Conferencia sobre el no – saber G. Bataille El conocimiento exige una determinada estabilidad de las cosas conocidas, en todo caso, el dominio de lo conocido es en cierto sentido un dominio estable, donde uno se reconoce; en cambio, en lo desconocido no hay forzosamente movimiento, las cosas pueden hallarse inmviles, pero no hay garant!a acerca de la estabilidad "ue puede existir de hecho, ni tampoco garant!a en cuanto cuant o a los l!mites de los movimientos movimientos "ue pueden producirse. producirse. #o desconocido es, evidentemente, lo imprevisible. $no de los aspectos m%s no nottables de ese do dom mini nio o de lo desconocido, de lo imprevisible, est% constituido por lo risible, porr los ob& po b&et etos os "u "ue e excit itan an en no nossot otrros es esa a rea eacc cci in n de desorden !ntimo, de sorpresa sofocante "ue llamamos la risa. En efec ef ecto to,, de desd sde e el co comi mien enzo zo,, ex exis iste te es eso o de ex extr trem emad adam amen ente te curioso en lo risible. 'ada es m%s f%cil de estudiar y en (ltima instancia de conocer. )odemos observar y de*nir con bastante prec pr ecis isi in n lo loss di dife fere rent ntes es te temas mas de lo ri risi sibl ble, e, "u "ue e de ni ning ngun una a mane ma nera ra se su sust stra raen en al con onoc ocim imie ient nto o cl cla aro y di dist stin into to,, al conocimiento metdico. $na vez establecida la causa de la risa, cual cu al"u "uie iera ra "u "ue e se sea, a, no noss es po posi sibl ble e re repr prod oduc ucir ir su suss ef efec ecto toss a voluntad. +ispone nem mos de todas las recetas y pode dem mos dese de senc ncad aden enar ar la ri rissa exa xact ctam amen ente te co como mo to todo doss lo loss ef efec ecto toss conocidos, o sea, podemos producir lo risible. hora bien, puede decirse y se ha dicho "ue conocer es saber cmo producir. - sin emba em barg rgo, o, po por" r"ue ue sa sabe bemo moss c cmo mo pr prod oduc ucir ir la ri risa sa,, p pod odem emos os sostener "ue conocemos lo risible/ 0i nos remitimos a la historia de los traba&os *los*cos sobre la risa, no parece "ue fuese as!. Esta Es ta hi hist sto ori ria a es es,, en res esum umen en,, la hi hissto torria de un pr prob obllem ema a indi in diso solu lubl ble. e. #o "u "ue e pa parrec ec!a !a ta tan n ac acce cesi sibl ble e no ha de de&a &ado do de ocultarse constantemente. El dominio de la risa es en de*nitiva 1tanto como lo parece1, un dominio cerrado y lo risible sigue siendo desconocido, incognoscible. "u! no tengo la intencin de rever todas las explicaciones "ue se han dado acerca de la risa y "ue &am%s han podido resolver el enigma. #a m%s conocida es, sin duda, la de Bergson, la de lo mec%nico sobre lo vivo. mi parecer, esta teor!a es a veces ob&eto de un descr2dito poco &usti*cado. En particular me asombr "ue 3rancis 4eanson prestara m%s atencin a la teor!a de 5arcel )agnol, teor!a "ue no es muy original y "ue igu gua almente es una de las m%s
rudime rudi menta ntari rias as.. )ar ara a el au auto torr de 5a 5ari rius us,, la ri risa sa res espo pond nde e al sentimiento de superioridad del "ue r!e. #a pe"ue6a obra de )agnol podr!a servir para con*rmar la opinin seg(n la cual una cosa es saber hacer re!r y otra cosa comprender la risa 7no conozco, por otra parte, "ue los teorizadores *los*cos del re!r hayan sobresalido alguna vez en el arte de divertir y provocar olea ol eada dass de ri risa sa8. 8. 'o es me men nos ci cier ertto "u "ue e, po porr su lad ado, o, la hiptesis de Bergson se haya muy le&os de poder ofrecerse como la solucin del enigma ya "ue se presenta como explicacin no de lo risible y la risa en general, sino de un aspecto singular, singular, de lo cmico. +e tal modo, independientemente del valor de la tentativa, "uedan excluidas las risas de las ocurrencias, la risa de las cos"u cos"uillas illas o la risa espont%nea espont%nea del ni6o ni6o.. - los estudios se han multiplicado sin "ue podamos decir lo "ue explica la risa. l margen de la conviccin de un aut uto or en particular ar,, no conocemos conoc emos el sentido del re! re!rr y lo risible es siempre en el fondo lo desconocido, una especie de lo desconocido "ue nos invade s(bitamente trastornando nuestra base habitual y produciendo en no noso sotr tros os es ese e 9b 9bru rusc sco o al alar arga gami mien ento to de dell ros ostr tro: o: y es esas as 9sacudidas r!tmicas del trax y abdomen: "ue nos iluminan interiormente ensanch%ndonos el corazn hasta el frenes!. 0lo nos "ueda una (ltima teor!a "ue, al menos, posee el m2rito de apoyarse en lo m%s importante, en lo "ue tienen de esencial todas las "ue le han precedido en su fracaso. 0upongamos "ue lo risible sea no slo desconocido, sino incognoscible, y en tal caso debemos enfrentarnos con una posibilidad lo risible ser!a simplemente lo incognoscible. o dicho de otra manera, el car%cter desconocido desconocido de lo risible no ser!a accidental sino esencial; reir!amos no por una razn "ue no llegamos a conocer faltos de informacin o faltos de penetracin su*ciente, sino por"ue lo desconocido hace re!r lo "ue nos hace re!r es eso, pasar de pronto de un mundo donde cada cosa pertenece a un orden estable y bien conocido a un mundo donde nuestra seguridad es subvertida; si advertimos "ue esa seguridad era enga6osa y "ue all! donde hab!amos cre!do "ue todas las cosas hab!an sido previstas estrictamente lo imprevisible ha sobrevenido, ese elemento imprevisible y "ue tras tr asto torrna no noss re reve vela la un una a ver verda dad d (l (lti tima ma,, "u "ue e la lass ap apar arie ienc ncia iass super*ciales disimulan, una ausencia perfecta de respuesta a lo
"ue esperamos y en de*nitiva, conforme al e&ercicio del conocimiento, "ue el mundo est% totalmente ubicado fuera de lo esperado, "ue hasta el ser "ue somos est% fuera de lo esperado. Es de eso "ue re!mos, all! est% lo "ue nos ilumina, lo "ue nos colma de alegr!a. Esta teor!a presenta, y desde el principio, muchas di*cultades, probablemente m%s a(n "ue la mayor!a de las conocidas. Creo en efecto, "ue no nos da la especi*cidad de la risa. En rigor, es posible mostrar en todos los casos "ue cuando re!mos pasamos del dominio de lo conocido y lo previsible, al dominio de lo desconocido y lo imprevisible. s! sucede con las ocurrencias, con las cos"uillas "ue nos hacen en un sitio "ue no las esperamos o con lo "ue puede trastornar al ni6o "ue, al salir del embotamiento de una existencia embrionaria, descubre la afeccin molesta y excitante de su madre. )ero esto no "uiere decir "ue re!mos cada vez "ue una visin calma y conforme con lo esperado es sustituida por un trastorno "ue se veri*ca de pronto, el rev2s mismo "ue nos calmaba, "ue aseguraba nuestra tran"uilidad. )or supuesto, si la tierra tiembla y el piso se mueve ba&o nuestros pies, nadie pensar!a en re!r. Es cierto "ue un elemento relativamente mensurable interviene en la casualidad "ue presento el re!r es, en efecto, proporcional a la importancia de la disminucin del car%cter conocido de lo "ue preced!a; cuanto m%s desconocido es lo "ue sobreviene, cuanto m%s imprevisible, m%s fuerte re!mos. #a vivacidad de la aparicin de un elemento desconocido 1inesperado1, act(a en el mismo sentido y no es m%s "ue un aspecto del mismo efecto, cuanto m%s r%pido es el cambio y mayor la disminucin, la alteracin de la cual hablo resulta m%s sensible. )ero eso no convierte en risible una cat%strofe repentina. Es necesario pues considerar las cosas de otro modo. Creo "ue el error principal, caracter!stico de la mayor!a de a"uellos "ue han pretendido hablar de la risa, es haberla aislado. #a risa forma parte de un con&unto de reacciones posibles frente a un mismo hecho. El encarar metdicamente la risa puede hacer posible determinar ese hecho, pero si hemos llegado a tal determinacin, es necesario decir inmediatamente "ue la invasin repentina de lo desconocido puede seg(n los casos tener como efecto la risa o las l%grimas, pero no slo la risa o las l%grimas 7"ue lfred 0tern ha estudiado recientemente en una obra interesante con el t!tulo de 3ilosof!a de la risa y el llanto8.
las risas y a las l%grimas es necesario agregar lo po2tico y el sentimiento de lo sagrado, en *n, la angustia y el 2xtasis. )or otra parte, este cuadro no se completa de la manera enunciada, al menos en la medida "ue ciertas formas no son exactamente reducibles a una de las "ue acabo de enumerar. Este es el caso, por e&emplo, de lo tr%gico. de cual"uier manera, se podr!a reconocer la imposibilidad de hablar de la risa fuera del marco de una *losof!a del no1saber. - rec!procamente, seg(n pienso, reconocer la imposibilidad de hablar del no1saber fuera de la experiencia "ue tenemos de 2l, experiencia "ue no puede ser en ning(n caso, una experiencia sin efecto. dem%s, para decir la verdad, habr!a en suma una imposibilidad de hablar del no1 saber mismo, mientras es posible hacerlo de sus efectos, ya sean las risas o las l%grimas, etc.
uisiera hacer notar, por otra parte, lo "ue signi*ca esta orientacin determinada de la re=exin *los*ca. Esto me resulta posible precisando mi experiencia personal; en efecto, en la medida "ue puedo hablar de mi *losof!a, me es posible sostener esencialmente "ue se trata de una *losof!a de la risa. 0in embargo, deber!a decir "ue se trata m%s de la re=exin sobre una experiencia "ue de una *losof!a. En efecto, lo "ue caracteriza mi manera de ver, es "ue se trata de una experiencia antes de convertirse en una re=exin. - es antes
"ue nada una experiencia re=exiva sobre la risa y slo luego una experiencia re=exiva sobre el no1saber 'o soy un *lsofo de o*cio. Encuentro con Bergson. #ectura de #a ?isa. $na zambullida vertiginosa en la posibilidad de la risa. 'inguna resistencia a la destruccin. de "u2 manera la fe religiosa parece precaria. l mismo tiempo, no hay nada en la experiencia de la risa en la "ue no se encuentre toda la experiencia de la risa en su sentido m%s pleno. El fondo de esta experiencia es "ue el ser se da a s! mismo inmediatamente puesto "ue el ser es problem%tico a partir del momento en el cual un saber particular lo distingue. hora bien, para resolver el problema de la risa, en primer lugar es necesario tener esta experiencia. En este caso, el car%cter alegre de la risa no parece ya como un tard!o problema extra6o y fastidioso, es por el contrario el mundo vulgar el "ue me resulta extra6o y fastidioso. #as leyes de la utilidad, etc. 'o hay nada en lo (til "ue regoci&e profundamente, 5ostrar2 a continuacin "ue el colmo de la utilidad es lo "ue logra hacer llorar. Existe a"u! una especie de m!stica, de experiencia m!stica inmediata, no me re*ero al misticismo de las presuposiciones, "ue me parece por otra parte posible de delimitar; se trata de la misma experiencia "ue tuvo 'ietzsche. 0iempre he "uerido asociar mi pensamiento al de 'ietzsche, de tal manera "ue ya no haya en absoluto pensamiento aislado sino un movimiento produci2ndose de un pensamiento al otro lo mismo "ue la experiencia de 0an 4uan de la Cruz y la 0anta @eresa son una misma experiencia, creo "ue la de 'ietzsche y la m!a son una misma. 9Aer zozobrar una naturaleza tr%gica y poder re!r, es divino.: #o "ue hace dif!cil las cosas es el estar aisladas de la risa 'unca se encuentra la risa situada en un lugar de deslizamiento generalmente se considera a la risa limitada, cosa posible gracias a un procedimiento de lucidez 9El rechazo a aceptar lo "ue sabemos en lo m%s profundo de nosotros mismos: 7Ch. Eub28 )asar de la composicin del con&unto de las reacciones. En un caso determinado, la risa es, en efecto, reaccin creo "ue tal caso es a"uel en el cual conservamos una situacin dominante.
Existe pues la risa menor y la risa mayor. #a risa menor a menudo no podemos conservar una situacin dominante sino a condicin de comprender lo "ue se halla impl!cito en nuestra alegr!a. #o m%s misterioso de las l%grimas aturden excitando. En principio responden como la risa a la invasin de lo desconocido, a la destruccin s(bita del universo conocido "ue nos hemos construido. Car%cter extra6o las l%grimas de alegr!a, las lagrimas de triunfo. #o inesperado, lo "ue sobrepasa la espera al punto de transformar el oo... 'o continuar2 ni volver2 sobre lo "ue ya he dicho erotismo Dsagrado Dtampoco del 2xtasis o de la angustia. )ero se da el hecho de "ue a partir del re!r se abre esta experiencia general, "ue no tiene m%s "ue una contraparte la teolog!a m!stica o la teolog!a negativa y "ue siendo radicalmente negativa merece el nombre de ateolog!a y "ue en realidad constituye una religin +ios es tambi2n un efecto del no1saber )ara concluir "ue hay un car%cter *los*co a pesar de todo referencias a *losof!as "ue implican una teolog!a negativa eidegger egel pero m%s importante la audacia del &uego "ue no es dado &am%s la aceptacin de la mala suerte probablemente alusin a El vie&o y el mar la lucha contra la mala suerte pero nosotros hemos aprendido todo eidegger catlico la moral del se6or caza pesca pero no podemos ignorar solamente podemos volver a encontrar la ignorancia
m%s all% del saber.
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#as ense6anzas de la muerte
#a muerte no ense6a nada, ya "ue muriendo perdemos el bene*cio de la ense6anza "ue ella nos proporciona. )odemos, es cierto, re=exionar sobre la muerte de los otros. )odemos aislar sobre nosotros mismos la impresin "ue la muerte nos produce. menudo nos imaginamos en la situacin de a"uellos a "uienes vemos morir, pero precisamente slo podemos hacerlo a condicin de vivir. #a re=exin sobre la muerte es tanto m%s irrisoria cuanto "ue vivir es siempre un distraerse de la muerte, y nos es in(til realizar esfuerzos penosos pues si la muerte est% en &uego, hablar de ella resulta la m%s pura y profunda misti*cacin. 'o es importante morir, ni re=exionar sobre la muerte, ni hablar acerca de ella sino "ue debemos responder con precisin a los elementos b%sicos del problema. #a re=exin puede partir del amo, singular crisis de violencia frecuente en las
de la tragedia es el silencio "ue le sigue, silencio "ue es a mi entender una de sus venta&as. #a tragedia no se explica. "u!, sin embargo, puedo compensar la ausencia de explicacin de la tragedia; la tragedia "ue no se explica est%, de todos modos, a merced de las explicaciones. El autor tr%gico no se explica pero se encuentra sin defensas a las explicaciones de los otros. )ara suprimir la explicacin no basta con no darla. El esp!ritu humano est% hecho de tal manera "ue la tragedia no se produce sin ofrecer una ense6anza, sin consecuencias. +ebe tener consecuencias. En caso contrario es como si no existiese. Exactamente, se trata de saber si la tragedia no tiene efectos sobre el mundo no tr%gico, sobre el mundo donde se obra en funcin de la utilidad o tontamente. 0i est% a merced de las explicaciones dadas en el plano de este mundo, o si posee una cierta soberan!a. Creo poder introducir a"u! una proposicin fundamental. 0uponiendo "ue la tragedia y la emocin "ue resulta de ella, no solo se nos presenta como soberana respecto de este mundo 7esta es una cuestin sobre la cual no insistir2 por el momento8 sino "ue lo "ue ella introduce es precisamente la inadecuacin de toda palabra. hora bien, tal inadecuacin, al menos, deber ser expresada. En otros t2rminos, m%s all% del amo o de la tragedia, puedo ir m%s le&os diciendo "ue el amo y la tragedia ponen l!mite a todo discurso. En este momento debo oponer a m! mismo el hecho de "ue no hab!a ninguna necesidad de m! y "ue la tragedia puede expresarse por s! misma. Cuando al *nal de la tragedia, el h2roe hundido en el crimen, en la violencia, sucumbe a la violencia, 2l mismo puede decir el resto es silencio. $n cuento contado por un idiota y "ue no signi*ca nada. El resto es silencio. +e todos modos, falta esencialmente a estas palabras el car%cter universal "ue slo la *losof!a puede darles. "u! debo interrumpirme para hacerles notar "ue mi posicin se mantiene a(n en suspenso. En efecto, la *losof!a no puede concederle ese car%cter en la medida "ue es esencial y totalmente a"uello a lo cual se oponen las palabras todo el resto es silencio. 0i me introduzco en el terreno de la *losof!a traiciono entonces de la manera m%s penosa a mi intuicin. +e hecho, mi situacin no es menos dif!cil "ue la de antes, de cual"uier manera puedo defenderme a(n. Creo "ue no lo es m%s. #a tragedia tambi2n se apartaba penosamente de lo "ue
busc%bamos, ya "ue &ustamente lo busc%bamos sin precipitarnos nosotros mismos en la muerte. Es sobre este punto donde puedo intervenir precisando una exigencia. El amo fracasa si muero. #a tragedia tambi2n fracasa en la medida "ue no atrae con bastante fuerza la atencin de los vivos "ue son espectadores, sobre el hecho de "ue exige de ellos si no la muerte "ue pone fuera de &uego, al menos, la muerte del pensamiento. En otros t2rminos, lo "ue la tragedia ense6a es el silencio, y el silencio no es nada si no pone *n, al menos por un tiempo, al pensamiento. Evidentemente, no hay nada "ue decir acerca de la muerte. #a *losof!a recobra sus derechos en este sentido, solamente ella plantea los problemas. 0eg(n mi punto de vista, la *losof!a interviene como una exigencia de rigor. Este puede ser una barrera contra toda *losof!a posible. 0lo 2l puede serlo. 0i no se trata del ocultismo, de la mitolog!a, etc. #a ciencia "ue contin(a creyendo en la posibilidad de responder. 'o, creo "ue es necesario tomar un d!a una resolucin. 0e trata de llevar las cosas hasta el *n, de no aferrarse a la primera escapatoria "ue se nos presenta y de aprehender, por el contrario, "ue si hay algo "ue merece ser llevado hasta el *n es precisamente eso. esto no es tampoco ya una *losof!a, pues he dicho "ue la *losof!a es un traba&o y por lo tanto una con*anza supone siempre el resultado, descontado de antemano, a(n existiendo la duda. - sobre todo, la *losof!a supone al principio al menos, "ue la *losof!a es posible. )ero nosotros debemos ir m%s le&os. 5e aparto de todo lo "ue precede y digo Existe la posibilidad de dar cuenta negativamente de la mitolog!a, de la religin, del ocultismo, de la ingenua con*anza en uno mismo. 0upongamos "ue antes "ue nada y a t!tulo de hiptesis el siguiente principio ninguna tradicin, ninguna espontaneidad nos ofrece nada, absolutamente nada. +ebemos rechazarlas, hacer como si no existiesen. $na sola certidumbre "ueda entonces los datos super*ciales de la ciencia. #o "ue un obrero y un campesino saben al margen de cual"uier presuposicin religiosa o de otra especie. 0in embargo hay "ue agregar esto tales conocimientos super*ciales oponen a la muerte nada m%s "ue una escapatoria, no nos permiten ning(n modo de hacer entrar a la muerte en al campo de la visin, de *&ar la muerte; al contrario, nos
abandonan al resultado previsto. 'o ocurre lo mismo con las presuposiciones religiosas o de otro tipo. 0e puede considerarlas, incluso, como medios para hacer frente a la muerte, para hacer de la vida humana una s!ntesis de su presencia y ausencia. )ero si vuelvo a lo "ue dec!a hace un momento, se trata evidentemente de un deslizamiento. Es el paso de la turbada re=exin sobre la muerte a una escapatoria cual"uiera. - es en relacin a esto "ue he pretendido realizar un movimiento en el sentido contrario. 0lo la *losof!a puede llevar a cabo el movimiento riguroso "ue nos de&a mudos de manera consecuente, "ue de&a de lado los derivativos. 0olamente si intentamos esto, pronto nos damos cuenta "ue la *losof!a no puede realizar dicho movimiento permaneciendo en su propio terreno. #a *losof!a interviene nada m%s "ue negativamente, no para realizarse, sino ligada subsidiadamente al esfuerzo del esp!ritu "ue sufre de no poder realizar la experiencia de la muerte. 'o puede sino de&ar de lado los presupuestos y denunciar en las respuestas de la ciencia lo "ue esta oculta, etc. )ero cuanto m%s prxima es esta experiencia, ella la de&a de lado. En la medida "ue es re=exin de traba&o, la *losof!a se ale&a de esa experiencia. 'o puede hacer otra cosa "ue un desbrozamiento. En (ltima instancia, sigue siendo esencial no perder de vista el punto de partida y volver en la medida de lo posible a la intensidad del amo y la tragedia, a la violencia. Es decir a la ?EBE#+ convertida conscientemente por la *losof!a en rebeld!a contra todo el mundo del traba&o y los presupuestos. B(s"ueda del silencio m%s perfecto, b(s"ueda "ue tiene lugar de hecho, b(s"ueda de lo "ue se aproxima m%s al silencio. ?ebeld!a "ue niega toda posibilidad ateni2ndose nada m%s "ue a lo imposible. +e tal modo, partiendo de la experiencia slo he recurrido a la re=exin *los*ca negativamente. #a *losof!a tuvo por ob&eto liberar a la experiencia. )robablemente la ha atenuado, pero su intensidad, su violencia se parec!an a lo "ue era necesario mantener contra viento y marea, en razn del rechazo a ceder ante lo "ue nos impide realizar la experiencia del ser. En este momento, es evidente, la separacin del no1saber, la separacin m%s extrema "ue podamos intentar, en la medida
misma "ue arruine nuestra posicin habitual, nuestro servilismo al resultado previsto 1al menos en lo "ue puedo observar, por el hecho de "ue en esa separacin 7nada8 aparece como imprevisto1 el no saber implica fundamentalmente a la vez la angustia y la supresin de la angustia. partir de a"u!, es posible realizar la experiencia furtiva "ue denomino la experiencia del instante. +esde ahora comienza, fundada sobre el abandono del saber, una re=exin ordenada "ue es posible realizar sobre la experiencia del no1saber. <<<.
#as ense6anzas de la muerte 7*n8
e presentado una experiencia imperfecta y sin embargo llevada adelante con una especie de empecinamiento contra la corriente y a partir de la consideracin del amo y la tragedia, vale decir, de un momento de extrema violencia. 0eg(n mi criterio, he presentado como fundamental el hecho de "ue la muerte no puede ense6arnos nada ya "ue no tenemos experiencia de ella sino por interpsita persona. +entro de la situacin resultante existe esa especie de inter2s dedicado a la muerte "ue nunca va m%s all% de una suerte de misti*cacin bastante grosera, un elemento de rebeld!a. Aivimos promiscuamente en un momento en el cual la vida estar!a a la altura de la muerte. Esta es una verdad experimental, no slo debemos morir, no slo estamos aterrados y angustiados por la muerte, no slo nos ale&amos de la muerte, sino "ue un movimiento incesante nos remite a ella. 0iempre buscamos en la muerte lo "ue la vida nos niega. En lo "ue seguir%, pienso mostrar la razn de ser de esta extra6a actitud. )or ahora, la tomo como un hecho, me contento con decir "ue testimonia a la manera de una rebeld!a la no aceptacin de la vida posible. )ero esta rebeld!a siempre nos hace entrar en la mentira. 0e la podr!a considerar como una misti*cacin. -o he seguido su movimiento a trav2s de la representacin del amo, grosera representacin puramente pretenciosa, por parte de "uien no se arro&a sobre sus seme&antes para acabar con ellos, con el *n de sacar de eso lo m%s posible y morir a manos de los sobrevivientes. e ofrecido la tragedia, en cuanto intuicin, como una tentacin a
satisfacer a los espectadores con la ayuda de la representacin de un amo resultante con alguna fatalidad del movimiento de la vida y del &uego de las pasiones. e "uerido mostrar "ue el silencio del pensamiento, "ue la muerte del pensamiento respond!a a ese movimiento de representacin "ue es la tragedia. )ero "ue tal silencio o muerte del pensamiento no pod!an ser mantenidos y de&aban lugar a las transacciones del pensamiento religioso, a todas las representaciones mitolgicas m%s o menos gratuitas "ue nos hacen entrar por un medio ingenioso en el mundo de la facilidad y del proyecto. 4ean Hhal, luego de mi exposicin, me hizo notar &ustamente "ue era necesario distinguir entre muerte y muerte de pensamiento, ya "ue, es cierto, parezco confundirlas por completo. -o hablo, de acuerdo con el t!tulo de mis dos conferencias, de las ense6anzas de la muerte, y en efecto, no se trata solamente en mi esp!ritu de las pretendidas ense6anzas de la muerte, sino de las ense6anzas de la muerte del pensamiento. Cometo el error 7y digo 9cometo: por"ue persisto8 de pasar mediante una especie de dial2ctica de la primera, de la simple muerte f!sica, a la segunda, donde el pensamiento es el "ue zozobra. En realidad, el pensamiento zozobra tambi2n en la primera, pero en la segunda el pensamiento "ue zozobra realiza su naufragio, si podemos hablar as!, en el interior del pensamiento, o sea, dentro de un pensamiento donde subsiste la conciencia de zozobrar. hora bien, naturalmente la primera no ense6a nada, mientras "ue en la segunda subsiste una de las consecuencias posibles. #a segunda, no obstante, puede considerarse como un sustituto de la primera. En la segunda el pensamiento se sirve, en suma, de las representaciones de la muerte de otros para llegar a morir 2l mismo. Esto no es necesario, el punto muerto del pensamiento puede producirse sin estar ligado a la representacin de la muerte f!sica, a(n cuando lo "ue puede ser cierto para un caso en particular no lo es en general con respecto a lo "ue se puede llamar la muerte del pensamiento "ue act(a humanamente, en general a partir del movimiento de representacin de la muerte f!sica. #a simple muerte del pensamiento se ofrece a s! misma como igualando la muerte f!sica del pensamiento, al menos igual%ndola en lo posible. +e cual"uier modo "ue sea, lo "ue la muerte f!sica no puede realizar lo realiza la muerte del pensamiento. 0i la muerte del
pensamiento es llevada hasta el punto en el cual resulta su*cientemente pensamiento muerto para ya no estar m%s ni desesperado ni angustiado, no hay diferencias entre la muerte del pensamiento y el 2xtasis. Este puede producirse o no. )ero es un hecho, un hecho de experiencia, el 2xtasis di*ere apenas de la muerte del pensamiento. ay pues, a partir de la muerte del pensamiento, un dominio nuevo abierto al conocimiento, a partir del no1saber un nuevo saber posible. +eber!a insistir desde el comienzo acerca de lo "ue vicia formalmente este nuevo dominio tanto como el precedente. 'i la muerte del pensamiento, ni el 2xtasis est%n menos cargados de trampas y de profunda impotencia "ue el simple conocimiento de la muerte de los otros. #a muerte del pensamiento fracasa siempre. #a muerte del pensamiento no es, en efecto, m%s "ue un movimiento de impotencia.
sino lo "ue podr!a llamar un estudio de los momentos soberanos. Estudio, tambi2n, en el sentido "ue la palabra estudio signi*ca una aplicacin dirigida hacia una posibilidad. Efectivamente, lo "ue caracteriza tal tipo de estudio es el hecho de "ue no podr!amos ocuparnos de 2l sin practicarlo. En la medida en "ue tendemos 1de hecho1 rigurosamente, sino en intencin, en proyecto hacia los momentos o estados de los cuales se trata, es "ue podemos obtener un conocimiento de 2l. En tales condiciones, tomemos entre otros un e&emplo "ue no es forzosamente el m%s importante sino a"uel del cual he partido, o el cual deb! partir necesariamente. Existe ya una ciencia de los estados m!sticos. )or e&emplo, 4anet, en la obra magistral "ue public ba&o el t!tulo +e lIangoisse % lIextase estudia estos estados sin la menor preocupacin por alcanzarlos a la manera de otros ob&etos. )ero en este caso no se trata de momentos soberanos en razn de la diferencia "ue existe entre ubicarlos ba&o el campo de la atencin y el alcanzarlos. 0i tales estado son considerados como estados soberanos, al contrario, forzosamente considerarlos y aspirar a ellos resulta todo uno. @ambi2n se obtienen cuadros extremadamente diferentes en los dos casos. )ara 0an 4uan de la Cruz el estudio del momento m!stico es, en efecto, un estudio del momento soberano. )ara 4anet se trata de hacer entrar ese momento en un encadenamiento de causas y efectos, y de, si es posible, "ue las crisis sean reabsorbidas y "ue el estado normal se reestablezca una vez eliminados los factores del desorden. Este aspecto terap2utico con el cual relaciona la clasi*cacin patolgica, evidentemente, no es necesario. +e todos modos, no es por azar "ue los datos propuestos a la investigacin cient!*ca est2n adem%s implicados en un proyecto de cambio. Esta es, en (ltima instancia, la condicin de la ciencia. El estudio "ue yo encaro, por el contrario, est% dominado por un *n y slo tiene sentido en relacin con ese *n, el cual, en relacin con la investigacin, tiene un valor soberano. 0in duda, es tambi2n estudio en el sentido de investigacin cient!*ca, pero en este caso esa investigacin aparece como contradictoria con el momento soberano mismo. Aolvemos a encontrar en este punto la prolongacin de esa di*cultad constante "ue se encontr en el comienzo y "ue ale&a al pensamiento de su ob&eto cuando 2ste es un momento soberano. El momento soberano se encuentra en el dominio del silencio y si hablamos de 2l nos aceptamos en
el silencio "ue lo constituye. 0e trata siempre de una comedia, de una misti*cacin. )odemos, es cierto, proceder al estudio dentro de las peores condiciones, de las m%s penosas. En el plano del momento soberano el lengua&e perturba todo lo "ue toca, lo altera, lo corrompe, lo ensucia con un procedimiento "ue slo conviene a las operaciones vulgares tales como cepillar una tabla o arar un campo. - no basta decir "ue no se puede hablar del momento soberano sin alterarlo, sin alterarlo en la medida "ue es realmente soberano. +el mismo modo "ue al hablar, resulta contradictorio buscar esos movimientos. Cuando buscamos alguna cosa, sea lo "ue sea, no vivimos de manera soberana, sino "ue subordinamos el momento presente al momento futuro, a un momento "ue le seguir%. Es probable "ue alcancemos el momento soberano luego de nuestro esfuerzo y es posible "ue sea necesario nuestro esfuerzo, pero entre el tiempo del esfuerzo y el tiempo soberano hay, forzosamente, una ruptura y hasta podr!a decirse "ue hay un abismo. 0e vuelve a encontrar esta misma ruptura en otros casos. 0i alguien prepara una comida, por e&emplo una carne al horno o un asado, existe una ruptura y hasta un abismo entre el momento en el cual la carne es cocinada y el momento de comerla en la mesa. Existe una desproporcin entre comer y cocinar. Esta desproporcin, es necesario decirlo, es algo muy importante, esencial. Es ella la "ue diferencia al animal del hombre. El animal come inmediatamente, su modo de comer es la voracidad, es decir "ue el animal no posterga nada y "ue en principio no puede postergar nada. #e es imposible subordinar un momento a otro. 0i carece de alimento y tiene hambre no hay diferencia entre tener hambre y lanzarse a la b(s"ueda de alimentos. #a b(s"ueda de alimentos no es un tiempo subordinado al resultado por la simple razn de "ue el alimento ser% inmediatamente comido cuando se lo encuentre. #a actitud esencialmente humana se vuelve a encontrar tanto en la experiencia m!stica como en materia de cocina. $na experiencia seme&ante debe ser forzosamente preparada, pero no es f%cil introducir un abismo o me&or dicho, la introduccin del abismo es una ruptura voluntaria y a la vez sufrida como a pesar de s!. En suma, ahora "ue acabamos de fundar este saber, saber "ue est% m%s all% del no1saber, esa ense6anza "ue es la ense6anza de la muerte del pensamiento, no podemos sorprendernos si volvemos a encontrar ese marchar lento, esa manera de
avanzar contra la corriente y contra el sentido "ue es, al mismo tiempo, veneno y ant!doto ya "ue ese empecinamiento contra el sentido es 2l mismo un contra sentido. 7'o obstante, en todo caso, existe un importante dominio abierto de este modo al estudio en condiciones tan agotadoras, y lo "ue resulta notable es "ue dentro de ese dominio se vuelven a encontrar los mismos elementos rebeld!a D voluntad imperfecta del amo representacin seme&ante a la de la tragedia mantenimiento de una profunda subversin destruccin y punto muerto del m2todo el erotismo D oposicin a la sexualidad animal donde aprehendemos el principio mismo del desdoblamiento en el hecho de seguir el movimiento hay algo amenazado de zozobrar diferencia con la rebeld!a aprehendida en el amo pero tambi2n profunda seme&anza la angustia D el momento en el cual la angustia se rela&a es tambi2n el punto de partida de la voluptuosidad multiplicidad de posibilidades erticas los diversos ob&etos la coartada ben2*ca del nacimiento el matrimonio la org!a la prostitucin la b(s"ueda de la totalidad y de lo supremo la divinidad y la relacin profunda con el erotismo El lado ben2*co como coartada escondiendo siempre el lado tr%gico, el lado amo inaccesible, el lado divino como perfecta destruccin Esto permitir!a construir una representacin general o si se "uiere una *losof!a bastante parecida a la teolog!a. )ero la cr!tica ha sido hecha a medida "ue avanzaba esta exposicin. 'osotros no podemos rechazar, pero permanecemos en suspenso, despiertos8
El no1saber y la rebeld!a
En varias exposiciones realizadas en esta sala, me esforc2 en comunicar mi experiencia del no1saber, experiencia "ue es, desde diversos puntos de vista, personal, pero a la "ue considero universal en el sentido de "ue a priori parece diferir de la de los otros nada m%s "ue por una especie de defecto "ue me es propio, es decir, la conciencia de "ue esa experiencia es la experiencia del no1saber. Evidentemente no puedo hablar del no saber sin encontrar la misma di*cultad. 5e es necesario, pues, recordarla en cada momento. pero lo paso por alto y lo reconozco sin vacilaciones, lo "ue desarrollar2 ante uds. ser% como en otras oportunidades esa parado&a, el conocimiento del no1saber, un conocimiento de la ausencia de conocimiento. Como el t!tulo de mi conferencia lo previene, tengo la intencin de hablar de rebeld!a. Creo "ue el saber nos esclaviza y "ue en la base de todo saber hay una servidumbre, la aceptacin de un modo de vida en el cual cada momento slo tiene sentido en relacin con otro o con otros "ue le seguir%n. )ara hacer m%s claro mi pensamiento presentar2 las cosas de la manera siguiente. Como otras veces voy a intentar comunicar mi experiencia del no1saber. 'aturalmente como otras veces fracasar2. )ero, en primer lugar, "uisiera ofrecer la dimensin de mi fracaso. Con exactitud podr!a decir "ue si hubiese logrado 2xito, el contacto sensible entre uds y yo no hubiera sido de la especie del traba&o sino del &uego. ubiera podido hacer sensible ese hecho decisivo para m!, o sea, "ue mi pensamiento, el traba&o de mi pensamiento se anonada. "uellos "ue han seguido el traba&o de la exposicin de mi pensamiento deben haber comprendido "ue tal pensamiento esa fundamentalmente una rebelin constante contra s! mismo. oy intentar2 ofrecer el e&emplo de esa rebelin sobre un aspecto "ue desde el punto de vista de la preocupacin *los*ca de la cual parto tiene un inter2s dominante. )artir2, en suma, del enunciado de una *losof!a general "ue podr!a ofrecer como mi *losof!a. +ebo decirlo desde el comienzo. 0e trata de una *losof!a muy grosera, de una *losof!a "ue debe hacer pensar, por demasiado simple, "ue verdaderamente un *lsofo capaz de a*rmar tales vulgaridades no tiene nada "ue ver con el persona&e sutil "ue merece hoy el nombre de *lsofo, pues en
*n, cual"uiera podr!a tener una idea de tal naturaleza. Este pensamiento "ue encuentro vulgar es mi pensamiento, lo entiendo bien. ?ecuerdo haber encontrado hace tiempo a un &oven interno de medicina "ue ten!a una *losof!a seme&ante. Con un aplomo extraordinariamente *rme, no de&aba de expresarse con un pensamiento explicativo a sus o&os todo se reduc!a al instinto de conservacin. +e esto hace ya treinta a6os. oy ser!a m%s dif!cil darse con esta misma historia. 5i manera de ver es, sin duda, menos anacrnica y probablemente y a pesar de todo responde me&or o menos mal a la idea "ue uno puede hacerse de una *losof!a. @al idea consiste en sostener "ue todo es &uego, "ue el ser es &uego, "ue el universo es &uego, "ue la idea de +ios est% fuera de lugar y "ue es mucho m%s insoportable en la medida "ue +ios, "ue no puede ser fuera del tiempo inicialmente nada m%s "ue un &uego, es ligada por el pensamiento humano a la creacin y a todas las implicaciones de la creacin "ue son contrarias al &uego. )or otra parte, existe a este respecto un entorpecimiento de pensamiento humano m%s antiguo, pensamiento "ue no supera en adelante la idea de &uego cuando se trata de lo "ue es considerado en su totalidad. )ero este entorpecimiento no pertenece exclusivamente al pensamiento cristiano. @odav!a )latn consideraba al acto sagrado como a"uello "ue la religin coloca delante de los hombres como una posibilidad de participar en la esencia de las cosas, como un &uego. )ero el entorpecimiento existe en otras partes y el cristianismo no es, sin duda, la primera religin "ue no tuvo la fuerza de situar la accin humana dentro del &uego universal. Esto no impide "ue el cristianismo, el pensamiento cristiano sea a(n el teln "ue nos separa de lo "ue denominar!a gustoso la visin beat!*ca del &uego. 5e parece "ue es esta concepcin del mundo y del hombre en el mundo, concepcin propia del cristianismo, lo "ue se opone en nosotros y desde el comienzo a ese pensamiento de "ue todo es &uego. #a posibilidad de una *losof!a del &uego sustituye al cristianismo. )ero el cristianismo no es el portavoz autorizado del dolor y de la muerte. 0e podr!a imaginar a partir de a"u! "ue Dexistiendo el ser en las condiciones de espacioD de duracin, se plantea una serie de problemas no hablar2 m%s de eso ay otro problema
si se opone el &uego a la oportunidad de hablar se trata de un &uego "ue se puede denominar menorD la di*cultad no se puede hacer del &uegoD si es menor el *n de la actividad seria 'o se puede ya dar a la actividad (til un *n diferente al &uego a"u! hay algo "ue no anda bien +ecir ahora "ue se puede hacer del &uego una cosa m%s grave partir de entonces ya no es un &uego En el fondo de la *losof!a del &uego aparece la verdad misma Dindiscutible, vulgar, pero sin embargo poco concluyente por cuanto sufrimos y morimos. #a otra salida podemos entrar y ser el &uego, a condicin de desa*ar el sufrimiento y la muerte. proximarnos al &uego mayor es m%s dif!cil de lo "ue se cree. #a dial2ctica del amo "ue desaf!a a la muerte. hora bien, seg(n egel, el amo se e"uivoca, es el esclavo "uien le vence. )ero el esclavo, a pesar de todo es vencido y despu2s D de haber vencido al amo le es necesario vencerse a s! mismo. #e es necesario no obra como amo sino como rebelde. En primer lugar el rebelde "uiere suprimir al amo, el caos del mundo )ero al mismo tiempo, se conduce como amo ya "ue desaf!a a la muerte. +e tal modo "ue la rebeld!a es la situacin m%s e"u!voca El problema esencial de la rebeld!a es librar al hombre del compromiso del esclavo )ara el amo, el &uego, no era nada, ni menor ni mayor )ero el rebelde, es rebelde contra el &uego, ni menor ni mayor. "uien est% obligado a reducir el &uego al estado menor debe considerar la necesidad del &uego mayor "ue es esencialmente rebeld!a contra el &uego menor, el l!mite del &uego 0in esto es el hombre pe"ue6o "uien domina la razn. El rebelde est% obligado a eso por"ue ha debido aceptar la muerte. +ebe ir hasta el *n de su rebeld!a. 'o puede ser rebelde para perfeccionar la sumisin. Esto conduce a la conciencia de "ue lo peor es un &uego, a una negacin del poder del sufrimiento y de la muerte. cobard!a frente a una perspectiva seme&ante. )ero creo haber salido esta vez de la primera proposicin de una
*losof!a del &uego D pensando en el &uego mismo he tendido una trampa. +e esta manera, se pone en evidencia "ue salimos de la *losof!a del &uego, "ue estamos en el lugar donde el saber cede y lo "ue se pone en evidencia es "ue el &uego mayor es el no1saber. El &uego es lo inde*nible, lo "ue el pensamiento no puede concebir. Este es un pensamiento "ue slo existe en m! t!midamente, un pensamiento "ue no me siento hecho para soportar. #o pienso bien, es cierto, pero debo decirlo como un cobarde, como alguien "ue se cubre los o&os, "ue se esconde y "ue en el fondo delira de miedo. 0in embargo "u2 signi*ca una reaccin tan cobarde/