Las puertas de la percepción Aldous Huxley
Si las puertas de la percepción quedaran depuradas, todo se habría de mostrar al hombre tal cual es: infinito. William la!e "ue en #$$% cuando el farmacólo&o alem'n Lud(i& Le(in publicó el primer estudio sistem'tico del cacto, al que se dio lue&o el nombre, del propio in)esti&ador, Anhalonium Le(ini, nue)o para la ciencia. *ara la reli&ión primiti)a y los indios de +xico y del Sudoeste de los -stados nidos, era un ami&o de tiempo inmemorial. -ra, en realidad, mucho mas que un ami&o. Se&/n uno de los primeros )isitantes espa0oles del 1ue)o +undo, esos indios 2comen una raí3 que llaman *eyotl y a la que )eneran como a una deidad2. La ra3ón de que la )eneraran como a una deidad quedó de manifiesto cuando psicólo&os tan eminentes como 4aensch, Ha)eloc! -llis y Weir +itchell iniciaron sus experimentos con la mescalina, el principio acti)o del peyot5. 6ierto es que se detu)ieron mucho antes de lle&ar a la idolatría, pero todos ellos coincidieron en asi&nar a la mescalina un puest puesto o entre entre las las dro&as dro&as m's m's dist distin in&u &uid idas as.. Admi Admini nist strad rada a en dosi dosiss adecuadas, cambiaba la cualidad de la conciencia m's profundamente 7siendo al mismo tiempo menos tóxica7 que cualquier otra sustancia del repertorio de la farmacolo&ía La in)esti&ación in)esti&ación sobre la mescalina ha continuado continuado de modo intermitente intermitente desde los días de Le(in y Ha)eloc! -llis. Los químicos no se han limitado a aislar el alcaloide8 han aprendido tambin a sinteti3arlo, en forma orma que que las las exis existtenci encias as no depe depend ndan an ya de las disp disper ersa sass e intermitentes entre&as de un cacto del desierto. Los alienistas se han dosificado a si mismos con mescalina, mo)idos por la esperan3a de lle&ar así a una comprensión me9or, una comprension directa, de los procesos mentales de sus pacientes. Aunque traba9ando por des&racia con muy pocos su9etos y en una muy limitada )ariedad de circunstancias, los psicólo&os psicólo&os han obser)ado obser)ado y catalo&ado catalo&ado al&unos de los m's notables efectos efectos de la dro&a. 1eurólo&os y fisiólo&os fisiólo&os han a)eri&uado a)eri&uado al&o acerca de cómo act/a sobre el sistema ner)ioso central. un filósofo profesional por la menos ha tomado mescalína para )er qu lu3 arro9a sobre ciertos )ie9 )ie9os os eni&m eni&mas as no resue resueltltos, os, como como el lu&a lu&arr de la intel inteli& i&en enci cia a en la naturale3a y la relación entre el cerebro y la conciencia. Las cosas quedaron así hasta que, hace dos o tres a0os, se obser)ó un hecho nue)o y tal )e3 muy si&nificati)o.; -n realidad, era un hecho que había había estad estado o a la )ist )ista a de todo todoss desde desde hací hacía a )ari )arias as dcad dcadas8 as8 sin emba embar& r&o, o, fuer fuera a como como fuer fuere, e, nadi nadie e lo ad)i ad)irt rtió ió hast hasta a que que un 9o)e 9o)en n psiquiatra in&ls, que actualmente traba9a en el 6anad', se fi9ó en la estr estrech echa a seme9 seme9an3 an3a a que que exis existe te,, en comp composi osici ción ón quím química ica,, entr entre e la mescalina y la adrenalina. lteriores in)esti&aciones re)elaron que el 'cid 'cido o lis lisr& r&ic ico, o, un aluci alucinó nó&en &eno o muy muy poder poderoso oso que que se obti obtien ene e del del corne corne3u 3uel elo o del del cent centen eno, o, tien tiene e con con ambas ambas una una rela relaci ción ón bioq bioquí uími mica ca estructural. Lue&o )ino el descubrimiento de que el adrenocromo, que es
Si las puertas de la percepción quedaran depuradas, todo se habría de mostrar al hombre tal cual es: infinito. William la!e "ue en #$$% cuando el farmacólo&o alem'n Lud(i& Le(in publicó el primer estudio sistem'tico del cacto, al que se dio lue&o el nombre, del propio in)esti&ador, Anhalonium Le(ini, nue)o para la ciencia. *ara la reli&ión primiti)a y los indios de +xico y del Sudoeste de los -stados nidos, era un ami&o de tiempo inmemorial. -ra, en realidad, mucho mas que un ami&o. Se&/n uno de los primeros )isitantes espa0oles del 1ue)o +undo, esos indios 2comen una raí3 que llaman *eyotl y a la que )eneran como a una deidad2. La ra3ón de que la )eneraran como a una deidad quedó de manifiesto cuando psicólo&os tan eminentes como 4aensch, Ha)eloc! -llis y Weir +itchell iniciaron sus experimentos con la mescalina, el principio acti)o del peyot5. 6ierto es que se detu)ieron mucho antes de lle&ar a la idolatría, pero todos ellos coincidieron en asi&nar a la mescalina un puest puesto o entre entre las las dro&as dro&as m's m's dist distin in&u &uid idas as.. Admi Admini nist strad rada a en dosi dosiss adecuadas, cambiaba la cualidad de la conciencia m's profundamente 7siendo al mismo tiempo menos tóxica7 que cualquier otra sustancia del repertorio de la farmacolo&ía La in)esti&ación in)esti&ación sobre la mescalina ha continuado continuado de modo intermitente intermitente desde los días de Le(in y Ha)eloc! -llis. Los químicos no se han limitado a aislar el alcaloide8 han aprendido tambin a sinteti3arlo, en forma orma que que las las exis existtenci encias as no depe depend ndan an ya de las disp disper ersa sass e intermitentes entre&as de un cacto del desierto. Los alienistas se han dosificado a si mismos con mescalina, mo)idos por la esperan3a de lle&ar así a una comprensión me9or, una comprension directa, de los procesos mentales de sus pacientes. Aunque traba9ando por des&racia con muy pocos su9etos y en una muy limitada )ariedad de circunstancias, los psicólo&os psicólo&os han obser)ado obser)ado y catalo&ado catalo&ado al&unos de los m's notables efectos efectos de la dro&a. 1eurólo&os y fisiólo&os fisiólo&os han a)eri&uado a)eri&uado al&o acerca de cómo act/a sobre el sistema ner)ioso central. un filósofo profesional por la menos ha tomado mescalína para )er qu lu3 arro9a sobre ciertos )ie9 )ie9os os eni&m eni&mas as no resue resueltltos, os, como como el lu&a lu&arr de la intel inteli& i&en enci cia a en la naturale3a y la relación entre el cerebro y la conciencia. Las cosas quedaron así hasta que, hace dos o tres a0os, se obser)ó un hecho nue)o y tal )e3 muy si&nificati)o.; -n realidad, era un hecho que había había estad estado o a la )ist )ista a de todo todoss desde desde hací hacía a )ari )arias as dcad dcadas8 as8 sin emba embar& r&o, o, fuer fuera a como como fuer fuere, e, nadi nadie e lo ad)i ad)irt rtió ió hast hasta a que que un 9o)e 9o)en n psiquiatra in&ls, que actualmente traba9a en el 6anad', se fi9ó en la estr estrech echa a seme9 seme9an3 an3a a que que exis existe te,, en comp composi osici ción ón quím química ica,, entr entre e la mescalina y la adrenalina. lteriores in)esti&aciones re)elaron que el 'cid 'cido o lis lisr& r&ic ico, o, un aluci alucinó nó&en &eno o muy muy poder poderoso oso que que se obti obtien ene e del del corne corne3u 3uel elo o del del cent centen eno, o, tien tiene e con con ambas ambas una una rela relaci ción ón bioq bioquí uími mica ca estructural. Lue&o )ino el descubrimiento de que el adrenocromo, que es
un product producto o de la descompo descomposic sición ión de la adrena adrenalin lina, a, puede puede produci producirr muchos de los síntomas obser)ados en la intoxicación con mescalina. *ero el adrenocromo se produce probablemente de modo espont'neo en el cuerpo humano. -n otros trminos, cada uno de nosotros es capa3 de producir producir una sustancia sustancia química de la que se sabe que, aun administrada administrada en dosis diminutas, causa profundos cambios en la conciencia. Al&unos de estos cambios son an'lo&os a los que se manifiestan en la pla&a m's característi característica ca del si&lo <<, la esqui3ofrenia esqui3ofrenia.. =-s que el desorden desorden mental mental tiene por causa un desorden químico> =el desorden químico se debe a su )e3 an&ustias psicoló&icas que afectan a las suprarrenales> Sería imprudente y prematuro afirmarlo., Lo m's que podemos decir es que se ha lle&ada a al&o parecido a un caso prima facie. -l indicio est' siendo tratan tratando do sistem sistem'ti 'ticam cament ente e y los sabueso sabuesoss bioquí bioquímic micos, os, psiqui psiquiatr atras, as, psicólo&os7 si&uen la pista. *or una serie de circunstancias, yo me )i de lleno en esta pista en la prima)era de #?@. uno de los sabuesos había)enido había)enido por asuntos suyos a 6alifornia. 6alifornia. A pesar de los setenta a0os de in)es in)estiti&a &aci ción ón sobre sobre la mesca mescalm lma, a, el mate materi rial al psic psicol oló&i ó&ico co a su disp dispos osic ició ión n era era toda toda)í )ía a absu absurd rdam amen ente te insu insufifici cien ente te y el, el, hom hombre bre deseabamucho deseabamucho aumentarlo. aumentarlo. o estaba allí y dispuesto dispuesto 7dese'ndolo muy de )eras7 a actuar de cone9illo de 5ndias. -s así como en una luminosa ma0a ma0ana na de mayo mayo in&e in&erí rí cuat cuatro ro dcim dcimas as de &ram &ramo o de mesc mescal alin ina a a esperar los resultados. Bi)imos 9untos y actuamos y reaccionamos los unos sobre los otros, pero siempre, en todas las circunstancias, estarnos solos. Los m'rtires entran en el circo tomados de la mano, pero son crucificados aisladamente. Abra3ados, los amantes tratan desesperadamente de fusionar sus aislados aislados xtasis en una sola autotrascendencia, autotrascendencia, pero es en )ano. *or su misma naturale3a, cada espíritu con una encamacion est' condenado a padecer y &o3ar en la soledad. Las sensaciones, los sentimientos, las intuiciones, ima&inaciones y fantasías son siempre cosas pri)adas y, sal) sal)o o por por medio medio de símb símbol olos os y de se&un se&unda da mano, mano, inco incomu muni nica cabl bles es.. *odemos formar un fondo com/n de información sobre experiencias, pero no de la S experiencias mismas. Ce la familia de la nación, cada &rupo humano es una sociedad de uni)ersos islas. La mayoría de los uni)ersos islas tienen las suficientes seme9an3as entre sí para permitir Da comprension por inferencia y hasta la empatía o 2dentro del sentimiento2. Así, recordando nuestras. propias aflicciones y humi umillaci aciones, podem demos con condolemo emos de otr otros en an'l n'lo&a o&as circunstancias,; podemos ponemos 7siempre, desde lue&o, un poco al estilo *ic!(ic!7 en su lu&ar. *ero, en ciertos casos, la comunicación entre uni)ersos uni)ersos es incompleta incompleta o hasta inexistente. inexistente. La inteli&enci inteli&encia a es su propio lu&ar y los lu&ares habitados por los insanos y los excepcionalmente dotados son tan diferentes de aquellos en que )i)en los hombres y mu9eres corrientes, que hay poco o nin&/n terreno com/n de memoria que pued pueda a ser) ser)ir ir de base base para para la comp compre rensi nsión ón o la comu comuni nidad dad de sentimientos. Se pronuncian palabras, pero son las palabras que no ilus ilustr tran an.. Las Las cosa cosass y acon aconte teci cimi mien ento toss a que que los los símb símbol olos os hace hacen n
referencia pertenecen a campos de experiencia que se excluyen mutuamente. Bemos a nosotros mismos como los dem's nos )en es un don en extremo con)eniente. Apenas es menos importante la capacidad de )er a los dem's como ellos mismos se )en. *ero =que pasa si los dem's pertenecen a una especie distinta y habitan en un uni)erso radicalmente extra0o> *or e9emplo, =como puede el cuerdo lle&ar a saber lo que realmente se siente cuando se est' loco> E, amenos que tambin se haya nacido )isionario, mdium o &enio musical, =cómo podemos )isitar los mundos en los que la!e, S(edenbor& o 4ohann Sebasti'n ach se sentían en su casa> =cómo puede un hombre que se halla en los límites extremos de la ectomorfia y cerebrotonía ponerse en el lu&ar de otro situado en los límites de la endomorfia o )iscerectonía o, sal)o en ciertas 3onas muy circunscriptas, compartir los sentimientos de quien se encuentra7 en los límites de la mesomorfia o somatotonía> Supon&o que estas pre&untas carecen de sentido para el beha)iourista sin paliati)os, atento /nicamente a los comportamientos. *ero, para quienes teóricamente creen lo,que en la pr'ctica saben que es )erdad 7concretamente, que hay un interior para la experiencia, lo mismo que un exterior, los problemas planteados son problemas reales, tanto m's &ra)es cuanto que al&unos son completamente insolubles y otros solubles tan sólo en circunstancias excepcionales y por mtodos que no est'n al alcance de cualquiera. Así, parece Birtualmente indudable que nunca sabr que se siente cuando se es un Sir 4ohn "alstaff o un 4oe Louis. -n cambio, siempre me a parecido que, por e9emplo, mediante la hipnosis o la autohipnosis, por medio de una meditación sistem'tica o tambin tomando la dro&a adecuada, es posible cambiar mi modo ordinario de conciencia hasta el punto de quedar en condiciones de saber, desde dentro, de qu hablan el )isionario, el mdium y hasta el místico. *or lo que había leído sobre las experiencias con la mescalina, estaba con)encido por adelantado de que la dro&a me haría entrar, al menos por unas cuantas horas, en la clase de mundo interior descrito por la!e y A. -. *ero no sucedió lo que yo había esperado. o había esperado quedar tendido con los o9os cerrados, en contemplación de )isiones de &eometrías multicolores, de animadas arquitecturas llenas de &emas y fabulosamente bellas, de paisa9es con fi&uras heroicas, de dramas simbólicos, perpetuamente trmulos en los lindes de la re)elación final. *ero no había tenido en cuenta, era manifiesto, las idiosincrasias de mF formación mental, los hechos de mi temperamento, mi preparación y mis h'bitos.; Soy y, en cuanto puedo recordar , he sido siempre poco ima&inati)o. Las palabras, aunque sean las pre0adas palabras de los poetas, no e)ocan im'&enes en mí. 1o ten&o )isiones en los lindes del sue0o. 6uando recuerdo al&o, la memoria no se me presenta como un ob9eto o un acontecimiento que estoy )ol)iendo a )er. *or un esfuer3o de la )oluntad puedo e)ocar una ima&en no muy clara de lo que sucedió ayer por la
tarde, del aspecto que tenía Lun&amo, de como era ays(ater Goad cuando los /nicos ómnibus eran )erdes y peque0os y a)an3aban, tirados por unos )ie9os caballos, a tres millas y media por hora. *ero estas im'&enes tenían poca sustancia y carecen en absoluto de )ida autónoma propia. uardan con los ob9etos reales y percibidos la misma relación que los espectros de Homero &uardaban con los hombres de carne y hueso que iban a )isitarlo a las sombras. Sólo cuando ten&o mucha fiebre adquieren mis im'&enes mentales una )ida independiente. A quienes posean una ima&inación m's )i)a mi mundo interiorI tiene que parecerles necesariamente &ris, limitado y poco interesante. -ste era el mundo 7poca cosa, pero cosa mía7 que esperaba )er transformado en al&o completamente diferente de sí mismo. -l cambio que efecti)amente se produ9o en l no fue en modo al&uno re)olucionario. +edia hora despus de tomada la dro&a ad)ertí una lenta dan3a de luces doradas. *oco despus hubo suntuosas superficies ro9as que se hinchaban y expandían desde )ibrantes nódulos de ener&ía, unos nódulos )ibrantes, con una )ida ordenada, continuamente cambiante. -n otro momento, cuando cerr los o9os, se me re)eló un comple9o de estructuras &rises, dentro del que sur&ían esferas a3uladas que iban adquiriendo intensa solide3 y, una )e3 completamente sur&idas, ascendían sin ruido hasta perderse de )ista. *ero en nin&un momento hubo rostros o formas de hombres o animales. 1o )i paisa9es, ni espacios enormes, ni aparición y metamorfosis m'&icas de edificios, ni nada que se pareciera ni remotamente a un drama o una par'bola. -l otro mundo al que la mescalina me daba entrada no era el mundo de las )isiones8 existía allí mismo, en lo que podía )er con los o9os abiertos. -l &ran cambio se producía en el campo ob9eti)o. Lo casi sucedido mi uni)erso sub9eti)o carecía de importancia. Jom la píldora a las once. Hora y media despus estaba sentado en mi estudio, con la mirada fi9a en un florerito de cristal. -ste florero contenía /nicamente tres flores: una rosa ella de *ortu&al completamente abierta, de un rosado de concha, pero mostrando en la base de cada ptalo un mati3 m's c'lido y crema8 y, p'lida p/rpura en el extremo de su tallo roto, la auda3 floración her'ldica de un iris. "ortuito y pro)isional, el ramillete infrin&ía todas las normas del buen &usto tradicional. Aquella misma ma0ana, a la hora del desayuno, me había llamado la atención la )i)a disonancia de los colores. *ero no se trataba ya de esto. 1o contemplaba ahora unas flores dispuestas del modo desusado. -staba contemplando lo que Ad'n había contemplado a la ma0ana de su creación: el mila&ro, momento por momento, de la existencia desnuda. 7=-s a&radable>7 pre&untó al&uien. Curante esta parte del experimento se re&istraban todas las con)ersaciones en un dict'fono y esto me ha permitido refrescar mi7 memoria. 71i a&radable ni desa&radable 7contest2. Simplemente, es 5sti&!eit... =no era esta la palabra que a&radaba a +eister -c!hart> 2Ser7encia2. -l ser de la filosofia platónica, sal)o que *latón parece haber cometido el error y absurdo error de separamos del de)enir e identificarlo con la
abstracción matem'tica de la 5dea. -l pobre hombre no hubiera podido )er nunca un ramillete de flores brillando con su propia lu3 interior y punto menos que extremecindose ba9a la presión del si&nificado que estaba car&ado8 nunca hubiera podido percibir que lo que la rosa, el iris y el cla)el si&nificaban tan intensamente era nada m's, y nada menos, que lo que eran, una transitoriedad que era sin embar&o )ida eterna, un perptuo perecimiento que era al mismo tiempo puro Ser, un pu0ado de particularidades insi&nificantes y /nicas en las que cabía )er, por una indecible y sin embar&o e)idente parado9a, la di)ina fuente de toda existencia. 6ontinu en contemplación de las flores y, en su lu3 )i)a, creí ad)ertir el equi)alente cualitati)o de la respiración, pero de una respiración sin retomo al punto de partida, sin reflu9os recurrentes, con sólo un reiterado discurrir de una belle3a a una belle3a mayor, de un hondo si&nificado a otro toda)ía m's hondo. +e )inieron a las mientes palabras como racia y Jransfi&uración y esto era, desde lue&o, lo que las flores, entre otras cosas, sostenían. +i )ista pasó de la rosa al cla)el y de estapl/mea incandescencia a las sua)es )olutas de arnatista sentimental que era el iris. La Bisión eatífica, Sat 6hit Anada, Ser6onocimiento7 iena)enturan3a... *or primera )e3 comprendí, no al ni)el de las palabras, no por indicaciones incoadas o a lo le9os, sino precisa y completamente, a qu hacían referencia estas prodi&iosas sílabas. lue&o record un pasa9e que había leído en uno de los ensayos de Su3u!i: 2=Ku es el Charma76uerpo del uda>2 -l Charma76uerpo # del uda es otro modo de decir 5nteli&encia, 5dentidad, el Bacío, la Ci)inidad.M quien formula la pre&unta es un fer)oroso y perple9o no)icio en un monasterio Nen. con la r'pida incoherencia de uno de los Hermanos +arx, el +aestro contesta: 2-l seto al fondo del 9ardín.2 -l no)icio, en la incertidumbre, inda&a: 2 el que puede comprender esta )erdad =qu es, puede decírmelo>2 roucho le da un &olpecito en el hombro con el b'culo y contesta: 2n león de dorado pela9e.2 6uando lo leí, no fue para mí m's que desatino con al&o dentro, )a&amente presentido. Ahora, todo era claro como el día, e)idente como -uclides. Cesde lue&o, el Charma76uerpo del uda era el seto al fondo del 9ardín. Al mismo tiempo y de modo no menos e)idente, era estas flores y cualquier ;otra cosa en que o 7o, me9or dicho. el biena)enturado 1o7o, liberado por un momento de mi asfixiante abra3o7 quisiera fi9ar mi )ista. Los libros, por e9emplo, que cubrían las paredes de mi estudio. 6omo las flores, brillaban, cuando los miraba, con colores m's )i)os, con un si&nificado m's profundo. Había allí libros ro9os como rubíes, libros esmeralda, libros encuadernados en blanco 9ade8 libros de '&ata, de a&uamarina, de amarillo topacio8 libros de lapisl'3uli de color tan intenso, tan intrínsecamente si&nificati)os, que parecían estar a punto de abandonar los anaqueles para lan3arse m's insistentemente a mi atención. 7=Ku me dice de las relaciones espaciales> inda&ó el in)esti&ador, mientras yo miraba a los libros.
-ra dificil la contestación. Berdad era que la perspecti)a parecía rara y que se hubiera dicho que las paredes de la habitación no se encontraban ya en 'n&ulos rectos. *ero esto no era lo importante. Lo )erdaderamente importante era que las relaciones espaciales habían de9ado de importar mucho y que mi mente estaba percibiendo el mundo en trminos que no eran los de las cate&orías espaciales. -n tiempos ordinarios, el o9o se dedica a problemas como =Cónde>, =A qu distancia> =6u'l es la situación respecto a tal o cual cosa> -n la experiencia de la mescalina, las pre&untas implícitas a las que el o9o responde son de otro orden. -l lu&ar y la dístancia de9an de tener mucho inters. La mente obtiene su percepción en función de intensidad de existencia, de profundidad de si&nificado, de relaciones dentro de un sistema. Beía los libros, pero no estaba interesado en las posiciones que ocupaban en el espacio. Lo que ad)ertía, lo que se &rababa en mi mente, era que todos ellos brillaban con una lu3 )i)a y que la &loria era en al&unos de ellos m's manifiesta que en otros. -n relación con esto la posición y las tres dimensiones quedaban al mar&en. -llo no si&nificaba, desde lue&o, la abolición de la cate&oría del espacio. 6uando me le)ant y camin pude hacerlo con absoluta norm alidad, sin equi)ocarme en cuanto al paradero de los ob9etos. -l espacio se&uía allí. *ero había perdido su predominío. La mente se interesaba primordialmente no en las medidas y las colocaciones, sino en el ser y el si&nificado. 9unto a la indiferencia por el espacio, había una indiferencia i&ualmente completa por el tiempo. 7Se diría que hay tiempo de sobra. O-ra todo lo que contestaba cuando el in)esti&ador me pedía que le di9era lo que yo sentía acerca del tiempo. Había mucho tiempo, pero no importaba saber exactamente cuanto. Hubiera podido, desde lue&o, recurrir a mi relo9, pero mi relo9, yo lo sabía, estaba en otro uni)erso. +i experiencia real había sido, y era toda)ía, la de una duración indefinida o, alternati)amente, de un perpetuo presente formado por un apocalipsis en continuo cambio. -l in)esti&ador hi3o que mi atención pasara de los libros a los muebles. Había en el centro de la habitación una mesita de m'quina de escribir8 m's all', desde mi punto de )ista, había una silla de mimbre y, m's all' toda)ía, una mesa. Los tres muebles formaban un complicado dibu9o de hori3ontales, )erticales y dia&onales, un dibu9o que resultaba m's interesante por el hecho mismo de que no era interpretado en función de relaciones espaciales. +esita, silla y mesa se unían en una composición que parecía la&o de raque o 4uan ris, una naturale3a muerta que, se&/n se ad)ertía se relacionaba con el mundo ob9eti)o, pero expres'ndolo sin profundidad, sin nin&/n af'n de realismo "oto&r'fico. o miraba mis muebles, no como el utilitario que ha de sentarse en sillas y escribir o traba9ar en mesas, no como el operador cinemato&r'fico o el obser)ador científico, sino como el puro7esteta que solo se interesaba en las formas y en sus relaciones con el campo de )isión o el espacio del cuadrado. *ero, mientras miraba, esta )ista puramente esttica de cubista fue reempla3ada por lo que solo puede describir con la )isión
sacramental de la realidad. -staba de re&reso donde había estado al mirar las flores, de re&reso en el mundo donde todo brillaba con la Lu3 interior y que era infinito en su si&nificado. Las patas de la silla, por e9emplo, FKue mara)illosamente tubulares eran, que sobrenaturalmente pulidasD. *as )arios minutos 7=o fueron si&los>7, no en mera contemplación de estas patas de bamb/, sino realmente siendo ellas o, me9or dicho, siendo yo mismo en ellas o, toda)ía con m's precision 7pues 2yo2 no inter)enía en el asunto, como tampoco en cierto modo, 2ellas27, siendo mi 1omismo en l 1o7+isma que era la silla. Al reflexionar sobre mi experiencia, me sentí de acuerdo con el eminente "ilósofo de 6ambrid&e Cr. 6 . C. road en que 2haríamos bien en considerar que hasta ahora el tipo de teoría que er&son presentó en relación de #P memoria y la percepción de los sentidos2. Se&/n estas ideas la función del cerebro, el sistema ner)ioso y los ór&anos sensoriales es principalmente eliminati)a, no producti)a. 6ada persona, en cada momento, es capa3 de recordar cuanto le ha sucedido y de percibir cuanto est' sucediendo en cualquier parte del uni)erso. La función del cerebro y del sistema ner)ioso es prote&ernos, impedir que quedemos abrumados y confundidos, por esta masa de conocimiento en &ran parte in/tiles y sin importancia, de9ando fuera la mayor parte de lo que de otro modo percibiríamos o recordaríamos en cualquier momento y admitiendo /nicamente la muy reducida y especial selección que tiene probabilidades de sernos pr'cticamente /til. 6onforme a esta teoría, cada uno de nosotros es potencialmente 5nteli&encia Libre. *ero, en la medida que somos animales, lo que nos importa es sobre)i)ir a toda costa. *ara que la super)i)encia bioló&ica sea posible, la 5nteli&encia Libre tiene que ser re&ulada mediante la )'l)ula reducidora del cerebro y del sistema ner)ioso. Lo que sale por el otro extremo del conducto es un insi&nificante hilillo de esa clase de conciencia que nos ayudar' a se&uir con )ida en la superficie de este planeta determinado. *ara formular y expresar el contenido de este reducido conocimiento, el hombre ha in)entado incesantemente elaborado esos sistemas de símbolos y "ilosofia implícitas que denominamos len&ua9es. 6ada indi)iduo se con)ierte, ense&uida en el beneficiario y la )íctima de la tradición lin&Qística en la que ha nacido: el beneficiario en cuanto al len&ua9e procura acceso a las acumuladas constancias de la experiencia a9ena y la )íctima en cuanto a que la confirma en la creencia de que ese reducido conocimiento es el /nico conocimiento y en cuanto de9a hechi3ado su sentido de la realidad en forma que cada cual se inclina demasiado a tomar sus conceptos por datos y sus palabras por cosas reales. Lo que, en el len&ua9e de la reli&ión, se llama 2este mundo2 es el uni)erso del conocimiento reducido, expresado y, por decirlo así, petrificado por el len&ua9e. Los di)ersos 2otros mundo2 con los que los seres humanos entran de modo err'til en contacto, son otros tantos elementos de la totalidad del conocimiento pertenecientes a la 5nteli&encia Libre. La mayoría de las personas solo lle&an a conocer, la mayor parte del tiempo, lo que pasa por la )'l)ula reductora y est' consa&rado como
&enuinamente real por el len&ua9e del lu&ar. Sin embar&o, ciertas personas parecen nacidas con una especie de )'l)ula adicional que permite trampear a la reductora. Hay otras personas que adquieren transitoriamente el mismo poder, sea espont'neamente, sea como resultado de deliberados 2e9ercicios espirituales2 de la hipnosis o de las dro&as. racias a estas )'l)ulas auxiliares permanentes o transitorias, discurre, no, desde lue&o, la percepción de 2cuanto est' sucediendo en todas las partes del uni)erso2 pues la )'l)ula auxiliar no suprime a la reductora que si&ue excluyendo el contenido total de la 5nteli&encia Libre, sino al&o m's 7y sobre todo al&o diferente del material tilitario78 cuidadosamente seleccionado, que nuestras estrechadas inteli&encias indi)iduales consideran como un cuadro completo, o por lo menos suficiente, de la realidad. -l cerebro cuenta con una serie de sistemas de en3imas que sir)en para coordinar sus operaciones. Al&unas de estas en3imas re&ulan el suministro de &lucosa a las clulas cerebrales. La mescalina impide la producción de estas en3imas determinadas y disminuye así la cantidad de &lucosa o disposición de un ór&ano que tiene una constante necesidad de a3/car. =Kue sucede cuando la mescalina reduce la normal ración de a3/car en el cerebro>. Son muy pocos lo casos que han sido obser)ados y esto impide que se pueda dar una contestación concluyente. *ues lo que sucede a la mayoría de los pocos que han tomado mescalina ba9o fiscali3ación como si&ue: #o. La capacidad de recordar y de 2pensar bien2 queda poco a nada disminuída. 6uando escucho las &rabaciones de mi con)ersación ba9o la influencia de la dro&a no ad)ierto que haya sido m's est/pido que en el tiempo ordinario. Ro. Las impresiones )isuales se intensifican mucho y el o9o recobra parte de esa inocencia percepti)a de la infancia, cuando el sentido no est' inmediata y autom'ticamente subordinado al concepto. -l inters por el espacio disminuye y el inters por el tiempo casi se reduce a cero. ro. aunque el intelecto no padece y aunque la percepción me9ora muchísimo, la )oluntad experimenta un cambio profundo y y no paranormal. Kuien toma mescalina no )e ra3ón al&una para hacer nada determinado y 9u3&a carentes de todo inters la mayoría de las causas por las que en tiempos ordinarios estaría dispuesto a actuar y sufrir. 1o puede molestarse por ellas, por la sencilla ra3ón de que tiene cosas me9ores en que pensar. Po. -stas cosas me9ores pueden ser experimentadas 7como yo las experiment7 2ahí afuera2 o 2aquí adentro2, o en ambos mundos, el interior y el exterior, simult'nea o sucesi)amente. Kue son cosas me9ores resulta e)idente para todo tomador de mescalma que acuda a la dro&a con un hí&ado sano y un 'nimo sereno. -stos efectos de la mescalina son de la clase de los que cabría esperar que si&uieran a la administración de una dro&a capa3 de menoscabar la eficiencia de la )'l)ulareducidora del cerebro. 6uando el cerebro se
queda sin a3/car, el desnutrido e&o se siente dbil, se resiste a emprender los necesarios quehaceres y pierde todo su inters en las relaciones espaciales y temporales que tanto si&nifican para un or&anismo deseoso de ir tirando en este mundo. 6uando la 5nteli&encia Libre se cuela por la )'l)ula que ya no es hermtica, comien3an a suceder toda clase de cosas bioló&icamente in/tiles. -n al&unos casos, se puede tener percepciones extrasensoriales. tras personas descubren un mundo de belle3a )isionaria. A otras m's se les re)elan la &loria, el infinito )alor y la plenitud de sentido de la existencia desnuda, del acontecimiento tal cual, al mar&en del concepto. -n la fase final de la desaparición del e&o 7y no puedo decir si la ha alcan3ado al&una )e3 al&/n tomador de mescalina7, hay un 2oscuro conocimiento2 de que Jodo est' en todo, de que Jodo es realmente cada cosa. o supon&o que esto es lo m's que una inteli&encia finita puede acercarse a 2percibir cuanto est sucediendo en todas las partes del uni)erso2. -n relación con esto, Fqu si&nificati)o es el enorme me9oramiento que tiene ba9o la influencia de la mescalina la percepción del colorD *ara ciertos animales, es bioló&icamente muy importante la capacidad de distin&uir ciertos matices. *ero, m's all' de los límites de su espectro utilitario, la mayoría de los seres son completamente cie&os para los colores. Las abe9as, por e9emplo, pasan la mayor parte de su tiempo 2desflorando a las lo3anas )ír&enes de la prima)era2, pero, como )on "risch lo ha mostrado, sólo pueden reconocer unos cuantos colores. -l muy desarrollado sentido del color que tiene el hombre es un lu9o bioló&ico, precioso para l como ser intelectual y espiritual, pero innecesario para su super)i)encia como animal. A 9u3&ar por los ad9eti)os que Homero pone en sus labios, los hroes de la uerra de Jroya apenas superaban a las abe9as en la capacidad para distin&uir los colores. -n este aspecto por lo menos, el a)ance de la humanidad ha sido prodi&ioso. La mescalina procura a todos los colores un mayor poder y hace que el perceptor ad)ierta innumerables finos matices para los que en tiempo ordinario es completamente cie&o. Se diría que, para la 5nteli&encia Libre, son primarios los llamados caracteres secundarios de las cosas. Al contrario de Loc!e, entiende de modo manifiesto que los colores son m's importantes y di&nos de atención que las masas, posiciones y dimensiones. 6omo los que toman mescalina, muchos místicos perciben colores de un brillo sobrenatural, no solamente con la )ista interior, sino hasta en el mundo ob9eti)o que los rodea. Jestimonios an'lo&os formulan los psíquicos y los impresionables. Hay ciertos mdiums para quienes la bre)e relación del tomador de mescalina es, durante lar&os períodos, una experiencia cotidiana y hasta horaria. Ahora podemos poner fin a esta lar&a pero indispensable excursión por los campos de la teoría y )ol)er a los hechos mila&rosos: cuatro patas de una silla de mimbre en el centro de una habitación. 6omo los narcisos de Words(orth, estas cuatro patas procuran toda clase de rique3a: el don, superior a todo precio, de un nue)o conocimiento directo de la )erdadera
1aturale3a de las 6osas, 9unto a un m's modesto tesoro de comprensión, especialmente en el campo de las artes. na rosa, si es una rosa, es una rosa. *ero estas patas de silla era San +i&uel y todos los 'n&eles. 6uatro o cinco horas despus del suceso, cuando se estaban des)aneciendo los efectos de una escase3 cerebral de a3/car, fui lle)ando a una pequena )uelta por la cuidad y esto incluía, hacia el anochecer, una )ista a lo que rnodestamente se llama +ayor Cro&uería del +undo. Al fondo de la +. C. del +., entre 9u&uetes, tar9etas postales e historietas, había de modo sorprendente una rin&lera de libros de arte. Jom el )olumen que hall m's a mano. -ra sobre Ban o&h y el cuadro en el que el libro se abrió era La Silla, ese asombroso retrato de una Cin& an Sich, que el pintor loco )io, pon una especie, de terror de adoración, y trató de trasladar a la tela. *ero fue un empe0o para el que hasta el poder del &enio fue una insuficiencia )ital. La silla que Ban o&h había )isto era e)identemente la misma en esencia que yo había )isto. *ero incomparablemente m's real que la silla de la percepción ordinaria, la silla de su cuadro no pasaba de ser un símbolo desusadamente expresi)o del hecho. -l hecho había sido 5dentidad manifestada8 esto, en cambio, era unicamente un emblema. -mblemas así son las fuentes del )erdadero conocimiento acerca de la 1aturale3a de las 6osas y este )erdadero conocimiento puede preparar a la inteli&encia que lo acepta para intuiciones inmediatas por propia cuenta. *ero esto es todo. *or expresi)os que sean, los símbolos no pueden ser las cosas que representan. Sería interesante a este respecto hacer un estudio de las obras de arte que tu)ieron a su disposición los &randes conocedores de 5dentidad. =Ku clase de cuadros contempló -c!hart> =Ku esculturas y pinturas representaron un papel en la experiencia reli&iosa de San 4uan de la 6ru3, de Alcuino, de Hui71en&, de William La(> Son pre&untas a las que no puedo contestar, pero mucho me sospecho que la mayoría de los &randes conocedores de 5dentidad dedicaron muy poca atención al arte, ne&'ndose al&unos a tener nada que )er con l y content'ndose otros con lo que un o9o crítico consideraría obras de se&unda clase y hasta de dcima. *ara una persona cuya inteli&encia transfi&urada y transfi&urante puede )er el Jodo en cada esto, el que una pintura, inclusi)e reli&iosa, sea de primera o de dcima clase tiene que ser asunto que lo de9e en la m's soberana indiferencia.M o supon&o que el Arte es /nicamente para principiantes o, en otro caso, para quienes )an con resolución hasta el fin, para quienes han decidido contestarse con el ersat3 de 5dentidad, con símbolos y no con lo que si&nifican, con la minuta ele&antemente presentada en lu&ar de la comida real. Ce)ol)í el Ban o&h a su sitio y tom el )olumen que estaba su lado. -ra un libro sobre otticelli. Lo ho9e. -l 1acimiento de Benus, que nunca fue uno de mis fa)oritos... Benus y +arte, ese hechi3o tan apasionadamente denunciado por el pobre Gus!in en la culminación de su prolon&ada tra&edia sexual. La mara)illosamente rica e intrincada 6alumnia de Apeles. lue&o un cuadro al&o menos conocido y no muy bueno: 4udit.
+i atención se sintió atraída y mir con fascinación, no a la p'lida, y neurótica heroína o a su asistenta, no a la hirsuta cabe3a de la )íctima o al prima)eral paisa9e del fondo, sino a la purp/rea seda del corpi0o y de las lar&as faldas, a&itadas por el )iento, de la fi&ura principal. Aquellos plie&ues eran al&o que yo había )isto antes. Lo había )isto esta misma ma0ana, entre las flores y los muebles, cuando ba9 la )ista por casualidad y mir lue&o apasionadamente por opción mis propias. piernas entrecru3adas. FKu laberinto de comple9idad infinitamente si&nificati)a eran aquellos plie&ues de talonesD Fqu rica, qu profunda y misteriosamente suntuosa era la contextura de la franela &risD todo esto se hallaba de nue)o aquí, en el cuadro de otticelli. Los seres humanos ci)ili3ados lle)an ropas y, por tanto, no puede haber retratos ni rese0as mitoló&icas o históricas sin representaciones de, ple&ados te9idos. *ero, si puede explicar los orí&enes, la mera sastrería nunca ser' explicación suficiente para el lo3ano desarrollo del ropa9e como tema de primer orden en todas las artes pl'sticas. -s e)idente que los artistas siempre han tenido afición al ropa9e por el ropa9e o, me9or dicho, al ropa9e por ellos nusmos. 6uando se pintan o tallan ropa9es, se pintan o tallan formas que, a todos los efectos pr'cticos, son no representati)as, es decir, esa clase de formas no condicionadas a las que los artistas, incluidos los fieles a9a tradición m's naturalista, se dedican muy a &usto. -n la Bir&en o el Apóstol medios, el elemento estrictamente humano, plenamente representati)o, supone aproximadamente el die3 por ciento del total. Jodo lo dem's consiste en )ariaciones multicolores del ina&otable tema de la lana o el lino arru&ados. estos no representati)os nue)e decimos de una Bir&en o un Apóstol pueden tener cualitati)amente tanta importancia como cuantitati)amente. -s muy frecuente que estable3can la tónica de todas las obras de arte, que fi9en la cla)e en la que el tema )a a interpretarse, que expresen el animo, el temperamento y la actitud frente a la )id a del artista. Se manifiesta una serenidad estoica en las sua)es superficies y amplios plie&ues sin torturas de *iero. Ces&arrado entre el hecho y el deseo, entre el cinismo y el idealismo, ernini modera la casi caricaturesca )erosimilitud de sus rostro con enormes abstracciones de )estuario, que son la encarnación, en piedra o bronce, de los eternos tópicos de la retórica: el heroísmo, la santidad, la sublimidad, a los que la humanidad perpetuamente aspira, en su mayoría en )ano. aquí est'n los inquietantes mantos y t/nicas )iscerales del reco y los duros, retorcidos y como llameantes plie&ues en los que 6osimo Jura en)uel)e sus fi&uras: en el primero, la espiritualidad tradicional se quiebra y transforma en una indescriptible ansia fisioló&ica8 en el se&undo se a&ita y contorsiona un an&ustioso sentido de la extra0e3a y hostilidad esenciales del mundo. E consideremos a Watteau: sus hombres y mu9eres tocan la/des, se preparan para bailes y pantomimas, se embarcan, pisando aterciopelados cspedes, ba9o nobles 'rboles, para la 6itera con que sue0an todos los amantes. La enorme melancolía de estos persona9es y la atormentada sensibilidad, en carne )i)a, de su
creador hallan expresión, no en las acciones que re&istran, no en los ademanes y los rostros que se retratan, sino en el relie)e y la contextura de las faldas de tafet'n, de las capas y los 9ubones de satn. 1o hay aquí ni una sola pul&ada de superficie lisa, ni un momento de pa3 o confian3a8 todo es un sedoso yermo de inn/meros plie&ues y arru&as diminutos, con una incesante modulación 7incertidumbre interior expresada con la perfecta se&uridad de un mano de maestr o7 de tono sobre tono, de un indeterminado color sobre otro. -n la )ida, el hombre propone y Cios dispone. -n las artes pl'sticas, la proposición corresponde al asunto que )a a ser tratado y quien dispone es en ultima instancia el temperamento del artista, aproximadamente 7por lo menos, en retratos, historia y &nero7, el reporta9e tallado o pintado. -ntre ellas, estas dos cosas pueden decidir que una rete &alante llenelos o9os de l'&rimas, que una crucifixión pare3ca tan serena que resulte casi ale&re, que unos esti&mas sean casi intolerablemente sexuales, que el parecido de un prodi&io de necedad femenina 7estoy pensando ahora en la incomparable +me. +oitessier de 5n&res7 exprese la m's austera e inflexible intelectualidad. *ero esto no es todo. Los ropa9es como lo he descubierto ahora, son mucho m's que recursos para la introducción de formas no representati)as en la pintura y esculturas naturalistas. -l artista est' con&nitamente equipado para )er todo el tiempo lo que los dem's )emos /nicamente ba9o la influencia de la mescalina. La percepción del artista no est' limitada a lo que es bioló&ica o socialmente /til. Lle&a hasta su conciencia, a tra)s de la )'l)ula reducidora de cerebro y del e&o, al&o de conocimiento perteneciente a la 5nteli&encia Libre. -s un conocimiento del si&nificado intrínseco de lo existente. *ara el artista y para el que toma mescalina, los ropa9es son 9ero&líficos )i)os que representan, de un modo peculiarmente expresi)o, el insondable misterio del puro ser. +'s inclusi)e que la carne, aunque menos tal )e3 que aquellas flores totalmente sobrenaturales, los plie&ues de mis pantalones &rises de franela estaban car&ados de 2ser7encia2. 1o puedo decir a qu debían esta pri)ile&iada condición. =Se debe acaso a que las formas del ropa9e ple&ado son tan extra0as y dram'ticas que atraen al o9o y, de este modo, imponen a la atención el hecho mila&roso de la pura existencia> =Kuien sabe> La ra3ón de la experiencia importa menos que la experiencia misma777 Al fi9arme en la falda de 4udit, allí, en la Cro&uería +ayor del +undo, comprendí que otticelli, y no solamente otticelli, sino tambin muchos otros habían contemplado los ropa9es con los mismos o9os transfi&urados y transfi&urantes que yo había tenido aquella ma0ana. Habían )isto la 5sti&!eit, la Jotalidad a 5nfinitud de la ropa pe&ada, y habían hecho todo lo posible para expresar esto en pintura o piedra. 1ecesariamente, desde lue&o, sin lo&rarlo. *orque la &loria y la mara)illa de la pura existencia pertenecen a otro orden, m's all' del poder de expresión que tiene el arte m's alto. *ero yo pude )er claramente en las faldas de 4udit lo que hubiera podido hacer con mis )ie9os pantalones &rises si hubiese sido un pintor de &enio. 1o &ran cosa, Cios lo sabe, en comparación con la realidad, pero lo bastante para
deleitar a &eneración tras &eneración de espectadores, lo bastante para hacerles comprender, un poco por lo menos del )erdadero si&nificado de lo que, en nuestra pattica imbecilidad, llamamos 2meras cosas2 y desde0amos en fa)or de la tele)isión. 2-s así como deberíamos )er2, decía una y otra )e3, mientras miraba mis pantalones, los en9oyados libros de los anaqueles o las patas de mi silla infinitamente m's que Ban&o&hiense. 2Así es como deberíamos )er8 así son realmente las cosas. 2, sin embar&o, había reparos. *orque si se )iera siempre así, nunca se querría hacer otra cosa. astaría con mirar, con ser el di)ino 1o7mismo de la flor, del libro, de la silla, del pantalón. -sto sería suficiente. *ero en este caso, =que seria de los dem's> =Ku de las relaciones humanas> -n la &rabación de las con)ersaciones de aquella ma0ana, hallo constantemente repetida esta pre&unta: 2=Ku hay acerca de las relaciones humanas>2 =6ómo se podrían conciliar esta biena)enturan3a sin tiempo de )er como se debería )er con los deberes temporales de hacer lo que se debería sentir> 2Ceberíamos ser capaces de )er estos pantalones como infinitamente importantes2, di9e. Ceberíamos... *ero, en la pr'ctica, esto parecía imposible. -sta participación en la &loria manifiesta de las cosas no de9aba sitio, por decirlo así, a lo ordinario, a los asuntos necesarios de la existencia humana, y, ante todo, a los asuntos relacionados con las personas. *orque las personas son ellas mismas y, en un aspecto por lo menos, yo era ahora un 1omismo, que simult'neamente percibía y era el 1omismo delas cosas que me rodeaban. *ara este 1omismo recin nacido, el comportamiento, la apariencia y la misma idea de sí mismo habían de9ado moment'neamente de existir y, en cuanto a los otros sí mismos, sus antes seme9antes, no parecían realmente desa&radables 7el desa&rado no era una de las cate&orías en función de las que estaba pensando7, sino enormemente a9enos. bli&ado por el in)esti&ador a anali3ar y decir lo que estaba haciendo 7Fcómo ansiaba estar a solas con la -ternidad en una flor, con la 5nfinitud en las cuatro patas de una silla y con lo Absoluto en los plie&ues de unos pantalones de franelaD , ad)ertí que estaba eludiendo deliberadamente las miradas de quienes estaban conmi&o en la habitación, tratando deliberadamente de no darme cuenta de sus presencias. na de aquellas personas era mi mu9er y otra un hombre al que respetaba y tenía mucha simpatía, pero ambos pertenecían al mundo del que, por el momento, la mescalina me había liberado, al mundo de los sí mismos, del tiempo, de los 9uicios morales y las consideraciones utilitarias8 al mundo y era este aspecto de la )ida humana el que quería ante todo ol)idar7 de la afirmación de sí mismo, de la presunción, de las palabras excesi)amente )aloradas y de las naciones adoradas idol'tricamente. -n esta frase de la experiencia se me entre&ó una reproducción en &ran tama0o del conocido autorretrato de 63anne: la cabe3a y los hombros de un hombre con sombrero de pa9a, de me9illas coloradas y labios muy ro9os, con unas pobladas patillas ne&ras y unos 9os oscuros de pocos ami&os. -s una pintura ma&nifica, pero yo no la )eía ahora como pintura.
*orque la cabe3a adquirió muy pronto una tercera dimensión y sur&ió a la )ida como un duendecillo que se asomara a la )entana en la p'&ina que yo tenía delante. +e ech a reír y, cuando me pre&untaron por qu me reía, di9e una y otra )e3: 2FKue pretensionesD pero =quien se cree que es>2 La pre&unta no estaba diri&ida a 63anne en particular, sino a la especie humana en &eneral. =Kuienes se creían que eran> 7-s como Amold ennet en los Colomíticos di9e, recordando de pronto una escena, feli3mente inmortali3ada en una foto&rafía del propio A. ., cuatro o cinco a0os antes de su muerte, haciendo pinitos por un camino in)ernal en 6ortina d;Ampe33o. A su alrededor había nie)e )ir&en8 al fondo, ro9os despe0aderos. allí estaba el bueno e infeli3 de A. . exa&erando conscientemente el papel de su persona9e fa)orito en la no)ela, l mismo, la Jar9eta en persona. Allí iba, haciendo pinitos, lentamente, disfrutando del brillo del sol de los Alpes, con los pul&ares en las sobaqueras de su chaleco amarillo, que se combaba un poco hacia aba9o, con la &raciosa cur)a de un mirador Ge&encia en ri&hton8 y con la cabe3a al&o echada hacia atr's, como diri&iendo al&una tartamudeada aserción, cual un ho(it3er, a la a3ul c/pula del cielo. +e he ol)idado de lo que efecti)amente di9o, pero toda su expresión y todo su adem'n estaban &ritando: 2Bal&o tanto como estas est/pidas monta0as.2 en ciertos modos, desde lue&o, )alía infinitamente m's, pero no, como l lo sabía muy bien, en el modo que su persona9e fa)orito en la no)ela quería ima&inarse. 6on xito 7si&nifique esto lo que si&nificare7 o sin l, todos exa&eramos el papel de nuestro persona9e fa)orito en la no)ela. el hecho, el hecho casi infinitamente improbable de ser realmente un 63anne no supone diferencia al&una. *orque el consumado pintor, con su peque0o conducto a la 5nteli&encia Libre, que le permitía eludir la )'l)ula del cerebro y el filtro del e&o, era tambin, con la misma autenticidad, este patilludo duende con o9os de pocos ami&os. -n busca de ali)io )ol)í a los plie&ues de mis pantalones. 2-stas son las cosas que deberíamos mirar. 6osas sin pretensiones, satisfechas de ser meramente ellas mismas, contentas de su identidad, no dedicadas a representar un papel, no empe0adas a representar un papel, no empe0adas locamente en andar solas, aisladas del Charma76uerpo, en luciferino desafio a la &racia de Cios.2 7Lo que m's se acercaría a esto sería un Bermeer 7declar. Sí, un Bermeer. *orque este misterioso artista estaba triplemente dotado: con la )isión que percibe el Charma76uerpo como el seto al fondo del 9ardín, con el talento de expresar esta )isión en toda la capacidad humana y con la prudencia de atenerse en sus pinturas a los aspectos mas mane9ables de la realidad, porque, aunque representó a seres humanos, Bermeer fue siempre un pintor de naturale3a muerta. 63anne, que di9o a las mu9eres que le ser)ían de modelos que hicieran todo lo posible para parecer man3anas, trató de pintar sus retratos con el mismo espíritu. *ero sus mu9eres parecidas a carnuesas est'n m's próximas a las 5deas de *latón que al Charma76uerpo en el seno. Son -ternidad e 5nfinitud )istas, no en
arena o flor, sino en las abstracciones de una rama muy superior de &eometría. Bermeer nunca pidió a sus muchachas que fueran man3anas. Al contrario, insistió en que fueran muchachas hasta el limite, pero siempre con la ad)ertencia de que se abstu)ieran de comportarse como tales. *odían sentarse o estar tranquilamente de pie, pero no reírse, ni sentirse a3oradas, ni re3ar o lan&uidecer por no)ios ausentes, ni charlar, ni mirar con en)idia a las criaturas de otras mu9eres, ni coquetear, ni amar, odiar o traba9ar. Al hacer cualquiera de estas cosas, serían sin duda m's intensamente ellas mismas, pero de9arían, por esta misma ra3ón, de manifestar, su di)ino 1o7mismo esencial. Se&/n la frase de la!e, las puertas de la percepción estaban entonces solo parcialmente purificadas. n sólo panel se había hecho casi perfectamente transparente: el resto de la puerta se&uía lleno de barro. -l 1o7mismo esencial podía ser percibido muy claramente en las cosas y en los seres )i)os a este lado del bien y del mal. -n los seres humanos, solo era )isible cuando estaban en reposo, con el animo sereno, con los cuerpo inmó)iles. -n estas circunstancias, Bermeer podía )er la 5dentidad en toda su celestial belle3a: podía )erla y, en cierta modesta medida, expresarla en sutil y suntuosa naturale3a muerta. *ero ha habido otros8 por e9emplo, los contempor'neos franceses de Bermeer, los hermanos Le 1ain. Supon&o que se lan3aron a ser pintores de &enre, pero lo que produ9eron en realidad fue una serie de naturale3as muertas humanas, en las que su purificada percepción del si&nificado infinito de todas las cosas queda expresada, no, como Bermeer, por un sutil enriquecimiento del color y la contextura, sino por una claridad real3ada, por una obsesi)a rotundidad de formas, dentro de una tonalidad austera, casi monocrom'tica. -n nuestros propios días, hemos tenido a Buillard, el pintor, en sus me9ores momentos, 2de cuadros inol)idablemente esplndidos del Charma76uerpo manifestado en un dormitorio bur&us, de lo Absoluto resplandeciendo en medio de una familia de a&ente de bolsa tomando el t en un 9ardín suburbano. 6e qui fait que l;ancien banda&iste renie Le comptoir dont le faste allchait les passants 6st son 9ardin d;Auteuil, o/, )eufs de tout encens, Les Ninnias ont l;air d;etre en tóle )ernie. *ara Laurent Jaillade, el espect'culo era meramente obsceno. *ero, si el retirado comerciante en artículos de &oma permanecía en su asiento lo bastante quieto, Buillard )eía en l /nicamente el Charma76uerpo y hubiera pintado, en las 3innias, en el estanque de las carpas, en la torre morisca y los faroles chinos de la )illa, un rincón del -dn antes de la 6aída. *ero, entretanto, mi pre&unta quedaba sin contestar. =6ómo esta percepción purificada podía conciliarse con el debido inters por las relaciones humanas, con los necesarios quehaceres, para no hablar de la caridad y #P compasión pr'ctica> Se reno)aba el muy )ie9o debate
entre los acti)os y los contemplati)os8 se reno)aba, en lo que a mi se refería, con una acerbidad nunca sentida. *orque hasta esta ma0ana, había conocido la contemplación /nicamente en sus formas m's humildes y ordinarias, como un pensar discursi)o8 como el trance creador en poesía, pintura o musica8 como una paciente espera de esa inspiración sin la que ni el m's prosaico escritor puede aspirar a reali3ar nada8 como ocasionales )islumbres al estilo de ese 2al&o mucho m's profundamente interpuesto2 de Words(orth8 como un sistem'tico silencio que lle)a a )eces al atisbo de un 2oscuro conocimiento2. *ero ahora conocía la contemplación en sus cumbres. -n sus cumbres, pero no en su plenitud. *orque, en su plenitud, el camino de +aría incluye el camino de +arta y lo ele)a, por decirlo así, a su propio poder superior. La mescalina abre el camino de +aría, pero cierra la puerta del camino de +arta. *rocura acceso a la contemplación, pero a una contemplación que es compatible con la acción y hasta con la )oluntad de actuar, con la misma idea de actuar. -n los inter)alos entre sus re)elaciones, el tomador de mescalina se inclina a la impresión de que, si bien en cierto aspecto todo es supremamente como debe ser, en otro hay al&o que anda mal. Su problema es esencialmente el mismo que afrontan el quietismo, el arhat y, en otro ni)el, el paisa9ista y el pintor de naturale3a muerta humana. La mescalina no puede resol)er nunca este problema8 solo puede plantearlo, de modo apocalíptico, a aquellos que nunca se habían )isto ante l. La solución completa y final solo puede se hallada por quienes est'n dispuestos a aplicar la buena clase de Weltanschauun& mediante la buena clase de comportamiento y la buena clase de )i&ilancia constante y espontanea. *or encima de quietista est' el contemplati)o7acti)o, el santo, el hombre que, se&/n la frase de -c!hart, est' dispuesta a ba9ar del sptimo cielo para lle)ar un )aso de a&ua a su hermano enfermo. *or encima del arhat, que se retira de las apariencias a un 1ir)ana totalmente trascendental, est' el odhisatt)a, para quien la 5dentidad y el mundo de las contin&encias son una cosa y para cuya compasión sin limites cada una de estas contin&encias son una misma, es una ocasión, no solamente de contemplación transfi&uradora, sino tambin de la caridad m's practica. en el uni)erso del arte, por encima de Bermeer y los otros pintores de naturale3as muertas humanas, por encima delos maestros paisa9istas chinos y 9aponeses, por encima de 6onstable y Jurner, de Sisley, 63anne, est' el arte que todo lo incluye de Gembrandt. Son nombres enormes, eminencias inaccesibles. -n cuanto a mi, en esta memorable ma0ana de mayo, no podía menos que estar a&radecido a una experiencia que me había mostrado, m's claramente que nunca antes, la naturale3a /ltima del problema y su solución completamente liberadora. *ermítaseme a0adir, antes de de9ar este tema, que no hay forma de contemplación, incluida la m's quietista, que no posea )alores ticos. La mitad por lo menos de toda moral es ne&ati)a y consiste en no hacer nada malo. -l padrenuestro apenas tiene cincuenta palabras y seis de ellas est'n dedicadas a pedir a Cios que no nos de9e caer en la
tentación. -l contemplati)o unilateral de9a sin hacer muchas cosas que debería hacer, pero compensa esto abstenindose de multitud de cosas que estarían mal hechas. *ascal obser)ó que la suma mal disminuiría mucho si los hombres aprendieran a quedarse sentados en sus habitaciones. -l contemplati)o cuya percepción ha sido purificada no necesita quedarse en su habitacion. *uede dedicarse a sus cosas, tan completamente satisfecho de )er el di)ino rden de 6osas y de participar. en l que no sentir' en nin&/n momento la tentación de aceptar lo que Jraheme llamó 2las sucias C'di)as del mundo2. 6uando nos sentimos los /nicos herederos del uni)erso, cuando 2por nuestras )enas el mar discurre... y nuestras 9oyas son las estrellas2, cuando cuanto percibimos es infinito y santo, =que ra3ones podemos tener para la codicia o la ambición, para buscar el poder o formas de placer m's funestas> 1o es probable que los contemplati)os se con)iertan en fulleros, alcahuetes o borrachos8 por re&la &eneral, no predican la intolerancia ni hacen la &uerra8 no 9u3&an necesario robar, estafar o explotar a los pobres. a estas enormes )irtudes ne&ati)as podemos a0adir otra que,. aunque de definición dificil, es positi)a e importante. 6abe que el arhat y el quietista no practiquen la contemplación en su plenitud, pero, si la practican de al&/n modo, pueden traer informes esclaresedores de otro ytrascendente campo del espíritu y, si la practican en la cumbre8 se con)ertir'n en conductos por los que puede lle&ar desde ese campo cierta benfica influencia a un mundo de ofuscados sí mismos, que se est'n crónicamente muriendo por falta de ella. -ntretanto, yo había pasado, a pedido del in)esti&ador, del retrato de 63anne a lo que estaba ocurriendo, dentro de mi cabe3a, cuando cerraba los o9os. -sta )e3 el paisa9e interior fue, de manera curiosa, muy poco remunerador. -l campo )isual estaba lleno de estructuras, como de material pl'stico o de esta0o esmaltado, de brillantes colores y en cambio constante. 7arato 7coment7. Jri)ial. 6omo lo de un comercio de barati9as. todas estas cosas charras existían en un uni)erso cerrado y apretado. 7-s como si se estu)iera ba9o los puentes en barco 7di9e7. -n un barco infinito. mientras miraba, ad)ertí claramente que este barco infinito estaba en cierto modo relacionando con las pretensiones humanas. -ste sofocante interior de un barco infinito era mi propio personal sí mismo8 estos charros mó)iles de ho9alata y pl'stico eran mis contribuciones personales al uni)erso. 4u3&u la lección saludable, pero lament, ello no obstante, que hubiera sido administrada en este momento y en esta forma. *or re&la &eneral, el tomador de mescalina descubre un mundo interior tan manifiestamente una premisa, tan e)identemente infinito y santo, como ese transfi&urado mundo exterior que yo había )isto con mis o9os abiertos. Cesde el principio, mi propio caso había sido diferente. La mescalina me había procurado temporalmente la facultad de )er cosas con los o9os cerrados, pero no pudo 7por lo menos, no lo hi3o en esta ocasión7 re)elar un
paisa9e interior que fuera ni remotamente comparable a mis flores, mi silla o mis pantalones de 2allí afuera2. Lo que me había permitido percibir dentro no era el Charma76uerpo en im'&enes, sino mi propia mente8 no la Arquetípica 5dentidad sino una serie de símbolos. -n otros trminos, un sustituti)o de fabricación casera para la 5dentidad. La mayoría de los ima&inati)os se transforman con la mescalina en )isionarios. Al&unos de ellos 7y son tal )e3 m's numerosos de lo que &eneralmente se supone7 no necesitan transformación8 son )isionarios todo el tiempo. La especie mental a la que la!e pertenecía est' muy difundida, hasta en las sociedades urbanas7industriales de nuestros días. -l car'cter /nico del poeta7artista no consiste en el hecho 7para citar su 6atalo&o Cescripti)o7 de que )eía realmente 2esos mara)illosos ori&inales llamados el Kuerubín en las Sa&radas -scríturas2. 1o consiste en el hecho de que 2estos mara)illosos ori&inales percibidos en mis )isiones eran a )eces de cien pies de estatura... todos con un si&nificado mitoló&ico y recóndito2. 6onsiste /nicamente en la capacidad de este hombre para expresar, en palabras o, de manera al&o menos lo&rada, en línea y color, al&una indicacion por lo menos de una experiencia no extraordinariamente desusada. -l )isionario sin talento puede percibir una realidad interior no menos tremenda, hermosa y si&nificati)a que el mundo contemplado por la!e, pero carece totalmente de la capacidad de expresar, en símbolos literarios o pl'sticos, lo que ha )isto. Gesulta manifiesto de las constancias reli&iosas y de los momentos sobre)i)ientes de la poesía y las artes pl'sticas que, en la mayoría de los tiempo y lu&ares, los hombres han atribuido m's importancia al paisa9e interior que a las experiencias ob9eti)as y han atribuido a lo que )eían con los o9os cerrados una si&nificación espirítualmente m's alta que alo que )eían con los o9os abiertos. =La ra3ón> La familiaridad en&endra el desdn y el cómo sobre)i)ir es un problema cuya ur&encia )a de lo crónicamente tedioso al autentico tormento. -l mundo exterior es aquello a lo que nos despertamos cada ma0ana de nuestras )idas, es el lu&ar donde8 nos &uste o no, tenemos que esfor3amos por )i)ir. -n el mundo interior no hay en cambio ni traba9o ni monotonía. Lo )isitarnos /nicamente en sue0os o en la meditación, y su mara)illa es tal que nunca encontramos el mismo a mundo en dos sucesi)as ocasiones. =6ómo puede extra0ar entonces que los seres humanos, en su busca de lo di)ino, hayan preferido &eneralmente mirar hacia adentro> eneralmente pero no siempre. -n su arte del mismo modo que en su reli&ion, los taoístas y los budistas Nen miraban, m's all' de las )isiones, al Bacío y, a tra)s del Bacío, a las die3 mil cosas de la realidad ob9eti)a. A causa de su doctrina del Berbo hecho carne, los cristianos hubieran debido ser capaces, desde el principio, de adoptar una actitud an'lo&a frente al uni)erso que los rodeaba. *ero, como consecuencia de la doctrina del *ecado, les resultaba ortodoxa y comprensible una expresión de total ne&acion del mundo y hasta de su condenación. 21ada nos debe asombrar en la 1aturale3a, con la sola excepción de la -ncarnación de 6risto.2 -n el si&lo
tener sentido. Hoy, suena a locura. La ele)ación de la pintura de paisa9es al ran&o de forma de arte mayor se produ9o en 6hina hace unos mil a0os, en 4apón hace un seiscientos a0os y en -uropa hace unos trescientos. La ecuación del Charma76uerpo con el seto fue formada por esos +aestros Nen que unieron el naturalismo taoísta con el trascendentalismo budista. "ue, por tanto, /nicamente en el Le9ano riente donde los paisa9istas consideraron conscientemente su arte como reli&ioso. -n ccidente, la pintura reli&iosa consistía en retratar a santos persona9es, en ilustrar textos sa&rados. Los paisa9istas se consideraban a sí mismos artistas del si&lo. Hoy reconocemos en Seurat a uno de los supremos maestros de lo que podría ser llamada pintura mística de paisa9es. sin embar&o, este hombre que fue capa3, m's efecti)amente que cualquier otro, de expresar lo no en los muchos, se indi&naba cuando al&uien le alababa por la 2poesía2 de su traba9o. 2o me limito a aplicar el Sistema2, protestaba. -n otros trminos, era meramente un pointilliste y, a sus propios o9os, nada m's. Se cuenta una ancdota an'lo&a de 4ohn 6onstable. Hacia el fin de su )ida, la!e conoció a 6onstable en Hampstead y contempló uno de los bocetos del 9o)en artista. A pesar de su desdn por el arte naturista, el anciano )isionario ad)ertía al&o bueno cuando lo )eía, sal)o desde lue&o, si se trataba de Gubens. esto no es dibu9o8 esto es inspiración2, exclamó. To he tratado de que sea dibu9o2 fue la característica respuesta de 6onstable. Los dos hombres tenían ra3ón. -ra dibu9o, preciso y )era3, y era al mismo tiempo inspiración, inspiración de un orden tan alto por lo menos como la de la!e. Los pinos del Heath habían sido )istos )erdaderamente como identificados con el Charma76uerpo. -l boceto era una expresión, necesariamente impresionante, de lo que una percepcion purificada había re)elado a los o9os abiertos de un &ran pintor. Ce una contemplación se&/n la tradición de Words(orth y Whitman, del Charma7 6uerpo como seto y de )isiones, como las de la!e, de los 2ori&inales mara)illosos2 dentro del espíritu, los poetas contempor'neos se han retirado a una in)esti&ación de lo subconsciente personal 7como opuesto a lo m's que personal7, y a una expresion, en trminos sumamente abstractos, no del hecho dado ob9eti)os, sino de meras nociones científicas y teoló&icas. al&o parecido ha sucedido en el campo de la pintura. Aquí hemos presentado un abandono &eneral del paisa9e, la forma artística predominante en el si&lo <5<. -ste abandono del paisa9e no ha sido para pasar a eso otro, Cato di)ino interior, a que se han dedicado la mayoría de las escuelas tradicionales de lo pasado8 a ese +undo Arquetípico donde los hombres han hallado siempre las materias primeras del mito y de la reli&ión. 1o, ha sido un paso, del Cato exterior a lo subconsciente personal, a un mundo mental m's escu'lido y m's hermticamente cerrado que inclusi)e el mundo de la personalidad consciente. =Cónde había )isto yo antes estas charras chucherías de ho9alata y materias pl'sticas> -n cualquiera de las &alerías que exponen lo /ltimo en arte no representati)o.
ahora al&uien tra9o un fonó&rafo y puso un disco en la placa &iratoria. -scuch con placer, pero no experiment nada comparable a las apocalipsis de flores y franela que había )isto. =*odr' oír un m/sico naturalmente dotado las re)elaciones que fueron para mí exclusi)amente )isuales> Sería interesante hacer el experimento. *ero, aunque no transfi&urado, aunque reteniendo su cualidad y su intensidad normales, la m/sica contribuyó no poco a mi comprensión de lo que me había sucedido y de los &randes problemas que los sucesos habían planteado. Ce modo curioso, la m/sica instrumental me de9aba frío. -l 6oncierto para *iano en Co +enor de +o3art fue interrumpido despus del primer mo)imiento y reempla3ado por los discos de unos madri&ales de esualdo. 7 -sas )oces... 7coment con a&rado7. -sas )oces... Son una especie de puente que de)uel)e al mundo humano. continuaron siendo un puente hasta cantando la m's alarmantemente crom'tica de las composiciones del príncipe loco. A lo lar&o de las desi&uales frases de los madri&ales, la m/sica si&uió su curso, sin atenerse a la misma cla)e en dos compases se&uidos. -n esualdo, ese fant'stico persona9e de un melodrama de Webster, la desinte&ración psicoló&ica había exa&erado y lle)ado al extremo una tendencia inherente a la m/sica modal, como opuesta a la plenamente tónica: Las obras resultantes sonaban como si hubieran sido escritas por el posterior Schoenber&. 7 sin embar&o... 7me sentí obli&ado a decir, mientras escuchaba estos extra0os productos de una psicosis de la 6ontrarreforma traba9ando sobre una tardía forma artística medie)al. Sin embar&o, no importa que est totalmente en peda3os. Jodo est' desor&ani3ado. *ero cada fra&mento indi)idual est' en orden, es un representante de un rden Superior. -l rden Superior pre)alece hasta en la desinte&ración. La totalidad est' presente hasta en los peda3os rotos. +'s claramente presente tal )e3 que en una obra completamente coherente. *or lo menos, no se nos crea una sensación de falsa se&uridad con un orden meramente humano, meramente fabricado. *or ello, en cierto sentido, la desinte&ración puede tener sus )enta9as. Aunque, desde lue&o, es peli&roso, terriblemente peli&roso... Ce los madri&ales de esualdo pasamos, en un salto de tres si&los, a Alban er& y la Serie Lírica. 7-sto )a a ser un infierno7 anuncie. *ero, se&/n se )io, me equi)oqu. -n realidad, la m/sica parecía casi cómica. Sacada del fondo del subconsciente personal, la an&ustia sucedió a la an&ustia de doce tonos, pero lo que me impresionaba era /nicamente la esencial incon&ruencia entre una desinte&ración psicoló&ica toda)ía m's completa que lade esualdo y los prodi&iosos recursos, en talento y tcnica, empleados para su expresión. 7DKu pena se est' dando a sí mismoD 7coment, con una burlona falta de simpatía7, Uat3enmusi!, una Uat3enmusi! erudita. finalmente, despus de unos cuantos minutos m's de 3o3obra: 7=A quin le importa lo que se
siente> =*or qu no se dedica a otra cosa> 6omo crítica de lo que indudablemente era una obra muy notable, mis palabras resultaban in9ustas e impropias, pero no, a mi 9uicio, a9enas al asunto. Las cito en lo que )alen y porque es así como reaccione, en un estado de pura contemplación, ante la Serie Lírica. 6uando terminó la m/sica, el in)esti&ador propuso un paseo por el 9ardín. Acept y, aunque mi cuerpo parecía haberse disociado casi completamente de mi mente 7o, para ser m's exacto, aunque mi conciencia del transfi&urado mundo exterior no estaba ya acompa0ada por una conciencia de mi or&anismo fisico7, conse&uí le)antarme, abrir la puerta )entana y salir con sólo un mínimo de )acilación. -ra curioso, desde lue&o, 7sentir que 2o2 no era el mismo que estos bra3os y piernas de 2ahí afuera2, que todo este con9unto ob9eti)o de tronco, cuello y hasta cabe3a. -ra curioso, pero pronto se quedaba acostumbrado a ello. , de uno u otro modo, el cuerpo parecía perfectamente capa3 de mirar por sí mismo. 6laro est' que, en realidad, siempre sabe cuidarse. Jodo lo que el e&o consciente puede hacer es formular deseos, reali3ados lue&o por fuer3as a las que apenas &obierna y a las que no comprende en absoluto. 6uando hace al&o m's 7cuando, por e9emplo, se empe0a en al&o, se preocupa, siente aprensión por lo futuro7, disminuye la efecti)idad de estas fuer3as y hasta puede ser causa de que el des)itali3ado cuerpo cai&a enfermo. -n mi estado presente, la conciencia no se refería a un e&o8 estaba, por decirlo así, en sí misma. -sto si&nificaba que la inteli&encia fisioló&ica que &obierna el or&anismo tambin se sentía autónoma. *or el momento, el neurótico entremetido que, en las horas de )i&ilia, trata de diri&ir el espect'culo quedaba, por suerte, al mar&en. Cesde la puerta )entana me diri&í a una especie de pr&ola cubierta en parte por un rosal trepador y en parte por listones de una pul&ada de ancho, con media pul&ada de espacio entre ellos. rillaba el sol y las sombras de los listones formaban un dibu9o de cebra en el piso y en el asiento y el respaldo de la silla de 9ardín que se hallaba al fondo de la pr&ola. -sta silla... =La ol)idar al&una )e3> Allí donde las sombras caían sobre la lona de la tapicería, las fran9as de un a0il a la )e3 profundo y brillante alternaban con otras de una incandescencia tan intensa que era dificil creer que no estu)ieran hechas de fue&o a3ul. Curante un lapso que pareció inmensamente lar&o, mir sin saber, inclusi)e sin desear saber, lo que tenía delante. -n cualquier otro momento hubiera )isto una silla con alternadas fran9as de lu3 y de sombra. Hoy, el percepto se había tra&ado al concepto. o estaba tan completamente absorbido por el mirar, tan fulminado por lo que realmente )eía, tan fulminado por lo que realmente )eía, que no podía darme cuenta de nin&una otra cosa. +uebles de 9ardín, listones, lu3 de sol, sombras... Jodas estas cosas no eran mas que nombres y nociones, meras )erbali3aciones, para propósitos utilitarios y científicos, despus del suceso. -l suceso era esta sucesión de bocas de a3ulados hornos, separadas por &olfos de insondable &encíana. -ra al&o indescriptiblemente mara)illoso, hasta el
punto de ser casi aterrador. de pronto tu)e una )islumbre de lo que se debe sentir cuando se est' loco. La esqui3ofrenia tiene sus paraísos, del mismo modo que sus infiernos y sus pur&atorios, y recuerdo lo que un )ie9o ami&o, muerto a0os ha, me di9o acerca de su mu9er loca. n día, en las primeras fases de la enfermedad, cuando la des&raciada tenía toda)ía inter)alos l/cidos, mi ami&o había ido al hospital para hablarle de Dos hi9os. -lla lo escuchó un rato, pero lo interrumpió de &olpe. =6ómo podía perder el tiempo hablando de un par de chiquillos ausentes cuando todo lo que realmente importaba, aquí y ahora, era la indescriptible belle3a de los dibu9os que formaba, en su chaqueta de me3clilla de color casta0o, cada )e3 que mo)ía los bra3os> *ero, ay, no iba a durar este paraíso de percepción purificada, de contemplación unilateral sin m'cula. Las biena)enturadas tre&uas se hicieron cada )e3 m's raras y bre)es, hasta que finalmente desaparecieron y sólo quedó el horror. La mayoría de los tomadores de mescalina experimentan /nicamente la parte celestial de la esqui3ofrenia. La dro&a sólo procura infierno y pur&atorio a quienes han padecido recientemente una ictericia o son )íctimas de depresiones periódicas o ansiedad crónica. Sí, como las otras dro&as de poder remotamente comparable, la mescalina fuera notoriamente tóxica, tomarla sería suficiente, por sí mismo, para causar ansiedad. *ero la persona ra3onablemente sana sabe por adelantado que, en lo que a ella se refiere, la mescalina es completamente inocua, que sus efectos pasan al cabo de ocho o die3 horas, sin de9ar rastros y, por consi&uiente, siente deseos de reno)ar la dosis. "ortificado por este conocimiento, se embarca en el experimento sin miedo, es decir, sin nin&una predisposición a con)ertir una experiencia excepcionalmente extra0a y poco humana en al&o espantoso, en al&o )erdaderamente diabólico. Ante una silla que parecía el 4uicio "inal o, 7para ser m's exactos, ante un 4uicio "inal que, al cabo de mucho tiempo y con seria dificultad, reconocí como una silla, me )i de pronto en los lindes del p'nico. Ju)e bruscamente la impresión de que el asunto estaba yendo demasiado le9os. Cemasiado le9os, aunque fuera una ida hacia una belle3a m's intensa, hacia un si&nificado m's profundo: -l miedo, se&/n lo ad)ierto al anali3arlo en retrospecti)a, era a quedar aplastado, a desinte&rarme ba9o la presión de una realidad m's poderosa de la que una inteli&encia, hecha a )i)ir la mayor parte del tiempo en el cómodo mundo de los símbolos, podía soportar. La literatura de la experiencia reli&iosa abunda en referencias a aflicciones. y terrores que abruman a quienes se han )isto, demasiado bruscamente, ante al&una manifestación del +ysterium tremendum. -n len&ua9e teoló&ico, este miedo es debido a la incompatibilidad entre el e&otismo del hombre y la di)ina pure3a, entre el apartamiento auto&ra)ado del hombre y la infinitud de Cios. 6on oehme y William La(, podríamos decir que, para las almas no re&eneradas, la di)ina Lu3 en todo su esplendor sólo puede ser sentida como un fue&o quemante, de pur&atorio. Se halla una doctrina casi idntica en -l Libro Jibetano de los +uertos, donde se describe el alma del difunto como
huyendo an&ustiada de la 6lara Lu3 del Bacío y hasta de Luces menores y miti&adas, para lan3arse de cabe3a a la confortadora oscuridad del sí mismo, como ser humano renacido o hasta como animal, infeli3 espectro o habitante del infierno. 6ualquier cosa antes que el brillo abrasador de la Gealidad sin miti&aciones F6ualquier cosaD. -l esqui3ofrnico es un alma, no solamente no re&enerada, sino adem's desesperadamente enferma. Su enfermedad consiste en su incapacidad para escapar de la realidad interior y exterior y, refu&iarse 7como lo hace habitualmente la persona sana7 en el uni)erso de fabricación casera del sentido com/n, en el mundo estrictamente humano de las nociones /tiles, los símbolos compartidos y las con)enciones socialmente aceptables. -l esqui3ofrnico es como un hombre que est' permanentemente ba9o la influencia de la mescalina y que, por tanto, no puede recha3ar la experiencia de una realidad con la que no puede con)i)ir porque no es lo bastante santo, que no puede explicar porque se trata del m's inne&able y porfiado de los hechos primarios y que, al no permitirle nunca mírar al mundo con o9os meramente humanos, le asusta hasta el punto de hacerle interpretar su inflexible esqui)e3, su abrasadora intensidad de si&nificado, como manifestaciones de male)olencia humana o hasta cosmica, de male)olencia que reclama las m's desesperadas reacciones, desde la )iolencia asesina, en un extremo de la escala, hasta la catatonía, o suicidio psicoló&ico, en el otro. una )e3 que nos lan3amos por la infernal cuesta aba9o, ya no hay modo de que nos deten&amos. -sto resultaba ahora e)identísimo. 7Si se emprendiera la marcha por el mal camino 7di9e, contestando a las pre&untas del in)esti&ador7, cuanto sucediera sería una prueba de la conspiración de que se es )íctima. Jodo se 9ustificaría a si mísmo. 1o se podría suspirar sin saberlo parte de la conspiración. 7-ntonces, =usted cree saber dónde se encuentra la locura> 6ontest con un 2si2 rotundo y muy sentido. 7 = no podría usted dominarla> 71o, no podría dominarla. Si se empie3a con el miedo y el odio como premisa mayor, hay que ir hasta la conclusión. 7 =1o podrías 7me pre&untó mi mu9er7 fi9ar tu atención en lo que -l Libro Jibetano de los +uertos llama la 6lara Lu3> Bacil. =+antendrías ale9ado al mal, si pudieras fi9arla> =E es que no podrías fi9arla> +edit un rato sobre la pre&unta. 7Jal )es pudiera fi9arla 7contest finalmente7, pero /nicamente si hubiera al&uien que me hablara de la 6lara Lu3. 1o habría modo de hacerlo por sí mísmo. -se es el sentido, supon&o, del ritual tibetano: al&uien que est ahí sentado todo el tiempo y dicindonos qu es qu. Cespus de escuchar las &rabaciones de esta parte del experimento, tom mi e9emplar de la edición -)ans7Went3 de -l Libro Jibetano de los +uertos y lo abrí al a3ar. 2h, t/, de alta cuna, no permitas que tu mente se perturbeD2 -se era el problema: permanecer sereno. 1o de9arse perturbar por el recuerdo de los pecados cometidos, por el placer
ima&inado, por el amar&o de9o de anti&uos errores y humillaciones, por todos los miedos, odios y ansias que ordinariamente eclipsan la lu3. =1o podría hacer el moderno psiquiatra por los locos lo que aquellos mon9es budistas hacían por los moribundos y los muertos> Kue haya una )o3 que les ase&ure, de día y hasta cuando estn durmiendo, que, a pesar de todo el terror, de todas las perple9idades y confusiones, la Gealidad /ltima si&ue siendo inmutablemente ella misma y es de la misma sustancia que la lu3 interior de la mente m's cruelmente atormentada. *or medio de discos, conmutadores con mecanismos de relo9ería, sistemas de alocuciones colecti)as y discursos de cabecera sería muy f'cil mantener constantemente al tanto de este hecho primordial a los enfermos de inclusi)e una institución con escaso personal. 6abe que unas cuantas de estas almas perdidas pudieran así conquistar cierto dominio sobre el uni)erso 7a un mismo tiempo hermoso y aterrador, pero siempre no humano, siempre totalmente incomprensible7 en el que se )en condenadas a )i)ir. 1o demasiado pronto, desde lue&o, fui apartado de los inquietantes esplendores de mi silla de 9ardín. -n )erdes par'bolas que ba9aban del seto, las hiedras brillaban con una especie de radiación cristalina, parecida al 9ade. n momento despus, un &rupo de Uniphofia u)aria ro9as, en plena floración, hi3o explosión ante mis. o9os. -staban tan apasionadamente )i)as que se hubiera dicho que iban a hablar, a pronunciarse, con las flores lan3adas derechamente hacia lo a3ul. 6omo la silla ba9o los listones protestaban demasiado. a9 la )ista hacia las ho9as y descubri un ca)emoso embrollo de las m's delicadas luces y sombras )erdes, latientes de indescifrable místerio. Gosas: Las flores son f'ciles de pintar8 Cificiles las ho9as. -l hai!u de Shi!i 7que cito con la traducción de ". H. lyth7 expresa, de manera indirecta, exactamente lo que yo entonces sentía: la excesi)a y demasiado e)idente &loria de las flores, en contraste con el mila&ro m's sutil de su folla9e. Salimos a la calle. Se hallaba 9unto a la )ereda un &ran automó)il de color a3ul p'lido. Al )erlo, me sentí repentinamente mo)ido a risa. DKu complacencia y qu absurdo en&reimiento irradiaban las combadas superficies de lustrosísimo esmalteD -l hombre había creado la cosa a su propia ima&en o, me9or dicho, a la ima&en de su persona9e fa)orito en la no)ela. +e reí hasta tener l'&rimas por mis me9illas. Bol)imos a la casa. Se había preparado una colación. Al&uien, que no era toda)ía idntico conmi&o, cayó sobre ella con )ora3 apetito. Cesde le9os y sin mucho inters, mir. Jerminada la colación, subimos al coche para dar un paseo. Los efectos de la mescalina estaban ya en declinación, pero las flores de los 9ardines se hallaban toda)ía en los lindes de lo sobrenatural y los pimenteros y al&arrobos de las calles laterales pertenecían de modo manifiesto a al&una sa&rada arboleda. -l -dn altemaba con Codona, 5&&drasil con la
Gosa mística. en esto, bruscamente, nos )imos en una intersección, a la espera de cru3ar el ule)ar de *oniente. Celante de nosotros, los coches desfilaban en una corriente continua8 eran miles, todos brillantes y relucientes como sue0o de anunciante y cada uno de ellos m's ridículo que el anterior. Ce nue)o me desternill de risa. -l +ar Go9o del tr'nsito se abrió finalmente y lo cru3amos para pasar a otro oasis de 'rboles, cspedes y rosas. A los pocos minutos est'bamos en un punto )enta9oso de las alturas y teníamos a la ciudad extendida a nuestros pies. Gesultaba decepcionante, pues se parecía mucho a la ciudad que había )isto en otras ocasiones. -n lo que a mí se refería, la transfi&uracion era proporcional a la distancia. 6uanto m's cercana la cosa, m's di)inamente otra. -ste )asto y confuso panorama, apenas era diferente de sí mismo. Se&uimos el paseo en automó)il y, mientras permanecimos en las alturas, con una )ista distante sucediendo a otra )ista distante, el si&nificado estu)o al ni)el de todos los días, muy por deba9o del punto de transfi&uración. La ma&ia comen3ó a actuar de nue)o cuando ba9amos, entramos en otro suburbio y desfilamos entre dos hileras de casas. Aquí, a pesar de la peculiar fealdad de la arquitectura, había reanudaciones de la alteración trascendental, indicios del paraíso matutino. Las chimeneas de ladrillo y los )erdes te9ados de compuestas te9as brillaban al sol como fra&mentos de la 1ue)a 4erusaln. )i de pronto lo que uardi había )isto y expresado tantas )eces 7con qu incomparable maestríaD 7 en sus cuadros: una pared de estuco con una sombra al ses&o8 una pared sin adorno al&uno, pero inol)idablemente hermosa8 )acía, pero car&ada con todo el si&nificado y el misterio de la existencia. La Ge)elación alboreó y se fue de nue)o en la fracción de un se&undo. -l automó)il había continuado su marcha8 el tiempo estaba descubriendo otra manifestación de la eterna 5dentidad. 2Centro de la i&ualdad hay diferencia. *ero que la diferencia sea diferente de la i&ualdad no es en modo al&uno la intención de todos los udas. Su intención es tanto la totalidad como la diferenciación.2 -ste maci3o de &eranios ro9os y blancos, por e9emplo, era totalmente distinto de la pared. de estuco que quedaba cien metros cuesta arriba. *ero la 2ser7encia2 de las dos cosas era la misma8 la eterna cualidad de su transitoriedad era la misma. na hora despus, con die3 millas m's y la )isita a la Cro&uería +ayor del +undo a sal)o detr's de nosotros, est'bamos de nue)o en casa y yo había )uelto a ese tranquili3ador aunque muy poco satisfactorio estado que conocemos como 2estar en sus cabales2. *arece muy improbable que la humanidad en libertad pueda al&una )e3 dispensarse de los *araísos Artificiales. La mayoría de los hombres y mu9eres lle)an )idas tan penosas en el peor de los casos y tan monótonas, pobres y limitadas en el me9or, que el af'n de escapar, el ansia de trascender de sí mismo aunque sólo sea por bre)es momentos es y ha sido siempre uno de los principales apetitos del alma. -l arte y la reli&ión, los carna)ales y las saturnales, el baile y el escuchar la oratoria son cosas que han ser)ido, para emplear la frase de H. . Wells, de
*uertas en el +uro. para el uso pri)ado y cotidiano, siempre ha habido los tóxicos químicos. Los sedantes y narcóticos )e&etales, los eufóricos que crecen en los 'rboles y los alucinó&enos que maduran en las bayas o pueden ser exprimidos de las raíces han sido conocidos y utili3ados sistem'ticamente, todos sin excepción, por los seres humanos desde tiempo inmemorial. a estos modificadores naturales de la conciencia, la ciencia moderna ha a0adido su cuota de sintticos: por e9emplo, el cloral, la bencedrina, los bromuros y los barbit/ricos. La mayoría de estos modificadores de conciencia no pueden ser tomados actualmente si no es por orden del mdico o ile&almente y con &ra)e ries&o. ccidente sólo permite el uso sin trabas del alcohol y del tabaco. Las dem's *uertas químicas en el +uro se califican de tóxicos y quienes las toman sin autori3ación son Biciosos. astamos actualmente en bebidas y tabaco m's de lo que &astamos en educación. -sto, desde lue&o, no es sorprendente. -l af'n de escapar de sí mismo y del ambiente se halla en la mayoría de nosotros casi todo el tiempo. -l deseo de hacer al&o por los ni0os es fuerte /nicamente en los padres y sólo durante los pocos a0os en que sus hi9os )an a la escuela. Jampoco puede sorprender la actitud corriente frente al alcohol y el tabaco. A pesar del creciente e9rcito de los alcohólicos sin remedio, a pesar de los cientos de miles de personas muertas o incapacitadas cada a0o por conductores borrachos, los comediantes si&uen hacindonos reír con sus bromas acerca de los aficionados a empinar el codo. a pesar de las pruebas que relacionan el ci&arrillo con el c'ncer del pulmón, pr'cticamente apenas hay personas que no consideren que el fumar es casi tan normal como el comer. Cesde el punto de )ista del racionalista utilitario esto puede parecer extra0o. *ara el historiador es exactamente lo que cabía esperar. La firme con)icción de la realidad material del 5nfierno nunca impidió a los cristianos medie)ales hacer lo que su ambición, su lu9uria o su codicia les reclamaba. -l c'ncer del pulmón, los accidentes del tr'nsito y los millones de alcohólicos miserables y transmisores de miseria son hechos toda)ía m's ciertos de lo que era en tiempos de Cante el hecho del infierno. *ero todos ellos son hechos remotos e insustanciales al lado del hecho próximo y muy sentido del ansia, aquí, ahora, de un ali)io, de un sedante, de un tra&o o un ci&arrillo. 1uestra edad es la edad, entre otras cosas del automó)il y de la población en impresionante aumento. -l alcohol es incompatible con la se&uridad en las carreteras y su producción, como la del tabaco, condena a )irtual esterilidad a millones de hect'reas del suelo m's frtil. Los problemas planteados por el alcohol y el tabaco no pueden ser resueltos, sobra decirlo, por la prohibición. -l af'n uni)ersal y permanente de autotrascendencia no puede ser abolido cerrando de &olpe las m's populares *uertas del +uro. La /nica acción ra3onables es abrir puertas +e9ores, con la esperan3a de que hombres y mu9eres cambien sus )ie9as malas costumbres por h'bitos nue)os y. menos da0osos. Al&unas de estas puertas me9ores podr'n ser denaturale3a social y tecnoló&ica, otras reli&iosas o psicoló&icas, y otras m's
dietticas, educati)as o atlticas. *ero subsistir' indudablemente la necesidad de tomarse frecuentes )acaciones químicas del intolerable sí mísmo y del repulsi)o ambiente. Lo que hace falta es una nue)a dro&a que ali)ie y consuele a nuestra doliente especie sin hacer a la lar&a m's da0o del bien que hace a la corta. na dro&a así tiene que ser poderosa en muy peque0as dosis y sinteti3able. Si no posee estas cualidades, su producción, como la del )ino, la cer)e3a, los licores y el tabaco, dificultar' el culti)o de los alimentos y fibras indispensables. Cebe ser menos tóxica que el opio o la cocaína, tener menos probabilidades que el alcohol o los barbit/ricos de producir consecuencias sociales desa&radables y hacer menos da0o al cora3ón y los pulmones que los alquitranes y la nicotina del tabaco. en el lado positi)o, debe producir cambios en la conciencia que sean m's interesantes e intrínsecamente )aliosos que el mero ali)io o la mera enso0ación, que ilusiones de omnipotencia o escapes a la inhibición. *ara la mayoría, la mescalina es casi completamente inocua. -n contraste con el alcohol, no lle)a a quien la toma a esa especie de acción sin trabas que se traduce en ri0as, crímenes de )iolencia y accidentes de tr'nsito. n hombre ba9o la influencia de la mescalina se dedica tranquilamente a sus propios asuntos. Adem's, los asuntos que le interesan, constituyen una experiencia de lo m's instructi)a, que no debe ser pa&ada lue&o 7esto es muy importante7 por secuelas compensadoras. Ce las consecuencias a la lar&a para quien toma re&ularmente mescalina, sabemos muypoco. Los indios que consumen capullos de peyotl no parecen fisica o moralmente de&radados por el h'bito. Sin embar&o, las pruebas de que disponemos son escasas e incompletas. Aunque e)identemente superior a la cocaína, el opio, el alcohol y el tabaco, la mescalina no es toda)ía la dro&a ideal. 4unto a la feli3mente transfi&urada mayoría de tomadores de mescalina, hay una minoría para la que la dro&a representa /nicamente un infierno o un pur&atorio. Adem's, como dro&a que, del mismo modo que el alcohol, debe ser de consumo &eneral, sus efectos duran demasiado tiempo. *ero la química y la fisiolo&ía son pr'cticamente en nuestros días capaces de cualquier cosa. Si los psicólo&os y sociólo&os definen el ideal, ten&amos la se&uridad de que neurólo&os y farmacólo&os descubrir'n el modo de que alcancemos este ideal o, por lo menos 7porque es posible que este ideal, por su misma naturale3a, no pueda ser nunca plenamente reali3ado7, nos acerquemos a l m's que con beber )ino como en tiempos pasados y beber (his!y, fumar marihuana o tomar barbit/ricos como ahora. -l af'n de trascender del autoconsciente sí mismo, es, como he dicho, un principal apetito del alma. 6uando, por una ra3ón cualquiera, los hombres y las mu9eres no lo&ran trascender de sí mismos por medio del culto, las buenas obras y los e9ercicios espirituales, se sienten inclinados a recurrir a los sustituti)os químicos de la reli&ión: el alcohol y las 2píldoras2 en el moderno ccidente, el alcohol y el opio en el -ste, el hachís en el mundo mahometano, el alcohol y la marihuana en Amrica
6entral. el alcohol y la coca en los Andes y el alcohol y los barbit/ricos en las re&iones m's al día de la Amrica del Sur. -n *oisons Sacrs, i)resses Ci)ines, *hilippe de "lice ha escrito con detenimiento y mucha documentación acerca de la inmemorial relación entre la reli&ión y la toma de dro&as. He aquí, resumidas o en cita directa, sus conclusiones. -l empleo para fines reli&iosos de sustancias tóxicas est' 2extraordinariamente difundido2. 2Las pr'cticas estudiadas en este )olumen pueden ser obser)adas en todas las re&iones del mundo, lo mismo entre los primiti)os que entre los que han alcan3ado un alto &rado de ci)ili3ación. -stamos, por tanto, no ante hechos excepcionales, que podrían con 9ustificación ser pasados por alto, sino ante un fenómeno &eneral y, en el m's amplio sentido de la palabra, un fenómeno humano, la clase de fenómeno que no puede ser desdefiada por nadie que trate de descubrir lo que es la reli&ión y las hondas necesidades que la reli&ión debe satisfacer.2 5dealmente, todos deberían ser capaces de hallar la autotrascendencia en al&una forma de reli&ión pura o aplicada. -n la pr'ctica, parece muy improbable que esta esperada consumación pueda ser reali3ada al&una )e3. Hay, y siempre indudablemente habr', buenos hombres y buenas mu9eres de i&lesia para quienes, por des&racia, la piedad no es bastante. -l extinto .U. 6hesterton, que escribía del beber tan líricamente por lo menos como de la de)oción, puede ser)irles de muy elocuente )ocero. Las 5&lesias modernas, con al&unas excepciones entre las sectas protestantes, toleran el alcohol, pero ni la m's tolerante ha intentado nunca con)ertir el estimulante al 6ristianismo o un sacramentar su uso. -l bebedor piadoso se )e obli&ado a poner su reli&ión en un compartimiento y su sustituti)o de la reli&ión en otro. tal )e3 sea esto ine)itable. -l beber no puede ser sacramentado, sal)o en reli&iones que no dan )alor al decoro. -l culto de Cionisos o del dios celta de la cer)e3a era cosa &rosera y desordenada. Los ritos del 6ristianismo son incompatibles hasta con la embria&ue3 reli&iosa. -sto no da0a a los )i0ateros y licoristas, pero es muy malo para el 6ristianismo. Son innumerables las personas que desean la autotrascendencia y que se ale&rarían de encontrarla en la 5&lesia. *ero, ay, 2las hambrientas o)e9as le)antan la )ista y no son alimentadas2. *articipan en los ritos, escuchan los sermones y repiten las oraciones, pero su sed queda sin satisfacer. Cecepcionadas, se )uel)en hacia la botella. Curante un tiempo por lo menos, y en cierto modo, esto les da resultado. 6abe toda)ía asistir a la i&lesia, pero esto no es m's que el anco +usical de -re(hon de utler. 6abe toda)ía reconocer a Cios, pero es un Cios merarnente )erbal, un Cios estrictamente al estilo *ic!(ic!. -l ob9eto efecti)o del culto es la botella y la /nica experiencia reli&iosa es7ese estado de euforia sin trabas y beli&erante que si&ue a la in&estión del tercer cóctel. Bemos, pues, que el 6ristianismo y el alcohol no se me3clan ni pueden me3clarse. -l 6ristianismo y la mescalina parecen mucho m's compatibles. -sto ha sido demostrado por muchas tribus de indios, desde Jexas hasta tan al norte como Wisconsin. -ntre estas tribus, hay &rupos
afiliados a la 5&lesia 1orteamericana 5ndí&ena, una secta cuyo rito principal es una especie de A&ape o "iesta de Amor al estilo de los primeros cristianos, donde las roda9as de peyotl ocupan el lu&ar del pan y el )ino sacramentales. -stos indí&enas norteamericanos consideran al cacto un don especial de Cios a los indios y a sus efectos una equi)alencia de la obra del di)ino -spíritu. -l profesor 4. S. Slot!in 7uno de los pocos blancos que han participado en los ritos de una con&re&ación peyotlistadice al hablar de sus compa0eros de secta: 2Cesde lue&o, no quedan pasmados o borrachos... 1unca pierden el comp's o farfullan al hablar, como lo haría un hombre bebido o pasmado... Jodos se muestran serenos, corteses y considerados con los dem's. o no he )isto un templo de blancos donde haya tanta reli&iosidad y tanto decoro2 .= podemos pre&untar qu experimentan estos de)otos y corteses peyotlistas> 1o esa muy miti&ada sensación de )irtud que sostiene por lo &eneral al que )a a la i&lesia los domin&os durante no)enta minutos de aburrimiento. Jampoco esos altos sentimientos, inspirados por la meditación sobre el 6reador y Gedentor, sobre el 4ue3 y 6onfortador, que animan a la persona realmente piadosa. *ara estos indí&enas norteamericanos, la experiencia reli&iosa es al&o m's directo e inspirador, m's espont'neo, menos el producto casero de una mente superficial y falta de naturalidad. A )eces 7se&/n los datos reunidos por el doctor Slot!in7 tienen )isiones, que pueden ser el mismo 6risto. A )eces oyen la )o3 del -spíritu Santo. A )eces tienen conciencia de la presencia de Cios y de esos defectos personales que deber ser corre&idos, si ha de hacerse la di)ina )oluntad. Las consecuencias pr'cticas de estas puertas químicas que se abren al tro +undo parecen ser totalmente buenas. -l doctor Slot!in dice que los peyotlistas habituales son por lo &eneral m's despiertos, m's moderados 7 al&unos de ellos se abstienen por completo del alcohol7 y m's pacíficos que los peyotlistas. n 'rbol con frutos tan satisfactorios no puede ser condenado a la li&era. Al sacramentar el uso del peyot5, los indios de la 5&lesia 1orteamericana 5ndí&ena han hecho una cosa que es psicoló&icamente acertada e históricamente respetable. -n los primeros si&los del 6ristianismo fueron bauti3ados muchos ritos y fiestas pa&anos, es decir, se los puso al sery icio de la 5&lesia. -stos 9ol&onos no resultaban muy edificantes, pero calmaban una especie de hambre psicoló&ica y, en lu&ar de empe0arse en suprimirlos, los primeros misioneros tu)ieron el buen acuerdo de aceptarlos como lo que eran 7expresiones &ratas al alma de impulsos fundamentales7, y de incorporarlos a la contextura de la nue)a reli&ión. Lo que han hecho los indí&enas norteamericanos es esencialmente an'lo&o. Han tomado una costumbre pa&ana 7una costumbre dicho sea de paso, mucho m's noble e inspiradora que la mayoría de las brutales francachelas y mo9i&an&as que fueron tomadas del pa&anismo europeo7, y le dieron una si&nificación cristiana. Aunque introducidos muy recientemente en los -stados nidos septentrionales, el h'bito de tomar peyotl y la reli&ión basada en l se
han con)ertido en importantes símbolos del derecho del *iel Go9a a la independencia espiritual. Al&unos indios han reaccionado ante la supremacía blanca norteamericani3'ndose y otros retir'ndose a un indi&enismo tradicional. *ero otros m's han intentado sacar el me9or partido posible de los dos mundos o, en realidad de todos los mundos: del 5ndi&enismo, del 6ristianismo y de esos tros +undos de experiencia trascendental, donde el alma se ad)ierte a sí misma no condicionada y del mismo natural que lo di)ino. Ce esto ha sur&ido la 5&lesia 1orteamericana 5ndí&ena. -n ella, dos &randes apetitos del alma 7el af'n de independencia y autodeterminación y el af'n de autotrascendencia7 se fusionaron con un tercero, a cuya lu3 fueron interpretados: el af'n de adoración, de 9ustificar los modos de Cios con el hombre, de explicar el uni)erso por medio de una teolo&ía coherente. Bed al indio mísero, cuya alma sin tutela por delante tan solo le cubre con su tela. *ero, en realidad, somos nosotros, los ricos y muy educados blancos, los que andamos con el trasero al aire. 1os cubrimos por delante con al&una filosofia 7cristiana, marxista, freudianafísica7, pero por detr's andamos al aire, a merced de los )ientos de las circunstancias. -l mísero indio, en cambio, ha tenido el in&enio de prote&er su trasero complementando la ho9a de parra de una teolo&ía con el taparrabos de la experiencia trascendental. 1o soy tan insensato que equipare lo que sucede ba9o la influencia de la mescalina o de cualquier otra dro&a, preparada ya o que se prepare en lo futuro, con la reali3ación del fin /ltimo y definiti)o de la )ida humana: el -sclarecimiento, la Bisión eatífica. o me limito a decir que la experiencia con la mescalina es lo que los teólo&os católicos llaman una 2&racia &ratuita2, no necesaria para la sal)ación, pero que puede ayudar a ella y debe ser aceptada con a&radecimiento, si es que lle&arnos a recibirla. Ser arrancados de raí3 de la percepción ordinaria y )er durante unas horas sin tiempo el mundo exterior e interior, no como aparece a un animal obsesionado por la super)i)encia o a un ser humano obsesionado por palabras y nociones, sino como es percibido, directa e incondicionalmente, porla 5nteli&encia Libre, es un experiencia de inestimable )alorpara cualquiera y especialmente para el intelectual. *orque el intelectual es por definición el hombre para el que, se&/n la frase de oethe, 2la palabra es esencialmente fecunda2. -s el hombre que entiende que 2lo que percibimos con los o9os nos es extra0o como tal y no debe impresionamos mucho2. sin embar&o, aunque l mismo un intelectual y uno de los supremos maestros del len&ua9e. oethe no se muestra siempre de acuerdo con sus propias )aloración de la palabra. -n la madure3 de su )ida, escribió: 2Hablamos demasiado. Ceberíamos hablar menos y dibu9arm's. A mí, personalmente, me&ustaría renunciar totalmente a lapalabray, corno la 1aturale3a or&'nica, comunicar cuando ten&a que decir por medio de dibu9os. -sa hi&uera, esa lombri3, ese capullo en el alfi3ar de mi )entana a la serena espera de su futuro, son firmas trascendentales. na persona capa3 de descifrar bien su si&nificado podría dispensarsetotalmente de la palabra escrita o hablada.
6uanto m's pienso en ello, m's me con)en3o de que hay al&o in/til, mediocre y hasta 7siento la tentación de decirlo7 afectado en la palabra. -n cambio, Fcómo impresiona la &ra)edad y el silencio de la 1aturale3a, cuando se est' cara a cara con ella, sin nada que nos distrai&a, ante unas desnudas alturas o la desolación de unos )ie9os montesD2 1o podremos nunca eximimos del len&ua9e o de los otros sistemas de símbolos8 porque es &racias a ellos, solamente a ellos, corno hemos podido ele)amos por encima de los brutos, al ni)el de los seres humanos. *ero, así como somos sus beneficiarlos, podemos tambin muy f'cilmente con)ertimos en sus )íctimas. Cebemos aprender a mane9ar con eficacia las palabras, pero, al mismo tiempo, debemos preser)ar y, en caso necesario, intensificar nuestra capacidad para mirar al mundo directamente y no a tra)s del medio semiopaco de los conceptos, que deforman cualquier hecho determinado conocido de al&/n marbete &enrico o al&una abstracción explicati)a. Literaria o científica, liberal o especiali3ada, toda nuestra educación es predominantemente )erbal y, en consecuencia, no cumple la función que teóricamente se le asi&na. -n lu&ar de transformar a los ni0os en adultos plenamente desarrollados, produce estudiantes de ciencias naturales que nada saben de la 1aturale3a como hecho primordial de la experiencia e impone al mundo estudiantes de Humanidades que nada saben de humanidad, ni de la suya ni de la a9ena. *sicólo&os &estaltistas, como Sarnuel Gensha(, han ideado mtodos para ampliar el campo de la percepciones humanas y aumentar su a&ude3a. *ero =los aplican nuestros educadores> La respuesta es un 1o. Los maestros en todos los campos de la psicofísica, desde la )isión hasta el tenis, desde los )olatines hasta la oración, han descubierto, por eliminación, las condiciones de funcionamiento óptimo dentro de sus respecti)os campos, *ero =se sabe que al&una de las &randes "undaciones haya asi&nado fondos a cualquier proyecto de coordinación de estas comprobaciones empíricas enunateoríayunapr'ctica &enerales de m's altas posibilidades creadoras> Ce nue)o, que yo sepa, la contestación no es otra que un 1o. Joda clase de sectadores y persona9es raros ense0an las tcnicas m's di)ersas para alcan3ar la salud, el contentamiento y la pa3 del alma. . para muchos de sus se&uidores, muchas de estas tcnicas resultan manifiestamente efecti)as. *ero, =)emos a psicólo&os, filósofos o sacerdotes respetables ba9ar )alientemente a estos extra0os y a )eces malolientes po3os, en cuyo fondo se )e obli&ada a sentarse con demasiada frecuencia la pobre Berdad> na )e3 m's la respuesta es un 1o. )eamos ahora la historia de la in)esti&ación de la mescalina. Hace setenta a0os, hombres extraordinariamente capaces descubrieron las trascendentales experiencias de quienes, con buena salud, en las debidas condiciones y con el espíritu adecuado, toman la dro&a. =6/antos filósofos, c/antos teólo&os y c/antos educadores profesionales
han tenido desde entonces la curiosidad de abrir esta *uerta en el +uro> La respuesta, a todos los efectos pr'cticos, es 1in&uno. -n un mundo donde la educación es predominantemente )erbal, las personas muy cultas hallan punto menos que imposible dedicar una seria atención a lo que no sea palabras y nociones. Siempre hay dinero y doctorados para la culta necedad de lo que constituye entre los eruditos el problemas m's importante: =Kuin influyó en quien para decir tal o cual cosa en tal o cual ocasión> Hasta en estos tiempos, de tecnolo&ía se rinde pleitesía a las Humanidades. -n cambio, apenas se hace el menor caso a las humanidades no )erbales, a las artes de percibir directamente los hechos concretos de nuestra existencia. -s completamente se&uro que hallar'n aprobación y ayuda financiera, un cat'lo&o, una biblio&rafía, una edición definiti)a de las 5psissima )erba de un )ersificador de tercera clase, un,estupendo índice que pone fin a todos los índices, cualquier proyecto &enuinamente ale9andrino. *ero, si se trata de a)eri&uar cómo usted y yo, nuestros hi9os y nuestros nietos podemos hacernos m's perceptí)os, m's intensamente conscientes de la realidad7 interior y exterior, m's abiertos al -spíritu, menos a caer, por nuestro )icios psicoló&icos, físicamente enfermos y mas capaces de re&ular nuestro propio sistema ner)ioso autónomos8 si se trata de cualquier forma de educación )erbal que sea m's fundamental 7y con mas probabilidades de uso pr'ctico7 que la imnasia Sueca, nin&una persona respetable ni nin&una uni)ersidad o reli&ión que se respete har' absolutamente nada. Los )erbalistas temen a los no )erbales8 los racionalistas temen al hecho concreto no racional8 los intelectuales entienden que 2lo que percibimos con el 9o o de cualquier otro modoM nos es extra0o como tal y no debe impresinamos mucho2. Ademas, este asunto de la educación en las Humanidades no )erbales no enca9a en nin&uno de los casilleros establecidos. 1o es reli&ion, ni es neurolo&ía, ni es &imnasia, ni es moral, ni es ci)ismo, ni es psicolo&ía experimental. Siendo esto así, el tema, a los efectos acadmicos y eclesi'sticos, no existe y puede ser tranquilamente pasado por alto o de9ado, con una sonrisa de superioridad, a quienes son llamados farsantes, curanderos, charlatanes y aficionados ineptos por los fariseos de la ortodoxia )erbal. la!e escribió con mucha amar&ura: 2Siempre he ad)ertido que los Vn&eles tienen la )anidad de hablar de sí mismos como de los /nicos sabios. Hacen esto con una confiada insolencia que brota del ra3onamiento sistem'tico.2 -l ra3onamiento sistem'tico es al&o de lo que tal )e3 no podamos prescindir ni como especie ni como indi)iduos. *ero tampoco podemos prescindir, si hemos de permanecer sanos, de la percepción directa, cuanto menos sistem'tica me9or, de los mundos interior y exterior en los que hemos nacido. -sta realidad es un infinito que est' m's all' de toda comprensión y, sin embar&o, puede ser percibida directamente, y desde cierto punto de )ista, de modo total. -s una trascendencia que pertenece a un orden distinto del humano y que, sin embar&o, puede estar # presente en nosotros como una inmanencia sentida, como una