CONSIDERACIONES SOBRE EL VÍNCULO Y LA EMPATÍA EN PSICOTERAPIA: CARACTERÍSTICAS DE LAS RESPUESTAS EMPÁTICAS Ps. Alejandro Boric P. y Ps. Mario Pacheco L.
I.- CARACTERÍSTICAS DEL VÍNCULO TERAPÉUTICO EN UNA TERAPIA EXITOSA, SEGÚN L. GREENBERG. Hasta la década de los ’90, la alianza (relación) terapéutica –excepto en el trabajo de Carl Rogers– fue considerada como un factor “no específico” en la efectividad de la terapia. Sin embargo, las investigaciones acerca de la eficacia de la terapia (Duncan, Miller y Hubble, 1998) mostraron que el 30% de los resultados de la psicoterapia es atribuible a los factores de la relación terapéutica. Greenberg et al. (1996) - siguiendo la concepción de C. Rogers quien señaló a la alianza como el factor determinante de la terapia - la eficacia de una relación terapéutica obedece a 3 factores o características: armonía empática con la experiencia inmediata del cliente, un vínculo genuino de aprecio y aceptación del cliente, y la colaboración del cliente en el tratamiento. Greenberg et al. (1996) definen estas características del siguiente modo:
1.- ARMONÍA EMPÁTICA: «El terapeuta intenta continuamente tomar contacto y mantener una comprensión auténtica de la experiencia interna o marco de referencia del cliente» (p. 131). Rogers definió este concepto del siguiente modo: «… ser empático es percibir el marco de referencia interno del otro con exactitud y con los componentes emocionales y de significado… como si uno fuera la persona, pero sin perder jamás la condición de “como si”.» (Greenber et al., 1996, p. 131). Greenberg et al. (1996) describen el rol del terapeuta en la siguiente forma: «El terapeuta entra en el marco de referencia del cliente, intenta ver el mundo desde la perspectiva subjetiva de éste, escucha desde el interior como si fuera el cliente y sigue la pista de su experiencia subjetiva, momento a momento, a medida que se va desarrollando. Esto es diferente a ocupar una posición ventajosa del experto o una posición externa realista. No se toma el mensaje del cliente como algo a evaluar según su verdad, pertinencia o psicopatología como ocurre con frecuencia en los modelos de interpretación de patrones, de impulsos o defensas, o de reto de las creencias irracionales[…] En la armonía empática se intenta responder a la percepción de la realidad del cliente en ese momento, frente a la propia opinión “objetiva” o externa de lo que es real. En lugar de estar de acuerdo o en desacuerdo, el terapeuta trata simplemente de sentir la experiencia del cliente. Recibe y “saborea” las intenciones, sentimientos y percepciones del cliente, desarrollando una sensación de cómo es “ser el cliente” en ese momento. Al mismo tiempo, conserva un sentido de si mismo, frente a sentirse abrumado o “fusuionado” con la experiencia del cliente.» (p. 131-132)
2.- VÍNCULO EMPÁTICO: COMUNICAR EMPATÍA EN UNA RELACIÓN AUTÉNTICA DE APRECIO : Para Rogers era fundamental que el terapeuta comunicara empatía y consideración positiva al cliente. Greenberg et al. (1996) han definido estos ingredientes del siguiente modo:
Empatía: La empatía necesita ser comunicada, de modo que los clientes esa empatía como un mensaje de la relación de apoyo que indica que el terapeuta está del lado de ellos. (Ver más abajo “Respuesta empática”).
Aprecio: «El terapeuta aprecia al cliente valorándolo y honrándolo tal como es ahora, porque es un ser humano, no simplemente porque sea divertido, trabajador o sienta dolor. Cada persona es única e interesante, es alguien en cuyo mundo se tiene el privilegio de entrar durante un tiempo.» (p. 134) Esta actitud de aprecio tiene como subordinados la aceptación y el afecto. Rogers ha definido la aceptación como «una actitud de interés, congruencia auténtica y no crítica, y a la tolerancia hacia todos los aspectos del cliente» (Greenberg et al., 1996, p. 134). El afecto o calidez son estados que puede experimentar a veces el
terapeuta en la relación terapéutica; «en determinados momentos, el terapeuta experimenta una sensación activa e inmediata de cariño, aprecio, de sentirse privilegiado y de valorar al cliente en un momento dado. La calidez también supone desear lo mejor para el cliente, o valorarlo, o desearle lo mejor, pero sin sentirse responsable de “fijar” cómo es el cliente.» (Greenberg et al., 1996, p. 135)
Autenticidad: Greenberg et al. (1996) se refieren a este concepto del siguiente modo: «la relación terapéutica se concibe como una relación real y humana en la que el terapeuta evita desempeñar roles o esconderse detrás del “rol del experto”. Semejante relación auténtica entre cliente y terapeuta puede, a veces, ser experimentada como “arriesgada” por ambas partes. Sin embargo el terapeuta modela y alienta con autenticidad la apertura y la aceptación del del riesgo del cliente y le ayuda a acabar con la sensación de aislamiento. La condición de autenticidad tiene un impacto directo en si misma, pero en un sentido muy real, hace que las otras dos condiciones sean efectivas. Sin la autenticidad, la empatía y el aprecio comunicados se percibirían como manipulaciones falsas o incluso peligrosas. […] Por otro lado, se asume de forma errónea que el concepto de autenticidad significa arrojar cualquier cosa que está en la mente, a menudo de forma inapropiada, cargando al cliente con tener que ocuparse de las reacciones del terapeuta. Así, no estamos recomendando la apertura impulsiva del terapeuta, ni la “autorrevelación ilícita”, sino que estamos sugiriendo autenticidad facilitadora. Esta es una forma de disciplinada espontaneidad, basada en la autoconciencia precisa del terapeuta de sus más profundos niveles de experiencia y compartida de manera facilitadora en momentos terapéuticamente oportunos.» (p. 163)
3.- FACILITACIÓN DE LA IMPLICACIÓN MUTUA EN LOS OBJETIVOS Y TAREAS DE LA TERAPIA : Greenberg et. al (1996), se refieren a este aspecto como la aceptación del terapeuta de los objetivos del cliente para el tratamiento, sin imponerle los suyos. Aunque el objetivo general de la terapia experiencial es la tarea de experimentar y explorar los sentimientos, y la mayoría de los clientes están de acuerdo, puede ocurrir que los clientes no compartan ese objetivo porque «se encuentren incapaces y necesitados que una autoridad enérgica les guíe para proporcionarles consejos, autocomorensión y apoyo, o porque buscan intervenciones conductuales específicas» (Greenberg et al., 1996, p. 138) y el terapeuta debiera aceptar los objetivos de ese clientes si desea contribuir al factor curativo de la alianza terapéutica. (Ver más abajo “Metas de la terapia”)
II.- LA COMUNICACIÓN DE LA EMPATÍA: INTERVENCIONES Y RESPUESTAS EMPÁTICAS. Se revisan las propuestas de C. Rogers y L. Greenberg sobre las formas concretas de comunicar la empatía a los clientes. Esto se complementa con los aportes de DeJong y Berg sobre pautas que facilitan la empatía y colaboración del terapeuta hacia el cliente y los aportes de otras investigaciones sobre factores de eficacia que favorecen la alianza terapéutica.
A. ROGERS Y LAS 3 MODALIDADES DEL REFLEJO EMPÁTICO: Rogers describió 3 formas verbales para comunicar la empatía al cliente, las cuales son 3 variedades de lo que él llamó el Reflejo, y que constituyó su técnica básica de intervención (Rogers y Kinget, 1971):
1.- LA REITERACIÓN: esta forma se dirige al contenido manifiesto de la comunicación. Es breve, y consiste en resumir o poner de manifiesto un elemento importante de lo dicho por el cliente, o simplemente reproducir las últimas palabras para facilitar la continuación del relato. Se emplea sobre todo cuando la actividad del cliente es descriptiva, con poco contenido emocional, sin mayores significados implícitos. Esta modalidad prepara el terreno para una toma de conciencia cada vez mayor, ya que tiende a establecer un clima de seguridad que favorece la disminución de las barreras defensivas, y la ampliación del campo de la percepción. Sirve para establecer una atmósfera de acogida y relajación, necesaria para activar las fuerzas de crecimiento y autonomía del cliente. Suele formularse según las mismas palabras del cliente, y su valor específico parece ser de tipo afectivo: el cliente se siente acompañado, no observado por el terapeuta, y esto le da la tranquilidad y seguridad para adoptar su papel de un modo espontáneo. Es la respuesta privilegiada del rogeriano, ya que representa la expresión más pura de los principios de empatía y de consideración positiva incondicional que fundamentan esta terapia.
2.- EL REFLEJO DEL SENTIMIENTO : Esta modalidad trata de sacar a la luz la intención, la actitud o el sentimiento inherentes a las palabras del cliente, proponiéndolos sin imponérselos. Consiste en iluminar el “fondo” de la comunicación con el fin de permitir al sujeto que se dé cuenta de si hay en él elementos susceptibles de integrarse en la “figura”, para modificarla o realzarla. Se trata de poner de manifiesto el significado personal emocional de las palabras del cliente, lo cual confirma la comprensión y aceptación del sentimiento inherente a las palabras. Esto forma una especie de “trampolín” desde el cual el cliente puede lanzarse de modo natural a una explicación más completa, o introducirse en asuntos más profundos. A partir del momento en que el terapeuta se muestra capaz de captar el sentimiento vivido, aunque no expresado de modo manifiesto, la relación y el proceso toman un giro más constructivo.
3.- LA ELUCIDACIÓN: Esta forma trata de poner de manifiesto sentimientos y actitudes que no se derivan directamente de las palabras del sujeto, sino que pueden deducirse razonablemente (por vía lógica, no hipotética) de la comunicación o de su contexto. Es una deducción, que se caracteriza por una cierta agudeza intelectual que no tienen las otras variedades del reflejo, y que suele suscitar un interés más vivo en el cliente porque le parece más activo, más sustancial e indicativo de la competencia del terapeuta. La consecuencia es que puede fomentar la tendencia a la dependencia del cliente. Por el hecho de acercarse a la interpretación, es un tipo de respuesta más susceptible de contener elementos extraños al campo de la percepción, y por tanto de “amenazar” la tendencia autorrealizante (self-help) del cliente. Por esto es útil formular el contenido de esta respuesta de un modo no categórico (“si no me equivoco...” ; “no sé si lo capto correctamente...” ; etc). Puesto que la elucidación se parece bastante a la interpretación, el terapeuta rogeriano evita esta modalidad, ya que no es la mejor manera de consolidar la interacción centrada en el cliente (puede implicar que el terapeuta no se refiera sólo a los puntos de vista del cliente, sino al significado que tales puntos de vista pudieran tener para el terapeuta).
B. LAS INTERVENCIONES EMPÁTICAS, SEGÚN GREENBERG: En su libro Facilitando el cambio emocional (Greenberg et al., 1996), Leslie Greenberg plantea de un modo más abarcativo y complejo la comunicación de la empatía por parte del terapeuta, agregando nuevos elementos al planteamiento de los 3 tipos de Reflejos Rogerianos. Este autor ordena las intervenciones empáticas en el marco de lo que él denomina Intenciones Vivenciales Esenciales, las cuales se presentan a continuación:
1.- COMPRENSIÓN EMPÁTICA: Son las respuestas del terapeuta que simplemente intentan comunicar la comprensión del mensaje o experiencia inmediata del cliente, y tratan de proporcionar una empatía “sólida”. Sirven para fomentar la relación cliente-terapeuta, para ofrecer aprecio y apoyar al cliente, y subrayar los temas emergentes. Se distinguen dos tipos:
1.1.- El reflejo empático: transmite comprensión y aprecio de una manera óptima cuando se centran en los sentimientos, significados subjetivos y reacciones internas más esenciales o intensos del cliente. El terapeuta no responde sólo a la emoción, sino a toda la experiencia, incluyendo su significado para el cliente. Esta respuesta es difícil de dominar, y requiere cuidadosa armonía con la naturaleza, calidad e intensidad de la siempre cambiante experiencia del cliente. Es preciso que el terapeuta use la “selección empática” para identificar lo que va a reflejar, basándose en una sensación intuitiva de los aspectos “nucleares” o más intensos del mensaje del cliente.
1.2.- Respuestas de seguimiento : Son pequeños signos de comprensión, conocidos también como “reconocimientos”: ajá; um; ya veo; entiendo; si, de acuerdo; asentimiento con la cabeza y sonrisas. Sirven para comunicar en gran medida la comprensión del terapeuta, permitiendo al cliente continuar y elaborar.
2.- EXPLORACIÓN EMPÁTICA: Es facilitadora de la exploración del cliente dentro de un marco empático. Esta respuesta trata de comunicar comprensión y ayudar al cliente a entrar en su experiencia de un modo más intenso o avanzar hacia los límites difusos o emergentes de su experiencia. Proporciona un nuevo modo de facilitación del cliente, combinando las intenciones de comprensión y exploración, creando una alianza coexploratoria. Se distinguen los siguientes tipos:
2.1.- Reflejos Exploratorios: son las respuestas destinadas a crear una situación co-exploratoria y a guiar o estimular la exploración del cliente, comunicándole su comprensión de un modo tentativo. Se expresan como el propio intento del terapeuta de seguir al cliente, y se centra en los límites, los aspectos difusos o emergentes de la experiencia del cliente:
Reflejos evocativos: Tratan de “destapar” el significado del cliente, con un lenguaje fresco, • vívidas imágenes, maneras expresivas o formas tentativas y exploratorias. Reflejo de apertura de límites : centra el foco de la atención en el límite abierto o “director” de • la experiencia del cliente (el más vivo o intenso de la exposición del cliente), de modo que promueva una exploración posterior. Reflejos orientados al crecimiento : seleccionan el límite de crecimiento del cliente o sus • nuevas posibilidades, y son útiles para centrar al cliente en su trayectoria de desarrollo emergente. 2.2.- Pregunta Exploratoria: alientan la exploración de la experiencia del cliente, y no es una mera recogida de información.
Pregunta sobre la experiencia : indagación acerca de distintos aspectos de la experiencia • presente o pasada del cliente: sentimientos emocionales, percepciones de las situaciones, sensaciones corporales, significados, anhelos o deseos, intenciones. Algunas variaciones son: ¿qué estás experimentando ahora?, ¿de qué te diste cuenta entonces?, ¿cómo se siente eso? Preguntas de colaboración: el terapeuta se para a mitad de una frase y deja un espacio • definido o un límite abierto para ayudar al cliente a rellenarlo o a elaborarlo. Cliente y terapeuta colaboran para construir la frase. • Preguntas de ajuste: buscan la confirmación del terapeuta o la afirmación del cliente y ayudan al terapeuta a mantener la capacidad de respuesta y evitar imponerse al cliente (¿se ajusta eso?, ¿ es así como lo sientes?). Se combinan más frecuentemente con los reflejos exploratorios. 2.3.- Conjetura Empática: el terapeuta “adivina” empáticamente lo que el cliente puede estar sintiendo en ese momento, pero que aún no ha sido expresado en voz alta. Estas respuestas se refieren a la experiencia interior presente (expresada de manera no verbal, o “entre líneas”), y ayudan a captar la experiencia actual del cliente, en vez de interpretar una experiencia no reconocida. Tratan de promover la experiencia del cliente, no de ayudarle a ver algo de manera diferente. Son especulativas, y se hacen de un modo tentativo, una mezcla de reflejo-pregunta, o combinada con una pregunta de ajuste, alentando al cliente a comprobar la conjetura frente a lo que él o ella experimenta.
C.- PAUTAS QUE FACILITAN LA EMPATÍA, SEGÚN DEJONG Y BERG DeJong y Berg (1998), desde el marco de la Terapia Estratégica Breve han descrito otras pautas (complementarias a las anteriores) para el terapeuta que facilitan una actitud de no saber; es decir, el terapeuta no está en una posición de experto por sobre el cliente, sino que está colaborando con el cliente en una relación respetuosa de la realidad de éste. Dichas pautas son las siguientes:
1.- Conducta No Verbal: Los clientes se apoyan en los siguientes comportamientos no verbales de los profesionales para juzgar si son o no escuchados y respetados: • un tono de voz que haga juego con el del cliente • contacto visual • movimientos afirmativos ocasionales con la cabeza que muestran que el profesional está de acuerdo con lo que el cliente dice • expresiones faciales cambiantes en respuesta a lo que el cliente dice • sonrisas en puntos apropiados para demostrar calidez y comprensión • gestos con las manos ocasionales • sentarse cerca de los clientes • uso de una velocidad moderada del habla
• •
inclinarse levemente hacia el cliente para indicar interés y concentración toques ocasionales
2.- Uso de Preguntas Abiertas 3.- Uso del silencio (Es decir, si el cliente guarda silencio, el terapeuta simplemente lo acompaña, también guardando silencio).
4.- Prestar atención a los comportamientos no verbales del cliente , el terapeuta advierte esos comportamientos y decide si se lo menciona o no al cliente.
5.- Autorrevelación del terapeuta : Hay una amplia variación entre el uso que hacen los profesionales de esta técnica. Algunos profesionales muestran sus propios sentimientos y experiencias como una forma de educar y motivar a sus clientes. Otros evitan esta práctica, en la creencia que interfieren con la autodeterminación del cliente y socava la confianza del cliente en si mismo.
6.- Prestar atención a los procesos . El contenido se refiere al mensaje verbal del cliente –la información que entregan respecto a sus problemas y las personas y eventos importantes en su vida. El proceso se refiere a la forma en que el cliente expresa la información –es decir, el afecto o sentimiento que el cliente transmite cuando da la información. Este afecto puede ser revelado, por ejemplo, a través de una postura del cliente (derecho o hundido en la silla), el grado del contacto visual, el tempo de su habla, el uso del silencio, la capacidad de estar concentrado en el tema en cuestión, expresión facial y el tono de la voz.
7.- Elogiar al cliente . Esta es una estrategia muy usada en el Centro de Terapia Familiar de Milwaukee. Esta estrategia no debiera estar motivada por el deseo de ser agradable con los clientes. Por el contrario, debiera estar basada en la realidad, en el sentido que es derivada de lo que el cliente comunica a través de las palabras o su proceso. «Cuando los elogios se introdujeron por primera vez en el Centro de Terapia Familiar Breve (BFTC) en Milwaukee, los elogios eran usados principalmente al término de la entrevista, para dirigir la atención de los clientes a las fortalezas y éxitos pasados que podrían ser útiles en el logro de sus metas. Sin embargo, poco a poco, los profesionales comenzaron a usar el elogio a lo largo de la sesión, debido a que el procedimiento parecía ayudar a los clientes a desarrollar más esperanza y confianza. Como usted probablemente lo descubrirá por si mismo, los elogios durante la sesión además ayudan a descubrir más información respecto a las fortalezas y éxito de los clientes. Si en respuesta al elogio el cliente asiente con la cabeza, eso le dice a usted que él comparte esta percepción. Usted está en una posición de seguir con más preguntas acerca de lo que ha sucedido en la vida del cliente que apoya al elogio.» (DeJong y Berg, 1998) En el CFTB distinguen dos tipos de elogios: El elogio directo, una evaluación positiva o reacción del profesional en respuesta al cliente; y el elogio indirecto, una pregunta que implica algo positivo acerca del cliente. Una forma de elogio indirecto es solicitar más información respecto a un resultado declarado por el cliente
D. POTENCIANDO LA ALIANZA TERAPÉUTICA MÁS ALLÁ DE LA EMPATÍA Además de las cualidades mencionadas más arriba, las investigaciones de eficacia de la psicoterapia, han descrito tres factores que favorecen la alianza terapéutica: (1) Acomodar el tratamiento al nivel de motivación del cliente; (2) Acomodar las intervenciones de tratamiento a las metas del cliente para la terapia; y (3) Acomodar el tratamiento a la forma en que el cliente ve la relación terapéutica.
1.- Nivel de motivación o disposición del cliente para el cambio : Donahey y Miller (2000) citando a Prochaska, describen 6 fases de la motivación para el cambio: «En la primera fase, pre-contemplación, el cliente no ha hecho una conexión entre un problema en su vida y su contribución a su formación o continuación. Debido a esto, no tienen el ánimo de participar o
establecer una alianza con un profesional de ayuda La ayuda a los clientes en pre-contemplación requiere tacto de parte del terapeuta. La meta no es hacer que el cliente haga algo. Por el contrario, la tarea del terapeuta es crear un clima en el cual el cliente pueda considerar, explorar y apreciar los beneficios del cambio La segunda fase del cambio es la contemplación. Los clientes en contemplación son reconocidos por el uso de dos palabras, “Sí, pero.” Con frecuencia esos clientes reconocen que es necesario un cambio. También pueden tener el sentido de una meta e incluso saber qué necesitan hacer para alcanzarla. Pero no están convencidos que el cambio requiere tiempo, esfuerzo y energía. Además, con frecuencia están inseguros o ambivalentes respecto a las pérdidas que podrían tener con algún cambio Acomodarse a los clientes en esta fase requiere paciencia considerable, dada su tendencia a vacilar y ser indecisos. Un enfoque efectivo implica crear un ambiente de apoyo en el cual el cliente pueda considerar cuidadosamente el cambio, sin sentirse presionado o necesitar tomar acciones. En ciertos casos, el terapeuta podría incluso desalentar en forma activa las acciones del cliente y, en cambio, estimular el pensamiento o la observación. La tercera fase es la preparación. En esta fase, el cliente está considerando en forma activa los criterios y estrategias para el éxito. Por primera vez el terapeuta puede asumir un rol más activo respecto a las posibilidades, presentando opciones de tratamiento o estrategias de cambio, y desafiar constructivamente las habilidades del cliente para resolver problemas. Esta fase también está caracterizada por la experimentación del cliente con los cambios deseados –intentando determinar el monto del cambio, advirtiendo cómo se siente y después experimentando los efectos. Los terapeutas deben acomodarse a los clientes cuando estimulan, en lugar de disminuir, el significado de esos tempranos esfuerzos para resolver el problema. Después de la preparación, comienza la fase acción. Los clientes en esta fase presentan una firme intención y un plan para el futuro. En esencia, el terapeuta puede quedarse en suspenso, ofrecer un medido apoyo emocional y ayudar al cliente a monitorear, modificar o afinar su plan de acción. Curiosa y desafortunadamente, puede argüirse que los enfoques terapéuticos más tradicionales están basados en clientes que están en la fase de acción. Aunque la mayoría de aquellos que buscan tratamiento es probable que no estén en esta fase, los clientes son etiquetados de “resistentes”, que presentan “negación”, o son “quejosos que rechazan la ayuda.” Sin embargo, el tratamiento adaptado a la fase del cambio del cliente le permite al terapeuta cambiar la metáfora de la práctica clínica que da énfasis al poder del terapeuta, a una metáfora de colaboración y facilitación. El siguiente movimiento del cliente es la fase de mantención. Como lo implica el nombre, el desafío de esta fase particular es consolidar los cambios que se han efectuado y averiguar lo que se necesita que suceda para mantener las ganancias. Los terapeutas se acomodan al nivel de motivación del cliente al ayudarlos a anticipar los desafíos que podrían provocar regresión o recaídas, y desarrollar planes de prevención. Finalmente, el cliente se dirige a la fase de terminación. Aquí hay “cero tentación de implicarse en el comportamiento problema y hay un ciento por ciento de confianza (autoeficacia) que, independientemente de la situación, uno no empleará los antiguos comportamientos. Definida así, la terminación puede ser más un ideal que una fase alcanzable. Para muchos clientes, la mantención es dónde estarán. Es decir, continúan siendo conscientes de las amenazas posibles a su cambio deseado y monitorean lo que necesitan hacer para mantener el cambio en su lugar.»
2.- Acomodar las intervenciones de tratamiento a las metas del cliente para la terapia El terapeuta debe abstenerse de imponer metas de tratamiento según la teoría o enfoque de terapia a la cual está adscrito. Sin embargo, esas metas de los clientes podrían ser vagas y el terapeuta necesita ayudar al cliente a formularlas. Los investigadores del Centro de Terapia Familiar Breve (FBTC) de Milwaukee han descrito las siguientes características de las metas bien formuladas en la terapia, y describen ciertas pautas para ayudar a su formulación (DeJong y Berg, 1998). 1.2.3.4.-
Tienen que ser importantes para el cliente Necesitan estar definidas en términos interaccionales Deben incluir rasgos de la situación Deben enunciar la presencia de algunos comportamientos deseables en lugar de la ausencia de problemas 5.- Necesitan ser un paso inicial en lugar del resultado final
6.- El cliente debe reconocer un rol para si mismo en la meta 7.- Las metas deben enunciarse en términos concretos, conductuales y mensurables 8.- Las metas deben ser realistas 9.- Las metas deben ser un desafío para el cliente (Ver texto Metas Bien formuladas)
3.- Acomodar el tratamiento a la forma en que el cliente ve la relación terapéutica : Según Donahey y Miller (2000), las relaciones terapéuticas exitosas son aquellas en la cuales la definición de las variables ofrecidas por el terapeuta encajan con la propia experiencia singular de los clientes de esas variables. « Por consiguiente en la práctica, los clínicos tienen una mayor oportunidad de contribuir a los factores de la relación cuando ellos a propósito acomodan su provisión de condiciones centrales a la definición del cliente. Algunos clientes, por ejemplo, preferirán un modo formal o profesional más que uno casual o cálido. Otros podrían preferir más auto-revelación del terapeuta, más directividad, un foco en sus síntomas o un foco en los posibles significados de aquellos, un trabajo terapéutico rápido o uno más lento).» (Donahey y Miller, 2000) Miller y sus colaboradores del Instituto Para el Estudio del Cambio Terapéutico de Chicago, han propuesto que los terapeutas evaluen sesión a sesión cómo percibe el cliente la relación terapéutica, para acomodarse así a la visión del cliente; con este propósito han desarrollado instrumentos de papel y lápiz de fácil aplicación (no más de 5 minutos), que sus pacientes rellenan al término de la sesión. Así, el proceso de la terapia se acomoda a lo que espera el cliente de ella. (Miller, Duncan y Hubble, en prensa)
Referencias DeJong, P. and Berg, I. (1998) Interviewing for Solutions, Pacific Grove, Ca.: Brooks/Cole Publishing, p. 6976 Donahey, K. and Miller, S. (2000) “What Works” in Sex Therapy: A Common Factors Perspective. (www.talkingcure.com) Duncan, B.; Miller, S. and Hubble, M. (1998) "An Uncommonly Common Therapy: Focusing on What Works." In W. Matthews and J. Edgette (Eds.), Current Thinking and Research in Brief Therapy. Solutions, Strategies, Narratives. Vol. 2. New York: Brunner/Mazel, p. 203-235 Greenberg, L.; Rice, L. y Elliot, R. (1996) Facilitando el cambio emocional. Ed. Paidós, Barcelona Miller, S.; Duncan, B. and Hubble, M. (in press) Client-Directed, Outcome-Informed Clinical Work: Directing Attention to “What Works” in Treatment (www.talkingcure.com) Rogers, C. y Kinget, G. M. (1971) Psicoterapia y Relaciones Humanas II. Ed. Alfaguara, Barcelona.