\ jx
Marc Auge
POR UNA ANTROPOLOGÍA OH LA MOVILIDAD
V3 X
o M jt c Au^ 2007 Diteño dt Ucoleociön coleociön;; Svl Svlvia 5itn 5itn«« 1‘nn ‘nneta cdK cdKXSn; ocrub ocrubre re de 300~. 300~. Ddirebv direbvu u
Sr lul luliirMÚl Oedi editA. tA. S A A»d. T.W1J.U.. tJ . i08022 BxkcImm<£»pañil Tel. 93 253 090* Como elnmnxo' ^edisa
í-.8 rVp rV pÓMivkpd H W5VÍ20 5VÍ20CDfc^xü» l'niKcd ui !»paia QuixUpruiubxii la repcudixcidn muí o ftrciil por por nMlm >mpre reiíií<
Visión^X Serie Serie atth'ersam atth'ersa m 3 0 año¡ Visión 3X es una serie conmcinurativa de XXX años edición cuuciuiudii. De crecimienn) en la clabomción de contciiiilos y su expansión a lo largo y ancho de la geógrafo espa ñola y ^or supucsR) de coda America l^rina. V3X es tambiín mirar hacia dentro, atravesar la pid y ver loít huesos de nuestras cstmcturas y marcas nt<(s sólidas. También es una íonua de la miraila, es alzar la vista mientras nos damos damos la vuelca y uceam uceamos nuestros nuestros orígenes orígenes pora pora encenderlos. encenderlos. A su V«, esre anilugio nos permite girar sobre nosorros mismos, levantar de nuevo los ojos y mirar el futuro a través de la pala bra que explora y espeaila. Muestro attehicto es límitailo, su cai-x cai-xaacida cidad está está dada dada por las las huellas huellas de su hi.stuha. Peni Peniut utee ver el inrerior pero cieñe un lituite en stts aumenros: cccinta aíkis hacia atrás y rreínta años hacia delante, y. sin embargo, creemos since ramente <|ue los selectos invitados que han hecho asr> de él le han sacado sus máximas potencialidades. Gedisa. orgullosa dc $í misma misma y de sus autores, invira invira a fes tejar ejar este 30 aniversario CO COn rodo el mundo lector lector que esté dispoesro a ser sacudido por la ntirada crítica que los autores de V3X nos prr^ncn: Marc Augé. Manuel Cniz, Rogcr Chartier. Néstor García Canclini. Fcrran Mascarell, Josep Ramoncda y Georgc Yúdice.
E ditonai O eJ eJiisa, 200? 20 0?
indiice
Noi Noi•a p r e v i a 1. n. III. IV. V. Vi.
11
.........................................................
F.l concepto de frontera La urbanización del mundo La distorsión dc la percepción El escándalo del ru rism o El desplazamiento de la u to p ía Platitearse el concepto dc movilidad . .
.............................
.. .. .. .. ■
......................
.................
...........................
...............
17 25 41 57 73 85
Nota previa
I-a I-a historia histor ia üe G edisa ed isa se sitúa sitúa en el tiempo tiem po uniendo dos períodos períodos que no coinc co incid iden en cxat cxa t camence camence con el final final del del siglo XX y el inicio del XXl: fue al principio de los 80 oiando en algunos países -curre ellos Francia- em(>ezaron zaron a notar los problem pro blemas as originados por una falca falca de reflexión acerca del íenómeno migratorio. Gisi en el mismo período se pudo ver cómo se sustituyó el len guaje gu aje de la cari caridad dad internacional in ternacional por po r arrebatos de o p ti mismo en los discursos dc la política de desarrollo- Fue necesario esperar hasta los años 90 para oír hablar de «nct cconomy» y sólo a partir de entonces se emjsezaron a plantear tcxlos los trastornos provocados por la rcvohición de la comunicación y a percibir, en la prác tica. el significado de las expresiones «glubaiización» o «urbanización del planeta*. IX- la misma manera, a lo largo dc los años 90, las consecuencias de la guerra
— ti —
l*i/ *i/r Hth Hthj an tfop tfop ñ lofia ofia J í ¡a movi moviilá a d
fría ciibujafon ciibuja fon,, a ojos de un extenso exten so públ pú blico ico,, una nueva nueva -5 imagen del mundo que, pfogresivainmte, iba atiop- ^ cando unos nuevas |)olos de desarrollo planetario. ^ También el terrorismo internacional es anterior a los años 80. pero ci auge del terrorismo religioso supone, -sobre todo con la toma del poder de Irán f>or jxirte tle Khomciny-, indiscutiblemente, el comienzo de una nueva erapa en la historia mundial que, anteriormenre. no podía imaginarse en absoluto y que dista de estar fÍnalizatla. 'Ibdas las contradicciones contra las que no« debati mos ahora surgieron en el peritalo dc los 70 y los 80. Sin embargo, hoy en día somos más capaces dc definir los diferentes aspectos y de tratar de reiacionarkis. Mi itinerario como antropólogo resulu, desde este punto dc vista, significativo: durante los años 60, poco des pués de las Independencias, la obsen'ación etnológica seguía siendo traditioiial, aunque empezara a suponer el tener en cuenca la política de modernización y dc desarrollo. Este relativo optimismo, tiemasiado sim ple, tuvo una escasa duración, desde el momento en tjue se tuvo «juc comprender que el mundo desarrolla do y el conjunto dc los llamados mundos «subdesarrollados* estaban comprendidos en una misma historia.
— 12 —
_________ _______________ ___________ __________ _________ _________ __________ _________ _______ ___
M a tx A m¡^
4 en tina misma lógica económica y en un misrnn proceo so de aceleración tecnológica, los cuales, evidentemen> te, no tenían los mismos efectos en todos los lugares y multiplicaban las contradicciones, a pesar del optimis mo i n ú t i l dc los los defe defens nsor ores es de la teoría teoría del del «fin de de la historia». historia ». Sin lugar a dud dudas as,, lia llegado el momento mom ento de de volver atrás, a través de toilos estos cambios, para tra tar dc comprenderlos, así como de analizar esta cues tión para para intentar inten tar situamos. situam os. ,;Adó ,;Adónde nde vamos? vamos? Es difícil d ifícil dar una respuesta con seguridad, segur idad, pero pe ro «situ «s ituam amos os»» —es dcx'ir, partir de una medida de tipo espacial para ima ginar el porvenir y el camino que deberá seguirse en el tiempo tiem po-, -, de ahora en adelante, no sólo sólo será posible posible sino también indiscutiblemente necesario. En nuestro mundo, que se encuentra en movimiento, el antropólo go puede participar de este esfuerzo necesario, al refle xionar acerca de lo
F arís, sepi sepiiiem^e em^ e de 2 0 0 ?
Los estudios cradicionalcs de etnología señalaban que los nómadas tenían sentido det lugar, dcl tcrritorío y del tiempo, así como del regreso. Por tanto, esta i
—
15
—
F ^ u n a a n l f 9 íf 9 Ío t £ a JJtt l a j m i lt lt d a d
< nes nes y de !a información. informa ción. Asimism A simismo, o, señala la la par parado ado-- * ja de un mund mu ndoo en el que, qu e, teó te ó rica ri cam m ente en te,, se puede hacer codo sin moverse y en el que, sin embargo, la población se desplaza. Esta movilidad sobremodcma se debe a una serte dc valores (como la desterritoriaüzación y el indivi dualismo) que los grandes deportistas y artistas -en tre otros- ejemplifican. Sin embargo, existen nume rosas excepciones: por un lado, cuenca con ejemplos de sedeinarismo forzado y, por otro, dc reivindicacio nes de terriiorialiilail. Nuestro mundo, pues, está lleno de barreras territoriales o ideológicas. Es preciso añadir que la mnviliilad sobrt*moderna respon re sponde de en gran gra n medida a la ideología del sistem s istemaa dc la globalización; una ideología de la apariencia, de la evidencia y dcl presente, dispuesta inclaso a volver a captar a toiIos los que tratan dc analizarla o criticarla. Así pues, aquí se tratará dc presentar algunos aspec tos mediante el examen de algunos conceptos clave, como frontera, migración, viaje y utopía.
76
I El concepto concep to de frontera frontera
$j pensar en el concepto dc fron fro n tera ter a resulta útil es por tillé constituye el centro de la actividad simbólica que -según las teorías de I.évi-Straus5- se ha utilizado, desde la á]>arici6n del lenguaje, para dar un significa do al universo y un sentido al mundo, a fin tie c]ue sc*a posible pos ible vivir viv ir en ellos. ellos . Sin embargo, emb argo, esta actividad actividad,, por su propia naturaleza, ha consistido en o{>oner las dife rentes categorías -como lo masculino y lo femenino, lo c'alicntc y lo frío, la tierra y el cielo, lo seco y lo húmetlo- y, tIe esta manera, dividir el espacio en sec ciones a las que se concede el carácter dc símbolos. Es evidente que en el (seríodn histórico
Por una an tropa/of tropa/ofúú de la m ofU ofU idaJ
esfucrzíi en actualizar la continuitlad ipie existe bajo * la aparenrc rrar cada día más los obstácu los relacionados con el tíem}>o y el espacio. Sin embargo, .somos perfectamente conscientes de que la apariencia que pretenden dar la universaliza ción y la globalización esconde numerosas desigual dades. Asimismo, presenciamos cómo resurgen las fronteras, fronte ras, hecho he cho <] <]ue refuta la teoría del final tie la his h is toria. T.a oposición Norte/Sur sustituye a la antigua diferenciación entre países colonizadores y jxiíses colonizados. Las grandes metrópolis dcl mundo están divididas en barrios ricos y «conflictivos» y. en ellas, se concentra roda la diversidatl y las desigualdades dcl 1H
__________________ ___________________________ _________
i mundo. mundo. Iiidusu llega a hab haber er,, en cieno cie noss continentes, continentes, iS ciudades y barrios privados. El motlo de emigración de los países pobres hacia los países ricos suele ser liastantc trágico, trág ico, ai mismo mism o ciemjio que los los paí paíse sess ricos ricos enge en genn muros para para protegerse de los inmigrantes inmig rantes clan cla n destinos. Así pues, se c'stán trazando nueva.s fronteras - o , más bien, bie n, nu nuc'va 'vas barrerasbarreras - que q ue canto distinguen disting uen a los países pobres de los países ricos, como diferen cian, cia n, en el in interi terior or de los los países subdesarr subdesarrollado olladoss o de los jjaíses emergentes, a los secTorc*s ricos - que forman parce de la red de glolialtzación ttxnológica- de los demás. Por otm lado, ai|uelIoes <{uc sueñan con que b humanidad forme una única soci socieda edati ti y que consi deran que su patria es el mundo tampoco pueden ignorar el fuerte hermetismo de las comunidades, las naciones, las las etnias etn ias y demás que quieren volver a alzar las fronteras-, ni la expansión dcl prosclitismo de ciertas religiones, t|ue sueñan con conquistar el planeta derrumbando la totalidad de las fronrccas. En el mundo «sobremoderno», en el <]ue la veloci dad del conocimiento, bs tecnología.s y el mercado se ha triplicado, triplicado , cada cada día día es es mayor b distancia dista ncia que sepa sepa ra la representación dc una globalidad sin fróntera.s -que permitiría que los bienes, los hombres, las imá 1
Por utu u tu antnffoioffa an tnffoioffa Je J e ¡a movil mo vilidad idad
genes y los mensajes circulasen sin ningún tipo de ^ limitación-
__________ ______________ _________ __________ ________ ___ M a r i A u f á
i o
Así pues, hov hov en día sería necesario necesario reconside reconsiderar rar eJ 5 concepto de frontera, esta realidad r el otro,
2}
—
Por Po r una u na ani aniroO roOo¡Oí o¡Oí(a (a d t la ww\tU 4 a d
< francjueamienco de las fronteras ha supuesto una serie ^ de consecuencias para los que lo han cometido: % Grecia, tras la derrota, civilizó Roma y contribuyó a su expansión intelectual: en África, tradicionalmenre. los conquistadores adoptaban a los diosc*s de los pue blos a los que habían vencido. Las fronteras nunca llegan a Ixirrarse, sino <|ue vuelven a trazarse: es lo etx> tampoco se trata erturbado: vivimos en un mundo en el que. en pri— 22 —
_
______ _________ _____ _____ ______ ____ _
MgV M gV
4 mer me r lugar, lugar, aún aún existe ex iste la frontera frontera entre democracia y ^ totalitarismo. Sin embargo, la misma idea dc demo cracia aún se encuentra inacabada, aún la tenemos que conquistar. Al igual que ucunc con la ciencia, lo que confiere su grandeza a la política dc la democra cia es que se Irasa en rechazar 1a idc-a dc totalidad aca bada y en fijar nuevas fronteras para que sean explo radas y francjueadas. ’lanto en el concepto
23
II La urbanización del mundo
La urbanización dcl mundo es un fenómeno que los deniógrafbs pucdc*n comparar con el paso a la agricultu ra, es es decir, con d paso dcl dc l nomadism nom adismoo y ta caza caza al sedentarismo. Sin S in emlvirgo, a-sulta a-s ulta paradójico, ya (]ue se trata dc un fenómeno cjuc no cunlieva un nuevo modo de sc*dcntarismo, sino nuevas formas de movilidad. Presenta dos aspectos, distintos pero compiementaríos: a) El crec imiento de los grandes centros urbanos. b ) La aparición dc filame fila mento ntoss url'i url'ian anos os —tal ta l y como com o lo expresa el demógrafo llcr\’c Le Bras-, cjue fosionan entre sí a las ciudades situadas a lo largo de las vías dc circulación, de los ríos o de las costas marítimas. Este fenómeno traduce, en términos c*spaciales, lo que recibe el nombre de unittrsalizaáón, término que
—
25
—
Por P or una un a a n t r t ^ w M d t ¡a mm üúiaJ üú iaJ
5 comprende comprend e tanto tan to la globalización globa lización -la -la cual cu al se caractccaractc - ^ riza por la extensión del mercado liberal y por el des- \ arrollo ele los medios de círcuiacíón y dc comunicac ió n - como la pta ptane neca cari riza zaci ción ón -u n tipo dc concienci concienciaa de íntlole ecológ eco lógica ica y social Cada día somos somos más conscientes de que el planeta en ci que vivimos es un cuerjjo cue rjjo físico que se encuentra encuentra en peligro, p eligro, de la misma manera que conocemos cono cemos las desigualdades, ya sea seann eco nómicas o dc cualquier otro tipo, que originan dife rencias cada vez más insalvaldes entre los habitantes dcl mismo planeta. Por tanto, la conciencia planeta ria puede definirse como desafortunada, en ia medida en que percibe, por un lado, el modo en que el ser humano contribuye al mal estado del planeta y, por el otro, los riesgos que éste corre, tanto sociales como políticos, a causa dc ios conflictos relacionados con la situación de desigualdad. El crecimiento y los filamentos urbanos producen cambios en el paisaje (cambios que también forman parte del concepto que se evoca al hablar de urbaniza ción del mundo), aunque aunqu e estemos estemos más acostumbrados acostumbrados a la utilización dc términos más tradicionales y a las imágenes a las que éstos il>an ligados. Así pues, al Itablar de urbanización del mundo nos referimos a 26
_ __ _ __ _ _ __
M atr A
_______ ___________ _______ _______ _______ _______ _______ ______ ___
j
1, dichas ideas de un modo un tanru automáticoi sobre Q todo cuando tratamos ei tema de la violencia en las ciudades, los problema.s de los jóvenes o U cuestión dc la inmigración. En las descripciones <]ue llevamos a cabo al tratar dichas cuestiones, la oposición ciudadía dadíaffucras ucras - o , utilizando utilizando un un lenguaje más más geom étri co. co . centro/pe centro/perif riferia eria ocupa un lugar lug ar esencial. De esta manera, situamos en la «periferia» todos los proble mas «le la ciudad: pobreza, paro, deterioro del entor no, delincuencia o violencia. Sin embargo, las palaliras nunca se emplean de un modo inocente, por lo ero, comúnmente, solemos utilizar también el término plural afueras («las afueras de la ciudad»), como si quisicramas señalar que el tejido urbano recilx este nombre en su totalidad; como si -al contrario de lo que afirmaba Pascal- todo fuera la circunferencia y el centro no se encotitrara en ninguna parte. T.as periíérias son zonas que rodean la ciudad, que se encuentran en oposición y enfrentadas las unas con 27
P^^ un¿_anlnpol un¿_anlnpolegÍ egÍa_( a_(iii ta m w U idad
las las otras, otra s, en una situación situac ión de rivalidad rivalidad continu con tinuaa y aleale - ^ jadas entr en tree s í p o r una dist di stan anci ciaa tan ta n gran gr ande de com co m o l a T ijue las las sepa separa ra de esc centr ce ntroo imagina im aginario, rio, en adación al Cual se definen como «periferias». Así pues, el vocabulario que se emplea al hablar
—
2H
—
________ ____________ _________ ______________ _____________ _________ ______________ _____________ _________ ______________ _____________ ____
M a rc A u f ¿
I ik eniidad abstraerá y sólo puede definirse de un modo o >< negativo, negativo , es decir, por Io que qu e no es. E1 ce cent ntro ro geogr geo grà à p erifer iferia ia y el conjunto fico al que se refiere el termino per sociológico que designa la palabra inte^raáó» existen. princi{>almente, como negación -como lo t|ue no son-, a través de las críticas que condenan y denun cian los guetos, la marginalidad o 1a exclusión, así como para aquellos que se consideran excluidos y periféri periféricos, cos, para para quienes dicho colectivo - a l que no se se niega ni egann a pen en ec ecer er-- y dicho centro centro -d e l que les les gus taría sentirse mis cercano.s- son elementos tan lejanos como inalcanzables. En resumen, se está utilizando un vocabulario antiguo para designar realidades nue vas. El «cinturón rojo» dc París designaba, hasta la década década de 1 9 6 0 , a las las periferia periferiass obrera obrerass que votaban a la izquierda y tjue swtcnían al Partido Comunista. Renault y Boulogne-Billancourt constituían el emplazamiento de una «ciudadela obrera». Asimismo, la geografía social j>odía definirse en tér minos simples, demasiado simples sin lugar a dudas. Pero, sea como fuere, hoy en día ya se encuentran obsoletos. La periferia tiene un sentitio geográfico, pero tam bién político y social: así pues. |>eriferia no es sinóni29
Por Po r una u na a ntro trotx d o fia d t ¡a mvt'i/ mvt'i/id idaJ aJ
rno ífe afueras, ya que, en las afueras, hay barrios ele- ^ gaines. dc la misma misma manera manera que. en los los antiguos antiguos ce ce n -1 i tros de las ciudades -como ocurre en Chicago, Aíarsclia o París- hay l>arr¡os que podrían ser propios de ia pc-riferia. En las ciudades del Tercer Nfundo, los barrios expuestos a la precariedad y a la pobreza -ya se trate de las favelas o dc cualquier otro ii|>o- sue len infiltrarse en el centro de la ciudail para derruir los impedimentos que, como si se tratase de acanti lados, Ies impiden entrar en los barrios ricos - donde el acceso está reservado- y acaban |jor inundarlos, avanzando entre los monumentos de la riqueza y del jMxi jMxier er com co m o sí de un océan oc éanoo de m iseria ise ria se tratase tra tase.. Sin embargo, este tipo de formas «periféricas» no son propias únicamente del Tercer Mundo: el problema d c la vivienda vivienda y de la pobreza pobreza urbatía urbatía existe ex iste inc incluso luso en el corazón de las megalópolisoctulentales más impre sionantes: así as í como com o en Africa A frica o en Am América érica Latina hay hay barrios privilegiados, directamente conectados a las redes mundiales, también hay algunas zonas tiu cua lificadas lificada s y tiescalifica tiesc alificadas das,, en las que q ue los Ín Índi divi vi
______ _________ ______ ______ ______ ____ _
____ ______ ____ ____ ____ ___ _
M jrt jr t A u e t
3
'i en cela de juicio es lo que Paul Virilio, ya en 1984, ^ llamaba «una degradación dc lo urbano* en su libro > ¿ 7 tspaáo crítko. Esta degradación va ligada ai paro, a la política de deslocalización de ciertas empresas y a la inestabilidad económica, social y geográfica que se deriva dc la desesiabilizactón general del enromo, ya que los sobresaltos de la ciudad y de la sociedad urba na actuak*s reflejan una revolución que trata de gene raliza ralizarse rse (y, en este sentitio, se ntitio, d c «con «c onclu cluir ir la historia»), histo ria»), pero dc la que, a diario, percibimos la desestabilización CJUC provoca. La inestabil inesta bilida idad d es cl lado la do nega ne gativo tivo de la movilidad, a la que se suele relacionar con los asjiectos más dinámicos de la economía. Philipj>e Vassct es un gt'ógrafb francés
Por una a n i n ^ Píía d r ja n anltda an ltdad d
está por definir y todas las zonas de chabolas, los lugares en los que reina la sombra tic la unlversaliza-1. ción, cuya gloria, por otro lado, se manifiesta en los etlificios y en las sedes de las empresas, en los salones VÍP de los aeropuertos y de los hoteles de lujo. De alguna manera, constituyen la forma desnuda dcl «no-lug «no -lugar» ar»,, puesto p uesto que se trata de espa espaci cios os en los los que no se puede establecer ningún tipo de relación social y en los que nada indica un pasado en común y que ademá ademáss - a iliíérencia iliíérencia de lo que sucede sucede en los los no-lugaress en re en los que qu e se erige erig e el triunfo triu nfo dc d c la modernidad—no están caracterizados por la comunicación, ni por la circulación, ni por cl consumo. Vasset finaliza su obra lin libro blanc blancoo (Eayard, 2007) con esta conclusión: •Todas las mcgalópolis coinciden en los márgenes y en las zonas de suelo rústico, que son las vanguardias de esta transformación; los puntos a través de los que París, Lagos y Río anuncian la llegada de dicha trans formación, como agua que aún estuviera contenida en la esclusa». esclusa». Así pues, lo que finalmente se pone en tela de jui c io —tai ta i y com co m o ol>serva rvarse en el espacio espac io urbano urb ano,, las diferen dif erenciaci ciacio o nes que dividen el tejido social y las disfúncioncs que -3 2 —
M a r c A u íé
1 se dan dan en la ciudad- es cl cam bio en la esca escala la de ia ^ actividad humana y la dcsccniialización de ios luga res en los que se lleva a cabo. Hoy en día, ya no se pueden analizar las ciudadc*s más importantes sin tener en cuenta los equipamientos tecnológicos que las conectan a la red mundial de comunicación y dc circulación, de las que depienílen. Los proyectos urba nísticos se concillen cada vr/ más en relación con la neccsidaíl
Por una una aniro aniroPo PoUeí Ueía a J t la nuntiid tiid a d
siglo XX y cuyo recorrido se ha ido extendiendo, a lo * largo dcl dc l siglo, sig lo, más allá de las las puerta puertass dc París ha|. realizado una función notable y altont contribuye, en lo refea refea*n *nce ce al número de pasa pasaje jeros ros - t ju e ha aumenta aum enta do de uii uii m odo extra ex traor ordin dinar ario-, io-, al recorrido recorrido del 1U:R. En 1998. la línea M del metro, la Météor -la última cjue s e ha construido-, moderna, automática y sin conductor, se creó, entre otros servicios, como alter nativa pira una parte dc los pasajeros del RER A. Aquellos Aquellos que toman la linca M ctcor ctco r viven, viven, en un 70 70% . en las afuer afueras as.. Y así, de manera manera significa sign ificativa tiva,, la línea 1 del del metro -la -l a primera en ser construid construida, a, la m is anti gua y que, inicialmente, unía Porte de Vincennes con Porte M a illo t- se se prolongó prolongó hast hastaa la la Def Defens ensaa en en 199 19 9 2, contribuyendo, dc esta manera, a reducir cl número de jjasajeros del RER A. En el futuro, esta línea cam bien será automatizada. La zona de París-La Defensa, que recibe este nombre aunque abarque tres munici pios situados fuera de la ciudad, es cl centro de nego cio de mayor importancia en toda Europa: en él se encuentran las empresas mis relevaiifcs, instaladas en una serie de etlificios, de los que las más recientes fue ron construidos, siguiendo el modelo de sus homolo gas americanas, jior ar<|uitectos que gozaban dc ■34
_______ __________ _______ ________ _____ _
Mare Mare Aug¿
"I renombre a nivel muiulial. El punto que se escogió para la edificación dcl arco de la Defensa corresponde a la prolongación tiel eje histórico que pasa por el Louvre, 1» Concor
Par Pa r una u na ítntrofniogfa ítntrofniogfa tií_ la m ofitidaJ ofitidaJ
dc vista geográfico, la ciudad se^larga y se disloca; ^ ios «centros históricos», habilitados jrara seducir tanto a los visitantes que vienen desde lejos como a los teles{iecia
36
—
M a re A » ¿ / 3
\ lo que no forma pane dc dicho sistema. Por canco, se S trata de un sistema idea! que se asimila a lo que > Fukuyama Fukuyama da da cl nomb no mbre re de «acabamiento «acabam iento de la histo ria», período que se caracteriza jxir combinar la democracia representativa y el mercado liberal. Sin Especttro ross de M arx, arx , embargo, tomo observó Derrida en Espec no podemos salxr con seguridad si lo que l'ukuyama encendía por «acalvamiento de la historia» era un aca bamiento bam iento total o una simple sim ple tendencia a ello. ello . Ta urba nización del mundo, en términos dc descripción etno gráfica. gráfica . evoca evoca diferentes fenómenos posibles: posibles : la exten ex ten sión de las megalopolis, algunos arquitectos de renombre acaparando codos los proyectos arquitectó nicos del planeta de manera exclusiva, la transforma ción acelerada y espectacular del paisaje urbano de ciertos continentes (y en jiaíses como China o los Emiratos Aralies Unidos), pero cambien tlisiintos tipos de desplazamiento dc la población (por ejem plo, ios «tiesplazaüos» de Colombia, que se ven obligados a abandonar sus cierras en cl campo y a instalarse en la jieriferia dc los grandes espacios urbanos), la apari ción dc grandes campos de alojamiento en zonas como África, el alsandono del campio. la crración de cspwcios url'ianos ex nihilo en China, eí aumento
Par Par una an trabaioí trabaioí//a dc ¡a m oit oithd ad
población inmigrante,
M a n A u f ¿ 3
*1 concebidas para la tranquilidad de algunos puscx'do2 res de grandes fortunas que ya se han retirado del mundo empresarial. Por tanto, la metaciudad virtual supone, jjor un lado, la uniformidad y, por cl otro, la desigualdad. Asimismo, la ctudad-mundo y la ciudad mundial parecen estrechamente ligadas la una a la otra, aunque dc manera contradictoria: la ciudatl mundial representa el ideal y la ideología del sistema de la globa glo baliza lización ción,, mientras m ientras cju cjuee en la ciudad-mundo ciudad-mu ndo se manifiestan manifiestan las contradicciones contradicciones - o , dicho de otro otro modo, las tensiones históricas- que ha engendrado este sistema. Asimismo, la unión de la ciudad-mundo y de la Ciudad-mtindíal provoca ia aparición dc las zonas vacía.s y jiorosas que traca Philippe Vasset, que no son sino el lado oculto dc la universalización o, al menos, el lado que ni podemos, ni queremos, ni .sabe mos ver.
39
III La distorsión de la percepción
Las nuevas formas dc urbanización han conllevado que sé multipliquen los aspectos ocultos o, dicho de otro niodo, ha mampuiatlo la jiercepción jiercepción de los ciuda danos. Vivimos en un mundo en el que la imagen se encarga de sancionar o favorecer a la realidad de Ío reai. Así pues, la coexistencia de la ciudad mundial y de la ciudad-mumio supone, en primer lugar, que se mez clen las imágenes, como sucede cuando la unión de ambas realidades da lugar a zonas de vacío, totalmente inaceptables inaceptables extensiones destinadas a la industna indu stna per peroo que no son más que eriales, terrenos cuya función esii aún por definir y
Por una antro antropol poloeta oeta de h mtn iliJtu iliJtu l
ambas realidades, puede detectarse en la aparición de ^ nuev uevos términos que, sin sin ser ser smónimos, smón imos, se se con co n tam ta m i-1 ... 8 nan entre sí: el significado del uno influye en cl del otro y originan nues'os miedos y conflictos en poten cia. Si examinamos algunos de esios térniinos vere mos que tienen un punto en común, y es tjue conce den la mayor importancia impo rtancia al lengu len guaje aje espacial: espacial: dc esta esta manera, crean una metáfora que, inevitablemente, engloba a tcxlos los análisis y descrijiciones ijue se lle ven a cabo. El primer término es exclusión, por el que, lógica mente, se sobrentiende tjue hay un interior y un exte rior; rior ; una escisión y una frontera frontera.. D ich ichaa escisión y dicha frontera frontera son dc índole física física cuando se trata de ios ios con con troles tro les CJ CJUC se llevan lleva n a cabo en las las fronteras fron teras nacionales, nacion ales, como respuesta a la presión que ejercen los Inmigran tes de los países pobres, los cuales, al tratar tie acceder a las regiones ricas dcl mundo, llegan a arrie-sgar su vida. Asimismo, existen orras fronteras y escisiones,
_________ _____________ _________ __________ _________ _________ _______ __
3
sin paptlt pa ptltss son palabras u expresiones " I Clandtuihos y sin S que designan las circunstancias particulares en las que viven ciertas categorías dc inmigrantes. Su exis tencia, al contrario co ntrario de lo que dan dan a cn cntcm tcmler ler estos tér té r minos, se conoce de manera oficial; sin embargo, no está reconocida: si los clandestinos se diferencian de los otros otros inmigran inm igrantes tes es, en prim p rimer er lugar, porque se les deniega la existencia. No obstante, este tijio de defi ciencia en lo referente a la itlentidatl se da entre codos los inmigrantes; ser un inmigrante «oficial» no garantiza completamente no caer en la clandc'scinidad; canto canto los visado visadoss de turista turis ta como com o los permisos de residencia son Ijmitados; asimismo, las leyes concer nientes a la inmigración pueden cambiar en función de la coyuntura (Xílícica o económica. Kn Francia, los jóvenes que son «fruto de la inmi gración» son, generalmente, franceses, aunque buena ¡»arce de ellos pertenece a la segunda cacegorb dc excluidos, los excluidos por razones sociológicas, como son una enseñanza tlel’ectuosa o el paro. Este aspecto crea una contradicción entre ios principios
S la
Por una a»tnpídp¿fa d t la m ovilidad ovilidad
< dadanos dc pleno derecho. Asimismo, emre los 17 ^ años y me medio dio y ios ios 1 9 pueden rec rechaz.ar .ar la nacionaiinacio naii- Í dad francesa o, dc la misma manera, pedirla de modo anticipado cnm* los 15 y los 16 años, con el consen tim iento ien to dc sus sus padres, padres, o entre en tre los los 16 y los 18 1 8 , sin ílicho consentimiento. Patrick Weil, en su libro F ranci ran ciaa y íuí íu í extranj extranjeros eros,, hace mención Je la cifras del Ministerio de Justicia, que indican que una gran mayoría la adt|uicre de maneta voluntaria antes de los 18 y que qu e sólo una petjucña petjucña mayoría la rechaza. rechaza. En E n este aspecto, el «modelo socijl» franct% cumple correcta mente su función. Sin embargo, la mayoría de los franceses que son «bijos dc la inmigración» pertenecen geográficamen te a los barrios «desfevorecidos», lo que T)bres, tanto en la ciudad como en sus «afue ras», están reunidos, formando una ma.sa, un grupo y, para para algunos, una posible amena amenaza. za. En Francia, el sig s ig nificado de la expresión núcleo urbano contiene estos aspectos y parece condenssy el fracaso dcl urbanismo llevaílo a calx) por la política económica y el sistema escolar. A esta situación se une el examen de ciertos fenó menos antiguos antiguo s como com o la delincuencia a pequeña esca esca-—
44
—
M a n A u e í
___________ _________________ ____________ ____________ ____________ _______ _
1. b y el el tráfico tráfico dc diferent diferentes es lipos (lo qoe q oe,, en el siglo p X XIX, se atribuía a las llamadas «clases peligrosas») y que hoy en día refleja la palabra marg¡naltda4\^ésm\no dc índole espacial cjue designa, |X)r defecto, un lugar central, un centro ile referencia). Este término también supone un riesgo de contaminación verbal, puesto que en cl «margen» de los pueblos se sitúan las periferias y las alueras. Así pues, cS importante medir las palabras cjue se emplean emplean -tenien -ten iendo do en cuenta su su significa sign ificado do-- al tratar tratar ci tema de los conflictos y las crisis urbanas, como ocurrió con los incidentes que marcaron lo que en Francia recibió el nombre de «crisis de las |>eriferias». Algunas obsen'acioncs sobre el tema pueden ayudar nos a definir cl fenómeno y a traiar de comprender qué aspectos aspectos fueron propios de Francia Fran cia y cuáles frie friero ronn más generale g enerales. s. 1. F.l incendiar coches los fines dc semana es u m a ci ciiivitlatl que se da de modo habitual, destle hace algunos años, entre algunas pandillas
Por P oruñ uña a antr/ antr/po polo lo^í ^ía a fU la n m á tdad
ras de Estrasburgo el día dc Año Nue\'o). Durante la ^ «crisis dc las afueras», cl movimiento aumentó del. manera considerable, pero no se trataba de algo nuevo. 2. También es cierto que en este tipo dc movi m ientos iento s interviene intervien e en gran medida, una una vez vez tras otra, ia rivalidad entre los diferentes barrioí y las distinta.s periferias; incluso entre aquellas que no mantienen ningún tipo de contacto, pero cjue se ven en ia tclcvisión y se comjsanin a través de la pantalla. La competitividad referente a la violencia y, sobre rodo, lo espectacular de su actuación se asimila a lo que Erft’ing Goffman llamaba la acción en su libro acereta de los ritos de interacción. 3. Querer figurar en la pantalla es, de alguna maneta, querer alcanzar cl centro; esc centro descen trado y múltiple que puede encontrarse en cada hogar a través de la televisión y las imágenes que prt'senca a diano, en las que muestra uh cenrru ideal en el que se encuentran los j>ersonajes famasos de la scx'iedad de consumo, ya sean políticos, deportistas o artistas, o estén relacionados con los medios de comunicación. Dorante la crisis de las periferias, la dimensión tele visiva también estuvo presente: las proezas dc los «sublevados» salían por la televisión.
—
46
—
Ma M a n A u n
____________ __________________ ____________ ____________ ____________ ___________ _____
2
i
4 . Sin cmlxtrgo, cmlxtrgo, los los aconterimiencos aconterimiencos que tuvi tuvier eron on lugar en este período no se pueden simplificar a un jueg ju egoo en el que qu e se c o m p e tía tí a j>o j>or los roles o |>or ob o b te te ner las las miraíias, ya ya que. si se trató de acontecim acon tecimientos ientos graves, fue, precisamente. j>orque reflejaban el senti m iento ien to de exclusión de una jxirte jxirte de la juventud, juventud , aun que la forma que tomó fiie la de una protesta sin un contenido ideológico en concreto. 5. No se deben confundir estos estallidos de vio lenci le nciaa - y los los incendios incendios que supusieronsup usieron- con otro tipo de fenómenos violentos, ya que se sitúan a otra escala y con otras perspecti perspectivas. vas. D ich ichoo dc otro modo, no creo que haya que relacionarlas con la acción proseiittsta de 1a pane política del islam. Llegado el momento, dichos movimientos proselitistas jjodrían llegar a explotarlas, por ejemplo, como una contribución al restablecimiento del orden pero, en todo caso, no son la caiLsa que los desencadenan, ya que utilizan otros medias de presión e intervención. 6 . Los jóvenes, ai revelarse, no están luchando por una petición subversiva: simplemente, quieren partici par de la revuelta, consumir como los demás. 1:1 hecho de que incendien escuelas u otros lugares públicos no tiene más significado «revolucionario» que IncctuHar — 47 —
Par una aninD oloeí oloeíaa d t la mw tltdeui deui
< cl coche de los vecinos dcl barrio; lo que quieren es, g princijjalmence, ser visibles, cxiscir de un modo viit ble. 7. Los jóvenes «nacidos de la inmigración» proce den de orígenes complerdmente diversos. Sólo en lo que se refiere a África, lógicamente, ya existen grantlcs diferencias entre en tre ei M agreb agre b y el el Áfri Áfric' c'aa negra, así as í como com o otras diferencias consideraldes en el interior de esta.s dos zonas: por ejemplo, no codas las familias que pro vienen
________ ____________ ________ ________ ________ ________ ________ ____
A a g é ALgrt Aa
I 1 tradicional tradicional de sus sus paíse paísess de origen: denrro de U ^ población había grandes desigualdades respecto al dominio que cada individuo poseía de los conoci mientos de las culturas tradicionales (incluso en este aspcx'to hay individuos más cultos <|ue otros) y, en lo que se refiere a las nuevas generaciones, no se trata de un aspecto que les concierna. En cuanto a la religión, especialmente cl islam, se manifiesta de una forma muy contemporánea y muy proselitista que ya nada tiene <|ue ver con la transmisión de una herencia cul tural. A sí pue pues, s, el lenguaje leng uaje de la la tradición trad ición y de los orí orí genes no es el más indicado para analizar las periferias y las ciudades actuales. A lo largo del siglo XX se ha descubierto la rique za de las culturas llamadas «orales» o «sin escritura». Los etnólogos demostraron que dichas culturas c ulturas pudie ron desarrollar modos dc conocimiento y de adapta ción al medio dc una gran sutileza. Parce de la prol^lemática de nuestra época viene dada porque, a cau.sa de la colonización colo nización l a globali globalizaci zación^ ón^ ci éxodo rural, ta tas guerras, las hambrunas y la inmigración, una gran cantidad dc indlvidut» ind lvidut» ha sido sido desposeí desposeída da de su saber saber tradicional, aunque sin tener la |>osibiÍidad de accetler a las formas. i»H>demas de conocimiento. .Se ajjeloto— 49
p w tU Por una antnruAoeía
< nan en los barrios de chabolas y en los suburbios dc ^ las ciudades del Tercer Mundo M undo,, en los los campos de rcfii- \ giados o, cuando han tenido la suerte de poder emi grar, en ios barrios pobres de los paísc*s desarrollados. También puede Jarse cl caso de que las primeras de estas situaciones den lugar a la última cjue se ha cita do y, dc esta manera, muchos dc los inmigrantes cjue llegan a F.uropa ya se encontraban, cuando vivían en su país ecialmentc esj>ecialmentc en los los países en en los que los los hijos hi jos dc la segunda generación de inmigrantes asisten a la 50
-------------------------------------------------
3
£ escuda Y viven una exj>eriencia radicaJinence opuesu ;í a la dc sus padres, inclaso en los casos en que atravic> san por dificultades escolares. Hoy en día se habla mucho de cultura y de identi dad, pero se trata dc dos términos tjue conllevan una serie de problemas cuando se combinan las conse cuencias ante cuando se tiene en cuenta que, incluso en los jxiíses más des arrollados del mundo, el analfabetismo y ia ignoran cia afectan a gran pane de la población, tal y como demuestran divetsa.s encuestas tjue se realizaron en los Estados Unidos, como la que llevó a calx> la National Scieuce Foundation, que reveló que la mitad de los norteamericanos no sabía que la Tierra da la vuelta al Sol en un año. íieguramcnte, si se realizase en Euroj>a, .5/
-
P or una an trapo iosía osía dc la nto v iltd a d
las cifras no serían muy distintas, y lo peor es que | reflejan la indiferencia de los |>oderes públkos ton 1. relación al atentado contra los fundamentos dcl ideal democrático dem ocrático que q ue supone esta reali realidad dad.. 9. F.n iodos los campos y desde cualquier pumo
— 52 —
_________________________________________________________
9
1 en la clase clase obrera: en este es te período se se aprobó una jx> jx>lílí-cica ci ca dc carácter ñuniliar que qu e perm pe rmitía itía que las las familias familias > dc los inmigrantc*s con permiso dc residencia fueran a vivir vivir a Franc Fra nciaia- con cl c l objetivo dc estabili estabilizar zar la situa situa ción de los llamados «trabajadores inmigrantes», al fecilitar que sus femilias pudieran vivir en Francia y, asimismo, que se «integrasen» en la categoría dc obre ros franceses. Sin embargo, la situación dc paro que se inició a finales de la década de 19^0 cambió cl orden tie las cosas y afectó, en primer lugar, a los trabajado res inmigrantes no capacitatlos. F.l mietlo al paro alcanzó a la clase obrera, |>or lo que, en el interior dc los barrios obreros, la mayoría de los inmigrantes representaron ci «polo negativo» -al que se refirió el antropólogo antropólogo Gcrard Althab Alth abcc que dio lugar a b apa apa rición de una nues'a forma de racismo originada por cl miedo de ser Incluido en diclio polo. Hay aún otra clase tie inmigrantes: los llamados «clandestinos», es decir, los que trabajan sin estar declarados declarados y que representan representan codos codos los los jieligros jieligro s de b deslocalización (aunque, para los empresarios -si no todos, alg al g u n o s-, supong supongan an todo todo tipo dc ventajas). ventajas). Así pues, para los tralmjadores clandestinos, cl paro tan sólo está a un paso. paso. De D e esta manera vemos tjue la mcz— 53 —
At
P or un a antrob oloíta oloíta d t ¡a mo t'i t'ilid ad
cía de las diferentes categorías se da con mayor frc- * cuencia a me< meortes públicos de las mcgalópolis occidentales. A estas observaciones deben añadirse algunos ele mentos imjx)nantcs que aumentan las consectiencias y contribuyen a distorsionar la percepción; son, entre otros, la demografía, la.s rupturas generacionales, el contraste entre campo y ciudad -que, a pesar de la urbanización, aún sujione una imp>ortanie diferencia en el imaginario francés y en cl dc otros países (por ejemplo, se relaciona la violencia con la ciudad y sus periferias)-, el terrorismo internacional y cl incre mento del islamismo extremista (se ha hallado en Afganistán y en Irak a algunos franceses procedentes de las periferias, como Moussaoui, y se ba descubier to que algunos terroristas se camuflaban en ciertos barrios traiu|uilos situados a las afueras de Londres). Tras c) paisaje del nuc'vo urbanismo, como si fuera un dtxorado dtxorado de fondo, se perfilan algunos algun os csptxtro csp txtros, s, pero pero también ciertas amenazas reales. En este contexto, ajielaf al respeto o al diálogo — 54 —
_________ ______________ _________ ______ __
Ma M a n A uge ug e
3
£ cnttc cn ttc aiicuras aiicu ras no resulta resulta en absoluto adecua adecuado, do, ya X que. de hecho, no roncieme ni al movimiento extremista ni a las nuevas generaciones dc orígenes diver sos sos que qu e han creado creado o i^artic ticijia ijiaid idoo e n U c r r a c i ^ de turas urbana^carentes Je cualcjuicr tipo dc referencia a una tradición anterior.
— 55 —
IV El escándalo del turismo
lin ¿ 7 tiempo e» ruinas intenté demostrar (jue el espec táculo de las ruinas nos ofrecía una visión del tiempo, pero pero no de la historia hist oria propiamente dicha. Y así as í es, puesto (jue las ruíiia.s de la.s distintas é;>ocas se acu mulan y dan lugar a lo que hoy en día llamamos rui nas o campos de ruinas. Los constructores, por lo gene ral, casi siempre han edificado, uno tras otro, sobre las las ruinas dc sus ancestros y. en el momento en que han dejado dc construir, la naturaleza ha vuelto a ejercer sus derechos, la vegetación se ha apoderatlo de las pie dras y las ha modelado, originando excéntricas estruc turas, com c omoo las que podemos po demos ver en Cia Ciamb mboy oya, a, México M éxico o Guatemala, lin dichos lugares, cl bosque, tras haber sufrido.una tala total de sus árl>oIes. se ha retirado, vencido, a otro lugar. Pero lo que atjuí se descubre es un paisaje inédito, en el que ninguno de nuestros
57
Por una antr antropo opolo loef efa a lie lie ia m otiliJ otiliJa a J
antepasados Ha potlidn vivir ni ha podido ver. Es un | paisaje que ha emergido de la noche dc lo$ tiempos, 1 pero que sólo ha podido existir, en su forma actual, para nosotros. En esce sentido, es una visión del tiem po «puro». Este es]>ectáculo suscita la curiosidad y la fescinac ión ió n , |V>r lo que qu e no resu r esulta lta sor s orpr prei eiiíl iílen ente te que las ruinas constituyan uno dc los destinos preectáculo de las ruinas les hablalxi más de la humanidad que de la historia. Aquellos en ios (|ue el sentimiento de superioridad era mayor, como Cliateaubriand, hallafc^n en ello una ocasión de ver reflejado, en las civiliza ciones afecido, lo efímero de su pro pia existencia. E>e alguna manera, iban más allá de la historia, la trascendían para mcdirar sobre el hombre en general, sobre el hombre genérico, con el que, durante un insrante a lo largo de su meditación, creían sentirse identificados. —
58 —
________ ____________ ________ ________ ________ ________ ________ ______ __
M a n
4 Hoy en día, día , esta cxpccxpc-ricn ricncia cia se ha «demorratiza«dem orratizao I>*5 do*, en el sentido dc que está al alcance de la clase media de los j^aíses más desarrollados. Pero el hecho de que esta experiencia sea posible para un mayor número de personas se suma al balance de una reali dad que tavorece la ubicuidad y lo instantáneo y en la que ya no queda lugar para para el largo viaje via je hacia las rui nas dc las civilizaciones perdidas, ni para vagar por el pensamiento. En los programas (jue ofaxcn las agen cias dc viajes, los países {>arecen estar en línea recta, uno uno tras tras otro, por lo que resulta resulta completamente comp letamente posi ble visirarlos. Así pues, ios futuros turistas dudan entre las cataratas del Niágara, la Acrójiolis, la isla dc Pascua o Angkor. Así es como todas las jiosibilidades de desplazarse en el espacio y el tiempo se reúnen en una especie de museo de imágenes en cl que, si bie^n todo es c-vidente, nada es niás necesario. Ix>s paisajes (incluid (inc luidas as las ruinas) se ban conve co nvertid rtidoo en un producto más y se amontonan, unos sobre otros, en los catálogos o en las pantallas de las agen cias de viajes. Por otra parte, esta acumulación va ligada a ia que he emplrado para tratar de definir las ruinas, ruinas, aunque no concierne concier ne al al mismo mism o tipo tip o dc tempo temp o ralidad. fX' hecho, el tiempo que tjucda reflejado en
—
59 5 9 —
Por una antro antrobo bolloeia oeia d é la mot'd t'd iáad iáa d
< las ruinas no informa acorta de la historia, pero hace ^ alusió alusión n a ella; su encanto se debe, cjuizás cjuizás.. al hecho dc I que lo incierto de esta referencia se asimilaba a un recuerdo que pondría en contacto a cada individuo consigo mismo y con las regiones desconocidas en las que la memoria se pierde. En cuanto al tralrajo exhaustivo que las agencias de viajes aparentan reali zar, el sentimiento genera! es, por el contrario, el de una lista desordenada, en la que lo que se impone ya no es el lento trabajo del tiempo, sino la tiranía de un espiado planetario que ha sido nxorrído de punca a punta pu nta y de cuyos cuyos lugares se se ha hecho una simple simp le enu enu meración. Más que las ruinas, lo <|ue representarían las agencias dc viajes son terrenos destinados a la construcción, pero carentes de cualquier proyecto y de toda idea de exploración espacial o tcraporul: da lo mismo lo (jue se construya en ellos, lo importante es que se haga enseguida. La idea de viaje sí que refleja ría las ruinas, pero unas ruinsis o en estado «puro», estarían conectadas con la historia contemporánea, en (a que ya no se cree en el tiempo, iloy en día es imjx>sible que existan las rui nas. nas. ya ya que lo que qu e muera no dejará huella alguna algu na,, sino sino grabaciones, imágenes o imitaciones. 60
M a n A u e r
! pu mo,, se podría trazar una comparación compa ración X En este pumo X entre el turista y el etnólogo: ambos pertenecen a la parte Jel mundo más favorecida, en la que es posible organizar organizar viajes de placer placer o con el objetiv ob jetivoo dc estudiar el entorno de un país extranjero. El que todos los hombres pudieran ser turistas o einólogos no resulta ría un hecho chocante cho cante si el desplazamiento de unos unos no fuera fuera un lujo, lu jo, mientras mie ntras que qu e el de otros es es producto p roducto del del destino o de la fetalidad. Tampoco sujmndría ningún tipo de escándalo si codos los hombre.s, sin diferencia alguna, pudieran ejercer como sus propios esjsectadores. Pero éste es el t*scándalo que supone la etnología, puesto ijue, por ejemplo, hay etnólogos japoneses en África, j>ero no etnólogos africanos en Japón. Sin embargo, el cij>o de etnólogo al ar >arec ecien iendo do y por que. después después dc todo, tod o, tampoc tam pocoo cons co nstitu tituye ye —sin lugar lugar a dudas- e! objeto del estudio de la etnología. Ésta le sobrevivirá; ya le sobrevive. En cuanto a los turistas, nunca han sido tantos».ya que nos encontramos en la é]xx:a del turism tu rismoo en masa. asa. En pocas palabras, se podría decir que la clase media y superior de los países ricos realiza viajes cada vez más — 61 —
P o r tu ta a p im tei/te te i/teú ú / d e L i mot lìt lì t d a d
alejados dc sus fmiueras. Por su pane, los pa.ists ilei .|sur ven cn cl turismo una fuente de ingresos puesto T or contraste, la origina lidad de la postura del etnólogo, aunque sin (legar a retlucir al turista a ia caricatura que se suele hacer de él con tanta facilidad ya que. si bien suele ser suscep tible de ser caricaturizado, como individuo no se reduce, sin lugar a dudas, a la imagen que da de sí mismo. El asjjecto en el cjue el etnólogo tradicional (y con ello me refiero al tjue viaja para estudiar la sociedades
— 62 —
___________ ________________ __________ __________ __________ __________ ______ _
__ M _ __ M a n
A ug/ ug /
4 que consider consideraa exóticas) coincide con con el turista actual actual Q X es el hecho de ir a otro lugar, de alejarse de sus raíces. Sin embargo, embargo , lo tjue de entratla entratla diferencia diferencia al etnólogo etnólo go del turi.sca —y siempre lo hará—son dos cardctcrístícas: que viaja .solo y que permanece en el lugar durante un largo período de tiempo. Por supuesto, viaja con la intención de trasladarse cerca de aquellos con los que va a convivir y a los que va a estudiar, lo cual podría constituir la principal diferencia con el turista. No obstan obs tante, te, tampoco se pued puedee negar que ciertos turistas turistas posean también la curiosidad, cl deseo de observar y dc aprender aunque, sin duda alguna, es un caso que se da muy rara vez y tan sólo entre una minoría. Lo que verdaderamente diferencia al etnólogo es más bien e! método que emplea: la observación sistemáti ca, de manera solitaria y prolongada. Profundizando todavía más, aún existe otra dife rencia rencia más entre ent re ambos que es, al mism o tiempo, tiem po, más más ratlical y sutil. El turista, en las formas más recientes y lujosas de turismo, exige tanto su comcxlidad física como su tranquilidad psicológica, aun cuando tiene el espíritu de un viajero al que también le gustaría definirse como aventurero. Es un consumidor de exotismo, de 63
Por una ansnpol ansnpoloyt oyta a dc ¡a mo n itdad itda d
_
< arena, de mar. mar. de sol sol y dc paisajes paisajes (por (p or no hablar h ablar dc * otros eventuales ii|x>s dc roasumo) pero, aunque se \ encuentre cn otro lugar, siempre seguirá escando en su país, ya tjue codo le conduce a ello: sus compañe ros, los comentarios que intercambian, la comodidíul (jue se le ofrece, ia naturaleza estereotipada de las cadenas cadenas hoteleras, ho teleras, las películas pelícu las que qu e graba grab a para para ver más más tarde, » la soielca, y la brevedad dc su escanda o tie su travesía en barco. Fn última instancia, se queda en casa o cerca de su casa y se las arregla para retlucir a los demás a una simple imagen: sólo necesita encen der la televisión o visitar un parque temático. El etnólogo, })0r su pane, vive una exjseriencia totalmente distinta: para él, el perder el contacto con sus raíces no se limita a buscar un pai.saje, sino que llega a }>oncr a prueba su propia itiencidad con las demás o, cn otras palabras, viaja luera dc sí mismo. Por otro lado, siempre se mantiene en un punto de visca cxccnio a aquellos que se dispone a observar iy9 sea un pueblo, algunas íkmilias, cl barrio de una ciu dad o una empresa), puesto que siempre debe, en pri mer lugar, justificar y explicar su presencia, negociar su estatus de otro, de extranjero. Asimismo, delse ser consciente del paj>el que se le atribuye y que le hacen 64
______ _________ ______ ______ ______ ______ ___
_____ _
ALm ALm
_________
A u n
1I desempeña desem peñar: r: en e n esce esce sencido, sen cido, sólo podrá em| em|)eza )ezarr a >{ comprender a los deoiis una vez haya reconocido el lugar que le asignan, puesro que, a diferencia del turista, no tiene el estatus extraterritorial que el nom bre de su club Je vacaciones o de su cadena hotelera le confieren. De esta manera, se enfrenta a una doble exterioridad: necesariamente externo al grupo que observa, traca de acercarse a él intelectualmentc, abs trayéndose todo lo que puede de sí mismo. Así pues, ejerce lo que Lcv'i-Strauss llainaba «ia capacidad del sujeto para objetivarse indefinidamente» y, así, de alguna manera, no se sitúa entre lo cultural y lo psi cológico. postura <]iie marca, de alguna manera, el final de su viaje o, más bien, la penúltima etajia del mismo, ya (jue la ultima consiste en escribir sobre cl viaje. Sin embargo, incluso en este punco la diferencia entre ambas am bas posturas posturas es es más jiequeña y sutil sut il de lo que puede parecer, al menos en el ámbito psicológico. A veces, c i tur t urista ista,, aunque casi casi siempre de manera in invo vo luntaria, también se encuentra en situaciones psicoló gicamente incómodas: basra con pensar en el síndro me
Pgr una antro antropo polo logí gía a de la mm ilida ilid a J
trastornos psicológicos que suelen padecer los turistas ^ uccidemales que visitan un país como la India y que % se ven obligados a la repatriación por motivos sanita rios. Evidentemente, el turista no redacta un estudio acerca de la población que ha conocido pero, a veces, sus fotos, sus películas y sus postales constituyen, en su conjunto, una especie de obra o, por lo menos, un balance de su experiencia. Por supuesto, me refiero a las experiencias turísticas cuya intensidad es }>oco habitual, puesto <]ue ia media de los turistas está ale jada de C'St 'Sta in inco como modi dida dad d psic ps icol olóó g ic icaa y de este es te interé int eréss por crear un testimonio de su viajes: para muchos, éste se simplifica a algunas focos un canto narcisistas. Para terminar, es necesario añadir que ci etnólogo, al final dc su primer prim er viaje, via je, elabora un modelo mod elo de refle refle xión que le servirá para las siguientes experiencias (el terreno de la primera experiencia nunca .se olvida) y c]ue orientará sus futuros estudios, ya conciernan al primer terreno visitado o a otro completamente dis tinto. tinto . En cualquier cua lquier caso, es es una c'sptx c'sptxic ic dc viaje inter inter no que continúa, aunque pase por una observación minuciosa de las diferencias y los aspectos en común similares, de ios contrastes y las similitudes. Llegado a este pumo, el etnólogo se convierte en antropólogo, — 6ó —
______ _________ ______ ______ ______ ______ ____ _
5
M a n Aüfff
reflexión, pero pero siempre dentro den tro ti tie un \ y aq u e amplía su reflexión, X recorrido. Esta situación, por raneo, está muy lejos del turista <|ue se limita a ir sumando a su lista los viajes que ha realizado, como si no fueran mis tjue una serie ele trofeos de caza, y que, cada año, ve acer carse ei período vacacional con el mismo enuisiasmo que el año anterior. La reflexión antropológica, en cambio, es cada vez más profunda y jíuede llegar a sai isfarer isfarer.se .se realizand real izandoo de>p de>pJay Jayam amien ienio.s io.s co c o rt rtt» t»:: es cl caso J e algunos algunos dc mis colegas tjue, al principio, han trabajado en un lugar lejano y que, mis tarde, han rea lizado estudios en una zona más cercana a su lugar de origen, no por cansancio o porque no tuvieran la posi bilidad de viajar, .sino jíorquc se dieron cuenta de que éste era. realmente, el tema de sus investigaciones inte lectuales. Por supuesto, al antropólogo también le puede gustar gu star irse irse y viajar viaja r pero, pero, entonces, entonc es, forzosamente, forzosamente, no es es su parte de etnólogo la que le induce a actuar, ya tjur el etnólogo, como tal. es hogareño, puesro (jue sabe que persigue a una irrealidad; la de un conocimiento imposible. ¿Podemos llegar a conocemos a nosotros mismos.^ ¿Tiene sentido esta pregunta.^ ¿Conocemos a los demás.^ ¿Realmcnre jvxJremos llegar a conocer a
— 67 —
Ho Hor upg nHtr nHtrnp npal alof ofía ía de ¡a mat'H mat'HiidaJ daJ
< aquellos a los que queremos o que nos rodean:' El ^ etnólogo tetlió un día a la tentación de creer íjue lie- "I garí» a conocer a ciertas personas, a algunas personas, a una una etnta, a tina tina cultura. Y algo alg o lia aprendi aprendido do de de ellos, ya cjue los conoce un jy>co mejor cjue al princi pio, aunque continúa sin saber cuál es exactamente ia fiabilidad de este conocimiento, lo que dice de él, de los demás y de la relación recíproca que mantienen. Un día se da cuenta de que se ha j>a.sado la vida haciéndose las mismas preguntas y de que ningún otro desplazamiento cn el espacio podrá aporcarle una respu re spues esta ta más clara; llega lle ga a la conclusión conclus ión de que no es un explorador. Ya solo le cjueda establecer un balance de las conclusiones cjue ha podido estaltlecer pero, al contrarío que el viajero nostálgico, las aplica al futu ro: a aquellos que realizarán ocros viajes y que, de un modo u otro, las proseguirán, las modificarán y pro longarán su propio recorrido. íji primera parte de Trisfa trópicos lleva por título «El fin de los viajes»: todo el mundo recuerda la afir mación entre desengañada e irritada con la
_ M
1 la estancia estancia cn c n d territorio (jx> (jx>de demo moss encontrar una una X versión aún más negra en el diario de MaÜnowski) y con la dc los viajeros profesionales de la década dc 1950 que proyectaron sas fotos en la sala Plcyci de París, al riempo tjue contaban banalidades. Sin emb«irgü. T.évi-Siraus.s escribió Tristes trópicos: como Michel Leiris, Georges Balandicr u otros, se sabe un escritor tjue j>ertenece a un género particular, que relata los hecho.s, describe las situaciones, analiza los comportamientos e informa dc una experiencia en 1a que participa al mismo nivel tjue atjuelios a los que ol>serva. Éstos no constituyen una simple especie ani mal, sino que son hombres como él, é l, cuya presenci presenciaa les supone un problema -puesto que actuaría como lo que en en d dominio tjuímico lle lleva d nombre nombre de de reactitv- y acalxtría trastornando ci medio, aunque este trastonto puede resultar instrucTÍvo. Cuando el etnó logo se va, ni él, ni aquellos con los que ha convivido son son los los mismos mismo s dc antes, puesto que qu e el el trabajo d d etnó logo no consiste en una simjsle observación, sino tjue tiene una dimensión exjjerimental. No se limita a observar la historia, sino que aaúa en ella, aunque sólo sea al deíéiiderse. Por otro lado, le interesa darse cuenca del cantbio que él supone en cl terreno en cuestión: la
— 69 —
Por una un a a n trnpoiofía Je Je l a mat d tda td a d
presencia dcl ccnólogo siempre influye cn el medio ^ observado, observado, aunque aunqu e sólo sea por po r tratarse de un individuo, indiv iduo, % m solo, que reflexiona sobre la cultura de los demás, la cual, precisamenre, es completamente natural para acjucllos y at|uellas cjue están sumidos en ella. Éste es el centro de la experiencia tjue vive el etnólogo, pero no podrá podrá tratar de transm tran smitirla itirla hasta h asta tjue la haya tlescríto y escrito. Por ello, el proceso de redai'ción constituye cl lina lina]] tlel tlel viaje, su objetivo ob jetivo y su acabamiento. El etnólo go se encuentra siempre de viaje, aunque trabaje en las afue afueras ras de una ciudad de d e su país, cn la medida que es un un viajero dc lo interno, que viaja entre dos estados arümicos. entre dos dos maneras maneras dc pensar pensar,, entre cl c l futuro texto y el texto ya redacrado, entre un antes y un después. y\l contr co ntrario ario que qu e el el turista tur ista modern mo derno, o, que es un con sumidor que se cree viajero, el etnólogo es un seden tario que se ve obligado a viajar: el turista esj>era (jue vuelvan las vacaciones para irse, mientras que el etnó logo sabe que su estancia, por larga que rcsulce a vetes, sólo tendrá sentido a la vuelca, momento en el que tratará de transmitirla. Si hay un punto común que comjjarten es, quizás, el encanto inherente al hecho de conocer nuevos j>aisajes e individuos, aun que c'scc encanto procede dc una doble ilusión: la de - 70 —
________ ____________ ________ ________ ________ ________ ________ ________ ________ ______ __
2 i guardar guardar fideli fidelidad dad a la realida realidad d y la dc recomenzar recomenzar cl S viaje, el cual, al re|jecirsc, no es sino una especie de expresión meialórica. F.n este jiunto, estamos alcanzando nuestro objeti vo. puesto que el objeto de obsen'ación del etnólogo, así como de su reflexión de antropólogo, que atostumbra a comparar y a aunar el aquí y el allí, lo mismo mism o y lo otro, es cl viaje cn sí. Para Para el etnólogo etnólog o todo suf)one un objeto de observación, incluidas las emo ciones que siente o el turista con el que se encuentra cerca dc su «terreno» y erimenca emo ciones análogas. Esto constituye un privilegio y una responsaliilidad que sólo le incumben a el y que no comparte con nadie. En este sentido, esté donde donde esté, no dejará de viajar y dc mantene m antenerr la misma mism a distancia frente a los demás
M a
V
El desplazamiento de la utopía
1.a humanidad ha necesitado su tiempo para descubrir que la Tierra era redonda pero, a pan ir del momento en que esre hecho ftie oficialmente reconocido, pudo plancc'arse el dar la vuelta al mundo. Sin embargo, «la vuclra al mundo» es algo mucho más antiguo: si se acepta la hipótesis de que el único origen de la huma nidad se encontraba en Africa, los hombres ya habrían comenzado a dar la vuelta al mundo y a |>oblarlo mucho antes de <)ue pudieran siquiera imaginar que era redondo. Por otro lado, se rrata de una historia corta si se la compara con la revolución copcrnicana y con los progresos que se han llevado a cabo cn astro nomía a lo largo dc cinco siglos. La.realidad dc este mundo que podemos recorrer se actuali actualiza za con con el tem te m a J e la globalización globalización y de la uni versalizaci versalización, ón, aunque el tema tem a cn sí s í ya muestre la plas— 73 —
Por Po r una un a antroúo an troúoiwía iwía d t ta mm -Hidetd
fitidatl del falso concepto dc «mundo», que puede ^ corresponder tant ta ntoo a la idea idea dc totalidad acabada 1, como a la de pluralidad irreductible (cl mundo está hecho de mundos). Hoy en día, esta tensión enere lo unitario y la pluralidad es más e^'idcntc que nunca. Por el término %M)ait2¿uión se entiende, como ya hemos visto, dos fenómenos distintos: por un lado, la globalización referente a la unidad dcl mercado eco nómico nóm ico y dc las redes redes tecnoló te cnológicas gicas de comunic com unicació aciónn y, y, por cl otro, o tro, la planetarizac planetarización ión o concienc conc iencia ia planetaria planetaria,, que constituye una forma de conciencia tlesaforrunada. puesto (juc da constancia de la situación crítica de là ecología del planeta y dc las desigualdades sociales de todo tijx> que dividen a la humanidad. Hoy en día se trata de expresar t-sta tensión entre lo unitario y lo plural y de resolverla por medio de la oposición global/local, |>ero lo único que se obtiene mediante esta expresión es reprotlucirla o amplificar la. Así pues, o bien se concibe lo local a imagen de lo global y como una expresión dcl sistema económico y tecnológico, o bien se concibe como una excejx'ión. como algo accidental o como una consecuencia de un distanciamiento del del sistema sistem a que que rige el conjunto, conjun to, por lo que debe ser llamado y conducido de nuevo al - 74 —
__________ ______________ ________ ____
______ _________ ____ _
At a n A u n
1 orden. orden. Los análisis análisis que qu e propon proponee Paul P aul V irilio acerca de X la visión cscratcgka del Pentágono recobran todo su sentido cn este punto, ya que, dc hecho, corres|>onden a la visión glol)HÍ de un sistema mundial o, más bien, de un mundo m undo sistematizado, sistematizado, dc mom m omento ento controlado, en materia política, económica y tecnológica, por los Estados Unidos, aunque también otras potencias aspiren a dirigirlo. Y así es, ya que en cl interior mismo del sistema ajwrccen otros candidatos que pretenden volver a definir el mundo y a hacer hacerse se con el contro co ntrol,l, aun cuan do aparentan oponerse al sistema. Estos candidatos se define definenn a sí s í mismos como pertenecientes pertenecientes a los los «m un dos», mundos que se tlefinen en un primer momento como particulares y como una parte única del jdaneta, pero que, posiblemente, aspiren a la unidad o a la hegemonía. Por ello se habla del mundo mu-sulmán o dcl mudo árabe como si se estuviera tratando del fra caso del mundo comunista. Así pues, el término niunJa, debido a su ambiva lencia (ya que designa a la vez la totalidad y la dife rencia), refleja algo de nuestra actualidad, la cual aúna ia realidad de la globalización (es decir, las dos formas tjue adopta la universali/ación), las extremas
75
Por una ans ansrroiuf oiuflloeía oeía J t la mmiltd iltda a d
diferencias con las «jue nuestras antiguas ideas (c)a- ^ scs, scs, ideologías, alienación) alienación ) recobran recobran sentido y un sis- \ tema dc símbolos cuya crisis crisis se m antiene, antien e, aunque las las tecnologías dc comunicación (Internet, las imágenes acios de consumo turístico es, desde este punco de vista, la consecuen cia directa de la aceleración dcl ticmj>o. Así pues, partiendo de estas condiciones, ¿cómo imaginar la ciudad del mañana? Es cosa conocida que, hoy en día, ya no es posible imaginar una una ciudad que qu e no esté conectada con la red red dc las otras ciudatle ciudatles. s. Se puede puede decir de cir que la «meracíu«m eracíu—
76 —
M a n A u r i
__________ _______________ __________ _____
3
"I dad» a ia que Paul VtriÜo VtriÜo se refiere es esta mism m ismaa red. red. X El espacio urbano, urbano , formado formado por cl mundo-ciudad y la la ciudad-mundo, los filamentos urlxtnos, las vías de circulación y los medios de comunicación, resulta hoy en día un espacio complejo, enmarañado, un conjun to de rupturas cn un fundo de continuidad, un espa cio en extensión en cl que las fronteras se desplazan. ¿Cómo imaginarse la ciudad .sin imaginarse ci mundo.' La ciudad siempre ha tenido una existencia tem poral que aumentaba el valor de su existencia espa cial y le confería su relieve. Cuando pensamos en las grandes metrópolis de hoy cn día se nos vienen diver sas imágenes a la cabeza, sobre todo las de las series americanas o las dc algunas películas hollywoodienses en las que se multiplican los planos aéreos y los pla nos Je conjunto (dc vistas, luces o transparencias) que nos transmiten un sentimiento dc estupefacción ante an te c l impon im ponente ente esplendor esplendor del presente. presente. Sin embar go. durante mucho tiempo, la ciudad ha sido una esperanza y un proyecto, un lugar que significaba, para muchos, la posibilidad de un porvenir y, al mismo tiempo, un espacio en construcción perma ttat en en el cinc divernente. Aún hoy se pueden eaco n ttat diver— 77 —
/V
una anlropoloiia dt ¡a motUiJaJ
sas señales de esta dimensión prospK.xtiva: cn cl cine, ^ tanto en el caso de Nfurnau como cn los utstems. la \ ciudad suele ser concebida y presentada como un lugar que aún está |>or descubrirse. En cuanto a la ciudad-recuerdo, a la que recordamcis o íjue despierra la memoria, sufre las más distintas variaciones y resulta esencial, como sabemas j)or experiencia, en la relación afecriva que los ciudadanos mantienen con el lugar en el (juc viven. Sin embargo, la ciudadrecuerdo recuerdo también tam bién responde responde a unas caracte ca racterística rísticass his tóricas y (jolíiicas: por un lado, cuenta con centros históricos y monumentos; por el otro, con los itine rarios dc la memoria individual y el vagar por las calles: esta mezcla hace de la ciudad un arquetipo de lugar en el que se mezclan los puntos de referencia colectivos y las marcas individuales, la historia y la memoria. Así pues, la ciudad es una figura espacial del tiem po en la que se aúnan presente, pasado y futuro. Es. a veces, la causa de la estupefacción y, otras, el del recuerdo o la espera, aunque, como siempre* hemos sabido, en materia dc ciudad y de urbanismo, la espe ra y el recuerdo concernían a la colectividad, al indi viduo y a las relaciones
M/tr(AU M/t r(AU£Í £Í
J i conscrucción por d que pas pasan an las las ci ciudades udades dc los los uvso X es p arald ar aldoo ai naciitiien nac iitiiento to de una un a nación: es, por tanto, una dudad política. Este pleonasmo dice lo esencial de de la ciudad: tlesde tlesde que nace, es la forma po p o lí tica del provenir. Asimismo, la ciudad dc los utsftm¡ es aquell aquellaa en la (jue. tai y como com o muestran mue stran los innume innum e rables planos de la película, no dejan de llegar indivi duos dc diversa índole que ia descubren para conocer la aventura, que no es sino otra forma dc porvenir. E ste st e tema te ma se aplica al espacio cuando cuando el el aspecto que se se considera com c omoo princ p rincipa ipall c'c's cl viaje via je o los esj esj^ ^acio acioss que rodean a la ciudad y la anuncian. $i pensamos en un poeta como Jacques Reída veremos que siempre pare ce bascar cl c l prc-sentimicnto prc-sentimicnto de la ciudad en los solar solares es de la periferia. Desde este pum pu m o de vista, vis ta, la ciudad es es a la vez vez una ilusión y una alusión, de la misma manera m anera que ocurre ocurre con ia arcjuitectura, que edifica los monumentos más representativos de la ciudad. Hoy en día coexisten o se mezclan dos realidades urbanas: los centros colosales en los que se pone dc manifiesto la arquitectura contemporánea (cuyo pro totipo es la prestigiosa arquitectura dc las ciudades americanas; las ciudades «verticales» que sedujeron a
79
/ V u na n a a n t n p a lo lo tí tí a J e ¡ a n m i h d a d .
Cclinc y fescinaron a Léger) y lo urbano sin ciudad ® que coloniza el mundo, es decir, la presencia ilimira- ^ da. pero también la ausencia infinita. En ia (lelícula dc Wim Wcndcrs Lisbon Story, el el prou pr ougo gonisia nisia viaja iaja dc Alemania Alemania a Portug P ortugal al sin s in salir nunca de la red red de auropisras -olítico tjue no sea liberal. 1.a mcgalópolis donde reina la gran arquitectura de las empresas y de los monumentos no
____ ______ ____ ____ ____ ____ __
—
M a n A u g f
3
ft, resume la cultura histórica, geográfica y cultural del X mundo. Sin embargo, la paradoja de la éjjoca actual es que la ciudad, al desarfollarac, parece desaparecer: .sentimos que hemos jjertliclo la ciudad, cuando es ella la <|ue sigue estando... E! idea ideall de la ciud ciudad ad griega, según cl c l helenista helenista Jc Jcaa n Pierre Vemant, aunaba el espacio privado -prote gido (sor Hestia, diosa del liogar- con el espacio público, (sroregido desde el umbral dc la puerta por Hcrmes. dios del umbral, de los límites, de las cncrucijada.s, ado cl lugar de Hcstia: podría simbolizar ranto la televisión -tjuc es, sin sin embargo, embargo, cl nuev nuevoo centro dc la viv iend a- como cl ordenador o el teléfono móvil, lista sustitución se debe a lo (pie cl filósofo Jean-T,uc Nancy llamó «cri sis de la «comunidad». Sin lugar a dudas, se podría hablar acerca de este «desccntramiento»; al dcscenrramicnto del mundo se unen (con la aparición dc las nuevas mcgalópolis y an — 87 —
P or una a aíTopo aíTopolloe oeiia J t la m m iliJaJ
< el lugar dcl hogar) y cl descentramicnto del mismo ^ individu individuoo (originado (originado por el conjtinto con jtinto dc insirumcntos insirum cntos 1 de comunicación comu nicación de los que qu e dispone dispone -auricu -au riculare lares, s, ce celclctbnos m óviles óv iles y que qu e le mantienen mantien en cn (per (perm manen anente te relación con el exterior y, (por así decirlo, fuera de sí mismo). Dcs
8 2
—
______ _________ ______ ______ _____ __
Marc M arc
__________ ___________ _
3
£ Io y. además, el ser toni.lentes del final «le esre perioi5 do, pot excitante tjue puecbi resultar, traspaia los límites dc la imaginacióti humana y puetle llegar a •adcUntatb e. incluso, a aterrorizarla.
— 83
VI Plantearse el concepto de movilidad
A (>esar dc la realidatl dcl mundo-ciiitlad, cn gran parte de F.uropa aún somos prisioneros ondía al ideal de un modo dc vida sedentario, en el que iodos los bienes se encontraban al alcance dc la mano. Se trata de un modelo ijue se pudo encontrar en £uro|>a durante los años siguientes y del que podemos tener una ¡dea con, j>op ejemplo, algunas panorámicas de las — 85 —
Por P or u na antrotn an trotniosia iosia de la matiUdacl
afueras de Roma de La DoUe Vita dc rdliiii (1960). ^o A.SÍ pues, el ideal dc la época era el dc una felicidad \ basada en si misma, aun<|ue, paradojas dc la historia, durante la década dc 1970. como consecuencia de la política de tipo familiar que se adopró en Francia -que permitía que Jos familiares de los inmigrantes vivieran en cl país-, quien ocupó los lugares idealiza dos como un símlx>lo de vivir en casa y entre sí fue la gente jifocedetitc del extranjero. 1.a aparición del (>aro a gran escala, al final de la década década de 1 9 7 0 , agrav agravó, ó, como com o ya se ha visco, esta con tradicción. Uno Un o tie los problemas prob lemas de los barrios cn c n los los t)ue t)ue vive vive hoy en día la mayoría tie los inmigrantes o descen dientes de inmigrantes es que cuando se cerraron los comercios, cuyos consumÍdorc*s eran esta j>oblación inmigrante, entre la que se encontraban también sus propietarios -es decir, que vivían de ellos y, al mismo ciem ci empo po,, le le.s .s |>efm |>efmicía icíann vivir— viv ir—, dej d ejar aron on en el Ju J u g a r una especie de contradicción espacial. La dc 1970 era aún la época en la que el idea ideall que qu e aún se se mantenía podía resumirse en la fórmula «trabajar en el país». Sin embargo, p^cradójicamente, este ideal de arraiga miento se projjonía -o imponía- a la pane de la — 86 —
3 'i población cuyos orígenes eran, precisamente, cxterioQ res, en un momento en el que at|uellos para ios tpie dicho dich o ideal ideal tlrliería tlrlie ría haber estado desi inado y deberían habcc sido sus principalc-s beneficiarios, ya no se reco nocían como tales. F.l c*sfuerzo que se necesitaba para mejorar la relación, por un lado, entre los inmigran tes y los que no lo eran y. por cl otro, entre los inmi grantes y sus hijos, no se llevó a cabo o se realizó dc una maneta iasuficiente. Obligar a los extranjeros a vivir en un lugar determinado originó la segregación entre los inmigrantes y los tjue no lo eran, a.sí como una doble escisión: el e l tiemjxs, por por un lado, lado, fue distan distan ciando cada vez más a las distintas generaciones; el espacio, })or el otro, supuso otra escisión, en la que se distinguió a los «jóvenes descendientes ara tratar de comprender las contradicciones que perjudican a nuestra historia, las cuales están siempre* relacionadas con I» movili dad. Los Lstados Unidos favorecen la creación dc un mercado común americano y, sin embargo, alzan un — «7 —
P or un a ctnl ctnlro roO Oúio fia eíc eíc la m oi iltd iltd a d _
muro cn la frontera con Mcxko. Europa parixc estar ^ por fin tomando conciencia de <|ue la integración en 1 9 los países de acogida sólo tiene sentido si. al mismo tiemjjo, se proporciona una ayuda a los países de los tjue proceden los inmigrantes. Volver a definir ia (íolítica de migración empieza a ser urgente, en un momento en el que la evolución del contexto global (auge del íntegrismo. terrorismo, resurgimiento dc las ideologías) revela el carácter aproximativo de los distintos «modelos dc integración». Asimismo, plantearse el conccpro dc movilidad es volver a plantearse el concepto dc tiempo: cuando la itieología occidental trató cl tema del final de los grandes discursos y del final dc la historia, ya llegaba tarde rcsptxto al acontecimiento, puesto que balilaba de una época, sin darse cuenta de que ya hacía tiem po que nos enconccábamofi en un nuevo período. Así pues, trataba ios nuevos tiempos ton palabras anti guas y medios obsoletos. Hoy en día, los políticos liahlan dc un mundo muitipoJar. pero deberían reco nocer que los «nues'os polos» de|)enden dc la ex|iecíencia histórica original, la cual, en la actualidad, no se puede cla.sifícar, simplemente, con ia etiqueta «fin de la historia». El acuerdo unánime no existe ni en la - H 8 -
_
________ ____________ ________ ____
i
M a n A u et
\ democracia representativa m en el mercado liberal; es X decir, * desde ahora, como otro «gran discurso». Por otro lado, los «grandes discursos», en general, tienen una vida Jura; los fundamentalistas más agrc*sÍvos (para em(>ezar. las diferentes formas del islam que, actual mente, Occidente etiqueta como «islamismo») con llevan, como co mo -S -SU nombre nom bre indica ind ica,, una peintcrpretación peintcrpretación del pasado, aunque también se presentan con una forma pcoselictsca que. de maneta evidente, implica una visión de futuro. A decir verdad, se trata de for mas híbridas que escapan, en gran medida, a las Cate gorías elaboradas por Lyotard, puc-sto que proyectan en el futuro cl modelo de un pasado fantasma: ante todo, representan un esfuerzo desesperado por escapar a la categoría del tiempo y, en este seiifido, constitu yen una de las exprcsionc*s más caricaturales de la cri sis dc la conciencia contemporánea y de su incapaci dad de dominar el tiempo. Concebir la movilidad en el espacio pero ser inca paz de concebirla en el tiempo es, finalmente, la característica cjue define al pensamiento contemporá neo, atraj)ado atraj)ado en una aceleración acelerac ión que lo sorprende y lo paraliza. paraliza. Sin embarg emb argo, o, por esta misma mism a razón, razón, su su dvbi«9
Po P o r u n a a n in o ú iotia io tia de ta mo o tíid a d
luíad luíad la traiciona cn el espacio: ante la aparición de un ^ mundo humano (|ue es consciente de ocupar todo el planeta cn su extensión, codo ocurre como si, ante ia necesidad de organizarlo. nos situásemos a una cierta distancia con resjiecto a el, refugiándonos tras las antiguas divisiones espaciales (fronteras, culturas, identidades), las cuales, hasta el momento, han sido siempre el fermento activo que ha originado los enfrentamientos y la violencia. Ante los progresos de la ciencia y el cambio cam bio fie escala escala que implica im plica el progre so de las ciencias físicas y de las ciencias de la vida, todo ocurre como si, poseída por un vénigo pascaliano, una parte de la humanidad se asustase de las con quistas llevatlas a cabo en su nombre y se refugiase en las antiguas cosmologías. Sin embargo, a nuestro pesar, nosotros avanzamos (en la medida en que este «nosotros» existe y se refiere a la parce genérica de la humanidad que todos los seres humanos comparten) y un día día nos será será completa com pletam m ente necesario tomar tom ar con ciencia de
__
____ ______ ____ __
Man Auf(
" i Francia cn 1 9 3 6 , cuando se crearon las las vacac vacacion iones es X pagadas, lo cual permitió a muchos franceses descu brir algunos paisajes dc su país. Pero no hay que con formarse cnn las palabras: sin cesar, mencionamos la globalización y su ideal dc movilidad, pero son nume rosos los franceses -sobre codo, los más jóvenes—que no siempre se van dc vacaciones. Así pues, la movili dad cn el esfiaciu sigue siendo un ideal inaccesible para muchos, al mismo tiempo en que constituye la primera condición para una educación rral y una aprehensión concreta de la vida social. En cuanto a la movilidad en el tiem|)0 , tiene, a primera vista, dos dimensiones dimensiones muy distintas, distin tas, pero pero estrechamente estrechame nte com plementarias: por lado, aj>render » desplazarse en el tiemjí tiemjíO O - e s decir, aprender histori historia— a— es educar educar a la la mirada para analizar el presente, darle unas herra mientas, volverla menos ingenua o memts crédula, volverla Ubre. Por el otro, esc^ap^r, en la medida de lo posible, a las barreras barreras de la rpo r pota ta en la que qu e se vive es el el modo más auténtico de libertad. Por tanto, una vez más, la educaí'ión c*s la mejor garantía de que se cum plan estos objetivos, bn toda verdadera democracia, la movilidad de la rnenrc dclxría .ser el ideal absolu to, la obligación princijial. Cuando ia lógica et'onóml-
—
VI
—
Par m u anmU anm U aiw aiw ia J t ¡a m oviti ovitidaJ
fa habla dc la movilidad, cs (>ara definir un ideal tee- ^ nico de productividad; sin embargo, la práctica •» democràtica debería inspirar el sentido contrario: ase ase gurar ia movilidad de Ics cuerpos y de !as mentes desde la más temprana edad y durante cl mayor perí odo od o de tiem tie m p o pod p odría ría $u $u|>oner, además, adem ás, la prosperidad material. Necesitamos la utopía, no para soñar con rc-alizarla. sino para tender hacia ella y obtener, así, los medios dc reinventar lo cotidiano. cotid iano. La educación educación debe, en primer lugar, enseñar a rodo el mundo a mover las barreras clel tiempo, para salir del eterno presente, fijado por la espiral de imágenes, así como a mover las Ivarreras del espacio, es decir, a moverse en el espacio, a ir al lugar para poder ver más de cerca y a no ali mentarse exclusivamente dc imágenes y dc mensajes. Hay que aprender a salir dc uno mismo, del propio entorno, a comprender tjue es la exigencia de lo uni versal la que convierte a las culturas en relativas y no al revés. Hay que salir del hábito que tienen las cul turas al referirlo todo a sí mismas y promover el éxito del individuo transcultural; at)uel que, al interesarse por todas las culturas del mundo, no se aliena en nin guna de ellas. Ha llegado el momento para una nueva — 92 —
-----------------------------------------------
- M a n A k
1 movilidad planetaria planeta ria y una nue nues'a s'a utopía uto pía dc la cducacduc ao X ción. Pero nos encontramos tan sólo al comien/o de esta nueva historia, que será larga y. como siempre, dolorosa.
93 —