FERNANDO ALIATA. La ciudad regular. Arquitectura, programas e instituciones en el Buenos Aires posrevolucionario (1821-1835) CAP V. LENGUAJE Y ARQUITECTURA EN LA CIUDAD REPUBLICANA Neoclasicismo y Revolución 1821: serie de medidas tendientes a una transformación política. Es posible configurar un ámbito colectivo a partir de la instauración del sistema representativo (1820), el sufragio activo y directo (1821), la reforma eclesiástica (1822) y la tolerancia religiosa (1824). Se trata de una voluntad Estatal que necesita de la materialización de un espacio público para hacer efectivo su sistema de reformas. “El neoclasicismo resulta el acompañante natural de las concepciones políticas reinantes” (cita Jorge Myers). Los publicistas del nuevo orden revolucionario comenzarán a relacionar a Buenos Aires con ciudades del mundo antiguo: Atenas o la Roma republicana serán los mitos abocar para exaltar a esta ciudad estado. Se trata de una doble acción: - un programa simbólico de nuevos monumentos o emblemas políticos que cambiarán la imagen de la ciudad - una política de alineación de regularización del conjunto urbano que observa la ciudad como un complejo organismo El primer impulso se centra en una política de desaparición y modificación de los símbolos y resabios de la estructura espacial del poder español. Se persigue la eliminación de los contenidos arquitectónicos hispánicos mediante El reemplazo de los edificios existentes por una nueva arquitectura revolucionaria. La plaza como escenario de la transformación En el centro de la ciudad se produce una serie de cambios significativos una vez retirados hacia la periferia los servicios y los segmentos del comercio y la industria más molestos centro representativo sirve para albergar el crecimiento de las propias instituciones del estado. La plaza quiere una centralidad definitiva. La transformación se centra en dos operaciones: - la eliminación de la plaza de las actividades de mercado, y entonces la limitación de la presencia de los sectores populares (La intención de eliminar el mercado de la plaza obedece a la resolución de problemas higiénicos y circulatorios) - la conversión de la plaza en un espacio equipado para la realización de celebraciones políticas Tratadistas contemporáneos como Marulli y Durand recomiendan la localización en la plaza de edificios culturales o gubernativos como teatros, bibliotecas, museos, paseos públicos, además de tiendas de productos de categorías sólo accesibles a “gente decente”. Se inicia una campaña de oposición a toda forma de comercio ambulante. Hay una imposibilidad de conjugar la nueva arquitectura de la plaza con las prácticas anteriores y la presencia de quienes
no poseen los códigos para comportarse en este lugar propio de la nueva sociabilidad. Para la élite los hábitos propios de los sectores populares deben ser excluidos de la Plaza Central. Con Rosas La Plebe urbana comienza a ganar el control del espacio público como contrapartida la gente decente lentamente abandonar la voluntad de ocupación del área central y se retrotrae hacia el espacio privado otros ámbitos de sociabilidad más limitados. Comienza a producirse un proceso de diferenciación entre el espacio de la elipse y de La Plebe. Carácter arquitectónico y Neoclasicismo La fachada es un fenómeno que adquiere importancia al analizar el ámbito urbano. Se trata de una lámina material sobre la que se depositan los signos ornamentales en los cuales pueden leerse mensajes que tienen que ver con una determinada idea de ciudad. La idea de sencillez aparece como un criterio global que amalgama diferentes proyectos y se constituye como un principio rector del carácter que debe tener la arquitectura privada en la ciudad republicana. Otra idea identificable con las teorías arquitectónicas imperantes de fines del siglo XVIII en la noción de decoro un atributo que deben guardar quienes se sienten identificados con la austeridad republicana y condenan el lujo ornamental propio del exceso del antiguo régimen. La ciudad y la democratización del ornamento Pero este esquema de división de signos arquitectónico entre un carácter público que puede permitirse cierta ornamentación y otro privado que debe guardar austeridad se va desdibujando. Durante el estado de Buenos Aires la retórica republicana aplicada a la plaza inunda el conjunto de la ciudad y se hacen ostensibles las decoraciones de las fachadas particulares. Este cambio debe relacionarse con la transformación del paradigma que hasta aquí se había considerado: la necesidad de encontrar un correlato material entre las prácticas políticas y la organización de la ciudad deja de ser determinante. CAP VI. PÓRTICO DE LA CATEDRAL Historiografía y series tipológicas Incluso antes de la organización del departamento de ingenieros arquitectos, el gobierno de Martín Rodríguez encara 2 proyectos importantes: - la conclusión del frente de la catedral - la erección de la sala de representantes. Estas elecciones se refieren a 2 aspectos de la política ministerial: la reforma del clero y la creación de un sistema representativo. Se ha discutido sobre los modelos europeos tomados como referencia para el pórtico de la catedral: La iglesia de la Magdalena de París o el Palacio Bourbón, sede de la asamblea legislativa francesa.
Buschiazzo sostiene que el modelo es el Palacio por tener un pórtico idéntico al de la catedral y por ser anterior en el tiempo, mientras que la Magdalena fue recién terminada en 1842. Buschiazzo sostiene que la versión que indica que Rivadavia trajo planos de la Magdalena para la catedral es sólo una leyenda. Se ocupa tambien de señalar las diferencias morfológicas. La postura de Buschiazzo se ha mantenido durante muchos años como verdad indiscutible. Pero el autor no considera, entre otras cosas, que una obra no necesariamente debe estar terminada para servir de modelo. 1752: la catedral se desmorona 1755: se comienza la construcción del interior (el actual) a partir de un proyecto de Antonio Masella. Se pretendió mantener la antigua fachada (probablemente de Prímoli y Bianchi) pero no guardaba relación con el nuevo edificio, por eso le fue encargada una nueva fachada al ingeniero José Custodio Sa y Faría. Pero no llegó a realizarse Posteriormente durante los últimos años de dominación hispánica se le encargó un proyecto de nueva fachada a Tomás Toribio, pero la construcción fue interrumpida probablemente a causa de las invasiones inglesas. 1822: reforma eclesiástica. Asegura la sujeción del clero al nuevo estado y la expropiación de algunas propiedades. El documento que anuncia la construcción del pórtico expresa que la relación entre estado y clero debe modificarse hacia un mayor control gubernamental. El decreto comunica las claves simbólicas que se le quiere dar a la nueva fachada. El pórtico deberá ser un monumento celebratorio de gratitud a la divina providencia por las victorias alcanzadas y el reconocimiento al ejército de la independencia y no presenta ninguna invocación estrictamente religiosa. Algunas fuentes documentales indican que Rivadavia habría estado a cargo involucrado en el proyecto, para el que encarga un modelo templario de fachada. En este punto es posible encontrar una relación entre la iglesia de la Magdalena y la catedral metropolitana que no es formal. La iglesia de la Magdalena comenzó a construirse en 1761 quedando inconclusa por la muerte del arquitecto. Después de la Revolución, Napoleón ordenó que se destinara la iglesia de la Magdalena a Monumento a los Soldados del ejército francés. En 1807 convoca a un concurso ganado por Beaumont pero por decisión de Napoleón se lo reemplaza por el proyecto de Vignon (a quien Rivadavia admiraba), que obtuvo el segundo premio El programa napoleónico de monumento, la idea de que se trata de un templo más que de una iglesia, son las nociones qué más relacionan a la catedral y la Magdalena, más allá de afinidades morfológicas. El decreto rivadaviano habla de una fachada que sea homenaje a la Independencia. Se trata de un templo que por su exaltación de las virtudes cívicas y patrióticas, imbuidas del espíritu laico de las fiestas revolucionarias, bien puede tener su origen en los signos de la arquitectura de la antigüedad romana. Si bien entre la catedral y el Palacio Bourbón hay coincidencias formales evidentes (pórtico de 12 columnas corintias montado sobre una escalinata) hay
una diferencia importante: el Palacio presenta una columna adosada como fragmento a una fachada muraria lisa, mientras que el frente de la catedral de Buenos Aires se muestra como una estructura templaria abarcante de la totalidad del frente. Aliata sostiene que ambos edificios franceses parecen combinarse en todo el proceso de conformación: el género, el modelo y las intenciones responden a la Magdalena pero las proporciones y el aspecto final se relacionan con el Palacio Borbón. Los dos se combinan para lograr su objetivo principal: transformar a la catedral en un aparente templo antiguo. Un análisis proporcional de los tres edificios permite determinar algunas conclusiones parciales:
Catedral Palacio Borbón Magdalena
Intercolumnio (módulos) 4 3,5
altura de columna (módulos) 20 18,5
4
20
La hipótesis de Aliata es que los proyectistas de la Catedral propusieron en un inicio las proporciones de la Magdalena pero debieron ampliar el número de columnas de acuerdo al ancho de la planta existente de 8 a 12, por lo que finalmente el pórtico adoptó elementos propios del palacio Borbón. Transculturación e interpretación La construcción del pórtico debió resultar en esa época una tarea dificultosa desde el punto de vista técnico, y también por el encarecimiento de materiales y por la falta de operarios capacitados. La solución fue la importación tanto de materiales como de mano de obra, la ejecución de las columnas en mampostería, y la construcción en París de capiteles corintios y bases en Bronce. Luego del alejamiento de Rivadavia del gobierno, a partir de cambios en la política eclesiástica de la Administración, se realizan gestiones para finalizar el edificio. Zucchi aparece como el protagonista para finalizar los trabajos. Realiza 2 proyectos para modificar radicalmente la fachada templaria: uno que destruye por completo la propuesta de Catelín, el segundo más realista que incorpora a la composición el pórtico dodecástilo. Para Zucchi se debe devolver al edificio -mediante una operación de resemantización lingüística que incluye campanarios, estatuaria y símbolos alegóricos- el carácter cristiano eliminando toda reminiscencia de rigorismo arqueológico. En la catedral la voluntad del Estado no es respetar los lineamientos programáticos tipo de una catedral sino crear un templo votivo en homenaje a la independencia. De allí la elección de una arquitectura monumental que evoca la gloria de la antigüedad.
El gobierno sustrae al clero sus propiedades inmobiliarias, les otorga nuevas funciones, y en este caso hace coincidir el sentido sacro del templo con el nuevo culto al estado.
CAP VII. SALA DE REPRESENTANTES DE BUENOS AIRES La máquina arquitectónica Resulta paradójico que la fachada de la cámara de diputados francesa (el Palacio Borbón) sirva como modelo para el frente de la catedral y que la legislatura de Bs As careciera de fachada. Ambas obras son contemporáneas, mandadas a construir por un mismo gobierno y realizadas por el mismo arquitecto (Catelín realizó la sala entre agosto de 1821 y abril de 1822) En los años 20 la élite administrativa entra en crisis y esta nueva institución, la sala, viene a ser el vehículo de expresión de la élite económica. Asimismo la sala es producto de la nueva ley electoral provincial de 1821. El lugar de su emplazamiento fue dónde se alojaron los insurrectos alto peruanos prisioneros durante los acontecimientos previos a la independencia. Entonces el sitio fue seleccionado de acuerdo a la costumbre Revolucionaria de construir las nuevas instituciones sobre las ruinas de los monumentos más representativos de la opresión del Antiguo régimen. Pero pese a esta importante significación el lugar carecía de presencia urbana. Algunos edificios fueron considerados modelos o antecedentes de la sala. Se la compara con la cámara de los pares de París, pero existen importantes diferencias. Quizás la mayor similitud está en que la construcción de la sala como un espacio interior construido dentro de otro edificio Se ve en la sala una voluntad explícita del gobierno para que la misma adquiera una significación diferenciada del orden tradicional: se trata de hacer visible espacialmente la igualdad política con la consiguiente supresión de todo tipo de privilegios de carácter corporativo. La arquitectura de la sala recuerda al texto de Bentham “táctica de las asambleas legislativas”. Rivadavia conoce a Bentham en un viaje a Europa, y por otro lado los libros del filósofo eran leídos en Buenos Aires incluso antes de su contacto con Rivadavia Cómo programa arquitectónico, las salas de representantes tenían una historia bastante reciente en el campo internacional. A partir del siglo XVIII la simple asamblea de ciudadanos empieza a organizarse más detalladamente. A diferencia de las grandes salas medievales que sólo podían contener reuniones desordenadas, en las qué era imposible la visualización de la totalidad de los miembros, las modernas salas cambian drásticamente su organización funcional. El primer edificio con estas características es el parlamento de Dublín que poseen una forma octogonal y no rectangular. También incorpora un sector de
galería que permite a la asistencia de espectadores. A partir del Capitolio de Washington, la forma semicircular será la forma tipológica de mayor aceptación. El edificio paradigmático para este programa provendrá del Auditorio de la escuela de cirugía de París. Existe detrás una fuente antigua reconocible: el teatro. Dentro de su planteo, Bentham propone que la transparencia de los discursos y las acciones de control de la opinión pública, conducen a la verdad y al bien común. Tu “táctica de la asamblea legislativa” es entonces una máquina perfecta para asegurar el desarrollo racional del acto legislativo. Las indicaciones no pueden implementarse sin una forma arquitectónica precisa. Por ejemplo, aprueba la forma de semicírculo en la que puede establecerse una separación igualitaria y equitativa de los asistentes; determina que asiento del presidente debe estar elevado para poder visualizar toda la asamblea; debe haber tribunas para espectadores; no debe haber decoración suntuosa que distraería a los miembros, etc. La ausencia de ornamentación es algo que también reivindicará Zucchi años después para referirse a la sala en Montevideo: plantea la oposición entre lujo corrupto de las tiranías y el decoro y austeridad republicanas. El laboratorio político La materialización de la sala como institución pareciera ser el centro de una operación de carácter político que intenta involucrar al conjunto de la sociedad. No es casual la preocupación de la elite local por dotar del reglamento benthamiano a la sala, si en ella están depositadas la representatividad, el control de las garantías individuales y la posibilidad de repartición de poderes. La cuestión de la presencia y participación del público en el sistema político es uno de los factores más importantes de la teoría benthamiana acerca de las asambleas, ya que estando el poder amenazado por una serie de tentaciones, la publicidad de los debates parlamentarios asegura la supervisión casi natural del público. Según el filósofo, la presencia de la opinión es la que puede contener a los miembros de la legislatura dentro de su obligación. El cumplimiento de estas premisas exige la presencia material de espectadores dentro de la sala, así como la transcripción de los debates y una prensa independiente.