VIII REUNIÓN DE ANTROPOLOGÍA DEL MERCOSUR (RAM) "DIVERSIDAD Y PODER EN AMÉRICA LATINA" Buenos Aires, Argentina 29 de septiembre al 2 de octubre de 2009
DE LA IMAGEN A LAS NOTAS DE CAMPO. ALGUNOS APUNTES EN TORNO A LA ANTROPOLOGÍA Y EL EMPLEO DE FOTOGRAFÍAS PARA LA PRODUCCIÓN DE CONOCIMIENTO “El instante preciso de la creación sucede cuando escoges el sujeto. Esto significa que lo esencial ocurre en el momento en que el fotógrafo se encuentra con la realidad que desea capturar” Brassai (Gyula Halasz- fotógrafo francés)
Arias, Vivian Irene Profesora en Ciencias Antropológicas (UBA) Maestrando en Administración Cultural (UBA). Investigadora independiente.
[email protected] Santos, Andrea Gonçalves dos Arquivista de la Universidade Federal do Rio Grande-Rio Grande/RS. Graduada en Archivologia por la Universidade Federal de Santa María, RS, Brasil. Pós-graduanda em Gestão de Arquivos (Universidade Federal de Santa María/Universidade Aberta do Brasil, RS)
[email protected]
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ABSTRACT A partir de los años ochenta, las ciencias sociales muestran predisposición a usar la fotografía como representación constitutiva de significado, como fuente histórica válida para la reconstrucción del pasado. En este sentido, la fotografía contiene testimonios que invisten de carácter momentos que se pierden, se transforman y, muchas veces, son idealizados. El campo es amplio cuando se tiene por objeto a las fotografías como fuentes de investigación. Si bien hasta casi fines del siglo XIX el documento escrito fue privilegiado como fuente de información, hoy día esta situación está cambiando. El investigador utiliza los documentos como puente para el pasado, a través de un proceso por el cual se elabora el conocimiento histórico y antropológico. La secuencia de imágenes permite a los investigadores captar las relaciones entre las distintas escenas y articular con otros textos, tanto orales como escritos. En este sentido, la fotografía puede tener distintos valores: documental, etnográfico, antropológico, entre otros. Ninguno de ellos le asegura un significado. El mismo estará dado por el uso que se haga de la fotografía, que es versátil y cambia constantemente. Tiene un valor polisémico, representa un fenómeno complejo en que se funden múltiples valores y funciones. La relación de mutuo enriquecimiento entre la antropología y la fotografía está presente desde los orígenes de ambas. La fotografía acompañó grandes expediciones antropológicas y arqueológicas; fue un instrumento para conocer el mundo. Ha permitido el acercamiento a contextos culturales distintos, tanto del pasado como presente. En este trabajo interesa analizar el vínculo entre las imágenes fotográficas, como fuentes de información, y las fuentes escritas1, en relación a las primeras expediciones y excavaciones realizadas en el noroeste de nuestro país. El material fotográfico que se empleará corresponde a imágenes del Archivo Fotográfico del Museo Etnográfico J. B. Ambrosetti.
Palabras claves: Fotografía- fuentes de información - Científicos sociales- Antropología
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Notas de campo, artículos de divulgación científica, entre otros.
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La fotografía como fuente de información y producción de conocimiento Las fuentes de información están asociadas a los orígenes, a la procedencia, a la fuente de consulta que produce información. Contienen información de testimonios directos sobre los hechos como el caso de correspondencias, diarios, asientos de registros públicos o privados, periódicos. Estas fuentes se han transformado, en las últimas décadas, en foco privilegiado de atención de investigadores, como los historiadores, sociólogos, antropólogos, entre otros, y han sido traducidos en numerosas publicaciones que facilitan el acceso a fuentes de investigación. La diversificación de las fuentes de información modificó y dinamizó el concepto de documento, o sea cualquier elemento gráfico, iconográfico, plástico o fónico, por el cual el hombre se expresa (Belloto 2004), permitiendo la aproximación de ciencias como la historia, la archivología, la bibliotecología, arqueología y antropología. En el trabajo con fuentes de investigación, los archivos ofrecen instrumentos que muestran las informaciones y documentos de manera ordenada. En el caso de las guías, los catálogos y los inventarios, el material2 que compone el registro es la fuente de consulta que brinda información y es el punto de partida. Solo se constituyen en fuentes de investigación a partir de la indagación del investigador. Esta autora afirma que la existencia del archivo se justifica por su sentido patrimonial y testimonial. La preservación de conjuntos orgánicos de informaciones sirve como forma de transmisión cultural, permitiendo la reconstrucción de un grupo social y como forma de asegurar a los investigadores los testimonios de cada generación. El investigador no analiza el documento por ser tal; lo utiliza como puente al pasado. En la investigación documental también es relevante considerar el estado de conservación del material, las condiciones de guardado y el acceso que colabora en el trabajo de recolección y organización de las fuentes, complementadas con la descripción de los archivos. Para esto, el investigador precisa obtener información consultando diferentes fuentes materializadas en diversos soportes, sean gráficos, iconográficos, fotográficos o sonoros, que las instituciones almacenan.
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Documentos, fotografías, publicaciones, entre otros.
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La fotografia que desde su surgimiento y a lo largo de su trayectoria, ha sido aceptada y utilizada como prueba definitiva, como testimonio de un hecho. Como las demás fuentes de información histórica, pueden ser aceptadas como espejos fieles de los acontecimientos (Kossoy 2002). En esta misma línea, Sontag (1981) sostiene que la fotografía no retrata solo un determinado tema, sino que también es un homenaje a este; es una parte del prolongamiento del tema como así también un medio potente de poseerlo y controlarlo.
Actualmente los archivos ocupan un lugar de visibilidad en la comunidad académica y científica donde se percibe el crecimiento de las instituciones de enseñanza superior y el aumento de la producción científica. Cada vez más, los investigadores están valiéndose de material diversificado, localizado en archivos públicos y personales y
centros de
documentación. Las instituciones archivísticas tienen que estar preparadas para ofrecer servicios y satisfacer las necesidades de los investigadores para colaborar con la realización de su trabajo. Miguel (1993) sostiene que la idea de que solo se tiene historia a partir de la aparición de la escritura produce equívocos. Lleva a los historiadores, antropólogos y otros científicos sociales a privilegiar el documento escrito como fuente de reconstrucción del pasado en detrimento de fuentes que no se constituyen en material que pueda ser archivado, tratado y analizado. Esta autora sostiene que muchas ciencias sociales relegaron el uso de la imagen fotográfica como instrumento de investigación hasta hace poco. Dejó de ser utilizada como un soporte de la ilustración de textos. La ausencia de uso de la fotografia como documento demostró los límites determinados por su desarrollo tecnológico (donde se consideraban poses y no fotos espontáneas) y de la noción de documento. Esta última concepción se modificó y se amplió, abriéndose a los documentos escritos, ilustrados, microfilmados, fotográficos o sonoros, entre otros.
Como ya se mencionara, a partir de los años ochenta las ciencias sociales demuestran predisposición para usar la fotografía como representación constitutiva de significado. Gana estatus en la medida en que se desarrollan estudios permitiendo la profundización de su lectura y la multimedia pasa a tener un papel relevante en los procesos de información, preservando y divulgando imágenes.
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Luna (2006) clasifica las fuentes de información usadas en las investigaciones en aquellas relacionadas a la observación directa, observación indirecta, relato verbal directo e indirecto (oral o escrito) y documento. Así, la observación directa puede referirse al registro de una situación o fenómeno dado en cuanto ocurre; y en la observación indirecta se usan indicios o pistas como informaciones de las cuales se deducen otras informaciones. Este autor argumenta que los relatos verbales siempre fueron fuentes controvertidas de información, debido al hecho de que ellos tendieron siempre a ser un correlato de algún fenómeno. A pesar de este carácter indirecto, es posible clasificarlos como directos o indirectos, con base en la relación que se puede establecer entre la fuente y la información que de ella se espera. De esta forma, el relato será tanto más directo cuanto menor sea la intermediación entre la fuente y la información que de ella se desea obtener. El documento, como fuente de información, asume diferentes formas: literaria, anuarios estadísticos y censos, prontuarios médicos, legislación, entre otros. Las informaciones obtenidas de documentos pueden ser directas o indirectas, consideradas como fuentes primarias (directas) o secundarios (indirectas). Una fuente primaria es un documento o cualquier fuente cuyo origen se remonta a la época que se está investigando, frecuentemente producida por las propias personas estudiadas. Ejemplo son las correspondencias, diarios, periódicos, textos literarios o narrativos, entre otros. Por su parte, la fuente secundaria consiste en todo trabajo que se base en otro, este siendo fuente original o primaria; trabaja sobre fuente, procediendo al análisis, ampliación, comparación. Se compone de elementos derivados de obras originales, se refieren a trabajos escritos con el objetivo de analizar e interpretar fuentes primarias.
Las múltiples lecturas y valores de la fotografía El análisis del contenido de la fotografía no se reduce a una lectura frontal y explícita de lo que la imagen revela, ya que la intervención del fotógrafo en la imagen existe desde la invención de la fotografía misma. Miguel (1993: 127) afirma que para la interpretación de las imágenes, en cuanto documento histórico, lo que interesa “son las seriaciones, pues el retrato aislado no permite captar la ambigüedad del objeto- imagen y su sentido”. La autora argumenta que las secuencias de otras imágenes permiten al observador captar las articulaciones entre las diferentes escenas de la vida. Pero principalmente posibilita la articulación con otros textos, orales y escritos, capaces de desdoblar las connotaciones de las 5
fotografías. Estas nos hacen pensar en múltiples y simultáneas realidades, en cuanto el documento es poseedor de múltiples significados. La interpretación y la significación de la imagen fotográfica están culturalmente determinadas y requieren del aprendizaje de códigos de lectura para abordar sus sentidos. La fotografía puede tener distintos valores: documental, etnográfico, antropológico, estéticos, sociológico, pero ninguno de ellos le asegura un significado. El significado estará dado por el uso que hagamos de dicha fotografía, que a su vez es versátil, cambia y es suplantado constantemente. (Dubois 1994; Sontag 1981) En este sentido podemos decir que tiene un valor polisémico, es un fenómeno complejo en que se funden múltiples valores y funciones. El aspecto estudiado en la fotografía debe tener articulación con lo que se encuentra ausente, con aquello que no fue registrado. Es posible entonces cuestionar las lagunas, interrogarse sobre los olvidos, enriquecer el análisis, ya que lo que es visible puede ser marca de manipulación de la realidad. Es importante destacar que el fotógrafo interfiere en la imagen. Puede ser a través de determinada corriente estética, técnica o ideología de reproducción de la imagen, o sea, en su composición. Por eso, Burke (2001, citado en Freund 1993) argumenta que debe considerarse principalmente que:
La fotografia puede ser retocada o alterada;
Puede ser usada para inducir una idea, una posición del público;
El fotógrafo puede armar una escena, antes de fotografiarla;
Tiene motivos explícitos o implícitos para escoger la composición.
Es preciso hacer, lo mismo que con otros textos, un análisis crítico de la imagen. La interpretación de la imagen será siempre personal, subjetiva y múltiple, no pudiendo decirse que una imagen será leída de la misma forma por todas las personas. En este sentido, es difícil distinguir entre una fotografía tomada por un profesional y aquella tomada por un aficionado. Desde la perspectiva antropológica, puede considerarse a la fotografía como un artefacto socialmente construido que informa algo sobre la cultura reflejada y la cultura del fotógrafo, se muestra al investigador y los investigados, hay negociación entre ambas partes. Por otro lado, es necesario distinguir entre la fotografía como producto de una cultura y la visión particular del fotógrafo, focalizándose en la fotografía como forma de acercarse a contextos culturales distintos, tanto del pasado como presente.
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Según Kossoy (2001), la elección de un aspecto determinado, una preocupación de la organización visual de los detalles que componen el asunto, como la recursos ofrecidos por la tecnología
exploración de los
son factores que influencian decisivamente en el
resultado final y configuran la actuación del fotógrafo en cuanto al filtro cultural. El registro visual documenta, por otro lado, la propia actitud del fotógrafo frente a la realidad, su estado de espíritu y su ideología terminan apareciendo en sus imagenes. Coincidimos con Martín Nieto (2005) en que hay una relación entre la mente del fotógrafo, la cámara que usa y la técnica que emplea. Existe un diálogo interior en la mente del fotógrafo para conseguir la imagen que quiere y construirla finalmente. Miguel (1993) agrega que el conocimiento de las técnicas fotográficas permite localizar en el tiempo o lugar una fotografía sin datos, y sus características externasson consideradas para la interpretación. El tamaño, tipo, datos, lugar, fotógrafo y publicación son importantes para identificar el contexto en el que fueron producidas las fotografías. Es necesario además el uso de bibliografía especializada, publicaciones que contengan ilustraciones (que permiten estudios comparativos), periódicos de época y catálogos de exposiciones.
Belloto (2004) afirma que a través del análisis, el documento refleja una realidad que no es concreta, es un discurso de ella. Parte de esa lectura es una realidad pasada; a esto se suma una carga del presente mismo. Este presente es resultado de sucesivas realidades que acontecerán desde el momento de la producción del documento hasta la llegada a las manos de quienes lo analizarán,
usando el instrumental analítico y crítico que le permite su
formación profesional. Así la historia se torna inteligible, sin deformaciones mediante el procedimiento científico, la investigación que rastrea, estudia, analiza, critica y explica como las informaciones obtenidas de fuentes primarias y secundarias, seguidas de hipótesis de trabajo. Estas fuentes son posibles de consultar a través de soportes gráficos, iconográficos, sonoros y otros , en las instituciones que las almacenan y que el investigador realiza en la etapa de identificación y recolección de datos.
De la antropología, etnografía, fotografía y otras hierbas… La relación de mutua complementariedad entre la antropología y la fotografía data desde los orígenes de ambas. La fotografía fue empleada en numerosas expediciones y sirvió de instrumento para conocer el mundo. En palabras de Sontag (1981), la fotografía permite a 7
aquellos que no tienen la posibilidad de viajar la sensación de conocer y visitar lugares y personas, lejanas, y a veces exóticas. En los inicios, la fotografía representaba la superioridad tecnológica y de conocimientos occidentales, manifestaba quien tenía el poder. Se presentaba como la prueba testimonial de la presencia “in situ” del etnógrafo, arqueólogo o antropólogo, brindando veracidad a su relato. Tanto las fotografías como las ilustraciones, acompañando las notas de los investigadores, permitieron mostrar con una imagen infinidad de detalles que de manera escrita hubieran precisado muchas páginas para su descripción. Lo visual no era considerado en la interpretación y se orientaba a lo folklórico o al pintoresquismo (Bauret 1999; Martin Nieto 2005).
Hoy en día la situación es distinta. Las ciencias sociales han comenzado a emplear la fotografía como representación constitutiva de significado, como fuente histórica válida para la reconstrucción del pasado. Entonces podemos decir que desde las primeras imágenes, con el daguerrotipo, hasta las actuales capturadas por cámaras digitales, el medio fotográfico ha evolucionado de forma contundente y sus significados también. Entre las ciencias sociales que van cambiando sus perspectivas en cuanto a la utilización de la fotografía como documento en sí mismo, se encuentran la historia, la etnografía, la etnología, la etnohistoria, la antropología y la arqueología. En términos generales puede decirse que ya no responden al paradigma de recolección, enumeración y categorización de datos, sino que se han reformulado permitiendo dar cuenta de diversos procesos sociales, insertos en realidades históricas concretas, de los cuales la fotografía permite dejar testimonio. Se trata de diversas “lecturas” de esas realidades.
Estas distintas interpretaciones varían en función del contexto en el que se analicen. Forman parte de una cultura total y no pueden entenderse si no se tiene un conocimiento profundo de esa cultura3. Como bien sostiene Lara López (2005), la fotografía no solo es un objeto con el que se obtiene un goce estético, lúdico o didáctico, sino que posee un valor polisémico, es un fenómeno complejo en que se funden múltiples valores y funciones. Pero debe tenerse en 3
Al respecto interesa citar el ejemplo ilustrado por Sekulla (1981): Un antropólogo mostró a una indígena una
fotografía de su hijo. Esta era incapaz de reconocer esta imagen, hasta que el antropólogo le llamó la atención sobre algunos detalles de la foto. La proposición “esto es un mensaje” o “esto ocupa el lugar de su hijo” es precisa para la lectura de esta foto. Para que la indígena comprendiera la foto era necesaria una expresión verbal que hiciera explícitos los códigos que permiten la composición de la foto. Entonces el dispositivo fotográfico es un dispositivo culturalmente codificado.
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claro que la fotografía no es “la realidad”, sino solo uno de los muchos modos, todos convencionales, de representarla. La realidad exterior es más compleja y dinámica de lo que la fotografía puede transmitir.
Los múltiples valores que puede tener la fotografía son documentales, etnográficos, históricos, periodísticos, turísticos, entre otros. En todos estos casos, estará representando una versión de la realidad, en relación al contexto histórico en que se encuentra enmarcada. Por ejemplo, el valor etnográfico suele estar dado por el modo en que se emplea la fotografía para informar a los espectadores; un mismo ritual, una misma fiesta o un mismo grupo humano tienen múltiples fotos, como la cantidad de finalidades que tiene el documento gráfico (Brisset 1999). La característica de la imagen fotográfica, en cuanto al conocimiento de algo es la de imponer un sentido. En palabras de Sontag, (1996) éstas brindan la mayor parte de los conocimientos que tiene la gente sobre el pasado y el presente, suministran evidencias. A lo largo del tiempo se han producido cambios de paradigma tanto en la antropología como en la fotografía. En relación a esta última, consideramos pertinente mencionar brevemente la propuesta de Dubois (1986) acerca de las diversas posiciones que se suceden históricamente.
La primera postura remite a la fotografía como espejo de lo real: tiene su origen en el siglo XIX. La fotografía es considerada una imitación, la más perfecta de la realidad. Su carácter técnico la presenta como algo automático, objetivo y natural.
Posee una
capacidad mimética donde se manifiesta la semejanza entre la foto y su referente externo. A la fotografía se le atribuye el hecho de ser una copia “exacta” del mundo exterior y se le destinan las funciones sociales, documentales, concretas, referenciales. El fotógrafo no interviene, solo asiste a la máquina productora de imágenes. Un aspecto fundamental en esta postura es el valor de verdad que se otorga a la imagen. Entran aquí las posturas clásicas del “yo estuve ahí” y el pintoresquismo. Para Barthes (1982) la fotografía es un mensaje sin código, una emanación de lo real pasado; esta idea se corresponde con la noción de génesis automática de Bazín.
La fotografía como transformación de lo real: esta postura corresponde al siglo XX. Se muestra la imagen fotográfica como susceptible de análisis, de interpretación. La fotografía deviene en transformadora de la realidad. Su lectura está culturalmente codificada. Hay un desplazamiento del realismo hacia la verdad interior. Hay dicotomía entre la realidad aparente y la realidad interna. Se deconstruye la imagen fotográfica a 9
partir de la observación de la técnica fotográfica y sus efectos en la percepción. Según Pierre Bordieu sostiene que la fotografía fija solo una parte de la realidad a través de una selección arbitraria, solo reproduce las características visuales y desde un único punto de vista.
La última postura es la que sostiene la fotografía como huella de algo real: se interroga la ontología de la imagen fotográfica. En sus inicios se consideraba a la representación por semejanza (icono); luego se pasa a la representación por convención general (símbolo) Hoy día la atención está focalizada en la representación por contigüidad física del signo con su referente. El valor de la imagen está determinado por su referente, es una huella de una realidad. La foto es ante todo un index. Es solo a continuación que puede llegar a ser semejanza (icono) y adquirir sentido (símbolo).
Asimismo, los cambios de paradigma se han sucedido en las ciencias sociales. En términos generales puede afirmarse que las primeras expediciones y exploraciones en nuestro país han obtenido imágenes que coinciden con la primera postura presentada en torno a la fotografía. Estas imágenes responden a un paradigma de reflejo de la realidad. Poseen una fuerte carga de “verdad” tanto en la demostración de la presencia del fotógrafo en el lugar, en muchos de estos casos antropólogos, como en la “efectiva existencia de los pueblos indígenas”. Entran aquí las posturas del “yo estuve ahí” y el pintoresquismo. Se presenta una visión romántica, pintoresca y primigenia de los indígenas4 retratados. Al momento de tomar las fotos, se buscaba el retrato de un imaginario exótico sobre el otro. La fotografía entonces reproduce con “exactitud” el mundo exterior, tal cual era la realidad, cumpliendo con una función documental y conservando huellas del pasado. Buen ejemplo de ello son las fotografías obtenidas por Enrique Palavecino durante sus expediciones al Chaco Salteño y Juan Bautista Ambrosetti en sus excavaciones en Quilmes, Pampa Grande y La Paya.
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Es importante citar aquí la crítica que realiza Roger Bartra en torno al uso etnográfico de la fotografía. Según
este autor, dicho uso sostiene el estereotipo de la tristeza del indio, el aura de melancólico silencio. Lo contrapone con el fotoperiodismo, que posibilita imágenes en la que los indios ríen, corren, gritan, juegan, hacen burlas (Barbero 2005).
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Expediciones de Ambrosetti y Palavecino al Noroeste argentino Entre fines del siglo XIX y principios del siglo XX la fotografía registra diversas realidades históricas y sociales de los recién formados estados nacionales. Se obtienen fotografías en las grandes ciudades, retratando a los ciudadanos y se hacen tomas de los acontecimientos sociales y culturales. También están quienes recorren el territorio nacional, viajando a diversos lugares, capturando con la cámara el paisaje y los diversos grupos sociales, entre ellos, los pueblos indígenas. Entre los investigadores que transitan por el norte del país pueden señalarse Palavecino5 y Ambrosetti, quienes realizan expediciones por el noroeste argentino. En el caso de Palavecino, las imágenes obtenidas durante sus exploraciones revisten un carácter etnográfico, dando cuenta de las manifestaciones materiales e inmateriales de diversos pueblos indígenas. En cuanto a su labor etnográfica, consideraba que el testimonio directo era obtenido por el antropólogo a través de la técnica de observación. Como bien lo señala Giordano (2004) no hay referencia explícita al rol de la fotografía como método de registro o de análisis. Si bien empleó cuantiosamente la cámara, las fotografías cumplían la función de registrar una suerte de “testimonio” del momento captado, enmarcado en una visión homogénea de la cultura. Pero sobre todo, la fotografía acompañaba al texto escrito, como simple ilustración o atestiguando la efectiva presencia del antropólogo o etnógrafo en las comunidades indígenas.
Familia de Awutsajk, al norte del Algarrobal6 Archivo Fotográfico y Documental del Museo “Juan D. Ambrosetti”, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires 5
Gran parte de las colecciones fotográficas se encuentran en el Museo Etnográfico “J. B. Ambrosetti”, del cual
fuera director. Además, casi todos sus trabajos publicados contienen imágenes. 6
Fotografía publicada ilustrando el artículo de Enrique Palavecino “Breve noticia sobre un viaje etnográfico al
Chaco Central”. En Revista Geográfica Americana, Año II- N° 23, Agosto 1935.
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Por su parte, Ambrosetti posee numerosas fotografías referidas a sus excavaciones arqueológicas, donde las notas de campo son descripciones e interpretaciones de objetos arqueológicos, que se relacionan con mitos y costumbres folklóricas. Las fotografías funcionan como registro de detalles y complemento de los apuntes del investigador pero no como documentos en sí mismos. Los objetos interesaban por su valor estético pero no hubo interés en estudiarlos en sus asociaciones.
La Paya Sepulcro II Archivo Fotográfico y Documental del Museo “Juan D. Ambrosetti”, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires
Conclusiones A lo largo de este trabajo se ha transitado por múltiples relaciones entre la fotografía y la antropología. La fotografía era considerada en sus inicios como simple complemento, casi ilustrativo o de carácter testimonial, de las notas y apuntes de campo del antropólogo, etnógrafo o arqueólogo. Hoy en día la situación ha cambiado, siendo la fotografía considerada en sí misma como una fuente histórica válida para la reconstrucción del pasado. La secuencia de imágenes, y no la fotografía aislada, permite a los investigadores dar cuenta de las relaciones y articulaciones entre las distintas escenas de la vida cotidiana. Y fundamentalmente permite la articulación con otras fuentes, tanto orales como escritas. La fotografía, como objeto y construcción cultural, nunca es neutral, siempre posee una intencionalidad, donde se produce la intervención de quien toma la fotografía. En este sentido, el producto de este acto, es una imagen fotográfica cargada de valores y diversos
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significados, y su lecturas serán múltiples, dado que el uso que de la misma se cambia constantemente. Pero para que la fotografía sea fuente de información y permita la construcción de conocimiento, es preciso una adecuada conservación. Por ello es importante que se preserven los conjuntos orgánicos de informaciones, siendo no solo una forma de transmisión cultural sino también un patrimonio de todos.
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