Respetable Logia “Nueva Era” N° 19 5
Valle de Santiago
Azufre,
mercurio y sal
(Significado Iniciático) Iniciático) ( Plancha de primer grado )
Carlos Flores Navarrete M.·.
Valle de Santiago, 4 de junio de 2013 e .·. v.·.
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Azufre, mercurio y sal significado iniciático
A.·. L.·. G.·. D.·. G.·. A.·. D.·. U.·. V.·. M.·. QQ.·. HH.·. Introducción La masonería es una institución humana y su finalidad es formar Iniciados, es decir, Hombres en la más elevada acepción de la palabra. En el fin último de sus cosas, la masonería tiene al Hombre como sujeto y objeto de su trabajo y deja a la razón o convicción de cada cual, su propia y privada representación del universo con sus misterios, para que los desentrañe por sí mismo y si lo desea, proyecte su personal comunicación con Dios o con la idea que tenga o se llegue a formar posteriormente acerca de la divinidad. Por consiguiente y precisamente por eso mismo, la masonería que es humanista por excelencia, despliega sus enseñanzas en los hombres dispuestos a trabajar por el bien de la Humanidad, con la sola condición de que sean libres y de buenas costumbres, para alcanzar su propósito de lograr gradualmente una transformación en ellos y hacer de cada obrero de paz, un pensador y un sabio. No se crea que tan magna obra humana en y para los hombres, se puede cristalizar de improviso, pues antes requiere un trabajo conciente, organizado, metódico y sostenido en todo Profano que desea ser iniciado en nuestras prácticas y enseñanzas, orientando ese esfuerzo para que él libere su espíritu de todo cuanto se cruza entre el Hombre y la luz, entre la verdad y la mentira, entre la certeza y el error, entre el bien y el mal. En ello se explican las purificaciones que la masonería le concede posteriormente al Profano que viene desde los infiernos y que han de conducirlo a recibir la luz que le devuelve y que le recibe como A:. M:: el V:. M:. a nombre de nuestra A:. O:. U:. Pero antes de llamar desordenadamente a las puertas del Templo para ser iniciado, el Profano habrá estado un tiempo prudencial en el ejercicio de pensar y habrá penetrado reflexivamente, en la medida de sus potencialidades de abstracción, hasta el centro mismo de las cosas, precisamente en las entrañas de la Tierra, allí donde no se filtra la luz exterior, vale decir, en el seno de tinieblas absolutas, donde apenas una luz tenue, la lámpara de la razón, ilumina unos fragmentos de esqueleto que evocan espectros y colgajos fúnebres. Son restos de osamentas que figuran la realidad desnuda y es la verdad brutal, privada del velo de las ilusiones, que se oculta en el fondo de un pozo que termina en el centro del mundo y que es -o si se quiere representa- el interior del Hombre. Hablamos de la Cámara de Reflexiones con sus elementos y significaciones iniciáticas y que son, entre otros: la Cámara misma, la oscuridad en ella, la luz tenue en ese mundo oscuro; los fragmentos de esqueleto; la palabra “vitriol”; las inscripciones murales; el reloj de arena; y dos vasos, uno con sal y otro con azufre, además de la presencia del mercurio como elemento. A continuación, intentaremos examinar algunos de los significados iniciáticos de estos tres últimos elementos: Azufre, Mercurio y Sal.
Desarrollo Un hombre libre y de buenas costumbres ha sido conducido, sin el sentido de la visión, a un lugar que no conoce. Allí le devuelven la visión y le dejan con una vestimenta pobre y mínima, le retiran sus metales y le dejan a la luz de un cirio que no hace más que profundizarle la oscuridad del cuarto en que permanece. Allí todo es negro, todo es silencio, todo es lúgubre, todo es espanto y por qué negarlo, todo es curiosidad. Él no sabe que lo han descendido a un lugar donde deberá sortear la prueba del Hades por medio de la reflexión, no sabe que está metafóricamente en las profundidades de la Tierra y sí puede percibir que está lejos de los ruidos del mundo profano con su cortejo miserable de odios, ese mundo que gira y gime a diario y que declama su pobre poema entre los tumultos que nadie sabe a dónde se dirigen o si van o vienen. Lo único más próximamente humano -o si se quiere, más cultural- que tiene a la vista es una esquela para que allí escriba lo que en ella le piden que escriba: su pensamiento en cuanto deberes y de cómo desearía que lo recordasen para después de sus días. Ay, esto último le hiela y recorre su médula espinal como una serpiente y su hielo que ha salido del polo antártico. Esto parece mucho más serio de lo él que imaginaba y las últimas palabras a garrapatear en ese formulario, ya se le caen como perlas al mar profundo ante ese imaginario inescrutable (como la mirada de una lechuza) que puede representarle su muerte y la idea que pueda tener del más allá. Y en ese triste estado de pobreza, abandono y miedos, se preguntará muchas cosas, a medida que va desplazando su mirada por los muros, cielos, piso, piezas y objetos, de este cuarto extraño y muy poco acogedor. El cúmulo de dudas y preguntas que han de surgirle arremolinadamente, no se dejan esperar:
¿Qué hago yo, sí, sí, que hago Yo aquí? ¿Dónde estoy realmente y para qué? ¿A qué esta vestimenta que me han puesto? ¿Qué significado tendrá este cuarto oscuro? ¿Por qué estoy aislado y nada se oye ? ¿Para qué me han despojado de mis pertenencias? ¿Qué me quieren decir con esos fragmentos de esqueleto? ¿Qué significa esa palabra “vitriol”? ¿Y las frases escritas en los muros qué mensaje tienen o qué evocan en realidad ? ¿Por qué un trozo de pan y un cántaro con agua sobre la mesa? ¿Y ese reloj simbolizará algo? ¿O será la nada, como un segundo ante la eternidad ?
¿Y estos dos vasos? ¿Qué contendrán y por qué? Mis QQ:.HH:. Como ya lo han detectado, el Profano está en la Cámara de Reflexiones, que como tal es para eso, para las reflexiones. La imagen de la muerte a sus ojos, le dará la primera gran lección del simbolismo con su más profundo significado iniciático: de que todo es superfluo y que ahí mueren todas las fatuidades humanas. Los símbolos que usa la masonería para educar a sus adeptos, contienen
enseñanzas de la sabiduría más antigua, probada y aceptada, para facilitar el despliegue de la inteligencia humana y encierran elevadas máximas morales y espirituales que son expresadas con delicada intelectualidad y una profundidad quizás única, máxime si se los encuentra en ese lugar tan particular. Es cierto que las preguntas antes enunciadas impulsan a desarrollar parte del corpus de tan ricas enseñanzas esotéricas que están contenidas en el paisaje y mosaico de la Cámara de Reflexiones, pero que sin embargo y en respeto al objetivo propio del presente trazado, nos limitaremos a la última de ellas, para motivar la reflexión sobre su significado y que también es una fraterna invitación a profundizar los conocimientos de los elementos que la componen o que se aluden, así como también en sus múltiples significados que, desde luego, superan largamente los que aquí apenas esbozaremos: azufre, mercurio y sal. Ahí un vaso que contiene sal y otro con Azufre, además de otros elementos sobre una mesa. Sus presencias y asociación simbólica parecieran misteriosas, pero no por eso dejan de tener explicación consistente y significación inteligible. En efecto, azufre y sal son considerados por la sabiduría antigua como símbolos de polaridad, donde el azufre es energía activa y potente, mientras que la sal, representa la energía pasiva, material y fijadora. En su relación con el Iniciado sobresale de inmediato la polaridad entre lo espiritual y lo material. Porque sal y azufre, también desde la antigüedad, son considerados como símbolos de la polaridad propia del hombre. La presencia de estos elementos significa que, siendo considerado el azufre como símbolo de la energía activa y la sal una representación de la energía pasiva, una relación con el Iniciado está en su propia polaridad, es decir, lo espiritual con lo material, expansión y compresión. Mientras el azufre representa la fuerza universal, principio creador y la energía vital que provoca todo movimiento, ánimo, crecimiento y despliegue; la sal ocupa su lugar como principio pasivo que constituye magnetismo y fuerza conservadora que conduce y que asegura estabilidad, maduración, cristalización y fuerza reactiva, en oposición a la energía activa del azufre que sólo busca la expansión. En las fuerzas, desde dentro hacia afuera del azufre y la contraria, desde afuera hacia adentro, de la sal como acción fijadora, están los dos aspectos o las polaridades de la energía universal que se reproduce a escala en el interior de cada hombre. Ahí los impulsos, uno activo o derecho que responde a la fuerza del azufre (causante del cambio y la variación, generador de entusiasmo, pasión y amor que se engendra en todo hombre) con otro pasivo que tiende a la inercia y la estabilidad, creando carácter, firmeza y persistencia a la materialidad y que ata a las necesidades y preocupaciones exteriores, como garante de los instintos naturales de conservación y protección de la vida tal cual se presenta en sus primeras etapas.
Digamos entonces que el Azufre tiene un significado iniciático que expresa en forma de impulso, ardor, iniciativa, espíritu de conquista, un avanzar aún intrépidamente y subir, lo que pareciera conformar todo un repertorio aparente de osadías, pero que sin embargo, he aquí un especial polo de su valor esotérico que no puede olvidarse, es el responsable del despertar a nuevas auroras e incluso de acrecentar la inquietud y los ímpetus de no doblegarse jamás a la conformidad que impone lo establecido y sobre todo de abrir compuertas y espacios nuevos e inexplorados y en la mente, al frenesí y la tentación a los cambios y las experiencias desconocidas. Por su parte, la sal frena y desalienta, tiende y hasta se aferra a la prudencia, porque es sensible al temor y se distancia de la reflexión que para ella siempre será a lo mucho ligera, vale decir, la sal constituye una fuerza que pondera casi por igual al error con la verdad y no distingue mucho entre los vicios y las virtudes; pero que sin embargo, he aquí un especial polo de su valor esotérico, nos hace fieles y perseverantes en lo que ya se cree, confirma nuestra voluntad conservadora y es muy tenaz para perseverar en los esfuerzos reactivos al cambio y lo desconocido; sin omitir que da la capacidad de atraer y quedarse con lo que está aceptado, con los pensamientos fijos, con las convicciones arraigadas aún en errores y aspiraciones contenidas. Así, la sal significa desilusión, discernimiento atrapado, rechazo a los cambios y a toda acción nueva, como también oposición a todo esfuerzo e ímpetus de superación y miedo al progreso que puede importar la exposición a lo desconocido. Azufre y sal, los dos elementos o dos tendencias latentes en el hombre y en sus pasos por la existencia. La felicidad, la paz y el progreso, parecen estar en la capacidad de mantener el equilibrio entre estas polaridades opuestas, manteniendo siempre la debida distancia entre una y otra, reconociendo sus particularidades y tomando lo benéfico de una y otra, para que de esa manera obren en armonía hasta alcanzar y valerse, en palabras simples, de sus mejores cualidades, es decir, ardor pero reflexivo, paciencia pero iluminada, entusiasmo pero medido, serenidad pero abierta, ardor pero prudencial y sobre todo convicciones pero nunca intransigentes. La acción e interacción entre estas dos tendencias opuestas (la sal y el azufre) está destinada a producir en nosotros (activándolos desde el estado latente en que se encuentran dentro de nuestro germen espiritual) el mercurio vital o principio de la Inteligencia y la Sabiduría; impulso que es producido por la Ley de la Armonía y el Equilibrio, ya que el pensamiento (que no es visible) en todos sus aspectos nace naturalmente y está o vive en el individuo, de la acción y de la relación entre sus tendencias naturales activas y pasivas, entre el amor y el odio, entre la atracción y la repulsión, entre la simpatía y el rechazo, en fin, entre el deseo y el temor. El mercurio crece y adquiere siempre mayor fuerza, independencia y vigor, cuando en el hombre luchan entre sí el instinto y la razón, la voluntad y la pasión, el entusiasmo y la desilusión, los ímpetus y los desencantos. El mercurio se eleva y florece, siempre más libre, claro y luminoso, según se aprende a seguir ideales y aspiraciones elevadas y según éstas logran sobreponerse a la ignorancia fija y las impetuosidades atrevidas y siempre que sea capaz de elevarse por sobre los errores y los temores, así como a las demás tendencias pasionales e instintivas del azufre y la fría racionalidad de la sal. El pensamiento nace, crece, se eleva y sublima, logrando alcanzar horizontes siempre más altos, amplios e iluminados, según predomine en la mente del Iniciado y en toda su
personalidad espiritual, el principio de equilibrio/armonía, ese que engendra, crea y concibe con genialidad, oportunidad y hermosura. Este mercurio sublimado es el único que puede percibir la Verdadera Luz, simbolizada por la Venus Celestial y su Belleza. Con el azufre activo obrando sobre la sal pasiva, en armonía, se construye la materia prima de nuestro nuevo carácter y se hace fermentar, hervir y sublimar esta nueva masa formada por contrarios fusionados, produciendo finalmente el mercurio refinado, o sea, una síntesis elevada que constituye la Sabiduría, nacida ésta de la transmutación ingeniosa de elementos que se repelen, a consecuencia de la perfección constante o mercurio gradual y disponible para quien lo busca, que permite superar la ignorancia, el error y el temor, así como la ilusión desmesurada y los ímpetus irreflexivos. Oswald Wirth opina que el azufre corresponde a la energía expansiva que parte del centro de todo ser y que su acción se opone a la del mercurio, energía ésta que penetraría todas las cosas por la influencia que viene del exterior. Y que estas dos fuerzas antagónicas estarían equilibradas en la sal, principio de cristalización que representaría la parte estable del ser. Como en la Cámara de Reflexiones estamos aislados de las influencias externas, sería el azufre, siguiendo a Wirth, quien actúa sobre la sal, que sería la esencia misma de la personalidad. Pero también advierte que todo estaría unido, o si se quiere, fundido, en el azufre (contenido) con la sal (continente) y con el mercurio (surto en el ambiente). Y que aquí estaría la significación iniciática más elocuente para las preguntas del testamento masónico, sobre los deberes que se tienen para con Dios (representado en el azufre, como esencia de la divinidad, motor o causa primera de todas las cosas), para consigo mismo (representado por la sal, como esencia de la personalidad estable) y para con nuestros semejantes (representados en el Mercurio, como esencia del medio ambiente). Se sostiene también que existe una energía que sale del interior del hombre y que genera la acción, el cambio (azufre); que existe otra fuerza que hace que el hombre se mantenga como ser receptor pasivo de influencias externas a él, lo estático (la sal); y que existe la sabiduría que está en el equilibrio entre ambas fuerzas (el mercurio). Pueden observar mis QQ:. HH:., cómo los símbolos cumplen con su función didáctica, mientras exista alguna relación inteligible entre la esencia del objeto y el significado que se le quiere dar al objeto. Esta relación genera en el inconsciente o la psiquis, una analogía comprensible y hace que la persona se convenza de que lo que se muestra físicamente, tiene que ver realmente con el significado que se le quiere dar a lo que es perceptible por nuestros sentidos, particularmente por el sentido de la visión. Conclusiones Masónicas No es difícil constatar la relación simbólica entre la cadena masónica universal y la fraternidad entre sus eslabones; entre el blanco y el negro del piso mosaico, con los factores opuestos que nos representan por donde andamos en la vida y que nos enseñan a medir nuestros pasos con la regularidad del compás; y tampoco lo es la fuerza del azufre con la pasividad de la sal y su integración con el mercurio que, en última y feliz instancia, es la sublime expresión de haber alcanzado la Sabiduría, la Piedra Oculta de los Sabios, la Piedra Filosofal, la Piedra Cúbica y aún la Piedra Angular o Núcleo de la Gran Obra. Pero si recordamos que el azufre es fuerza y energía vital y la sal un fijador conservador; o si se prefiere, si en el hombre luchan dos
opuestos y la masonería apuesta por la potencialidad de transformación en el hombre, entonces el mercurio será la expresión final y la síntesis de ambas tendencias en armonía y su resultado ha de ser el Pensador y el Sabio que estamos esperando, con verdadera ansiedad, en los mercurios potenciales de nuestros QQ:. HH:. Aprendices. No olviden mis QQ:. HH:. que la masonería elige hombres, los educa, organiza y disciplina, esto es, corrige en ellos cuánto es posible, los defectos de herencia, les enseña a seleccionar los elementos útiles del ambiente y les indica el rumbo de las evoluciones que han de llevarlos a sus destinos. No se ignora que al llegar a la Masonería, prejuicios de todo orden tienen esclavizada nuestra inteligencia (he ahí la sal) y que somos juguete de la ajena malicia y de las pasiones propias (he ahí el azufre); ignorancias esas por las cuales la Augusta Orden nos insta a recomenzar nuestra vida intelectual y ponderar filosóficamente todo cuanto se tenga por verdades comprobadas. Quiere seguidamente que conozcamos todas nuestras facultades y los medios para mejor utilizarlas en el orden natural de la evolución y con los métodos adecuados, para así penetrar ese orden que la propia naturaleza tiene para evolucionar y prodigarnos la Iniciación (he ahí el mercurio) Pero la vida, eso no debe olvidarse, es una batalla continua, ruda e implacable. No se adivina cuándo tendrá término o si en ella no puede esperarse otro armisticio que la muerte. Es una lucha de la verdad contra la mentira, de la sinceridad contra la hipocresía y de la libertad y la tolerancia contra la tiranía y el fanatismo. La Masonería sabe que los hombres sin doctrinas arraigadas, son como las embarcaciones con que juegan los vientos arremolinados hasta sepultarlas en el fondo del océano o hasta encallarlas. Por eso inculca constancia y la actitud de perseverar en la búsqueda de la senda del bien y de la verdad, pues así se allanan las dificultades, mientras tengamos conciencia no sólo de luchar contra nuestros personales errores y malas inclinaciones, sino que también a favor de la inocencia ultrajada. De esa manera, el masón ha de estar puro y limpio de toda iniquidad y dedicarse a obras meritorias, purificando su inteligencia por medio del estudio y con perseverante actitud de hacerse cada vez más virtuoso y amar la verdad; para que así las llamas que simbolizan el amor al prójimo puedan arder permanentemente en su corazón; para que nunca olvide que la Masonería no es fuente de pasatiempos, sino austero sacrificio, que no es contemplación pasiva del bien, sino activo combate contra el mal y el error; en fin, para tomar todo lo útil del azufre y de la sal, de un modo tal que el torrente de la sabiduría se abra de par en par y fluyan las aguas puras y cristalinas con sus dones de mercurio y que lleguen muy pronto a todos mis QQ:. HH:., que han nacido a la nueva vida, a la paz, a la libertad. Que el Azufre y la Sal (en armonía) y el Mercurio (en sabiduría) sean y que no olvidemos nunca que la masonería es una institución humana que tiene por finalidad formar Iniciados, es decir, Hombres en la más elevada acepción de la palabra. Conocer el significado iniciático que tiene la presencia de azufre, sal y mercurio en la Cámara de Reflexiones, es sin duda, un paso adelante en nuestro trabajo de pulir nuestra Piedra Bruta y a eso hemos aportado con este modesto e incompleto trazado de arquitectura que está dedicado con mucho cariño, en forma muy especial, a todos mis QQ:. HH:. Aprendices y Compañeros. S.·.F.·.U.·. Carlos Flores Navarrete
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Bibliografía • • • • • •
El Libro del Aprendiz, Oswald Wirth, 1995 Rituales, Gran Logia de Chile, 1985 Manual del Aprendiz, Lavagnini, 2003 Diccionario de Masonería, Grijalbo, 1990 Introducción a la Filosofía Masónica, Sinesio Urrestarazu, 1983 Diccionario de Teosofía, Bauer-Strreff, 1965