Jorge A. Sierra Sierra Marzo de 2014
La iniciación cristiana en San Ambrosio de Milán Según la edición: AMBROSIO DE MILÁN, Explicación del símbolo; Los sacramentos; Los misterios. Madrid, Ciudad Nueva, 2005. Edición de Pablo Cervera Barranco. En palabras de Henri de Lubac, “cada vez que la Iglesia indaga sobre su fe, sobre su pensamiento y sobre su teología, instintivamente vuelve a los Padres. En la Historia de la Iglesia hay una especie de resurgimiento permanente y de eterno descubrimiento de los Padres ”.1 El ámbito de la catequesis es privilegiado en este as pecto, ya que se conservan importantes escritos patrísticos acerca de la iniciación cristiana de los catecúmenos. Entre estos autores, destaca Ambrosio de Milán, doctor de la Iglesia que, como obispo, impartía diversas homilías catequéticas en la semanas de la Pasión y de Pascua a los neófitos, consignadas a continuación continuación en sus Los misterios , que aquí expondremos obras Explicación del símbolo, Los sacramentos y Los expondremos brevemente.
A.- El autor Ambrosio nació en Tréveris, c. 340 y falleció en Milán 57 años después. Fue educado en Roma para ser abogado y hacia el año 370 fue designado prefecto consular para el norte de Italia, tomando su residencia en Milán. En el año 374 se levantó una fuerte disputa entre la facción católica y la arriana sobre la elección de un obispo que sucediera a Ausencio. Ambrosio, como primer magistrado, acudió a la iglesia para mantener el orden, con el resultado de que fue elegido por el pueblo para ocupar la sede episcopal. Al ser sólo catecúmeno tuvo que ser bautizado y ocho días más tarde, el 7 de diciembre del 374, consagrado obispo. Fue instruido por el presbítero Simpliciano (que luego le sucede) en base al estudio de la Escritura y la lectura de los Padres griegos, especialmente Orígenes, Atanasio y Cirilo de Jerusalén.2 Como dirigente eclesiástico se distinguió por su apoyo a la fe católica, llegando a rechazar la entrega de la basílica porciana de Milán 1. Ambrosio, mosaico en la a la emperatriz para el culto arriano: se encerró con sus fieles en la capilla de San Víctor, Milán. basílica, dedicando gran parte del tiempo al canto de himnos litúrgicos.3 A pesar del acoso militar de la iglesia, Ambrosio consiguió que se retiraran las fuerzas militares del entorno basilical. Además de enfrentarse a las herejías, Ambrosio también se enfrentó al paganismo con el mismo celo. En el senado romano existía un altar a la Victoria, ante el cual se tomaban todos los juramentos. En el año 382 Graciano retiró el altar, probablemente a instigación de Ambrosio. El senado, que favorecía la vieja religión, hizo denodados esfuerzos para que el altar fuera repuesto bajo Valentiniano II y Teodosio, pero sin éxito debido a la férrea oposición de Ambrosio. Ambrosio fue el autor de una reforma en la música eclesiástica, siendo asociada una tradición litúrgica muy antigua en Milán con su nombre. Por otro lado, sostuvo que el Estado no debe interferir en la Iglesia. En el año 370 el pueblo de Tesalónica asesinó al gobernador de la 1 DE LUBAC, H.,
«La costituzione Lumen gentium e i Padri della Chiesa», en AA.VV., La teologia dopo il Vaticano II , Brescia, 1967, 228. 11-157. 3 Apoyados en este hecho, algunos autores sitúan en ese momento el acta de nacimiento del canto ambrosiano (c. 386). 2 MOLINÉ, E., Los padres de la Iglesia: Una guía introductoria. Madrid, Palabra, 1995. Págs.
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ciudad durante una revuelta, ordenando Teodosio, en su furia, una masacre contra la población. Ambrosio le reprendió públicamente imponiéndole disciplina eclesiástica.4 Sin embargo, no siempre era justo con sus oponentes. En Mesopotamia los cristianos habían destruido un lugar de reunión de gnósticos valentinianos y habían quemado una sinagoga. El emperador Teodosio ordenó al obispo de la iglesia local que reconstruyera ambos edificios por cuenta de la iglesia. Esto desagradó al de Milán, que protestó públicamente y por escrito de tal forma que no se castigó a los culpables y ni siquiera pagaron los daños producidos.5 Además de toda la actividad política religiosa que hemos descrito someramente, Ambrosio desarrolló una intensa labor pastoral. Predicaba diariamente en los tiempos de preparación de los catecúmenos para la recepción del bautismo, que alcanzaron, junto a sus predicaciones homiléticas dominicales y festivas, ganaron rápida popularidad. Como maestro estaba más preocupado por cuestiones prácticas y éticas que metafísicas; sus escritos son 2. Sepulcro de Ambrosio y los mártires Gervasio y Protasio en la Basílica Ambrosiana de Milán.
ricos en claros matices prácticos, aunque su pensamiento no sea considerado tan original como el de otros Padres de la Iglesia. 6
A todo esto hay que añadir la atención a los penitentes, a los pobres y encarcelados, así como la “episcopalis audientia” y las gestiones para conseguir un posible indulto para los condenados a muerte. Además de este trabajo ingente, tuvo tiempo para escribir un considerable número de obras sobre temas pastorales y de espiritualidad, como la Exposición sobre el Evangelio de S. Lucas, los tratados Sobre las vírgenes, Sobre los sacramentos, etc. Existen más de noventa cartas suyas y un copioso Himnario.7 Ambrosio fue fundamental para la conversión de San Agustín, de gran importancia para la historia de la Iglesia. En las mismas Confesiones escribe textualmente que, cuando visitaba al obispo de Milán, “siempre le veía rodeado de un montón de personas llenas de problemas, por quienes se desvivía para atender sus necesidades”.8 Según el luego obispo de Hipona, siempre había una larga fila que estaba esperando hablar con Ambrosio para encontrar en él consuelo y esperanza.9 Afirma también Agustín que “r especto a la fe católica pensaba antes que no era posible defenderla de las objeciones de los maniqueos; pero entonces creía ya que podía aceptarse sin imprudencia, máxime cuando tras de haber oído las explicaciones de Ambrosio una vez y otra y muchas más, me encontraba con que él resolvía satisfactoriamente algunos enigmas del Antiguo Testamento entendidos por mí hasta entonces de una manera estrictamente literal, que había matado mi espíritu”.10 Ambrosio fue un verdadero “mistagogo” para Agust ín. Tras su muerte, el 4 de abril de 397, fue enterrado en la basílica ambrosiana de Milán, cerca de los mártires Gervasio y Protasio. En el siglo IX el arzobispo Angilberto II colocó los restos de los tres personajes en un sarcófago que fue descubierto en el año 1864 y abierto en 1871. 4 ROPS, D.,
La Iglesia de los apóstoles y de los mártires, Ediciones Palabra, Madrid 1992. H., Historia de la iglesia Primitiva. Unilit, Míchigan, p. 206. 6 RAMOS LISSON, D., ¿Sabes quién era? San Ambrosio, obispo de Milán, en primeroscristianos.com. 7 Durante siglos se le atribuyó el himno Te Deum, pero ya no es considerado su autor. 8 AGUSTÍN DE HIPONA, Confesiones, V, 13. Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 1981. 9 Agustín recoge una curiosa anécdota de Ambrosio, y es que leía con la boca cerrada, algo verdaderamente novedoso en una época en la lectura sólo se concebía para ser proclamada, ya que leer en voz alta facilitaba la comprensión a quien leía. El hecho de que Ambrosio “pudiera pasar las páginas sólo con los ojos” es para Agustín, una capacidad singular de lectura y de familiaridad con las Escrituras. Cfr. AGUSTÍN DE HIPONA, Op. Cit., VI, 3. 10 AGUSTÍN DE HIPONA, Op. Cit., V, 14. 5 BOER,
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B.- Contexto histórico Ambrosio de Milán fue un líder irreemplazable de la Iglesia en el siglo IV. Por tanto debemos ubicarnos inicialmente dentro de esta época y su contexto religioso, político y social para comprender mejor su vida personal y ministerial. En cuanto al contexto social, con un imperio tambaleante, existía una gran pobreza, desigualdades y atropellos, sobre todo al pueblo llano, tanto rural como urbano. La situación se vio agravada por las continuas incursiones de los bárbaros a poblaciones fronterizas del imperio, que generaban situaciones de desplazamiento y aumento de la miseria.11
3. San Ambrosio en su estudio, c. 1500, procedente de Palencia, actualmente en Museo Metropolitano de Arte de Nueva York.
Con el edicto de Sárdica de 310 el Estado reconoció la existencia legal del cristianismo y lo equiparó a los demás cultos permitidos en el edicto de Milán de 313. En el siglo IV, el cristianismo creció en poder llegando a ser la religión del imperio en manos de Constantino y Teodosio, quienes otorgan protección, estatus y bienes a la Iglesia. Dado que la apertura al cristianismo como religión protegida brindaba privilegios y posiciones, hubo muchos que se bautizaban sin ni siquiera tener idea del significado de del bautismo o la fe cristiana. Los obispos competían en pos de posiciones. Los ricos y poderosos parecían dominar la iglesia.12 Como reacción, comienza el fenómeno del monaquismo y ascetismo, primero en oriente y después en occidente.13 En esta época también se suscitan grandes controversias dogmáticas y surgen las grandes herejías trinitarias y cristológicas, como el arrianismo, al que se enfrentó Ambrosio con vigor y que fueron consideradas en los grandes concilios ecuménicos.14 Las masas, cada vez más numerosas, que pedían ingresar en la Iglesia provocaron que ésta adoptase medidas para una más completa y cuidada organización en la preparación a la incorporación en la Iglesia: la institución del catecumenado, que tenía ya una larga tradición en la Iglesia, iba a servir como instrumento precioso preparatorio del bautismo.15 La respuesta de los Padres de la Iglesia a la escasa formación de las grandes masas de conversos fue clara: el período más fecundo en cuanto a producción literaria de carácter litúrgico y catequético lo encontramos en los siglos IV y V. 16 En esta época se desarrolla la noción de catequesis, como forma de enseñanza con método y contenidos propios, bien diferenciada de otras formas de transmisión de la fe: predicación a paganos, refutación, tratados teológicos, etc. La catequesis es para la liturgia y de ella brota.17 Eso no significa que el objeto de la catequesis sean exclusivamente los elementos propios de la celebración.18 En la catequesis, que se orienta y surge de la liturgia, se abordan todos los misterios cristianos en cuanto acogidos por la fe; en la liturgia, dichos misterios son celebrados.19 11 DUDDEN,
F. H., The Life and Times of St. Ambrose , Oxford, Clarendon Press, 1935 Historia del cristianismo. Tomo 1. Miami, Unilit, p. 151. 13 COLOMBÁS, G. M. El monacato primitivo. Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 1974. 14 ATTWATER, D. y J OHN, C. R., The Penguin Dictionary of Saints, Nueva York, Penguin Books, 31993. 15 ALBERICH, E., BINZ, A., Catequesis de adultos. Elementos de metodología, Madrid, CCS, 2005. Capítulo 1. 16 SESBOÜÈ, B. (DIR.), Historia de los dogmas, I, Secretariado Trinitario, Salamanca 1995, 64-68. 17 SARTORE, D., “Catequesis y Liturgia ”, en Nuevo Diccionario de Liturgia (NDL), Ed. Paulinas, Madrid 21987, 321-324. 18 DOMÍNGUEZ BALAGUER , R., Catequesis y liturgia en los Padres. Interpelación a la catequesis de nuestros días, Sígueme, Salamanca 1988. 19 En las catequesis patrísticas, “La liturgia postula la catequesis y la catequesis exige la liturgia. La liturgia misma es ya catequesis. Lo es en cuanto es ejercicio de fe y comunicación de vida divina. La misma celebración enseña y su enseñanza capacita para una más 12 GONZÁLEZ, J.,
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Por otro lado, se busca la unanimidad en toda la Iglesia, tanto de oriente como de occidente, a la hora de fijar los contenidos fundamentales de la catequesis: fe, credo o Profesión de fe, liturgia (iniciación y mistagógica) y oración (padrenuestro). La organización del catecumenado es prácticamente idéntica en casi todas las iglesias, donde los diferentes contenidos responden a etapas progresivas del catecumenado.20
C.- Las obras
4. Fresco románico (segunda mitad del s. XIII) representando a dos catecúmenos, vestidos de blanco, en su pr imera eucaristía, alrededor del altar con su obispo, Martín de Tours. Iglesia de San Martín de Chía (Huesca).
Las obras de Ambrosio de Milán Explanatio symboli, De sacramentis y De mysteriis exponen los ritos mediante los cuales los catecúmenos recibían los sacramentos de la iniciación cristiana.21 Las tres obras hay que situarlas entre el 386 y el 390. 22 Forman parte de un género literario llamado mistagógico o de iniciación, basada en las catequesis a los catecúmenos y a los neófitos sobre el significado de los ritos de la iniciación cristiana. La explicación en estas obras se centra en el Credo o Símbolo de la Fe ( traditio y redditio symboli), en el Padrenuestro (traditio orationis), en los ritos prebautismales (exorcismos, unciones, etc.), en los ritos de la confirmación y de la eucaristía.
Se trata de una catequesis íntimamente unida a la liturgia, 23 dirigida a creyentes, que no busca pruebas de tipo apologético, sino que persigue la profundización contemplativa de la revelación con un tono expositivo, no combativo.24
La Explanatio symboli es un sermón catequético que conserva el estilo oral en la que se explica el Credo, dividido en doce partes, tal como se realizaba en torno al rito de la traditio. Es el primer documento escrito que nos permite reconstruir la fórmula del símbolo de la fe. El De sacramentis es un conjunto de seis sermones, pronunciados entre el martes y el domingo de la semana in albis. En ellos se explican las diferentes fases del rito bautismal y de la eucaristía, para terminar con una catequesis sobre la oración. El De mysteriis es un tratado sintético, probable relaboración de la obra anterior, en el que el autor recopila los argumentos tratados en De sacramentis.
Extrayendo de las tres obras las referencias a la iniciación cristiana en tiempos de Ambrosio, podemos resumir que los catecúmenos, una vez admitidos en el listado de aspirantes, recibían el Credo, el domingo anterior a la Pascua. Después, en la noche del Sábado Santo se celebraba en forma sucesiva la apertio, la bendición del agua bautismal, la unción, las renuncias bautismales, la administración del bautismo, la unción de la cabeza, la lectura del lavatorio de los pies de Jn 13, la entrega del vestido blanco, el spiritale signaculum y la celebración de la eucaristía.25 fructuosa participación en la celebración (…), pues la liturgia actúa mediante signos. (…) La catequesis procura hacer compre nder de forma unitaria las diferentes verdades reveladas (…) ya presentes en la celebración”. Cfr. RICO PAVÉS, J., “Liturgia y catequesis en los padres de la Iglesia. Apuntes para el estudio” en Teología y Catequesis 80 (2001), pp. 39-75. 20 Cf. K ELLY , J.N.D., Primitivos credos cristianos , Secretariado Trinitario, Salamanca 1980, pp. 15-45. 21 DANIELOU, J. Y DU CHARLAT, R., La catequesis en los primeros siglos, Studium, Madrid 1975, 167-171. 22 Cfr. A MBROSIO DE MILÁN, La iniciación cristiana: la explicación del símbolo, los sacramentos, los misterios, Neblí 45, Rialp, Madrid 1978 23 RICO PAVÉS, J., Op. Cit. p. 6. 24 Cf. C. V AGAGGINI, El sentido teológico de la liturgia, BAC, Madrid 21965, 553-558. 25 OÑATIBIA, I “La catequesis litúrgica de los padres”, Phase 118 (1980) 281-294.
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D.- La iniciación cristiana en los primeros siglos 26 A partir de las obras de Ambrosio podemos establecer con seguridad la existencia de dos tipos de personas dentro del catecumenado: los catecúmenos simples, que habían recibido la primera iniciación cristiana, y los competentes,27 que ya habían dado su nombre para ser bautizados:
El catecumenado,
un periodo de al menos dos años según el Concilio de Elvira. La admisión al mismo se hacía mediante un rito simple de signación de la cruz sobre la frente (De Myst, 20) y con la entrega de un grano de sal. 28 Así, el catecúmeno formaba parte de la comunidad cristiana, aunque no de pleno derecho. En la eucaristía, participaba en la liturgia de la Palabra, pero no en la eucarística. Muchos de los admitidos al catecumenado retrasaban la solicitud del bautismo por costumbre, por oportunismo político o para conservar su propia autonomía de conducta (incluso pecaminosa). Por eso Ambrosio recuerda frecuentemente que se solicite el sacramento.29
Nomendatio o tiempo de “competentado” , el paso del catecumenado simple al de los competentes comenzaba con la inscripción del nombre del catecúmeno en una lista
de aspirantes al bautismo, desde el día de la Epifanía hasta el comienzo de la Cuaresma. Así, los aspirantes se comprometían a completar su instrucción religiosa y vivir según la moral cristiana (De Sacr . III, 12). En este periodo hay varias fases: o Penitencia: era necesaria una confesión general y oral de todos los pecados, a la que seguía una intensificación de la oración y el ayuno como expresión del deseo de conversión. o Catequesis: en el caso de Milán, esta tarea la desempeñaba el obispo personalmente, siendo uno de sus principales deberes pastorales.30 Por su parte, los aspirantes debían asistir a catequesis, que no era apologética o polémica, aunque sí se trataran los errores de Arrio y el paganismo. Ambrosio llama a sus catequesis lectio o instructio, con contenido doctrinal (sobre todo en lo referente al Credo, los misterios y el Padrenuestro) y moral, dirigida a los competentes. La catequesis mistagógica (sobre los misterios, es decir, los sacramentos) se daba después del bautismo. Catequesis dogmática: con explicación gradual de las principales verdades de fe, partiendo de los primeros elementos (Dios creador) hasta la encarnación de Jesús y su obra redentora. Catequesis moral: a partir de algún relato bíblico (Caín y Abel, José, Job, David, Tobías…), sobre algún Salmo o el relato de la creación del Gén esis. Centrándose en la vida de personajes santos, Ambrosio destaca sus virtudes e insta a los catecúmenos a imitarlas ( De Myst., 1), mientras ayuda a que conozcan la escritura y se familiaricen con ella. o Escrutinios: oraciones, letanías, ceremonias sagradas y exorcismos antes de la explicación del Credo ( De Myst., 1). o Explicación del Credo o traditio Symboli: no se trata de una entrega del Credo escrito, sino de explicarlo artículo por artículo. ( Expl. Symb., 2). La Explanatio
26 Sigo aquí la introducción de Pablo Cervera Barranco en A MBROSIO DE MILÁN, Op. Cit . pp. 24-34. 27 Del latín
competo, que significa solicitar. Op. Cit , I, 11. 29HAMMAN, A., La vida cotidiana de los primeros cristianos, Palabra, Madrid, 1985 28 AGUSTÍN DE HIPONA,
30 Ambrosio llega a excusar su
presencia en una ordenación episcopal e incluso ante el emperador Graciano, por tener que dar la
catequesis a los competentes. La iniciación cristiana en San Ambrosio de Milán
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que conservamos de Ambrosio es una obra eminentemente personal, lejos de una buscada elocuencia o disquisición teológica y dirigida a personas sencillas. Se presenta como obra de los apóstoles reunidos y, así, corresponde al obispo exponerla, en nombre de la Tradición, como su sucesor. En Milán, esta explicación se daba el domingo antes de Pascua. Devolución del Credo o redditio Symboli: es decir, los candidatos aprenden de memoria el Credo y lo recitaban en una ceremonia oficial, de modo solemne. 31
E.- La catequesis ambrosiana No tenemos muchas noticias sobre los primeros ritos del catecumenado en Milán. En la Explanatio symboli alude en primer lugar a los escrutinios, pues es una ejemplo de traditio symboli (Expl., 9) donde el obispo, como primer catequista, explica las verdades de la fe. Como no es un tratado formal, no se incluye la redditio. Las catequesis episcopales posteriores se basaban en los mismos textos bíblicos, las historias de los patriarcas o los Proverbios (Myst. 1). Se explicaba el Credo, pero no los “misterios” (ritos de iniciación y bautismo. Cfr. Sacr . I, 1 y Myst ., 1) Los ritos, propiamente, están explicados en las otras dos obras. 1. La vigilia de Pascua comienza con el rito de la apertio (Sacr ., I, 2). A los candidatos, el obispo mismo les toca los oídos y la nariz diciendo: ¡Effetá! ( Sacr ., I, 2; Myst ., 3). 2. Después, se dirigen al baptisterio ( Sacr ., I, 4; Myst ., 4) para ser 5. San Ambrosio, de Franungidos por un diácono o un presbítero ( Sacr .,I, 4) y renun- cisco de Zurbarán. Óleo ciar al demonio mediante una doble pregunta ( Sacr ., I, 5), mi- sobre tela, entre 1626 y Museo Provincial de rando primero hacia Occidente y luego hacia Oriente. Ambos 1627. Bellas Artes (Sevilla). ritos iniciales tenían como objetivo expresar que, para los candidatos, empezaba una nueva vida. 3. A continuación, se bendicen las aguas del bautismo, junto a un exorcismo y una oración (Sacr ., II, 14; Myst ., 8, Sacr ., I, 16). 4. El bautismo propiamente comienza con un interrogatorio triple y la inversión, por tres veces, en la fuente bautismal ( Sacr ., II, 20; Myst ., 28). 5. Posteriormente, el obispo les ungía la cabeza con el crisma o mirón (Myst ., 29; Sacr ., III, 1) para, a continuación, leer el capítulo 13 del Evangelio de San Juan ( Sacr ., III,; Myst ., 31) y realizar un lavatorio de los pies ( Sacr ., II, 4). Luego, los recién bautizados reciben la vestidura blanca (Myst ., 34). 6. Se simbolizaba el don del Espíritu con la spiritale signaculum ( Sacr ., III, 8; Myst ., 42), tras la que los neófitos formaban ya parte de la comunidad, que los admite en el altar (Sacr ., IV, 5; Myst ., 43). La liturgia sigue aquí el esquema de 1 Tm 2, 2: alabanza, oración, petición y, finalmente, mezcla del agua y el vino ( Sacr ., V, 2). San Ambrosio recoge en De sacramentis y De mysteriis diversas oraciones del canon (consagración: Sacr ., IV, 21-22, anamnesis: Sacr. IV, 27), siete lecturas bíblicas,32 el énfasis dado al Padre Nuestro (Sacr ., V, 18-19; VI, 24) y la comunión bajo las dos especies ( Sacr ., IV, 25; Myst ., 54), momento que, en su comentario, aprovecha el autor para insistir en la presencia real de Cristo en la eucaristía y su carácter sacrificial. 31 AGUSTÍN DE HIPONA,
Op. Cit., VIII, 2.
32 Una para cada día de la
semana: curación del paralítico (Jn 5, 1-1; Sacr ., II, 3). Rm 6, 3 ( Sacr ., 2, 23). 2 Cor 1, 21-22 ( Myst ., 42). 2 Cor 12, 4-69 ( Sacr ., VI), 2 Re 5, 1-14 ( Myst ., 16) y el relato de Melquisedec de Gn 14 ( Myst ., 45). Jn 13 se leía el sábado in albis (Myst. 31 y Sacr. III, 4). La iniciación cristiana en San Ambrosio de Milán
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F.- Conclusiones Llama la atención dada por un obispo tan importante políticamente como Ambrosio a la catequesis de los futuros cristianos, una tarea que, a lo largo de los siglos ha sido devaluada, junto al mismo ministerio de catequista (de niños o de adultos) , frente al “servicio del altar”. Ambrosio llegó a rechazar una invitación del emperador Graciano para seguir de cerca la iniciación cristiana de los catecúmenos de Milán y asumía personalmente los últimos pasos de su formación. Para Ambrosio, como para otros Padres de la Iglesia, el mensaje cristiano es un todo: no se puede separar catequesis de liturgia, del mismo modo que no es posible recibir los sacramentos sin un verdadero cambio vital hacia una conducta ética cristianamente intachable. Denodado esfuerzo en épocas de conversiones en masa que bien puede iluminar a los catequistas en nuestra época de indiferencia pero, a la vez, de búsqueda de la coherencia. Por otro lado, conmueven con frecuencia las palabras usadas por obispo para animar en el camino de la fe a sus oyentes. Habla desde la propia experiencia, enseñando pero no condenando (aunque lo hiciera en otros escritos), exhortando al testimonio vital de las verdades recibidas. Es decir, el testimonio de la propia vida cristiana, vivida con felicidad, es la primera catequesis. El propio Agustín de Hipona lo recoge con admiración: “ Y a Ambrosio mismo lo tenía yo por el hombre feliz según el mundo, pues tantos honores recibía de gentes poderosas y sólo me parecía trabajoso su celibato”.33 En palabras de Benedicto XVI: “Según el magisterio de Ambrosio y de Agustín, la catequesis es inseparable del testimonio de vida. Puede servir también para el catequista lo que escribí en la «Introducción al cristianismo» sobre los teólogos. Quien educa en la fe no puede correr el riesgo de presentarse como una especie de «clown», que recita un papel «por oficio». Más bien, utilizando una imagen de Orígenes, escritor particularmente apreciado por Ambrosio, tiene que ser como el discípulo amado, que apoyó la cabeza en el corazón del Maestro, y allí aprendió la manera de pensar, de hablar, de actuar. Al final de todo, el verdadero discípulo es quien anuncia el Evangelio de la manera más creíble y eficaz ” .34
33 AGUSTÍN DE HIPONA, 34 Benedicto
Op. Cit., VI, 3. XVI presenta a San Ambrosio de Milán : Intervención durante la audiencia general del miércoles 24 de octubre de 2007.
http://www.zenit.org/article-25222?l=spanish. La iniciación cristiana en San Ambrosio de Milán
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