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Descripción: Barcelona, Gedisa
Escrito por Fernando Vera AbarzúaDescripción completa
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Arendt Hannah-Περί βίαςFull description
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Artigo de Renata Torres Schittino - O totalitarismo segundo Hannah ArendtFull description
FilosofíaDescripción completa
Responsabilidad y juicio
Paidós Básica
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Hannah Arendt
Responsabilidad y juicio Introducción y notas de Jeromc Kohn
Título de la edición inglesa: Responsability and Judgment Publicado en inglés. en 2003, por Schocken Books, Nueva York Traducción de Miguel Cande! E l capítulo «El pensar y las reflexiones morales », traducido por Fina Birulés, ha sido extraído de Hannah Arendt, De la historia a la acción, Barcelona, Paidós, 1995. Cubierta de Mario Eskenazi
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Responsabilidad personal bajo una dictadura Algunas cuestiones de filosofía moral . . . . . . Responsabi l idad colectiva . . . . . . . . . . . . . . . . El pensar y las reflexiones morales . . . . . . . .
Sería una auténtica locura intentar dar las gracias uno por uno a los muchos estudiosos cuyos trabajos sobre Arendt me han influido y guia do desde el principio. Lo hago colectivamente y me limitaré a nombrar a unos pocos amigos, incluidos algunos estudiosos, que de diferentes modos han apoyado el proyecto general de publicar los escritos inéditos y dispersos de Arendt, de los que este volumen es sólo una parte. Son, por orden alfabético: Dore Ashton, Bethania Assy, Jack Barth, Richard J. Bernstein, John Black, Edna Brocke, Margaret Canovan, Keith David, Bernard Flynn, Antonia Grunenberg, Rochelle Gurstein, Gerard R. Hoolahan, George Kateb, Lotte Kohler, Mary y Robert Lazarus, Ursula Ludz, Arien Mack, Matti Megged, Gail Persky, Jonathan Schell, Ray Tsao, Dana Villa, Judith Walz, David Wigdor y Elisabeth Young-Bruehl. Es un placer trabajar con Schocken Books, entre otras razones por que Hannah Arendt trabajó como editora en Schocken Books de 1946 a 1 948, publicando, entre otras obras, brillantes ediciones de Kafka. Doy las gracias a Rahel Lerner por haber insertado la fotografía que ilustra el ensayo sobre Little Rock. Mi gratitud para con Daniel Frank, no sólo por su paciencia, sino también por su fino juicio editorial, no tiene lí mites. Cualquiera que haya trabajado con Arendt sabe lo infrecuente que es encontrar, sobre todo hoy día, un editor que conozca a fondo o que se interese en serio por su pensamiento. Encontrar ambas cosas en la misma persona, como yo en Dan Frank, es algo casi inaudito. Finalmente, jóvenes reflexivos de diferentes países han empezado a darse cuenta de que tener por hogar este mundo exige volver a pen sar el pasado y recuperar sus tesoros y sus desastres como sus tesoros y sus desastres. Reconocen que « pensar sin barandilla >> , como decía Arendt, es la condición para que la voluntad de actuar siga teniendo sentido para ellos. Esos jóvenes, que vuelven su mirada a « Hanna h >> (como el los la llaman) como un guía digno de confianza, no encon trarán en ningún otro sitio una confirmación más definitiva de la di ficultad y la urgencia de lo que se abre ante ellos que en estos escri tos sobre responsabil idad y juicio. Este vol umen está, pues, dedicado a los <> , como Arendt los llamaba, de los que depende, de haberlo, el futuro de la humanidad.
U NA NOTA SOBRE EL TEXTO
Todos los textos -lecciones, conferencias y ensayos- recogidos en Responsabilidad y juicio fueron escritos por Hannah Arendt en in glés, idioma que la autora aprendió cuando ya tenía 3 5 años y l legó a Estados Unidos como refugiada huyendo del dominio nazi en Euro pa. Al cabo de un año, en 1942, ya escribía en su recién adquirida lengua, pero mientras vivió sometió siempre sus obras en inglés a un proceso de « anglificación » antes de publicarlas, proceso que también se ha seguido aquí. Arendt tenía naturaleza de escritora; cuando te nía algo pensado, dijo una vez, se sentaba y mecanografiaba a la ma yor velocidad que le permitían sus dedos. El resultado era brillante cuando escribía en alemán, su lengua materna, pero cualquiera que haya ojeado sus manuscritos i ngleses sabe que la rapidez de su escri tura le acarreaba problemas. Poseía un enorme vocabulario, enrique cido por su conoc imiento del griego clásico y del latín , pero en inglés la inmediatez de su voz, que era su cualidad inconfundible, se tradu cía en oraciones excesivamente largas cuyo estilo y puntuación a me nudo se apartaban de los usos aceptados. Otro problema lo constitu ye el hecho de que el manuscrito contenga montones de cortes e inserciones (se escribió en una época en que no había ordenadores), así como añadidos escritos a mano cuya legibilidad y colocación pre cisa distan con frecuencia de estar claras . El editor tiene el encargo de dar coherencia a los escritos en inglés de Arendt sin alterar el sen tido de lo que quería decir ni la forma en que quería decirlo: eso exi ge modificar su sintaxis cuando sea necesario pero preservando su estilo, que refleja la sinuosidad de su mente. El texto del « Prólogo» es un discurso que pronunció Arendt en Co penhague el año 1 975, al recibir el premio Sonning del gobierno danés por su contribución a la civilización europea. Arendt fue la primera ciudadana norteamericana y la primera mujer que obtuvo el premio: entre los ganadores anteriores figuraban Niels Bohr, Winston Churchill, Bertrand Russell y Albert Schweitzer. En su discurso de aceptación formuló la inusual pregunta de por qué ella, <> , ha de ser galardonada con un « honor público>> , pues los pensadores «viven apartados >> , en la medida
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R ESPONSA B I L I DA D
Y
JUI C I O
de l o posible, d e l a luz d e l a publicidad. No era modestia, que e s dife rente de la humildad y resulta siempre falsa: veinte años antes había escrito a su marido que aparecer ante «el ojo público» era una «des gracia >> . Le hacía « sentir como si hubiera estado yendo de aquí para allá en busca del propio medro>> .' En el discurso, Arendt realizó en pú blico el raro y difícil acto de autojuzgarse, indicando con ello que la ca pacidad de juzgar esto como con·ecto y aquello como incorrecto de pende ante todo y sobre todo del conocimiento de sí mismo que posea el juez. Arendt se j uzgó a sí misma y, al hacerlo, llevó a la práctica ef antiguo precepto « Conócete a ti mismo» como condición de todo jui cio. Util izó el nombre latino persona, derivado del verbo per-sonare, que se refería originalmente al sonido de la voz a través de la máscara del actor teatral . No la usaba como los romanos, para referirse metafó ricamente a la persona jurídica como distinta del simple <> , sino en el sentido metafórico, propio de ella, de al guien que resulta <> , una esteidad irre petible que perdura dentro de las máscaras intercambiables que el ac tor se pone para interpretar su papel <>, como la máscara que ella llevaba mientras hablaba. Cuesta imaginar una manera más transparente de sugerir por su parte que el juez no puede separarse del actor desinteresado, cuya unicidad aparece sólo a los demás como su lado interno, invisible pero audible. La mayor dificultad de este volumen la presentaba <> . El curso de la New School constó de cuatro lar gas lecturas y el de Chicago, de diecisiete sesiones que utilizaron en su mayor parte el material de las m ismas lecciones. Las lecciones editadas constituyen el cuerpo del texto que aquí presentamos, mien tras que las variantes más importantes de su pensamiento que apare cen en <> se han incorporado como notas al final del texto. En este texto, el lector tiene la oportunidad de escu char a Arendt en su papel de profesora y, tal vez, de imaginarla ejer ciéndolo. Quiero agradecer a Elizabeth M. Meade su ayuda en la pre paración de las sucesivas pruebas de <> . Ni que decir tiene que los posibles errores que pueda haber en la versión defin itiva son responsabilidad mía. l. Within Four Walls: The Correspondence between Hamzah Arendt mzd Heinrich Bluecher 1936-1968, Lotte Kohler ( comp.), Nueva York, Harcourt, 2000, pág. 236.
U N A N OTA SOBRE EL TEXTO
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<< Responsabilidad personal bajo una dictadura >> , << Responsabilidad colectiva>> , << El pensar y las reflexiones morales >> y << A casa a dormir>> fueron tam bién preparados originalmente por Arendt como textos para el curso, bien como lecciones, bien como conferencias. Dado que el << Prólogo>> y << A casa a dormir>> se dictaron durante el último año de la vida de Arendt, esta selección de textos empieza y acaba con sus dos últ imas apariciones en público. << Responsabilidad perso nal bajo una dictadura >> es conocido por algunos de los lectores de Arendt en una versión mucho más breve radiada en Inglaterra y en Estados Un idos y publicada en 1 964 en The Listener. É sta es la pri mera vez que se publica el texto completo. << Responsabilidad colecti va » no es un título original de Arendt, sino el lema de un simposio ce lebrado el 2 7 de diciembre de 1 968 con ocasión de una reunión de la American Philosophical Society. En respuesta a una ponencia presen tada en esa ocasión, nuestra autora trató de distinguir entre responsa bilidad política y responsabilidad personal y señalar los diferentes ma tices semánticos con que se usa la palabra <> . Excepto en tres ocasiones, mencionadas en las notas al final del texto, las re ferencias a la ponencia objeto de répl ica se han suprimido. La otra opción era incluir dicho texto, cosa que no se consideró aconsejable. El 2 1 de diciembre de 1 968 escribió a Mary McCarthy: << Tu carta llegó j usto cuando estaba yo tratando de pensar qué podría decir en la ré plica a una ponencia sobre responsabilidad colectiva que se leerá la semana próxima en Washington, en la Philosophical Society, sin per der la compostura y resultar ofensivamente descortés. Las fruslerías de la academia van más allá de lo que una puede creer y esperar>> . 2 Los capítulos restantes que forman Responsabilidad y juicio son en sayos. <> de la revista Co m mentary, que se lo había encargado, y lo publicó en Dissent, acompaña do de la siguiente nota editorial: << Publicamos [este ensayo] no porque estemos de acuerdo con él -¡todo lo contrario!-, si no porque cree mos en la l ibertad de expresión i ncluso para las opin iones que nos parecen totalmente equivocadas >> . El vitriolo de las reacciones a <
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RESPONSABILIDAD Y JUICIO
&.mbnes•• .que anticipaban la controversia que estalló cuatro años mú tarde a propósito de Eichmann, se debía al hecho e haber to�a do un nervio liberal en carne viva, cosa que sigue hactendo hoy dta.
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Arendt no era una l iberal ni una conservadora, pero ponía en entre dicho la tendencia de los liberales a meter la cuestión específica de la educación de los niños negros en el saco de la norma política general de la « igualdad» . Se oponía a cualquier forma de legislación racial, especialmente a las leyes contra el mestizaje, pero también a la deci sión del Tribunal Supremo de convertir en ley de obligado cumpli miento una política escolar antisegregacionista. Esto, para ella, su primía el derecho privado de los padres a elegir la escuela de sus hijos y se burlaba del carácter preeminentemente discriminatorio del ámbito social. La fotografía que reproducimos en el capítulo corres pondiente tenía, a juicio de Arendt, carácter paradigmático, igual que la capacidad de ver a través de sus propios ojos el posible punto de vista de una madre negra era fundamental para ella a la hora de for mular un juicio que tratara de ser i mparcial. El texto que figura como « Introducción » a las « Reflexiones» de Arendt se publicó originalmente como una « Respuesta» a dos de sus críticos. Para ninguno de los dos dio ella, de hecho, una respuesta: el uno, en una descarada combinación de ignorancia y prejuicio, se colo có al margen de la comunidad de los jueces; el otro malinterpretó tan groseramente a Arendt que ésta, en lugar de responderle, escribió lo que en realidad es una introducción al ensayo, una recapitulación de sus argumentos en que se hace hincapié en los principios de los que ella parte. Más tarde, en 1965 , Arendt respondió efectivamente en una carta a Ralph Ellison, admitiendo que había pasado por alto el << ideal de sa crificio» de los padres negros al introducir a sus hijos en las realidades de la experiencia racial . Es ése un elemento que reclama con toda justi cia su sitio en la búsqueda que llevamos a cabo con el juicio, no persi guiendo una certeza apodíctica, sino un consenso alcanzado mediante el acuerdo entre opiniones diversas. Ello, empero, apenas altera el ar gumento capital básico de Arendt contra las medidas legales antisegre gacionistas en la educación, del mismo modo que tampoco da cuenta de la ausencia del padre de la estudiante negra en la fotografía. Las me didas antisegregacionistas en la escuela no han logrado los fines que perseguían y todo el asunto queda pendiente de un juicio definitivo.] 3. Una comprensiva exposición del juicio de Arendt en «Reflexiones sobre Little Rock» puede verse en Kirstic M. McCiurc, «The Odor of Judgmcnt: Excmplarity, Propriety, and Politics in the Company of Hannah Arendt>>, en Hamwh Arendt and the Memling o(Politics,
U N A NOTA SOBRE E L TEXTO
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C. Calhoun y J. McGowan ( comps.), Minneapolis. University of Minnesota Prcss, 1997, págs. 53-84. Véanse también las Leamed Hand's Holmes Lectures de la Facultad de Dere cho de Harvard para su oposición a la sentencia Brow11 v. Board o(l:"ducation.
INTRODUCCI Ó N
«A preguntas concretas hay que dar respuestas concretas; y si la serie de crisis en que hemos vivido desde comienzo de siglo puede enseñarnos algo, el lo es, en mi opinión, el simple hecho de que no hay pautas generales para determinar nuestros j uicios de manera in fal ible, reglas generales en las que subsumir los casos particulares con un mínimo grado de certeza. >> Con estas palabras, Hannah Arendt (1906-1975) sintetizaba lo que durante toda su vida vio como la natu raleza problemática de la relación de la filosofía con la política o de la teoría con la práctica o, de manera más simple y precisa, del pen samiento con la acción. En aquella ocasión se dirigía a una amplia audiencia procedente de toda la nación que se había reunido en la iglesia Riverside de Manhattan para asistir a un coloquio sobre « La crisis i nherente a la sociedad moderna » .1 Era el año 1966 y una deter m inada crisis política, la escalada de la guerra en Vietnam, estaba presente por encima de cualquier otra cosa en la mente de los c iuda danos que se habían reunido para manifestar su preocupación por la política de Estados Unidos en el Sudeste de Asia y deli berar acerca de qué podían ellos hacer, individual y colectivamente, para cambiar dicha política. Convencidos de que l a devastación, provocada por su país, de una antigua cultura y un pueblo que no constituían ninguna amenaza para él era moralmente censurable, se dirigían a Arendt y a los demás oradores, cuya experiencia de crisis anteriores arrojaría , según esperaban, luz sobre la crisis del momento. Al menos por lo que respecta a Arendt, se sintieron algo decepcio nados. A pesar de que el totalitarismo y otras crisis del siglo xx ha bían estado en el centro de su pensamiento durante muchos años, no les ofrecía «ningún criterio genera l » con el que medir el mal que se había hecho, ni mucho menos unas << reglas generales» que aplicar al mal que se estaba haciendo en aquel momento. No dijo nada en lo que apoyar las convicciones que ellos ya poseían n i con lo que hacer l. Las breves observaciones de Arendt fueron publicadas posteriormente en Chris tianity and Crisis: a Christian Joumal o(Opinim1, vol. 26, n" 9 (30 de mayo de 1966).