habéis inventado? ELLA: No, en serio. Nos llamamos así. ÉL: Comprobémoslo. Enseñadme vuestros carnets. ELLA: (Mostrándolos) ¿Lo ves? ÉL: Pues sí, es cierto. Me gusta que seáis tan sinceras. Mi nombre es Marc. Chócala. (Levanta la mano abierta y chocan las palmas). La invitación trampa
Es lo que Mario Luna en su supercompleto manual de seducción “Sexcode” llama la falsa invitación. Se da cuando una mujer invita a un hombre a salir con ella y sus amigas con el fin de probar como se desenvuelve éste en un ambiente adverso. En la mayoría de las ocasiones, la mujer ignorará al tipo y prestará atención solamente a sus amigas. Recuerdo a un adolescente que un sábado por la noche conoció a una chica estupenda en una discoteca. Conversaron, se gustaron y quedaron en verse el próximo sábado en el mismo sitio. Sin embargo, dos días después, cuando el chico paseaba solo por una calle de la ciudad, se encontró casualmente con la chica y sus amigas. Le propusieron que las acompañara y él aceptó. Craso error. Pronto se hizo evidente que ni la chica ni las amigas se iban a esforzar en que él se sintiera cómodo. Las muchachas hablaban entre sí sin prestarle atención, y ni siquiera respondían a sus comentarios cuando intentaba intervenir en la conversación. Al final, sintiéndose menospreciado y ninguneado se despidió de ellas con un balbuceo.
El sábado siguiente la chica no acudió a la cita. Ya no volvió a verla más. Esta historia es verídica pues el chico adolescente era yo mismo, y os puedo asegurar que, mientras paseaba con aquellas chicas que se comportaban como si no existiera, pasé uno de los ratos más angustiosos de mi vida. Entonces no sabía nada de trampas sociales ni de técnicas de seducción. Era un chico tímido que apenas había interactuado con chicas. Ahora es diferente. No hace mucho abordé un grupo de cinco chicas en una discoteca. Durante la conversación que sostuvimos me preguntaron si había venido en coche y les dije que había tomado el metro. Era cierto. -Y nosotras también –respondieron ellas. Poco después las dejé para abordar a otros grupos de chicas y prácticamente me olvidé de ellas. Pero cuando se acabó la fiesta, a la salida, me las encontré en la puerta esperándome. -Te acompañamos –dijeron. Acepté su ofrecimiento de buen grado y nos pusimos a charlar mientras caminábamos. Pero al poco rato dejaron de prestarme atención y comenzaron a hablar entre ellas ignorándome. A esas alturas yo ya me había topado con bastantes trampas sociales para reconocerlas al instante. Aún así, quise asegurarme. Hice algunos comentarios y formulé algunas preguntas relacionadas con la conversación que se estaba cociendo. Pero con las desdeñosas miradas que me lanzaron por encima del hombro sin dignarse a responderme tuve suficiente. Sin añadir una palabra, aceleré el paso y seguí caminando a buena velocidad, erguido, sin volverme, con intención de dejarlas atrás. La idea era proseguir solo mi camino. Pero cosa curiosa, las chicas aceleraron también y mantuvieron la distancia que nos separaba. A unos metros tras de mi, las oía proseguir la conversación con el aliento entrecortado. Momentos después me detuve ante un semáforo en rojo y ellas me alcanzaron. Y esta vez me rodearon y comenzaron a hacerme preguntas, dedicándome toda su atención. Un cambio radical. Eso fue para mí una evidencia de la importancia de superar la trampa social adecuadamente. Por lo tanto, cuando sospeches que la chica te está haciendo una invitación trampa niégate a aceptarla con una excusa cualquiera. Y si, a pesar de todo, caes en ella, no tengas reparo en largarte de allí cuanto antes.
No te andes con excusas ni miramientos. Ellas no están siendo amables contigo. No merecen otra cosa que un frío: “adiós, os dejo solas”. O ni siquiera eso. La máscara. En ocasiones te habrás tropezado con mujeres hermosas que, al abordarlas, se han comportado contigo como arpías. ¿Qué ocurre aquí? ¿Acaso todas las tías buenas son unas brujas? Nada de eso. Las mujeres hermosas, viven una realidad distinta al resto de los mortales. Desde que salen de sus casas por las mañana, hasta que se acuestan por la noche, reciben toneladas de indicadores de interés por parte de los hombres. El tendero les sonríe y les ofrece el mejor género de la tienda; el revisor del tren les perdona la multa cuando no llevan billete, los transeúntes las acompañan para indicarles una calle, los hombres hacen cola en la discoteca para conocerlas… Y ellas aprovechan la circunstancia para sacarles cubatas gratis o conseguir que los guardias de seguridad les dejen entrar sin pagar un euro. Esta es la realidad en que viven estas mujeres, y por lo tanto, necesitan un método rápido y eficaz para quitarse a los moscones que las abordan constantemente porque llegan a constituir una molestia. ¿Qué hacen? Pues se cubren con una máscara de antipatía e incluso de agresividad, que les permite ahuyentar a los incautos en cuestión de segundos. Porque dime. ¿Quién es el guapo que aguanta esto?
ÉL: Hola, ¿cómo te llamas? ELLA: No tengo nombre. ÉL: Hola, ¿estás sola? ELLA: Piérdete. ÉL: Hola, tu cara me suena. ELLA: Claro, ayer te ví. ÉL: ¿En serio? ELLA: Sí, tiré de la cadena y te perdí. Estas son respuestas reales en el mundo real. Es cierto que el pardillo del ejemplo no usa las frases más idóneas para el abordaje, pero las respuestas de ellas rebasan los límites de la buena
educación. Más adelante te indicaré como evitar la máscara abordándolas desde el principio del modo apropiado. En todo caso, las relaciones con las mujeres están plagadas de incidentes que ellas mismas originan. Parece ser que una relación pacífica y uniforme es contraria a su naturaleza. Ellas adoran el drama. Debes aceptar esto con la misma naturalidad con que soportas los días de frío y lluvia.
MARCOS El marco es la idea principal que subyace en toda relación. Cuando te acercas a una mujer y le preguntas si quiere bailar, el marco es que tú la deseas y ella es la deseada. En este marco, ella es la perseguida y tú eres el perseguidor. En definitiva, domina el marco de que ella es el premio. En este caso tú dependes de lo que ella decida y te colocas bajo su yugo desde el mismo comienzo. Con un marco así lo tendrás crudo. Hay pocas posibilidades de generar atracción en una mujer a quien le has dado el poder de sentirse con más valor que tú. Por lo tanto, abordar a una mujer mediante un halago, o preguntándole su nombre, o pidiéndole un baile, es un error tal como dijimos anteriormente. Abordándola de esta manera le estarás comunicando que la deseas, que ella es la perseguida, que es ella la que tiene el poder de aceptarte o rechazarte. Es pues muy importante que empieces a cultivar un marco positivo. El marco de que tú eres el más importante en la relación. Esto concuerda con lo que dijimos antes sobre ser un desafío. Realmente es lo mismo dicho de otra manera. Hay hombres que tienen un marco poderoso. Viven en su realidad y todos los demás son invitados. Estas personas son independientes y por lo tanto no necesitan la validación de los demás. Los hombres con este marco, aunque carezcan de otras cualidades, suelen ser exitosos con las mujeres si se lo proponen. Tener los marcos de “estoy satisfecho conmigo mismo y me importa un bledo lo que piensen los demás” o bien “esa chica parece interesante pero voy a conocerla mejor para ver si me conviene tener un romance con ella”, es algo a lo que debería aspirar cualquier aprendiz de seductor. Ahora que ya te has adentrado en los secretos de esta ciencia, te animo a que observes las relaciones hombre-mujer que se dan a tu alrededor y descubras los marcos que imperan en ellas. Comprobarás que la mayoría se
asientan en la idea de que las mujeres son el premio. Y desgraciadamente, los hombres aceptan este marco sin apenas darse cuenta. ¿Con qué frases o actitudes las mujeres reafirman su marco? Ahí van unos ejemplos: -Eres demasiado joven para mí. -No me gustan los chicos tan habladores. -¿No estarás intentando ligar con nosotras, verdad? -Si quieres hablar conmigo deberías afeitarte. -A mí solo me gustan los chicos rubios, de ojos azules y ricos. -Me estoy aburriendo. Cada una de estas frases contiene el mensaje implícito de que somos nosotros quienes vamos tras ellas, que tenemos la obligación de aceptar sus condiciones, satisfacer sus caprichos y divertirlas. Pero si reflexionas un poco, el marco es algo que solo existe en la mente de las personas. Cuando las mujeres establecen el marco de que ellas son el premio, es porque con nuestro comportamiento servicial o silenciosa conformidad se lo permitimos. ¿Cuál es la mejor manera de responder a estas frases? Pues dándoles a entender que no estamos dispuestos a cumplir con sus expectativas. Si ella nos dice: “Me gustan los chicos formales que ayudan el las tareas domésticas”. Y nos apresuramos a responder: “Yo soy muy formal y trabajador, me preparo la comida y hago las camas”. Lo que estamos haciendo es meternos de cabeza en su marco. Y de paso perder todo nuestro atractivo. Pero si le respondemos: “Pues lo siento, a mí me gusta que me mimen, te convendría un hombre mucho más servicial que yo, por ejemplo ese que va por allí. Tiene aspecto de ser un buen chico”. Todo ello dicho en un tono desenfadado, la cosa cambia. Aunque ella no pueda saber con certeza si hablas o no en serio, con esta respuesta le estás dando a entender que no vas a aceptar ciegamente su marco. Que no eres un tipo manejable, y además eres exigente. Ahí van unos ejemplos de posibles respuestas acordes con lo que acabamos de decir. ELLA: Eres demasiado joven para mí. ÉL: Sí, y lo siento. Pero no es culpa tuya. Con un poco de maquillaje podrías quitarte unos añitos. ELLA: Eres demasiado viejo para mi. ÉL: Sí, lo siento por ti. Aunque no tienes la culpa de ser tan cría. ELLA: No me gustan los chicos morenos.
ÉL: Me alegro, porque sentiría que te hicieras ilusiones conmigo. ELLA: Me estoy aburriendo. ÉL: Pobrecita, te compraré un tebeo. ELLA: No estarás intentando ligar con nosotras ¿Verdad? ÉL: (muy serio) No te equivoques conmigo, yo para relacionarme con alguien necesito conocerlo bien, y además debe cumplir una serie de requisitos que la mayoría de las mujeres no tienen. ELLA: ¿Y qué requisitos son estos? ÉL: Pues para empezar, a mí me gustan las mujeres sinceras, inteligentes y divertidas. ELLA: Yo también pienso que la sinceridad es importante. ¿Te das cuenta? Le hemos dado la vuelta a la tortilla y ahora es ella la que está entrando en nuestro marco y se está validando. Validarse es hacer o decir algo para satisfacer positivamente las expectativas del otro. Hacer que ella se valide es un modo de introducirla en tu marco. Con ello consigues también que disminuyan sus tests de chica. Si la mantienes ocupada validándose para ti, no tendrá ocasión de marearte con sus pruebas. Yo utilizo esta herramienta como cebo a los pocos minutos de haber iniciado una conversación. Por ejemplo, digo: “Me gusta la gente alegre, sana y divertida”. Y es muy halagüeño escuchar respuestas como: “Sí, yo opino lo mismo. A mi me gusta mucho salir”. El maestro de la seducción, Juggler, utiliza la siguiente frase: “Soy una persona a quien le gusta que le mimen. Mis novias lo saben y por eso me regalan cosas, me escriben poesías y me traen el desayuno a la cama”. Es una frase que, al menos, no es usual. Las mujeres no están acostumbradas a que un tipo les diga esto. Y además, con ella deja claras sus expectativas dando a entender que no se conforma con cualquier cosa. A veces uso esta herramienta en el abordaje, de un modo humorístico. -Hola chicas. Estoy buscando una mujer con buena posición económica que me mantenga. ¿Conocéis a alguien? Hace poco conocí a una chica que era estudiante de informática. Tras hablar con ella un rato, para lanzarle un nega, se me ocurrió decir: “El otro día leí en internet que las personas que estudian informática son gente fría e
incapaz de mostrar sus sentimientos”. A lo que ella respondió: “Bueno, en internet se ve cada cosa…, pero en mi caso siempre me han gustado mostrarme tal cual soy, y además me encanta escribir”. Y siguió diciendo que escribía cuentos y poemas, intentando validarse ante mí, puesto que le había comentado que escribía en mis ratos libres. Cuando consigues que una chica se valide ante ti, estás consiguiendo varias cosas a la vez. La introduces en tu marco, te conviertes en un desafío y la empujas a mostrarte su interés. De pronto ya no eres ese tipo que la persigue y la agobia. Te has convertido en el premio, y empieza a verte como tal. Algo en su interior se dispara, se despierta su instinto cazador y todo cambia. Una mujer a la que eras indiferente hace unos momentos, empieza a orbitar a tu alrededor.
EL PRINCIPIO DE ESCASEZ El principio de escasez dice lo siguiente: Lo escaso, lo raro, lo inusual, es valioso. Lo común, lo usual y lo accesible, sin embargo, tiene poco o ningún valor. Esto que los aficionados a la filatelia tienen muy claro, también se puede aplicar en el ámbito de las relaciones humanas. El principio de escasez está fuertemente anclado en nuestra naturaleza, y no hay ser humano que sea inmune a él. Cuando se asimila bien el significado del principio de escasez y se aplica convenientemente, se observan cambios en la actitud de los demás, tan positivos y beneficiosos para nosotros, que pueden sorprendernos. ¿Cómo usar el principio de escasez en nuestro beneficio? Volvamos al caso en que una chica está tranquilamente hablando contigo y de pronto interrumpe la conversación para dedicarle toda su atención a otra persona. Dijimos que era un error esperar pacientemente a que ella vuelva a prestarnos su atención. Es el momento de aplicar el principio de escasez. Soltamos la frase “Os dejo solos”, damos media vuelta y nos marchamos a hablar con nuestros amigos, o con otras chicas. Por mi parte, antes era capaz de esperar lo que hiciera falta para que ella volviera la cabeza hacia mí y retomara la conversación. Y aunque lo hiciera, ¿qué ganaba yo con eso? Con mi paciente actitud le acababa de demostrar que era yo el perseguidor. Que ya no era un desafío. Si había alguien escaso en la relación, era ella, no yo. Al poco tiempo comenzaba a rehuirme y desaparecía por completo de mi vida. Y yo me devanaba los sesos intentando descubrir qué había pasado.
Siendo paciente, servicial y amable solo conseguirás que las mujeres te pasen por encima. Con ello no te estoy diciendo que no cedas los asientos en el autobús a las embarazadas ni que les abras las puertas a las señoras. Pero si no te lo agradecen, no tengas miedo de decirles: -Se dice gracias, ¿no? Y es halagüeño ver como algunas se ruborizan y contestan: -Ah, sí, gracias…, perdona. Con ello dejas claro que tu amabilidad nace únicamente de tu buena cuna y educación, y que por su puesto esperas lo mismo de ella. Antes, si una mujer no me hacía demasiado caso, intentaba compensarlo prestándole más atención y dedicándole más tiempo. Me aproximaba a ella, le contaba historias, sacaba temas de conversación, intentaba hacerle reír... Actuaba de un modo contrario al principio de escasez. Y con todo esto, lo único que conseguía era que su indiferencia hacia mi aumentara. Ahora, si después de aproximarme a una chica e invertir cierto tiempo en conocerla, descubro que ella no me trata con la misma atención que yo le dedico, me convierto al instante en un ser indiferente. Y es curioso comprobar que después de un tiempo, algunas regresan mostrándose interesadas. Esto sólo se consigue aplicando el principio de escasez y no dedicándole nuestros esfuerzos a alguien que hace nada por ganárselos. El ser humano lleva impreso en su código genético que lo valioso es difícil de conseguir. No se aprecia lo fácil ni lo que ya se tiene.
Ahora que conozco el poder del principio de escasez, lo aplico en mi beneficio cuando lo considero oportuno. Los resultados son milagrosos. Las mujeres me buscan y desean estar a mi lado. Soy lo opuesto al tipo plasta, pesado, amable y servicial que abunda por ahí. Con mi actitud les doy a entender que si no me prestan la atención que necesito, desaparezco y en paz. Cuando le privas de tu presencia, te conviertes en un ser escaso, y por lo tanto en alguien valioso. Por el contrario, el permanecer siempre a su lado, el estar siempre a su disposición, te resta valor. Es el mejor modo de conseguir que ella te diga. “Me caes bien, pero solo te quiero como amigo”. No permitas que una mujer disponga de ti a su antojo.
ELLA: Te espero el martes a las seis y media. ÉL: El martes estoy ocupado. Vamos a dejarlo para el jueves a las siete. No importa si el martes tienes menos compromisos que Robinsón Crusoe, la cuestión es que de vez en cuando, ella te vea como alguien escaso. Alguien que no está a su disposición y al que hay que ganarse. Si ya sales con una chica, puedes aplicar el principio de escasez evitando apegarte a sus talones en todo momento, como por ejemplo con el simple hecho de dar una vuelta por tu cuenta cuando estéis en un centro comercial. El amor necesita espacio. No agobies. Y por último, otro de los modos que tengo de aplicar el principio de escasez es siendo yo el primero que termina una conversación, el primero que da por concluida una cita, el primero en despedirme y colgar el teléfono. Cuando hablo con una mujer y es ella la que dice de pronto: “Bueno, ya está todo dicho. Me voy”. Siento como si hubiera perdido un punto en el juego de la atracción. Cuando soy yo quien lo digo, gano un punto. Esto puede parecerte algo trivial, o quizás un modo exagerado de llevar las cosas, pero no te equivoques, en este arte los detalles importan. Leí una vez que un tipo que gozaba de gran éxito con las mujeres tenía por norma dejarlas en el mejor momento. A veces contaba una anécdota divertida, y se marchaba cuando ellas se estaban aún riendo. Su técnica consistía en dejarlas con ganas de más. No hace mucho, llegó al trabajo una chica nueva. Como era bastante atractiva, y la mayoría de los hombres la rondaban, decidí actuar con ella de uno modo contrario a los demás. Apliqué con todo rigor el principio de escasez. Fue un experimento de lo más instructivo. Iniciaba una conversación cualquiera con ella y la finalizaba de modo abrupto largándome siempre el primero. Noté que mi actitud esquiva la dejaba perpleja. Al principio solo conseguí miradas de curiosidad por su parte, pero después de usar esta técnica varias veces comenzó a decir frases como: Espera. ¿Dónde vas tan deprisa? -Tengo cosas que hacer, respondía yo. Y me largaba sin más. En ocasiones se hacía la encontradiza para hablar conmigo. Y últimamente ya se está ofreciendo para llevarme en coche a casa. Mis compañeros se preguntan como he llegado a tener esta envidiable posición con ella sin apenas esforzarme. Ellos no saben nada del principio de escasez.
Antes, tampoco yo tenía ni idea y eran siempre ellas las que daban por concluida la conversación, quienes se despedían antes en las citas, quienes se marchaban por algún asunto urgente. Yo era el amigo que siempre estaba dispuesto a escucharlas, a acompañarlas y a llevarlas a su casa en el coche. Tenía la máxima disponibilidad para ellas. Y eso era fatal para mis relaciones sexuales. De hecho, mi forzosa abstinencia se prolongaba durante meses. Así que, como dice David Deángelo, limita tu disponibilidad y aumentarás tu atractivo. Ahora soy yo quien pone una limitación temporal. Si una tía se me pega para contarme sus problemas, la escucho por educación durante un rato, pero después me alejo de ella con cualquier excusa. Asimila esta valiosa lección sobre el principio de escasez y dale la importancia que merece. Es una joya de sabiduría en el ámbito de las relaciones personales. Si la aplicas regularmente, puede cambiarte la vida. No exagero. Ahora bien, la aplicación de estas técnicas debe hacerse con sentido común y calibrando siempre la situación. Si una chica tímida, o que te quiere, está haciendo un gran esfuerzo por sincerarse contigo, deberías premiarla con tu atención en lugar de tocarle las narices. Todo lo que decimos en este libro debe aplicarse de un modo sensato y adecuado a la situación. Está claro ¿no?
EL PROCESO DE SEDUCCIÓN El proceso de seducción debe responder a un guión ordenado donde cada parte esté en su lugar. Si modificas el orden de las partes corres el riesgo de fracasar estrepitosamente. Estas partes son: 1.- Abordaje 2.- Demostración de valía 3.- Romance 4.- Sexo Antes de comenzar a hablar de cómo ligar con chicas, permíteme que te hable de la actitud que debes tener en el proceso. La seducción es un juego, y como tal, debe ser divertido. No te lo tomes como si fueran los exámenes de fin de carrera. Salir a ligar es salir a divertirse. No arriesgas a nada. Lo peor que te puede pasar es
que no consigas seducir a nadie y te quedes como has llegado. O sea, que por muy mal que te vayan las cosas no puedes estar peor de lo que estabas. No se puede bajar de cero. El problema de la mayoría de los hombres es que se toman el rechazo como algo personal, y eso les baja la autoestima y les produce sufrimiento. Pero la mujer no les rechaza a ellos sino a su juego. Si la calidad del juego mejora, mejorarán los resultados. Aún así, nadie se libra de los rechazos, ni siquiera los grandes maestros de la seducción. Le preguntaron a un campeón de ajedrez como se las arreglaba para ganar tantas partidas, y el hombre respondió: Pues perdiendo muchas. Recibe los rechazos con deportividad. Son gajes del oficio. La diferencia entre un maestro de la seducción y un simple mortal está en que el maestro toma el rechazo como una oportunidad para mejorar. El maestro saca una lección de cada rechazo y sigue perseverando día a día en su arte. Por lo tanto, tómatelo como un juego. En la seducción está prohibido no divertirse. Si te lo pasas bien, trasmitirás energía positiva y las mujeres que están contigo también se lo pasarán bien. Si te lo tomas como una prueba de vida o muerte, trasmitirás tensión y necesidad. Estarás acabado antes de empezar. ¿Entendido? O sea que lánzate al ruedo y sobre todo diviértete. Y dicho esto comencemos con el abordaje. El abordaje consiste en elegir una mujer, acercarse a ella y comenzar a hablarle. Nada se consigue sin el abordaje. Todo lo que has aprendido te será inútil si no realizas este importante primer paso. Sé que para muchos, solo de pensar en abordar a una mujer sienten un angustioso retortijón en el estomago. Antes preferirían ser piratas y abordar un buque de guerra. No sólo te ocurre a ti. Le pasa a todo el mundo. El miedo a abordar es algo innato que llevamos en nuestros genes. Nos aterroriza ser rechazados porque hace miles de años, cuando vivíamos en tribus de unos 50 individuos, si un miembro de la tribu era rechazado por una mujer, la noticia corría de boca en boca y el individuo en cuestión perdía valor ante las demás mujeres. Por un solo rechazo peligraba su posibilidad de procrear. Nuestros genes siguen siendo los mismos que hace miles de años y son los causantes de ese miedo al fracaso que hoy en día no tiene ningún sentido.
Piénsalo bien. ¿Corre peligro tu posibilidad de procrear solo porque una mujer te envíe a paseo en una discoteca? Lo único que tendrás que hacer es cambiar de rincón o de local y empezar de nuevo. El mundo está superpoblado. Nadie se entera de lo que le pasa a su vecino. Hoy en día, tu vida y tu posibilidad de procrear corren más peligro conduciendo un coche que abordando a una mujer. De todos modos, si el abordar a una chica constituye para ti una barrera infranqueable, te aconsejo que te leas alguno de los libros que tratan sobre la cuestión. Hay libros de autohipnosis muy buenos que te pueden ayudar a superar tus miedos a abordar. Y también puedes autosugestionarte con programación neurolingüistica. Busca un libro sobre esta materia y aplícala en ti mismo. Te sorprenderán los resultados. Un modo de comenzar poco a poco, es aproximarse en la calle a desconocidas y preguntarles por un comercio, discoteca o cualquier otra cosa. Prolonga la conversación todo lo que puedas sin que resulte artificial. Si no se te ocurre nada más que decir, márchate con un “gracias por la información”. No quiero extenderme sobre el miedo a abordar y daré por supuesto que ya te atreves a hablarle a una desconocida en un bar o en una discoteca. ¿Qué decir? Te diré primero lo que no decir. Y son esas frases típicas que utiliza todo el mundo y que muy rara vez funcionan: -¿Vienes mucho por aquí? -¿Cómo te llamas? -¿Sabes? .Tienes una sonrisa muy bonita. -¿Bailas? -¿Estás sola? -¿Tienes novio? -¿Estudias o trabajas? Todas ellas son frases que te colocan en una posición de inferioridad. Y es muy posible que con ellas hagas aparecer la máscara, de la que hablamos anteriormente. Recuerda además lo que dijimos del marco. Normalmente las mujeres tienen la creencia que todo aquel que se les acerca quiere acostarse con ellas. Su marco pues, es que ellas son las perseguidas y tú eres el perseguidor. Todas las frases anteriores contribuyen a reforzar este marco. Para generar atracción en una mujer tienes que modificar su marco. Recuerda, tu eres el premio y no ella. Tú no te acuestas con cualquiera. Para
que la aceptes, ella debe cumplir una serie de requisitos. Por lo tanto, no te dejas cautivar por su belleza externa. Buscas a alguien que tenga además una personalidad cautivadora que cuadre bien con la tuya. Pues bien, para entrarle a una mujer sin perder tu marco, debes usar una frase neutra que no demuestre tu interés en su persona. No valen las alabanzas. -Eres muy guapa ¿sabes? -Me gusta tu peinado. -Me pareces muy simpática. No significa esto que esté prohibido decirle algo bonito a una mujer. Pero en el momento del abordaje no es nada conveniente. Ella es una tía buena. Los tíos la abordan constantemente. Está acostumbrada a quitárselos de encima. Si te presentas con una de estas frases entrarás a formar parte de la corte de borregos aduladores que la rodean. Como dijimos anteriormente, a las mujeres les halaga que los hombres se les acerquen y les digan cosas bonitas, aunque finjan lo contrario, pero no se sienten atraídas por esos hombres. Por lo tanto, y vuelvo a repetir, una vez comprueban que tú te acostarías con ellas si te lo permitieran, se acabó el juego. Puedes marcharte con el viento fresco porque contigo ya han salido de dudas. No eres un desafío para ellas. Descalificado. Déjame en paz que voy a seguir probando con otros. Por eso, la frase de entrada no debe poner a la mujer como premio. Así pues, cualquier pregunta neutra que no se refiera a su persona puede ser válida. -Oye, tú pareces ser de por aquí. ¿Me podrías informar de alguna sala de baile donde haya buen ambiente para pasar la tarde? -Hola, chicas. Mis amigos y yo estamos pensando en ir al cine esta noche. ¿Vosotras sabéis de alguna película de estreno que valga la pena ver? -Vosotras tenéis pinta de listas. Mis amigos dicen que la película del último samurai la protagonizó Tom Cruise pero yo creo que fue Brad Pitt. Necesito una tercera opinión. -Oye, tengo una duda que me está atormentando durante toda la tarde, a ver si me puedes ayudar ¿El icosaedro estrellado es un poliedro arquimediano o pitagórico? Cuidado, no uses el “perdona”, ni el “hola chicas, ¿cómo estáis?” en la frase de entrada. Usar el “perdona” te hace parecer como un mendigo que está implorando un poco de atención. Puedes saludar con un “Hola” pero no añadas “cómo estáis”ni nada por el estilo. ¿Realmente te importa como están?
Por supuesto que no, te importa un carajo y ellas lo saben. Así pues, después del hola, entra en materia directamente. Tampoco le preguntes por su nombre antes de que ella te pregunte por el tuyo. Realiza el abordaje, aproximándote lateralmente, como en la varillas del reloj a las dos menos diez. Lo mejor es hacer como si fueras a pasar de largo y de pronto mirarla, detenerte y decirle algo como si se te acabara de ocurrir. Esa forma de acercamiento da la impresión de ser espontánea y natural. Mientras le hablas, mantente erguido y no te encares del todo hacia ella, de manera que para mirarla tengas que mantener la cabeza un poco girada. Si la conversación discurre bien tendrás el placer de comprobar que ella se va colocando poco a poco frente a ti. -Otra manera de abordar, es diciendo una frase totalmente espontánea como lo harías si estuvieras con tus amigos. Por ejemplo, te acercas a una chica diciendo: ¡Ostras, me he roto una uña! ¿Has visto? ¿Cómo os las arregláis vosotras para tener las uñas largas? -Hola, hoy estoy contento, acaba de ganar mi equipo favorito. ¿Te gusta el básquet? -Mira, ¿Te gusta este anillo? Me lo ha regalado una chica, pero yo creo que no viste mucho. ¿Crees que me favorece? -Ostras, acabo de presenciar un accidente en la calle y… Cuando elabores tus propias frases de entrada, has de tener en cuenta que no te coloquen en una posición de inferioridad, que den pie a iniciar una conversación y, a ser posible, que pongan de manifiesto tu atractiva personalidad. Si a una chica que acabas de conocer, la halagas y le haces preguntas sobre ella misma, estarás comunicando que te interesa sexualmente y por lo tanto te meterás en el marco de que ella es el premio. Preguntar por ejemplo “¿Cómo te llamas?” comunica algo así como “¿Quieres follar conmigo?” Está escondido pero ellas lo pillan. Empezar así una conversación te da pocas posibilidades de éxito. Otro modo adecuado de entrarles a las mujeres es formulando un test de opinión. Ahí van un par de ejemplos. El primero es un clásico dentro de la comunidad de seducción. El segundo es de mi invención.
-Hola, mis amigos y yo llevamos discutiendo toda la tarde sobre quienes mienten más, los hombres o las mujeres. Hemos hecho apuestas y no nos ponemos de acuerdo. ¿Qué opináis vosotras? -Hola, chicas. A ver si me podéis aclarar una duda que me tiene un poco confuso. Necesito una opinión femenina. ¿Vosotras perdonarías a vuestro exnovio si después de dejaros quisiera volver? Lo digo porque a Toni, un amigo mío, lo dejó la novia. Lo pasó mal al principio, pero al cabo de un tiempo conoció a otra chica y parece ser que lo ha superado. Pero, de `pronto, ha aparecido en escena Sara, su exnovia, arrepentida de haberlo dejado. Y ahora el tío no sabe si dejar a la última y volver de nuevo con su exnovia o al contrario. El caso es que está tan confuso que ni siquiera sale de casa. Los amigos intentamos aconsejarle. ¿Vosotras que haríais? Estos tests hechos en un tono sincero y dando a entender que nos interesa saber realmente lo que piensan, son estupendos para romper el hielo y tener un unos minutos de conversación. Pero cuidado, no intentes alargarlos más de lo necesario. A veces un par de minutos es suficiente. Si ves que decae la conversación, corta y comienza otro tema. Ten preparada además una respuesta por si ellas te preguntan también tu opinión. Yo suelo felicitar a la muchacha que piensa como yo diciéndole: “Estoy de acuerdo contigo. Mi amigo debería olvidarse de su exnovia y seguir saliendo con la chica nueva. Me gusta tu manera de pensar. Chócala”. Y después le estrecho alegremente la mano. Suelo aquí empezar una rutina clásica que utilizo cuando hablo con mujeres guapas: “El caso es que mis amigos no opinan como yo. Ellos quieren que Toni vuelva con su exnovia porque está más buena. Pero yo pienso que la importancia del físico es relativa. Mira a tu alrededor. Hay mucha gente guapa, la belleza es común. Lo importante es encontrar alguien con unas buenas cualidades en su interior, alguien con quien puedas comunicarte”. Y a continuación comienzo una lectura en frío sobre su personalidad o le hago cualificarse preguntándole: -Por cierto, ¿que cualidades tienes en tu interior para que valga la pena conocerte?” Ya hablaremos más adelante sobre las lecturas en frío. Falsa limitación temporal. Cuando abordas a una mujer o a un grupo de mujeres, lo primero que ellas piensan es: “¿Cuánto tiempo se nos va a pegar este tipo?” para evitar
esto, lo ideal es utilizar un falso limitador temporal casi desde el principio. Esto se hace usando frases como: -Solo tengo unos minutos porque he de volver con mis amigos, pero os diré que… -Tengo un poco de prisa pero me interesa saber tu opinión sobre… -(Mirando el reloj) Tengo que irme, pero decidme… Otra forma de usar un limitador temporal es con el lenguaje del cuerpo. Consiste en dar un paso como si te fueras a marchar y adelantarte luego de nuevo para añadir algo más como si se te acabara de ocurrir. Cuando abordes un grupo de mujeres, no fijes tu atención en la que has elegido como objetivo. Hazle caso a las demás e ignora a tu objetivo durante los cinco primeros minutos. Si, por ejemplo, estás leyéndole la mano a una de sus amigas y ella intenta también que se la leas, repréndela diciéndole: Espera tu turno. Y dirigiéndote a sus amigas añade: ¿Siempre es así? ¿Cómo la soportáis? Se trata de bajarle un poco los humos puesto que tratándose de una tía buena está acostumbrada a que los hombres le presten toda su atención. Tu actitud le hará preguntarse. ¿Por qué no reacciona como los otros? Y comenzará a verte de un modo distinto de los demás. Pasado los cinco minutos de rigor, léele la mano o comienza a hablar con ella. Estas técnicas son de Mistery y son muy conocidas entre los miembros de la comunidad de seducción. Pero, aunque son de una eficacia probada, te aconsejo que además elabores tu propio material, basándote en los principios que te he expuesto anteriormente. Te ayudará a ser natural y estar más cómodo. Además, es muy importante entender que para que esto funcione debe parecer improvisado, y en ningún momento debes dar la impresión de que te estás esforzando por impresionarlas o divertirlas. En cuanto ellas perciban un exceso de interés por tu parte: fin de la partida. Recuerda mantener la postura erguida y no reclinarte hacia ella en ningún momento. Haz el abordaje al poco rato de ver a la chica. Si pasas demasiado tiempo contemplándola, acabarás por darle demasiadas vueltas y te abandonará la presencia de ánimo. No te dediques a acechar ni a contemplar a las chicas cuando vayas de ligue. Ellas se percatarán de ello enseguida y darás una pobre impresión. Los
tipos que acechan a las chicas con la mirada parecen necesitados y poco interesantes. Si hemos dicho que se trata de ser un desfío, difícilmente lo conseguiremos si nos dedicamos a contemplar a las chicas con cara de deseo. Entra en el local sonriendo, diviértete con los amigos, echa una mirada rápida a tu alrededor y elige una chica. Abórdala. Así de rápido. Entre los miembros de la comunidad se conoce la llamada regla de los tres segundos que dice lo siguiente: Entre ver a una chica por primera vez y abordarla, el lapso de tiempo no debe superar los tres segundos. La regla de los tres segundos no es una tontería. Es simple pero efectiva. Si no te das tiempo para dudar, para sumergirte en tus miedos, para pensar en todo lo que puede andar mal, te presentarás ante la chica en el estado ideal, mezcla de miedo y arrojo, que más posibilidades de éxito supondrá para ti. Ten preparadas siempre algunas frases de entrada para no quedarte en blanco. Si tu problema es la falta de imaginación, puedes entrar en algún foro de seducción de internet donde encontrarás muchas frases de entrada. Selecciona las que se adecuen a tu personalidad y aquellas que no estén en oposición con lo que te acabo de enseñar. Pero mantén un espíritu crítico. En internet puedes hallar buenos consejos pero también algunos realmente absurdos. Personalmente odio las chorradas como: Bonitas piernas, ¿a qué hora abren?
2.- Demostración de valía. Cuando abordas a una chica desconocida, ella no sabe nada de ti y por lo tanto no tiene porque tener ningún interés en mantener una conversación contigo. Pero si le has entrado correctamente aplicando los conceptos sobre el abordaje dichos anteriormente, habrás conseguido al menos tener con ella una pequeña conversación de un par de minutos. No intentes alargar demasiado el tema del abordaje. Cuando percibas que se está agotando pasa con naturalidad a otro temas. ¿Y qué temas? Con las mujeres, suelen funcionar bien, por ejemplo, las lecturas en frío que consisten en decir algo sobre su personalidad. Al hilo de la conversación que ha surgido con el test de opinión puedes decir: “Por tu manera de pensar me da la impresión de que eres una persona con las ideas claras que ante los demás parece muy segura de sí misma
(pausa). Algunos pueden pensar incluso que eres un poco creída, pero lo que ocurre es que no te conocen bien (pausa). Yo estoy convencido de que en el fondo eres una persona sensible... y bastante dulce. (Haces otra pausa y añades con leve sonrisa): Bien pensado, te pareces a mi hermana pequeña. Debería adoptarte”. Lo de las pausas es conveniente para dar a entender que estás reflexionando sobre lo que vas a decir a continuación. No queda igual si sueltas la parrafada de un tirón como un papagayo. Y si ves que te has pasado con los halagos, compénsalo con un nega. Si no tienes experiencia en lecturas en frío, observa como se las arreglan los adivinos de la tele para leer la personalidad de las pardillas que pagan por sus servicios. Pueden darte algunas ideas. Y es que la mayoría de las mujeres están dispuestas a creer en una serie de generalidades comunes a casi todas ellas, como si fueran una lectura personal. Por ejemplo, “pareces una chica arrogante y es posible que algunos hombres piensen que eres un poco creída, pero yo sé que en el fondo eres una persona sensible, (pausa esperando su asentimiento y después añadir). La gente no lo sabe y a veces das la impresión de ser un poco cortante, pero lo que ocurre es que eres una persona exigente y no te quedas con cualquiera. Buscas a alguien que te comprenda (guardar silencio y esperar su confirmación)”. Esto es especialmente cierto si se trata de una tía buena, pues estas, al ser abordadas por tantos hombres han aprendido a quitárselos de encima mediante respuestas frías y cortantes. El hecho de decir, “eres de una forma pero sin embargo eres lo contrario”, es sorprendentemente efectivo, y es que nada es blanco o negro sino una mezcla de ambos. “Unas veces eres tímida y otras, sin embargo, te comportas de un modo muy decidido”. “Pareces un poco creída, pero yo sé que en fondo eres una persona sensible” Las lecturas en frío, el lanzar negas, el jugar al tira y empuja, son muy efectivas en esta etapa. Lo que te debe quedar claro es que nadie impresiona a una mujer hablando de temas neutros y aburridos. En internet y en los buenos libros de seducción puedes encontrar rutinas enlatadas que te ayudarán a mantener una conversación más o menos efectiva con tu objetivo. Muchos maestros de la seducción las utilizan con éxito. Pero yo te sigo aconsejando que elabores las tuyas propias.
Está bien que tengas en la recámara tres o cuatro rutinas que puedas utilizar en casi todas las ocasiones, pero cuidado, no te aferres a ellas como a una tabla de salvación, también debes saber improvisar. No te conviertas en un magnetófono. Usa las rutinas para llenar los momentos vacíos y dar pie a otros temas de conversación. El otro día tuve ocasión de ver por internet en acción a un seductor natural llamado Egoland. Me gustó su forma sencilla de hacer las cosas. Una buena parte de su conversación fueron preguntas, cosa que muchos seductores dicen hay que evitar. Yo también opino que preguntar sin más no es mejor el modo de llevar una conversación, a no ser que lo hagas como Egoland . La diferencia de hacer preguntas entre un pardillo y un seductor está en que el primero pregunta para sacar temas de conversación, y estar con la chica el máximo de tiempo posible. Y el segundo pregunta para conocer a la chica y ver si es la clase de persona que le interesa. En definitiva el seductor pregunta con talante evaluativo. PARDILLO: ¿Cómo te llamas? ELLA: Luisa. PARDILLO: ¿Eres de por aquí? ELLA: Sí. PARDILLO: ¿Estudias o trabajas? ELLA: Trabajo. PARDILLO: ¿En qué trabajas? ELLA: En unas oficinas. PARDILLO: Ah, muy bien. ¿Y de que empresa son? ELLA: De una fábrica de electrodomésticos. PARDILLO: Eso mola. ¿Y que haces en tu tiempo libre? ELLA: Tengo novio. PARDILLO: ¿Eso es lo que haces en tu tiempo libre? ¿Tener novio? ELLA: Sí, y lo siento, no puedo seguir hablando contigo. Adiós. Todo tiene un límite. Es difícil seducir bombardeando a una desconocida con preguntas insulsas. ¿Quiere decir eso que preguntar está prohibido? Por supuesto que no. Pero vamos a ver un ejemplo de cómo debe hacerse. ÉL: Te he visto y me he aproximado porque has suscitado mi curiosidad. Tienes aspecto de que te gusten los animales. (Siempre que puedas usa una pregunta indirecta. Como en este caso) ELLA: ¿Cómo lo sabes?
ÉL: He tenido una intuición. (La chica ignora que la hemos visto en la calle paseando al perro). ÉL: ¿Qué clase de animales te gustan? ELLA: Los perros. Él: Los perros están bien, pero algunos muerden o están mal educados por sus dueños. (Aquí no nos limitamos a dar nuestra conformidad. Hacemos un poco de abogado del diablo, que vea que no le tenemos miedo). ELLA: El mío no. ÉL: Anda, tienes perro… Bueno, es posible que el tuyo esté bien educado, pero si fuera de esos que muerden a la gente, tampoco me lo dirías. Seguro que tiene algún defecto. (Seguimos pinchando) ELLA: Pues no, es bastante cariñoso. Es un chihuahua y me he encargado yo misma de educarlo. ÉL: ¿En serio? Me gusta. Por lo visto eres una dueña responsable. La verdad es que me tiene un poco harto esa gente que van con perros de presa y les dejan hacer todo lo que quieren. (Acabamos de hacer un halago para compensar nuestra actitud crítica anterior). ELLA: A mi tampoco me gustan. Hay gente que tiene animales solo para presumir de ellos. (Ella da su conformidad, podemos ahora seguir hablando de animales o cambiar de tema, por ejemplo:) ÉL: Y además de educar a tu perro ¿Qué otras cosas te gusta hacer? ELLA: Bueno, me gusta leer. ÉL: ¿En serio? ¿Qué clase de libros? ELLA: Pues no sé. De todo un poco. ÉL: Ya sé lo que te pasa. Te da vergüenza admitir que te gustan los libros románticos y cursilones. Lo siento, empezabas a caerme bien. (Hace ademán de marcharse). ELLA: (Ella ríe) Bueno, también me gustan otro tipo de libros. Él: Dime cuales. ELLA: Los pilares de la Tierra. ÉL: ¿Lo has leído? ELLA: Sí. ÉL: Yo también. (levanta la mano y añade) Chócala. (Se golpean las palmas) ÉL: Tenemos gustos literarios parecidos. Creo que después de todo podemos ser amigos…(pausa). Aunque ahora que lo pienso, “Los pilares de la Tierra” también tiene escenas de amor. Me estoy dando cuenta de que en el
fondo eres una chica romántica…(pausa) ¿Sabes? Me lo estoy pasando bien contigo. Normalmente conozco gente que le dan miedo los perros y que no leen ni la lista de la compra… (pausa). Pero vamos a ver ¿Cómo de romántica eres? No serás de esas que se pasa todo el día escribiendo poesías y suspirando por su príncipe azul. (Y la miramos con sospecha, como temiéndonos que se trate de un bicho raro). ELLA: No nada de eso. Me gustan las novelas románticas, pero me considero una persona con los pies en la tierra. Etc. Ahí tienes un ejemplo de una conversación real, al estilo Egoland, efectuada por mí en una discoteca. En esta conversación dominan las preguntas pero hechas en el tono adecuado. Como ves, hay veces que me muestro un poco crítico y la obligo a defenderse cuando acuso a algunos dueños de perros de tenerlos malcriados, o cuando insinúo que los únicos libros que ella lee son románticos. Todo ello lo compenso dedicándole después unos halagos. En resumen. No está prohibido preguntar, pero hazlo con actitud crítica, y no necesitada. Cuestiona sus respuestas y su modo de ser. Dale a entender que no la vas a aceptar de buenas a primeras. Halágala, pero no te excedas y vuelve después a cuestionarla de nuevo. Y solo cuando percibas que se siente atraída hacia ti puedes entonces demostrarle que tú también te sientes atraído hacia ella.
Contar historias. No menosprecies el valor que tiene en las relaciones sociales el arte de narrar. Si conoces un repertorio surtido de historias y sabes narrarlas, no tendrás dificultad en convertirte en el centro de atención de las reuniones. A las mujeres les gusta oír historias sobre la vida de uno, y además se sienten atraídas por hombres que destacan en las relaciones sociales. No es casualidad pues que todos los maestros de la seducción coincidan en que saber contar historias es una herramienta fundamental para convertirse en un hombre atractivo e interesante. Por lo tanto concédele la importancia que merece y aplícate en mejorar tu arte narrativo. No confundas contar historias con contar chistes.
Las historias hablan de algo que te ha ocurrido, hablan de ti y de tu vida. Los chistes son algo que te has aprendido y que sueltas para que los demás se rían. Las historias no tienen porque ser largas ni presentarse como lo más increíble del mundo. Son sucesos que cuentas a raíz de un comentario que ella hace, o relacionado con el tema de conversación que estáis tratando: “Ahora que hablamos de animales, me estoy acordando de un perro que tuve. Le llamábamos Tarzán. Era un cachorro de pastor alemán. Un día mi hermano y yo nos lo llevamos a pasear por el campo. Encontramos una higuera llena de higos y estuvimos hartándonos de comer hasta que se hizo de noche. Cuando quisimos regresar, Tarzán no se veía por ningún lado. Imagínate que susto. Mi hermano y yo éramos unos niños. Medio llorando lo llamamos por todas partes pero Tarzán no aparecía. Al final, con enorme tristeza, tuvimos que regresar a casa sin el perro. Pero, ¿sabes qué? Tarzán estaba esperándonos tranquilamente sentado en la alfombra del comedor. Me quedé de piedra. Creo que fue el momento más feliz de mi vida. El cachorro había regresado antes que nosotros. Nunca supe como pudo encontrar el solo el camino de vuelta”. Observa la historia. No es excesivamente larga, ni tampoco se pierde en descripciones. Se ha dejado lo esencial eliminando todo lo superfluo. Tampoco se limita a contar lo sucedido como si se tratara de una noticia del periódico, sino que comunica también las emociones del narrador. Eso es muy importante. Para que una historia llegue y conmueva debe pulsar el interruptor emocional. Reúne en una libreta, todas las anécdotas divertidas o emotivas que recuerdes de tu vida. Escríbelas quitándoles las partes aburridas y dejando solo lo principal. Cuéntatelas ante el espejo. Grábate para ver que tal suenan. No te extiendas más allá de dos minutos. Fíjate en alguien que destaque contando historias. Puede ser incluso el actor de una película. Grábalo y compáralo con tu manera de narrar. Observa su entonación, sus pausas y como enfatiza la narración con gestos. Sé crítico cuando te escuches a ti mismo en la grabación. Pregúntate si pareces acelerado o demasiado lento. Si eres monótono. Si usas muletillas como ejem, esto, hum… Corrígete y persevera. Y si no se te ocurren anécdotas porque nunca te ocurrió nada divertido, (cosa que dudo), no te apures, seguro que en el periódico, la televisión o en internet encuentras algo ameno, curioso o grotesco que le ha ocurrido a alguien y que es digno de ser contado.
La manera de sacar a colación una anécdota pude ser la siguiente: -¿Sabes?, con esa cara tan seria que acabas de poner me has recordado a don Nico. -¿Quién es Nico? -Un profesor que tuve. Nos ponía en fila india delante de la pizarra y comenzaba a preguntaros las declinaciones en latín con una regla de madera en la mano. Y a cada fallo nos atizaba con la regla en el culo… Creo que aún me duele. Te pongo este ejemplo para que veas que vale casi cualquier cosa, y que en cuanto a extensión tampoco se trata de contar un best seller. El paso de un asunto a otro debe hacerse con naturalidad. Cualquier tema de la conversación puede tomarse como punto de partida de una historia. -Ahora que me hablas de coches me estoy acordando de lo que me pasó el otro día con el mío… En las historias que cuentes, debes aparecer como un tipo enrollado que ama la vida y sabe divertirse, pero debes narrarlas sin que se note que estás vacilando. Si ella se da cuenta de que intentas impresionarla, fin del encuentro. -Si quieres darle a entender que viajas mucho, no le digas: “yo viajo mucho”, sino que puedes insinuarlo en una de tus historias de este modo: En un viaje por Europa, me ocurrió un caso que… -Si quieres comunicarle que tienes un chaletazo, puedes decir: Estaba yo nadando en la piscina del chalet cuando vi un condón que flotaba y… De todos modos no tengas prisa por hablarle de tus virtudes y posesiones. Deja que sea ella quien las descubra con el tiempo. Cuando las mujeres en la discoteca me preguntan si he venido en coche, les suelo contestar que he venido en monopatín. Es tu personalidad quien ha de seducirlas. A todo esto, ten mucho cuidado con monopolizar la conversación. Es cierto que al principio suele ser necesario hablar más que ellas, pero, llegando a cierto grado de confianza son ellas las que toman la palabra y comienzan a contarnos cosas. Y en esos momentos hay que saber escuchar. He conocido a muchos hombres que son incapaces de escuchar. No conversan sino que monologan. Estos hombres nunca serán buenos seductores. Lo siento pero es lo que hay. Las mujeres quieren ser escuchadas y comprendidas. Conversar se parece mucho a un partido de tenis. No puedes agarrar la pelota y guardártela. Tienes que devolverla. Es un toma y daca. Tu dices algo,
ella se ríe y a su vez te cuenta una anécdota, tu la escuchas y le respondes con otra historia… Y así avanza la interacción. Si tu problema es el exceso de verborrea, mi consejo es que primero seas consciente de ello. Una vez hayas dado este importante primer paso, llévate a la discoteca un aparato de mp3 en el bolsillo y graba tus conversaciones con las chicas. Escúchalas después en tu casa y pon atención a los momentos en que ella te estaba contando algo y tú apenas le prestaste atención. O a los momentos en que se precisaba una pregunta interesada por tu parte y tú no la hiciste. Ponte a la faena y erradica de una vez ese pernicioso hábito de no escuchar. Es fatal para tus relaciones. Por otra parte. puede ser que en tu caso sufras el defecto contrario. Es decir, apenas sepas de que hablar y que el peor de tus miedos sea que la conversación decaiga y sobrevenga el silencio. Si este es tu caso, mi consejo es que aprendas a explotar las palabras clave que surgen en cada comentario que ella te hace para abrir nuevos temas de conversación. Ejemplo de una conversación mal llevada: Él: ¿Qué has hecho hoy? ELLA: He ido a una tienda a comprar comida de animales y luego me he puesto a ver la tele. ÉL: Pues yo me he marchado a pasear por el parque con los amigos. ELLA: Eso está bien. ÉL: Pues sí. ELLA: Pues eso. Ejemplo de una conversación abierta, hecha de un modo correcto. ÉL: ¿Qué has hecho hoy? ELLA: He ido a una tienda a comprar comida de animales y luego me he puesto a ver la tele. ÉL: ¿Tienes animales en casa? ELLA: Sí, un perro. ÉL: ¿De qué raza? ELLA: San Bernardo. EL: Jo, menudo bicho. Yo no sé si me cabría en el piso un perro tan grande. ELLA: Vivo en una casa amplia.
ÉL: Y supongo que lo querrás mucho… ELLA: Ya lo creo, después de mi hermanito es a quien más quiero en el mundo. ÉL: Vaya, también tienes un hermano. ¿Cuántos años tiene? Etc. Aunque no sirva como ejemplo de una buena conversación seductiva, ya que se dan demasiadas preguntas, la he puesto para que te des cuenta de que las palabras clave surgen por doquier: animales, tele, casa, hermanito… Con cualquiera de ellas podemos hacer preguntas o comentarios que nos permitirán abrir nuevos temas de conversación. No me quiero detener en esto puesto que las deficiencias que puede tener cada cual a la hora de relacionarse con los demás pueden ser innumerables. Como regla general te aconsejo que primero identifiques el problema y que después busques la mejor manera de solucionarlo: ayuda de los amigos, profesional, información en internet, etc. El uso de negas. Hemos dicho que los halagos son contraproducentes en la primera fase de la interacción, pero hacer todo lo contrario puede darte muy buenos resultados. Me explico. No se trata de que las insultes, ni que las ofendas, se trata de que te metas con ellas de un modo divertido. El resultado te sorprenderá. Es lo que en la comunidad de seductores se entiende por lanzar negas. El nega no llega a ser un insulto, pero desde luego tampoco es un halago. Su finalidad es desinflar un poco el ego de una mujer hermosa que está despachando bazucazos a todos los tipos que se le acercan. El nega, además, te hace destacar del rebaño de lameculos que pululan a su alrededor y hace que te vea de un modo diferente. Cuanto más hermosa es la chica, más necesario se hace al principio el uso de negas. Eso equilibra la balanza igualando su valor al tuyo. Aún así, dos o tres negas serán suficientes. No abuses. Calibra la situación. Si la chica es fea, gorda y lleva gafas de culo de vaso, no se te ocurra socavar su autoestima con el uso de negas. Úsalo con mujeres guapas y satisfechas de si mismas. Puedes hacer un nega criticando su peinado, su vestido, o haciendo un comentario que dé a entender que no te interesa como objeto sexual.
-¿Sabes? Me he aproximado porque me han llamado la atención esos dientecillos tuyos. Me recuerdan a un hámster que tuve. Lo quería mucho. -¿Qué te has hecho en el pelo? ¿Es una apuesta o algo así? -Hasta que no te cortes ese flequillo, no me hables. -Habláis mucho de chicos. Creo que estáis un poco necesitadas ¿no? -Me gusta tu vestido, me recuerdas a mi sobrina pequeña (o a un cucurucho de fresa). -Ese peinado ¿como se llama?, ¿nido de golondrina? -Te sienta bien el maquillaje, te tapa todos los granitos. -Parpadeas mucho ¿no? -Que vestido rosa tan bonito. Tu juegas con Barbys ¿verdad? -¿Quién te ha hecho ese pelo? -La peluquera. -¡Humm..!, ¿ pero esa peluquera tiene título? -Me caes bien, me recuerdas a mi amigo Manolo. -Me gusta ese color de pelo, me recuerda un peluche que tuve. -¿Eso de la nariz es una verruga? (Es un pircing). -¿Sabes? Hay una cosa que se llama peine. -Eres un poco niña ¿No? -Vaya, no parecías tan lista. -Esta vez tienes razón. Para variar. -¿Te has hecho algo en el pelo? - No
-Pues deberías. Y para cuando se te acerquen mostrando un generoso escote u otra parte de su anatomía con intención de provocarte. -Has engordado ¿no? Con estos ejemplos puedes hacerte una idea en que consisten los negas. Algunos puristas consideran que los verdaderos negas deben hacerse dando la impresión de que deseamos halagar y “casualmente” obtenemos el efecto contrario. EL: Bonitas uñas, ¿son de verdad? ELLA: No. ÉL: Ah, bueno…, de todos modos te sientan bien. Personalmente no soy tan sutil. He experimentado con cualquier frase destinada a tocarles las narices y he obtenido resultados espectaculares. Lo ideal es que la chica acabe sonriendo. Hace unos años, cuando ignoraba la existencia de estas herramientas, hablar más de dos minutos con una chica guapa era para mí una tarea imposible. En cuanto empecé con los negas todo cambió. Los negas tienen un poder mágico. A propósito de su efectividad te contaré un pequeño experimento que hice en la discoteca. Una noche mis amigos me presentaron a una chica, le di dos besos y acto seguido la muchacha me dio la espalda y comenzó a hablar con ellos sin hacerme ningún caso. En la siguiente ocasión que volví a verla, me ignoró de nuevo y se dedicó a hablar con mis amigos otra vez. En un momento dado, me aproximé a ella y cogiéndole un mechón de sus cabellos con la punta de los dedos le dije: “Me gustan esas mechas que te has hecho. Tienen un color muy curioso”. “Gracias”, dijo ella. Se sacudió el cabello y dándose la vuelta prosiguió con la conversación. Y así acabó la cosa. Como veis no le hice un nega sino un halago, y el efecto fue nulo. En la siguiente ocasión que la vi, iba un poco despeinada y aproveché la circunstancia para seguir con el experimento. Le dije. -Vaya, este no es el peinado que llevabas el otro día. ¿Has venido en moto? Ella se tocó el pelo un tanto preocupada pero al ver que yo estaba sonriendo, me devolvió la sonrisa. Y ya está. Estas fueron las únicas frases que cambié con ella. Pero el efecto del nega fue inmediato. A partir de
entonces me sonreía cada vez que nos veíamos y más adelante comenzó a coquetear conmigo. ¿Mentira? ¿Ciencia ficción? Te desafío a que lo compruebes por ti mismo. Antes de dejar el tema, conviene que tengas siempre presente que la misión del nega no es ofender. Se trata de minar la autoestima de una chica hermosa que es demasiado creída. Pero a veces, ni siquiera eso. Un nega puede ayudar a romper el hielo y a entrar rápidamente en fase de confianza. Puede provocar sonrisas. Muchas de las frases de entrada que utilizo son negas. -Sabes? Me he acercado porque con ese flequillo que tienes me recuerdas a mi prima… Es monja catequista. También se pueden hacer negas sin decir una palabra. Tan solo con tu actitud. Si bostezas en presencia de una chica guapa, o le contestas brevemente a sus preguntas y después le das la espalda, le das a entender que no te impresiona ni te atrae sexualmente, porque de lo contrario no te comportarías de ese modo. Te conviertes en un desafío. El uso de negas lo puedes combinar con otras herramientas parecidas como el tira y empuja del que ya hablamos anteriormente. Cebos
Acostúmbrate, además, a ponerle pequeños cebos, y si ella pica en el anzuelo, dale una recompensa. Por ejemplo: Extiende el brazo derecho con la palma de la mano hacia arriba y dile. -Tiende la mano así Eso es un cebo. Si ella lo hace, toma su mano y atráela hacia ti. Después pásale el brazo por el hombro y dale un meneo cariñoso diciendo: -Buena chica. Me caes bien. Con ello recompensa su obediencia, pero para compensar el contacto físico y los halagos, apártala luego con un pequeño empujón diciendo: “Fuera de aquí, no te acostumbres”. Todo en un tono juguetón y divertido. El apartarla es necesario para no crearle incomodidad.
Prémiala cuando pique en el cebo que le has puesto, pero después de tocarla, apártala de tu lado para que ella siga sintiéndose cómoda contigo. Este esquema de cebo, pica, recompensa y empuja, puedes usarlo cuantas veces quieras, y su efecto es muy poderoso. Recompensa a una mujer cuando haga algo por ti. Si le dices que choque tu mano, o que se aproxime a ti, o que levante la barbilla para mostrarte su nuevo pintalabios, y ella te obedece, recompénsala diciendo frases como, buena chica, eres decidida, me gusta tu actitud, etc . No se te ocurra en estos casos lanzarle un nega o meterte con ella. Actúa de un modo parecido a como lo harías con tu perro cuando le enseñas a dar la patita. “Buena chica. Eso ha estado bien”. Después le pones el brazo en el hombro y la sacudes con gesto cariñoso (a la chica, no al perro). Pero enseguida apártala de ti para que siga sintiéndose cómoda. Si ella no obedece a tu demanda, da media vuelta y ponte a hablar con otras chicas. Es decir, castígala mostrándole indiferencia, de este modo la obligas a esforzarse para captar tú atención. Muchos hombres se comportan como verdaderos borregos, premiando a una mujer que no se lo merece. ÉL: ¿Cómo te llamas? ELLA: Piérdete tío, estoy esperando a mis amigos. ÉL: Con lo guapa que eres ¿Cómo se atreven a hacerte esperar? Deplorable. A continuación te cuento una breve interacción que tuve ayer mismo con unas chicas a las que ya conocía de la semana anterior y que ilustra o que acabo de explicar sobre los cebos. Eran tres amigas, una de ellas una alemana rubia, guapísima de un metro ochenta de estatura. Ella era mi objetivo. -¿Qué te has puesto en las orejas? ¿Tapacubos de coche? –dije este nega como frase de entrada, haciendo referencia a los enormes pendientes en forma de aro que llevaba la alemana. -¿Serás gilipollas? Me puse serio y le dije. -No seas mal hablada. No te queda bien. -Tú te has metido conmigo y yo contigo. Sonreí para mí mismo como burlándome de su niñería. -Está bien, tú y yo tenemos nuestros más y nuestros menos –dije-. Pero ha llegado el momento de hacer las paces. Dame la mano.
Aquí tenemos un cebo y ella picó al instante. Tendió la mano y yo la tomé agitándola. -Buena chica. Esta es la frase de premio. Después la solté bruscamente y añadí: -Vale, y ahora dejemos de hacer manitas. Por cierto, ¿sabéis que se puede saber la personalidad de la gente por su manera de dar la mano? No me respondieron, pero yo proseguí sin inmutarme. -Chócala -le dije a una de sus amigas. Ella obedeció. -Eso está bien- dije-. Mira, los tímidos dan la mano así: Le mostré como daban la mano los tímidos. -Los tipos enérgicos, sin embargo, dan la mano de este modo… Suelta un momento. Eso es, muy bien. Le mostré como dan la mano los enérgicos. -Y ahora os voy a mostrar como dan la mano los masones. Solté la mano de la amiga y tomé de nuevo la mano de la alemana. Pero ésta se mostró poco cooperativa limitándose a dejar la mano muerta sobre la mía. -¿Notas la presión del pulgar? –dije mientras le mostraba como daban la mano los masones. -Lo noto –dijo ella con indiferencia. Para entonces, las dos amigas miraban en otra dirección, ignorándome. Adivinando que la alemana iba a imitarlas, la solté y sin decir una palabra me di la vuelta y me puse hablar con unos conocidos que había cerca. Como ves, esto es la vida misma. Por muchas tablas que tengas, siempre te encontrarás con rechazos, pruebas y dificultades. Mi consejo es que todo te resbale. No las persigas nunca. Hay que saber dar media vuelta y largarse tranquilamente. Sin enfadarse. Tómatelo todo como un juego. Sus desplantes y fingida indiferencia no son más que pruebas a que nos someten. La evidencia de esto la tienes en lo que ocurrió a continuación. Media hora más tarde, cuando hablaba con un colega, las chicas me saludaron desde lejos. Les dije algo moviendo la boca pero sin pronunciar un solo sonido. Ellas me miraron sin entenderme. Volví a repetir los movimientos de la boca. Intrigadas, se acercaron para averiguar lo que intentaba decirles. Era lo que yo quería. Si a una chica le gustas y le das una excusa para acercarse a ti, indudablemente lo hará. Date cuenta que fueron ellas las que se aproximaron. Si hubiera sido yo, mi valor hubiera sufrido una depreciación considerable. Sobre todo, después de su menosprecio anterior.
-¿Qué quieres? –Me preguntó la alemana. -He estado hablando con mis amigos y hemos decidido ir al cine mañana. Necesito que me recomendéis una película. Esta vez ellas colaboraron, me aconsejaron unas cuantas, y aproveché la ocasión para burlarme de sus gustos. -¿En serio te gusta Crepúsculo? –le dije a la alemana apartándola de mi lado con un empujón- ¡Uf! Eres demasiado romántica para mí. Le toqué un rato las narices, de manera graciosa y después fui yo quien me despedí primero dejándolas con ganas de más. Te habrás dedo cuenta que cuando interactúo con mujeres, las empujo, las toco, las cojo de la mano… Esto lo hago porque tocar a una mujer, desde el principio de la interacción es muy importante. Para concederle la atención que merece, he dedicado un apartado para hablar de ello. Tócala Sam, tócala.
A las mujeres hay que tocarlas. Podríamos incluso hacerlo más extensivo diciendo: A las personas hay que tocarlas. El contacto físico, es algo natural. Nuestros antepasados los primates se tocaban. Lo llevamos pues en nuestros genes. Cuando vemos a nuestros amigos, nos saludamos dándonos la mano, les ponemos el brazo alrededor de los hombros, les damos palmadas en la espalda. El contacto físico es algo natural entre personas de nuestro mismo sexo. ¿Por qué, sin embargo, no podemos hacer lo mismo con las mujeres? ¿Por qué nos cuesta ponerles la mano en el hombro, darles golpecitos en la espalda o cogerlas del brazo? Pues sencillamente porque tememos que nuestro contacto físico sea mal interpretado y visto con un propósito sexual. Y en parte tenemos razón. Si comenzamos a sobar a desconocidas en el instante en que somos presentados, es muy probable que nos tomen por unos salidos y nos rechacen. No obstante, sigo diciendo que a las mujeres hay que tocarlas. Una vez leí en un libro de seducción, que tocar a una mujer que acabamos de conocer es un error porque nos coloca en un plano de inferioridad dando la impresión de que estamos necesitados e inseguros.
Sin embargo, esto se contradecía con mis propias experiencias en el terreno de juego, puesto que yo tocaba a mis amigas y a mis ligues nunca tenía el menor problema por ello. El tocarlas me permitía llegar con más naturalidad a la fase sexual. Es mucho más difícil besar a una chica que no has rozado siquiera que a otra a quien ya la tomas de la mano y la tocas, aunque sea en puntos neutros del cuerpo. Mystery, un artista de la seducción a quien respeto, también afirma lo mismo. Y por supuesto, estas afirmaciones no son conjeturas sin valor sino fruto de una extensa experiencia. Pero la manera de tocar es importante. Para empezar, debes primero adquirir un mínimo grado de confianza con ella antes de empezar a ponerle las manos encima. Si te aproximas a una chica que no te ha visto en su vida, la tomas del brazo, le acercas los labios a la oreja para decirle una chorrada y después le das una palmada en la espalda como si fuerais coleguillas de toda la vida, la chica pensará que eres un pegajoso. Y tendrá razón. Pero si está hablando contigo, se ríe y hay buen rollo entre ambos, eso es otra cosa. Y ahora daré unas nociones de cómo tocar a las mujeres Os recuerdo que todavía estamos en la fase de valor, por lo tanto hablamos de tocarlas en puntos neutros del cuerpo, como son brazos, espalda, hombros, etc. Dejad las tetas para más adelante. -Tócalas brevemente en el brazo para llamar su atención sobre algo. -Cógela del hombro como si fuera un amigote y suéltala. Debes ser tú quien la toque y quien deje de hacerlo. No prolongues el contacto. Lo peor que te puede pasar es que ella se desembarace de ti, quitándose de encima tu brazo o alejándose. Esto debes evitarlo a toda costa y por ello tus contactos serán breves y naturales. -Si dice o hace algo que consideras digno de desaprobación, dale un golpecito en el hombro con el puño mientras dices algo así como: “Anda y tira para allá, gamberra”. Que se note que estás de broma.
-O también puedes apartarla de tu lado con un pequeño empujón: “Fuera de mi vista, hemos dejado de hablarnos”. En tono humorístico. -Si quieres indicarle algo que te ha llamado la atención, tómala del codo un instante y dile: ¿Te has fijado..? -A veces puedes cogerla de la nuca y sacudirla (con suavidad) para burlarte de algo que haya dicho: ¿Eso que acabas de decir se supone que es un chiste? -Si pasáis por un sitio estrecho tócala en la espalda mientras le cedes el paso. No debes mirar a la chica mientras lo haces. Has de comportarte como si ni siquiera te dieras cuenta de que la estás tocando. -Si el nivel de jolgorio y energía del grupo es alto, no te cortes en ponerle la mano en el hombro y dejarla allí un buen rato. -Juega con ella al tira y empuja literalmente cogiéndola de las manos y atrayéndola hacia ti para después apartarla de tu lado con un pequeño empujón. Mientras haces todo esto usa frases de aprobación y desaprobación: “Vaya, me ha gustado eso que acabas de decir. Me está pareciendo que eres una persona con las ideas bastante claras”. Y la coges de las manos y la atraes hacia ti. A continuación añades: “Pero por otra parte, creo que eres demasiado niña buena… si, bien pensado no me convienes. Fuera de aquí, no eres una buena influencia para mi”. Y la apartas de tu lado. Es algo parecido a lo que hacíamos con los cebos. Ignoro por qué apartarlas de nosotros con un pequeño empujón da tan buenos resultados. De algún modo, ese espíritu de contradicción de la mujer, le obliga a volver de nuevo con el tipo que se las quita de encima. Si frecuentemente ellas te responden desembarazándose de ti o sintiéndose incómodas es que no lo estás haciendo bien. Sé más breve en tus contactos y refuerza la confianza mutua. Ya sabes, a partir de ahora transfórmate en un individuo “táctil”. Toca más a tus amigos y amigas. Convierte esto en un hábito hasta que lo hagas sin pensar siquiera.
El tocar a una mujer sin darle importancia te ayudará después a pasar a la fase sexual de un modo cómodo.
3.-Romance Una vez la mujer se siente atraída hacia ti. Debes dejar atrás la etapa del valor y comenzar con la del romance. Cuidado con esto. Hay hombres que prolongan inadecuadamente la etapa del valor cuando lo que se necesita en ese momento es un cambio de fase. Si no lo haces así, acabará por sentirse decepcionada y te arriesgas a que se aleje de ti. En esta etapa debe haber compenetración. Se han acabado los negas y las bromas. Ahora llega el momento de sentarse a solas con ella y comenzar a conocerse de verdad. Si la chica con la que has estado conversando-jugueteando te lanza indicadores de interés, es el momento de apartarla de su grupo de amigos. Dirígete a ellos y diles: -Con vuestro permiso, voy a llevarme un momento a vuestra amiga. Quiero enseñarle algo. Os la devolveré enseguida. ¿Hay algún inconveniente? Si realizaste bien tu trabajo en el abordaje y hablaste con los amigos o amigas de ella sin ningunear a nadie, lo más probable es que no pongan objeciones. Toma a la chica de la mano y llévatela a un rincón apartado. Si ella presiona tu mano tómalo como otro indicador de interés. Una vez sentados en un rincón del local, léele la mano, háblale de algo que te haya fascinado de su personalidad o de cualquier otra cosa que se te ocurra. Puedes preguntarle: -¿Te consideras una chica atrevida y divertida? Si ella dice que sí, le felicitas por ello y añade que te gustan las chicas con esas características. Normalmente suelen decir que sí, porque negarlo sería como admitir que son personas aburridas y retraídas. Si descubres que la ocasión es propicia para besarla, adelante. ¿Y cuándo es la ocasión propicia para besarla? Preguntaréis. Si en un momento dado te descubres preguntándote si deberías besarla, bésala. Pero no lo hagas al asalto. Hay diferentes maneras de preparar el terreno.
Puedes usar la rutina siguiente: Estáis solos en el reservado de la disco. Le acabas de leer las líneas de la mano o cualquier otra cosa, cambias de tema y le dices: -¿Sabes que los puntos más sensibles del cuerpo son aquellos que no están expuestos al aire, como por ejemplo, el pliegue que hay detrás de las rodillas, o también la base del cuello? Y mientras le hablas le tocas esos puntos durante un breve instante, señalándolos. Después la miras a la cara, y de pronto, como si se te acabara de ocurrir le dices: -Muérdeme el cuello. A lo cual es muy probable que ella riendo se niegue. Pero tú no estás para bromas. -Muérdeme el cuello aquí –dices señalando la base del mismo-, pero intenta hacerlo de una manera sensual. Si ella sigue negándose, haz como si te sintieras contrariado. No hace falta que digas nada, vuélvete de espaldas y permanece tres segundos en silencio. Después, date de nuevo la vuelta y señala, con toda seriedad, el punto donde quieres ser mordido. Si hasta el momento has tenido un juego sólido, es raro que la chica se siga negando. Si lo hiciera, puedes mirarla como si te sintieras decepcionado, levántate, devuélvela a sus amigos y despídete de ella con un “encantado de conocerte”. Pero si accede a morderte, como es lo más probable, búrlate un poco de ella diciéndole que tu mascota lo hace mejor y luego hazle una demostración de cómo se debe dar un mordisco sensual. Sé delicado, acariciante, no se trata de hacerle sangre sino de ponerle de punta los pelos de la nuca. De ahí al beso hay poco trecho. Mystery aconseja en su libro la siguiente rutina. Estás sentado hablando con ella y de pronto te callas, la miras y le dices: -¿Quieres besarme? A lo cual ella puede responder de diversas maneras. Si dice que sí, cosa improbable, te lanzas y la besas. Sí dice que no lo sabe, le contestas, “averigüémoslo” y la besas también. Bésala también si te dice por qué le preguntas eso, o cualquier frase similar. Si dice que no, dile tranquilamente: “Mejor, porque opino que es un poco pronto. Te lo decía porque me ha parecido que querías besarme. Pero sigamos con lo que te estaba contando antes…” Y pasas a otra cosa como si nada hubiera ocurrido. Personalmente he experimentado con estas rutinas y puedo asegurarte que funcionan a la perfección.
Pero con un grado de confianza adecuado con ella, no necesitarás siquiera utilizarlas. La expresión de su cara te dirá si el beso será bien recibido. Últimamente me quedo mirándolas a los ojos durante un momento y descubro de inmediato si hay o no tensión sexual en el aire. Si ocurre lo segundo, la tomo de la barbilla y la beso. No hay rechazos. Pero cuidado, el hecho de que ella haya permitido que la beses no significa que des rienda suelta a tus instintos y continúes morreándola toda la noche. Al principio debes ser austero en tus demostraciones pasionales. Bésala durante un momento y échate hacia atrás diciendo: “No deberíamos hacer esto, es demasiado pronto todavía”. Todo dicho en un susurro, mirándola a los ojos y dándole a entender que lo haces por respeto, pero que en realidad te cuesta contenerte. Y da por concluida la sesión de besos. Si te excedes, lo único que conseguirás es darle la impresión de que estás desesperado por echar un polvo. Y lo peor, es que después tendrá remordimientos por lo que ha hecho. Ten en cuenta que apenas te conoce. Ha hablado contigo unos minutos en la discoteca y merced a tu magia inexplicable ha cedido y se ha dejado besar. Pero más adelante cuando se encuentre sola en su habitación, pensará en todo lo ocurrido y se sentirá mal. Se sentirá mal por haberse entregado tan pronto a un desconocido. Y cuando la llames para quedar otro día, te dará puerta. Pero si eres sensible a sus sentimientos. La besas brevemente y con el comentario de, “vamos a dejarlo de momento”, te apartas, le darás a entender que te importa realmente. Y que para ti es algo más que un agujero donde meterla en caliente. ¿Entendido? En la comunidad de seductores se le llama “arrepentimiento del comprador” a este sentimiento de culpa que tienen las mujeres cuando se han entregado demasiado fácilmente a un hombre. El nombre viene por la similitud que tiene con el arrepentimiento que experimentamos cuando nos dejamos convencer y compramos algo que no necesitamos. Después, libres del encanto del vendedor, nos arrepentimos de nuestra debilidad. No dejes que la chica piense en ti con arrepentimiento. Ve despacio. No es necesario que lo hagas todo el primer día.
La fase de romance puede durar unas horas o prolongarse durante meses. En esta fase puedes decirle a una mujer frases como: No sé que me ocurre pero parece que te estás introduciendo en mi cerebro. Entiéndeme, el demostrar interés por una mujer no está prohibido. De hecho es necesario para que ella a su vez se sienta profundamente interesada en nosotros. La consigna es, sin embargo, no demostrar interés antes de que lo haga ella. Por eso, en el abordaje y en la etapa de valor, nos cuidamos de dar a conocer nuestros sentimientos. Pero en la fase de romance es diferente, sobre todo si la chica nos está lanzando continuos indicadores de interés. Si por ejemplo nos dice: No sé que me ocurre pero me gustas mucho. ¿Tú sientes algo por mi? Sería un error responder con un nega o con una perogrullada. Es el momento de darle a entender que también estamos interesados en ella. En internet puedes encontrar rutinas aplicables a esta fase, pero creo que aquí se impone actuar sin artificios, según la personalidad de cada cual. Has pasado la etapa anterior que es la que considero más difícil. Ahora lo único que debes tener en cuenta es mantener tu marco, no ceder a sus órdenes y caprichos pero a la vez convertirte en alguien amigable y compresivo.
La fase sexual. Hemos llegado al meollo del asunto. Le has entrado a una chica, has hablado con ella, le has lanzado algún que otro nega. La has hecho reír con tu sentido del humor. Has jugado al tira y empuja. Le has dado a entender que no eres un chico fácil que se acuesta con cualquiera. La has obligado a validarse ante ti preguntándole que virtudes tiene para que un hombre como tú se sienta interesado en ella. Has superado con nota sus tests de chica. La has tocado brevemente en puntos neutros de su cuerpo. Le has contado anécdotas divertidas o historias de tu infancia. Te ha
mostrado su interés, le has mostrado el tuyo. Habéis conectado. Os habéis reído juntos. La has besado. En fín, has hecho bien todo el trabajo y la chica se siente atraída hacia ti. Es el momento de cambiar a la fase sexual. “¿Quieres que follemos?” Por supuesto esta frase no debes pronunciarla nunca, porque la respuesta será un rotundo y enojado NO. Solo te funcionará en los puticlubs. Las mujeres son seres sensibles que necesitan mantener la ilusión de que todo ha ocurrido de un modo espontáneo, imprevisible e inevitable. “Pasemos por mi casa y te enseñaré el nuevo hámster que me he comprado. Es una monada”. Esta frase ya es otra cosa. Quizás ella sospeche que en realidad el hámster que quieres enseñarle es ese peludo que tienes entre las piernas, pero le estarás dando una excusa para que ella misma se sienta como una chica decente y no como una puta barata que se acuesta con el primero que llega. “Me llevó a su casa para ver a su mascota y sin saber como, una cosa llevó a la otra… ”, podrá contar a sus amigas. El factor fulana es el nombre que se le da en la comunidad de seductores a ese sentimiento que tienen las mujeres que les inhibe de hacer libremente el acto sexual con alguien que han conocido recientemente. Por lo tanto dale siempre una excusa para que ella pueda sentirse más o menos en paz consigo misma. -Pasemos por mi casa y te presentaré a mi perro. Le he enseñado a dar la patita. -Vamos a mi casa y te enseñaré el último cuadro que he pintado. -Vamos a mi casa y verás mis peces tropicales… Una vez en la puerta del edificio es conveniente que hagas un falso límite temporal diciendo: -Solo podrás estar un cuarto de hora, la verdad es que tengo trabajo pendiente y mañana he de madrugar. Con ello refuerzas más la idea de que tus intenciones son totalmente inocentes. Sube y enséñale la casa, el perro o los peces de colores. Si tienes ordenador, puedes enseñarle fotografías tuyas mientras la mantienes sentada sobre tus rodillas. Bésala en el cuello y dile: Esta foto me la hice cuando estaba en el instituto. Por supuesto, en las fotos debes parecer el tío más enrollado y saleroso del mundo.
Aunque la chica responda bien a tus caricias, tómatelo con calma y no tengas prisa por arrastrarla al dormitorio. Besaros, caldearos. Siente su deseo. De vez en cuando es bueno que te eches hacia atrás, como si tuvieras reparos a ceder a tus impulsos y decir “No deberíamos hacer esto”. Todo ello mirándola muy serio. A esto se le llama en la comunidad de seductores robarle su realidad. Normalmente es ella la que pone reparos. Esta actitud nuestra la descoloca. Pero es puro teatro, después de la frasecita, continúa atacando. Cuando la veas muy encendida, dale la mano y llévatela a la cama. Ve quitándole la ropa. Pero sin prisas. Tómatelo con tranquilidad. Avanza y retrocede. De pronto intentas desabrocharle en sujetador, y ella se niega. No hay que perder la calma. Dile: “Sí, tienes razón”, da un paso atrás y sigue acariciándola. Un rato más tarde vuelve a intentar desabrocharle el sujetador. Si sigue negándose, y ya lleváis un buen rato de calentamiento, ha llegado el momento de crear hielo. Es decir, te apartas de ella, le das la espalda, enchufas tu magnífica tele de plasma y te conviertes en una estatua de mármol, o bien consultas el correo de tu ordenador, o haces cualquier cosa que tengas que hacer, ignorándola. No hay que ponerse de morros ni enfadarse, sencillamente adopta una actitud fría y distante. El hecho de que dejes de prestarle tu atención cuando hace un momento se sentía envuelta en ella, tiene un poderoso efecto. Es muy probable que se te acerque riendo y comience a preguntarte que te ocurre mientras te hace arrumacos. Mantente indiferente y silencioso. Es muy raro que una mujer pueda resistirse a esto. Seguramente comenzará a besarte de nuevo tratando de llevarte al estado anterior. Déjate conducir. No prolongues el hielo más de lo necesario. Recuerda que estás interpretando un papel. No tienes por que sentirte enojado con ella porque se te haya intentado resistir siguiendo el dictamen de su factor fulana. Al fin de cuentas, si fuera una chica demasiado fácil todo el mundo se acostaría con ella, y a ti eso tampoco te gustaría. Vuelve a tu papel de amante apasionado. Acaricia, besa, calienta, y esta vez cuando le intentes quitar el sujetador ella se dejará. Ya tienes las tetas al descubierto. Sigue con lo tuyo. Evita parecer demasiado ansioso. Puedes seguir jugando a dar dos pasos adelante y uno atrás. Si ella te mete mano, puedes lograr un poderoso efecto, apartándole la mano del pene suavemente. Volvemos a robarle su realidad. Cuando vuelva a
hacerlo, déjale sobar un rato y vuelve a apartarla. El tira y empuja es una poderosa herramienta que funciona tanto en los primeros pasos de la seducción como en pleno acto sexual. Es una manera de plantearle siempre pequeños desafíos. Y ahora intentamos quitarle las bragas. Y ella se resiste otra vez. Vuelve en acción el factor fulana. A esto se le llama en la comunidad de seductores resistencia del último minuto (RUM). Como veis, el tema está bien estudiado. Pero no hay que acobardarse. Seguimos con los besos y las caricias. Y unos minutos después volvemos a intentarlo. Sigue sin querer. “Sé que si me dejo, d ejo, te olvidarás de mi al día siguiente”, dice ella. Ante una frase como esta podemos permitirnos contestar: “Sabes que eso no es cierto, lo único que veo es que no te fías de mi”. Y ya está, no hay que añadir nada más. No cometas el error en el que incurren muchos hombres en esta situación cuando comienzan a rogar y a implorar: ¿Qué te ocurre? ¿Por ¿Por qué no quieres hacerlo? Soy un buen chico. Sabes que te quiero, y bla, bla, bla… Por favor, no hagas esto. Si te metes por esos derroteros ella entrará en su modo lógico, se enfriará y comenzará a darte razones de porqué no debéis hacer el amor. Y tendrá muchas: No te conoce lo suficiente, no se fía de tus intenciones, no eres su príncipe azul, no le molan tus calcetines… A todo esto se le llama “basura”, y todas las mujeres son capaces de soltarla en grandes cantidades cuando quieren protegerse de las intenciones de un hombre. Por lo tanto, está prohibido rogar, implorar y ni siquiera preguntar. Si hasta ahora la has seducido por ser un hombre fuerte, seguro de si mismo y no necesitado, ¿en que lugar vas a quedar si comienzas a rogarle por compasión un poco de sexo? ¿Cuál es la manera de reaccionar pues? Darle hielo de nuevo. Esto le impedirá volver a modo lógico. Con el hielo se crea una situación incómoda. Hay tensión en el ambiente. Y los pensamientos de ella se centrarán única y exclusivamente en volver a recuperarte. r ecuperarte. Enciende la luz, enchufa la radio, juega con el ordenador… En definitiva, pasa de ella sin decir una palabra. -¿Qué te ocurre? –preguntará. Silencio. Si insiste, dile calmadamente que ha estropeado la magia del momento.
Mantén lo que haga falta esta actitud fría e indiferente, pero cuando ella trate de volverte a calentar déjate conducir. El enfado fingido y la reconciliación es un arma poderosa que te ayudará a avanzar en estos y otros momentos críticos de la relación. Ellas la usan constantemente con nosotros. Pero recuerda que no debes ser rencoroso. Estás interpretando un papel, nada más. Una vez vuelva a ti caliéntala de nuevo. Quítale las bragas. Esta vez ella se dejará. Y a follar que son dos días. Este método es un compendio de lo que he leído por ahí. Lo he puesto en práctica y funciona a la perfección. Ello no significa que pueda luego uno hacer lo que le dé la gana. En ocasiones basta con llevarla a tu piso, y ella se lanza sobre ti. En otras, la propia mujer te conduce hacia su casa y te lo da todo hecho. Me he encontrado en situaciones de todo tipo, pero la guía anterior te puede ser útil en buena parte de las ocasiones.
ERES UN HOMBRE Y NO DEBES AVERGONZARTE DE ELLO Como seres sexuados que somos estamos sometidos a unos deseos y pasiones que son completamente naturales en nosotros y de los que no tenemos por que avergonzarnos. Ahora bien, muchas mujeres utilizan esta circunstancia para hacernos sentir anormales anormales y pervertidos. Pongamos un ejemplo: Estás con unas amigas y de repente pasa por tu lado la camarera, que por cierto, está como un tren, y la colega que se sienta a tu lado comenta: -Es bastante guapa, ¿no? -Sí -contestas tú-, tiene un buen polvo. A lo que tu amiga replica escandalizada. -Eres un guarro. Siempre estás pensando en lo mismo. Ahí tienes dos opciones. Quedarte apabullado, sintiéndote el ser más inmundo del planeta o bien reaccionar como corresponde a un verdadero macho alfa. Es decir, mirarla como si contemplaras a un marciano y soltarle algo así como; -Tú te has educado e ducado en un convento, ¿verdad? Las mujeres usan todo tipo de tretas para bajarte la autoestima, para confundirte, para ponerte las cosas difíciles. Y es comprensible ¿de que modo
sino podrían saber si tipo que tienen a su lado es el hombre fuerte que ellas buscan? Si dejas que sus comentarios te afecten, automáticamente pierdes puntos. En otras ocasiones son ellas las que sacan a colación el tema del sexo para ver si logran excitarte o avergonzarte. Si estando con una mujer, te hace h ace un comentario como: “A mi lo que más me gusta es hacerlo al estilo perro,” o bien, “Estoy mojada.” Y sospechas que su intención es testearte, una buena respuesta puede ser la que utiliza el maestro de la seducción, Style, tal como indica en su libro el Método: ELLA: Mi especialidad son las mamadas. ÉL: Es algo digno de respeto. Así de sencillo, sin avergonzarse ni concederle más importancia de la que tiene. Una vez, estando con una amiga, me habló de sus posturas preferidas en la cama y de otros asuntos relacionados relacionados con el sexo. Me di cuenta cuenta de que aquello no era más que una prueba para ver mi reacción. Al final le dije: -Dejemos el tema que me estás poniendo cachondo. Desde luego no es una frase acertada pues la réplica de Style, “Es algo digno de respeto”, hubiera sido mejor. En fin, la cuestión es que a raíz de mi comentario sobrevino un cambio. Ella se puso seria y apartándose de mi lado respondió: -No me gustan los hombres tan salidos. Y se largó sin añadir palabra. ¿Qué está ocurriendo aquí? Las mujeres, sobre todo las mujeres hermosas nunca te lo pondrán fácil. Si así fuera, todo el mundo podría acostarse con ellas. Es por eso que tienen instalados, (de fábrica), unos mecanismos dedicados única y exclusivamente a ponernos dificultades.
En este caso la prueba a la que me sometió estaba destinada a socavar mi autoestima haciéndome sentir como un pervertido, cuando era ella misma la que había sacado a colación c olación el tema sexual. El error en estos casos es intentar justificarse diciendo que no era tu intención ofenderla y bla, bla, bla. Eso hubiera sido caer de lleno en la trampa y darle a ella la razón y la supremacía del marco. El marco de que ella es el
premio, de que tú eres inferior, y de que si no cuidas tus palabras tendrás que sufrir el castigo de su indiferencia. Si una mujer te prueba de esta manera lo mejor que puedes hacer es reprenderla diciéndole que si no se porta de un modo maduro, quien va a dejarla vas a ser tú. Te cuento esto para que veas que hasta en una relación donde todo anda como la seda pueden aparecer de súbito nubes de tormenta. Espéralas porque es lo usual. No te lo tomes en serio y, sobre todo, ten muy claro que ninguna mujer tiene derecho a hacerte sentir avergonzado de ser un hombre.
LO PREDECIBLE ES ABURRIDO Conozco hombres que tienen mucha facilidad de palabra, son simpáticos y no temen a abordar a las mujeres, y sin embargo su éxito con ellas deja mucho que desear. Son hombres que siempre muestran el mismo estado de ánimo. Que siempre son simpáticos y siempre tienen la misma facilidad de palabra. Cuando una mujer capta la esencia de estos hombres comienza a perder interés. ¿Por qué razón? Pues porque lo predecible es aburrido. Si siempre eres amable, si siempre eres simpático, si siempre muestras la misma cara, dejas de ser interesante. ¿Te has preguntado porqué algunas películas nos mantienen pegados en el asiento desde el principio al fin mientras que otras nos llenan de sopor? En cuanto empezamos a adivinar lo que va a ocurrir y todo se sucede tal como predecimos, se acaba la diversión. En las relaciones personales lo predecible puede ser devastador para el interés. Es muy importante que dejes de ser siempre el mismo ser amable y simpático para alternar de modo arbitrario con un carácter más indiferente, rayano en la frialdad. Ya hemos hablado de esto antes, pero lo considero de una importancia tal, que no está de más insistir y profundizar en el tema a fin de que te quede completamente claro. Los grandes maestros de la seducción son expertos en el uso de esta herramienta logrando así introducirse como una obsesión en el cerebro de sus víctimas. Son hábiles manipuladores de las emociones femeninas capaces de conseguir que las mujeres se hagan preguntas como estas: “¿Qué le ocurre hoy? Parecía que la semana pasada estaba coladito por mí y ahora apenas me ha dicho dos palabras y se ha marchado… ¿Estará enfadado? ¿Acaso no me quiere?”.
Si una chica te tiene, o al menos cree ella que te tiene, y de pronto comienzas a ignorarla o a tratarla con frialdad, sufrirá un shock . De pronto su universo empezará a resquebrajarse. Su autoestima flaqueará. Le abandonará la seguridad en si misma. Se devanará los sesos preguntándose porqué no la miras ni le hablas como antes. ¿Por qué está tan frío conmigo? ¿Habré hecho algo mal? ¿Hay otra? Las preguntas se agolparán en su cabeza. Y comenzará a obsesionarse contigo. En “Diario de un seductor”, novela instructiva que no te hará daño leer, una de las artimañas de que se vale el protagonista para colarse en el cerebro de su víctima es confesarle en sus cartas una y otra vez la grandeza de su amor, para después comportarse en persona de un modo frío y distante. Yo mismo pude constatar la increíble potencia de esta herramienta de muchas facetas que llamo impredecibilidad a falta de un nombre mejor. Hace años, cuando no sabía nada de seducción, conocí a una chica que desde el principio controló el marco de la relación. Durante varias semanas me dejé arrastrar por ella de un rincón a otro de la discoteca. Sentada en mis rodillas, me soltaba interminables monólogos. De vez en cuando le daba un beso breve que ella me impedía prolongar. Las caricias que me permitía eran más breves aún. Durante un tiempo fui un manso cordero y aguanté sin chistar todos sus remilgos, pero un día algo de mí se reveló por dentro. Me di cuenta de que aquello no podía continuar. Fue como ver la luz. Aquel día en la disco, la recibí más serio que de costumbre. A su conversación comencé a contestar con monosílabos y cuando me preguntó qué diablos me ocurría, le dije: “Estoy dudoso respecto a ti, no sé si eres la chica que me conviene”. Y acto seguido me retiré al rincón donde estaban mis amigos. El efecto que le produjo mi impredecible respuesta superó todas mis expectativas. Fue un golpe terrible para ella. Durante los días que siguieron se volvió literalmente loca. Me perseguía por calle, se hacía la encontradiza, me telefoneaba constantemente… Me convertí en su obsesión. ¿Dónde estaba ahora la alegre complacencia con que me trataba antes? ¿Qué se había hecho de su poder sobre mí? Todo esto había desaparecido y ella no comprendía nada. Su cómodo universo se había desmoronado. Finalmente cedí a sus ruegos y salí con ella.
Y a partir de entonces todo fue muy fácil. Personalmente opino que esto es llevar la impredecibilidad demasiado lejos. Ahora ya no soy tan drástico. Me limito a ser indiferente y frío cuando me parece oportuno. Si lo haces bien, es más que suficiente. Si has salido con chicas, haz memoria e intenta recordar si ellas han usado esa misma herramienta contigo. Por mi parte te puedo asegurar que he sido víctima de estas tretas innumerables veces, en una época en que no tenía ningún conocimiento en el campo de la seducción. Cuando las veía serias e indiferentes junto a mí, automáticamente me sentía responsable de su estado y me esforzaba por entretenerlas sacando un tema tras otro de conversación. Y con ello no hacía sino rebajarme. Me acuerdo de sentir verdadera angustia cuando una chica que había accedido a salir conmigo, se quedaba seria y silenciosa en un momento dado de la cita. “Joder, se está aburriendo, ¿Qué hago?” Y se apoderaba de mí la desesperación. A partir de ahí ya no volvía a ser el mismo. Mi voz, por lo normal, tranquila y segura comenzaba vacilar. Me acometía el pánico. Las ideas dejaban de fluir en mi cabeza. De pronto, sacar un tema cualquiera de conversación se convertía en una tarea sobrehumana. La cita se había ido al carajo. Ahora que pienso en esto, me sorprendo de lo sensible que yo era a la impredecibilidad de las mujeres. Si alguien me hubiera dicho que eso no es más que un truco… Que no te ocurra a ti. Si ella está seria, tranquilo. Si responde con monosílabos a tus esfuerzos conversacionales, que no cunda el pánico. Esto no tiene por qué significar que se esté aburriendo contigo o que te vaya a dejar dentro de poco. Nada de eso. Si no le has dado serios motivos para enfadarse, es casi seguro que te está testeando una vez más. Quiere averiguar como responde un macho alfa como tú ante una situación incómoda. Es lo suyo. Una buena forma de reaccionar es reprenderla en tono tranquilo. -Te estás comportando de un modo raro, ¿no? ¿Siempre eres así? Y dicho esto adopta una actitud indiferente mientras le dure la tontería. No se te ocurra comenzar a preguntarle: ¿Qué te ocurre? ¿He hecho algo que no te gusta? ¿Por qué estás enfadada?, etc
Con ello lo único que consigues es rebajarte, y además te expones a que dé rienda a todas las ideas negativas que se le ocurra sobre tu persona. Nada de esto está en sintonía con mantener la supremacía del marco, ni ser un desafío. Pero ahora que eres un depredador, no les darás demasiadas ocasiones para juguetear contigo. Usa por tu parte la impredecibilidad y las mantendrás en jaque preguntándose: ¿Le ocurrirá algo? Me trata como si no me conociera. ¿Me querrá o no me querrá? Por supuesto, utiliza el sentido común y no te excedas. Ser impredecible de vez en cuando no significa convertirse en un marciano extravagante. ¿Entendido? Tanto al comienzo de una relación como en relaciones de varios años, el ser un poco impredecible te mantendrá anclado a su mente. De eso se trata. Se cuenta que el escritor D.H. Lawrence seducía así a las mujeres. En los primeros encuentros se comportaba amablemente con ellas, pero cuando adquiría cierta confianza, ponía en entredicho su modo de ser recriminándoles su excesiva sensibilidad, su infantilismo, o cualquier otro defecto de su carácter. De este modo logró instalarse profundamente en las mentes de muchas mujeres de su tiempo. Algunas llegaron a obsesionarse con él. No te acostumbres a darle siempre la razón. Si comunicas que siempre estás conforme con lo que dice o hace, tu trato nunca podrá ser un desafío para ella. Pero si de pronto le sueltas: “Me parece que no estoy de acuerdo. Eso que acabas de decir es una tontería.” Te conviertes en alguien al que hay que convencer y ganarse. Pero cuidado en como haces las cosas. Intenta mantener una actitud de cierto respeto, porque la línea que separa la sinceridad de la grosería puede ser muy delgada. Y ahora que sabes que todo esto no es más que un juego, y que ya has adquirido las nociones para jugarlo, te prohíbo que vuelvas a tomarte en serio un enfado, unos lloros o un desplante de una chica. Usa sus mismos métodos con ellas. No seas predecible.
LAS AUTOEXCUSAS Muchos hombres me dicen que las técnicas de seducción no funcionarán con ellos porque no tienen una buena apariencia física: son gordos, o calvos, o bajitos, o feos, o las cuatro cosas a la vez. .
No vamos a negar que los hombres con un buen físico lo tienen más fácil. Como tampoco negaremos que si fueras rico o famoso, tus oportunidades con el bello sexo aumentarían. Pero vamos a suponer que eres un tipo normalito, más bien tirando por lo bajo, que realmente desea gustar a las mujeres. ¿Imposible? Para nada. Si cultivas una personalidad alfa, te cuidas dentro de lo posible, y haces caso de los consejos que te doy en este libro, puedes llegar a ser un hombre realmente atractivo para ellas. Y para reforzar lo que digo voy a ponerte el ejemplo de Braulio. Braulio era un compañero de trabajo más feo que pegarle a un padre con un calcetín mojado. En su cara alargada y flaca, la piel de las mejillas se le descolgaba fofa a ambos lados de la mandíbula. Era calvo y su calva estaba surcada por profundas arrugas. Usaba unas gafas de lentes de mucho aumento que le hacían los ojos raros. Su nariz caía hacia abajo como la de una bruja de cuento, y su voz, en lugar de ser clara y melodiosa, era un tanto cascada recordando la de una mujer vieja y carajillera. Además, por si fuera poco, Braulio no era joven, sino que pasaba de los cincuenta. Sé que la descripción es tan cruda que puede parecer una exageración, pero no lo es. Cuando lo conocí, me sorprendió el éxito que tenía con las chicas del trabajo. Hablaba con casi todas, y se notaba que ellas lo pasaban bien a su lado. Algunas chicas lo buscaban a la hora del almuerzo, para charlar con él. Aún así, no le di demasiada importancia al asunto puesto que cualquier hombre lo suficientemente simpático puede hacer unas cuantas amigas si se lo propone. La sorpresa vino cuando comencé a tener atisbos de su vida privada. -¿Qué haces los fines de semana, Braulio? -le pregunté una vez. -Me voy a la discoteca –repuso. -¿Y que tal? ¿ligas mucho? -No me puedo quejar. Ahora salgo con una rubia que está de miedo. No di mucha importancia a este hecho, pero al cabo de unos días me tropecé con Braulio en la calle. Iba de la mano de una rubia despampanante, de unos 30 años de edad, que parecía una sex símbol. Sufrí una conmoción. Intenté averiguar como un tipo de más de 50 años, feo y sin ninguna gracia física, había podido seducir a una preciosidad como aquella, pero cuando, en privado, se lo pregunté a Braulio, este se encogió de hombros sin poderme dar una explicación. -Supongo que le he gustado -fue lo único que dijo. Braulio estuvo un año viviendo con aquel bombonazo hasta que un buen día ella lo dejó. -Se merece un tipo más joven que yo –me dijo él tranquilamente cuando le di mi más sentido pésame.
Pero no me pareció demasiado afectado. Poco después comenzó a salir con una monitora de natación, otra rubia de unos 30 años que también era estupenda. Braulio me invitó a cenar y tuve el placer de conocerla. Una hermosa mujer de muchos méritos. La primera vez podía ser una casualidad, pero la segunda… Durante mucho tiempo me devané los sesos intentando descubrir cuál era el secreto de Braulio. Lo entendí cuando comencé a leer libros sobre seducción y a profundizar en el tema. Y ahora, por fin, puedo explicaros su secreto. Creedme, estáis de suerte. Ya me gustaría que alguien me hubiera cogido de la mano hace unos cuantos años y me hubiera dado lecciones sobre mujeres, como yo estoy haciendo con vosotros. Y aprovecho para añadir que si alguien quiere agradecérmelo con una discreta bonificación, haré el honor de no despreciarla. Pero sigamos con Braulio. Empecemos con su lenguaje corporal. Aunque Braulio era más feo que un repollo, también poseía algunas virtudes. No tenía sobrepeso, ni era cargado de hombros. Era alto, pero tenía un cuerpo demasiado delgado para ser elegante. Caminaba con lentitud, erguido, y solía llevar una mano en el bolsillo. Con la otra sujetaba un cigarrillo. Pues eso sí, Braulio tenía el maldito vicio de fumar. Exhibía una cierta chulería al moverse y si alguien lo llamaba, se giraba con lentitud. Nunca tenía prisa. Miraba a los ojos cuando hablaba. Y sonreía. Mientras te contaba algo, la sonrisa no desaparecía de sus labios. Hasta ahí lo que pude analizar de su lenguaje corporal. Pero su punto fuerte estaba en la personalidad. Braulio era un tipo simpático y hablador. Era muy aficionado a contar anécdotas o historias. Sin embargo, no penséis que estas anécdotas eran la leche, porque no lo eran. Eran historias normales de la vida diaria. -Ayer tuve un pinchazo en medio de un atasco. -¿Y como saliste del lío, Braulio? -Pues imagínate, vino una policía, que era una chavala joven con un pito en la boca y... -Un pito en la boca. -Sí pero de los de pitar –explicaba expandiendo la sonrisa-, y me dice: aquí no puede usted estar. Y yo le digo, que más quisiera yo. Pero la tía no se reía aunque la mataran, al final llamó por el móvil y al poco rato vino la grúa. Me llevaron el coche al taller pero me ha costado sesenta euros la broma. Te pongo el ejemplo para que veas que sus historias no eran nada del otro mundo. No obstante era agradable charlar con él.
Sin embargo, el mundo está lleno de gente agradable con la que resulta fácil charlar. Pero el secreto de Braulio estaba en que tenía la capacidad de hacerse el escaso. Esto último lo he puesto en negrita para darle la importancia que se merece, y si pudiera ponerlo en relieve con luces de neón, también lo haría. Porque hacerse el escaso supone la diferencia entre ser un plasta a quien las tías rehuyen o ser un tipo deseable y atractivo con quien las mujeres desean estar constantemente. Braulio se hacía el escaso del siguiente modo. Un día te contaba cualquier cosa y se comportaba contigo del modo más simpático y agradable del mundo, y al día siguiente pasaba por tu lado y se limitaba a darte un indiferente saludo No era una persona predecible y tenía la habilidad de dejarte con ganas de más. Te abordaba, te contaba cosas, y después te tenía varios días, a veces semanas, sin apenas decirte nada. Pero se lo perdonabas porque si ibas cara a él, se abría a ti y te dedicaba su atención. De alguna manera, te obligaba a que tú pusieras de tu parte en el mantenimiento de la relación. Pero eso que parece obvio y que muchos hombres hacen con otros hombres, él lo hacía extensivo también a las mujeres. Y eso no es tan fácil. Las mujeres hermosas, nublan nuestra razón de tal modo que hacen que nos comportemos como imbéciles. A veces les dedicamos una excesiva atención que ellas no se molestan en corresponder. Y cuando finalmente, chasqueados, decidimos alejarnos de ellas, estamos tan ofendidos que nunca se lo perdonamos y acabamos con la posibilidad de retomar la relación. Braulio no era así. Cuando una mujer no le prestaba la atención que se merecía, daba media vuelta y se largaba de allí. Pero sin animadversión sino con tranquilidad. Y si más adelante, ella iba a su encuentro con mejor disposición, él se olvidaba de todo lo anterior y retomaba la relación tranquilamente. En resumen, no dejaba que las tretas de ellas lo afectaran. Me lo imaginé en la discoteca. Un día se mostraría terriblemente simpático hasta el punto de que las chicas comenzarían a verlo como el ligón de turno. Pero al encuentro siguiente se contentaría con decir un simple hola y pasar de largo. Y esto las descolocaría por completo. Era un hombre independiente. Cuando estaba reunido con otras personas, se involucraba en la conversación como el que más, pero cuando lo consideraba conveniente daba por terminada su presencia allí, decía un breve hasta luego, y se alejaba.
Daba la sensación de no depender de la gente. Nunca iba detrás de nadie. Podía dejar a medias la conversación más divertida y marcharse tranquilamente sin apenas despedirse. Era simpático pero indiferente a la vez. Si una mujer le hacía caso, mantenía una amena conversación con ella, pero no tenía ningún reparo en concluirla cuando le apetecía. Cuando una chica que hablaba con él, se volvía a prestarle atención a otra persona, Braulio rara vez esperaba a que retomara la conversación con él, se limitaba a alejarse de ella. Se comportaba como si él fuera el premio. No hacía la pelota. Si una mujer, por muy hermosa que fuera, decía algo que no coincidía con su opinión, no tenía reparo en decírselo. ELLA: Me fastidia la gente que va en coche a todos los sitios. ÉL: Hombre, pues yo soy de esos. Lo cojo hasta para ir al bar de la esquina. Ese era el método de Braulio. Nada complicado, pero él era un maestro utilizándolo. Ahora reflexiona en lo que haces tú. ¿Te pones excusas para no acercarte a ellas? ¿Echas la culpa a las circunstancias de tu fracaso a tu físico? ¿Si una chica no te hace caso, te lo tomas como una afrenta personal y tu autoestima decae? Pues bien, deja de hacer todo eso y tómatelo como un juego. Ellas son así, y su trato contigo es el mismo que con la inmensa mayoría de los hombres. La principal diferencia entre un seductor de éxito y tú está en la manera de asumir el rechazo. Si empiezas a decirte una y otra vez que tu fracaso se debe a que eres gordo o feo, tu autoestima disminuirá y ellas lo percibirán. Y un hombre con baja autoestima no es atractivo. Pero si por el contrario comprendes que todo ello no es más que un juego y lo que nos están haciendo son solo pruebas para ver si somos los hombres que ellas buscan, tu reacción ante rechazo será totalmente distinta. Y cada vez que te sientas tentado de ponerte excusas, piensa en Braulio.
TUS CREENCIAS INTERNAS Al hilo de lo dicho anteriormente, podemos concluir que la calidad de tus creencias internas condicionará tus éxitos o tus fracasos en esta o cualquier otra materia.
En psicología hay una frase muy acertada que resume la importancia que tienen las creencias del individuo en la consecución de sus propios fines. La frase dice así: Si crees que puedes, tienes razón; si crees que no puedes, tienes razón. Esta frase es una joya de sabiduría contenida en un diminuto estuche. No te detengas a cuestionarla. Es tan cierta como el aire que respiras. Las creencias internas sobre ti mismo y sobre como te ves en relación con los demás, condicionan tu modo de ser y forjan tu personalidad. Tener la autoestima alta es básico para afrontar con confianza y optimismo los desafíos que nos plantea la existencia. En los años que he vivido, he encontrado gente que tenía unas creencias internas tan negativas que no les permitían levantar cabeza. Algunas eran totalmente imaginarias. Una vez conocí un tipo en la discoteca que nunca abordaba a ninguna chica. Y cuando le pregunté la razón, me dijo: -¿Cómo quieres que me acerque a una mujer con la cara que tengo? Cuando quise saber que diablos le pasaba a su cara, añadió con el tono paciente que se emplea al hablar con un niño: -¿No lo ves? Hubo un incendio en mi casa y las llamas me deformaron la piel. Intrigado, lo observé con detenimiento bajo una luz y descubrí una ligera cicatriz en el pómulo derecho. ¡Por favor! Ese tipo se sentía abrumado por un defecto físico casi imperceptible que su imaginación había exagerado hasta convertirlo en un estigma horrible. Que no te ocurra a ti lo mismo. Si nos empeñamos en identificarnos en un montón de creencias negativas y perjudiciales para nosotros difícilmente tendremos éxito en la empresa de seducir mujeres. Porque, no lo olvides, lo más importante en todo esto es la autoestima y la confianza en uno mismo. Por lo tanto, no dejes ocupen tu mente pensamientos negativos y limitantes como estos: -Soy gordo. -Soy feo. -Soy bajo. -No tengo coche. -Estoy en el paro. -No sirvo para ligar. -Las mujeres me rehuyen. -Soy tartamudo.
-Un incendio me deformó la cara… Alguno querrá replicar: -Pe…pero es que yo so… soy de ver…ver…verdad tar...tamudo. Bueno, nadie dice que las creencias de uno sean falsas. Lo único que digo es que son negativas y limitadoras. Si tienes un defecto, no te aferres a él. No te lo eches en cara. Nadie es perfecto. Sencillamente sustitúyelo por pensamientos positivos. Adopta la costumbre de repetirte una y otra vez la clase de hombre que deseas ser. Está demostrado que cuando uno se dice algo a si mismo un número determinado de veces, la mente lo acaba creyendo. Los pensamientos repetidos condicionan las creencias. Las creencias repetidas condicionan los actos. Los actos repetidos dan lugar a los hábitos. Los hábitos modifican la personalidad. Es pues muy importante que te repitas continuamente frases positivas, como las que te indico a continuación: -Soy un hombre interesante que gusta a las mujeres. -Soy un tipo fuera de lo común, que las vuelve locas. -Las mujeres me persiguen, necesito protección. -Las mujeres son afortunadas de que me fije en ellas. -Soy un macho alfa y cualquier mujer que me conozca se sentirá atraída por mí. -Me merezco una chica especial. Porque yo soy un hombre especial. -Tengo algo que engancha. El mejor momento de repetirse estas frases es por la noche, cuando estamos relajados en la cama a punto de conciliar el sueño, y por la mañana recién despertados. Se ha demostrado que es en ese estado entre la vigilia y el sueño cuando el subconsciente está más receptivo. Háblale a tu subconsciente en voz baja o mentalmente. No es preciso que digas todas la frases. Puedes repetirte una durante varias semanas y después cambiar a otra si lo crees conveniente. Si no te gustan invéntate las tuyas propias. Pero hazlo bien. Usa afirmaciones, nunca negaciones. Es mejor decir: “Soy un hombre atrevido”, que decir una frase negativa aunque signifique lo mismo como por ejemplo: “No soy un hombre tímido”. Tómalo como una obligación. Todos los días al acostarte por la noche y al despertarte por la mañana, dedica unos minutos a repetirte estas frases en voz susurrante. Pero no lo hagas como un papagayo, sin pensar en lo que estás diciendo, de lo contrario el ejercicio se convertiría en una rutina inútil. Puedes ayudarte visualizando mentalmente lo que estás diciendo.
Si usas la frase: “Las chicas me persiguen”, puedes imaginarte a ti mismo rodeado de mujeres hermosas que van tras de ti a donde quiera que vayas. Es mejor que al principio susurres las frases. Pero si hay gente cerca, hazlo mentalmente. También puedes grabártelas con voz suave y relajada, y escucharlas en auriculares durante el sueño. ¿Has visto que fácil? Nada de ir al psicólogo y gastarse los ahorros del año en psicoanálisis. Sugestiónate del modo que te he explicado y pronto comenzarás a obtener resultados. Pero no te engañes a ti mismo, con leer estas líneas y comprenderlas, no es suficiente. Tampoco obtendrás gran cosa si te limitas a probarlo durante una semana y después lo dejas. Debes tomártelo como una obligación cotidiana, darle la misma importancia que ir al trabajo o preparar los exámenes de fin de curso. Hazlo. No te pongas excusas. No lo dejes para más adelante. E incluso, cuando ya hayas alcanzado tus objetivos, sigue repitiéndote estas frases positivas y mágicas año tras año. Te serán útiles durante toda tu vida. Otro modo de reforzar creencias positivas es imaginarte escenas contigo como protagonista donde logras seducir a las mujeres más hermosas de la fiesta. Móntate películas divertidas con este argumento. Cuanto mejor te lo imagines y más detalles le pongas mejor será el resultado. Piensa en las frases que dirías, en las respuestas positivas de las chicas. Tumbado en la cama, relajado, visualiza estas escenas como si estuvieras viviéndolas en la realidad. Esto, combinado con la repetición de frases positivas que hemos explicado antes, tiene un efecto mágico sobre nuestras creencias internas. Con estas dos herramientas, ya nada puede detenerte. El mundo es tuyo. Ponte a trabajar. Después de hablar e interactuar con chicas es lo mejor que puedes hacer. Y aunque ahora te parezca cosa de ciencia ficción, llegará un momento en que estarás en una discoteca, echarás un vistazo alrededor y te preguntarás que mujer será la afortunada de gozar de tu atención esa noche. Si te interesa ampliar en el tema, te aconsejo que te leas algunos libros de hipnosis, autohipnosis y programación neurolingüística.
LA ATRACCIÓN GENERA ATRACCIÓN Según Onassis, el dinero genera dinero. Pues bien, lo mismo podemos decir de la atracción. Cuando un hombre lleva colgada de su brazo una mujer atractiva, su posibilidad de atraer a otras mujeres aumenta. Es un mecanismo que actúa en las mujeres y que les ayuda a seleccionar al hombre adecuado basándose en la elección de otras mujeres. Es lo que Mario Luna llama, en su libro Sex Code, mecanismo de preselección. Es como si en la mente de ellas se diera el siguiente monólogo: “Yo no sé nada de este tipo, pero por la forma en que la rubia que lo acompaña se restriega contra él, debe tratarse de un hombre interesante”. Pero no te equivoques, este diálogo interior realmente no se realiza. El mecanismo es totalmente inconsciente y la atracción que sienten es algo que escapa a su control. Si se lo preguntas nunca te dirán: “la atracción que siento por ese hombre que apenas conozco, es a causa del mecanismo de preselección que está actuando en mí”. Más bien intentarán racionalizarlo diciendo algo así como: “Es un chico monísimo, y además tiene una forma de ser que me gusta”. No son conscientes de que se sienten atraídas porque han visto a otras mujeres sentirse atraídas también. Es un mecanismo biológico que les ayuda a detectar el hombre apto para ellas de un modo rápido y eficaz. Por una vez en la vida, ahora puedes decir que sabes más de ellas que ellas mismas. El mecanismo de preselección sirve para explicar algunos comportamientos que de otro modo no podríamos comprender. Por ejemplo el fenómeno fan. En este caso, miles de mujeres se sienten atraídas por hombres famosos a quienes no conocen en absoluto en el ámbito personal. Aquí el mecanismo de preselección actúa como una reacción en cadena. La atracción, que en principio sienten unas pocas mujeres, provoca la atracción de otras que a su vez generan atracción en un número cada vez mayor. De este modo, si tú entras con buen pie en una discoteca y la primera noche logras seducir a una chica hermosa, tu éxito con ella te ayudará a tener éxito con las demás. El que la chica sea hermosa, es importante, puesto que su valor elevará el tuyo.
Sabiendo esto, ahora ya puedes darle la utilidad que desees, desde decirle a tu hermana que se haga pasar por tu novia, a contratar a dos prostitutas para que te acompañen de gira nocturna por los garitos. Ojo, que no se note que son putas. Bromas a parte, conocer el mecanismo de preselección te puede ser muy útil porque te pone en sintonía con la actitud adecuada que debes adoptar cuando te propongas seducir mujeres. Cuando estés en un local, evita quedarte solo en un rincón y no aceches a las chicas con la mirada. En lugar de eso, actúa. Habla con unas y con otras. Intenta parecer un hombre sociable. Ríe. Siéntete a gusto en tu propio pellejo y si le gustas a alguna chica, no la rechaces aunque ella no sea de tu agrado. Aprovéchate un poco de su compañía para atraer a otras mujeres. Todo esto siempre que la chica en cuestión no sea más fea que un pez abisal. Usa a tus amigas para mejorar tu imagen. Bromea con ellas. Si puedes hacerte amigo de alguna tía buena, no dejes pasar la oportunidad y explota esta amistad para activar el mecanismo de preselección en las demás.
EL JUGUETEO Si tu objetivo es convertirte en un maestro de la seducción, no puedes dejar de lado una de las herramientas más efectivas para entrar rápidamente en fase de confianza: EL JUGUETEO. Juguetear con una mujer es algo divertido y poderoso. Y aunque pueda parecerte raro, funciona tanto en chicas jóvenes como en mujeres maduras. A las mujeres les encanta que jugueteen con ellas. Cuando era un adolescente, había un compañero de clase que tenía una habilidad innata para juguetear con las chicas. Con una mezcla de asombro y envidia lo veía pelearse con ellas, perseguirlas por el patio del instituto o ser perseguido. Todo ello entre risas y diversión. Era el que más ligaba de todos nosotros. Sé que a algunos, por su carácter serio y formal, se les hará cuesta arriba el uso de este recurso al parecer tan infantil como es juguetear con mujeres. Si este es tu caso, que no cunda el pánico. Si vas a pillar un sarampión en el esfuerzo de juguetear con chicas, olvídate. Conozco a buenos seductores que consiguen atraer a gran cantidad de mujeres sin juguetear nunca con ellas. Porque, que te quede bien claro, lo que realmente importa en el arte de la seducción, es que controles el marco, que seas un desafío, que no pases por sus aros... Es decir: que te comportes como un macho alfa.
Pero si lo que persigues es ser un GRAN MAESTRO de la seducción, con todas las herramientas afiladas y en buen uso, entonces no puedes dejar de lado el jugueteo. Te explico como me las arreglo yo para juguetear con una chica. La abordo y a los pocos minutos de conocerla me empiezo a meter con ella de un modo divertido: -Vaya, no me había dado cuenta de que tienes un par de pecas en la cara. A partir de ahora te voy a llamar “Pecosa”. O bien: -Hola, Semaforito, llevas un vestido muy colorido. O bien: -Hola, Coletitas. Y a partir de entonces, cada vez que me cruzo con ella en la disco le digo con sonrisa irónica: -Adios, Pecosa. -Hola, Semaforito. -Hasta luego, Coletitas. A veces acompaño esto con unos golpecitos en el hombro o un tironcito de pelo u otro contacto físico similar. Por supuesto evito vocablos insultantes. Si la chica es gordita y con bigote, no se te ocurra decir: Hola, Cacho Morsa. Si lo haces bien, la reacción de ellas no se hace esperar. En mi caso recibo respuestas como: -Adiós, Paliducho. -Hola, Pistacho. -Hasta luego, Greñudo. Cuando las vuelvo a ver, repito el saludo y ellas repiten la respuesta. Pero, cuidado. Debes ser capaz de detectar si ellas lo hacen con buen humor o por el contrario si están picadas. En este último caso, abandona el jugueteo y usa otras técnicas. Pero la mayoría de las chicas aceptan el juego como algo divertido. Las que son demasiado serias para encajar pequeñas bromas no me suelen interesar. Normalmente dejo de prestarles atención. Pero continuemos explicando el proceso. Te lo voy a contar con un caso real que me pasó en la discoteca: Estaba hablando con mis amigos y de pronto, noté un golpe en la espalda. Una conocida pasó a mi lado y me dijo: -Adiós, Pitufo.
Ya llevábamos unos días intercambiando epítetos, pero esta vez no le respondí. Me limité a mirarla frunciendo el ceño y después volví a prestar atención a mis amigos. Cuando la vi en otra ocasión, me aproximé a ella y le dije muy serio: -Oye, eso de llamarme Pitufo se tiene que acabar. Si observas bien, todavía no tengo la piel de tono azul. ¿Entendido, Coletitas? Y le di un pequeño tirón de la coleta. -A partir de ahora –seguí diciendo-, si en algo te aprecias tu vida, cuidadito lo me llamas. Ella en tono socarrón replicó: -¿De veras, Pitufo? Ya estaba el juego montado. Con su actitud, ella me estaba dando permiso para seguir avanzando. La inmovilicé de las manos, la atraje hacia mí y le dije: -Anda, ahora ya no eres tan valiente. Atrévete a repetir lo de Pitufo. -Pitufo –dijo ella mirándome a los ojos y con el aliento entrecortado. Clavé la mirada en sus labios, y por un momento ella creyó que la iba a besar, pero no lo hice. No era el lugar más apropiado. Sus amigas estaban cerca. Además, me gustó crear tensión sexual sin satisfacerla. Es otro recurso que uso bastante. La tomé de una mano y le dije: -Ven, tengo que hablar seriamente contigo. Y la arrastré hacia uno de los rincones oscuros del local. Poco después estaba besándola. El jugueteo tiene muchas modalidades. Puedes pedirle prestado algo y no devolvérselo, obligándola a pelear contigo por recuperarlo. Puedes darle un golpecito y echar a andar hacia atrás cuando ella trate de golpearte a ti. Puedes trazar una línea imaginaria en el suelo y decirle: -Hemos terminado. A partir de ahora, ese es tu sitio y este el mío. Y cuidadito con sobrepasarlo. A lo cual ella no tarda en aceptar el desafío y dar un paso en nuestro terreno. Una vez hecho esto puedes empujarla, pelear con ella o cualquier otra cosa. Al darse cuenta de que bromeaba, ella esbozó una sonrisa. -Pues yo tampoco te ajunto –replicó dándome otro golpe en el hombro.
Usa el jugueteo como te venga en gana, pero atención. Debes ser cuidadoso y calibrar bien la situación. Si detectas que ella está incómoda, o que has ido demasiado lejos, no se te ocurra intentar besarla o llevarla a un reservado porque recibirás una rotunda negativa. Lo mismo puedo decirte sobre las relaciones sexuales. Más vale follar en la tercera cita, que por ansioso, te envíen a paseo en la primera. Otra forma de jugar, es interpretando un papel, como en un juego de rol. ÉL: ¿Qué horóscopo eres? ELLA: Libra. ÉL: ¡Vaya palo! Yo soy tauro, y los libra con los tauros se llevan a matar. Vamos a tener que dejar de ser novios. Después de tantos años… ELLA: (riendo) Sí, muchos años. (El caso es que la acabamos de conocer). ÉL: Deberemos anular la boda. ¿Qué dirá la tía Felisa? ELLA: Con la ilusión que le hacía. ÉL: Pero al cura se lo explicas tú. Ese tío impone. ELLA: Tranqui, yo me encargo. ÉL: Uf, no sabes el peso que me quitas de encima. (Y cambiando de tono). Bueno, y ahora hablemos en serio. Aparte de ser tauro, ¿que otras cualidades tienes para que valga la pena conocerte? Etc.
INDICADORES DE INTERÉS Hay quien dice que si a una chica le gustas, se nota. El problema es que si eres un pardillo como yo lo era antes, es posible que sus indicadores de interés pasen inadvertidos para ti. Ahí te expongo unos cuantos de los más usuales para que aprendas a descubrirlos en las mujeres con quienes te relacionas. -Te pregunta por tu nombre . Ese es un indicador de lo más usual que se da en el primer momento de la relación. De todos modos debes saber diferenciar si te pregunta porque realmente se siente interesada en ti o sencillamente es una trampa. Sí, como lo oyes, a veces el que pregunte por tu nombre es un falso indicador de interés. Cosa más común de lo que puedas creer. Por ejemplo, estás en la disco y abordas un grupo de mujeres. -Hola, chicas, ¿qué os contáis?
Una de ellas se vuelve hacia ti, precisamente la más buena de todas, te sonríe y te dice. -Uy, hola, no te había visto. ¿Cómo te llamas? -Luis. -Ah, que nombre tan bonito –dice la hermosa-. Pues mira, Luis, date una vueltecita por ahí y vete a molestar a otras. Anda, majo. Y acto seguido te da la espalda y ella y sus amigas dejan de prestarte atención. Real como la vida misma. Analicemos el asunto. ¿Qué ha fallado aquí? Para empezar, la frase de abordaje es terrible. Pero no quiero meterme todavía en este tema que reservo para más adelante. Lo que acaba definitivamente de fastidiar el encuentro es soltarle nuestro nombre a una chica que acabamos de abordar, sin saber si ella está incómoda con nosotros por interrumpir su conversación, o por haber entrado en su grupo sin que nos hayan invitado, o porque ese día le duele la cabeza y tiene la regla… Ella ha usado un falso indicador de interés, el preguntar nuestro nombre, para luego darnos un bazucazo expulsándonos del grupo. No lo tomes a mal. Es una de sus tretas. Pero hemos aprendido una lección: como regla general no daremos nuestro nombre a las primeras de cambio. Otro caso muy distinto es que lleves diez minutos hablando con una chica que acabas de conocer. Que ella ría tus gracias. Que haya buen rollo entre ambos, y que de pronto ella te pregunte: -Por ciento, ¿cómo te llamas? Esta vez puedes estar seguro que no te enviara a paseo cuando se lo digas. Como practicante del arte de la seducción es tu deber saber calibrar la situación. De todos modos, ante una pregunta así te aconsejo la siguiente réplica: ELLA: ¿Cómo te llamas? ÉL: Adivínalo. Esta es la respuesta que siempre utilizo, sea cual sea el caso. Y es la respuesta perfecta. No estás siendo grosero. Le obligas a poner algo de su parte a cambio de tu respuesta. Levanta unas pequeñas barreras que están en sintonía con el concepto de ser un desafío, del cual ya hemos hablado. Lo normal ante una respuesta así, es que la chica siga insistiendo lo cual te permitirá adoptar un tono juguetón haciendo comentarios como este:
-La verdad, quizás no sea bueno que sepas mi nombre. No sé si eres la chica que me conviene. Dicho en tono humorístico y con leve sonrisa. -Te pregunta por tu trabajo, estudios, o lugar de residencia. Tu reacción debe ser la misma que en el caso anterior. No se te ocurra someterte a este interrogatorio. Normalmente respondo dando largas con algo como: ¿Para qué quieres saber tantas cosas sobre mí? ¿Acaso trabajas para una revista del corazón? No te olvides de la sonrisa. -La descubres mirándote desde el otro lado de la sala. Y cuando vuestras miradas se cruzan, ella desvía la suya. -Se toca de modo inconsciente las pulseras o colgantes que lleva cuando habla contigo. -Pasa los dedos por el borde o a lo largo del vaso de un modo acariciante. -Pasa la lengua por sus labios mientras te mira. -Te sonríe cuando habla contigo. -Se arregla o recompone el cabello. -Si te cambias de lugar en la sala, tarde o temprano aparece por allí como por casualidad. -Choca contigo o se hace la encontradiza. -Te mira y se ríe. -Pone las palmas de las manos hacia arriba mostrando las muñecas cuando habla contigo. -Saca pecho y hunde el estómago cuando está ante ti. -Se recoge la camiseta hacia arriba, se inclina mostrándote un generoso escote, se sube la falda cuando está sentada, enseñando muslo, o cualquier otra acción parecida encaminada a mostrarte carne. -Si la coges de la mano, aprieta la suya contra la tuya. Hay otros indicadores de interés que no he puesto y que se salen de lo usual. Pero cuando empieces a destacar en la disciplina de seducir mujeres, desarrollarás un sexto sentido para descubrir si le gustas o no a una chica sin apenas pensar en ello. Aun así conviene que sepas que la atracción de las mujeres no funciona como la de los hombres. Una chica se puede sentir atraída hacia ti en un momento dado y al minuto siguiente cambiar de parecer. La mujer es veleidosa, como dice la canción. Crees que ya la tienes en el bote y de pronto, un recién llegado se le planta delante y se larga con él. Para que lo entiendas mejor, la atracción de una mujer funciona como el sonido de un violín. Es
decir, sube y baja. La nuestra, sin embargo, es mucho más estable. Algo así como el bombo de la banda. O suena o no suena. Si Luisa, la compañera maciza del trabajo, te pone hoy, muy raro será que mañana no te siga poniendo. Dentro de un mes seguirá gustándote a no ser que descubras que es un travesti y que su verdadero nombre es Manolo. Sabiendo esto, mi consejo es que no pongas todas las manzanas en el mismo saco y que no te obsesiones con nadie. Que aprendas a aceptar su desinterés y sus desplantes con deportividad. Si te hacen un feo, devuélveselo, pero sin mala leche. No permitas que nada de esto te afecte. No te olvides que todo esto es un juego y que la regla principal es divertirse.
NO LAS MITIFIQUES Una vez presencié la siguiente conversación entre dos amigos. Uno decía. -Jo, tío, es maravillosa. Está buena, y encima no se lo tiene creído. Además tiene un corazón de oro. Es como un ángel, tío, en serio. Creo que me estoy enamorando. Y con estos y otros términos parecidos, el joven proclamaba las alabanzas de su reciente ligue. Pero el otro lo contemplaba en silencio y casi con desdén. Al final lo interrumpió y dijo. -Sí, pero las tías cagan. Personalmente, si tengo que tomar partido por una de las dos posturas, tomaría sin dudarlo la del autor de la frase escatológica. Yo también opino que las tías no son ángeles puesto que cagan. Y de hecho te invito a que cada vez que pienses lo contrario te las imagines en dicha actividad poniéndose rojas sobre la taza del water. Estoy harto de oír proclamar alabanzas de una mujer hermosa cuya única virtud es la de la belleza física sin que haya tenido que hacer nada por obtenerla. Los sicólogos afirman que tendemos a atribuir mejores cualidades a las personas hermosas que a las feas. Por el hecho de ser hermosa, una mujer puede convertirse en un ángel. Por favor.
Escribiendo esto, me acuerdo de los poetas del movimiento romántico del siglo XIX. Veían a las mujeres como espíritus superiores. Suspiraban por sus amadas, les atribuían toda clase de virtudes. Estaban dispuestos a morir por satisfacer cualquiera de sus caprichos. El caso es que cuando chocaban con la dura realidad y comprendían que todo aquel idealismo no tenía una base real. Cuando comprendían que sus angelicales amadas tenían los defectos del ser humano normal. Que eran capaces de mentir, de manipular, de fingir, de gritar, de criticar y de odiar, muchos de ellos se suicidaban. No es broma. Estudia la historia. Por mi parte, después de haber tratado con todo tipo de mujeres, muchas de ellas de rostro angelical, a las cuales he visto sudando en la cama mientras cabalgaban ciegas de deseo y con menos pudor que perras en celo, puedo decirte que los ángeles no existen en este mundo. Que cuando estés tentado de creerlo te aconsejo que te montes una pequeña película mental imaginándotelas en actitudes poco apropiadas. Quizás esto te ayude a volver a la realidad. Por otra parte, nada perdura. Y por lo tanto hasta la chica más bella del mundo perderá su belleza cuando alcance cierta edad. Si tienes tendencia a mitificar a las mujeres, puedes intentar imaginarte como serán dentro de unos cuantos años. Los poetas románticos no tienen cabida en el mundo de la seducción. De hecho sus éxitos con las mujeres eran escasos. Algunos se suicidaban porque no podían obtener a la mujer amada. Otros porque, tras obtenerla, de daban cuenta de cómo era en realidad. Vuelve a la tierra amigo. Mitificar a las mujeres te anula totalmente como seductor pues te hace olvidar todo lo que te he ido enseñando hasta ahora. Comienzas por atribuirles un valor que no tienen. Un valor infinitamente superior al tuyo. Las mujeres se sienten atraídas por hombres a los que consideran con un valor igual o superior al de ellas. ¿Qué mortal puede seducir a una diosa? Seduce una docena de mujeres, acuéstate con ellas y comenzarás a comprender que todas las mujeres tienen defectos. Esto no significa que ninguna que se merezca nuestro amor, ni que valga la pena buscar relaciones serias. Yo no he dicho esto. Lo único que estoy diciendo es que las mujeres son seres humanos. Que si tienes suerte encontrarás una o varias que te harán feliz. Pero que nunca debes atribuirle cualidades divinas.
Por tu bien y por el de ellas. Por otra parte tampoco debes aborrecerlas. No hagas como un amigo que solía decir: “Todas las mujeres son unas putas, menos mi madre”. Luego me miraba y añadía: “Bueno, y la tuya tampoco”. El odiarlas es tan nefasto como deificarlas. De hecho son las dos caras de la misma moneda. El que ahora las odia es porque en un tiempo anterior las mitificó, las colocó en un pedestal para después sufrir un doloroso rechazo. Las mujeres son mujeres. Son seres humanos con sus virtudes y defectos. Esto que parece obvio, algunos hombres no lo han asimilado. Sea porque nunca estudiaron en un colegio mixto, sea porque no tuvieron hermanas ni amigas, siguen pensando que las chicas guapas han nacido en el olimpo. No caigas en ese error.
RELACIONES A LARGO PLAZO La mayoría de libros de seducción que hay en el mercado hablan, sobre todo, de relaciones a corto plazo. Es decir, desde como abordar a una mujer desconocida, hasta acabar teniendo sexo con ella esa misma noche o en encuentros posteriores. Objetivo muy loable, y del cual no tengo nada que objetar. Pero estos libros normalmente no dicen nada sobre cómo mantener una relación duradera con la mujer que hemos escogido. Hoy, que la vida media de las parejas es más breve de lo que ha sido nunca, puede ser útil apuntar unas ideas para ayudar a aquellos que deseen mantener una relación estable. Empecemos con las obviedades: -Una relación es como una maceta de margaritas, hay que regarla de vez en cuando porque si no se marchita. Si convives con tu compañera y solo la ves una vez al día durante la cena, no se te ocurra aprovechar el momento para encender la televisión y quedarte pegado a la pantalla. -Si tú y ella tenéis los sábados libres, largaos los dos juntos por ahí en lugar de pasarte el día encerrado en tu cuarto conectado a internet. -Durante las comidas hay otras frases además de pásame la sal. Es positivo contarse lo que habéis hecho durante el día. -No está de más mantenerse en buena forma física. ¿Por qué diablos cuando uno se casa tiene que engordar? En fin, no seguiré por ahí puesto que supongo que todo esto es bastante evidente.
Ahora bien, imaginemos que hacemos las cosas correctamente, cumplimos con todas las obviedades anteriores y aún así, notamos que el amor que nuestra media naranja nos profesa, decae día tras día. ¿Qué está pasando? ¿Cómo podemos remontar la relación? Estamos preocupados porque nosotros la queremos. Intentamos complacerla en todo. Le damos todo lo que nos pide. Hoy le traemos flores. Mañana hacemos la cena y fregamos los platos. Pero nada cambia. Ya no nos dice que nos quiere como lo hacía al principio de conocernos. Ya no se engancha de nuestro brazo cuando paseamos por el parque. Ya no nos escucha con adoración cuando hablamos, sino que mueve con impaciencia la cabeza y nos lleva la contraria sin dejarnos terminar. Parece que se lo pasa mejor con nuestros amigos comunes que con nosotros. Se ríe más de los chistes de otros que de los nuestros. Nos echa en cara nuestros defectos. Se impacienta en cuanto decimos algo que no le gusta, cosa que suele ocurrir apenas abrimos la boca. Queda más a menudo con sus amigas. Las discusiones están a la orden del día. El sexo es breve pero malo… No hace falta que nadie nos lo diga. Por muy ciegos que estemos, nos damos cuenta de que nuestra compañera hoy nos quiere menos que ayer y más que mañana. El futuro se presenta incierto, se masca la ruptura. ¿Por qué ocurre esto? Ten en cuenta que cuando hablo de compañera, me refiero tanto a una novia de unos meses como a una esposa formal de varios años con descendencia incluida. El problema es el mismo, aunque las repercusiones que provoca la separación en un caso u otro sean distintas. ¿Qué es lo que hace que una mujer, que antes te amaba, ahora deje de hacerlo? Es difícil dar una respuesta única. Puede ser que no os veáis en todo el día y que ella haya conocido en el trabajo a un chico más apuesto y más simpático que tú. Puede ser que esté pasando por una crisis y su mente esté sufriendo cambios… Para estos casos, lo siento pero no tengo ninguna solución. Pero, en la mayoría de las ocasiones, buena parte de los problemas que se dan en la relación, son culpa tuya y solo tuya. Aunque no lo creas.
¿Te preocupa su estado de ánimo? ¿Satisfaces todos sus caprichos? ¿Obedeces todas sus órdenes? ¿Sí? Pues ahí está el error. Ahí es donde te equivocas de medio a medio. A estas alturas del libro supongo que te habrás dado cuenta de que ninguna mujer se enamora de una bayeta de cocina. Que las mujeres se enamoran de los hombres, no de los felpudos, ni de los criados, ni de las bayetas de cocina. En definitiva se enamoran de los machos alfa. Lo siento, pero los genes mandan. Como ves hemos vuelto a lo mismo. Y es que no hay otra cosa. Sea en encuentros de fin de semana o en relaciones de varios años, las mujeres siempre buscan lo mismo en un hombre. Alguien seguro de si mismo, independiente, capaz de llevar las riendas de la relación y que sea un desafío. Muchos hombres actúan de modo acertado al principio de la relación, mostrándose como el premio, controlando el marco y todo lo demás, pero con el paso del tiempo se relajan, se hacen vagos, y comienzan a transgredir sus propias reglas. Se someten paulatinamente a los caprichos de sus novias o esposas y van perdiendo su autoridad y su independencia. Si nos olvidamos de comportarnos como machos alfa, perderemos nuestro atractivo, y un día nos veremos solos preguntándonos en qué diablos nos hemos equivocado. No importa si la acabas de conocer o si lleváis 20 años conviviendo. Nunca debes comportarte como un hombre débil. La debilidad y la necesidad es lo menos atractivo que existe. Es cierto que ellas intentarán constantemente salirse con la suya, pero si cedes perderás. Parece una contradicción, pero no es tan difícil de entender. Los seres humanos nos obsesionamos muchas veces en desear lo que nos perjudica. Si tu hijo pequeño, se pone a berrear porque no quiere ir al colegio, ¿Tú cederías? Si tú mismo estás tranquilamente en la cama y suena el despertador avisándote de que tienes que levantarte para ir al trabajo, ¿cederías a los deseos de tu cuerpo acomodado y seguirías durmiendo? La vida es un perpetuo conflicto entre lo que queremos y lo que realmente necesitamos. Las mujeres, también entran en contradicción entre lo que quieren y lo que necesitan.
Quieren que estemos a su disposición, pero necesitan que les paremos los pies. Quieren salirse con la suya, pero necesitan que les guíen y dirijan. En su afán de probarnos nos plantean desafíos que tenemos que superar. La manera correcta de actuar es enseñándoles que no somos tan manejables como ellas pretenden. Y de este modo, generamos atracción. Analicemos brevemente las fantasías femeninas que se potencian en la literatura romántica, a la cual son adictas. De hecho, a estas novelas del corazón se les ha calificado como pornografía femenina. En ellas el protagonista es un hombre indomable e independiente que de momento ninguna mujer ha podido dar caza. Al final de la historia la chica acaba seduciéndolo, enamorándolo y casándose con él. Lo que no nos cuentan en estas novelas es la segunda parte. Pero, desde luego, no es como sigue: “El hombre indomable, se transforma en un perrito faldero y vive feliz bajo las ordenes de su bienamada esposa. FIN” Y esto no es así, porque si lo fuera, el protagonista del libro perdería su atractivo. Ya no sería el hombre por el que suspiran todas las mujeres. Para mantenerse tan arrebatador como antes deberá continuar siendo, dentro de unos límites, independiente e indomable. No se someterá a los caprichos de ella, ni besará el suelo que pisa. En definitiva, deberá seguir siendo un hombre fuerte. Como consecuencia, en la relación habrá siempre un tira y empuja que no cesará nunca. Y esto es bueno porque la relación se mantendrá dinámica y no caerá en la monotonía. Ella lo probará una y otra vez, dándole órdenes, haciendo dramas, enfadándose, y él irá superando una y otra vez todas las pruebas a las que ella le someta. Pero nuestro protagonista no perderá los estribos, ni gritará, ni discutirá con la intención de salirse con la suya. Nada de eso. El tipo, mantendrá la calma en todo momento, y si tiene que decir no, lo dirá sin alzar la voz, con tranquilidad, pero con firmeza. Las discusiones las acabará negándose a discutir. ELLA: ¡¡¡Has estado toda la mañana en casa y no has sido capaz de preparar ni la ensalada!!! ÉL: (se tumba en el sofá y enchufa la televisión).
ELLA: ¡¡¡Pero di algo!!! ¿Es que no tienes lengua? ÉL: (comienza a hacer zapping). ELLA: ¡¡¡Me tienes harta!!! ¡¡¡Dime de una vez lo que has estado haciendo!!! ÉL: (se pone una película de vaqueros). ELLA: ¡¡¡Eres un cerdo. Contigo no se puede hablar!!! ÉL: (Con voz pausada) No grites tanto, que no oigo lo que dice John Wayne. Acabas de ver un ejemplo de cómo se comporta un macho alfa. Naturalmente, vuelvo a indicar la importancia de aplicar el sentido común. Si tu pareja tiene un trabajo remunerado al que le dedica ocho horas diarias y tú estás en el paro, ¿qué menos que te encargues tú de las tareas del hogar? Pero en otras muchas ocasiones, cuando su enfado no esté justificado, niégate a discutir y actúa como en el ejemplo anterior. Y si ella se enfada y deja de hablarte, mi consejo es siempre el mismo, sopórtalo como un hombre. No corras a su lado para pedirle perdón. Tampoco te empeñes en sonsacarle preguntándole que le pasa o le deja de pasar. Mantén una actitud tranquila, casi indiferente, devolviéndole con silencio su silencio. Y cuando decida volver a dirigirte la palabra, recíbela con naturalidad, como si nada hubiera pasado. Si en lugar de someterte al ostracismo, su técnica es la de martirizarte con insultos y reproches, debes ser tú el que aplique la técnica del silencio o la del alejamiento. Si estás harto de oírla, y tu silencio no la aplaca, puedes decir: -Me voy a dar una vuelta. Y asegúrate de no volver antes de dos horas. Recuerda, discutir es lo menos atractivo que puedes hacer. Discutir es de hombres débiles. ¿Cuántas parejas conocemos que se pasan el día discutiendo? No te metas en esa espiral descendente. Empieza a contabilizar los momentos en los que rehúsas a discutir como éxitos en tu camino hacia la maestría en la disciplina de la seducción. Si tener razón, o justificarte ante cualquier acusación tiene más importancia para ti que convertirte en un macho alfa, acabarás fracasando en tus relaciones a largo plazo y puede que ella decida probar suerte con otro. Por otra parte debes saber cuando ceder un poco y no convertir tu relación en una batalla de egos. Si ella te increpa y tu creas un muro de resentimiento y de silencio, tampoco solucionarás nada. Te vuelvo a recordar
que la mejor manera de tomarse una relación, es como un juego. Nos puede fastidiar perder, pero no por ello dejaremos de jugar, ni de respetar al contrario. Recuerdo una novia con la que conviví un tiempo. Normalmente era una chica tratable, pero había días que se levantaba con el pie izquierdo. Y entonces ante cualquier palabra mía soltaba un torrente de acusaciones y reproches. Yo solía soportar aquello en silencio, y si se prolongaba demasiado daba media vuelta y salía a dar un paseo. Tal como he explicado anteriormente. A la vuelta solía encontrarla de pésimo humor, pero ya se le habían acabado las ganas de verborrea y se limitaba a no hablarme. Durante ese día y quizás el siguiente permanecía ella en osco silencio. Considerando que 48 horas de enfado eran suficientes iniciaba una maniobra de acercamiento. A veces lo hacía con una broma. Tropezaba con ella adrede, o bien le soltaba: perdona ¿decías algo? Cosas así. Ella empezaba a sonreír y terminábamos haciendo las paces en la cama. Lo que quiero decir con todo esto, es que en ningún momento dejaba que me invadiera la ira o la frustración porque ella estuviera enfadada. Siempre era dueño de la situación. Siempre tenía la seguridad de que todo se arreglaría. Pero nunca perdía la dignidad ni me arrastraba ante ella pidiendo perdón. O arrepintiéndome de mis posibles defectos. Esto no había sido siempre así. Comenzó a serlo cuando leí mi primer libro de seducción y comprendí lo que significaba ser un macho alfa. Ahora te lo recuerdo a ti. -Ser un hombre significa no preocuparse demasiado por los reproches de una mujer. -Tener la conciencia limpia. -No acumular ira ni resentimiento. -Comprender que son distintas a nosotros y aceptarlo como una verdad de la naturaleza. -No discutir. -No dejarse conducir ni manipular. -Conservar una parcela de libertad e independencia. Y aquí está todo cuanto quería decir sobre las relaciones a largo plazo.
LA SOCIEDAD NO AYUDA
Observando a mi alrededor me he percatado de que hay grupos de seres humanos que seducen a las mujeres mejor que otros. En una discoteca a la cual acudía frecuentemente, había varios gitanos que volvían locas a las chicas. También he visto a inmigrantes sudamericanos que eran buenos seductores. Son, lo que podríamos denominar, seductores naturales. Hombres que actúan correctamente con las mujeres de modo innato. Muchos de estos hombres vienen de lugares que no están contaminados por la campaña anti machos alfa que impregna nuestra sociedad. Merced a ello actúan sin trabas siguiendo los dictados de su instinto. Y las mujeres responden bien a sus avances porque el comportamiento natural de estos hombres sintoniza perfectamente con lo que ellas desean. ¿Pero qué pasa aquí en las sociedades civilizadas y desarrolladas? Pues que la educación que recibimos de nuestros padres, la televisión, la publicidad, la información en general que nos bombardea constantemente acaba por moldear nuestro carácter y cambiar nuestras creencias y costumbres. Para mal. Nos convierten en maricas. Piénsalo. Aquí está mal visto que un hombre se comporte como un hombre. Algunas manifestaciones de hombría se tildan de machistas, e incluso las leyes están en nuestra contra. Sin ir más lejos, fijémonos en las canciones de éxito. Muchas de ellas proclaman mensajes totalmente antiseductivos: -No puedo vivir sin ti. -Te necesito como el aire que respiro. -Sin ti no soy nada. -Es mi vida un infierno porque no tengo tu amor. Etc Este tipo de mensajes se dan constantemente en las letras de las canciones y es probable que tú mismo te hayas deleitado escuchándolos una y otra vez en los momentos melancólicos de tu vida. Pero estos mensajes son perniciosos para un seductor. Se clavan en su subconsciente y a fuerza de oírlos, uno acaba convencido de que la mejor forma de atrapar a una chica es abrirle su corazón y decirle sin tapujos. -Te quiero como no he querido a nadie, y sin ti, mi vida no tiene sentido. ¿Y qué pasa entonces? Pues que la tía nos lanza una mirada de asco y después agarra el codo de su amiga y huyen como si tuviéramos la tiña.
Pero, ¿qué les pasa? Si hemos dicho lo mismo que David Bisbal en sus canciones… Y a David Bisbal le va muy bien con las tías… El usar frases de películas o canciones, aunque no sea de un modo literal, no suele ser un buen sistema para entrarle a las mujeres. Volvamos a lo que ya sabemos y preguntémonos. ¿Dónde queda lo de ser un desafío cuando le decimos a nuestra novia? Te quiero tanto que mi amor por ti es eterno. Hagas lo que hagas siempre me tendrás a tu lado. ¿Qué ha pasado con tu marco? ¿Qué ha ocurrido con el principio de escasez? ¿Dónde diantres está el concepto de desafío? No te dejes convencer por la letra de una canción escrita por alguien que no tiene por que saber nada sobre mujeres. O por alguien que lo único que pretende es que te sumerjas en la agridulce melancolía de un desamor, previa compra del disco. Tampoco le des crédito a muchas de las frases o actitudes de los galanes de cine. Algunos se comportan como verdaderos imbéciles, y si al final se quedan con la chica es porque lo dice el guión. Pero en la vida real, actuando de esa forma, no se comerían una rosca. Eso no quiere decir que todas las películas estén mal escritas y que ninguna nos sirva como modelo de aprendizaje. De hecho, algunas son muy inspiradoras puesto que el protagonista actúa según los patrones correctos. Muchas de las viejas películas de los años cincuenta y sesenta, son aconsejables. En aquella época, el hombre con rasgos de carácter masculino, que asumía el control, que bromeaba con la chica y le tocaba las narices, estaba bien visto. En “Lo que el viento se llevó” la actitud de Carl Gable puede servirte de ejemplo. No hace mucho ví otra de Carl que también te aconsejo “Sucedió una noche” dirigida por Frank Capra. Ahí van otras. “Atrapa a un ladrón” de Hitchcoch “El caso de Thomas Crown” versión antigua protagonizada por Esteve Mc Queen. “Sabrina” pero la versión antigua, protagonizada por Bogart. La versión moderna no te la aconsejo, Harrison Ford incurre en errores que dan un poco de dentera. De las modernas tenemos a Pretty Women y la serie televisiva Dos hombres y medio.
En cuanto veas estas películas, (pido disculpas por las faltas de ortografía de los nombres en inglés), te darás cuenta de que el héroe no se comporta como un perro faldero a la espera de las órdenes de su dueña. Por el contrario, son hombres que asumen el control, que tienen muy claro lo que quieren y que no se dejan manejar. Ahora que ya sabes lo que significa ser un macho alfa, no creo que tengas dificultad en descubrir por ti mismo películas inspiradoras y educativas en el ámbito de la seducción. Si encuentras alguna digna de mención te agradeceré que me lo comuniques, pues yo también ando a la búsqueda.
EL PROCESO DE APRENDIZAJE Como en otras disciplinas, para llegar a ser un maestro en este arte se necesita dedicación y perseverancia. Cierto es que hay personas con más cualidades que otras y que indudablemente alcanzarán el éxito con más facilidad. Pero aún así, para llegar a tener un juego sólido que nos permita controlar cualquier situación que surja en el camino, lo más importante es la constancia. Nada sustituye a la constancia. Lo he puesto en cursiva para que te aprendas esta frase de memoria. Es el único factor ineludible en el camino hacia el éxito. Nada sustituye a la constancia, ni las habilidades naturales, ni ser un cachas, ni ser guapo de nacimiento. Si no dejas nunca de practicar, dentro de dos años serás relativamente bueno, dentro de cuatro serás aún mejor, y dentro de veinte serás un fenómeno. En suma, aprender a seducir mujeres no difiere mucho de aprender a tocar un instrumento. Hay que dedicarle horas. Hay que ir adquiriendo los atributos del macho alfa. Y eso no se hace en dos días. Ten en cuenta que has estado siendo un pardillo durante muchos años y al principio será duro cambiar estos hábitos tan arraigados en tu personalidad. Practica tus ejercicios de autosugestión antes de levantarte, con cinco minutos es suficiente, y sal a la calle teniendo presente tu postura corporal, tu manera de moverte y caminar. Deberás tener una firme determinación y ser consciente a lo largo del día de todo aquello que haces mal.
Al principio te costará interiorizarlo todo. Te olvidarás muchas veces de caminar erguido o de moverte con parsimonia. Acudirás presto cuando una chica te reclame. Pero si perseveras, con el tiempo lograrás actuar correctamente y de manera automática. Este proceso es parecido a como aprendemos a conducir un automóvil. Al comienzo necesitamos concentrar toda nuestra atención en la tarea, pero con la práctica interiorizamos el proceso de tal modo que podemos circular durante kilómetros con la mente en otra parte. Sal al menos tres veces por semana, frecuenta lugares donde haya mujeres y empieza a hacer abordajes. Una media de diez abordajes cada vez, por lo menos. Es cierto que con semejante programa, vas a tener que lidiar con un montón de rechazos. Bueno, ¿y que? En el proceso de aprendizaje, los rechazos son inevitables. Todos los maestros de la seducción los han tenido a centenares. La diferencia entre ellos y los demás mortales es que no consideraron los rechazos como fracasos sino como lecciones para hacerlo cada vez mejor. Míralo de esta manera: Cada vez que abordas a una chica, es como si pusieras una moneda en la máquina de un videojuego. Puede que la partida sea breve, pero aun así, algo habrás aprendido. Con el tiempo, la moneda te durará más y al fin acabarás sacando partida gratis. Habrás tenido que gastarte un montón de monedas y tiempo aprendiendo. Pero te habrás divertido en el camino. En el proceso de aprendizaje, el único fracaso es no abordar. Si no abordas, nada ocurrirá. Personalmente nunca me he arrepentido de abordar a una chica, fuera cual fuese el resultado. De lo que si que me he arrepentido es de no abordar. ¿Qué habría pasado si le hubiese dicho algo a aquella tía tan buena que me lanzaba miradas de reojo? Quizás hubiéramos acabado en la cama juntos o me hubiera rechazado sin más. Pero nunca lo sabré. Y la duda es peor que cualquier rechazo. Es más, el sentimiento de frustración que me acomete cuando no abordo a una chica es peor que cualquier bazucazo que pueda recibir de ella. Después, en la tranquilidad de tu casa, reflexiona sobre los abordajes que has realizado y hazte preguntas. ¿Te divertiste? Esa es la primera cuestión que debes contestar. Porque no lo olvides, lo primero y más importante cuando salgas de ligue es
divertirse. Si no te diviertes, difícilmente podrás trasmitir alegría y diversión a las chicas que encuentres. Trasmitir una energía positiva es esencial. No salgas a recibir sino a dar. Intenta que las personas que estén contigo se lo pasen bien. He conocido hombres que renegaban de las mujeres y les llamaban zorras y otros apelativos similares. Estos hombres no estaban en la onda correcta. A las mujeres no hay que odiarlas sino quererlas. Es por ellas que estamos aquí. Es por ellas que existe un libro como este. Las mujeres no son santas, son sencillamente mujeres y se comportan como mujeres. Si te rechazan, no te rechazan a ti sino a tu juego. Si lo hicieras bien, no te rechazarían: se sentirían atraídas hacia ti de un modo visceral. Por lo tanto no les eches las culpas por su naturaleza. Acéptalas como son y sigue practicando y mejorando. Echando la culpa a otros o a otras de lo que te ocurre, estás negando tu responsabilidad en el asunto. E irremediablemente te estancas. Reflexiona pues sobre todo lo ocurrido, de un modo objetivo y como lo haría un científico. Y pregúntate. ¿Qué ha fallado? ¿Tuve en cuenta el lenguaje corporal? ¿Me incliné hacia ella como si le pidiera limosna? ¿Dije por favor o disculpa? ¿Me mostré débil y necesitado o por el contrario fuerte y con status? ¿Pasé bien sus pruebas? ¿Sonreí? ¿Logré trasmitirle energía positiva? ¿Jugué al tira y empuja de un modo humorístico? ¿Le lancé negas acertados? ¿Me quedé en silencio sin saber lo que decir a continuación o hable por los codos sin escuchar sus comentarios? Las respuestas a estas y otras preguntas similares te darán la clave de lo que ha fallado en los abordajes y lo que ha funcionado. De todos modos, no te excedas en tus análisis. Cuidado. El exceso de reflexión está reñido con la acción. Analiza entre cinco y diez minutos, no más, detecta los fallos y corrígelos. Y después sigue practicando. Puedes grabar tus interacciones con mujeres para volver a escucharlas más tarde y poder apreciar donde cometiste los errores. Si tienes algún amigo que también está en la onda, hazle oír lo grabado y que te dé su opinión. Si conoces algún seductor natural, cultiva su amistad y pídele consejo. Y sobre todo, a diario refuerza tu autoestima mediante mensajes sugestivos dichos al acostarte y al levantarte. La autosugestión y la programación neurolingüística son herramientas muy poderosas que te ayudarán a desembarazarte de complejos, timidez y excesiva sensibilidad ante los rechazos. Debes llegar a un punto en que no te importe en absoluto lo que ellas piensen de ti. Entonces habrás alcanzado tu meta. Te habrás convertido en un
hombre fuerte. Eso es precisamente lo que ellas quieren. De pronto comenzarás a ver que conquistar mujeres no es tan difícil. Porque lo único que te paraliza y dificulta tu aprendizaje es el miedo a lo que ellas piensen. “He quedado como un gilipollas. ¿Qué le contará de mí a sus amigas? Se ha largado enfadada sin decir una palabra. No debí lanzarle ese nega.” Olvídate. Todo eso es basura mental. Te estás preocupando de ella cuando lo único que tienes que hacer es preocuparte de ti mismo. Las mujeres quieren un hombre seguro y no necesitado que no se sienta afectado por sus desplantes y sus pruebas. He tenido mujeres enfadadas, ignorándome durante semanas para luego, regresar a mí y ofrecerme noches de sexo. Y esto me lleva a añadir un pequeño apartado: No confundas aprobación con atracción.
Antes que no me comía una rosca, ninguna mujer se enfadaba conmigo. Todo era amistad y buenos modales. Pero no había atracción. Una mujer podía estar hablándome a mí y con el rabillo del ojo no perder de vista a todos los tíos buenos del local. Ahora se enfadan y me hacen pruebas de todo tipo. Algunas se largan de mi lado echando pestes. Pero no me afecta porque sé que todo es puro teatro. La que hoy se ha largado haciéndose la ofendida, mañana volverá a mi lado de nuevo. El mundo está lleno de buenos tipos que reciben halagos de las mujeres, pero que no se comen una rosca. Son los chicos malos quienes se llevan las críticas y los reproches. Y también los que se llevan a las tías a la cama. Cuando estudiaba en la facultad, había un compañero que era muy bueno seduciendo mujeres. Una vez oí a unas cuantas de ellas criticarlo a sus espaldas diciendo que era un arrogante, un estúpido y otras cosas por el estilo. Pero cuando el tipo se presentó de pronto ante el grupo, las chicas se ruborizaron y comenzaron a competir por su atención. Y es que, una cosa es lo que dicen de un hombre y otra como sienten ante ese hombre. Así pues, no tengas reparo en amonestar a una mujer si su comportamiento contigo es inadecuado .Y, por supuesto, no te dejes afectar por su reacción. Sé firme con ella y justo contigo. No admitas faltas de respeto a mujeres hermosas que no admitirías a otras feas y con bigote. Déjame insistir en este punto puesto que en el pasado yo mismo he cometido este tipo de errores innumerables veces y no quiero que a ti te
suceda lo mismo. He soportado inconveniencias y ofensas sin emitir una protesta, limitándome a tragármelas como si fuera una medicina de mal sabor, amarga pero necesaria. Pero ahora ya no tolero esas faltas de respeto. Si una chica que acabo de conocer, le hablo y no me presta la atención que merezco, puedo actuar de diferentes modos: -Me largo de una forma abrupta: “Bueno, veo que no te interesa lo que te estoy diciendo, mucho gusto en conocerte”. -Hago un comentario reprendiéndola por su mala educación: EL: Me lo estoy pasando bien contigo pero voy a tener que dejarte. ELLA: ¿Por qué? EL: Porque cuando hablo con alguien me gusta que me presten una atención completa. O bien le lanzo un nega. -¿Qué te ocurre?, ¿tienes síndrome de atención dispersa? Y por supuesto, sin enfadarse lo más mínimo. Si haces todo lo que te he ido diciendo en este libro, en poco tiempo, tu vida comenzará a cambiar. Recuerda pues que sin poner nada, nada se consigue. Debes aplicarte a fondo en este arte, concederle atención, voluntad, arrojo y perseverancia. Si practicas no podrás evitar progresar, al igual que si haces pesas no podrás evitar que se te fortalezcan los músculos. Y con el tiempo, vivirás con las mujeres fantasías increíbles que ahora ni siquiera te atreves a imaginar. La experiencia me ha enseñado que no hay nada imposible en este campo. Y aquí te pongo unos ejemplos, verídicos como la vida misma, para que te vayas haciendo a la idea de lo que te espera: -Hombres maduros, de aspecto y fortuna modestos, capaces de enamorar a jovencitas de apenas 18 años a quienes triplican en edad. -Hombres que mantienen relaciones con cinco o más novias sin ocultarles a ellas este hecho. -Hombres que han seducido tanto a la hija como a la madre de una familia. -Hombres que acabaron acostándose con vendedoras a domicilio cuando estas llamaron a las puertas de sus casas con intención de venderles algo. Y por supuesto sin comprarles nada.