Santiago Domínguez Zermeño Dra. Gilda Waldman M.
Control de lectura 3 Historia Mundial II
En el presente control de lectura analizaré parte del primer capítulo del libro HISTORIA DEL SIGLO SIGLO XX de Eric Hobsbawm, así como como el segundo capítulo del libro EL PASADO DE UNA ILUSIÓN de Francoise Furet. Para comprender el análisis que hace Eric Hobsbawm de la Primera Guerra Mundial (IGM) es importante retomar su caracterización histórica del siglo XX. En su libro “Era de extremos, el corto siglo XX 1914-1991” (en su traducción literal), Hobsbawm estructura al siglo XX como un tríptico, con tres grandes periodos históricos: La era de las catástrofes, La edad de oro y El derrumbamiento. Es la era de las catástrofes la que concierne al período que va desde el inicio de la IGM hasta el fin de la Segunda Guerra Mundial (IIGM). Hobsbawm propone entender a los 31 años que van desde 1914 hasta 1945 como una Gran Guerra, aunque en ocasiones los conflictos bélicos se presentaban de forma latente. Ambas guerras se pueden comprender como una unidad coherente, puesto que representan tres decenas de años de conflicto mundial constante en el marco de una lucha por el cambio de la hegemonía mundial, caracterizado por un espíritu revolucionario que derrumba las formas del anterior mundo decimonónico. En particular, para Hobsbawm es la IGM la que marca dicho derrumbamiento. De sus entrañas surgen dos grandes revoluciones que se oponen a las formas políticas, económicas y sociales que presentaba el mundo occidental antes de la guerra. No es hasta 1945 que cambian las formas en las que se articulan dichas luchas (y que se define el resultado de la lucha por la hegemonía), y por lo tanto, la fecha que pone fin a la era de las catástrofes. Es por todo esto que el primer capítulo incluye a ambas guerras, y el análisis particular de la primera sólo comprende la primera parte del capítulo. Bajo esta estructura, Hobsbawm deja fuera el análisis de fondo de las causas y los orígenes de la primera guerra mundial, haciendo un corto resumen de las causas efectivas que dan inicio al conflicto. De hecho, Hobsbawm presenta un breve resumen del desarrollo del
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conflicto, empezando con la formación de alianzas a finales del XIX, y hasta la actuación definitoria de EUA, además de estudiar algunas características propias de la primera guerra y sus ulteriores consecuencias. Es decir, en el primer capítulo esbozará algunas de los cambios importantes que surgen de la primera guerra, pero no será hasta en capítulos posteriores que se sumerja en las verdaderas consecuencias que tendría el conflicto en el desarrollo mundial del siglo XX. El autor comenta la altísima mortandad de la guerra, lo cual se convertiría en la forma estándar de los conflictos armados del resto del siglo, en comparación con las guerras anteriores. Comenta también las consecuencias que la intensidad del conflicto tendría en las generaciones posteriores. El trauma de postguerra moldearía varios ámbitos de la Europa de la primera mitad del siglo, desde lo laboral a lo político. Esta es una de las razones que le darían tanta fuerza a los movimientos ultraderechistas, como el fascismo. También ve en ello una causa del aumento en la magnitud de la violencia bélica, que tendría uno de sus puntos culminantes en el lanzamiento de la bomba atómica en 1945. Hobsbawm comenta brevemente la ola revolucionaria que barrió a Europa después de 1918, y que tiene sus orígenes en los movimientos anticapitalistas del siglo XIX, así como en el antecedente importantísimo que fue la Revolución Rusa. Una reflexión que me parece interesante tiene que ver con las razones por las cuales la guerra siguió durante 4 años sin que ninguno de los actores principales buscara negociar una paz temprana. Hobsbawm encuentra la causa en la naturaleza de los que se encontraba en diputa. La lucha por la hegemonía política y económica se había convertido desde la era imperialista en una única lucha por la hegemonía total. Y, Hobsbawm dice, este objetivo es uno ilimitado que requiere una victoria total del estado vencedor. Por esta razón la guerra fue total y requirió llegar a sus últimas consecuencias. Consecuencias que no se encontraron en Versalles, que instauró un temporal e inestable orden mundial, sino en Hiroshima. El segundo capítulo del libro de Furet hace un análisis de la Primera Guerra Mundial, centrándose en en las causas, los sentimientos nacionalistas que permitieron que el conflicto sucediera y evolucionara de la forma en que lo hizo, y en el carácter excepcional de la guerra misma. Comienza al establecer una diferencia entre la Primera y la Segunda Guerra Mundial, ya que, a diferencia de la segunda, las causas de la primera son mucho menos claras y comprendidas. Por el contrario, se suele caracterizar
la IGM mundial por sus
consecuencias, que son a su vez causas de la IIGM. Así, como una continuación del primer
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capítulo, Furet se embarca en un análisis del espíritu europeo de la época y en cómo éste dio pie a un conflicto que, a todas luces, parecía innecesario. Furet sitúa al nacionalismo europeo como el principal agente responsable del conflicto, que no podría explicarse puramente en términos del expansionismo económico de los países. En un ambiente político de inicios de siglo en el que las pasiones revolucionarias (mencionadas en el capítulo anterior) parecían ser determinantes, la guerra nos muestra que es la nación la que triunfa sobre la clase. El autor reitera en varios puntos a lo largo de la lectura que el sentimiento nacionalista, universal en toda la comunidad europea, logró imponerse a los movimientos políticos que estaban surgiendo, como la segunda internacional. Furet asegura que es el sentimiento de servicio a la nación el que domina en la población en conflicto, ya sea francesa, alemana o inglesa. Es por esto que Furet analiza (como lo había hecho con el concepto de burguesía en el capítulo anterior) cómo surge la nación europea, y la manera en que el concepto era entendido por la población civil y política antes de la guerra. En particular, nos presenta dos casos de estudio: Francia y Alemania. Ambos fueron actores principales en el conflicto, así como en la IIGM. El caso francés es representativo de la importancia histórica que tiene la nación en el imaginario colectivo: es anterior a la revolución, a la sociedad comercial y a la democracia. Es anterior y también los trasciende, pues tiene un carácter universal: liberales y conservadores por igual, económica y políticamente hablando, los ciudadanos Europeos de principios del siglo XX eran nacionalistas. Y dicho nacionalismo, al menos en el caso de la democracia francesa, heredaba la virtud feudal del honor caballeresco y la hacía suya a través del nuevo honor militar. Por otro lado, el surgimiento de la nación Alemana es diferente, pues surge a partir de una unificación tardía. Empero, esto no le resta fuerza, pues viene potencializada por un fuerte espíritu de comunidad alemán, arraigado en la cultura y en un sentimiento de superioridad. Furet ve en la Alemania previa a la IGM a una potencia militar cuyo nacionalismo característico (pangermanismo) ya tenía los elementos necesarios para devenir en el ultranacionalismo fascista. Una vez determinados los fundamentos ideológicos que permitieron que el conflicto iniciara y escalara en las proporciones en las que lo hizo, Furet comienza a analizar las características principales de la guerra misma. Un punto interesante es su carácter democrático e universal: el conflicto lograría una Movilización
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Total
de todos los elementos
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nacionales durante su desarrollo, incluyendo población e industria. Por otro lado, el estancamiento de la guerra producido por el equilibrio de fuerzas y el gran número de elementos armados generó un estancamiento larguísimo en el frente. La llamada Guerra de las Trincheras parecía interminable, y tuvo un gran desgaste para los estados en guerra. Para ahondar aún más en el espíritu y en las formas en las que se manifestó la IGM, Furet comenta testimonios epistolares de un soldado y un enfermero que participaron en dicha guerra. La predicción asombrosa que logra Élie Halévy del futuro geopolítico europeo muestra la relación tan fuerte que hay entre las causas de la guerra y las consecuencias que ésta tendría en el subsecuente desarrollo del siglo XX. No sólo como antecedente de la Segunda Guerra Mundial, sino en el crecimiento de las ideas fascistas y comunistas que nacerían del seno de la Primera.
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