Anatomía y Fisiología. Tema 4: Anatomía y Fisiología de la Piel. Jorge Martínez Fraga. Fraga. Nivel: Medio • Educación Secundaria - C.F.G. Superior • 31 de octubre de 2011
Anatomía y Fisiología Humanas Básicas
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Contenido Co ntenido
El órga no no cutáneo. Introducción Introducción a la anatomía y fisiología de la piel.
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Anatomía de la piel.
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Introducción.
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Anatomía de la epidermis.
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Queratinocitos.
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Melanocitos.
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Células de Langerhans.
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Células de Merkel.
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Anatomía de la dermis.
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Características generales.
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Sustancia fundamental amorfa.
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Fibras dérmicas.
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Células de la dermis.
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Anatomía de la hipodermis.
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Anatomía de los anexos cutáneos.
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Características generales.
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Anatomía del pelo.
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Anatomía de la glándula sebácea.
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Anatomía de las glándulas sudoríparas.
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Anatomía y Fisiología Humanas Básicas Anatomía de las glándulas sudoríparas ecrinas.
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Anatomía de las glándulas sudoríparas apocrinas.
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Anatomía de las uñas.
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Vascularización de la piel.
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Inervación de la piel.
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Fisiología de la piel.
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Funciones de la piel.
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Fisiología de la epidermis.
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División celular y cinética de la epidermis.
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Diferenciación celular y queratogénesis.
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Fisiología del melanocito: melanogénesis.
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Fisiología de la dermis.
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Fisiología de la hipodermis.
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Fisiología de los anexos cutáneos.
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Fisiología del pelo.
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Fisiología de la glándula sebácea.
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Fisiología de la glándula sudorípara ecrina.
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Fisiología de la glándula sudorípara apocrina.
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El manto hidrolipídico de la piel.
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Permeabilidad cutánea.
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Permeabilidad y vías de penetración.
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Factores que afectan a la permeabilidad.
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Tipología cutánea.
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Envejecimiento cutáneo.
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Características generales.
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Cambios anatómicos y fisiológicos de la piel.
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Causas del envejecimiento.
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El órgano cutáneo. Anatomía y fisiología de la piel. piel. INTRODUCCIÓN A LA ANATOMÍA Y FISIOLOGÍA DE LA PIEL. La piel es un órgano de protección que recubre toda la superficie exterior de nuestro cuerpo. En un humano adulto, podemos estar hablando de alrededor de dos metros cuadrados y un peso de entre cuatro y cinco kilos. Su grosor es muy variable; rondara entre los 0,5 y los 4 milímetros en la mayor parte del cuerpo. Sin embargo, puede llegar a tener varios centímetros en zonas concretas (fundamentalmente, zonas con mucho roce), como la planta del pie. La piel es el principal sistema de protección de nuestro cuerpo, nos separa del exterior, evita que perdamos agua por transpiración o evaporación (ayuda a que no nos deshidratemos), ayuda a controlar nuestra temperatura corporal (gracias a cambios de flujo sanguíneo y a la emisión de sudor) y cumple otras importantes funciones que iremos detallando a lo largo del tema.
La piel y sus tejidos.
La superficie de la piel no es totalmente lisa, sino que presenta un microrrelieve, constituido por infinidad de pequeños pliegues. Por un lado, la piel presenta los grandes pliegues, pl iegues, visibles con facilidad y que envuelven las grandes articulaciones permitiendo su movilidad; se les denomina también pliegues articulares. Por otro lado existen pliegues que aparecen sobre pequeñas articulaciones, denominados pliegues articulares pequeños. Aparecen también alrededor de los orificios naturales o de estructuras como las uñas.5
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Tenemos por otro lado los pliegues musculares, debido a la presencia de músculos superficiales que mueven la piel, siendo los más característicos los de la cara (frente, ojos, etc.). Además, la piel presenta una serie de pliegues más pequeños, que deben ser visualizados con lupa para su correcto análisis y que constituyen la cuadrícula normal de la piel. Se trata de una serie de surcos y depresiones debido a la morfología de la unión dermoepidérmica (que como veremos forma las denominadas papilas dérmicas) y hablaremos de surcos interpapilares o por las diferentes ordenaciones de las fibras elásticas y colágenas de la dermis (en este caso hablamos de pliegues romboidales). Los surcos interpapilares son especialmente evidentes en las palmas de las manos y plantas de pies y constituyen las huellas dactilares (o dermatoglifos). Los pequeños surcos de la mayor parte de la piel conducen o desembocan a alguno de los diminutos orificios que forman parte de la piel. Los orificios de la piel están constituidos por tres tipos de estructuras fundamentalmente: las glándulas sebáceas, cuyo poro se abre a un pelo de mayor o meno tamaño (salvo en las palmas de las manos donde se abren directamente a la piel); las glándulas sudoríparas ecrinas, que se abren directamente a la piel; y las glándulas sudoríparas apocrinas, que se abren a un pelo, pero que son exclusivas de la zona axilar y anogenital. En la piel también podremos encontrar eminencias o elevaciones. Estas pueden ser transitorias (como ocurre con la derivada de la contracción del músculo erector del pelo, que nos pone los “pelos de gallina”) o permanentes. Los surcos naturales de la piel tienden a hacerse más ostensibles debido al proceso de envejecimiento (asociado a la pérdida de elasticidad y consistencia de los tejidos) y acabarán formando un último tipo de pliegues llamados pliegues seniles o arrugas. La piel se comporta como una cubierta elástica, es decir, puede ser distendida, de forma que, salvo que traspasemos su límite de elasticidad, recuperará su posición y forma original. A esto ayudan en parte los pliegues cutáneos y la composición de las fibras, sobre todo la fibras dérmicas. La piel presenta una gran capacidad de deformación ante fuerzas externas, volviendo a recuperar su estado original cuando cesan. Esta capacidad e ve bastante reducida en casos de deshidratación de la piel. A la vez, la piel ejerce una importante resistencia frente a traumatismos, como roces, arañazos, fricciones, etc. Se debe a la firmeza con la que están unidas las células de las capas superficiales de la piel (epidermis).
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Anatomía de la piel. Introducción.
La piel tiene una estructura compleja. Al realizar un corte transversal y analizar al microscopio podemos comprobar que la piel está constituida por tres estratos diferentes: •Epidermis: es una capa de tejido epitelial, homogénea. Es la capa más externa y la única que está en contacto directo con el exterior. •Dermis: sirve de soporte a la epidermis. Se trata de una capa de tejido conjuntivo laxo. •Hipodermis : muchos autores no la consideran una capa de la piel. Separa la piel del tejido subyacente, es decir, del hueso o del músculo. Está constituida por el tejido adiposo subcutáneo. Además, atravesando la epidermis e instaurados en la dermis (en ocasiones incluso en la hipodermis) se encuentran los anexos cutáneos, es decir, estructuras derivadas del tejido epitelial que cumplen variadas funciones. Los anexos más importantes son las glándulas, los pelos y la uñas.
Corte transversal de la piel.
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Anatomía de la epidermis.
La epidermis es la capa más externa de la piel y por lo tanto, la que está a la vista, en contacto con el exterior. Está constituida por un epitelio estratificado plano y queratinizado (o cornificado) en sus capas más externas; al fin y al cabo, debe tener una cierta dureza y consistencia, ya que es la primera barrera frente a las agresiones exteriores. Su grosor es muy variable, pudiendo tener menos de 0,1 milímetros en algunas zonas de piel fina, como los párpados, o más de 1,5 milímetros en las plantas de los pies. Como se trata de un tejido epitelial, no tiene irrigación propia (es avascular), nutriéndose por difusión a partir de la dermis. Apenas posee terminaciones nerviosas; la sensibilidad de la piel se encuentra mayoritariamente en la dermis Embriológicamente, la epidermis deriva de la capa ectodérmica (la misma capa que formará, además el sistema nervioso). Para comprender el funcionamiento de la epidermis, debemos analizar su estructura y sus tipos celulares más importantes. Queratinocitos.
Son las células más características de la epidermis, constituyendo más del 90 % del tejido. Son las células puramente epiteliales que constituyen el epitelio estratificado; este recibe la calificación de plano por las capas superiores, constituidas por células planas (que además están altamente queratinizadas), aunque en sus estratos inferiores tienen formas más bien cubioideas o cilíndricas. Se denominan queratinocitos porque, a lo largo de su crecimiento, partiendo de la base del epitelio de la que surgen y siendo empujadas hacia estratos superiores por el crecimiento de nueva células, se van cargando de queratina; esta es una proteína fibrilar de la familia de los filamentos intermedios encargada de aportar dureza y rigidez; es la causante de que las últimas capas de la epidermis sean mucho más duras. Por lo tanto, podremos estudiar la epidermis como un tejido epitelial formado por una serie de capas o estratos, por los cuales van pasando las células desde que son formadas, por mitosis, en los estratos inferiores (limítrofes con la membrana basal y la dermis) hasta que llegan a la parte superior del epitelio (empujadas por nuevas células formadas en estratos inferiores). Por esto decimos que la piel es un tejido en renovación continua. Comencemos a estudiar las capas de la epidermis, comenzando por las capas inferiores.
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•Estrato Basal : se denomina también estrato germinativo o proliferativo. Está constituido por una hilera de células de morfología poligonal, cúbica o ligeramente cilíndrica y que se encuentran en división continua. Son las únicas células de la epidermis que se dividen, originando dos células hijas; una se quedará formando parte del estrato basal y otra pasará a formar parte del estrato superior, empujando hacia arriba a las células de las capas superiores. Las células basales se encuentran íntimamente unidas entre si (mediante desmosomas) y a la membrana basal (mediante hemidesmosomas). •Estrato Espinoso : también denominado de Malpighi. Constituido por entre 5 y 10 capas de células poligonales, cuya morfología, inicialmente cúbica, se va aplanando según ascendemos por el estrato. Los queratinocitos están conectados por multitud de desmosomas; estos le dan, al ser observadas al microscopio óptico, un aspecto poseer espinas superficiales que le dan nombre. Los desmosomas hacen que el estrato esté muy cohesionado. Las células comienzan a fabricar sustancias cementantes (irán a parar al espacio intercelular, haciendo de cemento) que se acumulan en gránulos visibles al microscopio electrónico denominados corpúsculos de Odland.
Células del estrato espinoso.
•Estrato Granular : o granuloso. Formado por entre 2 y 5 capas de células de aspecto aplanado, cuyo rasgo más significativo es la acumulación en el citoplasma de gránulos gruesos y de forma irregular. Estos granos están repletos de queratohialina, uno de los componentes de la queratina. Los gránulos de sustancias cementantes, que habían comenzado a aparecer en el estrato espinoso, son aquí más abundantes y liberan al exterior su contenido (rico en glucolípidos y esteroles). Las células comienzan a presentar abundante queratina en su citoplasma y sus componentes celulares, sobre todo mitocondrias y retículo, comienza a desaparecer. Finalmente, acabará deteriorándose y despareciendo también el núcleo. 9
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•Estrato Lúcido: aparece solo en zonas de epidermis muy gruesa, como palmas de manos o plantas de pies. Constituido por unas pocas capas de células, muy aplanadas y de coloración blanquecina, muy apretadas entre si, carentes ya de núcleo y la mayor parte de los orgánulos (y por lo tanto, muertas). Están, eso si, cargadas de queratina. No está claro que sea un estrato real y muchos autores lo interpretan como un artificio que aparece al realizar las preparaciones histológicas. •Estrato Córneo: su grosor y su número de capas de células son muy variables dependiendo de la zona de piel, aunque siempre muy numerosos. Las células poseen pocos desmosomas en las partes inferiores del estrato córneo y estos serán tanto más escasos cuanto más ascendamos por el mismo; de este modo, en las capas superficiales, al haber pocos desmosomas, las células están sueltas, aisladas y se desprenden de este modo, sin formar grandes escamas de piel. Las células del estrato córneo carecen de núcleo y solo presentan restos de orgánulos en el citoplasma; todo él está cubierto por filamentos de queratina. La membrana celular se encuentra engrosada y cubierta en su cara interna por glucolípidos. El espacio intercelular es rico en lípidos cementantes que mantienen una cierta cohesión. Las células van sufriendo esta evolución según van siendo empujadas a la superficie, donde se van desprendiendo de forma continua mediante un proceso de descamación. A esta zona de descamación algunos autores los denominan estrato descamativo. También hay quien distingue en el estrato córneo dos zonas en función de la cohesión que presentan las células, el estrato compacto (o compactum) en las zonas más profundas y el estrato disjunto (o disjuntum) en las zonas más superficiales.
Estratos de la epidermis. 10
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Como ya hemos indicado los queratinocitos se unen firmemente entre si, sobre todo en las capas inferiores, mediante uniones denominadas desmosomas. En los desmosomas están implicados los citoesqueletos de las dos células, las dos membranas y unas proteínas presentes en el espacio intercelular e intracelular que aseguran la unión de las dos células. En las células basales se forman hemidesmosomas, que son estructuras similares, pero que en este caso anclan a la célula a la membrana basal (encargada de sujetar y nutrir al epitelio). Cuando los desmosomas no se desintegran correctamente en las partes superiores de la epidermis, se ocasionarán descamaciones irregulares (como ocurre, por ejemplo, en la psoriasis o en la caspa).
Esquema de la epidermis.
Los lípidos cementantes presentes entre las células son muy importantes para mantener las propiedades de la epidermis, sobre todo su cohesión y su impermeabilidad. A esto último también contribuye la tendencia de las células a cargarse de queratina. Melanocitos.
El color de la piel se debe a tres factores básico. Uno es la acumulación de carotenos, que aportan un color amarillo o anaranjado. Otro es la coloración rojiza debida al lecho vascular de la dermis (cuando aja el flujo sanguíneo, la piel se torna blanquecina). Y el tercero y más importante o característico es la presencia de un pigmento marrón, llamado melanina, que se acumula en los queratinocitos de la piel. Pero los queratinocitos carecen de la maquinaria
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celular necesaria para fabricar este pigmento; es fabricado por un grupo de células especiales denominados melanocitos. Embriológicamente los melanocitos no provienen del ectodermo (como ocurre con los queratinocitos), sino de la cresta neural. Se encuentran en la capa basal de la epidermis (aunque en ocasiones pueden aparecer e incluso acumularse en zonas superficiales de la dermis). Son células de morfología más o menos estrellada, con múltiples prolongaciones que se introducen en capas superiores de la epidermis; desde estas prolongaciones, los melanocitos ceden los melanosomas a los queratinocitos mediante un proceso denominada secreción citocrina. Los melanocitos no se unen al resto de células de la epidermis mediante desmosomas y permanecen en el estrato basal sin ascender a estratos superiores. Fabrican la melanina y la acumulan en unos gránulos denominados melanosomas. Son estos melanosomas los que son cedidos a los queratinocitos. Al proceso de fabricación de melanina se denomina melanogénesis. La melanina es el pigmento encargado de proteger la piel, sobre todo los estratos basales y la dermis, de la acción dañina de las radiaciones solares ultravioletas. Los melanocitos suponen entre una de cada cuatro y una de cada diez células basales, dependiendo de la región del cuerpo, siendo más numerosos en las mejillas, frente y áreas nasal, oral y genital. El número de melanocitos es similar en todas las razas humanas, variando de unos a otros la capacidad de los mismos para fabricar melanina en condiciones determinadas de luz, así como el tamaño de los melanosomas (es decir, los individuos de raza negra no tienen muchos más melanosomas, sin embargo, en determinadas condiciones de luz, fabrican más melanina, más melanosomas y melanosomas más grandes).
Esquema de un melanocito ubicado en el estrato basal.
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Células de Langerhans.
Están presentes por toda la epidermis, aunque no son especialmente frecuentes. Tienden a aparecer con más frecuencia en capas altas del estrato espinoso. Su morfología es estrellada o dendrítica, con prolongaciones que se extienden entre los queratinocitos. No se unen al resto de células mediante desmosomas. Tienen en el citoplasma unos gránulos característicos, con forma de bastón, denominados gránulos vermiformes o de Birbeck. Estas células forman parte del sistema inmunológico, constituyendo el componente más exterior del mismo, es decir, los primeros que localizan un invasor y avisan si algún cuerpo extraño ha entrado en contacto con la epidermis. Participan en el inicio de las reacciones de la alergia del contacto. Pueden también encontrarse células de Langerhans en algunas zonas epiteliales de los anexos cutáneos (a los que nos referiremos luego), como glándulas sebáceas, sudoríparas ecrinas o folículos pilosos. Tienen cierta capacidad de desplazamiento (por eso no están anclados con desmosomas) por diferentes partes de la piel; cuando detectan algún invasor y son activados por este, deben ponerse en contacto con otras células defensivas (sobre todo con linfocitos). Células de Merkel.
Aparecen en zonas basales de la epidermis, pero son muy escasas. Pueden unirse a las células vecinas mediante desmosomas, incluso pueden acumular algún melanosoma (procedente de melanocitos vecinos). Están relacionadas con el sistema nervioso, constituyen terminaciones nerviosas, considerándoselas, por lo tanto, responsables de la recepción nerviosa (sentido del tacto). No obstante, dado que son muy escasas, debe quedar claro que la recepción nerviosa epidérmica es muy poco importante (la mayor parte del sentido del tacto se encuentra en la dermis). Anatomía de la dermis. Características generales.
La dermis es la parte interna de la piel, que se encuentra por debajo de la epidermis. Se trata de una zona de tejido conjuntivo laxo, cuyo grosor medio es de entre uno y dos milímetros, existiendo zonas más delgadas (como los párpados, donde su grosor es menor de 0,6 milímetros) y zonas más gruesas (como las palmas de manos y plantas de pies, donde su grosor pueden superar los 3 milímetros). La separación entre la dermis y la hipodermis no 13
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forma una línea o barrera definida y neta (como ocurre con la epidermis), sino que es una transición, un cambio progresivo. Se une a la epidermis por medio de la membrana basal; esta es una membrana fibro–protéica que une firmemente ambos tejidos, los comunica, permite el aso de sustancias de uno a otro, tanto de la dermis a la epidermis (nutrientes, por ejemplo) como de la epidermis a la dermis (sustancias de desecho, mensajeros, etc.). La unión entre la epidermis y la dermis no es lisa, sino que tiene una serie de ondulaciones, entrantes y salientes, denominados papilas dérmicas. Éstas, por un lado, aumentan la superficie de contacto entre ambos tejidos (mejorando, por ejemplo, todo lo referente a sensibilidad o intercambio de productos) y además evitan que la epidermis se desplace linealmente sobre la dermis. El tejido conjuntivo que forma la dermis es una auténtica estructura fibrilar y esponjosa. Posee multitud de fibras para darle firmeza y elasticidad a la piel, así como sustancias capaces de retener agua, transformando la sustancia fundamental amorfa en una especie de gel, de líquido acuoso denso que actúa como almohadillado. Embriológicamente la dermis deriva del capa embrionaria denominada mesodermo. En la dermis podemos diferenciar dos grandes zonas (aunque no están netamente separadas), una zona superior denominada dermis papilar y una zona inferior denominada dermis reticular. La dermis papilar es la zona dérmica en contacto con las papilas dérmicas (de ahí su nombre). Es un tejido conjuntivo más laxo, con haces de colágeno finos. Aparecen multitud de vasos sanguíneos que nutren la epidermis por difusión. Las células dérmicas son más abundantes. La dermis reticular es la parte inferior, de mayor tamaño y se une o se difumina con la hipodermis. Se trata de un tejido conjuntivo más denso, con redes de colágeno más gruesas y densas, colocadas principalmente de forma paralela a la epidermis. En algunas zonas del cuerpo, bajo la dermis reticular, encontramos una capa muscular. En los humanos, esta capa muscular es especialmente importante en la cara, donde se encuentran los músculos de la mímica (permite movimientos superficiales de la piel). Vamos a analizar los componentes de la dermis.
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Sustancia fundamental amorfa.
Está cargada de sustancias con capacidad de retener agua. La más habitual, proteínas unidas a mucopolisacáridos ácidos (cadenas especiales de azúcares siendo los más importantes los glucosaminoglicanos), formando lo que se denomina proteoglicanos (de los que ya hemos hablado). El resultado es un gel acuoso, denso. Fibras dérmicas.
Analicemos las fibras dérmicas más importantes: •Colágeno: es la proteína fibrosa más importante de la dermis, pudiendo constituir hasta el 75 % de su peso seco. Ofrece a la piel resistencia frente a traumatismos físicos y limita el grado de tensión de la misma. Constituye el auténtico armazón, es el que le da a la dermis una auténtica consistencia sólida. El colágeno es fabricado por los fibroblastos. Realmente estos fabrican una estructura de menor tamaño, formada por el trenzado de unas fibras protéicas helicoidales llamado procolágeno, rico en los aminoácidos prolina, hidroxiprolina glicina; el procolágeno es fabricado en el retículo endoplásmico rugoso y enviado al exterior por el aparato de Golgi. En el exterior de la célula se modifica, formando el tropocolágeno, que se polimeriza (se unen muchas fibras de tropocolágeno unas con otras), formando el colágeno. El colágeno así formado es una proteína fibrilar de gran tamaño, visibles al microscopio óptico. •Elastina : se trata de una proteína fibrilar de propiedades elásticas (como su nombre indica). Suelen ser de menor tamaño que las fibras de colágeno y se acumulan principalmente en zonas de la dermis reticular. Son capaces de estirarse y recuperar su posición inicial. Facilitan que, tras un estiramiento, la piel recupere su posición normal. Su deterioro (con el paso de los años) provoca la aparición de elastosis. Son fabricados por los fibroblastos, de modo similar al del colágeno. •Fibras Reticulares (Reticulina) : son parte fundamental de las fibras de la membrana basal. Son fibras de menor diámetro que las colágenas, forman una red muy fina. Pueden encontrarse también en la dermis papilar, mezcladas o unidas, o prolongadas con los elementos que constituyen la membrana basal. No obstante, son escasas (normalmente menos del 1 % del total de fibras). Se incrementa su número durante procesos inflamatorios. Está formado por la unión de fibras finas de colágeno con una glucoproteína llamada fibronectina. Células de la dermis.
Analicemos los tipos celulares más importantes de la dermis: 15
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•Fibroblastos : constituyen el tipo celular más característico del tejido conjuntivo y por lo tanto de la dermis. Se les considera células fijas (no se mueven). Aparecen con más frecuencia en la dermis papilar. Poseen forma estrellada, con largas prolongaciones. Su función es fabricar y mantener en buen estado las fibras de la dermis y la sustancia fundamental amorfa. Resultan especialmente activos tras lesiones en la dermis o durante los procesos de cicatrización. • Macrófagos: células de mayor tamaño que los fibroblastos, de morfología esférica y núcleo arriñonado, que participan en la defensa del organismo. Su función es fagocitar las sustancias u organismos extraños que encuentren, microorganismos invasores desconocidos, etc. para dar aviso a las células fabricantes de anticuerpos. •Células Plasmáticas: células de pequeño tamaño, con un gran núcleo redondeado y abundante retículo endoplásmico rugoso. Derivan de los linfocitos y su función es fabricar anticuerpos. •Células Cebadas: células defensivas que responden a la presencia de anticuerpos con la secreción de sustancias inflamatorias o compuestos químicos que activan la respuesta inmunológica ante invasiones. •Adipocitos : aunque son más característicos de la hipodermis, pueden aparecer en estratos inferiores de la dermis o en la interfase dermo – hipodérmica.
Corte transversal de piel. Pueden observarse las fibras de colágeno, de color azulado, en la dermis. Los núcleos de esta zona corresponden, en su mayor par te, a fibroblastos.
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Anatomía de la hipodermis.
Es la continuación en profundidad de la dermis y está constituida por un tejido conjuntivo laxo. Sus fibras son, en general, más finas que en la dermis, aunque existen algunas zonas en las que se ancla firmemente por medio de estas a los tejidos subyacentes, por ejemplo en palmas de manos. Las fibras se continúan con las de la dermis y como ya indicamos no existen cambios bruscos entre ambos tejidos, sino más bien una transición. En la mayor parte de las zonas de la piel, la hipodermis acumula células de reserva de grasa (almacén de energía), los adipocitos (existen excepciones, por ejemplo la hipodermis de los párpados no los presenta). Estos adipocitos se disponen inmersos en una red de fibras; su función es acumular energía y constituir una barrera de protección, fundamentalmente protección térmica (esta es una de las razones por las que la hipodermis es un tejido muy vascularizado: los vasos sanguíneos de estas zonas pierden poco calor). La acumulación de adipocitos es variable, en función de la zona de piel de las características personales, apareciendo a nivel general un claro dimorfismo sexual: los hombres acumulan más adiposidad en el abdomen, las por encima del ombligo (patrón androide), mientras que las mujeres la acumulan por debajo del ombligo, en pelvis, nalgas y muslos (patrón ginecoide). Se especula sobre la posibilidad de que los adipocitos solo progresen en número hasta etapas muy tempranas de la vida (antes de la pubertad); a partir de este momento, todos los aumentos de volumen corporal asociados a aumento de la grasa, se basarían en un aumento de tamaño de los adipocitos existentes (y la disminución de volumen, con una disminución de tamaño), sin que el número global de estos se altere en mayor medida. El tejido fibroso separa a los adipocitos en grupos llamados lóbulos; y separa también a los lóbulos en grupos más pequeños denominados lobulillos. La grasa no solo sirve como reserva de energía; ya hablamos de su papel como protección térmica, a la que hay que añadir una cierta protección mecánica y un moldeador importante de la figura y fisonomía del individuo.
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Esquema general de la piel.
Anatomía de los anexos cutáneos. Características generales.
Los anexos cutáneos son estructuras especializadas de la piel, con diversas funciones. Todos ellos derivan de la epidermis, que sufre una invaginación dentro de la dermis (aunque sin perder contacto con la epidermis) y se especializan. Los anexos cutáneos más importantes y que vamos a estudiar son los pelos, las glándulas y las uñas. Anatomía del pelo.
Los pelos son un tipo de anexo cutáneo queratinizados, perteneciente al grupo de las faneras (dentro de las que se engloban las escamas de los peces o las plumas de las aves). Su morfología es filamentosa, alargada y flexible, aunque bastante resistente a la tracción. Se forman a partir de una invaginación de la epidermis en la dermis, ensanchada en su parte inferior y que se denomina folículo piloso. El pelo emerge perpendicularmente o, más comúnmente, de forma ligeramente oblicua al plano epidérmico. Está constituido por células epidérmicas cargadas de queratina, aplanadas y fuertemente empaquetadas, formando una estructura filamentosa y cilíndrica de sección circular o ligeramente elíptica. En el cuerpo existen pocas zonas no recubiertas de pelo y denominadas zonas glabras: palmas y plantas, lados de los dedos (tanto de manos como de pies), superficie lateral de los pies por debajo del tobillo, labios y semimucosas genitales (glande y prepucio en el pene, clítoris, labios menores y cara interna de los labios mayores en los genitales externos femeninos). El resto del cuerpo está cubierto de pelos, de mayor o menor tamaño. Algunos de gran tamaño, como los cabellos, en la cabeza (tenemos entre cien mil y ciento cincuenta mil cabellos), cuyo 18
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diámetro puede llegar a los 0,6 milímetros y su longitud superar el metro. Otros son casi imperceptibles o solo visibles con lupa y diámetros de grosor de 0,005 milímetros y longitudes de menos de un milímetro. Anatómicamente podemos diferenciar dos grandes tipos de pelo; por una parte está el lanugo, que recubre la piel del feto y que se pierde en los meses posteriores al nacimiento. Y el pelo terminal, que cubre el cuerpo sustituyendo al lanugo en los meses posteriores. Este pelo terminal, a su vez, resulta muy variable en cuanto a su morfología y distribución; ésta varía, además, en función del estado de desarrollo y madurez del individuo y del sexo, siendo una característica sexual secundaria. Incluso diferentes razas presentan pequeñas variaciones en esta distribución. Así, por un lado, tenemos los pelos largos y flexibles que aparecen en el cuero cabelludo, pubis y axilas (en ambos sexos), barba y bigote de los hombres; y una cierta cantidad en brazos y piernas, más abundantes en hombres que en mujeres. Por otro lado, están el pelo corto y rígido de las cejas, pestañas y vibrisas de la nariz y oído externo. Por último, teneos el pelo corporal fino, invisible, denominado vello (en algunas zonas aumenta su tamaño hasta transformarse en un pelo largo y flexible, como lo hemos indicado en brazos y piernas). La función original del pelo es el de protección, frente al sol, al frío y la deshidratación. En los seres humanos todas estas funciones están muy venidas a menos (nos cubrimos con ropas), aunque aun conservamos ciertas reminiscencias de sus funciones originales: cuando hace frío o ante situaciones de estrés, se nos erizan los pelos (piel de gallina). Como hemos visto, existe un claro dimorfismo sexual en la distribución del pelo, por lo que originalmente también supuso un sistema de identificación sexual. Además, parece demostrado que el pelo participa en la reparación de la piel, aportando células germinativas de su folículo ante situaciones de daños severos en la epidermis. También suponen parte del sistema sensorial de la piel (tienen asociados nervios). Y algunos tipos de vibrisas son importantes para la protección de estructuras delicadas: evitan que penetren pequeños objetos y contaminantes o agua en los ojos, nariz u oídos. Sin embargo, podemos decir que su función más importante hoy en día es meramente estética. Como ya hemos indicado, el pelo nace de una invaginación de la epidermis en la dermis denominada folículo piloso. Ahí se encuentra el nacimiento del pelo, comúnmente llamado raíz. Al pelo propiamente dicho le llamaremos tallo del pelo y al canal por el que emerge al exterior, conducto o infundíbulo piloso. El folículo piloso es una estructura cilíndrica con un abultamiento en la parte inferior denominado bulbo piloso. En ese bulbo piloso existe una invaginación de pequeño tamaño de 19
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tejido conjuntivo dérmico dentro del folículo que denominada papila capilar. En esta papila penetran vasos sanguíneos y nervios que nutren y dan sensibilidad al pelo respectivamente. Sobre la papila del pelo se encuentran un grupo de células germinativas, similares a las células basales del estrato basal de la epidermis, que se dividen de forma continua originando, con estas mitosis, células pilosas que empujan a las superiores, haciendo de esta forma crecer al pelo. A estas células germinales se les denomina matriz capilar. A diferencia de las células de la epidermis, las células de la matriz capilar no trabajan de forma continua, sino que pasan por periodos de trabajo (fase anágena del crecimiento) y fases de reposo, en las que el pelo deja de crecer, muere y acaba por desprenderse (fase telógena del crecimiento); entre ambas fases existe una interfase de transición, de paso entre el folículo en crecimiento y el folículo en reposo (fase catágena del crecimiento). Entre las células de la matriz se encuentran, además, melanocitos encargados de ceder melanina a las células que conformarán el pelo, aportando así la coloración del mismo. Las células de la matriz general el pelo que va creciendo y transformándose a lo largo del folículo piloso, pues las células van cargándose de queratina en su ascensión, formando la estructura final, dura pero flexible. A la zona del folículo donde tiene lugar la queratinización se le denomina zona queratóngena. El pelo generado por la matriz consta de tres grandes zonas. Una interior, delgada y presente solo en pelos gruesos, denominada médula. Alrededor de esta, otra capa de células de mayor tamaño, cargadas de queratina y granos de malanina, que constituyen el grueso del pelo y se denominan corteza o córtex. Recubriendo a la corteza se encuentra la cutícula, formada por células aplanadas y que constituyen la envuelta más exterior del pelo cuando este emerge a la superficie (forman una cubierta a modo de tejas de un tejado). La matriz también genera una serie de capas que rodean al pelo cuando se encuentra dentro del folículo y que se desprenden al exterior durante el proceso de crecimiento del pelo; constituyen una vaina denominada vaina radicular interna y a su vez está formada por tres capas: la cutícula de la vaina radicular interna, en contacto directo con el pelo; la capa de Huxley; y la capa de Henle. Esta última está en contacto con el tejido epitelial que constituye la pared del folículo piloso y que se denomina vaina radicular externa; esta tiene unas características similares a las de la epidermis, con la que se continua. Rodeando al folículo piloso encontramos una membrana de tejido conjuntivo fibroso que lo separa de la dermis y se denomina membrana vítrea. Como ya hemos indicado, en la matriz del folículo se encuentran los melanocitos encargados de dar color al pelo. No solo existen diferencias raciales y personales en el color del pelo, 20
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también son frecuentes las diferentes coloraciones dentro de un mismo individuo, tanto entre pelos de diferentes zonas (los de las cejas, por ejemplo, suelen ser mas oscuros), como dentro de una misma zona (no son raras las personas que tienen cabellos de tres colores diferentes, siendo uno de los colores el claro predominante). Los folículos suelen llevar asociado un músculo que los conecta con la epidermis permitiendo, con su contracción, variar el grado de perpendicularidad del mismo respecto a la superficie de la pie; es el músculo erector del pelo.
Esquema de la anatomía del pelo.
Los pelos tienen su folículo rodeado por una red de capilares que lo nutren, sobre todo los pelos de gran tamaño; y poseen una red nerviosa a su alrededor que los convierte en parte del sistema sensorial. Todos los pelos llevan asociado una anexo cutáneo muy importante, ya que va a caracterizar el tipo de piel: la glándula sebácea. Anatomía de la glándula sebácea.
Las glándulas sebáceas son las encargadas de fabricar la grasa que recubre la piel y la protege, evitando, entre otras cosas, la deshidratación de la misma. Se trata de glándulas de morfología acinar, es decir, que forman acinos: sacos o agrupaciones glandulares que desembocan a un conducto común. Las glándulas sebáceas se abren siempre a un folículo piloso (por eso se habla de folículo pilosebáceo), excepto en las zonas de la piel donde no hay pelos; en estas zonas, se abrirán directamente a la piel. En las palmas de las manos y plantas de pies no hay glándulas sebáceas. 21
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Las glándulas miden entre 0,2 y 2 milímetros, aproximadamente. No están distribuidas de forma homogénea, existen zonas, como la torácica (alrededor de cien glándulas por centímetro cuadrado), donde son más abundantes, y zonas como el dorso de las manos donde son más escasas (entre diez y veinte glándulas por centímetro cuadrado). Al verlas al microscopio observamos que se distribuyen formando acinos ovalados. Cada acino está recubierto por una membrana fibrosa y una membrana basal. La periferia del acino está cubierta por las células basales de la glándula, conocidas como sebocitos basales; estos carecen de gotas de secreción y su función es dar lugar, mediante mitosis constantes y sucesivas, a los sebocitos del interior de la glándula. Los sebocitos, conforme van pasando a zonas más interiores de la glándula, se van cargando de gotas sebáceas y perdiendo progresivamente el resto de orgánulos. En las partes centrales, acabarán perdiendo el núcleo y muriendo, constituyendo estas células muertas y cargadas de gotas sebáceas la secreción sebácea en si misma; por lo tanto se trata de una glándula holocrina. Esta secreción es conducida por el canal sebáceo del folículo piloso y de ahí al exterior; por lo tanto se trata de una glándula exocrina.
Glándula sebácea. 22
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Las glándulas sebáceas están fuertemente vascularizadas, mediante una red de capilares que las rodean, pero carecen de innervación. La regulación de la secreción es llevada a cabo, como veremos en apartados posteriores, por el sistema hormonal (y sobre todo, por parte de las hormonas sexuales). Anatomía de las glándulas sudoríparas.
En el cuerpo humano podemos distinguir dos tipos de glándulas sudoríparas, que difieren tanto en su anatomía y morfología como en su fisiología y funciones. Son las glándulas sudoríparas ecrinas y las glándulas sudoríparas apocrinas. Anatomía de las glándulas sudoríparas ecrinas.
En el cuerpo humano tenemos entre dos y cuatro millones de glándulas sudoríparas ecrinas. Ocupan toda la superficie cutánea, excepto los labios, lecho ungueal (bajo las uñas), labios menores, glande y cara interna del prepucio. El número máximo de glándulas sudoríparas ecrinas se encuentra en las palmas y plantas, con entre 600 y 800 glándulas por centímetro cuadrado. Y el mínimo, en los flancos del cuerpo, con entre 50 y 150 glándulas por centímetro cuadrado. La glándula está constituida por un ovillo secretor, instalado en zonas profundas de la dermis, que desemboca al exterior mediante un conducto; en la zona de desembocadura habrá un orificio o poro secretor. A la porción de epidermis en la que desemboca la glándula se le denomina acrosiringium. El sudor es fabricado en el ovillo y modificado en su trayecto al exterior, absorbiendo parte del agua y el sodio. En el ovillo secretor encontramos un grupo de células llamadas células oscuras, que están en contacto con la luz del tubo, pero que no llegan a contactar con la membrana basal y que se encargan de fabricar una sustancia mucoide que, presumiblemente, facilita la expulsión del sudor. Y las células claras, que están en contacto con la membrana basal o con las células mioepiteliales y que llegan a la luz del tubo en algunas zonas, por medio de ramificaciones que se cuelan entre las células oscuras; se encargan de fabricar el sudor. Por último están las células mioepiteliales, contráctiles, cuya función sería impulsar el sudor hacia el exterior; estas células no forman una capa continua, sino que aparecen de cuando en cuando. El conducto, a diferencia del ovillo, está formado por células epiteliales cúbicas y algunas células mioepiteliales (no hay células claras y oscuras).
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Esquema de una glándula sudorípara ecrina.
El principal componente del sudor es el agua, existiendo otros componentes, como las sales minerales, urea, ácido úrico, etc. La glándula está fuertemente irrigada e inervada. El principal control glandular es llevado a cabo por el sistema nervioso autónomo. Anatomía de las glándulas sudoríparas apocrinas.
Aunque su morfología general es similar a las ecrinas, presenta varias diferencias. Es, al igual que la ecrina, una glándula con forma de ovillo, pero en este caso es algo más grande (alrededor de diez veces mayor). Están asociadas a folículos pisosebáceos de determinadas zonas del cuerpo: región anogenital, periumbilical, vestíbulo nasal y axila Como su nombre indica, su secreción se realiza de forma apocrina: el ovillo está constituido por una sola capa de células secretoras rodeadas, en algunas zonas, por células mioepiteliales. Estas células secretoras, por pérdida de su parte superior, originan una secreción altamente viscosa y de apariencia lechosa denominada sudor apocrino. 24
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El sudor apocrina comienza a segregarse durante la pubertad y desciende en la vejez. Esto ya nos da a la idea de su control hormonal, mediado entre otras por las hormonas sexuales. Sin embargo, su principal sistema de control está en el sistema nervioso autónomo. Fabrica un sudor ligeramente alcalino y poco oloroso, pero que es fácilmente degradado por bacterias, originando un olor muy característico. Parece claro que es un sistema de secreción de feromonas, es decir, hormonas que actúan en el exterior del cuerpo y sobre otros individuos (estaría relacionado con fenómenos de atracción y repulsión personal, sexual o social, por ejemplo). Anatomía de las uñas.
Las uñas son placas córneas situadas en la cara dorsal de las falanges terminales de los dedos de las manos y pies. La uña nace en un entrante de la epidermis de forma oblicua en la dermis, la raíz de la uña. En la zona más profunda se encuentran un grupo de células en división continua que fabrican la uña y que constituyen lo que se denomina matriz ungueal. A la uña propiamente dicha, la que vemos en nuestros dedos, se le denomina placa ungueal. Está constituida por células epidérmicas fuertemente cornificadas y muy apretadas. Presenta unas estrías longitudinales que se manifiestan en todo su grosor. En algunos dedos, en la zona proximal, la placa ungueal tiene un proceso de queratinización que deja una zona más clara, denominada lúnula o luna (su nombre deriva de su forma de media luna). La placa ungueal se aplica sobre la piel constituida solo por estrato basal y espinoso (es, por lo tanto, una piel muy débil) denominada lecho ungueal. Sobre la zona del nacimiento de la uña la piel se pliega y recubre ligeramente la placa; se denomina eponiquio. Puede prolongarse sobre la placa una fina capa córnea, que se denomina cutícula. En el extremo distal la piel sufre, también un pliegue, esta vez para colocarse bajo la uña; se denomina hiponíquio (o pliegue subungueal distal). Si la uña es larga, vuela en su extremo distal sobre la piel, lo que se denominará borde libre de la uña. Los pliegues de piel que recubren y protegen los laterales de la uña se denominan rodetes ungueales. La uña tiene un grosor medio de entre 0,5 y 0,7 milímetros y el crecimiento varía en función del dedo y algunos factores externos, como el calzado; es el doble de rápido en manos que en pies: una uña de la mano se renueva en alrededor de ocho meses en las manos y de un año en los pies. La principal función de las uñas es la protección del extremo del dedo así como ayuda en determinadas tareas manuales. 25
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Esquema de la anatomía de la uña.
Vascularización de la piel.
En la piel, venas y arterias siguen una trayectoria común. Las principales arterias que irrigan la piel se encuentran en la capa subcutánea, en la hipodermis profunda. De ella salen una serie de ramificaciones que conformarán un plexo que corre paralelo a la superficie de la piel, en la zona aproximada de la unión dermo – hipodérmica y que se denominará plexo subdérmico o red cutánea. De este plexo parten vasos sanguíneos encargados de irrigar pelos y glándulas. Además, de ahí ascienden unas arterias que constituirán un segundo plexo, situado entre la dermis reticular y la dermis papilar, denominado plexo o red subpapilar; se encargará de nutrir la epidermis mediante un sistema de asas capilares. Como ya indicamos, el sistema venoso es similar al arterial, confluyendo los capilares para formar capilares de mayor grosor en redes paralelas a las arteriales y que acabarán conformando pequeñas vénulas. Entre venas y arterias se establecen frecuentes uniones (con capacidad de abrirse o cerrarse) que se denominarán anastomosis. Controlan el flujo sanguíneo entre diferentes zonas de la piel, resultando indispensables para la termorregulación del cuerpo. La piel también posee un sistema de drenaje linfático muy importante, que comienza con los capilares linfáticos ciegos en las papilas dérmicas y zonas superiores de la dermis, que se van uniendo en tubos de mayor calibre, a la altura de la unión dermo – hipodérmica y de ahí se formarán ramas que formarán plexos linfáticos en zonas más profundas. 26
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Esquema de la vascularización de la piel.
Inervación de la piel.
La piel es un órgano con una inervación muy importante; no en vano, en la piel se encuentra el sentido del tacto. Por una parte podemos diferenciar dos tipos de nervios en la piel: Los que transmiten la información del SNC (autónomo) a la piel, es decir, nervios aferentes; importantes, por ejemplo, para controlar la secreción de sudor. •
Nervios que transmiten la información de la piel as SNC. Son los nervios aferentes.
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La información recogida por los nervios aferentes la aportan los receptores nerviosos. Existen receptores nerviosos asociados a los pelos, que aportan ciertas sensaciones. Pero, además, la piel está repleta de receptores sensoriales que captan diferentes tipos de estímulos: presión, acción mecánica (mecanorreceptores), térmica (termorreceptores), o de dolor (nociceptores). Estos receptores cubren la dermis en las cercanías de la epidermis, siendo más abundantes en las papilas (son zonas donde la epidermis presenta menor grosor). Podemos diferenciar dos tipos de receptores sensoriales: Receptores libres: se trata de células receptoras nerviosos que carecen de especializaciones o estructuras que colaboren en la captación de estímulos; son simplemente neuronas acompañadas de células de Shwann (glíares). Un ejemplo son las células de Merkel de la piel. •
Corpúsculos receptores: poseen especializaciones que les ayudan a realizar su función de recepción (envolturas membranosas para detectar presión y la intensidad de esta, por ejemplo). Existen muchos ejemplos: corpúsculos de Paccini, Meissner, o Ruffini, bulbos de Krause, etc. •
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Fisiología de la piel. Funciones de la piel.
La piel cumple una serie de funciones muy importantes: 1.Protección: es la función más evidente, ya que la piel supone una barrera que separa el interior de nuestro cuerpo del exterior. Nos protege de todo tipo de agresiones exógenas. Podemos dividir esta protección en varios grupos: 1.1.Protección frente a agentes mecánicos: la piel nos protege frente a fricciones, contusiones, intentos de penetración de cuerpos extraños, etc. Solo tenemos que pensar lo delicadas que son las zonas en las que la piel está adelgazada o carecen de cubierta epidérmica. La principal capa de protección es la epidermis, por su dureza. La dermis aporta elasticidad y firmeza asociadas, pero no es una capa dura. También colabora en la protección física el panículo adiposo, frente a golpes bruscos. 1.2.Protección frente a agentes físicos: existen muchos agentes físicos cuyos daños sobre el cuerpo son atenuados por la piel. Por ejemplo el calor, evitando que el calor haga que cambie la temperatura de nuestro cuerpo; la piel evita quemaduras graves en órganos internos. Es resistente a la corriente eléctrica. Y sobre todo actúa como barrera frente a la radiación ultravioleta; es absorbida por el estrato córneo, sobre todo por la melanina. 1.3.Protección frente a agentes químicos: la piel actúa como una barrera que impide que la mayor parte de las sustancias químicas puedan pasar al interior, así como contra la acción de agentes corrosivos o cáusticos (es más resistente a los ácidos que a las bases); además de evitar la deshidratación por la salida de agua (evapotranspiración). La barrera frente a agentes químicos es llevada a cabo, principalmente, por la epidermis (hablaremos en más profundidad cuando tratemos el tema de la permeabilidad cutánea). 1.4.Protección frente a agentes biológicos: la piel se opone tanto a la penetración como a la colonización superficial de la mayor parte de los microorganismos; existe, eso si, una flora bacteriana natural sobre la piel, microorganismos adaptados a vivir en su superficie que no solo no nos causan daños, sino que además evitan la instauración de agentes biológicos indeseables, patógenos como hongos y bacterias. La entrada cutánea de microorganismos a través de la piel se debe, en la inmensa mayoría de los casos, a lesiones superficiales en la epidermis. Algunos microorganismos son capaces de penetrar aprovechando las glándulas y los folículos pilosos. 28
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2.Relación: en la piel se encuentra el sentido del tacto, por lo cual es un órgano de recepción de estímulos del exterior. Por la piel recibimos sensaciones de tacto, presión, temperatura (frío y calor), dolor, etc. Además, la piel es nuestra superficie exterior, la que mostramos a los demás y esto también está implicado en los procesos de relación; la piel resulta importante en nuestras relaciones sociales, tanto a nivel de aspecto como tacto, olor, etc. 3.Regulación corporal: la piel controla tres aspectos básicos de la regulación corporal, es decir, de la homeostasis: la temperatura, el equilibrio hídrico y el volumen de sangre circulante. Analicémoslo individualmente: 3.1.Regulación de la temperatura corporal: la piel es imprescindible en el mantenimiento de la temperatura corporal, corrigiendo variaciones ya sean de origen interno (fiebre, elevación de la temperatura corporal por acción muscular intensa, etc.), o de origen externo (frío o calor ambiental). Para ello se dispone de varios mecanismos: 3.1.1.Existe un aislamiento físico respecto al exterior que frena los flujos de calor en ambas direcciones y que está constituido fundamentalmente por el panículo adiposo. 3.1.2.La posibilidad de variar el tono vascular de los vasos sanguíneos de las diferentes zonas de la dermis, así como las anastomosis presentes en el sistema circulatorio suponen un mecanismo muy eficaz para luchar contra las variaciones térmicas. Cuando se eleva en exceso la temperatura en el interior del cuerpo (bien por motivos internos, bien por motivos externos), se produce una vasodilatación y aumento de flujo en los vasos sanguíneos periféricos, lo que permite que el calor se escape por convención en mayor medida; de ahí que, cuando hace mucho calor o realizamos un ejercicio intenso, nuestra piel enrojece (aumenta su flujo sanguíneo periférico). En cambio, ante descensos de la temperatura exterior (o, de forma menos común, bajadas de la temperatura interior del cuerpo) se reduce el calibre y el flujo de sangre a los vasos sanguíneos periféricos, para evitar en la medida de lo posible pérdidas de calor, quedando abiertos los que circulan por debajo del panículo adiposo (estos ceden poco calor) y dirigiéndose la sangre a zonas más profundas de nuestro cuerpo. 3.1.3.Producción de sudor por parte de las glándulas sudorípara ecrinas. El sudor aporta una capa de agua sobre la piel que, al evaporarse, absorbe calor de la piel, produciendo así una bajada de la temperatura de su superficie. 29
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3.1.4.Existe un cuarto sistema, cuya importancia es controvertida; la contracción de los músculos erectores del pelo (que nos ponen la piel de gallina) genera una pequeña cantidad de calor (posiblemente insignificante ante las contracciones involuntarias de músculos esqueléticos en situaciones de frío intenso, es decir, la tiritona, que sí supone una elevación importante de la temperatura corporal al aprovechar el calor generado por los músculos; pero este no es un sistema que implique directamente a la piel). 3.2.Equilibrio hídrico y electrolítico: la piel pierde agua de forma constante por evaporación, un proceso denominado perspiración insensible; además, puede eliminar cantidades mucho más elevadas de líquidos, con sales minerales disueltas, mediante la sudoración (hasta tres litros a la hora o diez litros al día). No es una función en si misma, sino el efecto producido por otras funciones; sin embargo, no cabe duda de que la piel contribuye en control iónico y el volumen de líquido corporal, así como la cantidad de agua de la sangre (de hecho, en situaciones de escasez de agua, la piel se resiste en mayor medida a perder agua y en situaciones de exceso permite que esta fluya, por ejemplo mediante la sudoración, con mayor facilidad). 3.3.Volumen de sangre circulante: en la red de vasos sanguíneos de la dermis puede llegar a acumularse hasta el 10 % del volumen total de sangre de nuestro cuerpo, que puede movilizarse en un momento determinado si fuese necesario (por necesidades musculares de sangre, debido a una bajada de tensión o del volumen de sangre, etc.). 4. Metabolismo: la piel posee varias funciones relacionadas con el metabolismo general del cuerpo: 4.1.Síntesis de Vitamina D: la vitamina D, encargada de la absorción y metabolismo del calcio y fósforo, se sintetiza a partir de un derivado del colesterol, por la acción sobre este de la radiación ultravioleta. Por lo tanto, la vitamina D debe fabricarse en un lugar donde incida la radiación ultravioleta, por lo tanto la piel (en realidad en la piel se sintetiza el denominado D3, que es modificado en el hígado y riñón, que son los lugares finales donde se obtiene la vitamina activa). 4.2.Función endocrina: la piel actúa como receptor de muchas hormonas (sobre todo de hormonas sexuales) y es en la piel donde muchas de ellas se modifican, generándose las hormonas realmente activas; por ejemplo, a la piel llega la testosterona, que es la hormona sexual masculina, pero que presenta muy poca
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actividad biológica y en la piel se transforma, por la acción del enzima 5 α-reductasa, en la DHT (dihidrotestosterona), que es la hormona realmente activa. 4.3.Función excretora: mediante el sudor puede excretarse y por lo tanto eliminarse, por vertido al exterior, tanto iones (de los que ya hablamos en el mantenimiento de la homeostasis), como sustancias tóxicas y de desecho en pequeñas cantidades (desde sustancias tan habituales como la urea y el ácido úrico a sustancias tóxicas ingeridas del exterior, como restos de medicamentos). 4.4.Función inmunológica: la piel es el primer órgano que suele recibir a los agentes externos invasores; por eso tiene muy desarrollado el sistema inmunológico. La respuesta inmunológica comienza en la epidermis, pero se lleva a cabo sobre todo en la dermis. Fisiología de la epidermis. División celular y cinética de la epidermis.
La epidermis, como a hemos indicado, descama de forma continua perdiendo capas más superficiales. Esta descamación es compensada por la proliferación continua del estrato inferior, el estrato basal, que va generando células que pasan a estratos superiores. Prácticamente las únicas células de la epidermis que sufren mitosis (es decir, las únicas células proliferativas) se encuentran en el estrato basal. Las mitosis en estratos superiores son muy poco frecuentes (pueden encontrarse células en mitosis dentro del estrato espinoso, pero no es algo común). Y no todas las células del estrato basal están en estado proliferativo de forma continua; de hecho se calcula que alrededor del 60 % de las células basales están activas en un momento dado y el resto solo se activaría si resultase indispensable (cuando se requiera un crecimiento epidérmico más intenso, para cerrar alguna herida o recuperarse de alguna lesión, por ejemplo). Las células proliferativas entran en mitosis cada doce o catorce días de media. Estas células, al dividirse, generan células de estratos superiores (una célula pasa al estrato superior y la otra ocupa el puesto de la célula madre en la capa basal). El proceso de maduración que sufre la célula que entra en estratos superiores dura el tiempo que tarda en llegar hasta las capas altas del estrato córneo. Lógicamente, esto depende del grosor de la piel. El tiempo medio de reposición o turnover es de unos trece días. Una vez llega a estratos superiores, se mantienen un tiempo adheridas hasta su eliminación final; este tiempo ronda los trece o catorce días. El tiempo de renovación total, desde que la célula es generada por mitosis hasta que es eliminada del estrato descamativo, es de entre treinta y cinco y cuarenta y cinco días cuando la piel se 31
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encuentra en condiciones normales (en circunstancias extraordinarias, como una lesión, este tiempo puede acortarse significativamente). Diferenciación celular y queratogénesis.
Durante el proceso de ascensión por la epidermis, los queratinocitos van sufriendo una serie de cambios morfológicos y llenándose de una proteína fibrilar endurecedora denominada queratina. El cambio morfológico más importante es el aplanamiento del queratinocito en su ascenso. En los estratos basal y espinoso son células poligonales, cuboideas; en los estratos superiores se van aplanando hasta constituir una célula totalmente aplanada en el estrato lúcido y córneo. El proceso más característico es la queratogénesis, la fabricación de queratina por parte del queratinocito. En los estratos inferiores, el queratinocito va acumulando tonofilamentos, precursores de la queratina, que se van acumulando en el citoplasma. En estratos superiores estos tonofilamentos se van uniendo para formar las tonofibrillas, de mayor grosor y más consistencia. Las tonofibrillas, a su vez, se unen entre si conforme la célula asciende por la epidermis, para formar la queratina. El proceso de formación de queratina se e favorecido por la presencia de queratohialina. Los gránulos de queratohilina son característicos del estrato granular y contienen profilagrina, que se transformarán en filagrina, que a su vez constituye a la formación de la queratina formando una especie de cemento interfibrilar que une a las tonofibrillas. Es decir, que la queratina se forma por la unión de estos filamentos gracias a un componente intermediario (las filagrinas). La acumulación de queratina en el citoplasma del queratinocito hace que este se vaya deteriorando. Pierde sus orgánulos y en los estratos superiores del estrato granular ya podemos decir que la mayor parte de las células están muertas. A esto contribuye también la liberación de los enzimas lisosomales al citoplasma, que acaban de degradar todo el contenido interior del citoplasma (excepto las fibra y queratina, que son proteínas grandes y muy duras); de esta forma, la célula acaba sin orgánulos, con el núcleo muy deteriorado, pero cargada de queratina. En el estrato granular, en la parte superior sobre manera, los queratinocitos vierten al exterior el contenido de los gránulos denominados corpúsculos de Odland (que empiezan a aparecer en el estrato espinoso), liberando así al espacio intercelular sustancias cementantes. Se trata de ceramidas, una familia de lípidos muy hidrófobos que se establecen en capas y además de formar un cemento, constituyen una importante barrera hidrófoba (evitan la pérdida de agua o la entrada de líquidos acuosos desde el exterior). 32
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La queratina es una proteína fibrilar constituida por fibras helicoidales trenzadas. Es rica en un aminoácido denominado cisteína, que contiene azufre; este azufre es importante ya que forma puentes disulfuro entre dos aminoácidos de cisteína (formando lo que se denomina cistina) de dos cadenas trenzadas. Es una forma de estabilizar la queratina y endurecer el trenzado (evitan que las cadenas se separen unas de otras e incluso que se desplacen unas respecto a las otras). En el ser humano diferenciamos dos grandes tipos de queratina. Por un lado encontramos la queratina blanda, pobre en azufre (en cisteína) y rica en queratohialina (basa la unión entre fibras en este cemento, en lugar de basarlo en multitud de enlaces químicos covalentes, muy fuertes); esta queratina aparece en la piel y vainas epiteliales del pelo. Por otro lado encontramos la queratina dura, pobre en queratohialina y rica en azufre (por lo tanto, presenta abundantes enlaces disulfuro, con lo que el trenzado es mucho más resistente); esta queratina constituye los anexos cutáneos fuertemente cornificados, es decir, pelos y uñas. Existen una serie de factores metabólicos y fisiológicos que estimulan o inhiben la proliferación de las células epidérmicas y la queratogénesis. Entre los estimulantes de estos procesos destacan los andrógenos (hormonas sexuales masculinas), el factor de crecimiento epidérmico (se trata de una hormona que se segrega cuando se requiere incrementar la velocidad de recambio de la piel) y la vitamina A. Entre los inhibidores de este proceso destaca, entre otros, la vitamina D. Fisiología del melanocito: melanogénesis.
Los melanocitos son las células encargadas de fabricar y distribuir ente los queratinocitos la melanina. La melanina es un pigmento capaz de absorber la luz ultravioleta (y parte de la infrarroja), evitando que produzca daños serios en capas inferiores de la piel. La melanina se fabrica tras una serie de reacciones en cadena que tienen como principal enzima el que inicia la ruta: la Tirosinasa. Este enzima, que posee un centro activo con cobre (y posiblemente con cinc) cataliza las dos primeras reacciones del proceso y es característico de los melanocitos (son las únicas células del cuerpo que lo producen). La melanina no se encuentra como una molécula libre, sino que es encapsulada en una estructura esférica denominada melanosoma. 33
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Los melanosomas son fabricados por la ruta retículo – Golgi. En el retícula se fabrica una proteína denominada protirosinasa, que es enviada en una vesícula al Golgi, donde sufre una serie de transformaciones. Del Golgi sale una vesícula cargada de protirosinasa; a esta vesícula se le denomina Melanosoma I. Este adquiere forma ovoide (alargada) y las proteínas de su interior, sobre todo la Protirosinasa, se organizan formando una estructura filamentosa espiral; entonces la vesícula pasa a denominarse Melanosoma II. En el Melanosoma II la Protirosinasa se transforma en Tirosinasa, haciéndose activa y comenzando a sintetizar melanina a partir de su precursor: un aminoácido denominado Tirosina (Tyr). La vesícula con la Tirosinasa activa se denomina Melanosoma III. El Melanosoma III se va llenado de melanina poco a poco. Llegará un momento en el que se llenará de melanina; en ese momento la Tirosinasa ya no será útil (no queda aminoácido que transformar) y se inactivará. En este momento hablamos de Melanosoma IV o Melanosoma propiamente dicho. Viajará por la célula hasta sus prolongaciones. Por estas prolongaciones es transferido a los queratinocitos vecinos; un solo melanocito transfiere melanosomas a unos 36 queratinocitos. Esta acción se lleva a cabo por un mecanismo similar a la fagocitosis (el queratinocito fagocita el extremo del melanocito con los melanosomas); se denomina secreción citocrina. Existen varios tipos de melanina. Se pueden clasificar en función de su contenido en azufre, y hablamos de melaninas pobres en azufre y melaninas ricas en azufre. Dentro de las primeras encontramos a las Eumelaninas. Tiene un color castaño oscuro o negro, aportando por lo tanto colores oscuros. Dentro de las melaninas ricas en azufre, tendremos las insolubles en ácido, denominadas Feomelaninas, que aportan un color amarillo rojizo. Y las solubles en ácidos, los Tricocromos, que tienen colores similares a las Feomelaninas. Hoy en día se cree que existen Melaninas Mixtas, formadas por la unión de los dos grandes tipos de melanina (pobres en azufre y ricas en azufre), que aportarían los colores característicos y personales de cada tipo de piel y pelo. Veamos ahora las reacciones en cadena que llevan a la formación de la melanina. Comienza con la oxidación del aminoácido Tirosina, catalizado por el enzima Tirosinasa.
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Reacciones químicas de la melanogénesis.
La melanogénesis es un proceso muy controlado. Por un lado existen una serie de condicionantes genéticos que hacen que un individuo fabrique más o menos melanina; ya comentamos que el número de melanocitos es aproximadamente el mismo en todas las personas, variando sobre manera la actividad de los mismos. También existe un cierto control hormonal: hay varias hormonas implicadas. Las dos hormonas principales que controlan el proceso son segregadas por la hipófisis, tratándose de la ACTH (adrenocorticotropina) y la MSH (hormona melanocito estimulante), que estimulan la melanogénesis. También está implicada la LPH (hormona lipotropa o lipotropina), que también estimula la melanogénesis. El MIF (factor de inhibición de la MSH, fabricada por el hipotálamo) disminuye su síntesis. Los estrógenos y gestágenos alteran la secreción, aunque quizás no se trate de acciones directas, sino más bien reacciones cruzadas (actúan sobre otras hormonas que acaban alterando las secreciones de ACTH y MSH), por eso durante el embarazo, la menopausia o después de tumores ováricos son frecuentes las alteraciones en la pigmentación de la piel (derivados de alteraciones en la melanogénesis). También influye la temperatura: al subir la temperatura, se estimula la melanogénesis. La radiación ultravioleta también la estimula (provoca la pigmentación tardía). Pero, además, la luz ultravioleta estimula la oxidación de la melanina, transformándola en un producto más oscuro (pigmentación inmediata). Algunos metales pesados, como el arsénico (As), plata (Ag) u oro (Au) pueden combinarse con la melanina, provocando coloraciones características. Además, desplazan al cobre de su centro activo, provocando despigmentación. El metal más clásico que provoca despigmentación por esta causa es el mercurio (la enfermedad derivada de la intoxicación por mercurio se denomina saturnismo). Los oxidantes aclaran el color de la melanina. Por eso los oxidantes potentes, como el agua oxigenada o la hidroquinona, provocan despigmentación de la piel y el cabello. 35
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Fisiología de la dermis.
Los aspectos fisiológicos más importantes de la dermis han sido ya tratados con anterioridad en detalle; se trata de su importancia en la recepción se estímulos: la sensación de tacto. En la dermis se encuentran multitud de fibras nerviosas. También hay muchos vasos sanguíneos que nutren la piel y sus anexos y colaboran en el mantenimiento de la temperatura corporal. La dermis además posee multitud de células defensivas, actuando como barrera frente a agentes infecciosos. Y es la capa de la piel que aporta flexibilidad, resistencia y elasticidad. Fisiología de la hipodermis.
Los aspectos fisiológicos más importantes de la hipodermis son los que se refieren a la movilización y acumulación de grasas. Las grasas se acumulan como sistema de reserva de energía (además de las otras funciones) y se movilizan cuando se necesita energía en el cuerpo. Fisiología de los anexos cutáneos. Fisiología del pelo.
El pelo no crece de forma continua, sino que pasa por épocas de crecimiento, reposo y finalmente caída y reposición por un pelo nuevo. A la fase de crecimiento del pelo se le denomina fase anágena. La estructura del folículo piloso que estudiamos en su momento corresponde a esta fase: las células germinativas están activas y en división, originando pelo que va desplazando al pelo que se encuentra por encima, causando el crecimiento del mismo. De la fase anágena se pasa a la fase catágena. Se trata de una fase de transición que sufre el pelo cuando deja de crecer. Las células germinativas cesan su crecimiento, dejan de dividirse. Los melanocitos dejan de producir melanina. El folículo empieza a retraerse, pero la papila se queda en su sitio, de forma residual, llegando incluso a perder contacto. El bulbo se queda muy reducido, ensanchado y con forma de maza: de ahí su nombre, se le llama folículo en maza o en clava. Cuando el proceso de retracción finaliza, se dice que hemos llegado a la fase telógena. El pelo permanecerá en esta fase un tiempo determinado y acabará por caerse, bien por fenómenos físicos o bien porque es empujado por el nuevo pelo cuando el folículo vuelve a estar en actividad y transformándose de nuevo en un folículo en fase anágena. 36
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No todos los pelos pasan por estas fases de forma análoga. Todos los pelos crecen, aproximadamente, a la misma velocidad: entre 0,2 y 0,3 milímetros al día; en algunas zonas el crecimiento es algo más rápido: por ejemplo los pelos de la zona occipital puede llegar a crecer a 0,5 milímetros al día; en otros, algo más lento, como ocurre en el muslo de una mujer, en el que el crecimiento rondará los 0,2 milímetros al día, o las pestañas, donde suele rondar los 0,15 milímetros al día. Lo que si resulta muy variable es la duración de cada una de las fases de crecimiento entre diferentes tipos de pelos. Esto será lo que determine la longitud máxima del pelo. El cabello o la barba (en hombres) pueden estar varios años en fase anágena; hasta cinco años en el caso de los cabellos y más de dos años en el caso de la barba. Tras una fase catágena que dura unos pocos días, permanecerán en fase telógena entre dos y tres meses, tras los cuales caerán y serán reemplazados. El vello de los brazos o del pecho, en cambio, tendrá una fase anágena que durará entre diez y quince semanas. Tras una fase catágena de corta duración, entrarán en fase telógena, en la que durará entre diez y quince semanas. El vello más largo, como el vello púbico o axilar, pasa más tiempo en fase anágena, unas veinticinco semanas (lógicamente, ya que debe crecer más); también se mantiene más tiempo en fase telógena, pudiendo llegar hasta las cincuenta semanas. El pelo de las cejas pasa por una fase anágena muy corta, de unos treinta días. Tras una fase catágena que puede llegar a durar hasta quince días, entra en fase telógena, en la que permanecerá más de cien días. Existen toda una serie de factores que afectan tanto al crecimiento del pelo como a sus características y densidad. Por un lado, existe una predeterminación genética: determinados tipos de personas o incluso razas poseen más o menos cantidad de pelo y vello corporal. Por ejemplo, los latinos poseen gran cantidad de vello corporal, cabello basto y liso o ligeramente ondulado; los orientales tienen muy poco vello corporal y el cabello muy liso, grueso y duro; los nórdicos tienen relativamente poco vello corporal y un cabello ondulado o rizado; los negros poseen poco vello corporal y pelo grueso y muy rizado. Mediante agentes externos podemos hacer variar el crecimiento del pelo: el masaje o el calor, que aumentan la vasodilatación y la actividad metabólica, aceleran el crecimiento del pelo (de hecho, el pelo crece más deprisa en verano).
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La dieta también puede afectar: la falta de nutrientes debilita, en general, el crecimiento del pelo. Los enfermos de anorexia tienden a perder el cabello, ya que este presenta muchos problemas de crecimiento. Sin embargo aumenta el vello corporal. Pero quizás lo que resulta más determinante son los factores internos. Existe un importante control hormonal de los folículos pilosos, en especial de por parte de las hormonas sexuales. Los andrógenos estimulan el crecimiento del vello corporal, barba y bigote, mientras que hace que el cabello tienda a retraerse, creciendo menos y desapareciendo de determinadas zonas, donde es sustituido por vello muy fino. Los estrógenos, en cambio, inhiben el crecimiento del vello corporal y estimulan el crecimiento del cabello. El estrés, con su desequilibrio hormonal asociado, pueden causar desde caída del cabello o pelo hasta su desarrollo exagerado. El envejecimiento altera la distribución pilosa: tiende a perderse el pelo en la cabeza, sobre todo en los hombres, y en cambio existen ciertos pelos que tienden a hipertrofiarse, como ocurre con las vibrisas de la nariz o el oído. Aunque en términos generales, la densidad pilosa del cuerpo tiende a disminuir. El número de folículos solo tiene la posibilidad de reducirse, ya que desde el nacimiento, no se forman nuevos folículos (lo que ocurre es que estos cambian de tamaño, pudiendo generar pelos de mayor grosor, más visibles). El número de folículos por centímetro cuadrado es similar en hombres y en mujeres. La velocidad máxima de crecimiento se encuentra entre los quince y los cuarenta y cinco años. Los cambios hormonales que sufrimos a lo largo de nuestra vida por diversos motivos fisiológicos, como ocurre con el embarazo, provocan cambios en la producción pilosa y su distribución. Ni la depilación ni el afeitado afectan al ciclo capilar, la teoría popular que afirma que depilarse a cuchilla o afeitarse hace que crezcan más pelos, es totalmente falsa (lo que ocurre es que los pelos afeitados, al ser romos, resultan más visibles). La epilación hace que los pelos que van creciendo sean cada vez más finos. Fisiología de la glándula sebácea.
La glándula sebácea es la encargada de fabricar la grasa que recubre la piel y que, junto con parte de los componentes de la secreción sudoral y componentes procedentes de las células muertas de la epidermis, formará un compuesto emulsionado, con una parte grasa y una parte acuosa, denominado emulsión epicutánea. 38
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La composición exacta de la secreción sebácea es difícil de establecer, ya que es expulsada al exterior mezclada con los demás componentes, pero, aproximadamente, se sabe que sus componentes más abundantes son los triglicéridos y los ácidos grasos (entre el 57% y el 58%). También hay cantidades importantes de ésteres céreos (26%). Además, encontramos cantidades elevadas de un lípido denominado escualeno (12%). En menor cantidad, colesterol (entre un 1% y un 2%) y ésteres de coleserol (3%). La producción de la glándula está controlada por varios factores. Algunas regiones, como la cara, el pecho o el cuero cabelludo segregan mayor cantidad de grasa debido, sobre todo, a que hay un mayor número de glándulas. Los hombres segregan mayor cantidad de grasa que las mujeres. Y en cuanto a la edad, durante la pubertad es la etapa de la vida en la que mayor cantidad se segrega, resultando esta secreción baja durante la infancia y descendiendo progresivamente tras la adolescencia, siendo la caída más acusada a partir de los sesenta años, aproximadamente (senectud). El control de la producción es, básicamente, hormonal (sin que haya podido demostrarse ningún sistema de control estrictamente nervioso, ya que parece que la glándula carece de innervación). Las principales hormonas controladoras de la secreción sebácea son las hormonas sexuales. Los andrógenos, es decir, las hormonas sexuales masculinas, son las estimuladoras más potentes, aumentando tanto el tamaño de la glándula como su capacidad de secreción. El principal andrógeno es la testosterona, pero se trata de una hormona con muy poca actividad. En la glándula se transforma en DHT por la acción del enzima 5 α-reductasa. El DHT es el principal activador, la hormona realmente activa. Los estrógenos, en grandes cantidades, frenan la secreción y reducen el tamaño de la glándula. El exceso de andrógenos, habitual por ejemplo durante la adolescencia, con el cambio hormonal, estimula la hipersecreción glandular. Este hecho es especialmente destacado en mujeres, ya que estas tienen poca cantidad de andrógenos en sangre y si por algún motivo estos aumentan (ocurre, por ejemplo, en tumores ováricos o alteraciones de la secreción suprarrenal) aumentará también la secreción sebácea; en estos casos, suele también venir acompañado de otros signos de virilización, como alopecia, hirsutismo y acné muy intenso. La función principal del manto hidrolipídico y por o tanto del sebo es formar sobre la piel una barrera que impida la evaporación excesiva de agua. Además, lubrica la piel. Regula la absorción percutánea de sustancias (sobre todo de sustancias hidrosolubles). Actúa como 39
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fungiestático y bacteriostático. Además, forma parte de la emulsión epicutánea, que protege a la piel de la deshidratación superficial causada por agentes externos como el sol, calor etc. Y se supone que lleva disueltas feromonas (con su posible efecto a nivel biosocial, por decirlo de algún modo). La cantidad de grasa segregada y sus características son unos de los factores que caracterizan las diferentes tipologías cutáneas. Fisiología de la glándula sudorípara ecrina.
El sudor ecrino es un líquido transparente y de sabor salado. Su principal componente es el agua (99%), en la que se encuentran disueltas sales minerales, especialmente cloruro sódico y potásico, así como sustancias orgánicas, principalmente urea, aunque también aminoácidos, ácido láctico y ácido pirúvico. Podemos encontrar, así mismo, sustancias de excreción, que el cuerpo intenta eliminar, como metales, compuestos orgánicos tóxicos o derivados de medicamentos. También podemos encontrar cantidades muy bajas de otras sustancias orgánicas, como glucosa o proteínas (glucoproteínas, glucopolisacáridos e incluso inmunoglobulinas). El pH del sudor oscila entre 4 y 6 (es decir, ligeramente ácido). Es fabricado en el ovillo y modificado a lo largo del tubo secretor. Las dos funciones fundamentales del sudor son la excretora y sobre todo la termorreguladora. El sudor puede segregarse por varios motivos. Por un lado, existe una pequeña sudoración constante, que hace que éste ayude en la hidratación a la capa córnea de la piel, además de aportar ciertos componentes del denominado factor natural de hidratación (de sus siglas en inglés, NMF). Además, algunos de los componentes del sudor, como el ácido urocánico, actúan como filtro ultravioleta, absorbiendo los UVB. Y debido a su pH, funciona como antifúngico y antiséptico. La sudoración profusa es desatada por mecanismos en los que interviene el sistema nervioso autónomo. Se deberá, fundamentalmente, a respuestas nerviosas ante una aumento de la temperatura corporal y es desatada por el sistema nervioso simpático (si que, aparentemente, el parasimpático juegue ningún papel, ni activado ni inhibidor). Pero también existe una respuesta sudoral psíquica o emocional, ante situaciones de estrés (nerviosismo, ansiedad, miedo, dolor, etc.). Fisiología de la glándula sudorípara apocrina.
Ya analizamos su función: es un sistema de secreción de feromonas que tienen que ver con reconocimiento o comportamientos sociales y sexuales. La secreción es diferente en cada 40
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persona, varía con la edad, sexo y estado hormonal del individuo (ciclo menstrual en mujeres, por ejemplo). Su regulación es, fundamentalmente, hormonal. El manto hidrolipídico de la piel.
Todas las secreciones, parte de los componentes, de las células muertas de la piel y de las sustancias cementantes, acaban formando una película sobre la piel, un manto hidrolipídico. Las glándulas sebáceas son las que aportan los principales componentes grasos. La fracción acuosa es aportada por las glándulas sudoríparas ecrinas. Ambas fracciones se encuentran emulsionadas, conformando la denominada emulsión epicutánea. Por otro lado, el sudor y arte del resto de componentes de la epidermis, sobre todo los restos de la descomposición de las filagrinas, constituirán el factor natural de hidratación (NMF), que tiene capacidad de retener agua al estar compuesto por sustancias higroscópicas e hidratantes. Los principales componentes del NMF son los siguientes:
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Compuesto Aminoácidos cido pirroldincarboxílico
Concentración 40 % 12 %
Urea
7%
Ácido úrico, glucosalina y creatina
1,5 %
Citratos y formiatos
0,5 %
Sodio, calcio y potasio
11 %
Fosfatos
0,5 %
Cloruros
6%
Lactatos
12 %
Otros componentes
9,5 %
Permeabilidad cutánea. Permeabilidad y vías de penetración.
La piel establece una barrera con el exterior, que resulta más o menos impermeable, aunque existen sustancias, zonas o situaciones en las que esta barrera falla, puede ser superada. Son importantes los siguientes conceptos: •Penetración: paso de un compuesto a través de una de las capas de permeabilidad. •Permeación: difusión a través de una capa de permeabilidad. •Resorción o absorción: llegada de una sustancia al sistema vascular, con la consiguiente posibilidad de que difunda por el cuerpo. Para que una sustancia atraviese la piel y llegue al torrente sanguíneo (es decir, tenga lugar la resorción) deben ser atravesadas varias barreras. La barrera más restrictiva es, con diferencia, el estrato córneo. Las zonas con un estrato córneo más grueso resulta más impermeables (por ejemplo, manos y pies). También son más impermeables las zonas donde el estrato córneo es más compacto (las células están más apretadas). A la hora de atravesar la epidermis las sustancias pueden tomar varios caminos diferentes. 42
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Por un lado, pueden pasar directamente por la epidermis y hablaremos entonces de penetración transepidérmica. Dentro de esta vía se distinguen dos posibilidades. Por una parte, pueden atravesar la epidermis aprovechando los espacios intercelulares, es decir, los huecos que dejan las célula entre si. Y hablamos entonces de vía intercelular. O pasar indistintamente por las células y los espacios intercelulares, y hablaremos de vía intracelular. Por otro lado, las sustancias pueden pasar por los huecos que aparecen en las capas córneas, fundamentalmente los folículos pilosebáceos y las glándulas sudoríparas; es decir, a través de los anexos cutáneos. Hablaremos entonces de vía o penetración transanexial. La importancia relativa de ambas vías de penetración es muy discutida y dependiendo de la bibliografía, se le da más importancia a una u otra. Dependiendo del tipo de cosmético que usemos y de su actividad, puede ser necesario que actúe en diferentes zonas de la piel. Y por lo tanto, su penetración puede ser más o menos importante. En general, ningún cosmético debe poder se absorbido y pasar al torrente circulatorio (incumpliría su definición legal). Algunos actúan solo en la superficie, como ocurre con los cosméticos de limpieza, protección solar, etc. Otros deben actuar sobre todo el estrato córneo, como ocurre con los hidratantes, por ejemplo. E incluso actuar sobre capas epidérmicas de células vivas, como ocurre con cosméticos revitalizantes o antienvejecimiento. Algunos deberían llegar a actuar a nivel de la dermis, como es el caso de los anticelulíticos o los antiestrías. Los lipolíticos, incluso, deberían llegar a actuar a nivel de hipodermis. Factores que afectan a la permeabilidad.
Existen varios factores que determinan si un producto puede o no atravesar la barrera epidérmica: •Factores asociados al producto: no todos los productos o sustancias atraviesan la piel con la misma facilidad. Existen varios factores, inherentes a la naturaleza del producto, que hacen variar su capacidad de penetración a través de la piel. •Por una parte, la naturaleza hidrolipídica de la sustancia. Las sustancias de naturaleza hidrofílica y lipofóbica tienen muchas dificultades para atravesar la piel (deben atravesar varias capas muy ricas de grasas, con las que deben mezclarse). En cambio, las sustancias lipofílicas penetran con mucha más facilidad. •Por otra parte, su tamaño. Las moléculas de menor tamaño penetran con mayor facilidad que las moléculas de mayor tamaño. 43
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•La carga eléctrica es muy importante. Las sustancias cargadas eléctricamente tienen muchas más dificultades para atravesar la piel. Incluso aunque no hubiese una carga neta, sino solo una cierta polaridad, la penetración también se verá dificultada. Esto está relacionado con la naturaleza hidrolipídica, ya que en general las sustancias cargadas eléctricamente son lipofóbicas. •La concentración de las sustancias también es importante. Cuanto más concentrada esté, lógicamente, más sencilla será la penetración a través de la piel. •Factores asociados al excipiente: el excipiente condiciona la permeabilidad del producto. En general, los excipientes más grasos (más hidrófobos y lipófilos) favorecen la penetración de los productos que llevan disueltos. De este modo, las mezclas de aceites son más permeables que las emulsiones; las emulsiones A/O son más permeables que las O/A; las emulsiones son más permeables que las soluciones y los geles; y las soluciones y geles son más permeables que las suspensiones y mezclas físicas de sustancias sólidas (que son las que peor atraviesan la piel). •Factores asociados al estado de la epidermis: por una parte, es importante el grosor del estrato córneo: las zonas más gruesas son más impermeables. Asociado a esto, la exfoliación (eliminación de la pare superior de la capa descamativa mediante algún producto o método físico) facilita la penetración del estrato córneo. También es importante la integridad de la epidermis. Cualquier alteración en la estructura de ésta alterará la permeabilidad (en general, la hará más permeable). Influye también la hidratación. Un estrato córneo hiperhidratado es más permeable al paso de productos. Del mismo modo, una deshidratación muy marcada puede afectar a la estructura superficial, haciendo la capa córnea más permeable, aunque en general es más permeable por hiperhidratación que por deshidratación. •Factores asociados al modo de aplicación del producto: el mecanismo de aplicación de un producto puede hacer variar la capacidad del mismo para atravesar la epidermis. Existen varios factores: •Superficie de aplicación: cuanto mayor sea la superficie, más posibilidades de penetración existirá. •Calor: la aplicación de calor facilita la entrada de productos, entre otras cosas porque activa la circulación, provocando hiperemia. Además, la apertura de los poros (de las glándulas sudoríparas y sebáceas) deja más accesible una de las puertas de entrada.
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•Masaje: las sustancias penetran mejor si son aplicadas mediante masaje. Aumenta la sudoración, abre los poros, facilita los intercambios metabólicos, etc. •Oclusión: se trata de cubrir mediante algún método la zona de aplicación del producto, generalmente mediante algún método impermeable, como film osmótico. Evita la evaporación del producto, hiperhidrata la piel (ya que el sudor tampoco se evapora) y aumenta el contacto del producto con la piel. Por eso facilita la penetración de la piel. •Métodos eléctricos: existen varios métodos eléctricos para facilitar la entrada de productos por la epidermis. El más efectivo es la iontoforesis; se trata de colocar un producto cargado eléctricamente (a priori incapaz de pasar o que pasa con muchas dificultades) debajo de una placa cargada, mediante un sistema de corriente continua, con la carga opuesta a la del producto. Hará que este producto pase por el proceso de repulsión. Otro mecanismo similar es la sonoforesis, indicado para cualquier sustancia (no es necesario que tenga carga eléctrica) y en la que se usan ultrasonidos. Una última técnica es la que usa, a la vez, ultrasonidos y electricidad, denominándose iontosonoforesis. •Uso de productos químicos: determinados productos químicos pueden facilitar el paso de sustancias a través de la piel. El más sencillo es el uso de exfoliantes, que eliminan las capas más superficiales de la piel. Pero hay más opciones. Algunos productos químicos facilitan el paso a través de la piel por medio de modificaciones de pH. Al variar el pH de las proteínas de la superficie de la piel, modificamos su conformación y por lo tanto su estructura, reduciéndose la estabilidad de las mismas y provocando que aumente la permeabilidad; aunque las sustancias ácidas alteran la permeabilidad, la piel es especialmente sensible a los productos básicos. Por último también podemos encontrar vectores, sustancias que facilitan el paso de otras a través de la piel. Existen excipientes que actúan como vectores (microcápsulas y microesferas, por ejemplo) o incluso compuesto químicos que, al unirse a ciertos componentes, facilitan su paso. Tipología cutánea.
Existen varias formas de clasificar las pieles. Podemos realizar una clasificación según su color y resistencia a las radiaciones solares. Y hablaremos entonces de fototipos. Normalmente se distinguen seis fototipos, nombrados con números romanos. Los fototipos I y II caracterizaría a pieles muy claras, que no se broncean y se queman con mucha facilidad. El fototipo III sería el típico de la zona centroeuropea, 45
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relativamente oscurecida y que soporta cierta dosis solar, aunque se quema con facilidad. El fototipo IV corresponde a individuos de razas mediterráneas. El fototipo V corresponde a los mulatos. Y el fototipo VI a los negros, que no se quemarían nunca. También podemos clasificar los tipos de pieles en función de su espesor y dividimos entre pieles gruesas y pieles finas. Sin embargo, lo más habitual es clasificar los tipos de pieles en función de sus características secretoras. De esta forma, podemos describir los siguientes tipos de piel: •Piel normal (eudérmica): piel con secreciones equilibradas, segrega la suficiente grasa como para no deshidratarse, pero sin resultar grasa ni untuosa, es decir, no resulta excesiva. La capa córnea tiene buen aspecto y no descama visiblemente. Tiene un brillo moderado, un color uniforme, es suave, fina y elástica. Tolera bien los cosméticos detergentes, resiste los cambios climáticos y de temperatura. •Piel seca: podemos dividir las pieles secas en varios grupos. •El más habitual es la piel seca alípica, en la cual la secreción sebácea es insuficiente y por eso se evapora más cantidad de agua de lo normal (por transpiración) provocando un resecamiento excesivo del estrato córneo. Tiene un aspecto mate o marchito, con un pliegue cutáneo fino y es frecuente encontrar zonas con descamación; también son frecuentes las rojeces e incluso problemas vasculares. Soporta bastante mal las inclemencias del tiempo y se irrita o descama con facilidad si usamos cosméticos detergentes (retiran la poca grasa que tienen). Pueden incluso tolerar mal el agua si es muy dura. Tiene tendencia a presentar arrugas precoces. •Otro tipo de pieles secas son aquellas que presentan una deshidratación más profunda y en general más seria. Hablamos en estos casos de xerosis. En este caso las pieles no tienden a ser finas, sino gruesas, con descamaciones anormales, ásperas y rugosas. Pueden deberse a factores ambientales (externos) como condiciones duras (sol, calor o frío excesivos) o a factores genéticos (internos) inherentes al individuo. •Un tercer tipo de sequedad es la derivada a problemas del factor natural de hidratación, obteniendo pieles con deshidratación superficial, generalmente transitoria. Se asemeja a la piel alípica, aunque su contenido en grasa es más o menos normal. En la piel atípica los poros pilosebáceos de la zona centrofacial son inapreciables, mientras que en estos casos, normalmente, son visibles a simple vista (aunque no son excesivamente evidentes, como ocurre en las pieles grasas).
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•Las pieles seniles, es decir, las de personas de edad avanzada, tienden a aparecer resecas, debido a muchos factores: alteración de las capas vivas de la piel, alteración en las secreciones, etc. •Piel grasa: en las pieles grasas existe un exceso de secreción de las glándulas sebáceas. En general, las pieles grasas tienen aspecto brillante. Existen varios tipos: •Piel grasa normal: es relativamente habitual y se trata, simplemente, de un aumento de la secreción sebácea. Se trata de una piel brillante, con los poros dilatados y abiertos, sobre todo en la zona centrofacial. Son pieles gruesas, de tacto granuloso y lo que se denomina grano grueso. Son resistentes, tanto a las condiciones ambientales adversas, como a la mayor parte de los productos cosméticos; la grasa les protege. Los únicos problemas que pueden surgir son con los cosméticos grasos, que pueden ocluir la salida de grasa o provocar reacciones adversas. No tienen tendencia a envejecimientos prematuros, ni suelen aparecer arrugas precoces. No suelen presentar rojeces y no tienden a descamar. El mayor problema es su aspecto, su brillo graso y su tacto untuoso, que resulta incómodo a quien la padece. •Piel grasa deshidratada: es una variante complicada de la piel grasa normal. En ella, la piel presenta un exceso de grasa, pero esta hipersecreción, debido a su composición, no tiene suficiente capacidad de retener agua (le faltan lípidos hidrófilos). Por eso posee características de piel grasa y de piel seca. Presenta brillo graso y tacto untuoso, pero a la vez su aspecto es marchito. Los poros aparecen dilatados. Es áspera al tacto puede tender a descamar, enrojece y se irrita con facilidad, es sensible a las condiciones ambientales y no tolera bien los cosméticos detergentes. Tampoco tolera los cosméticos oclusivos. Es relativamente gruesa, pero tiene tendencia a que aparezcan arrugas precoces. Pueden darse como una evolución de las pieles grasas a lo largo de los años, o tras la menopausia, o casos de pieles grasas con acné tratadas de forma muy drástica. •Piel ocluida: en esta, el exceso de grasa que fabrican las glándulas tiene dificultades para salir al exterior. Por eso tienden a aparecer complicaciones, sobre todo el acné. Como la grasa no sale bien al exterior, en las zonas donde la piel está ocluida ésta tiende a deshidratarse y adquirir apariencia mate y marchita. Suelen ser pieles gruesas y con tacto acartonado. No tolera los detergentes, ni los cambios climáticos, y tiende a irritarse con facilidad. Tampoco tolera bien los astringentes. •Piel hiperhidratada: exceso de fase acuosa en la emulsión epicutánea. Suele aparecer como una piel de aspecto macerado y fría al tacto. Se debe, normalmente, a un exceso de sudoración 47
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asociado a desequilibrios emocionales, psíquicos u hormonales. Es un tipo de piel poco frecuente. •Pieles especiales: trataremos aquí de tipos de pieles habituales con características un poco especiales: •Por un lado está la piel de personas de raza negra. La piel de blancos y orientales es muy similar. Sin embargo, las personas de raza negra presentan algunas particularidades en su piel. Por ejemplo, tienen un mayor número de capas de piel en el mismo grosor, por lo que su estrato córneo es más compacto. Además, aunque el número de melanocitos es muy similar al de los individuos blancos, son mucho más productivos y los melanosomas son más grandes el cabello es más rizado (ulotríquia) y los folículos más transversales, tendiendo el pelo por lo tanto a encresparse. Poseen menor cantidad de vello corporal (similar al de los orientales). Están más protegidos frente al sol. Segregan menos grasa y son muy sensibles a los excesos de ésta (los cosméticos grasos pueden provocar problemas). Y en general son más resistentes frente a agentes químicos (debido a que los estratos son más compactos). •La piel durante el embarazo también tiene sus peculiaridades. Los cambios fisiológicos que acarrea afectan a al piel. Son frecuentes las hiperpigmentaciones, sobre todo en areolas mamarias, axilas, región genital y cara interna de los muslos. Es frecuente la parición de melasmas (un tipo de alteración de la pigmentación que acarrea la aparición de manchas de origen melánico). En cualquier caso, todos estos problemas de pigmentación tienden a desaparecer en los meses posteriores al parto. Son frecuentes también los problemas vasculares, no solo varices, también angiomas estelares y eritemas. Existe una fuerte tendencia a la aparición de estrías (relacionado con el cambio hormonal). Aumentan ligeramente las secreciones sudoral y sebácea. Debido al consumo de proteínas por el feto, se retarda el crecimiento del cabello y las uñas, que además pueden aparecer más frágiles. Tras el parto es común que se pase por un periodo de caída del cabello conocido como “alopecia postpartum”. En algunas mujeres también aparece hipertricosis corporal (que remite tras el parto). Existen algunas dermatosis específicas del embarazo, como el prurito de la gestante, que se trata de un picor intenso; en cualquier caso, deben ser tratadas por un médico. Envejecimiento cutáneo. Características generales.
Entendemos por envejecimiento todas aquellas transformaciones anatómicas y fisiológicas que tienen lugar en nuestro cuerpo con el devenir de los años, sobre todo aquellos cambios 48
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que empiezan a hacerse notar a partir de los veinticinco años, aproximadamente y que se acentúan sobre todo a partir de los cincuenta (madurez tardía), se aceleran a partir de los sesenta (baja senilidad) y son completamente manifiestos a partir de los setenta y cinco (alta senilidad). La piel, que no deja de ser nuestro escaparate al exterior, sufre un proceso de envejecimiento paralelo y en ocasiones prematuro al corporal. La velocidad y apariencia de este proceso es diferente en cada persona y se debe por una parte a factores genéticos (algunas personas envejecen más despacio) y factores ambientales, como el tabaco, enfermedades, o exposición excesiva al sol, que aceleran el proceso de envejecimiento. Los cambios en la piel que lleva aparejado el proceso de envejecimiento afectan a todas las estructuras de la piel. La parte más visible del envejecimiento cutáneo, su principal manifestación, son las arrugas. Tienden a marcarse, a hacerse profundas, aprovechando las líneas naturales de la piel, tanto las ortoestáticas, que vienen marcadas de nacimiento y que corresponden con las zonas de flexión de la piel (manos, codos, cuello, etc.), como las líneas dinámicas o de expresión, situadas en zonas donde la piel se pliega por la acción de los músculos cutáneos (o músculos de la mímica). Existen varios tipos de arrugas derivadas de las líneas de expresión, que comienzan a hacerse patentes a partir de los veinticinco años, aproximadamente. Las primeras son las de la zona frontal (frente) y continúan (aproximadamente en este orden), orbicular (alrededor de los ojos, es decir, patas de gallo), superciliar (arco superciliar, sobre los ojos) y piramidal (entrecejo), elevador del labio superior, cigomático, buccinador y risorio (acentúa el rictus), orbicular de los labios (arrugas periorales), triangular de los labios, cuadrado del mentón (pliegues que tiran de la piel de la zona hacia abajo), borla del mentón (repliegue del centro del mentón). Por último se encuentran las arrugas gravitatorias, que aparecen a partir de los cuarenta y son debidos a la flacidez muscular, cambios óseos, pérdida de piezas dentarias, disminución del tejido adiposo, deshidratación profunda de la piel, esclerosis (rigidez, pérdida de elasticidad) y cambios en las estructura de la dermis que hacen que se pierda su capacidad de sostén habitual y la piel se descuelgue por la acción de la gravedad. La evolución aproximada de las arrugas es la siguiente (puede servirnos para aproximar la edad de una persona): •20 años: aun no han aparecido las primeras arrugas. 49
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•25 años: comienzan a aparecer arrugas en el frontal y en el pliegue nasogeniano. •30 años: se acentúan estas arrugas y comienzan a aparecer las de la zona suborbitaria y en las sienes. •35 años: se acentúan todas estas arrugas y comienzan a hacerse evidentes las arrugas perioculares y periauriculares. •40 años: han aparecido todas las arrugas de la cara, aunque todavía no son muy profundas. Comienzan a aparecer las arrugas en zonas cervicales. •45 años: se acentúan más las arrugas faciales y las periauriculares tienden a unirse con las cervicales. •50 años: comienza a hacerse más evidente el proceso de deshidratación de la piel. Y comienza a afectar a las manos. Se insinúan arrugas en la nariz y el mentón. •55 años: comienzan a aparecer hiperpigmentaciones, sobre todo en zonas muy expuestas al son como cara y manos. Las arrugas de la nariz y el mentón ya son evidentes. •60 años: se hacen evidentes las arrugas verticales sobre el labio superior. Las mejillas comienzan a notarse caídas. •70 años: aumenta considerablemente la profundidad de las arrugas y a hacerse evidentes las arrugas gravitatorias. •80 años: arrugas muy profundas, características en la zona periorbicular y periooral. Piel de cara y cuello muy flojos y caídos. Laxitud en los párpados. Cambios anatómicos y fisiológicos de la piel.
Durante el envejecimiento, la piel sufre un serie de cambios que afectan a su fisiología, histología y bioquímica. Veremos que existen dos tipos de envejecimiento, el normal o fisiológico y el actínico (derivado de la acción del sol). Presentan ciertas diferencias en cuanto a su modo de actuar y los cambios que provocan. •Epidermis: la epidermis, con el paso de los años, tiende a adelgazarse. Disminuye el número de células de cada capa y de cada estrato, sobre todo de estrato espinoso y con la excepción del estrato córneo, que se mantiene o incluso se engrosa. Tiende a disminuir el número de melanocitos, aclarándose el color de la piel y siendo más sensible al sol. Sin embargo, es frecuente la hipertrofia en algunas zonas, lo que llevará a la aparición de manchas oscuras 50
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(léntigo senil). El número de células de Langerhans también disminuye, con lo que se ve reducida la capacidad de respuesta inmune. La reducción del grosor epidérmico hace que se vuelva más permeable. Y la atrofia de los queratinocitos basales hace que la cicatrización sea más lente e imperfecta. El manto cutáneo se vuelve más ácido y menos resistente a los álcalis y los ácidos, ya que la función tampón se reduce. En zonas expuestas al sol, la epidermis tiende a sufrir envejecimiento actínico, que difiere un poco del fisiológico. En el caso de envejecimiento actínico, la epidermis se hace mucho más gruesa de lo habitual (no deja de ser un mecanismo defensivo contra el sol). Esto provoca que aumenten las arrugas y se hagan más marcadas. Los errores en la melanogénesis son más comunes, apareciendo manchas hiperpigmentadas con más frecuencia. Y son más frecuentes las hipertrofias epidérmicas seniles, es decir, quistes seniles. •Unión dermoepidérmica: tiende a aplanarse con el paso de tiempo. Esto conlleva una reducción de la cohesión entre epidermis y dermis. La unión se hace más laxa. La piel es también, por ello, más sensible a traumatismos. •Dermis: por una parte, tiende a reducirse grosor, sobre todo el de la dermis papilar. Los fibroblastos comienzan a decrecer en número (pierden capacidad mitótica, renovándose con menos frecuencia) y comienzan a ser fisiológicamente menos activos. Esto repercute en la integridad de las fibras dérmicas. Los haces de colágeno se adelgazan, desorientan y desestructuran. Esta desestructuración llevará a la dermis a la elastosis, sobre todo cuando comienzan a desestructurarse también las fibras elásticas de la dermis. La piel deja de tener su tensión y elasticidad características. Las fibras tienden a acumularse, formando un depósito de material amorfo conocido como material elastósico. Disminuyen también los mucopolisacáridos de la sustancia fundamental amorfa, bajando así su capacidad de retener agua. Esto llevará al final a una deshidratación de la dermis y a perder las propiedades de turgencia del gel. Los vasos sanguíneos de la dermis también tienden a degenerar, desapareciéndose o inutilizándose los capilares finos. Es frecuente la aparición por todo ello de dilataciones en los vasos más grandes, apareciendo trayectos vasculares que se denominarán telangiectasias. O la ruptura de capilares, apareciendo zonas marcadas de color rojizo que se denomina púrpura senil. La atrofia vascular y de fibras dificulta también los procesos de cicatrización. Los capilares linfáticos también ven reducida su actividad, se estrechan y dificultan el retorno linfático. Los nervios de la dermis van haciéndose menos sensibles, con menor percepción del tacto y del dolor. El envejecimiento actínico no provoca ningún signo adicional de envejecimiento dérmico, pero acentúa todos estos procesos.
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