Carlos García Gual
Introducción a la mitología griega
Religión y
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δ I
. lejada tan to del re p erto rio d e m itos
c o m o del m anu al d ; m itograf'ía, la presen te IN T R O D U C C I Ó N A LA M IT O L O G ÍA G R IE G A pretende facilitar la aproxim ación a estos a n tigu o s relatos y ofrecer algunas reflexiones previas a su lectura o re lectura. P artiend o de un e stu d io d e su p eculiar tra d i ció n y tran sm isió n , y subrayan do la fu n ció n social y la p erv iv en tia d e la m ito lo g ía en su co n te x to h is tó rico y en la cu ltu ra o ccid e n ta l, C A R L O S G A R C ÍA G U A I. e xa m in a, desde un a persp ectiva a la vez c r íti ca y d id á ctica, los tem as y figuras m ás rep resen tati v o s d e ese a m p lio re p erto rio n arrativo, rem em ora los rasgos esenciale.; de los dioses y h éroes grieg o s y, fin alm en te, an aliza las in terp retacio n es m ás s ig n ifi cativas q u e se han fo rm u la d o desde el in icio d e la E dad M o d ern a sobre ese co n g lo m e ra d o d e m itos.
E l lib r o d e b o ls illo H u m a n id a d e s Religión y m itología j
Carlos García Gual
Introducción a la mitología griega
El libro de bolsillo Religion y mitología Alianza Editorial
Humanidades
P rim era e d itio n en «Ei l.ih ro do Bolsillo»: 1992 C u a rta reim p resió n : 1998 P rim e ra ed ició n en «Arca d e co n o cim ien to : H u m an id ad es» : 1999 S eg u n d a reim p resió n : 2004
D iseñ o d e cub ierta: A lianza E d ito rial Ilu stració n : C o rreg g io . Z eus y ¡o. (d etalle) M u sco d e H isto ria d e l A rte. V icna
© C u rio s G a rd a C u al © A lianza E d ito rial, S. A., M a d rid , 1 9 9 2 ,1 9 9 3 ,1 9 9 4 ,1 9 9 5 ,1 9 9 » , 1999, 20 0 1 ,2 0 0 4 Calle Juan Ig n acio Luca d e T e n a , 15; 28027 M adrid ; teléfo n o 91 393 8 8 88 mvw.iilianzaeditorial.es ISBN: 8-1-206-3535-9 D ep ó sito legal: M . 10.140-2004 I'o to c o m p o sic ió n e im p resió n : pfca, s. a.
A m odo de prólogo
T an só lo unas cu a n ta s líneas p ara in d icar lo q u e este libro quiere ser y lo que no. Por lo p ro n to , indicaré de antem ano que no es ni p retende ser un rep erto rio m ítico ni un m anual de m itología. T am p o co una divagación literaria acerca de los atractivos de los m itos griegos y su proyección artística. No voy a rec o m en d a r esos relatos que se reco m ien d an a sí m ism os. Tan sólo p rete n d o facilitar la perspectiva de su es tudio y ofrecer algunas reflexiones previas a su lectura o re lectura. Som os ya sólo lectores descreídos de esos fascinantes rela tos. P enetram os en ese m undo im aginario de la mitología, un en tram ad o quim érico y fantasm agórico, a través d e los textos más o m enos clásicos, pero siem pre antiguos, y de algunas im ágenes del arte griego o rom ano. Λ través de los poetas y m itógrafos escucham os la lejana melodía. Incluso en otra len gua, en traducciones y en alusiones truncadas, percibim os su poesía y su extraordinaria seducción y, acaso, algo de la anti gua religiosidad ligada a los personajes divinos y heroicos que los an im an . Estas páginas son tan sólo una invitación a fre cu en tar esos antiguos relatos. Una introducción a ese m undo dram át ico y m em orable, basada en algunas reflexiones y m úl tiples lecturas. 7
A M O W ) Ι)Ι·, Ι'Κ Ο ΙΛ Κ ίΟ
Para osta visión do conjunto he utilizado num erosas pági nas de un librillo que p ubliqué hace años on Barcelona -e n un a editorial do cuyo nom bro no quiero ac o rd arm e- titulado La mitología. Interpretaciones del pensam iento mítico, y unos ap u n tes sobro las características d e los m itos griegos y sus gran d es figuras, dioses y héroes m ás conspicuos. Croo que am bas partes están bien ensam bladas y se ilustran m u tu a m ente. (Por adelantado pido disculpas p o r si ha qued ad o en esas páginas alguna repetición inad vertida.) Q ueda así el libro conform ado en tres partes: sentidos del m ito, principales tem as y personajes de la m itología griega e in terp retaciones do osos m itos y osa m itología. C om o decía, estos apu n tes surgen de num erosas lecturas, y h e querido alu d ir a todas ellas. De ahí qu e ofrezca m uchas referencias p u n tuales a libros y artículos. lisas referencias no tienen nunca un p ro p ó sito erudito. P odría haberlas m ultiplicado fácilm ente. T an sólo he señalado aquellos libros o ensayos que me han pa recido atract ivos o pertinentes, a riesgo do ser subjetivo e in com pleto. Espero h ab e r indicado con precisión las d ireccio nes m á ssu g ere n tesd e lo s estudios m itológicos actuales. He p reten d id o exp o n er los problem as y cuestiones con la m ayor sencillez y claridad. Sigo el consejo de J. L. Borges: «No debem os buscar la confusión ya que propendem os fácilmente a ella». Y en este terreno de los estudios sobre m itología no fal lan los co m entadores confusos. N o sé si habró logrado evitar la oscuridad, pero lo he intentado una y otra vez. M a d rid , l d e e n e ro d e 1992
Primera parte
Definiciones
1. Propuesta de definición del término mito
1 La p alab ra mito, que tiene un tufillo de cultism o y una n o ta ble vaguedad e n su significado, ha lo g rad o estos a ñ o s una no tab le d ifu sió n . Se habla d e «el m ito de la m ascuiinidad», «el m ito de la u n id a d árabe», o se d ic tam in a que «el instin to m atern al es sólo un m ito necesario». La calificación d e una idea, un a teoría o incluso un a d eterm in a d a figura co m o «un m ito » expresa lina cierta v alo ra ció n , no sie m p re negativa. Hay un p erfu m e llam ado «m ito» y la p alab ra aparece referi da tam b ién a cierto autom óvil com o u n elogio superlativo. No es tan sólo en el uso coloquial y perio d ístico d o n d e ap a rece el té rm in o cargado d e co n n o ta c io n e s varias. H ace ya tiem p o E. C assirer tituló un espléndido lib ro EÍ m ito del Es tado; hace años O ctavio Paz escribió que «el m o d e rn ism o es un m ito vacío», y J. Gil de B iedm a, refirién d o se a su niñez, confesaba en u n p oem a que «De m i p eq u e ñ o reino a fo rtu n ad o / m e q u ed ó esta costu m b re de ca lo r / y una im posible p ro p en sió n al m ito». N o sirve d e m ucho acu d ir al Diccionario de la Real Acade m ia. (Sirve tan sólo para ad v e rtir qué an ticu ad a ha quedado ¡¡
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la definición allí pro p u esta.) P orque d efin ir m ito co m o «fá bula, ficción alegórica, especialm ente en m ateria religiosa» es re m itir a u n a acepción arqueológica» un ta n to d ie c io chesca, válida tan sólo p a ra ilu strad o s y retó rico s d e hace m ás d e d o s siglos. (Esa definición ya estaba anticuada cu a n d o la A cadem ia decidió recogerla palab ra en su D iccionario, en su edición d e 1884> hace algo m ás d e cien años.) I ai m e n ción del té rm in o «fábula» rem ite a un vocablo latino utiliza d o para tra d u c ir el g riego m ythos; p e ro hoy fiib u la en un se n tid o tan g enérico resulta un latinism o. Q ue el m ito sea u n a «ficción alegórica» es el resultado d e una visión «ilus trad a » y « racionalista», u n a co n c ep c ió n m uy an tig u a y de larga persistencia, pero hoy totalm ente arru m b a d a y en d e suso. Para ex p licarn o s el am plio uso del té rm in o en la ac tu a li d a d p o d em o s p e n s a r en su s atractiv as c o n n o ta c io n e s y en su im precisa d en o tac ió n . A lo que aparece co m o fabuloso, e x tra o rd in a rio , prestigioso, fascinante, p ero, a la vez> com o increíble del to d o , incapaz d e som eterse a verificación o b jetiva, q u im érico, fantástico y seductor, parece convenirle el su stan tiv o m ito o el adjetivo mítico. En su aspecto negativo, el m ito está m á s allá de lo real, p e rte n e c e al á m b ito d e lo «fabuloso» y d e la «ficción». F ulgurantes figuras del esp ec táculo, ca ta p u lta d as p o r su s éxitos d eslu m b ran tes y la p ro p a g a n d a ex a g erad a a su b lim es a ltu ra s, se c o n v ierten en «m itos». Ideas fu n d am en tales o creencias de secular solidez p u ed en ser calificadas d e «m itos», y co n ello se les niega su o b jetividad y se las en c u a d ra en el ám b ito ficticio y q u im é rico de lo im aginario. F.l té rm in o m ito p u ed e ser u n a am b i g u a etiqueta. A tal p ro pósito, no estará de m ás evocar el brillante epílo g o de Roland R arthes en su s M ythologies ( 1957), que I leva el títu lo de «El m ito, hoy», d o n d e trata co n perspicaz agudeza d e los sen tidos y usos de la p alab ra w/ío, en el contexto co n tem poráneo. Frente a los m itos antiguos están los m itos mo-
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d e m o s que B arthes analiza y d e los que investiga su trasfondo ideológico. C o n su enfoque sem iótico ese ensayo de B ar thes m erece una relectura. P ero no es de esas m itologías ni de eso s m itos c o n stru id o s p o r la m o d e rn id ad y m anipula* dos p o r la po lítica y la pro p ag an d a de los m edios de co m u nicación de lo q u e vam os a tra ta r en estas páginas. N u estro objetivo es ac erca rn o s a los m ito s antiguos, a la m itología griega» tal co/no está constituida en su propia t r a dició n y tal com o h a sido h ered ad a p o r la tradición de la c u l tu ra europea. Vam os a tratar d e esos mitos» en el sentido m ás clásico y antiguo, no de los nuevos» renovados o m o d e rn o s m itos. De esos m ito s d e los qu e cabe preguntarse si los g rie gos creyeron en ellos y hasta d ó n d e y c u á n d o fu ncionaron co m o tales, co m o hace P. Veyne. Pero que están ahí, en los textos de la literatu ra clásica y en las im ágenes del arte g rie go, y form an un rep e rto rio b ien delim itado: la m itología clá sica. Parece, en principio, que defin ir el té rm in o en esta ac ep ción ha de resultar bastante m ás fácil. Y, sin em bargo, ta m bién en este uso, m á s histórico y científico, en c o n tram o s d i ficultades. A ntropólogos, filólogos, psicólogos, sociólogos y teólogos m an ejan el té rm in o con tales divergencias q u e se ha d ich o que la p alab ra puede recu b rir «connotaciones in fi nitas», au n c u a n d o tuviera u n a d en o tac ió n com ún a to d o s esos usos, h is distintas perspectivas, en sus enfoques part iculares, privilegian aspectos del m ito y acepciones convenien tes a su propia teorización, de m o d o que n o es tan evidente h allar un n úcleo sem ántico c o m ú n a to d o s ellos. Se p o d ría exagerar y decir q u e las definiciones del m ito son casi tantas co m o las perspectivas m etódicas sobre él. N i siquiera los es tu d io so s de los m ito s g rieg o s y las m itologías h istóricas coinciden en sus definiciones. U nas veces, p o r un exceso de sim p lic id ad , se p ro p o n en d efiniciones d em asiad o precisas. Por ejem plo, la de Jan de Vries, que dice: «M itos son histo rias de dioses. Q uien habla
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d e m ito s tie n e, p o r ta n to , q u e h ab lar d e dioses. D e lo que se deduce q u e la m itología es una p a rte de la religión»1, (lis cie rto qu e m u c h o s m ito s tra ta n d e d ioses, pero n o todos; m uchos y los m ayores m ito s 1ienen un fondo religioso, pero no todos; alg u n o s se relacionan con el «cuento p opular», el folktale, y no requieren la fe religiosa.) La relación en tre m i tología y religión es im p o rta n te , pero m ás com pleja de lo q u e frases tan rápidas presuponen. Los an tro p ó lo g o s, ta n to los fu n cio n alistas co m o los estru c tu ra lisla s, han enfocado el m ito desd e una perspectiva am p lia y con una co n cep ció n p e n e tra n te d e su c o n fig u ra ción y lunción, destacando su significado en el contexto social o su valor co m o in stru m e n to m ental en la representación colectiva del m u n d o de la m entalidad arcaica. T anto unos com o otros h an visto en el m ito una form a de rep resen tar la realidad, un m olde im a g in a rio de co m p re n d er y d a r sentido a la situación y ac tu ació n del ho m b re en ese m u n d o co m prensible y d om esticado gracias a los m itos, lisa m irad a am plia d e los a n tro p ó lo g o s es, p ara el e s tu d io so ac tu a l, algo irrenunciable. Pero tan to c o n tra los sim bolistas, co m o contra los fundo» n alistasy lo sestru ctu ralisL is -c o n tra M alinow ski, M. Kliade y C. Lévi-Strauss, p o r ejem p lo -, cabe expresar una protesta crítica , com o hizo G. S. K irk en su excelente libro so b re El m ito (1970): «N o hay n in g u n a d efin ició n del m ito. No hay n in g u n a fo rm a platónica del m ito que se ajuste a to d o s los casos reales. Los m itos (...) difieren e n o rm e m e n te en su m orfología y su función so cial» 2. Los rep aro s y cautelas del profesor K irk han sido aleccio nadores. D esde su perspectiva d e helenista e h isto ria d o r del p en sam ien to .griego, co n o ced o r rig u ro so de trad ició n helé nica, pero tam bién com o bu en lector d e la m o d ern a biblio g rafía sobre estas cu e stio n es, K irk se m u e stra escéptico en c u a n to a d e fin ir d e m o d o unív o co y p reciso el vocablo m ito. A ceptar u n a definición sesgada su p o n e ya decantarse
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p o r u n enfoque definido, parcia 1, que excluye otro s posibles; su po n e privilegiar ciertos m ito s y recortar y d esca rta r otros. Pero, ¿no resulta excesiva esa ren u n cia a cu a lq u ie r d e fin i ción unitaria? ¿No conlleva esto una exagerada asepsia c ríti ca? Sin lina cierta d elim itac ió n , y Ja defin ició n no es o tra cosa, d e objetos y objetivos, ¿cóm o trazar u n a aproxim ación m etódica a la mitología? A nd am o s que el te rm in o mitología tam p o co le parece útil a G. S. Kirk. Q u ien , sin em bargo, traza una d istin ció n m uy clara d e sus dos acepciones básicas: rep erto rio de m itos y e s tu d io de los m ito s. Pero sobre este p u n to volverem os niás adelante. Por de p ro n to , señalem os que aquí no vam os a tr a tar del «m ito» co m o una fo rm a de p en sam ien to prim itivo, com o D enkform , en esa acepción un tanto idealista que está en la visió n d e la c u ltu ra helénica com o u n p rogreso «del m ito al logos», Votu M ythos zu m Logos, según el fam oso títu lo de n n claro libro de W. Nestle.
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A ñ ad am o s a las dificu ltad es m en cio n a d as las que alg u n o s e stu d io so s han señ ala d o resp e cto d e los u sos del té rm in o griego mythos. Sin etim ología clara, puesto que no aparece n in g ú n térm in o d e la m ism a raíz en otras lenguas in d o e u ro peas, la p alab ra se va d efin ien d o en la lite ra tu ra griega. M. D etien n e, !.. B risson y C. C alam e han e s tu d ia d o bien \ desde una precisa observación filológica y con finos análisis, la progresiva d efin ició n de! té rm in o desd e H om ero hasta Platón, lin oposición a lógos, la palabra m ythos pasa a desig nar el «relato tradicional, fabuloso y acaso engañador» (y ya P ín d aro lo em plea en tal se n tid o ’), en co n traste con el relato razo n ad o y objetivo. Platón inventa sus m ythoi, que p re te n den en c u b rir alegóricam ente verdades que están m ás allá de lo com probable m ediante el lógos. Ks probablem ente en los
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tie m p o s de la S o fística c u a n d o m yth o s - e n c o n tra ste con logos- se perfila co n ese significado d e «viejo relato» (c e r ca n o a los cuen to s d e vieja, ta b u lació n fantasiosa, p e ro no forzosam ente falsa, 110 sie m p repseudos, aunque no g a ra n ti ce ta m p o co la alétheia, la veracidad)* Los usos del vocablo m ythos en Platón so n m uy sin to m ático s de su evolución se m án tica y de sus varias conn otaciones. Por o tro lado, P latón u tiliza ya el té rm in o «m itología», m ythologie, en una ac ep ció n plenam ente m o d e rn a , con una precisa conciencia d e lo q u e u n rep e rto rio m ítico su p o n e p a ra u n a so cied ad tr a d i cional. A unque no to d o s los em pleos del té rm in o en la ép o ca clá sica indiquen ese valor léxico bien definido, parece raz o n a b le p en sar que P latón h a lo m ad o de la época esa oposición en tre m ythos y higos t y que otro s coetán eo s suyos eran bien conscientes de la significación d e m ythos que Platón atesti gua, pero n o inventa 5. Es m uy interesante que A ristóteles, en su Poética, em plee la p alab ra en d o s sentidos: com o relato tradicional y com o arg u m en to dram ático . (Recordemossque lo s arg u m e n to s trág ico s eran «relatos heredados», m yth o i paradedom énoi *.) P ara uno y o tro siguieron los latin o s e m p lean d o una m ism a palabra: fabula. A p a rtir de la Poética d e A ristóteles se acentúa, pues, esta co in cid en cia en tre eso s d o s asp ec to s del m ythos: el relato trad icio n al y arcaico, venido de m uy atrá s, y la ficción lite ra ria, que el d ram a tu rg o crea sobre una pauta «mítica». Fabu lae son para un la tin o tanto los textos d e un A polodoro o un H igino, repertorios m itológicos, co m o las tragedias de E urí p ides o las com edias d e A ristófanes. Los poetas helenísticos y los rom anos, que utilizan los an tig u o s m itos en sus alu sio n es y en sus recreaciones poéticas, co n trib u y en ta m b ié n a esa consideración d e los m itos co m o fabulae, ficciones o fabulaciones. Las M etam orfosis d e O vidio son m itos ya rec o n ta d o s com o literatu ra, guiada p o r el m e ro placer de n arrar, su L u stzu fabulieretr, según la frase goethiana; d o n d e los m i
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tos son arg u m e n to s p ara la poesía cuyo origen y t rasfondo religioso se p erc ib en ap en as co m o una gracia arcaica que late en la tram a ingenua que el p o eta O vidio sutilm en te re p inta y recrea. Esa co n fu sió n en tre los relatos arcaicos y las ficciones poéticas» d esig n ad o s u n o s y o tra s con el vocablo fabulae, p ersiste a lo larg o de la tra d ic ió n m edieval y renacentista. Sólo en el siglo xvm , gracias al descu b rim ien to de otras m i tologías y d e las reflexiones de lo s sim bolistas acerca de los p ueb lo s p rim itiv o s, volverá a d istin g u irse el «m ito» de la «ficción» p o é tic a 7. Será C h ristian G ottlob H eyne, a finales del siglo, q u ie n intro d u zca, en su d o cta prosa latina, el té r m ino m ythos y lo redefina - e n oposición a fa b u la - con una significación so rp re n d en tem e n te m o d e rn a 8. Su ensayo «In terp retación del lenguaje m ítico o sim bólico de acu erd o con sus o rígenes y las reglas d eriv a d as del m ism o» (Serm onis m ythici sivesym bolici interpretatio ad causiis ed rationes duc tas inde regulas revocata), de 1807, le acredita com o el fu n d ad o r de los estu d io s de M itología con perspectiva m oder na. Es la é p o c a de Vico, los Schlegel, H erder, Schelling, etc. Los Prolegomena zu einer w isscnschaftliche M ythologie de K. O. M uller ap arecen algo después» en 1824. La M itología com o d isc ip lin a «científica» avanza ya sobre u n cam ino firme.
3 C on to d o e sto se perfila el cam p o de investigación. Pero el p ro b lem a de defin ir el té rm in o m ito sigue en pie. M antener escép ticam en te el rechazo d e lina definición general m ín i m a, que nos p erm ita d istin g u ir qué es lo que consideram os p ro p iam en te un m ito y qué no , es decir, a d v e rtir qué usos del té rm in o co nsideram os p ertin en te s y que acepciones d e sestim am o s e n la batah o la de su s aplicaciones, nos parece
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ex trem ad o . In ten tem o s p a r tir de una d efin ició n m ín im a, q u e p erm ita d elim itar el o b je to del que vam os a tr a ta r 9. Un ese sentido, p ro p o n d ré la siguiente: «M ito es un relato tra d i cio n al qu e refiere la ac tu a ció n m e m o rab le y ejem p lar de u n o s personajes ex tra o rd in ario s en un tiem p o prestigioso y lejano». lil m ito os un relato, una n a rra c ió n , q u e puede co n ten e r elem entos sim bólicos, pero q u e , frente a lo s sím bolos o a las im ágenes de ca rá c te r p u n tu a l, se ca racteriza p o r p rese n tar u n a «historia», liste relato viene de tie m p o s atrás y es c o n o cid o de m uchos, y aceptado y tra n sm itid o de generación en generación. Es lo co n trario de los relatos inventados o de las ficciones m o m e n tán eas. Los m itos son « h isto rias de la tr i bu» y viven «en el pats de la m em oria» co m u n itaria. La fradición m ítica es un fenóm eno social que p u ed e presen tar va riaciones cu ltu rales notables, pero que existe siem pre, y en G recia p resenta una sin g u lar lib ertad , co m o destacarem o s lu e g o ,ü. I;l relato m ítico tien e un cardctcr dram ático y ejem plar. Se trata siem pre de acciones de excepcional interés para la co m u n id ad , p o rq u e explican aspectos im p o rta n tes de la vida social m e d ian te la n a rra c ió n d e c ó m o se p ro d u jero n p o r p rim era vez tales o cuales hechos. Ese valor paradigm á tico de los m itos es u n o de sus trazos m ás d estacados p o r los fu n cio n alistas (M alinow ski, y tam b ién M . Eliade). El d r a m atism o de los m ito s los caracteriza con una alegre y feroz esp o ntaneidad. En el ám bito narrativo desfilan fulgurantes acto res y allí se cu m p len las acciones m ás ex tra o rd in arias: creación y d estrucción de m u ndos, aparici ón de dioses y hé roes, terrib les e n c u e n tro s co n los m o n stru o s, etc.; to d o es posible en ese m u n d o coloreado y m ágico del m ito M. Ese ca rác ter d ra m á tic o caracteriza a estos relatos frente a las tr a m as verosím iles de o tra s n a rra c io n e s, o fren te al esquem a ab stracto de las explicaciones lógicas. El m ito explica e ilus tra el m undo m ediante la n arrac ió n de sucesos m aravillosos y ejem p lares12.
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Los aclorcs d e los ep iso d io s m íticos so n seres ex tra o rd i n ario s, fúndam e ntalm ente seres divinos, ya sean dioses o fi g u ras em p aren tad as con ellos, com o los héroes de la m ito lo gía griega. Son m ás que h u m a n o s y ac tú a n en un m arco de posibilidades su p e rio r al de la realidad natural. Ahí están los seres prim igenios, cuya acción d a lugar al m u ndo, y los dioses que intervienen en el orden d e las cosas y d e la vida hum ana, y los héroes civil i/.adores, que abren cam in o s y los despejan d e m o n stru o s y d e som bras, lín fin, ah í están los seres ext rao rd in ario s cuyas acciones h an m arcado y dejado una huella p ere n n e en ef cu rso del m u ndo. M ediante la rem em oración de esos sucesos prim o rd iales y la evocación de esas hazañas h ero icas y divin as, la n a rra c ió n m ítica explica p o r q u é las cosas son así y sitúa las causas de esos procesos originales en un tiem p o p rim o rd ial. I lay u nos tem as esencialm ente míti* eos, los que se refieren al com ienzo de las cosas: la cosm ogo nía y la teogonia, y los que se refieren al final de lodo, al más allá de la m u e rte y del tiem p o terrestre: la escalología. Hero los m itos explican tam bién la causa de m uch o s usos y cos tu m b re s, d e m ás o m onos im p o rta n cia , q u e so» de interés co lectiv o 1'. Los m itos tratan del com ienzo, del arché, y d e la s causas, aitíai, del universo y>en especial, d e la vida h u m a n a 1 Kn ese interés explicativo y eliológico (aitías-légeitt) sufren luego la co m petencia de la filosofía en la cu ltu ra griega (des de el siglo vi a .C .) l\ Pero la explicación m ítica es la m ás an tig u a , y, en cierto m o d o , subsiste replegándose a ciertos tem as al en frentarse co n otro s tip o s d e explicación, m ás lógicos o científicos. Los h ech o s n a rra d o s po r los m ito s revisten u n a form a d ra m á ti ca y h u m anizada, de m o d o q u e sus actores pueden tener for m a h um ana, u n tan to m agnificada, com o los dioses y héroes griegos, p o r ejem plo; o no, co m o los seres m o n stru o so s p ri m ig en io s de m uchas m itologías, pero a c tú a n y se m ueven an im ad o s p o r im pulsos co m o los de los h u m an o s. Así, por ejem plo, el C ielo y la T ierra, que están en los com ienzos de
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lo s reíalos cosm o g ó n ico s, se am an , se un en y se se p aran com o un a pareja d ea m a n tes, y los poderes sobrenaturales se en g en d ran y d estruyen co m o los anim ales. Kn cierto m o d o , p o d em o s decir q u e la config u ració n de las fuerzas n aturales en form as próxim as a lo hum ant) es un rasgo básico en la representación m ítica. El a n tro p o m o rfis m o de los dioses es u n o de los trazos m tís característicos de la m itología griega. Pero tal vez p o d ríam o s postu lar q u e ese h u m a n iz a r la n aturaleza, en cu an to a rep rese n tarla com o po b lad a o an im ad a p o r seros sob ren atu rales dotad o s de fo r m as, deseos, e im pulsos, p ró x im o s a los de los hom bres, se en c u en tra en la raíz de to d o el p en sar m itológico. H ay d io sos con fo rm as m o n stru o sa s, com o los egipcios con cabeza d e anim ales, o los de la In d ia, que m ultiplican sus b razo s o ap arecen co m o trem en d as fieras o sab io s elefantes, c ie rta m ente. Pero b ajo todas esas m áscaras se m ueven co m o seres h u m an o s; co m o seres h u m a n o s d o ta d o s de una in m en sa li b e rta d de acción y un incalculable p o d erío . Los m ito s nos ofrecen u na explicación del universo ani m ado p o r fuerzas y figuras de ro stro hum ano, es decir, con u n sentido a la altura del hom bre. Ya sea que esto se explique p o rq u e D ios h izo al h o m b re a su im agen y sem ejanza, o al contrario, esta hum ana a n im a ció n del cosm os nos parece algo m uy significativo. La inge n u id a d del m ito no se p la n tea n in g u n a d u d a so b re este su p u esto . La explicación filosófica significa, desde u n c o m ienzo, la renuncia a él. E ntre afirm ar q u e el fu n d am e n to y origen del m undo, el archéd e todo, es O céano, com o dice un an tig u o m ito helénico, o afirm ar que es «el agua», com o afir m ó Tales de Mi leto, hay una en o rm e distancia. La a c titu d es piritu al con q u e el filósofo se enfrenta a las cosas está o p u e s ta a la del creyente en los m itos, para q u ie n toda la v ida está m arcada p o r los efectos de u n a historia sagrada, que ve en la n atu raleza las huellas de las divinidades cread o ras y o rg an i zad o ras del m undo. Para <íl las cosas son así porque los dio-
1. P RO PU ESTA |>h IM -H N IC IO N OKI. T É R M IN O .WITÏ)
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ses las hicieron así, y hay que vivir según u n as pautas que los dioses, o los héroes, m arcaron con su acción ejemplar. Kn las cerem o n ias festivas, en los rito s y en la m im esis de los d ra m as sacros, el creyente revive y rem em ora esa historia sag ra da, y así p articipa en la recreación de esos hechos.
4 La n arrac ió n m ítica nos habla d e un tiem po prestigioso y le jano, el tiem po d e los com ienzos, el de los dioses, o el de los h éro es q u e aú n ten ían trato s co n los dioses, un tiem po que es el de los oríg en es de las cosas, un tiem p o que es d istin to del d e la vida real, au n q u e p o r m edio d e la rem em o ració n y ev o cació n ritu a l puede acaso renacer e n éste. Ese O tro T iem po, q u e los m ito s au s tra lia n o s llam an «el tiem p o del sueño» o alcherittga, es aquel en el que los seres so b ren a tu rales, dioses o m o n stru o s originarios» ac tú a n y con sus ac ciones crean las cosas, es el tiem p o de los orígenes. Los ritos u n id o s a la recordación de tales o cuales sucesos m íticos tra tan d e establecer una com unicación con ese tiem po fu n d a cional, y sagrad o l<\ En m uchas cu ltu ras e n c o n tram o s un m ito que nos cuenta el d e te rio ro progresivo o sim plem ente la ru p tu ra tem poral en tre el tiem po prim o rd ial y el de nuestra vida. Así en el P ró x im o O rien te y en («recia tenem os el m ito d e las lidades, de signadas con n o m b re de m etales para referir esta d ec ad e n cia. Kn la v ersió n hesiódica so n las E dades de O ro, d e la Plata, del B ronce, de los H éro es (u n claro añ a d id o típ ic a m ente helénico al esquem a general) y del H ierro. Los hu m a nos vivim os en esta edad, la del H ierro, lam entable y oscura. S ería fácil e n c o n tra r ejem plos paralelos e n o tro s pueblos. Insistir en la función social que tienen los relatos m íticos es m uy conveniente. Tanto M alinow ski co m o M ircea Elkade, p o r citar sólo d o s n om bres bien cono cid o s, han destacado
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i. n m W H ti>NKs
este asp ecto funcional de los m itos. A hí p o d em o s en c o n trar un p u n to de apoyo p ara la d istin ció n e n tre m itos y cuen to s populares. (Ya lo señaló tam bién V. P ropp en su obra I m s raicvs históricas del cuento populor.) lil m ito es sentido com o se rio y vera/., con un h alo de so lem n id ad variable, p e ro que está u n id o en m u ch o s casos al cariz religioso de lo s m itos fundam entales. A unque es un tra z o m ás am plio que el de su carácter religioso. Pensem os, p o r ejem plo, en algunos m itos heroicos g riegos. P arece d iscu tib le que to d o s tu v ie ran un trasfo n d o religioso, y la desp ro p o rció n frecuente en tre m i tos y rito s en el m u n d o helénico apoya osla d istin c ió n . Sin em bargo, cualquier histo ria m ítica conserva un valor para· digm át ico, com o ejem plo heroico, que es d istin to d el cari/, de en tre ten im ie n to y diversión de otro s relatos del folktale, sean cu e n to s m arav illo so s o h isto rie ta s d e tip o novelesco. Sé bien que en alg ú n caso co n creto esa d istin ció n puede ser difícil d e t razar, pero en la teoría general resulta úti 1y cla ra. Y, creo> p o d ríam o s postu larla com o universal. A unque es cierto q u e en m u c h o s cuen to s p o p u la re s p u e d e ra stre arse el eco de a lg u n o s m itos, o que tales cu e n to s p u e d a n verse com o m ito s d ec aíd o s, u nos y o tr o s relato s p u ed en d is tin guirse p o r su fun ció n social. Se ha dicho que el c u e n to m a ravilloso, el Miircheti, es «el hijo m iniado y ec hado a perder» del mito; y eso vale p a ra algunos cuentos. Pero, au n q u e coin cidan cu en to y m ito en la evocación de una atm ósfera m a ra villosa y e n la ac tu a ció n de seres p ro d ig io so s, los m e ca n ism os d e uno y o tr o tip o de relatos tra d ic io n a le s son, aten d ien d o a su función e incluso a su e s tru c tu ra narrativ a (m ás fija, e n p rin cip io , en el c u e n to ), diversas. La m e n ta li d ad m ítica tiene algo en com ún con la im aginación infantil, ciertam ente, y el lector actual puede ver co m o cuentos algu n os m itos d e c u ltu ra s y p u eb lo s ex tra ñ o s. Sin em b arg o , el encanto del cuento y el del m ito son sen tid o s com o disi intos p o r los receptores hab itu ales de am bos, en la cu ltu ra o rig i n aria. Para el prim itivo la vana tabulación d e los relatos fan-
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tásticos está radicalm ente ap a rtad a d e la historia real, vivaz y sacra qu e le d a n los m itos. Al respecto, p o d em o s señalar que los personajes del m ito son d istin to s a los protagonistas de los cuentos, q u e son personillas m ás cotidianas y de nom bres poco d estacad o s y propios, lin el decurso d e la cultura esa o p o sició n p u ed e m atizarse y debilitarse, d esd e luego, com o ha sucedido en G recia, p o r re c u rrir a un ejem plo p ró xim o. Con to d o , eso no su p rim e la d istin ció n fun d am en tal. I.as explicaciones del m ito rem iten siem pre a un m ás alld, a o tro tiem po, y a p ersonajes, d io ses o héroes* que no son com o los seres h u m a n o s de n u e stro en to rn o , lisa tra sc e n d en cia del m iro está m u ch as veces carg ad a de em o tiv id a d . Por eso los relatos m ítico s tienen u n elevado co m p o n en te sim bólico: abu ndan en sím bolos y tra ta n de evocar un co m p lem en to au sen te d e esta realidad q u e te n em o s ante n u e s tro s sen tid os. Kn la épica hesiódica los h éroes se o p o n en a los m o rtales q u e «ahora son»» y a las cosas «tal com o ah o ra son». La fó rm u la hoioi nytt eisiti, «tales co m o son ahora»», q u e sirve p a ra indicar u n a o p o sició n a lo que era antes, en los tiem pos del m ito, resulta sugerente al respecto. Iras esta realidad, indican los m itos, hay o tra , que es m ás esencial, la Realidad fundacional, la divina y etern a R ealidad. Kl pasado prestigioso es el ám bito d e las actuaciones m íticas; en n u es tro p resente subsisten ecos y huellas d e esas actuaciones. Para q uien sólo atiende a la realidad em pírica, el m undo de los relatos m ítico s no existe; es, a ese respecto, irreal. N o pu ed e co m p ro b arse con m étodos em píricos. Por o tro lado nuestras leyes no están vigentes en el ám bito m ítico de un m o d o absoluto. A unque es cierto que el m u n do de los m ito s está elab o rad o a im agen y sem ejanza del n u estro , y, p o r tanto, su s c ria tu ra s son an tro p o m ó rfica s, com o ya h em os com entado. Pero se m ueven sobre un c a m po m uy am plio d e posibilidades. I)c ahí una cierta relación en tre el ám b ito m aravilloso de los m itos y el m ágico de los cu en to s y de las h isto ria s fantásticas. Por eso el uso vulgar
califica de m ítico s suceso s o figuras fascinantes e inverosí miles. Los m itos dom estican Jos p ro d ig io s n aturales al presen ta rn o s una n atu ra lez a con sentido h u m a n o y d irig id a al hom bre, reg id a p o r d io ses o pod eres q u e tienen e n te n d i m iento y voluntad y designios com prensibles p ara lo s h o m b res, au n q u e sean a veces hostiles al g en ero hu m an o . Iodo está p e rm e a d o p o r un h á lito d iv in o vivificador. Kl m u n d o p latónico de las Ideas, m odelos trascendentes e inm anentes d e las realidades terrenas, parece un vestigio de la im a g in a ció n m ítica rec u p erad a p o r un enfoque filosófico. Al relatar sucesos ex tra o rd in a rio s, ac tu a cio n e s d e seres so b ren atu rales, obras, en fin, que están m ás allá d e nuestro tiem p o y tal vez de n u e stro espacio, lo s m itos se refieren al ám b ito de lo m aravilloso, d e m an era que, com o los cuentos, so n inverosím iles. Pero en ten d am o s bien que no pretenden se r verosím iles. La verosim ilitud significa ajustarse a unas lim itaciones d e una realidad que los m ito s trascien d en por su m ism o im p u lso y su co n ten id o . S on verd ad ero s, para quienes creen en ellos; son la Verdad m ism a an terio r a la rea lid ad , qu e se explica p o r ellos. Por la v ero sim ilitu d h an de p reocuparse los relatos ficticios que pretenden pasar p o r rea les; así, p o r ejem plo, los de las novelas d e aventuras. Kn ca m bio, los tem as y m otivos d e los m itos, y su s personajes, están m ás allá de las norm as habituales y em píricas. P ertenecen a lo im ag in ario, un ám bito m á s am plio q u e el de lo real, y que llega incluso a co n ten e rá éste. Los m ito s su m in is tra n u n a p rim e ra in te rp re ta c ió n del m u n d o . Kn tal se n tid o tie n e n m ucho q u e ver con la reli g ió n . Y ta m b ié n en el s e n tid o d e que, al fu n c io n a r com o creen cias colectivas, co m o un re p e rto rio de relatos sabidos p o r la c o m u n id a d , v in c u lan a ésta con su tra d ic ió n y fu n d a n u n a u n a n im id a d d e sab er, q u e tra n s m ite u n a cierta im agen del m u n d o , p re v ia a los sa b eres rac io n ale s y a las técnicas y ciencias. Un m ito está, p o r lo tanto, in se rto en un
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e n tra m a d o m ítico; es una pieza en el sistem a q u e fo rm a una m itología.
5. M itología: ¿una palabra pom posa y ambigua? La palabra mitología tiene dos acepciones claram ente distin tas: «colección de m itos» y «explicación de los m itos». La raí?, q u e d a en griego el verbo lego y el sustantivo lógos sig n i fica ta n to «reunir, recoger» co m o «decir», y el té rm in o c o m puesto ha h eredado esos dos m atices. Kirk, q u e lo advierte, prefiere ren u n c iar al em pleo del té rm in o p o r co n sid erarlo poco claro; pero creo que es fácil ten er en cu en ta esta d is tin ción y reconocerla en c u a lq u ie r caso. P arece claro que la «mitología» com o «estudio de lo s m itos», o «tratado» o in cluso «ciencia de los m itos», p resu p o n e la existencia de la «m itología» com o colección y corpus mítico. Kl vo cab lo g rieg o m ythología aparece en P lató n , y no es p o r az a r qu e sea en él, com o ha señalado M arcel D elien n e (en La invención de la mitología, París, 1983). Pero no es u n neologism o so rp re n d e n te , p u esto que el v erb o c o rre sp o n diente m ythologeiw está ya en la Odisea XII v. 450, con el sen tid o de «contar u n relato». P latón lo enlaza (en la R ep ú blica, en el Político, el Timen, el Critias y Las leyes) a térm in o s muy significativos, com o geneaiogía, archaiología y phén/e («rum or» o «fama» ), dándole u n valor m uy parecido al que tiene hoy. Kn to d o caso, la m itología co m o un rep e rto rio de m itos es algo p rev io a su recopilación p o r escrito en la obra de un poeta co m o I Icsíodo. Kn el siglo vjii a.C. éste ha expuesto ile un m o d o sistem ático y o rd en a d o la m itología de los helenos en su p o em a Teogonia, de un m o d o m ucho m ás com pleto que n in g ú n o tro p o e ta arcaico griego. H o m ero y los líricos arcaicos se refieren y aluden a esos m ism os d ioses y héroes, pero sin esa p reo cu p ació n p o r ex p o n e r sistem ática y orde-
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iradam ente la nóm ina de los personajes míticos. A hora bien, ya antes de H esiodo existía una relación sistem ática entre los m itos y los p erso n ajes m íticos; el p o e ta no la inventa, tan sólo la recoce y la ex p o n e poéticam ente. A unque tju i/á s de m o d o m e n o s com pleto y m en o s rico , to d o g rieg o arcaico conocía, a g ran d es rasgos, el esquem a básico de esa o rd e n a ción de seres divinos, y d e los m itos fundam entales. La significación de un personaje m ítico está fijada p o r re ferencia al co n ju n to de relatos que constituyen la m itología, lia d a u n o es com o una pieza del tablero y su ac tu a ció n d e pende de esa posición y ese valor asignado en el juego m ito lógico. Las relaciones de parentesco, las oposiciones y las re fe ren d a s q u e se form an d en tro de este sistem a so n lo que define a cada personaje, d en tro de esa estru c tu ra sim bólica qu e representa la m itología entera. D ejando para m á s a d e lante una reflexión a fondo sobre este punto, p odem os a p u n tar aq u í alg ú n ejem plo, au n q u e quede sólo esbozado. La sig nificación d e una diosa, p o n g am o s p o r caso, A frodita, está m arcada n o sólo p o r u n a significación ab stra cta, com o la diosa del a m o r y del deseo sexual, sino tam bién p o r su co n traste con la p osición d e o tra s d io sa s (A tenea, A rtem is, H era, etc.) y otros dioses d en tro del sistem a p o lite ís ta 17. Hn I le sío d o tenem os u n p rim e r in ten to de e x p o n e r un sistem a m itológico con u n buen esquem a organizativo bási co, que p a rte de las d iv in id ad e s p rim ig e n ias del u niverso para concluir en los epígonos divinos, los héroes y heroínas, lin ese m ism o orden, en el que las genealogías const ituyen la base de la secuencia n arrativ a, hay ya u n principio d e expli cación «racional», a ten to al d esarro llo de los p o d ere s divi n os desde el caos o rig in a rio hasta su conclusión. I lay p o r p arte del p o eta un prin cip io de ord en ació n «lógica», y no en v ano se suele hoy ver en H esíodo un p re c u rso r de los filó sofos. Λ unos mil años de distancia de H esíodo, un desconocido eru d ito , un tal A polodoro, recopiló los m itos griegos en un
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par de libros y ιιη apéndice, recogiendo cuantas noticias le lle garon do la larga literatura griega, lü título de liiblioteai que se ha d ad o a ese resum en m itológico no es m uy afo rtu n ad o ; pero está claro que alude a una tradición m ítica m ilenaria que para A polodoro ya n o era una tradición viva ni oral (com o lo fue p ara I Iesíodo), sino una inm ensa bibliografía, de la que él extraía y resum ía los mitos. A polodoro es, sintom áticam ente, m ucho más profuso y m enos sistem ático que H esíodo. Fs un an ticu ario am ante de las anécdotas y los ecos literarios, un e ru d ito tardío, un lector de los clásicos, co m o nosotros. Un su segunda acepción, «m itología» resulla un hablar d e los m itos; un d isc u rrir y te o rizar sobre lo m ítico para in te n tar com prenderlo; u n a explicación de lo que los m itos sig n i fican. Fs una h erm e n éu tica , m ás o m enos científica. Sólo para este uso se p o d ría hablar de una «mezcla de cont rarios» o u na «fusión de lo antagónico» en la p alab ra, form ada d e m ylhos y higos, co m o ha hecho A. jolies. A hora bien, la oposición en tre am bos térm ¡nos, que se e s tablece en la c u ltu ra griega a p a rtir de un d eterm in a d o m o m ento histórico, os una oposición secundaria, que afecta tan só lo a un sentido restrin g id o del térm ino/rfgns. (Kn un p r in cipio, iégeiti es «decir» o «reunir ordenadam ente». De la m is ma raíz in d o e u ro p e a el verbo la tin o legcn· significa «leer», un claro d erivado del sentido original.) Es en Platón d o n d e en co n tram os iógo$ opuesto a m ythos. Kn su diálogo Protágoras, el sofista del m ism o no m b re enfrenta un m ythos *\ un to gas so b re el m ism o terna, co m o d o s form as didácticas d is tintas. «La prim era es mora n arració n , 110 a p o rta pruebas, se declara libre do to d o com prom iso. La segunda, si bien puede ser tam bién n arrac ió n o discurso, consiste esencialm ente en arg u m e n tar y probar» (K. Kerényi). Por o tro lado, el m ito es un relato trad icio n a l, lo que se cu en ta de siem pre, parecid o a u n «cuento d e vieja», según dice alguna vez Platón. M ientras que el fógos es lo razonable, que se discute y se ofrece com o arg u m en to racional y com -
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probable, sin o tra au to rid ad q u e esa cap acid ad de su propia d em o strac ió n em p írica. Del m ito no cabe tal cosa, d e él no se puede ciar razón, logon ilidóirai. La m itología como d is c u rrir so b re los m itos se plantea desde u n a perspectiva cultural o histórica d eterm in a d a. Ln tal sentido, la crítica al m ito de los ilustrados, es decir, d e n tro d e la c u ltu ra g riega, d e un Jenófanes, los sofistas, o el m ism o P latón, fo rm a p a rte d el largo co lo q u io m itológico característico del m u n d o helénico. Las in te rp re tac io n es de los m itos, desde Teágenes de Regio, ya del siglo vi a.C.» hasta las d e los sim b o listas y los psicólogos de nuestro siglo, se o c u p a n de* la m itología en esta m ism a v ertien te. Ul estu d io de los m ito s se constituye en u n a «ciencia» de su in te rp re ta ción, u na ciencia herm en éu tica un tanto insegura y variable según los tiem pos.
2. La tradición mitológica. Cómo fue en Grecia
¿Q uién c u e n ta los m itos? ¿Quién rem em o ra esos relatos in m em o riales d e in terés c o m u n ita rio q u e v ienen d e m u ch o a trá s y se refieren a un p asad o fabuloso y q u e, de algún m o d o , tien en u n a fu n ció n ejem p lar p a ra la co lectiv id ad y p ara el individuo, que los aceptan co m o paradigm as? ¿Quién se constituye en custo d io de esos m itos, narraciones orales o textos que, herencia de to d o s, se tran sm iten co m o un legado de g en eración en generación? ¿Q uién defiende de la d isp e r sió n , del d eso rd e n fantástico y del olvido esas viejas h isto rias de la trib u , que viajan p o r las sendas de la m em oria? P e algún m o d o es la com u n id ad entera del pueblo quien g uarda y alberga en su m em oria esos relatos. Los m itos circu lan p o r doquier. Las inst ituciones se apoyan en los m itos; se rec u rre a ellos p ara to m a r decisiones; se in te rp re ta n los h e ch o s de a c u e rd o con ellos. Los m á s viejos se los c u e n ta n a los m ás jóvenes, y éstos s e inician en los saberes tra d ic io n a les de su pueblo m ediante los g ran d e s relatos d e los dioses y los héroes fundadores. Las n o d riza s les cu e n ta n a los n iñ o s los fascin antes sucesos d e un tie m p o lejano y divino. Los abuelos y las abuelas recuentan a los pequeños lo que a ellos les co n taro n tiem p o atrá s sus p ro p io s abuelos. Y en las fi.es29
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i. η ε η Ν ία ο Ν ·» ; *
las c o m u n ita ria s se reitera, a través de ritu ales m im élieos y de narrac io n es escogidas, las palab ras de los m itos. Pero, ju n io a esa circu lación fam iliar y colectiva, en cada so c ied a d suele h a b e r u n o s in d iv id u o s esp ecialm en te d o ta d o s o priv ileg iad o s para asu m ir la tarea específica de referir esos relatos trad icio n a les. Son los sabios d e la irib ú , los m ás versados en el a r le de na rrar, los profesionales de la m e m o ria o la e s c ritu ra , q u ie n e s están d e sig n a d o s h a b itu a lm e n te p ara ta n a rd u a labor. L os m itos in c o rp o ra n u n a a n c estra l ex perien cia y u n a explicación sim bólica de ios f u n d a m e n tos de la vida social. D e a h í que su co n serv ació n y tra n s m i sión sea u n a ta rc a g en e ralm e n te resp etab le y estim a d a, lisa tra n sm isió n m itológica tiene m u ch o q u e ver con la e d u c a ción, p ero ta m b ién con la religión y el cu lio, co m o ya in d i cam os. Así q ue m u c h as veces so n los sacerd o tes q u ie n es v e lan p o r Ja tra n sm isió n d e esc acerv o de d o c trin a s. Kn o tra s o ca sio n e s q u ie n e s a s u m e n tan n o b le p apel son p erso n a s d o ta d as con u n a especial ca p acid ad para co m u n ica rse con el m u n d o d iv in o , com o lo s pro fetas o vates, q ue ven m ás le jo s q u e los d e m á s y e x tie n d e n su sab er hacia el p asad o y quizás hacia el fu tu ro . Kn alguna cu ltu ra el recitado y la ev o cación d e los m ito s están e n c o m e n d ad o s a los profesionales d e la m e m o ria y del ca n to , sin u n a clara co n e x ió n con los sacerd o tes, tfse es el ca so de la a n tig u a G recia, d o n d e los aed o s, los rapsoclos y los p o etas e n general asu m en esa f u n ción. Kn la G re d a a n tig u a fu ero n , e n efecto, los p o e ta s, ad ie s trad o s en la m em o rizació n y en la com posición ora 1, quienes desde los com ienzos de la épica h an fo rm a d o y I ra n sm itid o el sab er m itológico, l.a tra d ic ió n m ítica fue aq u í, com o e n los d em ás pueblos, u n re p e rto rio d e tra n sm isió n oral. I lo m ero y lle s ío d o son ep íg o n o s d e una tra d ic ió n d e b ard o s que co m p o n en form u lariam en te, y que solicitan d e la M usa o las M usas la conexión con ese sa b e r m e m o rizad o que estas d iv in id ad es, las hijas de la M em oria, M nem ósine, tran sm i-
I A IIM IM C lO N ' MtTOMfciICA I N (¡HJ.CIA
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ten al p o e ta verd ad ero , l.a se cu la r I rad ic ió n oral ép ica que desem boca en estos dos gran des poetas del siglo vin, a poco de in tro d u c irse el alfabeto en G recia, se rem ansa en los p o em as ép ico s q u e g u a rd a n las h uellas de la co m p o sició n a n te rio r o ral. El p o eta, g u ard iá n de u n saber trad icio n al, no inventa, sin o q u e rep ite te m as y evoca fig u ras d iv in a s y heroicas de to d o s co n o cid as, a) tiem po q ue reitera fórm ulas épicas y se acoge al p atro c in io de las M usas, p ara que ellas garan t icen la v eracid ad d e sus palab ras. R ecordem os có m o H o m ero c o rn icn/.a in v o c a n d o a la M usa, y c ó m o 1le sío d o n os cuenta q u e fu ero n las M usas q u ien es se le a p a re c ie ro n en el m onte H elicón p ara confiarle la m isión d e tra n s m itir el verídico y o rd e n a d o m en saje m ítico d e la Teogonia y d e Trabajos y días. l.a c o n s id e ra c ió n de q u ié n e s so n los en c a rg a d o s de la tra n sm isió n y p reserv ació n de los m itos, y la reflexión sobre las co n d icio n es so c io cu ltu rales en cjue esta tarea se cum ple, so n d éla m ayor im p o rta n cia para explicar las características p ec u lia re s d e una m itología, l.os m ito s reflejan sie m p re la sociedad cjue los creó y los m antiene. Por ot ro lado, a pesar d e su afán p o r m antenerse inalterados, a pesar de su anhelo de reh u ir lo h istórico, los m ito s se van a lteran d o a través de los sucesivos recuentos. A hora bien, la tra n sm isió n y el p au lati n o alterarse de los m itos se han v isto afectados en la socie d ad h elénica p o r tres factores d eterm in a n tes: el p rim e ro es q u e fu eran los p o etas los g u a rd ia n e s de los m itos; esta rela ción en tre la m itología y la poesía h a conferido a aquélla una inusitada l ibertad. En segu n d o lugar, la aparición de la escri tu ra alfab ética ha sig n ific ad o u n a rev o lu c ió n en la c u ltu ra griega; c o n ello la m itología q u e d a u n id a a la lite ra tu ra y expuesta a la crítica y la ironía, com o no lo e*stá en ot ras cu l tu ra s d o n d e la tran sm isió n es oral υ bien está ligada a un li b ro ca n ó n ic o o un canon d o g m ático . En tc rc cr lugar, está la ap arició n de la filosofía y el racio n alism o en la Jonia del si glo vi a.C. y su p rolongación en la ilu stració n sofística y la fi
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losofía p o sterior, q u e in te n ta d a r u n a ex plicación del m u n d o y la vida h u m a n a m ed ian te la raz ó n , en un p roceso c r íti co do e n fre n ta m ie n to al sab er m ítico, lisa larga d isp u ta e n tre el ló g o sy e I m ythos resulta característica d e la cu ltu ra grícgu, y ha sid o o b jeto d e b rilla n tes y p ro fu n d o s estu d io s. C re o q u e e n este m o m e n to p o d e m o s d e ja r d e lado este p u n to p ara en fo car el o tro , el de la ap a rició n de la escritu ra, y lo q u e este hech o decisivo c u ltu ra lm e n te significa en rela ción c o n la m ito lo g ía. S ubray em o s q ue e s decisivo q u e se trate d e un sistem a d e escritu ra alfabético, no de υ η sistem a gráfico co m plicado com o el que h abía existid o en el m u n d o m icénico y m in o ico u n o s siglos antes, fu n d ad o en un silab a rio de uso restrin g id o y q ue se p e rd ió fácilm ente. La a p a ric ió n de la e s c ritu ra significa u n e n o rm e avance cu ltu ral, y no vam os a in sistir en los aspee tos m ás obvios de este p ro g re so . Tan só lo q u ere rn o s aq u í su b ra y a r qu e, e n lo que resp ecta a la m ito lo g ía , la fijación y reco g id a en u n re p e rto rio escrito del acerv o q u e la m e m o ria colectiva tr a n s m itía o ra lm e n te significa u n a q u ie b ra e n la tra d ic ió n . N o sólo es el fin d e la p alab ra viva co m o base del recu erd o , sin o el co m ien zo d e la crítica y d e la disolución de lo m ít ico. Kn el caso g rieg o ese p ro ce so se p rese n ta m uy claram e n te . H asta q u e la civilización d e la e sc ritu ra acab a im p o n ié n d o se com o m ed io cu ltu ral p o r excelencia tra n sc u rre n u n o s siglos. K nel siglo v in se in tro d u c e la e s c ritu ra alfab ética en G recia, co n un alfabeto d e ab olengo fenicio q u e los g riegos perfeccio n a ron, al a ñ a d ir los sig n o s p a ra n o ta r las vocales (q u e faltaban en el sistem a u tiliza d o p ara un lenguaje se m ítico ), p ero no es h asta finales del siglo v c u a n d o la m entalidad griega a b a n do n a la c u ltu ra d e la o ralid ad . F.n ese p ro ceso c u ltu ra l, q ue ha sid o bien estu d ia d o (p o r J. G oody, con ca rácter m ás gene* ral, e n The D om estication o f the Savage M ind, C a m b rid g e 1977, tra d , esp., 1985; K. H avelock, en Preface to Plato, 1963, y en A u x origines de la civilisation écrite e n Occident, 1974, en tra d , franc., Paris» 1981, y M. D etien n e , en L 'invention de
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la mythologie, París, 1981), se forja u n a nueva m an era do e n focar to d o el p asad o y el presente. La poesía m ism a ad q u iere una renovada lib ertad y u n an h elo de originalidad» q u e no es incom patible co n su afán de tra n s m itir el re p e rto rio m ítico. Pero, p o r p o n e r u n ejemplo» el p oeta lírico F.stesícoro p u d o inventarse u na nueva v ersión del ra p to do 1M e n a (según la cual n o fue a ella, sin o a un d o b le fan ta sm a l, un e n g a ñ o d e los dioses, a q u ien llevó Paris a Troya, y fue p o r este fan ta s m a p o r lo que co m b a tie ro n griegos y tro y an o s en la fam osa g u erra d u ra n te diez añ o s), p o rq u e y a la v ersión trad icio n al, ca n ta d a p o r o tro s, p o d ía a d m itir la com p eten cia con o tras, en una po esía q u e se escribe. El p o eta no es só lo un reco rd a d o s sin o un cre a d o r m á s que u n cantor, ao'uiós, es u n p oeta, poietés, y la in sp ira ció n es m ucho m ás que m e m o r ia ,8.
Mitología y literatura ΛΙ e n fre n ta rn o s con la tra d ic ió n m ito ló g ic a de la a n tig u a (¡recia carecem os, co m o es o b v io resaltar, de esa p ro x im i dad q u e B. M alinow ski señalaba co m o un privilegio y v en ta ja del an tro p ó lo g o q u e viaja a la región de u n pueblo p rim iti vo y allí e s tu d ia los m ito s in d íg e n as so b re el te rren o . N o ten em o s a m a n o , c o m o creía te n o r M alinow ski, al m ism o «hacedor de m itos». Los m yth o p o to ídel viejo m u n d o h elén i co nos caen m uy lejanos, y te n em o s que co n te n ta rn o s con lo que n o s han legado, gracias al refinado a r te literario propio, y tal co m o n o s lo h an legado, con u n a rep rese n tac ió n p o co ingenua. Junto a los g ra n d e s tex to s do H esío d o y H om ero, tenem os m uchos o tro s q ue nos hablan de los m ito s - to d a la literatu ra clásica habla in cesan tem en te d e ellos-» p ero m u chas veces c o n alu sio n e s y c o n fra g m e n to s d e u n d isc u rso in te rru m p id o . Ks u n a ta re a a rd u a d e sc ifra r este m ensaje tru n c o y p o ético . Las n o tic ia s p u e d e n c o m p letarse con las im ágenes q u e nos su m in istra la arqueología, y eso s (estim o-
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nios p lástico s del a r te a n tig u o son d e un in te rés m u y alto p ara n u estro co n o cim ien to d e la m itología. Pero M alinow ski ten ía raz ó n . C arecem os de un tra to d i recto con la n a rra c ió n m ítica origin aria. M ediatizado p o r la trad ició n poética y la plástica* en el m arco de u n a civilización de la escritura, el rep e rto rio m ítico d e los griegos se n o s p re sen ta con u na sin g u lar aureola de lib ertad y d e ironía, una li b e rta d y v ariabilidad que es consecuencia de lo ya apuntado, fu n d am e n talm en te p o r su relación con el m u n d o de la p o e sía. lis, p o r o tro lado, bien n o to rio que la literatu ra selecciona entre las variantes m íticas y, e n un país fragm entado política m en te com o era (¡recia, escoge ta m b ié n e n tre las variantes locales d e las tradiciones, p refirien d o , cu a n d o se trata de un p o e ta del A tica, las v aria n tes atenienses, p o n g o p o r caso, o d e jan d o en la so m b ra c ie rto s asp ecto s de los relatos q ue el p o eta prefiere, por razones m o m e n tá n ea s o e n atención a su público, silenciar, o llegando en algún caso a cen su rar y m o d ificar un m ito tradicional p o r razones de m oralidad. P ode m os en c o n tra r ejem plos de to d o esto. M encionarem os, com o caso bien conocido, c ó m o los autores trágicos prefieren ver siones atenienses, o có m o en los p o em as hom éricos h an q u e d ado m arg inados dioses tan d e p rim e ra fila com o D ioniso o D em éter, p o rq u e el p o eta co nsideró q u e no interesaban a un p ú b lic o a ris to c rá tic o , o b ie n p o rq u e e ra n m ás p ro p io s de un ám b ito cam pesino que del belicoso escenario d o n d e ac tú an los héroes y los o tro s olím picos. I to rnero h a m odificado sus relato s aju stá n d o lo s al g u sto de su s au d ito res, co m o los trag e d ió g rafo s ex p o n ían su v ersión cívica d e los ep iso d io s heroicos, venidos de u n m u n d o arcaico al teatro ateniense. Y un p o e ta tan c o n serv ad o r y p ia d o so com o P ín d aro p u ed e m o d ificar u n ep iso d io m ítico, com o hace en la í, para ajustarlo a una versión m oralizada. (A P índaro le escan daliza q u e u n a diosa co m o D em éter se za m p a ra un b o ca d o del h o m b ro d e Pélope; prefiere su p o n e r que el d io s Poseidón, en am o riscad o del jovencito, lo raptó.)
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Ahora bien, quizás algunos lectores piensen, com o C. I.éviStrauss, q u e la e s tru c tu ra ele un m ito p erm a n ec e invariable a lo largo de sus versiones y que el esq u em a fu n d am en tal se m an tien e sie m p re idén tico . S o specho q u e en la d e m o s tr a ción de esa tesis se in c u rre en un círculo vicioso, ya q ue se llam a esq u em a fu n d am e n tal a lo q u e efectivam ente p e rm a nece. Pero, b u en o , dejém oslo com o un problem a. ¿Es q ue la tram a del m ito de iidipo, desde la épica a las versiones l râgicus, y luego al fam oso «com plejo» (que, desde luego, n o pudo c o nocer el h éro e del m ito, n iñ o expósito y exiliado voluntario), está in a lte ra d a e n las rep e tid as evocacio n es literaria s g r ie gas? ¿Son las v a ria c io n e s d e un m ito ta n sólo alterac io n e s m arginales? lin to d o caso, q u ed a claro q u e la lite ra tu ra a n tig u a se co n stru y e sobre el h u m u s fértil d e la m itología, y lo d o s los géneros p o ético s an tig u o s (la épica, la lírica coral y la trag e d ia) fu n d an en ese su b stra to sus arg u m e n to s. Frente a la tr a d ición m ítica se h a n co n stitu id o luego la filosofía, la historia y las in v estigaciones científicas to m o saberes crítico s y r a cionales. Se h an cre ad o frente a los m ito s, en o p o sic ió n a ellos, en busca d e una nueva explicació n , fu n d a d a en la r a zón, no en la trad ició n . C o m o decía H eraclito, «los ojos son testim o n io s m ás firm es q u e los oídos». L os géneros de la li teratu ra d e ficción, d esv in cu lad o s del acervo m ítico, son, en general (d e ja n d o a un lad o el cu e n to p o p u la r), p o sterio res. Iin la C o m edia N ueva, en la lírica bucólica, y en la novela h e lenística y ta rd ía , ya se in v en tan los co n te n id o s. Pero estos géneros so n ya postclásicos en la cu ltu ra griega. N o es casual que el té rm in o griego usual p ara «argum ento» (d e u na ob ra teatral) sea m ythos (así, p o r ejem plo, en 1« Poética d e A ristó teles). P o r lo d e m á s, la ta rd ía a p a ric ió n de la literatu ra de ficción es un rasgo ca racterístico del m u n d o g riego, en o p o sición al m u n d o m o d e rn o . La literatu ra griega clásica y a r caica estaba d irig id a a u n público am plio, a un au d ito rio c iu dadano, y tuvo siem pre u n a v ertien te educativa; la literal ura
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fue, e n G recia, paideía y m ousiké; es d ecir, « fo rm a ció n » y «arte d e las m usas» (en el se n tid o antes in d ic ad o ). L itera tu ra es u n té rm in o latin o , que en g rieg o en c u e n tra u n p a ra le lo en g ra m tn a tiké , q u e sig n ifica « g ram ática» , y ta m b ié n « le ctu ra e in te rp re ta c ió n d e textos»; es decir, u n s e n tid o m uy lim itado. Los po etas fueron entonces los educadores del pueblo, y la paideía trad icio n a l se fu n d ab a en un b u e n co nocim iento de la poesía, la h o m érica an te todo. La poesía, a su vez, se e n ra i zaba e n el recu erd o de los m itos. También las tragedias e s ta b an h ec h as so b re ellos, a veces a través d e versiones épicas rep resen tad as p o r episodios. E squilo decía que su s d ra m a s era « reb an ad as del festín de llo in e ro » . Q u erem o s insistir en la fu n ció n colectiva del teatro trágico, q u e fue, n o se olvide, un te atro cívico y popular. Las trag e d ias se rep rese n tab a n en u n m arco ciu d a d a n o , el te atro de D io n iso al p ie de la A cró p o lis, y en u n a s fiestas cívicas, las d io n isíac as, an te u n a u d ito rio q ue e ra to d a la ciu d ad . La rep rese n tac ió n co n serv ab a, e n su m arco festivo, m uch o s elem entos religiosos. Y es interesante q u e fue ju s ta m ente u n a polis dem o crática co m o A tenas la q u e velaba o fi cialm en te p o r esas represen tacio n es teatrales. M ientras q ue no se p re o c u p a b a p o r facilitar el aprendizaje de la lectu ra y la escritu ra, es decir, las g rd m m a ta , ni siquiera a u n nivel ele m en ta], p ro p o rc io n a n d o u n a e n s e ñ a n z a g en eral y g ra tu ita (com o sí se hizo en la colonia p an h e lé m ca de T urio s), sin o que tal cosa q u ed a b a al a rb itrio y conven iencia p a rtic u la r de los c iu d a d a n o s, el E sta d o aten ie n se velaba p o r el te atro , com o si éste fuera un fu n d a m e n to de la cu ltu ra y la sociabili d ad , co m o alg o fu n d a m e n ta l en la paideía c o m u n ita ria . El E stado proveía a todos los gastos de las representaciones te a trales, en el m a rc o de la fiesta d io n isía c a , m e d ia n te el im p u esto de las corcgías, q u e rccaía sobre los ciu d a d a n o s m ás ricos, cad a añ o . Tam bién p o r en carg o estatal, en el m arco de las fiestas de las P anateneas, se rec itab a n los p o em as h o m é
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ricos. Q u é e x tru ñ o c a s o e s tc :e ld e una d em ocracia q ue recu p era y reclam a com o base educativa la rem em o ració n d e los m ito s heroicos» de claro origen aristocrático, y trata de enfo carlos desd e la ó p tic a cívica, en un am biente d em o crático e ig u alitario . I.a épica y la tra g e d ia - y ta m b ié n la lírica coral d o r ia - fu eron no só lo form as d e a rte , sin o ta m b ié n in stitu ciones sociales con v alo r educativo. I.os m ito s h ablaban de héro es y d e dioses, q u e h ab ían ac tu a d o en u n tiem po rem o to , p ero en sus d ram á tic as escenas plantean conflictos d e valores en los q u e se m u e stra p a ra d ig m á ticam en te la trágica con d ició n del hom bre. Ese cruce de d o s tiem p o s -el del m ito y el presente c iu d a d a n o - y la im b ri cació n d e lo h u m a n o en lo hero ico , y viceversa, sirv en a la ed u cació n m e d ia n te la reflexión y la p u rifica ció n afectiva, q u e A ristó teles s u p o re c o n o c e r tan ad m ira b le m e n te . Esa kdtharsis, o purificación, es u n o de los efectos del arte trág i co siem pre. La fiesta y el d ra m a , m ed ian te la m im esis teatral o litú rg ica, evocan los m itos, con u n a u ra religiosa m ás o m en o s acentuada. La fiesta en q u e se rep resen ta la tragedia conserva m u ch o de ritu al. E stá p resid id a p o r el sa c e rd o te d e D ioniso, que o c u p a u n asien to especial e n la p rim e ra fila del au d ito rio , com ienza c o n un sacrificio so b re el a lta r q u e esta en el cen tro de la orchestra, d elante d e la escena, tien e unos orígenes en rito s sag ra d o s (sean cuales fu e ra n ) y m a n tie n e elem entos arcaico s co m o las m á sc a ra s, los co ro s, la presen cia de los dioses, etc. C onviene no o lv id a r esto, ni tam poco, en c o n tra p a rtid a , q u e to d o eso se v a c o n v irtie n d o e n reliquias, al tiem p o q u e a u m en ta la crítica a los m itos, especialm ente en Eurípides. Es cierto q ue la literatu ra , con ese carácter crítico y lúdico q u e le es p ro p io , c o n su te n d e n c ia a b u sc a r lo nuevo, lo so rp re n d en te, lo o rig in a l (d e n tro d e ciertos m árgenes) y su progresiva ironía, va d esg asta n d o el fondo m ilico. Pero los m itos son evocados com o base de la representación y m a n
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tienen una función social -s im ila r a esa en que tan to h an in sistido antropólogos com o M alinowski- hasta los finales del si glo IV, c u a n d o se da la crisis del sent ido t rágico, qu e tie n e en E urípides a su nuis c laro ex p o líen te. Los a n tig u o s fu ero n hien conscientes d e e sa significación del te a tro .‘lbdavía en la co m ed ia d e A ristófanes, Las ranas» q u e es del a ñ o 404 a,C., c u a n d o en la escena discu ten sus m éritos respectivos E sq u i lo y E urípides an te el d io s del teatro , D ioniso, q u e ha bajado al I iad es p ara resu citar al m ás valioso d e ellos, es el ca rácter de « ed u cad or del pueblo» lo q u e d ec id e el pleito, a favor de Ksquiio. Por eso la crisis de la tragedia, q ue es la crisis del se n tid o m ilico, com o subrayó F. N ietzsche, es u n a crisis de lo colec tivo, en la q u e to d o un m o d o d e e n te n d e r el m u n d o , atacad o p o r la crítica rac io n alista de la Sofística, q u e d a en e n tre d i cho. I.a ru in a del saber m ítico, es decir, la p érd id a de te en los m itos, provoca una q u ieb ra en la conciencia colectiva; p ero el in d iv id u alism o crítico y el o p tim ism o de la ilu stració n so fística o b tie n en una victo ria endeble, ya q ue su s logros d ifí cilm en te p u ed e n satisfacer las an sias d e los c iu d a d a n o s en esa crisis de los valores q u e coincide con la agonía de la polis com o c o m u n id a d lib re y au to su llcien te . También P latón, con su perspicacia h ab itu al, revela su re co n o cim ien to d e q ue la educación p o p u la r estab a en m an o s de los po etas, al p ro p o n e r la expulsión d e éstos de la ciu d ad ideal, tal com o se p ostu la en la República. HI filósofo es m uy co n scien te de los riesgos que esa tra d ic ió n p o é tic a su p o n e para un Estado q u e preten d e alcan zar u n a norm ativ a nueva, m ed ian te una rac io n alid ad to tal. Los p o etas, relatores im p e nitentes de las v iejas histo rias d e la m itología, d e esas n a r r a ciones q u e son escandalosas a la luz de I a m oral y p e r tu r b a d o ras d esd e la ó p tic a d e la p ed a g o g ía rac io n al, deb en ser cen su rad o s. Kn vina c iu d a d que será g o b ern a d a p o r sabios, los p o e ta s y sus m itos lian de s e r ev a cu a d o s, p o rq u e co m o co m p etid o res d e los filósofos e n la ta re a educativa son peli-
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grosos c in útiles, a los ojo s del ¡lustrado Platón. N o hay ta m poco lu g ar n i p a p e l ed u cativ o p a ra los viejos y fan tásticos m itos e n esa ciu d ad ideal. A nos nuts ta rd e, ya ei i m i vejez, vuelve Plutón a esbozar un cu ad ro de la c iu d a d ó p tim a , poro esta ve?, es m ás ca u to en sus p ro p u esta s, tal vez p o rq u e n o cree ya en el triu n fo d e la utopía rad ical, y aq u í e n las Leyes, en lu g ar de la supresión por d estie rro d e los poetas, hace la p ro p u esta d e que se e s ta blezca u n control y u na ce n su ra de la m itología tradicional. Kl viejo filósofo parece ad v e rtir bien la función social de esas n arracio n es m íticas q u e los an cian o s tra n sm ite n , ju n to a los poetas, a las g en eracio n es m ás jóvenes, que im p reg n an to d a una explicación del m u n d o y la vida colectiva, y e s bien co n s ciente d e la fu erza de ese saber d itu n d id o a travos de la piló me, el ru m o r, ta n p o d e ro so en la vida c o m u n ita ria . P latón no tra ta ya de e rra d ic a r p o r com pleto ese legado m ítico, sino tan só lo p re te n d e q u e el listad o lo co n tro le y lo oriento, un tanto, d iría m o s n o so tro s, m aquiavélicam ente, para su mejo ra p ro v e c h a m ie n to e d u c a tiv o P lató n sugiere q ue el lista d o pu ed e crear y d ifu n d ir sus p ro p io s m itos -c o m o el fam oso m ito d e las varias clases de c iu d a d a n o s c o n n a tu ra le z a s d is tin ta s , u n o s d e oro, o tro s de plata y o tro s de bronce, que ex pone en el libro III tic la /<*’pública^ al serv icio d e la p ro p ag a n d a d e su pro p ia co n s titu ción, q u e sin em b arg o no esta fu n d ad a en m itos de n in g u n a clase. (R esulta cu rio so reco rd ar q ue m u ch o antes, su p a rie n te, el sofista C ritias, h abía so sten id o la tesis de que la figura de un d io s q u e to d o lo ve y lo oye era u n a hábil invención de un leg islad or a n tig u o q ue se lo in ventó con u n a finalidad m o ral, la de in fu n d ir te m o r a ese d io s, v igilante y ubicuo g u ard ián de la o ralid ad y la ju sticia. Ya C ritias pensó, pues, en la d ifu sió n y confección de m itos con intención política.) P lató n es u n g ran n a r r a d o r de m itos, q ue so n , en c ie rto m od o , de su p ro p ia creación. lisas ficciones q u e llam am os, según el p ro p io P latón hace, «m itos» so n u na especie d e re
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creacio n es se g ú n u n a p a u ta p o é tic a tra d ic io n a l, C u a n d o Platón nos refiere el viaje do las alm as ni M ás Allá -o n el Fe rian, ol Fetlro y la R epública- está co n ta n d o un m ito, q u e, en bueno m e d id a, es de su pro p io inv en ció n ; lo es, sí, on m u ch o s d etalles; poro, n o o b sta n te , os ta m b ié n u n relato que cu m p le to d a u n a serie de requisitos p ro p io s del género. Po d ríam o s d ecir q u e osos relatos p latónicos son co m o v a ria n tes de u n tom a m ítico qu e, en su es tru c tu ra básica, es m u ch o m ás a n tig u o q u e P latón. Un te m a m ítico q ue rec o b ra rá nue vas m atizacio n es on ol Cristian ism o, d o n d e ap arece en m u chos au to res y con nuevos detalles en cu a n to al viaje y el cic lo y o l in fie rn o y to d a la am b ien tac ió n u ltra m u n d a n a , pero q u e tie n e u n as raíces m u y h o n d a s en la trad ició n helénica. Y que ta m b ié n h a b ía n explotad o en su p ro selitism o m istéri co o tra s sectas, com o la do los ó rfic o s20. M ediatizada p o r la escritu ra y p o r u n a literatu ra m uy for m alizad a en d iv e rso s g én e ro s p o ético s - d e m o d o q u e un m ito p u ed e ser «'vorado según el m odo épico, lírico o trá g ic o , con estilo vario y varia in te n ció n - ,ia m itología griega c u e n ta con u n a con d ició n singular: la de p re se n tarn o s una tra d i ción q u e p o d em o s estu d ia r d ia c ró n ic a m e n te 21. En eso p a re ce av en tajar a las de o íro s pueblos. E n c o n tra m o s un m ito n a rra d o en épocas y p o r autores distin to s, con v aria n tes sig nificativas, y p o d em o s, p o r d ecirlo así, ra s tre a rla s huellas de un m ito a lo largo de u n o s siglos. M e parece que esto es p e c u liar de la trad ició n que a c o stu m b ra m o s a llam ar clásica - q u e incluye tam b ién la latina, com o prolongación d e ia h e lé n ic a -, m ien tras que n o se da en la recolección m itológica q ue pu ed e hacer u n an tro p ó lo g o en una en cu esta q u e recoge u n d e te r m in ad o m o m ento de u n a tran sm isió n o ral. Y es u n a p o sib ili d ad q u e se en c u en tra m uy em b o tad a en o tras c u ltu ras h istó ricas cuya trad ició n religiosa ha fijado los m itos sagrados en u na escritu ra canónica, que evita cualquier alteración, com o es el caso, pienso, de la trad ició n h indú y, m u ch o m ás m a rc a d am en te, de la trad ició n hebrea bíblica.
2. I.Λ J'R A IM C IÛ N M lT O lr t t lIC A KN Ü K U ’.IA
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Hn (¡recia p o d em o s p ercib ir có m o u n a d eterm in a d a fig u ra m ítica p erv iv e a través de v ariacio n es literarias m uy sin to m áticas de este proceso. 'lo m e m o s, p o r ejem plo, el p e rs o naje d iv in o q u e es P rom eteo, el Titán filá n tro p o , el ro b ad o r del fu e g o ce leste, el p a tr ó n d e las a r te s y té c n ic a s a rte sa n as del m etal y la arcilla. C o n tad o p o r 1 lesíodo» por Ksquilo después, m ás ta rd e p o r P latón (q u e en el Protegerás p o n e en boca del g ran sofista su relato m ítico ), y luego rec o n tad o en son de sa sca rm o p o r L uciano d e S am ósata, el m ito tie P ro m eteo resu rg e con u n a vivaz v e rsa tilid a d . La in te n c ió n de los n a rra d o re s y el contexto histó rico y Iiterario dejan su im p ro n ta en la ilu m in a c ió n del p ro ta g o n ista . P ro m e te o es en H esío d o un d io s a s tu to , un trickster, q ue q u ie re en vano triu n fa r con su s en g a ñ o s frente a Zeus; en Esquilo es el dios rebelde co n tra el reciente d ésp o ta del O lim po, q u e p o r a m o r a los h u m a n o s desafía la cólera del lirai jo C ró n id a. Kn c a m bio, en el Protágoras de P latón, los d o n e s de P rom eteo se in terpret an co m o un elem ento civilizador que, p a ra la existen cia d e u n p ro g re so social, han d e s e r co m p lem en tad o s con el sen tid o de la ju stic ia y el se n tid o m o ral, q ue so n regalos de Zeus, re p a rtid o s po r igual a tocios los hom bres. P rom eteo, el m a g n á n im o reb eld e, q u e d a s itu a d o e n un se g u n d o piano, su b o rd in ad o al desig n io su p rem o de Zeus, fu n d a d o r del o r den y la ju stic ia 22. O tro s h éro e s -c o m o Ulises, H eracles, ja só n , Teseo, etc.h an sid o ta m b ié n p re se n ta d o s con m atices n u ev o s en esa larga tra d ic ió n literaria. Y algo parecid o sucede con algunos dioses, au n q u e , natu ra lm e n te, d en tro d e cierto s lím ites, que p erm iten la estab ilid ad fu n d am en tal d e u n esquem a básico en los relatos m íticos. Por o tro lado, al m argen de esta trad ició n literaria 2\ h u b o las v ersio n es locales, y los cu lto s, aso cia d o s a ritu a les, que conocem os b astan te m al. M uchas vcccs ah í se m a n ten ían os pectos m ás arcaicos q u e la trad ició n literaria n o hab rá rec o gido. Hay, co m o Kirk y o tro s h a n señalado, u n a e n o rm e d es
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I. H K F IN ia O N E S
p ro p o rc ió n entre los m ito s y los rito s en cl «Imbito griego. (Y a la inversa, en el ám b ito ro m a n o , parece que, fre n te a u n a cierta pob reza m ítica propia, h u b o un g ra n d esarro llo de los rito s religiosos sin írasfo n d o m ítico o literario.) En esas rein terp retacio n es un ta n to iró n icas a veces de los m itos, la literatu ra griega preludia el trato q u e alg u n o s escri to res m o d e rn o s h a n d a d o a esos relato s d e dioses y h éro e s h elénicos. Al a u m en ta rse la distancia, c o n v irtién d o se la m i tología en un re p e rto rio d e lem as sólo literario s, el escrito r m o d e rn o puede ju g a r a p rese n tar esas figuras an tig u as bajo u n a nuev a luz, iró n ica y u n tan to frívola. P ensem os en ob ras d e G o eth e y R acine y, inris cerca d e n o so tro s, en tex to s do G ide y G irau d o u x , de Joyce y de K atsantsakis, p o r ejem plo. Y en m u ch o s, m u c h o s o tro s. En este se n tid o la m ito lo g ía griega evs n u estra m itología fam iliar.
Segunda parto
Figuras y motivos
1. M itología y tradición poética
1 «Éstos -H e s ío d o y H o m e ro - son los q ue c re a ro n p o é tic a m ente u n a teo g o n ia p a ra los griegos, d a n d o a los dio ses sus epítetos, d istrib u y e n d o su s h o n o res y com petencias e in d i ca n d o sus figuras.» As£ dice H c ró d o to e n u n pasaje bien cono cid o de su H istoria (II, 53). HI texto del h isto ria d o r jonio te stim o n ia claram en te q ue los griegos ilu stra d o s del si glo V a.C. era n bien conscientes d el papel asu m id o e n la tra dició n m ito lógica grieg a p o r los d o s g ran d e s po etas épicos - q u e H eró d o to sitú a u n o s c u a tro c ie n to s a ñ o s a n tes d e su pro p ia época, es d ec ir hacia el siglo i x 24- . Hilos h ab ían fija do en sus p o em as los rasgos m ás característicos de los d io ses, su s figuras distin tiv as y sus atrib u to s culturales. A unque en lín eas a n te rio re s sugiere q ue lo s n o m b res (ottóm ata) de los d io se s p ro ce d en do u n a tra d ic ió n a n te rio r - d e aquellos an tig u o s p elasgos q ue a n te s h a b ita ro n G re c ia -, d eja claro que lo s p o e ta s citados h ab ían realizado u n a ad m irab le tarea o rd en a d o ra e n el cong lo m erad o m ítico pol ¡teísta, al fijar los ep íteto s (epotiym (ai), lo s h o n o res o p rerro g a tiv a s (ritnaí) y las h ab ilid ad es o co m petencias (téchnai) d é c a d a divinidad, 45
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II. F k ít íR A S V M O T IV O S
así co m o sus a sp ec to s o fig u ra s (eidea). Los aed o s, h ábiles dem iurgos* hab ían im puesto un o rd e n perd u rab le en el p an león helénico y hab ían co n sag rad o u n a e s tru c tu ra arm ó n ica en el co n ju n to de seres d iv in o s que recibían cu lto a lo largo y an ch o d e (.¡recia. Por en cim a de las trad icio n es locales, de los m itos y ritos de los diversos santuarios y m últiples c iudades, los p o em as de H esíodo y de H o m ero (n o sólo la Uùtda y la Odisea, sin o tam bién los H im nos hom éricos atribu idos a él en su c o n ju n to) eran los textos d e referencia h ab itu al en la co n fig u ració n d é la m itología helénica. 1labían in stau rad o y d ifu n d id o u na n o m en clatu ra estable y un có d ig o m itológico acep tad o p o r todos. La p alabra theogonia q ue utiliza H eró d o to resulta un térm in o m uy bien em p lead o a q u í25. Q u e el h isto ria d o r m e n cione an tes a H esíodo que a H om ero n o es, pro b ab lem en te, indicio d e que lo co nsidere m ás an tig u o , sino d e q ue aprecia esp ecialm ente el ca rá c te r m á s sistem ático y co m p leto de* su in fo rm ació n sobre el m u n d o divino e n vsu conjunto. Λ1 a firm a r tan ro tu n d a m e n te la trasc en d e n cia d e los p o e tas ép ico s en la c o n fig u ra c ió n d efin itiv a de las creen cias y cultos, n o p re te n d e H e ró d o to d e s ta c a r la o rig in a lid a d de u n o y o tro , sino el valor p erm a n en te d e sus o b ra s en la fija ción del c o rp u s m itológico. N o com o inventores, sino corno responsables d e h ab er reo rg an izad o y p recisado en sus p o e mas, c a n ta d o sa n le un au d ito rio sin fronteras, el saber tra d i cional acerca de los dioses -q u iz á s po d em o s agregar: y a c e r ca de los h é ro e s-, m erecían a m bos respeto y veneración. Por eso se co n v irtiero n en los g ra n d e s ed u cad o res d e los griegos en m ateria de religión y teología, p o rq u e habían plasm ado en sus versos con sin g u lar destreza y clarid ad el legado de u na larga trad ició n o r a l, que v in o a fijarse p o r escrito en sus p o em a sa finales del siglo vm o com ienzos del vn. Kl p aso d e la tran sm isió n o ral a la redacción escrita -y en una e scritu ra alfabética, con la a p e rtu ra y lib e rtad de m a n e jo que esta form a s u p o n e - es, sin d u d a , un hec h o cu ltu ral d e
i. μ ι ιο ί (A y i k a i >u :i O n ro rru '.A
enorm e trascen d en cia p ara la m itología a n tig u a. Kl avance cultural ciel siglo vin, el final ele la llam ad a «época oscura», en cu en tra en la a d o p c ió n del alfab eto de Fenicia y su d if u sión p o ste rio r u n a de sus n o la s m ás relevantes. A hí se in a u gura u n a nueva e ta p a d é la civilización h e lé n ic a 26. Los p o e mas de H o m ero y H esíodo, que son el té rm in o de un secular proceso d e la poesía d e co m p o sició n oral, con sus fórm ulas y p ro ced im ien to s característicos, significan el fu n d am e n to de toda la m itología chLsicai7. Si bien es c ie rto q ue tra s el descifram iento d e las tablillas m icénicas -e s c rita s m e d ian te el sistem a del silab ario lineal B- te n em o s n o tic ia s acerca de los d io se s v e n e ra d o s en los palacios d e C nosso en ('r e ta y de Pilo en el Peloponeso, la in form ación que eso s d o c u m en to s n o s p ro p o rc io n an es n o ta blem ente lim itada. Kn una bu en a m ed id a los nom bres d e sus dioses co in ciden con los d e los olím picos (ahí están ya /e u s , d ivinidad p rin cip al en C nosso, P oseidón, m uy venerado en Pilo, lle r a , A tenea, A rtem is, H efesto, Ares y D io n iso ), y en p a rte p o d em o s so sp ech ar u n a se rie de culto s palaciegos peculiares (por ejem plo, las num ero sas invocaciones a figu· ras fem en in as d e dio sas con el e p íte to de ¡}ófniai, « so b e ra nas») *K. Pero las in sc rip cio n e s so b re las tab lillas de b a rro nos d a n un o s cu a n to s n o m b res y u n o s poco s detalles sobre cultos locales, n ad a m ás; n o ten em o s relatos m itológicos ni figuras d iv inas bien identificadas. P o d em o s so sp ech ar que algunos m itos so n de o rig en m ícénico m ediante alg u n a su til indagación arqueológica o etim ológica, p ero aun a h o ra la m itología griega sigue co m en z an d o con los textos de H o m e ro y 1Iesíodo. C o n v ien e no olvidar, p o r o tro la d o , qu e ta n to H o m ero com o H esío do co m p o n e n sus p o em as con u n d eterm in a d o objetivo e in te n ció n . N o to d a s las rep resen tacio n es d e los dioses e n c u e n tra n u n espacio c o rre sp o n d ie n te a su relieve autént ico en la po esía d e H om ero. C om o se ha d estacad o con frecuencia, el poeta épico co m p o n e sus can to s p a ra una
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II, lU illR A S Y M O T lV O J
so c ied a d jó n ic a a risto c rá tic a , in te resa d a en d e te rm in a d a s representaciones y valores heroicos. De ah í q ue dio ses com o D io n iso o D em éter q u ed en en el silencio, y que la vida d e los o lím p ico s se p re se n te com o la d e g ra n d e s se ñ o re s g u e rre ro s 2y. (Hay, sin em bargo, cu rio sa s diferencias al respecto en la O disea Kn c u a n to a 1le sío d o , se tra ta de u n p en sad o r de acu sad a p e rso n a lid a d , y su s p re o c u p acio n es perso n ales se reflejan en sus poem as. Por o tro lado, los estilos son n o ta b le m en te d iversos: m ie n tra s q u e 1lesío d o usa a b u n d a n te m e n te de los ca tá lo g o s y esq u em a s g en e aló g ico s, siem p re H o m ero es m u ch o m ás d ra m á tic o y a n im a d o 31.
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Kl c a rá c te r tra d ic io n a l del rela to es u n traz o esencial e n el m ito. E s u n o d e los rasgos d e te rm in a n te s del té rm in o m is m o m yth o s, en c o n tra p o sic ió n al vocab lo lógos, en el c o n traste q u e se va p erfilan d o en el siglo v, en la ép o c a d e la S o fística y d e los p rim e ro s h isto ria d o re s32. Es entonces cu an d o la d esco n fianza en lo trad icio n a l ad q u iere u na form a c a ra c te rístic a del v ig o r crítico de los p en sad o res de este tiem po. Pero ya antes, en el siglo vi, e n c o n tra m o s d u ra s ce n su ras a H o m ero y a H esío d o - e n Jcnófancs y e n H eraclito, d esd e u n a p ersp ectiv a m oral y filo só fica- y el sabio Solón afirm a, con frase la p id aria , q u e «m u ch o m ie n te n los po etas» (polla pseúdotttai aottioi), u n a crítica q u e hay q ue referi r a los p o e tas p o r excelencia, los d o s g ran d e s épicos. En resum en, d e s de el sig lo vin h ay u n a tra n sm isió n oral de los p o em as q u e son la b ase textual d e esta m itología, y ya en el siglo vi a p a recen las p rim e ra s crítica s y c e n su ra s a las au to rid a d e s de esta trad ició n C onviene su b ray a r este asp ecto p o rq u e es u n o de los que sin g u larizan la tra d ic ió n m ítica en G recia. Son lo s g ra n d e s poetas quienes cu sto d ia n y co n fig u ran el rep e rto rio n arrati-
I. M I T O U X Ü A Y I K A i m iO N m f. T IC A
vo trad icio n a l y es en la difu sió n de los poem as épicos d o n d e la m ito lo g ía ad q u iere un perfil ca n ó n ic o a Iravés de las va riad as reg io n es d e (¡recia. Sin d u d a su b sisten m últiples varian tes locales» y m u ch o s relatos so n v in c u lad o s p o r una trad ició n oral» pero q u e d a n en so m b recid o s y rec o rta d o s en su circu lació n frente a los g ra n d e s textos de 1lo m ero y H esí o d o que se a p re n d e n de m e m o ria en las escuelas y que se re citan en los g ran d e s festivales públicos. Kn los cultos locales - e n s a n tu a rio s y ciu d ad e s d iv e rsa s- p ersisten en c o n tac to con ritos y cerem o n ias varias otros m itos de alcance lim ita d o 34. Pero la tran sm isió n de los g ran d e s m ito s, del re p e rto rio pan h elénico, está ligada a la poesía que recrea y d ifu n d e los ritos y q u e, m ed ian te la e scritu ra, presta a las «aladas p a labras» u n a p erd u rab le au to rid ad . A la vez, ese saber poético del m u n d o div in o y heroico está sujeto a una cierta lib ertad -s u p e rio r a la q u e tien en o tra s m itologías g u a rd a d a s p o r un clero celo so d e sus p riv ile g io s y co nvencido de su c a rácter rev elad o -. T am bién está ex puesto a u n a s críticas renovadas, tan to de lo s filósofos com o d e los m ism o s p o etas, que se por m iten d isc re p a r y re c o m p o n e r u n m ito q u e n o les parece «decente». (Así, p o r ejem plo, lo hace el p ia d o so P ín d aro en la O lím pica /, a p ro p ó sito d e P élope, o an te s K stesícoro a p ro p ó sito d e H elena, n e g a n d o en su P alinodia q ue llegara a Troya ” .) P latón es qu ie n lleva m á s a fo n d o las c e n su ra s c o n tra los p o e ta s m itó lo g o s. Ks él q u ie n d is tin g u e ya con to d o rig o r e n tre lo m ític o y lo ra z o n a d o -m y th o s γ /tfg o s-y q u ic n p ro p o n e c e n s u ra r los m itos tra d ic io n a le s y rec h aza rlo s c u a n d o n o p a re z c a n a d e c u a d o s p ara la e d u c a c ió n de lo s jó v e n es. T am b ién él in siste e n q u e H o m ero , H esío d o y los d em ás p o e ta s son los «forjadores d e falsas n a rra c io n e s que h a n c o n ta d o y c u e n ta n a la s gentes» (Rep. 377d). S on los resp o n sa b le s de lo s «m itos m ayores», ju n to a los q u e exis ten o tro s « m en o res» , tr a n s m itid o s en re la to s lo cales y fa m iliares.
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11. l ir.L 'R A S V M O T IV O S
l .a p o stu ra cid filósofo no deja ele se r m uy curio sa: p o r ti» lado, P lató n es un rec re ad o r de m ito s, u tilizad o s com o a le gorías en varios diálogos, p a ra o frecer un a im agen de lo que está m ás allá d e lo d e m o stra b le ( p o r ejem plo, el viaje del alm a al M ás Allá, e n Gorgias, Pedón y República); p o r o tro lado, su o p osición crítica al sa b er m itológico tra d ic io n a l le lleva a p o stu la r u n a estricta censura, q u e elim in a ría la m a yor p arle de los m ito s sobre los dioses, p o r su in e x ac titu d y su inconveniencia p ed a g ó g ic a y m o ral. Esta c e n su ra se e n m arca en el p ro g ra m a p o lític o del filósofo, en c o n tra de la trad ició n general y e n contra de los h áb ito s orales y el m a g is terio ele H om ero. Así dice: «D ebem os, pues, vigilar ante lo d o a los forjadores de m ito s / m yíhopoiois/ y a c e p ta r los creados p o r ellos c u a n d o estén bien y rechazarlos c u a n d o no; y c o n v en cer a las m a d re s y ayas p a ra q ue c u e n te n a los n iñ o s los m ito s au to rizad o s, m o ld e an d o de este m o d o su s alm as p o r m e d io de los mitos» m ejor todavía que sus cu e rp o s p o r m e d io de las m anos. Y h abrá q u e rechazar la m ayor p arte de los q u e ah o ra se cu entan» (Rep. 377c). S obre el hecho de ser fal sos, esos m itos, según Platón» «dan u n a falsa im agen d e d io ses y héroes» (y a c o n tin u a c ió n , com o ejem plo, alude P latón a los co n flictos e n tre C ro n o y U rano tal com o lo cu en ta I ie sío d o ). R esultan co n fu so s, in m o ra le s e in a d e c u a d o s a la paúieftí. I le c ita d o este pasaje p o rq u e resu m e bien lo s rep ro ch es q u e u n p e n s a d o r ilu s tra d o y p re o c u p a d o p o r la ed u cació n p o d ía h ac er a los m ito s clásicos. D esde Jenófancs a P lató n hay una línea d irec ta en la crítica a los m itos. Excesivo a n tro p o m o rfism o , q ue n o sólo se reflejaba e n las fig u ras de los dioses, sin o a la vez en sus con d u ctas, a veces inferiores a las d e los ho m b res justo s, sirv ie n d o de e s c ín d a lo m o ral a esto s ilu stra d o s, com o Jenófanes: «A los d io se s a trib u y e ro n H o m ero y 1Iesíodo to d o cu an to e n tre los h u m a n o s es objeto d e cen su ra y d e opro b io : robar, co m ete r ad u lte rio s y p rac tica r el m u tu o engaño».
J. Μ ΙΙΟ ΙΛ Η . ΙΛ V I k A D K lO N l'O ÍfIC A .
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Poro u n a cen su ra com o esa q ue i m ag in ab a Platón e ra algo que ja m á s se p u d o estab lecer en u na c iu d a d g rieg a , ni si quiera en círcu lo s religiosos. Esas historias escandalosas de los dioses lo e ra n para la m entalidad m oralista de estos p en sadores, no p ara el pueblo que creía in genuam ente esos m i tos y q u e se d eleitab a en lo q ue N ietzsche llam ó «la friv o li dad d e los dioses griegos». Con tocio, tales ataques m ovieron a o tro s p en sad o res a in te n ta r u na defensa d e los m ito s tra d i cionales, bajo la explicación de q u e estos relatos no d eb ían lom arse al pie d e la le tra, ya q ue e ra n n arrac io n es de sentido cifrad o y len g u aje im a g in ativ o , es decir, alegorías so b re el m u n d o div ino, cuentos poético s d e sabio y críp tico trasfondo. Ya Teágenes d e Regio, en p len o siglo vi, explicaba a í to rnero con un m c to d o a le g ó ric o * .
3 Al e s la r v in c u la d o s p o r u na tra d ic ió n p o é tic a 37, los m itos g riegos ca reciero n d e la inflexibilidad q ue en o tro s lugares han te n id o las n a rrac io n es de ca rácter religioso. Un o ca sio nes estab an ligados a rituales lijos, p ero en la m ayoría tie los casos se p rese n tan deslig ad o s d e la p rá c tic a religiosa cere m onial. O frecían u na v ersión m u y v a ria d a de u n o s dioses antropom orfos» sin g u larm en te ágiles y relacionados en una e stru c tu ra fam iliar. No hubo en G recia d o g m a tism o ni rig i dez en las creencias. Los sacerdotes se o cu p a b an m ás de las cerem onias q u e d e los m itos en sí, au nque los m itos son in separables de la religión y la religiosidad p o p u lar* . El pueblo griego era p ro fu n d a m en te religioso y los m itos se re m e m o ra b a n en to d a s las m anifestaciones festivas de la colectividad. Las recitacion es épicas y las representaciones trág icas su p o n e n u n a rem e m o rac ió n de los m itos q u e, en su p ara d ig m ática y u b icu a presencia, no só lo ofrecen una co m ú n base religiosa, sin o tam bién un firm e y com ún re p e rto
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II. FK iU H AN V M O T IV O S
rio cu ltu ral. Junto a los tex to s está n las im ágenes d e la p in tu ra y la escu ltu ra, desde las m agníficas estatu as de los dio ses y héroes a las im ágenes d e la cerám ica que u n a y o tra vez reile1 ¿ni c\ s c c i i
I. M ITO LC KifA Y T R A D IC IO N l O f l t C A
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dad eclesiástica y d o g m á tic a , esa rev isió n co n sta n te y m e m orable en los festivales públicos, así com o el h iato frecu en te en tre m itos y ritos, c a racteriza n el re p e rto rio m itológico heleno. (No voy a d e te n e rm e en estos us»pcctos, q ue son co nocidos y que p a ra ser expu esto s en detalle req u e riría n m u cho espacio; só lo q u ería a p u n ta re n u n co m ien z o que «la n a turaleza de la s m itos griegos»·'9 está d e te rm in a d a p o r la sociedad que lo s creó y usó.) F rente a o tro s re p e rto rio s m í ticos, los relatos g rieg o s son en su tra m a b astan te sencillos y poco co m plicados. Sus tem as p u ed en in v e n taria rse fácil m ente, y reflejan las p re o c u p acio n es d e la arcaica sociedad p atriarcal, de ab o len g o in d o e u ro p e o , a firm a d a en u n p aís m e d ite rrán e o 40. C abe b u sc ar u n a sociología de los tem as in ventariados, a d v in ie n d o cuáles son su s m otivos esenciales, de ord en fam iliar, cu ltu ral y político·11. De algún m odo aún estam os relacionados con esa cu ltu ra, de ah í q u e sus m itos nos resulten, si no fam iliares, al m en o s no rad ic alm en te ex tra ñ o s 42. R esp o n der a la cu e stió n d e si creían lo s griegos en sus m i tos resu lta en este m o m e n to d e m a sia d o c o m p lic a d o 43. Por un lado, la creen cia n o es algo sim ple; se p u e d e creer m ás o m enos; con co n scien cia o sin ella; ru tin a ria o activam ente. Por o tro lado, hubo, co m o no pod ía se r m enos, g ran d e s va riacio n es se g ú n é p o c a s y situ acio n es. Los m ito s fo rm a n el trasfondo de la n arrativ a religiosa; las im ágenes y las h isto rias d e los dio ses v ien en de los m itos; la m ay o r p a rte d e los ritos p resu p o n e n u na leyenda m ítica; la religación con lo sa grad o está te jid a de p a la b ra s m íticas; la m itología p r o p o r ciona u n a in te rp re tac ió n del m u n d o h u m a n o fu n d ad o en la trascen d en cia o in m an en cia d e lo d iv in o , ofrece u n sistem a de referencias p ara convivir e n un ám b ito d o m e stic ad o por los dio ses y ex p lo ra d o p o r los héroes; h u m a n iza la realidad con sus relatos. Kn la m ed id a en q u e la g en te deja d e cre er e n las explica ciones tra d ic io n a le s, tien e q u e a d o p ta r n uevas ideas p ara
II. lU r L 'H A S Y M t > llV O *
co n fia r en cl m u ndo; si cl m u n d o d eja de s e r h a b ita d o por presencias míticas» necesita ser fu n d a m e n ta d o en o tra s ca u sas, explicado p o r la razó n , liso sucedo poco a poco y relal ivm ucntc. I.os im ius tienen u na tendencia n o tab le a p erv iv ir bajo v a rio s d is fra c e s ” . N o es fácil d e te rm in a r c u á n d o un m ito d eja de ser creíd o ni c u án d o v iene a ser d esp laz ad o por u n a n u ev a f e 43. S abem os c u á n d o se aducen explicaciones n uevas acerca d e los a s tro s y los p la n eta s, p e ro no es fácil p rec isar c u á n d o lo» se n tim ien to s acerca de la d iv in id a d de los c u e rp o s celestes su fren cam bios decisivos. Hay ta m b ié n cru c es e n tre m itos y figuras míticas» com o los sin c re tism o s en tre dos o m ás p erso n a jes q u e ac ab a n por co n flu ir en u no solo: H elios y A polo, Selene y A rtem is, p o r ejem p lo , acab an p o r id e n tifica rse co m o el P ebo so lar o la m ágica Luna. T odo ello v iene a c u e n to para in d ic a r q u e en la m ito lo g ía g rieg a te n e m o s q u e c o n ta r con u n a v aria ció n en el tie m p o , u n a d ia c ro n ía m ito ló g ica p ro p ia a esta tr a d i ción, algo m ucho m ás d estacad o en esta c u ltu ra que en n in g u n a o tra , sing u larm en te.
4 E n tre la ép o c a d o H o m e ro y H e sío d o y la d el c o m p ila d o r A p o lo d o ro , que c o m p u so su m a n u a l m itológico hacia el si glo i o n de n u e s tra era, h ay u na d ista n c ia d e casi m il años; casi d ie z siglos d e m ito g ra íía s e p a ra n al e ru d ito h e le n ís ti co del a e d o I Iesío d o , p o r r e f e rirn o s a los d o s au to re s que h an p re te n d id o d e ja r u n a v isión p a n o rá m ic a del c o rp u s m ítico g rieg o . H e sío d o c o m p u s o su p o e m a , la in sp ira d o p o r las M usas, se g ú n su p ro p ia co n fesió n inicial, m ie n tra s q ue A p o lo d o ro resu m e lo s textos d e m u ch o s e s crito res an te rio re s, c o n d e n sá n d o lo s en su H ibíioteoi e n un m anual bien o rd e n a d o . HI im p u lso p o é tic o y el fervor re li gioso h a n d esap a re cid o y q u e d a sólo la in fo rm ac ió n lib re s
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ca en es-te m itó g ra fo ta rd ío , e p íg o n o d e u na tra d ic ió n lite raria p e r d id a lft. Pero no es so lo ia am plia d istan cia y la diferencia d e tono lo que im p o rta reg istra r cu esta m ilografía, e n Sa que H esío do y A polodoro p u ed e n fig u ra r com o dos exirem os, p rin c i pio y fin. Hay q u e ad v e rtir tam b ién q u e to d a la literatu ra clá sica conservada p u ed e se rv ir de fuente de inform ación» p ero que en sus referencias a la m itología los p o e ta s y escritores antiguos m encionan las h istorias m íticas com o algo fam iliar y bien sab id o , q u e es alud ido p o r su valor ejem plar, p o r su función did áctica, o com o lección d e sabiduría q ue conviene reto m ar d esde a lg u n a p ersp ectiv a. R a ra m e n te c u e n ta n un mito sin más, p ara darn o s in form ación com pleta sobre u n re lato q u e sus au d ito res ya co n o cían . Ks, en efecto, privilegio del p o eta, p o r su relación con las m usas m em oriosas y su d o m inio del canto m em orable, tra n sm itir y d ifu n d ir el legado m ilico, p ero el p u eb lo es q u ien g u ard a ese rep e rto rio t radicional d e narrac iones de tie m p o s in m em oriales. C u an d o un poeta 1frico, pen sem o s en P índaro, p o r caso, in se rta un m ito en su p o e m a , n o suele c o n ta rlo p o r entero, d a n d o p o r su puesto q u e sus oyentes ya lo saben, sino que ejuiere evocarlo rápidam ente d e stac an d o en él aquello que e n ese m om ento le interesa especialm ente. C uan d o u n autor trág ico reelabora en su d ra m a u n tem a m ilico, ta m p o co tie n e especial in te rés en tra n s m itirn o s la v ersió n co m p leta y ca n ó n ic a, sino que c e n tra su re p re se n ta c ió n en a lg u n o s p u n to s q ue en su reflexión le p arecen los m ás sugesl ivos y convenientes. Pen sem os en lo q u e hace Eurípides, in n o v a d o r y crítico en m u chos lem as, p e ro tam b ién en o tro s autores. Basta co m p arar la v ersió n q ue E squilo ofrece en su Prom eteo encadenado con la q u e d ie ra H esíodo en la Te
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II. H C .U RAS Y M O T IV O S
tie m p o s y púb lico s a q uienes se d irig e n 47. Kn general p o d e m os n o ta r que u n m ito se cu e n ta co n una intención d e te rm i nada y co n una d e te rm in a d a interp retació n , y que las figuras m ism as d e los m ito s, esp ec ialm en te los h éro e s, p rese n tan u n o s m atices d istin to s en u n o s y o tro s relatos. P or p o n e r o tro ejem plo, pen sem o s en Ulises, el astu to p ro ta g o n ista de la Odisea, que en las trag ed ias d e Sófocles o E urípides suele ser v isto bajo u n a luz m ás am b ig u a q u e en I lo m e ro , p o r ese aspecto taim ad o q u e rec u rre a la tra m p a p ara o b te n e rla vic toria, c u a n d o le c o n v ie n e 1*. Si en la tra d ic ió n oral las alteracio n es de los relatos m íti cos son inevitables, p u e sto que n u n ca un recitad o es exacta rep ro d u cción de o tro , en la trad ició n literaria la te n d en cia a la v aria ció n o rig in a l o a la re in tc rp re ta c ió n c rític a es algo esencial al m ism o proceso poético, d o n d e to d o recu en to es a la vez re c re a c ió n 49. O tro ejem plo in te resa n te p o d ría ser el m ito de leseo, p o litizad o e n la trad ició n aten ie n se50. Por lo d em ás, n o d e b e m o s c o n s id e ra r a lo s m itos co m o en tid a d e s p e rfec tam en te ac ab a d as e n su o rig e n , sin o m ás bien co m o co m p o sicio n es fo rm a d as d e elem en to s n a r r a ti vos m e n o re s -m ito lo g e m a s y m ite m a s- con u n a e s tru c tu ra básica y u n a fo rm a su scep tib le d e v aria n tes n u m e ro sa s. C o m o las q u e p o d e m o s ate stig u a r en la tra n sm isió n d e los m ism os a lo largo de los siglos y ta m b ié n en v aria n tes lo c a les. Sí u n m ito es in m u ta b le en su e s tru c tu r a esencial, so pena de a lte ra r su sentido básico, n o lo es en su fo rm a 51.
2. M itología como sistema y conglomerado
1:1 té rm in o m itología tie n e d o s acepciones: bien co m o «conjunto de m itos», bien com o «estudio de los mitos». Aquí nos interesa el p rim e r sentido, es decir, en su significado de co n junto, colección, re p e rto rio de los m itos griegos. Y co m en zarem os p o r d e s ta c a r q ue u n a m ito lo g ía es algo m ás que un co n g lo m erad o o u n a sum a convencional, ya q u e los mitos se relacionan en tre sí y las fig u ras m íticas están refe ridas u n as fre n te a o tras. U na m itología es u n sistem a de representaciones m íticas, o rg an izad o en to rn o a ciertas n o ciones básicas d e ca rácter religioso. Los m ito s están relacio nados y ofrecen su explicación sim bólica de lo real g racias a esa o rd en a ció n ; n o se p ro d ig a n c a ó tic a m e n te , sino q u e se insertan en u n a m itología que, si bien en u n a trad ició n cul tural co m o la griega no se m an tien e rígid am en te fijada, p re senta sin em b arg o u n as claras líneas de o rd en ació n , liste o r den d e la m itología pu ed e se ra veces e x p lid ta d o e n una obra escrita, com o, p o r ejem plo, sucede en la Teogonia hesiódica, pero, d e hecho, d ista m u ch o de ser u n a creación del p oeta, es algo p ree x iste n te a su o rd e n a m ie n to y que d e m o d o tal ve/, más vago, pero igualm ente firm e, e stá en la conciencia d e los creyentes. 57
II. M <¡W RAS Y M O T IV O S
('o rn o J. P. V em an t y W. B urkert h a n sub ray ad o , «un p a n teó n h a d e ser visto co m o u n sistem a o rg a n iz a d o q u e im pli ca relaciones d efin idas e n tre lo s dio ses, co m o u na especie de len g u aje e n el que los d io se s n o tien en u n a existen cia in d e p e n d ie n te , de igual m o d o q u e las p a la b ra s en la lengua»·'2. Lo q u e se dice d e lo s d io se s p u e d e d e c irse del c o n ju n to de p e rso n a je s q u e co m p o n e n los elem e n to s con los q u e se teje la tr a m a d e los m itos. 1.a an alo g ía con la len g u a p arece clara en u n a p e rsp e c tiv a e s tru c tu r a lis ta . T am bién a q u í h ay una sin c ro n ía y u n a d ia c ro n ía q u e afectan al sistem a y a su s ele m e n to s, a u n q u e , c o m o B u rk ert a d v ie r te 5’, la an a lo g ía n o es ex a cta, y sería e r r ó n e o p o s tu la r u n a g ra m á tic a m itológica. La idea de que el r e p e rto r io m ític o fo rm a un c o r p u s cuyos elem en to s se d e fin e n en su s o p o sic io n e s y relacio n es, y que la m ito lo g ía fu n c io n a sign ificativ a m en te g ra c ia s a esa rela ció n d e o p o sic ió n y co m p le m e n ta rie d a d e n tr e sus figuras, p u ed e e n c o n tra rse en m u c h o s o tro s estudiosos·*"1. B aste rec o rd a r, c o m o e jem p lo , c ó m o las d iv e rsa s dio sas de! p a n te ó n o lím p ic o tie n e n c a d a u n a su p ro p io perfil y có m o cu m p len sus fu n cio n es específicas de p ro tec ció n y p a tro c in io de asp ec to s div erso s d e la existen cia en u n a clara a r m o n ía : H era, D em é te r, A tenea, A fro d ita , Á rtc m is, U estia, H écate, se d istin g u e n p o r su sig n ific ad o y cad a u na tien e su d o m in io y su a c tu a c ió n , sie n d o o p u e sta s e n tre sí al tiem p o q u e c o m p le m e n ta ria s en el c o s m o s d iv in o . Tam bién hay o p o sic ió n y c o m p le m e n ta rie d a d en el p a tro c in io d e ciertas a c tiv id a d e s: así ta n to A res co m o A tenea so n d iv in id ad e s g u e rre ra s, p e r o bajo d is tin to e n fo q u e del c o m b a te ; Atenea c o m p a rte c o n H efesto el p a tro c in io d e la a rte sa n ía , pero cad a u n o d e ellos tie n e su e s p e c ia lid a d 5>. C a b e re c o rd a r luego c ó m o los cu lto s locales p riv ile g ian a u n o u o tro dios, p ero sin d ejar d e a d v e rtir la im p o rta n cia d éla co m u n id ad de dioses. O lv id a ra u n o cu a lq u ie ra d e ellos es pe ligrosísimo» com o ate stig u a n n u m e ro so s m ito s5*. La org an i zación fam iliar y la e s tru c tu ra genealógica p erm iten coh esio
2. MITOLOGÍA Γ.ΟΜΟ SÍMT.MA Y (.O N 'il OMt'KAHO
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nara las figuras m ayores de eso p an teó n helénico, form ado con agregaciones d e d io se s d e orig en vario. I.a fam ilia d iv in a constituye un p rin c ip io de organización, d e tip o patriarcal, y el dios su p rem o , /c u s» co n serv a su títu lo decisivo d e «Padre de los diosos y los hom bres», q u e dice a las claras q u e es el c a beza d e fam ilia, n o ta n to en cuanto a la sangre, sin o en cu an to a su papel d e s e rto r y jefe d e la o rganización familiar. Al m arg en y en c o n ta c to siem p re con los dioses están los héroes, p ro ta g o n ista s de g ran p a rte del re p e rto rio de m ito s griegos. H stán p o r d eb a jo de los d io se s en p o d e r y gloria, y, com o los h o m b re s, están su jeto s a la m u erte. K sle ese l trazo distin tiv o im b o rra b le e n tre h é ro e s y d io se s; só lo ésto s so n los In m o rta le s. I.a b a rre ra q u e se p a ra a u n o s de o tr o s es la condición m o rta l d e lo s« se m id io se s» , que sólo excepcionalm ente - e n los casos do D io n iso y 1 Ierac les- lo g ran tra sc e n der. I.a d istin c ió n e n tre a m b a s categorías d e p erso n a jes m i licos es fu n d a m e n ta l. I.a a b u n d a n c ia d e h é ro e s y la riq u eza episódica de sus h istorias es u n rasgo ca ra c te rístic o de ia m itología helénica. La categ oría d e h é ro e es algo m ás difícil de d e fin ir q u e la de dios La se rie de los h éro e s es m u c h o m ás a b ie r ta q u e la de los dio ses. I lay h é ro e s m ayores, fam o so s en to d a G re cia, ca n ta d o s e n la épica y e n to d a la literatu ra clásica, y o íro s m enores, de ca rá c te r local, ligados a u n cu lto re s trin g id o :,R. Son en g en e ral in te rm e d ia rio s e n tre el m u n d o d iv in o y el h um ano. D escienden de los dio ses, p ero t ie n en en su o rig en una m ezcla con lo m o rta l de la n atu ra le z a h u m a n a No se alim en tan de a m b ro sía y está n su je to s al dolor, el esfu e rz o p o r vivir y fin a lm e n te a la m u e rte. P o r su p e rte n e n c ia a los tiem pos del m ito y su afin id ad con lo d iv in o , estos Iw m ítht'oi o M tauliosvs so n e sp e c ia lm e n te eje m p la re s p a ra lo s h u m a nos. Sus h ech o s están m ás cercan o s en m u c h o s casos a las le yendas q u e a los g ra n d e s m ito s prim o rd iales* 0. P or o tro lado, e n to r n o a los g ra n d e s d io se s p u lu la n u na serie de d iv in id a d e s m e n o re s, q u e fo rm a n g r u p o s d e seres
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II. l’K Î U R A S Y M W I V O S
in m o rta les (y p o r ta n to div in o s), do acción lim itad a y p e rso nalidad indefinida, co m o son las ninfas, las sirenas, los fau n o s, ele. Son tam bién m a n ifesta cio n es v aria s d e lo div in o , p ero carecen de una h isto ria m itológica propia. T ienen u n a v ida m ás larga quo la de los héroes, p ero carecen de la gloria y la in d iv id u alid ad de las fig u ra s relevantes del re p e rto rio m itológico. F orm an coros y tíasos diversos, p ero no son p ri m ero s acto res del d ram a . Los m itos, com o relatos tradicionales, están sujetos a co n ta m in a cio n e s, alteraciones y v ariables interferencias. Ln la tra n sm isió n siem pre p e rm a n e c e ol n ú cleo fu n d a m e n ta l de la n a rra c ió n , pero con su tiles m o d ific ac io n es p u e d e ser ad o rn a d o y retocado, co m o esas estatuas sum erg id as d u ra n te m uchos a ñ o s en ol fondo m a rin o q u e resurgen luego con cu rio sas adherencias. N aturalm ente, los g ran d e s relatos reli giosos, protegidos p o r u n culto co n serv ad o r y u n rito rep e ti d o ex a ctam e n te, p rev ie n en a los m ito s do los d io ses d e ese desgasto, q u e afecta m ás n o to ria m en te a los m itos heroicos. Poro en el caso di* los dioses, esp ecialm en te, te n e m o s que c o n tar con las distintas trad icio n es locales y con la co n flu en cia en u n a sola figura d iv in a do d iferentes m itos, de la c o n trib u c ió n de cultos y ritu ales e im ágenes de varia p ro ce d en cia. Los o rígenes de una d iv in id ad so n siem pre o scu ro s y los fen ó m en o s de sin cretism o se h a n p ro d u c id o m uchas veces en las religiones de la A ntigüedad. C o m o señala V/. B urkert, un universo politeísta presenta siem p re u n aspecto de c o n fu sió n en sus figuras, de perfiles com plejos. La p e r s o n a lid a d d is tin tiv a d e u n d io s - d i c e - e s tá c o n s titu id a y m e d ia d a al m e n o s p o r c u a tr o f a c to re s d if e re n te s : el c u lto lo cal e s ta b le c id o c o n su p r o g r a m a r i tu a l y su p e c u l ia r a t m ó s f e r a , e l n o m b r e d iv in o , lo s m ito s q u e se c u e n t a n s o b r e el s e r n o m b r a d o y la ic o n o g r a fía , e s p e c ia lm e n te el c u l t o a s u s im á g e n e s . P e r o e s te c o m p le jo p u e d e d e s c o m p o n e r s e f á c ilm e n te y e s to h a c e b a s ta n te im p o s ib le el e s c r ib ir la h i s t o r i a d e c u a l q u i e r d i o s p o r .se p a ra d o , l a m ito lo g ía ,
2. M IT O L O G ÍA C O M O S IS T E M A Y C O K G IjO M E R A D O
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d e s d e lu e g o , p u e d e r e f e r ir s e a l r itu a l, el n o m b r e d iv in o p u e d e s e r e tim o ló g ic a m e n te t r a n s p a r e n t e y r e v e la d o r y la s im á g e n e s p u e d e n a c la r a r c o n s u s v a r io s a t r i b u to s a m b o s a s p e c to s d e l c t l t o y la m i t o lo g ía; p e r o n o m b r e s y m ito s p u e d e n d if u n d ir s e a m p lia m e n te c o n m á s fa c ilid a d q u e el ritu a l lig a d o a lu g a r y tie m p o c o n c r e to s , m ie n tr a s q u e la s i m á g e n e s s o b r e p a s a n la s b a r r e r a s lin g ü ís tic a s , y a sí lo s v a r io s e le m e n to s s o n d is o c ia d o s d e c o n t i n u o y r c c o m b in a d o s d e n u e v o 61.
Si esta d ifu sió n y p e n e tra c ió n de traz o s m ilicos d iso c ia dos, ju n io con el sin cretism o y la am algam a, puede e s p e ra r se en cu a lq u ie r m itología politeísta, es m ucho más de esp e rar en el caso d e u n a situ a d a en la confluencia de m últiples interferencias, co m o la griega, ab ierta desde un com ien zo a los influjos de la c u ltu ra o rien tal y la egipcia, así co m o p ro d u cto d e u n a sim biosis en tre la m itología in d o e u ro p e a tra í da p o r los invasores griegos y la religión m e d ite rrán e a de los an tig u o s p o b lad o res de la penín su la y de las islas del F.geo6’. A veces n o ta m o s c ie rta d isc o rd a n c ia e n tre las im ágenes del culto y los m ito s referidos a tal o cual divinidad, lin o tro s casos u n a d e te rm in a d a figura d iv in a ha recogido no m b res y ep íteto s d iversos, q u e revelan facetas d istin ta s de su p e r sonalidad, que pu ed en pro v en ir de una su m a de otros p e rso najes co n fu n d id o s en él. Así, p o r ejem plo, com o ap unta B ur kert *·\ la fig u ra de u n a G ran D iosa, la S eñora de los A nim ales, c o rresp o n d e en (¡recia a una pluralidad de diosas bien diferenciadas: H era, A rtem is, A frodita, D em éter y A te nea; m ie n tra s q u e u n m ism o d io s p u ed e re u n ir d o s n o m bres, co m o A polo y Peán, o bien A res y Unialkx q u e tal vez tu v iero n an tes in d e p e n d e n c ia . N o es raro que a un m ism o dios se le ad ju d iq u en dos relatos m íticos diferentes: así A fro dita ha n acido de la sim iente de U rano lanzada ala s aguas o, según 1Iom ero, es hija de Z eus y D íone, y D ioniso es hijo de Zeus y Sém ele, o bien de Z eus y Perséfone. La c u ltu ra g rieg a se h a m o stra d o h áb il p a ra in te g ra r los influjos orien tales en u n a síntesis bien lograda, tanto en m i
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II. I U iU R A S Y M o t i v o s
tología co m o en los oríg en es de la filosofía. Q ue u n dio s lan helénico com o Apolo sea de procedencia oriental es bastante significativo; así com o que D ioniso, tan asiático en a p a rie n cia, el dio s con vocación d e ex tra ñ o , el dio s de la m áscara, se e n c u en tre ya en el p anteón m ic én ico M. S u brayem os q u e n o s im p o rta m ás la significación de un d io s q u e su orig en . Kn p rim e r lugar poi q u e los m itos hablan d e ésta y no de aquél, y, en se g u n d o lugar, p o rq u e esa cu e s tió n d e los orígenes de u n a figura m ítica se p resta a esp ec u laciones arriesgada* y dud o sas. C abe p reg u n ta rse p o r la sig nificación orig in al, claro está, y es m uy interesante hacerlo; p ero no es lo ese n c id en el estu d io de la m itología. Un h is to r ia d e las re lig io n e s - d i c e ). I \ V e r n a n t la e tim o lo g ía es b a s ta n te inris o s c u ra [ q u e en u n s is te m a lin g ü ís tic o ! , p e r o in c lu s o e n el c a s o d e l le n g u a je la e tim o lo g ía 110 n o s a c la r a a c e r c a d e l e m p le o d e u n té r m in o en u n a é p o c a d a d a , p u e s to q u e lo s lo c u to r e s , c u a n d o lo u tiliz a n , n o c o n o c e n s u e tim o lo g ía ; el v a lo r d e u n té r m i n o 110 e s tá t a n t o e n f u n c ió n d e s u p a s a d o lin g ü ís tic o c o m o d el lu g a r o c u p a d o e n el s is tc m a g e n e r a l d e la le n g u a e n la é p o c a q u e se ir a ta . D el m is m o m o d o u n g rie g o d e l sig lo v c o n o c e q u iz á s m e n o s c o s a s s o b r e lo s o r íg e n e s d e H e r m e s q u e u n e s p e c ia lis ta c o n te m p o r á n e o ; p e r o e s o n o le im p id e c r e e r e n e s te d io s H e r m e s , ν s e n tir e n c ie r ta s c ir c u n s ta n c ia s la p re s e n c ia d e l d io s . A h o ra bien» lo q u e in te r n a m o s c o m p r e n d e r e s p r e c is a m e n te lo q u e e s I le r m e s e n el p e n s a m ie n to y la v id a re lig io s a d e l g rie g o , el lu g a r q u e o c u p a e s te d io s e n la e x is te n c ia d e lo s h o m b r e s .
Tanlo la analogía entre sistem a lingüístico y sistem a m ito lógico (a la que ya hem os a lu d id o ) co m o la preferencia d ad a a la significación funcional so b re la etim ología n o s parecen m uy ad e cu a d as. No im p o rta q u e J. W V ernant hable m ás co m o h isto ria d o r de la religión q u e co m o m itólogo. T am bién al h isto ria d o r le interesan, claro está, los orígenes de las figuras d iv in a s y la procedencia de los relatos q u e las d e sc ri b en en su a c tu a c ió r m ítica, l.os elem e n to s m ítico s pu ed en
2 Μ ΙΤ Ο ΙΧ Κ ,ίΛ « I M O 5IST I-M A Y C D N O IO M E R A O O
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so ry so n rein terp re tad o s al in tro d u c irse en un sistem a n u e vo. Tal d io s puedo lonor rasgos o rien tale s o puede pro v en ir do Oriente» p ero al in te g ra rse en el p a n te ó n helénico se ha vestido d e ac u erd o al papel q u e en este ám b ito divino y m i tológico se le ofrece. Q ue la m itología griega -c o m o la re lig ió n - es el p ro d u cto de un cru ce y fusión de elem entos pro v en ien tes d e la m ito logía in d o e u ro p e a y de un s u b s tra to relig io so m e d ite rrá neo, co n u n a larga p e n e tra c ió n d e influ en cias asiáticas, es u n a tesis g en eral ra z o n a b le y a c e p ta d a en su conjunto**. A h o ra b ien , d e lim ita r q u é e le m e n to s p ro v ien e n d e u n o u o tro ám b ito o rig in a rio resulta ya c u e stió n m ucho m ás d is cu tida. P ensar q u e las fig u ras m ascu lin as d e los g ran d e s d ioses vin iero n del n o rte y fu ero n im p u e sta s p o r los helenos c o n q u istad o res so b re las figuras fem eninas de las diosas m e d i terrán eas, subyugadas y so m e tid a s entonces a lira e s tru c tu ra p a tria rc a l, co m o la de la m ism a so c ied a d helena, es una h ip ó tesis fan ta sio sa c in d e m o s tra b le 07, / c u s es u n dio s do orígenes in d o eu ro p eo s, ta n to p o r su n o m b re de clara e tim o logía co m o p o r su figura co m o s e ñ o r del rayo y d io s de las to rm en tas, con paralelos bien co n o cid o s en el ám bito h in d ú , germ án ico y latino. Pero el Zeus griego no es sólo un dio s in d o eu ro p eo , sin o q u e se ha fusio n ad o con o tra s figuras m as culinas. Es tam bién ese dio s nacido en (/re ta y festejado p o r los C uretes en la caverna del Ida; es un dio s que tiene una n i ñez y qu e e n C reta tiene tam bién una tu m b a . Es un kouros y un d io sq u o resucita tras una m isteriosa m uerte. lis u na figu ra com pleja q u e se perilla co m o P adre de d ioses y h om bres y d isp e n sad o r de la Justicia, tras h a b e r co nquistado la so b e ra nía d es tro n a n d o a C ro n o y v enciendo a los T itanes y al m ostru o so T ifón (un m ito con p aralelos asiáticos evidentes), es el p ro g e n ito r d e A tenea y el esp o so do lle ra , etc. Es, en fin, u n a figura q u e se p erilla co m o c o n stru id a p o r un co n ju n to de relatos m íticos diversos y mezclados**8. Y lo nr.sm o puede
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11. H <>U KAS V M O I I V O S
decirse de los o tro s dioses, cuyos orígenes están , en general, m u c h o m e n o s d iá fa n o s q u e los del so b e ra n o celeste. (Así, p o r ejem p lo, su s dos h e rm a n o s, H ades y Poscidón» tie n en o ríg en es m ás o scu ro s y con sus p o d ere s c tó n ic o s está n e n raizad o s en ese teneb ro so m u n d o te rráq u e o , ju n to a diosas com o Perséfone y D em éter, con no m b res de etim ología g rie ga, p ero d e trasfond» p ro b ab le m en te m ed iterrán eo .) D en tro del «conglom erado h eredado» d e creencias, im á genes y m itos, con sus v aria n tes locales y sus apoyos ritu a les, las figuras d e los dioses no se nos presen tan com o m o n o líticas, del m ism o m odo co m o ta m p o co un relato m ítico es d e u n a pieza. Por el co n tra río , ta n to los m itos co m o las figu ras d e los dioses están fo rm ad o s de elem entos varios, a rtic u lados en u n a e s tru c tu ra significativa d e n tro d e u n sistem a m itológico, cuyos orígenes están confusos y m ezclados. H ay en ese sistem a algunas v aria cio n e s d ia c ró n ic a s q u e p o d e m os registrar, sobre to d o en época tardía: p o r ejem plo se ñ a lem os có m o una diosa co m o la G ran M adre recu p era p re sti gio a fines de la época clásica y có m o m ás ta rd e u n a dio sa co m o Isis se in tro d u c e en el ám b ito helen ístico , o có m o al g ú n d io s mal colocado en el sistem a se va eclipsando, com o el a n tig u o H elios, M iplantado p o r A polo, p a ra luego, m uy ta rd íam en te, recobrarse en un sin cretism o de época rom ana com o u n d io s esplendoroso y m á x im o 69. Sin d u d a ha h abido ta m b ié n v aria cio n e s se m ejan te s en épo cas m uy anteriores q u e n o p o d e m o s conocer. Por las ta blillas m icénicas tenem os co n o c im ien to de los n o m b res de alg u n o s d ioses helénicos que recibían cu lto en C reta, y que se co rresp o n d e n en su m ayoría con los olím picos. Pero d es g ra c ia d a m e n te n o co n o c em o s los m ito s q u e c irc u lab a n a m ed iad o s del segundo m ilenio en el Kgeo. Sin d u d a esa Á to na po tiiin tenía alg u n o s rasg o s en co m ú n con la A tenea de é p o c a clásica, pero ta m b ié n es p ro b a b le q u e tu v ie ra o tro s rasgos q u e no se han co n serv ad o en n u estra trad ició n m íti ca. Las im ágenes d d ám b ito m in o ico -m icén ico nos p resen
2. M IT O L O G ÍA C O M O M S T K M A
y
C O N G IO M K R A IX )
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tan u n a serio de figuras u n ta n to enigm áticas, que son un re flejo d e m itos p erd id o s p ara siem pre. S obre el c o n g lo m e ra d o m ítico tra d ic io n a l, seleccio n an do y o rd e n a n d o la p ro fu sa m a te ria m ítica , su rg e la visión y recreació n d e la poesía épica, es decir, la im p ro n ta d e fin iti va de H o m e ro y H esío d o , q u e so n , co m o bien decía llc ró doto, q u ien es fijaron los n o m b res y funcio n es de los dioses, en u n lo g ro p a ra sie m p re, k tc m a es aiei. Los g riegos e ra n bien co n scien tes de su m a g isterio , ta n to co m o los e s tu d io sos a c tu a le s50.
3. La fam ilia olím pica
Los dioses griegos se definen p o r sus relaciones m u tu a s d e n tro d e u n a sociedad que es, fu n d am e n talm en te, la de una fa m ilia p a tria rc a l. Los d io ses existen p a ra sie m p re, p ero no d esd e siem pre. I Luí ten id o un origen y sus figuras están e n c u a d ra d a s en un esquem a g enealógico. Hs p rec isam en te la gen ealo g ía el eje q u e 1 le sío d o u tiliza p a ra o rd e n a rlo s en la Teogonia. Si los dioses son etern o s, aeíeóntes, su etern id ad d eb e en ten d e rse en este se n tid o de «ser p ara siem pre», d es co n o ced o res de la m u e rte y la c o rru p c ió n . Pero p erten ecen a d istin ta s g eneraciones y se han q u e d a d o fijados en u n a d e te rm in a d a ed a d -sie m p re en relació n de u n o s con o tr o s 71. Z eus recibe el epíteto de «Padre de ho m b res y dioses», no p o rq u e sea esp ecialm en te prohYico y p ro g e n ito r universal, sin o p o rq u e d en tro de la fam ilia de los O lím picos o cu p a esc papel, es decir, es el s e ñ o r de la casa, el au g u sto so b e ra n o , el Padre p o d e ro so que ejerce su au to rid a d p atriarca l. A su lado están o íro s m iem bros d e su m ism a gen eració n , la de los h i jo s d e C ro n o , el T itán; son sus h e rm a n o s: Mera, D em éter, I lestia, P oseidón y I lados. I lera es su esposa legítim a, la se ñ o ra d e la casa, la au g u sta co p a rtícip e del tro n o a través de su m a trim o n io con Z eu s, h e rm a n o y esp o so . Hs ta m b ié n 66
J. (,Α Γ Λ Μ Π .ΙΛ O L ÍM P fC A
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M adre, p ero en m ucha m e n o r m edida, ya que sólo d o s de los g ran d es d ioses son h ijos suyos» A res y H efesto, y son dioses que n o d estac an p o r esp ecialm en te ag raciad o s e n tre los jó venes olím picos. D em éter, h e rm a n a de Z eus, es ta m b ié n esencialm ente m ad re d e la jo v e n (Joro, hija de Z eus o acaso de PoseidOn. C ore está d estin a d a a conv ertirse en esposa de su tío, H ades, se ñ o r d e los in fie rn o s, s o b e ra n o en el m u n d o de los m u e r tos. (to re o P erséfone pasa la m ayor p a rte de su tiem po en las m o rad as so m b rías de H ades. J lestia está relegada en el in te rio r del hogar, es una d iv in i d ad m uy lim ita d a , g u a rd a d o ra del fuego del hogar, y con m uy p o ca h istoria p erso n al, d eb id o a ese recogim iento. P oseid ó n es u n o d e los tres h ijos m asculinos de C ro n o que, tras d errib arlo , se rep a rtiero n el m undo. Zeus obtu v o el m ejor lote, to d a la superficie de la tie rra y el O lim po, a H ades !e to có el reino de las so m b ra s y los m u e rto s, al q u e d io su n o m b re, y a P o seidón el vasto ám b ito de los m ares y zonas subterráneas. P or su epíteto de Gaiéochos está definido com o «el que so p o rta la tierra» o «el q u e viaja bajo tierra» o «el que abraza la tierra». Es tam bién, consecuentem ente, «el que con mueve la tierra», Em iosfgnhs, el p ro d u c to r de los terrem otos, terrible p o d e r clónico y su b m arin o . En la sociedad olím pica o cu p a el p uesto de tío p a te rn o de los dioses jóvenes. I )e ahí sus relaciones un ta n to tensas con Atenea y su especial am is tad con Apolo. H ades se halla re tira d o en sus d o m in io s. Tan sólo surge a la luz p ara r a p ta r a su so b rin a (.‘ore, a la q u e convierte en sv esposa, la reina d e los m u e rto s, Perséfone. D em éter, m adre de P erséfone, tien e, co m o H ostia, un papel ir.uy lim itado. Pero si I lestia es u n a fig u ra fem en in a d edicada a las faenas del in te rio r de la casa, D em éter posee un p o d e r m ás aireado, com o d io sa de los cereales y la tie rra cult ivada. La d istrib u c ió n de com petencias y p oderes entre esos d io ses d e Ja p rim e ra gen eració n olím pica está claram ente traza-
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II. F K Íl/R A S Y M O T IV m
da. No lo está m enos la que afecta a los d ioses m ás jóvenes, los d e la generación siguiente, h ijos to d o s de Zeus. Tan só lo d o s son h ijo s de I lera: A res, dio s de la g u e rra , v io len to y b ru ta l, y H efesto, s e ñ o r del fuego y el a rte de los m etales, p atiza m b o h e rre ro d e h ab ilid a d es m últip les. Alen ca es h ija só lo de Z eus, s u ic id a d e m i cubc¿a cu un pui lo m aravilloso. A polo y Á rtcm is, b rillan tes gem elos, son hijos d e Z eus y Leto. I fermes» el a stu to m ensajero, p sic o p o m p o y n o ctám b u lo , es hijo de Z eus y la ninfa Maya. D ioniso es hijo d e Z eus y u n a m o rtal, Sém ele. A frodita, d io sa del am or, es, según H o m ero, hija de Z eus y D ionc. (Según H esíodo, hija del esp erm a de U rano y del m ar.) Ares, Hefesto, Apolo, H erm es y D ioniso tienen tod o s ellos bien delim itad o s sus q uehaceres y atrib u to s. Y lo m ism o p o d em o s d e c ir de las d io sa s. A fro d ita se o p o n e a A tenea y A rtem is d esd e un com ienzo p o r ser la d iv in id ad del im pulso am o ro so y la un ió n «sexual, m ie n tras q u e las o tra s d o s hijas d e Z eus son doncellas y castas. E sp ecialm en te clara es la o p o sic ió n e n tre A frodita y A rtem is, la ca sta ca z a d o ra p r o tecto ra d e la virginidad y de las doncellas. S iendo u n a y o tra en o rm e m en te poderosas, rep rese n tan polos o p u esto s y re n d ir culto tan sólo a una de ellas es peligroso desvarío, (d o m o q u ed a do m anifiesto en el H ipólito de E urípides.) Atenea está tam bién bien definida en sus enfrentam ientos. Se o p o n e a A rtem is porq u e ella es u n a dio sa de la sabiduría y la técnica, diosa de lanza, escudo y arm a d u ra , frecu en tad o ra de ciudades, p atro n a de g u errero s y de artesan o s, no cazado ra agreste y se ñ o ra de las fieras; no m o n ta ra z y selvática, sino civilizada y casera, am iga del telar y de la inteligencia calcu ladora, in v entora del olivo y de la flauta. C o m p a rte con Po se id o n la afición a los cab allo s y a las naves, p ero m ie n tra s q u e el dio s representa el im pulso n atu ra l y el vigor im p e tu o so, ella p ro p icia la d o m e stic a c ió n y el d o m in io técnico, al servicio de los hom bres, inventora del freno y p ro tec to ra de in tré p id o s navegantes. C o m p a rte con H efesto el d o m in io
.V LA I ΛΜΙ1.ΙΛ Ol.l.Ml’IC A
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del ingenio arte san o , am b o s son p a íro n e s de los artistas del Atica, y fue el hacha de H efesto quien hizo nacer a la diosa do Sa cab eza d e Z eus. Pero se d istin g u e del fogoso dios p o r su elegancia y se re n id a d ; n o tra b a ja en el ta lle r de la fragua, sino q u e p lanea e inventa. Rechaza los avances am oro so s del dios, y d t‘ esos am o re s co n tra ria d o s es fru to F.recteo, que la joven d o n cella acoge p ro tecto ra. Kstá pró x im a a su p ad re, y d istan c iad a del m u n d o se n tim e n ta l fem en in o , de ac u erd o con su o rig en ; a su m e su fem in id ad fría m e n te y desconoce los en can to s y seducciones de A fro d ita77. lil ám b ito fa m ilia r v ie n e bien p ara acoger a tod o s estos dioses, q u e a veces p u e d e n e n fre n ta rs e p o r culpa de los h o m b res, p ero que m a n tie n en un eq u ilib rio hecho de c o n trastes. La a g ru p a c ió n fam iliar del p an teó n olím pico no es en te ram en te o rig in al. T am bién en o tra s m itologías se ofrece una familia de dioses -y a en ligiplo y en el P róxim o O rien te - que se re p a rte n p o d eres y d o m in io s. Pero sí nos parece m uy c a racterística de la rep resen tació n helénica esa claridad de la representación del m arco fam iliar. C laridad que viene apun talada en el n ú m e ro red u cid o y a) m ism o tiem pe suficiente m ente am p lio de dioses: el n ú m e ro c a n ó n ic o de los doce olím picos: Z eus, I lera, P oseid ó n , D em éter, A tenea, A polo, A rtem is, A fro d ita , A res, llefesto, H erm es y D ioniso. Y a o tro lado los p o d eres cló n ico s del m u n d o de la m uerte: I lades, P erséfone y H écate, div in id ad es de las tinieblas. Va en I lo m ero la A sam blea de los dioses ofrece u n cuadro fam iliar plenam ente ilum inado, de n otable plasticidad, d o n de las fig u ras d iv in a s se m ueven con e n o rm e soltura: Z eus so b eran o to m a las decision es su p rem as y d irim e los pleitos de fam ilia. 1 lera rezonga y se so m ete a los inapelables desig nios d e su a u g u sto esp o so . A tenea sa b e a c tu a r de abo g ad a de sus p ro teg id o s, y ap ro v e ch ar las au sen cias de P oseidón p ara o b te n e r u n a se n ten cia favorable a U lises. Zeus se a b s tiene d e p ro teg e r a su hijo S a rp e d ó n p o r no q u e b ra n ta r las
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II. I'lCiUUAS Y MOTIVOS
n o rm a s d e la equidad. H efesto, copero y m a rid o engañado, sabe suscitar la risa de los dioses. A frod ita va y viene ajet reada en sus am o res y favores, y H erm es ac tú a ráp id a m en te una y o tra vez. I.os dioses o b se rv a n a los h om bres, y co m p a rte n a veces desde la distancia o acercándose a ellos el destino dolien te de los héroes. I.os poem as hom éricos ofrecen un cuadro co lo rea d o y luminoM) d e esta so c ied a d d iv in a , p re se n ta d a com o u n a fam ilia principesca en el O lim p o palaciego, a ta la ya del m u n d o h u m a n o 71. D esde lo alto los dioses se ñ o re an el escen ario terrestre, Son los Felices, los In m o rtales, «los que viven fácilm ente», según ia expresió n h o m é rica, en c o n tra s te co n los m ortales, los h u m a n o s que su fren y se esfu erzan p o r vivir u n día m ás, efím eras cria tu ras, q u e tienen u n a n o to ria sem ejanza con los dioses en su s figuras y sus pasiones, y q u e alg u n a rara vez ro zan a un d io s o recib en su epifanía ex tra o rd in aria. Junto a esos dioses h o m érico s hay o tro s p o d eres divinos, que se h an ajustado luego al co n ju n to fam iliar. Es el caso de Kros, in teg rad o en época p o sth o m érica co m o hijo de A fro d ita y rep resen tad o luego com o u n n iñ o flechero y alado. Kn un com ienzo ese dios q u e representa el deseo am o ro so es una fuerza d iv in a q u e poco tiene q u e ver con los o tro s dioses. I£n la Teogonia d e I Iesíodo figura co m o u n o d e los p rim e ro s se res en los com ienzos del cosm os. O tra s teo g o n ias, co m o la órfica, le atrib u ía n tam bién un papel p rim o rd ial en la g en e ració n d e to d o el universo, Al m arg en del O lim po q u e d a n los d io ses v en cid o s en la lucha p o r el p o d e r celeste, co m o los T itanes, y ta m b ién alg u n a d iv in id a d de ac tu a ció n específica, co m o el ca p ríp e d o Pan, d io s agreste, pastoril y b u sc ad o r de un retiro bucólico, am igo de las ninfas y los sátiros, a p a rta d o de los nobles p rín cipes del O lim po. I.a p erso n alid ad de u n dio s griego p u ed e ser n o ta b lem en te com pleja. Sus cultos, y so b re to d o los m ito s, co n fig u ran el perfil d e cada divinidad, d e n tro de este juego de oposiciones
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y relaciones. C a d a d io s tie n e su h i s t o r i a U n o s u n a m uy breve, co m o es el caso d e H estia, tan inm ovilizada ju n to al fuego fam iliar. O tro s tienen u n a larga historia d ea v en tu ra s y ep ifan ías, co m o es el caso de A polo, o de H erm es. Pero el dios m as am b ig u o y m u ltifo rm e es D io n iso , el d io s de la lu á s u n u , del en tu sia sm o , de la vid y lu em b riag u ez, el dio s que tie n e vocación de ex tra n jero , p ero que inspira a sus fie les u n a e x tra ñ a identificación, con su vestim enta pintoresca y su aire afem inado, feroz y dulce dio s del vino, del éxtasis y del m e n ad ism o . K nfrentado a A polo - n o en los m ito s a n ti guos, sin o en su sig n ificació n pecu liar, según la tesis de N ietzsch e-, ofrece un c o n tra p u n to colo rid o a la tan celebra d a se re n id a d de los d io ses olím p ico s, esa se ren id ad divina que se d ib u ja com o co n traste al patetism o hum ano, pero que está llena d e vivaces co n trastes, u n a arm o n ía su p erad o ra de te n sio n e s p a rtic u la re s, lu m in o sa a u ra de lo d iv in o en su conjunto.
4. La Teogonia: esquema general y temas principales
Kn su p o em a sobre el origen de los d ioses I lesíodo se ha es forzado, co m o ya apuntam os» en o fre ce rn o s una p ersp e cti va d e co n ju n to so'.ire la fo rm ació n y org an izació n del m u n d o d iv in o . Ks u n a n a rra c ió n m ítica q u e incluye u n am p lio m aterial d e m uy lejana procedencia, que el p o eta ha sistem a tizado y reelaborado con la finalidad d e p rese n tar u n a visión global en la q u e no sólo se d escrib e el com ienzo y la co m p le jid a d del e n tra m a d o m ítico , sin o ta m b ié n el d e sa rro llo del m u n d o div ino, desde el caos inicial hasta el triu n fo de Zeus, o m n ip o te n te defen so r d e la l) fk e 7s. I.a Teogonia es, pues, tam b ién u n a teología y una teodicea, al tie m p o que una cos m o g o n ía, p u esto que esos dioses griegos so n in m a n en tes al m u n d o , y el d esarro llo del m u n d o d iv in o a través d e una p ro g re sió n g en ealó g ica co ncluye e n u n a e x p lic a c ió n del triu n fo del bien so b re el m al y d el c o s m o s so b re el d e s o r d en . F.l d o m in io ce Z cus es el estab lecim ie n to del rein o de la ju sticia en los cielos m e d ian te su p o d e r p ro v id en te, firm e y ju sto . Hay qu e ad v ertir en el p o em a h csíódico la recolección de d iversos m itos que el p o eta épico tom a de una trad ició n a n terior» en la que d estacan las influencias orien tales, y la siste72
4. I A m W O N M : lîAQ U K M A W N fcR A I. Y T V M A S l'R IN C IV A I KS
m a tiz ac ió n q u e cl h a im p u e sto so b re ese m aterial, a fin de o fre ce rn o s esa m ito lo g ía o rg an iz ad a y o rd en a d a. Se ha d i ch o q u e H esío d o no só lo es el p rim e r teólogo grieg o , sin o tam b ién u n p en sad o r q u e an u n cia ya a los filósofosde la n a tu raleza , p o r su afán de in tro d u c ir u n a explicación global en ese re p e rto rio m ilico. C on v ien e su b ray a r esio d esd e un co m ien zo : 1le sío d o , q u e se confiesa in sp ira d o p o r las M u sas, tie n e la p re te n sió n de c o n ta r la v erdad respecto de los dioses, lisa alétheia de H esíodo, esa revelación re c o n stru i d a p o r el p o e ta , significa, p o r lo p ro n to , un co n traste con la n a rra c ió n h o m é ric a , d o n d e los d io ses se p rese n tab a n sin explicación de sus oríg en es y ac tu a b an frivolam ente ju n to a los h éro es g lo rio so s de la g u e rra de Troya. 121c o n tra ste e n tre la p ersp ectiv a m itológica de H esío d o y la h o m é rica está claro. Lo q u e a H esíodo le interesa es subrayar cóm o se ha llega d o a fo rm a r el actual d o m in io divino, có m o todo ha sido o r d en a d o p ara el establecim iento del rein ad o de Zeus. La te o gonia hesiódíca es un can to en h o n o r de Zeus, es u n a aristía del C ró n id a , del P adre de los dioses y los hom bres, q u e rige el cosm os. C om o «m aestro de verdad», p o eta inspirado, H e síodo se siente investido de esa m isión religiosa. Bucea en los co m ien zo s de todo, indaga la arché m ítica de lo divino, p ara ab o c ar a esa visión o p tim ista del triu n fo del orden en los cie los, co n u n a firm e convicción m oral: ese triunfo de la Justi cia en tre los dioses ha de reflejarse en el m undo de los hu m a n o s 76. Tras u n a extensa invocación a las M usas, que incluye esa afirm ació n de la m isión verídica del p o eta, H esíodo pasa a c a n ta r a los d ioses y su sucesión significativa en la creación del o rd en de las cosas. Es «la estirp e sagrada de los sem p iter n o s In m o rta le s, los q u e n ac ie ro n de C ea y del estrellad o U rano, los q u e n acieron de la tenebrosa N oche y los que crió el salobre Ponto» (vv. 105 y ss.), y los descendientes de éstos. Los d io ses p rim ig en io s, los que están en los orígenes de to-
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II. F IG U R A S Y M O T IV O S
d as las cosas, tienen u n a clara referencia espacial, fo rm an de algún m o d o el núcleo y a la vez el m arco de to d a la existen cia. C arecen todavía de u n a figura p ro p ia y de u n a co n fig u ració n p erso n a l; son el fu n d a m e n to últim o , el U rg ru n d del q u e surge progresivam ente to d o el p an teó n posterior. Cielo y T ie rra, N oche y M ar p ro fu n d o , y ju n to a ellos o tra ilustre p o te n c ia p rim o rd ial: Kros. S o b re ese m ism o fo n d o se h an c o n stru id o o tro s esquem as teogónicos, que conocem os m uy frag m en tariam en te, co m o el de lo só rfico s. Rn p r im o r lu g a r e x istió el C a o s. D e s p u é s G ea - l a T i e r r a - la d e a m p lio p e c h o , s e d e s ie m p r e s e g u ra d e t o d o s lo s I n m o r ta le s q u e habí* ta n la n e v a d a c u m h r,· d el O lim p o . F .ncl f o n d o d e la (ie rra d e a n c h o s c a m in o s e x is tió el te n e b r o s o T á r ta r o . P o r ú ltim o , K ros, el m á s h e r m o s o e n tr e lo s d io s e s in m o r ta le s , q u e a flo ja lo s m ie m b r o s y c a u tiv a d e t o d o s lo s d io s e s y to d o s lo s h o m b r e s el c o r a z ó n y la s e n s a ta v o lu n ta d e n s u s p ech o s. D el C a o s s u r g ie r o n f ire h o y la n e g r a N o c h e . D e la N o c h e a su v e z s u r g i e r o n el fîter y el D ía , a lo s q u e e lla a l u m b r ó p r e ñ a d a en c o n ta c to a m o r o s o co n F re b o . C e a a l u m b r ó p r im e r o al e s tr e lla d o U r a n o c o n s u s m is m a s p r o p o r c io n e s , p a r a q u e la c o n tu v ie r a p o r to d a s p a r te s y p o d e r s e r así su d e s ie m p r e s e g u ra p a r a lo s felices d io s e s . T a m b ié n d io a lu z a las g r a n d e s M o n ta ñ a s , d e lic io s a m o r a d a d e la s D io s a s , la s N in fa s q u e h a b i t a n e n lo s b o s c o s o s m o n te s . FJIa i g u a l m e n t e p a r i ó al e s té r il p ié la g o d e a g i t a d a s o l a s , el P o n t o , s in m e d i a r el g r a t o e n c u e n t r o se x u a l. L u e g o , a c o s ta d a c o n U r a n o , a l u m b r ó a O c é a n o d e p r o f u n d a s c o r r ie n te s , a C e o ,a C río , a l l ip e r ió n , u Já p c to , u T e u .a R e a .a T e m is , a M n e m ó s in e , a F ebc d e á u r e a c o r o n a y a la a m a b le T e tis . D e s p u é s d e e llo s n a c ió el m á s jo v e n , C r o n o .d e m e n te r e to r c id a , el m á s t e r r i b le d e lo s h ijo s y se llen ó d e u n in te n s o o d i o h a c ia s u p a d r e . D io a lu z a d e m á s a lo s C íc lo p e s d e s o b e r b io e s p ír itu , a B ro n te s , a R s ié ro p e s, y al v io le n to A rg e s, q u e r e g a la r o n a Z e u s el t r u e n o y le f a b ric a ro n el ra y o . (V v. 1 1 6-141.)
He c ita d o estos v ersos p o rq u e m e p arece q u e ya en ellos p u ed e verse bien la d iv e rsid ad de seres q u e H esío d o evoca
1, u
m K .O .V M ; K s y ilt M A iih N H R A t V ΓΚΜΑΝ VKINt tl'AI-KS
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p ara e x p o n e r la com plejidad del m u n d o q u e va forjándose a p a r tir d e las co m b in ac io n e s p rim o rd ia le s. Hay una línea fu n d am en ta!, la descendencia de Cica y U rano. T ierra y Cielo so n la p areja p rim ig en ia y p rim o rd ial, la que λ través de ge neracio n es sucesivas, en un e n tra m a d o genealógico que d es cien d e h asta los o lím p ico s m ás jóvenes» los lijo s de Z eus, c u a rta g en eració n a p a rtir de los orígenes cósm icos, p ro d u ce la p ro g enie esencial de dioses ν ho m b res a los q u e el m u n d o les está e n c o m e n d a d o y a q u ie n es G ea y U rano ofrecen un só lid o m arco que los a rro p a y rodea. P ero, al m a rg e n de la d e sc e n d e n c ia d e G ea, está el c o n ju n to d e se re s q u e v ie n en del C a o s, ese vacío o r ig in a rio del q u e p ro c e d e n el ab ism a l É rebo y la n eg ra y p rolífica N o c h e 77, lilla es la fu en te d e d o n d e su rg e n o tro s m u ch o s seres, en su m ayoría o sc u ro s y en ig m ático s, p ero ta m b ié n , en claro c o n tra ste , el alto y lím p id o Kter y el p ro p io P ía lu m in o so . T odas estas c ria tu ra s p rim o rd iales son seres un ta n to im p erso n ales, e n tre los q u e hay e n tid a d e s de tip o n atu ra l, com o las g ran d e s M ontañas y el ag itad o Ponto, y o tra s de un se n tid o m ás a b stra c to , co m o 'lem is (O rd en a ció n ) y M nem ó sin e (R ec o rd ació n ). T am bién estas en tid ad es están lla m ad as a te n e r un papel en la p ro g resiv a c o n stru c ció n del cosm os, d e s tin a d o a ser reg id o p o r Z eus. Los C íclopes, m o n stru o s violentos, de la m ism a generuciór, de C rono, son p resen tad o s a co n tin u ació n de estas figuras, con una alusión precisa a su co n trib u c ió n al o rd en : fueron ellos q uienes fa b rica ro n las a rm a s de Z eus, el tru e n o y el rayo. O tro s hijos de U rano y G ea son los tres gigantescos C en ti m an o s, co n cincu en ta cabezas cada u n o y una en o rm e fuer za> p o d e ro so s m o n stru o s d e estos p rim e ro s tie m p o s, h e r m an o s de los C íclopes y de los T itanes. H esío d o reíala a c o n tin u a c ió n la castració n y d e s tro n a m ien to d e U rano p o r C rono, el m ás astu to de o s T itanes, que libra así a su m ad re G ea y a sus h erm an o s del so m etim iento
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II. N C r U A S Y M O T IV O S
brutal a su progenitor. Con una hoz enorm e y de afilados dientes segó ( ’roño los genitales del opresivo Urano» y los arrojó a alta mar. De la espum a surgió entonces Afrodita, que se dirigió en prim er lugar a C iterea y la isla de Chipre, de donde proviene su sobrenom bre de C ipria. En su nacimiento yen su presentación ante los dioses la acom pañaban H ím eroy Eros, para corroborar su poder en el dom inio del amor. Viene luego en el relato eJ tem a d e los hijos de la Noche. De nuevo voy a d ar unas cuantas líneas del texto, porque me parece que tam bién en este esbozo genealógico se advierte bien ese afán explicativo y teológico de I lesíodo, reclaborando datos m uy ant iguos: P a rió la N o ch e al M a ld ito M o ro s, a la N e g ra K er y a T á n a to s, p a rió ta m b ié n a H ip n o s y e n g e n d ró la trib u d e los S u eñ o s. L uego la d io sa, la o sc u ra N o ch e, d io a lu z sin a c o s ta rs e c o n n a d ie a la B urla, al d o lo ro s o L a m e n to , y a las H e sp e rid e s q u e , al o tr o la d o del ilu stre O céa n o , c u id a n las bellas m a n z a n a s d e o r o y los á rb o le s q u e p r o d u c e n el fru to . P arió ig u a lm e n te a las M o ira s y a la s K eres, v e n g a d o ra s im p la cables: a Ç lo to , a L áq u esis y a A tro p o q u e c o n c e d e n a los m o rta le s, c u a n d o n a cen , la p o se sió n del b ien y d e 1m al y p e rsig u e n los d e lito s d e los h o m b re s y d io se s. N u n c a cejan las d io sa s en su te rrib le cólera a n te s d e a p lic a r u n a m a rg o castig o a q u ¡en c o m e te delito s. T a m b ié n a lu m b ró a N ém esis, a z o te p a ra los h o m b r e s m o rta le s, la fu n e sta N o c h e . D e s p u é s d e ella tu v o al E n g a ñ o , la T e rn u r a y la fu n esta V ejez, y e n g e n d ró a la a s tu ta P.ris. P o r s u p a rte , la m a ld ita líris p a rió a la d o lo ro s a P atiga, al O lv i d o , al H a m b r e y lo s D o lo re s q u e c a u s a n lla n to , a lo s C o m b a te s , G uerras» M a ta n z a s, M a sacres, O d io s, M e n tira s , D isc u rso s, A m b i g ü e d a d e s , al D e so rd e n y la D e s tru c c ió n , c o m p a ñ e ro s in se p arab les, y al J u ra m e n to , el q u e m ás d o lo re s p r o p o rc io n a a los h o m b re s d e la tie rra sie m p re q u e a lg u n o p e rju ra volu n ta ria m e n te . (V v. 2 11-213.)
No hay en la mitología griega n inguna divinidad del mal, ningún Satanás o A hrim án, que capitanee una tu rb a de d e m onios m alignos, pero hay toda u n a serie de personajes que
4, Ι.Λ I k i W f f l f A : h J U j V t M A «¡FN H RAI. Y T IB IA S l 'R lN U P A U '. S
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H esiodo rem em ora com o procuradores del lado oscuro de la existencia. Son hijos de la Noche, se mueven en silencio, pero acosan a los hum anos y asedian su destino. Siempre al final están las Moiras: la tejedora, la distribuidora de la suer te y la cortadora del hilo de la vida, las tres Parcas im placa bles, Cloto, Láquesis y Atropo. En este catálogo figuran una serie de personificaciones, com o la Vejez, el Engaño, el Olvido, el í tam bre, etc., pero es Lris, la Discordia, la que, en la retahila de nom bres evocada p o r el poeta, alcanza un lugar destacado. Hs la Discordia, la causa de innum erables males entre los hum anos, una diosa antigua y malévola -alg o así com o la bruja irritada de cier tos cuentos de h ad a s-, la que se m uestra m ás prolífica, para desdicha hum ana. (Le interesa a Hesíodo, p o r motivos per sonales, destacar su papel en los conflictos, y volverá sobre ello en Trabajos y días, con ot ro acento.) Prosiguen los catálogos de dioses de segunda y tercera ge neración: hijos de Gea y Ponto (w . 233-239), Nereidas (240264), hijos de Taum ante y Plectra (265-269), descendientes de Ceto y Porcis (270-336), hijos de Tetis y O céano (337370), hijos de 'lea c H iperión (371 -374), hijos de Crío y Kuribia (375-388), hijos de Pebe y Ceos (404-452) e hijos de C ro no y Rea (453-506), seguidos de los de Jápeto y Clímene (507-534). E ncontram os aquí un ejem plo de esa poesía de catálogo, con largas nom enclaturas, muy del gusto de este tipo de repertorios. La genealogía es la form a por excelencia de relacionar a todas estas divinidades, en tre las que se en cu en tran personajes de muy diverso relieve; así, por ejem plo, tras m encionar a las cincuenta O ceánides Nereidas, el poeta dedica m uy breve espacio a los vástagos de H iperión, nada m enos que I íelio y Selene, Sol y Luna, de tanto fulgor cósm ico, y luego introduce alguna digresión, com o el H im no a Hécate (410-453). Al tratar de la descendencia de C ro n o y Rea, el poem a pasa ya a hablar de Zeus, de su ocultam ienlo infantil, de su
II. N C ÎU k A S Y M O T IV O S
infancia en C reía y de su enfrentam iento p osterior con C ro no, al que derrocó, obligándole a vom itar a sus hermanos» a los que p ara elim inarlos se había tragado, así com o liberó tam bién a los Cíclopes, ocultos por lacnorm e Cea, para esta blecer su reinado sobre m oríales e inm ortales, Viene luego el relato sobre Prom eteo (535-616). La razón p o r la que se cuente antes su genealogía es» evidentem ente, la de presentarnos a la familia de este dios astuto, adversario de Zeus, no p o r la violencia, sino en el plano de la astucia. So bre este m ito de Prom eteo, tan atractivo p o r su sentido m ú l tiple, volverem os m ás adelante. Situado en este p unto de la sirve p ara reco rd ar la posición de los h om bres frente a los dioses y para preludiar el relato de las luchas por la soberanía celeste a las que Zeus tiene que enfrentarse para obten er el p o d er indiscutible, sobre el m undo de los dioses, dom esticado tras la contienda, y sobre los hom bres efím eros y terrestres. Las luchas por el p o d er celeste76 -q u e en algún m odo ya estaban com enzadas con la castración de U rano por Crono, y p o r el d errocam iento de éste p o r su hijo Z eus-1 ienen ah o ra dos nuevos episodios: el com bate cont ra los Titanes o Titan om aquia (617-728), que va seguido de la descripción del T ártaro som brío (729-819), y la batalla co ntra el m o n stru o so Tifón (820-868). Breve excurso sobre sus hijos, los vien tos (869-885), Iras estos com bates de te rrib le violencia, en los que triu n fa ya p ara siem pre Zeus, se no* habla de la cu a rta ge n eració n d e dioses, los hijos de Zeus, la fam ilia olím pica. Son algo m enos d e cien versos (886-962) los que H esíodo dedica a estos dioses de la generación m ás joven, los dioses que vem os m overse en H om ero com o los Felices In m o rta les d e vida fácil, ag ru p ad o s en torno a la égida del padre, el justiciero Zeus. Me parece conveniente volver al texto de H esíodo para ci tar, según él lo cuenta, las divinidades que nacen de Zeus:
I. U
ÎÎÜ Ü O .V fa ; I SQ L'P M A (¡ΓΝΓ-RAI Y TI-M AS PRÎNCIPAI.KS
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Z eu s, re y d e d io se s, to m ó c o m o p r im e ra e sp o sa a M etis, la m á s s a bia d e lo s d io se s y h o m b r e s m o ría le s . M as c u a n d o ya faltab a p o c o p a ra q u e n a c ie ra la d io sa A ten ea d e o jo s glaucos, e n g a ñ a n d o a s tu ta m e n te su e s p íritu c o n la d in a s p a la b ra s, Zeus se la tra g ó p o r in d ic a ció n d e G ea y d el e s tre lla d o U ra n o . A sí se lo a c o n s e ja ro n a m b o s p a ra q u e n in g ú n o tr o d e los d io se s se m p ite rn o s tu v ie ra la d ig n id a d real en lu g a r d e Z eus. P u e s e s ta b a d e c r e ta d o q u e n a c ie ra n d e ella h ijo s m u y p ru d e n tes: p r im e ro la d o n c e lla d e o jo s g la u c o s T rilo g e n ia q u e ig u ala a su p a d r e en c o ra je y sa b ia d e c is ió n , y lu eg o , era tic e s p e ra r q u e u n hijo, rey tie d io se s y h o m b r e s c o n a r ro g a n te c o ra z ó n . P e ro Z e u s se la tr a g ó a n te s p u ra q u e la d io sa le a v is a ra sie m p re d e lo b u e n o y lo m alo. Un s e g u n d o lu g a r, se llev ó a la b r illa n te T e m is q u e p a r ió a las l lo r a s , E u n o m ía , D ik e ν la flo re c ie n te Ivi ren e, las c u a le s p ro te g e n las c o s e c h a s d e lo s h o m b r e s m o rta le s , y a las M o ira s, a las q u e Z eus o to rg ó la m a y o r d is tin c ió n , a C lo to , L iq u e a s y A tro p o , q u e c o n c e d e n a lo s h o m b r e s m o rta le s el s e r felices y d esg rac ia d o s, Iv u rín o m e , h ija d el O c é a n o , d e e n c a n ta d o r a b e lle z a , le d io las t r e s G ra c ia s d e h e r m o s a s m e jilla s, A glaya, H u f ró s in e y la d e lic io sa T alía .
Luego subió al lecho de Deméter nutrida de muchos. É sta p a r ió a P e rsé fo n e d e b la n c o s brazos» a la q u e U doneo a r r e b a tó d el la d o d e su m a d re ; el p r u d e n te Z eus se lo h a b ía c o n c e d id o . T a m b ié n h izo el a m o r a M n e m ó s in e d e h e r m o s o s c ab ello s y de ella n a c ie ro n las n u e v e M u sa s d e d o r a d a fre n te a las q u e e n c a n ta n las fie sta s y el p la c e r del c a n to . L oto p a r ió a A p o lo y a la fle c h a d o ra A rtem is, p ro le m a s d e s e a b le q u e to d o s lo s d e s c e n d ie n te s d e U ra n o , e n c o n ta c to a m o r o s o c o n Z e u s p o r ta d o r d e la ég id a. F.ii ú ltim o lu g a r to m ó p o r e s p o sa a la flo recien te 1le ra ; ésta p a rió a 1 le b e , A r e s e I litía e n c o n ta c to a m o r o s o co n el re y d e d io se s y
h o m b re s . Y él, d e su c a b e z a , d io a lu z a A te n e a de o jo s g la u c o s , te rrib le , b elico sa, c o n d u c to r a d e e jé rc ito s, in v en cib le y a u g u s ta , A la q u e e n c a n ta n lo s tu m u lto s , g u e r ra s y b atallas. I le ra d io a luz, sin tr a to a m o r o s o - e s ta b a fu rio s a e ir rita d a co n s u e s p o s o - , a I le fe sto , q u e d e s ta c a e n tr e to d o s lo s d e s c e n d ie n te s de U r a n o p o r la d e s tre z a d e s u s m a n o s . 1 ... 1T a m b ié n co n Z eu s, la A tlá n tid e M aya p a rió al ilu stre M er m e s, h e ra ld o d e lo s I n m o rta lc s , s u b ie n d o al sa g ra d o lecho.
II. HU U KAN Y M O T IV O S
Y la C a d m e a Sdmclc» ig u a lm e n te en (ra to a m o ro s o c o n él, d io a Iu/, a u n ilu s tre h ijo , el m u y r is u e ñ o D io n is o , u n in m o rta l, sie n d o ella m o rta l. A h o ra a m b o s so n dioses. A lc m e n a p a r ió al f o r n id o H e ra c le s e n c o n t a d o a m o r o s o c o n Z eu s a n io n to n a d o r d e n u b e s . (V v. 886-929 y 938-944.)
Vienen a co n tin u ació n una breve relación de m a trim o nios entro diosos y su progenie, un catálogo do héroes y un com ienzo υ proem io al catálogo do las heroínas (945-1022). No sabem os si ahí concluía la Teogonia, o bien falta el final del poem a. Sí que queda concluido, tras la m ención de los hijos de Zeus y los héroes más famosos, el relato sobre el o ri gen de los dioses y del cosm os divino y hum ano. A p artir del arché form ado por el Caos y Gea, el poeta ha desarrollado el proceso de la creación hasta esa etapa final, en la que el sem piterno gobierno de / c u s da definitiva form a y estabilidad a lo existente. lil triunfo de Zeus, com o ya dijim os, significa la instauración de un o rd en ; desdo los turbulentos T itanes al C rónida que ap ad rin a la Dike desde el O lim po hay una m ar cha que representa u na progresiva realización de la justicia y del o rd en 79. Ésa es la lección quo l lesíodo quiere m anifestar en su poem a, tan diestram ente ejecutado, dentro de las con venciones formales d e la com posición arcaica y épica. Después del relato acerca de los dioses colocaba H esíodo el catálogo de los héroes y de la heroínas. C om o hacen los mitólogos posteriores. Más cercanos a los hum anos, puesto que son m oríales, los héroes constituyen un eslabón entre los Inm ortales Felices y los hom bres que com en el fruto de la tierra. I.os héroes están condenados a la m uerte y al dolor, pero son ejem plares en su esfuerzo glorioso. De entre ellos, dos ocupan una posición especial, tan excepcional que han sido elevados a dioses: Dioniso y Heracles, que el poeta cita al final de las divinidades. I.a m itología heroica es especial m ente rica en episodios, y H esíodo no hace m ás que m en cionar a los principales semidioses. Pero otros poem as épi-
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cos hablaban de ellos m ás cum plidam ente, y la t ragedia y la lírica coral so nutrieron de esos m itos de hazañas heroicas, ofrecidas al recuento, la ilustración y la reflexión de diversas generaciones. «lis un elem ento com ún al m ito oriental an tig u o y a H esíodo la serie de generaciones que procede d e la pareja Cielo y Tierra, representando a las fuerzas desordenadas de la naturaleza, hasta llegar a una generación de varios dioses contem poráneos, a cuya cabeza se halla un dios suprem o, con cuyo reinado está relacionada la introducción d e un deter m inado orden com prensible para el hombre», señala K. von Fritz80, para destacar que el m ism o esquem a de fondo de la Teogonia tiene un cierto precedente en m itologías orienta les, com o lo tienen, notoriam ente, algunos de los tem as he» siódicos. Así, p o r ejem plo, el m otivo de la sucesión de tres dioses en el poder de los cielos (U rano-C rono-Zeus), y el de las generaciones de los hom bres, calificadas con nom bre de metales, en un proceso de decadencia, que el poeta cuen ta en Trabajos y días, o la lucha de Zeus contra el m onstruo Tifón. Sin duda tenem os que considerar los influjos de la m ito logía oriental en la o b ra hesiódica*1, y en la tradición oral que ella recoge, a la vez que conviene destacar ese anhelo de sistem atización, de ordenación global y do una perspectiva de explicación cósm ica que son rasgos de nu estro poeta y del pensam iento griego en sus inicios.
5. El mito de Prometeo
Com o los antropólogos han subrayado, los m itos tienen una función significativa en la vida de una sociedad prim itiva o arcaica: explican el m undo, justifican los hábitos y los ritos, ofrecen las causas de las paulas de com portam iento y relatan p o r qué las cosas son de un m odo determ in ad o . F.se valor etiológico y paradigm ático de los m itos es algo dem asiado conocido para que lo com entem os ahora. Tan sólo lo recor dam os para resaltar cóm o en algún m ito resulta evidente la carga etiológica subyacente a la narración. Éste es el caso del m ito de Prometeo, que expone el origen de 1res instituciones o, m ejor dicho, de tres acontecim ientos fundam entales para la cultura hum ana: el sacrificio, la posesión del fuego y la in troducción de la m ujer com o com pañera del h om bre82. Prom eteo, hijo del Titán Jápeto y d e la Oceánide Clímene, según la versión de la Teogonia (o bien un T itán, hijo de la T ierra m ism a, y, en ese supuesto, u n dios más antiguo que Zeus, según la versión recogida p o r Esquilo), es una d iv i n id ad de sin g u lar astucia y benevolencia hacia los h u m a nos. Es, com o C rono, attkyíóméies, «de m ente retorcida», y su m ism o n om bre parece alu d ir a esa «previsión», prom étheta, o sa b id u ría div in a, un ta n to am bigua en su enA2
5. U -.vm oD K ΙΗΙΟΜΙΠΊ'.Ι)
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frentaniiento con el om nipotente /c u s , el providente, metteta Zeus. Esquilo lo califica com o «amigo de los hum anos», philtínthropos. En la batalla que enfrentó a Zeus con los Titanes, Prom e teo se puso de parte del C rónida frente a lo«s violentos Hijos de la Tierra y del Cielo, y así escapó luego al castigo que apri sionó a sus herm anos Menecio y Atlante, En efecto, el gigan tesco Allante quedó condenado a un etern o esfuerzo en los confines occidentales del m undo, condenado a so p o rtar so bre sus hom bros y su cabeza un extrem o de la cúpula celeste, inm óvil prisionero erguido en el m argen de O ccidente, com o P rom eteo lo será en O riente, en el Cáucaso. En con traste con la ciega fuerza de los Titanes, Prom eteo se distin guió p o r su inteligencia y p o r ello se puso al lado de Zeus en la refriega p o r el dom inio celeste. Pero tam bién él va a enfrentarse con el sob eran o de los dioses. Sólo que con un pretexto singular: p o r proteger y be neficiar a los hum anos. El astuto Prom eteo intenta favorecer a estas efím eras criaturas más allá de lo que Zeus había dis puesto en su providente designio. H ubo tal vez una etapa en que la convivencia de los dioses y los hom bres fue más estre cha y confiada, pero llegado el m om ento en q u e unos y otros se distanciaron, Prom eteo asum ió un papel de árbitro en el conflicto, con una intención filantrópica y en m enoscabo de los dioses, es decir, en contra de Zeus. Para asegurar m ediante un rito solem ne las relaciones e n tre los dioses y los hum anos, Prom eteo instituyó el prim er sacrificio, de una res bovina a la m anera d e un pacto de amistad por el que dioses y hom bres com partían el festín de las carnes de la víctim a, inm olada en h o n o r d e los olím picos p o r los terrestres m ortales. Fue en el llano d e Mekone, en la llan u ra de Argos, d o n d e se celebró ese p rim e r sacrificio. Prom eteo m ató un espléndido buey, y lo descuartizó hábil m ente. Luego repart ió en dos lotes las carnes de la res sacri ficada. En uno de ellos dispuso la carne y las entrañas del
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anim al, y en otro los huesos y la grasa, bien recubiertos por la piel lustrosa, form ando un m ontón más aparente. Y lo dio a elegir a Zeus la parte destinada a los dioses. Ul Padre de los dioses y los hom bres, acaso po r seguir el juego a Prom eteo, escogió el m o n tó n más grueso, es decir, el que contenía los huesos y la grasa. Con esa elección que daba establecido que, desde entonces, así se cum pliera el sa crificio. Desde entonces los hum anos, en sus sacrificios do anim ales, quem an en honor de los l nm ortales sobre los alta res los huesos y la grasa de las víctim as, y los dioses reciben su parte del sacrificio por medio de la hum areda que asciende hasta los cielos. Pero Zeus se encolerizó terriblem ente al des cu b rir el engaño y la tram posa intención. «Ah, hijo de Jápeto, tú que sobro lodos destacas po r lu astucia, bien veo que no has olvidado aún tus m añas tram posas», clam ó el furioso Crónida. Y, tom ando recuerdo re n coroso del engaño, decidió castigar a los hum anos, retirán doles la posesión del fuego. C om enzó entonces para éstos u n a etapa penosa y so m bría, en la que, refugiados en cavernas y sin poder m ejorar la miseria de una existencia salvaje, ateridos de frío y sin fuego para cocinar sus alim entos, los hum anos se debatían am ena zados de angustia y extinción. Pero Prom eteo sintió com pa sión p o r los h um anos y de nuevo actuó p ara socorrerlos. H urtó unas chispas del fuego q u e los dioses guardaban -acaso del perenne fuego do I lofosto, o acaso del fogoso ca rro de Helios - y, atesorándolo en u n a hueca caña, lo tran s po rtó desde el cielo a la tierra y se lo ofreció a los hum anos. C uando Zeus desde lo alto vio brillar una hoguera sobre la tierra, volvió a encolerizarse contra Prom eteo y sus prote gidos. De nuevo, según Hesíodo, profirió sus am enazas cer teras: «¡Ah, hijo de Jápeto,tú que sobre todos destacas en as tucia, te alegras de haberm e b u rlad o con el robo del fuego! Poro h ab rá una gran desgracia p ara ti y p ara los hom bres del futuro. A ellos les pro p o rcio n aré un mal ya, a cam bio
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mito lit·: l’koMfîi-n
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del fuego, y con ¿1 se gozarán encariñándose con su propia desgracia». lid ió se a reír entonces el C rónida y llam ó a su hijo Hefcsto para encargarle la fabricación de una bella figura femeni na, sem ejante a las diosas en su aspecto y atractivo. Y orde nó a Atenea que enseñara a esta re d e n form ada las labores caseras, a A frodita que infundiera en ella gracia y seduc ción, a H erm es que la d otara de un talante desvergonzado y un ánim o taim ado y voluble. Y los dioses obedecieron sus m andatos. Y así surgió, ad o rn a d a po r to d o s, Pandora, la p rim era mujer, Su nom bre Pan-dora, Todo-regalo, alude a que recibió regalos de todos los dioses y que toda ella fue un regalo. Una vez construida y bien dotada la doncella, de irresisti ble encanto, Zeus encargó a H erm es que se la ofreciera a Hpim etco, el herm an o gem elo de Prom eteo -e l herm ano d is traído del Previsor, com o sugiere su n o m b re-. Kn contra de las advertencias que le había hecho tiste, Epim eteo aceptó el presente ofrecido p o r el dios y, cautivado po r los encantos de Pandora, la acogió en su casa, desposándola. Pero la bella Pandora llevaba adem ás consigo un don suplem entario: un ánfora en la que lo.s dioses habían escondido una serie de males. Y cuando la joven, guiada por su curiosidad, abrió ía jarra, éstos se esparcieron volando p o r el m undo. I.as enfer m edades y calam idades surgieron a la luz al levantar P ando ra la lapa de la vasija y se derram aro n sobre los hum anos. C uando ella presurosa la cerró de nuevo, sólo quedaba en el fondo la Esperanza. Desde entonces diez mil penas vagan entre los hum anos, y las enferm edades acosan a las gentes, en silencio y al azar. Pandora, prim era mujer, fue la introductora de tales m a les, y de un nuevo m odo de reproducción. (Antes los h o m bres nacían d éla tierra, seguram ente.) Pue la prcdeccsoradc todo el linaje fem enino, de todas esas m ujeres seductoras y curiosas, d élas que ya no pudieron prescindir los hombres.
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II. H O U R a S Y M O T IV O S
Fue ese «herm oso m al», esa am bigua ventura que Zeus h a bía profetizado. Tam bién a Prom eteo le «sobrevino un trem endo castigo. Zeus ordenó que lu apresaran y clavaran sobre una escarpa da cima d d rem oto C.áucasu, donde Hefesto lo encadenó. Y añadió a esa tortura de la roca la visita cotidiana de un águila que atacaba cada día al Titán inm ovilizado para desgarrarle con sus corvas uñas y pico el hígado. No podía Prom eteo m orir, p o r su índole in m ortal, pero sí sufrir eternam ente. Así expiaba, en la atalaya desierta del confín oriental del mundo, su rebeldía frente a Zeus y su excesivo am or a los h u manos» crucificado P rom eteo. (Más tarde Heracles abatirá al águila y librará, con el beneplácito de Zeus, al Titán filán tropo y astuto.) Tal es, en sus líneas esenciales, el m ito de Prom eteo divini dad civilizadora, no u n olímpico, sino un adversario de Zeus en el terreno de la astucia, un trickster <\ue aporta a los hum a nos tres elem entos decisivos de la instalación en el m undo: el sacrificio que regula su relación con los dioses, el fuego que funda la civilización y el progreso y la Creación de la prim era mujer y con ella el m atrim onio y la familia m ediantee] am bi guo presente de los dioses. Del m ito tenem os tres versiones con interesantes y significativas variantes: la de Hesíodo (en la Teogonia y en Trabajos y días), la de Esquilo (en su tragedia Prometeo encadenada, parte de una t rilogía de la que tan sólo hem os conservado esta pieza) y la de Platón (en el diálogo Protágoras). M ientras que el poeta épico presenta a Prometeo com o un osado rebelde que desafía el designio suprem o de Zeus y que, en sus tretas, acaba p o r acarrear a los hum anos muy dudosas ganancias, Esquilo nos presenta al Titán como un sabio filántropo, rebelde contra el despotism o de Zeus, un joven tirano establecido en el O lim po con trem enda a rro gancia, y Platón (poniendo el relato en boca del sofista Protágoras, de quien probablemente lo tomó, de un tratado sofístico perdido para nosotros) nos da una versión en la que Prome-
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leo es el introductor del progreso técnico, pero n o de ¡a con vivencia política, base de una civilización asentada en la m o ral y la justicia, que son dones de Zeus. No vam os ahora a detenernos en discutir las connotacio nes del relato en u n o u otro autor. Q uerem os destacar, sin em bargo, cóm o éste resulta un buen ejem plo de esa tra d i ción literaria y sus reinterpretaciones a laq u e ya hem os alu d ido com o característica de la Grecia antigua. Es notable que mient ras H esíodo está p o r com pleto de p a rte de Zeus, en su enfrentam iento con Prometeo» Esquilo se plantea el lem a con nuevos acentos. También d rebelde filántropo tie ne sus razones y su sentido de lo justo, y así Esquilo propor ciona una imagen más noble y generosa de Prom eteo, tal vez apoyada en una tradición popular ateniense. 1:1 m ito puede retom ar nuevos tonos en algunos motivos. Por ejemplo, el fuego de Hesíodo es ante todo el que protege del frío y del ham bre, el fuego culinario (que necesitan los hom bres com edores de alim entos cocidos, distinguidos en ese trazo básico de los animales carnívoros). Pero el fuego de Esquilo representa mucho más que el instrum ento de cocer los alimentos y la defensa del frío. Es la base de toda una cultu ra y del progreso técnico. Su posesión infunde a los hombres ánim os confiados para enfrentarse a los rigores de la naturale za hostil (com o en la narración de Protágoras), y gracias al fuego inventan los hombres, guiados p o r Prometeo, las arles y las técnicas: la construcción de viviendas, la minería, la agri cultura, ht m urgación, la escritura, ht adivinación, la astrono mía y la misma ciencia de los núm eros, «el más excelso de los saberes», lo obtuvieron los hom bres mediante el ingenio y el apoyo prometeico. Todas las téchnai, en resumen, dice el pro tagonista clel dram a esquileo, proceden de él. En h o nor de Prom eteo .se celebraban fiestas en distintos lugares de Grecia, y de m odo regular y conocido en Atenas, en el b arrio del Cerám ico, donde era ho n rad o - ju n to con Atenea y H efesto- com o patrón de los artesanos, de los he-
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rreros y ceram istas. Kn su honor, en recuerdo de la introduc ción del fuego, se celebraban carreras de antorchas con rele vos, lampadodromias. Más tarde -e n una versión atestiguada ya en un fragm en to de com edia del siglo iv a.C. y m ucho después en algunos sarcófagos y en escritores latinos- se contaba que Prom eteo fue el creador de los p rim eros hom bres; m oldeándolos del barro, com o un alfarero en su taller de imágenes habría for m ado las figuras de los prim eros hum anos, a los que luego Zeus habría dado vida infundiéndoles un hálito o soplo vi vificante, es decir, la psyché, principio de vida. Pero ésle es un trazo probablem ente tardío y desconocido tanto de He siodo com o de Esquilo y de Platón. Com o en la tradición m ítica hebraica, tam bién para He siodo es la m ujer la culpable, en su curiosidad inconsciente, de la introducción de los m ales en el m undo. La Eva griega OS, por su parte, una criatura m ás refinada y artificial que la bíblica. Hay un reflejo de m isoginia en la versión hesiódica, com o en algunos otros pasajes de su obra Trabajos y dias. La mujer, voraz y voluble, es un riesgo y una carga para el h o m bre afanoso del sustento. Pero, com o el fuego y el sacrificio* tam bién la introducción de la m ujer supone un progreso de la condición hum ana, en una existencia no exenta de d o lo res y donde el progreso se obtiene a costa de nuevos pesares. Situado entre los dioses y las bestias, el hom bre asum e un deslino am biguo, com o señala J. P. Vernant: La duplicidad de Pandora es como el símbolo de la existencia hu mana ambigua. Kn cl personaje de Pandora vienen a inscribirse to das las tensiones, todas las ambivalencias que marcan el estatuto del hombre, entre bestias y dioses. Por el encanto de su apariencia externa, .semejante a las diosas inmortales, Pandora refleja el res* plandor de lo divino. Por lo perruno y cínico de su espíritu y su temperamento internos roza la bestialidad. Por el matrimonio que ella representa, por la palabra articulada y la fuerza que Zeus or dena infundir en ella, es propiamente humana.
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Una am bigüedad que está tam bién muy presente en esa Esperanza que perm anece a su lado, en su jarra (o caja, se gún otras im ágenes)11''. Entre la previsión y la imprevisión, la Esperanza, un bien y un mal, sím bolo deesa condición ines table de los efímeros. P a ra q u ie n es in m o rta l - s u b r a y a V e r n a n t- , c o m o los dio se s, no hay n e cesid ad n in g u n a d e L ip is. T a m p o c o p a ra q u ie n , c o m o las bestias, ig n o ra q u e es m o rta l. Si el h o m b re , m o rta l c o m o las bestias, p rev ie ra c o m o lo s d io se s to d o e l f u tu ro d e a n te m a n o , si e s tu v ie ra p o r e n te ro del lad o d e P ro m e te o , n o te n d ría ;ín im o s p ara vivir, in cap az d e c o n te m p la r su p ro p ia m u e r te d e frente. P e ro c o n o c ié n d o s e m o rta l sin sa b e r c u á n d o ni c ó m o h a d e m o rir, la E sp eran za, p re v is ió n , p e ro p re v isió n ciega (E sq u ilo , P rom e teo, 250; cf. ta m b ié n P la tó n , fio rg ú u , 5 2 3 d e ), ilu sió n sa lu d a b le , b ie n y m al a la vez, la E sp e ra n z a sola le p e rm ite v iv ire s ta ex iste n cia a m b ig u a , d e s d o b la d a , q u e a p o r ta el fra u d e p ro m e te ic o c u a n d o in s titu y e la p r im e ra c o m id a sacrificial. D esd e e n to n c e s to d o tie n e su re v e rso : n o h a y ya c o n ta c to c o n lo s d io s e s q u e n o sea ta m b ié n , a tra v é s d e l sa c rific io , C o n sa g ra c ió n d e u n a in fra n q u e a b le b a r re ra e n tre m o rta le s e in m o rta le s , ya n o d ic h a sin d e sd ic h a , n a c im ie n to sin m u e rte , a b u n d a n c ia s in p e n a , P ro m e te o sin E p im e te o , en una p a la b ra ya n o hay 1 lo m b r e s i n P a n d o ra .
Esquilo, po r su parte, hará hincapié en otro elem ento del mito: en la grandeza del protagonista, Prom eteo, com o dios que sufre por los hom bres, que se sacrifica por ellos en opo sición a un Zeus despótico, un sofista contra el tirano, un re d en to r de la h um anidad am enazada y angustiada. Va más allá de lo que H esíodo relataba. También esa versión esquílea ahonda en la tram a para ofrecer un destello nuevo, y de una larga resonancia; sobre todo en la tradición clásica m o derna, rom ántica. C om o dice VV. Jaeger: E n el P ro m eteo en ca d e n a d o , el d o lo r se c o n v ie rte en el sig n o e s p e cífico del g é n e ro h u m a n o . A quella c re a c ió n d e u n d ía tra jo la ir ra d ia c ió n d e la c u ltu r a a la o s c u ra e x is te n c ia d e lo s h o m b r e s d e las
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II. F H iU R A SV M O T IV O S
c a v e rn a s . Si n e c e s ita m o s to d a v ía u n a p r u e b a d e q u e e s te d io s e n c a d e n a d o a la ro c a en e s c a rn io d e s u s a c c io n e s e n c a rn a p a ra Es· q u ilo el d e s tin o d é l a H u m a n id a d » la h a lla r e m o s e n d s u f r im ie n to q u e c o m p a r le c o n e lla y m u ltip lic a lo s d o lo r e s e n su p r o p ia a g o n ía " .
Es curioso señalar que algunos de los prim eros escritores cristianos vieron en Prom eteo una im agen semejante a la de Cristo, «versus Prom etheus», según Tertuliano. HI dios fi lántropo se sacrifica o se expone al sacrificio -n o de la cruz, pero sí de una to rtu ra parecida en la soledad del C áucaso-. Es muy interesante tam bién en el texto de Esquilo la expre sión de la sytuptUheia de los hum anos hacia el Titán sufrien te, esa com pasión que los pueblos bárbaros, no m enos que las O ceánides del coro, sienten po r el rebelde m artirizado. Es tam bién interesante el dato de que, al cabo de largos si glos, Zeus accediera a la liberación de Prometeo. Tal acuer do final entre am bos dioses, con una recíproca cesión por am bos lados, encaja m uy bien dentro de la ideología de Es quilo, glosador de la justicia de Zeus, no m enos que Hesio do; pero el episodio de la liberación de Prom eteo estaba ya en la tradición ¿pica. (Figura en el texto de la Teogonia, au n que quizás se trata de un añadido al poem a originario.) Fue Heracles, el am ado hijo de Zeus y el héroe benefactor por excelencia, quien devolvió al Titán su libertad y recom pensó así sus afanes filantrópicos. O tro personaje mítico, sa bio y am igo de los hom bres, el centauro Q uirón, afligido por una herida incurable, en un gesto m agnánim o, se ofreció para descender al H ades, com o pago po r la liberación de Prometeo. En recuerdo de su castigo, Prom eteo se fabr:có un braza lete de piedra, de la roca del Cáucaso, que Zeus le invitó a lle var com o testim onio de su aherrojam iento en las peñas y de su castigo. Así guardó para siem pre Prom eteo un testim onio de su sum isión, una reliquia sim bólica de su pena.
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Kl. M IT O DP. PROM PTED
Hn las fiestas quo sc celebraban, en Atenas» en honor del dios, patrón de lus artesanos, se recordaban m ediante los ri tos o p o rtu nos sus peripecias y, seguram ente, el final feliz d d mito. Para explicar el paso de la naturaleza a la cultura e n contraron los griegos en este relato una expresión afortunada. También en este m ito pueden detectarse influencias orienta les y tal vex algún eco indoeuropeo, pero la estructura sim bólica ha sido reelaborada con un talento singularm ente he lénico.
6. £1 mito de las edades
Para la explicación m ítica de la desdichada condición de los hum anos, I Iesíodo ha en c o n trad o en el m ito de P rom eteo y la in tro d u cció n de P an d o ra un bu en relato. Pero hay o tro q ue co m p lem enta esa m ism a referencia: el m ito de la d e cadencia progresiva de las edades de los hom bres, un relato q ue el p o eta no recoge en la Teogonia, sino en su o tra obra, en Trabajos y días (vv. 106-202). C uenta el poeta que la h u m a n id ad ha ido em p eo ran d o a través de diversas edades, que se califican con no m b res de mótales: la Edad de O ro, la de Plata, la d e Bronce, la de los H éroes y la de H ierro. Los hom bres, q u e co m en zaro n , en tiem pos de C rono, llevando una existencia p róxim a a la de los dioses, han ido de edad en edad pasan d o a un vivir más penoso y desam parado. La peor de todas esas edades es la de H ierro, en la que vive el poeta, pero aun ésta es susceptible de una degradación, que él im agina y profetiza com o próxim a. Los h o m b res de cada edad han desap arecid o p ara ser su plantados p o r otro s peores, y tan sólo la F.dad de los I léroes m arca un relativo paréntesis en esa decadencia progresiva. D entro del esquem a de las razas con nom bres m etálicos, la de los héroes, que son los gloriosos personajes d e la épica, 92
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es dccir> aquellos ilustres g uerreros que com batieron en to r no a los m uros de Tebas y de Troya, aparece com o una etapa d istin ta y singular. P robablem ente es una aportació n in n o v adora del p o eta a un esquem a heredado, una innovación qu e pretende d a r un lugar en esa historia de la hum an id ad a los héroes do un pasado sentido com o brillante y m e m o ra ble» p o r encim a de estos tiem pos de generaciones anónim as. A unque el p esim ism o de H esíodo le lleva a decir que su época es la peor de todas, su visión del futuro le hace au g u ra r o tra ép o ca a ú n m ás lam entable, cu ando la justicia y el p u d o r se ausenten definitivam ente d e entre los hum anos. Aidós y dike son los fu ndam entos de la convivencia política, según destaca tam bién P latón - e n su versión del m ito de Prom eteo en su Protdgoras-. F,n la d u ra Edad del H ierro aún p erm an ecen en el m u ndo, au n q u e haya que luchar p o r su realización. Sin em bargo, la h um anidad puede arrib ar a otra edad aú n m ás feroz y a una existencia aúr. m ás m iserable, si aidósy tiémesis se retiran aband o n an d o el trato con los h o m bres. Así o cu rrirá, según profetiza una queja del poeta, b a sada en su propia experiencia personal, ligada a ese conflicto fam iliar que se nos relata en los Trabajos y días, d o n d e la exi gencia de justicia está unida a una vivencia propia. (Frente al m u n d o de las bestias, dice luego el poeta, tras la fábula del halcón y el ruiseñor, la justicia debe caracterizar al m undo hum ano, d istin to del despiadado m undo de las bestias, que ig n o ran la dike). lis m uy interesante observ ar q u e de nuevo en contram os aq u í u n relato m ítico que tiene claros paralelos orientales, p o r ejem plo en la cu ltu ra india y en la persa. Pero la versión griega ha introducido ciertas novedades características. Una de ellas es la introducción de la E dad de los H éroes en el es q u em a general. O tra es la perspectiva ética, tan destacada p o r H esíodo, no sólo en su final, sino en su m ism a co n stru c ción narrativa. C om o h a destacado J. P. Vernant, en un análi sis m uy inteligente, hay en esa estru c tu ra de las etapas de la
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y m o t iv o s
decadencia un afán de distinguir tres pares de edades, dife renciadas por el p redom inio de la justicia o el orgullo brutal, la dike y la hybris, según los térm inos clásicos» en cada una de ellas*·'. La Kdad de O ro posee un trazo positivo frente a la de la Plata, así com o la de los 1léroes frente a la precedente de Bronce, com o luego la de H ierro frente a la caótica últim a edad, dentro del deterio ro progresivo de las razas sucesivas. Esa trip artición recuerda un tanto el esquem a señalado por Dumézil en los m itos indoeuropeos y las tres funciones pue den verse reflejadas en las tres etapas dobles: O ro y Plata co rresponden a una cercanía a los dioses, Bronce y H éroes a un predom inio de la función guerrera, y la Edad del H ierro y la últim a an ó n im a a un p red o m in io de lo trabajoso y servil. De nuevo advertim os cóm o el m ito, con su función p ara digm ática, le sirve al relator para explicar su propio m undo, y cóm o la especulación de! poeta, de H esíodo, en este caso, confluye con el se n tid o de la narració n . Pues, sin d uda, el m ito de la Edad d e O ro inicial, que se ha ido alejando de los hom bres, y que es im aginada con nostalgia desde el desven turado presente, t iene unas raíces psicológicas muy genera les y reaparece en m uy varias culturas. En los tiem pos de los prim eros hom bres, bajo el reino de Crono, o de Saturno, en la versión latina, había una prosperidad unida a una inocen cia de la h u m a n id ad , luego el m u n d o ha envejecido y se ha desgastado, y los hom bres se han vuelto peores, m ás flojos y mils perversos. (Este m ito no presupone la intervención de P andora, sino q u e es otro relato etiológico del mal ex ten diéndose sobre las gentes y las tierras.) M ientras en la evolución del m undo divino hay una p ro gresión hacia el ord en y la justicia, de m odo que el reinado de / c u s m arca el establecim iento definitivo de un régim en justo, en la tierra hay un d eterio ro que avanza en sentido co n trario , hacia In d esaparición d é la justicia y el reino del cao s86. Al optim ism o del teólogo H esíodo se opone la am ar ga experiencia del ciu d ad an o de Ascra, que lleva una vida
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penosa y se ve agobiado por los conflictos sociales*7. Pero e! m ito griego no prom ete un m undo m ejor aquí, sobre la tie rra y en el futuro, O íros mitólogos, com o los órllcos, contra ponen a la existencia desdichada terrestre la perspectiva de O tro M undo m ás feliz para los justos e iniciados. Platón se hace eco de ello, p o s t e r i o r m e n t e .
7. Los doce dioses
lin c l agora de Atenas se levantaba un altar a los Doce Dioses -seg ú n m encionan H eródolo (II, 7; VI, 108), Aristófanes (Caballeros. 235) y Tucídides (V I, 5 4 )-, y o tro sem ejante existía en O l i m p i a -según Píndaro (Olímpica X, 5 0 y ss.)-.E n el lím ite extrem o de su avance hacia el este, en la India, erigió Alejandro un aliar a los Doce (según cuenta D iodoro, XVII, 95,1.), com o testim onio de la religiosidad helénica, lise culto corporativo está bien atestiguado en la época clásica**. Kudoxo, çl discípulo de Platón, asignó a cada uno de los doce g ran des dioses un signo del Zodíaco. Tam bién Platón ( a i el Pedro, 246e, y en les Leyes, 828d) alude a ese núm ero de dioses, hoi dódeka (heoí, com o a un grupo firm e y bien establecido. Sin em bargo, había algunas vacilaciones en la adm isión de ciertas figuras divinas. Así, en el Pedro Platón asigna a H estia un lig a r que, en otros catálogos, ocupaba Dioniso, y en Leyes propone colocar en el duodécim o puesto a Plutón, dios de los m uertos. En el friso oriental del Partenón figura ba D ioniso (en vez de Ilestia) entre los doce dioses reunidos. En Olim pia, en cam bio, figuraban los Titanes Crono y Rea, y el río Alfeo (en lugar de I lefesto, D em éler y I lestia) entre los doce allíconsagrados. 96
7. I.O S D O Œ D IO S IL S
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Probablem ente el establecim iento de ese n ú m e ro d e doce dioses principales, reunidos en un g rupo canónico (aunque con variantes locales en los últim os puestos), fue una inven ción de época arcaica y de la costa jonia. Luego fue adopta da p o r doquier, com o una convención panhelénica. lise cul to co rp o rativo no es, pues, antiguo, y tiene su origen en la a ctu ació n legislativa de algunos políticos y sacerdotes. Kn Atenas fue Pisistrato el in tro d u c to r del m ism o; el nieto del tiran o , según llicídides, erigió el aliar del ágora. HI doce es un núm ero prestigioso en m uchos lugares, y resulta adecuado p ara acoger a as grandes figuras divinas del panteón griego, sea cual sea su origen*”.
1. Zeus™ Su nom bre ofrece una clara etim ología. C om o el Dyaús védico y el latino Júpiter (luppifcr / Dicspatcr), está form ado so bre un radical indoeuropeo d i u / dieu que significábala clari d ad del cielo, fira, pues, en su origen, el gran dios celeste, el que en lo alto dom inaba. Sus epítetos hom éricos de «anióntonador de n u b e s » , «altitonante», «gozador del rayo», evocan esc aspecto del so b e ra n o celeste y señ o r de las torm entas. Suele asentarse en las cum bres m ontañosas y desde allí olea e im pera, lis el olímpico p o r excelencia. (Hs probable que e! O lim po, antes que un nom bre propio de una cordillera en Te salia, haya significado para los prehelcnos «prom ontorio ele vado», « C u m b re » o algo así.) Zeus tiene su m orada en esas al tas atalayas, com o el O lim po en Tesalia, el m onte Dicte en Creta, el I .icaón en Arcadia, el prom ontorio central de Hgina, y en el Ida cercano a Troya. P e ser la cum bre inaccesible luego pasó el O lim po a d en o m in ar el alto cielo d onde m oran los dioses, en sus palaciegos aposentos, «olím picas m eradas». Ya en I lom ero Zeus es indiscutiblem ente el prim ero de los dioses en poccrío y saber. Por encim a de todos lor> dem ás
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π. l u i r K A S Y M o n v o s
ejerce su función de «Padre», protector de dioses y hom bres. Le pertenece, por conquista y p o r su dignidad, la soberanía del cielo, que obtuvo tras el reparto de dom inios con sus h er m anos Poséidon y I lados. En las luchas p o r osa soberanía, después de abat.r a su pad re C rono, tuvo que som eter a los T itanes y a los G igantes, y m ás tard e al m o n stru o so Tifón. Con su asentam iento en el trono celeste ha establecido el o r den cósm ico que no te n d rá ya fin. Es el m anejador del rayo, arm a decisiva que para él forjaron los Cíclopes. Su anim al em blem ático es el águila soberana y solitaria. No es un dios de la fuerza bruta, sino un m onarca providente, que escucha a sus súbditos, dirim e los conflictos e im pone sus designios de etern o cum plim iento. Es el dios de la justicia. El dios celeste de origen indoeuropeo fue enriqueciendo su figura con m últiples trazos de origen m editerráneo. No sólo com o dios del ciclo lum inoso, sino com o señor de las torm entas y lancero del rayo, era el dispensador de las lluvias y estaba ligado a la fertilidad de los cam pos. En Creta situaba el m ito el lugar de su nacim iento. Allí lo había o c u lta d o s» m adre Rea, escondiéndolo en una caverna del m onte Dicte, para que no se lo zam para el insaciable C rono, com o había hecho con sus herm anos. A llíd a n z a b a n e n su h o n o r los Curetes y lo am am antaba la cabra Amaltea. Una leyenda local narraba que tam bién en Creta se hallaba la tum ba del dios. P robablem ente este m ito conserva la huella de una d iv in i dad cretense que se ha fusionado con el Zeus helénico. La imagen del dios que nace y que m uere, aplicada al Padre de los dioses, resul.aba escandalosa para los griegos, que nega ban tal relato com o verídico, con el fam oso refrán «lodos los cretenses son mentirosos». La m ism a im agen del dios, de cabellera negra (kyanochattes), y no rubio, com o casi todos los dem ás, es tal vez un rastro de esa fusión del dios venido del N orte con otras figuras divinas. Por otro lado, tam bién en el P róxim o O riente hay dioses del rayo.
?. I.O.S ÎX K IK DÏO.M.S
ψ)
Zeus está muy p o r encim a de los dem ás dioses p o r su fuerza y su poderío. C om o él m ism o proclam a en la litado, VIII, 8-28. Si todos los dem ás dioses se colgaran del extrem o de una cuerda* él solo podría balancearlos desde la cum bre del O lim po. C uando asiente a una petición, m oviendo las cejas en un gesto afirm ativo, todo el O lim po se estrem ece. N o interviene dircciam tnU e nunca en los cóm bales de los héroes y los hom bres, com o hacen otros dioses. Su im p a r cialidad m antiene e! equilibrio del m undo, y su intervención p artid ista lo p o n d ría en peligro, lis el rey que señorea la asam blea fam iliar divina. Se ocupa, com o autoridad suprem a celeste, en m antener el orden que él m ism o ha instaurado er. el m undo. Com o Patérandrón te theón te, «padre de los hom bres y los dioses», a él le com pete velar p o r la estabilidad cósm ica y social. Se cum ple siempre la decisión de Zeus; sus designios rigen el cur so de los acontecim ientos, y el destino está acorde con sus m an d ato s en un am biguo equilibrio de fuerzas. Es provi dente y justiciero. C om o basileús im pone su realeza y todos los reyes han recibido de él su poder. Más tard e será el d e fensor de la dike, la «justicia», en las ciudades. Λ él se le de dica el tem plo m ayor en la m ayoría de '.as póleis, com o Zeus po/ioudios, «protector de la ciudad». Pero n inguna ciudad lo tiene com o su dios propio y com o patrón ciudadano» ya que su im parcialidad lo eleva p o r encim a de ese patronazgo local91. Su carácter de dios justiciero es producto de una evolu ción que podem os observar en los testim onios literarios. Ya en la ¡liada se distingue de los oíros dioses, favorecedores de unos u otros guerreros p o r razones diversas. Zeus no salva a su hijo S arpedón de la m uerte (com o hace, p o r ejem plo, A frodita con Eneas alguna vez), y sim plem ente presta su asentim iento a lo que indica la balanza del destino acerca del fin de Héctor. Al com ienzo de la Odisea advierte de cóm o los m ortales se labran su desdicha al desoír los consejos divinos
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II. F IG U R A S Y M O T IV O S
y queb ran tar las norm as, y cuán en vano acusan luego a los dioses. La Odisea ofrece una clara perspectiva m oral: Zeus preside el consejo de los dioses en que Atenea interviene en favor del esforzado y piadoso Ulises. Los pretendientes m e recen un castigo que Zeus aprueba. Pero es en Hesíodo do n de Zeus resplandece com o el señor de la justicia y el orden. A su lado eslá siem pre Dike, hija venerable de Temis, y la vi gilancia del dios sobre la tierra se ejerce a través de diez mil divinos espías. Por culpa de Prom eteo Zeus ha enviado m u chos males a los hom bres. Sin em bargo les ha dado, para dis tinguirlos de las bestias, la justicia, Después de I lesíodo, lisquilo será el gran p o eta que celebre el p o d er ju sto de Zeus con palabras entusiastas y pensam ientos de hondura teoló gica renovada. Hay qu e recordar, sin em bargo, que los cam inos de la ju s ticia son intrincados y que los griegos no im aginaron nunca a Zeus com o un juez rectilíneo o un verdugo rápido. La cóle ra de los dioses es a veces rápida y su justicia es m uchas veces lenta. K1 m ism o Zeus recurre al engaño cuando le conviene. (Por ejemplo, enviando a Agamenón un sueño engañoso para extraviarlo y com placer a Aquiles.) Los sufrim ientos de He racles, el hijo m ás esforzado del m ism o Zeus, son una p ru e ba de estas dem oras. Zeus, el om nisapiente, resulta en un fa m oso ep isodio hom érico engañado y d istra íd o por Hera; pero advierte pronto el engaño. Com o responsable del orden social, Zeus velaba sobre los reyes, y tam bién sobre la justicia de las sentencias, lira el p ro tecto r de los juram entos, y am paraba a los huéspedes y los suplicantes. Los epítetos con los que era invocado dan u n a idea de esas funciones de Zeus: «P rotector del cercado fam iliar, de la p ropiedad, del hogar» (Herkeios, Kté$ios> liphestios), «G arante de los juram entos» (Hórkios), «Protec tor de los suplicantes y los huéspedes» (Hikésios, Hiketésios, Xe(nios); fue luego in tro d u cid o en los cultos ciudadanos com o «Protector» y «Salvador» (Amyntor, Sotér), «dios de la
7. J.OS IK)Cl·. DIOSAS
ciudad» (Politius, Polioiichos), «de la plaza y del consejo» (Agoraíos, Boulaíos) y «liberador» (Hleuthérios)'*2. Ya desde una época anterio r a la aparición de la teología filosófica se deja notar una tendencia a convertir el politeís m o en un sistem a don d e los dioses están som etidos a un g ran dios om nipotente y providente sobre todo, que es Zeus, derivando hacia un henoleísm o, que luego los filósofos re frendarán. Pero ese dios m ás abstracto es com o el de Heráclito, q u e «quiere y no quiere ser llam ado Zeus» (frg. 32 D K )9\ Son num erosos y prolíficos los am ores y am oríos de Zeus. Su esposa legítim a, la que com parte el trono en la m ansión olím pica, es Hera, herm ana y m ujer celosa del m onarca ce leste. En las tablillas m icénicas aparece m encionada Diwiya, que p o r su m ism o nom bre se presenta com o em parejada con él. Tam bién Díone, la m adre de A frodita -seg ú n la ver sión h o m érica-, está en los com ienzos vinculada a Zeus, y a su lado recibe culto en el antiquísim o santuario de D odona. Pero Zeus ha tenido trato sexual con o tras grandes diosas. De sus am ores con Tcmis proceden las I loras, las M oiras y las Gracias, según Mcsíodo, y de M nem ósine y Zeus son h i jas las nueve Musas. De su unión con su herm ana D em éter nació Core-Perséfone. A M etis se la tragó, antes de dar a luz a Atenea. De Leto le nacieron Apolo y Ártemis. De su m atri m onio con H era nacieron 1lefesto, Ares y Hebe. De la ninfa Maya tuvo al astuto I lerm es. Pero son tam bién num erosos los am oríos del Padre de los dioses y los hom bres con m ujeres. M ás de un centenar de n o m b res de m ortales am adas p o r Zeus han registrado los m itógrafos antiguos. Los encuentros de Zeus con estas m u jeres asum en variadas form as; según los casos el dios recu rre a uno u o tro truco o disfraz. De esos encuentros am oro sos nacen, com o era previsible, los m ás fam osos héroes. Los dos gran d es héroes que se convierten en dioses: D ioniso y Heracles, son hijos del providente Zeus, que se unió a la te-
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11. M U J K A S Y M O T IV O S
baña Sím ele y a Alcmena. También de Zeus es hija Helena, nacida de I.cda (o de Némesis, según o tra variante), a la que Zeus se unió en forma de cisne. Sobre la enclaustrada Dánae bajó Zeus en form a de lluvia de oro» y de esa u n ió n nació Perseo, o tro intrépido héroe. Por m ás que Hera trate do obs taculizar sus am oríos, el ingenioso Zeus logra siem pre su propósito: a la peregrinación, m etam orfoseada en vaca, se ayuntó en Egipto y de ahí nació Épago. H ijos de Zeus y la raptada Europa son los cretenses M inos y R adam antis. Y al gún héroe de trágico fin, com o S arpedón, que m uere en la litada.
2. H era1,4 El nom bre de la diosa parece provenir de la raíz indoeuropea jër-/jôr- (com o el griego Hora y el alem án ¡ahr) e indicaría a «la que está en sa/ón», «m adura para el m atrim onio». Es la «venerable esposa de Zeus». A unque m uchas otras com par ten el lecho del dios, sólo 1lera se sienta jun to a él en el trono, presidiendo la reunión de los dioses. C om o tal esposa legíti ma, Hera no rieneotros am ores ni aventuras terrenas. Ya en las tablillas micémcas aparece m encionada com o com pañe ra de Zeus. Aunque su culto tuvo especial relieve en Argos, y se la ce lebra com o «la argiva», los tem plos en su h onor se extendie ron m uy p ronto por todas las zonas pobladas p o r griegos. Además de los tem plos de A rgos y Hcracora, se erigieron otro s en Sam os, en Delos, en T irinto, en C rotona y en Pestum . Probablem ente fue la pótnia del palacio de Argos, y ya en época micénica se extendió su culto; rem ontan los tem plos m ás antiguos en su h o n o r a la época de los p rim eros templos, hacia el 800 a.C. Su m atrim onio con Zeus es un hierósgdtttos w, represen tado en algunos relieves antiguos. Según el m ito, habría te^
7. I.OS DO C K D IO M ft
n id o lugar a escondidas prim ero y luego en las bodas cele bradas en el jardín do las H esperides. I lera, com o m odelo de la esposa, es Parthenon al llegar al m atrim onio. Renueva su doncellez m ediante un baño mágico y con la ayuda de Afro dita sigue atrayendo eróticam ente a Zeus. Pero, según o tro s relatos m íticos, Hera os tam bién la es posa celosa, irritada p o r los am oríos y aventuras de Zeus, y disputa a veces con su divino esposo, com o cuenta la Ilíada, en m ás de una ocasión. En esos arrebatos abandona el hogar celeste y llega a engendrar por sí sola, para vengarse, al m ons tru o so Tifón ( al que Zeus deberá vencer en feroz cont ienda), y, según u na versión antigua, a iiefesto, el dios cojo, que guarda una am bigua relación hacia s t m adre. Del m atrim onio con Zeus tiene algunos hijos: Ares, Hefesto (según o tra variante del nacim iento del dios), I lebe e llitía. Sella subrayado que ninguno de ellos es una gran figu ra en el panteón: Ares os un dios torpe que sólo en la guerra brutal despliega su valor; I lefesto está tarado y es engañado p o r su esposa A frodita, la m isma lle ra lo arrojó del Olimpo, y él se vengó atrapándola en un asiento trucado; y Hebe e lli tía son figuras un tanto secundarias entre las divinidades. I lera, vengat iva y celosa, persigue a las a madas de Zeus, como al.e to y a lo, y a los hijos nacidos de las relaciones extram at rim oniales de su esposo, com o a Dioniso niño y a 1ieracles. lis una diosa de gran poder, pero rencorosa y poco sim páti ca, porque está m uy lim itada a su fun:ión de esposa y p ro tectora del m atrim onio legítimo. Tiene m uy poco de m aternal, y no se la invoca com o «m a dre». (Lo que no deja de tener interés, ju a n d o se piensa que ha heredado a la Diosa M adre de época anterior.) Son otras figuras las que tom an un aspecto m ás m aternal, com o Dem éter (au nque sólo tiene una hija) y la m ism a Afrodita. Tam poco se encarga del hogar (¿unción asignada a Hostia). C om parte desde su posición de esposa legítim a el trono real y lleva la correspondiente corona.
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II. n r .U R A S Y M O T IV O S
lin la i liada está dccididam cnlc del lado do los aqueos, com o Atenea (con laque m antiene buenas relaciones), com o es propio de una diosa de Argos y Micenas. Según el lam oso m ito del juicio de Paris, es por a ofensa causada p o r la pre ferencia del príncipe Iroyano que entregó la m anzana de oro a Afrodita, lis una representante de la soberanía, la prim era función en el esquem a de Dum ézil. (M ientras que Atenea representa la segutula, la guerrera, y Afrodita, la tercera, la productiva.) Su epíteto m ás característico en H om ero es el de boopis: «de ojos de vaca». La vaca es el anim al que le está especial m ente consagrado. Varios festivales -e n Argos, en Platea, en S anios-, se celebran en su honor, rem em orando sus bodas y sus rencillas con Zeus, m ediante rituales m uy antiguos y pe culiares.
3. Po$eidóii'*> Kl nom bre del dios se suele in terp retar com o un térm in o com puesto: potei· «señor, esposo», en vocativo, y da- «Tie rra». Sería en sus orígenes «el señor o esposo de la Tierra»» a la que abraza y agita, según su título de «liiinosígaios» (o «Knnosidáon» según la form a que parece en las tablillas micénicas y que tiene un paralelo en el «Knnosidas» de P inda ro) g7. Es, en efecto, el que provoca los terrem otos, el bronco señor de los seísmos. Ya H om ero cuenta cóm o los tres hijos de C rono se repar tieron el p oder: a Zeus le tocó el cielo, a Poseidón el mar, y a H ades el m undo subterráneo de los m uertos, lis, en la épica y en la época clásica, el dios del m ar y habita en sus p ro fu n didades, ju nto a su esposa Anfitrite. Kn su figurase parece a Zeus. Su arm a no es el rayo, sin em bargo, sino el tridente con el que revuelve las aguas en las torm entas y sacude y golpea Ja tierra.
7. U ) S D O C K DJO.SKS
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Según las tablillas m icénicas era el dios nuis im portante en Pilo, lil recuerdo de su im portancia en el palacio ribereño se m antuvo largo tiem po; todavía en la «Telemaquia» el poe ta de la Odisea nos presenta al rey N éstor ofreciendo un im p o rtan te sacrificio en su honor. I.osjonios, probablem ente procedentes de esa zona, le dedicaron un santuario en el pro m ontorio de Mícale, centro de toda la Jonia. Los mitos le re conocen su p oder al hacerlo padre de Neleo y de Pelias, que luego se instaló com o reyen Yolco, en Tesalia, y de le seo , el gran héroe ateniense. Pero Poscidón ha tenido que ceder en sus rivalidades con otro s dioses, fre n te a l lera en Argos, frente a Atenea en Ate nas, frente a Zeus en general. Su hijo, el cíclope Polifemo, es cegado por Odiseo, y, a pesar de su gran poder, el dios m a ri no no logra m ás que dem orar el regreso del héroe, protegi do p o r Atenea. O tros hijos de Poscidón, seres m onstruosos y turbulentos, son vencidos por otros héroes griegos. Kl dios conserva el furor de las fuerzas elem entales de la naturaleza del m ar y los terrem otos^. Com o se ñ o r de las aguas es tam bién una divinidad aso ciada a la fecundidad y a la creación de las fuentes, surgidas por su intervención. Los m anantiales de Lerma, cerca de Ar gos, son un regalo de Poseidón tras el en cuentro am oroso con la d anaide Amfmone, A él se le consagra el caballo, engendrado p o r el propio dios, según un relato mítico. H1 caballo fogoso, sacudidor del suelo en su galope, es una im agen del dios. Un o tro m ito él m ism o se transform ó en caballo para acoplarse con Demo ler, que había tom ado la figura de una yegua, De su unión con la lirinis ju n to a la fuente Telfusa, en B eo d a, nació Arión» el velocísim o caballo que el dios ofreció a Adrasto, para salvarlo de la m uerte ante los m uros de Tebas. Del inte rio r de la M edusa decapitada por Perseo surgieron d alado Pegaso y el guerrero Crisaor, progenie del dios, que se había acostado con ella. Hn varios lugares se le sacrificaban uofre-
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i i . k iíiu r a s y m o iiv o s
cían caballos en fiestas a ó\ dedicadas. Los anim ales eran sa crificados por inm ersión o despeñándolos al m ar o a una sim a profunda. Es frecuente su atribulo de Hippios. C om o protectora de la dom a del caballo y de los navios, Alenea entra en concurrencia con Poseidón, a quien invocan los navegantes y al que se le dedican los caballos. Pero está clara la com petencia de cada dios: Atenea es la inventora del freno y de la técnica de navegar, es decir, del arte civilizado para d o m inar los elem entos, m ientras que Poséidon repre senta el ím petu natural, salvaje y furioso, de la m ar y el ca ballo. Poseidón recibe culto en m uchos lugares m arineros, y en especial en C orinto, ciudad que extiende su do m in io por am bos m ares. Tam bién en el tem plo de Sunión, en el cabo del Ática desde donde se avistan todos los barcos que salen y en tra n en Atenas. C om o a Zeus los juegos O lím picos, a Poseidón se le hon ra en los ístm icos, ju n to al Istm o de Corinto.
A. A te n e a " La diosa surgió de la cabeza de Zeus, en un p arto p rodigio so, Nació herm osa y joven y revestida de rutilante arm a d u ra. Hefesto con su doble hacha hendió el cráneo del Padre y de allí brotó, lum inosa y perfecta, la poderosa diosa de ojos glaucos, blandiendo la lanza y agitando el escudo. Una diosa guerrera y sin m adre. H1 nacim iento m aravilloso es un rasgo decisivo de la caracterización de Atenea, firm em ente unida a Zeus com o hija predilecta del Altísimo. La escena estaba re presentada en uno de los frontones del Parienón, el gran tem plo de la acrópolis ateniense erigido en honor de la d io sa ,0I). Su nom bre, de oscura etim ología, con un sufijo prehelé nico (en -ana, que aparece en algunos topónim os), tal vez esté relacionado con la propia ciudad de Atenas, y Atena fue-
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MS IXttC !WKK
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ra, originariam ente, la «señora» de la ciudad. Athana potnia aparece m encionada en una tablilla de Cnosso. En varias lo calidades Atenea era venerada en el tem plo situado en lo alto de la vieja cindadela, en la Acrópolis, com o en Atenas. Era una diosa guerrera, com o se destaca en su vestim enta, arm a da con la coraza y blandiendo la lanza y la égida, su terrorífi co m anto forrado de piel de cabra (aix: ‘cabra’, y aïsso: ‘agi ta r’); sobre el pecho lleva la cabeza de la (iorgona, sím bolo del espanto, y sus ojos em iten un terrible fulgor. Es glaucdpis, la de «ojos de lechuza», según una etim olo gía fácil (Glaux: «lechuza»). El ave nocturna, de grandes ojos y expresión meditativa, es su símbolo. (En el m undo minoico abundan las representaciones de una diosa υ sacerdotisa con un ave.) Pero el epíteto puede entenderse tam bién com o «la de ojos ciaros y brillantes». C uando se aparece a Aquiles en el canto 1de la litada recuerda el poeta que sus ojos lanzaban terribles destellos. AI no haber nacido del vientre de mujer, sino de la cabeza de su p adre, Atenea aparece distanciada de lo fem enino. (Aun ad m itiendo la versión de que su m adre pudo haber sido M etis, una diosa de la Inteligencia que Zeus se engulló previam ente, tem eroso de que diera a luz un hijo dem asiado poderoso, Atenea es la hija sólo de Zeus.) Tiene figura y há bitos fem eninos, pero no com parte las penas y placeres pro pios de su sexo. Por su afición a las arm as está del lado de los guerreros y es com pañera de los héroes. Semejante a las walkirias germ ánicas en su ard o r bélico, se distancia de la b ru talidad belicosa de Ares, dios de la guerra. Atenea es siempre la inteligencia y la eficacia en el combate, es decir, lo civilizado y táctico frente al ciego im pulso de m atanza, sangre y des trucción que perleneceal turbulento Ares. Es una diosa de la claridad incluso en la arrem etida del com bate. Es la protectora de los héroes: de Aquiles, Ulises, Perseo, 1leracles, Teseo, Tideo, etc. Aparece a su lado en los m om en tos de mayor tensión com o para confortarlos antes de la vic-
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II. W tiU K A SV M O T IV O S
loria. De algún m odo aparece com o interm ediaria de los d e signios de Zeus en esa cercanía a los esforzados caudillos y aventureros. Tam bién es protectora de las ciudades» com o Polids y Poltuchos, y p o r ello su santuario está en el corazón de la fortificada ciudadela. Su pequeña estatua, el paUadion, sirve de resguardo a la fortaleza. Por eso los saqueos roban la imagen santa de Troya, en una auda/. escaram uza, (Tal vez ese rasgo es una reliquia de su función en el palacio de tiem pos m icénicos, de su papel com o Potnia protectora.) F.n la ¡liada y en la Odisea desciendo del O lim po para presentarse ante sus protegidos; a Aquiles sólo visible para él, a Ulises co m o una joven m uchacha, a Telémaco disfrazada com o el a n ciano Méntor. C om o diosa de la inteligencia constructora, es la patrona de los artesanos: de los carpinteros, de los ceram istas. C ons truyó el prim er carro, cooperó en la fabricación del Caballo de Troya, y en la construcción de la prim era nave, y en la m ítica Argo. Fero tam bién es patrona de las labores fem eninas del telar y la rueca. Inspira a las tejedoras y bordadoras y cas tigó trasfo rm án d o la en ara ñ a a la vanidosa A racnc que se atrevió a rivalizar con ella en el bordado. C om o diosa p ro tectora de la polis, y am ante de las tareas artesanas, recibe cada año en hom enaje de toda Atenas el peplos bordado por las jóvenes de la ciudad. En la disputa con Poseidón p o r el patronazgo de Atenas, el dios del tridente hizo brotar una fuente y Atenea introdujo el olivo. O btuvo así el triunfo sobre su tío. En la Acrópolis re verdecía el olivo em blem ático, que rebrotó tras la derro ta de los persas. El árbol es un regalo de la diosa y representa bien algunos aspectos de la m ism a. Civilizado, con su follaje claro y sus frutos laboriosos de m últiple utilidad y uso, el vetusto olivo m ed iterráneo es, con la lechuza, u n o de los sím bolos del Ática, noble y austera. Atenea se m antiene virgen, y recibe culto com o parificaos. Es una doncella que no conoce am oríos ni tentaciones sexua-
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les. Cuando, apenas nacida, el dios I lefesto se prendó de ella y quiso hacerla su esposa, lo rechazó de plano. Persiguiéndo la, el d ios dejó caer sobre su muslo unas gotas de semen que Atenea arrojó a tierra. Y de ellas nació Rrectco-Krictomo («el m uy terrestre»), a m edias con figura hum ana y Λmedias sier pe» com o vástago de la T ierra M adre. Por su origen clónico lírecteo, p rim e r rey de Atenas, presenta ese aspecto m ons tru o so , en su nacim iento. Fue Atenea quien cogió al recién nacido y lo alzó en sus brazos, com o adoptándolo, más como un padre que com o una m adre. Lo confió luego a las hijas de Clécrope, que luego se asustaron de su aspecto y se suicidaron arrojándose al abism o desde la A crópolis101. Sus fiestas principales eran las Panateneas, en las que en solem ne cortejo los atenienses acudían al tem plo de la Acró polis a testim o n iar su devoción. M ás tarde la diosa de la inteligencia fue considerada una valedora de la cultura ilus trad a de la brillante ciudad, m etrópolis de las artes y la filo sofía ,02.
5. A p o lo 103 Apolo es una figura de extraño origen. Su nom bre no apare ce en las tablillas micénicas, y su etim ología es oscura. Pro bablem ente se introdujo en el panteón helénico a m ediados del segundo milenio, viniendo de Asia Menor. Kra acaso en su origen un dios de los rebaños. Todavía en el Himno hom é rico a Hermes se m enciona que poseía una m anada de bovi nos (com o la que tenía Helios, según la Odisea)· No deja de ser paradójico que este dios, que p o r su aspecto grácil y se reno parece en carn ar el ideal griego de la pureza y la perfec ción juvenil, fuera de origen oriental, un asiático adoptado y ex traordinariam ente bien adaptado. Hs hijo de Zeus y de Leto, que lo dio a luz jun to a su her m ana À rtem is en la isla de Délos, una isla santa desde quo SO
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U. m i U B A S Y M O T IV O S
ofreció com o asilo pura ese p arto de la am ada de Z eus, a la que p erseguían los rencores de Mera. Allí, pues, ju n to a la palm era sagrada, nacieron los dos dioses: Apolo y Artemis. Lum inosos, resplandecientem ente rubios, ágiles y m o n ta ra ces, co m parten la afición al arco y las flechas. A unque Apolo no es, a diferencia de Á rtem is, un dios cazador. Sus flechas causan la enferm edad (com o se destaca en el ca n to I de la Ilíada) cuando él hiere de lejos con lin o perfecto, com o He~ kaergos, b landiendo su lum inoso arco de plata. HI arco es un sím bolo de su poder distante, pero certero, silencioso. F.ntre sus epítetos destacan los de Lykeios (de Lykos, ‘lobo’ - o acaso ‘de Licia’- ) y Phoibos (Febo, «el b rillante»). F.n la Ilíada se le invoca com o Sm intheus: «Ratonero», tal vez por que protegía de las plagas de ratones. Hs tam bién Paidn (p ro bablem ente «curador»; el nom bre de Paiwon sí eslá en las ta blillas y quizás fue antes un dios d istin to que A polo se asim iló), y a él se dedicaba el pean o canto de victoria. Apolo es un dios que cam ina a grandes zancadas y se ap a rece en lugares diversos. Es el p atrón de las colonizaciones a lo largo del M editerráneo. Desde su santuario de Delfos, en los repliegues del Parnaso, el dios ofrece su bendición a las e m presas audaces de los navegantes y colonos que van a fundar nuevas ciudades. Ks el dios de la profecía, el p atró n d e las a r tes, el caudillo de las Musas. Si Délos es el lugar venerado com o su cuna, isla santa en el centro del m ar Kgeo, su san tu ario m ás fam oso es el d e Delíbs, el om bligo del m undo, según la antigua creencia. Desde allí se difunde el enorm e prestigio d e sú s oráculos, revelados p o r la Pitia, ia pitonisa que, sentada sobre el tríp o d e , tra n s m ite las indicaciones del dios. A veces am biguo y en ig m áti co, Apolo es Loxias, el «torcido», porque su saber es p ro fu n do y su expresión recelosa. I lay o tro s grandes san tu ario s de Apolo, com o Claros y Éfeso en la costa jonia. Pero, sin duda, n in g u n o ha log rad o el esplendor y la perd u rab le fam a de Delfos (Pythó) com o sede oracular, centro de veneración
7. LOS D O C t UJOSilS
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panhelénico. Allí se elevaba el gran tem plo del dios, conm e m o ran d o su victoria sobre el m onstruo local, una gigantesca d rag o n a que g uardaba el lugar. Apolo m ató a esta gigantes ca sierpe y se apro p ió el oráculo, que perteneció antes a la T ierra (Ge)» Allí se celebraban en su h o n o r los fam osos Jue gos P ítico s101. El clero que rod eab a el culto estaba co n stitu id o p o r un cuidadoso grupo de sacerdotes, que envolvía a la Pitia, única voz que recogía los m ensajes y respuestas del sabio dios. Y allí, en D elfos, se rendía tam bién culto a D ioniso duran te unos meses, cuando Apolo se encontraba de viaje por el N or te, visitando a los piadosos H iperbóreos. Allí estaba la fam o sa fuente C astalia, y por las cercanías del P arnaso corretea b an las M usas en alegre cortejo, prestas a las órd en es del M usageta («conductor de M usas») Apolo, m aestro de la lira y d irecto r de las danzas. Apolo es padre de algunos héroes y adivinos, com o el fa m oso M opso. Entre sus num erosos lances de am or no faltan los fracasos o los am ores desdichados, tan to en sus tratos con ninfas com o con m ujeres. Persiguió en vano a la ninfa D afne, que prefirió transform arse en laurel a unirse al dios. Tam bién la doncella Castalia prefirió arrojarse desde las al tu ras a la fuente que lleva su nom bre, para escapar del acoso del dios. C asandra, a quien había concedido videncia profética, eligió perm anecer doncella. M arpesa prefirió a un m o r tal, Idas, y C orónide, encinta ya de sus en cu en tro s con el dios, le traicio n ó con o tro hum ano, el arcadio Isquis. (Por ello el dios la m ató, y luego extrajo de su vientre, ya en la pira fu n eraria, a su hijo Asclepio.) A su am ado Jacinto lo m ató accidentalm ente, al golpearle en la nunca con el disco en un entrenam iento atlético. El dios es terrib le en sus venganzas y en su cólera. Junto con su herm ana A rtem is acabó con los gigantes O to y Efialtes, que habían querido forzar a H era, y con Ticio, que inten tó violar a Leto. Con certeras saetas, en com pañía de su her-
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(I. FH'.UMAS Y M O T IV O S
m ana, aniquiló a los hijos de Níobe, que se había jactado de ser una m adre m ás dichosa que Lelo p o r el nú m ero de sus hijos. Despellejó al sátiro Marsias que se atrevió a com petir con él en un reto musical, la flauta contra la lira, y puso o re jas de asno a M idas, p o r preferir la flauta de Pan a la lira ap o línea. C uando Zeus fulm inó a su hijo Asclepio, culpable de haber resucitado a un m uerto, se vengó m atando a los Cíclo pes, que habían forjado el arm a divina, y tuvo que expiar su crim en sirviendo com o esclavo a Adm eto, rey de Peras, en Tesalia, purificándose luego del crim en, lis tam bién un dios purificador, y en su h onor se celebran fiestas y festivales en num erosas ciudades (p o r ejem plo las C arneas en Lacedeinonia). Febo, dios de la luz, fue adorado com o dios solar, aunque en tiem pos prim ero era I Ici ios quien tenía tal dom inio. Su fraternal antagonism o con D ioniso está cargado de a m b i güedad. Lo apolíneo se enfrenta a lo dionisíaco en una op o sición polar un tanto abstracta» p o r encim a de las relaciones m íticas entre los dos herm anos. Fue, com o es bien sabido, F. Nietzsche quien destacó esa confrontación que resulta tan productiva para explicar ciertas tensiones de la civilización griega, y luego otros estudiosos han insistido en ella (por ejemplo, II. Fraenkel, K. Reinhardt, B. Vickers, etc.). Frente al frenesí dionisíaco, Apolo representa la serenidad, la clari dad, la distancia de lo patético, que parece ser un trazo ca racterístico de la divinidad del período clásico. Pero el dios de las purificaciones 110 deja de ofrecer algunas im ágenes de violencia y venganza sangrienta, com o M. D etienne ha se ñalado. lin la ¡liada Apolo está de parte de los troyanos, aunque se niega a com batir con su tío Poséidon a causa de los m ortales. Interviene en la m uerte de Patroclo, d eten ien d o su avance triunfal. Hay en su figura de efebosonriente una cierta frialdad, y en su belleza juvenil late un aplom o sereno que invita a m an-
7, t.OMXKIi·. l>IO>hS
tenor el respeto y la distancia. Es el protector de la sabiduría tradicional y de la civilización m arcada por un talante racional y las m áxim as de la m oderación. En su tem plo de Delfos estaban grabadas las sentencias de los Siete Sabios: «Conóce le a ti mismo»» «nada en demasía», «lo m ejor es la medida». Es el dios de la sophrosyne> esa co rd u ra tan preciada y tan difícil. Com o dice W. O tto: el c a rá c te r d io n is ía c o q u ie re el éxtasis; p o r lo ta n to p ro x im id a d ; el a p o lín e o , en c a m b io , c la rid a d y fo rm a , en c o n se c u e n c ia d istan c ia . E sta p a la b ra c o n tie n e u n e le m e n to n eg a tiv o , d e trá s d el cual e stá lo p o sitiv o : la a c titu d d el c o n o c e d o r.
Apolo recha/a lo demasiado cercano, el apocamiento en los ob jetos, la mirada desfalleciente, y también la unión anímica, la em briaguez mística y el sueno extático. No quiere al alma, sino al espí· rilo. Quiere decir: libertad de l.i proximidad con su pesadez, abulia y estrechez, para lograr noble distancia y mirada amplia,05.
6. A r te m is " *
Nacida en Délos, en el famoso parto de Leto, com parte con su herm ano Apolo algunas características. Se parece a él en su aspecto, com o ágil y esbelta diosa rubia, de larga cabellera, cazadora arm ada de un espléndido arco, m ontaraz. La hija de Zeus y Leto es una joven siem pre virgen,parthenos invio lada e inviolable» que m antiene su doncellez com o un privi legio otorgado por su padre. No es la virginidad guerrera de Atenea, hostil y ajena al sexo y sus placeres, sino una donce llez exultante y agreste, eróticam ente atractiva, la que carac teriza a la joven Ártemis. C om o divinidad casta, es protectora de las m uchachas en la p u b ertad y en algunos lances decisivos de su vida. De ahí que se la invoque en las cerem onias de la b oda y tam bién en los partos, para que acuda en favor de la joven esposa o pró-
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II. H t iU k A S Y M O T IV O S
xim a m adre. Tam bién castiga las ofensas a la castidad seve ram ente. Desde sus com ienzos es la «señora de los anim ales salva jes», pólnia theróu. Avanza p o r los bosques y lugares agres tes con su cortejo de ninfas, en un rau d o carro tira d o por cuatro ciervos, y en su tropel festivo figuran fieras. Jabalíes, osos y leones. Sus venganzas son temibles. C ontra Hneo e n vió al fam oso jabalí de C alidcn, una devastadora bestia, para cuya cacería se m ovilizó un renom brado pelotón de jó venes héroes, en una aventura épica. Por la ofensa com etida por A gam enón (al cazar una liebre en su santuario) exigió el sacrificio de la hija del rey, ingenia. Λ flechazos m ató a Ticio, que se atrevió a acosar a su m a dre, Leto; y a O rion y a Oto, otros dos gigantes, que preten dieron v io la ra la m ism a Artemis. Y m etam orfoseóen cier vo a A cteón, el cazador que rivalizó con ella (y que la espió en su bario en el bosque). Y, junto a su herm ano Apolo, casti gó con la m uerte a los hijos de Níobe, asaeteando Apolo a los m uchachos y A rtem is a las muchachas. Tam bién sus (lechas pueden causar enferm edades terribles. C om o señala el H im no de Calim aco, en m uchos lugares había san tuarios y tem plos de \x diosa. Pero el m ás fam oso era el g ran tem plo de F.feso, que fue repetidam ente d estru i do, una de las maravillas del m undo antiguo p o r su esplen dor. Allí A rtem is-D iana era venerada com o G ran Diosa con aspectos sem ejantes a algunas diosas orientales ligadas a la fertilidad natural, com o Pótnitt Theron. O tro santuario im p o rtan te era el de b ra u ró n , en el Ática, donde un g rupo de m uchachas celebraba a la diosa, con un ritual peculiar, dis frazadas de oso, sustituyendo ritualm ente a una osa que los jóvenes del Ática habían m atado en una ocasión. En los dioses del O lim po hom érico, Á rtem is no destaca p or su poder. Kn la Ufada (XXI, 470 y ss.) Hera la riñe com o una d u ra m adrastra a una adolescente traviesa y corre a ser consolada p o r Zeus. Hn la Odisea (VI, 102 y ss.) en un bri-
7, ΙΟ Μ Η Κ ,Ι-.Ρ ΙΟ Μ ,Ν
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liante símil la evoca el poeta al co m p arara la princesa N ausi caa con la divina cazadora quo recorro ágil los montos (como el Taigeto o ol Krimanto). Kstá un tanto al m argen del m undo de las cortes y de las hatal las épicas. Su dom inio es el m onte y los espacios salvajes, al margen de la civilización. Allí triunfa con sus ninfas y com pañeras de juegos agrestes, y allí recibe el culto y la devoción de cam aradas de caza, com o los del casto H ipólito (H ipólito de Irecén, al que el rencor de A fro d ita lleva a una trágica m uerte. La diosa A rtem is, con una actitud significativa, no acude a salvara sti fiel, pero se venga m atando luego, m ediante un feroz jabalí, a Adonis, el favori to de A frodita). También» com o Apolo, asum e el halo resplandeciente de otras divinidades. Así com o Apolo se asimila a 1lelios, com o dios solar, A rtem is, D iana, la refulgente Luna, adquiere el fulgor de antigua Selene. N octurna y selvática, es una divi nidad de los pasos difíciles, y de los espacios deshabitados y escarpados. Preside algunascerem onias de ritos de pasaje de m uchachas, y en su honor se celebran algunos cultos con de rra m am ien to de sangre. (Así, p o r ejem plo, los ritos de los tauros evocados por luirípidss en Ifigenia entre los TaurosIW.)
7. Afrodita™ A frodita, la diosa del am or, es una divinidad cuyo nom bre no aparece en las tablillas micénicas. Los m ism os griegos eran conscientes de su origen oriental. Según H eródoto (1 ,105), su culto original se encontraba en Fenicia» en el sun tuario de Ascalón, de donde los fenicios lo habrían llevado hasta Citera y Pafos, en Chipre, según atestiguaban los m is m os chipriotas. Desde la época de H om ero y Hesíodo lleva los sobrenom bres de C ipria (Kypris), y «nacida en Chipre» (Kyprogéneia), recordando esa procedencia. Según la Teogo nia de H esíodo, la diosa surgió recién nacida de las olas ma-
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riñas ante la isla de Citera y luego llegó a su santuario fam o so en Palos de Chipre. Es un tipo de divinidad muy próxim a a la diosa del am or y la fertilidad que encontram os en Babilonia, en Fenicia y en otros pueblos asiáticos. La A frodita U rania tiene un paralelo en la «diosa del cielo» oriental, en Istar y A slarté. Pero se ha helenizado pronto. En lugar de hullosa desnuda o guerrera, aparece desde el siglo vni a.C. totalm ente ad ap tad a a la m oda griega, con un largo peplo y áureas joyas y un trono de vivos colores. Deslaca por su espléndida belleza, sus gracias y encantos. La acom pañan las C árites, y el deseo am oroso (Uros) y el anhelo del ser am ado (¡-¡(meros). Según la versión de I lom ero (litada, V, 312 y 370), es hija de Zeus y de Dione. Pero su genealogía más genuina, la que da 1lesíodo (en Teogonia, 188-206), la hace nacer del sem en de U rano arrojado a las aguas m arinas. C uando C rono el astuto casi ró a U rano que descendía am oroso sobre Cíen, sus geni tales cayeron al mar, y de esa espum a m arina surgió A frodi ta. Su nom bre, según una etim ología popular, aludiría a esa espum a (aphros) de la que había nacido la bella diosa. C am i n ando entre la espum a llegó la diosa a la isla de Citera y lue go a C h ip re,n9. Según esta versión, A frodita es anterior a los olím picos, ha nacido del im pulso genesíaco del Cielo (U ra no) en co njunción con las aguas. Es un im pulso cósm ico y una fuerza natural prim igenia, una divinidad que se reviste d e una m agnífica figura de joven doncella, y su grácil ap a riencia se rodea de una singular fascinación. A su paso flo rece la tierra, y con ella van Eros e I lim eros, personificados luego com o sus hijos, sobre todo el prim ero. Son los genios del im pulso am oroso que reflejan los encantos de la diosa. (A unque Eros cobra pronto una notable autonom ía y aun li b ertad 110; en I lesíodo representa un im pulso divino que está en ios p rim eros orígenes del m undo; y en cierlos relatos y desarrollos del m ito puede incluso, diosecillo travieso, h erir con sus (lechas a su m ism a m adre.)
7. i.os ικΗ ΐ. D iosas
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A frodita en carn a el im pulso erótico y tam bién el placer del sexo y del trato sexual; sim boliza la fuerza de la pasión y el deleite del am or, el atractivo de la belleza y el hechizo de su posesión, lis suave y seductora p o r excelencia, la acom pañan las Gracias (CharitenJyUx irresistible Persuasión (Peilhó). Es la diosa «am iga de las sonrisas» (philorntneidés), de las flores y de los jardines» resplandeciente con su corona y sus colla res de oro, «la áurea Afrodita», que extiende su benéfico po d er sobre todas las criatu ras, invitándolas a em parejarse y realizar las gratas tareas que están bajo su am paro. No es, aunque tenga algún hijo al que protege, com o el héroe lineas, una diosa m adre, ni tam poco una diosa del m atrim onio, que am para la venerable I lera. Según la versión m ás extendida del mito, está casada con el dios Hefesto, el cojo y astuto herrero, el servicial patrón de artesanos y joyeros (tal vez de ahí la conexión con Afrodita). Pero le engaña con Ares, el ru d o guerrero. En el canto X VIII de la ¡liada se cuenta cóm o el avisado esposo capturó a am bos am antes en el lecho con una m ágica red y los expuso a las m iradas y risas de los otros dioses. (Una versión paródica de un antiguo hierbsgdm os entre la diosa bella y el Señor de la guerra.) En ’lebas se contaba el m ito de las bodas de am bos, y de esa unión había nacido l (arm onía, que los dioses otorgaron com o esposa a C adm o, el fu n d ad o r de la ciudad b e o d a . H arm o n ía evoca en su nom bre el acorde o ajuste perfecto entre la diosa del am or y el dios de la guerra. Sólo Atenea, A rtem is y H estia, en tre los dioses, se sus traen al p o d er de A frodita. I Iasta el m ism o Zeus se deja cau tivar p o r el hechizo am oroso. En el famoso episodio del ju i cio de Paris, el príncipe troyano elegido com o árbitro entre las tres diosas: Mera, Atenea y A frodita, concede la m anzana de oro com o prem io a la m ás bella a la diosa del am or, fista a cam bio le concederá a Helena, la m ás bella m ujer de Grecia. I,o que será el m otivo de la larga g u erra en to rn o a Troya. G. Dumézil ha glosado este episodio com entando que cada
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diosa représenla a un a función social: H era la so b eran ía, Atenea la g uerrera y A frodita la productiva. 1.a elección de Paris es significativa: pretiere la belleza y la abundancia pla centera a los prestigios basados en el p o d e r regio y en la fuerza de las a m ia s 111. I.a m anzana, objeto cargado de sim bolism o erótico, es un fruto asociado a la diosa, com o tam bién la palom a, ave em blem ática de la suavidad del am or. Kn los altares de A frodita se quem a incienso y se le sacrifican palom as, com o a la diosa fenicia Astarlé. Kn Troya está a favor de los asediados. Por varios m otivos: su origen asiático, su agradecim iento a Paris y su relación con alguno de los príncipes de la ciudad. Ks la m adre de lincas, nacido de su unión con A nquises, un fam oso encuentro n a rra d o en el H im no hom érico a A fro d ita 11*. Tuvo lugar en el m onte Ida, d o nde A frodita hereda ciertos rasgos de la diosa Irigia Cibeles, una diosa d éla m ontaña y de los anim ales sal vajes, uncidos a su cortejo triunfal. De igual m odo la A fro dita venerada en el tem plo de Afrodisias en Caria parece h a b er suplantado a la G ran Diosa de Asia Menor. Kn el tem plo de A frodita en C orinto se practicaba la pros titu ció n sagrada (com o en los tem plos asiáticos de Istar y A starté). Kn un fragm ento de P índaro ( 122), el poeta alude a las hierdodulas que ofrecían allí su am or venal: Vosotras, doncellas hospitalarias, servidoras de Persuasión ¡Peithó} en la opulenta Corinto, que encendéis las rojizas lágrimas del incienso y celebráis a la celeste Afrodita, madre de los dioses amo rosos. Hila os hace recalar inocentemente el placer de la fina flor en almohadas deleitosa*. Donde manda ia necesidad todo está bien. Las fiestas de Afrodita estaban ligadas a la sensualidad y a las flores y los perfumes, expresión de los goces naturales de la vida. La am able dicsa de los jardines recibía culto en ias fies tas en recuerdo de su am ado Adonis, y las lam entaciones ri tuales po r la triste m uerte del favorito de la diosa estaban ro-
7. I.OS P O O . DIOSAS
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cicadas de to d o un cerem onial singular. Frente a las Tcsmoforias en h o n o r de D em éter, las A donias eran tiestas igual m ente de mujeres; pero a la fem inidad hogareña y m aternal celebrada en unas fiestas se contraponía la sensualidad eró tica no m enos fem enina de las otras. Las unas para las m uje res casad as y al servicio de la m a tern id ad y el m atrim onio bien regulado, am p arad o p o r 1lera y D em itor, y las otras para las heteras y las am antes, entre los arom as penetrantes y las llores m ás efím eras de los jardines del placer n\ A frodita recibía culto en unos círculos singulares, en los que la diosa era invocada con afectuosa veneración y una am able fam iliaridad, en una atm ósfera esencialm ente feme nin a y privada. Ks el tip o de religiosidad que conocem os por los fragm entos de los poem as de Safo de Lesbos. Allí la po e tisa se dirige a la diosa invocándola repetidam ente, con una personal devoción. La invita a venir en su auxilio, a favore cer sus am ores, atrayendo ap asionadam ente a su am ada, o bien a p a rtic ip a re n la fiesta n o ctu rn a en un bostjuecillo de m anzanos. «Afrodita, la del trono pintado, tejedora de enga ños»... «sé tú aliada de com bate...»11‘. A frodita es, com o los o tro s dioses griegos, despiadada y rigurosa en castigar a los que desdeñan su poder. Así destro za la vida de H ipólito, el casto seguidor de Á rtcm it, y no va cila p ara ello en u tiliza ra la apasionada Fcdra. O torga ta m bién su favor a algunos héroes, com o a Jasón, haciendo que Medea se enam ore de él, y a Teseo, inspirando am or a A riad na. Kn la pasión se revela el g ran p o d er de la diosa, tan ex tendido en toda la naturaleza com o intenso en sus em bates; com o cósm ico anhelo celebra ese p o d er de Venus el latino Lucrecio al com ienzo de su poem a Sóbrela naturaleza de las cosas ( ï,2 3 y s s .). La figura de la diosa desnuda, tal com o aparece en alg u nas representaciones asiáticas de la diosa del am or, fue susti tuida en Grecia por la de la herm osa y esbelta diosa ataviada con el largo peplo, coronada, y con brillantes collares y ador-
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nos. Pero la estatua que Praxilcles esculpió para el santuario de C nido representó d e nuevo a la diosa en su total desnudez e im puso el m odelo de la A frodita desnuda de la época hele nística y rom ana, En Roma el culto a Eneas y la devoción de la familia Julia a Venus, m adre del héroe fu n d ad o r de la ciu d ad , y de quien desciende Julo y su fam ilia, realzó el p resti gio de la divina am ante del troyano A nquises. D esde la época helenística Eros aparece acom pañando a la diosa en form a de niño alado y travieso. Ya en época clásica la diosa se presenta acom p añada p o r jóvenes alados (Eros e H ím eros, o Eróles, «am ores»), genios que sim bolizan su a n cho p o d er de seducción. «Pero A frodita es única. Se d istin gue claram ente d e Bros a quien el m ito llam a su hijo. Este dios desem peña u n papel im p o rtan te en las especulaciones cosm ogónicas, pero uno bien d im inuto en el culto. No ap a rece en H ornero, ausencia significativa e im portante. Es el es p íritu divino del anhelo y de la fuerza de engendrar. Pero el m u n d o de A frodita es de o tra categoría, m ás am plia y m ás rica. La idea del carácter y po d er divino 110 em ana (com o en Bros, véase P latón, Banquete, 204c) del sujeto que anhela, sino del que es am ado. A frodita no es la am ante; es la h e rm o su ra y la gracia so n rien te que arrebata. Lo p rim e ro no es el afán de apresar, .sitio el encanto que lleva poco a poco a las d e licias de la unión. El secreto de la unidad del m undo de Afro d ita consiste en que en la atracción 110 actúa un po d er dem o níaco p o r el cual un insensible agarra su presa, Lo fascinante quiere entregarse a sí m ism o, lo delicioso se inclina hacia lo em ocionado con la sinceridad sentim ental que lo hace tanto más irresistible. Ésa es la significación de C aris que sirv ién dola acom paña a A frodita, chdris es algo m ás que la conquis tadora que tom a posesión de otros sin entregarse a sí m ism a. Su du lzu ra es al m ism o tiem po susceptibilidad y eco, “am a bilidad” en el sentido de favor y de voluntad de ont regarse. La palabra d u íris significa tam bién g ratitu d y directam en te el consentim iento de lo q u e desea el am ante» ( W. R O lio).
7. I O S I X 'C K DIONI S
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La distin ció n que Platón recoge en el Banquete entre dos A froditas: u n a Urania o Celeste y o tra Pandemos o popular puede ser el eco de una fórm ula m ás antigua. La A frodita ce leste está relacionada con la diosa del am or orienta! que re cibe ju stam en te ese epíteto (p o r ejem plo Istar o Astarté). Al m ism o tiempo, Urania puede evocar su procedencia de Urano, com o un a divinidad prim igenia, an terio r al m ism o Zeus. La calificación d e Pandem os recoge el aspecto universal de la pasión y del erotism o en sí, y alberga esos aspectos popula res de la diosa que no distingue rangos ni barreras sociales; a la que sirven las prostitutas y que favorece el placer sexual de to d o lipo; td nphrodísia, son los tratos sexuales sin más, «las obras de Afrodita». En la iconografía hay alguna representación de una Afro* dita an d ró g in a, con barba, y alguna vez se m enciona a Afrodito, lo que tal vez será una reliquia de cultos antiguos, con precedentes orientales.
8. //t r m e s 115 Mermes es, sin du d a, un d ios m uy antig u o , integrado en ia fam ilia olím pica com o hijo de Zeus y do la ninfa Maya, que lo dio a luz en el m onte d eC ilene en A rcadia. Su nom bre está relacionado con h erm a, el m o n tó n de p iedras que sirve de linde o qu e m arca un cruce de cam inos. (Jom o li-nm -a ap a rece ya en las tablillas m icénicas. Se trata, pues, de un dios de los cam inos, peregrino y ligero, m ontaraz y astuto en el tra to, d o ta d o de una sin g u lar habilidad para el engaño y el robo, un trickster divino. En A rcadia lleva el sobrenom bre de Nómios, «guardador del rebaño». Es an tig u a su im agen com o «pastor», con una oveja bajo el brazo o so b re los hom bros. C om o divinidad pastoril no sólo protege el ganado, sino que fom enta su fe cu n d id ad . Es tam bién el p ad re del dios Pan, el caprípedo
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II. H til'B A s Y MO'UVOS
d io s agreste, am igo de los faunos y sátiros, perseguidor ale gre do las ninfas y to cad o r del rústico caram illo. (Pan incor pora ciertas facetas do l le rm ese n su aspecto arcádico.) Pero sil representación m ás n o rm al es la del m o n tó n de pied ras, cu to rn o a un m ojón p étreo o un palo enhiesto, o bien una piedra cu ad rad a decorada con un falo erecto y co ro n ad a con el bu sto del d ios barbado. Un sím b o lo a p o tro paico, y u n bu sto -el único usual en la época a n tig u a - del dios, que protege y d enota un espacio, que suele erguirse en las en crucijadas o ante una casa, propiciando su benevolen cia. Es el d ios d e la ganancia inesp erad a, que se llanta hermaioti, «don de H erm e s» . Se le figura com o a un venerable dios barb ad o en la época arcaica y en la clásica, pero tam bién com o a un joven esbelto y ágil. Lleva unas sandalias aladas, un go rro de viaje (el pdfli sos de alas anchas, que protege al cam inante del sol y las llu vias), y en la m an o em p u ñ a el bastón del m ensajero, el kerykeiott o caduceo, que tam bién es varita mágica. Ya en H om ero H erm es figura com o el m ensajero d e los dioses. Kn la ¡Hmia va disfrazado a acom pañar a P ríam o has ta la tien d a de A quiles, p ara que el rey tro y an o logre llegar sano y salvo y rescatar el cadáver de H éctor. En la Odisea acude a la isla d e Circe para ofrecer a Ulises la planta tnoly, q u e le pro tegerá de los hechizos de la m aga, y m ás la rd e se p resentará en la de C alipso p ara tran sm itirle la orden de los dioses de que deje p a rtir de regreso al héroe. Y en el últim o can to de la Odisea a c o m p a ñ ará a las alm as d e los p re te n dientes m u ertos hacia el 1lados. M ensajero d e los dioses, e n cargado de m isiones difíciles en rem otos parajes, es tam bién psychopompós, guía de laspsychaf de los difuntos en su pere g rin aje al 1lades. Kn algunas representaciones se ve a Mer m es esco ltan d o al d ifu n to h asta la barca do C aronte, en el um bral del I lados o en la orilla del Aqueronte. M ermes, capaz de fra n q u e a r to d o s los cam in o s, raudo viajero, se ñ o r de las encrucijadas, es un hábil em baucador.
7. J.OS ΙΗ Κ , ϊ 1>|0í) I¿
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Su do m in io linda con la magia. Su caduceo, en el que se c r u zan, en form a de ocho, d o s serpientes, $ un cetro m ágico -c o n claros precedentes o rien tales- con el que puede a d o r m ecer y desvelar a cualquiera. Con él logró d o rm ir al gigan te A rgos, al que H era había apostado ju n to a lo para im pedir qu e Zeus se le acercara. Pero H erm es logró que al vigilante Argos le d o m in a ra el sueño, y en cuanto cerró el m onstruo sus n um erosos ojos, el taim ad o I ierm es lo degolló, dejando expedito el cam ino a los am ores de Zeus. El m ito se relacio na con el sobrenom bre m ás habitual del dios, Argeiphotites, «el m a tad o r de Argos». La habilidad extrem a y la rápida astucia que caracterizan al d io s están m uy bien reflejadas en el m ito sobre su naci m iento y prim eras hazañas, tal com o las cuenta el Himno ho mérico. N acido al alba, al m ediodía tocaba la lira recién in ventada sobre una concha de to rtu g a y al atard ecer robó el g anado b o vino d e Apolo, llevándose las vacas arteram ente desde Tesalia hasta Olim pia. C u an d o Apolo, irritado, logró d a r con el bribón, IIerm es logró que depusiera su furia, y ganó su am istad obsequián dole la lira. El dios arq u ero no pud o p o r m enos de sonreír ante las argucias y zalam erías del picaro recién nacido, y le dio sus vacas. I Ierm es era considerado tam bién como inven to r del sacrificio -en ho n o r de los doce d ioses- y de la técnica del fuego (en com petencia con Prom eteo). No es Hermes un dios pendenciero ni belicoso; su arte es la m arrullería y una cierta capacidad de seducción, con sus trucos, sus palabras y sus gestos am ables. Se lleva m uy bien con su herm ano Apo lo, y tam bién con A frodita «tejedora de engaños». No sólo se le atribuye el invento de la lira, sino tam bién el d é la flauta, instrum ento pastoril de m úsica cam pesina. Mer mes g usta d e esos aires y tonadas rústicas, y su hijo Pan ha heredado esa afición a las flautas d e caña. (lo m o d ijim os, es el d io s d e los m ensajes, y favorece los p actos. Los h era ld o s están bajo su p rotección. Y tam bién
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It. HUUKAJ. Y M O T IV O S
los interpretes. ¡lerntenetíscs el nom bre del interprete y her· meneía es «interpretación». Por sus habilidades no es nada raro que fuera el dios de los ladrones -fu rtiv o s y raudos com o é l- y tam bién de los co m erciantes. (A unque el M ercurio rom ano estará aún m ás caracterizado com o divinidad del com ercio que el H erm es griego.) P roporciona la ganancia inesperada, y con la astu cia propicia el b o tín del trato com ercial. F.s un dios popular, no aristocrático. Praxiteles lo esculpió com o dios joven, un adolescente de espléndida belleza. Its tam bién un d ios de los gim nasios y palestras, afable, sonriente, que prom ete éxitos y ganancias. Por to d o eso d eb ían venerarlo los adolescentes, en el paso arriesgado de la juventud. E ntre sus descendientes, adem ás de a Pan, m encionem os al am biguo H erm afro d ito , al astuto Autólico, en tre otros muchos.
9. A res1ΙΛ Ares es el dios d e la guerra, que personifica el furor bélico. Su m ism o nom bre se em plea com o sinónim o de éste: «res es furia g uerrera y ardor com bativo. Se trata de una divinidad antigua. (Ya en las tablillas en Lineal B aparece atestiguado su nom bre. Y tam bién el de Enialio, epíteto suyo, pero que tal vez en época prim itiva fue un dios d istin to y parecido.) Es hijo legítim o d e Zeus y Hera. Pero 110 goza del afecto de su padre, según I lom ero. El Zeus de la ¡liada (vv. 890-891 ) le reprende: «Para m í tú eres el m ás odio so de los dioses que habitan el O lim po, pues siem pre a tu ánim o le Son gratos la discordia, las gu erras y los combates». Los griegos situaban su origen en la Tracia, salvaje y b á r bara. Se co n trapone a Atenea, que representa la inteligencia y táctica g u erreras. En la litada Atenea lo d errib a, de un
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buen golpe de roca, y el héroe D iom edes, ayudado por Ate nea, le asesta un lanzazo en el vientre del que brota la sangre. Le acom pañan sus hijos: D am o s y Phobos, «Espanto» y «Te rror». La grácil V ictoria, N ike, no está bajo sus órdenes. El dios bravucón sale mal parado en H om ero. Son terribles sus gritos y sus furias, pero Atenea es, por su inteligencia, m u cho m ás eficaz en lodo. Por alguna alusión sabem os de un episodio m ítico curio so: los gigantes O to y Efialtes encerraron a Ares en una jaula de hierro, y tuvo que rescatarlo el astu to I lerm es a los once meses. Tiene num erosos vastagos; p ero los m ás fam osos fueron el feroz Cieno, que intentaba co n stru ir un tem plo con cráneos h um anos, y al que m ató H eracles en pelea (y Ares que acudió a vengarlo resultó herido por el héroe tebano); el d rag ó n de la com arca de le b a s, al que m ató C adm o para fu n d ar la ciudad, y de cuyos dientes sem brados surgieron los belicosos E spartos, p rim eros h abitantes de la m ism a, descendientes de Ares, por lo tanto; I Iarm onía, hija de A fro d ita y esposa de C adm o; y las A m azonas, doncellas gue rreras. En el conflicto de Troya Ares está de p a rte de los troyanos. Se encoleriza al saber la m uerte de su hijo Ascálafo en el com bate y ansia to m ar terrib le venganza (//. vv. 110 y ss.). Tam bién la am azona Pentesilea, a la que da m uerte Aquiles, es hija suya. A unque estaba considerado com o u n dios poderoso, no tenia m uchos lugares de culto. Sus desdichas eran una m ues tra de los daños y heridas de la b ru talid ad g u e rre ra 117. Por o tro lado .sus am oríos con A frodita están tratados un tanto en b ro m a en la Odisea. En el arte helenístico se encuentra tam bién el tema: el dios de la guerra depone sus arm as para hacer el am o r y la diosa bella usa com o espejo el reluciente escudo del guerrero en reposo.
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II. lIliü R A N Y M in iV O S
10. HefestoUii
Hefesto es el dios de la fragua y cl fuego artesano. Trabaja m oldeando los m etales, fabrica espléndidas arm as de b ro n ce, pero tam bién o tro s objetos con su arte m aravilloso. Es el patrón de la m etalurgia y los artesanos que a ella se dedican. Es una p ersonalidad un tanto extraña, p o r sus hábitos y su figura, d entro de la familia olímpica. P robablem ente es una divinidad prehelénica, cuyo san tu a rio central estaba en la isla de Lem nos y cuyo culto se ha ex tendido progresivam ente. Tam bién hay dioses h erreros en m itologías orientales (entre los hetitas y los fenicios). Y no es ex trao rd in aria la vinculación entre el tem plo o el p a lacio y el taller del broncista d o n d e se fabrican los in s tru m entos metálicos. (Así, por ejemplo, en Chipre lo en co n tra m os en Pafos y en C ition.) Su nom bre está atestiguado en las tablillas m icénicas (si es que A -pu-i-ti-jo en Cnosso debe leerse com o líaphuistios). No tenía m uchos tem plos en G re cia. D espués de Lem nos, que fue conquistada por Atenas en el siglo vi a .C , es A tenas la ciudad don d e se le venera con m ayor relieve, co m o p atró n de arte san o s de los m etales y ceram istas. Kra el padre de K rictonio,el prim er rey de Atenas, nacido del sem en de 1lefesto rechazado por Atenea, engendrado en ia tierra, y luego criad o en la A crópolis. La relación con Ate nea refleja cierto com pañerism o com o dioses de los artesa nos, Tam bién tie n e Ilefesto buenas relaciones con P rom e teo, o tro dios hábil y p ro m o to r de la cultura. En las fiestas A paturias se rin d e culto al dios p o r su vinculación con los orígenes de Atenas. Y tam bién en las Molestias y las Chtükcia («fiestas del bronce»). El g ran tem plo en la colina ju n to al ágora, que se ha conservado en su estructura general, situado enfrente de la A crópolis, se erigió para Hefesto -asociado a Atenea y ancestro de los atenienses en la segunda m itad del siglo V.
7. l O M H H i: í h o s k s
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A unque la versión m ítica norm al lo presenta com o hijo de / e u s y de I lera, según otra es sólo hijo d e la esposa de Zeus quien, irritada con él, se había retirado y habría engendrado al d io s p o r su cuenta, lo m ism o que Zeus h ab ía en g e n d rad o él ap a rte a Atenea. Pero, q u erien d o luego desem barazarse de Hefesto, lo había arrojado desde lo alto y el dios había caí do en I.em nos, rom piéndose una pierna. Eso explicaría su cojera. Según H om ero, sin em bargo, lue Z eus quien lo arro jó desde el cielo, p o r intervenir en las peleas entre el Crónida y su esposa H era en favor de su m adre. O tra versión contaba que Hefesto habría aprisionado a Hera en un sillón con brazos provistos de mágicas ligaduras y luego se habría alejado del Olimpo, siendo necesaria la inter vención de Dioniso, quien tras em briagarlo habría reconducid o a lomos de un asno, acom pañado por cJ cortejo de sátiros, al dios artífice. Y éste habría soltado a su m adre de la trampa. Hs un dios cojo y de andar vacilante. Excita la risa incesan te de los ot ros cuando lo ven brin car a lo largo de la sala para servir en el banquete com o copero, en lugar de Ganim edcs. Ü cuando convoca a otros olím picos a contem plar a su p ro pia esposa atra p ad a en el lecho con A res en una posición com prom etida. I.a cojera y ese an d a r evocan el m ovim iento turb u len to del fuego, y las figuras deform es de otros dioses h errero s (com o los gnom os de la m itología germ ánica). El trabajo de la fragua es apropiado para alguien que no anda dem asiado bien, pero es tam bién hábil pura ligar y desligar, con su talento de artistas, m edio mago. I'abrica objetos p ro digiosos, com o unos trípod es con rued as o unas sirvientas mecánicas, criaturas robóticas, o el escudo de Aquiles, con su prodigiosa decoración, descrita p o r 1lom ero. Su esposa es, según la Odisea, A frodita, Según la ¡lúldii, C aris, personificación divina de la G racia, una esposa e n can tad o ra com o conviene a un dios artista. Presta buenos servicios: ayuda a fabricar a P andora, o a encadenar en el Cáucaso a Prometeo.
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I I . H C ilJ R A S y M O T I V O S
11. D m é t e r xw
Demoler es una divinidad de la tierra cultivada, diosa de los trigales y de los cam pos ro turados y fértiles. D esde antiguo se ha interpretado su nom bre -D m m u er en los dialectos d is tintos del jonio y ático- com o un com puesto: la M adre Tie rra (da equivaldría a ge, en d o rio arcaico, o tal vez en una lengua prehelénica). I.a etim ología es discutible, pero la re lación de la diosa con la tierra fecunda y m aternal está des tacada en sus mitos y ritos. N o es, sin m ás, la Tierra (Gaiti o Cea), sino la productora de frutos y granos bajo el logro ci vilizador de la agricultura. (Jom o Dioniso es el dios del vino, D em éter es esencialm ente la diosa de los cereales, y especial m ente del trigo; pero tam bién de la cebada y otros produc tos de la siem bra y cosecha. Su culto estaba muy extendido, pero tenía especial relieve en Eleusis y en Sicilia. En los fam osos m isterios de Eleusis los iniciados -q u e llegaban en procesión desde A tenas- ha llaban una m istérica revelación sobre los aspectos íntim os del nacim iento y la germ inación natural, y tam bién alguna esperanza sobre el des! ino tras la m uerte. Pero el secreto ha quedado bien guardado. El m ito de D em éter avala el presti gio de su santuario en esta localidad. Y allí fue donde la d io sa obsequió ;il héroe 'Triptolemo la prim era espiga y le ayu d ó a inventar el arado com o in stru m e n to do labranza. Por inspiración de ella com enzó allí la cultu ra del cereal, la de! Irigo y el pan, que caracteriza com o alim ento básico la ali m entación hum ana. D em éter es hija de C ro n o y Rea. H erm ana de Zeus, por tanto, de quien concibió a su hija Kóre («la M uchacha») o Perséfone. Com o relata el H im no homérico a Deméter, (.'ore fue raptada por I lades, su t ío, el poderoso y tenebroso Señor de los m uertos. C uando la joven se disponía a coger en la p radera un brillante narciso, se abrió la tierra ante ella y de la hendidura surgió, enhiesto sobre su cuadriga, el terro rífi
7. IO S 1MM.I DIOSHS
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co 1lades, que arreb a tó a Core y se la llevó a sus m oradas bajo tierra. De lejos oyó I )em éter el grito de la angustiada joven, y co rrió en busca de ella. Pero tío pudo hallar el rastro del raptor. V agabundeó entristecida, inconsolable, m ientras los c a m pos quedaban estériles p o r el dolor de la diosa. Ni florecían las plantas ni brotaban nuevos latios de la tierra yerm a por el pesar de D em éter. A nte la am enaza de la creciente desola ción el m ism o Zeus tuvo que intervenir y envió a I lerm es q u e llevara a I lades la orden del regreso Je Core. Antes de ab andonar el inundo tie las tinieblas, desoyendo el consejo de su m adre, com ió la joven linos gran o s de la g ran ad a que le ofreciera el dios internal, com o regalo. Por h ab er com ido esos granos, quedó obligada a no abandonar para siem pre el Hades. Por ello Perséíbne pasa un tiem po con su m adre en el O lim po y otra parle del arto un tercioju n to a su esposo, com o reina de aquel ám bito som brío. I.os meses que Perséfone pasa en el m undo subterráneo son los de invierno. C uando resurge en prim avera lodo florece, m a nifestando la alegría de su m adre. (1:1 mi:o corresponde bien al ciclo vegetativo anual, y encontram oscn él elem entos que están tam bién en m itos orientales o egipcios, com o el de Isis y O siris; específicam ente griego parece el tem a de que las dos diosas protagonistas sean m adre e h j a ,J<>.) Kn su b ú sq u ed a afligida D em éter se detuvo en F.leusis, d o n d e en tró com o nodriza en el palacio del rey Céleo. Allí quiso hacer inm ortal al niño Pem ofonte; pero cuando lo su mergía en el fuego fue descubierta p o r la m adre, la reina Metanira, y abandonó el intento, lilla guardó siem pre gratitud hacia esa familia real de íileusis. Triptolem o pasaba por ser h erm an o de D em ofonle. Los m isterios de Iileusis con m e m oraban esa estan c ia121. D em éter prefiere entre las flores la am apola, y entre los á r boles la higuera de dulces frutos, am bosseinisalvajesy veci nos del trigal.
II. n W R A M ' M O TIV O S
Deméter había lenidoatnorescon Yasión, con quien se unió acostándose sobre un cam po 1res veces arado. De esa unión nació Pinto, personificación divina de la riqueza. Lo m ism o que puede d ar abundancia de bienes, tam bién puede casti gar m ediante el ham bre. Un ejem plo muy curioso del enojo de la diosa es el castigo que im puso a Erisicton, por haber lalado un bosquccillo de frutales consagrado a Deméter» con el pretexto tie techar la sala para banquetes. Le infundió un ham bre tan feroz e insaciable que Urisicton acabó con lodos los anim ales de su casa, incluidas las m uías y el caballo de guerra, que devoró, y luego vendió a su m ujer para com prar más com ida y, finalm ente, acabó devorándose a sí m ism o (como cuenta Calim aco en el Him no o Démêler). La persiguió Poseidón deseoso de unirse a ella. ΛΙ tran s form arse la diosa en yegua, él se hizo caballo, y de ese aco plam iento nació A rión, el caballo velocísim o que salvó a Adrasto, en el asedio de Tebas. O tra leyenda cuenta que se refugió en una cueva de i igalia, en Arcadia, irritada por el acoso del dios, y allí la encontró Pan cuando los cam pos es taban ya casi agolados por la ausencia de (lores y frutos. Hs una divinidad civilizadora. Por eso recibe el epíteto de '¡'hesmophoros, «legisladora», «que trae norm as legales», ju n to a oíros: Kurpóphorois» «dadora de frutos», Chihonia, «subterránea» (porque tam bién t iene relación con el m undo de abajo, donde está Perséfone, y donde las sim ientes son im pulsadas al crecim iento), y Melafnc, «negra» (en recuer do del lulo por su hija, pero sin olvidar que éso os tam bién un adjetivo que se aplica con frecuencia a la Tierra)· lili m u chas fiestas se celebra a la vez a D em éter y C ore com o «las dos diosas» Thco. Las fiestas más im portantes en su honor 011 Alonas son las Tesmoforias, on las q u e participan sólo las mujeres casadas. Por su c a ra d o r do divinidad agraria y popular esta ausente en la épica hom érica (Ufado y Orifcftij. Poro el H imno hom é rico on su honor es un o do los mas antiguos y com pletos
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12. Dionisio'7· Frente a todos los dem ás dioses olím picos D io n iso m a n tie ne una posición singular. Se complace en aparecer com o un extraño, un ext ranjero, un recién llegado; dios de la m áscara y de extraño atavío» convoca a sus fieles a un culto m uy dis* tinto» los aleja de la ciudad y los invita a una com unión con la naturaleza en el éxtasis y el entusiasm o. Sin em bargo, sa b em o s que es un dios antiguo en el panteón helénico. Su n o m b re aparece ya en una tablilla de Filo (localidad en la q u e ya H om ero cuenta que introdujo su culto el adivino Mclam po) y su culto está atestiguado en un santuario de la isla d e ('eo s desde el siglo xv a.G. I.os antiguos griegos trazaban la etim ología de su nom bre a p artir de un com puesto Dià$~nÿ$os; «P e Zeus hijo». ( Pero el segundo elem ento no parece ser raíz indoeuropea, com o tam poco parecen serlo su epíteto de Bakchosi el nom bre de su m adre Séniele, el de su sím bolo, el bastón cubierto d e ye d ra y coronado por una piña, el thyrsos, y el canto dedicado a él; el thriantbos o dithyratnbos. Sím ele es probablem ente una p alabra traco-frigia para la T ierra; thyrsos tal vez esté rela cionado con el dios de Ugarit Tirsu, o mejor, con la palabra hetita tuwnrsa: vid.) Por su aspecto y esos elem entos ex ó ti cos de su ritual los m ism os griegos consideraban a D ioniso o rig in a rio de Tracia, o de Lidia y Frigia, lugares d o n d e las fiestas orgiásticas y la m úsica báquica parecían hallar su cuna, lin las Bacantes de Eurípides el m ism o dios proclam a su proveniencia asiática. Nisa, la m ítica patria del dios, era lina localidad de dudoso em plazam iento; pero la tradición la colocaba en Tracia. La m adre de D ioniso era Sím ele, hija del rey de Tcbas, ( )admo. Sím ele (que tal vez en su origen fuera una divinidad de !a tierra) era, según el m ito, una princesa m ortal, que tuvo am ores con Zeus, y que fue fulm inada al unirse el dios a ella en su form a de rayo. Zeus salvó al feto cuando Semele
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m urió, y se Jo g u ard ó en su m uslo, de donde al cum plirse los meses necesarios para su gestación plena salió Dioniso. Us el único dios que nació de una m ortal. (I lerades, hijo de Alem ena, es un héroe que llegó a ser dios. D ioniso lo es desde su nacimiento.) D ioniso ap a rece m en cio n ad o sólo un p a r de veces en H om ero. No era u n a d iv in id ad interesante para el poeta épico, ya que ni se cu id a de g u erras ni es un p a tró n de los héroes ni los nobles. Su d o m in io es m uy diferente y es in negable su g randeza, com o la de D em éter. lis un dios de la vegetación, del ím p e tu n atu ra l, del im pulso hacia la vida desbocada, del férv id o b ro ta r de las plantas y lo.s seres a n i m ados. Ks el dios clel vino y de la vid; el del entusiasm o y el éxtasis, de la m áscara y el tropel orgiástico. No protege la familia ni la co m u n id ad cívica, sino el g ru p o de fieles que, a im pulsos de su inspiración, van a festejarlo en correrías y danzas extáticas p o r los m ontes. Inspira el frenesí, la m a nía o «desvarío» q u e puede ser una bendición y un castigo. Ks lysios o Lyatos: «liberador» de los vínculos sociales; in vita a la fiesta, p ero sus ritos son peculiares: los y las bacan tes van a d an z ar al m onte (o m lw $ fa ) y en alegres tropeles celebran sus ritos (órgia), que incluyen ci p erse g u irá algu nos an im ales ag restes y d ev o ra r su carn e cru d a (ôttiùphügí(i)i sin tién d o se en tu siá stic am e n te p o seídos p o r el dios. C ada fiel de D io n iso se siente él m ism o in u n d a d o p o r el dios; cada bacante es IJaco. Kl dios lleva un atuendo característico: cine sus sienes una corona de yedra - o de p ám p an o s de v id · , lleva sobre sus hom bros una piel m oteada de co r/o -la nébride- yen sus m a nos blande un tirso, el bastón ornado de yedra. Los adeptos com parten ese hábito. La danza báquica es frenética y las ba cantes agitan al vuelo sus largas m elenas al echar hacia atrás la cabeza en un m ovim iento característico en tre saltos y brincos. La m úsica es de panderetas y tim bales, in stru m e n tos de origen asiát ico.
7. I.O M K lC Ii ΙΙΙΟ Μ Λ
D ioniso aparece en el arte de la época arcaica com o un dios barbado» acom pañado por un grupo
II. H O U K A S Y M O T IV O S
quo los p o b la d o re s de la com arca establecen u nas fiestas anuales en recuerdo d e la joven F.rígonc. Por oí ra p ar lo, D ioniso, dios de la vegetación, es una d iv i nidad q ue m uere y renace. Un Delfos, al pie de! P arnaso, se m ostrab a la tu m b a d o D ioniso. I.osórficos narrab an el m ito del despedazam iento del niño D ioniso po r los Titanes. Estos habían a tra íd o al pequeño dios a una tram p a, ofreciéndole ju g u etes y fru tas. Luego lo h abían descu artizad o , y h ab ían asado y h e rv id o su carne, y la habían d ev o rad o en un b a n quete. Tan sólo el corazón divino había quedado sin devorar, cu an d o Zeus los castigó fulm inándolos con su rayo. Y de las cenizas d e los feroces T itanes d evoradores de D ioniso h a brían sido creados los hum anos. Por ello, según el m ito órfico> los h o m b res tienen un com ponente titánico, feroz y c u l pable, y un algo divino, la porción dionisíaca que se q u ed ó agregada a aquellas cenizas. lis difícil precisar la antigüedad de este mito. O tra leyenda cu en ta -e n el H im no hom érico a D ionisocóm o unos p iratas preten d iero n ra p ta r al dios, y cóm o éste t ransform ó a los piratas en anim ales salvajes que devoraron a su capitán y sa lta ro n luego al m ar y se volvieron delfines. Sólo el piloto, cjue protestara contra el rapto, qu ed ó a salvo. F.l dios hizo crecer la vida a lo largo y an ch o del navio. Una fam osa copa d e Exequias nos m uestra al dios navegando en un barco cuyo m ástil está llo rid o d e p ám p an o s y racim os. En ciertos rito s se invoca a D ioniso bajo figura de toro. Y en las se alude a esa trasfo rm ació n del dios. En el fu ro r del toro se percibe algo del pod erío de Dioniso. Kl d io s recibe h o n ras en m uchos festivales antiguos. A sí en el Atica en las A paturias, las A ntesterias, las D ionisias rústicas y las g ran d es D ionisias y en las Lencas. En estas d o s últim as fiestas se celebran los festivales d e teatro -tra g e d ia y co m ed ia - en el gran sem icírculo al pie de la Acrópolis. D ioniso es el d ios del teatro. No porque los dram as rep re sen tad o s te n g an un tem a dionisíaco. C on excepción de las
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¡Uuwites de Eurípides, u n a de las últim as tragedias conser vada», y de la» t o m s de AriM ófancs, cu la que Dioni.so ap a rece en un papel so rp re n d en te al viajar al H ades para resuci ta r a u no de los grandes au tores de tragedias para reavivar la escena ateniense, los tem as llevados a escena 110 tienen que ver «nada con D ioniso», co m o ya decían los m ism os g rie gos. Pero es el dios de la m áscara, el dios de la alteridad y el entusiasm o, el de la farsa y la fiesta. Sobre el pequeño altar en el cen tro de las orchestra se celebraba un sacrificio en ho n o r de D io n iso an tes de las rep resen tacio n es, y su sacerdote presid ía los actos, se n ta d o en la p rim e ra fila del en o rm e graderío. Según la trad ició n local, D ioniso había llegado a Atenas desde la aldea de íileútherai; era llam ado ¡ileuthereus: «de Eleúteras», pero tam bién «liberador». H abía tam bién fiestas rústicas en su h o n o r co m o dios del vino. O tro m ito relata cóm o el d ios se unió a A riadna, la p rin cesa cretense ab an d o n ad a p o r leseo en la isla de Naxos. Allí el d io s había celebrado su s b o d as con la joven, según una versión local, luego m uy extendida. A riadna - la «muy san ta»; ari-hagne- era en el cu lto de Naxos una antigua d iv in i dad agreste, que se unía a Dioniso, dios tam bién de la fertilidad agraria, qu e acudía con su acom pañam iento de sátiros y b a cantes en procesión triunfal. A liado de D ioniso iba A riadna en el cortejo festivo. Kn época helenística es frecuente la re presentación en la que am b o s presiden un festivo cortejo, de un carro del que tiran tigres y m oteadas panteras, y al que si guen con sus abigarradas ro p as y atuendos las m énades y los sátiros, al son de p an d eretas y tim bales. El colorido oriental del dios y su séquito au m en ta en esa época: D ioniso llega de m uy lejos, de ía India fabulosa. Pero su culto está tam bién en el corazón m ism o de Grecia. En Delfos los m ism os sacerdotes del san tu ario de Apolo ce leb ran ritos p ara D ioniso en una época del año -m ie n tra s Apolo viaja al N orte y visita allí a los piadosos H iperbóreos;
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Ii. M.UKAS VM< IIVM
la relación de D ioniso con A polo es e x tra ñ a y com pleja: a m bo s saben convivir en los m ism os e s p a c io s- y fue Apolo quien recogió los restos del cadáver de D ioniso y lo llevó a e n te rra r a la falda del P arnaso, y es D ioniso q uien brinca d an zan te sobie las altas cum bres vecinas al santuario. (D es de o tro plinto de vista lo dionisíaco y lo apolíneo se co n tra p o n en , co m o ya hem o s señalado; p ero la an títe sis es tam bién co m p len ien taried ad .) D ioniso n o e s un dios de la g u erra, sino una divinidad p a cífica y bienhechora, ju n to a D em éter figura com o un dios de la fertilidad cam pesina y ap o rta la alegría y el consuelo del v in o 125. La diosa del trigo figura ju n to al dio s de la vid com o div in id ad es q je han ofrecido a los h um anos un d on básico p ara el sustento. Pero, al m ism o tiem po, D ioniso conserva su p o d e r salvaje: es om estés, «d ev o rad o r de c a rn e cruda», brómios, «bram ador», com o una fiera, y ya hem os d ic h o q u e pro d u ce la niatifa (santa y d estru c to ra), e invita a fiestasque co m p o rta n una tem p o ral tran sg re sió n d e las n o rm as cívi cas. Sus adeptos se reúnen en un g ru p o fervoroso, el tilintas, q u e lo celebra con d a n z a s y g rito s ritu a les de ¡evohi!, al m argen d é la polis, en los b o sq u e s y m ontes. Le g usta a este dios presentarse com o e x tra ñ o -c o m o vin ien d o de Asia, de Ί Vacia, de Lidia y Frigia, o de C re ta -, com o taum aturgo, e n tre un ru m o r de m úsicas b á rb a ra s, o en el frag o r del b ra m i do; p ero es el dio s q ue p e n e tra en el á n im o d e sus fieles y provoca el entusiasm o. Un dio s am biguo, «el m ás dulce y el m ás cru el pata los hum an o s» , com o dice E urípides en las Bacantes.
8. D ivinidades m enores
Junto a los g randes dioses existían u na serie de divinidades m enores o de alcance más lim itado, bien porque en el curso del tiem p o h u b ie ra n decaído, bien p o rq u e su función los restrin g iera a cierto s ám bitos, bien p o rq u e estu v ieran e n som brecidos p o r las figuras p rom inentes de los O lím picos. Así, p o r ejem plo, H estia, diosa del hogar, figura en alg u n as listas com o u na de los doce olím picos. D iosa del hogar, hija d e C ro n o y Rea, es h e rm a n a d e Z eus y 1lera, d e Posei d o n y D em éter, y d e H ades. D iosa q ue p erm a n ec e virgen, sin aventuras, ligada al interior de la casa, protectora de la fa m ilia, se identifica con el fuego hogareño. Hesito es el n o m bre del «hogar» com ún. Si H erm es es el dios de los espacios abiertos, de los viajes azarosos y la com unicación afo rtu n a d a, H esita, en oposición, representa la seguridad del fuego dom éstico, el espacio interior de la m o rad a fam iliar, el fue go q u e no debe extinguirse, d d que cuida la esposa fiel y la joven hija. Al d ejarle sj lugar a D ioniso el bullicioso en el g ru p o d e los D oce, I lestia cedería el sitio con su silencio h a bitual, com o ap u n ta W. K. C. G u th rie ,2ft. U na d io sa m enor, encargada de una ayuda precisa, la de a c u d ir en so c o rro de las jóvenes p a rtu rie n ta s, es llitía, que /37
11. MM JKAS Y MOMV'OS
aparece ligada a ! lera y a Á rtem is en su función auxiliadora. Su nom bre antiguo parece ser lileuthyia, «la que llega» (en el m om ento de d ar a luz). Aparccc representada m uchas veces, si bien com o figura se cu n d a ria , en escenas d e parto . Al gu nas veces se escinde en dos o tres Ililías, diosas del n aci miento. I )iosa antigua, de origen m inorasiótico, es I lócate, que en algunos aspectos coincide con Á rtem is. Es la diosa de lasencrucijadas y de los cam inos: Enodia o «cam inera», Lleva en las m an o s an torchas y va de noche, p o r los espacios so lita rios, terrorífica, seguida p o r un tropel de p erros aulladores. La invocan las brujas de Tesalia en sus conjuros, y está aso ciada a la luna y al m u n d o tenebroso de las so m b ras y los m uertos. 1‘iene 1res rostros, com o las m áscaras que se colga ban en las encrucijadas. Su nom bre se repite en las cerem o nias m ágicas, en los en can tam ien to s, hechizos y m ald i ciones. Helios, el Sol, es un dios antiguo, cuyo sa n tu ario m ás im p o rtan te se encontraba en la isla de Rodas. C ruza el cielo to dos los días sobre su carro de raudos corceles y es t ransporta d o a O rien te todas las noches en una copa d e oro. Es I liperión, el que vive en lo m ás alto, y tiene un hijo, Pactante, que se precipita en el m ar al desbocársele los caballos de su padre. Pero el brillo m ítico de H elios está m uy apagado por la com petencia que le hace Pebo Apolo, señor de la luz, que va atrayendo aspectos de la antigua divinidad solar. Kn é p o ca tard ía, sin em bargo, el Sol volverá a co b rar un en o rm e prestigio, favorecido p o r el apoyo político de algunos em p e radores rom anos. Selene, la Luna, es una diosa que se ve ab so rb id a p o r Á rtem is, la brillante h erm ana de Apolo. Se en am o ró de Kndim ión, un bello pastor que se adorm ece bajo los acarician tes rayos de la luna, lam bien tuvo am ores con el agreste Pan. Pan, hijo de H erm es, es un dios de los espacios agrestes, al m argen de la polis y de la civilización. Tiene cuern o s y palas
H. im 'I N I I M U h S MI-NOHJ-.S
de m acho cabrío. Persigue a las ninfas con frenético ard o r sexual. Tiene afición por locar la flauta rústica. Su culto p a rece o rig in ario de A rcadia. Uno de sus santuarios estaba en una g ru ta de M aratón. Le acom pañan con frecuencia ios sá tiros, sem ejantes a él. D ivinidades fem eninas d e reducido p o d er son Lelo, la m adre de Apolo y A rtem is, de origen niinorasiálico,yT etis, hija de Nereo, el anciano dios m arino, y Leucólea, o tra divi n idad m arina. Cirán dios, pero ap a rtad o del m undo de los dioses celestes y de la superficie terrestre poblada por los hom bres, es I lades. En oí rep arlo entre los hijos de Crono, a él le tocó el reino de los m uertos, el ám bito subterráneo de las som bras. Se le res peta, pero no se le rinde culto de ordinario. I;s aborrecible a los dem ás dioses. Le acom paña en el Iront) subterráneo Perséfone, su esposa, la hija de Deméter, a quien raptara. Entre sus epítetos está el de Polydégnion, «el m uy acogedor», y el de Pintón, en relación con «la riqueza», p h u fo s. (Pero Piulo, ploutos, es o rig in a ria m e n te hijo de D em éter y Yasión, evo cando la abundancia que nace de la fertilidad de los cam pos.) El nom bre de I lades parece evocar lo «invisible» ya en su m ism a etim ología. El d io s e ra A-Ules (a-widés). Su dom inio lleva ese m ism o nom bre. A idoneo era o tro sobrenom bre del dios. A dem ás de estos dioses de una individualidad conocida, había d iv in id ad es m enores que se p resentan en g ru p o s de mayor o m enor extensión, sin una distinción personal. A ve ces en trío , co m o las M oiras (o P arcas), las C áritcs (o ( ir a d a s ), o la s (îorgonas, o las H oras. Las Musas, hijas de Zeus y M nem ósine, son nueve. Las O céanides son unas cincuenta. Las ninfas son incontables; com o los Sátiros, los (Jureles, los T itanes o los (ligantes. D ioses y diosecillos ligados al culto de aspectos de la naturaleza, u nos m ás festivos y o tro s más terroríficos. Figuras de variados coros, com parsas de los feste jos y séquito de otro s dioses.
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II. I K.l-R A S V M O T IV O S
lira difícil estab lecer una cu en ta exacta del n ú m e ro d e dioses, ju stam en te porque todos estos seres, fugaces y e te r nos, poblaban los m árgenes de lo divino. Y tam bién p o rq u e los cultos locales -co m o los ríos personificados- diversifica ban el pan teón ad m itid o p o r todos, que había sido estable cido en .sus líneas básicas p o r los poetas épicos. Y a los dioses tradicionales -d o diverso origen, com o h e mos in d ic ad o - vinieron a sum arse otras divinidades de e n trad a tard ía en (¡recia, com o la G ran M adre, Isis, Sárapis o M itra. Por o tro lado podem os su m ar a los dioses las figuras d iv i nas que parecen p roceder de la personificación y represen tación plástica en form a hu m an a de un aspecto de la n a tu ra leza o d e la so c ied a d . Son figuras m uy diversas, com o la Aurora, el Sueño, la M uerto, la Victoria, la D iscordia, ote... HI lector de H esíodo es consciente de la facilidad con la que el poeta griego in c o rp o ra en figuras divinos conceptos o p r in cipios que n o so tro s llam aríam os abstractos. Algunas de esas figuras son antiguas, y hasta tienen oríge nes in d o e u ro p e o s y alguna breve h isto ria m ítica. Ese es el caso de tíos, la A urora, «la de dedos de rosa» (rododdctylos), que se e n a m o ró de T itono, un bello m ortal, para el que so li citó a Zeus la in m o rtalid ad . Tam bién Iris, relacionada con el arco celeste de su no m b re, que tien e asignado el papel d e m ensajera de los dioses, puede te n er alg u n o s rasgos a n ti guos, liris, la d iscordia, es una personificación de un concepto im p o rtan te en la visión hesiódica del m undo. Pero tam bién puede relacionarse con u n a bru ja del folclore, en su a c tu a ción típica, al lanzar la m an zan a de la d iscordia en tre las diosas. Nike, la V ictoria, tan representada en relieves y p in tu ra s, es una figura p eq u eñ a, alada, p o rtad o ra de coronas triu n fa les, pero sin la m ás levo historia propia. Sí tiene algunas n o tas peculiares N ém esis -q u e , según una versión, fue m ad re
K. l>IVINIl>Al>KS M KNO KKS
d c H elena. La N oche, prolífica y m isteriosa, es o lra figura hesiódica. Thanutos, la M uerte, es u n personaje m asculino, general m ente representado com o un daim tm o ángel alado. Λ voces va aco m p añado de su herm a n o , el Sueño, Hypnos. Un lugar ap a rte, m u ch o m ás pro m in en te, m erece Kros, que fue presentado com o u n n iño divino, alado y juguetón, provisto de un arco y de saetas eróticas, com o hijo y com pa ñero de A frodita. A unque su culto estuvo bastante re strin gido, fue invocado in n u m e rab le s veces en la poesía y los filósofos le inventaron u n a genealogía alegórica. (Basta re co rd ar el Banquete de P latón.) 1.a invocación hab itu al en algunos sacrificios y cerem o nias, «Λ todos los dioses y diosas», envuelve en su referencia to d o este am plio rep erto rio de figuras, m uy diversas y colo cadas en distin to s rangos: dioses mayores, m enores, locales, d aím ones m ás o m enos serviciales, etc. La im p o rta n cia de una u o tra divinidad p o d ía adem ás variar según la geografía y según la ¿poca. C onviene su b ray ar la im p o rta n cia de los dioses y diosas in tro d u cid o s en época plenam ente histórica y especialm ente en el helenism o: Isis, por ejem plo, tuvo una especial aureola y suscitó una devoción profunda entre sus fieles, com o M adre y A uxiliadora, con un aspecto h u m a n i ta rio y com pasivo s u p e rio r a las diosas m ás clásicas. T am bién Cíbele y A ttis, o, m ás tard e, M itra, tuvieron adeptos cuya devoción su peraba la piedad tradicional. Pero en una época p o ste rio r al p erío d o clásico. La proveniencia oriental de estos dioses, así com o los elem entos exóticos de su culto, están m uy m arcados. C onvendría tam bién precisar hasta que p u n to las religio nes m istéricas -c o m o la pred icad a p o r los á rtic o s - y algu n os rito s m arginales -c o m o el de los C abiros en T raciasuponen una desviación e innovaciones profundas de la reli g io sid ad helénica. A quí no p o d em o s m ás que d ejar esto apuntado.
9. Los héroes griegos
U no de los rasgos m ás destacados de la m itología griega es la ab u n d a n cia de figuras heroicas. Los h éro es son «scmidioses», de acuerdo con la expresión habitual, hetníiheoi. Superan a los h om bres en pod erío , fuerza y audacia, pero co m p arten con ellos la condición de m ortales, lise rasgo les distancia de les dioses. Los héroes son los grandes m uertos, los m uertos m em orables, cuyas hazañas han dejado una im pronta en el m undo, los que, en expresión hom érica, son o b jeto d e canto para los que vinieron después. Los h éroes p resentan u n a m orfología bastan te vaiiada, com o subrayó Λ. lirclich en su claro e s tu d io ,27. Casi lodos tienen algo de ex tra o rd in a rio , d e excesivo y m onslr.ioso. M uchos de e lb s están ligados a una tum ba y un culto local; otro s deben su fam a a la épica que los recuerda y que ha d i fu n d id o su gloria. Unos son héroes culturales, com o Ti iptólem o o Hquetio, o tro s son héroes g u errero s y aventureros, com o Teseo y Aquilcs. Según la etim ología del térm ino, el héroe, héros, os el que ha alcanzado la m adurez, el que reali za el m áxim o de lo asignado a la condición hum ana. F,l culto de los héroes os d istin to al d e los dioses, lis d is tin to tan to en las cerem onias com o en su alcance. Los h é ro 142
9. l.O S III'K O K M .K II.G O S
es tien en u n prestigio local - e n la m ayoría de los casos - y un culto específico bien delim itado en la geografía. May h é ro es con n um erosas aventuras y u n a extensa n o m b rad la, con culto m uy dilatado, com o es el caso de H eracles, y algu no ad o p tad o com o «héroe nacional», p o r razones políticas, com o le s e o en Atenas; pero hay otro s héroes de fam a y c u l to red u cid o s a una sola localidad» com o A nio en la isla de D olos1*1. lit» m uy in te resa rte que lle sío d o , en su relato sobre las Kdades, haya dejado, com o ya dijim os, una lídad de los I iéroes, situ ada entre la del Bronce y la del H ierro, esa tenebro sa edad en la que el poeta lam entaba que le hubiera tocado vivir, lisos héroes son los guerreros celebrados p o r la épica. Pero m e g ustaría citar algunos versos de Trabajos y tifas: Y luego, cuando también a esta raza | la de los hom bres de bronce]
hubo sepultado la tierra, de nuevo sobre el fértil suelo /c u s Crónida hizo nacer otra cuarta, más justa y más noble, la raza divina de los héroes, que son llamados semidioses, la estirpe anterior a noso tros sobre la tierra ilimitada. También a éstos los aniquiló la maldita guerra y el feroz comba te: a los unos en torno a Tebas la de las siete puertas, en el país de Cadmo, peleando porlos rebaños de Hdipo, y a los otros llevándo los en naves por encima del inmenso abismo del mar hasta Troya, en pos de I lelena de herniosa cabellera. Entonces los envolvió el manto de la muerte. Pero a algunos el Pa dre, Zeus Crónida, les concedió vida y inorada lejos de los humanos en los confines de la tierra Así que ésos habitan con ánimo exento de pe sares en las Islas de los nicnaventurados, a orillas del Océano de pro fundos remolinos. Felices héroes, a los que dulce cosecha, floreciente tres veces al ano, les da la tierra fecunda, lejos de los Inmortales. Reina sobre ellos Crono. Porque el mismo Padre de los hombres y dioses lo liberó, y ahora por siempre mantiene su gloria allí, como es justo. De nuevo Zeus estableció otra raza de humanos de voz ar ticulada sobre la fértil tierra: los que ahora viven. Hubiera preferi do no estar yo entre los hombres de esta quinta generación, sino morir antes o haber nacido después. Pues la que ahora existe es la raza de hierro. ( Vv. 156-176. )
II. I JtiUKAS V M O IIV D N
Ya hem os an o tad o que en el esquem a de las edades, la de los héroes representa una pausa b rilla n te en la progresiva decadencia. Es «una raza m ás justa y m ás noble» (genos itikaióteron kai drcioti) que la del Bronce y, p o r supuesto, que la del H ierro. Kn esa L dad encaja el po eta el tiem p o d e las gran d es hazañas m íticas celebradas por la épica. A hí coloca el tiem po de los héroes fam iliares al pueblo griego, los gu e rrero s del ayer esclarecido p o r la epopeya, los m agnánim os aqueos de herm osas grebas, a los que 1lom ero y o tro s aedos y rap so d a s habían rem em o rad o en su cantos. Un el e sq u e ma m ítico de la progresiva degeneración se abre un espacio para la estirp e heroica. C om o J. P. V ernant ha destacado en un fino análisis, el co n traste en tre los gu errero s de la Edad de Bronce y los héroes es m uy expresivo, p o rq u e éstos vie nen a rep resen tar el aspecto positivo de la función g u e rre ra, según el esquem a funcional trip a rtito (según G. D u m é zil) que late bajo el texto m ítico tal com o lo ha e s tru c tu ra d o I Iesíodo. Tanto para H om ero com o para I Iesíodo, los héroes p e rte necen a un pasado m em orable. Tal vez no dem asiado lejano; unas cuantas generaciones, pensaban los p o etas e h isto ria dores prim eros, separaban los tiem pos de las g u erras de Te bas y de Troya de la época en que ellos com ponían sus rela tos. N in g u no de los m o rtales po d ía ya co m p ararse a los héroes. Ya el viejo N éstor en la Ufado (1,271-272) afirm a que « n in g u n o d e los que a h o ra viven en la tie rra p o d ría pelear con aquellos d e an tañ o » . La fórm ula que habla de «los de ahora», h o i-n yn , com o m uy inferiores a los de antes vale para d istan ciar tam bién a los héroes, superio res en m ucho p o r su vigor co rp o ral, pero tam bién p o r la grandeza an ím i ca, según dice A ristóteles,w. C om o 1Iesíodo cuenta, a algunos de los héroes les está re servado un retiro feliz y etern o en las Islas de los Bienaven tu rad o s o en los C am pos Klíseos. Tal es el caso de M enelao, el esposo de Helena, yerno del gran Zeus.
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Al m argen del p restigio conferido p o r los cantos épicos, los cu lto s heroicos estuvieron m uy d ifu n d id o s en G recia y gozaron de en o rm e arraigó en sus variantes locales. M uchas fam ilias nobles pretendían descender de un fam oso héroe, y n u m ero sas ciudades tenían a un glorioso héroe com o fu n d ad o r m ítico. Así en el supuesto sepulcro de un héroe se le vantaba un culto local, con sus ritos y sacrificios específicos. Sólo H eracles, héroe convertido en dios p o r su singular es fuerzo y m érito, carecía d e una tum ba propia, aunque en el m onte lita se venerara el lugar en el que se levantó la pira en qu e ardió su cuerpo. H esío d o alude ya a que los h om bres de la raza de O ro se h ab ían transform ado, a su m uerte, en daítnones, especie de e sp íritu s o genios, o div in id ad es inferiores, que vagan o b servadores y benéficos p o r la tierra. Los héroes, según una co n cep ció n popular, tuv iero n un d estin o parecido. C om o espíritus de difuntos, fantasm as n o ctu rn o s casi siem pre, so lían aparecerse y m anifestar su fantasm al p o d er en lugares p ró x im o s a su tu m b a. 'Icner un héroe e n te rra d o cerca era una b u en a p rotección para una ciudad o una tierra. (Así Kdipo en C olono.) Los cultos estaban en relación con esa pervivencia d e ultratu m b a. El radio de actuación de un h é roe era, pues, lim itado, a p a rtir de su túm ulo o del santuario local. La distinción entre daím ones y espíritus heroicos esta ba poco clara. (A unque la categoría d e da ü m m es bastan te m ás am plia.) Por o tro lado, los héroes habían fu n d ad o no sólo ciu d a des, sino tam bién fiestas, festivales e instituciones. Así, H e racles y Tesco eran los fundadores de los Juegos O lím picos y los ístm icos, y de otro s cultos y fiestas, a los que se asociaba su nom bre. Son n u m ero so s los estudios dedicados a los héroes en la cultura griega -d esd e los capítulos de J. Burckhardt y E. Roh de al libro ya m encionado de A. B relich-. lin la m itología griega, los relatos de los héroes ocupan tanto espacio com o
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ti. H C .U RA S Y M O T IV O S
los de los diosos. Su relación con la ¿pica no es caractériel icn del rep erto rio griego, sino general, com o señala C. M. Rowra en su Heroic Poetry. Tam bién la lírica coral y la tragedia se n u tren esencialm ente de relatos sobro el d estin o y las h aza ñas de los héroes. C o m o d ijo H erác lito (frg. 29 DK): «Son lo s m ejores q u ie n es eligen una cosa p o r en c im a d o todas: g lo ria im p e reced era e n tre los m ortales» . Usa fam a im p e re c e d e ra , a c unan kldos, es lo que h an b u sc ad o los héroes. La elección típ ica m en te h ero ica es la q u e se c u e n ta d e A quiles: una vida breve y g lo rio sa m ejor q u e u n a ex isten cia larga y o s cu ra. Kl kléos, «gloria»» es el co rrelato del «honor», la tim é, que los h éroes apetecen y re d a m a n . Para lo.s n o b les m ag n án im o s esa tim é ca «el m ayor de los b ienes ex tern o s» , se g ún d ice A ristó teles en sus Éticas. P or esa tim é com piten los h éro e s m a g n á n im o s en au d a ce s e m p re sa s y p o r ella a rro s tra n los m ayores riesgos y la m u e rte m ism a, v alero sos y esforzados. ΠΙ m ism o Sócrates -p erso n aje bien distan ciad o de lo m i tológico- recuerda la elección heroica al escoger su fin. Pre fiere m o rir a escapar con d eshonra, com o Aquiles, al que re cu erd a en el tr a n c e 1'1’. De algún m odo los h éro e s resultan ejem plares, p o r esa m ag n an im id ad y arro jo , a p esar d e sus aspectos desm esurados y de su orgullo excesivo. C ada héroe tiene su propia historia y su p erso n alid ad , Y u n a ca rre ra heroica m ás o m enos larga: H eracles es el que cu en ta con m ás aventuras; o tro s son d e breve v id a , com o Protesilao, el p rim e r caído en la g u erra d e Troya, tu m b ad o p o r un lanzazo al ech ar pie a tierra. Sólo H eracles obtiene la in m o rtalid ad p o r sus d en o d ad o s esfuerzos; es el «superheroe», el p rim e ro y el mayor. Pero tam bién Asclepio, hijo de A polo, se vio realzado, en ép o ca p o sterio r, a la con d ició n de dios, p o r sus beneficios m édicos. Pioniso» hijo de Zeus y una m ortal, posee - a pesar de su origen m ix to - ya desde su nacim iento esa divinidad»
V. t.DS H IÍI« UJi (îKlhftOS
De los sem idioses, u nos I ienen a un d ios o una diosa e n tre sus p rogenitores (H eracles, Aquiles, lineas, etc.), m ien tras q u e otro s tienen un abolengo d iv in o m ucho m ás leja no. Tal es el caso, en tre otro s, de Ulises (O diseo) y de Hdipo. M uchas leyendas heroicas, co m o ya a p u n tó M. P. N ilsson, parecen te n er su centro en alguna ciudad del perío d o micenico, co m o so n Jas de los P elópidas en A rgos o Jas de los L abdacidas d e 'lebas, o los M inias de O rcó m en o s. lebas, M icenas, T irin to , Pilos, A tenas y o tra s an tig u as fu n d ac io nes m icén icas son el h o g ar d e p restig io so s h éroes, lo que p ro b ab lem en te indica que las sagas co rresp o n d ien te s se o rig in aro n en esa época. A lgunas de ellas pueden guardar, tranform ados en relatos m íticos, elem entos de lejanos acon tecim ientos h istó rico s, co m o es el caso, p o r ejem plo, de la leyenda de leseo, v encedor del M in o tau ro terrib le, que li beró a Atenas de su trib u to a M inos, el p o d ero so so b eran o de C reta. lisas leyendas heroicas han sufrido tam bién algunas m o dificaciones en el curso de la tradición, y han sido utilizadas por la p ropaganda política en algunos casos. Así, p o r ejem plo, le s e o , un a n tig u o héro e jónico, ligado a ritos de in i ciación, con un curio so rep erto rio de aventuras y arm oríos, fue ad o p tad o com o héroe nacional de A tenas en tiem po de Pisistrato. Ln la Teseidu, d e m ediados del siglo vi, un poeta épico ateniense, o al servicio de esta ciudad, celebró una se rie de h azañ as en las que el joven Teseo había lim piado de m o n stru o s y b an d id o s el cam in o de la A rgólide a Atenas, em ulando, en una serie m ás breve y en un espacio m ás redu cido, las h azañ as de H eracles, un h éro e ad o p tad o p o r los dorios. O tra saga con num erosas variantes, influida p o r la tra d i ción literaria secular, es la referida a Helena, que en Ksparta recibía culto com o una antigua diosa local. FJ lírico Kstesícoro (siglo vil) m odificó la leyenda en su Palinodia, al contar que 1lelena no había llegado a Troya en la nave de Paris, sino
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II. H
qu e su persona había sido sustituida p o r un doble, u n a falsa im agen forjada p o r los dioses, y p o r ella lucharon a q u e o s y tro y an o s, m ie n tras la verdadera Melena p erm an ecía en Egipto.
10. Héroes m«is famosos
Resulta im posible ofrecer en el breve espacio que concede un trabajo in tro d u cto rio co m o el presente uncatálo g o com pleto de los héroes griegos, aunque fuera sucinto y esquem á tico. R enunciando a tal em p eñ o , intentaré citar a los m ás fa m osos, los q u e han trasc en d id o el prestigio local de sus orígenes. Son los grandes h éro es cantados p o r la épica y alu d idos p o r los líricos y evocados en las tragedias. La saga he roica que, en un com ienzo, fue oral y tuvo sus centros geo gráficos precisos, ha sido luego d ifu n d id a p o r la literatura. A unque hay que rec o rd ar que el in tro d u cto r de la cultura y el progreso hu m an o , el inv en to r de las téchttai de m etal y del fuego, es un Titán - u n d io s y no un h é ro e -, Prom eteo, se atrib u ían a algunos h éro es aportacio n es culturales singula res. (A sí a T rip tó lem o el cu ltiv o d e los cereales y especial m ente del trigo, a Kquetlo la invención del arado, a Foroneo la invención del fuego - e n com petencia o varian te de P ro m e te o -, a Palam edes alg u n o s juegos, etc,) Podem os consi d e ra r ta m b ié n héroes civ ilizad o res a aq uellos que ex ten d iero n los cam inos p o r d o n d e p o d ía n avanzar después los h om b res, los que vencieron y elim in aro n a los m onstruos, los que ab rieron nuevas ru ta s en el h orizonte desconocido. 149
ISO
II. IK iUK AS V MOTIVOS
Son figuras com o I Ieracles, Jasón, Teseo y, m ás moderno» Ulises. De u n laclo están esos héroes -so lita rio s o acom pañados p o r uno o varios cam aradas de av e n tu ra- y p o r o tro les cau dillos guerreros, los que lucharon en las batallas y los asedios en to rn o a una ciudad am urallada com o lebas o Troya. H é roes com o A gam enón, A quiles, Adrasto» Polinices, Tideo, Alcnieón» etc. Los p rim eros se enfrentan co n tra m onstruos trem endos: dragones y fieras diversas, m ientras que los se g u n d o s son jefes de tropas, que com baten según las reglas de la táctica bélica, bien arm a d o s y en peleas individuales, d u e los de lanza y escudo, listos segundos son m ás recientes. Es fácil hacer esa distinción en abstracto. En la práctica puede un héroe ser de uno y o tro grupo, com o leseo o Ulises. La lucha c e n tr a d m o n stru o que g uarda un lugar o un te so ro es un tem a m ítico rep elid o en m uchas m itologías. El héroe fu ndador debe elim inar al dragón tenebroso que p re viam ente lo ccu p a con to d o su trem en d o poder. No es una lucha específicam ente heroica, ya que tam bién a un dios le puede to car el m ism o papel. Así, p o r ejem plo, en Delfos es Apolo quien dio m uerte en com bate al terrible dragón una drag o n a p ara ser m ás exacto s- que dom inaba el encaram a do valle, para fu n d ar luego allí su p ropio santuario. En Beo d a C adm o debe d a r m u erte al d rag ó n , hijo del d ios Ares, q u e guard aba el paso, para fu n d a r allí la ciudad d e Tebas. C adm o plantó luego los dientes del m o n stru o para obtener de la tierra una cosecha d e guerreros autóctonos, los prim e ros E spartos (Spartoi = «plantados»). O tras veces la lucha c o n tra el d rag ó n es para o btener la m an o de una prin cesa - a s í Perseo rescata a A ndróm eda, ofrecida com o víctim a propiciatoria al g ran m o nstruo m a rin o ·, o para conquistar un tesoro -Jasón, ayudado por M e dea, se enfrenta al d rag ó n q u e g u ard a el vellocino en la C ó lq u id e-, o bien para liberar a su gente de un lastim oso tri b u to -a s í Teseo penetra en el laberinto d eC re ta para aniqui-
Il)
HfROI-S MAS l'AMOSOS
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!ar «il M in o tau ro -. Λ veces el héroe cuenta con algún auxiliar m ágico para su em presa: así Belerofonte ataca a la espantosa Q uim era m ontado en su alado Pegaso. El m ito m ás sem ejante a un cuento m aravilloso, un M ar chen típico, con sus ingredientes fantásticos, es el de Perseo, cl m a tad o r d e la G orgona M edusa. N acido de D ánae y de Zeus (que llegó hasta la encerrada princesa en iorm a de llu via de oro), tras haber escapado del m ar (adonde su abuelo Acrisio, rey d e Argos, lo había arro jad o con su m adre en un arca claveteada), el héroe se dirige a la aventura lejana e im posible. C om o auxiliares m ágicos le protegen Atenea, H er mes y las Ninfas. Le ofrecen para su viaje unas sandalias con alas, un casco que hace invisible a su p o rtad o r, una hoz de acero y u n z u rró n para g u a rd a r la cabeza de la G orgona. Para llegar hasta ella, Perseo debe inform arse del cam ino, c interroga a las tres Grayas, situadas en los confines del Atlas; les roba su único diente para hacerles revelar el secreto para d ero de las terrib les diosas. Luego con sus apoyos m ágicos llega hasta el rem oto refugio de las G orgonas y, protegiéndo se con su escudo de la m irada petrificante de M edusa, d iri gido p o r Atenea, le rebana el pescuezo. Y escapa de la perse cución de las o tra s dos h erm a n as m ediante el casco que lo hace invisible. Más allá m ata al terrible d ragón m arino que asediaba el rein o d e los padres de A n d ró m ed a y salva a la princesa, con la que se desposa. Vuelve a Sérifos a rescatar a su m adre del acoso de Polidectes, a quien convierte en p ie d ra, con to d o s sus cortesanos, con sólo sacar del zu rró n la cabeza de M edusa. Algo sem ejante ya había hecho con el gi gante Atlas, que intentara asaltarle. D espués devolvió a los dioses los objetos m aravillosos, y disfru tó del tro n o de A r gos y del final feliz. F,1 m ito d e Perseo contiene d e n tro de una secuencia arquetípica m uchos de los ingredientes del cuento m aravillo so. lil p rotagonista, por o tro lado, cum plo los requisitos del héroe m ítico: su nacim iento m ism o se ajusta a la pauta he-
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II.
H U iU K A S V M i U 'I V O S
roica (estudiada p o rO . Rank ,J,)>y su carrera ofrece los ep i so d io s m ás habituales de esa aventura fabulosa, iniciática y desaforada, q u e em prende tan to el protagonista dei cuento m aravilloso com o el del m ito de esta categoría. Perseo ven ce a diversos m on stru o s: la G orgona M edusa, m o n stru o e s calofriante y singular, el D ragón m a rin o , el G igante A tlas y el rey tiránico y brutal, Polidectes. Un análisis del m ilo m e diante el esquem a de V. P ropp m ostraría que sus secuencias corresp o n den a las de un típico Mcirchcn. Pero la ubicación en un a d eterm inada región (la de A rgos), los nom bres p r o pios de los personajes (y de los dioses) consagran com o re lato m ítico esta an tig u a tram a. (Tam bién o tro s m itos se aproxim an a los esquem as del cuento m aravilloso; pero n in guno tanto co m o éste.) C om o es b ie n sabido, qu iso A tenas p ro clam ar a leseo com o su h éro e nacional. Tam bién Teseo se en fren tó a un m o n stru o : el M in o tau ro en el L aberinto de C reta, y m ucho luchó co n tra centauros y am azonas y bandidos varios com o un paladín de la civilización y la libertad. En los m o n u m e n tos m ás significativos d e época clásica figura en paralelo con Heracles (así en las m etopas del Tesoro de los atenienses en Delfos, en el Teseion de Atenas y en la base del Zeus de O lim pia). Pero ju n to a la im agen de Teseo com o so b eran o ejem plar, hay en su leyenda otro s episodios, com o el rapto de I lelena a ú n niña, y la b ajada al liados, con su fiel co m p añ e ro P irítoo, en un i ntento alocado de rap tar a la m ism a Perséfone, que p ertenece al fondo m ás antiguo de su historia m íti ca. Según una variante, en esa em presa quedó apresado en el 1lades p ara siem pre; según otra, de allí lo rescató H eracles, y luego acabó d esterrad o de Atenas y despenado en la isla d e Esciros. De d o n d e los atenienses -h a c ia el 4 7 0 - rescataron su esqueleto pa ra enterrarlo con todos los honores cerca del agora, en Atenas. Jasón pertenece al m ism o tip o de aventurero heroico. Pue desde O rc ó m c n o hasta la Cólquide* en el ex trem o orien tal
10. HfROHA MÁS FAMOSOS
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del M ar N egro, a b u scar el Vellocino de O ro en una rauda nave, la Argo, y aco m p añ ad o p o r un tropel de jóvenes au d a ces, los A rgonautas. Hn la C ólquide tuvo que hacer frente al feroz rey Ketcs, hijo de H elios, y al dragón que custodiaba en un bosque sagrado el áureo pellejo del ca rn ero mágico. Con la ayuda de M edea, la princesa enam orada, Jasón logra ap o d erarse de vellocino, tra s su p e ra r las trem en d as pru eb as y peligros. Regresa perseguido po r Hetes y sus guerreros en un largo viaje (p o r el D anubio, el Rin, el R ódano, el n o rte de África, el A driático, y ro za n d o C reta antes de tocar la costa de Yolco.su patria). A p esar de este triunfo, la leyenda de Ja són no le concede un final feliz, sino una peripecia trágica al intentar ab a n d o n ar en CoriiUo, algunos años después, a Me dea. La b árb a ra M edea, hechicera y ap asionada, se venga m atan d o a sus hijos y a la nueva novia y a su padre, el rey de C orinto. (Tema de una fam osa tragedia de Lurípides.) 'leseo, en un lance parecido, había ab an d o n ad o pro n to a la p rin ce sa qu e le ayudara a o b te n e r su v ictoria, la joven A riadna, otra nieta de Helios. O tro héroe aventurero, protag o n ista d e prodigiosos epi sodios en parajes extraños en un itinerario m arino tan m is terioso com o el explorado p o r ios A rgonautas, es O diseo (o Ulises, según su n o m b re la tin o ). Pero O diseo es un héroe m ás m o d e rn o y m ás com plejo que Jasón o 'leseo. Su ascen dencia divina está bastante lejana: por su madre, Anticlea, des ciende de Autólico, hijo de I lerm es. Su padre, en la versión hom érica, es Laertes, un o scu ro reyezuelo de ílaca, una isla po b re y p equeña. Según o tra versión, es descendiente del taim ado Sísilo. Kn todo caso, tanto si su verdadero padre fue Sísilo o no, ya de Autólico p u d o h ere d ar la astucia y la au d a cia qu e le caracterizan. O diseo ha sido un gran g u errero en el ataque a Troya. F.n la Iliada se habla de su valor y de su inteligencia en el com ba te. A él se debe el ard id q u e p erm ite co n q u ista r Troya m e diante el célebre caballo de m adera. Pero es su largo regreso,
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I I. hll.tm .V S Y M O IIV O S
esos diez a ñ o s que O diseo p asa e rra n te antes de a rrib a r a su q u e rid a Itaca, lo que le ofrece un ám b ito sin g u lar a sus av en tu ra s m ás características, las q u e él m ism o relata a los r e a cios en la Odisea, cantos V íII-X ll. O d iseo es, según I lom ero, fw lytlas, polym etis, p o ly tropos, el «m uy su frid o r» , «m uy arte ro » , «el de m uchos trucos», I,a cap acid ad de so p o rta r la adv ersid ad , el a rm a rse de astucia, el e n c o n tra rlo s ro ceo s y vueltas p ara el triu n fo , eso ca ra c te riza a O diseo, personaje com p leto , no sólo valiente y fo rn i do, sin o inteligente y m ucho m ás h u m a n o que o tro s héroes. Frente a A gam enón o A quiles, ya en la ¡liada se p ercib e esc asp ecto del h éro e que, sin d e ja r de ser un buen g u e rre ro en la o casió n - c o m o se ve en los com bates o en la m a tan z a de los p reten d ientes erm su a rc o -, es an te to d o el astu to vence d o r del b ru tal Polifem o -e l gigante d e un solo ojo, el ogro del folktale-, el q u e escapa tras escu ch ar a la sirenas, el que tras in te n ta r salvar a sus h o m b res de los lestríg o n es, los lotófagos, los cíclopes y los hechizos de C irce, a rro s tra las iras de Poséidon y va a consultar al 1lades el esp íritu de Tiresias» y, al cab o , g rac ias a la ay u d a de los Keacios, regresa solo a su isla p ara rec u p erar su tro n o y su fam ilia. O tro s h éro es m a ri n o s, co m o Teseo y Jasón, co n tab a n con la p ro lecció n de las d io sas A tenea, A frodita y I lera; O diseo cuenta an te lo d o con el apoyo d e Atenea, favorecedora de los héroes y ad m irad o ra d e su inteligencia. C om o leseo y Jasón, O diseo o btiene los fa vores d e las figuras fem eninas q u e e n c u en tra en su erran za: d e Circe, de C alipso y de la princesa N ausicaa. Tam bién O d i seo va al H ades, aunque n o en un descenso arquetípico, sino en u n a aproxim ación tu rística y fugaz. (Kn el tratam ien to de ese lance en la (λ/ΰ?<ι se perciben los ecos de lejanos m ot ivos m ítico s, p ero un ta n to d eg ra d ad o s. O diseo c o m p a rte con G ilgam és el em peño de saber de lo oculto, pero no el ansia de in m o rtalid ad , lán sólo quiere re g re sa ra su ftaca.) O d ise o es un héro e m ás co m p lejo q u e sus co m p a ñ e ro s aq u e o s y ta m b ié n m ás m o d e rn o que esos o tro s h éro e s de
in. HRKOKS MAM-AMOSOS
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em presas lejanas, vencedores de m o n stru o s. Tam bién O d i seo se en fren ta a los tre m e n d o s riesgos del m a r fabuloso, y a los m o n stru o s (el C íclope Poli fem ó, la hechicera Circe, Kscila y C arib d is, las Sirenas, etc.)* pero p ara vencer en sus la n ces a p u ra d o s cuenta con un arm a propia: la inteligencia. Ks sintom ático que él, y no Ayax, g anara las arm a s de Aquilcs, y tam bién q u e su viaje al I iades tenga los tin tes cu rio so s que tiene la N ekyia hom érica. O diseo es, p o r o tro lacio, un héro e épico, el p rotagonista de un p o em a com o la Odisea, que con tiene rasgos a n tig u o s, p ero a n u n c ia lo novelesco, fig u ra s com o su h ijo T elém aco y su m ujer, la p ac ie n te y no m enos astu ta P en élope, fo rm a n ta m b ié n p a rte d e su leyenda. Así com o algún o tro hijo de O diseo, co m o Telégono, nacido de Circe (o de C alipso, según una varian te m ítica), y d esco n o cido p o r H om ero. Según esa versión Telégono iba en busca de su p ad re y se en c o n tró con O diseo, ya viejo, y,sin rec o n o cerlo, le d io m u erte en com bate. (Luego Telégor.o se casaba con P en élo p ev Telém aco con Circe.) El h éro e épico p o r excelencia, no ya un aventurero ni civi lizador, sino un rey g u errero , es Aquilcs, hijo de la diosa m a rina T etisy del héroe Peleo, rey de Ptía. Ai frente de sus m ir m idones, A quiles ha a c u d id o a Troya p ara conseguir gloria en los co m bates. La Ufada no es una «A quileida» -a l m o d o com o la Odisea es el p o em a de O d ise o -, pero la ira de Aquiles im pone su estru c tu ra al poem a, que concluye con la m uerte d e H écto r, y el ap a cig u am ien to del fero/, rencor del héroe, vengador d e su am igo Patroclo. D esde un com ienzo sabem os que la vida de Aquiles será co rta, si persiste en su elección de p referir la g loria. Pero su ca rácter es de una pieza. A quilcs, «ligero d e pies», es un g u e rre ro invencible en la batalla y acepta su d estin o trágico. París lo herirá de m uerte en un ta lón. (Su ú nico p u n to débil, según una leyenda qi.e no parece conocer H om ero.) Frente a A gam enón, rey de reyes, caudillo de to d o el contingente bélico de los D áñaos, Aquiles es, p o r su arro jo y destreza en la pelea, «el m ejor de los aqueos».
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II. Η (·υ Κ Λ Ν Y M O T IV O S
Su m ad re Tetis acude desde su m o rad a m a rin a a so c o rre r lo cu a n d o el g ran g u e rre ro im plora su ayuda. Lo hace en dos ocasiones» y va a solicitar a Z eus el cu m p lim ien to del d e s ti n o glo rio so del héroe y, luego, a pedirle a Hcfe.su> la fabrica ción d e u n a nueva a rm a d u ra p ara su hijo. (La p rim e ra a r m a d u ra d e A quiles fue ta m b ién regalo de los dioses, hecho a Peleo en sus b o d as con la divina N ereida. C on ella m uere PaI roclo, y m ás ta rd e H éctor.) E ducado p o r el ce n ta u ro Q u iró n , co m o o tro s g ra n d e s h é ro es, A quiles m u ere jov en tra s h a b e r m o stra d o su valentía in co m p arable. D e un am o río juvenil p rocede su hijo N eop tolem o, q u e le su cederá al frente de sus tro p as, c o n d u c irá a Troya a Filoctetes y m o rirá luego en D elfos, violentam ente. O tro breve m o tiv o m ítico - n o c a n ta d o p o r H o m e ro - es el en a m o ram ien to de A quiles p o r Pentesilea, al to m a rla en sus b razo s d esp u és de h ab e rla h e rid o de m u e rte en com bate. (P entesilea, reina de las a m az o n as, ac u d ió en ay u d a de los tro y an o s.) H o m ero hizo de A quiles el p ro to tip o del héro e jo v en , p a ra d ig m a de la arcté del g u e rre ro , con su trág ico destino. Junto a esos m itos de g ran d es héroes, o tra s leyendas a b a r can el esp acio d e varias g en e racio n es d e u n a fam ilia regia. Así es la q ue relata las vicisitudes, h azañ as y pad ecim ien to s d e los d esce n d ien te s d e T án talo , u n a d in a stía q u e p r o p o r cio n ó tem as a n u m ero sas tragedias. T án talo , hijo d e Z eus, se h ab ía establecido en Lidia, en el m o n te Sípilo. F recuentaba a los d ioses y gozaba de p ro sp e ri d ad h asta q u e in c u rrió en u n a te rrib le d esm esu ra . Invitó a los O lím p icos a un sin iestro b an q u e te , en el que les ofreció co m o plato fuerte la ca rn e tro ce ad a y g uisada de su hijo, Pélope. Los dioses, con su sab er etern o , ad v irtiero n el en g añ o y se ab stu v iero n de p ro b ar la com ida, a excepción de D em éter que, ap en ad a p o r la p erd id a de su hija, m o rd ió la paletilla que le h ab ían ofrecido. Luego los dioses volvieron a d a r la vida, restau rán d o lo en el caldero, al joven Pélope (con un h o m b ro
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de m arfil p ara co m p en sa r cl m ordisco de D em éter), y casti garon p ara siem pre a Tántalo. (Un lo m ás p ro fu n d o de H a des se ve c o n d e n a d o a p asar h am b re y sed, en m ed io de á r boles fru ía le s q u e se crecen c u a n d o él in te n ta lo m a r un fruto, y ju n to a un río cuyo caudal baja cu a n d o él se agacha a beber.) Pélope em ig ró hacia el c o n tin e n te , a la región que luego to m a ría su n o m b re , el P eloponeso (PiHopos nésos: «isla de P élope»). Kn la Élide c o m p itió en la c a rre ra de c a rro s con F.nómao, q u e ofrecía la m a n o s de su hija y su reino a quien lo g rara vencerle. C o n la ayuda del c o c h ero del rey, M irtilo, Pélope consiguió la victoria, m ien tras que K nóm ao, al fallar le u n eje de su ca rro , m u rió en la carrera. Luego Pélope d es po só a I lip o d a m ía , la joven p rin ce sa, y elim in ó a M irtilo, que al m o rir lo m aldijo, a él y a sus descendientes. Varios hijos tuvo el m atrim o n io . Instigados p o r su m adre, los d o s m ayores, At reo y Tiestos, m a taro n a su h e rm a n o C risipo, el p referido de su padre. Tuvieron q u e exiliarse en Micenas. A llí p re te n d ie ro n am b o s el tro n o de M icenas. D es pu és d e u n as m u tu a s añ ag azas - e n las que in te rv ien e la ap u e sta so b re un c a rn e ro d e oro» regalo de H erm es, y el ad u lterio d e A érope, la esposa de A ireo, con su cu ñ ad o , y la d eten ció n del sol en su cu rso celeste- fue At reo quien logró hacerse con el p o d e r real. Luego co m etió u n a h o rrib le ven ganza: le sirv ió a su h e rm a n o Tiestes en un b an q u e te la c a r ne d e sus p ropios hijos (los de Tiestes). D espués del festín re veló al a terro riz ad o p ad re lo que había devorado, l'ie sles se alejó m ald icien d o a su h erm an o . Para c u m p lir esa venganza, sigu ien d o u n oráculo, Tiestes en g e n d ró en su p ro p ia hija, Pelopia, a ligisto, que con el tie m p o a c ab a ría con el p rim o g é n ito d e A ireo, A gam enón. De los A trid as éste fue el h ere d ero del rein o de M icenas, m ie n tras su h e rm a n o M enelao, al casarse con H elena, hija del esp artía la T indáreo, reinaba en F.sparta. I ras el rap to de H elena, a m b o s m a rc h a ro n c o n tra Troya. Para a s e g u ra r la
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ti. H C U K A S Y M O T IV E S
navegación hacia ci Asia, A gam enón sacrificó en A ulide a su hija, Itlgenia. Y esluvo au sen te d u ra n te los diez a ñ o s d e la g u erra fam osa. Kn M icenas C litem ncstra, esposa d e A gam enón, irrita d a p o r el sacrificio de su hija y m u je r de c a rá c te r ap a sio n a d o , traicio n ó al ausente con su p rim o Egisto. Y al regresar Aga m e n ó n , v en ced o r y d e s tru c to r de T roya, lo asesin ó - ju n to con su cau tiva C a san d ra , la p ro fe tisa h ija de P ría m o Los h ijo s d e A gam enón, O restes y K lectra, u n o s a ñ o s desp u és, se en carg aro n de vengar a su p ad re, m a tan d o a su m adre. I!l d io s A polo y la p r.id e n te A tenea a p ro b a ro n el m a tric id io . El joven O restes, desputis de m a ta r a su m a d re y a Kgisto, fue p erseg u id o p o r las K rinias, p ero fue ab su elto del crim en de sa n g re al final, y, d esp u és de alg u n as o tra s p erip e cia s, se casó con I lerm íone, la hija de M enelao y de H elena, re in a n d o so b re M icenas y E sparta. (La v ersió n de E squilo en la (h v stía d a sitúa la absolución d e O restes en el A reópago de A tenas, d o n d e Apolo d efiende ai m a tricid a y el voto de Ate nea solventa la decisión final.) Tan trág ica com o la de los P elopidas es la saga de los Labd ecid as de lebas. I lijo de L ábdaco fue Layo qu e, tra ic io n a n d o la am istad de Pclope, ra p tó al adolescente C risip o y fue m ald ito p o r el padre ultrajado. El o rác u lo del D elfos a d v ir tió a I .ayo q ue se g u ard a ra de te n er descendencia, p o rq u e, en tal caso, su hijo le m ataría y se casaría con su propia m adre, con la esp o sa de Layo, Yocasta. Pero el rey d e lebas la dejó encinta u n a n o c h e ,d o m in a d o p o r la pasión o la em briaguez, y Yocasta d io a luz a lidipo. Por te rro r al cu m p lim ien to del o rácu lo , sus p ad res d e c i d iero n a b a n d o n a r al n iñ o en el m o n te C iteró n p ara que allí fuera d ev o rad o por las fieras. Para inm ovilizarlo le tra sp a sa ro n los pies con una fíbula. Así q u e d ó Kdipo el de los pies h in c h ad o s (O idi-pnus) ex p u esto en el m onte. De allí lo re s cató un p asto r q u e lo en tre g ó a los reyes d e C o rin to , P ólibo y M i'rupc, un m a trim o n io sin hijos q u e lo ad o p ta ro n com o
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suyo. M ás la rd e Kdipo fue a c o n su lta r al o ráculo de Dclfos, que le ad v irl i<>de q u e m a laria a su pad re y se casaría con su m adre. l 'n una encrucijada Kdipo tuvo un violento encuentro con u n d esco n o c id o . l.o m a lo en la reyerta: era el té ta n o Layo, au n q u e él ig n o ró su id e n tid a d . M a rch an d o hacia lebas su peró el en ig m a de la esp an to sa Ksfrnge que asolaba la región. ΛΙ vencer al m o n stru o , obtu v o en prem io la m ano de la rei na, v iuda de l.ayo. Así Kdipo reali/.ó la profecía deifica. Según la versión l rágica m ás n otable (la de Sófocles en su lidipo rey), n o fue sin o m u c h o s a ñ o s d esp u és cu a n d o el ya v en erad o rey de lebas d escu b rió la v erdadera historia de su ascen d en cia y su s c rím en es. Ya en to n ce s h ab ía te n id o con su m ad re y esposa c u a tro hijos: K léodes, Polinices, A ntigo na e Ism ene. A b ru m ad o p o r esa conciencia de su terrible p a sado, Kdipo se exilió d esp u és de a rra n c a rse los ojos, según Sófocles, y d e co n o cer el suicidio de Yocasta. (Pero los d e ta lles v arían según los trágicos, y según los m itógnifos.) V ién d o se a b a n d o n a d o p o r su s h ijo s m ayores, K dipo los m aldijo. K téodes y Polinices se d isp u taro n el trono. Ktéocles logró q u ed a rse con él ex p u lsan d o a su h erm an o . Q uien ac u d ió a so licitar auxilio al rey d e A rgos, A drasto. Se casó con u n a hija d e éste, y, con la ayuda de su su eg ro , p re p a ró una ex p ed ició n a rm a d a co n tra 'lebas. Ks la llam ada expedición de los Siete - p o r el n ú m e ro de los caudillos argivos q u e e m p ren d iero n el asedio de la cindadela de las siete p je r ta s - . Kn la b atalla p erecieron los d o s h ijos de K dipo, en fren tad o s en un du elo fratricida. (I.a ciudad se salvó de la d estru cció n , ya q u e vencieron los (ébanos y só lo u n o de los Sieie salió con vida: A drasto, que poseía un caballo prod ig io so , A rión.) In ten tó A ntig o n a, c o n tra las ó rd e n e s del nuevo regente, e n te rra r a Polinices, y fue co n d e n ad a a m u e rte por C reonte. K n terrad a en vida, A ntigona se su icid ó . C on ella m u rió su p ro m etid o H em ón, hijo de C reonte; y el suicidio de f lem ón incitó a su m ad re a su icidarse tam bién en el palacio.
II. l U i U R A S Y M O T IV O S
Según la leyenda» E d ip o acab ó sus días en C olono, una al dea d e Á tica, y allí, acogido p o r el rey 'leseo, q u iso d e ja r su se p u ltu ra, co m o un favorable au g u rio p ara la ciu d ad . E dipo es el m ay o r ejem plo de un d estin o trágico. Q u eda en pie, sin em b arg o , el in terro g an te so b re su resp o n sab ilid ad en los s u cesos q u e lo d eterm in a n . ¿Es acaso la fatalidad la que ha p re fijado la o sc u ra cad en a d e m u ertes? ¿No es el h éro e con su v oluntad q uien se abre un ca m in o hacia la luz y la m em oria? Este héroe que trata de esq u iv ar la fatídica profecía y que, sin saberlo, co m ete los d o s m ayores crím enes, el p arricid io y el incesto, es - e n la versión trá g ic a - un h o m b re in o cen te y un rey ju sto , u n tyram tos q u e q u iere salvar a su ciu d ad , que no p u ed e escapar a su destino. Es innegable en cu a lq u ie r ca só la g ran d eza d e Edipo, en la b ú sq u ed a de la verdad y en el dolor. Es el h é ro e trág ico p o r excelencia. 1lay o tro s héroes d e trág ico d estin o . E n tre aquellos cuya leyenda puede d a r argum entos a buenas tragedias, A ristóteles cita -ju n to a Edipo, Tiestes y O re ste s- a A lcm eón, M eleagro y T é le fo ,J2. Y hay m ás (P en teo , Áyax, H lo ctete s, etc.). Pero q u isiera ya concluir este inco m p leto catálogo n o m b ra n d o a u n héroe d istin to de estos jóvenes g u errero s y m on arcas v io lentos. Un héro e muy diferente y con o tra s v irtu d e s y p resti gios: el Inicio Orfeo. El h ijo del rey trac io E agro y de la m u sa C alío p e, O rfeo, era u n m aravilloso cantor, al son de la cítara (que él h ab ría in v en tad o , o a la que h ab ía a ñ a d id o d o s cu e rd as). C on sus d ulces ca n to s atraía a los an im ales del b o sq u e, reu n id o s en pacífico co rro , am an sa n d o a las fieras, y co n m o v ien d o a los m ism os árb o les y a las peñas, l-iguró e n tre los h éroes que se em b a rc a ro n en la A rgo ca lm a n d o las tem p estad e s y d e r r o ta n d o en el en c u en tro a las ca n to ras Sirenas con su m elódica voz. Se casó con E urídice, q u e m u rió al se r m o rd id a p o r u n a se rp ie n te esco n d id a e n tre la h ie rb a . O rfeo la llo ró y fue al 1lacles a rescatarla, lo g ran d o hechizar con su lira a los trem e-
ιο MËROFS m A s f a m o s o s
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b u n d o s g u ard ian es del reducto infernal. H adesaccedió a d e volvérsela, con la co n d ició n de q u e no se volviera a m irarla hasta tra n s p o n e r el um b ral de sus dom in io s. O rfeo, a m o ro so y desco nfiado, se volvió a m ira r a Kurfdice antes de fra n q u earlo , y su esposa tuvo q u e p e rm a n e c e r en el m u n d o de las so m b ras, a d o n d e M erm es lu rcco n d u jo de nuevo. O rfeo d ifu n d ía cierto s cultos m istéricos en Tracia, a d m i tien d o sólo a los h o m b res, d esp re cia n d o a todas las m ujeres. Por ello las tracias, in citad as acaso p o r D ioniso o p o r A fro d ita , se la n za ro n fu rio sa s c o n tra él y lo d escu a rtiza ro n . A rro jaro n su cabeza y su lira al río H ebro, q u e las tra n sp o rtó h asta la isla de Lesbos, afam ad a p o r la d u lz u ra de sus poetas líricos. A O rfeo se le a trib u ía n d o c trin a s sobre la vida en el M ás Allá y la secta d e los llam ados órficos selló con su n o m bre to d a u n a teología y una ética de sin g u lar alcance y fasci nación.
Tercera parte
Interpretaciones
1. Interpretaciones de los mitos: el alegorism o y el evemerismo
C on los p rim e ro s filósofos a p a rece en G recia la c rítica al m ito co m o form a de explicar el m undo. D esde .in com ienzo la filosofía tiene que en fren ta rse a los m itos, pues intenta e n co n tra r m e d ian te un nuevo m é to d o de conocim iento, el de la raz ó n , u n fu n d a m e n to y u n a s causas a los m ism os fen ó m enos q u e el m ito daba com o producidos p o r los seres divinos y h ero ico s d e tie m p o s lejanos. F rente a la n arrac ió n m ítica sobre el o rig en del m u n d o y de las cosas, ahora los filósofos p la n tea n la p re g u n ta p o r la v erd a d d e un m o d o radical. Y este p o n e r en cu e stió n to d o el m u n d o m ítico supone un e n fren tam ien to a la trad ició n . En griego la palabra q u e signifi ca «verdad» es aléthcia, q u e significa etim o ló g ica m en te «desvelam iento», o negación de la iéthc u «olvido» de lo real; desde sus co m ienzos, la filosofía se plantea com o una tarea crítica, lise sen tim ien to de desconfianza en las explicaciones trad icio n ales, que es característico de los p ensadores del si glo vi a.C., d e un Jenófanes o u n H eráclito, supone un recha zo d e lo m ítico , lis d e c ir qu e, c u a n d o Tales de M ileto dice que el o rig en y p rin cip io fu n d am e n tal de to d o es el agua, ya está n e g a n d o c u a lq u ie r m yth o s so b re el arché cósm ico que no sea u n elem en to n a tu ra l. C o n una respuesta de ese tipo 165
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111. IN't I'iKPKt-'TACIONKS
q u e d a ya en e n tre d ic h o cl relato so b re los d io ses p rim ig e nios» sean U rano y Cica, o el prolífico O céano. F.l en fren tam ien to e n tre el m yiltos y el lógos no es m o m e n táneo» sin o q u e m ás bien p o d e m o s verlo co m o u n a larga co n tien d a en la que el m ito va ced ien d o el te rren o , con una cierta displicencia, esfum ándose ante las luces de la ilu stra ción. I.a m archa del m ito al logos (según un fam oso libro de W. Nestle: Votn M ythos zu ñ í Logos '■'■') no es una peripecia c a tastró fica, sin o un progresivo avance de la o b serv ació n y la reflexión co m o bases de la explicación racional del m u n d o , sobre las cuales la especulación filosófica con stru y e su in te r p retació n . l,a h isto ria del p e n sa m ie n to g rieg o ha sid o bien e s tu d ia d a d e s d e esta p ersp e ctiv a. C u a lq u ie r m an u al de la h isto ria d e la filo so fía a n tig u a rec o g e lo e sen c ial de este p ro ce so . Junto al ya c ita d o W. N estle, p o d ría m o s re c o rd a r e stu d io s im p o rta n te s de C o rn fo rd , U n te rste in e r, F raen k el, Jaeger, B u rn et, G igon y o tro s, q u e n o s h an c o m e n ta d o con a g u d e za y h o n d u ra có m o la filosofía n o su p u so un b ru sc o c o rte en la c u ltu ra helénica, sin o u n p ro g re siv o av an ce de la in q u isició n rac io n al sobre te rre n o s an tes d o m in a d o s p o r los m ito s. Pero en las m ism as e x p lica cio n es m ític a s h a b ía ya a lg u n o s p u n to s que fac ilita b an ese av an ce c rítico . P en se m o s, p o r ejem plo en los in te n to s de un o rd e n en el p ro ce so c o sm o g ó n ic o d e sc rito p o r I Iesíodo. I-rente a o tra s m ito lo gías la h elén ica está s in g u la rm e n te bien o rd e n a d a y d e s ta ca p o r su sen cillez y su refe re n c ia a a s u n to s fa m ilia re s, co m o C. S. K irk ha d e stac ad o . Kl am p lio m a rg e n de lib e r tad c rítica ex istente en la so c ied a d g rieg a al resp e cto de la relig ió n favoreció ese avan ce crítico . (A u n q u e h u b ie ra a l g ú n q u e o tro e n fre n ta m ie n to grave, c o m o c u a n d o A naxág o ras fue c o n d e n a d o en A tenas p o r so ste n e r q u e el sol era u n a e n o rm e roca ca n d en te s u s p e n d id a en el cielo, o c u a n d o S ó crate s fu e a ju stic ia d o tra s un p ro c e so d e im p ie d a d esp ec tac u lar.)
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I N n !Rt’R i:rA i:iO N K S l>l;. ix is M ÎT O S: 1-1 A l K C iO R ISM íl Y H FVt’MF.RISMO
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Lstá claro q u e en cu a n to se le p lantea a! m ito la cuestión d e la veracidad de lo que n a rra , no puede d a r razón de ello. D ar razó n de a c u erd o con los d alos reales es algo propio del logos. Un cu a n to se p la n tea n d u d a s so b re su v eracid ad los m itos se e n c u e n tra n en una posición débil, y com o creencias licn cn u n a d u d o sa vigencia. La cu e stió n de hasta que p u n to creían los g riegos en sus m itos es b astan te com pleja; la res puesta varía m ucho según la época y el nivel intelectual y el lip o d e m itos. P. V ey n e ,q u e sela ha planteado en un brillante libro l3\ reconoce que sí, p ero a g ran d e s rasgos y p a rtie n d o del h ech o de que el creer no es un acto sim ple. O rtega, en su ideas y creencias, atin a, p ensam os, en se ñ ala r que en las c re encias se está instalado, y que es sólo c u a n d o éstas se ponen en c u e stió n c u a n d o su rg en las ideas co m o nuevos in s tr u m en to s p ara ap re h en d er la realid ad cuestionada. Pienso q u e el p ro g re sa r de la filosofía en Cirecia puede e n focarse con ayuda de ese esquem a. Λ m edida q u e los m itos co m o creencias van siendo so m etidos a crítica, van cediendo su lu g a r a los ra z o n a m ie n to s y las ideas. P or o tro lado, allí d o n d e no llegan las ideas o los razonam ientos siguen in sta lá n d o se los m itos. Así, p o r ejem plo, c u a n d o P latón q uiere h ab larn o s de la vida del alm a in m o rta l tras la m u e rte ha de r e c u rrir a un m ito (que, co m o h em os dicho, es u n a rec re a ción plató nica so b re una p au ta tradicional). A h o ra q u isiéram o s no insistir sobre este enfrentam iento, sin o tan sólo en fo car un asp ecto del m ism o: cóm o se re h a bilita el m ito an te los e m b ate s de la explicación racio n al. Para alg u n o s ilu stra d o s, co m o lo e ra n los sofistas, los m itos ap arecen co m o reliquias fabulosas de un pasado ign o ran te, q u e explicaba el m u n d o de un m o d o fantástico e infantil, o bien co m o m e n tira s y p a tra ñ a s u rd id a s p ara en g añ o de las gentes. A nte el t rib u n al de la razón los m itos quedaban c o n d e n a d o s co m o n o veraces, c o m o «ficciones de los a n ti guos», pltlsm ata (óti protérón, p o d ría m o s d ecir con u n a ex p resió n d e Jenófanes. Jenófanes fue el p rim e ro en atacar la
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III. IN T K R I’H fciA C IO N kS
teo lo g ía n iílica d e H omero» con sus d io se s a n tro p o m ó rf i co!», v io len to s e «inm orales», lis decir, u n o s d io ses in a d m i sibles d esd e las exigencias c rític a s del p e n s a d o r ilu s tra d o del siglo vi a.C. Y es p ro b ab le m en te fren te a ese a taq u e c u a n d o su rg e la teoría alegórica, que gozará luego de g ran aceptación p o r fi lósofos p o ste rio re s (en alg u n o s sofistas, en los estoicos, y en lo sn e o p la tó n ico s). La teoría alegórica, un intento p o r salva g u a rd a r la lección verídica de los m itos, sólo en ap a rien c ia escan d alo sos, es tam bién un sig n o de la ilu stra ció n , ya que p arte de acep tar que el lenguaje del raz o n am ie n to es el n o r mal y q u e los m itos *e expresan en o tro lenguaje, se cu n d a rio y poético, q u e hay que tra d u c ir al código del logos p ara co m p re n d e rlo en to d a su h o n d u ra y valor. Kl p rim e r aleg o rista fu eT eág en esd e Regio, un sagaz co m en ta d o r de l lom ero, del siglo vi a.C. (Su d o ctrin a está expuesta en un escolio a la Ilia da XX 67, en u n a cita breve, pero m u y jugosa.) Kl escolio B al citado pasaje de la ¡liada dice así: La e n s e ñ a n z a a c e rc a c e lo s d io s e s g e n e r a lm e n te r o z a lo v io le n to y a u n lo in m o r a l. P u e s va él (¿ P o rfirio ? ) s e ñ a la q u e lo s m ito s d e lo s d io s e s s o n e s c a n d a lo s o s . F re n te a ta l ju ic io , a lg u n o s b u s c a n tr a s la a p a rie n c ia d e su fig u ra v e rb a l u n a s o lu c ió n a la d ific u lta d , en la c r e e n c ia d e q u e (o d o e slit d ic h o a le g ó r ic a m e n te d e la n a t u r a le z a d e lo s e le m e n to s ; a s í s e r ía , p o r e je m p lo , c u a n d o se h a b la d e lo s e n c u e n tr o s h o s tile s d e lo s d to s e s . S e ñ a la n q u e t a m b ié n lo s e c o c o m b a te c o n t r a lo h ú m e d o y lo c á lid o c o n lo Irío , y lo lig e ro c o n tr a lo p e s a d o . T a m b ié n el a g u a t e n e la f a c u lta d d e a p a g a r el fu e g o , y el fu e g o la d e s e c a r el a g u a . Y «sí s u b y a c e e n tr e lo s v a rio s e le m e n to s , d e los q u e se c o m p o n e el u n iv e r s o m u n d o , u n a o p o s ic ió n , y e n p a r te s u lv y a c e é s ia t a m b ié n a l p r o c e s o d e s u d e s t r u c c ió n . P e ro el c o n ju n to p e r m a n e c e e n la e te r n id a d . A sí q u e el p o e ta 11l o m e r o 1 p e r m i te q u e te n g a n lu g a r la s b a ta lla s ( e n tr e d io s e s ) y n o m b r a al fu e g o A p o lo y 1 le lio s , y t a m b ié n H e íe s to ; y al a g u a P o s é id o n y E s c a m a n d r o ; a la lu n a A rte m is ; al a ire M era, e le . D e m a n e r a p a r e c id a d a él, p o r o t r o la d o , n o m b r e s d e d io s e s a la s f a c u lta d e s y p r o p ie d a d e s e s p iritu a le s ; a s í d ic e e n lu g a r tie la n te lig e n c ia A te n e a , e n v e z d e s in r a z ó n A re s,
I.
Ι Ν Τ Κ Η Η Κ Κ ΙΛ » H O N K S U K I O S m i t o s ; h
A l.l M I K I V M O Y 1 1. ΙΛ Ί :Μ Η Ι· ΐΝ Μ Ο
c n v e z d e p a s ió n A fro d ita » e n lu g a r d e a s tu c ia H e r n ie s , e le . liste m o d o tío e x p lic a c ió n |d e l p o e m a h o m é r ic o ] e s m u y a n t ig u o ; c o m e n z ó a p a r t i r d e T e á g e n e s d e K eg io , q u e fu e el p r im e r o e n e s c r i b ir a s í s o b r e I l o m e r o .
P od em os fig u ra rn o s có m o su rg ió esta defensa p o ética de Homero» q ue rec u rre a la teoría de que él se expresaba alegóricam ente. Alegoría es, etim ológicam ente, «o:ro hablar», es d ecir, u n a ex p resió n fig u ra d a, c ifra d a , m etafó rica, t i c o m e n ta d o r salva así la verdad p ro fu n d a del m ensaje h o m é ri co, q u e p u ed e trad u c irse a sentencias co m o las de los filóso fos (la o p o sic ió n de los elem en to s n atu ra les, tan d estacada p o r H eráclito y o tro s presocnU icos, está bajo la alegoría de los co m b ates en tre dioses en la litada). D ando p o r aceptado que las n arrac io n es m íticas so n escandalosas [ante el canon ético d e la m o ra lid a d co n v en cio n al, cívica y co tid ia n a ), se in ten ta ju stific a r la sa b id u ría del p o e ta alegando que se ex p resab a d e un m o d o críp tico , m e d ian te un código poético. C on tal len g u aje alu d e y revela a los e n te n d .d o s verdades p ro fu n d a s ocu ltas tras un velo de m etáforas» Iras un ropaje em bellecido p o r im ágenes plásticas. La teoría alegórica gozó de u n e n o rm e éxito en el in u n d o a n tig u o y ha p e rd u ra d o en v a ria d a s épocas, con alg u n o s m atices nuevos. Ya los estoicos se sirvieron d eella co n tra los escép tico s y los epicúreos, en un in te n to de rescatar la d o c trin a religiosa de los m ito s v enerables, y los n eoplatónicos hiciero n algo p are cid o fren te a los c ristia n o s (q u e no q u e rían n egar la existencia d e los d ioses paganos, sino an te todo d estac ar su in m o ra lid ad escandalosa); m ás tarde los g n ó sti cos re c u rrie ro n a la h e rm e n é u tic a aleg ó rica p ara ex p re sar u n a co n c ep c ió n sem i filosófica del u n iv e rso envolviendo sus d o c trin a s en relatos m etafó rico s y fantásticos, al m odo de los a n tig u o s m itos. F u n d ad a en el p rin cip io de la alegoría se d esp liega u n a su til h e rm e n é u tic a q u e busca el sen tid o sim bólico de las figuras y los actos n a rra d o s en el m ito para
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trad u c irlo en un plan o m ás ab stracto . Así el m ito queda v is to com o u n lenguaje cifrad o que cela un saber p ro fu n d o que hay qu e in te rp re tar y descifrar, Erente al m o d o lógico de ex p resarse, cabe u n a a ltern ativ a, la de! m ilo co m o lenguaje críp tico , cuya h o n d u ra esp iritu al requiere tal vez esa form a fig u rad a de expresión p o ética y religiosa. N o se discute, pues, que el m o d o lógico sea el v d id o p ara la co m u n ica ció n h ab itu al, sin o q u e se alega, en defensa de los m itos, que ese lenguaje m ítico posee un código propio y u n a s referencias cifrad as, q u e los sabios sab en e n c o n tra r y rastrear. HI m ito dice verdades profundas, intuiciones ex tra o r d in a rias, que, con una n otable p érd id a de su vigor p o ético y su p lasticid ad esp iritu al, los e n te n d id o s pu ed en trad u c ir al lenguaje m ostrenco y n o rm al de la expresión lógica. I .os m i tos, p ara ser en ten d id o s, requieren u n a exégesis que e x p ri ma io d o el sentido de su form a alegórica. El em pleo del m é to d o alegórico en la interpretación de los m itos perm ite d e sc u b rir tras su ingenua y escandalosa a p a riencia m ensajes con sentid o s p ro fu n d o s y de alcance filosó fico. Pero, en la in te rp re ta c ió n d e a lg u n o s aleg o ristas, esa trad u cció n de los miUxs ab o ca a resu ltad o s tie una a s o m b ro sa trivialidad. Así, p o r ejem plo en las H istorias increíbles de Paléfato, u n m ediocre escrito r del siglo iv a .C , se nos d a una versión «racionalizada» de los m itos, que nos so rp re n d e p o r lo an ecd ó tica y íacilona. De este Paléfato no tenem os d atos p ersonales. C om o señala W. Nestle, e s cl típ ic o te ó lo g o d e c o m p r o m is o y m e d ia c ió n , q u e s e s e p a ra t a n to d e lü cr
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se hn r e c u r rid o a e sa s r e p r e s e n ta c io n e s in c re íb le s. S e g ú n (ales p r i n c ip io s se s o m e te n a e x a m e n lo s m i to s s is te m á tic a m e n te , d e m o d o c ju e s e in te r p r e ta n to d o s y c a d a u n o d o l o s ra s g o s del m ito , y se o b tie n e al l'iiml u n a e lim in a c ió n c o m p le ta d é l o s o b r e n a tu r a l.
La o b ra de P aléfato n o s p ro p o rc io n a u n a serie de e je m plos. Así A cteón no se h ab ría tra sfo rm a d o en un ciervo» ni fue luego d espedazado p o r sus p ro p io s perros, sino que esc d esg arram ien to fue el que le p ro d u jo su pasión por la caza y la co m p ra de p erro s, q u e le a rru in ó y dev o ró su hacienda. La fábula d e N íobe, trasfo rm ad a p o r el d o lo r en una roca, alu d iría sim p lem ente a una estela de p ied ra levantada sobre la tu m b a d e una d esv en tu rad a m adre. Linceo, del que se refe ría q u e p odía ver incluso d ebajo d e tie rra , h ab ría sido sim plem en te el inventor de la m in e ría y la lám p ara d é lo s m in e ros. A Ivuropa la ra p tó un creten se q u e se llam aba Toro, no un (oro real, liolo fue un astrólogo, sab ed o r de la ciencia de los vientos y la navegación, que ad iestró en tal saber a Ulises. Kl m u ro d e bronce q u e cercaba su isla no era m ás q u e un ejército de g uerreros hoplitas. La fam osa h id ra de cincuenta cabezas, q u e venció H eracles, era u n castillo con ese n o m bre, del rey de L em nos, que estaba defen d id o p o r cincuenta hoplitas. C uando caía uní), le sustituían o íro s dos. L1 ca n g re jo q u e so co rría a la h id ra no era sin o un g u e rre ro ca rio con el n o m b re p ro p io de K ark in o s, «cangrejo». M edea, que, según el mito, rejuvenecía a los ancianos ai cocerlos en un cal d ero m ágico, no era m ás q u e u n a hábil inventora de un tin te p ara el pelo, y de una especie de sauna, m uy conveniente p ara la salud y la ap arien cia juvenil. Este m o d o de in te rp re ta r los m itos, m ediante su explica ción racionalista tan superficial, su p o n e que los relatos tra dicionales es:án fu n d ad o s en e rro re s de tran sm isió n y exa g eracio n es d isp a ra ta d as. Sin llegar a un sistem atism o tan marcado» lo en c o n tram o s en los p rim e ro s historiadores, los lo g ó g rafo s junios, y en co m e n ta d o re s ta rd ío s. Se m a n tu v o
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III. (N lf-K I’ Kf-TACfONLS
on la Kdad M edia y on el R enacim iento. Poro lo m ás s o rp re n d e n te os la reaparición del m é to d o en la ép o ca m o d ern a , d esd e com ienzos del siglo xix, a m p a ra d o en teorías d eriv ad as d e la Ilustración. May, co m o se ad v ierte ya en la cita del escolio a la ¡liada, un aleg o rism o físico y o tro esp iritu a l, según se en c u en tre n tra s los personajes m íticos alusiones a fuerzas de la n a tu ra leza o a poderos del espíritu. La d istin ció n puede proyectarse a in te rp re tac io n es más recientes. Kn el siglo xix ya verem os q u e p ara u n o s los m itos se refieren m ed ian te ese lenguaje fi g u rativ o a fenóm enos n atu ra les (com o c u a n d o M ax M üller y su s secuaces in te rp re ta n co m o alu sio n e s a au ro ra s, to r m en tas y pu estas do sol los relatos de luchas div in as), m ie n tra s q u e p a ra otro?·, co m o p a ra a lg u n o s psicoanalistas» los m ito s cu e n ta n en su fig u rad o y d ra m á tic o lenguaje los c o n flictos, tem ores y esperanzas del alm a hu m an a, y son algo así co m o los su e ñ o s de un alm a colectiva.
¡.a teoría de Evcmero Algo p o ste rio r al alegorism o, h u b o o tra teoría sobre la in te r pretació n de los m itos que tuvo ex tra o rd in aria resonancia en o) a m b ien te helenístico. Fue el ev em erism o , q u e deriva su n o m b re d e su supuesto inventor, F.vémero do M escne, un es crito r d e fines del siglo IV a.O. A unque hay rastro s de esta teo ría ya antes (en el m ism o H eró d o to ), fue F.vémero el p rim ero en su sten ta rla do m o d o global, no en u n tra ta d o científico, sino en un texto casi novelesco. Según él los dioses m íticos no son m ás q u e personajes históricos de un pasado nial recorda do, m agnificados p o r u n a trad ició n fantasiosa. Un la teo ría do livem ero hay claros reflejos do un m o m e n to h istó rico precisa: el do la deificación de los p rim e ro s m o n arcas helenísticos, los D iádocos, sucesores del g ran A lejan dro. N os d eten d rem o s un rato en ex p o n er lo que sabem os de
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su o b ra, p e rd id a p a ra n o so tro s. Kvémero estuvo al servicio del rey C a sa n d ro de M acedonia e n tre el 3 1 1 y el 298 a.C . y allí d io a co n o cer su libro Hiera A nagraphé, la «inscripción sa g rad a» , lin su asp ec to e x te rn o se tra ta b a de un relato de viajes, p ero p o r su co n ten id o era básicam ente u n a n arració n u tó p ica (que p o d ría enlazarse con la República de Platón, la Ciropedia d e Jenofonte y la A tlantis de Critias}. Kn el lib ro c o n tab a Kvémero su viaje p o r el g ran O céano (el Indico, al sureste del co n tin en te asiático), d o n d e arrib ó a u n g ru p o de islas, la m ay o r de las cuales era Pancaya, que d escrib ía con un c ie rto detalle, co m o un an tropólogo avant la lettre. Allí e n c o n tró u n a p oblación dividida en tres clases y regida p o r los sacerdotes. Pero lo m ás im p o rtan te es que en u n a larga inscrip ció n sagrada (de ah í el título de la obra) h a lló la h isto ria d e los p rim e ro s reyes de Pancaya: U rano, su h ijo C ro n o y el hijo y su ceso r de éste, Z eus, así com o las h a zañas d e los m ism os. A estos reyes de g ran p o d e rse les había ren d id o luego culto div in o . Y sus res gestae se h abían exage rado con el p aso de los siglos. La conclusión estaba al alcan ce d e la m ano. 1le ah í de d ó n d e venían los dioses griegos, lin esa rem o ta isla o ceánica a ú n se conservaba el recuerdo de lo q u e fu ero n , a n tig u o s reyes, deificados p o r el culto popular, com o lo» m o n arcas helenísticos. lil libro de Kvémero o b tu v o u n a e stu p e n d a acogida p o r la ac tu a lid a d d e sus alusiones. El cu lto d iv in o a los so b eranos, «benefactores y salvadores» d e los pueblos, estaba en el candelero. Ya Filipo y A lejandro h ab ían recibido h o n o res d iv i nos. Kn Kgipto Tolom eo II y su h erm a n a A rsínoe fueron d ei ficados y se Ies a d sc rib ió un cu lto , en Siria A ntíoco II y D em e trio se h ab ían p ro c la m a d o dioses, etc. P or o tro lado, alg u n as leyendas locales ap o y ab an el aserto: en la isla de Creta se m o stra b a el sep u lcro de Zeus. La revelación de iivém ero se ap oyaba, pues, en u n a sólida basis «cultural». ¿Por q u é n o iban a ser los viejos d ioses an tig u o s reyes deificados p o r el ag ra d ecim ie n to p o p u la r y el olvido histórico?
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tin n io tra d u jo la ab ra de Kvcmcro al latín. Sin d u d a debió d e escan d alizar a los ro m an o s piad o so s y com placer a los es cépticos. E n tre los escritores g rieg o s d e su época, C alim aco le rep ro ch ó su elocuencia y su friv o lid ad d e sc a ra d a , y Urató sten e s le llam ó em b u stero . A cin co siglos de d istan c ia, P lutarco le acusa de «haber d ise m in a d o el ateísm o p o r to d o el m u n d o » 1w. A los P adres de la Iglesia les fue útilísim o para sus ataques co n tra los dioses paganos; de a h í q u e lo citen con frecu en cia; p o r ejem plo, así lo hace l.actan cio . Y g ra c ia s a ello su in terp retació n pasó a los escritores m edievales, com o u n rec u rso p ara p o d er referir los an tig u o s m itos sin in c u rrir en la cen su ra co m o idólatras. ¿ F u e E v c m c ro u n s a tír ic o a e x p e n s a s tic A le ja n d r o y s u s e x p e r ie n c ia s e n la In d ia , y r e c o m e n d a b a , c ín ic a m e n te , la a u to d e if ic a e ió n d e lo s re y e s c o m o u n m e d io Inicia fin e s p o lític o s? ¿O e r a , m á s b ie n , el V o lta ir e o el P o n te n e lle d e su t ie m p o , a q u ie n P lu ta r c o c o n s id e r ó r e s p o n s a b le d e h a b e r d e s e m in a d o e l a te ís m o p o r lo d o e l m u n d o ? D e c u a lq u ie r m o d o , la p o s ib ilid a d d e q u e e s c rib ie r a i r ó n ic a m e n te p a r a i n t e n t a r p r o m o v e r el c u lto al e m p e r a d o r al e n c o n t r a r u n d i s tin g u id o p r e c e d e n te .s e ha m o s tr a d o m e n o s a c e p ta b le a lo s le c to re s, q u e p r e fie r e n c o n m u c h o u n a lH atoria sa g r a d a ic o n o c lá s tic a a u n a im p e ria lis ta . S ean c u a le s f u e ra n s u s in te n c io n e s , E v é m e ro se a c r e d i tó p o r s u s é x ito s e s p e c ta c u la r e s , q u e v a n d e s d e la s u b v e rs ió n d e las re lig io n e s p a g a n a s a la fu n d a c ió n d e la a n tr o p o lo g ía m o d e r n a .
Estas líneas de K. K. R uthven'■* indican los se n tid o s en que p u ed e en ten d e rse la in te n cio n alid ad de esta o b ra m uy c o n d ic io n ad a p o r su tiem po, p ero que trasc en d ió en o rm em en te a esas circu n stan cias q u e le d ie ro n origen. El ev em erism o reaparecerá en d istin ta s épocas. Ya hem os alu d id o a lo útil que fue p ara los cristia n o s y p ara los escri to res m edievales com o una fó rm u la fácil p a ra explicarse la ex istencia y varied ad de d iv in id ad e s an tig u as, ap licán d o lo ta n to a h éroes com o a dioses. A veces lo e n c o n tra m o s ju n to al aleg o rism o, u n alegorism o q u e se refuerza con sus alu sio nes a «etim ologías» h a rto o p o rtu n a s.
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I N 'IK H I’ K H T A C -IO N K S DH I O S M I T U S : HI A l Μ ,Ο Η Ι Ν Μ Ρ Y lil. I . V I M I I I S M O
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C ic e ró n , d o c to c o n o c e d o r d e e s to s te m a s , re c u rre ta n to a u n a c o m o a o t r a t e o r í a , c i t a n d o , s i v i e n e a l c a s o , la r e c o m e n d a c i ó n d e l o s e s t o i c o s a la t e s i s a l e g o r i s t a :
Quedó admitido por las costumbres y el uso general que hombres omínenles por sus hazañas benéficas fueran elevados al cielo, con la aquiescencia y el consentimiento de todos. Así fue con 1lércules, con Cástor y Pólux, así con Asclepio, y con Líber... Y a ñ a d e c a u t a m e n t e , p a r a n o h e r i r la s u s c e p t i b i l i d a d d e a lg ú n ro m a n o :
Me refiero a Líber, el hijo de Sémele, y no a aquel al que nuestros antepasados han consagrado un culto augusto y santo junto a Ceres y a Libera, culto que puede verse en los misterios... Así pasó también con Rómulo que, se cree, es idéntico a Quirino. Como las almas de todos estos hombres subsistían ygozabande la eternidad, se les ha tenido legítimamente por dioses, puesto q.ieson perfectos yetemos. Por otro motivo, en relación con la Física ha surgido una multitud de dioses que, revestidos de forma humana, han dado materia a las ficciones de los poetas, pero han llenado la vida humana de su perstición. F.ste tema, tratado por Zenón, ha sido desarrollado por Oleantes y por Crisipo. Porque Grecia quedó invadida ha mucho por la creencia de que el Cielo había sido mutilado por su hijo Sa turno, y Saturno, a su vez, encadenado por su hijo Júpiter. Hay una doctrina física encerrada en esas Tabulaciones impías; quieren de cir que la naturalc/.a del cielo, que es la nuis elevada y estd hecha de éter, es decir, de fuego y capa/, de engendrar todo por sí misma, ca rece de ese órgano corporal que necesita, para procrear, unirse a otro ser. Y han querido designar por Saturno la realidad que con tiene el curso y la revolución circular de los espacios y del tiempo, del que lleva el nombre griego, porque le llaman (>0/105, que es lo mismo que Chronos, es decir, espacio de tiempo. Y nosotros le llamamos Saturno porque está saturado de artos. Y fingen que tiene costumbre de devorar a sus propios hijos porque la duración devora los espacios de t iernpo y se colma de los años del pasado sin estar jamás saturada. Y Saturno ha sido inmovilizado por Júpiter para que su curso no sea desmesurado γ que quede en
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III. 1X1 ΚΚΡΚΙ'.Ί Λ< MONKS
c a d e n a d o p o r lo s v ín c u lo s d e lo s a s iro s . J ú p ite r m is m o , e s d e c ir , el « p a d r e q u e s o c o r r e » ,q u e e n lo s c a s o s o b lic u o s d e la d e c lin a c ió n lla m a m o s lovis, e n r e la c ió n c o n iuvando ( « a y u d a n d o » ) , r e c ib e t a m b ié n d e lo s p o e ta s el c a lific a tiv o d e « p a d r e d e lo s d io s e s y lo s h o m b re s » , y d e n u e s t r o s a n te p a s a d o s el d e «el ó p t im o y m á s e x c e ls o » , « m u y b u e n o » , e s d e c ir « m u y b e n é v o lo » a n te s q u e « m u y g r a n d e » , p o r q u e e s m e jo r y nutr; m e r i to r i o s e r ú til a to d o ;; q u e p o w e r g r a n d e s r i q u e z a s 117.
C icerón sigue, co m b in an d o am b as exegesis, p ara en c o n trar el origen de otros dioses. Un p o co m ás adelante dice: HI a ir e , d e a c u e r d o co n la d o c t r i n a e s to ic a , e s tá s it u a d o e n t r e el m a r y el c ie lo , y f u e d e if ic a d o b a jo el n o m b r o d e J u n o . J u n o e s la h e r m a n a y la e s p o s a d e J ú p ite r, lo q u e q u ie r e d e c ir q u e el a ir e se a s e m e ja al é te r y tie n e c o n él la u n ió n m á s ín tim a . IV ro s e le r e p r e s e n ta e n fi g u r a d e s e x o f e m e n in o , y e s tá c o n s a g r a d o a J u n o , p o r q u e n o h a y n a d a q u e c e d a ta n f á c ilm e n te c o m o é l. El n o m b r e d e ¡uno viene, c re o , d e iuvando. Q u e d a b a n el a g u a y la tie r r a , d e m o d o q u e h u b o , s e g ú n lo s m ito s , tr e s r e in o s d is tin to s . A sí c o m o v ie n e d e portus, Neptunus v ie n e d e nando, c a m b ia n d o a lg o s u s p r im e r a s le tr a s . T o d o el p o d e r ío y la n a tu r a le z a t e r r e s t r e le f u e ro n a tr i b u id o s a Disputer, e s d e c ir , al q u e e s r ic o [ P lu tó n e n g r ie g o ), p o r q u e to d a s la s c o s a s v u e lv e n a la t ie r r a y n a c e n d e la tie r r a ... C e re s fu e la q u e tr a jo lo s c e re a le s [u gerendis frugibus}, y C e re s e s tá p o r Geres, c o n la p r im e r a le tr a m o d ific a d a p o r a z a r , a s í c o m o e n g rie g o a e s ta d i o s a se la lla m a DenitUer, e s d e c ir , Geniéter. Mavors ( M a rte ) e s el q u e p r o d u c e g r a n d e s tra M o rn o s ¡magna verterej; M in e rv a e s la q u e d i s m in u y e o la q u e a m e n a z a ¡de minuere o minare},Λ*.
Y co n tin ú a con o tras etim ologías m ás o m en o s p in to res cas; en algún caso con un casual eco autén tico , co m o c u a n d o em p aren ta a D iana, y en o tro s de lo m ás arb itra rio , com o cu a n d o relaciona a Venus con ve n ire13*. Esta alg arab ía en q u e a las in te rp re ta c io n e s alegóricas, ap u n ta d a s p o r los estoicos, se a ñ a d e un m otivo etim ológico, gozó de u n a notable acep tació n en tre los docto s. I le ah í que el len g u aje m ism o p are cía su g e rir la clave interpretativa»
I. INTliKl'RKI A U O N E S ΠΗ U 1S MITOS: I I. A IH .O K ISM O Y HI FVKMI-.KI'MO
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co m o m u c h o m ás tarde, a m ed iad o s de) siglo >JX, p ostulará el co m p ara!ista M ax M üller, m ejor p ertrec h ad o en su saber etim ológico, pero con u n a tesis que en c u en tra «.qui su prece d en te lejano. Ya aq u í parece p erfilarse un origen m itológico en u n a «en ferm edad del lenguaje», p ro d u c to r de figuras mí» liras. Isidoro de Sevilla c o n tin ú a a C icerón. Kl aleg o rism o gozó de g ran cré d ito en tre los ú ltim o s p e n sad o res y defensores del paganism o, en su afán de defender el cu lto an tiguo. HI n e o p la tó n ic o S alustio en su o b ra Sobre !os dioses y el m undo in ten ta proveer a los m itos de u n a significación teo lógica, y p ro p o n e una división de los m ito s en: m itos teológi cos, q u e tra ta n de la n a tu ra lez a d e los dioses; m itos físicos, que h ab lan de la n atu raleza d o n d e se refleja la actu ació n d i vina; m itos psicológicos, que nos ilu stran sobre las ac tiv id a des del alm a en su b ú sq u e d a de la d iv in id a d ; y míf05 m a te riales, q u e tra ta n de los elem e n to s de este m undo. A unque so n los m enos interesantes p ara el teólogo, tam bién estos ú l tim o s so n in stru c tiv o s, p u es e n se ñ a n a ra stre a r en las p ie d ras, p la n ta s y an im a le s las leyes de u n a sim p atía cósm ica que u n e estos seres a lo div in o , y p o r m edio de o peraciones de m agia p u ed e rem o n tarse de estos elem entos m ateriales a su fu n d a m e n to últim o. C o m o ejem plo de u n a in te rp re ta c ió n teológica expone Salustio el m ito de Atis: La M a d re d e lo s D io se s se e n a m o r ó d e l jo v e n A li s a iq u e h a b ía v isto a c o s ta d o a la o r illa d e l río G a lo , y, l o m a n d o u n g o r ro e s tre lla d o lo c u b r ió c o n él y lo re tu v o a su la d o . P e ro A tis, q u e se h a b ía e n a m o r a d o d e u n a n in f a , a b a n d o n ó a la M a d re d e lo s D io se s y se fu e a v iv ir c o n a q u é lla . E n to n c e s la M a d r e d e lo s D io s e s lo v o lv ió lo c o , d e m o d o q u e él s e c o r t ó s u s g e n ita le s , lo s d e jó j u n i o a a n in fa y v o lv ió a h a b ita r al l a d o d e la G r a n M a d re . [S eg ú n la i n te r p re ta c ió n ale g ó ric a , | La M a d re d e los D io se s e s u n a d io sa q u e d a la v id a , y p o r e s o s e la lla m a M a d re . A lis e s el a r te s a n o q u e n a c e y q u e p e re c e , y h e a q u í |>or q u é se d ic e q u e lo e n c o n tr ó ju n to
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n i. IN IH H W F r A U O N l. S
al río (ja lo : G a lo s u g ie re la G a la x ia o la V ía L áctea, q u e e s el lím ite s u p e r io r d e la m a te r ia su je ta a c a m b io . C o m o lo s d io s e s p r im e r o s p e r fe c c io n a n a lo s d io s e s s e c u n d a r io s , la M a d re s e e n a m o r a d e A tis, y le d a lo s p o d e re s celestes (q u e e s lo q u e sig n ific a el b o n e te r e c u b ie r to d e e s tre lla s ); p e r o A tis, a su v ez, se e n a m o r a d e la n in fa ; la s n in fa s p r e s i d e n la g e n e r a c ió n , ya q u e t o d o lo q u e es e n g e n d r a d o fluye. N o o b s ta n te , c o m o o ra necoK jrio q u o la g e n e r a c ió n tu v ie ra u n té r m in o , p o r m ie d o a q u e d e lo q u e ya e r a m a lo s u r g ie r a a lg o a ú n p e o r , el a r te s a n o q u e p r o d u c ía to d o e s o a b a n d o n ó s u s p o te n c ia s e n g e n d r a d o r a s e n el m u n d o d el d e v e n ir y de n u e v o se u n tó a lo s d io se s.
Ya se ve, esta in terp retació n significa el d e stin o del alm a, su caído en la m ateria y, de nuevo, su ascensión hacia los d io ses p o r m ed io de ayi nos y d e ritos. Los relatos m ás ex tra ñ o s o m ás rep u g n an tes pueden así c o b ra r un valor espiritual re co rd á n d o n o s las verdades m ás elevadas de la d o c trin a d e la salvación. Por lo dem ás, nada p o d ía d e te n e r a los exégetas en el c a m in o d e la aleg o ría de los m ito s d iv in o s, p u esto que su a b s u rd id a d m ism a era c o n s id e ra d a p a ra ellos co m o un e sti m u la n te p ara la b ú sq u e d a de sig n ificacio n es esco n d id as. Saluslio m ism o ex p en e este principio: ¿ P e ro p o r q u é e n lo s nv to s s e h a b ló d e a d u lte r io s , d e r a p to s , d e c a d e n a s q u e a p r i s i o n a n a u n p a d r e , y d e ta n ta s e x tr a ñ e /a s ? ¿ N o h a b r á a h í u n d e s ig n io a d m ir a b le , c o n el fin d e q u e , g r a c ia s a e sa a p a r e n te e x tr a ñ e z a , el a lm a c o n te m p le d e p r o n t o e s o s r e la to s c o m o v e lo s y lo v e r d a d e r o c o m o u n a c o s a in efab le?
U na in te rp re ta c ió n se m e ja n te d a el e m p e ra d o r ju lia n o en su d is c u rs o A la m a d re de los d io ses. Y a ñ a d e u n a te sis in te re s a n te co m o c o r o la rio y ju s tific a c ió n d e su e x e gesis: L os a n tig u o s in v e s tig a r o n la s c a u s a s d e lo s s e re s e t e r n o s , b ie n b a jo la g u ía d e lo s d io s e s o b ie n p o r s u p r o p i a in ic ia tiv a o , p o r d e c ir lo q u iz á m e jo r , lo b u s c a r o n b a jo la g u ía d e to s d io s e s y, c u a n d o las
I. I N t K H m i A C IO N K S l)K I.OS M l fOSt HI A I.M iO IM S M O Y 11 D V K M F K IS M C
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e n c o n t r a r o n , la s c u b r i e r o n c o n m it o s p a r a d ó j ic o s p a r a q u e , p o r m e d io d e lo p a r a d ó j i c o y lo in v e r o s ím il, la fic c ió n d e s v e la d a n o s in c ita s e a la b ú s q u e d a d e la v e r d a d . Λ la g e n t e c o m ú n c r e o q u e le b a s ta la u tilid a d ir r a c io n a l y q u e p r o v ie n e ú n ic a m e n te d e lo s s í m b o lo s , m i e n t r a s q u e a lo s q u e d e s ta c a n p o r s u in te lig e n c ia s o l a m e n te les s e rá ú til la v e r d a d a c e r c a d e lo s d io s e s si, in v e s tig á n d o la b a jo la g u ía d e lo s m is m o s d io s e s , la e n c u e n tr a n y la a c e p ta n , p e n s a n d o p o r s u s e n ig m a s q u e h a y q u e b u s c a r a lg o e n lo s m i to s y q u e , tr a s e n c o n t r a r l a g r a c i a s a s u in v e s tig a c ió n » Jes e n c a m in a h a c ia el fin y c u m b r e d e s u a c c ió n , n o t a n t o p o r r e s p e to y fe en u n a d o c tr i n a e x tr a ñ a c u a n t o p o r s u p r o p ia e n e r g ía e s p ir itu a l. (A la m a d r e d e los d io se s, 10.)
lin Contra el cínico Heraclio, caps. 14-17, explica alegóri cam en te el m ito de D io n iso y Sémele, y lo glosa así: C u a n d o lo s m i l o s q u e tr a ta n s o b r e a s u n to s d iv in o s so n in v e r o s ím i les e n c u a n t o a la r a z ó n , e s como si n o s g r ita r a n y a te s tig u a ra n q u e n o h a y q u e c r e e r lo s lla n a m e n te , s in o q u e h a y q u e o b s e r v a r y e x a m in a r s u s e n t id o oculto. Iin e s to s te m a s e s ta n to m á s p r e fe rib le lo in v e r o s ím il a lo g r a v e c u a n t o q u e , m e d ia n te e s to , h a b r ía el p e lig ro d e c r e e r q u e lo s d io s e s s o n m u y b e llo s, g r a n d e s y b u e n o s , p e r o so n h o m b r e s , m ie n tr a s q u e , p o r m e d io d e lo in v e r o s ím il, m ir a n d o p o r e n c im a d e l s e n tid o e v id e n te d e las p a la b r a s , q u e d a la e s p e ra n z a d e s u b i r h a c ia su e s e n c ia a b s t r a c ta y h a c ia s u p e n s a m ie n to p u r o q u e esui p o r e n c im a d e lo d o lo q u e e x iste .
El em p erad o r, q u e escribió el elogio del d io s Helios, aúna el co m en ta rio alegórico con un sin c re tism o mi.y propio de su ép o ca. Rs el caso de un filósofo, un ilustrado, co n o c ed o r del cristian ism o , que no renuncia, sin em bargo, al culto p a g an o y a la m ito lo g ía, y p u e d e m a n te n e r su fe gracias a esa in terp retació n alegórica m . Hn el re p e rto rio enciclopédico que son las litim ologías de Isidoro d e Sevilla en c o n tram o s los ecos de am bas corrientes, ta n to del e v e m e rism o co m o d e la exégesis alegórica. O e o que es in teresan te o b se rv a r có m o a los ecos de las tesis fu n d am en tales se añ ad e ya un to n o cristian o , que ve la mitolo*
III. ΙΝ ΤΚΚ Ι'Η Η Τ ΛΓΙΟ Ν Η Λ
gía co m o u n a su m a d e e rro re s d e los a n tig u o s p ag a n o s. Dice, pues, san Isidoro: A q u e llo s a u n io n e s los p a g a n o s lla m a r o n « d io se s» s e d ic e q u e e n u n c o m ie n z o f u e ro n h o m b r e s , y q u e lu e g o , d e s p u é s d e su m u e r te , e m p e z a r o n a re e ib ir v e n e ra c ió n e n t r e lo s s u y o s , d e a c u e r d o c o n la v id a y lo s m é r i to s m o s t r a d o s p o r c a d a u n o . T a l e s el c a s o d e Isis, en E g ip to ; d e J ú p ite r , e n C r e ta ; d e Ju b a e n t r e lo s m o r o s ; d e F a u n o e n tr e lo s la tin o s ; d e Q u ir in o e n t r e lo s r o m a n o s . O tr o ta n t o c a b e d e c ir d e M in e rv a , e n A te n a s ; d e J u n o , e n S a n io s; d e V e n u s , e n P a fo s; d e V u lc a n o , e n L e m n o s: d e L íb e r, e n N a x o s ; d e A p o lo , e n D é lo s. Los p o e ta s l o m a r o n p a r te e n s u s a la b a n z a s y, c o n lo s p o e m a s q u e e n su h o n o r c o m p u s ie r o n , lo s e le v a r o n h a s ta el c ie lo . C u e n ta n q u e el i n v e n to d e d e te r m in a d a s a r le s d io o r ig e n al c u lto d e a lg u n o s d e ello s, c o m o E s c u la p io , p o r la m e d ic in a , o V u lc a n o , p o r la fo rja . O t r o s r e c ib e n su n o m b r e d e su s a c tiv id a d e s , c o m o M e rc u r io , q u e a ti e n d e a la s m e r c a d e r ía s (M e r c u r iu s <¡uo
Isid o ro su sc rib e alg u n as etim o lo g ías p ro p u esta s p o r Ci ceró n , co n io es el caso de la de S atu rn o M2, y añ a d e o tras. Fs difícil d isc ern ir que es lo q u e tom a de au to res an terio res y lo q u e agrega de propia cosecha en to d o este jueg o etim o ló gico. A J a n o le d a n e s te n o m b r e p o r q u e v ie n e a s e r la p u e r t a ¡ a n u a del m u n d o o d e l c ie lo , o d e lo s m e se s. P r e s e n ta n a J a n o c o n d o s c a ra s, te n ie n d o e n c u e n ta e lo r i e n t e y el o c c id e n te . C u a n d o lo r e p re s e n ta n
I.
I N T I - R P R H T A C I O N K S U K I jO S M l l 'O S : l:L A l . L l l O R l S M O Y E t K V K M I-R IS M O
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c u a d rilV o n te y lo lla m a n J a n o G em elo» d ic e n q u e haa* re fe re n c ia u las c u a t r o p a r l e s d e l m u n d o o a lo s c u a tr o d e m e n tó s e » a la s c u a tr o e s ta c io n e s ; p e r o c u a n d o a s í lo r e p r e s e n ta n , lo q u e n o s m u e s tr a n e s u n m o n s t r u o , n o u n d io s . Λ N e p tu n o lo c o n s id e r a n s e ñ o r d o las a g u a s d e l m u n d o . Y lo d e n o m i n a n N e p t u n o , c o m o si d ije r a n «el q u e e n la n u b e tr u e n a » f N ep tu n u s» tp ta si n u b e to va tts}. P r e te n d e n q u e V u lc a n o e s el d io s d e l fuego» al q u e lla m a n V u lc a n o c o m o u n « v o la n te fu e g o » ( q u a s i v o ia tis c a n d o r } o p o r q u e v u ela p o r el a ir e , y a q u e el fu e g o n a c e e n la s n u b e s . D e a h í q u e H o m e r o d ije ra q u e el d io s fu e p r e c ip ita d o d e s d e el c ie lo a la lie -ra , p u e s to d o ra y o c a e d el c ielo . Y p r e c i s a m e n t e p o r e s o s e im a g in a n q u e V u lc a n o n a c ió d e u n f é m u r d e j u n o , p o r q u e lo s r a y o s p r o c e d e n d e lo m á s p r o f u n d o d e l c ie lo . Y se d ic e q u e V u lc a n o e s c o jo p o r q u e , p o r su m is m a n a tu r a le z a , el fu e g o n o s u r g e n u n c a r e c io , s in o q u e , c o m o u n c o jo , tie n e u n a p e c u lia r f ig u ra y m o v im ie n to s . A firm a n ta m b ié n q u e ese m is m o V u lc a n o e s el in v e n io r d e la fra g u a d e lo s h e r re ro s , p o r q u e s in fu e g o n o p u e d e f u n d ir s e n i la m in a r s e n in g u n a c la se d e m e ta l H\
A veces Isid o ro d a v arias posibles etim ologías, co m o a l tern ativ as p ara un m ism o dios, ya que le interesa m enos ser p reciso q u e in d ic a r o su g e rir el o rig en n atu ra l de las e r r ó neas d iv in id ad es de los paganos.
2. La mitología clásica en el Renacimiento
C o n el red e scu b riin ie n to de los textos g rieg o s y latinos, vuelven en el R enacim iento - s o b r e (o d o a p a r tir d e Italialas figuras d e los aniig u o s dioses y héroes. Vuelven en las re p rese n tac io n e s plásticas, en la p in tu ra y la escu ltu ra , en la poesía y en la retórica, y en las m áscaras y m otivos d e c o ra ti vos de las tiestas fantásticas de la época; vuelven en un s u n tu o so y alegre tropel, en un triu n fo alegórico. F rente a esta p resencia m últiple, y a esa evocación a rtístic a de la m ito lo gía, es nuiy poco lo que la época ren acen tista a p o rta en la in te rp retac ió n y crítica de los m itos. Hay una e n o rm e riqueza figura! iva, co m o si la m ito lo g ía fuera u n lib ro d e im ágenes vistosas y lúdicas, y, en co n traste, u n a g ran p obreza h e rm e n éu tica o, m ás bien, un desin terés p o r la exégesis, Fs p ro b ab le q u e e n tre eso s d o s a sp ec to s haya u n a rela ción. Tal vez la in c o rp o rac ió n o rec u p eració n del re p e rto rio m ítico a la cu ltu ra literaria y artístic a de u n m o d o tan vivaz haya neg ad o la distancia p ara la co n sid eració n crítica o p o r tu n a d e u n m u n d o q u e era p a ra los re n a c e n tista s a la p a r p ró x im o y ex lra ñ o . Fse m u n d o lo en fo cab a el h o m b re del R enacim iento con una cordial sim patía y con ojos de artista, fascinado p o r la poesía y la g racia de lo an tig u o , en un afán W2
λ ( Α Μ Π Ο Κ κ ; ί Λ « : ΐ Λ Μ < Λ h.N l.l. K h N A U M U N T O
estético sin g u lar. Los a rtis ta s y los escrito res renacentistas h an recreado los m otivos y las figuras de los antiguos m itos con un a m o r sin lím ites p o r la belleza an tig u a. Pero el talante lúdico» el am biente de fiestas, el regusto p o r la parodia, e in cluso la m ascarad a y la ironía, no hacen sin o m atizar la imp ro n ta h o n d a que to d a la m itología re s u c ita d a por escultores, poetas, p in to res y pensad o res deja en el am biente espiritual del tiem po; au n q u e sean pensad o res y artista s cristianos, y a veces p ro fu n d a m e n te religiosos, q uienes am p aran ese ren a cer de lo p agano. ¿Q ué sería el a rte renacentista sin ese tra su n to fantasm al de los n ú m e n es antiguos? Por d o q u ier c a m pean los am o rcillo s del co rte jo de Venus, m ien tras la diosa del A m or y el astu to liros reaparecen en m il form as, y ninfas, náyades y faunos co rretean p o r paisajes selváticos o idílicos a los so n es d e la flatua d e Pan. Júpiter, M arte, Vulcano, M i n erv a y el viejísim o C ro n o s, co m o ta n to s o tro s fantasm as del O lim p o , so n evocados sin cesar. La lum inosidad y la jo vialidad d e m uchas escenas se enlaza con la prestancia p o é tica d e esta s im ág en es m íticas. S irven p ara exp resar de m o d o plástico los aspectos gozosos tie la existencia, p ara d a r cu e rp o s y gestos a los anhelos de la sensibilidad, y p ara ap e lar a los m isterio s de la im ag in ació n . Para eso el texto de lo religión d o m in a n te , la d o c trin a cristian a , con mi ic o n o g ra fía p o b re y triste , con su au ste ro d esp re cio de las galas del m u n d o , con su olvido de la belleza co rp o ral, resultaba in sí p id o y p o co a p ro p ia d o . Kl re c u rrir a la m itología clásica es m u ch o m ás q u e un juego form al. De algún m odo p odem os decir, co m o señaló K. K erényi, q u e su p o n e e im plica una ra dical experiencia m ítica. El m u n d o de la m itología reaparece ante el a rtis ta co m o un lenguaje c a rg ad o de in co m p arab le riqueza sem ántica, sim bólica, al q u e él puede re c u rrir p ara ex p resar u n a nueva com p ren sió n del m undo. ¿P odría h ab e rse revelado ese se n tid o m ágico, m ístic o y festivo d e la n aturaleza p o r o tro s cam inos? ¿H em os de c o n sid e ra r las im ágenes m íticas rec u rren te s com o si fueran m e
III. IN IK K I'K K I'A C IO N h S
táforas, m áscaras sólo y disfraces de u n a rom ería fan ta sm a górica? En to d o caso, q u ed a claro que el R enacim iento revi vió ese despliegue de figuras m íticas con peculiar intensidad y q u e se sirv ió de tales sím b o lo s p ara expresar, con pasión y brillantez, u n a concepción del m u n d o m uy diversa de la m e dieval. ( 1.0 q u e no q u ie re d e c ir q u e h u b ie ra n in g ú n c o rle b ru sco en tre el M edievo y el R enacim iento; tan sólo que a n i vel te ó rico hay una o p o sic ió n de a c titu d e s y de v isió n del m u n d o .) Sin em bargo, no h u b o en el R enacim iento una te o ría so b re «el sentido m ítico» que, d a n d o u n q u ieb ro a la im a g in ería cristian a , ju stificara la rea p arició n de to d o ese có d i go d e im ágenes paganas. En un espléndido estu d io de Jean Seznec se indica q u e los dioses pag an o s «no resu c ita ro n , p o rq u e ja m ás h ab ían d esa p arecid o d e la m em o ria e im ag in ació n de los h o m b re s » l H. En su supervivencia los dioses ant iguos fueron co n o cid o s de los au to re s m edievales, es v erd a d , y en ese asp ec to no hay u n a ru p tu ra en tre la cu ltu ra de la Baja E dad M edia y el R ena cim iento. Seznec apoya su tesis con un esfuerzo eru d ito co n siderable. Sin em bargo, el énfasis con el q u e se recobra en el R enacim iento la m itología tiene m u c h o de singular. No sólo p o rq u e aq u í los antiguos d ioses reco b ran sus figuras, que en la Edad M edia habían o cu ltad o bajo disfraces diversos y es tram b ó tico s, sin o por la in ten sid ad vital con la que ah o ra se les invoca, con un sen tim ien to q u e es m uy d istin to a lo m e dieval. La c u ltu r a h u m a n ís tic a r e n a c e n tis ta fu e r iq u ís im a e n e x p e r ie n c ia s m ític a s . E s c rib e c o n ra z ó n K e ré n y i q u e , e n la p i n t u r a d e B olicelli s o b r e la P r ittim w a , « hay al m e n o s ta n ta m ito lo g ía v iv a c o m o c u a n ta p u e d a h a b e r e n el H im n o h o m é r ic o a A fr o d ita , tr a d u c i d o p o r M a rs ilio F ic in » y t r á m e n l o e n la s S /m iz f d e P o liz ia n o » . M a s p r e c i s a m e n te e s ta e x c e p c io n a l r iq u e z a d e e p if a n ía s m ític a s y e sa s i n g u la r y a p a s io n a d a d is p o n ib ilid a d a a c o g e r la s m a n tu v ie r o n al h u m a n is m o r e n a c e n tis ta a le ja d o d e la « c ie n c ia d e l m ito » , o s e a , d e a q u e lla a c tiv id a d c rític a q u e in d a g a e n t é r m in o s r a c io n a le s el o r ig e n , la fo r-
i. I . A M I I O K K l f A C I A M C A l 'N I I Κ» Ν Λ Μ Μ ^ Ν Ί O
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m a c ió n , la h is to r ia y lo s v a lo re s d e lo s m ilo s , e n c o n tr a n d o e n s u r i g o r r a c io n a lis ta u n a c o m p e n s a c ió n a la n o s ta lg ia p o r la p é r d id a d e r e la c ió n d ir e c ta c o n la s f ig u ra s m ític a s . F .n le n d id a así, la « c ie n c ia d el m ito » e s p r o p ia d e é p o c a s y c u l t u r a s p o b r e s e n g e n u in a m ito lo g ía , y n o d e b e , p o r t a n t o , r e s u lta r e x tr a ñ a s u e s c a sa p re s e n c ia e n el R e n a c im ie n to » 1*5.
1 lasta q u é p u n to p u ed a percibirse co m o una experiencia m ítica p ro p ia la d e revivir ese re p e rto rio m ítico p restad o , q u e ha p erd id o sus raíces en la religiosidad de la época, y que se o p o n e a la piedad cotidiana» es decir, a la religiosidad cris tia n a d e los siglos XV y xvi, es algo difícil d e precisar. Si el m ito viene a ser, com o ha su brayado M alinow ski, «en su for m a p ro fu n d a y esp o n tán e a, n o u n a explicación ap re n d id a, sino un a realidad vivida», está claro que to d a esta m itología, que se rec o b ra b a en un co n tex to h istó ric o tan d istin to a su fo ndo o rig in a rio , no p o d ía fu n c io n a r co m o tal, sin o com o u n a m itología secundaria. La rec u p eració n de los m itos p a g a n o s sólo pudo hacerse desde u n a perspectiva escolástica y cu lta, y su reavivam iento, en tales condiciones» fue un iró n ico evocar las im ágenes de los d io ses p erd id o s, a u n q u e la evocación se revistiera de p o m p o sa cerem onia. La creencia en tal m itología fue iró n i ca, lo q u e n o q uiere d e c ir que fuera siem pre desapasionada o que no h u b ie ra tras la d o cta ficción m ucho de vivaz. Justa m ente eso es lo sin g u lar en el R enacim iento: cóm o artista s y p oetas ac e rta ro n a in s u d a r un hálito joven y un gozo tal en la R educción de las figuras de ant iguos dioses. La ex p e rie n c ia m ítica resulta aq u í m á s estética q u e reli giosa, cierto. Y es m e n o s colectiva q u e p ro p ia del a rtista. Pero, au n así, hay en ella chispas de religiosidad y de p o p u larid ad . Las te o rías so b re el m ito co m o alegoría o com o d efo rm ació n de u n o s hech o s o p erso n ajes de an taño de es pecial g ran d eza, d e a c u erd o con la tesis de livém ero, p e rd u raro n en la Kdad M edia y en el R enacim iento. Pero, ju n to con la a d m ira c ió n p o r to d o el m u n d o grecolatino, en esta
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III. IN TILRPRIiTAitU INKS
ép o ca sc recobra una n otab le sim p atía ~$yin¡HÍtheui- hacia la m itología, y eso nos parece lo característ ico de esa rec u p e ració n nostálgica aveces y sim bólica siem pre. Hay, co m o in d icarem o s, un cierto eclecticism o al m ezclar m otivos helé nicos co n o tro s cristian o s, e in clu so en la m a n e ra d e ver y se n tir los m itos. C on to d o , esa co m p ren sió n y a fin id a d estética y s e n ti m en tal n o es un m ero arcaísm o, ni se co n ten ta con el a p re n d izaje esco lar y la re p ro d u c c ió n de las h isto ria s an tig u as, s in o q u e se p rolonga en un m ito lo g iz ar activo, seg ú n las p a u ta s d e la co n fo rm ac ió n clásica, p a ra la recreació n de nuevas h isto rias y leyendas épicas y elegiacas. Ksto ya lo se ñaló J. B urckhardt: Kl d e s a r r o llo d e l m ito a n tig u o , el ju e g o d e la im a g in a c ió n e n l o m o a s u s la g u n a s s o n a h o r a m u y p r o d u c tiv o s . 1.a p o e s ía ita lia n a s e a p o d e r ó m u y p r o n t o d o e s te filó n : c i ta r e m o s c o m o e j e m p lo - t r a s el p o e m a Á fr ic a d e P e t r a r c a - la TeseitUt d e B o c c a c c io , q u e p a s a p o r s e r la m e jo r d e s u s a b r a s p o é tic a s . B a jo M a r tín V , M a ffc o V e g io c o m p u s o e n la tín u n lib r o tre c e p a r a a ñ a d ir a la ¡incida; lu e g o se e n c u e n t r a n c a n tid a d d e e n s a y o s s in g r a n v a lo r e n el g é n e r o d e C la u d ia n o , u n a M cled g rtd ti u n a lle sp d r id a , e tc . P e ro lo q u e h a y d e m á s n o t a b l e s o n lo s m ito s n u e v a m e n t e im a g i n a d o s , q u e p u e b la n las n u ls b e lla s r e g io n e s d e Ita lia tie u n a m u c h e d u m b r e d o d io s e s , d e n in fa s , d e g e n i o s , y ta m b ié n d e p a s to re s ; p u e s a q u í el e le m e n to é p i c o y e l e l e m e n t o p a s to ril s o n ya in s e p a r a b le s | ... f A q u í s e v e m á s c la r a m e n t e q u e e n o t r a p a r t e , q u e lo s d io s e s a n t ig u o s tie n e n u n a d o b le s ig n if ic a c ió n e n el R e n a c im ie n to : d e u n la d o , r e e m p la z a n a las a b s tr a c c io n e s , a las g e n e r a lid a d e s y v u e lv e n in ú tile s las fig u ra s a le g ó ric a s ; d e o t r o , s o n aJ m is m o tie m p o m i e le m e n to d e p o e s ía li b r e e i n d e p e n d í e n t e , u n a e s p e c ie d e b e lle z a n e u t r a q u e p u e d e e n c o n t r a r s u lu g a r en t o d a e s p e c ie d e p o e s ía y q u e se p r e s t a a m il c o m b in a c io n e s v a r ia d a s . B o c c a c c io a b r e la m a r c h a c o n su m u n d o im a g in a r io d e d io s e s y d e p a s to r e s e n lo s a lr e d e d o r e s d e F lo re n c ia , c o n su N iu fíü v de A 'n e to y s u Ninfale de l-'ieso h n o , q u e e s tá n e s c r i to s e n ita lia n o . P e ro la o b r a m a e s tra d e l g é n e r o p o d r ía s e r la ¿Mirra d e P ie tro B e m b o , los e s p o n s a le s d e la n in f a G a r d a c o n el río d e e ste n o m b r e , el m a g n íf ic o b a n q u e t e n u p c ia l e n u n a g r u ta d e l m o n te
2. I Λ M l ΓΟ Ι,Ο ίΐΐΛ C L Á S IC A Ι·Ν ΚΙ. Κ Κ Ν Λ Ο Μ ΙΚ Κ ΪΟ
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B a lb o , his p r e d ic c io n e s d e M a n to , la h ija d e 'P iresias, s o b r e el n a c i m ie n to d e l n i ñ o M in c io , la f u n d a c ió n d e M a n tu a y Ια g lo r ia f u tu ra d e V irg ilio , q u e n a c e r á d e la u n ió n d e M in c io c o n la n in fa d o A n d e s, M a y a . S o b ro e s te b o llo r o c o c ó h u m a n is ta , B o m b o lo g ró h e r m o s o s v o rso s y , a l fin a l, u n a in v o c a c ió n a V irg ilio q u e c u a lq u ie r p o e ta [Hiede e n v id ia r le lM‘.
Sigue B urckhardt c ita n d o o tro s ejem plos. F.ntrc ellos es el m ás in te resa n te el de S an n az aro , que logra una ad m ira b le fu sió n d e elem e n to s c ristia n o s y p ag a n o s en su delicada po esía. Pero v am o s a recoger lo q u e p arece ya un ex tre m o p ro d u c to d e ese fu ro r m itologizante: el p o em a de I lércules S trozza so b re la m u e rte de C é sar B orgia, q u e es u n a pieza ocasional de esta retórica. Se o y e n las q u e ja s d e R o m a , q u e h a b ía p u e s to to d a su e s p e ra n z a on lo s P a p a s e s p a ñ o le s , C a lix to III y A le ja n d r o V I, y q u e , ir a s ello s, n ú ra b a a C é s a r c o m o al h o m b r e p r o v id e n c ia l.
Kl p o e ta ap ro v ech a la c irc u n sta n c ia p a ra c o n tar to d a la historia del p rín cip e hasta el d esastre de 1503. D espués p re g u n ta a la M usa cuáles fu ero n en el m o m en to las decisiones de los dioses, y Urato le cuenta lo siguiente: en el O lim po Pa las to m ó p a rlid o a favor de los españoles, Venus p o r los ita lianos. A m bas d iosas se echaron a las rodillas de Júpiter, con lo q u e el jefe de los d ioses las abrazó, calm ó a una y a o tra, y se excusó d e no hacer n ad a porq u e él era im potente cont ra el d estin o h ilad o p o r las Parcas, pero las prom esas de los d io ses, les d ijo , se rea liza rán p o r m e d io del hijo ce la casa de Kste-Borgia. D espués de h a b e r co n tad o las aventuras m a ra villosas de las d o s lam illas, afirm a q u e no le es posible c o n ceder a C ésar la in m o rta lid a d q u e tuvo q u e negar a n ta ñ o a un M e m n ó n o a un Aquiles, a pesar de intercesiones p o d e ro sas, y te rm in a con la afirm ació n co n soladora de que antes de m o rir C ésar m a tará a ú n m ucha gente en los cam pos de b a talla. M arte se va p o r ta n to a N ápoles a p rep a ra r allá la dis-
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III, I N I h K I 'K H A i U»NI.S
co rd ia y la g u e rra , m ie n tras q u e Palas co rre a N epi y allí se aparece a C ésar enferm o, bajo la apariencia do A lejandro VI, qtic tras ex h o rta rle a resig n a rse y co n ten ta rse co n la gloria d e su n o m b re, desap arece - la d io sa p o n tific a l- «com o un pájaro». I.a poesía q u r s r em peña en p rolongar, im itán d o la, la a n tigua épica y lírica grecolatina nos d a m uchas veces u n a c u riosa im p resión de falsa, nos su e n a vacía y retó rica, ad v e rti m o s en seg uida la parodia y nos parece un tanto cóm ica p o r su aire carnavalesco. N uestra actual sensibilidad tie n d e a d e s a c re d ita r en seg u id a esta re tó ric a . Sin em b arg o , no d e b e m os o lv id a r q u e tras esc m a n to p u d o e n c u b rirse un fervor p a g a n iz a n te q u e, en o p o sic ió n a la tra d ic ió n c ristia n a , d e fendía o tro s valores, rec u rrie n d o p ara su expresión a im itar los en re d o s descritos p o r H ornero, a ese O lim p o ac arto n a d o o ingenuo. No deja de ser e x tra ñ o y significativo que en este p o em a de consolación an te la m uerte, d irig id o al hijo de un Papa, no se recuerden las prom esas trasc en d e n te s de C risto, sin o tan sólo la universal co n d e n a d e la m u erte, la obligada sum isión al destino co m ú n y el único consuelo de la fam a te rrena. Kn m u c h o s o tro s p o e m a s y en m u ch as p in tu ra s lo que ad v e rtim o s es u n a fusión d e n o ta s pag an as y cristian a s. Ve nu s p resta su gracia a una M a d o n n a o u n a M agdalena, pero a su vez recibe rasgos de la rttafer d oloroso147. C o n v e rtid a en u n a p ráctica universal, esta m ezcla de elem en to s se e n c u e n tra co n m ucha frecuencia en el a rte . P ero, c o m o señala E. W ind, se ría a b s u r d o b u s c a r u n m is te r io e n c a d a im a g e n h íb r id a d e l R e n a c im ie n to . LLn p r in c ip io , sin e m b a r g o , la c o s t u m b r e a r tís tic a d e e x p lo r a r e s la s o s c ila c io n e s y j u g a r c o n e lla s f u e s a n c io n a d a p o r u n a te o r ía d e la c o n c o r d a n c ia q u e d e s c u b r ía u n m is te r io s a g r a d o e n la b e lle z a - p a g a n a %i n s t r u m e n t o p o é tic o al s e rv ic io d e la t r a n s m is ió n d e l e s p le n d o r d iv in o N".
i. 1Λ M I l o K M i l A < l ASIt A I N 11 Kt NAt lM t liN IO
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Los mitos» según Pico della M irándolo, encu b rían bajo su velo p o ético un significado m istérico q u e sólo los esp íritu s m ás p erfectos y elevados consiguen recobrar, y en esta sabi d u ría en ig m ática coinciden los m itos de la tradición pagana y los d e la Biblia. til se n tim ien to deísta o p an teísta q u e an im a la o b ra de al g u n o s a rtis ta s ac en tú a su sim p atía hacia esas figuraciones m íticas, tan válidas com o las cristian a s al m e n o s en cu a n to sím bolos de un m u n d o d iv in o trascen d en te q u e se refleja en m u ltitu d de alegorías y v ariedad de im ágenes. Esta sim patía conduce a la in te rp e n e tra c ió n de m otivos paganos antig u o s y cristian o s en un claro y p intoresco sincretism o. C o m o señala A gnes 1leller: en el c u r s o d el R e n a c im ie n to se d e s a r r o lló u n c u e r p o n .ític o u n i ta rio, y n o s ó lo e n el s e n t id o d e q u e p o e ta s , p in to r e s y e s ju lt o r e s r e c u r r ie r a n a u n a u o t r a d e las r e s e rv a s m ític a s ( g re c o rr o m a n a , ju d ía , c r is tia n a ) e n b u s c a d e te ín a s ; lo m á s im p o r t a n t e d el c aso fu e q u e las a n é c d o ta s y lo s p e r s o n a je s d e lo s m ito s c o m e n z a r o n a u n d ir s c . Fl c a r d e n a l B e s a r ió n t r a z ó u n p a r a le lo e n t r e H o r n e r o y M o is é s p o n ie n d o d e r e lie v e lo s a s p e c to s e n q u e a m b o s se a se m e ja b a n ; el p u e b lo d e F lo re n c ia c o n s i d e r a b a i g u a lm e n te s ím b o lo s d e la c iu d a d a B ru to y a D a v id ; las fig u ra s d e C r is to y S ó c r a te s ( in te r p r e ta d a s a s i m is m o m ític a m e n te ) se v o lv ía n p r o g r e s iv a m e n te u n a sola. C h a rle s d e T o ln a y h a e s t u d ia d o a g u d a m e n t e el p u n t o c u lm in u n te d e e.stu te n d e n c ia e n las o b r a s d e M ig u e l A n g el. M ig u e l Á n g el r e tra ta a Je s ú s n i ñ o a la m a n e r a d e u n p u tto ; la M a d o n n a M e d ic i es r e a lm e n te u n a s ib ila q u e m ira s e c o m o « n s ím b o lo d e l I-lado a n tig u o la s t u m bas d e lo s d o s M e d ic i. Kl ( 'r i s l o d e l Ju ic io F in a l e s id é n tic o a A p o lo : so a lz a e n el c e n t r o d e la c o m p o s ic ió n c o m o u n p o d e r o s o y v e n g a ti vo d io s s o l a r ,4V.
Por o tra p a rte ese se n tim ien to de sim p atía hacia las figu ras de la m itología pagana ayuda a exp resar nuevos valores, com o el d e la belleza del c u e rp o h u m a n o , esp len d o ro so en su d esn u d ez, un asp ec to q u e las fig u ras de los dioses a n ti guos v enían a ejem p lificar co n n o b le prestancia, o el de la
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Μ . 5Ν Τ Γ Η )·Μ Γ .ΐΛ ί:ΐΟ Μ *
p o ten cia del am or, que ta n to los filósofos an tig u o s, esp ecial' m ente Platón, com o los m itos venían a dem ostrar. M uy d ifu n d id a p o r alg u n o s p restig io so s escrito res de la A n tig ü ed ad , y bien co n o c id a en la F.dad M edia, la teo ría de q u e los m itos eran relatos alegóricos, q u e bajo un disfraz poético y figurado e s t i l o vHnhnn una an tig u a y p erenne sabi duría» en c o n tró en el R enacim iento una aceptación ex tra o r d in aria. C on esta herm enéutica algunos filósofos tardíos, es toicos, ncoplatónicos, eclécticos, habían tra ta d o de salvar el p restig io d e las fábulas m íticas p resen tán d o las corno ficcio nes poéticas, en las que los sabios habían cifrado u n en ig m á tico m ensaje, veraz y p ro fu n d o , p ara que p asara inadvertido a los necios e ineducados, pero p ara que llegara a ser reinterp reta d o p o r o tro s sabios. C ódigo cifrado, jeroglífico, el mito. A legorías del m u n d o físico, los d ra m á tic o s sucesos d ivinos sim bolizaban aconteceres del cosm os físico, fenóm enos cós m icos, m o vim ientos astrales, Z eus era el cielo, 1lera el aire, Apolo el sol, etc. Alegorías del saber m oral, cualquier leyenda p o d ía ser leída com o u n a im agen en clave de u n a sentencia m oral. Los m itos son una tram a selvática de m etáforas y sím bolos q u e el iniciado sabe descifrar. M inerva es la Prudencia, Venus la Kelleza. Los a trib u to s viriles de M ercurio sim b o li zan la ftv m id id ad d e la razó n (C o rn u to ). Las A rp ías que arreb a tan los alim entos a Finco son las co rtesan as que a rre b atan su hacienda al joven d isoluto (H eráclilo), etc. Las apariencia.·» m íticas son el velo p o ético en el que que d an p re n d id a s esas m áxim as p ro fu n d a s so b re la naturaleza d e las cosas, u n a revelación que a g u a rd a la sutil le ctu ra del teólogo o del filósofo in sp irad o , m e d iad o r de los sím bolos y las im ágenes. Fueron algunos filósofos de la A ntigüedad, que q u erían re cu p e rar p ara la filosofía to d o el saber tradicional de los gran des poetas, quienes insistieron en esta explicación: Plutarco, C icerón, Apuloyo, M acrobio, Servio, Juliano, etc., ofrecían a los ren acentistas apoyos sistem áticos p a ra esta interpre-
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\ A M U O U H l t A V.\ ASH. A I.N VI H I- N A O M U S T O
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(ación. Kl estoico I leráclito q u e escribió las A le a ría s tic Ho mero, Paléfato, C o rn u to , Fulgencio, d a b a n ejem plos de esta h erm en éu tica inagotable. C ualquier relato m ítico, cualquier figura albergaba esas potencialidades de interpretación. Los ren acen tistas acogieron esta teoría, que ya tuvo g r a n eles ad e p to s en la Hoja Bdud M edia -b a s ta pciiNui en la tra d i ción m itográfica m edieval q u e c u lm in a en el Ovidio m orali zado en sus diferentes v e rsio n e s-, con sin g u lar entusiasm o. E ncajaba ad m irab le m en te en alg u n as tendencias de la é p o ca, en la qu e ese saber p o r enig m as y p o r m isterios tuvo ta n tos ad ep to s. Los jeroglíficos, los em blem as, el universo c ríp tico d e la alq u im ia y la cábala, estab a n en co n tec to con ese saber e sco n d id o y secreto, tan sólo revelado a unos pocos. Pico della M irandola p lanteó escrib ir un libro sobre la n a tu raleza secreta de los m ito s p ag a n o s q u e llevaría el títu lo tie Poetica theologia. A firm a b a q u e la s re lig io n e s p a c a n a s , sin e x c e p c ió n , se h a b ía n s e r v id o d e u n a ic o n o g r a fía « je ro g lífic a » ; y q u e h a b ía n o c u lta d o s u s r e v e la c io n e s b a jo la f o r m a d e m ito s y f á b u la s d e s tin a d o s a d is tr a e r la a te n c ió n d el v u lg o , p a r a p r o te g e r a s í lo s s e c re to s d iv in o s d e la p r o fa n a c ió n : « m o s t r a n d o al v u lg o s ó lo la c o r te z a d e lo s m is te rio s y r e se rv a n d o el m e o llo d el v e r d a d e r o s e n tid o a lo s e s p íritu s s u p e rio r e s ν m ás p e r f e c to s » C o m o e je m p lo , P ic o c ita b a lo.s H im no;* órfiu>.s, p u e s im a g in a b a q u e O r fe o h a b ía o c u lta d o e n e llo s u n a re v e la c ió n re lig io sa q u e d e s e a b a f u e r a c o m p r e n d i d a s ó lo p o r t n a p e q u e ñ a s o d a d e in ic ia d o s : « S ig u ie n d o el u so d e lo.s a n tig u o s te ó lo g o s, O r feo e n tr e te jió lo s s e c re to s tic s u d o c tr in a c o n lo s a d o r n o s d e la f a n tasía y lo s r e c u b r ió c o n r o p a je p o é tic o . P e e s te m o d o a lg u ie n p o d ría p e n s a r q u e e n s u s h i m n o s s ó lo se c o n tie n e n fá b u la s y s im p le s b r o m a s » ,<0.
Del m ism o m odo, «la Cabala era a la Ley escrita del Anliguo ’testam ento lo que los secretos órfícos a los mitos paganos. El texto bíblico era la cáscara; la C ábala, el m eollo», según Pico l5‘. A poyándose en D ioniso A reopagita, deefe que «estas teologías no diferían en el lóndo, sino sólo en nom bre» ,5\
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111. IN T T R P R R T A C IO N IîS
A lgunos ciclos m ás d estacad o s h u m a n ista s floren tin o s so ex p re saro n en el m ism o se n tid o q u e Pico. Así P oliziano y L andino, vincu lad o s a la ren acid a A cadem ia platónica d ir i g ida p o r M arsilio Picino, O tra vez en c o n tra m o s aq u í el d o ble juego: D e h e c h o lo s m ito s p a g a n o s s ir v ie r o n d e v e h íc u lo al p e n s a m ie n to filo s ó fic o d el R e n a c im ie n to : c u a n d o l o r e n z o V alla tr a t a a c e rc a d el lib re a rb itrio * s im b o liz a la p r e s c ie n c ia d iv in a p o r A p o lo , la o m n i p o te n c ia p o r J ú p ite r ; m á s ta r d e , b a jo la in f lu e n c ia d e )a A c a d e m ia f lo r e n tin a . C h a rle s d e B o u e lle s in s u f la r á u n a n u e v a v id a e s p iritu a l al v ie jo l e m a d e P r o m e te o , r e m o n t á n d o s e a s i, e s la v ez, a la p u r a tr a d ic ió n p la tó n ic a , fa d e l P r o td g o n ts . I.os s im p le s e r u d i t o s y Jos p o e ta s « p la to n iz a n » a s u v e /.e n e se s e n tid o . |. . . | = I...J P e r o a la lu z d e l n e o p l a t o n is m o , lo s h u m a n i s t a s d e s c u b r e n en Jos m ito s a lg o m á s , q u e r e b a s a la s id e a s m o r a le s ; d e s c u b r e n u n a d o c tr in a re lig io s a , u n a e n s e ñ a n z a c r is tia n a . La i n t e r p r e t a c i ó n s im b ó lic a n o p e r m ite ú n ic a m e n te , e n e fe c to , d i s c e r n i r b a jo la s fic c io n e s m á s d iv e r s a s , y e n a p a r ie n c i a m e n o s e d if ic a n te s , u ik i e le v a d a s a b i d u r í a : lle v a a c o n s t a t a r el p a r e n te s c o f u n d a m e n ta l tic e s ta s a b id u r ía p r o f a n a c u y a e n v o ltu r a v a r ía , p e ro c u y o s p r o c c p to s .w n i n m u t a b l e s - c o n la d é l a E s c r itu ra . D el m is m o m o d o q u e P la tó n c o n c u e r d a c o n M o is é s y S ó c r a te s « c o n f irm a » a Je sú s , la v o z d e H o r n e ro e s la v o z d e u n p r o f e ta ; y lo s « M a g o s» d e P e rs ia y tie H g ip to , q u e d is im u la n ta m b ié n m á x im a s s a g r a d a s b a jo u n a q u e se i n s in u a r a , e n t r e lo s h u m a n is ta s , la id e a e n q u e h a b ía d e s e m b o c a d o el p a g a n is m o d e c lin a n te , a s a b e r, q u e t o d a s la s r e lig io n e s s o n e q u iv a le n te s , y q u e b a jo s u s d iv e r s a s f o rm a s - y a s e a n p u e rile s o m o n s t r u o s a s s e e s c o n d e u n a c o m ú n v e r d a d . M a rs ilio P ic in o se in c lin a h a c ia u n a e s p e c ie d e te ís m o u n iv e r s a l, c o n el p la to n is m o c o m o e v a n g e lio IV\
C ierto s hum an istas av anzarán p o r este peligroso sendero h acia so ste n e r la u n iv ersalid ad d e la alegoría en c u a lq u ie r m an ifestación religiosa. La expresió n m ás ab ie rta de esto se e n c u en tra en u n a confidencia episto lar de M ulianus Rufus a u n am igo, bien recogida p o r Seznec:
2. I 4 Μ Ι ΙΟ Μ Χ . ΙΛ C IA N IC A I.N H
H h N A C IM IK N H »
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«Est unus deus et unit dea. St'd sunt multa uti numina i:a ct nomino: Júpiter, Sol, Apolo, Moses, Christus, ¡.una, Caes, Prose'pina, Tellus, Muría. Sed haec fave enunties. Sunt enim occulta silentio tanquam Eleusinarum dearum mysteria. Utendum est fabulis atque enigniatum integumentis in resacra». S e v e a q u í h a s ta d ó n d e lle g a b a n a lg u n o s h u m a n is ta s : h a s ta la h e rejía in clu siv e, l.a cxégesi.s n c o p la tónica» q u e Icí» h a b ía u b ic u o p o s i b ilid a d e s in e s p e ra d a s d e c o n c ilia c ió n e n l r e l a B iblia y la M ito lo g ía , les lleva a h o r a a c o n tu n d ir la s , h a s ta el p u n t o d e n o a c e p ta r ya el d o g m a c r is tia n o m a s q u e e n s e n tid o a le g ó ric o , lis b u e n o ,s in d u d a » q u e el p u e b lo c o n tin ú e in g e n u a m e n te p r e s ta n d o fe a la s e n s e ñ a n z a s Ira d ic io n a le s : lo s d o c to s , m .is in s tr u id o s , s a b r á n d is c e rn ir e n ellas, c o m o e n el p a g a n is m o , la in e v ita b le c o n c e s ió n a la f a b u la t io n ,M.
La alegoría sirve paro ju stifica r la presencia de m últiples im ágenes payanas, co m o las q u e d e c o ran , p o r ejem plo, los a p a rta m e n to s d e la abadesa del m o n a ste rio de San Pablo en P arm a, p in ta d o s p o r C orreggio: I )iana cazadora, am orcillos en tro p el. A donis, Juno d e sn u d a y colgada segu í el castigo que cu e n ta I lo m cro (//. XV 18 y s s .) ,v\ Im ágenes qu e, a p ri m era vista, no parecen las m ás p ro p ias de un m onasterio de m onjas. In cluso d esp u és del C on cilio de Trento, c u a n d o la alegoría tiene q u e explicitarse con m ayor claridad» p ero si gue sien d o un m edio m uy so c o rrid o p ara ev itarla cen su ra y d a r inocencia al uso de im ágenes pag an as o relatos an tig u o s de to n o licencioso. Un ejem plo fam oso lo rep resen ta la inscrip ció n g rab ad a en la base d e la lam osa D afne esculpida p o r Bernini: Quisquis amans sequitur fugitivae gaudia forwae fronde manus implet, inuras sen carpit amaras... Los v ersos son del card en al B arberini - m á s tarde U rb a no V IH -, q u e los im p ro v isó p ara « rem ediar» los en can to s tu rb a d o re s de la n in fa y p ara ap a c ig u a r los escrú p u lo s del cardenal de S o u rd is,w.
III. IN Ih R l’K h T A C IO N IN
(O tra s v ariantes del m ism o m ito explicado: «Febo aspira a la vana g lo ria del m u n d o , q u e es D afne»; «D afne es un alm a p erseguida por el d iablo y salvada p o r la plegaria»; «la h u id a es el m e d io m ás se g u ro p ara esc a p a r a las te n ta c io nes».) La in te rp re tac ió n aleg ó rica e n c o n tró un g ran foco en la Florencia d e fines del siglo XV, d o n d e es co m en ta d a p o r h u m a n ista s d e e n o rm e p restig io , reavivada p o r p o e ta s com o Poliziano, y reaílora en la p in tu ra de B otticelli, de Rafael, de T iciano y d e G iorgione. Pero, sin ilu d a , es ju s to re c o n o c e r que ya la F d ad M edia h ab ía avanzado p o r este cam ino. La o b ra m ás im p o rta n te del M edievo al resp ecto es la del M yiíw graphus III, el re p e rto rio c o m p u e sto p o r A lexander N eckham , q ue m u r.ó hacia 1217, y que m erece ser co n sid e rad a co m o Ja últim a S u m m a m iío g ráfica m edieval. El m is m o P etrarca se servirá de ella p a ra su p o em a A /rica. A hora bien, com o señala Fanofsky, una serie de textos an terio res a P etrarca av an zaro n en la m o raliza ció n d e los m itos. Así el fu lg e n d u s M ctaforalis de John Ridew all, las M oralitates de R o b ert W alcott, los C esta R om a n o ru m , el O vid e M oralisé francés y so b re todo el O vidio moralizado* que re d a c tó en latín Pierre B ersuirehacia 1340, precedieron la vasta com pila ción m ítica de la Genealogia deorum en la q u e Boccaccio p a saba revista a to d o un am p lio m aterial m itológico, tra ta n d o d e av an zar hacia sus fuentes antiguas. La Genealogía délos dioses de Boccaccio significa u n paso hacia la a c titu d renacentista, p o r su respeto a la A ntigüedad clásica y su afán erudito, m ás p o ético que teológico. Fn este am p lio c o m p e n d io c u lm in a el sa b e r en ciclo p éd ico m e d ie val. La idea de p a rtid a ν su co ncepción son m edievales. T ra ta r d e red u c ir la m itología clásica a u n sistem a y v in c u lar cada figura, dios o héroe, al fu n d ad o r de u n a raza o casta n o ble señ ala a Boccaccio co m o un hijo del M edievo. O b ra de encargo, a p etició n del rey de C hipre, I lugo, le o c u p ó al es c rito r v ein ticinco años de su vida. Las e m p re n d ió a m e d ia
1. LA M IT O M K U A C l ¿ S IC A l:S l:L K K N A U M i m o
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d o s del siglo XI v e influyó m ucho d u ra n te u n o s d o scien to s añ o s. Sólo a m e d ia d o s del siglo xvi e n c o n tra rá su cesió n y co m p eten cia en las o b ras de L. C. C iraldi, N a ta le C o n tiy Vi~ cenzo (Tartari, tan estim a d o s p o r los escritores cel Barroco. 1.a G enealogia deorum de Boccaccio concluye con un elo gio d e ¡«i poesía: L a p o e s ía |...] e s u n a r d i e n t e a n h e lo d e d e s c u b r im ie n to s in s ó lito s |...] P ro c e d e d e l s e n o d e D io s y a p o c o s es c o n c e d id a (...) S u b lim e s s o n lo s f r u to s d e e se a r d o r : la m e n te se s ie n te a r r a s tr a b a p o r u n d e s e o d e e x p r e s a r s e , d e h a lla r in v e n c io n e s p e r e g r in a s e in s ó lita s , d e c o m p o n e r la s s e g ú n u n o r d e n p r e c is o , d e a d o r n a r la s on u n n u e v o c o n te x to d e p a la b r a s y o r a c io n e s , d e d is im u la r s u v e rd a d c o n b ellas fáb u las.
C on u n a exaltación de la poesía com ienza su libro De labo ribus Herculis ( 1406) C ollucio Salutati (1456), que v ela p o e sía com o un h im n o que confiere rasgos d ivinos a las hazañas de los h éro es. Para am b o s la in te rp re tac ió n alegórica sigue siendo esencial. Pero hay algo m ás en su defensa de la poesía, q u e ca n ta sub cortice fa b u la ru m la g ran d e za de los dioses y los h éro es an tig u o s. (B asta c o m p a ra r el libro de K nrique de Villena Los doze trabajos de Hércules [ 1417] con el del canci ller flo ren tino p ara advert ir que el p rim ero es uii estudio m e dieval, y q ue en el segu n d o ap u n ta un aire nuevo.) 1.a teología p o ética de que hablaba Pico, el neoplatonism o de K cino, las alegorías d e Poliziano, to d o concordaba en ese sen tim ien to de ad m iració n y entusiasm o. M ientras iba desp arecien d o la vieja concepción de la rea lidad y florecían las h u m anae disciplinae y las «ciencias n u e vas», los artista s redescubrían la antigua función ce los m itos y resta u rab an su sentido, al tie m p o q u e u n a conciencia ya m ad u ra reducía las visiones «divinas» y las convertía en b e llas fan tasías, p a ra p o b la r los ilim itad o s espacios celestes y llenar con ca n to s los espacios so b re h u m a n o s del absoluto, pava a p a rta r el tem or del corazón de los hom bres. Situándose
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III. IN T I RPRl.l At l«>N1 >
p o r en cim a del hum ilde plan o ele una investigación hu m an a, cuyo ca m p o específico eran \os studia hum anitatis y las cien cias revalori/.adas, el arle llegó a ser el ám b ito en q u e el h o m bre se reen co n trab a con el sen tid o divino de la naturaleza» y el valor e te rn o de la vida: o tra «teología p oética», p ero que esta vez em pieza a co m p re n d er el origen y los lím ites hum o nos de sus «revelaciones», com o explica Eugenio G arin. (¿¿¡justo re c o rd a rq u e e t R enacim iento no tra e consigo una resu rrecció n de los dioses de la m itología p agana, sin o que recoge un a tradición m edieval, ('o rn o señaló /. Sezncc en su e sp lén d id o libro, «los d ioses no resu c ita ro n , p o rq u e jam ás h ab ían d esap arecid o de la m e m o ria y de la im ag in ació n de los h o m b res». Pero el p ro b le m a fu n d a m e n ta l, co m o ha se ñ alad o fi. G arin , no es precisar hasta q u é p u n ió la tem ática m ito ló g ica p erv iv ió en tie m p o s m edievales y q u é m ayor aco p io e ru d ito p ro p o rc io n a el R enacim iento, sin o q u e «el p ro b le m a es este o iro : la a c titu d hacia los d io ses a n tig u o s ¿sigue sien do la m ism a o, acaso, cam bia rad ic alm en te la va lo ració n d e las creencias paganas?». C reo q u e G arin lo señala m uy a g u d a m e n te, c u a n d o dice que Scznct, a pode de su tcsi.·» tuvo que reconocer algo muy importante cuando declaró que las expresiones tradicionales en el sentido de una «muerte» de los dioses al final del m undo antiguo, y de una «resurrección», se justificaban en cuanto que en la td a d Media «lo único que había sobrevivido era el contenido». Los antiguos dioses habían servido de vehículo a ideas tan profundas y tenaces que no podían morir había desaparecido la envoUura, la forma clási ca. Se la habían quitado para cubrirlos con bárbaros disfraces que los volvían irreconocibles. Son eslas form as lo que el R enacim iento quiso restaurar, so lu c io n a n d o así d largo divorcio e n tre lem as y m otivos, la d isy u n c ió n m edieval de co n te n id o y fo rm a. lisa re c u p e ra ción d e las figuras clásicas, esa in te g ració n de las historias
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Μ Μ Ο Κ Κ ί Ι Α C l A S I l ' A I N I I. K I . S A C J M J H N T O
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m íticas y las im ágenes bellas, es u n a ca racterística del a rte y la se n sib ilid a d re n a c e n tista s, y es un p re su p u e sto p ara gozar d é la m ito lo g ía en su p le n itu d y en su au to n o m ía sig nificativa. Junto a esta «restauración» de las form as de las d iv in id a des an tig u as en su plen itu d y e n su bcllc/.u, «al n a rg e n tie la inserción d e esos m itos en la eco n o m ía del cristianism o», el R enacim iento p ro p o n e una revalorización tie la poesía com o expresión del m u n d o , un nuevo sabor poético, al m argen de la teología oficial, el reco n o cim ien to tie que a través de osos bellos m ito s se expresa tam bién la velada sabiduría etern a y en la belleza an tig u a tam bién se revela la plenitud de la vida. I.a Iklad M edia tra trid e apro v ech ar g ran p a rle d e las d o c trin as h ered ad as de la A ntigüedad, ta n to en saberes com o en m otivos, p ero con su falta de perspectiva no pudo establecer lo h ered ad o en su contexto, sin o e n form a de mezcla u n ta n to ab ig arra d a y confusa. De ah f que» u n a vez que m ediante la alegoría y el evem erism o po d ía evocar las figuras de los d io ses an tig u o s, lo hiciera con una m ira d a fam iliar, co m o si h u bieran sid o p erso n a jes su rg id o s de su p ro p io tiem po, con trazas m edievales. Así un M ercurio p u ed e ir vestido de ob is po, un Jú p iter aparece co m o un noble tonsurado, y una v ir gen d e R eim s tie n e el p o rte de uno vestal venerable. 1 lay un m an ten im ien to de los no m b res y las h istorias, pero una p é r d ida de los traz o s au tén tico s y d istin tiv o s de las figuras clá sicas. Hay, pues, en lo m edieval, un « p rin cip io de d isy u n ción», según señala Panofsky: C ad a vez q u e e n la H dad M e d ia p le n a y ta r d ía u n a o b ro d e a r te lo m a su fo rm a d e u n m o d e lo c lá s ic o , e sa f o rm a e s in v e s tid a c e u n a s ig n i ficació n n o c lá sic a , n o r m a lm e n te c r is tia n a ; c a d a v ez q u e e n ia H dad M e d ia p le n a y U r d ía u n a o b r a d e a r te lo m a s u le m a d e la p o e s ía , la le y e n d a , la h is to r ia o la m ito lo g ía c lá s ic a s, e se te m a e s r e p r e s e n ta d o en u n a f o rm a n o c lá s ic a , n o r m a l m e n te c o n t e i i i p o m e a .
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Y Sezncc dice lo m ism o: Λ la lu z d e e s to s a n á lis is , el R e n a c im ie n to se n o s a p a r e c e c o m o la r e in te g r a c ió n d e u n le m a a n tig u o e n u n a f o r m a a n tig u a : se p u e d e h a b la r d e R e n a c im ie n to a p a r t i r d el d ía e n q u e 1 lé r c u le s r e c u p e r ó su c o n te x tu r a a tlé tic a , s u m a z a y su piel d e le ó n . Kn m o d o a lg u n o se tr a t a d e u n a r e s u r r e c c ió n : H é r c u le s n u n c a h a b ía m u e r t o , c o m o ta m p o c o M a rte o Per>eo: c u a n d o m e n o s , el n o m b r e y la id e a d e e s to s d io s e s h a b í a n s o b r e v iv id o te n a z m e n t e e n la m e m o r ia d e lo s h o m b r e s . Ú n ic a m e n te su a p a r ie n c ia se h a b ía d e s v a n e c id o , p u e s to q u e P e rs e o v iv ía c o n el a s p e c to d e u n tu r c o , y M a rte c o n el d e u n c a b a lle ro . |. . . | - |. . . | ü l R e n a c im ie n to a p a r e c e p o r c o n s ig u ie n te , n o y a c o m o u n a c ris is s ú b ita , s in o c o m o el fin a l d e u n la r g o d iv o rc io ? n o c o m o u n a r e s u r re c c ió n , s in o c o m o u n a s í n t e s is 1' 7.
La eru d ició n m itológica del R enacim iento c u lm in a rá m ás la rd e , a m e d ia d o s del siglo xvi, en c ie rto s re p e rto rio s, de g ran éxito y d ifusión. Los m ás im p o rta n te s son los de Lilio G regorio G yraldi De d e isg e n tiu m varia et m ultiplex historia (Basilea, 1548), de N atale C onl i M yihologiae sive explicatio num fa b u la ru m libri decern (Venecia, 1551), V incenzo C artari l.e iw w a g in i cclla sposizioni degli D ei degli A n tic h i (Ve necia, 1556). lisios m anuales ilu strad o s son un m o n u m e n to de eru d ició n : u n a m ultitu d de figuras div in as se aglom eran en u n a co n fusa y dcinónica algarab ía. En la E uropa del Ba rro co , ijue an u n c ia n , se rá n de g ra n utilidad» p ero fren te al e n lu sia m o y a la serena ad m iració n del h u m a n ism o , so n un sig n o d e decadencia. Ya n o hay in ten to s de reconciliar estas figuras co n la piedad cristiana. Lo que aq u í se expone es e r u d ició n p ara uso de los p o etas y de los retóricos. Son d iccio n ario s m itográficos, q u e no fueron n ecesarios en el esp len d o r del R enacim iento italian o (en tre Boccaccio y G yraldi no ap arece en Italia n in g u n a h isto ria de los dioses; m ás bien re c u e rd an , co n nuevas figuras, los d o cto s re p e rto rio s m e d ie vales). Ya se acabó el cu lto p ag a n o de la vida. Son los tie m po s de T rento y la C o n tra rrefo rm a. El frágil eq u ilib rio entre la a d m ira c ió n poética p o r la belleza y el c u lto p a g a n o d e la
2. I-Λ Μ Π Ό Μ Χ ί ί Λ CI.ASH’ A ΙιΝ kl H M M C IM Ih N T O
v id a y la fe c ristia n a ya ha h ech o crisis. Es el tiem p o de la reacción. Al f e r v o r s u c e d e u n a a d m i r a c ió n r e t i c e n t e e in q u ie ta n te , lle n a d e e s c r ú p u lo s ; a la e m b r ia g u e z d e la b e lle z a u n frío in te ré s a r q u e o l ó g ic o , u n a c u r i o s i d a d d e e r u d i to s . D e ja n
En E spaña los paralelos, ta rd ío s y no m uy poéticos, de es to s re p e rto rio s so n el g ru e so libro de Juan Pérez de M oya P hilosophia secreta, d o n d e debajo de historias fabulosas se contiene m ucha doctrina provechosa a todos los estudios, con el O rigen de los ídolos o dioses de la gentilidad (al m enos c u a tro reed icio n es), y el l'ealro de los dioses de la g entilidad de Fray B altasar de V itoria, p rio r del convento de San Francisco d e S alam anca, que apareció en 1620, con una «aprobación» ju sta m e n te de I.ope de Vega. Ya en su m ism o tirulo am b as o b ras p ro cla m an su b a rro q u ism o y su concepción a leg ó ri ca. F uero n m uy utilizadas p o r m uchos escritores de n uestro tard ío Siglo de O ro, especialm ente p o r d ram atu rg o s y poetas co rtesan o s. En resu m e n , el R enacim iento rec o b ró a los dioses p a g a no s co n sus figuras clásicas y se en tu sia sm ó con su teología poética. Incluso intentó, en un im pulso de fervor poético, un sin cretism o con la d o c trin a cristian a. Pero luego la m ito lo gía volvió a ser eru d ic ió n alam bicada y peregrina, un p a n d e m ó n iu m d e la im a g in e ría a n tig u a . A p e sa r de su e n o rm e sim patía, y q uizás p o r ello, el R enacim iento no buscó nuevas explicaciones a las que recibió; el alegorism o y el evem erism o le p arecieron aceptables. A los ren a cen tista s les faltaro n elem e n to s im p o rta n te s p ara un a visión m ás am plia. I.os descu b rim ien to s de nuevas
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III. Ι Ν Ί Μ Ρ Κ Η Λ Ο ο Ν Ι *
c u ltu ra s y de p u eb las p rim itiv o s con su s m ito lo g ías - q u e luego se verán sim ilares a las de la A n tig ü e d a d - se rá n al res p ecto decisivos para un co m parai ism o, q u e no se d esarrolla h asta el siglo xvm . No llegaron ta m p o co los ren acen tistas a a fin a r su perspectiva h istó ric a d e m o d o q u e a d v irtie ra n las fases d e la trad ició n religiosa griega» y así m etían en un m is m o saco a los d io se sd e I lo m ero y a los de los ta rd ío s h im n o s órficos, a las figuras de la Teogonia hesiódica con las de d io ses o rie n ta le s de cultos m istéric o s h elen ístico s. C o n o c ía n m ejor a P lutarco que a Esquilo, y no a te n d ie ro n a las raíces sociales d e lo m íticc. Su perspectiva era deficiente en a n tro pología, ciertam en te. V ieron los m ito s co m o creaciones de la poesía an tig u a, o co m o ficciones fabulosas y enigm áticas cifrad as p o r u n o s pocos sabios, m ás que co m o las creencias d e u n a c o m u n id a d arcaica, lé o riz a ro n p o co so b re el tem a. Pero se sirv ie ro n d o lo s m itos, recu p erad o s con g racia y fer vor, p ara exp resar y rep resen tarse el sen tid o d iv in o de la n a turaleza, recogiendo ecos de un an tig u o paganism o. De ellos h em o s a p re n d id o m ucho.
3. La m itología comparada, en sus com ienzos
1. Prim eros com paratistas: los salvajes y los antiguos La d e n o m in ac ió n de «m itología co m parada» para un d e te r m in a d o e n fo q u e de los e stu d io s d e m ito lo g ía ha q u e d a d o co n sag rad a a p a r tir del ensayo de igual títu lo que l*r. Max M üller p u b licó en 1856 1W. Pero la a p a ric ió n del m é to d o co m p arativ o en el ca m p o de la h isto ria d e las religiones p u e de re tro tra e rse h asta co m ien zo s del siglo xvin. A unque sin u n a aplicación tan precisa com o la que te n d rá en com para· listas posteriores* p o d e m o s se ñ a la r el e n o rm e interés que tiene, en esa direcció n , el tra ta d o q u e B. de Fontenelle publi có en 1724 con el títu lo de De l'origine des fables. Un títu lo que ya de p o r sí resulta m uy indicativo. Para este d o cto racio nalista, un ad e la n tad o del Siglo de las Luces, las m itologías d é lo s pueblos p rim itivos son un cúm ulo de «qui m eras, su e ñ o s y ab su rd id ad es» . Pero, al m ism o tiem po, ta les fabulaciones son un fenóm eno co m ú n a todas las civili zaciones. O rien ta les, g rieg o s, cafres, la p o n es o iroqueses coinciden, a los ojos de su autor, en ofrecer un m ontón de re 201
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III. IN TKRPAF.TAO ION ES
lulos d e so rp re n d en te ferocidad sobre los dioses y el num do. Sus d iv in id ad es son tan b ru tales co m o los ho m b res en su es ta d o salvaje» so lam ente los su p e ra n en fu erza y en p o d er, com o sucede tam bién en los p o em as de H om ero. Hay, según F ontenelle, «una asom brosa c o n fo rm id a d e n tre las fabulacioncs d e los am erican o s y las de los griegos». S. Reinach, L. Lévi-B ruhl y M. D etienne, en tre o tro s, han d estac ad o la im p o rta n c ia de este o p ú sc u lo , q u e refleja tan ag u d am en te el espíritu de un au to r y una época, la de la Ilus tració n . De un lado, las investigaciones etn o g ráficas habían ap o rta d o m uchos m ateriales acerca de nuevas cu ltu ras (n u e vas p ara los eu ropeos), co m o e ra n las de los in d io s a m e ric a nos, con su s co stu m b res y creencias; de o tro lado, la o b se r v ación c rítica y rac io n alista e n c o n tra b a u n as sem ejan zas ad m irab les en tre los m itos de estas trib u s salvajes y las fáb u las d e los g rieg o s y ro m a n o s. Sin d u d a , co n v ien e re c o rd a r q u e la sensibilidad de la ép o ca estaba ya a lertad a en tal sen tid o p o r la fam osa querelle e n tre los a n tig u o s y los m o d ern o s. «Ll Origen de las fá b u la s -se g ú n a p u n ta R. C h a se- es c a racterísticam ente un breve je u d'esprit. A unque no usa to d a vía el m éto d o com parativo, p ro p o n e una p erspectiva ev o lu cio n ista y rac io n alista p a ra el es tu d io del m ito q u e los p en sad o res posteriores del siglo xvm g en eralm en te ig n o ra ron y q u e tuvo que esperar su reconocim iento, en Inglaterra al m en o s, h asta el tardío p e río d o V icto riano , cu a n d o los ra cionalistas ingleses lo ad o p taro n .» «Los seguidores del señor Κ. B. T ylor -a d v ie rte A ndrew L ang en su M yth, R itu a l a n d R elig io n -, p arecen no d a rse c u e n ta d e q u e só lo e stá n rep i tien d o las ideas del so b rin o de C orneille.» Fontenelle quería descu b rir, m e d ian te la co m p arac ió n de los paralelism o s y sim ilitudes e n tre las creencias de los p u e blos an tig u o s, cóm o se h ab ían o rig in a d o las Jabíes, es decir, los m ito s. En sus p rim e ra s n eb u lo sas ed a d es los h u m a n o s h a b ría n tra ta d o de ex p licarse los fen ó m e n o s n a tu ra le s re
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Μ Ι Τ Ο Ι O G ÍA C O M P A R A D A , ΠΝ SU S CO M Il.N ZO *,
c u rrie n d o a una la m asía m ito p o ética , que era así lina esp e cio d e ciencia infantil o filosofía prim itiv a. Su esencial ig n o ran cia acerca de lo real y luego la d ebilidad m ental y su «res p eto ciego p o r el pasad o » p e r p e tu a ro n las fantasiosas y ab su rd as n o cio n es fabulosas, inventos de una época grosera y salvaje. C on el pro g reso el m u n d o b á rb a ro de tdlc* im áge nes q u ed a ría b a rrid o p o r la luz de la razó n , según FonteneUe, q u e p en sab a que tal p ro g re so se ría universal. Todos los p ueblos seg u irían las p au tas q u e tuvo el desarrollo racional en G recia. Puesto que los griegos, con lodo su espíritu, cuando eran un pue blo nuevo no pensaron más razonablemente que los bárbaros de América, que eran según todas las apariencias un pueblo bastante nuevo cuando fueron descubiertos por los españoles, hay motivos para creer que los americanos habrían llegado, al fin, a pensar tan razonablemente como los griegos, si se les hubiera dejado tiempo para ello. lil m ism o a n o en q u e se p u b lica la o b ra de Fon:enelle, en 1724, ap arece la del je su íta J. F. L afitau, M oeurs des savages a m ériq u a itis com parées a u x m oeurs des prem iers tem ps, q u e, co m o M . D étien n e h a in d ic ad o , p rese n ta una n o tab le c o in c id e n c ia en su idea fu n d a m e n ta l co n aquélla. Los in d io s d e N o rte a m é ric a , e s tu d ia d o s p o r los je su ítas, tie n en u n a a fin id a d d e c o stu m b re s m uy n o ta b le con los a n tig u o s g riegos. Los iro q u e se sy los h u ro n e s so n en sus háb ito s fru gales y n o bles co m o los e s p a rta n o s o los a n tig u o s h elenos re tra ta d o s p o r P lutarco; y ju n to a su s nobles figuras y ges tos m u e s tra n , co m o los a n tig u o s, u n a c re d u lid a d en lo m a rav illo so y u n a fan ta sía en su v isió n de la n a tu ra le z a que son el o rig en d e su s tab u lacio n es. Así en su fantasía el o r i gen de su religión y de sus m itos, esas fa b les q u e son «fanta sía in fan til» en la co n c ep c ió n de P ontenelle, o im aginación e rra d a , « p erversa», p a ra el je su íta L afitau, co m o dice M a r cel P e tic n n e .
Iit. Ι Ν Ί Ή Ι Ι 'Κ Η Ι Λ ϋ Ι Ο Μ *
Las reflexiones sobre el fu n d am en to d e la religión natural, al m argen de la religión cristian a que se présenla corno reve lada, so n tam bién una nota característica de la época, aunque en m u ch as pensadores esas reflexiones aparecen desvincula das d e la consideración so b re los m itos. Hs la época de Locke, de 1lum e, de Voltaire, de B. C o n stan t y de Ci. Vico, cuya Scicti za Ntiova aparece en 1725. P recediendo a H erder, a 1leyne y a Schleiermacher» es probablem ente Vico el p en sad o r m ás in te resante en su concepción del desarrollo de la religión en la h is to ria de las cu ltu ras prim itivas y del fu n d am en to poético del p en sam iento m ito-poético. Pert) no hablarem os ah o ra de su teoría; sino que sí recogem os la noción de que en m uchos a s p ecto s se m u e stra un p recursor, m ucho m ás av anzado que p en sad o res ilustrados co m o Voltaire o H um e. A hora q u ere m os señalar tan sólo algunos esp íritu s pioneros en el cam ino del m étodo com parativo en m itología. A unque se trate, en el caso de Fontenelle y de Lafilau, de autores m enos interesados en las fo rm as específicas de lo m ítico que en relacionar la creación d e los m itos con una tendencia universal de una m entalidad fabulosa, infantil, prim itiva. La m itología, com o un am asijo de relatos y creencias sal vajes y ab su rd a s, fruto de la ig n o ran cia y de los erro re s prim ilivos, n o req u ería m ás ex p licació n , sin o q u e p o d ía ser p rese n tad a co m o un d isc u rs o in fan til, van o , rid ícu lo , y no o b sta n te atractivo,
y LA MNOI.OC.ÍA COMPARADA, HN SU M O M N .N /O S
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luego d e fu n d am e n to a to d a la m itología pagana ya las fáb u las d e los griegos». Y, m ás explícitam ente, p o co s lustros d es pués, el p resid en te De Brosses afirm a b a en el m ism o se n ti do·. «Las p rác tica s sem ejan tes que v em os en siglos y clim as alejad o s tie n en u n a m ism a cau sa cuya explicación ha de b u scaise en las afecciones d e la h u m a n id ad : el tem or, la a d m ira ció n , el ag ra d ecim ie n to » . S eñala M. M eslin - d e quien h em o s to m a d o la c ita - q u e «aquí estam os en las raíces de to das las teorías m o d e rn a s so b re los oríg en es patológicos del sen tim ien to relig io so » ,w>. Pero se trata de u n a reafirm ación de viejas tesis sofísticas, de P ródico y de D em ócri:o, fo rm u ladas en nuevos contextos filosóficos.
2. lil fetich ism o y lo evolución del culto La p alab ra fetichism o se d ifu n d ió a p a rtir do una obra p u b li cada en 1760; su título, tra d u c id o al e s p a ñ o l,e ra He le u lto d e los dioses fetiches, o paralelo de lo antigua religión del Egipto con la religión actual tie la Nigricia. lil libro apareció com o de a u to r an ó n im o , p ero p ro n to se conoció q u e se debía a la plum a d e un d o c to ilustrado, (ih. De Brosses, u n o d e los sa bios m ás rep u tad o s de Francia, que fue am igo y c o rresp o n sal d e Voltaire. De Brosses, q u e nació en 1709 ν m u rió en 1777, p arece que se d edicó al estu d io de las trib u s salvajes y del h o m b re p rim itiv o de tie m p o s p reh istó rico s p er influen cia de su am igo el n aturalista Buffon. Su interés fue m uy am plio; reu n ió n u m e ro sa s d escrip cio n es de viajes, antig u o s y m o d ern o s, inform es de m isioneros, com erciantes y explora dores y p u blicó luego estu d io s que nos m u estran esa am plia perspect iva, co m o su / listaría tie tas navegaciones a las tie rras australes, de 1765, y su tra ta d o so b re la Formación m e cánica de las lenguas, del m ism o año. La o b ra q u e a h o ra nos interesa tie este enciclo p ed ista, y a n tro p ó lo g o de biblioteca, es la p rim e ra q u e liem os citado,
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IJJ.
I N T JR P M F T A C IO N K S
p o r su teoría acerca del culto a los fetiches en las sociedades african as. ï.a palabra fe tic h e la to m ó d e alg u n o s relatos de m isio n ero s p o rtu g u ese s. Feitisso c o rre sp o n d e al español «hechizo)), y viene del latín fa c titiw u . Pero tiene un sen tid o m uy concreto: un objeto in a n im a d o (según n u estra co n c e p ción), q u e recibe un culto p ro p io co m o si estuviera im p re g n ad o d e p o d ere s d ivinos o m ágicos. De B rosses div id ió su libro en tres p arte s. Kn la p rim e ra e x p o n e lo d o lo q u e en su é p o c a se p o d ía sa b e r so b re el feti ch ism o p ra c tic a d o p o r c ie rta s trib u s del Á frica o ccid en tal y, p o r ex ten sió n , en o tra s p a rle s del m u n d o . Un la se g u n d a lo c o m p a ra con los h á b ito s relig io so s d e los p u eb lo s de la A n tig ü e d ad . Kn Ja te rc era concluye» d e s ta c a n d o la s im ili tu d e n tre los rito s de los n egros y los a n tig u o s g riegos, r o m a n o s y eg ip cio s, la id e n tid a d d e su se n tid o o rig in a l. T o d as las genios, concluye De Brosses, h a n c o m e n z a d o p o r el fetich ism o p ara pasar luego al p o liteísm o y de a h í al m ono» le ísm o . C o m o se ve, un e sq u e m a ev o lu tiv o m uy sim ple, q u e va d e lo m ás tosco a lo m ás a b s tra c to en la co n c ep ció n d e lo div in o . C om o señala Max M illier -e n su Origen y fu n c ió n de lo reli g ió n - , en su com paración, De Brosses excluye el culto hebreo: Una sola nación es la exceptuada; la de los judíos, el pueblo escogi do por Dios. Según De Brosses, nunca adoraron fetiches, mientras los otros pueblos, olvidando la revelación primitiva» volvían a em pezar por su comienzo natural: el fetichismo. Ks curioso ver la influencia que las ¡deas teológicas del tiempo ejercían hasta en el espíritu de un De Brosses. Si se hubiera atrevi do a buscar huellas de fetichismo en el Antiguo Testamento con la misma valentía que en Ugipto, en Grecia, en Roma yen otras m u chas parles, hubiera ciertam ente encontrado rica cosecha en los Teraphim y los Thummin y en el Ephod, y esto prescindiendo de los becerros de oro y de las serpientes de bronce (Genesis 28, 18, Jeremías 2 ,2 7),Μ.
J, ΙΑ ΜΙΤΟΐΑΧίΐΛ COM PARADA, RN' SU S (.< iM IK N /l »S
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Max M üller, algo m ás de un siglo después, todavía recu er d a lo atra ct ivo de esa teoría: Sobreeste punto y algunos otros, los modernos partidarios de la teo ría de De Brosses ya no le siguen. Sin embargo, considerado en su conjunto.su sistema se ha mantenido intacto durante los últimos cien años. Γ.πι lan sencillo, tan natural, tan plausible, que penetró en los manuales y los libros de texto, y creo <|uc todos nos hemos educado en él. Por lo que a mí respecta, he creído en él mucho tiempo sin experimentar la menor duda. Sólo al paso y a la medida de mis estudios, me sentí cada vez más sorprendido por el hecho de que en vano se buscaban en los m onum entos más pr tuitivos del pensamiento religioso» accesibles a nosotros, huellas evidentes de fetichismo, en tanto que se las ve multiplicarse por todas partes en los períodos más recientes del desarrollo religioso. La teo ría del fetichism o obtuvo» co m o F. M. M üller in d i ca, d u r a n te m ás d e un siglo u n a am p lia ac ep tac ió n . Κ. B. Tylor y A ndrew Lang elo g iarán el lib ro de D e Brosses com o u n o de los p io n e ro s en el u so sistem ático de los testim onios an tro p o ló g ico s. T am bién C o m te a c ep tará la tesis del d esa rro llo de la religión a p a rtir de ese p rim e r estad ía re p rese n ta d o p o r el c u lto a los o b je to s a d m itid o s co m o «fetiches»» cu lto q u e d e n o m in a la a d o ra ció n que, según los m arin ero s p o rtu g u ese s, p resta b an los n eg ro s de la costa del A frica o c cid en tal a co sas in a n im a d a s o an im a le s, c o m o si en ellos resid iera u n tre m e n d o p o d er. P ara d e sig n a rlo De Brosses utiliza los té rm in o s de genius o de tnon iío u , u n a palabra alg o n q u in a q u e él in tro d u c e así en el lenguaje técnico, com o se in tro d u c e m ás ta rd e el vocablo m elanesio tmitut. Id feti ch ism o ev o lu cio n a hacia el p o liteísm o , y éste hacia el m o n oteísm o. P erdido el o rig in a l co n o c im ien to del dios único, la H u m a n id a d , en un e s ta d o d e n ec ed a d , in co n scien cia y sim p licid ad infantil, se d edica al culto d e esos ídolos m e n o res, p a ra p a sa r luego a la a d o ra c ió n de d ioses ya p erso n ifi cados. M uchos p ueblos p rim itiv o s p e rm a n ec en aún en ese estad o , p o r el q u e p a sa ro n los eg ip cio s, co m o m u estra el
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III. ΙΝ Μ Κ ΙΉ Ι IAC IONI.S
cu lto a ta n to s dioses ferinos» y los griegos, de los quo I leród o lo cu e n ta que ad o ra ro n p ie d ra s y ob jeto s in fo rm es en un p rincip io . De Brosses rechaza la explicación alegórica de la m ito lo gía, q u e es « p ara los m o d e rn o s u n in d e scifrab le cao s o un en ig m a co m pletam ente a rb itra rio » , si u n o trata de buscarle un sen tid o p ro fu n d o o un Irasfondo m etafísico. Y no se c o n ten ta ta m p o co con la explicación evem erista, acep tad a aún p o r I lum e, y parcialm ente p o r S pencer después. G eneralizó su «fetichism o» más allá de las religiones african as, de d o n d e lo m ó el nom bre, p ara referirlo a cu a lq u ie r p u eblo d o n d e los an im ales y los objetos in a n im a d o s reciben cu lto y son deificados, d o n d e el uso de am u leto s, talism an es y orácu lo s m anifiesta esa creencia, según él, universal y prim itiv a, Fue» avant la lettre, u n a teoría evolucionista, que prelu d ia el a n i m ism o d e Tylor y el sistem a p ro g resista de los 1res estadios d e la civilización que p ro p o n d rá m ás ta rd e C om te.
3. 1.a Lingüística Com parada com o ejem plo m etódico Kl m é to d o com parativo, qu e, com o hem os ap u n ta d o , surgió u n ta n to in gen u am en te en el ca m p o de esiiiduns so b re reli g iones y an tropología, alcanzó u n im p o rta n te éxito en el de las ciencias d e la naturaleza con la ap a rició n de la anatom ía co m p arad a , la biología c o m p arad a y la paleontología c o m p ara d a, a com ienzas del siglo xix. R ecordem os a una figura tan significativa com o la de Cuvier. Luego se d esarro lló en el d e la lingüística. I.a G ram ática C o m p a ra d a será una ciencia m e tó d ic am e n te ejem plar, g racias a los tra b a jo s d e Rasm us Rask, l'ra n z B opp y los h e rm a n o s ( îrim m . La ciencia del len g u aje q u e d ó establecida co m o u n a d isc ip lin a tan sólida co m o las ciencias n atu ra les a co m ien z o s del siglo. M. F ou cault ha d estac ad o bien el interés de ese avance ep istem o ló gico l6:.
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Kn su influyente libro Von der Sprache and Weisheit d e rln dier, d e 1808, ya señalaba F. Schlcgel: «Hi p u n to decisivo, que lo ac la ra rá to d o , es la e s tru c tu ra in te rn a de las lenguas o la g ra m á tic a c o m p a ra d a , q u e nos d a rá so lu cio n es co m p leta m ente nuevas so b re la genealogía de las lenguas, de la m ism a n u m era c o m o la a n a to m ía c o m p a ra d a ha esparcid o una g ran luz so b re la h isto ria natural». G racias a los e l u d io s de F. Bopp, d e R. Rask, d e los G rim m y de los llam ados neogram álico s, la g ra m á tic a c o m p arad a de las lenguas in d o e u ro peas se c o n stitu y e co m o u n a ciencia p o sitiv a y m e tó d ic a m en te ejem plar. Al m é to d o d e las Lecciones de anatom ía co m p a ra d a d e C u v ie r p u e d e d a r u n a ré p lic a el lib ro de K B opp so b re el sistem a de la conjugación de las varias len gu as in d o e u ro p e as, pub licad o en 1816, o la Gram ática ale m ana de G rim m , en 1818. S obre la base de una com paración gram atical la filología va m ás allá, y p en e tra en lo p ro fu n d o del p asad o ind o eu ro p eo . B asándose en la com p aració n sis tem ática, con un c ie rto apoyo en fá tico en el indio antiguo, en el védico y el sánscrito, se reconstruye una lengua p erd id a b ase d e casi to d a s las h a b la d a s en liu ro p a d u ra n te los tres ú ltim o s m ilenios. Y con la lengua se reco n stru y e una cu ltu ra - y u n a m ito lo g ía -. F.n su libro ¡il fu tu ro de la ciencia, en 1848, E. R enan p ro cla m ab a la filología co m o la gran d isc i plina intelectual de la época.
4. La teoría de M a x M idler lis en este a m b ien te intelectual en el q u e se s itú a la o b ra de Max M üller, a quien alg u n o s han llam ado «el inventor de la m itología co m p arad a» . C o n te m p o rá n e o d e los g ran d es lo» gros d e la G ra m á tic a C o m p a ra d a , este d o c to sa n scritista, que h abía estu d ia d o en Berlín con B opp y en París con Burnouf, d esp leg ó en v ario s trab a jo s su b rilla n te h ip ótesis de que la m itología p o d ía explicarse rec u rrie n d o a la «Ciencia
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III. ΙΝ Ί Τ Μ 'Β Ι· ΓΛ( ΊΟ Ν ΊΝ
del Lenguaje». De un lado la co m p aració n en tre las diversas lenguas in d o e u ro p e as m o stra b a la afinidad de los d ioses de los p u eb lo s in d o e u ro p e o s; e n tre el védico D yaus, el griego / e u s y el latino Júpiter se descubre una clara id entidad: la d i v in id ad del dio s padre celeste, que luego recibe el n o m b re de A hin a M a/.da en Irán y de T h o r en l^can d iiu iv ia. El dio» del cielo es ta m b ién Varuna en sá n scrito y U rano e n tre los g rie gos. Los lé rm in o s para «dios»: dvvtdu deas, p roceden de una raíz in d o e u ro p e a que significa «brillo», y el dio s era , en un p rin cip io , «el brillante» a lu d ie n d o así a su ca rá c te r celeste. T ras la co m p a ra c ió n la etim o lo g ía a c la ra b a el se n tid o p rim itiv o de los nom bres d iv in o s, q u e están en el o rig en de la perso n ificació n de los dioses. Según el célebre adagio, no m ina nuntina, los n om bres se volvieron d ioses en cu a n to las g entes d ejaro n de en ten d e r su asp ec to p rim itiv o , q u e era el d e d e sig n ar bajo la form a d e un agente un asp ecto de la n a tu raleza ( In d ra era «el h a c e d o r d e lluvia», R udra «el ru g i d o r» , seg ú n los asp ecto s d iv in o s d e la lluvia o el tru e n o ), p ara verlo c o m o un p e rso n a je m ítico . Así p u es m e d ian te d o s fases: el d esco n o c im ie n to de una m etáfo ra poética que alu d ía a u n asp ecto n a tu ra l (p o r ejem plo acerca del sol, la luna o algún fenóm eno atm ó sferico ) y la ad scrip ció n de la] activ id ad a u n a figura cre ad a p o r hipóslasi« do un n o m b re mal in te rp re ta d o , con olvido de su ca rá c te r apelativo o rig i nal, ap a reciero n los d ioses d e la m itología aria. Los te stim o n io s d e la lite ra tu ra védica e ra n los p re d ile c to s d e M üller, p ero los ac o rd ab a con los d ato s de los m itos g rieg o s con h a bilidad. La la b u lac ió n irito ló g ic a se explicaba así con ayuda del m é to d o etim ológico. Kn el fondo la m itología era «una e n ferm ed ad del lenguaje». lil p o d e r poético del lenguaje es en o rm e. Kn p rincipio, in dica M. M üller, todas las raíces in d o e u ro p e as indicab an una activ id ad . De a h í que los asp ecto s m ism os de la naturaleza fueran d en o m in ad o s con no m b res activos. Luego d e trá s de
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esos n o m b res sc su p u so un agente p ersonal, así nacieron los dioses p articu la re s del politeísm o ario. Al ensayo ya citad o d e 1856 sig uieron o tro s estu d io s con o tro s ejem plos. (La b i b lio g rafía d e l\ M. M üller es am p lia. La ed ició n de sus Co llected Works, Londres» 1898 y ss., co m p ren d e 20 vols.) Su es tu d io Mjbie el O rigen y desarrollo de la religión estudiados a la luz d e las religiones de la lttdia ( 1878), q u e recoge las c o n ferencias q u e d io en la A badía de W estm inster ante un vasto au d ito rio , resu m e bien su v isión so b re el tem a m ás am plio de la evolución del p en sam ien to religioso l*,\ R enan h abía escrito, y antes S chopenhauer, Hegel y Schlegel lo h abían an u n ciad o , que los estu d io so s del sánscrito h a bían realizado u n a «decisiva revolución» en el estudio de la m itología, al m ost rar que los m ito s e ra n en co n ju n to un vas to juego d e palab ras y que la etim ología p o d ía m o stra r cóm o m uchos co n ten ían claras referencias al sol y a los astros. Un A lem ania A dalbert K uhn (p o r ejem p lo en Die H erabkunft des h'euers utid des C¡ottertranks» 1859) y en Francia M ichel Bréal (H ercule et Cacus, étu d e de M ythologie CUnnparee, 1863) p erte n ec ían a la m ism a escuela, lo d o s se afanaban en m o stra r có m o en los m ás div erso s relatos m íticos se en ce rra b a n alu siones veladas a fen ó m en o s celestes. Y m ie n tras M. M üller revelaba que «una esp lén d id a puesta d e so í d este lla en el m ito de la m u erte de I leracles», Bréal sostenía que el m ito de Kdipo reflejaba la lucha im presionante del sol (lidipo) co n tra las nubes de to rm e n ta convertidas en la en ig m á tica Hsfinge. Los m itos eran h isto ria s co n tad as para explicar expresiones lingüísticas o figuras del lenguaje desprendidas de su sen tid o m etafórico o rig in ario . C u a n d o los arios se d is p ersaro n p o r K uropa y Asia llevaron consigo las m etáforas de la etap a fu n d am en tal que luego florecieron poéticam ente en sus v ario s sistem as m itológicos. l¿n la co n fo rm ac ió n d e la m itología, co m o en ¡a e s tra ti grafía de la p alab ra y el se n tid o léxico, M. M ü lle rd istin g u e tres fases: u na tem ática, una dialectal y una m itopoética. Así
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Ml. I N I M i l W . 'M t l O N K s
lo ex p o n e on su T he Science o f Language (1867). P rim ero sc d a u n n o m b re a un tem a o u n fen ó m e n o n a tu ra l, luego ese n o m b re se diversifica y se hace m enos evidente su referente o rig in a rio , y luego se forjan fantasías so b re él. Kl p rim itiv o lenguaje tenía nom bres p ara las acciones y los aspectos ac ti vos del m u n d o , luego tales n o m b res se p erso n ific an , y m ás tard e aparecen tras estas d en o m in acio n es entidades m íticas, lin la etap a m itopoética es cu a n d o se tabula to d o el re p e rto rio m ítico, en un proceso de tab u lació n en el q u e el hom bre es m ás u n a víctim a que un creador, ex tra v iad o p o r los m a len ten d id o s d e la lengua. C u rio sa m e n te, tras to d o ese p ro ceso m etafó rico , M üller e n c u e n tra sólo u n a referencia a fen ó m en o s naturales, al es pectáculo im presionante de la au ro ra y el ocaso, el re to rn o de la luz y d e la noche,
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C o m o señala K. Evans P ritch ard , M. Müller y sus partidarios llevaron sus teorías hasta el absurdo. Pretendía M. Müller que el sitio de Troya no lue nuis que un mito solar, y, puestos a reducir a farsa este tipo de interpretaciones, creo que alguien escribió un panfleto preguntándose sí et propio M. Müller no era un mito solar. Dejando aparte sus errores de erudi ción clásica, que ahora sabemos que fueron numerosos, es evidente que, por ingeniosas que fueran lasexplicacionesdeeste t po, no es taban, porque 110 podían, apoyadas convincentemente e i testimo nios adecuados. M ien tras p a ra Max M üller la referencia fu n d am e n tal de los m itos e ra n los fen ó m en o s solares y los cam bios d e luces en el escen ario do la n atu raleza, p ara A. K uhn lo eran los fe n ó m en o s celestes m ás violentos: el rayo y la tem pestad, m a nifestaciones d iv in a s. Pero el m é to d o h erm e n éu tico era el m ism o, u n m tftodo de excesiva eficacia, p u esto que, al ex plicar ap a re n te m e n te to d o , no explicaba casi nada. M. P e tien n e lo señala con agudeza: Λ la explicación lingüística igualmente aceptada por los partida rios del sol y por los amigos de la tormenta, la escuela antropológi ca va a objetar de manera pertinente que un sistema explicativo, concebido para dar cuenta del discurso mítico por entero, no está en condiciones de justificar los detalles «estúpidos, absurdos y sal vajes» cuya presencia escandalosa había sido denunciada de co mún acuerdo. 1*1 modelo lingüístico de Müller peca por exceso de poder. La medicina era demasiado fuerte. Y la operación se reve laba demasiado brutal, puesto que toda la mitología desaparecía al mismo tiempo que se desvanecían las brumas de las palabras y las nubes de las frases, Es c u rio so o b se rv a r c ó m o u n g ra n sabio, co m o sin duda lo era M üller, cuyos tra b a jo s en filología vedica y sán scrita m arcan u n h ito científico, cuyos co n o cim ien to s lingüísticos eran aso m b ro so s p o r su am p litu d y cuyos talante y estilo le
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III. IN IU ll'K I. lA t ilO N l. s
luición acreed o r a i n éxito co m o el que Uivo, reco n o cid o en su tiem p o com o uno de los m ás d o cto s profesores europeos, m a n tu v o u n sistem a ta n in g en u o en su s p rem isas básicas. finiré los estudiosos d e Ja religión y m itología d e los p u e blos d e o rigen in d o e u ro p e o fueron b astan tes los que se a d h irie ro n a la hipótesis de que los m itos represen tab an fenó m en o s n atu rales, ya sea q u e tu v ie ran al sol y al alba, o a las to rm e n ta s y las nubes, co m o referentes velados bajo la fan ta sm ag o ría de los relatos. Así, p o r ejem plo, A lfred tie M aury en su Histoire lies Religions de la Grèce antique, de 1857, d e s tacaba la relación de los m ito s g riegos con los de la an tig u a India, y rastreaba su sen tid o de m itología natural. VV. M annhardt en Die (îernuinischen M ythen, d e 1858, rec u rría ta m bién a la m itología h in d ú del Hig· Veda p a ra b u sc ar la Urrelig ion in d o e u ro p e a , con el m ism o m arco de referencia en el orig en . Ya h em o s citado el libro de A. K uhn Die H erabkunft des Ve tiers titul des Gottertranks, de 1859. Su cu n a d o K L, W, Schw arz publicó poco d espués su D er Ursprung der M yth o logie, dargelegt an griechischer und deutscher Sage, que a ñ a día nuevos ejem plos con la m ism a teoría, y una indogerm anischer Volksglaubi'. F.in fíe itra g zu r Religionsgeschichte der Urzeit, d e título tan revelador. Max M üller en c o n tró su m ás ferviente se g u id o r en el folclo rista G. W. Cox, con su M ythology o f the A ria n N ations (1870) y su A n introduction to the science o f com parative m yth o lo g y undfolklore, d e 1881; éste c o m p a rtió con él los ataq u es p o lé m ic o sd e A. l.ang. lin m en o r m ed ica, ecos de la interp retació n n atu ralista de los m itos se en c u en tra n en K. Sim rock, H a n d b tu h d e r d e t i t S ’ chen M ythologie, ya en 1834, y en el ya citado M. Bréal, cuyos M élanges de m ythologie et linguistique son de 1877. Max M üller recogió sus ideas y a p o rta c io n e s fu n d a m e n tales, ex puestas com o colofón en larga polém ica con los partid a rio s d e la explicación an tro p o ló g ica de Tylor y A. l.ang, en sus C ontributions to the Science o f M ythology, en dos
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g ru eso s v o lúm enes. M urió en 1900» y su teoría declinó con é l lftl. Me he ex tendido bastante al tra ta r de las tesis de Max M ü ller porq u e él representó m ejor que nadie la prim era etapa de la M itología C om parada referida a las religiones in doeurope as, p a rtie n d o de una base lingüística y filológica. C ierto que sus exageraciones al a p u n ta r siem pre al tipo deexplicación de la m itología solar p ara los relatos m ás diversos, la aplicación desaforada de sus etim ologías a los elem entos sueltos y esp o rádicos de tantos nom bres, su teoría m ism a de los nomitia nu mina, con el recurso constante a esa m itopoética, basada en la confusión y en u n o s procesos de polionim ia y h om onim ia que valían p ara explicarlo todo, acabaron p o r ro d ear sus ideas de un halo d em asiado nebuloso e hicieron caer su teoría en un perdurable desprestigio, bajo los d ard o s de la polém ica con la escuela rival de los p artid ario s de la explicación p o rla evolu ción m enial y el salvajism o prim itivo, com o F. Tylor, 11. Spen;er y Λ. Lang. M. M üller aceptaba, com o los etnólogos victoríanos, la idea de la evolución y el progreso, pero sus críticas al m odelo del «salvaje» infantil y confuso, que los partidarios de esa escuela etnológica suponían com o fuente de las tabula ciones mitológicas, no dejan de ofrecer alias dosis de buen sen tido. Su teoría era, al m enos, algo m ás original y más docta. I.a polém ica q u e en fren tó a Max M üller y al agudo y m o r daz A. Fang d u ra n te v ario s lu stro s fue un d ebate ap a sio n a do. Al final, con la m u erte de M. M id ie re n 1900, su h erm e néutica cayó d e rro ta d a . Fos etnó lo g o s d iscípulos de F. Tylor volvieron con renovado brío a la tesis evolucionista, sust i lu yendo el fetichism o p o r el a n im ism o , o bien re c u rrie n d o a un p rim e r estad io m ental d o m in a d o p o r la creencia en la magia (co m o s o ste n d rá J. F razer) o p e n sa n d o e n justificar la m itología co m o una d egeneración de la p rim e ra creencia universal en u n D ios ú n ic o (co m o el \\ S ch m id t) o im a g i nando u n a m entalidad p rim itiv a prelógica y fabulosam ente crédula (co m o nos co n tará F. Févy-B ruhl).
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III. IN Μ ίΚ Ρ Κ Γ Γ Λ Ο Ο Ν Η Ν
5. A puntes sobre el evolucionism o Si el c o m p a ra tism o fue en la m e to d o lo g ía científica del si glo XIX u n o de los rasgos m ás so b resa lie n tes, ta n to en las cien cias d e la n atu raleza co m o en las h u m a n a s (en to n ces ap a rece n ta m b ié n el D erech o C o m p a ra d o , y la L iteratu ra C om parada» ju n to a la L ingüística y la M itología C o m p a ra d as), n o cabe duda q u e ia referencia al evolucionism o com o esq u em a g eneral para explicar el p asad o y el presente lo fue tam b ién . Kl positivism o de A. C o m te -q u e publica su s ob ras decisivas a m ediados de siglo· asu m e co m o eje del progreso h istó rico , social y filosófico la evolución. Y es en 1859 c u a n d o ap arece el g ran libro d e D arw in so b re /;/ origen de tas es pecies. E rn st Haeckel, cuya o b ra N utürliche Scltopfungsgescltichte, d e 1868, será un best seller cient ífico, d ivulgará en su fo rm a m ás d estacada esas ideas de u n a co ncepción m ecanicisla del p ro g re so y la evolución n atu ral. lín este am biente hay q u e s itu a r la o b ra del an tro p ó lo g o E. K. T ylor P rim itive C ulture, d e 1871, q u e in te n ta explicar m ed ían te u n esquem a m uy sencillo la evolución general de las creen cias religiosas, desd e el a n im ism o ai p o liteísm o y d e éste al m onoteísm o. Tylor n o era un filólogo y desdeñaba la esp ecu lació n lingüística de M. M üller; p ara él el a n im is m o estab a an tes del len g u aje y p e rte n ec ía a u n estad io p r i m itivo de los pueblos salvajes. Esos prim itiv o s que, en su in ca p a c id a d p a ra ex p licarse el m u n d o cien tíficam en te, tu v iero n q u e re c u rrir a su fantasía, sem ejante a la d e los n i ño s y los p oetas, d ieron vida al u niverso de los dioses. Para 11. Spencer, (cuyos Principles o f Sociology son de 1876), no fue el an im ism o , ¿ino la creencia en e sp íritu s y la incap aci d ad del salvaje en d istin g u ir lo real y lo so ñ a d o lo que c o n tri b u y ó a la constru cció n de ese fabuloso universo. M ás caute loso y m ás d o ta d o p ara la c o m p re n sió n de esa m en talid ad m ito p o ética , A ndrew Lang c o m p a rtió esa creen cia en un sistem a evolutivo. M ás ta rd e , lam es F razer recoge u n esque*
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m a parecid o: p rim e ro creencia en la m agia, luego la religión y, al final, la ciencia. Λ. C om te habría estad o de acuerdo con este esquem a. La g ra n llg u ra de la escuela ev o lu cio n ista fue, sin d u d a , Sir Jam es Frazer, cuya vasta y a tra c tiv a o b ra ejerció una en o rm e influencia no sólo en an tro p o lo g ía, sin o incluso en la literatu ra inglesa. Siguió, en p rincipio, la teoría evolucio n ista d e Tylor, p ero F razer se in te resa b a, m á s qus en el e s q u em a teórico, en la recogida y co n tra ste de los relatos y ri tuales, en la o rd en ació n de una e n o rm e colección universal d e m itos y textos de m uy diversa p ro cedencia sobre el m u n d o m ágico y fascinante, lejano al h o m b re m oderno, que es la m ito lo g ía co m p arad a . C reía en u n a c ie rta u n ifo rm id ad de la m en talid ad prim itiva» p ro d u c to ra de los m itos. Pero, a d i ferencia d e Tylor, no veía al salvaje co m o a un filósofo m ancfuc, co n u n a racio n alid ad tru n c a d a , sino com o a un p e n sa d o r e m o tiv o c in fan til, d o la d o de u n a e x tra o rd in a ria fantasía. La le ctu ra de Lu ram a dorada, su o b ra m ás a m b i ciosa, fue p ara m uchos lectores u n a experiencia intelectual y literaria inolvidable. P ara M alinow ski fue la causa de su conversión irresistible a la an tropología. Frazer, d a s ic ista y a n tro p ó lo g o de biblioteca, vivió en C am bridge una larga vida d ed icad a a las lecturas y la escri lura. F.ditó, co n n o ta s y c o m e n ta rio s, a Pausania* (6 vols., 1898), a A polodoro ( 1921 ) y a O vidio (Los) listos, 1929-1931 ). Su g ran o b ra es T h e G olden bough (Lu rum a dorada), en doce v o lú m e n es y siete p a rte s, títu lo q u e alude al ra m o de áureo m u érd a g o q u e Kncas lleva en su viaje al M ás Allá en la Eneida u'\
4. La interpretación de los mitos en el siglo xx
Hn u n trab a jo excelente, p o r lo co n d e n sa d o y lo claro de sus o b se rv a c io n e s l6A, J. P. V ernant ha tr a ta d o de los e s tu d io s rec ien te s so b re el m ito , y al tr a ta r del e n fo q u e a c tu a l («el m ito hoy») ha co m en z ad o p o r su b ray a r có m o es en el tiempo de entre las dos guerras (mundiales) cuando se trasforma el horizonte do los estudios mitológicos y se desarrolla una problem ática nueva. Los cam bios se operan en direcciones múltiples, siguiendo ángu.os de vista diferentes, a partir de disci plinas variadas: filosofía del conocim iento, psicología, sociolo gía, etnología, historia de las religiones, lingüística. Pero los investigadores tienen en común el tom ar el mito en serio, el acep tarlo como una dimensión irrecusable de la experiencia humana. Se rechaza lo que tenía de estrechamiento limitado el positivismo del siglo precedente, con mi confianza ingenua en una evolución de las sociedades progresando desde las tinieblas de la supersti ción hacia la luz de la razón. (...1 Bajo diversos aspectos se esbo za, en esta perspectiva, una rehabilitación del mito. Su «absurdi dad» no es ya denunciada com o un escándalo lógico; es sentida como un desafío lanzado a la inteligencia científica que se apresta a recogerlo para com prender eso otro que es el mito e incorporar lo al saber antropológico,rr.
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Ese n u ev o to n o en la a ten c ió n al m u n d o de los « p rim iti vos» y a su expresión en los relatos m ítico s, ese prendre le m ythe au sérieux, que caracteriza el enfoque de las investiga cio n es m ito lógicas a p a r tir de los a ñ o s veinte, es, co m o va había su g erid o J. de Vries ,6\ un efecto de la co n m o ció n s u frid a p o r la cultu ra europea tras la P rim era G u erra M undial. 1:1 eu ro p eo , que había creído el pro g reso intelectual y m oral, que se co n sideraba asen ta d o so b re u n as creencias religiosas civilizadas y sobre un racionalism o crítico en constante avan ce en u n a sociedad cada día m ás culta, m ejor, y m ás h u m a na, co m o c u liv in a c ió n de u n d e v e n ir h istó ric o y cu ltu ral irrev ersib le, se e n c o n tró su m id o en un caos, en la q u ie b ra rad ical d e sus creencias, en la ag onía d e esa fe en la razó n u n id a al p ro g reso m oral. Bajo la m áscara de la civilización latían, com o la guerra había revelado con una intensa cru d e za, la ferocidad, las an g u stia s y las p asiones del h o m b re p ri mitivo. HI hombre de la Europa occidental, que hasta entonces había valido corno muestra de una civilización mora! refinada, se mostró en la desnudez desús instintos primitivos, que llegaban a la bestialidad. Cuando el caos completo se presentó, no pudo velarse por más tiempo que la vieja Europa habíase hundido pura siempre. Se deja ban oír voces como la «le O, Spengler» que hablaban de que estába mos ante el hundimiento de Occidente. |...J Pues el europeo no era ya el superhombre altamente cultivado, dominador de la técnica y la naturaleza, sino el mismo ser débil y menesteroso que había exis tido desde los tiempos primeros 1...J H! interés hacia los primitivos se hizo por ello imk> intensivo; se vio en ellos no solo una humani dad profundamente sumergida bajo nosotros, sino que se recono ció que eran nuestros semejantes y que nosotros éramos semejan tes a elloslt,v. Tal vez esta vivencia g en eral del fracaso de u n a civili zación dem asiado segura de sí - com o m u estra el optim ism o V ictoriano, tan de belle époque- ex p liq u e la ren u n c ia a la perspectiva q u e la b ia caracterizad o a g ran p a rte de la inves-
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HI. I N T f W K K M a o N E S
libación so b re los «prim itivos» en el siglo xix, co n sid eran d o a esto s p u eblos y sus m o d o s de con ceb ir el m u n d o y ex p re sarlo co m o u n a etap a in fan til situ a d a al co m ien z o de ese p ro ce so h istó ric o que h ab ía llevado a la ra c io n a lid a d y la m o ralid ad m o d ern as co m o su m a d u re / lógica y n atu ral. De alguna m a n era se había rem e d iad o el escándalo de la m ito logia co n sus extraños, b árb a ro s e irra cio n ale s relatos, a tri b u y én d o lo a su lejanía y a la fantasía d esb o rd a d a y selvática del p u eb lo p rim itiv o en el n eb u lo so estad io de u n a c u ltu ra agreste, in genua y sin d esarrollar. Los a n tro p ó lo g o s h ab ían llevado a cab o una la b o r im p o rta n te de in fo rm a c ió n s e ñ a la n d o c u rio sa s co in cid e n cias con esas m ito lo g ía s salvajes, y eso era u n a prueba de la persistencia de esas creencias p ri m itivas, co m o tales su rvivals en estad o s cu ltu ra le s av a n z a d o s, así co m o su b sistían reliq u ias del p e n sa m ie n to m ágico en creen cias p o p u lares de diversas reg io n es de K uropa, en el folclore al q u e se p re stó una c o n sid erab le a ten c ió n en el siglo XIX. A h o ra , sin em b arg o , no se va a su b ra y a r ese p ri m itiv ism o del m ito, sin o su a lte rid a d ; no se tra ta d e q u e los m ito s sean explicaciones aleg ó rica s p rim itiv a s d e los p ro cesos n a tu ra le s , o im á g en e s fa n tá stic a s s u g e rid a s p o r un le n g u aje p rim itiv o m al c o m p re n d id o , u n a « en fe rm e d ad del lenguaje» un U n to in fan til, sin o de q u e so n ex p licacio nes diferentes de las ex p licacio n es de la filosofía y la ciencia m o d e rn a s. Y, p u e rto que la crisis de los valores de la c u ltu ra o ccid en tal ha m o stra d o q u e estas ex p licacio n es no eran ejem p lares ni únicas, q u e no son la cu lm in a c ió n de los p ro g reso s in te le ctu a les y m o ra le s ni tie n e n u n a v alid ez total p ara la satisfacción de la p re g u n ta del h o m b re p o r su d e sti no, en este nuevo h o riz o n te se enfoca m ás im p arcialm en te el e s tu d io de los m itos, d e su s «escan d alo sas» e x p lica cio nes, y ta m b ié n de los rito s q u e las so c ied a d es «prim itivas» ofrecen. De to d o s m o d o s, esta su g e re n cia ta n g en e ral so b re el ca m b io d e a c titu d an te lo p rim itiv o y de d isp o s ic ió n inte*
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I Λ IN I I.RI'KfcTAClO N l)V I O S M H O S L \ LL Sllil.O X X
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le ctu a l h ac ia la c o m p re n sió n del « p en sam ien to salvaje», co m o d iría m o s u tiliza n d o u n a expresió n posterior, es nada m ás q u e u na rá p id a y fácil g en eralizació n . No está de m ás, a u n q u e p o r o tro lad o es u n a co n sta ta c ió n obvia, a d v e rtir q u e tales ca m b io s d e p erspectiva no son fenóm enos rep e n tin o s ni tajantes» y no se d eb e n a m crua fui loi c;· ex tern o s, sino q u e acontecen en el m arco de un m u n d o cultural m uy com plejo. HI p a n o ra m a in telectu al a n te rio r a la g u erra del 14 era e x tra o rd in a ria m e n te vivaz y tal vez baste ;w a suge rir esa riq u eza tie ideas y nuevas o rien tacio n es reco rd ar al g u n o s títu lo s d e eso s a n o s in m e d ia ta m e n te a n te rio re s a la G ran G u e r ra 170. Kn 1912 se p u b lica el libro de K. D u rk h e im Formes élé m entaires de la vie religieuse, q u e abre u n ca m in o nuevo a la sociología de la religión. Kl m ism o añ o concluye W. Schm idt el p rim e r to m o de su m o n u m e n ta l libro D er Ursprung tier Gottesidee, q u e se o p o n e a la teoría a n im ista de T ylor y al p re a n im ism o de o tro s evo lu cio n istas (la o b ra de S chm idt llegará a las 11.000 páginas, y sólo concluirá su publicación, ya p o s tu m a , en 1955). T am bién ese a ñ o a p a rece el libro de C. G. Jung W andlungen u n d Sym bole der Libido, que m arca su ru p tu ra definitiva con las teorías de su m aestro S. l;reud, quien está red actan d o su Totem u n d Tabu, publicaco en 1913. )ung b u sc a las e s tru c tu ra s p síq u ica s generales de) in c o n s ciente colectivo, y abre así un nuevo espacio de la teoría m í tica. Kntre 1911 y 1915 ap arecen los d o ce to m o s d é la tercera edición d e la m ás fam osa o b ra de Sir Jam es Frazer (18541941 ), The Golden Hough l7,,c u y a influencia es en ^sto san o s en orm e. Λ su so m b ra ap a rece n a lg u n o s de los libros m ás significativos de los h elen istas de la llam ad a Hscuela de C a m b rid g e 172. P o d ría m o s re c o rd a r q u e T hem is, de Jane K. 1la rriso n , es de 1912, el m ism o a ñ o en q u e F. C o rn fo rd p u blica su From Religion to Philosophy y G. M urray su Four S ta ges o f Greek Religion (am p liatio luego en Five Stages..,) ,7\
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III. IK Ii.t U ’K l lA d O N 'f-S
lin sus estu d io s sobre la religión helénica, ta n to H arriso n co m o M u rray y C ornford d estacaro n có m o la se ren id ad y la belleza del p an teó n o lím p ico e ra n el té rm in o lu m in o so de u n largo proceso, en el que las n obles figuras de dioses y h é roes se h ab ían d e c a n ta d o p o r en c im a d e fo rm as religiosas m ucho nuts b árb aras, o scu ras y prim itivas. S eñalaron có m o en m ito s y rituale* p erv iv ían d u ra n te m ucho tie m p o esos dioses ctó n ico s o m istéricos -D io n iso , A donis, O rfe o - que tien en características m ás arcaicas, co m p arab les a d iv in id a des e stu d ia d a s por los a n tro p ó lo g o s en o tra s la titu d e s. S u p iero n relacionar m itos y rituales en busca de u n a religiosi d ad m ás p rim itiv a que la reflejada p o r los lextos griegos literario s, y se m o stra ro n m uy receptivos a las sugerencias de la m itología co m p arad a, p ara escándalo de alg u n o s filó logos colegas suyos. C o rn fo rd d estacó q u e razón y m ito no eran té rm in o s radicalm ente en fren tad o s, e hizo ver que la fi losofía griega entro n cab a con la explicación m itológica que o frecía I lesíodo. Ya N ietzsche y K. R ohde h ab ían su gerido, con o tro s acentos, alg u n o s de esos p u n to s; p ero los helenis tas de la Kscuela de C a m b rid g e co n sig u ie ro n e x p re sar esos aspeólos con g ran claridad y excelente entusiasm o. T odos ellos analizaron el p roceso h istó ric o p o r el que las creencias, las in stituciones y los ideales g riegos h abían evo lu cio n ad o hasta la ép o ca clásica, insistiendo en sus orígenes, en sus im plicaciones sociales y rituales, en su trasfo n d o co lectivo y arcaico. H nfoque h isto ric ista y, al m ism o tiem po, a p e rtu ra h acia los estu d io s co n tem p o rán e o s de sociología y an tro p o lo g ía caracterizan esta ac titu d , tan diferente del cla sicism o w inckelm iano o del co n serv ad u rism o c o rrien te del h elen ista profesional. Pero lo d o s ellos e ra n V ictorianos en c u a n to q u e co n sid erab a n el m u n d o del m ito co m o algo arcaico y p rim o rd ia l, o rig in a rio de nuevas fo rm as d e reli gio sid ad y de u n a razó n que su rg ien d o de ese tu rb io y vivaz ám b ito d e creencias se h ab ía p e rfec cio n a d o h asta llegar al racio n alism o filosófico y a la se ren id ad olím pica.
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A este en fo q u e d e las representaciones m íticas com o rela tivas a u n a etap a inicial de u n a evolución o un esquem a de d esarro llo histó rico y social va a sucederle un m odo d istin to de a b o rd a r los estu d io s so b re religión y m itología antiguas. S ig u ien d o u n a d iv isió n q u e e n c o n tra m o s có m o d a, ya p re sente cu «tías» estudiosos» co m o Leach y Vernant d istin g u irem o s tres o rie n ta c io n e s fu n d am e n tales, que d e s ig n a m o s co n las etiq u e ta s de: sim bolism o» fu n cio n alism o y estru elu raiism o . La ten d en cia general en los estu d io so s a los que alojam os bajo esta am plia calificación de «sim bolistas» es la de in d i car q u e el m ito es, an te to d o , una fo rm a de expresar» c o m p ren d er y se n tir el m u n d o y la vida, diversa de la representa ción lógica. Se tra ta , d iría n , de o tro tip o de lenguaje» m ás em o tiv o y colectivo, p ic tó rico de im ágenes y sím bolos, que expresa algo que no puede trad u c irse en los signos a rb itra rio s d e la lengua co rrien te. En los m ito s q u ed a reflejada de m an era in trad u cib ie u n a experiencia p rim o rd ial y religiosa de la existencia; en los m itos se nos presenta con form a p o é tica u n a in tu ició n esencial del m u n d o de lo eterno» lo divino y lo sag rad o. El p en sam ien to m ítico nos p ro p o n e una serie de im ág en es q u e n o só lo se d irig e n al e n ten d im ien to , sino tam b ién n la fantasía y la sen>ibilidad. C o m o ya habían d i cho C reu/.er y Scbelling, y creído algunos rom ánticos alem anes» en el m ito se nos h ab la de una o rig in al concepción del u n iv erso d e un m o d o fig u ra d o y profundo» n o a través de alegorías, sino de una form a tautegóriah es decir, significan do lo q u e se dice con una in trad u cib ie fuerza expresiva, la u to i-’reud y Jung, desd e la psicología p ro fu n d a , com o 1·. C as sirer, desde la h erm e n éu tica filosófica» Van d e r Lei*uw en su fenom enología religiosa y M. Eliade, h isto ria d o r de las reli giones, convergen en esta exegesis y revalori/A icióndel se n ti do del m ito. S eg u ram en te es a K. C assirer a q u ie n d eb em o s la m ás clara teo ría so b re la significación y característica del p en sam ien to m ítico. En su estu d io sobre el m ito com o for-
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m a simbólica» en clara pro sa filosófica ha reflejado la s in g u larid ad del m ito com o «form a d e pen sam ien to , form a de in tu ició n y form a de vida», expresió n colectiva, p o ética y p ri m o rd ial del m u n d o , d iferen te del p e n sa m ie n to lógico. El to m o II d e la Filosofía de lus form as sim bólicas17*de E. C assi rer, d ed icad o al m ito, el de 1923 - lo que q uiere d e c ir que es c o n te m p o rá n e o do los esc rito s m ás in fluyentes d e LevyBruhl, de M alinow ski y de Jimg. A quí no tenem os tiem po para exam inar la teoría de E. C as s ire r so b re las categorías fu n d a m e n ta le s de) p e n sa m ie n to m ítico, (io n io provisional resu m en citaré u n a s líneas de su o b ra p o ste rio r Antropología filosófica m : Lo que caracteriza a la mentalidad primitiva no es su lógica sino su sentimiento general de la vida. Ll hom bre primitivo no mira a la naturaleza con losojos de un naturalista que desea clasificar las cosas para satisfacer una curiosidad intelectual, ni se acerca a ella con intereses meramente pragmáticos i) técnicos. No es para éf ni un mero objeto de conocimiento ni el campo de sus necesidades prácticas inmediatas. listamos acostum brados a dividir nuestra vida en las dos esfer.is de la actividad práctica y la teórica y al ha cer esta división fácilmente olvidamos que existe, junto ;» las dos, otra capa más honda. HI hom bre primitivo no es victima de tal ol vido; sus pensamientos y sus sentimientos continúan encauzados en este estrato original. Su visión déla naturaleza no es puram en te práctica ni meramente teórica; e s simpatcticn. Si descuidamos este punto no podremos abordar el pensamiento mítico. Hl rasgo fundamental del mito no es una dirección especial del pensa miento o una dirección especial de la imaginación humana; brota de la emoción y su trasfondo emotivo tiene sus producciones de su propio color esptdfico. En modo alguno le falta al hombre prímilivo capacidad pura captar las diferencias empíricas de las co sas, pero en su concepción de la naturaleza y de la vida todas es tas diferencias se hallan superadas por un sentim iento más fuerte: la convicción profunda de una solidaridad fundamental e indeleble de la vida que salta sobre la multiplicidad de sus formas singulares. No se atribuye a sí misino un lugar único y privilegia do en la jerarquía ce la naturaleza. La consanguinidad de todas
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las formas de la vida parece ser un supuesto general del pensamien to mítico. En el ca m p o de la filología clásica quien de un m o d o m ás claro expresa esa nueva con cep ció n del in u n d o m ilico y de lo religioso es W. Γ. O lio cun su libro Lv* d io so ili' (Jrvtia. La im agen d e ¡o d ivino a la luz del espíritu griego, d d añ o 1927. M ás la rd e p u blicaría Iheoplnw in, D er (îeisl der griechischen Religion {1956), q u e eslá m uy en conso n an cia con ese su p ri m er g ran libro. N ada m ás lejos de los habituales estudios s o bre la religión griega, bien m e ram en te arqueológicos y posi tivistas, con acu m u lació n de d ato s y citas, bien guiados por esquem as evolutivos de un culto o de una figura divina, que esta v isió n de O tto. Para el las figuras de los dioses griegos - ta l co m o se n o s m u e stra n ya en H om ero- son im ágenes sim b ó licas de u n a in tu ició n vital in tra d u cib ie en o tro s té r m inos. Iln ellos se expresa in su p e ra b le m en te la visión reli giosa, po ética y m ítica de los griegos. No vienen de y van h a cia o tra s form as, sin o q u e esos d ioses so n m anifestaciones irreductibles de una in tuición de la existencia, de lo sagrado, y d e a h í su v ita lid a d y su belleza q u e a u n nos conm ueve y nos ilum ina. C ita r é u n a s lin e a s d e O t t o c o m o m u e s tr a d e s u e s tilo :
Kl hombre moderno está dispuesto a confundir la validez universal de los conceptos con la abstracta objetividad. Todavía hoy el inves tigador de religiones rara vez sabe reconocer en las personas divi nas de la le antigua otra cosa que objetos naturales ν pcxleres físicos o conceptos generales ilusorios. Hsta voluntad interpretativa que vacila entre la cruda materialidad ν el racionalismo fracasa siempre en la vida plástica déla llgura de los dioses griegos. ftslüda testimo nio de un conocimiento superior en el que el comprender y el con templar son idénticos. Hste conocimiento encuentra siempre tota lidades y de ellas toma precisamente esos rasgos para los que el intelecto no posee norma: nobleza y majestad, solemniilad, magni ficencia, bondad, aspereza, rareza, astucia, gracia, en/anto y m u chos otros valores significativos y manifiestos que el pensamiento
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III.
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racional ha de pasar por ullo. Este conocimiento ni siquiera necesi ta lo exprexable porque recibe la forma que puede renacer una y otra vez en el destello de espíritu a espíritu. Su lenguaje propio es la creación del poeta y del artista, lo que no impide reconocer su sij«nificación eminentemente religiosa. ¿Qué pues sería religioso sino la emoción del hombre (pie mira las honduras de la existencia?I77. A unque U. von W ilam ow ilz-M oellcndorf’p u b licó pocos a ñ o s d esp u és su im p o rta n te libro P er G laube der H ellenen ( 1931 ), ja m ás expresó la o p in ió n q u e le m erecían los escri tos so b re religión y m itología de W. O tto ; pero p o d em o s s u p o n e r q u e ose estilo -y a q u e tío el e n fo q u e - le resultaba tan m o lesto e in c ó m o d o co m o los de su a n tig u o c o n d iscíp u lo R N ietzsche. El d isc íp u lo m ás im p o rta n te do W. O tto fue K. K erényi, a u to r no tab lem en te prolífico, q u e su p o recoger la in te rp re tació n p sicológica de C. G. Jung ν ac o rd a rla con su propia co n sid eració n , m uy afín a la de W. O lio. Sería m uy largo ci ta r los m u chos libros de K erényi. Su ¡iinjuhrung iti das Wcsen der M ythologie, en co lab o ració n con el psicólogo suizo, es de 1941. T raducido al castellan o está su libro La religión a ntigua (M ad rid , 1972), qu e recoge alg u n o s de sus artícu lo s m ás interesantes d e a ñ o s cercanos. C u in o libro cu rio so , a u n q u e m e n o r y un ta n to a d u lte ra do, en el q ue el sim bolism o deriva hacia un aleg o rism o p si cológico, p o d ríam o s c itar aq u í el de Paul Diel» l.e symbolisnie dans la m ythologie Grecque, cuya p rim e ra ed ició n es de 1927 (tra d , esp., 1978). I.a m itología tiene su propio lenguaje, co m o la m úsica, dice Kerényi. El buen estu d io so de la m ito logía d eb e ate n d e r a esas im ágenes esenciales que se co m b i nan en los textos y relatos de la A n tigüedad, que en cu en tran m u ch as veces su paralelo en c u ltu ra s lejanas y d istan tes. Esas im ágenes, esos elem entos n arrativ o s que u n a y o tra vez aparecen en la com posición m ítica, so n lo que él llam a «mitologem as» con un valor sim b ó lico fu n d am e n tal. «La ac ti tud co rrec ta con relación a la m itología viene d ic ta d a p o r su
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asp ecto inteligible, p o r así decir, im aginativo y musical: hay q u e d ejar h ab lar a los m itologem as y sencillam ente p re sta r les o íd o » 178. Esos m itologem as tienen un fu n d am e n to p ro fu n d o com o ex p resió n de la psitfue colectiva del p u eblo que crea su m ito logía. De alg ú n m o d o c o rre sp o n d e n a los «arquetipos» o im ágenes arquetípicas del alm a colectiva, de q u e habla Jung, y pu ed en aflorar en los su e ñ o s de ho m b res m o dernos, p o r q u e ese tra sfo n d o m ítico pervive en las p ro fu n d id a d e s del alm a h u m a n a. P or o tro lado, Kcrényi ad v ierte bien có m o la m itología inform a la vida social del h o m b re antiguo, y es un trazo básico de la civilización arcaica. Como la cabeza cortada cic Orfeo, la mitología continúa cantando, incluso después de su muerte, incluso a través déla distancia. Du rante su vida, en el pueblo donde tenía su hogar, no sólo se cantaba en su acompañamiento, como al son de una especie de música: ella era vivida. Aunque material, fue para el pueblo que era su porta dor, su modo de expresión, de pensamiento y de vida. Se ha hablado, con razón, de la vida «hecha de citas» del hombre de las edades m i tológicas, y es muy justamente eso lo que ha sido concretizado por unas imágenes que nada mejor pueden reemplazar. Se l a dicho del hombre de la Antigüedad que, antes de hacer lo que fuera, habría reculado un paso, como el torero que se apresta ;i dur lu estocada mortal. Habría buscado en el pasado un modelo en el que refugiar se, como en vina escafandra, para precipitarse así, protegido y de formado sim ultáneam ente, en el problema del presente. Su vida encontraba de este modo su propia manera de expresión y su pro pio sentido. Para él la mitología de su pueblo no sólo era convin cente, es decir, llena de sentido, sino además explicativa, es decir, racional179. En el es tu d io del sim b o lism o m ito ló g ico cabe bien la com p aración entre las p resentaciones de una m ism a im agen m ítica, un m ilo lo g em ae n d istin to s co rp u s m íticos. Así en el citado lib ro de Jung-K erényi se estu d ia el te m a del «n iñ o d i vino» y d e la « m uchacha divina», b ásica m en te so b re un
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in ito griego, p ero con m últiples com paracio n es. O tro s e s tu d io so s co m p o n d rá n en la m ism a línea b rilla n te s estu d io s, co m o el d e O. Rank so b re l:.¡ ¡lucim iento del héroe m t o el de J. C am pbell so b re Fj héroe de his m il c a m s 181, d o n d e se traza u n esq u em a de la carrera arqu etíp ica del h éro e, con p a ra le los d e m u ch os textos m itológicos. Un estu d io que da un p aso adelan te en esta co rrie n te h e r m e n é u tic a , d e an álisis sim b ó lic o , es el lib ro de G. D u ra n d Les structures anthropologiques ile Vim aginairc%Introduction à ra rchétypologie générale (P aris, 1969; trad , esp., 1982), d o n d e se alia la in lk encia de G. B achelard a esta h e rm e n é u tica de sím bolos. A u iq u e el estu d io versa so b re una te m á ti ca m ás am p lia q u e la de la m ito lo g ía a n tig u a , y se n o s p ré se n ta cou o tra retó rica - m á s m o d e rn a y con referen cias al e stru c tu ra lism o y la crítica literaria m ás rec ien te -, es de al g ú n m o d o la culm inación de este p roceso in terp retativ o o ri g in a d o en las teorías de Jung y en la persp ectiv a del sim b o lism o, ap lica d o a la m itología en las o b ra s d e K erényi, Z im m er, C am pbell,etc. F rente a las teorías que ven en el m ito u n a form a de p e n sar y explicar el m u n d o a través de un sim b o lism o irre d u c ti ble a la co n cep ció n lógica y científica del h o m b re m o d ern o , el fu n cio n a lism o no (rata de b u sc ar la significación e sp iri tual o intelectual d é lo s relatos trad icio n ales que configuran el co rp u s m itológico de tal o cual pueblo, sin o que insiste en la función social que esa m itología desem p eñ a en la vida co m u n itaria. t s e e s el se n tid o del m ito: fu n d a m e n ta r los usos tra d ic io n a le s y las n o rm a s de convivencia, p rese n tán d o les una ju stificación narrativa, avalada p o r la trad ició n y acep tada p o r to dos, lis II. M alinow ski (1884-1942) q u ien , com o g ran an tro p ó lo g o de cam po, tra s su larga estan cia e n tre los n ativ o s d e las islas T ro b ria n d , ex p u so con c la rid a d y b u en estilo esta sencilla teoría. M alinow ski reclam a p ara el a n tro p ó lo g o u n a p rio rid a d en el m o m e n to d e fo rm u la r u n a ex p lica ció n d e lo s m itos,
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poi q u e q u ie n , co m o el p ro p io M alinow ski, ha vivido ju n to a g en tes p rim itiv as, cuyo c o m p o rta m ie n to estaba de algún m o d o lig ad o a osa fo rm a de c o n s id e ra r el m u n d o a través de sus m itos, p u ed e ca p ta r m ejor la significación c.el m ito ,8\ «El a n tro p ó lo g o n o está a ta d o a los esc a so s resto s de u n a c u liu ra , co m o tablillas ro tas, d eslu cid o s tex to s o fra g m e n ta ria s in s c rip c io n e s. No p rec isa lle n a r in m e n sa s lag u n as co n c o m e n ta rio s v o lu m in o so s, p ero b a s a d o s en c o n je tu ras. El a n tro p ó lo g o tie n e a m a n o al p ro p io h a c e d o r del m ito.» Y esta p ro x im id a d al p rim itiv o fu n d a m e n ta su o b se rv a ció n . El mito, i j I como existe en una comunidad salvaje, o sen, en su vivi da lontia primitiva, no es únicamente una narración que se cuen te, sino una realidad que se vive. No es de la naturaleza cic la ficción, del modo como podemos leer hoy una novela, sino quees una rea lidad viva que se cree aconteció una vez en los tiempos más remo tos y que desde entonces ha venido influyendo en el mundo y los destinos humanos. Así el mito es para el salvaje lo que pitra un cris tiano de fe ciega es el relato bíblico de la Creación, la Caída o la Re dención de Cristo en la Cruz. Del mismo modo que nuestra histo ria sagrada está viva en el ritual y en nuestra moral, gobierna nuestra fe y controla nuestra conducta, del mismo modo funciona, para til salvaje, .su míto. Estudiado en vida, el mito, como veremos, no es simbólico, sino que es expresión directa de lo que constituye su asunto; no es una explicación que venga a satisfacer un interés científico, *ino una re surrección, en el relato, de lo que fue una realidad primordial que se narra para satisfacer profundas necesidades religiosas, anhelos morales, sumisiones sociales, reivindicaciones e incluso requeri mientos prácticos. El mito cumple, en la cultura primitiva, una in dispensable función: expresa, da bríos y codifica el credo, salva guarda y refuerza la moralidad, responde de la eficacia del ritual y contiene reglas prácticas para la guía del hombre. De esla suerte el mito es un ingrediente vital de la civilización humana, no un cuen to ocioso, sino una laboriosa y activa fuerza, no una explicación in telectual ni una imaginería del arte, sino una pragmática carta de validez de la fe primitiva y de la sabiduría moral"".
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Los libros d e M alinow ski, escrito s con estu sia sm o y brillan leestilo, tuvieron una considerable difu sió n c influencia» no sólo e n tre los an tro p ó lo g o s sino an te un p ú b lico m ucho m ás am plio. 1‘ueror. so b re lo d o an tro p ó lo g o s ingleses los q u e c o n tin u a ro n la in d a g ac ió n fu n cio n a lista en diversos p u eb lo s salvajes, y las huellas de los co n sejo s y te o rías de M alinow ski se e n c u e n tra n en m u ch o s de los cu ltiv a d o re s de la llam ada «antropologíasocial» (R addiffc-B row n, EvansP ritch a rd , etc.). Sus lib ro s m ás im p o rta n te s ap a rece n en la décad a d e los veinte: Argonauts o f the W estern Pacific (L on dres» 1922), C rim e a n d C ustom in the Savage Society (L ondres, 1926), M yth in prim itive Psychology (N ueva York, 1926),etc."*. No no s interesa ahora subrayar los m érito s y las sim plifi caciones de la teo ría funcio n alista; p ero sí q u isiéram o s d e s tacar q u e venía a po n er su énfasis en u n p u n to p referid o p o r los sim bolistas: en el trasfo n d o social y ese m arco colectivo y vital en el q u e se in sertan los m ito s vivos. Es p ro b ab le que, a pesar de las críticas de M alinow ski co n tra los q u e « lim ita b an el es tu d io de los m ito s al m ero ex am en de u n o s textos an tig u o s» , p u d ié ra m o s e n c o n tra r e n tre algunos estu d io so s d e la m itología griega p a rtid a rio s de ese estu d io que relacio n a m ito s y vida colectiva, rito s y creen cias y co stu m b res com o un to d o o rganizado y coherente, basado en u n a te tr a dicional. D esde los enfoques de los m iem b ro s m ás n o to rio s d e la lla m a d a Escuela d e C a m b rid g e h asta los tra b a jo s del p ro p io W ilam ow itz (su ya citado D er Glaube der HcUenen) o d e M. N ilsson (sobre las fiestas an tig u as) ,w\ p o d ría m o s e n c o n tra r u n a atención renovada hacia el aspecto cu ltu ral y la rep ercu sió n del mit;) en la vida de los an tig u o s. T am bién el filólogo p o d ía a p re n d e r del a n tro p ó lo g o y» en u n a b u en a m ed id a, estaba dispuesto a hacerlo. La llam ada «teoría del m ito y ritual» recoge la en señanza d e M alinow ski, au n q u e la ex p o n e con m atizaciones y p reci siones nuevas (cf. C. K luckhohn, «M yths a n d R ituals. Λ ge-
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neral T h eo ry » , en H arvard Theological Review, 1942, y J. lO n te n ro se , T he R itu a l T heory o f M yth, Berkeley, 1966). Kn osla d irecció n p o d ría m o s situ a r alg u n o s libros do toma clásico, co m o el d e T. (¡á ste r so b re los o ríg en e s del d ra m a (Thespis, N ueva York, 1951), el de F ontenrose sobre los o rí genes de la m á n tica deifica ( ¡ y thon, berkeley, 1959) yol a m plio es tu d io d e W. B urkert so b re rito s y sacrificios (H om o Necatis, B erlín, 1972). (T am bién en el libro m ás reciente de VV. B u rk ert, Structure a n d H isto ry iti Creek M ythology a n d R itu a l, Berkeley, 1979, puedo ad v e rtirse osa atención c o n s tan te hacia las im plicaciones sociales del m ito y su conexión con el ritu al, con un en fo q u e ecléctico.) R ealm ente sim bolism o y funcionalism o no se excluyen de un m o d o tan tajante co m o p en sab a M alinow ski. Ks posible una co m b in ació n do am b o s, y en g ran p a rte esto es lo que ha hech o M. Hliade en n u m e ro so s ensayos. Son dos enfoques que d estacan aspectos diversos de un m ism o fenóm eno, y en su énfasis so b re u n o u o tro asp ecto dejan algo en la som bra. C itaré un as líneas do Vernant que dejan m uy clara esta reser va crítica: Funcionalismo y simbolismo aparecen, en su oposición, como el onviSsy el derecho tic im mismo cuadro; catín uno oculki o ignora lo que el otro reconoce y describe. Los simbolistas se interesan por el mito en su forma peculiar de reíalo, pero sin aclararlo por su con texto cultural; trabajando sobre el objeto mismo, sobre el texto en tanto que tal, no buscan, sin embargo, el sistema, sino los elemen tos aislados del vocabulario. Los funcionalistas están desde luego en busca del sistema que confiere al mito su inteligibilidad, pero en lugar de buscarlo en el texto, en su organización aparente u oculta, es decir, ene! objeto, lo sitúan más allá, en los contextos sociocult tí rales enque aparecen los relatos, es decir, en las modalidadesde in serción del mito en el seno de la vida social. F.l mito pierde así en ellos su especificidad y sus valores de significación: no dice otra cosa sino la vida social misma, y no tendría por consecuencia nada que decir sino que, corno todos los otros elementos del sistema so cial, permite a la vida del grupo que funcione ‘*7,
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III. JNT!:HI'K I’.I At.tONTS
Ksla c rítica a d v ierte bien la falla de am b o s tip o s d e h e r m enéutica» fallas que in te n ta rá rem e d iar el estru c tu ralism o , o m ejo r aú n la com binación de estru c tu ra lism o y fu n cio n a lism o q u e e n c o n tra m o s en e stu d io so s m o d e rn o s (Leach, Kirk, Vernant» etc.)· Pero antes de p a s a ra co n sid erar la a p o r tació n del estru c tu ralism o , d eten g á m o n o s brevem ente en lu co n sid eració n de la o b ra de un g ran estu d io so de la m ito lo gía in d o eu ro p ea y un g ran filólogo: G eorges Dum é/.il. D ecenas de libros y de artícu lo s fo rm an la copiosa b ib lio grafía d e G. D um ézil ΙΛ\ u n a o b ra im p o n e n te red a cta d a a lo largo d e m ás de cin cu en ta añ o s, p ro d u c to d e u n a sin g u lar eru d ic ió n en el cam po de la filología, la linguist ica y la h isto ria d e los p ueblos in d o e u ro p e o s. P artie n d o d e la m itología co m p arad a (aunque u n a m itología c o m p arad a m uy d istin ta a aq u ella q u e d esac re d itó el excesivo celo g e n e ra liz a d o r de Max M üller y o tro s autores del xix |ÍN), p ara esc ru ta r las es tru c tu ra s de la sociedad y el p e n sa m ie n to y la ideología de d is tin to s p u eb lo s in d o e u ro p e o s, p a rtie n d o del análisis d e textos v arios de la literatu ra an tig u a, de epopeyas h in d ú es» g erm á n ica s o célticas» de textos de h isto ria d o re s ro m a nos, de leyendas griegas, eslavas» etc., (ï. D um ézil ha tratad o d e ra stre a r las form as de rep resen tació n y la ideología de la m en talid ad an tig u a in d o eu ro p ea, que los relatos m íticos ha b ría n p reserv ad o . No ha cesado, en su m in u c io sa labor, de co n fro n ta r esos textos, de se ñ ala r la pervivencia de u n a e s tru c tu ra ideológica p e c u lia r en la m ito lo g ía in d o e u ro p e a: u n a co n cepción de la sociedad je ra rq u iz a d a en tres grupos, cad a u n o ele los cuides tiene asignada una fu n ció n propia: la so b e ra n ía m ágica y ju ríd ic a , la fu erza física y g u e rre ra o la fecundidad y laboriosidad en c am in ad a a la prod u cció n de lo necesario p ara la subsistencia colect iva. F.n este esquem a trifu n c io n a l se refleja la e s tru c tu ra esencial de la ideología del p rim itiv o pucb.o in d o e u ro p e o , d isp e rsa d o en m u ltitu d d e lugares, razas e idiom as. Ritos, m itos, teologías y ep o p e yas evocan ese esquem a a través de los textos q u e D um ézil,
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filólogo d e u n a vasta y fina eru d ic ió n , «abe explorar con sin g u la r m aestría, l.a trip a rtic ió n funcional de la prim itiva s o ciedad está reflejada con v ariaciones m últiples en la h e re n cia m ítica de los d istin to s p u eb lo s, con m atices y lem as p ro p io s a cada uno, p o rq u e la h isto ria de los distin to s p u e blos suele m o d ificar esas representaciones. Pero desde la In dia h asta Irlanda hay lem as y m otivos m íticos que coinciden en ex p resar esa h erencia co m ún en sus reflejos m itológicos. H ay en la co ncepción de G, D um ézil de q u e los dioses for m an u n sistem a y q u e esta e s tru c tu ra refleja la concepción que d e sí m ism a se hace u n a sociedad d eterm in a d a u n a in fluencia de la escuela sociológica francesa, la de D urkheim y M. M auss. lisa n o ció n de estru c tu ra es una noción básica, ya que las figuras de los d ioses no se ven co m o piezas sueltas e in d e p e n d ie n te s, sin o q u e en su in te rre lac ió n se d efinen en un sistem a (que refleja la e s tru c tu ra d é la prim itiva sociedad indoeuropea» tal co m o ella m ism a se vio en un esquem a tr i p a rtito y fu ncional). I,a m itología recoge y resum e la ideolo gía. Λ d iferencia de los c o m p a ra tiv a s an terio res, D um ézil no co m p ara elem entos sueltos, ni ex trae d atos de las e tim o logías aisladas; sin o que se aplica al estu d io de textos p rec i sos y co n fro n ta m itos m uy defin id o s. Kn su representación del sistem a m ilico, la comparación sistemática de los rituales y mitos, do las concor dancias y discordancias de diversas realidades indoeuropeas en re lación con una estructura trifuncional, delimita un campo específi co, en el que cada pueblo se define en su historia propia. Así, lo que la diacronía hace aparecer son las variaciones de la estructura pri mordial según el genio de cada pueblo a lo largo de s t historia. La amplitud de estas variaciones, diferente según el nivel étnico y cul tural, determ ina la importancia, mayor o menor, a lo largo de la evolución, que toma una de las funciones en detrimento de las otras. Ksle desplazamiento relativo de las fronteras entre las fun ciones primordiales circunscribe el dominio ideológico, en el que se manifiesta la originalidad de cada rama indoeuropea, l a heren cia cultural común ha fructificado, en efecto, diferentemente: una
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evolución hacia un sentido cósmico más profundizado en los hin dúes; una cierta indiferencia biológica y una imaginación a veces irracional entre los celtas y los germanos; un modo de historici■¿ación muy avanzado entre los latinos,,H). A,sí, en su análisus D um ézil ad v ierte la im p ro n ta de la hi.s lo ria so b re el m ito. La in tro d u c ció n del m é to d o d e an álisis e s tru c tu ra l en la m itología es la ap o rta ció n decisiva de C«laude Lévi-Strauss» cuya o b ra m arca un hilo intelectual en la concepción científi ca d e la an tropología del siglo XX» y cuya influencia en o tro s terren o s d e la cultura tam p o co es desdeñable. No vam os aquí a analizar ni a resonar siquiera las ap o rtacio n es y principales trabajos de Lévi-Strauss, sobre los que hay una larga bib lio grafía ,VI. Recordem os sólo que su p rim e r ejem plo del m étodo es tru c tu ral, o rig in a rio de los estu d io s lingüísticos, aplicado a un m ito griego» es Je 1955. C. Lévi-Strauss to m ó entonces com o ejem plo el fam oso m ito de Rdipo» p ara d estac ar en un análisis sus secuencias m ín im as fu n d am e n tales (los «m item as») y d estac ar cóm o, p o r d ebajo d e la n a rra c ió n aparente, el m ilo revelaba o tra significación en su e stru c tu ra profunda, lise ensayo se publicó de nuevo en 1958, en su Antropología estructural, lil m ism o añ o publicó o tro ejem plo m ás com ple jo de su m éto d o en «La gesta de Asdivval». P ronto siguieron los cual ro volúm enes de sus M itológicas ( l o crudo y lo cocido, 1964; De la m iel a las cenizas, 1966; HI origen de las m aterias de mesa, 1968; VAhombre desnudo, 1971 ) w\ d o n d e analiza un rep e rto rio inm en so de m itos am ericanos. C o n sid e ra n d o que el m ito es un sistem a sem iológico, en el q u e los elem e n to s se d efin en - c o m o se ñ aló K de S aussu r e - p o r o p o sic io n e s y relaciones m u tu a s, ve en el m ito una e s tru c tu ra n arrativ a q u e p u ed e e stu d ia rse sin ta g m á tic a y p ara d ig m áticam en te, d e sc o m p o n ien d o el relato en secuen cias m ín im a s - lo s m ite m a s- cuya c o m b in a c ió n revela no sólo u n se n tid o explícito, lo q u e se dice m a n ifiestam en te,
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2.15
sino ta m b ién un se n tid o a un nivel m ás p ro fu n d o , que se d e duce del análisis d e esos m ito m asd el código m ilico. F.l m ito es, pues, u n lenguaje, de se g u n d o o rd en , un ta n to am biguo, q u e presen ta un m odelo lógico, q u e plantea los problem as y los d ile m a s fu n d a m e n ta le s de u n a so cied ad , lin sus libros so b re El totem ism o hoy y l\l pen sa m ien to salvaje (am bos de 1962) L évi-Strauss ex p o n e sus con cep to s so b re e. m u n d o y la m en talid ad prim itiv a. Hstá bien claro q u e su concepción se o p o n e, de un lado, al p rag m a tism o positivista de B. M ali now ski, y d e o tro , a las tesis so b re el pensam ien to prim itivo y m ítico, co m o p ro p io de una m en talid ad infantil, ingenua, m ágica o fu n d am e n talm en te em o cio n al. Para Lévi-Strauss los m ito s so n expresión de una m a n era lógica de concebir el m u n d o , só lo q u e es ésta u n a lógica sui generis, d istin ta a la de n u estra lógica científica. En sus análisis, L évi-Strauss estu d ia el texto del m ito d e s c o m p o n ié n d o lo e n secu en cias y elem en to s significativos m ín im o s, co m o hace el lingüista con los fonem as y los m o r fem as, y tra ta d e e n c o n tra r luego la significación de éstos p o r o p o sic ió n y referencia a to d o el c o rp u s n arrativ o de la m itología en cu estió n . Hay u n a sintaxis y una sem ántica m í ticas. Y hay ta m b ié n u n a especie d e ars com binatoria o de «gram ática generativa» de estos relatos m íticos que se co m ponen y d esco m p o n e n en m item as, que p u ed e n enfrentarse y co m p lem entarse, en ese diálogo consigo m ism o que es un rep erto rio m ítico. VÁ juego de com b in acio n es y de tra n sfo r m aciones p u ed e explicar la m u ltip lic id a d de los m itos y su riqueza fab u ladora. Por o tro lado, L évi-Strauss no olvida las enseñanzas de M auss, y de la sociología francesa, y, a pesar de su form alism o a veces extrem ad o , ad v ierte cóm o el sig n i ficado d e los m itos y m item as está defin id o en su referencia a la c u ltu ra de u n a sociedad d eterm in a d a, y có m o ese sentido rem ite a u n contexto social siem pre. D estacando en p rim e r té rm in o esc valor com unicativo de los m itos, q u e se precisa en la o b serv ació n sincrónica de sus
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III. W I'f c m i ; M i: i< W W .
lem as y m otivos, y de su in te rp e n e tra c ió n sem án tica, la in fluencia d e Lévi-Strauss ha hecho q u e la aten c ió n de los es tu d io so s se cen tre en el an álisis de los relatos m íticos, en la sintaxis y sem ántica de los m ism os dejando de lado las especu laciones sobre la turbia psicología m ito p o ética de los p rim i tivos y el acopio d e sím bolos e te rn o s de una fantasía colec tiva. C o n tra la p retensión de I.évi-S trauss de e n c o n tra r en una lectu ra e s tru c tu ra l de los m ito s u n a ún ica fu n ció n y de p o d e r an a liz ar tales relatos m ed ian te un m é to d o an alítico u n i d o a u n a co m b in ato ria de m item a s e n c u a d ra d a p o r el re p e rto rio d e los m ism os, se h an le v an ta d o alg u n as crítica s im p o rtan tes. D esde el p u n to d e vista d e alg u n o s estu d io so s aten to s a los contextos cult urales co n creto s de los m ito s a n tig u o s se le ha c e n su rad o a L évi-S trauss q u e g en eraliza en exceso su s co nclusiones sacad as d e u n re p e rto rio m ítico d o n d e sólo es posible el análisis sin c ró n ico en esos pueblos am erican o s «sin historia» y sin e scritu ra el m ito tiene ca rac terísticas p ro p ias diversas de las q u e el m ito p o d ría asu m ir en M esopotam ia, G recia o el m u n d o h e b re o -. R R icoeur |9\ (í. S K irk J. R Vernant |g\ han precisad o esas reservas res p ecto a la generalizada tesis tie L évi-Strauss de que lo d o s los m itos p o seen la función de p resen tar una m ediación intelec tual de los p roblem as fu n d am e n tales de una con cep ció n s o cial y d e q u e lo d o s los m ito s son v arian tes de u n a estru c tu ra p ro fu n d a b a rio universal. No voy a tra ta r de estas critica s en detalle. Sólo ten g o es p ac io p ara m e n cio n a r los e s tu d io s m ás in te resa n tes, a mi ver, q u e d esd e la perspectiva d e los e stu d io s clásicos se han hech o ap ro vechando la a p o rta c ió n d e I.évi-Strauss. Rl lib ro de (i. S. K irk ¿7 m ito. Su significado y fu n c ió n en las culturas antiguas (1970; tra d , esp., 1973) su p o n e un in ten to im p o rta n te de recoger la en señ an za del estru c tn ralism o y co m b in arlo con un en fo q u e aten to al valor funcional y la co n fig u ració n literaria y el contexto h istó ric o de la m ito-
I. I Λ ΙΝΤΗΚΙ’ ΚΚΓΛϋΙ^Ν' IH. I OS MITOS KN M .M M .O XX
logia helénica. Es un estu d io m uy valiente, sugeridor y c riti co 1W\ a u n q u e hay que d estac ar q u e luego el profesor K irk no ha av an zad o en su e m p e ñ o y se h a q u e d a d o d eten id o e n sus c rític a s, co m o se ve p o r su libro p o ste rio r The N ature o f Greek M yth s (L ondres, 1974). E n tre los filólogos franceses q u ie n es m ejo r han apro v e c h a d o las e n señ a n zas d e L évi-S trauss son J. P. V ernant, en sus m in u c io so s tra b a jo s so b re textos bien d efin id o s (en M yth e et pensée chez les Crees, París, 1965, y M ythe et société en Grèce an cienne, Paris, 1972), y M. D etiem ie> cuyo libro Les ja rd in s d ’A donis, La m ythologie des arom ates en Grèce ( 1972) co n stitu y e el m ejo r ejem plo de la aplicación del m é todo estru c tu ra lista a un m ito griego. M ediante e! estudio de to d o s los elem e n to s n a rra tiv o s del relato d e la m u e rte de A donis y sus referencias en el contexto ritual, D étienne logra un m agnífico co m en ta rio de un m ito que l-razer había tratad o d e un m o d o g eneral (com o u n caso ejem p lar del dio s que m u ere), sin re c u rrir p a ra n ad a a esas ex trap o lacio n es y fantasías d e o tro s in térp retes. En diversos libros y estu d io s V ernant y D étien n e h an c o n tin u a d o con esa exegesis y esa h erm e n éu tica que están apoyadas en un m étodo estru c tu ralista, n o m en o s q u e en una p ro fu n d a y bien a d m in istra d a pericia filológica y sab er histórico. H ay o tro s lib ro s q u e no se e n m a rc a n en esta c o rrien te h e rm e n é u tic a , p e ro q u e so n m uy im p o rta n te s en los es tu d io s d e m ito lo g ía h elén ica. Así, p o r e je m p lo ,e l lib ro de A. Brelích, Gli eroigreci (R om a, 1958), es un espléndido tr a bajo d o n d e, m ed ian te la com p aració n sistem ática de un vas to co rp u s, se intenta se ñ ala r lo q u e define la silueta del héroe en los m ito s griegos, es decir, se buscan los rasgos p e rtin e n tes en la co n stru c ció n de esta figura m itológica. T am bién el libro d e B. Vickers, Towards Greek Tragedy (Londres, 1973), co n tien e u n a crítica q u e es m uy acertad a, a mi m odo de ver, co n tra los excesos teóricos del estru c tu ral ism o, junto con al g u n o s ag u d o s análisis y p ro p u estas de análisis. En un terre-
III. IN T M U 'R l.'I'A C lD N I S
no ce rcan o al de la m itología helénica, cl de la m itología en el co n tex to bíblico, habría que rese ñ ar el estu d io de K. Leach Genesis as M yth and other essays (L ondres, 1969). La investigación actual so b re m itología p arece c a ra c te ri zada p o r un cierto eclecticism o y una aten ció n a los textos, hech o q u e puede resultar estim u lan te p ara q uienes aprecian la la b o r filológica. La huella de L évi-Strauss es indiscutible, así co m o ta m b ién está claro que no hay cstru c tu ra lista s o r to doxos y qu e el m étodo an alítico ha de ser co m p letad o con referencias al m arco exterior, socio cu ltu ral concreto, del que h ablan los m itos. K p o sitiv ism o fu n cio n alista ha de ser re cu p e rad o y com binado con u n a atención a la m anera sim b ó lica d e sig n ific ar de ese tip o de relatos a los q u e llam am o s «m ilicos». A hora bien, el problem a es d efin irc u ál es ci se n ti d o d e esto s relatos y cu ál es la m arca q u e d efin e a u n m ito. R epitam os la crílic?. de Kirk: En una cuestión yerra claramente Lévi-Strauss. ΛΙ dar por sentado que todos los mitos en todas lus culturas tienen una función simi lar, para «conciliar» contradicciones, se alinea innecesariamente con una serio de movimientos interpretativos como los de mito-dela naturaleza o mito-y-rilual, que han reducido sus posibilidades de ser justamente estimados a causa de la excesiva generalidad de sus pretensiones. No hay uitiguna definición del mito, ninguna forma platónica de un mito que se ajuste a todos los casos reales. Los mitos I...I difieren enormemente en su morfología y en su fun ción social. I lay síntomas de que tan obvia verdad está siendo cada vez triíís ampliamente aceptada y un o de los propósitos de la pre sente obra fill niitoj es el de examinar la naturaleza de los mitos en sus diferentes aspectos v sobre el fondo de nuis de un tipo de cul tura l ren te al aserto ce L évi-S trauss de q u e «sea cual sea nues tra ig n o rancia de la lengua y la c u ltu ra de la p oblación que lo ha recogido, un m ito es percibido co m o m ito p o r to d o lector en el m u n d o entero» (A nthropologie structurale, 1958, p. 232), q u e d a la constatació n p o sitiv a de q u e los m ito s no se
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d istin g u en form alm en te de o tro s relatos, sin o que aparecen en el re p e rto rio trad icio n al de una c u ltu ra con una ex trañ a y am b ig u a lib e rtad form al. I.o q u e de alguna m anera co n sti tuye al m ito c o m o tal es su e je m p la rid a d , el p erte n ec er al c a m p o d e la m e m o ria , de ser algo q u e se cuenta y q u e se aceptu co lectivam ente, y va y viene poco d iscu tid o en el r u m o r y las trad icio n es d e un pueblo. Por lo dem ás, cu a n d o los griegos precisan el uso del té rm in o m ythos y luego el de m y thologfa, es la alterid ad , la extrañeza, la d istancia frente al /ogos, lo q u e parece ser la m arca de tales re la to s,w. El m itism o, p o r u tiliza r o tro té rm in o in tro d u c id o p o r L évi-S trauss, es ese t razo d e «m em orable y socialm ente interesante» que una so cied ad confiere a cierto s relatos del pasado, un ta n to m is terioso lw. Los p roblem as que la in tro d u cció n de la e sc ritu ra crea en el rep e rto rio m ítico, y las t ranslb rm acio n es que la literatu ra supone, ban sido señaladas claram ente p o r J. G o o dy, K. H avelock y M. D étien n e, cuyo atractiv o libro L'inven tion d e la m ythologie ( París, 1981; trad , esp., 1985) nos incita a volver a reflexionar so b re estos tem as. Para n o a larg arn o s m ás, p o d ría m o s concluir esta resu m i d a y esq u e m á tic a o je ad a a los e s tu d io s de m itología en los ú ltim o s d e c e n io s con u n a nueva cita, b a s ta n te am p lia, de J. P. V ernant, que refleja en su concisa alusión la p arad ó jica situación actual: P.l tiempo de la reflexión, para el mitólogo de hoy, ¿qué quiere de cir? En el espacio de un medio siglo, el análisis de los mitos ha he cho progresos tan rápidos que una nueva disciplina parece haber emergido a la luz. Vastos conjuntos legendarios, en Ids dominios indoeuropeo, am erindio, helénico, próxim o-orionlil, africano, asiático, han sido interpretados de modo nuevo, preciso,sistemáti co. Pero no está ahí, sin duda, lo esencial. El hecho decisivo es que, a despecho de derlas divergencias, de personase de escuelas, se ha establecido un consenso tras los trabajos ejemplares de G. Dumé zil y de C Lévi-Strauss, sobre la orientación general délos procedi mientos de desciframiento y sobre las reglas a las que debe satisfa cer, para ser pertinente, una led ura de los mitos.
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III. IN T K R I'K ttT A C IO N K S
I... I Así que los que hoy, en el surco de los grandes fundadores, han tomado el relevo en la labor de com prender los mitos no ponen fundamentalmente en cuestión los métodos de interpretación de sus precursores, ni siquiera los soportes teóricos de tal empeño. Su interrogación no apunta directam ente a la nueva disciplina tal como se ha constituido en sus tramos esenciales. Se dirige hacia su objeto. ΠΙ es quien ahora se ha vuelto problema. A través de los pro gresos mismos de las técnicas de investigación, aquellos a los que se podría llamar los artesanos de la tarea de desciframiento se ven lle vados a plantearse la pregunta: el mito, ¿qué es? ¿I lay una realidad hum ana, bien delimitada, que responde a esta noción? En resu men, se preguntan por cómo dcfinirel objeto de su trabajo, dónde situarlo, qué estatuto científico asignarle. Ante estos problemas, al gunos se sienten tentados a responder: un mito, eso no existe. FJ mito es un concepto que los antropólogos han tomado en présta mo, como si fuera algo válido de por sí, a la tradición intelectual de Occidente; su referencia no es universal; no tiene una significación unívoca: no corresponde a ninguna realidad específica, bn un sen tido estricto, la palabra mito no designa nada. Parece, en efecto,que, com o ap u n ta V ernant con su til m e táfora, «el milo» com o üurídice» se ha esfu m a d o c u a n d o la m itología lo reconducía a la luz». Pero esa d esap arició n es un tru c o m ás d e su p e rv iv e n d a cam aleónica» sólo un arlilu g io m ás d e su proteico presentarse en varias form as, y en d istin tos ám b ito s, desde el m arco de la religión al de la literatura. I.a p lu ralid ad de enfoques en el es tu d io de los m ito s que caracteriza la investigación actu al en m itología griega p u e d e ad v e rtirse bien en volú m en es colectivos co m o los e d ita d o s p o r J. B rem m er (Interpretations o f Greek M ythology, L ondres-Sydney, 1987) y L. K dm unds (Approaches to Greek M yth, B altim ore, 1990).
Apéndice
Algunos textos para una reflexión
G ran p arte de las consideraciones de las páginas precedem os están in sp irad as en textos antig u o s y p o r las reflexiones de bien conocidos estudiosos de la mitología. Quizás algunas ci tas vengan bien para una recapitulación final y com o breve hom enaje a esos m ism os pensadores y esas ideas fun d am en tales. U nas cuantas frases, claras y penetrantes, resum en m uy bien lo esencial de una larga m editación. A quí está el com ien zo de una m ínim a antología que tal vez el lector podría pro se gu ir p o r cu en ta propia.
El m ito com o paradigm a para la acción F.l m ito garantiza a) hom bre que lo que él se prepara a hacer ha sido y a hecho; le ayuda a rechazar las d u d as que podría conce bir respecto del resultado de su em presa. ¿P o rq u é vacilar ante una expedición m arítim a, cu an d o el 1léroe m ítico ya la efec tu a d o en un T iem po fabuloso? No hay m ás que seguir su ejem plo. De igual m odo, ¿por qué tener tem o r a instalarse en un te rrito rio d esconocido y salvaje, cu an d o uno sabe lo que debe hacerse? Basta, sencillam ente, con repetir el ritual cos m ogónico, y el territo rio desconocido (= el «Caos») se tra n s form a en «Cosm os», se hace una im ago m undi, una «habita
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ción» legitim ada ritualm entc. La existencia de un m odelo ejem plar no entorpece en absoluto el im pulso creador. El m o delo m ítico es susceptible de am pliaciones ilim itadas. El h o m b re de las sociedades d o n d e el m ito es algo vivo vive en un m u n d o «abierto», si bien «cifrado» y m isterioso. El M undo «habla» al hom bre y» para co m p re n d er este lenguaje, basta con conocer los m itos y descifrar los sím bolos... HI M un do no es una m asa opaca de objetos arbitrariam ente arrojados juntos, sino un cosm os viviente, articulado y significativo. En últim o análisis, el M undo se revela como lengua je. M ircea E liade
Los m ito s explican el o rd e n del m u n d o El ho m b re antiguo, al com parecer an te la divinidad, se halla fren te al aspecto m itológico del m u n d o . Este aspecto es real p ara él: la religión an tig u a no se basa en la creencia de que sean verdaderas las narracio n es de la m itología con sus va riantes tan contradictorias (ni siquiera se plantea la cuestión de la verd ad), sino, an te lodo, en la certeza de que el cosm os esta a h í sirviendo de fondo y tran sfo n d o coh eren te - p e r m a nente y sin d iscontinuidades- de cuanto apa rece en la m itolo gía. La p alab ra cosm os hay que en ten d e rla aq u í en el sentido que tiene en griego: com o la realidad del m u n d o en un estado d eterm in ad o, que contiene en sí la validez de un determ inado o rd en espiritual. Este ord en es una posibilidad del contenido del m u n d o , que puede expresarse ta n to m itológicam ente, por m edio de figuras de dioses, com o de cualquier m odo artístico o científico, p o r m edio de ideas científicas o artísticas. Aquí hay q u e to m a r el o n c e p to «idea» en un se n tid o tan am plio q u e incluya tam bién las figuras de los dioses en calidad de ide as mitológicas* El nuevo ord en espiritual que se m ostraba a los
Λ Μ . U N O S I h X ï O S P A lU U N A Κ Ι.Κ ί.'Χ Κ 'ΐΝ
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griegos en la naturaleza com o ord en del m undo puede lla m arse de este ¡nodo el aspecto ideal del m undo d ejando el apelativo de divino para calificar la m ás alta revelación festiva d e este aspecto. K arl KiwftNYi
La veracidad de los m itos. Revivir los m itos rilualm ente De Platón y Pontcnelle a Schelling y B ultm ann, los filósofos y los teólogos han pro p u esto num erosas definiciones del m ito. Pero todas ellas tienen en com ún el fundarse sobre la m itolo gía griega. A hora bien, para un h isto ria d o r de tas religiones esta elección no es de lo m ás afo rtu n ad o . Es verdad que en (¡recia el m ito ha in sp ira d o ta n to la poesía com o el teatro y las artes plásticas; pero tam bién lo es que en la cultura griega el m ito se ha visto som etido a un largo y p enetrante análisis, del q u e ha salido radicalm ente «desm itificado». Si, en todas las lenguas europeas, el vocablo «mito» denota una «ficción», es p o rq u e los griegos lo proclam aban ya hace veinticinco si glos. Tarca aún m ásgrave desde la perspectiva del historiador de las religiones: la m itología de la que nos hablan H om ero, Ucsíodo y los poetas trágicos es ya el resultado de una selección y representa la in terpretación de una m ateria arcaica que resul taba a veces ininteligible. A hora bien, nuestra m ejor o p o rtu nidad p ara co m p re n d er la estructura del pensam iento m ítico es estu d ia r las cu ltu ras d o n d e el m ito es «cosa viva», d o n d e constituye el soporte básico de la vida religiosa; en breve, allí d o nde, lejos do designar una ficción, designa la vcnUut por ex celencia, puesto que no habla sino de realidades. Vivir los m itos im plica, pues, una experiencia v erd a d era m ente «religiosa», ya que se distingue de la experiencia o rd i naria, de la vida cotidiana. I.a «religiosidad» de esa experien-
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cia se dcbc al liech o d e que se reactualizan los sucesos fabulo sos, exaltantes, significativos, que se asiste a las obras creado ras de los Seres S obrenaturales [...1 lin sum a, los m itos revelan que el M undo, el hom bre y la vida tienen un origen y u n a his toria sobrenaturales, y que esa historia es significativa, precio sa y ejem plar. M i r c e a E i .ia d e
Los m itos viven en la m em oria colectiva 1 lasca el fin del siglo v, la cultura griega ha sido esencialm ente de tipo oral. I la confiado a su m em oria el co n ju n to de las in form aciones y los saberes tradicionales, com o lo hacen todas las sociedades q u e ignoran los archivos escritos. Y es aquí, sin d uda, d o n d e es prcciso revisar la noción de m itología, con la que los griegos nos han lastrado tras sus conllictos con el lógos. Pues la unidad «m ythos», que no es, al parecer, en ningún lugar un g énero literario definido, debe esfum arse en prove cho de un con ju n to d e operaciones intelectuales fu n d am en ta les en la m em orización de los relatos cuyo co n ju n to co n stitu yela tradición. ('la u d e Lévi-Strauss ha sugerido llam ar «m itism o» al p ro ceso según el cual una historia, en su com ienzo individual y li b rad a a la tradición oral, se en c u e n tra ad o p tad a en el m odo colectivo que va a hacer la selección en tró las partes cristalinas del relato -e s decir, en tre los niveles estructurados y estables p o rq u e reposan sobre fu n d am e n to s com unes-- y las partes probabilistas - detalles o episodios am plificados o negligidos en cada recuento, antes de h u n d irse en el olvido y perderse fuera d e la m em oria. T oda sociedad tradicional p o n e en ac ción, con m ayor o m en o r éxito, una m em oria creadora, a m pliam ente repartida, y que no es ni la m em oria de los especia listas ni la de los técnicos. Los relatos que hem os convenido en
A U iü S O S m
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i O S l’A R A U N A WV.H I.X lO S
d e n o m in a r m íticos son los p ro d u cto s de una actividad inte lectual que fabrica lo m em orable. M a r c e l D e tien n r
La escritura m odifica el carácter de lo s m itos Un y por la literatu ra escrita se instaura este tipc de discurso d o n d e el lógos no es ya so lam ente la palabra, donde ó\ ha to rnado valor de racionalidad dem o strativ a y se cp o n e en ese plano, tan to p o r las form as com o p o r el fondo, a b palabra del mytics. Se o p o n e en cuanto a la form a p o r la distancia en tre la d em o stració n arg u m e n tad a y la textura narrativa del relato m ítico; se o p o n e en cu a n to el fondo p o r la distarcia é n tre la s en tid ad es ahst ra d a s del filósofo y los poderes divinos de los que el m ito recuenta las aventuras dram áticas. Las d iferencias 110 son m enos g randes si, invirtiendo los p u n to s de vista, uno se coloca no ya en la perspectiva del que redacta el escrito, sino del público que tom a conocim iento de éste. P o r las posibilidades que ofrece de un retorno al texto con objeto de su análisis crítico» la lectura su p o n e o t ra actitud de espíritu, m ás distanciada y a la par más exigente, que la es cu ch a de d iscursos p ro n u n cia d o s. Los griegos m ism os eran plen am en te conscientes de ello: a la seducción que debe p ro vocar la palabra para m an ten er al au d ito rio bajo su hechizo, ellos han opuesto, a m enudo para darle la preferencia, la serie dad u n poco austera, pero rigurosa, de la escritura. De un lado han situ ad o el placer inherente a la palabra com o incluido en el m ensaje oral, este placer que nace y m uere con el discurso que lo ha suscitado; del o tro , del lado de lo escrito, han situa do lo útil, objetivo de un texto que se puede conservar bajo la m irada y que retiene en sí una enseñanza cuyo valores d u ra dero. Ksta divergencia funcional en tre palabra y escrito atañe d irectam en te al estado y condición del m ito. J e a n -P ie rre V krnant
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l)c cóm o un poeta recom pone un m ito, paru m oralizarlo ¡( luán num erosos son los prodigios! Sin em bargo, incluso a la tradición que refieren los hum anos, m ás allá del verídico relato, la en g añ an los m itos engalanados con rep in tad o s em bustes. La seducción, que lu ce am ables todas las cosas a los m ortales, al acrecentar su prestigio llega hasta hacer creíble lo que de p o r sí es increíble m uchas veces. Pero los días p o r venir son los más sabios testigos de la verdad. Y le es conveniente a un h o m b re hablar bien de los dioses. Así será m enor su culpa. Hijo de T ántalo, hablaré de tid e m odo d istin to a mis precursores. C uando tu padre invitó a los dioses a un m uy esplendido festejo en su am ada m ansión de Sípilo, ofreciéndoles un banquete en agasajo recíproco, allí te raptó el dios del fam oso tridente, d o m in a d o en su inlerior p o r la pasión, y con áureos corceles te llevó consigo a la excelsa m o rad a del m uy glorioso Zeus. Allí, en o tro tiem po, fue tam bién G anim edes, en un m anejo parecido del m ism o Zeus. Mas com o desapareciste, Pélope, y no p u d ie ro n las gentes, p o r m ucho que escudriñaron, llevarte de nuevo an te tu m adre, p ro n to alguno de los m alpensados vecinos dijo m urm urando que en el m o m e n to e n que el agua hervía sobre el fuego trocearon tu cuerpo con un cuchillo de cocina (y lo cocieron), y sobre las mesas en el festín se repartieron y se com ieron tus carnes. Mas a m í m e resulUi im posible llam ar «loco voraz» a uno cual quiera
A I.U J N O S T E X T O S PAMA U N A R K H KXJON
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tic los dioses felices. Me niego a eso. Los blasfem os nos tardan en recibir sus castigos. P in d a r o Di: T eh as (522-448 a.C .), Olímpica í
El prim er crítico de la m itología griega: Jcnófanes de C olofón «D esde an tig u o , pues, tod o s han a p re n d id o esto según H o mero.» «H om ero y I lesíodo han atrib u id o a los dioses todo cuanto es objeto de vergüenza e injuria entre los humanos,»· «Y co n taro n m u y a m enudo acciones vituperables de los d io ses: que robaban» com etían ad u lterio s y se engañaban u n o s a otros.» «Es q u e los m ortales creen que los dioses han nacido y q ue incluso tienen, vestidos, voz y figura com o ellos.» «Pero si los bueyes, caballos y leones tuvieran m anos y p u d ieran d ib u ja r con ellas y plasm ar im ágenes, com o los hom bres, dibujarían las figuras de sus dioses y crearían sus cuerpos, los caballos con form as de caballos, los bueyes de bueyes, tal com o fuera la figura que cada uno poseyera.» «Los etíopes afirm an que sus dioses son de nariz chata y negros, y los ira d o s, que tienen ojos azules y son pelirrojos.» Jl-NOl ANliS DE COLOFÓN (580-475 a. C .), F rags. 1 0 ,1 1 ,1 2 ,1 4 ,15y 16
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A P fN lH C K
Las ventajas del antropólogo El antro p ó logo -y sólo él entre los m uchos participantes en el torneo m itológico- tiene la ventaja única de co nsultar al sal vaje siem pre que siente q u e sus d o ctrinas se to rn an confusas y qu e el flujo de su elocuencia argum entativa va seco. El a n tropólogo no está alad o a los escasos restos de una cultura, com o tablillas rotas, deslucidos textos o fragm entarias in s cripciones. N o precisa llenar inm ensas lagunas con com enta rios volum inosos, pero basados en conjeturas. El an tro p ó lo go tiene a m ano al p ro p io haced o r del m ito. N o sólo puede to m ar com o com pleto un texto en el estado en que existe, con todas sus variaciones, y revisarlo una y o tra vez; tam bién cuenta con una hueste de auténticos com entadores de los que puede inform arse; y, lo que es más, con la totalidad de la m is ma vida de la que ha nacido el m ito. Y com o verem os, hay tan to q ue ap ren d er en relación ai m ito en tal contexto vital com o en su propia narración. El m ito, tal com o existe en una com unidad salvaje» o sea, en su vivida form a p rim itiva, no es únicam en te una narración que se cuente, sino una realidad que se vive. No es de la n a tu raleza de la ficción, del m odo com o podem os leer hoy una n o vela, sino que dice una realidad viva que se cree aconteció una vez en los tiem pos m ás rem otos y que desde entonces ha veni d o influyendo en el m u n d o y los d estin o s hum anos. Así el m ito es para el salvaje lo que para un cristiano de fe ciega el re lato bíblico de la C reación, la Caída o la Redención de C risto en la Cruz. Del m ism o m odo que nuestra historia sagrada está viva en el ritual y en nuestra m oral, gobierna nuestra fe y con trola nuestra conducta, del m ism o m odo funciona, para el sal vaje, su mito. Limitar el estudio de éste a un m ero exam en de los textos ha sido fatal para la com prensión de su naturaleza. Bronislav M a l i n o w s k i
A U ÎL ’N D S T I'X K X S
p a k a u n a r h h h x i^ n
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U n iv ersalid ad de los m ito s lü país que ηυ tenga leyendas, dice el poeta, está condenado a m o rir de frío. Es muy posible. Pero el pueblo que 110 tenga mi tos está ya m uerto. La función de la clase peculiar de leyendas q ue son los m itos es, en efecto, expresar d ram áticam en te la ideología de que vive la sociedad, m antener ante su concien cia no solam ente los valores que reconoce y los ideales que persigue de generación en generación, sino ante lodo su ser y estru ctu ra m ism os, los elem entos, los vínculos, las tensiones q ue la constituyen; justificar, en fin, las reglas y las prácticas tradicionales sin las cuales lodo lo suyo se dispersaría. G eorges D umP.zil
Notas
1. ). d e V ries, l }orschungsgcschichte d e r M ythologie, P rib u rg o -M ú n ïch , 1961,p. IX. 2. ¿7 m ito. Su significado y fu n cio n e» en la A n tig ü e d a d y otras cu ltu ras {1970) se p u b licó , tra d u c id o al castellano, en 1973
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NOTAS
8. P ara estas lín e a s m e lia sid o m u y ú til cl a rtic u lo d e 1\ G raf, «Kl tn ito griego: cl m o d elo d e las m itologías, la m itología de los m o d e los» (C o n fe re n c ia en M álaga, n o v ie m b re , I 9 9 I ). C l. J. de V rics, o.c., p p. 142· 178.. 9. V éase, a este p ro p ó s ito , el a rtíc u lo d e B reu im er, «W liat is a G reek M y th ? » ,en J. H re m m e r(e d .), Interpretations o f ( ¡ r e e k M y t hology, L o n d res, 1987, pp. I 9. 10. Cl. J.C . B erm ejo , F.l m ito griego y sus interpretaciones, en H istorio A k a l del M u n d o A n tig u a , 16, M a d rid , 1988. 11. Los m ito s n o se p re o c u p a n d e la v ero sim ilitu d d e lo n a rra d o , p r e te n d en ser v e rd a d e ro s y relatan g ra n d e s h ech o s y sucesos q u e e s tán m ás all¡i d c la realid ad c o tid ia n a y actual y su s leyes. 12. Comí» se ñ ala P. B ru n ei en la in tro d u c c ió n a su D ictio n n a ire des m yth es littéra ires (P a rís, 1988), el m ito rWíííif, ρ χ/ι/ιϊν y revela el m u n d o ; c u e n ta lo q u e Kliade llam a su « h isto ria sag rad a» ; revela los f u n d a m e n to s d e lo c r e a d o ν ex p lica las c a u s a s d e las co sas, d e s c u b rie n d o lo s o ríg e n e s s e c re to s d e la c re a c ió n y lo s su c eso s tre m e n d o s q u e d e ja ro n su h u ella en este esc e n a rio q u e a h o ra e n c o n tra m o s m u d o y a p a g a d o , fallo del fulgor d iv in o o rig in a rio . HI m ilo n o es, d e s d e lu eg o , n in g ú n g é n e ro lite ra rio ni tie n e u n a fo r m a lija; puede* e n tr a r en d istin to s g é n e r o s y a d m ite v a ria s fo rm as n a rra tiv a s, d e s d e la fo rm a a b ie rta d e la épica a la re p re se n ta c ió n d ra m á tic a o )¡t a lu sió n Urica. 1.1. S o b re los te ín a s c a ra c te rístic o s d e la m ito lo g ía g rieg a, cl. G. S. K irk, o.c., pp. 195 y ss. y 204 y ss. 14. (X I·'. M arco S im ó n , ¡llutl T em pus. M ito y cosm ogonía en el m u n do antiguo, Z arag o za, 1988. 15. Cf. |. B e rm ejo , In tro d u cció n a ta sociología d e l m ito griego, M a d rid , 1979, p p . 1í>6 y ss. 16. M. liliad e ha tr a ta d o d e este tem a re p e tid a m e n te , d e sd e su lib ro so b re lil m ito d e l etern o retorno (1949; ed. esp.: M a d rid , A lianza l-dil., 1972) a lo s en say o s reco g id o s en l a nostalgie des origines ( 1969); (éd. fran c ., P arís, 1971). Los m ito s p erten ecen a u n p asad o esencial y m em o rab le q u e tu n d a m e n ta y explica u n presente decaí d o y trivial. 17. N o voy a t r a t a r a q u í d el te m a d e la relació n e n tre m ito s y ritos. P ara u n a v isió n d e u n o y o tro c o m o d o s caras del p roceso sim b ó li co , re m ito al c a p ítu lo inicial del lib ro d e C . ( P lain e, Thésée et l'i m a g inaire a th én ien , L ausana, 1990. 18. S o b re la c u ltu r a o ral en G recia, véase l \ |. G onzalez G arcía, A tr a vés d e H om ero. I.a cu ltu ra oral d e la G recia a n tig u a , S an tiag o de C o m p o stela, 1991. A cerca d e la im p ro n ta de la escritu ra en d istin-
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to s á m b ito s île la cu ltu ra g rieg a, cf. los estu d io s reu n id o s en el v o lu m en e d ita d o p o r M, D etien n e, l e í savoirs de l'écriture t u d i t a * a n cien n e { 1983; n u ev a éd ., I.aval, 1992) y W . V. 1larris, A ncient Li teracy (C a m b rid g e M ass., 1990). P ara los asp ecto s m ás g en erales señalo la trad u cció n española del lib ro d e J. G o o d y , l a lógica d e la escritura y la organización d e la sociedad (M adrid* 1990), q u e iu> trata d el m u n d o griego* p ero que, p o r c o n tra ste , o frece m u ch as su g e ren c ia s útiles p ara la reflexión d e lo q u e la e sc ritu ra a p o rta e n la o rg an izació n m en tal y ad m inisIrativa d e u n a c o m u n id ad . V éanse los c o m e n ta rio s d e M. D etienne, en su ya citad o l a in ven ción de la m itología, y, d esd e o tr o en fo q u e, el cap ítu lo final de su l a escritura d e Orfeo (trad , esp.: Barcelona, 1990), titu lad o «l-a d o ble escritu ra d e la m itología. (I7.ñire el T im eoy el C rifiíisK T am bién el b ien d o c u m e n la ilo e stu d io d e !.. B risson, Platón, les m o h el les mythes, cit. li e tr a ta d o m ás d e te n id a m e n te este e jem p lo en m i lib ro Λί/fiw, viajes, héroes, M a d rid . 1981, ca p . i, pp. 2J-75. l-'sta característica d e la tra d ic ió n helénica está a p u n ta d a en m im o ro so s estu d io s y tra ta d a en v ario s en fo g u es. P or c itar tan só lo dos, re c o rd a ré el ya nftejo lib ro de M . U n te rste m e r H j/oJog/rt del m ito (2.·* e d ., a u m e n ta d a , F lo re n c ia , 1972) y el m ás re c ie n te y ágil de P. V eyne, l e s tirees, o n t-ils cru i) ses m ythes? (París, 1983; trad , esp ., B arcelona, 1987). I*n e s ta p ersp ec tiv a p o d e m o s tam b ién re c o rd a r el clásico e stu d io d e E. R. I )o d d s, lo s griegos y lo irracional, tra d . esp. M a d rid , A lianza Kdit., 1980). Cf. mi lib ro P rom eteo: m ito y tragedia (M a d rid , 1979; n ueva ed., M a d rid , 1994) y el d e S. S aïd, S o p h iste et tyran on le problèm e du P rom éthée en ch a în é {Varis* I9H5). Q u izás d e b e ría m o s d ecir m e jo r «artística», ya q u e tam b ién las re p resen tac io n e s p lá s tic a s -c e rá m ic a , p in tu ra , escu ltu ra - d ifu n d en y re c u e rd a n m ito s. Cf. H. (îrasM , A rte y m ito, B uenos A ires, 1968. P ara c o m e n ta r io d el p a sa je , c i. A. B. I.loyd, H erodotus, Hook l ¡, 2 vols., I.eiden, 1975-1976, pp. 247-2*18. I.a p a lab ra m yth o lo g ía , e n el s e n tid o m o d e rn o , a p arece m u ch o d esp u és, en P lafón, c o m o ha se ñ a la d o bien M. D etienne, en l.a in vención de la m itología, cit. 1.a trasfo rm ac ió n d é lo s h á b ito s m entales in tro d u c id a p o r la a p a ri ció n d e la esc ritu ra lia sid o e s tu d ia d a p o r a n tro p ó lo g o s e h isto ria d o re s, c o m o I. G o o d y , VV. On$» y K. A. H avelock. J. P. V e rn a n t y M. D etien n e h an d ed icad o a g u d o s c o m e n ta rio s a su influenc ia en el ám b ito del p e n sa m ie n to g rieg o . S obre el tem a citaré sólo los li-
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MOTAis
39. Q u iero a lu d ir co n e-ste títu lo ai lib ro de G. S. K irk, La naturaleza de los m ito s griegos, ya citad o . 40. K irk (cu F lm ito , cit., pp. 222 y ss.) luí h ech o un in te n to m u y in te resan te d e an alizar los toma.*; y m o tiv o s nuts gen erales y m u í s esp e cíficos del re p e rto rio m ítico griego. (Of. tam b ién c) citad o lib ro de B. V ickers co n sus críticas al tex to
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d e J. K. M arcii, T h e creative l}oct, S tu d ies on th e T rea tm e n t o f M yth s in (¡reek Poetry, L on dres, 1987. 50. Cf. cl ya citad o lib ro d e C . C alam o, 77iif.*tv et ¡’im aginaire athénien, e sp e c ia lm e n te e n su ú ltim a p arle. 51. Se n o s p re se n ta a q u í d e refilón el p ro b lem a tie la a p a ric ió n d e un m ito en d ife re n te s v ersio n es y en d iferen tes c o n te x to s culturales. Ilasta q u e p u n to el esq u e m a o el esq u eleto de la n a rra c ió n sigue sie n d o el m ism o y h asta q u é p u n to la alteració n d e e s a e stru c tu ra n a rra tiv a c o m p o rta a lte ra c io n e s sign ificativ as esen ciales p u e d e se r o b je to d e larg as d isc u sio n e s , q u e n o p o d e m o s to c a r ah o ra. ( lom o e jem p lo p a ra tales c o n sid erac io n e s m e p arece q u e un buen m a te ria l so b re u n m ito im p o rta n te lo o frece, a d m ira b le m e n te re u n id o y o r d e n a d o , 1.. lU lm u n d s.c n O edipus. T h e A n c ie n t l.vg e n d a u d Its L a ter A nalogues, lo h n s H o p k in s U niv. P ress, I9K5. lil an álisis d el m ito p o r se g m e n to s y la bibliografía al resp ecto , así c o m o el n ú m e ro d e v a ria n te s re c o g id a s e n to d o el m u n d o del fo lk ta le y la lite ra tu ra , h acen d e e ste lib ro u n b u en tex to p ara esa rellex ió n . 52. | . P. V e rn a n t, M y th e et société e n Grèce ancienne, P aris, 1974, p. 106 (hay trail, csp., M ito y sociedad en lu Grecia a n tig u a , M adrid, 1994 *); VV. B u rk ert, G reek R eligion A rchaic a n d Classical, trad . in g L .lo n d r c s , 1985, p. 217. 53. 0 .c „ p . 218. 54. P o r ejem p lo , en VV. K .C .C îuthrie, T he Greeks a n d their Gods, Lon d re s, 1950 (y reed s.); C k a m n o u x . M ythologie ou la fam ille o ly m p ien n e, P aris, 1962; VV. I \ O ito , Los dioses d e Grecia, tra d , esp., B u en o s A ires, 1973, p o r c ita r u n o s c u a n to s tra ta d o s de diversa perspectiva. 55. P ara el d e sa rro llo d e este ejem p lo , cf. M. D étien n e y j. P. V ernant, Las a rtim a ñ a s d é la inteligencia, tr.nl. esp., M a d rid , 1988, cap. I Ví «Los sab eres d iv inos: A tenea, H efesto», pp. I5 9 y ss . 56. Así l N pólito es castig ad o p o r d e sd e ñ a r a A frodita, Ü in eo p o r m e n o sp re c ia r a Á rten iis, Pelias p o r o lv id a r a 1lera. 57. (X A. Brclich» (f/íe rm ^ irri, Boma, 1958. 58. C o m p á re se , p o r e je m p lo , u n p e rso n a je h ero ic o c o m o l eseo, de A tenas, co n A nio, d e P e lo s, a q u ie n se celeb rab a en u n cu lto local. Cf. F .(J ra f.,o .c .,p p . 104 y ss. 59. Ivl p a re n te sc o d e los h é ro e s co n los d io se s p re se n ta tam b ién una n o tab le v aried ad . M ie n tras a lg u n o s so n hijos d e dio se s o diosas, c o m o H eracles o Aquilos o E neas, o tro s, co m o Uliscs o K dipo, no p re se n ta n tal filiación. Ks c u rio so el caso d e U lises, q u e es p ro te g i d o d e u n a d io sa , A ten ea, p e ro n o p o r ra z o n e s d e p a re n te sc o , tal
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NOTAS
com o, p o r ejem plo, A frodita protege a Kneas, ni p o r pagarlo un fa vor, co m o la m ism a diosa hace con Paris, sino p o r una cierta afi nid ad espiritual. De o tro lado alg ú n h éro e pertenece m ás al fo lk ta le m aravilloso que a las leyendas ¿picas. A síesel caso d e Perseo, bien d iferen ted e Uliscs o A quilea La tipología d e los héroes griegos es n o tab lem en te variada, co m o subraya el citado estudio d e Brclich. W. B urkert, u.c., p. 120. Cf. W. Burkert, Structure a n d H istory in <»reck M ythology a n d Hiiiutl, Berkeley, 1979, e id., «O riental an d G reek M ythology: The M eeting o f Parallels»*, en el ya citado /NferpreM f/ow o f Greek M y thology, ), B rem m cr(ed ,), pp. 10-40, con sus no tas bibliográficas. Burkert, o.c., p. 120. M ás ad elan te tra ta re m o s d e esto s dioses. S obre su s o ríg en es, cf. J. (iarcía López, La religión griega, M a d rid , 1975, pp. 116 y ss .,e i. C h irassi C o lo m b o , i a religione in Grecia, R om n-B ari, 1983, y R .M iith ,o .c „ p p .3 8 y s s . ). P. YcrnaiUi ¿V/yr/recr société en O rive ancienne, cit., 1974, p. 104. Sobre este concepto tan vago y general d e la m ezcla de influencias lo im p o rta n te y lo realm en te efectivo es señalar c ó m o se ha ido fo rm an d o el sistem a d e la época arcaica y la clásica, com o en lineas claras hacen B urkert, en su citado libro, y L G crnct y A. B oulan ger en Le génie Grec d a m la religion (1932), Paris, 1970, d ejan d o un tan to al m argen la cuestión m ism a de los orígenes y la especu lación so b re ellos. C u a n d o se habla d e la m itología in d o eu ro p ea co n v ien e re c o rd a r có m o G. D u m é/il no en co n trab a m uchos te m as griegos en los que los paralelos con los dioses indios, germ a n o s o latin o s fu eran n o tab les, d e ja n d o a u n lado d io ses com o Zeus, y algunos pocos más. (Sobre la o b ra d e D um ézil, cf. C. Scon L ittleton, The N ew C om parative M ythology, 2." cd. rev., Berkeley, 1973.) Esa su perposición do dioses m asculinos in d o eu ro p eo s sobre una a n terio r religión d o m in ad a p o r grandes figuras fem eninas, m edíterráneas, ha ten id o un cierto im pacto en la obra de algunos escri tores, m ovidos m ás p o r la im aginación poélica que po r la a rq u e o logía, co m o es el caso de R. Graves y sus «diosas blancas». Cf. J. P. V ern an t, o .c.» pp. 106-110. Cf. F. A ltheim , F.Idios invicto, trad, esp., B uenos Aires, 1966, para la últim a época d e esp len d o r de esc Sol invicto y universal. Cf. W. Burkert, o.c., pp. 120-121. Si el e s tru c tu ra lism o h a in sistido en esa m u tu a defin ició n d e las co m p eten cias d e los dioses, hay q u e señalar q u e este aspecto esta-
SOJAS
bu m uy bien a d v e rtid o ya en estu d io s tradicionales, com o, por ejem plo, cl de W . K. C!. G u thrie, The Greeks and their Gods, o el de C. Ham nm ix, h fa m ille olym pienne, y a d ta d o s . 1.a in terd ep en d en cia de los dioses se plantea com o un tem a centra) en cu alq u ier p oliteísm o. C o n v ien e a d v e rtir, a u n q u e se tra ta d e algo tan o b v io qu e la a d v e rte n c ia re s u lta tal ver. su p e rflu a , q u e al tr a ta r d e los d io ses p asam o s m u c h a s veces d e lo m ito ló g ico ni te rre n o imi.s am plio d e lo relig io so , in c lu y e n d o refe ren cias a los rito s y a los cu lto s tó cales, así c o m o a la re lig io s id a d , c in c lu so a la re p e rc u sió n h istó ric a de eso.s cu lto s. La m ito lo g ía es la sección «narrativa» del c o n g lo m e ra d o relig io so , m ie n tra s q u e los rito s y c e re m o n ias r e p re s e n ta n o tra cara d e ese m ism o fe n ó m e n o , y luego q u ed a la re la c ió n in s titu c io n a l y la p o sic ió n p erso n al - la re li g io s id a d ' a n te lo relig io so , o lo «sag rad o » . T ra z a r los lím ite s e n tre lo m ito ló g ic o y lo p ro p ia m e n te religioso es algo q u e he m o s a p u n ta d o e n p ág in as an te rio re s; p ero la d istin c ió n teórica es lu eg o difícil d e g u a r d a r en la e x p o sic ió n d e los h ech o s. F.n to d o caso , n o s h a p a re c id o in ev itab le in tro d u c ir d a to s n o es tric ta m e n te m ito ló g ic o s en esa p resen tac ió n d é lo s dio ses g rie go s, u n a re p re s e n ta c ió n q u e, p o r m o tiv o s d e esp acio , será es q u e m ática y p ro b a b le m e n te in c o m p le ta , p ero en la q u e hem os p re te n d id o re c o g e r lo m ás im p o rta n te y característico . H em os re su m id o y ab re v ia d o m u ch o (y tam b ién lo hacem os en las n o tas do b ib lio g rafía). 72. Cf. W. K O tlo , i o s dioses de Grecia, cit., pp. 31 y ss.;M . 1M ie n n e y 1. P. V erniint, l ita artim añas de la inteligencia, cit., pp. 159 y ss.; y N. Loraux, Les e nfants d 'A th à ta , Paris, 1981. C ito estos tres en fo q u es sobre A tenea - y sobre o tro s d io ses- p o r que m e parecen hechos desde tres ángulos distintos, y son claros, inteligentes y, e n cierto m o d o , com plem entarios. 73. Cf. |. Lasso de la Vega, «Religión hom érica», en Introducción a Homero, M ad rid , 1963 (hay reed.), pp. 253-287; y, d esd eo tra pers pectiva, G .Sissa y M. D étienne, La vie quotidienne des dieux Grecs, cit. 74. Las n arra cio n es m íticas co m p o n en u n en tresijo de episodios en los q u e se p ro d ig a n los d ioses y los héroes, a veces en aventuras singulares, o tra s en ep isodios un tan to tópicos: am oríos diversos, luchas, enganos» etc. No p odem os sino aludir a los tem as y m o ti vos m ás c o n o c id o s y significativos, en u n a p o b re selección. Los lib ro s de K, K crçnyi, P ie M ythologie der Griechen (2 vols., Zurich , 1958); d e R. G raves, io s m itos griegos ( trad, esp., M adrid, Alianza
262
NOTAS
E dit., 1983); d e Λ. Ruiz d e Hlvira, M itología griega (M ad rid , 1975); o d e P. G rim ai, ¿’riVjpi y ro m a n a (tra d , esp., M a d rid , 1970), d a n u n a idea b a s ta n te cabal dee.se re p e rto rio . I.os g ran d es r e p e rto rio s d e I.. P re lle r-C . R o b e rt, G riechische M ythologie, I, 5.“ éd .. B e ilín -7 ,ú rk h , 1961 {!,· éd., L eipzig, 1854), y W . II. Rosch er, éd ., A itsführliches L exiko n der gnechischen u n d rom ischen M ythologie, 6 vois., Leipzig* 1884-1937 ( r m l ., H ildesheim , 1965), so n d esd e luego m á sc o in p le to s, a u n q u e a n tic u a d o s e n algunos as p ecto s (so b re to d o p o r el g ran av an ce d e la iconografía y la d o c u m en tació n arq u eo ló g ica añ ad id a d esde la época de su confección), l 'n m a n u al clásico c o m o el d e 11. J. Rose· (tra d , esp ., B arcelo n a, 1970), tien e la ventaja de su b u e n a o rd e n a c ió n y o rie n ta c ió n , a u n q u e n o sea u n c a tá lo g o tan c o m p le to d e m ito s y lig u ra s m ític a s. Los a rtíc u lo s s o b re p e rs o n a je s d iv in o s y m i to s g rieg o s e n el D ictio n n a ire des M y th o lo g ie s d irig id o p o r Y. B o n n e ío y (P a rís, 1981; está ya m u y av an z a d a la tra d . esp. en 6 vols.), re d a c ta d o s p o r J. P. V e rn a n t, M. D etien n e, L. B rísson, C. C alam e, etc., so n u n a ex celente selección d e un g ran in terés, tan to p o r su e n fo q u e co m o p o r su bibliografía. O tro s estu d io s re le v a n tes p u b licad o s en lo s ú ltim o s artos y q u e poseen in d u d a b le in terés son: J. P. V ern an t, M ito y religión en lu G re d a a n tig u a (Irad . esp., B arcelo n a, 1991); K. D o w d en , T he Use o f the G reek M yth o lo g y (I.o m lres-N u ev a Y ork, 1992);T . (ia n tz , b u rly Greek M yth. A C u i d e to L itera ry a n d A rtistic Sources {Ball i m o re -L a n d ros, 1993); M. (iie b el, D us G eh eim n is d er M ysterien (M ú n ich , 1993); P. Diez d e V elasco, In tro d u cció n a la H istoria d e las R eligiones (M a d rid , 1995); Ídem , Los cantillos de la m uerte. R eligión, m ito e Im ágenes d el p a so al m á s allá en la Grecia a n tig u a (M a d rid , 1995); ídem» le n g u a je s de la Religión. M itos, sím bolos e im ágenes d e la Grecia a n tig u a ( M a d rid , 1998; j. C . B erm ejo, Los orígenes d e la m itología griega (M a d rid , 1996); I. A g h io n , C. B a rb illo n y 1·. L issarrague, Héroes y dioses d é l a A n tig ü ed a d , (¡ufa iconográfica (tra d , esp., M a d rid , A lianza E dil., 1997); li. M. M o o rm an y YV. U ilterh o ev e, D e A cteó n a /.eu s (tra d , esp ., M a d rid , 1997); Al. D etien n e, A pollon le couteau ¿ita m a in (P arís, 1998); Ll. D uch, M ito, interpretación y cu ltu ra (B arcelo n a, 1998); C. ( ¡areía C u a l, D iccionario de m itos (B arcelo n a, 1998), y M. k ic h ir . La N aissance des d ie u x (P a rís, 1998). 75. Cf. M. L. YVest, Hesiod: T heogony, O x fo rd , 1966; G r. A rrig h e tti(e d .), Lsiodo. L ettu re critiche, M ilán , 1975; A. P érez Ji m én ez y A. M a rlin e / D iez (in tn u l., tra d , y n o ta s), Hesíodo: Obras y fra g m en to s, M a d rid , 1978.
N O I AS
263
76. <'f. M. D é tie n n e , Los m a estro s d e verd a d e n la G recia a n tig u a , tra d , c sp ., M a d rid , 1981; H. L lo y d -Jo n es, T h e Justice o f /e a s , B e rk e le y -L o n d res, 1971; Κ. A. H av elo ck , T h e G reek C oncept o f Justice fr o m Its S h a d o w in H o m er to Its S u b sta n c e in Plato,
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N O TAS
85. Kn «l.o m ythe h ésin d iq u e d es races. Kssai d 'an a ly se stru ctu rale» , en M yth e et pensée chez les G ra s, 1, Paris, 1965, pp. 13-79. M . Tocios estos relato s m íticos se engloban en los m itos d e cosm o g o nía q u e so n , en m u c h a s m itologías, fu n d am en tales y etiológicos. Véase con u n a b u e n a p erspectiva y bibliografía el libro d e K. M a r co Sim ón Ilhnl T sm p tts. M ito y cosm ogonía en el m u n d o antiguo (Z aragoza, 1988). S obre lo característico d e la concepción griega, es in teresan te el b rev e estu d io de VV. K. C. G u th rie, In (he b eg in ning, N ueva Y o rk , 1955. 87. Sobre I lesío d o y su co n tex to social, reenvío a lo.s estu d io s ya cita d os en la n o ta 29. 88. Cf. VV. K. C. (îu th rie , The Greeks a n d their Goda, cit., pp. 110-112. C h. K. l.ong, The T w elve Gods o f Greece a n d Rome. U*idcn, 1987; M. D étienne, en La vie quotidienne des d ieu x grecs, ya citado, pp. 178 y ss. {Sobre su s lisu ra s , véase K. S im on, Die G otter der Griet'hen, M unich, 1969.) 89. Es tam b ién u n n ú m e ro có m o d o p ara ex p o n er en ro n d a las figuras divinas m ás significativas del p an teó n , d e n tro de una convención qu e p o d ría m atizarse m u ch o según tiem p o s y higa res. P ara el re su m en acerca de lo s d ato s m ás notables d e cada una d e esas figu ras, m e ban sid o m u y útiles lo.s libros d e W . B urkert, Greek Reli g io n A rchaic a n d classical, trad , cit., pp. 119 y ss.; y tie K. M uth, kin filh ru n g in die griechischc u n d rôm ischc Religion, cit., pp. 72 y ss., con sus n o tas y bibliografía. 90. Kl ya c lá sic o tr a b a j o d e A. \\. C o o k , Z eu s, A S tu d y in A n c ie n t Religion, 3 vols. C a m b rid g e , 1 914,1925,1940, es im p re sio n a n te p o r la abu n d an ci.i d e d ato s reunidos, pero de difícil m anejo. Una b u e n a p u esta al d ía y co n excelente o rd e n a c ió n es el a rtíc u lo de H . Schvvabl en f t ü 10 A ( 1972), con su s su p le m e n to s p o ste rio res /i£ X \'(1 9 7 K ),c o ls . H - l l - H H U y f t^ X V íW - M ll.c o n el com ple m en to p ara la iconografía de K. Sim on, ibid., cols. 1411- 1441. Mas breve, pero bien o rd e n a d o y claro, es el resum en d e D. W achsm uth en Oi'r K i t w P auly (1975), pp. lSUi-1324. Sobre /-eux en los tex to s m icénicos, cf. J. S ch in d ler y St. H iller en lie ΛΤ, c. 999-1009. 91. Cf. II. l.loyd-Jones, The Justice o f Zeus, ya citado, en sus p rim eros capítu lo s, especialm ente. 92. Cf. W. B urkert, o ,c., pp. 125-131. 93. Cf. W . jaeger, T h e Theology o f the iiarly Greek Philosophers, O x fo rd , 1947, esp . c ap . VII (so b re H eniclito). (H ay trad , esp., M a d rid , KCli, 1977.) 94. Cl. \ \ . P olschcr, I Jera. I:ine Strukturanalyse ini Vergleich m it A t hena, D arm stad t, 1987.
NOMS
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93. V éase J. (J. Bermejo» « /e u s , H era y cl m a trim o n io sagrado», en Q uaderni tit storia, 30, jul.-dic. 1989, pp. 133-156, excelente y s u gestivo análisis d e los tra /o s m ás característico s de ia diosa, en su papel d eesp o sa y señ o ra de la casa. (Cf. tam bién M. D étienne, I. Vcrit ure d ’Orphée, Paris, 1989, pp. 2 9 y ss. I lay trad, esp., Barcelona, P eninsula, 1990.) 96. CI. l \ S ch ach crm cy r, Poseidon m id die E ntstehung tier grieehisehen GOtterglaabens, S al/burgo, 1950, y cl art. de H. W ust, «Poscid o n » , on 22 (1953), cols. 446-558. 97. VV. H urkert, o.c., pp. 72 yss., K. M tiili, o.c., pp. 82 yss. (con n o ta s ). 98. Cf. M. D etienne y J. P. V ernant, en Las artim añas de la inteligen via, ya citad o , cap. 7, y N. R obertson» « P o seid o n ’s Festival at the W in ter Solstice» en C7. C/wirt., N*S. 34 ( 1984), pp. 1- 16. 99. C. H. H e rin g to n , A th en a Parthenos u n d A th e n a Polias, Londres, 1975, y VV. Potscher» «Athena», en G y m n a siu m 70 ( 1963), pp. 394■118 y 527*544. 100. S o b re este m o tiv o m ítico , en la lite ra tu r a y en cl arte, conviene a ñ a d ir a la b ib lio g rafía h a b itu a l el v o lu m e n colectivo Coloquio sobre el p u te a l de la M o n c h a , e d ita d o p o r K. O írnos (M adrid» 1986), <|ne recoge u n a serie d e tra b a jo s de m itología e iconogra /Va n o tab lem en te precisos. 101. C f.N . Loraux, l.cs ¡Infants d'A th én a (P arís, 1981). 102. S obre la .significación d e A tenea so n m uy atractiv as las páginas q u e 1c d ed ica VV. O tto en Los dioses de Grecia, ya citado, pp. 33* 48. 103. K. Kerényi, Apo/fon, Z urich, 1933 (2 ,“ cd.)¡ l:. Uom cr, «G edanken u b er die C¡estait des A pollon u n d d ie ü csch ich le d er griechischen l;ró in m ¡g k cit» ,en A thenaem -W (1 9 6 5 ),pp. 275-303, y W . Burkeri « A pdlai ttnd A pollon», JÍ/íjVÍ. 1 18(1975), pp. 1 21. 104. J. P o n ten ro se, Python: a S tu d y o f D elphic M yth an d its Origins, Berkeley, 1959. 105. W. O lio , o.c., p. 63. C itT lo e stju e , f r e n le a e s te A polo d e claridad y p u re /,i, hay tam b ién o tro asp e c to m en o s n o to rio d e un Apolo v en g ativ o y sa n g u in a rio , co m o n o s ha re c o rd a d o M. D etienne. La co n tra p o sic ió n e n tre A polo y D io n iso es m ás com pleja de lo tju e a p rim e ra vista p arece. Cf. M. D étienne» ¡.'écritured V rp h ée, cit.. pp. U ó y s s . 106. K. K oenn, A rtem is: G estaltw andei einer G dttin, Z urich, 1946. !. Chirasxi, M il/ e cu lti arcaici d i A rte m is ncl Peloponneso r nelta Grecia Centrale, Kom a, 1964. 107. S obre esto s rito s véase K. D ow den, Death a m i the M aiden. Girls' Initia tio n in Greek M ythology, L on d res N ueva York, 1989.
Κί ITAS
108. Cf. P. F rie d rich , T h e M ea n in g o f A phrodite, C hicago, 1975; J. R udliard t, l e róledT.ros el d 'A p h ro d ite da n s les cosm ogonies grecques, Paris, i m 109. Cf. F.. S im o n , D ie ü e b u r t d e r A phrodite, M u n ic h , 1957. 110. P ara hi d istin ció n e n tre lo s e fe c lo s d e A frodita y d e Kros, véase m i in tro d u c c ió n a ta tra d u c c ió n del iia n q u e te d e P lató n , p o r F. (Gar cía R u m o ro (M a d rid , A lianza Edit.» I W ) , y la b ib lio g rafía allí a p u n ta d a . I U . <ΐ. D u m ézil, en M ito y epopeya, I, tra d , esp ., B arcelona, 1977, p p . 554 y ss. Kl m o tiv o tie la elección do P aris está m u y re p re se n ta d o e n el arto g rieg o d e sd é p ro n to : J. R aab, 7.u d en l)a rstellu n g cn des P arisurteils in d er gnech ischen K uns(l 1972, 112. B. H eitsch , A p h ro d iteh ym n os, A en ea s u n d H om er, 1965; I). I). Boed ek er, A p h ro d ite ’s E n try in to Greek tipie, 1974. 113. Cf. M. D etien n e, Los ja rd in e s d e A donis, tra d , esp., M a d rid , 1983. 114. Cf. W . S ch ad ew a ld t, Safo, M u n d o , poesía, existen cia en el am or, iru d .o sp ., B u en o s A ires, 1973. 115. K. K erényi, H erm es d e r Seelenführer, Z ú ric h , 1944; N. O. B row n, H erm es th e Thief, N u ev a Y ork, 1947; P. /a n k e r , W andel d e r Herm esgestalt in d er attiselten V asenm alerei, B onn, 1965; L. K ahn, H errá is pusse o u /es de la am u m m ieu fto u , P aris, 1978. 116. Cf. W . F au th , en D erK leine P aùly ( 1964) l, pp. 526-529; W . Potsch er, «Ares», G ym n a siu m , 66 (1959), p p . 5-14. 117. N. I,oraux, «l.e c o rp s v u ln érab le d ’A res», en la revista l e tem ps de la réflexion, V 11 ( 1986), pp. 335-354. 118. M . D elco u rt, H ép h a isto s o u la légende d u m agicien, P aris, 1957; M. D etien n e y J. P. V erniini,**,en/.(j5
NOTAS
124.
125. 126. 127. 128. 129. 130. 131. 132. 133. 134. 135. 136. 137.
267
R o m a, 1970; M. D étien n e, l a m u erte de Dioniso, M adrid» 1982, y D ionysos a ciel ouvert, P aris, 1986 (tr;id. esp ., B arcelona, 1986). Cf. C h. Segal, D ionysiae Poetics a n d Euripides'H acchae, P rinceton, 1982; ). P. V ern an t, en M ito y tragedia. II, tra d , esp., M a d rid , 1990, y E. C o c h e d e la Perte, « P enthée et D ionysos» en R B locM ed.), Re cherches su r les religions d e l'A n tiq u ité classique, G in e b ra , 1980, p p . 105*257. (P o r c ita r sólo tres trab ajo s recien tes y valiosos; p ara los an te rio re s, cf. m i en say o «Ponteo, el c aza d o r cazado o las a m b i g ü e d a d e s d e D io n iso » , en M itos, viajes, héroes, M a d rid , 1981, pp. 151-176.) Cf. M. D etien n e, La vie q u o tid ien n e des d ie u x grees, pp. 253 y ss., acerca d e lo s im p u lso s eró tico s y el falo dionisíaco, W . K .C .G u th ric , The Greeks a n d th eir Gods, cit. Λ. Brclich, Gli ero igreci, cit. C f .( ir a f ,o .c .,p p . H )9yss. Política, 1332b. Cf. A pologia, 28b y ss. O. R ank, D erG eb u rt des H elden, 1909. May tra d , esp.; t i m ito del n a cim ien to d el héroe, B arcelona, P aidós, I9 9 2 \ Cí. Poética, 1453a 20. W. N’eslle, V om M yth o s z u m Logos, í 940. P. V eync, Les Grecs, o n t-ils cru à ses m ythes?, cil. M oraiia 360A K. K. R u th v en , M yth , Ix m dres, 1976, p. 6. C iceró n , S ó b rela n a tu ra leza de los dioses, lib ro II, 24-25.
138. Ibiil, 11,26. 139. Cf. Ibid., Il, 26-27, y tam b ién C ice ró n , Sóbrela adivinación, 11,37. 140. Cf. Y. V ern iere, «L‘E m p e rc u r Julien el l'exégèse d e s m ythes», en Problèm es d u m y th e et d e son interpretation, P arís, 1978.
141. EfJMofogftJS, V III, 11,1-5. 142. 143. 144. 145. 146.
Ib id ., V IH , 11,30-33. Ib id .,V III, 11,37-41. J. Seznec, Los dioses de la A ntigüedad..., cit. I·’. /esi, M ita , (rad . esp ., B arcelona, L abor, 1976. J. B u rck h ard t, La civilización del R en a cim ien to en Italia, p a rte III, cap . 10. C ito p o r la tra d u c c ió n d e P.dit. L osada (B u en o s A ires, 1944). E xisten v arias trad u c c io n e s p o ste rio res m ás accesibles. 147. Cf. De p a rtu Virginis d e S annazaro y la H ypnerotom achia PoUphilL 148. V., W in d , Los m isterios paganos del R enacim iento, Irad. esp., M a d rid , A lianza UcUt., 1998, p. 37. 149. A. H o ller,F .lh o m b red elR en a cim ien to ,lrA í\.esp .,B arcelo n a, 1980, p .6 3 .
268
NO TAS
150. W ind,O.C.,pp.31-32. 151. 152. 153. 154. 155. 156. 157. 158. 159.
Id., ibid., p. 32. I d „ ib id .,p ,M , Seznec, Los dioses de la Antigüedad..., cit., p. 87. Id., ibid., p. 88. (X id., ibid., p. lOOyss. O ', id., ibid., pp. 219-221. Id., ib id .,pp. 179-181. Id., ibid., p. 262. R ecien tem en te reed itad » en español·. Y. M ax M üller, Miroiogfo com parada, Barcelona, 19% . 160. M. M eslin, Pour une scietue des religions, Paris, 1973. 161. V. M ax M üller, Origen y fu n c iin de la religión, trad, esp., M adrid, 1880. 162. M. F oucault, le s M ots elles cluses ( 1960). 163. La o b ra tue trad u cid a al español en la colección l.a España M oder na, S.Í. 164. A cerca d e ella p u ed e v erse cl am p lio y ex celen te a rtíc u lo d e Ri c h a rd M. D o rso » titu la d o «The Eclipse o í S olar M ithology», en T. A. S ebeok («I»), M yth; a bytnposiuin, In d ia n a , 1958, pp. 25· 63. 165. La v ersió n q u e resu m ió el p ro p io F razer está tra d u c id a al c aste llan o (La ra m a dorada, M a d rid , F Œ , 1991u ), O tra s o b ra s de Frazer son: T ó tem a n d lixoganiy (4 vols., 1910), Folk-Lore in the Old T esta m en t (3 vols., 1918) y 77ft' W orship o f N ature, tie 1926. P ara \m acercam ien to a su sim pática lis u ra y a su o b ra ex cep c io nal, re co m en d am o s el lib ro de R. A. I to w n ie fa m es Georges Fraze r (L o n d re s, 1940) y el cap ítu lo que l í d e d ic a n A. K ard in er y H. P reble en su In tro d u c tio n à l'ethnologie (tra d , fran c ., P aris, 1961). 1 6 6 .1. 1\ V e rn an l, «R aisons d u mythe»» en M yth e et société en Grèce ancienne, c it.,p p . 165-250. 167. Id., ibid., pp. 226-227. 168. J, de V ries» I'orsclnmgsgeschicHe der M ythologie, cit. 169. Id., ibid., p. 294. A p esar de sus observaciones, De Vries prefiere luego aten erse a la división p or siglos en su estu d io d e los trabajos so b re m itología. 170. Para la m ención d e los siguientes títu lo s m e ha sido útil el artículo de M. Eliade, «L 'histoire des religions de 1912 á nos jours», re c o gido en Lu nostalgie des origines, cit., pp. 36-78. Es un estu d io m uy su g eren tc so b re la época q u e recom iendo a quien se interese por am p liar estas b rev es n otas.
NOTAS
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171. S ó b re la influ en cia del im p o n e n te lib ro de F razer, p u ed en verse los estu d io s d e R. A. Downie, Prazcr a n d the Golden Η ο ιιφ , Lon d res, 1970, y J. V i d o y , T he L iterary Im pact o f «the Gohle/r Hough», P rin ceto n , 1973 (V ickery había publicado ya en el volu m en colectivo M yth and S ym bol (Lincoln, 1962]» a cargo d e N. Frye, cl trab ajo titu lad o «The G olden Hoti^h: im pact an d archety pe», pp. 175-1% ). Kl ib r o d e Frazer había com enzado a aparecer en 1890, p ero esta edición en 12 volúm enes se con v irtió p ro n to en la m ás usada y la nid? -ifada. Luego apareció un resum en, cuidado p o r el p ro p io a u to r (v. nota 165 supra ). 172. .Sobre este g ru p o , cf. I . M. T u rn er, T he Greek H eritage in Victorian liritain, Vale l/n iv e rs tv Press, 1981, pp. 121-134. 173. A cerca d e la influencia d e los estu d io s antropológicos de la época so b re los helenistas de C am bridge, cf. Clyde K luckhohn, A uthro· polony a n d th e Classics, Providence, I 9 6 1 ,y e ia r( .d e M. L Finley, « A n tropología y estu d io s clásicos», en su libro Uso y abuso d e là historia, trad , esp., Barcelona, 1977, pp. 156 y ss. 174. J. I*. V ern an t, o.c., p. 227. 175. Ed. cast, tie 1972. El titulo del tom o II d e la Philosophic dersym bolischett Formen es Das inythischc Denken, El pensam iento m U k o, N o vam os a tratar aquí de la teoría d e L. Lt;vi-Bruhl, ya que, a pesar d e la influencia q u e t.ivieron en su m om en to y de la facilidad con q u e se leen, los libros de este p en sad o r y su tesis sobre la m entali d ad «prelógica» d élo s prim itivos no tuvieron gran repercusión só b re la investigación mitológica. Solam ente anotaré que La m entali té p rim itive es tic 1922 y L 'ùm e prim itive de 1927. l a m ythologie p rm u fjv re sd e 1935. 176. A ntropología filosófica. Introducción a una filosofía de la cultura se publicó en 1944 y fue trad u cida al español en 1945. ( Hay reedicio nes po sterio res, la últim a d e 1983 [M adrid, FCEJ.) C ito p o r la ed. d e 1963,pp. 127-128, 177. W . O tto , Los dioses lie Grecia, cit., p. 138 (con algún retoque). N o d eb e co n fu n d irse a W alter F. O tto con R udolf Otto» cuyo brillante lib ro sobro «lu santo» d a ta de 19 17. Díjs H w /ígi (trad , esp., Lo sa n to, M ad rid , A lianza Edil., 1980), estu d io fenom enológico sobre la relación del h o m b re con lo sagrado, «lo num inoso», fue una obra m uy influyem e de esa época. ) 7H. K. K erényi y G. Jun*, k in ftih ru n g in d a s W esen d er M ythologie, 1941. C ito p o r la e d . ran cesa(1 9 6 8 ),p . 15 179. Ibid., pp. 15-1 ft. 180. Der G eburt des Heldcn se pub licó en 1909 (hay trad , esp., HI m ito del n a cim ien to d el héroe, B arcelona, P aitlós, 1992*); b astantes
270
181.
182.
183.
IK4.
N O U S
arto s d e s p u é s p u b lic ó R a n k su e s tu d io D as Vnisom i des ( id m r ís (Irad . esp ., 1:1 tra u m a d el n a c im ie n to , B arcelona, P aid ó s, 1992‘), q u e en a lg u n o s asp ecto s c o m p le ta al a n lc rio r. Kl e s tu d io d e C a m p b e ll, c u y a p rim e ra e d ic ió n es d e 1949 (ira d . esp., 1959), lleva el s u b titu lo , nuiy significativo, d e «P sicoanálisis del m ito » . P re ced ió a su o b r a T h e M a sks o f C o d (4 l., 1959; trad , e s p , , ( M í o s . 4 1., M a d rid , A lianza E dit., 1991-1992), m ás am p lia, d o n d e se h a c e u n e stu d io e n la nitsm a clave d e la m i tología d e to d o el m u n d o . E v id e n te m e n te, n o te n e m o s a q u í esp acio p a ra d e te n e rn o s en un co m e n ta rio d e las o b ra s n n ís im p o rta n te s d e la escuela ju n g ttian a, ni ta m p o c o en refe ren cias m ás am p lias al su g e re n te lib ro d e Duran d . T an sólo ev o cam o s e sto s títu lo s y estos n o m b re s, ab rev iad a m en te, p ara in c ita r al le c to r a am p liar, p re c isa r y c o n tin u a r estas referen cias y a leer su s estu d io s. Las citas p ro ced en d e « Kl m ito e n la psicología p rim itiv a» , recogi d o en M agia, ciencia, religión, trad , esp.» B arcelona, 1974, p p . 122 y 123. W. M a lin o w sk i,o .c .,p . 124.
185. Cl. R. lo w ie , I listorie d e I'eihnologie classique (1937), trad , franc., P aris, 1971, p p . 13 y ss. A. K a rd in c r y E. P reble, In tro d u ctio n <) l'ethnologie ( 1961 ), Irad. fran c ., 1966, pp. 219-258. Y s ó b re la «an tro p o lo g ía social», cf. í.u cy M a ir, Intro d u cció n a la antropología sacial( 1965), trad , esp ., M a d rid , 1970. 186. M. P. N ilsso n , G riechische T este von religiôser licdeututtg, 1906. 187. 1. P. V o rn a n t,o .c 0 p. 232. 188. En el lib ro d e C. S. L ittleto n , T he N ew C om parative M ythology. A n anthropological assessm ent o f th e theories o f G. D um ézil, Berkeley, 1966, hay un b u en e s tu d io c rític o so b re la o b ra d e D um ézil, así c o m o u n a larga n o ta q u e recoge sus n u m ero so s trabajos. En la m is m a perspectiva p u ed e verse tam b ién el m ds reciente M yth in Indo· E uropean A n tiq u ity , a c a rg o d e J. L arson, Berkeley, 1971. Los dos estu d io s p rim e ro s d e D u m ézil so n Le festin d'im m ortalité; étu d e de m ythologie com parée in d o eu ropéenne y Le crim e des Lenntivnnes: rites et legendes d u m o n d e étféen, a m b o s d e 1924. M itra -V a ru n a es de 1940, Jupiter M ars-Q uirinus d e 19 4 1, Les d ieu x des indoeuropéens do 1952 (h ay tra d , esp ., Los dioses d e los indoeuropeos, B arcelona, 1971 ), L'idéologie tripartite d es indoeuropéens, d e 1958, La religion ro m aine a rc h a kq u e, d e 1966, H eu r et m alheur d u guerrier, d e 1969, y los tres to m o s d e M yth e et épopée (q u e recogen algunos trabajos a n te rio re s) d e 1968*1973 (tra d , esp., M ito y épùpeya, B arcelona, 1977). Cf. el e stu d io ya cit. d e |. P. V ern an t, pp. 252-247.
M IT A *
271
líeos d e la t eo ría d e D um ézil p u ed en verse en el excelente libro de I \ V ian , L es origin»·* d e Thebes, P arís, 1963. P o r lo d e m á s ese e s q u e m a tr ip a rtito d t' la so ciedad ha d ejad o escasos resto s en la mi* to lo g ía g rie g a (en c o n tra ste co n la india» la ro m a n a , la g e rm an a, etcétera). 189. Cf. J. d e V r ies, o.c., p p. 200 y ss. 190. M, M cslin, ¡}o u r u n e science des religions, c it., pp. 156-169. 191. C f., p o r e je m p lo , Y. S im o n is, (A n u d e l.évis-S tra u ss o l a pasión d e l in c e sto » ( ] 968), tra d , e sp ., B arcelona, 1969; H, K em o lti, LéviStrauss. E stru c tu ra e h isto ria ( 1971 ), tra d , esp.» B arcelona, 1972; K. L each, /.éri-Sím us.·: (1 9 7 0 ), tra d , e s p ., B a rcelo n a, 1974; Μ. iM arc-L ip ian sk i. ¡.e str u c tu ra lis m e de L évi-Strauss, P aris, 1973; J. R u b io C a ri aced o , L évi-Strauss, listructuralistno y ciencias h u m a n a s, M a d rid , 1976. M uy in te re s a n te es el v o lu m e n colectivo C la u d e L évi-S tra u ss, a c a rg o tie R. B ello u r y C . C lé m e n t, P aris, 1979. 192. Las fechas son las d e las ed icio n es o riginales, a u n q u e doy los titu los d e lo s li b ro s en castellano, al q u e están trad u cid o s. 193. Cf. P. R ico cu r, Le co n flit des interprétations. Essais d ’herm éneutique, P aris, 1969, p p .3 7 y s s . 194. G. S. K irk, U lm ito ,c\l. 195. ). P. V ern a M, o. c., pp. 240 y ss. 196. R eseñé e s te lib ro en C u a dernos de lu b lo g /a chistea, V, M a d rid , 1973, p p , 431 -438. T am b ié n m e ex tien d o algo m ás so b re estos e s tu d io s en m i a rtic u lo « In te rp re ta c io n e s a c tu ales de la m ito lo g ía an tig u a» , e n C u a d ern o s H ispanoam ericanos, 313, M a d rid , ju lio 1976, pp. 123-140. 197. K irk ,o .c .,p .2 1 . 198. Cf. los e s tu d io s d e J. P. V e rn a n t, M. D etienne, P. S m ith, J. Pouillon y A. G re e n en Le tem p s d e la réflexion, 1980, q u e in cid en en este p u n to d e s d e d iferen tes perspectivas críticas. 199. Un aq u e lla s c u ltu ra s d o n d e los m ito s se n o s ofrecen en el m arco de u n a lite ra tu r a e sc rita , c ab e, a d e m á s del e s tu d io sin c ró n ic o de su sig n ific a d o , u n e s tu d io d ia c ró n ic o d e los m ito s. C o m o ejem plos d e e s te tip o d e e stu d io s p o d ría se ñ alar m is lib ro s Prometeo: m ito y tragedia y M ifos, viajes, héroes, ya c itad o s. S obre esto ya tra ta m o s en c a p ítu lo s an terio res.
índice
Λ m o d o d e p r ó l o g o ......................... .................................. ..................
I.
II.
7
P l-I Ï N I O J O N h S
1.
P ro p u e s ta d e d e f in ic ió n d e l té r m in o m i t o ................
11
2.
La tr a d ic ió n m ito ló g ic a . C ó m o fu e e n G r e c i a ..........
29
F ig u r a s y m o t iv o s
1.
M ito lo g ía y tr a d ic ió n p o é t i c a .........................................
*15
2.
M ito lo g ía c o m o s is te m a y c o n g l o m e r a d o ................
57
3.
L a fam ilia o l í m p i c a .............................................................
66
4.
La T eogcnía: e s q u e m a g e n e ra l y te m a s p rin c ip a le s
72
5.
6
El m ito d e P r o m e te o ...........................................................
82
7.
lx)S d o c e d i o s e s .....................................................................
96
8.
D iv in id a d e s m e n o r e s .........................................................
137
9.
L os h é ro e s g r i e g o s ...............................................................
142
10. H é r o e s m á s f a m o s o s ...........................................................
149
. El mito de las edades ...............................................
273
92
274 111.
ÍNOU'.f
In
î u k p r f .t a c i o n k s
1. I n t e r p r e t a c i o n e s d e lo s m ito s : el a le g o r is m o y el e v e m e r is m o ...........................................................................
165
1.a m ito lo g ía c lá s ic a c n c l R e n a c im ie n to ......................
182
3.
La m ito lo g ía c o m p a r a d a , e n su s c o m ie n z o s ...............
201
4.
La in te rp re ta c ió ru U * lo s m ito s e n el sig lo x x ..............
218
ΛΡΓΛ'ΟΚΧ Algunos textos para una reflexión.........................
241
N o ta s
253
2.