AÑO XXXVII - Nº 412
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PSICOLOGICA ACTUALI DAD
Los núme números ros atras atrasados se venden venden al precio precio del últi último mo núme número. ro. ISSN 0325-2590
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M art a Gerez Gerez Amber Amber t ín - Alba Flesler - M ario Waserman - Ilda Sara Levin Levin Ana M aría Gómez - M ar t a García - Raúl A. Yafar Yafar - Andrea V. González González
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Lafunci función maternaysus paradoja dojas:la la grietaentr ntre madre reymuje jer M art ar t a Ger Ger ez Ambert Amber t ín
1. Sexualidades en cuesti cuesti ón
D
estacamos en trabajos anteriores(Cri (Cr i men del del abuso - crimen cri men del incesto. En Cul pa, responsa- responsa-
bil i dad y casti casti go en el di scurso jur ídico y psicoana psicoanalí líti co. Vol. Vol. I I I .
Bs. As.: Letra Viva. 2009) que en psicoanálisis nos ocupamos del sujeto y de la producción del cuerpo humano como cuerpo erógeno y sexuado atrapado en la trama del lenguaje y del saber inconsciente del Otro. Sujeto atravesado por las leyes del l enguaje y las l as que pres pr esii den las l as relacione relacion es de parentes rent esco, co, leyes leyes que le otor ot orga gann no n o sólo una u na posición posici ón sexuada, xuada, si si no tambié tambi én fi f i li aci aci ón y genea genealo logía. gía. Desde estas premisas podemos entender que: * Si el incons i nconsciente ciente es está estr estr uctur ado como un lenguaje lenguaje hay un t ope a la comun comunii cación cación social. No No todo puede decirse: hay elel m alentendido .
* Si la sexualidad está estructurada como un lenguaje hay un tope para el encuentro sexual. La relació relaci ón sexu sexual al no n o exi exi ste . * Si el cuerpo está estructurado como un lenguaje guaje hay un tope t ope en en la l a distri distr i bución del plac pl aceer y el goce, se trata de cuerpos sexuados y psiques sexualizadas: un gran campo de opacidad del lenguaje, de los cuerpos y de la sexualidad. No sólo no hay proporción sexual, sino que la diferencia de los sexos refiere a posiciones subjetivas que no dependen del sexo biológico y sí de la lógica atributiva del significante fálico. De esta manera, las posiciones de hombre/padre, p osii cione cion es subj subjeemujer/ mujer/ madre, madre, hijo/hi ja en t anto pos t i vasserán ocupadas dis di scurs cur si vamente, más allá all á de las improntas anatómicas del sexo lo que, a la vez, permite pensar que cualquiera podrá ocupar dichas posiciones en los variados lazos de familia con diversas modalidades de combinaciones que
se prese presentan nt an en la actu actuali alidad dad (te (t enie ni endo en cuent cuentaa fórmulas de la sexuación de Lacan: lado hombre [izquierda]; lado muj er [derecha]). Enge Engendra ndr ar un hijo hi jo no i mpli ca nece necesari amente “ ser padre padr e” o “s “ ser madre”, m adre”, a es eso se puede “l “ l l ega ega a ser” cuando los actos subjetivos sostienen la fun- ción ción mat erna rn a o paterna. Cuerpos y sexualidades suponen la referencia a leyes que regulan el cuerpo que, siendo humano responde, por tanto, a leyes de la cultura y del lazo social y que, justamente, lo rigen más allá de su (supuesta) naturaleza: le dan una historia, una
ubicación sexual y una referencia genealógica. Es decir, lo humanizan y subjetivizan ya como madre, padre, padre, hijo, hi jo, hermano, h ermano, etc. etc. A su vez, las sexualidades están también (desde lo i nconsciente, nconsciente, y por eso eso su opaci opaci dad) reg r egul ulada adass por leyes leyes del del l enguaje y del laz l azoo soci soci al, reg r egul ulac acii ón que otorga a cada sujeto un libreto posible del despliegue de su sexualidad. Esa regulación establece que el sujeto y su partenaire están siempre en una relación de alteridad, en referencia a un lugar tercero, es decir, al Otro. Es lo que supone una le l egislaci gislaci ón: ni n i nguna relación es de a dos porque entre el sujeto y su partenaire hay un texto, hay el el muro mur o del l enguaje y las l as l egislaci gislaci ones, ones, pero también otro otr o muro, mur o, el el de d e lo re r eal. Especifico esto porque cuerpos y sexualidades no puede p uedenn reducir r educirsse a la di mensi mensi ón de d e meros meros ob jetos al servi cio de otro; se se trata, trata, en en cambio, cambio, de subjetividades que pretenden un encuentro sexual, de sujetos deseantes o gozantes. Se trata de cuerpos sexuados (legislados) y de psiquis sexualizadas (también legisladas) con el plus de goce que escapa a toda legislación fálica. El posibl posiblee encue encuentr ntroo entre el “lado “ lado hombre” y el “lado mujer”(ver gráfico) está presidido por la lógica de la falta fálica que suscita el deseo, o el más allá all á de es esa falta falt a que suscit suscitaa el el goce. goce. Por tanto, t anto, ese posible encuentro no es una mera fusión de cuerpos. En caso que el encuentro del lado hombre y el el lado muj er produzca un hijo éste podrá ser el resultado ul tado del eni gma del dese deseo de d e los padres y, en en t al caso, el interprete de ese enigma a la vez que tendrá que hacerse cargo de su interrogante ¿Quéme qui ere el el Ot ro? para escribir en su historia de vida una versión creativa respecto a ese enigma y a su si tio ti o como como luga l ugarr de la falt faltaa, lo que le perm permitit irá ir á ubiubi car el lugar simbólico-imaginario que inscriba su trama en la filiación y genealogía familiar. Es por esto esto que nos ocupamos aquí de la función materna y sus sus paradoj as, pues –conviene acentuarlo– quedamos perplejos cuando la función materna essolsoldada al supuesto “instinto materno”, soldadura generada muchas veces desde el discurso médico, psicológi psicológico co,, jurí j urí dico di co,, educativo, educativo, sociol sociológico, ógico, anantropológico... e incluso psicoanalítico. Como dije antes: el sexo biológico hembra no es suficiente para localizar el lado mujer, como tampoco el lado mujer implica necesariamente función funci ón materna. En efecto, cuando Lacan alude a la “función materna” está claro que desnaturaliza y deinstinti- viza a la misma. La función función materna es una construcción simbólica resultado de un contexto social: historia, genealogía y filiación recreadas permanent permanenteemente, incluso in cluso con cada cada hijo. hi jo. Una U na posi ción donde se se anudan anudan la l a hija hij a y la muje muj er que puepueden habitar una madre, y donde también es preciso se anude la función materna a la paterna que permite la circulación del deseo materno en torno al hijo y más allá de él para que éste encuentre su destino sexuado. El lado mujer no siempre deriva en función materna. Ni l a función funci ón mate m aterr na es es l a panac panaceea que los aparatos ideológicos quieren instaurar: no es el ser de pura benevolencia, benignidad y mansedumbre. Es, más bien, una posición paradojal: entre la madre y la mujer siempre se abre una
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grieta difícil de sortear. Las funciones de las mu jeres jeres en la soc socieda iedadd patr patriarc iarcaal han sido sido es establecitablecidas prescindiendo del deseo de ellas; pero las muj mu j eres t i enen des deseos eos y goces; goces; ¿qué qué ha pasado pasado entonces? La lar ga marcha de las mujeres no ha sido otra cosa que la lucha por el reconocimiento y aceptación de sus deseos y goces diversos.
dice di ce–y que mole mol esta- es falso falso porque por que ni si quie qui er a es es Escuchamos hasta el cansancio en los mitos o una mujer mu jer ya que no esmadre”). madre” ). Lasconcepcio concepciones nes fábulas populares esta cuestión también deslizada “falocéntricas” son torpes y retrógradas, pero las en los cuentos infantiles o en las modernas sagas. “ matern maternocé ocént ntriri cas cas” también lo l o son. Lo público recoge las contradicciones que despierta en lo privado y lo íntimo la maternidad. 2. Mujeres y maternidades 3. Las lógicas de la sex uación: mujeres, madres e hijos
Cuando el lado muj er se inclina a la materniQue el el l ado mujer no siempre deviene función fu nción dad se producen profundos impasses. Ese lugar materna es está harto hart o demostr demostr ado. Pero esto no n o imi m- –“la –“ la madre”– a constru construii r es enmarañado, enmarañado, revuelve revuelve plica un fracaso de la femineidad. E. Roudinesco el cuerpo sexuado de la mujer, convulsiona el comenta algunas críticas que tomaban como lugar de hija que hay en ella, despierta variados blanco a Simone de Beauvoir “a quien reprocha- fantasmas, entre ellos el más simple de todos: el ban por no haberse realizado plenamente como miedo de no saber qué hacer con el hijo, qué lugar mujer porque no había sido madre” ( Y m añan a darle ¿objeto del deseo, resto, desecho? ¿Cómo ) l o cual no es ni más ni podrá advenir ese hijo a cubrir sus enigmas y falqué . Bs. As.: FCE. 2001, 33 menos que asimilar la mujer a la madre; pero, si tas? Y allí surge un fantasma que persigue a toda sólo es posible ser mujer siendo madre, ¿qué son madre, ser l a ase cual, por p or su acci acci ón asesi na del hi j o el cual, las mujeres que no lo son ya porque no quieren, ya o inacción, puede devenir muerto. No hay mujerporque por que no n o pueden? pueden?,, además, además, ¿es ¿esque que todas tod asl asmumu - madre que no haya trabajado eso en análisis. Alu jeres jeres des desean se ser madres madres? Las Las bajas bajas abruptas de la diendo al lazo madre-niña dice Freud en Sobre la l a natalidad, el incremento constante de matrimo- sexuali dad femeni femeni na (Bs. As.: Amorrortu, XX I , nios sin hijos en los países supu estament e más 229): “l “ l a int elecció elecciónn de que en en esa esa dependencia dependencia de prósperos son una muestra clara de que, cuando el la madre se halla el germen de la posterior para“deseo” de la mujeres puede expresarse libre- noia de la mujer. Es que muy bien parece ser ese mente, un alto al to porcentaje de ell ell as prescin prescinde de de l a germ germeen la angusti angusti a, sor sorprendente prendente pero de d e regul regular ar maternidad. Es decir, aceptar una tontería como emergencia, de ser asesinada (¿devorada?) por la la arrojada sobre De Beauvoir es un modo ¿sola- madre. Cabe suponer que esa angustia correspado? de echar dudas sobre el sujeto y su sexuali- ponda pond a a una hostili hosti li dad que en en la l a niña niñ a se se des desarrodad. Con De Beauvoir, Beauvoir, como con t antas a lo largo l argo lla contra la madre”. Ahora bien, lo que Freud de la geografía y del tiempo, negarle su feminei- omite, omi te, pero pero Me M el anie Klein plantea pl antea,, es es que del del l ado dad ha sido el expediente más simple y rápido de de la madre esa fantasía circula produciendo en destituirla como sujeto pensante (“todo lo que el la mucha mu chass inqui etudes tu des..
I n s t it i t u t o A r g e n t in o d e Tr a s t o r n o s d e l a A lim e n t a c ió ió n 1999 - 2012
Diagnóstico y Tratamiento El Instituto I nstituto Argentino de Trastornos Trastornos de la Alimenta Al imentación, ción, es una institución d dirigida irigida al tratamie tratamiento nto de las patologías alimentarias dependiente de la Asociacion Civil Bienestar. Bienestar. Tiene como como dest destina inata tarios rios de sus objetiv objetivos, os, a través través del área de asistencia, a aquellas personas que padecen trastornos de la conducta alimentaria, alimentaria, su núcleo familiar y social. so cial.
Dice Freud que el inconsciente, como discurso, otorga ot orga sisi gnifi gni fi canci canciaa a l a dife dif erencia de los lo s sexos más allá de la anatomía, pero, agrega Frida Saal, en tal discurso no pueden dejar de incidir las políticas que se se ar ar bit bi t ren en tor no a la l a difere dif erenci nciaa de l os sexos (Palabra (Palabra de Analis Anali sta. Mé M éxico: xi co: Sigl Sigloo XXI . 1998). 1998). Lacan va más allá del falocentrismo freudiano para establecer diferentes lógicas de la sexuación: el todo fá f áli co para para el el lado hombre y el el no todo t odo fálico para el lado mujer (ver gráfico). Los sujetos se posi posi cionan cio nan según según est est asmodali mod alidades dadesl ógica ógi cass inin dependientemente de las diferencias anatómicas (una vez más: no se confunda pene con falo, éste es un significante, no un órgano). Con lo que, a su vez, se instalan dos goces, el goce fálico y el goce adicional( adici onal(lado lado derecho derecho del gráfi gr áfico), co), el que exce excede de cualquier contabilización del significante fálico. Freudianamente dicho este goce sobrepasa al principio del placer, se sitúa más allá del principio del placer. Y justamente, si La M ujer no exi exi ste es porque está del lado del no-todo fálico, pero esto no implica que no existan mujeres sino que –como afirma Frida Saal– “ellas pueden tener un goce Otro, diferente, suplementario” ( op. cici t .,., 41),
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un goce inefable que escapa al orden de las pala- todas las mujeres son locas, que se di ce. Es tambi é n bras y del significante. De allí el enigma ¿Qué por eso que no son todas, es decir locas-del- todo, quiere una mu jer? que hace de la femineidad un sino más bien acomodati cias: hasta el punt o que no misteri o, un enigma a ser develado lo cual no sólo hay l ími tesa las concesiones que cada un a hace para no menoscaba al lado mujer ni la hace “una poca un hombre: de su cuerpo, de su al ma, de sus bienes” cosa” como afirman algunas feministas, sino que (Barcelona: Anagrama, 1980, 128 ). Porque no-son las coloca en el lugar de la creación, de la inven- todas-locas pueden cruzarse al lado del tener y ción pues “ Los velos están para provocar e insi- asirse del falo para ser acomodati cias-seductorasy nuar, no para ser levantados” (Saal, op. cit ., 46). generar un lugar agalm ático ; pero también pueLacan ha sosteni do: L/a Mujer (toda) no existe, den desasirse del falo y precipitarse al goce suplepero hay el lado mujer que refiere a las mujeres, a mentario, volar como locas por el goce pasional. la enigmática femineidad que convoca a la crea- Como locas hechicerasdejan de ser acomodaticias ción aunque también convoque al goce suple- para tornarsefuriasdesqui ciadas. ¿No eseso acaso mentario del Otro absoluto. Goce que es preciso lo que más se teme de las mujeres? medio locas, interrogar ya que puede, a veces, derivar en los ex- medio putas, medio fatales, medio brujas... seducesos del ascetismo mí stico o de la pasión desme- cen, pero cuando pierden el medio ( ) aparece el surada. De allí que el lado mujer, para lograr un horror al goce femenino, allí no hay seducción, amarre, para no perderse en el goce Otro, precise hay espanto. asir del lado hombre el significante fálico. Es el senti do de las fl echas que traza Lacan en el gráfi co Se dice con frecuencia en nuestro país, “esa de la sexuación entre el L/a y el signifi cante fálico mujer es una loca de atar” y si es preciso atar a la ( ). Esto para nada implica –como afirma cierto loca es porque se desanudó de un lugar: ese lugar feminismo que no entiende a Lacan– que el lado es el significante fálico. Pero las mujeres siempre muj er precise de“ la costi lla de Adán” para ser . En se desatan un poco, se desatan mucho más que el ambos lados (lado hombre y lado mujer) el signi- lado hombre que por no desatarse es más precaficante fálico ( ) permite amarrar al sujeto evi- vido y, por eso, mucho más superyoico. tando la dispersión subjetiva a la vez que Cuando Lacan destaca en la fórmula de la mecontabili zar el goce, esto es, circular por el deseo. táfora paterna al deseo de la madre como efecto Pero el lado muj er que puede gozar de lo no fálico, de dicha metáfora no hace sino afirmar el deseo desde el goce suplementario se ubica del lado del de la mujer en la madre. La fórmula de la metáOtro absoluto donde no hay atr ibución fálica del fora paterna dice que sin el significante Nombretener, por lo tanto, es un l ado másproclive a tran- del-Padre la pregunta por el deseo de la madre sitar los bordes del falo y los desbordesde goce su- queda sin respuesta en el hijo, pues lo único que la plementari o, el goce femenino desmesurado. madre puede querer de él como Otro primordial es el apego, el todo con ella para colmarla y colHay una grieta entre la mujer y l a madre, y por marse, esdecir, renunciar a cualquier otro desti no eso ambas posiciones no conviven sin contr adic- (deseo de la mujer) y saturar el goce mortífero. En ciones. Si el lado muj er toma el complejo camino cambio, la inscripción de la metáfora paterna pode la maternidad no encontrará allí la respuesta sibi li ta al niño un desti no sexuado y la alternativa definitiva para su femineidad. Como dijimos de responder al deseo materno con señuelos (- ) antes, el hijo como resto de la relación sexual a y no con el ¡¡pr esent e!! que deja al sujeto enclausveces puede aquietar el misterio femenino pero no tr ado y a merced del goce materno. Como di jimos apagarlo. Allí donde el hij o en la dimensión fálica antes, hay el riesgo de que la madre apague el llega a completar a una madre y desaloja a la deseo del lado mujer y, en tal caso, aniquile al niño muj er, los riesgosque corre son grandes ya que sin con su maternaje . Porque el deseo de una madre se el deseo, el goce materno puede aniquilar al niño implica en el deseo de una mujer, una madre ya en los cenagales de las psicosis, ya en la muerte nunca es toda para su hijo, su anhelo por el falo se psíquica o real. reparte ente el niño que toma la dimensión de obAsí, el deseo sexual del lado mujer tiene sus jeto de la falta (- ) y el Otro sexo. En tal caso el conflictos con la maternidad porque si bien el hijo deseo de la mujer en la madre abarca comarcas puede ser objeto a y tomar su valor agalmático, más lejanas a cualquier maternidad. El destino seesto es, ser libidinizado, la madre precisa recurrir xuado de la madre y del hi jo está garantizado con al otro l ado, al de la lógica fálica, la lógica del tener el deseo materno en la mujer, pero, ¿lo está para que le es ajena. Y si bien puede desde allí sostener siempre? No. Cualquier accidente o catástrofe en su deseo de madre sin desprenderse de la mujer la vida de la mujer-madre que desenmarque su puede llegar también a engolosinarse con el hijo fantasma puede hacer caer la convivencia de en la lógica del tener y desalojar a la mujer. En tal ambos lados (mujer-madre), y puede producir un caso, el niño corre severos riesgos de ser aniqui- desbarrancamiento de un lado o del ot ro. Tal, por lado por la madre. ejemplo una traición, un abandono del partenaire , una catástrofe económica, una muerte no subjetiPero, otra colisión posible entre la madre y vizada en duelo, un exilio social; en suma, cualmujer puede ser la expulsión del deseo de la quier cosa que irrumpa desde lo real de manera madre ganando terreno el goce suplementario de traumática y conmueva los cimientos de las forla mujer –expulsión del tener fálico– para aban- maciones del inconsciente y del marco fantasmádonar por completo a la madre. En esta posibili- ti co de la madre. El deseo de la muj er en la madre dad el niño también corre riesgos porque es no es para siempre, tampoco el deseo de la madre desinvestido como objeto de deseo y puede tor- en la mujer. “El deseo de la madr e no es algo que narse desecho , y ser aniquil ado por la mujer. pueda soport arse tal cual, que pueda resul tar les in- Dice Lacan en Radiofonía y Televi sión “( ...) di ferente. Siempre produce estragos. Es estar dentr o
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de la boca de un cocodrilo, eso es la madre. No se sabe quémosca puede ll egar a pi carl e de repente y va y ci erra la boca. Eso es el deseo de la madre. En- tonces, traté de expli car que había algo tran qui liza- dor. Les digo cosas simpl es, i mpr oviso, debo decir lo. Hay un palo, de piedra por supuesto, que estáahí, en potencia, en la boca, y eso la cont iene, la t raba. Es lo que se llama el fal o. Es el palo que te protege si, de repente, eso se cierra” (Lacan, Sem. XVII sesión del 11/03/1970).
En la metáfora de la madre como cocodrilo una simple mosca puede hacer caer al falo, una simple mosca puede hacer sucumbir al significante los Nombres-del-Padre y al deseo de la mujer en la madre y, la madre, sin la primacía del deseo, se traga al niño. El goce materno acaba con el niño psíquicamente o en lo real. Ya lo dijo Lacan: hay var ias maneras de querer demasiado al hijo, a lo que podemos agregar: hay variadas maneras de querer o desquerer demasiado al hijo. Lo difícil es quererlo nomás, quererlo deseantemente y no “ demasiadamente” . Pero hay otro estrago, y es que el oscuro goce de la mujer, desasido del signifi cante fáli co y atravesado por el envés de los Nombre-del-Padre expulse a la madre y desinvista libidinalmente al hijo que pierde así su valor agalmático : la cocodrila expulsa al niño y se precipita en una loca y silenciosa bacanal... el suplementari o goce de la muj er. Se pudo desear mucho a un niño, el deseo de la muj er en la madre puede estar instalado con cada uno de los hijos, pero una situación catastrófica que instale el trauma de lo real puede acabar con la función madre, demolerla y precipitarla hacia el goce, el “sin lí mite” del l ado mujer. Allí, el niño puede pasar de objeto del deseo a desecho, ser desinvesti do libidinalmente y, como desecho, puede ser asesinado. La grieta entre madres y mujeres es incurable, a esa contradicción permanentemente han de enfrentarse unasy otras; y con ella convivir, por eso afirmamos que la función materna es una posición paradojal, siempre un poco extraña, siempre un poco rara, una posición de difícil convivencia para una mujer, entonces ¿donde queda el supuesto i nsti nti vismo de tal función al que muchos pretenden acorralar a las mujeres?
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LasMadresde Freud Alba Flesler
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e dice de la madre que hay una sola, y que ell a, muestra según l a procreación biológica, es indiscutible. Tal vez por esas razones, el psicoanálisis sufrió duros embates al heri r su papel, arraigado ancestralmente en altares virginales y verdades de fe. Contrariando razones de orden natural o religiosa, la madre, para Freud, es heredera de un complejo e intrincado edificio, preñado de contingencias. El comienza a construirseen la infancia deuna niña, cimentado en una carencia nombrada fálica, y motorizado por el anhelo de suplirla, recibiendo del padre un sustituto feliz, un niño, que ala sazón puede llegar a ser o no también reconocido como hijo. Tamaña argumentación, que empalmaba la sexualidad a los niños, criaturas celestiales, hizo levantar voces en su contra, que no debe sorprendernos. Sin embargo, eso agrega peso específico al lugar fundamental de la madre en la vida de todo sujeto e invita a la pregunta: ¿cuál esla lógicaque lo promueve? La madre de Freud
Cuando habló de su progenitora, lo hizo con palabras agradecidas. Ella lo llamaba ‘mein goldener Sigi’ y ese deseo le dio, al creador del psicoanálisis, fuerza y valor ante los cargados proyectiles que la ciencia de su época hizo recaer sobre sus revolucionarias hipótesis. Acordamos con él: para la vida futura de un niño no es indiferente haber contado o no con el alojamiento jubiloso en los brazos cálidos y recepti vos del deseo materno. Lasgananciasde tan privilegiado lugar seaprecian por sus efectos, en el acervo que otorga un buen sostén narcisístico, cuando contribuye a soportar las heridas del devenir sin apelar a restaurarlo en egoísmo y egolatrías1 El narcisismo bien enlazado, preparará la estructura para no derrumbarse ante la conmoción de los ilusorios espejismos.
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Si la madre funciona, ella cumplirá su papel. Y el papel de la madre es el deseo de la madre.2 En ocasiones, los estragos ocasionados por la perdurable ligazón a la madre, ha llevado a denostar su lugar sin entrever la tragedia que late en aquell os casos en los que faltó el amparo del nido materno. Sin su cáli do refugio, sin ese cobijo, falla la consti tución del cuerpo y toda representación imaginaria de la escena del mundo. Desrealización y despersonalización son sus variantes en el campo yermo de las psicosis. Por ese motivo, y contradiciendo cualquier inclinación por estampar el rol materno a una materialidad natural e intuitiva, diremos que toda relación entre la madre y el niño está engarzada en un término tercero, el falo. La ubicación del mentado elemento, no solo deja su impronta en lo que atañe al hijo, también abre la función materna a variables dependientes de otras relaciones, que por su intrincada comple jidad merecen considerarse. En principio, la que toda madre sostiene con su lugar de hija, luego la que acentúa aquella otra, no menos impor tante, que dialecti za su lugar de madre con su ubicación como mujer, invitándola a ser no toda madre. A su vez, y con valor relevante, la que sosti ene en relación al padre del niño, su lugar en la pareja famili ar y a los reductos del erotismo que circula entre ellos3. Como es de apreciar, el Edipo no deja de ser complejo. Reducirlo al mito es desconocer la delicada lógica que lo enhebra y al mismo tiempo rebajar sus mojones, perdiendo la oportuni dad de capitalizar aquellas razones que brinda para la dirección de la cura y las intervenciones del analista4. Ahora bien, si su operación se cumple, y aun coadyuva a dividir las aguas entre neurosis, psicosis y perversiones, debemos admiti r que ella se realiza siempre en inexactas proporciones. Ejemplos de madres hay muchos, pero los his-
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toriales freudianos relucen esclarecedores en nuestras manos, y nos invitan a releer sus art iculaciones. Las madres del psicoanálisis
Los historiales freudianos son seis, mostrando, cada uno, un perfil de madre y una fisonomía. Llamarlas por su nombre es sólo producto de un ejercicio recreativo. La que no lo suelta: la madre del pequeño Hans
Ella era paciente de Freud y el marido un admirador de las teorí asdel maestro. Estudiaba con él y no solo lo consultó preocupado por su pequeño hijo, sino también por la impotencia que le causaba el inoperante pedido dirigido a su mujer de no llevar al niño a la cama conyugal. Lo cierto es que ella no solo lo acogía en el lecho, también lo llevaba con ella al baño y lo hacía espectador de sus intimidades cada vez que cambiaba sus ropas a la vista del hijo. La madre de Juanito sentía que el prurito gozoso en el órgano peneano del niño era “una porquería” 5 puesarruinaba el disfrute que le procuraba tener al pequeño todo él como “metonimia de su deseo de falo” 6 Así, mientras el padre visitaba a la abuela de Lainz, se quejaba inútilmente, y desoía la propuesta del hijo de quedarse “cada uno con su propia madre” 7 , la fobia venía en auxilio de Hans, permitiéndole, no sin pagar el caro peaje de un síntoma, delimitar los lugares prohibidos de los habilitados para circular. La madre de Juanito es ejemplar de esa diferencia que Lacan subraya al pasar cuando diceque “No es en absoluto lo mismo si el niño es, por ejemplo, la metáfora de su amor por el padre, o si es la me-
tonimia de su deseo del falo” 8. Ella no suelta al niño. Lo lleva de paseo metonímicamente pegado a su cuerpo. Y como el caso da a leer, adherido al universo materno, un niño se ve impedido a aventurarse en el terr itorio exogámico del mundo. La rival: la madre de la Joven Homosexual
También en este caso, fue el padre quien hizo la consulta. Pero a diferencia del padre del pequeño Hans, másque buscar saber qué ocurría con su hija, lo movía una escéptica expectativa de lograr, por la vía del psicoanálisis, rectificar la orientación sexual de la jovencita, presa de admir ación por una mujer mayor, de mala reputación. Si el método de Freud fracasara en el intento, tenía reservado, como remedio incuestionable a su rebeldía, imponerle un decidido casamiento. Para cólera de su padre, indispuesto también para atender el llamado desesperado, la muchachita ya había apelado al acting, poniendo en escena un paseo público con la dama de sus amores.
cómoda competidora” ¿Qué le queda a la niña entonces?La opción de dirigir su expectativa al padre, y esperar que este responda al juego de miradasnecesaria para su identificación con la femineidad. Si la función materna es cumplir su papel y su papel es el deseo, la madre de esta jovencita agotaba el suyo, “de manera poco equitativa” siendo dura con su hija y tierna en demasía con sus muchachos; una mujercita no cabía en la imagen de su narcisismo, salvo como mancha y opacidad. Arrojada, de ese modo, del espejo fundacional, y agotados sus intentos, se arrojó al vacío en lo real: “ Niederkom- men ”, que significa tanto “caer” como “pari r”.9 No es lo mismo que una niña rivalice con su madre, guiando sus pasos por el laberinto del Edipo, a que una madre lo haga con su hijita, negándole con dureza las fichas para entrar en el juego de la femineidad. La ama de casa: la madre de Dora
Freud no la conoció. Supo de ella por las comunicaciones del padre y de la joven, quien contaba con di eciocho años al comenzar el tratamiento Sin lograr que la mirada del padre virara de su con él. focalización unívoca, y ante el sin salida, siguió el Admiti ó formarseuna idearespecto de la madre pasaje al acto. de su paciente como “una mujer de escasa cultura, Es que, el comportamiento del padre, hombre pero sobre todo poco inteligente, que, tras la enferserio, respetable, en el fondo tierno hacia su única medad de su marido y el consecuente distanciahija mujer, estuvo movido en demasía por mira- miento, concentró todos sus intereses en la mientos hacia su mujer, la madre dela niña.“Mujer economía doméstica, y así ofrecía el cuadro de lo todavía juvenil que manifiestamente no quería re- que puede llamarse la “psicosis del ama de casa”. Canunciar a la pretensión de agradar ella misma por rente de compresión para los intereses más vivaces sus encantos”, como madre, “era difícil de penetrar”. de su hijos, ocupaba todo el día en hacer limpiar y Apreciación aguda, la de Freud, a deducir por las en mantener limpios la vivienda, los muebles y los consecuencias declaradas en la única hija, exiliada utensilios, a extremos que casi imposibilitaban su de la femineidad. uso y su goce”. A veces una madre, como madre, es nada más que una mujer; y como la madrastra de Blancanieves sólo atina a sacar lustre una y otra vez, con perdurable tenacidad, a los brillos perfilados en su propia imagen. La hija no puede sino ser “una in-
Es entendible que Freud dijera que la relación entre madre e hij a era, desde hacía años, inamistosa, y también que admiti era que “la hija no hacía caso a su madre, la criticaba duramente y se había sustraído por completo a su influencia”. En definitiva,
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y en esto Freud es contundente, la joven “no se entendía con su madre”. Tal vez por eso, Dora diri gió el interés a la señora K. a quien antes de pedir al padre que rompiera relaciones con el señor y la señora K. directamente “veneraba”. Su i nclinación, vale aclararlo, nos deja entrever que la mirada ávida de la muchachita no se dirigía a ella buscando una madre, sino en todo caso el cuerpo de una mujer.
Confundiendo la representación de palabra con la representación de cosa, el padre de Schreber creía que un cuerpo recto era equivalente a la rectitud y con certeza incuestionable no vacilaba en aplicar a sus hij os varones los procedimientos ortopédicos por él diseñados como medidas profilácticas. Con sadismo inexcusable, seempeñaba en promover su salud y prevenir posibles deformaciones. Aspiraba, y así lo dice explí citamente, a destruir “ la cruda naLos fragmentos de análisis trasmitidos por turaleza de los niños” desde la más temprana edad Freud ponen al descubierto cuán coartado estuvo y coartar drásticamente los malos hábitos estableel camino hacia la femineidad para la desdichada ciendo un estado de obediencia total. joven. La constelación de sus identifi caciones sufrió, desde la infancia poblada de síntomas, seri os Detallista al extremo, examinaba demanera mi tropiezos que afectaban su cuerpo, no solo con nuciosa a sus hijos, controlando las posturas y el una disnea permanente a los ocho años, también con migraña, ataques de tussis nervosa , ll egando a soportar el másmolesto de los síntomas: una afonía total.10 Una madre que concentra sus goces en la pulcritud hogareña y en las delicias de la maternidad, no sólo no deja localizar un goce femenino al cuál apuntar, menos aún ofrece ocasión para ubicarla como objeto de deseo en la urdimbre de los goces paternos. Lo sabemos por Felix Deutch, Dora quedó sufriendo sintomáticamente al escuchar los pasos del hijo volviendo al hogar, luego de su nocturna excursión más allá de su amor maternal. La interdict a: la madre de Schreber
De ella casi no se hallan referencias. El contraste, entre la enorme presencia del padre y la nebulosa y enigmática ausencia de la madre de Schreber, se abre en elocuentes desproporciones. Se sabe que “el padre sufría de manifestaciones compulsivascon impul sos asesinos”, que el doctor Daniel Gottlieb Moritz Schreber fue un eminente ortopedista, prolífico escritor y educador, inventor de la gimnasia terapéuticaen Alemania, con amplia difusión de sus libros donde expresaba indicacionesprecisaspara proceder a una educación saludable desde los pri meros tiempos de la vida. Sus métodos para la crianzade niños pequeños quedó reseñada en “El libro de los ejercicios para el cuerpo y el alma”, ll amado su Erziehungslehre donde, de modo didáctico y preciso, sostenía un sistema de estri ctas reglas discipli nari aspara la regulación del comportamiento del niño cuando come, se sienta, camina, se para, lee y duerme. En él, concede un subrayado especial al sistema de posturas, acentuando, por ejemplo, que la espalda del niño debe mantenerse derecha aún cuando duerme, obligándole a tal fin a sólo dormir de espaldas sobre cama dura. El lector de sus libros puede contar para su or ientación con dibujos del sistema de cinturones, correas y aparatos, ilustrando las posturas correctas para enderezar el cuerpo y la vida del niño en general. William G. Nierderland aduce, en su clásico escrito, no sorprenderse que “Ritter, el biógrafo de Schreber, que también expresa su admiración por Hi tler, encuentre en el pri mero una especie de precursor espiritual del nazismo” 11.
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efecto de los aparatos ortopédicos y rechazando cualqui er matiz de consideración en l a apli cación del método educativo. Desde ya, es de suponer cuán excluida estaba de su proyecto la inclusión de una nota amorosa de calor materno. Tal vez, por ello, no es casual que “no se posee ninguna información relevante sobre la madre de Schreber” 12 Solo después de terminar su ensayo, muchos años después, comenta Niederland, tuvo conocimiento del nombre dela madre. Se llamaba Pauline Hasse. Innombrada y ausente, sometida al abuso paterno, nunca se interesó por preguntar por el estado de su hijo en los años de internación.
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De ella, apenas se conservan unas fotos que muestran su rostro adusto13 , y proclive a hacernos creer en el perfil depresivo que se le atri buye. No nos es dable saber si contribuyó o no a ese estado la interdicción que pesó sobre su papel materno, no debía acariciar al niño. Si la impedida satisfacción amorosa, por la estrictez disciplinaria, coadyuvó a deprimirla. Si podemos leer en las Denkwürdi gkeiten eines Nervenkranken (Memorias de mi enfermedad nerviosa) los estragos que, en el cuerpo y en el mundo del hijo, causaron el entramado trágico del goce irrestricto de un padre con la infortunada ausencia del amor materno. La ausente: la madre del Hombre de los Lobos
Según relata Freud en el clásico historial, en el momento en que la hermana de Sergei, apenas dos años mayor, disfrutaba jugando con el pene de su pequeño hermano, la madre estaba. Se encontraba haciendo sus labores en el cuarto vecino. Del mismo modo, y salvo en la escena sexual a tergo , que ocupa el centro de las preocupaciones freudianas y la tiene de protagonista junto al padre, la madre está presente, esencialmente por su ausencia. Las hojas del historial se suceden dejándonos saber que los “padres se casaron jóvenes” que seguían “vivi endo un matr imonio dichoso sobre el que pronto las enfermedades de ambos arrojaron las primeras sombras: las afecciones abdominales de la madre y los primeros ataques de desazón del padre, que lo habían llevado a ausentarsede la casa” … también, que siendo niño, el paciente había escuchado a la madre quejarse de sus “dolores y hemorragias”, llegando a desahogarse con estas palabras: “Así no puedo vivir más”. Sabemos que a los dos años y medio, según un recuerdo de su análisis, se veía a sí mismo viendo partir a los padresde viaje dur ante unas semanas, y se recuerda junto a su aya, sin inquietarse por la partida de los progenitores. Será pues la aya quien lo cuide, asimismo será ella quien emita las palabras para restringir la manipulación lúdicade su miembro sexual y también quien se hará destinataria de sus tempranas pasiones, tanto para defenderla de la intratable gobernanta inglesa, despedida poco tiempo después del regreso de los padres, como ob jeto del marti rio más despiadado, cuando trocando su actitud de niño dócil y tranquilo, tornábase exigente, susceptible y cruel. Al respecto de la ausencia materna, nos queda la pregunta sobre si el “ horror a una existencia autónoma” 14 al que Freud alude desde el comienzo del tratamiento, no habrá encontrado sus fuentes en una madre sumida en sus propias dolencias y dedicada sólo a atender a su mari do sin reparar en descargarse en quejas, como si el niño no estuviera presente. La calculadora: la madre del Hombre de las Ratas
La transferencia, que lo había llevado a ver a Freud, había encontrado su motor en la lectura de
un texto, “Psicopatología de laVida Cotidiana”15. En él, había hallado “unos raros enlaces de palabras” que le “hicieron acordar a sus propios trabajos de pensamiento” y eso lo “resolvió” a confiar en el psicoanalista vienés. De ese modo, acudió a Freud llevándole su padecimiento. Desde su infancia, lo habían acompañado representaciones obsesivas. Pero, con el paso del tiempo los impulsos y prohibi ciones“referidasaún a cosasindiferentes” lo habían sumido en una lucha persistente, haciéndole “perder años” y dejándolo “rezagado en su carrera en la vida”.
Referencias
Vegh, Isidoro: “Yo, Ego y Sí-Mismo”. Editorial Paidós, Buenos Aires, 2010 2 Lacan, Jacques: “El Reveso del Psicoanálisis”. Seminario XVII (1969-1970) Clase del 11 de marzo de 1970. Editorial Paidós, Buenos Aires, 2004. Pág. 118 3 Flesler, Alba: “El Niño en Análisis y el Lugar de los Padres”. Editorial Paidós, Buenos Aires, 2007 4 Flesler, Alba: “El Niño en Análisis y las Intervencionesdel Analista”. Editorial Paidós, Buenos Aires, 2011 5 Nada sospechaba de las oscuras conexiones que Freud, Sigmund: “Análisis de la Fobia de un lo incitaban, y apenas vislumbraba las resistencias Niño de Cinco Años (El Pequeño Hans)” (1909). que lo aquejaban; pero inició, desde los primeros ObrasCompletas. Amorrortu, BuenosAires, 1985. encuentros, una serie de asociaciones que desplega- T X. Pág. 18. 6 ron sus razones. Así, en la segunda sesión, pasó a Lacan, Jacques: “La Relación de Objeto”. Semicontar la vivencia que lo llevó directamente a acu- nario IV (1956-1957) Clase del 20 de marzo de dir a Freud. 1957.Editorial Paidos, Buenos Aires 2004. Pág. 244 7 Freud, Sigmund: “Análisis de la Fobia de un Se trataba de un episodio ocurrido durante Niño de Cinco Años (El Pequeño Hans)” (1909). unas maniobras militares: entre los oficiales había ObrasCompletas. Amorrortu, BuenosAires, 1985. un capitán cuya característica era que “evidente- T X. Pág.74 8 mente amaba lo cruel”. En esa línea no sólo aboLacan, Jacques: “La Relación de Obj eto”. Segaba por la introducción de los castigos corporales minario IV. Clase del 20 de marzo de 1957.Editosino también disfrutabade relatar detallesde aque- rial Paidos, Buenos Aires, 2004. Pág. 244 9 llas lecturas que gustaba hacer al respecto. SiFreud, Sigmund: “Sobre la Psicogénesis de un guiendo su gozosa inclinación, contó un “castigo Caso de Homosexualidad Femenina” (1920), particularmente terrorífico aplicado en Oriente” en Obras Completas, Amorrortu Editores, Buenos el cual se utilizaban ‘Ratten ’, ratas, para martirizar Aires, 1985, T.XVIII. Pág.142, 143, 150 y 155 10 a un condenado, haciéndolas penetrar en el ano del Freud, Sigmund: “Fragmento de un Caso de desdichado. Histeria (Dora)” (1901-01905). Obras completas. Amorrortu, Buenos Aires, 1985. TVII. Pág. Acordes precisamente a la lógica significante 19,20,21,22,24 11 que tanto le había sorprendido en el texto de Niederland, William G.: “El Padre de SchreFreud, las Ratten siguieron su linealidad con otros ber” en: “ El Caso Schreber”. EdicionesNueva Visignificantes, permiti endo la atenta lectura del psi- sión, Buenos Aires, 1972. Pág. 198,200, 201 12 coanalista, presto a ubicar cuál era el ‘ fal sche Verk- Niederland, William G.: “El Mundo Mila16 nüpfung’ , el falso enlace . Ratten (rata), Raten groso de la Infancia de Schreber”. En: “El Caso (cuotas), Spielratte (rata de juego, jugador empe- Schreber”. Ediciones Nueva Visión, Buenos Aires, dernido) y finalmente, la historia del Pequeño 1972. Pág.206 13 Eyolf de Ibsen y la Damisela de las Ratas, permiBaumeyer, Franz:” El caso Schreber” en: “El tieron descubrir en su fino hilado, la trama del te- Caso Schreber”. Ediciones Nueva Visión, Buenos ji do famili ar. Entre el padre y la madre hubo Aires, 1972. Pág. 33 14 cálculo, en lugar de deseo. Su padre había aceptado Freud, Sigmund: “De la Historia de una Neucasarse con la mujer ri ca a qui en no amaba, re- rosis Infantil (El Hombre de los Lobos) y Otras nunciando a su deseo y amor por otra muchacha Obras(1917-1919). ObrasCompletas. Amorrortu pobre. A cambio de ello, entregó los hijos a su Editores, Buenos Aires, 1985. T. XVII. Pág. mujer, como equivalentes de esa transacción se- 12,14,71 15 llada. Este panorama echa luz a la tramposa disFreud, Sigmund: “Psicopatología de la Vida yuntiva en la que el joven obsesivo sedebatí a, pues Cotidiana” (1901).Obras Completas. Amorrortu a su vez amaba a una joven pobre que no era legi- Editores, Buenos Aires, 1985. T.VI 16 timada por su madre, quien aspiraba a que se caFreud, Sigmund: “A Propósito de un Caso de sara, del mismo modo que ella, privilegiando el Neurosis Obsesiva (“ El Hombre de lasRatas”) cálculo en lugar del amor . (1909).Obras Completas Amorrortu editores, Buenos Aires, 1985. T. X. Pág. 127,133,140, 17 Winnicott, Donald: “Realidad y Juego”. EdiMadres y madres torial Gedisa, Buenos Aires, 1979. Si en primera instancia, no parece viable hallar una madre suficientemente buena17 en loshistori ales freudianos, eso no debe llevarnos a desdibujar los matices y consecuencias que las diferentes madrespresentan. Espreferible avizorar que hay madres y madres. Algunas se acercan y otras se alejan de su papel, y eso no debe obviarse. El recorrido por los casos de Freud persigue sólo resaltar sus razones e invitar a proseguir la lógica en la que se asientan esas distinciones. 1
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Reflexiones sobrela función Materna M ari o Waserman
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l ideal cristiano de la Mujer con juga dos elementos paradojales. Coinciden en él la Virgen y la Madre. La Madre Maria es al mismo tiempo la Virgen María. No podría estar másclaro: Madre y Mujer no pueden ir juntas. Esta paradoja refleja la distancia que ti enen la mujer sexuada y la función materna. En la cultura Cri sti ana la máxima expresión de la función materna supone la renuncia explícita a la vida pulsional, a la genitalidad femenina. Mujer y Madre allí se oponen. La mujer queda pegada al
raíso perdi do. Los intentos que los mismos sacerdotesy lasvestales hacen en nombre de todos nosotros son una y otra vez imperfectos, con los escándalos sociales consiguientes. La pedofilia religiosa muestra hasta qué punto el niño obligado a renunciar a sus pulsiones retorna en un abuso.
En estas filosofíasreligiosasla función mujer y la función madre y la función varón sexuado y la función padre, se oponen de una manera tan drásti ca que una anula la otra en todassus expresiones. La función materna encuentra su máxima expecado, a lo impuro y la madre queda anudada a presión en la piedad, un sentimiento doloroso que la pureza. En la castidad masculina se asume el abraza al cuerpo muerto del hijo en la cruz. El mismo pr incipio, el sacerdote deberenunciar a su ideal de Madre es la Madre Dolorosa, la que es vida pulsional genital por considerarse pecami- capaz de soportar el máximo dolor. El padre, por nosa y de allí se deriva una santidad, una cierta su parte debe sostener, al igual que el analista, la parcela de divi nidad, que le permit e consti tui rse regla de abstinencia para transmitir una imagen en un mediador entre Dios y los hombres. Dios, intachable (sin mancha) equivalente a la imagen en tanto padre está más allá de lo pulsional. El inmaculada –sin mancha- de la virgen, a sus hijos. hombre está hecho en semejanza a la imagen di- Su combate máximo es contra su propia lujuria vina, pero, sus pulsiones lo animalizan, lo enfer- que lo extravía de su función de padre y marido. El man. Por lo tanto, el hombre se junta con el Dios perfecto padre es el perfecto marido, y el perfecto Judeo Cristiano en su renuncia a su animalidad, marido es el que privilegia la función materna por es decir, a su sexualidad y al mismo tiempo se sobre la conyugal, es decir, el perfecto hijo. cura. Sabemos hasta qué punto estas comunidadesponen a la mujer en el lugar de la incitación al En la cultura cristiana la disociación entre las pecado y por ende a la ruptura con Dios y simul- dos condiciones pulsionales, tal como l asha defitáneamente, a la ruptura del lazo social, basados nido Freud es también extrema. Freud diferencia: todos en la prohi bición a la mujer y de la mujer. Al el grupo pulsional constituido por pulsiones no mismo tiempo diviniza la función materna. inhibidas en su fin y las pulsiones inhibidas en su fin, cuyo prototi po esla ternura y la amistad. El seEste paradigma judeo cristiano deriva del gundo grupo esel grupo puro, mientras que el pri mito del pecado original, mito éste por el cual el mero es una expresión animal del ello. Los dos hombre se separa de la Naturaleza desobede- alcanzan en nuestr a cultura un máximo distanciaciendo a Dios, que les había dado un lugar privi- miento. En la misma unión matri monial el sexo no legiado en la Naturaleza, un jardín llamado está dado en función del placer de la pareja, sino Paraíso. Rebelándose a su mandato, encuent ra si- en función de la procreación. De nuevo allí, toda la multáneamente el deseo sexual y el deseo de co- renuncia sexual se hace a favor del hijo. nocimiento reunidos en el símbolo de la manzana y del árbol del bien y del mal. La vuelt a al bi en, (el Mientras que en la antigua Roma el poder del objeto perdido nunca tenido) es naturalmente im- Padre, la “patria potestad”, alcanza su máximo, en posible porque implicaría la renuncia a las pul- el nuevo poder que trae el cristianismo, que ha vesiones y la renuncia simultanea al Saber, que debe nido para quedarse, (si bien el Papa conserva para ser reemplazado por la Fe. Estas dos renuncias de- el l ugar paterno un pr ivi legio máximo en la jerarvolverían al hombre a la naturaleza, o sea, al pa- quía eclesiástica), el poder del Hijo se va incre-
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mentando y exige la renuncia de las pulsiones sexuales. El Hijo pide a todos sus seguidores que lo acompañen en su sufrimiento, es decir, en su renuncia pulsional edípica. En suma, para cumplir inmaculadamente la función maternal y paternal, varón y mujer deben estar ausentes. Sabemos que para el psicoanálisis, especialmente Lacan, una de las funciones paternas es rescatar al hijo de la madre poniéndola en el lugar de su mujer, pero no estamos hablando aquí de este enunciado psicoanalítico sino de la significancia de la función paterna en el imaginario social y por lo tanto lo que prima en la estructuración de la subjetividad. Para la satisfacción pulsional del Padre, sólo queda lo que Freud describió como una “degradación general de la vida amorosa”. La mujer es buscada en el burdel, lejos de la madre del hijo a la que está consagrada. En nuestra época hay también burdeles para mujeres donde la estrella es el stripper masculino. La degradación de la vida amorosa se ha hecho igualitaria. Otra vuelta de tuerca se da cuando algunos hombres en el burdel buscan en la Mujer la contención materna, una caricia tierna, una aceptación del cuerpo, en fin, un poco de amor, un manto de piedad, una función que ha quedado totalmente ligada al hijo. La escena primaria: Los padres en crisis.
El trauma que deviene de la escena primaria descripta por el psicoanálisis se debe a la brusca aparición de la relación varón mujer entre el Padre y la Madre. Para el niño y para la Cultura esa mezcla nunca debe ocurrir, aunque siempre ocurre porque la falla debe ser expuesta. El pecado original debe repeti rse y los padres, de nuevo animales, son expulsados del paraíso por la mirada superyoica del niño Dios. Al tener relaciones sexuales se convierten en impuros, es decir, tocados por el pecado ori ginal que repri mido, insiste y no aceptado: sintomatiza. Al convertirse en pecadores pierden su condición de padres puros, son padres contaminados y eso no se perdona. El Hijo se encuentra en esa escena en los que descubre a los padres en el pecado original frente a la disyunti va de aceptarse también como un pecador o dedicarse a salvar al hombre de su animalidad, tarea en la cual los padres fallaron. Nuestra psique necesita mantener lugares inmaculados, lugares de santidad y de no pecado, lugares santos y por lo tanto “sanos”. La cultura nos dice que para ejercer adecuadamente la función materna y paterna el lugar de varón o mujer deben estar tachados. El hijo debe seguir este ejemplo, ese ideal. A esta di sociación entre lo pulsional y lo cultural el psicoanálisis lo muestra como fuente sintomática. Sabemos que, necesari amente, toda cultura impone una seri e de prohibiciones que tienden a mantener un lugar de pureza distanciado de lo impuro, de modo que es muy difí cil poder zafar del malestar que, como lo señaló Freud, la cultura impone a la pulsión. En la sociedad posmoderna, asisti mos a un borramiento de los límites. Estos han sido en parte disueltos, como dicen Zygmunt Bauman, se hacen
lí quidos, y eso genera una gran conmoción en los habit antes del posmoderni smo. En ese esquema lo sóli do esidealizado. Lo sólido ocuparía el l ugar de lo puro, de lo no que se contamina. La función paterna, la noción de autoridad serí a un elemento sólido que a nuestr a cultura le angusti a ver que se licua. La madre que se separa y piensa en su propio goce también representa la pérdi da de un fundamento sólido. Ana Karenina es su precursora. ¿A qué lugar de perdición y barbarie nos llevará esa suelta de la mostración de la sexualidad que inunda los kioscos y pantallas y la mente de padres e hijos? ¿A qué desastre llevará que se exhiban los sex-shops y los fi lms erotices en puestos a la vista de los niños? Estamos acaso de nuevo en Sodoma y Gomorra cerca del fin del mundo “mor al·. Que mentes perversas y degeneradas estaremos creando cuando dejamos a los niños ver una nutrida colección de imágenes que rozan la pornografía en la televisión. Estamos dejando de lado los fundamentos de nuestra humanidad? Estamos denigrando a la Madre? Estamos denigrando a la Mujer? Estamos licuando al Padre, falta de que se acusó a Homero Simpson en la célebre tir a:”Los Simpson”? Desde el psicoanálisis se puede pensar que esta fuerte disociación de los dos roles: sexuales y parentales tiene como fundamento el riesgo de la consumación del Edipo. Manteniendo las pulsiones sexuales fuertemente bajo control, las pulsiones incestuosas encontraran más trabas morales para realizarse. Demás está decir que allí se está tirando al bebé junto con el agua de la bañadera. Queriendo protegerse de las pulsiones incestuosasse acaba con toda la sexualidad. Por otra parte se le transmite al niño la represión como el logro mayor del desarrollo. Con esta formación el niño se transforma a la larga en el superyó de los padres. Esta es otra manera de entender el superyó como heredero del Complejo de Edipo. La sexualidad infantil y la sexualidad maternal.
Antes de Freud los hombres pensaban que La sexualidad solo aparecía, lamentablemente, en la adolescencia y allí debía ser fuertemente combatida. Emblemática era la lucha contra la masturbación que se instalaba en el medio social y en el propio adolescente. No sólo estaba prohibido el otro sexo sino también el sexo propio. Freud no sólo ha revelado al mundo que la sexualidad aparecía mucho antes en la vida, que el desarrollo psíquico estaba unido al desarrol lo sexual. Atacaba con ello la concepción de una edad pura, de una edad inocente que vivía fuera del pecado. La niñez era, y sigue siendo en el imaginario, un lugar cultural puro que no contiene pulsiones sexuales. Es el lugar inocente por excelencia, - el de los angelitos junto a la Virgen- Freud mostró que en ellos la sexualidad bullía desde el primer momento. Y Melanie Klein mostró en la experiencia de satisfacción una orgía nunca imaginada ni por el Marqués de Sade. Freud no sólo develó la extensión y profundidad de la sexualidad infantil sino que además también mostró que la más delicada función del amor materno se constituía con ma-
terial que surgía de sus pulsiones sexuales. Besos y caricias que el bebé necesitaba para recibir amor solo podí an surgir del fondo de mujer amante de la madre. Y no había ningún peligro de abuso a menos que la madre transitase una forma de la psicosis o de la perversión. Las pul siones sexualeseran tratadaspor el psiquismo de modo que no fueran abusivas y constituían, según lo plantea Laplanche el ello de la psique del cual el yo estaba por advenir. La sexualidad de los niños parece ir contra la sexualidad de los padres. Es típica la creencia de que cuando aparecen los hijos acaba la sexualidad femenina en la pareja. Podríamos decir que la función materna tiende a invadir la función sexual. Es una función poderosa que tiende a tomar a la mujer y al hijo. Del padre se espera que acompañe ese movimiento, lo que para la cultura lo convierte en un buen padre. La función materna en los orígenes
Aquí se aplica la máxima Freudiana de que el cuerpo es el destino. Cundo nos interrogamos sobre la función materna debemos retroceder hacia algunos momentos que son absolutamente privativos de la mujer y que el varón no puede suplir. Debemos remontarnos al momento de la concepción y el cuidado del feto que se desarroll a en l a vida fetal. Está allí el modelo de la función materna que actúa como un espacio en el cuerpo y en la mente donde se guardan los procesos en formación. Si se da solo en el cuerpo, no hay función materna. El cuerpo solo no la hace. Hay allí una historia que se desarrolla dentro de la madre. Cuando se alquila un vi entre no solo se alquila un órgano, la mente de la madre está absolutamente comprometida con el bebé que luego entregará. Si la mente no interviene en esa gestación el futuro del bebe está en peligro. La madre alquilada puede perfectamente imaginar un padre y una madre que contendrán al bebé. Entre el esperma o el ovulo donado y el bebé no hay tal conexión, hay puro cuerpo. Cuando una mujer muestra su panza no hay allí la exaltación erótica que caracteriza la exhibición masculina. Y si la hay, algo falla en esa conexión. No hay la urgencia de intr usión en el otro. La mostr ación se acaba en sí misma, seencierra en sí misma mientrasque la exhibición masculina tiene al otro fuera de sí como una meta inherente. El pene erecto, en tanto poder fálico es para el otro. En la función materna, la madre no se exhibe al bebé. Hay una concentración, no una exhibición. No dejamos de lado el componente fáli co competiti vo con las mujeres sin panza, pero eso es algo menos en la función materna No es función materna. Esa mujer está centrada en el propio yo, en su grandeza narcisistica, mientras que la función materna está centrada en el cuidado del otro. Hay un dialogo íntimo que no pasa por el lenguaje donde se teje esa imbricación de la madre con el bebé. Esa imbricación silenciosa es privativa de la función materna y sin esa base el piso de la vivencia de la continuidad de existencia se ve perjudicado fuertemente. Es Winni cott el que con
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más penetración poética ha profundizado en esa dirección. El ha tenido el cuidado de no identificar ese elemento con el sexo del sujeto, lo considera un sentimiento de base que denomina justamente parte del elemento femenino que está en la construcción de la subjetividad. Bion ha marcado fuertemente ese aspecto de la función materna con su noción de “revé rie” , de ensueño, en la mente de la madre y su función de continente que metaboliza los contenidos que el bebe no puede tolerar y se los devuelve modificados para que pueda tratar con ellos, mucho antes de la apari ción del lenguaje. Es la función materna también la que está en l a base de los inicios dela construcción de la comunicación verbal después del corte que significa el nacimiento. Como lo señaló Piera Aulagnier la violencia primaria ejercida por la madre es una necesidad del bebé. Es necesario que ella dote de sentido al grito para que se construya la función de comunicación. Punto en el cual Freud hizo contribuciones que no pueden despertar más que admiración. Primero hay grito y si la madre, o la función materna ejercida no intervienen, no se crea el circuito de sentido que dará lugar posteriormente a la instalación del lenguaje. Es por la función materna que tempranamente se constituye la “ ll amada”, la apelación al otro como auxiliar. Sea quien lo ejerza estamos en una función que se define como función materna. No es completa la simple ecuación madre=cuerpo Padre=lenguaje. Es función materna las primeras discriminaciones sutiles del estado del bebé. Es lo que crea en nuestra mente las bases de la empatía y el entendimiento, para lo cual las palabras no son necesarias y sin la cual las palabras carecen de significado, en cuanto que el significado es no sólo li ngüístico sino también emocional. Muchas veces la gente se pregunta que le puede decir a esta persona que está de duelo. No hay nada que decir, pero se dice mucho si hay un acompañamiento sincero. Esa comunicación, de todos modos, se inicia antes del nacimiento. Se produce en la casa que la madre construye para el bebé dentro de su propio cuerpo mientras piensa e imagina simultáneamente el hábitat, ropa y espacio, que el bebé ocupará cuando deje ese pri mer hogar. La universal tendencia a soñar con volver a esa primera morada habla de la importancia que en la vida psíqui ca ti ene esos primeros momentos de vida que están en el ápice de la función materna. Freud decía que no podemos concebir, en el inconciente, la muerte sino como castr ación porque no hay inscripción inconciente de la nada. Pero como antídoto de esa pérdida absoluta hemos construido universalmente una especie de reencarnación que traspasa todas las culturas. De una u otra forma se fantasea el regreso a una morada acogedora y protectora que en algunas metáforas toma la forma lingüística de la madre tierr a, morada que nos conducirá a una resurrección homónima o como hijos de otra especie. La fantasía de ser enterrado vivo remite a angustias de asfixia en el interior del cuerpo materno o una madre asfixiante en el desarrollo el niño. Es un rasgo privativo, positivo o negativo de
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lo que investigamos como una de las funciones esencialmente femenino y muy diferente al trato maternas: La noción de morada. Cuando descri- que le da el varón. El juego de cuidado de bebes es bimos facetas de la función materna estamos al una conducta compleja donde la niña pone en mismo tiempo pensando en las fallas de esa fun- juego determinadas acciones que forman parte de ción inherentes a cada uno de sus rasgos. Estas fa- lo que denominamos función materna. llasya pueden estar en el transcurso del embarazo Es notable el contacto que la niña hace del mucon un niño no deseado o que porta un estigma ñeco que representa al bebé con su cuerpo parece de futuro discapacitado. Pueden estar si no hay anticipar todaslas funciones de regulación homeuna función padre para ese bebé que liga inme- ostática que el bebe va a necesitar en sus primeros diatamente un tercero a la pareja madre-hijo. La días de vida. Su abrigo, su limpieza, su alimentaconcepción es lo contrario del auto-engendra- ción, su paseo en los brazos y el cochecito, su amamiento, es la obra de otro en uno. mantar, forman un conjunto que caracteri za una Sabemos que la vida fetal puede estar sacudi da función que luego se llevará la práctica real y que por emocionesviolentasque un vínculo conyugal sobrepasa la problemática de la castración femepuede incrementar. Y es justamente allí sonde la nina y parece ubicarseen el desarrol lo de una pofunción materna se pone en juego para calmarse tencialidad cuya raíz psíquica más profunda calmando a su bebe. Para refugiarse en su sueño y desconocemos y que probablemente tenga que ver volver a darle el ambiente de paz que necesita. con una identi ficación primaria que rápidamente se establece entre la niña y quién toma a su cargo su cuidado. Las limitaciones de la ecuación Melanie Klein sostenía, y tenía sus razones pene-niño dadas en l a clínica, que el compl ejo de castración La ecuación freudiana por la cual el hijo re- femenina se producía a nivel de imaginar el intepresenta la recuperación del pene no donado por rior de su cuerpo dañado, un daño que le impedila madre, en línea con la instalación de la envidia ría generar bebes. La falta se ubica en otro lugar del pene en el corazón de la falta femenina puede que la falta de pene. tener un lugar en la compleja trama de la organiHay muchos varones que durante un tiempo zación subjeti va que caracteriza la sexuación hu- juegan a las muñecas pero no es un j uego que mana. - Pero hay allí también, un forzamiento de tenga la amplitud y desarrollo que tiene en las la sexualidad edípica en el origen de todas las ma- niñas. Por lo demás lasnenas desarrol lan a parti r nifestaciones del deseo-. de esos juegos gran parte de esos juegos del emNo hay más que observar el tratamiento que bellecimiento del propio cuerpo a través de vestiuna madre bri nda a su bebe en los primeros meses menta y maquillaje, lo que no ocurre con los del encuentro entre ellos para darse cuenta que es varoncitos por más esfuerzos que hagan los getotalmente diferente al que podría otorgarle a ese rentes de marketing para que los varones le den órgano no donado que para ella puede represen- importancia. Muj er y madre se van armando en la tar la completud. Es una completud que tiene niña desde sus primeros juegos de rol. El deseo de otras fuentes, que no es la obliteración de una maternidad no es un producto impuesto por los falta, sino el desarrollo de una potencia. La misma varones en una sociedad patriarcal. Tiene sus pasión en el cuidado de bebes ya se puede obser- fuentes en los procesos centrales de la identidad var en una una niña juega con sus muñecas aun femenina. En los varones con una identificación antes de la etapa genital infantil. primaria con la madre, uno de los problemas que Estas observaciones parecen relativizar esa vemos en la clínica, es la rivalidad que algunos enunciación que se refiere centralmente al com- hombresexperimentan frente a las funcionesmaplejo de castr ación en la niña. Por más que repre- ternas y la lucha que tienen con la madre para sasenta el falo, su modo de tratar ese poder es carla de su protagonismo en ese campo. No parece Atención psicológica • Adolescentes • Adultos Psicólogos UBA - Barrio Norte - Once
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bueno tener dos madres de distinto sexo que compiten. Ni tampoco dejar al padre en un lugar de desecho. Tanto para la madre o para el padre colocar al otro en el lugar de desecho genera en el hijo una gran dificultad en la construcción de un fundamento de la identi dad que está formada por una pareja de padres en armonía que se complementan y se distribuyen roles y funciones. Fácilmente se instala en la pareja parental una competencia por el amor del ni ño, por ser el único idóneo en la función. La famosa pregunta: A qui én querésmás?A mamá?A papá?Es una invi tación al odio. La mujer que no aspira a l a maternidad.
Dedicamos un parágrafo a este aspecto importante que se desarrolla en nuestr a cultura. Que un grupo de mujeres se oponga a tener hijos no cambia la importancia en la mujer de la función materna. Al igual, el deseo de un varón de adoptar uno. El ser humano se distingue por su posibilidad de rehusarse a seguir los mandatos culturales dominantes en su tiempo y aun los que la cultura considera normales para su género. No toma por perverso todo lo que la cultura le vende como tal. Su capacidad de elección es limitada, pero es posible y se caracteriza por una revuelta. Algunos de sus miembros van a ser por tavoces de esa revuelta contra los mandatos de la cultura. De ahí l os conflictos que generalmente sacuden su adecuación a la sociedad. El malestar que sentimos en la cultura tiene su centro en los mandatos de la cultura que nunca terminan de acomodarse ni a nuestras pulsiones, como afirma Freud en “El Malestar en la Cultura” pero tampoco a nuestros ideales. No sólo nos pide una renuncia pulsional sino también dejar de lado nuestros ideales culturales. Hubo una época en l a cual era inconcebible que una mujer se negara al mandato cultural de ser madre, que eso no estuviese inscripto en sus ideales o que estando inscripto considerase mejor no hacerlo. Ahora, si están embarazadas pueden elegir abortar. No están obligadasa ser madrespor decreto humano o di vino. Esta una época en que lasmujerespueden elegir ser madres o no serlo. Pero aunque elijan no serlo, no por ell o renuncian a desarrollar l a función materna que no está obligadamente circunscripta aun sexo y a un obj eto. La función materna podría ser ejercida con una pareja, con una tarea, con una lucha, con una obra de arte, con un alumno. Todos esos campos permiten su emergencia, su funcionamiento y su placer de realización. Madre y función materna se diferencian. Fallas en la f unción que no derivan del complejo fálico.
Cuando es fallida la función materna? Hay una falla esencial cuando no se puede ejercer la protección y el cuidado amoroso de la vida por venir. Cuando no hay presencia en l os momentos iníciales. Lo mismo sucede cuando hay rechazo del cuerpo del bebé. Se produce allí lo que Piera Aulagnier denominó una no inscripción de una zona del cuerpo. Un pictograma de rechazo. Cuando la melancolía en la madre lleva hay un
abandono afectivo del bebé. El mismo descuido se puede tener con una causa en desarrollo, donde el hombre o la mujer no ponen el cuidado necesario a su crecimiento. Winnicott describe magistralmente al devoción materna en los primeros contactos con el bebe. La falta de esa devoción hiere el narcisismo de una for ma grave. Fallas que derivan del complejo f álico
Si se impone la función “ falo de la madre “para el hijo asisti mos a una falla de la función materna. Una apropiación del niño como una parte de su cuerpo y de su psique. La maternidad es ahí sólo un sustento identitario para esa mujer. Ellaes porque es madre de. La función materna la sostiene a ella y no al psiquismo del bebé. Allí puede observarse una función materna fallida a raíz de la infatuación fálica que en ese sujeto toma el niño. Su adoración se transforma en el ejercicio de un poder abusivo sobre su hijo o hija a través del amor -La madre se instala como un superyó lascivo que obliga a gozar de ella. La realidad de Medea y su función emblemática y el mito de la mujer verdadera
En Medea se representa generalmente la lucha de la mujer por salir de su lugar de objeto de intercambio en una sociedad que se ha caracterizado por el dominio fáli co del varón. El hecho de que el sufragio femenino se haya conquistado recién en el siglo XX habla de la postergación de los derechos de la mujer y del lugar segregado y discriminatorio que se le ha obli gado a padecer y que siempre es reservado a alguna parte de la sociedad que divide entre incluidos y outsiders. En ese sentido la lucha de Medea para que su presencia sea reconocida se ha transformado en emblemática, pero es justamente ese lugar de emblema lo que genera un ámbito de confusión en cuanto al rol de la mujer. El rol de madre ha quedado significado como un rol la vez tiránico y sometido: Tiránico respecto a adueñarse de su “objeto” y sometido porque la mujer debe dedicarse a la cocina y la escolaridad de los niños y no tener ningún rol protagónico la par del hombre en el manejo de la sociedad. Medea es emblemática en cuanto se rebela a ese orden impuesto por los varones, pero lleva esa oposición al nivel del desvarío. Cuando asesina a la amante de Jasón, el destino de sus hijos no cuenta en absoluto. Piensa en su denigración y allí se detiene. Nunca se pregunta qué consecuencias tendrá para ella su acto. Cuando se lo pregunta es demasiado tarde. Debe asesinar a sus hijos con sus propias manos para que no lo sean en manos de sus perseguidores. Uno bien podría decirle a Medea: “Lo hubi eras pensado antes”. No es que solo sea que una verdadera madre no hace eso, sino que una verdadera mujer tampoco lo hace. Usamos el adjetivo verdadera para contr aponerl a al uso que de ese adjetivo hace Lacan cuando habla de Medea como la verdadera mujer. Cuando adjetivamos “no verdadera” pensamos que en el
momento del Acto no se inscribe la verdad sino el desvarío de la verdad. Hay un olvido, un borramiento de la verdad de la función Materna. Este síndrome de Medea, es el reverso de la función materna, es su tachadura. No soy Madre, soy Mujer. Allí hay una diferencia con Ana Karenina que deja a su marido y sus hijos, y ante el fracaso de su épica, no asesina a sus hijos: Se mata ella. A Medea la podríamos definir como Mujer sin madre. Pero al definirlo así es también sin Mujer. Porque la aspiración de la mujer es ser madre así como ser padre es la del varón. El síndrome de Medea se presenta en innumerables casos donde en los conflictos familiar los hijos no son tenidos en cuenta. Lo que cuenta es la pelea con el hombre por el cual esa mujer se ha sentido ult rajada, robada, di sminui da, estafada. En esa situación es frecuente que los hijos se utilicen como armas vengativas. Cuanto más se per judique a los hijos más dañaran al hombre. En el caso emblemático de Medea su asesinato será la consumación de la venganza mayor. Estos casos tienen resonancia desde Grecia hasta la actualidad. El drama del filicidio vengativo no deja de repetirse. De igual modo, es muchas veces el varón el que asesina a sus hijos para dañar a la madre. No tiene su acto la épica por el reconocimiento del lugar de la mujer que caracteriza a Medea. Es simplemente quitarle a la Madre su derecho a todo. Consideración f inal:
Mujer y madre no se oponen, pero tampoco se encuentran. Se manifiestan en ámbitos diferentes. El Yo es el producto de una síntesis disyuntiva, for ma lógica que tanto le interesabaa Deleuze. La relación en la pareja es una relación donde el deseo sexual y el deseo parental tienen su lugar, pero no es el mismo l ugar. En la vida sexual, ellos no están en función de padres y cuando están en función de padres no están en función sexual sino en función materna o función paterna. Sabemos que parte de la tarea de darle autonomía al hijo consiste en que los padres tengan una vida sexual donde el Hijo no tenga un lugar. Eso lo empuja fuera de la cama matrimonial. Si no hay sexualidad en la pareja, el niño se queda para siempre, no tiene porque irse, e incluirlo si hay sexualidad, es hacerlo formar parte de una “menage a trois”. Es contribuir a la confusión general donde el niño es pareja e hijo al mismo tiempo.
Bibliografía
Freud Sig.: 1912 “Sobre un Degradación general de la vida amorosa” O.C. Amorrortu. T.XIIKlein Melanie: El Psicoanálisis de Niños. Ed. Hormé. 1964 Winni cott Donald W.: Escritos de Pediatría y Psicoanálisis. Ed.Laia. 1968 Realidad y Juego. Ed.Gedisa.1986 P.Aulagnier.: “ Un Interprete en busca del Senti do” Ed. Siglo XXI.1994
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Función materna: un
aspectodel Otro primordial Ilda Sara Levin
Introducción
D
esde Wilfred Bion, con la función sostén —reverie— de la madre, hasta Maud Mannoni ( El niñ o atrasado y su madre ), y Françoise Dolto en ocasiones, aún con matices diferentes acentúan lasincidencias y efectos de la fun ción matern a , — título de la publicación que hoy nos convoca— en l a crianza y en la vida presente y futura de los niños. ¿De qué figura se trata cuando hablamos de función materna , cuáles son sus alcances, especificidades, límites? Con el objeto de desplegar estas preguntas, voy a partir de algunas cuestiones planteadas por Lacan en torno a la función materna, por un lado, y por otro me voy a referir a algunos fragmentos clí nicos para abordar desde esta perspectiva ¿Qué implica la llamada función materna , y qué estructura le concierne? La importancia del tema es evidente en la cura. Freud, por ejemplo, relata en el caso de Dora , los efectos que se producían en ella ante la “actitud indiferente” de su madre. También en los otros relatos clínicos: El H ombre de los Lobos , El H ombre de las , Juanito , es notoria la incidencia de la posiRatas ción de la madre, por exceso o por defecto, de inscripciones de su decir, de sus afectos y modos del goce en el discurso y en la estructuración inconsciente del sujeto. Lacan y la f unción materna
que habita en una mamá cumple una función que no superpongo con l a función de la madre en la estructura instituyente del sujeto. Sigamos. Lacan, preocupado por situar qué circuitos formular para dar cuenta de la incorporación de la imagen corporal, las primerasidentificaciones, y lasprimerasverti entesdel sujeto, introduceel “estadio del espejo” que no se limit a de ningún modo a connotar un fenómeno natural entre un niño y su mamá y por lo tanto supuestamente esperable en el desarrollo del ni ño. El carácter conflictivo de la relación dual entre un ni ño y su madre intervi ene de manera decisiva. Más aún, la posibilidad de inscripción de los tiempos del estadio que se inicia con el momento en que el niño reconocesu propia imagen depende de un circuito simbólico, es decir, de un más allá del vínculo dual entre una mamá y su hijo. Ese más allá juega de manera significante si en el Otro materno —Otro de las primeras dependencias de un bebé— se produce la inscripción, bajo el modo de la letra, de una falta esencial que concierne al significante del Otro con mayúsculas. La función de la falta, en el punto 3 de la clase mencionada, es caracterizada por Lacan en términos de un eje esencial en la consti tución del objeto, motor del deseo en tanto el objeto no venga a obturar la falta materna en juego. A una de sus vertientes se va a referir, en la clase siguiente, al hablar de D. Winni cott y el objeto transicional. Resitúa el objeto transicional de Winnicott en términos deob jeto imaginario, y señala que, en cambio, Freud ubica en el objeto perdido el motor de una búsqueda esencial, pivote central, real, en la estructura del sujeto. “El objeto sepresenta de entrada en una búsqueda del objeto perdido. Se reduce a fin de cuentas a lo real. Se trata de volver a encontrar lo real” (Seminario 4, clase 2).
En la clase de 28 de noviembre de 1956 del seminario 4: La relación de objeto (1956-1957) , al comienzo, Lacan hace un comentari o sobre el “objeto transicional” de Winnicott. “Fenómeno transicional”, agrega Lacan y prosigue:“llama la atención que cada vez nos interesemos más en la función de la El intento de reencontrar ese real lanza al sujeto madre y la tenemos por absolutamente decisiva en la captación de la realidad por parte del niño”. en torno a nuevas búsquedas. Pero para esto es neQueda claro: la “captación de la realidad” por parte cesario que la falta en el Otro del niño no se endel ni ño, o sea, su vida y crecimi ento no pueden de- mascare, porque si así ocurriere, se trastornaría el pender sólo de la función de la madre aunque es no- proceso de identificación desde tiempos primortorio el modo en que se acentúa, cada vez más, esta diales, insti tuyentes del camino a recorrer por el sufunción en la madre. Se refiere a otras relaciones jeto. Para cumplirse requiere del Otro que legiti me que conciernen a esa mujer. el movimiento de apropiación de la imagen y, si no Diceque en torno a las relacionesentre un hom- acepta la falta en su ser, no propiciará que el bebé se bre y una mujer, la búsqueda de la armonía —se- apropie de una identificación porque estaría signixual y en el amor— es un “asunto problemático... ficando que algo le falta. Si en el Otro la castración Hay en este registro una hiancia, algo que no va”. La —que produce angustia— no es soportable y se obhiancia que concierne a la castración en el sujeto tura con el niño, éste no podrá pasar por el desplieASOCIACIÓN ARGENTINA DE PSICODIAGNÓSTICO DE RORSCHACH
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gue de su crecimiento porque el crecimiento del hijo implica, necesariamente, movimientos de separaciones y pérdidas, ademásde nuevasformas de enlace, respecto del Otro materno, sede de las primerasdependencias. La relación madre-hijo es “problemática” al mismo tiempo que “real”. Cuestiona que se la reduzca a “no ser más que el desarrollo de las relaciones madre-hijo (...). Los autores que hacen de la función materna la base del despliegue del su jeto hacen intervenir elementos i maginari os y conducen a “callejones sin salida” : desconocen que la estructura implica “la trinidad de los términos simbólico, imaginario y real”. Estos autores reducen la estructur a psíquica al ubi car en el centro de su elucubración sobre el sujeto, el falo imaginario. Así, en la relación madre-hijo omiten lo real, la estructura queda anclada alrededor del falo...materno. Sustituidas las operaciones por “ los actores”, ya no rigen el principio del placer, el principio de realidad, las pulsiones de vida y de muerte, la castración. Ha quedado en manosde la mamá que el niño pueda acceder a la “realidad” quedando omitida la función paterna. De modo que si todo va bien, va bien, pero si va mal, según Winnicott, “lo hacemos deri var de una anomalía primordial” de una frustración, que produce trauma, y que se debe a la madre, la que “debe operar estando presente siempre que es necesario... ofreciendo en el momento de la alucinación deli rante del niño, el objeto real que lo colma”. De modo que, para Winnicott, es en la madre donde opera la función decisiva para un niño. Más allá de su maestría clínica, en este punto Winnicott omite que la función materna no existe en sí, ni por si misma sino determinada por estructuras significantes que, si se inscriben, impiden precisamente que la estructura se cierre en torno a la dualidad entre un niño y su madre. . Fragmento clínico del tratamiento de Ofelia de 10 años
Cuando ambas vinieron a verme por primera vez, parecían hipnotizadas una en la otra, una con la otra. Si apresuradamente supuse que entre esta hija y su mamá se estableció un “vinculo” dual y recíproco, hoy puedo afirmar que lo que se manifestaba “dual” consti tuyó una máscara con la que presentaban un sentimiento recíproco de desazón y desamparo que apuntaba a un Otro que tenía una particular forma de existencia, más allá de ellas. Encerradas en su temor, compartían un sufrimiento atroz. Ofeli a vivía en peligro de muerte. No esque no se alimentaba, sealimentaba bien, sin embargo, al no retener nutrientes, perdía peso de manera continua y hoy estaba en riesgo su vida. Desde hacía meses padecía constantes, continuas diarreas que, cual furias tenaces golpeaban su cuerpo y la eternizaban en la soledad de la casa materna. No podía ir a la escuela, no podía salir con las amigas, no podía siquiera llevar a pasear a su querida gata. Mientras su madre trabajaba, ella debía permanecer sola por horas, en la casa. Casi nunca encontraban a alguien que quisiera o pudiera acompañarla. Se produjo el urgente pedido para realizar una
consulta a partir de la extrema angustia motivada porque la pequeña empeoró abruptamente. Una amiga de esta señora la impulsó a hacer una consulta psicoanalítica mientras seguían con los tratamientos médicos. Llamó, al menos para hablar , para poder descargar . Ese mismo día concertamos un encuentro y hubo varios otros durante los días subsiguientes con Ofelia y con su mamá. A veces venían juntas, otras no, por mi lado estaba decidida a escuchar a ambas, antes de decidir un posible tratamiento. En cuanto al padre, ¿podría contar con él? Ofelia, no podía quedarse en casa de nadie, de modo que esta mamá no podía separarse nunca de su hija excepto para ir a trabajar. Se constituyó, decididamente, en una madre-dependiente: esclava de las diarreas permanentes de su hija, vivía desesperada. Al temor por la muerte que suponía inminente de la niña se sumaba su devoción esclavizada. La muerte sin velo empujaba hacia un horizonte aciago. Invadía las noches y los días de la madre y su hija, envolviéndolas en su adverso tejido. El padre que no vi ve más , la madre que no puede vivi r más , la niña que no puede vivi r m ás , Tánatos envuelve a estastrespersonascon su tela nada sutil en un duelo vaticinado que no deja vivir. Y, aunque en ese momento no me di cuenta, debo admitir que quien puso la posibilidad de un tope a la muerte fue Ofeli a cuando se negó a nuevastransfusiones mientras dijo al mismo tiempo: — Esto va a pasar . Que se podía leer en dos sentidos: uno: esto es lo que va a pasar, o sea, va a acontecer, se va a cumplir lo anticipado y temido; y dos: esto va a pasar : se va a franquear, recorrer, atravesar. Claro, hacía falta, para esto, empezar a caminar.
veces algún r egalo. Con Ofeli a habl a a menudo por telé fon o, sobre todo desde que ella f ue más grande. De bebéno habl ó nun ca, no se conectaba. Yo me ocupo de Ofeli a y de todo, con é l no se puede cont ar para nada.
Si por “ función materna ” entendemos un contacto permanente con un hijo, y brindarle todo lo que necesite, la función materna , en principio, se cumplía a rajatabla. Quise hablar con el padre y acepté que fuera por teléfono. Él ya estaba enterado de la decisión que su ex-mujer tomó respecto de hacer la consulta conmigo, con la que estuvo de acuerdo. Pasados unos días, y dada la urgencia, lo llamé yo. Entre otras cuestiones me dijo que lamentablemente la niñ a es- tuvo al cuidado materno desde bebé . Agregó: es una buena madre, pero excesiva en sus cui dados. Le está todo el ti empo encima, la estámat ando. — Y usted entonces, ¿va a intervenir para evitar esto? — No, yo no puedo, no puedo hacer nada, estoy lejos. (...).
Después de algunos comentarios míos, finalmente dijo:
— Lo que puedo hacer es mandarle dinero para que se trat e. — ¿Quié n? —, pregunto. Me respondió: —ella, la madre. — ¿Y su hija? —No sé , espero que pueda salir ade- lante. — ¿Sin su ayuda ? —Si usted quiere, si le es útil, usted me puedell a- mar. — ¿Quizás le sea útil a usted y a su hija que ha- blemos? Su respuesta fue: Ella me puede ll amar siempre que quiera, yo siempre estoy. (...) Le puedo envi ar el . Y reiteró: cualqui er cosa que usted necesite me dinero llama.
Alta para su edad, la pérdi da incesante de peso la inmovilizaba hasta dificultarle caminar. Inyecciones, medicamentos, transfusiones, todo inútil. Cuando se produjo la consulta, —comenté antes— el triste panorama no me permitió vacilar. Es que la Sentí mucha inquietud y desolación dur ante los situación estaba al lími te de lo soportable , no podía primeros momentos del “encuentro” con este hommás, los mé di cos no sabían ya que hacer, Of eli a se bre. De alguna manera hice, durante esasconversanegóa una nueva transfusión de sangre porque tenía ciones, la experiencia de la medida del desamparo . Y el alma, t ambié ya sus brazos muy, muy dolori dos n , de Ofelia. Creí que no iba a contar con su colaboraagregó en el teléfono, esta mujer. En cuanto a con- ción, y en parte me equivoqué. A partir de un sultar con un psicoanalista, no lo hizo sino hasta tiempo comenzó a llamar en forma semanal, le eshoy. ¿Qu épodía ayudar el psicoanálisis cuan do el cribía a su hija, le enviaba dibujos, recortes de diaproblema era de salud? Estaban investigando un ri os quepodían interesarle, algunos juguetes, libros. vi rus, y no era eso; un tumor, y no, tampoco. Algo más Aun a la distancia, fue encontrando maneras de grave, no. Tuvo al go muy grave, pero ya pasó, no es estar presente no sólo en relación al tratamiento de eso. ( ...) Nada, nada que ayude a saber qué tiene. H oy, Ofelia, también en su vida cotidiana. con veint icinco kil os, y un metro cincuenta de esta- tura, ya no puedo más, la l lamo porque estoy desespe- rada, no sé si esto va a ayudar.
La distancia real entre este padre y su hija, no era sólo real por geográfica, sino porque en l o real de su vida el desapego paterno se había montado Pregunto: — ¿Su hija qué en una trama imaginari a, confabulatori a contra la di ce? — ¿Ella? Ella estábien, pero es porque me qui ere fi gura materna. Siempre aparecía de una manera tranqui li zar, me dice, mamá, ya va a pasar. Pero no u otra, en relación a la mamá de Ofelia, que todo era por culpa de la madre que le estaba muy enpasa, es cada vez peor. — ¿El papá ? cima. En parte no le faltaba razón, sin embargo, — No vi ve más. ( pausa) por otro lado, la omisión de su responsabilidad paterna, desde la gestación incidió en el exceso — ¿No vive más? — No, no, no vi ve más en el país. Vi ve en otro materno. país. Se fue cuando ella aún no había naci do. Esta- mos en al gún contacto (...) manda a veces di nero, a
Si en el campo materno no se inscribe el lí mite
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que concierne al deseo, el sujeto queda desvalido e impotente frente al mandato materno. Me refiero a una forma del tercero muy particular, ya que se presenta excluyéndose. Se omite. Revela una figura del padre diferente que la de la forclusión que padecen los niños afectados por psicosis. Se inserta activamente con su pasividad,. Se presenta para decir “ no puedo hacer nada”. Inscribe su impotencia y empuja al sujeto hacia el campo materno. En sus palabras: Yo no estoy, estoy lejos, no puedo hacer
pareja, eran similares, apuntaban a lo mismo: el exceso en la función materna omit ía la palabra del tercero, es decir, de ellos. ¿Significaba que habían dado con lo real del problema de esta mujer?¿Una especie de “ función materna ” desmedida al punto de omitir cualquier intervención que la pusiera en cuesti ón?M ientras tanto, el panorama que se presentaba constituía para la madre y la niña un infierno sin salida, precisamente porque al no incidi r un tercero con su presencia y palabra, entre nada, l a madr e le estáencima, la mat a, yo no puedo la madre y la hija no podían enlazarse de un modo hacer nada, espero que se pueda(n) arr eglar . A su que permitiera entrar otras luces en la vida de vez, esta mamá todo el tiempo es puesta en cues- ambas. tión por el padre lejano quien no deja pasar ocasión, cuando habla con su hiji ta adorada , de decirle: Comenté que, durante ese primer encuentro, de —tu madre es muy cont roladora, te estáarr iba todo pronto, se produjo entre ell as un arrimamiento — el tiempo, se excede en cui darte . Durante nuestro primer encuentro, Ofelia no tuvo ojos másque para su mamá. Entraron juntasy se sentaron en lugares diferentes, una en el diván, la otra en un sillón cercano al diván. Sin embargo, de repente, noté que se arrimaron tanto que de pronto parecían entrelazadas, trenzadas, en un abrazo que produjo una reducción total de la distancia entre los dos cuerpos. Es así que ¡Se hicieron una! Al mirarlas, tan pegadas, era imposible imaginar un hueco, un intervalo, algún espacio entre ambas. Tan “arrimadas” estaban que parecían encimadas, la niña en brazos de su madre. La escena era extraña y sorprendente. Ofelia, con sus 10 años, delgada y alta, en brazos de su mamá a la manera de una bebé me produjo un efecto de desvali miento parecido al que sentí cuando hablé con su padre por teléfono. Esta escena tuvo el valor que damos a la figurabilidad en un sueño. Se me presentó con valor textual. Me di cuenta tiempo después que se ofreció a mi mirada el motivo de consulta inconsciente. No la enfermedad de la niña, sino la desventura que las ligaba para poder vivir. Una letra compactada se abrió con el tiempo para mostrar su argumento mortal: nosotras dos no somos dos, somos una. Y si somos una, ¿para qué hace falta la otra? Otro tema se anexó, pero de esto me enteré en entrevistas a solas con la madre. Ella estaba formando una nuevapareja. Este hombre le pedíamo- ment os a solas que a ella no le disgustaban, al contrario, pero significaba dejar a su hija , porque era imposible compartir con la pequeña esos momentos que su pareja le pedía. A su vez, situaciones que sí podían compartir: i r a un restaurante a comer o al cine, eran imposiblesde realizar por las diarreas permanentes de su hija, a la que le gustaban esas actividades, y por lo tanto exigía que se reunieran en la casa a comer, a jugar a algo, a ver una película; su pareja actual le reprochaba: — la consentís dema- siado, tu hi ja te domina, nunca vamos a poder estar a solas, t ené s que decidi r, elegir.
Enloquecida por el ultimátum, decidida, sin embargo, concluyó: no la iba a abandonar a su hi ja . Esto significaba una inminente separación ya que, en esos términos, no había lugar para é l . Los dichos de ambos hombres, el padre y su
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si es que puedo incluir un término que no figura en el diccionario —un movimiento por el cual se atrajeron los cuerpos al punto que entre ellas no pasaba ninguna luz . Evoquemos algunos valores del término “arrimar”, un verbo que indica está en juego un otro o un objeto al que la persona o un objeto se arriman. Arrimarse a, es poner algo o ponerse alguien más cerca de algo o de alguien. La expresión también se utiliza en el sentido de juntar o poner cerca, por ejemplo cuando decimos “arri mar contr a” una pared un mueble, un objeto. Otro modo en que aparece escuando dos personas se acercan una a la otra, o cuando una se apoya en alguien o en algo para protegerse. También se utiliza en el
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caso de “amancebarse”, referido a relaciones de pa- toma, muy pocas veces Ofelia utilizó el baño dureja sin estar casados. ¿Cuáles de estas variantes rante la sesión que no era breve, por el contrario, jugaron en la escena comentada?Del tratamiento se movía tan despacio, que hasta entrar, armar un de Ofelia podemos extraer algunas respuestasten- juego o un dibujo, le llevaba bastante tiempo. Sin tativas a esta pregunta. embargo, no dejó de notar que, “no le agarraban las diarreas de siempre”. Ese fue el primer i ndicio El papá de Ofeli a se había ido “ lejos” cuando de que algo que se producía en su casa, en la esla niña aún no había nacido. Durante un tiempo cuela, o cuando salían no era necesariamente conOfelia tuvo pesadillas. ¿Cómo aliviarlas? Yendo a tinuo. ¿Estaba obrando un deseo de cura en la la cama de mamá. Ofelia vio una película que la transferencia? ¿Tendría relación su grave sintoasustó ¿Qué hacer? Ir a la cama de mamá. Ofelia matología con la mirada excesiva y los cuidados quiere ver una pelí cula, el televisor está en el dor- maternos excesivos? mi torio de mamá?¿Cómo hacemos?Vemos la película, pero hace frío, están ambas cansadas, Un día Ofelia me dijo: —Ya no me voy por el calentitas entonces, ¿quémejor que meterse, , en l a inodoro, hoy hice caca dura. Y agregó: —quiero dibujar. Le dije: —bienvenida al mundo de tus deseos. cama y ver la peli. Me miró, diri gió hacia mí una preciosasonrisa y coLa separación repentina empuja a esta mujer menzó a dibujar. hacia un goce del que no se puede abstener: la niña enferma gravemente y, a punto de morir, Primero hizo unos garabatos con lápiz negro, exige el mayor de los cuidados, los que quedan ex- luego con color fue pintando y dando formas. Reclusivamente en manos de esta mujer ya que no sultó en el dibujo de una niña, sonri ente, que lucía cuenta con que su familia la quiera acompañar. un precioso vesti do. Iba saltando por un camino en Quizás por las circunstancias de la vida, o por ra- un parque. Habían pasado tres meses de tratazones de estructura paterna y materna, o ambas, miento psicoanalítico. Escuché sus palabras con una esta mamá se ocupó tanto, tanto de su hija en- emoción intensa, que, aún hoy, que ya pasaron muferma que quedó situada en un lugar dominante , chos años de este análisis, recuerdo con la emoción lugar al que también se refiere Lacan al producir que embarga cuando un real toca el cuerpo y ofrece y diferenciar discursos. Se trata, en Lacan, de un otras letraspara su devenir. lugar desde el cual el discurso del sujeto se pone en movimiento. Función de las entrevist as con los padres de nuestro paciente
Llegó un momento terrible, crucial en el tratamiento de Ofelia, donde se mostró que, en l ugar de que funcione en el lugar dominante el significante que concierne al deseo, su mamá, sostén de su existencia, ocupó ese lugar. La reducción del signifi cante a lo i maginari o materno dominó el cuerpo de Ofelia. No estaba aterrori zada sino enferma hasta morir. Aunque con el tiempo pudo comenzar a hablar de sus pesadillasy sus terrores. Y esto ocurrió al mismo tiempo que sus diarreas mor tales cesaban. No dejó de llamar mi atención que, a partir del primer mes, y mientras continuaba con su sín-
Quiero destacar al mismo tiempo, mantuve entrevistas semanales, a veces dos entrevistas por semana, con la mamá, más intensas y continuas charlas telefónicas. De a poco, ella fue quitando exigencias que por otro lado le soli citaban los médicos: que no coma esto, que no coma aquello, que las transfusiones, etc. De a poco ella se iba cansando y fue afl ojando. Hasta que descubrió, en paralelo con el día que su hija no tuvo diarreas, que optó por no hacer tanto caso de lo que debía comer o no su hija, y dejarla que ella misma eligiera. El movimiento pulsional se resituó, operaron bordes donde no l os había.
La mamá no era la paciente, pero sin las intensas conversaciones con la madre, mientras avanzaba el análisis de la pequeña, no se hubiera podido desarmar el lugar que la niña ocupaba en el fantasma materno. El psicoanálisis permiti ó que ambas empezaran a construir un borde donde no lo había. La ley se desincrustó del espacio dominante materno y el deseo comenzó a armar un camino di ferente en la vida de ambas. Ahora bien, si su papá abandonó pr onto la función ¿podemos decir, solamente, que lo perturbado fue la función ?¿O la función materna se viabiliza no por materna sí ni en sí, sino cuando a su vez se enlaza a las otras funciones que conciernen a la función simbólica y al anudamiento borromeo? También quiero comentar que su papá se las arregló para tener conversaciones conmigo, a pesar de la distancia, vía telefónica, y lo hizo, de manera frecuente, a parti r del i nicio del tratamiento de Ofeli a. La incorporación del padre quese produjo gracias a las charlas telefónicas incidió en el tratamiento y la estructuración de la niña. A su vez, la des-i ncrustación de la madre de la estr uctura incipiente de Ofeli a, y el encuentro con deseos legiti mados produjeron efectos en su cuerpo. Si consideramosque se produjo un tope a los fluidos pulsionales debemos reconocer también la incidencia del significante en el cuerpo, lo que permitió también que pueda asistir a la escuela de modo más normal, también ir a cumpleaños, incluso a pijamas party , donde pudo compartir muchas horascon amigas, sin tener que estar pendiente de sus fluidos corporales. Una consecuencia inmediata fue la posibili dad de intimidad entre la mamá de Ofelia y su nueva pareja. Aquí se expli citó otro valor del “ si somos dos, que somos una, ¿para qué hace falta la otra?” A través de las conversaciones con Déborah, la mamá de Ofelia, salió a la luz un desesperado, oculto y terrible deseo de muerte de su hija, que, dado que no podía vivir bien, que se estaba muriendo, apenas formulado bajo la forma de una pregunta muy general y evasiva: ¿cuándo acabará todo esto?
La posible respuesta apuntaba a un arco que orientó el tratamiento cuando pude ponerlo en palabras y que se tensó entre dos dichos, bien significantes por cierto: uno: “esto va a pasar” y el otro: “esto se acaba”. La fantasmagoría de poner fin a su vida para que la mamá pueda rehacer su vida surgió entre culpa y dolor cuando la capa de la desesperación se entreabrió dando paso al anhelo feroz, comandado por la voz del superyó materno. La pulsión invocante habitaba de manera mortí fera el cuerpo de Ofelia. Claro que otros significantes, amores y ternuras se ubicaban también en el armado psíquico y real de Déborah y orientaron la posibili dad de empezar y proseguir el camino del psicoanálisis, dando lugar a la palabra. El Otro mat erno: lógica de una incompletitud
Al producirse en el Otro materno, la distinción
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entre la satisfacción de las necesidades de su hijo y el encuentro con la falta en lo real, se inscri birán las marcas efecto de esa tensión inaugural. Queda involucrada, según Lacan, una función de corte que es topológica en el Otro materno, y agrego, en tiempos instituyentes. En cuanto a los objetos de juego: “Todos los objetos del j uego del niño son objetos transicionales. Juguetes, estrictamente hablando, el niño no necesita que selos demos, porque se los hace él mismo con todo lo que cae en sus manos. Se trata de objetos transicionales. No cabe preguntarse si son más subjetivos o más ob jetivos, son de una naturaleza disti nta. Aunque Winnicott no franquea el límite de nombrarlos así, nosotros los llamaremos simplemente imaginarios.”1
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Juega en paralelo y se inserta en el problema de la “ función materna ” la cuestión de la elección de objeto y el lugar que un niño ocupa en la fantasmática materna y paterna, aunque en este trabajo, me ocupo de la llamada función materna.
Ocuparse de “otra cosa que sólo del niño, nos dice la experiencia clínica, produce culpa y desazón en muchas mujeres. Sin embargo, también nos muestra la experiencia clínica que del lado del niño, se llega a transformar en un alivio porque le permite abrir No podemos separar la “ función materna ” de la nuevas puertas, al ser incentivado a jugarse de tensión necesaria e insoslayable que dinamiza la otro modo que bajo la dependencia materna. pérdida del objeto materno y la búsqueda fundaEl niño debe ser sostenido, sin duda, por su mental que pone en causa, y no sólo en relación al Otro, pero esto no signi fi ca que la madre sea única “hijo” sino también en relación a ella, ya que la pér- responsable de todo lo que le ocurr a. dida engendra en su estructura una hiancia irreSí es importante no quedar enajenada en su ductible por estructura. maternaje: que pueda dirigir la mirada hacia otro lado, que no quede prendida, preñada de su bebé. Ahora bien, si no es soportable, imaginaria- Si una mamá se ubica suficientemente incommente el intento es colmarla aunque el precio pueda pleta, esa modalidad de su goce será suficiente llegar a ser muy alto, incluso mortal. Si el niño es para producir, a su tiempo, un sujeto en el que la ubicado en el lugar de un objeto erotizado de la función de sexuación y diferenciación pueda, a su madre, queda excluida la función de la femineidad tiempo, realizarse. El goce femenino produce un y una consecuencia inmediata esque el niño queda otro movimiento más allá del bebé. ubicado en un lugar que lo desubica como sujeto deseante.
El objeto transicional no asegura una función de corte en el Otro materno. Y, sin función de corte no se producen los microduelos instituyentes de la falta en tanto motor del deseo. Por lo tanto, acentuar la función materna en términos de Winnicott dejaría la estructura en manos duales e imaginarias que omiten lo real y, en cuanto a los En mi opinión, la “madre suficientemente objetos, en este momento de su enseñanza Lacan buena” a la que apunta Donald Winnicott consti diferencia el objeto-falta del objeto de Winni cott. tuye un resto de la operación instituyente del su jeto, qui ero decir, no abarca el conjunto de la Al mismo tiempo, acentuar lo materno en los estructuración sujetiva porque en la estructurati empos pri mordialesdel niño (Bion, Bolwy, Win- ción incide de manera fundamental el camino nicott, incluso Dolto y Mannoni en ocasiones) abierto por significante y los bordes y límites en omite lo triple de la estructura en el niño; en la los modos de gozar. madre, el padre no opera, permaneciendo ausente Si la sexualidad de los adultos no encuentra y dejando lo real a expensas de la función ma- topes, se desplaza sobre el cuerpo de los niños con terna. Las envolt urasimaginari asno sólo rodean, graves consecuencias para su vida y su futuro. a veces en forma excesiva, la relación entre el niño y su mamá; también en algunos tratamientos apaCuando Winnicott situó la necesidad para recen estos encierros si la dirección de la cura in- todo ser humano de ser sostenido en una madre terroga y acentúa sólo la función de la madre en “suficientemente buena” podemos decir que se las vicisit udes y dificultades del hijo. sostuvo en una lógica que hubo que esperar a Centrar la relación fundamental de un bebé Lacan para articular pero que Winnicott vislumcon su mamá, en términos de una relación dual bró. Cuando decimos que con eso essuficiente, no no sólo essimpli ficar lo complejo de la estructura estamos refiriéndonos a que “ya está”, que no hace del sujeto, sino que además lleva a errar en el ca- falta más. En las relaciones entre hijos y madres, mino de la cura. Porque lo que juega, de manera no se trata de que ellas lo den “todo” por el hijo radical, no esla relación entre personas, sino la es- sino que reserven una parte cuya lógica es la de la tr uctura que las determina. incompletitud. PSICOLOGÍA ORGANIZACIONAL Y DEL TRABAJO Licenciada en Psicología Ana Burgess �
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Lasfunciones maternasysus metáforas Ana M aría Gómez
“El estado de desamparo, inherente a la depen- denci a total del pequeñ o ser con respecto a su madr e, impl ica la omnipotencia de é sta. Influye así en forma decisiva en la estr ucturación del psi- quismo, desti nado a consti tuirse enteramente en la relación con el otro”
mental que exista un hombre que haya participado de la concepción en tanto se pueda constitui r un nuevo ser. Entonces mujer / hombre, par significante que se define uno con relación a otro, sobre todo en tanto madre / padre deun hi jo.
“En efecto, la famil ia humana permi te compro- bar en las pr imerísimas fases de las funciones ma- tern as, por ejemplo, algunos rasgos de comport amiento in sti nt ivo, identi fi cables con los de la famili a biológica: sin embargo, tan pr onto como se reflexi ona acerca de lo que el sent imi ento de la pat erni dad debe a los postu lados espiritu ales que han m arcado su desarrollo, se compr ende que en este campo las in stancias sociales domi nan a las nat urales: hasta un pu nt o tal qu e no se pueden considerar como paradóji cos los casos en los que las reempl aza, como, por ejemplo, en la adopción”
A partir de allí, y teniendo en cuenta diversas vicisitudes, ambos cumplirán sus funciones. En este caso, mayormente, lo que nos ocupa es la función materna, lasfuncionesmaternas que son plurales. La función es la capacidad de actuar y ello es lo que se espera de la o las funciones de las mujeres en tanto madres: que actúen. Pero, está claro, que actúen no de cualquier modo sino de uno específico. Podemos ya preguntarnos, ¿de qué modo? No basta que una mujer cumpla sus acciones nutri cias, de higiene y de abri go para que con ello se satisfaga la expectativa con respecto a la función materna. Tampoco que amamante basta para cumplir con ello. Y es aquí donde comienza a hacer su emergencia de qué se trata con la función materna.
Sigmund Freud: “Inhibición, síntoma y angustia” – 1925 -
Jacques Lacan: “La familia” – 1938
S
e nos decide el plural para nuestro título – “Las funciones maternas” – porque consideramos que ellas son múltiples y que la función de la mujer no se agota “en tanto madre”. Una mujer no necesariamente debe ser madre biológica para cumplir esas funciones y es por ello, que tal como se ha argumentado para el padre, la misma se puede sostener en sus metáforas. Explicitado así de nuestro propósito, nos convocamos a la pretensión de sostenerlo. “En el pri ncipio era el verbo” dicey proclama el evangelio de Juan. Ello hace lugar a un discurrir de sumo i nterésentre Jacques Lacan y el Jesuita Beinaert, en el contexto del seminario “Los escritos técnicos de Freud” de 1954 Sí, podemos acordar que el verbo es organizador fundamental en tanto ser el relevo simbólico de la acción. Pero para que la acción se efectivice y el verbo opere necesitamos y requerimos de algo fundamental: la materia. Diremos, con respecto a la materia, y siguiendo a los diccionarios, que con ella estamos destacando a uno de los dos elementos que constituyen el universo físico en tanto el otro esla acción que conlleva la energía. Ese elemento material es susceptible de permanecer sensiblemente inmutable o de sufrir cambios por la acción del otro elemento. Definida así materia, ¿qué de ella se necesita para que el verbo actúe? En lo que respecta a nuestro tema diremos que para que haya función materna, en primer lugar debe haber materia madre. Para algunos etimólogos lo que acabamos de afirmar podría ser hasta redundante, en tanto lo que para ellos comparten laspalabras: materia – matri z - madre – materna – material – madera. Otros no aseveran esta familiaridad con tanta contundencia. Pero sí: para que la acción de la madre se verifique es necesario que haya una mujer / madre y para ell o esimprescindible que haya un hijo que la constituya como tal. Y para que todo esto se lleve a cabo es funda-
Como no se trata para el Psicoanálisis de ninguna especie de instinto sino de pulsión para los humanos, menos se trata de ninguna especie de “instinto materno”. Lo contradicen, lamentablemente, las realidades. ¿De qué especie de instinto se trataría en tantos casos de niños abandonados, maltratados, o hasta asesinados?¿De una falla del instinto? Para los humanos, en tanto hablantes – y no olvidemos que se atribuye a la mujer la posibilidad de transmitir, entre otras cosas la lengua, esa llamada materna – todo se enriquece y/o se complica porque estamos, no solo en los terr itor ios de las pulsiones sino también del deseo. Y como fundamento para que la función de una mujer en tanto madre pueda llevarse a cabo de modo esperable, es fundamental hacer lugar al hijo, al padre y al falo. Citemos a Jacques Lacan en su seminario acerca de “Las Psicosis” -4 de juli o de 1956: “Nos dicen que la exigencia de una madre es proveerse de un falo imaginario, y se nos explica muy bien que su hi jo le sirve de soporte, harto real, para esa prolongación imaginaria. En cuanto al niño no hay dudas, varón o hembra, localiza muy tempranamente el falo, y, se nos dice, se lo otorga generosamente a la madre, en espejo o no, o en doble espejo. La pareja debería coincidir muy bien en espejo en torno a esta común ilusión de falicización recíproca. Todo debería suceder a nivel de una función mediadora del falo.” El problema es que el falo – un significante – no lo tiene nadie, “se pasea” Para la teoría analítica, “… se supone que el padre es el portador. En torno a él se instaura el temor a la pérdi da del falo en el niño, la reivi ndicación, la privación, o la molestia, la nostalgia del falo en la madre.” “La única función del padre en el trío es representar el portador, el que detenta el falo. El padre en t anto padre tiene el falo: y nada más.” Prosigue en esta la última reunión de su semi-
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nario: “Esto estan fundamental que si intentamos situar en un esquema lo que mantiene en pie la concepción freudiana del complejo de Edipo, lo que esta ahí en juego no es un triángulo:- padremadre-hijo, sino un triángulo (padre)-falomadre-hijo. ¿Donde esta el padre ahí dentro? Está en el anillo que permite que todo se mantenga unido.” Para poder dar cuenta de la función materna, nos es imprescindible, entonces, situar este cuaternario: padre – madre – hijo – falo, teniendo en cuenta, desde ya, el Edipo freudiano y l a relectura que de él hace Jacques Lacan a partir de los llamados “tres tiempos del Edipo”.
padre aún no ha hecho su ingreso en la escena. Todo estarí a completo. Pero, en tanto hay un genitor, un padre Real, un padre Simbólico y un padre Imaginario éste ingresa privando, frustrando, castrando. Debe, con su ley, verificar aquello que implica la Ley Mayor, la que interdicta el i ncesto aún en susmodos metafóricos. Debe quebrar la díada para salvaguarda del hi jo.
lecho al padre después del alumbramiento. Esto es general se supl e por la presentación que sehace al padre del niño recién nacido y esun modo de afirmar la legit imidad del padre, teniendo en cuenta que, hasta el advenimiento de los análisis deADN se verifi caba aquello que citaba Freud: “Pater semper incertus est ”. Esta práctica estaría más presente en sociedades de tipo matriarcal o matrilineal. Pero, además, en medicina se toma como todo un conjunto de síntomas que padece el hombre, similares a los de la mujer y que se denomi na “Sindrome de la couvade”. No es una cuestión imitativa sino que el hombre, en el llamado embarazo o parto empático, tienelos mismos síntomas que la madre. Llegados a este punto podemos afirmar que todo parece surgir de los cuerpos, de la materi a, y en este caso de la materia – madre de un cuerpo femenino. No por nada se resaltan todas las investigaciones que tienden a poner de manifiesto las características matriarcales, matrilineales y matrilocales originarias de nuestras civilizaciones.
“No yacerás con tu madre”; “No reintegrarás tu producto”. La madre ya no tiene la total omnipotencia ni la absoluta autonomía para hacer del ob jeto – hi jo el retoño de sus caprichos fálicos. El padre – sostenido por el andamiaje simbólico – ha venido a poner orden en lo que anticipa un caos. ¿Por qué apelamos desde el i ni cio a estas conEl nombre del padre, la ley del padre, la metásideraciones? fora paterna, hacen que no dependa de la voz del Porque nuestr a afi rmación es que la función hombre sino de quien detenta la función paterna. materna se convertiría en una entelequia si no la Pero alguien debe sostenerla. hacemos consistir en una interrelación de al menos esos cuatro términos antes expuestos que, Para que todo esto se lleve a cabo es imprescinnos atreverí amosa proponer, configuran un nudo dible que esa mujer dirija su mirada deseante a su borromeo en cuyo centro está el falo. hombre, genitor de su hijo, a quien reconoce a traTodo, entonces, se juega, con relación al falo. vésde los pactos simbólicos: “Tu eres mi hombres; Sí, al falo y a un cuerpo que se debe remitir a yo soy tu mujer” – 1er pacto; “ Este es tu padre; tu El reconocido hi storiador belga Henri Pirenne, una Ley. eres su hijo” – 2do pacto. decía que “En el grupo humano es sobre todo la Por ello es que decidimos remitirnos al ComComo vemos todo está sostenido en el orden madre la que aparece esencialmente como fuente plejo de Edipo y a través de él a lo que conlleva el simbólico. El falo nadie lo tiene pero al ser un ele- de toda vida,…” falo: la castración. Y esto a la vez deriva en la dia- mento privilegiado de lo simbólico puede ser priPero es Johann Jakob Bachofen (siglo XIX) léctica entre el ser y el tener punto de partida y de vado u otorgado. Y es imprescindible tener en jurista, antropólogo, sociólogo y filólogo suizo, llegada para la constitución de los humanos. cuenta como, también, seimaginariza. teórico del matriarcado quien a pesar del tiempo Para suponer el ser o el tener es imprescindible El padre lo que tiene para dar es la palabra y lo transcurrido, sigue siendo uno de los precursopart ir de la falta. Somos seres de falta; somos seres que tiene para negar esla palabra lo cual no solo no res de la investigación de estos temas. en falta. es poco: es mucho. Bachofen inspiró a Friedrich Engels, que utiPero esa falta – lo sabemos – es intolerable y se Así comienza a establecerse la dialéctica de los li zó sus teoríaspara su obr a “Orí genesde la famiintenta suplirla con remedos fálicos. dones y las funciones de uno y otro genitor. lia, de la propiedad privada y del Estado”, como De la potencia de la palabra y la voz del padre también es tomado por, entre otros, Thomas Nuestras historias comienzan por el sojuzga- depende, sobre todo, el destino del hijo en tanto Mann, Erich Fromm, Robert Graves y Rainer miento más absoluto en tanto incapacidad de sos- anularía la posibilidad de quedar a expensas de lo Maria Rilke. tén, de soporte, por desvalimiento. que puede llegar a ser el estrago materno. El niño Es allí donde se puede ser presa del deseo de una ha dejado de ser, o puede llegar a alcanzar esta preLas tesis de Bachofen propone cuatro momenmujer que comienza aejercer su función y que pone misa, el objeto del deseo de la madre. O lo que es tos en la evolución de las sociedades: al falo más allá de su deseo pero que a la vez lo ima- peor aún: ser identificado con el loco goce. El hetairismo, fase «telúrica», nómade y salginariza en el hijo. vaje, donde lo predominante era lo comuni tario y De estas coordenadas se deriva una forma de la la promiscuidad o “poliamor” y todo estaría rePor esa cuestión y situación de vulnerabilidad, función materna que, como hemos someramente gido por una proto di osa – Afrodit a – terrenal. es que el hijo tiende a constituirse en objeto del recorrido, depende de la trama de ese cuadrípodo deseo de la madre. Hay una especularidad que es padre – falo – madre – hijo. El segundo momento se correspondería con el hasta un observable en términos de las miradas que Para el hombre no es sencillo sostener esta fun- matriarcado, tiempo matrifocal con el incremento hacen quiasma entre la madre cumpliendo la fun- ción y ser reconocido en este lugar. De ello da de la agricultura, los cultos mistéricos y también ción de amamantamiento y el hijo que pende del cuenta la covada. la emergencia de la Ley. Habría imperado la di osa seno de la misma, haciendo lugar, en este punto, a La covada, palabra que deriva del francés cou- Demeter. ese órgano “amboceptor” que deja de pertenecer a ver ‘incubar’, es una costumbre a través de la cual, uno y al otro para pertenecer a ambos por igual. El y entre otras cosas, la madre cede el lugar en el "LO MEJOR DE NOSOTROS AÚN NO HANACIDO"
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En el tercer tiempo comienza a esbozarse el patri arcado a través de los cultos de Dionisos. Y por último la fase apolínea. La fase «solar» patriarcal, en la cual todo rastro de la sociedad matrifocal y de pasado dionisiaco fue suprimido y surgió la civili zación moderna.
esos casos la leche es entendida simbólicamente como un agente fertilizador. La madre que proporciona leche, cuyo símbolo más común es la vaca, es procreativa, y en ese sentido puede también tener carácter paternal. Su hijo, como algo que ella “ferti liza”, en ese caso es receptivo y femenino, al margen de su sexo. El uróboros materno Todo esto se corresponde también con el trán- es todavía hermafrodita y pre-sexual, al igual que sito del mi to al logos, como se estudia para nues- el hijo. De este modo, la madre se propaga metras civilizaciones. diante la nutrición que proporciona, del mismo No podríamos dar cuenta de las funciones ma- modo que el hijo es fertilizado por el alimento que ternas – en tanto su desarrollo histór ico – sino nos recibe y da a luz al evacuar. Para ambos el fluido refiri ésemos a los antiguos matriarcados aquellos nutriente es un símbolo de la vida sin tensión que nos han sido transmiti dos por las mitologías polar, y compl etamente no sexual.” “ Los orígenese pero también por investigaciones pasadas y re- historia de la conciencia” - Erich Neumann cientes como lo prueba el relevo que hace Ricardo Coler en “El reino de las muj eres”, sistema ma“La Teogonía” de Hesíodo cuenta cómo, tras el triarcal vigente entre los Mouso del sur de China. Caos, surgió Gea «la de amplio pecho», la fundaLos Mosuo son un pueblo matriarcal (la autori- dora de los dioses del Olimpo. De su propio ser, dad de la madre prima sobre la del padre), matri- «sin mediar el grato comercio», trajo a Urano, el li neal (l a dinastí a famili ar sigue la línea materna) cielo estrell ado, su i gual, para cubrirla a ell a y a las y matrilocal (la familia se localiza donde vive la colinas, y también a Ponto, la infructuosa profunmadre). didad del mar. Peggy Reeves Sanday, antropóloga e investigadora, sobre todo en Indonesia, comenta que es diHesíodo: “ …acostada con Urano, alumbr ó a fí cil recuperar vesti gios del matri arcado porque se Océano de profundas corrientes, a Ceo, a Crío, a parte de una premisa equivocada: matriarcado y Hiperión, a Jápeto, a Tea, a Rea, a Temis, a Mnepatriarcado no son términos de oposición sino de mósine, a Febe de áurea corona y a la amable Tetis. complementari edad. No es lo mismo un matri ar- Después de ellos nació el más joven, Crono, de cado que una ginecocracia y, en todo caso se trata mente retorcida, el más terrible de los hijos y se – como lo expresáramos al comienzo – de un par llenó de un intenso odio hacia su padre.” significante. “Los Minangkabau - citamos - creen que los Gea, madre tierra, habría dado al niño Erictoindividuos deben nutrir el crecimiento de la co- nio a Atenea para que esta lo criase o sea que, munidad, los animales y las plantas para lograr desde la más remota antigüedad nos planteamos una sociedad fuerte. La idea de “nutrir” implica una hipótesis que nos interroga: ¿la función maun énfasis de lo maternal en la vida cotidiana. terna, al menos en tanto que nutricia pero enten“Mientras que Occidente glorifica la dominación diendo por ello no solo al hecho de alimentar, masculina y la competencia, los Minangkabau soporta la metáfora? ¿ Hay metáfora materna? glorifican a su mítica Reina Madre y la coopera- ¿Podemos hablar de ella en sentido recto y tamción”, dice la dra. Sanday. bién figurado? Lo que destaca en esta sociedades estudiadas tanto por Coler como por Sanday es que se desaEs interesante referirnos a Atenea dado que rrollan mayormente fuera de los márgenes de la ella era partenogénica, o sea que participaba del violencia. modo de reproducción que consiste en la forma¿Era así cuando las diosas mujeres / madres ción de un nuevo ser por división reiterada de céejercían su domi nio? lulas sexuales femeninas que no se han unido previamente con gametos masculinos. Y sin emSi nos preguntamospor la funcionesmaternas bargo, y a pesar de su vi rginidad o casti dad, cumen sentido amplio, no desdeñamos aquell os datos plió con relación a Erictonio la función materna. que hacen a autores de otras corrientes. La misma virgen María del Cristianismo es una Por ejemplo: la madre urobórica que recupe- mujer que “no conoció varón” para gestar a su ran l asteorí as junguianas. hijo Cristo. El uróboro - uróvoro, de oyrá, que quiere decir Si no fuera así la mujer, en tanto madre, sería cola y borá, que significa alimento - , es la repre- solo un cuerpo; si se sostiene la posibilidad de sentación de una serpiente u otro réptil que en existencia de la metáfora materna, entonces sí forma circular engulle su propia cola. Es una ico- tiene consistencia dialogar acerca de la función nografía que está en el pr incipio de la alqui mia y materna o función – madre. muestra, fundamentalmente, el eterno retorno dado que todo recomienza. Lo Real biológico, en tanto cuerpo femenino, “…en la etapa del uróboros maternal ali menti- cumple su función específi ca a través dela liberacio, los pechos son siempre enfatizados notoria- ción de la hormona oxitocina que fluye en grandes mente, como por ejemplo en las pinturas cantidades tr as la distensión del cérvix uterino y la mitol ógicas de la Gran Madre de muchos pechos o vagina durante el parto, así como en respuesta a en las innumerables estatuas de la diosa que la esti mulación del pezón por la succión del bebé, aprieta sus pechos. Aquí la nut ri cia Gran Madre es facilitando por tanto el parto como la lactancia. más generativa que parturienta. Los pechos y el Para ello colabora también la prolactina con influido lácteo son elementos generativos que tam- números efectos en el organismo humano. bién pueden aparecer en forma fálica, porque en Pero más allá de ello, y tomando la lactancia
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como lo es en las tradiciones, punto fundamental de la función materna, ¿es necesaria para que se cumpla, más allá de elementos o instrumentos que remedan el pecho de la mujer, que la verifique la madre biológica? La historia de la humanidad evidentemente no dice acerca de ello. Yvonne Knibiehler, extraordinaria historiadora contemporánea francesa, da cuenta de las complejidades de la función materna en – entre otros – su l ibro “Hi storia de las madres y la maternidad en Occidente”. Desde antaño existe la figura de la nodriza o ama de crianza o ama de cría. Esta es una mujer que no que es madre biológica pero que cumple gran parte de las funciones maternas. Y como hemos visto esto ya está presente en los mitos desde Gaia – Gea – Palas Atenea , en más. Para no citar a la loba que nutrió a Rómulo y Remo o la cabra Amaltea que amamantó a Zeus. Más allá de las investigaciones, también la literatura dice de ello: en la obra de Flaubert, “Madame Bovary”, Emma Bovary querí a saber qué era ser madre. Pero también quería tener un hijo varón a quien llamaría Jorge. “Un hombre, al menos, eslibre; puede recorrer las pasiones y los países, atravesar los obstáculos, gustar los placeres más lejanos. Pero a una mujer esto le está continuamente vedado. Fuerte y flexible a la vez, tiene en contra de sí lasmolicies de la carne con las dependencias de la ley. Su voluntad, como el velo de su sombrero sujeto por un cordón, palpita a todos los vientos; siempre hay algún deseo que arrastra, pero alguna conveniencia social que retiene”. Pero nació una niña a quien llama Berta recordando a una dama que en el castillo de La Vaubyessard llamaban así. Y apenas nació Berta fue entregada a madame Rollet, esposa de un carpintero, para que la amamantara. Luego de la cuarentena Emma va averla, y lo hace acompañada del joven León su amor platónico. O sea, como vemos, esta era una práctica común, frecuente y esperable entre los burgueses – Emma es mujer de un médico, Carlos – de esa época. Los mitos, las costumbres, los prejuicios y los miedos con respecto a lo que se desprende de las funciones maternas, son de larga data. Volviendo a los trabajos de Kni biehler, en ellos se comenta acerca de todo lo que proponemos. Así hay tradiciones rústicas, empíricas, que vienen desde la prehistoria para las cuales la reproducción debía ser estimulada para que la vocación materna confi rmase la perpetuidad de la especie. No se concebía cómo una mujer, por libre disposición, podía no disponersea la materni dad. Esto estaba más ligado a cierta connaturalidad. Pero a través de los tiempos si antes la joven era considerada procreadora, con el advenimiento del Cri stianismo, sela prefería casta. Esto no nace con las nuevas religiones porque debemos reconsiderar otras formas de preservación de la castidad en tiempos más antiguos, como eran, por ejemplo, las vestales romanas. O se era madre o si se perseguía la idea del ce-
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libato – en tanto se verificaba aquello de “Quien tiene marido, tiene señor” – mantenían su virginidad en la vida conventual. Pero la función materna no estaba excluída en tanto “las hijas santas” (las monjas) podían criar huérfanos o educar niñas. La maternidad carnal estaba excluída: solo se trataba, precisamente, de función materna esa que hace que, hasta hace poco tiempo, a nuestras docentes se las llamara “segunda mamá”. La sublimación de la materni dad que comprometía el cuerpo también era aceptada por medio de las “ hijas sabias” como lo supieron ser algunas – Marie de Gournay o Madeleine de Scudéry.
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uso y costumbre en los estamentos sociales que podían permit ír selo, la contratación no solo de nodr izas, sino tambi én de niñeras, nanas, preceptores, profesores, etc., que estaban a cargo de la educación de los niños.
fiere a“pecho bueno” y “pecho malo”, no setrata de atribuir al seno femenino corpóreo esascualidades. Obviamente se trata de imagos y para Freud, en “Dinámica de la transferencia”, la imago determina las expectativas libidinosas de la persona. La imago da como resultado un clisé o varios, que se repiten Estamos hablando de tiempos anteriores a la y que impregnan las historias de vida. En la transera industrial y, como decíamos de personas de ferencia, porque de ell o se trata ese artí culo el anaclases acomodadas porque en los medios rurales lista es el soporte posible, en tanto lugar, de esas los niños no corrían la misma suerte y se iba desde investi duras libidinales que provienen del inconsel infanticidio hasta la venta de los mismos para ciente del analizante. poder subvenir a las necesidadesdel resto de la faMelanie Klein parece haber sustituído milia. Además la mortalidad infantil era de tasa “imago” por objeto interno y para Lacan este tèraltísima y, Cornelia, por ejemplo, madre de los mino fue preponderante en sus primeros trabajos Gracos, tuvo doce hij os. Nueve de ellos mur ieron donde lo Imaginario tenía suma relevancia. No era bien visto alegrarse por el embarazo o y Tiberi o y Cayo, dos de los políti cosmásfamosos La advertencia era que en términos de no poder por el parto: era la consecuencia de la concupis- de la histori a romana de este tiempo – siglo I I a.C. simbolizar suficientemente esas imagos las mismas cencia. Sin embargo si ello se demoraba llegaba al - fueron asesinados. Cornelia siempre se mantuvo podían llegar a ser estragantes o terroríficas y deallí límite de cierto repudio. Recordemos el drama en su papel de matr iarca patr icia romana univi ra su conceptualización de la “madre cocodrilo”: “Yerma” de García Lorca y el destino de esa mujer dado que también su marido murió temprana“Un gran cocodri lo en cuya boca ustedes están, supuestamente “estéri l”. mente y ella desechó un posible casamiento con es eso la madre, ¿no?. No se sabe si de repente se le El parto era considerado peligroso y los índices un faraón egipcio. puede ocurrir cerrar el pico: eso es el deseo de la de mortalidad materno infantil eran altísimos. En nuestros días las nodrizas, amas de cría, ni- madre. Lo que traté de explicar es que lo que tenía La covada - a la que nos hemos referido - que ñeras, gobernantas, preceptores, etc., están supli- de tranquilizante es que tenía un hueso así -les digo se llevaba a cabo en gran parte, por ejemplo de dos por las instituciones que están a cargo de los cosas simples- había pues algo que era tranquiliEuropa, hacía un lugar al hombre entre los gran- niños y que hacen metáfora de las funciones ma- zante, improviso, había un rodillo, así, bien duro, de des festejos de la comunidad femenina tras el ternas y la alimentación puede ser sustituída por piedra, que está en potencia a nivel del pico: eso reparto que era una cuestión de gineceo. múlti ples elementos nutr icios. tiene, eso atranca, es lo que se llama el Falo, el rodiPor tanto las funciones maternas se han ido llo que los protege si de golpe se cierra!.” Jacques El hombre se ocupaba de los fuegos que her- modificando fuertemente pero no en desmedro de Lacan – Seminario XVI I. vían el agua, alumbraba – sin metáfora – , sostenía cierta sacralización de las madres biológicas y siTodo ingresa, como vemos, en lo que el Maestro a la parturienta cuando ésta paría de rodillas y el guiendo corrientes ultrafeministas fundamenta- Freud noslegó en tanto “La novela famili ar del neualgunos sitios el padre envolvía con su camisa al listas que subestiman el lugar que ocupa el rótico” recién nacido y ya comenzaba a separar por este hombre – padre en todo lo que se refiere al hijo. Hay que tor nar a leer “ Totem y tabú” para comacto simbólico de prot ección, al niño de la madre. prender – y en esto podemos seguir también a Levi La autora considera que la lactancia materna Para el Psicoanálisis, la función del padre com- Strauss– que el paso de la fratria ala exogamia, mo“nunca es“natur al”, es más, muestra una divi sión plementari a con la de la madre, es imprescindible difica todo porque a partir de allí y recuperando lo entre naturaleza y cultura” Y cita un trabajo lla- para el destino psicopatológico del hijo. que dice el insigne antropólogo, lo que se intercammado “Madresy nodr izas” de los “Annales de DéPrueba de ello lo da la historia del pequeño bia son dinero y mujeres. mographie 1983” publicado por l Ecole des hautes Hans: la poca potencia del padre para interdictar Terminemos estas reflexiones haciendo lugar al études en sciences sociales”. los reclamos gozantes de la madre, hace caer a hecho que lasfuncionesli gadasa lo femenino no se Depende mucho más de condiciones sociales Hans en la fobia. Su demanda es hacia el padre agotan en las funciones maternas; que estas funcioy de códigos culturales, reli giosos y médicos. magistralmente descifrada por Sigmund Freud. nes se pueden sostener en la metáfora; que esas acciones no se deben limitar al hecho nutricio y “ En la sociedad anti gua la joven madre no Diríamos que en las historias humanas se veri- menos reducir todo a un seno y que cada mujer y podí a dedicarse al lactante”. Lo impedía el trabajo fica una ecuación: a carencia de padre exceso de cada hombre cumplirán sus funciones parentales de que podía llegar a ser agotador y li mitaba también madre y es sabido que este exceso puede producir acuerdo a sus propias historias. la producción y la calidad de la leche. Además, se estragos en el hijo. Dos momentos del arte fílmico: en “Amarcord” desconfiaba de las leches no humanas por consiRoberto era escuchado en análisis por sus pavo- de Fellini, recuperamos la escena de la vendedora derarse que podían transmitir teratogenia. res nocturnos. Su madre, separada del padre, lo de tabaco y el joven que casi se ahoga entre sus Por otra parte se trataba de los derechos del obligaba al colecho. Roberto, aún a temprana edad, senos. En el film de Woody Allen “Lo que Usted hombre: “el esperma arr uina la leche” por tanto se dice a su analista que encontró la solución porque él siempre quiso saber sobre el sexo y nunca se atreimponía la abstinencia durante la lactancia y esta no quiere dormi r con su madre que lo obli gaa ello: vió a preguntar”, un enorme seno flotante intimida no era bien tolerada durante mucho tiempo. espera que se duerma y entonces baja de la cama y al protagonista mientr as un cartel en la vía pública Aparece entonces, para suplir a la madre bio- se acuesta en el suelo sobre la almohada. afirma: “Todos necesitamos leche”. lógica en el cumplimiento de su función, la noLa historia puede tener ribetes trágicos pero la Y hablando del llamado “Séptimo Arte”, nos driza contratada. pregunta es, ¿què ocurrìa, además, con ese padre viene a la memoria la película de Jessie Nelson, “Mi Tanto podí a suplirse esa función materna ejer- que, débil en el cumplimiento de su función con nombre es Sam” que relata la historia de cómo un cida por la progenitora biológica que, al no haber respecto a esa mujer, no interdictaba esa acción? hombre y discapacitado, puede sostener extraordialimentos sustitutos como en nuestros tiempos, Ni cualquier mujer ni cualquier hombre están, nariamente, también, lasfuncionesmaternas. muchas veces los niños eran alimentados con ce- necesariamente, a la altura de lo que se espera de sus Concluyendo: cuerpo no es función en reales cocidos y embebidos con la saliva de las mu- funcionesparentales con respecto a los hijos. tanto, como lo expresa un viejo aforismo de las jeres. Entonces las historias no suelen ser tan trágicas artes mèdicas, la función hace al órgano. Como vemos, a través de las épocas, los cuida- porque existe la metáfora y donde la biología no alEl cuerpo responde en tanto el signifidos maternos son aprendidos y transmitidos, en canza, hay abuelos, tìos, hermanos, y otros sustitu- cante lo atraviesa por los derroteros del deseo y todo caso, pero no se soportan en ninguna con- tos que palian el daño. hombres y mujeres cumplirán sus funciones en naturalidad. Y hablando de metáforas y siguiendo nuestra tanto el llamado del deseo se haga oìr para bien Pero como la función materna no se limita a la hipótesis, sería ofender nuestra supuesta inteligen- de los hijos. alimentación y a los cuidados primarios, era de cia no tener claro que cuando Melanie Klein se re-
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Función
“Un hijo no es solo un momento”…
retomando la imagen utilizada en “Más Allá del Principio de Placer” agregó la siguiente nota al pie: Se me objetaráju stifi cadamente que una orga-
“Sees hijo toda la vida”… S. Freud
ni zación que era esclava del pri ncipi o de placer y de- satendía la r eali dad del mundo ext erno, no podría mant enerse vi va ni un t iempo míni mo y por t anto no habría podido ll egar a exi sti r en absolu to. N o obstante, el empleo de tal ficción queda justif icado al observar que el niñ o de pecho real iza, siempr e y cuando se tengan en cuenta l os cuidados maternos, un sistema físico de este tipo.
Una mamá
Materna
I Pensando desde Freud
¿Función Terapéutica? M arta García
3
1 de julio de 2012“Argentina esel primer país en reconocer la copaternidad”. En el noticiero, la imagen de dos Este pensamiento es retomado y analizado por hombres entrando al registro civil Donald Winnicott quien concluye que Freud no para anotar a su bebé. solo no pensó un psiquismo aislado, sino que Nadie ha tenido más de una madr e y nuestra r e- “r indi ó tributo al cuidado materno”. lación con ell a se basa en un hecho indubitable y que no puede repetirse dijo Freud en 1910.
No encuentro contradicción entre esta frase y la experiencia que estos dos hombres estaban a punto de emprender si pongo en juego la expresión Función Materna. Freud se referí a ala madre biol ógica, a la mujer que ha parido hijos. La expresión Función Materna nos permite ir más allá de la biología, trasciende los géneros y las distintas formas de fecundación. Ser maternal incluye al hombre. El lenguaje corriente dice mamá, madre, padres, familia, personas que rodean al niño, ambiente familiar. Todas estas expresiones están presentes en la obra de Freud. Y también el término función (función sexual, función del yo), pero nunca aparece unido a materno ¿Una cuestión de época? ¿Esto implica decir que no se ocupó de la madre? Pienso que no. Me apoyo en un breve recorrido por algunos de sus textos: En “El Aparato Psíquico y el Mundo Externo” sostiene que… El am paro de los padr es protege al ni ñ o contra los peligros que lo amenazan desde el exterior…
En una nota al pie en “Los Instintos y Sus Destinos”: El estado narci sista pr imi ti vo no podría se- guir el desarr ollo si cada indi vi duo no pasase por una etapa de desamparo y cuidados, dur ante el cual son sati sfechas sus necesidades por u n au xi li o ex- tern o, y conteni do asísu desarr oll o. Pensó que si el niñ o de pecho fuera capaz de co- muni car sus sensaciones, declararía desde luego que el acto de mamar del seno materno, consti tu ye el más import ant e de su v ida. Y que La pri mera acti - vidad del ni ñ o y la de mayor im portancia vi tal para é l, es la succión del pecho de la madr e, (o de sus su- brogados) actividad que le permitió conocer, apenas nacido el placer del chupeteo.
Develó sueños y mitos al sostener que queda representada la salida del niño del líquido amnióti co por su acto contrario, la inmersión en el agua. Consideró la vida intrauterina al interpretar en los sueños de angusti a “el avanzar por entre altísimos espacios”, “o hallarnos sumergidos en agua”, como símbolo de esa vida. Y al preguntarse ¿cuál
II De Freud a Winnicott
Podríamos coincidir, también, con la observación de Winnicott sobre el uso indistinto que hace Freud, de los términos infante, niño de pecho, niño, sin ocuparse de la infancia como estado. Winnicott utilizará el término infans en su senti do etimológico (el que todavía no habla). Infancia será entonces en su obra, la fase anterior a la aparición de la palabra y al empleo de símbolos verbales. Pensará al bebé como una parte inextricable de los cuidados maternos y dedicará gran parte de su vi da a elaborar una “ Teorí a de la Relación Progenitores Infantes”. Y describirá las cualidades ambientales necesarias para que los Procesos de Maduración tengan lugar. Diferenciamos infancia de niñez. La experiencia vivi da durante la segunda guerra como asesor psiquiátrico en los hogares para niños evacuados de las grandes ciudades, organizados por el gobierno bri tánico, incidió en su pensamiento. Tarea en la que tambi én participaron John Bowlby y Anna Freud. Interesado, ya, en entender “el desarrol lo emocional primitivo” fue un atento observador de estos niños y sus padres y de los efectos que la separación temprana producía en ambas partes: Cuanto menor esel niñ o, menos capaz esde man te- ner viva dent ro suyo, l a idea de qué es una persona .A m enos que la vea o tenga una evi dencia tangibl e de su existencia en un l apso de x minutos, horas o días, di cha persona estar ámuerta para é l.
Consideró “senti mental” suponer que los padres debían aceptar sin resistencias el tr aslado a estos hogares. Lo m ás terr ible del proceso de eva-
cuación es que obli gó a los padr es a dejar de preo- cuparse por sus propios hi jos. Nada puede compensarl os por la pé rdida de contacto con su hi jo y la fal ta de responsabilidad por su desarr ollo cor- poral e intelectual.
En una carta dirigida al British Medical Journal (1939) sus autores, Winnicott, Bowlby y Emes aquel lugar de donde podemos afirmar, con abso- manuel Miller, señalaron que si bien un niño de lu ta segur idad, de ese y de nin gún ot ro, que ya cualquier edad puede sentirse triste o perturbado por tener que abandonar su hogar, en el caso de un hemos estado ahí? Teorizó sobre el momento del nacimiento, ni ñ o pequeñ o t al experiencia puede impl icar mucho sobre el desamparo inicial, sobre la continuidad más que la t risteza man ifi esta. D e hecho puede entre la etapa prenatal y la primera infancia. Con- equi valer a un “apagón”, (blackout) emocional y dar tinuidad que deja huellas: Al nacer t odos traemos ori gen f ácil mente a una grave alteración del desa- marcada las huell as de esa mat riz.
En “Los Dos Principios del Acaecer Psíquico” :
rr ollo de la personali dad, capaz de perdur ar t oda la vida.
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Winnicott sí utilizó la expresión Función Materna ¿cuestión de época? En un artículo que lleva ese título agrupó en tres categorías las tareas que ll evará a cabo una madre para ser suficientemente buena: I Estar sosteniendo (Holding) * II Estar encargándose (Handli ng) * III Estar Presenti ficando el Mundo *
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para hacer lo adecuado? Se preguntó. Su respuesta: Poner en juego una Preocupación Mat er- nal Pri maria . Una disposición y capacidad para despojarse de todos sus intereses y concentrarlos solo en su bebé. En la madre del bebé, dijo, hay algo que la hace particularmente apta para protegerlo durante una etapa de vulnerabilidad…
I Exi sten dos clases de personas, los que han sido bi en sostenidos desde un comienzo y los que han sido dejados caer. Seguri dad signifi ca sent irse fi r- mement e sostenido. Sostén físico, inclusive el de la
¿Qué es ese“algo” ?. ¿Es diferente en l a madre biológica que en la adoptiva? ¿Que fenómeno equivalente ocurre en aquellas personas que realizan una función materna con hi jos que no han savida intrauterina y psíquico. lido de su cuerpo?, podemos preguntarnos. Un sostén fallido, extendido en el tiempo, Una respuesta posibl e para pensar la diferencia puede sentar las bases de “las angustias impensa- es que la madre biológica tiene asegurada la conbles”, puede poner en marcha: tinuidad entre la etapa prenatal y el nacimiento. Al decir de Freud, “en el hijo que dan vida, se les La sensación de desint egrar se La sensación de caer par a siempre, interm ina- presenta una parte de su cuerpo como un objeto exterior al que pueden consagrar un pleno amor blemente El sent im iento de no poder u sar l a realidad ex- objetal y por ello su narcisismo”. En cambio, las personas que deciden adoptar, tienen que constern a como r easeguro Y otras ansiedades que en general se describen truir, llenar, ese espacio y en muchos casos, sostener el no saber acerca de la herencia. como psicóticas Interesante trabajo el que nos toca a todos los Pero nada de esto impide que lleguen a ser esa seres humanos “acostumbrarnos a pasar de ser madre sufi cientemente buena que postula Winnicott. sostenido desde todos lados, en el vientre maSuficiente, no perfecta, que lleve a cabo las terno, nadando en el líquido amniótico, a ser sos- funciones necesarias para que el potencial here- tenidos solo desde abajo”, dado de su criatura se desarrolle. “ Suficiente,
los conocimientos cientí fi cos. ¿Qué sucede cuando una madre ha leído libros y artículos y trata de aplicarlos al pie de la letra?se pregunta: Un con- junto de normas en confl icto, exi gencias de diversas escuelas, la sabidu ría de la abuela, ci rcul an por en- cima de la mesa de juego y un vocabulari o confu so deja afuera a la naturali dad y la autenti cidad.
Pensemos en nuestra práctica cotidiana: No es necesario que una mamá sepa que la pregunta clave es de dónde vienen los niños. Alcanza con elogiar cálidamente el dibujo de un animal con sus huevos mientras dice “ bebés” para favorecer el desarrollo de su pensamiento. Basta que, observadora y atenta, ponga en juego su creatividad y le muestre a su hijo, autista de 8 años, fotos de cuando él era un bebé para encontrarse con la asombrada y asombrosa respuesta “Ah! Ahora mi memoria te está reconociendo como mamá”. Cuando los padres le cuentan a sus hijos relatos de sus primerísimas experiencias infantiles, del momento de su nacimiento, no lo hacen pensando en el concepto de amnesia infantil.
“Mi obligación es educarlo” aseguró una madre al relatar que no podía permi tir que su hijo de 5 años, dijera “malas palabras”, que no le hiciera caso, que tirara objetos por el aire cuando se enojaba, lo que recibió la rápida respuesta de otra mamá “si hablamos de obligación, entonces tu aparta del sent im entali smo y de la i deali zación” II Encargarse de un bebé consiste en cuidarlo, obligación es amarlo” - lo demás viene solo agregó vesti rlo, abri garlo, higienizarlo, acunarlo, tocarlo, Cómo lograrlo?. Qui en t enga a su cui dado una -. mimarlo. Acciones que contribuyen a la unidad cri atu ra debe conocerl a y actu ar sobre la base de Y si convocamos a Freud y a Winnicott a este psicosomática , a la experiencia de vivir en el pro- una r elación personal y vi va con ella. Una relación diálogo ?. Freud podría haber i nterrogado: ¿Nues- pio cuerpo, a la Personali zación. Permite desarro- personal , única, singular, no basada en los cono- tra úni ca directi va en la educación de los niñ os es llar la capacidad en el niño, para disfrutar de la cimientos que pueden aportar los libros, y viva , que nos dejen tranqui los, que no nos opongan resis- experiencia de su funcionamiento corporal. no mecánica. tencia alguna? Y opinado: Junto a la necesidad es III Presentifi car el mundo en pequeñas dosis es una conocida frase de Winnicott. Presentar los objetos del mundo de a poco, teniendo en cuenta los diferentes tiempos de cada bebé, su singulari dad. Una mamá que al comprar en una juguetería algo para su bebé, busque un objeto que sea suave, cálido, chupable, manipulable, que no lo lastime, estará, sin saberlo, contribuyendo a enlazar las acciones de su bebé con la presentación del mundo, facilitando, de una manera espontánea, la experiencia de Ilusión , la experiencia de ser creador de lo que en realidad le fue dado, de ese objeto puesto a su alcance. Estas tareascobran una importancia determinante en los primerísimos momentos de la vida porque el bebé está en estado de dependencia ab- . No existe sin los cuidados maternos. La soluta fortaleza de su incipiente yo, incluso la posibilidad que se desarrolle, está en relación directa a los cuidados que recibe. Madre y cri atura son l asdos caras de una misma moneda. Son tan importantes como la desadaptación gradual, en el momento en que el bebé esté preparado para aceptarl a y pueda beneficiarse con ella. La experiencia de Ilusión es tan importante como la experiencia de desilusión, que facilitará el pasaje a la dependencia relativa y dejará abierto el camino hacia la independencia. Qué le otorga a la madre la capacidad especial
el amor el pan educador, y el hombre en vías de for - mación es movi do por el amor de qui enes lo r odean a acatar l os mandami ent os de la necesidad. Si nos dedicamos a la educación del niñ o bueno y jui cioso corremos el r iesgo de no preguntarnos siqui era si se- Una madr e debe fall ar en cuanto a la sati sfacción mej ante educación es la más conveni ente para é l. de las demandas pul sionales de su hijo, pero sería Winnicott haber alertado a la primera mamá del beneficioso que alcance un é xi to absolut o en cuant o ejemplo, la errónea idea de una mamáde que debe a no dejar caer a su bebéen los pri merísim os mo- educar al ni ñ o desde tempr ano conspira contra su mentos de la vi da y pr oveerl e lo necesari o para at en- espontaneidad. der las necesidades de su yo, hasta tanto su Una mamá de 70 años contando una situación maduración le perm ita una i nt royección de esa madre y sus cui dados y estéen edad y condi ciones vivida con su hijo de 40, radicado en el exterior, de de mant ener esa int royección a pesar de todas las visita en Buenos Aires, situación que la llevó a preocuparse por él, a darle consejos sobre su salud, a fall as ambientales.
Y tener en cuenta que ser una buena madre también implica equivocarse. Fallar dice Winnicott y explica el concepto. En su teoría diferencia las demandas del ello de las necesidades del yo:
II I Un saber sin saber
Freud, Winnicott y muchos otros autorescoinciden en que no es necesario el conocimiento académico para llevar a cabo una función materna suficientemente buena . Leo Kanner, siendo Director del Servicio de Psiquiatría Infantil del Johns Hopkins Hospital de Baltimore, escribió “En Defensa de las Madres” Cómo cri ar hi jos a pesar de los más “fervi entes” psicólogos. El libro comienza con Una Carta Abierta a las Madres Contemporáneas donde las alienta a confiar en su sentido común, en el conocimiento que tienen de sus hijos, en todo caso a lograr equilibrar sus propias aptitudes con
cuidarlo como cuando era chiquito… explicó con cierto pudor, “Si ya se, ya está grande! Yo no pensé si estaba bien o mal, hice lo que sentí que él necesitaba”… “Esque un hijo no essolo un momento” … IV ¿Función Materna suficientemente buena?
¿Qué tareas implica? En este punto dejaré que las ideas fluyan: Atender, en las primerísimas etapas de depen- dencia absoluta las necesidades de un hijo. Facilitar, de a poco, paso a paso, en el momento oportuno, el camino hacia una dependen- cia relativa.
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Tolerar ser durante la niñez, “ la fuente de todo conocimiento” y tolerar dejar de serlo. Facilitar el desarrollo del pensamiento, dando lugar a la curi osidad infanti l. Curi osidad por el propio cuerpo, y por el misterio que rodea al nacimiento de los niños. Tomar con seriedad la actividad favorita de los niños, el jugar, compartir sus juegos, divertirse con ellos, estimular su imaginación, para así, aún sin saberlo, estimular el desarrollo de la fantasía en el adulto, cuando llegue la é poca de jugar sin el apoyo de objetos reales.
Amparar, cuidar, proteger contra el peligro. Proteger contra lo imprevisible. Winnicott pensó al bebé como un ser t odo el t iempo al borde de lo i mpensable. Y a la madre como aquella que prot ege de lo impr evisibl e.
Observar a su hijo. Aprender de él. Según Freud la observación i nmediat a de las manif esta- ciones y acti vi dades infant iles es la fu ent e más pura y generosa de todas.
Facili tar el desarrollo de la confi abil idad. Dejarse criticar. Aceptar senti r odio hacia el hijo.
Tolerar el odio del hijo Para que el niñ o crezca de tal modo que pueda descubri r la part e más pro- funda de su naturaleza, esnecesari o que alguien sea desafi ado, e incluso odi ado por mom entos y quié n sino los padr es del ni ñ o están en condi ciones de ser odiados sin que exi sta el peli gro deun rompi mi ent o defi ni ti vo de la r elación? Sostuvo Winnicott No ser vengativo “Desacralizar”, como proponía Freud, el amor hacia los hijos Aceptar la rivalidad entre hermanos. No asustarse. Facilitarle al niño la experiencia de ser entendido, entendido no adivinado como si fuera tr ansparente. Contener el amor desmesurado de un niño, su necesidad de exclusividad. Soltar. Dejar ir. Fallar, aceptar equivocarse, ser humana.
De una buena función materna puede depender el grado de integración de la personalidad, la capacidad para tol erar conflictos y tensiones, la clase y la fuerza de las defensas, la confiabilidad en uno mismo, en las propias posibilidades y recursos, en la familia y en el mundo externo en general. El pasaje del cuidado al auto cuidado. V Aprendiendo de la clínica
Maternalización o ¿Terapeuta en Función Materna? Según el diccionario de Psicoanálisis de Laplanche y Pontalis, “Maternalización” es una té c- ni ca de psicoterapia de las psicosis, especialment e de la esqui zofreni a, que ti ende a establ ecer entr e el te- rapeuta y el paciente, de un modo tant o sim bóli co como real, una relación análoga a la que exi ste entr e una “buena madre” y su hi jo.
Si nos atenemos a esta definición, maternali-
zación queda restringido solo a la psicosis. Si aceptamos que nuestro trabajo como analistas también es contener, ayudar, cuidar, calmar, ocuparse, nos vamos a encontrar poniendo en juego una función materna, en distintas situaciones clínicas, con diagnósticos y en etapas evolutivas diversas, en el marco de la sesión o fuera de él, si nos permitimos un encuadre lo suficientemente bueno. “Cuidar al niño, cuidar al ni ño”, repitió con desesperación, aferrado a mi cuerpo, un pacientito autista, luego de compartir una lámina sobre la vida de los dinosaurios, sus animales favoritos en este momento, que mostraba una especie que tenía por costumbre comerse a sus pequeños. Un niño encoprético se ensucia la ropa en sesión y, con angustia, me pide que lo ayude a limpiarse. Un niño celíaco de 5 años había desarrollado luego de su reciente diagnóstico, misterioso para él, una fobia a ir solo al baño, si sentía necesidad de hacerlo tenía que entrar con él, luego de un tiempo de análisis de esta necesidad, podía quedarme afuera pero pegada a la puerta, más tarde aceptó que me alejara, siempre y cuando él pudiera oír mi voz. Una paciente de 68 años puso como condición “para poner un pie” en el ascensor automático de mi nuevo consultorio, que la tomara de la mano, mientras me reprochaba no haber tenido en cuenta, al mudarme, que a ella no le gustaban “estas cosas modernas”. Puedo dibuj ar?me ayudaría a contártelo. El dibujo, no la palabra, para expresar su necesidad de “matar las bruj as” que la atormentaban. Y dibujó brujas, las recortó y las fue rompiendo en pequeños trozos.
Considero que todas las construcciones científicas están enlazadas en una interacción compleja y enriquecedora con otros descubri mientos. Surgen enraizadas en una cultura, son, por decirlo de alguna manera, producto de una época. Así como su uso, el lugar que cada uno le otorgue en su prácti ca, incluso el acuerdo o desacuerdo con el concepto en sí, responde a motivaciones diversas. Algunascuesti ones teóri cas y clí nicas vinculadas al concepto que nos ocupa: La singular y personal manera de ser terapeutas. Las patologías que cada uno esté dispuesto a atender. La libertad que nos permitamos tener en el manejo del encuadre, más o menos fl exible, más o menos adaptado a las necesidades del paciente. Nuestr a forma de constr uir ese espacio pot encial necesario para que el encuentro se produzca. La variedad de herramientas que estemos dispuestos a usar en nuestro trabajo. Al valor, único o relativo, que le demos a la interpretación. Y a la palabra. Nuestro marco referencial teórico. Muchas veces en diálogo con colegas, compartiendo distintas experiencias clínicas, vuelve a surgir una pregunta, que fuera centro de debate hace muchos años y que aún insiste ¿Esto que hacemos es psicoanálisis? Convoco nuevamente a Winnicott : H acer psicoanáli sis no consiste t an solo en i nt er- pretar el inconscient e repri mi do, consiste tambi é n en dar un marco profesional a l a confi anza…
Estar en Función Materna, a veces, cuando el paciente lo necesita, sin dejar de ser profesional , sin dejar de pensar como psicoanalistas, podría ser un desafío.
Atendemos al adulto y al niño que hay en el adulto. Ya lo dijo Freud El análisis demostr ó que en el enfermo, como en el soñ ant e y en el ar tista, so- brevive el ni ñ o apenas modi fi cado.
Tal vez el punto más delicado, que podría interrogarnos, es el contacto físico al que los pacientes nos convocan. VI Reflexiones finales
Actualmente hablamos de infancia, niñez, pubertad, adolescencia, pero esta delimitación, así como la preocupación por el conocimiento de las características particulares de cada etapa, es relativamente reciente en la historia humana. A finales el siglo XVII, comienza a pensarse al niño como sujeto diferenciado del adulto -al menos en for ma sistemática – pero el estudio del psiqui smo infantil, se posterga hasta fines del siglo XIX. Pasados ya veinticinco años de la creación del Psicoanálisis Freud observó que el niño se estaba convir ti endo en su principal objeto de investi gación, como lo había sido el neurótico en sus comienzos. Hubiera sido posible pensar en la madre, en las cualidades necesarias, en su función, antes de estos desarrollos?
Bibliografía:
Freud, S. Obras Completas Madrid.1974 - “ El Aparato Psíquico y el Mundo Externo” - “Los Instintos y Sus Destinos” - “ Tres Ensayos para una Teoría Sexual” - “ La Elaboración Oníri ca” - “ Los Dos Pri ncipios del Acaecer Psíquico” - “ Prefacio para un li bro de August Ai chhorn” Winnicott D. W. La Famil ia y el D esarrollo del . Buenos Aires 1974 Individuo - Los Procesos de Maduración y el Ambi ente Fa- cilitador. Buenos Aires. 1996 - D epri vación y Delin cuencia. Buenos Aires. 1991
Kanner Leo En Defensa de las M adres . Buenos Aires 1974 * Traducción propuesta por el Lic Jorge Rodríguez en “Ver lo invisible” Por u na teoría de la dependencia (libro en prensa)
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Función maternay Sexuación masculina Raúl A. Yafar
V
eremos un aspecto crucial de la función materna, apli cado a los avatares de la sexuación masculinai. Nos adentrará en el tema de lo que Freud llamaba “degradación de la vida amorosa”, es decir, la falta de conjugación de las corrientes tierna y sensual en un mismo objeto - escisión entre la esposa y la prostituta -. El recorrido que hace el varón permite situar tres etapas: primero la vida sexual infantil ; luego la metamorfosis dela pubertad y, por últ imo, alguna forma de adultez . Intentaré pensar a part ir del Edipo masculino “tí pico” - como lo llama Lacan - y recién entonces preguntarme qué habrá sido lo que pudo haber ocurrido con la función de la madre para que se produzcan esta disociación amorosa. Para ello no alcanza tan sólo con los recursos freudianos, son imprescindibles otros autores. Por ejemplo, para ahondar en el primer tiempo del Edipo, D. W. Winnicott, con su exploración del medio ambiente materno, nos resulta fundamental; así como el S. Ferenczi del texto Sobre la confusión de lenguajes entre el adulto y el niño.ii I Pri mer momento del Edipo masculi no:
En Freud la corriente tierna es presupuesta en los inicios: el niño pequeño ama a su madre. Esa corriente va constituyéndose y, de a poco, la madre es reconocida como un objeto de amor. Conforme se constituye el Yo, con él llega el terreno del narcisismo y se va inaugurando la “persona” que es ese niño. Pero Freud no es tan ingenuo: explora una segunda faceta de los impulsos infantiles, la sexual. Tenemos allí lo que llama PredisposiciónPerverso-Polimorfa. Como vemos, todo está disponible sobre la madre. Pero es cierto que diferenciar la cuestión sexual de la amorosa en el ni ño es un tanto difícil. Lo que le acontece con la madre está bastante entremezclado. ¿Los niños aman a su madre o la necesitan? ¿La desean, la aman, la gozan? Cuando el bebé se apodera de la mama… ¿Es por necesidad, por amor, por deseo? ¿Es para gozar? A este estadio Ferenczi lo llamó lenguaje del erotismo tierno infanti l , lo cual conjuga ambas cosas en un mismo discurso: no se pierde la idea de que el niño es sede de la ternura, pero tampoco se niega la sexualidad infantil. Pero lo que él introduce es una di sti nción importantísima . Se discrimina el voltaje de la sexuali dad del ni ño del de un adulto: estas “cosas perversas” del niño… son muy otr a cosa que la sexuación adulta. ¿Cuál es el obstáculo posible?Importan en este contexto ciertos matices, porque lo que subyacees la cuesti ón del pasaje freudiano desde la t eoría del trauma hacia la t eoría de la “fantasía” . Freud descubre que los niños no están traumatizados porque fueron violados o malt ratados sino que tienen su propia producción sexual: es ésta la que los lleva a “mentir” edípicamente, por lo que el adulto ya no es responsable de los traumas. En el origen está la producción fantaseosa infantil.
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Ferenczi, en cambio, va a postular otra explicación: en el origen hay algo trau mático en sí mi smo por la confusión que se produ ce entr e a) el lenguaje eróti co-pasional del adult o en su confr on- taci ón con b) el lenguaje eróti co-tierno del niñ o . Si
no hay tal confusión… la sexualidad de la infancia permanece “protegida”.
O sea, él hace un extraño sincretismo de ambas teorí as, por el cual no se tratarí a de que hay niños inocentes y adultos violentos que los traumati zan, pero tampoco niños “perverso polimorfos” y adultos espontáneamente tentadores para su incipiente sexualidad, sino que se trat a de lenguaj esdi - ferenciablesdentro de los tipos mi smos del erot ismo.
No es el mismo voltaje el sexual infantil y el adulto y, en el choque entre ambos erotismos, es que se produce lo t raumático. No en el hecho violatorio en sí; sino el tropiezo, el quantum diferen- ciable entre ambos. Los tres modos que tiene el adulto de confundir los lenguajes son: a) diri gir una seducción erotizada, franca o solapada, sobre la criatura; b) dirigirle una agresividad adulta, competitiva, digna de un par y no pertinente con un niño y c) lo que Ferenczi ll ama magistr almente “terrorismo del sufri mi ento”, cuando algún progenitor toma de confidente de sus penurias a un pequeño que no ti ene elementos para asimilar sufrimientos de una intensidad que le es ajena. ¿Qué nos aporta Winnicott? Para empezar la distinción entre la madre-objeto y la madre-m edio ambiente. La primera es la poseedora del seno; la segunda está en relación al holding , al sostenimiento. Propiamente no es una “madre”, sino un ámbi to “mat ern oso-maternizante” . Es el ámbito que incluye también a todos los que contribuyen para que las potencialidades del niño sean posibles. Todo es madre-medio ambiente, no es un mero objeto puntual recortado sino un verdadero clima de cuidados. Una atmósfera. Entonces tenemos en el primer m omento l a se- xuali dad inf anti l, lo que Freud llama “predisposi- ción-perverso-pol imorfa”, lo que Ferenczi denomin a eroti smo ti ern o, lo que Wi nni cott nombra como medio ambiente materno facilitador - del j uego in- fantil-. Segun do moment o del Edipo masculino:
Aquí acontece un reforzamiento , nos dice Freud, de la corr iente sensual : ésta recibe un despliegue completamente diferente con el desarrollo de los caracteres sexuales secundarios, que están biológicamente determinados. Pero además, des- taquemos que todo esto ocurre con un “volt aje” que ya no tiene nada de ti erno, que busca la in ici ación sexual i nmi nente. Hay una fuerte tr ansformación
del carácter pulsional.
Mientras tanto, por el contrario, lo que pasa con la corri ente ti ern a -en senti do freudiano- es que sigue un destino asint ótico de desapari ción. Ese
avatar es inevitable en la relación del hijo varón con su madre. El adolescente retorna cada vez
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menos a casa, la madre cada vez le incordia más la paciencia con sus cuidados. La corriente tierna en el hombre va languideciendo . El problema central pasa a ser que en la adolescencia la corriente sensual viene al galope. Entonces allí debería llegar, en respuesta a ese recrudecimiento, una interdicción paterna, una le- el pagalidad. La prohibición, entonces, escindirá quete confuso de amor y deseo originarios infantiles: la corr iente tierna se separa y se exti ngue; la corriente sensual recrudece, pero se desvía, lejana de la madre, gracias a una instancia separadora.
conjugación con el amor una contingencia poste- rior a que 2) el deseo se eyecte solitario fuera del lazo amoroso porque esa conjugación se revela insoportable. ¿Qué habrá pasado en las prim eras fases para que, al concluir la sexuación, se presente tal tormentosa escisión?
demasiado ardiente; pronunció palabras excesivas; observó o mostró lo que no se debió ver… todos gestos donde el voltaje sensual, en el senti do de sexualidad adulta, emanó un color di ferente, pues bien, allíqueda la cuestión i mantada.
O, dicho en otros térmi nos, donde traspasó los lí mites la madre, no consti tuyendo hol ding, sino Una forma de dar cuenta de lo ocurrido, según “recalentando” y “recalentándose” ella misma, el vimos a partir de Ferenczi, es pensar que se pro- niño queda realmente golpeado, traum ado, arr a- duce una confusión de in tensidades discur sivas en el sado . No hace falta que sea herido o manoseado momento ini cial . Conviene recordar que el niño efectivamente, sin o de una acti tu d pasional de la está instalado en el lenguaje de la t ern ura y que madre sobre el ni ñ o que lo supera, confun di é ndolo. éste se contrapone al de la sensuali dad adult a . Si la sexualidad protegida - ensoñada - que se La prohibición establece un corte metafórico , ¿Cuál es la diferencia? La diferencia es que, en el desplegaba en el juego se obstruye, lo que va defundante de un borde, que aleja al varón de su adulto, hay elementos que no están en el niño: cantando es un niño acosado por una madre y lo lanzará a una serie metoními ca de mu- uno de ellos es, por ejemplo, la culpa superyoi ca . madre=mujer. Ella no es la esperable madre-me- jeres. Este es el desti no de la relación sensual del El niño está protegido de ella, es impune… dio-ambiente, la del discurso protector; sino que hombre con la mujer originaria, es decir, ser sus- porque puede fantasear lo que se lo ocurr a, puede es una hembra, con sus “rollos” femeninos, que titui da por una serie. jugar a lo que quiera, puede imaginar que masacra inevitablemente poseen una intensidad que al al padre y se acuesta con la madre, ent reteje t extos niño lo sobrexcita. Por supuesto que la madre queda allí soste- en su mente y despliega toda esta imaginería en su niéndose en estado virtual, pero en lo mani- novela fami li ar . La última cuestión es que el niño allí queda fiesto…progresivamente desaparece en el infinito. aparentemente pasivo , pero gracias a una estrateEn resumidas cuentas el muchachito estáhecho un ¿Qué serí a sexualidad infanti l “ prot egida”? gia letal. Afirma Ferenczi que el niño para defenPues, que los padres no se confundan, que no derse del trauma desarrolla una robotización reo y le da “poca bola” a la fami li a . Se supone además que esto el padre lo ve con pongan en juego el lenguaje de la pasión, tron- Winni cott la llamará fal so self - . Resguarda, hacia buenos ojos. O por lo menos con una guiñada de chando esa figuración virtual. La madre no debe adentro, sin desplegarlo, interiorizándolo, su vercomplicidad viril cada tanto. El muchacho va in- seducir al niño, el padre no debe tomar al hijo dadero “sí mi smo” infantil - el verdadero self de gresando en la comunidad de los hombres. Sigue como si fuese un rival e intentar vencerlo a toda Winnicott - . Sobre este último se dispone como siendo un necesitado-enamorado solapado de su costa. No pueden t omarse el Edipo en serio, reali- cobertura una careta de pseudoniñ o objetalizada, madre, pero en los hechos desborda de intereses zando ese imaginario . El niño no se confunde que se ofrece para que la madre maniobre a su ansexuales exogámicos. nunca: son los padres quienes pueden o no con- tojo. Esto sella el trauma. fundir los lenguajes. Ésta es la innovación que plantea Ferenczi. Tercer mom ento de la sexu ación 2° fase: entonces supongamos que en la primera Tiene la inteligencia de decir que esto implica un fase tuvimos “confusión”, “seducción” y “fijación”. masculina: laberinto cruzado de lenguajes. Lo hace usando Arriba la pubertad y todo explota. Cuando se le reLo que se supone que debería ocurrir es que, términos descriptivos, que son los que disponía aviva la libido resurgela corri ente sensual como un después de los encuentros que jalonan la recién en su mano para decir algo trascendente. Me pa- tornado tormentoso, el (ahora) muchacho va exiniciada serie de mujeres, el muchacho al final se rece que lo que permite esta teoría es conciliar la perimentando las cosas a partir de otro voltaje. , entonces se produce gracias al arribo de idea de sexuali dad inf anti l con l a i dea de trauma Pero claro, subyacentemente tenemos un niño que enamore una nueva corriente ti erna - producida por el en- generado por el adul to . Pero este “trauma” no es experimentó en su primera infancia edípica un canto del objeto conquistado, es decir, la novia - algo realista: bastará con que algún adulto se “en- trauma “discursivo”: la sensual idad, entonces, se“re- una confluencia de las corr ientes. El conquistador marañe” y recargue con su potencial erótico-agre- aviva” en un t err eno muy desgastado, yermo, funda- queda conquistado por la conquistada. sivo la escena infantil, inmiscuyéndola en un mentalmente contaminado. Vuelve a pasar todo lo lenguaje de una vivacidad lesiva. mi smo que otr ora, pero aún más y más int ensificado. Por otro lado, además y en contraposición, se Señ alo que aquíhay dos cortesque hay qu e dife- Lacan avanza en este mismo sentido cuando supone que debería llegar la in terdicción paterna renciar en l a teoría muy n ítidamente: a) u na i nt er- di cción dur a, li sa y llana, de lo sensual en relación diceque el incesto plantea una doble interdi cción: sobre el objeto- madre . Pero pensemos qué tipo de a lo materno, es decir pr ohibi ción taxati va del i n- la primera —- másfreudiana —- es“no te acosta- padre inoperante suele haber en j uego… si allí ya cesto y b) otr a, en el seno mismo de la serie de en- rás con tu madre”, o sea, la prohibición de tener sabemos que se trató de una madre seductora, que cuentros metoními cos, con el nacim iento de una sexo con ella; pero la segunda, más novedosa, que se cree dueña de su hijo, está probablemente insanueva metáfora, es decir, el misterio del amor que incluye una crítica velada a Freud, interdicción tisfecha porque su vida sexual es pobre con su ll ama a la elección de objeto, haciendo mar ca en la que está másen l a línea de Ferenzci, es… “no rein- compañero. Ni que decir si además el padre tiene serie y conjugando las dos corrientes. Un cort e pro- tegrarás tu producto”. Esta es la más important e y en ese contexto, fama de torpe e inútil, etc. Entonces tenemos al muchachito fijado a la madre y rehíbe a la madre y el otr o legit ima l a elecci ón de la que más usual ment e fal la. Entonces revisamos la idea de que hubo un in- calentado por sus propias pulsiones, sumado a un amor en el seno del deseo. tenso deseo incestuoso infantil, aunque tampoco padre que no lo ha de “empujar” fuera de la casa. suponemos (pre-freudianamente) que han violentado a todos los ni ños, sino que pensamos que II El j oven no estáen condi ciones de instal ar un ha acontecido un suceso perturbador, que se sitúa cort e ent re el objeto-mu jer y la madr e ori gina- Revisemos entonces el primer momento del en una confusión a nivel del discurso. r i a, para qu e despué s se establ ezca l a m etoni mi a avatar edípico masculino, la operatividad de la de las muj eres, si no que hace una metoni mi a función materna. Allí está la clave del tema de la II I entre l a m adr e y la s otr as muj eres. Todas l as fé - degradación. mi nas pasan a ser u na m ezcla d e madr e y mu jer. Si, por un lado, tengo lo normativo - que acabo Retomo las tres etapas o fases en su t ropi ezo y de describir - y, por el otro, la degradación de la me encamino hacia un silogismo que postularé IV vida amorosa, deberé entender cómo se produce esencial: esta úl ti ma. No es lo mi smo que 1) el deseo -y su Antes de ir a la tercera y última fase, haré una inserie metonímica- sea el movimiento inicial y su 1° fase: allí donde la madre rozó con su mano cursión por la lógica. Algunas cuestiones de ese orden:
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a) A partir de la ecuación que iguala madre=mujer, se presentan consecuencias deletéreas fuert ísimas. La elaboración edípica iba a ser la opuesta: esperábamos un corte seco, nítido, implacable, que separara lo materno de la mujer. Si sobre el objeto femenino iba a recaer, al final del recorrido, la conjugación de las dos corrientes, al no producirse el corte…habrá de fracasar también el resultado del proceso. b) Allí donde la secuencia era: una fase de sos- : tenimiento y una secuencia de tr es submomentos
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es un mandamiento que “ordena” sin simbolizar el contenido - sin disolverlo ínsit o en el fundamento del sujeto -. Sólo se instala una distancia concreta, no una asunción. El resultado es lo que hay que marcar:
agrego, tr aum áti co - en que lo fu e ell a. Si con la m adr e (amada) no se puede tener sexo y todas las muj eres (am adas) son la m adr e, entonces, con las mujeres (amadas) no se puede tener sexo.
corte (prohibición del incesto) + serialidad (iniciación sexual) + conjugación (metáfora del amor)… todo se ha alterado. Obtengo un momento originario de confusión de lenguajessexuales y luego un desplazamiento sin corte, pues la
Por l o tanto tenemos la impotencia o la degradación de la vida amorosa. O bien, no se puede con ninguna… o bien no se puede con la que se ama —- por “rememorar”, estando en serie, a mamá ——. Por lo tanto, ¿tal vez se pueda con la serie ya ha empezado en l a madre mi sma, que se prostituta, que no tiene aparentemente nada de equipara a la muj er . Esto comportará, como deri- maternal y representa sólo un objeto sexual? Al vado fi nal, la degradación . menos…se puede intentarlo. Veamos ahora la secuencia normativizada. En c) La sumatoria de la confusión de lenguajes el holding el silogismo es otro: inicial y el no corte del incesto implica dos caras de una mi sma moneda, es decir, ni el seducido ni Si la ternu ra es lo m aterno por excelencia, la seductora han experimentado ni han de experiy t oda mu j er es t i erna con el ni ñ o en la mentar, obviamente, ninguna prohibición. La i nfanci a (es decir, n o hay confusión), confusión y la falta de prohi bición se coimpli can entonces, toda mu j er deviene exclu si vament e y se interfundamentan. Esto hace de lo ocurrido mat er nal para un ni ñ o. con y en el cuerpo de la madre el “patrón” de toda conducta erótica, en lugar de vaciar este objeto y En la pubertad se invi erte el sil ogismo inicial y consti tui rlo como la Cosa perdida. obtenemos este otro: Vamos a traducir tentativamente ahora a silogismos este desarrollo. Una inferencia silogística se compone de tres enunciados: si “tal” cosa ti ene “una” cualidad (premisa mayor) y “tal” otra se asemeja a la primera (premisa menor), entonces esta “otra” tiene también “esa” cualidad (conclusión). No es tarea sencilla pero intuimos una lógica de hierro en las alternativas del avance de la sexuación. El primer silogismo es el del inicio de la confusión de lenguajes:
Este suceso destroza el esquema normati vo. La madre juega aquí su sexo de mujer con el sujetoniño de un modo no consciente para él. De todos
Por lo tanto, si el incesto produce horror como mero sentimiento, porque ese saber de la prohibición no se ha instalado como verdad plena asumida-… ante la mujer amada se experimenta el mismo horror que acceder al goce de la madre. La solución “reparadora” de ese imposible acceso a la mujer es la Degradación de la Vida Amorosa, la prometedora carne-cuerpo sin alma de la mujer no amada. Es decir, la prostituta -o afines-. Ahora la fase que faltaba. V 3° Fase: el conflicto es con la madre real: es impreciso si fue una “madre” suficientemente buena o se le descarri ó algo de la “mujer”. El varón necesita que al m enos una m uj er sea “madre” para que él sepa con cortante nitidez metafóri caque el resto de las muj eres… son m uj eres. Esto es la prohibición del i ncesto. Como diceLevi Strauss: la prohi-
bición del incesto es una prescrip ción de la . Si al menos una está interdicta… eso exogamia
implica que todas las otrasson posibles. Decir “ no se puede con la madre” es decir que “con las otras Si hubo i nt erd i cci ón del acceso sexu al a la sí se puede”.
madre, y las muj eres son ahora di sti nt ivamente accesi bl es al sexo, entonces, por u n cli vaj e esencial , las muj eres (accesibles) no son la m adre (inaccesible).
La iniciación sexual es posible…con alguna mujer. Claro que en el fi nal del recorri do de la vida, ya viejo y con décadas de análisis, el sujeto puede, según Freud, “aceptar la representación del i ncesto Si la seducción y la pasión eróti ca para el en la madre”, sólo que esa sabiduría llega cuando ya ella no le importa. El silogismo de la madurez suj eto pr ovienen de la madr e y lo que defi ne a una mu j er es poder apasio- freudiana será: narse en tan to t al, entonces la m adr e del suj eto ha si do una mu j er para (y ant e) é l.
Premisa menor: si en la pubertad se puede iniciar la vidasexual, porquela mujer eslegítimamente… accesible , Conclusión: entonces, lasmujeres son como la madre, es decir, accesibl es según el m odo -
Si , al f i n y al cabo, las madr es tambi é n t i enen pulsiones y las muj eres se caracteri zan por t ener las, entonces mi madr e habrá si do un a m uj er como cualqui era.
Especialmente para mi padre, es decir, para Llegada la pubertad y encendida la sexualidad del él… o cualquier otro de sus compañeros. Por otro muchacho, se invierte este esquema: lado, absolutamente “disuelto” el Edipo y la prohi bición transformada en enunciación-pur a-en-loreprimido-primordial, ese saber “neutro” está Si las mu jeres son accesi bles en la pubert ad, y la m adre fue accesi ble (en t ant o muj er) en desprovi sto de todo regodeo sexual t raumáti co. En un resumen: los comi enzos, modos lo que lo sobreexci ta es“eso” que esla madre.
entonces, t odas las muj eres son l a m adre.
El silogismo esencial de la confusión de lenEsta conclusión la encuent ro universalmente en guajes: , diría Freud. Y lo diría escuchando el inconscient e todos los traumatizados que fueron semi-novios Premisa mayor: si la excitación pasional excesivahaprovenido delamadre,esdecir,ellafue de sus madres en la infancia. Pero ll ega la prohibición. Claro que ésta es un accesible en el sentido del erotismo adulto sepuro enunciado sin enunciación castrativa. Sólo xuado y
Si ninguna está efectivamente prohibida-interdicta y, por l o tanto, suficientemente “buena” y tierna, no se sabe cuál es la clase de las mujeres y
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cuál es la exceptuada o, en otros términos, cuál es la prohi bida para que todas lasotras sean posibles.
degradación. Presento al lector la semblanza de un varón en pareja que frecuenta objetos degradados Las muj eres son “l o madr e”, todas semi prohi bi- y diagramo l a dinámica de su vi da sexual:
das en cuanto al saber de la i nt erdi cción, t odas se- I) La eyección de lo sórd i do-i ncestuoso : si su mi velada y febri lm ent e accesibles, en cuanto a l a esposa, madre de sus hijos, con l a que mantiene la verdad -en el origen- de eso experi mentado.
Si todas las mujeres se confunden en un magma enloquecedor , donde todasson ( o parecen) más o menos madres, más o menos hembras deseables, se borronea lo posible y lo imposible. Y esto es desesperante para un hombre. El hombre necesita una madre bien prohibida, la “ buena”, la única que lo es, la única con la que no se hace “eso”, para poder funcionar de hombre con todas las otras que encuentre. Tan “malas” que podrá desearlas tranquilo. Y de algunas de ésas, a veces, hasta podrá enamorarse y descubrir que no sólo se puede amar a mamá. Esa es la resolución edípica. Pero si esto fall ó habráque re-i nventar a las “buenas y a las “ma las”. Las hadas bondadosas y mat ernal es en oposición a las brujas - di stint os gé - neros de divi ni dadesmalé fi cas -, aquellas que harán excit ar dol orosamente y, lu ego, sufr ir a l os hom- bres… las muy despreciabl es. Pero esa di vi sión es fr ágil . En una banda de M oebius espeluznante bas- tarácon: a) rasgar el entelado de la bondad matern a – o de la novia vi rgen - para ver que ell a t ambi é n l o “hacía” con papá- o peor, o con cual qui era de los ex - . b) descorrer el t elón de la muchedumbre feme- ni na para reencont rar una y ot ra vez a la madre en el inconsciente, como un a dolorosa empl omadur a mal é fi ca. Un infiern o de penumbr as provocadoras.
¿Qué quiere decir que habrá que re-inventar una distinción? 1) así como la madre en el primer momento debió dividirse en madre-objeto y madre-medio ambiente y eso no ocurrió. 2) así como la madre prohibida en el segundo momento debió separarse de la serie de las mujeres y esto tampoco ocurrió. 3) así en el fantasma habrán de redibujarse estas distinciones entre la esposa y la prostituta. Sólo que esta división se da ya en el terreno moralizado por el Superyó, mal edipizado, obsceno, feroz y febril mente repeti ti vo. Eso es la degradaci ón de la vida amorosa: si es- perábamos que se escin da, median te una int erdi c- ción, lo materno de las muj eres, para que luego se puedan reuni r el deseo y el am or en la conjugación, lo que hemos obtenido - al fal lar la t ram a edípica - es que se dividen el deseo y el amor para que no se aplasten la madre y la mujer, provocando el “con- fuso” horror de antañ o. VI
De allí derivan entonces mi s dos hi pótesis del movimiento del amor y del deseo que explican la
poseer v irilm ent e a aquell a que, en reali dad, se teme. La muj er sexuada t raumat i za, avergüenza, angustia, sobrepasa …
No se trata exclusivamente de encontrar que
det rás de la prostituta, en el inconsciente, está la
madre. A esta altura no debería sorprendernos. Se trata de otra cosa más brutal: una posición subj e-
corriente tierna, lo desea sexualmente, le hace revivir el voltaje de los dolorosos sentimientos que ti va en el hombre, hiper-angusti ado ante los reque- le traumatizaron con su madre, entonces con rimi entos de la sexuación. ella… no se puede . Es una madre seductora y Tan traumatizado por la sexualidad de su prohibida. La corriente sensual no se conjuga y madre, demasiado recostada sobre él en tempramigra divergentemente hacia otras… desesperada nas etapas, que no puede sostener relación alguna y obligatori a- mente. Ella se torna tan lasciva como con la mujer. la madre que lo sedujo - y no por fornicar con Ni la esposa ni la prostituta son mujeres subpapá, como supone Freud, porque eso serí a exclu- jetivadas, sólo se puede intentar reconsti tuir algo sivamente una sorpresa y un descubri miento -. de “la madre-medio ambiente” y “la madre ob jeto”, respectivamente, a través de esto tan doloSi la prostituta es tan despreciable es porque roso que es la escisión de las corrientes. sencillamente disfrutar con ella es incestuoso y La degradación es una restitución en un tesórdido, es un desplazamiento calenturiento que rreno donde la subjetividad del Otro-sexo no es descubre la fijación hacia la madre - lo que se des- experimentable. cubre en el inconsciente - y encubre una impotencia de base ante la mujer en general. El hombre expulsa el element o sórdido de la madre hacia el burdel y así lo controla febrilmente, impotente y resentido. Porque, al fi n y al cabo, vía una renegación, “todos” los hombres, es decir, universalmente, van de fiesta al burdel “a coger como… la Referencias puta madre”. i Extr aído y compendiado del capít ulo 16° de II) Reedi ción desplazada y par cial de la in ter- Fantasma en el borde de la neurosis , Raúl A. Yafar dicción: en la degradación de la vida amorosa lo - Ricardo Vergara Ediciones, 672 páginas -, a apaque sereconstr uye o repara esesta interdicción que recer en Noviembre del 2012. ii no hubo, el hombre tiene que reproducir alguna Ferenczi no utili za la palabra “discursos” pordistinción ya que, como entre la madre y la mujer que no es lacaniano, entonces dice “ lengua jes”, no hay ninguna diferencia, entonces ésta sere-i ns- pero nos habla de algo que indica una posible tituye entre la esposa y la puta. La esposa es una confusión en el seno mi smo… del punt o simbólico madre suficientemente buena, con la que sólo se del lazo amoroso . iii ti ene hij os, mientras la prosti tuta esla sede cautiva Freud cree que los niños son puritanos esy degradada de la sexualidad imposibili tada, aco- pontáneos, que odian la sexualidad de los padres, tada, febril, en el varón. Es un parche de una sen- a la que juzgan impura; Ferenczi cree que los pasualidad conjugada que se ha tornado imposibleiii . dres son puritanos insatisfechos y sórdidos que no dejan en paz a sus hijos. Vemos que entre madre y prostituta hay continui dad y desplazamiento - que es lo que Freud encuentra, dijimos, en el inconsciente - porque precisamente no hubo corte diferenciador. Cuando un hombre de estas características se acerca a una mujer deseable revive, por desplazamiento, o sea por metonimia, todos sus sentimientos más arcaicos: una mezcla de ardiente calentura sobreexcitante y amor desaforado. No puede unir su amor a la corri ente sensual y acercarse con deseo, no hay conjugación posible. Entonces é l quiere acercarse a la muchacha que le gusta, pero ell a es una mezcla de madr e seductora con hembra deseable y, al mi smo t iempo, ent erne- cedora. Lo que predomina es la cuestión de an-
gustia, pues se avecina la escena del trauma nuevamente. La conjugación de las dos corrientes es paradójicamente lo más insoportable.
Por lo general, además, la sexualidad toma un ti nte exacerbado y cruel, que incita la apari ción de un deseo que se muestra débil y esquivo. Se puede fantasear violencia con - y para - la mujer que resulta agradable, pues en la trama misma se está trat ando de alcanzar, con desesperación for zada,
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Bi bli ográfi cos pasantías o extensión {Honduras y Ecuador}. En cada uno de los capítulos, expertos locales desglosan las peculiaridades, infl uencias ini ciales y posteriores, líneas de pen447 págs. Ed. Paidós samientos y acción predominantes en los modos de América latina suele hacer psicología comuniser vista como un con- taria en Améri ca latina. junto de naciones que Es, en este sentido, una comparten una lengua y múltiple y heterogénea se comportan de manera historización de la disciparecida, asumiendo que plina que ha levantado la setr ata deun todo homo- bandera de la transformagéneo. Esta visión –tan es- ción social desde la gente tereotipada como en nuestra región. estereotipadora- ignora Las compiladoras de que existen cientos de len- este libro son investigadoguas y culturas que habi- ras académicas con una tan a lo largo y ancho de vasta experiencia, pioneras su vasto territorio. Así se en el ámbito de la psicoloinvi sibiliza nuestra diver- gía comunitaria centrada en la participación, l a considad. En contra de este em- ciencia y el carácter activo pobrecedor panorama, y transformador de todas hi stori as de la psicología las personas. Historiasdelapsicología comunitaria en América latina Participación y transformación Maritza Montero/ Irma Serrano-García
comun itaria de Amé rica latina reseña con detalle y
agudeza los pormenores de veinte experiencias nacionales que han auspiciado y definido el desarrollo de la psicología comunitaria en el subcontinente. El objetivo: registrar cómo se practica, se enseña y se investiga desde la psicología comunitaria de cada país. Esta obra incluye descripciones de programas de muchos años y sus transformaciones { el caso de Venezuela, Puerto Rico y Brasil }, programas recién instrumentados{ Paraguay y Perú }, o en los cuales las problemáticas de la psicología comunitaria se insertan en cursos con títulos de intervención psicosocial, en otras ramas de la psicol ogía o de la psicología social {Costa Rica, Cuba, Guatemala y Venezuela }, o solo a través de experiencias de
por el grupo de investi ga- plejo, muy difícil, apeEl planteo de Rodulfo ción en trabajo social de la lando- con algo de nostal- no implica solo una crítica Universidad de Antioquia gia- a tiempos pasados, a pensar todo como edí(Medellín, Colombia) Los supuestamente mejores… pico. Se cuestiona esepenanálisis presentados supe- Este nuevo libro de Ri- samiento sobre la base de ran el referente descrip- cardo Rodulfo se propone oposiciones binarias del tivo e instrumental y se esclarecer las transforma- tipo madre/padre, adentran en el núcleo sus- ciones en curso, yendo niños/adultos, amor/odio. No solo por ser inatantivo de una profesión más allá del marco famicreativa que asume los de- liar para descubrir y estu- propiadas, sino porque en safíos de la complejidad diar el cambio de nuestra los tiempos que corren ya actual. cultura en tanto que en se ha comenzado a eviEl presente trabajo in- ella se asientan y tienen denciar su precipi tada obtenta plantear algunas co- lugar estas relaciones. solescencia. No pretende Padrese hi jos muestra destronar al Edipo, sino nexiones entre identidad y especificidad profesional, que desmontar la intrin- reformularlo y correrlo y la cuesti ón de la auto- cada red de jerarquías en del lugar de principio exnomía del campo. Para cuyo centro el psicoanáli- pli cativo, quitarles laspreello, parte de la modalidad sis clásico puso al Padre en tensiones hegemónicas. parti cular que adquiere el un vacío caótico, sino que debate en torno a la rela- preludia nuevas configu- Otrosescritos ción agencia-estructura al raciones subjetivas. JacquesLacan En esta concepción, el 643 págs. Ed. Paidós interior del campo profesional, para desarrollar la juego entra en escena importancia de la cons- como una modalidad huNo-para-leer. Definitrucción de autonomía mana de relación, ajena a ción lacaniana del escrito. desde el enfoque de las te- las fijezas del tradicional Algo así como “cuidado orías de las profesiones, y registro del ser y provoca- con el perro” o “prohibido realizar algunas propues- tivamente resistente a los entr ar”. I ncluso, “ lasciate criterios establecidos ogni speranza”. Naturaleza, desafíos y tas para seguir avanzando. Las categorías de iden- sobre la ley y el orden, la Digamos que es un perspectivas contemporásalud mental y l a enferme- desafío, propuesto para neas de la intervención en tidad y de especificidad profesional son al mismo dad. tentar al deseo. trabajo social Padres e hij os culmina tiempo caras a la disciLacan resumía en una Autoresvarios Editorial Lumen plina y controversiales al con un detenido examen frase la lección de los Es246 págs. interior del campo. Las sobre la pérdida de vigen- critos:”el inconsciente es controversias se derivan cia de la oposición entre las de la incumbencia de la La problematización, en gran part e delas distin- perspecti vas del desarrollo lógica pura, dicho de otro la re-visitación y la visibi- tas posiciones existentes evolutivo y las de la pro- modo del significante”. lidad de algunas catego- frente al vi ejo confli cto de blemática estructural que Los otros escri tos enseñan rías del discurso del la relación entre agencia y marcó el rit mo del pensa- respecto del goce que él trabajo social, que hacen a estructura. Quienes asu- miento psicoanalítico en el también es de la incumsu naturaleza en América men una concepción más último medio siglo. bencia del significante, Presenta así una ma- pero en su unión con el latina, constituyen los ob- estructuralista dirán que jetivos de este texto. Cues- enfocar el “zoom” en el nera de pensar que de- viviente, que aquel se proti ones como intervención, campo profesional res- sarma el modo opositivo duce a partir de “manipuidentidad, especificidad, ponde a una perspectiva de teorizar por obras tan laciones” no genéticas construcción de conoci- endogenista, esto es, desli- diversas como las de D. sino lenguajeras que afecmiento, apuesta ética po- gada de los procesos so- Winnicott y J. Derrida : tan al viviente que habla, lítica, interdisciplinarie- cietales en que la una manera a examinar el mismo al que la lengua como suplementaria . traumatiza. dad, tensiones y desafíos profesión se inscribe de un campo disciplinar El diálogo intenso con Resulta de ello: que el en constante cons- truc- Padresehijos la filosofía contemporá- goce, cínico como tal, solo ción y deconstr ucción son RicardoRodulfo nea y con el conjunto del condesciende al deseo por corpus psicoanalítico, el vía del amor; que constitratadas por sus autores, 292 págs. Ed. Paidós libro apunta a padres tuye un obstáculo a cualen el marco del primer seminario internacional Se habla hoy de las re- educadores inquietos por quier programación de la “Intervención en trabajo laciones entre padres e la dirección que parece relación sexual; que, en social: perspectivas con- hijos como de algo que se estar tomando nuestro tanto femenino, repugna porvenir. lo universal y concuerda temporáneas” , organizado habría vuelto muy com-
con el infinito; que, en tanto fálico es “fueracuerpo”; además de otros teoremas hasta hoy inauditos en el psicoanálisis. No hallaremos el garante detodo ello en el genoma, cuyo desciframiento sin embargo promete nuevas bodas del significante con el viviente. Presentimos el acontecimiento del selfmade-man. Nosotros lo llamaremos: Lom del siglo XXI. Esta recopilación podrí a ser su vi ático. Al descifrarlo, nos las arreglaremos mejor con los síntomas desconocidos de mañana. La publicación de la presente compilación no se escribe en ningún “retorno de Lacan”. Es que así lo creemos, Lacan no se alejó. Está ahí. ¿Siempre actual, o definitivamente intempesti vo?Qui zás está él ahí al modo tan particular de “ la carta robada”. Sea como sea, veinte años después de su muerte, no hay quien finja, seriamente se entiende, que él ha sido superado en el psicoanálisis como sujeto supuesto saber. La recepción hecha a sus seminarios lo testimonia: son recibidos por los practicantes y por el público como libros de actualidad, no de otro tiempo. Sobre todo, no hay ortodoxia lacaniana. Hay, sí, lacanianos, los hay incluso en exceso. Lacan, por su part e, dijo dónde sit uaba su apuesta: “…el efecto que se proponga no es de comunicación de la palabra, sino de desplazamiento de discurso.
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¿Cualquiera puedeser madre? Andr ea V. González
materna seencontraran en el ejercicio de su maternidad con graves dificultada y el niño tendrá una salida compleja y perturbada. Oscar Wilde Cuando Lacan hace referencia a las madres dice que la madre genitora, no es un semblante. Existe uando leí que podía escribir sobre en Lacan una disyunción entre la reproducción, la función materna y que tal vez real, y la función de semblante simbólico. Esto peresto pudiese ser publicado pensé mite deducir que la función de la maternidad es bastante en que debo escribir para sustituible. En la modernidad muchas niñeras suno herir susceptibilidades. Ya que plen, lamentablemente o no, lo que una madre deen esta cultura la mayoría de lasmujereseligen, por bería poder desear hacer. Por otra parte nos alguna razón ser madres y las que no lo eligen, a mi encontramos que se reemplaza a las madres en la parecer, si bien todavía son la minorí a, son aquellas fantasía o incluso en la realidad. han podido desprenderse de mandatos culturales para poder llevar a cabo otros deseos que no incluPara ser madre hay que tocar un punto nodal que yen la maternidad. Freud llamo Castración, que a diferencia del Edipo A algunaspacientesse leshacemuy difí cil, poder no es un mito. (Lacan. Subversión del sujeto y diaromper con este mandato cultural, el problema ra- léctica del deseo, escritos 2 pág. 800) Considero que dica fundamentalmente en que no es lo mismo de- una mujer para poder ser madre, es decir cumplir sear tener un hijo que querer tenerlo porque es así esa función debe haber pasado ella misma por la cascomo lo impone de una manera solapada nuestra tración debe poder haber llegado en su niñez a la cultura. Que una mujer pueda separar su deseo de ecuación a la cual Freud hacía referencia Niño =Falo. los mandatos o lo que se espera de ellas, o tal vez Si esto no sucede, en mi opinión no podrá llevar a que una mujer pueda reconocer sus limitaciones a cabo el ejercicio de la Función Materna eso no la hora de elegir ser o no ser me parece un acto de quiere decir que no pueda tener hijos. Puede tener inteligencia de y gran elaboración psíquica. hijos pero su maternidad estará obstaculizada por no haber pasado por esta etapa constitutiva para la Intentare remitir mi escrito basado en mi for- estructura psíquicade cualquier niño. Esa mujer que mación profesional pero también inclui ré mi ob- en algún momento fue niña y no paso por esta etapa servación en mi práctica clínica a través de tantos quedara falta de algo fundamental para ejercer la años de escuchar “ madres”. maternidad. Quedara falta de un significante que ¿Cualquier mujer puede tener hijos? hace que se pueda ejercer una función: la Función La respuesta es sí. Materna. Entonces es probable que esa mujer cuando anhele tener un niño en vez de alojar a ese ¿Cualquier mujer puede ser madre? niño como sujeto en su deseo, lo más probable es La respuesta es defi nitivamente no. que funcione como tapón de esa falta. Pero la falta a la cual me remito en esta ocasión es a la falta de un Empecemos a plantear que significa ser madre. significante primordial como lo es el significante del Se madre implicapoder ejercer una función psí- Nombre del Padre. Una mujer no puede ser madre si quica que no toda mujer tiene. en su estructura psíquica no se encuentra el signifiUna función es algo que tiene que ver con una cante del Nombre del Padre. Porque para poder funentrada, una serie de movimientos a partir de esa cionar como madre se requiere de este significante entrada y una salida. en la estructura. El significante del Nombre del Padre se requiere previamente en la estructura psíquica de esa mujer que quiere tener un hijo para que esta pueda ejercer su Función Materna. “Los ni ñ os comi enzan por amar a l os padres. Cuando ya han crecido, los juzgan, y, al gunas veces, hasta los perdonan.”
C
Si lo pensamos de esta manera, esa mujer que desea ser madre debe al menos desearlo. Para poder darle una entrada a ese niño. Luego deberá poder cumplir una función. Y de acuerdo como la haya cumplido será la salida de ese niño. Las mujeres que no pueden cumplir la función
Freud en su obra ha construido y analizado una estructura en donde reparte las funciones. Hay función Paterna y hay Función Materna. Ambasdeberían funcionar en conjunto, si esto no sucede la salida de ese niño por el pasaje del Edipo será distinta a la salida de un niño que si paso por esta estructura, en tanto esa mujer como madre tiene el significante del Nombre del padre y para que esto suceda tuvo que haber atravesado la castración en su niñez. El aparato psíquico es una estr uctura con distintos significantes que covarían entre si y que dentro de ésta hay significantes fundamentalespara la consti tución del aparato psíquico deese niño que ha de advenir. Esos significantes son el Deseo de la Madre, el significante del Nombre del Padre, el significante del Ideal y el niño, en relación a la con junción de estos significantes, se abre el juego en la estructura. Las cartas empiezan a ser jugadas, dependerá como juega cada adulto esas cartas la salida de ese niño. La salida en tanto se constituya como sujeto o como objeto. Así tenemos una madre que tal vez podríamos
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pensarla como objeto, sea de amor, de deseo o de goce, objeto que ese niño o mejor dicho objeto que esa madre debe perder y ese niño también, ahí advendra La Función paterna portadora de la interdicción. Cito a Lacan: .... “La madre por la cual la palabra se trasmite, es reducida a trasmitir, ese nombre (nom) por un no (non), justo el no que dice el padre, lo que nos introduce en el terreno de la negación (...) “ El desfiladero del significante por el que pasa al ejercicio de ese algo que es el amor, es precisamente ese nombre del padre, que sólo es no a nivel del decir y que se amoneda por la voz de la madre, en el decir no de cierto número de prohibiciones. Esto en el feliz caso, aquél donde la madre quiere con su pequeña cabeza proferir algunos cabeceos (....) La perdi da de lo que se soportarí a en la dimensión del amor a ese nombre del padre, se susti tuye una función que es nombrar para,“ser nombrado para algo”, he aquí lo que despunta en un orden que se ve efectivamente sustituir al nombre del padre. Salvo que aquí la madre se basta por si sóla para designar su proyecto, para efectuar su trazado, para indicar su camino. Es preferible que antes pase lo que tiene que ver con el nombre del padre, y la dimensión del amor. .”(J. Lacan, Seminario 21, inédito, versión E.F.B.A., clase del 19-3-74) Lacan y su más allá de la madre.
Lacan hace un giro y allí en donde el pos freudiano había puesto a la madre del amor, por sobre todo, Lacan puso a la mujer. Y para Laca la mujer fue primero la mujer del padre, la que el mismo Lacan inscribe en su escritura de la Metáfora Paterna, y así retorna a un Edipo freudiano, me animaría a decir distinto, en términos de lenguaje. Distinto porque el viraje que da Lacan es que fue mas allá del Edipo, en ese mas allá es en donde situara a la mujer barrada, la mujer no –toda, ocupada del hombre o del niño en este caso. La importancia de las marcas de una madre se escuchaa diario en la clínica. Dentro de cadaadulto hay un niño interior que quiere ser escuchado y atendido, el sujeto quiera o no vuelve a su infancia, a sus primerosobjetos, alo que lo constituyo, lo que lo marco. En la queja de los pacientes, en un comienzo la madre está convocada sin falta, inscripta en el corazón de los recuerdos, ya que es de esta manera la primera forma que toma la palabra bajo transferencia. El confli cto, por lo general r adica entre la madre
de quien hablamos y la madre que habla, la distancia es larga y a veces dolorosa para el paciente. La primera es objeto. La segunda es sujeto. Y el paciente sufre cuando descubre que su madre es su jeto, porque en ese descubrimiento, descubre, valga la redundancia la castración. La Madre no toda. Citando a Collette Soler en su libro “Lo que Lacan dijo de la mujeres” “…el problema consiste en comprender en cada caso “por cuales caminos pasan los fantasmas para ir de la madre al hijo”( Lacan, “Juventud de Guide”, escri tos 2 pag.730) ya que no podemos dudar de que los fantasmas que ella suscita deben algo a su propia subjetividad, a su falta y su manera de taponarl a”. Una madre deja su discurso impregnado en ese niño. Ese discurso a su vez estará determinado por su subjetividad, por como ella haya hecho el pasaje por su Edipo y por su castración. Esas palabras no solo dejan marcas en ese niño sino que lo determinan. Una madre puede ser madre si su hijo antes de ser hijo es visto para esa madre como sujeto y no como objeto. Debe ser sujeto en el decir de esa madre y de ese padre. Una madre debe hacer de ese ser nacido, de ese viviente, un niño. Tarea que parece sencilla pero no lo es. Una madre debe poder convertir el llanto de un niño en un l lamado, debe poder decodificar ese llamado, debe poder darle tranquilidad, seguridad, bienestar emocional etc. Pero esto no se aprende. Esto está en la estructura psíquica de quien quiere ser madre o no esta. Si esta podrá ejercer la función de la maternidad sino lo esta el niño quedara como puro objeto y la salida será completamente diferente. Ubicar al niño en el discurso materno como sujeto y no como objeto implica hablar de la división del sujeto, la madre como Otro de ese niño designa la falta que funda el deseo y el objeto que responde en el fantasma. De que se t rata el amor de una madre a un hijo para el psicoanálisis.
El amor de una madre a un niño no está regulada por darle las necesidades que un niño necesita para la supervivencia. Si el niño queda en posición de objeto de esa madre entonces entrara en la línea de la supervivencia no la del vivenciar la cual yo la relaciono directamente con el deseo. El amor de una madre se vincula directamente con el deseo de esa
madre de dar. ¿Qué se da?Amor ¿qué es el amor? Enseñarle al niño que se da lo que no se tiene a alguien que no lo es. Eso lo hará desear, lo hará buscar, le provocara el entusiasmo que implica vivir. Hay que poder diferenciar que el deseo de hijo no es igual al anhelo de hijo. El deseo va más allá. El deseo de una madre en tanto que es distinto de su amor y que se tiene que entender como deseo sexuado, o dicho de otra manera como deseo de mujer. Una madre que pueda ejercer su función materna debepoder amar con su falta, y no queriendo taponarla con un hij o. Esto últi mo ocasiona muchas y complejaspatologías. Como refiere Collette Soler en el mismo libro anteriormente mencionado “… el niño busca el lugar propio de su ser y su ultima identificación: escruta, interroga al Otro materno, de manera cada vez más insistente porque espera encontrar ahí la clave de su “indecible y estúpida existencia” (Lacan, de una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de las psicosis” escritos 2 pág. 531) y la respuesta a la pregunta por lo que él es para el Otro. El amor en la misma medida que el deseo, empieza con la falta. Es por esta razón que Lacan insiste en la madre no-toda. No-toda para su hijo. Esto es lo que implica la metáfora paterna. Una madre no es toda para su hijo porque su aspiración fálica se divide entre el hombre y el hijo. Esto eslo que le permi tirá a ese hijo asumir su propio sexo y poder hacer con eso. DiceLacan: ... “El papel de la madre es el deseo de la madre. Esto escapital. El deseo de la madre no es algo que pueda soportarse tal cual, que pueda resultar indiferente. Siempre produce estragos. Es estar dentro de la boca del cocodrilo, eso es la madre. No se sabe que mosca puede llegar a picarle de repente, y va y cierra la boca. Eso es el deseo de la madre. Traté de explicar que había algo tranquilizador. (...) Hay un palo, de piedra por supuesto que está ahí en potencia, en la boca y eso lo contiene, lo traba. Es lo que se llama el falo. Es el palo que te protege si de repente, eso se cierra. (J. Lacan, Seminario 17, Ed. Paidós, clase 11-3-70.) ¿Que tiene que tener una madre para que pueda cumplir la Función Materna?
Solo me detendré dos cuestiones, hay mas, pero
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