ÍNDICE
I.- PRESENTACIÓN Afiche 2007 Comisión organizadora Convocatoria 2007 Programa 2007 Afiche 2008 Comisión organizadora Convocatoria 2008 Programa 2008 II.- MATRICES CONCEPTUALES DE LA BIOPOLÍTICA Edgardo Castro Susana Murillo Emilio Duharte III.- ECONOMÍA POLÍTICA Y BIOPOLÍTICA Damián Pierbattisti Isabel Cassigoli Carlos Casanova Victoria Haidar IV.- TERRITORIO TERRITORIO Y POBLACIÓN POBL ACIÓN Ana Pratesi Marco Valencia Paula Aguilar José Solís V.- DISPOSITIVOS DISPOSITIVOS EDUCACIONAL ES
Silvia Grinberg Liliana Paredes Maximiliano Maximiliano Burlaille / Gabriela Orlando Juan González VI.- EL ESPECTÁCULO DEL PODER Carlos Ossa Iván Pincheira Víctor Silva / Rodrigo Browne VII.- SOBERANÍA Y EXCEPCIÓN Rodrigo Karmy Federico Galende Juan Pablo Arancibia VII.- BIOPOLÍTICAS DEL SUR Kemy Oyarzún Raúl Rodríguez Ana Grondona Myrna Villegas. Rodrigo Sánchez / Mario Sobarzo IX.IX.- PALABRAS FINALES FINALES:: crític c ríticas, as, poderes y r esist encias Nelly Richard X.- ACERCA DE LOS AUTORES
II.- PRESENTACIÓN Este libro reúne 27 trabajos fruto del Primer y Segundo Coloquio de Biopolítica efectuados en la Universidad ARCIS durante los años 2007 y 2008 1 respectivamente. Todos ellos expresan los distintos modos de interrogar aquella noción de biopolítica o biopoder que Foucault introdujese en Historia de la Sexualidad (1976), (1976) , y lo hacen, no sólo en términos de increpar el régimen de verdad de los saberes, sino también –y –y este sería el plus de este libro- el modo en que esos saberes operan, intervienen y constituyen “la cuestión social”. Una larga historia pasó entre el 2007 y el 2009 2, que brevemente intentaremos rescatar. El año 2007 vino a consolidar una línea de trabajo que en la Universidad ARCIS existe desde hace más de una década. Hemos tenido más de una experiencia trabajando a Michel Foucault y otros autores que tematizan la biopolitica o habitan en sus bordes: Marx, Agamben, Esposito, Negri, Deleuze, Guattari, Rancière, para dar algunos nombres. La visita e interlocución con estudiantes y académicos en esta Universidad de Antonio Negri, el Taller de Teorías Críticas, el Taller 32 Foucault, o el Coloquio “Foucault fuera de sí” durante el año 2005, invocan sin duda, una trayectoria respecto al interés por estos temas que no se condice con la mera “moda” que pare ciera hoy recorrer a la academia nacional. Las discusiones que nacieron en el Taller de Teorías Críticas durante los años 2005 y 2006, y el impulso dado por las escuelas de Filosofía y Sociología, cuajaron en la organización del primer Coloquio Nacional de Biopolítica. Entre los días 28 y 30 del caluroso mes de Noviembre en Santiago y con más de 100 asistentes en promedio por mesa, se presentaron investigaciones (o inicios de ellas), interpretaciones del concepto y su contaminación disciplinaria, análisis de procedimientos gubernamentales, estudios sobre la construcción de ideología, interpretaciones sobre el rol de la subjetividad e interrogaciones sobre el campo de concentración en Chile, entre muchas otras miradas y perspectivas. Fue así, que la sorpresa por el impacto del primero nos encontró preparando el 2º, cuando se dio la oportunidad de realizar un encuentro al que fueron sumándosele algunas otras nacionalidades. Sin duda faltaron muchas, pero la posibilidad de conocer el modo en que se trabajaba el tema en otros países implicó debates constantes sobre el ejercicio del poder, el modo de implementación y el impacto del neoliberalismo, la delimitación de superficies epistemológicas sobre las que instalar investigaciones en biopolítica, etc. El año 2008 200 8 las reuniones en torno a la “biopolítica” se multiplicaron con colegas de la Universidad de Chile (OPECH y Proyecto Domeyko, Sub-Programa de Género) y la Revista De-rotar. Además, cruzaron la cordillera y en un esfuerzo conjunto con distintos centros académicos de Chile y Argentina, llegamos al I Encuentro Latinoamericano y II Coloquio Nacional de Biopolítica: Tecnología y políticas de vida”, que se realizó del 4 al 7 de noviembre, en las Universidades de Chile y ARCIS-, queriendo instalar allí un espacio de diálogo acerca de lo latinoamericano y la biopolítica, explorando esta relación invisibilizada por el pensamiento político metropolitano. Como lo expresaba nuestra convocatoria; dado que en el actual capitalismo mundial integrado, Latinoamérica ocupa un lugar clave en tanto reserva mundial de alimentos, materias primas y biodiversidad; 1
El II Coloquio de Biopolítica del año 2008 se realizó en la Universidad ARCIS y en la Universidad de Chile. 2 Se efectuó durante el año 2009, el Tercer Coloquio Nacional de Biopolítica en las ciudades de Santiago y Valparaíso.
pero también en tanto ella alberga poblaciones con culturas y tradiciones diferentes, así como una persistente historia de mutaciones en el ejercicio del poder y la creación de diversas formas de resistencias. Se constituye, así, en un escenario privilegiado de verificación de lo que los pensadores inaugurales de la biopolítica apenas observaron en Europa. En tal sentido, el supuesto de este Seminario fue que “Latinoamérica” no puede ser captada al margen de la biopolítica ni la biopolítica al margen de “Latinoamérica”. El hecho de que fuera Chile el anfitrión recordaba su carácter de pionero en la implementación del neoliberalismo, el que a la larga terminaría por unificarse con la globalización. Así, el Encuentro servía para pensar el problema de las estrategias de gobernabilidad y su producción de miedo, la utilización de sistemas altamente eficientes para imponer un modelo de capitalización contra las naciones y las estrategias de resistencia de los distintos pueblos. Pero, también permitía debatir sobre la teología política y su vinculación con la vida, el análisis conceptual de la biopolítica, la estética y el espectáculo que conlleva el gobierno de los vivientes, entre otras áreas. Sin embargo, como la potencia en la producción de esa historia le viene dada por su propio acontecimiento, para los editores ha sido fundamental dejar hablar a los documentos. De este modo, este libro parte con los programas y las convocatorias que se hicieron, así como los afiches que se utilizaron para su difusión. En ellos se podrá observar dos criterios que enunciaban este llamado a participar de la discusión: en primer lugar un asedio teórico-práctico en torno a un concepto (la biopolítica) y no un seminario sobre un autor, como tiende a ser frecuente en Chile. Por otra parte, entendíamos que existía un campo discursivo, investigativo, analítico, interpretativo, político, construido en torno a la gestión de la vida y al denegamiento de ella en Chile y en Latinoamérica. El libro que presentamos al lector, recopila artículos del primer y segundo Coloquio y primer Encuentro Latinoamericano de Biopolítica. En cada sección se encontrará una línea unificante entre ambos eventos. Al inicio de cada una de ellas va una presentación de la temática y las problemáticas que en ella aparecen. Los artículos presentados en cada temática son considerados relevantes en ella por parte de los editores. Isabel Cassigoli Mario Sobarzo
2007 AFICHE
Organiza: Escuela de Sociología / Escuela de Filosofía Comisión Organizadora Organizadora:: Jorge Fernández Isabel Cassigoli Rodrigo Karmy Mario Sobarzo Patrocina: Vicerrectoría de Extensión, Comunicación y Publicaciones. UARCIS
CONVOCATORIA: COLOQUIO DE BIOPOLITICA: VIDA, CUERPOS Y PODER, es una invitación a revisar y repensar la filosofía política, el derecho, la economía y la política desde la perspectiva de la bio-política o el bio-poder. La bio-política, concepto que introduce el filósofo Michel Foucault, invita a pensar, al conjunto de mecanismos por medio de los cuales la “vida” se constituye en un objeto de saber, en objeto jurídico y en objeto de cuidados e inmunización y cálculos económicos, constituyendo una estrategia general de poder. El concepto de bio-política indaga las formas que asume el poder en la actualidad de las democracias occidentales, basado en el gobierno de una población de la cual se extraen los mayores beneficios, tanto políticos como económicos. Se trata de una forma de racionalidad y de cálculo económico que se esfuerza en potenciar la “vida” (human a, animal y vegetal), su capacidad más que su cantidad en función de la productividad de los sujetos y por lo mismo, vuelve insignificante otras vidas que son abandonadas por el derecho, la economía y el gobierno de la población. Después que Foucault planteara el concepto de bio-política éste se ha desplegado en múltiples investigaciones señalando, una y otra vez, y de modo decisivo, el problema político de nuestro tiempo, a saber, el que la vida se ha convertido en objeto político por excelencia. En este contexto, nuestro país no ha estado exento de dichas discusiones, por lo que la organización de estas jornadas, las primeras que se organizan en Chile, tienen una importancia de primer orden. Los invitamos a participar en el COLOQUIO DE BIOPOLÍTICA organizado por la Universidad de Artes y Ciencias Sociales, ARCIS, a realizarse el 28, 29 y 30 de NOVIEMBRE en el Campus Libertad. Libertad 53 Sala Jorge Müller
PROGRAMA COLOQUIO BIOPOLITICA: VIDA, CUERPOS Y PODER Primer Día INAUGURACIÓN: 10:30 INAUGURACIÓN: 10:30 hrs. 11:00 13:00 hrs. “Perspectivas filosóficas de la Bio -política”
Carlos Casanova Willy Thayer Rodrigo Frías
U. de Córdova, Argentina UMCE U. de Chile
17:00 – 19:00 hrs. “Ciudad y Control de Flujo” José Solis Carlos Ossa Marco Valencia Mario Sobarzo
U. Arcis U. Arcis U. Central U. Arcis
Segundo Día 11:00 a 13:00 13:00 hrs. hr s. “Políticas de la vida” Federico Galende Alejandra Castillo Kemy Oyarzún Rodrigo Karmy
U. Arcis U. Arcis U. de Chile U. de Chile
17:00 – 19:00 hrs. “Legislación del cuerpo y Violencia” Ana María Monsalve U. Arcis Pedro Rosas U. Arcis Mirna Villegas U. Arcis José Molina U. Arcis Tercer Día 11:00 – 13:00 hrs. “Biopolítica y Neoliberalismo”
Julio Cortés Miguel Vicuña Marcel Claude Isabel Cassigoli
U.Arcis U.Arcis U.Arcis U.Arcis
17:00 – 19:00 hrs. Biopolítica y Subjetividad Juan Pablo Arancibia Jorge Fernández Juan González Sergio Rojas
U.Arcis U.Arcis U. de Chile – Chile – (OPECH) (OPECH) U. de Chile
Panóptico – Presenta “Minimal Society” una propuesta de Arte Digital y Cierre: Colectivo Cierre: Colectivo Panóptico – Geo-política. Integrantes:
Juan Pablo Bravo, Carlos Garrido, Isis Vidal
19:30 19:30 Cóctel de Clausur a
2008 AFICHE
Organizan: Subprograma Domeyko Sujetos y Actores Sociales/ Carrera de Sociología UARCIS/ Departamento de Sociología UDEC/ OPECH/ Revista De/rotar Comité or ganizador: ganizador: Isabel Cassigoli, Coordinadora General (UARCIS) Mario Sobarzo (OPECH/UARCIS) Kemy Oyarzún (U. de Chile/UARCIS) Miguel Urrutia (U. de Concepción) Carola Duque (U. de Chile) Rodrigo Sepúlveda (U. de Chile) Raúl Rodríguez (U. de Chile) Ivan Pincheira (USACH) Patrocinan: USACH / UBA / UNSAM / U Bolivariana / UNPA.
CONVOCATORIA 2008: Los estudios sobre biopolítica no son nuevos y desde ya pueden identificarse una segunda y/o tercera generación de trabajos sobre la cuestión. Un conjunto de nuevos problemas se plantean desde esta perspectiva en relación al derecho, la economía, la sociología, la psicología social, la filosofía, la biomedicina, las neurociencias, las formas de disponer a los sujetos en el espacio urbano y rural, las migraciones, el control de los ámbitos de biodiversidad. En síntesis, el dispositivo conceptual denominado “biopolítica” posibilita nuevas miradas sobre los cambios y mutaciones en el ejercicio del gobierno del territorio, entendiendo a éste como una articulación entre la población y el medio, la población y las cosas. El diálogo con estas perspectivas nos emplaza geopolíticamente hacia nuestra región, señalando que la construcción discursiva y material “Latinoamérica”, puede ser problematizada desde la biopolítica. Dado que en el actual capitalismo capitalism o mundial integrado, Latinoamérica ocupa un lugar clave en tanto reserva mundial de alimentos, materias primas y biodiversidad; pero también en tanto ella alberga poblaciones con culturas y tradiciones diferentes, así como una persistente historia de mutaciones en el ejercicio del poder y la creación de diversas formas de resistencias. Por todo ello Latinoamérica se constituye en un escenario privilegiado de verificación de lo que los pensadores inaugurales de la biopolítica observaron en Europa. En tal sentido, el supuesto de este Seminario es que “Latinoamérica” no puede ser captada al margen de la biopolítica ni la biopolítica al margen de “Latinoamérica”. Se trata de un concepto, la biopolítica, introducido por el filósofo Michel Foucault, que da cuenta de los mecanismos por medio de los cuales la vida (humana, animal y vegetal) entra en la historia, y se constituye en un objeto de saber-poder, en objeto jurídico, de cálculos políticos y económicos. El fin es tomar la gestión de la vida, optimizar un estado de vida, productivizar sus rendimientos. En este sentido, la biopolítica es también una cambiante gestión de la muerte, pues el complemento inseparable del gerenciamiento de la vida es la manipulación de la muerte en sus diversas formas, no sólo física, sino también social y, por ende de las representaciones subjetivas de la muerte que condicionan los avatares de las subjetividades singulares y colectivas. Latinoamérica, construcción espacial y temporal que nos habita, no puede ser captada al margen de su devenir en la historia del orden social capitalista ni de su contemporaneidad neoliberal. Programación que apunta a organizar, intervenir y acondicionar el marco, el medio, en el cual se van a desenvolver la población y sus subjetividades. Espacio de libertad vigilada y productivizada a fin de hacer posible los mecanismos del mercado. En definitiva, acá tenemos lo propiamente biopolítico de la gubernamentalidad del presente: las estrategias y discursos que intentan regular la realidad, a la vez vez que sus acontecimientos y circulaciones. Pero, como la biopolítica es una forma de ejercicio del poder y no hay poder sin resistencias, Latinoamérica es a un tiempo ese cuerpo múltiple, variado y creativo que inserta grietas, que rellena estratégicamente las estrategias.
Pero es menester no olvidar que las tecnologías de poder desde las que se construye “lo latinoamericano” son al mismo tiempo tecnologías de saber. De modo que el acto mismo de la investigación y la reflexión colectiva al dotar de visibilidad y realidad a la dimensión biopolítica, también está participando de esta cartografía en construcción. De la misma manera que lo hacen aquellas políticas de vida; éticas, saberes, contra-conductas y modos de vida que constantemente desafían a la racionalidad productiva. En este escenario, en el que la vida ha devenido en objeto político esencial, la invitación es a participar de este Seminario sobre Biopolítica en América Latina. El cual, convocado desde distintos centros académicos de Chile y Argentina, busca instalar un espacio de diálogo acerca de lo latinoamericano y la biopolítica, explorando esta relación invisibilizada por el pensamiento político metropolitano. Los invitamos, entonces a este segundo Coloquio Nacional y Primer Encuentro Latinoamericano de Biopolítica, con la intención de continuar la tarea iniciada el año 2006 con el Seminario Internacional “Foucault” acerca de las relaciones del autor con la Biopolítica y el Primer Coloquio de Biopolítica: Vida, Cuerpos y Poder en el 2007.
PROGRAMA PRIMER DIA -4 Noviembre Casa Central Universidad de Chile, Sala Enrique Sazié. Av. Libertador Libertador Bernardo Bernardo O’Higgins O’Higgins 1058 09:30 Entrega de carpetas 10:00 Inauguración: Palabras de la Comisión Organizadora 10:30 Conferencia Inaugural: Edgardo Castro (Argentina) 12:00 Mesa: Cartografías Carlos Motto (UBA) * Héctor Palma (UNSAM) Miguel Urrutia (U de Concepción / UCSH) Kemy Oyarzún (U de Chile) 16:00 Mesa: Gubernamentalidades Miguel Vicuña (U ARCIS) Victoria Rangugni (UBA) Ana Grondona (UBA) Mercedes Ruvituso (UNSAM) 18:00 Mesa: El otro como enemigo enemigo Myrna Villegas (U Chile / ARCIS) Carolina Duque (U Chile) Manuel A. Baeza / Andrea Aravena (U de Concepción) Rodrigo Karmy (Centro de estudios Árabes U. Chile) SEGUNDO DIA - 5 de Noviembre Universidad ARCIS – ARCIS – La La Factoría Libertad 53 10:30 Conferencia: Susana Murillo (Argentina) Murillo (Argentina) Presenta: Alejandra Bottinelli 12:00 Mesa: Marxism Marxism o y Biopolítica Carlos Casanova (U ARCIS) Isabel Cassigoli (U ARCIS) Damian Pierbattisti (UBA) Carlos Pérez Soto (U ARCIS) 16:00 Mesa: Microfascismos y Políticas de la muerte Juan Pablo Arancibia (U ARCIS) Iván Pincheira (USACH / U. Bolivariana) Andrés Haye (PUCCH) Sergio Fiedler (U ARCIS)
18:00 Mesa: Territorio y nomadismo Ana Pratesi (U. del Noroeste) Liliana Paredes (UNPA) Mónica Amador (ACNUR - ONU) Rodrigo Sepúlveda (Revista “De“De -Rotar”) TERCER DÍA - 6 de noviembre Universidad ARCIS - La Factoría Libertad 53 10:30 Conferencia: Nelly Richard Presenta: Sandra Fernández
Magaldy Téllez (Venezuela)*
12:00 Mesa: Ciudad, Población Población y flujo Andrés Pérez (UNPA) Paula Aguilar (UBA) Marco Valencia (U Central) José Solís (U Chile) 16:00 Mesa: Educación Educación y Biopol ítica Juan González (OPECH) Silvia Grinberg (UNSAM / UNPA) Gabriela Orlando / Maximiliano Burllaile (UNSAM) Miguel Fauré (Colectivo de educación popular “Eduardo Galeano”) 18:00 Mesa: Poderes y Resistencias Raúl Rodríguez (De/Rotar) María Angélica Illanes (U Austral)* Rodrigo Sánchez (U Chile / OPECH) José Gabriel Giavedoni (U de Rosario) Delitza Fuentes (Embajada de la República Bolivariana de Venezuela) UNIVERSIDAD DE CONCEPCIÓN – CONCEPCIÓN – CONCEPCIÓN. CONCEPCIÓN. 10:30 Presentación: Miguel Urrutia. 11:00 Conferencia: Susana Murillo (UBA) 12:15 Mesa Redonda sobre “Género y Biopolítica” organizada por el Programa de Género de la Universidad de Concepción. CUARTO DÍA - 7 de NOVIEMBRE Universidad ARCIS – ARCIS – La La Factoría Libertad 53 10:30 Conferencia: (Cuba) Conferencia: Emilio Duharte Duharte (Cuba) Presenta: Rodrigo Sánchez
12:00 Mesa: Estetización del Poder Carlos Ossa (U ARCIS) Federico Galende (U ARCIS) Sandra Roldan (UNPA)* Víctor Silva (U ARCIS) Mario Sobarzo (OPECH / U ARCIS) 16:00 Biopolítica Latinoamericana Modera: Isabel Cassigoli Olga Ulionova (Chile)* Tomás Moulian (Chile)* Emilio Duharte (Cuba) Edgardo Castro (Argentina) Susana Murillo (Argentina) Magaldy Tellez (Venezuela) * 18:00 CIERRE Vino de Honor
* Estos panelistas no pudieron asistir por razones de fuerza mayor
II.- MATRICES CONCEPTUALES DE LA BIOPOLÍTICA Es a partir de la publicación de los seminarios que Foucault dio en la década de los ’70 del siglo precedente, que en los últimos años el ámbito académico ha comenzado a discutir los alcances del concepto de “biopolítica”, cuya deriva a un sin fin de autores y articulación temática, vuelve necesario una vuelta a las “matrices conceptuales” que componen las distintas miradas, investigaciones y campos epistemológicos detrás del término. Lo que Foucault llamó biopolítica, es la progresiva consideración de la vida por parte del poder. Una forma de gubernamentalidad que pone a la población como un dato y como un campo de intervención. Soberanía, gobierno y liberalismo (legitimidad, legalidad y economía política), son los tres términos que Edgardo Castro pone en relación, como vínculo indisociable y condición de la biopolítica. Ellos configuran el modo en que se articulan dispositivos juridiccionales y dispositivos veridiccionales. A partir de allí recorre, comparativamente las relaciones y omisiones entre Michel Foucault y Giorgio Agamben. La Indagación genealógica de Foucault respecto de las prácticas de poder-saber, parten simultáneamente y como lo señala en la Arqueología del Saber de una “ruptura epistemológica” que Susana Murillo expone. A partir de allí, la autora revisa la genealogía de las prácticas discursivas médicas (alienismo, higienismo y ciencia) que, durante el siglo XIX, constituyeron el modo de producción e intervención de la “cuestión social” y la constitución de poblaciones como sujeto de intervención de la gubernamentalidad. Emilio Duharte se encarga de situar las condiciones epistemológicas que harían posible la definición de la biopolítica como un campo de estudio en torno al poder. Para ello compara las distintas líneas que han constituido su investigación hasta ahora, con otras, como la antropología política, la ética o la estética política, entre algunas posibles.
¿Qué es política para la biopolítica? Edgardo Castro 1. Desde que Foucault los introdujo, en los años setenta, el término y la problemática de la biopolítica ocupan un lugar cada vez más relevante en el pensamiento político contemporáneo. Es posible hablar incluso de una corriente biopolítica, en la que podríamos ubicar, por citar solo algunos ejemplos, a filósofos como Giorgio Agamben, Roberto Esposito o Peter Sloterdijk. Aunque no aparezca en los escritos de Foucault publicados hasta este momento, pero sí en los cursos inéditos, 3 la dicotomía o, mejor, la biopolaridad 4 entre zoé y bíos (los dos términos griegos que han sido indistintamente traducidos a las lenguas modernas por “vida”) se encuentra en la raíz de la problemática biopolítica. Por un lado, la zoé, el simple hecho de vivir común a todos lo vivientes: a las plantas, a los animales, a los hombres y, al menos en la tradición griega, también a los dioses. Por otro, la vida en su sentido específicamente político, el bíos, el estilo de vida; lo que distingue, por ejemplo, a un ateniense de un espartano. Ambos términos se oponen como la necesidad a la libertad. La zoé, en efecto, se encuentra sometida a las necesidades biológicas del viviente; el bíos, en cambio, abre para el hombre el espacio de la libertad. Según uno de los más antiguos vocabularios de la lengua griega de los que disponemos, el De adffinium vocabulorum differentia (atribuido a Amomnio de Alejandría, s. IV d.C.) y en el que se da cuenta de la diferencia y de la oposición entre zoé y bíos, éste último, como la política para Aristóteles, se distingue de la primera por la presencia del logos. El bíos, en efecto, es definido como una logiké zoé. Por ello, aclara Ammonio, bíos se dice sólo de los hombres y zoé, en cambio, de todos los vivientes. Si tenemos en cuenta el uso griego de estos términos, entonces, hablar de biopolítica es en cierto sentido un pleonasmo: todo bíos es en sí mismo político. Por esta razón, sugieren algunos autores, sería más adecuado hablar de zoopolítica o incluso de zooeconomía. La formación del término “biopolítica” se explica, sin embargo, porque el término bíos, por razones que sería necesario indagar, terminó usándose en la cultura occidental para designar aquello a lo que los griegos se referían utilizando el término opuesto, zoé. De este modo, el término “biopolítica” es utilizado para designar la politización de lo que los griegos llamaban en realidad zoé y que, para ellos, no formaba estrictamente parte del espacio de la política, sino de la oikía. Lo que está en juego en la biopolítica es, precisamente la politización de la vida biológica. Pero, ¿qué significa politización de la zoé, de la vida biológica? Responder a esta pregunta implica afrontar la otra bipolaridad conceptual que estructura el campo de la corriente biopolítica, la que concierne no al polo de la vida, sino al de la política. Formulándola solo esquemáticamente por el momento, esta bipolaridad es la que encuentra su expresión en la distinción-oposición entre soberanía y gobierno. 2. Contrariamente a una opinión bastante difundida, los análisis foucaulteanos sobre la biopolítica (donde el plural de “análisis” debe ser enfáticamente subrayado) no 3
Me refiero al curso en el Collège de France, por el momento inédito, de los años 19801981, Subjectivité et vérité. 4 Acerca de la oposición dicotomía/bipolaridad, cf. G. Agamben, “Archeologia di un’archeologia”, en Enzo Melandri, Il circolo e la línea, Macerata, Quodlibet, 2004, pp. XVII-XVIII.
suceden, en el pensamiento del filósofo francés, a los de la constitución de las disciplinas modernas; se encuentran más bien cronológica y conceptualmente entrelazados. Al respecto, en primer lugar, es necesario tener en cuenta que Foucault aborda públicamente esta problemática un año antes de su obra dedicada al dispositivo disciplinario, Surveiller et punir (1975). En efecto, el concepto de biopolítica aparece por primera vez en las conferencias que pronuncia en 1974 en Río de Janeiro sobre el nacimiento de la medicina social. En segundo lugar, también es necesario tener en cuenta cómo la problemática de la población, que define para Foucault el objeto de la biopolítica, ya se encuentra presente en su obra de 1975, remitiendo así, por decirlo de algún modo, la cuestión disciplinaria de la individualización a la cuestión biopolítica de la población. 5 Por ello, resulta más adecuado sostener que ambas cuestiones, la de las disciplinas y la de las biopolíticas, se encuentran vinculadas desde el origen, a partir del momento en el que Foucault afronta la necesidad de extender a las prácticas nodiscursivas el análisis de la formación de las ciencias humanas o, como suele decirse habitualmente, desde el momento en que decide abordar la cuestión del poder. En Naissance de la biopolitique, el curso en el Collège de France de 1979 que cierra de algún modo la cantera teórica de la biopolítica en la que había trabajado los últimos cinco años, Foucault ofrece una mirada retrospectiva sobre su trabajo diciendo que lo que ha querido hacer, desde la Histoire de la folie hasta ese momento, ha sido estudiar cómo se han constituido dispositivos veridiccionales ( véridictionels) a partir de dispositivos juridiccionales ( juridictionels), es decir, cómo han surgido los modos de “decir lo verdadero” a partir de las modalidades en que la vida humana ha sido objeto de las formas jurídicas. O, con las palabras del propio autor, lo que ha querido hacer es “abordar una historia de la verdad que estaría acoplada, desde el origen, con una historia del derecho”. 6 Esta historia, aclara en la página sucesiva, más que una historia de la verdad es una historia de los regímenes de veridicción. Por ello, nos explica Foucault, trató de mostrar la génesis de la psiquiatría a través de las instituciones de encierro, la de la psicología o la criminología, por ejemplo, a través de las instituciones penales o cómo se formó el objeto “sexualidad” a partir de las instituciones de la confesión y de la dirección de conciencia. 7 Tres observaciones resultan a esta altura necesarias. En primer lugar, resulta difícil, por no decir imposible, encuadrar en el marco del juego entre dispositivos juridiccionales y dispositivos veridiccionales la arqueología de las ciencias humanas llevada a cabo en Les Mots et les choses. En esta obra, en efecto, la descripción de la formación de las ciencias humanas, en términos de episteme, permanece limitada al orden de las prácticas discursivas. En segundo lugar, a pesar de que suele afirmarse una ruptura entre los trabajos sobre biopolítica y lo que se denomina el último Foucault, es decir, el que se ocupa de los griegos y de la ética entendida como forma de constitución del sujeto, es esta misma cuestión, la de las formas de veridicción, la de las formas de decir lo verdadero, la que guía sus últimas investigaciones. El último de sus cursos se titula, en efecto, “el coraje de la verdad”. En tercer lugar, también se debe tener en cuenta que ya en Surveiller et punir , aunque de manera menos desarrollada, nos encontramos con la necesidad de estudiar simultáneamente la historia de los modos de decir lo verdadero y la historia del derecho. 5
Acerca de la pluralidad conceptual de la biopolítica, cf. Edgardo Castro, “Biopolítica: de la soberanía al gobierno”, en Revista Latinoamericana de filosofía, Buenos Aires, vol. XXXIV, n. 2, 2008, pp. 187-190. 6 M. Foucault, Naissance de la biopolitique, Paris, Gallimard-Seuil, 2004, p. 36 7 Cf. Ibíd. pp. 35-36.
Aquí, como una de las reglas generales que rigen su trabajo, sostiene Foucault: “En lugar de tratar la historia del derecho penal y la de las ciencias humanas como dos series separadas cuyo entrecruzamiento tendría sobre una o la otra, sobre las dos quizás, un efecto, como se prefiera, perturbador o útil; se trata de buscar si no hay una matriz común y si ellas no se siguen, ambas, de un proceso de formación ‘epistemológico -jurídico’. En pocas palabras, se trata de situar la tecnología del poder como principio tanto de la humanización de la penalidad como del conocimiento del hombre”. 8 3. Ahora bien, curiosamente, la necesidad de acoplar la historia de los discursos verdaderos con la historia de las instituciones juridiccionales, como el derecho, está siempre acompañada en Foucault de una puesta entre paréntesis del concepto de soberanía y de las instituciones en las que ésta toma forma. Por ello, si, para describir cómo los dispositivos veridiccionales se han formado acoplándose a los dispositivos juridiccionales o, según la formulación de Surveiller et punir , para mostrar un matriz común epistemológico-jurídica, es necesario abordar el análisis del poder; al mismo tiempo, entonces, en la perspectiva de nuestro autor, es necesario, prescindir del concepto de soberanía al menos metodológicamente. Es más, se podría afirmar incluso que sólo así es posible describir el funcionamiento acoplado de la historia de los modos de decir lo verdadero y la historia de los modos de jurisdicción. En La Volonté de savoir , que constituye, estrictamente hablando, el único libro publicado por Foucault en el que se plantea la cuestión, la biopolítica es presentada como un dispositivo inverso al de la soberanía. Mientras el poder soberano es un poder que hace morir o deja vivir; el de la biopolítica, en cambio, hace vivir o deja morir. El primero no se propone gobernar la vida, sino ejercer sobre ella su poder a través de la muerte. El segundo, en cambio, es un poder que se ejerce directamente como gobierno de la vida. Como no podía ser de otro modo, esta puesta entre paréntesis implica tomar posición respecto de quien puede considerarse como el padre de la moderna teoría filosófica de la soberanía: Thomas Hobbes. Este es, en gran medida, el objetivo de Foucault en el curso de los años 1975-1976, titulado “Il faut défendre la société” . Aquí Foucault opone a la “hipótesis Hobbes”, el poder pensado en términos de soberanía, la “hipótesis Nietzsche”, el poder pensado en términos de guerra y lucha. En un trabajo que es, en su elaboración y publicación, contemporáneo de este curso, el primer tomo de la Histoire de la sexualité, La Volonté de savoir , Foucault aborda una tercera hipótesis acerca del poder, a la qu e denomina “hipótesis Reich”. En este caso se trata del poder concebido en términos de represión. Tres conceptos se encuentran, entonces, en juego acerca del funcionamiento del poder: soberanía, lucha, represión. En varios trabajos, he abordado y discutido estas tres hipótesis; además de remitir a ellos, retomo la conclusión que me interesa desarrollar aquí. 9 Luego de haber explorado estas tres hipótesis (soberanía, represión, guerra-lucha), Foucault se encamina hacia un cuarto concepto a partir del cual analizar el funcionamiento de los dispositivos de poder y su entrelazamiento con los dispositivos veridiccionales de las ciencias humanas. Este concepto, que expresa la posición propiamente foucaulteana al respecto, es el de gobierno y lo que denomina, introduciendo un neologismo, gubernamentalidad. Ambos conceptos, gobierno y gubernamentalidad, terminarán constituyendo, en efecto, el eje del curso siguiente a “Il faut défendre la société” , Sécurité, Territoire, population, de 1978. En la lección del 8 de febrero de este año, cuando ha desplazado su exposición de la caracterización de los dispositivos de seguridad hacia la problemática del 8
M. Foucault, Surveiller et punir. Naissance de la prison, Paris, Gallimard, 1975. p. 28. Cf. E. Castro, “Biopolítica: de la soberanía al gobierno”, en Revista Latinoamericana de filosofía, Buenos Aires, vol. XXXIV, n. 2, 2008. pp. 204-205. 9
gobierno, Foucault sostiene: “Quisiera comenzar a recorrer un poco la dimensión de lo que denominé con este feo nombre d e ‘gubernamentalidad’ [gouvernementalité]. Suponiendo, entonces, que ‘gobernar’ no sea la misma cosa que ‘reinar’, no sea la misma cosa que ‘mandar’ o ‘hacer la ley’; suponiendo que gobernar tampoco sea la misma cosa que ser soberano, suzeriano, ser señor, ser juez, ser general, ser propietario, ser maestro, ser profesor; suponiendo, pues, que hay una especificidad del gobernar, será necesario saber ahora un poco qué tipo de poder recubre esta noción”. 10 Para ello, Foucault establece una serie de pasos hacia afuera, hacia el exterior: 1) Pasar hacia el exterior de la institución en dirección a la tecnología general de poder. Se trata de mostrar, en este sentido, cómo las instituciones, en lugar de ser el punto de partida del análisis, se sitúan más bien en un contexto más amplio, el del régimen de las relaciones de poder. Ellas, en todo caso, las intensifican y las densifican, pero no las constituyen. 2) Pasar del punto de vista interior de la función al punto de vista exterior de las estrategias y las tácticas. Extender, en este caso, el análisis más allá de las funciones que se les atribuyen explícitamente a las instituciones, para describir los mecanismos efectivos que en ellas se inscriben. 3) Ir más allá del objeto, para mostrar cómo ha sido constituido. No suponer, por ejemplo, que la locura sea un objeto ya constituido, del que las instituciones psiquiátricas deben hacerse cargo, sino cómo ha surgido y se ha formado este objeto. 11 En resumen, habría que preguntarse, sostiene Foucault, “si es posible resituar el Estado moderno en una tecnología general del poder que habría asegurado sus mutaciones, sus desarrollos, su funcionamiento”. 12 Desde esta perspectiva y con estos presupuestos, el curso del año siguiente, 1979, La Naissance de la biopolitique, terminará siendo una historia del liberalismo o, mejor, de la razón gubernamental liberal. Para nuestro autor, en efecto, tanto el Estado moderno como la biopolítica sólo pueden ser adecuadamente comprendidos una vez que haya sido analizada gubernamentalidad liberal. 13 4. ¿Qué debemos entender, entonces, por liberalismo? Las dos primeras lecciones del curso de 1979 persiguen, precisamente, responder esta pregunta. El liberalismo no es para Foucault fundamentalmente una doctrina económica y tampoco lo es la noción de mercado, sino una racionalidad política, gubernamental, que surge en el Occidente moderno en relación con la forma que tomó la soberanía estatal en la época de la Razón de Estado, durante los siglos XVII y XVIII, y que se reformula a mediados del siglo XX en relación con la necesidad de legitimar y construir una nueva forma de soberanía luego de la derrota de la Alemania nazi. En estos dos momentos, decisivos para la historia política de Occidente, el del liberalismo clásico y el del ordoliberalismo o neoliberalismo, el interés de Foucault, en miras a resituar el Estado en el contexto de una tecnología general del poder, es el de mostrar precisamente cómo se articula el juego dispositivos juridiccionales / dispositivos veridiccionales. Tomemos como ejemplo el caso del mercado. Durante la Edad Media y los siglos XVI y XVII, sostiene Foucault, el mercado funcionó como un lugar de justicia, es decir, de reglamentaciones acerca de los productos, su origen, las tasas correspondientes, el justo precio de venta, etc. Con el liberalismo, en cambio, el mercado será, sobre todo, un lugar de producción de la verdad. Es la supuesta naturalidad del mercado, en efecto, la que permite discernir entre las prácticas correctas o incorrectas de gobierno. 14 10 11 12 13 14
M. Foucault, Sécurité, territoire, population, Paris, Gallimard-Seuil, 2004. p. 119. Cf. Ibíd. pp. 120-122. Ibíd. p. 124. Cf. M. Foucault, Naissance de la biopolitique, Paris, Gallimard-Seuil, 2004. p. 24. Cf. Ibíd. pp. 31-34.
Ahora bien, tanto en el caso del liberalismo como en el del neoliberalismo, la cuestión de la soberanía no puede ser dejada meramente de lado. Y Foucault es perfectamente consciente del problema. La diferencia misma entre liberalismo y neoliberalismo, al menos desde su perspectiva, requiere que se la tenga en cuenta. En el caso del liberalismo de los siglos XVII y XVIII, del liberalismo clásico, la racionalidad gubernamental liberal funciona precisamente como límite del ejercicio de la soberanía política que había tomado forma en la Razón de Estado. Foucault habla, por ello, de un análisis de la razón gubernamental “en el ejercicio de la soberanía política”. 15 En el caso del neoliberalismo, en las varias páginas dedicadas a la posición de Ludwig Erhard en 1948, sus discursos y sus posiciones políticas, Foucault muestra cómo el ordoliberalismo alemán busca una legitimación de la soberanía política, por entonces inexistente en Alemania, a través del respeto de las libertades económicas. De este modo, en gran medida contra puntos de vista comúnmente sostenidos, Foucault ve en el neoliberalismo una estrategia de reconstrucción de la soberanía política y, por ello, del Estado. En efecto, en la medida en que el Estado respete la libertad económica, el ejercicio de la soberanía será legítimo. No se trata en este caso, como en Hobbes, vale la pena subrayarlo, de una legitimación establecida de una vez por todas a partir del pacto que hizo que los hombres abandonaran el estado de naturaleza, sino de una forma de legitimación que deja siempre la posibilidad de su pérdida o, para expresarlo en otros términos, que nunca es obtenida de una vez para siempre. En este sentido, Foucault señala cómo uno de los objetivos políticos del ordoliberalismo que representa Erhard era el de sostener la ilegitimidad del Estado nazi puesto que las libertades económicas no eran respetadas en una política que combinaba, al mismo tiempo, proteccionismo, subsidios, planificación e intervenciones de corte keynesiano. 16 Ahora bien, como dijimos, la tesis de Foucault es que solo es posible comprender la biopolítica, entendida como la política de la vida biológica de la población, a partir del cuadro general de estas transformaciones, que recibieron el nombre general de liberalismo y neoliberalismo. En este sentido, la biopolítica se inscribe en el marco de la razón gubernamental moderna. A pesar de ello, por las razones que acabamos de exponer, esta razón gubernamental, a su vez, solo puede ser entendida como ejercicio de la soberanía política. Vemos cómo, en última instancia, la biopolítica se sitúa en la tensión, en la bipolaridad entre soberanía y gubernamentalidad, entre la legitimidad del Estado y sus formas de ejercer el gobierno de los hombres. Retomando una célebre distinción del pensamiento foucaulteano, la biopolítica se sitúa en el entrelazamiento entre ley y norma. 17 Ella es una forma de normalización, la normalización de la población, que, por un lado, sólo puede implementarse en la medida en que está acoplada a los dispositivos jurídicos de la ley; y, por otro lado, como por una especie de efecto feedback, ella es la forma de normalización que legitima el ejercicio de la soberanía que se expresa en las leyes. 5. La relación entre biopolítica y soberanía o, mejor, el no haberla suficientemente esclarecido, es una de las críticas de Giorgio Agamben a los trabajos de Michel Foucault en Homo sacer. Il potere sovrano e la nuda vita . Esta crítica apunta precisamente a la 15
Ibíd. p. 3. Cf. Ibíd. p. 112. 17 Acerca de la diferencia entre ley y norma, cf. Los artículos correspondientes en E. Castro, El vocabulario de Michel Foucault. Un recorrido alfabéticos por sus temas, conceptos y autores, Buenos Aires, Unqui-Prometeo, 2004. 16
apuesta metodológica de Foucault de poner entre paréntesis el concepto de soberanía. Ello le ha impedido a Foucault, según Agamben, esclarecer los mecanismos mediante los cuales el derecho captura la vida. 18 Para éste, en efecto, la producción de un cuerpo biopolítico es, a diferencia de Foucault, la “prestación original del poder soberano” y no una de las formas de gobierno de los hombres, el gobierno de la población, que toma forma con el advenimiento del liberalismo. 19 Desde este punto de vista, existe la biopolítica desde que existe el poder soberano y no sólo a partir de la Modernidad. Para explicarlo, Agamben recurre a la teoría schmittiana de la excepción soberana. La excepción aparece, de este modo, como el mecanismo por el cual el derecho captura la vida. A decir verdad, en estas páginas de Homo sacer , Agamben lleva a cabo un doble desplazamiento teórico, en relación a Foucault y en relación a Schmitt. El primero respecto de la noción misma de biopolítica. Para Foucault la biopolítica concierne el gobierno de la vida biológica de la población, considerada en términos estadísticos. Este poder que se ejerce sobre la vida y que comienza a tomar forma en el siglo XVIII ha hecho posible la tánatopolitica de los estados totalitarios del siglo XX. Por ello, según Foucault, el racismo biológico y de Estado se encuentra inscripto en los mecanismos de poder del Occidente moderno; 20 pero ello no significa que la noción de biopolítica termine superponiéndose con la de tanatopolítica. En Agamben, en cambio, esta superposición es sin embargo posible. Para éste, en efecto, la vida que es objeto de la biopolítica no es, propiamente hablando, la de la población considerada estadísticamente, sino la de lo que denomina vida desnuda ( nuda vita). Aquella vida que la figura del homo sacer saca a la luz. Esta vida es aquella de la que se puede disponer, según una fórmula clásica transmitida por Festo, sin necesidad de cometer homicidio ni de celebrar sacrificios. El segundo desplazamiento concierne al concepto schmittiano de excepción. A diferencia del jurista alemán, para Agamben la decisión acerca de la excepción no es una potencia exterior al derecho, sino que le es intrínseca. Por ello, Agamben prefiere hablar de bando; término con que se puede hacer referencia tanto a la vida excluida de la comunidad como a la insignia del poder soberano. Así entendida, la noción agambeniana de biopolítica encuentra su expresión más adecuada en las formas de indiferenciación que se producen cuando el mecanismo jurídico que captura la vida se pone en movimiento. Por un lado, se crea esa forma de indiferenciación jurídica que es el estado de excepción; a la vez externo e interno al derecho. Por otro, aunque correlativamente, se crea también esa forma de indiferenciación entre bíos y zoé que es la vida desnuda o sagrada. “Soberana es la esfera [sostiene Agamben] en la que se puede matar sin cometer homicidio y sin celebrar sacrificio; y sagrada, expuesta a la muerte e insacrificable, es la vida que ha sido capturada en esta esfera […]. La sacralidad de la vida, que hoy se pretende hacer valer contra el poder soberano como un derecho humano fundamental en todo sentido, expresa en origen, en cambio, precisamente la sujeción de la vida a un poder de muerte. Su irreparable exposición en la relación de abandono.” 21 En este marco conceptual, vemos cómo cae por completo la distinción que Foucault había formulado en La Volonté de savoir entre los mecanismos de la soberanía y los de la biopolítica. En esta concepción de la biopolítica a partir de la noción de nuda vita, 18
Cf. G. Agamben, Homo sacer. Il potere sovrano e la nuda vita , Torino, Einaudi, 1995. pp.
7-8. 19 20 21
93.
Ibíd. p. 9. Cf. M. Foucault, « Il faut défendre la société », Paris, Gallimard-Seuil, 1997. p. 227. G. Agamben, , Homo sacer. Il potere sovrano e la nuda vita, Torino, Einaudi, 1995. pp. 92-
también ésta es una forma de poder que se ejerce sobre la vida a través de la muerte o, al menos, a través de posibilidad de poder disponer de ella sin cometer homicidio ni celebrar sacrificios. 6. Para expresarlo de manera sucinta, el recorrido teórico de Agamben es, sin embargo, inverso al de Foucault que va del gobierno a la soberanía. En efecto, en Il Regno e la Gloria, a poco más de diez años de distancia respecto de Homo sacer , retomando la discusión entre Carl Schmitt y el teólogo Erich Peterson, Agamben llevará a cabo, como lo sugiere el subtítulo de la obra una genealogía teológica de la economía y del gobierno. Estos dos conceptos que, como vimos, estructuran el análisis foucaulteano de la biopolítica, son ahora los ejes a través de los cuales Agamben busca analizar la biopolítica occidental o, según una expresión técnica del autor, la máquina política de Occidente. 22 Por este camino, la cuestión del liberalismo vuelve a ocupar un puesto central. Este giro en su pensamiento, al mismo tiempo que lo acerca a Foucault, lo aleja de Schmitt. Retomando la discusión entre éste y Peterson, Agamben busca tomar distancia del cuadro general de la teología política schmittiana. En esta obra, en efecto, no se trata de una teología política, sino de una genealogía teológica. Ahora bien, es necesario señalar al respecto, en primer lugar, que, a pesar de este acercamiento al pensamiento de Foucault, la idea de abordar las nociones de economía y gobierno a partir de su matriz teológica marca una diferencia no menor. Ciertamente, también Foucault, a su manera, había tenido en cuenta las fuentes teológicas, más exactamente teológico-pastorales, de la noción del gobierno. No pocas páginas del curso Sécurité, territoire, population están dedicadas, precisamente, al poder pastoral. Pero la genealogía teológico-pastoral de Foucault no es la genealogía teológica de Agamben. El análisis de éste, en efecto, se lleva a cabo no como una historia de las prácticas de gobierno de los hombres, sino como una historia de las doctrinas teológicas acerca del tratado sobre la Trinidad y la providencia. El concepto metodológico fundamental de Agamben, no es como para Foucault el de práctica, sino el de signatura.23 Las nociones de gobierno y de economía, para Agamben, poseen en sí mismas una marca ( signatura) que nos remite a su matriz teológica como al lugar que nos las hace inteligibles. Sin que ello implique, para el autor, conceder a la teología ningún privilegio, semejante al que poseía en el pensamiento de Schmitt, la teología aparece, sin embargo, como el laboratorio “para observar el funcionamiento y la articulac ión, a la vez interna y externa, de la máquina gubernamental”. 24 La segunda observación acerca de Il Regno e la Gloria, en relación con los trabajos de Foucault, concierne a lo que Agamben denomina la máquina gubernamental de Occidente. Foucault, en efecto, no había afrontado el modo en que pueden articularse la soberanía y el gobierno. Su preocupación era, más bien, analítica, es decir, tratar de mostrar la especificidad del gobierno respecto de la soberanía. En Agamben, en cambio, el afrontar esta cuestión termina convirtiéndose en uno de los temas centrales, si no el más importante desde cierto punto de vista. 25 El funcionamiento de la máquina gubernamental de Occidente, según Agamben, sólo puede ser comprendido si se muestra cómo se articulan sus dos mecanismos 22
Sobre el concepto de máquina en G. Agamben, cf. E. Castro, Giorgio Agamben. Una arqueología de la potencia, Buenos Aires, Unsam Edita, 2008. pp. 87-89. 23 Cf. G. Agamben, Signatura rerum. Sul método, Torino, Bllati Boringhieri, 2008, cap. II, titulado “Teoría de las signaturas”. 24 G. Agambe, Il Regno e la Gloria. Per una genalogia teologica dell’economia e del governo , Vincenza, Neri Pozza, 2007. p. 9. 25 Ibíd. p. 9.
fundamentales, el de la soberanía y el del gobierno. Es aquí donde nos encontramos con la noción teológica de gloria y con su deriva moderna que toma forma en lo que Guy Debord denominó la sociedad del espectáculo. “La democracia contemporánea [afir ma Agamben] es una democracia basada íntegramente en la gloria, es decir, en la eficacia de la aclamación, multiplicada y diseminada por los medios masivos más allá de toda imaginación (que el término griego para gloria, dóxa, sea el mismo que designa hoy la opinión pública es, desde este punto de vista, algo más que una coincidencia). Como ocurría en las liturgias profanas y eclesiásticas, este supuesto ‘fenómeno democrático originario’ es una vez más capturado, orientado y manipulado bajo las formas, y s egún las estrategias, del poder espectacular.” 26 7. Podemos retomar ahora, para concluir, la pregunta de la que partimos: ¿qué es política para la biopolítica? El recorrido que hemos llevado a cabo por los trabajos de M. Foucault y de G. Agamben muestra cómo, a pesar de la centralidad que inicialmente concede el primero a la noción de gobierno y el segundo a la de soberanía; sólo se puede comprender cabalmente la estructura política de la biopolítica en la medida en que ambas concepciones del poder, la gubernamental y la soberana, entrelazan sus dispositivos. Foucault es conducido, por ello, a retomar la noción de soberanía o, al menos a mitigar su exclusión. La gubernamentalidad liberal, en efecto, es una forma de ejercicio de la soberanía política. Agamben, en cambio, como acabamos de verlo, se ve obligado a compensar o, más precisamente, a complementar sus análisis de la biopolítica a la luz de la teología política con los de la teología económica. Lo que ha permitido hacer de la zoé el objeto de la política es, por ello, propiamente hablando, la gubernamentalización de la soberanía.
26
Idem, p. 280.
Biopolític a, Ciencia y epistemología. Susana Murillo La Filos ofía como pol ítica de la verdad
En el texto conocido como Seguridad, Territorio y Población Foucault plantea que su trabajo está relacionado con una “política de la verdad”. Tal tarea cuestiona el modo en que la epistemología se caracterizó a sí misma en el momento de su nacimiento y tal como suele presentarse en diversas corrientes de pensamiento en la actualidad. En esa perspectiva el concepto de biopolítica se vincula a la ruptura epistemológica que, como anuncia Foucault en Arqueología del Saber , habían iniciado Marx, Freud y Nietzsche 27, los tres “niños cuyo nacimiento no se esperaba en el siglo XIX” 28. La perspectiva de Foucault también reconoce sus raíces en las epistemologías de Canguilhem, Bachelard y Althusser. Particularmente sugerente resulta repensar los trabajos de Foucault a luz de la lectura de Bachelard cuyos primeros textos habían sido producidos ya a fines de la década de 1920 y comienzos de los ‘30, contemporáneamente a los del círculo de Viena y especialmente a los de Popper y sus discípulos. A pesar de que Bachelard sostuvo rigurosamente el valor del “espíritu científico”, el enfoque que imprimó a su pensamiento dista enormemente de las posturas de esas corrientes epistemológicas. Los trabajos de Foucault surgen de las páginas bachelardianas como un intento por desestructurar el austero lenguaje de la epistemología positivista y oscilando entre la erudición y la poética. Imaginación y razón son movimientos del espíritu que Bachelard, y a través suyo Foucault, estima necesarios para iluminar la creatividad en la investigación. La aventura, el juego, la risa deben acompañar a la búsqueda del conocimiento, de otro modo el trabajo de la ciencia se vuelve rutinario. Las investigaciones de Foucault, como los del maestro Bachelard se caracterizan por su erudita y elegante crítica a las diversas formas del dogmatismo, el positivismo y el evolucionismo en la historia de las ciencias, así como a las universales normas disciplinarias impuestas a los investigadores por el positivismo lógico. Normas que convierten a la investigación en una tarea burocrática y competitiva en lugar de una bella creación al servicio de las necesidades sociales 29 (Bachelard, 1967).Bachelard considera a la filosofía (tal como la había caracterizado el positivismo y el neopositivismo) retrasada con respecto a la producción científica. El concepto de Razón es en ella fijista o inmovilista. En ese sentido se convierte en un obstáculo para el conocimiento, más que en un motor. Rechaza por ende el lugar de legisladora que el positivismo lógico le había atribuido a la filosofía respecto de las ciencias. Bachelard construye la reflexión epistemológica ya no partiendo del campo filosófico, sino de un profundo conocimiento de las ciencias y de los saberes descartados por las ciencias contemporáneas, como por ejemplo la alquimia. Sus trabajos han transitado desde el 27
M. Foucault , La arqueología del saber (1970). México, Siglo XXI, 1991. 28 L. Althusser, 1979 “Freud y Lacan” en Ideología y aparatos ideológicos del Estado. Freud y Lacan. Buenos Aires, Nueva Visión, 2005. p.72 29 G. Bachelard, 1967 (1934), La formation de l’esprit cientifique. Contribution à une psychanalyse de la connaissance objective. (1934) Paris, Librairie philosophique J. VRIN, Collection : Bibliothèque des textes philosophiques, 1967
riguroso análisis de las ciencias hasta las formas poéticas que habitan nuestra fantasía 30. En esa misma dirección el concepto de “formación discursiva” transita documentos de toda índole 31. Estudiando las diversas producciones científicas Bachelard desarrolló la idea de que la historia de las ciencias no es evolutiva ni acumulativa, concepto retomado por Foucault quien también planteará que ella se desarrolla atravesando saltos, mutaciones, rupturas. De modo que en la perspectiva de Bachelard, cada sistema científico produce sus propias reglas acerca de qué es lo verdadero y lo falso, no hay en ese sentido la posibilidad de construir una unidad de la ciencia como quería el positivismo lógico. Su concepción del proceso científico recupera las dudas y fracasos de una historia siempre abierta, en la que los investigadores no se enfrentan a una realidad “dada” que pueden reflejar de manera más o menos adecuada perfeccionando el método científico. El sujeto que hace ciencia está atravesado por una serie de procesos que hacen que la realidad no sea para él jamás algo transparente. Las dudas y los fracasos provienen a menudo, no de prohibiciones externas o de fallas metodológicas sino de obstáculos que brotan del sujeto mismo y su actividad de conocimiento siempre cambiante. A esos obstáculos los denominó “obstáculos epistemológicos. Es en ese sentido que Bachelard prestó atención a las características del sujeto que produce conocimiento. Es en esa perspectiva- explicitada en Arqueología del saber – en la que Foucault despliega un modo de construir el conocimiento en apertura constante al mundo de las prácticas discursivas y extradiscursivas y abandona la idea de ciencia. Su epistemología – si es que resulta acertado vincular este término con los trabajos de Foucault – tiene mucho de juego, se niega a los mapas y transita por laberintos cuyos destinos son inciertos. Pero el viajero no es inocente, quien intente adentrarse en los laberintos debe saber que aún desconociendo la próxima posta hay un objetivo en la caminata, no se trata de un andar sin fines: el tránsito tiene siempre un claro objetivo de carácter político (término que adquiere en Foucault un significado que no alude meramente a las relaciones partidarias, sino a las diversas formas de conducir o de rebelarse frente a la conducción de las conductas de sujetos y poblaciones). La finalidad es precisa, Foucault encuentra, luego de transitar por el laberinto de Historia de la locura en la época clásica (1961), que pensar en los obstáculos que surgen del sujeto, de algún modo remite a la antigua escisión entre sujeto y objeto y esto de alguna manera (aun sin saberlo) coloca al sujeto en posición de superioridad sobre aquello respecto de lo cual quien investiga se encuentra distante. Algo del ojo de Dios anida en esa escisión. Así, el sujeto, el objeto y la razón tienen historias y esas historias se tejen y destejen en relación a prácticas sociales que son prácticas de poder y contrapoder. Prácticas que no son sino modos de administrar la vida y la muerte. Foucault asume con toda valentía la terrible tensión que supone afirmar que el conocimiento es siempre un saber en perspectiva y que al mismo tiempo debe ser meticuloso, absolutamente riguroso y “documental” y todo esto con la finalidad política de servir como “caja de herramientas” para aquellos que deseen desnaturalizar las prácticas de los poderes, allí donde se encuentren 32 . Grave tensión: el 30
G. Bachelard, La Poética del espacio (1957). Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica,
2000 31
M. Foucault, (1977-1978). 2006, Op.Cit. M. Foucault, 1979 "Nietzsche, la genealogía , la historia", en "Microfísica del poder”. Madrid, La Piqueta, 1979. 32
sujeto no es ajeno al objeto, no hay tal dualidad, no hay sujeto y objeto y sin embargo el que investiga debe “evitar la prevención” tal como quería el viejo Descartes. En este punto el conocimiento adquiere una dimensión trágica, si por trágico entendemos una situación paradojal, sin salida. Pero, tal como en las viejas tragedias, el nudo del dilema no se resuelve a través de la lógica, sino de las prácticas concretas. El conocimiento parte de las prácticas y a ellas se enfrenta, operando más como un martillo que como una delicada pluma. Este modo de enfrentar los problemas del conocimiento, y en particular los del conocimiento científico tiene sus raíces en los tres hijos no reconocidos por el siglo XIX y en esa dirección asume el carácter histórico- concreto de todas las producciones humanas, de ahí la imposibilidad, retomando la vieja polémica acerca de los universales, de aceptar conceptos de validez eterna. Pero también de ahí se desprende la conclusión de que esto que hacemos con el conocer tiene efectos preformativos. El conocimiento tiene efectos de verdad en lo social. Las verdades constituyen sujetos o, dicho de otro modo los sujetos somos constituidos en verdades que se nos presentan como evidencias tan incuestionables, que se conforman como “lo obvio” de nuestras vivencias cotidianas. Esto “obvio” es el objeto de la filosofía como “política de la verdad”. O dicho de otro modo: cada sociedad genera sus propios regímenes de veridicción y estos están conformados por reglas anónimas y forzosas que tienen efectos en diversos niveles (desde la ciencia hasta el sentido común), de modo tal que en cada formación social concreta, ciertos problemas puedan ser planteados y ciertos criterios de verdad permitan que algo sea decible o no decible y, una vez dicho pueda ser analizado en base a criterios de verdad cuyos obscuros comienzos se nos escapan. No es posible dejar de pensar en este punto las semejanzas con el concepto de “interpelación ideológica” tal como Althusser 33 lo ha planteado. Más allá de ciertas vulgatas acerca del marxismo, existen fuertes puntos de contacto entre el concepto de “régimen de veridicción” en Foucault y el de “interpelación ideológica” en Althusser, o entre “ideología” y “verdad”. Si bien esto es materia para otro artículo, aquí me interesa señalar la vinculación en ambos casos entre el efecto de visibilidad/invisiblización que tienen en la construcción de los sujetos todas aquellas aquellas verdades evidentes en las que nuestros cuerpos han sido modulados y de las que no nos anoticiamos. En este punto tanto Althusser como Foucault intentaron desestructurar eso dado, sólo que el primero quedó ligado a un concepto de Ciencia que lo llevó a una encerrona teórica, en tanto que Foucault abandonó este incómodo término, y propuso en su lugar un programa arqueológico, complementario de una genealogía de los cuerpos y las relaciones de fuerzas que los moldean, buscando siempre el cerco político que las verdades concretas imprimen en los cuerpos concretos. Así, su trabajo es una filosofía como política de la verdad 34; se trata de una tarea que intenta desentrañar la trama de verdades evidentes en las que estamos constituidos y de las que no nos anoticiamos. Pero este movimiento es hecho desde un peligroso tembladeral: quien intenta desentrañar el sistema de veridicción también está constituido en él y, al hacerlo, por otra parte modificará ese régimen mismo de veridicción y deberá modificarse a sí mismo. Así entonces el conocimiento adquiere en Foucault, de modo Althusser 2005, Op. Cit. M. Foucault. Seguridad, territorio, población. Curso del Collège de France (1977-1978). Buenos Aires, FCE., 2006, p. 17 33
34
análogo a algunos planteos de Althusser y Marx, una dimensión práctica. Lo cual supone una posición ética y política cuyo interés está en desentrañar el pasado de nuestras verdades más que las verdades del pasado. La biopolítica
Es en esta búsqueda que en los año ’70, Foucault advierte las transformaciones que están ocurriendo en el mundo y se interesa por las mutaciones en el arte de gobierno, concepto que articula los movimientos estratégicos de grandes grupos de poder y los movimientos de contraconductas. Las artes de gobierno aluden a la racionalización de prácticas, que tienden a conformar las conductas de los hombres; configuración desplegada desde diversos instancias, una de los cuales es el Estado, pero no la única, ni forzosamente la central 35. Al analizar el arte de gobierno liberal, tropieza con un concepto que alude a una tecnología hija del liberalismo, tecnología que en la actualidad tiene centralidad en el gobierno del mundo. Se trata de la biopolítica que más que una epistemología, es una tecnología que forma parte de las políticas de la verdad que se despliegan ya desde el siglo XVI, pero que se desbloquea con el arte liberal de gobierno en el siglo XIX. Esta tecnología de gobierno forma parte de un biopoder en el que las ciencias modernas juegan un papel fundamenta y sin las cuales el biopoder no hubiese sido posible. Es por eso que me interesa proponer, al menos a modo de hipótesis provisoria que las epistemologías son sólo momentos de un movimiento mucho más amplio que es el biopoder que se desbloquea paulatinamente en el arte de gobierno liberal y que se resignifica en el arte de gobierno neoliberal. En todo caso podríamos pensar que la biopolítica es parte de una estrategia sin autor que tendió y tiende a invisibilizar tras la ciencia y la técnica los diminutos ejercicios del poder y en eso radicó y radica su eficacia. A fin de fundamentar esta afirmación, propongo recorrer algunos aspectos de sus “comienzos” que como afirma Foucault suelen ser bajos, mezquinos, ligados a las necesidades de las luchas por el poder 36. La cuestión social y el nacimiento de la biopolítica
Durante el siglo XIX, la cuestión social (entendida ésta como el abismo entre los principios del liberalismo, sancionados tras la Declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano y la realidad efectiva 37 generaron una serie de publicaciones médicas en Europa, que se difunden sobre todo luego de los levantamientos populares en París en 1848. Entonces la medicina, bajo el paradigma epistemológico positivista cobra un lugar relevante en tanto ella se presentó como un conocimiento científico de carácter neutral y avalorativo que podía intervenir en la vida privada de los sujetos, ahí donde los principios liberales inhiben al Estado, allí donde la ley de carácter universal no puede llegar. En ese punto, precisamente, la ciencia se erige en un saber capaz de curar las enfermedades físicas y morales que aquejan a la sociedad. Dicho de otro modo: la carencia de lazo social producto de la brecha entre los principios proclamados por el liberalismo (igualdad, libertad, propiedad privada) y la realidad efectiva fue leída o comprendida como “enfermedad social”. Ella tenía dos aspectos: fí sico y moral. Los remedios debían ser M. Foucault, Nacimiento de la Biopolítica (2004). Buenos Aires: FCE., 2007 Foucault, 1979. Op.Cit. 37 J. Donzelot, L’invention du social. Essai sur le déclin des passions politiques. Paris, Éditions du Seuil, 1994 35 36
también de esos dos tipos: morales y físicos. La población y el individuo pasan a ser considerados problemas a conocer, diagnosticar y curar en sus probables enfermedades físicas y/o morales. 38 Lo social fue pensado como un lazo contenedor y reparador de las inevitables desigualdades y la ciencia médica como el lugar de construcción de ese lazo. Para ello se trataba (y se trata) de saber cuáles son, por un lado a nivel poblacional, los índices de mortalidad, morbilidad, nacimientos de hijos ilegítimos, delitos, prostitución, locura, huelgas, levantamientos y todo aquello que pueda significar un riesgo para al buen orden que conduce al progreso o dicho de otro modo: para que los flujos de seres humanos y de bienes del mercado internacional, se desarrollen libres de obstáculos. Complementariamente, se trata de conocer la biografía de sujetos individuales a fin de detectar si entrañan algún grado de peligrosidad para esos flujos del mercado. Así el conocimiento y el tratamiento de enfermedades sociales tomará un doble rumbo: totalizante e individualizante. La idea de de riesgo es adjudicada a grupos y la de peligrosidad a individuos Se difunden así dos tecnologías de intervención sobre las poblaciones y los individuos. La biopolítica y la anatomopolítica. Ellas conforman dos rostros de una estrategia de análisis y control de las poblaciones y de los sujetos que las conforman. La palabra “tecnología” alude aquí a un conjunto de procedimientos que tienen como fin moldear las conductas de individuos y poblaciones y que tendrán como sustento el conocimiento provisto por la estadística y las ciencias sociales y naturales 39. La biopolítica se fue constituyendo como una tecnología de gobierno de las poblaciones que fundamentalmente tomó como objeto o blanco a la vida. Ella, a través de la estadística establece tasas de natalidad, mortalidad, morbilidad, delincuencia y la construcción de esos datos fue analizada en función de lograr un cuerpo de la población sano. La biopolítica desplegada por el liberalismo ya no intentará erradicar la enfermedad, la muerte, la pobreza, la delincuencia o la prostitución. Afirmará que ellas pertenecen a la naturaleza de las cosas. Ellas, como otros tantos problemas sociales, deben ser aceptados y conocidas en sus vaivenes, a fin de establecer cuáles son las tasas óptimas para ser toleradas en una sociedad. La biopolítica toma así como objeto a la vida, su blanco fue la población humana –hoy lo son todas las especies vivas y sus relaciones –. Su fin es y fue controlar los procesos de la vida, dejarlos actuar, pero dentro de unos márgenes deseables y óptimos para el mercado internacional en cada contexto concreto. Precisamente los márgenes tolerables de desviación son los que permiten construir normas de acuerdo a las cuales se intentará formar a los sujetos. El concepto de normal y el de anormal surgen así de las medidas estadísticas que establecen cuando determinados eventos han caído dentro de la media esperable para la población o se han desviado de ella. El concepto de “normal” y el de “anormal”, que tuvieron una fuerte S. Murillo, Tesis de maestría La ciencia aplicada a políticas sanitarias en Argentina y su relación con la escuela de Medicina de la Universidad de Buenos Aires. (1869- 1905). Centro de Estudios Avanzados de la Universidad de Buenos Aires. 2001 39 M. Foucault, "La gubernamentalidad", en Espacios de Poder. Madrid, La Piqueta. 1981 38
influencia en la constitución de las ciencias sociales y de las políticas sociales surgen desde esta búsqueda política. Desviado o anormal es aquel sujeto o grupo que cae fuera de la media normal esperable para esa población concreta y que al hacerlo pone en peligro el flujo de las cosas y las personas, o sea, el mercado. Para prevenir la anormalidad, o resocializarla cuando ella se produce, se difundieron ya desde el siglo XVIII las disciplinas o anatomopolítica que tomaron y toman como blanco ya no a las poblaciones sino a los cuerpos individuales a los que moldean de acuerdo a las normas emanadas de la Biopolítica, en instituciones como la familia, la escuela o la fábrica y a quienes se pretendía “resocializar” en el manicomio, la cárcel o el reformatorio, cuando la familia o la escuela habían fallado en su función de normalización. Hoy esto se ha transformado, la idea de resocialización ha caído en el descrédito y los grupos caracter izados como de “riesgo” son declarados “irrecuperables” bajo una matriz científica de ribetes lombrosianos y malthusianos. A fin de evitar que las tasas de enfermedad social, superen el riesgo poblacional tolerable se desplegaron desde el siglo XIX diversas tácticas que tuvieron uno de sus centros en la formación del niño, futuro ciudadano (educación escolar, formación de las mujeres como futuras madres, fijación de los trabajadores-padres de familia a un lugar, inculcación de hábitos de ahorro, control de la prostitución, campañas para estimular los casamientos, formación de hábitos higiénicos, entre otras medidas) 40. En síntesis, la construcción de higiene la física y moral desde el momento del nacimiento, desplegada en diversos dispositivos (escuela, familia, hospital, Iglesia), se tornó central a la hora de construir lazos sociales y evitar conflictividad política. La Ciencia y la Cuestión Social. Alienismo e Higienismo .
Este proceso de difusión de la anatomopolítica y la biopolítica, necesariamente complementarias, se desplegó en una profunda articulación entre instancias estatales y privadas, pero fue conformando paulatinamente una política científica (mucho antes de que tal nombre se constituyese) destinada a conformar cuerpos sociales sanos 41. Desde mediados del siglo XIX en buena parte de Europa y desde fines del mismo siglo en Nuestra América, sobre la base del pensamiento positivista, se construye una triple dimensión de política científica en el área social: a) de carácter discursivo, b) formación de profesionales en las universidades y c) prácticas institucionales. El discurso médico alienista e higienista fue central en la constitución de esa triple estrategia cuyo objetivo fue la ciudad y sus enfermedades físicas y morales. Esos discursos y prácticas, emergieron en un proceso en el cual el Estado llevó adelante políticas sociales, articulado con organizaciones privadas (laicas y religiosas), en 40
M. Foucault, Historia de la sexualidad. Tomo I. la voluntad de saber. México, Siglo XXI, 1991 (1976). 41 He sostenido que al menos en Nuestra América a esos dispositivos se le agregaron otros a los doy el nombre de “dispositivos de construcción de marginalidad” (Murillo, 20 09).
una estrategia donde el poder se ejerció con un carácter crecientemente individualizante a la vez que totalizante . Esa estrategia trató de normalizar a los individuos en función del cálculo de los problemas sociales. Cálculo que supuso el desarrollo de la estadística (de statistique: ciencia del Estado) como modo de controlar los niveles de riesgo social que habitan en los diversos grupos sociales. La matriz teórica que posibilitó tal proceso, la produjo la ciencia médica, la cual en base a parámetros estadísticos de normalidad construidos en las técnicas biopolíticas, posibilitó el diagnóstico exacto de los sujetos. Como consecuencia de ello, a los que caían fuera de la media esperada, se trató, al menos en lo discursivo, de regenerarlos, de readaptarlos socialmente. Hoy, la Nueva Penología trata simplemente de ubicar los grupos de riesgo a fin de controlarlos y actuar en cada caso según la amenaza que representan, pero ya no se sostiene la posibilidad de reinserción social. Durante el siglo XIX y XX, El Alienismo y el Higienismo fueron dos corrientes médicas que gravitaron profundamente en la construcción de esos procesos 42. Ellas se desarrollaron dentro de un marco positivista que supuso una Epistemología y una Ontología que coloca a la Ciencia en el lugar de la verdad, pues el supuesto es que ella permitiría conocer y planificar la realidad social, a través de tácticas, cuya estrategia final sería la conformación de la raza normal y la regeneración de los desviados. La Ciencia, como la manifestación más avanzada del Progreso, posibilitaría la perfectibilidad tanto moral como social del Hombre, así como el socorro de los caídos en la lucha por la existencia. Ella puede tomar como objeto de estudio a la sociedad y dar elementos que legitimen la acción del Estado sobre individuos. La apelación a la Ciencia por parte del positivismo, tuvo un instrumento fundamental: la medicalización de la sociedad. El médico y su prestigio, llenaron los vacíos entre el planteo teórico del igualitarismo liberal y el funcionamiento efectivo de la sociedad. La medicina vino a salvar la paradoja de que siendo el contrato social, producto de individuos libres e iguales, en los hechos el Estado no puede garantizar tal igualdad. La medicina, y particularmente dentro de ella, la psiquiatría alienista (nacida en los asilos para “enfermos mentales” surgidos a fines de siglo XVII I) unida al higienismo, establecerá que aun cuando el sujeto humano tiene una base física inmodificable, el carácter y el medio social pueden ser cambiados. En ese punto, los profesionales médicos, incluidos en organizaciones estatales, diseñaron la matriz de políticas sociales, que sólo se cumplieron parcialmente. Allí donde la ley se mostraba como insuficiente y la familia fallaba en su función de construir sujetos normales, debía operar el médico, avalado por el prestigio de la Ciencia. El médico debía transformarse en uno de los pilares del Estado, pues él encarnaba un problema indisoluble: médico y social. Junto a este prestigio médico emergió el valor del espacio como agente de ordenamiento social, no sólo el del espacio abierto de los intercambios y a partir de allí el valor del urbanismo, sino también el del espacio cerrado (manicomios, cárceles, hospitales), al cual se le asignó un valor terapéutico. En él la clausura debía tener un 42
Rosen, 1985. Op. Cit.
carácter instrumental terapéutico, que posibilitara la regeneración. El prestigio científico de la medicina hará que se vea como razonable el secuestro de personas y su encierro en la cárcel o el hospital, en un contexto en que la libertad era conceptualizada como un atributo inalienable del hombre. El modelo de intervención médica surgió del alienismo que fue un movimiento de carácter hospitalario caracterizado por una triple estrategia. 1) Precisa distribución del espacio en relación a los grandes síndromes. 2) Clasificación de las enfermedades. 3) Relación personal entre médico y paciente, consistente en el tratamiento moral. Para ello la tecnología alienista, planteó que era necesario aislar al enfermo y confinarlo en un orden asilar constituido en base a la disciplina. En el aislamiento la relación de autoridad entre el médico y el enfermo tendría un valor terapéutico, pues permitirá reconstruir el orden que la familia no logró constituir. Ese procedimiento fue transferido a otras instituciones: cárceles, correccionales, institutos de menores. Pero también tuvo influencia en el desarrollo de la escuela y en las transformaciones de las relaciones familiares. El alienismo se anuda a la fisiología y la psicología, su fundamento, tomado de Condillac, es el empirismo y el positivismo antimetafísico centrado en la observación de los síntomas y en la inducción de leyes generales. El establecimiento de tales criterios, se tornó central, dado el rol político que la medicina toma durante el siglo XIX, en relación al Estado y la sociedad. El médico fue percibido como alguien que podía reducir la miseria, educar al pueblo a través de un plan de vida racional e higiénico, luchar contra las fuerzas del oscurantismo y en última instancia imponer un orden racional en lo social. En esta matriz teórico-política emerge el Higienismo, el cual vinculó el iluminismo, con el empirismo inglés y con la teoría de que una vida sana, moral, limpia, decente tiene influencia en los aspectos físicos. Todo lo cual llevaba a la idea de controlar el medio social, a fin de que la vida fuese más racional y por ende más sana (tanto en un sentido físico, como moral). Se constituye así, una especie de ciencia intermedia entre la Legislación y la Medicina, la misma es denominada “medicina política”43. Los hombres que organizarán este movimiento tienen clara conciencia de su rol político. En ese sentido definen precisamente la labor del higienismo: “La medicina no sólo tiene por objeto estudiar y curar las enfermedades sino que tiene también íntima relación con la organización social; algunas veces ayuda al legislador a concertar leyes, frecuentemente ilustra al magistrado en su aplicación, y siempre vela, junto con la Administración, por el mantenimiento de la Salud Pública” 44. De modo que el higienismo postula dos puntos de aplicación de su tarea al cuerpo social: la enfermedad física y la enfermedad moral. Desde aquí se articula con el rol del legislador, el jurista, el criminólogo, el maestro, el reformador social, el psicólogo y el psiquiatra. Su objetivo es la planificación social poniendo el acento en la idea de prevención. Todo esto hace necesario organizar la ayuda pública y reformar el sistema de asistencia de las poblaciones pobres. Se trata de un conjunto de técnicas cuyo complejo es la biopolítica. 43
Rosen, Ibid. Prospecto de Annales d’ hygiene publique et de medecine légale, N° 1, Enero de 1829, citado por Castel, R., El orden psiquiátrico. Madrid. La Piqueta, Madrid, 1980, p.148. 44
Desde el punto de vista higienista el progreso genera necesariamente desigualdades, debido a las diferencias naturales y a la existencia del trabajo libre que es la fuente de la prosperidad. En ese enfrentamiento, que hace al triunfo de los más aptos, es necesario socorrer a los menos aptos, a fin de reinsertarlos si es posible, y si no, separarlos de la libre circulación. El alienismo aportó una de las primeras tecnologías aplicadas a cuestiones sociales basadas en la persuasión.45 El higienismo en Europa, tuvo diversas líneas una de ella, postuló un sistema de Higiene dividido en cuatro ramas: moral, dietética, social y policía sanitaria. La higiene social, tiene por objeto el bienestar de la sociedad, para lo cual las estadísticas deben efectuar un riguroso seguimiento de la vida social. En Argentina, los Censos y Anales de higiene Pública, fueron elaborados siguiendo este criterio. Con ello los higienistas iniciaban los estudios sociales de carácter cuantitativo en diversos países de Latinoamérica. La tarea de la higiene social tiene que ver con la prevención de enfermedades sociales. Por ello es menester, se sostuvo, que la higiene social termine con la pobreza. No obstante, en las últimas décadas del siglo estas ideas fueron discutidas, en parte por razones políticas y en parte debido al éxito de la bacteriología, que hizo pensar que se podía tratar la enfermedad y obviar las condiciones de vida del paciente, tal era la posición de Behring en 1893. 46 La Higiene, tuvo un carácter fundamentalmente preventivo. Su acción no se redujo a combatir las pestes o suprimir la mortalidad evitable, ella implicaba " tomar todos los medios de protección a los individuos y las colectividades, para preservar a la raza humana de todas las causas de degeneración física y moral” 47 De ese modo las medidas sanitarias deberán tratar de modificar el concepto de ciencia, transformándola, de una mera especulación teórica en un saber aplicado y encarnado en severas medidas administrativas vinculadas a la vida cotidiana . La educación de los pueblos será en ese sentido esencial, pues ella posibilitará que los individuos conozcan y comprendan la obligación de cumplir con los preceptos higiénicos, para lo cual deberán modificar sus hábitos de limpieza y sus costumbres en general. Eugenesia y B iopolítica.
Los desarrollos del higienismo en su objetivo de remediar las enfermedades físicas y morales que aquejaban a la población, desembocaron por obra de Sir Francis Galton en Inglaterra y bajo la creciente influencia del darwinismo social, en el objetivo de mejorar a la salud física y moral de la población. Este mejoramiento adquiere en la eugenesia, el carácter de un perfeccionamiento de la raza, bajo la convicción, de que existen pueblos más o menos desarrollados y dentro de cada uno de ellos, grupos sociales también más o menos avanzados. La higiene, se sostuvo, debe ser de carácter social, e incluir aspectos tales como nutrición, profilaxis, atención médica, higiene del trabajo, de la infancia, de la Murillo 2991, Op. Cit. Ibid. 47 República Argentina. Departamento Nacional de Higiene, Anales de Higiene pública y medicina legal, Buenos Aires, 1892, p. 279. 45
46
juventud, la salud pública y la teoría de la degeneración, patología constitucional e higiene sexual. La higiene, se afirmó, no puede ser sólo físico- biológico sino también social. Pero uno de los mayores problemas de la higiene social, se dijo, es la degeneración física y social. Se tematizó a la degeneración como el problema central de los estudios de patología social y se planteó la planificación cuantitativa y cualitativa de la reproducción humana en relación con lo valioso o disvalioso de determinados grupos; así como la planificación cuantitativa de la reproducción, en relación con la disminución de la población en determinadas zonas (actualmente los organismos internacionales plantean la necesidad de que los pueblos originarios abandonen zonas de América Latina, pletóricas de biodiversidad). De este modo las propuestas se hacen cada vez más racistas, pues sus principios básicos fueron tres: 1) La herencia tiene fuerte influencia en los individuos, junto a lo adquirido por la experiencia. 2) El progreso de la especie depende de la selección natural y del triunfo de los más aptos. 3) La modernidad ha reemplazado la selección natural por la selección artificial y ésta influye en la degeneración de las especies pues a través de vacunas y diversas formas de mejoramiento de vida hace que los menos aptos se reproduzcan más; este proceso se complementa con el hecho de que a las guerras son enviados los individuos mejor dotados y ello genera la sobrevivencia de los menos aptos; también los derechos humanos que tienden a igualar a todos los seres humanos le dan ventajas artificiales a los “naturalmente inferiores” (como a locos y delincuentes, idea que vuelve a tener vigencia en estos tiempos). Los planteos eugenésicos atribuyen de manera creciente las causas de las enfermedades a los factores biológicos y a sus condiciones de facilitación a nivel social. De ahí que la eugenesia, continuando algunos planteos higienistas proponga un desarrollo de políticas públicas que planifique rigurosamente la reproducción atendiendo a la mejora de la raza. El punto de partida de tal movimiento fueron los problemas de Inglaterra, en relación a la cuestión social y a los problemas de ese país con los habitantes de sus colonias; así como en EE UU la problemática de la “cuestión india” y en Alemania el programa de seguridad social de Bismarck 48. Así, la eugenesia fue un programa destinado a evitar la reproducción de ciertos grupos humanos, ella fue y es una respuesta a los problemas planteados por la cuestión social, que se ampliaba en los conflictos generados a nivel de las colonias de los países centrales. Se despliegan desde fines de siglo XIX y en pleno período de expansión de los países industrializados, programas de eugenesia ligados a la reproducción diferencial de grupos considerados más o menos apreciables o riesgosos. Paulatinamente, las ideas se expandieron al resto de Europa y no tardaron en hacerse sentir en América Latina. Particularmente EE UU, a través de Cuba, hizo llegar sus planes eugenésicos a esta región, un importante intercambio científico entre médicos y organizaciones eugenésicas norteamericanas y cubanas tuvo influencias en las
48
Miranda, M.y Vallejo, G. Darwinismo social y eugenesia en el mundo latino. Buenos Aires, Siglo XXI, 2005.
primeras décadas del siglo XX sobre Cuba y desde allí sobre América Latina 49. En Argentina esas ideas se desarrollaron apenas comenzado el siglo bajo la influencia de algunos médicos higienistas y alienistas que habían desarrollado pare de su formación en Europa. A medida que avanza el siglo XX, se verá perfilar la tendencia eugenésica en numerosos textos de difusión popular en los que se trata de evitar el casamiento de tuberculosos, sifilíticos, alcohólicos, parientes consanguíneos, mayores de cincuenta años, delincuentes y dementes. Pero que también intenta reducir la reproducción de grupos sociales considerados “inferiores” “racialmente. Hoy día estas ideas, aunque presentadas como políticas sociales racionales, se aplican en particular a grupos pobres, en especial a campesinos que ocupan zonas rurales caracterizadas por la biodiversidad. Se ha sostenido que la eugenesia no es una ciencia; sin embargo, ella constituyó y constituye un paradigma presentado sobre la base de conceptos teóricos, experimentos ejemplares (desarrollados en campos de concentración, entre otros lugares), avalado por la comunidad científica internacional, sostenido y transmitido por distinguidas publicaciones y tratado en innumerables congresos, así como desplegada de modo más o menos manifiesto en políticas públicas 50. El nazismo alemán fue tal vez su expresión más caricaturesca, pero es un error reducir la eugenesia a ese proceso político. Ese paradigma científico fue y es aplicado a las políticas sociales y tuvo y tiene, aunque con diversos matices, desarrollo en todos los países del mundo en relación precisamente a los avatares de la cuestión social. Esta técnica es uno de los núcleos actuales de la biopolítica en Nuestra América. Ella desnuda el carácter político del conocimiento y la inseparabilidad de los desarrollos científicos respecto de sus superficies de emergencia. En este marco estimo que es plausible sostener que la matriz de desarrollo de buena parte de las ciencias sociales estuvo en las ciencias médicas, en tanto éstas se erigieron durante el siglo XIX en detentadoras de los saberes capaces de amortiguar las enfermedades sociales. No sólo esto, sino que los Estados conformaron un funcionariado médico, que desde sus entrañas desplegó una biopolítica que articuló conocimientos y políticas sociales. Esto no significa afirmar que todos los científicos y corrientes sociales tendieron y tienden a oprimir a los seres humanos. La reflexión sólo intenta cuestionar la idea de que las ciencias sociales y la filosofía sean meras espectadoras que observan, explican y predicen fenómenos; por el contrario, ellas en su diversidad están vinculadas al mantenimiento, a la reforma o a la revolución de lo establecido. En este sentido brotan inevitablemente de prácticas sociales y se modifican al compás de ellas, sobre las que a su vez inciden a partir de su influencia en proyectos políticos y sociales de diversa índole. En esta clave se han mostrado entonces como co- construyendo la realidad. Alrededor del 49
García González, A y Álvarez Peláez, R. “Eugenesia e imperialismo. Las relaciones Cub aEstados Unidos (1921-1940) en Miranda, Marisa y Vallejo, Gustavo, Darwinismo social y eugenesia en el mundo latino. Buenos Aires, Siglo XXI, 2005. 50 H. Palma, “Consideraciones historiográficas, epistemológicas y prácticas acerca d ela eugenesia” en Mir anda, Marisa y Vallejo, Gustavo, Darwinismo social y eugenesia en el mundo latino. Buenos Aires, Siglo XXI, 2005.
problema de “lo social” en el siglo XIX y hasta el presente es posible ver con toda claridad el modo en que la teoría social y la filosofía más que “reflejar” la sociedad la co construyen. Son ese sentido políticas de la verdad , capítulos necesarios de la biopolítica, tecnología del arte de gobierno liberal y neoliberal. Biopolítica y relaciones interdisciplinares en Ciencias Políticas: interacciones, hipótesis, conj eturas. Emilio Duharte Incursionar en la Biopolítica es una tarea compleja, en correspondencia con la propia complejidad del mundo, de la ciencia, la tecnología y las ciencias sociales en particular. Son tan dinámicas y cambiantes las ciencias sociales hoy –especialmente a partir de los grandes cambios mundiales de finales de los años 80 e inicios de los 90 del siglo XX--, que para cualquier especialista resulta muy difícil abarcar el conjunto de los problemas complejos del mundo actual. Se presenta un doble problema –para algunos un dilema que, en realidad, es falso dilema--: por un lado, la necesidad de especialización en determinadas problemáticas específicas a fin de poder “tocar su fondo”, al menos aproximarse a ello. Por otro lado, no se puede abandonar el camino que nos incorpora a una tendencia mundial de la ciencia hoy: avanzar por la senda de la inter y la transdisciplinariedad; se pudiera decir también de la multidisciplinariedad aunque, para muchos, esta última ya “no está de moda”. La presente exposición pretende ser una reflexión para motivar el debate, para intercambiar opiniones, para hacer pensar sobre una propuesta –más bien hipótesis y conjeturas-- que, seguramente algunos, o quizás muchos, no coincidan con ella.
El análisis se estructura en tres aspectos:
I- El contexto en que se desarrolla este debate, es decir, el entorno mundial en lo que a ciencia y tecnología se refiere. II- El lugar y papel de las llamadas ciencias políticas en este contexto. III- ¿Dónde y cómo se ubica la Biopolítica en el debate referido? I
En lo que concierne al primer aspecto hay que decir que la revolución científica y tecnológica que caracteriza el avance del conocimiento que ha tenido lugar desde mediados del siglo XX está liderada por tres direcciones básicas: las ciencias de la cognición y la cibernética, con sus nuevos ordenadores y el desarrollo inusitado de la
informática y las comunicaciones; las ciencias biológicas, especialmente con el avance de la biotecnología y la ingeniería genética; y la física del micromundo, con el desarrollo de tecnologías productivas a ese nivel. Pero no queremos centrarnos en los descubrimientos, los productos, etc., sino en otro aspecto que forma parte también de la revolución científica y tecnológica, pero “…subyace,…se encuentra oculta tras los cambios perceptibles y resulta con frecuencia inadvertida: la revolución en el hombre, los modos de concebir y producir el conocimiento y la ciencia misma...” Pero esta revolución – que es, sin dudas, cultural- no tiene en cuenta sólo al hombre científico, a los artefactos y tecnologías, sino que “…tiene en su centro el cambio del hombre común, el modo de producir y comprender el conocimiento, su lugar y su valor en el proceso de vida… El saber holista vinculado a la vida cotidiana prefirió siempre la estabilidad al cambio. Esto es casi ley; es, al menos, una regularidad durante milenios… Lo novedoso e innovador se adoptó siempre con lentitud y recelo, pues resultaba sospechoso como portador de incertidumbre y cambio en dirección desconocida” 51. Sin embargo, aunque no podemos sentirnos satisfechos aún y, con frecuencia, muchos continúan resistentes a lo nuevo, debido a las mismas transformaciones de la propia vida motivada por las dos revoluciones mencionadas, el cambio se ha hecho hoy día, en general, preferible a la estabilidad, y se ha elevado el valor social de la novedad, la creatividad, la innovación. Ahora bien, ¿esto es positivo, progresista, o no lo es? A simple vista pareciera muy sencilla la respuesta: sí. No obstante, parece no ser tan sencilla y ello no juzga ser totalmente cierto, si tenemos en cue nta que “…la opción por el cambio y la instrumentación del saber se están convirtiendo, al mismo tiempo, en amenaza para la propia vida, y no sólo la humana” 52. No hay dudas que la revolución científica y tecnológica ha producido resultados altamente positivos que han mejorado las condiciones de vida de millones de personas en el mundo. Pero también es cierto que son notorios los resultados negativos, en cuya base está un gran dilema para los científicos: trabajar para la vida o para la muerte . En ambos bandos se ubican partes significativas de la comunidad científica internacional, y los dos están integrados, lamentablemente, en la ciencia. Pero su diferenciación dicotómica se agudiza, entre otros factores, por el desenfrenado y anti-ético uso de la ciencia y la tecnología para las nuevas guerras imperiales en las que el imperialismo del siglo XXI está utilizando su amplia producción biopolítica –a través de una nueva máquina económica-industrial- comunicativa, …una máquina biopolítica globalizada 53 - y es capaz Carlos J. Delgado Díaz: Hacia un nuevo saber. La bioética en la revolución contemporánea del saber , Publicaciones Acuario, Centro “Félix Varela”, La Habana, 2007, p. 14. Este autor realiza en la Introducción de su libro una interesante exposición sobre la llamada revolución inadvertida. p. 14-15. 52 Ibíd., p. 16. 53 Hardt, Michael y Negri, Antonio: Imperio, traducción: Eduardo Sadier, de la edición de Harvard University Press, Cambridge, Massachussets, 2000, p. 37-38. Difusion gratuita por Internet, http://www.chilevive.cl 51
de ocultar- basado en los más sofisticados subterfugios- sus intenciones reales de dominio mundial, que pretende lograr ya sea de manera “pacífica” o por la “legítima” fuerza de sus armas más modernas, a fin de extenderse por todo el entramado biopolítico de la sociedad mundial. Es por ello que el amoralismo que caracteriza las relaciones económicas y políticas internacionales dominantes que reduce la realidad a los criterios del mercado y a la necesidad de opresión planetaria, exige el desarrollo de “…u na ética de la vida como fundamento de todas las otras éticas…” 54 Es un deber moral social que busca la organización colectiva de las sociedades y de la sociedad mundial, sobre la base de principios éticos y verdaderamente democráticos, de una ética que haga coincidir – como situación ideal- varios niveles: el social o ética de la vida, el institucional y el personal de los diferentes actores económicos y políticos. Ahora, esto que se ha dado en llamar revolución inadvertida, que es la formación de nuevos ideales de conocimiento y un saber distinto, se desarrolla mediante la interconexión de varios fenómenos: los nuevos enfoques epistemológicos de la ciencia y el conocimiento, el advenimiento con fuerza inusitada del ideal de complejidad que refuerza la reflexión acerca de la dinámica del cambio, el fortalecimiento de un pensamiento ambientalista –que es transversal e incorpora la totalidad-, y el desarrollo de la bioética, que integra al hombre, la ciencia y la vida en el nuevo saber. Ciencia y Bioética; Ciencia, tecnología y política; Ciencia y, seguramente, Biopolítica, deben participar cada vez con más fuerza en el debate y las acciones mundiales por la preservación de la vida, que reconozcan que la creatividad no es inherente sólo al hombre, sino también a la propia naturaleza. ¿Puede o debe la Biopolítica desempeñar algún papel en la solución de estas problemáticas? ¿Podría ella convertirse en un pensamiento de ruptura abierto a problemas de nuevo tipo planteados por las ciencias de la vida o, a los mismos problemas pero con nuevos enfoques? Es un asunto para reflexionar. ¿Es la Biopolítica lo que pensamos que es porque ya está establecido por determinados autores y obras o, por el contrario, ella es lo que es, pero está llamada también a ser algo nuevo que se implique en la revolución contemporánea del saber que no es sencillamente saber, sino que impacta la preservación o no de la vida en la tierra, y que pudiera enfrentar determinadas políticas de muerte? Antes de intentar dar respuesta a esta pregunta acerquémonos a la segunda interrogante planteada al inicio que es también polémica y sirve a nuestro debate.
II
François Houtart: El camino de la utopía desde un mundo de incertidumbre . Instituto Cubano de Investigación Cultural “Juan Marinello”, Ruth Casa Editorial, La Habana, Panamá, 2008, p. 79. 54
¿Cuál sería el lugar y papel de las llamadas Ciencias Políticas en este complejo contexto de la revolución contemporánea del saber? Hay un viejo debate, para algunos falso dilema, para otros, discusión escolástica, pero que hoy mantiene su vigencia. Se trata de la discusión Ciencia Política (en singular) y Ciencias Políticas (en plural). No es objetivo de este artículo dilucidar completamente este asunto, pues tiene muchas aristas de análisis. La finalidad es tratar de esclarecer qué nos puede ser válido a los efectos del tema actual que nos ocupa. Todo depende de qué problema esté en el centro del análisis. Lo que interesa no es cuántas son las disciplinas que estudian la política, ni cuáles son sus diferencias, ni la defensa a ultranza de la autonomía de una u otra. El problema está en si se analizan los fenómenos y procesos políticos desde aristas disciplinarias aisladas o se hace de manera integral, inter y transdisciplinaria. Éste es un tema que hemos planteado en otros Encuentros; ahí están los textos 55. Sólo decir ahora que, a contrapelo de lo que algunos piensan, en la precisión del objeto de estudio de este conjunto de disciplinas los debates y polémicas continúan. Es notorio, por ejemplo, el planteo que niega las diferencias entre Ciencia Política y Sociología Política y otros ejemplos que se pueden señalar. Desde el punto de vista vertido en el presente material no se pretende enfatizar en la división de territorios entre las disciplinas sino, por el contrario, concentrarse en la hibridación entre ellas. Es reconocido por muchos autores que la innovación actual en Ciencia Política depende en gran medida del intercambio con esferas que pertenecen a otras disciplinas. “…La mayoría de los especialistas no están localizados en el así llamado núcleo de la disciplina. Están en los márgenes de fuera, en contacto con los especialistas de otras disciplinas. Prestan y toman prestado en las fronteras. Son académicos híbridos. El número de politólogos “generales” decrece rápidamente. Todos tienden a especializarse en uno o varios dominios…”.56 Encerrarse en las fronteras tradicionales de la Ciencia Política significa estrechar las perspectivas de desarrollo y limitar las posibilidades para la innovación, a excepción de algunos temas puntuales. Los avances alcanzados en el conjunto de las ciencias sociales y, particularmente de las ciencias políticas, se pueden explicar en buena medida por la hibridación de segmentos distintos de estas ciencias. Las nuevas esferas híbridas que se forman pueden alcanzar una relativa independencia o pueden continuar teniendo una doble afiliación. La Economía Política, para algunos, ha alcanzado esa independencia. En esta discusión pesan mucho los préstamos de conceptos que se producen entre la Ciencia Política y otras disciplinas sociales. La Ciencia Política, sin dudas, está repleta de conceptos “importados” 57 de la Filosofía, la Sociología, la Psicología, la Economía, la Antropología, la Ver, por ejemplo: Emilio Duharte Díaz y coautores: La política: miradas cruzadas. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2006. 56 Robert E. Goodin y Hans-Dieter Klingemann y otros autores: Nuevo Manual de Ciencia Política. Ediciones Istmo, S. A., Madrid, 2001, p. 186. 57 Esto lo podemos comprobar al revisar la Enciclopedia Internacional de las Ciencias Sociales y el índice de varios libros especializados. 55
Teología, etc., los cuales, por supuesto, han cambiado su significado en el proceso de adopción y adaptación que necesariamente se produce. Tomemos por ejemplo, los conceptos mercado político y dramaturgia política, que han penetrado ya el entramado terminológico de las ciencias políticas. Ello no niega que la propia disciplina haya generado sus propios conceptos, también de mucha importancia. En este último sentido se destaca, en general, que el más viejo de éstos es el concepto de poder y el más reciente el de implosión, sugerido por los procesos políticos de derrumbe del socialismo de Europa del Este y desintegración de la Unión Soviética. Coinciden muchos investigadores en señalar que Max Weber y Carlos Marx fueron los más prolíficos generadores de conceptos nuevos, sólo comparados con Aristóteles; ellos dos son, de hecho, académicos híbridos. ¿Por qué se considera importante este enfoque inter y transdisciplinario de las ciencias políticas? Creemos que no es posible, sin tal enfoque, aportar una explicación precisa, completa, de los fenómenos y procesos políticos de la actualidad. Un análisis que no se haga desde esta óptica es, de hecho unilateral, incompleto, impreciso y, por tanto, carente de rigor y de valor para hacer recomendaciones prácticas y efectivas a los partidos, gobiernos, organizaciones, movimientos sociales. Analice usted la corrupción política, los procesos electorales, los procesos de socialización, cultura y participación política, etc. Con respecto al primero, por ejemplo, nos encontramos que, comúnmente, su examen se realiza desde la Ética como disciplina filosófica o desde el Derecho. Eso está muy bien pero: ¿cómo ofrecer una explicación más o menos completa y precisa de la corrupción acudiendo solamente a la ética, la moral y a lo jurídico, sin abordar sus aspectos económicos, sociológicos, psicológicos, axiológicos, antropológicos, ecológicos, estéticos, y otros? No llegaríamos a la esencia de ese fenómeno y, por tanto, no podríamos ofrecer recomendaciones efectivas para su solución o, al menos, para su neutralización. ¿Cómo analizar un proceso electoral hoy si lo hacemos sólo desde la Ciencia Política tradicional, observando solamente –como con frecuencia se hace-- los aspectos de ingeniería política, o de ingeniería constitucional o, como algunos llaman, de ingeniería electoral, o sea, sólo los procedimientos, las técnicas, las tecnologías que tal proceso entraña? ¿Dónde dejaríamos los fenómenos de la psicología de los candidatos y electores; o la estética del proceso; o la economía del asunto cuando tanto dinero entra en juego y el mercado político casi siempre domina las campañas y sus resultados; o la sociología del asunto; o el espectáculo político y la dramaturgia política que caracteriza estos procesos? No decimos que sean aspectos que no se tengan absolutamente en cuenta: muchos no lo hacen suficientemente; otros lo hacen, pero como aspectos aislados y no como parte de un proceso único e integral.
III
Transitamos a lo que pudiera considerarse el objetivo central de este trabajo: ¿Dónde y cómo se pudiera ubicar la Biopolítica en este contexto de la revolución
contemporánea del saber y del debate amplio y complejo de las llamadas Ciencias Políticas? ¿Puede ser la Biopolítica un saber, un paradigma, un enfoque, una disciplina? Está claro que estas interrogantes se insertan en la complejidad y la incertidumbre del saber humano hoy. En el estado actual –diríase, de la construcción de la Biopolítica-, ofrecer una opinión supuestamente acabada al respecto, no sería más que una opción categórica o una absolutización. A la vez que se respete cualquier opinión que esté acompañada de la argumentación requerida, fundamentalmente de aquellos especialistas que más se han dedicado al tema, resulta interesante compartir algunas opiniones. Se coincide plenamente con la visión de algunos autores en el sentido de que al analizar la Biopolítica hay que distinguir, al menos, dos diferentes conceptos. “ En un primer sentido, el término biopolítica hace referencia a una concepción de la sociedad, del Estado y de la política en términos biológicos y, más precisamente, patológicos: el Estado es una realidad biológica, un organismo y, puesto que este organismo vive en un continuo desorden, la política tiene que basarse en la patología. En un segundo sentido –y en un movimiento inverso al anterior, aunque no sin relaciones con él, el término biopolítica es utilizado para dar cuentas del modo en que el Estado, la política, el gobierno, se hace cargo, en sus cálculos y mecanismos, de la vida biológica del hombre. El primer sentido es el que ha dominado la historia del término hasta los años setenta del siglo XX; el segundo se ha impuesto en estos años, sobre todo y a partir de los trabajos de Michel Foucault. Podemos dividir así la historia del concepto de biopolítica en dos grandes momentos que corresponden, respectivamente, al primer y al segundo sentido” 58. La obra de M. Foucault (iniciando en 1974) puede considerarse como el punto de inflexión entre ellos. Pero también podemos adscribirnos al criterio de que Foucault no inventó este término –aunque sí fue quien lo puso en circulación (lo reintrodujo) desde mediados de los años 70--, sino que el mismo tiene sus antecedentes, reconocidos por diferentes autores. Quizás el más claro e inmediato se remonta a inicios del siglo XX con el filósofo Kyellen. Han influido también las ideas de Comte, Darwin, Chamberlain (con su falsa interpretación de la teoría de Darwin como lo hizo después Hitler); el desigualitarismo sociológico de Pareto, Mosca, Michels; la desigualdad genética de Carlyle, Gobineau, el propio Chamberlain; las influencias de Nietzsche, el cual no fue ajeno al desigualitarismo y expresaría su desprecio por aquellos seres humanos que eran inferiores, débiles y víctimas, según su opinión; también todas las teorías sobre las razas. No se pueden olvidar las críticas de Alexis de Tocqueville que, al final de La Democracia en América, censuró lo que llamó “esas falsas teorías”. Algunos investigadores convocan a no olvidar a Malthus (1766-1834), especialmente con su “Primer ensayo sobre población”; o a John Stuart Mill, con sus aportes a la Teoría Política mediante el utilitarismo, aunque en este último caso cabría Castro, Edgardo: Una historia conceptual de la biopolítica, Universidad Nacional de San Martín, Argentina (documento en soporte digital). 58
preguntarse: ¿qué es “el bien para el mayor número”, como s u tesis central? Pareciera excelente idea a primera vista. Pero, ¿qué hacemos con el menor número? ¿Qué diría la Biopolítica de esto? ¿Nos diría que hay que buscar la forma de eliminarlo para que no sea un estorbo, o sea, lo dejaríamos sencillamente morir? Otros autores hablan de tener muy en cuenta la crítica a Herbert Spencer, a sus ideas de dejar morir a las personas que son una carga para la sociedad, de beneficiar a los más capaces, de no favorecer la multiplicación de los menos aptos. Finalmente, hay pensadores que dieron sustentación a la teoría del elitismo democrático del siglo XX: sólo gobiernan los escogidos, los capaces; las masas, los grandes sectores de población son amorfos, incapaces, no sirven para la democracia, no saben y no pueden gobernar. El propio Ortega y Gasset influyó fuertemente con su dicotomía élite-masa, aunque, por supuesto, no fue el único. “Miremos donde miremos (judíos, negros, mujeres, lumpenproletariado...), queda claro que la biopolítica sirvió ontológicamente para alentar la existencia de grupos humanos dispares e irreconciliables entre sí. Pero también, y al mismo tiempo, sirvió… para cercenar el desarrollo de la democracia y, de paso, impedir el ascenso y la participación en la vida social de colectivos emergentes. Así que, y sin miedo a equivocarnos, podemos afirmar que la gran tragedia de la Edad Contemporánea residió en el uso de la falacia naturalista: en la utilización fraudulenta de la Naturaleza con el fin de justificar situaciones que, como había denunciado el filósofo empirista David Hume, no eran ni son «naturales»” 59. Después de Foucault se destacan los trabajos de G. Agamben y R. Esposito, así como Jacques Rancière, Paul Rabinow, Michael Hardt y Toni Negri. Con estos dos últimos la problemática de la biopolítica se articula con la nueva configuración del poder a nivel global a la que denominan “imperio”, en cuyo régimen de biopoder, la producción económica y la constitución política tienden crecientemente a coincidir. En determinados e importantes aspectos las corporaciones financieras e industriales multinacionales y transnacionales comenzaron, en la segunda mitad del siglo veinte, a estructurar biopolíticamente territorios globales. En el imperio, un lugar donde debemos localizar la producción biopolítica es en los nexos inmateriales de la producción del lenguaje y lo simbólico, desarrollados por las industrias de la comunicación, las cuales integran el imaginario y lo simbólico dentro de la trama biopolítica. La fuente de la normatividad imperial nace de una nueva máquina económica-industrial-comunicativa, una máquina biopolítica globalizada. Sin embargo, en la génesis del imperio hay una racionalidad en marcha que puede reconocerse no tanto en términos de tradición jurídica sino, más claramente, en la historia habitualmente oculta de la administración industrial y los usos políticos de la tecnología. Es una racionalidad que nos sitúa en el corazón de la biopolítica y las tecnologías biopolíticas y, a su vez, conduce a la comprensión y práctica de que la
59
González Cortés, María Teresa: “La Biopolítica”, en Revista El Catoblepas, número 65, julio de 2007.
www.nodulo.org ,
intervención moral se haya convertido en una fuerza de avanzada que prepara el escenario para la intervención militar imperial 60. Por tanto, acercarse al concepto Biopolítica es una tarea compleja, plural, no exenta de la incertidumbre que marca el saber contemporáneo y, a veces, del caos. Entonces, como saber, la mayoría de los autores consideran que la Biopolítica lo es, por tanto hay que estudiarla; hay que investigarla y no solamente “inventarla”; en ella se producen no sólo procedimientos, técnicas y tecnologías, sino también conocimiento científico, tácticas y estrategias. Si es así habría que preguntarse: ¿Tiene objeto? ¿Tiene métodos para su estudio? ¿Tiene contenido propio, reflejado en obras y representado por autores diversos? Si ofrecemos respuesta positiva a estas tres preguntas entonces, hipotéticamente, la Biopolítica podría ser considerada una disciplina entre otras que estudian fenómenos y procesos sociales, particularmente políticos. Otra cosa sería si está consolidada o sólo en formación, en ciernes, sólo naciendo. Recordemos a David Easton –considerado por muchos el más importante politólogo contemporáneo, base para muchos antropólogos-, el cual confesaba en 1959 que la Ciencia Política “está buscando su identidad”. En relación con la Antropología Política era más terminante: “no existe aún” 61. Esta última afirmación, aceptada en ese momento por los representantes de una disciplina aún muy joven y en desventaja con respecto a otra mucho más desarrollada, le ganó una fuerte crítica por parte de algunos contemporáneos como F. G. Bailey, Abner P. Cohen y Aidan W. Southall. La dificultad está, según se han referido diversos autores 62, en lo que constituye una característica esencial de lo político: su capacidad de ocultarse o disfrazarse tras los más diversos ropajes. Pero también era un momento en que ya había una producción importante en este campo de estudio, existía una significativa gama de emergentes autores que la investigaban y habían demostrado la valía de determinados métodos, técnicas y procedimientos concretos 63. ¿Pasaría algo similar si negáramos la Biopolítica como disciplina de estudio? ¿Qué significa que algunos autores refieren en sus trabajos los “estudios en Biopolítica”, o “la ciencia biopolítica”, o “ciencia naciente”, y otros términos si milares? El objetivo que se plantea el autor de este artículo no es continuar la dispersión disciplinar, la creación desordenada de nuevas disciplinas, sino aprender a lidiar con los nuevos saberes, determinar, en fin, si la Biopolítica es sólo una moda, o es algo más que 60
Hardt, Michael y Negri, Antonio: Imperio, Ibíd., pp. 24-38. David Easton: “Ciencia Política”, Enciclopedia Internacional de las Ciencias Sociales, tomo II, Aguilar, Madrid, pp. 335 y ss. 62 Georges Balandier: Antropología Política, Ediciones Península, Barcelona, 1976. La edición original francesa fue publicada por Presses Universitaires de France, de París, con el título de Anthropologie politique, en 1967. 63 Emilio Duharte D.: “Antropología Política: un acercamiento a su objeto de estudio”, en CATAURO (Revista Cubana de Antropología), Año 5, No. 9, 2004. 61
eso, y no sólo técnicas y tecnologías. ¿Pudiera ubicarse, entonces, la Biopolítica en este debate amplio y complejo de las llamadas Ciencias Políticas?
Aquí surgirían dos incógnitas: 1- ¿Puede ubicarse La Biopolítica como saber o como disciplina entre el conjunto de las disciplinas que estudian la política? 2- ¿Podemos tratar a la Biopolítica como instrumento de transformación social, a partir de la idea foucaultiana de volver al carácter performativo de la política, de vincular la Biopolítica a un saber y táctica de lucha, inscribirla en un campo estratégico de lucha? La primera, como hipótesis, pudiera considerarse, pero hay que demostrarlo. Como adelanto ofreceríamos algunos argumentos: A) Las relaciones con la Ciencia Política, con su objeto, con categorías tales como Estado, gobierno, sociedad civil, soberanía política, gobernabilidad y otras. B) Las intervinculaciones con la Antropología Política, con temas como las redes políticas (algunas no visibles, que “mueven hilos” detrás del poder o e ntre las estructuras complejas, burocráticas del poder, formales e informales); el colonialismo y la colonialidad del poder; la identidad política; las tradiciones políticas; la tanatoantropología política, que se ha desarrollado con cierta fuerza dentro de esta disciplina: la relación política-muerte o la llamada recuperación política de la muerte, vistas algunas de estas temáticas como tanatopolítica en textos de Biopolítica; la relación entre política, cultura y lenguaje, particularmente entre política y lenguaje, en lo que insiste mucho, por ejemplo, G. Agamben, uno de los principales autores reconocidos en el campo de la Biopolítica. Hay un tema particularmente interesante: el fenómeno de la arqueología política. Si entendimos bien a Foucault, su llam ado a “crear una arqueología de la política” lo puedo considerar un planteo válido (hasta cierto punto, y con algunas precisiones) si cumple con dos requisitos: Uno: considerar que en su momento ya esa “arqueología” se estaba escribiendo con resultados consolidados desde hacía casi 30 años (1940) 64 y ya Georges Balandier, en la propia Francia, había escrito y divulgado con mucho éxito su libro Antropología Política, referencia para todos los antropólogos políticos. Segunda condición o requisito que le pondría: que no nos bastaría la arqueología de la política, hecha por los antropólogos u otros especialistas, sino que hay que ir más allá. Ya es consensuado, por ejemplo, que la Antropología Política no es simplemente una arqueología de la política, sino que se dedica a estudios de los sistemas políticos más modernos, rompiendo con aquellas visiones del “buen salvaje”, de que todo lo que no es primer mundo es Ver, por ejemplo: Meyer Fortes; E.E. Evans-Pritchard: African Political Systems, Oxford University Press, 1940. 64
incivilizado, arcaico, ágrafo, bárbaro, exótico, subdesarrollado y, de hecho, nuestros sistemas latinoamericanos y del tercer mundo son, pues, atrasados y, supuestamente, tenemos que asimilar todo lo que llega de aquella construcción disciplinaria y científica “civilizada” porque del lado de acá no se piensa ni hay capacidad para producir. La Antropología Política tiene ante sí grandes retos. Uno de ellos sería acercarse a lo que se ha dado en llamar “antropología de la acción”, proyectando sus estudios hacia los efectos del poder en las sociedades modernas, hacia el análisis de los males propios de las interpretaciones actuales del poder y de los sistemas políticos contemporáneos, en fin, hacia una antropología política que haga recomendaciones prácticas para la transformación de esos sistemas.
C) Las interacciones con la Estética Política65: con las funciones estéticas del poder, con conceptos y categorías tradicionales de la Estética, tales como gusto, imagen, lenguaje, forma, hedonismo, sensibilidad, dramatización, narratividad, simulacro, espectáculo, puesta en escena de la promoción de los candidatos, la personalización y la telepresencia, la estetización del mundo actual y de la política, que empiezan a participar del discurso politológico y se constituyen en asideros conceptuales para un diagnóstico de las transformaciones actuales de la praxis política. El planteo biopolítico de la disciplina ciudadana en relación con la soberanía y otros aspectos ¿es necesariamente negativo? Parece ser que tiene que ver con la estetización de la vida, del mundo, de la política. D) Los vínculos estrechos con la ciencia y la tecnología o con lo que pudiéramos llamar, quizás, Estudios de Ciencia, Tecnología y Política 66 como futura disciplina que convierta en su objeto los dilemas políticos de la ciencia y la tecnología, las relaciones ciencia-tecnología-poder, la democratización de la ciencia, las proyecciones de la ciencia y la tecnología en políticas públicas, la evolución de las políticas tecnológicas, etc. ¿Pudiéramos considerar estos estudios parte también de las Ciencias Políticas? ¿Y tiene que ver o no la Biopolítica con ellos, con sus métodos, técnicas, procedimientos, tecnologías? E) Los intercambios conceptuales y metodológicos con la Psicología Política. También desde la antigüedad aparecen teorías sobre psicología de masas, aunque no se denominaran de esta forma y, por supuesto, no tenían aún los resultados que hoy se exhiben. Platón y Aristóteles hicieron planteos interesantes, básicos para las actuales teorías. En el siglo XX E. Durkheim estudia las paradojas entre el Algunos autores prefieren hablar directamente de Estética Política, como disciplina científica independiente, ya establecida; otros optan por referirse a las relaciones entre Estética y política, o entre Estética, sociedad y política, dando por sentado que la Estética como disciplina filosófica es ampliamente reconocida, pero su arista política está aún en desarrollo. Se recomienda consultar: Mayra Sánchez M.: “Estética y poder: aproximaciones a la estetización de la política”, en Emilio Duharte Díaz y coautores: La política: miradas cruzadas, Ibíd. 66 Ver: Emilio Duharte Díaz: “Las Ciencias Políticas: relaciones interdisciplinares” y Jorge Núñez Jover: “La democratización de la ciencia y el problema del poder”, ambos en Emilio Duharte Díaz y coautores: La política: miradas cruzadas, Ibíd. 65
individualismo y la solidaridad social. Freud y Adler hicieron énfasis en los factores inconscientes que impactan la conducta humana: Freud en los deseos sexuales y Adler en las ansias de poder y dominación. Michel Foucault, por su parte, realizó estudios sobre aspectos del individualismo como la represión de la fuerza creativa por parte de la sociedad, la sexualidad humana y las nuevas formas de control social. Erich Fromm estudió la exteriorización por parte del individuo de sus problemas internos al identificarse con movimientos de masas, observándose esta tendencia, según él, en el autoritarismo y en las dictaduras. ¿Tiene que ver o no la Biopolítica con estos fenómenos y planteos propios de la Psicología Política como una de las disciplinas que estudian la política? Y así podríamos incursionar en todo el sistema complejo de relaciones entre la Biopolítica y otras ciencias sociales, específicamente políticas, sólo que el espacio de este artículo no lo permite y sería objeto de otra publicación. Después de estas reflexiones –si se pueden llamar tales--, es posible plantear ahora otra hipótesis: la Biopolítica puede ser considerada –si aceptáramos la primera hipótesis en tanto disciplina de estudio-- una disciplina dentro del conjunto que estudia la política . Acercándonos entonces a la respuesta a la segunda incógnita planteada más arriba que encontramos en el espíritu y, con frecuencia, en la letra de la obra foucultiana: hay que proyectar los estudios y acciones en base a la biopolítica en tanto instrumento de transformación social. Esto está en dependencia directa de si vamos a considerarla solamente en aquel primer sentido de su uso que expresamos al inicio: como concepción de la sociedad, del Estado y de la política en términos biológicos y, más precisamente, patológicos; de si la vamos a considerar solamente en la acepción de sus usos prácticos negativos: en las prácticas colonialistas actuales, en los microfascismos, o en las formas más sofisticadas de dominación. O si, a tenor con lo que señalan muchos especialistas, vamos a considerar que, detectar los padecimientos contemporáneos en las relaciones política-vida, describir los mecanismos de sujeción e, incluso, imaginar un adversario no convierten a la Biopolítica en una forma de discurso político ni de acción política. Hay que rescatarla, convertirla en un instrumento de transformación política del mundo .
IV.- ECONOMÍA POLÍTICA Y BIOPOLÍTICA Las transformaciones de las formas del poder moderno y por tanto de capacidad de disposición de los cuerpos, trabajados por Foucault representan los cambios exigidos por las formas de producción y valorización del capital que la gubernamentalidad liberal hace posible: desde el cuerpo del soberano, las estrategias de disciplinamiento hasta los contemporáneos dispositivos de control biopolítico. El capitalismo, entonces parece ser una palabra necesaria a esta relación, el capitalismo es biopolítico, pues desde su origen estuvo centrado en el cuerpo. Pero, también la biopolítica es capitalista porque, en primer lugar, se alimenta de la extracción de fuerza útil de los cuerpos y los abandona cuando no requiere de ellos. La relación entre Marx y Foucault ha sido una relación poco explorada en la puesta en escena de la categoría de biopolítica. En estos textos, se aborda la relación entre la biopolítica o el biopoder y la crítica a la economía política; entre la gestión de la vida y la fuerza de trabajo. El texto de Damián Pierbattisti, propone la vinulación entre la biopolítica y la ley de acumulación capitalista, “que produce aquello que Marx llama ‘ej ército industrial de reserva’” lo que repercute en la manera de intervenir “el ordenamiento social de los cuerpos”. Desde una perspectiva muy similar, el texto de Isabel Cassigoli, plantea los “anudamientos entre las formas económico-políticas del capital y la vida”, es decir, señala ciertas vinculaciones que la crítica a la economía política tiene con la noción de biopoder a través de un concepto clave que es el de “fuerza de trabajo”. Desde la categoría de labor de Hannah Arendt, Carlos Casanova interroga las nociones de trabajo y vida en Marx. Para Arendt -según el autor-, habría en Marx “una cierta antropología, que define lo humano como viviente que labora” El trabajo, y no cualquier trabajo, sino la fuerza de trabajo, “es la actividad vinculada al ci clo de la vida biológica cuyo agente de producción es el proletario, esto es, aquel que no se define por ninguna profesión en particular, puesto que sólo cuenta con su fuerza de trabajo como potencia genérica indeterminada”. Las variantes respecto a las prácticas de subjetivación liberal y la neoliberal, incrementan aún más la composición orgánica del capital y por tanto inciden en la producción de una población necesaria y otra superflua y la necesidad de intervenirlas o abandonarlas. El capitalismo y el liberalismo, favorecieron la libre circulación no sólo de mercancías, sino también de personas. Desde fines del siglo XIX, la asociación entre “ problematizar la “vitalidad” de los colectivos humanos (la higiene social, la eugenesia, la medicina clínica)”, y la gubernamentalidad, asistieron a la manera de “encauzar de manera eficaz la ‘cuestión social’”, y es lo que analiza Victoria Haidar en el caso particular de la Argentina, entre 1890 y 1915.
Marx, Foucault y la biopolítica: la población como efecto de la ley de acumulación capitalista
Damián Pierbattisti Introducción En este trabajo intentaré instalar una posible vía investigativa referida a la relación que establezco entre aquello que se denomina “biopolítica” y la ley de acumulación capitalista que produce aquello que Marx llama “ejército industrial de reserva”. En efecto, el incremento de la magnitud del capital altera su composición orgánica a favor de su parte constante y en detrimento de la variable. Este aspecto será central puesto que repercutirá no solo en la composición de la población sino también en la forma de intervenir sobre el ordenamiento social de los cuerpos que resulta de dicha ley. En tal sentido, la relación dispositivos de seguridad – mecanismos disciplinarios constituye una grilla de inteligibilidad sumamente interesante para abordar este fenómeno. Por último, aludiré a la teoría del capital humano como una forma determinada y específica de intervención sobre el capital variable, resultado directo de las innovaciones técnicas que modificaron radicalmente los medios de producción desde la posguerra hasta nuestros días.
La población en Marx y Foucault Pensar la relación Marx-Foucault constituye una de las promesas más largamente postergadas de la investigación sociológica de los últimos veinte años. Las imprescindibles sugerencias teórico-metodológicas que nos hiciera el filósofo francés, así como la irreverente originalidad con la que construía sus objetos de estudio, insuflan un comprensible entusiasmo en el ámbito académico de diversas disciplinas pero que choca frecuentemente con los límites que le impone el campo ensayístico. Ni el mejor de los hermeneutas puede salvar la evidencia empírica que permita volver observable la formación y realización de la dimensión “poder”. Creo que la obra de Michel Foucault constituye tal vez uno de los complementos más ricos, sugerentes e inexplorados de la tradición científica que se funda con las investigaciones de Karl Marx y Federico Engels. En tal sentido, la rápida expansión de cierto interés por estudiar la biopolítica o el llamado biopoder, así como las diversas interpretaciones sobre ambos conceptos, nos permite avanzar sobre un aspecto de la
producción de lo social que nos resultará particularmente útil para pensar la prometida relación Marx-Foucault. Comencemos por formular una pregunta: ¿dónde encontramos el punto de encuentro, la articulación, el espacio o el vértice, como se prefiera, que ponga en relación inequívoca las investigaciones llevadas a cabo por ambos investigadores? Pues bien, para nosotros ese punto en común lo constituye el cuerpo humano. Si para nosotros Foucault es el complemento obligado de Marx para avanzar en las investigaciones científicas que procuren volver observable la dimensión poder, esto se debe a una razón específica y concreta: Foucault es quien demuestra, empíricamente, que no basta con expropiarle a un cuerpo los medios de producción para convertirlo en un trabajador asalariado. Es, entre otras razones, a partir de este complejo operador teóricometodológico que Foucault construye, como objeto empírico, la evolución histórica de la disciplina. Los avances teóricos que Foucault produce en función de una sólida evidencia empírica nos permite comprender que el cuerpo humano es la superficie sobre la cual inscribirá el poder político su huella indeleble, pero al mismo tiempo nos advierte que tal inscripción es reversible y sujeta a una permanente confrontación. El cuerpo, y tal vez este sea su mayor avance y nuestro punto de partida para prolongar su acumulación investigativa, es un territorio donde se dirime una confrontación por la apropiación de un objeto particular; tan particular que permite, y exige, la sutil maleabilidad que impone la inestabilidad propia de su naturaleza: su energía. El objeto de la apropiación es la energía de los cuerpos. A lo largo del curso lectivo 1977-1978, Foucault expone el vínculo histórico que se establece entre las nociones de población y biopolítica o, dicho de otra forma, el proceso histórico constituyente del que resulta una nueva tecnología de poder que tendrá en el cuerpo colectivo de la población su nuevo objeto de intervención. La forma en la que se organiza la multiplicidad que concentra, indiscriminada, la población que analiza Foucault exige un tipo de administración, de gobierno, pues, muy particular, que pondrá en sutil articulación los dispositivos de seguridad, garantía y correlato mismo del principio de libertad que estructura dicha forma de gobierno, con los mecanismos disciplinarios que nunca dejaron de tener al cuerpo, su permanente e incansable construcción, como objeto de intervención privilegiado. Los dispositivos de seguridad y los mecanismos disciplinarios constituyen los dos grandes ejes de una doctrina de gobierno cuya característica reposa sobre la producción permanente de las libertades. El liberalismo, dicho rápidamente y sin detenernos en su evolución histórica que Foucault trabajó tanto en Seguridad, Territorio, Población como en Nacimiento de la biopolítica, es aquella doctrina de gobierno que permite y acompaña la expansión demográfica, la complejidad y los problemas de la población del siglo XVIII, allí donde el desarrollo de la incipiente formación social capitalista ya es incontestable. Es en este punto en donde quisiera formular algunas observaciones críticas respecto de una cierta lectura dominante referida a lo que se conoce como “biopolítica”. En tal sentido, intentaré articular la irrupción de la vida como problema político asociada a
la expansión demográfica de mediados del siglo XVIII y a la ley de acumulación capitalista sobre la que se apoya la producción de la población que constituirá el objeto de estudio de Foucault. Resulta al menos particularmente curioso que el debate sobre la biopolítica excluya el modo que asume la producción y reproducción de las condiciones materiales de existencia de la especie que, paradójicamente, constituye el objeto de estudio. Aquello sobre lo que se teoriza se funda sobre un presupuesto cuyo desconocimiento distorsiona la constitución misma de la población como objeto de estudio. Partamos del principio. Para que haya historia humana tienen que seguir existiendo las cuatro premisas descriptas por Marx hace más de ciento cincuenta años: “La primera premisa de toda existencia humana y también, por tant o, de toda historia, es que los hombres se hallen, para hacer historia, en condiciones de poder vivir. Ahora bien, para poder vivir hace falta comer, beber, alojarse bajo un techo, vestirse y algunas cosas más […] Lo segundo es que la satisfacción de esta primera necesidad, la acción de satisfacerla y la adquisición del instrumento necesario para ello conduce a nuevas necesidades, y esta creación de necesidades nuevas constituye el primer hecho histórico […] El tercer factor que aquí interviene de antemano en el desarrollo histórico es el de que los hombres que renuevan diariamente su propia vida comienzan al mismo tiempo a crear a otros hombres, a procrear: es la relación entre hombre y mujer, entre padres e hijos, la familia […] [Por último] La producción de la vida, tanto de la propia en el trabajo, como de la ajena en la procreación, se manifiesta inmediatamente como una doble relación – de una parte, como una relación natural, y de otra como una relación social –; social, en el sentido de que por ella se entiende la cooperación de diversos individuos, cualesquiera que sean sus condiciones, de cualquier modo y para cualquier fin. De donde se desprende que un determinado modo de producción o una determinada fase industrial lleva siempre aparejado un determinado modo de cooperación o una determinada fase social, modo de cooperación que es, a su vez, una fuerza productiva; que la suma de las fuerzas productivas accesibles al hombre condiciona el estado social y que, por tanto, la historia de la humanidad debe estudiarse y elaborarse siempre en conexión con la historia de la industria y del intercambio”. 67 Esto no implica invalidar el vínculo legítimo que destaca Foucault entre la irrupción histórica del concepto de población y el modo en el que comienza a instalarse un conjunto de mecanismos que incorporan a partir del siglo XVIII a la estrategia política, a una estrategia general de poder, dice Foucault, “el hecho biológico fundamental que el ser humano constituye una especie humana” 68. Pero este es un concepto limitado al breve espacio de ciertas dimensiones biológicas. El funcionamiento objetivo de la dimensión poder en la especie humana nos demuestra que una porción minoritaria de la especie vive a expensas de las condiciones inhumanas de existencia de la enorme mayoría de la misma. Considero, entonces, que a partir de tomar en consideración este observable 67 68
Marx. K. y Engels, F. La ideología alemana. Grijalbo, Barcelona, 1984, pp.27-29. Foucault, M. Sécurité, Territoire, Population. Gallimard-Seuil, Paris, 2004, p.3.
fácilmente asequible, acceder al conocimiento de cuáles son las leyes que constituyen las posibilidades de realización de la dimensión poder, es decir, el cómo se construye la posibilidad de que una parte de la especie viva de la aniquilación material y moral de la restante, no puede encontrarse sino en el ámbito de la producción material de la vida de la especie humana. Así, y por lógica consecuencia, lo que se designa, de forma laxa, como biopolítica es inescindible de las leyes que rigen el desarrollo de la formación social capitalista o, lo que equivale a decir, del régimen social de producción de mercancías. Foucault señala, creo que es incuestionable, que uno de los rasgos que caracteriza al poder soberano era la máxima hacer morir, dejar vivir . No comentaré lo que todos conocemos. Con la singular lucidez que caracteriza su aguda observación, propondrá que esta irrupción de la dimensión biológica, la especie humana y los problemas que le son asociados en tanto su organización social a partir de un objeto tal como la población, invierte el apotegma soberano y ya no se trata de hacer morir y dejar vivir sino de su exacto contrario: hacer vivir y dejar morir. Dos grandes dimensiones articulan esta fina observación: “uno de los polos, el primero, se formó y se centró en el cuerpo como máquina: su encauzamiento, el aumento de sus aptitudes, la apropiación de sus fuerzas, el crecimiento paralelo de su utilidad y de su docilidad, su integración a sistemas de control eficientes y económicos; todo esto fue asegurado por procedimientos de poder que caracterizan a las disciplinas: anatomo-política del cuerpo humano . El segundo [polo] se formó un poco más tarde, hacia mediados del siglo XVIII y se centró sobre el cuerpo-especie, sobre el cuerpo atravesado por la mecánica de lo vivo y que sirve de soporte a los procesos biológicos: la proliferación, los nacimientos y la mortalidad, el nivel de salud, la duración de la vida, la longevidad y todas las cuestiones que pueden hacerlas variar; la captura que se opera por toda una serie de intervenciones y de controles reguladores: una biopolítica de la población . Las disciplinas del cuerpo y las regulaciones de la población constituyen los dos polos alrededor de los cuales se desplegó la organización del poder sobre la vida. La implementación, durante la edad clásica, de esta gran tecnología de dos caras, anatómica y biológica, individualizante y especificante, vuelta hacia las realizaciones del cuerpo y observando los procesos de la vida, caracteriza un poder cuya función ya no es matar sino invadir la vida en su totalidad”.69 Este fenómeno abre, para Foucault, la era de un biopoder que constituyó uno de los elementos centrales para el desarrollo del capitalismo. La inserción de esos cuerpos procesados por los aparatos disciplinarios en el ámbito de la producción, allí donde debían convertirse en la fuente imprescindible de valorización del capital, constituye uno de los observables más fuertes que nos permite establecer un vínculo entre las investigaciones de Marx y Foucault: la forma en la que el ordenamiento social de los cuerpos produce la mercancía fuerza de trabajo. Pero abordar el problema de la población como un fenómeno que sólo se circunscribe al ámbito de una forma particular de intervención del poder sobre las 69
Foucault, M. Histoire de la sexualité. Gallimard, Paris, 1976, p.183.
dimensiones sociales que atañen al mundo de lo biológico, de la especie, puede hacernos perder de vista el campo de las múltiples determinaciones. Me anticipo al señalamiento evidente: quisiera precisar qué es aquello que hay que mirar para analizar el carácter material de tales determinaciones: “Cuando consideramos un país dado desde el punto de vista económico-político comenzamos por su población, la división de ésta en clases, la ciudad, el campo, el mar, las diferentes ramas de la producción, la exportación y la importación, la producción y el consumo anuales, los precios de las mercancías, etc. Parece justo comenzar por lo real y lo concreto, por el supuesto efectivo; así, por ejemplo, en la economía, por la población que es la base y el sujeto del acto social de la producción en su conjunto. Sin embargo, si se examina con mayor atención, esto se revela como falso. La población es una abstracción si dejo de lado, por ejemplo, las clases de que se compone. Estas clases son, a su vez, una palabra huera si desconozco los elementos sobre los cuales reposan, por ejemplo, el trabajo asalariado, el capital, etc. Estos últimos suponen el cambio, la división del trabajo, los precios, etc. El capital, por ejemplo, no es nada sin trabajo asalariado, sin valor, dinero, precios, etc. Si comenzara, pues, por la población, tendría una representación caótica del conjunto y, precisando cada vez más, llegaría analíticamente a conceptos cada vez más simples: de lo concreto representado llegaría a abstracciones cada vez más sutiles hasta alcanzar las determinaciones más simples. Llegado a este punto, habría que reemprender el viaje de retorno, hasta dar de nuevo con la población, pero esta vez no tendría una representación caótica de un conjunto, sino una rica totalidad con múltiples determinaciones y relaciones” 70. La pregunta que debemos formularnos al iniciar un recorrido que nos permita volver observable cuál es la utilidad del concepto de población en relación con la forma en la que se administran los cuerpos sobre fondo del régimen social de producción de mercancías es cómo se construyó, históricamente, la precondición indispensable por la cual un cuerpo está obligado a vender su fuerza de trabajo en el mercado para reproducir sus condiciones materiales de existencia. Esta dimensión, sin dudas, implica al mismo tiempo reflexionar en torno a la figura de aquel que está en condiciones de comprar dicha fuerza de trabajo. Capitalista y asalariado son los polos de un movimiento dialéctico sin el cual la inteligibilidad de la población y las múltiples dimensiones que instala la vida humana en su organización social convierten a este problema en un simple altercado fácilmente resoluble con algún pase de magia literario. Pero sabemos que la cosa es mucho más complicada y en eso Foucault nos da una primera pista. La ciudad. ¿Por qué aparece como intento por construir un registro empírico del arduo problema que nos plantea Foucault, la ciudad, la territorialidad social sobre la que se fundará el incipiente e irrefrenable desarrollo de las relaciones sociales de producción capitalista? No son escasas las razones. Comencemos por la más importante: la organización de cuerpos para la producción.
Marx, K. Elementos fundamentales para la crítica de la economía política (Grundrisse) 1857-1858. Tomo I. Siglo XXI, México, 1971, pp.20-21. 70
La expansión demográfica que, por motivos diferentes, se produce a mediados del siglo XVIII, instala serios problemas políticos que vuelven acuciante la construcción de un espacio social que pudiese acompañar el desarrollo vertiginoso de las relaciones sociales de producción capitalistas. Y en este punto, la advertencia que nos hiciera Foucault en Vigilar y Castigar cobra particular importancia: acumular capital supone acumular cuerpos. Pero Foucault avanza un paso más y procura instalarnos la inteligibilidad de este complejo proceso social en función de dos grandes vectores que ya mencioné y sobre los que volveré más adelante: los dispositivos de seguridad y los mecanismos disciplinarios. La clave para comprender los modos en los que se organizará el gobierno de los cuerpos estará dada por esos dos grandes vectores, pero cuya centralidad sólo puede apreciarse, con rigor, si se la subordina al objetivo estratégico de la burguesía en expansión: la construcción de cuerpos para el trabajo asalariado. Veamos lo si guiente: “La población obrera, pues, con la acumulación del capital producida por ella misma, produce en volumen creciente los medios que permiten convertirla en relativamente supernumeraria . Es esta una ley de población que es peculiar al modo de producción capitalista, ya que de hecho todo modo de producción histórico particular tiene sus leyes de población particulares, históricamente válidas. Una ley abstracta de población sólo rige, mientras el hombre no interfiere históricamente en esos dominios, en el caso de las plantas y los animales. Pero si una sobrepoblación obrera es el producto necesario de la acumulación o del desarrollo de la riqueza sobre una base capitalista, esta sobrepoblación se convierte, a su vez, en palanca de la acumulación capitalista, e incluso en condición de existencia del modo capitalista de producción . Constituye un ejército industrial de reserva a disposición del capital, que le pertenece a éste tan absolutamente como si lo hubiera criado a sus expensas. Esa sobrepoblación crea, para las variables necesidades de valorización del capital, el material humano explotable y siempre disponible, independientemente de los límites del aumento real experimentado por la población” 71. Como dije anteriormente, si bien la grilla de inteligibilidad para comprender el gobierno de los cuerpos involucra los dos grandes vectores que instala Foucault, el crecimiento demográfico que observa responde a una ley específica de la acumulación capitalista sin la cual esta no es posible. Es decir, la construcción de una población supernumeraria, en los términos de Marx, es inherente al desarrollo de esta formación social. De la misma manera que la valorización del cuerpo del trabajador constituye el objetivo central de la iniciativa política capitalista. 72 71
Marx, K El capital. Siglo XXI, México 2004, pp.785-786. (El subrayado pertenece al original). 72 Quisiéramos distinguir dos niveles al momento de referirme a lo que yo defino conceptualmente como “iniciativa política”. En primer lugar, la iniciativa política alude a la capacidad por medio de la cual una clase social ejerce, mediante instrumentos de variada naturaleza, la facultad de determinar los comportamientos y conductas, esperables y deseadas, de los miembros de otra clase. A los efectos de investigar los modos en los que se estructura la producción de bienes (mercancías) en la formación social capitalista, este concepto es de suma utilidad para comprender la forma en la que se operacionaliza la voluntad de la burguesía de construir, y organizar, cuerpos para el trabajo. Un segundo nivel nos lleva a identificar tal iniciativa
Es en este punto en donde destaco por qué el ámbito de articulación entre Marx y Foucault es el cuerpo humano, su construcción permanente como fuerza de trabajo, la docilidad puesta en acción en la anticipación al ejercicio normalizado de la obediencia ante las órdenes, la previsibilidad de su comportamiento dentro de una territorialidad social donde la conducta asume una direccionalidad específica y donde aguarda, ante la posible desobediencia, el estigma de la anormalidad que construye su cerco de palabras y acciones. De Palabras y Cosas. La libertad que se construye como el correlato de los dispositivos de seguridad tiene su anclaje material en el modo en el que se construye la libertad de la fuerza de trabajo para venderse como mercancía en el mercado. Sin esa libertad que ficcionalmente pone en un pie de igualdad contractual a la fuerza de trabajo con quien la compra no existe régimen capitalista alguno. Y por supuesto, esta dimensión es inescindible de la constitución de la población que describe Fouc ault: “Por consiguiente, la producción de una sobrepoblación relativa o sea la liberación de obreros, avanza con mayor rapidez aun que el trastocamiento tecnológico del proceso de producción – trastocamiento acelerado de por sí con el progreso de la acumulación – y la consiguiente reducción proporcional de la parte variable del capital con respecto a la parte constante. Si bien los medios de producción, a medida que se acrecientan su volumen y eficacia pierden importancia como medios de ocupación de los obreros, esta relación misma se modifica a su vez por el hecho de que en la medida en que crece la fuerza productiva del trabajo, el capital incrementa más rápidamente su oferta de trabajo que su demanda de obreros. El trabajo excesivo de la parte ocupada de la clase obrera engruesa las filas de su reserva, y, a la inversa, la presión redoblada que esta última, con su competencia, ejerce sobre el sector ocupado de la clase obrera, obliga a éste a trabajar excesivamente y a someterse a los dictados del capital. La condena de una parte de la clase obrera al ocio forzoso mediante el exceso de trabajo impuesto a la otra parte, y viceversa, se convierte en medio de enriquecimiento del capitalista singular y, a la vez, acelera la producción del ejército industrial de reserva en una escala acorde con el progreso de la acumulación social” 73. Es por esto que me interesa producir un señalamiento que bien puede convertirse en una mi hipótesis fuerte sobre la que me gustaría avanzar en diversas investigaciones empíricas durante los próximos años: el hacer vivir y dejar morir, ese nuevo apotegma biopolítico, cobra particular fuerza al momento en el que se produce una explosión demográfica que se articula con el desarrollo de la formación social capitalista en un estadio concreto de su producción, acumulación y centralización social: el capital durante el período de la manufactura, antesala y fundamento técnico de la gran industria. En tal en aquellos cuerpos que concentran la fuerza social del campo al que pertenecen y que, habitualmente, se los llama “cuadros políticos”. Estos cuerpos asumen, bajo su responsabilidad, ciertas tareas sin cuya determinación es extremadamente difícil llevarlas a cabo. Entiendo por “cuadro político” aquellos cuerpos que expresan, y concentran, la fuerza material y moral del bando al que pertenecen. Si bien todos los cuerpos expresan diferentes relaciones sociales, el cuerpo de un cuadro político reúne las distintas dimensiones de fuerza en su propio cuerpo. Para una profundización de este concepto, ver Pierbattisti, 2008. 73 Marx, 2004. Op.Cit., pp. 791-792.
período, la composición orgánica del capital era prácticamente en partes equivalentes de capital constante (medios de producción) y capital variable (salarios). Con esto quisiera indicar que los cambios que sufre la composición orgánica del capital es inescindible de las formas de intervención que sufra la población que no podrá ser absorbida por el incremento del capital constante producto del desarrollo de las fuerzas productivas. En tal sentido quisiera avanzar sobre una posible lectura de la teoría del capital humano y señalar por qué, tal es mi posición, ésta involucra una lectura biopolítica que se corresponde con una fase específica de la acumulación capitalista y que en términos políticos se expresa en esa masa informe, laxa y confusa que da en llamarse neoliberalismo.
La teoría del capital humano: la bio política del capital variable Foucault cierra la lección del 10 de enero de 1979, la primera del Seminario que apareció publicado en Francia en octubre de 2004 bajo el título Nacimiento de la biopolítica (Naissance de la biopolitique) afirmando que el tipo de gobierno que corresponde a la autolimitación de la razón gubernamental moderna, que tendrá a la producción de la libertad no sólo como el correlato de los dispositivos de seguridad sino como un factor estructurante de su legitimidad, es aquel que se conoce como “liberalismo”. La doctrina de gobierno que corresponde, entonces, a la administración de esa población heterogénea, compleja, múltiple, brota de los labios de Le Gendre al exclamar: “Laissez-nous faire”. Pero, creo, avanza sensiblemente sobre su campo de observación y estudio respecto del Seminario dictado el ciclo lectivo anterior. Tal avance teórico configura la riqueza de una territorialidad social aun no explorada suficientemente desde la investigación sociológica, pero inmensamente convocante. Dice Foucault: “Libertad económica, por un lado y liberalismo y técnicas disciplinarias, por el otro: allí se encuentran dos cosas que están perfectamente ligadas entre sí. Este famoso panóptico que al comienzo de su vida, en 1792-1795, Bentham presentaba como debiendo ser el procedimiento por el cual se iba a poder, al interior de instituciones determinadas como las escuelas, los talleres, las prisiones, vigilar la conducta de los individuos aumentando la rentabilidad, la productividad misma de su actividad; hacia el fin de su vida, en su proyecto de codificación general de la legislación inglesa, Bentham lo presentará como debiendo ser la fórmula del gobierno en su conjunto diciendo: «el panóptico es la fórmula misma de un gobierno liberal porque, en el fondo, qué debe hacer un gobierno? Debe, por supuesto, dejar lugar a todo lo que puede ser la mecánica natural de los comportamientos y de la producción. Debe dejar el lugar a estos mecanismos y no debe tener sobre ellos ninguna otra forma de intervención, al menos en primera instancia, que la de vigilancia. Y es únicamente cuando el gobierno, limitado primero a su función de vigilancia, verá que algo no ocurre como lo quiere la mecánica general de los comportamientos, de los intercambios, de la vida económica, que deberá intervenir». El panoptismo no es una mecánica regional y limitada de las instituciones. El panoptismo, para Bentham, es una fórmula política general que caracteriza a un tipo de gobierno […] Además de la relación
entre las disciplinas y el liberalismo, está también la aparición, en este nuevo arte de gobernar, de mecanismos que tienen por función producir, insuflar, aumentar las libertades, introducir un plus de libertad por un plus de control de intervención. Es decir que allí el control no es más, simplemente, como en el caso del panoptismo, el contrapeso necesario a la libertad. Es su principio motor”. 74 La producción de la libertad está sutilmente resguardada de sus posibles excesos. Curioso, pero la libertad para que sea considerada como tal debe ser preservada del desborde que puede suponer la ausencia de un control que la regule. Los comportamientos humanos serán puestos bajo esta sensible lupa y cuando algún indicador específico demuestre que no se está actuando como lo exige “la dinámica natual de los comportamientos y de la producción”, el gobierno deberá intervenir; no antes. En el tránsito del liberalismo al neoliberalismo, Foucault señala dos grandes dimensiones sociales que serán estructurantes para que tal mutación pueda ser posible. La primera refiere a que a diferencia del liberalismo clásico, el neoliberalismo supone la imposición de un mercado para un Estado. Ya no se trata de que el Estado deba garantizar el funcionamiento objetivo de la libertad de mercado, allí donde los productos del intercambio asumirán el precio justo que determinen los productores, sino de construir un mercado que limite al Estado o, en palabras de Foucault, “¿Cómo, entonces, la libertad económica puede a la vez ser fundadora y limitadora, garantía y caución de un Estado? 75 Este último aspecto se liga con la segunda dimensión que quisiera destacar: “No es la sociedad mercantil la que está en juego en este nuevo arte de gobernar. No es esto lo que se trata de reconstituir. La sociedad regulada por el mercado en la que piensan los neoliberales es una sociedad en la cual lo que debe constituir el principio regulador no es tanto el intercambio de las mercancías sino los mecanismos de la competencia. Son estos mecanismos los que deben tener el máximo de extensión posible, los que deben ocupar el mayor volumen posible en la sociedad. Es decir que lo que se trata de obtener no es una sociedad sometida al efecto mercancía sino una sociedad sometida a la dinámica de la competencia. No es una sociedad de supermercado sino una sociedad de empresa. El homo œconomicus que se quiere reconstituir no es el hombre del intercambio, tampoco el hombre consumidor; es el hombre de la empresa y la producción” 76. Este tránsito prefigura la irrupción de la teoría del capital humano, donde cada individuo deberá gestionar los recursos de los que dispone su propio cuerpo como si se tratase de un “empresario de sí mismo”. Foucault llega a esta conclusión luego de leer en profundidad a los principales cuadros teóricos de la corriente neoliberal, entre ellos a Gary Becker y Theodore Schultz. Cuando estos proponen que el salario sea considerado un ingreso y que aquello que solamente puede producir un ingreso es un capital, Foucault advierte que allí reside una nueva tecnología de poder, sutil en su desplazamiento con 74 75 76
Foucault, M. Naissance de la biopolitique. Gallimard, Paris, 2004, p. 68. Ibíd., p.106. Ibíd., p.152.
respecto al modelo anterior pero que comenzaba a ganar terreno a medida que aquello que se llamaba neoliberalismo avanzaba a pasos agigantados. Ahora bien, ¿Por qué me resultó imprescindible hacer esta breve descripción del tránsito del liberalismo al neoliberalismo hasta llegar a la teoría del capital humano? ¿Cuál es el vínculo que yo observo con la dimensión biopolítica? En este sentido, apostaré por instalar una hipótesis fuerte: la verificación de la teoría del capital humano solo es posible cuando el desarrollo de la formación social capitalista alcanza una fase tal en la que el incremento sensible del capital constante respecto del variable obliga a la iniciativa política capitalista a adecuar el capital variable al desarrollo de las fuerzas productivas. Dicho de otra forma, los cuadros teóricos capitalistas comienzan a preocuparse por formar los cuerpos que operen los medios de producción que resultan de los cambios tecnológicos que se fueron produciendo desde la posguerra hasta nuestros días. La hipótesis que sigue es subsidiaria de la anterior y podría formularla de la siguiente manera: la formación de tales “recursos humanos” impone una aproximación biopolítica. Veamos lo que sigue: “Existen oportunidades para invertir en el hombre a través de la formación profesional, la búsqueda de información económica, la migraciones, actividades que contribuyen a la salud; todo ello recibió considerable atención analítica. Una particular clase de capital humano consistente en el capital infantil puede ser la clave de una teoría económica de la población. La formación de capital infantil por los padres podría comenzar con el sostenimiento de los niños, procediendo a orientarlos durante la infancia.” 77 Ya en el prólogo de su obra, Schultz advierte que la clave de la construcción del capital humano se encuentra en la niñez. Los padres serán la primera usina formadora de un capital humano adecuado a la fase de acumulación capitalista actual. El medio hará el resto. Pero analicemos los problemas que enfrentan los cuadros técnicos del capital para volver observable cuándo un cuerpo expresa una buena formación en capital humano. Desde un principio, Schultz señala que existen dos grandes dimensiones sociales que son fundamentales para construir capital humano: la salud y la educación. Cuerpos sanos y educados: punto de partida obligado para construir un cuerpo apto para el trabajo. A la libertad contractual de vender su fuerza de trabajo en el mercado le corresponde la responsabilidad de acumular capital humano en su cuerpo para convertirse en un asalariado “empleable”. La “empleabilidad” actual es la referencia a la teoría del capital humano en el ámbito del trabajo. Escolaridad y educación superior, formación profesional, migraciones, salud e información económica. Estas son las variables que es preciso observar para medir el grado de acumulación de capital humano en un cuerpo. Pero conforme se expande la formación social capitalista, las dimensiones se extienden también “a la distribución personal de la renta, al comercio internacional, al movimiento de personas calificadas, la distribución de recursos en la producción de servicios educativos, los efectos de la discriminación bajo la motivación en la performance escolar, el tratamiento de la “labor 77
Schultz, T. Investment in Human Capital. Collin-Macmillan Limited, London, 1971, p.vii.
educativa” bajo la función productiva y el planeamiento familiar. Las ganancias anticipadas que son por regla un componente de costos mayores en inversión en capital humano has sido extendidas y desarrolladas en una teoría de la distribución del tiempo”. Y dirá un poco más adelante: los economistas, no obstante, han tenido una visión estrecha de la tecnología al restringirla a los bienes de capital excluyendo la tierra y el hombre, concentrándola en las estructuras y el equipamiento. Mientras esa visión incluye herramientas, aparatos e instrumentos excluye como regla esas entidades biológicas como los animales y las plantas y otros organismos considerados como insumos del proceso productivo”. 78 La vida sometida a la producción capitalista. No hay novedad alguna que no revele la esencia, aquello que estructura y es inherente al desenvolvimiento de la formación social en la que vivimos. Las formas específicas que asume la producción de la vida conforme se expande la formación social capitalista deberá constituir un proyecto investigativo específico que procure relevar, con rigor, la naturaleza de la íntima relación que creo existe entre el campo de la producción de la vida y la ley de acumulación capitalista.
Conclusiones Hacer vivir y dejar morir. Se invierte el apotegma soberano porque es preciso organizar una porción extraordinaria de la especie humana para construirla como fuerza de trabajo disponible a los requerimientos y los vaivenes del régimen de producción de mercancías. La iniciativa política capitalista involucra todas las dimensiones de lo humano. No hay ámbito de la vida que escape al carácter mercantil que asume la relación de los cuerpos mediados por las cosas, característica irreductible del sistema capitalista y del carácter fetichista de la producción de mercancías sobra la que se funda. El desarrollo de las fuerzas productivas, el avance irrefrenable de las innovaciones tecnológicas, alteran radicalmente la composición orgánica del capital. Esto sin duda repercute directamente en la forma que asumirá la intervención de la iniciativa política capitalista sobre los cuerpos. Considero que este problema constituye, hasta el momento, un fenómeno inobservado; no hay razón alguna que impida que podamos volverlo observable. Contamos con una grilla de inteligibilidad que no es menor: la confluencia de los dispositivos de seguridad y los mecanismos disciplinarios pueden constituir la territorialidad social que nos permita avanzar en la construcción de un conocimiento referido a la hipótesis fuerte que intentó instalar este trabajo: la ley de acumulación capitalista tiene una incidencia determinante en aquello que se designa como “biopoder”.
78
Ibíd., pp. 8-11.
MARXISMO Y BIOPOLÍTICA
Isabel Cassigoli Yo cito a Marx sin decirlo, sin ponerlo entre comillas, y como no son capaces de reconocer los textos de Marx, paso por ser alguien que no cita Marx. Michel Foucault79 Una de las mejores representaciones que he visto del “simplemente viviente” o de la nuda vida, -como alegoriza el filósofo italiano Giorgio Agamben, en clara deuda con Walter Benjamin, para referirse a aquella vida que no está bajo la ley divina ni humana y por tanto cualquiera puede dar muerte, es decir, aquella vida que ha sido abandonada por la política, aparece en Metropolis de Fritz Lang, película alemana de 1927, que posiblemente exprese la conciencia colectiva que se gestaba en la Alemania de entonces y que 6 años más tarde elegiría a Hitler como canciller para convertirse en la máquina perfecta de producción de muerte y de nuda vida. La película muestra una ciudad técnica-futura, cuyo perfecto funcionamiento sistémicoorgánico, depende del burgués, el cerebro, que es quién crea a la Metrópolis, y los obreros, cuyo trabajo sustenta y alimenta el mecanismo que la sostiene. Los obreros habitan en las catacumbas de la ciudad, y en la superficie lo hace el burgués maximizador y explotador. Cuando los obreros, conducidos por la lucha de clases, pierden su condición social para revelarse frente a si mismos y frente a las máquinas, tiene lugar la experiencia de la catástrofe: toda la Metrópolis se viene abajo. Una metáfora por cierto de la dicotomía de clases, que primero pareciera denuncia de la vida maquinal-masa en la que habita el trabajo para convertirse a lo largo del filme, en la perfecta teoría del progreso y alegoría de todo el sistema técnico –ya vuelto orgánico- que constituye eso que llamamos vida humana. Una de las imágenes iniciales del filme, es la de un plano muy limpio, ocupado enteramente por dos enormes ascensores cuyas puertas pulcras y metálicas se abren y cierran, a la par que, de forma simultánea y rítmica, ingresan y salen masas de obreros que, con vestimentas idéntica y como semihumanos, cabeza gacha y pasos monótonos e iguales, se in distinguen entre sí y se hace indiscernible sí son vidas humanas o una masa de algo viviente que indiferencia eso que Marx llamó “doble existencia” de lo humano: el cuerpo orgánico del hombre y su extensión en el cuerpo inorgánico de la naturaleza, y su devenir en individuo-subjetividad y relaciones sociales objetivadas por la historia natural. Varias son las veces que Fritz Lange nos ofrece estas imágenes, unas vidas, unos cuerpos y una acción que es puro gasto de energía mecánico, absolutamente constituido 79
Michel Foucault, Microfísica del Poder. La piqueta, Madrid, 1978, p. 100
por el ritmo extenuante de la máquina y el poder del capital, indiferenciando la vida humana de la vida del mecanismo. La masa de cuerpos mantiene con las máquinas una relación de similitud y empatía, semejante a la que el cuerpo monádico contemporáneo mantiene con los dispositivos tecnológicos. No hay mejor alegoría que la propuesta por esta película para representar la forma totalitaria del capitalismo de producción y apropiación de esta doble existencia, y justamente por ello, nos permite hablar de algo nuevo en la ya arcaica aptitud del poder de someter a la vida al poder soberano. Esta novedad del poder, es la que quiere expresar la noción de biopoder y biopolítica. Bien, dada esta rápida panorámica que nos ha permitido el uso alegórico de Metrópolis, puntualizaremos algunos de los lazos que se entretejen entre Marx y Foucault y Agamben. Una cita a Agamben, nos dice que el concepto de “biopolítica” indica: “[…] la creciente implicación de la vida natural del hombre a los mecanismos y cálculos del poder”80 y nos trae a Michel Foucault, como el que puede dar luz acerca de esta relación. Lo que Foucault llamó biopolítica 81, son las técnicas de gobierno o racionalidad gubernamental, que desde el siglo XVIII y fundamentalmente a partir del XIX, ha intentado racionalizar aquellos fenómenos planteados por un conjunto de seres vivos constituidos en población: problemas relativos a la salud y la higiene, la natalidad, mortandad y la longevidad, las razas y las migraciones, se han convertido en asuntos verdaderamente cruciales, tanto desde el punto de vista político como económico. Desde que Malthus publicó su teoría sobre el crecimiento poblacional, que reza más o menos asÍ: la población crece geométrica e inversamente proporcional a la producción matemática de alimentos, -y la necesidad de regularla- se han presentado debates que merecen el calificativo de biopolítica, la divulgación de las teorías de la evolución, la eugenesia, la explosión demográfica y las migraciones, los debates sobre el aborto y la eutanasia, igualmente respecto de los programas mundiales (primer mundiales) para el control de hambrunas o epidemias como el SIDA, son problemas atingentes al gobierno biopolítico. Un movimiento, dice Foucault, “[…] que pone de relieve a la población como un dato, un campo de intervención, el fin de las técnicas de gobierno; el movimiento [, para terminar,] que aísla la economía como dominio específico de realidad y la economía política a la vez como ciencia y como técnica de intervención del gobierno en ese campo de realidad […] gobierno, población, economía polític a, constituyen a partir del siglo XVIII una serie sólida que, sin duda, ni siquiera hoy está disociada.” 82
80
1 Giorgio Agamben, Homo Sacer I. El poder soberano y la nuda vida, Pre-textos, España, 2003 (HS), p. 151. 81 Michel Foucault, Nacimiento de la Biopolítica. Curso en el Collège de France (1978-1979). Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2007, p.359 82 M. Foucault, Seguridad, territorio, población.(Curso Collège de France: 1977-1978), Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2006, p. 135
En este texto, nos interesa abordar la biopolítica desde este ámbito, la economía política, y proponer los vínculos entre las formas económico-políticas del capital que Marx analiza y la vida, es decir, proponer ciertas vinculaciones que la crítica a la economía política tiene con la noción de biopoder o biopolítica; la biopolítica del capital diremos. Una relación que en principio no aparece explicitada en la puesta en escena que se hace de la biopolítica. No encontramos así referencia alguna a Marx o a su tradición en la genealogía agambeniana, que más bien se interesa por rastrear la biopolítica en la metafísica occidental y su vínculo con la soberanía, o en un Esposito, quién estaría preocupado por el perfilamiento conceptual y filosófico del concepto y su devenir en otra noción, la de inmunidad. Es el propio Foucault, sin embargo, quien inscribe la biopolítica en el capitalismo 83 y en la gubernamentalidad neoliberal 84, es decir, la inscripción del poder en la relación básica y biopolítica por excelencia; la relación capital-trabajo que es la que creemos, relación constitutiva e indiscernible de la biopolítica. Queremos leer en esa clave la gubernamentalidad neoliberal, aquella que, en La verdad y las formas jurídicas, Foucault señala como relación indiscerniblemente entre el poder, el saber y las relaciones de producción. El propio Foucault señala que: “Estos saberes y estos poderes están firmemente arraigados no sólo en la existencia de los hombres sino también en las relaciones de producción […] no se superponen a las relaciones de producción pero están mucho más arraigadas en aquello que las constituye.” 85 Dicho en otros términos, la forma que asume la producción y reproducción de la vida humana en el capitalismo neoliberal o globalizado, y la del propio capital, -indiscernible la una de la otra-, sólo es posible en tanto biopolítica, es decir el capital sólo es capital en la medida que fagocita vida humana, a la vez que la condena a la nuda vida. I.- Una primera aproximación aparece tras los análisis que hace Foucault acerca de las distintas formas que asume la organización del poder moderno sobre la vida (las disciplinas del cuerpo, las regulaciones de la población y el capital humano), vemos allí que el poder opera sobre y respecto de los cuerpos, y además, los constituye. Abordarla desde este ámbito, supone indagar las formas en que la vida queda investida y sumergida en un campo de relaciones políticas (de propiedad, poder y saber) que se objetivan -como señalara Marx- “a espalada” de los sujetos. El propósito de Foucault, sin embargo, es mostrar cómo, “[…] las condiciones políticas y económicas de existencia no son un velo o un obstáculo para el sujeto de conocimiento sino aquello a través de lo cual se forman los sujetos de conocimiento y, en consecuencia, las relaciones de verdad.” 86 Son estas relaciones sin embargo, las que aquí queremos subrayar, porque configuran justamente, la forma “de la vida natural del hombre” y la forma del sometimiento “a los Ver: Michel Foucault, Historia de la sexualidad, Vol. I La voluntad de saber. Siglo XXII, México 1979, pp. 168-172 84 Foucault, 2007, Op. Cit. 85 M. Foucault, La verdad y las formas jurídicas. Gedisa, Barcelona, 1980 pp 138-9 86 Michel Foucault, “La verdad y las formas jurídica ”, en: El Discurso del poder . Selección de Oscar Terán. Folios Ediciones, Buenos Aires, 1983 , p. 172 83
mecanismos y cálculos del poder” a la que refiere Agamben. Esa relación constituye entonces, un punto privilegiado de análisis, como Marx ya lo destacó. Marx ha demostrado que el trabajo asalariado no solo ha dado forma a las masas modernas, sino que también ha producido al trabajador mismo. De allí podría deducirse no solamente su papel social, sino también la interna composición del individuo 87. ¿Y qué quiere decir esto? En categoría marxista diremos, la historia natural del hombre, esto es, los modos en que se teje la relación entre el cuerpo orgánico y su prolongación en el inorgánico de la naturaleza, -cuando ambos dejan de ser justamente eso, cuerpo y naturaleza, vida natural y pasan a ser subjetividad objetivada (naturalizada) y objetividad subjetivada (historizada), de allí su historia natural-, misma que en el capitalismo asume la forma capital-trabajo asalariado. Expliquémonos. Marx88 supone un cuerpo (un cuerpo viviente) al que le reconoce un ámbito de la subjetividad y de la objetividad no escindible. El hombre existe doblemente, objetiva y subjetivamente, en la naturaleza y en el mismo, prolonga su cuerpo orgánico al cuerpo inorgánico de la naturaleza y absorbe ésta en su subjetividad. La ruptura entre la propiedad natural respecto del medio inorgánico y el cuerpo orgánico, dará lugar a la separación entre cuerpo subjetivo y objetividad social y funda el largo camino histórico de la constitución de la noción de persona, de sujeto o de i ndividuo. La “vida natural” del hombre, ha estado instituida desde entonces por lo social, una mediación entre el cuerpo subjetivo y la objetividad natural, dado que ambas son mediadas por relaciones sociales que se objetivan en las cosas y se prolongan en la subjetividad. Una forma humana que no puede ser separada del cuerpo viviente que adhiere a ella. Sin embargo, nos señala Marx, esta forma, en el capitalismo, entraña una paradoja: “El grado y la universalidad del desarrollo de las facultades, en las que se hace posible esa individualidad, suponen precisamente la producción basada sobre el valor de cambio, que crea, por primera vez, al mismo tiempo que la universalidad de la enajenación de los individuos frente a sí mismos y a los demás, la universalidad y la multilateralidad de su relaciones y de sus habilidades […]” 89. La forma que asume esa relación sujeto/objeto, vida natural/vida política (ciudadano) en el capitalismo, la forma mercancía, se constituye en una representación escindida de esa doble existencia, que conduce a una subjetivación extrema y a una objetivación cosificada. Por un lado, el ámbito de la subjetividad que es el ámbito del individuo –cuerpo humano-, el que experimenta su relación con la naturaleza inorgánica como algo que existe por fuera de ella y por otro, la esfera de la objetividad, que es el de las personas-cosas (relaciones sociales objetivadas en las mercancías). El fetichismo de la mercancía sería por tanto, la forma paradigmática que asume esta separación. ¿Entonces, cómo pensar tal separación (sujeto-objeto) y a su vez, otra escisión, la que se da con la vida natural que queda sometida al poder? Theodor Adorno, Mínima Moralia. Monte Ávila editores, Venezuela, 1975, p. 233 Karl Marx, Manuscritos Economia y Filosofía 1844. Alianza, Madrid, 1984, pp.29-34 89 Karl Marx, Elementos fundamentales para la crítica de la economía política (borrador) 1857-1858. (Grundrisse). Siglo XXI, Buenos Aires, 1975, pp. 89-90. 87 88
Ciertamente, como señala Agamben, la producción de la vida natural, contra cara de una subjetivación extrema, es una creación del poder, una separación artificial entre inhumano/humano, animal/político, que permite operar la constitución del sujeto y su deconstrucción: la nuda vida. En tal sentido , la vida del ciudadano moderno; el derecho (a la vida, a la seguridad, a la libertad, a la igualdad, etc., los derechos del hombre) que lo constituye en tal, nunca ha sido en su propio cuerpo, el ciudadano, existe como producción del derecho y del soberano (la soberanía). El homo juridicus. Esto al menos es lo que creo entender, plantearía Marx, respecto de la división real entre ciudadano y productor que la sociedad burguesa no sólo no puede reconocer, e inversamente, homogeniza y subsume la desigualdad real en la igualdad abstracta (teórica) del derecho 90. Una escisión entre el hombre productor y un hombre- citoyen, entre la vida animal y la vida política que es producida realmente por la sociedad burguesa, una escisión que siendo real, es proyectada de modo invertido en la metafísica animal/humano, como si se tratase del tránsito de un contenido animal a una forma humana, que no es constitutiva de la propia vida. La vida separada de su forma que no es historia natural, sino, justamente como señala Agamben, metafísica de occidente, es decir, la separación de zôé y bíos, de animal y humano, y donde la política y el mercado (en la genealogía moderna: trabajo, industria y emprendimiento) estarían encargados de operar la transición de una vida a otra indistintamente, de animal a humano y de humano a animal. La “forma” tras el “contenido”, para usar una antigua metáfora qué más bien se interesaba por buscar el contenido tras la forma. La metafísica occidental, en este sentido, no sería más que ilusión teórica pues separa al ser natural del ser histórico, como sí la vida fuese separable de su forma. Y porque su propia praxis está cosificada, produce una historia natural que cosifica la historia en la naturaleza: la vida biológica y que sin embargo se historiza (negativamente) en la nuda vida. ¿Y qué quiere decir lo anterior? Quiere decir qué, la forma de producción y reproducción de la vida humana en el capitalismo, está constituida por una relación donde no es posible separar la vida natural del trabajador del trabajo mismo, es simultáneamente fuerza de trabajo y cuerpo que la comporta, es simultáneamente cuerpo viviente que comporta fuerza de trabajo que incorpora en su naturaleza interna –en su composición orgánica- el mecanismo de valorización del capital. Y es justamente ese “modo” del poder, la que la convierte en vida desnuda. Dado qué, la separación de la vida de su forma, es la manera en que el poder interviene en el cuerpo viviente, nos parece que la crítica a la economía política desnuda la ilusión de tal escisión, no como metafísica (Agamben), sino como microfísica, es decir, aquella trama de poder político microscópico, capilar, encubierto, “capaz de fijar a los hombres al aparato de producción […]” 91 y valorización. La categoría fuerza de trabajo resulta fundamental para entender la esencia biopolítica del capitalismo. La fuerza de trabajo es el alimento del capital y la condición de su existencia, la cual sólo es posible a condición de incrementarse, expansivamente e intensivamente, un cuerpo inorgánico que se alimenta de vida. De un lado supone la apropiación absoluta de la vida 90 91
Esta crítica la desarrolla Karl Marx básicamente en Sobre la cuestión judía (1843). Foucault, 1983. Op. Cit., pp. 138 - 139
por vía de su uso extenuante 92, dado qué: “El capital no pregunta por el límite de vida de la fuerza de trabajo. […] Y, para conseguir este rendimiento máximo, no tiene inconveniente en abreviar la vida de la fuerza de trabajo . […] La producción capitalista, que es, en sustancia, producción de plusvalía, absorción de trabajo excedente, no conduce solamente al empobrecimiento de la fuerza humana de trabajo, despojada de condiciones normales de desarrollo y ejercicio físico y moral . Produce, además, la extenuación y la muerte prematura de la misma fuerza de trabajo” 93. Los requerimientos del mercado de conservar la fuerza de trabajo, que ha llevado al acortamiento de la jornada de trabajo, sin embrago, como el propio Marx lo señala, “[…] impone a la par un desgaste mayor de trabajo durante el mismo tiempo, una tensión redoblada de la fuerza de trabajo, tupiendo más densamente los poros del tiempo de trabajo, […]Por tanto, ahora hay que tener en cuenta, además de la medida del tiempo de trabajo como “magnitu d extensa”, la medida de su grado de condensación .”94 II.- La segunda relación entonces que se puede encontrar, es que en los análisis foucoulteanos del poder, el interfaz que permite poner en relación las mutaciones de las formas de poder moderno y por tanto de disposición de los cuerpos: (del soberano al disciplinario y al biopolítico), refieren a las mutaciones exigidas por las formas de producción y valorización del capital: el poder soberano tiene su correlato en el mercantilismo que realiza la acumulación originaria para su formación como estadonación, el poder disciplinario que objetiva la constitución de cuerpos útiles y productivos del capitalismo industrial y el biopolítico que gobierna económicamente sobre lo viviente constituido como población, que germina preferentemente en el capitalismo neoliberal. Permítaseme este simplificado y esquemático cuadro 95, para avanzar en esta relación; en todas las formas mencionadas, “[…] la invasión del cuerpo viviente, su valorización y la gestión distributiva de su fuerzas [...]”, 96 han sido y son “lo” constitutivo del capitalismo; su esencia biopolítica. Como lo señala el propio Foucault, “[…] el ajuste entre la acumulación de los hombres y la del capital, la articulación entre el crecimiento de los grupos humanos y la expansión de las fuerzas productivas y la repartición diferencial de la ganancia, en El acortamiento progresivo de la jornada de trabajo evidencia más bien su retroceso en América Latina, luego de los “ajustes estructurales” de la década de los 80’s y la inserción en la economía global. 93 Karl Marx, El Capital. Crítica de la Economía Política, Vol I., F.C.E., Bogotá 1976, p.208 94 Ibíd. 95 La lectura que aquí hacemos sin embargo, intenta deshacerse de la opción paradigma vs. paradigma: poder soberano, poder disciplinario o poder biopolítico, ya sea en la suposición de que vamos pasando (o superando -evolucionando del paradigma soberano al biopolítico) como también, de una concepción donde cada uno aparece cerrado y agotado en sí mismo. Foucault en sus últimos cursos, Nacimiento de la biopolítica y Seguridad, territorio, población, entiende el nuevo dispositivo: el de la gubernamentalidad y la seguridad, como una sumatoria de paradigmas y no su sustitución, esto es, la convivencia entre poder soberano, poder disciplinario y biopolítica, aunque este último, suponga, primordialmente, una retirada del primero. Creemos que la figura jurídicopolítica de estado de excepción, categoría biopolítica fundamental en Agamben, nos acerca justamente a entender la consustancialidad de los tres paradigmas. 96 Foucault, 1979. Op. Cit., p.171 92
parte fueron posible gracias al ejercicio del bio-poder en sus formas y procedimientos múltiples.”97 Es la sociedad industrial o disciplinaria, en la que por primera vez el poder opera sobre la vida no sólo en el momento de la muerte, sino que dispone de ella en su vida cotidiana y en su vida jurídico-política. El derecho que se le otorga como ciudadano y se le quita como productor, expresa, en clave foucoultiana, el anudamiento de la esfera económica y la jurídica, dos saberes heterogéneos, dos formas de subjetivación, que la gubernamentalidad liberal articula. Sí, según la tesis biopolítica 98, la economía política, se comporta como ciencia y técnica de intervención del gobierno, la crítica a la economía política, es un lugar privilegiado de análisis de la biopolítica. Veamos. La reproducción de la vida como valor de cambio, implica una transformación en la propia función de la vida. Expliquémonos desde Marx. Sí originariamente el valor de cambio expresaba la cantidad objetivada de tiempo de trabajo que posteriormente, tras diversos estadios en la esfera de la circulación se convertía en dinero, (M-D-M, vender para comprar) ahora, “[…] el propio valor de cambio debe poner el punto de partida en la circulación y ese punto de partida es el trabajo […]” 99 (D-M-D’, comprar para vender). Lo que quiere señalar Marx, es que, justamente, en la compra y venta de trabajo (relación capital/trabajo asalariado) -que “[…] pone al trabajo vivo como medio de la reproducción de valor, mientras que originariamente el valor de cambio sólo aparecía como producto del trabajo”100-, opera la conversión de dinero en capital. Es decir, es en esa circulación como valor de cambio de trabajo y capital, donde se esconde para Marx el contenido de la forma de intercambio. Allí donde justamente el trabajo es libre, y donde el poseedor de dinero y poseedor de fuerza de trabajo (es decir, de su cuerpo), circulan como equivalentes y personas jurídicamente iguales, es posible el surgimiento de una particular mercancía (la fuerza de trabajo) que inversamente a las otras, al comprarla y consumirla, genera valor. ¿Cómo es esto posible? Nos dice Marx, “[…] veíamos que la mercancía tenía dos caras: la de valor de uso y la de valor de cambio. Mas tarde, hemos vuelto a encontrarnos con que el trabajo expresado en el valor de cambio no presentaba los mismos caracteres que el trabajo creador de valores de uso. Nadie, hasta ahora, había puesto relieve críticamente este doble carácter del trabajo representado por la mercancía” 101 Efectivamente, esta doble cualidad de la forma mercancía del trabajo, esconde la relación social productora de valor y de nuda vida, y es precisamente lo que Marx deconstruye de la economía política clásica con la categoría “fuerza de trabajo”. Veamos. En el mercado (circulación) se encuentran capital y trabajo, ambos son poseedores de mercancías, uno, de dinero –el otro, del cuerpo viviente que comporta una fuerza (potencial) de trabajo, esto quiere decir, que este segundo, tiene la particularidad 97 98 99 100 101
Ibíd. Foucault, 2997. Op. Cit. Marx, Grundrisse, 1975. Op.Cit., p. 203. Ibíd. Marx, 1976. Op. Cit., p.9
de que vende su fuerza de trabajo y no su trabajo, es decir toda la energía, gasto de músculos, nervios y cerebro que pueda usar durante la jornada de trabajo y que cambia con el primero, quién sí intercambia un valor fijo objetivado en el salario. Esta diferenciación entre trabajo y fuerza de trabajo es esencial y Marx la explica en El Capital del siguiente modo; es dentro de la órbita de la circulación, en el mercado, donde el poseedor de mercancía-dinero, encuentra otra mercancía cuyo consumo, a diferencia de las otras mercancías, “[…] brota de su valor de uso como tal, es decir de su consumo.” 102 Esa mercancía específica “[…] cuyo valor de uso posee la peregrina cualidad de ser fuente de valor, cuyo consumo efectivo fuese, pues, al propio tiempo materialización de trabajo, y por tanto creación de valor. Y, en efecto, el poseedor de dinero encuentra en el mercado esa mercancía específica: la capacidad de trabajo o la fuerza de trabajo. ”103 En definitiva y de allí la importancia de la categoría de fuerza de trabajo, es que el capital lo que compra al obrero es el “uso” de todo el gasto de energía que este pueda gastar durante la jornada de trabajo, es decir, compra como valor de cambio el trabajo y lo “usa” como valor de uso. En la esfera de la circulación se intercambian valores de cambio y en la esfera de la producción se consume a uno de ello como valor de uso para que produzca valor de cambio, eso se llama capital. Es esta particularidad del capitalismo, esto es, la reproducción de la vida misma como valor de cambio, esta forma de la vida, lo que convierte la vida misma y hace del cuerpo orgánico del hombre, el alimento del cuerpo inorgánico del capital, de suerte tal, y eso sería lo inédito, lo biopolítico si se quiere, que dispone completa y simultáneamente de la vida natural y de la vida política. Y no sólo porque el cuerpo queda disciplinado al mecanismo del capital, sino fundamentalmente por “la verdad, harto fácil de comprender, nos dice Marx- de que el obrero no es, desde que nace hasta que muere, más que fuerza de trabajo; por tanto, todo su tiempo disponible es por obra de la naturaleza y por obra del derecho, tiempo de trabajo y pertenece, como es lógico, al capital para su incrementación.”104 Esto tiene, a lo menos dos implicancias biopolíticas: 1) El capital, se hace posible, sí sólo sí, se basa en el cálculo racional y maximizador que lo mantiene con vida. La maximización, esto es, el incremento del valor, el plus de valor o plusvalía, que sabemos, no es una relación a las cosas, sino a las fuerzas (músculos, nervios, calculados como tiempo) que dan vida al capital , sólo es posible, sí sólo sí, se incrementa el plusvalor y consecuentemente el subpoder que lo genere, o sea, aquél entramado de relaciones fácticas y sutiles de poder a las que se refiere Foucault en La verdad y las formas jurídicas 2) El aumento de la composición orgánica del capital, entendida como -el crecimiento en la masa de los medios de producción (capital constante), comparado con la masa de la fuerza de trabajo (capital variable) que da vida a aquéllos-, presupone una forma de valorización del capital que requiere menos fuerza de trabajo, que exime a muchos de la disciplina maquinal en que está subjetivado y que es abandonado. Esto influirá necesariamente en el 102 103 104
Ibíd. p.121 Ibíd. Ibíd., p. 207
ordenamiento (racial, etáreo, vulnerable, capital humano, etc.) y cálculo económico de las poblaciones y la necesidad de regularlas, jerarquizarlas e intervenirlas, pero también entendamos, que ya no podemos hablar del trabajador disciplinado y moralizado en la ética del trabajo, la sociedad de pleno empleo, y el estado garante del pacto capital/trabajo, por eso la alegoría de nuda vida nos permite pensar un nuevo tipo de población que es la desafiliada del trabajo y que se va convirtiendo en vida abandonada. Son las migraciones de pobres, el despojo que dejan los “ajustes estructurales”, y el humano que muere cada ocho segundos de hambre o SIDA. III.- Lo anterior nos permite ahora, articular la lectura que hace Michel Foucault de la nueva forma de producción de sujeto. Un sujeto, que no es disciplinado por el discurso jurídico, pedagógico o médico solamente, sino y sobretodo, por el discurso económico que lo constituye en cuerpo autónomo, privatizado y empresario de sí mismo. Esta es la forma neoliberal de la biopolítica que tan brillantemente trabaja Foucault en sus últimas clases, Nacimiento de la biopolítica (2007) y podemos leer allí, el análisis del desplazamiento que efectúa el neoliberalismo del productor-ciudadano al productor-empresa de sí mismo. Esta mutación del poder dará origen a una forma de gubernamentalidad no estatizante 105 que Foucault analiza en sus dos vertientes: la alemana, esto es, el ordoliberalismo y la norteamericana o neoliberalismo. Una organización del poder que no se basa en la Razón de Estado (modelo de la Soberanía), sino que inversamente, en una disminución de la gubernamentalidad del Estado. En ambas expresiones de gubernamentalidad, gobernar es ejercer una acción sobre acciones posibles, es decir organizar y administrar la libertad 106. Gobernar es ejercer una acción sobre sujetos que deben ser considerados libres desde el punto de vista de la lógica de la empresa, expone Foucault en este curso. Detengámonos en esta afirmación, individuos libres desde la lógica de la empresa, Foucault lo ilustra en los neoliberales que estudian el trabajo como conducta económica practicada, puesta en obra, racionalizada, calculada por el que trabaja. Es la teoría del “capital humano”, que el autor elabora entre los años 1960 y 1970. Desde la óptica del trabajador, el salario no es el precio de venta de su fuerza de trabajo (Marx) 107: es un ingreso. ¿Y un ingreso de qué?, de su capital, es decir, de un capital humano indisociable de quien lo posee, un capital que es uno con el trabajador. Por lo tanto el trabajador se ve comprometido en el problema del crecimiento, la acumulación y el mejoramiento de su capital humano. A partir de allí, todo individuo se ve Por “estatizante” refiere Foucault el crecimiento del Estado. Foucault, 2006, Op. Cit., pp. 83-86 107 Enfatizamos, ciertamente, que es a partir del concepto de fuerza de trabajo, que Marx ejerce la crítica a la economía política; compra y venta de trabajo, lejos de ser un intercambio entre iguales sometidos a la ley de la oferta y la demanda, es el mecanismo de apropiación del trabajo del trabajador y valorización del capital. La venta de la fuerza de trabajo por un cierto tiempo por parte del trabajador es justamente lo que permite la apropiación de todo el tiempo (y el gasto de energía adherido a ello) que, realizado al interior y fuera (reposición del cuerpo y movilización del cuerpo) de la jornada de trabajo, no es pagada. De allí emana la plusvalía obtenida por el capitalista. 105 106
envuelto en formar y mejorar el (su) capital. ¿Y qué quiere decir eso?; hacer inversiones en la educación, la salud, la movilidad, el barrio o la vejez. El salario, es por lo tanto, la renta de un capital y este capital cuya renta es el salario, es el “[…] conjunto de factores físicos, psicológicos, que otorgan a alguien la capacidad de ganar tal o cual salario, de modo que, visto desde el lado del trabajador, el trabajo no es una mercancía reducida por abstracción a la fuerza de trabajo y el tiempo (durante) el cual se lo utiliza. Descompuesto desde la perspectiva del trabajador en términos económicos, el trabajo comporta un capital, es decir una aptitud, una idoneidad; como suelen decir, es una máquina”. 108 Esta descomposición del trabajo en capital y renta, comporta consecuencias no menores: la aptitud y la idoneidad para hacer algo, no puede separarse de quién es idóneo para hacerlo y esto en un doble sentido. En primer lugar, la idoneidad, aparece como un problema del individuo 109 (tener ganas, emprender, empoderarse o elegir bien) y no de las relaciones sociales institucionalizadas que la comportan (la objetividad social, diremos), lo que borra ipso facto cualquier vestigio de aquella ideología de la igualdad, los derechos del hombre o el ciudadano del liberalismo clásico y consecuentemente también, las de la sociedad de pleno empleo y el Estado de protección social. La interpelación que hace el poder, es a la “inversión” respecto de la propia vida y la actitud empresarial que le exige a cada individuo hacerse sujeto-empresario. Este es el discurso homogéneo y hegemónico, de la institución educativa, de la institución económica y de la tecnocomunicacional, en uniformidad, con los lineamientos políticos a través de los índices de calidad. En segundo lugar, la idoneidad que hace carne con el trabajador, lo constituye justamente en una máquina que, como tal, tiene su vida útil, su obsolescencia, su envejecimiento o deja de servir. En realidad, no se trata de un trabajador en el sentido clásico del término (por ejemplo el de Marx), nos dice Foucault, pues el problema es el del manejo del tiempo de la vida de un individuo y no solamente el manejo de su tiempo de trabajo. Así lo expresa: “De modo que es preciso considerar que la máquina constituida por la idoneidad del trabajador, la máquina constituida, si se quiere, por idoneidad y trabajador ligados entre sí, será remunerada durante un período mediante una serie de salarios que, para tomar el caso más simple, comenzarán por ser relativamente bajos cuando la máquina empiece a utilizarse, luego aumentarán y terminarán por bajar con la obsolescencia de la máquina misma o el envejecimiento del trabajador en la medida que es una máquina. Es necesario, en consecuencia, considerar al conjunto como un complejo máquina/flujo, dicen los neoeconomistas.” 110 ¿Cuál sería la diferencia entre este trabajador que describe la economía neoclásica y el que describía la economía clásica y respecto de la cual Marx ejerce su crítica con la categoría fuerza de trabajo? No es acaso la misma relación al doble carácter de la mercancía: su “valor de cambio” y su “valor de uso”. 108 109 110
Foucault, 2007. Op. Cit., p.262 Y, a veces, de las razas o de la superioridad cultural. Foucault, 2007, Op. Cit., p. 264
La diferencia radicaría, según Foucault, en que este modo de subjetivación y de gubernamentalidad, le otorga “al individuo”: el homo economicus, -y no a la población o a un conjunto (la clase, por ejemplo)- la parcela única de racionalidad posible al interior de la racionalidad económica, la cual funda y se funda en el “carácter incognocible de la totalidad del proceso económico” 111. Es decir, la mónada liberal que Marx acusaba en “las robinsonadas.” 112 Entonces, el trabajador ya no se subjetiva en la fábrica-prisión de la sociedad disciplinaria, sino en la esfera de “la circulación”, en la “sociedad del espectáculo” 113. Este modo de subjetivación, que interpela y empuja a los individuos a “invertir” o “trabajar” sobre sí mismos, significa asimismo y por tanto, la retirada del Soberano, la retirada, del deseo del poder de “conocerlo todo”, “[…] el soberano debe verse librado, [de] la tarea de vigilar la totalidad del proceso económico […]” 114 El liberalismo es un arte de gobernar que asume al mercado como verdad o mejor dicho lugar de veri dicción, -veri dicción que Foucault entiende como unidad o articulación de lo heterogéneo-, esto quiere decir, que las más distintas prácticas cotidianas, los modos de subjetivación respecto de diversos saberes; médicos, morales, estéticos, jurídicos, científicos, pedagógicos, de minorías o identitarios, se articulan. Y por mercado hay que entender, no tanto igualdad del intercambio, sino más bien competencia inducida. ¿Y qué quiere decir esto? Quiere decir que en el mercado, los sujetos no son vendedores-compradores, sino una “multiplicación de la forma ‘empresa’ dentro del cuerpo social” […] una trama social en que las unidades básicas tengan precisamente la forma de empresas”, […] Se trata de hacer del mercado, de la competencia, y por consiguiente de la empresa, lo que podríamos llamar el poder informante de la sociedad.” 115 Desde el punto de vista del poder, una especie de desinversión del estado, una economización del ejercicio del poder, un nuevo orden interior, que se desentiende de la integración social, el disciplinamiento de los cuerpos y la gestión de sus necesidades y opera sobre lo que Foucault llama “zonas vulnerables” 116, (es decir, aquéllas donde el poder no quiere que sea vulnerado) mediante el dispositivo de seguridad. Un juego, entre la libertad que está obligado a producir (libertad de mercado, libertad de vendedor y comprador, libertad de “expresión”, libre ejercicio del derecho de propiedad) 117 y procesos de “obstrucción” que generan “efectos destructivos que se imponen incluso a lo que producen” 118 y que la gubernamentalidad debe regular o intervenir.
111 112 113 114 115 116 117 118
Ibíd., p.325 Marx, 1976. Op. Cit., p. 41 La “sociedad del espectáculo”, es una figura de Guy Debord. Foucault, 2007. Op.Cit., p. 324 Ibíd., p.186 Michel Foucault, Saber y Verdad, La Piqueta, Madrid 1991, pp. 19-20 Foucault, 2007. Op. Cit., p.84 Ibíd., p. 91
Por desinversión o economización del ejercicio del poder, no hay que entender entonces, como lo hacía el liberalismo clásico; por un lado el mercado: ámbito natural de competencia entre privados y por otro; estado-monopolio de la fuerza pública, es decir, la delimitación de los ámbitos económico y político. La frugalidad del estado del neoliberalismo significa, al contrario, que: “No va existir el juego del mercado, o, mejor dicho, la competencia pura, que es la esencia misma del mercado, [pues] sólo puede aparecer si es producida por una gubernamentalidad activa. Habrá por lo tanto, una suerte de superposición completa de la política gubernamental y de los mecanismos de mercado ajustados a la competencia. El gobierno debe acompañar de un extremo a otro una economía de mercado. Ésta no le sustrae nada. Al contrario, señala, constituye el índice general sobre el cual es preciso poner la regla que va a definir todas las acciones gubernamentales. Es preciso gobernar para el mercado y no a causa del mercado” 119 Ser libre respecto de las políticas puede significar entonces dos cosas: ser empresa de si mismo o el abandono de todo aquél que no es capaz de convertirse en empresa 120, que no genera flujo de utilidad en el tiempo y espacio, la nuda vida posible de casi todos, la desafiliación y el abandono: la nuda vida o vida desnuda, desnuda de su forma política, a la que cualquiera puede dar muerte, la del cualquiera que muere. El ingreso de la vida de las poblaciones a los cálculos del poder, se inscribe en este contexto. Ésta es intervenida; cuidada, censada, clasificada y abandonada según su productividad o capital humano o según la vulneración que le presente al poder. Se trata también de la privatización de la política social. El productor es privatizado, desposeído y abandonado. Privatización que transcurre en dos sentido; se reprivatiza la gestión de los medios de reproducción de la vida (el capital humano), de salud, de seguridad social y subsistencia (desregulación en contratos de trabajo, despotenciación de los sindicatos, flexibilización laboral, subcontratación, Isapres, AFP, etc.), se privatizan los riesgos y se priva de derechos y de medios de subsistencia (desafiliación del trabajo y de los centros de distribución de derechos y poder). Privatizado en la producción de medios y privado de medios. De modo qué, la inversión ideológica que aparece como fabricación de autonomía respecto del Estado y autonomía del “capital humano”, emprendedor o empresario de si mismo y la consecuente invisibilización de capital social (salvo en los períodos de crisis) opera fácticamente en el mercado como lugar de veridicción. En consecuencia, señala Foucault, las políticas gubernamentales responden a esta veridicción fáctica. El liberalismo se comporta como crítica al estado social u alguna forma de estado orgánico y totalitario y sin embargo es el cuerpo orgánico de la sociedad donde se constituye el sujeto-población. En este destino a algunos les toca ser sujeto-empresa, a muchos, población, cuidada, culpabilizada (sacrificable) y abandonada. La monada neoliberal vs. la nuda vida. Foucault, 2007, Op. Cit., p. 154 Ser empresa de sí mismo es el primer elogio moral: el pobre que se hizo PIME, el inválido que es técnico radiofónico y el negro que es gerente. 119 120
VIDA, LABOR, HISTORIA APUNTES EN TORNO AL NEXO VIDA-TRABAJO EN MARX Carlos Casanova 1.- Potencia genérica del proletariado Hace ya varias décadas, Althusser defendió la tesis de un “corte epistemológico” entre la obra temprana y los textos maduros de Marx a partir del “acontecimiento teórico práctico” de 1845, momento de redacción de La ideología alemana 121. Mientras que, según la tesis de Althusser, el sistema teórico de los Manuscritos del 44 reposaba sobre tres conceptos-base: Esencia Humana / Alienación / Trabajo alienado, los textos posteriores al 45’ descansan en una tríada conceptual completamente nueva, que constituye la base del dispositivo teórico inédito que comienza a aparecer en La ideología alemana: Modo de producción / relaciones de producción / fuerzas productivas . El nuevo continente teórico del marxismo que se abre desde 1845 tiene por condición de posibilidad la producción de un nuevo conjunto de categorías en el que se abandona de modo irrevocable el concepto abstracto e ideológico de Hombre. Se asiste así a un “cambio de terreno” 122 en el que no hay ya cabida para el humanismo del joven Marx. La categoría de Hombre se ubicará en el centro del debate que emprende Althusser con una parte de la intelectualidad marxista. Si el conjunto de categorías filosóficas idealistas habían puesto en el primer rango al Hombre como sujeto de la historia, el marxismo althusseriano coloca en el primer rango a la lucha de clases, en un proceso histórico en el que no se trata más del problema del “sujeto”. Quienes “hacen” la historia son las masas “unidas” y “conducidas” por la única clase explotada en “la gran producción capitalista”: El proletariado 123. Althusser contra el concepto de Hombre reconoce en el “proletariado” una categoría central de clase como término de una contradicción constitutiva. La noción de clase no remite ya, según Althusser, a un sujeto o esencia humana.
Cfr. L. Althusser, La revolución teórica de Marx. México, Siglo XXI, 1967. Cfr. L. Althusser, Para Leer El Capital. México, Siglo XXI, 1998. Pp. 81-215. 123 Cfr. L. Althusser, Para una critica de la práctica teórica. Respuesta a John Lewis . Buenos Aires, Siglo XXI, 1974. Pp. 31-32. 121 122
Hannah Arendt se ubica, ciertamente, en las antípodas del planteamiento althusseriano. Pues para Arendt, en efecto, “labor”, “violencia” y “libertad” señalan los desafíos centrales a nuestra tradición que aparecieron con los tres grandes acontecimientos de la época contemporánea, a saber, las revoluciones políticas en Francia y América, la Revolución industrial en el mundo occidental, y la demanda de libertad para todos que era inherente a ambas, y que Marx intentó formular y pensar adecuadamente bajos las tres proposiciones que, según Arendt, constituyen lo pilares en que descansa su teoría: primera proposición, “la labor es la Creadora del hombre”; segunda, “la violencia es la partera de la Historia”; y tercera, “nadie que esclavice a otros puede ser libre” 124 En comparación con estas proposiciones relativas a la labor, a la violencia como motor de la historia y a la libertad vinculada a la igualdad universal, la única inversión de los “valores” tradicionales de que el propio Marx era consciente: el giro del “idealismo” al “materialismo” es – escribe Arendt – de menor importancia 125. Para Arendt, la “grandeza de Marx”, y la razón de su enorme influencia en el pensamiento político y en los movimientos políticos contemporáneos, está en que el carácter positivo de la igualdad universal lo descubrió él en la naturaleza misma del hombre, esto es, en su concepción del hombre como fuerza de labor. Vale decir: Arendt piensa, a diferencia de Althusser, que el verdadero corte con la tradición no está en el paso del humanismo al “materialismo histórico”, sino en una cierta antropología: aquella que define lo humano como viviente que labora. Si Althusser desplaza el centro desde el concepto de Hombre hacia las categorías de clase y fuerza productiva, Arendt, por el contrario, percibe en el propio concepto de “fuerza productiva” el fundamento de una nueva determinación del hombre. La revolución industrial –escribe Arendt – con su ilimitada demanda de pura fuerza de labor, abocó a lo inaudito de una reinterpretación de la labor como la cualidad más importante del hombre. La emancipación de la labor, en el doble sentido de emancipar la clase trabajadora y dignificar la actividad del laborante, implicaba una nueva relación fundamental entre los hombres basada en lo que la tradición habría despreciado como el ínfimo denominador común de los seres humanos: la posesión de fuerza de labor. El hecho fundamental –tal como Arendt lo remarca en La condición Humana – reside en que el conjunto del “hacer” humano se interpreta como “actividad productora concreta, interpretada a su vez a partir de la labor, es decir, de la producción de la vida material, correspondiente al ciclo Hannah Arendt, Karl Marx y la tradición del pensamiento político occidental, Madrid, Encuentro, 2007. Pp. 31-51. 125 Op. Cit. Pág. 53. 124
biológico de la vida 126. Todas las actividades del hombre hallan su común denominador en el laborar como actividad productiva de bienes que se consumen en el proceso de la vida, de ahí que para Arendt no exista actividad más inmediatamente ligada a la vida que la laborante 127. Ahí donde Althusser reconoce un corte entre el concepto de Hombre y el de proletariado, Arendt ve al contrario una continuidad. El proletariado sería la categoría de clase con que se designa un nuevo estatuto de lo humano. Jacques Rancière ha destacado que proletario no es precisamente un oficio, y su raíz latina proletarii quiere decir solamente: los que se reproducen, los que simplemente viven y se reproducen sin poseer ni transmitir un nombre, sin ser contados como parte en la constitución simbólica de la polis128. En su defensa ante la Corte de Audiencias, el 12 de Enero de 1832, Auguste Blanqui exclama: “Se me acusa de haber dicho a treinta millones de franceses, proletarios como yo, que tenían el derecho de vivir. Si eso es un crimen, me parece que debería responder por él menos a una corte que a todos los hombres, aunque no fuesen ni jueces ni parte en la cuestión” 129. Los proletarios son las “masas laboriosas” privadas de “derechos políticos”, que han quedado excluidas del derecho de ciudadanía. De acuerdo a esto, habría un lazo que une de manera esencial el concepto de labor y el de proletario. El nudo que enlaza ambos términos es la noción de Vida. Si seguimos a Arendt y Rancière en este punto, deberíamos llegar a la conclusión que la labor es la actividad vinculada al ciclo de la vida biológica cuyo agente de producción es el proletario, esto es, aquel que no se define por ninguna profesión en particular, puesto que solo cuenta con su fuerza de trabajo como potencia genérica indeterminada. En ella no está prescrito un tipo particular de actividad laboral, más bien se caracteriza por ser una capacidad para producir que alude a tareas de cualquier tipo. 2.- El hombre sin obra En un artículo publicado originalmente en el 2004, titulado “La obra del hombre”, Agamben cita un pasaje de la Ética a Nicómaco (1097b 22) donde Aristóteles se pregunta 126 127 128
Cfr. H. Arendt, La condición Humana, Buenos Aires, Paidós, 2005. Cap. 3. Op. Cit. Pp. 120-121. Cfr. Jacques Rancière, Política, policía, democracia, Santiago de Chile, Lom, 2006. Pág.
21. A. Blanqui, “Defensa del ciudadano Blanqui en el proceso contra la Sociedad de los amigos del pueblo”, Revista de filosofía Nombres, Córdoba, año XIII, nº 18, diciembre de 2003. Pp. 97-111. 129
si existe, como sucede en el caso del escultor o del artesano, una obra que sea propia del hombre en cuanto hombre o si, al contrario, el hombre ha nacido sin obra ( árgos). Lo que está en cuestión en esta pregunta según Agamben es la naturaleza misma del hombre, que se presenta como el viviente sin obra, es decir, privado de una naturaleza y de una vocación específica. Si le faltara al hombre en tanto que tal una función específica, tampoco tendría un ser en acto ( enérgeia) que podría definir su esencia: es decir, el hombre sería un ser de pura potencia, que ninguna identidad y ninguna obra podrían agotar 130. El problema concierne entonces a la posibilidad misma de identificar el ser-enobra del hombre en tanto hombre, independientemente y más allá de las figuras sociales concretas que este pueda asumir. Llama la atención que esta dificultad para determinar la obra del hombre como tal es coincidente con la indeterminación de la labor en tanto que actividad genérica inherente a la vida del proletario. El hombre que –por oposición a su ser-en-obra – es pura potencia se corresponde con el proletario como aquel que solo cuenta con la fuerza genérica de trabajo separada de su puesta en obra. Es precisamente esta la dificultad a la que debe enfrentarse el marxismo. El proletario es una clase cuya emancipación política se identifica con su autodestrucción en tanto representa una actividad particular (la actividad industrial de la clase obrera). De aquí –señala Agamben – las indecisiones de Marx sobre el destino del trabajo en las sociedades sin clases 131. En 1847, en Miseria de la filosofía, Marx escribe: …el antagonismo entre el proletario y la burguesía es una lucha de clase contra clase, lucha que, llevada a su más alta expresión, implica una revolución total […] En el transcurso de su desarrollo, la clase obrera sustituirá la antigua sociedad civil por una asociación que excluya a las clases y su antagonismo, y no existirá ya un poder político propiamente dicho, pues el poder político es precisamente la expresión oficial del antagonismo dentro de la sociedad civil 132. ¿Qué tipo de “asociación” no polític a sería esa? ¿Estamos en presencia de lo que Arendt advierte como un hecho decisivo, a saber, que a partir de ahora la labor deja de pertenecer al espacio estrictamente privado de la vida para convertirse en un hecho Cfr. G. Agamben, La potencia del pensamiento, Buenos Aires, Adriana Hidalgo, 2007. Pág. 467. 131 Op. Cit. Pág. 473. 132 K. Marx, Miseria de la filosofía. México, Siglo XXI, 1987. Pág. 121. 130
público-político de primer orden, pero que trae como consecuencia la destrucción de la política por lo social? O bien, en palabras de Agamben, ¿Será que la sociedad sin clases liga el destino de la política a una obra, que permanece inasignable con respecto a las actividades humanas singulares? En un conocidísimo pasaje de El Capital, Marx escribe: De hecho, el reino de la libertad sólo comienza allí donde cesa el trabajo determinado por la necesidad y la adecuación a finalidades exteriores; con arreglo a la naturaleza de las cosas, por consiguiente, está más allá de la esfera de la producción material propiamente dicha 133. Habría de algún modo una cierta equivocidad en este texto. Pues bien podría querer decir y prometer que la liberación del trabajo es una liberación respecto al trabajo como “un fin en sí mismo”, como la verdadera esencia del ser humano, realizado únicamente en sí mismo y ya no en formas objetivas externas y reificadas, por ende, no encarnándose ya, no ocultando un secreto sino develándose como necesidad interna e incuestionable en la autoproducción del hombre. Leído así, Arendt tendría razón al advertir que la libertad es entonces imposible, ya que, la emancipación de la labor implicaría el desencadenamiento de la pura potencia productiva indiscernible del proceso incondicionado de la vida. La política en este contexto no es más que un medio para un fin no político: la liberación de la pura capacidad laborante del hombre. Sin embargo, la frase de Marx puede también ser leída en otro sentido. Ella puede prometer la eliminación del trabajo, la destrucción de la situación que lo define. Por lo tanto, no solo hablaría de una liberación de la necesidad vinculada a unos fines externos, sino de una liberación del propio trabajo, del supuesto de su necesidad incuestionable. Leído así, el reino de la libertad no sería aquel de la pura potencia sin obra de lo humano abandonada al proceso sin fin de la vida, sino destrucción de la situación de separación de la potencia respecto al ser-en-acto. Pero, ¿cómo entender esta no-separación? Me parece que la cuestión fundamental se juega en si interpretamos la libertad como lo que adviene allende el fin de la historia, o bien, como eso que acontece con y como el comienzo mismo de la historia. 3.- Vida e historicidad Bien se podría sostener la tesis, contraria a la arendtiana, que la labor no es lo que define la naturaleza humana en Marx sino que es una modalidad histórica de relación 133
K. Marx, El Capital (Libro III). México, Siglo XXI, 1991. Pág. 1044.
social entre los hombres bajo el dominio de un determinado régimen de producción. Esta tesis tiene una consecuencia no de poca importancia: la labor no es el lugar de reproducción de la vida biológica, según el modelo griego que recoge Arendt, sino de gestión controlada de la vida. Ahora bien, esto quiere decir que la supuesta “vida natural” como objeto “bio-político” es ya inseparable de un conjunto de condiciones técnicas de producción. Por lo tanto, la llamada “vida natural” es en su origen un producto técnico. Su tecnicidad de origen es lo que inscribe la vida en su historicidad originaria. Es esta tecnicidad la que hace imposible que haya algo así como la “vida”. La techné de la vida es precisamente la vida que no es simplemente la “vida”, en el sentido del proceso de autoconservación y de autoreproducción. Hay que medir el alcance de esta producción t écnica de la vida. Ella y no la “vida natural” es el lugar de una lucha histórica. O bien, esa producción desencadena lo que Nancy ha llamado “un proceso de apresamiento ecotécnico ilimitado” 134, o por el contrario se vuelve el lugar de apropiación de la historicidad de lo humano. La peculiaridad del régimen de producción capitalista consiste para Marx –según lo ha enfatizado Virno – en que él reduce a mercancía la potencia genérica de producir y por ese medio subsume para sí la capacidad laborante no objetivada, inseparable de la existencia corpórea inmediata del obrero. Lo que se compra es la pura capacidad de producir. El trabajo no objetivado, o sea, la mera facultad de producir es inseparable del cuerpo viviente, sustrato sin valor de lo que produce va lor: “el trabajo como subjetividad” 135. Así pues, la vida, tomada como sustrato genérico de la potencia de producir, se convierte en el objeto de gestión para la apropiación-subsunción de la fuerza productiva. De manera que no es la vida del trabajador lo que se compra sino la fuerza de trabajo que le es inherente. La vida sólo adquiere un valor por efecto de la alienabilidad de la capacidad productiva como mercancía. El precio de la fuerza de trabajo, es decir, el salario (medio de su control), equivale a lo necesario para el mantenimiento de lo que, por su parte, no tiene valor, la vida del trabajador. La vida ofrece de este modo la medida ficticia para eso que no tiene medida dada: la fuerza productiva. Planteado así, la vida como objeto de gestión económico-política no es más que el efecto histórico de la separación de la potencia genérica de producción de las condiciones de su ejercicio técnico. En otras palabras, la época del Capital hace efectivo Cfr. Jean-Luc Nancy, La creación del mundo o la mundialización, Barcelona, Piadós. Pp. 117-18, y ss. 135 Paolo Virno, El recuerdo del presente. Buenos Aires, Paidós, 2003. Pág. 171. 134
el viejo sueño filosófico de la distinción entre naturaleza y técnica. Lo realiza por medio de la acumulación concentrada de los medios técnicos de producción. Una vida inseparable de su ser-en-acto, no es una vida inmovilizada en una identidad sustancial, es una potencia indiscernible de las condiciones de su producción técnica. Una vida que se ha apropiado de su tecnicidad es una vida que no puede ser objeto de una dominación técnica, pues ya no hay nada que dominar. Se trata de una vida que no puede ser más objeto de sí misma.
La biopolítica del trabajo asalariado en la Argentina (1890-1915): una aproximación socio-histórica Victoria Haidar El objetivo de esta contribución consiste en exponer algunas conclusiones relativas al gobierno de la relación “trabajo -salud” entre 1890 y 1915 en la Argentina. Esas conclusiones derivan de una investigación en la que nos preguntamos por las condiciones de posibilidad 136 de un régimen de regulación de las contingencias laborales. ¿Qué combinación contingente de epistemes, mecanismos, vocabularios y estrategias condicionaron la sanción, en el año 1915, de la primera Ley de Accidentes y Enfermedades del Trabajo? 137 Sucede que, entre esas formas discursivas y no discursivas que permitieron pensar y practicar cosas tales como la responsabilidad de los patrones por las enfermedades que sufrían sus empleados, se encontraba una problematización de la vitalidad colectiva: unas formas de conocimiento y unas estrategias orientadas a la administración de las fuerzas vitales de la población trabajadora. El funcionamiento de ese régimen biopolítico estaba intrínsecamente ligado a la operatoria misma del liberalismo, la racionalidad política hegemónica en el período que analizamos. En tanto arte de gobierno, el liberalismo se corporiza en la propuesta de una serie de límites a la acción del Estado 138. Uno de esos límites refiere a aquello que la autoridad política es capaz de conocer y eventualmente controlar: un conjunto de esferas autónomas que tienen sus propias lógicas y mecanismos internos de auto-regulación y no son accesibles directamente al soberano (la población, la sociedad, la economía). El gobierno liberal se ejerce, entonces, a la luz del conocimiento, proporcionado por expertos, de aquello que debe ser gobernado. Hacia fines del siglo XIX, diversos saberes y entre ellos algunos que se ocupaban específicamente de problematizar la “vitalidad” de los colectivos humanos (la higiene social, la eugenesia, la medicina clínica), llegaron en auxilio de las autoridades políticas 136
Foucault, Michel. El orden del discurso. Barcelona, Tusquets, 2002. Haidar, Victoria. Trabajadores en riesgo. Una sociología histórica de la biopolítica de la población asalariada en la Argentina (1890-1915). Buenos Aires, Prometeo, 2008. 138 Rose, Nikolas. Powers of freedom. Reframing political thought.Cambridge, Cambridge University Press, 1999, p.44. 137
que deseaban encauzar de manera eficaz la “cuestión social”, tras el fracaso de las estrategias coercitivas que en lugar de reducir, amplificaron la protesta social. Pero algunas de esas reflexiones involucraban racionalidades o puntos de vistas diferentes o dislocados vis à vis los métodos de gobierno liberal. Así, por ejemplo, se necesitaba algún tipo de elaboración para justificar la subordinación de los intereses privados a los objetivos de la salud pública. El propósito de este trabajo apunta, fundamentalmente, a exhibir y analizar, en su especificidad histórica, los ejercicios biopolíticos relativos al gobierno de la relación trabajo-salud entre 1890 y 1915 en la Argentina, un período caracterizado por la emergencia de la “cuestión social” y por la formación recíproca de las inst ituciones del Estado y de los dispositivos de producción de verdad científica. Pretendemos visibilizar su inherente historicidad, el carácter contingente, teórica y políticamente determinado de sus formas; desplazándonos respecto de otras perspectivas sobre la biopolítica caracterizadas por su generalidad y su orientación trans-histórica; no fundadas, en suma, en análisis empíricos (históricos, sociólogo o genealógicos) circunscriptos de manera precisa. Ese desplazamiento estuvo condicionado por tres operaciones teóricas. [Concepto de Biopolítica]. Partimos de una conceptualización de biopolítica que da cuenta de las distintas dimensiones del análisis del poder presentes en la obra foucaultiana y, a la vez, es lo suficientemente dúctil como para orientar (operacionalización mediante), investigaciones empíricas. En este sentido el enfoque de los governmentality studies 139 resulta eficaz en articular la biopolítica como el conjunto de estrategias y disputas sobre problematizaciones de la vitalidad humana colectiva, la morbilidad y la mortalidad, sobre las formas de conocimiento, los regímenes de autoridad, las prácticas de intervención que son deseables, legítimas y eficaces. A la vez que diferencia tres componentes del concepto 140, susceptibles de indagación en perspectiva histórica y sociológica. -Los discursos de verdad acerca del carácter “vital” de los seres humanos vivientes y el correspondiente conjunto de autoridades consideradas competentes para poner en locución esa verdad.
139
Gordon, Colin. “Governmental rationality: an introduction”, en Burchell, Gordon, Miller (eds.), The Foucault effect. Studies in Governmentality. Hemel Mepstedad: Harverster Wheatshef, 1991; Dean, Mitchell. Governmentality. Power and Rule in Modern Society. London: Sage, 1999. ; Rose, Nikolas. Powers of freedom. Reframing political thought. Cambridge, Cambridge University Press, 1999. 140 Rose, Nikolas. The Politics of life itself. Biomedicine, power and subjectivity in the twentyfirst century. Princenton University Press, New Jersey, 2007.
-Las estrategias para la intervención sobre la existencia colectiva en nombre de la salud y de la vida, dirigida a poblaciones, sociedades nacionales o colectividades biosociales especificadas en términos de categorías de raza, etnicidad, género o religión. -Los modos de subjetivación en función de los cuales los individuos son convocados/impulsados a trabajar sobre ellos mismos, bajo ciertas formas de autoridad, en relación a ciertos discursos de verdad, a través de de prácticas del yo, en nombre de la salud y la vida individual o colectiva. [La historia como recurso]. Analizamos la configuración de la biopolítica, con las dimensiones antes detalladas, en perspectiva histórica. Si bien nuestra investigación está movilizada por “problemas del presente”, la indagación en perspectiva his tórica constituye una herramienta seleccionada para desestabilizar y desnaturalizar el presente. Permite reconstituir los lazos entre los diversos componentes desconyunturados 141 del régimen (actual) de gobierno de la salud y seguridad laboral y las series históricas de las cuales provienen. La historia es así una estrategia para desmontar lecturas de “sentido único” del presente, exhibiendo la procedencia heterogénea de los elementos que lo conforman. Esta perspectiva se corresponde con el carácter “perspectivista” de los estudios de la gubernamentalidad y su propensión a analizar regímenes de prácticas circunscriptos históricamente.142 [Los actores y sus estr ategias]. Finalmente, nos ocupamos de poner en conexión esos discursos de verdad, esas estrategias y esos efectos de subjetivación que caracterizan a los ejercicios biopolíticos con una trama de relaciones sociales: agentes con propósitos específicos en mente, objetivos estratégicos, relaciones de confrontación . Este enfoque sociológico si bien, por una parte, refuerza el carácter empírico y el ethos perspectivista de los estudios de la gubernamentalidad pretende, por otra parte, corregir su énfasis excesivamente “diagnosticador” 143, la peligrosa desconsideración de preguntas relevantes para la mirada sociológica: quién hace qué, a quién, con qué fines y consecuencias 144. Las racionalidades de gobierno no “flotan en el aire” sino que están imbricadas en relaciones de fuerza, son movilizadas por diversos agentes (clases sociales y, de manera desagregada, partidos políticos, autoridades de gobierno, expertos, sindicalistas, organizaciones internacionales) para justificar los cambios en las relaciones de poder; es decir se despliegan en función de determinados objetivos y estrategias. Contra el descuido o la desatención que los estudios de la gubernamentalidad han manifestado respecto de esos aspectos, señalados por diversos autores 145 en esta 141
Vásquez García, Francisco. Tras la autoestima. Variaciones sobre el yo expresivo en la modernidad tardía. San Sebastián: Tercera Prensa-Hirugarren Prentsa S.L, 2005. 142 Gordon, 1991, Op. Cit. 143 Rose, 1999. Op. Cit., pp.19-58. 144 Frade, Carlos. “Gobernar a los otros y gobernarse a sí mismo según la razón política liberal”. Reis, 19, 35-63, 2007. p. 41. 145 Curtis, Bruce . “Taking the state back up: Rose and Miller on political power”, Brittish Journal of Sociology, 46 (4), 575-589, 1995.; Frankel , Boris. “Confronting Neoliberal Regimes: The Post-Marxist Embrace of Populism and Realpolitik”, New Left Review, 226, 57-92, 1997.; Garland,
investigación aquellos “elementos teóricos” (doctrinas de gobierno, justificaciones morales, piezas intelectuales del más variado tipo) se analizan, en todo caso, en su conexión con los agentes que los movilizan con propósitos específicos en mente, para fundar de manera racional los cambios en las relaciones de poder. Se trata de hacer lugar, en este tipo de análisis perspectivista del poder, a una mirada preocupada sino por establecer relaciones de causalidad, por restituir las conexiones entre los “efectos de conjunto” y las estrategias en función de las cuales se configuran los dispositivos de poder. A continuación expondré algunas de las conclusiones de mi investigación correspondientes a la “zona biopolítica” de la problematización de la relación trabajo -salud en la Argentina, vector que, articulado con otros elementos, configuraron un programa de gobierno de los riesgos del trabajo, vis à vis el cual la primera Ley de Accidentes y Enfermedades del Trabajo revistió el estatuto teórico de un “efecto de conjunto” o “punto de coagulación”.
I.- Saberes, estrategias y modos de subjetivación ¿Qué formas de conocimiento, qué regímenes de autoridad problematizaron la cuestión de la vitalidad (morbilidad, mortalidad) y la productividad correlativa de las clases trabajadoras? Y ¿qué tipo de estrategias de intervención se movilizaron en nombre de esas racionalidades? ¿Con qué fines? Entre fines del siglo XIX y principios del siglo XX, la programación de intervenciones orientadas a conservar y optimizar las fuerzas vitales de los trabajadores se inspiró en la noción de “raza”. Esta grilla estaba presente en varios de los discursos experto s que problematizaron la cuestión social y, más específicamente, la regulación de los riesgos laborales. En el pensamiento de algunos autores (Joaquín V. González 146, Augusto Bunge147) la invocación de la raza era parte de la actualización de discursos altamente David. “Governmentality and the problem of crime”, Theoretical Criminology, 1 (2), 173-214, 1997. O’Malley, Pat. “Risk, Power and Crime Prevention”, Economy and Society, 21 (3), 252-275, 1992. Frade, 2007, Op. Cit. 146 Joaquín V. González, intelectual y hombre de la política, fue ministro del interior de Roca. Su principal aporte a la problematización de la relación trabajo-salud, consistió en la formulación de un Proyecto Nacional de Ley Laboral (1904). Para su elaboración, González consideró necesario contar previamente con antecedentes empíricos relativos a las condiciones de vida de las clases asalariadas en el país y también con antecedentes doctrinarios, relativos a las experiencias de gestión de la “cuestión social” en otros países de allí que comisionó intelectuales, expertos y “hombres prácticos”, algunos provenientes incluso de las filas del socialismo: Augusto Bunge, Enrique del Valle Ibarlucea, Manuel Ugarte, José Ingenieros, Leopoldo Lugones, Juan Bialet Massé, Carlos Malbrán y Armando Claros. 147 Diputado socialista, se desempeñó como médico del Departamento Nacional de Higiene y fue comisionado en 1906 por el Poder Ejecutivo para investigar los mecanismos de gestión de la cuestión social implementados en Europa. En cumplimiento con aquella designación se dedicó a estudiar entre 1907 y 1908 las intervenciones europeas, produciendo, como resultado de su viaje,
formalizados, de teorías “científicas” organizadas en torno de los motivos racistas: la eugenesia y la teoría de la degeneración. Mientras los discursos de González 148 estaban inspirados en la eugenesia, a la cual consideraba una “ciencia de gobierno”, en Las Conquistas de la Higiene Social 149, se encuentran marcas de la teoría de la degeneración, Bunge convoca explícitamente a Morel. Para el primero, si la producción en la Argentina era superior a otros países, no obstante su escasa densidad poblacional, esto se explicaba, en palabras del autor, por: “...el valor específico de la raza...El hombre culto y civilizado, el hombre europeo...es más productivo que el hombre inferior, que el hombre de raza mezclada, mestiza” 150 Esa inspiración eugenésica está presente en el Proyecto de Código del Trabajo (1904) elaborado por González: entre sus fundamentos se anotaba el propósito de “formar una raza nacional sana, robusta y animosa” 151. Augusto Bunge, por su parte, pensaba que los peligros que entrañaba la miseria y el trabajo industrial en condiciones insalubres, producían efectos deprimentes y deformadores sobre el tipo humano. No solo detenían su “evolución progresiva hacia una variante superior”,152 sino que el ejercicio de influencias perniciosas a través de múltiples generaciones producía efectos acumulativos, constituyendo una amenaza para la subsistencia de la especie. La falta de intervención oportuna sobre las condiciones de trabajo podía conducir a la decadencia fisiológica, al descenso del tipo humano y, en consecuencia, a la formación de una “raza de pobres” y a su degeneración progresiva. En otros casos, en cambio, la raza se articulaba con independencia de esos saberes, como una variable destacada de la explicación médica de las enfermedades que sufrían los trabajadores o de la explicación “psicofisiológica” de su desigual rendimiento, pero también se conjugaba en términos racistas. Así, Bialet Massé 153 no necesitó apelar a la eugenesia para afirmar que la población trabajadora se encontraba estriada tres subpoblaciones, constituidas a partir de criterios biológicos y político-culturales: los criollos, los extranjeros y los aborígenes. En cambio, combinó la medición de la “fuerza física” de trabajadores provenientes de esas tres sub-poblaciones realizada con un instrumento una obra, “Las conquistas de la higiene social” (1910) en las que expresaba su inclinación por el sistema del seguro social implementado en la Alemania de Weimar. 148 González, Joaquín V. El juicio del siglo. Rosario, Editorial Rosario, 1910.
Bunge, Augusto. Las conquistas de la higiene social. Penitenciería Nacional: Buenos Aires, 1910/1911. 150 González, 1910. Op. Cit. 151 Vid. Diario de Sesiones de la Cámara de Diputados de la Nación, 1904, t.I: 66/67. 152 Bunge, 1910/1911. Op. Cit., p.8. 153 Juan Bialet Massé, médico, abogado y “emprendedor” fue comisionado en 1904 por Roca y González para efectuar una investigación sobre las condiciones de vida de las clases trabajadoras en el interior del país. Esa labor se tradujo en la redacción de su famoso Informe sobre el estado de las clases obreras en el interior de la República (1904). 149
específico (el dinamómetro de Collin), con el examen clínico, a los efectos de “probar” empíricamente su tesis de la superioridad del obrero criollo sobre el extranjero. Desde su perspectiva, la propaganda inmigratoria ponía en peligro la sustentabilidad biológica de la sociedad nacional. Al jaquear la seguridad biológica dicha política conducía inevitablemente a una lucha entre la raza criolla y las razas extranjeras, a “una lucha sangrienta, encarnizada, de exterminio. 154 Articulada como pieza de las teorías eugenésicas o de la degeneración o bien como parte de la matriz general del pensamiento de la época, en la Argentina la “raza” se concibió tanto desde una grilla biologicista como culturalista 155. Esta biopolítica inspirada en motivos racistas apuntaba a la realización de varios objetivos estratégicos. Por una parte se trataba de conservar y mejorar la vitalidad de la población asalariada para así asegurar la reproducción de los procesos capitalistas. Así, el conocimiento de los procesos psicofísicos que regían el trabajo humano, de los procesos biológicos que atravesaban a las poblaciones y de las leyes económicas del mercado, conducían a afirmar que el trabajador debía ser cuidado por el propio interés del capitalista, como sostenía Bialet, no por caridad sino por codicia. En este sentido, la investigación socio-histórica no hace más que reforzar las conclusiones a las que arribó Foucault a partir de las genealogías del biopoder y del gobierno: “...el ajuste entre la acumulación de hombres y la del capital, la articulación entre el crecimiento de los grupos humanos y la expansión de las fuerzas productivas...en parte fueron posible gracias al ejercicio del biopoder”. 156 Por otra parte, aun al interior de un régimen liberal, en la obsesión de las autoridades políticas y de los expertos con la cuestión de la raza, estaban comprometidos objetivos propios de la razón de Estado 157: la gestión política de la vitalidad y la salud de la nación y la competitividad internacional. Así, la posibilidad de contar con una población numerosa, con obreros “sanos y fuertes” aseguraba al Estado una performance óptima vis à vis el rendimiento económico, militar y “republicano” de los otros países. Para González la agenda eugenésica -un proceso de selección de los componentes caucásicos y de exclusión del “hombre inferior”, la raza mestiza apuntalado políticamente - tenía como propósito equiparar la nación argentina a las otras naciones, fundamentalmente, en las formas republicanas. Bunge consideraba que el interés social en “sanear” a la población Bialet Massé, Juan. Informe sobre el estado de las clases obreras en el interior de la República. T.I. Buenos Aires, Imprenta y Casa Editora de Adolfo Grau, 1904ª, p.11. 155 Altamirano, Carlos. “Entre el naturalismo y la psicología: el comienzo de la ‘ciencia social’ en la Argentina”, en Federico Neiburg y Mariano Plotkin (comp.), Intelectuales y expertos. La constitución del conocimiento social en la Argentina. Buenos Aires, Paidós, 2004. Así, por ejemplo, en opinión de Bunge, la distinción entre razas superiores e inferiores se fundaba en algunos casos en factores biológicos y, en otros, en factores socio-culturales. 156 Foucault, Michel. Historia de la sexualidad. La voluntad de saber. Buenos Aires: Siglo Veintiuno, 2002, p. 171. 157 Foucault, Michel. Seguridad, territorio, población. Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2006. 154
asalariada radicaba en el aporte que ese colectivo producía para la reproducción y evolución de la nación en su conjunto: incidía sobre la subsistencia y el estancamiento, la degradación o la evolución de la especie y, también sobre la vida republicana y los intereses del Estado: los obreros eran la mayor parte de los ciudadanos cuyo voto regía el destino de las democracia, eran los soldados defensores de la nación y los productores de la riqueza común. 158 Y, por otra parte, las medidas higiénicas hacían parte de un proyecto anti-sedicioso. Finalmente, también Bialet Massé consideraba que el carácter público y social de la relación laboral estaba dado por el hecho de que de ella dependía la existencia humana misma, el porveni r de la raza y, con él, la “grandeza de los pueblos”. Por otra parte, esta biopolítica de la población asalariada debe entenderse sobre el fondo del proceso de medicalización, caracterizado por la emergencia en múltiples lugares del cuerpo social de la problemática de la salud y de sus prácticas conexas 159, de lo que resulta una ósmosis creciente entre lo biológico, lo jurídico y lo político (Esposito, 2005). La consideración de las enfermedades y, más ampliamente, de la salud, como un problema político y económico planteado a las colectividades, activó el funcionamiento de la medicina como “higiene social”, es decir, como una técnica general de la salud más que como un arte de curar enfermedades. Esa orientación dio lugar a la formación de un saber “médico-administrativo” emplazado en la intersección de la administración del Estado y la medicina. La noción de higiene ampliaba considerablemente los poderes de los médicos, que no solo se ocupaban de las enfermedades sino de las formas de existencia y el comportamiento. 160 En la Argentina, estas funciones fueron encarnadas por el movimiento higienista 161, que se enraizó en el ámbito del Estado, en instituciones tales como el Departamento Nacional de Higiene (1880). Ese movimiento incluía la reflexión sobre los accidentes y enfermedades del trabajo como un rubro más del laxo concepto de “salud pública”, que aludía no solo a la salud “física” sino “moral” de la población. Los riesgos del trabajo, en tanto tenían la potencialidad de afectar la salud de los obreros y de su descendencia, hacían parte de los numerosos peligros “higiénico -sociales” derivados de la miseria obrera, que la higiene social debía detectar y conjugar. En esta dirección, en 1911 se creó un Sección de “Higiene Escolar, Infantil, Industrial y Social” q ue comprendía aspectos relativos a la higiene industrial y a la previsión social. Uno de los efectos de este proceso de medicalización, en relación a la cuestión de los accidentes y enfermedades laborales, consistió en la extensión del poder de los Bunge, 1910/1911. Foucault, Michel. “La política de medicalización en el siglo XVIII” en Michel Foucault, Saber y Verdad. Madrid, La Piqueta, 1991. 160 Ibíd. 161 La higiene era definida vagamente como todas las acciones que se ejercían sobre la salud, y lo higienistas eran una troupe de filántropos, políticos, químicos, periodistas, farmacéuticos y médicos. No obstante, el higienismo argentino adoptó en gran medida las pautas institucionales del modelo francés que ligaba el control higiénico a la figura del médico (González Leandri, 2000:222). 158
159
médicos en detrimento del saber jurídico y en la formación de nuevos circuitos de conexión entre el saber médico y el saber jurídico. En la Argentina, el saber y las técnicas médicas accedieron al campo del “derecho privado” por mediación de la práctica pericial. La presencia de médicos en el proceso judicial dio lugar a debates al interior del campo jurídico, relativos al valor a otorgarle a esas opiniones y a la configuración de reclamos específicos provenientes del ámbito médico. Como los accidentes y enfermedades laborales comenzaron a hacer parte de la agenda de la “medicina legal”, los médicos exigían que solo los especialistas actuasen como peritos, la regulación de esta práctica y la creación de una cátedra de medicina legal al interior de las Facultades de derecho. La exhortación de la ampliación de las competencias de los médicos a expensas del ámbito consagrado a la “decisión” judicial, provenía no sólo del campo médico, sino del reformismo jurídico y político, que impulsaba la “socialización” del derec ho, el desplazamiento de la idea de la culpa y su reemplazo por la nueva racionalidad del riesgo. Uno de los puntos de clivaje de la reforma se encontraba en la cuestión del proceso. Mientras una diagramación de la ley de accidentes y enfermedades del trabajo vinculada a la matriz de la responsabilidad civil conducía al mantenimiento de la forma litigiosa y de la función de los jueces, otra, más próxima a un esquema actuarial y social minimizaba la función jurisdiccional. Es aquí dónde las preocupaciones de los juristas se enlazan con las intencionalidades de los médicos: el cambio en el proceso suponía atribuir al juez una función de mera constatación, dependiente, por lo tanto, del saber médico. Así, los grandes beneficiarios de la limitación del arbitrio judicial fueron los médicos, a quienes se les trasvasaron los poderes decisorios de los médicos. Mientras la racionalidad liberal había formateado la “verdad jurídica” como “verdad moral”, y la había colocado bajo la única esfera de discernimiento judicial, la programación basada en el riesgo sujetó la “verdad jurídica” al formato científico de la “verdad médica” que, activada por el acontecimiento del accidente se construía de manera secuenciada. Un derecho socializado no requería del discernimiento jurídico de la autoría, de las culpas, sino la constatación “técnica”, realizada por expertos (médicos e ingenieros) del accidente o de la enfermedad. Para estas nuevas funciones, activadas por la socialización y objetivación de la responsabilidad, las capacidades y habilidades de los jueces no servían. Pero también los higienistas se remitieron permanentemente al campo jurídico. Desde su perspectiva, el vocabulario del derecho se presentaba como una herramienta adecuada para efectivizar, en las prácticas, el repliegue de las libertades. Creían que la “fuerza de la ley” otorgaba el respaldo necesario para subordinar los intereses privados a los objetivos (públicos) de la defensa social. Las estrategias biopolíticas inspiradas por el saber médico, la eugenesia y, en general, los motivos de la raza, demarcaron como objeto de intervención, una “colectividad de vivientes”, en términos de “población”, de “especie” y de “raza”. Ese objeto de gobierno se construyó a través de varias vías que, en todos los casos,
involucraron la generación de conocimiento empírico. Parte de sus trazos provinieron de las observaciones y mediciones realizadas por los expertos comisionados por el Estado para investigar las condiciones de vida de las clases asalariadas; las inspecciones practicadas por los médicos, ingenieros y funcionarios en general del Departamento Nacional de Higiene y el Departamento Nacional de Trabajo (1907). Una fuente privilegiada para construcción de la población y la visibilización de sus variables estuvo constituida por las estadísticas relativas a los accidentes, enfermedades y seguros elaboradas por esa última institución, a partir de la información suministrada por distintos agentes: la policía, las autoridades de los puertos, los hospitales públicos y las compañías de seguros. La producción de estadísticas relativas a los daños sufridos por los trabajadores en el ejercicio del trabajo permitió aislar esos “hechos inciertos”, inteligibles a través de relaciones de causalidad específicas y diferentes de otros (los accidentes) y componer a la población asalariada, a partir de una yuxtaposición de variables socioprofesionales, etarias y relativas al estado civil. Sobre la población asalariada, así demarcada, y también sobre el cuerpo del trabajador considerado como “individualidad somática”, se inscribirían las intervenciones diseñadas por los expertos en alianza con los poderes públicos. En primer lugar deben considerarse todas las prácticas que significaron una ampliación de las funciones del Estado en dirección a la preservación y el mejoramiento de la salud de los trabajadores, inspiradas, en gran medida, en el funcionamiento de la medicina como “higiene social”, como técnica general de salud: inspecciones de las condiciones de labor y de las condiciones de higiene y seguridad en los establecimiento; una pedagogía de la higiene personal dirigida a los obreros y de la higiene y seguridad de los establecimientos, orientada hacia los empleadores. Si bien el propósito principal de las inspecciones era la prevención de los accidentes, a esa finalidad se unía el objetivo instrumental de “instruir” a los empleadores sobre las ventajas técnicas y económicas de las medidas higiénicas. Además de la higiene y seguridad de los establecimientos, la competencia del Departamento Nacional de Higiene incluía la cuestión de la higiene y salubridad del obrero, a cargo de médicos. De allí la implementación del “examen clínico” como técnica de normalización de los cuerpos. Su desplazamiento del ámbito de los hospitales y los consultorios privados al ámbito de las fábricas y los talleres importó una serie de transformaciones. El examen se estandarizó, adoptando la forma administrativa de la “inspección médica”. Por otra parte, la higiene social movilizaba al servicio de objetivos de alcance macro (reducir las tasas de morbilidad de la población obrera) técnicas disciplinarias y, más específicamente, “tecnologías morales”: prescribía no solo una mayor vigilancia de los comportamientos sanitarios de los trabajadores en las usinas, sino también prácticas de auto-control, regímenes alimentarios, la represión de los impulsos, es decir, una transformación del yo. Esas tecnologías morales se pensaron, además, como performativas de las subjetividades liberales: con la inculcación de normas de moderación, previsión, higiene personal, se buscaba formar agencias autónomas,
capaces de encargarse por sí mismas del cuidado de su salud y de su moral. Así, por ejemplo, el Departamento Nacional de Higiene elaboró una “Cartilla de Higiene Moral” 162 dedicada a modelar el carácter del obrero y a orientarlo para la “auto -defensa” contra los riesgos laborales. En segundo lugar todas las programaciones preveían la implementación del seguro, sea bajo una modalidad “social” o “privada”, obligatoria o facultativa. Este mecanismo permitía administrar los procesos aleatorios (accidentes, enfermedades y las incapacidades derivadas) que afectaban a la población asalariada, encauzándolos en parámetros económica y socialmente razonables. La intensidad de sus funciones regulativas/preventivas variaba, según asumiese la forma “obligatoria, social y estatal” propia del modelo alemán (opción por la que se inclinaban los higienistas) o una forma “privada y facultativa”, más digerible para la régimen liberal (opción finalmente adop tada). Más allá de estas divergencias, el acuerdo en torno de la adopción de “mecanismos de seguridad” (sea el seguro u otras técnicas de previsión como las mutualidades), desembocaba en un relativo consenso en cuanto al tipo de subjetividad requerida para su implementación. Políticos y expertos coincidían en la necesidad de disciplinar los comportamientos de los obreros de forma tal de convertirlos en agentes del cuidado de su propia salud y en cooperadores activos del propósito estatal de asegurar la conservación de la fuerza de trabajo.
II.- Ensamblajes: bi opoder y li beralismo; biopoder y lo so cial La sanción de la primera Ley de Accidentes y Enfermedades del Trabajo, en 1915, dependió de la configuración de un “esquema de articulaciones” entre los requerimientos de la economía de mercado, el imperativo biopolítico de conservar la población asalariada y las exigencias provenientes de las diferentes elaboraciones -técnicas y profanas- de “lo social”, formado a partir de tres fórmulas asociativas princip ales. a) Una relación de “sutura” entre lo social y el biopoder, es decir, de recíproco apoyo y sostén. Además de saberes biopolíticos, la salud y la seguridad de los trabajadores se pensó desde la perspectiva de “lo social”. 163 La filigrana de lo social remite a un estilo de pensamiento en el que se agrupan diversos problemas que son construidos y gestionados en términos de un espacio de acción y de determinación que excede lo individual. 164 Se trata de un prisma de reconfiguración de experiencias, un género híbrido construido en la intersección entre lo político y lo civil 165, a partir de la implementación de técnicas de visibilización y de la actuación de un conjunto heterogéneo de agentes. Vid. Anales del Departamento Nacional de Higiene, N°4, 1913. Donzelot, Jacques. L’invention du social. Paris: Fayard, 1984. 164 Osborne, Thomas y Rose, Nikolas. “In the name of society, or three theses on the history of social thought”, History of human sciences, 10 (3), 87-104, 1997, p.89. 165 Donzelot, 1984. Op. Cit. 162
163
Una de las tesis de esa investigación es que la organización de ese dispositivo jurídico-administrativo de protección, fue posible a partir de un apareamiento, de una asociación estratégica entre ambas racionalidades. Así, es posible afirmar que la protección de los trabajadores contra los riesgos laborales, adoptó, hacia principios del siglo XX la forma de una biopolítica social. Lo social aportó una forma de pensar los problemas en términos que excedían lo individual, visibilizó el lazo que unía a trabajadores, empleadores y a la sociedad en su conjunto bajo la forma de “ leyes sociales”, produjo argumentaciones que legitimaron la restricción de la libertad de empresa y la intervención del Estado (así, por ejemplo el solidarismo o las teorías de la “vía media”) y técnicas que, como el seguro, permitieron compartir riesgos. El aporte de la biopolítica, por su parte, estuvo dado por la demarcación del objeto del gobierno (la población asalariada, la raza criolla, la nación), la definición de las finalidades/objetivos (la conservación y optimización de las fuerzas vitales de los trabajadores), la racionalización de las intervenciones por medio de la movilización de unas teorías y un estilo de pensamiento clínico y epidemiológico, la organización de regímenes de autoridad (el Departamento Nacional de Higiene) y la constitución y legitimación de modos de subjetivación. Así, los propósitos biopolíticos fueron realizados a través de mecanismos sociales, aquellos motivos parasitaron el discurso de la “solidaridad” y las diversas elaboraciones expertas del “lazo social” y, a la invers a, las modalidades de intervención de ciertos saberes relativos a la vida, funcionaron como vectores de socialización. Constituyen “muestras” de ese apareamiento: -Los “derechos sociales”, reconocidos en nombre de la vida. Para el liberalismo los derechos se reconocen a individuos libres, vivir, en cambio, no otorga ningún derecho. Al contrario, la idea de derecho social supone que el hecho mismo de vivir atribuye derechos positivos. Los derechos sociales se sustentan en un nuevo principio de evaluación: el valor fundamental no es la libertad, sino la vida, todo lo que está vivo, todo lo que ella produce, sus potencialidades. La problemática de los derechos sociales supone una objetivación universal de lo vivo como riqueza que la sociedad debe extraer, desarrollar, multiplicar, por el bien de todos: el capital más importante es lo viviente; de allí la necesidad de maximizar la vida en todas sus formas. 166 -Los mecanismos de lo social (el seguro, la imposición a los empleadores de funciones preventivas, el control estatal de las relaciones laborales), están orientados hacia la conservación preventiva de la vida. Si bien el seguro tiene una función principalmente reparadora, su instalación fue acompañada de todo un espectro de “obligaciones preventivas” y, lo más importante, el Estado mismo asumió funciones profilácticas. La vida de cada uno es considerada un factor de riesgo para los otros. Entonces, corresponde al Estado hacer que cada uno se comporte de una manera cautelar. En este sentido, Francois Ewald sostiene que el Estado de Bienestar realizó el
166
Sobre la relación entre biopoder y lo social vid. Ewald (1986).
sueño del biopoder. 167 Se trata de una tesis excesivamente general que no compartimos porque no da cuenta de las “terminalidades polivalentes” del ejercicio del biopoder. -A la inversa, varias de las operaciones biopolíticas involucran una socialización. Ya la demarcación del objeto de intervención (una población) activa una representación que excede lo individual y la producción de un conocimiento de “lo general”: estadísticas de morbilidad y mortalidad. Por otra pa rte, a las explicaciones “biologicistas” de la enfermedad y la salud se asociaban, en el discurso de varios expertos explicaciones sociologizantes. No sólo se derivaban conclusiones “socio -culturales” de las ideas racistas, sino que se identificaban las “causas sociales” de las enfermedades y de las diferencias orgánicas presentes entre trabajadores de diversas etnias. Se advierte un tráfico permanente entre categorías sociales y biológicas: así, higienistas como Augusto Bunge programaban intervenciones orientadas a neutralizar las tendencias hacia la formación de una “raza de ricos” y una “raza de pobres”. b) Una relación de “interfaz” entre el liberalismo y un punto de vista social, con la cual queremos significar que “lo social” no fue, hacia fines del siglo XIX y principios del XX, ni externo ni interno al liberalismo, sino un estilo de pensamiento que se armó a partir de las críticas a los métodos de gobierno liberales -y que por lo tanto no puede ser deducido de las reglas inmanentes a ese arte de gobierno- pero que, sin embargo, no “coaguló” en una racionalidad de gobierno externa e independiente del liberalismo, como sí lo haría en el transcurso del siglo XX como el welfarismo.168 Si bien la Ley N° 9688 instituyó la responsabilidad “objetiva” de los empleadores frente a los accidentes y enfermedades del trabajo, con fundamento en la teoría del “riesgo profesional”, la socialización que involucró la legalización de esta regla de juicio no cristalizó en la organización de un seguro social y ni siquiera se estableció el seguro obligatorio. Por otra parte, la regla liberal de la culpa no fue totalmente desplazada. Paradójicamente, aunque las prácticas del seguro se habían desarrollado en el país como parásitos del derecho de la responsabilidad, aquel devino condición de posibilidad de aquella en la medida en que sin seguro no había responsabilidad -en sentido jurídico- al no existir solvencia. c) Una relación de “relativa tensión” entre biopoder y liberalismo. En la medida en que las normas biopolíticas conducen a la creación y coordinación de administraciones centralizadas de la vida (como el seguro social alemán, por el que se inclinaba el movimiento higienista en la Argentina, pero también, en menor medida, el Departamento Nacional de Higiene) activan la sospecha inherente al liberalismo de que se está
167
Ewald, Francois. L’ Etat Providence. Paris: Grasset, 1986, p. 374.
Esta postura difiere de otras como la de Francois Ewald (1986) quién sostiene, analizando el caso francés, que la introducción en el campo jurídico de la teoría del riesgo profesional, las justificaciones que la acompañaron y la institución del seguro anticipan, por una vía preparatoria, la racionalidad de gobierno welfarista. 168
gobernando demasiado, y necesitan ser sopesadas con las normas derivadas de los procesos económicos y de la democratización de la soberanía. 169 Sin embargo, esa oposición no es ni puede ser absoluta en la medida en que este método de gobierno para funcionar necesita, como explicamos en el capítulo anterior, “asegurar” una serie de procesos naturales o cuasi-naturales: la reproducción de los procesos vitales de la población, las interacciones que configuran lo que desde el siglo XVIII se formalizó como “sociedad civil” y los intercambios propios de la esfera económica. De allí que el significado activo del laissez-faire comprenda el establecimiento de mecanismos de seguridad cuya función consiste en garantizar la reproducción de los fenómenos naturales, los procesos económicos y los procesos intrínsecos de la población 170. En tanto arte de gobierno el liberalismo se confronta, simultáneamente, con diversos procesos cuya seguridad debe garantizar: aquellos bio-sociológicos relativos a la población pero, además, la reproducción de la economía entendida como esfera autónoma y cuasi-natural. Y, aquí estriba el problema, la garantía de ambos procesos depende de que las energías gubernamentales se distribuyan óptimamente, de forma tal que la atención de las fuerzas vitales de la población no ponga en riesgo las reglas de las que depende el funcionamiento de los procesos económicos capitalistas. En la medida en que las normas biopolíticas que conducen a la creación y coordinación de administraciones centralizadas de la vida (como el aparato del “seguro social” alemán), activan la sospecha inherente al liberalismo de que se está gobernando demasiado, necesitan ser sopesadas con las normas de los procesos económicos y las normas derivadas de la democratización de la soberanía del sujeto de derecho. 171 Constituyen muestras de esta tensión: -Las numerosas “matizaciones” con la que se introdujo el riesgo profesional en el derecho argentino. -La inversión argumental que efectuaron los higienistas para probar frente a una audiencia integrada por políticos y capitalistas, la “economicidad” del seguro obligatorio y de la relativa subordinación de las libertades empresariales a los objetivos públicos. Bunge sostenía que la higiene social podía contribuir óptimamente al incremento de la producción ya que, en su opinión “no hay industria robusta y próspera sin buenos obreros sanos y fuertes”. 172 Por otra parte, las “prescripciones” derivadas de las prácticas de inspección desarrolladas por el Departamento Nacional de Higiene asumieron formas moderadas: se otorgaban plazos racionales para implementar las innovaciones en los establecimientos, se respetaban los derechos adquiridos y todas las intervenciones asumían un carácter marcadamente práctico. Los higienistas tendían a compatibilizar la defensa del “capital social” con la preservación del “capital pecuniario”. -La pedagogía empresarial desarrollada por Bialet Massé para persuadir a los empleadores de la necesidad de proteger la salud de los trabajadores, no por caridad sino por “codicia”. Al igual que Bialet, Bunge entendía que la estrechez de miras, la falta de conocimientos y la inclinación a la rutina de ciertos patrones que sustentaban un concepto “enteramente anarquista” de su papel y d e sus derechos, funcionaba como un obstáculo 169 170 171 172
Dean, 1999. Op. Cit., p. 101. Gordon, 1991. Op. Cit. Dean, 1999. Op. Cit., p. 101 Bunge, 1910/11. Op. Cit., p. 310
activo frente a una adecuada concepción remunerativa de los costos de proteger la salud del obrero. Pero la tensión con el liberalismo aun es mayor si se considera que la higiene social no dudaba en sacrificar las libertades de los obreros, imponiéndoles prácticas coercitivas de higiene personal, exámenes ocupacionales y terapéuticas, en nombre de la defensa biológica y económica de la sociedad. d) Un vínculo de parasitación de las tecnologías disciplinarias por parte de las estrategias biopolíticas: buena parte de las tecnologías biopolíticas que se desplegaron sobre la población obrera para regular los riesgos laborales se apoyaron sobre tecnologías disciplinarias que apuntaban a sumar la propia voluntad del obrero en la gestión de esos riesgos. La realización de los objetivos biopolíticos a escala macro dependía, en muchos casos, del funcionamiento de tecnologías de poder en el nivel micro del cuerpo del individuo-trabajador. De allí que los actores que más interesados estaban en la organización de dispositivos actuariales también más intensamente hayan insistido en el desarrollo de campañas de moralización. Para disminuir la probabilidad de formación de una “raza de ricos” y una “raza de pobres” y bajar las esta dísticas de siniestraliedad, era necesario, a juicio de Bunge, interferir en el núcleo de las pasiones y deseos del trabajador, imponiéndole hábitos de higiene, ahorro e incitando la adopción de prácticas de auto-control. Luego, como se infiere de los informes elaborados por Bialet Massé y Alsina 173, solo un trabajador “previsor” podía ser comprendido por instituciones como las cajas de ahorro, los socorros mutuos o el seguro. Precisamente, fue ese “esquema de articulaciones”, ese “juego de encastre”, mediado por una serie de transacciones –entre lo social y el liberalismo, entre el liberalismo y el biopoder-, sobre el cual se engarzó la Ley N° 9688, el que sería recurrentemente revisitado.
III.- La biopolítica como campo político tensado: modalidades polivalentes del ejercic io del poder En la Argentina de fines del siglo XIX y principios del XX las estrategias biopolítica, aun racionalizadas en función del mismo régimen de saber, asumió diversas modalidades. Así, el saber de la higiene social, la objetivació n de los trabajadores en tanto “población”, el descubrimiento de las leyes biológicas que la atravesaban y aun su configuración como “raza nacional” (González) o “raza criolla” (Bialet Massé) constituyó el zócalo para la organización de estrategias de protección de los trabajadores, basadas en el reconocimiento de derechos sociales, en la adopción de una función “preventiva”, de “gestión de la vida” al Estado, en la limitación de la libertad patronal y el establecimiento de obligaciones profilácticas. Claro que esas estrategias “protectoras” involucran la exclusión de ciertos trabajadores, una composición “selectiva” de las vidas que merecían ser vividas. En este sentido, mientras Bialet Massé se inclinaba por el elemento “criollo” y
Juan Alsina era un abogado a quién en 1903 el Ministerio de Agricultura de la Nación le encargó realizar la primera investigación oficial sobre las condiciones de vida del obrero en el país. Su trabajo se expresó en la redacción de un informe, publicado en 1905 bajo el título de “El obrero en la República Argentina”, t. I y II, Buenos Aires, Imprenta Calle Mé xico. 173
condenaba la política inmigratoria, González impulsaba los flujos de inmigrantes europeos de raza “blanca”, “caucásica” y consideraba a los criollos como un “elemento inferior”. Pero, más intensamente, al lado de esta “biopolítica social” protectora y a la vez excluyente que, podemos arriesgar, activaba per se una “tanatopolítica por omisión”, “dejaba morir”, al excluirlos de la protección, a ciertos grupos de trabajadores, el Estado programó y ejecutó una biopolítica de signo negativo, una “tanatopolítica activa” sobre otro conjunto de trabajadores. El establecimiento de cesuras al interior de la población asalariada fue posible, en parte, por la movilización de una grilla racista que distinguía distintos componentes étnicos y los ordenaba jerárquicamente. Pero a estas cesuras de corte étnico-biológicas se yuxtaponían, en el pensamiento de González, las cesuras producidas por operaciones disciplinarias de individualización de trabajadores peligrosos. En el Proyecto de Código del Trabajo se demarcaba, por una parte, el conjunto de los “buenos trabajadores”, aquellos que prestaban su labor en forma “noble y pacífica”. Y, por otra parte, una población inmigratoria “inactiva y malsana”, que aparecía cuadriculada conforme criterios biológicos y morales: los enfermos incurables o contagiosos, los indigentes, los vagos consuetudinarios, los criminales, los enemigos del orden jurídico. Esta oposición asumía, en otros pensamientos formas diferentes pero que hacían parte de la misma matriz: Bialet contraponía “obreros criollos” a “obreros inmigrantes” y Juan Alsina “trabajadores buenos, dóciles, previsores” al “populacho”. En todo caso, el primer conjunto sería beneficiado por una protección “directa y eficaz”. A él se dirigirán las intervenciones destinadas a regular y organizar la vida, a los efectos de ajustarla a los mecanismos económicos y también de evitar su desafiliación social. Pero también esos trabajadores, gobernados en una escala individual, estarán atravesados por tecnologías disciplinarias. Sus comportamientos y actitudes se sujetarán a prácticas de normalización, tanto en miras al funcionamiento de mecanismos regulatorios a escala “macro” como a la formación de individuos dóciles y productivos. Para el segundo grupo se programaron operaciones de “saneamiento social”, dirigidas a eliminar del cuerpo nacional a la población obrera inmigratoria “inactiva y malsana”174. El proyecto de Ley Nacional de Trabajo, elaborado por González, enumeraba varias de estas operaciones: disolución de las asociaciones obreras, encarcelamiento de traba jadores, exclusión del país. Todas estas medidas apuntaban a “defender la sociedad” 175 en términos biológicos, es decir, defenderla contra el peligro que esos trabajadores representaban vis à vis los objetivos de formar/mejorar la “raza nacional” y en términos económicos, considerando la carga que “vagos consuetudinarios” y “enfermos incurables” significaban para el erario público. Así, el objetivo de formar un conjunto étnico sano y fuerte frente a las contingencias del porvenir y de repeler las influencias malsanas y los gérmenes de futuras degeneraciones de los que podían ser portadores los trabajadores inmigrantes, justificaba no sólo su exclusión del régimen de protección (en construcción) sino su persecución política y eventual exclusión del país. 174
175
Diario de Sesiones de la Cámara de Diputados, 1904, t.I: 69. Foucault, Michel. Il faut défendre la société. France: Gallimard, 1997.
FUENTES Alsina, Juan. El obrero en la República Argentina. T.I. Buenos Aires: Imprenta Calle México, 1905a. Alsina, Juan. El obrero en la República Argentina. T.II. Buenos Aires: Imprenta Calle México, 1905b. Bialet Massé, Juan. Informe sobre el estado de las clases obreras en el interior de la República. T.I. Buenos Aires: Imprenta y Casa Editora de Adolfo Grau, 1904a. Bialet Massé. Informe sobre el estado de las clases obreras en el interior de la República. T.II. Buenos Aires: Imprenta y Casa Editora de Adolfo Grau, 1904b. Bialet Massé. Informe sobre el estado de las clases obreras en el interior de la República. T.III. Buenos Aires: Imprenta y Casa Editora de Adolfo Grau, 1904c. Bunge, Augusto. Las conquistas de la higiene social. Penitenciería Nacional: Buenos Aires, 1910/1911. González, Joaquín V. El juicio del siglo. Rosario: Editorial Rosario, 1910.
V.- TERRITORIO Y POBLACIÓN El concepto de población Foucault lo reconstruye como nombre para el sujeto de intervención de las nuevas políticas de gestión liberal. Para él, el desarrollo del capitalismo y sus formas de producción necesita la administración de la vida para optimizarlo. Sin embargo, también necesita generar formas de subjetividad adaptadas al sistema económico. En este sentido, la ciudad es un espacio privilegiado del control social por parte del Estado moderno. El capitalismo fue capaz de construir su aparato burocrático en la confluencia entre control de los nómades y creación de identidad nacional. La necesidad de mantener vivos los cuerpos y volverlos eficientes, cuidarlos y someterlos, son parte de las ambivalencias de estos procesos que este capítulo presenta. Ana Pratesi estudia el proceso de acumulación originaria en la Provincia del Chaco en Argentina y su modo de implementación, lo que influye geográfica y poblacionalmente. Las formas de gestión del capital afectaron y afectan los modos de vida de las antiguas comunidades nómades. La extracción de plusvalía va aparejada a sus formas de exclusión de la comunidad y sus derechos, lo que las afecta desde la salud a la enajenación de sus propiedades, pasando por el mecanismo policial. Marco Valencia, luego, presenta cuatro momentos del estado chileno a partir de la definición de políticas de desarrollo urbano. Partiendo por el discurso higienista de 1906 hasta llegar a la implementación del neoliberalismo en la Dictadura de Pinochet, se va configurando el ejercicio de control y resistencia urbana que da lugar a dichas políticas respecto al territorio y los vivientes. Así, se exponen el sueño del estado desarrollista al mismo tiempo que la reacción que vino a la caída del primer intento de socialismo por vía democrática. Paula Aguilar presenta una investigación sobre el discurso y la praxis de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo (USAID). Para ello vincula los estudios de Foucault acerca de la noción moderna de población y los documentos en que se define la función de USAID en los países con “estados fallidos”. Esto implica una compleja trama de fórmulas de control y resistencia territorial. El discurso sobre el terrorismo lleva como contraparte la capacidad de intervenir humanitariamente en cualquier lugar en que sea necesario.
Cierra este capítulo José Solís con un análisis de la imbricación entre los discursos que enseñan a adaptarse al cambio y su aplicación en el espacio urbano. Este pilar biopolítico de la sociedad contemporánea es el “individuo empresa”. En el texto se describe la función del diseño como productor de subjetividad en este habitante de la ciudad nacida de la racionalidad estatal-empresarial, que impera en la actualidad en Chile. También se muestra el modo en que esto es implementado por el Atelier Metropolitano del arquitecto Jorge Jáuregui.
CÓMO VIVIR Y DE QUÉ MORIR EXPLOTACIÓN CAPITALISTA AGRÍCOLA Y DESPLAZAMIENTO DE POBLACIÓN EN LA PROVINCIA DEL CHACO, ARGENTINA. Ana Rosa Pratesi INTRODUCCIÓN El área geográfica de la actual provincia del Chaco 176 se constituyó en territorio de explotación capitalista a fines del Siglo XIX, previamente la zona era el habitat en el que convivían, con eventuales enfrentamientos, numerosas etnias de pueblos originarios: tobas qom, wichis, mocovíes, abipones, vilelas, entre otros, grupos nómades que se trasladaban dentro del área buscando las mejores condiciones para su alimentación. La campaña colonizadora argentina que tuvo como ejecutor al ejército nacional, había realizado la llamada “Campaña del Desierto” en la Pampa y Patagonia argentinas con el objetivo de aniquilar a los pueblos originarios, de manera de transformar la región en un desierto real donde pudieran pastar las cabezas de ganado de los nuevos terratenientes. En el norte del país, en cambio, la operación militar tuvo como objetivos y resultados sojuzgar a los pueblos originarios, fijarlos a una explotación y disciplinarlos como mano de obra (Iñigo Carrera, Nicolás. Génesis de un semiproletariado rural: la incorporación de los indígenas a la producción algodonera chaqueña . Buenos Aires. Cuadernos de CICSO, 1973). Así, pasaron de ser nómades recolectores a ser trabajadores de los obrajes en los que se manufacturaba la madera de los extensos bosques 177 y de los cultivos e industrialización de caña de azúcar. 178
176
La provincia del Chaco está ubicada al nordeste de la Argentina en la margen occidental de los ríos Paraná y Paraguay y al sur del Río Bermejo. Tiene una extensión aproximada de 100.000 km2 y una población de alrededor de 1.000.000 de personas. 177 Un ejemplo paradigmático fue La Forestal, enclave de la producción taninera. “ Así, en su inicio la compañía poseía aproximadamente 2 millones de hectáreas en territorio de Santa Fe y explotaba todos los rubros que pudiesen ser implantados en la región. Tiende líneas ferroviarias, explota la ganadería, tiene puertos sobre el río Paraná, adquiere el monopolio de la navegación de
Las resistencias a este sojuzgamiento tomaron forma de levantamientos colectivos de indígenas que terminaban en masacres a cargo de cuerpos policiales o de la gendarmería. Estamos describiendo uno de los momentos del proceso de acumulación originaria del capital en su carácter dual (Marx, Karl. El Capital. Tomo I. Vol.3. Capítulo XXIV. La llamada acumulación originaria. México, Siglo XXI Editores, 1992): - las relaciones previas entre los miembros de los pueblos originarios son anuladas por efecto de la violencia externa y se establece una relación en la cual estos sujetos pasan a ser medios de producción de quienes ejercen la violencia. -la propiedad colectiva que los pueblos originarios ejercían sobre la tierra, su principal medio de vida, se diluye y, esos medios naturales, junto con la población asentada en ellos, pasan a ser propiedad privada del capitalista que ejerció violencia sobre ella. En esta región, durante un periodo que abarcó finales del siglo XIX y principios del siglo XX se produjo una corriente migratoria proveniente de países europeos: Italia, Francia, Hungría, Checoslovaquia, Polonia, Bulgaria, entre otros. Esos contingentes se asentaron y dieron lugar a colonias agrícolas, convirtiéndose en pequeños y medianos productores organizados en cooperativas. No se produjo mestizaje entre estos inmigrantes y los habitantes originarios; sino que se estableció una definida e importante brecha social entre las etnias europeas, que pasaron a ocupar un lugar privilegiado en la sociedad, y las etnias americanas, que siguen siendo depositarias de prejuicios y descalificaciones. A mediados del siglo XX., los pueblos originarios y los criollos o blancos pobres se convirtieron en mano de obra de un cultivo extensivo, el algodón, que requería de gran cantidad de “braceros” 179 en la época de la cosecha. Era entonces cuando familias de la región se trasladaban de un campo a otro, donde adultos y niños cosechaban durante jornadas extenuantes. La caída del precio del algodón y la maquinización agrícola tuvieron como efecto la desocupación de gran parte de la mano de obra rural. (Roze, Jorge Próspero. La Lucha de clases en el Chaco contemporáneo . Resistencia, Editorial La Paz, Editorial IDEAS, 2007) carga de dicho río, instala fábricas, urbaniza, etc. (…) El avance de la producción taninera se consigna con estas cifras: en 1913 hay 9 fábricas de tanino; 16 en 1919 y en 1928 hay 24.” (Roze, Jorge
Próspero. La Lucha de clases en el Chaco contemporáneo. Resistencia, Editorial La Paz, Editorial IDEAS, 2007, p. 36) 178 “Otra producción predominante al inicio de este proceso fue la de caña de azúcar. El ingenio de los hermanos Hardy, Las Palmas del Chaco Austral, para esta época, contaba con un trazado ferroviario de trocha angosta de 200 Km. y una línea de plantaciones a lo largo del trayecto.” (Roze, Op. Cit. p. 43).
179
Se denomina bracero a quien cosecha el algodón, al que pone los brazos.
Con el avance del capitalismo globalizado, la explotación agrícola tomó la forma de “agronegocios”, orientada por la lógica financiera, caracterizada por la a lta mecanización, el uso intensivo de agroquímicos, la escasa mano de obra y la producción de bienes para ser colocados en los mercados internacionales; hay distancia entre el capitalista inversor y los medios de producción – para el caso del Chaco se trata de inversores de Córdoba y de Rosario-, y se forman pools de siembra que captan inversores de distinto origen. En este trabajo nos centramos en esta última etapa, otro momento del proceso de acumulación, con el objetivo de analizar la forma de gestión de la naturaleza y de la población y las opciones que tienen los habitantes sobre cómo vivir y de qué morir.
LA NATURALEZA: DE LA BIODIVERSIDAD AL MONOCULTIVO El territorio de la provincia es parte de la ecoregión del Gran Chaco Americano, que contiene los bosques secos más extensos del mundo con el segundo lugar de importancia como masa forestal en el continente, después de la Amazonia. En Argentina, entre las provincias de Chaco, Formosa, Santiago del Estero, Salta y Santa Fe, esta masa boscosa ocupaba alrededor de 23 millones de has., distribuidas en una diversidad de ambientes con grandes ríos, sabanas secas e inundables, esteros, bañados, salitrales, etc., lo que la coloca como región con una importante biodiversidad. (Fundación Vida Silvestre Argentina. Evaluación ecorregional del Gran Chaco Americano. 2005. En: http://www.vidasilvestre.org.ar/descargables/bosques_selvas/chaco/dossier.pdf ) Sobre ese bosque chaqueño avanza la agricultura capitalista con cultivos entre los que predomina la soja con un 42 % del total de la superficie implantada, según se visualiza en el siguiente cuadro:
Cultivo
Superficie cultivada en has.
%
Total
965.500,4
100,00
Soja
407.444,6
42,20
Girasol
196.970,9
20,40
Algodón
185.023,4
19,16
Trigo
82.422,5
8,54
Maíz
80.884,8
8,38
Arroz
4.556,0
0,47
Forrajeras
3.180,0
0,33
Otros
5.018,2
0,52
Fuente: INDEC. Censo Nacional Agropecuario año 2002. Elaboración propia. El proceso de esta actividad agropecuaria comienza con las actividades de desmonte, la tala de árboles cuya madera no se comercializa, sino que, siguiendo la racionalidad capitalista de aprovechamiento del tiempo, se quema en el mismo lugar en que caen los árboles. Según Jorge Adámoli, la tala de bosques ha llevado a la pérdida del 85% del bosque de tres quebrachos (colorado santiagueño, colorado chaqueño y blanco), junto con los árboles se ha perdido el hábitat de numerosas especies vegetales y animales, esta reducción pondría a las especies al borde de la extinción. Por otra parte, la quema de los árboles caídos libera en el ambiente dióxido de carbono en una cantidad que supera el consumo de combustible de todos los medios de transporte del país. (Draghi, Cecilia. En el Chaco se perdió casi el 85% del bosque de quebracho . La Nación, 14-09-05). Con la superficie de la tierra libre de la naturaleza que la nutrió, se llevan a cabo las tareas culturales que implican el uso intensivo de agroquímicos, entre ellos herbicidas como el glifosato, que elimina las hierbas y arbustos, especialmente los perennes. La multinacional Monsanto incorporó genéticamente a la soja la resistencia al glifosato.
Superficie tratada (ha.) Fertilizantes Insecticidas Herbicidas Funguicidas químicos y Superficie acaricidas Implantada (ha.)
SOJA
407.444,6
16.409,0
988.058,0
722.442,0
133.349,0
Fuente: INDEC. Censo Nacional Agropecuario año 2002.
Los agroquímicos son rociados por avionetas sobre la superficie cultivada, cuatro veces y media. Se trata de cultivos localizados muy cerca de los pueblos, apenas separados por
20 mts., por lo tanto también las calles de los pueblos y las viviendas de los pobladores son rociadas con agroquímicos. De esta manera, esos elementos quedan depositados en la tierra y en el agua e invaden la vida cotidiana de los pobladores 180. A modo de ejemplo: la localidad de Gancedo, con una población de 7.500 habitantes, tiene en su ejido 5 depósitos de químicos y 4 empresas de aviación para fumigación. Como resultado de esta serie de eventos de intervención drástica sobre la naturaleza: tala de árboles - quema de la madera – uso intensivo de agroquímicos -, el ecosistema ha sufrido graves consecuencias en dos sentidos que están entrelazados:
El desequilibrio ambiental
Tiene como consecuencias situaciones de sequía e inundación en forma alternada o simultánea. Durante el año 2008 se produce una sequía considerada histórica en la región del sudoeste de la provincia del chaco y el nordeste de la provincia de Santa Fe. Desde organismos oficiales de la provincia del Chaco se reconoce que: “ el déficit hídrico de la zona alcanza a los 600 milímetros que se deben sumar a los 1000
milímetros anuales menos que llovieron el año pasado, en el análisis de una serie histórica que confirma la profundización de los extremos hídricos que confronta la provincia, hoy con el 23 % de su territorio afectado por la falta de lluvias extremas, sin precipitaciones importantes en los últimos siete meses. (…)
Teniendo en cuenta las
pérdidas en la producción ganadera ($ 347.386.294) y agrícola ($ 298.786.092), la incidencia económica generada por las condiciones de déficit hídrico que afectan a la provincia alcanzan a $ 646.172.387 181. A su vez, si se considera que las actividades primarias y, dentro de éstas, la agricultura y la ganadería generan alrededor de 1.586 millones de pesos, las pérdidas equivalen al 41% del PBG sectorial.” (Secretaría de Planificación y Evaluación de Resultados, 2008).
La pauperización ambiental
Han desaparecido en grandes extensiones las especies animales y vegetales que existían previamente a los cultivos. Fernández Moujan 182 muestra esta realidad a través del sentido de la audición: allí donde se escuchaba a los pájaros, las chicharras y los monos aulladores, entre muchos otros Existen referencias orales acerca de que los químicos agujerean los techos de zinc de las viviendas. 181 1 peso argentino= U$S 3,05 182 Fernández Moujan, Alejandro. Film Sólo se escucha el viento, 2004. 180
sonidos de la naturaleza, ahora “sólo se escucha el viento” , que se desata sobre los campos deforestados.
LA POBLACIÓN: DE LA MULTIPLICIDAD ÉTNICA AL DESIERTO VERDE La población de la provincia se ha ido urbanizando al compás de las distintas crisis agrícolas, en el siguiente cuadro se puede constatar cómo fue cambiando la proporción entre urbanidad y ruralidad. Hasta la primera mitad del Siglo XX la población era mayoritariamente rural aunque decreciendo, a partir de los años ’70 esa tendencia marca una inversión en la relación y la población pasa a ser mayoritariamente rural, en el último censo de población tenemos para la provincia un 80% de población urbana y un 20 % de población rural. Evolución de la Población Total de la Provincia del Chaco – Censos 1914-2001 (Roze, Jorge y Ana Pratesi. Estudio de Evaluación Social de la Población Indígena en el Chaco . Ministerio de Salud de la República Argentina, 2004) CENSOS
Población total
Población
%
Población
urbana
%
rural
1914
46.274
10.671
23
35.603
77
1947
430.555
129.629
30
300.926
70
1960
543.331
205.463
38
337.868
62
1970
566.613
266.488
47
300.125
53
1980
701.392
426.844
61
274.548
39
1991
839.677
600.660
72
239.017
28
2001
984.446
784.695
80
199.751
20
En la década que va desde 1991 hasta 2001, la población que deja el área rural corresponde a quienes habitaban en pequeños parajes o en viviendas aisladas en campo abierto, mientras que permaneció estable la población que habita en poblados de 2.000 o más habitantes. (Roze, J. y Pratesi, A. Op. Cit.) Siguiendo con el ejemplo citado anteriormente, la localidad de Gancedo pasó de tener 2.420 habitantes en el año 1991 a 3.737 habitantes en el año 2001 (INDEC, Censos 1991 y 2001), es decir un aumento en la población de 54%, para el año 2008 se estima su población en 7.500 habitantes, un 100% más en 7 años. Ese crecimiento proviene fundamentalmente del desplazamiento de los pobladores rurales aislados.
Desde el año 2001 se viene produciendo una aceleración del desplazamiento de la población rural hacia las ciudades, se trata de familias que dejan sus tierras en distintas situaciones:
Pequeños y medianos productores que venden sus tierras
Las altas ganancias que da el negocio de la soja derivó en una voraz demanda de tierras para el cultivo, los inversores compraron a precios nunca antes alcanzados, las propiedades de pequeños y medianos productores agropecuarios quienes, por su escaso capital, no podían encarar el negocio. El valor de la tierra pasó de 50 pesos la hectárea en 2001 a 8 mil pesos en 2008. (Diario Página 12, 02-09-08) El Presidente del Consejo Profesional de Ingenieros Agrónomos del Chaco, Gustavo Galarza dice: “Estamos muy preocupados porque primero se dio que los pequeños productores emigraban a los centros urbanos, vendían sus pocas hectáreas y habitaban en las ciudades, pero ahora tenemos un drama peor: la fiebre por la venta o arrendamiento de campos por parte de medianos productores, comienza a ser moneda corriente”(…) “El destino de las colonias de campesinos, co mo Bajo Hondo, Loro Blanco, Pampa del Cielo ó Tres Estacas, Pampa Grande, que con una cooperativa centraba un movimiento productivo y comercial impresionante, a modo de ejemplo, han desaparecido como centros comunitarios, para transformarse en áreas despobladas y espectadoras de una producción ajena” (Diario Norte, 12-08-08) Junto con las tierras productivas, los inversores también avanzan sobre las asociaciones cooperativas formadas por los productores, que pasan a tener la función de comercializar la producción. De esta manera numerosas familias rurales dejan el campo y compran vivienda en las ciudades, pero ya sin la fuente de ingresos que representaba su propiedad rural.
Pequeños productores o productores de subsistencia que son desalojados de tierras fiscales que han habitado durante décadas.
En el territorio provincial existen grandes extensiones de propiedad fiscal que son lugar de asentamiento de pequeños productores y de productores de subsistencia, muchos de ellos ya tienen derechos de propiedad sobre esas tierras. La Constitución Provincial estipula restricciones para la venta de esas tierras: "El régimen de división y adjudicación de la tierra pública será establecido por ley con sujeción a planes previos de colonización, con fines de fomento..." (Art. 38) "No podrán ser adjudicatarios directos o indirectos:
1) Las sociedades mercantiles, cualquiera sea su forma y naturaleza, salvo cuando el destino de las tierras, en pequeñas parcelas, fuera para la radicación de industrias. 2) Las instituciones de carácter religioso o militar" Desde los años 90, los organismos del estado responsables sobre estas tierras públicas, vendieron predios a precios muy bajos a personas que no cumplían con los requisitos solicitados. Es decir que se dio una apropiación de la tierra pública con mecanismos delictivos. Estos nuevos propietarios expulsan de los predios expropiados a las familias allí asentadas, para quienes es su lugar de habitación y el lugar que les da los medios para sobrevivir. Quitados de la tierra, arrinconados en los pueblos, pasan a ser mano de obra precarizada de los nuevos dueños fundamentalmente en la tarea de desmonte, una de las que más mano de obra ocupa. Si bien el uso de maquinarias y herramientas como topadoras y motosierras reemplazan al tradicional hachero que volteaba el árbol, se necesita la fuerza de trabajo desnuda para proceder al “destronque”, quitar de la tierra la sección restante del tronco y las raíces, tarea en la que suelen ocuparse a niños y adolescentes.
Familias de pueblos originarios que han perdido el hábitat que les permitía su subsistencia.
Grupos qom y wichis permanecen en asentamientos rurales en el noroeste de la provincia, sector conocido como “El Impenetrable”, por la densidad de sus bosques. Ellos subsisten de la caza, la pesca, la recolección de frutos y la cría de animales; con la desaparición de los bosques y de las especies que habitaban en ellos, ha desaparecido la alimentación tradicional de estos pueblos. Sobre ellos se ejerce el poder de policía, a través del cual el estado provincial reprime a quienes obtienen peces de los ríos o leña del monte, los que les son decomisados privándoles del combustible y del alimento. En este marco hemos sido testigos de muertes por desnutrición de niños y adultos, agravio acompañado por el aumento de incidencia de Tuberculosis y Mal de Chagas.
AGRONEGOCIOS Y RAZÓN GUBERNAMENTAL Ramón Fogel, al analizar un proceso similar en Paraguay, habla de “perpetradores y víctimas”, sobre los primeros dice: “ Diversos son los perpetradores, así como la magnitud y naturaleza de los recursos que
manejan; además de los empresarios que cultivan soja, están los proveedores de servicios y de insumos, los procesadores, exportadores, agentes financieros, transportistas, consumidores, los importadore s de insumos básicamente agrotóxicos (…)
y agentes ligados al estado. Estos últimos, pueden ser jueces y fiscales, parlamentarios y altos funcionarios.” (Fogel, Ramón y Marcial Riquelme, compiladores. Enclave sojero. Merma de soberanía y pobreza. Asunción, Centro de Estudios Rurales Interdisciplinarios, 2005, p. 78) Se señalan así los distintos agentes que intervienen en el sistema de los agronegocios, entre ellos a gobernantes y funcionarios del estado que elaboran políticas económicas y sociales que acompañan al enriquecimiento de unos pocos y al empobrecimiento de la mayoría. No puede faltar en este sistema los aspectos simbólicos que buscan el consenso con el sistema. Es el caso de la Fiesta Provincial de la Soja, que se realiza anualmente desde el año 2001 en la localidad de General Pinedo, organizada por una Comisión Permanente con auspicio del Municipio de Pinedo y el Gobierno del Chaco. En ese evento se enmarca: “exposición de maquinarias agrícolas, jornadas de capacitación y espectáculos artísticos. Tiene por objetivo nuclear a las Instituciones detrás de este potencial que representa la soja. La recaudación está dirigida a las Instituciones Educativas.” http://www.guiadelchaco.com.ar/chaco/eventos
ORIENTACIONES VITALES Y CONTRACONDUCTAS Norbert Elías 183 explica que en cada configuración social se abre un campo de posibilidades sobre las que los individuos tienen oportunidades limitadas de elección; los individuos orientan sus conductas, toman decisiones, desarrollando posiciones sociales que van recorriendo desde la infancia, mientras que el individuo es único e irrepetible, no lo es la posición social que desarrolla y que influye en los cambios personales. En el entramado social que hemos descripto, la lógica de la máxima ganancia de los financistas, dejan con opciones sumamente restringidas a la mayoría de la población, que depende de las decisiones económicas y políticas del sistema; las orientaciones de los individuos son vitales en dos sentidos: atañe al proceso de vida y muerte de las personas y, por lo tanto, son trascendentales para su existencia. La población rural acorralada por la expansión de los cultivos fomentados desde los agronegocios, se ve constreñida a elegir cómo vivir :
183
En el aislamiento del ámbito rural, con servicios sanitarios y educativos que se van retirando con la disminución de la población, convertidos en objeto de las organizaciones no gubernamentales nacionales e internacionales.
Elías, Norbert. El proceso de la civilización. México, Fondo de Cultura Económica, 1993.
En el hacinamiento de las periferias de las ciudades, con mayor acceso a los programas sociales que la focalizan como población excedente e intervienen sobre las distintas dimensiones de su vida.
Esa elección por la forma de vida entraña una decisión sobre la muerte, de qué morir .
En el ámbito rural, expuestos al hambre y las enfermedades decimonónicas. En la periferia de las ciudades pequeñas, explotados por los expropiadores de la tierra y bajo la lluvia de agroquímicos. En la periferia de las capitales, perdiendo sus redes de contención y experimentando cómo las habilidades que hasta el momento le permitían la sobrevivencia carecen de eficacia en la nueva situación, es decir expuestos a la muerte cultural y social.
En esta configuración social, con el poder político y el poder económico inseparablemente unidos, surgen las resistencias de asociaciones de pequeños productores, comunidades de pueblos originarios, organizaciones de la sociedad civil conformadas por profesionales urbanos, que llevan adelante protestas callejeras, denuncias judiciales, discusiones en ámbitos del estado, entre otras acciones. Estamos en presencia de las contraconductas cuyos elementos son: “la sociedad opuesta al Estado, la verdad económica con respecto al error, a la incomprensión, a la ceguera, el interés de todos en contraste con el interés particular, el valor absoluto de la población como realidad natural y viviente, la seguridad con respecto a la inseguridad y el peligro, la libertad con respecto a la reglamentación.” (Foucault, Michel. Seguridad, territorio, población. Curso del Collège de France (1977-1978). Buenos Aires, FCE, 2004, p. 406) En el caso del Chaco los elementos que se oponen al sistema de los agronegocios son sustentados por el Concejo Agrario del Chaco y el Foro Multisectorial por la Tierra, entre los movimientos más nutridos y dinámicos, que oponen la soberanía alimentaria a la seguridad alimentaria, el desarrollo forestal a la deforestación, la adjudicación de tierras de los pequeños productores a la concentración de tierras, la diversificación de los procesos productivos al monocultivo. Nos proponemos avanzar en el estudio de estas organizaciones resistentes.
La Vivienda Popul ar en Santiago. Cuatro momentos en el siglo 20. Una aproxim ación desde la Biopolítica Marco Valencia P. El texto propone un breve recorrido por la historia de la Vivienda Social en Santiago durante el siglo 20. El objetivo es reconocer los discursos generados por las elites en torno al problema de las condiciones de habitabilidad de los sectores populares, desde una interpretación del accionar del sector público en el ámbito de la vivienda social. Para ello, se utilizarán como signos de cada momento histórico, las orientaciones políticas y programáticas en materia habitacional, así como las obras y proyectos emanados desde el Estado hacia los sectores populares. Se despliegan cuatro momentos relevantes. Cada uno de ellos distingue la hegemonía de un discurso que, aunque predominante, coexiste con otras miradas de menor ingerencia. Las coyunturas históricas seleccionadas reconocen ciertas fisuras en la estructura discursiva, cuyas huellas marcan transformaciones en el ejercicio de la violencia simbólica del Estado, en cuanto modelación de la especialidad cotidiana de los sectores populares. Un primer momento se origina aproximadamente en el último tercio del siglo 19 y cristaliza en la Ley de habitaciones Obreras de 1906. Está constituido por la emergencia del problema habitacional popular, como asunto de legítima preocupación de las elites y del accionar del Estado. Evidentemente esta
constitución discursiva, las malas condiciones habitacionales de las familias obreras 184, como asunto de gobernabilidad, es decir, como reproducción biopolítica de la espacialidad popular va de la mano del acelerado proceso de urbanización de las ciudades latinoamericanas a fines del siglo 19. Se ha planteado la urbanización latinoamericana como una forma particular de expansión urbana, que a diferencia del proceso europeo, ocurre sin la generación de empleos industriales en los principales centros urbanos. Esta condición estructural, la escasa capacidad de absorción de la población emigrante en el mercado ocupacional formal debido a la nula industrialización de las ciudades, generó un cinturón periférico de marginalidad urbana, que rodeaba los cascos históricos de las principales urbes. Esta nueva periferia estaba habitada por población migrante, que vive fuera de los sistemas urbanos de infraestructura, consumo y empleo que gozaban las elites de las ciudades “ordenadas”, heredadas del período colonial. Para el caso de Santiago de Chile prontamente estos sectores se transforman en una amenaza para la ciudad finisecular. Una de las primeras “políticas públicas” que enfrenta esta nueva condición urbana, es la propuesta por el Intendente Benjamín Vicuña Mackenna: la construcción de un Camino de Cintura que dividiera la ciudad planificada de los cada vez más numerosos “rancheríos” que rodeaban la ciudad 185. Ciudad imbuida en un importante proceso de modernización, que al estilo del Paris de Napaoleón III y de las obras de Haussman, mejoraba la infrestructura básica y el transporte, hermoseaba parques y paseos públicos. Esta imagen civilizatoria que lograba plasmar el intendente en la ciudad planificada contrastaba radicalmente con las pésimas condiciones de vida de los rancheríos en el borde urbano. La solución propuesta, la segregación absoluta entre ambas zonas, refleja la incapacidad de las elites para codificar a los nuevos sectores allegados a la ciudad. Su constitución pre-proletaria y de mano de obra libre (no eran inquilinos, es decir no estaban adscritos a la tierra y a un patrón; ni tampoco obreros), los constituía como población desterritorializada espacial, social y lingüísticamente. Sin lugar en la ciudad, sin espacio en el mercado ocupacional y sin derechos a entrar en el juego de las representaciones sociales. Por ello el Camino de Cintura es una notable metáfora de la invisibilidad de la mayoría de los santiaguinos de fines del siglo 19.
Familias Obreras es la terminología usada mayormente en la época por los intelectuales, políticos y religiosos imbuidos del léxico asociado a la cuestión social europea. Sin embargo, el genérico “obreros” es usado para referirse al conjunto de los sectores populares urb anos, que incluía peones, rotos y gañanes, artesanos y otras formas de trabajo por cuenta propia o informalidad laboral. 185 El objetivo del camino era establecer una especie de cordón sanitario, por medio de plantaciones, contra las influencias pestilentes de los arrabales. Un agudo análisis de las implicancias del Camino de Cintura en Jocelyn-Holt, Alfredo. El peso de la noche. Nuestra frágil fortaleza histórica. Santiago, Ed. Planeta, 1997. 184
Esta condición de ciudad dual, tan cara a nuestra capital, encuentra en esta propuesta elemental de distinción socio-espacial, una agudización de la separación ya presente en el régimen colonial entre el casco histórico de la capital y el barrio de La Chimba, en la zona Norte de la ciudad y ubicado en la ribera norte del río Mapocho, frontera natural y social 186. La Chimba constituye el primer barrio no planificado de la ciudad, el primer rancherío consolidado. El extramuros de la ciudad controlada. Lugar de marginales (negros, indios, pobres) y lugar sin límites para la élites. Representa el anverso también moral de la racionalidad ortogonal del casco fundacional, con sus numerosas casas de remolienda y chinganas. Por ello, la Chimba gozaba y goza de un importante capital simbólico. Los nuevos ranchos de fines del 19 (Rancho el Conventillo, El Guangualí, Chuchunco y otros) estuvieron condenados por la élite a la invisibilidad, a la no pertenencia, a la no lugaridad. Esta Política chocó frente a un problema mayúsculo. Una serie de epidemias que afectaron la ciudad de Santiago a fines del 19. Los estudios de la época encontraron en los hedores y miasmas provenientes de los ranchos a los principales responsables de la expansión de las pandemias. Eran por tanto, las malas condiciones habitacionales de los pobres, un asunto que perjudicaba al conjunto de la población de la ciudad; élites incluidas. Es así como, el tema de la “vivienda obrera” es asumido como un asunto de “Salud Pública” . El discurso higienista en materia habitacional encuentra su origen en este momento. Lo interesante es que ésta perspectiva de salud pública y, por tanto, de imposición de orden y de limpieza de los arrabales, involucraba, también para las élites un ejercicio de control sobre las conductas desviadas de los sectores populares. Es decir, la urgencia de saneamiento ambiental de las barriadas pobres era una oportunidad también para imponer una geometría moral sobre las subjetividades, basada en los valores conservadores de la élite que condenaban el libertinaje, el alcoholismo, la prostitución, el amancebamiento y otras desviaciones morales denunciadas por políticos y religiosos de la época. No es extraño entonces que durante todo el siglo 20 y aún hoy, se relacione la solución habitacional definitiva con cierta estatuto de dignidad moral. O al revés, vincular problemas habitacionales con desviaciones morales, como la relación entre hacinamiento y promiscuidad. La pervivencia del discurso higienista, quizás también se relacione con la cristalización de la primera ley de vivienda social en America Latina 187: La ley de habitaciones Obreras de 1906 188. Si bien, el objetivo principal de la ley era el fomento y promoción de soluciones habitacionales baratas y adecuadas para los trabajadores; el segundo apartado de la ley se concentró en el control de las edificaciones consideradas insalubres. Al definir con claridad los estándares de lo que era una vivienda higiénica, se Sobre al río Mapocho como frontera social ver Muñoz, Cecilia. “Vivir a orillas del río Mapocho, o la ocupación de la frontera.” En revista Proposiciones 35, Santiago, Ed. Sur, 2006. 187 Por ejemplo la de Argentina es de 1915 y la de España de 1911. 188 Una descripción más detallada de las implicancias de la ley y la nueva institucionalidad que la acompaña en Hidalgo, Rodrigo. La Vivienda Social en Chile y la construcción del espacio urbano en Santiago del siglo XX. Santiago, Ed. DIBAM, 2005 186
optó por la demolición de aquellas que no cumplían con los requerimientos mínimos. Esta política de control, significó una persecución del modo de vida asociado a los migrantes recién llegados a la capital: sujetos en transición, ni propiamente urbanos ni tampoco rurales, que para subsistir compatibilizaban el trabajo por cuenta propia con la crianza de animales. Muchos de estos ranchos fueron destruidos por las nuevas autoridades y sus ocupantes desalojados, sin una solución habitacional concreta por parte de las autoridades de la época. Entrado el siglo 20, con la construcción de las obras del centenario, grandes paños colindantes con la ciudad vieron aumentado su valor, generando un importante proceso de loteos urbanos. Una gigantesca empresa de especulación inmobiliaria se gestaría a partir de esta modernización: arriendo a piso, conventillos, cuartos redondos y cités 189. Las élites ven ahora un muy buen negocio en la necesidad de habitabilidad popular. El negocio del alquiler, las presiones del movimiento de arrendatarios 190 y la incapacidad del Estado de regular las prácticas usureras aplicadas a los cánones de arrendamiento, demuestran las limitaciones de la Ley de 1906 y la necesidad de avanzar a otra fase del desarrollo habitacional chileno. El segundo momento corresponde al período que se inaugura con la creación de la Caja de la Habitación Popular en 1936 y que llega a su máxima expresión con la creación de la Corporación de la Vivienda CORVI, en 1953 191. Este período es inmediatamente posterior al nacimiento de las políticas sociales con predominio del discurso asistencialista y heredero de la Constitución del 25. Lentamente se va imponiendo al interior del aparato público la necesidad de abordar el tema habitacional como un sector independiente de la Salud Pública y, por tanto, del tema higienista. El auge del discurso industrialista nacional de CORFO dará pie para una interpretación distinta de los sectores populares, que ya no serán codificados como carenciados sino como mano de obra calificada, la nueva fuerza de trabajo que requería el modelo de capitalismo industrial naciente. En este sentido la caja de la Habitación Popular, reconoce en su accionar a las agrupaciones de empleados y trabajadores (cajas de previsión y ahorros) como las legítimas contrapartes para enfrentar el problema habitacional de los sectores medios y bajos. Este modelo sirve tanto para la organización de la demanda en los marcos de la legalidad del sistema, como para la legitimidad del nuevo “Estado Social” (en particular los gobiernos del Frente Popular) frente a los requerimientos de la naciente clientela política, formada por obreros y empleados de clase media. También, por cierto, garantiza la Para mas detalles sobre el proceso ver De Ramón, Armando. Santiago de Chile. Historia de una sociedad urbana. Santiago, Ed. Sudamericana, 2000. 190 Al respecto ver. Espinoza, Vicente. Para una historia de los pobres de la ciudad. Santiago. Ed. Sur, 1988. 191 Para mayor análisis ver Raposo, Alfonso. Espacio Urbano e ideología. El paradigma de la CORVI en la arquitectura habitacional chilena. 1953-1976. Santiago, Ed. U. Central, 2001. 189
reproducción efectiva de la fuerza de trabajo proletaria, necesaria para la modernización capitalista nacional. En este sentido las doctrinas de diseño residencial de Villas Obreras realizadas por los industrialistas europeos de la segunda mitad del siglo 19 inspirarán importantes conjuntos obreros que son el reflejo del discurso de la época. La población Juan Antonio Ríos, construida en la década del ‘40 representa la concretización espacial de un discurso sobre el habitar obrero y la planificación de poblaciones obreras. “ Toda población moderna, no sólo debe contar con establecimientos comerciales,
sucursales bancarias, etc. sino también, con edificios que propicien y alienten actividades de carácter intelectual y social, como ser un teatro para la presentación de obras y películas, con capacidad para tres mil espectadores, una biblioteca con diez mil volúmenes; escuelas de artesanos, cada una con capacidad para doscientos alumnos; sucursales de la Caja Nacional de Ahorros y de la Caja de Crédito Popular, una oficina de correo y telégrafos, un cuartel de bomberos y otro de carabineros, un restaurante popular para quinientas personas, que no solo complementen los servicios de esta población, sino que también beneficien los barrios vecinos (…) además se ha contemplado extensas áreas verdes, cuya importancia es primordial a todo conjunto urbanístico” .192
La CORVI despliega una nueva concepción de los sectores desposeídos. Se crea paralelamente al Servicio de Seguro Social y al Servicio Nacional de Salud. La racionalidad técnica del Estado se ha sofisticado. El discurso asistencialista sede paso, lentamente, al discurso de modernización de la fuerza de trabajo. A su vez, la CORVI despliega su accionar en un arco más amplio de sectores populares. No provee de soluciones habitacionales solamente a los trabajadores afiliados en las Cajas de Previsión, sino también a las expresiones cooperativas y sindicales; así como también a los pobladores organizados de las diversas “ Poblaciones Callampas” que rodean la capital. 193 Las soluciones para los empleados de clase media se caracterizaron, en términos generales, por proveer viviendas de alto estándar, con densificación en altura, en sectores céntricos y pericéntricos de la capital, con una importante dotación de equipamiento y espacios públicos.Muchas de estas soluciones habitacionales combinaron la mirada racionalista de la arquitectura: densificación en altura en base al ensamble lecorbusiano: unidad habitacional, bloque, conjunto y ciudad; con la teoría de la Unidad Vecinal, lo que promovió un uso público de los intersticios entre las torres y bloques. Los espacios comunes, no son vistos como espacios vacíos o como espacios de flujos, sino como lugares de encuentro y organización social. Son ilustrativos al respecto proyectos como
La cita en Raposo, Alfonso, Op.Cit. Sobre la historia de las Poblaciones Callampas, ver Gómez L., Juan Carlos. Las Poblaciones Callampas. Una expresión de lucha social de los pobre. Santiago, 1930-1960. Santiago, FLACSO, 1994. 192 193
Villa Frei, Unidad Vecinal Portales o Población Exequiel Gonzalez Cortés- Villa Olímpica., todos las décadas de 1950-60. Para los habitantes de asentamientos irregulares, la CORVI planteó gigantescos programas de erradicaciones de poblaciones callampas. Los terrenos eran urbanizados, loteados por la institución y se construían los servicios básicos, las viviendas eran completadas por los habitantes mediante el proceso de autoconstrucción asistida. El Estado reconoce en los pobladores la potencialidad de constructores de ciudad que han demostrado durante la mitad del siglo 20. Las poblaciones José María Caro y San Gregorio son dos ejemplos de esta modalidad En este sentido, los proyectos CORVI portan los significados de la fase histórica del desarrollo del Estado nacional caracterizable por el protagonismo modernizador estatal, en cuanto productor y organizador del orden social y económico global. Las voluntades políticas que dan soporte al desarrollo capitalista chileno se asientan obstinadamente en el propósito de dar continuidad al proyecto nacional industrialista iniciado en el Frente Popular. Una dimensión de este posicionamiento histórico del discurso del Estado se expresa en el contexto de la ampliación de las políticas sociales como dispositivos de contención de los conflictos inherentes a las diferencias de clase surgidas en el seno del capitalismo industrial. Por ello, responden a los cambios originados por los nuevos requerimientos de reproducción de la fuerza de trabajo, así como también a las exigencias planteadas por las crecientes reivindicaciones populares, con el fin de garantizar la legitimidad y la gobernabilidad del sistema. Esta compleja articulación entre modernización y canalización de los crecientes conflictos en materia urbana y habitacional, se logró en gran medida por el particular modo de producción de CORVI. En él destacan la constante adquisición de suelo urbano por la Corporación, lo que le permitía ubicar conjuntos habitacionales en localizaciones privilegiadas de la ciudad (garantizando el derecho a la centralidad de los marginales); la importante generación de espacios públicos y equipamiento, dado que el Estado no buscaba maximizar los valores de mercado del suelo sino satisfacer la demanda de consumo urbano de los sectores medios y populares; y por último, albergar el ejercicio de proyectación urbana y arquitectónica al interior del sector público, relegando al sector privado sólo a la ejecución de las obras. Un tercer momento, el apogeo del discurso modernizador de la mano de los proyectos de cambio estructural de la década de los ’60 en Chile. En materia habitacional ello coincide con la creación del Ministerio de Vivienda y Urbanismo (MINVU) y la Corporación de Mejoramiento Urbano (CORMU), en 1966. El discurso modernizante hacía referencia a aspectos tan diversos como la economía, la tecnología, las instituciones políticas, etc. La modernización implicaba un proceso de revolución técnica pero también social. El primer elemento que caracterizó los impulsos de los gobiernos de la época fue el anhelo de industrialización de las economías, dejando
atrás las economías primario-exportadoras, consideradas como tradicionales. Lo moderno implicaba el desarrollo de una economía sustitutiva de importaciones, o “el desarrollo hacia adentro” en palabras del economista Aníbal Pinto 194. Sin embargo, el impulso industrial, dirigido desde el Estado, no completaba el cambio general al que aspiraba el discurso desarrollista: había que generar un cambio social, que decía relación con la racionalización creciente de las relaciones sociales; un cambio desde una mentalidad tradicional, figurada normalmente en la imagen del hombre campesino, hacia la figura del hombre de ciudad, dotado de una racionalidad instrumental. Salazar y Pinto 195 señalan que, en el caso chileno, el discurso modernizador y su correlato práctico transitaron velozmente desde la política industrializadora a la política de los ‘cambios estructurales’ que, en lo doméstico, consistía en erradicar los ‘compromisos’ que el primer discurso desarrollista había mantenido con el pasado pre-industrial. De este modo, la ingeniería industrial dió paso a la ingeniería social, y se comenzó a hablar de “sociología del desarrollo”. Para efectos de las propuestas estructurales, “planificación estratégica”; para la ciudad, “planificación urbana”; para las masas desposeídas “promoción popular”, etc. Fue evidente que, tras la decadenc ia registrada en 1955, el discurso nacional desarrollista se sometió a una total reingeniería técnica, que implicó dejar un poco de lado la CORFO, centralizar la CEPAL y mezclar dosis variables de Keynesianismo con dosis variables de marxismo estructuralista. Producto de esta nueva consolidación discursiva el Estado amplió su centralismo, su tecnocratismo y pasó sin sobresaltos del industrialismo al populismo. De este modo se impuso la estrategia nacional desarrollista, mediante políticas de transformación estructural a partir de 1964: reforma agraria, nacionalización del cobre, reforma educacional, y políticas de distribución del ingreso. La ciudad como estructura simbólica de la renovación social se constituyó en un claro campo de acción para los discursos desarrollistas. En el seno de las urbes se podían manifestar en concreto los avances del imaginario modernista. Una retórica del poder y del deseo, una forma de asegurar legitimidad pero también de impulsar integración. La ciudad y su arquitectura como dispositivos de persuasión social, como elementos de seducción del nuevo paraíso modernista. Se trataba de establecer, finalmente, luego de décadas de espera, mediante la acción directa del Estado, un proceso sostenido de mejoramiento y renovación urbana. Era ya necesario iniciar, decididamente la producción del correlato sociofísico de una sociedad en desarrollo: una espacialidad colectiva urbana pública, concordante con los procesos de concreción de una nueva democracia social y económica en expansión. El orden social asociado al desarrollo y estabilización de los procesos de generación del empleo debía articularse con procesos de producción socio-territorial del espacio urbano, generando para ello contextualizaciones espaciales consonantes: lugaridades de aura pública e identidad ciudadana, formalizaciones de legibilidades participativas y comunitarias, 194
Los conceptos sobre el discurso nacional-desarrollista chileno en Salazar, G. y Pinto, J. Historia Contemporánea de Chile I. Estado, Legitimidad, Ciudadanía. Santiago, Ed. LOM, 1999. 195
programación de los equipamientos de aprendizaje social y socialización popular, articulación socio-territorial de la vida cotidiana. La propia producción del espacio urbano debía constituirse como acontecimientos inaugurales y espectáculo del decurso de la acción modernizadora, desde la construcción de las infraestructuras urbanas y sistemas de transporte de la ciudad, hasta las áreas de vivienda social y sus equipamientos. La arquitectura debía proveer la "geometría moral" del proceso que daría lugar a las nuevas forma de institucionalización del ser, estar, hacer y tener en la realidad social. No se trataba entonces de la estétización arquitectónica dócil a las necesidades privatistas de la maquinaria del negocio inmobiliario, sino de una arquitectura pro-urbana, de objetos arquitectónicos tipologizados que actuarían como unidades estructurales armonizadas, al servicio de la producción de un socio-paisaje de ciudad, o de su promesa: estructuras de espacialidad transicionales entre el espacio público y privado, abiertas y vastas; maximizantes del dominio público; sistema estético organizado como narrativa de relacionamiento entre arquitectura y comunidad, entre ciudad y democracia. Ya era el momento de un accionar que permitiera superar y recalificar las distancias espaciales y sociales en la ciudad sobreponiéndose a las tendencias del mercado del suelo. Era también el momento de dar curso a la superación de los procesos socio-espaciales del mundo informal en los asentamientos urbanos irregulares, mediante acciones de escala masiva. Todo este discurso, en su versión arquitectónica y urbanística había de ser relatado con unidad de lenguaje y alta convicción pública. Se asumieron entonces los más altos valores sociales de la arquitectura: el compromiso ético y estético del movimiento moderno con el racionalismo y el socialismo. Es toda esta cultura de hacer arquitectura y ciudad, la que se anida principalmente en CORMU a mediados de los 60 y la que desaparece a mediados de los 70. Hubo en las obras arquitectónicas que entonces se desarrollaron, un poder. Generaron con su presencia un material ambiental que interactuó con el transcurrir de ideas, valores, experiencias, esperanzas y deseos epocales. Representaron una fuerza recreadora de sentido para la praxis social de entonces. Demostraron a la sociedad, mediante una dialéctica de lo viejo y lo nuevo, el accionar de ciertas claves conceptuales críticas proyectuales, sobre el orden urbano existente. Exhibieron también las posibilidades de cambio de ciertos modelos concretos utópicos, referidos a las formas plausibles de habitabilidad y ciudadanía. Así, implícita y explícitamentemente, su mensaje ejerció un poder coadyuvante en la producción de subjetividad y de convicciones sobre los fines de reconstrucción, reevaluación y creación del ser colectivo citadino y su futuro. Pero tampoco se puede afirmar una fiel disposición de los pobladores a participar de la maquinaria burocrática habitacional per se. Se puede reconocer, más bien, la existencia de diversos mecanismos de negociación (clientelística, política y hasta para-militar) con los representantes institucionales. De ahí que existan experiencias que van desde la construcción de guettos con variable capacidad de autogestión hasta la formación de unidades vecinales abiertamente clientelísticas.
Estos fenómenos de organización socio-territorial alcanzan carácteres masivos en Chile durante los gobiernos de Frei y Allende. Las capacidades de organización autónoma frente al Estado y las vanguardias políticas del llamado ’movimiento de pobladores’ fueron estudiadas por el equipo de investigaciones urbanas del CIDU en Santiago de Chile, y en especial, Manuel Castells. 196 En este sentido, Castells destaca la particularidad del fenómeno chileno, distinguiéndolo de sus símiles latinoamericanos. Plantea que en el caso chileno viene a añadirse un nuevo elemento, la capacidad de la gestación de un movimiento organizado sobre las bases de la reivindicación urbana y no sólo sobre la satisfacción de una carencia específica como es la vivienda. Para Castells en el seno de este movimiento coexisten varias tendencias, a imagen de las grandes corrientes políticas chilenas, desde la democracia cristiana a la izquierda revolucionaria, pasando por la Unidad Popular. Si bien, las invasiones de terreno por una vivienda pueden ser reconocidas en varias sociedades latinoamericanas, lo que constituye una característica del proceso chileno es el papel directamente político de estas acciones y, recíprocamente, la determinación del contenido político de los campamentos así formados por las condiciones en que nacen y por la orientación y la estrategia de las fuerzas políticas que se encuentran en la base de su formación. Se trata de un proceso social, íntimamente ligado a las relaciones entre las fuerzas sociales y que depende estrechamente de la dialéctica represión-integración del estado. Esta es la razón por la que Castells encuentra de un modo muy claro, en el movimiento de pobladores de Chile, una experiencia histórica concreta de las condiciones sociales de articulación de lo urbano, lo político y lo revolucionario. Algunas de estas experiencias de organización social y territorial exceden la capacidad de integración del modelo nacionalpopular y ponen en tensión la capacidad de respuesta material e ideológica de los aparatos de estado encargados del tema vivienda. Sin embargo, para algunos estas experiencias pueden aún asimilarse al modelo populista. Existe un polo del modelo de participación nacional-populista caracterizado por Touraine como de hiperparticipación. En este caso la movilización popular se despega fuera de los marcos estatales que caracterizan a los regímenes nacional populares, pero no abandona su modalidad específica: la orientación hacia la participación de carácter festivo, pero con crecientes grados de autonomización y negociación partitaria. Los ejemplos de la arquitectura habitacional pública desarrollada por CORMU, lo hemos dividido, en una investigación precedente 197, de la siguiente forma: En primer término, los proyectos inconclusos. Estos se caracterizan por tener un carácter evidentemente utópico. Estas propuestas buscaban intervenir grandes zonas del centro y pericentro urbano metropolitano, apostando por una redistribución más igualitaria de los sectores populares y medios en el suelo urbano. En este caso destacan la Remodelación Al respecto ver Castells, Manuel. “De la toma de la ciudad a la toma del poder: Lucha urbana y lucha revolucionaria en el movimiento de los pobladores de Chile”, en Movimientos sociales urbanos, Madrid, Ed. Siglo XXI, 1974. p.86-116. 197 Raposo, A. et alt. La interpretación de la obra arquitectónica y proyecciones de la política en el espacio habitacional urbano. Memorias e historia de las realizaciones habitacionales de la CORMU en Santiago 1966-1976. Santiago, Ed. U. Central, 2005. 196
San Borja, el Plan Seccional San Luis en Las Condes y la Remodelación del Centro de Santiago. En segundo lugar, se mencionan los proyectos de menos envergadura, pero que presentan el particular sello CORMU. Estas intervenciones urbanas contienen importantes énfasis en aspectos estilísticos y compositivos. Se reconoce evidentemente, la influencia del movimiento moderno de la arquitectura, pero con interesantes guiños estético-figurativos. En este grupo destacan la Población Tupac Amaru en Recoleta, la remodelación Mapocho-Bulnes, la Población Padres Carmelitos y la Población Pozos Areneros, en San Miguel. En tercer término se puede diferenciar un tercer grupo de proyectos realizados, más bien, bajo la lógica CORVI: Masificación de la producción, con estándares evidentemente más bajos, que buscan resolver las urgencias de la coyuntura política. En este grupo se destacan el Plan seccional Che Guevara y el Plan seccional Tres Álamos. El segundo grupo de obras de CORMU, pueden leerse desde la óptica simbólica y retórica de lo cotidiano, que sirve para bosquejar la atmósfera cultural de esos años. Tanto el Plan seccional Mapocho- Bulnes como Padres Carmelitos, Tupac Amaru y Pozos Areneros, tienen la particularidad de constituirse como arquitecturas sofisticadas con énfasis en los aspectos compositivos y de lenguaje. Escaleras monumentales, con rasgos del cubismo, pasarelas al nivel de segundo y tercer piso que conectan los bloques de cuatro y tres pisos, fachadas volcadas al interior, generando patios comunitarios, ladrillo y hormigón a la vista, etc. De allí que sea dificultoso ver en ellas una intención de manifestar en sus formas una lectura de la dignidad habitacional de clase obrera o proletaria (como puede verse en las obras CORVI). Por el contrario parecen más bien ideales estéticos refinados, pensados para el habitante urbano medio, no para el inmigrante (no se aprecian guiños al pasado campesino como si se puede ver en CORVI). Se construye para una demanda compleja y exigente. Para el habitante de una multitud en nacimiento, que para 1971, tenía el record de lectura per cápita según la UNESCO. La simbólica de la hiperintegración, la vivienda de alto estándar funcional y de complejidad compositiva. La metáfora del crecimiento acelerado del consumo, del derroche festivo. En fin, procurar entregar en cantidad suficiente y con alta calidad los servicios urbanos tantos años negados para el habitante medio y popular de la ciudad. Es la ciudad de 1973 el punto de inflexión de una curva que comienza a ascender desde la ciudad industrial de la CORFO hasta alcanzar el punto más alto de integración urbana al consumo de las “masas”, con los regímenes nacional-populares. Es nuestro ´68 chileno el principio y el fin de una era. Donde los profetas desarmados de la UP vieron que nacía la ciudad del hombre nuevo, no sabían que estaban viviendo ya el ocaso de un modelo urbano asociado al Estado regulador y al crecimiento de la producción y de la redistribución bajo patrones fordista –keynesianos. Transparencia, ingenuidad y certeza, rasgos que las torres centrales de las Remodelaciones Mapocho-Bulnes y Tupac Amaru, nos entregan. Pues no se trata del racional funcionalismo de Brasilia, construido para una política de “masas”, donde el poder se escenifica en espacios grandilocuentes, autoritarios. Ese no es el caso de la edilicia del ’68 chileno. En ella, resalta la intención de respetar la escala humana y la
escala barrial. Ciudad para el hombre nuevo, espacios para el desarrollo comunitario y para la promoción popular. Ciudad Moderna pero no anónima. La torre emerge como espectáculo de la ciudadanía y de la ciudad, que se vuelve amable y vivible, ilusoriamente republicana. La torre es el centro de unidades barriales orgánicas, que por sobre todo se construyen fomentando el tejido social. Arquitectura anónima, pero marcada de historicidad. Espacios de convivencia hacia su interioridad, signos de modernidad hacia el exterior. Por ello si a nivel del discurso se opera con signos vacíos y saturados de mensajes con escasa densidad histórica, a nivel de lo cotidiano se espesaron los tejidos sociales, plasmándose en la calle, en la esquina, en la casa, en la fábrica. De esta forma los espacios urbanos se entretejen con los imaginarios de deseabilidad incubados desde el síndrome populista. No podían sino desbordar los límites del discurso ideológico los flujos de deseo multitudinario, alimentado por la propia domesticación cultural del Estado. La multitud que despierta con la varita mágica de la ampliación del consumo urbano y la participación a límites nunca antes vistos en la historia nacional. El último momento del recorrido, el quiebre de la República, es también el quiebre del pacto urbano generado durante las décadas del industrialismo y desarrollismo. El nacimiento de la ciudad neoliberal. En una reciente investigación Nelly Richard y Carlos Ossa comentan las transformaciones del imaginario urbano de Santiago en las últimas décadas. Cuando se interroga a los capitalinos por los acontecimientos más relevantes en la ciudad en los últimos treinta años, dos son los que ostentan las primeras mayorías: El golpe de Estado (1973) y la inauguración de la línea uno del metro (1975) 198. Dos momentos históricos aparentemente desligados entre sí. Uno de carácter traumático, asociado al quiebre de la institucionalidad política, que indica una profunda hendidura en la historia personal y social. El otro, un suceso de carácter urbano y tecnológico, indica progreso y cambio de relación espaciotemporal con la ciudad. Sin embargo, ambos están unidos por una atmósfera epocal. Son parte de la génesis del último gran proceso modernizador de la metrópolis. La matriz de la nueva ciudad que se funda al calor del autoritarismo y el mercado. El recuerdo del bombardeo a la Moneda, es seguramente, la imagen que más asociamos con el golpe. La modernización compulsiva que caracteriza los impulsos de las élites, se pone de manifiesto en el hecho simbólico del derrumbe del edificio histórico de la República, de la democracia y de la integración social propiciada por el keynesianismo productivista de los gobiernos nacional-populares. Las ruinas y el humo que salen del Palacio representan no sólo la destrucción del antiguo régimen, sino la tabula rasa donde experimentar nuevas matrices de articulación cultural y la renovación de dispositivos de control social.
Acontecimiento más importante en los últimos 30 años de la ciudad: Golpe de estado (46%), Construcción del metro (27%), Transición democrática (8%), Transformaciones y crecimiento de la ciudad (5%) y visita del papa (3%), otros (11%). En Ossa, Carlos y Richard, Nelly. Santiago Imaginado. Santiago, Armando Silva Editor, 2004. p.43. 198
En palabras de Alfredo Rodríguez “la irrupción de los sectores populares en la escena urbana amenazaba los intereses de la clases dominantes. La ciudad, Santiago 1973, ya no se ajustaba a la imagen que la burguesía tenía del ordenamiento segmentado y jerarquizado del espacio urbano. Las diferentes clases sociales tienen distintas imágenes de la ciudad de acuerdo a sus propios intereses, a cómo viven, transitan, duermen: el nuevo orden urbano que se gestaba era inaceptable. 199” La nueva monumentalidad de la Dictadura, la llama de la libertad y el altar de la patria inauguradas en 1975, se posan en el viejo paisaje del eje cívico, frente al Palacio de La Moneda, representando la restauración del orden y la disciplina entre la calle Bulnes y la Moneda en ruinas. La línea uno del metro, viejo anhelo de los gobiernos desarrollistas 200, atraviesa por el subsuelo la ciudad de Oriente a Poniente. Un gigantesco tajo que corre bajo la principal arteria de la ciudad y que simbolizó la llegada del progreso a través de la modernización del transporte metropolitano. Menos tiempo de viajes y mayor conectividad para la libre circulación de los nacientes flujos financieros, las mercancías y los hombres de negocios que comienzan a pulular por el centro-oriente de la capital. Una nueva relación del cuerpo con el tiempo en la ciudad donde, sin embargo, los aires pueblerinos aún rondan por casi todos los rincones. El autoritarismo escenificado en la llama de la libertad y el progreso técnico, estandarizado y aséptico, simbolizado en las estaciones de metro, se aúnan para dotar de un aura de modernización al centro de la ciudad. ¿Qué ocurre con esa noción de centralidad en los años ’80? A todas luces parece haber quedado atrás. Santiago se des-centra constantemente desde el proceso de modernización neoliberal. Un conjunto de nuevas centralidades conviven con el centro histórico tradicional. La Plaza de Armas, punto cero de la capital aparece como un centralidad mestiza, popular y todavía republicana en la década ochenta. Sin embargo, varios son los centros urbanos que disputarán su lugar en la década noventa. Nuevas mega arquitecturas de consumo urbano situados en lugares estratégicos marcan la pautas de una centralidad para el nuevo habitante - consumidor. Los Malls, primero en la zona Oriente y luego en las comunas dormitorios para la clase media, representan los primeros experimentos en este sentido. Nuevo escenario para el paseo dominical de las familias santiaguinas, sucedáneo de los parques, las plazas y los cerros del centro capitalino.
Rodríguez, Alfredo. Para una ciudad democrática. Santiago, Ed. SUR, 1983. pág.17 Las obras del ferrocarril metropolitano son comenzadas por el gobierno de Eduardo Frei Montalva en la década de 1960. 199 200
Los nuevos centros son también viejas ciudades o pueblos que han sido consumidos por la expansión metropolitana. Poseen Plaza fundacional y equipamiento, son subcentralidades por añadidura, Maipú y San Bernardo reflejan este caso, dado por la magnitud de la extensión de Santiago. Las viejas centralidades herederas del Plan Intercomunal de Santiago de la década de 1960, subsisten como reflejo de la vieja ciudad desarrollista. Compiten con la nueva multicentralidad y representan aún el viejo territorio cívico y edilicio de la república. Plaza Ñuñoa, es quizás un claro ejemplo de ello. Por otro lado, gran parte de los municipios nacidos de la reforma de 1981, carecen de centro cívico reconocido, reflejando la carencia, no sólo de recursos sino también de identidad. El derecho y la conquista de la centralidad que inconscientemente reflejan los rostros de las mujeres que posaron en Plaza Italia a mediados de los ochenta, dan cuenta de cierta “cultura urbana” asociada a la modernidad productivista y de integ ración social. A la utopía técnica y racional de la planeación, que ordenaba la ciudad en zonas y usos delimitados, donde el centro era a su vez punto cero y lugar de reconocimiento de la comunidad; se suceden, los trozos de la Gran Metrópolis neoliberal. La mirada de aquellas mujeres es, quizás, el comienzo de la nostalgia por la comunidad perdida, por una ciudad que, retóricamente, se expresó como lugar de coexistencia entre diferentes. Hoy, aquél anhelo de integración ha sido satisfecho con la exitosa experiencia de los mega-centros de consumo urbano dispersados en cada rincón de la ciudad. Aparente igualdad territorial puertas adentro, mediante sucedáneos de bienestar y confort (seguridad privada, paseos y bulevares, patios de comida, aire acondicionado), que apaciguan las angustias e incertidumbres de la ciudad del miedo al otro y de la crisis medio-ambiental. Mediante el sucedáneo rutinizado de la homogeneidad aspiracional asociada al voyerismo consumista se esconden las gigantescas diferencias que posee una de las ciudades más segregadas de occidente. La línea 1 del metro y la posterior extensión de la línea 2, indica el rumbo que la política de desarrollo urbano neoliberal tomaría en las próximas décadas. Inversión en infraestructura de transporte de punta, conectividad como prioridad número uno: control de flujos. El espacio público, el viejo tema de la ciudad desarrollista, pasa a segundo plano, es resemantizado por los medios oficiales como espacio de conflicto (desorden callejero de la protesta contra el régimen) e inseguridad (delincuencia y terrorismo). Por ello, los frecuentes toques de queda asociados a los estados de excepción, marcan la tónica del espacio público en el Santiago dictatorial. La extrañeza que provoca esta perdida de centralidad y la nueva fragmentación urbana que se origina con la modernización neoliberal queda expresada en palabras de Guadalupe Santa Cruz:
“ No hay centro aquí... lo he perseguido con atención y fijeza (...) Estación Mapocho, Plaza
de Armas, Barrio Cívico, Paseo Ahumada, La Quinta Normal, la Plaza Italia. Todos remiten a una fecha fracasada, a aquello que les resta existencia. Me imploran interrogar al otro monumento, ser dejados en paz. Ninguno porta la marca, la inscripción” 201
La violencia política manifestada por la represión frente a la disidencia y la recuperación del espacio público hecha por la ciudadanía durante las jornadas de protesta contra la dictadura marcan una momentánea lucha por recuperar la ciudad de las manos del control dictatorial. Sin embargo, sigilosamente, la modernización autoritaria traía consigo la instauración de la “sociedad del espectáculo”, la ciudad como el gran espacio del consumo, la reificación del individuo y de la idiotización funcional que promueven los mass media. Mientras los espacios públicos eran aparentemente recuperados por las organizaciones cívicas y los movimientos sociales: la nueva prensa opositora, las marchas en las avenidas, las ollas comunes y comprando juntos en las poblaciones, las tomas en las universidades, etc.; el principal bien de la ciudad era privatizado. La doctrina de Chicago se impondrá sin contrapesos en materia de Desarrollo Urbano. Entre 1979 y 1984 el suelo urbano es declarado bien no escaso, se suprime el control estatal sobre la expansión del suelo metropolitano y se restringe el rol del estado en materia de vivienda social a un papel subsidiario, dejando en manos del mercado la localización y el proyecto. En Chile el modelo neoliberal ortodoxo de fines de los setenta se tradujo, en materia de planificación urbana, en la formulación en el año 1979, de una nueva Política Nacional de Desarrollo Urbano202. En ella se afirma que las recientes transformaciones en materia económica, política y social “han hecho necesario revisar el enfoque y los instrumentos técnicos y jurídicos con que en el pasado, se ha conducido el proceso de desarrollo urbano” 203
La aplicación de la nueva Política significó una profunda reforma a la concepción de la planificación urbana. El ámbito de la planeación en materia de desarrollo urbano, es cuestionado “ideológicamente”, es decir, no sólo en términos técnicos, sino en tanto instrumento de intervención político en la economía. Las reformas aplicadas, de marcado carácter neoliberal, tuvieron como ideólogo al nexo para Chile de la Escuela de Chicago, el economista y académico, Arnold Harberger. Sin duda, la propuesta más revolucionaria en materia de desmantelamiento del discurso y la práctica planificadora en Chile en este período es la supresión del límite urbano. Según el economista, este hecho, produciría una suavización de la curva de distribución espacial de los valores del suelo, haciendo que los valores urbanos, más alejados del centro y próximos al “límite urbano”
Citada en Richard, Nelly. Residuos y metáforas. Ensayos sobre crítica cultural en el Chile de la Transición. Ed. Cuarto Propio, Santiago, 2001. p.93. 202 Daher, Antonio. “Neoliberalismo urbano en Chile”, Revista de Estudios Públicos s/f p. 283. 203 MINVU. Política Nacional de Desarrollo Urbano, Chile, 1979. Revista EURE, Vol. VIII, nº 22, p.10. 201
preexistente, bajaran de precio y “que se revalorizaran los suelos rurales más allá de dicho límite”204. Como se lee, la propuesta de Harberger, concentra aparentemente el problema de la planificación, en las distorsiones entre los valores de suelo, que provoca la fijación de limites “por decreto” a la expansión metropolitana. Sin embargo, lo que está tras la aparente objetividad de la propuesta neoliberal, es la intención de dejar a la libre acción de la oferta y la demanda del mercado de suelo, como el principal agente de asignación de usos y valores de las diversas zonas de la ciudad. La planeación, acá vista como intervención ficticia sobre el libre ajuste de la oferta y demanda por suelo, debe ceder paso a los agentes del mercado. El rol del sector público en materia de “desarrollo urbano” debe ser redefinido, sobre todo, en aquellos elementos que dicen relación con la intervención en las dinámicas de valores y usos de suelo. La Política de Desarrollo Urbano expresa radicalmente su visión sobre los fundamentos de la economía urbana: ”el suelo urbano no es un recurso escaso” , y que queda definido “por su mayor rentabilidad. La tierra es un recurso que se transa en forma libre” . Además plantea directamente la retirada del sector público en materia urbana. “ se eliminarán restricciones de modo de permitir el crecimiento natural de las áreas urbanas, siguiendo las tendencias del mercado” 205. La reforma en materia de política habitacional establece que “El Estado fomentará y apoyará la creación de un mercado abierto de vivienda. La responsabilidad de producción recae en el sector privado ” 206 La aplicación del esquema propuesto por Harberger supuso un cambio teórico pues se pasó de “la planificación normativa del desarrollo urbano, basada en la consecución de una ‘imagen objetiva’ fuertemente centrada en el diseño, reemplazándola por una planificación adaptativa que a, partir de un esquema básico, pretende adecuarse a la dinámica de los componentes (o composiciones) socioeconómicas del espacio urbano” 207. La visión negativa de la planificación como ejercicio anticipatorio, y por tanto utópico, del control de los agentes que naturalmente actúan sobre la ciudad, queda de manifiesto en la visión del Jefe de la División de Desarrollo Urbano del Ministerio de la Vivienda a fines de los setenta. El Estado “no siempre logra identificar, adecuadamente, una instancia eficiente para la coordinación ni menos para la concertación de iniciativas y proyectos particulares (...) De aquí parten la mayoría de las dificultades para la formulación de una política de desarrollo, ya que el seguimiento de las tendencias de oferta y demanda de bienes y servicios urbanos representa una dificultad básica para la planificación. La tentación de intervenir técnicamente en el proceso es demasiado grande para los burócratas, introduciendo co n ello distorsiones difíciles de corregir posteriormente.” 208 Massone, Claudio. “Decreto 420 Planificación Urbana”. En Juan Parrochia, premio nacional de urbanismo, 1996. p. 56 205 MINVU. Política Nacional de Desarrollo Urbano 1979, Op.Cit. pp.10-13 206 Messone, C. Op. Cit. p.14 207 Ibíd., p. 56. 208 López, Marco Antonio. “Expansión de las ciudades”. En R evista EURE Vol. VIII nº22 p.31. 204
Otro asunto que está tras la posición ideológica de la tesis neoliberal en materia de Desarrollo Urbano es la dogmática creencia en la existencia de una forma “natural” en el comportamiento de la sociedad urbana, que de forma automática se analogiza con el mercado. Dada esta lógica “naturalista” en el desenvolvimiento de la sociedad urbana, se colige que equivocadamente “se opta por operar con modelos anticipatorios de la realidad futura, evitando con ello, reconocer que los usuarios y productores de la ciudad jamás se identificarán con estas soluciones intelectuales.”
Del mismo modo, el Director de la Oficina de Planificación Nacional (ODEPLAN), un importante líder de los Chicago Boys, Miguel Kast, argumenta en los mismos años sobre la necesidad de una política de expansión horizontal de la ciudad, sin restricciones de límite urbano.209 De este modo la nueva metrópolis de Santiago crece de forma anárquica durante los ochenta, fragmentando los espacios urbanos, aumentando la segregación espacial mediante la política de erradicaciones de población pobre desde el centro y oriente de la ciudad hacia la nueva periferia, que excede los límites del anillo de circunvalación Américo Vespucio, utópico límite urbano de la ciudad desarrollista .
Seguridad, Territ orio(s) y población(es): Apuntes para pensar las form as políticas de la intervención en Améric a Latina 210. Paula Lucía Aguilar 211
209
Kast, Miguel. “El uso de suelo por las ciudades”, en Rev. AUCA nº 37. Santiago, 1979.
p.38 énfasis indicado en cursiva en las citas textuales y la traducción del inglés de los documentos oficiales utilizados en este trabajo es propia, salvo indicación en contrario.
[email protected] Lo expuesto en este trabajo constituye una versión parcial de los resultados de la investigación realizada con el apoyo de la de investigación Clacso- ASDI. “El rol de USAID (U.S. Agency for International Development) en América Latina y el Caribe (2000- 2006)”. Agradezco la lectura atenta y comentarios de Clara Algranati, Susana Murillo y Laura Fernández Cordero a la presente versión del trabajo. 211 La distinción entre Asistencia Humanitaria y al desarrollo tal como aparece en las estrategias discursivas desarrolladas por la USAID se basa en la urgencia y la factibilidad de promoverlas. Asi la asistencia humanitaria en muchos casos es considerada como un primer paso “de shock” para luego promover otras políticas a mediano y largo plazo. Respecto de la asimilación de las causas naturales y las político-económicas de las crisis, esta forma de argumentación también es frecuente en el discurso del Banco Mundial (Murillo et al, 2006) donde consecuencias de acciones económicas son descriptas como fenómenos naturales. 210
* El
“Así como las herramientas, las ideas y recursos para el progreso pueden trasladarse rápidamente desde los países industriales a los países en desarrollo, numerosas formas de riesgo e inestabilidad pueden moverse exactamente en la dirección opuesta” 212 “La vida, entendida como necesidades fundamentales, esencia concreta del hombre, cumplimiento de sus virtualidades, plenitud de lo posible (…) la vida como objeto político fue de cierto modo tomada al pie de la letra y vuelta contra el sistema que pretendía controlarla” 213 I - La asistencia externa: categorías y herramientas de análisis
Una de las muchas formas que adopta la intervención (siempre política) sobre la vida de las poblaciones son los programas de asistencia externa gubernamental definidos como de ayuda humanitaria/al desarrollo 214. La posibilidad de brindar alimentación, salud, educación, vivienda e infraestructura básica, entre otras iniciativas propuestas, hace que asimilemos este tipo de intervenciones (al menos en abstracto) con una serie de acciones biopolíticas, no sólo en los términos amplios de regulación de la vida de las poblaciones involucradas sino como una forma de multiplicación de sus fuerzas y mejora en las condiciones de vida. Ahora bien, la tentación de la aplicación directa de las categorías foucaultianas pensadas para el análisis de momentos históricos concretos (Siglos XVIII y XIX), al análisis de las formas que adopta la intervención de la asistencia externa gubernamental contemporánea en América Latina, debe dar paso a una problematización tanto de las categorías teóricas a utilizar como de los procesos que éstas intentan aprehender. El presente trabajo se propone realizar un análisis de la asistencia externa hacia los países de América Latina, en particular aquella proporcionada por la USAID (Agencia de los estados unidos para el desarrollo) 215 mediante un recorrido detallado por los 212
USAID & Departament of State. Strategic Plan 2004-2009 Extraído el 11 de febrero de 2009 desde http://usaid.gov/oig/public/plans/2004-2009_strategic_plan_1.pdf , 2003. 213 Foucault, Michel Historia de la sexualidad: La voluntad de saber. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2002, p.173 214 La distinción entre Asistencia Humanitaria y al desarrollo tal como aparece en las estrategias discursivas desarrolladas por la USAID se basa en la urgencia y la factibilidad de promoverlas. Así la asistencia humanitaria en muchos casos es considerada como un primer paso “de shock” para luego promover otras políticas a mediano y largo plazo, identificadas como políticas de desarrollo. 215 USAID: Agencia de los Estados Unidos para el desarrollo (por sus siglas en inglés). Fundada en 1961 por el presidente Kennedy como centralización de los programas de asistencia al desarrollo en el marco de la llamada Alianza para el progreso en el contexto de la Guerra Fría . La USAID actúa en más de 100 misiones simultáneas en vinculación con un sinnúmero de organizaciones tanto privadas (laicas y religiosas) como gubernamentales, universidades,
discursos, que, con efectos de verdad actúan en la definición de territorios, sujetos y poblaciones objetivo y merecedoras (o no) de recibir ayuda, inscriben la asistencia externa gubernamental en el campo más amplio de las políticas de EEUU para la región y promueven modos específicos para concretarla. En suma, una analítica de los modos de ejercicio del poder que la asistencia externa (tal como es definida y descripta en los documentos seleccionados) supone, reproduce, sostiene, prescribe, induce. Un intento por reconstruir su lógica como parte de las “artes de gobierno” presentes, como un componente de aquellos discursos que señalan “la manera meditada de hacer mejor el gobierno, y al mismo tiempo, la reflexión sobre la mejor manera posible de gobernar” en otros términos “el estudio de la racionalización de la práctica gubernamental” 216 contemporánea. La descripción de las estrategias discursivas que se desarrollan alrededor de la asistencia externa, constituida en objeto de investigación, brinda la posibilidad de reflexionar acerca de las formas cambiantes en las que se justifica en cada momento histórico la construcción e intervención sobre territorios y poblaciones, configurando diagnósticos de insurgencias, (in)gobernabilidades y amenazas, condicionando acciones locales, pero también generando reversibilidades y resistencias inesperadas, es decir, construyendo el mapa azaroso y abierto de la lucha política. Ahora bien, ¿Porqué las herramientas foucaultianas tales co mo los conceptos de “biopolítica”, “regimenes de veridicción” o “efectos de verdad” configuran un conjunto productivo para el análisis de las formas que adopta en el presente asistencia “humanitaria/al desarrollo”? Podemos identificar varias respuestas posibles a este primer interrogante: En primer lugar porque proponen un análisis que desinstitucionaliza y desfuncionaliza las relaciones de poder y permite entonces ver en “qué y porqué son inestables”. De este modo, permite comprender tanto aquellas luchas , tensiones o ataques que encuentran su teatro en la institución misma 217 pero también permite captar aquellos, que, aunque tangenciales, pueden cambiar definitivamente las relaciones de fuerza. Esta mirada permitiría entonces aprehender el conjunto en movimiento de una compleja articulación de discursos prácticas, tácticas, técnicas y estrategias, diseñadas para dar solución a diversos problemas específicos, a través de una trama instancias institucionales, y no institucionales; tanto estatales como privadas y organizaciones de la sociedad civil que actúan a través de diversos tipos de financiamiento. Una analítica del poder que ponga énfasis en el análisis del mapa de relaciones de poder, de prácticas y discursos diversos entre sí, proveniente de distintas fuentes y en disputa permanente, es sumamente pertinente para entender la lógica de intervención que la asistencia externa propone. La lectura de estas prácticas de asistencia identificando su origen sólo en forma descendente (desde algún punto donde el poder se concentraría), derivando sus empresas, agencias internacionales y multilaterales de financiamiento (PNUD y Banco Mundial, entre otros) y diversas agencias gubernamentales de EEUU con variado tipo de convenios y responsabilidades. 216 Foucault, Michel. Nacimiento de la Biopolítica. Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2007, p. 17 217
Foucault, Michel. Seguridad territorio y población. Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2006, p. 145
características de la mirada puesta sólo en su inscripción institucional-estatal, pierde de vista una gran cantidad de procesos y matices en las lógicas de intervención que proponen y los procesos de disputa por los sentidos de la intervención en cada uno de los espacios en que se efectiviza. En segundo lugar la matriz conceptual de Foucault define y ubica históricamente a la población y a su gobierno como un problema político para el que se han configurado variadas estrategias desde el siglo XVIII, introduciendo el análisis en términos de Biopolítica: “lo que sucedió en ciertos países occidentales y que fue ligado al capitalismo, fue otro fenómeno (…) fue nada menos que la entrada de la vida en la historia – quiero decir la entrada de los fenómenos propios de la vida en la especie humana, en el orden del saber y del poder - , en el campo de las técnicas políticas.” 218 Así la noción de Biopolítica designa “lo que hace entrar a la vida y sus mecanismos en el dominio de los cálculos explícitos y convierte al poder-saber en un agente de transformación de la vida humana.”219 Estas técnicas políticas, en el caso que analizamos, tienden a gestionar preventivamente la potencialidad disruptiva de las poblaciones que se definen como desestabilizadoras, a partir una doble caracterización de su “peligro” al orden tanto para la vida de los habitantes de los países en desarrollo y para la estabilidad o seguridad general. Sobre la noción de riesgo y población que emerge en los documentos analizados, volveremos más adelante. En tercer lugar, pensar desde las herramientas foucaultianas nos brinda la posibilidad de comprender al territorio y las formas de acción sobre el mismo como parte constituyente de los modos de gobierno de las poblaciones. El territorio es un mero espacio sino la articulación de distribuciones espaciales (de poblaciones, recursos, cultivos), pero también flujos (mercancías, personas, caminos, cursos de agua), fronteras (naturales, de riesgo, jurídico políticas) y niveles de intervención territorial (local, nacional, continental) se superponen en el discurso de la asistencia externa, construyendo a la vez su naturaleza (física y económica). El dispositi vo de seguridad
“No hay sucesión: ley, luego disciplina, luego seguridad; esta última es, antes bien, una manera de sumar, de hacer funcionar, además de los mecanismos de seguridad propiamente dichos, las viejas estructuras de la ley y la disciplina” 220 ºEl análisis de los documentos referidos a la asistencia externa nos da la pauta de una intervención sobre territorios y poblaciones entendida en términos de gestión de riesgos, a partir de mecanismos identificables con aquellos que Foucault describiera como de seguridad. Estos mecanismos de seguridad se caracterizan por la noción de regulación, de mantener ciertos fenómenos referidos a la población dentro de límites definidos, de “insertar el fenómeno en cuestión dentro de una serie de acontecimientos probables” 221 pero también de la necesidad de maximizar los efectos, minimizando sus costos. Así la seguridad actúa sobre la población como “campo de intervención donde, en vez de afectar a los individuos como un conjunto de sujetos de derecho capaces de acciones voluntarias – Así sucedía con la soberanía -, en vez de afectarlos como una multiplicidad de organismos, de cuerpos susceptibles de prestaciones y de prestaciones 218 219 220 221
Foucault, Michel 2002. Op. Cit., p. 171 Ibíd. Foucault, Michel 2006, Op. Cit., p.26 Ibíd., p. 21.
exigidas como en la disciplina, se tratara de afectar, precisamente a una población” 222 Esta afirmación no implica ignorar que estos mecanismos de seguridad “consis ten en gran medida en la reactivación y la transformación de las técnicas jurídico legales y las técnicas disciplinarias”223, sino en tratar de observar en que forma se articulan estas instancias en términos contemporáneos, una pregunta por el presente. Los discursos referidos a la asistencia externa, pensados en el marco del dispositivo de seguridad articulan tres elementos fundamentales: La población (y sus fenómenos intrínsecos) como problema político, el territorio como compleja superficie de interacción de hombres y cosas (datos naturales y artificiales, inseparables aunque analíticamente discernibles) y la posibilidad de alcanzar la seguridad, en términos de la previsión de aleatoriedad de los fenómenos intrínsecos de la población y del territorio, a partir de la actuación sobre el medio, haciendo que sus elementos actúen los unos respecto de los otros de modo tal que esta mutua interacción anule los probables efectos negativos que algún acontecimiento pudiere producir 224. La acción sobre el medio, implica “No obtener súbditos a la voluntad del soberano, sino influir sobre cosas aparentemente alejadas de la población, pero que, según hacen saber el calculo el análisis y la reflexión pueden actuar en concreto sobre ella.” 225 II - Diagnósticos: el riesgo en palabras
“Los americanos comprenden ahora que la seguridad en su tierra depende en gran medida de la seguridad, la libertad y la oportunidad más allá de las fronteras de su país. El desarrollo es ahora tan esencial para la seguridad de los EEUU como la diplomacia y la defensa”. 226 “En toda sociedad la producción de discurso esta a la vez controlada, seleccionada y redistribuida por un cierto número de procedimientos que tienen por función conjurar los poderes y peligros, dominar el acontecimiento aleatorio y esquivar su pesada y temible materialidad” 227 Centraremos ahora la mirada en las características que adoptan estrategias de gobierno de las poblaciones que circulan en las propuestas de la USAID. Analizar el discurso de esta agencia, en los términos arriba propuestos implica un doble desafío. Por una parte, abstenerse a la tentación de no derivar sin más de su carácter de agencia estatal la eficacia de las prácticas que prescribe y por otra, poder dar cuenta de la especificidad de sus discursos como parte de una trama de los muchos otros que circulan conformando efectos de verdad.
222 223 224 225 226
227
Ibíd., p. 41. Ibíd., p. 21. Ibíd. Ibíd., p.95 USAID, 2003. Op.Cit. Foucault, Michel. El orden del discurso. Barcelona, Tusquets, 2004, p. 3
Este apartado se centra en el análisis de un conjunto de documentos emitidos por la USAID, referidos a la asistencia externa 228. Estos documentos, calificados como estratégicos, forman parte de la producción de discurso considerada como “oficial” y fijan las pautas para las acciones gubernamentales. Éstos serán analizados en términos de los efectos de verdad que contribuyen a configurar respecto de los territorios plausibles de recibir ayuda externa bilateral (países, regiones, zonas) y la construcción y la delimitación de la población objeto asistencia. Asi se delimitan espacios concretos de intervención configurados a partir de la combinación de estas dos instancias bajo la necesidad de la seguridad: “programas creados para las poblaciones y regiones consideradas de alto riesgo.” 229 La definición de los riesgos planteada por la USAID estipula que cualquier población vulnerable es potencialmente disruptiva para la seguridad nacional (de los EEUU, sus intereses vitales 230 y la frontera ampliada que constituye mediante el ASPAN231 con Canadá y México). La seguridad, con mayor fuerza a partir del 2001, se torna en la justificación y horizonte último de toda acción. Esta estrategia se extiende tanto en sus límites que cualquier evento que la desafíe (aun en forma potencial) debe ser evitado antes de que suceda. Así, el diagnóstico que se construye en torno a la necesidad de control de lo aleatorio, del azar, de lo imprevisto se expande, abarcándolo todo. Estos límites difusos son complementados por una definición de terrorismo también indeterminada que se transforma en el contenido más usual para la noción de amenaza permanente al “modo de vida estadounidense”. De este modo, “La extensión del conflicto es tan multidimensional que todo programa impulsado por cada sector de USAID para el desarrollo tiene el potencial de manejar y mitigar las causas y consecuencias de la violencia.” 232 El argumento de la necesidad de seguridad, tal como se define en estos documentos, se transforma en ámbito de veridicción, esto es, de los criterios de construcción de aquellos discursos considerados como verdaderos, en dos planos Nos referimos a los siguientes documentos: “Foreign Aid in the national interest” (USAID, 2003) “Democracy and governance strategic framework” (USAID, 2005b) “Fragile state strategy” (USAID, 2005a) “Conflict mitigation and management policy”(USAID, 2005e) “Community based development in conflict affected areas” (USAID, 2007a) “US foreign assistance reference guide” (USAID, 2005c) y “Policy Framework for Bilateral aid” (USAID, 2006). 229 Baltazar, T. (2007). El rol de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional y la ayuda para combatir el terrorismo. Military Review, Septiembre-Octubre 2007. pp. 37-40. 230 La defensa de estos intereses supone: a) asegurar el acceso incondicional a los mercados decisivos, a los suministros de energía y recursos estratégicos b) prevenir la emergencia de hegemones o coaliciones regionales hostiles y c) disuadir y si es necesario derrotar cualquier “agresión” en contra de los EEUU o sus aliados” (Ceceña, Ana Esther "La batalla de Afganistán" en Ceceña, Ana Esther y Sader, Emir, compiladores. La guerra infinita. Hegemonía y terror mundial. Buenos Aires, CLACSO, 2002. p.169). Para mantener su predominio, los EEUU deben dar respuesta constante a la defensa de sus intereses así definidos, a la vez que intenta lograr el uso irrestricto de los territorios y el acceso a recursos naturales estratégicos (Ceceña, Ana Esther. “Sujetizando el objeto de estudio, o de la subversión epistemológica como emancipación” en Ceceña, Ana Esther, Coordinadora. Los desafíos de las emancipaciones en un contexto militarizado. Buenos Aires, CLACSO, 2006). 231 El ASPAN es un acuerdo firmado entre México, EEUU y Canadá para ampliar y profundizar lo estipulado en el Tratado de Libre comercio de América del Norte (TLCAN) especialmente en términos de infraestructura y seguridad, unificando, controles fronterizos y migratorios y otras medidas de cooperación en seguridad. 232 USAID, 2003, Op. Cit. 228
simultáneos: en primer lugar hacia el interior de los EEUU donde la posibilidad de justificar la asistencia externa más allá de sus fronteras solo puede ser sostenida (política y presupuestariamente) a partir de la posibilidad de prevenir un riesgo mayor: la repetición del momento en que su territorio, hasta ese instante infranqueable, formó parte concreta de las regiones “vulnerables”, rompiendo sus fronteras exteriores. En palabras de la USAID “para muchas personas, especialmente los americanos, los ataques terroristas del 11 de septiembre quebraron la sensación de seguridad ofrecida hasta ese momento por la geografía.”233 En segundo lugar, como estrategia de geopolítica internacional, legitima su accionar ante el resto de los países. De este modo la asistencia externa es invocada desde el discurso de los derechos humanos, de la protección humanitaria, del deber moral “existe el imperativo moral para los Estados Unidos: tomar posición toda vez que cuando atrocidades humanas inimaginables suceden, no importa donde.” 234 Se establece así una línea de continuidad con argumentos vinculados al deber moral de la intervención. A partir de esta articulación política (interna y externa) alrededor a la urgencia de la seguridad y el “deber moral”, resulta claro en la argumentación presentada por la USAID que la asistencia ya no puede dirigirse únicamente hac ia el “desarrollo” entendido como acción de mediano y largo plazo que combina infraestructura básica, salud y educación: “Teniendo en cuenta las amenazas para la seguridad nacional en el mundo de la posguerra fría y post S-11, la ayuda externa estadounidense debe dirigirse a más que a objetivos humanitarios y del desarrollo.” Ya que “Las condiciones de inestabilidad e inseguridad que provienen del terrorismo, el delito trasnacional, los estados fallidos y las epidemias globales, deben ser mitigadas para que el desarrollo social y económico sustentable pueda echar raíces y prosperar.” 235 Así, seguridad y desarrollo se retroalimentan como sustento argumental de la intervención sobre el territorio. Sólo que el segundo, debe esperar que las condiciones estén dadas para poder efectivizarse. Si bien la vinculación de determinadas poblaciones y territorios con la posibilidad latente de una amenaza de desestabilización es una tematización histórica y frecuente en los discursos de política exterior de los EEUU, en los documentos analizados aparece como un lineamiento expreso de la asistencia externa, basado en la “Estrategia de Seguridad Nacional”. Este horizonte de seguridad hace que, en las formas de intervención sobre los territorios, convivan la lógica de la política de defensa preventiva, con acciones de asistencia al desarrollo de cuño tradicional (infraestructura, educación, salud) bajo formas crecientemente militarizadas. En momentos definidos como de excepcionalidad y emergencia (ya sea a causa de un desastre natural o un conflicto político) la asistencia aparece definida en términos de ayuda humanitaria. La noción de crisis humanitaria articula en el discurso de su justificación política la defensa y asistencia con la excepción, asociada con la necesidad de impacto inmediato en contextos de de conflicto y recrudecimiento de los riesgos. Este contexto supone un acortamiento de los tiempos e inestabilidad del territorio que no permitirían políticas de desarrollo (identificado como una política de mayor plazo) y haría necesaria una intervención directa sostenida en la urgencia. La invocación de la ayuda definida como humanitaria y ejecutada en contextos de excepcionalidad permite además 233 234 235
Ibíd. Ibíd. Ibíd.
la instauración de cierta flexibilidad normativa, ampliando el terreno de acciones posibles tanto civiles como militares 236. La compleja estrategia de concreción de la asistencia habilita que las tácticas y técnicas se superpongan y desplacen, entre una lógica de defensa (militar) y otra de intervención asistencial (civil), complementarias en las acciones sobre el territorio. Aún cuando el control preventivo del surgimiento de aquello definido como amenaza suponga como “ideal” una presencia militar constante en el territorio, esta omnipresencia militar puntillosa es costosa en tiempo y recursos e impracticable en términos materiales. Una racionalidad política de gestión, una economía política del poder en términos de maximización de efectos y reducción de costos impide además la pretensión de gestionar el conflicto sólo por vías militarizadas. Por otra parte, en el contexto político de las democracias en América Latina y las restricciones legales para la intervención en asuntos internos de las Fuerzas Armadas locales, impide una intervención abiertamente militar 237. Así, la asistencia al desarrollo cobra renovada fuerza como estrategia por sobre el despliegue militar directo, crecientemente militarizada en sus formas. En este contexto, de acuerdo con los documentos y análisis relevados, una acción de ayuda al desarrollo o humanitaria es definida como “más efectiva” en tanto estrategia de vinculación con la población civil y los medios de comunicación, que un gran despliegue militar directo sobre el territorio. Por otra parte, estas acciones pueden ser tercerizadas tanto en organizaciones no gubernamentales como a través de misiones plurinacionales donde EEUU actúa como coordinador, sin necesariamente aparecer de forma visible directamente en el territorio. Tras la descripción de los términos generales en que se definen las amenazas y riesgos que según los documentos oficiales la asistencia debería estar en condiciones de resolver o al menos mitigar, nos dedicamos en el siguiente apartado al modo en que estas estrategias discursivas definen los territorios de intervención. III. Territori o: Fragilidad y f lujos
“Hoy en día, la amenaza primordial para nuestra seguridad y democracia no proviene ya de Estados bien organizados con potentes fuerzas militares sino de redes de terror, algunas ayudadas por regimenes fuera de la ley que operan en estados fallidos o regiones débilmente gobernadas” 238 “Los dispositivos de seguridad, trabajan, fabrican, organizan, acondicionan un medio en tanto conjunto de datos naturales y conjunto de datos artificiales” 239
La relación entre fuerzas civiles y militares en el terreno de la asistencia humanitaria esta reglada por las llamadas directrices de Oslo (Guidelines on The Use of Foreign Military and Civil Defense Assets In Disaster Relief) cuya última versión es del año 2006. De todos modos, el debate acerca de las formas que debe adoptar esta coordinación en terreno no esta cerrado. Para mayor información véase
237 Esta afirmación no ignora la presencia de bases militares en el continente americano, sino que describe las afirmaciones estratégicas contenidas en los documentos analizados. 238 USAID (2005b). Democracy and Governance Strategic Framework (PD-ACF-999) Extraído el 11 de febrero de 2009 desde http://usaid.gov/policy/0512_democracy_framework.pdf 239 Foucault, Michel, 2006. Op. Cit. p. 41. 236
En su descripción tanto de los mecanismos de seguridad como de las características del gobierno neoliberal de las poblaciones, Foucault pone el énfasis en la acción indirecta o sobre el medio que permita los flujos y los intercambios, garantizando al mismo tiempo libertad y seguridad “ya no fijar y marcar el territorio sino dejar fluir las circulaciones, controlarlas, seleccionar las buenas y las malas, permitir que la cosa se mueva siempre, se desplace sin cesar, vaya perpetuamente de un punto a otro pero de manera tal que los peligro inherentes a esa circulación queden anulados.” 240 Una noción similar de acción sobre el medio, como modo de acceso indirecto a las poblaciones se configura en los documentos analizados. Las actividades de la USAID se definen en su discurso oficial como acciones sobre el entorno o medio subyacente que previenen la vulnerabilidad de las poblaciones asistidas por medio de la labor sobre sus condiciones de vida. De este modo, indirecto, de acción sobre la población evitarían que sean reclutadas por grupos potencialmente conflictivos. En este sentido, sus iniciativas son entendidas como acciones complementarias a las militares de contrainsurgencia: “los programas de la USAID destinados a fortalecer una gobernabilidad efectiva y legítima son reconocidos como instrumentos claves para tratar con la contrainsurgencia” 241. La necesidad de asistencia externa al desarrollo se define entonces como una forma de acceder o crear un medio seguro, estable y gobernable que reduzca la posibilidad presente y futura de amenazas, pero que al mismo tiempo permita los flujos (de capital). Esta articulación de la asistencia externa al desarrollo con una política de seguridad nacional, conforma una estrategia discursiva donde los enunciados acerca de los riesgos (potenciales o presentes), las poblaciones calificadas como vulnerables (en tanto que pobres y por ende más proclives al reclutamiento de grupos conflictivos o terroristas), y la posible perdida de la “estabilidad” en términos de seguridad de la región, justifican un espacio de intervención (civil, militar o una combinación de ambos) privilegiado. La asistencia externa se constituye así en una técnica política que se dirige al medio, como modo de acceder a las poblaciones en cuestión “Estos programas pueden jugar un rol crucial en negar refugi o y financiación a los terroristas al disminuir las condiciones subyacentes que causan que las poblaciones locales sean vulnerables al reclutamiento.” 242 Esta lógica de intervención propone un diagnóstico de riesgo en términos de incertidumbre y complejidad y supone una intervención capilar, que se muestra como focalizada en las poblaciones donde se identifican los mayores riesgos para la estabilidad siempre definida sobre el trasfondo de la seguridad. Si el Estado al que pertenece el territorio potencialmente conflictivo o estratégico para los intereses vitales de los EEUU no puede garantizar ser un interlocutor válido con el que se pueda hablar “el mismo idioma democrático” 243 y sostener las políticas sugeridas en estas áreas, es un estado frágil. Esta noción de estado frágil se remonta en la justificación discursiva de su importancia a la guerra fría “Los estados frágiles se han planteado como un problema creciente desde finales de la Guerra fría, pero son ahora reconocidos como el origen de las amenazas de seguridad más urgentes. ”244 La imagen de amenaza se hace extensiva a un tercio de la población mundial, que habitaría en este tipo de estados “Por lo menos un tercio de la población mundial vive hoy en areas inestables o frágiles. Esto plantea no solo un desafió para la seguridad nacional, sino Ibíd., p. 86. Baltazar, 2007. Op. Cit., p. 37. 242 Ibíd., p.37. 243 USAID (2005a). Fragile States Strategy (PD-AC-999) Extraído e1 11 de febrero de 2009 desde http://usaid.gov/policy/2005_fragile_states_strategy.pdf 244 Ibíd. 240 241
también un desafío humanitario y de desarrollo.” 245 El desafío a la seguridad nacional queda así articulado con el desafío humanitario, delimitando la necesidad de acción en un medio definido: el territorio de los estados frágiles/fallidos/vulnerables, que se convierten en objetivo de la asistencia externa 246. Ahora bien, ¿Como se define este medio o territorio de intervención? En primer lugar a partir del diagnóstico de debilidad o ausencia de gobierno estatal sobre el territorio, lo que lo construye en estado frágil o fallido y por ende espacio de intervención. Las definiciones estratégicas de la USAID, del Departamento de Estado y del Departamento de Defensa respecto a este punto coinciden en su vaguedad y amplitud 247, incluso en su interpretación más restringida, donde se identifica con estados frágiles o fallidos a aquellos que no tienen capacidad ni operativa ni política para ofrecer seguridad a la población o mantener unas instituciones democráticas efectivas (y no meramente formales), el concepto es demasiado amplio, abarcando cualquier territorio y creando constantemente espacios de excepcionalidad a la normativa internacional vigente. En este marco, los estados clasificados como débiles suponen siempre un peligro late nte “Aun cuando los estados fallidos no amenacen directamente a los Estados Unidos, son desastres humanitarios esperando por suceder.” 248 Para el otorgamiento de fondos, la USAID y el Departamento de Estado traducen esta noción de estado fallido en cinco categorías de carácter escalonado y evolutivo. Esta taxonomía de estados esta definida a partir de la “capacidad de cumplir con sus funciones básicas de mantenimiento del orden y prestación de servicios básicos a su población” 249, y se construye de acuerdo con el cumplimiento de un conjunto de indicadores de desempeño 250. Las categorías clasifican los Estados en una escala evolutiva de 5 grupos 251. 1) Estados en reconstrucción 2) 245
Ibíd. 246 Este tipo de construcciones discursivas fueron analizadas como parte del “discurso del desarrollo” por Arturo Escobar, quien identifico los elementos comunes y construcciones conceptuales circulantes en las “industria del desarrollo” que llevaron a inicios de la post guerra a la “invención del tercer mundo” Véase Escobar, Arturo. Encountering Development. New Jersey: Princeton University Press, 1995. 247 La definición de la categoría de estados fallidos es parte de un creciente debate. Tal es la vaguedad del concepto y la generalización de su uso que el UK department for international development emitió un documento al respecto donde releva las distintas versiones de la idea de Estado frágil o fallido Véase “Fragile States: Defining Difficult Enviroments for Poverty reduction” (2004). Lo propio realizó el congreso norteamericano: Wyler, Diana “Weak and Failing States: Evolving Security Threats and U.S. Policy” (CRS RL34253) donde se detallan las variadas definiciones vigentes. Existe en EEUU un ranking dond e se lista a los “estados fallidos” a partir de (muy discutibles) indicadores construidos por la ONG “Fund for Peace”. Para consultar el mapa y su metodología ver
248 USAID, 2003 Op. Cit. 249 USAID, 2005a. Op. Cit. 250 Los indicadores que miden son los de la MCC Millenium Challenge Corporation es una organización gubernamental de asistencia creada por George Bush en el 2004, con vistas a distribuir ayuda externa a países que cumplan con ciertos condicionamientos, a partir de indicadores sociales y económicos construidos con datos de la ONU y el Banco Mundial (entre otros). Un informe detallado de los aspectos que se miden para cada país 251 Para ver el listado detallado de países y su correspondiente clasificación, véase Veillette, C. (2007). Restructuring U.S. Foreign Aid: The Role of the Director of Foreign Assistance in TransformationalDevelopment Extraido el 12 de febrero de 2009 de
Estados en transformación 3) Estados en desarrollo 4) desarrollo 4) Estados asociados y sustentables. sustentables . Por último, una quinta categoría la conforman los estados restringidos de restringidos de recibir asistencia por parte de los EEUU. La definición del territorio así determinada implica una construcción o reconfiguración discursiva a partir de escalas de clasificación que relacionan ciertos indicadores de desarrollo con los potenciales riesgos que pueden implicar para la seguridad, en el contexto de un diagnóstico de interdependencia mundial. A partir de esta tipificación, categorías e indicadores se agrupan en índices a partir de los cuales se decide y condiciona el otorgamiento de programas concretos de asistencia caso por caso. A partir de lo dicho, podemos distinguir cómo el territorio de intervención es definido en dos planos simultáneos: En términos jurídico políticos políticos cuya unidad de clasificación son cada uno de los Estados Nacionales y la posibilidad de mantener “gobernabilidad” hacia el interior de sus fronteras y b) a partir de un mapa regional del riesgo. riesgo. Esto es claro cuando se enfrentan las categorías de USAID con la definición de las áreas estratégicas a nivel militar en las cuales aun los estados clasificados como sustentables o estables son afectados por una regionalización de los riesgos. Como plantea el Comandante Craddock, a pesar de la clasificación positiva en que se ubique el país en cuestión, la amenaza podría estar oculta “América Latina es una de las regiones menos armadas del mundo, no tiene armas nucleares, o grandes fuerzas convencionales permanentes. Sin embargo, esta región difícilmente puede ser considerada benigna. Al contrario, la naturaleza oculta de las amenazas a los EEUU y a nuestras naciones socias pueden estar engañando a unos a primera vista.” 252 Así se construye un plano de intervención regional, a partir de una distribución de los riesgos (visibles u ocultos). Nos encontramos ante un territorio complejo, delimitado a partir de una distribución espacial del riesgo, donde las fronteras no responden sólo a los límites geográfico políticos de los estados nacionales (cualquiera sea la clasificación en la que se los ubique), sino a límites construidos a partir de lineamientos estratégicos de seguridad y defensa. Se superponen en el discurso de la USAID entonces dos lógicas de definición territorial: aquella que se configura a partir de los límites jurídico políticos del territorio (países y estados nacionales receptores de asistencia) y otra que establece la demarcación de áreas de potencial riesgo que incluyen regiones geográficas de uno o más estados a la vez (la triple frontera, la selva Amazónica, la región andina, etc). Son superficies que, por un lado pertenecen al territorio de uno o más países que reciben la asistencia externa en tanto tales, pero, al mismo tiempo, configuran su propia geografía que no responde expresamente a estos límites nacionales y esta delimitada por criterios estratégicos (presencia de recursos naturales, flujos comerciales, fronteras y migraciones, entre otros) Una tercera dimensión de la redefinición del territorio, se relaciona con su carácter impreciso. Si la amenaza es definida en términos difusos y cualquier Estado esta en riesgo permanente de ser superficie de emergencia de una amenaza o desastre natural, se “desterritorializa” o descentra la intervención de un punto determinado, y se abarca, como horizonte y preventivamente, todos los territorios posibles. Al mismo tiempo que se construye discursivamente la inferioridad y peligrosidad de los países asistidos
definiéndolos como débiles, débiles , frágiles, frágiles, vulnerables, vulnerables , fallidos, fallidos , precarios, precarios, en crisis o 253 colapsados , se reaf irma irma en discurso el poderío del país que brinda la asistencia “EEUU, el único poder con verdadero alcance global, tiene un rol crítico en la dirección de los desafíos actuales y la formación de las tendencias futuras de la asistencia.” 254 Esta estrategia territorial que podemos reconstruir a partir de la asistencia externa, actúa sobre el trasfondo de otros proyectos económicos (TLCAN, ALCA, TLC Perú, CAFTA), de control militar (Plan Puebla Panamá, ASPAN) y de infraestructura (IIRSA) que actúan sobre el territorio. De hecho, USAID esta relacionada sobre todo en sus políticas de acción y participación ciudadana y actividades económicas alternativas con la implementación del libre comercio y los planes estratégicos en la región. Un ejemplo de reconfiguración territorial es la iniciativa IIRSA ( Iniciativa para la integración de la infraestructura regional Sudamericana) Esta conformada por un conjunto complejo de proyectos de infraestructura locales y transfronterizos articulados entre si, con vistas a la integración sudamericana en telecomunicaciones, transporte (terrestre, fluvial y aéreo) y energía (petróleo, gas, electricidad) en 10 años. El conjunto de proyectos se distribuye y organiza en todo el territorio sudamericano alrededor de ejes geográficos cuya demarcación guarda interés estratégico ya que facilita y garantiza el acceso al territorio y vincula áreas ricas en recursos naturales (gas, agua, petróleo, biodiversidad) con los mercados globales. 255, adaptando el medio, a través de la cooperación, para la competencia del mercado 256 IV – Perspectivas “Si la guerra es en contra del terrorismo y la definición de terrorismo se amplia hasta incluir cualquier caso cuestionable de conflicto global. ¿Cómo puede la guerra tener fin?” 257 Ahora bien, si los mecanismos de seguridad se extienden a partir de una verdad construida alrededor de la posibilidad de prevención absoluta (a la vez que imposible) de todo azar, insurgencia, resistencia, riesgo, las herramientas desarrolladas se mostrarían poco eficaces para sostener la soberanía, soberanía, en tanto legitimación jurídica permanente del poder de llevar a cabo estas acciones y este es quizás su mayor desafío. Son los dilemas del liberalismo aquellos que enfrentamos. ¿Cómo combinar libre circulación y soberanía, libertad y seguridad?. En este sentido, resulta muy sugerente la lectura de Judith Butler 258, quien sostiene que el entramado de relaciones de poder que se desarrolla a partir de las acciones militares (y de asistencia externa podríamos agregar) que se justifican a partir de 253
Wyler, Diana (2007). Weak and Failing States: Evolving Security Threats and U.S. Policy” Order Code RL34253 (Washington: Congressional Research Service) Extraído el 11 de febrero 2009 desde http://ftp.fas.org/sgp/crs/row/RL34253.pdf 254 USAID (2003). Foreign Aid in the National Interest. Promoting Freedom, Security and Opportunity. Extraído Extraído el 20 de Mayo 2008 desde http://www.usaid.gov/fani/ 255 Aguilar, Paula., Ceceña, Ana Esther. y Motto, Carlos. Territorialidad de la dominación. Integración de la infraestructura regional sudamericana (IIRSA). Buenos Aires, Observatorio Latinoamericano de Geopolítica, 2007. 256 Foucault, 2007. Op. Cit. 257 Butler, Judith. Vidas Precarias Buenos Aires, Paidos, 2006 258 Butler, Judith. Precarious life: the powers of mourning and violence, violence , New York: Verso Books, 2004
la indeterminación de la lucha contra el terrorismo, conllevan rasgos que nos permitirían considerarlas resabios de “hacer morir” soberano. No sólo respecto de la posibilidad de acción concreta cuasi supliciante sobre ciertos cuerpos (tal como podría pensarse en las ejecuciones y detención indefinida de los presos de Guantánamo) sino en la función de reactivación de la soberanía que se sostiene a partir de estas muestras de visibilidad del sobrepoder . Según la autora “las tácticas y fines difusos de la gubernamentalidad actual donde el poder político deja de adoptar un forma unitaria y causal necesita del resurgimiento de la soberanía para reactivar el gobierno y compensar la pérdida, una soberanía espectral se configura al interior de los mecanismos de seguridad a partir de la suspensión del derecho que implica el estado de excepción.” 259 Así, a partir de la desubjetivización de ciertos cuerpos y su reclusión indefinida en Guantánamo, problematiza la posibilidad de que estos procedimientos propios de un estado de soberanía (de los que podrían darse numerosos ejemplos en toda Latinoamérica) irrumpan como revitalización de la figura estatal en un contexto de expansión estratégica sobre una amenaza difusa. Consideramos que los procesos de sujeción que se plantean a partir de las reconfiguraciones territoriales y poblacionales antes descriptas, son más complejos que la simple reactivación soberana y afectan las condiciones de vida de poblaciones enteras a través de tácticas y técnicas con efectos materiales y simbólicos. Desde la impronta de reflexión foucaultiana que anima este trabajo, no es posible ver en la trama asistencia externa tan sólo como procesos de dominación. En primer lugar porque desde la perspectiva conceptual de Foucault, seria errado pensar en relaciones de poder que no tengan en cuenta la posibilidad de resistencia como algo intrínseco. Por otro, porque estas prácticas descriptas tienden a la incorporación de mecanismos de gobierno de las poblaciones, a partir de la acción de sujetos “libres”, la autogestión comunitaria, de tecnologías que apelan a la gestión de sí, del reconocimiento y cooptación de saberes y estrategias singulares. Estos procesos de gestión del riesgo social, a partir de procesos de subjetivación que ponen énfasis en las estrategias propias de los sujetos en articulación comunitaria, generan ciertas grietas por donde la vida y los saberes pueden huir de la determinación, del afán de control y potencialmente lograr espacios de encuentro y reconfiguración plausibles de ser rellenados estratégicamente e incluso funcionar como espacios de resubjetivación y creación de alternativas. Las múltiples experiencias de lucha de América Latina van mostrando que otras territorialidades y otros procesos de subjetivación son posibles. Es nuestro urgente trabajo reconocer los modos, características, posibilidades y limitaciones de las estrategias y mecanismos de dominación, para entender también las estrategias de resistencia, su pertinencia, su capacidad generadora de socialidades alternativas y las posibilidades reales de construcción. construcción. 260 Los laberintos conceptuales en los que a veces nos enredamos intentando desarmar aquellos discursos que, con efectos de verdad, se nos presentan como evidentes; los debates en torno a la pertinencia en el uso de tal o cual herramienta teórica, nos hacen a menudo olvidar que las categorías, al igual que los cuerpos, tienen vida e historia y que son también territorios en disputa y por ende la estrategia en la cual son utilizadas hacen la diferencia. Encontrar modos rigurosos en el análisis teórico y a la vez políticamente frúctiferos de pensar la Biopolítica contemporánea en América Latina es
Ibíd. p. 56. 56 . Ceceña, Ana Esther. Sujetizando el objeto de estudio, o de la subversión epistemológica como emancipación. En Ceceña, A. E. Op. Cit., 2006. pp. 13-43 259
260
el desafío. En palabras de Foucault 261 “Que valor tendría el empeño de saber si sólo proporcionara la adquisición de conocimientos, y no, en cierto modo, y en la medida de lo posible, el desvarío del sujeto que sabe? Hay momentos en la vida vida en que la cuestión de saber si se puede pensar de un modo distinto del que se piensa, y percibir de un modo distinto del que se ve, es in dispensable para continuar mirando y reflexionando.” 262
¿Quién se ha llevado mi queso? Oráculo Oráculo manual manual d el habitar metropolitano. José Solís O. Flamante record de ventas durante 1999 tanto en EEUU como en Chile, “¿Quién se ha llevado m i queso?” no era un libro que fuese difícil de encontrar, desde entonces, en los escaparates de supermercados o en los anaqueles de los duty-free de aeropuertos internacionales. Con una exacta combinación entre una cómoda y dinámica lectura sumada a la prestancia académica de Spencer Johnson, su autor, licenciado en psicología, doctorado en medicina y profesor de liderazgo de la Harvard Business School, se convirtió rápidamente en el infaltable regalo institucional de la empresa a sus trabajadores. El libro narra la fábula de cuatro pequeños habitantes de un laberinto cuya única y principal ocupación es la búsqueda de su más preciada fortuna: el queso. Al igual 261
Foucault, M. (2003). Historia de la sexualidad Vol. 2 el uso de los placeres. Buenos Aires, Siglo XXI. 262 M. Foucault, Historia de la sexualidad Vol. 2 el uso de los placeres. Buenos placeres. Buenos Aires: Siglo XXI, 2003. p.16.
que en “La carta robada” de E. A. Poe, la presencia del alimento sólo se ofrece como significante, pues su valor no descansa en una sustancialidad que le sea constitutiva, sino en el simple hecho de estar disponible para el consumo. Ordenando completamente sus vidas alrededor de esta magnífica presencia, los sedentarizados personajes advierten un día que su alabado objeto de deseo, de pronto, ha cambiado de lugar sin razón aparente, viéndose forzados nuevamente a vagabundear por el laberinto en su búsqueda. “El cambio es un hecho” , “prevé el cambio” , “prepárate para cambiar rápidamente y disfruta otra vez” , es la seguidilla monocorde de máximas que los protagonistas van acuñando en el periplo de su autoconocimiento, tras la inesperada y dramática disolución de la seguridad vital que la permanencia del queso les había generado. Ante tales circunstancias, sólo queda el gobernarse a sí mismo tras la incesante adquisición de destrezas que logren desafiar a la inevitable incertidumbre laberíntica. Por cierto, no hay mejor metáfora que la propuesta por esta fábula para representar al trabajador que el universo neoliberal precisa, tal como nos anuncia Bauman: El empleado ideal sería una persona que no tiene lazos, compromisos ni ataduras emocionales preexistentes y que además las rehuya al futuro. Una persona dispuesta a aceptar cualquier tarea y preparada para reajustar y reenfocar instantáneamente sus inclinaciones, abrazar nuevas prioridades y abandonar las ya adquiridas lo antes posible. Una persona acostumbrada a un entorno en el que `acostumbrarse´ -a un empleo, a una habilidad, o a una determinada manera de hacer las cosas- no es deseable y por lo tanto es imprudente. 263 En el “Nacimiento de la biopolítica”, curso dictado por Foucault entre el 1978 y 1979, vemos cómo este acondicionamiento representaría el punto de anclaje entre neoliberalismo y biopolítica consistente en “(…) sustituir en todo momento el homo oeconomicus socio del intercambio por un homo oeconomicus empresario de sí mismo, que es su propio capital, su propio productor, la fuente de sus ingresos.” 264 Es en este preciso punto donde se muestra la completa originalidad del pensamiento neoliberal respecto de la economía clásica que, si bien consideró al trabajo como eje fundamental de su análisis, siempre lo redujo únicamente a su valor en tanto “tiempo de producción”. Por el contrario, para la comprensión neoliberal, el trabajo descansa primordialmente como potencia bajo el sello de un “capital humano” compuesto de elementos tanto innatos como adquiridos. Será la incansable conquista de aptitudes que, a lo largo de toda su existencia, permitirán al trabajador incrementar no sólo su capacidad técnica y cognitiva, sino sobre todo su idoneidad conductual. En efecto, la fábula de Spencer Johnson insiste en esta última disposición como aquello ineludible a la hora de cumplir el cometido que subtitula su obra: “Cómo adaptarnos a un mundo en constante cambio” . Bauman, Zigmunt. Vida de consumo. Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, p. 23. Foucault, Michel. Nacimiento de la biopolítica. Curso en el Collège de France (1978-1979). Buenos Aires, Editorial Fondo de Cultura Económica, 2007, p. 265. 263 264
En plena era de Reagan y nuevamente en un escaparate de supermercado, quizás el mismo en el que lucirá años más tarde el Bestseller de Johnson, era posible de encontrar otro libro de breve extensión, aunque de alcance y contexto completamente disímiles y, sin lugar a dudas, de incomparable superioridad literaria y filosófica a la desventurada “querella” del queso. A pesar de su innegable complejidad llegó, sin embargo, a ubicarse también bajo el rótulo de la autoayuda para tiempos convulsionados. Tras su traducción al inglés en la década de los ochenta, alcanzó tal éxito en el lector medio que llegó a convertirse en el libro de cabecera del ejecutivo estadounidense. Sin ánimo de una banal homologación, y menos entre producciones tan dispares, no es en absoluto desestimable que la recepción contemporánea de la obra del jesuita aragonés Baltasar Gracián intitulada “Oráculo manual y arte de prudencia” , haya clasificado clasifi cado masivamente como un texto de superación personal. La militancia de ambos libros en la oferta de la autoayuda se debería a un profundo lazo que los mantiene unidos, a pesar de la enorme distancia que los separa no tanto en lo intelectual como respecto de sus contextos de producción. Ese lazo común, y esta es la hipótesis del asunto, lo constituye cierta matriz pastoral que indistintamente se asoma en ellos como plano común a la necesidad de realizar el imperativo de gobernarse a sí mismo ante la adversidad existencial. Ampliamente desarrollada por Foucault en “Seguridad, Territorio, Población” la noción de gobierno entendida como conducción de los hombres es completamente extraña a la comprensión griega del ejercicio político y, en un principio, fundamentalmente endosable a la tradición hebraica y posteriormente cristiana. “Y esto en dos formas: -nos advierte Foucault- primero, Foucault- primero, la de la idea y la organización de un poder de tipo pastoral, y segundo, la de la dirección de la conciencia, la dirección de las almas.” 265 Pues bien, el universo socio-simbólico en el cual se circunscribe el “Oráculo manual” y, en general, el pensamiento de Baltasar Gracián, constituiría precisamente el momento en que la matriz pastoral se trasmuta en gubernamentalidad política. Para Foucault el mundo barroco, lugar de acogida de este acontecimiento, se desenvuelve en la complejidad de un doble estatuto aparentemente paradojal: por un lado “(… ) la agubernamentalidad de la naturaleza” y por otro “la gubernamentalidad del Estado .266 Mientras la Reforma y Contrarreforma Contrarrefor ma acrecientan el control sobre la vida espiritual de los individuos más agudamente que en el pasado, paralelamente se desata un desarrollo de la conducción de los hombres fuera de la autoridad eclesiástica, donde el soberano ejercerá el gobierno sin apelación a un modelo natural o divino, sino legitimado por una racionalidad específica y completamente artificiosa: la denominada Razón de Estado. Precisamente, el “Oráculo manual y arte de prudencia” de Gracián, anudaría el cruce entre pastoral y racionalidad de política, en medio del desgobierno del universo barroco y la gubernamentalización del ejercicio estatal. Si observamos el propio nombre del texto descubriremos esta alquimia. Primero, examinemos la extraña conjunción entre los términos oráculo y manual. No sólo se entiende como la palabra transmitida del Dios ante la consulta humana, oráculo Foucault, Michel. Seguridad, territorio, población. Curso en el Collège de France (19771978). 1978). Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2006, p. 151. 266 Ibíd., p. 278. 265
también es el nombre del lugar donde es necesario acudir para ser aconsejado por aquél. En este sentido, el oráculo se define por su emplazamiento fijo al igual que la propia divinidad griega: El Dios griego es un Dios territorial, un dios intramuros, y tiene un lugar privilegiado, sea su ciudad o su templo. El Dios hebreo, por el contrario, es el Dios que camina. El Dios que se desplaza, el Dios que vagabundea. (…)El Dios griego se presenta pues, antes bien, sobre las murallas para defender su ciudad. El Dios hebreo aparece precisamente cuando se abandona la ciudad, a la salida de las murallas, y se comienza a seguir el camino a través de las praderas. 267 Pues bien, el dispositivo del justo consejo del Oráculo, en la obra de Gracián, se ha desterritorializado tornándose recomendaciones de viaje para un vagabundeo más allá de los muros de la ciudad. De aquí el calificativo de “manual” no sólo como lo que está a la mano, sino como aquello que está presto a ser transportado. Si bien la manualización del oráculo es la conversión del consejo lugarizado en trashumancia pastoral, no obstante, pareciera suprimirse aquí toda sumisión trascendental sea a la superioridad del Dios que inspira al oráculo, como también a la del Pastor que guía a sus ovejas. Ello viene a justificar la segunda parte del título cifrado como “arte de prudencia” . En buenas cuentas, aquel cúmulo de máximas destinadas a la errancia que compone un oráculo manual, debe resolverse en medio de la convicción de que ningún orden natural ni divino puede ya conceder las reglas absolutas para la justa dirección del viaje. Tras la aparente anarquía del universo natural del barroco, es preciso armarse de artificios para garantizar el buen gobierno de sí, convicción que finalmente dibujará la tajante separación entre Naturaleza y Estado. Sin embargo y a pesar de la artificialidad del gobierno, éste sigue siendo pastoral, puesto que se presta a dirigir tanto la conciencia como la acción humana en todo su tránsito cotidiano. La prudencia, como eje de aquella conducción, no es una facultad connatural a lo humano, para Gracián, por el contrario, es el más delicado juego de artificios, aunque su concepto de prudencia tiene un sentido muy diferente a la acepción griega centrada en la conquista de la felicidad, como también de la preceptiva confesionaria católica. Puesto que no escribe ni como teólogo ni como pastor, sino como político, la prudencialidad que él estima, consiste esencialmente en un arte de autoafirmación cotidiana en medio de un cosmos social y vital en constante fluctuación. Es en este preciso cruce de la vocación pastoral del gobierno conductual y el imperativo de la afirmación de sí mismo, donde se introduce una racionalidad que es específicamente política, y que podríamos considerar como análoga a la Razón de Estado. Bajo un operar que no persigue felicidad alguna ni del soberano ni de los súbditos, la Razón de Estado vuelca todo su accionar a la autoafirmación constante e inclaudicable de su propia existencia en la más completa autonomía de sus principios y fines. Al igual que la prudencia graciana, la racionalidad estatal no se despliega esporádica ni intermitentemente sino de manera constante en todo el espectro del desenvolvimiento cotidiano. 267
Ibíd., p. 154.
El laberíntico y desconcertante cosmos del mercado figurado en la fabulación de Johnson, análogo a la anarquía del universo barroco de Gracián, ambos fenómenos de desgubernamentalización del mundo, no podían sino alentar el imperativo del gobierno de sí. De la prudencialidad barroca hemos de saltar ahora a la competitividad neoliberal. Ya lo habíamos advertido con Bauman. Lejos de la figura del desafectado empleado ideal, el acostumbramiento a una habilidad o entorno fij o sólo puede calificarse de “imprudente”. Pues bien, aquí la prudencia consistiría exactamente en la flexibilidad para mudar tanto de opinión como de actividad. En otras palabras, un “arte de prudencia” para asumir el constante desplazamiento del queso en el laberinto del mercado, consiste primordialmente en el desarrollo de competencias destinadas no tanto a cumplir funciones permanentes como a desarrollar destrezas operativas en escenarios de incertidumbre. El denominado “modelo de competencias”, uno de l os recursos conceptuales más importantes de la gestión empresarial contemporánea, justamente incorpora la flexibilidad procedimental y los escenarios inciertos como elementos integrantes a considerar en la administración. Lo primero que este modelo apunta es a comprender la empresa como un sistema de decisiones coordinadas en pos de una finalidad particular, estableciendo los criterios de validación que determinarán qué tipo de decisiones son aceptables y cuáles no, dentro del contexto organizacional. Ahora bien, estos criterios de validación deben considerarse “contingentes” no sólo en su elección sino, sobre todo, porque la organización empresarial se inserta en un contexto en donde los mercados, la globalización y la incorporación tecnológica son altamente fluctuantes. Por otra parte, debe considerarse, además, una segunda contingencia a afrontar, y que es relativa a las capacidades y comportamientos decisionales concretos de los miembros de la organización. El modelo de competencias tiene su mayor desafío en lograr el constante ajuste estructural entre ambas contingencias, es decir, coordinar el régimen conductual de los empleados a las fluctuantes directrices de una organización flexible y dispuesta a responder con prontitud y oportunidad a las emergencias del capitalismo líquido. El aspecto fundamental que trasunta en este modelo, es el dimensionamiento permanente de los comportamientos decisionales para efectos de la autoafirmación y permanencia de la organización como sistema equilibrado en un entorno en constante transformación. Es por ello que para el empleado, ya no basta únicamente cumplir con el cargo o la tarea encomendada sino demostrar competitividad, es decir, capacidad de respuesta integral ante situaciones límite, de crisis o emergencia de nuevos acontecimientos. Una buena gestión de los recursos humanos debe apuntar a descubrir y alentar aquellas competencias que, en su promoción y mitigación de las deficiencias conductuales, puedan generar los comportamientos requeridos para la autoconservación y crecimiento empresarial. Adaptación al constante desplazamiento de los fines, arte de prudencia para un cosmos incierto y competitividad laboral, todas ellas reclaman la necesidad del gobierno de sí, en tanto dirección pastoral de las conductas dadas en la permanente y acuciosa modulación cotidiana de los recursos humanos, bajo el común denominador de la autoafirmación como principio. Esto marcaría la constante presencia de la racionalidad estatal -en tanto autoconservación y acrecentamiento de fuerzas- en el propio régimen de
los comportamientos, disolviendo cada vez más el límite entre Razón de Estado y lo que podríamos denominar “Razón de Empresa”. Como último punto y en honor a esta cotidiana gubernamentalidad conductual que ya no parece discriminar entre razón política y razón empresarial, quisiera presentar como ejercicio ejemplar de este efecto a ciertas prácticas contemporáneas del diseño urbano que se han intentado realizar en Latinoamérica. Si bien la vocación biopolítica del diseño arquitectónico y urbano es de larga data, podemos reconocer en la arquitectura y diseño del Movimiento Moderno su impronta más programática. El cometido estético de íntimo plegamiento entre forma y función siempre giró en torno a la misión emancipatoria de constituir, mediante el diseño total del entorno, una subjetividad que fuese medida fundamental para todo el agenciamiento urbano, tal como parece representar la figura del trabajador, héroe indiscutido del siglo XX. La creencia básica de la arquitectura moderna consistía en la posibilidad de determinar a priori el semblante del trabajador-usuario, reduciéndolo a un cúmulo de funciones vitales universalizables que sirvieran, a su vez, de guía para la acción proyectual. La crisis tanto del funcionalismo arquitectónico como del urbanismo moderno está directamente asociada a la progresiva imposibilidad de realizar esta reducción funcional, como también de proyectar la ciudad como una totalidad coherente, tras la multiplicación de su complejidad en un contexto de creciente liberalización del uso de suelo, de especulación inmobiliaria y aumento de los requerimientos de transporte y comunicación. Podríamos llegar a establecer, sin exagerar, que el escenario actual de las grandes metrópolis contemporáneas consiste, en efecto, en una crisis de gubernamentalidad territorial. Las imágenes de esta crisis nutrieron ampliamente el repertorio simbólico de muchas de las apuestas estéticas de la arquitectura postmoderna que, lejos de condenar la caoticidad urbana, la convierten en su elemento más celebrado. La ciudad espectáculo y el vernáculo comercial de las Vegas con su irreductible contaminación semiótica (Venturi), la “e -topía” de la ciberciudad colonizada por las redes informáticas (Mitchell), la ciudad líquida de flujos de bienes, transportes y personas (Ascher), la ciudad delirio y el "manhattanismo" aclamador de la congestión, fragmentación y diferencia (Koolhaas) y, finalmente, la ciudad dual (Castells, Sassen) constituida en la constante segregación socio-espacial, han sido los signos del desgobierno metropolitano que han inspirado las nuevas estrategias dominantes del diseño neovanguardista internacional de la Architectural Asociation de Londres o la Cooper Union School de Nueva York. Sin embargo, la celebración estética de la dispersión y el caos, en definitiva, la admisión de la diferencia como categoría, no logra, a su vez, volverse completamente distinguible de una cada vez mayor tolerancia a la desigualdad, convirtiéndose estas innovadoras estéticas en manifestaciones políticamente conservadoras. Ahora bien, frente a la displicente pasividad ante la progresiva fragmentación y anarquía urbana, han surgido propuestas que intentan re-gubernamentalizar la ciudad, sólo que ya no desde la planificación modernista tradicional centrada en la totalidad territorial, sino en el diseño micrológico a nivel local. El marco teórico fundamental que anima estas proposiciones es la Teoría General de Sistemas. Este hecho es completamente crucial, sobre todo si convenimos que, justamente, la teoría de sistemas
es también el soporte ideológico tanto del modelo de competencias, antes aludido, como del denominado “Desarrollo Sustentable”. Factor gravitante a este respecto, es la necesidad de equilibrio sistémico y autoafirmación, que ya identificamos como rasgos comunes entre Razón de Estado y la racionalidad empresarial. En honor a esta petición autorregulativa y a pesar de las aparentes buenas intenciones del discurso del desarrollo sustentable, éste no conduce irremediablemente a una crítica que apunte a la disolución efectiva del orden de producción capitalista, sino más bien a su posible reencauzamiento para efectos de garantizar la continuidad de sus fundamentos. Más aún, la gestión sustentable del territorio encerraría un tipo de gubernamentalidad que, gracias a su afinidad al modelo de competencias, implica un direccionamiento biopolítico y pastoral de la cotidianidad de los sujetos urbanos. Sería el caso emblemático de algunos trabajos realizados por el “Atelier Metropolitano” liderado por el arquitecto argentino Jorge Mario Jáuregui. La categoría fundamental de los análisis de Jáuregui es análoga a la utilizada por Manuel Castells y Saskia Sassen de la “ciudad dual”, es decir, aquella cruzada por la desigualdad social y económica y que se manifiesta en una profunda fragmentación y “guettificación” de la pobreza y la opulencia metropolitana. Dicha categoría es la bipartición del universo urbano entre una ciudad formal y una informal. La primera alude a aquella dimensión de la ciudad definida por el poder público y construida bajo los criterios regularmente establecidos por los distintos instrumentos de planificación tanto territorial como de diseño edilicio. Su contrapartida, la ciudad informal, está asociada a un crecimiento espontáneo sin control gubernamental y sometida también a un mercado ilegal de todo orden. “Pero esta parte informal, precaria y “temporaria”, es también el lugar donde se
dan procesos vitales marcados por flujos incesantes de personas, mercaderías, informaciones y r epresentaciones cambiantes de vida.” 268 Precisamente, la gran apuesta de Jáuregui consiste en considerar a la ciudad informal no como un emplazamiento simple y llanamente carenciado, sino más bien como contenedor de potencialidades que es necesario incentivar, pues, a pesar de la precariedad cotidiana de sus habitantes “ presentan una intensa dinámica de intercambios, creatividad y gestión
compartida de los escasos recursos. Y es en este sentido, de aguzar el potencial de imaginación para utilización de los medios materiales y humanos, que la vida en la informalidad tiene algo de muy positivo. Aguzar nuestra percepción para la singularidad de cada situación en la perspectiva de su articulación al circuito de la interconexión y la información, revelando potenciales. 269
Jáuregui, Jorge Mario. Economías Informales/Espacios Temporarios. Barcelona: CCCB Centre de Cultura Contemporània de Barcelona, 2008. Disponible en: http:// www.jauregui.ar.br/ 269 Ibíd. 268
Sobre esta base de detección de potencialidades y mediante una intervención quirúrgica del diseño urbano en zonas claves, se intentará transformar el carácter desintegrado del territorio informal, en una unidad coherente y sustentable en miras a su inclusión sistémica a la ciudad formal. Bajo estas prerrogativas, justamente podemos leer el modelo de competencias como sustento de la propuesta, si seguimos atentamente los distintos pasos que componen la estrategia de diseño del Atelier Metropolitano. En primer lugar se deberá cartografiar las preexistencias, junto con detectar las potencialidades mediante “la escucha” de las percepciones y demandas de los habitantes, para luego esquematizarlas mediante un mapa de “estructura de lugares”. En un segun do paso se proyectará la composición de un tejido que vuelva coherente y continuo el territorio informal, mediante el diseño de espacio público en emplazamientos claves destinados a hilvanar los distintos archipiélagos residenciales y comerciales que componen la situación irregular. Por último, se efectuará el trabajo de diseño de la frontera que separa la ciudad formal de la informal, ahora agenciada como unidad sistémica, con el fin de suturar sus discontinuidades. Ahora bien, veíamos que el modelo de competencias se organizaba en torno a la articulación de dos órdenes de contingencia. El primero respecto a la constante transformación del contexto y fluidez al cual la organización se inscribe y, segundo, la contingencia de las condiciones comportamentales de los sujetos que componen la organización. Pues bien, en las lógicas proyectuales del Atelier Metropolitano, este contexto en constante cambio es la dinamicidad productiva de la ciudad formal, a la cual deberá acoplarse la organización interna de la ciudad informal. La contingencia comportamental correspondería, en este caso, a las potencialidades de los habitantes informales quienes, por medio de los efectos del diseño urbano, deben ser re-subjetivados con el fin de volverlos competentes al nuevo escenario de inclusión. Lo que el diseño debe detectar y proyectar son todas las potencias que los comportamientos informales puedan ofrecer para volverlos productivamente sustentables. En definitiva, se trataría de un ejercicio de cooptación de lo que Michel de Certeau denominó como “inventiva cotidiana” 270, cuyo rasgo central es, justamente, la informalidad irreductible de las prácticas cotidianas. La consecuencia final de esta cooptación es la autoafirmación sistémica de la otrora territorialidad informal, la cual debe constantemente adquirir las competencias necesarias para su adaptación a una ciudad en constante transformación. El gobierno de sí de los habitantes informales aunque potencializados, se reproduce en el autogobierno de las unidades sustentables que componen la ciudad, cuya aspiración final es la reproducción tanto económica como gubernamental del todo del territorio metropolitano y su población. Es en este preciso sentido que podemos visualizar la completa continuidad entre Razón de Estado y Razón de Mercado como colaboradores sinérgicos en la mantención y reforzamiento del “individuo empresa”, pilar biopolítico del neoliberalismo. Como podemos apreciar, la escena del diseño es central en este cometido. Sobre todo si concebimos por diseño el campo primordial de realización del programa De Certeau, Michel. La invención de lo cotidiano. Artes de Hacer I. México, Universidad Iberoamericana. Departamento de Historia, Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente, Centro Francés de Estudios Mexicanos y Centroamericanos, 1996. 270
vanguardista de fusión entre arte y vida y, más aún, si reconocemos que este programa no es sino la prolongación de los originarios intereses emancipatorios que abrigó la estética moderna en su instalación desde Kant pasando por las reformulaciones de Schiller y su “educación estética del hombre”. Lo paradojal del asunto, es que lejos de involucrar una cifra emancipatoria, la estética moderna transmutada en diseño, se ha convertido en un dispositivo de subjetivación biopolítica, en el sentido de contribuir a la fabricación del “individuo empresa”. No obstante, quizás habría que preguntarse si este efecto ya se encontraba cifrado, antes de la propia estética moderna, en la fina continuidad que Baltasar Gracián establece entre el prudencial arte del gobierno de sí y lo que él mismo denominará como “buen gusto” y que se convertirá, a partir del siglo XVIII, en el fundamento de la Estética. Qué relaciones puede comprometer la idoneidad estética con la gubernamentalidad biopolítica, es algo aún por explorar. Por lo pronto, ¿Quién se ha llevado mi queso?, oráculo manual del habitar metropolitano, que ayuda a disipar las ataduras emocionales preexistentes y a generar competentes sujetos emprendedores, pareciera convertirse él mismo en el preciado queso, en tanto alimento espiritual para las ratas de la laberíntica ciudad informal.
Alemao. Esquema de lectura de la estructura del lugar. Jorge Mario Jáuregui. Atelier Metropolitano. http://www.jauregui.arq.br/
Favelas humanizadas. Manguinhos. Jorge Mario Jáuregui. Atelier Metropolitano. http://www.jauregui.arq.br/
Ciudad de Dios. Jorge Mario Jáuregui. Atelier Metropolitano. http://www.jauregui.arq.br/
Ciudad de Dios. Jorge Mario Jáuregui. Atelier Metropolitano. http://www.jauregui.arq.br/
VI.- DISPOSITIVOS EDUCACIONALES En la actualidad, la educación está atravesada por la discursividad acerca de la eficiencia y eficacia en los logros académicos que caracterizan a la sociedad de control. La conversión de las y los estudiantes, así como de las y los profesores, en capital humano implica que la gestión de la vida se convierte en el verdadero objetivo de los dispositivos que constituyen el entramado teórico-práctico que llamamos educación. Esto incluye a los distintos procesos de reformas implementadas en las últimas décadas, las que se centran en un discurso modernizante que encubre la grave desigualdad económica, social y política que caracterizan a la sociedad neoliberal. Así, la disciplina, la gestión educativa, el sistema estructural y legal que sustentan el discurso y la praxis en esta área, funcionan como dispositivos que permiten el control de quienes están obligados a padecerlas. El capítulo se inicia con el trabajo de Silvia Grinberg, que se centra en un análisis de las formas pedagógicas en las sociedades de gerenciamiento. Para ello se detiene en las formas de identidad múltiples que requieren estas para operar, así como lo que sucede con aquellos ámbitos que quedan fuera de ellas. Estas poblaciones innecesarias son relevadas por Grinberg como grupos humanos definidos por la desnudez de su propia vida en el mercado actual.
Liliana Paredes se centra en el modo en que se territorializa la desigualdad educativa en la ciudad de Buenos Aires. Mediante su investigación devela los profundos vínculos que existen entre espacialidad, habitabilidad y educación. El texto de Maximiliano Burllaile y Gabriela Orlando es un estudio sobre los procesos de consistencia y dilución del tiempo escolar en las sociedades actuales. El estudio que ellos muestran se centra en el conurbano bonaerense. En Argentina la reducción del estado en la década de los ’90 implicó resultados que ellos relevan en un sentido casi catastrófico, pero banal, a la vez. Juan González por su parte muestra el proceso de evolución del discurso sobre la libertad educativa que defendieron los grupos conservadores chilenos durante todo el siglo XIX y XX, en oposición a los liberales que preferían la igualdad educativa como derecho fundamental. Sin embargo, en el escenario actual es lo que le permite la unidad ideológica a un bloque histórico que ha hegemonizado el estado estas últimas tres décadas.
Pedagogía y políti cas sobr e la vida en la sociedad de empresa: entre el gerenciamiento y lo abyecto. Relatos de racionalidad fragmentada. Silvia Mariela Grinberg 1. ¿De qué hablaba Foucault cuando en el Nacimiento de la biopolítica refería a que la sociedad se convertiría en una sociedad de empresa? ¿Cuáles son los alcances de una aseveración como esa ya no en los años setenta sino cuando nos hemos vuelto una sociedad de empresa? Una sociedad que todo lo gerencia y somete al gerenciamiento. Estos interrogantes constituyen el punto de partida de este trabajo: ¿en qué se convirtió esa sociedad de empresa?, ¿cuáles son las implicancias para la vida, para las políticas sobre la vida, el habernos convertido en una sociedad de gerenciamiento? Y, más específicamente, ¿qué características presenta el gobierno de la población en una sociedad que no sólo ha renunciado al pleno empleo, como señala Foucault en ese texto, sino que ha asumido que un porcentaje importante de la población le excede y ni siquiera le sirve como ejército de reserva? Preguntas que tal como las intentaré abordar aquí integran dos grandes aspectos que ya en ese Foucault se plantean como una cuestión común: la cuestión del gobierno de la población y las políticas sobre la vida. De manera
que en el marco del trabajo de investigación que vengo desarrollando procuraré abordar estas cuestiones en el cruce de las coordenadas que implican las nociones de gubernamentalidad, biopolítica y pedagogía tal como entendemos se presentan en nuestras sociedades. Así, creo que estas preguntas sólo pueden ser contestadas en contexto; esto es, se trata de interrogantes que adquieren tonalidades y modalidades muy particulares si se formulan en América Latina o en otros países del mundo globalizado, incluso del tercer mundo. Así, habiendo hecho esa salvedad, creo que podemos hablar de la racionalidad en el gobierno de la población 271 en épocas de capitalismo flexible. Pero también creo que dadas las señas que presenta la conducción de las conductas en estos tiempos la misma idea gubernamentalidad requiere ser pensada en plural. En otras palabras creo central referir a la noción de gubernamentalidad en plural incluyendo los modos específicos que presenta no sólo el gobierno de la población sino también las vidas de la población esto es: cómo la gente vive, hace y genera vida. En este trabajo me voy a referir por un lado, a ese relato común que en términos de la racionalidad del gobierno de la población, en la actualidad, se presenta como gerenciamiento de las conductas y, segundo, a lo específico de nuestras latitudes y aún más, a las formas en que ese relato produce y es producido en relación con la administración de la vida de aquella población que ya Foucault supo definir como población liminar. Es en este marco que refiero a la idea de racionalidad de fragmentos: en la lógica del gerenciamiento proponemos que la episteme del gobierno de la población se presenta en la forma del no relato, de relatos fragmentados que arrojan a la población a la gestión de sí en la no tan sui generis ética de la responsabilidad individual. La educación se presenta como espacio en el que estas lógicas se producen y reproducen; en el que los sujetos son llamados a hacerse y autohacerse así como la escuela que reinterpretada como institución de la comunidad queda en un vaivén sin hamaca librada a la gestión de sí. Así, los procesos y prácticas de la educación pueden pensarse como usinas, procedimientos de gubernamentalidad 272, que de hecho nos permiten comprender cómo se piensan y actúan los procesos de subjetivación en una sociedad, así como las múltiples contradicciones que se generan en ese proceso que en términos de la biopolítica puede penarse como campo estratégico de lucha. La educación es biopolítica en sí, puesta en práctica de epistemes y tecnologías de producción de subjetividad. Es en este escenario que la reflexión que aquí presentamos parte, de algunas notas del trabajo de investigación que he estado desarrollando desde el año 2004 en contextos de extrema pobreza urbana en el área metropolitana de la Ciudad de Buenos Aires en la provincia de Santa Cruz, Argentina 273. Más específicamente, en el caso del área Véanse: Rose, N. Powers of Freedom. Reframing political thought, United Kingdom, Cambridge University Press, 1999. Dean, M. Governamentality. Power and rule in modern Society, London, Sage publications, 1999. 272 Foucault, M. Nacimiento de la biopolítica, Argentina, Fondo de Cultura Económica, 2007. 273 Me refiero a los proyectos de investigación que dirijo en la UNSAM y en la UNPA: “Dispositivos pedagógicos y producción de subjetividad en emplazamientos urbano/ marginales. Un estudio en caso en la Enseñanza Secundaria Básica del Partido de Gral. San Martín.” PICT 2005, Proy. Nº 33413, Sede UNSAM. Agencia Nacional de Promoción Científica y tecnológica, Argentina. 271
metropolitana de la Ciudad de Buenos Aires, el trabajo fue desarrollado en escuelas emplazadas en esos barrios hiperdegradados que desde fines de los años ochenta han tenido un crecimiento constante y también traumático. Así, desde la perspectiva de los estudios de gubernamentalidad 274 la pregunta gira en torno de las características que presenta la conducción de la conducta, en las sociedades de gerenciamiento. En esta mirada se vuelve central siguiendo a O’Malley (Op. Cit., P. 157) entender que: “… el gobierno es una práctica generalizada y dispersa más que una cuestión acerca de aquello que los Estados hacen. Muchas agencias gobiernan, tanto en el sector público como privado y, por supuesto, siempre se ha esperado que los individuos se gobiernen a sí mismos y sus subordinados. Esto es significativo, porque como sostendré mas adelante, en relación con cualquier problema específico, siempre es posible identificar una diversidad de gubernamentalidades existiendo en cualquier punto dado del tiempo, disperso alrededor de la vida política organizada” . Hablar de políticas sobre la vida, creemos supone dar cuenta de esas gubernamentalidades; esto es de esas formas heterogéneas, difusas, contradictorias, yuxtapuestas que se articulan en el gobierno de la población y que por este motivo se nos presentan como un puzzle imposible de armar, al que siempre le va a faltar una pieza. He estructurado este trabajo del siguiente modo: primero una reflexión general acerca de la racionalidad del gobierno de la población, para luego adentrarme en lo particular de los procesos de subjetivación con especial referencia a los procesos de escolarización, en contextos de extrema pobreza urbana. Ambos, entiendo, reclaman entenderse como notas particulares de las formas que presentan las políticas sobre la vida en nuestros países Latinoamericanos.
2. Notas de racionalidad fragmentada Preguntarse por las particularidades que presenta el gobierno de la población desde el punto de vista de la racionalidad remite a indagar el conjunto de principios que regulan y, por cierto, legitiman y guían la acción; a los criterios conforme los cuales los sujetos controlan su entorno, a las máximas según las cuales se dirigen y actúan en el mundo. Por lo que la racionalidad remite tanto a formas morales o éticas como a los modos y procedimientos que se articulan en la administración de la vida. En este sentido el problema del gobierno y su estudio desde la perspectiva que aquí asumimos remite a qué “Dispositivos pedagógicos y territorio en EGB de la provincia de Santa Cruz”, PICTO -UNPA, 2005, Proy. Nº 31222. Agencia Nacional de Promoción Científica y tecnológica, Argentina. Resolución, 165/2006. 274 Véanse: Rose, Op. Cit. O’Malley, P. “Experimentos en gobierno. Analíticas gubernamentales y conocimiento estratégico del riesgo ” , en, Revista Argentina de Sociología, Miño y Dávila editores, Argentina, 2007. Dean, Op. Cit. Rose, N., O’Malley, P y Valverde, M. “Governmentality”, en Revista Law & Society, Annual Review, 2. 2006.
y cómo “opera el pensamiento sobre nuestros modos organizados de hacer las cosas, nuestros regímenes de prácticas, sus ambiciones y efectos 275” (Dean, Op. Cit., p. 18). Creo que una de las notas fundamentales de las sociedades de gerenciamiento, de las sociedad de empresa, o por lo menos aquella que aquí quiero resaltar, remite a que el gobierno de la población se dejó de pensar como totalidad. Esto es, ya no se trata de una sociedad que pensada como cuerpo, por lo menos desde el relato, tiene que funcionar como totalidad orgánica y por tanto las acciones de gobierno deben tender hacia ese ideal. Ideal que de hecho, en autores como Durkheim, definen los márgenes de la acción escolar. De hecho, el gobierno ha dejado de pensarse en términos de gobierno del todo. Ya no se trata de homogeneizar poblaciones diversas, el relato del gobierno justamente se construye como su opuesto, como tolerancia de la diversidad, como glorificación del Yo y sus potencias individuales. Las narrativas de la posmodernidad que establecen la lógica de lo fragmentario en la forma del multiculturalismo y/o del comunitarismo constituyen algunas de las tramas que redefinen los términos de cómo se piensa y se actúa la vida social. Narrativas que en la sociedad del gerenciamiento se articulan en las formas en que se piensa, diseña y actúa el gobierno de la población desde (aunque no sólo) las agencias oficiales. La vida urbana no sólo expresa esta lógica sino que probablemente constituya una de las más claras notas de su cristalización. En los últimos años hemos asistido a procesos cada vez más profundos de fragmentación de la vida urbana. Nos encontramos viviendo tiempos de metropolización ‘selectiva’ que se caracteriza tanto por buscar la excelencia y la participación en las redes mundiales de comando, y una metropolización que aumenta las fracturas internas en el seno de los espacios urbanos. Tensión que evoluciona y se acrecienta al compás del renunciamiento a las formas de regulación estatal del pasado en numerosos dominios 276, y al amparo de discursos que, en la lógica del gerenciamiento, se asientan en el empoderamiento de las comunidades como una suerte de solución para esas tensiones. Así, frente al crecimiento urbano no planificado y el predominio de la lógica del mercado en la producción social de la ciudad (i.e. la región metropolitana de Buenos Aires) nos encontramos cada vez más transitando procesos que han generado y profundizado la segmentación socio-territorial. Es el mismo proceso de gobierno, la racionalidad del gobierno que se piensa (y actúa) en esos términos. Es aquí donde los discursos de gestión y responsabilidad de la comunidad se articula y constituye en locus de gobierno por y en el que pareciera todo debe ser resuelto: la identidad, la seguridad, la pobreza, la desocupación, la pertenencia, la solidaridad, la ciudadanía responsable. A una urbe fragmentada, le corresponden órganos descentralizados de gobierno, esto es instituciones diversas, superpuestas y difusas que Las referencias y citas que a lo largo del texto realizamos de este autor son traducción propia desde el inglés. 276 Véase: Prevot Schapira, Marie-France. “Buenos Aires en los años ‘90: metropolización y desigualdades”. EURE (Santiago), dic. 2002, vol.28, no.85, p.31-50. ISSN 0250-7161. 275
deben devenir solidarias y responsables por la vida de los sujetos y los barrios. Es en este marco que puede entenderse la constante creación de instituciones no gubernamentales (ONGs, cooperativas, fundaciones, etc.) en los barrios más pobres de los contextos urbanos. Instituciones que constituyen los caminos a través de los cuales los individuos consiguen fondos, planes sociales, micro créditos, subsidios como los caminos alternos para la reproducción. Así, la renuncia a pensar el gobierno como algo total, como gobierno de fragmentos no significa ni la desaparición del Estado, ni la disipación de los mecanismos de gobierno sino más bien las formas que presentan las tecnologías de gobierno en nuestro presente. Este es un punto fundamental para la comprensión y estudio de la biopolítica en nuestras sociedades. Y esto nos lleva al siguiente punto que queremos abordar aquí. Se piensan en su hechura como fragmentos y por tanto se opera sobre fragmentos de formas tal que como actúa el capital financiero si un fragmento se cae el sistema permanece. Aquí creo que puede ser útil ver la reorganización del espacio de la bolsa, pues puede servir de interesante ejemplo. Hasta los años ochenta la bolsa presentaba organización panóptica; en el presente el espacio de la bolsa está organizado en la lógica de islas que se intercomunican en red. Islas que se vuelven fácilmente reemplazables en tanto si una deja de funcionar (y acá no importa el motivo), las otras siguen su curso. Referir a la racionalidad del gobierno de la población en el presente supone entender que nos referimos a un tipo de racionalidad que opera de forma fragmentada y supone que el buen funcionamiento del todo ya no requiere del todo. Esta episteme tiene consecuencias muy precisas en términos de las políticas de vida que se traducen en una suerte de haber quedado librados todos y cada uno de nosotros a nuestra propia suerte. Esta lógica, esta racionalidad, opera creo creando nuevos conceptos, está claro, pero también y quizá más importante, rearticulando viejas críticas en un nuevo marco discursivo. Así nos encontramos, como señalamos, con los discursos de la descentralización, de la participación, de la comundidad y claro está del cooperativismo que se traduce en la gran mayoría de los casos en autogestión de la vida. Esto es gobernarse como si uno se hubiera convertido en la propia empresa, capital humano 277.
2. Gobierno de fragmentos y escolarización de lo liminar
En su curso de fines de los años setenta Foucault anticipándose a los años noventa señalaba: “será pues una especie de población flotante infla y supraliminar, población Por razones de espacio no nos centraremos en las lógicas de cómo se articula la teoría del capital humano en estas cuestiones pero sí queremos resaltar este vínculo central que en el campo de la educación se viene instalando y desarrollando desde fines de los años cincuenta. 277
liminar que constituirá, para una economía que ha renunciado justamente al objetivo del pleno empleo, una reserva constante de mano de obra a la que habrá llegado el caso se podrá recurrir, pero a la que también se podrá devolver a su estatus en caso de necesidad.” (Foucault, Op. Cit., p. 247). Probablemente a esta cita, incluso en su genialidad, tendríamos que hacerle la primera salvedad. Esa población liminar ya no funciona como ejército de reserva, por lo menos no en nuestros territorios. En otras palabras en los años noventa no sólo renunciamos al pleno empleo sino que asistimos a la configuración de una sociedad que asumió que tiene una población que no necesita y que en cierta medida le resulta excedente. En la lógica del gobierno de fragmentos, aquí, creo que podríamos hablar o preguntarnos por las lógicas que presenta el gobierno de lo excedente. Excedente que se plantea como aquello que “sobra” que son los supernumerarios de Castel o la masa marginal de la que habla Nun. Pero también excedente porque justamente es aquello que por ese mismo motivo vuelve, irrumpe, estalla y busca todos los recovecos por los que salir. Si la biopolítica, el hacer vivir y dejar morir, de la que hablaba Foucault implicó fuertemente volver productivos a los cuerpos y la escuela cumplió un papel central en ese proceso, cabe preguntarse con qué nos encontramos en estas escuelas, en estas aulas. Es en este punto que adquiere sentido recurrir a las notas de campo.
Notas de bañados y ciudades hiperdegradadas En el siglo XXI quienes concurren a la escuela en los diferentes territorios hiperdegradados son los hijos de los planes sociales, de las changas, del cartoneo, del comer de lo que se encuentra en la quema 278, desocupados cuyos cuerpos ya no se requieren dóciles, o, por lo menos no en el sentido que lo habían sido en el marco del capitalismo industrial. La población liminar de la que hablaba Foucault devino población abyecta279 : esto es. tanto los sujetos como los barrios constituyen aquellas zonas inhabitables que, sin embargo, están densamente pobladas por quienes no gozan de la jerarquía de los sujetos. Espacios invivibles, modos de existencia abyectos, territorios de vergüenza, egos no empleables que funcionan como frontera que define el territorio de vida y también, como es el caso que nos ocupa, de la escolarización. Estos barrios están poblados por quienes no gozan del status de ciudadanos, quienes muy tardiamente en sus vidas tienen documentos de identidad, que arriban de forma silenciosa a los barrios. La imagen pública de estos espacios los ubica en el límite de lo tolerable y por tanto, de lo que permanece como amenaza para quienes sólo miran la TV. Siguiendo a Kristeva, lo abyecto, nos ubica en límite de lo tolerable, de lo pensable, de lo asimilable y por tanto susceptible a ser arrojado. Es por eso que también deviene perturbador y objeto Quema es el nombre que en el barrio recibe uno de los centro de basura más grandes de la ciudad. 279 Véase: Kristeva, J. Poderes de la perversión, Argentina, Siglo XXI, Catálogos, 1988. Butler, J. Cuerpos que importan. Sobre los límites materiales y discursivos del “sexo”, Argentina, Paidós, 2002. 278
de olvido. Es tan claro que esto es lo que a diario ocurre con la vida en estos espacios que sólo es noticia cuando algún acontecimiento amenaza con atravesar el afuera barrial, cruzar el límite. De otro modo, como la policía que estaciona sus camionetas en la “puerta” de entrada al barrio, los decesos mientras ocurran allende las fronteras no son contables ni contadas. Así, en la sociedad de empresa, en la sociedad que todo lo gerencia, la vida que aparece como el resultado de decisiones, construcciones y elecciones individuales (Rose, 1999; Foucault, 2008) se traduce en los barrios como nos decía un vecino “ queremos vivir… vivir dignamente… nos mudamos porque todo lo que trabajaba se nos iba en el alquiler” . De manera que aquello que en cierta medida es crónica de una muerte anunciada en la vida de los sujetos se presente como elección/decisión de aquello que se está trágicamente destinado a elegir. Recuperando la imagen de Butler, respecto de los procesos de producción del género, la autora señala que esa construcción “opera apelando a medios excluyentes, de modo tal que lo humano se produce no sólo por encima y contra lo inhumano, sino también a través de una serie de forclusiones, de supresiones radicales a través de la que se les niega, estrictamente hablando, la posibilidad de articulación cultural. De ahí a que sea insuficiente sostener que los sujetos humanos son construcciones, pues la construcción de lo humano es una operación diferencial que produce lo más o menos humano, lo inhumano, lo humanamente inconcebible. Estos sitios excluidos, al transformarse en su exterior constitutivo, llegan a limitar lo humano y a constituir una amenaza para tales fronteras, pues indican la persistente posibilidad de derrumbarse y rearticularlas.“ (Op. Cit., p. 26). Probablemente lo abyecto en la escuela se presenta, se produce de modos muy diversos. Abyecto es el afuera escolar, abyecta es la escuela, abyecta es la población. La escuela y, por cierto, gran parte los sujetos se encuentran entre la malla de la prebenda y el clientelismo político; probablemente, porque es la única institución pública que existe en estas zonas. La escuela expresa, de hecho, la forma en que el Estado se hace presente en estos barrios. No sólo porque es una institución de clara regulación estatal sino también porque es en y a través de la escuela que llegan gran parte de los programas oficiales a la población y al barrio (tanto de la cartera educativa como de otras carteras tales como trabajo y desarrollo social). En las escuela se distribuyen zapatillas, cuadernos, hojas y gomas de borrar, planes sociales, así como, becas. En suma, la biopolítica, el hacer vivir y dejar morir, de la que hablaba Foucault implicó fuertemente volver productivos a los cuerpos y la escuela cumplió un papel central en ese proceso. Ahora, con qué nos encontramos en la vida en estas escuelas, en estas aulas, que en el siglo XXI, quienes concurren son tercera o cuarta generación de desocupados cuyos cuerpos ya no se requieren dóciles, o, por lo menos no en el sentido que lo habían sido en el marco del capitalismo industrial. Es aquí donde nos referimos a la formación de la subjetividad donde la configuración territorial también la encontramos en la escuela y no sólo por la falta de presupuesto. El aula no es reticular, los alumnos ya no se sientan uno atrás del otro; las mesas y las sillas son las que hay, las que sobrevivieron. En otras palabras, la distribución y organización del espacio del aula, en cierta medida, es como la del barrio, ocurre de hecho a medida que la gente va llegando se va ubicando donde encuentra un espacio y como puede. Ya
no se trata de la distribución ordenada de los sujetos, sino más bien de un andar que se va haciendo en donde los individuos se van ubicando a medida que van llegando. En el aula, en los patios, en el comedor, en el barrio. En la vida. Los tiempos transcurren del mismo modo, más que aprovechamiento e intensificación del ritmo, más que eficacia y composición cuerpo máquina nos encontramos con el tiempo dilatado, el tiempo eterno, con largos periodos que se suceden unos a otros como si nada pasara. Los alumnos pueden permanecer horas en el aula sin “enterarse” que la hora de clase comenzó, sin abrir la carpeta sentados mirando a través de ventana o escuchando música con su MP3 o celular. La sanción, si es que ocurre, remite a evitar que las cosas se salgan de control. Esto es, ese alumno que estaba sentado callado es sancionado cuando se para y camina, conversa fuerte, etc. De forma que lo que se aprende es a estar, a permanecer, a pasar desapercibido, a dejar que el tiempo pase. La lógica de sanción previa al estallido se presenta como control del desorden, retomando a Feanley 280 como la vigilancia sindrómica. Así, por ejemplo en el patio un chico les pega a unas nenas, a unos nenes, el mismo chico les pega a otros nenes, a otras nenas en el comedor y en la hora de inglés, de música... Esto ocurre por varios días y semanas, hasta que en un momento las nenas se quejan con el maestro, el maestro no sabe qué hacer porque según él mismo lo señala con él se porta bien. Van todos a hablar con la directora, ella les promete que luego de terminar la reunión en la que está va a ir al aula a hablar con el chico, con los maestros, con los compañeros. Pero antes de que la directora hubiera terminado la reunión vienen todos (ahora los docentes) a decirle tenemos que hablar y ver qué hacemos con este chico. La cuestión ya se había salido de control y las nenas, los nenes se habían empezado a defe nder… Al final, se decide que el maestro y la directora van a hablar con este chico y por lo que cuentan después de esa conversación este alumno se calma. Aquí, un cuestión a resaltar, muchas de la escenas que suelen leerse como violencia o mal comportamiento muchas veces obedecen a llamar la atención, a que alguien se ocupe, te mire aunque sea para retarte. De hecho, la escuela es muchas veces caja de resonancia y de escucha. Claro que esta es una de las tantas escenas que ocurren a diario en la escuela. La vida escolar discurre en un constante vaivén y, por supuesto, su administración se parece mucho al malabarismo. Por lo que mucho de lo que ocurre si no alcanza a producir incendio alguno, si nadie grita muy fuerte, ocurre. De alguna manera, en la imposibilidad de ocuparse de todo, la vida escolar se dirime en un vaivén y son los sujetos quienes librados a su propia suerte se deben buscar la forma de sobrevivir. Esta imagen es, creemos, la versión en miniatura del lugar y la relación que se establece entre el Estado y estas zonas abyectas. Mientras que nada estalle, no se salga de control la vida social discurre con absoluta normalidad, hasta que algo, a veces una chispa, produce un estallido y los medios se ocupan de la zona y se produce un pequeño (gran) escándalo. Luego todo vuelve a la normalidad y se tratará de evitar que las cosas se salgan de control. Se trata, justamente, Fearnley, L. “‘From Chaos to Controlled Disorder’: Syndromic Surveillance, Bioweapons, and the Pathological Future”, ARC Working Paper, Nº. 5, March 25, 2005. 280
de la capacidad de controlar la acción de forma tal de evitar que ésta se salga de carril; dirigirla hacia un fin predeterminado. La racionalidad del riesgo funciona en esta dirección. La suerte de la escuela, de quienes allí trabajan, de los estudiantes, de sus familias, queda totalmente dependiente de la voluntad individual y de lo que en la suma de esas voluntades todavía puede hacerse. Ahora, y esto queremos enfatizarlo que la reproducción material y simbólica de la vida, en estos territorios de marginalidad, ésta depende absolutamente de las posibilidades de cada quien. De modo que a diferencia de muchos de los planteos que cuestionan, a través del concepto de resiliencia, la capacidad que tienen estos sujetos de enfrentar las condiciones adversas en que viven, aquí queremos proponer que es, justamente, esa alta capacidad aquella que mantiene al barrio, a la escuela, a docentes y alumnos en pie. Y, probablemente esto es lo que se enseña y aprende todos los días en las formas que asume la vida escolar: arrojados a la propia suerte se trata de hacerse vivir, de autocuidarse, autosalvarse, autoprotegerse, de resistir. Así, más que hacer vivir y dejar morir asistimos a una lógica de la producción de los cuerpos, de la vida que se presenta como dejar vivir y dejar morir. Esto es como gerenciamiento. Los sujetos, los barrios, la tan mentada comunidad devino espacio de gestión del self . En el mundo de las ciudades hiperdegradadas la cuestión es aprender hacerse sobrevivir o a gritar muy fuerte. Ello porque en una sociedad que ha renunciado a pensarse como totalidad el gobierno supone dinámicas que como control del síntoma supone garantizar que las cosas sigan adelante aún cuando un fragmento, una isla, un barrio no consiga hacerlo.
Nuevas lógic as de gobierno de la pobl ación en el siglo XXI: políticas de escolarización en territori os fr agmentados y s egregados 281 Liliana Paredes Introducción
Este texto trata sobre las nuevas formas que asumen las políticas de escolarización en territorios signados por las dinámicas de segregación y fragmentación residencial a partir de la década de 1990 en el área del Gran Buenos Aires. 282 A diferencia de otros estudios que centraron su atención exclusivamente en las características, efectos y factores asociados a la segmentación y la fragmentación de la oferta educativa según el nivel socioeconómico de Este documento es una versión revisada y ajustada de los aspectos desarrollados en la mesa Educación y Biopolítica. 282 El Gran Buenos Aires (GBA) es la denominación genérica utilizada para referir a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y su extensión natural o conurbación sobre la provincia de Buenos Aires, sin constituir en su conjunto una unidad administrativa. 281
los alumnos, aquí se sostiene la necesidad de producir una mirada relacional capaz de revelar una representación más compleja y múltiple del espacio social y físico en el cual y por el cual las instituciones educativas se posicionan de modo desigual y jerárquico. Para abordar estas cuestiones, el artículo está organizado en dos secciones. La primera presenta el contexto histórico y político en el que se originan estudios y análisis de estas nuevas formas de desigualdad educativa en territorios urbanos segregados y librados a su propia suerte. Se exponen aquí los cambios en la forma en que el Estado, desde la década de 1990, interviene y gestiona la vida social. Estos cambios finalmente profundizan los procesos de fragmentación y anarquía en la morfología del territorio y promueven el desarrollo de estrategias a través de las cuales las distintas categorías sociales reproducen de modo diferenciado y desigual sus condiciones de acceso a los bienes y servicios en las distintas regiones del espacio social reificado. En la misma sección, también se recuperan los aportes de los estudios sobre gubernamentalidad 283 con el objeto de comprender las nuevas lógicas en el gobierno de la población que alcanzan, pero también exceden, al ámbito educativo. La segunda sección introduce una visión panorámica sobre la situación sociodemográfica en distintas localidades del Municipio de San Martín en el Gran Buenos Aires considerando dos ejes de análisis: el primero, a partir de indicadores obtenidos del Censo Nacional de Hogares, Población y Vivienda de 2001, describe la “nueva cuestión social y urbana”, que refiere a zonas urbanas en las que se produce la acumulación de desventajas socioeconómicas y ambientales y sus consecuentes efectos de “lugar” en términos de relegación y marginación social; el segundo, incorpora información sobre la localización y conformación de la oferta del nivel medio (cantidad de establecimientos y matrícula por sector, ciclos y modalidades) en el mismo espacio geográfico. Por último, el sistema de información georreferenciada ( mapa escolar ), nos permite observar algunas vinculaciones entre políticas de escolarización, dinámicas de segregación y diferenciación socioespacial, y gobierno de la población en el siglo XXI.
1. El gobi erno de la población a través del gobierno del territori o La magnitud de las transformaciones socioterritoriales de la década de 1990 ha suscitado la reflexión y la atención de distintos actores en Latinoamérica. En el caso argentino, las políticas de gobierno y las agendas de investigación enfocaron su interés en los problemas y las consecuencias que los procesos de globalización y el cambio en el modelo de acumulación del período menemista tuvieron en las distintas esferas sociales del 283
Foucault desarrolla la noción de gubernamentalidad en sus últimos trabajos con el objeto de dar cuenta de la multiplicidad de instituciones, procedimientos, análisis y reflexiones, cálculos y tácticas, que permiten ejercer una nueva tecnología general de poder cuya meta principal es la población y la conducción de la conducta desde el siglo XIX. Véase: Foucault, Michel. “La Gubernamentalidad”, en: Estética, Ética y Hermenéutica. Obras Esenciales: Vol. III, Barcelona, Paidós, 1999.
espacio metropolitano. Estas investigaciones, producidas por distintas disciplinas y agencias, y centradas en intereses específicos, otorgan una visibilidad casi dramática a los complejos procesos de polarización y fragmentación social y espacial, y ponen de relieve no sólo las nuevas formas de aislamiento y autonomía total entre las partes del conjunto urbano (villas miseria y asentamientos, por un lado, y urbanizaciones privadas y emprendimientos inmobiliarios de lujo, por otro) sino también, la creciente separación intragrupal, entendida como proceso de fractalización, que explica el crecimiento de desigualdades entre barrios, incluso entre manzanas, acentuando así las lógicas de división que remiten al viejo conflicto entre la distancia social y la proximidad geográfica (entre ricos y pobres, pero también entre pobres estructurales y nuevos pobres). Estos cambios en la estructura económica y social implicaron un trastrocamiento de las tendencias incluyentes (tendencias que implicaban la presencia de una importante clase media, la mayor formalidad del mercado de trabajo, las oportunidades de integración y ascenso social que generaba el sistema público educativo) y el resquebrajamiento del ideal de progreso y movilidad social. Ambas características habían posicionado al país en un lugar privilegiado en el escenario latinoamericano. Si bien estos procesos previos a la década de 1990 fueron acompañados por una creciente desigualdad social y pobreza urbana (migraciones internas que se asentaron en las zonas periféricas de las grandes ciudades), las políticas de gubernamentalidad se presentaban aún bajo las formas del hacer vivir y dejar morir.284 Producto de la intervención del Estado, la suburbanización del período de posguerra fue protagonizada por los sectores populares. Al respecto, se señala la importancia que tuvieron en este proceso, “los fuertes subsidios que abarataron radicalmente el costo del transporte suburbano nacionalizado en 1947-1948, facilitando de esta manera los desplazamientos cotidianos residencia-trabajo de los trabajadores urbanos y la realización de ‘loteos económicos’ en toda la periferia” ( Torres, Horacio. Cambios socioterritoriales en Buenos Aires durante la década de 1990. Santiago, EURE, mayo 2001, vol.27, no.80, pp.33-56. ISSN 0250-7161). En cambio, las políticas económicas implementadas en nuestro país en la década de 1990 cuyos principales ejes han sido los procesos de privatización, reforma del Estado, apertura, desregulación e integración regional, provocaron una profunda reestructuración social y un cambio drástico con respecto a ese pasado. En el caso de la región del Gran Buenos Ai res, “en prácticamente todos los dominios, las instituciones dejan a grupos enteros de población y a vastas zonas en el desorden y la 284
El gobierno de la población, tal como lo señala Foucault, aparece en el siglo XIX ligado con la configuración del capitalismo moderno. Desde el punto de vista de su configuración y los modos de su funcionamiento, estas sociedades se caracterizaron por la inclusión, integración de cada uno de los individuos en su seno. Esas sociedades decimonónicas necesitaban producir y reproducir la fuerza de trabajo. De modos diferentes, los siglos XIX y XX se caracterizaron por la asignación de lugares a cada individuo en el interior de la sociedad y en sus instituciones que, de modos diversos, cumplían ese papel. La sociedad salarial, aunque profundamente desigual, fue una sociedad de inclusión (Grinberg, Silvia. Educación y poder en el siglo XXI. Pedagogía y gubernamentalidad en las sociedades de gerenciamiento, Argentina, Miño y Dávila, 2008).
inestabilidad, sea a nivel de los servicios educativos, de la salud, del transporte, de los servicios urbanos o de la vivienda. En algunos barrios de la periferia, nada o casi nada funciona ahora. La crisis hizo aparecer con gran claridad la tensión entre la metropolización ‘selectiva’, que busca la excelencia y la participación en las redes mundiales de comando, y la metropolización que aumenta las fracturas internas en el seno de los espacios urbanos. Esta tensión evoluciona al compás del renunciamiento a las formas de regulación estatal del pasado en numerosos dominios.” (Prévôt Schapira, Marie-France. Buenos Aires en los años ‘90: metropolización y desigualdades. Santiago, EURE, diciembre de 2002, vol.28, no.85, p.31-50. ISSN 0250-7161). Este cambio en la forma en que el Estado interviene y gestiona la vida social, junto con la emergencia y afianzamiento de nuevos actores de la sociedad civil que asumen funciones antes monopolizadas por las agencias del gobierno (por ejemplo, la delegación de la gestión del espacio a importantes empresas de servicios privatizadas y a empresas y desarrolladores de negocios inmobiliarios), refuerzan los procesos de cuarteado 285 y anarquía en la morfología del territorio. La transformación de la estructura social y económica tuvo su correlato en el espacio físico: a los procesos de polarización y fragmentación socioeconómica, siguió una nueva dinámica socioespacial que se tradujo en una territorialidad exacerbada que puso en entredicho formas de urbanización del pasado. El interés por comprender estos procesos dio lugar al desarrollo y la difusión de los estudios referidos a la segregación residencial. Según la definición proporcionada por Sabatini, Cáceres y Cerdá 286, se entiende por segregación residencial al grado de proximidad espacial o de aglomeración territorial de las familias pertenecientes a un mismo grupo social, sea que éste se defina en términos étnicos, etarios, de preferencias religiosas o socioeconómicas. Este estudio focaliza la segregación residencial socioeconómica (SRS), ya que su definición remite a situaciones de marginalidad social (se vive “en los márgenes”) y no de exclusión soc ial, entendida como la completa separación de la vida social instituida, lo que equivaldría a pensar en la lógica del ghetto. Esta clave de interpretación proveniente del enfoque relacional propuesto en este trabajo, nos permitirá comprender, por ejemplo, la dinámica que envuelve a las escuelas según estén próximas o lejanas a la villa y diferenciarla de la que se plasma en las escuelas que están en la villa. En síntesis, estos estudios cobran particular interés y dinamismo en la región cuando es posible observar en un mismo territorio, a escasos metros de distancia, dos formas distintas y extremas de habitar y construir el espacio urbano. Respecto de este fenómeno y a partir del estudio de las transformaciones ocurridas en el Gran Buenos Aires desde la década de 1990, Cicolella señala: "La ciudad se fractura Ciudad cuarteada o “ciudad en capas” son conceptos desarrollados por Herbert Marcuse con el objeto de comprender la forma que adoptan los quiebres inter e intra-clase en la geografía social de la ciudad posfordista, donde se construye un escenario polarizado y jerarquizado en términos de centros valorizados y periferias desposeídas. 286 Véase: Sabatini, F., Cáceres, G., y Cerdá, J. “La segregación residencial en las principales ciudades chilenas”, en Revista EURE, vol. 27, Nº 82. 2001. 285
en sectores, barrios o municipios no rentables, abandonados a su suerte, y en fragmentos urbanos modernos, globalizados, especializados y competitivos" (Cicolella, Pablo. «Grandes inversiones y dinámicas metropolitanas. Buenos Aires: ¿ciudad global o ciudad dual?», AA.VV. Seminario: El nuevo milenio y lo urbano, Instituto de Investigaciones Gino Germani, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires, 1999). En el caso del Partido 287 de General San Martín, Municipio del Gran Buenos Aires en el que tiene lugar nuestro proyecto de investigación, encontramos las marcas de este proceso de diferenciación, ya que se observa cómo surgen distintas estrategias de territorialización y de gubernamentalidad, donde los sectores más empobrecidos deben procurarse sus condiciones de vida y de producción de la vivienda, mientras que los sectores altos y medios encuentran en el mercado inmobiliario los productos necesarios para satisfacer sus demandas. Este proceso generó impactos no solo en la fisonomía de la región metropolitana, sino en el núcleo mismo de las relaciones sociales que se entretejen en y sobre el espacio urbano. En este trabajo partimos del supuesto de que la concentración socioespacial de desventajas da lugar a una pobreza cualitativamente distinta a la experimentada en décadas anteriores (Saraví, Gonzalo. De la pobreza a la exclusión. Continuidades y rupturas de la cuestión social en América Latina. Argentina: Prometeo, 2007) lo cual, a su vez, tiene serias consecuencias en la constitución de una sociedad cada vez más polarizada y excluyente. Ante la presencia de ámbitos jerarquizados y de emparejamiento selectivo de sociabilidad cabe preguntarse si las investigaciones nacionales que estudiaron los procesos de fragmentación, segmentación y segregación de la oferta educativa lograron comprender las implicancias y los efectos de estos procesos más estructurales. 288 A diferencia de los estudios que centraron su atención exclusivamente en la educación de clases medias y clases medias empobrecidas, de la elites, o la educación de los sectores populares empobrecidos y marginados, aquí se sostiene la necesidad de producir un mirada relacional sobre la oferta educativa, que permita dar cuenta de una representación más compleja y múltiple del espacio social y físico en el cual y por el cual las instituciones educativas están posicionadas de modo diferenciado y desigual. El estudio y análisis de estas nuevas formas de desigualdad educativa en territorios urbanos segregados y librados a su propia suerte, implica comprender que “en el marco de las políticas del workfare289, caracterizadas por la traslación de la responsabilidad hacia las comunidades y los sujetos, las La Provincia de Buenos Aires, Argentina, se divide territorial y administrativamente en 134 municipios denominados constitucionalmente partidos. 288 Un reciente estudio realizado por Agustín Salvia a fines de 2007 concluye que “de acuerdo con los datos presentados, resulta evidente que el factor socio- económico residencial ‘segrega’ en alguna medida las oportunidades de participación y retención escolar de los jóvenes con relativa independencia del capital educativo (de clase) de los hogares a los que pertenecen dichos jóvenes e, incluso, del contexto político- jurisdiccional donde los hogares habiten”. 289 Programa de empleo y capacitación promovido por las agencias de gobierno para crear lugares de trabajo a las personas desocupadas. 287
escuelas y los barrios adquieren contenidos diversos según cómo consigan gerenciarse y gestionar sus propias condiciones de vida. Estas lógicas de transferencia de la responsabilidad de la gestión a la comunidad y a los sujetos, son centrales para comprender los procesos de escolarización en el presente” 290. En este sentido, nuestro estudio se propone identificar la localización (en términos relacionales) y la disposición (en términos de orden y distancias sociales) de los establecimientos educativos de enseñanza media en un municipio del Gran Buenos Aires, y su relación con los procesos y las dinámicas de segregación socioeconómica residencial en las sociedades donde se produce la transformación de las tecnologías de gobierno de la lógica decimonónica del hacer vivir, dejar morir , hacia el eje dejar vivir, dejar morir . En este pasaje, la gestión de las políticas educativas y de los territorios de escolarización supone, por un lado, la producción de estrategias de delegación a autoridades cada vez más específicas y locales y la influencia de agentes y lógicas de acción externos al campo político-administrativo. Por otro, a través del empowerment, traslada las responsabilidades hacia los individuos e instituciones a las que pertenecen (como la dirección provincial, municipios, barrios, ONG, Iglesia, asociaciones comunales, de padres, gremios docentes, etc.) para que asuman y resuelvan sus problemas conforme a las condiciones y recursos de que disponen. Para describir y comprender cómo se yuxtaponen y pliegan las políticas de escolarización a las dinámicas del territorio descriptas más arriba, nos basaremos en los resultados preliminares de una investigación desarrollada entre septiembre de 2007 y agosto de 2008. Con el objeto de describir y caracterizar las dinámicas y los efectos de los procesos de segregación residencial socioeconómica en el Partido de General San Martín, se recurrió a los datos difundidos en un estudio realizado por los geógrafos Adrián Lulita y Gabriel Álvarez ( Alvarez, Gabriel y Lulita, Adrián. “Mapeando el riesgo y la territorialidad en el Partido de San Martín. Metáfora, producción de sentido y escala en la construcción de un mapa”. Ponencia presentada en el Coloquio de Investigaciones Etnográficas “Territorialidad y política”, Centro de Investigaciones Etnográficas, UNSAM, 23 de Septiembre de 2005), quienes conforman el Centro de investigación CEGeo de la Facultad de Humanidades/UNSAM. Estos investigadores produjeron un mapa del riesgo y la vulnerabilidad social en el Partido, a partir de la información provista por la división de Trabajos Especiales de INDEC (Instituto Nacional de Estadística y Censos) correspondiente al Censo Nacional de Hogares, Población y Vivienda de 2001. El estudio trabajó en dos tipos diferentes de extensión geográfica: la fracción y el radio censal; 291 también generó una serie de mapas temáticos que serán parcialmente referenciados en el siguiente apartado. Para el estudio cuantitativo de la conformación de la oferta educativa en el Municipio, se utilizaron datos y series estadísticas proporcionados por la Dirección de Información y 290
291
Grinberg, S. Op. Cit.
Cada uno expresa operacionalmente extensiones territoriales de diferente tamaño pero en interdependencia, un continuo de límites reales difusos (Lulita y Álvarez, Op. cit.).
Estadística de la Dirección General de Cultura y Educación, Provincia de Buenos Aires, y el denominado Mapa Escolar, generado a través del Sistema de Información Georreferenciada. Este sistema permite capturar, guardar, desplegar y analizar información espacial integrada con información educativa, social, económica y demográfica. Se complementó con información distrital, también generada por esta Dirección y disponible en el portal web ABC.
2. Entre la espectacularidad y la sutileza, la diversidad y la homogeneidad. Una visión panorámica de la oferta educativa de nivel m edio en el Partido
Las transformaciones en la estructura social tuvieron su correlato en las transformaciones del espacio urbano, generando una profunda reconfiguración de la región metropolitana. Como señala Prévôt Schapira 292, “Teniendo en cuenta las diferentes temporalidades (económicas, sociales y políticas), conviene analizar las recomposiciones socio-territoriales, algunas de las cuales son ‘espectaculares’ (los grandes proy ectos urbanísticos, o aun la llegada masiva al centro de la Capital, a la caída de la noche, de los cartoneros que vienen a hurgar en la basura) y otras más sutiles (microprivatizaciones, lógicas de diferenciación); pero todas, a su manera, participan de las nuevas disposiciones de los territorios de la ciudad”. En el caso del Partido de General San Martín, Álvarez y Lulita 293 señalan que esta reestructuración “(…) ha producido una serie de transformaciones que por desindustrialización y desempleo, desarticularon una imagen de marca industrialista en otra más asociada hoy a la inseguridad social y civil. La situación ha cambiado hacia un presente de desafiliación y desprotección social y civil que, siempre espacializado, ha redundado y coadyuvado a producir y reproducir una serie de centros y periferias de relegación social que en buena forma han sido heredados inclusive del período fabril. Más asociado al presente, la extensión de la pobreza urbana muestra como signo la desestabilización de los estables, y en situación de mayor aislamiento a los más pobres de las periferias” (el destacado es nuestro). Según datos del Censo Nacional de 2001, sobre 403.000 habitantes, el 11% de la población vivía en hogares con NBI y solo un poco más del 50% poseía cobertura de salud. Los contrastes sociodemográficos existentes en las distintas áreas del partido se observan también en la conformación desigual, diferenciada y jerarquizada de la oferta educativa. Los niños y adolescentes asistentes a escuelas públicas del Partido se encontraban en una situación social claramente desfavorable. Estas distancias generan resultados educativos divergentes.
292 293
Prévôt Schapira . Op. Cit. Álvarez y Lulita. Op. Cit.
Ante este escenario, nos preguntamos: ¿cómo se “traducen” estas dinámicas de segregación en la conformación de la oferta educativa de nivel medio?, ¿existe una proporción similar de escuelas públicas y privadas en las distintas áreas del partido?, ¿dónde se produce la mayor concentración de la oferta?, ¿dónde se produce la mayor dispersión? Las estadísticas presentadas en el Relevamiento Anual del año 2007 permiten dimensionar el nivel medio 294 en función de las unidades educativas que imparten enseñanza en algún ciclo del nivel. 295 Allí se informa que en el Partido existen 78 unidades educativas que brindan Secundaria Básica (Educación General Básica - 3 años de duración) y 59 que brindan educación media y polimodal (Enseñanza Media y Enseñanza Técnica). Como se observa en el siguiente cuadro, casi 6 de cada 10 unidades educativas de la Escuela Secundaria Básica dependen del sector estatal. Las unidades que imparten educación media y polimodal representan el 39% del sector estatal y el 61% del sector privado. Al analizar la distribución de la matrícula, se observa que ella se concentra en el sector estatal, tanto en las unidades educativas que brindan Educación Secundaria Básica como en aquellas que brindan educación media y polimodal (el 61% y el 63%, respectivamente, corresponden al sector estatal). Cabe señalar, que si bien el sector privado concentra más del 61% de la oferta en el nivel medio y/o polimodal, este sector solo absorbe el 37% del total de la matrícula de ese nivel.
Establecimientos ESB Polimodal/
Público
Privado
Alumnos
Público
Privado
78 46 58,97
32 41,03
15.877
9.758 61,5
6.119 38,5
59 23 38,98
36 61,02
19.013 11.957 62,9
7.056 37,1
Durante la década de 1990, el sistema educativo argentino fue objeto de una profunda reestructuración. La Ley Federal de Educación, sancionada en 1993, definió la siguiente estructura para el sistema educativo nacional: Educación Inicial para niños de 3 a 5 años de edad, siendo obligatorio el último año; Educación General Básica, que se desarrolla en 9 años de escolarización obligatorios, divididos en 3 ciclos de 3 años cada uno; este ciclo se inicia a partir de los 6 años; y Educación Polimodal, impartida por instituciones específicas de tres años de duración como mínimo. En el año 1994, la Provincia de Buenos Aires dictó su propia Ley de Provincial de Educación (N° 11.612) y conformaba su estructura recuperando los principios dictados por la Ley Federal sancionada el año anterior, pero respetando sus especificidades. En el año 2007 la provincia sanciona una Nueva Ley de Educación Provincial (Nº 13.688), que redefine el nivel medio como Educación Secundaria de carácter obligatorio, de seis años de duración. 295 Dada la diversidad de niveles y ciclos organizativos del Sistema, la Ley de Educación Nacional, vigente a partir de diciembre de 2006, se propone ordenar el sistema educativo en cuatro niveles y ocho modalidades. A su vez, se estableció que cada provincia tendrá sólo dos opciones para decidir la estructura de los niveles primario y secundario: a) una de seis años para cada uno de ellos o, b) una de siete para el primero y de cinco para el segundo. 294
Media Total
137
69
68
34.890 21.715
13.175
Para intentar responder a las preguntas formuladas, en el siguiente apartado se resumirán los indicadores sociodemográficos que permiten caracterizar las distintas áreas del Partido. La elaboración de un mapa de la cuestión social y urbana del Partido, a partir de datos proporcionados por el último Censo Nacional de Población, permite acceder a una visión panorámica e identificar un patrón de segregación residencial socioeconómica a gran escala, que remite a la clásica configuración de centro-periferia. Paralelamente, se dispone de datos sobre la distribución y disposición geográfica de la oferta en cada área. 296
A. El “fondo” del Partido General San Martín, Provincia de Buenos Aires
Esta región, delimitada por la Autopista Camino del Buen Ayre y la Av. J.M. Rosas (Av. Márquez), está atravesada por las vías del ferrocarril (F.C.B.M. -Trenes de Buenos Aires) y constituye, según los investigadores Lulita y Álvarez, un “continuo socioespacial de homogeneidad y diversidad suficiente, que ofrece claroscuros en la medida que subimos y bajamos la escala (radio o fracción) . De todas maneras, por la fuerte homogeneidad de los valores de sus indicadores sociodemográficos las hemos agrupado en una clase o región.” En el área se identifican importantes y numerosos asentamientos y villas: Cárcova, Curita, Hidalgo, Loma Hermosa, Independencia y Costa Esperanza. Esta región se presenta como la más aislada y relegada del Partido. Como señalan los investigadores Álvarez y Lulita, “El capital espacial con el que cuentan sus pobladores es mínimo, por falta de servicios cloacales, agua potable, luz eléctrica, recolección de basura, absoluta precariedad de la vivienda, entramado de calles, establecimientos educativos, esparcimiento, espacios verdes, desagües pluviales y todo otro elemento de las sociedades y ciudad centrales. A lo que debe sumarse, por lo mismo, la discriminación por lugar de residencia, la inexistencia de medios de transporte cercanos y la evitación de interacción con otros socialmente diferentes”. En el caso de Villa Cárcova, las marcas que diferencian este espacio están relacionadas con las lógicas de la desposesión y relegación: calles de barro, construcciones de chapa y madera, trazado irregular de las calles, espacios verdes de Las tablas que se presentan en la siguiente sección fueron construidas considerando dos fuentes principales: la división del Municipio en fracciones censales definidas por el INDEC y la división geopolítica que ofrece la Dirección de Cultura y Educación (Mapa web ABC). Esto explica que la suma de establecimientos de las áreas supere el número total del distrito. Asimismo, la denominación de las cuatro áreas estudiadas, en algunos casos, incluye espacios correspondientes a una localidad contigua. 296
recreación que conviven con montículos de basura, y una persistente cortina de humo en las esquinas o rincones próximos a las casillas. En la villa, los recién llegados, se van instalando en la zona del “fondo, lindante con curso del Río Reconquista”. El “zanjón” – para los locales – es un importante curso de agua contaminada que rodea a la villa. Estas condiciones socioambientales desfavorables contribuyen a la reproducción ampliada del aislamiento de los más pobres y a incrementar las distancias sociales respecto de otros espacios físicos y sociales. Las tres fracciones censales poseen entre el 25% y más del 30% de su población entre 0 a 13 años, y similares valores para el intervalo 14 a 29 años. Es una de las áreas más jóvenes y posee el mayor número y proporción de hogares más numerosos del Partido. En el mapa 1 se observa la disposición y conformación de la oferta educativa en el área:
Mapa 1: Oferta educativa del nivel medio común en el “fondo” del Partido
Referencias: CELESTE: Escuela Secundaria Básica Pública AZUL: Escuela Media / Polimodal Pública GRIS: Instituciones privadas del nivel
Fuente: Mapa Escolar, Dirección Provincial de Planeamiento. Dirección de Información y Estadística. Relevamiento Final 2007.
Cuadro 1: Cantidad de establecimientos educativos de nivel medio según s ector
Región: “Fondo”
ESB (ex EGB 3) Pública
Privada
Polimodal Pública
Privada
José León Suárez
11
4
2
5
Loma Hermosa
2
2
1
2
Total
13
6
3
7
Fuente: Elaboración propia sobre los datos presentados en el Mapa Escolar, Dirección Provincial de Planeamiento. Dirección de Información y Estadística. Relevamiento Final 2007.
B. El área Norte: los contrastes de la segregación residencial
La fracción censal Nº 4 y, en menor medida, la Nº 3 son áreas de importante pobreza estructural y territorios de relegación con valores de sus indicadores semejantes al “fondo” del Partido; son localizables en el límite norte aunque más cerca de la Av. Gral. Paz. En la fracción censal Nº 4 se encuentran las villas Las Ranas, Villa Loyola y Villa Melo. Las Ranas, según el aparato judicial y represivo, constituye una de las zonas más peligrosas de la Provincia de Buenos Aires. Algunos viejos habitantes refieren que hace cincuenta años, desapareció el último terreno baldío. Los hornos de ladrillos se fueron apagando y la laguna que se formaba entre los pastizales, se secó por razones desconocidas. En apenas diez manzanas, atravesadas una y otra vez por pasillos de un metro de ancho, se instalaron nueve mil personas. Según los resultados de un precenso, en enero de 2005 ya existían 1.327 viviendas precarias. Lulita y Álvarez señalan que en estas localidades “la mano izquierda del Estado, en tanto infraestructuras y medios de consumo colectivo, solo aparece visible a través de algunas obras (canalizaciones, autopistas y basurales) que no tienen significación para sus habitantes más cercanos, solamente efectos útiles a otras escalas ”. Estas villas son lindantes con los Municipios de San Isidro y Vicente López, dos de los más ricos de la provincia de Buenos Aires. El cuadro 2 muestra la disposición y conformación de la oferta educativa en el área:
Cuadro 2: Cantidad de establecimientos educativos de nivel m edio según sector
Región Norte
ESB Pública
Villa Ballester
1
Polimodal Privada
Pública
Privada
Villa Maipú
1
Zagala
1
Villa Concepción
1
Total
4
1
1
Fuente: Elaboración propia sobre los datos presentados en el Mapa Escolar, Dirección Provincial de Planeamiento. Dirección de Información y Estadística. Relevamiento Final 2007.
Mapa 2: Oferta educativa del nivel medio común en el área Norte
Referencias:
CELESTE: Escuela Secundaria Básica Pública AZUL: Escuela Media / Polimodal Pública GRIS: Instituciones privadas
Fuente: Mapa Escolar, Dirección Provincial de Planeamiento. Dirección de Información y Estadística. Relevamiento Final 2007.
C. El área Sur: la “desestabilización de los estables”
Se trata de localidades que están dispuestas cerca de la Avenida General Paz, límite entre la Capital y la Provincia de Buenos Aires. Una importante proporción de este territorio es el más antiguo del Municipio. Según los indicadores, la situación social en esta área, si bien heterogénea, presenta importantes valores críticos ligados a la pobreza estructural (NBI). La segregación urbana es importante en el caso de las villas 9 de julio y La 18, de densidad
poblacional considerable (la proporción por fracción de niños y jóvenes en esta región corresponde también, aunque en menor medida, a las más altas del Municipio), y produce una “desestabilización de los estables” localizados más cerca del centro. Entre estos últimos, la proporción de viviendas con mejor calidad de materiales es mayor que en la zona del fondo del Partido y son menores los indicadores asociados a pobreza estructural y muy importantes los que sugieren desocupación y carencia de cobertura de salud. La pobreza estructural responde al tipo periférico, y emerge una nueva pobreza en áreas de urbanización consolidada, donde se destaca la presencia de organizaciones de fomento, tradicionalistas, educativas, militares e industriales y con condiciones históricas probablemente mejores. En el cuadro 3 se observa la disposición y conformación de la oferta educativa en el área:
Cuadro 3: Cantidad de establecimientos educativos de nivel m edio según sector Región Sur
ESB
Polimodal
Pública
Privada
Pública
Billinghurst
2
1
1
Villa Ballester
2
1
Villa Bonich
1
1
Villa Libertad
1
1
San Martín
1
2
Total
7
6
Privada
1 3
4 2
4
7
Fuente: Elaboración propia sobre los datos presentados en el Mapa Escolar, Dirección Provincial de Planeamiento. Dirección de Información y Estadística. Relevamiento Final 2007.
En síntesis, en las regiones descriptas existen tres características: a) una clara concentración de grupos sociales similares debido a la segregación residencial socioeconómica; b) desestabilización de los estables en áreas donde se observa una importante incidencia de la desocupación y la falta de cobertura de salud y c) una significativa cantidad de pequeños focos de pobres urbanos en hogares cuyos indicadores sociodemográficos, con similares valores críticos, marcan una acumulación de desventajas socioeconómicas importantes. Estos se extienden en islotes por áreas donde predominaban solo los sectores medios hasta la década de 1990.
D. El centro: la concentración territorial del desarrollo socioeconómico
Mapa de las fracciones censales que conforman el Centro del Partido (izquierda) y Mapa de villas y asentamientos (derecha en color rojo). Fuente: ALVAREZ, Gabriel y LULITA, Adrián. Op. Cit..
El “corazón de San Martín”, como suele identificarse a las localidades agrupadas en esta zona, es habitado predominantemente por sectores de clase media y media - alta. Sus indicadores sociodemográficos la asemejan a las áreas más desarrolladas del Norte del AMBA (Área Metropolitana de Buenos Aires), en cuanto a paisaje urbano y condiciones de vida. El cuadro 4 muestra la disposición y conformación de la oferta educativa en el área:
Cuadro 4: Cantidad de establecimientos educativos de nivel medio según sector
Región Centro
ESB
Polimodal
Pública
Privada
Pública
Privada
San Martín
5
1
6
6
Villa Ballester
9
12
5
12
San Andrés
2
2
1
3
Villa Maipú
2
1
Villa Lynch
1
1
1
1
Total
19
17
13
23
1
Mapa 3: Oferta educativa del nivel medio común en el área central
Referencias:
CELESTE: Escuela Secundaria Básica Pública AZUL: Escuela Media / Polimodal Pública GRIS: Instituciones privadas
Fuente: Mapa Escolar, Dirección Provincial de Planeamiento. Dirección de Información y Estadística. Relevamiento Final 2007.
El estudio de las distintas áreas de General San Martín, desarrollado por Álvarez y Lulita, concluye que “se ha observado para el Partido la herencia espacial de una
disposición centro-periferia que se mantiene desde al menos hace cuarenta años. Solo que ahora, con índices que en las áreas de mayor segregación residencial alcanzan valores semejantes a las áreas más subdesarrolladas del Conurbano. Como rasgo singular, sucede que a muy escasa distancia geográfica pueden encontrarse áreas de desarrollo similares a las áreas norte del AMBA y Ciudad de Buenos Aires con imágenes importantes de polarización –y fragmentación – social. La desocupación (un indicador de precariedad laboral) y la falta de cobertura de salud alcanzan, entre los más aislados y vulnerados, porcentajes del 70% al 90%, en algunos radios”.
Síntesis y observaciones a partir de la visión panorámica del Partido
Al recopilar la información de las distintas áreas del Municipio, hemos visto que la localización y proporción de establecimientos de educación media es la siguiente:
El sector privado presenta el mayor porcentaje de servicios de educación Polimodal/Media (61%) en el Partido. Sin embargo, la localización y disposición de estos establecimientos es significativamente dispar en todas las áreas. La proporción de establecimientos privados es menor en el caso de la ESB (41%), pero la localización y la disposición de estos establecimientos indica la misma tendencia que el Polimodal. El sector público concentra la mayor cantidad de alumnos en los dos ciclos de la Escuela Media. No obstante, como pudo observarse en los cuadros y mapas, la localización de las instituciones también establece una clara diferenciación en términos de distribución y acceso de los alumnos a la oferta educativa. La “mancha educativa” presenta una clara concentración de establecimientos en los límites del área identificada como el centro del Partido. Más precisamente, en las localidades de San Martín y el centro de Villa Ballester. La dispersión se produce hacia el Norte y el Sur y, de modo más acentuado, hacia el “fondo” del Partido. En José León Suárez y Villa Hermosa, el “fondo” del Partido, resulta escasa la presencia de instituciones educativas públicas y privadas, particularmente de Educación Polimodal / Media, si se considera el perfil sociodemográfico del área, donde las tres fracciones censales poseen más del 60 % de la población con edades inferiores a los 30 años (ver mapa 1). Esta última observación, también es válida para la zona norte del Partido. La fracción censal 4 en la zona norte del Municipio, que concentra tres importantes villas con una importante población joven (el 25%, de 0 a 14 años), solo presenta una escuela estatal para cada ciclo y no existen servicios educativos privados. En suma, los datos contemplados para las distintas áreas del Municipio muestran claramente los efectos de la segregación residencial socioeconómica en los modos de inscripción de la oferta educativa de nivel medio, tal como se presenta conformada y
dispuesta en el espacio social reificado 297. En una ciudad en la que la brecha entre ricos y pobres también es exacerbada, el espacio físico traduce esta inercia que inmoviliza a los sectores más empobrecidos y encadena a los efectos de lugar. El carácter territorial de la oferta refuerza esta tendencia a la desigualdad y exclusión socioeducativa mediante la conformación de circuitos de escolarización segmentados y jerarquizados, donde un importante número de adolescentes y jóvenes de los sectores populares contarán con escasas oportunidades de apropiarse de la oferta educativa del nivel, ya sea por lógica gubernamental que determina la distribución física del servicio (políticas de escolarización en territorio), o bien por no contar con el capital suficiente (en sus distintas dimensiones) que les permita acortar la distancia que los separa o los aísla del centro, y que también los separa de otras categorías sociales más próximas. Como sostiene Tenti Fanfani (Tenti Fanfani, Emilio. La escuela y la nueva cuestión social. Argentina: Siglo XXI, 2007.) “Mientras las élites tradicionales o modernas escolarizan a sus hijos en colegios de jornada completa y con una oferta curricular bilingüe al mismo tiempo más rica y más variada en contenidos, los sectores populares tienden a frecuentar instituciones con mayores carencias en términos de infraestructura, oferta curricular y recursos en general”. En líneas generales, se podría sintetizar este estudio señalando que, si bien la oferta educativa de nivel medio se ha extendido y diversificado (las reformas sucesivas del nivel han intentado dar respuesta a los problemas de exclusión socioeducativa), su localización y disposición en el territorio está atravesada por las dinámicas de segregación residencial socioeconómica y por las nuevas lógicas de gubernamentalidad en el siglo XXI. Cada vez más las escuelas, tanto como los barrios en los que están emplazadas, quedan envueltas en las lógicas de la segregación territorial en un clima de época que interpela a los sujetos a asumir una dosis importante de responsabilidad y autonomía para elegir y decidir con libertad (debido a la delegación selectiva del Estado de sus funciones de integración y regulación de la vida social) las mejores o posibles alternativas sobre su proyecto de vida en el marco restringido y parcelario de la comunidad. Como sostiene Rose, “En el nivel de la gubernamentalidad –en el sentido en que esta palabra fue usada por Foucault: las deliberaciones, las estrategias, las tácticas y los dispositivos utilizados por las autoridades para crear y actuar sobre una población y sus componentes, de modo de asegurar su bien y evitar su mal –, parece que estuviéramos asistiendo a la emergencia de un rango de racionalidades y de técnicas que tratan de gobernar sin gobernar a la sociedad.” 298. La perspectiva relacional adoptada por este estudio intentó establecer ciertas continuidades y discontinuidades en cuanto a la localización de las instituciones educativas y la información estadística referida a la cuestión urbana y social del Partido. Referimos a continuidades para señalar que a mayores niveles de segregación residencial 297
Véase: Bourdieu, Pierre. La miseria del mundo, Argentina, FCE, 1993.
Rose, Nikolas. “¿La muerte de lo social?: Re-configuración del territorio de gobierno”. Rev. argent. sociol. [online]. 2007, vol.5, n.8 [citado 2008-10-15], pp. 113-152. Disponible en: http://www.scielo.org.ar/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1669-2482007000100008&lng=es&nrm=iso>. ISSN 1669-3248. 298
socioeconómica, las posibilidades de acceso a la estructura de oportunidades que ofrece el sistema educativo de nivel medio son desiguales. Y cuando aludimos a discontinuidades, nos referimos a la forma que asume la fragmentación y la representación más compleja y múltiple del espacio social y físico en el cual y por el cual las instituciones educativas están posicionadas y situadas de modo diferenciado y desigual.
Biopolítica y tiempo escolar. La consistencia del tiempo en escuelas ubicadas en contextos de extrema pobreza urbana. Maximiliano Burllaile y Gabriela Orlando Escenarios y tiempos escolares. A modo de presentación
El presente trabajo refiere a la vida de escuelas primarias y secundarias emplazadas en contextos de extrema pobreza urbana, especialmente en lo que respecta a los tiempos, a su consistencia y –por qué no- también a su dilución. Desde la perspectiva de los estudios sobre la gubernamentalidad (en el sentido propuesto por Michel Foucault), entendemos que las formas que asume el uso del tiempo en esas escuelas forman parte de las tácticas y estrategias de conducción y autoconducción y como tales, también son expresión de relaciones de poder y prácticas de subjetivación. En este texto nos introducimos en la intersección escuela-barrios para describir algunas de las cuestiones vinculadas con los modos en que se organizan las escuelas y las relaciones que se establecen entre quienes forman parte de su vida cotidiana: docentes y estudiantes, poniendo estas situaciones en tensión con la cuestión de los tiempos escolares, de sus usos. Usos del tiempo que –sostenemos- se encuentran estrechamente vinculados entre sí y con el contexto; esto es, las formas que asume el tiempo no quedan desligadas de los escenarios en que se producen, escenarios signados por la marginalidad, la segmentación del territorio y, con ello, en el marco de las sociedades de gerenciamiento e incluso en lo que Wacquant, designa como “negligencia maligna” en correlato con los desplazamientos producidos desde fines de siglo XX en el papel benefactor del Estado 299.
299
Antes de proseguir, una advertencia: lo expresado en este trabajo lejos está de cargar todas las tintas en los docentes y menos aún en la escuela. Por el contrario, lo pretendido es brindar una aproximación de algunos de los resultados obtenidos a lo largo del estudio de campo y enmarcar la información recabada en la perspectiva de una analítica de gobierno el que, en términos de Grinberg, Silvia (El mundo del trabajo en la escuela. Buenos Aires, Jorge Baudino Editores, 2004) “…refiere a las estrategias, finalidades, pensamientos y conflictos que en un momento determinado definen el núcleo problemático de la conducción y la autoconducción”.
Biopolítica, gubernamentalidad y escuela en contextos urbanos de extrema pobreza Referir a la educación en términos de biopolítica supone –para nosotros- articular las políticas de escolarización y sus dinámicas con la vida humana. Más específicamente, hemos decidido estudiar la interrelación entre esas políticas y las vidas de los sujetos que componen la trama escolar; los vínculos que esos sujetos, principalmente docentes y estudiantes, establecen entre sí… mediados por el tiempo, por sus concepciones sobre el tiempo y las formas que asumen esos tiempos en la escuela. Relaciones, vínculos y situaciones no naturales –aunque con frecuencia naturalizadas-; prácticas de subjetivación atravesadas por relaciones de poder. A este respecto, entendemos con Grinberg 300 que se trata de políticas de escolarización. En cuanto políticas, referimos a aquellas “(…) formas heterogéneas, difusas, contradictorias, yuxtapuestas que, en el presente, se articulan en el gobierno de la población y que, justamente, por este motivo, sólo son captables en estado fragmentario. Se presentan como un rompecabezas difícil de armar al que siempre le va a faltar una pieza, como historia viva, como historia en curso (…)”. Decir políticas de escolarización representa aquí, referir a aquellas que emergen, se generan en los pliegues, en las intersecciones de las escuelas y los barrios; suponen, desde allí, dinámicas no exentas de contradicciones y tensiones. En territorios urbanos emplazados en la extrema pobreza, la vida –y también los vínculos del Estado con la escuela y con el barrio, con sus actores, sus pobladores, sus protagonistas- asumen dinámicas propias, lógicas particulares sobre las que nos interesa, aquí, indagar. Referir, entonces, a la educación en relación con la biopolítica significa poner de relieve las vinculaciones del poder con las vidas de quienes habitan en esos espacios urbanos en los que, por sus condiciones ambientales, se hace difícil vivir; territorios, según Davis 301 “hiperdegradados”. Biopolítica, poder que se hace cargo de la vida, y de su gestión; que desde fines de siglo XX asume nuevas formas, tendientes a la autorregulación. Digámoslo en términos de gubernamentalidad; con Foucault la definimos como “(…) conjunto de prácticas a través de las cuales se pueden constituir, definir, organizar, instrumentalizar, las estrategias que los individuos en su libertad pueden establecer unos en relación a otros. Individuos libres que intentan controlar, determinar, delimitar la libertad de los otros, y para hacerlo disponen de ciertos instrumentos para gobernarlos (…) la noción de gubernamentalidad permite, me parece, poner de relieve la libertad del sujeto y la relación a los otros, es decir, aquello que constituye la materialidad misma de la ética.” 302
300
Grinberg, Silvia. Entre la escuela y el barrio: políticas y territorios de escolarización en José León Suárez, Mimeo. 2008, p. 2. 301 Davis, M. Planeta de ciudades miseria, Madrid, Foca, 2008. 302 Foucault, M. En Grinberg, Silvia. Educación y poder en el siglo XXI. Gubernamentalidad y pedagogía en las sociedades de gerenciamiento, Buenos Aires, Miño y Dávila Editores, 2008, p. 54.
En una sociedad que deviene gerencial, las lógicas de gobierno tienden a estimular la autoconducción, la autogestión de las conductas. En este declive del papel protector del Estado, lo que no significa su desaparición, las poblaciones que se ven más afectadas son las que representan para ese Estado -que se hace mínimo, que procura hacerse cada vez más pequeño y eficiente- un gasto. Las instituciones públicas y los sujetos quedan librados a su propia suerte. Y en territorios de extrema pobreza, en que las desventajas se acumulan 303, si lo que se pretende es reducir los gastos, no generarlos, lo que queda es el desamparo. ¿Cómo llamar, si no como desamparo, la presencia de la escuela como una de las pocas –cuando no la única- institución pública que queda en pie dentro de las villas y los barrios pobres del Conurbano? ¿Cómo denominar, si no fuera desamparo, la cantidad de problemas que día a día docentes y estudiantes afrontan solos, en esas escuelas? Desamparo, sujetos librados a su propia suerte, formas de ejercicio del poder y del gobierno que dejan marcas en los cuerpos de las personas 304. Biopolítica, sí, pero un tanto trastocada: generalmente, se refiere a ella bajo la lógica del hacer vivir y dejar morir; nosotros entendemos aquí, que en estos territorios segregados, se trata más de un dejar vivir, pero también un dejar morir 305; la exacerbación del laissez faire es la lógica con que se gobiernan estos territorios. Escuelas, docentes y estudiantes dejados a la deriva, quedan así signados por la responsabilidad sobre sus propias vidas. Y en ello se juegan, también, sus tiempos. Es en estos conceptos que se inscribe nuestro análisis sobre la vida escolar en territorios cuya nota característica es la extrema pobreza. Nuestros casos de referencia pueden dar cuenta de ello. Fruto de las sucesivas crisis vividas en Argentina, la zona que rodea a la Ciudad de Buenos Aires, conocida como Conurbano Bonaerense, es un territorio que puede ser caracterizado por un poblamiento creciente, y por la proliferación, especialmente desde los ’90, de lo que suele conocerse como asentamientos, villas de emergencia, o simplemente, villas. Esto no significa que esos terrenos estuvieran despoblados antes de esas fechas; pero con el crecimiento de la desocupación y el agravamiento de las crisis sociales y económicas, su población aumentó vertiginosamente. Y, a pesar de que son expresiones cotidianas, aún hoy nos resulta llamativo escuchar a algunos de sus habitantes referir a esos espacios marcando un antes y un después de los ’90. Así, a partir de esos años parece haber comenzado un proceso que todavía no estaría concluido. En los relatos de la gente del lugar esos terrenos habrían pasado –de espacios libres respecto de los que se resalta una imagen casi bucólica- a ser zonas muy urbanizadas. A este respecto, uno de sus habitantes rememora, casi con nostalgia, aquellas épocas pasadas en que todo eso era un totoral, y agrega: “se arruinó con la urbanización”. Claro es que, según narran también los vecinos del lugar, esta urbanización no supondría una exhaustiva planificación que involucre Wacquant, Loïc. Los condenados de la ciudad. Guetos, Estado y periferias. Avellaneda, Siglo Veintiuno editores, 2007. 304 Foucault, Michel. En Grinberg, Silvia. Op. cit., 2008. 305 Grinberg, Silvia. Op. cit., 2008. 303
distribución de espacios para viviendas con otros para recreación, educación, etc. Más bien pareciera que son resultado de la creciente reducción –insistimos, no desaparicióndel Estado, con su subsecuente recorte de planes sociales; y también de la renuncia del Estado al pleno empleo, con la consiguiente reducción de los sectores proletarios y la generación de sujetos que podríamos denominar con Wacquant 306 como desproletarizados. Renuncias ambas que contribuyeron al acrecentamiento de la desocupación (que tiende a hacerse crónica) de vastos sectores de la población y, con ello, al crecimiento de las desigualdades sociales. Despojadas incluso hasta de sus magros salarios, desamparadas por el Estado, libradas a su propia suerte, las personas –muchas personas, que en términos económicos habían perdido casi todo- se trasladaron hacia estos terrenos, muchas veces inundados, otras veces lagunas rellenas con basura, o aún basurales; terrenos en los que se hace difícil pensar que vivir es posible, fueron ocupados unas veces paulatinamente, en otros casos –y según narran los mismos vecinos- de un día para el otro. Los nuevos pobladores se sumaron, así, a aquellos que ya eran sus habitantes, y progresivamente, día a día, fueron perdiendo la esperanza de vivir sólo transitoriamente en esos lugares. Territorios segregados que, a partir de los procesos de creciente desocupación y crisis socioeconómica que ha vivido nuestro país, además de ver ampliarse con creces su población, quedan sumidos en la extrema pobreza. Segmentación, fragmentación, que se percibe en los territorios y en los cuerpos, en las vidas de los sujetos, en las tramas institucionales a las que dan forma, en los usos del tiempo que ellos hacen, en las formas en que se vive la temporalidad. Formas de usar y vivir el tiempo, los tiempos, que hemos definido como lentas, cansinas, dilatadas, diluidas. En los barrios a los que nos referimos la vida parece transcurrir, sin apuros… Así, la gente hace largas colas, que frecuentemente se extienden desde temprano en la mañana hasta la tarde: frente a los depósitos en que se almacena la comida destinada a proveer a las familias de raciones alimentarias; en la puerta del banco para cobrar los planes sociales; pasan varias horas a la espera de que los médicos los atiendan en la sala de primeros auxilios del barrio -superpoblada cuando no cerrada- a la espera de que un médico, un enfermero o alguien atienda sus dolencias o las de sus hijos. A este respecto, varias cuestiones comienzan a aparecer. En primer lugar, y si proseguimos con la cuestión del tiempo, podemos pensar que aquí, en estos barrios el tiempo, a primera vista, pareciera escaparse de la lógica predominante en el espíritu capitalista, en la que el tiempo se considera productivo. Desde esa lógica que podría resumirse en la frase “tiempo es dinero”, el tiempo es algo que no puede perderse, muy por el contrario, es algo que debe ahorrarse, ganarse y no malgastarse 307. Por el contrario, en estos barrios el tiempo se dilata, se diluye haciendo largas colas para conseguir una caja con alimentos, para ser atendido por un médico, para cobrar un plan 306
Wacquant, L. Op. cit., 2007. Weber, Max. La ética protestante y el espíritu del capitalismo, Madrid, Istmo, 1988. En este sentido Max Weber amplía su visión al r eferirse al “summum bonum” de la ética del capitalismo que es en definitiva la adquisición de dinero y de cada vez más dinero evitando estrictamente todo disfrute ingenuo. Así, pensamos que enunciar que el tiempo es algo que debe ahorrarse, ganarse, acumularse y malgastarse cobra sentido en el marco de la lógica del capitalismo en cuanto y en tanto su finalidad es la adquisición de dinero. Mejor dicho, de cada vez más dinero… 307
social de pocos pesos… Sin embargo, no estamos seguros de que las formas en que se administran los tiempos en los barrios segregados del Conurbano escapen del todo a la lógica del capitalismo. Más bien, pensamos, pueden estar constituyendo las formas que, aún dentro de las lógicas capitalistas, asume el tiempo en relación con el supernumerario y la administración de las vidas de esos sujetos que exceden las posibilidades hasta de ser incorporados al ejército de desocupados de reserva. Si quienes viven en esos barrios constituyen sujetos que difícilmente vayan a ser incorporados al circuito económico formal, si son cuerpos que importan poco, ¿para qué pretender inscribirlos en una lógica de tiempo productivo? En segundo lugar, pero estrechamente relacionado con lo primero, pensamos que en estos contextos de desplazamiento –reiteramos, no desaparición- del Estado en lo que atañe a sus responsabilidades sociales, mudan las lógicas que se configuran en la sociedad. Dan cuenta de ello los procesos de traslado de responsabilidades a los ámbitos locales e incluso a los sujetos, que se expresan en la deriva de las instituciones, en el desamparo de ellas y –por ende- de quienes construyen su trama. Esto es lo que denominamos, con Grinberg 308 como sociedades de gerenciamiento. En ellas, los individuos, o a lo sumo las comunidades e instituciones locales, se van haciendo responsables por sus propias vidas en nombre de la autonomía y del empoderamiento. Y, como dijimos, las escuelas, como instituciones emplazadas en la intersección con el barrio, no quedan ajenas a estos procesos. En lo que a políticas de escolarización se refiere, a todo lo antes narrado se suma una serie de situaciones entre las que pueden contarse las sucesivas reformas del sistema educativo, de la estructura de la escolarización, de los lineamientos curriculares, sin la consecuente preparación de los docentes, sin consulta y en los últimos años casi hasta sin aviso. Reformas vertiginosas y de implementación apresurada, afectan de manera desigual a las escuelas; dejando a aquéllas ubicadas en contextos de extrema pobreza aún más relegadas. Para estas escuelas, las dificultades se agudizan, y ello puede percibirse en el estado del mobiliario escolar, en la casi inexistencia de mantenimiento de la infraestructura edilicia, y mucho menos, de adecuación a las expresiones de deseo contenidas en los documentos producidos por el Ministerio. Situaciones todas ellas que de ordinario los actores suelen identificar en el marco de la denominada retirada del Estado; aquí se propone que forman parte de lo que Wacquant 309 establece como negligencia maligna. Procesos y lógicas que involucran desde allí, toda una serie de momentos donde – entendemos- ocurre una suerte de naturalización del sinnúmero de situaciones que caracterizan el “vivir” y “hacer” de y en la escuela en un emplazamiento urbano marginal. Nos interesa aquí la vida y el hacer de la escuela en torno del tiempo, las concepciones que respecto de él tienen los sujetos que construyen su trama. Lo que, en términos de
308 309
Grinberg, S. Op. cit., 2008. Wacquant, L. Op. cit., 2007.
Escolano 310 se expresa como modalidad de los tiempos sociales. A este respecto, pensamos que todas aquellas situaciones suscitadas en lo que configura la vida cotidiana en la escuela y de la cual derivan modos definidos de actuación y reflexión, no escapan al cuadro general del gobierno, en el sentido que Dean lo define: “...una actividad más o menos calculada y racional, emprendido por múltiples autoridades y agencias, empleando una variedad de técnicas y formas de conocimientos, que busca formar básicamente a través de nuestros deseos, aspiraciones, intereses y creencias, cambiando fines y con una serie diversa de relativamente imprescindibles consecuencias, efectos y resultados” 311. Es posible, entonces, someter la parsimonia, la lentitud que se manifiesta en la vida cotidiana escolar, a un análisis desde la perspectiva de la gubernamentalidad propuesta por Foucault 312. Así, las situaciones vividas por sus protagonistas como naturales –aunque en realidad nosotros no consideremos que lo sean- de letargo y de quietud en la ejecución de las acciones en los docentes y alumnos pueden ser vinculadas a “... aquellas prácticas que permiten a los individuos efectuar, por cuenta propia o con ayuda de otros, cierto número de operaciones sobre su cuerpo y su alma, pensamientos, conducta, o cualquier forma de ser, obteniendo así una transformación de sí mismos con el fin de alcanzar cierto grado de felicidad, pureza, sabiduría o inmortalidad” 313. Sobre la consistencia del t iempo… El tiempo, en cuanto a sus modos y usos, se configura en una de las características distintivas de la vida escolar en algunas escuelas emplazadas en un contexto urbano de extrema pobreza. Afirmación que se sustenta, no en el deber ser de la escuela sino, por el contrario, en su devenir diario. Es decir, en la sucesión de acontecimientos que se suscitan en el amplio abanico del vivir y hacer la escuela en un emplazamiento urbano marginal. Por cierto, aunque asume formas particulares en las escuelas en cuestión, el tiempo no es materia exclusiva de ellas, sino que aparece como una de las variables que atraviesa a todas las instituciones. Referimos, aquí, al tiempo, pero no para hablar sobre su naturaleza, es decir, no tanto para preguntarnos ¿qué es el tiempo? La clásica fórmula de San Agustín nos aparta de tamaña pretensión: “… ¿Quién podrá explicar con claridad y concisión lo que es el tiempo? ¿Quién podrá comprender en su pensamiento para poder luego decir sobre él una palabra? Y sin embargo, nada en nuestro lenguaje nos es tan conocido y familiar como él; entendemos muy bien lo que decimos o lo que nos dicen hablando del tiempo. Pero, ¿qué es él en sí? Cuando nadie me lo pregunta, lo sé; pero si me lo preguntan y quiero explicarlo, no lo sé…” 314 No obstante, en este trabajo el análisis 310
Escolano, B. Tiempos y espacios para la escuela. Ensayos históricos, Madrid, Editorial Biblioteca Nueva, 2000. 311 Dean, M. Governamentality. Power and rule in modern Society , London, Sage publications, 1999, p. 11. 312 Foucault, Michel. “La gubernamentalidad”. En Alvarez Uría, F. y Varela, J. Espacios de Poder: Genealogía del Poder , Madrid, La Piqueta, 1991. 313 Foucault, Michel. Tecnologías del yo y otros textos afines, España, Paidós/I.C.E-U.A.B, 2000, p. 269. 314 San Agustín. Las confesiones, Bs. As., San Pablo, 1990.
gira en torno de las formas o modos en que el tiempo se expresa y vive en el marco de la vida escolar. Algunos de los interrogantes que emergen a lo largo de este análisis: ¿cuáles son las formas que asume el tiempo en las escuelas a las que referimos? ¿En qué términos se toma en cuenta, se vive, se experiencia el tiempo en esas escuelas? En este sentido, como primera aproximación, la escuela no queda al margen del marco original de la modernidad. Más aún, asume dichas características por configurarse, tal como es conocida, en la modernidad 315. El tiempo (y por cierto, la forma que asume su racionalización) no sólo son características típicas de la escuela moderna, sino también de la vida moderna. En términos de Harvey “tiempo y espacio son dos categorías básicas de la existencia humana…” 316 y sin embargo raramente se ponen en cuestión las formas que asume. Al hacer referencia al tiempo, Levine menciona a sus diversos significados “… desde lo que pasa hasta lo que dura (…) in cluyendo, por qué no, el tiempo que hace. Y ni hablar del tiempo que pasa y deja huellas que, pomposamente, llamamos envejecimiento. Por último, también hay otro tiempo: el del lado de adentro, que tiene que ver con el desarrollo de los organismos, la memoria de hechos recientes o lejanos, la percepción subjetiva y los acontecimientos cíclicos de los ritmos biológicos” 317. Ahora bien, en términos analíticos, sería posible que distinguiéramos entre un tiempo general y un tiempo particular; en este caso, el escolar, que constituye una modalidad de los tiempos sociales –y, por tanto, hecho de cultura- (Escolano, 2000). Partir de esta distinción supone establecer que, al referirse al tiempo, no es posible hacerlo en términos unívocos. En este sentido, Harvey 318 nos advierte sobre la articulación de diferentes sentidos del tiempo en la modernidad. En ese abanico de sentidos, uno sobre el cual nos interesa centrarnos es, en términos de Levine, el tiempo de los acontecimientos; según este último autor, “…cuando predom ina el tiempo de los acontecimientos, las actividades determinan el horario. Los acontecimientos comienzan y terminan, por mutuo consenso, los participantes sienten que la hora es la adecuada…” 319. A esta altura, el tiempo de los acontecimientos se torna central para nosotros pues consideramos que la expresión “…la hora de…” se enmarca en él. Es decir, no es el reloj lo que predomina, sino la actividad. Sí, hay un tiempo para el almuerzo, para el ingreso a la escuela, para el recreo, entre otros numerosos ejemplos, pero los mismos no se corresponden con el cronómetro o con lo que Levine distingue como el tiempo reloj 320. Grinberg, Silvia. Op. cit., 2004. Harvey, D. La condición de la posmodernidad. Investigación sobre los orígenes del cambio cultural, Bs. As., Amorrortu, 1998, p. 2. 317 Levine, R. Una geografía del tiempo. O cómo cada cultura percibe el tiempo de manera un poquito diferente, Bs. As., Siglo XXI, 2006, p. 14. 318 Harvey, D. Op. cit., 1998. 319 El autor distingue el tiempo de los acontecimientos y el tiempo del reloj. A ambos los engloba en lo que define como ritmo de vida: “…es el fluir o el movimiento del tiempo tal como la gente lo experimenta...” En Levine, Op. Cit., 2006. 320 Levine lo describe como aquél donde es el horario del reloj el que gobierna cuándo comienza o finaliza una actividad. En Levine, Ibid. 315
316
Así, lo que comienza a tomar forma es lo que aquí denominamos consistencia del tiempo. En ese marco cobra relevancia la duración y, con ella, el tiempo en que transcurre un suceso, entre el comienzo y el fin de la hora de… Un ritmo de vida parsimo nioso En el transcurso de la investigación, a través de nuestros trabajos de campo, una de las notas distintivas y que atraviesan a la vida escolar es la parsimonia o lentitud, en cuanto al desarrollo pausado en la ejecución de la acción. En las numerosas visitas realizadas a la escuela, la lentitud al borde de la quietud, fue una constante; y la misma, lejana de aparecer como un atributo positivo. Es decir, distante de una conducta enérgica, animosa, dispuesta para la acción. La parsimonia y la lentitud, en el marco del tiempo de los acontecimientos y con él del tiempo escolar, constituyen uno de los modos característicos que en el tiempo se expresa el vivir y hacer la escuela. Es decir, lo que configura la vida escolar en una escuela emplazada en un contexto urbano marginal. A esta altura, lo que se intenta es describir algunas de las formas que acompañan al despliegue de una conducta lenta. De este modo, el ingreso a la escuela, el traslado de los estudiantes desde el patio al aula y la constitución de un nuevo curso son los momentos que hemos elegido para describir las notas de parsimonia y lentitud – devenidas naturales para muchos de los sujetos que forman parte del entramado escolary como tales, expresión de las relaciones de poder y prácticas de subjetivación 321.
a- Para entrar no hay apuro. La entrada a la escuela se encuentra entre los sucesos atravesados por la lentitud. Nuestros ingresos estuvieron marcados, la mayor parte de las veces por un tiempo ralentizado, casi como un ritual. Esta situación se reiteró en cada una de nuestras visitas. En el acceso de entrada a la escuela la reja sólo estaba cerrada, sin gente cercana a ella. Había que esperar a que alguien apareciera, mirara hacia el portón... Un letargo anunciado. “Una auxiliar de cocina, a lo lejos, advierte nuestra presencia. Llama a quien tiene las llaves para abrir: - ¡Maríaaaaaa!!!!” Y sí, a esperar… A lo lejos, al final de la galerí a, aparecía María. Sí, a seguir esperando… Un andar cansino caracterizaba su marcha. Claro… “Bien, ¡si acá no pasa nada!” 322. Y la extensa, casi interminable galería que exigía una larga espiración hasta al fin llegar a la verja. En definitiva, al llegar a la escuela había que esperar, no que abrierann la puerta, sino hasta que abrieran la puerta.
b- El tiempo de las filas. Inicio de clases en un día típico. A medida que ingresa a la escuela, cada maestro firma en el registro diario de asistencia… De a uno p or vez se Los siguientes registros de observación fueron posibles a partir de nuestros estudios de campo. En nuestro intento por preservar la identidad de las personas que contribuyeron a nuestra investigación se optó por reemplazar sus nombres reales por otros de fantasía. 322 Palabras de María. En Burllaile, Maximiliano. Registro de campo. Mimeo. 16-05-06. 321
dirigen a la mesa, cercana a la entrada y frente a la dirección donde siempre está el registro. No hay prisa, la marcha es lenta. Toman su lapicera, abren el registro, buscan su apellido, firman y finalmente cierran el registro. Al instante otro maestro repite la acción. Mientras tanto, los chicos van llegando a la escuela; atraviesan el portón abierto, se ubican en algún lugar del patio y esperan. Pocos se encuentran sin guardapolvo, muchos con él, ya no en impecable blanco, sino percudidos. Estamos en septiembre, transcurrieron ya seis meses desde el comienzo de las clases. Todos con zapatillas y pantalones de gimnasia. El horario en que comienza el ritual del saludo no siempre es puntual. Cada docente se va posicionando, de a poco, frente a un grupo de alumnos. No forman filas en sentido estricto: unos pocos se ubican frente a cada docente; otros permanecen estáticos, dispersos en la multitud. Quietos y en espera. El tiempo sigue su marcha. Silencio y quietud, hasta que el saludo irrumpe. La directora, la vicedirectora o alguno de los maestros con el previo acuerdo de los pares, da la bienvenida. Este día es el turno de una integrante del equipo pedagógico: “-Bue-nas-tar-des-se-ño-ri-ta-Es-te-fa-ní-a. Una vez efectuado el saludo, los maestros de a uno por vez emprendieron su marcha hacia el salón respectivo con sus alumnos detrás” 323. Todo es realizado lentamente. El ingreso a la escuela de maestros y estudiantes, el saludo, el traslado a las aulas… Luego del retiro de los demás, Pedro, maestro de 3er año y sus alumnos permanecen un tiempo en el patio. Los alumnos suman el total de doce: seis varones y las mujeres otro tanto. Sus miradas puestas en Pedro. Miradas en juego. Seriedad en los gestos sin emitir palabra. Pedro muestra una seria afectación en su rostro, con severo semblante, sus brazos cruzados. Caminando hacia atrás, con su mirada fija en los alumnos emprenden la marcha hacia el aula con notable lentitud. Cada paso, cada gesto es remarcado. Los chicos siguen el ritmo de su paso, con atención y tensión en su andar; y sobre todo: silencio. El silencio persiste. Cabezas gachas en algunos de los alumnos. Movimientos de cejas y señalamiento con los dedos. La fila se detiene frente a la puerta del salón; con baldosa de por medio de distancia, cuerpos erguidos, manos fuera de bolsillos, brazos pegados al torso los alumnos se disponen a entrar al aula. Una aprobación: pulgar hacia arriba. ¿Una satisfacción?, la sonrisa del alumno. ¿Un aprendizaje? Filas y más filas, tal vez en relación con un futuro de vida en un futuro en que éstas se suceden unas tras otras. El tiempo transcurrido entre el saludo de bienvenida y el efectivo ingreso al aula es central. La permanencia en el patio, el intervalo junto a la puerta del salón y, finalmente, el ingreso al aula constituyen momentos atravesados por denominadores comunes: la exageración en los gestos (el paso de los niños, los movimientos del rostro…), silencio (no se emite palabra alguna, solo algún susurro inicial entre dos de los últimos varones de la hilera y Pedro con serio talante) y lentitud. La permanencia en el patio da cuenta de aquello que puede estar por venir: un letargo incesante. El intervalo junto a la puerta del aula, como intermedio desde el patio al ingreso definitivo al salón, no es más que otra instancia de permanencia.
323
En Burllaile, Maximiliano. Registro de campo. Mimeo. 29-09-06. Pág. 8.
c- El tiempo de la demora o la demora en el tiempo. La conformación del nuevo séptimo año en el turno tarde es otra de las notas salientes en nuestro estudio de campo. La creación del nuevo curso constituye otra de las situaciones atravesadas por la lentitud. La decisión de su creación, relata la directora del establecimiento, fue tomada tiempo después de iniciado el ciclo lectivo, en el mes de abril, en acuerdo con la inspectora del distrito, dado que existían numerosos alumnos que no podía asistir a la escuela por la mañana debido a que “cartonean” por la noche 324. En otros términos, se estaría frente a recuperadores urbanos que recolectan de manera informal residuos reciclables 325. Pero en la escuela, los docentes hablan de alumnos cartoneros. Según los relatos obtenidos, estos niños salen por las noches a recolectar residuos sólidos con sus padres y una vez vueltos a su casa continúan clasificándolos. Por consiguiente, los chicos se acuestan tarde y a la mañana se les hace imposible levantarse porque están cansados. En esta zona, dada la cercanía con el CEAMSE326, muchas familias combinan esa actividad con la recolección de alimentos y electrodomésticos que otros -familias, supermercados, empresas productoras- desechan como basura. Así, el cartoneo y la concurrencia al CEAMSE, se constituyen en algunas de las estrategias de manutención de la vida en estos territorios segregados. En este escenario, la lentitud escolar va cobrando forma: a través de la demora en el nombramiento de los profesores (para el mes de mayo sólo el profesor del área de ciencias sociales había sido designado, el curso “se estaba armando” y “la planta docente aún no estaba conformada” ); de los cambios en dichos nombramientos (en junio, el profesor de ciencias sociales ya no era el mismo: los módulos habían sido cubiertos por otro profesor); en las inasistencias rotundas de algunos alumnos incluidos en ese curso y las asistencias esporádicas de otros por motivos laborales o familiares; en las esperas a los profesores que llegan tarde 327; en las actitudes explícitas e implícitas que invitan a los En Argentina, se denomina “cartoneo” a la recolección de resi duos sólidos, frecuentemente papeles y cartones, pero también plásticos y otros materiales en desuso, efectuada generalmente por trabajadores (adultos y niños) con un alto nivel de informalidad. Muchas personas de los sectores populares de las grandes ciudades obtienen recursos económicos a partir de este trabajo. Así, el “cartoneo” resulta una actividad que muchas veces ocupa a familias completas como labor y estrategia de vida. 325 Gutierrez, P. “Recuperadores urbanos de materiales reciclables”. En Mallimaci, F. y Salvia, A. Los nuevos rostros de la marginalidad. La supervivencia de los desplazados, Bs. As., Instituto Gino Germani-Editorial Biblos, 2005. 326 CEAMSE (Coordinación Ecológica Área Metropolitana Sociedad del Estado) Consiste en una empresa de gestión de los residuos sólidos urbanos, mediante la aplicación del método de relleno sanitario e implementando políticas de reducción, minimización y reciclaje de los residuos que provienen del área metropolitana de Buenos Aires, Ciudad de Buenos Aires y Conurbano Bonaerense. 327 Un profesor, esperado durante 40 minutos por sus alumnos y directivo, expresa: “Disculpe Mirta. Perdí el tren. En mi estado (por su obesidad), no estoy en condic iones de correrlo…” (pág. 9, reg. 17-06) 324
chicos a retirarse de la escuela ante la inexistencia de alguien que se ubique al frente del aula a enseñar algo 328… Tiempo, espera… en definitiva, lentitud en la con formación efectiva del nuevo 7mo año. Dilaciones que permiten preguntarnos: nuevo 7mo: ¿estás ahí? Ante esta pregunta, la respuesta encontrada es “… tirando. Todavía se está formando…” 329. Esto nos hace pensar, casi absurdamente, si aquél todavía, como adverbio de tiempo, lo es en su pleno sentido; es decir, hasta un momento determinado desde tiempo anterior. O bien, por tiempo indefinido. Nos lleva a reflexionar, también, sobre cuáles son las concepciones de sobre la educación en sectores sociales desprotegidos. Una de las posibles respuestas emerge en palabras del profesor, único docente designado en su cargo hacia junio: “ Sólo tenemos el Área de Ciencias Sociales pero al menos, tres veces a la semana pueden venir. Los lunes, miércoles y viernes…” 330. Por lo menos tres veces por semana los alumnos “cartoneros” van a poder venir a la escuela. Palabras que sugieren un “peor es nada”… ¿Resignación, desidia, desamparo? En los términos de Wacquant ¿no estaremos acaso frente a una malignidad negligente, congruente con el proceso de la comúnmente denominada “retirada” del Estado, que no es lo mismo que ausencia de conducción o ausencia de gobierno? Dilaciones en la constitución de un curso que no son las únicas que hemos observado en las formas que asume el tiempo en las escuelas a las que referimos. A poco de comenzar las clases, otra institución educativa de la zona aún tenía su patio semidestruido. Transitar por ese sector suponía detenerse cada día para pensar por dónde era posible hacerlo. Ni que hablar de proponerse realizar allí actividades físicas o, simplemente, vivir un recreo. Los albañiles continuaron trabajando, y el patio hoy está casi terminado, pero para eso hubo que esperar 7 meses… y mientras tanto, el patio inutilizado, los alumnos con sus recreos en el pasillo o dentro de los salones… En este sentido pensamos cómo las dificultades y la incertidumbre se acrecientan para las escuelas emplazadas en zonas urbano-marginales; en ellas el desamparo y la negligencia se expresan casi hasta puntos que podríamos considerar absurdos: ¿cómo es posible que se proyecte una reparación edilicia y los materiales para la concreción de las mismas no alcancen? Más todavía, ¿cómo es posible que la obra en ejecución se interrumpa –o aún se extienda- por tiempos indeterminados? Como se observa: es posible… Y aquí, pensamos, el letargo y la lentitud en la ejecución de una acción, entran en juego. ¿O será que este letargo y lentitud constituyen más notas de la denominada por Wacquant como negligencia maligna? A modo de conclusión: los usos del ti empo bajo una analític a del g obierno Hemos visto, hasta aquí, algunas de las formas que va tomando el tiempo en las escuelas. Escuelas que no quedan desvinculadas de los barrios en que se encuentran emplazadas; pensamos, por tanto, que los usos y consistencia del tiempo en la escuela, Cuando falta algún docente, son los mismos preceptores o directivos quienes proponen, especialmente a los alumnos de mayor edad, que se retiren del establecimiento argumentando que no hay quien “los cuide” o que no hay quien pueda encargarse de la enseñanza durante ese lapso de tiempo. 329 Burllaile, Maximiliano. Registros de campo. Mimeo, 17-06-06. 330 Burllaile, Maximiliano. Registros de campo. Mimeo, 16-05-06. p. 2. 328
se encuentran en estrecho correlato con aquellos usos y formas que el tiempo asume en los barrios. El cuadro general del gobierno proporciona, en los términos enunciados, una posible línea de análisis. La relevancia de la cuestión radica en tanto y en cuanto, “...el gobierno abarca no sólo cómo nosotros ejercemos autoridad sobre otros, o cómo gobernamos entidades abstractas tales como estados y poblaciones, sino también cómo nos gobernamos a nosotros mi smos”331. Lo dicho hasta aquí se encuentra en estrecha relación con el concepto de gubernamentalidad en cuanto al ya mencionado conjunto de prácticas a través de las cuales se pueden constituir, definir, organizar, instrumentalizar las estrategias que los individuos pueden establecer unos en relación a otros. En este sentido, pensamos que los modos particulares que el tiempo asume en escuelas emplazadas en contextos de extrema pobreza urbana están íntimamente relacionados con las prácticas de gobierno típicas del liberalismo avanzado 332; es en esas nuevas configuraciones del territorio y del gobierno, donde los sujetos, -sujetos en la operatoria biopolítica de dejar vivir y dejar morir- quedan librados a su propia suerte y las nuevas formas de ejercicio del po der dejan sus huellas… en el desamparo de las instituciones ubicadas en esos territorios, de los sujetos que conforman su trama, de quienes día a día viven en esos barrios… En este sentido, las marcas producidas por estas formas de ejercicio del poder se ponen de manifiesto, por ejemplo, a través de la repetida expresión: “¡La cosa es así, no se puede hacer nada!”. Frase que determina modos definidos de actuación y reflexión (¡No se puede hacer nada!, y su correspondiente acto: no hacer). Algo similar sucede en cuanto a las formas y usos del tiempo: el letargo, la lentitud constituyen también efectos del poder, de las prácticas de gobierno sobre las poblaciones que habitan territorios signados por la extrema pobreza. Desde una perspectiva biopolítica, podemos pensar, que “...se han tomado todas las medidas para garantizar la permanencia de su exclusión” 333 . Medidas que adquieren su forma en el “nada pasa” como atmósfera apagada donde el aire cansino atraviesa el vivir y hacer de la escuela con su más áspero correlato, la exclusión. Nada pasa, y cuando pasa, pasa lento… Y todo ello, la dilación de las agencias encargadas de arreglar el patio, la demora para constituir un nuevo curso, para que ese curso tenga sus docentes dando clases, las dilaciones y lentitud de los sujetos singulares –pensamos- se enmarcan en la denominada negligencia maligna, en la falta de cuidado, de aplicación, por parte de los poderes públicos 334. Los sujetos involucrados –y no hablamos solo de los alumnos, sino también de directivos, docentes, familiares- quedan a la deriva ante esas situaciones. Y si no consiguen resolverlas con sus propios y escasos recursos, el tiempo se alarga, se hace indefinidamente extenso, ganan la incertidumbre, el desamparo, y la quietud. Con Salvia, podemos leer también esas dilaciones en el tiempo como formas de “...alejar del campo político ciudadano la lucha por una mayor justicia y equidad distributiva para trasladar el conflicto al espacio privado o comunitario” 335. Las dilaciones
Dean, M. Op. cit., 1999, p. 12. Rose, Nikolas. “¿La muerte de lo social? Re-configuración del territorio de gobi erno”. Revista argentina de sociología, Año 5, Nº 8, pp. 111-150, Buenos Aires: Miño y Dávila, 2007. 333 Bauman, Zygmunt. Vidas desperdiciadas. La modernidad y sus parias. Bs. As., Paidós, 2005; p. 104. 334 A este respecto, Wacquant advierte que la actitud de negligencia maligna de los poderes públicos es lo que explica el aumento de la miseria y la exclusión. 335 Salvia, Agustín. “Crisis del empleo y nueva marginalidad: el papel de las economías de la pobreza en tiempos de cambio social”. En Mallimaci, F. y S alvia, A., Los nuevos rostros de la 331
332
en el tiempo, hasta el punto en que se naturalizan y se llega a pensar que las cosas son así y no se pueden modificar, pueden dar cuenta de efectos conservadores tendientes al deterioro de las relaciones sociales y laborales y, con ello, a la desafiliación 336 de vastos sectores de población. Para finalizar, quisiéramos retomar en este texto las conceptualizaciones de Levine. En términos sociales, el tiempo del reloj cobra sentido en el marco de la creciente industrialización, a partir de la revolución industrial. Entonces, “…cuando pr edomina el reloj, el tiempo se convierte en una mercancía valiosa (…) como aconsejó Ben Franklin una vez: recuerden que el tiempo es dinero…”. Pero ¿quién necesita el tiempo del reloj cuando los sujetos están desproletarizados, cuando sus perspectivas a futuro no son las del empleo –ya ni hablar de estable? ¿Quién necesita el tiempo del reloj en situaciones de marginación y abandono, en las que el tiempo parece no valer oro ni dinero? ¿Quién necesita el reloj cuando desde las agencias de gobierno se piensa en estas poblaciones en términos de individuos que tienen todo el tiempo que perder? Tal vez prueba de ello sean las largas colas que tienen que hacer para conseguir mes a mes la comida que les alcanzará a lo sumo para una semana (para seguir haciendo una analítica del tiempo), para acceder a mínimos y míseros planes sociales, para llevar a sus hijos al médico, etc. En definitiva, ¿qué sentido puede adquirir el tiempo reloj para el supernumerario 337, para la masa de seres humanos que ya no resultan ocupables en la matriz del actual capitalismo? Recordemos, para concluir, que para la actual política pública los marginados o excluidos son objeto de atención cuando representan un riesgo cierto de desorden. Si no implican peligro –si el riesgo no se sospecha- que el tiempo se diluya, que el “no se puede hacer nada” esté naturalizado, que la vida se consuma y cómo la consuman estas poblaciones, parece importar poco a un Estado que se muestra como malignamente negligente. En este sentido, como expresa Wacquant, “.. .en todos lados, las elites estatales y los expertos en políticas públicas están marcadamente preocupados por impedir o contener los «desórdenes» que se preparan dentro y en torno de los enclaves en expansión, de declinación y abandono urbanos” 338.
marginalidad. La supervivencia de los desplazados, Bs. As., Instituto Gino Germani-Editorial Biblos, 2005. p. 35. 336 Castel, Robert. Las metamorfosis de la cuestión social: una crónica del salariad, . Buenos Aires, Paidós, 1997. 337 Castel, R. Op. cit., 1997. 338 Wacquant, L. Op. cit., 2007. p. 170.
La educación en el l iberalismo autorit ario, la mercantili zación como estrategia de control Juan González López
“Lo primero es haber evitado que medidas dañinas para la educación y la libertad fueran incorporadas permanentemente en nuestras leyes. Se ha aclarado que el lucro no se relaciona con la calidad, y que prohibirlo sólo desmotiva a las personas que quieren emprender en esta área y recibir a cambio una compensación por ese esfuerzo. (Cristian Larroulet, El Mercurio 25 de noviembre 2007)”
Introducción Hace unos días miraba una publicidad que vendía cursos de ruso. Pensé en ese momento ¿Quién quiere aprender ruso hoy en día?, quizás un curso de chino pero no de ruso: claro el reciente tratado de libre comercio con China sí podía hacer que los chilenos quisieran cursos de Chino, los viajes y potenciales negocios en oriente hacían de esta formación un negocio rentable. ¿Qué negocio hay en ofrecer cursos de ruso hoy en Chile? Ese fue mi primer pensamiento. Cuando el colectivo donde iba avanzó, descubrí que era una publicidad de Vodka; claro el Vodka sí te hacia querer hablar ruso, ya entendía la publicidad, había otras razones que un potencial negocio con los rusos. Me quedé pensando en esa lógica, primero, que todo lo que se hace hoy en Chile se hace porque es buen negocio, porque da un mínimo de utilidad; segundo, qué cosas harían que algo que aparentemente no es una mercancía rentable, pueda de un momento a otro comenzar a ser un buen negocio. Por ejemplo en el caso de la educación. ¿A quién se le ocurriría vender educación? ¿Que era lo que hacia que la educación fuera un buen negocio? ¿Qué hizo que la educación fuera un buen negocio en Chile y que hoy mucha gente haya naturalizado esto? ¿Qué desea la gente que compra educación?
Estas pregunta guiarán esta reflexión sobre educación pública, en el marco de un país donde es lícito lucrar con fondos públicos destinados a la educación, y en donde la libertad de empresa y de enseñanza, están consagradas en la constitución de la República, por sobre el derecho a la educación y otros derechos sociales. 339 El debate sobre la libertad de enseñanza en Chile y el acuerdo en defensa de la actual escuela privada El debate sobre la libertad de enseñanza se remonta, en Chile, a principios del siglo XX, la iglesia, representada por el partido conservador ya no ostentaba la conducción política del Estado, en ese entonces en manos de la naciente oligarquía liberal. Esta última veía en la escuela la institución que empujaría a la población chilena hacia el progreso económico y científico. Este era el horizonte, que la política educacional de masas haría posible. Los grupos ultramontanos reaccionaban contra el autoritarismo progresista, protegían su parcela ideológica y el control sobre una de las bases constituyentes del Estado: la escuela pública. Ya lo advertía Valentín Letelier, en su discurso ante sus correligionarios, sobre el Estado y la Educación Nacional; él señalaba que un Estado no puede ceder a ningún otro poder social la dirección superior de la enseñanza pública, agregaba, que gobernar era educar y que todo buen sistema de política es un verdadero sistema de educación, así como todo sistema general de educación es un verdadero sistema político.340 Por eso se cuidaba de la iglesia y su afán educativo; agregab a “cuando ellos piden libertad de enseñanza, no tratan de conferir al hombre un nuevo estado de derecho… lo que pretenden es que no enseñe el Estado, para que enseñe sólo la teocracia”. 341 Esta disputa aparentemente hoy parece estar superada, una nueva alianza liberalconservadora ha encontrado un punto de acuerdo, en el debate nacional por la calidad de la educación, pretendiendo cerrar la discusión que agitó a la ciudadanía el año pasado. La “nueva derecha educativa” chilena, más fundamentalista que sus pa res internacionales, instaló un discurso sustentado en una amalgama vario pinta de diversos intereses. 342 La cúpula eclesiástica, y la elite progresista (hoy representada en el Estado En la actual Constitución en los artículos 19 al 21 se señalan los derechos y cuáles poseen garantía constitucional, no siendo el caso del derecho a la educación, el cual no posee esta garantía al igual que otros derechos sociales. El año 2006, en el contexto del movimiento secundario, la presidenta Bachelet mandó un proyecto para modificar la constitución en este aspecto. La propuesta fue rechazada en el parlamento a instancias de la derecha parlamentaria y con votos de la coalición gobernante. Ver el proyecto en http://www.opech.cl/bibliografico/doc_movest/indicacion_constitucional.pdf 340 Letelier Valentín, La lucha por la Cultura, Chile, 1895. 341 Ibíd. p. 2. 342 Se entiende como derecha educativa, siguiendo a Jane Kenway, al grupo de presión por la escuela privada que articula una alianza de facciones de clase (obreros de clase media, empresarios, la iglesia, etc.) que se ha articulado por instalar un discurso hegemónico en apoyo a reformas conservadoras en lo valórico y mercantilizantes en lo económico para las políticas 339
por la tecnocracia liberal), parecen tener mínimos comunes; conformando un bloque táctico (en sentido gramsciano) que ha logrado congeniar discursos diferentes o incluso contradictorios dentro de la misma estrategia de poder. La libertad de enseñaza es el significante sobre el cual se ha establecido el acuerdo. Esta, totalmente resignificada, resguarda la libertad de los padres de elegir escuelas y por otro la libertad del dueño de la escuela para resguardar su propio (particular) proyecto educativo, es decir, el funcionamiento de la demanda y oferta educativa. El mercado ha sido el lugar de confluencia de dos sectores en histórica disputa. Los liberales reconocieron en el mercado una herramienta para la promoción del progreso, son los “alumnos” más aventajados de la zona en la aplicación de las políticas promercado. 343 La elite conservadora tomó la iniciativa e hicieron del capital financiero su principal lugar de influencia. La clase dominante ha logrado prescindir de la totalidad de la estructura burocrática del estado, para, mediante los amarres legales instalados en la dictadura, mantener dispositivos de control en distintos puntos de la totalidad social. Este elemento es fundamental para entender, cómo es que en Chile la provisión educativa puede dar utilidades y a su vez gobernabilidad. 344
Masific ación de la escuela pri vada 1982 -2005 El estado desarrollista subió la cobertura educativa, sostenidamente desde el año 1925 hasta su interrupción violenta el año 1973. Un ejemplo, al año 1982 la matrícula registra 100.000 alumnos menos que en 1974. 345 Se demandaban más escuelas y el estado llevaba años restándose de la provisión educativa. Desde 1982 hasta el 1990 comienza a extenderse la cobertura. Al menos comienza a crecer más rápido que la población en edad escolar. Subsidios y otro tipo de ventajas para profesores exonerados aceleran la conformación de una oferta dependiente económicamente de la provisión educativa. Pequeñas escuelas, algunas “paradójicamente” en galpones de ex fábricas quebradas en la crisis del 82, son las que acogen a la masa desescolarizada. Los niños llegaban a establecimientos sin dirección pedagógica, con bajos sueldos a sus profesores, sólo educativas. Para ver más sobre el concepto de derecha educativa en: Kenway, Jane. “La Educación y el Discurso Político de la Nueva Derecha” en: Ball, S. J. (editor). Foucault y la Educación, Editorial Morata, España, 1993. 343 Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos: Revisión de Políticas Nacionales de Educación: Chile. Paris, OCDE, 2004. 344 “el capital financiero no fabrica mercancías como lo hace el capital industrial, sino que fabrica mundos (...) mundos de signos a través de la publicidad y la cultura de masas (...) estos signos / imágenes son invariablemente portadoras del mensaje de que existirían paraíso que están en este mundo y que algunos tendrán el privilegio de habitar”. Suely Rolnik entrevista del Colectivo Situaciones. Enero del 2006 en http://www.oestrangeiro.net/esquizoanalise/110-entrevista-asuely-rolnik (visitado: 22/12/2009 15:30) 345 CENDA. Reforma Educación: Elementos para Un Programa de Reconstrucción del Sistema Nacional de Educación Pública, año 2006. En: www.cep.cl/Cenda/Cen_Documentos/.../Educacion_Programa.doc
concentrados en horas clase, orientados por lo mínimo y la voluntad de aquel docente que veía en la gestión de una escuela la continuidad de su labor profesional. 346 Paralelamente a esto el clima comunicacional y la especialización del mercado laboral comenzaba ya a proponer a la educación (o al estar en instituciones de educación) como la única herramienta que permitía subsistir a la competencia instalada por las reformas neoliberales. El deseo de educación se confundía con el instinto de subsistencia; aspecto fundamental para la resignificación de la misma, educarse o morir. Con este marco cultural-ideológico a su favor, una segunda oleada de ofertantes ingresó al sistema de subvención educativa partir del año 1993. 347 Ese año el gobierno democrático hace uno de tantos reconocimientos a la libertad; “reconoció” la libertad de los padres para complementar la labor que la escuela hacía por sus hijos y aportar 10, 20, hasta 50.000 pesos más a la subvención que el estado entregaba al sostenedor educacional. 348 El FICOM, lograba seducir a otros actores que podían otorgar mayor solidez a la oferta educativa privada. Desde ese momento comienza un alza de los establecimientos particulares subvencionados llegando a ocupar un 42% de la matrícula total, al año 2005. El sector municipal (que bajó del 78% del 1982 a 48, 4% al 2005) comenzó a ver como emigraban sus estudiantes más disciplinados al sector particular. Este sector era mejor evaluado por la racionalidad económica de los estándares, que desconociendo las desigualdades de origen sacralizaba la gestión particular; sin mayor evidencia. 349
En entrevistas realizadas por el autor en el marco de la investigación “Propiedad de los establecimientos particulares subvencionada en la Región Metropolitana” representantes de l a CONACEP (el gremio de sostenedores educacionales más grande después de la iglesia), al ser consultados sobre la precaria condición de los sostenedores de principios de los años 80; recordaron una escuela llamada “de la señora Ramírez”, pequeña pero que lograban buenos resultados. Ellos explicaban esto, por el compromiso de la sostenedora que estaba todo el día en la escuela y tenía un proyecto educativo y de vida en torno a su escuela. Esto lo veían como algo extraordinario, una excepción en el gremio. Más sobre el cuasimercado educativo en Chile Ver: Almonacid, C. “Un Cuasimercado Educacional: La Escuela Privada Subvencionada en Chile”. En Revista de Educación. n. 333, 2004, pp. 165-196. En ww.opech.cl/.../UnCuasimercadoEducacionalLaEscuelaPrivada_Almonacid.pdf 347 El año 1993, en pleno gobierno de la Concertación, cuando la cartera de educación estaba a cargo del entonces ministro Jorge Arrate se permite que los sostenedores puedan cobrar a los padres un monto adicional a la subvención, lo que se conoce c omo “financiamiento compartido”. 348 La Ley Orgánica Constitucional de Enseñanza, tal como lo hace la Ley General de Educación consagra como responsabilidad de los padres en forma primordial el proveer educación a los niños. El Estado solo actúa como colaborador en esa misión informando sobre la oferta educativa existente. Así se constituye un estado subsidiario y no garante de la educación, y se sienta las bases jurídicas del proceso de articulación de la demanda necesaria para la existencia de un mercado educativo. 349 Ya el año 2004 surge la investigación de Redondo y colbs, la que desmiente el mito respecto a que la educación particular es más eficiente que la privada. Las escuelas particulares 346
La competencia por recursos entre las escuelas municipales y particulares, las termina igualando en objetivos: la subvención. La racionalidad de lo (económico) mínimo las gobierna. Ambas falsean listas de asistencia, ambas se disputan alumnos, ambas enseñan y gastan lo mínimo; o un poco más de lo mínimo si disminuye la ganancia. La única diferencia: las escuelas particulares tiene ventajas de gestión, seleccionan alumnos y muchas reducen costos explotando a sus docentes. Las familias populares obnubiladas por la inseguridad social, el marketing educativo, por la moral y la propia Constitución, entregan a sus hijos a verdaderas fábricas de obreros semi-calificados; es decir al progreso neoliberal. Herederos (hijos o descendientes) de los primeros sostenedores-profesores del año 80, emprendedores con cierto capital o ex ejecutivos de empresas que buscaban ser sus propios jefes comienzan a fortalecer el naciente gremio de sostenedores. Grandes operadores se constituyen en torno a familias, los Romo, los Narváez, los Calderón que concentran más de 7 u 8 colegios (recibiendo en algunos casos de 4.000 a 7.000 millones anuales por concepto de subvención), la iglesia se instala como el principal operador en un sistema que no sólo respetaba su total autonomía para tener colegios, sino que además le entrega recursos para ello. Los resultados de este proceso son elocuentes. Tenemos que hoy en Chile la mayor parte de la matrícula es sostenida por privados. Desde 1990 a la fecha hay más de 1600 nuevos establecimientos particulares. En la región metropolitana mas del 70% de la matrícula está en manos de particulares que reciben fondos del estado. 350 En Quilicura actualmente (al año 2007) hay sólo 12 establecimientos municipales y 32 particulares subvencionados. La escuela privada ha constituido el modelo básico de calidad educativa, para el Chile actual, con 48.000 pesos por alumnos mensual, en promedio. 351 Esto es la escuela para la competencia, para la necesaria producción que impone el reciente tratado con China. sacan mejores resultados en pruebas estandarizadas ya que concentran más capital cultural y social (lo que miden los estándares), lo que refuerzan mediante la selección económica, académica y disciplinaria de los estudiantes. Más sobre esto en Redondo, J., Descouvieres, C. y Rojas, K. Equidad y calidad de la Educación en Chile, Santiago de Chile, Universidad de Chile, 2004. Vice-Rectoría de Investigación, Facultad de Ciencias Sociales. 350 Al 2004, el 70,4% de estos tenía fines de lucro (es decir son sociedades comerciales o personas naturales que lucran con la gestión de establecimientos; de estos 82% tiene un solo colegio), el 20% es católico, el 3,1% es protestante y el 6,0% no confesional o laico. Siendo los establecimientos con fines de lucro los que más crecieron desde que se aprobó el FICOM (Financiamiento Compartido). Marcos Kremerman. Radiografía del Financiamiento de la Educación Chilena: Diagnóstico, Análisis y Propuestas , OPECH, Chile, 2009. En http://www.opech.cl/Libros/doc3.pdf 351 La subvención estatal es aproximadamente 30.000 pesos, según informes de CONACEP, el monto promedio del FICOM es de 17.500 pesos.
Aquella de nombre en inglés, pasillos limpios, profesores apurados, jornadas extenuantes, disciplina y orden. Esta escuela con 48.000 pesos mensuales y una lógica curricular raciotecnica352 ha logrado aunar en objetivos a liberales, conservadores y comerciantes. El primer objetivo que aparece en la constitución de la Asociación Gremial de Establecimientos Educacionales Privados" o "AGEPEM A.G.", es “Promover, defender el desarrollo, progreso y la protección de la Educación Particular y en especial la Subvencionada por el Estado”. Podría decirse que es el trasfondo también del últim o acuerdo educativo que resguarda igualdad de trato por parte del estado a escuelas municipales (del estado) y particulares.
El discurso en defensa de la escuela privada en Chile ¿Sobre qué significados se estructura este discurso? ¿Qué modos de vida instala para hacer que la demanda por educación privada (pagada) haya crecido de tal forma, que incluso haya depredado a los establecimientos municipales? a) El concepto de calidad: La eficacia y la eficiencia del sistema educativo es lo que importa. Se deben perfeccionar los sistemas de medición, relegitimando la necesidad de establecer los niveles o estándares homogéneos. La competencia entre escuelas y alumnos se reglamenta y se diversifica, disciplinando a los cuerpos y las mentes en ello. Lo que llamamos hoy “capital humano” borra, invisibiliza, la heterogeneidad de las capacidades e intereses humanos. Se aumentan las exigencias a los sostenedores, a excepción de la prohibición del lucro, promoviendo únicamente la concentración de capital en el sector. b) Rol del Estado y las familias : El estado continúa evadiendo su rol educativo. Se delegan en las familias su rol educativo, proyectando en las decisiones de ellas, el curso del sistema educativo. La necesidad impuesta por el mercado y la moral por la iglesia, continúan influenciando la demanda de las familias. En este contexto, la autonomía escolar sólo se opone a la posibilidad de una gestión republicana de la educación, esto es; imponer medidas como el financiamiento preferencial a escuelas, permitir y promover la participación de la comunidad en la escuela, establecer la obligación de aceptar cuotas de alumnos vulnerabilizados, establecer la colaboración entre escuelas públicas, a la que le va mejor debe ayudar a la que le va peor, etc. Temas como formación sindical, la sexualidad, la cultura, herramientas para la participación ciudadana, son anexos que cada sostenedor verá si considera en su proyecto educativo. Así mismo la participación de los actores educativos se ve reducida a un rol de subordinados o clientes.
352
Lo esencial del paradigma raciotécnico del currículo tecnológico, que marca el núcleo del curriculum, es la selección del conocimiento en relación a objetivos y fines utilitarios relacionados con determinados tipos de aprendizajes por lograr. Viola Soto Guzmán. “Paradigmas, naturaleza y funciones de la disciplina del curriculum”. Revista Docencia N 20 año 2003.
c) El deseo de educación: Se insiste en el tema de la crisis de calidad en la educación chilena, estimulando aún más el arribismo como necesidad de subsistencia instalado por los medios de comunicación. Este obliga a las familias a bus car “lo mejor” para sus hijos, generando, como dijimos antes una “aceptación activa” de la segregación escolar y la necesidad de pagar por educación. Esto es, según palabras de un sostenedor, un “ambiente educativo”. Lo “High School”, la disciplina, el pro fesor proletarizado, la instrucción para la competencia, la higiene y la moral, han pasado a ser en su conjunto una mercancía transable que ha reemplazado en significado al concepto de educación, y del cual el sostenedor-empresario ha hecho su sustento. Es por este deseo de subsistencia que, la competencia por llegar a los estándares adecuados, el aula ordenada, la escuela limpia, el maestro exigente, y el alumno disciplinado son hoy el marco que restringe la discusión sobre la mejora educativa.
IV.- Algunas im plicancias del dis curso m ercantil en educación ¿Que implicancias tiene la mercantilización del pacto de la elite en educación? a) Veamos, una de las demandas más sentidas del movimiento secundario del año 2006, fue por el hastío que les generaba la Jornada Escolar Completa, en donde se aburrían, pasaban hambre y sólo hacían más de lo mismo. No sumaba nada en lo pedagógico, sino que sólo era el apresto de las largas jornadas laborales que esperaban a los jóvenes populares. ¿Que era esto? ¿Un plan maléfico del estado-mercado, para formar las huestes del ejército industrial de reserva actual? Un empresario de la educación lo explicaba bien. “Una hora de un profesor de matemáticas me cuesta cien pesos por alumno, en un aula con 45 alumnos por sala, una hora de un profesor de violín, (que para que realmente aprenda un niño), enseñará a cinco o seis alumnos, me cuesta de tres mil a seis mil pesos de lo que me da el estado de Subvención, no hay donde perderse, pongo matemáticas. b) Los niños también son objeto de la mercantilización. Desde el año 90, el niño distraído, con otros intereses, que no aguantaba la indisciplina corporal de un aula atestada de niños obligado a sillas de fierro y madera, pasó a ser niño con problemas de aprendizaje; el déficit atencional fue incorporado en el año 1996 como razón de costo. La subvención se triplicaba para este tipo de niños, los que no eran pocos en un aula monótona y hacinada. Desde el año 1997 la matricula especial comienza un alza desmesurada (un 195,8% hasta el 2005). ¿Qué es esto? ¿Una epidemia de retraso mental en Chile? ¿Quién hace el diagnóstico? ¿Cuánta/os de los sostenedores de escuelas especiales o diferenciales surgidas en el último tiempo son fonoaudiólogas/os o psicopedagoga/os 353? ¿Por qué del total de la matrícula especial, la mayoría sea de alteraciones de lenguaje (patología de fácil
353
Estas profesiones son las que diagnostican estos trastornos.
diagnóstico) y que subvencionados?
esta
se
concentre
en
los
establecimientos
particulares
c) La sostenedora del peor colegio de la región metropolitana (según resultados de la Prueba de Selección Universitaria), el colegio York de Peñalolén, establecimiento técnico profesional, también figura en las siguientes sociedades comerciales: Comercial, Inversiones & Consultorías Asia Pacific Brokers Limitada, Polikemkoplas Comercializadora de Plásticos Limitada, Compagnon, Bernabé y Compañía Limitada, "Sociedad de Inversiones Radalco Limitada", "Optimización de Sistema de Información Limitada", "Sociedad Agrícola Compagnon y Compañía Limitada", "Sociedad Constructora de Viviendas Económicas Santa Cecilia Limitada", "Timoleon Anguita Ltda.", entre otras. Esta persona es secretaria de la Asociación Gremial de Colegios particulares subvencionados, antes señalada: AGEPEM. Este ejemplo se repetirá en el gremio de los colaboradores de la labor educativa del Estado, los sostenedores que tiene por principal actividad el comercio, constituyen hoy un importante contingente de los que gestionan la educación pública, ¿Cómo no advertir el riesgo que implica la invasión del criterio mercantil en la actividad educativa? Por esto es tan importante deconstruir el sistema de poder-saber que sustenta a la escuela privada en Chile. Las bases ideológicas que hacen de la educación una mercancía, además la hacen segmentar la población, discriminar a estudiantes, proletarizar a maestros. Raptarlos del hecho educativo republicano y sumergirlos en la esfera mercantil como escenario de acción pedagógica. En este sentido no sólo es necesario denunciar a los sostenedores corruptos, se deben desarticular todos los dispositivos que sostienen la actual estrategia discursiva de la alianza liberal – conservadora: el entramado mercantil en educación como estrategia biopolítica del “liberalismo conservador”, la complejidad de sus dispositivos discursivos y su lugar en la funcionalidad de la maquinaria económica, que (parafraseando a Suely Rolnik) hoy en un mismo ejercicio está orientada a la producción de plusvalía y también a la de una subjetividad dócil a los intereses de las elites bicentenarias.
VII.- EL ESPECTÁCULO DEL PODER Desde Grecia antigua las visiones acerca del gobierno han realzado la función modeladora que tiene la escenificación de él en el modo de ser de los hombres. Sin embargo, el capitalismo con su lógica mercantil trastocó los límites tradicionales de lo que era posible de ser pensado en términos de espacio público. En el siglo XX este vínculo entre poder y su aparición ante la comunidad alcanzó límites difícilmente representables. La Escuela de Frankfurt y su análisis de la industria cultural, el fascismo devenido cotidianidad en la sociedad del espectáculo o la estetización del poder nos hablan de una capacidad de mutar de las fórmulas de aparición de él. Este capítulo se centra en mostrar los distintos modos en que esto ocurre. En cada uno de los textos que lo componen se despliega una preocupación por los vínculos entre industrias del espectáculo, los conflictos de la producción artística en el ámbito moral al ser sometida a niveles de terror inenarrables y el lugar de lo siniestro que aparece en el flujo urbano. Carlos Ossa repasa los vínculos entre el mal, su representación y su aparición estetizada. En el marco de los procesos de flujo urbano, este mal va generando heridas que se manifiestan visualmente, por ello el arte se convierte en un sitio privilegiado de conflicto que vive sus tensiones con desazón, pero sin rendirse. Iván Pincheira, por su parte expone la evolución de las lógicas de resistencia desde el fin de la dictadura de Pinochet y el inicio de la transición pactada. En dicho proceso los movimientos sociales fueron expulsados del poder, pero reaparecieron con nuevas formas de expresión. Finalmente, Víctor Silva Echeto y Rodrigo Browne actualizan la discusión planteada en la mesa sobre estetización del poder, el año 2008, relevando la compleja trama que articula el modo en que se enfrenta la memoria sobre la dictadura y sus procesos de horror.
LAS HERIDAS VISUALES DE LA COMUNIDAD Carlos Ossa
“Cuando el Baal Shem tenía ante sí una tarea difícil, solía ir a cierto lugar del bosque, encendía un fuego, meditaba y rezaba, y lo que él había decidido hacer, se llevaba a buen fin. Cuando, una generación más tarde, el Magguid de Meseritz se enfrentaba a la misma tarea, iba al mismo lugar del bosque y decía: Ya no podemos encender el fuego, pero aún podemos decir las plegarias, y aquello que quería se volvía realidad. Nuevamente una generación más tarde rabí Moshé Leib de Sassov tuvo que realizar esta tarea. También fue al bosque y dijo: Ya no podemos encender el fuego, ni conocemos las meditaciones secretas que corresponden a la plegaria, pero si conocemos el lugar en el bosque donde todo esto tiene lugar, y ha de ser suficiente, y fue suficiente. Pero pasada otra generación, cuando se pidió a rabí Israel de Rishin que realizara la tarea, se sentó en el sillón dorado de su castillo y dijo: No podemos encender el fuego, no podemos decir las plegarias, no conocemos el lugar, pero podemos contar la historia acerca de cómo se hizo todo esto”. Gershom Scholem, Major Trenes in Jewish Mysticim, 1938. 1. El mal, dicen los teólogos, es la palabra desfigurada de Dios. El verbo atrapado por un engaño, encuentra en la voz del injusto o el déspota la oportunidad de hacer acontecer en el mundo lo inesperado de la cultura: la muerte. El mal roba a los dioses el irrevocable destino y lo tuerce para desmentir su autoridad. La religión cristiana mantiene un radical antagonismo con todo aquello que vive en el margen y a contraluz. Sin embargo, la instrumentalización de la naturaleza; la escisión sagrada del sujeto frente al mundo; la hostilidad con lo sensual y la materia; el sufrimiento como doctrina del cuerpo puro contribuyeron a formar un pensamiento estético donde la violencia redime cuando separa
a la imagen (imago) del vestigio (vestigium): pues la mirada debe reconocer que en las cosas sólo se muestra la huella de una semejanza perdida, arruinada, “ la semejanza con Dios perdida en el pecado”354. Ese capítulo atraviesa la historia del arte y llega hasta la modernidad, que también busca una semejanza perdida, pero entregada a su impulso transformador desmiente la posibilidad del origen y, a cambio, estimula una vocación universalista y técnica estructurada por una economía que no sólo administra bienes y mensajes, también produce series infinitas que no requieren un original en que refrendarse. Si lo contemporáneo es el tiempo del lenguaje como racionalidad sin enigmas y todo el orden social un cálculo previsto en los idiomas de la certeza ¿por qué la palabra celebra lo falso y se desliza hacia el dolor? ¿Todavía el mal desfigura los conceptos, a pesar, del triunfo mecánico y seguro de una sociedad de valores exactos? ¿Existe una voz libre y definitiva que someta la fuerza ciega a los imperativos del sentido? No, el proyecto moderno logra la homogeneidad ahí donde consigue la catástrofe, por eso la representación se convierte en el principal problema de la política y la estética. Mientras la primera busca afianzarse en la soberanía, desde la cual ejerce sobre lo social una serie de regulaciones y promesas; la segunda establece una condición autónoma, como garante de una conciencia crítica que destina su meta a desmentir lo existente. Hay –en todo caso- una intersección de estos campos producida por el movimiento dislocado de lo moderno que se entrega a tareas de exterminio y desolación, ya no autorizadas por motivos escatológicos, e interrumpe la falsa inocencia de la historia con los detalles de un horror que opera genéricamente. Un sistema de oclusiones, cierres y heridas ponen a la política y a la estética en un mismo lugar, a contrapelo de ese anhelo por la especialización y el saber fragmentado. Hay dos momentos de cruce y amarre donde las violencias sistémicas encuentran la oportunidad de declarar su signo: el primero, el pasaje benjaminiano de la estetización de la política y, el segundo, ese desenlace que desde Adorno a Blanchot, corrobora la estetización de lo social. La representación, en el primer caso, nos conduce a ese anhelo estético defendido por el totalitarismo cuando ensaya una retórica neoclásica para embellecer su desgracia. Un realismo de ribetes míticos donde lo político y lo sagrado se sintetizan en la forma estética. El arte convertido en el plagio del monumento petrifica en la imagen el encubrimiento de una grandeza obtenida con la extorsión y el miedo. Pero, también hay fuero para las violencias discretas que asaltan lo cotidiano con sistematicidad y rigor. Violencias pequeñas que no buscan grandes destrozos ni son animadas por estúpidos crímenes, ordinarias y silentes se allegan al cuerpo para mortificar con horas vacuas; imágenes medusantes; gestos dolientes que capturan la intimidad con cansancio y repetición. Lo social convertido en expectativa de lo mismo se recoge en una visualidad – casi siempre- idéntica capaz d e alcanzar: “…un grado tal que [el hombre] puede experimentar su propia destrucción como un placer estético de primer orden ”355. El Estado fascista realiza -en la matanza de la diferencia- lo irrepresentable de la armonía eterna 354
Didi-Huberman, Georges. Lo que vemos, lo que nos mira. Editorial Manantial, Argentina 2006. Pág. 18. 355 Benjamín, Walter. Iluminaciones. Editorial Taurus, Madrid, 1991. p. 244.
prometida por el arte. Las vanguardias artísticas intentan singularizar la experiencia histórica a fin de consumarla sin retorno como un modo de impedir que las lógicas de la instrumentalidad política y social se apropien de los cuerpos y los vuelvan equivalencias desechables. Su defensa de lo subjetivo, es en contra de una subjetivización de la violencia que hace del arte un mecanismo de complot y ornamentación del crimen. El arte de vanguardia resta a la política totalitaria la expresión de un sentimiento de nobleza, o mejor, al decir de Eduardo Grüner, ofrece: “ la huida del sentimiento, de lo que en él pudiera haber de insoportable”356 y retiene en una imagen (para recordar) la barbarie que aguarda detrás de los optimismos metálicos y las victorias plateadas. Durante el siglo veinte la estetización de la política ha consumido una parte importante del debate filosófico sobre el modernismo y la cultura burguesa, plegada a un contradictorio porvenir de tecnologías humillantes y humanismos débiles. Quizá el conflicto fundamental entre lo artístico y lo político no ha sido diferenciar la totalidad disciplinaria (Foucault) y lo sublime (Kant), sino entender que –principalmente- las vanguardias (más allá de su fracaso) intentaron ejercer sobre el presente un final aurático capaz de trascender las rutinas biopolíticas y los regimenes de vigilancia. En el contexto actual las prácticas artísticas y políticas no parecen tan antagónicas, ambas desmovilizadas por agencias mercantiles logran efectos secundarios en su afán de revertir o interpelar. ¿Qué ha ocurrido? La economía imbricada con la técnica producen un orden estético-político ajustado a las necesidades de la modernización y las leyendas del capital. La sociedad accede a múltiples deseos sin amargura, festivos e inmediatos, cuya vocación reside en disculpar y justificar la ausencia de vínculo entre realidad y justicia humana. Si cierta política y estética radicales, alguna vez intentaron dar “hospitalidad” a una experiencia social sin conjetura ni huella donde la representación debería hacerse cargo de lo real abandonado, imaginando una revolución de los significantes y las leyes, hoy eso ocurre con absoluta plenitud. Las redes virtuales cambian las condiciones de intercambio entre lenguaje y experiencia y, por lo tanto, el sujeto dice de sí –también- la programación en que está inscrito. La paradoja del capitalismo está en que imita al arte para eliminar de él la transfiguración poética que todavía contiene y se expresa como contracultura. A su vez el arte imita al capitalismo para doblegar esa narratividad efímera de la mercancía que oscurece a la obra y la somete a la invisibilidad por saturación mediática. Adorno escribe: "Ambos [el arte modernista y la cultura de masas] exhiben las cicatrices del capitalismo, ambos contienen elementos de cambio. Ambos son mitades rotas de la libertad, a la que sin embargo no suman nada” 357. 2. El cuerpo es una materia con vacíos prematuros, con edades sin detalle, un órgano descentrado y ajustable. Las metáforas clásicas de su constitución decaen y las más actuales no le otorgan otro mérito que el gasto. Aunque sea el albergue de un “yo” o un ser” nada lo excusa de volverse el destino permanente del terror. Gratuito y flotante se 356
“Arte y Terror. Una cuestión moderna”. Revista Pensamiento de los Confines. Nº 18, junio de 2006. pp. 19-28. Buenos aires, Argentina. 357 Citado por Andreas Huyssen: Después de la gran división. Editorial Akal, 2000.
dispersa entre variados dispositivos que lo usan de castigo o entretenimiento. En el itinerario histórico de las democracias occidentales ocupa la forma de cosa y sustancia, en una el enemigo habita una corporalidad ajena y muda cuyo peligro de impureza debe ser erradicado; en la otra el amigo estetizado por el heroísmo guarda los relatos de la identidad y la conciliación. La política hunde en el cuerpo las insignias de la obediencia, con estricta devoción coloca en la carne un testamento que impida olvidar la propiedad, el lugar o la dependencia. El mal lo rodea con empresas comunes, pero lacerantes, para confirmar el límite de toda indignación o resistencia. La disciplina –estructura terapéuticaimpregna al cuerpo de dóciles noticias sobre la virtud y la producción. Así, lo moderno organiza una máquina prometeica y musculosa cuya mayor ventaja es desontologizar al enemigo para usar su cuerpo de herramienta y comunicación y, mitologizar al amigo para mantener el bien de lo igual protegido de las diferencias. Aquí ocurre una inequidad que enemista a la política con el arte. La racionalidad del poder –ya habituada a la estetización de lo social- funciona con cuerpos visibles y se apropia de mecanismos de producción artística para desvanecer la materialidad reflexiva, a favor, de una exhibición calculada de contornos y superficies. Pero no es una vulgar pauperización de la existencia, al contrario es un desfondamiento estético-filosófico de la comunidad, es en términos de Bataille el triunfo de la razón discursiva del capitalismo que impone un régimen visual sin fisuras o reenvíos notorios. Una dogmática de la visión captura los idiomas corporales y enciende en ellos el fuego de la distancia. Compitiendo por no parecerse y desligarse, los cuerpos imaginan el divorcio colectivo como útil y próspero. La ciudad, entonces, es el territorio despolitizado de la comunidad y la concentración corporativa del poder. El arte es implicado como articulador global de diferencias, festejo de cuerpos disímiles que bajo el pretexto multiculturalista ofrece una política de la identidad reconciliada y una estética corregida sin memorias imprudentes que interrumpan el carácter consensual de la época. Una visualidad tautológica donde el ver se atiene a la coincidencia, estimula una producción artística ligera rica en tecnicidades y juegos biográficos. Se enfatiza una pluralidad hecha de lo mismo… El arte, que hace del cuerpo zona de interrogación crítica, se enfrenta con el problema de cómo restituir significación a la materia, dentro de un campo sociocultural, que ha hecho de ella un vacío permanente. No se puede recurrir a un momento anterior inocente y tampoco buscar un saldo incontaminado por su exterioridad al movimiento general de lo moderno. Este es el trabajo que el arte intenta sostener frente a la insustancialidad del cuerpo y su continua conversión en signo. ¿Cuáles podrían ser los espacios donde todavía es posible, por azar e imaginación, encontrar esas piezas gastadas que aún soportan? ¿Qué visibilidad requieren para manifestar su porosa discontinuidad? ¿Qué logran gestar para convertirse en imágenes estéticas opuestas a la visualidad hegemónica? La violencia, en su doble cara de fáctica y simbólica, comenta siempre una pérdida, una desaparición. El arte de los años 60 y 70 del siglo veinte, intenta responder a las desolaciones del cuerpo reponiendo la vieja idea de hacer visible lo invisible, como si al
rastrear en el pasado religioso del arte se pudiera mitigar el desorden de la representación causado por un sistema de suplicios mecánicos y culpas abstractas. Procurar un mal sin nombre, producir el máximo daño sin memoria son metas del terror moderno, frente a esto la estética se convierte en una política de lo irrepresentado, un modo de mostrar lo desaparecido en su propia desaparición. La imagen no aclara o informa, no puede, a lo sumo reverbera en el tiempo ajado de los cuerpos sometidos. Tampoco reemplaza el silencio de la mutilación con el fetiche documental, no puede, a lo sumo traza pequeñas hebras de sentido en la torcedura de las líneas. Es, justamente, el significado del terror el que dispone el retorno de una reflexión transversal entre política y estética, en un momento contemporáneo donde la hueca inercia de la democracia se entrega a su puro acontecer y la muerte del arte entrega su épica desconstructiva a las reglas de la comunicación global. El terror reclama belleza, insiste en justificar su acto escoltado por figuras tenues y delicadas, se ha vuelto experto en seducir y no sólo en atemorizar. Necesita de la estética para usarla como anticipación y ornamento, así la desviste de su potencial crítico, porque nunca una forma será más rotunda que una muerte. En este plano Rüdiger Bubner nos indica un final: “la obra de arte ha alcanzado definitivamente su ocaso: en este ocaso la función de exoneración característica de la obra de arte pasa de la constelación de la obra producida a la nebulosa pulverizada de las actitudes y de las condiciones de lo cotidiano, ellas mismas primariamente estéticas y exonerantes frente a la incontrolable complejidad del mundo de la técnica”358. Si la tradición idealista propuso al arte como sistema cerrado y específico, configurando leyes fuera de lo social, la violencia estética del capitalismo desmiente esa posibilidad. La estética no ha sido un ámbito opuesto a la razón es el tiempo en que la razón se imagina de otro modo, como un principio de reconciliación y universalidad de los singulares, pero además la estética ha sido el refugio de una política corroída por la voracidad y el ensimismamiento a la que sirve de pantalla y publicidad. Entre ambos instantes el arte encontró una manera alegórica de celebrar las transformaciones irreversibles de la tradición y, a su vez, encalló en un presente despiadado sin duelo. Comprender la trama dialéctica y desaforada de ese ethos cultural tensionó el discurso del arte, obligó a nuevas escrituras a documentar las ironías de una trascendencia que caía delante de sí, indicar el fin de las salidas cómodas o autoreferidas y pensar a la estética como decisión y responsabilidad ante el terror. Uno de los pensadores que más ha contribuido a intepretar los cambios artísticos de la modernidad es Adorno. El sabía que la obra atraviesa a la mercancía sin detenerse en ella y viceversa, el roce producido deja un residuo, una inconstante materia sin hogar que exige una imagen en la cual comparecer y afirmar la extrañeza de su habla. Ese residuo sin viaje, flotando en el centro de la sociedad burguesa, es el producto antisocial de la sociedad. Todo lo anterior pareciera consumarse en la idea de la communitas, aquel momento histórico donde un conjunto de hombres y mujeres se compromete a la donación recíproca de su identidad. Sin embargo esa donación -que supone reunir a los sujetos en 358
Citado por José Luis Brea en La Estetización difusa de la sociedad.
torno a un orden- es lo desvastado por la misma política que lo reclama. La estética, rompe su condición de ejercicio perceptivo, de sensibilidad neutra para restituir en los cuerpos la autoconciencia de esa ruptura mediante un revocamiento de la tecnicidad instrumental, al convertirla en racionalidad crítica de sí misma. En medio de la universalidad que la política proclama en nombre de la communitas, el arte, expropia al lenguaje su función de semejanza y muestra la ley oscura que habita en el discurso de la modernización. La distinción instalada por el arte se refiere a constituir la singularidad de una lengua, un tiempo, un sujeto contra la lógica de lo “siempre igual”, de esta forma su rechazo a la identificación de la realidad con lo existente termina haciendo de los objetos una materialidad débil, siempre en litigio y abierta a la continua experimentación. Pero, además esta resistencia a lo homogéneo, al ruido compacto y único de las imágenes industriales; de los discursos preestablecidos; de las muchedumbres aplastadas por alegrías simétricas se transforma en una desilusión sobre la communitas, pues se ha convertido en una máquina incansable de cuerpos entregados a la producción de algo banal y terrible: la muerte. Pensar –estéticamente- la muerte sin solidarizar con las marcas que deja, supone vencer en las imágenes cualquier gesto de reconciliación y atisbar en la huella formal de su presencia una memoria utópica, capaz de reunir lo dividido, sin por ello creer en el triunfo de un humanismo sentimental. La imagen dialéctica de la obra de arte, para Adorno y Benjamin, no celebra la novedad extrema ni el retorno documental, no acontece en un presente urdido por la facticidad y el intercambio, tampoco en un pasado mítico y conmemorativo, sino en la fisura de ambos tiempos a los que pretende superar, pero se enreda en ellos y testimonia la aniquilación del mundo provocado por una administración técnica de la cual es cómplice y regazo: “ Cuando el horror se ofrece a la transfiguración de un arte auténtico, lo que está en juego es un placer, un placer fuerte pero placer al fin ”359. La obra de arte hace un lugar a la comunidad caída, anticipa su fin imaginando el porvenir que no tiene y coloca en la representación una imagen crítica de su presente. De esta forma la imagen artística convoca una temporalidad inestable que cierra y abre el pasado y el futuro, dentro de un presente destinado a ser vencido en los signos que manifiesta. Si la communitas implica la instauración de unas reglas, que paradojalmente, limitan su potencia radical y otorgan poder a ciertos hombres e instituciones para elaborar mecanismos de excepción, control y castigo, entonces el arte es ¿una apertura entre la potenciación subjetiva y la castración normativa? Uno de los tópicos dialécticos más complejos se relaciona con esa contradicción que el arte emplaza cuando arruina la imagen de lo que anuncia, pues ofrece al lenguaje la oportunidad de atisbar la figura de un mundo ya entregado a la significación: pero se trata de eso. ¿Cómo liberar en el lenguaje la realidad que el mismo domina?: “ No sacrificar nada a las falsas certezas del presente, y nada tampoco, a las dudosas nostalgias del pasado; no sacrificar nada a las falsas certezas de la vigilia, y nada tampoco, a las dudosas nostalgias de un sueño sustantivado. Lo que equivale a decir: no sacrificar nada a la tautología de lo visible, no sacrificar nada a una creencia que encuentra su recurso en la invisible trascendencia. Lo 359
Bataille, Georges: “El arte, ejercicio de crueldad”, en La Felicidad, el erotismo y la literatura. Adriana Hidalgo Editora, Argentina 2004. p. 117.
que equivale a situar la imagen dialéctica como lugar por excelencia donde podría contemplarse lo que nos mira verdaderamente en lo que vemos ”360.
CUERPOS SUCIOS La estetización de la política, ha sido pensada como una causa fascista 361, un conglomerado de fobias, iras y metafísicas histéricas al servicio de una puesta en escena mortuoria e inhumana. La sociedad adscrita a este imaginario se describe como una masa eufórica y alienada entretenida con un kitsch cultural hecho de humillaciones y mitos. La obra de arte moderna, en particular la vanguardista, sería el hiato estético y ético que rompe la obediencia de los cuerpos y desarma la épica rancia de las doctrinas biopolíticas. La comunitas adherida a la complicidad totalitaria sólo disfrutaría de formas ciegas, de gustos mordaces y, sobre todo, confundiría belleza y muerte en una ideología del fin y la inmolación. Aunque en lo medular esta descripción puede ser cierta, encierra un reduccionismo dramático, idealiza a la obra de arte como solución de una lógica de la cual es parte. Esta contradicción es la señalada –continuamente- por Adorno: el arte trabaja un sentido de lo real -en medio de la muerte- que la sociedad moderna pide estetizar. La relación política que el arte establece con la communitas está afectada por la originalidad sin fundamento que trae la imagen artística con su aparición, es decir la presencia de un corpus que nace sin tradición ni abismo. Así, el arte habla de una sociedad cuando puede imaginar su tragedia; propone una visualidad al develar su catástrofe; construye un significado al deshacer la excusa de la muerte colectiva; compensa al sujeto despedazado por los significantes económicos. No es en la imbricación directa entre lo social y lo estético que se encuentra el poderío crítico de la imagen, sino en aquello que permanece mudo y esquivo como vida insurrecta: “ …cuando afronta las fuerzas invisibles que la condicionan, la sensación visual libera una fuerza capaz de derrotarlas, o al menos hacerlas amiga de ella. La vida grita a la muerte; pero la muerte ya no es ese demasiado-visible que nos quita las fuerzas, sino la fuerza invisible revelada por la vida, quitada de su cubil y mostrada en el grito. La muerte es juzgada desde el punto de vista de la vida, y no lo inverso, que tanto nos complace ”362. La communitas, es herida visualmente por el arte, al iluminar el instante en que la carne se fuga del cuerpo y muestra la imagen de un mundo desvalido que se cae ante su propia justicia. Esta propiedad del arte de interponerse entre la biología y el derecho, de cuestionar la subordinación de la materialidad del cuerpo a la equivalencia productiva, declara un telos cuyo lenguaje es irreductible a la generalidad preestablecida. El 360
Didi-Huberman, Georges. Lo que vemos, lo que nos mira. Editorial Manantial, Argentina 2006. p. 130. 361 Jay, Martin. Campos de Fuerza. Entre la historia intelectual y la crítica cultural . Editorial Paidós, Argentina 2003. 362 Deleuze, Gilles. Francis Bacon. Lógica de la sensación. Editorial Arena Libros, España 2002. p. 88.
movimiento desencadenado libera de la pesadumbre de una actualidad atada a su puro consumo, pero a la vez recuerda el trayecto de la obra de arte como justificación y resistencia de la modernización que lo alimenta. El arte piensa en una communitas que todavía no existe y está reverberando en los significantes que la avistan, sin embargo está y es visible. No es una operación melancólica o un efecto retórico, sino una fractura pactada entre el pensamiento y la subjetividad, pues el primero concibe al mundo en discursos estables y verídicos y, la segunda, lo espera en las figuras indeterminadas que aguardan presentarlo 363. La imagen artística, interrumpe a la communitas con la extrañeza que la habita, muestra un tiempootro circulando por el habitual y hace de la realidad cotidiana un lugar para ensayar el antropomorfismo (vida imaginada en la cultura) y la desemejanza (mundo extraviado del concepto). La imagen, si la pensamos de acuerdo a Dialéctica del Iluminismo, es una negatividad auténtica -que contiene, a su vez, la réplica de lo mismo-, posee un costado invisible que puede ser recuperado con la inmanencia del sentimiento trágico, pero en la medida que éste ha sido reducido a propaganda por lo totalitarismos o las democracias de consumo, se hace evasivo, aunque deja un residuo que ayuda a sostener su memoria y esperar su retorno. La tragicidad de la mirada es un requisito de la autonomía estética deseada por Adorno, pues como ha dicho Blanchot: " la imagen -toda imagen- es atrayente, atrae por el vacío mismo y la muerte que hay en su señuelo "364.
363
En todo caso el arte contemporáneo también se ha convertido en especulación sígnica, fraude teórico y mercado de identidades. El especáculo toma forma estética en una serie de escenas que disfrazan de artístico convenciones institucionales y operaciones económicas. 364 Citado por Corinne Enaudeau. Paradojas de la Representación. Editorial Paidós, 1999. p. 87.
Del miedo y la Seguridad; a las luch as Etic o/Estéticas en el Chile de hoy Ivan Pincheira Torres El pretender adentrarse en las prácticas de resistencia en el Chile de hoy, no puede dejar de referir a un marco interpretativo relacionado con cuatro procesos que, teniendo como denominador común la relación al miedo, serán el sustrato sobre el cual dichas prácticas emergerán. A la descripción de estos escenarios nos abocaremos a continuación. De Movimi entos sociales, Teoría y Transición. “ La rebelión de los jóvenes es fruto de estas condiciones: su sustrato será la
crítica, más o menos conciente, de la modernización y se expresará, ya en la generalización del uso de drogas, ya como restitución de los nexos comunitarios (las comunidades cristianas de base), ya como recuperación de principios de identidad colectiva (el allendismo) o simplemente, como revuelta anómica, vale decir, como agresión desestructurada contra el orden social.”
Eduardo Valenzuela. La Rebelión de los Jóvenes.365
En abril del 1987 se llevó a cabo el seminario “Movimientos sociales urbanos populares y procesos de democratización”, el que contó con la participación de connotados especialistas en estas materias, tales como Guillermo Campero, Fernando Calderón, Elizabeth Jelin, Alain Touraine, François Dubet, Clarisa Hardy, Alejandro Foxley, Manuel Antonio Garretón y Eugenio Tironi. En las actas de este seminario, publicadas en la revista Proposiciones nº 14, podemos apreciar cómo, desde un sector importante de las Ciencias Sociales, se sancionará y justificará la negación de cualquier posible rol a desempeñar por parte de los movimientos sociales durante el proceso de ‘transición democrática’ que se estaba pronto a inaugurar.
365
Valenzuela, Eduardo. “ La rebelión de los jóvenes”. En: revista Proposiciones. Santiago, Ediciones SUR, Vol.11, septiembre 1984, p. 51.
Así nos encontramos con Eugenio Tironi, quien haciendo un recuento de los principales aportes y discusiones de aquel evento, sostendrá que “la transición es un tiempo eminentemente político e institucional y, por lo tanto, constituye un escenario apto para los Partidos, no para los Movimientos Sociales.” 366 Más aún, se precisa que en los procesos de transición las demandas sociales, o las demandas por transformación, tienen que quedar subordinadas a las exigencias de orden político. Para Tironi, entonces, sería necesaria una (momentánea) desarticulación entre lo político y lo social. La cuestión de la re-articulación entre el campo político y el social, entre partidos y movimientos sociales, quedaría entonces como un problema propio de la etapa de consolidación democrática. Componente central de los movimientos sociales de los ochenta, la juventud, la juventud popular en particular, se había convertido en un foco relevante de investigación. De este modo, en La rebelión de los jóvenes, uno de los estudios clásicos de esta época, Eduardo Valenzuela, hará el diagnóstico de una juventud ‘anómica’ y ‘desintegrada’, todo esto producto de la crisis de adaptación a las transformaciones y cambios socioculturales inevitables en el marco del proceso de modernización que experimentaba el país. “El resultado de la aplicación de estos modelos no es solamente el acrecentamiento de las desigualdades … sino también las desintegración de la vida colectiva, reducida a relaciones privadas de mercado, o como muchos autores la han llamado, la atomización de las relaciones sociales” .367 Es así como, en un contexto signado por la desintegración, la incertidumbre, y la frustación generalizada, las formas de acción política de los jóvenes populares son vistas como una reacción o defensa frente a los efectos de la modernización. Juventud chilena. Razones y subversiones , es otro de los textos clásicos del periodo. El cual, al igual que la investigación de Eduardo Valenzuela, fue gestado en el álgido periodo de las ‘jornadas de protesta’ contra la dictadura militar. En la introducción a esta compilación, Irene Agurto, Gonzalo de la Maza y Manuel Canales, editores del proyecto, si bien van a proponer una mirada distinta de aquella lectura que, centrada en la anomia, no encuentra en lo juvenil sino una ‘generación frustrada’ por la desesperanza, la muerte y la desviación, de igual manera van a sostener que: “La acción juvenil ha sido productiva y sin embargo, no constituyen aún ‘movimiento social’, sujeto capaz de
historia”.368 Es de este modo que logran avizorar sólo ‘sujetos parciales’, cuyas identidades, dificultosamente logradas, son débiles y fragmentarias. Coincidentemente con lo anterior, y de regreso al seminario de abril de 1987, nos encontramos con que Manuel Antonio Garretón ciertamente reconocerá la importancia de las grandes movilizaciones en contra de la dictadura militar que se desarrollaron desde 1983, por cuanto, según señala, permitieron superar los miedos y traumas, 366
Tironi, Eugenio. “Marginalidad, movimientos sociales y democracia”. (Introducción). En Eugenio Tironi (editor). Marginalidad, movimientos sociales y democracia, Revista Proposiciones, Santiago, Ediciones SUR, Vol.14, agosto, 1987, p. 17. 367 Valenzuela, Eduardo. Op. cit. p. 50. 368 Agurto, Irene et al. Juventud chilena: razones y subversiones. Santiago, ECO-FOLICOSEPADE, 1985, p. 10.
reintroduciendo el espacio político en la sociedad, obligando a concesiones del régimen en algunos campos, sin embargo, en versión del sociólogo chileno, no fueron suficientes para originar actores sociales autónomos de relativa fuerza. “Hubo movilizaciones sociales populares, pero no bastaron para termin ar con el régimen. La’ transición invisible’ fue incompleta y no se transformó en transición formal.” 369 En el contexto de una sociedad ya caracterizada como altamente fragmentada, las movilizaciones demostraron que la ausencia de proyecto político, consensual, coherente y unitario, marcan los límites de la movilización. Así sentenciará: “Sin momento político, no hay fin de la dictadura y transición democrática” .370 Marcando distancia con estas miradas, tenemos que en 1990, a poco tiempo de iniciada la ‘transición’, en la introducción de su investigación acerca de la “Violencia Política Popular en Chile”, Gabriel Salazar sostendrá que la oposición entre el ‘generalismo abstracto’ condensado en el Estado, y la ‘particularidad conflictiva’ de las clases populares, configuraría el principal problema político de la sociedad chilena; y no, así, la oposición entre dictadura militar y gobierno democrático representativo. Para Salazar, de este modo, el problema de fondo consistiría en la incapacidad del Estado para representar la conflictividad del pueblo como conjunto de particularidades sociales en movimiento. “Es eso, al final de cuentas: el temor a la irreductibilidad histórica del ‘bajo pueblo’, lo que ha regido y sigue rigiendo la nerviosa vigilancia armada de la s capaz dirigentes. Es ese miedo, más que otros. Pues no es lo mismo monopolizar las estructuras y sistemas, que monopolizar la historia”. 371 Bajo estas premisas, el historiador chileno seguirá el recorrido por un siglo XX marcado por la confrontación entre las necesidades frustradas de la clase popular, y las estabilidades amenazadas de la institucionalidad nacional. Lejos de hacernos cargo de las acusaciones de ‘esencialismo’ recaídas sobre Salazar, según las cuales éste le adjudicaría al sujeto popular un cierto carácter inalterable (hablar de ‘particularidad conflictiva’, por ejemplo 372), lejos de lo anterior, la lectura de Salazar nos permite ubicar a estos discursos ‘transitológicos’ en un lugar de complicidad con aquellas dispositivos gubernamentales que, justificando sus argumentos desde el temor a la inestabilidad que pudieran provocar, irán desmantelando, evacuando
369
Garretón, Manuel Antonio. “ Las complejidades de la transición invisible. Movilizaciones populares y Régimen Militar en Chile”. En Eugenio Tironi (editor). Marginalidad, movimientos sociales y democracia, Revista Proposiciones, Santiago, Ediciones SUR, Vol.14, agosto, 1987, p. 130. 370 Garretón, Manuel Antonio. Op. cit. p. 131 371 Salazar, Gabriel. La violencia política popular en las grandes’ alamedas’. La vi olencia en Chile 1947-1987 (una perspectiva histórico popular). Santiago, LOM, 2006, p. 60. 372 Salazar se hará cargo de responder a estas acusaciones en el Prefacio a la segunda edición de “La violencia popular en las grandes Alamedas”, editado por LOM en el año 2006. Especial relevancia tiene la discusión que sostiene con Tomás Moulian, quien fuera el primero en plantear esta crítica a inicios de los años noventa.
del espacio público, al conjunto de prácticas de acción colectiva plenamente vigentes al momento de iniciada la ‘transición’ 373. El proceso de la transición no vislumbró ninguna posibilidad de construcción de política pública que no fuese la que emanara desde el Estado, del mismo modo, no reconoció ninguna forma de participación política que no estuviese supeditada a la institucionalidad del sistema partidista. En definitiva, negó cualquier capacidad de agencia por parte de la sociedad civil ( salvo aquella que no fuese la que se canalizara a través del dispositivo tecnocrático de la focalización de recursos, vía fondos concursables). Siendo partícipes de este proceso, y de esta matriz de sentido, tenemos que, ya sea, producto de la rigidez de sus marcos teóricos, o por sus particulares visiones políticas, o, directamente, por el compromiso doctrinal con los gobiernos que se iniciaban, cualquiera sea el caso, desde estas lecturas transitológicas no se consideró explorar en las posibilidades concretas que pudieran potenciar, dar continuidad y cabida a las, muchas veces bien estructuradas, experiencias autonómicas, aún existentes al término de la dictadura. Por el contrario, el énfasis estuvo puesto en sancionar su inhabilitación para participar de la transición. 374 373
En los resultados de un estudio realizado sobre “Organizaciones Poblaciones”, que Guillermo Campero presenta en el seminario ya aludido, las organizaciones estudias, tipificadas como ‘organizaciones de sobrevivencia económica’ (talleres laborales, comprando juntos, ollas comunes); ‘organizaciones de jóvenes’ (colonia urbana juvenil, grupo juvenil de derechos humanos, centro cultural juvenil, comunidad cristiana juvenil); ‘organizaciones intermedias’ (coordinadoras poblacionales, comunales, zonales), entre todas, sumarán alrededor de 50 agrupaciones. Ahora bien, tal como ha sido el tono de las demás lecturas expuestas, Guillermo Campero, luego de plantear que la acción social de los pobladores debe ser interpretada como la expresión de un anhelo inclaudicable de integración social, sostendrá que, por esta misma razón, los pobladores seguirán confiando en la acción asistencial del Estado para que los defienda de los procesos de exclusión. De esta forma, cuando se retorne a la democracia, lo más probable es que el movimiento de pobladores retome sus formas clientelistas. “El escenario global, que muestra cómo, de haber alguna transición, ella tendría fuertes componentes de negociación e institucionalidad, los presiona también para buscar la representación que les permita tener algún lugar en el proceso. El problema –que no es nuevo- es si será posible una representación estructurada de estos sectores y si acaso el vínculo entre ellos, un gobierno y otros sectores sociales, no sea más bien el viejo y conocido ‘clientelismo’ de los propios partidos, de las agencias de integración social y del Estado”. Campero, Guillermo. “Organizaciones de pobladores bajo el
Régimen Militar”. En: Eugenio Tironi (editor). Marginalidad, movimientos sociales y democracia, Revista Proposiciones, Santiago, Ediciones SUR, Vol.14, agosto, 1987, p. 93. 374 Transcurridos varios gobiernos de la ‘alianza concertacionista’, podemos apreciar cómo es que, desde estas perspectivas, se seguirá enfatizando sobre la preeminencia del Estado -como espacio de lo político- y del ‘sistema partidista’ -en último término, única actoría válida del entramado democrático. Esta vez no serán las urgencias de la transición, sino que la radicalización de formas de fragmentación e individualización, el marco de referencia desde el cual se negará cualquier relevancia de los movimientos sociales. "Las transformaciones socioeconómicas de las últimas décadas y los cambios culturales y políticos han modificado profundamente el panorama de los actores sociales … Hoy la exclusión parece adquirir el carácter de ghettos separados de la sociedad … Los sectores excluidos están fragmentados y sin vinculación entre ellos, lo que dificulta enormemente cualquier acción colectiva”. Garretón, Manuel Antonio. La sociedad en que viviremos. Introducción sociológica al cambio de siglo , Santiago, LOM, 2000, p. 140. Negación aún más flagrante, toda vez que desde las páginas de El Mercurio, Manuel Antonio Garretón, sentenciará que el movimiento de estudiantes secundarios del año 2006,
Pero esta genealogía no está completa, el despoblamiento del campo de lo social, contexto en el cual se inscribirán las actuales experiencias de acción colectiva, se hará efectivo cuando entren en escena, en conexión con las lecturas recién expuestas, los discursos de la ‘gobernabilidad’. Sobre esto nos concentraremos a continuación. De Consensos, Estabilidad y Gobernabilidad “ Y tampoco debe sorprender que en el actual régimen democrático (neoliberal) la ética compulsiva del ‘orden en si’ reaparezca como guardaespaldas de la principal
idea fuerza que proclama y rige hoy a la clase política nacional: la de gobernabilidad (entiéndase ésta como la responsabilidad estatal y la tarea gubernamental de disciplinar la masa ciudadana dentro del ‘estado de derecho’ ya
establecido, con prescindencia del problema de cómo fue establecido y como reformarlo).”
Gabriel Salazar. La construcción de Estado en Chile. 375 Originalmente ligada a los círculos conservadores norteamericanos, el concepto de ‘gobernabilidad’ aparece por primera vez en la ciencia política en 1975 en una publicación de la ‘Comisión Trilateral’ (fundación privada creada por David Rockefeller a partir de la iniciativa de empresarios y políticos de distintos países primer mundistas). En el documento titulado Informe sobre la gobernabilidad de las democracias , sus autores, entre ellos Samuel J. Huntington, se plantea una radical crítica al Estado de bienestar, a las políticas keynesianas y a las aspiraciones democráticas de los movimientos sociales. Se sostuvo entonces que era necesaria una reconfiguración de los modelos de pensamiento, de política, de autoridad, de cultura y de relaciones sociales. Es así como las movilizaciones sociales, de ahora en adelante, serán vistas como signos de una crisis de los instrumentos de autoridad, la participación ciudadana se vio como peligrosa, particularmente en los países pobres. En definitiva, y como indicara la comisión trilateral: “un exceso de democracia significa un déficit en la gobernabilidad. 376 Tal como indica Antonio Camou, en America Latina, gestada en la década de los ochenta, la discusión sobre gobernabilidad, estuvo enmarcada por tres procesos; “El proceso de crisis, ajuste y reestructuración económica; el agotamiento del modelo del Estado interventor y su consiguiente reforma, y el cambiante itinerario de las transiciones
la ‘revolución pingüina’, sería el primer movimiento social en democracia. Insistiendo, con ello, en la invisibilización y borradura de aquel cúmulo de experiencias de acción colectiva que han venido, insistentemente, desenvolviéndose en la post-dictadura. “Sociólogo: Secundarios representan ‘el primer movimiento social’ en democracia”. El Mercurio, Santiago, Viernes 2 de Junio de 2006. 375 Salazar, Gabriel. Construcción de Estado en Chile (1800-1837), Santiago, Sudamericana, 2007, p.15. 376 Murillo, Susana. Colonizar el dolor. La interpelación ideológica del Banco Mundial en América Latina. El caso argentino desde Blumberg a Cromañón, Buenos Aires, CLACSO, 2008, p. 86.
y
consolidaciones
democráticas”. 377 Con todo, la importación del concepto de
gobernabilidad en Latinoamérica, debemos inscribirla en aquel interregno en donde se buscaba, por un lado, evitar la regresión a gobiernos autoritarios y, por otro, avanzar en la consolidación de sistemas democráticos. En este escenario, tenemos que para el caso chileno la noción de gobernabilidad es trabajada desde los inicios mismos de la transición democrática. Llegando a desempeñar un papel fundamental en el proceso; “ La importación de este término vino a llenar un extraordinario vacío de sentido posterior a la recuperación pactada de la democracia. Frente a las disonancias de la joven democracia chilena – los llamados “enclaves autoritarios”, y producto del rescate de la Constitución del 1980 – , la noción de “gobernabilidad” nos parece, en efecto, desempeñar un papel de discurso ordenador” .378 De este modo, adentrándose en los discursos públicos del periodo post-dictadura, Cecilia Baeza-Rodriguez se concentrará en el papel jugado por los discursos de la gobernabilidad en Chile. Así nos relata que en 1992, el BID organiza uno de sus seminarios en Chile. El evento, realizado en el Senado chileno en Valparaíso, tiene como tema “Un Gobierno para el Desarrollo Humano”; Gabriel Valdés, entonces presidente del Senado, expone lo que son, según él, las enseñanzas obtenidas de la ‘experiencia’ histórica chilena: “ La transición la ganamos con el compromiso de nunca más volver a reeditar un
ideologismo que permitiera a un partido colocarse encima de otro, y buscar su fracaso para asegurar su propio triunfo. Ahora estamos haciendo la transición con todos, sin excluir a nadie. En el Senado de Chile están todos. […] El aceptarlo fue duro. Pero ahora todos trabajamos, todos nos juntamos, todos participamos en comisiones y al final de tanto vernos y de saludarnos, hemos olvidado el pasado”. 379
En la lectura de Cecilia Baeza-Rodriguez, piedra angular del periodo postdictadura ha sido la idea de ‘consensos’, y esta es la imagen que esboza Gabriel Valdés. Ahora bien, tal como lo menciona nuestra autora, los ‘acuerdos básicos’ no son el producto de una discusión política amplia, sino que, por el contrario, son una condición previamente establecida. Negociados entre las cúpulas de los partidos, los consensos devienen ‘tecnocráticos’. La imposición y normalización de los consensos tecnocráticos, será entonces, la base de la ‘estabilidad democrática’ en Chile. Con todo, el registro de la gobernabilidad aparenta resolver las contradicciones de la transición democrática chilena. Así, sutilmente, lo que aún podía ser interpretado como deficiencias de la democracia chilena se transforman en virtudes: por un lado, atribuyéndole cualidades estabilizadoras 377
Camou, Antonio. “Gobernabilidad”. En Laura Baca Olamendi et al. Léxico de la política, Mexico D.F., FLACSO/FCE, 2000, p. 283. 378 Baeza-Rodríguez, Cecilia. “Los discursos públicos sobre la gobernabilidad en Chile como relatos de acción pública: un enfoque cognitivista sobre la importación de las ideas”. En Nuevo Mundo Mundos Nuevos [En línea], Coloquios, 2008, p. 2. Disponible en
http://nuevomundo.revues.org/index11042.html 379
Baeza-Rodríguez, Cecilia. Op. cit. p. 6.
y moderadoras al, intrínsicamente excluyente, sistema electoral binominal; y por otro, haciendo que la desarticulación de la ciudadanía se vea reinterpretada positivamente como la des-ideologización de la sociedad. Ahora bien, para finalizar, tenemos que, a propósito de todo este análisis, la cientista política sostendrá que: “Si los discursos sobre la ‘transición’ y la ‘gobernabilidad’ funcionan tan bien en Chile, es porque ambos se apoyan en los miedos del pasado (los del Golpe de Estado y de la dictadura), al mis mo tiempo que los siguen alimentando”. 380 Esta conclusión resultará crucial para las pretensiones de nuestro propio trabajo; y no sólo porque permite clarificar la estrecha relación entre estos dispositivos discursivos y el miedo, sino que, además, nos permite ubicarnos en otra de las locaciones desde las cuales estamos pretendiendo enmarcar la emergencia de las nuevas luchas libradas en el Chile de hoy. De Memorias, Trauma y Dictadur a “ A medida que fue pasando el tiempo y fui escarbando en el corazón de la gente tan
heterogénea como un sacerdote, un militar, un militante comunista y un empleado de banco, comencé a percibir que el miedo era un elemento común a casi todos […] En
algunos, era miedo a los militares, en otros, a la cesantía; en el siguiente, a la pobreza, al soplonaje, a la represión, al comunismo, a los marxistas, al caos, a la violencia o al terrorismo. Cada uno tenía el suyo”.
Patricia Politzer. Miedo en Chile. 381 El miedo en Chile no es un fenómeno reciente. En versión de Informe de Desarrollo Humano del año 1998, investigación dirigida por Robert Lechner, hasta mediados de siglo XX el miedo al delito está vinculado a acciones individuales y concentradas en los sectores populares. Panorama que se verá modificado en los años 70 cuando, en un contexto de fuerte polarización política, no será el delito sino un ambiente generalizado de violencia política el que alimentará las percepciones de miedo. Sin embargo, será con la instalación de la dictadura militar que el temor adquiere una dimensión desconocida. “En los años 70 y 80 la sociedad chilena se encuentra dominada por una verdadera "cultura del miedo": miedo al comunista, al subversivo; miedo al "cáncer" invisible y omnipresente que corroe al cuerpo social. Miedo a la represión y al delator; miedo a ser "descubierto" en alguna (no se sabe cuál) imprudencia”. 382 En conexión con lo anterior, tenemos que las psicólogas Elizabeth Lira y María Isabel Castillo, como resultado de una investigación cuyo objetivo era estudiar el significado de la amenaza política y el miedo bajo el régimen militar, van a concluir que; 380
Ibid. p. 3. Politzer, Patricia. Miedo en Chile, Santiago, CESOC, 1984, p. 10. 382 Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo. Informe de Desarrollo Humano en Chile: las paradojas de la modernización, Santiago, PNUD, 1998, p. 129. 381
“La dictadura militar chilena caracterizada como terrorismo de Estado, ejerció una
amenaza política, la que al ser percibida por los sujetos los llevó a modificar conductas y someterse”. 383 En el contexto de abandono por parte del Estado del marco jurídico, la masificación de las violaciones de derechos humanos, tales como torturas, las ejecuciones políticas, el desaparecimiento de personas, afectará, como marca indeleble, la representación colectiva de los miembros de la sociedad. Transportados a la actualidad, nos encontramos con que entre los años 2003 y 2008 se llevó a cabo una investigación denominada Identidad e Identidades: La construcción de la diversidad en Chile.384 El eje central de este proyecto giraba en torno a los rasgos culturales de la sociedad chilena contemporánea. Transcurridos algunos años desde su inicio, y con la investigación aún en curso, José Bengoa, coordinador general del proyecto, en la introducción a La comunidad reclamada, texto que recoge una serie de artículos elaborados en distintos momentos por el autor, ya extraía una de las conclusiones medulares del estudio. “En primer lugar, el terror de Estado a que fue sometida la sociedad chilena, toda, durante casi veinte años, provocó el refugio de las personas en sus mundos privados. En segundo lugar, ese terror produjo un enorme ‘miedo al otro’, junto a inseguridades, competencias y, finalmente, rupturas básicas de la sociedad” .385 La sociedad chilena aparece, así, como una sociedad traumatizada, con
poca capacidad de análisis de su historia reciente, incapaz de expresar sus temores y esperanzas. Tales son las repercusiones del autoritarismo sobre la sociedad, de modo que llevan a Bengoa a plantear la existencia de toda una ‘función social del terror’ 386. El terror de Estado en el Chile rompió con solidaridades básicas y espacios públicos, los que aún no se han podido reconstruir. El individuo contemporáneo se enfrenta, así, solitario al mercado, como masas consumidoras, provocándole una permanente sensación de inseguridad. Sobre esta cuestión nos concentraremos a continuación. De Neoliberalismo, Delincuencia y Seguridad Ciudadana “ Los miedos son fuerzas peligrosas... Pueden provocar parálisis.
Pueden inducir al somet imiento... Hay ‘campañas del miedo’ que Buscan instrumentalizar y apropiarse de los temores para disciplinar.”
383
Lira, Elizabeth y María Isabel Castillo. Psicología de la amenaza política y del miedo, Santiago, ILAS, 1991, p. 48. 384 Avances de investigación en Bengoa, José (editor). Chile: identidad, identidades. Revista Proposiciones. Santiago, Ediciones SUR, Vol.35, marzo, 2006. Ver también página web
www.identidades.cl 385
Bengoa, José. La comunidad reclamada. Identidades, utopías y memorias en la sociedad chilena actual, Santiago, Catalonia, 2006, p. 18. 386 Bengoa, José. Op. cit. 147.
Norbert Lechhner. Las sombras del mañana: la dimensión subjetiva de la política. 387 La Encuesta Nacional Urbana de Seguridad Ciudadana (ENUSC), encargada por el Ministerio del Interior del gobierno de Chile, aplicada desde el año 2003, es el más importante acervo de información en materia de Seguridad Ciudadana, entregando cada dos años una información pormenorizada tanto del fenómeno delictivo en Chile, como también respecto de las reacciones y percepciones suscitadas en la población. Su importancia no sólo estriba en su universo muestral, con cerca de 20.000 personas encuestadas a lo largo del país, sino más bien en que en las respuestas a las preguntas formuladas en dicha encuesta, podemos ver perfilado los principales miedos que enfrenta el país.388
En el temor a ser víctima de un delito, en el peligro que representa la precariedad laboral y la inestabilidad económica, o en el desasosiego de tener que enfrentar que un miembro del grupo familiar caiga en el alcoholismo o la drogadicción, del conjunto de estos miedos podemos apreciar la incardinación de un contexto, tantas veces, signado por el arribo de las ‘fuerzas del mercado’. Es desde acá que pueden ser explicados los
387
Lechner, Norbert. Las sombras del mañana: la dimensión subjetiva de la política, Santiago, LOM, 2002, p. 46 388 Conceptualizados, ya sea, como ‘preocupaciones’ o, de otro modo, como ‘problemas’, las preguntas que abordan estas categorías incorporan las siguientes alternativas de respuesta : -Respecto del miedo categorizado como ‘preocupaciones’: 1) Perder el trabajo; 2) Dificultad para encontrar trabajo; 3) Ser víctima de delito; 4) Que un miembro del grupo familiar caiga en el alcoholismo o la drogadicción; 5) La inestabilidad económica del hogar; 6) No tener acceso a la vivienda propia o perderla; 7) Incertidumbre en la vejez (salud, previsión, desamparo); 8) Que usted o alguien de su familia no tenga acceso a una educación de calidad; 9) No contar con un sistema de salud que cubra enfermedades o accidentes. -Respecto del miedo categorizado como ‘problemas’: 1) La pobreza; 2 )La situación económica; 3) La contaminación ambiental; 4) El tráfico de drogas; 5) La educación; 6) El desempleo; 7) La salud; 8) La delincuencia; 9) Consumo de drogas; 10) La corrupción A continuación presentamos las preguntas y respuestas correspondientes a estos dos ítems. -Indique en orden de importancia las tres situaciones que más le generan “preocupación”:
1ª) Ser víctima de delito: 20.9% 2ª) La inestabilidad económica del hogar: 14.1% 3ª) Que un miembro del grupo familiar caiga en el alcoholismo o la drogadicción: 11% -¿Cual de los siguientes “problemas” de actualidad nacional tiene mayor importancia para usted? 1ª) La delincuencia: 21.3% 2ª) La pobreza: 16.8% 3ª) El tráfico de drogas: 12.5% Fuente: ENUSC 2008. Disponible en http://www.ine.cl
archivos de la ENUSC; los cuales nos hablan, por medio del ‘lenguaje de las cifras’ 389 (Rotker 2000), de los temores del Chile de hoy. En el Chile de la post- dictadura, se ha pasado de las doctrinas de la ‘seguridad nacional’ a las ‘doctrinas de la seguridad ciudadana’, nuevo dispositivo discursivo, corpus doctrinario polarizador del entorno social. De esta manera, y tal como señala el historiador Pedro Rosas, en la búsqueda de rediseñar la definición y lucha del nuevo ‘enemigo interno’, se escogió la noción de ‘seguridad ciudadana’ como expresión mediática del nuevo ideario de control. “A mediados de los 90’ la expresión ‘seguridad ciudadana’, ya era vox populi y elemento imprescindible en la concepción más acabada de buen funcionamiento democrático” .390 Teniendo a este indicador como premisa, se van a implementar diversas medidas en el combate contra el terrorismo, la delincuencia y la criminalización de la juventud. Surge así un sentimiento colectivo, cristalizado en terror, el cual se convierte en un movilizador de ‘tolerancias cero’ a cargo de las mismas ‘manos duras’ que han venido motivando toda una serie de ‘hechos noticiosos’ que buscarán personalizar a los malhechores, hacerlos reconocibles. De esta manera nos encontramos con que, a modo de ejemplo, el diario ‘El Mercurio’, el 30 de octubre de 1994, publicaba un reportaje titulado: “Se busca hombre soltero menor de 24 años... para meterlo en la cárcel porque es un delincuente”. 391
En nuestras ‘ciudades pánico’, como las denomina Paul Virilio, se nos anuncia más criminalidad que las criminalidades realmente existentes. Desembocando actualmente en la estandarización de los comportamientos y, lo que es peor, en la sincronización de las emociones. “Tras la larga historia de la est andarización de la opinión pública de la época de la revolución industrial, y de sus sistemas de reproducción idéntica, entramos en la era de una sincronización de la emoción colectiva que favorece un’ individualismo de masa’, puesto que cada uno, uno por uno, padece en el mismo instante el condicionamiento mass- mediático”. 392. Efecto espectacular, el que se describe, en que
la imagen audio-televisiva deviene herramienta de construcción de una determinada realidad. En este contexto, entonces, es que cobra todo su sentido la descripción de una programación neoliberal, tal como lo detallara Foucault en el Nacimiento de la biopolitica 393, que apunta a organizar, intervenir y acondicionar el marco, el medio ambiente en el cual se van a desenvolver la población y sus subjetividades; espacio de libertad vigilada a fin de hacer posible los mecanismos mercado. Será desde acá, pues, que debemos explicar la generalización del miedo en relación con las actuales 389
Rotker, Susana. “Ciudades escritas por la violencia. (A modo de introducción)”. En Susana Rotker (editora). Ciudadanías del miedo, Caracas, Nueva Sociedad, 2000. 390 Rosas, Pedro. Rebeldía, subversión y prisión política. Crimen y castigo en la transición chilena 1990-2004. Santiago, LOM, 2004, p. 95. 391 Ramos, Marcela y Juan Andrés Guzmán. La guerra y la paz ciudadana, Santiago, LOM, 2000, p. 36. 392 Virilio, Paul. Ciudad Pánico, Buenos Aires, Libros del Zorzal, 2006, p. 47. 393 Foucault, Michel. Nacimiento de la Biopolítica, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2007.
modalidades de gobierno. No es que el miedo no haya sido utilizado anteriormente, si ya sabemos que en todo juego de poder el echar mano al recurso del miedo está siempre presente. Sin embargo, de lo que se trata es de constatar cómo en las actuales ‘sociedades de seguridad’; ya sea en su carácter centrípeto, donde se integran circuitos cada vez más amplios; ya sea en su permisividad del ‘dejar hacer’; ya sea en su regulación ambiental, de sus acontecimientos y sus circulaciones 394; el miedo es incorporado a las actuales agendas del poder. Las luchas Etico/Estéticas en el Chile de hoy “Grande es el desorden bajo los cielos, la situación es excelente” .
Mao tse-tung Si, tal como hemos venido constatando, ya sea desde el campo de producción de saberes de las ‘Ciencias Sociales’, o a partir de los discursos de la ‘gobernabilidad’, o en función de la actual doctrina de la ‘seguridad ciudadana’, articulados todos en torno al miedo, que en gran medida está remitido a la experiencia del terror de Estado vivenciado durante la dictadura militar, si de todo lo anterior podemos concluir que la democracia a la que se transita se ha hecho con exclusión de los movimientos sociales. La pregunta que cabe hacerse es desde dónde, entonces, si estando en una situación de orfandad más absoluta respecto a experiencias organizativas anteriores, en un contexto de la casi inexistencia de discursos y programas alternativos a la programación neoliberal, desde dónde se pudieron generar prácticas organizativas en el Chile actual. En la búsqueda de posibles respuestas a esta interrogante, tenemos que durante los años 2005-2006 se desarrolló una investigación que buscaba indagar y caracterizar las actuales modalidades de la acción colectiva en la juventud chilena 395. Allí nos encontramos con lo que denominamos como ‘agrupamientos juveniles del tip o micropolítico’. Estas nuevas luchas, al igual que lo que hemos conocido como ‘ nuevos movimientos sociales’, también son depositarios del Mayo 68’, y coinciden con estos en la casi totalidad de sus definiciones. Pero a diferencia de los nuevos movimientos sociales, estas prácticas micropolíticas parecen insistir en aquel aspecto que dice relación con una politización de la vida cotidiana y del ámbito privado. Es en este sentido que su propuesta pareciera tener que ver con nuevos modos de ser-en el-mundo-individuales, a la manera de constitución de nuevas ‘subjetivaciones’; y nuevos modos de estar -en-el-mundocolectivas, a la manera de constitución de nuevas ‘sociabilidades’. De este modo, lo que vemos emerger son luchas ético/estéticas; éticas en tanto son formas de ser en el mundo las que se ponen en juego. Siendo el devenir cotidiano el lugar de disputa y de empoderamiento, las cuales no apuntan necesariamente a confluir hacia el espacio de la
394
Foucault, Michel. Seguridad, Territorio y Población, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2006, pp. 67-68. 395 Gamboa, Andrea e Ivan Pincheira. Organizaciones Juveniles en Santiago de Chile. Invisibles_Subterráneas, Santiago, LOM, 2009.
soberanía estatal, como tampoco se convocan desde los discursos que pretenden modelos de sociedad totalizantes. 396 Pero estas luchas también son estetico/políticas, en tanto, no son sólo modos de conciencia (falsa o verdadera conciencia, según cierto marxismo) los que están puestos en juego, sino que, desde el instante que es el devenir cotidiano el lugar de disputa y de empoderamiento, no es el puro enunciado, la pura consigna, la pura concientización de la masa lo que emerge en estas luchas micropolíticas; sino que será la corporalidad en su integralidad y sus puestas en escena lo que efectivamente se pone en juego. Es así como en el actual ciclo de la luchas sociales, los aparecimientos, las formas, las imágenes, las puestas en escenas, las intervenciones sobre el cuerpo/piel, las perfomances callejeras de las tribus urbanas, aparecen a todas luces, como siendo parte de un conjunto de prácticas estético/políticas. 397 No obstante lo anterior, surgía la pregunta sobre cuáles podrían llegar a ser los grados de afectación de estas prácticas sobre lo social y su campo institucional. Estando en este punto es que, al igual que el conjunto de la sociedad chilena, nos veremos remecidos por la irrupción del movimiento de estudiantes secundarios de mayo del 2006. Será, precisamente, la ‘revolución pingüina’ quien nos proporcionará las claves interpretativas que nos permitirán responder a la cuestión acerca de si estas prácticas, son capaces de afectar al conjunto de lo social y su entramado institucional. De este modo nos atrevemos a señalar que estas luchas micropolíticas, efectivamente, sí llegan a afectar el espacio mayor de lo social. Por cuanto son 396
Se podría sostener que habrían dos momentos en que los feminismo aparecen como fundantes de este desplazamiento hacia las luchas ético/políticas. El primero se vincula a la instalación en el debate de “Lo privado es político” y “Democracia en el Estado y en el hogar”. A partir de estos enunciados, que buscando materialización en el espesor de lo real, o al menos incriptándose en la memoria colectiva, se anota claramente esta vocación por la cotidianidad de la lucha política. El segundo momento nos refiere la cuestión de los métodos anticonceptivos. Es así que en las luchas por la masificación de la anticoncepción, podemos leer cómo, en la cuestión de la reproducción y el manejo de la propia sexualidad, existe un opción ética/política desde el momento que son quienes comparten la cotidianidad del ‘yo’ los que deciden, en última instancia, sobre la propia sexualidad. Decisión ética/política que se transforma en lugar de disputa y de empoderamiento; disputa desde el momento que enfrenta a los espacios oficiales que pretenden direccionar la sexualidad; empoderamiento desde el momento en que me doto de la capacidad de optar qué hacer y qué no hacer con ella. 397 Será precisamente a partir de la irrupción de los feminismos que se revela la importancia del cuerpo y la necesidad de re-ubicarlo al interior de relaciones sociales. El cuerpo, especialmente el cuerpo de mujer, ya no se nos aparece como un compuesto orgánico que se desarrolla con independencia de los avatares de lo social. Por el contrario, el cuerpo es el lugar de enquistación de significaciones, interpretaciones, juegos de poder que lo entienden, lo significan y lo ubican en distintas posiciones de subordinación. El cuerpo al ser inscrito en lo social (y siendo tensionado por las relaciones de poder que cruzan a éste) aparece como campo de disputa y de empoderamiento; disputa en tanto debe enfrentarse a las ideologías, técnicas y tecnologías que lo intentan disciplinar para normalizarlo y hacerlo productivo; campo de empoderamiento en tanto territorio abierto re-significaciones e intervenciones. Cuando el territorio moderno, y todo su institucional socializadora, se desmorona, pareciera que es el cuerpo uno de las nuevas regiones a ocupar.
justamente quienes participan de estos agrupamientos (okupas, gays, lesbianas, animalistas, objetores de conciencia, los seguidores de animación japonesa, colectivos culturales), a quienes veníamos siguiendo por más de un año, los que llegaron a conformar el grueso de los estudiantes movilizados. Serán justamente esos agrupamientos micropolíticos el campo de ensayo de la revolución pingüina. Es acá donde los secundarios ya venían cuajando una practica de la no representatividad, de la horizontalidad, del trabajo en asambleas, de la relación con los medios de comunicación, con las autoridades de gobierno, de la comunicación vía chat, coordinación de marchas a través de mensajería celular, información de acuerdos por blogs. Serían en los espacios invisibles de la cotidianidad donde, rompiendo con los miedos de la post-dictadura, se cuajó la irrupción del ‘mayo chileno’. Por último. El nuestro ya no es el tiempo en que los dispositivos de control, se ejecutan privilegiadamente en los espacios de encierro, sino que fundamentalmente en los espacios abiertos; de la circulación y el acontecimiento. Es acá donde el capitalismo tiene el imperativo, antes de producir cosas, de producir sujetos. Que logre o no producirlos a la exacta medida de sus requerimientos es, justamente, lo que configura las luchas sociales contemporáneas. Será, por tanto, en este lugar, el de las ‘formas de vida’, donde se configura el campo de lucha, de la táctica y la estrategia. Será, pues, el dialogo y el fortalecimiento de estas experiencias que re-pueblan lo social, la urgente tarea que se le impone a la nueva intelectualidad que re-puebla la academia. El mantenerse al margen de estos procesos sólo significará el enclaustramiento marginal de una academia que se pretende descriptora y participe de lo social.
El espectáculo de la biopol ítica: perfor matividad y s uprarrepresentación.
1. Introducción musical.
Víctor Silva Echeto. Rodrigo Browne Sartori.
En el mes de octubre de 2009, diversos músicos exigieron conocer si se habían usado sus canciones para practicar torturas en Guantánamo. Los grupos REM y Pearl Jam lideraron una petición formal, que fue firmada por varios músicos y bandas para que la administración estadounidense hiciera público si utilizó “sin su conocimiento ni consentimiento” música para torturar a presos en Guantánamo, tal como varios organismos internacionales han denunciado. “Hemos firmado esta campaña como muestra de nuestro completo apoyo al presidente Obama y a los líderes militares que han pedido el fin de las torturas y el cierre de Guantánamo. Mientras Guantánamo siga abierto, el legado de Estados Unidos a lo largo del mundo continuará siendo la tortura”, lamentó la banda REM en el comunicado. La ONG británica Retrieve, especializada en la protección de presos, denunció que “bajo la administración Bush-Cheney la tortura con música fue algo normal en Guantánamo y en las prisiones secretas que mantenía Estados Unidos en Irak, Afganistán y en otros lugares del mundo”. Por su parte, la ONG estadounidense Archivo Nacional de Seguridad, presentó en Washington una petición al amparo de la Ley de Libertad de Información solicitando material secreto que detalla el uso de música, fundamentalmente de Rock, para obtener confesiones de los detenidos bajo sospecha de terrorismo. Con base en los documentos publicados y entrevistas con los detenidos liberados, la entidad dijo que entre la música utilizada con esos fines figuraron obras de AC/DC, REM, Marilyn Manson, entre otros.
Como si se cumpliera el “sueño” futurista de que la guerra -y en su interior la tortura- se transformara en una obra de arte total o la máxima benjaminiana de que el fascismo estetiza la política, los Estados Unidos llevaron a la práctica ese programa de destrucción, vía la estética, iniciado con la bomba atómica en Japón, y radicalizado en el “no lugar” de Guantánamo al torturar con fondo musical. El fin de la estética en la era postautónoma de la imagen visual (más que del arte) se transmuta en ese espacio de la memoria, en el mal de archivo que discontinua discursos y cuerpos y se fractura en la imposibilidad esquizofrénica de construir un relato-narración sin narrador 398.
2. Estado de excepción y “representación prohibida”.
Sí después del análisis, desde la ruptura y la destrucción -fundamentalmente de Adorno y de Benjamin- sobre el nazismo, parecía que no se podía escribir “ni poesía” “ni ensayos” sobre ese período, no deja de llamar la atención que surja, en la última década del siglo pasado y comienzos de éste, un nuevo tipo de análisis. Alrededor de figuras como Giorgio Agamben, Roberto Esposito o Jean Luc Nancy, el tema del nazismo retorna una y otra vez, asumiendo que “la representación prohibida” 399, los estados de excepción 400 y las biopolíticas negativas que encadenan a los sujetos 401, son las formas in-decentes que adquiere la representación en diversos momentos históricos. Con un énfasis en lo biopolítico, Giorgio Agamben 402, por su parte, coloca en tensión diversas categorías, entre ellas, la relación entre excepcionalidad y normalidad y entre experiencia y destrucción. Citando e invirtiendo la tesis 8 de Walter Benjamin de la filosofía de la historia 403, Agamben realiza un extenso análisis sobre los estados de excepción, aunque, a diferencia de Benjamin, estos estados no implican la liberación de los oprimidos sino el modelo de gobierno que determina de manera creciente e incontenible la política de los estados modernos en la mayor parte de sus dimensiones. De esa forma, la tendencia “que se manifiesta en casi todas las democracias occidentales” es la de la “generalización sin precedentes del paradigma de la seguridad como técnica normal de gobierno” 404. Hay que recordar que en esa tesis, Benjamin 405 indica que la tradición de los oprimidos nos enseña que “el estado de excepción” en que vivimos es la verdadera regla general. Para Benjamin, hay que construir un concepto de historia que corresponda a esa verdad. Para Walter Benjamin, Obras escolhidas. Brasiliense, Sao Paulo, 2008, por más familiar que sea su nombre, el narrador no está de hecho presente entre nosotros: en su actualidad viva. 399 Nancy, Jean Luc, La representación prohibida. Amorrortu, Buenos Aires, 2006 400 Agamben, Giorgio, Estado de excepción. Homo sacer II, Pretextos, Valencia, 2004 401 Esposito, Roberto, Bios., Amorrortu, Buenos Aires, 2006 402 Agamben, 2004, Op.Cit., 403 Texto que nos interesa particularmente por la relación que tiene con Chile. Según Miguel Valderrama, Modernismos historiográficos. Artes visuales, postdictadura, vanguardia.: Palinodia. Santiago de Chile, 2008, este texto es el que “estructura el orden de referencias de las obras y escritos de la neovanguardia en Chile. “La importancia de las tesis para el debate nacional reside, precisamente, en el modo en que en ellas se articula la tradición de los oprimidos con la idea de felicidad. Articulación sui generis que descansa en una concepción de la historia que tiene en las nociones de catástrofe, mesianismo y redención sus nociones principales”. 404 Agamben, 2004, Op.Cit., p. 27. 405 Benjamin, 2008, Op.Cit., p.226. 398
En ese momento, percibiremos que “nuestra” tarea es orig inar un verdadero estado de excepción; con esto, nuestra posición será más fuerte en la lucha contra el fascismo. Sobre esta base e invirtiendo la tesis 8, Giorgio Agamben indica -en un cruce discontinuo que vincula el análisis del fascismo con la actual situación de Guantánamo- que “la declaración del estado de excepción ha sido sustituida de forma progresiva por una generalización sin precedentes del paradigma de la seguridad como técnica normal de gobierno”. Para Agamben, “el significado inmediatamente biopolítico del estado de excepción como estructura original en que el derecho incluye en sí al viviente por medio de su propia suspensión se manifiesta con claridad en la military order promulgada por el Presidente de Estados Unidos el 13 de noviembre de 2001, que autoriza la indefinite detention y el procesamiento por military commisions (que no hay que confundir con los tribunales militares previstos por el derecho de guerra) de los no ciudadanos sospechosos de estar implicados en actividades terrorista s”406. El Usa Patrioct Act, de fecha 26 de octubre de 2001 del Senado, “facultaba al Attorney general ‘para someter a detención’ al extranjero (alien) sospechoso de realizar actividades que supongan un peligro para la ‘seguridad nacional de los Estados Unidos’; pero en el plazo de siete días el extranjero debía de ser expulsado o bien acusado de violación de las leyes de emigración o de cualquier otro delito” 407. El cambio, o la novedad de la propuesta de Bush, consistían en eliminar radicalmente cualquier estatuto jurídico para ciertas personas, “produciendo de esta forma un ser jurídico innombrable e inclasificable”. Los talibanes capturados en Afganistán, y en otras partes del mundo, no disfrutan del estatuto de prisionero de guerra ni de los imputados en un delito de cualquier índole según la ley estadounidense. “Ni prisioneros ni acusados, sino tan sólo detaines, son objeto de una pura dominación de hecho, de una detención indefinida, y no sólo en sentido temporal sino en cuanto a su propia naturaleza, puesto que queda sustraída por completo a la ley y al control judicial”.408 Como indica Judith Butler, citada por Agamben, en el detaine de Guantánamo la nuda vida 409 llega a su máxima indeterminación. Es decir, sólo es comparable con la situación jurídica de los judíos en los Lager nazi, quienes, al ser privados de ciudadanía, habían perdido toda identidad jurídica. El estado de excepción performativamente es irrepresentable y actúa de forma paralegal. “El estado de excepción no es un derecho especial (como el derecho de guerra), pero, en cuanto suspensión del orden jurídico mismo, define el umbral o el concepto- límite de éste.” 410 Agamben, 2004, Op.Cit., p.12. Ibíd. 408 Ibíd. 409 La nuda vida es una antigua y oscura figura del derecho romano arcaico que significa “la vida a quien cualquiera puede dar muerte pero que es a la vez insacrificable del homo sacer , cuya función esencial en la política moderna” Agamben pretende reivindicar. Las tesis de Foucault son corregidas por Agamben, para quien “lo que caracteriza a la política moderna no es la inclusión de la zoe en la polis, en sí misma antiquísima, ni el simple hecho de que la vida como tal se convierta en objeto eminente de los cálculos y de las previsiones del poder estatal: lo decisivo es, más bien, el hecho de que, en paralelo al proceso en virtud del cual la excepción se convierte en regla, el espacio de la nuda vida que estaba situada originariamente al margen del orden jurídico, va coincidiendo de manera progresiva con el espacio político, de forma que exclusión e inclusión, externo e interno, bíos y zoe, derecho y hecho, entran en una zona de irreductible indiferenciación”. En una nota de los traductores se aclara aún más este punto: “una vida a la que cualquiera puede dar muerte impunemente y, al mismo tiempo, la de no poder ser sacrificada de acuerdo con los rituales establecidos; es decir, la vida ‘uccidibile e insacrificable’ del homo sacer y de las figuras análogas a él” Agamben, G., Homo sacer . Pretextos, Valencia, 2003, p. 243. 410 Agamben, 2004, Op.Cit., p.14 406
407
Antes de Agamben, Jacques Derrida 411 vinculaba su análisis de los fantasmas y espectros, a la virtualidad del cuerpo “desaparecido”, “violentado”, dialogando con el fantasma del nombre de pila de Benjamin: “Walter” en judío como anagrama de “violencia”. En ese contexto, se tensionan las performances de las memorias, cuando Jean Luc- Nancy, 412 introduce la compleja relación entre representación y performatividad, desde la idea de “la representación prohibida”. Esto es desde la incorporación al léxico mundial de la Shoah413 -a partir de la película homónima de Lanzmann, hasta la polémica que envolvió el estreno de la película de Spielberg La lista de Schlinder - la mención a películas, canciones, performances, obras visuales, circula la idea (a modo de interrogación y no siempre bien planteada) de sí desde “el exterminio” se puede o no representar. La pregunta es “¿se trata de una imposibilidad o de un acto ilegítimo?” Si se tratará de una imposibilidad, ¿a qué obedecería? “¿sería a causa del carácter insostenible de lo que habría que representar?” 414. No obstante, no se produce indignación ante las obras visuales que performan (¿representan?) el holocausto (por ejemplo, los cuadros de David Olère) o, en nuestros países, el Plan Cóndor -que van desde los relatos sobre el asesinato de Víctor Jara en el Estadio Nacional, pasando por el “blanqueamiento” del palacio de La Moneda, hasta las más recientes novelas, películas y reportajes periodísticos sobre el asesinato de Eugenio Berríos en Uruguay. En cambio, si la representación se trata “de una ilegitimidad, no se puede más que remitir a una prohibición religiosa”, que se invoca “fuera de ese contexto y sin justificar ese desplazamiento” 415. Así, Nancy coloca la idea de “suprarrepresentación”, para referirse a la espectacularización de los campos de exterminio, “en la cual una voluntad de presencia integral se da el espectáculo de aniquilamiento de la posibili dad representativa misma” 416. En definitiva, pensar la im-posibilidad de la representación, sus performances, es pensar en la condena de las imágenes que en la historia occidental fue el resultado de la alianza concertada entre “el precepto monoteísta y el t ema griego de la copia o la simulación, del artificio y de la ausencia de original.” 417 De esa alianza “proceden, con seguridad, una desconfianza ininterrumpida hacia las imágenes que llegan hasta nuestros días, en el seno mismo de la cultura que las produce en abundancia; la sospecha recaída en las ‘apariencias’ o el ‘espectáculo’, y cierta crítica complaciente de la ‘civilización de las imágenes’, tanto más, por otra parte, cuanto que de ella provienen, a contrario, todas las iniciativas de defensa e ilustración de las artes, y todas las fenomenologías.” 418
3. Fin de la experiencia, espectáculo y postespectáculo. 411
Derrida, Jacques, Fuerza de ley. El fundamento “místico de la autoridad”. Tecnos, Madrid,
1998 Nancy, 2006. Op.Cit. Shoah (del hebreo , “catástrofe”) es una película documental del realizador francés Claude Lanzmann, de 9 horas de duración, estrenada en 1985. 414 Nancy, 2006. Op.Cit., p. 18 415 Ibíd., p. 24 416 Ibíd. 417 Ibíd. 418 Ibíd., p.27. 412 413
Es un giro más en la desaparición de la experiencia a la que se refería Benjamin y, más recientemente Agamben, cuando analiza la sustitución de la experiencia por una imagen que, paradójicamente y tomada como ídolo, perturba la relación entre presencia y ausencia (representación). La idea de espectáculo -desde la visión de Debord hasta Agamben- se refiere a esa pérdida de la experiencia o, mejor dicho, a una experiencia que ocurre por fuera del cuerpo. Al cuerpo contemporáneo, de esa forma, “se le ha expropiado su experiencia: más bien la incapacidad de tener y transmitir experiencias.” 419 Agamben, toma otra idea planteada por Benjamin, esta vez en 1933, sobre Pobreza y experiencia, considerando que la pobreza de la experiencia invadía a la humanidad después de la guerra mundial. Benjamin, tres años después, ampliará su análisis con términos muy similares en un ensayo sobre “El narrador: Consideracio nes sobre la obra de Nikolai Leskov”. En el texto de 1933, “pobreza y experiencia”, Benjamin indicaba que la gente “regresaba enmudecida” del campo de batalla, “más pobre en experiencias compartibles”. Las únicas experiencias que, puede imaginarse Benjamin, son las de las crisis motivadas por las guerras de trincheras, las económicas por las inflaciones, las corporales por el hambre, las morales por el tirano. En el ensayo de 1936, titulado “El narrador”, por su parte, escribe que el arte de narrar está en vías de extinción. Y, esto ocurre, porque se encuentra privado de una facultad que parecía segura e inalienable: la facultad de intercambiar experiencias. Una de las causas de este fenómeno, para Benjamin, es obvia: las acciones de la experiencia están en baja. Benjamin retoma la figura de la guerra como explicación de esta carencia de experiencias, indicando que al final de la guerra se observa un proceso en que los combatientes vuelven mudos del campo de batalla no más ricos, sino más pobre en experiencias. Agamben, a estas ideas benjaminianas afectadas por la catástrofe del fascismo, le agrega la reflexión de que “para efectuar la destrucción de la experiencia no se necesita en absoluto de una catástrofe que para ello basta perfectamente con la pacífica existencia cotidiana de una gran ciudad” 420. Al planteamiento de Benjamin, lo radicaliza Agamben con el concepto de espectáculo de Debord 421, donde nuevamente la experiencia se aleja en la mediatización de la imagen postmediática.
Agamben, 2006. Op.Cit., p.6. Ibíd., p.8 421 En diversos escritos Agamben se refiere a las tesis de Debord sobre “la sociedad del espectáculo” o “comentarios sobre la sociedad del espectáculo”. Por ejemplo, en la tesis acerca de una sociedad devenida museo ya estaba presente en “Glosas marginales a los Comentarios sobre la sociedad del espectáculo”, el texto que Agamben dedica a Guy Debord . Agamben coincide con Debord en que la nuestra es una sociedad del espectáculo, donde el capitalismo llegó a su forma extrema. El ‘devenir imagen’ del capital [sostiene] no es más que la última metamorfosi s de la mercancía, en la que el valor de cambio ha eclipsado por completo al valor de uso y después de haber falsificado toda producción social, puede ya acceder a una soberanía absoluta e irresponsable sobre la vida entera. Ver el análisis que realiza Fla via Costa “El dispositivo museo y el fin de la era de la estética” Conferencia pronunciada en el Coloquio Internacional ‘Giorgio Agamben: Teología política y Biopolítica’ realizada los días 29 y 30 de septiembre del 2009 por las universidades de Chile y Diego Portales, Santiago de Chile en 419 420
No obstante, el concepto de espectáculo, planteado por Debord en 1967 y corregido por el crítico algunos años después en Los comentarios sobre la sociedad del espectáculo , está connotado por la ingenua idea de la alineación y del control total sobre la existencia humana. En ese contexto, simulacro y virtualidad, como nociones postespectaculares, permiten considerar las transformaciones biopolíticas con las que se opera actualmente.
A modo de conclusiones. En Chile, las memorias de la postdictadura activan paradójicas relaciones entre representación y violencia política. Por una parte, se genera una performance del acontecimiento y, por otra, se intentan capturar esos eventos irrepresentables, desde los dispositivos de poder y de control, que dirigen el debate sobre las memorias a una política del consenso y de los acuerdos. Esas paradójicas relaciones entre memoria, historia, estetización de la política y politización de la estética, intentan capturar y controlar los disensos, las marcas inestables que surcan las huellas del pasado y las virtuales apariciones y desapariciones de los cuerpos y sus indicios. No obstante, hay desajustes estructurales, acciones de visibilización y puesta en crisis de la representación, desde dispositivos artísticos que sitúan ciertas prácticas al límite de la representación, por la condición “irrepresentable” de las formas más extremas de violencia política. Son recorridos que se trazan por la performance de lo irrepresentable, por la visibilidad e invisibilidad de las memorias y sus diversos usos artísticos, mediáticos, históricos y culturales. Con la idea de suprarepresentación, Jean Luc- Nancy, apuesta por desafiar a la representación prohibida, no desde su ausencia, sino, todo lo contrario, desde la espectacularización de los “campos de exterminio”, d esde el desafío al precepto monoteísta iconoclasta e iconofóbico y la condena platónica al simulacro. Son los simulacros los que aparecen y des-aparecen y transforman a la representación en una semiótica de lo in-deseable. Paralelamente, Agamben retoma la idea de espectáculo para referirse a la perdida de la experiencia, anunciada por Benjamin en las épocas de tragedia. Pero ese “estado de excepción” que anuncia Agamben, no es producto de la tragedia sino de la biopolítica contemporánea, de la excepción como la regla de vida en las sociedades mediáticas y postmediáticas, espectaculares y postespectaculares, simuladas y virtualizadas.
http://www.biopolitica.cl/docs/publi_bio/costa_dispositivo.pdf . Consultado el 16 de noviembre de 2009. La incorporación de esta referencia es una actualización de la ponencia que presentamos el 2008.
VIII.- SOBERANÍA Y EXCEPCIÓN La relación derecho-poder-vida, nos coloca ante una problematización necesaria a la política: la desaparición de la distinción antigua entre zoè y bios. Tal fusión y tal separación harían posible la bio-política. La definición legal de vida natural y su delimitación en el campo “estatal”. De allí la necesidad de reformular la pr egunta que se hiciese Hannah Arendt, respecto de ¿qué es actuar políticamente? Para Rodrigo Karmy, la acción política “se ha vuelto lisa y llanamente ‘gubernamentalidad’” de modo que la revisión de tal pregunta, en la obra del filósofo Giorgio Agamben, a partir de la problematización que Walter Benjamin desarrolla en Para una crítica de la violencia, donde Benjamin no sólo se enfrenta al problema de la violencia y de su crítica, sino que además, se interna en el intrincado mundo de la justicia y el derecho, es decir, se interna en el problema de lo que denominará la fundación y conservación de derecho en el estado Moderno. Violencia mítica y violencia divina se enfrentan así, como dos modos de relación a la fuerza, a la justicia y a la vida. Una discusión, que pone en el tapete la fundación de la política a partir de una separación de vida y forma, dónde lo “humano”, la “forma”, es lo que aparece cercado por la vida. A esta forma de lo humano, y desde la lectura benjaminiana, Federico Galende, propone, “la posibilidad de una lectura no humanista de la exclusión”. La separación que opera el nazismo, en los campos de extermino, entre forma y vida, desenvistiendo precisamente la forma, constituye el paroxismo de una política de la vida que se invierte en práctica de muerte. Juan Pablo Arancibia, anuda la forma en que “se hace morir al hombre que hubo alguna vez en él”, con las dos únicas prácticas que no son disueltas “en la vida del Lager , precisamente aquellas que el liberalismo concede a los hombres como sus rasgos esenciales: producir e intercambiar”.
SOBERANÍA Y MESIANISMO El gesto antikantiano en Giorgio Agamben Rodrigo Karmy Bolton “¿En qué consiste una vida activa? ¿Que hacemos cuando actuamos?” H. Arendt. Si el nihilismo se ha vuelto el único horizonte de nuestro tiempo y, en ello, la acción política se ha vuelto lisa y llanamente “gubernamentalidad”, la pregunta sobre la “acción política” que formula Hannah Arendt en el epígrafe, cobra toda su pertinencia. El presente ensayo se ocupa del problema de la acción política en el filósofo italiano Giorgio Agamben. Problema que se inicia con el célebre ensayo de W. Benjamin “Para una crítica de la violencia” de 1921 y que trasunta en una diferencia de Agamben para con la interpretación que hace Derrida del concepto de “violencia divina” en particular, y sobre el estatuto del mesianismo y la deconstrucción, en general. Se propone pues, que en dicha diferencia con Derrida, se juega, en Agamben, un gesto antikantiano –una “dialéctica en suspenso”- que remite al mesianismo como una vida inseparable de su forma, un bíos, pero que, a su vez, se diferenciaría radicalmente del gesto antikantiano presente en el pensamiento de Hegel. Entre Derrida y Hegel, allí yace la anomia propia del mesianismo agambeniano. De ahí que, podríamos decir, para el filósofo italiano se trata de tomar otra vez la pregunta de Arendt, desde el campo de la biopolítica y suspender la pregunta
kantiano-leninista del “¿qué hacer?” para reconducirla hacia un lugar más originari o: ¿qué significa actuar políticamente? 422 En base a dicha pregunta inicial, el presente ensayo propone: en primer lugar, que la consideración agambeniana de la “acción política” a la luz del mesianismo es un gesto anti-kantiano. En segundo lugar, sugiero que dicho gesto retoma, implícitamente, el problema (paulino) del amor, el cual designa a la experiencia de una comunidad impolítica por excelencia que, como tal, sería inmanente al hos me423 (como-no). Por ello, hacia el final pregunto si acaso la lectura de Agamben sobre lo mesiánico en Pablo ¿no termina considerando que, en un sentido ontológico, Pablo es mujer ?
1.- Gewalt
Es posible que la naturaleza aporética del poder en Occidente asome en toda su radicalidad en el carácter polisemántico 424 de la palabra alemana “gewalt” que, en los años posteriores a la Gran Guerra, se anuda al centro de la reflexión jurídico-política. En su célebre ensayo “Para una crítica de la violencia” de 1921 W. Benjamin intenta pensar, pues, la violencia “más acá” de los fines que ésta cumple, la violencia en su pura dimensión medial, sin referencia alguna al “derecho”: “Pero para decidir respecto a este problema –dice Benjamin, respecto del problema de la “crítica” de la violencia - se necesita un criterio más pertinente, una distinción en la esfera misma de los medios, sin tener en cuenta los fines a los que éstos sirven.”425. Porque, insiste Benjamin, si se evalúa la violencia a partir de los fines que ésta cumple, como proponen, en sus diferencias, tanto el “derecho natural” como el “derecho positivo”; quedaría aún la interrogante, de si ésta misma – sin referencia alguna a los finespuede o no considerarse legítima. Como si Benjamin intentase pensar la gewalt a la luz de su naturaleza esencialmente anómica, más allá de su carácter fundador o conservador 422
Giorgio Agamben, Estado de excepción traducción F. Costa y E. Castro, Buenos Aires, Adriana Hidalgo, 2005. 423 “Hos me” es la designación griega que usa Pablo y cuya traducción al español es “com o no”. El pasaje es en la Carta a los Corintios de San Pablo: “Os digo, pues, hermanos: El tiempo es corto. Por tanto, los que tienen mujer vivan como no la tuviesen. Los que lloran, como no llorasen. Los que están alegres, como no lo estuviesen. Los que compran, como no poseyesen. Los que disfrutan el mundo, como no disfrutasen.” En Cor, 7, 29-30- 31. Lo decisivo aquí es que el “como no” es una operación inversa al “como si” que instala la soberanía. En ello, se funda el conflicto entre la anomia de la gewalt benjaminiana con la juridicidad de la soberanía schmittiana (sigo la traducción de Agamben). 424 La palabra alemana “Gewalt” puede significar tanto “violencia legítima”, “fuerza autorizada”, “poder legal” o simplemente “violencia”. 425 Walter Benjamin, Para una crítica de la violencia traducción: H. Murena, Buenos Aires, Ed SUR, p. 109.
de derecho, es decir, más allá del círculo “mítico” que ésta comporta. Porque, en la economía benjaminiana será la figura de la “policía” la que llevará hasta el extremo de su deconstrucción la dialéctica entre violencia fundadora y violencia conservadora de derecho, abriendo en ello, una zona de excepción en que el carácter “espectral” 426 de la gewalt se muestra en toda su radicalidad. En ello, entonces, según Benjamin, residiría el carácter “ignominioso de dicha autoridad”. Pero si la policía muestra el carácter “espectral” de la “violencia mítica”, es la “huelga general revolucionaria” –como en 1940 Benjamin refiere al “verdadero estado de excepción”- la que dejaría asomar el carácter anómico de la gewalt que, como tal, permite interrumpir el círculo de la violencia mítica: “Y esta tarea – la de destruir la violencia mítica- plantea en última instancia una vez más el problema de una violencia pura inmediata que pueda detener el curso de la violencia mítica.” 427. La “violencia pura inmediata” o “violencia divina” será aquella extraña forma que, sin remitir a ninguna presencia y siendo “inmediata”, permitiría interrumpir el curso de la violencia mítica: “(...) las manifestaciones de la violencia divina no se definen por el hecho de que Dios mismo las ejercita directamente en los actos milagrosos, sino por el carácter no sanguinario, fulminante, purificador de la ejecución. En fin, por la ausencia de toda creación de derecho.” 428 De esta forma, a la “fantasmagoría” de la violencia mít ica, Benjamin introduce la “pureza” de la violencia divina, en tanto si la primera lleva consigo una “nuda vida” y, consecuentemente con ello, la “creación de derecho”; la segunda, en cambio, prescinde de dicha “nuda vida” y se afirmaría así, en su carácte r esencialmente anómico. Pero la mentada “crítica” benjaminiana apunta, decisivamente, a lo que el jurista nazi, C. Schmitt escribía en La Dictadura (1921) y, posteriormente, en “Teología Política” (1922) donde, en un gesto del todo inverso al benjaminiano intentaba inscribir dicha “violencia pura” en el orden jurídico, transformándola así en el mentado “ pouvoir constitutant”: una violencia, paradójicamente, exterior al derecho pero con estatuto jurídico: 426
Benjamin señala en el mismo texto: “En una combinación mucho más innatural que en la pena de muerte, en una mezcolanza casi espectral, estas dos especies de violencia [se refiere a la violencia fundadora y conservadora de derecho] se hallan presentes en otra institución del estado moderno: la policía. (...) La policía es un poder que funda –pues la función específica de éste último no es la de promulgar leyes sino decretos emitidos con fuerza de ley- y es un poder que conserva el derecho dado que se pone a disposición de dichos fines.”. Walter Benjamin Para una crítica de la violencia op cit. p. 110. El carácter espectral de la policía –así como en Marx lo es la “mercancía” –constituye, pues, el punto crucial en la diferencia entre Derrida y Agamben en torno al estatuto de lo mesiánico. 427 Ibíd, p. 126. 428 Ibíd, p. 126.
“Mientras esté reconocido el pouvoir constitutant –dice Schmitt en “La dictadura”siempre existe “un mínimo de constitución” 429 El “pouvoir constitutant”, en cuanto violencia fuera del derecho pero que, a su vez, encarna un “mínimo de constitución”, estará en estrecha relación con la noción de “estado de excepción”, problema que Schmitt aclara al año siguiente, con la publicación de “Teología Política”. En efecto, en una discusión frontal con la Gründnorm propuesta por H. Kelsen, Schmitt escribe la conocida definición de la soberanía: “Soberano es aquél que decide sobre el estado de excepción.” 430 Esto significa, pues, que soberanía es, ante todo, un “concepto límite” porque su definición comporta la propia y radical suspensión del orden jurídico en la forma jurídicopolítica del estado de excepción. Así, pues, en cuanto decide sobre el estado de excepción, la soberanía comporta una nulificación de la ley que la lleva al extremo de perder su significado, volviéndose así, indistinguible de la violencia. La solución de continuidad que logra Schmitt entre la violencia y el derecho es precisamente, el lugar del “pouvoir constitutant”. Pero si ésta es considerada por Schmitt un “concepto -límite” es porque la “soberanía” es, de suyo, la categoría “fantasma” de toda teoría jurídico -política: dentro y fuera, presente y ausente, al mismo tiempo, la soberanía contiene, en sí misma, una estructura paradójica, tal como Benjamin caracterizaba al “espectro” de la policía. Nótese que, al año siguiente de Teología Política, Schmitt escribe su texto Catolicismo y forma política. En éste muestra que dicho “ pouvoir constitutant” opera como la política propia del catolicismo en las figuras de los filósofos reaccionarios católicos del siglo XIX, Donoso-Cortés, Bonald o De Maistre, por cuanto: “En él vive la idea política del Catolicismo y su energía para generar una triple gran Forma: una Forma estética de lo artístico, una Forma jurídica del Derecho y, finalmente, una Forma de poder histórico- universal de brillo deslumbrante.” 431 Este, dar “forma”, como política propia del catolici smo, en Teología política se anuda, explícitamente al lugar del Estado, porque es el Estado el que, según Schmitt, ha de “imprimir” una Forma específica a la vida del pueblo: “El Estado es poder originario de mandar. Pero lo es en cuanto es fuerza de un orden, “forma” para la vida de un pueblo, no arbitraria coacción por medio de la violencia.”432 El juego de fuerzas entre Benjamin y Schmitt en torno al estatuto de la violencia y la vida muestra, precisamente, que el problema biopolítico por excelencia sería la relación 429
Carl Schmitt: La dictadura. Traducción: J. Díaz García, Madrid, Ed. Alianza, 2003, p. 193. Carl Schmitt: Teología Política, traducción: F. J Conde, Buenos Aires, Ed. Struhart y Cia, 2005, p. 23. 431 Carl Schmitt: Catolicismo y forma política, traducción C. Ruiz, Madrid, Ed. Tecnos, 2001, p. 27. 432 Carl Schmitt Teología Política Op Cit, p. 45. 430
de la vida para con la Forma. Forma que en Schmitt, como testimonian las precisas referencias a Platón en “El concepto de lo político” sobre la enemistad como lugar de lo político, aparece como el Eidós platónico que ha de “dar forma a la vida de un pueblo”, en otras palabras, que ha de articular a la vida en el orden jurídico-político separándola, sin embargo, de sus múltiples e inmanente formas. Así, de Platón a Schmitt acontece, pues, la operación biopolítica de la metafísica occidental que, a partir de la decisión soberana, produce al ser vivo “hombre” separando de sí, una nuda vida: “La ontología o filosofía primera no es una inocua disciplina académica (...) sino la operación en todo sentido fundamental en la que se lleva a cabo la antropogénesis, el devenir humano de lo viviente. La metafísica está atrapada desde el principio en esta estrategia: ella concierne precisamente a aquella metá que cumple y custodia la superación de la physis animal en dirección de la historia humana.” 433 En este sentido, el devenir humano del viviente es, ante todo, una operación biopolítica sobre la cual se sostiene nuestra cultura. Es dicha operación la que incluye a la vida en la forma de una exclusión y que se consuma en la gubernamentalidad contemporánea, esto es, en la administración global de los hombres considerados como meros seres vivientes. Pero si la política occidental aparece siendo inmediatamente biopolítica ¿cómo pensar otra política? Frente a esta pregunta es que se fragua la tensión entre Schmitt y Benjamin: porque si el gesto benjaminiano consiste en liberar el carácter anómico de la gewalt en su inmanencia, el gesto schmittiano, por el contrario, pretendería inscribirla en el mítico círculo del derecho y su trascendencia: ¿ Gewalt es, pues, una violencia fuera del derecho y esencialmente anómica o bien, una violencia “legítima” determinada por los fines que ella cumple? La diferencia entre Benjamin y Schmitt en torno al estatuto de la violencia revela una diferencia decisiva en la concepción de la praxis humana: ¿qué significa –va a preguntar Agamben- actuar políticamente? 434 ¿Fundar y/o conservar un orden jurídico y con ello cumplir el “ metá” propio de la metafísica o más bien, interrumpir y liberar la zona anómica de la exceptio? 2.- Mesías En el post scriptum de la conferencia “El Nombre de Pila de Walter Benjamin” pronunciada en la Cardozo School de New York, Derrida aborda profusamente la “violencia divina” benjaminiana: “Lo que para terminar, encuentro más temible, incluso insoportable, en este texto [Derrida se refiere al texto “Para una crítica de la violencia” de Benjamin] (...) es finalmente una tentación que dejaría abierta, y especialmente para los supervivientes o para las víctimas de la “solución final”, sus víctimas pasadas, presentes o potenciales. ¿Qué tentación? La de pensar el holocausto como una 433
Giorgio Agamben Lo abierto el hombre y lo animal, traducción: F.Costa y E. Castro, Buenos Aires, Ed. Adriana Hidalgo, 2006, p. 145. 434 Cf, Giorgio Agamben, Estado de excepción traducción: F. Costa e I. Costa, Buenos Aires, Ed. Adriana Hidalgo, 2004.
manifestación ininterpretable de la violencia divina en cuanto que esta violencia divina sería a la vez aniquiladora, expiadora y no-sangrienta, dice Benjamin, una violencia divina que destruiría el derecho en el curso, y aquí re-cito a Benjamin, de un “proceso no-sangriento que golpea y redime.” 435 Para Derrida es la propia “violencia divina” benjaminiana lo que constituiría lo “más temible” de su herencia, por cuanto ésta violencia, podría c aracterizar el operar de la “solución final”: una violencia sin “sangre” convertida, pues, en mero procedimiento burocrático. En la perspectiva de Agamben, la sugerencia de Derrida comportaría, pues, un “singular malentendido” respecto al estatuto de la “violencia divina” benjaminiana: “La definición de esta tercera figura, que Benjamin llama violencia divina, constituye un problema central para cualquier interpretación del ensayo [Se refiere al ensayo “Para una crítica de la violencia”, otra vez]. Benjami n no sugiere, en rigor, ningún criterio positivo para su identificación y niega, incluso, que sea ni siquiera posible reconocerla en un caso concreto. Lo único cierto es que tal violencia no establece ni conserva el derecho, sino que lo revoca ( entsetz). Por eso se presta a los equívocos más peligrosos (de lo que constituye una prueba la escrupulosidad con que Derrida, en su interpretación del ensayo, pone en guardia contra ella, comparándola, en un singular malentendido, con la “solución final” nazi.” 436 Nudo entre Agamben y Derrida respecto del diferencial benjaminiano de la “violencia divina”: lo “más temible” para Derrida es leído, sin embargo, como lo “salvador” por Agamben: la interpretación difiere, precisamente, en virtud de la complejidad del estatuto de la violencia que aquí se fragua. Inclusive –plantea Agamben-, tanto la violencia soberana como la divina parecen compartir el ser excesivas respecto del derecho. Sin embargo, no obstante sus similitudes, Agamben insiste en la contraposición entre ambas violencias: si la violencia soberana abre la zona de excepción (revela la relación de “bando”), la violencia divina, en cambio, revoca cualquier posibilidad de decisión soberana. Sin embargo, podríamos decir, que esta diferencia en la interpretación de la “violencia divina”, constituye el nudo que configura Agamben con Derrida, como el lugar del Mesías como lo absolutamente otro. La diferencia que Agamben intenta acentuar, acaso pueda aparecer con mayor claridad a la luz de su interpretación de la citada octava tesis sobre el concepto de historia. En ésta, Benjamin, en explícita utilización del término schmittiano de “estado de excepción” (“ausnahmezustand”), distingue entre el “estado de excepción ficticio” (propio de Schmitt) y el “efectivo o verdadero estado de excepción” (wirklich). Así como en 1921 oponía a la violencia mítica schmittiana la violencia pura o divina, en 1940 parece oponer el “estado de excepción ficticio” al “verdadero o efectivo 435
Jaques Derrida, Fuerza de Ley. El fundamento místico de la autoridad, Madrid, Tecnos, 1999, p. 149. 436 G. Agamben, Homo sacer. El poder soberano y la nuda vida, Pre-textos, Valencia, 2003, pág 85.
estado de excepción” 437. En ambos casos, lo que se juega es, pues, el carácter del mesianismo. Ahí, pues, que Agamben reitere el asunto, otra vez, respecto de Benjamin y el problema del derecho que se plantea el marxismo en el cumplimiento de la revolución: “(...) ¿Y qué pasa con el derecho en la sociedad sin clases? (...) No se trata, obviamente, de una fase de transición, que no llega nunca al fin al que debería conducir, ni mucho menos de un proceso de infinita deconstrucción que, manteniendo el derecho en una vida espectral, ya no es capaz de concluirlo. Lo decisivo aquí es que el derecho –ya no practicado sino estudiado- no es la justicia, sino solamente la puerta que conduce hacia ella.” 438 No ser capaz de concluir el derecho supone, no ser capaz de romper el dispositivo biopolítico que le es inmanente. Así , la “infinita deconstrucción” que Agamben critica a Derrida, no sería sino la perpetuación del derecho en la forma de una suspensión, en suma, un “estado de excepción hecho regla”. En esa medida se podría comprender que el “singular malentendido” derrideano en torno a la “violencia divina” se inscribe, precisamente, en el marco de la comprensión general del mesianismo. Pero lo “decisivo” para Agamben es, precisamente, que el derecho “estudiado” no es, en sí mismo la “justicia” sino la “puerta que lleva hacia ella”: porque si el derecho remite a la relación medios-fines, la justicia, en cambio, pertenece al campo de los “fines” (exteriores al propio derecho) y, por ello, un derecho sólo “estudiado” supone la desactivación de toda voluntad de verdad y, con ello, la posibilidad de lo “otro” en su singularidad: la gewalt benjaminiana no es sino el acontecimiento que frena la violencia mítica (el dispositivo biopolítico) y la lleva, pues, a su disolución (haciendo que el derecho sea sólo “estudiado”). En esta perspectiva, la lectura derrideana, en cambio, parece insistir –según Agamben- en la deconstrucción ad infinitum del derecho manteniéndose, por ello, en su horizonte. He ahí que, según el filósofo italiano, en Derrida existiría una “mesianismo bloqueado”: “El movimiento de la Aufhebung que neutraliza los significados, manteniendo y llevando a cumplimiento su significación se transforma aquí [en Derrida] en principio de dilación infinita (...) La deconstrucción es un mesianismo bloqueado, una suspensión del tema mesiánico.”439 Pero ¿que significa que en Derrida y su deconstrucción estaría operando un “mesianismo bloqueado”? Significa, ante todo que, respecto de la clausura que supone la aufhebung hegeliana440, Derrida da curso a la differánce que, situada como una huella entre el significante y el significado, parece nunca clausurarse en la totalidad del signo. 437
Michael Löwy comparte esta interpretación: “Una lucha cuyo objetivo final es producir el “verdadero estado de excepción” es decir, la abolición de la dominación, la sociedad sin clases.” En: Michael Löwy, Aviso de Incendio, México, FCE, 2005, p. 99. 438 Giorgio Agamben, Estado de excepción Op Cit, pág 120. 439 Giorgio Agamben, El tiempo que resta. Comentarios a las cartas a los romanos , traducción: A. Piñero, Madrid, Trotta, 2006, p. 104. 440 Agamben señala cómo la palabra alemana “aufhebung” es la traducción luterana de la palabra griega “katergein” de las “Cartas a los romanos” de Pablo y que remite, esencialmente, a la suspensión de la ley.
Así, frente a la positividad sintética hegeliana, Derrida reivindica la consustancial incompletud de dicha síntesis, la imposibilidad de ésta para clausurarse, para cumplirse. Allí, entonces, siguiendo a Agamben, la otrora aufhebung hegeliana se transformaría aquí “en principio de dilación infinita” por cuanto la Forma (el derecho, la ley) permanecen en una continua deconstrucción: una deconstrucción que como plantea Derrida, es ella misma indeconstruible. Por ello, se advierte que para Agamben la deconstrucción derrideana constituye el momento de negatividad radical de la ontoteología. Precisamente por ello, Derrida no podría reivindicar el lugar inmanente de la gewalt benjaminiana, con lo cual, se podría decir, que el gesto de Agamben es el de una aufhebung respecto de la propia diferición derrideana. Desde otro lugar, Agamben, habiendo caracterizado la posición de Scholem sobre el estado de excepción bajo la fórmula de “ley vigente pero sin significado” introduce e insiste, tal como hace con Derrida, en la inmanencia de la perspectiva benjaminiana: “(...) por una parte, la que ve en él (es la posición de Scholem) una vigencia sin significado, un mantenerse en la pura forma de la ley más allá de su contenido, y, por otra, la postura de Benjamin, en la que el estado de excepción convertido en regla marca la consumación de la ley y su hacerse indiscernible de la vida que tendría que regular.” 441 De esta forma, la posición de Scholem –como la de Derrida- constituiría un “nihilismo imperfecto” por cuanto, dejaría subsistir la vigencia de la ley en su forma pero vaciada completamente de contenido (forma-de-ley) 442. Sin embargo, la ley reducida a su pura forma-de-ley, sería, pues, la situación “en que vivimos”, el “estado de excepción”. Frente a esa caracterización que hace Scholem, Benjamin vendría a nulificar la propia nulificación de la ley que se halla vigente pero sin significado. He ahí, pues, un “nihilismo perf ecto” o, en palabras de Benjamin: un “verdadero [o efectivo] estado de excepción” que sería preciso “producir”. Por ello, según Agamben, Scholem remite al mismo problema que, podríamos calificar de “kantiano”, en la medida que el “nihilismo perfecto” de B enjamin trataría que la ley deje, simplemente, de operar y no extender su “vida espectral” ad infinitum al modo de una “ley vigente pero sin significado”. En otras palabras, no se trataría, pues, de perpetuar la circulación del Capital sino de desactivar esa misma circulación. He ahí, pues, la estrategia agambeniana que opone el “nihilismo mesiánico” de Benjamin al “nihilismo imperfecto” de Scholem, del mismo modo que, a partir de la gewalt benjaminiana, Agamben denuncia un “mesianismo bloqueado” en la deconstrucción de Derrida. Esto significa, pues, que para Agamben se trata de volcar la negatividad radical que, como tal sigue en el horizonte de la metafísica, y convertirla en la positividad inmediata de la 441
Giorgio Agamben Homo sacer op cit, p. 73. Reyes Mate, interpretando la mentada tesis benjaminiana señala: “Para que el estado de excepción funcione, es decir, para poder dejar a una parte de la sociedad en un espacio sin ley, es necesaria la presencia de la ley.” Véase: Reyes Mate Medianoche en la Historia, Madrid, Ed Trotta, 2005. En suma, una presencia, podríamos decir, “espectral” de la ley, pues, como hemos vist o, ésta operaría en la forma de una suspensión. 442
potencia (una tensión de fuerzas que es pura posibilidad de ser o no ser). La acción política, entonces, será aquella que no funda ni conserva el derecho, sino más bien, lo revoca. Sin embargo, G. Bensussan ha planteado ciertas reservas al respecto. Sobre todo, en lo que concierne al problema del “bloqueo” que, a diferencia de Agamben, para Bensussan sería, precisamente, la característica fundamental de todo mesianismo y, por cierto, del mesianismo en Derrida: “Me limito por ahora al planteo de una pregunta: ¿Qué pudiera ser un mesianismo desbloqueado sino una teleología encubierta del cumplimiento? ¿Acaso lo mesiánico no nos dice justamente que el “bloqueo” es aquello que caracteriza de la manera más precisa al tiempo de la historia y de la política?” 443 En la perspectiva de Bensussan, la consideración del mesianismo por parte de Agamben no sería sino una versión “encubierta” –es decir “ideológica”, en tanto no explicitaría su verdad- de una teleología. Pero, preguntamos, sostener un “mesianismo desbloqueado” como el que supuestamente defendería Agamben ¿sig nificaría necesariamente suscribir una “teleología encubierta”? Sostengo que lo decisivo aquí, es que la lectura que hace Agamben de la gewalt benjaminiana, lleva consigo un gesto antikantiano 444. Antikantiano, en el sentido que la “dilación infinita” que caracterizaría a la deconstrucción derrideana podría caracterizarse, en palabras de Hegel, como una “mala infinitud” 445 en tanto ésta, no haría sino perpetuar la misma estructura del “bando” que parece definir a la propia “biopolítica occidental”, es decir, que no hace sino “bloquear” y retardar, la llegada del Mesías. Como si, en último término, Agamben irónicamente, denunciara algo así, como los “espectros de Derrida”.
443
Gerard Bensussan La política y el tiempo. En torno a Derrida y el mesianismo en: revista Actuel Marx, No 3, Santiago de Chile, 2005, pp. 77-101. 444 Este punto se puede confirmar en el texto “Inmanencia absoluta” cuando, trazando una línea de la trascendencia y la inmanencia, Agamben sitúa a Derrida en la primera, cuya descendencia se hallaría, precisamente, en Kant. Ver: Agamben, G Inmanencia absoluta En: Giorgi, G. y Rodríguez, F, Ensayos sobre biopolítica. Excesos de vida, Buenos Aires, Paidós, 2007, pp. 59-92. 445 Véanse los parágrafos 94 y 95 de la “Enciclopedia de las ciencias filosóficas” donde Hegel, refiriéndose a la “infinitud” kantiana, señala: “Esta infinitud es la mala infinitud o infinitud negativa, por cuanto no es nada más que la negación de lo finito que no obstante vuelve siempre a resurgir por no haber sido también superado (…) La progresión hacia lo infinito está ¨(de suyo) parada en que lo finito es tan algo como su otro (…)” Luego, en el parágrafo siguiente Hegel apunta: “En su relación con otro, algo es ya otro frente a él (…) resulta entonces que pasando a otro, algo sólo viene a coincidir consigo mismo y esta referencia a sí mismo en el pasar y en lo otro es la verdadera infinitud.” G.W.F. Hegel Enciclopedia de las ciencias filosóficas traducción: Ramón Valls Plana, Madrid, Alianza, 1999, p. 197. Lo que muestra la cita de Hegel es que en Agamben, no obstante su gesto anti-kantiano, no habría hegelianismo porque la interrupción mesiánica nada tiene que ver con interiorizar la negatividad y hacerla coincidir “consigo mismo” en algo así como una “verdadera infinitud”. Porque para Agamben lo decisivo es, pues, la singularidad y no la universalidad hegeliana. Pero se podría decir que si Hegel discutió con Kant en torno al estatuto de lo “infinito” se podría decir que Agamben discute con Derrida en torno al estatuto de la singularidad.
Pero un gesto antikantiano no significaría necesariamente suscribir la dialéctica de Hegel. Porque si ésta última sitúa a la aufhebung en la forma de una síntesis de los contrarios en una totalidad superior, para Agamben, en cambio, se trataría de una desactivación de los mismos. “Síntesis” refiere al movimiento de interiorización de la negatividad en una totalidad mayor, “desactivación”, en cambio, remite a situar dicho diferencial, pero sin insistir en su estatuto negativo respecto de una totalidad, sino conduciéndolo a su propia inmanencia (el diferencial se vuelve, pues, una forma-de-vida) aboliendo así, a la totalidad misma. En otras palabras, si en Hegel la aufhebung constituye un movimiento que incluye a la vida en la forma de una exclusión, instalando sobre ella una Forma determinada; para Agamben, por el contrario, acontece como un corte, una interrupción del dispositivo biopolítico que impide a éste transformar la formade-vida en vida desnuda. Pero, lo esencial aquí, es comprender el estatuto que Agamben asigna a la noción de “cumplimiento”. Porque si en la lectura de Hegel (y por ci erto, en la de Schmitt) el “cumplimiento” remite, pues, a la completación de la “obra”, en Agamben, la obra se realiza, paradójicamente, cuando ésta deja entrever su consustancial inobrabilidad (su potencia): “El acto de creación –dice Agamben en su Aposti lla de “Estancias”- no es en realidad, según la fastidiosa concepción corriente, un proceso que va de la potencia al acto para agotarse en él, sino que contiene en su centro un acto de descreación en el cual lo que fue y lo que no fue quedan restituidos a su unidad originaria en la mente de Dios, y lo que podía no ser y ha sido se disipa en lo que podía ser y no ha sido. Este acto de descreación es propiamente la vida de la obra, lo que permite su lectura, su traducción y su crítica, y lo que en estas cosas se trata cada vez de repetir.” 446 Si la ontología aristotélica de la potencia y al acto se ha interpretado a la luz del “agotamiento” de la primera en el segundo, instituyendo así a la teoría de la soberanía y su distinción entre poder constituyente y poder constituido 447, en la perspectiva de Agamben, todo acto lleva consigo una “descreación” (una potencia-de-no) que es una potencia que no se agota en el acto y que se exhibe en él como potencia. En efecto, comentando el pasaje 417b 2-7 del De Anima de Aristóteles, Agamben escribe: “La potencia (la sola potencia que interesa a Aristóteles, la que surge de una hexis) no pasa al acto sufriendo una destrucción o una alteración; su paschein, su pasividad consiste más bien en una conservación y en un perfeccionamiento de sí
446
Giorgio Agamben Estancias. La palabra y el fantasma en la cultura occidental, traducción: T. Segovia, Valencia, Ed. Pre-textos, 2001, p. 271. 447 Cf, Giorgio Agamben Homo sacer , op. cit.
(…) Debemos ahora medir todas las consecuencias de esta figura de la potencia que, donándose a sí misma, se salva y acrecienta en el acto.” 448 Lo decisivo aquí es que la potencia no se destruye en el acto, sino más bien se potencia a sí misma. Una potencia que se potencia a sí misma en su donarse al acto y, por ende, se “salva”. He ahí el “resto” que, como veremos, Agamben va a trabajar a la luz de la Carta a los Romanos de Pablo y que será esencial en su interpretación del mesianismo. Y, a su vez, será en este registro que habría que leer la inversión que Agamben realiza de la tradicional lectura del campesino kafkiano que se presenta en “Ante la ley”: “La tarea mesiánica del campesino –plantea- (...) podría ser entonces precisamente la de hacer efectivo el estado de excepción virtual, la de constreñir al guardián a cerrar la puerta de la ley (...) Porque el Mesías sólo podrá entrar después de que la puerta se haya cerrado, es decir una vez que haya cesado la vigencia sin significado de la ley .”449 Sólo cuando haya cesado la “vigencia sin significado de la ley” (Scholem) entonces arribará el Mesías, es decir –siguiendo a Kafka- cuando el Mesías “ya no sea necesario”. En otras palabras, frente a la ley que siempre se aplica en la forma de una des-aplicación (una excepción), se opone el gesto del Mesías que la hace inoperante porque se “salva” en la forma de un “resto”. Así, el cumplimiento450 de la ley no significaría “inmanentizar una trascendencia” (Hegel), tal como parece sugerir Bensussan, sino más bien, desactivar cualquier trascendencia para conducirla al uso (el derecho que “sólo se estudia”). Cumplir la ley será, entonces, desprender a la vida de cualquier nómos451que la cesure en zoé y bíos. Ahí que la comentada epístola a los Romanos ocupe la atención para el pensador italiano: el hos me (como-no) que, según Pablo, caracteriza a la vida mesiánica (klesis) sería, precisamente, la estrategia que desactiva el dispositivo biopolítico 452. En dicha estrategia, se fragua, pues, el resto que, “salvándose”, vuelve imposible la coincidencia de cualquier identidad consigo misma. Ese resto es, pues, vida en su inmanencia, esto es, una singularidad que, en cuanto no-toda, se sitúa más allá de la dialéctica de lo universal y lo particular que toda lógica estatal implica. Puede ser instructivo abordar la diferencia que, según Agamben, existiría entre mesianismo y escatología. En efecto, para el filósofo italiano, la modernidad habría igualado estas dos categorías, con lo cual, habría hecho imposible advertir lo esencial del mesianismo paulino, a saber, que éste se define como una suspensión del tiempo en el tiempo. Si la escatología sitúa a lo por venir al “final del tiempo” el mesianismo, por su 448
Giorgio Agamben “La potencia del pensamiento” en: La potencia del pensamiento traducción: F. Costa y E. Castro, Buenos Aires, Ed. Adriana Hidalgo, 2007, pp. 367-368. 449 Giorgio Agamben Homo sacer op. cit, p. 78. 450 Cf, Giorgio Agamben El tiempo que resta op. cit 451 Por ello, si la noción de “cumplimiento” en Hegel remite a la ontología del acto, en Agamben remite a la de la potencia, en tanto en dicho cumplimiento acontece el “resto”, la singularidad. 452 Estrategia que se opone, pues, al “como si” que instituye la soberanía.
parte, lo inscribe en el “ahora” porque éste no es el final del tiempo sino, a la inversa, el “tiempo del final”: un resto que, exactamente como la figura ontológica de la potencia, sobrevive entre el principio y el final del tiempo. Así, pues, el tiempo mesiánico se presenta como “el tiempo que el tiempo nos da para acabar” 453. En este sentido, el tiempo mesiánico, a diferencia de la escatología es el “tiempo que resta”. 3.- Amor El “De Anima” de Aristóteles constituye, en la perspectiva agambeniana, el momento clave en la cesura de la vida en zoé y bíos, animal y humano. Aristóteles diferencia el concepto de vida en los tres aspectos ya conocidos: “vida nutritiva”, “vida sensitiva” y “vida intelectiva”, ésta última reservada, claro está, al hombre considerado como el “animal capaz de lenguaje” ( zoon lógon echon). En esta línea, tanto la ciencia como la medicina modernas habrían heredado dicha división, conservando en ella, “el oscuro fondo” de la “vida nutritiva” señalado por Aristóteles: “Y cuando, -dice Agamben- como ha puesto de manifiesto Foucault, el Estado moderno, a partir del siglo XVIII, empieza a incluir entre sus tareas esenciales el cuidado de la vida de la población y transforma así, su política en biopolítica, realiza su verdadera vocación (...)” 454 Así, entre la división aristotélica y la biopolítica moderna, Agamben establecería una continuidad histórico-ontológica, en la cesura que se establece entre zoé y bíos, entre lo animal y lo humano. Al igual que Foucault, Agamben interpreta a la modernidad bajo la clave de la biopolítica. Pero si para el primero, la biopolítica constituía un fenómeno que, como tal, sólo emerge en el siglo XVIII, para el segundo, la biopolítica constituye, pues, la matriz ontoteológica de Occidente. Para Agamben, el fundamento de la biopolítica moderna es, pues, la relación de excepción considerada como “relación política originaria” de la política occidental en la cual se decide sobre la propia “humanidad del ser vivo hombre”, sólo en la medida que se excluye de él una zoé (vida desnuda). Nótese que, para Agamben, la operación de este dispositivo opera, pues, en dos tiempos: en el primero separa desde el bíos algo así como una zoé (es decir, produce una “nuda vida”) y, en el segundo, lo articula con una instancia superestructural que, en caso de Aristóteles, no es otra cosa que el lógos (o la pólis). ¿Cómo detener, pues, el dispositivo biopolítico de inclusión-excluyente y de exclusiónincluyente que separa la vida de sus formas? Es a propósito del célebre pasaje aristotélico presente en el libro III del De Anima que versa sobre la diferencia entre el “intelecto agente” y el “intelecto posible”, donde Agamben hará una lectura diferente de aquella que rescata sólo la teleología del “acto”. Porque lo decisivo aquí es el estatuto del lógos que, según la tradición, define a la “humanidad del ser vivo hombre”. La enigmática imagen que utiliza Aristóteles en dicho pasaje, para caracterizar al lógos humano es, como se sabe, la de una “tablilla de cera 453 454
Giorgio Agamben El tiempo que resta. op.cit. p. 72. Giorgio Agamben, Lo abierto, op cit, p. 27.
sin inscripción alguna” (De Anima, 430a) 455: ¿qué significaría, pues, dicha “tablilla” sino el de una potencia del pensamiento? Esta será, al menos, la lectura que hará Ibn Rushd (Averroes) a la luz de los largos y extensos comentarios que sus antecesores (los denominados falasifa) ya habían realizado. Allí, pues, el filósofo cordobés resitúa la noción del “intelecto posible” y, con ella, la del “comentario” (tafsir ) como práctica textual por completo diferente a la “exégesis” 456. En otras palabras, el comentario es, para el campo del lenguaje, lo que para la vida humana, la experiencia mesiánica 457: la imposibilidad de distinguir entre la voz del comentarista, de aquél que es comentado testimonia, pues, que en el comentario el tiempo sufre una contracción, en la cual, pasado y presente se vuelven absolutamente indistinguibles. Así, pues, a diferencia de la exégesis que se caracteriza por la institucionalización del “saber”, el comentario, en la medida que la idea no es exterior a la propia exposición del texto, restituye el lenguaje a su inmanencia (a esa “lengua pura”, según la bella fórmula de Benjamin). Por ello, Coccia –siguiendo en ello a Agambenseñala cómo es que, en la vía averroísta, el “comentario” se vuelve, pues, la “exposición más apropiada del pensamiento”, en tanto su naturaleza tendría el estatuto ontológico de una potencia. En efecto, en la “Exposición de la República de Platón” y refiriéndose, precisamente, al estatuto del lógos, el propio Averroes señala: “Pero, como esta parte teórica no la poseemos desde el comienzo en su perfección definitiva y en acto, su existencia es potencia l.”458 En la perspectiva de Averroes, habría lógos humano porque así como cada esfera celeste emanada desde el “Ser Primero” hasta el “mundo sublunar” tiene una inteligencia, así también, en el “mundo sublunar” existiría una inteligencia en todos los hombre s que Averroes llama “intelecto posible”. Como ha visto Agamben, la lectura averroísta del lógos es decisiva por el hecho de que ésta indica que la especificidad del hombre reside en su
455
El pasaje de Aristóteles es, pues, el siguiente: “Lo inteligible ha de estar en él del mismo modo que en una tablilla en la que nada está actualmente escrito: esto es lo que sucede con el intelecto. (En cuanto a la segunda dificultad) el i ntelecto es inteligible exactamente como lo son sus objetos. En efecto, tratándose de seres inmateriales lo que intelige y lo inteligido se identifican (…)” Aristóteles, De Anima, 430 a, traducción T. Calvo Martínez, Madrid, Gredos, 2003, p. 233. Lo decisivo aquí es que el “intelecto posible” representado por la “tablilla de cera” no es sino el “resto” que siendo pensable es, sin embargo, irrepresentable. 456 Emmanuel Coccia La trasparenza delle immagini. Averroé e l´averroismo” Milano, Bruno Mondadori, 2005, p. 9. Me he permitido la traducción al español del párrafo citado. 457 Cf, Emanuelle Coccia La trasparenza delle immagini. Averroé e l´averroismo op. cit. 458 Averroes: Exposición de la República de Platón trad: Miguel Cruz Hernández, Madrid, Tecnos, 1998, p. 91.
carácter potencial 459, es decir, que la actualización del pensamiento nunca agota al propio “intelecto posible” en tanto éste pertenecería al género humano 460. Que la potencia del pensamiento sea, pues, lo específico del hombre significa, entonces, que éste no estaría determinado por una “obra” específica a cumplir, al modo de una “misión histórica” específica (ya sea, el “destino”, “Dios”, la “historia” o la “naturaleza”), sino más bien, que el hombre parece estar llamado a resguardar su propia in-obrabilidad, su ser pura posibilidad 461. Ahora bien, la ontología de la potencia aquí esbozada, constituye el telón de fondo sobre el que Agamben sitúa la figura impolítica de lo mesiánico. Si lo mesiánico es una acción política que transforma lo real en posible, exhibiendo así, el carácter potencial del hombre, me atrevo a sugerir, pues, que dicha acción se sostiene, precisamente, en el amor. El amor es potencia, porque el amor no es sino un lugar de des-posesión y pasividad radicales, allí donde los amantes suspenden cualquier tipo de “propiedad”, mostrando la inobrabilidad propia del hombre. Sin embargo, los amantes, se sitúan, pues, en la misma “relación de bando” que Agamben identifica y deconstruye como la matriz biopolítica de Occidente; pero, a la inversa que dicha matriz, los amantes abandonándose a sí mismos, se sustraen a cualquier dispositivo de apropiación, exactamente como ocurre con la potencia que, aban- donándose al acto, se salva a sí misma como potencia. Por lo demás, recordemos que, según las escrituras, es el propio Pablo quien sitúa el amor como “cumplimiento” de la ley:
459
Cf, Giorgio Agamben: “La obra del hombre” en La potencia del pensamiento traducción: F. Costa y E. Castro, Buenos Aires, Adriana Hidalgo, 2007, pp. 465-480. 460 Es, precisamente, a esta luz que el propio Dante en “De la monarquía” insistirá en el mentado “intelecto posible” que pertenece al género hu mano y que llamará “multitud”. 461 A esta luz resulta interesante advertir el parágrafo 9 de “Ser y el Tiempo” de Heidegger: “La “esencia” del Dasein consiste en su existencia. Los caracteres destacables en este ente no son, por consiguiente “propiedades” que estén ahí de un ente que está-ahí con tal o cual aspecto, sino siempre maneras de ser posibles para él y sólo eso.” En: Martin Heidegger: Ser y Tiempo traducción: J. E. Rivera, Santiago de Chile, Ed. Universitaria, 2002, pp. 67-68. Lo decisivo aquí es que, como explicará el propio Heidegger en 1949 en su “Carta sobre el Humanismo” ni “esencia” ni “existencia” remiten aquí a sus significados tradicionales (por ello coloca la palabra esencia entre comillas). En esa medida el Dasein en modo alguno remite a alguna “propiedad”, sino que cada aspecto del Dasein no es sino “maneras de ser”, forma-de-vida. En esa medida, habría que calcular cómo el “comentario” –que, como en Averroes, es en Heidegger su pensamiento- a las epístolas de Pablo a los romanos llega hasta la publicación de “Ser y Tiempo”: aquí lo decisivo es que si el dispositivo biopolítico intenta separar y colocar a la Forma sobre la vida, Heidegger, siguiendo a Pablo, intenta volcar dicha existencia a sus “modos de ser”. Pero no sólo Heidegger remite a este problema. H. Arendt en sus decisivos comentarios sobre “El concepto de amor en San Agustín” establece una diferencia ontológica entre lo que el obispo de Hipona llama “cuppiditas” que remite al amor al mundo y, por ende, un amor “óntico” y la “car itas” como el amor a Dios, es decir a lo más impropio, a lo inapropiable por antonomasia. Cf, H. Arendt, El concepto de amor en san Agustín traducción: A. Serrano, Madrid, Encuentro, 2001. No es casual que haya relacionado a Heidegger con Arendt, allí donde ambos fueron, precisamente, amantes.
“Con nadie tengáis otra deuda que la del mutuo amor. Pues el que ama al prójimo, ha cumplido la ley.”462 Si cumplir la ley es aquí, “amar al prójimo” pues es el amor, en la impropiedad que exhibe, lo que hace posible llevar al nómos al extremo de su desactivación, es porque dicha desactivación restituye a las cosas, animales y hombres a su “uso libre”. El amor es, por ello, la acción de profanación 463 de todo aquello que se presenta como sagrado: los hombres, animales o cosas. Porque si, como hemos visto, “cumplir la ley” significa agotarla hasta abolir la misma fuerza-de-ley que constituye al derecho (su violencia mítica), esto supone restituir la forma-de- vida de una “comunidad impolítica”, esto es, de una comunidad que no reivindica para sí ninguna identidad (soberanía). Una comunidad impolítica464 acaso sea, entonces, lo que se estaría jugando en el mesianismo de Pablo y no una nueva universalidad, según la lectura católica tradicional. Y acaso a dicha comunidad impolítica Pablo la denomine simplemente e n la forma del “amor al prójimo”465. Pero lo decisivo aquí, es que la palabra “amor”, volcada en la forma de una comunidad impolítica, se debe comprender a la luz de lo que Agamben ha denominado una “pasión de la facticidad” 466:
462
La cita completa dice así: “Con nadie tengáis otra deuda que la del mutuo amor. Pues el que ama al prójimo ha cumplido la ley. En efecto, lo de: No adulterarás, no matarás, no robarás, no codiciarás y todos los demás preceptos, se resumen en esta fórmula: Amarás al prójimo como a ti mismo. La caridad no hace mal al prójimo. La caridad es, por tanto, la ley en su plenitud.” En: Rom 13, 8, 9, 10. Nótese que en la lectura agustiniana se retomará, de un modo relativamente diferente, el problema del amor en la diferencia ontológica que establece Agustín entre cuppiditas y caritas, destacada por Arendt y señalada en la cita anterior. 463 Giorgio Agamben Profanaciones Buenos Aires, Ed. Adriana Hidalgo, 2005. 464 Nótese que esta interpretación difiere en parte, de la de Taubes. Para Taubes que, como él mismo relata en su interpretación de San Pablo, sigue la lectura polemológica de Schmitt, considera a Pablo desde la perspectiva de la fundación, de la fundación de la comunidad cristiana: “Mi tesis es que Pablo se entiende a sí mismo como el que supera a Moisés (…) Parte del contenido de mi tesis es, pues, que el cristianismo no se origina con Jesús sino con Pablo.” Por ello para Taubes –como para Badiou- Pablo es, ante todo, el fundador del cristianismo: un nuevo nómos y una nueva comunidad a la luz de Cristo. En: Jacob Taubes La Teología Política de Pablo, traducción: Miguel García-Baró, Madrid, Trotta, 2007, p. 54. 465 Opto aquí por una lectura impolítica del amor en Pablo. Es evidente que el objetivo agambeniano es restituir las cartas de Pablo su contenido mesiánico y, por ende, su dimensión impolítica. Esto no obsta, sin embargo, a que, desde la lectura cristiano-católica, se siga planteando a Pablo como el fundador del cristianismo. Pero a modo de apoyo a esta tesis, es necesario recalcar el lugar que ocupa la noción de “cuerpo” en la antropología paulina que, como se ha visto, remite al “cuerpo hebreo” ( basar , en su indistinción con “carne”) y no al griego ( soma). Cf. John Robinson “El cuerpo. Estudio de teología paulina” trad: José Manuel Udina, Madrid, Ed. Ariel, 1968. 466 El texto decisivo que Agamben comenta es un fragmento de “La carta sobre el humanismo” en la cual Heidegger escribe: “El pensar es al mismo tiempo el pensar del ser, en la medida en que, al pertenecer al ser, está a la escucha del ser (...) Que el pensar es significa que el ser se ha adueñado destinalmente de su esencia. Adueñarse de una “cosa” o de una “persona” en su esencia quiere decir amarla, quererla. Pensado de modo más originario, este querer significa regalar la esencia. Semejante querer es la auténtica esencia del ser capaz (mogen) que no logra esto o aquello, sino que logra que algo “se presente”mostrando su origen, es decir, hace que algo sea. La capacidad del querer es propiamente “en virtud” de lo cual algo puede llegar a ser. Esta
“El amor es la pasión de la facticidad, en la que el hombre soporta esta no pertenencia y esta opacidad, y se las apropia ( asduefacit) custodiándolas como tales. Esto no es, según la dialéctica del deseo, afirmación de sí o negación del objeto amado, sino pasión y exposición de la misma facticidad y de la irreductible impropiedad de lo ente. En el amor, lo amado viene a la luz, con el amante, en su ser velado, en una facticidad eterna más allá del ser.” 467 El amor como apropiación de aquello que es, de suyo, inapropiable; esto es, de la “irreductible impropiedad de lo ente”. En estricto rigor, los amantes suspenden cualquier tipo de “propiedad” y muestran cómo el amor, más allá de la “dialéctica del deseo”, no es sino “pasión de la facticidad”: “pasión” en cuanto pasividad, constituye l a propia “facticidad” de la existencia (la forma-de-vida). El amor como “pasión de la facticidad” es, pues, “pasión y exposición” de la impropiedad misma de la forma -de-vida (la posibilidad de ser o no ser, como tal) y, por ende, el amor desprende a los hombres de cualquier identidad, porque, en el fondo, el amor –como el deseo y la imaginación- no tiene objeto alguno. Por eso es que, en otro lugar, Agamben puede escribir que el amor es, en definitiva, la “experiencia de una singularidad cualsea” 468. Allí, pues, el amor aparece como desposesión de sí, en el abismo que se abre entre una subjetivación y una desubjetivación, similar a la experiencia que acontece, pues, en el hos me paulino que, a la luz de la contracción del tiempo (“tiempo que es corto”), inte rrumpe la lógica del Imperium. En esta perspectiva, el amor paulino designaría la experiencia de la comunidad impolítica (la “singularidad cualsea”) por excelencia. Comunidad que, ulteriormente, se le llamará “cristiana” y a la cual le será expropiada su impoliticidad a la luz del corpus mysticum de Cristo que se expresará en la teología política medieval 469. Sostengo, entonces, que la experiencia mesiánica que Agamben rescata de las Cartas paulinas, sugiere que, en un plano ontológico-político, Pablo es mujer . Mujer en cuanto “resto” (notodo) y, por ende, en cuanto nuevo sujeto de la política 470 que interrumpe allí, en su propio capacidad es lo auténticamente “posible”, aquello cuya esencia reside en el querer.” Martin Heidegger, “Carta sobre el Humanismo” traducción: H. Cortés y A. Leyt e, Madrid, Alianza, pp. 1516. Así, el “amor” es para Heidegger lo “posible” y, como tal, la “pasión o exposición” de su propia posibilidad de ser. 467 Giorgio Agamben “La pasión de la facticidad” en: La potencia del pensamiento, traducción: F. Costa y E. Castro, Buenos Aires, Ed. Adriana Hidalgo, pp.369-407. 468 Giorgio Agamben La comunidad que viene traducción: J.L Villacañas y C. De La Rocca, Valencia, Ed. Pre-textos, 2006, p. 27. 469 Ernst Kantorowicz “Los dos cuerpos del Rey. Un estudio de teología política medieval” Madrid, Alianza, trad: S. Aikin y R Blázquez, 1985. 470 La palabra “sujeto” es una palabra “cargada” metafísicamente. Pero, a propósito del tratamiento que hace respecto a la vergüenza, Agamben señala: “Por esto la subjetividad tiene constitutivamente la forma de una subjetivación y de una desubjetivación, por esto es, en lo íntimo, vergüenza.” Giorgio Agamben Lo que queda de Auschwitz, traducción: A. Gimeno, Valencia, Ed. Pre-textos, 2000, p. 117. Lo decisivo aquí es que el “sujeto” es, para Agamben un “resto” y, precisamente, la incoincidencia entre subjetivación y desubjetivación. Sólo por ello, el sujeto es, en lo íntimo, “constitutivamente” vergonzoso. La vergüenza es, pues, el exceso que el sujeto lleva consigo y la subjetividad el movimiento entre subjetivación y desubjetivación.
ser-de-potencia471. La oscura luz del amor paulino podría constituir, pues, la experiencia misma de una comunidad impolítica que, como tal, restituiría a los hombres, apresados por el dominium, al impersonal e impropio campo del usus. Quizá, la bella homofonía que existe entre las palabras alemanas “ lieben” (amor) y “leben” (vida) y, en el inglés “love” (amor) y “life” (vida), ilustren la estrecha cercanía entre el vivir y el amar. Una cercanía en el tono, allí donde vida y amor se tensan, (des)velándose la una en el otro, la una con el otro, allí donde el tiempo se detiene y la singularidad de la vida se asoma. Porque si es cierto que, c omo decía Foucault, la “vida es aquello capaz de error” 472, es precisamente porque ésta parece revocar a todo nómos que intenta cesurarle. Estar siempre en otro lugar significa, pues, que la vida no coincide jamás con una “conciencia” o una “subjetividad”. El amor es, pues, esa interrupción decisiva en la cual se hace la experiencia de una des-posesión radical, de un desprendimiento absoluto de cualquier “propiedad” y una restitución del uso libre. El amor es, en definitiva, el hos me porque, en su “pasión y exposición”, los amantes se abandonan, sin nunca capturarse, como vidas inseparables de sus formas. Noviembre, 2007. Excursus: In-Fancia473.
En su texto Experimentum Linguae, publicado en la edición de “Infancia e Historia” para la pequeña bibliot eca Einaudi, el “tiempo que resta” vuelve a tener lugar ahora en la estrecha relación entre lenguaje y violencia: “En los libros escritos y en los no escritos, obstinadamente, no he querido pensar más que una sola cosa: ¿qué significa “hay lenguaje”, qué significa “yo hablo”?” Y más adelante señala: “La violencia sin precedentes
del poder humano tiene su última raíz en esta estructura del lenguaje. En tal sentido, aquello con lo que se hace experiencia en el experimentum linguae no es simplemente una imposibilidad de decir: se trata, más bien, de una imposibilidad de hablar a partir de una lengua, por lo tanto de una experiencia –a través de la demora infantil en la diferencia entre lengua y discurso- de la misma facultad o potencia de hablar.” 474 La pregunta ¿qué significa “hay lenguaje”? lleva a Agamben a interrogarse por la diferencia que, al modo de un abismo, habita entre lengua y discurso. Una diferencia que acontece como una demora, una diferición que no es una “imposibilidad de decir”, sino el extremo e n que el lenguaje revela su propia “potencia de hablar”, allí donde el hombre se desnuda a sí mismo como un in-fans y donde el tiempo cronológico se contrae sobre sí mismo. La in-fancia del hombre lejos de ser una edad o una etapa precisa en el desarrollo del animal humano, constituye el propio ser potencial ínsito a la propia estructura del 471
Cf, Giorgio Agamben Medios sin fin. Notas sobre la política, Valencia, Pre-textos, 2003. Michel Foucault La vida: la experiencia y la ciencia En: Gabriel Giorgi y Fermín Rodríguez (comps), Ensayos sobre biopolítica. Excesos de vida Buenos Aires, Paidós, 2007, pp. 41-58. 473 Excursus agregado en Noviembre de 2008. 474 Giorgio Agamben Infancia e Historia Buenos Aires, Ed. Adriana Hidalgo, p 217-219. 472
lenguaje. Entre la lengua y el discurso, entre el significante y el significado, entre lo animal y lo humano, entre el principio y el final del tiempo, allí se sitúa un umbral sin fondo que, lejos de constituir una negatividad 475 se revela como la propia potencia humana en cuanto tal. Por ello, la “violencia sin precedentes” del poder humano –dice Agambentendría su “raíz última” en la diferición, situada en el plexo qu e forman la lengua y el discurso. Esa diferición es, pues, la “potencia de hablar” que, por serlo, no está fuera del lenguaje. Por ello, la “imposibilidad de decir” no es sino el momento en que la “potencia de hablar” se muestra en su propia consistencia. Esto significa que, para Agamben, la pregunta por el “tener -lugar” del lenguaje no habría que buscarla fuera del lenguaje, sino más bien, en su pura autorreferencialidad: el lenguaje es restituido a su inmanencia, en la medida que es el propio discurso el que se encuentra con su propia potencialidad. Por ello es que “hay lenguaje” significa “hacer la experiencia” de la propia potencia de “hablar”. A esta luz, Agamben ensaya una nueva lectura del símil de la tablilla de cera sin inscripción alguna que Aristóteles representa en De Anima: “Lo que la tradición filosófica nos ha acostumbrado a considerar como el vértice del pensamiento y, a la vez, como el canon mismo de la enérgeia y del acto puro- el pensamiento del pensamiento- es, en verdad, el don extremo de la potencia a sí misma, la figura completa de la potencia del pensamiento.” 476 La lectura de la tablilla de cera sin inscripción alguna es al revés, no desde el acto, sino desde la potencia del pensar: el pensamiento del pensamiento no sería la figura de la soberanía, sino la “donación de la propia potencia a sí misma”, allí donde el propio pensamiento piensa su propia potencia de pensar, su propio tener-lugar del pensar, allí, donde el propio lenguaje hace la experiencia de su propia comunicabilidad y los hombres de su inmanente “potencia común”.
Biopolític a y exclusi ón. Tentativas sueltas. Federico Galende Voy a hablar sobre los excluidos, voy a decir algunas cosas al respecto. Pero por supuesto que este “voy a hablar” no se reserva para sí la expectat iva de nada concluyente, por lo que diría que esta intervención tiene la forma de la evocación o del mero llamado. Ya querría yo que esa forma fuera la de la proclama o la del kerigma o la de, para utilizar un concepto muy poco terminológico al que Foucault hiciera lugar en sus últimas clases, las que van de enero a marzo de 1983, apenas un año antes de morir, parrhesía, que es algo así como el decir franco o el hablar libre o el coraje de pronunciarse, pero me temo que tendré que conformarme con la figura de la evocación. La relación que este problema tenga con la cuestión general de la biopolítica, la pertinencia de esta relación, sin embargo, la heredo a la conversación y al juicio de 475
Giorgio Agamben El lenguaje y la muerte. Un seminario sobre el lugar de la negatividad Valencia, Ed. Pre-textos, 2003. 476 Giorgio Agamben La potencia del pensamiento op.cit. p. 368.
ustedes, pues lo que me interesa por ahora plantear es cómo la cuestión de los excluidos, que ha sido fundamentalmente siempre la cuestión de los pobres y de los locos, la de los débiles o los anormales, ha recibido en el último tiempo un trato más o menos complejo, un trato que sitúa el problema más allá de la verba obrada por las disciplinas asociadas de un modo clásico al humanismo. Es la relación misma entre exclusión y humanismo, la posibilidad de una lectura no humanista de la exclusión lo que configura a mi entender un problema interesante de abordar. Creo que la complejidad que acabo de mencionar, se debe en parte al hecho de que un término que clásicamente se opuso al de exclusión, el de “inclusión”, ya no puede ser fácilmente abordado como su adverso sino al revés: acaso como parte de la dinámica misma de la exclusión. Dicho de otro modo, la inclusión ya no es una lógica o un dispositivo del que podamos esperar que resuelva el problema de los excluidos. ¿Por qué? Bien, porque es parte de la exclusión incluir al excluido o excluir incluyendo. El cese de esta tensión entre exclusión e inclusión me parece uno de los aportes centrales de la biopolítica. Pero ya dije que no iba a entrar en eso, que eso sería parte de la discusión. Porque lo que me interesa marcar es que la cuestión general de la inclusión como una figura de la exclusión, remite o parece remitir a una relación muy específica que no tiene lugar en la vida como una posibilidad, como algo que nos pertenece, como algo que es nuestro y respecto de lo cual decidimos de un modo soberano, sino que atañe a la propia configuración de ésta. Uno no cuenta con su vida, uno pertenece a ésta en tanto forma. Y entonces si lo que uno tiene es una forma de vida, como la tiene por ejemplo ese proletario del que Marx dice en los Manuscritos de 1844 que como trabajador alimenta al sujeto físico que, en tanto sujeto físico, se alimenta para trabajar, si uno pertenece a esa vida con la que, de uno u otro modo, tiene que arreglárselas, la vida misma nos incluye en algo que nos excluye. La pregunta es por consiguiente ¿qué es eso que la vida excluye? ¿Qué es eso que la vida puede excluir por medio de una inclusión? De un modo preliminar, podríamos responder que lo que de la vida tiende a quedar excluido es precisamente todo aquello que en ella está vivo. Por muy raro que parezca, la vida y lo vivo no son lo mismo, pues ahí donde la vida es una forma –y esto es lo que hace que habitualmente hablemos de formas de vida –, lo vivo es lo que en esta forma participa como excluido. Ahora, si la vida como forma excluye de sí misma lo vivo, lo vivo pasa a ser por ende una latencia, un hiato, una presencia diferida o algo que, por decirlo de un modo paradójico, pertenece al hombre en tanto que no es parte de éste. Y es esto, precisamente, lo que parece haber llevado a buena parte del pensamiento crítico contemporáneo a revisar el conjunto de confianzas que históricamente había depositado en la cuestión del sujeto y su condición de vector-fuerza en el proceso emancipatorio. Lo que algunos se anticiparon a designar como el fin de la modernidad, anteponiendo el prefijo “post” a todo lo que se presentara, no significó, al menos durante la segunda mitad del siglo anterior, más que una vuelta sobre la cuestión del sujeto. Esta vuelta, como todo lo que despierta a lo que una época posterior fijará en la condición de un sueño, no implica en ningún sentido la crisis final del marxismo sino, más precisamente, un giro reflexivo acerca de aquellas zonas del marxismo que habían quedado ligadas a una fe en el curso de la historia y a una complicidad con la filosofía del sujeto. Hay mucho que decir sobre esto, pero por el momento sabemos que de la lectura del propio Marx, que alguna vez llamó a los intelectuales no sólo a interpretar el mundo sino también a transformarlo, se derivó un llamado al sujeto-proletario a ser el apéndice de la liberación del hombre. Los excluidos de la historia, pero también todos aquellos a los que la historia en la era del modo de producción capitalista había despojado de vida (puesto que el hombre alienado, el sujeto físico que se alimenta para trabajar y que
trabaja sólo para alimentar al sujeto físico, es aquel que contempla en la mercancía lo que desconoce su propia ausencia de vida) asomaban entre los pliegues de una existencia oprimida con el fin de disolverla. Pero en tal caso lo que Marx estaba defendiendo no era al proletario en tanto identidad constituida o en tanto identidad que contara con alguna cualidad. Lo que Marx parecía defender –si es que puede hablarse así – era simplemente una posición, la única posición por medio de la cual el conjunto de las posiciones y su lugar en el espacio de las jerarquías terminaría por disiparse. El proletariado es una identidad que, liberándose de sí misma, libera a toda la humanidad del padecimiento de la identidad o –lo que vendría a ser lo mismo – al propio hombre del concepto de hombre tal como este concepto se halla configurado desde todos los tiempos. Como me parece difícil atribuir a Marx la condición de un humanista, como por muy provocador que pueda resultar sigo considerando que no lo fue, que no fue un humanista, entonces pienso, pero esto es parte de la discusión que propongo, que los excluidos de la categoría hombre eran justamente aquellos que podían arrastrar al resto de los seres vivientes a la liberación respecto de dicha categoría. La crisis del humanismo, el post –humanismo, que tantas sospechas ha causado en el marxismo contemporáneo, no tiene nada que ver con la muerte del hombre en tanto espíritu vivo. Por el contrario, el fin del humanismo señala la muerte de la categoría hombre como disposición metafísica y como muerte de lo vivo en la forma de vida que pertenece a lo humano. Son muchos los indicios –que en esta exposición no tenemos tiempo de exponer – que nos conducen a ver en Marx a un pensador precoz del fin del humanismo. El problema reside en que buena parte del pensamiento marxista, tanto del siglo XIX –el “siglo estúpido”, como lo llamara Rancière, señalando esa adormecida fe de la humanidad en el progreso –, como del siglo XX, se ha esforzado demasiado en rotular de “resignado”, “críptico”, “nihilista”, “conformista” o “post-moderno” a toda corriente que se replanteara críticamente la cuestión del hombre. El actual viraje de la revolución por venir confiada a los excluidos hacia la catástrofe que se recorta por detrás de nosotros –una catástrofe que tiene en Auschwitz, el genocidio y la liberación de la lógica de acumulación burguesa a partir de 1989 las ruinas que aquel Ángel contemplaba mientras la historia lo empujaba hacia adelante – han llevado con razón en el último tiempo a replantearse la cuestión de los excluidos desde la relación constitutiva entre vida y política. Esto significa que mientras la lógica multicultural del capitalismo global –o el carnaval postmoderno, telón de humo que oculta la transformación de un modernismo utópico en un modernismo traumático – alimenta el festín de las políticas de las identidades –posmarxismo incluido –, aquel Viejo topo que siempre destruyó y construyó bajo la tierra de la historia emerge hoy imponiendo las condiciones para una reflexión política sobre la existencia humana. Y, más fundamentalmente, sobre el padecimiento de esta existencia en el comparecimiento a lo humano como disposición conceptual que se remonta al origen del hombre. Debemos esa tarea probablemente a Foucault, pero también es cierto que parte de la misma estuvo ya presente en el pensamiento de Marx y que fue un pensador proveniente de la tradición marxista, Walter Benjamin, uno de los primeros autores en situar la cuestión de lo humano como efecto de una configuración demónica. Esta configuración demónica de lo humano como concepto, esta configuración por medio de la cual lo humano se presenta como lo más infamiliar y extraño para la propia infancia premoral del hombre, fue entrevista por Benjamin al menos dos veces: en el derecho como producción de lo humano, y en la estética fascista –que no comienza con el fascismo, sino con la autonomización del juicio sobre lo bello en el siglo XVIII – como un programa
anestesiante, capaz de convertir al hombre en espectador gozoso de su propia devastación. En el primer caso –porque sobre el segundo no voy a tener tiempo de precisar nada-, sitúa Benjamin el problema de la exclusión en un contrapunto directo entre el hombre configurado jurídicamente y su infancia pre-moral. Lo que esto significa es que, en términos jurídicos, lo humano es el efecto de una violencia constitutiva. Dicha violencia reside en la arbitrariedad primera sobre la que se emplaza el propio orden jurídico, es decir, en una fuerza sin ley, un estado de excepción que, lejos de quedar rezagado en la punta del derecho, lo acompaña a lo largo de toda su extensión. Esta excepción del derecho es sin embargo lo que no ha cesado de aparecer en el propio derecho, en la pena de muerte o en el actuar de la policía, donde se manifiesta terriblemente –de un modo desnudo – cómo el orden jurídico gestiona la existencia del hombre. La gestiona o la decide, pero a la vez la produce o la configura. Es precisamente en este sentido que la tradición de los oprimidos (que aquí podemos reemplazar por excluidos) “nos enseña que el estado de excepción en el que vivimos es la regla” 477. Esto quiere decir lo siguiente: el derecho es una violencia a la violencia cuyo fin consiste en la mantención de la violencia. Para realizar tal cometido, el derecho busca neutralizar todo aquello que se le opone. Esto que se le opone es cualquier tipo de violencia que no esté en sus manos, la violencia de los pobres o de los excluidos o de los oprimidos. El problema de esta violencia, no obstante, no reside en su contenido sino, más claramente, en su posición. Es decir que el problema que el derecho tiene con la violencia que le es externa no consiste tanto en la violencia, como en el hecho de que le sea externa, motivo por el cual lo que buscará es internalizarla. ¿Cómo se neutraliza la violencia? Ese me parece un buen problema, En rigor, se trata de una neutralización, porque lo que el derecho hace es excluir la violencia de los otros a través justamente de su inclusión. El derecho es así la matriz política de una exclusión que incluye, la matriz que hace de todos los excluidos un caso de inclusión. Actuando así, es la verdadera matriz de toda historia y de todo saber. Pues habría que preguntarse si no es la absorción en una identidad –conocida, representada, familiar, reconocida – el modo que tiene un saber de excluir la violencia de la diferencia que se le antepone. Entonces lo hacemos: ¿no es acaso la política de la identidad, política rociada como pólvora en el aparato de los estudios culturales contemporáneos, en los estratos de las ciencias sociales, en la sistematización kantiana del pensamiento, en el programa de la filosofía del sujeto, la estrategia de una fuerza que recoge la diferencia en la unidad conceptual de lo idéntico con el fin de suprimir o neutralizar la violencia del desconocido? El saber, como el derecho, opera para Benjamin buscando abarcarlo todo, pues su objeción respecto de la violencia de la diferencia no reside en el contenido sino en la posición de ésta. Entonces basta con desplazarla del exterior al interior para que cese su hostilidad. Todo el problema de la representación del saber moderno (pero de este saber en tanto consolidación de la historia de la metafísica), y todo el problema del derecho (pero de este derecho en tanto práctica de producción de lo humano), se juegan en esta inclusión. Y sin embargo, ¿por qué la práctica de exclusión de lo humano está jugada en esta inclusión? Una respuesta posible sería ésta: porque toda ley es ley –así como todo saber es saber- en la medida en que es capaz de anticiparse a todo aquello que se le ofrece como diferencia, como exterioridad. 477
Benjamin, Walter. “Sobre el concepto de historia”. En: Oyarzún, Pablo (Traducción, introducción y notas). La dialéctica en suspenso. Fragmentos sobre la historia. Santiago de Chile: Cuadernos de la Invención y la Herencia, Arcis-LOM, 1996. Tesis VIII, p. 53
Tal como ha sido expuesto más de una vez, el modo de ser de esta diferencia no es un modo interno al propio ser; es, para utilizar aquí la expresión de Emanuel Lévinas, un de otro modo que el ser mismo. Y es ante este de otro modo que ser –de esta paz de una diferencia que reposa en su in-coincidencia, en su eschaton – que debe poder anticiparse la violencia del derecho. Si la estructura del derecho y del saber reposa en un prejuicio, es justamente porque deben prevenir de una diferencia que no tiene identidad. Entonces la política de la inclusión se convierte en una política de la inscripción, esto es, en una política que hace del porvenir lo siempre-ya-advenido, apresando, como señala Espósito, todo acaso en la mordaza del ya y todo aún en el siempre-así y el tedioso así-porsiempre478. Esto último es lo que el Benjamin de las Tesis sobre la historia llama la producción y reproducción del tiempo homogéneo y vacío o lo que el Benjamin de Destino y carácter había designado como el ciclo repetitivo o el núcleo mítico del derecho 479. Si dicho núcleo está emparentado con la teoría del progreso –la misma teoría que durante tanto tiempo, según decíamos, captó la confianza de buena parte de la izquierda marxista –, es porque el mismo consiste en hacer del pasado aquello de lo que el presente se toma para reaccionar a la incertidumbre del futuro. El tiempo se ordena serialmente sobre la misma línea que excluye la diferencia entre el hombre-vivo-en-el-ser-viviente y el hombre muerto en el tedio de su identidad y su forma de vida . De ahí la complicidad entre “progreso histórico”, “configuración jurídica” y “estetización fascista” de la vida que Benjamin tanto desarrolló sin ser suficientemente atendido. Creo que, dicho esto, podemos pasar ahora a la cuestión de la vida como tal, pues la complicidad que acabamos de mencionar comienza por remitir, en rigor, a la vida como aquello que la política de inscripción del derecho busca anticipar y encuadrar. Si la vida es, como ha precisado Freud, aquello que tiende a ir más allá de su propio límite o, como lo ha hecho Spinoza, lo que por medio de un conato se pone a la altura de lo que puede un cuerpo –un derrame sin camino en el plano de inmanencia –, entonces es contra esta tendencia a ir más allá de la “mera vida” que debe reaccionar el derecho. La diferencia de la vida no reside en absoluto en la reivindicación de su identidad específica en el plano enmarcado de la representación político-social (como tan sospechosamente quieren de un tiempo a esta parte los estudios culturales, el posmarxismo, los estudios de género, las ciencias sociales, el multiculturalismo, etc.), la diferencia de la vida reside en una pulsión, en un empuje acéfalo por medio del cual ésta busca extenderse de la “mera vida” a una “vida justa”. En este sentido, el alma del viviente es el empuje a través del cual pasamos de la simple conformidad de estar vivos a la posibilidad de que vivir sea realmente algo importante. Por eso dice Benjamin que la reivindicación de la vida por la vida misma no es más que un dogma sagrado que permanece contaminando ideológicamente la estructura secular del mundo. Vivir por vivir no tiene ningún sentido, la vida por la vida misma no es importante y sin embargo, contrariando aquel sueño de Marx según el cual algún día el hombre se liberaría del hombre, la humanidad ha terminado por ser excluida en esta inclusión intensiva de la vida normalizada. Si el derecho constituye la matriz o la operación capital de este proceso, es porque su estructura mítica ha ideado desde siempre una fórmula para anticiparse a toda diferencia. Esta fórmula –de la que la obra de Kafka es la mejor abreviatura – radica en invertir la relación entre culpa y condena. La culpa no es un efecto de la condena sino al 478
Respecto de este punto, ver Roberto Espósito, “Violencia a la violencia”, en Inmunitas, protección y negación de la vida, traducción de Luciano Padilla, Buenos Aires, Amorrortu, 2005. 479 Cfr. Benjamin, Walter. “Destino y carácter”. Obras Completas, Libro II/Vol.1, págs.175-182; “Sobre el concepto de historia”, Op. Cit.
revés: la condena recae sobre un plexo de culpabilidad abstracto que ya está determinando al hombre desde su origen. Como señala Simone Weil, si la pregunta de los débiles o los excluidos es “¿por qué me hacen el mal?”, el verdadero héroe de la tradición occidental, de La Ilíada a Nietzche, ha sido la fuerza, la fuerza empleada por los hombres, la fuerza que doblega a los hombres, la fuerza frente a la que se retrae la carne de los hombres. El derecho es esa fuerza, el núcleo mítico de esa fuerza que remonta –y reconduce – toda la historia hacia esa violencia fundadora y acompaña a la vez a la historia del hombre a lo largo de toda su extensión. Tal como afirma Benjamin, violencia fundadora y violencia conservadora del derecho son parte de una misma sustancia, la Gewalt, que no persigue otra cosa que hacer retroceder el espíritu de lo viviente a la condición de mera vida desnuda. De este modo, la vida no es condenada por culpa sino a la culpa, generando las condiciones para que el plus pre-moral del hombre –del monstruo o del niño o de ese perverso polimorfo libre que no reconoce aún la restauración ética del mundo – sea por fin iniciado en una vida de la que es ya-siempre-culpable. Ahora bien, el protagonista de esta condena que hace recaer toda su fuerza sobre la vida, es el destino, aquello que Benjamin llama el “nexo causal”, la red, “el cielo incoloro” del ser humano no-vivo. Los oprimidos, los excluidos son precisamente entonces los incluidos en esta red incolora forjada por el núcleo mítico del derecho y por el plexo de culpabilidad del destino. Pero resulta que esto que se halla aquí incluido es nada menos que el hombre, los miles y millones de hombres de toda la historia del hombre de la que Marx esperaba que alguna vez lo humano llegara a liberarse. Digámoslo así: es la máquina destinal de lo humano como “concepto” y como “vida desnuda” lo que mantiene vigente la proclama marxista de la emancipación del hombre. Sin duda que los términos de esta emancipación han cambiado, pero eso no toca a la emancipación misma. Más bien le agrega problemas, aprontes, ajustes, que no serán suturados porque alguien se adelante a declarar con toda razón la crisis del modernismo utópico o, con menos razón, la del propio marxismo. La crisis de los programas utópicos de los siglos XIX y XX no alcanzan para proscribir el marxismo; sí una de las zonas centrales de sus sueños y su interpretación. En un valioso ensayo titulado Tentativas sobre Bartleby, Diego Tatián escribe que “si hay una cuestión que todo conocimiento acumulado a lo largo de los siglos ni siquiera ha rozado aún es la de saber para qué sirve un hombre, para qué estamos los hombres en el mundo” 480. Nada ni nadie sabe para qué sirve un hombre, ninguna disposición conceptual, ninguna disposición de saber, ninguna teoría de la representación puede anudar el sentido de la utilidad del hombre. La utilidad del hombre es una indisposición, una incompetencia. No la incompetencia de una voluntad, sino la de aquello que pone a la voluntad ante su límite. Lo menos que podemos decir de esta incompetencia (muy en la línea de lo que Alberto Moreiras llama el no-sujeto de la política 481) es que ella misma trata de una exclusión que no puede ser incluida, es decir, una exclusión sin excluyente. Esta exclusión sin excluyente es probablemente lo más impersonal en el hombre, lo que en él permanece aún –pero había permanecido ya siempre – sin ser individuado. Benjamin empleó la noción de “carácter”, y paralelamente la de Genius, en un sentido que se distancia de la doctrina kantiana, para retratar esta zona vivida pero aún no individuada del hombre, esta zona infantil o pre-humana. Presencia, respiración o titubeo, confidencia 480
Ver Diego Tatián, “Tentativas sobre Bartleby”, en Revista Nombres N°16, Córdoba, Argentina, 2001, p. 115. 481 Cfr. Moreiras, Alberto. Línea de sombra. El no sujeto de lo político. Santiago de Chile, Palinodia, 2006
de una sombra que impide que el hombre coincida con su identidad y se conforme. Lo impersonal es en el hombre esta especie de sombra inahuyentable, un excluido con el que vivimos y que destruye desde su reposo los edictos del yo o la consciencia. Es lo desconocido en nosotros, pero quizá sea por eso también lo más vivo, lo que se opone una y otra vez a la red del destino. Benjamin pensó lo impersonal como aquello que tiene a la vez un “carácter” y un “genio”. Si el carácter es el rasgo autónomo, ese más que el hombre cuya emergencia destruye todo nexo causal entre culpa y destino, ento nces él, en tanto excluido, es el “sol del individuo en el cielo incoloro (anónimo) del hombre” 482. Genius, por su parte, es aquello que no puede jamás en el hombre asumir la forma del Yo. Carácter y Genius configuran esa zona excluida del hombre en la que se rotan sin fin la manifestación destructiva de lo impersonal –carácter – y la pasiva indisposición al Yo -Genius. Si, volviendo ahora a Simone Weil, decíamos más arriba que el verdadero héroe de todas las historias ha sido siempre la fuerza, la fuerza empleada por los hombres, la fuerza que doblega a los hombres, la fuerza frente a la que se retrae la carne de los hombres, entonces quizá ahora podamos asignar algo más a esa condición impersonal del hombre del que no sabemos para qué sirve. Este algo más es la incompetencia de lo excluido que nos devela que, siendo todo la fuerza, la fuerza como todo comparece a la pasividad de un límite. La pasividad de este límite es ese más que el todo en el que conviven lo excluido en el hombre –lo impersonal – y lo excluido en la historia –la justicia. La modalidad impersonal de la justicia es destructiva porque pone freno a las ambigüedades constructivas del derecho y la fuerza. Es esto lo que nos permite afirmar que sólo el fascismo es constructivo y que puestos ante su programa, ante su fuerza edificante, lo impersonal es lo único vivo en el hombre y a la vez lo más débil en éste, una diferencia en la que los excluidos residen con la fuerza de una debilidad. Como se sabe, “débil fuerza” es la expresión que Benjamin ocupó alguna vez para referirse a la cuestión del mesianismo. Tal como conjetura Pablo Oyarzún, “para distinguir el modo que conviene a esta débil fuerza lo más indicado parece ser contrastarla con el tipo de fuerza al cual implícitamente se opone aquélla […], pues hablar de una ‘débil fuerza’ invita de suyo a considerar la noción de una ‘fuerza fuerte’” 483. Si ponemos ambas fuerzas en relación al pasado, entonces podemos decir que una fuerza fuerte es aquella que proyecta el presente al pasado, que trae a presencia el pasado incrementando la fuerza del presente y haciendo del presente una fuerza, en circunstancias en las que una “fuerza débil” es aquella que impone un vacío al esquema intencional del conocimiento, un vacío atemporal. Fuerza fuerte es así una fuerza que ejerce dominio sobre el presente en el cual se ejerce, una fuerza que hace del conocimiento un instrumento destinado a doblegar y a apropiar el objeto por él mismo delimitado. La historia de la fuerza –es decir, la única historia que conoce el hombre – es así la historia del dominio de la diferencia por vía de una representación que se resiste a hacerle justicia. Débil fuerza, en cambio, es aquella que acepta el pasado en cuanto pasado. Su simultánea debilidad y fuerza –dice Oyarzún – estriba en esta aceptación: acoge lo pasado del pasado, lo recibe (y conforme a esta receptividad es ‘débil’), y a la vez resiste su inversión (su capitalización) en presente (y en esa medida es ‘fuerza’). Resistir esa inversión es resistir a la ‘fuerza fuerte’, aquella que precisamente domina (en) el presente 484. 482 483 484
Benjamin, Walter. “Destino y carácter”. Op. Cit., p. 182 Oyarzún, Pablo. La dialéctica en suspenso. Op. Cit., p. 31 Ibíd.
Esta débil fuerza –debilidad que hospitaliza y acoge sin identificar; fuerza que resiste la representación del no-identificado por parte del presente – resuena en la condición impersonal del porvenir de lo excluido. Tal porvenir, anotó Lévinas, está hecho del aumento de lo que permanece inaprehensible. Débil fuerza es así el aumento de los excluidos que ninguna identidad apropia. Entonces es cierto que no hay realidad política ni humana que pueda ser pensada con independencia de la fuerza que le dio lugar, no existe realidad sin fuerza y la fuerza es, en tal sentido, todo. Pero, y he aquí la paradoja que marca el lugar sin lugar, el diferimiento, el eschaton perpetuo de lugar de los débiles y los excluidos, a la fuerza no le basta con ser todo para que al todo no se lo oponga un más-que-la-fuerza. Me gustaría concluir entonces esta exposición diciendo que la debilidad impersonal de lo humano es una exclusión que no requiere de la fuerza del concepto para oponer un límite a la realidad de lo humano. En el mar, como dice Weil, “una ola sube, sube y sube todavía más, pero un punto, en el que sólo existe el vacío, la detiene y la hace descender” 485. Lo que a esta fuerza se opone, desde luego, no es otra fuerza, una de orden superior, sino el límite inherente, invisible, que inmoviliza la extensión de su inclusión. Si la verdad es, según la conocida fórmula de Benjamin, la muerte de la intención 486, entonces es la justicia lo uno y otra vez excluido por esa máquina en la que se combinan el poder del derecho, la teoría de la representación del conocimiento moderno y el progreso homogéneo de la historia. Frente a la combustión de esa máquina conjunta, frente a la ley de la fuerza que sitúa al hombre actual ante la más radical revolución burguesa, todos los excluidos de la historia se extienden por encima de las fronteras de lo políticamente tratable. La relación a la justicia es una relación a los excluidos, una relación a la destrucción de la historia de todas las inscripciones, una relación a ese instante cuyo relampaguear deshace de un sucumbo todas las jerarquías. El fascismo construye; al pensamiento de izquierda lo mantiene vigente el anhelo de destrucción del hombre fascistamente configurado. Muchas gracias.
BIOPOLITICA: LIBERALISMO Y MUERTE Juan Pablo Arancibia 1 “ Para que los asesinos desaparezcan es preciso que el horror de la sangre derramada aumente en esas capas de la sociedad donde surgen los criminales…”.
Emile Durkheim. 485
Citado en Espósito, Roberto, Categorías de lo impolítico, Katz ed., 2005. Cfr. Benjamin, Walter. El Origen del drama barroco alemán. Obras Completas Libro 1, Vol. 1. Madrid: Abada editores, 2006. 486
I.- Fuerza. Si Pierre Vidal descubre en la Ilíada la esencia del poema 487, Simone Weil descubre ahí la esencia de la fuerza. Aquella fuerza manejada por los hombres, pero que somete a los hombres. La fuerza ante la que se retrae la carne y se retuerce al cuerpo: La fuerza es lo que hace una cosa de cualquiera que le esté sometido. Cuando se ejerce hasta el extremo, hace del hombre una cosa en el sentido más literal, pues hace de él un cadáver. “Había alguien, y, un instante más tarde, ya no hay nadie”. 488 Weil recuerda los cuidados que «Andrómaca» prepara a Héctor aguardando su retorno de la batalla: «Ella gritaba a sus sirvientas de hermosos cabellos. Que pusieran junto al fuego unas grandes tinajas para preparar un baño caliente para Héctor a la vuelta del combate. ¡Ingenua! No sabía que muy lejos de los baños calientes el brazo de Aquiles lo había sometido… ».489 Es cierto, lejos de los baños calientes estaba el desdichado. Casi toda la Ilíada transcurre lejos de los baños calientes. Casi toda la vida humana transcurre lejos de los baños calientes. 490 Los baños calientes representan la hospitalidad, el confort, la seguridad y calidez del hogar, el resguardo de encontrarse seguro y con los suyos. Da ahí la emoción incrédula de Primo Levi, que en estado cadavérico y moribundo sale del campo de exterminio de Auschwitz, y al ser rescatado por el ejército soviético, en los bordes de la muerte, es tomado por dos enfermeras, jóvenes y robustas, cuya primera acción es intentar devolverlo a la vida, con un baño de aguas calientes, un acto de purificación y sanación. 491 Sin embargo, la mayor parte de la vida transcurre lejos de los baños calientes. La mayor parte de la vida se está bajo amenaza, desprotegido y expuesto, sin resguardo ni mesura, ante la fuerza que de los hombres se apodera. Existe aquella fuerza que mata, explica Weil, es ella su forma más grosera e inmediata. Sin embargo, existe otra, cuán más variada en sus procedimientos y sorprendente en sus efectos, es la fuerza que no mata, que no mata todavía, pero sin duda matará o ejercerá un poder aún más devastador. El poder de transformar a un hombre en cosa. Una fuerza mucho más prodigiosa, capaz de transformar la vida en cosa. Extraño ser aquel deviene. 492 “… hay seres tan desdichados que, sin morir, se convierten en cosas para toda la vida. No hay en sus días ninguna posibilidad, ningún vacío, ningún campo libre. Es otra especie humana, un compromiso entre el hombre y el cadáver. Que un ser humano sea una cosa, es una contradicción; pero cuando lo imposible se ha hecho realidad, la contradicción se hace desgarro en el alma. Esta aspira en todo momento a ser un 487
Vidal-Naquet, Pierre. El mundo de Homero. Buenos Aires. Fondo de Cultura Económica.
2007. 488 489 490 491 492
Weil, Simone. La fuente griega. Madrid. Ed. Trotta. 2005. p.15. Ibíd. p.16 Ibíd. p.16. Levi, Primo. Trilogía de Auschwitz. México. Ed. Océano. 2005. Op. Cit. Weil. Pp.16-17.
hombre, una mujer, y en ningún momento lo consigue. Es una muerte que se estira a lo largo de toda una vida; una vida que la muerte ha congelado mucho tiempo antes de suprimirla” .493 Es tal el castigo al que somete la fuerza, que sin matar aniquila, sin disparar asesina. La fuerza secuestra y desaparece. Quien la padece, ya no está vivo y sin embargo, no muere. No está propiamente vivo, pero tampoco propiamente muerto. Bien lo sabe Primo Levi quien narra su cautiverio en Auschwitz: Entonces por primera vez nos damos cuenta de que nuestra lengua no tiene palabras para expresar esta ofensa, la destrucción de un hombre, hemos llegado al fondo. Más bajo no puede llegarse: una condición humana más miserable no existe, y no puede imaginarse. No tenemos nada nuestro: nos han quitado las ropas, los zapatos, hasta los cabellos; si hablamos no nos escucharán, y si nos escuchasen no nos entenderían. Nos quitarán hasta el nombre. 494 Ahora el nombre es reemplazado por un número, los cuerpos son bultos que caminan, que trabajan y portan un número de serie grabado a fuego en el antebrazo. “Son estos los muselmänner, su vida es breve pero su número es desmesurado, los hundidos, la masa anónima, continuamente renovada y siempre idéntica, de no hombres que marchan y trabajan en silencio, apagada en ellos la llama divina, demasiado vacíos ya para sufrir. Se duda en llamarlos vivos: se duda en llamar muerte a su muerte, ante la que no temen porque están demasiado cansados para comprenderla. Son los que pueblan mi memoria con su presencia sin rostro. Si pudiese encerrar todo el mal de nuestro tiempo en una imagen, escogería esta imagen, que me resulta familiar: un hombre demacrado, con la cabeza inclinada y las espaldas encorvadas, en cuya cara y en cuyos ojos no se puede leer ni una huella de pensamiento”.495
Simone Weil explica que aquéllos sobre quienes se abate, un destino tan brutal, se borran las maldiciones, las rebeldías, las comparaciones, las reflexiones sobre el futuro, el pasado y casi hasta el recuerdo. En ninguna ocasión el esclavo tiene derecho a expresar nada, salvo lo que complace a su amo. No se puede perder más de lo que pierde el esclavo; éste pierde toda su vida interior. Nunca se expresó con tanta amargura la miseria del hombre, que incluso le hace incapaz de sentir su miseria. La fuerza manejada por otros se impone sobre el alma como el hambre extrema, puesto que consiste en un poder perpetuo de vida y muerte. 496 Levi lo confirma: “Destruir al hombre es difícil, casi tanto como crearlo: no ha sido fácil, no ha sido breve, pero lo habéis conseguido, alemanes. Henos aquí, dóciles bajo vuestras miradas: de nuestra parte nada tenéis que temer: ni actos de rebeldía, ni palabras de 493 494 495 496
Ibíd. p.19. Op.Cit. Levi. Si esto es un hombre. P.47. Ibíd. p. 121. Op.Cit. Weil. Pp.20-21-22.
desafío, ni siquiera una mirada que juzgue” .497 Cómo resuenan ahí las palabras de Agamenón, proferidas a Aquiles, casi tres mil años antes de Auschwitz, palabras de humillación para demostrar quien es el amo: «… Así sabrás que puedo más que tú, y cualquier otro sufrirá miedo, antes de tratarme como un igual y levantar la cabeza ante mí». 498 Tan despiadadamente aplasta la fuerza, tan despiadadamente embriaga a quien la posee o cree poseerla, que no comprende que su poderío es sólo una situación pasajera 499. Levi recuerda las palabras de un alto oficial de las SS dirigidas a los prisioneros de Auschwitz: «De cualquier manera que termine esta guerra, la guerra contra vosotros la hemos ganado; ninguno de vosotros quedará para contarlo, pero incluso si alguno lograra escapar, el mundo no lo creería. Tal vez haya sospechas, discusiones, investigaciones, pero no podrá haber ninguna certidumbre, porque con vosotros será destruida toda prueba. Aunque alguna prueba llegase a subsistir, y aunque alguno de vosotros llegara a sobrevivir, la gente dirá que los hechos que contáis son demasiado monstruosos para ser creídos».500 Tan insoportable, severo e inverosímil es el castigo impuesto, que ni las propias víctimas logran dar crédito del suplicio al que son sometidos. “Hoy, este verdadero hoy, en el que estoy sentado a una mesa y escribo, yo mismo no estoy convencido de que estas cosas hayan sucedido de verdad”. 501 Los hombres que sucumben a la fuerza, aquellos que caen seducidos y arrestados ante el abuso ilimitado de la fuerza, el vencedor del momento se siente invencible, no considera la victoria como algo transitorio. 502 “Las vidas que destruye son como juguetes rotos por un niño igualmente indiferente; es una actitud teatral y manchada de jactancia, pues se cree irresistible en virtud de una ayuda divina que protege contra la derrota y la muerte. La guerra así, es fácil entonces, y amada con bajeza”. 503 II.- Exterminio. Marguerite Duras nos cuenta que en Mittel-Glattbach encontraron mil quinientos cuerpos en un osario. Por todas partes, en todas las carreteras los hay, inmensas columnas de hombres despavoridos, se los llevan, no saben adónde, ni tampoco lo saben los kapos, ni los jefes. Hoy, los veinte mil supervivientes de Buchenwald saludan a los 51 mil muertos del campo. Fusilados la víspera de la llegada de los aliados. A pocas horas de que eso ocurra, ser asesinado. ¿Por qué? Dicen: «Para que no cuenten». 504
497 498 499 500 501 502 503 504
Op.Cit. Levi. P.187. Op.Cit. Weil. P.23. Ibíd. p.22. Op.Cit. Levi. Los hundidos y los salvados. p. 475. Ibíd. p.135. Op.Cit. Weil. P.27. Ibíd. p.31. Duras, Marguerite. El dolor . Barcelona. Alba Editorial. 1999. p.34.
“Son muy numerosos, los muertos son verdaderamente muy numerosos. Siete millones de judíos han sido exterminados, transportados en furgones de animales, y luego asfixiados en las cámaras de gas y luego quemados en los hornos crematorios construidos para tal efecto. Los recién nacidos fueron confiados a los cuerpos de mujeres encargadas del estrangulamiento de niños judíos, expertas en el arte de matar por medio de una presión en las carótidas. Mueren con una sonrisa, no causa dolor, dicen ellas. Este nuevo rostro de la muerte organizada, racionalizada, descubierto en Alemania, produce desconcierto antes que indignación. Nos quedamos atónitos. ¿Cómo es posible seguir siendo alemán? Se busca equivalencias en otras partes, en otros tiempos. No hay nada. Algunos quedarán deslumbrados, incurables. Una de las mayores naciones civilizadas del mundo, la capital de la música de todos los tiempos, acaba de asesinar a once millones de seres humanos con el sistema metódico, perfecto, de una industria de Estado. El mundo entero mira la montaña, la masa de muerte dada por la criatura de Dios a su prójimo (…) Si no se considera este crimen nazi como algo que hay
que generalizar a escala del mundo entero, si no se entiende como un crimen a escala colectiva, el hombre del campo de concentración de Belsen, que ha muerto solo, sin testigos, será traicionado. Si se toma el horror nazi como un hecho sólo alemán, y no como un hecho colectivo, se reduce al hombre de Belsen a un caso particular. La única respuesta que puede darse a este crimen es convertirlo en un crimen de todos. Compartirlo. Como las ideas de igualdad y fraternidad ”.505 Esta catástrofe no ha sido operada por nada ajeno a lo humano, antes bien, ha sido planeada, ejecutada y celosamente administrada por lo más vulgar de lo humano. Dice Levi: los monstruos existen pero son demasiado pocos para ser realmente peligrosos; más peligrosos son los hombres comunes, los funcionarios dispuestos a creer y obedecer sin discutir, como Eichmann, como Hoess, comandante de Auschwitz, como Stangl, comandante de Treblinka,, como los militares franceses, asesinos en Argelia, como los militares norteamericanos, asesinos en Vietnam. 506 Este hombre común y vulgar reaparece una y otra vez en la historia, y en los campos de exterminio adopta el nombre y la silueta del Sonderkommando. Explica Levi que la figura extrema de la “zona gris” es el Sonderkommando. Así las SS nombran al grupo de prisioneros a los que se confiaba la gestión de las cámaras de gas y de los crematorios. Eran los que tenían que conducir a los prisioneros desnudos a la muerte en las cámaras de gas y mantener el orden entre ellos; sacar después los cadáveres con sus manchas rosas y verdes por efecto del ácido cianhídrico, y lavarlos con chorros de agua; comprobar que no hubiera objetos preciosos escondidos en los orificios corporales; arrancar los dientes de oro de las mandíbulas; cortar el pelo de las mujeres y lavarlo con cloruro de amoníaco; transportar los cadáveres a los crematorios y asegurarse de su combustión y, por último, limpiar los hornos de los restos de ceniza. 507 505 506 507
Ibíd. pp.57-58. Op.Cit. Levi. P.242. Ibíd. p.24.
En esta escena opera un doble acto de muerte. Primero, ejecutando a sus propios compañeros de campo, se hace morir al hombre que hubo alguna vez en él. Se fuerza a abandonar todo resto moral, cualquier cuota de dignidad o pudor. Segunda forma de extinción, hacer morir, operar la maquinaria de muerte, precisamente para luego someterse a ella. Los Sonderkommando están anticipadamente condenados a muerte, pues son tantos los secretos y la evidencia que guardan, que es preciso su exterminio para no dejar huella alguna. Se trata de una borradura y un silenciamiento. En el campo se extingue el cuerpo y se silencia la palabra. Como indica Agamben, en Auschwitz Levi había ya hecho la experiencia de esforzarse por escuchar e interpretar un balbuceo inarticulado, algo como un lenguaje, o un lenguaje mutilado y oscuro. Fue en los días subsiguientes a la liberación, cuando los rusos transf irieron a los supervivientes de Buna al “Campo Grande” de Auschwitz. Aquí la atención de Levi se sintió atraída de forma súbita por un niño al que los deportados llamaban Hurbinek. Hurbinek no era nadie, un hijo de la muerte, un hijo de Auschwitz. Parecía tener unos tres años, ninguno sabía nada de él, no sabía hablar y no tenía nombre: ese curioso nombre de Hurbinek se lo habíamos dado nosotros. Estaba paralizado de la cintura para abajo, y tenía las piernas atrofiadas, delgadas como palillos; pero sus ojos, perdidos en su cara triangular y demacrada, emitían destellos terriblemente vivos, cargados de súplica, de afirmación, de la voluntad de liberarse, de romper la tumba de su mutismo. La palabra que le faltaba y que nadie se había preocupado por enseñarle, la necesidad de la palabra, afloraba en su mirada con explosiva exigencia…
A partir de cierto momento, Hurbinek empieza a repetir incesantemente una palabra, que nadie del campo consigue entender, y que Levi transcribe dubitativamente como massklo o mastiklo: En la noche aguzábamos el oído: era verdad, desde el rincón de Hurbinek nos llegaba de vez en cuando un sonido, una palabra. No siempre era exactamente igual, en realidad, pero era una palabra articulada en torno a un tema, a una raíz, quizás a un nombre… Todos escuchaban y trataban de descifrar ese sonido, ese vocabulario incipiente: pero aunque todas las lenguas europeas estaban representadas en el campo, la palabra de Hurbinek permanece obstinadamente secreta: No era desde luego un mensaje, ni una revelación: puede que fuera su nombre, si es que alguna vez había tenido alguno; puede que quisiera decir “comer” o “pan”; o tal vez “carne”, …Hurbinek, el sin nombre, cuyo
minúsculo antebrazo llevaba la marca del tatuaje de Auschwitz; Hurbinek murió en los primeros días de marzo de 1945, libre pero no redimido. Nada queda de él: el único testimonio de su existencia son estas palabras mías »”.508 Así Auschwitz marca el final y la ruina de toda ética. El bien que los supervivientes han logrado poner a salvo del campo no es, por tanto, la dignidad. Al contrario, que se pueda 508
Agamben, Giorgio. Lo que queda de Auschwitz. Valencia. Ed. Pre-Textos. 2005. pp.38-39.
perder dignidad y decencia más allá de toda imaginación, que siga habiendo todavía vida en la degradación más extrema: éste es el mensaje atroz que los supervivientes llevan a los hombres desde el campo. 509 Aquí no se puede hablar propiamente de muerte, pues la muerte de los campos no era tal, sino algo infinitamente más espantoso. En Auschwitz no se moría, se producían cadáveres. Cadáveres sin muerte, no-hombres cuyo fallecimiento es envilecido y producido en serie. 510 Si Foucault fijó la diferencia entre el biopoder moderno y el poder soberano en dos fórmulas simétricas: hacer morir y dejar vivir, aquello se ejercita como derecho a matar. Hacer vivir y dejar morir es la clave del biopoder. Agamben insinúa una tercera fórmula, que define el carácter más específico de la biopolítica del siglo veinte: no ya hacer morir ni hacer vivir, sino hacer sobrevivir. Ni la vida ni la muerte, sino la supervivencia. La fuerza suspensiva a la que se refiere Simone Weil, capaz de convertir a un hombre en cosa. Lo que en Auschwitz se llama Muselmänner . La ambición suprema del biopoder es producir en un cuerpo humano la separación absoluta del viviente y del hablante, de la zoé y el bios, del no-hombre y del hombre: la supervivencia. 511 III.- Liberalismo y muerte. En los campos de exterminio, todo rastro de vida fue disuelto, extinto, cancelado. Sólo se conservan dos prácticas acotadas y decisivas en la vida del Lager , precisamente aquellas que el liberalismo concede a los hombres como sus rasgos esenciales: producir e intercambiar. No en vano, en el portal del campo de Auschwitz reza el lema: «El trabajo nos hace libres».
Foucault identifica el dispositivo biopolítico con el liberalismo, como aquella práctica gubernamental que consume libertad. La nueva razón gubernamental tiene necesidad de libertad, es decir, está obligado a organizarla. El nuevo arte gubernamental se presenta como administrador de la libertad que, al producirla, amenaza con limitarla y destruirla. Es preciso, por un lado, producir la libertad pero, por otro, establecer limitaciones, controles, coerciones, obligaciones basadas en amenazas. 512 “Libertad de mercado de trabajo, pero es preciso asimismo que haya trabajadores, un número bastante grande de trabajadores, lo suficientemente competentes y calificados, y que carezcan de armas políticas para que no puedan ejercer presión sobre el mercado laboral” (…) “La libertad es algo que se
fabrica a cada instante. El liberalismo no es lo que acepta la libertad, es lo que se propone fabricarla a cada momento, suscitarla y producirla con todo un conjunto de coacciones.
Ibíd. p.71. Ibíd. p.74. 511 Ibíd. p.163. 512 Foucault, Michel. Nacimiento de la biopolítica. Bs. Aires. Fondo de Cultura Económica. 2007. p.84. 509 510
¿Cuál va a ser entonces el principio de cálculo, por supuesto, es lo que llamamos seguridad”.513 Tal como explica Norberto Bobbio, el neoliberalismo es una doctrina económica consecuente, de la que el liberalismo político sólo es una manera de realización, no siempre necesario, o sea, una defensa a ultranza de la libertad económica de la que la libertad política solamente es un corolario. Esto se expresa en Hayek, quien ha insistido en la indisolubilidad entre libertad económica y la libertad sin adjetivos, y por tanto ha subrayado la necesidad de distinguir bien el liberalismo, que tiene su punto de partida en una teoría económica, de la democracia, que es una teoría política, atribuyendo a la libertad individual, de la que la libertad económica sería la primera condición, un valor intrínseco y a la democracia únicamente un valor instrumental. Así la democracia es una herramienta para el mercado. 514 En Hayek, una sociedad libre es una sociedad buena. Por libre y por buena, Hayek entiende una sociedad que produce riqueza. En “La Constitución de la libertad”, Hayek define la libertad en sentido negativo, como falta de coacción. Raymond Aron, explica que, hay coacción cuando las acciones de un hombre se hacen para servir la voluntad de otro, no para su propio fin. La coacción implica a la vez la amenaza de infligir un daño y la intención de producir una cierta conducta. La esencia de la coacción es la amenaza de infligir a otro, si no se somete a nuestra voluntad, un castigo por el empleo de la fuerza. Quien sufre coacción pierde la capacidad de utilizar su inteligencia para elegir sus medios y sus fines. Se vuelve instrumento de aquel a cuya voluntad se somete. 515 Según la concepción negativa de libertad, es libre el que no es esclavo. Es libre el que posee la categoría legal de miembro protegido de la comunidad, el que no corre el riesgo de una detención arbitraria, el que tiene el derecho de elegir su trabajo y de circular de acuerdo a sus deseos. Hayek así no evoca cuatro libertades, sino cuatro derechos: protección y seguridad, igualdad ante el derecho, libertad de trabajo y de circulación 516. Cuatro derechos fundamentales destinados a cumplir un fin naturalmente dictado, producir y acumular riqueza. 517 La libertad en Hayek no es un fin en sí mismo, sino un medio y un recurso para producir bienes. Paradojalmente, tal como lo suscribe toda la tradición filosófico-política, aquellos que están destinados y reducidos a la producción de bienes, pueden llamarse en propiedad: esclavos. Rymond Aron explica: Hayek no justificó la libertad como tal, como valor último, por lo contrario, la justificó pragmáticamente, por sus frutos económicos. Esta es la pretendida supremacía de la libertad, como la conciben los liberales. La sociedad
Ibíd. pp.85-86. Bobbio, Norberto. Liberalismo y democracia. México. Fondo de Cultura Económica. 2006. pp.97-98. 515 Aron, Rymond. Estudios Políticos. México. Fondo de cultura económica. 1997. p.193. 516 Ibíd. p.193. 517 Ver, Hayek, Friedrich. Camino de servidumbre. Madrid. Alianza, 1995. 513 514
liberal sería mejor moralmente porque asegura la libertad de poseer y también más eficaz porque produce riqueza. 518 El liberalismo reúne y opera dos predicados y dos lógicas contrarias: una promesa emancipatoria y una práctica de confinamiento; una promesa salvífica y una práctica sacrificial. La lógica de aniquilamiento que el liberalismo comporta viene dada por su naturaleza. Tempranamente, James Mill, ya en su artículo de 1820, « Del Gobierno», decía: “El deseo de un ser humano de someter a la persona de otro a sus placeres, pese al daño o a la pérdida de placer que ello ocasione al otro individuo, es la base del gobierno. El deseo del objeto implica el deseo del poder necesario para obtener el objeto. El deseo, pues, del poder que es necesario para someter a las personas y las haciendas de seres humanos a nuestros placeres es una de las grandes leyes que rigen a la naturaleza humana (…) El poder, pues, significa la seguridad para la conformida d entre la voluntad de un hombre y los actos de otros hombres ”.519 Conforme a esta gran ley rectora de la naturaleza humana, la sociedad es una colección de individuos propietarios que buscan incesantemente el poder sobre, y a expensas de otros520. Para impedir que una sociedad así estalle, se entendía que hacía falta una estructura tanto de derecho civil como penal. Jeremy Bentham decía que este objetivo más general de las leyes podía dividirse en cuatro objetivos subordinados: «facilitar la subsistencia, producir la abundancia, favorecer la igualdad, mantener la seguridad». 521 En “Discurso sobre la Economía Política”, de 1758, Bentham escribe: el derecho a la propiedad es el más sagrado de todos los derechos de la ciudadanía, e incluso más importante que la libertad misma, la propiedad es el cimiento de la sociedad civil. 522 “Sin la Seguridad de la propiedad de los frutos del trabajo que uno hace, dice Bentham, la civilización es imposible. (…) Por lo tanto, las leyes deben garantizar la propiedad individual (…) De ahí que, entre la igualdad y la seguridad, la ley no debe titubear: «la
igualdad ha de quedar en segundo lugar».523 En Bentham y en Mill la lógica de un sistema democrático se limita exclusivamente a la protección, como un modo de integrar y administrar los conflictos, como mecanismo de resguardo y equilibrio de un orden económico: «con la única excepción de una democracia bien organizada, los gobernantes y las escasas personas con influencia son
518 519
Op. Cit. Aron. Estudios Políticos. p.212. Macpherson, Crawford. La democracia liberal y su época. Madrid. Alianza Editorial. 2003.
P.40-41. Ver, Macpherson, Crawford. La teoría política del individualismo posesivo. Madrid. Ed. Trotta. 2005. 521 Op. Cit. Macpherson. La democracia liberal y su época. p.41. Ver, Bentham, Jeremías. Fragmento sobre el gobierno. Madrid. Ed. Sarpe. 1985. 522 Ibíd. p.150. 523 Ibíd. p.46. 520
enemigos de los muchos que están sometidos (…) y por la natur aleza misma del hombre (…) enemigos perpetuos e inmutables». 524 Explica Bentham que la democracia debiera asegurar a sus miembros contra la opresión y la depredación a manos de los funcionarios a los que emplea para defenderla. Todas las demás especies de gobierno tienen forzosamente, como objeto y efecto primordiales, el mantener al pueblo, o los no funcionarios, en estado de total indefensión frente a los funcionarios que los gobiernan; los cuales, por su poder y por el uso que están dispuestos y pueden hacer de él, al ser los enemigos naturales del pueblo, tienen como objetivo el conseguir con facilidad, con certidumbre, con un alcance ilimitado y con impunidad, la depredación y la opresión ejercida por los gobernantes sobre sus gobernados. 525 Sin embargo, observa Bobbio, esa promesa ya no se cumple, pues aquella lógica ha quedado indexada a la democracia moderno-contemporánea como constituyente de una racionalidad de Estado. No por casualidad la política de los arcana imperii corre paralela a las teorías de la razón de Estado, es decir, a las teorías para las cuales le está permitido al Estado lo que no lo está permitido a los ciudadanos privados y por tanto el Estado está obligado a actuar en secreto para no hacer escándalo. 526 “El ideal del poderoso siempre ha sido el de ver cualquier gesto y de escuchar cualquier palabra de sus sujetos (posiblemente sin ser visto ni escuchado); hoy este ideal está a la mano. Ningún déspota de la Antigüedad, ningún monarca absoluto de la Edad Moderna, aunque estuviese rodeado de mil espías, logró tener toda la información sobre sus súbditos que el más democrático de los gobiernos puede obtener del uso de los cerebros electrónicos ”.527 Esta racionalidad biopolítica inmunitaria, tendría como efecto la productivización del cuerpo. Cuerpos sometidos a una severa vigilancia de la lógica constituyente de la inmunidad, la lógica de guerra, protección y exterminio. Esto se expresa claramente en el discurso económico. John Maynard Keynes, en un artículo de 1940 cuyo título ya es lo suficientemente indicativo : “Cómo financiar la guerra”, plantea que la comunidad libre debe organizarse para la guerra, y que económicamente hablando, la victoria depende de mantener al enemigo separado indefinidamente del comercio y de la sociedad mundial.
Keynes sostiene que los servicios de guerra saben que la mayor seguridad consiste en un plan de guerra de larga resistencia, y que la economía debe adecuarse a ese plan de guerra prolongada. En tiempos de paz, dice Keynes, la riqueza y bienestar de los ciudadanos depende directamente del trabajo empleado. Pero en una economía de guerra, el tamaño del pastel es fijo, y si trabajamos más no es para consumir más, sino para luchar mejor contra nuestro enemigo. En economía de guerra de una sociedad 524 525
526
Ibíd. p.52. Ibíd. p.52. Bobbio, Norberto. El futuro de la democracia. México. Fondo de Cultura Económica. 2003.
P.37. 527
Ibíd. p.38.
democrática, dice Keynes, el hombre común debe entender que su ración de la torta está limitada para la mayoría de la población civil. Que por más que trabaje, la economía de guerra, distribuye la riqueza de modo que la mayoría de la población se mantenga en la subsistencia, y la riqueza sea destinada al desarrollo de la nación para derrotar al enemigo. Explica Keynes, si un hombre quiere extraer beneficios propios, sólo puede hacerlo a costa de otro, quitando a otro su medio de subsistir. Por eso la democracia en economía de guerra no puede olvidar la justicia social, pues: “Sólo en una comunidad libre la tarea de gobierno se complica por las reivindicaciones de la justicia social. En un Estado de esclavos, la producción es el único problema. Los pobres, los viejos y los niños deben asumir su suerte; y ningún sistema se presta mejor a la concesión de privilegios especiales para la clase gobernante”. 528 Y esto pareciera ser reafirmado por Von Mises al admitir que “ El liberalismo es una teoría que se interesa exclusivamente por la actuación terrenal del hombre. Procura, en última instancia, el progreso externo, el bienestar material de los humanos; directamente, no se ocupa de sus necesidades metafísicas, espirituales o internas. No promete al hombre felicidad y contento; simplemente, la satisfacción de aquellos deseos que pueden satisfacerse a través del mundo externo”.529 Así, el liberalismo comporta y activa un conjunto de procesos de obstrucción que llevan a los mismos mecanismos productores de libertad, a generar, de hecho, efectos destructivos de libertad. Ésa es la aporía de aquellos dispositivos que Foucault denomina “liberógenos”, y que luego Esposito llama inmunitarios, aquellos dispositivos destinados a producir libertad y que, llegado el caso, producen exactamente lo contrario. 530 Esposito explica que no existe comunidad desprovista de alguna clase de aparato inmunitario. El sistema inmunitario se describe allí como un verdadero dispositivo militar defensivo y ofensivo contra lo que no es reconocido como «propio» y que por tanto debe ser rechazado y destruido. Lo que más impresiona es el modo como se subordina una función biológica a una visión general de la realidad dominada por la exigencia violentamente defensiva con respecto a todo aquello que resulte extraño. 531 El dispositivo jurídico ejerce aquí su carácter inmunitario sobre la comunidad: la exclusión de la violencia exterior al orden legítimo se produce con medios violentos el aparato de policía o hasta la pena de muerte , esto significa que el dispositivo jurídico funciona asumiendo aquella sustancia de la que quiere proteger. Benjamin dice: «De la violencia externa, el derecho no quiere eliminar la violencia, sino, precisamente, lo «externo», esto
528
Keynes, John Maynard. Ensayos sobre intervención y liberalismo. Madrid. Ed. Orbis. 1985.
p.103. 529
Von Mises, Ludwing. Sobre Liberalismo y Capitalismo. Barcelona. Ed. Folio. 1996. p.21. 44 Op.Cit. Foucault. Nacimiento de la biopolítica. p.91.
530
Esposito, Roberto. Inmunitas. Protección y negación de la vida. Madrid. Ed. Amorrortu. 2005. P.29. 531
es, domarla, colonizarla, apoderarse de ella, traerla en su interior». Por ende, lo que amenaza al derecho no es la violencia, sino su «afuera». 532 Para rehuir el riesgo extremo de la aniquilación, indica Esposito, la vida debe tomar en su propio interior un fragmento de esa nada que la amenaza desde el exterior. Incorporar de modo preventivo y parcial algo de lo que la niega. 533 Y a este cuerpo se dirige la biopolítica en su intento de protegerlo, potenciarlo, reproducirlo con una finalidad que va más allá del viejo aparato disciplinario porque concierne a la existencia misma del Estado en su «interés», a la vez económico, jurídico y político. 534 “Lo que caracteriza al horizonte del biopoder es que todo el ámbito de la política, el derecho y la economía llega a depender del bienestar cualitativo y del incremento cuantitativo de la población considerada en su aspecto estrictamente biológico: la vida se vuelve el asunto de gobierno, el gobierno de la vida”.535 Así las ciudades modernas diagraman toda una cuadrícula biopolítica inmunitaria destinada a garantizar dos principios constitutivos del orden liberal: producción y seguridad. Explica Esposito: El primer paso es aislar los lugares en que pueden desarrollarse con mayor facilidad gérmenes infecciosos debido a la acumulación de cuerpos, sean vivos o muertos: puertos, cárceles, fábricas, hospitales, cementerios. Pero todo el territorio es subdividido de una manera gradual de zonas rígidamente separadas en función de una vigilancia a la vez médica y social familia, escuela, ejército, fábrica, hospital , que en función de la seguridad pública veda y controla, la circulación. Todo el desarrollo urbano se presenta como una densa red de cercados entre lugares, sectores, territorios protegidos por límites establecidos según normas político-administrativas. La impresión es la de un tránsito continuo entre medidas de tipo sanitario, medidas de inclusión/exclusión de carácter socioeconómico: por ejemplo, la separación entre barrios ricos y pobres. 536
IV.- Democracia inmunitaria. Según Esposito, cada vez más neuróticamente obsesionados por el imperativo de la seguridad, es justamente la protección la que genera el riesgo del que pretende defender. El riesgo, en suma, requiere protección en una medida idéntica a aquella en que la protección produce riesgo. 537 Agamben precisa, si hay algo que caracterice a la democracia moderna con respecto a la clásica, es que se presenta desde el principio como una reivindicación y una liberación de la zoé. De aquí también su aporía específica, que consiste en aventurar la libertad y la felicidad de los hombres en el lugar mismo que sellaba su servidumbre. 538 “La decadencia de la democracia moderna y su progresiva 532 533 534 535 536 537 538
Ibíd. p.47. Ibíd. p.83. Ibíd. p.194. Ibíd. pp.195-196. Ibíd. pp.198-199. Ibíd. pp.200-201. Agamben, Giorgio. Homo Sacer . Valencia. Ed. Pre-Textos. 2003. p.19.
convergencia con los Estados totalitarios en las sociedades posdemocráticas y “espectaculares” tiene su raíz en la aporía que marca su inicio y la ciñe en secre ta complicidad con su enemigo más empedernido. Nuestra política no conoce hoy ningún otro valor que la vida, y hasta que las contradicciones que ello implica no se resuelvan, nazismo y fascismo, que hicieron de la decisión sobre la nuda vida el criterio político supremo, seguirán siendo desgraciadamente actuales ”.539 Miklos Nyiszli, uno de los poquísimos sobrevivientes de la última Escuadra especial de Auschwitz, contó que había asistido, durante una pausa del “trabajo”, a un partido de fútbol entre las SS y representantes del Sonderkommando. Al encuentro asisten otros soldados de las SS y el resto de la escuadra, muestran sus preferencias, apuestan, aplauden, animan a los jugadores, como si, en lugar de a las puertas del infierno, el particular se estuviera celebrando en el campo de un pueblo . Auschwitz es precisamente el lugar en que el estado de excepción coincide perfectamente con la regla y en que la situación extrema se convierte en el paradigma mismo de lo cotidiano. 540 Sostiene Agamben que este partido, este momento de normalidad, es el verdadero horror del Campo. “Podemos pensar, tal vez, que las matanzas masivas han terminado, aunque se repitan aquí y allá, no demasiado lejos de nosotros. Pero este partido no ha acabado nunca, es como si todavía durase, sin haberse interrumpido jamás. No se puede temer a que Auschwitz retorne porque, en verdad, nunca ha dejado de suceder, se está repitiendo siempre”.541 Se puede tener la impresión de que todo esto pertenece a un pasado remoto y ajeno. Se requiere de una precisión. El campo de exterminio se configura y opera desde un tramado racional que persiste, sus principios están intactos, sus técnicas y procedimientos se han vuelto más sofisticados y silentes, pero sus resultados y eficacia resultan exponencialmente elevados. Sólo adviértase algunas señas: Según el Programa Mundial de Alimentos, de la OMS, en el mundo hay mil millones de personas con problemas de desnutrición, 800 millones de personas padecen desnutrición crónica. Cada día mueren 17.000 niños sólo por inanición. Si se consideran las enfermedades directamente relacionadas a la desnutrición, la cifra de víctimas se eleva a 40.000 cada día, es decir, cada año mueren más de 14 millones 600 mil niños, por falta de alimentación. La justificación para ello son “las leyes del mercado”.
Otro antecedente. En Estados Unidos existe la mayor población penal del mundo. Representando el 5% de la población global, EE.UU produce el 25% de la población penal mundial, que equivale a más de dos millones de reclusos. Más del 60% de los presos pertenece a grupos raciales y minorías étnicas. Los afroamericanos que representan sólo el 12% de la población total, constituyen sobre el 50% de la población penal. La decimotercera enmienda de la Constitución norteamericana considera el trabajo forzado 539 540 541
Ibíd. p.20. Ibíd. p.50. Ibíd. pp. 25 y 105.
como medio de castigo al responsable de delitos que haya quedado debidamente convicto. A partir de esta figura, se utiliza como fuerza de trabajo a más de medio millón de personas recluidas, y la inversión de capitales privados alcanzó sólo el año 2002 a más de 7mil millones de dólares, reportando una ganancia superior a los 35 mil millones de dólares. Amnistía Internacional denuncia que en Estados Unidos entre 1977 y 2006 se ha ejecutado a más de 1057 personas, al menos, 100 de ellas presentaban severos tipos de enfermedad mental. Del llamado “mundo libre”, Estados Unidos es el país con mayor tasa de ejecutados a muerte. Actualmente en Estados Unidos existen más de 70 menores de 18 años condenados a muerte esperando ser ejecutados. El gran modelo de la democracia neoliberal despliega su fría racionalidad y trabaja con maquínica exactitud. Por otro lado, en Chile modelo de desarrollo para toda la región , desde el inicio de la democracia neoliberal en 1990, la población penal ha presentado la tasa de crecimiento más alta y sostenida en el tiempo, triplicándose desde finales de los años 80 con 20.989 personas, alcanzando ya en 2003 las 66.521 personas sometidas. Actualmente Chile posee la cifra más elevada de población penal en América Latina. Asimismo, el 16 de abril del 2002, bajo el gobierno de Ricardo Lagos y la gestión de la Ministro de Defensa Michelle Bachelet, se aprueba en el Congreso la creación de la Agencia Nacional de Inteligencia, una versión remozada de la antigua CNI, quedando constituida el 7 de octubre de 2004 bajo la ley 19.974. Luego, bajo el ahora Gobierno de Bachelet, se aprueba otorgar a los servicios de policía y seguridad la facultad de intervención de todo tipo de comunicación, toda vez que se trate de la Seguridad Nacional y de Estado, es decir, siempre. Se suma a esto la nueva ley penal juvenil que sanciona a los niños desde los 14 años; y por cierto, las políticas de exterminio del pueblo mapuche, utilizando para ello la Economía Liberal y la Ley Antiterrorista. Economía y Ley instauradas en la dictadura de Pinochet, ahora usadas democráticamente para aniquilar al enemigo interno, los mapuches, ahora convertidos en terroristas.
Estos son algunos rasgos decisivos de lo que Alain Brossat ha llamado la democracia inmunitaria. Explica que estos rasgos son la condición misma del ejercicio de dicha autoridad. En este sentido, el pater familias romano sólo podría ser un padre terrible, en tanto figura del terror, nada vendrá, en esta figura jurídica, a actuar como un muelle de esta autoridad, a endilgarla, o atemperarla. En las sociedades occidentales esta noción funciona como un gran modelo político, el de la excepción soberana. Brossat sospecha de la existencia de un reverso del proceso de inmunización vinculado a la extensión del paradigma “americano”, un reverso consistente en abandonar a su propia suerte a toda esa otra parte de la humanidad que no “cubre” el sistema de garantías implementado en el marco del régimen de las “conveniencias democráticas”. 542 Así, el liberalismo dociliza la vida, la retiene y la conserva. La vida es su principal objeto de deseo, pues ella es su primera fuente de riqueza, y sin embargo, es también, su primera fuente de peligro. El liberalismo habrá de oscilar entre la promesa de resguardo y 542
Brossat, Alain. La democracia inmunitaria. Santiago. Ed. Palinodia, 2008. pp.20-29.
potenciamiento de la vida, y las prácticas de su negación, borradura y extinción. Promesa de vida y operación de muerte. Así resuena con fuerza la pregunta que cursa Simone Weil: ¿qué extraña fuerza es aquella capaz de convertir a un hombre en cosa? Recobramos sus palabras: “La necesidad implacable que ha mantenido y mantiene de rodillas a las masas de esclavos, las masas de pobres, las masas de subordinados, no tiene nada de espiritual; es análoga a todo lo que hay de brutal en la naturaleza (…) Cuando la muert e impera es cuando el milagro de la obediencia estalla ante nuestros ojos. Que muchos hombres se sometan a uno solo por miedo a ser muertos por él es ciertamente sorprendente; pero ¿cómo comprender que permanezcan sometidos hasta el punto de morir por orden suya? ¿Cómo se mentiene la obediencia cuando supone al menos tantos riesgos como la rebelión? ”.543 Los mecanismos de muerte han mutado. Sin embargo, algo esencial en ellos perdura. Primo Levi recuerda el día más «glorioso» de Auschwitz, en agosto de 1944, se asesinó a 24.000 personas, en un solo día. Actualmente, según el Programa Mundial de Alimentos, cada día mueren, en el mundo 40.000 niños por concepto de inanición y otras enfermedades derivadas de la desnutrición. Auschwitz sigue trabajando, de otro modo, pero no ha cesado de trabajar, eliminando a los inútiles, a los que sobran, a los no aptos, a los no habilitados. Aquello esencial que reúne al nazismo y al liberalismo, su abrazo incestuoso, es su aprecio por la vida, y su infinita capacidad de muerte.
IX.- BIOPOLÍTICAS DEL SUR Este libro corre el riesgo de considerar el término Biopolítica localizado en una geopolítica del conocimiento. En este sentido, este sur desde el que se piensa corresponde a una metáfora más que a un lugar real. Es el encuentro entre Argentina y Chile, pero también es esa referencialidad que implica un lugar en el ámbito económico mundial como fuente de recursos y materias primas, de manos baratas y descartables, de espacios de 543
Weil, Simone. Escritos históricos y políticos. Madrid. Ed. Trotta. 2007. p.111.
globalización al mismo tiempo que de exclusión, de luchas y mecanismos de control, sofisticados y brutales, a la vez. Esta amalgama infinita de contradicciones hace de este sitio antropológico, histórico, económico y moral, que se nombra con la palabra sur, un lugar distinto desde el que pensar, investigar, analizar y estudiar la forma de ejercicio del poder sobre los cuerpos. Pues, porque el sur también existe, la biopolítica necesita ser asediada desde él. Kemy Oyarzún problematiza algunos aspectos teóricos del concepto de “biopolìtica” en Foucault y Agamben a fin de hacer pasar la “nuda” vida por la grilla diferenciadora de lo histórico, de la clase y del sexo-género. ¿Cuáles serían las posibles operaciones del biopoder sobre los (as) sujetos de la postdictadura del Cono Sur? ¿Son algunos cuerpos y discursos más administrables que otros? ¿Cuáles serían los agenciamientos e instituciones involucrados?, son algunas de las preguntas que hacen el entronque entre la conceptualidad, el lugar en que se piensa el término biopoítica y las perspectivas que le abre a una perspectiva teórica que se construye desde los márgenes de la "tolerancia" liberal. Este concepto aparece de los dispositivos de securitización del capitalismo actual. Raúl Rodríguez revisa teóricamente los vínculos entre Latinoamérica y la biopolítica. Cruzando los análisis subalternistas y postcolonialistas, muestra la profunda relevancia que tiene en nuestra territorialidad aplicar lo señalado bajo la gubernamentalidad y sus dispositivos. Por su parte, Paula Aguilar muestra la negatividad del proceso iniciado en el texto anterior. En su texto se manifiesta la evolución de las figuras bajo las que se ha ejercido el control y el disciplinamiento en Argentina, los vínculos entre el discurso pastoral y las lógicas tecnocráticas que expropian a las sociedades de su destino. Myrna Villegas analiza la figura del mapuche como una alteridad que permite el ejercicio de la brutalidad estatal. Aquello que el derecho definió como la figura penal del enemigo permitió un ejercicio sobre lo que se resiste a las lógicas inclusivas dominantes. La definición biopolítica del enemigo es hoy utilizada preferentemente en la lucha del Estado chileno contra la nación Mapuche por reivindicar autonomías. Finalmente, Rodrigo Sánchez y Mario Sobarzo exponen un análisis del periodo histórico en el contexto neoliberal chileno. Se detienen en el proceso de crisis actual del Estado nacido de la dictadura y su transformación en el ámbito económico-técnico, político-social y cultural-ideológico, para dejar expuesta una pregunta respecto al lugar de la interrogación y la resistencia. “ No tengo vida´: Inscripcio nes biopolíticas en la subjetividad contemporánea
Kemy Oyarzún
“ La nuda vida, que habita la tierra de nadie entre la casa y la ciudad – es, desde el punto de vista de la soberanía, el elemento político originario” 544
Giorgio Agamben “Siento que no tengo vida” ,
afirma el fragmento autobiográfico de una anónima trabajadora del sector de salud pública en 2007, el que gatilla la presente problematización de algunos aspectos teóricos del concepto de “biopolìtica” en Foucault y Agamben a fin de hacer pasar la “nuda” vida por la grilla diferenciadora de lo histórico, de la clase y del sexo-género. ¿Cuáles serían las posibles operaciones del biopoder sobre los (as) sujetos de la postdictadura del Cono Sur? ¿Son algunos cuerpos y discursos más administrables que otros? ¿Cuáles serían los agenciamientos e instituciones involucrados? La vida nuda del indígena o la de la cautiva, así como la del ”beduino” que imaginó el racismo sarmientino en los confines de la pampa, el nudo sexo del joven intervenido por las operaciones de la educación sexual--pura libido concebida por los sexólogos a expensas del sujeto--, los altos y bajos de la sexualidad femenina caracterizados por los vaivenes de la píldora del día después y las corporales catástrofes de la dictadura (materiales e inmateriales) nos instan una vez más a revisitar las nociones de biopolìtica y biopoder en relación a esta larga y estrecha postdictadura chilena. El trasfondo es la antigua relación entre bíos y zoé, entre vida humana y vida-especie, pero también entre soma y sema, inscripciones del cuerpo y del signo en las operaciones del capital. La metafísica de lo vital y su deriva política son ahora inseparables Desde el comienzo, una aclaración. A partir de 1989, la labor teórica de Agamben alterna entre la literatura y la teoría política. En este trabajo, me ocupo más de la recepción contemporánea del concepto de biopolítica que de caracterizar el desarrollo de las estrategias biopolíticas en el Chile decimonónico. El concepto ha sacudido los límites clásicos de la vida y del poder, del cuerpo y la ficción potenciando engarces radicales de lo estético con la existencia—continuum entre” formas estéticas” y formas vivientes”, entre sema y soma, entre la cuestión ética del sujeto de derecho y el problema del sujeto del lenguaje. Más que tomar la palabra, habría preferido “verme envuelto por ella”, sostiene Foucault en el texto “El lenguaje al infinito” 545. cuando hacia el final de su vida, levanta la figura de “estetizar la vida”. Poner a Agamben a dialogar con Foucault respecto de las repercusiones del concepto liminar de biopolítica es uno de los objetivos de esta reflexión.
¿Dónde empieza el cuerpo y dónde el lenguaje? ¿Cuáles son las operaciones y agenciamientos del poder sobre ambos? Julia Kristeva insiste que el lenguaje es Agamben, Giorgio. Homo Sacer. El poder soberano y la nuda vida. Valencia, Pre-Textos, 1998. pp. 117-118. 545 Foucault, Michel. “El lenguaje al infinito”. De Lenguaje y Literatura. Barcelona, Editorial Paidós. pp. 143-155. 544
inmediatamente pulsional, acentuando de ese modo que su interés fundamental no es solo hacia el “referente” al que apunta todo acto de habla, por cuanto la vida no está desplazada solo a ese otro lugar. Más bien, es a la vida inmediatamente co-presente en la escritura que Kristeva dedica su reflexión al ser ésta concebida a su vez como producción deseante. Con ello, la crítica búlgara implosiona el binarismo que ha planteado la lógica excluyente en la proposición bi unívoca : “o el lenguaje o la vida”. El largo trayecto de oposiciones binarias que dan lugar a esa interrogante desemboca para mí en la encrucijada de relatos referenciales contemporáneos suscitados particularmente a partir de experiencias de terrorismo de estado y de fragilización corporal en el caso de vivencias laborales experimentadas por mujeres en la postdictadura chilena. Recordemos que para Agamben, la “nuda vida” refiere al resto humano que queda al ser el sujeto despojado del derecho, porque es esa la vida que ha sido politizable desde los orígenes, vida anexada a la Ley, al Soberano. Luego, ese “desecho de sujeto” es replicado por extensión a una población civil entera en el caso de un estado de excepción, sobre todo si éste está ligado a luchas neo/coloniales. En esta breve exposición, la relación soma y sema me interesa menos como problema ontológico que como problema antropológico y político. Para disidentes, criminales y parias, mujeres o locos (as), la nuda vida que Agamben ubica en el descampado del derecho entre la casa y la ciudad no es exactamente el “gran encierro” del que habla Foucault. La prisión y el manicomio no agencian la nuda vida del mismo modo que el campo de concentración, territorio de excepción por excelencia. Más aun, el panorama se complica si tenemos en cuenta que para las mujeres, ese descampado ha sido frecuentemente la propia casa, madriguera del desamparo por excelencia. El origen no mitológico de aquel dispositivo de saberes y poderes que Foucault llama biopolìtica debe rastrearse, sin dudas, al modo de ser de la fuerza de trabajo. Mi trabajo con las bitácoras y relatos de trabajadoras rurales y urbanas de hoy se sitúa en ese borde suspendido entre el descampado del derecho ciudadano y el desamparo del hogar. “Siento que no tengo vida´ es ante todo, expresión de madriguera. Aquí, las pulsiones verbales se desprenden en fuga, abismando a la crítica y sus cómodas transacciones con la vida y la lengua de las otras. Situada en ese incómodo trance, advierto que una vida ya no es “nuda”, que no es nunca original en la medida en que está expuesta a las múltiples series de la corporalidad humanamente social en estas trastierras del Sur. Acojo entonces ese desafío foucaultiano a entender el relato como cuerpo presente, “rumor inquietante que, en el fondo del lenguaje, anuncia, cuando uno acerca un poco el oído, contra qué se resguarda uno y al mismo tiempo a qué se dirige. Como la bestia de Kafka, el lenguaje escucha ahora en el fondo de su madriguera este rumor inevitable y creciente." 546 A nivel de las discusiones contemporáneas sobre sexualidad, el impacto del concepto de biopolìtica es complejo. En Historia de la Sexualidad, el recorrido desde el Arts Sexualis a la Scientia Sexualis marca un hito obligado para los estudios sobre género, homoerotismo y estudios queer , aunque Foucault no habla nunca de género, precisamente Aguirre, Joaquín María. “Reseña: Michel Foucault. De Lenguaje y Literatura”. http://www.ucm.es/info/especulo/numero4/foucault.htm.. Noviembre-1996/febrero-1997 - Nº 4. 546
porque recusa “culturizar” el cuerpo en términos abstractos. En ese sentido el autor de Historia de la Sexualidad está mucho más cerca de la “sexual politics” de Kate Millet y de la última Gayle Rubin, de lo que muchas feministas han creído. Con la excepción de las clases del College de France, tampoco dedica mucha discusión a raza y biopolítica, probablemente por evitar caer en el juego cómodo de la “etnización” del poder. Es sin duda en las clases del College de France de 1976 que Foucault relaciona cuerpo, sexo, raza, como operaciones directas de biopoder. Este aspecto foucaultiano me permite establecer diálogos oblicuos entre lo biopolítico y las feminstas de la diferencia (italianas como Braidotti), o con los llamados “feminismos materialistas” de Fraser y Nicholson. En los estudios de Haraway, lo biopolítico se sitúa entre lo natural y lo humano, haciendo visible una serie de tráficos tecno-imaginarios. No se trata solo de constructivismo (bíos y zoé pasan por la grilla del discurso y la historia) sino de un constructivismo inmediatamente político. Los cuerpos y la sexualidad en particular son directamente tatuados por relaciones de poder. Sin embargo, sorprende que el diálogo de Foucault con la epistemología feminista sea casi nulo. Después de todo, Donna Haraway sacudió los cimientos del binarismo naturaleza/cultura en la ciencia neo positivista relevando hasta qué punto el logos andro y antropocéntrico reinventa interesadamente las esferas de lo natural. Ello es así no solo respecto a marginales del humano (mujeres, adolescentes, niños, salvajes), sino en relación a los animales – aquellos primeros artefactos clones de las economías del saber/poder. La distinción entre biopoder y biopolítica se hace imprescindible. Si el biopoder ha sido fundamental para la expansión del capitalismo al crear dispositivos para la inserción controlada de los cuerpos en el aparato de producción a partir de un ajuste de los fenómenos de población a los procesos económicos, en el plano del laboral la biopolìtica permite resignificar a la letra la noción de «fuerza de trabajo». Virno insiste: “El origen no mitológico de aquel dispositivo de saberes y poderes que Foucault llama biopolítica debe rastrearse, sin dudas, en el modo de ser de la fuerza de trabajo” 547. Aquí adquieren renovados relieves el deseo productivo, la autopoiesis, la fuerza y la energía ( dynamis). Dialéctica del tiempo de vida y del tiempo de muerte, dirá Marx al dilucidar el desgaste de vida involucrado en la producción de la mercancía, aquí donde el trabajo es concebido, para Godelier, en tanto “producción de la sociedad” 548, “producción social del vivir” (Zarifian), o sencillamente, como “producción del vivir” (Hirata, Zarifan)” 549 En la medida en que la vitalidad sea expropiada por el capital, Marx dirá que el tiempo de vida se transformará en tiempo de muerte, tiempo vivo objetificado en un producto que se erige hostilmente contra el sujeto que lo elaboró. Desde esa perspectiva ¿no será biopolìtica aquella vieja división sexual del trabajo, coincidente con la división social de los Virno, Paolo. Gramática de la Multitud: para un análisis de las formas de vida contemporáneas. Madrid, Traficantes de Sueños, 2003. p. 85 548 Godelier, Maurice. Lo ideal y lo Material. Madrid, Taurus, 1989 549 Pfefferkorn, Roland. “El trabajo, un eje fundamental de las relaciones sociales de sexo” Revista de Ciencias Sociales. Invierno / Nº 018. 2007. p. 60. 547
sexos, que asigna para el tiempo femenino un quehacer “reproductivo”, desvalorizado y devaluado en tanto “cuidado de otros”? Aquí donde el tiempo masculino queda exclusivamente vinculado al trabajo “productivo” y donde “capitalismo y patriarcado se reproducen mutuamente” 550, ¿no sería productivo insistir que el propio patriarcado no es más que uno de los más tempranos pliegues del biopoder? El paradigma identitario que se privilegia allí es el del cuerpo como fuente de energía apropiable a favor de los equilibrios sociales; energía que se supone “naturalmente” convertible en capital simbólico (poder) y material (plusvalía). El cuerpo del capital es un cuerpo naturalmente vigoroso. El género convierte al cuerpo masculino en doblemente útil: por una parte produce utilidad (surplus) y por otro planta la “semilla” de la reproducción vital y social. Es un cuerpo físico capaz de intercambiar energía social y sexual, cuerpo anexado al cuerpo social desde esa doble función visibilizada y legitimada. El anexamiento particular de lo doméstico al capital hace pasar a la mujer, en cambio, por una energía exclusivamente reproductiva. La búsqueda de una inscripción social del camino entre la casa y la calle, expresada tan lúcidamente por Agamben en el epígrafe arriba es sin duda una contribución y un encuentro con las teorías feministas. El desprecio por el “ocio”— supuestamente desasociado del esfuerzo laboral —deslegitima al mismo tiempo al quehacer estético y a la reproducción de la vida-especie. Una relectura feminista de Foucault permitirá acentuar que muy temprano en la modernidad occidental el “cuidado de sí” y la “inquietud de sí” quedarán excluidos mutuamente del deseo al re inscribirse como polos del binarismo de sexo-género. En adelante, la “inquietud de sí” quedará asociada a los procesos de reflexión y auto reflexión como expresiones masculinas que solo son posibles de conjugar a expensas del auto cuidado y de la carne. Estos últimos términos, vinculados más directamente al cuerpo individual, se verán exonerados de la masculinidad simbólica al producirse una brecha insalvable entre cuerpo y pensamiento, entre “quererse y conocerse”, entre lo femenino y lo masculino (“succulente, resudante, toujours verdoyante, toujours fleurissante, toujours fructifiante, plene d'humeurs, plenes de fleurs, plenes de fruictz, plene de toutes delices”—dirá, exhuberante, el relato pantagruélico). El cuerpo y la carne, figuras de intercambio “desregulado biológico y social” 551, así como las funciones corporales y toda la “suculencia” rabelaisiana quedarán marginados del conocimiento para desembocar en la escritura estética, de espaldas al carnaval medieval y a la episteme occidental moderna. Según Bajtín, el «portador del principio popular y corporal no es aquí ni el ser biológico aislado ni el egoísta individuo burgués, sino el pueblo, un pueblo que en su evolución crece y se renueva constantemente” 552. En la simbólica de género, lo masculino subordinará el “quererse” a la auto r eflexión, en tanto que lo femenino se verá excluido tanto del “cuidado de sí” como de la “inquietud de sí” en la medida en que se propicie para ellas el “cuidado de otros” y la abnegación Kergoat, Daniele. Les Ouvrires. Paris: Le Sycomore.1982. p. 137 En http://www.pd.org/topos/perforations/perf3/grotesque_corpus.html 552 Bajtín, Mijaíl. La cultura popular en la Edad Media y en el Renacimiento. Buenos Aires: Ed. Alianza. 1994. p. 24. 550 551
(negación de sí), polos opuestos de la auto afirmación y del ethos de justicia. Se hablará de la carne, pero no hablarán los cuerpos. Para cuando de ellos se hable se habrán dispuesto tecnologías, estrategias disciplinadoras de los cuerpos individuales (hasta el Siglo XVIII). Del XVIII en adelante, se normalizarán los grandes cuerpos molares, las poblaciones. Es a las operaciones que involucran estas últimas que Foucault reserva el término de biopolíticas, intervenciones históricamente determinadas del biopoder. Claramente, el término fue introducido en el curso que dio en la década de 1970 en el Collège de France, dedicado a las transformaciones del concepto de «población» entre finales del siglo XVIII y comienzos del siglo XIX. El binarismo ocio-vicio demarca allí lo natural/lo civilizado. Sólo lo socialmente visible, rentable y útil es concebido como civilizado. Y sólo lo civilizado es viable de ser contenido en un contrato social. Invisibilizada, pero presente, la biopolìtica de la sexualidad normaliza y reglamenta los intercambios Se trata de modelos epistemológicos vinculados a la mecánica y la física; modelos energéticos más que explícitamente discursivos; modelos que ingresan el cuerpo social a un sistema de denotaciones y connotaciones patológicos y naturalistas: “sarna”, “lepra”. Todos sabemos que las simbólicas de género hacen pasar la sexualidad femenina –en tanto Eros-- como aquello reprimido hasta avanzado el siglo XIX. Hoy la organización toyotista del trabajo presupone agenciamientos del biopoder en los usos y abusos del tiempo; cronopolítica, entonces, fagocitación del tiempo para sí, cada vez más escaso e inoperante: temporeras, profesores taxi, salmonicultura. El paso de la casa a la calle en el caso de las trabajadoras expresa la nuda vida porque no han sido ellas anexadas al derecho. Ni ahora ni durante el XIX. En el caso de las mujeres, el útero deviene “bien común”, paradójicamente al ser anexado a la regulación poblacional. Ni ciudadanía en el hogar ni ciudadanía en el trabajo para estos biocuerpos, afectados por un surplus de muerte, como queda evidenciado en el relato de la trabajadora de la salud con el que empiezo este trabajo: “Estoy colapsada, siento que llevó un peso con el que a veces me cuesta lidiar. Me levanto a las 6 de la mañana, me acuesto entre las 10 y las 11 de la noche, dependiendo de la hora en que salga de mi trabajo, cocino en la noche para que las niñas lleven su almuerzo al colegio, dejo todo en orden para el día siguiente, todavía no encuentro a alguien que pueda recoger a las 12 del día a mi hija menor del colegio, se va conmigo a la oficina hasta que sus hermanas mayores salen del colegio a las 15:30 hrs. y luego las dejo en el metro para que se vayan a la casa, mientras sigo trabajando. Tengo claro que el sentimiento de culpa (que es cultural) que siempre tenemos las mujeres, no habita en mis emociones, pero me siento cansada, no tengo tiempo para poder descansar o recrearme, la necesidad de proveer para el hogar me hace en ocasiones tener la sensación de dormir poco, y en el último año, (desde mi separación) he logrado establecer un hogar para mis hijas, darle estabilidad emocional, pero siento que no tengo vida”.
553
Me inclino a conceptualizar una biopolìtica por sobre todo situada en el tiempo y el espacio, “inscrita corporalmente”, “envuelta en el mundo”, ligada a una corporalidad que Estudio e Intervención Social en Complejo Asistencial Sótero del Río, en Proyecto FONDEF D04I1110. Año 2007. Bitácora 05. 553
se inscribe más allá de los umbrales de la individualidad cartesiana, en la experiencia misma, experiencia vivida, atenta a las orillas de los conjuntos humanos, con sus formas emergentes y sus nuevos engarces, relaciones y modos de cohabitación.
Una estatización de lo biol ógico. En el mismo momento en que “hacer morir y dejar vivir” se convierte en “hacer vivir y dejar morir”, Foucault sitúa liminarmente lo biopolítico. Para el autor de Vigilar y Castigar , fue en aquel momento cuando la vida —la vida como mero proceso biológico, como cuerpo-especie—comenzó a ser gobernada, administrada políticamente a los grandes conjuntos. Por ello la ‘biopolìtica’ refiere a “lo que hace entrar a la vida y sus mecanismos en el dominio de los cálculos explícitos y convierte al poder-saber en un agente de transformación de la vida humana” 554.. Es a esta forma de poder que el crítico caracteriza como la “estatalización de lo biológico” 555, operación biopolítica por excelencia . Antes que el cuerpo-individuo, la biopolìtica tiene por objeto la población al introducirla como problema político, “como problema a la vez científico y político, como problema biológico y como problema de poder” 556. Foucault acuña uso del término distinguiendo dos vetas: la anatomía política de los cuerpos individuales entendidos como fuerzas productivas, y el control regulador de la reproducción humana en el nivel demográfico, que se desarrolla como biopolítica de los pueblos. El poder busca ocupar y administrar a la vida. E insiste: “si es probable hablar de biohistoria con relación a aquellas presiones ejercidas sobre los movimientos que imbrican vida e historia, se deberá entonces hablar de biopolítica para señalar el ingreso de la vida y sus mecanismos en el ámbito del cálculo consciente y de la transformación del poder sapiente en un agente modificador de la vida humana” 557. A diferencia de Foucault, Agamben no concibe la “biopolìtica” como una forma historiable de poder capaz de extenderse en el mundo moderno sobre el soporte del modelo antiguo de la soberanía. Presente de forma paradigmática en el modelo soberano de poder, se trataría para el autor de La nuda vida del horizonte desde el cual se ha comprendido “desde siempre” la política occidental. Más aún, el poder soberano persistiría como forma de poder característica de la biopolìtica actual. Por eso Agamben insiste que la tesis foucaultiana “debe, pues, ser corregida o, cuando menos, completada, en el sentido de que lo que caracteriza a la política moderna no es la inclusión de la zoé en la polis, en sí misma antiquísima, ni el simple hecho de que la vida como tal se convierta en objeto inminente de los cálculos y de las previsiones del poder estatal: lo decisivo es, más bien, el hecho de que [...] el espacio de la nuda vida que estaba situada originariamente al 554
Foucault, M. Historia de la sexualidad. La voluntad de saber . Volumen I. Madrid, Siglo XXI. 1977. p. 173. 555 Foucault M. Genealogía del racismo. Madrid: La Piqueta1992. p. 247. 556 Ibíd, p. 254. 557 Citado en Kottow, Miguel, “Bioética y Biopolítica”, Cátedra UNESCO de Bioética, Universidad de Brasilis. Vol 1, Nº2. Año 2005. p. 113.
margen del orden jurídico, va coincidiendo de manera progresiva con el espacio político, de forma que exclusión e inclusión, externo e interno, bíos y zoé, derecho y hecho, entran en una zona de irreducible in diferenciación” diferenciación”558. La política occidental se basaría en la idea de una “nuda vida” que es abordada por exclusión en la vida política, de forma que podríamos caracterizarla desde sus inicios como biopolìtica -- desarrollo extremo de ese fundamento biopolítico originario, en el que se difuminan fronteras que antes se demarcaban tajantemente. En este sentido, la la oposición entre zoé y bíos--entre el mero hecho de vivir, común a todos los seres vivos, y una vida cualificada, propia de un individuo o de un gr upo gr upo resulta para Agamben “pareja 559 categorial fundamental en la política occidental” , aquí donde el mero vivir se aleja asintóticamente asintóticam ente del bien vivir. Exclusión/inclusión Exclusión/inc lusión se habrían convertido en binarismo matriz de la política occidental. El soberano no es ya quien tiene la potestad de decidir “cuál es la vida a la que puede dar muerte sin cometer homicidio”, sino “aquel que decide sobre el valor o disvalor de la vida en tanto que tal”. 560 Finalmente, entre las fórmulas “hacer morir y dejar vivir” y “hacer vivir y dejar morir”, con las que Foucault caracterizaba el paso de la soberanía territorial al biopoder moderno, se introduce una tercera que define de manera más específica la biopolítica contemporánea: “hacer sobrevivir”. Para Agamben, una de las características característ icas de la “modernidad radica en en que la lógica de la excepción, propia del poder soberano, llega al extremo de convertirse en regla”561. Ahora, si partimos con una cartografía latinoamericana, precisaríamos encarnar la biopolítica a la colonialidad del poder, a las fragilidades y acosos materiales, y corporales, a las complejas relaciones norte-sur. La concepción foucaultiana del poder es heterogénea y heterárquica: “poderes, quiere decir, formas de dominación, formas de sujeción que operan localmente, por ejemplo, en una oficina, en el ejército, en una propiedad de tipo esclavista, o en una propiedad donde existen relaciones serviles. Se trata siempre de formas locales, regionales de poder, que poseen su propia modalidad de funcionamiento, procedimiento y técnica. Todas estas formas de poder son heterogéneas” 562. Pareciera un contrasentido encarnar la biopolìtica en estos “lejanos territorios”, aquí donde las naciones aun se esparcen en mapas concretos y locales demasiado distantes de la supuesta aldea global democratizada. Al menos en el Cono Sur, aun se perfilan democracias temerosas de las constituyentes, concebidas desde la exclusión y de Agamben, G. Op. Cit, pp. 18-19. Ibíd, p. 18. 560 Ibíd, p. 180. 561 Quintana, Laura. “De la Nuda Vida a la Forma de Vida. Pensar la Política con Agamben desde y más allá del Paradigma del Biopoder”. Bio poder”. Argumento. Argumento. Año 19/Nº52. 2006. 52 562 Foucault, M. Las redes de poder . Buenos Aires, Ed Almagesto. 1991. 2 558 559
espaldas a los grandes conjuntos, aquí donde el poder del Estado tiene la capacidad de fijar los límites de la vida digna, la vida indigna y la no vida, en donde gobernar se confunde aun con criminalizar, criminali zar, y, por consiguiente, de fijar indeterminadas y rígidas fronteras al interior de las antiguas Naciones-Estado. Pero también se trafican los límites entre ciudadanía y no-ciudadanía, entre el ser con derechos y el ser que no los detenta. Democracia al descampado es éste, en el que el imaginario imaginari o en blanco de la excepción es aun paradigma político imaginable. Es innegable en este sentido el aporte del colombiano, Castro-Gómez, quien sustenta su trabajo principalmente en tres conceptos heterogéneos, habitus (Bourdieu), biopolítica (Foucault) y colonialidad del poder (Quijano, Mignolo, Dussel). La última noción permite al crítico colombiano ubicar el trabajo dentro de un amplio espectro de estudios poscoloniales y, más específicamente, en el marco de la corriente latinoamericana de las críticas heterogéneas en la tradición de Cornejo Polar. El concepto de biopolìtica posibilita a Castro-Gómez la inscripción del problema en el contexto de la administración imperial española, en el momento en que ocurre el relevo del proyecto evangelizador para dar paso a las reformas borbónicas y el ascenso de la concepción económica del Estado. En este sentido, se aproxima más a Agamben, dado que no circunscribe la biopolìtica al periodo de fines del XVIII y comienzos del XIX. Tampoco al liberalismo. liberalism o. Castro Gómez devela la trama persistente entre conocimiento y economía política en tanto estrategia de la corona española para extraer mayor beneficios de sus colonias y mantener una ventaja competitiva frente a las potencias entonces emergentes de Francia, Inglaterra y Holanda. En este sentido, se plantea la articulación contradictoria, minada, de choque, entre “biopolìtica imperial” y habitus local, relaciones que serán posibles en el marco de la colonialidad del poder y que la crítica puede develar desde lugares de enunciación no euro centrados. Así, se advierte ya en el siglo XVIII que el conocimiento provinciano europeo (España) utiliza un otro colonial, América y los americanos, para producirse como conocimiento universal. El aparato epistémico ilustrado se confecciona desde el imaginario de la pureza de sangre, cuestión que solo adquiere relieve en la relación saber, raza y poder específicamente coloniales. Herederas del imperativo de pureza de la sangre, las sociedades latinoamericanas reorganizan su vida republicana en torno a las prácticas frente a al salud y la enfermedad. El Periquillo Sarniento es Sarniento es claro ejemplo de ello: la salud de la República es suprema ley. Principalmente el cambio consiste, según Castro-Gómez, en el paso de la concepción privada y mágico-religiosa del cuidado de los enfermos a una concepción pública y económica representada por el hospital público. La estatización de lo biopolítico es indudablemente un repliegue de la colonialidad moderna. En este sentido, podría decirse que así como el laboratorio del capital lo constituyeron el oro oro y la plata de nuestro continente, el racismo de la colonia hispanoamericana sirvió como laboratorio biopolítico al biopolítico al sistema-mundo capitalista. Pese a que no sería Foucault quien elabore el límite entre biopolìtica y colonialidad, algo se venía advirtiendo en las Lecciones del College de France y en algunas de sus
biografías, es muy posible que la permanencia del crítico en Túnez y Brasil haya sido aleccionadora. A partir del 76, el autor de Historia de la Sexualidad esboza que el racismo “va a desarrollarse, en primer lugar, con la colonización, es decir, con el genocidio colonizador; cuando haya que matar gente, matar poblaciones, matar civilizaciones (…) Destruir no solamente al adversario político, sino a la población rival, esa especie de peligro biológico que representan para la raza que somos, quienes están frente a nosotros (…). Podemos decir lo mismo con respecto a la insiste--, “lo mismo vale para la locura y las diversas criminalidad” criminalidad” –insiste--, 563 anomalías” Dual, macro y microfísica, centrípeta y centrífuga, esta concepción vivencial del poder, es capaz de hacer irradiar las repercusiones sociales y políticas de las nuevas tecnologías que intervienen, manipulan, modifican y hacen adaptaciones a la vida. En todo caso, es innegable que en el curso que impartió durante el año académico 1977- 1978, “Seguridad, territorio, población ” , Foucault caracterizó la disciplina como “esencialmente centrípeta. Quiero decir que la disciplina funciona en la medida en que aísla un espacio, determina un segmento. La disciplina concentra, centra, encierra. El primer gesto de la disciplina es, en efecto, circunscribir un espacio en el cual su poder y sus mecanismos de poder actuarán plenamente y sin límite” 564. Por otra parte, parte, los dispositivos de seguridad, “actúan en sentido contrario, tienen siempre tendencia a extenderse, son centrífugos. Integran sin cesar nuevos elementos, integran la producción, la psicología, los comportamientos, las maneras de actuar de los productores, de los compradores, de los consumadores, de los importadores, de los exportadores, integran el mercado mundial”. mund ial”. Se trata, por tanto, de organizar, o en todo caso de “dejarse arrastrar por el desarrollo de circuitos cada vez más extensos” 565. Emerge en fin uno de los rasgos más radicales del pensamiento foucaultiano, aquí donde se elabora una teoría heterárquica del poder, multimediada por jerarquías de diversos registros 566. Nuevas economías políticas de lo micro y lo macrofísico, con sus tráficos sexuales y migratorios, desplazamientos poblacionales, acoplamientos territoriales y máquinas financiero-industriales de la guerra. Colonialidad, en fin del gran teatro edípico en la cultura, aquí donde el escamoteo y la mala fe, la tecnocracia, la impunidad y la
Foucault, M. Defender la sociedad. Curso en el College de France (1975-1976), (1975-1976), México, Fondo de Cultura Económica, 2001, pp. 232-233 564 Foucault, M. Seguridad, Territorio, Población, Curso en el Collège de France (1977-78), (1977-78) , Paris, Gallimard-Seuil, 2004, p. 46. 565 Ibíd. 566 Castro Gómez, 2007, Michel Foucault y la Colonialidad del Poder , Tabula Rasa, enero junio, número 006. Universidad Colegio Mayor de Cundinamarca, Bogo, Bogo, Colombia, pp. 153-172. 563
desmemoria, el melodrama y el cotilleo vuelcan sobre el cotidiano su velo docilizador sobre individuos y conjuntos molares. ¿Qué nuevos bríos le pueden entregar las ciencias de de las vidas a la filosofía basada en las leyes de la vida natural, para ir hacia una filosofía basada en las emergentes formas de vida, en las emergentes subjetividades que las habitan? ¿Es posible una comunidad política que se oriente exclusivamente al goce pleno de la vida de este mundo, hacia esa vida feliz que anticipaban Mill y Fourier?; “¿cómo habría que pensar esa vida feliz?, es decir, ¿cómo pensar una vida de posibilidades sobre la cual no tenga control la lógica de la soberanía?” 567 . Hacia el final de su vida Foucault se plantea esa estética de la vida que mencionábamos al comienzo de este artículo en los siguientes términos: “Lo que me sorprende es…que en nuestra sociedad el art e se ha convertido en algo que atañe exclusivamente a los objetos, y no a los individuos ni a la vida… ¿Por qué esta lámpara, esta cosa podría ser un objeto de arte y no mi vida?” 568. Los efectos y residuos de la vida están ya inscritos en la lengua. lengua. Nos resta a las críticos desbrozarlos desbrozarlos y visibilizarlos como formas de resistencia cultural.
Poder y resistencia (en la) biopolítica: sobre la necesidad de pensar(la) desde América Latina Raúl Rodríguez Freire
Pensar la biopolítica biopolítica desde América Latina implica partir de dos (gruesas) hipótesis, las cuales, por supuesto, deberán ser desarrolladas con profundidad en futuros trabajos. Este es sólo un ensayo que pretende resaltar cierta deficiencia, tanto de los 567
Agamben, Giorgio. Medios Sin Fin: notas sobre la política. política . Valencia, Pre-Textos. 2001. p.
97 Foucault. M. “Una Genealogía de la Sexualidad”en “La Cultura en México”. Siempre. Siempre. México. Vol18/Nº 7, 1984. p. 47. 568
trabajos de Michel Foucault como de su recepción. La primera hipótesis señala que el origen de lo que el autor de La historia de la locura denominó locura denominó biopolítica está biopolítica está posibilitado por lo que se ha llamado “acontecimiento América”. La segunda, que esta particular relación del poder con la vida no se reproduce en ningún lugar de la misma manera que en Europa (noroccidental), pues, como ha señalado el historiador Ranajit Guha 569, el modo de producción capitalista no tiende a reproducir la misma historia del poder europeo, ya que este no es una variable dependiente, ni el capital una independiente.
Foucault acuñó el concepto de biopolítica para biopolítica para referir la introducción de la vida en la historia, proceso que, según él, da inicio al capitalismo, o mejor dicho, es lo que le da la posibilidad de existir. La biopolítica biopolítica marca el surgimiento, o el paso más bien –no –no la sustitución – de una sociedad donde el soberano tiene en sus manos el derecho de “hacer morir o dejar vivir”, hacia una sociedad donde el poder se caracteriza, al contrario, por vivir y dejar morir”. “hacer vivir dejar morir”.570
Es en este nuevo contexto donde se perfeccionan, desde el siglo XVIII europeo, los dispositivos que tendrán por función disciplinar los cuerpos del emergente capitalismo mundial. Estos dispositivos, junto a las técnicas de seguridad –encargadas –encargadas del control de aquello que se dará en llamar población – población –,, tendrán por objetivo maximizar la multiplicidad de las relaciones de fuerza individuales, con tal de que su reunión sea igual o superior a la suma de las potencias singulares, fuerzas que obviamente no se restringen a la relación entre el capital y el trabajo, sino que son coextensivas a todo el cuerpo social. Este proceso se llevará a cabo desde dos frentes: el institucional disciplinario y el estatal regulador, dos niveles que no se oponen para nada, sino que se complementan y articulan uno sobre el otro. En el cruce de ambos nos encontramos con la sexualidad, la cual es puesta en una encrucijada, pues, en tanto ámbito corporal, “está en la órbita de un control disciplinario, individualizador, en forma de vigilancia permanente”, y “por otro, se inscribe y tiene efecto, por sus consecuencias procreadoras, en unos procesos biológicos amplios que ya no conciernen al cuerpo del individuo, sino a ese elemento, esa unidad múltiple que constituye la población” pobla ción”571. En este sentido, no falta quienes leen el trabajo de Foucault demasiado centrado en el poder represor, aquel que sólo disciplina. sólo disciplina. Pero como él mismo se ha encargado de 569
Guha, Ranajit. Dominance Without Hegemony, Hegemony, Cambridge, Harvard University Press,
1998. Acá estoy sintetizando groseramente las páginas que sobre este tema redactó Michel Foucault para el curso impartido entre los años 1975-1976 en el College Col lege de France, curso editado y publicado en 1997 como Il faut défendre la société. société . Paris: Gallimard/Senil. Para este ensayo, he trabajando con la traducción española (2000). Defender la sociedad, sociedad, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2000. Pp. 217-237. Este curso ya había sido publicado en español en 1992, bajo el título Genealogía del racismo, racismo, Madrid, La piqueta (ver pp. 247-273). 571 Ibíd, 225 Ibíd, 570
aclarar respecto de este tipo de comentarios (que a mi juicio surgen a partir de una lectura restringida de su obra, es decir, de una lectura que concluye por lo general en/con Vigilar y castigar ), ), señala lo siguiente: “Yo no he querido decir que estamos siempre atrapados, sino, al contrario, que somos siempre libres. En fin, que siempre existe la posibilidad de transformar las cosas” (“La politique de la santé au XVIII siècle” 1559), 572 pues las relaciones de poder son móviles, reversibles y se dan o deben darse siempre entre sujetos libres.
A partir de una de sus últimas entrevistas publicadas, aquella titulada “Michel Foucault, une interview: sexe, pouvoir et la politique de l’identité” de 1984, Lazzarato ha sintetizado muy bien la propuesta del francés, al señalar el objetivo político que cruza su obra: “Definir las condiciones de un nuevo ‘proceso de creación política, confiscado desde el siglo XIX por las grandes instituciones políticas y los grandes partidos políticos’, me parece ser el hilo rojo que atraviesa toda la reflexión de Foucault” 573 Foucault escribió tanto contra quienes piensan que el poder es algo que se tiene y que, por tanto, se puede heredar, como contra aquellos que creen que la política está en el Estado y sus instituciones, y que, por ende, sólo la interpelación a esos espacios dominantes, siempre y cuando se hagan desde una colectividad (clubes, asambleas y partidos), puede considerarse política avant la letre (este es el “sesgo” elitista de gran parte de la historiografía social chilena). No es ocioso señalar que generalmente se trata de las mismas personas, se trata de esos ascetas políticos, “los militantes taciturnos, los terroristas de la teoría”, dice Foucault, “aquellos que querrían preservar el orden puro de la política y el discurso político. Los burócratas de la revolución y los funcionarios de la verdad” verdad” (“Prefacio” 386.), es decir, vanguardistas y letrados que hablan por el “pueblo” (representación política) o, acerca del “pueblo” (representación académica) (Spivak, “Can the Subaltern Speak?” 574).
Dicho esto, vayamos a la primera de las ideas trazadas más arriba. Comienzo por señalar, remitiéndome a Foucault, que el surgimiento de la población como objeto de intervención, vinculada a la abundancia monetaria y al aumento de la producción agrícola, fue lo que posibilitó el desbloqueo necesario para la emergencia del nuevo arte de gobernar las fuerzas humanas, en donde la economía, encargada tradicionalmente sólo del gobierno de la familia, es introducida en el ejercicio político. Foucault lo señala de la siguiente manera: “a partir del momento en que la pobl ación aparece completamente También ver la entrevista “La ética del cuidado de uno mismo como práctica de libertad”, en Foucault, M. La ética del cuidado de uno mismo como práctica de libertad , Foucault, M. Hermenéutica del sujeto, sujeto, Madrid, Madrid, La piqueta, 1994, pp. 105-142. 573 Foucault, M. “Du biopouvoir à la biopolitique”, Multitudes, I, 2000, P.46. 572
Spivak, Gayatri. “Can the Subaltern Speak?”. En: Cary Nelson y Larry Grossberg (eds.). Marxism and the interpretation of Culture, Culture , Chicago, University of Illinois Press, 1988, Pp. 271-313. 574
como algo irreducible a la familia, de repente, ésta última pasa a un segundo plano con respecto a la población: aparece como elemento en el seno de ésta” (“La gubernamentalidad” 175-176 [énfasis agregado]). Si bien para Foucault en la búsqueda de ese necesario nuevo arte de gobernar tanto el cameralismo como el mercantilismo fueron parte de los intentos, en ningún lugar señala la importancia que en dicho proceso tuvo la extracción y transferencia de metales preciosos desde América Latina. No percibió que la biopolítica surge sólo a partir de América, pues ese “de repente” del que habla, puede y debe ser leído como los siglos de explotación Latinoamericana (aunque no exclusivamente). La biopolítica, la introducción de la vida en la historia, y el rol de los dispositivos que la acompañan, sólo pueden aparecer en la Europa dieciochesca gracias al rol que jugó América en su centramiento. Desde los románticos alemanes se nos ha hecho creer que lo que entendemos por Europa está en directa relación, o es la culminación más bien, de una historia que avanza en línea recta de Grecia y luego de Roma, para terminar en un par de países del “viejo” continente. Esto no es más que un cuento romántico europeo, aunque uno bien contado. Por el contrario, nos recuerda Enrique Dussel 575 , Europa fue durante siglos lo bárbaro por excelencia, la periferia mediterránea, pues era en Asia y África, India y Bagdad, respectivamente, donde se encontraba la única referencia de lo civilizado y lo moderno, por lo menos hasta dos siglos antes de que terminara la oscura Edad Media europea.
De manera que si era entre Asia y África dónde se encontraba el centro dominante, cultural y económicamente, quien conquistara dicho espacio, señaló el economista Charles Davenant en el siglo XVII, impondrá su ley a todo el mundo comercial. Europa recién comenzaba a salir de la oscuridad, de manera que la única competencia a ese centro, ubicando entre la India y Bagdad, era, potencialmente, China. Pero su distancia de América primero, y el despotismo y las luchas intestinas después, no se lo permitieron. Sin embargo, juega un rol importante para el surgimiento de la economía-mundo. Hay que señalar que llegó a ser, por lo menos hasta el siglo XVIII, una verdadera potencia económica, política y cultural 576. Quizá nadie más enfático en señalarlo que el propio Adam Smith, cuando en El origen de la riqueza de las naciones , escribe que:
China ha sido durante mucho tiempo uno de los países más ricos, mejor cultivados, más fértiles e industriosos, y uno de los más poblados del mundo... Las Veanse de Dussel, Enrique: “Eurocentrism and Modernity (Introduction to the Frankfurt Lectures)”. En: John Beverley, José Oviedo y Michael Aronna (Eds.). The Postmodernism Debate in Latin America, Durham, Duke University Press, 1995. Pp. 65-76. Y Política de la liberación. Historia mundial y crítica, Madrid, Trotta, 2007. 576 Dussel, E. Hacia una Filosofía Política Crítica, Bilbao, Desclée, 2001, Pp. 387-399 575
relaciones de todos los viajeros convienen en lo bajo que son los salarios del trabajo y en las dificultades que atraviesan los obreros para mantener sus familias577. Para Dussel, el uso de las palabras “industriosos” y “salario” por parte del economista inglés, en el mismo sentido que éste las usa para referirse a su país o a Escocia, da cuenta de que Smith también considera la generación de “plusvalor” por parte de los propietarios chinos. Pero no sólo eso. De ese mismo libro de Smith, se desprende que la vida de las elites de China era mucho más “desarrollada” que la de las elites europeas. China y el Indostán son los dos mercados más grandes de las indias orientales y a ellos quieren llegar los europeos. ¿Pero cómo, si su producción aún continúa siendo “subdesarrollada” en relación a éstos mercados? Smith nos da nuevamente la respuesta: “La plata del Nuevo Mundo es, al parecer, una de las principales mercancías que se emplean en el comercio practicado entre los dos extremos del Antiguo, y, es, en gran parte, ese metal el que conecta regiones tan apartadas del globo” 578 A partir de esta idea, Dussel da cuenta de que los europeos pueden comprar en el mercado chino sólo gracias a los metales preciosos peruanos y mexicanos, pueden vender lo poco que producen, y comprar las mercancías más preciadas, y salir beneficiados, pues como Smith señala: “En China, nación más rica que cualquiera de las europeas, el valor de los metales preciosos se cifra mucho más alto que en ninguna parte del continente europeo [... gracias al] descubrimiento de las minas de América” 579 Pero los metales no son lo único importante para el emergente capitalismo. Ya en 1944, Eric Williams, quien había leído atentamente a C. L. R. James, escribe sobre la importancia de la esclavitud para el capitalismo: “la esclavitud no surgió del racismo: por el contrario, el racismo fue consecuencia de la esclavitud” 580. Para este autor, el tráfico de esclavos y lo que de esta actividad se generó, proporcionó el capital que permitiría a Inglaterra ser la primera en iniciar la revolución industrial. Para Eric Wolf 581, si bien esta tesis es en parte errada, afirma que la esclavitud fue el principal elemento dinámico para el surgimiento del capitalismo en Inglaterra. Además, durante los siglos XVII y XVIII una gran parte de las leyes tenía por objetivo no sólo encerrar o castigar (disciplinar) a los pobres europeos, sino también favorecer la importación de mano de obra (blanca) hacia los territorios de ultramar, de lo que se obtendría “una doble mercancía, aligerándose de individuos en la metrópoli y utilizándolos fuera de ella” 582. El cambio de lo que se podría llamar esclavitud blanca, por la negra, ocurrió cuando el modelo económico basado en la acumulación de metales preciosos, debido a la fuerte competencia, debía ser Smith, Adam. Investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones, México, Fondo de Cultura Económica, 2006 [1776], p. 70. 577
578
Ibid, p . 199.
579
Dussel, E. Op. cit. , p. 229.
580
Williams, Eric. “El origen de la esclavitud de los negros”. En: Chukwdi Eze, Emmanuel (ed.).
Pensamiento Africano. Ética y política , Barcelona, Bellaterra, 2001. P.173 581
Wolf, Eric. Europa y la gente sin historia, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica,
2000. 582
Williams, E. Op. cit., p. 175
reemplazado por el desarrollo industrial interno, para el cual se debe reunir y no expulsar la mano de obra. 583 Ahí es cuando la necesaria fuerza laboral de ultramar necesaria será traída de África. Recapitulando, Europa sólo tiene poco más de doscientos años de hegemonía, y, como hemos visto, gracias a la extracción y a la explotación, que desde 1492 en adelante se desarrolla en América, pero no para ella. Y a ello se suma la esclavitud. Europa podrá dar inicio a sus revoluciones, desde las científicas (después de la vuelta de Magallanes cuando comienza un nuevo momento de la cosmología astronómica mundial) a las industriales, pasando por las burguesas, sólo por América, afirma Dussel. Sevilla da paso a Ámsterdam (en donde se encontraban muchos judíos expulsados de España), ciudad que desplazará luego a Génova, encargándose de administrar el oro de Portugal y la plata de España. Ésta última se transformará prontamente en un simple vehículo de la riqueza comercial, gestionada por Holanda, la cual junto a Inglaterra, comenzarán a dominar la economía-mundo 584. Junto a Max Tello, hemos señalado, a propósito del estatuto jurídico del indio en América durante el siglo XVI, que el desconocimiento del acontecimiento América implica un gran error de la filosofía política moderna. Foucault debe haber dejado de lado el nuevo mundo cuando en algún momento decidió no preocuparse ni siquiera por España y sus pensadores. Ello implicó no enterarse de que “Ginés de Sepúlveda , mucho antes que Locke, considerada un signo de barbarie el hecho de que ningún indio `posee cosa alguna como propia, ni una casa, ni un campo de que pueda disponer ni dejar en testamente`” 585. Foucault tampoco se interesó por Francisco Suárez, que viviera entre 1548-1617, y fuera:
“el maestro por antonomasia del racionalismo europeo (sus Disputationes Metaphysicae fueron alabadas por Spinoza, Descartes, Grotius, Wolff, etc.) y, en términos políticos, antecedió debates provocados por Hume, Rousseau y Hobbes. Para Dussel, este español es una especie de puente que liga los problemas del ‘nuevo mundo’ con la emergencia de la experiencia subjetiva del `viejo mundo`” 586. Los análisis de Foucault respecto a este punto, la reunión y cuidado de la mano de obra, se encuentran sintetizados en “La politique de la santé au XVIII siècle”. Nada he encontrado en sus obras que nos hable debidamente de la expulsión de vagos, ladrones, gitanos, etc., hacia el nuevo mundo. Tal vez ello se deba a que su mayor interés pasaba por las disciplinas y el castigo, más que por la deportación. No obstante, la expulsión de los infames pobres europeos fue una práctica que se extendió incluso a lo largo del siglo XIX. Charles Dickens nos lo corrobora en Great expectations (1860-1861), si bien la deportación, en este ejemplo, no está dirigida hacia América. 584 Wallerstein, Immanuel. El moderno sistema mundial. La agricultura capitalista y los orígenes de la economía-mundo europea en el siglo XVI , Madrid, Siglo XXI Editores, 1979 583
Rodríguez, Raúl y Tello, Max. Sobre el (des)ajuste del acontecimiento de América en la política occidental. Parte I: Poder soberano y legitimidad del gobierno de América en el siglo XVI (manuscrito inédito, 2008), p.35. 585
586
Ibid.
Foucault no se acuerda de Suárez ni de Ginés de Sepúlveda, a pesar de reconocer el rol de la filosofía que vuelve a aparecer en el siglo XVI, proceso del cual, señala el francés, Descartes sería no el fundador sino el punto culminante. 587
Con todo, no se trata aquí de insistir o afirmar que la biopolítica y su reflexión surge en América Latina, como tampoco que Foucault nos posibilite comprender mejor la relación entre la vida y la historia colonial. Como insistimos con Tello, se tratar de afirmar “que tanto la biopolítica como la excepción estatal tienen antecedentes y son resultado de procesos acaecidos en este lado del globo, de manera que la miopía de la filosofía política europea debe ser de-limitada, como también aquel pensamiento que lee la violencia dictatorial como si fuera Auschwitz, imitando o trasplantando a secas aquello que podríamos llamar pensamiento europeo del bios, negando, con ello, las miles de muertes que produjo la conquista, o, como diría Dussel, “el encubrimiento del otro”.
En síntesis, el autor de Vigilar y castigar fue incapaz de percibir el rol capital de América en la emergencia del capitalismo moderno, pues insistimos en que desconsideró la importancia del oro y la esclavitud para el centramiento mundial de Europa y su consiguiente industrialización, de la cual los dispositivos disciplinarios son su gran respuesta. Tampoco Foucault se acercó a los debates sobre el estatuto de lo humano en el indígena (y en cuanto al negro, faltarán décadas, siglos siquiera para considerarlo digno de discusión), debate fundamental de la filosofía española y su aporte a la configuración de la política moderna. Pero hay más. Ni siquiera los disciplinamientos que posibilitaron la entrada de los trabajadores en el capitalismo se ensayaron sólo en Europa, y en ello Foucault no erró, en parte, como sí lo hacen todos aquellos que lo citan para hablar de las disciplinas o las cárceles en América Latina, sin considerar que acá éstas adquieren distintos matices, pues la esclavitud les otorgó una vitalidad que Europa no conoció mas que a la distancia, en sus colonias, o en sus museos, que convirtieron la dominación y la esclavitud en mero artefacto estético (Museo del Hombre en París, por ejemplo). Los dispositivos disciplinarios se arrastran desde mucho antes de la sociedad que los coloca en su centro. Éstos se pueden rastrear, primero, en la colonización pedagógica de la juventud y los indígenas. No otra cosa hicieron los jesuitas en el Guaraní. Adversarios de la esclavitud, tanto por motivos teológicos como económicos, en sus Para resaltar el lugar que Suárez debiera tener incluso hoy en día para la filosofía (y la) política, vuelvo a citar a Dussel: “Suárez será el gran maestro d el racionalismo europeo de los siglos XVII y XVIII. Sus Disputationes Metaphysicae tuvieron diecinueve ediciones entre 1597 y 1751 (ocho sólo en Alemania). Sus escritos políticos fueron alabados por Grotius como ‘sin igual’; Descartes… recuerda que lo leyó atentamente (‘es justamente el primer autor que vino a mis manos’); Spinoza se inspiró en él al leer las obras de Revius, Franco, Burgersdijk y Heereboord… Leibniz lo meditó en su juventud; Vico dedicó todo un año a estudiarlo… Suárez permitió al pensamiento filosófico moderno del norte de Europa… autonomizar el nivel secular de la razón filosófica”. Política de la liberación, p. 221. 587
comunidades desarrollaron otro tipo de explotación más productivo, centrado en una vigilancia y disciplina extrema. Los horarios de los indígenas estaban regulados no sólo para comer, trabajar o descansar, sino también para determinar los tiempos en que debían procrear. Se trata de un control absoluto del tiempo y el cuerpo, que el taylorismo reactualizará, pero en espacios cerrados y siglos más tarde 588. En este mismo sentido, el historiador indio Partha Chatterjee 589 ha señalado que “el método de las huellas digitales, que ahora es tan común, fue inventado y desarrolla do en la India para identificar a las personas que no podían leer. De este modo, las policías coloniales utilizaban a las huellas digitales como un medio para archivar a las masas, años después fue implementado por la policía de Inglaterra”. Por último, quien haya leído Vigilar y castigar recordará el dramático suplicio de Robert-François Damiens, quien después de haber sido expuesto públicamente a intervenciones lacerantes, fue tirado de sus extremidades por caballos poco acostumbrados a ese trabajo, de manera que finalmente se optará por descuartizarlo con un hacha. Pero también quien esté familiarizado con las rebeliones andinas recordará la muerte de José Gabriel Condorcanqui Noguera, más conocido como Tupac Amaru II, ocurrida 24 años más tarde que la de Damiens. Descrita por un testigo anónimo, dice más o menos así: Se le sacó a media plaza: allí le cortó la lengua el verdugo, y despojado de los grillos y esposas, lo pusieron en el suelo: atáronle a las manos y pies cuatro lazos, y asido éstos a la cincha de cuatro caballos, tiraban cuatro mestizos a cuatro distintas partes: espectáculo que jamás se había visto en esta ciudad. No sé si porque los caballos ni fuesen muy fuertes, o el indio en realidad fuese de fierro, no pudieron absolutamente dividirlo, después de un largo rato lo tuvieron tironeando, de modo que le tenían en el aire, en un estado que parecía una araña. Tanto que el Visitador, movido de compasión, porque no padeciese más aquel infeliz despachó de la Compañía una orden, mandando le cortase el verdugo la cabeza, como se ejecutó. Después se condujo el cuerpo debajo de la horca, donde le sacaron los brazos y los pies... De este modo acab[ó] José Gabriel Túpac Amaru590. Sólo basta agregar dos cosas a esta breve descripción. La primera, que este suplicio ocurrió inmediatamente tras presenciar la ejecución de toda su familia, y la otra, que su cabeza fue colocada en una lanza que se exhibirá en el Cuzco y en Tinta, mientras que sus brazos serán llevados a Tungasuca y Carabaya, y sus piernas a Livitaca y Santa Rosa (actual provincia de Chumbivilcas). No se si, como señala Foucault, el disciplinamiento en América se realizó “de una manera bastante discreta, marginal y, curiosamente, en contrapunto con la esclavitud” (El 588
Foucault, M. El poder psiquiátrico, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2005, Pp.
217-237.
Chatterjee, Partha. La nación en tiempos heterogéneos. Texto circulando por Internet, 2007. s/p. 589
590
Citado en Fuentes, Carlos. El espejo enterrado , México, Taurus, 1999, Pp. 306-307
poder psiquiátrico, P. 90). En un capítulo irónicamente titulado “Amar”, Tzvetan Todorov 591 da cuenta de las torturas y masacres públicas, como también de los castigos disciplinantes durante la conquista de América, y lo importante es que no lo señala como algo que ha quedado en el pasa do. La barbarie colonial española, señala, “no tiene nada de atávico ni de animal; es perfectamente humana y anuncia el advenimiento de los tiempos modernos”592. Al respecto, el lector o la lectora recordará la muerte de Caupolicán, asesinado el 5 de febrero de 1558. Pues veamos esta otra, ocurrida hace menos de treinta años en Guatemala: Entonces así empezó el temor entre la gente. En la misma mañana secuestraron a otro señor, que se llama José Reinoso, a quien también torturaron: le metieron un palo en la garganta, le hicieron un asiento de estacas y lo sembraron, allí se quedó muerto. Y allí empezó el temor. Entonces la gente ya no le tuvo confianza al Ejército593. Se trata de un suplicio, como cientos de otros, realizados públicamente en el Quiché guatemalteco durante la guerra armada. Mientras la muerte de Damiens marca el fin de un castigo público, para dar paso a las prácticas punitivas realizadas en espacios cerrados, en América es posible pensar que esto jamás ocurre, por lo menos no del todo. Pero, ¿cómo podemos explicar este hecho? Durante la conquista, se trata simplemente de genocidio, pues el poder soberano tendrá mayor centralidad, o su centralidad se extenderá por mayor tiempo que en Europa. Lo que permite esta diferencia es que mientras en el “viejo” mundo la distribución de los hombres ya no está o ya no implica una taxonomía, sino el perfeccionamiento de las tácticas, acá es imposible pensar la acumulación del capital en otros términos, pues lo que Foucault llamó en Defender la sociedad “guerra de razas” jamás ha desaparecido al interior de ningún país. Las clasificaciones no son despachadas como Foucault señala que ocurrió en Europa. Aníbal Quijano ha sido enfático en ello: La idea de raza es, con toda seguridad, el más eficaz instrumento de dominación social inventado en los últimos 500 años. Producida en el mero comienzo de la formación de América y del capitalismo, en el tránsito del siglo XV al XVI… [fue] impuesta como criterio básico de clasificación social universal de la población del mundo, [y] según ella fueron distribuidas las principales nuevas identidades sociales y geoculturales del mundo. De una parte: “Indio”, “Negro”, “Asiático” (antes “Amarillos” y “Aceitunados”), “Blanco” y “Mestizo”. De la otra: “América”, “Europa”, “África”, “Asia” y “Oceanía”. Sobre ella se fundó el eurocentramiento del poder mundial capitalista y la consiguiente distribución mundial del trabajo y del intercambio. Y también sobre ella se trazaron las diferencias y distancias específicas en la respectiva configuración específica de poder, con sus cruciales
591
Todorov, Tzvetan. La conquista de América: el problema del otro. Buenos Aires, Siglo XXI,
1997. 592
Ibíd. p. 157.
593
REMHI. Testimonio, Caso 2176, Salquil, Quiché, 1980.
implicaciones en el proceso de democratización de sociedades y Estados y de formación de Estados-nación modernos 594. Lo que Quijano nos está señalando, es que es imposible entender no sólo el surgimiento del capitalismo, sino su hegemonía, sin atender la clasificación de la población mundial en torno a la idea de raza, pues la imposición de este concepto fue el modo de estructurar las relaciones de dominación impuestas por la conquista, algo en lo que el profesor francés no reparó. De ahí que, como señala Guha 595 para el caso de la India, las nociones de disciplina, biopoder y gubernamentalidad, deben ser complementadas con el par dominación y subordinación. Por último, quiero remarcar un error no poco común en relación al libro al que el suplicio de Damiens da comienzo. Más arriba señalé que muchas personas realizan una lectura restringida de Vigilar y castigar , pues, por ejemplo, al ser este un libro que trata sobre cárceles, cada vez que se realiza una investigación sobre este espacio de encierro, sea sobre el siglo XIX o el XX, se cree que se está frente a una obra que debe ser citada obligatoriamente. Se trata de algo que podríamos llamar “el poder de la teoría”. He relatado groseramente el rol de América en la configuración de la biopolítica sólo para señalar la irreductibilidad de las condiciones históricas, pues por lo general se acostumbra a citar los trabajos de Foucault (o Agamben, Esposito, etc.), como si la Logique de Port-Royal hubiese sido escrita en Santiago (aunque algo hizo Bello en ese sentido); o como si el Golpe fuera equiparable a Auschwitz (aunque también algo hizo Pinochet en ese sentido). La teoría también tiene poder y a veces hay que resistirla. Santiago no es Paris y está lejos siquiera de parecérsele, por mucho que Vicuña Mackenna quisiera encarnar a Hausmann. A veces, la biopolítica, como concepto, está demasiado manipulado y su sobreutilización me recuerda una cita de Dipesh Chakrabarty, que si la ajustamos, podría sonar así: si los conceptos (o autores) críticos “se incorporan de manera exitosa [a la máquina académica], son como los revolucionarios de ayer, se convierten en los caballeros de hoy. Su éxito ayuda a hacer rutinaria la innovación” 596. Termino con otra cita, ahora de Paul de Man, también modificada. Donde él dice teoría literaria, yo escribo biopolítica: “Con todo, la biopolítica no está en peligro de hundirse; no puede sino florecer y, cuanta más resistencia encuentra, más florece, ya que el lenguaje que habla es el lenguaje de la autorresistencia. Lo que sigue siendo imposible de decidir es si este florecimiento es un triunfo o una caída” 597.
594
Quijano, Aníbal. “¡Qué tal raza!”. Revista Venezolana de Economía y Ciencias Sociales, 6:1,
2000, p. 37. 595
Guha, Ranajit. Dominance Without Hegemony. Cambridge, Harvard University Press,
1998. 596
Chakrabarty, Dipesh. Al margen de Europa, Barcelona, Tusquets, 2008, p.146
597
de Man, Paul. Resistencia a la teoría, Madrid, Visor, 1990.
Políticas sociales en Argentina. De tecnócratas y pastores. Ana Lucía Grondona Introducción 598 Las políticas sociales son un campo de lucha por la distribución tanto de bienes materiales como de sentidos mediante los cuales “gestionar” la denominada “cuestión social”599. Ahora bien, en la pasada década este campo parecía ser un terreno plenamente hegemonizado por los discursos tecnócratas de los think tanks neoliberales. Tal fue el caso de las políticas sociales en Argentina, claramente sostenidas en lo que Foucault describe como gubermentalidad neoliberal. Por “gubernamentalidad neoliberal” nos referimos a un modo de go bierno de las poblaciones que parte del mercado como el mecanismo preferencial de regulación de la sociedad, entendiendo a este no como una mera dinámica de intercambios, sino fundamentalmente como un ámbito de competencia. En este sentido, el mercado no funciona como un punto de partida con el que se pueda contar, sino como un proceso a construir (y reproducir) a partir de la elaboración de instituciones que le sirvan como marco. Así, aún cuando el Estado sea sometido a una permanente sospecha y deba abstenerse de intervenir en el mercado, nunca debe cesar de intervenir para el mercado. Lejos estamos, entonces, de la limitación liberal del Estado como vigilante nocturno. ¿Pero qué quiere decir intervenir para los mercados? En principio, supuso el desmantelamiento de todas formas de intervención directas en la economía, ya sea El presente artículo es parte de una investigación mayor financiada por CLACSO - ASDI en 2008. 599 Robert Castel, Las metamorfosis de la cuestión social. Paidós, Buenos Aires, 1999. 598
mediante la inversión pública en bienes o mediante la regulación del mercado de trabajo. Así, por ejemplo, se impulsó la reforma de los sistemas de seguridad social basados en el principio de solidaridad intergeneracional y solidaridad colectiva, para optar mecanismos en los que cada individuo habría de asumir la responsabilidad de gestionar sus propios riesgos. Sin embargo, el Estado desarrolló nuevos espacios de intervención como por ejemplo la garantía de la estabilidad de precios y la política crediticia. Fundamentalmente se reconfiguró como “dador” y “respaldo” de las reglas de juego de la competencia. En lo que hace al bienestar, el Estado pasó de garante del pacto entre capital y trabajo a última (más bien ultimísima) instancia a la que podían apelar los “perdedores” justo antes de quedar fuera de juego. Este último punto es particularmente de nuestro interés, pues sería esta la matriz a partir de la cual se comenzarían a diseñar formas renovadas de intervención sobre la pobreza. Estas intervenciones se limitaron (y se siguen limitando) a los efectos de la pobreza y nunca a sus causas. Asimismo, la acción al interior de las poblaciones “liminares” aparecería de modo puntual en el ti empo, mínima y exclusivamente para aquellos en condiciones de pobreza absoluta (debajo de algún mínimo vital), es decir, desconociendo el problema de la pobreza relativa (cuya contraparte es la concentración económica 600). Neoliberalismo y población desempleada. El caso de la Argentina en los noventa La respuesta del neoliberalismo a su propia crisis es, siempre, la necesidad de mayor desregulación. En el caso del desempleo, la respuesta es la baja de salarios y flexibilización laboral. Sin embargo, también existen alternativas de intervención social que coadyuvan a la competencia, sin ser distorsivas: son aquellas que trabajan sobre el capital humano de los desempleados y su idoneidad (en términos de Foucault) o, en términos tecnocráticos, de su empleabilidad. Así, el Estado tiene una importante tarea que cumplir en lo que hace a la configuración de subjetividades capaces de sobrevivir en el juego del mercado, esto es, en configurar exitosos empresarios de sí mismos. En este sentido han operado y operan los programas de capacitación, formación laboral o desarrollo de microemprendimientos sociales. Otra de las características de la programación neoliberal es la de intervenir a partir de una matriz que asimila todos los comportamientos humanos al tribunal de la racionalidad económica. Es sumamente sugerente, en este punto, la definición de economía que Foucault recupera de Robbins, según la cual la economía es la “ciencia del comportamiento humano como una relación entre fines y medios escasos que tienen usos que se excluyen” 601. En el desarrollo de nuestra investigación sobre políticas sociales de empleo en Argentina entre 1995 y 2007 pudimos constatar que la lógica de los programas era 600
Sonia Álvarez Leguizamón conceptualizó esto en términos de “focopolítica”. Alvarez L., S. “La transformación de las instituciones de reciprocidad y control, del don al capital social y de la ‘biopolítica’” a la ‘focopolítica’ en Revista Venezolana de Economía y Ciencias Sociale Vol. 8, Nº 1, enero-abril, 2002 601
Foucault, M., El nacimiento de la Biopolítica, FCE, Buenos Aires, 2007, p. 260.
plenamente asimilable a la lógica neoclásica típicamente “microconductual”, según la que la intervención estatal debe basarse en estos modelos microeconómicos que matematizan el comportamiento probable de los individuos. Esta “previsibilidad” parte de entender a cada individuo como actor racional guiado por su propio interés. La pregunta, entonces no es por los “comportamientos de la demanda agregada” de actores colectivos (pregunta keynesiana propia de los Estados de Bienestar), sino por los comportamientos de agentes racionales individuales. Este modo de intervención en la pobreza puede verse claramente en el caso del Programa Trabajar (que nace en 1996). Se trató de un programa de atención a los desempleados en el que se entregaba un mínimo para la subsistencia (150$) bajo la condicionalidad de una contraprestación. La contraprestación estuvo justificada y legitimada desde la normativa del programa adjudicándole los objetivos de incrementar la empleabilidad y contribuir al desarrollo de las comunidades. En nuestro trabajo, encontramos que a pesar de que (en los propios términos de los policy maker ) la evaluación de los resultados obtenidos en la consecución de ambos objetivos era muy poco alentadora, el programa fue calificado como una experiencia exitosa en el continente. Lo que aparecía como éxito era su capacidad “autofocalizante”. Entonces, la obligación de la contraprestación implicaba un “desestímulo” a los abusadores que quisieran aprovecharse de la ayuda social sin necesitarla “verdaderamente”, garantizando que el beneficio fuera “pro -pobre” (sic). Encontramos aquí una figura que podríamos denominar “trabajo forzado” o “trabajo estigmatizante”, es decir, trabajo asociado a esfuerzo, a penuria, a obstáculo, a impedimento; ello en relación no sólo al tipo de tarea, sino también a la fijación del beneficio por debajo del salario mínimo del mercado e incluso de la canasta básica. Desde esta lógica, la obligatoriedad de la contraprestación funcionaría como un mecanismo inhibitorio del “abuso” moral del Programa. Tenemos aquí un caso típico de intervención neoliberal basada en una economía de estímulos y contra-estímulos. Esta forma de intervención es ajena no sólo la idea de “derecho”, sino fundamentalmente a la de solidaridad. Así, a partir de esta perspectiva, se generalizarían, “políticas focalizadas” ante el “riesgo social” que se concentraba en poblaciones marginales en contextos de “emergencia”, partiendo siempre de una “promoción” de la responsabilidad individual y de una progresiva descentralización de la intervención 602 Crisis y reconfiguración de la intervención. El papel de la Iglesia La crisis socioeconómica de 2002 implicó un fuerte cuestionamiento al discurso tecnocrático liberal como discurso único. En el ámbito de las políticas sociales, el Plan Jefes y Jefas de Hogar Desocupado 603 traería, junto a una radical masificación de lo que hasta entonces habían sido intervenciones focalizadas, una proliferación de distintos discursos que pretendían recomponer el sentido de la intervención estatal en el 602
Salama, P y Valier, J., Neoliberalismo, Pobreza y Desigualdades en el Tercer Mundo, Niño y Dávila Editores- CIEPP, Buenos Aires, 1996; Cardarelli, G. ; Rosenfeld, M. Las participaciones de la pobreza : programas y proyectos sociales, Paidós, Buenos Aires, 1998; Grassi, E. Políticas y problemas sociales en la sociedad neoliberal. La otra década infame (I) Espacio Editorial, Buenos Aires, 2003. 603
En adelante PJJH.
desempleo. Las huellas de estas luchas están presentes en los diseños, implementaciones y evaluaciones de los programas. En efecto, el JJHD fue caracterizado como una política focalizada más, como un programa del estado como empleador de última instancia, como una medida keynesiana de impulso al consumo, como un derecho de inclusión social que tendía a la universalidad, etc. Uno de los actores fundamentales en la lucha por el sentido en este campo sería la Iglesia Católica Argentina 604. En efecto, una de las imágenes de salida del pico de la crisis de 2001 fue la del presidente provisional en cadena nacional desde el monasterio de Santa Catalina de Siena en la Provincia de Buenos Aires sentado entre Monseñor Karlic, a su derecha, y el Presidente del PNUD-Argentina, a su izquierda. A partir de allí, se conformaría la Mesa del Diálogo Argentino, fundamental en el rediseño del Plan Jefes y Jefas de Hogar. Una de las instancias centrales de coordinación y control de dicho programa, el CONAyEC 605, sería presidido por el representante de Caritas Argentina. Asimismo, este organismo ha tenido y tiene una activa participación en la implementación del programa a nivel del territorio (participación en los consejos consultivos, talleres de capacitación, gestión de programas de contraprestación, etc.). Luego de superar el punto más agudo de la crisis, vendrían las alternativas de “reconversión” del PJJH. Estas serían en principio tres: el Seguro de Capacitación y Empleo, el Plan Familias y el Programa de Desarrollo Local y Economía Social. En el caso del “Plan Familias”, se trata directamente d e una propuesta realizada a instancias del episcopado a fin de “fortalecer” la familia como espacio de integración “devolviendo” a las mujeres del PJJH al espacio doméstico. En relación con el programa de economía social, afirmaría el Secretario de Polític as Sociales de la Nación: “Cáritas Argentina aparece como una de las instituciones clave para coordinar acciones en el ámbito de la economía social”606. La proliferación de sentidos y prácticas en la lucha por determinar la dirección de las intervenciones estatales en lo social incluyó no sólo a instituciones católicas, sino también, entre otros, a movimientos sociales nacidos de la crisis y a organizaciones sindicales. En cualquier caso, la irrupción de estos diversos (y también convergentes) discursos y prácticas, nos recuerda que una de las preguntas de la analítica de gobierno que estudia las condiciones específicas bajo las que un régimen de prácticas de gobierno emerge, existe y cambia 607 apunta siempre a las múltiples fuentes de los elementos que constituyen esas prácticas y cómo son ensamblados (o re-ensamblados) en formas institucionales relativamente estables. En rigor, la Iglesia comienza ganar relevancia en el diseño estatal de políticas para la pobreza a partir del gobierno de la Alianza que se inicia en 1999. 605 Consejo Nacional de Administración, Ejecución y Control, tiene como responsabilidades la articulación de los consejos consultivos provinciales y municipales para el control, garantía de contraprestación y de acceso al programa. Está conformado por actores gubernamentales, sindicales, iglesias y ONG. 606 En http://www.foncap.com.ar/comunicacion_ver.asp?comunicacion_id=77 607 Dean, M., Govermentality. Power and rule in modern society, Sage Publications, London, 1999. 604
De pastores y tecnócratas Este escenario de post-crisis, y la presencia de un actor con el que no esperábamos encontrarnos, disparó preguntas respecto de las relaciones de articulación, diferencia y antagonismo que vinculan a la programática tecnócratica neoliberal -que en principio parece mantener un rol relevante en el diseño de los programas sociales de empleo (aún financiados total o parcialmente por el BM o el BID)- y el tratamiento de la pobreza configurado desde Caritas Argentina 608y la Conferencia Episcopal Argentina 609 ¿Es que hay que volver a entender la política como asunto de rebaños? Según el recorrido que Foucault propone en los cursos dictados en el Collége de France entre 1978 y 1979 (en una síntesis que sin dudas traicionará la complejidad de su análisis), la gubermentalidad nace como una traducción inmanentista del pastorado que, poder de policía mediante, actúa en virtud de una razón de Estado e inaugura una forma de gobierno de los hombres a partir de una matriz en la que antes funcionaba el gobierno de las almas. Así, el texto de Seguridad, Territorio y Población transita entre dos herejías. La primera es la de la secta de “los políticos”, que entre el siglo XVI y XVII recortan el gobierno del contiuum del orden natural y rompen con una racionalidad que hacía del soberano una figura sabia y prudente análoga a un padre de familia. En su lugar, recomponen un arte de gobierno en la que prima la inmanencia sostenida en una razón de Estado que busca la vida y más que vida de un pueblo mediante la puesta en marcha de la lógica de la policía. Policía que regula las cosas, los hombres y la relación entre ambos, a partir de la emergencia de la población como objeto de gobierno. Hacia el siglo XVIII aparece una nueva herejía: la de los economistas. El objeto frente al cual éstos se “rebelaron” sería, justamente, el poder reglamentario del Estado -Policia, devenido mercantilista. En su lugar, postulan un nuevo modo de resolver el problema de la revueltaescasez: el gobierno económico o el gobierno que deja que el mercado produzca su propia regulación. El gobierno liberal y frugal. Esto supone reconocer en el mercado la existencia de mecanismos que operan más allá de la voluntad de los hombres –a diferencia de la perspectiva mercantilista para la que la voluntad del Soberano podía regir los procesos económicos. En el texto del Nacimiento de la biopolítica podríamos seguir la narración y encontraríamos que la gubermentalidad liberal que nace en el siglo XVIII supuso como contracara la proliferación de mecanismos que Foucault denomina “liberógenos” 610. Esto es, dispositivos compensatorios de la libertad, desarrollados a partir de las crisis económicas de fines del XIX, que por un lado la extienden a nuevos ámbitos (libertad de trabajo, libertad de consumo), al tiempo que la amenazan desde el interior. Esta es la gubermentalidad social bismarkiana, keynesiana, o beveridgeana. Finalmente, en la década del setenta llegaría la crisis del Estado de Bienestar (crisis como crisis de gobierno) y desbloqueo de la última herejía: la de los Chicago Boys. La Conferencia Episcopal Argentina (CEA) creó en 1956 Cáritas Argentina, siguiendo las líneas definidas por Cáritas Internationalis creada en 1947 por Pío XII. 609 Órgano colegiado que agrupa a todos los Obispos de la Nación. 610 Foucault, M., 2007, Op.Cit., p. 91. 608
Si esto fuera simplemente así, lejos habría quedado el gobierno de los pastores. Lejos en la “Edad Media”, ese bastión del Antiguo Régimen al que la sociología se asoma cuando necesita construir algún mito para la modernidad. Pareciera tratarse de un asunto más complejo. No sólo porque una periodización sugerida en el párrafo anterior resulta una sobresimplificación que elude la compleja trama de articulaciones y superposiciones entre diversas formas de gobierno, sino, en particular, porque Foucault insiste en la advertencia: no nos hemos librado del pastorado. En primer lugar, nos dice, que el pastorado como proceso de individuación (gobierno de todos y de cada uno) es una identificación analítica que se lleva a cabo mediante una red de servidumbres, de humillaciones, de exclusiones del egoísmo. Así, “se trata de una individuación por sujeción” (como si efectivamente fuera un pastor el que nos grita “Ea! Ud! Oiga). En este sentido, la historia del pastorado implica la historia de procedimientos de individualización humana en Occidente. Ahora bien, no sólo por esto nos persigue aún la sombra del pastorado. La crisis generada por las contraconductas a la que se enfrenta el pastorado a partir de la Reforma (y las subsiguientes a partir de allí), supone un refuerzo del gobierno pastoral mediante la reintroducción, y esto es claro en el caso de la Iglesia Católica, de muchos de los elementos de las distintas formas en las que estas resistencias habían surgido (ascética, comunitaria, mística, hermenéutica, escatológica). Pues bien, no sólo no nos hemos librado del pastorado como forma general de gobierno de los hombres (que cabe analizar a partir de su relación con la salvación, con la ley y con la verdad), sino que tampoco nos hemos librado del pastorado católico. Menos aún en América Latina. ¿Quiere esto decir que “sobreviven” formas medievales pre modernas e incluso anti-capitalistas de gestión de las poblaciones? En absoluto. La flexibilidad de la pastoral católica para aggiornarse a los tiempos que corren e intervenir “eficientemente” en la gestión de poblaciones liminares es extraordinaria. Resulta llamativo el uso por parte de Cáritas de gran parte del vocabulario utilizado por el main stream del diseño de políticas sociales que típicamente encontramos en los Informes de los organismos internacionales como el Banco Interamericano del Desarrollo, el Banco Mundial o el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo. Así, se habla de planificación estratégica, de metodologías como el “marco lógico” o el “Método Altidir De Planificación Popular”, de metodologías de evaluación, de instalación de capacidades institucionales, de capital social/cultural/humano, de desarrollo sustentable, de desarrollo local, de emprendedorismo, del valor de capacitación, del problema de la “empleabilidad”, de la formación y de los saberes vinculados a la gestión, etc. Asimismo, en un registro muy semejante, aparece una constante preocupación por lo que se denominan “riesgos de un estado de dependencia”, asociados a la asistencia pública. El gobierno pastoral de la pobreza: voluntad y sacrificio Henos aquí, entonces. Habíamos salido a buscar tecnócratas neoliberales programando intervenciones mínimas, puntuales e invisibles para los mercados, y nos encontramos que junto a ellos hay pastores (con y sin sotana) que han devenido aliados en la ejecución de líneas de intervención en directa sintonía con los organismos multilaterales de crédito. Ahora bien, ¿se trata de “verdaderos” pastores?
Una de las características propias del pastorado es la impulsar una economía del sacrificio y la abnegación como medio de gobierno de los sujetos. Esta dimensión sacrificial aparece muy claramente en el discurso de Cáritas respecto del papel del voluntariado. La tarea del voluntario no es una actividad más es una opción: es darse a sí mismo. En esta opción se juega, sin dudas, el máximo sacrificio personal: “Los gritos de desamparo de miles de personas nos invitan a una entrega como la de Jesús, es decir, a dar la vida por amor. Y aunque ello cueste crucifixiones diarias, sabemos ya que la cruz asumida por amor junto al Maestro guarda en sí una profunda convicción sobre la vida y su poder victorioso sobre toda realidad de muerte. Esta es la fuente más plena de nuestro testimonio cristiano, especialmente en el servicio que realizamos desde Cáritas” 611 Esta imagen puede completarse con una analogía, propuesta por el propio Mons. Bergalló, para graficar la diferencia entre “involucrarse en algo” y “comprometerse con algo”: para hacer un sándwich de jamón y queso la vaca se involucra, pero es el chancho el que verdaderamente se compromete. Pues bien, esta dimensión sacrificial también involucra a los demás miembros del rebaño en aquello que se plantea como el fin último de esta técnica de poder: la automortificación, una muerte diaria siempre repetida, renuncia al mundo y a sí mismos como hombres de voluntad. Así, la relación de asistencia es construida como una relación de sacrificios recíprocos, sacrificios que, en última instancia, determina la posibilidad de reconocimiento intersubjetivo. El ejemplo que citamos es sumamente elocuente: Por segunda vez, la diócesis de Venado Tuerto lanza la “Campaña del cuadradito de lana (..) “En aquel momento, hubo casos de parroquias que trabajaron con alumnos de escuelas medias que recolectaban lanas y las llevaban a los asilos de ancianos, quienes tenían la tarea de tejer los cuadraditos. Luego se acercaban a las Cáritas donde las voluntarias armaban los abrigos para las camas de una y dos plazas”. “ En otros casos, las mamás que necesitaban ayuda se encargaban de coser los
cuadraditos o de tejerlos y, una vez armadas las frazadas, las rifaban entre ellas” 612
En este sentido, hay una forma moral de la relación de asistencia que resulta singularmente pastoral, y sobre la que cabe reflexionar a partir de los conceptos desplegados en un texto clásico de 1908 de Georg Simmel. En el citado texto, el sociólogo alemán distingue entre la asistencia pública y la asistencia privada, afirmando que la primera se dirige a la pobreza, y sus causas, mientras que la segunda se dirige al 611 612
Mons. Bergalló, en Huellas de esperanza, numero 38, año 4, página 2, énfasis nuestro. Huellas de esperanza, Abril 2003, año 1, numero 8, página 3.
pobre y está orientada a “crear individuos independientes y económicamente productivos”. En este segundo caso, el de la asistencia privada, la pobreza del pobre no es más que “la ocasión actual para ocuparse de él; se trata de ponerlo en situación en que la pobreza desaparezca por sí misma”. En este sentido, mientras la asistencia pública es necesariamente abstracta y despersonalizada, la asistencia privada se dirige al individuo “digno” y tiene por misión “rehabilitar al pobre”. Al contrario de la asistencia pública que representa la “mayor tensión sociológica posible entre fin inmediato de la acción”, es decir, la mayor distancia entre la unidad social y el individuo, la asistencia privada personaliza el socorro como acción ética en la que se reconstituye la reciprocidad. Así, la pobreza leída desde una perspectiva ética 613 , llama a poner el corazón en su asistencia. Pues bien en el discurso de la Iglesia tenemos: Ojalá que nos volvamos profesionales de la caridad, en el sentido de amar cada vez más y mejor a los hermanos, pero que nunca seamos «profesionales» en el sentido de realizar nuestro trabajo distanciando nuestro corazón de lo que hacemos. 614 La fría burocratización de la asistencia es un riesgo que se corre a partir de la evidente profesionalización de los miembros de Cáritas. Es probablemente por ello, que aparecen tantos pasajes en Huellas de esperanza, en los que se reivindica la atención personalizada y cara a cara de quiénes aparecen nombrados como “nuestros hermanos”, “nuestros pobres”, “hermanos desprotegidos”, “los más pobres y sencillos”, “hermanos excluidos” , o mítica y sustancialmente “el pobre”. Pues bien, si la relación de asistencia se constituye a partir de una relación moralizante por su forma, también hay un intento de transmisión de ciertos contenidos morales. En efecto, por un lado hay una intervención moralizadora en lo que hace a la construcción de la población objeto, que se define típicamente como “la familia”. Asimismo, en segundo lugar, la acción de Cáritas persigue, objetivos a nivel de la modificación (y moralización) de la subjetividad de los asistidos: Lo que se intentó fue pasar de la asistencia a la promoción, y los resultados fueron buenos ya que muchas familias asumieron actitudes que seguirán existiendo más allá del programa615
613
“La enorme desigualdad entre quienes tienen y quienes no tienen nada supera la mirada económica interpelando nuestra consciencia moral” (p1, año 2, n°26, diciem bre 2004) 614 Mons. Casaretto, septiembre de 2002, año 0, numero 0, p.3. 615
Respecto de la evaluación del programa “Argentina nos duele”, en Huellas de esperanza 36, año 3, p. 3.
Para ello, se trabaja a nivel de la promoción de ciertos valores morales. Así, un simple programa en el que pareciera haber un mero traspaso de habilidades, opera una intensión de moralización profunda. Entre los valores que más fuertemente se impulsan no sólo están la “familia”, la “solidaridad”, “el compromiso”, sino, fundamentalmente, “el trabajo”. En efecto el clásico tópico de la dignificación del trabajo es una constante en todos los números de Huellas de esperanza. Esta insistencia en el “valor moral” del trabajo es sumamente importante en tanto se articula con la máxima propia de la reforma neoliberal del Estado de Bienestar “any job is better than no job” o el más explícito “Jobs! Jobs! Jobs!”. En efecto, esta racionalidad fundaría el modelo workfare de atención a la pobreza . ****** Pues bien ¿cómo entender la articulación entre la intervención pastoral en la pobreza y la lógica tecnocrática microconductual? Quizás la clave esté en la cita de Foucault a Robbins que recuperábamos más arriba: la economía política es una ciencia del comportamiento. No en vano muchos de sus padres fueron, antes que nada, filósofos de la moral. Re-interpretar las políticas sociales como dispositivos que pretenden actuar (y transformar) los comportamientos de las poblaciones liminares, vuelve más inteligible la articulación entre pastores y tecnócratas que, a primera vista, resultaba tan paradójica.
EL OTRO COMO ENEMIGO EN EL DERECHO (PENAL). ESPECIAL REFERENCIA A LA CUESTIÓN MAPUCHE. Myrna Villegas D. 1. Biopoder y Resistencias. Expansioni smo y derecho p enal del enemigo. La biopolítica del Poder desde el momento en que administra la vida del cuerpo social y de los sujetos en función de la productividad, se ha convertido en una herramienta indispensable para el desarrollo del sistema neoliberal. Esta administración se realiza a través de mecanismos de control social que en su conjunto ya casi no están en manos del estado, sino que cada vez más privatizados (ej. cine, literatura, Internet, marketing) y reaccionando contra aquellos que resisten de manera organizada y apartándose de los cauces institucionales, mediante la implementación de un control punitivo que ataca la fuente de producción de la subjetividad, esto es, el cuerpo viviente tanto del sujeto como de la sociedad. Cabe insistir en esto: las “resistencias” en la medida que se organizan, y se apartan de los cauces institucionales, sobre todo cuando lo que está en disputa son bienes jurídicos tan emblemáticos como la propiedad privada, representan un peligro real o potencial para el sistema, pues llevan a la esfera pública, intereses que antes estaban en lo privado. En este sentido, y grosso modo, e l “enemigo” son todos aquellos que dificultan la hegemonía en el proceso de acumulación de riqueza, y por esta razón deben ser neutralizados o eliminados, para lo cual se cuenta con un derecho penal “especial” que asocia a los delitos graves que merecen penas privativas de libertad, una flexibilización de los principios y reglas de imputación básicos, y consecuentemente una suspensión o supresión de garantías. Este constructo teórico es el derecho penal del enemigo. El derecho penal del enemigo nace en 1985 con la ponencia presentada por Günter Jakobs al congreso de penalistas alemanes intitulada “Criminalización en el Estadio previo
a la lesión del bien jurídico” 616, antecedente llamativo para la nueva era que se avecinaba con la sociedad globalizada, y que pretendía hacer frente desde una perspectiva estructural funcionalista, a los riesgos que no habían podido ser enfrentados con las herramientas del viejo derecho penal liberal. ¿Cómo es que llegamos a este estadio, a criminalizar “antes” de la lesión? Claramente no nos estamos refiriendo a la anticipación de la punibilidad dotada de garantías en el derecho penal liberal (vr.gr. castigo de la tentativa, ciertos actos preparatorios) sino a una anticipación de la punibilidad mucho mas alejada de la efectiva lesión y por ende muchísimo mas lejos de nuestro tradicional “derecho penal del hecho”. Se trata, sin más, de la legitimación del criticado “derecho penal de autor” propio de regímenes totalitarios. Bajo el autoritarismo de entreguerras comenzó la demonización de determinados grupos de infractores (terroristas, disidentes políticos, narcotraficantes), mediante la aplicación de una “legislación de emergencia”, esto es, una legislación que alteraba las reglas ordinarias de penalidad y suspendía garantías constitucionales autorizando en determinados casos la vulneración de derechos fundamentales. Por supuesto esta legislación fue objeto de contundentes críticas, a la vista de los principios que inspiraban el estado democrático, y se le acusó de ir deslizando al Estado democrático por la pendiente del autoritarismo, de convertirlo en un verdadero Estado de Policía. Incluso más, algunos autores hablaron de una fascistización genérica del Estado 617. En realidad, lo que ocurría era que esta legislación no tenía un sustento teórico en el cual apoyarse, el derecho penal estaba formado por solo “dos velocidades” en las cuales la flexibilización y suspensiones de garantías solo estaban asociadas a delitos de menor gravedad 618. En los delitos más graves debían respetarse siempre y las excepciones – se ha dicho- eran duramente criticadas (ej. Legislaciones antiterroristas). Bajo el nuevo autoritarismo del siglo XXI, que nace en la sociedad del riesgo, la legislación de emergencia se perpetúa bajo un manto teórico doctrinal que no solo avala, sino justifica, la aplicación de un derecho penal distinto, sin las clásicas garantías, para los “enemigos”. Este “nuevo autoritarismo cool del siglo XXI” - como le llama Zaffaroni 619- ya no tiene las características de represión soterrada que asistía al viejo autoritarismo del s. XX, sino que más bien es evidente, brutal y generalizado. Paradigmático es el caso de prisioneros talibanes en Guantánamo. El derecho penal del enemigo se nutre, de un lado, del viejo punitivismo de entreguerras, que implica expandir cada vez más el derecho penal ya sea aumentando las sanciones 616
Publicada mas tarde bajo este mismo nombre “Criminalización en el Estadio previo a la lesión del bien jurídico” en Jakobs, Günther, Estudios de Derecho Penal, Madrid: UAM Ediciones, Civitas, 1997, pp, 293 - 324. 617 En este sentido Gómez Benítez, J.M., “Crítica de la política penal de orden público”, Madrid: Cuadernos de Política Criminal, 1982, pp.49-50. 618 Ampliamente Silva Sánchez, Jesús María. La expansión del derecho penal. Aspectos de la política criminal en las sociedades postindustriales, Madrid: Civitas, 2001, 2ª ed. 619 Zaffaroni, E. R. El enemigo en el derecho penal. Buenos Aires: Ediar, 2006, p. 57.
para delitos existentes, o creando delitos nuevos, y de otro lado, del derecho penal simbólico. Este último resulta sumamente importante en la reproducción de subjetividad del sistema y se caracteriza por los efectos que tiene en la ciudadanía el derecho penal. Se trata de dar la impresión de un legislador atento, decidido, eficaz frente al combate de la delincuencia. Así, los medios de comunicación social producen noticia, en función de determinados intereses, que nos hablan de un supuesto aumento de la delincuencia, o del recrudecimiento de acciones terroristas. La ciudadanía crea verdaderos frentes de solidaridad ante lo que estima un enemigo común, pide mayor severidad en la respuesta penal, y el legislador no escatima en proporcionarla, aún cuando ello signifique mermar derechos y garantías fundamentales. Es lo que sucede con las campañas antidelictuales en las que nos muestran a jóvenes delincuentes atracando farmacias, o a mapuches disputando de manera violenta territorios ancestrales, golpeando a la autoridad ( caso Juana Calfunao), utilizando niños como “escudo” frente a carabineros 620. 2. ¿Quién es enemigo ?. Enemigo, en concepto de Jakobs 621, es un ciudadano que por su posición, forma de vida, raza, religión o pertenencia a una organización, ha huido de manera duradera del derecho. Al haber huido de manera duradera de la ley y no meramente incidental, no garantiza seguridad cognitiva alguna, déficit que expresa a través de su conducta, y por ende, al encontrarse fuera del sistema, no tiene derecho a gozar de los beneficios del mismo: Esto es así pues Jakobs sostiene un concepto normativo de persona, que tiene su antecedente en lo que HOBBES entiende por enemigos: individuos que se encuentran en el estado de naturaleza cuya característica principal es la falta de seguridad cognitiva. Jakobs distingue entre individuo y persona. El individuo es real, y pertenece al campo ontológico. Mientras que la persona es irreal y pertenece al campo de lo deontológico. El individuo como tal pertenece al orden natural; es el ser perceptible por los sentidos tal y como aparece en el mundo de la experiencia. A este individuo cabría TVN en octubre de 2009 difundió ampliamente por televisión escenas de una ocupación de terrenos en la Araucanía en la que se mostraba un enfrentamiento con carabineros (primera imagen) luego un encapuchado con dos niños atrás (segunda escena) y luego vuelve a mostrar un enfrentamiento (tercera escena). Medios de información alternativos y organizaciones mapuche acusaron a la noticia de ser “un montaje” creado para “justificar” las denuncias realizadas por ONGs sobre los efectos de la violencia policial en niños. Precisamente la semana anterior existió amplia difusión y denuncias en medios de prensa alternativos respecto de bebes intoxicados con bombas lacrimógenas y un niño herido con perdigones. La noticia puede ser encontrada en el sitio web www.youtube.com bajo el título “Cobardes mapuche usan niños como escudos”. Información completa en www.mapuexpress.net (4-11-2009). 621 Jakobs, Gunther. “Derecho penal del ciudadano y derecho penal del enemigo”, en JakobsCanció Meliá, Derecho Penal del Enemigo, Madrid: Civitas, 2003, pp. 39-40. 620
ubicarlo en el estado de naturaleza hobbesiano, y su conducta tendría un carácter auto referente, es decir, no motivada por ningún deber u obligación. La persona, en cambio, no es algo dado por la naturaleza, sino una construcción social que implica representar un rol en la sociedad, y por ende, ser destinatario de expectativas normativas. Los individuos pasan a ser personas cuando su conducta se ajusta al cumplimiento de deberes existentes en interés del grupo, y es en virtud de este cumplimiento de deberes, que a la persona se le reconocen derechos. En otras palabras, la “persona” es distinto de un ser humano, y por eso sólo puede ser sujeto jurídico penal, quien obra de modo vinculante con el derecho. Ergo, todo individuo que no obre vinculado por el deber ha de quedar excluido del concepto de persona. Y la no persona, al no tener deberes, tampoco tiene derechos. El enemigo entonces, es una “no -persona”, una “criatura animal” (Lesch), que no tiene relación con el Estado ya sea porque siempre estuvo en estado de naturaleza (Hobbes), ya sea porque habiendo entrado en el pacto social, lo ha roto y se ha salido de él (Rousseau) 3. La lógic a Schmi tti ana en la teoría penal Penal del Enemigo. La idea de considerar al otro como enemigo no es nueva ni mucho menos invención de Jakobs. Ya en Schmit encontramos la idea de que “El enemigo es simplemente el otro, el extranjero (der Fremde)” 622 y que es de su esencia el ser “otro”, y siendo así, los conflictos que con él se tengan no pueden ser resueltos a través del sistema de normas preestablecido, ni a través de un tercero imparcial 623. El enemigo es el hostis (enemigo total) no el inimicus (simplemente no amigo) 624, y siendo así, está autorizada la intervención agresiva en sus derechos. Esta concepción tendenciosa de lo político en Schmitt se yergue como base de la Doctrina de Seguridad Nacional, en la que la idea de enemigo no es opuesta a la que sostiene Jakobs. Es más, hay una lógica schmittiana en la teoría penal del enemigo 625, tan visible como la lógica luhmanniana, y que en nuestro país comenzó hace más de tres Schmitt, Carl, “ El concepto de lo politico” , en Orestes, H. Carl Schmitt. Teólogo de la política, Prólogo y Selección de textos, Mexico: Fondo de Cultura Económica, 2001, p. 176. 623 Dice Schmitt “Basta a su esencia que sea existencialme nte, en un sentido en particular intensivo, algo otro o extranjero, de modo que en el caso extremo sean posibles con él conflictos que no puedan ser decididos ni a través de un sistema de normas preestablecidas ni mediante la intervención de un tercero des comprometido y por eso imparcial”. Schmitt, ídem.p176. 624 Idem, p.179. 625 Sobre el punto recomiendo vivamente el trabajo de Portilla Contreras, G.. “La Legitimación Doctrinal de la Dicotomía Schmittiana en el Derecho penal y Procesal penal del “Enemigo”, en AA.VV. Contribuciones críticas al sistema penal de la post modernidad. In memoriam Eduardo Novoa Monreal, Myrna Villegas D. (coord.), Santiago de Chile: Eds. Universidad Central de Chile, 2008. 622
décadas. Revisemos las palabras de uno de los más fervientes defensores de la DSN, el General Augusto Pinochet. ¿Cómo definía Pinochet a sus enemigos?. En su celebre texto “Política, Politiquería y Demagogia”, Pinochet decía: “ El sujeto que continuamente cuestiona, y mas que eso, permanentemente está buscando
justificaciones para su malsana rebeldía, está incapacitado para sujetarse a cualquier estructura. Hacerlo lo resiente…. No tiene claro el objetivo del cambio que proclama; empero, igual desea destruir, pues lo que él no acepta es el orden establecido. De ahí su ceguera y su andar desprovisto de sentido y racionalidad ” 626. Luego, cuando se refiere a l os “terroristas”, que en su concepto no eran otros que los partidos de la izquierda marxista, especialmente la leninista, indicó: “ Son seres anormales, aniquilados psicológicamente por su odio, el que vierten hacia la sociedad en nombre de los ‘principios’ que la organización les entrega.
Verdaderamente merecen lástima por el nivel de desquiciamiento de su condición humana…” 627
Encontramos en estas palabras los mismos tópicos que en el concepto jakobsiano: la incapacidad para sujetarse a las estructuras, la ceguera, la falta de racionalidad que no es otra cosa que el déficit de seguridad cognitiva. En suma. Recordemos que el disidente no era humano, sino un humanoide 628 contra el que se ejercía todo el rigor de la ley penal Trasladado a la cuestión que nos ocupa, mapuche históricamente ha sido considerado un ser inferior por sus adversarios en razón de su etnia. En 1859 El Mercurio declaraba que “(los araucanos) no es más que una horda de fieras, que es urgente encadenar o destruir en el interés de la humanidad y en bien de la civilización” 629. En 2005, Luchsinger, uno de los más acaudalados terratenientes de la Araucanía y víctima de numerosos atentados, repite ideas similares. Para Luchsinger mapuche es “ un depredador, vive de la naturaleza, no tiene capacidad intelectual, no tiene voluntad, no tiene medios económicos, no tiene insumos, no tiene nada (...). Entregándoles tierras no van a dejar de ser miserables 630.
Pinochet Ugarte, Augusto. Política, Politiquería y Demagogia, Santiago de Chile: Renacimiento, 1983, p.70. Lo subrayado es nuestro. 627 Idem, p. 103 628 Esta fue la célebre expresión del Almirante Merino, miembro de la Junta Militar, para referirse a los sectores marxistas, en sus declaraciones de prensa. 629 “ los hombres no nacieron para vivir inútilmente y como los animales selváticos, sin provecho del género humano; y una asociación de bárbaros, tan bárbaros como los pampas o los araucanos, no es más que una horda de fieras, que es urgente encadenar o destruir en el interés de la humanidad y en bien de la civilización”. (El mercurio, 7 junio 1859). 630 “ El indio no ha trabajado nunca. El mapuche es un depredador, vive de la naturaleza, no tiene capacidad intelectual, no tiene voluntad, no tiene medios económicos, no tiene insumos, no tiene nada (...). Entregándoles tierras no van a dejar de ser miserables. ¿Ha visto los campos que les entrega la Conadi? No queda nada, ni un árbol, no producen nada”. Diario la Nación, temas del Domingo, 31 de julio de 2005. 626
Por tanto, Mapuche es un “anormal”, un “depredador”, un “carente de intelecto”, un “improductivo”, es decir, una “no-persona”, un enemigo, pues en la medida que combate por las tierras antiguas huyendo de manera duradera del derecho, es decir, fuera de los cauces institucionales, no garantiza seguridad cognitiva (concepto normativo de persona) lo que lo lleva a estar palmariamente fuera del sistema, y de esta forma, el sistema puede intervenir de manera agresiva y dejar de respetar sus derechos. Esta idea es transversal al tratamiento que se ha dado a la cuestión mapuche por parte del Estado, específicamente en lo que se refiere al control punitivo, el que ha transitado desde aplicación de la Ley de Seguridad del Estado durante los primeros gobiernos de la democracia, hasta la aplicación de la ley de conductas terroristas (gobierno de Lagos) sin olvidar un trato penal durísimo mediante la legislación penal común (gobierno de Bachelet), llegándose a hablar de una verdadera “militarización” de las comunidades, especialmente de aquellas que se organizan para combatir. Por otra parte, hay una simbiosis entre la idea de “guerra total” propia de la DSN que obliga a intervenir militarmente en política cuando “lo permanente” y “no lo accidental” de la sociedad está en peligro. Esto explicaría que, a pesar de los compromisos de Bachelet en relación a no aplicar la ley de conductas terroristas a comuneros mapuche, compromiso que duró menos de un año (2006-2007) ésta resurge con fuerza en 2008 para castigar manifestaciones de estudiantes pro mapuche en Temuco, siendo invocada luego por el Ministerio Público para la calificación jurídica de la mayoría de los actos de violencia acaecidos al Sur del Bío Bío. Esta idea de “guerra total” contra el enemigo permitiría explicar los intentos por hacer partícipe a la sociedad chilena de un problema que estiman nos compete a todos 631. Ciertamente que el respeto a nuestros pueblos originarios es algo que compete no solo al Estado de Chile sino también a la sociedad chilena. Sin embargo mucho me temo que la difusión de noticias en un determinado sentido no pretende realzar este valor, y mucho menos intentos de reparación por siglos de discriminación, sino más bien crear verdaderos frentes de solidaridad ante el enemigo común, identificado esta vez con el “terrorismo”632. Esta idea de guerra total permite explicar los excesos de violencia policial que alcanzan a niños (considerados los futuros continuadores de las luchas por las tierras antiguas, algo así como “el germen de la violencia”), así como la criminalización del ejercicio legítimo – si bien no legal- de un derecho (la reconstrucción del territorio ancestral). Recordemos que la mayoría de las muertes de comuneros han acaecido en el marco de ocupaciones ilegales de terreno: Alex Lemún (2006), Matias Catrileo (2008, Fundo Santa Margarita, propiedad de Luchsinger), y recientemente la muerte del comunero Mendoza Collío (2009, Fundo san Sebastián, Sector Bajo Malleco). Muertes todas las cuales han sido catalogadas como “uso excesivo de fuerza por parte de Véase al respecto el reportaje transmitido por Chilevisión “Arauco Indómito” (10 de noviembre 2009), disponible en www.chilevisión.cl (fecha visita 30 noviembre 2009). 632 Ya tenemos creados a nivel de sociedad civil verdaderos frentes de solidaridad ante la delincuencia contra la propiedad y contra el narcotráfico. La denominada “puerta giratoria”, discurso esgrimido por los sectores mas conservadores de la sociedad trasunta hoy por hoy a todos los sectores sociales, y es compartido por la mayoría del ciudadano común. 631
carabineros”, sin reparar en que mas que uso de fuerza es un auténtico “abuso de poder” que culmina con la comisión de un delito (homicidio). Esta forma de razonamiento jurídico es la que ampara el derecho penal del enemigo. 4. La criminalización del pueblo mapuche en cuanto “resistencia”.
La represión que ejerce el Estado en la cuestión mapuche aparentemente es selectiva, pues se dirige solo a las resistencias que se han organizado al margen de las vías institucionales, tendiendo a neutralizarlas o suprimirlas, por lo que desde la objetividad la práctica discursiva en el gobierno y en los medios de comunicación niegan una criminalización de las demandas mapuche. Sin embargo, los efectos de la represión alcanzan a comunidades enteras, y en definitiva a todo el pueblo mapuche. El control social que asume la estrategia biopolítica respecto de mapuche responde al modelo sinóptico633, que intenta – mediante la seducción- desactivar a los elementos más permeables de dicho pueblo. El Estado interviene, administra y dirige la vida de las comunidades a través de la política de tierras de CONADI, del Programa Orígenes y otros, que no solo hace que las comunidades mapuche deban adquirir personalidad jurídica, cambiar sus nombres en mapudungun (p.ej. la comunidad de Pitrelawe ante CONADI es Juan Catrileo), crear al “presidente” de la comunidad, e n circunstancias que históricamente su jefe es el “lonko”, sino además les obliga a presentar demandas territoriales a la espera que el Estado compre a los privados los territorios ancestrales que les pertenecen, aplicándoles además una política de relocalización. Esta política de relocalización es fuente de los graves conflictos inter comunidades, y sin duda para nada responde a la demanda de reconstrucción de territorio ancestral y que tiene su asidero legal en el Convenio 169 OIT, ratificado por Chile. El pleno reconocimiento y respeto a los derechos de los pueblos indígenas en nuestro país solo puede conseguirse mediante un ajuste constitucional que les reconozca autonomía en las tierras antiguas. Y la reconstrucción del territorio ancestral hace necesaria una ley expropiatoria en plena concordancia con la garantía constitucional del derecho de propiedad (art. 19 Nº24 de la Constitución y la autorización para expropiar en casos de interés nacional) y el debido respeto a los tratados internacionales de derechos humanos (art. 5 inciso 2 de la Constitución en relación con Convenio 169 OIT) 634.
633
“La sociedad de productores y la sociedad de consumidores, la primera vehiculada mediante la disciplina y la segunda mediante el control. La sociedad de productores tiene en la vigilancia su principal tecnología de poder –mediante el panóptico- mientras que la sociedad de consumidores lo tiene en la seducción – mediante el sinóptico. Mientras que la primera vehicula el deseo como carencia de un objeto a obtener a largo plazo, la segunda vehicula cortas, pero intensas experiencias de placer.”. Gil Rodríguez, Eva Patricia “ Simulacro, Subjetividad y Biopolítica: De Foucault a Baudrillard”, en Revista “Observaciones Filosóficas” disponible en formato electrónico en http://www. observacionesfilosoficas.net/simulacrosubjetividad.html 634 En tal sentido comparto plenamente la idea de Nancy Yáñez F., profesora de antropología jurídica, abogada y co. Directora del Observatorio ciudadano, vertida en una ponencia durante el
El control punitivo que se ejerce contra las “resistencias” responde al modelo panóptico, traduciéndose en una suerte de “militarización” de las comunidades mas activas . La violencia policial que se ejerce en los procedimientos, con la ausencia de un pronunciamiento claro en su contra por parte del sistema judicial, y avalado por el resto de las instituciones del Estado, unido a la “guerra de desgaste” a que refieren alg unos comuneros, guarda cierta similitud con la táctica que vino a legitimar la Doctrina de Seguridad Nacional, la que no solo autoriza el uso de violencia, incluso extrema, contra el enemigo, sino que también adopta el concepto de “guerra de desgaste” de l a estrategia maoísta. 5. Comentari o Final.
El derecho penal del enemigo desde un punto de vista lógico argumentativo resulta prácticamente perfecto, un sistema redondo y ordenado, pero al mismo tiempo peligroso por cuanto debido a su “neutralidad” es posi ble de aplicar tanto por gobiernos totalitarios como democráticos. Esta aparente “neutralidad ideológica” queda inmediatamente desvirtuada a la luz de los lugares y situaciones a los que se aplica, y de las personas a quienes se aplica. Principalmente es aplicado por los EE.UU. a los prisioneros talibanes confinados a las torturas de Guantánamo, pero también en latinoamérica en países como Colombia. En el caso chileno, existen abundantes manifestaciones del derecho penal del enemigo en el tratamiento jurídico que se ha dado a los ilícitos acaecidos en el marco de la demanda territorial por las tierras antiguas. Desde la clara incidencia de los medios de comunicación social (derecho penal simbólico) hasta el exacerbado punitivismo (severidad en las penas de la ley 18.314 sobre conductas terroristas, modificaciones al delito de abigeato). Entre sus características clásicas, el adelantamiento de la punibilidad (ley 18.314), severidad en las penas (delitos de incendio común y de incendio terrorista, dentro de los recurrentes), y la relativización de garantías (excesos en el uso de la fuerza por parte de carabineros durante los procedimientos que van desde destrucción de enseres domésticos y comida, hasta golpes a los comuneros, malos tratos de obra a mujeres y niños, insultos racistas). Hay una perversa simbiosis teórica y práctica entre la DSN y el Derecho penal del enemigo, pues si la DSN como estrategia y la tesis del enemigo interno se crea al amparo de la guerra de Argel para legitimar una táctica brutal de exterminio que ya venía aplicándose por los norteamericanos a través de la Escuela de Las Américas, y con mucha fuerza en los gobiernos autoritarios y totalitarios, el Derecho penal del Enemigo nace como la estrategia destinada a legitimar la practica habitual de suspensión de garantías en el caso de las “resistencias” al biopoder en las democracias, cuando sus demandas representan un peligro real o potencial al proceso de acumulación de riqueza, y asumen formas organizadas al margen de la institucionalidad para oponerse al mismo.
Seminario “Conflicto mapuche y derecho penal” (21 octubre 2009), Au la Magna, Facultad de Derecho. Universidad de Chile
Mapuche, al defender su cultura y estilo de producción se opone a una forma de vida, se opone a un régimen económico y social establecidos, al orden social y jurídico de los sectores dominantes en la sociedad. En el conflicto mapuche es lo permanente y no lo accidental lo que se disputa: la propiedad privada. Mapuche – organizado- representa un escollo en el proceso de acumulación de riqueza que llevan a cabo las empresas forestales y los grandes grupos económicos. La guerra contra mapuche es entonces una “guerra total” como en la Doctrina de Seguridad Nacional.
El modelo… ¿o el desafío a ser modelo?
Rodrigo Sánchez Edmonson Mario Sobarzo Morales A la democracia en general la salva el número de ciudadanos (…), en cambio la olig arquía, por el contrario, debe encontrar su salvación por medio de la buena organización. Aristóteles, Política. Las estrategias implementadas por los centros de poder globalizados, tales como Fondo Monetario Internacional (FMI), banco Mundial (BM), Banco Interamericano del desarrollo (BID), etc., cambiaron sus formas de intervención a partir de la caída del bloque soviético o el derrumbe del socialismo practicado en una parte del orbe y de un contexto histórico real. La doctrina de seguridad nacional mutó de una fórmula de intervención excepcional, debido a la inseguridad interna, en una fórmula legítima de combate contra la delincuencia, el narcotráfico, el terrorismo, etc. Como lo señala Perry Anderson 635 después de la caída de la URSS, los binomios ideológicos: capitalismo-democracia y socialismo-totalitarismo, se separaron, quedando al descubierto que las luchas por la liberación nacional eran distintas a la Guerra Fría. Pero, el escenario de unipolaridad vino aparejado del sinceramiento en la autocomprensión ideológica 636 del capitalismo, y su incapacidad de generar democracia, construyendo en su reemplazo un sucedáneo que se sustenta en un padrón electoral envejecido y el control del deseo a través de la captura de la imaginación. Esta capacidad de administrar y gerenciar a la población 637 es lo que el capitalismo construyó como Biopoder.
635
Anderson, Perry “Alternativas en la guerra contra el neoliberalismo y el neoimperialismo: La batalla de las ideas en la contrucción de alternativas”. Revista Tareas, no. 116, CELA, Centro de Estudios Latinoamericanos `Justo Arosemena´, Panama, 2004. 636
http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/tar116/perry.rtf
Para la idea de unidad entre capitalismo y globalización: Braudel, F. La Dinámica del Capitalismo, Ed. FCE, México, 1986. Wallerstain, I. El Capitalismo Histórico. Ed Siglo XXI, México, 1988. Para la falsa novedad del concepto de ideología y el recordatorio de su descripción en Marx y Engels, véase: Alba Rico, S. Capitalismo y Nihilismo. Ed. Akal. España, 2007. Págs. 32 – 33. 637 Para la idea de población y su relación con el hacer vivir, véase Foucault, M. Seguridad, Territorio, Población, FCE, Argentina, 2006, especialmente la clase del 5 de Abril del ’78.
Desde esta perspectiva, lo que proponemos es una mirada centrada en dos ámbitos: Primero; una caracterización del periodo histórico y; en segundo lugar, una perspectiva de intervención práxica. En lo que concierne al 1º lo analizaremos siguiendo el enfoque gramsciano, es decir diferenciándolo en ámbitos: económico, político e ideológico. Ámbito Económico: la implementación de pol íticas neoliberales A partir de los gobiernos conservadores en Inglaterra y EE.UU., el neoliberalismo que había comenzado a implementarse en Chile, adquiere implicancia mundial 638, lo que redunda en que la unión entre sistema de disciplinamiento social y aplicación de la economía desregularizada se convierte en la fórmula a ser aplicada en las economías dependientes. En el caso de Chile, el proceso de “democratización” coincide con la crisis del bloque socialista, lo que le entrega un aporte ideológico a la implementación de una democracia basada en un acuerdo tácito entre el mantenimiento de la economía neoliberal y los mecanismos de disciplinamiento autoritarios de la dictadura de Pinochet. Sin embargo, la nueva estrategia de gobernabilidad centró sus modos de intervención social en el mismo Ministerio que la dictadura le entregó a los economistas neoliberales: MIDEPLAN. Así, la unión entre neoliberalismo e intervención social focalizada, más la ampliación del consumo, ejecutada por la socialdemocracia 639, permitieron la construcción de un engendro de sistema político, donde los jóvenes entre más pobres sean, menos participan 640. En este contexto analítico los aspectos que corresponden al ámbito económico incluyen la necesidad de una nueva clase tecnocrática 641 capaz de administrar la complejidad sistémica y las crisis permanentes del sistema capitalista 642. Chile representó en los ’90, una nueva punta de lanza en la privatización de las áreas sociales, lo que se justificó mediante la conversión del discurso: de ahora en más estos serían servicios, los receptores serían consumidores, y la razón para su privatización sería el mejoramiento de 638
Para una buena síntesis de los autores y el modo en que esto sucede en Chile: Valencia Palacios, Marco “Revolución neoliberal y crisis del Estado Planificador. El desmontaje de la planeación urbana en Chile. 1975-1985”. Revista Electrónica DU&P, Diseño Urbano y Paisaje Volumen IV N°12, Centro de Estudios Arquitectónicos, Urbanísticos y del Paisaje. Universidad Central de Chile, Santiago, Chile. Diciembre, 2007. La discusión propuesta por el autor adolece del rol dominante y preponderante de la Comisión Tricontinental, como sociedad secreta y que plantea el tema de la gobernabilidad. En este libro, el trabajo de Paula Aguilar se centra en esto. 639 Una discusión acerca de la socialdemocracia se puede construir a partir del impacto del libro Giddens, A. La Tercera Vía, que coincide con la llegada al poder en distintos países de lo que se conocería posteriormente como El Club de Madrid. 640 Toro Maureira, Sergio. “La inscripción electoral de los jóvenes en Chile. Factores de incidencia y aproximaciones al debate”. [citado 28 Octubre 2007]. Disponible en: www.cieplan.cl/inicio/codigo.php?documento=jovenes.pdf&PHPSESSID=fdd092d2d5aeb3a 62c90f06831ba8415 641 La discusión sobre el desarrollo de cuadros técnicos que se apropian del sistema de gestión estatal para desarticular al mismo Estado comienza con la implementación del neoliberalismo, sin embargo, con la llegada al poder de Ricardo Lagos, dicha tecnocracia adquiere una función ideológica total: el postgrado es la condición para entrar en ella, no la pregunta por la política. El sistema se vuelve inmanente a sí mismo. 642 Para un análisis clásico de esta tendencia a la crisis y su necesidad de reorientarla en términos de sentido, véase: Habermas, J. Problemas de Legitimación en el Capitalismo Tardío, Amorrortu ediciones, Argentina, 1998.
la calidad. Pero, la realidad detrás de esta interpelación ideológica, es la acumulación impresionante que el neoliberalismo posibilitó al sector financiero y minero. Las empresas de mayores utilidades en Chile entre los años 2004 y 2007 reconocen haber llegado a aumentar sus ganancias en un 7200% (sic) para el caso de Almendral. Como lo señala El Mercurio: El grupo -compuesto por 31 firmas- muestra un avance en sus ganancias cercano al 135%, alcanzando, en conjunto, más de US$ 20.200 millones, cifra que más que duplica los US$ 8.265 que las mismas ganaron en 2004. El amo y señor fue la banca. El alza en las colocaciones de los últimos años permitió que cuatro compañías elevaran sus ganancias bordeando o superando 1.000%: Santander, Banco Chile, BCI y Corpbanca. 643 Por desgracia, existe una segunda economía, que además es la que da el empleo a más del 80% de la población: la de las Pequeñas y Micro Empresas (PYME’s). Las tasas de crecimiento de ellas son, en su mayorìa negativas en un mercado que les restringe y encarece el crédito, que las obliga a competir con un oligopolio que cruza los Medios de Comunicación y la Minería, la Banca y la Educación, etc. Es a esto lo que le denominamos el predominio del sector primario-terciario, expresado en la ideología del empresario de sí mismo: El hombre del consumo no es uno de los términos del intercambio. En la medida en que consume, el hombre del consumo es un productor. ¿Y qué produce? Pues bien, produce simplemente su propia satisfacción. 644 Como lo señala Chomsky 645, el sistema construyó “verdad duradera” que naturalizó lo social, o dicho de otra forma: naturalizó la historicidad humana real, y en conflicto constante. Vale recordar que Joseph Stiglitz, Premio Nobel de Economía luego de recibir dicho premio el año 2001, escribe el malestar de la globalización criticando el rol de los Estados Unidos y el FMI sobre el resto de los países. Otro laureado, con el mismo premio, A. Tobbins, plantea que la solución a los problemas derivados de la economía globalizada puede ser implementada a partir del cobro de un impuesto a la tasa de ganancia en las transacciones financieras, lo que permitiría además un control de las 2/3 partes de ellas, que se deben a movimientos extralegales. Después de todo, no es de extrañar que a pesar del optimismo de los ’90, hoy, el 20% más rico se siga llevando el 40% de la riqueza mundial. Lo que en chile es más restringido aún, sólo el 10% basta para acumular ese porcentaje 646. El mismo estudio para la Región Metropolitana señala 643
Grandes empresas que operan en Chile duplican sus utilidades entre 2004 y 2007. Fuente: El Mercurio. Cuerpo B. ECONOMÍA Y NEGOCIOS. Viernes 29 de Febrero de 2008. 644 Foucault cita a Gary Becker en Foucault, M. Nacimiento de la Biopolítica, FCE, Argentina, 2007, p. 265. 645 Chomsky, Noam y Dieterich, Heinz. La Sociedad Global: Educación, mercado y democracia, Ed. Planeta, México, 1996. 646 “La evolución del índice D10/D1, señala que en 1990 el ingreso medio del 10% más rico de los hogares de la RMS equivalía 30 veces el ingreso medio correspondiente al 10% de los hogares más pobres. Hacia el año 2000 esta relación crece a casi 39 veces (pese a
que la diferencia entre los ingresos promedios de los deciles 9 y 10 se amplía entre el año 1990 y 2006: Si en el año 1990 la diferencia entre los ingresos medios de los deciles 9 y10 era de $ 383,6 mil (en moneda del año 2006) durante el año 2006 esta diferencia se amplía a $ 808,7 mil” 647. Como ya lo señalábamos al hablar de las ganancias de las grandes empresas trasnacionales, el capital en Chile tiene un modelo eficiente de rentabilización, unido a una estrategia eficaz desde el punto de vista comunicacional, que vuelve legítimo el proceso de concentración acelerada de riqueza especulativa. El ejemplo de Banco Chile y su auspicio a la Teletón es el ejemplo más claro de ello. La concentración oligopólica en los Medios de Comunicación se ha visto reforzada con el desarrollo de centros de pensamiento que están financiados por los principales grupos de poder económicos, sociales y políticos, los que “sorprendentemente” coinciden 648 en los apellidos de sus dueños, integrantes y sociedades financistas. El poder se concentra en una suerte de fuerza centrípeta que termina por generar un vacío de temporalidad: todo parece la eterna repetición de un instante sin tiempo, una instantánea de un “mall”, con sus zonas para estacionar, comer, cagar, rezar, hacerse un examen médico, etc. indiferenciados 649. El capital expande sus redes locales e internacionales. Según Emir Sader Sin embargo, si hemos aprendido a leer las transnacionales económicas con dificultades, eso aumenta en las militares: aún no hay una investigación suficiente que nos permita comprender la funcionalidad y modo de operación de ellas, y cuyo mejor ejemplo es la OTAN y su fragmentación unilateral de Yugoeslavia por motivos “humanitarios”. Se utiliza el discurso de la corrección política para destruir la soberanía nacional 650 que no es útil al interés de los centros de control. Las ciudades en este contexto de neoliberalismo de guerra, para usar la imagen de Pablo González Casanova 651, pasan a convertirse en zonas marginales intervenidas que en ese período de diez años la pobreza regional disminuyó de 33,0% a 15,1%) y en el año 2003 ya casi bordea las 40 veces. Recién en el año 2006 se observa un quiebre de esta tendencia al bajar la relación anterior a 33 veces. La tendencia seguida por el índice D10/D40 es muy similar, esto es, ascenso de la relación de desigualdad desde 1990 hasta 2003 y disminución en el año 2006. Análogamente a los dos índices anteriores, el índice de Gini crece de 0,53 en el año 1990 hasta 0,57 durante el año 2003, para caer posteriormente en el año 2006 a 0,54.” REGIÓN METROPOLITANA DE SANTIAGO EVOLUCIÓN DE LA DESIGUALDAD DE INGRESOS 1990-2006: RESULTADOS ENCUESTA CASEN. MIDEPLAN, Agosto de 2008. Pág. 4. 647 Ibíd. p. 6. 648 Véase: “La influencia de los Think Tanks en el sentido común educativo” en: http://www.opech.cl/editoriales/2008_09/2008_09_06_Think_Tanks.pdf 649 Alba Rico describe a nuestra sociedad como la 1ª en que la escasez ha llevado a la indiferenciación entre cosas de comer, cosas de usar y cosas de admirar. Para sus referencias: Alba Rico, S. La ciudad intangible. Ensayo sobre el fin del neolítico, Editorial de Ciencias Sociales, Cuba, 2004. 650 Anderson, P. Op. cit. 651 González Casanova, Pablo. “Democracia, liberación y socialismo: tres alternativas en una”. En: OSAL: Observatorio Social de América Latina, N º 8. Buenos Aires, CLACSO, 2002. En: http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/osal/osal8/casanova.pdf
policialmente652, económicamente 653, culturalmente, etc. El impacto en las formas de habitar de quienes viven en las ciudades globales es tan tremendo que se paga con la angustia ante el cambio 654 , que se intenta solucionar con botones de pánico, guardias privadas y tantos otros mecanismos que atacan el síntoma, pero no la causa. Las raíces estructurales de la desigualdad nos llevan a la pregunta por el modo en que opera el sistema político chileno y su bloque de poder hegemónico. Ámbito Político Las estrategias político-sociales, o gubernamentales (según el paradigma analítico que se quiera utilizar) se construyen sobre un sistema altamente restringido de participación política que casi parece copiado de Aristóteles, “el filósofo”, como le llama la tradición conservadora a la que pertenecía Jaime Guzmán, el creador de la institucionalidad de la dictadura. En los gobiernos oligárquicos los ricos desincentivan la participación, haciéndola gravosa: poniéndole multas a no participar, por ejemplo. Pero, también una democracia protegida, construida sobre la adhesión por apatía. Sucedáneos de democracias, secuestradas por la minoría, los ancianos, los ricos, la aristocracia silenciosa, que no es objeto de farándula, porque son los dueños de ella, los creadores de ella. Que viven de la desarticulación del movimiento popular, anticipándose a los anticuerpos, a las resistencias que él crea. No es posible entender la gran eficacia del neoliberalismo en Chile sin olvidar que la acumulación y el poder se sostiene en la desarticulación del movimiento social con sistemas no de normalización, ni de normación, siquiera. Sencillamente, sistemas terroristas que operaban sobre el miedo, el disciplinamiento y la higienización. Es por ello que la estrategia de biopoder, aplicada a partir de la tecnocracia que se instaló en el Estado, se planteó como objetivo la dislocación del poder como su modo de territoralización: las fuerzas represivas aprendieron a operar con los mismos niveles de operatividad y movimiento, con los que lo hacían las fuerzas de resistencia militar, que habían combatido a la dictadura. Pero, como 2º objetivo paralelo, se construyó sobre la multiplicación de las instituciones no electivas (Banco Central, Contraloría General de la República, etc.) y su legitimación ideológica. ¿De quién depende el Banco Central? ¿O acaso, es autónomo? ¿Autónomo de quién, o de qué? No se debe olvidar que uno de los fundadores del club Mont Pélerin (Karl Popper) fue el creador del método de legitimidad técnica conocida como neopositivismo. Sin esa construcción epistemológica no es posible sustentar la subjetividad neoliberal del empresario de sí mismo. Ello porque la teoría de la elección racional supone que, en la El término emergencia unido al nombre es la mejor muestra de ello: La Legua-emergencia, por ejemplo. Una perspectiva bastante oscura de esto lo muestra la excelente película brasileña Tropa de Elite (2007) del director José Padilha. 653 Véase Sobarzo, M. “Gubernamentalidad Patrimonial”. DU&P, Nº 13. Abril, 2008. En: http://www.ucentral.cl/dup/pdf/13_gubernamentalidad.pdf 654 Bruno, Daniela y Luchtenberg, Erwin. “Sociedad Pos-disciplinaria y Constitución de una Nueva Subjetividad, un Análisis de los Discursos de “Autoayuda” y del nuevo Management desde la Perspectiva de Michel Foucault”, Revista Nómadas Enero-Junio nº 13, Universidad Complutense de Madrid. 2006. También el texto de José Solís en este libro. http://redalyc.uaemex.mx/redalyc/src/inicio/ArtPdfRed.jsp?iCve=18101306 652
medida que el sujeto decide “pensando”, lo hace maximizando el bienestar, pero no cualquiera, sino estrictamente el económico. Es decir, hace de sí mismo su propia empresa, y es por ello que busca la reproducción de él con una igual 655. En el fondo es un proceso de fusión interempresarial, o como los llamaban en la Edad Media, un matrimonio real. Con la instalación del discurso sobre la delincuencia, como interpelación ideológica a una sociedad que está en shock ante el horror no procesado 656, más la massmediatización de la idiotez, volviéndola funcional, la democracia aparece como siempre frágil. El horror está ahí, por lo que es mejor desplazarlo y ver sólo el síntoma, no la causa: a cada cual según sus circo, de cada cual según sus miedos. Es este el punto de entrada para el análisis del tercer ámbito involucrado, el ideológico-cultural. Ámbito Ideol ógico-cultural Como lo han mostrado los diferentes aportes generados desde el campo de la comunicación 657, la teoría crítica y las Ciencias Sociales en general, nuestro sistema es extremadamente eficiente en la publicidad que exacerba la compulsividad: el deseo se satisface ansiosamente. Lo que coincide casi perfectamente con la propia realidad sexual que construyeron los Medios, la opinión publicada. Sin embargo, la ideología logra maquillar que habitar esos mundos de fantasías sería un horror, lo que se muestra en el alto nivel de frustración de las y los “exitosos”, expresados en sus “series de culto”, en sus revistas de farándula y en la última intervención estética, para compensar el horror ante su propio rostro. No se puede convivir con el horror diario, ser responsable (es decir, tener éxito), y aún seguir viéndose como un ser humano. Eso es el empresario de sí mismo, aquel al que le parece maravilloso el capitalismo, que está fascinado en la imagen del horror vertiginoso de una montaña rusa existencial. Necesita olvidarse de sí mismo un rato. No es casual que Chile muestre cifras sobre stress, angustia, adicciones, depresión, se sustentan en el horror a la mirada del otro. Sea este el deli ncuente, el “paco”, el patrón, o un súper -yo sádico y cruel. La experiencia paranoide es la normalidad. Mirarse sin reconocerse, sin ver lo mestizo en el espejo, es conmoverse ante el gesto de Michael Jackson. Fascinarse en el horror que la fronda aristocrática y sus luchas entre liberales y conservadores resolvió por medio de esta alianza en los negocios, la política y el “amor”. Después de todo si la conveniencia es el máximo sentimiento para este empresario de sí, es natural que la política le parezca comercio, y la educación un negocio. ¿O aún hay dudas, en que no solamente destruyeron un sujeto, sino que construyeron biopoliticamente otro sujeto, como el de hoy? Ahora bien, si este es el diagnóstico, la pregunta que surge es ¿será posible la resistencia?, a nuestro juicio sí es posible, de hecho se resiste. Es más, con el simple hecho de oponernos a este modelo, estamos resistiendo. El problema es saber si este Véase González, Juan. La educación en el liberalismo autoritario, la mercantilización como estrategia de control. En este libro. 656 Murillo, S. Colonizar el Dolor. La Interpelación Ideológica del Banco Mundial en América Latina. El Caso Argentino de Blumberg a Cromañon, CLACSO Libros, Argentina, 2008. 657 Las y los profesores Nelly Richard, Carlos Ossa, Víctor Silva, José Solís, por nombrar sólo algunos panelistas de este Coloquio. 655
tipo de resistencia es constituyente de un poder paralelo al neoliberalismo en nuestro país. Esto último es materia de la política y no sabemos si es desde la academia chilena en que se constituye.
X.- PALABRAS FINALES Crítica, poderes y resistencias Nelly Richard
Hablar de “poderes” y de “resistencias” es referirse, por un lado, a l ógicas de dominación y subyugación y, por otro, a las prácticas contradominantes que desafían la hegemonía de sus discursividades oficiales. A estas prácticas de refutación de lo hegemónico se les suele llamar “prácticas críticas”. Interesa preguntarse c uál es la fuerza de diferenciación y de oposición con la que pueden actuar estas “prácticas críticas”, en un mundo en el que la dominante capitalista nos sugiere que es el alcance de su nueva figura del “poder en red” se percibe hoy ilimitado –sin límites. Primero, ¿a qué llamarle “poder en red”? A un poder circulatorio que lo atraviesa todo (instituciones, mercados, cuerpos, pantallas, subjetividades, tecnologías, etc.) debido a lo ramificado y miniaturizado de sus flujos. Más allá de las grandes máquinas de representación tradicionales (Nación, Estado, Familia, Partido, etc.) que producían identidad en torno a referentes estables y coherentes, la globalización mediáticoa penetra hoy en los microterritorios difusos de las relaciones cotidianas para absorber segmentos ínfimos de su empresa de modelización de la subjetividad cultural. Félix Guattari usó la fórmula de “Capitalismo Mundial Integrado” para designar la expansividad y conectividad de esta dominación capitalística cuyas interacciones constantes se juegan a nivel de articulaciones móviles; unas articulaciones dispersas e híbridas que desterritorializan los “centros” donde antes se concentraba la soberanía del poder, para infiltrarse en los pliegues y estratificaciones de múltiples líneas de identidad y subjtetivación. Hardt y Negri, a su vez, insisten en que “en contraste con el imperialismo, el imperio no establece ningún centro de poder y no se sustenta en fronteras o barreras fijas. Es un aparato descentrado y desterritorializador de domini o … que maneja identidades híbridas, jerarquías flexibles e intercambios plurales a través de redes adaptables de mando” 658. 658
Michael Hardt y Antonio Negri, Imperio, Buenos Aires, Paidós, 2002. p. 14.
Según Hardt y Negri, la multilinealidad descentrada del poder del Imperio que extiende su dominio más allá de los límites circunscritos y estructurados de las instituciones sociales, obliga las prácticas de contra-poder a ser tan ubicuas como él. Para los autores de Imperio y Multitud, sólo lo “ilimitado” del movimiento de la fuga, del escape, que construye la ficción del éxodo como no sujeción al control del territorio, sería capaz de replicarle al Imperio “en su mismo nivel de generalidad ” 659. Es esta concepción del contrapoder la que me gustaría discutir aquí, replicándole lo que señala Chantal Mouffe rescatando a Dorreen Mssey: “el espacio globalizado es un espacio “veteado”, con una diversidad de sitios donde las relaciones de poder se articulan en configuraciones específicas locales, nacionales y regionales. La diversidad de puntos nodales exige una variedad de estrategias, y la lucha no puede ser concebida simplemente a nivel global” (Mouffe. P. 121). El Imperio de Hardt y Negri exalta la abstracción transmóvil del “no lugar”, haciendo del simple abandono de las configuraciones de poder un relato espontáneo de la insurgencia política y revolucionaria. Hardt y Negri celebran la transmutación de “todos los lugares” en el “no lugar ” de la resistencia multitudinaria y fluyente que, bajo el nombre de “multitud”, se contrapone a lo organizado en un punto fijo. Me parece que es ta generalidad abstracta del “no lugar” invisibiliza tanto la particularidad contingente de las marcas que acotan las zonas de efectuación del poder como el gesto crítico, siempre ubicado y situacional, que busca des-acotar esas marcas. La nomadología sin fronteras de Imperio prescinde de toda “teoría del contexto”, en el sentido que le da A. Appadurai: una teoría que nos diga “a partir de qué, en oposición a qué, a pesar de qué o en relación con qué “ 660 se produce una articulación espaciotemporal de situaciones y efectos. Sin esta teoría del contexto, es difícil que el “aquí -ahora” de las intervenciones críticas – siempre en relación con- genere unan “micropolítica” del acontecimiento que tenga la capacidad disruptiva de atentar contra los marcos de lo establecido. Lo infinito del “no lugar” de Hardt y Negri, lo indelimitado e ilimitado de “todos los lugares”, crea un vasto mundo sin fronteras que llama a deambular por todas sus redes sin que haya tope al deseo nómade de la libre-circulación. Sin embargo, las vinculaciones y las interconexiones entre fronteras dependen siempre del agenciamiento de un diagrama, entendido éste como la organización espacial de un mapa de desplazamientos y de emplazamientos tácticos de las localizaciones, que nunca puede prescindir del marco que fija las relaciones entre un exterior y un interior. Entregado al vértigo de lo inconmensurable, Imperio no les presta atención a las gramáticas de producción de las nuevas subjetividades críticas que son siempre subjetividades en proceso y en situación. Un argumento en contra de Hardt y Negri plantea que del espontaneismo de una multitud que ellos postulan como siendo de por sí revolucionaria vacía a la política de la carga de incertidumbre que lleva la proyectividad del cambio. Del mismo modo, la infinitud de un espacio sin recortes de contexto desdibuja el ejercicio de identidad –o de contraidentidad- de los sujetos, siendo dicho ejercicio de identidad o de contraidentidad una práctica siempre localizada y corporizada en función de determinados enfrentamientos 661. La teoría feminista –que Hardt y Negri tienden más bien a ignorar- ha sabido rebatir “la visión desde ningún lugar y desde todas las posiciones” (Donna Harraway). Esta visión deslocalizada es la que inspira a los 659 660 661
Op.Cit. p. 196. Appadurai. p. 192 Daniel Bensaíd, Clases, Plebes, Multitudes, Santiago, Palinodia, 2006. p. 49
universalismos abstractos y a los globalismos utópicos que se fundan, como en el caso de Hardt y Negri, en el “estar más allá de toda medida” 662. El “estar en contra en todas partes” -como una simple afirmación voluntarista del deseo de emancipación- no calza con lo que plantea D. Harraway como necesidad de una política de “la localización, el posicionamiento y la situación”: una política que concibe a la identidad como “la continua encarnación finita de vivir dentro de límites y contradicciones” 663 que sólo son transformables desde el plural múltiple y fluctuante de actos de resistencia, negociación y antagonismos que deben siempre ser particularizados en función de “ situaciones concretas y del conflicto dominante que las caracteriza” . ¿Qué le podemos contra-argumentar a Imperio? Que no hay ninguna garantía natural de que baste el significad o del “estar en contra” para liberar significados disruptivos que socaven el sistema, en ausencia de una teoría concreta de los agenciamientos políticos que arman las mediaciones. Ernesto Laclau tiene razón al decir que que “la gente nunca está sólo “en contra”, sino que está en contra de algunas cosas determinadas y a favor de otras, y la construcción de un “en contra” más amplio sólo puede ser el resultado de u na extensa guerra política de posición (que, por supuesto, puede fracasar)... Como –en Imperio-” las luchas verticalmente separadas no necesitan estar horizontalmente vinculadas, esto conduce a la desaparición de cualquier tipo de construcción política” El contenido emancipatorio de las luchas de identidad y de las fuerzas de subjetivación no está garantizado de antemano ni depende de la simple exaltación del deseo. Por lo tanto, la potencialidad transformadora de los vectores de conflicto que agitan sectorialmente las micropolíticas de intervención debe siempre poder calcularse (aunque –obviamente- sin certeza de resultados). Ese cálculo táctico de un margen de opcionalidad que se ubica en el filo que separa lo determinado de lo indeterminable, no puede llevarse a cabo en un mundo “del más allá de toda medida” 664 que se salta la cuestión de los límites y de las delimitaciones. Entre la “máquina abstracta” y los “agenciamientos concretos”, dice Deleuze “no hay diagrama que no implique, al lado de puntos que conectan, puntos relativamente libres o liberados, puntos de creatividad, de mutación, de resistencia” 665. En el diagrama hipercapitalista, no todo se encuentra igualmente saturado (existen siempre puntos de mayor vulnerabilidad), por mucho que digan lo contrario las tesis postapocalípticos de lo sublime que postulan la globalización capitalista como una totalidad sin ranuras. Es tarea de las prácticas críticas de oposición detectar estas zonas de perforación en las mallas del poder (económico y semiótico) a través de las cuales experimentar localmente con el rechazo y la alteridad. La teoría del no-lugar no sabe de las rupturas microlocalizadas (de posicionamiento y contexto) cuya valencia de cambio es siempre situacional, ya que –tal como dice Edgard Said- es “en el el encuentro directo con una u otra geografía, configuración o problemática específica cuando se libran e incluso se ganan las batallas” 666 . 662 663 664
Imperio, p. 336 Dona Harraway, Ciencia, cyborgs y mujeres. La reinvención de la naturaleza. pp. 326-339. . Ernesto Laclau, La razón populista, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2005. p.
300. 665 666
Gilles Deleuze, Foucault. México, Paidós, 1987. p. 70. Edgard Said, Humanismo y crítica democrática. Madrid, Debate, 2006. p. 165
XI.- ACERCA DE LOS AUTORES Paula Aguil ar Aguil ar Licenciada en Sociología. Doctoranda en Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires (UBA). Becaria CONICET. Docente en la asignatura "Saber, Poder y Gubernamentalidad: Foucault y la teoría Crítica" (Cátedra Murillo). Juan Pablo Arancibia Carrizo. Profesor e Investigador, Universidad Arcis. Profesor Escuela Latinoamericana de Postgrado. Profesor Magister en Comunicación Política, Universidad de Chile. Profesor e investigador Instituto de la Comunicación e Imagen, Universidad de Chile. Rodrigo Br owne Sartori . Periodista, Licenciado en Comunicación Social (UPLA), Magíster en Comunicación Audiovisual (Universidad Internacional de Andalucía. España) y Doctor en Comunicación (Universidad de Sevilla). Director de la Escuela de Graduados de la Facultad de Filosofía y Humanidades. Universidad Austral de Chile. Maximil iano Burlaille Licenciado en Administración y Gestión de la Educación. (UNSAM). Argentina. Profesor en Filosofía y Ciencias de la Educación. Egresado del Instituto del Profesorado Juan N. Terrero, Argentina. Especialización en Educación con Orientación en Gestión Educativa. Universidad de San Andrés. Becario/tesista en el proyecto de investigación “Dispositivos pedagógicos y producción de subjetividad en emplazamientos urbano/marginales. Un estudio en caso en la educación básica del pa rtido de General San Martín”. Dir. Silvia Grinberg de la Escuela de Humanidades Universidad Nacional de San Martín. Proyecto 28/G063 Secretaría de Ciencia y Técnica EHU. Período 2006-2008. Edgardo Castro Doctor en Filosofía (Universidad de Friburgo, Suisse), Investigador del CONICET (Argentina), profesor de Historia de la filosofía contemporánea en la Universidad Nacional
de San Martín (Argentina). Ha publicado recientemente Giorgio Agamben. Una arqueología de la potencia (Unsam Edita, Buenos Aires, 2008). Carlos Casanova Pinochet Doctorando en Filosofía de la Universidad Nacional de Córdoba (Argentina) y de la Universidad de Chile (Becario Conicyt). Profesor en el departamento de Filosofía de la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación (UMCE). Ha publicado recientemente, "Potentia Potentiae. Praxis sin fin", en: Políticas de la interrupción. Ensayos sobre Giorgio Agamben. Rodrigo Karmy editor. Editorial Ilaes (Instituto latinoamericano de altos estudios-Chile). Isabel Cassigoli Socióloga (UNAM), Magister en Ciencias Sociales (UArcis). Profesora Teoría Social, Universidad ARCIS. Profesora Magister Estudios Culturales, Universidad ARCIS. Ha publicado recientemente, “El derecho del Estado (de excepción) y la política del hombre”, en: Políticas de la interrupción. Ensayos sobre Giorgio Agamben. Rodrigo Karmy editor. Editorial Ilaes (Instituto latinoamericano de altos estudios-Chile). Emili o Duharte Díaz Doctor en Ciencias Filosóficas. Especializado en Ciencias Políticas y Ética Aplicada. Profesor Titular, Investigador y Director del Departamento de Filosofía y Teoría Política para las facultades de Ciencias Sociales de la Universidad de La Habana, Cuba. Autor de numerosos artículos. Compilador y editor científico de cuatro libros en el campo de las Ciencias Políticas, entre ellos: La Política: Miradas Cruzadas, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2006. Profesor de cursos y ponente en eventos científicos en Cuba, Estados Unidos, Rusia, Ucrania, Reino Unido, México, Honduras y Chile. Federic o Galende Doctor en Filosofía. Profesor de la Universidad ARCIS y de la Universidad de Chile. Juan González López es Licenciado en Psicología Académico del departamento de Piscología y del departamento de Educación de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Chile y académico del Departamento de Educación de la Universidad Cardenal Silva Henríquez. Es miembro del comité académico del Programa Equipo de Psicología y Educación y del comité ejecutivo del Observatorio Chileno de Políticas Educativas OPECH de la Universidad de Chile. Silvia Mariela Grinberg Doctora en Educación (UBA), Magíster en Ciencias Sociales (FLACSO) Licenciada Ciencias de la Educación (FFyL, UBA). Es miembro de la Carrera de investigación del CONICET, comisión Educación. Dirige dos proyectos de investigación con financiamiento de la Agencia Nacional de Ciencia y Técnica, sobre gubernamentalidad, biopolítica y las transformaciones en los dispositivos pedagógicos acontecidos desde fines del siglo XX. Profesora regular de UNSAM-EHU en Sociología de la Educación donde dirige el Centro
de Estudio en Pedagogías Contemporáneas (CEPEC). Es profesora regular de Pedagogía en la UNPA-UACO donde coordina del área sociopedagógica. En ambas instituciones dirige becarios de posgrado. Dicta cursos de posgrado en distintas universidades del país y es profesora invitada en centros universitarios del exterior. Ha publicado artículos en revistas académicas y participado en congresos nacionales e internacionales. Ha publicado libros y capítulos en libros de la especialidad. Ana Lucía Grondona Socióloga. Licenciada, doctorado en curso, Facultad de Ciencias Sociales UBA, docente y becaria. Victoria Haidar Magíster en Sociología y Ciencia Política (FLACSO); docente-investigadora de la Universidad Nacional del Litoral y Becaria Doctoral del CONICET – Argentina. Entre sus publicaciones relativas a la biopolítica se cuentan: Trabajadores en riesgo. Una sociología histórica de la biopolítica de la población asalariada. Buenos Aires: Prometeo, 2008. Lo social en el programa de gobierno de la salud ocupacional de la OMS: entre el reconocimiento de las desigualdades sociales como determinantes de la salud y la lógica des-socializadora del management neoliberal de los riesgos”. SER Social, 19, Universidad de Brasilia. Rodrigo Karmy Bolton Magíster en Filosofía, mención axiología y filosofía política en la Universidad de Chile, con la tesis Soberanía y biopolítica. _Notas para una política del gesto en G. Agamben. Doctor (c) en Filosofía, Universidad de Chile, Becario CONICYT 2006, profesor Facultad de Filosofía y Humanidades, Centro de Estudios Árabes, Universidad de Chile. Su tesis doctoral sigue los trabajos de Agamben y Nancy y se titula Políticas de la En (x) carnación. Elementos para una genealogía teológica de la biopolítica proponiendo a la Encarnación como paradigma biopolítico. Paralelamente ha investigado las genealogías del Islam y, además, en el pensamiento de Averroes y los falasifa en general. Susana Murillo Doctora en Ciencias Sociales, Magister en Política Científica, Licenciada en Psicología y Profesora en Filosofía de la Universidad de Buenos Aires. Profesora Titular en la carrera de Sociología de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires. Investigadora del Instituto “Gino Gemani” de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, Argentina. Gabriela Beatri z Orlando Licenciada y Profesora en Ciencias de la Educación. Profesora de Educación Preescolar. Auxiliar docente en cátedras de Metodología de la Investigación Educativa (Universidades Nacionales de Luján y San Martín). Docente de didáctica y Práctica docente para el Profesorado de Educación Inicial (Institutos Superiores de Formación Docente de la Provincia de Buenos Aires). Investigadora del Centro de Estudios en Pedagogías Contemporáneas (CEPEC- Escuela de Humanidades-UNSAM).
Carlos Ossa Magíster en Comunicación Social. Profesor e investigador Universidad Arcis y Universidad de Chile. Autor de Modernización y Saberes Académicos (2003); Santiago Imaginado, en coautoría con nelly Richard (2004) y La semejanza Perdida. Ensayos de comunicación y estética (2009). Liliana Paredes Licenciada en Ciencias de la Educación, por la Universidad de Buenos Aires. Finalizó sus estudios de posgrado en Ciencias Sociales en la FHyCE-Universidad Nacional de La Plata, Se ha desempeñado como asesora e investigadora en proyectos relacionados con educación media, TIC, profesionalización y desarrollo de la carrera docente, gestión y política educativas, tanto en organismos nacionales e internacionales, como en centros y asociaciones educativas sin fines de lucro. Se desempeña como docente e investigadora en distintas universidades argentinas. Damián Pierbattisti Doctor en Sociología de la Université de Paris I (Panthéon-Sorbonne). Profesor del Programa de Doctorado de la Facultad de Ciencias Sociales (Universidad de Buenos Aires). Investigador del Conicet y del Instituto de Investigaciones en Ciencias Sociales “Gino Germani”. Universidad de Buenos Aires, Argentina. Ha publicado recientemente, La privatización de los cuerpos. La construcción de la proactividad neoliberal en el ámbito de las telecomunicaciones, 1991-2001. Buenos Aires: Prometeo, (2008). Ivan Pinx eira Torres Sociólogo, Magíster en Estudios Latinoamericanos por la Universidad de Chile. Doctor © en Estudios Americanos en Instituto IDEA, Universidad de Santiago de Chile. Miembro del comité editorial de la Revista De/rotaR. Rercientemente ha publicado, “Cuestiones de Método: Nacimiento de la Biopolitica como continuidad en la historia de la gubernamentalidad”, en Revista De/Rotar, Vol, 1, Núm, 1, 2008, Santiago, Chile. “De horizontes insuperables y posibilidades del fragmento en las practicas de resistencia del Chile post-dictadura”, en Revista Izquierdas, Universidad de Santiago de Chile, año 3, nº 5, 2009 Ana Rosa Pratesi . Licenciada en Psicología (UBA), Magíster Scientiae en Metodología de la Investigación Científica (UNER) y Doctora en Antropología Social (UNAM). Es docente investigadora en la Universidad Nacional del Nordeste y miembro del equipo del Programa Política, Historia y Memoria Social de la Universidad Nacional de Misiones. También es fundadora del Instituto de Estudios Ambientales y Sociales –IdEAS – de Resistencia, Chaco. Ha publicado artículos científicos y libros sobre trabajo infantil, prostitución, pobreza y políticas sociales, y movimientos de derechos humanos. Nelly Richard
Raúl Rodríguez Freire Doctor © en Literatura. Sus líneas de investigación son crítica latinoamericana, literatura postboom, estudios de la memoria, historiografía antihumanista y teoría política. Ha traducido y publicado ensayos de teoría postcolonial y estudios subalternos; en estos momentos se encuentra co-editando un libro de ensayos del crítico brasileño Silviano Santiago. Junto a Andrés Maximiliano Tello, viene desarrollando un trabajo sobre el desajuste de América en la política occidental, releyendo y provincializando las categorías dominantes del pensamiento político, incluyendo la biopolítica. Rodrigo Sánchez Licenciado en Humanidades e Historia de la Universidad de Chile, tiene estudios de post grado en Estudios Latinoamericanos y Educación. Ha trabajado en diversas instituciones como consultor de políticas juveniles y educacionales. Fue editor de la Revista Docencia. Es Investigador y miembro del Consejo Ejecutivo del Observatorio Chileno de Polìticas Educativas de la Universidad de Chile OPECH. Actualmente, además, se desempeña como docente del Departamento de Psicología y del Departamento de Educación de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Chile y profesor de la Escuela de Ciencias Sociales de la Universidad ARCIS. Victor Silva Echeto Licenciado en Ciencias de la Comunicación (Universidad de la República. Uruguay), Magíster en Comunicación Audiovisual (Universidad Internacional de Andalucía) y Doctor en Comunicación (Universidad de Sevilla). Profesor e investigador de la Universidad de Playa Ancha; Profesor de la ELAP- ARCIS. Sus últimos libros publicados son en coautoría y se titulan: Antropofagias. Las indisciplinas de la comunicación (con Rodrigo Browne Sartori), publicado por Biblioteca Nueva, España y La comunicación en la era de la mundialización de las culturas, UDELAR,Montevideo,Uruguay. Mario Sobarzo Profesor de Filosofía, Licenciado en Educación, Pontificia Universidad Católica de Chile. Doctorando en Filosofía Política, Universidad de Chile. Es integrante del Comité Ejecutivo de OPECH. En la actualidad se desempeña como docente en Universidades ARCIS sedes Santiago y Valparaíso, Católica Silva Henríquez y Universidad de Chile, dedicándose a filosofía política y sus relaciones con los estudios sociales. Ha publicado en revistas del área, artículos sobre teoría crítica, estética y educación. José Domingo Solís Opazo, Arquitecto de la Universidad de Chile, egresado de Magister en Teoría e Historia del Arte, Universidad de Chile. Profesor de Estética y Teoría del Arte, del Diseño y la Arquitectura en Universidad Central, Universidad de Chile, Universidad ARCIS y Universidad UNIACC .